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Scripta Nova

REVISTA ELECTRÓNICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES


Universidad de Barcelona. ISSN: 1138-9788. Depósito Legal: B. 21.741-98
Vol. XV, núm. 348, 1 de enero de 2011
[Nueva serie de Geo Crítica. Cuadernos Críticos de Geografía Humana]

¡NO MÁS NIÑOS!: ANÁLISIS Y BALANCE DE LA POLÍTICA CHINA DEL


HIJO ÚNICO TREINTA AÑOS DESPUÉS DE SU IMPLANTACIÓN

Daniel Gomà
Investigador ‘Beatriu de Pinós’ (AGAUR)
Dpto. de Historia Contemporánea – Universidad de Barcelona

China e India, son curiosamente los más poblados del mundo, el primero con unos 1337 millones de
habitantes y el segundo con 1181 millones a mediados de 2009[1]. Desde hace tiempo la cuestión de la
superpoblación (o sobrepoblación) ha sido objeto de debate en ambas naciones, existiendo el temor de
que no se pueda alimentar a todos sus habitantes. Sin embargo, diferencias importantes existen entre
los dos países. Aunque coinciden en un crecimiento demográfico espectacular desde 1950, en la India
el fracaso ha sido la tónica general en todas las iniciativas de control demográfico impulsadas por el
gobierno de Nueva Delhi. El de Pekín, al contrario, ha dedicado en los últimos decenios grandes
esfuerzos para controlar el crecimiento de su población. Aunque en las primeras décadas de la segunda
mitad del siglo XX los éxitos fueron significativos, a partir de finales de los setenta los esfuerzos por
contener el número de nacimientos fueron mayores y el control de la natalidad pasó a ser una de las
políticas de Estado del régimen comunista chino.

1971
Conocida por su lema “wan xi shao”, la nueva campaña buscaba recalcar la necesidad de un
matrimonio más tardío (wan), un mayor intervalo en los nacimientos (xi) y menos hijos (shao).
Esta nueva campaña, que se prolongaría hasta 1978, fue la más importante de las tres que tuvieron
lugar en la era maoísta. Asimismo, la planificación familiar entró a formar parte definitivamente de los
objetivos incluidos en los planes quinquenales que tendrían lugar en esta década. Por otro lado, se
impulsó la creación de organismos vinculados a este proyecto como equipos que informaban a la
población urbana y rural sobre la necesidad de frenar el crecimiento poblacional. Ello vino
acompañado de una mejor información sobre el tema a través de los medios de comunicación y de las
acciones de propaganda. La limitación de nacimientos se había convertido ya en una “política nacional
fundamental”.

Menos visible fue la aparición de una práctica coercitiva por parte del régimen que se intensificaría
después de la muerte de Mao en 1976. Aunque el gobierno buscaba ante todo convencer y persuadir a
la población de la necesidad de tener dos hijos como máximo, debía hacer frente al mismo tiempo a
valores y creencias tradicionales (como la familia numerosa como ideal de la felicidad); estos últimos
fueron objeto de duros ataques por parte del Partido. Con el paso del tiempo, las autoridades
empezaron a ejercer una presión social con el fin de garantizar el éxito de sus políticas de control de la
natalidad. Por ejemplo, se recortaron los cupones para necesidades básicas a familias con más de dos
hijos y se amenazó de expulsión de la universidad a los estudiantes que contrajeran matrimonio antes
de finalizar los estudios[16]. Desde el poder se recomendaba retrasar la edad de matrimonio,
advirtiendo que éste a una edad muy temprana solía ser perjudicial, y se afirmaba que la edad ideal
para casarse era después de los 30 años, señalándose que antes de esa edad se carecía de experiencia
laboral y de recursos para llevar adelante una vida familiar adecuada[17]. Por otro lado, se aprecian ya
diferencias entre las zonas urbanas, donde la población era sometida a reglas más estrictas, y las
rurales, cuyos habitantes gozaban de una mayor libertad. Aquellas familias que optaban
voluntariamente por tener dos o menos hijos eran favorecidas por el gobierno con mayores beneficios
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sociales y regalos, especialmente si uno de los cónyuges optaba por la esterilización. En este último
caso incluso se podían obtener promociones laborales y, por tanto, incrementos de sueldo. Se
promocionó el uso de anticonceptivos (biyun yao) y se llevaron a cabo de manera gratuita tres tipos de
operaciones: inserción de dispositivos intrauterinos (DIU, gong nei jieyu qi), vasectomía (shujingguan
jieza) y ligadura de trompas (shuluanguan jieza). Estas operaciones se recompensaban con entre una y
cuatro semanas de baja laboral con sueldo en función de la importancia de las mismas.

1979

La política del Hijo Único conllevaba que las parejas tanto de zonas urbanas como rurales fueran
autorizadas a tener un solo vástago, siendo recompensados con el llamado “certificado de hijo único”
(du sheng zinü zheng). Según lo establecido, toda pareja en edad fértil tenía derecho a obtener métodos
anticonceptivos (biyun fangfa) de forma gratuita, al igual que a operaciones gratuitas destinadas a
frenar el crecimiento poblacional (abortos, esterilizaciones, etc.).

En la práctica, bajo amenaza de recortar sus salarios si no se cumplen las cuotas establecidas en su
zona de actuación, el Estado ejerce un control absoluto sobre la carrera política de los funcionarios
encargados de la planificación familiar y los somete a una fuerte presión con el fin de que lleven a
cabo su tarea de manera firme. A la coerción del Estado se añade la de los poderes locales ya que el
gobierno central otorga importantes inversiones y beneficios económicos a aquellos distritos,
localidades y provincias considerados modelo en la lucha contra la elevada natalidad.

El personal directamente encargado de la planificación familiar (cuadros, médicos, etc.) pasó de los
44.878 de 1979 a 405.999 en 1995[48]. Aunque el crecimiento demográfico continuó, ello fue debido
a que desde mediados de los años noventa se entró en una nueva fase en la que las mujeres nacidas en
el periodo de la Revolución Cultural (años de muchos nacimientos) entraron en su etapa de
reproducción. Entre los objetivos de la tercera (1992-2002) y en especial de la cuarta generación
(desde 2002) de dirigentes comunistas ha sido intentar cerrar la brecha entre el campo y la ciudad, y
ello incluye la política del Hijo Único.

Con la entrada en el siglo XXI las autoridades chinas decidieron dar un paso más allá en su política de
planificación familiar. El censo de julio de 2000 había tenido unos resultados aceptables (unos 1265
millones de habitantes en la RPCh), lo que cumplía con los objetivos de no sobrepasar los 1300 en esa
fecha. Sin embargo, Pekín buscó asegurarse que la política del Hijo Único no descarrilara. Desde 1979
dicha política había sido una norma de obligado cumplimiento pero sus límites legales no estaban
claros. Entre 1978 y 1990 hubo tres intentos fallidos de promulgar una ley a tal efecto y después de
once años de discusiones se logró que en diciembre de 2001 se ratificara la Ley de Población y
Planificación Familiar, que entró en vigor el 1 de septiembre de 2002[49]. Ello había venido precedido
por la directiva impulsada por el gobierno central en marzo de 2000 y conocida como los “tres no
cambios” (san bu bian), esto es, no cambiar la política actual del hijo único, no cambiar el objetivo
fijado de una población no superior a 1400 millones para el año 2010 y una tasa de nacimientos
inferior al 15‰, y, finalmente, no cambiar el sistema de sanciones hacia los responsables del Partido y
los responsables políticos locales cuyas áreas incumplieran los objetivos fijados[50].

La resistencia social: el “fracaso” de la política del Hijo Único en el campo


El gobierno central no tardó en darse cuenta de este problema. La resistencia rural amenazaba con
dañar los objetivos de la política del Hijo Único y, tras la campaña de 1982-1983, las autoridades de
Pekín buscaron rebajar el grado de enfrentamiento en el campo y adoptaron una política más suave,
surgiendo lo que podríamos llamar una política de “dos críos, un hijo varón”. Dicha política,
impulsada a partir de abril de 1984, permitía a las parejas rurales tener un segundo descendiente si el
primero era una niña a cambio de que la pareja aceptara espaciar el nacimiento de los dos hijos como
mínimo cuatro años y que la madre tuviera al menos 28 años de edad cuando naciera el segundo[55].
En la práctica, lo que se instauró fue una política no oficial de “dos hijos” en el campo. Al permitir a
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las parejas campesinas la posibilidad de tener dos hijos, el gobierno buscaba que aquellas aceptaran
mejor la planificación familiar y no fueran más allá, evitando así un enfrentamiento directo que
hubiera podido llevar al incumplimiento absoluto de la norma y el auge masivo de nacimientos en el
campo. Dicho de otro modo, permitiendo algunas excepciones en la política del Hijo Único se evitaba
el fracaso de dicha política. El cumplimiento estricto de tener un solo hijo no se aplica oficialmente en
el campo chino desde 1984.

Otra forma de evitar las consecuencias de la política del Hijo Único es la “compra” de nacimientos,
esto es, la colaboración con funcionarios corruptos. En todos estos casos se hace con la ayuda de
funcionarios que simpatizan con las parejas o aceptan los sobornos de estas últimas. Así, una familia
campesina paga al encargado local de la planificación familiar y éste a cambio hace la vista gorda y no
se registra el nacimiento. Ello tiene lugar casi siempre cuando el recién nacido es una niña y es la
segunda hija del matrimonio. Asimismo, se puede recurrir a alegar que el recién nacido tiene
deficiencias mentales o físicas y se entra en una categoría de posible autorización de un tercer
embarazo. En otros casos se decide entregar el hijo a un pariente cercano sin descendencia, que lo
adopta, y así se puede optar a una nueva oportunidad. Este hecho es relativamente frecuente y ha
llevado a la aparición de un mercado negro de las adopciones, pese a que estas últimas no cuentan con
un certificado de manera oficial. Otra práctica muy extendida es el falso divorcio. La mujer se queda
embarazada y la pareja decide separarse. Según la ley, una mujer en trámites de separación puede
llevar a cabo su embarazo sin riesgo de ser penalizada. Una vez nace el bebé, la pareja, que en ningún
momento se ha separado verdaderamente, “casualmente” se reconcilia y detiene los trámites de
divorcio. En algunos casos, sin embargo, el divorcio es concedido con tanta rapidez que la pareja debe
volver a casarse de nuevo. La colaboración del cuerpo médico también es una manera de saltarse la
ley. Hay médicos que falsifican inserciones de DIU y apuntan que la mujer se ha quedado embarazada
accidentalmente. En otros casos simplemente extraen el DIU, lo que es ilegal en China

Por todo ello, no es extraño que en algunas zonas rurales de China haya familias campesinas con varias
hijas y un solo hijo, este último generalmente el más pequeño de la familia. Se pueden dar casos de
familias con cinco o seis hijas, por ejemplo. Ello ha llevado a un fenómeno nuevo: la aparición de una
población flotante (liudong renkou), es decir, personas que no están registradas oficialmente y de las
que no se tiene constancia de su existencia pero que habitan el país y forman parte de la sociedad. Se
calcula que dicha población flotante sumaba unos 70 millones hacia 1990[57] y actualmente la cifra
supera seguramente los cien millones de personas.

La preferencia por el varón y el desequilibrio sexual en la sociedad china


La sociedad china ha sido históricamente patrilineal y en gran parte patrilocal (aunque este último caso
ha tendido a disminuir debido a la mayor independencia de las parejas respecto a sus progenitores), en
otras palabras, patriarcal. La preferencia por el niño es una tradición heredada del confucianismo, que
enfatiza el valor de los hijos varones. Desde tiempos antiguos, el deber de todo hombre consistía en
tener el mayor número de varones posible para asegurar su descendencia. Así, el tener hijas no era un
problema pues si la esposa era joven a la larga vendría el ansiado descendiente masculino. El estatus
de la esposa iba asociado al nacimiento de hijos varones, mayor cuanto más grande fuera su número.

Las razones están principalmente vinculadas al linaje (transmisión del apellido) pero también hasta una
fecha reciente al cuidado de los padres. Históricamente, el hijo varón vivía con sus padres y heredaba
el hogar paterno mientras que la hija se trasladaba a vivir con su marido y la familia de éste

Ello va asociado en gran medida a la creencia de una superioridad del hombre sobre la mujer heredada
de la ética confuciana[59]. Según esta última, sólo el hijo varón puede llevar a cabo la transmisión de
la línea ancestral de la familia (esto es, el apellido) y es obligación de cada generación el transmitir una
nueva descendencia masculina que continuará el linaje. Ello va estrechamente ligado al culto de los
ancestros, que sólo puede ser realizado por los descendientes masculinos.

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Aparte del linaje, está la cuestión de la herencia. La hija, cuando se casa, pasa a formar parte de otra
estructura familiar, la de su marido, y por tanto la herencia pasa a otra familia. En cambio, si es varón,
la herencia se mantiene dentro del mismo núcleo familiar. Otro hecho es la importancia del vínculo
familiar. Cuando una hija se casa suele trasladarse al hogar de su marido y sus suegros.

El infanticidio femenino. Objeto de mucha polémica tanto dentro como fuera de China, algunos
estudios han demostrado la existencia de esta práctica, si bien todos los datos apuntan a que ésta ha
sido limitada en el espacio y tiempo.

Podemos afirmar que el infanticidio femenino prácticamente había desaparecido a finales de los
noventa en beneficio de otras dos estrategias. La primera es el abandono de niñas, de cuyo incremento
se tiene conocimiento desde finales de los años ochenta y que surge como respuesta al refuerzo de las
medidas de control de la natalidad por parte del régimen chino. Aunque las cifras no son concluyentes,
en los años noventa se estima que hubo unos 160.000 abandonos de infantes, la mayoría niñas,
pasando la mayor parte a cuidado del Estado[64]. Desde comienzos del siglo XXI el número de
abandonos de niñas ha tendido a disminuir y es evidente que a medida que China progrese y se
desarrolle dicha cifra no hará sino descender.

En realidad, tanto el infanticidio femenino como el abandono de niñas han tenido un papel nulo en el
número desigual de varones y mujeres que existe actualmente en China. El factor verdadero y el que
marca un antes y un después es el aborto y más concretamente el aborto selectivo en función del sexo
del bebé.

La identificación prenatal lleva a un aborto selectivo según el sexo del bebé, dicho de otra manera,
numerosas parejas deciden abortar cuando descubren que esperan una niña con el fin de intentar un
nuevo embarazo que desemboque en el nacimiento de un hijo varón. Se calcula que en 1990 los
abortos selectivos en función del sexo representaron un tercio del total de abortos en China y este
número no ha hecho más que crecer desde entonces[65]

Según los estudios demográficos, la proporción media de nacimientos a nivel mundial es de 105-106
niños por cada 100 niñas[66]. En el caso de China, en 1981 esta cifra se situaba ya en 108,5 niños por
cada 100 niñas, un dato sin duda preocupante[67]. Pero es que en los años siguientes esta proporción
no hizo sino agrandarse alcanzando 114 en 1989 y, mas grave todavía, 117 en el censo de 2000[68]

Según dicho censo, en China había unos 1265 millones de habitantes y de ellos el 51,53% eran
hombres y un 48,47% mujeres, situándose la proporción de 106,30 hombres por cada cien mujeres
para todo el conjunto de la población. Actualmente, en China la cifra estaría alrededor de 118-120
nacimientos de niños por cada 100 niñas.

Entre las medidas para frenar el aborto selectivo destaca la idea, no llevada a la práctica todavía, de
recompensar económicamente a las familias que tengan una hija. Pero algunas provincias han ido más
allá y han adoptado medidas más estrictas. Así, por ejemplo, las autoridades de Fujian, Henan y
Shandong han prohibido desde hace años la información relativa al sexo del bebé antes del nacimiento.
Los médicos ginecólogos de dichas provincias tienen vetado informar a las parejas sobre el sexo de su
hijo y se exponen a revocaciones de licencia e incluso amenazas de cárcel si incumplen estas
ordenanzas[69]. De hecho, la Ley de Salud Materna e Infantil aprobada en 1994 ya restringía la
práctica de ecografías y otras técnicas que determinaran el sexo del feto, pero no fue hasta la entrada
en el siglo XXI que se tomaron las primeras medidas serias para combatir el fenómeno de los abortos
selectivos en función del sexo del bebé.

Según diversos estudios, sólo entre 2000 y 2021 habrá un total de 23,5 millones más de jóvenes chinos
que de jóvenes chinas[70]. Peor todavía, según los estudios más alarmistas, si no se toman medidas
urgentes el número de hombres en la franja entre los 15 y los 49 años superará en 40-50 millones al de
mujeres en la misma franja de edad hacia el año 2050[71].
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Algunas conclusiones

Indudablemente, la política del Hijo Único ha causado un gran malestar social en China aunque no
hasta el punto de poner en peligro la estabilidad política del régimen comunista. Estudios diversos
demuestran que más del 60% de las parejas chinas optarían por tener dos hijos si pudieran[82].
Actualmente, el Partido parece haber moderado su política de control demográfico, instalándose entre
las autoridades la idea de que la constancia y el gradualismo sirven mejor que la imposición y la
coacción. A ello no es ajeno el coste económico y social que conlleva el estricto control demográfico.
En este sentido, la retórica oficial se ha ido reduciendo en la última década y se han suavizado algunas
medidas.

Por otro lado, surgen fenómenos nuevos a los que hacer frente. Pese a posibles problemas de
superpoblacion en algunas de las grandes ciudades (Pekín, Shanghai, Guangzhou, etc.) si se aceptasen
dos hijos por pareja, está emergiendo con fuerza el problema del envejecimiento de la población
gracias sobre todo al auge de la esperanza de vida, cifrada en 73,4 años en 2009[83]. La cuestión de
mantener las prestaciones sociales (pensiones, ayudas sociales, etc.) no es un asunto que se pueda
obviar y es un problema al que habrá que enfrentarse con decisión en los próximos años. Algunos
especialistas chinos señalan la necesidad de impulsar los dos hijos por familia como forma de superar
el problema del envejecimiento de la población.

. La China de mediados del siglo XXI tendrá más ancianos que nunca y más pensiones que pagar. Una
sociedad donde mueren más personas de las que nacen es una sociedad que difícilmente saldrá
adelante. Y ello nunca ha pasado en China. Con el fin de hacer frente a estas nuevas realidades sociales
y económicas la Comisión Nacional de Planificación Familiar (CNPF) pasó a denominarse a partir de
2005 Comisión Nacional de Población y Planificación Familiar (CNPPF, guojia renkou he jihua
shengyu weiyuanhui) y se dotó de mayores competencias relacionadas con la población, incluyendo
envejecimiento, empleo, inmigración, etc.

China se encuentra en la tercera y última fase de su transición demográfica, donde los índices de
natalidad y mortalidad han alcanzado los niveles más bajos de su historia. Con una cifra de unos 20
millones de nacimientos anuales en la actualidad, hasta el año 2020 se espera que la población crezca
entre 8 y 10 millones al año para luego estabilizarse en un 0,5% anual hasta que empiece a decaer en
torno al 2030. Con ello, China habrá logrado sus objetivos y es posible que a mediados de este siglo
deje de ser el país más poblado del mundo y otorgue este “honor” a la India.

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