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LA SEGURIDAD ETERNA DE LA SALVACIÓN

¿SE PUEDE PERDER LA SALVACIÓN?

La doctrina de la Seguridad de la Salvación, también conocida como Seguridad Eterna, es una


cuestión clave para el cristiano, para el desarrollo de su vida espiritual, y para el ministerio de
la Iglesia. No entendida con claridad y base Bíblica produce incertidumbre, una sensación de
ansiedad y hasta llega a producir un desinterés por la falta de confianza en la obra de Dios y
Sus promesas, las cuales son ciertísimas. La Biblia revela al hombre que Dios está por aquellos
que Él, en Su soberanía, amor y propósitos ha elegido para vida eterna. Si Dios es quien elige,
llama, justifica y salva, también debe ser el mismo que lleva a buen puerto Su propia obra,
sino carece de sentido haber dado a Su Hijo en la Cruz para salvar a la Iglesia, la cual, según
Jesús, Él sujeta de la mano y no deja que se pierda, Juan 10:27-30.

Pero la salvación eterna y su seguridad se originan en la gracia de Dios, quien procura la


salvación de aquellas personas que Él escogió. Su gracia es irresistible, la cual hace Su
llamamiento efectivo, el cual a su vez provee la fe en la obra expiatoria y salvadora de Cristo
en la Cruz, así como la regeneración o nacimiento de nuevo del creyente. A partir de ahí, Dios
ha justificado, predestinado, reconciliado, adoptado, además de santificado en perseveración
y preservado o guardado para glorificación al creyente, resultando en la seguridad eterna de
la salvación, haya o no certidumbre en el creyente[1]. Hasta aquí es básicamente lo que
postula el calvinismo, en casi todo, de acuerdo en sus dos versiones, clásico y moderado.

Este orden de cosas cambia si se ve desde el punto de vista arminiano del libre albedrío, en el
cual es el hombre quien decide si acepta su salvación, lo cual hace la gracia de Dios resistible,
el llamamiento no siempre efectivo, y concluye que, como depende del hombre, la fe puede
perderse, pues aunque es un regalo de Dios, puede ser rechazada. En este planteamiento, el
hombre santificado por el Espíritu no cuenta con la perseveración hasta el final, pues depende
de su propio esfuerzo, por lo que tiene pocas garantías, por no decir ninguna, de perseverar
hasta la glorificación y resulta en que no pude tener seguridad eterna de su salvación, y
menos aún certidumbre de ser salvo.

Una cantidad de versículos Bíblicos son utilizados para defender cada postura teológica. La
iglesia de hoy sigue dividida entre estas dos posturas, y no solo entre católicos y protestantes,
sino dentro de la iglesia evangélica. Este trabajo de investigación proporcionará una
comparación entre las dos posturas y una conclusión en base Bíblica de cual de ellas es la
correcta, y si el creyente puede tener certidumbre de ser salvo y de serlo eternamente.

EL CONCEPTO DE LA SALVACIÓN Y SUS INTERPRETACIONES

La Salvación ha de entenderse como la aplicación de la obra de Dios a través de la muerte y


resurrección de Jesucristo a la vida del hombre; es una doctrina fundamental y un tema
central de la Biblia. Pero la salvación es una obra que tiene varios efectos, a saber, nos salva
del poder del pecado, de sus consecuencias, de la pena del pecado y su culpa, entre otras
cosas, además de la muerte eterna, por el poder del Espíritu Santo[2].
Las palabras que encontramos en la Biblia para “salvación” son: yasha[3] en el Antiguo
Testamento, raíz de Yeshúa o Yahshua. Y, en el Nuevo Testamento soteria, soterion[4], de
donde tomamos soteriología para referirnos a la doctrina de la salvación, y soter, para
referirnos a “salvador”. La RAE[5] describe de forma revelante: 1. Acción y efecto de salvar o
salvarse. 2. Consecución de la gloria y bienaventuranza eternas.

Hemos de incluir varios detalles relevantes en la salvación antes de entrar en el aspecto de si


ésta se pierde o no. La salvación tiene varias interpretaciones. La primera es la dimensión
temporal de la salvación, la cual puede verse como un evento único al principio de la vida del
cristiano, o un suceso que es continuo a lo largo de su vida, y finalmente se puede entender
como algo que ocurre al final de su vida. Más bien podríamos hablar de tres componentes de
la salvación: justificación, al principio, santificación continua y glorificación final para la
eternidad.

En segundo lugar la naturaleza y necesidad a salvar, lo cual nos lleva al estado de separación
del hombre con Dios, y para restaurar dicha relación, esto es, ser salvado, el hombre se ha de
convertir, ser perdonado, reconciliado y adoptado, este es el aspecto vertical. El horizontal
trata de ser salvado de problemas relacionales con el prójimo, teología relacional, que cubre
conflictos entre razas y clases sociales, para ser salvados de la culpa, la inferioridad,
inseguridad, adaptación, autoestima o aceptación de uno mismo. Lo siguiente que trata es el
medio de obtener la salvación. Algunos creen en un ritual o sacramento, o acción moral, o
social, originario del evangelio social y de la teología de la liberación que creen que el hombre
debe ser liberado del ambiente hostil de la sociedad para ser bueno, porque lo es de
nacimiento. Sin embargo podemos argumentar la total depravación del hombre después de la
caída de Adán.

La verdadera teología evangélica expresa la salvación a través del don de la fe en la obra que
Cristo ha hecho, no en lo que podamos hacer: obras, Romanos 3:28. El mundo malvado que
tenemos es fruto de que lo habita el hombre caído. Si se convierten podría haber esperanza.
No obstante, sabemos que no es de todos la fe, 2 Ts. 3:2. La extensión de la salvación, como
dice el particularismo concuerda con el punto anterior, el universalismo por el contrario cree
que todos se salvarán y todo el mundo mejorará. Los teólogos de la liberación se enfocan en
salvar a las clases sociales oprimidas por el capitalismo, y la teología existencial en base
filosófica sobre el cambio que el individuo tiene sobre la vida. El punto de vista secular se
opone a la religión para solventar los problemas. Pablo, en Romanos 8:18-25 aporta que la
salvación será de las personas elegidas y de la creación cósmica, Romanos 8:19. El conflicto
contradictorio católico ha cambiado en búsqueda de una posición aparte de los concilios de
Trento y Vaticano II, para acercarse más al punto evangélico. Finalmente el punto de vista
evangélico en base Bíblica expone el cambio total de la persona, su santificación y
glorificación final.

SEGURIDAD ETERNA - CALVINISMO VS ARMINIANIMSO

Los conceptos relacionados con la “Seguridad Eterna”, “Seguridad de la Salvación[6]” y


“Preservación” se utilizan para determinar la seguridad del creyente sobre su salvación. Se
plantean dos puntos de vista desde los tiempos de Agustín y Pelagio, en la postura del
segundo que ya fue derrotada por el primero y el resto de la cristiandad, sobre el pecado
original y si el hombre podría o no salvarse por su propio conocimiento en aras de una vida
virtuosa. La réplica de Agustín fue demoledora, en base a la Biblia, porque el hombre caído
necesita de un Salvador, el cual es el Hijo de Dios, el cual hace una obra de sublime gracia
capaz de redimirnos y nos ama hasta el punto de preservarnos para la eternidad. Luego, sobre
la eternidad de Dios y la del hombre nada mejor que concluir con la revelación del Salmo 90
sobre la eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre.

A partir de este punto la batalla doctrinal sobre la seguridad eterna continuó y los argumentos
sobre la posibilidad de que la salvación garantizada puede dar una vida cristiana relajada,
sabiéndose salvo el creyente, puede dar como interpretación cierta licencia para pecar. En
este punto se basa el arminianismo. Sin embargo, el punto de vista calvinista se basa en que la
Biblia expone que un verdadero cristiano, nacido de nuevo o regenerado, justificado y unido a
Cristo nunca será abandonado por Dios en su santificación, siendo que si cae, el buen Padre lo
disciplina y reafirma, y que sin esta seguridad eterna el cristiano no puede centrarse en su
vida cristiana, sino siempre en el temor y en la búsqueda de su salvación. Sin embargo ambos
coinciden en que Dios es poderoso y fiel, y también que la salvación no es por obras ni su
perseverancia tampoco. También coinciden en que el Espíritu Santo trabaja en el cristiano.

La teología calvinista declara que los elegidos de Dios, llamados eficazmente y santificados por
el Espíritu Santo no pueden caer ni total ni definitivamente de la gracia, serán preservados y
salvados para la eternidad. Este es el quinto punto de la teología de Calvino, la “perseverancia
final” de los santos[7], y es parte de al Confesión de Fe de Westminster, XII. Creyendo que la
seguridad se centra en Dios y no en el hombre, la coherencia es completa con el resto de la
teología calvinista, de otro modo la obra de Dios no sería de Dios. Si Dios escoge para
salvación y Su Espíritu regenera y preserva ¿cómo no va a ser efectiva y eterna en nosotros la
salvación que Dios mismo ha provisto para serlo? 1 Pedro 1:3-5, Romanos 8:31-39 donde
Pablo habla de que: “…ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo
presente ni lo por venir… …ni ninguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es
en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Por otra parte encontramos que nuestro Señor está
intercediendo por nosotros todo el tiempo, en Hebreos 7:25, y también el Espíritu Santo,
quien habita en nosotros intercede por nosotros, en Romanos 8:26. Además hay una
respuesta a la porción del “Padre Nuestro” donde pedimos ser librados de la tentación, pues
Dios provee la salida, en 1 Corintios 10:13. Pero es Jesús quien declara que a Sus ovejas las
tiene cogidas de la mano y no las soltará, en Juan 10:27-30 pues Él es nuestro salvador y
protector. Por si fuera poco lo anterior, la nueva naturaleza del cristiano es un punto de
inflexión, pues una vez somos unidos a Cristo, Su vida emana desde la nuestra, y esa unidad
no es quebrantable en, 1 Juan 3:9. Por lo tanto la teología calvinista muestra que podemos
estar seguros de nuestra salvación.

Los dos sistemas se basan en cinco puntos: el calvinismo enseña la total depravación del
hombre, mientras que el arminianismo que es parcial. Esto resulta en que el hombre está
totalmente contaminado y no puede venir a Dios por su voluntad. Sin embargo el
arminianismo enseña que la contaminación no es total y que el hombre puede venir a Dios
por su propia voluntad. El calvinismo enseña la elección de Dios de forma incondicional
basada en Su soberanía total, y el arminianismo la condicional que depende del pre-
conocimiento de Dios de aquellos que creerían en el futuro en la obra de Su Hijo en la Cruz. El
calvinismo cree en la expiación limitada a los elegidos, y el arminiamisno en la expiación
universal de todos los hombres, pero con efecto solo en los que creerán. El primero enseña la
gracia irresistible y el segundo la resistible por el libre albedrío, muchos la rechazan. Así, los
primeros creen en la preservancia de los santos por la obra del Espíritu para salvación, la cual
no pueden perder por la obra de Dios, y los segundos creen que el cristiano puede elegir
apartarse de Cristo y perder su salvación. Es curioso ver como tanto Calvino como Arminio
fueron corregidos por los sucesores de las doctrinas que llevan sus nombres. A Calvino lo
corrigieron los teólogos calvinistas en el punto de la fe como respuesta humana previa a la
regeneración, y cómo a Arminio los suyos en que la salvación de un regenerado se puede
perder, y él no dijo.

La teología arminiana, por su parte se basa en la Sententia Remostrantium del Sínodo de


Dort[8], que utiliza dos fuentes argumentarles, tanto la Escritura como la experiencia. El
arminianismo[9] comienza su argumento con Textos sobre las advertencias contra la
apostasía, Mateo 24:3-14 exhortando Jesús a los discípulos a no ser engañados, y sobre el que
persevere hasta el fin será salvo. La pregunta es si Jesús no habrá hecho esta advertencia si no
hubiera peligro de perder la salvación. Por otra parte argumentan que si el calvinismo dice
que los elegidos y predestinados se van a salvar de cualquier forma ¿para qué predicar? De
nuevo el razonamiento de la mente humana se antepone a la revelación.

Para evitar esto, por lo tanto no hallaremos las respuestas desde la filosofía, sino desde la
teología, la cual es la “reina de las ciencias”, un término que acuñó Aristóteles[10], quien
decía que cada ciencia deber tener el orden que corresponde a la importancia del objeto que
estudia, por ello el estudio de Dios, el ser que está por encima de todo ser y cosa, es la
primera ciencia, sólo conociendo a Dios, conoceremos Sus propósitos. Así que, continuando
con el argumento anterior, vemos que Jesús les dijo: “…tened fe en Dios.” Marcos 11:22, y
“…si tuviereis fe como un grano de mostaza…” Mateo 17:20, donde siempre ha enseñado a
tener fe. Y cómo no, la Gran Comisión, en Mateo 28:16-20 a todas las naciones. Sí, la
predicación es el medio para llevar la fe a los elegidos, que tendrán oídos para oír y recibir el
Evangelio.

TEXTOS BÍBLICOS DE LAS DOS POSTURAS

Textos Bíblicos que usa el calvinismo para apoyar su teología de que la salvación no se puede
perder (Textos Bíblicos: Revisión Reina-Valera 1960[11]):

Juan 10:27-29:
27
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28y yo les doy vida
eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. 29Mi Padre
que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de
mi Padre.

Romanos 8:37-39:
37
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel
que nos amó. 38Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39ni lo alto,
ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Textos Bíblicos que usa el arminianismo para apoyar su teología de que la salvación sí se
puede perder:

Hebreos 6:1-8:
1
Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante
a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de
obras muertas, de la fe en Dios, 2de la doctrina de bautismos, de la imposición
de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno. 3Y esto
haremos, si Dios en verdad lo permite. 4Porque es imposible que los que una
vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes
del Espíritu Santo, 5y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los
poderes del siglo venidero, 6y recayeron, sean otra vez renovados para
arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y
exponiéndole a vituperio. 7Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces
cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es
labrada, recibe bendición de Dios; 8pero la que produce espinos y abrojos es
reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.

1 Corintios 9:24-27:

¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno
solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25Todo aquel
que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona
corruptible, pero nosotros, una incorruptible. 26Así que, yo de esta manera
corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el
aire, 27sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que
habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.

Sobre los argumentos de estos Textos podríamos decir lo siguiente: El Texto de Hebreos 6 se
refiere a aquellos que no dan frutos, los cuales podríamos interpretar que nunca fueron
regenerados. El Texto de 1 Co. Se refiere a los premios por la obra realizada, no a la salvación.
Si aplicamos la regla de la hermenéutica que dice que las Escrituras difíciles y aisladas no se
deben interpretar para aclarar los Textos claros y más numerosos, hallaremos que la
coherencia de los Textos de la seguridad eterna son los que tiene la base doctrinal en el
propósito de la obra hecha por Dios para Salvación.

Terminamos este capítulo con la Confesión de Fe de Westminster, que podemos leer


íntegramente en la página web de la Iglesia Reformada. Donde la gracia es inmerecida,
irresistible y predestinada por Dios, la cual lleva a los verdaderos cristianos a la salvación
eterna. A continuación el capítulo dieciocho, dedicado a la seguridad de la gracia y de la
salvación, en sus puntos primero y segundo:

CAPITULO 18: DE LA SEGURIDAD DE LA GRACIA Y DE LA SALVACIÓN

I. Aunque los hipócritas y otros hombres no regenerados pueden vanamente


engañarse a sí mismos con esperanzas falsas y presunciones carnales de estar
en el favor de Dios y en estado de salvación; (1) cuya esperanza perecerá; (2)
sin embargo, los que creen verdaderamente en el Señor Jesús y le aman con
sinceridad, esforzándose por andar con toda buena conciencia delante de él,
pueden en esta vida, estar absolutamente seguros de que están en el estado de
gracia, (3) y pueden regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios; y tal
esperanza nunca les hará avergonzarse.(4)
1. Job 8:13,14; Miqueas 3:11; Deuteronomio 29:19; Juan 8:41.
2. Mateo 7:22,23.
3. 1 Juan 2:3; 5:13 y 3:14,18,19,21,24.
4. Romanos 5:2,5.

II. Esta seguridad no es una mera persuasión presuntuosa y probable, fundada


en una esperanza falible; (1) sino que es una seguridad infalible de fe basada en
la verdad divina de las promesas de salvación, (2) en la demostración interna de
aquellas gracias a las cuales se refieren las promesas, (3) en el testimonio del
Espíritu de adopción testificando a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios;
(4) este Espíritu es la garantía de nuestra herencia, y por El cual somos sellados
hasta el día de la redención.(5)
1. Hebreos 6:11,19.
2. Hebreos 6:17,18.
3. 2 Pedro 1:4,5,10.11; 1 Juan 2:3; 3:14; 2 Corintios 1:12.
4. Romanos 8:15,16.
5. Efesios 1:13,14; Efesios 4:30; 2 Corintios 1:21,22.[12]

APLICACIÓN Y LECCIÓN PRINCIPAL PARA LA IGLESIA HOY

En primer lugar debemos entender que cada cristiano puede tener una u otra postura a priori
en su fe, lo cual no puede ser motivo de separación en la Iiglesia. En segundo lugar debemos
comprender, como Iglesia de Cristo, que los verdaderos creyentes, los regenerados discrepan
en estas cuestiones. En tercer lugar es importante explicar que la seguridad eterna no es una
licencia para pecar, para una vida carnal, sino que somos advertidos de que Dios castiga a
todo aquel que recibe por hijo, y que un verdadero regenerado no puede querer vivir
apartado de la vida santa, y si eso quiere, no es un verdadero hermano salvo en Cristo. Por
otro lado no debemos entender que la gracia irresistible y la elección coartan la libertad del
hombre, pues Dios utiliza la convicción y persuasión a la verdad en Su gran amor por nosotros
para que, si somos de sus escogidos, podamos ver claramente y creer la verdad, la cual está
claro que es mejor que lo contrario, por lo cual siempre aceptaremos Su gracia, mejor que la
muerte eterna y el infierno. Y finalmente es muy importante poder argumentar que no se
debe vivir en una situación de angustia y cargados por nuestra propia incertidumbre de
nuestra salvación, en estado de pánico por perder la salvación, sobre todo si hemos pecado, si
hemos caído, si tropezamos, eso no significa perder la salvación, sino que estamos para
levantarnos y venir a Cristo para Su perdón y seguir en la santificación, avanzando a la
glorificación. La disciplina de Dios estará siempre ahí para no dejarnos caer. La Iglesia va de la
mano de Cristo, y Sus ovejas no se le pierden, Juan 10:27-29, porque las conoce[13] lo cual
nos recuerda al preconocimiento de Dios desde antes de la fundación del mundo.

Debemos ser pacientes con los demás hermanos y no imponer las creencias, pero sí un sano
debate con argumentos Bíblicos, sobre todo cuando se trata de aclarar y librar de la
incertidumbre a los demás, siempre que se pueda debatir para edificación.

Al mismo tiempo de lo anterior, es importante conocer que la interpretación de la teoría


arminiana sobre el Texto clave de Hebreos 6 implica algo que ignoran, y es que es imposible
renovar la salvación, no se puede volver a justificar, no se puede volver a nacer de nuevo, y
por otra parte la interpretación correcta es que la apostasía de la que se habla es hipotética,
está describiendo lo que ocurriría, aunque es imposible, pero hay que reflejarlo para conocer
hasta qué punto Dios se involucra, y las consecuencias para el creyente, si no lo hiciese.
Arminio, sin embargo afirmó que Dios decretó salvar a algunos y condenar a ciertas y
determinadas personas[14] así como que el hombre se contaminó de Adán, pero no su
depravación total, pero el arminianismo concluyó que el creyente puede perder su salvación,
aunque no así Arminio (Works 1:254) que encontraba pasajes Bíblicos que así parece que lo
declaran y no podía argumentar en contra. Volvemos a la cuestión de evitar la licencia para
pecar, que es el temor del arminianismo. Una de las cuestiones que argumentan también los
arminianos es la eficacia de la expiación. Según ellos la expiación que produce la muerte de
Cristo es para toda la humanidad, pero solo los creyentes se beneficiarán de ella, pero no
saben quienes serán los elegidos. Los calvinistas clásicos de 5 puntos, en el punto 3 exponen
que la expiación está limitada a los elegidos, en temor a que el arminianismo profese un
verdadero universalismo, esto es, que toda personas que ha existido es salva por la expiación
de la muerte de Cristo. El calvinismo moderado entiende que la expiación es para todos en su
eficacia, pero su aplicación solo es para los elegidos. Realmente casi están de acuerdo, pero el
origen del debate se centra de nuevo en que los arminianos no enseñan la seguridad eterna y
por lo tanto viven en la duda de si son o no salvos, carecen de la certidumbre, buscan la
perfección de su santidad, la cual será posible en la redención.
Sobre el argumento de que hay quienes son cristianos y luego apostatan, podemos ir a la
referencia de la parábola del sembrador (Mateo 13:1-9; 18-23) para darnos cuenta de que se
exponen cuatro casos donde podría verse a un cristiano, pero solo el que se compara a la
buena tierra es un escogido. Una vez analizado esto, vemos historias como la de Judas
Iscariote, quien aunque fue escogido para una labor, no era un regenerado, y por lo tanto
cuando parece que cayó, en realidad nunca fue salvo.

Tras todo el análisis lo que podemos encontrar en las muchas denominaciones evangélicas y
en sus declaraciones de fe es, que hay una mezcla entre los cinco puntos del calvinismo y los
cinco puntos del arminianismo. Personalmente creo que en este tema el calvinismo es
coherente con la Biblia, matizando que la expiación de la obra de Cristo es potencialmente
para toda la humanidad, pero efectiva solo en los regenerados.

La cuestión final para la iglesia de hoy con respecto a la seguridad de la salvación, viene
cuando un creyente cree en la seguridad del verdadero y regenerado cristiano, pero no está
seguro de si él lo es, lo que se conoce como la doctrina de la certidumbre, que es la
comprensión de que uno posee la vida eterna[15]. Los motivos para dudar son cuarto: La
duda de una verdadera entrega a Cristo, no recordar cuando uno fue salvo; otros dudan del
procedimiento por el cual aceptaron la salvación, no pasaron al frente en la invitación
evangelística, o el tipo de oración, por ejemplo; no creer en la seguridad de la salvación; o al
haber pecado, de lo que todos participan. Para salir de esta situación, oración,
arrepentimiento, y los argumentos Bíblicos de que el cristiano tiene el testimonio interior que
el Espíritu Santo le da, y puede ver cómo Dios trabaja en su vida, además de un deseo de estar
con Cristo, de carga cuando se peca, deseo de servir a Dios, etc. Pero sobre todo confiar en
Dios y en Su obra y poder, es definitivo que quien cree sepa que la Biblia dice que Dios
glorificará a los escogidos y que lo crea. El Texto de Romanos 8:16-17 nos declara que: “El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios y coherederos
con Cristo...” Por lo tanto los que dudan solo tienen que ver sus vidas en el espejo de la vida
cristiana, y si se ven poco activos y experimentan pocas señales de Dios actuando en sus vidas,
deben querer cambiar la situación, y si lo quieren, lo pueden hacer por la oración, y si tienen
dicha carga es porque son de Cristo, porque el llamamiento produce fe y confianza en la obra
de Dios para salvación eterna.

BREVE HISTORIA DE LAS INTERPRETACIONES DE LA GRACIA Y LA SALVACIÓN ETERNA

Este capítulo es tomado de un estudio anterior que realicé sobre la Gracia de Dios, y que con
algunos añadidos creo que es relevante para aportar una idea de cuántos siglos lleva la Iglesia
dividida entre los dos puntos doctrinales.

La Doctrina de la Gracia[16] comienza desde antes de la fundación del mundo en el seno de la


deidad. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo acordaron otorgar Su gracia a quienes decidieron
en su soberana omnisciencia, a través de la obra redentora de Cristo “…ya destinado desde
antes de la fundación del mundo…” (1 Pedro 1:20-25). Después del N.T. Agustín de Hipona
sería el precursor de la Doctrina de la Gracia, Dios[17].
Pero, si podemos considerar a algún doctor de doctrina cristiana que haya conseguido
enseñar el concepto de la gracia de Dios con más ahínco, desde luego se trata de Juan Calvino,
y en especial en su obra de referencia “Institución de la Religión Cristiana[18]” donde postula
las doctrinas de la Elección, la Predestinación y la Gracia de Dios[19] para todos los cristianos
verdaderamente regenerados y participantes de Cristo.

Como hemos podido observar, Calvino, maestro de Sagrada Escritura que enseñase la
doctrina de la Gracia, solo se limitaría a ser fiel discípulo y seguidor de san Agustín. La Iglesia
Católica trataba de adjudicarse a Agustín como reputado teólogo, pero al saberse, por ser
publicado por los reformadores, que el obispo de Hipona fue el precursor de dicha Doctrina,
el inculto clero se tambaleó. Fue Cornelio Jansenio[20] quien mostró que Agustín era el mejor
maestro de dicha doctrina, fiel a las Sagradas Escrituras y opuesta a la gracia por obras e
indulgencias, penitencias y donaciones del hombre, que enseñaba Roma.

Los tiempos de los reformadores hallarían, sin embargo, a un teólogo que se terminaría
oponiendo a la gracia irresistible en Jacob Arminius, quien fue alumno de Calvino. Éste sería
su principal y contemporáneo opositor, para enseñar la gracia condicional, o también
salvación condicionada, a la aceptación del hombre. Nos encontramos con una discusión que
por siglos sería, y sigue siendo, fruto de acalorados debates. Las dos corrientes opuestas se
denominan Monergismo y Sinergismo[21], de las palabras compuestas que significan: trabajar
solo, y trabajar juntos, respectivamente. La primera defiende que solo Dios salva por Su
gracia, sin la intervención del hombre, y la segunda, que hace falta una sinergia entre el
hombre y Dios, quienes juntos obtienen la salvación y la gracia en el hombre. El sínodo de
Dordrecht incluye la gracia irresistible como la cuarta doctrina fundamental. Pero las luchas
entre libre albedrío, la gracia irresistible, la total depravación del hombre y la perseverancia
de los santos, siguen vivas hoy.

Más adelante, la Doctrina de la Gracia hallaría a uno de los más famosos predicadores de la
misma, me refiero a John Wesley, fundador de la iglesia Metodista. Wesley predicaba al aire
libre, lo hacía en zonas industriales debido a que el clero de la iglesia anglicana no le dejaba
predicar más en los púlpitos, tras comprobar su teología reformada. Su base era la gracia de
Dios, recibirla a través de una experiencia personal del Espíritu y la presencia de Dios en cada
uno, y posteriormente añadió la enseñanza de la “segunda gracia” en referencia a recibir el
bautismo del Espíritu Santo, junto a algún don como hablar en lenguas[22]. Ya en el siglo XX
Barth y Bonhoeffer seguirían con la cuestión de presentar la gracia de Dios como accesible sin
la religión humana. José María Martínez[23] matiza que “…la salvación es por la gracia, y que
la fe es en realidad un medio, un instrumento que hace posible creer en la obra de
Cristo…” Hoy en día, las iglesias evangélicas siguen divididas entre las dos enseñanzas sobre la
gracia, y de la seguridad de la salvación, lo cual nos hace preguntarnos el porqué, pero sobre
todo nos obliga a hacer un trabajo de investigación personal para concluir en la que creamos.

CONCLUSIÓN

La Seguridad de la Salvación forma parte –dentro de la soteriología– de un compendio de


nueve conceptos que la forman, los cuales están entretejidos en una obra de orfebrería
celestial que Dios ha hecho y nos ha dado dentro de Su sublime gracia, la cual, aunque no
merecemos, nos ha sido ofrecida gratuitamente por la obra salvadora del Rey de reyes,
nuestro Señor Jesucristo, y no solo ofrecida sino que Dios la hizo de tal forma que nos resulte
irresistible, imposible de rechazar, al menos a los elegidos, según la Biblia; aunque no todos
creen esta afirmación. Hemos podido ver, a lo largo de este estudio, que hay dos posturas
teológicas al respecto de la seguridad de la salvación, o seguridad eterna. Que la Iglesia está
dividida en esta cuestión, como lo está en otras. Que es razonable entender el porqué de esta
división en su origen sincero, ya que, partiendo de la base de que nos referimos a verdaderos
cristianos nacidos de nuevo, esto es, regenerados y participantes de Cristo, los que creen que
la salvación no se pierde, lo creen por encontrarlo en la Biblia y como plan completo de Dios
para salvarnos, en este caso son los que profesan la doctrina de base reformada calvinista. Por
el contrario, los que siguen el arminianismo temen, y lo hacen porque es una conclusión
razonable y en base a la que parece ser la experiencia de que enseñar que la salvación no se
pierde concede a muchos una licencia para pecar. Hemos concluido que quienes se dicen
cristianos pero quieren pecar con esa “licencia” no son verdaderos cristianos, pues las
advertencias de la apostasía, aunque no son aplicables a los regenerados, son el Espíritu que
en amor a Dios tienen en su corazón aquellos que aman a Dios y Le conocen.

La seguridad eterna se sustenta sobre una serie de razones que implican a las tres Personas
de la Santa Trinidad. Como hemos vinculado anteriormente, la seguridad se origina en la
gracia de Dios, y en que es un regalo y una obra de Dios. El Padre tiene en ello un propósito, y
tiene poder para llevarlo acabo, a pesar del hombre mismo. El Hijo dio Su vida para ello, murió
por nosotros, y no ha sido en vano, y Sus oraciones e intercesión permanente ¿cómo serían
ignoradas por el Padre que aceptó dar a Su Hijo unigénito por los escogidos? Cristo es nuestro
abogado ante el fiscal que nos acusa. Y el Espíritu está trabajando de continuo, desde el
principio, cuando creímos: Nos regenera, vive dentro de nosotros, nos bautiza en Él, y pone Su
sello hasta el día de la redención.

Finalmente, resaltar que el hecho de que la razón opine, no excluye a la verdad Bíblica y al
plan de Dios para salvar a aquellos que antes conoció. Dios es capaz de llamarnos y darnos
capacidad de entender Su salvación, y además de habernos escogido es capaz de
convencernos para que de nuestro propio albedrío Le escojamos, así de bueno es Dios. La
salvación es un plan y una obra de Dios[24], y Dios no falla en Sus obras, sino que las lleva a
cabo con propósito y amor del Padre; y como mi padre dice, creo que muy acertadamente
¡dejemos que Dios, sea Dios! y recibamos Su gracia.

"¡Sublime gracia! que dulce sonido, que salvó a un pecador; como yo! Estuve perdido, mas
hallado fui, era ciego, mas ahora, puedo ver. Fue la gracia que a mi corazón enseñó a temer, y
la gracia mis temores quitó; Qué preciosa esa gracia se mostró, la hora en que creí!…"
(Traducción libre)[25].

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