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Marco teorico

¿Qué es el autoestima?

La autoestima es un conjunto de percepciones, pensamientos, evaluaciones, sentimientos y


tendencias de comportamientos dirigidos hacia uno mismo, hacia nuestra manera de ser, y
hacia los rasgos de nuestro cuerpo y nuestro carácter. 
Carl Rogers, máximo exponente de la psicología humanista, expuso que la raíz de los
problemas de muchas personas es que se desprecian y se consideran seres sin valor e indignos
de ser amados; de ahí la importancia que le concedía a la aceptación incondicional del
cliente.1 En efecto, el concepto de autoestima se aborda desde entonces en la escuela
humanista como un derecho inalienable de toda persona, sintetizado en el siguiente "axioma":
Todo ser humano, sin excepción, por el mero hecho de serlo, es digno del respeto
incondicional de los demás y de sí mismo; merece estimarse y que se le estime.2
Todos tenemos una imagen mental de quienes somos, qué aspecto tenemos, en qué somos
buenos y cuáles son nuestros puntos débiles. Nos formamos esa imagen a lo largo del tiempo,
empezando en nuestra infancia. El término auto-imagen se utiliza para referirse a la imagen
mental que una persona tiene de sí.

¿Por qué es importante la autoestima en las personas?


Es importante para que la persona sea capaz de cumplir sus objetivos, se reconozca a sí misma
y tenga un buen autoconcepto, una buena identidad de quién es, de qué quiere y hasta dónde
quiere llegar. Es bueno para que la persona lleve una vida alineada con sus valores y con sus
prioridades y las cosas que son importantes para ella.
 
Es bueno para que la persona se quiera a sí misma, se cuide, tenga autocompasión y tenga un
enfoque de aprendizaje y de perseverancia cuando las cosas no salen como ella espera. Es
importante también para sentir que su vida tiene valor y que tiene el rumbo que quiere llevar.

¿Cómo afectan las redes sociales a la autoestima?

Las revistas y la publicidad han sido criticadas durante mucho tiempo por mantener estándares
de éxito y de belleza peligrosamente irreales, pero al menos se reconoce que están
idealizados. Las modelos que usan ropa talla cero son solo eso: modelos. Y además, están
maquilladas, arregladas, y sus imágenes son retocadas y editadas digitalmente con Photoshop.

Pero en estos días, los estándares imposibles están mucho más cerca de casa, y no los
establecen celebridades y modelos, sino compañeros de clase y amigos. Con las redes sociales,
los adolescentes pueden editar sus vidas, y sus publicaciones se pueden ver como las imágenes
más destacadas de una película, en las que se muestran solo los mejores y más envidiables
momentos, mientras que los esfuerzos, las dificultades y los aspectos meramente ordinarios
de la vida cotidiana son ocultados. Y hay evidencia de que esas imágenes están causando
angustia a muchos niños.
“Las redes se han caracterizado por ser transmisoras del famoso postureo y el fenómeno
de Instagram es el mejor ejemplo, con sus filtros, retoques y perfiles” explica Oliver Serrano,
psicólogo especializado en redes sociales y gestión de comunidades en línea. Si bien los
usuarios tienden a la autoidealización — la actitud impostada que se adopta por conveniencia
o presunción— en vez de a la autenticidad, esta cuestión no es nueva pues ha estado allí antes
de que llegaran las redes sociales. “Todos, en mayor o menor medida, queremos ser mejores
de lo que somos. Por eso buscamos vestirnos bien, arreglarnos, maquillarnos. Siempre hemos
sido así, solo que ahora hemos trasladado esta forma de ser a las redes sociales", señala
Serrano a EL PAÍS vía telefónica.

Para el psicólogo e investigador experto en tecnología, Celestino González-Fernández, la


autoidealización puede explicarse gracias a una teoría que surgió en 1987. “Es la Teoría de
Autodiscrepancia de Higgings, en la que diferencia el yo ideal, el yo real y el yo responsable y
sugiere que cuando existen discrepancias entre estas, las personas sufren emocionalmente”,
explica el psicólogo. Por ejemplo, si el Yo real es discrepante de un ideal (Yo ideal), las
personas se sienten deprimidas, decepcionadas, desanimadas y tristes. Mientras que si es el Yo
real discrepa con un deber (Yo responsable), las personas se sienten preocupadas, nerviosas y
tensas. “Así podemos ver la justificación de crear esa autoidealización para supuestamente
mejorar el sufrimiento emocional más que a nuestra autenticidad”, apunta González-
Fernández.

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