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Anselm Jappe • Robert Kurz

• Claus Peter Ortlieb

Ensayos sobre el fetichismo de la mercancía

9
El absurdo mercado
de los hombres sin
cualidades
Pepitas de calabaza ed.
Apartado de correos n.° 40
26080 Logroño (La Rioja, Spain)
pepitas @ pepitas. net
www.pepitas.net

© De los textos, sus autores


© De la presente edición, Pepitas de calabaza ed.

a
Traducción de «Sic Transit Gloria Artis» Luis Andrés Bredlow
y Emma Izaola.
Traducción de los restantes textos incluidos en este libro:
Luis Andrés Bredlow
Grafismo: Julián Lacalle

isbn: 978-84-15862-11-6
dep. legal: NA-2540-2009

Primera edición, octubre de 2009


Segunda edición, febrero de 2014
Sic Transit Gloria Artis
El «fin del arte» según Theodor W. Adorno
y Guy Debord

Hoy en día es difícil eludir la idea de que el «fin del


arte», proclamado a los cuatro vientos y con no menos
fervor rechazado durante los años sesenta, se haya por
fin producido, aunque con cierto disimulo: «not with
a bang, but with a whimper» (T.S. Eliot). Durante más
de cien años, la evolución del arte se identificó con la
sucesión ininterrumpida de innovaciones formales y
de «vanguardias» que ensanchaban cada vez más las
fronteras de la creación. Pero tras un último período
de esplendor —al menos aparente— que llega hasta
principios de los años setenta, no se ha impuesto ya
ninguna nueva tendencia vanguardista, sino que se
ha observado únicamente la repetición de elementos
fragmentarios, aislados y desvirtuados, del arte del pa­
sado. La sospecha de que el arte moderno esté agotado
empieza a cundir incluso entre quienes durante largo

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tiempo la habían rechazado decididamente. Lo menos
que se puede decir es que desde hace decenios no se
ha visto nada comparable a las revoluciones formales
del período de 1910 a 1930. Cuestión opinable es, cier­
tamente, si hoy se producen todavía obras de valor o
no; pero difícilmente se hallará quien vea aún en el
arte de los últimos años la «manifestación sensible de
la idea» o, cuando menos, una expresión tan conscien­
te y concentrada de su época como fueron la literatura,
las artes visuales y la música de las primeras décadas
del siglo.
Por otra parte, la crisis de las vanguardias tampo­
co ha provocado aquella «vuelta atrás» que anhelaban
sus detractores. Parece, pues, que es el arte en su con­
junto lo que está en crisis, sea en lo relativo a la inno­
vación de la forma, sea en su capacidad de expresión
consciente de la evolución social. Resulta cada vez más
evidente que no se trata de un estancamiento transito­
rio ni de una mera crisis de inspiración, sino que es­
tamos, cuando menos, ante el fin de un cierto tipo de
relación entre el arte y la sociedad que ha durado más
de un siglo. Por supuesto que se continúa escribiendo
y publicando textos, pintando y exponiendo cuadros
y experimentando con formas supuestamente nuevas
como el video o la performance, pero eso no nos auto­
riza a considerar la existencia del arte tan incuestiona-

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ble como la del oxígeno, como parece creer la estética
contemporánea. ¿No será la continuación actual de la
producción artística un anacronismo superado por la
evolución efectiva de las condiciones sociales?
Entre 1850 y 1930, el arte vanguardista y formalis­
ta fue, más que elaboración de nuevas formas, un pro­
ceso de destrucción de las formas tradicionales; cum­
plía una función eminentemente crítica. Trataremos
de demostrar que esa función crítica estaba vinculada
a una fase histórica durante la cual se venía imponien­
do la organización social basada en el valor de cambio.
El triunfo completo del valor de cambio y su crisis ac­
tual han reducido a la ineficacia a los sucesores de las
vanguardias; no les conceden ya función crítica algu­
na, sean cuales sean sus intenciones subjetivas.
Nos centraremos en un análisis comparativo de
las aportaciones de Theodor W. Adorno y de Guy De­
bord, autor de La sociedad del espectáculo (1967) y prin­
cipal teórico de los situacionistas;1 es decir, dos de los
más señalados exponentes de una crítica social centra­
da en el análisis de la alienación, término por el cual
no se entiende un vago descontento frente a la «vida
moderna», sino el antagonismo entre el ser humano
y las fuerzas por él mismo creadas que se le oponen
como seres independientes. Se trata de la transforma­
ción de la economía de medio en fin, fundada en la

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oposición entre el valor de cambio y el valor de uso; de
lo cual deriva la subordinación de la cualidad a la can­
tidad, de los fines a los medios, de los seres humanos
a las cosas y, en fin, un proceso histórico que obedece
únicamente a las leyes de la economía y escapa a todo
control consciente.2 Tanto Adorno como Debord apli­
can al análisis del arte moderno el concepto de contra­
dicción entre el uso posible de las fuerzas productivas
y la lógica de la autovalorización del capital. Ambos
ven en el arte moderno —y precisamente en sus as­
pectos formales— una oposición a la alienación y a la
lógica del intercambio.
A pesar de ello, Adorno y Debord representaban,
en los años sesenta, dos posturas diametralmente
opuestas respecto del «fin del arte». Aquél defendía
el arte contra quienes pretendían «superarlo» a favor
de una intervención directa en la realidad y contra los
partidarios de un arte «comprometido», mientras que
Debord anunciaba, por las mismas fechas, que había
llegado el momento de realizar en la vida misma lo que
hasta entonces solo se había prometido en el arte, con­
cibiendo, sin embargo, la negación del arte, mediante
la superación de su separación de los demás aspectos
de la vida, como una continuación de la función críti­
ca del arte moderno. Para Adorno, por el contrario, es
precisamente el hecho de que el arte esté separado del

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resto de la vida el que garantiza dicha función crítica.
Trataremos de explicar por qué los dos autores llegan,
pese a su punto de partida común, a conclusiones tan
opuestas; veremos que también Adorno se ve aboca­
do, a pesar suyo, a la tesis del agotamiento del arte.
Empecemos por considerar el lugar central que
ocupa el «intercambio» en el análisis de la alienación
desarrollado por nuestros autores. Debord denomina
«espectáculo» precisamente a la «economía que se
desarrolla para sí misma» y que ha «sometido total­
mente» a los seres humanos (SdE § 16),3 por lo cual
«las mismas fuerzas que se nos han escapado se nos
muestran en todo su poderío» (SdE § 31). En esta for­
ma suprema de la alienación, la vida real se halla cada
vez más privada de cualidad y dividida en actividades
fragmentarias y separadas entre sí, mientras las imá­
genes de esta vida se separan de ella y forman un con­
junto. Ese conjunto —el espectáculo en el sentido más
estricto— adquiere una vida independiente: como en
la religión, las actividades y las posibilidades de los
individuos y de la sociedad aparecen como separadas
de los sujetos, solo que no se sitúan ya en un más allá
sino en la Tierra. El individuo se encuentra apartado
de todo cuanto le concierne y puede relacionarse con
ello solo por la mediación de imágenes elegidas por
otros y falseadas de manera interesada. El fetichismo

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de la mercancía descrito por Marx era la transforma­
ción de las relaciones humanas en relaciones entre
cosas; ahora estas se transforman en relaciones entre
imágenes. La degradación de la vida social desde el ser
al tener se prolonga en la reducción al parecer (SdE §
17), con lo cual el ser humano se convierte en un sim­
ple espectador que contempla pasivamente, sin poder
intervenir, la acción de unas fuerzas que en verdad
son las suyas. El espectáculo es la manifestación más
reciente del poder político, que, aun siendo «la espe-
cialización social más antigua» (SdE § 23), solo duran­
te los últimos decenios ha adquirido una tal indepen­
dencia que está en condiciones de someter la entera
actividad social. En el espectáculo, donde la economía
transforma el mundo en mundo de la economía (SdE
§ 40), «se cumple absolutamente [...] el principio del
fetichismo de la mercancía» (SdE § 36) y la mercancía
accede a la «ocupación total de la vida social» (SdE §
42). La generalización de la mercancía y del intercam­
bio significa «la pérdida de la cualidad, tan evidente a
todos los niveles del lenguaje espectacular» (SdE § 38);
la abstracción de toda cualidad específica, base y con­
secuencia del intercambio, se traduce «perfectamente
en el espectáculo, cuyo modo de ser concreto es preci­
samente la abstracción» (SdE § 29)?
También Adorno denuncia implacablemente «la
dominación universal del valor de cambio sobre los

100
seres humanos, que impide a priori a los sujetos ser
sujetos y rebaja la subjetividad misma a mero objeto»
(DN 180). «Todos los momentos cualitativos son api­
sonados» (DN 92) por el intercambio, que «mutila» to­
do.5 El intercambio es «el mal fundamento de la socie­
dad en sí» y «el carácter abstracto del valor de cambio
va unido, antes de toda estratificación social particular,
a la dominación de lo universal sobre lo particular y
de la sociedad sobre sus miembros [...]. En la reduc­
ción de los seres humanos a agentes y portadores del
intercambio de mercancías se esconde la dominación
de unos seres humanos sobre los otros El sistema
total tiene esta forma: todos deben someterse a la ley
del intercambio si no quieren perecer».6 El carácter de
fetiche que adquiere la mercancía «invade como una
parálisis todos los aspectos de la vida social».6* Mien­
tras el valor de uso se «atrofia» (TE 298), lo que se
consume es el valor de cambio en cuanto tal (TE 37).
El espectáculo, en tanto que hace un amplio uso
de elementos como el cine, el deporte o el arte, se pare­
ce* en buena medida a la «ideología cultural» que Ador­
no y Horkheimer tuvieron ocasión de describir en su
fase de formación. Una comparación detallada de esos
dos conceptos parece útil, pues evidenciará no solo
MU actualidad sino también las afinidades entre dos
concepciones que fueron elaboradas de manera inde­

101
pendiente en lugares y épocas muy distintos? Según
Debord, el espectáculo, en cuanto «ideología materia­
lizada», ha reemplazado a todas las ideologías particu­
lares (SdE § 213); según la Dialéctica de la Ilustración, el
poder social se expresa mucho más eficazmente en la
industria cultural, aparentemente exenta de ideología,
que en las «ideologías desfasadas» (DI 164).
El contenido de la industria cultural no es la apo­
logía explícita de tal o cual régimen político presunta­
mente intachable, sino la incesante presentación de lo
existente como único horizonte posible. «A fin de de­
mostrar la divinidad de lo real no se hace más que re­
petirlo cínicamente y sin cesar. Tal prueba fotológica
no es concluyente, pero sí apabullante» (DI 178). Para
Debord, el espectáculo «no dice más que eso: "Lo que
aparece es bueno, lo que es bueno aparece”. La actitud
que por principio exige es esa aceptación pasiva que
de hecho ha obtenido ya [...] a través de su monopolio
de la apariencia» (SdE § 12); doce años después, cons­
tata que el espectáculo no promete ya ni eso, sino que
se limita a decir: «Es así».9 La industria cultural no
es el resultado «de una ley evolutiva de la tecnología
en cuanto tal» (DI 148), así como «el espectáculo no
es un producto necesario del desarrollo técnico visto
como un desarrollo natural» (SdE § 24). Al igual que
la industria cultural «lo condena todo a la semejan-

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za» (DI 146), el espectáculo constituye un proceso de
banalización y homogeneización (SdE § 165). Adorno
y Horkheimer pronto se dieron cuenta de que «en el
capitalismo avanzado, el ocio es la prolongación del
trabajo» (DI 165), que reproduce los ritmos del trabajo
industrial y que inculca «la obediencia a la jerarquía
social» (DI 158). Según Debord, el «polo de desarrollo
del sistema» se desplaza cada vez más «hacia el no-
trabajo, la inactividad. Pero esa inactividad no se halla
en absoluto liberada de la actividad productora» (SdE
§ 27). La industria cultural es el lugar donde la menti­
ra puede reproducirse a placer (DI 163); el espectáculo
aquél en donde «el mentiroso se miente a sí mismo»
(SdE § 2). En el espectáculo incluso «lo verdadero es
un momento de lo falso» (SdE § 9); en la industria
cultural, las afirmaciones más evidentes, como la de
que los árboles son verdes o que el cielo es azul, se
convierten en «criptogramas de chimeneas de fábri­
ca y gasolineras», es decir, en figuras de lo falso (DI
179). El espectáculo es una verdadera «colonización»
de la vida cotidiana (IS 6/22), de manera que ninguna
necesidad puede satisfacerse sino a través de su me­
diación (SdE § 24); Horkheimer y Adorno describen
cómo ya en los años cuarenta los comportamientos
más cotidianos y las expresiones más vitales, tales
como el tono de voz en las diversas circunstancias o
la manera de vivir las relaciones sentimentales, pro­

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curan adaptarse a los modelos impuestos por la in­
dustria cultural y la publicidad (DI 200). La industria
cultural, más que publicidad de unos productos en
particular, lo es del conjunto de las mercancías y de
la sociedad en cuanto tal; fácilmente puede pasar de
la publicidad de detergentes a la propaganda de algún
líder (DI 185-192). El espectáculo es a su vez un «ca­
tálogo apologético» de la totalidad de las mercancías
(SdE § 66). La política se convierte en una mercancía
más entre las otras, y «tanto Stalin como la mercancía
pasada de moda son denunciados por los mismos que
los impusieron» (SdE § 70).
Tanto la industria cultural como el espectáculo
se fundan sobre la identificación del espectador con
las imágenes que se le proponen, equivalente a la re­
nuncia a vivir en primera persona. Quien no gana el
viaje prometido como premio del concurso, debe con­
formarse con las fotografías de los países que podría
haber visitado (DI 178); el cliente debe siempre «con­
tentarse con la lectura del menú» (DI 168). Las imá­
genes invaden la vida real hasta el punto de confundir
las dos esferas, haciendo creer «que el mundo exterior
es la simple prolongación del que se presenta en la
película» (DI 153). Eso corresponde a la observación
de Debord de que «la realidad vivida es materialmente
invadida por la contemplación del espectáculo» (SdE

104
§ 8), y aquella otra según la cual, si «el mundo real se
transforma en meras imágenes» (por ejemplo, un país
en fotografías), «las meras imágenes se convierten en
seres reales» (SdE § 18): la realidad como prolonga­
ción del cine. Adorno escribió —¡en 1952!— que la
televisión permite «introducir subrepticiamente en la
copia del mundo todo aquello que se considere opor­
tuno para el mundo real», puesto que «enmascara la
alienación real entre los seres humanos y entre ellos
y las cosas. La televisión se convierte en sucedáneo
de una inmediatez social que es denegada a los seres
humanos»,10 lo cual anticipa casi literalmente los aná­
lisis de Debord.
Salta a la vista en qué se distinguen ambos de los
numerosos autores de aquel período que reflexiona­
ron, con mayor o menor sutileza, acerca de los mismos
fenómenos, bautizándolos «sociedad de consumo» o
«cultura de masas». Debord y Adorno reconocen en lo
que describen una falsa forma de cohesión social, una
ideología tácita apta para crear un consenso alrededor
del capitalismo occidental, un método para gobernar
una sociedad y, en fin, una técnica para impedir que
los individuos, que están tan maduros para la eman­
cipación como el estado de las fuerzas productivas, to­
men conciencia de ello.11 La infantilización de los es­
pectadores no es un efecto secundario del espectáculo

105
]Qrge Alemán
Alemán
CAPITALISMO
Crimen perftcto o Emancipación .

Hay que seguir apostando por encontrar


una apertura en el horizonte de lá Eman-
1 1
cipación, con el anhelo de que el pensa-:- Crimen perfecto o Emancipación
miento materialista del siglo XXI, en
forma de Otra Izquierda, pueda encon~
trar un lugar para hacer su duelo, despi~.
diéndose definitivamente de la metafísica
de ·la Revolución y propiciando la emer-
gencia de una voluntad popular con .VO"'
cación transformadora que cuente C()n
las «malas noticias» aportadas por el psi-:-
coanálisis. Pe lo contrario, el caráct~r ili.,
mitadd del tapita:lismo, manifestado a
través de los dispositivos de poder del
heoliberalismo, logrará la catástrofe: el
Crimen perfecto. Y solo nos quedará
contemplar elfin de la Historia.
Jorge Alemán

PI IS
Crimen perftcto o Emancipación
ÍNDICE

Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

l. Del siglo XX de la revolución al horizonte


actual de la Emancipación . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
© JorgeAlemán,2018 El legado de Freud después de Lacan . . . . . . . . 17
Corrección: Marta Beltrán Bahón
Política y psicoanálisis: el saber de «la política
Cubierta: Juan Pablo Venditti
marxista» ................................ . 21
Capitalismo ypulsión de muerte . . . . . . . . . . . . 27
Derechos reservados para todas las ediciones en castellano
La ilusión de un sujeto supuesto saber ...... .
©Nuevos Emprendimientos Editoriales, S. L., 2019 de la Historia ............................. . 31
Preimpresión: Editor Service, S.L. El equívoco término freudomarxismo ....... . 32
Diagonal, 299, entlo. 1"- 08013 Barcelona
El impasse de los proyectos:
ISBN: 978-84-16737-40-6 «malas noticias»...... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
Depósito Legal: B.68-2019
Política versus ideales. El papel
Impreso en Sagrafic de la ideología ............................ . 41
Printed in Spain
Neoliberalismo: sedimentación de lo social,
La reproducción total o parcial de esta obra sin el con~en~ie~to expreso de los
titulares del copyright está prohibida al amparo de la leg¡slacwn VIgente.
dislocación de lo político .................. . 45
La diferencia entre lo político y lo social. .... . 48
N ed Ediciones
www.nedediciones.com El orden neoliberal ........................ . 50
Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación Del siglo XX de la revolución al horizonte actual de la Emancipación

nes, grietas sociales, etc., no se desprende de ello que la dios alcanzar la fundamental y primera dominación simbóli-
articulación de lo político tenga lugar en un proyecto del ca, al alcanzar a los cuerpos y capturarlos por la palabra en su
Común. dependencia estructural. Dicha dependencia constitutiva es
En definitiva, lo social es el lugar donde el poder, y no la que opera como condición de posibilidad de los legados
sólo en su faz opresiva, realiza sus sofisticados juegos entre históricos y las herencias comunes, donde la memoria puede
relaciones de fuerza y producción de libertad. También lo aún recoger el dolor de los excluidos en el pasado, y si bien
social, y esto es muy determinante, propone múltiples mane- de ningún modo es una garantía de ello, sí su condición de
ras de satisfacción en su mercado del «goce». posibilidad. En este aspecto el neoliberalismo necesita pro-
Lacan ha sostenido en referencia al goce que no existe ducir un «hombre nuevo» engendrado desde su propio pre-
«justicia distributiva». Nunca se dará en lo social «el mis- sente, no reclamado por ninguna causa o legado simbólico
mo goce para cada uno». Pero esto no justifica la lectura cí- y precario; un hombre «líquido», fluido y volátil como la
nica de esta hipótesis. Una de las consecuencias de que la propia mercancía. El comportamiento cuasi espontáneo de
«relación sexual» sea imposible es que cada uno se encuen- los distintos dispositivos actuales, con su arsenal digital-ro-
tra con un goce que no guarda ninguna relación-proporción bótico, parecen estar preparando una mutación antropológi-
con otro. Pero precisamente, aunque nos resulte paradójico, ca, que ya actualmente cuenta con diversas lecturas, algunas
este carácter no distributivo del goce sólo se puede cumplir elaboradas desde la idea del «superhombre nietzscheano»,
hasta sus últimas consecuencias si hay justicia social y distri- apreciando una especie de «humanidad aumentada»; otras,
bución de la riqueza. viendo la llegada de una vaga e imprecisa sociedad poscapi-
Como ya sostuve en otro lugar, las diferencias impues- talista que surgiría como resultado del uso colectivo de la in-
tas por el mercado constituyen un «insulto» a la diferencia teligencia artificial.
absoluta, la que sólo es posible en la igualdad frente a lo im- También, en su último libro, La pesadilla que no acaba
posible. La paradoja continúa ... nunca, Christian Laval y Pierre Dardot profundizan en el
análisis del neoliberalismo en su nueva extensión planetaria.
Siguiendo una tradición foucaultiana, estos autores no pien-
El orden neoliberal san que el «mal» del neoliberalismo tenga como cometido
exclusivo destruir el espacio público. Más bien sostienen que
Lo específico y determinante del neoliberalismo consiste en el neoliberalismo se articula como un nuevo orden racional
ser el primer régimen histórico que intenta por todos los me- que va borrando tendencialmente la diferencia público-pri-

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Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación Del siglo XX de la revolución al horizonte actual de la Emancipación

vado y que dispone de la potencia de apropiarse de los distin- to del Discurso capitalista. En este aspecto, conviene señalar
tos órdenes de la vida hasta llegar a configurar el modo más que en este discurso ilimitado se van borrando progresiva-
íntimo de la vida del sujeto. Para ellos funciona una suerte de mente los legados simbólicos, la alteridad y la imposibilidad
promesa neoliberal que en su ejercicio cautivante constituye que la determina, hasta volverse la vida expresión de un pre-
a los sujetos en su propio modo de ser. En ese sentido, se sente absoluto. Sin duda se trata, y los autores lo señalan, de
entiende el capítulo denominado La ilímítación de la subjeti- un proceso permanente de <<automaximización». Expresa-
vidad, donde, influenciados por Lacan, indagan el modo en do con sus propios términos: el sujeto autoaumentado, que
que la condición primordial «ilimitada» del neoliberalismo goza del valor que es él mismo. O dicho de otro modo: el
se introduce en la vida de los seres hablantes, entendiendo sujeto goza de la producción que aumenta su valor. En rela-
que, debido a dicha condición, el nuevo capitalismo no pue- ción a este tema, es necesario aclarar e insistir en la diferen-
de ser intervenido ni regulado por ningún exterior. Porque cia que establece Lacan entre «placer», lo siempre regula-
su potencia conectora, abarcadora e interventora opera en do y limitado, y «goce», lo que está «más allá del principio
la propia conformación de los lazos constitutivos de los suje- del placer» y que se ajusta adecuadamente al dispositivo del
tos. Por eso, los autores insisten en que el neoliberalismo ha rendimiento empresarial, vinculando el sujeto a su carácter
sabido construir un «imaginario» al que no se le ha podido compulsivo, adictivo y, finalmente, a su reverso depresivo. Y,
contraponer un mundo alternativo por parte de la izquierda. por supuesto, dado el carácter existencial de estos dispositi-
En el neoliberalismo los sujetos no venden únicamente vos, los mismos afectan también a los sectores más desfavo-
su fuerza de trabajo bajo la forma mercancía, también existe recidos y desposeídos.
algo que compromete al propio ser con un «capital huma- Porque lo que otorga al neoliberalismo su carácter de
no» y un «espíritu empresarial», que lleva a la existencia promesa y seducción es que a través de distintos dispositi-
misma a comportarse como una empresa. N o se trata de vos, acompañados por coachs de diferentes tipos y por mana-
tener una empresa ni de trabajar en ella, sino de existir bajo gers del alma de diversos cuños y estilos, han introducido una
el mandato de convertirse a sí mismo y a la propia relación especial lógica de rendimiento y de «autovaloración de sí»,
con uno mismo en capital financiero. Laval y Dardot enmar- donde el sujeto se orienta por una voluntad de acumulación
can esta operación en la fórmula (S-S'), donde el sujeto se del propio valor. En relación a ello, y aunque los autores no
engendra a sí mismo ilimitadamente en capital financiero y citen a Heidegger, esa cuestión evoca claramente lo expues-
el capital financiero en sujeto. En efecto, se trata de un mo- to por el filósofo a la hora de conjugar la técnica con la volun-
vimiento circular tal como Lacan describe el funcionamien- tad de poder.

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Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación Del siglo XX de la revolución al horizonte actual de la Emancipación

No obstante, a pesar del excelente y completo análisis sotros mismos. He aquí, a mi juicio, uno de los secretos que
que Laval y Dardot ofrecen sobre la razón neoliberal, a mi brindan su fuerza a la promesa del imaginario neoliberal.
juicio no logran explicar por qué esa promesa de hacer a la Por lo expuesto, es fundamental distinguir metodoló-
propia vida una empresa interminable de maximización gicamente entre sujeto, lo causado como un efecto con-
del propio valor resulta tan irresistible y atractiva para los tingente por la estructura del lenguaje, y «subjetividad»,
sujetos, que se entregan incondicionalmente y «voluntaria- producida por los dispositivos de poder. Si esta distinción
mente» a la misma, incluso contra sus propios intereses. Esa no se efectúa el círculo es imposible de cortar. Porque si la sub-
cuestión tan paradójica y compleja no se ve resuelta por los jetividad está producida por el poder, entonces ¿por qué razón
autores mencionados porque incurren, en este caso, en un encontrará en ella misma recursos para sustraerse de aquello
error clásico, referido a la noción ambivalente que soporta la que la ha constituido? Como se puede apreciar, éste es un pro-
categoría de sujeto. Y es que solamente se concibe al sujeto blema político de primer orden si se desea pensar en experien-
constituido por el poder, presentándose como un hecho pri- cias contrahegemónicas con respecto al neo liberalismo.
mario y constitutivo de la existencia el sometimiento y la su- Después de Gramsci, el poder ya no puede ser pensa-
jeción al mismo. Sin embargo, el suelo original del sujeto no do en el campo emancipatorio únicamente desde su aspec-
es el poder, sino que la estructura del lenguaje es lo nativo, to coercitivo y localizado. Hay una línea que, partiendo de
lo que adviene a la existencia, precediéndola y esperándola Gramsci y siguiendo por Althusser, Foucault y otros, nos
(antes de su propio nacimiento). El sujeto es un accidente indica que el poder no solamente oprime, sino que fabrica
fallido y contingente que emerge en el lenguaje atravesado consensos, establece la orientación subjetiva y produce una
por la incompletud y la inconsistencia. Radicalmente dividi- trama simbólica que funciona de modo «invisible», natura-
do, agujereado y que necesita siempre de distintos recursos lizando las ideas dominantes, y donde siempre -y en esto
«fantasmáticos» para soportar su falla constitutiva. Esta es consiste su éxito definitivo- esconde su acto de imposición.
la verdadera razón por la cual la promesa neoliberal puede El procedimiento de los medios orientados por las corpora-
encontrar su anclaje en el sujeto, e incluso ser deseada. Por ciones dominantes se define como un acto de enunciación
eso hay que recordar que nuestra experiencia del Común es que siempre busca esconder su carácter histórico y también
la copertenencia al surgimiento en Lalengua, siempre falli- los intereses que promueve bajo un modo supuestamente
do, en falta y tentado por las diversas promesas imaginarias universal. En este aspecto, el orden simbólico que atraviesa
de «autovalorizarnos» del neoliberalismo, haciendo que la al neoliberalismo se comporta como un dispositivo racio-
verdad de nuestra fragilidad constitutiva se esconda para no- nal que aparenta promover diversas formas de subjeti-

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Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación Del siglo XX de la revolución al horizonte actual de la Emancipación

vidad, mientras la repetición de lo mismo en el circuito El ser hablante, sexuado y mortal, hecho sujeto por el
ilimitado de la mercancía prosigue su marcha incesante y lenguaje, nunca encuentra en él una representación signifi-
circular. cante que lo totalice. Ésta es la razón por la que el neo libera-
Sin embargo, en la medida en que los medios de comu- lismo, en su afán de representar la totalidad hasta extinguirse
nicación, más allá de sus diversas modalidades de transmi- como representación, no es el fin de la historia. Por ello, hay
sión, se sostienen en el lenguaje, es necesario, a mi modo que insistir en el enorme valor político que posee, para un
de entender, despejar una confusión muy habitual entre las proyecto emancipatorio, la distinción clave entre la de-
ciencias sociales y las filosofías contemporáneas concernidas pendencia del sujeto en su advenimiento en el lenguaje y
por esta cuestión. Y me refiero a que se tienen que distinguir la dominación sociohistórica, que nunca agota al sujeto
dos dimensiones distintas en el orden simbólico del len- en su apertura a las posibilidades de una transformación
guaje y en sus respectivos dominios, a saber: por una lado, por venir. En ese sentido, el problema que se plantea es po-
la dominación del primer orden del lenguaje se refiere a la der dirimir cómo la segunda instancia, sociohistórica, es ca-
dimensión primordial original que precede al ser hablan- paz de intervenir sobre la primera dimensión estructural y
te en su constitución como sujeto, causando su «depen- estructurante de la constitución del sujeto.
dencia y subordinación», al ser capturado -atemporal-
mente- por él, antes de su nacimiento y después de su
muerte (ésta es la diferencia radical entre el «ser vivo» El poder neo liberal. Diferencia entre poder
y lo que designamos como «sujeto del inconsciente», o y hegemonía
en un sentido más fáctico, «la existencia sexuada, mortal y
hablante»). Esa dependencia del sujeto sólo se puede cons- A partir de lo que llamo «izquierda lacaniana» no conside-
tituir de ese modo, siendo siempre, como también se ha ex- ro el poder neoliberal como una hegemonía. Las lógicas
puesto en otros textos, un efecto del lenguaje que lo precede. de dominación repudian y son fundamentalmente refrac-
Dicha dominación, siendo como es estructural, no se puede tarias a la construcción de experiencias políticas hegemóni-
eliminar al ser constitutiva del sujeto. Y por otro lado, la do- cas. El discurso capitalista que soporta al poder neoliberal
minación del orden simbólico del lenguaje construida de no admite ninguna brecha, ninguna heterogeneidad inicial,
una forma sociohistórica, en sus diversas variantes. Esta al manifestarse como una potencia capaz de representar
dominación simbólica sí puede ser cambiada al ser un cons- todo, llevando las singularidades y las diferencias a la tota-
tructo sociohistórico. lidad del circuito circular de la mercancía. Sin embargo, la

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hegemonía nunca es circular, está siempre agujereada en presentación política. Por el contrario, el poder neo liberal
sus fundamentos, mientras que el discurso capitalista, al ser es una dominación que se disimula como consenso, ma-
un funcionamiento «contradiscursivo>> 1 permanentemente nifestándose «naturalmente», al disfrazar su ideología
intenta adueñarse al completo del espacio simbólico, siendo bajo la forma, precisamente, del <<fin de la ideología».
la propia producción biopolítica de la subjetividad un claro Pues esconde una sumisión impuesta, que va conformando
ejemplo de esta operación. Por ello, el odio por la política la subjetividad, logrando una dependencia a través de una
hegemónica por parte de la derecha es finalmente un odio a serie de dispositivos. En ese sentido, se ve que dicha depen-
lo simbólico y al sujeto que pueda emerger en dicho campo. dencia es inerte a determinados mandatos que ni siquiera
Se trata de contar con un sujeto distinto al configurado por son explícitos, pero sin embargo eficaces. Al respecto, lla-
los proyectos uniformizantes en los que se sostiene la biopo- ma la atención fijarse en que cada vez que emerge una fuer-
lítica neoliberal. za política transformadora, con vocación de ruptura orien-
Sólo puede existir la emancipación, que es un duelo y tada hacia la emancipación, se la enrostre su «pretensión
una despedida de la «metafísica» de la revolución y sus hegemónica», sobre todo cuando los medios corporativos
«leyes históricas», si se pasa por la apuesta hegemónica de la derecha se ponen a ello. También la izquierda entra
como articulación de diferencias que nunca serán anu- en ese, digamos, juego, cuando propone una aniquilación
ladas. Pero la emancipación así entendida nunca logrará total del capitalismo por la vía de una «subjetivación colec-
realizar una sociedad reconciliada consigo misma, como es- tiva comunista», sin discutir ni los elementos contradicto-
.peraba el marxismo canónico. El momento hegemónico es rios y heterogéneos que pueden intervenir en un proceso
insuperable. No hay sociedad que no sea en su propia exis- transformador ni pensar en los «fantasmas ideológicos»
tencia una respuesta a las brechas que la constituyen. El «sa- que intervienen, de un modo no deliberado, pero siendo
ber hacer» con esas brechas, diferencias, heterogeneidades, finalmente efectivo al sumarse a la idea de un final de la
en la construcción de una voluntad colectiva constituiría la ideología.
hegemonía, que tiene que ver con la imposibilidad y no con Al hilo de lo anterior, y en consonancia con lo pensado
el poder. Y así concebida resulta una lógica que intenta in- por Laclau, hay que admitir, de entrada, una complejidad
troducir el deseo en la política, no siendo simplemente una intrínseca al concepto de hegemonía a partir de la radicali-
herramienta de ella. zación del programa gramsciano, pues ella es un elemento
Porque considero que la hegemonía no es una volun- fundamental para pensar una «ontología política». Por eso
tad de poder ni un anhelo de adueñarse del espacio de la re- resulta imprescindible aclarar, en primer lugar, que la reali-

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dad está constitutivamente construida por discursos; de ese Neoliberalismo y posfascismo


modo, los afectos, los cuerpos, las pulsiones, están atravesa-
dos por el discurso, marcados por sus significantes, determi- Los distintos estudiosos del neoliberalismo consideran, bajos
nados por una retórica y una gramática que suspende toda distintos ángulos teóricos, que éste constituye un nuevo tipo
idea de una «fuerza original e inmanente» que se pueda re- de «racionalidad» o fundamento que se va tomando incom-
presentar directamente. Además, y en segundo lugar, estos patible con las tradiciones liberales modernas. Como se ha
discursos que constituyen la realidad, lo hacen de tal manera expuesto anteriormente, su característica más notable es la
que no pueden nunca representarla en su totalidad. Es decir, transformación del ser hablante, mortal y sexuado en un ente
el discurso constituye la realidad y, sin embargo, no la pue- únicamente considerado como «capital humano», que im-
de representar de modo exhaustivo, por lo que su intento de perativamente debe tender hacia su autovaloración perma-
abarcarla resultará siempre fallido. nente e ilimitada. Esto ha implicado la aparición de nuevas
La hegemonía no puede ser entonces una mera captura
figuras históricas en el escenario de la vida social: el «con-
de las fuerzas sociales y de sus dinámicas transformadoras,
sumidor consumido», «el empresario de sí mismo», «el
porque esa «brecha ontológica» entre discurso y realidad es
deudor permanente de su propia vida», la lógica del «gana-
irreductible e imposible de ser suturada. Pero eso no impide
dor-perdedor» en todos los pliegos más íntimos del vínculo
que en ese límite, en la falla del discurso al representar la rea-
social, la «vida matable», sin luto y sin duelo. A esta resumida
lidad, frente a la heterogeneidad irreductible y la diferencia
lista de figuras contemporáneas emergentes en el tiempo del
imposible de cancelar se articule el momento político que
neoliberalismo, debemos agregar el nuevo tipo de sacrificio
llamamos hegemónico. Porque, a mi juicio, no puede haber
política sin pasar por el dilema hegemónico, reconociendo colectivo sin causa alguna, sólo provocado por exigencias fi-
que ese momento hegemónico se resuelve de forma siempre nancieras. Evocando una metáfora precisa de Wendy Brown,
fallida a través de un término límite, ya sea el denominado «el neo liberalismo se asemeja más a una termita que a un león».
significante vacío en Laclau, objeto a en Lacan o clase hege- Pues su corrosión comienza en el interior de la estructura del
mónica en Gramsci. La brecha insalvable entre el discurso edificio y con la constancia, la velocidad y la eficacia de un dis-
y aquello que no puede eludir representar es lo que la he- positivo que ya no necesita siquiera de políticos competentes
gemonía (insisto en su carácter fallido), tal y como ha sido o dotados de noción de Estado o perspectivas históricas.
expuesta, intenta resolver. En este escenario general, donde la subjetividad devie-
ne «capital humano», todos los pactos, procedimientos o

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contratos institucionales que constituyeron a la democracia menos hablan, a mi modo de ver, de una «crisis de represen-
moderna ingresan aceleradamente en un proceso de licue- tación» sintomática, dado el carácter acelerado de las opera-
facción, reduciéndola a ella y a sus instituciones a ser meros ciones del capitalismo en su mutación neoliberal. En cierta
simulacros que progresivamente van perdiendo su eficacia forma, admito que estas nuevas rupturas con respecto a la
simbólica. En ese sentido se puede decir que el denominado política clásica sí se corresponden con los problemas de go-
«Estado de excepción» no procede desde una fuerza exterior bernabilidad que el poder neoliberal despliega, o dicho de
que interrumpe las garantías constitucionales. Por lo mismo, otra manera, las dificultades que tiene el neoliberalismo para
nadie se reconoce como «neoliberal», todo el mundo se re- estabilizarse institucionalmente.
presenta a sí mismo como un demócrata que cumple con la Ahora bien, las crisis afectan a los modos de representa-
obligación de construir un círculo inmunitario frente al he- ción político y no al neoliberalismo como un orden racional
cho maldito del «populismo». dominador que se rehace una y otra vez en su producción
Por tanto, una vez más hay que formular una pregunta: sistemática ilimitada. En este aspecto, las crisis políticas sólo
¿de qué se habla cuando se menciona la «crisis del neoli- testimonian el carácter cada vez más ingobernable que di-
beralismo»? La expresión «crisis del Neoliberalismo» apa- cho orden exige para su reproducción sin límite alguno. Sin
rece en distintos autores y está presente en muchos foros de embargo, de estas «crisis de representación» no se deduce,
debate. Por mi parte, creo que merece ser despejado a qué al menos de un modo inmediato y necesario, que emerja un
nos referimos con dicha expresión. Para eso no tengo más proyecto que tenga el propósito de poner límites al funcio-
remedio que referirme a una distinción, que a mi juicio es namiento del engranaje neoliberal. En cierta forma esas cri-
clave, aunque admito que la misma es discutible, a saber, la sis dan testimonio de que también en la política se produce
diferencia entre el poder y sus dispositivos y las construc- lo que ya ha sucedido en el orden micropolítico, relativo a las
ciones hegemónicas de lo político. La expresión «crisis de familias, a la vida en común y a las experiencias constitutivas
la hegemonía neoliberal» condensa de un modo pertinente del sujeto, en donde las brújulas que amarraban la vida con
este problema. Porque esa expresión se suele utilizar para re- el sentido ya se han comenzado a disolver. El poder neoli-
ferirse a las distintas crisis de representación políticas bajo el beral no sólo no está en crisis, sino que aprovecha las crisis
neoliberalismo. Por ejemplo, las típicas crisis de los llamados para su permanente reproducción. De la misma manera, los
bipartidismos, la emergencia de nuevas fuerzas políticas nuevos modos de malestar en los sujetos son incorporados a
«antipolíticas», la manifestación del odio xenófobo en la innovadores juegos del mercado, véase la epidemia mundial
conformación de una nueva ultraderecha. Todos esos fenó- de depresión y pánico y su reverso en la proliferación infini-

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ta de libros de autoayuda o fármacos. La política se vuelve nantes se designan como «populismos». Pero conviene
entonces un espectáculo de la impotencia para construir un precisar que esa designación, a mi juicio, es un error teó-
principio articulador hegemónico frente al poder de acumu- rico-político, y no una mera opinión extravagante. Y eso
lación y concentración financiera neoliberal, y a la acelera- teniendo en cuenta que, incluso, muchos intelectuales
ción que caracteriza dicho proceso del capital. de la izquierda conciben al populismo como una conse-
Por eso, creo que hay que seguir sosteniendo la diferen- cuencia directa del neoliberalismo, confundiendo esas
cia entre la crisis de representación política y el poder neo- crisis de representación, a las que vengo aludiendo, con
liberal para no dar lugar a ciertos espejismos políticos con el populismo. Según mi criterio, y debo insistir, el popu-
respecto a las distintas crisis que en diferentes ocasiones lismo tiene que ser de izquierda, si mantiene su apuesta
sobrevienen. Lamentablemente, dichas crisis no conduci- 1 emancipatoria, e intentar redefinir a partir de la expe-
rán, por sí mismas, a una transformación del neoliberalismo. ¡ riencia de lo común un nuevo tipo de universalidad. Así,
Otra cuestión es, y esto sí es importantísimo, mantener como 1
aunque mi posición no sea convencional en el ámbito del
hipótesis, sin confirmar, que se deben pensar las lógicas po- ¡ pensamiento político de la izquierda, sigo manteniendo
pulares emancipatorias relacionadas tanto con el neolibera- que no se puede aceptar la expresión «populismo de de-
lismo como con sus manifestaciones sintomáticas. Porque recha» 1 porque los movimientos populares y nacionales
en este sentido sí se debe admitir que en un punto extremo 1 no se oponen al neoliberalismo en base a una identidad
la sucesión interminable de crisis y de gobernabilidad que 1 perdida o a una esencia amenazada. En cambio, el «neo-
acompañan la marcha del neoliberalismo puede finalmente fascismo liberal» sí es adecuado para referirse a las conse-
afectar al núcleo de su poder. 1 cuencias de las crisis de representación que se dan bajo el
Por ahora, un proyecto político de vocación emanci- neoliberalismo, las cuales sí son puramente reactivas, ali-
patoria no puede identificarse con las expresiones sinto- neadas en la derecha. A mi modo de ver, la apuesta pasa por
máticas y políticas del neoliberalismo, aunque las debe la invención de un lugar común para las distintas prácticas
saber interpretar. Por ello, hoy más que nunca es clave que promuevan en la sociedad otra cosa que el tedio neoli-
diferenciar las experiencias populares que desean frenar beral, estereotipado, xenófobo y que promete una satisfac-
la marcha neoliberal de las nuevas emergencias de los ción pulsional sin mediación simbólica. Y también enfren-
nacionalismos, movimientos identitarios, acompañados tándose a las reacciones meramente afectivas y especulares,
de retóricas supuestamente proteccionistas o antioligár- presentadas aparentemente contra el neoliberalismo, pero
quicas, y que habitualmente en nuestras culturas domi- que a la postre lo consolidan.

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Sin duda la problemática antes referida es una cuestión error teórico serio, por parte de la izquierda que es lo que
también filosófica, pues todos los proyectos de la Moderni- aquí nos concierne, practicar esta interpretación vaga del
dad que relacionaban la experiencia de la verdad como una
populismo que conlleva a designar como populistas a Bolso-
transformación de sí y a la vez con una transformación colec-
naro, Trump, Vox, etc. Este error con respecto al nuevo neo-
tiva han entrado en un severo colapso, por lo que es urgente liberalismo posfascista abona la confusión política actual.
y necesario seguir apostando por vías, todavía inciertas, que
permitan despojarse del influjo del neoliberalismo y por mo-
vimientos que, siendo populares, no caigan en el «posfascis- El carácter ilimitado del capitalismo
mo» de nuestro tiempo. Parece que existe la decisión mun-
dial por parte de los dispositivos de poder de que de ningún Cualquiera que sea la posible caracterización del capitalis-
modo vuelva a emerger un «populismo de izquierda». Las mo, en su mutación neoliberal hay un hecho destacado: el
oligarquías internacionales están dispuestas a instrumentar carácter ilimitado del mismo. El capitalismo se comporta
el posfascismo como ejercicio de intimidación permanente. como una fuerza acéfala, que se expande ilimitadamen-
Los intentos de establecer una barrera con argumentaciones te hasta el último confín de la vida. Ésta es precisamente
relativas a la <<democracia» y al «Estado de derecho» no se la novedad del neoliberalismo: la capacidad de producir
destruyen si sólo se reducen a eso, pudiendo participar con subjetividades que se configuran según un paradigma
una ingenuidad cómplice. A pesar de la terrible situación, la empresarial, competitivo y gerencial de la propia existen-
pregunta que insiste es sobre cuáles serían las condiciones cia. El régimen de dominación neo liberal está sustentado en
de posibilidad para que un populismo de izquierda tenga un la «violencia sistémica» porque no necesita de una forma
nuevo lugar. Hay que destacar que el anticomunismo de ayer de opresión exterior, salvo en momentos cruciales de cri-
se ha transformado en el «antipopulismo» de hoy. Distintos sis orgánicas, y en cambio logra que los propios sujetos se
intelectuales y casi todos los medios le atribuyen a lo «popu- vean capturados por una serie de imperativos donde se ven
lar» una relación directa con los afectos primarios o las pul- confrontados en su propia vida a las exigencias de lo «ilimi-
siones o algún tipo de sentimiento arcaico. Es un grave error tado». Desde muy temprano, las vidas deben pasar por la
de perspectiva. No existe en los seres sexuados, mortales y prueba de si van a ser o no aceptadas, si van a tener lugar o
hablantes, afectos o pulsiones que se expresen directamente no en el nuevo orden simbólico del mercado, porque fun-
y sin mediaciones discursivas. Es la famosa tesis de Lacan: ciona como un dispositivo imperativo, ejerciendo presión
el afecto en el ser hablante es la causa del significante. Es un sobre las vidas, marcándolas con el deber de construir una

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vida feliz y realizada. Recomiendo especialmente el libro de pabilizante de la «salud mental>> neoliberal y no ceder a los
Luciana Cadahia, Mediaciones de lo sensible, el cual desentra- designios del «consumidor consumido», con los que se re-
ña con mucho rigor la lógica del funcionamiento de los dis- godea el tiempo histórico que nos toca vivir. Por eso, ahora
positivos en el mundo contemporáneo. Esas exigencias del todo esto debe ser conjugado de otro modo, pues hay ciertas
capital explotan sistemáticamente el «sentimiento de culpa- ofertas del capitalismo que se organizan en un «mercado de
bilidad» que ya formalizó Freud en El malestar de la cultura, goce» en cualquiera de sus versiones y donde lo emancipa-
cuyos efectos se ven en la creciente expansión del fenómeno torio es intentar no obedecer a ciertos supuestos mandatos
de la autoayuda, cuya realización deviene imposible, preci- transgresores del capitalismo. En suma, no aceptar ver, es-
samente porque el carácter «ilimitado» del capital impide cuchar, comprar lo que cierto mercado del «plus de gozar»
la realización plena que él mismo exige y demanda de forma viene organizando.
constante. De este modo, las epidemias de depresión, el con- En ese sentido, lo relevante es que ya no se trata única-
sumo adictivo de fármacos, el hedonismo depresivo de los mente de la clásica alienación marxista, parte extrañada de
adolescentes, las patologías de responsabilidad desmedida, uno mismo, pues ahora el neoliberalismo se propone fabri-
el sentimiento irremediable de «estar en falta», el «no dar car un «hombre nuevo», sin legados simbólicos, sin histo-
la talla», la asunción como «problema personal» de aque- rias por descifrar, sin interrogantes acerca de lo singular e
llo que es un hecho estructural del sistema de dominación, incurable que habita en cada uno. Toda esta dimensión de la
no son más que manifestaciones del poderoso capitalismo experiencia humana debe ser abolida al servicio de un rendi-
contemporáneo, tal y como se confirma en la cultura nortea- miento, que está por encima de las posibilidades simbólicas
mericana donde son nucleares los distintos relatos de «auto- con las que los hombres y mujeres ingresan en el lazo social.
rrealización» para sostener la primacía del Yo . Y eso hace pensar que el carácter ilimitado de la voluntad
Sin embargo, las exigencias de lo ilimitado del capital del capital por perpetuarse, expandirse y diseminarse por
conllevan un reverso obsceno que esconde la peor condena doquier, introduce una inevitable pobreza de la experiencia.
de la propia existencia, pues provocan, hasta el extremo, un Porque ¿qué significa pensar, hacer política, desear transfor-
sentimiento de culpabilidad en los sujetos que va ligado a la mar lo real, operaciones siempre limitadas cuando se enfren-
propia finitud, ya que esa dominación de lo ilimitado nece- tan al poder ilimitado del capital? ¿Qué lugar ocupan la expe-
sita colaboradores deudores de algo imposible de satisfacer. riencia del amor, la creación poética, la invención científica o
Al respecto, cabe pensar en que algún tipo de «santidad lai- lo político, que siempre están referidas al límite? Y es que esa
ca» pueda abrirse ante nosotros para salir del circuito cul- condición ilimitada del capitalismo, y por tanto sin salida, ya

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no se puede explicar únicamente desde el viejo panóptico ni propio, el sobrellevar como se pueda el peso de las identifica-
desde el Leviatán, porque se trata más bien de una volun- ciones propias de la inconsistente y pesada novela familiar, la
tad que «Se quiere a sí misma», una mezcla de Matrix con insatisfacción o la imposibilidad del deseo, la voz y la mirada
Alíen, que conduce a un fin de la historia que, si no se reme- del Otro, etcétera, siguen marcando de modo inexorable, lo
dia, puede resultar algo catastrófico. que se pone en juego entre el ser hablante y su relación con
la vida, impidiendo que pueda hablarse de un hombre nue-
vo. En ese sentido, aunque vengo insistiendo también en dar
El capitalismo: el mundo hiperconectado cuenta del modo en que este mundo neoliberal incide en los
avatares antes comentados, ellos no se pueden borrar de un
Cuando leemos a diversos autores que describen con todo plumazo en nombre de una constante mutación antropoló-
rigor las distintas mutaciones «antropológicas» desencade- gica. De hecho, en la experiencia de la cura psicoanalítica,
nadas por el capitalismo digitat financiero, algorítmico escuchando al uno por uno, al que «dice ser», se consta-
e hiperconectado, siempre surge la misma reserva queman- ta que esa famosa «mutación antropológica» nunca se ha
tengo en lo que denomino «izquierda lacaniana», desde la realizado en su totalidad. Y es que en muchos teóricos de la
que se expone la diferencia irreductible entre el modo de megaconexión actual subyace un error político propio de
producción de subjetividad propia del capitalismo actual y su historicismo antropológico: disolver la constitución del
la invariante estructural del sujeto que adviene en Lalengua sujeto en una subjetividad que en muchos casos es idéntica
que se habla y que llega a través del Otro. Decimos la «len- al devenir del capital. Por eso, la apuesta de una «izquierda
gua que se habla» para no confundirla con la elaboración lacaniana» debe dar cuenta, con sus recursos teórico-clíni-
lógica y lingüística que se nombra como lenguaje. Porque, cos, de ese error de perspectiva que considero fundamental.
tal como Lacan afirmó en el Seminario XX, el lenguaje no es Dicho de otro modo, las costuras sociopolíticas que saltan
otra cosa que una elucubración «científica» sobre Lalengua. por todos lados, en el mundo del capitalismo de la info-esfe-
Sean como sean las mutaciones y su posible alcance en ra, haciéndolo crujir, pueden alcanzar su inteligibilidad si no
el orden antropológico, eso no conduce a un nuevo tipo de se borra en la aparición de la nueva subjetividad capitalista
especie humana. Dado que el «embrollo» incurable y falli- aquello que en el sujeto hace objeción a sus mutaciones an-
do por estructura al que se enfrenta el sujeto en su existencia tropológicas.
hablante, sexuada y mortal siempre retorna. La operación Aunque sí es cierto, como se ha insistido ya en otros
que anuda un cuerpo y sus pulsiones a la palabra y al nombre textos, que el capitalismo, en su nueva fase neoliberal, se ha

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constituido en algo más que la extracción de plusvalía en la que un niño se equivoque, según el criterio de los diversos
relación capital-trabajo porque está intentando marcar sim- expertos ... b) jóvenes que se eternizan como tales en una
bólicamente la vida de los cuerpos hablantes y su experiencia «vida sin causa», porque ningún legado simbólico los in-
subjetiva. Por ello, en este modo de producción de subjeti- vita a separarse de una apatía de goce solitario y automáti-
vidad, una pregunta crucial se vuelve pertinente: ¿qué parte co; e) adultos eternamente jóvenes, o que buscan vivir bajo
de la vida puede eventualmente no ser apropiada por dichos ese mandato de ser joven a cualquier precio, que compran
dispositivos de producción? Hace ya bastante tiempo que juguetes-objetos en una vida de consumidor-consumido;
Lacan anticipó en su enseñanza dos catástrofes en el orden d) hombres y mujeres que descubren que su experiencia no
simbólico, lugar donde el «animal humano» se convierte en ha dejado huella alguna, porque tampoco en sus vidas reci-
«sujeto». En los años 1940, en su primera profecía, Lacan bieron un legado simbólico por el que valía la pena luchar;
señaló ya el declive de la función paterna, un punto de an- e) hombres, mujeres y otros sexos asumidos, esperando lo
claje vital para que el sujeto se sitúe en algunas coordenadas que no llega: no llega el trabajo, no llega una verdad que
que le permitan orientarse en la existencia sexuada, hablante sorprenda y haga que la existencia se divida , sin refugiarse
y mortal. Era la marcha incesante del discurso de la ciencia más en su falsa unidad y no llegan los recursos, mientras a su
ahora devenida en técnica la que propiciaría esa declinación vez se sienten culpables por envejecer o morir; f) hombres
de la función paterna. El otro anticipo era su tesis sobre El que matan a mujeres dominados por la desaparición de su
discurso capitalista, que en su funcionamiento homogenei- virilidad y asediados por su impotencia en el amoq g) an-
zante y circular lograría hacer ingresar y capturar a las distin- cianos hacinados, absolutamente destituidos en su palabra
tas experiencias humanas en su circuito interminable y sin y su experiencia de saber esperando una muerte indigna en
corte o ruptura alguna. instituciones horrendas.
Actualmente, después de estas anticipaciones lacania- Y qué decir del nefasto término «resiliencia», que
nas, se puede ya revisar el paisaje actual y verificar los di- revela de un modo privilegiado las exigencias superyoi-
versos estragos del discurso capitalista. En dicho paisaje se cas del modo de producción de subjetividad neoliberal.
encuentran: a) niños malcriados y caprichosos, pero que El famoso término en absoluto es un elogio del coraje
sin embargo son capturados desde muy temprano por dis- implicado en el deseo, más bien demanda una sumisión
tintos y rígidos protocolos de evaluación según los cuales despolitizada al siguiente mandato: hagan lo que hagan
serán diagnosticados y examinados en sus competencias, contigo, vamos a premiar que lo soportes y haremos de
siempre en una lógica segregativa, tanto es así que esté bien esto una cualidad que te designa. Es un término hecho

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a la medida exacta del nuevo capitalismo que reclama rente de la Shoah. El terror estalinista que luego continuó
que por abstracta y opaca que sea la fuerza que siempre en Rusia y en China, impidió que se extrajeran y analizaran
te pide más, la virtud reside en quien se somete a ella, ex- las verdaderas consecuencias del Holocausto, «sacrificio a
presando la voracidad superyoica del neoliberalismo. Lo los dioses oscuros» tal como lo designó Lacan. Aún quedan
que evoca y vuelve indispensable la precisa indicación de muchas lecturas pendientes al respecto, en clave tanto mar-
Gramsci llamando a no confundir nunca optimismo con xista como lacaniana, que merecen ser desplegadas después
entusiasmo. de tantos años de las llamadas «respuestas democráticas al
Tal vez en este abrupto paisaje contemporáneo, donde Totalitarismo».
se podrían dar muchos más testimonios de la erosión de los En la complejidad de semejante panorama, donde el ca-
lazos sociales provocadas por el capitalismo, se pueda admi- pitalismo, en su mutación neoliberal posfascista, no aparenta
tir actualmente que una política con trazos emancipadores tener contradicciones que de modo inmanente lo conduz-
debe disponer de una teoría del sujeto y las posibilidades que can a su final, resta sólo una brecha que los proyectos nacio-
puede desplegar en una praxis, donde su vida no esté total- nales, populares y emancipadores deben tener en cuenta: el
mente cautivada por la trama del mercado y su despliegue. neoliberalismo, en la heterogeneidad cambiante de sus for-
Finalmente se trata de pensar, por parte de la izquierda, en un mas, sólo dispone de una administración económica repre-
orden simbólico que no sea inventado por nadie, tampoco siva, a la que sus representantes definen como «gobernan-
por el capitalismo, para que pueda tener lugar la vida inapro- za». Dicho de otro modo, no dispone de ninguna capacidad
piable, pues Lalengua habita el Común que no pertenece a para articular pueblo, nación y Estado. De ahí sus inevitables
nadie. Y eso constituye un grave problema actual para aque- apelaciones al surgimiento de una identidad xenófoba y ra-
llas elaboraciones discursivas que aún se proponen construir cista para darle un nuevo contenido a la nación. Por tanto
un esbozo de una lógica política de la emancipación. Porque carece de legitimidad para construir un gobierno democrá-
indudablemente deben tarde o temprano pasar de una ló- tico. De esta brecha y sus posibles derivas políticas depende,
gica de la resistencia a una propuesta afirmativa de proyec- a mi parecer, el futuro de la condición humana. Porque en
to futuro. Cuestión sumamente espinosa en un período de esta brecha entre el neoliberalismo y la democracia es donde
la historia donde el porvenir se muestra con las señales del aparecen las condiciones, aún impensables, de un final del
Apocalipsis. Incluso por difícil que sea la tarea, la cuestión de capitalismo. Ese final para el que aún no disponemos de no-
una nueva Internacional de una izquierda popular se impone minación alguna.
como tal. En ella se debería hacer una revisión teórica dife-

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