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MARIA A.

TERZAGHI

PREGUNTAS SOBRE INFANCIA Y DISCAPACIDAD

Los niños

La infancia no fue siempre lo de ahora.

Phillipe Aries rastrea el surgimiento del sentimiento de infancia desde los


tiempos del Antiguo Régimen y analiza sus cambios hasta la modernidad, ni los
sentimientos de vulnerabilidad y necesidad de protección, ni los márgenes
cronológicos que hoy pudiéramos situar en la delimitación de la infancia son
dados naturalmente.

En época de la horda primitiva los pequeños permanecían en cierto anonimato


y no era raro el infanticidio.

El arte medieval era incapaz de representar a un niño. Hasta aproximadamente


en el siglo XVII, el arte medieval no conocía la infancia o no trataba de
representársela, en esa sociedad no había espacio para la infancia.

Aries sitúa en el siglo XVII el tiempo de la salida del niño del anonimato y su
ingreso en el universo simbólico de la cultura.

El siglo XVIII es un tiempo nodal en la construcción de un campo de la infancia,


en el contexto de cambios en la organización familiar acorde con el nuevo
ordenamiento social.

Se caracteriza a la familia de hasta mediados del siglo XVIII como un “conjunto


relacional, haz de relaciones de ascendencia y descendencia, colateralidad,
primazgo, mayorazgo, alianza que correspondía a esquemas de transmisión de
parentesco, de división y reparto de los bienes y los status sociales ”, el cual se
trasformara en la familia restringida o conyugal del siglo XIX.

La discapacidad

Tampoco la discapacidad existió siempre. Lo cual no significa desconocer que


siempre hubo niños con alguna problemática. Sin embargo, que determinadas
características físicas o mentales constituyeran una enfermedad, un déficit, una
diferencia. Portar un déficit o una deformación física implicaba, según la época,
ser despreciados, adorados, compadecidos, aniquilados o temidos, de acuerdo
a la ideología imperante en la sociedad de pertenencia.

Ser tomado en un lugar de diferencia significo destinos diversos según la


sociedad de que se tratase, pudiendo significar muchas veces exclusión o
aniquilamiento en lo real o imaginario.
Con la paulatina aparición del sentimiento de infancia, surgen también los
estudios de la mente infantil. La educación y la crianza pasan de la esfera
privada a la pública.

La historia de la construcción del concepto de discapacidad es compleja y


requiere adentrarse también en la evolución de la psiquiatría y la rehabilitación,
así como en el surgimiento de las ideas universalización de la educación infantil
que sustentaron la determinación de estándares educativos.

Es precisamente en ese ámbito donde empezaron a redefinirse diferencias y


diversidades en la infancia. Los niños que no se adecuaban a los estándares
educativos planteados y comenzaron a referirse a la medicina para su estudio.
Las diferencias se reordenaron, en torno al eje de lo normal/anormal.

Con la construcción del concepto de discapacidad se inaugura un lugar para


aquello que antes no lo tenía. Podemos decir que la discapacidad se hace
evidente en un momento determinado, al mismo tiempo que comienza a ser
definida.

Los niños y discapacidad

La infancia es el tiempo de la construcción de la estructura orgánica y la


constitución de la subjetividad.

Inicialmente, la introducción del concepto de discapacidad se produjo por


medio de un traslado a los niños de definiciones, clasificaciones, modos de
abordaje, disciplinas y estrategias terapéuticas utilizadas con adultos.

Consideramos el tiempo de la infancia, con el tiempo en que deben producirse


determinados acontecimientos, que son condiciones necesaria para el armado
orgánico y psíquico.

Pensar la niñez como discapacitada envía al niño, ese niño, a otro lugar y
tiempo que no es el de la infancia.

Efecto de exclusión

Definir una discapacidad implica siempre, la aplicación de cierta clasificación. Y


toda clasificación describe un estado de situación, sin embargo, suele sustentar
la planificación de acciones futuras, decisiones en educación, seguridad social,
políticas de salud, etc. Cuando la ubicación en cierta clasificación se extiende y
define a la persona, pareciera que su destino se reduce a un cálculo estadístico.

Es a partir de la ubicación de lo normal que se sitúa un resto, delimitado como


patológico. La pérdida, la carencia, anormalidad, la restricción están en
referencia a una norma siempre arbitraria. A partir de esta norma queda
delimitado un territorio, que define un universo de personas. Tal delimitación
siempre supone una exclusión.

Pensamos que una de las modalidades de esta exclusión se vincula con la


temporalidad. En cierto sentido, la discapacidad es una categoría atemporal.
Cuando se define una discapacidad se elude la referencia implícita o explícita a
su persistencia.

Una dificultad o una limitación, en tanto permanente, pareciera que transforma


globalmente la condición de persona. Hasta el discurso cotidiano, el déficit
suele aparecer sumado al nombre, y a veces lo eclipsa: se nombra a alguien
por aquello que lo incluye en un conjunto “el sordo, el Down, esos chicos”
efecto llamado por algunos identitario que es mucho más significativo en
quienes nacen o adquieren alguna problemática muy tempranamente en la
vida. Diferencia que se marca nuevamente en el lenguaje: “es ciego/quedo
ciego”.

A partir de las investigaciones actuales, las experiencias de los primeros años


de la vida, plantean puntos de encuentro con cuestiones anticipadas por el
psicoanálisis en relación a la constitución subjetiva.

El psicoanálisis introduce formalizaciones conceptuales que explican la


necesidad que tiene la presencia encarnada de un agente materno, el
ordenamiento simbólico que introduce la función paterna para todo humano, la
articulación de un tiempo lógico con un tiempo cronológico, para pensar la
constitución de un sujeto de deseo.

El movimiento que produce el nacimiento de un niño alguna carencia, déficit,


dificultad, algo que da lugar a cierto registro de diferencia mueve las cosas de
lugar, que parece hacer caer cierto saber, que anticipa preguntas por el
destino. No podemos hacer cálculos anticipados de sus efectos, pero estarán
siempre de alguna manera atravesados por representaciones y construcciones
discusivas propias de la sociedad de pertenencia.

Sostener la pregunta, formular un problema

El tiempo infantil es tiempo de constitución y construcción, por lo que las


capacidades en ese periodo no están definidas, aun se esperan, se forma con y
desde el otro.

Como en la etapa de la primera infancia el sujeto esta constituyéndose, es


adecuado plantear, más que definiciones, interrogantes en relación a lo que va
a delimitarse o no como discapacidad. A diferencia de cuando se realiza un
cálculo con un algoritmo definido de antemano, la formulación de un problema
remite a la búsqueda de caminos posibles para la resolución.

Tratándose de niños, preferimos hablar de problemas en el desarrollo. La


noción de problema constituye un instrumento conceptual imprescindible en la
clínica con niños. La formulación de un problema es lo que habilita cualquier
intervención.

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