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Prensa gráfica y teoría de los
discursos sociales: producción,
recepción, regulación
•
nes socioculturales de los grupos sociales y de las relaciones entre estas
transformaciones y la evolución y entrelazamiento de los géneros dis-
cursivos; por otro lado, implica una red de producción de discursos cuya
I, complejidad requiere apelar a un marco conceptual de múltiples nive-
•
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, j' les, capaz de abordar tal complejidad.
El objetivo de este capítulo es dar una primera visión de conjunto de
, ese marco conceptual, recordando al mismo tiempo ciertos problemas
•
que se plantean cuando se aborda la esfera de la prensa gráfica desde el
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punto de vista de una teoría de la discursividad social.
Algunas observaciones, a manera de preámbulo.
, Ante todo, una teoría de los discursos sociales no trata la prensa
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gráfica como un lugar (entre otros) de manifestación de las leyes del
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";;F: lenguaje, sino que la aborda como uno de los terrenos en los cuales se
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• ,," \ 1. Véase respecto de la mediatización mi artículo Le séjour et ses doubles: ar-
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' chitectures du petit écran, Temps Libre, 11, pp. 67-68, 1984 (reproducido como cap.
, 1 del libro El cuerpo de las imágenes. Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2001).
2. Sin olvidar que,' en lo que llamamos la prensa gráfic-a o escrita, no hay só·
lo escritura. Deberíamos hablar tal vez de discurso impreso: escritura, imagen,
diagramación.
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labras, en relación con la prensa gráfica es necesario progresar en la nociones: (,tipo», «género» y «estrategia». Se trata de un enfoque esen-/
teorización de los objetos discursivos. ,,
no (medios», designa para mí no solamente un dispositivo tecnológico les y estas configuraciones de ofertas/expectativas, no pueden tratarse :'1 '
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particular (por ejemplo, la producción de imágenes y de sonidos sobre simplemente como datos sociológicos «objetivos»; unas y otras son inse·
un soporte magnético) sino la conjunción de un soporte y de un sistema parables de los sistemas de representaciones que, en producción, es-
de prácticas de utilización (producción/reconocimiento), El vídeo do- · ,"... tructuran el imaginario donde se construyen las figuras de los emisores
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\. méstico, que termina siendo el registro de de la vida familiar, y y de los receptores de los discursos.
la televisión destinada al gran público no se diferencian por la natura- Resulta difícil, por ejemplo, definir el discurso político como tipo, sin
leza del dispositivo tecnológico, aunque por cierto no se trata en uno y conceptualizar su anclaje en el sistema de los partidos y en el aparato
otro caso del mismo ((medio». Los diferentes procedimientos que condu- del Estado por un lado, y sin teorizar las modalidades a través de las ,
cen a un texto escrito impreso no son más que dispositivos técnicos. La cuales ese tipo de discurso construye las figuras de sus receptores, por
prensa gráfica para el gran público es un medio; el equipo ordenador otro. En la definición del tipo intervienen hipótesis que tienen la pre-
personal-impresora, que hizo entrar lo escrito impreso en el universo de tensión de captar la especificidad del tipo, es decir,. su diferencia en re-
los usos individualizados, probablemente esté creando otro medio, COID- lación con otros tipos. En el caso del discurso político, una hipótesis de
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-....¡ pletamente nuevo. Los medios son pues para mí un concepto sociológi· esta índole consiste en postular la construcción, en cierto nivel, de un
" co y no tecnológico. destinatario genérico ciudadano nacional (asociado al colectivo «na·
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ción»), que participa en ciertas prácticas relacionadas con el sistema po-
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;." lítico (y que, por lo tanto, tiene cierta,s expectativas respecto de su fun-
El análisis en producción: tipos, géneros, estrategias --t: -
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cionamiento), y, en otro nivel, de tres subespecies de destinatarios: el .. ca.so del político, por ejemplo. Inversamente, por supuesto, un
prodestinatario, al que se apunta a través de mecanismos de fortaleci- mIsmo genero puede aparecer en diferentes tipos de discurso.
miento de la creencia compartida, el paradestinatario, blanco de meca- debemos agregar un segundo concepto de género que nos
nismos del orden de la persuasión, y el antidestinatario, blanco de las fi- permIte deSIgnar y clasificar lo que corresponde denominar productos.
guras de lo polémico. 5 Hablem?s aquí de géneros-P. Desde este punto de vista, pode-
También parece dificil definir como tipo el discurso de la información mos deCIr, por ejemplo, que expresiones tales como «periódico de infor-
(ese discurso cuyo objeto es la actualidad) sin conceptualizar, por un lado, mación», \(revista femenina mensual de temas generales» y «news» de-
su articulación con la red tecnológica de los medios y con los sistemas de signan géneros de la prensa gráfica dirigidos al gran público así como
normas que rigen la profesión de periodista y, por otro, sus modalidades ,
los «(magacines de divulgación científica», los «programas los
de construcción de un único destinatario genérico, el ciudadano habitan- de variedades» y la «telenovela) designan géneros de tele-
te (asociado al colectivo «paíS», pero motivado por el colectivo «mundo»),
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VISlOn destinados al gran público.
Los géneros-P mantienen una relación mucho más estrecha con los
comprometido en rutinas diversas de apropiación del espacio-tiempo de "-"--
lo cotidiano. Si bien el destinatario genérico ciudadano-habitante está
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de que los géneros-L. En realidad, es probable que esta
próximo, en algunos aspectos, al prodestinatario, el discurso de la infor-
• nOClOn de P en el fondo no sea más que una manera (probable-
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· - ,,- mente desprohJa y provisoria) de conceptualizar subespecies dentro de
mación es ajeno al paradestinatario y al antidestinatario. ,
Igualmente parece dificil definir como tipo el discurso publicitario sin un tipo, entidades discursivas que no pueden, en consecuencia (a dife-
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conceptualizar, por un lado, sus relaciones complejas con el mercado eco':' rencia de los géneros- L) aparecer en varios tipos al mismo tiempo. I
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nómico de los bienes de consumo, con la red institucional de la comunica- El hecho de reunir, en este caso, la noción de producto con la de gé- ,,
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ción comercial y con la red de los medios, en los cuales obtiene su nero no es, por supuesto, fortuito. Porque los géneros-P están directa-
midad y, por el otro sus modalidades de construcción de 'toda una galería mente ligados a los fenómenos de competencia que se producen en el in- "
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de paradestinatarios entendidos como consumidores potenciales. terior del universo de los medios: una «zona de competencia directa» no ·1 .
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Las variaciones estratégicas a las que nos referimos aquí remiten cepciones-representaciones que los actores sociales implicados en la
directamente a los fenómenos de competencia interdiscursiva propios producción del título de referencia, entendido como producto, tienen de
del campo de la discursividad entendido como mercado de producción de los sectores sociales, de los targets a los que apuntan.
discursos. Como vemos, la noción de estrategia debe permitirnos discer- Pero la producción de este lectorado se hace en una situación de
nir, en un sector dado de la red de los medios, las variaciones provoca- competencia. El segundo nivel es el del posicionamiento del título en re-
das por la competencia entre varios representantes de un mismo géne- lación con los títulos de la competencia, tal como los perciben los actores
ro-P. La prensa gráfica suministra ejemplos muy claros de este tipo de sociales implicados en la producción del título de referencia. La consti-
situación y constituye en consecuencia un terreno privilegiado para el tución de un lectorado supone la estructuración, en el discurso del títu-
estudio de las variaciones estratégicas. lo, de un vínculo propuesto al receptor presentado en la forma de lo que
en otra parte denominé un contrato de lectura (véase Verón, 1984: 33-
56; 1985: 203-230). Aquí las condiciones de lectura tienen que ver con
Las condiciones de producción otros discursos que pertenecen al mismo género-P, copresentes en el
de los discursos de la prensa sector al que pertenece el título. El contrato de lectura corresponde al
orden de la estrategia y, en situación de competencia, las estrategias de
Permaneceremos dentro de los límites de la esfera que nos interesa, la de los títulos se interdeterminan.
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la prensa gráfica destinada al "gran público)}, lo cual, entre paréntesis, es Una vez que se ha producido un lectorado, hay que valorizarlo (me- ,:
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ya una simplificación. En efecto, hay muchas propiedades del discurso de diante un metadiscurso que es una representación particular del dis- ,,
,
curso del título) a fin de venderlo como colectivo de consumidores poten- ,
la prensa gláfica que sólo pueden explicarse en virtud del
ciales ante las diversas categorías de anunciantes. En este caso, las li,
to del conjunto de la red mediática de nuestras sociedades. Es evidente
que, desde que existe la televisión, la prensa gráfica cambió y que aún es..: condiciones de producción adquieren la forma de un conjunto de restric- i,
tá cambiando como consecuencia de la progresiva difusión de los servicios ciones que derivan, una vez más, no sólo de las interpretaciones de las 1':
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telemáticos instalados en los hogares de los particulares. Sin embargo, no características "objetivas>} de la población que constituye el lectorado
abordaremos aquí este aspecto del problema. del título, sino también de la percepción que los propios anunciantes
La prensa gráfica para el gran público ya tiene una larga historia tienen del título de referencia y de sus competidores, en función de su
como sector de la producción cultural sometido a las leyes de la compe- propia lectura y, a menudo, en función también de las imágenes de los
tencia. Por lo tanto es importante precisar en qué condiciones opera el títulos que circulan en el medio publicitario. 6
mercado de la prensa destinada al gran público, cuál es el dispositivo
por el cual un título periodístico dado (que en adelante llamaremos
«discurso de referencia») se constituye como mercancía definida por su La cuestión de las estrategias enunciativas
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Este dispositivo contiene no menos de tres niveles fundamentales. El universo de la prensa gráfica destinada al gran público puede conce-
El primer nivel es el de la producción de su lectorado. Las condicio- o·"-
,/' birse como una configuración extremadamente compleja de «zonas de
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nes de producción corresponden aquí al conjunto de características que
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permiten definir al que apunta el título de referencia. Pre- "
" \ 6. Si bien los tres niveles que acabo de mencionar se cuentan entre los más
cisamente aquí son pertinentes, primero, la noción de tipo de discurso y importantes, no son los únicos. A veces es fundamental la relación con los me-
luego, las de género-P y género-L. 'Está claro que esas características dios profesionales y la construcción entre ellos de una imagen del título. Un
del lectorado no pueden reducirse a las variables que definen Catego- buen ejemplo es el de los lazos entre los títulos de la prensa femenina "de temas
rías Socioprofesionales (lo que habitualmente se denomina CSP). Antes , generales» y el medio profesional de los «creadores deja moda»; estos vínculos
bien, se trata de características socioprofesion:ales tal como las interpre- pueden afectar la estrategia dIscursiva de los títulos.
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competencia directa». Cada zona de competencia directa está compues- , ,' dadero laboratorio para el estudio de fenómenos enunciativos; allí uno
ta por una pluralidad de representantes de un mismo género-P que se ; '-
encuentra una multiplicidad de estrategias enunciativas que «traba-
enfrentan en el interior del proceso de producción-reproducción de sus jan» de diversas maneras una misma «materia» semántica: en el ámbi-
lectorados. Por supuesto, estas zonas no son estancas, se superponen to de las revistas femeninas, la distancia no pedagógica se distingue
parcialmente y ciertos títulos tienen posicionamientos que se ubican en las pues de la distancia pedagógica y ambas se oponen a las estrategias de
fronteras entre varias de ellas. Algunas de esas «zonas» están en de- complicidad; en el terreno de las revistas de decoración, la transparen·
cadencia (en cuanto a difusión y ventas), otras experimentan un cre- , , cia del modelo se opone a la opacidad estetizante de un enunciador legi-
cimiento acelerado y otras permanecen en una meseta. Regularmente timado por la singularidad de su mirada; en los semanarios de informa-
aparecen nuevos géneros-P que constituyen el embrión de nuevas zo- ,
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," ción, el borramiento de un enunciador-testigo de la inmediatez de lo
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real se distingue del enunciador-narrador que organiza la actualidad
Los títulos que compiten dentro de una zona están muy próximos '."
mediante operadores fIccionales, etcétera. 8
unos de otros en un momento dado, si se los compara en el plano del gé- El principal problema que plantea el análisis de los discursos en pro- ", ;'
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nero-P al que pertenecen: tanto desde el punto de vista de los campos ducción, tal como aparece en el marco de una teoría de los discursos so-
ciales, es el siguiente: encontrarse ante una superficie discursiva dada ,
semánticos abordados -lo cual se traduce en «grillas» comparables de '-"
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desglose de lo «re a!» a que se refieren- como también de los géneros-L .- <, -';.;
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que se va a analizar implica encontrarse ante un objeto multidetermina- ,,ri
dominantes. Para tomar un caso sumamente conocido, el de las revistas -.
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-"- do cuyas propiedades resultan del entrecruzamiento de una pluralidad
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mensuales femeninas llamadas (,de interés genera!», todos los' títulos · "'. de niveles de determinación diferentes. Tratemos de precisar este punto.
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que pertenecen a esta categoría se organizan alrededor de tres grandes Para nosotros, el análisis de los discursos consiste en la identifica""
campos semánticos: la moda, la belleza y la cocina. Además de presen- ción, dentro de la superficie discursiva, de las h4ellas que remiten a las
tar esa regularidad temática global, en cada uno de los campos y por ra:' condiciones de producción de los discursos. Estas huellas son el soporte V
zones que tienen que ver con el ritmo estacional del mercado del consu- '" '
de operaciones que uno debe reconstituir, operaciones que toman la for-
mo y con prácticas colectivas asociadas al tiempo libre, estas revistas ma de reglas de engendramiento de estos discursos. Yo llamo gramáti-/
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hablan de las mismas cosas en el mismo momento del año: la ropa inte- ,
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", ca de producción a un conjunto de este tipo de reglas que definen las
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rior, el bronceado, las colecciones,. el regreso a la escuela, la dieta, los re- >6' condiciones restrictivas del engendramiento de un tipo o de un género-
galos para las fiestas y muchos otros temas reaparecen cada año en, el . ,.,
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." P. Ahora bien, en la superficie discursiva, todas las huellas están, por
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. así decirlo, en un mismo nivel: ¿cómo distinguir lo que corresponde al ti- i' I
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mismo período. Dentro de una «zona», la oferta presenta, en el plano de .'- ,
En un universo de discurso en el que, desde el punto de vista del El sistema productivo de la prensa gráfica está sometido a fenómenos
contenido, la oferta es más o menos la misma, el único medio que tiene ,
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--- - de regulación muy complejos. Considerándolos en conjunto como una ,
cada título de construir su «personalidad» es una estrategia enunciati- ,
configuración de «zonas de competencia directal' en permanente evo-
va propia, es decir, construyendo cierto vínculo con sus lectores. Por -,¡:-- lución, podernos decir que se trata de un sistema en equilibrio inesta-
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ello, en la prensa gráfica, cada zona de competencia es un ver- ble y que regularmente aparecen turbulencias aquí y allá. Tratemos,
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7. El grado de homogeneidad temática es elevado pero variable. Dar priori- 8. Pueden hallarse descripciones de estrategias discursivas de la prensa es-
dad a ciertos temas puede formar parte del contrato de lectura de un título .por crita inspiradas en este tipo de estudios de Verón (1978: 69-124; 1981 Y cap. 8 de
este libro). Véase también Fisher y Verón, 1986. ,
oposición a otro perteneciente al mismo género-P.
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en primer término de enumerar las fuentes de evolución y de eventuales Esta lista de factores no es, por supuesto, exhaustiva. lO Pero tal vez
turbulencias. baste para comprender que estamos ante fenómenos de regulación que
1. Las condiciones de producción mismas pueden contener im- se sitúan en varios niveles. Por un lado, en el interior mismo de las con-
portantes contradicciones internas. La estrategia discursiva diciones de producción: tnnto entre los productores de los diferentes tí- I
que aparentemente correspondería mejor a la valorización del tulos que compiten entre sí como entre los productores y los i
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gún las conductas de compra/no compra de las diferentes mercancías
2. Un título de la prensa destinada al gran público está inserto , ").- ,
nuevo título en la zona de competencia en cuestión, para que pectativas satisfechas y no satisfechas, las imágenes vagas o precisas I
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de los productores, de controlar el conjunto de los fenómenos de regula- ,
, tipo, como ya dijimos, lo decisivo son las estrategias enunciativas, pues
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ClOno ¡ son ellas las que construyen la especificidad de la publicación. Empero,
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los datos cuantitativos de encuestas no proporcionan ninguna indica-
ción que permita tornar la menor decisión sobre las estrategias enun-
Comportamiento de compra y sentido en recepción ¡ ciativas, en la medida que los lectorados respectivos de los títulos pre-
,
Está claro que el comportamiento de compra, al expresar una preferencia, ¡ sentes son muy semejantes entre sí, tanto en sus características
«objetivas» como en las «subjetivas».
,, es un "efecto» localizado en recepción. Pero también está claro que ese f Desde hace ya mucho tiempo, los productores de los títulos de la
comportamiento nada nos dice sobre los efectos del sentido de los discur- I prensa gráfica apelan, además de a los datos proporcionados por las en-
sos que son los objetos de las preferencias así manifestadas. La preferen- cuestas, a estudios llamados cualitativos. Estos estudios, inspirados en
\ cia opera en un campo de oferta determinadoCla "zona de competencia di- ¡ su mayor parte por la psicología social de las motivaciones, consisten
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sociales (Verón, 1979: 125-142). Para expresar esta solución de conti- 1. El análisis sincrónico
nuidad, cuya consecuencia principal es que el análisis de un discurso en ¡
producción no nos permite inferir sus «efectos», opté por hablar de des- En un enfoque sincrónico referente a un «sistema productivo» que tiene
fase entre la producción y el reconocimiento. Esta noción de desfase hoy todas las características de un mercado de consumo de «bienes cultura-
me parece inapropiada, en particular cuando se trata del sistema pro- les», como se suele decir (en este caso, los discursos de la prensa gráfi-
ductivo de los discursos de la prensa y, de manera más general, de los ca), las cosas se plantean de un modo muy diferente. Ante todo, estamos
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\ medios. ante fenómenos de reconocimiento que, por supuesto, no son ni del or-
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La noción de desfase se justificaba en relación con el tipo de pro-
blema con el que debía vérmelas entonces: se originó en la formula- , den de la retoma intertextual productiva, ni del orden de un consumo
dominado por el imaginario de la «creación", como ocurre en el caso de
ción de un modelo relativo a la aparición de las disciplinas científicas t la literatura, sino que implican, por el contrario, un horizonte de expec-
en la historia, desde el punto de vista de los funcionamientos discur- 1 tativas de los consumos del orden de la repetición. El lector «fie},. a un
sivos, modelo aplicado al caso particular de la lingüística saussurea- título de prensa lo es porque sabe precisamente de antemano qué tipo
na. Intentaba yo abordar así un proceso diacrónico, proeurando des-
cribir la distancia histórica entre las condiciones de producción del
II de discurso va a encontrar en él. Al mismo tiempo, en el caso de la pren-
sa, en relación con un discurso «X» cuyo reconocimiento nos interesa, no
Curso de lingüística general, que remitían a la «matriz positivista» del si- i disponemos de un discurso «y), de estatuto comparable del que podamos
glo XIX, y sus condiciones de reconocimiento a comienzos del siglo xx, decir que «contiene) el reconocimiento de «X».
cuya «estructura de recepción» fundamental fue la de una concepción ,
Ya lo dijimos: el único indicador del reconocimiento de que dispone-
instrumental-comunicacional del lenguaje, totalmente ajena al positi- mos, contenido en el $istema productivo mismo, es la preferencia, expre-
vismo. Por entonces, trataba de mostrar que ese desfase era precisa- sada por las conductas de compra (o de no compra). Ahora bien, esta
mente lo que permitía comprender el surgimiento de la lingüística co- preferencia es una primera referencia de gran valor. Cuando trabaja-
mo ciencia (Verón, 1988). mos dentro de una «zona de competencia directa», las elecciones expre-
Está claro que el estudio del reconocimiento no se plantea de la sadas por estas preferencias remiten a variaciones en las estrategias
misma manera cuando uno se interesa en los procesos históricos que enunciativas: tenemos así una asociación fuerte entre conductas (men-
se dan dentro de una misma práctica de producción discursiva (en es- surables) y propiedades discursivas específicas. El análisis en produc-
te caso, la organizada alrededor del saber sobre el lenguaje) y cuando ción, encargado de identificar las invariantes discursivas asociadas a
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uno adopta (como lo hice aquí respecto de la prensa) un punto de vis- I cada título, define así el marco dentro del cual vamos a interrogarnos
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ta sincrónico, destinado a comprender, en un momento dado, el funcio- sobre el reconocimiento. Orientados por esta asociación fuerte entre
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namiento de un sistema productivo de discursos. Me parece que las comportamiento de compra y propiedades discursivas, podemos hacer-
transformaciones históricas de un texto identificado y singular con- les producir un discurso a nuestros lectores y a los no lectores (en situa-
ducen con toda naturalidad a preguntarse acerca de la multiplicidad ciones de entrevistas, por ejemplo). Por supuesto, no es en absoluto
de sus lecturas y acerca del desfase que pone de manifiesto la compa- sorprendente que una preferencia por una estrategia enunciativa de-
ración entre tales lecturas en momentos diferentes de la historia. terminada en un sector de competencia dado de la prensa esté fuerte-
Además, este problema de la «lectura» se plantea en términos comple- mente asociada a otras invariantes identificables en los discursos de los
tamente particulares, cuando se trata de la discursividad científica, sujetos que expresan tal preferencia. Se trata de una situación compa-
caracterizada por un trabajo específico de retoma intertextual: estos rable a una -banal- que se verifica en cualquier sector del mercado de
casos de retoma son los que justifican plenamente la fórmula que con- gran consumo: las distintas elecciones entre las marcas existentes en
siste en decir que el reconocimiento de un discurso «X .. está «conteni- un sector dado de productos se asocian por lo general a imaginarios
do .. en un discurso «y» cuyas condiciones de producción incluyen, en- \muy contrastados. Así es como el discurso de la publicidad administra
tre otros factores, un «trabajo» sobre «X,). El ámbito de la esfera las representaciones sociales y se articula a su evolución.
literaria, que dio lugar a las teorías de la recepción, plantea el mismo Es evidente que los discursos producidos por los lectores tienen una
tipo de problema (Jauss, 1978), condición absolutamente particular. Ante todo, a de los
menos de retoma interdiscursiva, los discursos reunidos entre los lecto-
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. 11. Lo cual, por cierto, puede ocurrir a partir del momento en que el análi- necesitamos discurso.
SIS de las estrategias enunciativas se introduce en el medio profesional in.tere-
La cuestión de la eficacia de los dispositivos experimentales aplica-
sado en la investigación aplicada dentro de la esfera de la prensa. dos al estudio de la recepción plantea problemas por 'completo diferen-
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de las transfonnaciones de las condiciones de vida en las grandes
i tes (véase Chabrol, 1988). Aquí me limitaré a expresar ciertas reser-
CIUdades: tanto la problemática de la instalación de las parejas jóvenes en
vas en lo concerniente al estudio de los discursos sociales. Esas reser-
vas surgen naturalmente de la comprobación de la importancia deci- apartamentos pequeños que se multiplicaron como resultado de las políti-
siva que tienen los fenómenos de sobredeterminación a los que ya hice cas de remodelación urbana, como los efectos del crecimiento de la
alusión. Por un lado, un género-L cualquiera, un fragmento de texto, ción de las casas industriales prefabricadas, con todos los elementos del
hasta un título, están sobredeterminados por el contexto discursivo; imaginario relacionado con la casa pequeña en las afueras. Y asimismo se
por otro lado, el efecto de sentido de un elemento discursivo cualquie- pueden seguir los mecanismos de construcción y de desarrollo de una ideo-
ra, como lo denominé antes, depende de operaciones de encuadre de la logía que se hace cargo de la introducción y la difusión en Francia del ((di-
lectura que derivan de las representaciones-evaluaciones del sujeto a moderno en el equipamiento del hogar, enfrentándose así al imagi-
propósito del título, del género-P, del tipo de discurso del soporte me- nario tradicional burgués o rústico. Se advierte entonces que este
diático donde aparece el elemento. Precisamente debemos interrogar- ((trabajo» ideológico, realizado por ciertos títulos de la prensa de decora-
nOs sobre las modalidades de recepción de estas configuraciones ción, estuvo a la vanguardia de su tiempo y desempeñó una función peda-
complejas. Me parece difícil poder tratarlas mediante métodos experi- gógica fundamental de transformación de las representaciones sociales
mentales. que puede traducirse en nuevas prácticas de consumo: el discurso moder-
no sobre el hábitat y su amueblamiento existió mucho antes de que se ins-
taurara un mercado económico con sus creadores y consumidores.
2. El análisis diacrónico Podríamos mencionar muchos otros ejemplos: ciertamente, el análi-
,
sis de la evolución de los discursos de la prensa es un terreno particu-
I El enfoque sincrónico del funcionamiento de los discursos de la prensa larmente rico en enseñanzas sobre las transformaciones sociocultura-
no es, por supuesto el único posible. Pero es el único que nos permite ar- les, pues el estudio de la prensa nos proporciona un observatorio
ticular directamente la producción con el reconocimiento. Si adoptamos privilegiado de las corrientes que atraviesan a la vez las prácticas y los
una perspectiva histórica, ya na podemos articular las estrategias con una imaginarios sociales.
identificación de las modalidades de recepción propias de esa época, a (1988)
\ través del análisis del discurso de los lectores. El estudio de la evolución
de los discursos de la prensa en un sector determinado puede, sin em- Referencias bibliográficas
bargo, relacionarse con acontecimientos o indicadores que nos informen
sobre los de esos discursos en la sociedad, así como sobre la Bourdieu, P. 1979. La distinction. París, Éditions de Minuit. [La distin-
manera en que la evolución sociológica resuena en los discursos de la ción, Madrid, Taurus, 1998],
prensa. Esta es una tarea de historiadores, como la emprendida por Chabrol, C. 1988. Le lecteur: Fantóme ou realité? Etudes des processus
Jauss (1978). de réception, La Presse Produit, production réception, Paris, Didier
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