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Confrontando Paradigmas Doctrinales

“Conmemorando La Fiesta de Shavuot (Pentecostés)”


sábado, 30 de mayo de 2020

Es poco lo que viene a la mente del creyente actual cuando se le hace mención de la fiesta de
Shavuot; pero por otro lado cuando preguntamos lo que pasó en Pentecostés, es extraño no
encontrarse con quien salta al frente para explicar de qué trató. Esta dualidad de conocimiento nos
permite observar, la enorme brecha existente entre el conocimiento actual de las escrituras y el
contexto real de las mismas en la vida del creyente.

Es bastante paradójico observar, como existen denominaciones llamadas “pentecostales” y que no


tienen la más mínima idea sobre lo que yo llamaría “la fecha aniversaria de su origen
denominacional”.

Desde mi punto de vista personal Las Escrituras son un enorme, hermoso y apacible océano de
conocimiento, del cual podemos disfrutar de dos maneras posibles, flotando tranquilamente en la
superficie, disfrutando del sol en nuestro rostro, pero con una sensación frágil de tranquilidad, al
ser susceptibles de distraer nuestras mentes con cualquier ruido exterior… o bien podemos
sumergirnos en Él, aguas abajo, en lo oculto y sublime de la presencia de Dios, lejos de todo ruido
exterior, alejado de cualquier doctrina superficial en cada una de sus enseñanzas, conforme lo que
declara el salmista “El que habita al abrigo del Altísimo. Morará bajo la sombra del Omnipotente”.
(salmo 91:1 RVR 1960)

Pentecostés (como celebración) no fue un instante en la historia, un evento puntual y nada más, no
es simplemente “el día en el que se derramó el Espíritu Santo”, es algo mucho más profundo que
eso y que hoy quisiera compartir.

Empecemos aclarando ciertos puntos...

Antes que nada, Pentecostés es una fiesta anual, no un evento solitario en la historia de la
humanidad atribuida exclusivamente a los creyentes de Nuestro Señor Jesucristo, de hecho, es una
de las tres principales fiestas de peregrinación dentro del pueblo judío, las cuales según su orden de
aparición son:

1. Pesaj (Pascua)
2. Shavuot (Pentecostés)
3. Succot (tabernáculos)

¿Por qué es importante en la vida del creyente conocer esto?

Cada una de las fiestas mencionadas, aparecen en las Sagradas Escrituras y estas les fueron
comandadas al pueblo de Israel por Jehová nuestro Dios, cumplir y celebrar o (como personalmente
prefiero definir) conmemorar.

Cumplir Vs Conmemorar

Siempre que trato de establecer contextos históricos dentro de los creyentes gentiles (pueblo no
judío) a cuáles pertenezco, procuro aclarar, que “Por gracia Somos Salvos”; Nuestra salvación ha
sido y será únicamente por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, bajo ninguna circunstancia, la
salvación es por causa de nuestras obras, actos, celebraciones, modo de vestir etc, de hecho, al
finalizar esta pequeña disertación estoy seguro que entenderemos aún más lo que esto significa.

De esta manera prefiero usar el termino conmemorar, puesto que según la definición de la RAE:

Conmemorar es “Recordar un acontecimiento histórico o a una persona destacada mediante la


celebración de un acto solemne o fiesta, especialmente en la fecha en que se cumple algún
aniversario”.

Por Ejemplo…

Debemos estar de acuerdo que practicar la santa cena no nos ha salvado… nos ha salvado el
sacrificio de nuestro Señor Jesucristo, sin embargo, conmemoramos este acontecimiento, para
efectivamente siempre tener presente en nuestras vidas, que su cuerpo (él de nuestro Señor
Jesucristo) fue entregado y partido por nosotros y su sangre derramada para hacernos coparticipes
de este nuevo pacto y por ende alcanzar nuestra salvación.

Y efectivamente, esta práctica de conmemorar año tras año estas fiestas nos "permite traer a
memoria" los eventos que ocurrieron y nos llevan a afirmar nuestra esperanza en aquellos que están
por venir…

¿En aquellos que están por venir?

Cada una de las fiestas de nuestro Señor, son una sombra profética de un evento por venir desde el
día de su constitución.

De estas tres (3) fiestas arriba mencionadas, dos (2) de ellas ya han tenido cumplimiento:

✓ Pesaj (Pascua): tuvo su cumplimiento En el gran sacrificio pascual mediante el cual hoy
somos salvos, tras inmolar el Cordero de Dios, Perfecto sin mancha y sin defecto el cual
murió para redimir nuestras vidas del pecado mediante su sangre, este es, nuestro Señor
Jesucristo.
✓ Shavuot (Pentecostés): tuvo su cumplimiento en ese glorioso día en el cual fue enviado a
nuestras vidas el Espíritu Santo de Dios, conforme lo revelado por Dios mediante el profeta
Joel y registrado en el libro que lleva su mismo nombre (Joel 2:28) pero…

¿Qué era lo que se iba a cumplir exactamente?

Para saber que era lo que se iba a cumplir, es necesario saber que fue lo que ocurrió en primer lugar.

Para todos es bien conocido que en la fiesta de la Pascua, Jehová Dios comando que se tomara un
cordero perfecto, sin mancha y sin defecto, que fuera sacrificado y cuya sangre fuera puesta en los
dinteles de las casas para que al pasar el Angel de Jehová, saltare (por eso se llama Pesaj que quiere
decir saltar) este de aquella casa sobre la cual estaba la sangre del sacrificio pascual y los habitantes
de aquella casa se salvaran de la mano de Jehová. Su cumplimiento fue notorio por todos nosotros,
cuando igualmente, un cordero hallado perfecto, sin mancha y sin defecto, fue sacrificado para
salvación de todos aquellos que colocaran sobre sí su sangre, esto es, reconociéndole como Señor
y Salvador.
Sin embargo, poco se habla de lo que realmente paso en Shavuot, (o como le conocemos,
pentecostés) y es quizá por esta razón que existe tanta confusión entre los creyentes sobre el papel
que juega la Torá o la Ley en nuestras vidas.

Aquel día de Shavuot, Jehová descendió sobre el monte Sinaí, y al hacerlo cayó fuego sobre el
monte, y tomando dos tablas de piedra preparadas por Moisés, escribió Jehová Dios en ellas con su
propio dedo los Diez mandamientos y las entregó a su pueblo, colocando en medio de ellos su pacto.

“16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos,
y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el
pueblo que estaba en el campamento. 17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo
para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. 18 Todo el monte Sinaí humeaba,
porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de
un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. 19 El sonido de la bocina iba
aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. 20 Y
descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte…” Éxodo 19: 16-20b
RVR 1960

De igual manera aquella gloriosa mañana de Pentecostés, los 120 que reunidos estaban, cada uno
era en esa oportunidad ese monte Sinaí, sobre el cual vino un viento recio y entonces sobre ellos
descendió Jehová y al igual que sobre el monte Sinaí, esta vez sobre cada uno de ellos cayo fuego y
así como con su dedo escribió las leyes de su pacto sobre las tablas labradas de piedra, esta vez, con
su mismo dedo escribió las leyes de su pacto sobre las tablas preparadas en sus corazones.

“1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2 Y de repente


vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la
casa donde estaban sentados; 3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de
fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.” Hechos 2: 1-3 RVR 1960

Esta vez y para siempre había sido renovado el pacto con su pueblo, un pacto Eterno y perfecto, y
el Espíritu Santo de Dios se manifestó de manera gloriosa sobre toda carne, circuncidando nuestros
corazones y haciéndonos coparticipes de la promesa de salvación, como dice el Apóstol Pablo
“Primeramente al judío, así como al griego” (Romanos 1:16), entonces entendemos bajo esta
contextualización lo que quiso decir el Apóstol Pablo cuando afirmo:

7 Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que
los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria
de su rostro, la cual había de perecer, 8 ¿cómo no será más bien con gloria el ministerio
del espíritu? 9 Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más
abundará en gloria el ministerio de justificación. 10 Porque aun lo que fue glorioso, no
es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente. 11 Porque si
lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece. 12 Así que,
teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza; 13 y no como Moisés, que ponía
un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello
que había de ser abolido. 2 Corintios 3: 7-13

A la luz de esta revelación podemos vivir bajo la plena certeza que la Ley No ha sido abolida como
muchos afirman por la confusión de este siglo, sino antes bien ha sido confirmada en nuestros
corazones aquel día de Pentecostés, cuando descendiendo el Espíritu Santo de Dios, escribió en
nuestros propios corazones su Ley y su Pacto con todos nosotros. Cuando el Apóstol Pablo hacia
referencia a “lo que había de ser abolido” (2 Corintios 3: 13c) ¡se refería al cuerpo de Moisés! no a
la Ley. De esta manera deberá entonces ser entendidas las palabras de nuestro Señor Jesucristo
registradas en el Evangelio según Mateo.

“17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para
abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo
y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy
pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los
cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino
de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” Mateo 5: 17-20 RVR 1960

De esta manera, tras el entendimiento de los acontecimientos ocurridos y celebrados en


Pentecostés, y sabiendo además que “ni el cielo ni la tierra han pasado aun” se puede afirmar que
nuestro llamado como discípulos de nuestro Señor Jesucristo, (en lo concerniente a la Ley) no es
otro que manifestar lo que ha sido escrito en nuestros corazones, de esta manera, entendemos que
la ley no ha sido abolida si no confirmada en nuestras vidas.

Entre cumplir y manifestar hay un corazón arrepentido y convertido de distancia…

De esta manera hemos de notar que hay una enorme diferencia entre querer ser justificado por la
ley mediante su cumplimiento, (lo cual es imposible para los hombres) y ser justificados por la
sangre de nuestro Señor Jesucristo y mediante esta gracia concedida nos es posible manifestar la
ley escrita en nuestros corazones.

Veamos un ejemplo práctico:

Quien cumple la ley, es como una persona que queriendo literalmente asesinar a otra persona que
le hace oposición, se abstiene de hacerlo para cumplir con la ley que te dice “No mataras”; sin
embargo, es notorio que en él existe aún un corazón homicida.

Por otro lado, quien ha sido verdaderamente transformado, y por ende habiendo recibido el
Espíritu Santo de Dios y este habiendo escrito la Ley en su corazón; no tiene esta clase de
pensamientos homicidas, sino que, compadeciéndose de su adversario, e intercediendo por Él ante
Dios Padre a través de Su Hijo nuestro Señor Jesucristo, (nuestro único mediador) Manifiesta la ley
en su vida al no asesinarlo.

De esta manera se perfecciona la Ley en nosotros y la gracia es el único vehículo para lograrlo, en
la cual, conociendo nuestra condición original de pecado, Nuestro Señor Jesucristo se entrego por
nosotros y nos permite alcanzar la salvación.
Pentecostés entonces es y siempre será la celebración de la entrega de la Torá o de la Ley
de Dios a su pueblo
Nosotros los creyentes de nuestro Señor Jesucristo la hemos recibido no en piedra perecedera, si
no en nuestros corazones, para que la manifestemos en nuestras vidas, dejando ya de querer
alcanzar nuestra justificación mediante el cumplimiento de la Ley lo cual es imposible para los
hombres, si no mediante la gracia otorgada por nuestro Señor Jesucristo y por ende manifestando
por gracia su ley escrita en nuestras vidas.

El espíritu Santo de Dios no vino solo para que un grupo de personas danzaran y hablaran en nuevas
lenguas para hacer un “show sobrenatural de histeria colectiva” que de alguna manera inste a los
hombres observantes a arrepentirse de sus malos caminos, “el Espíritu Santo de Dios ha venido a
Circuncidar nuestros corazones e inscribir la Ley de Dios en ellos, consolándonos así hasta el día
en el cuál nuestro Señor Jesucristo volverá con Gloria a juzgar a vivos y muertos”, la cual es
nuestra esperanza cada día, que ya sea que muramos o sea que vivamos, seamos transformados
por Él para heredar junto con Él la vida eterna.

Nestor Santos

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