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Introducción
Hablar sobre cargotectura nos remite a 1956 cuando Malcolm McLean inventó el
contenedor de transporte. Si bien, la llamada Caja Grande fue una solución a los
problemas de transporte de mercancías y distribución más eficiente de las mismas. Esta
tecnología no tuvo que perfeccionarse porque es usada hasta nuestros días.
Galilee, (en Campos: 2003) declara que el contenedor es El ladrillo del siglo XXI, es uso
de la cargotectura fue espontáneo, ya la misma gente la usó para edificaciones como
mercados (7th Km Mall, de Odessa Ucrania). Esa reutilización fue una alternativa al uso
del puesto de tela y madera. El mercado creció más de siete hectáreas, de ahí su nombre
y la idea de que fuera un centro comercial alternativo.
El espacio funcional es manipulado por los arquitectos, pero también los materiales y los
conceptos, continúa Roth:
Los edificios que funcionan bien son aquellos que los usuarios pueden comprender
fácilmente con su imaginación y en los que pueden desplazarse con soltura, (Roth, 47)
Los usuarios, en este caso, fungieron como arquitectos: es una ciudad que se rige por sus
propias leyes, es un Estado dentro de otro (Myers en Campos). El éxito de los proyectos
funcionales e innovadores propicia su imitación: como el BoxPark Mall en Londres, Bazar
de Dordoy, Patio Container en la Ciudad de México.
Es consecuente afirmar que la arquitectura tiene que conectar con su entorno. Las
personas también pueden intervenir en su entorno y transformarlo. Hablamos de un caso
de arquitectura colectiva.
El arquitecto entonces, tiene que preguntarse sobre cuál es el papel del usuario en la
arquitectura al trabajar con estos materiales. Quién más para hablar de las necesidades
de su espacio más que el usuario.
Se crearon nueve edificios, con los contenedores en filas y con espacios entre ellas. Ban
ideó distintas combinaciones, entre espacios de reunión y apilamiento de células, para
que se adaptaran a las necesidades de las familias. Los espacios comunes, por el
contrario, eran de materiales más rústicos que complementaban la composición.
Que los mismos usuarios puedan intervenir en sus necesidades, es una forma de
expresión en la que la arquitectura es integrada a la gente y no es un espacio que sólo
puede contemplarse o ser visitado.
La propuesta es colectiva, puesto que autor y habitantes son coautores de sus propios
espacios y se adueñan de ellos mediante su intervención y rescate.
La Arquitectural Foundation refiere que, pese a que hay arquitectura de vanguardia, esta
no siempre responde adecuadamente a la función pública. El trabajo colaborativo es una
forma de enfrentar los problemas de diseño, de urbanismo y de la arquitectura misma
(Aslop en Campos)
Y esto nos hace cuestionarnos el papel de la arquitectura para el hombre: como un ser
que también puede construir, de forma simbólica, algo que expresa un valor trascendente.
Construir para dejar huella (Carabajal en Campos). En el caso de la cargotectura, la
arquitectura se centra en el hombre que hace, con los objetos que él mismo fabrica.
Ahora bien, no es un desplazamiento del papel del arquitecto, puesto que hay una
revaloración y un complemento del papel del individuo. Es cierto que hay un dilema en
que, la cargotectura es una solución que emplea aquello que ya se sabe que funciona (no
hay innovación), pero también, cuando los elementos son limitados, tenemos que hacer
uso del ingenio (Campos). Lo anterior, arroja reflexiones sobre la situación que vivimos, la
resolución de problemas y la relación de los actores para solucionarlos.
Cargotectura en Suramérica
Estas propuestas están motivadas por el establecimiento de una vivienda digna, de fácil
acceso y vinculada con arquitectura sostenible, en especial para una población
vulnerable.
Esta población por lo general, presenta inadecuaciones en las casas que habita,
aglomeraciones y falta de muros. No cuentan con servicios públicos y los métodos
tradiciones tienen efectos negativos en la naturaleza.
Los contendores son capaces de soportar una gran cantidad de peso son resistentes y
durables. Investigadores como Poveda, analizan que, este tipo de viviendas son más
fáciles de hacer y costear. Entran en la clasificación de arquitectura modular, porque, de
un elemento similar, este se repite para grandes conjuntos de construcciones. Son
similares a los multifamiliares de los años setenta, con la diferencia de que pretenden ser
parte de la arquitectura sostenible.
Algo que arroja la propuesta de Rondón y Campos, es que, no hay una norma que
prohíba el uso de contenedores en la construcción de viviendas o espacios de trabajo.
Los proyectos son de más de dos niveles, por lo que habría ciertas restricciones legales.
Rondón y Campos resolvieron colocar 4 contenedores de 12 metros de largo en dos
plantas, cuentan con una fachada modular, aislante de ruido y ensamble de piso y techo.
(Rondón: 66,67). Dentro del proyecto, también hay alternativas como la implementación
de paneles solares y de una red que filtre el agua hacia los cultivos. Los contenedores
soportan los cambios de clima y se pueden ampliar fácilmente, mediante la unión de otros
contenedores.
Es importante que se estudien las propuestas de vivienda en los sectores rurales, dada la
vasta extensión de tierra y de la forma en que se complementa con el paisaje (Rondón,
89). El contraste con la ciudad se observa en que, la cargotectura es un espacio para el
entretenimiento.
Cargotectura en Quito
Rendón ofrece algunos antecedentes del uso de los contenedores en climas extremos,
por ejemplo, en el Ártico se usaban como edificio de almacén: mediante paneles de suelo
y cubierta, no había necesidad de salir al exterior del contenedor para entrar a la parte
superior.
C’. Se tienen que usar contenedores nuevos en estructuras más sofisticadas (de mayor
tamaño o de más plantas)
La cargotectura también pasará a la historia por los materiales usados para construir una
vivienda en menor tiempo, materiales como el adobe, el vidrio, el bambú o las piedras
entran en esta clasificación, no sólo en materia de sustentabilidad.
Están fabricados de acero CORTEN, una aleación de cromo, cobre y níquel, los pisos son
de madera y cuentan con elementos para absorber el agua. El contenedor más usado es
el Dry Van de 20 pies (6.09 metros), por ser el más barato y resistente. El contenedor
Open Side, por otro lado, es idóneo para la construcción de viviendas, porque se evita el
corte de sus puertas laterales. (Rendón, 34, 40)
A diferencia de los Reefer o Reefer High Cube, estos no tienen un termostato integrado
que se usa como un congelador. En lo que respecta a los Open Top, como su nombre lo
indica, se pueden abrir por la parte superior, pero esto no los hace una opción viable para
una vivienda, porque, necesariamente, se deben tener, al menos, dos para unirlos;
aunado a que no son fáciles de encontrar en desuso. (Rendón, 35, 36)
Sucede algo similar con los Flat Rack, que no abre de sus puertas frontales y que, al igual
que el Open Side y Reefer, no es viable para una vivienda. (Rendón, 39). En cuanto a la
materialidad, Rendón apunta que los contenedores de acero corrugado son los más
resistentes.
Un contenedor no tiene que usarse la final de su vida útil, porque ya está pre tensado. No
deben de haber sido abandonados y deben cumplir con la norma ISO, en la que se
verifique su resistencia y medidas.
Para que se optimice su uso, no tienen que presentar abolladuras. Si las hay, ahí es en
donde tienen que hacer un corte. Tampoco tienen que estar oxidados ni deformados de
los marcos, porque esto ocasiona daños posteriores para la futura vivienda.
Entre los factores de riesgo se deben considerar el estado de las puertas, si es difícil abrir
o cerrarlas, si tiene agujeros o el marco perimetral dañado, estos contenedores no sirven.
De la misma forma, si los travesaños de soporte están soldados, estos no van a resistir el
apilado.
Del exterior tienen que encontrarse en buen estado, para no gastar en reparaciones
ulteriores. En cuanto a las medidas, hay una estimación de la pérdida de 6 cm cuando se
revisten para habilitar los espacios. Todos deben ser del mismo fabricante, o en su
defecto, de la misma serie, por las razones que expliqué unas líneas arriba.
Se colocan superficies aisladas para garantizar el confort en el interior. Una vez que se
colocan las paredes, estas ocultan los cables eléctricos y tuberías. Hay un aislamiento
interior por revestimientos de fibra a base de lana, un material barato y agradable con el
medio ambiente. Para el revestimiento exterior, se puede usar pintura anticorrosiva.
Los servicios como agua caliente serían económicos, mediante el uso de tuberías de
PVC, que es más económico. El agua caliente dependería del suministro eléctrico de la
casa.
Para el costo de una vivienda, al menos en Ecuador, este sería de 8550 dólares, en
comparación de una vivienda tradicional que es de: 9801 dólares, sumemos que esto es
el aproximado de una construcción de vivienda tradicional por la diversidad de materiales
como hormigón o cemento, además de menores rubros en el proceso de su edificación.
Este proyecto nace para mitigar la huella ecológica que dejan las industrias de la
construcción, ya que, según datos de la CAMACOL, la construcción tradicional requiere
del 12% del agua potable, 40% del uso de materias primas y 72% de electricidad. Este
tipo de construcciones produce un 30% de los residuos y un 49% de emisiones de dióxido
de carbono. Los desastres naturales que genera la contaminación en el ámbito de la
construcción consumen un 3.7% del PIB. (CAMACOL en Ospina, 2020: 21)
Mediante una metodología llamada Árbol de problemas, Ospina y compañía muestran que
no hay construcciones accesibles que sean sustentables y a precio competitivo. Con ello
hacen una lectura de la situación social, en la que la arquitectura para los que menos
tienen implica que estarán en un entorno insalubre. Es paradójico (y escandaloso) que la
arquitectura tradicional sólo implemente las soluciones sustentables populares.
Ospina y colaboradores también estudian el elenco de sistemas que podrían ser una
alternativa viable a los proyectos de vivienda más rentables: la investigación arroja tres
alternativas: Sistemas Prefabricados, Industrializados y Cargotectura
Los problemas: los sistemas prefabricados requieren que se sitúen los materiales para
edificar los desarrollos. Los industrializados, aunque son más rápidos de edificar,
requieren también de sitio. La cargotectura, por otro lado, es la opción más flexible por su
fácil transportación y las condiciones de reutilización.
Aquí se observa un alcance político de la cargotectura: los proyectos para los más pobres
suelen estar en las periferias, a medida que empiecen las invasiones de personas con las
que no se conviven en las ciudades, se pueden reubicar los proyectos de vivienda para
que permanezcan alejados. Es cierto que es una alternativa digna, pero también fomenta
el desplazamiento de esos grupos no reconocido.
Continua Ospina y colaboradores su exposición al mostrar los criterios para optar por las
alternativas más viables: estos son la Eficiencia, Flexibilidad (adaptación a cambio y
condiciones físicas), Innovación (con la cual aumenta la plusvalía de estos desarrollos y
sostenibilidad. A continuación, voy a puntuar los criterios con respecto a las ventajas de la
cargotectura:
Para un sistema prefabricado se usan ciertos elementos en serie, los cuales consisten en:
C’’ Se pueden apilar hasta doce contendores para proyectos más grandes
F’’ Ya tiene medidas estándar por lo que los proyectos se ejecutan de forma más sencilla
Los datos sobre las construcciones tradicionales no dejan de ser polémicos: por cada
metro cuadrado tenemos necesitamos dos toneladas de materia prima, agua y energía.
Ahora que, no hay muchas constructoras que tengan un programa para la reutilización de
sus desechos, o al menos, un plan de acción.
Los beneficios sociales de los que habla Ospina y colaboradores están enfocados en
generar conciencia para reducir el impacto ambiental y fomento de economía sostenible.
Los análisis son costo – beneficio y las alternativas son ecológicas.
En la tesis Ocupar el vacío hay una propuesta relacionada con el arte, esto es, la
transformación de objetos industriales en la arquitectura (Cabrera, 2017: 34), Cabrera
presenta el antecedente de Malcolm McLean y el significado del contendor como bloque
constructor de la economía, aquí se hace énfasis en el elemento simbólico.
Cabrera rescata obras como The magic box: a history of containerization, del año 1993.
En este texto de Peter Hunter, se argumenta que el antecedente de estos proyectos de
arquitectura fue Nor-tran la compañía de Gabriel Alter. También se menciona el artículo
Flatscapes with containers de Reyner Banham, escrito en 1967, que declara que el
contenedor es el futuro de la arquitectura
Wes Jones, en esa misma obra, también señala que el uso del contenedor pertenece a la
corriente artística del Ready made (lo que ya está hecho), no sólo es la intervención del
objeto en algo más, sino el comentario social acerca de la vivienda de emergencia (Jones
en Cabrera, 2017: 47).
De las obras que he mencionado (Container Atlas, New Container Architecture, The box:
architectural solutions with containers, Containers y Green Container Architecture), fungen
como catálogos de los proyectos.
Una aportación del trabajo de Cabrera son los textos de los periódicos y revistas como
Architect’s Journal y Arquitectura viva: Cabrera plantea el contraste entre lo detallado de
estos materiales contra lo escueto de los libros: se observa el potencial de este tipo de
arquitectura. Le siguen en publicaciones la revista Architectural Record, Moniteur d’
Architecture AMC, Bauwelt y Building Design, del Reino Unido.
Las exposiciones internacionales también son una fuente para obtener datos sobre los
contenedores, como la de Jure Kotnik en 2011 en Dusseldorf, Alemania. Werner Lippert,
curador de la muestra, expresó el carácter nómada de este tipo de construcciones y el
etnólogo Hartmut Bohme, dice que el contenedor es la muestra de el cataclismo y el
cambio. Críticos como Dieter Hoffmann Axthelm declaran que es la construcción del
futuro.
Aaron Betsky destaca su relación con la tecnología y Gesa Muller von der Haegen califica
al contenedor como Casa pictográfica. Es importante señalar que no se han hecho
reflexiones más sólidas acerca de los contenedores.
(los contenedores) están realizados con los dos modelos ISO más comunes: el de
20 pies cuyas medidas externas son 6,05 m de largo, 2,43 m de ancho y 2,59m de
alto; y cuyas medidas internas son 5, 86 m de largo, 2,35m de ancho y 2,38m de
alto, el de 40 pies, cuyas medidas externas son 12,19 m de largo, 2,43m de ancho
y 2,59 m de alto y cuyas medidas internas son 12,03 m de largo, 2,35 de ando y
2,38 de alto. (Cabrera, 2017:52)
Sería el arquitecto y urbanista Yona Friedman quien investigaría la arquitectura móvil, con
elementos prefabricados, en su manifiesto, hay un antecedente de la intervención de esta
arquitectura, que es la vivienda dedicada por el ocupante (Friedman en Cabrera, 2017:
222). Los elementos móviles también son una constante de la cargotectura, porque la
hacen adaptable a los individuos y a cualquier cambio.
Parte del valor estético de la cargotectura es que es una arquitectura utópica, que busca
optimización y movilidad.
En este proyecto, a cargo de Gabriel Esper, se observa como las distintas intervenciones
se puede rehabilitar el espacio público y buscar espacios adaptables, así como
conectividad entre comercios y áreas comunes. Hay un énfasis en el uso del contenedor
como motor de un rescate económico.
Cabrera también menciona a Shigeru Ban, que, como hemos dicho, fue pionero en usar la
arquitectura de contenedores en la ciudad de Onagawa, se destaca la funcionalidad y la
solución de problemas (sociales y de espacialidad) en la arquitectura:
Ban explora la combinatoria de las células con objeto de proveer distintos
prototipos de vivienda, adaptados a los distintos modelos de familias, Mientras
unas se conforman con un módulo y un espacio anexo, otras – para familias más
numerosas – surgen de la combinatoria de dos módulos y un espacio central. En el
centro del mismo, unas estructuras de contenedores, combinados con estructuras
ligeras de otros materiales – textiles o madera, crean- pequeños espacios de uso
común. (Cabrera, 2017: 248)
Hago esta analogía a propósito, porque de la intervención del espacio con miras a lo
social, se pueden tener proyectos de uso común a bajo costo.
Cabrera afirma que estas construcciones si pueden alcanzar grandes alturas, pero no
profundiza en la posibilidad de estos proyectos. No obstante, si destaca sus ventajas de
rapidez en la construcción y como alternativa barata (Cabrera, 2017: 251).
Para este apartado voy a usar la tesis Edificaciones habitacionales con contenedores
marítimos, del ingeniero Gustavo Say García.
En los antecedentes Say discute las medidas de los contenedores y ubica el trabajo de
Malcolm Mclean. El texto versa sobre las condiciones, climatológicas y de salud, que
pueden poner en riesgo a los habitantes de los contenedores mediante las normas de
calidad y de salud ISO. En este trabajo, hay una propuesta para mejorar las condiciones
de estos contenedores y darles un uso como albergues en catástrofes naturales.
Uso que no hemos contemplado, pero que es una dimensión social y humanitaria.
Ahora bien, es común pensar en los contenedores como indestructibles o resistentes a los
cambios de clima, pero para esto, se deben tomar en cuenta factores como: uso, cantidad
de ocupantes, niveles, localización, geografía, clima. (Say, 2018: 68).
Se debe analizar el peso que soporta y el diseño arquitectónico de base, para esto, Say
utiliza ecuaciones y diagramas en los que muestra resultados para contenedores Dry Van,
para construir una casa para cuatro personas. (Say, 2018: 72)
En cuanto a las condiciones climatológicas que afectan una vivienda, Say va a analizar
las de ruido, humedad y temperatura mediante un desarrollo experimental: se tomaron los
datos cerca de la vivienda construida con los Dry Van, durante 5 meses.
Se usó un sonómetro para medir los niveles de ruido tanto de las máquinas como del
entorno.
Say registró en una tabla estos factores y los agrupo por fecha y hora. Tomó una muestra
de 24 días de los 5 meses que midió el fenómeno.
Sonido: no se exceden los límites del sonido, pese a que está hecho de acero, no se
intensifica el ruido dentro del espacio. Say aclara:
La única forma en la que el contendor podría producir sonidos con una presión
sonora alta es, si recibe el impacto directo de algún material denso, pero estos
eventos ocasionados por golpes suelen durar muy poco segundos… // por lo que
se podría decir que un contenedor marítimo se mantiene en los rangos normales
de sonido para uso habitacional. (Say, 2018: 138)
Say afirma:
Las implementaciones para reducir el calor varían: desde los revestimientos térmicos para
el frío hasta la colocación de un techo en el exterior para el calor. Say concluye que un
contenedor no es apto para lugares muy fríos si no cuenta con aislante.
Por ejemplo: hay que revisar las roturas y la manipulación a la que ha sido sometido,
también observar si tiene pintura anticorrosiva y fungicida, porque, si es que hay un
incendio, los vapores son altamente tóxicos. Para evitar la contaminación por ruido, el
contenedor debe contar con paneles de fibrocemento, madera o polímeros. Para el caso
de granizadas o tormentas muy fuertes, una lámina termo- acústica es de gran ayuda.
(Say, 2018: 146).
La tesis de ingeniería civil es la que nos proporciona John Serrano Hurtado, llamada:
Análisis de prefactibilidad de uso de contenedores marítimos para proyecto comercial
ubicado en la calle 142 con carrera 15, en la ciudad de Bogotá. Este proyecto es un
container mall en una de las zonas con más alto costo del metro cuadrado y grandes
costos de producción.
El vacío legal es que los contenedores no pueden ser definidos como bien mueble, dada
la forma en que se pueden transportar. Por otro lado, en cuanto a los contenedores que
es factible pone para el espacio comercial, se pueden poner hasta 14 (Serrano, 2016: 47).
Aquí especifica que muchos locales pueden ser arrendados, pero si le agregamos
espacios comunes, como, por ejemplo, canchas de futbol, aumenta el valor del arriendo
(Serrano: 53), lo que hace el centro comercial mucho más rentable.
Bibliografía
11396/7070/Rondon_Cristian_Campo_David_2021.pdf?
Artículos
Eje Prime. (2019). De cafés a containers: la cargotectura enamora a Starbucks. Eje Prime.
Recuperado de: https://www.ejeprime.com/m2/de-cafes-a-containers-la-cargotectura-
enamora-a-starbucks.html 26 mayo 2022
Muñiz, Sara (2020). Las nuevas Farm Stores de Cargotectura. Hogar. El hábito en Casa.
Recuperado de: https://elhabito.com.mx/las-nuevas-farm-stores-de-cargotectura/ 26 mayo
2022