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de la imagen en colombia
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Diego Fernando Guzmán Delgado
I. Derechos de Autor
Artículo 87.- Toda persona tiene derecho a impedir, con las limitaciones que se esta-
blecen en el artículo 36 de la presente Ley, que su busto o retrato se exhiba o exponga
en el comercio sin su consentimiento expreso, o habiendo fallecido ella, de las personas
mencionadas en el artículo 83 de esta Ley. La persona que haya dado su consentimiento
podrá revocarlo con la correspondiente indemnización de perjuicios.
1. Hinestrosa, F. et al. Tratado de las obligaciones: concepto, estructura, vicisitudes, i, 2.ª
ed., Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2002, 2003, pp. 226-227.
2. Ley 23 de 1982: “Artículo 88º.- Cuando sean varias las personas cuyo consentimiento
sea necesario para poner en el comercio o exhibir el busto o retrato de un individuo y
haya desacuerdo entre ellas, resolverá la autoridad competente”.
imagen en el comercio. Así las cosas, se trata del único artículo donde se relaciona
al derecho a la imagen con su explotación económica. Además, resulta importante
precisar que el derecho a la imagen no tiene un carácter colectivo para su ejercicio.
Por lo tanto la interpretación del artículo 88 debe extenderse también a la facultad
de explotación por parte del titular como individuo.
Así pues, sin hacer referencia específica al artículo 88, la Dirección Nacional
de Derecho de Autor (dnda) consideró que “la utilización del retrato para fines
comerciales no es libre y, por lo tanto, para su reproducción se requiere la autori-
zación previa y expresa de la persona que aparece en él o de sus causahabientes”3.
Esta interpretación es coherente con los artículos 87 y 88 por cuanto entiende que
el alcance del derecho a la imagen abarca las facultad de explotarla económicamente
y de impedir o autorizar su uso.
Adicionalmente, el derecho de imagen es puesto por encima de los derechos
de autor de los fotógrafos y productores de obras audiovisuales de operaciones
quirúrgicas u otras de carácter científico:
3. Mora Cuéllar, Miguel Antonio. Concepto 1-2014-11493. Bogotá: Dirección Nacional
de Derecho de Autor, 2014.
4. “Artículo 3.- A los efectos de esta Decisión se entiende por:
“[…]
“- Publicación: Producción de ejemplares puestos al alcance del público con el con-
sentimiento del titular del respectivo derecho, siempre que la disponibilidad de tales
ejemplares permita satisfacer las necesidades razonables del público, teniendo en cuenta
la naturaleza de la obra” (Decisión Andina 351 de 1993).
el titular del derecho a la imagen puede ser además titular de derechos conexos.
Sin embargo, es necesario que su imagen sea fijada en una obra audiovisual, y que
el papel desempeñado esté descrito en el libreto como un personaje principal,
secundario o de reparto.
De conformidad con lo anterior, la persona que reúna estas condiciones
adquiere los derechos morales a la paternidad e integridad, según lo establece el
artículo 35 DA 351. Igualmente, se hace titular de los derechos patrimoniales
sobre la comunicación pública, fijación y reproducción, señaladas en el artículo
34 DA 351. Adicionalmente, la Ley Fanny Mikey contempla que estos artistas
adquieren “el derecho a percibir una remuneración equitativa por la comunicación
pública, incluida la puesta a disposición y el alquiler comercial al público, de las
obras y grabaciones audiovisuales donde se encuentren fijadas sus interpretaciones
o ejecuciones”5. Así pues, se establece otra forma de explotación económica a la
imagen a través de un derecho a obtener regalías cuando la obra audiovisual –donde
la imagen ha sido fijada– es explotada por su titular.
Esta normatividad es coherente con el Tratado de Beijing de 2012[6], por medio
del cual se busca amparar los derechos de los artistas de obras audiovisuales. En él,
se les reconocen los mismos derechos morales pero se confieren además los dere-
chos patrimoniales de distribución, alquiler, puesta a disposición y radiodifusión.
La ratificación del Tratado –suscrito por Colombia en el año 2012– constituiría
entonces una ampliación a los derechos actualmente consagrados en la Ley 23 y
la DA 351.
De manera que el reconocimiento hecho por la legislación autoral colombiana
al derecho a la imagen delimita también su alcance. Por un lado, faculta al titular
de la imagen para autorizar y prohibir su uso, al tiempo que confiere el derecho a
explotarla económicamente. Por el otro, regula circunstancias específicas bajo las
cuales la imagen de un individuo puede ser considerada un derecho conexo y así
gozar de una protección más amplia y mejor definida. Sin embargo, se presenta
una relevancia del derecho a la imagen frente a los derechos de los autores, dentro
de la situación específica de operaciones quirúrgicas u otras de carácter científico.
5. Ley 23 de 1982, artículo 168, modificado por la Ley 1403 de 2010.
6. Tratado disponible en [www.wipo.int/wipolex/es/treaties/text.jsp?file_id=295839].
Así las cosas, siempre debe existir una contraprestación por el uso comercial de la
imagen de una persona, por cuanto se trata de un elemento natural del contrato.
Sin embargo, las partes tienen la potestad de definir contractualmente el tipo de
remuneración, la cual no tiene que ser monetaria. Asimismo, es posible renunciar
a ella, pero esto debe ser incluido expresamente dentro del contrato.
7. Bejarano Guzmán, Ramiro. Laudo Arbitral en Derecho, Juan Guillermo Zea
Osorio vs. Caracol Televisión S.A.: Centro de Arbitraje y Conciliación de la Cámara de
Comercio de Bogotá (2007).
B. Personajes ficticios
luego en una serie de películas. Si a ello se suma que se trata de una creación inte-
lectual original, reúne todos los requisitos para ser considerado una obra.
De conformidad con lo anterior, la posibilidad de proteger a los personajes
mediante el derecho de autor no debe estar limitada a las artes visuales. Si estos
son desarrollados dentro de una obra al punto de hacerlos susceptibles de ser
divulgados o reproducidos, pueden adquirir por sí solos la calidad de obra y así
quedar amparados.
[E]l interés público [debe ser] actual[. D]ebe corresponder al momento histórico en
el cual se produjo un hecho y no puede insistirse en él o retomarse cuando por el
transcurso del tiempo ha ocupado un lugar secundario en la atención de la sociedad.
Igualmente este postulado es aplicable para aquellos eventos en los cuales la persona
ha perdido su trascendencia y su relevancia pública, bien sea porque así lo decidió ella
o porque fue la comunidad quien dejó de prestarle importancia12.
que puede usarse libremente la imagen de un político mientras sea una persona
relevante para las noticias, ya sea porque ocupe un cargo en el gobierno o sea un
opositor activo. Sin embargo, no puede seguir usándose la imagen del personaje
que se retiró y abandonó la vida pública hace ya un tiempo, por cuanto perdería
su carácter de interés público.
Finalmente, el artículo 36 se refiere también a los hechos o acontecimientos
desarrollados en público. Para determinar qué se debe entender por la expresión
“en público” es relevante la posición de la Corte Constitucional según la cual se
“ha admitido la posibilidad de fotografiar a quien participa en una manifestación
pública, porque considera que lo hace renunciando a su privacidad, con la in-
tención de ser visto y escuchado por quienes allí se encuentran”13-14. De acuerdo
con ello, permitir el uso de la imagen de una persona realizando actos públicos
obedece a que el asistir a este tipo de acontecimientos constituye una renuncia a su
privacidad. El criterio parte del supuesto de que cada sujeto es quien controla sus
espacios personales. Su ámbito privado podría ser su casa o su oficina. Sin embargo,
al salir a un lugar abierto pierde voluntariamente su capacidad de control y por lo
tanto renuncia tácitamente a su privacidad. En ese momento la persona puede ser
retratada libremente y su imagen puede ser usada por terceros sin autorización.
La anterior explicación de cada una de las situaciones planteadas por el artí-
culo 36 permite llegar a tres conclusiones. Primero, que los usos legítimos de la
imagen de terceros sin autorización obedecen a situaciones lógicas y semejantes
a las excepciones y limitaciones a los derechos de autor. Segundo, que estos usos
legítimos no son absolutos, pues están restringidos a casos específicos planteados
en la norma. Y tercero, el valor del desarrollo jurisprudencial de la Corte Cons-
titucional para comprender el alcance del derecho a la imagen de las personas.
Ello nos lleva directamente al siguiente tema del presente artículo, por cuanto la
Corte ha generado todo un concepto acerca del derecho de imagen que tiene plena
aplicación en Colombia.
13. Corte Constitucional, Sentencia T-235A del 4 de abril de 2002, M.P.: Eduardo
Montealegre Lynett.
14. En la sentencia T-235A de 2002 se hace referencia a la sentencia de la Corte Cons-
titucional T-034 del 6 de febrero de 1995, M.P.: Fabio Morón Díaz, en donde se dijo que
la participación en marchas públicas constituye una renuncia a la intimidad respecto de
dicho evento. Específicamente señaló: “El derecho a la intimidad comprende el amparo a
la persona de sus comportamientos privados […] De manera que las actuaciones públicas
de una persona no hacen parte de la naturaleza propia de los intereses amparados por el
derecho fundamental. La publicidad de las actuaciones y de los intereses, desplegada por
la persona excluye el amparo del derecho. Los hechos que por decisión del sujeto están
al conocimiento públicos han sido despojados de la intimidad amparable en el derecho
fundamental comentado.
“Cuando la persona, además de actuar dentro de un ámbito público, lo hace con la
intención de ser visto y escuchado [sic] por quienes allí se encuentran, es lógico pensar
que está actuando por fuera de su zona de privacidad, y, al mismo tiempo, se propicia
a que [sic] su imagen y manifestaciones sean captadas por quienes lo rodean, no sólo
directamente, sino por mecanismos como la fotografía, la filmación, grabación, etc., sin
que esas captaciones apreciativas y conogcitivas [sic] constituyan violación del derecho a
la intimidad de las personas”.
[…]
4. Cuando la solicitud fuere dirigida contra una organización privada, contra quien la con-
trola efectivamente o fuere el beneficiario real de la situación que motivó la acción, siempre y
cuando el solicitante tenga una relación de subordinación o indefensión con tal organización.
15. Constitución Política de Colombia: “Artículo 86. Toda persona tendrá acción de
tutela para reclamar ante los jueces, en todo momento y lugar, mediante un procedimiento
preferente y sumario, por sí misma o por quien actúe a su nombre, la protección inme-
diata de sus derechos constitucionales fundamentales, cuando quiera que éstos resulten
vulnerados o amenazados por la acción o la omisión de cualquier autoridad pública.
“La protección consistirá en una orden para que aquel respecto de quien se solicita
la tutela, actúe o se abstenga de hacerlo. El fallo, que será de inmediato cumplimiento,
podrá impugnarse ante el juez competente y, en todo caso, éste lo remitirá a la Corte
Constitucional para su eventual revisión.
“Esta acción solo procederá cuando el afectado no disponga de otro medio de defensa
judicial, salvo que aquella se utilice como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio
irremediable.
“En ningún caso podrán transcurrir más de diez días entre la solicitud de tutela y su
resolución.
“La ley establecerá los casos en los que la acción de tutela procede contra particula-
res encargados de la prestación de un servicio público o cuya conducta afecte grave y
directamente el interés colectivo, o respecto de quienes el solicitante se halle en estado
de subordinación o indefensión”.
16. Corte Constitucional, Sentencia T-611 del 15 de diciembre de 1992, M.P.: José
Gregorio Hernández Galindo.
17. Corte Constitucional, Sentencia T-090 del 6 de marzo de 1996, M.P.: Eduardo
Cifuentes Muñoz.
18. Corte Constitucional, Sentencia T-471 del 6 de julio de 1999, M.P.: José Gregorio
Hernández Galindo.
Los personajes públicos presentan una situación especial respecto del derecho a la
imagen debido al interés general que puede haber en conocer más acerca de su vida.
Se justifica entonces el uso de su imagen sin autorización con base en la libertad
de expresión y la libertad de información. Sin embargo, la Corte Constitucional
ha limitado este tipo de uso a los casos donde exista una relevancia pública que
así lo amerite. Ello impide que la imagen de figuras públicas sea usada indiscrimi-
nadamente, pero además aclara cuándo sí es posible utilizarla.
En la sentencia SU-1723 de 2000 se admitió la posibilidad de usar la imagen
del cantautor vallenato Diomedes Díaz dentro de un dramatizado producido por
De acuerdo con lo anterior los medios de comunicación sólo pueden hacer uso
de la imagen de personajes públicos e inmiscuirse en su vida “[c]uando el personaje
público decide voluntariamente renunciar a su derecho a la imagen, o […] [c]
uando la información es de relevancia pública”24. Además es necesario determinar
la calidad de la información y si la persona implicada ostenta el carácter de figura
pública. Sin embargo, no siempre es claro quién es un personaje público.
Sobre este último punto, la Corte no ha fijado un test que permita establecer
cuándo una persona adquiere la calidad de personaje público. Un ejemplo de ello
se encuentra en la sentencia T-904 de 2013[25] donde se decidió la acción de tutela
presentada por la entonces Contralora General de la República, Sandra Morelli,
en contra de los periodistas Iván Serrano, Cecilia Orozco Tascón y el Canal
Uno - Noticias Uno - La Red Independiente. El fundamento de la acción fue la
divulgación de fotografías y un video donde se retrató sin autorización a su hijo y
otros menores de edad mientras jugaban en la terraza de su casa. En este caso se
concedió la tutela a favor de la actora con base en la prevalencia de los derechos
de los menores de edad sobre la libertad de información. No obstante, se pasó por
alto el tema de si las personas cercanas a personajes públicos adquirían esta misma
calidad sólo con fundamento en su parentesco. Ello demarca la ausencia de un
criterio jurisprudencial objetivo que permita determinar quién ostenta esta calidad.
En cambio, la Corte acude a juicios subjetivos donde se presume la relevancia
pública sólo por existir un vínculo cercano con personajes públicos.
24. Tobón Franco, Natalia. Libertad de expresión, derecho al buen nombre, a la honra
y a la imagen. Guía para periodistas. 2.ª ed. Bogotá D.C.: Universidad del Rosario,
2015, p. 114, parafraseando la sentencia SU-1723 del 12 de diciembre de 2000, M.P.:
Alejandro Martínez Caballero.
25. Corte Constitucional, Sentencia T-904 del 3 de diciembre de 2013, M.P.: María
Victoria Calle Correa.
26. Decisión Andina 486 de 2000: “Artículo 152.- El registro de una marca tendrá una
duración de diez años contados a partir de la fecha de su concesión y podrá renovarse
por períodos sucesivos de diez años”.
Artículo 136.- No podrán registrarse como marcas aquellos signos cuyo uso en el
comercio afectara indebidamente un derecho de tercero, en particular cuando:
[…]
Este literal es la única norma de la DA 486 donde se hace alusión al uso de la imagen
como marca. Por lo tanto debemos entender que una imagen puede adquirir dicha
calidad mientras sea susceptible de representación gráfica y no esté incursa en las
causales de irregistrabilidad indicadas en los artículos 135 y 136. En este sentido,
al señalar el literal transcrito los eventos en los cuales no se admite el registro de la
imagen como signo distintivo, es posible identificar tres elementos esenciales adi-
cionales para que el registro sí sea admitido. Primero, no es susceptible de registro
la imagen que afecte la identidad o prestigio de una persona. Segundo, la imagen
se entiende desde su perspectiva amplia, por cuanto no se limita al retrato sino
que se extiende a cualquier elemento capaz de identificar a un individuo. Tercero,
la exigencia del consentimiento de parte de su titular.
En cuanto al primer elemento, se hace referencia a la afectación a la identidad
o prestigio de una persona por medio del uso de su imagen como marca. Esto
tiene que ver principalmente con el daño al buen nombre, como sería por ejemplo
pretender registrar la imagen de Alejandro Ordóñez, reconocido por sus fuertes
convicciones católico-conservadoras, para identificar juguetes sexuales. Sin embar-
go, la sic ha agregado que para afectar el buen nombre es importante determinar
el grado de conocimiento que pueda haber en el público general acerca del titular
de la imagen. Esto se evidencia en el expediente 12-055272, donde la Dirección
de Signos Distintivos de la sic negó en primera instancia el registro de la marca
“Débora Arango” para identificar artículos de la clase 16 de la Clasificación Inter-
nacional de Niza27. Como fundamento de la decisión la Superintendencia indicó:
27. Específicamente: “papel, cartón y artículos de estas materias no comprendidos en otras clases;
productos de imprenta; artículos de encuadernación; fotografías; papelería; adhesivos (pegamentos)
para la papelería o la casa; material para artistas; pinceles; máquinas de escribir y artículos de oficina
(excepto muebles); material de instrucción o de enseñanza (excepto aparatos); materias plásticas
para embalaje (no comprendidas en otras clases); caracteres de imprenta; clichés”.
Para determinar si una marca afecta la identidad o prestigio de las personas […] es
preciso establecer el conocimiento que pueda existir de éstas en el público general,
aspecto que viene derivado en la mayoría de los casos de la publicidad, difusión y
explotación de la imagen que se ha hecho de éstas debido a su profesión o actividad,
de tal manera que el consumidor tiene una clara y directa remisión a ellas al escuchar
u observar ciertas denominaciones o imágenes que los identifican. Así mismo, es per-
tinente determinar si el signo que se pretende registrar afectaría de alguna manera la
identidad o prestigio de las personas que se buscan proteger.
[…]
Así las cosas, es evidente que el signo en estudio es un nombre de una artista reconocida
por la generalidad de las personas, y que como se puede observar teniendo en cuenta
que el signo pretende identificar […] se evidencia el riesgo de asociación entre la artista
y los productos que se identifican28.
del concepto de imagen que no está limitada al retrato. Así las cosas, si en el signo
solicitado para registro se toma a un particular y se le agregan rasgos caracterís-
ticos de otra persona que el público pueda identificar, esto sería suficiente para
impedir su registro marcario. Recientemente se presentó en Israel un caso donde la
empresa Espresso Club lanzó un comercial protagonizado por un doble del actor
George Clooney. Debido a que la imagen del actor de Hollywood hace parte de
una reconocida campaña publicitaria de una empresa competidora, Nespresso de
Nestlé, se presentó una acción en contra de Espresso Club para que deje de usar el
comercial30. Esta situación podría ocurrir en la Comunidad Andina por cuanto el
derecho de la imagen como signo distintivo se ejerce no sólo contra reproducciones
no autorizadas sino contra imágenes capaces de generar confusión.
En Colombia, un caso representativo de este elemento del literal e) es la solicitud
de registro de la marca “Todo Bien” dentro del expediente 14-176374, a la cual
se opuso el ex futbolista Carlos “El Pibe” Valderrama. Según lo manifestó en su
escrito de oposición, “el uso de esta expresión lleva indiscutiblemente a pensar en
el futbolista y a relacionar el producto o servicio con este personaje público”. Esto
se debe a que en su carrera profesional el jugador hizo célebre el modismo “todo
bien, todo bien”, el cual ha repetido en diferentes campañas publicitarias. De ahí
que la sic le diera la razón en cuanto “el futbolista colombiano ha convertido la
frase ‘todo bien, todo bien’ […] en una particularidad suya por la cual […] es
reconocido en todo el país”31. Sin embargo, rechazó su argumento en cuanto el
signo solicitado es la frase “todo bien” y no “todo bien, todo bien”, siendo sólo esta
última la expresión que se asocia con el “10” de la Selección Colombia32.
Finalmente, el tercer elemento señalado por el literal e) explica que es necesario
contar con el consentimiento del titular o sus herederos para usar la imagen de
una persona como signo distintivo. De hecho, una interpretación extensiva per-
mite interpretar que es incluso posible para un tercero obtener el registro de una
imagen como marca aun si esta atenta contra el buen nombre de una persona,
siempre que se cuente con una autorización previa. Volviendo al caso de Débora
Arango, la solicitante, Cecilia Londoño, aportó mediante su escrito de apelación
una copia del testamento en el cual se le nombraba como heredero universal de
la artista y entonces la marca fue concedida. Fue así como, con fundamento en lo
anterior, la sic optó por revocar la decisión de la Dirección de Signos Distintivos
y concederle el registro marcario.
Resulta entonces claro que es posible usar y amparar el derecho a la imagen a
través del régimen marcario. Sin embargo, es necesario entender que su uso está
condicionado al cumplimiento de ciertos requisitos, los cuales se basan en el respeto
30. Martin, Guy. “Nespresso Sues Israel’s Espresso Club Over George Clooney Lookalike
Brew-haha - Forbes”, en Forbes, disponible en [www.forbes.com], (2 de marzo de 2016).
31. Superintendencia de Industria y Comercio, Delegado de Propiedad Industrial José
Luis Londoño Fernández, Resolución 102998 del 30 de diciembre de 2015.
32. Finalmente la sic optó por ratificar la decisión de primera instancia y negar el
registro de la marca “Todo Bien” con base en su falta de distintividad.
33. Corte Constitucional, Sentencia C-748 de 2011, M.P.: Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
personales. Respondió que “las imágenes [se] encuadran dentro del concepto de
dato personal y en consecuencia, les resulta aplicable el régimen de protección de
datos personales prevista [sic] en la ley 1581 de 2012”34. Así las cosas, para poder
tratar imágenes de terceros se requiere cumplir con los requisitos exigidos por la
ley para el tratamiento de cualquier otro dato personal.
para determinar el objeto del contrato de licencia de uso de imagen. El primer término
es la transferencia. Esta se refiere a la cesión de las bases de datos e implica que un ter-
cero adquiera la calidad de responsable de la información. Por su parte, la transmisión
es el acto por medio del cual se comparten las bases de datos con el encargado, quien
actuará bajo la observancia del responsable. Éste último no pierde su condición pues
el tratamiento de la información sigue estando bajo su responsabilidad. Es importante
destacar además que en ambos casos debe mediar un contrato a través del cual se haga
entrega de los datos y que esto debe haber sido autorizado por el titular.
De conformidad con lo anterior es necesario incluir términos como trata-
miento, titular, encargado, responsable, transmisión y transferencia, dentro de
los contratos de uso de imagen. De hecho, su inclusión facilitaría a las partes el
determinar cuáles son las cargas que la ley les impone respecto del tratamiento de
la imagen de una persona.
debe “informarle [al titular] […] todas las finalidades específicas del Tratamiento
para las cuales se obtiene el consentimiento”. Por otro lado, el artículo 7.º indica
que la autorización puede darse por escrito, verbalmente o “mediante conductas
inequívocas del titular que permitan concluir de forma razonable que otorgó la
autorización”39. Así, la autorización tiene dos características: el conocimiento por
parte del titular acerca del uso que se hará de su imagen y la expresión del con-
sentimiento. Ello resulta coherente con las licencias que tradicionalmente se dan
para el uso de imagen por cuanto estas deben indicar todas las formas en que la
imagen será usada, limitando la explotación a los medios expresamente señalados.
Adicionalmente, se debe demostrar si en efecto el titular autorizó su uso, lo cual
resulta útil para los casos en que la imagen sea explotada comercialmente.
Ahora bien, respecto de la expresión del consentimiento existe un inconve-
niente para las formas de expresarlo indicadas en el artículo 2.2.2.25.2.4. El artí-
culo 2.2.2.25.2.5 establece el deber de los responsables de los datos de conservar
una prueba de la autorización. Pero esta puede ser difícil de obtener cuando el
consentimiento no fue dado por escrito. Por ello, el consentimiento verbal o el
dado por conductas inequívocas debe ser fijado en algún medio, como puede ser
el audiovisual. En consecuencia, el licenciatario debe grabar un video donde el
licenciante de la imagen le confiera dicha autorización.
Por otro lado, los literales k) del artículo 17[40] y f ) del artículo 18[41] de la Ley
1581 establecen el deber de los responsables del tratamiento de datos personales
de implementar unas políticas para dicho tratamiento. Su relevancia radica en
que el incumplimiento de este requisito también puede generar la revocatoria
de la autorización. Es entonces necesario que el licenciatario de una imagen, en
su calidad de responsable de los datos, cuente con dicha política para asegurar la
continuidad de la licencia42.
D. Sanciones
a) Multas de carácter personal e institucional hasta por el equivalente de dos mil sala-
rios mínimos mensuales legales vigentes al momento de la imposición de la sanción.
Las multas podrán ser sucesivas mientras subsista el incumplimiento que las originó;
c) Cierre temporal de las operaciones relacionadas con el Tratamiento una vez transcu-
rrido el término de suspensión sin que se hubieren adoptado los correctivos ordenados
por la Superintendencia de Industria y Comercio;
para adelantar investigaciones por violación al régimen de habeas data. Por lo tanto,
es necesario contar desde el comienzo con la autorización para evitar ser sancionado.
46. Ley 1581 de 2012: “Artículo 10. Casos en que no es necesaria la autorización. La
autorización del Titular no será necesaria cuando se trate de:
“a) Información requerida por una entidad pública o administrativa en ejercicio de sus
funciones legales o por orden judicial;
“b) Datos de naturaleza pública;
“c) Casos de urgencia médica o sanitaria;
“d) Tratamiento de información autorizado por la ley para fines históricos, estadísticos
o científicos;
“e) Datos relacionados con el Registro Civil de las Personas”.
47. Corte Constitucional, Sentencia T-261 del 20 de junio de 1995, M.P.: José Gre-
gorio Hernández Galindo.
48. Corte Constitucional, Sentencia T-261 del 20 de junio de 1995, M.P.: José Gre-
gorio Hernández Galindo.
Conclusiones
La imagen de una persona debe ser vista desde una perspectiva amplia. Debe in-
cluirse cualquier rasgo susceptible de permitir su individualización. Así las cosas,
el derecho a la imagen recae sobre todos los elementos que conforman al individuo
y permiten diferenciarlo de los demás miembros de la sociedad. Para ello es im-
portante reconocer las distintas ramas del derecho que lo regulan, a fin de lograr
así una verdadera protección.
En primer término, el derecho de autor confiere la facultad para autorizar y
prohibir el uso de la imagen por parte de terceros. Además, reconoce un derecho
para su explotación comercial, lo cual dota al derecho a la imagen de un aspecto
patrimonial. A ello debe sumarse la condición de derecho conexo que la imagen
puede tener en determinadas circunstancias. Todo esto tiene una gran relevancia
al momento de elaborar contratos que tengan por objeto el uso de la imagen por
cuanto fija los elementos naturales que deben ser tenidos en cuenta.
La legislación autoral no se queda ahí. La protección a la imagen se extiende
además a los personajes ficticios que reúnan los requisitos de cualquier otra obra.
El resultado son los derechos morales y patrimoniales del autor sobre su personaje.
Bibliografía
Casos
Conceptos
Doctrina
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Normas
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Tratado de Beijing de 2012, Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
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