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Falsa Familia de Carlos Rios Por Facundo Gerez
Falsa Familia de Carlos Rios Por Facundo Gerez
Entre trabajo y trabajo, de un penal a otro, el profe para en una estación de servicio
(“uso a la Shell de oficina entre Olmos y Romero”) y desde ahí observa, toma notas,
pasa en limpio las experiencias del día, piensa (se piensa) y da cuerpo a gran parte
de esta novela. Una novela en la cual se destaca la cárcel. Sin sentimentalismo, la
cárcel (las cárceles bonaerenses) aparecen como lugares ásperos, donde a los
habituales enfrentamientos en pabellones (donde hay “pibes tirados como perros”)
se le suman abusos y represalias (“al abusador intentaron cortarle las bolas y
terminó en el hospital”) y al rebelde se lo amansa a fuerza de medicaciones y
tratamientos psiquiátricos.
“La 44 es una unidad para 400 y hay 700, están todos los penales sobrepasados”, se
dice en un momento. “Todos los derechos se perdieron”. Esas son las condiciones
de vida de los presos, de hacinamiento. Y esas son, también, en otro grado, las
condiciones de trabajo del profe (“salimos un poquito antes por la falta de agua. El
olor a meo se metió en todos los salones”), un personaje que, ante todo, huele. Que
tienen un sentido del olfato desarrollado. El profe puede percibir “encierro, olor a
ropa sucia, a leña, a pelo sin lavar” o “mezcla de mierda humana, naranjas, humo,
cigarrillo, hojas de eucalipto”, aromas y olores que, combinados, dan cuenta del
paisaje y lo persiguen hasta el interior de su casa (“traigo en mi nariz los olores de
la cárcel, se confunden con los del colectivo”).
Para el profe (y para la novela) el conflicto central está dado por la tensión ─la
distancia y los límites difusos─ que hay entre el adentro y el afuera de la cárcel. El
profe está en una zona intermedia. Es alguien que parece tener un pie acá y otro
allá. Cuando está adentro es el de afuera (el que trae noticias y cosas ─galletitas,
cigarrillos, ibuprofenos, bufandas─ de afuera) pero cuando está afuera no puede
dejar de sentirse el de adentro (afuera, la cárcel no solo se le cruza, se le aparece,
súbitamente ─en lecturas, sobre todo─, sino que cuando habla es monotemático:
recurrente, obsesivo, su principal tema de conversación es la cárcel).