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TEMA 1

SOCIEDADES PREINDUSTRIALES

El origen de la humanidad se data hace aproximadamente 200.000 años en el suroeste de la actual Etiopía.
Durante miles de años, la principal preocupación de los humanos fue sobrevivir.
El gráfico 1.1 ilustra la evolución del PIB per cápita y la población mundial durante la era común (EC).
El PIB per cápita o por habitante es un indicador habitual para valorar el bienestar económico en el largo plazo.
Revela cómo ha cambiado la capacidad o poder adquisitivo desde el año 1 hasta 2010. En el gráfico 1.1 se pueden
distinguir dos épocas claramente diferenciadas y un periodo de transición. Por un lado, un dilatado período
caracterizado por el estancamiento o por un lento crecimiento del PIB per cápita y de la población mundial. Por
otro, una época marcada por el rápido progreso tanto económico como demográfico. Entre ambas, un periodo de
transición durante el cual la población mundial creció más que el PIB per cápita.

Desde la segunda mitad del siglo XIX, el bienestar económico mejoró sustancialmente. Además, este
progreso económico vino acompañado por un boom demográfico. No obstante, el progreso económico ha sido
muy desigual geográficamente. Esta divergencia es uno de los fenómenos económicos más estudiados, y se conoce
popularmente como la Gran Divergencia. En Europa, los Offshoots y Japón el bienestar económico es hoy mayor
que en el resto de los países y muy superior al de aquellos, localizados fundamentalmente en África, que ocupan
las últimas posiciones en PIB por habitante. La República de Corea, Singapur, Taiwán, junto con algunos países
exportadores de petróleo, son la excepción.
1. La época preindustrial

El periodo de transición entre la caza-recolección y la agricultura-ganadería, se conoce como Revolución


Neolítica - la nueva (‘neo-‘) Edad de Piedra (‘-lithos’). La Revolución Neolítica fue uno de los episodios históricos
más importantes porque permitió incrementar la producción de alimentos y así abastecer a grandes poblaciones.
Esta primera gran divergencia no fue exclusivamente demográfica. La experimentación con plantas y
animales alteró su genética. El consumo de carne, huevos y leche y el contacto diario con animales estabulados
también transformó la genética humana. Las enfermedades transmitidas por los animales, el progreso demográfico
y la mayor concentración de personas dieron lugar a las primeras epidemias.
Estas primeras civilizaciones se ubicaron cerca de ríos. El excedente resultante era almacenado en
graneros y silos. En este sentido, las grandes civilizaciones fueron habitualmente sustentadas por un cereal (trigo,
arroz, maíz). El almacenamiento permitía afrontar algún año de mala cosecha, fuera por sequías o guerras. Las
tareas diferentes por los miembros de una comunidad o sociedad dieron lugar a una diferenciación social y, por
tanto, una primera especialización productiva. En este contexto, la industria y el comercio florecieron. La división
social del trabajo trajo consigo una estratificación social que, a su vez, vino acompañada por una jerarquización

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de la sociedad. Pero ninguna civilización fue eterna. El auge fue seguido por guerras, hambrunas o epidemias.
La caída de estas grandes civilizaciones frenó entrado el siglo XVIII.

LA TRAMPA MALTUSIANA
Malthus relacionaba el lento progreso demográfico con la incapacidad de una economía para abastecer
de alimentos a su población. Las sociedades preindustriales estaban atrapadas en una trampa maltusiana. Según
dicho estudio demostró que cuando la demanda de alimentos aumenta, como resultado del progreso económico
y demográfico, la necesidad de aumentar la oferta exige mejorar el rendimiento por hectárea cultivada o cultivar
nuevas tierras y se necesitan unos avances tecnológicos.
En ausencia de estos avances tecnológicos, la única manera de aumentar la producción es el cultivo
extensivo, es decir, cultivar más tierra y/o emplear más trabajadores. El cultivo de nuevas tierras, habitualmente
tierras menos fértiles, puede mermar (disminuir) la productividad por hectárea. Igualmente, el aumento del
número de trabajadores puede reducir la productividad por trabajador. Estos rendimientos decrecientes impiden
que la oferta de alimentos crezca tanto como la población. Cuando la población es mayor que la capacidad de
producir alimentos, la sociedad ha alcanzado su techo maltusiano.
En estas circunstancias, cuando la demanda de alimentos crece en mayor proporción que la oferta, es
decir, cuando una sociedad se aproxima al techo maltusiano, la presión alcista de los precios de los alimentos
reduce el poder adquisitivo y, consecuentemente, el bienestar económico. Malthus advirtió que cuando los
ingresos caen por debajo del nivel de subsistencia, la población puede regularse mediante frenos preventivos que
están asociados con una reducción voluntaria de la natalidad.
Finalmente, el círculo se completa cuando la oferta de alimentos crece en mayor proporción que la
demanda, la disminución de los precios conlleva un aumento del poder adquisitivo, mejoras nutricionales, y una
diversificación del consumo de manera que los frenos maltusianos se debilitan y la población vuelve a crecer.
La trampa maltusiana, por tanto, es un mecanismo que imposibilita que tanto bienestar económico
como población aumenten simultáneamente en el largo plazo. Las sociedades preindustriales estaban
estancadas en la trampa maltusiana. Tras la Revolución Industrial, el progreso económico y demográfico ocurrió
de manera continua y sostenida en algunos países, que pudieron escapar de la trampa maltusiana.

Conceptos importantes:
• Tasa (bruta) de natalidad = número de nacidos por cada mil personas al año. Puede variar mucho entre
sociedades. El máximo biológico ronda el 60 por mil. Algunos países de África aún rondan el 55 por mil. La
Inglaterra preindustrial consiguió mantenerse por debajo de 30 por mil. La tasa de natalidad de cada sociedad
aumenta cuando aumentan los niveles materiales de vida.
• Tasa (bruta) de mortalidad = número de fallecidos por cada mil personas al año. En una población
EW546O3estacionaria, esperanza de vida = 1/tasa de mortalidad. Por tanto, también = 1/tasa de natalidad.
La tasa de mortalidad decrece al aumentar los niveles materiales de vida
• Estándares materiales de vida = cantidad de bienes y servicios consumidos en una sociedad. Para la
mayor parte de la historia, consistieron principalmente en comida, vestido y hogar. Son comparables en el tiempo.
Los niveles materiales de vida caen cuando la población aumenta.

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La presión demográfica estimuló el cultivo intensivo y, consecuentemente, la innovación tecnológica.
Además, la construcción de grandes infraestructuras como acequias, canales, carreteras, puentes o puertos,
orientadas a mejorar la agricultura, el transporte y el comercio demandaba una gran cantidad de trabajadores y un
elevado grado de organización social. De esta manera, el progreso tecnológico estuvo ligado al progreso
demográfico.
En 525 AEC, el imperio Persa conquistaba Egipto. El imperio persa comprendía Mesopotamia, Turquía
y Egipto. La expansión persa, que había sido iniciada con el rey Ciro ‘el Grande’, fue contenida en Europa por las
ciudades-estado griegas. Alejandro III (‘Alejandro Magno’), rey de Macedonia, derrota a los persas y helenizaba
Oriente Medio y Egipto. La conquista militar macedonia vino acompañada de la fundación de ciudades y de la
apertura de rutas comerciales. Estas rutas se ampliaron por toda Asia tras el auge del Imperio Romano y el Imperio
de China (gracias a la Gran Muralla China) - la ruta de la seda.
En Europa y el norte de África, la caída del imperio Romano de Occidente en el año 476 y las grandes
migraciones de Anglos, Francos, Godos, Hunos, Ostrogodos, Sajones, Vándalos o Visigodos provocaron una
extraordinaria fragmentación política. La coronación de Carlomagno como emperador del Sacro Imperio Romano
fue uno de los primeros pasos. Las cruzadas tenían como objetivo la conquista de Jerusalén para estimular la
actividad comercial (llegaron productos como arroz, naranja, seda, azúcar, brújula, papel, pimienta). Esta
expansión comercial fue aprovechada por algunas ciudades-estado como Génova y Venecia.
Esta primera expansión comercial fue interrumpida por una gran epidemia, la Peste Negra (1346-1353).
En 1346, la colonia genovesa de Caffa documentaba un caso de peste bubónica. La peste se propagó rápidamente
tanto en Europa como Asia a través de las rutas comerciales. Europa falleció casi un tercio de la población. La
Peste Negra debilitó las estructuras económicas y sociales. La extrema mortalidad provocó una gran escasez de
mano de obra. Por esto, el bienestar económico de los que sobrevivieron mejoró. Las rentas obtenidas del trabajo
o salarios aumentaron y algunos trabajadores se convirtieron en propietarios. Las rentas obtenidas de la tierra
disminuyeron. El comercio se intensificó de nuevo a partir del siglo XV.
En Occidente, la caída de Constantinopla en 1453 marcó el auge Otomano y el declive de Bizancio. La
expansión otomana también debilitó la posición que Venecia y otros Estados europeos disfrutaban en el
Mediterráneo. El imperio Otomano se extendió primero por Oriente Medio y después por la península arábiga. El
avance otomano fue finalmente frenado por una coalición de Estados europeos coordinados bajo el Sacro Imperio
Romano. La presencia otomana en el Mediterráneo oriental estimuló el comercio atlántico.
En 1492, Cristóbal Colón llegaba al nuevo mundo y unos pocos años más tarde Vasco da Gama descubría
la ruta marítima a la India bordeando África a través del cabo de Buena Esperanza. El descubrimiento de
América y la apertura de la ruta marítima a la India dieron lugar a la era de los descubrimientos y a una
expansión comercial durante los siglos XVI y XVII. El descubrimiento de América permitió colonizar nuevas
tierras, extraer recursos minerales como plata y oro, e introducir en Europa y Asia, entre otros, la patata, la batata,
el tomate o el maíz. La abundancia de tierra fértil en el nuevo mundo junto con la escasez de mano de obra y la
creciente demanda de azúcar, algodón, café y tabaco estimuló el desarrollo de plantaciones y, en consecuencia, el
comercio de esclavos. La plata americana facilitó el comercio entre Occidente y Oriente.
Con la apertura de la ruta marítima a la India por el cabo de Buena Esperanza, el comercio de la pimienta
y otras especias, azúcar, porcelana, té, y tejidos de algodón y seda, se intensificó. El volumen del comercio
mundial aumentó dando lugar a un primer impulso globalizador y las primeras grandes compañías de comercio.
En resumen, la expansión comercial de los siglos XVI y XVII permitió una mayor acumulación de capital y
estimuló una profunda transformación del marco institucional. El liderazgo comercial de los Países Bajos y Gran
Bretaña precedió la Revolución Industrial. Por tanto, cabe destacar que la actual economía mundial se cimentó
durante la época preindustrial.

2. La formación del mercado de tierra


Feudalismo – época que abarcara desde la caída de Roma (476 - transición del Alto al Bajo Imperio)
hasta la segunda mitad del siglo XV. Según su significado económico, se identifica como un régimen de
prestaciones y de explotación agraria. El feudalismo ha quedado asociado al desmoronamiento paulatino del
Imperio romano. Hasta entonces, la economía imperial romana se había fundamentado en la imposición militar
de un régimen tributario en un creciente territorio conquistado. El control férreo de las rutas comerciales
mediterráneas aseguraba el suministro alimentario de la capital. Las tierras anexionadas se transformaban en

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provincias dependientes de Roma y se repartían en latifundios - grandes extensiones explotadas en un régimen
abierto de esclavitud propio de la antigüedad; o minifundios – fincas rurales que, por su reducida extensión, no
puede ser objeto por sí mismo de cultivo en condiciones remuneradas. La institución del colonato consistía
originalmente en asentar a veteranos de guerra (assidui) en aquellas nuevas provincias, encomendándoles el
cultivo, la obtención de recursos y la construcción de infraestructuras que comunicasen con la metrópoli.
Definición aproximada: jerarquía piramidal (implicaba desde los reyes hasta los campesinos) existente desde la
Edad Media, que consistía en obligaciones mutuas y derechos relativos a la tierra y al trabajo.
Vasallos – parte de la población que realizaba prestaciones para sus señores como un acto de homenaje y
asumían una posición jerárquica subordinada a cambio de un “beneficio” (o feudo), consistente en el derecho a
poseer y transmitir tierras e inmuebles, así como a ejercer privadamente funciones de naturaleza pública relativas
al gobierno territorial: legislar, impartir justicia, imponer tributos, reclutar, acuñar moneda… Las “relaciones
feudovasalláticas” se establecían entre miembros de la nobleza, frecuentemente como garantía de mutua
protección. Surgieron en la Francia carolingia en el siglo X.
Trabajadores libres - sustituyeron a los esclavos, porque estos eran más caros por escases, en las tareas
del campo. La esclavitud seguía practicándose en el ámbito doméstico, pero no era rentable mantenerla a gran
escala.
Manumisión - la concesión de libertad en recompensa por servicios prestados.
Colonato - es la forma de tenencia de la tierra en el régimen feudal señorial.
Colono - trabajador libre o emancipado. Recibía el “dominio útil” de una parcela del terrateniente y el
deber de transmitirlo por herencia a cambio de un canon de renta prestablecido. El dominio útil autorizaba a
cultivarla y a apropiarse de la parte excedente de dicha renta. El “dominio directo” de la parcela, que permitía
enajenarla a terceros y percibir la renta, quedaba sin embargo en manos de una familia patricia.
Reserva – tierra que explotaba el terrateniente directamente.
Mansos – cada una de las tierras primordiales, exentos de cargos, que solían poseer las parroquias y
algunos monasterios.
Cultivar extensivamente - aplicar más tierra, trabajo y capital para producir más alimentos. La demanda
de alimentos crece más deprisa que su oferta; presiona sus precios al alza y reduce los salarios reales al nivel de
subsistencia (lo suficiente para sobrevivir). La economía feudal consistía en las prácticas de cultivo de manera
extensiva, que conllevan a rendimientos decrecientes de los factores en la producción
Mercado - está localizado físicamente y mueve un creciente, aunque todavía escaso, volumen de
intercambios. Pero no existe todavía como institución. Esto es debido a que los costes de producción no podían
establecerse según las “condiciones de mercado” actuales. La imposibilidad para determinar rentas, intereses y
salarios a través de la oferta y la demanda de los factores impide valorar los costes y, por tanto, no hace viable la
determinación de los precios y los márgenes de beneficio que solemos entender hoy en día. La ineficiencia en los
mercados de factores:
- tierra no podía venderse libremente. Su oferta estaba limitada por el derecho sucesorio, por las
necesidades comunes del municipio, por su cesión a instituciones religiosas, por las concesiones históricas a las
asociaciones ganaderas y por las regalías y privilegios de amortización.
- precio de la tierra depende básicamente de la disponibilidad de suelo cultivable y de la presión
demográfica. Una parte de las rentas de la tierra se estipulaba habitualmente en especie, lo que dificultaba la
valoración e incentivaba la ocultación de excedentes.
- trabajo tampoco solía regularse contractualmente. Estaba condicionado a prestaciones
personales: corveas (obligación de trabajar gratuitamente en las tierras del señor feudal), millones (servicio que
los reinos tenían concedido al rey sobre el consumo de determinados productos, que se renovaban de seis en seis
años), diezmo (contribución que pagaban los fieles a la Iglesia, consistiendo en la décima parte de sus frutos); y
jurisdiccionales: moliendas (renta que se paga por moler el trigo), pontazgos (derechos que se pagan por pasar
el puente), portazgos (derechos que se pagan por atravesar la puerta), peajes, gabelas, sisas (impuestos que se
pagan por géneros comestibles, reduciendo las medidas, al entrar en la ciudad), entre otras tantas figuras. Todas

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ellas obligaban al trabajador a cumplir determinadas obligaciones a favor de los privilegiados. A menudo era
remunerado en especie.
El derecho natural sobre la propiedad y su transmisión - es la institución que suple la insuficiencia de
los mecanismos de mercado en el feudalismo. Su transmisión estaría legitimada por herencia. Los arrendatarios
adelantan el capital circulante (semillas, preparación del terreno); intercambian su esfuerzo por un salario de
subsistencia y entregan al fin el excedente al terrateniente en forma de rentas de la tierra. ´
Terratenientes - son aquellos quienes distribuyen el excedente agrícola, obtenido en forma de rentas, en
función de sus necesidades de consumo, comodidad y lujo.
Las letras de cambio se difundieron como instrumento financiero en ferias y postas para minimizar el
peligro de transportar moneda metálica a través de largas distancias. El riesgo de incurrir en bancarrota por
emprender aventuras comerciales individuales fue, por su parte, la clave para la formación del capital mercantil.
Dominio eminente – derecho que tenía el monarca sobre la jurisdicción territorial de sus vasallos. Éste
le otorgaba el derecho natural de ceder o de retirar el beneficio de la posesión, generalmente a la nobleza o a
concejos municipales con determinados derechos históricos.
Regalías - derechos que puede ejercer un monarca, refrendados por las Cortes. El rey retenía en la práctica
del derecho de dominio eminente sobre la totalidad del territorio. Su jurisdicción se entrelazaba con el dominio
directo de las tierras e inmuebles de los episcopados y, por tanto, con el dominio eminente de Roma. La doctrina
regalista surgirá en el siglo XIII con la pretensión de liquidar este conflicto, dando primacía al dominio eminente
del rey frente a la Iglesia. El regalismo nace con simultaneidad a las grandes monarquías feudales, y adquirirá una
gran relevancia en la configuración de los estados-nación. La nobleza es el estamento sobre el que recae el dominio
directo de la mayor parte del territorio.
El señorío - es la institución que regula las relaciones económicas y jurídicas entre cada noble y la
población del territorio bajo su dominio directo. El señorío gozaba de autonomía jurídica y administrativa y
atribuía a su titular diversos derechos jurisdiccionales, territoriales y personales. No se limitaban a la percepción
de las rentas en especie o en metálico, sino que incluían otros conceptos por el uso ocasional de inmuebles, como
silos, almacenes, molinos, almazaras, la alcabala para la Corona y del diezmo para la parroquia. Una de las formas
más comunes del señorío es el mayorazgo, inalienable y vinculado.
Mayorazgo – instituciones del derecho civil que permite transmitir por herencia al hijo mayor la
propiedad de los bienes de la familia.
Enfiteusis - modalidad de arriendo que exigía el pago previo del laudemio, comparable a una “entrada”
como garantía pagadera en un plazo único. El enfiteuta no podía vender la parcela; la ocupaba y cultivaba en
usufructo, pudiendo apropiarse del excedente una vez detraídas las rentas territoriales y las cargas personales
señoriales y eclesiásticas.
Propios - parcelas cuyo dominio útil era entregado en enfiteusis por el cabildo municipal a familias
campesinas que cumplían requisitos patrimoniales prestablecidos.
Comunes - eran terrenos destinados al uso de la mancomunidad. Por lo general eran de escasa fertilidad
y estaban acotados. La población tenía libre acceso para aprovisionarse de leña, de pesca y de caza para el
autoconsumo.
Tierras concejiles - englobaban a todas las pertenecientes al concejo municipal.
Realengos – terrenos que pertenecía al estado. Depende de la orden directa del rey.
Manos muertas – tierras que pertenecían al clero.
Yermos/ baldíos – tierras que no producen cultivo.
Alodios — eran pequeñas propiedades de campesinos libres. Como tales, no estaban sometidas a la
jurisdicción del señorío. Con el paso de los siglos, los alodios se hicieron cada vez más raros, absorbidos por los
municipios y, por tanto, engrosando el patrimonio señorial.

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3. El campo y la ciudad: agricultura, protoindustria y manufacturas
La práctica agrícola feudal es extensiva. Por lo general, las tierras de escasa fertilidad conservan cierta
aptitud para el sembrado de cereales. En el aspecto técnico: se dependía de la disponibilidad de fuentes de energía
para aumentar el rendimiento de los cultivos como leña, carbón vegetal, agua, animales de tiro.
El cultivo bienal, “de año y vez”, que alternaba trigo y barbecho, era el característico en los campos de
la Europa bajomedieval. El suelo requería un reposo periódico (el barbecho) para recuperar su fertilidad. La mitad
de la superficie descansaba para recuperar los nutrientes y servía de pasto a la cabaña ganadera, mientras la otra
mitad era explotada. El rendimiento del cultivo estaba condicionado por la escasez de estiércoles de origen animal,
como la bosta bovina o la gallinaza. Estos abonos aportaban nitrógeno, un elemento de la molécula de la clorofila
indispensable para el metabolismo de las plantas y, especialmente, en la fotosíntesis y en la capacidad de las raíces
para absorber el fósforo.
El sistema trienal de cultivo surgió como respuesta a la infrautilización del suelo en la Inglaterra del siglo
XII. Consistía en la división de la parcela en tres partes, trabajadas en rotación. Una parte era sembrada con
cereales de invierno, como el trigo o el centeno. En la segunda se plantaban legumbres y cereales de primavera,
como la cebada, y la tercera quedaba en barbecho.
En los siglos XII y XIII las ciudades eran los centros de actividad económica gracias al crecimiento de la
producción agrícola. Una de las consecuencias más notables del resurgir de las ciudades fue la monetización de
la economía. Los intercambios en especie, tan frecuentes en el mundo rural, eran más difíciles de practicar en el
entorno urbano. A medida que la circulación monetaria se aceleró, la posibilidad de acumular riqueza se extendió
a toda clase de actividades lucrativas. La relajación de las exigencias señoriales permitió a la población rural
buscar alternativas de empleo en los núcleos urbanos próximos. Desde ese momento, la ausencia de privilegios
de nacimiento no era razón para no tener fortunas, ejemplo: los Medici o los Fugger.
Protoindustria - Desde el siglo XIII, era una industria rural que proveía de bienes a la población urbana.
Era una forma de trabajo individual o familiar, a domicilio (putting out o verlag system). La pañería era una de
las actividades principales. Limitaciones: poca disponibilidad de capital fijo (telares) y necesidad de crédito (bajos
excedentes). Esta protoindustria sería clave para la llamada “revolución industriosa”.
Gremios - constituyeron la forma de organización artesanal más difundida en las ciudades durante las
Edades Media y Moderna. Se inspiraban en las cofradías religiosas, unas agrupaciones profesionales creadas
únicamente con fines religiosos de beneficencia. Estas instituciones típicamente feudales reunían a los artesanos
de un mismo oficio bajo la protección de la autoridad municipal, que les concedía privilegios para el abasto de
materias primas, así como el monopolio sobre la producción y la comercialización de determinados bienes. Su
aparición debe relacionarse con la defensa de intereses comunes frente al resto de la sociedad. Recaudaban
impuestos sobre los obrajes e incluso para la formación de la mano de obra. Tal contribución era recompensada
con la representación en los parlamentos municipales y no estaba exenta de conflictos. Las jurandes eran
corporaciones gremiales de maestros de oficios. Se las llamaba así por el juramento de observancia y de
solidaridad que obligaba a sus integrantes. Los jurados, maestros que en un principio eran escogidos por sorteo
para representar a su gremio en el cabildo durante uno o dos años, terminaron adueñándose literalmente de sus
cargos. Incluso podían venderlos o dejarlos en herencia. Había limitaciones para entrar o ascender de categoría.
Manufacturas o fábricas reales –estaban destinas a la producción de artículos de lujo (textiles finos,
cristalería, tapices, etc.). Tenían un mayor grado de especialización en el proceso productivo. Se localizaban cerca
de las ciudades. Aunque tenían inversiones considerables de capital fijo (maquinaria), seguían siendo intensivas
en trabajo (exigían mucha mano de obra). Muy protegidas por los estados (mercantilismo).

4. Transacción a la Edad Moderna – desde la caída de Constantinopla en el 1453 o el descubrimiento de


America en 1492 hasta la Revolución francesa en 1789. El derrumbe del Imperio romano de Oriente alteraría
también las rutas comerciales tradicionales. Una nueva fase de agotamiento del modelo de crecimiento agrícola
extensivo, resultado de la recuperación demográfica tras la Peste Negra. El crecimiento demográfico y la
expansión comercial causaron un crecimiento de las ciudades a finales de la Edad Media y comienzos de la
Moderna.
En el Renacimiento hubo un movimiento hacia los modernos estados-nación. Consistió en reagrupar
pueblos europeos diversos bajo unidades políticas, legales, sociales y económicas superiores.

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Mercantilismo. Entorno intelectual e institucional que implicaba la intervención de los gobiernos para
maximizar la riqueza de esos estados-nación. El mercantilismo no constituye una doctrina económica. Forman un
conjunto heterogéneo de recomendaciones de política económica y de prácticas comerciales muy diferentes,
diseñadas en función de la dotación de recursos, de la base preindustrial y de los mercados coloniales de cada
naciente estados-nación.
En tales condiciones, la imperiosa necesidad de recursos y de metales preciosos para financiar las
campañas motivaron la expansión europea por el mundo. Portugal fue un actor decisivo, al conectar los circuitos
comerciales medievales europeos y transaharianos desde Ceuta explorando las costas africanas. Mientras tanto,
Bartolomeu Dias doblaba el cabo de Buena Esperanza (1487) y abría un camino alternativo hacia el Índico.
Castilla exploró y colonizó grandes áreas de América desde 1492. Inglaterra alcanzó la costa de Nueva Escocia
(Canadá) en 1497, pero no sería hasta 1607 cuando estableciese su primer asentamiento permanente en suelo
norteamericano. Por su parte, las carabelas andaluzas se veían abocadas a atravesar el Atlántico y arribaban en las
Indias Occidentales (1492).
El tratado de Tordesillas (1494) - Delimitaría las aspiraciones de Portugal y de Castilla con una línea
imaginaria a 370 leguas de Cabo Verde. Otras naciones de la Europa atlántica emprenderían en adelante
expediciones con idéntico pretexto. Los portugueses no estaban de acuerdo con esta delimitación.
El Tratado de Zaragoza (1529) dibujó una nueva línea de delimitación en el Pacífico, tras el
descubrimiento de las islas Molucas por Portugal.

Otras expansiones europeas: Norteamérica:


- En 1607 los ingleses fundaron Jamestown (Virginia).
- En 1608 los franceses fundaron Quebec.
- En 1624 los holandeses establecieron Nueva Ámsterdam.
- En 1643 una colonia sueca se estableció en la actual Pennsylvania. La colonia pasó a manos
holandesas en 1655 y, más tarde, a los ingleses.
El inesperado descubrimiento castellano de ingentes cantidades de plata y de mercurio fue el acicate
(incentivo) para la conquista de América. Las entradas de plata pasaban de inmediato a formar parte de las rentas
reales con las que se financiaban posteriores expediciones. La monarquía concedía el privilegio del comercio
americano a mercaderes particulares castellanos, con el acuerdo de que no traficasen privadamente ni con la plata
en lingote ni con la especia. Los inconvenientes de este modelo saltan a la vista: además de fomentar el
contrabando y el tráfico de platerías elaboradas, el monopolio de la Corona dificultó la formación de fortunas
comerciales familiares que encabezasen el posterior despegue preindustrial. El modelo de explotación castellano
consistió inicialmente en la conquista, para asegurar los principales yacimientos de plata y en la implantación de
una estructura administrativa y de gobierno virreinal con dos polos (Perú-Nueva España) que se ampliaría en
adelante con los territorios de Nueva Granada y Río de la Plata. Los principales asentamientos se realizaron en
torno a los yacimientos de plata y azogue y en los puertos de tránsito, para facilitar el traslado de los metales hacia
Sevilla. La fuerza de trabajo era casi exclusivamente indígena y esclava, al menos hasta que en 1530 una encíclica
de Clemente VII los redimiese nominalmente de tal condición.
El mercantilismo británico tiene su forma más primitiva en el “metalismo” o “bullonismo”. Hasta
mediados del siglo XVII, los propios mercaderes ingleses recomendaban estrictas prohibiciones a la exportación

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de metales preciosos y en el cambio exterior. A partir del último tercio del siglo XVII se impone una versión más
sofisticada del mercantilismo británico. Si entra oro en Inglaterra los precios interiores crecen, las exportaciones
disminuyen y las importaciones aumentan. Por tanto, todo metal precioso que entre en el país saldrá de él tarde o
temprano: atesorarlo carece de sentido. La riqueza sólo puede consistir en el comercio, afirmó, creando empleo
en las manufacturas nacionales. El pensamiento mercantilista británico y holandés tuvo su reflejo en las prácticas
legales y organizativas del comercio a gran escala. Los seguros se difundieron y las compañías mercantiles
florecieron desde el siglo XVII. Los comerciantes diseñaron las chartered companies: compañías de capitales
conjuntos con el aval de la Corona. El comercio triangular británico, desarrollado por esas Compañías e inspirado
en el modelo esclavista portugués, es una de las claves para entender el despegue del textil algodonero y, por
tanto, su pionera Revolución Industrial. Una de las condiciones del éxito del tejido de algodón fue la baratura de
sus inputs.

REVOLUCION DE LOS PRECIOS


El inicio de la Revolución de los Precios (1535-1610), una persistente inflación sin precedentes en la Europa
moderna, coincide con el fin de la aventura incaica de Francisco Pizarro y con la puesta en explotación de las
minas de Huancavélica y del Potosí. En España, la masa monetaria se triplicó y la inflación media anual
acumulada fue de un 2% entre 1540 y 1620. La Revolución de los Precios ha sido explicada por la concurrencia
de tres fenómenos:
1. El incremento acelerado de la masa monetaria en el Viejo Continente y su relación causal con el
nivel de precios;
2. El contexto de estancamiento económico derivado de los límites al crecimiento agrícola expansivo;
3. La ausencia de cambios significativos en la velocidad de circulación del dinero, consecuencia del
patrón metálico y de la escasa innovación en las instituciones financieras.
El resultado más sorprendente de la investigación sobre este proceso consistió en la divergencia observable
entre la evolución de las entradas de plata, descendente desde 1605 aproximadamente, y el estancamiento del
nivel de precios.

5. La Revolución Agraria
Los perjuicios de largo plazo de la Revolución de los Precios se neutralizaron definitivamente desde el
momento en que Holanda, Gran Bretaña, Suecia o el norte de Francia comenzaron sus revoluciones agrarias en el
segundo tercio del siglo XVII. Ya hacia 1660 se detectaba un importante aumento poblacional en las Provincias
Unidas. La ruptura del ciclo maltusiano población-subsistencias y la transición hacia una agricultura intensiva de
rendimientos crecientes exigieron, en un primer plano, superar el modelo de organización feudal de la propiedad
de la tierra. Solo así se daría un uso más eficiente de la superficie cultivable y se podrían adoptar cambios técnicos
que aumentasen la productividad de los capitales fijos y circulantes para beneficio del arrendatario.
Desde la instauración del sistema parlamentario en Gran Bretaña se dio lugar a la aparición de un
colectivo de pequeños campesinos libres (yeomen). Durante la reforma anglicana (1529-1536) la Corona se
apropió de las tierras de la Iglesia católica. Una parte fue subastada entre los landlords —la nobleza latifundista—
y la gentry (baja nobleza, funcionarios y comerciantes). El parlamento autorizó la compraventa de propiedades
privadas y estableció unas condiciones de arrendamiento de largo plazo favorables a los arrendatarios (farmers),
que disponían de iniciativa particular en la elección de los cultivos. La formación de un mercado de tierra fue
decisiva en la reparcelación: los yeomen, cuyas pequeñas propiedades no rendían lo suficiente para garantizar la
subsistencia familiar y que no podían soportar la carga de un crédito agrícola, optaron por venderlas. Las
compraron los landlords, la gentry y los afortunados yeomen con parcelas más productivas. Los terrenos de
mediana extensión sustituyeron al tradicional contraste entre latifundios y minifundios, propio del feudalismo.
La gentry, por su parte, arrendaba sus tierras al nuevo colectivo de granjeros o asumían directamente su función
como empresarios agrarios (gentlemen farmers). En este sentido, el papel desempeñado por las Enclosure Acts
(actas de cerramiento) es fundamental. Las primeras actas se dictaron en el ínterin de los Estuardo (1660-1688)
para cercar los campos abiertos de los señoríos y arrebatar a los municipios las tierras comunales de pasto. Sin
embargo, adquirieron un sentido muy distinto entre la revolución y 1830. La gentry autorizaba a los farmers para
cercar las parcelas cedidas en arriendo. La rotación de cuatro hojas supuso un paso adelante frente al cultivo

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trienal. Daba un uso más eficiente al suelo cultivable: eliminaba el barbecho y permitía sembrar simultáneamente
trigo, trébol, alfalfa o heno, cebada o avena y nabos en cada cuarto de parcela. Cada especie alimentaba sus raíces
en un estrato diferente, de modo que los nutrientes se recuperaban anualmente sin interrumpir el cultivo. La Nueva
Agronomía pretenderá acercarse a la agricultura desde la ciencia. Incorporará en adelante avances que
incrementarán la productividad del suelo (desecaciones, análisis de las calidades de tierra, abonos orgánicos
alternativos) y difundirá en Europa el cultivo de productos exóticos, como el maíz o la patata, que se integrarán
progresivamente en la dieta básica humana y animal.
La Revolución Agraria quebró la dinámica del ciclo maltusiano que había limitado el crecimiento
demográfico. Gran Bretaña contaba con 6’25 millones de habitantes en 1750; 12 millones en 1820 y 18 millones
en 1850. Ni siquiera las malas cosechas de 1801-1802 y de 1814-1815 perturbaron la tendencia demográfica
creciente, como tampoco los nuevos frenos de las grandes epidemias de viruela y cólera. Pero es importante
observar que la agricultura intensiva rompe el esquema ricardiano de distribución del excedente. Las rentas de la
tierra ya no pueden determinarse por las diferencias de fertilidad. Cultivar intensivamente la tierra significa
aumentar la relación capital-trabajo, pero también implica el incremento en la productividad total de los factores
(PTF) por la reorganización de la explotación y por la revisión del derecho de propiedad. Al aumentar el producto
medio por habitante, la oferta de alimentos crece en mayor proporción que su demanda. Las subsistencias se
abaratan; los salarios reales crecen, permitiendo mantener una elevada tasa de natalidad, mientras la mortalidad
cae por la diversificación alimenticia. Este efecto combinado está en el origen de la transición demográfica.

TEMA 2
LA REVOLUCION INDUSTRIAL

La Revolución Industrial transformó la economía y la sociedad británica entre los siglos XVIII y XIX.
El cambio en la estructura económica fue muy destacado. La agricultura y la ganadería fueron cada vez menos
relevantes dentro de la producción total o PIB, mientras la actividad textil, extractiva, metalúrgica y financiera
prosperaron. No sólo cambió la importancia entre sectores y la cantidad producida, que aumentó de forma
sostenida, sino que la forma de producir experimentó una completa revolución. Con ello, la sociedad británica
pudo escapar de la trampa maltusiana y se modernizó. En las últimas décadas del siglo XIX, otros países de Europa
Occidental y también Estados Unidos, siguiendo el ejemplo británico, se industrializaron. En el siglo XX lo hizo
Japón y un grupo reducido de países más vinculados al núcleo inicial, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y algunos
países europeos como España. Desde entonces la población mundial se ha septuplicado y el bienestar económico
mundial mejoro.
¿Progreso económico? El incremento en el largo plazo de la capacidad de un país de ofrecer a su
población un volumen de bienes cada vez mayor y más diverso, siendo esta mayor capacidad de producción
resultado de los avances en la tecnología, en las instituciones y en las ideas.
1. La sustitución del trabajador por maquinas
La sustitución del trabajador por la máquina puede explicarse considerando los precios relativos de los
dos factores de producción básicos: trabajo y capital. Si los salarios son elevados y los tipos de interés bajos
existirá un incentivo económico para mecanizar la producción, reemplazando trabajo por capital. Así pues, si el
precio del capital no se incrementa, unos ‘salarios elevados’ incentivan la sustitución del trabajador por
máquinas. Además, estos favorecen también un aumento de la demanda interna que estimula una mayor
producción. En el pasado, el trueque y la moneda se habían complementado. El auge del comercio aumentó la
demanda de moneda y, por tanto, la acuñación de monedas de oro y plata americana. En las grandes ciudades
portuarias, como Londres, la monetización fue más relevante.

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La expansión comercial, como se acaba de indicar, es uno de los más importantes. El descubrimiento de
América y la apertura de la ruta marítima a la India por el cabo de Buena Esperanza desempeñaron un papel
fundamental, intensificando el comercio transoceánico. Consecuencias:
- mayor acumulación de capital;
- impulsó la construcción naval y residencial, las finanzas y los seguros;
- estimuló el consumo;
- motivó algunos cambios relevantes en el marco institucional.
Política: el auge de los intercambios con otras regiones del mundo fomentó una transformación del marco
institucional, más estable política y económicamente. El nuevo marco institucional limitó los privilegios y
arbitrariedades de la Corona y consolidó un contexto en el cual los derechos individuales tuvieran mayores
garantías. Se produjo un avance de la libertad económica. El cambio en el marco institucional mejoró la gestión
de la hacienda pública a medida que lo hacían las libertades y derechos, y fomentó el desarrollo de un sistema
financiero que canalizaría el ahorro, resultado de la acumulación de capital.
El inicio del cambio puede fecharse en el reinado de Isabel I cuando la concesión de cédulas, monopolios
y patentes reales provocó tensiones mucho mayores que en el pasado. Los privilegios reales eran el principal
instrumento de recaudación de la hacienda pública. Tras Isabel I la relajación fiscal continuó, aumentando con
ello el endeudamiento público. Para afrontar la creciente deuda, su sucesor Jacobo I ejerció su poder absoluto y
estableció nuevos impuestos y privilegios. En contra de ello en 1624, el parlamento aprobó el Estatuto de
Monopolios que ilegalizaba los monopolios y patentes reales concedidos a perpetuidad y establecía unas pautas
para su concesión, rompiendo así con la arbitrariedad del monarca.
La monarquía fue restaurada con la coronación de Carlos II en 1660. La restauración fue una vuelta al
‘status quo’ donde la monarquía ejercía un poder absoluto. No obstante, la decapitación de Carlos I permanecía
en la memoria colectiva. En 1688, Jacobo II fue depuesto por el parlamento. Un año después corono a su hija,
María, y su cónyuge Guillermo. El nuevo rey, Guillermo III, era príncipe de Orange y estatúder, es decir, máxima
figura política, de las Provincias Unidas de los Países Bajos. Con su coronación como rey de Inglaterra, Escocia
e Irlanda, el archienemigo neerlandés pasó a ser un fiel aliado.
A diferencia de antes, ahora se establecieron unas restricciones al parlamento. Como sabemos el
parlamento es un órgano colegiado (con muchos miembros y opiniones). Esto conlleva “problemas” de acción
colectiva: Las decisiones del parlamento requerían adoptar acuerdo entre sus miembros. En el parlamento pueden
existir mayorías con capacidad de veto. Tener un sistema judicial independiente del parlamento (separación de
poderes), es otra restricción que puede beneficiar los intereses del país. Puede evitar abusos de poder del
parlamento.
Los Países Bajos decidieron extender sus redes comerciales en Oriente, pero esto era una grave amenaza
para los intereses comerciales de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. Por eso el parlamento aprobó un
conjunto de leyes, orientadas a proteger el comercio, las Actas de Navegación. Las Actas de Navegación
establecieron que las importaciones debían embarcarse en navíos ingleses o de la región exportadora. Igualmente,
prohibían que las colonias comerciaran directamente con terceros.
REVOLUCION INDUSTRIOSA
La «revolución industriosa» plantea que el afán consumista en Europa noroccidental y las colonias británicas
en Norteamérica provocó una reasignación de los recursos productivos de los hogares, es decir, horas de
trabajo. La expansión comercial había creado nuevas oportunidades de consumo para las familias. La voluntad
de adquirir estos nuevos bienes generó un incentivo para reasignar las horas de trabajo dentro de la unidad
familiar. Por un lado, se aumentaron las horas destinadas al trabajo remunerado y se redujo el tiempo dedicado
al ocio.
Este aumento en el esfuerzo laboral generó los ingresos necesarios para satisfacer las nuevas necesidades de
consumo en las sociedades de la Europa Atlántica. El consumo de azúcar, tejidos de algodón y seda, porcelana,
te o tabaco obligaba a realizar una transacción en un mercado. La actividad comercial había estimulado el
desarrollo y crecimiento de otras actividades, e incrementado el trabajo por cuenta ajena como asalariado,
especialmente en las grandes ciudades. Los trabajadores asalariados recibían moneda con la cual podían
realizar transacciones en los mercados. En el medio rural las condiciones eran diferentes porque tanto los
mercados como la moneda ejercían un papel menos relevante. Sin embargo, la expansión comercial también
contribuyó al desarrollo de la industria textil rural.

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La Revolución Gloriosa de 1688 y la Declaración de Derechos de 1689 transformaron radicalmente el
marco institucional. La Declaración de Derechos limitaba el poder absoluto de la monarquía, garantizando las
libertades y derechos políticos y económicos. De esta manera, la monarquía absoluta dio paso a una monarquía
parlamentaria. Desde 1688, la hacienda pública estuvo sujeta al control del parlamento, que cada año debía
aprobar y publicar las cuentas de la Corona. Debido a los altos costes de los conflictos armados en los que participó
Inglaterra, su financiación fue un reto para la recién instaurada monarquía parlamentaria. En el pasado, la
recaudación de impuestos se había adjudicado a agentes privados, imposibilitando una contabilidad. Para mejorar
tanto la eficiencia como la transparencia, el parlamento introdujo varias medidas, los earmarking (impuesto para
servir la deuda). El desafío consistía en lograr crédito y financiación sin tener que aumentar la presión fiscal o
restringir las libertades económicas mediante el establecimiento de monopolios. No obstante, el crédito y la
financiación estaban limitados porque no existían instrumentos capaces de canalizar el ahorro existente y la
escasez encarecía el capital, estimulando la usura. De hecho, los tipos de interés eran poco estables y bastante
elevados.
En 1694, un banquero escocés, William Patterson, planteó una propuesta al parlamento que daría lugar a
la creación del Banco de Inglaterra. Consistía en un préstamo de £1.200.000 para financiar los conflictos
armados en curso. A cambio, los subscriptores de este capital se convertirían en accionistas de la nueva entidad
financiera. El parlamento aprobó la propuesta, dando lugar a una entidad con capital privado y sede en Londres.
Aunque su primera misión fue financiar al Estado, pronto amplió la cartera de clientes y los servicios financieros.
El Banco de Inglaterra estimuló la actividad financiera, sobre todo, en Londres. Junto a otros bancos y entidades
financieras canalizó el ahorro disponible, creando mercados de deuda y mercados bursátiles. Del mismo modo, el
riesgo de confiscación y expropiación se había reducido con la Declaración de Derechos de 1689. La escasez de
crédito y la usura dieron paso a unos tipos de interés reducidos y con baja variabilidad. En Londres, la tendencia
ascendente señala que el precio del trabajo aumentó más que el precio del capital en los años previos a la
Revolución Industrial.
También se establecieron los Sinking fund - Fondo de contingencia creado para casos en que los
impuestos destinados a servir la deuda no fuesen suficientes.
Efectos de la Revolución Fiscal inglesa en la deuda pública:
• Las reformas institucionales dieron más credibilidad al estado y le permitieron afrontar niveles
mayores de endeudamiento: Hasta un 40% del PIB inglés en unos pocos años y hasta un 100% del PIB para 1720.
• El mayor grado de endeudamiento permitió financiar las guerras exteriores sin necesidad de
aumentar los impuestos.
• Como resultado de este mayor nivel de confianza en el estado (para devolver los préstamos), la
inversión en deuda pública aumentó y los tipos de interés cayeron.
Efectos de la Revolución Fiscal inglesa en la deuda privada:
• Los elevados préstamos al gobierno requerían nuevas instituciones para para suscribir y
comerciar sus instrumentos: Sistema bancario e Intercambios financieros. Estas instituciones también resultaron
capaces de atender a los mercados privados de capital. Los mercados privados de capital contribuyeron a la
expansión comercial e industrial inglesa en los siglos XVIII y XIX.

2. La sustitución de las fuentes de energía tradicionales


- Motor de vapor - energética de los molinos de agua. La eficiencia energética aumentaba cuando la
rueda hidráulica era impulsada por la parte superior. La fuerza y el peso del agua, consecuencia de la gravedad,
generaban una mayor rotación y, por tanto, energía mecánica. Esta macro-invención ofrecía la posibilidad de
generar energía mecánica empleando vapor de agua obtenido a partir de la combustión de carbón mineral. El
motor de vapor aumentó la oferta energética, transformando una economía orgánica en inorgánica con el carbón
mineral como principal fuente de energía. Además, revolucionó la minería y el transporte tanto marítimo como
terrestre, estimulando una mayor integración de la economía británica y mundial.
- Uso del carbón mineral - en un alto horno producía un hierro más impuro y quebradizo al calentar este
mineral a altas temperaturas en ausencia de aire. La razón residía en que el carbón mineral contenía sulfuro. Este

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novedoso método ahorraba combustible, dada su mayor eficiencia calorífica, pero sin reducir demasiado la calidad
del hierro resultante, hierro colado. Aun así, tardó en difundirse.
- La máquina de vapor en las minas -la fundición de hierro con carbón de coque y la tendencia alcista
del precio del carbón vegetal estimuló la actividad extractiva. Sin embargo, la extracción de carbón planteaba otro
reto: el drenaje de las minas. Las perforaciones en las explotaciones debían ser cada vez más profundas. Pero a
mayor profundidad, la mina tenía mayores probabilidades de inundarse haciendo imposible la extracción. El
drenaje era peligroso y demandaba un gran esfuerzo animal y humano. La idea básica consistía en utilizar la
evaporación del agua y la condensación del vapor para provocar un movimiento. En 1712, Thomas Newcomen
(1663-1729), siguiendo la teoría conocida sobre la presión atmosférica, construyó un motor de vapor en una mina
de carbón cerca de Dudley, Staffordshire. Este motor generaba un movimiento mecánico alternativo (arriba/abajo)
que permitía bombear agua. Además, se alimentaba quemando carbón mineral.
- Proceso de esmaltado que lograba una cerámica de gres - los juegos de café y té eran poco refinados.
Josiah Wedgwood comenzó a experimentar con diseños, colores y técnicas. La producción artesanal se trasladó
a una fábrica, Etruria.
Industria algodonera - la exportación de lana bruta, hilo y paños de lana, era la principal actividad
comercial desde la Edad Media. Pero los tejidos de algodón eran preferidos a los paños de lana por su colorido,
frescura, ligereza y suavidad. Las Leyes de los Calicós restringían la importación, venta y consumo de tejidos de
algodón teñidos y estampados. Se desarrolla una industria algodonera. En 1802, hilo y tejidos de algodón se
convertían en la principal exportación. Sin embargo, el desarrollo de la industria algodonera en Gran Bretaña se
enfrentaba a dos desventajas. Primero, la materia prima debía ser importada. Segundo, la manufactura era una
sucesión de procesos intensivos en mano de obra y un contexto de ‘salarios elevados’ no era el escenario más
idóneo. La imposibilidad de cultivar algodón obligaba a importar la materia prima. El coste de transporte de
algodón era muy elevado. Como el algodón se producía en América precolombina se decidió establecer nuevas
colonias. Esto suponía una gran inversión de capital y trabajadores. El cultivo, recogida y desmotado eran procesos
intensivos en mano de obra y la despoblación planteaba un problema. El tráfico de esclavos desde África, ya
existente, fue la solución adoptada. Inventos:
- Cotton-gin - Una máquina para desmotar algodón en rama. El desmotado era un proceso intensivo en
mano de obra, especialmente en Estados Unidos donde el algodón en rama florecía con más semillas. Esta macro-
invención aumentaba la productividad.
- Water-frame - una máquina hiladora que producía un hilo que podía ser utilizado como urdimbre
(conjunto de hilos que se mantienen tensos en un telar) en el telar. El hilo de algodón debía ser suficientemente
resistente para aguantar la tensión aplicada en el telar como urdimbre. El hilado manual lograba esta calidad, pero
los salarios que se debían pagar eran elevados. Esta macro-invención mecanizaba el hilado. Aun así, el hilo seguía
siendo de baja calidad.
- Spinning Jenny - una máquina capaz de hilar varios carretes simultáneamente. Esta macro-invención
permitía aumentar la productividad en el hilado, sustituyendo varios trabajadores por una máquina.
- Mule - una hiladora mecánica, que era capaz de replicar la calidad del hilado manual. Logrando un hilo
fino, uniforme y resistente. Esta hiladora mecánica ahorraba trabajo ya que hilaba múltiples carretes
simultáneamente y producía un hilo de alta calidad.
- Self-acting mule - una hiladora automática. Esta macro-invención automatizaba el hilado, simplificando
el trabajo de los operarios. Además, con las mejoras introducidas, el motor de vapor había reemplazado a la rueda
hidráulica.
- Telar manual - incorporaba un mecanismo, la lanzadera volante, que permitía entrecruzar trama y
urdimbre con menos esfuerzo y, sobre todo, con mayor velocidad. Esta micro-invención fue uno de los primeros
pasos en la mecanización de la industria textil.
- Power-loom - un telar mecánico. A partir de la década de 1820, los telares mecánicos accionados por
motores de vapor.
- Primer puente de hierro - sobre el río Severn. Este hito arquitectónico demostraba que el hierro también
podía ser un buen material de construcción.

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- Proceso de pudelado - transformaba el hierro colado en otro más puro que se depositaba en moldes con
diferentes formas.
- Proceso de laminado - Con esto la producción de hierro se cuadriplicó. El precio disminuía mientras
que sus usos prácticos aumentaban: armas, herramientas y maquinaria industrial, minería y construcción. La
economía británica demandaba hierro y éste se convirtió en uno de los símbolos de la Revolución Industrial.
- Primeros vehículos propulsados por un motor de vapor - en 1803. En las minas, se habían construido
raíles para transportar los vagones cargados con minerales. En pocos años, vagones con mercancías y personas
serían arrastrados por locomotoras de vapor. En 1825, la primera línea de pasajeros. Esta línea estimuló la
construcción de otras vías férreas. A finales del siglo XIX, Gran Bretaña contaba con una densa red de
ferrocarriles, con más de 30.000 kilómetros. El ferrocarril permitía transportar personas y mercancías más
acelerada y menor costosas. Por tanto, fue un factor clave en el proceso de integración de la economía británica y
en la creación de un mercado nacional. La expansión del ferrocarril estimuló, a su vez, la actividad extractiva,
metalúrgica e industrial. Finalmente, el motor de vapor fue instalado en los barcos.

3. La sociedad y la población durante la Revolución Industrial


Con la mecanización y consolidación de la fábrica, los enfrentamientos entre industriales y trabajadores
se acentúo. Durante la Revolución Industrial el medio rural fue reemplazado por la ciudad. Una de las
transformaciones más apreciables fue el extraordinario crecimiento urbano.
Aquellos que estaban desempleados se hospedaban en workhouses donde recibían atención a cambio de
trabajar. Los workhouses eran parte de las Leyes de Pobres, un conjunto de medidas orientadas a aliviar la
pobreza y evitar la conflictividad social. En 1601, Isabel I había establecido que las parroquias fueran el órgano
responsable para aliviar la pobreza. Además, se estableció una ‘tasa de pobres’ para financiar esta actividad y se
crearon asilos gestionados por las parroquias. Estos asilos de pobres se convirtieron gradualmente en workhouses
dando atención y alimentos a cambio de trabajar.
Las protestas, espontáneas u organizadas por sindicatos de trabajadores, motivaron profundos cambios,
especialmente en la regulación laboral. En 1831, el parlamento abolió la jornada nocturna para menores de 21
años en las fábricas. A partir de 1833, las fábricas fueron inspeccionadas periódicamente. Además, ese mismo
año se prohibió el trabajo de menores de 9 años en las fábricas textiles y la edad mínima fue reducida a 8 en 1844.
Igualmente, los menores de 12 años debían trabajar menos de 9 horas diarias. Esta medida pretendía estimular la
escolarización. En 1844, los menores de 13 años no podían trabajar más de 6 ½ horas diarias. A partir de 1847,
mujeres y jóvenes, entre 13-18 años, debían trabajar menos de 10 horas diarias o 58 semanales. En la minería, se
prohibió que mujeres y menores de 10 años trabajaran. La introducción de estas regulaciones laborales redujo el
riesgo asociado con los accidentes laborales, el cansancio y el stress. La mecanización empeoraba las condiciones
laborales con el ruido ensordecedor de las máquinas y la contaminación del aire. Aun así, el mayor desafío residía
en cómo alimentar a una creciente población. La desnutrición era una causa directa e indirecta de mortandad.
Para reducir la mortalidad fue aprobada la Ley de Saneamiento, garantizando suministro de agua potable;
limpieza de las calles; y gestión de aguas residuales y basuras. Los episodios de cólera, que por aquel entonces
eran una de las principales causas de mortandad, disminuyeron. La viruela se convirtió en la principal epidemia
durante la segunda mitad del siglo XVIII. Edward Jenner decidió inocular a un niño de 8 años, James Phipps, con
este virus en 1796. Tras haberse recuperado un mes después, Jenner inoculó a James con el virus de la viruela,
pero la enfermedad no se desarrolló. James estaba inmunizado. Jenner había vacunado a James y siguiendo el
método científico publicó sus observaciones y resultados en un libro en 1798. La vacunación contra la viruela
salvó muchas vidas. En 1980, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la erradicación de la viruela.
El saneamiento público y los avances médicos permitieron reducir la mortalidad.

4. La agricultura en la Revolución Industrial


Los fertilizantes químicos y la mecanización de la actividad agrícola no serían relevantes hasta bien
entrado el siglo XIX. La introducción de la patata también fue importante.
El sistema Norfolk conseguía mejorar el rendimiento por hectárea del trigo y permitía alimentar una
mayor cabaña de animales. Una agricultura de subsistencia fue reemplazada por una agricultura moderna

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orientada a los mercados: agricultura capitalista. Las grandes explotaciones y la extensión de la superficie de
cultivo aumentaron la producción agrícola.
Turnpike trust se hacía cargo de las tareas de reparación a cambio de poder cobrar un peaje. Eso mejoró
el estado de los caminos.
Problema: la estructura de la propiedad agrícola. Una parte de la superficie de cultivo era propiedad
comunal, es decir, pertenecía al pueblo y sus vecinos. Por tanto, la propiedad no podía transferirse y las
innovaciones realizadas por unos podían ser apropiadas por los demás, lo que las desincentivaba. Las Actas de
Cercamiento trataron de regular este proceso. Una gran parte de la propiedad comunal fue privatizada. El cercado
de campos abiertos creó una masa de pequeños propietarios agrícolas. Algunas propiedades eran tan pequeñas
que sus propietarios decidieron vender, abandonar el campo y buscar trabajo. La consolidación de la propiedad
privada también tuvo otra repercusión. Los propietarios podían usar la propiedad como garantía bancaria. En
cualquier caso, fueron los grandes propietarios quienes, ejerciendo su influencia política, lograron acumular
grandes extensiones de tierra que causaron una mayor concentración de la propiedad.

5. El comercio en la Revolución Industrial


A principios del siglo XVIII, la importación/exportación de trigo estaba regulada por las Leyes del
Grano. Este conjunto de leyes establecía que el arancel a la importación de trigo fuera inversamente proporcional
al precio de mercado. Por tanto, si el precio del trigo doméstico era alto, el arancel disminuía para garantizar el
suministro; si éste era bajo, aumentaba. En aquel entonces, Inglaterra era un exportador neto de trigo. Sin embargo,
este escenario iba a cambiar en la segunda mitad del siglo. La incapacidad de la producción doméstica para
satisfacer la creciente demanda estimuló la importación. A partir de la década de 1760, Inglaterra se convirtió en
un importador neto. No obstante, la importación perjudicaba a los productores, en algunos casos grandes
propietarios. En 1791, las presiones políticas provocaron un endurecimiento de la política arancelaria.
Durante las Guerras Revolucionarias (1793-1802) y Napoleónicas (1803-15), que incluyeron un
embargo comercial (1807-14), el precio del trigo subió, las importaciones crecieron y las quejas de los productores
aumentaron. Según estos, cultivar trigo no resultaba rentable para un precio inferior a 80 chelines por quarter (1
quarter = 12,7 kilogramos). Además, resaltaban que el coste de producción en la Europa continental no alcanzaba
los 40 chelines. En 1815, el parlamento cedió ante estos argumentos y reformó las Leyes del Grano. Así, el trigo
importado no podía ser vendido hasta que el precio del trigo alcanzara los 80 chelines. Esta restricción beneficiaba
a los productores, pero perjudicaba a los consumidores que debían pagar un alto precio por el pan. En este sentido,
la dependencia de los mercados era cada vez mayor, como resultado de la urbanización e industrialización de la
sociedad y economía. Por tanto, un pan caro empobrecía a muchos hogares salvo que estos reemplazaran el pan
de trigo por otro alimento o aumentaran sus ingresos. La alarma social se encendió, generando un intenso debate
político sobre las Leyes del Grano. Por un lado, los productores, básicamente terratenientes. Por otro, aquellos
que se oponían a ellas bien por cuestiones morales o por un interés económico, como los industriales. Cabe
subrayar que un aumento salarial podía compensar el elevado precio del pan. Así, el parlamento se convirtió en
un campo de batalla entre terratenientes e industriales. En 1828, eliminó esta restricción e instauró una política
arancelaria parecida a la que había anteriormente. La agricultura había perdido el envite, asumiendo con
resignación su menor peso en la economía y política. En 1846, las Leyes del Grano fueron derogadas. Igualmente,
la prohibición de exportar maquinaria había sido revocada unos pocos años antes y las Actas de Navegación
abolidas en 1849. A partir de la década de 1870 se importaba más trigo del que se producía. La población crecía,
pero los alimentos no se encarecían.

RESUMEN
Primero, un gran mercado generaba una mayor demanda y, por tanto, estimulaba la inversión. Entre 1818-34,
Prusia y otros Estados germánicos crearon una unión aduanera, Zollverein, para reducir los aranceles y así
aumentar el tamaño del mercado. Estados Unidos expandió sus fronteras con la conquista del oeste, ampliando de
esta manera su mercado interno. Por otro lado, el ferrocarril disminuyó los costes de transporte de mercancías,
mejorando la integración de los mercados. Segundo, la abundancia de carbón mineral estimuló una rápida
industrialización en Bélgica. En otros países, la escasez de carbón mineral limitó la adopción del motor de vapor.
La educación y la formación técnica también se convirtieron en una prioridad nacional. Aunque el trabajo en las
fábricas no requería una gran destreza, el funcionamiento y mantenimiento de la maquinaria industrial aumentó

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gradualmente la demanda de mano de obra cualificada. Cabe resaltar que la competitividad británica resultó del
progreso tecnológico. A finales del siglo XVIII, Prusia estableció un sistema de educación obligatoria. La
educación pública obligatoria fue implantada durante la segunda mitad del siglo XIX. En Estados Unidos, la
inversión en investigación y desarrollo (I+D) fue enorme.
En resumen, la Revolución Industrial fue un episodio fundamental en la historia. La economía británica se
industrializó y la mecanización de algunos procesos productivos, el motor de vapor y la fábrica mejoraron la
productividad. Asimismo, la industrialización transformó la estructura económica. La agricultura y ganadería
dieron paso a la industria y el comercio. Al mismo tiempo, la sociedad británica se modernizó y logró escapar de
la trampa maltusiana. La población creció, pero no fue frenada como en el pasado por hambrunas, guerras o
epidemias. El imperio británico, además, reflejó la superioridad tecnológica y militar lograda durante la
Revolución Industrial. Otros países occidentales y Japón siguieron el ejemplo británico y se industrializaron.
Como resultado, el bienestar económico en Occidente y Japón mejoró, agrandando la divergencia económica con
el resto de países: la Gran Divergencia.

TEMA 3
ASCENSO DE OCCIDENTE Y JAPON

Durante el período 1870-1913 la economía mundial registró una aceleración en sus ritmos de crecimiento.
El crecimiento del PIB per cápita mundial se situó en torno al 1,3% acumulativo anual. El continente americano
registró las mayores tasas de crecimiento. La experiencia asiática ofrece grandes contrastes. China (0,6%) y la
India (0,4%) se situaban muy por debajo de la media mundial. En Europa destaca el importante avance de la
economía alemana. Gran Bretaña, con una tasa de crecimiento del 1%. En estas condiciones, una de las
implicaciones más llamativas del avance en el nuevo escenario económico fue el paulatino declive de la economía
británica y su sustitución en el liderazgo económico mundial por los Estados Unidos.
El crecimiento del PIB per cápita se debe a:
- productividad del trabajo más intensivo
- mejoras en la eficiencia productiva o productividad total de los factores (PTF).
Los países con mayores tasas de crecimiento fueron aquéllos que obtuvieron mejores registros en relación
con la productividad total de los factores, como la economía estadounidense alemana o la sueca.
Los orígenes:
- Se trata de un período caracterizado por la integración económica internacional - especialización
productiva internacional y notables mejoras en la eficiencia en la asignación de recursos.
- Durante estos años se vivió el arranque de la Segunda Revolución Tecnológica - utilización de
nuevas fuentes de energía, nuevos materiales y materias primas más baratas, o nuevas formas de organización de
la producción → crecimiento de la PTF.

1. Globalización - periodo que transcurre desde 1870 a 1913. Es el proceso de creciente integración internacional
de los mercados de bienes y de factores de producción (capital y trabajo), el cual da lugar al surgimiento de
situaciones que requieren de organismos supranacionales para ser abordadas con eficiencia.
Durante estos años, la extensión de las tecnologías de las Primera Revolución Industrial
(fundamentalmente, la aplicación de la máquina de vapor al ferrocarril y al transporte marítimo) y la reciente
aplicación de innovaciones propias de la Segunda Revolución Tecnológica (telégrafo) propiciaron la reducción
en los costes de transporte, facilitando los intercambios de bienes y factores a largas distancias. Impulsores de la
oleada de creciente integración entre un buen número de países de la economía mundial fueron el marco

Reservados todos los derechos. No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
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institucional que propició el libre cambio de mercancías, la implementación de políticas activas para la atracción
de inmigrantes por parte de las nuevas economías en desarrollo en América u Oceanía, y la generalización de un
sistema internacional de pagos que reducía en gran medida los riesgos cambiarios (patrón oro).
Resultado: El comercio mundial creció a una tasa media acumulativa anual del 3,4%. El peso de las
exportaciones sobre el PIB mundial pasó del 4,6%. Desde mediados del siglo XIX y hasta el estallido de la Primera
Guerra Mundial, más de 40 millones de europeos emigraron con destino, fundamentalmente, a América y Oceanía.
Como identificarlo: Su forma más visible se relaciona con la generación de grandes flujos de bienes,
trabajo o capital. El incremento en el volumen de flujos puede derivarse del crecimiento de la demanda de bienes
o factores a medida que la renta de las distintas sociedades está creciendo. Para determinar el avance en el proceso
de integración de mercados se analizan los flujos y la evolución de los diferenciales de precios entre países.

2. Integración de mercados de bienes (comercio mundial)


El comercio internacional de bienes creció durante estos años a una tasa media acumulativa anual del
3,4%.
2.1. El crecimiento del comercio internacional se situó por encima del crecimiento de la producción
mundial. El porcentaje de bienes producidos por un país destinados al extranjero experimentó un notable avance.
El peso de las mercancías exportadas sobre el PIB mundial pasó de un 4,6% en 1870 a un 7,9% en 1913.
2.2. La estructura geográfica del comercio mundial: Europa siguió constituyendo el principal origen y
destino del comercio mundial en el siglo XIX (en 1870 concentraba el 64,2% del comercio de exportación y el
69,2% del de importación, en el inicio de la Primera Guerra Mundial - un 62% del total de exportaciones e
importaciones). América del Norte y de América Latina tuvieron un avance notorio.
2.3. Reforzamiento del proceso de especialización productiva internacional: Europa seguía concentrando
un 47,9% de la exportación manufacturera (una parte importante iban destinada a países europeos), mercados
como el estadounidense, asiático o el de Oceanía absorbían más del 50% del total. En el comercio de productos
primarios el 55% de las exportaciones mundiales procedían de América del Norte, América del Sur, Oceanía y
algunas partes del continente Asiático.
Causas del crecimiento del comercio internacional:
- El crecimiento de la población de los países europeos, americanos o asiáticos y la mejora del
nivel de vida.
- La ampliación de las superficies de cultivo o pasto en Norteamérica, Sudamérica, grandes zonas
de Asia o de Oceanía. Así como la explotación de nuevas reservas de minerales y metales en África o América.
- Tradicionalmente se ha enfatizado la importancia del papel desempeñado por la extensión del
librecambismo, de la liberalización comercial, como elemento impulsor de la creación de comercio en el siglo
XIX. Sin embargo, no puede ser considerado como una causa fundamental del crecimiento del comercio
internacional. En estos años muchos países elevaron sus aranceles en un intento de proteger los sectores más
afectados por la creciente competencia exterior. Como consecuencia los aranceles crecieron del orden de un 50%,
como media, entre 1870 y 1913. Pero el crecimiento de la protección arancelaria no fue suficiente para frenar la
reducción en los costes totales de comercio. Éstos continuaron cayendo en los años 1870-1913 a una tasa que ha
sido estimada en torno al 2% anual.
Reducción de costes asociada al cambio tecnológico (máquina de vapor) - La difusión de la nueva
tecnología supuso una reducción sin precedentes de los costes de transporte. Se sustituyeron los barcos de vela
por los de vapor, reduciendo los fletes y dotando de mayor velocidad, de mayor regularidad y de mayor seguridad
al transporte marítimo.
A cerca del transporte terrestre, la producción de materias primas y alimentos en vastos territorios de
América, Asia o África requería transportar los productos desde alejadas zonas del interior a los principales
puertos de embarque. La expansión de la red ferroviaria redujo los costes de transporte desde las zonas productoras
a las zonas costeras. Es por ello que el papel desempeñado por la expansión de la red ferroviaria en países como
Argentina, Chile, Australia, Estados Unidos, Rusia o la India resulta clave en la comprensión del crecimiento del
comercio mundial en estos años.

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La adopción del patrón oro por un conjunto creciente de economías dotó a la economía internacional
de gran estabilidad en los cambios exteriores, reduciendo el riesgo cambiario en las transacciones
internacionales y espoleando su crecimiento → creación de comercio internacional. En estas circunstancias, se
abrió la posibilidad de que las economías participantes aprovecharan sus ventajas comparativas y ampliaran su
comercio en base a la exportación de aquellos bienes para cuya producción se hacía un uso intensivo de los
factores relativamente abundantes y pasaran a importar en mayor proporción aquellos que hacían un uso intensivo
de los factores más escasos y por ello más caros en términos comparados. Los países del Norte de Europa
comenzaron a exportar con mayor intensidad manufacturas, cuya producción se caracterizaba por el uso intensivo
de trabajo y capital, a los países del Nuevo Mundo y a importar a cambio bienes agrarios (alimentos o materias
primas), minerales y metales. La exportación de bienes primarios en Asia, América Latina y Oceanía representaba
el 89,1% del total exportado por estas regiones en 1913. Por el contrario, la importación de manufacturas
alcanzaba el 59,8% del total.
El incremento de la demanda y de la oferta y reducción de los costes de transacción provocaron una
marcada reducción en los diferenciales internacionales de precios - convergencia en el precio de los bienes que
permite identificar de forma precisa el avance en la integración económica internacional.
Otras regiones, como Francia, Italia y España, optaron por unas estrategias de corte defensivo, como la
protección arancelaria, con el objeto de sostener los precios, la producción, el empleo y las rentas de la tierra a
costa de erosionar el bienestar de los consumidores.
Evolución de los salarios – Europa se caracterizaba como una región abundante en trabajo. Por ello, la
mayor parte de países europeos se caracterizaba por disponer de unos salarios bajos que favorecían la
especialización en la producción de manufacturas, en las que el trabajo se utilizaba de forma muy intensa. La
especialización en este tipo de bienes generó presión sobre el mercado de trabajo en Europa y conllevó al
crecimiento de los salarios al compás de la especialización productiva.

3. Integración de mercados de trabajo (flujos migratorios)


Durante los años 1870-1913 hubo un elevado grado de integración. Más de 60 millones de personas
migraron en busca de las oportunidades que brindaba un mercado de trabajo globalizado. Más de 40 millones de
desplazamientos, procedía de los países europeos y tenía como destino los grandes países de antigua colonización
europea en Norteamérica, Centroamérica y Caribe, Sudamérica y Oceanía. Como ejemplo tenemos los
movimientos de trabajadores asiáticos hacia los países de nueva colonización en los que la rápida expansión de
explotaciones agrarias y mineras era una fuente incesante de demanda de trabajo poco cualificado. Los
trabajadores eran contratados en régimen de semiesclavitud por las compañías mineras, agrícolas o ferroviarias,
con contratos de larga duración que permitían financiar el viaje y obligaban a la permanencia de los trabajadores
durante su duración.
Por lo que respecta a las características individuales, la mayor parte de emigrantes eran hombres jóvenes,
en muchas ocasiones solteros que además solían ser de procedencia urbana y tener una escasa cualificación.
La lógica económica señala que la decisión migratoria se corresponde con un análisis de tipo coste
beneficio. El potencial emigrante debe valorar los beneficios esperados de la decisión de emigrar. Éstos se
relacionan con la mejora en el nivel de vida que puede obtener, en términos de renta permanente, con la migración.
El emigrante valora el coste de oportunidad que acarrea su decisión, en términos económicos. Así, si el individuo
trabaja en el sector agrario o es un pequeño propietario agrario, la decisión tiene un coste de oportunidad en
términos de seguridad de rentas superior al individuo que vive en un entorno urbano en el que sólo obtiene rentas
salariales. Además, si el individuo ha dedicado tiempo y recursos a su formación y esto le ha reportado unas
habilidades que difícilmente podrá rentabilizar en los trabajos que ocupe en su destino, este elemento actúa como
un freno a la migración.
Los beneficios reportados por la emigración serán mayores cuando el emigrante disponga de más tiempo
en el que desarrollar su carrera laboral en el destino con lo que, a mayor edad de las personas, menores serán los
incentivos a emigrar. Los costes de la emigración serán menores si el individuo debe emigrar en compañía de su
mujer e hijos, ya que los costes son más elevados. Si los costes de transporte son elevados, o si hay trabas de tipo
administrativo que entorpezcan el acceso a los países de destino, los flujos migratorios serán menores. También
hay costes de información. La información se transmite de forma más fluida en las zonas urbanas que en las zonas
agrarias por lo que los flujos migratorios procedentes de sociedades más urbanas.

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El tiempo necesario entre la llegada y la ocupación de un puesto de trabajo, se relaciona directamente con
la información disponible acerca de las posibilidades de trabajo en el mismo y tiene un coste que debe ser
contemplado por el emigrante. Por ello la existencia en el destino de comunidades de emigrantes de la misma
procedencia que el potencial emigrante suele ser considerada como un elemento que reduce los costes de
asentamiento y por ello favorece la aparición de cadenas migratorias entre determinados orígenes y determinados
destinos.
Las migraciones masivas recibieron un impulso adicional procedente de la reducción de los costes
migratorios: reducción de los costes de transporte transoceánicos, las barreras institucionales a la entrada de
emigrantes sirvieron para incentivarlos, algunos países establecieron programas de atracción de inmigrantes. Las
mayores tasas migratorias se registraron en los países comparativamente más desarrollados de Europa. Éstos
habían arrancado con anterioridad su proceso de crecimiento lo que implicaba que fuera superior el porcentaje de
población que vivía en entornos urbanos, y también que hubieran iniciado ya los procesos de transición
demográfica.

La emigración británica, alemana, sueca o noruega tendió a concentrarse en Norteamérica, Australia o


Nueva Zelanda. Sin embargo, el crecimiento de las migraciones provenientes de países mediterráneos tendió a
concentrarse en Latinoamérica. Los emigrantes latinos compartían con los habitantes de estas regiones aspectos
culturales e idiomáticos que, al reducir los costes de asentamiento, afectaron a su elección de destino.
Desde una perspectiva global, los procesos migratorios favorecieron la convergencia de salarios entre
estos dos grandes grupos de países. La razón es que su impacto fue altamente asimétrico. En los países de origen,
al reducir la oferta de trabajo, favorecieron el alza de los salarios, y en los de destino, al ampliarla, tendieron a
reducirlos o a frenar su crecimiento. Los salarios eran más elevados allí donde el trabajo era escaso y más bajos
allí donde era abundante.

4. Integración de mercados de capital (flujos internacionales de K)


La globalización también favoreció que los agentes económicos buscaran la máxima rentabilidad a los
capitales mediante su inversión donde pudieran obtener una mayor remuneración.
El volumen de activos extranjeros mantenidos por parte de las grandes potencias inversoras creció de
forma notable. En el caso de Gran Bretaña pasó de un volumen aproximado de 4.900 millones de $ en 1870 a
unos 19.500 millones de $ en 1914. Este ritmo de crecimiento fue superior al de la producción, con lo que en
términos relativos la inversión exterior ganó peso respecto a la actividad económica de las economías
participantes. La ratio entre el stock de activos extranjeros mantenidos por los países inversores y el PIB mundial
creció desde un 7% en 1870 al 18% en 1914. Destaca la salida de capitales desde las principales potencias
europeas, como Gran Bretaña con 43% del total de activos internacionales, Francia con 20% y Alemania con
13%. La cuota inversora de Estados Unidos se situaba a gran distancia, en un 7%. Además, Estados Unidos era
prestatario en términos netos. Es decir, recibía más inversiones extranjeras que las que realizaba en el exterior.

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Estas inversiones iban destinas 27% a países del Centro y Sur europeo, 24% a Estados Unidos y Canadá,
19% a Latinoamérica y 16% a Asia.
Se estima que más del 75% del total se materializaron en la compra de bonos y obligaciones. Por lo tanto,
la inversión directa tuvo un carácter menor en la oleada de integración del mercado internacional de capitales
previa a 1914.
Los flujos internacionales de capital crecieron debido al avance de la oferta y demanda de los mismos.
Europa noroccidental generaba un elevado volumen de ahorro en busca de la mejor remuneración. Los países de
nuevo asentamiento eran una fuente creciente de demanda de capitales, necesarios para la expansión de la
producción de materias primas y alimentos. La escasez del capital necesario para la expansión de la producción
marcaba una elevada rentabilidad que iba a ser la causa central del crecimiento de los flujos de capitales desde los
países abundantes en capital hacia aquéllos con escasez del mismo.
En primer lugar, la difusión de innovaciones tecnológicas, como el telégrafo, permitió la transmisión
inmediata de la información acerca de precios y cotizaciones de los títulos entre las diferentes plazas financieras.
También se popularizó el uso de nuevos instrumentos financieros, en la forma de bonos, obligaciones, acciones y
otros tipos de activos financieros. El desarrollo de actividades de seguro que facilitaron la reducción de riesgos
cambiarios y también en operaciones a futuros en la compra de activos financieros o divisas. El desarrollo del
sector bancario en un amplio abanico de países favoreció la difusión de los depósitos bancarios como mecanismo
de captación del ahorro que iba a alimentar las grandes operaciones internacionales de crédito e inversión.
Desde la década de los 1870 la adoptó del patrón oro hizo que las divisas de cada uno de los países
debían tener un valor determinado en oro, permitiendo la libre entrada y salida del mismo. Por lo tanto, no existía
restricción alguna a la libre movilidad internacional de los capitales con lo que el marco institucional no suponía
barrera alguna a la integración de los mercados.
Las distintas divisas mantenían entre si un tipo de cambio fijo → conocimiento general de los precios de
los bienes y activos financieros y eliminar el riesgo en el cálculo del beneficio esperado. El compromiso con el
patrón oro exigió a los gobiernos en cuestión que siguieran políticas fiscales y monetarias conservadoras para
garantizar el sostenimiento estructural del sistema. Los bancos centrales servían para sostener el sistema ante
desajustes de corto plazo. La consecuencia: igualación del precio de los capitales a una y otra parte de los océanos.
Los tipos de interés vigentes en los países donde eran más escasos tendieron a reducirse y a converger con el de
los países abundantes en capital, incluso en caso de perfecta integración de mercados el tipo de interés entre países
era nulo.
Los países de nuevo asentamiento pudieron aprovechar las inversiones extranjeras para avanzar en la
explotación de sus recursos naturales, agrarios o mineros. Pudieron financiar las costosas inversiones en
infraestructuras que el crecimiento de la producción exigía, dotar de las mismas a los entornos urbanos en
expansión y cimentar la construcción de las estructuras de Estado que este mayor nivel de desarrollo demandaba.
No obstante, la acumulación de deuda por parte de los sectores públicos o la concentración de determinadas
inversiones en actividades que con el paso de los años se mostraron como escasamente rentables supusieron la
acumulación de un conjunto de riesgos que estallarían en años posteriores. Para los países inversores la integración
de mercados permitió el aprovechamiento de las grandes oportunidades existentes a escala mundial, aunque
también generó la financiación de actividades con escasa rentabilidad final o que acabaron por generar impagos.

¿Cómo medimos la desigualdad? Comparar directamente distribuciones del ingreso es difícil. Hay que utilizar
indicadores que nos aproximen. El indicador más común es el llamado índice de Gini. Para calcularlo,
comenzamos con una distribución de ingresos por percentiles de población. El coeficiente de Gini se define como
la ratio entre dos áreas: el área entre la línea de 45 grados y la curva de Lorenz y el área debajo de la línea de 45
grados. Si la distribución es perfectamente igual, la curva de Lorenz coincidirá con la línea de 45 grados - el índice
de Gini será 0. Si la distribución es perfectamente desigual, la curva de Lorenz coincidirá con el eje horizontal -
El índice de Gini será 1.
La curva de Lorenz es un gráfico que representa la distribución de ingresos por percentiles de población.
En condiciones de igualdad perfecta, la curva coincide con la línea de 45 grados. Cuanto más se abomba la curva
respecto de la línea de 45 grados, más desigual es la distribución de ingresos de esa sociedad.

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TEMA 4
La economía del período de entreguerras, 1918-1939

1. Desequilibrios económicos de los años 20


Los años de la Primera Guerra Mundial marcan el final de una prolongada etapa de expansión económica
y el inicio del declive. El continente alcanzó su punto álgido en 1913, cuando su PIB representaba en torno al
47% del total mundial. En 1950, su participación había caído hasta el 40%. En 1918 Estados Unidos emergió
como la principal potencia industrial, financiera y comercial. El gobierno y el Congreso norteamericano optaron
por distanciarse de los asuntos europeos. Las discusiones monetarias internacionales se dejaron en manos de las
corporaciones financieras privadas y su política comercial fue claramente proteccionista.
La consecuencia de la Depresión económica de los años treinta fue la guerra.
¿Cuál fue la situación de los países deudores?
El PIB de Europa cayó. Las dificultades para recuperar el nivel de producción se explican por las pérdidas
de capital físico y humano y por el elevado coste de reasignación de recursos tras la guerra.
En conjunto las bajas representaron el 3,5% de la población europea de 1913 (sin contar Rusia). Las
pérdidas militares fueron mayores que en el conjunto de todos los enfrentamientos armados del siglo XIX. La
calidad del capital humano también se deterioró, pues la mayor parte de las bajas tuvieron lugar entre la población
en edad de trabajar. Por otro lado, se estima que se perdió en torno a 1/30 parte del stock de capital físico original,
sobretodo en infraestructuras y equipo de transporte, edificios y plantas industriales. La reconstrucción iba a exigir
un notable esfuerzo presupuestario a partir de 1919. La forma en que se había financiado el conflicto restringía
las posibilidades de obtener nuevos recursos. El gasto público aumento (sobre todo en Alemania y Francia) -
subida de impuestos, endeudamiento del Estado y creación de dinero.
Los bancos centrales emitieron y pusieron en circulación nuevos billetes, dotando de liquidez a los
gobiernos de sus países. Esta forma de financiar el déficit público se conoce como monetización de la deuda -
el banco central descuenta deuda pública por billetes nuevos. Tiene la ventaja de facilitar al gobierno medios de
pago, pero tiene la desventaja de generar efectos distorsionadores sobre la economía. Pues el aumento de la
cantidad de dinero en circulación provoca inflación y lleva a la depreciación del tipo de cambio.
El patrón oro exigía una paridad fija respecto al metal y mantener unas reservas del mismo suficientes
para garantizar la libre convertibilidad de la moneda en oro. La proporción entre las reservas de oro y el dinero en
circulación era cada vez menor, debido a las salidas de metal destinadas a saldar el déficit comercial causado por
los gastos de guerra y al aumento de la cantidad de dinero en circulación. La reducción de las reservas metálicas

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reducía la confianza en la moneda y forzaba su depreciación en el mercado monetario internacional. Como
consecuencia, el sistema de patrón oro dejó de funcionar poco después de 1914.
Los integrantes del bloque aliado pasaron de ser exportadores netos de capital y de productos
manufacturados al resto del mundo a convertirse en demandantes de capital y en importadores netos de bienes.
Una parte importante de esta demanda fue satisfecha por Estados Unidos. Entre 1914 y 1917, sus exportaciones
a Europa se duplicaron y su superávit comercial con el continente se multiplicó por cinco. Durante los primeros
años, los países aliados financiaron su déficit comercial desprendiéndose de sus reservas de oro y de divisas y de
sus posesiones de activos en el extranjero. Estados Unidos paso, de ser un país periférico endeudado con Europa,
a convertirse en el primer exportador mundial de bienes y en el principal prestamista a nivel internacional, con
una posición acreedora frente a los aliados.
La mayor dificultad para iniciar la reconstrucción fue que Estados Unidos exigió a los países aliados la
liquidación de las deudas acumuladas, y sólo mostró cierta flexibilidad cuando quedó probada la incapacidad de
estos para afrontar sus compromisos. En plena reconstrucción, la capacidad de amortización de las deudas era
reducida. En estas circunstancias, los países vencedores, liderados por Francia, decidieron vincular la devolución
de la misma a la imposición de indemnizaciones (reparaciones) a los vencidos, especialmente a Alemania, por los
daños materiales causados y por las pérdidas de vidas humanas. El Tratado de Versalles modificó además las
fronteras de los vencidos afectando a su capacidad productiva, sus infraestructuras y sus redes de transporte y de
comercio.

¿Cuál era la situación de los países vencidos?


Las reparaciones impuestas a Alemania representaban en torno a tres veces su PIB de 1921: un 37%
exigible inmediatamente y el resto condicionado a su recuperación económica. Los aliados exigieron el pago en
oro. Para conseguirlo, Alemania necesitaba tener un saldo de la balanza exterior favorable. Sin embargo, su
competitividad exterior había quedado erosionada por la inflación durante la guerra y la inmediata posguerra.
Alemania no pagó las reparaciones, y Francia también se encontró con dificultades para cumplir los compromisos
con sus acreedores. Esta situación originó fuertes tensiones políticas en Europa y obligó a Estados Unidos a
flexibilizar las condiciones y a impulsar encuentros internacionales para alcanzar acuerdos. Se redujo el monto de
las anualidades, se ampliaron los plazos para hacerlas efectivas y se restableció el crédito a Alemania para que
afrontara sus obligaciones más inmediatas. La mayor parte de los préstamos que recibió se destinaron al pago de
reparaciones y para que los países aliados pudieran devolver sus deudas de guerra. Es decir, se generó un volumen
adicional de endeudamiento que no haría más que debilitar la situación financiera futura de Alemania, aumentar
su dependencia del capital norteamericano y dificultar la recuperación. De modo que, cuando estalló la crisis de
los años treinta fue el país europeo más azotado por el paro y la inestabilidad económica.
Otra consecuencia importante fue la inflación debida a un aumento rápido y masivo de la cantidad de
dinero en circulación sin crecimiento de la producción de bienes y servicios. Ello provoca una pérdida de poder
adquisitivo de los ahorros y fomenta que los perceptores de rentas fijas prefieran el consumo presente y la
acumulación de activos reales. Todo ello acelera la velocidad de circulación del dinero y retroalimenta la inflación.
Esto desanimo las decisiones de inversión productiva. Se agudiza el déficit del Estado, pues el gasto público
aumenta más rápidamente que los ingresos fiscales. Se perdió la confianza en la moneda y en la economía del
país, lo cual puede llevar a excluirlo de los mercados internacionales de crédito.

¿Cómo reaccionaron los países ante la inflación?


Algunas economías lograron contener la inflación relativamente pronto, aplicando políticas
deflacionistas: elevando impuestos, conteniendo el gasto público y encareciendo el crédito. Otros países fueron
menos agresivos en la aplicación de tales políticas y, aunque tardaron algo más, llegaron a controlar la inflación.
Por último, hubo países en los que la inflación quedó fuera de control y llegaron a experimentar episodios de
hiperinflación, como Alemania, donde entre enero y diciembre de 1923 los precios se multiplicaron por 450
millones y, como consecuencia, la cotización del marco en los mercados internacionales se desplomó.
La inflación perjudicaba también a los ahorradores - desaparecen sus depósitos; y beneficiaba a los
deudores - reducir la carga de sus deudas en términos reales. También alteraba las decisiones de gasto y de
inversión. Los más afectados fueron aquellos con rentas bajas y las clases medias.

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Los países adoptaron políticas fiscales y monetarias contractivas para contener la inflación. El patrón oro
era una condición necesaria para acceder a los mercados internacionales de capital y la forma más efectiva de
evitar nuevos episodios inflacionistas. Se confiaba en que la estabilidad monetaria generaría confianza entre los
inversores domésticos y también atraería capital extranjero. Así los países con inflaciones más graves,
restablecieron una paridad por debajo del 10% de su valor en 1913. Los países con inflaciones elevadas, cuyos
esfuerzos por restablecer las paridades previas a 1914 fueron insuficientes, tuvieron que estabilizar sus monedas
a un tipo de cambio comprendido entre el 10% y el 30% de su valor previo al conflicto. Y, por último, los países
neutrales y Gran Bretaña, que ya en 1920 impusieron políticas deflacionistas, lograron reducir la inflación y
restablecer la paridad de antes de la guerra.
El sistema monetario que se restablece en los años veinte se conoce como “patrón de cambios oro”. Se
diferencia del previo en que los bancos centrales pueden acumular reservas en oro o en monedas extranjeras
convertibles en ese metal. Las monedas que asumieron ese nuevo papel fueron básicamente el dólar y la libra
esterlina. Además, se impusieron limitaciones a la convertibilidad del dinero bancario en oro y éste dejó de circular
en forma de moneda.
Este sistema monetario dejaría de funcionar en los años treinta por las fuertes asimetrías que albergaba
desde su implantación. No hubo acuerdo en la forma en que cada país restablecería su paridad con el oro. Así cada
cual la fijó en función de sus propios intereses, sin coordinarse con el resto y sin tener en cuenta el nivel de precios
interior con relación al nivel de precios del resto de países.
En Reino Unido el deseo de restablecer el poder financiero de Londres conllevo a una libra sobrevalorada,
lo cual afectó negativamente a la capacidad exportadora del país, a la producción y al empleo. A partir de entonces
el gobierno británico tuvo que adoptar una política económica centrada en la defensa del tipo de cambio. Se
practicó una política monetaria contractiva para reducir los precios y los salarios y ganar competitividad exterior,
y se elevaron los tipos de interés para atraer capital extranjero y contener la demanda interna. En 1931 Gran
Bretaña fue uno de los primeros países en abandonar el nuevo patrón oro.
Ajustes de los desequilibrios en la balanza de pagos en el sistema de patrón oro: cuando los países fijaban
el valor de su moneda, se esperaba que la cantidad de dinero en circulación en su interior fuera determinada por
los desequilibrios de su balanza. Las reglas postulaban que, siempre que en un país hubiera una entrada neta de
oro debido al superávit de su balanza exterior, éste tendría que incrementar la oferta monetaria y, por el contrario,
siempre que experimentara una salida de metal, debería contraer su oferta de dinero interna. Pero para que el
mecanismo de ajuste automático funcionara, precios y salarios tenían que ser flexibles. La rigidez de los precios,
y especialmente de los salarios, impedía el ajuste necesario. Las grandes empresas habían acumulado suficiente
poder de mercado para fijar los precios y los trabajadores habían aumentado también su capacidad de negociación
salarial, creando un entorno internacional en el que la cooperación entre los países era escasa. A pesar ello, entre
1922 y 1930 el patrón oro ayudaría a la recuperación de los flujos internacionales de capital.
Los flujos de capital contribuyeron inicialmente a la estabilidad internacional, al permitir financiar los
déficits de balanza de pagos de Europa con los Estados Unidos. La entrada neta de capital en Europa después de
la estabilización ayudó a preservar el valor de las divisas más débiles y a sostener el recién restaurado patrón oro.
Una parte importante de los préstamos a Alemania se destinó al pago de las reparaciones de guerra, el resto
permitió financiar un nivel de inversión y consumo doméstico imposible con el escaso ahorro y elevar el gasto
público sin tener que seguir aumentando la presión fiscal, y, por tanto, recuperar la actividad económica, la
motorización, se avanzó en ingeniería química y eléctrica. Se introdujo el modelo americano de producción en
masa de bienes estandarizados. La llegada de capital y tecnología americana fue clave para impulsar el crecimiento
económico.
A pesar de la debilidad monetaria y financiera, Europa consiguió crecer entre 1922-1929. Una de las
razones fue la reconstrucción. Se impulsó el desarrollo económico y avanzar hacia la industrialización, invirtiendo
en formación humana y en el desarrollo de nuevas infraestructuras de transporte, comunicaciones y electricidad.
A pesar de todo, el crecimiento económico se construyó sobre bases débiles. Los conflictos políticos en
el interior de los países y la falta de entendimiento a nivel internacional minaron la confianza de los inversores,
que pronto acabaron desviando los recursos hacia otras inversiones, como la preparación para otro conflicto
armado o las inversiones especulativas en bolsa.

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La situación de América Latina y Asia
Desde 1914 los flujos de bienes y de factores europeos hacia América Latina alteraron. Se contrajo la
llegada de mano de obra, capital y productos manufacturados europeos. Las exportaciones y el capital
norteamericano fueron la principal potencia extranjera en la zona. El comercio, entre 1914 y 1918, de estos países
se beneficiaron de un aumento de las exportaciones superior al de las importaciones.
Al acabar la guerra, los antiguos socios comerciales europeos recuperaron parte de su cuota de mercado
y las nuevas industrias domésticas vieron amenazados sus mercados locales, por lo que reclamaron al Estado
mayor protección arancelaria. Como consecuencia, el proceso de industrialización avanzó. Los sectores de
productos primarios habían llegado a situaciones de exceso de oferta y a la baja en los precios. El resultado fue
una caída del valor de las exportaciones insuficientes para financiar las nuevas necesidades de importaciones. El
comerciales empeoró y se produjo endeudamiento exterior. Los Estados Unidos se convirtieron en su principal
prestamista. El PIB per cápita de los países latinoamericanos logró crecer a una media anual del 1,8%.
Estados Unidos → Latinoamérica → Europa (logrando liquidez para hacer frente a sus deudas comerciales con
Estados Unidos) → Estados Unidos.
Los países asiáticos aumentaron su producción y exportaciones de productos manufacturados, llegando a
alcanzar tasas de crecimiento del PIB superiores al 2%. Japón - venta de sus productos industriales.
En general, la mayor parte de la economía mundial en 1929 había mejorado su posición respecto a los
niveles de antes de la guerra. Los años veinte habían traído el crecimiento y la modernización tecnológica a
Europa, y algunos países de América Latina y de Asia habían aprovechado la coyuntura bélica para arrancar su
desarrollo industrial. El problema era los pagos y la dependencia financiera con Estados Unidos. La continuidad
de su prosperidad dependía de la capacidad importadora de la economía estadounidense y de que ésta estuviera
dispuesta a mantener un nivel elevado de salidas de capital hacia otras partes del mundo.

2. Los años 20 en Estados Unidos


La Guerra convirtió a Estados Unidos en la primera potencia industrial, financiera y comercial. En Estados
Unidos los años veinte se caracterizaron por elevados niveles de inversión, un fuerte crecimiento de la
productividad, la estabilidad de precios y el pleno empleo. El PIB creció a una tasa media anual del 4,2%.
La agricultura – inversión en la motorización de explotaciones (tractores, trilladoras, segadoras y arados
mecánicos), uso de semillas híbridas, nuevas variedades de cultivo, y mejoro el cuidado, reproducción y
tratamiento de las enfermedades de los animales.
La industria (83% del aumento agregado de la PTF) - electricidad, fabricación de maquinaria eléctrica,
la industria química, la industria del caucho, la extracción y refino del petróleo, la fabricación de transporte,
alimentación y tabaco, confección, calzado, papelerías e imprenta, incorporación de nuevos bienes de equipo,
telecomunicaciones (radio, telefonía), nuevas tecnologías en la construcción de edificios y pavimento de
carreteras (autopistas), en el sector de electrodomésticos (lavadora, aspiradora, plancha eléctrica, la tostadora,
el frigorífico…).
Nuevas técnicas de organización de la producción - taylorismo y fordismo. Producción a gran escala
con la incorporación de la cadena de montaje.
Nuevos sectores productivos - agencias de viajes, cine, práctica de algunos deportes.
Eso permitió incrementar el flujo de producción, mejoró las condiciones de trabajo, facilitó el control y
mantenimiento de la maquinaria, e hizo más fácil aumentar el tamaño de las plantas. A su vez, la electricidad
permitió la mecanización del pequeño taller. Aumentó la comunicación entre las ciudades con la difusión de la
radio y de la telefonía y aparecieron nuevas estrategias publicitarias y de marketing.
El crecimiento empeoró la distribución de la renta. Durante los años veinte los salarios crecieron, pero
por debajo de la productividad del trabajo, y los precios de los productos apenas bajaron. las rentas del capital
aumentaron con mayor rapidez que las del trabajo, generando una creciente desigualdad en la distribución
funcional de la renta que impedía la continuidad del proceso de crecimiento → la producción pasó a crecer más
deprisa que la capacidad de compra de la población → exceso de capitalización.

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La opción elegida por la mayoría fue desviar los beneficios empresariales hacia las finanzas:
- conceder créditos al consumo para financiar las ventas de productos manufacturados a aquellos
trabajadores cuyos salarios apenas crecían.

- financiar inversión en el extranjero


- compra de acciones en Bolsa → proceso especulativo y expansión del sector de la construcción (cuya
demanda creció a una tasa media anual del 29,4%) → boom inmobiliario. El valor nominal de las deudas
hipotecarias se incrementó un 268%. Esto favoreció las ventas de viviendas y de terrenos, y los precios y el flujo
neto de hipotecas experimentaron un brusco crecimiento.
En el sector agrario (durante la guerra los agricultores norteamericanos habían pedido créditos para
ampliar su capacidad productiva o para mejorar sus explotaciones en respuesta al aumento de la demanda en el
mercado mundial de alimentos) el exceso de demanda se convirtió en un exceso de oferta - los precios bajaron en
términos absolutos y con relación a los precios de los productos manufacturados. Los agricultores se encontraron
con dificultades para devolver sus préstamos.

3. La Gran Depresión de los años treinta – fin del crecimiento estadounidense.


Entre 1929 y 1932 la producción mundial de manufacturas se contrajo un 36% y la de materias primas un
25%, mientras el volumen de producción de alimentos se mantenía más o menos estancado. La producción de
alimentos descendió casi un 50%. La crisis tuvo un impacto global, ya que afectó a economías de todos los
continentes, aunque de maneras diferente.
Los orígenes de la Gran Depresión y las razones de su gravedad y duración, suelen atribuir a la evolución
de la economía estadounidense y a su creciente influencia sobre la economía mundial. Las bases de la depresión
en Estados Unidos responden a amplios shocks de demanda - por un lado, la caída de la inversión como
consecuencia de la desaceleración de la demanda de bienes relacionados con las innovaciones de la Segunda
Revolución Industrial, y por otro, con la adopción de políticas económicas no adecuadas para contrarrestar la
crisis.
El crack de la Bolsa de Nueva York en octubre de 1929 marca el inicio de la Gran Depresión.
Hay que tener en cuenta que la Bolsa es un mercado en el que se cotiza una oferta limitada de títulos, cuyo valor
depende no sólo de los beneficios esperados de las empresas sino también de la disponibilidad de capital
dispuesto a entrar en el mercado bursátil.
Si las aportaciones de capital aumentan sin que haya un incremento de la oferta de títulos, los precios de
las acciones también aumentaran. Es decir, se puede producir un comportamiento especulativo cuando los
inversores esperen obtener ganancias en el precio futuro de sus acciones por la llegada de nuevos compradores.
Y esto es lo que ocurrió a lo largo de la segunda mitad de los años veinte y, sobre todo, a partir de 1928:
Las órdenes de compra crecieron por la llegada de nuevos ahorradores y por las facilidades que ofrecían los nuevos
instrumentos financieros. Al ahorro procedente de los beneficios empresariales, se le sumó el de los pequeños
ahorradores atraídos por la publicidad del negocio y también por las facilidades que brindaban los bancos y las
sociedades de cartera para la compra a crédito de acciones. También llegaron a este mercado capitales que huían
de las frágiles monedas europeas. El resultado fue una espiral especulativa.
En enero de 1928, la Reserva Federal, decidió elevar el tipo de descuento para frenar esta burbuja
especulativa por su temor a un aumento de la inflación doméstica, adoptando una política monetaria contractiva
que consistía en elevar gradualmente el tipo de descuento desde el 3,5% al 5%. El boom especulativo empezó a
detenerse ya en agosto de 1929, y cuando en octubre se elevó de nuevo el tipo de descuento del 5 al 6% la
confianza de los inversores en el mercado se desvaneció. Los inversores se percataron de que los títulos estaban
sobrevalorados, y que, a los nuevos precios del dinero, sería cada vez más difícil vender con ganancias. Entonces
se desató el pánico bursátil. Entre el jueves 24 de octubre (Jueves Negro) y el martes 29 de octubre (Martes
Negro), la enorme cantidad de títulos sacados a la venta precipitó el desplome del valor de las acciones. El índice
Dow Jones cayó de 381 a 198 puntos. Hasta 1932 se habían perdido en torno a 5/6 partes del valor de los títulos
bursátiles.
Pero el crack de la bolsa no fue el causante de la Gran Depresión. Lo relevante fue que a la caída de la
bolsa se sumaron otras fuerzas contractivas que venían operando desde mediados de los años veinte y que habían

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llevado de forma autónoma a una contracción del gasto en inversión y en consumo, como, por ejemplo, la crisis
del sector agrario, la ralentización de la inversión por la reducción del crecimiento del consumo de bienes
duraderos, el efecto de la distribución regresiva de la renta sobre el consumo de los trabajadores, la caída en las
ventas de viviendas, etc…
A ello se sumó un shock monetario que vio amplificado su impacto por la fragilidad del sistema bancario.
El público retiraba el dinero de los bancos → los bancos sin depósitos a la vista → disminuyen préstamos →
quiebras bancarias.
A pesar de mantenerse en circulación la misma cantidad de billetes (base monetaria), el conjunto de medios de
pago a la vista (billetes en manos del público más los depósitos a la vista de los bancos) disminuyó, agudizando
la caída de los precios y la depresión general de la economía.
¿Por qué quebraron los bancos?
Principalmente los brókeres y de los bancos que les habían concedido crédito para la compra de acciones
se vieron afectados por la caída del precio de los títulos cotizados en bolsa. Los bancos se encontraban con activos
depreciados. Este hecho causó alarma entre sus clientes y una retirada masiva de depósitos, se desató el “pánico
bancario” - el contagio del temor entre los ahorradores de ser los últimos en convertir en efectivo los saldos
depositados en sus bancos = “shock de liquidez”.
Como consecuencia algunos bancos tuvieron que suspender pagos, reducir los créditos y del aumento de
las reservas en efectivo → espiral deflacionista (se contraía el gasto en consumo y en inversión).
Las empresas no podían acceder al crédito porque se encontraban con caídas de sus ventas → insolvencia.
Los clientes que mantenían créditos a medio o largo plazo con intereses fijos → aumento de la carga de
sus deudas por la caída de sus propios ingresos y del nivel general de precios.
Los pequeños bancos (poco capitalizados y con escasa diversificación del riesgo) no pudieron soportar la
presión que la recesión económica ejerció sobre sus balances → quiebra.
Bancos que concedían créditos inmobiliarios → efectos negativos debido al efecto de la crisis del sector
inmobiliario sobre los balances de las familias.
¿Cuál fue la respuesta de las autoridades monetarias?
La Reserva Federal al respondió a la caída de las cotizaciones bursátiles recortando los tipos de interés,
pero no tuvieron en cuenta el efecto que la deflación de los precios tenía sobre el tipo de interés real. Por mucho
que las autoridades bajaran el tipo de interés nominal, si la caída de precios era de mayor magnitud, el tipo de
interés real seguía aumentando y, por tanto, se encarecía el coste del crédito.
Todo esto se debe a que la Reserva Federal tenía sus raíces en una política económica liberal y de
salvaguarda del sistema de patrón oro. Se defendía que el sistema económico se autorregulaba automáticamente
y eran partidarios de la no intervención para que éste se ajustase por sus propios medios.
Crisis en el resto de la economía.
La reducción de la actividad en las industrias de bienes de equipo aumentó el desempleo, mermó la
capacidad de compra de los parados, afectando así a la industria de bienes de consumo. La producción cayó un
52%, el nivel general de precios un 38% y el ingreso real un 35%. Los beneficios empresariales pasaron de
representar el 10% del PIB en 1929 a ser negativos en 1932 y 1933. La inversión privada doméstica se contrajo
en un 98% entre 1929 y 1933 y el consumo privado en un 16,6%. La descapitalización de las empresas y la
amenaza del paro paralizaban asimismo las decisiones de gasto y las ventas a plazos. En total en torno a un 40%
de los trabajadores industriales perdieron su empleo.
Las familias posponían sus decisiones de gasto. Las empresas posponían sus decisiones de inversión ante
la incertidumbre agravada por la deflación. Al mismo tiempo, la carga real de las deudas se incrementaba, y, por
lo tanto, cada vez era más difícil amortizar los créditos al consumo o las hipotecas. La morosidad bancaria
aumentaba y la espiral contractiva del crédito progresaba. Con todo ello se retroalimentaba un círculo vicioso
contractivo.

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La transmisión de la crisis al resto del mundo.
Por un lado, los países exportadores de bienes primarios habían aumentado su endeudamiento por la caída
de los precios mundiales de los alimentos y de las materias primas. Por otro lado, la mayor parte de los países
europeos se enfrentaban a los problemas financieros derivados de las deudas y reparaciones de guerra y a la
pérdida de competitividad de sus economías. De modo que, la contracción del crédito internacional desde Estados
Unidos afectó doblemente a sus economías, dificultando devolver sus deudas y mantener sus importaciones.
La primera medida de política comercial se tomó en Estados Unidos, en respuesta a las demandas de
protección del sector agrario ante la caída de precios → subidas arancelarias. En 1931 unos 60 países habían
elevado sus aranceles.
La política arancelaria se utilizó para restablecer el equilibrio de la balanza comercial, para mantenerse
dentro de la disciplina del patrón oro. El resultado fue la pérdida de reservas de oro y de divisas. El drenaje de
reservas llevaba implícita la pérdida de confianza en las monedas. Las políticas proteccionistas buscaban, por
tanto, contraer el volumen de importaciones y frenar la salida de reservas. De hecho, los países que desplegaron
mayores subidas de aranceles y mayores controles cuantitativos a las importaciones, fueron también los países
que más tardaron en devaluar sus monedas o en salirse del patrón oro.
Otras barreras no arancelarias: controles de tipos de cambios, restricciones crediticias,
contingentación de las importaciones, acuerdos bilaterales o eliminación de la cláusula de la nación más
favorecida. Como consecuencia de ello, unos 40 países perdieron más de la mitad de sus ingresos por
exportaciones.
El volumen del comercio mundial en términos reales se contrajo en torno a un 40%, mientras que el
aumento medio de las barreras fue de un 25% y la caída del PIB osciló entre el 30% de los Estados Unidos y el
15% de Francia y Alemania.
A pesar de la adopción de políticas deflacionistas, las presiones sobre las monedas persistieron y muchos
países se vieron forzados a abandonar el patrón oro. Los primeros en hacerlo fueron aquellos con una posición
deudora a corto plazo más crítica, como era el caso de Austria, Hungría, Alemania, o con una mayor presión sobre
sus reversas, como Gran Bretaña.

4. La recuperación
Hacia 1933 se observó cierta recuperación en la actividad económica a nivel mundial. Se abandonaron las
políticas deflacionistas centradas en la estabilidad monetaria y se concedió mayor protagonismo a las políticas de
estímulo de la demanda. Se desplegó un amplio paquete de medidas:
- el débil estímulo fiscal se vio compensado por un multiplicador keynesiano más potente – el New Deal,
de forma que no había peligro de “crowding out” (desplazamiento de la inversión privada por la inversión
pública).
- el abandono del patrón oro en abril de 1933 y a la devaluación del dólar → no era necesario acumular
reservas, la cantidad de dinero en circulación aumentó y se redujo el tipo de interés real.
Estas medidas se reconocen como el New Deal - un conjunto de pequeñas iniciativas de gasto público
financiadas ampliamente con un aumento de los impuestos, y con un déficit público que no llegó a alcanzar el
8% del PIB en los años de 1933 a 1937, cuyo propósito era estimular la demanda y a recuperar la confianza en
las instituciones y en la economía. Las medidas del New Deal han venido siendo consideradas como un estímulo
fiscal de carácter keynesiano, sin embargo, investigaciones posteriores demostraron que el volumen de gasto
público no parecía suficiente para explicar una recuperación de la magnitud de la experimentada entre 1933 y
1937. En esos cuatro años el PIB real aumentó un 36%.

Fases del New Deal:


- El primer New Deal (1933-1935) – las medidas iban dirigidas a restablecer la confianza en las
instituciones, en la economía y en la política económica. Las medidas comprendían el abandono del patrón oro,
el anuncio del objetivo de restablecer el nivel de precios de antes de la depresión, el aumento del gasto público,

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el reordenamiento del sistema bancario y el apoyo específico a los sectores más vulnerables. Este cambio mejoró
las expectativas empresariales y puso en marcha la recuperación.
Entre las prioridades del New Deal estaba la rehabilitación de la confianza en el sistema bancario con el
propósito de acabar con las oleadas de quiebras bancarias y aliviar el drenaje de crédito en la economía. Por ello
Se decretó el cierre obligatorio de todos los bancos durante tres días (“banking holiday”) para auditar sus cuentas.
Como consecuencia unos 4.000 fueron declarados insolventes y tuvieron que cerrar. Posteriormente se adoptaron
una serie de leyes (Emergency Banking Act y Banking Acts), dirigidas a regular la actividad del sector. Entre
las medidas adoptadas estaba la constitución de un fondo de garantía de depósitos cuyo objetivo era evitar
situaciones de pánico y retirada de dinero, la separación entre banca comercial y banca de inversión y la creación
de una agencia estatal dirigida a ayudar a la recapitalización del sistema bancario.
En la agricultura se adoptaron medidas para reducir la sobreproducción y evitar la caída de la renta. En la
industria se pretendía aumentar tanto la inversión privada como la capacidad de compra de los salarios a partir de
acuerdos entre empresarios y trabajadores.
- El segundo New Deal (1935-39) - las medidas se concentraron en mejorar la distribución de la renta,
concediendo un mayor poder de negociación a los trabajadores. Se reconocieron los sindicatos, el derecho a la
negociación colectiva y a la representación sindical en las fábricas y se sentaron las bases para la creación de un
sistema nacional de pensiones y el desarrollo del seguro de paro obligatorio.

5. Recuperación en el resto del mundo


En la mayoría de los casos la salida del patrón oro fue un factor clave. Ahora, la lección aprendida en la
posguerra era que en un contexto deflacionista aumentaban las preocupaciones acerca de la sostenibilidad del
déficit público y era previsible una reacción adversa por parte de los mercados financieros. Por ello, los gobiernos
preferían optar por la prudencia fiscal antes que perder la confianza de los mercados internacionales de capital.
Gravedad de la economía alemana – como su economía dependía del capital norteamericano, se
interrumpió la repatriación de la economía. Esto agravo todavía más la situación de Alemania al precipitar una
crisis monetaria y bancaria. La reacción inicial fue la adopción de políticas deflacionistas y en 1931 se abandonó
el patrón oro. Pero la situación no mejoró y la tensión social alcanzó cotas muy importantes. Adolf Hitler llegó al
poder en 1933 y proclamo un régimen dictatorial en 1934 → se produjo una recuperación económica rápida e
intensa (el PIB creció por encima del resto de países europeos y la tasa de paro se situaba en un 2%) = política
fiscal expansiva - inversión en infraestructuras, como carreteras y autopistas, y rearme y preparación para la
guerra, objetivo prioritario de Hitler.
En América Latina y Asia, la depresión llegó a través del comercio y de los movimientos internacionales
de capital. Estos países optaron por las políticas nacionalistas - proteger el mercado nacional de la competencia
extranjera. Las industrias locales que habían surgido durante el conflicto debido a la sustitución de importaciones,
vieron amenazada su continuidad tras el conflicto por la llegada de productos de importación. Fue entonces cuando
comenzaron a reclamar la protección. Sin embargo, sus demandas no tuvieron la aprobación de los exportadores
de bienes primarios hasta la depresión de los años treinta, cuando el rearme arancelario se generalizó a escala
mundial.
Conclusión: La Gran Depresión replanteamiento de los principios de la macroeconomía y a una rápida adopción
del pensamiento keynesiano. A partir de entonces la política económica puso más énfasis en el nivel de gasto del
Estado y en el desarrollo de estabilizadores automáticos para corregir el ciclo económico.

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TEMA 5
LA EDAD DORADA DEL CAPITALISMO (1945-1973)
1. Recuperación tras la Segunda Guerra Mundial. Las nuevas bases de la economía mundial
En 1945, cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, un número importante de países e inmensos
territorios de Europa y Asia se encontraban devastados: más de cuarenta millones de muertos, ciudades enteras
arrasadas por los bombardeos, industrias e infraestructuras destruidas, una situación próxima a la hambruna en
los países derrotados, desplazamientos forzados de población, países ocupados por las potencias vencedoras,
gobiernos débiles y con dificultades para dirigir la recuperación. Las tareas de reconstrucción eran ingentes y la
experiencia tras la I Guerra Mundial indicaba que esas tareas no eran fáciles y se enfrentaban a la posibilidad de
nuevas tensiones económicas y políticas que podían provocar nuevas recesiones como la que había dominado la
década de los treinta. Sin embargo, la recuperación se produjo con gran rapidez.
Los acuerdos de Bretton Woods: firmados por más de cuarenta países en 1944. En ellos se consolidó la
visión norteamericana de las relaciones económicas internacionales. Los acuerdos consistieron en el
establecimiento de un nuevo sistema monetario y en la creación de dos instituciones - el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo. El sistema monetario se basó en tipos de
cambio fijos y, al mismo tiempo, ajustables. El hecho de que fueran fijos quería impedir devaluaciones
competitivas. La posibilidad de ajuste, que se estableció en una banda de fluctuación del tipo de cambio del 1%,
pretendía superar las rigideces del patrón-oro, que habían obligado en el pasado a los países a deflaciones internas
para resolver el déficit exterior sin modificar la paridad de sus monedas. Ahora se buscaba que los países no
alteraran unilateralmente el tipo de cambio y sólo pudieran ajustarlo por acuerdo en caso de graves problemas
estructurales. En el nuevo sistema, el dólar se convertiría en la divisa internacional.
La importancia de Bretton Woods es que ahora los países cooperaban. Los países eran conscientes de
que los beneficios de la cooperación eran muy superiores a los de dificultar las relaciones con otros países para
estimular la economía propia. La estabilidad y la confianza que proporcionaron las nuevas instituciones
internacionales y la existencia de un líder crearon un marco favorable para el crecimiento.
El Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo -
organismos económicos internacionales con capacidad para establecer normas y proporcionar ayudas. El Fondo,
cuya sede se estableció en Washington, tenía que hacer posible la estabilidad monetaria y los flujos comerciales.
Para ello, ayudaba a los países con déficit exterior mediante la concesión de créditos en divisas, que podían pagarse
en las monedas respectivas de cada país. Por su parte, el BIRD, constituido también con las aportaciones de los
países miembros, facilito la reconstrucción de los países de Europa mediante préstamos. Estos créditos se
reorientaron más tarde hacia los países en desarrollo de todo el mundo.
Acuerdo General de Aranceles y Comercio (1947) - se basaban en dos principios: el comercio no podía
estar sujeto a restricciones y los intercambios debían ser multilaterales, sin discriminaciones de ningún tipo. Para
su aplicación, se arbitró la llamada “cláusula de nación más favorecida”, por la cual todos los países que mantenían
acuerdos comerciales con un país determinado se beneficiarían de cualquier nuevo acuerdo que ese país
estableciera con un tercero. De este modo se evitaban los acuerdos comerciales preferenciales, es decir los que
beneficiaban a un socio, pero no a otros. Esto afectaba a las relaciones que Gran Bretaña mantenía con los
territorios de la Commonwealth, que establecían condiciones exclusivas y un trato especial para ellos. Se
confirmaba así la pérdida de influencia de una Gran Bretaña debilitada por la guerra y muy endeudada con su
aliado americano.
Consecuencias: El conjunto de medidas e instituciones establecidas en Bretton Woods contribuyó al
crecimiento económico de las décadas siguientes. La materialización de las nuevas instituciones fue lenta e
incompleta - se produjeron devaluaciones unilaterales, la plena convertibilidad de todas las monedas sólo se
alcanzó en 1958 y la desregulación del comercio se hizo con lentitud.

2. La ayuda norteamericana, la recuperación de Europa y Japón y el Plan Marshall


Europa y Japón se encontraban con una capacidad productiva reducida y la recuperación se enfrentaba a
la carencia de alimentos, materias primas y bienes de capital, así como de las divisas necesarias para adquirirlos.
A esta situación se la denominó “escasez de dólares”.

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La posición de Estados Unidos había salido reforzada de la guerra: este país generaba ahora casi la mitad
de la producción industrial del mundo y su ventaja respecto al resto de países desarrollados se había ampliado. La
economía estadounidense era la única que estaba en condiciones de suministrar los bienes que otros necesitaban.
El problema era que Europa y Japón no podían pagarlos y esta asimetría tan marcada entre Estados Unidos y el
resto de países industrializados auguraba una crisis profunda para todos.
El gobierno estadounidense creó el European Recovery Program, más conocido como Plan Marshall,
para devolver al mundo a una situación económica saneada sin la cual no puede haber ni estabilidad política ni
paz segura.
El Plan funcionaba del siguiente modo

Gobierno de
Estados Unidos •Empresas destinatarias
pagan al gobierno el
•Pedidos de bb importe de los bb
y mmpp de las •El pais crea fondos
•Compra a las
empresas destinados a reformas con
empresas los beneficios
norteamerica
Gobiernos
nas Europa
europeos

Los Estados Unidos enviaron bienes por valor de 13.400 millones de dólares entre 1948 y 1952. Un total
de dieciséis países se acogieron al Plan, aunque quienes recibieron las mayores cantidades fueron Gran Bretaña,
Francia, Italia y Alemania. Como el objetivo era la recuperación rápida de Europa, los Estados Unidos también
proporcionaron asesoramiento técnico para poner en marcha la industria con los nuevos métodos de producción
fordistas en los que la potencia norteamericana tenía una amplia ventaja. Además, se presionó para que los países
europeos cooperaran entre ellos para acelerar la recuperación y ello se plasmó en la creación de la Organización
Europea para la Cooperación Económica (OECE). Las ayudas totales supusieron para la mayoría de países entre
el 5 y el 10% de su PIB de un año. Esta inyección de bienes aceleró el crecimiento de la producción, evitó procesos
inflacionistas graves y mejoró el empleo y los niveles de vida. En gran medida, el Plan hizo que la recuperación
fuera más rápida de lo que había sido tras la primera Guerra Mundial. Una parte de Europa no se vio afectada por
el Plan Marshall. España quedó al margen y sólo recibió una ayuda más reducida a partir de 1953, cuando se
estableció un acuerdo bilateral con Estados Unidos de ayuda económica a cambio de la instalación de bases
militares norteamericanas.
Japón también se vio beneficiado por la ayuda estadounidense. Al finalizar la guerra, el país estaba
devastado. Desde la derrota en 1945 hasta 1952 el país estuvo ocupado militarmente y gobernado por Estados
Unidos. En su inicio, el proyecto norteamericano era desmantelar las bases de la industrialización japonesa, pero
el inicio de la Guerra Fría y la revolución china de 1949 que llevó al poder al Partido Comunista provocaron un
cambio de estrategia. El objetivo pasó a ser que la economía se recuperara con rapidez y el viejo enemigo se
convirtiera en un aliado frente al comunismo. Para ello se potenció la restitución de las instituciones del pasado y
se concedieron importantes ayudas económicas: se cancelaron las reparaciones de guerra y el ejército
norteamericano realizó pedidos a las empresas japonesas para abastecerse durante la Guerra de Corea (1950-
1953). Durante varios años, la demanda de tejidos, vehículos, armamento y otros productos expandió la industria
nipona. La alianza militar con Estados Unidos evitó al país los gastos de defensa y todo ello constituyó un
poderoso impulso para una economía que parecía destinada al estancamiento.
Mientras la ayuda norteamericana se desplegaba por Europa y Japón, el mundo quedó dividido en dos
grandes bloques enfrentados por la supremacía tanto económica como política. Una de las consecuencias de la
Segunda Guerra Mundial en Europa había sido la extensión de los regímenes comunistas impulsados (y en buena
medida controlados) por la Unión Soviética en los países que ésta había ocupado en su ofensiva contra Alemania.
Estados Unidos y la Unión Soviética tenían dos maneras opuestas de concebir la política y la economía. Y de ahí
se pasó a la ruptura conocida como la Guerra Fría. El enfrentamiento nunca llegó a la guerra abierta entre ambas
potencias, pero sí a una serie de conflictos bélicos, denominados regionales, entre algunos de los países aliados
para mantener la influencia geopolítica. La Guerra Fría determinó las relaciones internacionales, pero tuvo

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también grandes repercusiones económicas. La más evidente fue la carrera de armamentos entre ambas
superpotencias, que incluía la amenaza de destrucción nuclear.
La búsqueda de aliados en todo el mundo por parte de las dos potencias generó guerras, golpes de Estado
y sangrientas dictaduras en todos los continentes, con el consiguiente impacto negativo sobre el desarrollo
económico. También se produjo el efecto contrario: países que resultaban estratégicos para una u otra potencia
recibieron importantes ayudas que, en algunos casos, contribuyeron a su rápida industrialización. Como el
enfrentamiento era también ideológico, ambas potencias trataban de mostrar al mundo la superioridad de su
sistema económico para el bienestar de los ciudadanos.

3. Cambio tecnológico
Tres procesos favorecieron la expansión de la producción: el aumento muy destacado de escala en la
producción y consumo de los bienes, debido al aumento sostenido del empleo y el nivel de vida; la mejora técnica,
que renovó muchos de los productos hasta hacerlos irreconocibles; y la aparición de productos nuevos en esos
mismos sectores o en otros derivados de los anteriores.
Muchas de las innovaciones de la segunda Revolución Industrial se beneficiaron de la II Guerra Mundial:
el esfuerzo realizado para la producción bélica aceleró los procesos de innovación tecnológica, ya que los Estados
dedicaron inmensos recursos a investigar y producir bienes que después de la guerra tendrían un uso civil. El
inicio de la Guerra Fría mantuvo la carrera armamentística entre las dos grandes potencias, de manera que una
parte relevante de la investigación siguió estando determinada por las necesidades militares y también por la
carrera espacial.
La innovación tecnológica afectó a todos los sectores:
- En los hogares y multitud de tareas cotidianas aparecieron o se mejoraron bienes como resultado de la
innovación en la electrónica - radios, televisores y reproductores de sonido. Se progresó en la electrificación del
territorio.
- Aparecieron las aplicaciones informáticas. La tecnología recorrió con rapidez varias etapas, desde las
computadoras basadas en tubos de vacío a las de transistores y, en una tercera generación, a los circuitos
integrados. Las primeras fases de la innovación estuvieron impulsadas casi siempre por el sector público.
- La química generó una gran variedad de productos y subproductos, con aplicaciones tanto en la vida
cotidiana como en los procesos de producción industriales y agrícolas: medicamentos, desarrollo de los
antibióticos, descubrimiento de nuevos fármacos, fibras textiles, caucho sintético, fertilizantes, pinturas,
procesamiento de alimentos, etc.
- Se mecanizaba y mejoraba la fabricación de productos más tradicionales como el papel.
- Apareció la petroquímica, la cual se basaba en la transformación de derivados del petróleo - plásticos,
nylon, poliéster, detergentes, etc.
- En el sistema de transporte la producción de automóviles asistió a una acumulación de mejoras técnicas,
tanto en el diseño de los motores como en el proceso de fabricación en cadena. La construcción naval desarrolló
nuevos procedimientos como el empleo de la soldadura o la construcción por partes separadas. En la navegación
aérea se un aumento del tamaño y la capacidad de los aviones; se hicieron más sofisticados y seguros los sistemas
de vuelo, los viajes se hicieron más regulares. Se desarrolló la propulsión mediante turborreactores.

4. El protagonismo del petróleo


El consumo energético por habitante del planeta se dobló entre 1950 y 1973, pero ese valor medio oculta
el hecho de que, en los países desarrollados, el incremento fue superior. Este mayor empleo de energía tenía varias
procedencias. Por un lado, el consumo de electricidad se incrementó. A las formas tradicionales de producción
eléctrica —carbón e hidráulica— se añadieron ahora el uso del gas y las centrales nucleares. Por otro lado, el
petróleo adquirió un protagonismo especial representaba un 47% en 1973. Hasta la crisis de 1973, los precios de
la energía fueron descendentes en términos reales y ello contribuyó al aumento del consumo energético y al
crecimiento económico.

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Esta “era del petróleo” venía a culminar el proceso iniciado en el siglo XVIII con el uso del carbón: la
consolidación de una economía basada en los recursos agotables del subsuelo. A diferencia del carbón, sin
embargo, las reservas de petróleo eran, a mediados de siglo, de grandes proporciones y crecían con rapidez como
consecuencia de la multiplicación de las prospecciones. El éxito del petróleo se debió a que se trataba de una
energía barata en términos relativos. Los costes unitarios de extracción y distribución descendieron como
consecuencia de mejoras técnicas.
El uso de los derivados del petróleo generó una situación nueva en los grandes países consumidores, los
más desarrollados, ya que la mayoría de ellos no tenían petróleo en su subsuelo. Por primera vez en la historia, la
economía de las grandes potencias industriales dependía de fuentes de energía procedentes del exterior.
La mayor parte del petróleo consumido en el mundo procedía del Oriente Próximo y, en especial, Arabia
Saudí, Irán y Kuwait. La localización geográfica de los yacimientos fuera del mundo desarrollado no fue óbice
para que la extracción y distribución mundial del crudo estuvieran concentradas en manos de un grupo muy
reducido de empresas, bien de origen estadounidense (Exxon, Mobil, Texaco, Chevron) o anglo-holandés (British
Petroleum, Royal Dutch-Shell). Las “siete hermanas” influían sobre los precios y las condiciones de extracción.
Para escapar de este oligopolio, algunos de los principales países productores crearon en 1960 la Organización de
Países Productores de Petróleo (OPEP), que aspiraba a influir sobre los precios regulando la producción.

5. La revolución verde
El cambio tecnológico afectó también a la agricultura → revolución verde - una respuesta a la explosión
demográfica que conoció el planeta desde mediados de siglo ya que la sostenibilidad de la población mundial se
hubiera visto comprometida. El aumento de la población fue especialmente rápido en los países en desarrollo y,
por tanto, fue allí donde la demanda de alimentos se volvió más acuciante.
La revolución verde afectó a los tres cereales básicos: arroz, trigo y maíz. Consistió en el empleo de
variedades nuevas de esas plantas, obtenidas mediante procesos de selección e hibridación. Estas variedades
proporcionaban mayor producto por unidad de superficie - variedades de alto rendimiento. Sus mejores
resultados se debían a que respondían al empleo de fertilizantes químicos en mayor medida que las variedades
tradicionales, por lo que ambas innovaciones —las nuevas semillas y una cantidad creciente de fertilizantes —
eran inseparables si se quería alcanzar los resultados. De ahí que aumentara el empleo de fertilizantes,
suministrados por la pujante industria química. Sin embargo, el aumento de los rendimientos exigía, además, una
aportación abundante y regular de agua, por lo que la ampliación de los sistemas de riego fue otra exigencia para
el éxito de la innovación. Además, como las nuevas variedades eran muy vulnerables a las plagas de insectos. Su
cultivo exigió un uso masivo de insecticidas y herbicidas.
Por tanto, la revolución verde constituía, en realidad, un “paquete” tecnológico con cuatro componentes
difíciles de separar e interdependientes: semillas mejoradas, fertilizantes, riego e insecticidas. La maquinaria
agrícola, por su parte, no era un componente necesario y se adoptó, sobre todo, en los países desarrollados donde
el coste de la mano de obra rural aumentó debido al avance de la urbanización.
La aplicación de estos cambios causó un alza sostenida de los rendimientos por hectárea, que se prolongó
durante varias décadas conforme las nuevas variedades iban sustituyendo a las semillas tradicionales. Sin
embargo, el éxito de la revolución verde se produjo en Asia y América Latina pero no en el África Sub-sahariana,
en parte porque aquí la presión demográfica era menor y en parte porque había más tierras que podían incorporarse
al cultivo y predominaban otros cultivos no afectados por la innovación.

6. Países desarrollados – crecimiento, consumo en masa y estado de bienestar


A partir de la Segunda Guerra Mundial, los países industrializados, en conjunto, crecieron a unas tasas
que no habían conocido antes. En Europa Occidental, el crecimiento del PIB fue del 4,6 % de media anual entre
1950 y 1973, cuando había sido sólo del 2,5 en el periodo 1890-1913 y del 1,4 en 1913-1950. Más tarde, entre
1973 y 1992 el crecimiento sería del 2%.
La evolución fue diferente según los países, ya que Europa y Japón crecieron mucho más que los Estados
Unidos. Lo que ocurrió en estas décadas es que Europa y Japón se aproximaron a la primera potencia mundial, en
un proceso conocido como convergencia económica. Aprovecharon las posibilidades de crecimiento que les

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ofrecía su atraso relativo, al poder copiar las técnicas de producción más eficientes sin los problemas de falta de
amortización de las más antiguas o de prueba y error que se podían presentar en Estados Unidos. La incorporación
de nuevas tecnologías en el lado de la oferta, y el aumento del empleo y el nivel de vida en el lado de la demanda
fueron, sin duda, causas decisivas de las elevadas tasas de crecimiento del mundo industrializado durante la Edad
Dorada.
Factores que hicieron posible esa convergencia
- El elemento central fue que Europa y Japón adoptaron con rapidez las técnicas y los sistemas de
producción que se habían desarrollado en Norteamérica desde décadas atrás: el fordismo y la producción en masa.
- La abundancia de trabajo con la que se encontraron los países europeos y Japón. La existencia de una
proporción todavía alta de población activa en la agricultura y la incorporación de la mano de obra femenina
suministraron un gran volumen de trabajo a la industria y los servicios. Las mejoras en la cualificación educativa
aumentaron la formación de los trabajadores. Las reservas internas de trabajo empezaron a agotarse, los países
europeos se convirtieron en receptores de inmigrantes, que desempeñaron los trabajos peor pagados y
contribuyeron, de ese modo, a evitar tensiones en el mercado laboral.
Japón se convirtió en la segunda potencia industrial del mundo con la ayuda estadounidense. El país ya
contaba con una herencia de desarrollo industrial, grandes empresas e instituciones públicas favorables al
crecimiento. Esta trayectoria previa facilitó la adaptación a las nuevas condiciones de la postguerra. Dos factores
desempeñaron un papel fundamental: la capacidad de mejora tecnológica de su sector industrial y el papel
desempeñado por el Estado.
La adaptación de técnicas procedentes de Occidente y la consiguiente reducción del atraso relativo
tuvieron un gran protagonismo. Este proceso se caracterizó por la capacidad de empresas y gobierno para
identificar las tecnologías con mayor potencial de crecimiento y la estrategia consistente en mejorar y desarrollar
la técnica importada mediante modificaciones incrementales. Así, buena parte de los productos y técnicas que
sustentaron el desarrollo de Japón provenían de Estados Unidos o Alemania, pero en el país asiático
experimentaron mejoras sustanciales y nuevos desarrollos. Por otro lado, salarios bajos en relación con Occidente
y un número mayor de horas de trabajo al año caracterizaron el modelo japonés. Como contrapartida, existió una
estabilidad laboral desconocida en cualquier otro país desarrollado y basada en el compromiso de las grandes
empresas con el empleo de por vida y en carreras profesionales que permitían ascensos continuados y mejoras de
salario. Esta organización de la producción industrial se desarrolló en el seno de una estructura empresarial
también peculiar, caracterizada por la ausencia de inversión extranjera y por el protagonismo de los grandes
grupos llamados zaibatsu. Se trataba de empresas de gran tamaño y con líneas de producción muy diversificadas,
pero que tenían un origen familiar y se organizaban a partir de jerarquías diferentes a las de la gran empresa
occidental, con un mayor peso de las fidelidades basadas en el parentesco y las relaciones de confianza.
El Estado dirigía y orientaba las iniciativas de las empresas privadas, establecía objetivos y facilitaba los
medios para alcanzarlos. Estas funciones correspondían al MITI, el poderosísimo Ministerio de Industria y
Comercio, compuesto por una burocracia muy cualificada y que mantenía relaciones periódicas con los dirigentes
y técnicos de las empresas. Los funcionarios del MITI recibían información y transmitían las orientaciones
decididas por el gobierno. A su vez, esto se sustentaba en la importancia de los bancos públicos, el Banco del
Japón y el Banco de Desarrollo. Así, eran posibles inversiones en grandes proyectos industriales. Por último, esta
estructura se completaba con una política comercial muy proteccionista.
El marco institucional que acabó configurándose no era nuevo del todo, puesto que se basaba en
elementos y tradiciones que habían surgido con anterioridad. Ahora, sin embargo, lo decisivo fue la compleja
interrelación que se estableció entre tres elementos:
A) Incremento del papel económico del Estado: creación de un sector público industrial;
políticas de pleno empleo y redistribución de la renta a través del Estado del Bienestar; subsidios y regulación de
la actividad privada; etc. Todo ello significó un aumento del gasto público que comportó un alza de impuestos,
en la cual los impuestos directos cobraron protagonismo (superaban el 40% del PIB). El intervencionismo estatal
estaba respaldado por la teoría económica de inspiración keynesiana, pero, en la práctica, fue más allá de las
propuestas del economista británico. Para éste, el Estado debía intervenir con la política fiscal y monetaria para
atenuar el ciclo económico y mantener el pleno empleo. A estos objetivos, los gobiernos añadieron el estímulo
sostenido de la demanda y los mecanismos redistributivos. El Estado proporcionó un marco legal e institucional

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para hacer efectiva la cooperación entre los agentes sociales. Esta combinación de economía de mercado y fuerte
intervención estatal llegó a denominarse “economía social de mercado” → estabilidad macroeconómica.
B) Sindicatos - buscaban mejoras en las condiciones de trabajo a través de la negociación. A
pesar de que la situación de pleno empleo favorecía las demandas salariales, los sindicatos aceptaron subidas
moderadas en los salarios y, a cambio, obtuvieron compromisos de inversión privada y de prestaciones públicas.
C) Elevadas tasas de inversión por parte de la empresa privada. Los empresarios aceptaban
el poder sindical y, a cambio, se beneficiaban de un clima social favorable, tanto por la minimización del conflicto
laboral como por la estabilidad y crecimiento sostenido de la demanda.
El resultado era que los salarios aumentaban menos que la productividad, lo que estimulaba la inversión,
pero al mismo tiempo mejoraban los niveles de vida y las condiciones laborales. Se alcanzó una situación cercana
al pleno empleo, con tasas de paro del 1,5% como media europea en los años sesenta. En el ámbito sociopolítico,
las desigualdades disminuyeron. Aumentaron la legitimidad y la estabilidad de los sistemas políticos
democráticos; en el terreno económico, la mejora de los ingresos reales estimuló la demanda y el consumo de
masas. Y todo ello configuró una especie de círculo virtuoso que alimentaba el crecimiento económico, el aumento
del bienestar y el pleno empleo.

ESTADO DE BIENSTAR
El Estado del Bienestar abarcó tres ámbitos fundamentales y otros secundarios: seguros de enfermedad y
accidentes, pensiones para la vejez y ayudas a los desempleados. Junto a ellas, el Estado también se ocupó de
cuestiones como la atención a la pobreza, la educación gratuita, la construcción de viviendas baratas y medidas
laborales como las vacaciones pagadas. Todo ello se financiaba con los presupuestos públicos y los impuestos
progresivos.

En general, el gasto sanitario fue el más importante en este conjunto de prestaciones. Los gobiernos crearon o
consolidaron sistemas públicos de salud, llevaron a cabo grandes inversiones en hospitales e infraestructuras
sanitarias y contrataron a miles de profesionales. Esta red atendía a los ciudadanos y, junto a los avances de la
ciencia médica, mejoró el estado sanitario de la población, prolongación de la edad media de vida y la reducción
de la tradicional desigualdad social ante la enfermedad y la muerte.

Por su parte las pensiones de jubilación introdujeron un cambio fundamental en las condiciones de vida de la
población, al permitir mantener el consumo tras salir del mercado de trabajo.

El Estado del Bienestar fue responsable de la mejora del nivel de vida. Al mismo tiempo, redujo las
desigualdades y aumentó la justicia social, lo que contribuyó a la estabilidad política. Y, en tercer lugar, también
reforzó el crecimiento económico.

El rápido crecimiento durante la Edad Dorada también se fundamentó por el lado de la demanda en el
aumento del consumo interno. Una demanda sostenida y creciente, sin grandes fluctuaciones causadas por los
ciclos económicos, resultó fundamental para impulsar la producción en masa.
Los Estados Unidos marcaron la pauta ya que el consumo de masas se había ido desarrollando allí desde
antes de la depresión de los treinta. Tras la Segunda Guerra Mundial, la expansión del consumo en ese país pasó
a ser considerado por los agentes sociales (empresarios, sindicatos y economistas) como un componente básico
del consenso social. En Europa, el atraso existente en este terreno se redujo rápidamente con la adopción de
hábitos, productos e incluso marcas procedentes, en buena medida, del otro lado del Atlántico.
Una característica básica fue la multiplicación de los bienes y servicios disponibles al alcance de la
mayoría de los segmentos de consumidores. La compra de los productos básicos como alimentación y vestido
dejó de absorber la parte mayoritaria de los presupuestos familiares, que comenzaron a gastarse en un número
creciente de bienes de consumo duradero y de servicios. Esto aumentó su variedad y cambiaron sus características.

Una característica del consumo de esta época es el protagonismo que adquirieron los servicios, en especial
los relacionados con el ocio, la salud y la cultura. En este terreno, el turismo de masas tuvo un papel destacado.
La mejora en los ingresos, la institución de las vacaciones pagadas y la mejora de los medios de transporte
extendieron a otros sectores sociales lo que había sido tradicionalmente una práctica exclusiva de los segmentos

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de mayor renta. El turismo adquirió también una dimensión internacional, ya que países con condiciones
climáticas y geográficas favorables y bajos costes salariales (como España, Italia, Grecia o México) se
beneficiaron de la llegada de turistas procedentes de los países próximos más desarrollados.
La participación femenina en la población activa en 1975 era ya del 53% en EE.UU., del 50% en Alemania
o del 58% en Gran Bretaña. Por su parte, la reducción de las tasas de fertilidad y del número de hijos por pareja,
facilitadas por los avances en las técnicas anticonceptivas y su difusión, hacía posible el trabajo de las mujeres
fuera de casa y, al mismo tiempo, influía sobre las pautas de consumo de las familias. las mejoras de la
productividad permitieron reducciones sustanciales de la jornada laboral, dejando más tiempo libre y por tanto
aumentando la demanda de este tipo de servicios.

7. Los países subdesarrollados a lo largo de la Industrialización


Durante la depresión de los años 1930 y la Segunda Guerra Mundial, las exportaciones de Latinoamérica
disminuyeron y los precios de los productos típicos del continente cayeron mucho más que los de otros productos,
por lo que las ganancias por exportaciones y la capacidad de compra de éstas se hundieron. Como consecuencia,
el crecimiento de las economías latinoamericanas se estancó en los años treinta y se reanudó con lentitud en los
años cuarenta.
Los resultados de la “industrialización sustitutiva de importaciones” (1950-1980) fueron una tasa
media anual de crecimiento del PIB del 5,5% y del PIB per capita del 2,7%, así como un incremento muy rápido
de la población, que pasó de 158 a 349 millones. Se trataba de un crecimiento más centrado en el mercado interior
y menos en las exportaciones; tenía la industrialización como objetivo fundamental; y se basaba en la intervención
estatal, aunque ésta fue menos intensa que en otros países en desarrollo como Corea del Sur o Taiwan. El
crecimiento hacia dentro se materializó en altas barreras a las importaciones y una reducción de la importancia
del comercio exterior en el PIB. Se trataba de una decisión de los gobiernos, pero estaba muy determinada por el
hecho de que los mercados mundiales no ofrecieron grandes oportunidades para los productos latinoamericanos
hasta los años 1960.
El desarrollo industrial fue apoyado por el Estado de diversas maneras. En primer lugar, asumió la
construcción o ampliación de infraestructuras necesarias para el crecimiento (ferrocarril, carreteras, puertos,
distribución de energía, etc.). En segundo lugar, invirtió en industrias básicas como siderurgia y química. El
Estado también favoreció a la industria privada mediante subvenciones, ventajas fiscales o crédito barato ofrecido
por los bancos públicos.
En general, la industrialización latinoamericana se basaba en sectores que aprovechaban la abundante
dotación de materias primas del continente y, por ello, se orientó a productos de alta tecnología en menor medida
que los países asiáticos de rápido crecimiento. A medio plazo esto generaría una dinámica por la cual América
Latina ascendió más lentamente en la escala de complejidad tecnológica y en la generación de valor añadido.

8. Las economías comunistas


En los años de la inmediata postguerra, ocho países europeos (Polonia, la República Democrática
Alemana, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Yugoslavia y Albania) y la República Popular de China
adoptaron el modelo de comunismo desarrollado en la Unión Soviética desde los años veinte. En la mayoría de
los casos, se trataba de economías más atrasadas que las de la Europa occidental e incluso algunas con predominio
agrario. Todas habían sufrido grandes pérdidas a consecuencia de la Guerra y de los desplazamientos de población
que siguieron a la paz. La URSS obligó a algunos países a pagar reparaciones de guerra y el coste de la ocupación
militar.
El modelo comunista que siguieron tenía unas características comunes:
a) Conversión de las empresas privadas en estatales.
b) Las decisiones sobre inversión, precios, financiación, comercio exterior, etc. correspondían al Estado,
que establecía objetivos de crecimiento que debían ser alcanzados en plazos de tiempo determinados.
c) La estrategia de desarrollo priorizaba la industria pesada a costa de mantener bajo el consumo de la
población.

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d) El resultado, entre 1950 y 1975: tasas de crecimiento más altas que en los países occidentales, pero
niveles de vida bajos.
e) El crecimiento estuvo acompañado de muchas ineficiencias en el uso de los recursos, debidas a varias
razones: la obsesión por incrementar la dotación de capital, sin tener en cuenta la racionalización en el empleo de
las instalaciones; un proceso de cambio tecnológico más lento que en occidente; los errores de los planificadores
y la dificultad de prever todas las variables de economías complejas; y la falta de incentivos entre los trabajadores,
ya que los salarios no dependían del esfuerzo de trabajo ni de la productividad.
f) La participación del mundo comunista en el comercio internacional fue muy reducida
China pasó de 546 millones de habitantes en 1950 a 981 en 1980. En 1820 China representaba el 32% del
PIB del planeta, en 1952 había quedado reducida al 5%.
Tras su triunfo en 1949, el Partido Comunista implantó una economía que seguía, con algunas
modificaciones, el modelo soviético. La aplicación del comunismo chino estuvo acompañada de graves
distorsiones:
- El Gran Salto Adelante (1958-60) - se intentó impulsar la producción industrial a través de la
movilización forzada de la población y de la colectivización de la agricultura. Ésta última dio lugar a una serie de
malas cosechas que extendieron la hambruna por el país y provocaron una tragedia que se ha evaluado entre 20 y
30 millones de muertos.
- La Revolución Cultural - paralizó la actividad económica en muchas ciudades.
Sin embargo, a pesar de todo, tanto la producción agraria como la industrial aumentaron durante este
periodo y las infraestructuras de transporte, energéticas y de riego experimentaron un progreso notable. También
se puso énfasis en la educación, con avances en la alfabetización, y en la sanidad.
El crecimiento agrario permitió responder a la demanda alimentaria de la creciente población. A pesar de
todo, y dado el volumen del incremento demográfico, el producto por persona aumentó poco. El crecimiento de
la producción agraria se veía ralentizado por la falta de incentivos que se derivaba de la colectivización de todos
los aspectos de la vida de los campesinos.
La industria pasó de representar tan sólo el 11% del PIB en 1952 al 30% en 1978. La construcción de
grandes plantas de industria pesada fue seguida de una descentralización de la industria por motivos estratégicos,
permitiendo una mayor difusión territorial de las fábricas y de las cualificaciones de trabajo industrial. Junto a las
grandes empresas estatales típicas de los sistemas comunistas, en China se desarrollaron pequeñas empresas
propiedad de los municipios que jugarían un papel decisivo en la época de las reformas.
Hacia el final de la época maoísta (que abarcó de 1949 a 1976), el modelo mostraba signos de agotamiento
y la pobreza en el campo todavía afectaba a más del 70% de la población. Los dos terribles momentos de colapso
social y económico —el Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural— disiparon muchos de los logros que se
alcanzaban en el desarrollo del país. Los grandes indicadores experimentaron una sustancial mejora respecto al
pasado: el PIB se triplicó; el PIB per cápita aumentó un 80% y el peso de la industria en la producción nacional
alcanzó el 35%. Este crecimiento fue modesto en comparación con otros países, pero, desde el punto de vista
institucional, China era ahora un país unificado y una entidad económica cohesionada, lo que eran condiciones
indispensables para el desarrollo económico.

9. Descolonización
En los quince años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, casi la totalidad de los territorios coloniales
se convirtieron en países independientes. Fue un fenómeno de gran trascendencia, ya que ponía fin a dos siglos
de dominio de las potencias europeas en Asia y África. En 1970 eran ya 134 países. El proceso fue muy rápido.
En 1947 proclamaban su independencia los territorios de la India británica y, a partir de ese momento, los procesos
de descolonización fueron afectando uno tras otro. Hacia 1962 apenas quedaban colonias en el mundo.
Razones: Por un lado, la caída de los precios de los productos primarios y el derrumbamiento del
comercio internacional durante la Gran Depresión afectaron gravemente a las colonias, que eran exportadoras de
materias primas. Ello extendió la crisis por estos territorios y generó descontento con los administradores
extranjeros. Por otra parte, bajo el dominio europeo se habían ido formando élites económicas autóctonas que

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aspiraban a dirigir sus respectivos territorios. Además, la Segunda Guerra Mundial relajó el control de las
potencias sobre sus colonias. La nueva relación de fuerzas a escala mundial jugaba en contra del colonialismo.
Los Estados Unidos se mostraron, inicialmente, opuestos al dominio colonial europeo y presionaron en contra de
las intervenciones de las viejas potencias imperiales. Por su parte, la Unión Soviética hizo del anticolonialismo
uno de sus principios de política exterior y ayudó a muchos movimientos independentistas, sobre todo a los de
ideología comunista. Ambas superpotencias aspiraban, de este modo, a incrementar su influencia en los
continentes africano y asiático.
Los nuevos países tenían economías atrasadas y desequilibradas. La agricultura era la actividad
mayoritaria. La industria sólo tenía cierta importancia en puntos muy específicos. En cuanto a las infraestructuras,
eran precarias y, a menudo, poco útiles para el desarrollo interno de los nuevos países.
El objetivo central de la política económica en el mundo postcolonial fue la industrialización.
La viabilidad de los Estados - en Asia los países tenían una historia precolonial como reinos, pero en
África muchos de los nuevos Estados no tenían ninguna tradición como tales. Las poblaciones se componían de
gente de diferentes raza, lengua y religión. El resultado fue la falta de consolidación interna de muchos de los
nuevos Estados, con graves problemas de gobernabilidad. A ello se añadió el impacto de la Guerra Fría.
Durante las primeras décadas de independencia, se produjo también una explosión demográfica sin
precedentes. Los resultados fueron muy diferentes en Asia y en África: mientras en la primera la revolución verde
tuvo un éxito notable y la producción creció más que la población, en África apenas hubo mejoras técnicas en la
agricultura. El campo siguió reteniendo a la mayor parte de la población activa, con niveles de productividad muy
bajos y elevadas tasas de pobreza.
Unos pocos países alcanzarían el éxito en pocas décadas; otros, sólo iniciaron el despegue industrializador,
pero mantuvieron elevadísimos niveles de pobreza entre su población; por último, la mayoría de países apenas
consiguieron mejorar sus niveles de desarrollo agrario e industrial.

10. La Globalización de la economía


Se reanuda la tendencia a la creación de un único mercado global. La etapa que se iniciaba tras la Guerra
suponía un retorno a la mayor integración entre las economías. Respecto a lo sucedido antes de 1914, la movilidad
internacional de factores tuvo ahora menos importancia relativa. Las migraciones representaron un peso menor
en relación con la población de los países afectados. Estados Unidos siguió siendo el principal receptor de
emigrantes, pero las cifras no volvieron a ser tan importantes como en el pasado. Europa dejó de ser el punto de
partida para la emigración a los territorios de ultramar. En cambio, se incrementaron los movimientos dentro de
los continentes americano y europeo. Sólo en la década de 1960 dos millones de latinoamericanos emigraron a
Estados Unidos, mientras en Europa los países del sur —Portugal, España, Italia y Grecia— se convirtieron en
tierra de emigrantes hacia países más desarrollados, como Francia y Alemania.
Los flujos externos de capital también supusieron valores más bajos en relación con el PIB que antes de
1914. Los mercados financieros estuvieron muy regulados y se hicieron habituales los controles sobre la inversión
y el préstamo internacionales. La inversión exterior se concentró entre los propios países desarrollados. Otras
economías, como Australia o Canadá, fueron las que recibieron más capital extranjero en relación con su PIB. Y
Japón se fue incorporando con fuerza como inversor en el exterior. Buena parte de estos flujos estaban
protagonizados por las empresas multinacionales, que invertían directamente recursos generados en el país de
origen para crear nuevas plantas en otros países, o bien adquirían empresas del país receptor para ampliarlas o
transformarlas. En todos los casos, se generaban transferencias de tecnología. Por su parte, la inversión extranjera
en los países en desarrollo fue menos importante.
La ayuda de los países desarrollados (Estados Unidos, Europa, Banco Mundial) a los países atrasados, ya
que estos sólo podrían iniciar el desarrollo mediante un empuje proporcionado desde el exterior, en forma de
donaciones o de préstamos.
En Europa, la separación de los dos bloques rompió la tradicional división internacional del trabajo y
redujo el comercio mutuo. Así, mientras en Occidente se producía una reconstrucción de la “economía
nordatlántica”, en otra parte sustancial del mundo los obstáculos al comercio eran mayores que antes de 1914.

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Aunque la mayor parte del comercio tenía lugar entre los países desarrollados, ello no impidió que los
flujos entre éstos y los países en desarrollo aumentaran en los dos sentidos: los países ricos exportaban bienes de
equipo y productos tecnológicamente avanzados, mientras los países subdesarrollados vendían bienes de consumo
intensivos en trabajo o en capital de baja complejidad tecnológica, además de materias primas. En cuanto a los
alimentos, se produjo en estas décadas un cambio paradójico: los países industrializados se consolidaron como
los grandes exportadores, sobre todo de cereales, mientras los países fundamentalmente agrarios se convirtieron
en importadores netos de alimentos. En 1972-74, los países desarrollados realizaban el 64% de las exportaciones
agrarias del mundo, mientras los países en desarrollo aportaban tan sólo el 36%. Las causas de ello eran que los
países industriales fueron muy proteccionistas en cuanto a los productos agrarios: Estados Unidos, con la
legislación protectora iniciada en los años treinta y los subsidios a las exportaciones, y Europa Occidental con la
Política Agraria Común iniciada en 1962, protegieron sus agriculturas. La demanda de alimentos básicos
aumentaba ya muy lentamente en estas áreas desarrolladas donde la población crecía de manera moderada. Sin
embargo, la explosión demográfica en los países pobres generó una demanda creciente de cereales.

Las pautas de consumo (the american way of life) que habían nacido en Estados Unidos se difundieron
ahora a otras partes del mundo. éstas venían acompañadas de novedades culturales en la música y el cine. Por su
parte, en los países comunistas, los gobiernos trataron de evitar esta difusión mediante la regulación estricta de la
información a la que tenían acceso sus habitantes. Este aislamiento fue uno de los motivos de deslegitimación de
aquellos regímenes y, a la larga, una de las causas de su derrumbamiento.

EMPRESAS EN LA SEGUNDA REVOLUCION INDUSTRIAL

1. Surgimiento de la gran empresa


La gran empresa como nuevo modelo organizativo nace a finales del siglo XIX. Aunque hubo empresas
de tamaño grande antes de este momento, como las compañías dedicadas al comercio y navegación en el siglo
XVI o las compañías ferroviarias o de comunicaciones, como el telégrafo, en el siglo XIX, pero no fueron un
cambio en la forma de concepción de la empresa como las que analizaremos a continuación.
Su surgimiento coincide y está relacionado con los cambios que supusieron la Segunda Revolución
Industrial y la globalización de 1870-1913. En la Segunda Revolución Industrial se produjeron destacados
cambios en la tecnología: la energía eléctrica y del petróleo (con el motor eléctrico y de combustión), en las aterias
primas industriales (acero, aluminio, cemento artificial, fibras artificiales, caucho sintético, tintes artificiales,
abonos artificiales), y en la organización de la producción (el “taylorismo” y el “fordismo”) que afectaron al
tamaño de las empresas. La mejora de comunicación y la reducción del coste de transporte provocaron el aumento

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del comercio, de los flujos de capital y de las migraciones internacionales. Este acceso a un mayor tamaño de
mercado abrió nuevas oportunidades y necesidades en las empresas. Aunque también supuso un aumento en la
competencia empresarial. La competencia aumentó no sólo en el ámbito nacional sino internacional.
La tesis más aceptada sobre el nacimiento de la gran empresa corporativa se debe a Alfred J. Chandler.
Según ésta, los cambios del capitalismo de finales del siglo XIX y principios del XX hicieron necesaria la
coordinación entre la producción (manufacturing) y la distribución (marketing) para minimizar los costes de
producción, lo que obligaba a la inversión en gestión (management) - incorporación de la gestión cualificada para
la coordinación de la producción y la distribución. Para Chandler la gran empresa tenía que realizar la inversión
en las tres M: Manufacturing, Marketing y Management.

2. Manufacturing
Las economías de escala y de alcance causaron un aumento del tamaño de las empresas. Estas tenían que
invertir en capital, en grandes plantas para producir grandes series. Esta inversión era una inversión de largo plazo
que hacía necesario el acceso a una mayor financiación y durante un periodo de tiempo más largo.
Las nuevas tecnologías fueron fruto de la aplicación de la ciencia y de los descubrimientos científicos a
la innovación. Las empresas tuvieron que incorporar científicos e ingenieros a través de la formación de equipos
de investigación para desarrollar las tecnologías que todavía estaban en un estado incipiente y a las que los nuevos
procesos (eléctricos, químicos, etc.) podían dar múltiples aplicaciones y productos. Las empresas tenían que
invertir en laboratorios y equipos de investigación, lo que se denomina la inversión en investigación y desarrollo,
I+D. Esta inversión a largo plazo es importante porque induce el proceso de aprendizaje tecnológico. Las tasas de
fracaso han sido elevadas en la historia y muchas de las innovaciones que han sido muy relevantes no se
consideraba que iban a serlo cuando estaban todavía en una fase inicial de desarrollo y de conocer cuáles serían
sus posibles aplicaciones. Un ejemplo de ello, es el láser, en el que la compañía Bell no estuvo interesada en
adquirir la patente porque no veía la relación con el desarrollo de las comunicaciones. Sin embargo, más tarde se
convertiría junto a la fibra óptica en una innovación transcendental para la transmisión de información, voz y
datos. Cuando en el siglo XX, surgió el ordenador, que era de gran tamaño, Watson, el fundador de IBM, pensó
que sólo serviría para realizar cálculos complejos y, sin embargo, se ha convertido en una tecnología de uso
general o con múltiples aplicaciones. Incertidumbre para las empresas en la inversión en I+D:
- Las tecnologías son inicialmente muy primitivas para su aplicación directa.
- Se depende de las invenciones complementarias para su desarrollo.
- En muchos casos se trata de sistemas tecnológicos completamente nuevos y esta novedad hace
más difícil predecir sus consecuencias económicas.
- Algunos inventos que tuvieron como fin resolver problemas muy específicos se convierten
posteriormente en innovaciones de gran transcendencia.
- El impacto final depende de la viabilidad económica.
Las empresas tuvieron que hacer otra nueva inversión en el marketing y la distribución para tener
garantizada una cuota de mercado que hiciera rentable la elevada inversión en producción (manufacturing).

3. Marketing
Las empresas necesitan controlar o asegurarse el tamaño de mercado que minimice los costes medios, y
esta es la función del marketing. El ejemplo más claro es el del automóvil. El automóvil era un producto de lujo
cuando surgió como nuevo medio de transporte. El sistema de fabricación artesanal implicaba que producir una
unidad era muy costoso y, por tanto, su precio muy elevado y sólo al alcance de aquellas personas con alto poder
adquisitivo o nivel de renta. El cambio se produjo con el nuevo método de producción, el denominado fordismo,
que estaba diseñado para simplificar el producto y las piezas utilizadas en su fabricación, haciéndolas
intercambiables mediante su estandarización, y fabricarlo en serie (modelo T), mediante la cadena de montaje y
la división del trabajo, lo que permitía reducir el coste unitario de producción, y convertirlo en un producto de
consumo de masas. Con el nuevo sistema de producción se hundió el mercado de automóvil de fabricación
artesanal debido al menor precio y a la aparición de un nuevo producto al alcance de más consumidores.

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Evolución del marketing:
- Fragmentación (hasta 1880) - un volumen de producción reducido orientado a un mercado
también reducido, pero que contaban con márgenes de beneficios elevados.
- Unificación (de 1880 a 1950) – producción a gran escala estaba encaminada a un mercado de
masas extendido a todo el país. El margen de beneficios era reducido.
- Segmentación (de 1950 a 1990) - supone producir importantes cantidades para un mercado
amplio, pero al mismo tiempo distinguiendo entre los segmentos del mismo a los que van dirigidos por las
diferentes características de los productos y sus precios.

MARKETING MIX

El objetivo es seguir las principales innovaciones del marketing que se produjeron en este periodo, a
partir de las cuatro Ps del marketing: “Product” (producto), “Price” (precio), “Promotion” (promoción,
publicidad) y “Place” (distribución). Respecto al Producto: se refiere a las estrategias de producto, como un
producto para todos, fase de unificación, o un producto para cada bolsillo o gusto, fase de segmentación de
mercado, y la aparición de la marca. Con el Precio: las distintas formas de fijar los precios según sea la
valoración del producto por los consumidores, y de cambiarlos según el mercado. Una de las innovaciones
fue la venta a plazos, que se inició en los años veinte del siglo XX en Estados Unidos, otras serían los
descuentos, la fijación de los precios según el ciclo de rotación del producto (producto nuevo o estable) o la
valoración del producto. Dentro de la Promoción destacarían los estudios de mercado, segmentación de la
demanda, publicidad, etc. Por último, en la Distribución: la cercanía al punto de venta, las redes amplias y
estables, el servicio post-venta. Estos cambios en la distribución tuvieron su comienzo en esta etapa.

Entre las técnicas sobresale la venta de los productos a través de la marca. El envasado tiene la finalidad de
protegerlo e identificar el producto.

4. Management
El management es la gestión cualificada. Se distinguen dos tipos:
- Estructura descentralizada multidivisional o división por producto - Este es el modelo de
organización aplicado por Sloan a la General Motors tras su experiencia en la empresa química Du Pont, donde
los productos eran destinados a diferentes mercados.
- Organización centralizada multifuncional - existe la centralización de la gestión y se estructura
en las distintas funciones o departamentos: Finanzas, Compras, Producción, Ventas, I+D, etc.
La General Motors nace a partir de una fusión de pequeñas empresas independientes con la finalidad de
afrontar conjuntamente la inversión en el manufacturing, la aplicación de la cadena de montaje para la producción
en serie, y poder hacer frente a su gran competidora: Ford. Los distintos automóviles que fabricaba iban dirigidos
a mercados diferentes (segmentación de mercado) por lo que la descentralización de la gestión de las empresas
permitía combinar las ventajas de una gestión independiente especializada en las características de cada producto
y mercado con la inversión conjunta en la producción y una estrategia de empresa común. La General Motors fue
una de las primeras que integraron estas actividades con la finalidad de hacer la inversión en el manufacturing y
llevar a cabo su estrategia de marketing de segmentación, siendo pionera también en los nuevos cambios
organizativos o el management.
Se produjo un aumento del número de directivos por la necesidad de coordinación y control. Los
departamentos están especializados según las funciones que realizan en la empresa. En el surgimiento de éstos
cambios organizativos fue importante la experiencia previa en contabilidad y gestión en las empresas de transporte
(ferrocarril) y comunicaciones (telégrafo). La empresa comienza a separar la propiedad de la gestión. Los
propietarios o sus representantes forman parte del Consejo de Administración. Y éste está formado por los
directivos de nivel alto y por directivos de fuera de la empresa.
Las empresas existen porque hay costes de transacción. Los costes de transacción son debidos a los costes
de búsqueda o descubrimiento y a los costes de contratación o de negociación. Una empresa tenderá a expandirse

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o a integrar u organizar actividades dentro de ella hasta que los costes de organizar una transacción más sean
iguales a los costes de realizar la misma transacción por medio de un intercambio en el mercado. Los factores que
afectan a estas transacciones pueden ser: los humanos y ambientales, el oportunismo de los agentes, la racionalidad
limitada, la incertidumbre, la recurrencia de los contratos, el reducido número de transactores y la especificidad
de los activos empleados (grado en que un activo puede destinarse a usos alternativos sin sacrificar su valor
productivo).

TEMA 6
LA SEGUNDA GLOBALIZACION

1. Límites de crecimiento – finales de los sesenta


Europa Occidental y EEUU - los factores que impulsaron el crecimiento tras la Segunda Guerra Mundial
mostraron signos de debilitamiento.
- Las ventajas del marco institucional parecían agotadas - la integración del mercado europeo (CEE) se
había completado en su primera fase y gracias a los acuerdos del GATT los aranceles de los productos
manufacturados se habían reducido en casi un 50%. El sistema monetario internacional de Bretton Woods
atravesaba graves dificultades al no adaptarse a la nueva situación económica internacional. Las altas tasas de
crecimiento en los años cincuenta y sesenta de países como Alemania o Japón llevaron a un fortalecimiento de
sus monedas frente al dólar, pero éste no fue devaluado y EEUU se enfrentó a déficits comerciales y déficit
públicos crecientes. El empeoramiento de la situación económica en Estados Unidos, y acontecimientos como la
Guerra de Vietnam, alimentaron la desconfianza en el dólar y provocaron movimientos especulativos contra el
mismo que obligaron a declarar su no convertibilidad en 1971.
- Dificultad a la hora de la mejora productiva - no era posible seguir aumentando la productividad
trasvasando recursos desde la agricultura a la industria ya que en muchos países el cambio estructural se había
completado y además se aceleraba el proceso de tercialización. El sector servicios era intensivo en mano de obra
y el crecimiento de la productividad era menor que en la industria.
- Agotamiento de las mejoras tecnológicas y el aumento del stock de capital - en Europa las ganancias de
productividad ligadas al proceso de transferencia tecnológica disminuyeron. EEUU mostraba dificultades para la
mejora tecnológica, a pesar de que invertía más en educación e investigación y desarrollo (I+D). Su liderazgo
tecnológico se había basado en la consolidación y desarrollo de las industrias de consumo y en un alto nivel
tecnológico logrado mediante sus elevadas tasas de inversión en I+D, pública y privada, y a su buen nivel de
educación científico técnica. Sin embargo, las rebajas arancelarias, la disminución de los costes de transporte y
los procesos de integración hicieron que su ventaja comparativa disminuyese. Además, el modesto aumento del
gasto en I+D en sectores no vinculados a la defensa en relación a otros países y la aparición de rendimientos
decrecientes en la educación frenaron el crecimiento de la productividad en EEUU desde finales de los sesenta.
- Cambios en el mercado laboral - En Europa las bajas tasas de desempleo y el crecimiento económico
alentaron las reivindicaciones salariales. Así, tras la revuelta de mayo de 1968 en Francia el salario mínimo subió
un 35 por cien, extendiéndose esta subida a otros países europeos. Aunque los salarios reales no crecieron al
mismo ritmo que los nominales, esta subida en los costes provocó una caída en los beneficios y alimentó la
inflación.
- Aumento de la competencia ligado al crecimiento de los nuevos países emergentes.

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Comunistas - agotamiento del modelo de planificación central. Los problemas surgieron por el modelo
basado en el crecimiento extensivo - aumentar la cantidad de factores (capital, trabajo y recursos naturales); y no
en mejorar la eficiencia. Las altas tasas de crecimiento de la acumulación de capital no se vieron acompañadas de
una mejora en la productividad que a principios de los sesenta era sólo del 40 por cien del nivel estadounidense.
El desfase tecnológico entre la URSS y los países desarrollados creció y los diferentes gobiernos soviéticos
reaccionaron lentamente a los cambios internacionales siguiendo sin restructurar su economía, sobre-invirtiendo
en su obsoleto sector industrial y dejando de lado a las industrias de bienes de consumo. El resultado fue escasez,
aparición de colas, racionamiento y mercado negro, y un deterioro creciente en los niveles de vida.
América Latina - el modelo de sustitución de importaciones (ISI) había permitido altas tasas de
crecimiento en los cincuenta y sesenta, pero, el fuerte cambio estructural y una mejora en el empleo, generó graves
desequilibrios. El proteccionismo favoreció el desarrollo de empresas pequeñas y poco eficientes, y la falta de
competencia dificultó la exportación de productos manufacturados. La caída en los ingresos por exportaciones
contrastaba con el hecho de que la industria se hizo “intensiva en importaciones”, y el resultado fueron déficits
crecientes de balanza de pagos. El modelo ISI se basaba en una economía cerrada con regulaciones que
beneficiaban a muy pocos e incentivaban las actividades de búsqueda de rentas (es decir, el intento de las clases
privilegiadas de influir en el Estado en su propio beneficio). El populismo se convirtió en el principal mecanismo
de los gobiernos para controlar los conflictos sociales y de distribución de la renta. El modelo exigió una fuerte
intervención pública, y el gasto se disparó en países que, al tener una estructura fiscal atrasada, no eran capaces
de aumentar sus ingresos. Para financiar los crecientes déficits públicos estos países, con escasa disciplina
monetaria y fiscal, multiplicaron sus emisiones de dinero, alimentando las tensiones inflacionistas y generando
problemas de confianza en sus monedas nacionales o crisis cambiarias. El resultado fue que a mediados de los
sesenta y principios de los setenta los países latinoamericanos mostraban fuerte desequilibrios.
África - tras el proceso de descolonización experimentaron serias transformaciones políticas. El
monopolio estatal del comercio exterior (basado especialmente en la exportación de materias primas), el
endeudamiento externo o la escasez de inversiones se convirtieron en rasgos comunes a todos los regímenes. Se
realizaron algunos intentos de industrialización sustitutiva de importaciones en países como Ghana, Zambia o
Tanzania, pero no al conjunto de África y que difícilmente serían capaces de sacar al continente africano del
subdesarrollo.
Sudeste asiático - pronto se reorientaron hacia un modelo de fomento de exportaciones, transformación
que no lograron los países latinoamericanos.

2. La crisis de los setenta y la persistencia del desempleo


Problemas económicos:
- se produjo una ralentización del crecimiento económico

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- la mayoría de países de la OCDE alcanzaron tasas de inflación superiores al 10 por cien, aunque hubo
diferencias. La tasa de aumento del IPC en los setenta fue más del doble que en la década previa.
- la creación de empleo se estancó en un momento en el que la oferta de trabajo crecía por la incorporación
al mundo laboral de la población procedente de la expansión demográfica de los sesenta o baby boom y el aumento
de la participación laboral de las mujeres. El resultado fue una subida del desempleo constante y pronunciada. En
los setenta el desempleo fue moderado y fue en los ochenta cuando la situación se agravó.
- desequilibrios externos. Mientras que los países productores de petróleo experimentaron fuertes
superávits los países importadores netos de petróleo tuvieron un deterioro paulatino de sus relaciones reales de
intercambio (RRI) o relación entre los precios de exportación y los precios de importación, así como fuertes
déficits de balanza comercial. Se produjo, por tanto, una transferencia de renta desde los países consumidores a
los países productores de petróleo.
¿Cuál fue el detonante de la crisis? El shock petrolero de octubre de 1973, cuando los países de la Organización
de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) subieron el precio del petróleo de tres a cinco dólares el barril,
volviéndolo a subir en diciembre hasta situarse en doce dólares el barril. La decisión de la OPEP, creada en 1960
para controlar el mercado petrolero, y de la que formaban parte Irán, Irak, Kuwait, Arabia Saudita, Venezuela,
Indonesia, Libia, Emiratos árabes, Argelia y Nigeria, fue económica y política. La inestabilidad en Oriente Medio
creció y los cambios políticos acontecidos en este período llevaron a la nacionalización de las grandes compañías
explotadoras de petróleo en algunos países como Argelia, Libia o Arabia Saudita. De ese modo, mientras que en
1971 el precio del petróleo lo negociaban las grandes compañías petrolíferas en 1973 lo fijaban los países
productores. En 1973 la OPEP hizo efectivo su poder de monopolio: utilizaron el petróleo como instrumento
político para castigar a los países que habían respaldado a Israel, pero sobre todo, mostraron al mundo su poder
económico, su capacidad para fijar los precios y la cantidad ofertada.
La subida en los precios del petróleo desencadenó una crisis mundial, ya que el crecimiento en las dos
décadas anteriores se había basado en sectores intensivos en el consumo de energía. El primer impacto directo de
la subida fue un aumento de los costes de producción que se trasladó a los precios de venta provocando un repunte
de la inflación. La suma de mayores costes de producción y menor demanda afectó a los beneficios empresariales,
lo que desalentó la inversión y ralentizó el crecimiento económico, con el consiguiente impacto en el desempleo.
Los problemas económicos obligaron al Estado a intervenir, lo que disparó el gasto público al tener que hacer
frente a prestaciones por desempleo, jubilaciones anticipadas, etc. Por el contrario, los países productores lograron
una mejora sustancial en sus cuentas exteriores y acumularon enormes cantidades de “petrodólares”.
La coincidencia entre una fuerte demanda de fondos por parte de los países con desequilibrios y una
enorme oferta fue el primer paso hacia a la globalización financiera iniciada en los setenta y desarrollada en los
ochenta y que permitió a muchos bancos cargar unas duras condiciones, con tipos de interés cada vez más altos y
plazos cada vez más cortos para la liquidación de los préstamos.
La economía mundial apenas había tenido tiempo de asimilar el impacto de esta primera subida cuando
se produjo el segundo shock petrolero: entre 1979 y 1980 el precio del crudo subió un 150%. Esta nueva subida
estuvo ligada a la creciente inestabilidad en Oriente Medio y a la caída en la oferta de crudo por la revolución
iraní entre 1978-1979 y la guerra entre Irán e Irak en 1980. A partir de ese momento la crisis mundial se agravó.
La inflación se disparó, aumentaron los desequilibrios externos y el desempleo prácticamente se duplicó en
muchos países industrializados.
La quiebra del sistema monetario contribuyó a agravar la crisis. Como el sistema monetario establecido
en Bretton Woods se sustentaba en el dólar y, como este se había sobrevalorado en los años sesenta, el sistema de
Bretton Woods saltó por los aires y se pasó de un sistema de tipos de cambio fijos, con paridad fija entre el dólar
y el oro y entre el dólar y el resto de monedas, a uno de tipos de cambio flotantes o flexibles donde las paridades
se determinaban en función de la oferta y la demanda de las diversas monedas. A partir de ese momento el dólar
pasa a ser una moneda fiduciaria, es decir, su valor no depende de las reservas metálicas sino de la confianza en
la misma. La ruptura del vínculo entre creación de dinero y reservas metálicas facilitó una fuerte expansión
monetaria. Tras el derrumbe de Bretton Woods, se produjo una dicotomía entre EEUU, Reino Unido y Japón, que
mantuvieron tipos flotantes de cambio, y los países de la Comunidad Económcia Europea. Éstos establecieron en
1979 el Sistema Monetario Europeo (SME), una zona de estabilidad monetaria con tipos de cambios fijos pero
ajustables entre sus miembros, creando el ecu, antecedente del euro, que era un numerario formado por una cesta
de las distintas monedas nacionales de los países miembros.

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Otras causas de la inflación:
- Los aumentos salariales. En este período en muchos países los sindicatos para intentar anticiparse a las
subidas de precios basaron sus exigencias salariales en la inflación pasada y ese mecanismo de negociación salarial
alimentó la subida de precios generándose una espiral salarios-precios.
- Las malas cosechas provocaron la subida de los precios de algunas materias primas y alimentos.
- Las políticas de aumento de gasto que favorecieron la expansión de la liquidez y el crecimiento de la
inflación.
La estanflación – fenómeno nunca antes conocido provocado por las altas tasas de inflación más las altas
tasas de desempleo. En 1958 William Phillips publicó un artículo en el que establecía una relación empírica
negativa entre inflación y desempleo. Dos años más tarde Paul Samuelson y Robert Solow publicaron resultados
similares para EEUU y a esta relación entre inflación y desempleo la denominaron curva de Phillips. Según esta
relación, cuando el desempleo es bajo la inflación se eleva mientras que el aumento en el paro lleva a su
disminución. Por tanto, para reducir el desempleo sería suficiente una política fiscal expansiva, si bien a costa de
reducir el paro se elevaría la inflación. Para reducirla se aplicaría una política monetaria restrictiva, y a cambio
aumentaría el paro.
Situación de la Unión Soviética – la subida del precio del petróleo no provoco problemas a la URSS, ya
que ésta incluso rentabilizó la explotación de varios yacimientos. En otros países de la órbita soviética las
necesidades energéticas obligaron a importar mayores cantidades de crudo, aumentando su dependencia con
respecto a la URSS en ocasiones en condiciones de abuso de poder, generándose déficits externos crecientes.
La URSS sufrió un declive a partir de los años ochenta. El problema fueron las ineficiencias del modelo
extensivo. Se produjo una caída en los niveles de producción, se agravó la escasez, aumentó el desempleo, el
deterioro en los niveles de vida fue creciente y el clima de desconfianza llevó a una deslegitimación cada vez
mayor del régimen. Además, el empeoramiento de la situación económica aumentó el endeudamiento externo.
Situación de América Latina - los problemas derivaban de su modelo de crecimiento que generó
crecientes déficits públicos, inflación y desequilibrios de balanza de pagos. Ello hizo que los países
latinoamericanos aumentaran sus necesidades de financiación.
Situación de África - tras la crisis se produjo una ruptura en términos de crecimiento con una fuerte
expansión de la población. Disminuyo la tasa de crecimiento de la renta per cápita e incluso hubo tasas negativas
en ciertos países. Sólo algunas economías con yacimientos de petróleo como Gabón o Nigeria se vieron
favorecidos por el alza del crudo. También los países africanos se beneficiaron de la expansión del crédito
internacional. Los gobiernos corruptos y dictatoriales la aprovecharon para acaparar enormes cantidades de
dólares que destinaron a su enriquecimiento personal.

3. Cambios durante las dos últimas décadas del siglo XX


En los años ochenta el crecimiento en los principales países industriales se recuperó ligeramente. La
inflación mejoro debido a:
- Utilización de políticas monetaria restrictivas, reforzándola con una mayor presión fiscal e intentado
controlar los déficits públicos. En EEUU las restricciones monetarias y los crecientes déficits fiscales condujeron
a tipos de interés reales muy altos y a una fuerte apreciación del dólar.
- Precios de mercancías más favorables
- Cambio en el marco salarial – aumento de la flexibilidad del mercado laboral, integrando el trabajo a
tiempo parcial, se modificaron los mecanismos de negociación de las subidas salariales y pasaron a tener como
referencia la inflación esperada no la inflación pasada.
La subida en los precios del petróleo obligó a los países de la OCDE a reorientar su política energética,
obteniéndose resultados positivos, aunque limitados (en 1977 la OCDE importaba 1.461 millones de toneladas
equivalentes de crudo, en 1985 esta cifra era de tan solo 804).
Principal fracaso de la década: el desempleo. Mientras que EEUU, Japón e incluso algún país europeo
consiguieron generar empleo, otros países fracasaron en su intento por reducir el paro. La gravedad de la situación

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procedía del elevado porcentaje de población y del desempleo de carácter duradero en determinados grupos (mano
de obra no especializada, jóvenes y mujeres).

Gravedad del desempleo – no se sabe con certeza, algunos factores fueron:


- Falta de adaptación de las políticas macroeconómicas a los nuevos problemas económico
- Las estructuras institucionales no fueron capaces de ajustarse a la nueva circunstancias
- Cambios demográficos y sociales – alta tasa de población activa debido al baby boom y la integración
de la mujer al trabajo → aumento de la oferta de trabajo. Pero la demanda no creció al mismo ritmo e incluso
disminuyo debido a los cambios tecnológicos.
Ni las políticas keynesianas de aumento del gasto ni la flexibilización del mercado laboral consiguieron
ser una pócima mágica contra el desempleo. No hubo un único factor causante del mismo sino la conjunción de
diversos factores que todos ellos operaron en la dirección de aumentar el paro.
Esto llevo a la modificación de la política económica. Inicialmente se optó por el aumento del gasto
público, que en algunos casos se acompañó de medidas adicionales como la contención de salarios. Pero la crisis
y la política expansionista generaron crecientes déficit público que los gobiernos financiaron mediante un aumento
de la oferta monetaria y emisiones de deuda pública, que alimentaron la inflación sin reducir el paro. Esto produjo
un cambio ideológico hacia el monetarismo, la denominada “revolución conservadora” - la inflación se convirtió
en el objetivo prioritario, se intentó controlar el déficit público y se apostó por una economía más liberalizada y
desregulada.
La mayoría de los gobiernos fracasaron en su intento por reducir el déficit público. El aumento de los
gastos, muy ligado al envejecimiento de la población, y las dificultades crecientes para incrementar los ingresos
afectaron al Estado de Bienestar. La crisis también afectó al avance de la integración en Europa, la cual quedó
paralizada por un tiempo.
Los problemas económicos frenaron los procesos de integración e intensificaron las barreras no
arancelarias al comercio. La incertidumbre sobre el futuro de la CEE y la falta de avances llevaron a denominar a
esta etapa como de eurosclerosis o europesimismo. En la segunda mitad de los ochenta el cambio de coyuntura
económica permitió impulsar de nuevo el proyecto de integración, no sólo eliminando barreras al comercio sino
estableciendo las bases para aumentar la competencia, unificar los mercados de factores y crear una moneda única.
En 1987 se realizaron algunas reformas al Tratado de Roma, y se firmó el Acta Única Europea que fue el primer
paso hacia la unión monetaria. Esta se concretó con la firma en 1992 del Tratado de Maastrich, que sentó las bases
para la unión monetaria, entrando en vigor el euro en 2002.

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LA REVOLUCION CONSERVADORA

Principales valedores: Ronald Reagan (presidente EE.UU.) y Margaret Tatcher (Primera Ministra del R.U.).
Principales objetivos: reducir la inflación, el tamaño del gobierno y la regulación del sector privado.
Herramientas:
- Política monetaria - los instrumentos para controlar la inflación eran el control de la cantidad de
dinero (oferta monetaria) y los tipos de interés. El continuo proceso de innovación financiera y la aparición
de nuevos activos financieros casi tan líquidos como el dinero hicieron que los gobiernos descartasen la
utilización de la oferta monetaria y, por contraste, los tipos de interés se convirtieron en el principal
instrumento de la política monería. Se concedió autonomía a los bancos centrales.
- Política fiscal – los incrementar de ingresos mediante el aumento de los impuestos eran limitadas,
pero aun así se consiguió aumentar la recaudación mediante una ampliación de las bases tributarias y una
mayor tributación indirecta. Al final muchos países basaron la contención del gasto en una contracción de
la inversión pública, de las subvenciones y de las nóminas de los funcionarios.
- Desregulación de los mercados - se combinaron una reducción de aranceles por una flexibilización
y desregulación de los mercados de trabajo y financieros y la desaparición de los controles de cambios.
- Privatización de empresas públicas.

En los años noventa los países industrializados recuperaron la senda de crecimiento, las tasas de
desempleo se moderaron y se logró controlar la inflación.
La caída del comunismo – URSS puso en marcha la Perestroika (“reestructuración”), que intentaba pasar
de un modelo de crecimiento extensivo a uno intensivo. Para ello se diseñaron medidas para mejorar la gestión de
las empresas públicas e introducir incentivos privados. La caída en los ingresos derivados de la exportación de
petróleo y el aumento en el gasto ligado a la inversión y a la necesidad de cubrir las graves carencias alimenticias
de gran parte de la población provocaron un fuerte crecimiento del déficit a partir de 1985 que casi se duplico
entre 1985 y 1989. Y a partir de 1988 la inflación se disparó, de manera que en 1989 las reformas implementadas
por Gorbachov sólo habían introducido cambios marginales sin obtener los resultados esperados.
Las reformas económicas se vieron acompañadas de reformas políticas destinadas a establecer una
relación más equilibrada entre las distintas repúblicas que formaban la URSS y a disminuir el control sobre los
países satélite. Entre 1985 y 1991 el empeoramiento del contexto económico con caídas de la productividad,
disminución del nivel de vida, etc, hizo que la oposición al comunismo creciese tanto en los países bajo la órbita
soviética como en las repúblicas que conformaban la URSS hasta que en 1991 la situación se convirtió en
insostenible y el comunismo colapsó.
El paso desde una economía centralizada a una de libre mercado se realizó con rapidez y se procedió a la
privatización de las antiguas empresas públicas que quedaron bajo el control de una pequeña oligarquía formada
por los antiguos dirigentes del gobierno comunista. El resultado fue un aumento de las tasas de pobreza.
Situación de América Latina – el endeudamiento fue causado por:
- La intención de los gobiernos a mantener las tasas de crecimiento con préstamos baratos, dada la
inflación existente, llegaron a tener tipos de interés reales negativos.
- Los grandes bancos globales intentaban colocar los excedentes de petrodólares vendiendo préstamos a
gran escala.
En 1980 se dispararon los tipos de interés en EEUU y los gobiernos de los países latinoamericanos se
vieron obligados a solicitar nuevos créditos con tipos de interés crecientes para poder pagar los intereses asociados
a la deuda. La situación se hizo insostenible y muchos países se encontraban al borde de la suspensión de pagos.
La crisis de la deuda latinoamericana finalmente estalló en México en 1982, encontrándose muchos países de la
zona en similar situación.
Los flujos hacia esta zona se congelaron y se inició una renegociación que acabó con el Plan Brady de
1987 - los países debían implementar un paquete de reformas que se conoce como Consenso de Washington a
cambio de recibir nuevos préstamos. El paquete consistía en que los países debían abandonar las estrategias
intervencionistas y se les exigía: disciplina fiscal, una reforma tributaria, privatizar las empresas públicas, llevar

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a cabo una liberalización financiera y de los tipos de cambio, apertura del comercio exterior y permitir la entrada
de la inversión exterior.
Los resultados a corto y medio plazo de las medidas de ajuste fueron muy severos hasta el punto de que
a los noventa se le denomina la “década perdida” de América Latina. Los organismos internacionales ejercieron
una fuerte presión para que los países liberalizasen el comercio. Eso permitió una mayor estabilidad
macroeconómica, una cierta recuperación del crecimiento y la entrada de inversiones extranjeras. Pero se acentuó
la dualización de las economías latinoamericanas que se enfrentaron a una agudización del desempleo, un
deterioro de los salarios reales, un aumento de la pobreza y un incremento de la inseguridad y de las desigualdades
sociales.
Situación de África - Muchos países sufrieron un fuerte deterioro de los términos de intercambio por las
caídas en los precios de productos agrícolas y se enfrentaron a subidas muy importantes del tipo de interés que
agravaron su delicada situación por su elevada deuda externa. A esta situación se unieron el fracaso de las
instituciones y una mala actuación de las élites y los gobiernos que hicieron de la burocracia, la ineficiencia y la
corrupción las bases de su funcionamiento, también la alta conflictividad, la desindustrialización, el declive de las
empresas estatales y el fracaso a la hora de atraer Inversión Extranjera Directa.
El resultado fue un estancamiento del continente entre 1975 y 2000, con sólo nueve países con crecimiento
positivo y una tasa de aumento de la renta per cápita de tan sólo el 0,6%.

4. La segunda Globalización – principios de los ochenta. Supone una integración de los mercados de bienes,
servicios, tecnología, trabajo y capitales. Visión positivista: crecimiento de países. Visión negativita: aumento de
la desigualdad o degradación medioambiental.
4.1. Factores
- Se produjo una liberalización de los intercambios de bienes y servicios por las reducciones arancelarias
(de 34,4% en 1980 a 21,9% a principios de los noventa, siendo tan sólo del 12% al final del siglo) y los procesos
de integración.
- Los cambios tecnológicos - avances en la microelectrónica, la informática, las telecomunicaciones, la
optoelectrónica y la ingeniería electrónica o TICS, también en otros sectores como la biotecnología o el transporte.
Los cambios tecnológicos se difundieron muy rápidamente. Consecuencias:
*el coste de las llamadas telefónicas y del procesamiento de la información y una mayor rapidez
en la transmisión de la misma → mercados mundialmente integrados, facilitó el proceso de internacionalización
o deslocalización de las empresas multinacionales y el desarrollo de los mercados financieros.
* reducción en los costes de transporte
* aumentar la capacidad de transporte y su rapidez → disminuyó los costes de almacenaje.
- La suma de mayor liberalización comercial y avances tecnológicos permitió un crecimiento del comercio
y fomentó la deslocalización, es decir, el desplazamiento de parte del proceso productivo a otros países.
- En los países desarrollados la ratio comercio internacional (exportaciones más importaciones) en
relación al PIB aumentó de 32,9% a 37,9% entre 1990 y 2001, y en los países en desarrollo pasó de 33,8% a
48,9%.
- Cambio en la estructura del comercio - participación creciente de los países en vías de desarrollo en la
producción de manufacturas.
- Deslocalización – hacia los países emergentes por sus bajos salarios. Las economías desarrolladas tenían
costes salariales más altos, tenían una gran ventaja tecnológica al invertir más en educación y en I+D, poseían
mejores infraestructuras y tenían mejores instituciones lo que les daba mayor estabilidad política y económica.
- La eliminación de los controles permitió un aumento de los flujos de capital. En los setenta el exceso de
liquidez procedente de los países petroleros facilitó la globalización financiera. En Inglaterra se inició un proceso
de transformación en el mercado financiero – the Big Bang, proceso que difundió al resto del mundo.
- La privatización

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- Globalización de los bancos
- Aumento de la migración (aunque inferior a la primera globalización), con la esperanza de encontrar
empleo, mayores salarios, ganancias sociales ligadas al Estado de Bienestar, etc. Para los países emisores, la
emigración puede tener consecuencias demográficas y económicas negativas ya que se reduce el porcentaje de
población activa. Pero, por otro lado, puede aliviar las tensiones en el mercado laboral y tener un efecto positivo
en el crecimiento gracias a la entrada de remesas. Para los países receptores la llegada de emigrantes puede
sostener dicha expansión, rejuvenecer la población, aumentar el número de contribuyentes y facilitar el pago de
pensiones. Pero, por otro lado, a medida que los emigrantes se establecen aumentan las necesidades de educación,
sanidad, etc, con el consiguiente impacto en el gasto público.

4.2. Elementos que favorecieron el crecimiento de los países emergentes


- En algunos de estos países la democratización fue acompañada de crecimiento económico, pero en China
logro crecer sin cambios políticos.
- Bajos salarios, elevada mano de obra y falta de legislación laboral que defienda los derechos del
trabajador, además de una cultura proclive al trabajo.
- La implementación de políticas macroeconómicas prudentes, con una política fiscal conservadora que
les ha permitido no tener ni fuertes déficit públicos ni problemas de inflación.
- En países como Corea, Taiwan y China, el Estado implementó una reforma agraria que permitió
aumentar el suministro de alimentos y fomentar el consumo de la población campesina, facilitando la transición
hacia la industrialización – proceso de liberalización y apertura al exterior.
Muchos de estos países partieron de una estrategia ISI para los bienes de consumo y posteriormente
reorientaron su estrategia hacia el exterior mediante políticas de promoción a las industrias exportadoras y
controles sobre el tipo de cambio para mantener sus monedas devaluadas y fomentar sus exportaciones. Además,
introdujeron mecanismos para atraer inversiones extranjeras ofreciendo ventajas a las empresas que se instalaban
en ellos, pero exigiendo contrapartidas a estas multinacionales para facilitar la transferencia de tecnología y el
fomento de la industria local. Gracias a ello lograron reducir el gap tecnológico respecto a los países
industrializados.
Para el economista Paul Krugman el éxito de los NPI y de China se basó en el aumento del empleo, en
fuertes inversiones en educación y en una inversión masiva en bienes de equipo y nuevas fábricas, mientras que
la productividad creció a un ritmo modesto. El factor clave fueron las altas tasas de inversión.

4.3. Retos de la globalización


La entrada de flujos de capital en los países en vías de desarrollo impulsa el crecimiento económico, y la
instalación de empresas multinacionales puede facilitar la transmisión de tecnologías, métodos de trabajos, la
creación de empleo, etc.
La globalización del capital aumenta el riesgo de que aparezca una crisis financiera. Al eliminarse los
controles → países más expuestos a shock externo y fácil contagio.
A mediados de los noventa, en los países emergentes la globalización supuso la liberalización de su sector
financiero y de la cuenta de capital, aumentando los movimientos de capital, sin establecer un marco regulatorio
adecuado → depreciación de sus monedas y un pánico financiero que estalló en Asia en 1997 y luego se
extendió a otras partes del mundo. En este período los tipos de interés reales a corto y largo plazo se mantuvieron
bajos gracias a una combinación de una política monetaria antiinflacionista activa y un fuerte crecimiento del
ahorro, alimentado por las altas tasas de ahorro de los países asiáticos y en particular de China. Al exceso de
ahorro se sumaron los abultados superávits comerciales que, junto a la llegada de inversiones extranjeras,
permitieron un crecimiento espectacular de las reservas oficiales de divisas. El problema fue que el crecimiento
del crédito se realizó sin una adecuada valoración de los riegos y sin las debidas garantías.
Un segundo desequilibrio asociado a la globalización, y en particular al crecimiento de las economías
emergentes, es la fuerte expansión de la demanda de materias primas y alimentos de los países asiáticos y, en

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particular, de China. La situación cambió de forma radical a principios del siglo XXI. La subida en los precios
fue el resultado de la conjunción de varios factores: aumento en la tensión en los países de Oriente Medio,
alteración de la reducción en las reservas de petróleo, provocando fuertes movimientos especulativos en el
mercado a futuros. Este aumento de la demanda ha tenido fuertes repercusiones en los países productores de
petróleo y en este caso uno de los principales beneficiados ha sido el continente africano. La crisis no ha
modificado sustancialmente la demanda de materias primas, ya que las economías emergentes siguen con ritmos
de crecimiento elevados.
El crecimiento económico ha conllevado una intensificación en el uso de los recursos, contaminación
industrial y la degradación ambiental se ha convertido en un problema global. En 1997 se firmó el protocolo de
Kyoto, el cual entró en vigor en 2005, para reducir la emisión de gases tóxicos responsables del calentamiento
global. Hasta ahora los acuerdos se han incumplido y los compromisos adquiridos en la conferencia de Doha en
2012 no han contado con el compromiso de los países más contaminadores.
Otro de los debates más activos ligado la globalización es su relación con la desigualdad. Las
estimaciones más optimistas insisten en la disminución de la desigualdad como consecuencia del crecimiento de
países como China o India, mientras que otras estimaciones cuestionan dicha afirmación. Obviamente las
diferencias entre países son muy notables. El mayor declive de la pobreza se ha producido en Asía del Este y
Pacífico, siendo China el protagonista de dicha evolución, mientras que por contraste la pobreza ha aumentado en
Europa de Este y Asía central tras la caída del comunismo y en el África Subsahariana.
La globalización, por tanto, ofrece oportunidades, pero también genera desequilibrios.

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