Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Éranse que se eran un viejecito y una viejecita. Y un día, el viejecito le dijo a la viejecita:
-Ven acá, viejecita, mira lo que te digo: arrebaña en la masera, rebusca en la panera, a ver
si puedes recoger un poquito de harina para hacer un kolobok.
Tomó la viejita una raedera y arrebañó en la masera, y rebuscó en la panera y recogió dos
puñaditos de harina.
Mezcló la harina con nata de leche y amasó un kolobok, lo doró en manteca calentita y lo
puso a enfriar en la ventana.
El kolobok se estuvo allí quietecito, pero de pronto – ¡zas!-, rodó de la ventana y cayó al
poyo, y del poyo al suelo y, rodando, rodando llegó hasta la puerta, saltó el umbral y salió
al zaguán, y del zaguán al porche, y del porche al corral, y luego salió del corral por el
portón y siguió rodando adelante, adelante.
Iba el kolobok rodando, rodando por el camino, cuando se encontró con una liebre:
-¡Kolobok, kolobok, ahora mismo te como!
-No me comas, liebrecita, y te cantaré una canción:
Y otra vez se marchó rodando por el camino y…¡Ojos que te vieron ir…!