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La hora de juego lingüística permite, con unos pocos juguetes y una guía de observaciones, obtener suficiente
información para establecer las hipótesis iniciales acerca de los diversos aspectos: fonológico, sintáctico, semántico,
pragmático del sistema lingüístico y demás características normales, retrasadas o desviadas del lenguaje y de la
comunicación de un niño en particular.
La lingüística clínica es la aplicación de la teoría, métodos y logros de la lingüística al estudio de las situaciones en las
cuales se diagnostica y se trata de trastornos de lenguaje.
Capítulo 2. “La hora de juego lingüística”.
La hora de juego lingüística consiste en obtener una muestra de lenguaje a través de una sesión de juego interactivo.
La situación de juego le permite al niño crear escenarios diversos en torno al material provisto. Jugando el niño es el
principal autor y actor de sus gestos, acciones, sentimientos, intereses, ideas y acontecimientos que puede evocar en
forma de relato.
Esta técnica nos brinda un abordaje exploratorio, interactivo, generador de respuestas verbales. Su utilidad no se
limita al estudio de las producciones del niño que habla, también hace posible la evaluación de las habilidades
lingüísticas en el niño con escaso vocabulario, reducido quizás a algunas pocas palabras y permite analizar las
conductas comunicativas en el niño que no habla (nivel pre-lingüístico).
Características principales:
▪ Objetivo 🡪 lograr una primera aproximación global al diagnóstico de los trastornos lingüísticos y
comunicativos del niño.
▪ Contexto de observación 🡪 juego interactivo.
▪ Contexto lingüístico 🡪 varía según las posibilidades de cada niño, puede ser: discurso de acción,
diálogo-conversación, narración.
▪ Niveles de análisis 🡪 fonológico, morfosintáctico, léxico-semántico, pragmático.
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Su objetivo principal consiste en animar al niño a que se comunique oralmente o que ponga en práctica sus otras
habilidades comunicativas (gestos, miradas) en el caso del niño pre-lingüístico.1
Actos del habla: enunciado mediante el cual un emisor o hablante se dirige a un oyente o receptor en determinadas
circunstancias para expresar lo que quiere decir y a través de él comunicarse con el oyente o receptor para impulsarlo
a actuar de un modo determinado.
El uso del lenguaje implica una actividad que incluye el acto de decir algo.
Existen tres subactividades del acto del habla:
1) El acto locutivo o de emisión: acto de decir algo, que consiste en emitir ciertos ruidos con cierta entonación o
acentuación
2) El acto ilocutivo: el acto que llevamos a cabo al decir algo que tiene reglas convencionales.
3) El acto perlocutivo: el acto que llevamos a cabo porque decimos algo que no tiene reglas convencionales.
La pragmática no puede dejar de interesarse por la relación texto-contexto abarcando el conjunto de:
1) emisor o hablante real o sujeto parlante.
2) el receptor, oyente real o destinatario.
3) la situación de producción: lugar, época, costumbres,
La noción de acto de habla también se aplica a las producciones del niño pequeño permitiéndonos adjudicar esas
producciones a una base ya situada en las conductas preverbales. La interpretación de los gritos y otras
manifestaciones emocionales por parte del medio implica que dichas manifestaciones pueden ser tratadas como
actos.
Dore utiliza la noción de actos de habla primitivos para describir y clasificar las primeras producciones verbales del
niño:
● Denominación: toda expresión con la intensión de nombrar un objeto o acción.
● Respuesta: toda expresión con la intención de responder a la expresión anterior del niño.
● Pedido: expresión con la intención de dirigirse al adulto y esperar su respuesta.
● Saludo: expresión con la intención de convenir un saludo convencional.
● Protesta: expresión con la intención de objetar, resistir.
● Repetición: intención de imitar la acción de la otra persona.
● Practica: ejercitar juego vocal sin dirigirse a ninguna persona.
Análisis de la intencionalidad.
La intención se detecta por: indicadores verbales, por la dirección de la mirada, cambios de la entonación y del
volumen de la voz, naturaleza del acto precedente y subsecuente. Las reacciones del niño si logra o falla en alcanzar
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un objetivo, expresiones de alegría o desilusión dan la pauta de un acto intencional. Se trata de esclarecer el que y
como y cuando el niño expresa sus intenciones. Usa expresiones no convencionales (movimientos anormales), se
comunica llorando o gimiendo.
Análisis del discurso.
Los niños con trastornos de lenguaje tienen en general dificultades para organizar y participar en el discurso
cotidiano, más allá de los problemas de comprensión o expresión que también presentan.
Existen distintos recursos que se pueden implementar y que incluyen diferentes niveles de dificultad. Desde pedirle
un relato basado en u cuento familiar para alentarlo a entrar en confianza al contarnos algo que sabe casi de
memoria para luego continuar con otras actividades más complejas como describir una lámina no conocida, contar
algo divertido que le haya pasado, explicar los pasos a seguir para realizar determinada tarea.
Es sabido que el género del discurso tiene sus características y requerimientos particulares que deben investigarse.
Así, en la conversación se puede observar la cooperación que brindan los participantes para el mantenimiento del
tema, el respeto de los turnos, la reparación de los malentendidos, la forma de introducir los cambios y de superar
las superposiciones o las interrupciones.
Capítulo 4. “Los trastornos del lenguaje en el niño”.
La clasificación de los trastornos del lenguaje infantil:
1) Trastorno de la voz:
● Disfonías: alteración de la voz, ligada a un uso incorrecto de la misma y a una respiración insuficiente
o mal coordinada con la fonación. Suele combinar factores anatómicos y factores funcionales difíciles
de separar. Se puede traducir en una voz ronca, grave, con altibajos en el tono o en una voz sorda, de
escasa potencia. Otra variante es la rifonía, que puede ser: cerrada (no puede pasar el aire en las
cavidades nasales) o abierta ( insuficiente cierre del velo del paladar)
2) Trastornos del habla:
● Dislalias orgánicas: perturbaciones articulatorias de intensidad variable, debidas en su mayoría a
malformaciones del aparato bucofonador y a traumatismos ocurridos en etapas temprana de la niñez
(labio leporino, malformaciones dentarias).
● Dislalias funcionales: se deben a un trastorno funcional permanente de la emisión de un fonema sin
que existan defectos anatómicos, neurolingüísticas, parálisis, en niños mayores de cuatro años.
Algunos síntomas pueden ser: a) dislalias por omisión: el niño omite el fonema; b) dislalias por
sustitución: el niño sustituye el fonema por otro (ejemplo: sustituye k por t); c) dislalias por
distorsión: en lugar del fonema correcto, el niño produce un ruido que no pertenece al sistema
fonético del idioma (por ejemplo: mal pronunciación de la R, S, Z); d) Dislalia múltiple: las
alteraciones incluyen gran número de fonemas consonánticos y a veces también vocálicos.
● Disartrias: son trastornos en la pronunciación debidos a una afectación de las vías centrales, nervios
craneales o grupos musculares. Pueden distinguirse dos grupos: 1) las disartrias de los diferentes
tipos de parálisis cerebral infantil y 2) las disartrias que no se acompañan de disturbios neurológicos
graves.
● Disfluencias: trastornos de la fluencia y del ritmo. Se distinguen:
a. Farfulleo: es una forma rápida de hablar en la cual se observan omisiones de fonemas y
silabas.
b. Tartamudez: es la perturbación del habla y de la comunicación social caracterizada por una
discoordinación de los movimientos fonoarticulatorios y la presencia de espasmos
musculares en el diafragma, glotis, lengua, labios, etc. La intensidad de los síntomas, de
distinta gravedad según los casos, es variable dentro de un mismo sujeto, según el contenido
del mensaje, el interlocutor, el contexto de intercambio y el estado anímico del sujeto. Los
síntomas suelen aparecer entre los 3 y 4 años y van aumentando con la edad adulta. Forma
de manifestarse: Forma tónica (fuertes espasmos), forma clónica (leves espasmos y
repetidos) y mixta (combinación de ambas).
3) Trastornos del lenguaje:
● Retraso simple: retraso en la aparición de los niveles del lenguaje, que afecta a la expresión y no es
explicable por déficit intelectual, sensorial, ni conductual. Se respetan las etapas evolutivas del
desarrollo normal, pero con un desfasaje cronológico. Se observa importante mejoría con la edad,
incluso sin intervención terapéutica, con resolución total del trastorno antes de los 6 y 7 años.
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● Disfasias o Trastornos del lenguaje (TDL): estos niños forman un grupo heterogéneo cuyo
denominador común es que su sistema de lenguaje, por una u otra razón, no se corresponde con sus
capacidades cognitivas.
Algunos autores la definen como trastornos primarios y específicos del lenguaje oral ligados al
desarrollo. Se dice primarios para distinguirlos de los trastornos secundarios del lenguaje debidos a
una hipoacusia, causas metabólicas, neuromusculares o consecutivos a una lesión cerebral postnatal,
mientras que el termino se refiere a que las funciones motrices, sensoriales y cognitivas son
normales o por lo menos superiores al lenguaje oral.
Gerard propone 6 principales indicadores:
1. trastornos en la evocación léxica: falta de disponibilidad de la palabra, perseveraciones
verbales o parafasias.
2. trastornos en la codificación sintáctica: Incapacidad del niño para usar las inflexiones
verbales y palabras función necesaria.
3. trastornos de la comprensión verbal.
4. hipoespontaneidad: conjunto de comportamientos relacionados con una dificultad en la
iniciativa verbal y reducción de las emisiones vocálicas.
5. trastorno de la informatividad: incapacidad para transmitir información.
6. disociación automático-voluntaria: imposibilidad de algunos disfásicos de producir ciertas
unidades verbales a la orden o en situación dirigida, mientras que en situaciones
espontáneas, esas mismas producciones se logran sin ningún problema.
● Afasias: deterioro del lenguaje consecutivo a una lesión cerebral adquirida. Se emplea este término
cuando la lesión ocurre después de la adquisición del lenguaje, es decir después de los dos años de
edad. Las causas pueden ser infecciones bacterianas, lesiones vasculares, tumores cerebrales y
traumatismos. Los síntomas pueden ser el mutismo (ausencia de emisiones verbales o vocálicas), la
hipoespontaneidad verbal, los trastornos articulatorios, el agramatismo y los signos negativos.
Gracias a la plasticidad del cerebro infantil, se observa un proceso rápido de recuperación
post-lesional, con reaparición de las distintas funciones lingüísticas en un periodo de seis meses.
Los síndromes afásicos:
1) Afasia anómica: la anomia o “falta de palabra” consiste en una dificultad de evocación de
palabras conocidas.
2) Afasia sensorial: se caracteriza por trastornos severos de la comprensión verbal, dificultades de
evocación y una expresión verbal correctamente articulada y a menudo fluida.
3) Afasia de conducción: alteración en la capacidad de repetir, ya desde el nivel de la palabra. El
habla suele ser fluente, con buena articulación, sin embargo existen dificultades de evocación de
vocablos.
4) Afasia transcortical: capacidad para repetir mensajes verbales, ecolalia. Existe una afasia
transcortical motriz que cursa con un casi mutismo por dificultades para iniciar la expresión
verbal, y una afasia transcortical sensorial en la que el lenguaje es normal en su expresión
espontánea y a la repetición pero con alteraciones en la comprensión.
5) Afasia motriz: se caracteriza por una expresión verbal no fluente, emitida con lentitud y esfuerzo,
y con exceso de pausas. Los fonemas se producen deformados. Existe una gran variabilidad de
sustituciones fonémicas, pero la producción mejora en la repetición.
Aquí los niños pueden desarrollar estrategias de comprensión conducentes a comportamiento adaptados sin que
tengan que analizar. Parece ser que las estrategias léxicas completadas por conocimientos pragmáticos de situaciones
habituales explican aquella comprensión.
En cuanto al juego, entre los 15 y 18 meses el construir y tirar es característico.
De los 18 a los 24 meses, la actividad del niño ya no es manifestación sino que guarda relación con las características
de los objetos y las posibilidades que ofrecen. La comunicación continúa siendo gestual y se acompañan de palabras.
De los 24 a los 36 meses la actividad del niño con los objetos está organizada con relación a un fin llamado el juego
simbólico. La comunicación con el adulto ya no necesita tanto apoyo gestual. El lenguaje verbal alcanza un grado
bastante elevado de complejidad, aparecen las estructuras de la frase: predicado nominal y verbal, las primeras
reglas morfosintácticas y los primeros enlaces entre frases.
Desde los 28 a los 30 meses encontramos un predominio de lenguaje verbal y el niño utiliza muchos menos el gesto
de indicación, con la palabra ya puede expresar lo que desea. Realiza gestos de indicación en donde predomina la
comunicación oral y además el niño verbaliza sus acciones para consigo mismo y para los demás.
A partir de los tres años, el niño juega en silencio al ser consciente de la diferencia entre estar acompañado y estar
solo, entre hablar para otro y hablar para sí. Sigue acompañando sus actividades con verbalizaciones. El lenguaje de
acción se hace cada vez menos frecuente frente al lenguaje de la comunicación que sigue progresando.