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Después de los años veinte, la filosofía de la ciencia de corte tradicional sufre una modificación

sustantiva con la adopción de la Lógica matemática como un nuevo instrumento de análisis del
lenguaje científico. Así puede diferenciarse, de modo observacional, los textos del Tractatus
Logico Philosophicus de Wittgenstein, de la Lógica de la Investigación Científica de Popper o de
la Introducción a la filosofía matemática de Russell de libros tradicionales y famosos como la
Crítica de la Razón Pura de Kant, que están escritos sin recurrir a lenguaje formalizado alguno.
Y entre los más entusiastas difusores y defensores de este nuevo estilo de pensar y hacer
filosofía se encontraron los miembros del llamado Circulo de Viena o escuela neopositivista,
que, liderados por Moritz Schlick, en sus inicios, asumieron el proyecto logicista diseñado por
Frege, el mismo que trató de ser desarrollado independientemente por Rusell y Whitehead en
su famosa obra titulada Principia Mathematica. La filosofía cultivada por los neopositivista y
por sus adversarios, como Karl Popper, fue reconocida progresivamente como epistemológica
a través de sus versiones en Inglés, pues la palabra “epistemología' parece haber sido usada
muy poco en alemán, Ktoma i el que el término dominarte sigue siendo 'Erkenntnistheoriec, p
su terecto Ciertamente, la segunda denominación está mucho más cerca del tipo de filosofía
que fueron perfilando los neopositivistas, pues ellos no estuvieron centralmente interesados
en el estudio de la facultad de conocer, como si lo estuvo Kant, sino en el análisis del producto
más elaborado de tal supuesta facultad, esto es, del conocimiento científico, el mismo que se
plasma, objetivamente, en conjuntos de proposiciones o enunciados. Cuando éstos están
adecuadamente sistematizados, bajo un orden lógico, constituyen una teoría que presenta la
estructura de un sistema hipotético-deductivo, que es el nombre con el que actualmente se
conoce a la formulación axiomática del conocimiento, tarea que fue cumplida históricamente,
por vez primera, en el campo específico de la geometría, por Euclides (siglo III A.C.) en su obra
genial conocida como Elementos. De esta manera, la Epistemología como disciplina filosófica
rigurosa ha surgido proponiendo el modelo hipotético deductivo como instrumento
conceptual adecuado para dar cuenta de la naturaleza del conocimiento científico y para
establecer un criterio de cientificidad, denominado por Popper de demarcación, que permita
decidir cuándo un conjunto de afirmaciones tiene contenido científico y cuándo no. En este
caso, parafraseando a Thomas Kuhn, diremos que el paradigma hipotético-deductivo desplazó
al paradigma comprensivo, que gozaba de respetabilidad en los años 20 y que había
consagrado la división entre ciencias del espíritu y ciencias de la naturaleza, clasificación que
fue cuestionada por los neopositivistas que aspiraban a una ciencia unificada, explicativa "
predictive El paradi 211a Dilthey sostenía que las ciencias naturales se caracterizaban por
explicar y predecir y las ciencias del espíritu por comprender, lo cual fue inaceptable para los
neopositivistas. De otra parte, la escuela de Dilthey calificó a las ciencias del espíritu de
ideográficas para así eximirlas de la obligatoriedad de expresar sus conocimientos en forma de
leyes o enunciados que pretendan validez universal. La filosofía de Popper, una de las fuentes
de lo que hoy conocemos como Epistemología, siempre enfatizó sus discrepancias con las tesis
neopositivistas, sin embargo, compartió con ellas los temas de discusión, el uso de
instrumentos lógico-matemáticos, la concepción lógica de la estructura de las leyes científicas
y el rechazo al modelo comprensivo y al método basado en el "verstehen" (comprender). De
esta manera sólo es posible probar lógicamente la falsedad de una hipótesis y ello es
compatible con el progreso científico porque el investigador puede aprender de sus errores.
Las variaciones, antes anotadas, no son ciertamente obstáculos para sostener que el modelo
hipotético-deductivo es un aporte tanto de los neopositivistas como de algunos de sus rivales,
tal es el caso de Popper. Y afirmamos que es un genuino aporte debido a que ha viabilizado la
reconstrucción lógica del conocimiento en términos que nos aproximan a decidir con rigor su
verdad o falsedad y ha facilitado, notablemente, la comunicación al interior de la comunidad
filosófica y de la comunidad científica y, también, entre ambas. La obra Principia Mathematica
de Whitehead y Rusell así como las sucesivas axiomatizaciones de la teoría de conjuntos de
Zermelo, Fraenkel y von Neumann son ejemplos ya no de afinidad sino de trabajo instaurador
de la versión contemporánea del modelo hipotético-deductivo. Otros trabajos sobre los
fundamentos del método científico, como el libro La Investigación Científica, de Mario Bunge,
orientados más hacia los aspectos teóricos que a los operativos, también responden a esta
tendencia. los conceptos científicos, los niveles del lenguaje científico y las propiedades que
debe satisfacer una buena teoría. Las repercusiones antes descritas han destacado las
posibilidades integradoras y unificadoras del modelo hipotético-deductivo, lo cual explica el
afianzamiento de la Epistemología, como disciplina, a través del interés creciente que
muestran las comunidades científicas en sus aportes, que son en gran medida
esclarecimientos. El ejemplo de las paradojas de la teoría de conjuntos, resueltas por
diferentes medios, como la teoría de los tipos de Rusell; o las limitaciones del uso del concepto
de verdad, puestas en evidencia por Tarski, son suficientes para ilustrar un aporte esclarecedor
que ha posibilitado poner fin a discusiones desorientadoras o reformularlas en términos que
hagan posibles soluciones precisas. En caso de que T sea una teoría muy importante, este
cambio constituye una revolución científica y puede no ser suficientemente entendida,
inmediatamente, por la comunidad de investigadores. Sin embargo, la crítica de Poincaré, tal
vez, hay que entenderla como una objeción a una pretensión específica del modelo hipotético-
deductivo y no al modelo mismo. Las objeciones radicales han venido de las canteras de
Thomas Kuhn quien es su libro La estructura de las revoluciones científicas, ha sostenido la
inconmensurabilidad de las teorías científicas y sustituido el concepto de verdad de una teoría
por el de vigencia de un paradigma de ciencia normal, entidad conceptual que, según Kuhn,
posee un núcleo teórico pero que, además, tiene componentes irracionales como, por
ejemplo, una institucionalidad con sus jerarquías y autoridades. Consecuentemente, el cambio
de paradigma también acarrea cambios en el concepto de verdad, que carecería de la
objetividad que presuponen los cultores del modelo hipotético-deductivo. No es este el lugar
para abordar con detalle las objeciones de Kuhn sino sólo para anotar sus tesis como adversas
a la solidez del modelo hipotético-deductivo, al cual el filósofo alemán Stegmüller ha
denominado "statement point of view" (punto de vista del enunciado), para oponerlo a
posiciones historicistas, como las del mismo Kuhn, o genéticas como las de Piaget. En lo que se
refiere a este último, sus reservas no están dirigidas, propiamente, al modelo hipotético-
deductivo en cuanto tal sino a sus insuficiencias y a la necesidad de complementarlo con los
aportes de la investigación psicológica experimental para dar cuenta satisfactoriamente del
conocimiento cientifico en su integridad. Sin embargo, sostiene que una aproximación más
completa se logra si no sólo se analiza la lógica del resultado del proceso sino, también, la del
proceso mismo que conduce a la producción de dicho resultado. En otras palabras, no seria
suficiente analizar las teorias, pues para comprenderlas en su integridad sería necesario
examinar el proceso cognitivo que las produce, esto es, el modelo hipotético-deductivo
debería ser complementado con un estudio psicogenético del Asimismo, desde este ángulo, el
modelo hipotético deductivo sólo podría tener alguna utilidad si se lo inscribe dentro del
marco del pensamiento dialéctico y se lo depura de todo aquello que se oponga a las leyes
generales de la dialéctica. La objeción anterior asume la hipótesis de que la Lógica-matemática
sólo dispone del concepto que hoy se conoce como de consistencia simple, el mismo que
coincide con la concepción aritotélica de consistencia.

Aunque no es lo usual, el modelo hipotético deductivo puede utilizarse sin modificaciones


substanciales tolerando un cierto nivel de contradicción posible, próximo a la contradicción
dialéctica, para lo cual es suficiente recurrir al concepto de consistencia absoluta, que tiene
mayor generalidad que el de consistencia simple y que puede utilizarse en sistemas lógicos sin
operador de negación, explícito, como los construidos usando el lenguaje de Nicod. Para ello
es suficiente definir dentro de un lenguaje L, un sistema S, cuyo conjunto de fórmulas es mayor
que el conjunto de sus teoremas. Este expediente sería suficiente para resolver la objeción de
origen dialéctico dirigida contra la lógica que usa el modelo hipotético-deductivo. Además,
mediante la aplicación de reglas lógicas conocidas en la lógica standard, la contradicción
producida por A y no-A genera otras tantas como deseemos, y así tendríamos Bi, y no-Bi, B2, y
no Bz, y así, sucesivamente, de tal manera que una teoría contradictoria tiene como limitación
el imposibilitar la comunicación científica fiable, pues igualmente puede afirmar la existencia
de ciertos hechos como negarla. Por lo tanto, la pretensión fundamental del modelo
hipotético-deductivo no es afirmar que la naturaleza o la realidad carecen de contradicciones,
sino que el discurso que las describe debe ser coherente o consistente para posibilitar una
comunicación científica fiable. Ello debido a que hay sectores de la Psicología, la Lingüística y la
Economía, entre otros, que pueden ser aproximados, en sus formulaciones finales, al modelo
tripotético deductivo, el mismo que es más una manera de organizar el conocimiento que de
producirlo. Sin embargo, cuando se trata de la Historia del Perú, de la de América, o de la
Historia Universal, la situación es más compleja porque necesitamos un conjunto muy grande
de criterios de relevancia para seleccionar lo que estimamos más significativo dentro de un
ámbito multívoco y de fronteras muy difusas. Y si es verdad que la reconstrucción presupone la
vigencia de leyes, éstas no tienen que ser históricas sino pueden pertenecer a los diversos
dominios de ciencias particulares como la de Física, la Química, la Biología, la Lingüística, la
Filología, etc. El principio de que el todo es mayor que la suma de las partes y posee
propiedades que estas no tienen por separado, puede sujetarse a control observacional en
pequeñas dimensiones, pero tiende a asumir caracteres metafísicos cuando se hace
extrapolaciones a grandes dimensiones, especialmente en el plano de las ciencias humanas.
Este proceder no conducirá a instauración de sistemas hipotético-deductivos, pero si a
reconstrucciones cuya mayor o menor exactitud puede ser constatada con los hechos. El otro
factor que explicaría la debilidad generalizada de las ciencias sociales es que en este caso tanto
el sujeto cognoscente como el objeto de estudio coinciden en el hombre, lo que facilita que los
intereses sociales en pugna, expresados a través de ideología, perturben la objetividad del
conocimiento y, en muchos casos, lo desnaturalicen.

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