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ISFD N° 141

Didáctica de las Prácticas del lenguaje y la Literatura


Prof. Flavia Porto
Apuntes de cátedra

Adquisición y desarrollo del lenguaje

La adquisición del lenguaje es un proceso complejo en el cual interactúan determinados


factores tanto del propio niño como del ambiente que lo rodea. Esta adquisición se produce
entre los 0 y 6 años de edad, y se relaciona íntimamente con el desarrollo cognitivo, social,
motriz y afectivo emocional. La lengua materna es uno de los aprendizajes más relevantes;
gracias a él, se desarrollan las primeras interacciones sociales con las personas y el medio en el
que el niño está inmerso. Ahora bien, la palabra ocupa un lugar en la experiencia vincular por
medio de la voz, algo que el bebé registra desde su estadía en el vientre de su madre.

Dicho proceso fue y es abordado por estudiosos pertenecientes a disciplinas diversas. Los
enfoques más reconocidos son:

- Teoría conductista. Uno de los mayores exponentes de esta teoría es Skinner, quien
explica la adquisición del lenguaje a través del condicionamiento operante.
- Teoría innatista. El principal impulsor de esta teoría es Chomsky, quien revolucionó la
lingüística contemporánea, y plantea alternativas a la teoría conductista. Su principal
aporte es que el lenguaje es innato a las personas, y esto es lo que permite dominar
nuestra propia lengua así como otras. Para él, la capacidad de hablar está
genéticamente determinada y los universales lingüísticos están inscriptos en el código
genético, razón por la cual son comunes a todas las lenguas.
- Teoría genética. Piaget es uno de los máximos representantes del desarrollo cognitivo.
Esta postura teórica, denominada epistemología genética, se caracteriza por la
atención que se presta a las secuencias evolutivas. Es una metodología de “edades y
etapas”; implícita en este enfoque está la idea de conocer hasta qué punto el lenguaje
determina a la cognición, para lo cual es preciso analizar las raíces del comportamiento
dentro del contexto de desarrollo del individuo. Este autor no se interesa tanto por la
adquisición del lenguaje como por el desarrollo de la función simbólica, capacidad
humana de representar mentalmente la realidad.
El concepto de “esquema” en relación con el tipo de organización cognitiva abarca la
organización mental y el comportamiento observable. Tan pronto como un esquema
de acción es desarrollado, el niño lo aplica a cada nuevo objeto y en cada nueva
situación. El esquema evoluciona con el tiempo y Piaget plantea etapas en el
desarrollo cognitivo. 1. Etapa sensoriomotora ( 0-24 meses). 2. Etapa preoperacional-
preoperativa (18 meses- 7 años). Se divide esta etapa en dos sub-etapas: A.
Preconceptual (18 meses-4 años). B. Intuitiva (4 años-7 años) 3. Etapa de las
operaciones concretas (7-12 años). 4. Etapa de las operaciones formales (12 años en
adelante).

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- Teoría sociocultural. Uno de sus principales representantes es Vygotsky, quien
pertenece a la escuela soviética. Destacó el valor de la cultura y el contexto social
como medio para el proceso de aprendizaje. El habla egocéntrica, que va desde los
tres hasta los siete años, es un modo de hablar que tiene su origen en el habla social,
pero que aún no ha sido individualizada. Gracias a la interacción social, el desarrollo
del lenguaje se ve favorecido, y permite un mejor aprendizaje de la lengua. A lo largo
del tiempo se crea un sistema de códigos entre lo que el bebé emite y el adulto
representa, interiorizándose ese lenguaje. El bebé logra construir su propia lengua,
utilizando como instrumentos la comunicación y el pensamiento; aprender a hablar
supone saber usar el lenguaje, más que conocer las reglas que lo rigen.

Para reflexionar: ¿En qué otras áreas estudiaron estas teorías?, ¿en relación con qué
contenidos?, ¿qué bibliografía utilizaron?

Etapas en la adquisición del lenguaje: Habla prelingüística y lingüística

Período prelingüístico. Se divide en cinco etapas:

 Etapa de las primeras vocalizaciones: de 0 a 2 meses

Esta etapa forma parte del primer proceso de adaptación del bebé, donde predominan las
conductas reflejas, es decir, que el niño no las ha aprendido y que le permiten subsistir en el
medio ambiente donde se va a desarrollar: Los arrullos, los bostezos, el estornudo, la tos, los
sonidos “casi vocálicos”, “casi consonánticos”. Así, va poniendo a prueba su aparato fonador y
las emisiones que con él puede realizar.

En estos momentos, el juego sonoro que efectúa el niño forma parte del ejercicio funcional de
sus órganos y, así como empieza a coordinar sus sentidos, tal como mira la fuente sonora
cuando le hablan, empieza también, la coordinación neuromotriz que le va a permitir articular
y coordinar los movimientos del velo del paladar, la faringe, la lengua y los labios para poder
pronunciar las palabras. En sus primeros meses, el bebé tiene una extraordinaria percepción
auditiva de la voz humana y estimula el ritmo y la melodía de la voz; en estos primeros meses
se encuentra en una etapa “políglota receptivo potencial”, predisposiciones que van a ir
disminuyendo durante el primer año en beneficio de la adquisición de la lengua materna.

 Etapa de la producción de las sílabas arcaicas: de 1 a 4 meses

Es la etapa del gorgojeo o lalación, los sonidos son nítidamente audibles para el adulto, a veces
son nasales, el niño no llega a pronunciar con claridad ninguna vocal o consonante. En este
momento, el bebé puede gritar, gorjear, sonreír, tres recursos que utiliza para comunicarse.

En un clima de afectividad, los niños de alrededor de cuatro meses pueden imitar ciertos
sonidos que reproducen los adultos cuando estos, a su vez, imitan a los bebés. En un círculo
virtuoso de múltiples emisiones, tal hecho va estimulando el intercambio y es fuente de
retribución recíproca. Generalmente, los adultos incentivan las producciones vocales de los

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bebés y los suelen recompensar afectivamente cuando estos logran reproducirlas; a su vez, los
bebés denotan placer al producirlas y “juegan” con el control, que va en incremento, de las
funciones respiratorias vinculadas.

El control de la respiración que tiene que ver con los órganos fonadores, velo del paladar,
lengua, labios, entre otros, y el juego semivocálico son piezas de gran significación para la
evolución del lenguaje. El niño suele elegir sus propios momentos diarios para producir más
emisiones, a veces, muy temprano por la mañana, otras, cuando va a dormir. Los momentos
previos y posteriores del pasaje del estado de vigilia al sueño son muy importantes y
constituyen un campo propicio para la siembra de vocalizaciones, y de arrullos que el bebé
escuchará e irá atesorando.

 Etapa del balbuceo rudimentario: de 3 a 8 meses

El balbuceo da paso a la conformación de ciertas habilidades lingüísticas que se logran a través


de la repetición. El pequeño produce cada vez más y con mayor frecuencia de emisión, sonidos
que pueden no tener significación convencional para ninguna lengua pero que realiza como
una especie de ejercicios de combinaciones y articulaciones donde el control respiratorio, la
entrada y salida de aire de sus pulmones, la movilidad general de los órganos de fonación se
“ponen a punto”.

La discriminación sensorial y también el escucharse lo autoestimulan para seguir produciendo


secuencias resonánticas que pueden y suelen ir de los tonos más graves a los más agudos.
Estos primeros balbuceos tienen vinculación directa con la lengua que se habla en el entorno
del bebé. El repertorio fonético que va construyendo es más observable cuando el bebé está
relajado y juega con sus emisiones, aparecen así gritos y sonidos consonánticos que pueden
mantener por más tiempo.

Las primeras combinaciones de consonantes y vocales son propias de los seis meses; en esta
ocasión los pequeños han hecho otros logros importantes como sentarse, poder sostener los
objetos, pasarlos de una mano a la otra, participar más activamente en su grupo, responder a
los adultos con quienes convive, jerarquizar la iniciativa de transacción con el entorno, tener
una presencia más individualizada.

Es fácil reconocer lo que se llama el balbuceo reduplicado “mamamamama”, “papapapapapa”,


“lalalala”. Se inicia una significación del balbuceo por parte del entorno (“dijo mamá”, “dijo
papá”) que lo incentiva al inicio de la comprensión.

En esta etapa, el bebé ha aprendido a seguir la mirada de la madre, ha experimentado el


hecho de obtener respuestas a su voz; si grita, alguien aparece; hay cierta regularidad en la
aparición y desaparición de las personas lo que lo incita a efectuar más juegos vocálicos y al
inicio de la comunicación verbal.

 Etapa del balbuceo canónico: de los 5 a los 10 meses

Alrededor de los ocho meses, los pequeños empiezan a emitir sílabas que son más
comprensibles para los adultos del entorno, quienes no tardan en otorgarle significación, en

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parte porque las producciones infantiles se acercan, cada vez más, a la manera y a las
funciones de la lengua ambiental.

También, entre los siete y los ocho meses el bebé se interesa más por la melodía, es decir, por
la secuencia de sonidos de la voz humana que por la significación de las palabras. El niño tiene
experiencias visuales y auditivas que son significativas para él y que provienen de su entorno,
puede diferenciar las que más le gustan por el placer que le provocan. Se está convirtiendo en
un avanzado “lector” de las actitudes corporales, de los gestos de los adultos, de los sonidos
que percibe, del buen humor, de la risa, de la alegría. Es, por lo tanto, gracias a la melodía y a
la entonación de las palabras que los niños en esta etapa dan sus primeros pasitos a la
significación.

Alrededor de los diez meses, el balbuceo tiene la entonación propia de la lengua materna,
especialmente en el ritmo de emisión; esta puede empezar con voz de tono bajo, estabilizarse,
subir el tono, estabilizarse, bajarlo y así paulatinamente imitando la musicalidad de las
palabras. Es el momento propicio para proponer juegos vocálicos.

Esta etapa es también llamada de balbuceo canónico; las vocalizaciones se caracterizan por
estar formadas por consonantes y vocales y ellas son las que antecedes al desarrollo
fonológico y lexical convencionales. Las sílabas también serían duplicadas como “tatatatatata”,
paulativamente se diversificarían, apoyándose más en las iniciadas por las consonantes o por
las vocales.

 Etapa del balbuceo mixto: de 9 a 18 meses

El bebé en esta edad pasa más tiempo despierto, sus juegos vocálicos son más ricos y variados.
También, el desarrollo psicomotor le permite, no sólo señalar y buscar los juguetes, sino
arrastrarse, gatear, y caminar hasta ellos. El juguete lo incita a vocalizar, y en este proceso,
dentro de las vocalizaciones, empieza a emitir las primeras palabras que son representativas
para el adulto, primero, y entre los 12-15 meses, lo son para él también. Las posibilidades de
explorar e investigar las cosas de su ambiente, el intercambio con las personas, las vivencias
diarias, la reiteración de las actividades, le van dando una suerte de regularidad y de orden en
su mundo. El pequeño puede atribuir cierta permanencia o constancia de personas, objetos,
hechos y situaciones, aunque en los primeros meses de esta etapa (9-11 meses) tengan que
estar presentes en el momento del intercambio. Esta permanencia práctica le permite señalar
con gestos lo que quiere e ir a buscarlo aunque no está en su campo visual, sabe que las cosas
se pueden encontrar, pide, grita, vocaliza, canta y se traslada. Es el momento en el que el
pequeño está maduro para entender que determinada secuencia de sonidos (monemas o
palabras) le corresponden a determinadas personas, objetos, hechos y situaciones de su
entorno. Es más o menos entre los 15 y los 18 meses que la palabra tiene un valor
representativo para el niño pequeño. Sigue siendo muy importante aún la melodía, el gesto, el
ritmo, la entonación, la imitación del hablar adulto.

El bebé ha recorrido un camino novedoso que ha incitado su curiosidad, que ha despertado sus
intereses, que le ha permitido construir diferentes herramientas para comunicarse, entre ellas,
la palabra. A algunas de ellas, inicialmente, las pronunciará de manera convencional, otras
dependerán de sus gestos, de las sílabas que entone, de la manera en que se haga entender.

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Las palabras que escucha con mayor frecuencia serán las primeras que emita. Entiende y trata
de hacerse entender en una actitud que sorprende y agrada a los adultos, que lo incitan a
repetir sus logros.

El potencial cognitivo del pequeño se ha desarrollado y sus experiencias han dado lugar a las
habilidades lingüísticas que son el soporte de los intercambios con los adultos, y del
enriquecimiento de las relaciones con el mundo que lo rodea; el niño debe apropiarse, a partir
de ahora, de los sistemas simbólicos que han sido creados y transformados cultural y
socialmente. Es de suma importancia la mediación del adulto y de la cultura para generar este
desarrollo tan relevante en la vida del hombre.

Periodo lingüístico

Las vivencias, el clima emocional del entorno, la confianza que el pequeño logra tener en sus
propias habilidades, el respeto por los tiempos y los incentivos que él percibe y procesa en las
precedentes etapas pre-lingüísticas son de gran importancia y fundamento para el aprendizaje
del lenguaje hablado.

El bebé de aproximadamente 24 meses, para continuar con el desarrollo lingüístico, tiene


como recursos sus vocalizaciones, las primeras sílabas que sabe decir, el juego… hablando,
vocalizando, jugando e imitando puede formar sus primeras representaciones e imágenes de
las personas y las cosas; de esta manera, podrá mostrar el estado de su conocimiento
lingüístico, que es, en estos momentos de los 2 años de edad, más funcional que estructural.
Así, un pequeño en esta etapa, sorprende con la riqueza del lenguaje que posee, por las
palabras que puede repetir cuando, por ejemplo, le dan algo y su mamá le enseña a dar las
“gracias”, puede decir “de nada” respetando el hábito social hasta que aprende a
diferenciarlos por el uso más que por el manejo de las reglas gramaticales o sintácticas, por
ejemplo.

Conforme avance en su psicomotricidad, estas imágenes serán representadas, apoyadas en el


contacto directo con las personas, primero, con los objetos y las cosas, después; tendrá la
posibilidad de dibujarlas, armarlas para mostrar qué es lo que ha captado de los roles, de los
usos, de los tamaños, de las formas, de los colores, de las posiciones, de las distancias, del
peso, de la fuerza, y del sin fin de atributos que poseen las personas, las situaciones y los
objetos.

Debe aprender tres acciones novedosas y para hacerlas suyas el mejor recurso es la repetición;
una repetición que de ninguna manera es mecánica sino dinámica porque en cada repetición
va a agregando más informaciones al conocimiento que está construyendo.

1) Asociar alguien o algo de su entorno con una producción sonora particular, el nombre
o palabra que lo designa y que es compartida por los demás. Al principio realizará la
asociación en su entorno inmediato, con el uso llegará la generalización.
2) Pronunciar esa secuencia particular de sonidos que forma la palabra. No es nada fácil
porque los fonemas tienen distintos requerimientos para su articulación y
pronunciación. Ellos usan la economía de esfuerzo y dicen “meme” por “leche”, “ubo”
por “jugo”, “kioskio” por “kiosco”…

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3) Enriquecer el significado de las palabras hasta llegar al aceptado convencionalmente
por su cultura. Por ejemplo, el niño sabe decir “mesa” pero cuando se refiere a esa
palabra, no se refiere al concepto “mesa” como “cualquier superficie plana en donde
se pueden depositar objetos” sino a la “mesa” que él conoce y con la que tiene
experiencia. Lo mismo puede decir “guau guau” a cualquier animal hasta que el uso y
la significación lo ayudan a identificar, primero, y a diferenciar después, procesos que
lo ayudarán a llamar a las cosas por su nombre.

El gran paso de los 2 años, aproximadamente, es que puede usar las palabras que indican
nombres con adjetivos (grande, chico, lindo, feo) y comprender preguntas del tipo: ¿cuándo?,
¿dónde?, ¿qué?, ¿quién?

Por ejemplo, cuando se le pregunta quién es lindo, responde “yoooo”, levantando su brazo…
puede comprender también frases de dos o tres preposiciones: “¿a dónde va el nene?”… “al
jardín”.

A los 3 años suelen usar las palabras que en situaciones similares utilizan los adultos de su
entorno, especialmente la mamá. El niño para hablar, para comunicarse, no necesita reglas
idiomáticas; la importancia de las mismas las comprenderá más tarde. Necesita, en cambio, de
una gran fluidez comunicativa de las personas que están con él, de la presencia significativa,
del uso rico del lenguaje (sinónimos, homónimos, parónimos, expresiones variadas, palabras
cortas y largas, palabras que refieren a los sentidos, que expresan cualidades, estados de
ánimo…). El uso de los pronombres “mío”, “yo”, “vos”, se hacen de uso frecuente.

El habla es, a los 3 años, un dominio propio. Los niños repiten e imitan las conversaciones que
escuchan y tienen la virtud de emplear la palabra exacta en el momento preciso. A veces, no
saben su significado pero sí captan las circunstancias en que se ha dicho.

Alrededor de los 4 años se realiza la primera expansión sintáctica; el niño puede construir y
decir frases con gramática simple. Usa los verbos en imperativo y presente, al principio, en
pasado y en infinitivo, después; el tiempo futuro es complejo, porque aún no ha
experimentado lo suficiente las nociones de tiempo.

En cuanto al desarrollo gramatical, se suele dividir en tres etapas:

- Etapa holofrásica (10-18 meses)

Los niños son capaces de emitir frases de una palabra o solo elemento; resume los
conocimientos expresándolos en tan solo una palabra. Están relacionadas con el mundo más
cercano… mamá, papá, los alimentos, los juguetes. No hace sólo referencia a la cosa u objeto
sino también a la situación.

- Etapa de emisión de dos palabras (18-24 meses)


- Etapa telegráfica (24-36 meses)

Si comparamos este habla con la del adulto parece incompleta debido a que no se utilizan
elementos como las conjunciones, artículos, preposiciones, pero las oraciones pueden

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entenderse por el contexto en el que han sido emitidas. El orden estructural es similar al de los
adultos.

El lenguaje es seguramente la adquisición más importante del ser humano. A través de él se


aprende a actuar como miembro de una sociedad, y a adoptar su cultura: sus modos de pensar
y de hacer, sus creencias y sus valores. Por lo tanto, será un aspecto al que los docentes
otorgarán suma importancia.

EDAD CARACTERÍSTICAS
0-3 MESES  Localiza sonidos laterales moviendo
la cabeza
 Realiza balbuceos y sonido guturales
3-6 MESES  Emite sonidos para atraer la atención
del adulto
 Realiza reduplicación (ma-ma gu-gu
ta-ta) repitiendo cadenas silábicas de
consonante más vocal
6-9 MESES  Localiza sonidos procedentes de
diferentes direcciones.
 Muestra agrado y realiza
movimientos ante canciones
infantiles
9-12 MESES  Emite las primeras palabras con
significado
12-18 MESES  Repite sonidos que hacen otros
 Obedece órdenes simples
acompañadas de gesto
 Combina dos sílabas distintas
 Identifica entre dos objetos el que se
le pide
 Les gusta mirar cuentos con
imágenes
 Atiende a su nombre.
18-24 MESES  Emplea una o dos palabras
significativas para designar objetos o
personas
 Disfruta con la música e imita gestos
y ritmos
 Comienza a entender y aceptar
órdenes verbales (recoger, sentarse,
ir a la mesa…).
 Comienza a juntar palabras aisladas
para construir sus primeras “frases”
(“mamá pan”).
 Atribuye funciones a los objetos más
familiares y comienza a nombrarlos
 Imita sonidos de animales y objetos
conocidos (onomatopeyas)
24-30 MESES  Hace frases de tipo sustantivo +

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verbo (nene jugar).
 Emplea el “no” de forma oral y no
sólo con el gesto.
 Responde a preguntas de tipo: ¿qué
estás haciendo? ¿dónde?
 Reconoce los conceptos “grande”-
“pequeño”.
 Presta atención durante algún
tiempo a música o a narraciones
breves. Por ejemplo, a medida que
van viendo un cuento que narra la
maestra y nombrando los objetos
que aparecen en las ilustraciones, los
niños actúan a modo de “eco” de
ella.
 Entona algunas canciones aprendidas
y se mueve a su ritmo
30-36 MESES  Emplea el gerundio, los plurales y los
artículos
 Es capaz de comunicarse a través de
los gestos y la mímica, además del
lenguaje oral
 Habla de sí mismo en primera
persona utilizando “yo”, “mi”, y “me”
en lugar de su nombre.
 Utiliza el lenguaje oral para contar lo
que hace, lo que quiere, lo que le
pasa…

Funciones del lenguaje verbal

El lenguaje cumple una serie de funciones importantes en la vida de los seres humanos:

1. Función comunicativa: La función primaria del lenguaje es la comunicación. Los seres


humanos tenemos una necesidad vital de relacionarnos y esto es posible gracias al lenguaje.
En este proceso de comunicación, el habla, constituye el instrumento decisivo de
comunicación e interrelación social.

2. Función cognoscitiva: El lenguaje es un instrumento poderoso para el aprendizaje y la


abstracción para comprender e interaccionar con su medio ambiente.

3. Función instrumental para satisfacer las necesidades inmediatas como el hambre, la sed, el
abrigo y es el medio más directo y eficaz para pedir ayuda o auxilio frente a situaciones de
riesgo o peligro.

4. Función personal: El hombre a través del lenguaje verbal puede manifestar o expresar sus
opiniones, sentimientos, motivaciones, puntos de vista personales y aspiraciones,
compartiendo sentimientos, ideales y fantasías con los demás.

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5. Función informativa: El lenguaje verbal nos permite obtener información de lo que ocurre a
nuestro alrededor y en el mundo en que vivimos, contribuyendo a la solución de los
problemas, anticipándonos y adaptándonos a los cambios.

6. Función adaptativa: El lenguaje verbal permite al individuo adaptarse adecuadamente al


medio social. Esto es, facilita el ajuste y la autorrealización de la persona.

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