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Motivación Y Emoción

Motivación y Emoción (Universidad Autónoma de Madrid)

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TEMA 1: PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN

COMENTARIO-RESUMEN

A) La emoción es un proceso psicológico que nos prepara para adaptarnos y


responder al entorno. Su función principal es la adaptación, que es la clave
para entender la máxima premisa de cualquier organismo vivo: la supervivencia

B) Como tal proceso psicológico, no puede observarse directamente, sino que se


deduce de sus efectos y consecuencias sobre el comportamiento. Su comprensión
nos lleva a explicar qué nos pasa cuando reaccionamos ante determinados
estímulos, sean éstos externos o internos y por qué lo que hacemos

C) La emoción como proceso implica una serie de condiciones desencadenantes


(estímulos relevantes), diversos niveles de procesamiento cognitivo (procesos
valorativos), cambios fisiológicos (activación), patrones expresivos y de
comunicación (expresión emocional). Además, la emoción tiene efectos
motivadores y su función primordial es la adaptación del individuo a un
entorno en continuo cambio

D) Para la explicación de este proceso se ha originado una extraordinaria


proliferación de modelos y planteamientos teóricos. Las distintas
aportaciones proceden de la utilización de diferentes niveles de análisis:
conductual, biológico y cognitivo. Por tanto, cada perspectiva se ha
interesado por estudiar aspectos parciales, lo que ha dado origen a una
terminología, metodología y principios explicativos propios. Las principales
orientaciones atienden a los principios que las sustentan y al nivel de
análisis predominante en cada una de ellas

E) En la orientación conductual, la contribución de los psicólogos del


aprendizaje ha sido decisiva en la Psicología de la Emoción, ya que en su
seno se han desarrollado las conceptualizaciones fundamentales que basan el
proceso emocional en el propio proceso de aprendizaje. Las aportaciones más
importantes se centran en el estudio del miedo y la ansiedad

F) La orientación biológica tiene sus antecedentes en principios evolucionistas


y fisiologistas. Los principios evolucionistas se contemplan, respecto a la
emoción, en el estudio del componente expresivo del proceso emocional y el
elemento clave relacionado con la fisiología es la activación

G) El estudio de los sistemas cerebrales implicados en el procesamiento de la


información emocional se lleva a cabo desde un área multidisciplinar de
investigación reconocida como neurociencia afectiva, cuyo objetivo es
delimitar los fenómenos emocionales, analizar los elementos diferenciados del
proceso emocional y establecer los circuitos cerebrales asociados.

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H) La amígdala es una de las estructuras cerebrales implicadas en el


procesamiento de la información emocional. Las contribuciones más
significativas de la amígdala se han observado en los trabajos de
investigación realizados en ratas sobre el condicionamiento de una respuesta
de miedo

I) Los estudios realizados en humanos confirman la participación de la amígdala


en la adquisición del miedo condicionado y en los procesos de aprendizaje
emocional implícito. La amígdala desempeña también un papel relevante en la
evaluación afectiva de estímulos relacionados con la amenaza y el peligro y
actúa como un sistema muy rápido que nos alerta y nos permite responder de
forma rápida y eficaz ante cualquier amenaza

J) Las emociones humanas son fruto de una acción más deliberada que, además del
estado emocional inmediata de nuestro organismo, tiene en cuenta otros
factores, como la situación externa, el conocimiento previo adquirido, el
repertorio de conductas emocionales y, sobre todo, nuestra habilidad para
anticipar, hacer planes y tomar decisiones sobre nuestra conducta futura.
Estos factores tienen mucho que ver con nuestras capacidades cognitivas y,
por tanto, con la participación de sistemas localizados en la corteza
cerebral y más concretamente en las áreas que conforman la corteza prefrontal

K) La disposición anatómica del córtex prefrontal, estrechamente conectado con


regiones corticales de integración sensorial y con estructuras subcorticales
emocionalmente relevantes, especialmente con la amígdala, ha llevado a
suponer que determinados sectores del córtex prefrontal podrían ejercer un
efecto modulador o inhibitorio sobre la actividad amigdalina. El córtex
orbitofrontal y el córtex ventromedial son las regiones de la corteza
prefontral que están especialmente implicadas en la emoción

L) La orientación cognitiva comparte la asunción de que la emoción es el


resultado de los patrones subjetivos de evaluación de un antecedente o
acontecimiento. La emoción, por tanto, será el resultado de los patrones
evaluativos, fruto del procesamiento cognitivo de estímulos relevantes

M) La comprensión global del proceso emocional debe hacerse desde la integración


de los datos aportados por los diferentes niveles de análisis

1. INTRODUCCIÓN
Las emociones son procesos psicológicos que nos prestan un valioso
servicio, al hacer que nos ocupemos de lo que realmente es importante en nuestra
vida. Como si fuera un sistema de alarma, nos señalan cosas que nos peligrosas o
aversivas, y que por lo tanto debemos evitar, y las cosas que son agradables o
apetitivas, y a las que por lo tanto debemos acercarnos.

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Pero las emociones pueden ser también consideradas como uno de los
procesos psicológicos más complejos y difíciles de explicar. Así, en los inicios
de la Psicología, William James en 1884 se preguntó: “¿Qué es una emoción?”,
pregunta para la que hoy tenemos cientos de contestaciones y, que como indicador
de la complejidad de este proceso, ninguna de ellas es considerada como una
definición aceptada y consensuada para la mayoría de los investigadores en el
área.

Desde sus inicios, la psicología ha estado interesada por el estudio de la


emoción, si bien este interés ha sufrido suertes muy diversas a lo largo de la
historia de la psicología. Por un lado, la emoción hasta muy recientemente no ha
formado parte de los grandes temas sobre los que se han focalizado los estudios
psicológicos, tales como el aprendizaje, la atención, la percepción o la
memoria. Por otro lado, la primacía del conductismo durante la primera mitad del
siglo XX y los enfoques cognitivistas desarrollados durante la década de los
setenta, influyeron en su marginación, bien por las connotaciones mentalistas
que han acompañado al estudio de la emoción, en el caso del conductismo, o
porque en el seno del cognitivismo se ignoraban las interferencias generadas por
la emoción al emular el funcionamiento limpio de la inteligencia artificial. Sin
embargo, la mayoría de los estudiosos de estos otros procesos psicológicos,
antes o después, de forma más directa o tangencial, han topado en sus trabajos
con la emoción y a ellos les debemos muchas de las aportaciones que ha recibido
la Psicología de la Emoción que provienen del estudio de otros campos de
interés, y no sólo de los estudios básicos que se han centrado exclusivamente en
estos procesos.

Esta realidad ha propiciado que el estudio de la emoción se haya realizado


desde perspectivas y orientaciones dispares que han generado múltiples formas de
entender y conceptualizar estos procesos. Así pues, podríamos calificar como “la
metáfora de la torre de Babel”, a las aportaciones de la psicología al estudio
de la emoción, debido a la diversidad terminológica y conceptual en la que su
estudio se encuentra inmerso.

Para hacer una primera aproximación al estudio de la Psicología de la


Emoción, si realizamos una revisión de la literatura científica, nos encontramos
con cuatro elementos que, de forma consensuada, se consideraran esenciales para
entenderla.

El primero de estos elementos es la presencia en las emociones de cambios


fisiológicos. Cada emoción parece tener su propio modo de reacción fisiológica,
que pueden incluir desde cambios en el sistema nervioso autónomo (aumento en el
ritmo del corazón, enrojecimiento de la piel de la cara, erizamiento del vello),
cambios en el sistema nervioso central (activando o inhibiendo determinadas
estructuras neuronales) y en la secreción hormonal. Un segundo conjunto de
variables es la denominada “tendencia a la acción” o afrontamiento, que incluye
acciones tales como la agresión, la evitación o la curiosidad. Una de las
funciones de la emoción es dar respuesta a las situaciones del entorno que nos
son emocionalmente importantes, por ello todas las emociones incluyen una

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movilización de acciones encaminadas a resolverlas. El tercer elemento se asocia


a la experiencia subjetiva de la emoción o sentimiento. Se trata de las señales
de aviso que las emociones hacen conscientes para reclamar nuestra atención. Una
cuarta aproximación se refiere a la emoción como un sistema de análisis y
procesamiento de información. Ortony, Clore y Collins propusieron que las
emociones se producen a través de procesos cognitivos y que, por lo tanto, van a
depender de la interpretación que cada persona haga de las distintas
situaciones. Se asume que las emociones ocurren debido a una valoración
(positiva o negativa) de las situaciones y así, una misma situación puede
provocar en distintas personas emociones diferentes.

2. ANTECEDENTES FILOSÓFICOS
2.1. Racionalismo. El conocimiento como dominio de pasiones

El racionalismo es la concepción que prevaleció a lo largo de siglos en


los grandes sistemas filosóficos y religiosos que dominaron el pensamiento
occidental, y que se remonta a Platón (428-248 a.c.) y Aristóteles (348-323
a.c.). En la concepción racionalista del comportamiento, los factores
emocionales no ocupan apenas lugar, toda vez que según ésta es la razón humana
el factor predominante en la determinación de lo que el hombre hace. El hombre
no está determinado en su comportamiento ni por las condiciones externas ni por
los impulsos irracionales internos (emociones, pasiones). El hombre es libre en
su pensamiento y acción.

Bajo el presupuesto racionalista de que el hombre tiene la capacidad de


razonar, las emociones tendrían poco que ver con la conducta humana, pues éstas
quedarían sometidas a la capacidad de razonar. La emoción representa un papel
jerárquicamente inferior a la razón, siendo ésta la que controla a la anterior.

Una importante contribución de la psicología de Platón fue su división de


la mente o alma en los dominios cognitivo, apetitivo y afectivo (trilogía básica
de la mente). En la actualidad lo clasificamos como cognición, motivación y
emoción. Para Aristóteles, al contrario que Platón, las dos dimensiones del
alma, racional e irracional, forman una unidad, y entiende que las emociones
conllevan elementos racionales. Razón por la que es considerado un precursor de
las teorías cognitivas de la emoción.

2.2. Los primeros mecanicistas, hedonismo y empirismo

Para Thomas Hobbes (1588-1679), las emociones están regidas por principios
hedonistas. Por tanto, la conducta está motivada por la búsqueda del placer o la
evitación del dolor

El asociacionismo defendido por John Locke (1632-1704), considerado como


el fundador del empirismo, instituye uno de los principales axiomas de la
psicología, ya que la asociación entre estímulos, o entre estímulos y
respuestas, son la base del aprendizaje y de muchas respuestas emocionales.

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David Hume (1711-1776) entiende la emoción como un tipo de sensación


caracterizada por la agitación física, que él denominó “impresión”, causada por
la agitación de los “espíritus animales”. Estas impresiones pueden ser plácidas
o bien agitadas. Hume añade, junto a la dimensión fisiológica (agitación física)
de la emoción, una dimensión cognitiva, ya que ideas y creencias representan un
destacado papel en la génesis de la emoción.

2.3. El renacimiento

Especial repercusión tuvo la obra de Descartes (1596-1650), cuyo dualismo


mente-cuerpo ha impregnado el pensamiento occidental hasta nuestros días. Para
Descartes, la conducta humana es el resultado del alma racional, así como de los
procesos irracionales del cuerpo. Para él, el alma, al interactuar con el
cuerpo, produce la agitación de los llamados “espíritus animales” –pequeñas
partículas sanguíneas- que podían mover los músculos y producir las emociones.
Por el contrario, según el filósofo, la conducta animal es automática y carente
de alma.

3. DARWIN Y LA EVOLUCIÓN
Darwin, para argumentar la evolución de la mente, en su obra “La expresión
de las emociones en el hombre y los animales”, indicaba que la emoción es una
manifestación de la mente y que, puesto que tanto los animales como el hombre
expresan emociones de naturaleza semejante en situaciones semejantes, este hecho
debería probar la continuidad evolutiva de las expresiones emocionales desde las
especies inferiores al hombre. Darwin ofrece tres principios de las expresiones
emocionales. El principio “hábitos útiles asociados” reconoce en la expresión
emocional su función adaptativa, desarrollada inicialmente por aprendizaje, para
convertirse finalmente en un rasgo heredado y transmitido de generación en
generación. Su segundo principio, de “antítesis”, entiende la expresión
conformada por categorías expresivas morfológicamente opuestas (cuando sentimos
alegría elevamos la comisura de los labios, cuando sentimos tristeza la
bajamos); por último, el principio de “acción directa del sistema nervioso”, que
se refiere a la coordinación de los principios anteriormente expuestos, así como
una asociación a marcados cambios fisiológicos que posibilitan la secuencia
adaptativa-expresiva.

Las formulaciones de Darwin supusieron un incremento del interés por el


estudio de la emoción. La conducta emocional tiene un valor y una función
adaptativa para la supervivencia. Las teorías neodarwinistas postulan:

1) Son reacciones adaptativas para la supervivencia


2) Heredadas filogenéticamente y desarrolladas ontogénicamente siguiendo
procesos de maduración neurológica
3) Con unas bases expresivas y motoras propias
4) Universales, esto es, generalmente compartidas por todos los individuos de
todas las sociedades

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4. MECANISMOS FISIOLÓGICOS

A lo largo del siglo XIX se produjeron notables avances científicos en la


fisiología que contribuyeron al desarrollo de la psicología en general y de la
emoción en particular.

4.1. La activación

Es considerada como “fuente de estimulación” (para mantener el tono


apropiado del organismo), “estado o rasgo” (variable que determina el umbral de
respuesta), “respuesta a la estimulación” (reflejo de orientación), “variación
endógena” (ciclo menstrual, ciclos sueño-vigilia), “estado inducido” (por el
efecto de drogas), “experiencia” (estado de fatiga, búsqueda de sensaciones),
“intensidad de la acción” (esfuerzo empleado), “impulso o motivador de la
conducta” (nivel óptimo de activación).

El concepto de activación hace referencia a un proceso corporal general y


continuo que puede ser considerado como necesario para entender la conducta. La
activación se refiere a un proceso complejo relacionado con la movilización
general del organismo en el que están implicados múltiples sistemas.

4.1.1. Las teorías de James-Lange y Cannon

William James argumentó que el sentimiento emocional era una consecuencia


más que un antecedente de los cambios fisiológicos periféricos ocasionados por
algunos estímulos. Proponía que la percepción de un estímulo o situación
biológicamente significativa genera una serie de respuestas o cambios corporales
(fisiológicas y motoras), siendo la percepción contingente de éstos lo que
genera la experiencia emocional. La emoción es, por tanto, un proceso en el que
la experiencia afectiva primaria propicia el posterior proceso de toma de
conciencia de la existencia de una emoción.

Un año más tarde, Carl Lange (1834-1900), propuso de forma independiente


una teoría similar a la de James, de ahí la consideración de esta teoría como de
James-Lange. Dicha teoría se asienta sobre cinco supuestos teóricos:

1) Cada experiencia emocional posee un patrón fisiológico específico de


respuestas somato-visecerales y motórico-expresivas

2) La activación fisiológica es condición necesaria para la existencia de


una respuesta emocional

3) La propiocepción de la activación fisiológica ha de ser contingente con


el episodio emocional

4) La elicitación de los patrones de activación característicos de una


emoción podría, el menos teóricamente, reproducir la experiencia
emocional

5) Existiría un patrón idiosincrásico propio de respuesta somato-


viscerales emocionales

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PERCEPCIÓN  CAMBIOS CORPORALES  EMOCIÓN

Varios años después, Walter R. Cannon defiende que las emociones anteceden
a las conductas y que los cambios corporales no son determinantes en la
experiencia emocional, proponiendo la “teoría emergentista de las emociones”,
que postula que los cambios corporales que serían idénticos en las distintas
emociones, cumplen la función general de preparar al organismo para actuar en
situaciones de emergencia, función que se realiza por la acción combinada del
Sistema Nervioso Simpático (movilización de los recursos del organismo para la
acción vigorosa) y Parasimpático (conservación de los recursos del organismo).
Los cambios autonómicos y somáticos son considerados no como antecedentes
causales sino como concomitantes homeostáticos, con la función de preparar
metabólicamente al organismo para enfrentarse de una forma adaptativa a las
situaciones de peligro: “reacción de lucha o huída”.

Cannon propone, además, un modelo neurofisiológico –basado en parte en los


experimentos de Bard (1928)- sobre el control cerebral de las emociones. Esta
“Teoría de Cannon-Bard” plantea que la activación que ocurre en la emoción
depende de una cadena de eventos que se inicia con la incidencia de un estímulo
ambiental sobre los receptores, lo cuales transmiten esta estimulación, a través
del tálamo, hasta la corteza. Ésta, por su parte, estimula de nuevo al tálamo,
que por una parte mandará impulsos a la corteza cerebral que originará la
experiencia cualitativa emocional, y, por otra parte, mandará impulsos al
sistema nervioso periférico, con el fin de poner en marcha la energía necesaria
para la acción.

PERCEPCIÓN

ACTIVACIÓN TALÁMICA
SENTIMIENTO EMOCIONAL CAMBIOS CORPORALES

En resumen, las ideas de Cannon han contribuido al desarrollo de los


conceptos motivacionales relacionados con los aspectos energetizadores de la
conducta: activación, impulso; y las teorías de James-Lange y Cannon representan
el marco de referencia de dos importantes líneas de investigación psicológica
sobre la conducta emocional, aquella que postula la existencia de patrones
específicos de respuesta asociados a cada emoción y la que postula cambios
fisiológicos inespecíficos.

4.1.2. Activación como proceso único

El concepto de activación general inespecífica surge a mediados del siglo


XX en el marco de la Teoría General de la Activación, en la que confluyeron tres
hechos fundamentales: 1) Los estudios de Cannon sobre el papel del sistema
nervioso autónomo en los estados emocionales que tienen la función de preparar
al organismo desde el punto de vista energético para actuar de forma adaptativa
según las demandas de la situación. 2) La teoría del impulso de Hull (1943), que
considera la motivación como impulso inespecífico no asociativo. 3) El

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desarrollo de las técnicas electroencefalográficas y los trabajos de Moruzzi y


Magoun (1949), que demostraron que la estimulación eléctrica del sistema de
activación reticular troncoencefálico provocaba la respuesta cortical de
activación.

Elisabeth Duffy (1904-1970) fue la primera investigadora que utilizó el


término de activación para referirse a los cambios fisiológicos periféricos.
Según Duffy, el registro de tales cambios permite medir el nivel de activación
entendido como la cantidad de movilización de energía presente en el organismo
en un momento dado. Estos cambios fisiológicos periféricos que incluyen dos
tipos generales de respuestas, mediadas por el Sistema Nervioso Autónomo y por
el Sistema Nervioso Somático, reflejan los diferentes niveles de “movilización
de energía” o activación que acompañan a los estados motivacionales y
emocionales.

El concepto de activación periférica o arousal descrito por Duffy,


responde a una concepción de la activación que supone la existencia de una única
dimensión de activación general del organismo que se manifiesta a través de
indicadores somáticos, autonómicos y corticales, y sugiere, además, un continuo
de activación que va desde el sueño a la excitación extrema. El concepto
“emoción”, según Duffy, designa estados en los que la activación es
excepcionalmente alta (excitación), o excepcionalmente baja (depresión agitada),
estando la conducta dirigida hacia algo o alejándose de algo. El grado de
activación estaría relacionado con la disposición a la acción y no
necesariamente con la conducta manifiesta. La teoría de la activación vinculó el
incremento en la activación a un aumento unilateral en la fuerza de respuesta de
varios sistemas, incluyendo el sistema nervioso central, el sistema nervioso
autónomo (frecuencia cardíaca, presión sanguínea, etc.) y el sistema nervioso
somático (tensión muscular, actividad motora, etc.).

En este contexto, las aportaciones más destacadas a la Teoría General de


Activación corresponden a Lindsley, Hebb, Malmo y Duffy y en todas ellas está
presente la relación entre activación y actuación/rendimiento propuesta por
Yerkes y Dodson. Se encontró que el aprendizaje de discriminación en animales de
laboratorio era una función de la cantidad óptima de descarga y esta cantidad
óptima difería en función de la dificultad de la tarea. En relación con la
activación, la relación establecida considera que el mejor rendimiento se
consigue con niveles medios de activación. Así, cuando el nivel de activación es
reducido o inferior al nivel medio, el rendimiento disminuye porque el sujeto no
tiene suficiente energía para rendir adecuadamente; por el contrario, cuando el
nivel de actuación es excesivamente intenso o superior al nivel medio, el
rendimiento también disminuye, porque, en este caso, el sujeto tiene dificultad
para canalizar tanta energía.

Aunque los diferentes teóricos de la activación presentan diferencias en


sus posiciones teóricas consideradas en conjunto, se constatan características
comunes: la activación se concibe como inespecífica –no existen patrones
específicos característicos que se asocien a determinadas emociones-;

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unidimensional, lo que significa que el grado de activación está en función del


grado de movilización energética general; y unidireccional, lo que supondría una
correlación entre la intensidad de la experiencia subjetiva y los índices
fisiológicos.

4.1.3. Activación multidimensional

A partir de los trabajos de Lacey cobraron importancia los modelos


específicos de activación que cuestionan el concepto unitario de activación. En
un intento de resolver parte de las dificultades del concepto unidimensional de
la activación, han sido varios los autores que han propuesto modelos
multidimensionales.

Eysenck propuso dos sistemas diferentes de activación: uno relacionado con


los aspectos energéticos de la conducta y otro relacionado con los aspectos
directivos de la misma. Eysenck defiende la existencia de un sistema de
activación fisiológico de tipo emocional o autonómico vinculado a las
estructuras límbicas del cerebro y otro sistema de activación fisiológico
cortical vinculado al sistema activador reticular.

Otro de los modelos propuestos y más ampliamente aceptado es el modelo de


Gray. Su modelo de la activación, basado en estudios sobre el aprendizaje
animal, sostiene que el sistema nervioso de los mamíferos está compuesto por
tres sistemas de activación:

1) El sistema de aproximación conductual, considerado como un sistema de


feedback negativo, activado por estímulos asociados al reforzamiento y al
cese u omisión del castigo
2) El sistema de inhibición conductual, activado por estímulos condicionados
asociados al castigo, a la omisión o cese del refuerzo, así como a los
estímulos novedosos
3) El de lucha-huída, que responde a los estímulos condicionados e
incondicionados aversivos

Modelos más modernos se basan en las actuales aportaciones de la


neuropsicología con la utilización conjunta de procedimientos de neuroimagen,
como la tomografía por emisión de positrones, la medida del flujo sanguíneo
cerebral regional, la resonancia magnética funcional, los nuevos procedimientos
de electrofisiología computarizada y los potenciales evocados.

4.2. La regulación de la activación

4.2.1. La homeostasis como mecanismo de regulación estático

El concepto de homeostasis ha sido referido a la estabilidad del medio


interno como condición necesaria para el funcionamiento de un organismo. Esta
función se realiza de tal manera que cada vez que el equilibrio se ve amenazado
por circunstancias ambientales o por factores internos, se desencadenará

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inmediatamente la acción correctora necesaria para devolver al organismo su


estado de equilibrio perdido.

4.2.2. El estrés

Adaptarse es dar respuesta a los cambios y exigencias del entorno, y


precisamente el estrés es un proceso psicológico que se activa cuando se percibe
algún cambio en las condiciones ambientales. Su función es la preparar al
organismo para dar una respuesta adecuada a tales cambios. El estrés es un
proceso activante íntimamente relacionado con las emociones, aunque no es una de
ellas. Carece de tono afectivo, aunque se lo puede proporcionar una emoción, ya
que en caso de ser necesario ésta será activada por el propio estrés. En la
actualidad, el término estrés se utiliza para referirse a cualquier condición
que perturba la homeostasis.

El trabajo de Cannon y especialmente de Hans Selye (1907-1982) ha sido muy


importante para determinar el papel de la emoción en la adaptación corporal y la
homeostasis del medio interno. Según Cannon, el sistema nervioso simpático
prepara al organismo para soportar el estrés. Selye señaló la coordinación
existente entre tres sistema para responder, en lo que definió como el Síndrome
General de Adaptación. Durante la primera fase se produce la reacción de alarma,
en la que la resistencia del organismo disminuye en un primero momento (fase de
choque) para después empezar a movilizarse (fase de contra choque). La segunda
fase es el estado de resistencia, al que se llega cuando las condiciones
estresantes se mantienen en el tiempo y el organismo se encuentra ante la
imposibilidad de mantener de forma continuada la activación que implica una
reacción de alarma ante un estresor. Por último, si la situación estresante se
prolonga o es demasiado intensa se llega a la tercera, fase de agotamiento. Si
persiste el mantenimiento de las condiciones estresoras, el seudo-equilibrio
obtenido en la fase de resistencia se pierde, produciéndose el agotamiento del
propio organismo por falta de reservas para seguir manteniendo estos niveles de
activación, llegando en sus últimos extremos al estado de coma y muerte del
mismo.

Uno de los efectos principales del estrés es prevenir las consecuencias


emocionales negativas, atenuando los recuerdos conscientes, pero manteniendo su
registro para futuras condiciones. Para ello, la respuesta hormonal al estrés,
en especial el cortisol, tiene tendencia a inhibir el hipocampo y a excitar la
amígdala. Así, la amígdala se verá facilitada para responder emocionalmente y
formar recuerdos emocionales no conscientes; mientras que el hipocampo, al estar
inhibido, se verá impedido en la formación de recuerdos conscientes de esos
mismos acontecimientos. El proceso de estrés también activa determinadas
emociones que anticipan condiciones que requieren de una actuación adaptativa,
como es el caso de la ansiedad o la hostilidad.

4.2.3. La alostasis como mecanismo de regulación dinámico

En contra de los anteriores modelos en los que se entendía la regulación


fisiológica en términos de homeostasis, Sterling y Eyer acuñaron el concepto de

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alostasis para hacer referencia a dos aspectos cruciales en la regulación


fisiológica: los parámetros fisiológicos varían y la variación anticipa las
demandas. Es un modelo de regulación alternativo, basado en la estabilidad a
través del cambio, o lo que es lo mismo, que los mecanismos que controlan los
cambios en la actividad fisiológica predicen qué nivel será el necesario
basándose en la retroalimentación local y en la anticipación de las demandas.

La finalidad de la regulación fisiológica no es el mantener unos


parámetros constantes, sino la supervivencia y la reproducción. Así pues, una
vez que el cerebro predice las demandas futuras más probables, ajusta los
parámetros para responder a las mismas. Los organismos deben funcionar
eficientemente, lo cual implica no sólo escapar de los depredadores, sino
también el competir eficazmente con otros miembros de la misma especie. Esta
eficiencia requiere que los recursos sean compartidos entre los distintos
sistemas, incluso en el cerebro los recursos tienen que compartirse
recíprocamente. Todo esto implica a su vez la necesidad de un mecanismo central
que analice continuamente las prioridades, la disponibilidad de recursos de cada
órgano y un sistema de predicción muy rápido, ya que de otra manera se
optimizaría para una condición pasada y nunca para la entrada que más
probablemente encontrará a continuación.

5. DEFINICIÓN DE EMOCIÓN

Los autores han perfilado once categorías en las que se pueden agrupar las
diferentes formas de conceptualizar la emoción:

1. La categoría afectiva enfatiza los aspectos subjetivos o experienciales y


engloba definiciones que acentúan la importancia del sentimiento, la
percepción del nivel de activación fisiológica y su dimensión hedónica
(continuo placer-displacer). La conceptualización afectiva hace referencia a
los cambios corporales que siguen directamente a la percepción de un hecho
excitador y a que el sentimiento de tales cambios es la emoción
2. La categoría cognitiva reúne aquellas definiciones basadas en aspectos
perceptivos, de valoración situacional y de catalogación de las emociones.
Son, por tanto, los aspectos cognoscitivos, los elementos capitales de la
emoción
3. La categoría basada en los estímulos elicitadores acentúa el papel de la
estimulación externa como factor desencadenante de las emociones
4. La categoría fisiológica pone de relieve la vinculación y dependencia de los
procesos emocionales. Asistimos en la actualidad a un desarrollo importante
de la neurociencia en la investigación de tales mecanismos
5. La conceptualización emocional/expresiva pone de relieve la dimensión
expresiva, que incluye las respuestas emocionales externamente observables,
los patrones expresivos musculoesqueléticos faciales, gestualización, etc.
6. La categoría disruptiva contiene definiciones que conceptualizan la emoción
como un proceso disruptivo, remarcando los efectos desorganizadores y
disfuncionales de la emoción, en función de los fenómenos viscerales y

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vegetativos que comúnmente son reconocidos como característicos de la


condición emocional
7. La categoría adaptativa, al contrario que la anterior, resalta la
importancia del papel organizador y funcional de las emociones. La idea
fundamental se basa en los planteamientos darwinistas, según los cuales las
emociones han contribuido considerablemente a la supervivencia de las
especies
8. La categoría multifactorial subraya la multidimensionalidad del proceso
emocional y los fenómenos afectivos, cognitivos, fisiológicos y conductuales
que lo determinan
9. La conceptualización restrictiva define la emoción por contrastación y
diferenciación de este proceso frente a los restantes procesos psicológicos
con los que interactúa, especialmente con la motivación
10. La categoría motivacional plantea el solapamiento que existe entre los
procesos emocionales y motivacionales. Se argumenta que las emociones son el
principal agente motivador, activando los procesos motivacionales
11. La categoría escéptica se basa en el desacuerdo que existe en el seno de
la psicología a la hora de establecer una definición que consensúe las ideas
de todas las distintas orientaciones existentes en el estudio de la emoción

Esta multidimensionalidad hoy no cuestionada, y nos lleva a entender las


emociones como un proceso que implica una serie de condiciones
desencadenantes (estímulos relevantes), la existencia de experiencias
subjetivas o sentimientos (interpretación subjetiva), diversos niveles de
procesamiento cognitivo (procesos valorativos), cambios fisiológicos
(activación), patrones expresivos y de comunicación (expresión emocional),
que tiene unos efectos motivadores (movilización para la acción) y una
finalidad, que es la adaptación a un entorno en continuo cambio.

6. ORIENTACIONES EN EL ESTUDIO DE LA EMOCIÓN


6.1. Orientación conductual

Las escasas aportaciones realizadas desde la orientación conductual están


basadas en los principios de aprendizaje y dentro de ella existen dos
conceptualizaciones fundamentales; por un lado las que basan el proceso
emocional en el propio proceso de aprendizaje y, por otro, las que se centran en
el estudio del miedo/ansiedad. El concepto de emoción basado en el aprendizaje
entiende que la base de las emociones se encuentra en las respuestas emocionales
incondicionadas, que a través del aprendizaje transmiten sus propiedades
afectivas. La mayor parte de los teóricos del aprendizaje se han centrado en el
estudio del miedo/ansiedad como emoción paradigmática para la comprensión del
proceso emocional.

Desde esta orientación, el interés se centra en la llamada conducta


emocional, que es el conjunto de respuestas observables (motoras) y fisiológicas
que se pueden condicionar al igual que cualquier otra respuesta. La conducta

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emocional puede ser provocada por nuevos estímulos, que previamente no


elicitaban respuesta, siempre que se siga un procedimiento de condicionamiento
clásico. Otros modelos de condicionamiento, como el instrumental, también se han
aplicado al estudio de la conducta emocional. Los modelos neoconductistas de los
años sesenta comienzan a estudiar las respuestas cognitivas emocionales como
respuestas encubiertas (no observables) que se pueden condicionar de la misma
forma que las respuestas abiertas (observables).

La emoción que más se ha estudiado por los teóricos del aprendizaje es el


miedo, que muchas veces se operativiza como una respuesta de evitación.

Un poco de aprendizaje: El primer modelo que explica la emoción humana como resultado de un
condicionamiento clásico apareció con el experimento de Watson y Rayner. Según Watson los niños
nacen con una serie de respuestas incondicionadas (RI), o no aprendidas, como el miedo (llanto,
respuestas de evitación, etc.), que se emiten en presencia de determinados estímulos
incondicionados (EI), como un ruido intenso. Por asociación, se podría conseguir que un estímulo
inicialmente neutro (EN), que no provoca respuesta, llegue a provocar una respuesta similar a la
RI y que se denominará respuesta condicionada (RC). El EN pasaría a ser un estímulo condicionado
(EC). Recordemos el famoso caso del niño Albert y su rata.

Mowrer formuló un modelo sobre la ansiedad en términos de estímulos,


respuestas y refuerzos. “La ansiedad (el miedo) es la forma condicionada de la
reacción de dolor, la cual tiene la muy útil función de motivar y reforzar la
conducta que tiende a evitar o prevenir la repetición del estímulo
(incondicionado) que produjo el dolor”.

Según el modelo de los dos factores de Mowrer la conducta fóbica se


aprendería en una secuencia de dos partes o estadios:

- Primero, por condicionamiento clásico, un EN que no elicita respuestas


emocionales se asocia a un EI, llegando a producir una respuesta emocional
condicionada negativa (RC-); es decir, se transforma en un EC
- Segundo, este EC se convierte en un estímulo discriminante (ED) de la
respuesta de evitación que pone fin a la RC-, lo cual resulta reforzante

El modelo de los dos factores podría explicar muchas fobias adquiridas por
un suceso traumático, pero presenta una serie de problemas:

 Que a veces no hay tal suceso traumático


 ¿Por qué persiste la fobia en los casos en que no se vuelven a asociar el
EC y el EI? Es decir, ¿por qué no se cumple la ley de la extinción?
 Las respuestas fisiológicas son más lentas de activar que la respuesta de
evitación, por lo que las primeras no pueden ser causa de la segunda. La
ansiedad o respuesta emocional condicionada no jugaría un papel relevante
en la respuesta de evitación

Los modelos neoconductistas han intentado explicar estos problemas, pero


parece necesario incluir variables no observables (cognitivas) que el enfoque
conductista radical no estaba dispuesto a considerar. Una explicación cognitiva
de por qué se siguen dando respuesta de evitación nos diría, por ejemplo, que no

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es que el estímulo llegue a ser aversivo, sino que los individuos han aprendido
a anticipar consecuencias aversivas.

En algunos experimentos se ha demostrado cómo se pueden aprender


respuestas automáticas por aprendizaje vicario. Si el sujeto experimental
observa a un modelo que aparenta sufrir descargas eléctricas, se activan sus
respuestas electrodermales. El modelado pasó así a ser otro modelo explicativo
de la adquisición de fobias.

El modelo de la incubación de H.J. Eysenck pretende explicar la


persistencia, e incluso aumento, de respuestas fóbicas sin necesidad de un
reaprendizaje sostenido por la presencia de estímulos incondicionados
proponiendo una remodelación de la ley de la extinción en el condicionamiento
clásico.

Los primeros modelos cognitivos han intentado incluir variables no


observables sobre los modelos ya existentes, considerando factores cognitivos
junto con las variables tradicionales (condicionamiento, respuestas observables,
respuestas fisiológicas) para explicar el aprendizaje emocional. Estos modelos
suponen que los pensamientos irracionales, las autoinstrucciones, etc., pueden
aumentar el arousal o activación fisiológica y facilitar las respuestas de
miedo.

Los nuevos modelos, sin embargo, han ido concediendo más importancia a los
factores centrales (pensamiento, representación, memoria, etc.), resaltando el
papel activo del sujeto en detrimento de la mera relación asociativa. Todo ello
ha ido cambiando la concepción del aprendizaje emocional, hasta llegar a
considerar que las reacciones emocionales están controladas centralmente, en
lugar de pensar que son simplemente el resultado de un condicionamiento
pavloviano.

A pesar de las dificultades y las limitaciones de estos modelos, estas


teorías cuentan a su favor con el mérito de haber sometido a contrastación
empírica sus postulados y haber desarrollado técnicas eficaces de tratamiento,
desde una metodología experimental.

6.2. Orientación biológica

Se requiere reconocer los trabajos pioneros de Charles Darwin y William


James. Nos preguntamos, ¿qué datos ciertos podemos establecer hoy sobre las
bases neurales de la emoción? Para ello nos remitimos al término neurociencia
afectiva. Su objetivo es delimitar los fenómenos emocionales y analizar los
elementos diferenciados del proceso emocional, con la pretensión de establecer
los circuitos cerebrales asociados. Su enfoque es multidisciplinar. Su meta es,
por tanto, la descomposición del proceso afectivo en elementos más simples para
que éstos puedan ser estudiados en términos neurales.

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6.2.1. Cerebro y emoción. Primeras teorías

Los estudios realizados por Walter Cannon y su teoría sobre la existencia


de centros específicos en el sistema nervioso central responsables de la
experiencia emocional, pueden considerarse como punto de inicio del estudio
neurobiológico de las emociones y dieron lugar al desarrollo de algunas
propuestas teóricas de indudable influencia en la investigación actual.

James Papez, basándose en las observaciones sobre la consecuencia de las


lesiones cerebrales en la corteza cingulada y la investigación sobre la función
del hipotálamo en el control de las reacciones emocionales en animales, propuso
una teoría que diferenciaba dos aspectos fundamentales en la emoción: el canal
del pensamiento, vía por la que se transmiten los datos sensoriales a través del
tálamo hacia zonas laterales del neocórtex, donde las sensaciones se convierten
en percepciones, pensamientos y recuerdos, y el canal del sentimiento, vía a
través de la cual se genera la experiencia subjetiva que dota a los estímulos de
propiedades afectivas. El canal del sentimiento también dirige la información
sensorial hacia el tálamo y de ahí se dirige al hipotálamo, para llegar a la
corteza cingulada de la que depende la experiencia emocional. A partir de la
corteza cingulada y a través del hipocampo, la información llega de nuevo al
hipotálamo. Papez describe las vías cerebrales de la emoción como un flujo de
información a través de un circuito de conexiones anatómicas que van desde el
hipotálamo hasta la corteza cingulada y que vuelven al hipotálamo, conocido con
el nombre de circuito de Papez.

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Heinrich Klüver y Paul Bucy tuvieron una resonancia significativa en


varias áreas de investigación sobre el cerebro, como los mecanismos cerebrales
de la percepción visual, la memoria a largo plazo y las emociones.

Posteriormente, MacLean decía que los analizadores cerebrales subyacentes


en las emociones estaban situados en el cerebro visceral (rinencéfalo),
concebido como un sistema que integra las sensaciones del exterior con las
sensaciones viscerales. Especialmente importante es el hipocampo, lugar donde se
realizar esa integración. Sugirió también que las estructuras del sistema
límbico obedecen a un desarrollo filogenéticamente temprano de las neuronas, que
funciona de forma integrada para mantener la supervivencia de los individuos y
de las especies. Este sistema evolucionó para ocuparse de las funciones
viscerales (nutrición, defensa, reproducción) y constituye la base del aspecto
emocional y visceral del individuo.

Actualmente no se mantiene la existencia de un circuito único y general


que explique el procesamiento emocional.

6.2.2. La amígdala y el condicionamiento de la respuesta de miedo

La mayor parte del interés que la amígdala ha despertado en la


investigación de los sistemas cerebrales implicados en el procesamiento
emocional se debe a su protagonismo en el condicionamiento del miedo y en el
control de las respuestas de defensa que a él se asocian.

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Los hallazgos más significativos en el contexto de estas investigaciones


son:

a) La información que llega a la amígdala directamente desde el tálamo es


suficiente para que se forme la asociación entre el tono (EC) y el shock
(EI). Aunque el tálamo procesa la información a un nivel más elemental se
produce el condicionamiento del miedo

b) La información procedente de las dos vías llega en primer lugar al NL de


la amígdala (interfaz sensorial de la amígdala en el procesamiento del
miedo) y desde allí es procesada por el resto de los núcleos amigdalinos,
para, finalmente, hacer estación en el núcleo central de la amígdala (NC).
Este núcleo a través de sus conexiones con el hipotálamo y el tronco
cerebral contribuye a conformar las respuestas conductuales y fisiológicas
características del miedo (paralización, activación simpática, respuesta
hormonal y potenciación del reflejo de alarma)

c) El significado emocional del EC está determinado por el sonido y por el


contexto en que se produce, de tal manera que el solo hecho de colocar al
animal en el lugar donde había tenido lugar el condicionamiento hará que
la rata exhiba una respuesta de miedo. La rata tiene que aprender no sólo
que un sonido o una señal es peligrosa, sino también qué condiciones deben
darse para que lo sean. El contexto está compuesto de muchos estímulos,
por lo que el condicionamiento contextual requiere que el hipocampo
integre los estímulos y envíe el resultado de su integración hacia la
amígdala. Las lesiones en la amígdala bloquean la respuesta de los
animales tanto al tono como al contexto. En cambio, si se producen
lesiones en el hipocampo se impide sólo la respuesta al contexto

6.2.3. La amígdala y la emoción humana

Exponemos las líneas de investigación abiertas con respecto al papel de la


amígdala en el procesamiento emocional en modelos humanos.

a) Condicionamiento de la respuesta de miedo: Estudios que han registrado la


actividad cerebral mediante técnicas de neuroimagen confirman la
participación de la amígdala en la adquisición del miedo condicionado. En
estos estudios, la magnitud de la activación de la amígdala está
relacionada con la fuerza de la respuesta de miedo que ha sido
condicionada
b) La amígdala interviene en los procesos de aprendizaje emocional implícito:
La amígdala parece ser responsable del establecimiento de asociaciones
dotadas de contenido afectivo, activando a través de ella las respuestas
fisiológicas dependientes del sistema nervioso autónomo. Por otra parte,
el hipocampo parece ser necesario para la adquisición de información
explícita, consciente y verbalizable acerca de las relaciones entre
estímulos. A través de estos procesos, estímulos asociados a eventos o
experiencias aversivas se convierten en señales anticipatorias de peligro.

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Existe una estrecha interacción entre ellos para dar lugar a la


experiencia emocional consciente
c) Procesamiento de la información emocional: La amígdala también desempeña
un papel relevante en la evaluación afectiva de estímulos relacionados con
la amenaza o el peligro. Los estudios sobre el papel de la amígdala en el
reconocimiento de emociones suelen emplear fotografías de expresiones
faciales que exhiben determinadas emociones

6.2.4. El córtex prefrontal y la respuesta emocional

Nuestras emociones son fruto de una acción más deliberada que, además del
estado emocional inmediato de nuestro organismo, tiene en cuenta otros factores,
como la situación externa, el conocimiento previo adquirido, el repertorio de
conductas emocionales y sobre todo nuestra habilidad para anticipar, hacer
planes y tomar decisiones sobre nuestra conducta futura. Estos factores tienen
mucho que ver con nuestras capacidades cognitivas y, por tanto, con la
participación de sistema localizados en la corteza cerebral y más concretamente
en las áreas que conforman la corteza prefrontal.

La región prefrontal es la parte más anterior de la corteza cerebral,


ubicada en la parte inmediatamente anterior a la corteza motora y premotora.
Comprende tres áreas diferenciadas: dorsolateral, orbitofrontal y ventromedial.
De estas regiones las cortezas orbitofrontal y ventromedial están especialmente
implicadas en el procesamiento emocional.

6.2.5. El córtex cingulado anterior

Como centro que integra información visceral, atencional y emocional, la


CCA (corteza cingulada anterior) está involucrada en la expresión de la emoción
y parece estar relacionada con la experiencia consciente de la emoción. Para
comprender el papel que juega la CCA en el procesamiento emocional se establece
una distinción entre la sección afectiva y la sección cognitiva.

La sección afectiva desempeña una función importante en el control de la


activación del sistema nervioso autónomo asociada a acontecimientos emocionales.
La sección afectiva es crucial para la evaluación de situaciones de discrepancia
o conflicto entre el estado funcional del organismo y la recepción de
información con consecuencias potencialmente relevantes a nivel motivacional y
emocional.

La sección cognitiva desempeña un papel relevante en la selección de la


respuesta y en el procedimiento cognitivo de las demandas de información ante
tareas o situaciones que resultan ambiguas o generan algún tipo de conflicto.

6.3. Orientación cognitiva

Los estudiosos de la emoción insisten en la naturaleza compuesta de los


afectos y destacan el rol fundamental de los aspectos cognitivos en la
determinación cuantitativa y cualitativa de una respuesta emocional determinada.

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Las orientaciones que se encuadran dentro del enfoque cognitivo comparten


la asunción de que las emociones son desencadenadas por un tipo especial de
actividad cognitiva cuya función es evaluar los acontecimientos externos en
término de su relevancia personal. El significado que otorgamos a los
acontecimientos en virtud de sus implicaciones para nuestro bienestar y para el
logro de nuestras metas, constituyen los determinantes primarios en la mayoría
de las emociones. En este sentido, la emoción es el resultado de los patrones
evaluativos, fruto del procesamiento cognitivo (tanto consciente como no
consciente) en presencia de estímulos relevantes.

6.3.1. Interpretación cognitiva y aurosal fisiológico

La dimensión cognitiva de la emoción se encontraba de alguna forma ya


implícita en la formulación teórica de William James, al entender que la emoción
se produce tras la percepción subjetiva de la activación fisiológica en
respuesta a un estímulo.

En relación a las contribuciones más significativas sobre la relevancia de


los procesos cognitivos en la aparición de la emoción, el trabajo de Gregorio
Marañón supuso el inicio de las denominadas teorías basadas en la interacción
entre la actividad fisiológica y los procesos cognitivos. Este grupo de teorías
sostiene que la activación fisiológica es una condición necesaria, aunque no
suficiente, para que se produzca una emoción. Es decir, para que ésta se
produzca es necesario, por parte del sujeto, tanto la valoración del estado de
activación como de la valoración del contexto en que se produce.

Schachter y Singer formulan “La teoría bifactorial de la emoción”, que


defiende que la activación fisiológica es necesaria para que se produzca una
emoción, pero la percepción de la activación no es suficiente. Según esta
teoría, la intensidad de la activación fisiológica será inespecífica en sí misma
en ausencia del elemento evaluativo-cognitivo.

Años más tarde, Mandler, en su teoría de la “evaluación-discrepancia”


también atribuye un carácter indiferenciado a la activación fisiológica fruto de
la interrupción cognitiva, entendiéndola como un prerrequisito, no suficiente,
para el desarrollo de la experiencia emocional. Para Mandler, la discrepancia
entre pensamiento y acción ante un conflicto, producirá activación
indiferenciada del sistema nervioso autónomo. Tras esto se produce un proceso de
evaluación cognitiva que definirá la calidad de la emoción resultante. Sin
evaluación, no hay, por tanto, emoción.

6.3.2. Teorías cognitivas de la valoración (appraisal)

La valoración por parte del sujeto de diversos aspectos del ambiente sería
un elemento clave del proceso emocional que permitiría entender qué hace a una
emoción diferente de otra y por qué se dan diferencias individuales en respuesta
a idénticas situaciones; en definitiva, aspectos relativos a la cualidad e
intensidad de las emociones.

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Arnold fue la primera autora en proponer la primacía de los procesos


valorativos situacionales en la aparición de la emoción. El sujeto continuamente
realiza valoraciones del entorno, evaluaciones que lo aproximan a los agradable
y alejan de la estimulación aversiva, y que complementan los procesos
perceptivos. La autora utiliza el término apreciación para designar un juicio
evaluativo directo e inmediato sobre un objeto en cuanto “bueno o malo,
placentero o peligroso para nosotros”.

6.3.2.1. Dimensiones de valoración

Las teorías de la valoración en su conjunto comparten el hecho de que las


valoraciones que las personas hacen de las situaciones son un elemento clave
para comprender las distintas emociones, se pueden identificar diferentes
aproximaciones. Scherer propone cuatro grupos principales:

 Criterios: Las personas utilizamos un conjunto fijo de dimensiones o


criterios para evaluar el significado de los acontecimientos que nos
suceden: 1) Las características intrínsecas de los objetos o
acontecimientos, tales como la novedad o la agradabilidad. 2) El
significado que el acontecimiento tiene para las necesidades o las metas
de la personas. 3) La habilidad que cada persona tiene para hacer frente a
las consecuencias de ese acontecimiento, incluyendo la evaluación sobre el
agente causa. 4) La compatibilidad del acontecimiento con los estándares
personales y sociales o los valores
 Atribuciones: Weiner enfatizó la naturaleza motivacional de la emoción y
que ciertas emociones, tales como la ira, el orgullo o la vergüenza pueden
distinguirse en función de las atribuciones (internas vs. externas) de
responsabilidad sobre el acontecimiento que elicita la emoción
 Temas: Cada emoción se caracteriza por un significado específico que
resume el significado general que se deriva de la configuración de los
distintos componentes moleculares de la valoración (criterios de
valoración) y constituyen los núcleos temáticos relacionados para cada
emoción
 Significado: Incluyen las teorías interesadas en identificar qué
representaciones cognitivas diferencian una emoción de otra. Parten del
supuesto de que las emociones surgen como resultado de la manera en que
las situaciones que las originan son elaboradas por el sujeto que las
experimenta

6.3.2.2. Teoría cognitiva – motivacional - relacional de las emociones

Las propuestas de Magda Arnold permitieron el desarrollo, por parte de


Richard Lazarus, de una teoría sobre la valoración cognitiva, el estrés y la
emoción. Lazarus propone un modelo cognitivo de interpretación de la emoción en
el contexto del estudio del estrés, al atribuir las diferencias individuales en
la respuesta al estrés a la mediación de diversos procesos psicológicos que
explican la continua interacción sujeto-entorno. Estos procesos son la
valoración cognitiva y el afrontamiento. Este autor define la valoración

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cognitiva como “aquel proceso que determina las consecuencias que un


acontecimiento dado provoca en el individuo”.

En el contexto de la teoría trasaccional del estrés, Lazarus propone su


“teoría cognitiva-motivacional-relacional de las emociones”, cuyo supuesto es
que las emociones se diferencian en función de patrones característicos de
procesos de valoración cognitiva. Lazarus identifica los componentes básicos de
valoración, y establece la diferencia de valoración primaria, cuya función
general es determinar la relevancia personal de los acontecimientos y los
componentes de valoración secundaria, que es el proceso cognitivo que media en
la respuesta emocional de acuerdo a las opciones de afrontamiento que la persona
cree que tiene para hacer frente a la situación.

Lazarus propone, además de las dimensiones señaladas, un nivel superior de


análisis (molar).

Este autor señala la relevancia del afrontamiento como proceso integral


del proceso emocional y asume que de acuerdo al significado, todas las emociones
responden a una lógica, incluso cuando sean poco adaptativas o irracionales.

6.3.2.3. Modelo de proceso de sincronización de componentes. Más allá de una


teoría de la valoración

El modelo propuesto de Scherer parte de un supuesto: las emociones forman


parte de los mecanismos de un continuo filogenético que facilitarán la
adaptación a los cambios producidos por el ambiente y son definidas como
procesos dinámicos, complejos y multicomponenciales. Para comprender la emoción
se requiere, por tanto, conocer los sofisticados cambios que suceden en cada uno
de sus componentes. En cada episodio emocional participan los diferentes
componentes o elementos de respuesta universales: cognitivo, neurofisiológico,
motivacional, expresivo-instrumental y de sentimiento, vinculados a diferentes
sistemas orgánicos y cuya intervención en conjunto explicaría el proceso
emocional.

Su “modelo de chequeos secuenciales para la diferenciación de emociones”,


pretende explicar cómo los distintos episodios emocionales son resultado de una
secuencia de chequeos de evaluación de estímulos específicos que implica la
organización de distintos sistemas orgánicos. La emoción se considera como un
episodio dinámico en la vida de los organismos que supone un proceso de cambio
continuo en todos los subsistemas (cognición, motivación, reacciones
fisiológicas, expresión motora y sentimiento), que permiten una adaptación
flexible a los acontecimientos que son relevantes y cuyas consecuencias son
potencialmente importantes.

Los componentes de este procesamiento evaluativo secuencial de la


información, de cuyo resultado dependerá la naturaleza e intensidad del episodio
emocional, son los siguientes:

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1. Subsistema de procesamiento de la información: Determina la probabilidad


de ocurrencia de un estímulo, así como la novedad del mismo (componente
cognitivo)
2. Subsistema de soporte: Cumple la función de regulación homeostática del
organismo y la producción de la energía necesaria para llevar a cabo la
acción instrumental de soporte (componente neurofisiológico). Su función
principal es la de valorar si la estimulación es placentera (induciendo
tendencias de aproximación) o displacentera (induciendo la evitación)
3. Subsistema ejecutivo: De carácter motivacional, su finalidad es decidir,
preparar y dirigir las diferentes acciones, así como la mediación entre
motivos y planes conflictivos
4. Susbsistema de acción: Cumple una función comunicativa informando sobre la
reacción y las intenciones conductuales (componente expresivo-
instrumental). Evalúa si los estímulos son relevantes y cumplen objetivos
importantes para el organismo, si finalmente conducen u obstaculizan la
consecución de la meta para la satisfacción de una necesidad
5. Subsistema de monitorización: Determina cuando un acontecimiento o una
acción es conforme con las normas sociales, culturales o con el
significado esperado por los otros; así como su consistencia con las
normas internalizadas y los estándares del yo-ideal (componente de
sentimiento subjetivo). Cumple la función de monotorizar el estado interno
del organismo y las interacciones constantes que éste mantiene con el
ambiente

Así, la emoción se define “como un acontecimiento de cambios


interrelacionados, sincronizados en el estado de todos o la mayoría, de los
cinco subsistemas del organismo activados en respuesta a la evaluación de un
evento externo o interno, relevante al organismo”. El antecedente que pone en
marcha el proceso emocional es la percepción de un cambio en las condiciones
estimulares tanto externas como internas del organismo. Los estímulos capaces de
elicitar una emoción varían fundamentalmente en función de las demandas de
adaptación, así como de sus características propias.

7. INTELIGENCIA EMOCIONAL

Este concepto aparece por primera vez en 1990 de la mano de Peter Salovey
y John Mayer hasta que David Goleman, psicólogo y periodista, publicó su libro
“Inteligencia emocional”. La tesis primordial del libro es que necesitamos una
nueva visión del estudio de la inteligencia humana más allá de los aspectos
cognitivos e intelectuales que resalte la importancia del uso y gestión del
mundo emocional y social para comprender la marcha de la vida de las personas.
Goleman afirma que existen habilidades más importantes que la inteligencia
académica a la hora alcanzar un mayor bienestar laboral, académico, social y
personal.

La mayoría de autores que estudiaron este concepto discrepa en las


habilidades que debe poseer una persona emocionalmente inteligente, aunque

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prácticamente todos están de acuerdo en que estos componentes hacen que su vida
sea más fácil y feliz.

Se entiende por inteligencia emocional la habilidad para percibir, valorar


y expresar las emociones adecuadamente y adaptativamente; la habilidad para
comprender las emociones: el uso de los recursos emocionales; y la habilidad
para regular las emociones en uno mismo y en los demás.

El modelo teórico de estos autores está compuesto por cuatro habilidades


básicas fundamentales:

a) Percepción de las emociones, es decir, la habilidad para percibir las


propias emociones y las de los demás, así como percibir emociones en
objetos, arte, historias, música y otros estímulos. Esta habilidad se
compone de las siguientes subhabilidades:
o La identificación de las emociones en los estados subjetivos propios
o La identificación de las emociones en otras personas
o La precisión en la expresión de emociones
o La discriminación entre sentimientos y entre las expresiones sinceras
y no sinceras de los mismos
b) Facilitación emocional, es decir, la habilidad para general, usar y sentir
las emociones como necesarias para comunicar sentimientos o utilizarlas en
otros procesos cognitivos. Subhabilidades:
o La redirección y priorización del pensamiento basado en los
sentimientos
o La uso de las emociones para facilitar la toma de decisiones
o La capitalización de los sentimientos para tomar ventaja de las
perspectivas que ofrecen
o El uso de los estados emocionales para facilitar la solución de
problemas y la creatividad
c) Comprensión emocional, es decir, la habilidad para comprender la
información emocional, cómo las emociones se combinan y progresan a través
del tiempo y saber apreciar los significados emocionales. Subhabilidades:
o La comprensión de cómo se relacionan diferentes emociones
o La comprensión de las causas y las consecuencias de varias emociones
o La interpretación de sentimientos complejos, tales como combinación de
estados mezclados y estados contradictorios
o La comprensión de las transiciones entre emociones
d) La regulación emocional, es decir, la habilidad para estar abierto a los
sentimientos, modular los propios y los de los demás, así como promover la
comprensión y el crecimiento personal. Subhabilidades:
o La apertura a sentimientos tanto placenteros como desagradables
o La conducción y expresión de emociones
o La implicación o desvinculación de los estados emocionales
o La dirección de las emociones propias
o La dirección de las emociones en otras personas

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TEMA 2: PROCESAMIENTO EMOCIONAL

COMENTARIO-RESUMEN

A) Es preciso diferenciar entre la experiencia emocional y el proceso emocional;


mientras que la primera es consciente y configura el sentimiento, el segundo,
que es parcialmente no consciente, configura el conjunto de todos los
elementos que intervienen en la gestión emocional, incluida la experiencia
emocional.

B) Las emociones configuran un sistema multinivel de procesamiento de


información para garantizar la adaptación y supervivencia de las personas.
Además, juega un papel crítico en la comunicación social, mediante una serie
de estímulos discriminativos que facilitan la realización de conductas
sociales. Y configuran un sistema motivacional y de movilización de
comportamientos altamente preciso.

C) Hay dos líneas de estudio de las emociones, la dimensional, que sostiene la


existencia de tres dimensiones generales (valencia afectiva, activación y
control) a partir de las cuales se puede definir el mapa de todas las
emociones; y la discreta, que mantiene la existencia de características
distintivas para cada emoción. Esta última, a su vez diferencia entre
emociones primarias (la sorpresa, el asco, el miedo, la alegría, la tristeza
y la ira) y secundarias (la culpa, la vergüenza, el orgullo, los celos, el
azoramiento, la arrogancia, el bochorno, etc.).

D) El proceso emocional se inicia con la detección de cambios emocionalmente


significativos en el entorno interno o externo.

E) El sistema de análisis está configurado por un doble proceso, una primera


evaluación de la situación o vía rápida de procesamiento y una segunda
valoración de la situación o vía de análisis precisa.

F) El primer sistema se encarga de detectar las novedades y el agrado intrínseco


de la situación, mediante procesos automáticos y con un bajo nivel de
conciencia.

G) El segundo sistema se encarga de valorar la significación, el afrontamiento y


las normas, usando para ello una vía de análisis personal, que se ajusta a
las necesidades sociales y motivacionales. Pero también este segundo sistema
es el responsable del desarrollo de actitudes emocionales cognitivas, que
establecen sesgos en el sistema de procesamiento que permiten anticipar y
preparar recursos psicológicos para un tipo de situaciones emocionales
específicas

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H) A su vez, cada emoción produce una serie de efectos; por un lado, efectos
subjetivos que constituyen los sentimientos o estados emocionales y que
configuran una de sus características diferenciales. Por otro lado, efectos
fisiológicos que se refieren a alteraciones en la regulación de la actividad
fisiológica. Otro tipo de efectos son los funcionales, es decir, las
emociones tienen la característica de preparar para la acción, para actuar
sobre el medio modificando las condiciones desencadenantes de la emoción o
sus consecuencias. Por último, las emociones también poseen una forma de
expresión característica, que cumple funciones sociales.

I) La respuesta emocional prototípica no se manifiesta directamente, sino que es


filtrada por efecto del aprendizaje y la cultura, modulando los distintos
elementos de ésta y ajustándolos a contextos socioculturales de la persona.

J) Por último, la dinámica por la que se guían las emociones se compone


secuencialmente de dos procesos: en primer lugar, un proceso emocional
primario, intenso pero breve; y, en segundo lugar, un proceso emocional
secundario u oponente, lento y cuyas características se contraponen a las del
proceso primario para retornar a la persona a las condiciones previas a las
de iniciarse la respuesta emocional.

1. INTRODUCCIÓN
Las emociones son procesos que se activan cada vez que nuestro aparato
psíquico detecta algún cambio significativo para nosotros. Este hecho las
convierte en un proceso altamente adaptativo, ya que tienen la propiedad de dar
prioridad a la información relevante para nuestra supervivencia, la cual debe
ser procesada en cada momento. Implica un sistema de procesar información
altamente jerarquizado, que asigna tiempos y recursos para proporcionar la
respuesta más adecuada, lo más rápidamente posible y con la intensidad
proporcionada a las demandas.

Como procesos adaptativos por excelencia, tienen una alta plasticidad y


capacidad para evolucionar, desarrollarse y madurar. La principal función de las
emociones es la organización de toda nuestra actividad. Organización del entorno
y de nuestras experiencias, y organización de complejas actividades que en
muchos de los casos debemos realizar en un lapso muy breve de tiempo, no sólo
como reacción a las propias exigencias de las situaciones, sino con la finalidad
de anticiparse a consecuencias que aún no han ocurrido. Para ello, las emociones
reclutan a los restantes procesos psicológicos como la percepción, la atención,
la memoria, el pensamiento, la comunicación verbal y no verbal, y la motivación.
Así pues, las emociones son un sistema de procesamiento de información
prioritaria para la supervivencia y la adaptación al medio, y se convierten en
el proceso que coordina a los restantes recursos psicológicos necesarios para
dar la respuesta más rápida y puntual ante una situación concreta.

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2. CONCEPTO DE EMOCIÓN
Emoción es el concepto que utiliza la Psicología para describir y explicar
los efectos producidos por un proceso multidimensional, encargado de:

 El análisis de situaciones especialmente significativas


 La interpretación subjetiva de las mismas, en función de la historia
personal
 La expresión emocional o comunicación de todo el proceso
 La preparación para la acción o movilización de comportamiento
 Los cambios en la actividad fisiológica

La emoción es estudiada desde enfoques e intereses muy distintos. Así, la


neurociencia se interesa por el conocimiento de los mecanismos cerebrales,
hormonas y neurotransmisores implicados en la emoción; la psicología evolutiva
se centra en el desarrollo delimitando cuáles son los cambios emocionales que se
producen a lo largo de la vida de una persona; la psicología social pone de
relieve la importancia de la relación entre emoción y cognición; la psicología
de la personalidad se centra en el estudio de los rasgos desde el punto de vista
de emociones discretas; y la psicología clínica se interesa por la relación
entre desórdenes psicológicos y tipos de experiencia emocional.

Es preciso diferenciar el proceso emocional en sí, es decir, el cambio


puntual que se produce en un determinado momento y con una duración delimitada
en el tiempo, del rasgo o tendencia emocional, es decir, de las formas
habituales de responder emocionalmente de una determinada manera o la tendencia
a tener casi siempre la misma respuesta emocional, haciendo referencia a
estructuras relativamente estables en el tiempo (temperamento).

También es importante diferenciar el concepto de emoción con los de


afecto, humor y sentimiento.

El afecto es una condición neurofisiológica accesible conscientemente.


Tiene que ver con la preferencia y permite el conocimiento del valor que tiene
para la persona las distintas situaciones a las que se enfrenta. El afecto posee
tono o valencia, que puede ser positiva y negativa, e intensidad, que puede ser
alta o baja. Es primitivo, universal y simple.

El humor (técnicamente estado de ánimo o tono emocional de base) es una


forma específica de estado afectivo que implica la existencia de tono e
intensidad. Un tono emocional de base concreto puede durar varios días y varía
según lo haga la expectativa de futuro de la persona. La emoción, por su parte,
suele ser muy breve, refiriéndose a una relación concreta de la persona con su
medio ambiente en el momento presente. El tono emocional de base, en definitiva,
refleja la probabilidad de que la persona obtenga placer o dolor a partir de sus
relaciones con el medio ambiente físico y social en el que se encuentra inserta.

El sentimiento es la experiencia subjetiva de la emoción. Se refiere a la


evaluación, momento a momento, que un sujeto realiza cada vez que se enfrenta a

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una situación. Son impresiones pasajeras, apenas perceptibles. La duración de un


sentimiento depende de diversas variables, tales como las cognitivas o
fisiológicas.

Por su parte, el proceso emocional implica una condición especial de


procesamiento de información, mediante el cual se pone en relación algo ya
conocido o que se percibe en ese momento, con una escala de valores; análisis
del que depende tanto la cualidad como la intensidad de las emociones evocadas.

3. CARACTERÍSTICAS DE LAS EMOCIONES


3.1. Funciones de las emociones

FUNCIÓN EFECTO

Adaptativa Preparan al organismo para la acción

Social Comunican nuestro estado de ánimo

Motivacional Facilitan las conductas motivadas

La función adaptativa de las emociones fue puesta de manifiesto en primer


lugar por Darwin, quien argumentó que la emoción sirve para facilitar la
conducta apropiada para cada situación. La emoción prepararía al organismo para
que ejecute eficazmente una conducta exigida por las condiciones ambientales que
movilice la energía necesaria para ello y que dirija la conducta a un objetivo
determinado.

EMOCIÓN FUNCIÓN ADAPTATIVA

Sorpresa Exploración
Asco Rechazo
Alegría Afiliación
Miedo Protección
Ira Autodefensa
Tristeza Reintegración

Por tanto, estas funciones adaptativas permiten desarrollar las respuestas


adecuadas a las condiciones que elicitaron cada una de las emociones concretas:

 En el caso de la emoción de SORPRESA, su principal función adaptativa es


la EXPLORACIÓN, que sirve para:
- Facilitar la reacción de la reacción emocional y comportamental
apropiada ante situaciones nuevas
- Facilitar la dirección de los procesos atencionales, focalizándolos y
promoviendo conductas de exploración, curiosidad e interés por la
situación novedosa

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- Reclutar recursos y dirigir los procesos cognitivos a la situación


novedosa que se ha presentado
 En el caso de la emoción de ASCO, su función adaptativa fundamental es la
del RECHAZO, y sirve para:
- Producir respuestas de escape o evitación ante estímulos desagradables
o que son potencialmente dañinos para la salud
- Potenciar el desarrollo de hábitos saludables, higiénicos y, por tanto,
adaptativos
 En el caso de la emoción de ALEGRÍA, su función es la de AFILIACIÓN, que
sirve para:
- Incrementar la capacidad para disfrutar de diferentes aspectos de la
vida
- Generar actitudes positivas tanto hacia uno mismo como hacia los demás;
lo cual favorece la aparición del altruismo y la empatía
- Establecer nexos de unión entre las personas y favorecer las relaciones
interpersonales
- Dotar a la persona de sensaciones de vigorosidad, competencia,
trascendencia y libertad
- Favorecer los procesos cognitivos, de aprendizaje y memoria, aumentando
la curiosidad y la flexibilidad mental
 En el caso de la emoción de MIEDO, su función primordial es la de
PROTECCIÓN y sirve para:
- Facilitar la aparición de respuestas de escape o evitación ante
situaciones peligrosas
- Focaliza la atención casi exclusivamente en el estímulo temido,
facilitando que el organismo reaccione rápidamente ante el mismo
- Movilizar una gran cantidad de energía, lo que permitirá ejecutar
respuestas de manera mucho más intensa y rápida que como lo haríamos en
condiciones habituales
 En el caso de la emoción de IRA, la función fundamental es la de
AUTODEFENSA y sirve para:
- La movilización de la energía necesaria en las reacciones de
autodefensa o de ataque
- La eliminación de obstáculos que impiden la consecución de los
objetivos y metas deseadas, y cuya obstrucción genera frustración
- La reacción de ira no siempre tiene que concluir en agresión –verbal o
física-, ya que una de sus funciones adaptativas es precisamente
intentar inhibir las reacciones indeseables de otras personas y evitar
así la situación de confrontación
 En el caso de la emoción de TRISTEZA, que es la emoción básica en la que
habitualmente resulta más difícil ver su función adaptativa, ésta es la de
REINTEGRACIÓN, que sirve para:
- Aumentar la cohesión con otras personas, de manera especialmente
marcada con aquéllas que se encuentran en la misma situación

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- La reducción del ritmo de actividad general del organismo, potenciando


de esta manera la posibilidad de valorar otros aspectos de la vida, a
los que antes no se les prestaba atención
- Reclamar la ayuda de otras personas, mediante la comunicación a los
demás de que no se encuentra bien. También para apaciguar las
reacciones de agresión por parte de otros
- Fomenta la aparición de empatía y otros comportamientos altruistas

La función social de las emociones, que se basa en las expresiones de las


mismas, permite a las demás personas predecir el comportamiento que vamos a
desarrollar y nosotros el suyo. La expresión de las emociones puede considerarse
como una serie de estímulos discriminativos que facilitan la realización de
conductas sociales. Estas funciones se cumplen mediante varios sistemas de
comunicación diferentes: la comunicación verbal o información a los demás de
nuestros sentimientos, la comunicación artística y la comunicación no verbal.

Izard destaca varias subfunciones dentro de esta función social:

 La de facilitar la interacción social


 La de controlar la conducta de los demás
 La de permitir la comunicación de los estados afectivos
 La de promover la conducta prosocial
 Incluso la falta de comunicación o represión de las emociones. En muchas
situaciones sociales es necesaria la inhibición de la manifestación de
ciertas reacciones emocionales, ya que en caso de no hacerse podrían
alterarse seriamente las relaciones sociales y afectar al funcionamiento
de los grupos

El efecto motivacional de las emociones no se limita al hecho de que en


toda conducta motivada se produzcan reacciones emocionales, sino que una emoción
puede determinar la aparición de la propia conducta motivada, dirigirla hacia
determinada meta y hacer que se ejecute con un cierto grado de intensidad. Así,
la conducta motivada produce una reacción emocional y, a su vez, la emoción
facilita la aparición de conductas motivadas.

Las emociones se constituyen en el primer sistema motivacional para la


conducta humana, ya que juegan un papel crítico en la energización de la
conducta motivada y en los procesos de percepción, razonamiento y acción
motivadora. De hecho, las principales emociones dibujan lo que son los dos
grandes ejes de regulación del comportamiento: la aproximación y la evitación (o
apetitivo y aversivo).

3.2. Tareas de las emociones

Según Stemmler, todas las emociones cumplen una serie de tareas:

 La de codificar las condiciones estimulares como positivas o negativas, o


alternativamente, como apetitivas o aversivas

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 La de interrumpir las cogniciones y el comportamiento en curso,


refocalizando la atención
 La de escudriñar la memoria emocional, para localizar contingencias
estímulo-respuesta aprendidas y probadas como exitosas en el pasado, tanto
para la especie como para uno mismo
 La de influenciar tendencias de respuesta comportamental hacia una
disposición motivacional particular como la aproximación o la evitación,
incluyendo la modulación de circuitos reflejos
 La de involucrar procesos explícitos e implícitos para la evaluación de
los estímulos, el ambiente y la memoria, así como de los procesos
implícitos de valoración
 La de preparar clases de comportamiento, como la defensa, el abatimiento o
el ataque, a través de una coordinación de los sistemas autonómico,
somático, hormonal e inmune
 La de poner las intenciones de uno en conocimiento de los demás, tanto
oralmente como a través de la postura, el color de la piel, la expresión
facial, etc.
 La de comunicar las actividades autonómica y somática a las aferencias
para su integración en los centros cerebrales
 La de responder con extrema rapidez para contrarrestar amenazas de
lesiones o de integridad del organismo, es decir, protegiendo el cuerpo y
sus órganos más importantes de cualquier tipo de daño

Las emociones funcionan como programas de orden superior o módulos de la


mente, que son responsables de ajustar prioridades de procesamiento y de
respuesta. Así, cuando una emoción se dispara, activa algunos mecanismos
subordinados como la atención, el procesamiento heurístico o la urgencia en los
programas de acción, y desactiva otros como las metas de alto nivel, el
procesamiento sistemático, la digestión, etc.

3.3. Leyes de las emociones

Estas leyes o principios han supuesto uno de los más importantes avances
en la caracterización de las condiciones y procesos que rigen el complejo mundo
de las emociones Fueron formuladas por Fridja y su formulación es la siguiente:

A) Leyes que afectan a los desencadenantes emocionales:


 La ley del significado situacional, que formula que las emociones surgen
en respuesta a la estructura de significado que nos da la situación
 La ley de lo concerniente, que formula que las emociones surgen en
respuesta a situaciones que son importantes para las metas, deseos,
motivaciones o preocupaciones de las personas
 La ley de la realidad aparente, que formula que las emociones van a ser
elicitadas por situaciones que son valoradas como reales y que la
intensidad de éstas se corresponderá con el grado de realidad que se asume
 La ley del cambio, que formula que el cambio, la presencia de condiciones
favorables o desfavorables, facilitará la aparición de la respuesta

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emocional, pero es necesario que esas condiciones se den como fruto de


cambios reales o esperados
 La ley de la habituación, que formula que los placeres o dificultades
continuadas tienden a desvanecerse o perder fuerza
 La ley del sentimiento comparativo, que formula que la intensidad de una
emoción dependerá de la relación entre el evento ante el que se tiene de
esa emoción y el marco de referencia en el que es evaluado
 La ley de la asimetría hedónica, que formula que el placer es siempre
contingente con el cambio y que desaparece con la satisfacción continua,
mientras que el dolor puede persistir en el tiempo, si persisten las
condiciones adversas
 La ley de la conservación del momento emocional, que formula que los
momentos emocionales retienen su capacidad para elicitar las emociones
indefinidamente a menos que sean contrarrestados por exposiciones
repetidas que podrían llegar a permitir que se dieran los fenómenos de
extinción o de habituación
B) Leyes que afectan a la respuesta emocional:
 La ley final, que formula que las emociones tienden a estar sujetas a
juicio, en término de relatividad, sobre el impacto y los requerimientos
de metas y objetivos, que van más allá de los que inicialmente se tenían
 La ley del cuidado con las consecuencias, que formula que cada impulso
emocional elicita un segundo impulso que tiende a modificar esa primera
respuesta emocional en relación con las posibles consecuencias que tendría
 La ley de la menor carga y el mayor beneficio, que formula que cuando una
situación puede ser vista desde distintas alternativas, existe una
tendencia a verla desde aquella postura que minimice la carga emocional
negativa y/o que maximice una ganancia emocional

4. TIPOS DE EMOCIONES
El estudio del proceso emocional ha seguido dos direcciones distintas:

 El estudio dimensional de las emociones, que tiene su fundamentación en la


existencia de importantes diferencias individuales en las emociones que
las personas adultas llegan a desarrollar, por lo que se considera que el
empleo de categorías discretas no es la mejor forma de describir la
realidad. En su lugar, se utilizan dimensiones generales que definen el
mapa de todas las posibles emociones que pueden ser desplegadas
 El estudio de las emociones discretas o específicas, por el contrario,
parte de la existencia de características únicas y distintivas para cada
categoría emocional, lo que permite hablar de emociones discretas a pesar
de las diferencias individuales que surgen en el desarrollo personal de
cada una de ellas

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4.1. Emociones dimensionales

Defendida en primer lugar por Wundt, entre los diferentes autores parece
existir un acuerdo generalizado a la hora de identificar las dimensiones que
delimitan el campo afectivo. Son las siguientes:

 El eje de valencia afectiva, que va del agradable al desagradable –placer


al displacer-, y que permite diferenciar las emociones en función de que
su tono hedónico sea positivo o negativo
 El eje de activación, que va de la calma al entusiasmo, y que permite
diferenciar las emociones por la intensidad de los cambios fisiológicos
entre las condiciones de tranquilidad o relajación, y el de extrema
activación o pánico incontrolable
 El eje de control, que va del extremo controlador de la situación al
extremo contrario de controlado por la situación, y que permite
diferenciar las emociones en función de quién ejerza el dominio, la
persona o la situación desencadenante

El principal atractivo de las propuestas dimensionales es que pueden dar


explicación de un número infinito de estados emocionales y proporcionan un
esquema para delimitar similitudes y diferencias entre las emociones

Pero las dimensiones bipolares no son la única propuesta dimensional que


se ha desarrollado. Gilboa y Revelle realizaron una investigación para comprobar
la hipótesis de que la independencia de las emociones de tono hedónico positivo
y negativo podría ser demostrada no sólo en la estructura, sino también en el
patrón temporal de las respuestas emocionales.

De este modo, tendríamos dos dimensiones unipolares para definir la


valencia afectiva. Por una parte, una dimensión formada por las emociones de
tono hedónico negativo que son emociones desagradables, que se experimentan
cuando se bloquea una meta, se produce una amenaza o sucede una pérdida. Y una
segunda dimensión formada por las emociones de tono hedónico positivo que son
las emociones agradables, que se experimentan cuando se alcanza una meta.

De esta forma, las emociones positivas y las negativas, además de en su desigual


duración (las negativas son más prolongadas en el tiempo que las positivas), también se
diferencian con respecto a la necesidad y urgencia de movilizar afrontamientos. Ya que
es en las emociones negativas en las que no se puede alcanzar una meta, en la únicas que
es urgente movilizar planes y acciones para intentar conseguir la citada meta; cosa que
no ocurre en las positivas, frente a las que, y dada su brevedad, sólo nos queda el
recuerdo como forma de prolongar sus efectos gratificantes. Por otra parte, muchas
emociones no son totalmente positivas o negativas sino que poseen en un cierto grado
cualidades de ambas dimensiones.

4.2. Emociones discretas

El estudio de las emociones discretas o específicas tiene su origen en el


hecho de que, al menos, algunas emociones poseen características distintivas en
alguno o varios de sus elementos.

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Entre estas características se han utilizado, por ejemplo, la


correspondencia entre el tipo de afrontamiento, es decir, la movilización para
la acción que producen, y la propia forma emocional. Por ejemplo, la
movilización típica del miedo es siempre una huída o evitación de la situación
desencadenante, mientras que el resto de las emociones no presentan este
afrontamiento, lo que le hace a ésta una característica distintiva de la emoción
de miedo. Otras características en las que se ha basado estas clasificaciones de
las emociones, son, por ejemplo, el hecho de que algunas emociones poseen una
forma de expresión facial concreta y unívoca, y que ésta sea reconocida a lo
largo de diferentes culturas, es decir, que su expresión tenga un carácter
universal. O el que presenten un procesamiento cognitivo propio y distintivo de
las restantes emociones.

Criterios utilizados para diferenciar las emociones discretas

4.2.1. Emociones primarias

Unas cuantas emociones discretas emergen en los primeros momentos de la


vida, entre las que se incluyen la sorpresa, el asco, el miedo, la alegría, la
tristeza y la ira. Son las consideradas emociones primarias.

Cada una de estas emociones primarias se corresponde con una función


adaptativa (ya lo vimos en el epígrafe 3), y, además, poseen condiciones
desencadenantes específicas y distintivas para cada una de ellas, un
procesamiento cognitivo propio, una experiencia subjetiva característica, una
comunicación no verbal distintiva y un afrontamiento diferente.

4.2.2. Emociones secundarias

Existe otra serie de emociones secundarias que son fruto de la


socialización y del desarrollo de capacidades cognitivas. Estas emociones,

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también denominadas sociales, morales o autoconscientes corresponden con la


culpa, vergüenza, orgullo, celos, azoramiento, arrogancia, bochorno, etc. Estas
emociones comienzan en torno a los dos años y medio de edad o los tres años. Son
necesarias tres condiciones primarias para la aparición de estas emociones:

 En primer lugar, es necesaria la aparición de la identidad personal


 En segundo lugar, el niño debe estar iniciando la internalización de
ciertas normas sociales (lo que está bien y lo que está mal)
 Por último, debe ser capaz de evaluar su identidad personal de acuerdo a
estas incipientes normas sociales

Por encima de las posibles diferencias individuales, las emociones


primarias tienen características que las diferencian de los restantes fenómenos
afectivos, como son: la presencia de las mismas en otros primates, poseer
señales universales distintivas, tener situaciones desencadenantes particulares,
una fisiología distintiva, un procesamiento automático, una apariencia
distintiva de desarrollo, una aparición rápida, una duración breve, una
ocurrencia inesperada y tener una experiencia subjetiva característica.

5. PROCESO EMOCIONAL

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El proceso tiene su inicio en la percepción de unos cambios en las


condiciones internas y/o externas, que son procesadas por un primer filtro
formado por un proceso dual de evaluación valorativa (epígrafe 7).

Como consecuencia de este procesamiento, tiene lugar la reacción afectiva


o activación de la respuesta prototípica, la cual se compone de una experiencia
subjetiva o sentimiento, una expresión corporal o comunicación no verbal, una
tendencia a la acción o afrontamiento y unos cambios fisiológicos, que son los
responsables de dar el soporte físico a todas las actividades anteriores.

Sin embargo, las manifestaciones externas de la emoción, es decir, son


fruto de un segundo procesamiento o filtro que tamiza las mismas. Así, la
culturización y el aprendizaje hacen que las manifestaciones emocionales se vean
sensiblemente modificadas. De esta manera, las experiencias subjetivas que
recogemos mediante técnicas de autoinforme están moduladas y/o distorsionadas
llegando a ampliar, reducir o incluso negar las mismas. Y lo mismo ocurre con lo
que observamos mediante técnicas de observación de la comunicación no verbal, la
observación de la conducta manifiesta o, incluso, en los registros de las
respuestas fisiológicas.

6. DESENCADENANTES EMOCIONALES
El antecedente que pone en marcha el proceso emocional es la percepción de
un cambio en las condiciones estimulares tanto externas como internas al
organismo. Este cambio, por tanto, tiene como vías de acceso todos los sistemas
perceptivos del organismo y, adicionalmente, la propia actividad mental, ya que
un mínimo recuerdo puede servir de desencadenante de todo el proceso.

El tipo de condiciones desencadenantes típicas, son, por ejemplo, para el


caso de la sorpresa, la aparición inesperada de estímulos nuevos, típicamente
débiles o moderadamente intensos; la percepción de acontecimientos no esperados;
el cambio producido por unos incrementos bruscos en la estimulación; o por la
interrupción de la actividad que se está realizando en ese momento. En el caso
del asco, el antecedente es la aparición de estímulos desagradables o molestos.
Para la alegría, la obtención de metas o cosas que se desean. El miedo ante la
aparición de situaciones peligrosas. La ira por la aparición de condiciones que
generan frustración. Y en el caso de la tristeza por cambios que implican
pérdida, fracaso o separación física o psicológica.

Un punto importante es la verosimilitud de las situaciones, ya que buena


parte de la intensidad de la respuesta emocional va a depender del grado de
realidad o falsedad que la situación provoque en la persona –ley de la realidad
aparente-. (Así, las situaciones simuladas en laboratorio presentan típicamente
una intensidad mucho menor que un acontecimiento real o que simplemente recordar
una situación emocional del pasado).

La condición desencadenante no tiene por qué ser la aparición de un


estímulo concreto, sino que puede ser un conjunto de condiciones estimulares que

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aparecen simultáneamente en un momento dado y que presentan globalmente una


saliencia que no poseen individualmente.

7. EVALUACIÓN Y VALORACIÓN EMOCIONAL


En la actualidad, existen diferentes propuestas sobre cómo se desarrolla
la fase central del procesamiento emocional y el sistema de valoración que lo
configura, pero todas ellas comparten muchos puntos en común:

 Cada respuesta emocional es movilizada por un patrón distinto del sistema


de análisis, de modo que incluso las mismas valoraciones pero combinadas
de manera diferente participan en el desarrollo de distintas emociones
 Las diferencias en el sistema de análisis se suman a las diferencias
individuales y temporales en el momento de definir la respuesta emocional
a movilizar
 Todas las situaciones a las que se les asigna el mismo patrón de
valoración evocan inevitablemente la misma emoción
 El sistema de análisis se convierte en un procesamiento de la información,
que va a predecir qué respuestas emocionales específicas van a conseguir
una mayor capacidad adaptativa ante determinada situación
 Los sistemas de análisis pueden explicar también la existencia de
respuestas emocionales inadaptativas, que serían resultado de valoraciones
inadecuadas o no ajustadas a la realidad
 Los cambios introducidos en el sistema de valoración para determinadas
situaciones y que tienen lugar en el desarrollo del niño, intervienen en
su desarrollo emocional futuro

7.1. El sistema de análisis

El proceso de evaluación valorativa es el sistema de análisis emocional,


que actúa como primer filtro en la detección y desencadenamiento emocional,
discriminando lo que tiene relevancia emocional de lo que no la tiene y dándole
un grado de intensidad. Se trata, por tanto, de un sistema de extracción y
procesamiento de información enfocado a cumplir las funciones adaptativas,
sociales y motivacionales de las emociones.

Este filtro juega a su vez un doble papel: por una parte, realiza una
evaluación de la situación en función de características afectivas y, por otra,
realiza una valoración de la situación en función de su significación personal.

7.1.1. La evaluación de la situación

El primer componente de este doble proceso, que actúa como filtro


afectivo, es el encargado de realizar la evaluación de la situación, que se
compondría, según Scherer, de:

1) La novedad de la situación  se determinará si se ha producido algún


cambio en el patrón estimular, tanto externo como interno, valorando
particularmente si ocurre una situación que es nueva o por el contrario es

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esperada. Es decir, analizará la probabilidad de aparición de la situación


y grado de predecibilidad de la misma
2) El agrado intrínseco  se determinará si las condiciones estimulares son
agradables o no; incluyendo en ella tendencias de acercamiento, en el caso
de la valoración agradable, y tendencias de evitación/huída, en el caso de
ser desagradable. El sentido de agrado intrínseco o valencia afectiva es
lo que determina la reacción fundamental del organismo de aceptación y
acercamiento frente a la aversión y la evitación.

Esta primera evaluación de la situación se realizaría mediante procesos


automáticos y con un bajo nivel de consciencia.

7.1.2. La valoración de la situación

El segundo componente o filtro de significado, que es el encargado de


realizar la valoración de la situación se compone, según Scherer, de:

1) La significación  Se valora si la situación es pertinente a las metas


importantes o necesidades de la persona, es decir, si es relevante o no para
la persona aquí y ahora –ley de significado emocional-. Si el resultado es
consistente o discordante con las metas esperadas o planes de acción, si
cumple las expectativas que tenemos o no. Y si es conducente u obstructivo
para alcanzar las metas respectivas o satisfacer las necesidades pertinentes,
es decir, si sigue nuestra tendencia motivacional actual o no.

La valoración de la relevancia motivacional es esencial para determinar si


una situación fomenta o pone en peligro la supervivencia, la satisfacción de
necesidades y el logro de metas –ley de lo concerniente-.

Desde la perspectiva de Smith y Lazarus, la valoración de la situación


estaría formada por una valoración cognitiva de los componentes de valoración
y del núcleo de temas relacionados. El significado subyacente a cada emoción
tendría tres niveles de análisis:

 El primer nivel, de tipo molecular, recoge los componentes de la propia


valoración y describe los juicios específicos que hace una persona para
evaluar una situación de daño o beneficio particular. Los componentes
implicados en esta valoración son:
- La relevancia motivacional es una valoración que alude a los
compromisos personales y al grado en que la situación es relevante para
la persona. Es el primer responsable de que se produzcan respuestas
emocionales (positivas o negativas)
- La congruencia motivacional se refiere a si la situación es consistente
(el resultado será una respuesta emocional positiva) o inconsistente
con los deseos y las metas de la persona (respuesta emocional negativa)
 El segundo nivel, que es molar, recoge el núcleo de temas relacionados y
combina los componentes de la valoración individual dentro de
configuraciones organizadas de significados relacionados, denominados
núcleo de tema relacionadoss, que es el daño o beneficio central que

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subraya cada una de las emociones negativas y positivas. Cada tipo de


emoción tiene un núcleo de tema relacionado propio (por ejemplo, el núcleo
de tema relacionado de la ira es “una ofensa degradante contra mí o los
míos”, del miedo “un peligro físico, inmediato, concreto y abrumador”,
etc.).

Por otra parte, los componentes de la segunda valoración del


significado personal son:

 La responsabilidad, que determina quién o qué es el responsable del


mérito o de la culpa en función de los resultados de la situación.
Es decir, quién o qué podría ser objeto del esfuerzo para
enfrentarse a la situación
 El potencial de afrontamiento enfocado al problema o capacidad para
enfrentarse al problema implica evaluaciones acerca de la habilidad
de la persona para actuar directamente sobre la situación y
solucionarla o para llegar a un acuerdo con los deseos de la persona
 El potencial de afrontamiento enfocado a la emoción se refiere a las
perspectivas percibidas de ajustarse psicológicamente a la situación
modificando la interpretación de la misma, los deseos o creencias
 Las expectativas futuras se refieren a las posibilidades de realizar
cambios en la situación actual o psicológica, que podrían hacer que
la situación pareciese más o menos congruente motivacionalmente
 Por último, habría que añadir un tercer nivel de análisis, que recogería
el componente individual de valoración, en el que se recogen las
cuestiones específicas evaluadas en la valoración

2) El afrontamiento  Se determina la causalidad de lo sucedido, es decir, si


se trata de algo que ha ocurrido fortuitamente o de manera intencionada por
parte de alguien. El potencial de afrontamiento disponible en el organismo es
el grado de control que puede ejercer sobre la situación.

La valoración del afrontamiento es una capacidad proactiva, ya que va más


allá de la situación inmediata, permitiendo evaluar las probabilidades
futuras teniendo en cuenta las habilidades para cambiar la situación y sus
posibles consecuencias. La función principal de la valoración de
afrontamiento es determinar la respuesta apropiada para un acontecimiento,
dada la naturaleza del acontecimiento y los recursos disponibles.

La “teoría de la atribución” de Weiner, desarrollada para dar cuenta de la


atribución en un contexto de logro, sugiere que las expectativas de éxito y
fracaso, además de generar afecto positivo y negativo, generan emociones
distintas en función del resultado de la atribución de causalidad (interna-
externa, controlable-no controlable y estable-inestable).

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Scherer sugiere distinguir entre el control, el poder y la aptitud de


ajuste como aspectos separados de la habilidad de afrontamiento. El control
guarda relación con la atribución de que un acontecimiento puede ser
influenciado y, si la situación es controlable, entonces el resultado depende
de nuestra capacidad para ejercer el control o para reclutar la ayuda de
otras personas para que lo hagan en nuestro nombre. El poder se refiere a la
atribución de capacidad para desarrollar el control con éxito. Y la
evaluación de ajuste se refiere al potencial del organismo para adaptarse a
los cambios en las condiciones del ambiente.

3) Las normas  Se utilizan, por una parte, para analizar si la situación y


particularmente la acción a desarrollar es conforme a las normas sociales,
convenciones culturales o expectativas de otras personas significativas para
el sujeto, es decir, valoramos la compatibilidad de nuestro comportamiento
con las normas de un grupo de referencia; así, la valoración se convierte en
una dimensión “moral”, que es un poderoso factor de socialización y
mantenimiento del orden social. Por otra parte, valoramos la compatibilidad
de una acción con nuestras propias normas internas, internalizadas en nuestro
auto-concepto o yo social ideal.

7.2. Estilos de procesamiento

Se ha venido considerando que determinados rasgos de personalidad


influencian directamente el procesamiento emocional; sin embargo, hoy no se
avala tal propuesta, acercándose más a una consideración de los rasgos de
personalidad como variables mediadoras o moduladoras del procesamiento
emocional. No obstante, una excepción a estos hechos viene marcada por los
estilos emocionales de represión y sensibilización, y su efecto sobre el
procesamiento de la información emocional. Así:

 Las personas represoras son las que intentan evitar o retirar la atención
de los estímulos amenazantes
 Las personas sensibles son las continuamente supervisan el entorno para
detectar la presencia de tales estímulos

Además, existen otros estilos de procesamiento emocional. Forgas postula:

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 El estilo de acceso directo, que utiliza la estrategia más sencilla y que


consiste en recuperar valoraciones y reacciones ya existentes previamente
en el sistema de análisis
 El estilo motivado, que utiliza estrategias que tienen como objetivo
primordial el lograr metas específicas de forma autorregulada
 El estilo heurístico, que utiliza la estrategia de finalizar el proceso de
análisis emocional, intentando llegar a una valoración definitiva con el
menor esfuerzo posible
 El estilo sustancial, que usa la estrategia de mantener un continuo
procesamiento e interpretación de toda la información que está disponible
y que pueda sobrevenir

7.3. Actitudes emocionales cognitivas

Determinadas personas pueden desarrollar actitudes cognitivas emocionales


que favorecen la aparición de un tipo de emoción sobre otras. Estas actitudes
cognitivas producen una focalización de la atención hacia ciertos estímulos
considerados como relevantes, dando prioridad a su procesamiento y prejuzgando
el entorno, lo cual prima la aparición de un tipo de respuesta emocional frente
a otras.

De igual forma, la actitud cognitiva emocional produce también sesgos en


los procesos de aprendizaje, los cuales facilitan una mayor retención de hechos
relacionados con la emoción implicada que la que se produce con otras
situaciones emocionales de diferente tono. Sesgos en la activación de la
memoria, que producen una recuperación selectiva de la misma, caracterizada por
el recuerdo de información asociada con la condición emocional responsable de la
actitud. Y sesgos interpretativos, que hacen que situaciones ambiguas sean
procesadas dándoles una significación emocional, de la que carecerían de no
existir tal actitud.

En definitiva, las actitudes emocionales cognitivas son el fruto del


establecimiento de una serie de sesgos que actúan sobre un sistema de valoración
de la situación, anticipando y preparando los recursos psicológicos para un tipo
de situación emocional específica.

Estas actitudes cognitivas emocionales se producen preferentemente ante


emociones de tono negativo frente a las positivas. Posiblemente por “la ley de
asimetría hedónica” que hace que las emociones de tono negativo tengan una mayor
duración temporal que las positivas y por tanto esto facilite su desarrollo.

8. ACTIVACIÓN EMOCIONAL
La respuesta emocional es de carácter multifactorial e implica múltiples
efectos, entre los que nos encontramos una experiencia o efecto subjetivo, una
expresión corporal o efecto social, un afrontamiento o efecto funcional y un
soporte fisiológico para la ejecución de todas las respuestas anteriores.

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 La experiencia subjetiva se refiere a las sensaciones o sentimientos que


produce la respuesta emocional, cuya principal temática es el placer o
displacer –tono hedónico- que se desprende de la situación, seguida por la
de activación o intensidad. La experiencia subjetiva consta también de la
auto-percepción de la representación integrada de los cambios en todos
otros componentes de la respuesta emocional (la evaluación valorativa, la
fisiología, la expresión motora, la motivación, etc.).
Cabanac propone que el sentimiento o experiencia emocional depende
de cuatro dimensiones: la duración temporal del evento, la cualidad
emocional, la intensidad de la situación y el grado de placer-displacer.
El sentimiento es reflejo de los cambios en la bioquímica y
fisiología del organismo; importante papel juega la expresión facial de
las emociones, ya que existen conexiones entre los músculos faciales y
determinadas estructuras cerebrales. Por lo tanto, la experiencia
subjetiva se refiere a todo proceso generado por el cerebro como una
reacción a influencias tanto externas como internas. La dinámica de la
experiencia interna proviene de la interacción de la persona con el medio
interno y con el medio externo. Es la información proveniente de estos
medios la que activa conjunto de áreas receptoras específicas, las cuales
se codifican en diversos niveles del sistema neuroendocrino, órgano
regulador y armonizador de los procesos subjetivos y viscerales.
 La expresión corporal se refiere a la comunicación y exteriorización de
las emociones mediante la expresión facial y otra serie de procesos de
comunicación no verbal tales como los cambios posturales o la entonación.
Además, la expresión emocional cumple otras funciones como la de controlar
la conducta del receptor, ya que permite a éste anticipar las reacciones
emocionales y adecuar su comportamiento a tal situación. Junto con la
expresión facial, la prosodia o tono emocional del habla son las
comunicaciones no verbales que más informan sobre el estado emociones de
una persona.
 El afrontamiento se refiere a los cambios comportamentales que producen
las emociones y que hacen que las personas se preparen para la acción. Es,
por tanto, un proceso psicológico que se pone en marcha cuando en el
entorno se producen cambios no deseados o estresantes o cuando las
consecuencias de estos sucesos no son las deseables.

EMOCIÓN AFRONTAMIENTO
Miedo Huída o evitación
Ira Agresión o defensa
Sorpresa Vigilancia y curiosidad
Asco Retirada y evitación
Tristeza Reflexión y reintegración
Alegría Disfrute y acercamiento

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 El soporte fisiológico se refiere a los cambios y alteraciones que se


producen en el sistema nervioso central, periférico y endocrino. La mente
se encuentra configurada por una serie de programas desarrollados para
dominios específicos, cada uno de los cuales está funcionalmente
especializado para solucionar un tipo de problema adaptativo diferente.
Pero nos encontramos con un inconveniente, ya que fueron desarrollados
individualmente para solucionar problemas específicos y si fueran
activados simultáneamente podrían darse conflictos e incompatibilidades
entre ellos (estudiar y dormir requieren procesos incompatibles entre sí).
Por tanto, son necesarios programas de orden superior que coordinen estos
componentes para que se genere la respuesta para cada momento, situación y
exigencia concreta. Así pues, la activación emocional es un programa de
orden superior, cuya función es dirigir las actividades y las
interacciones de los subprogramas que rigen la percepción, la atención, el
aprendizaje, la memoria, la elección de metas, las prioridades
motivacionales, etc.

9. MANIFESTACIÓN EMOCIONAL
El segundo filtro, que controla la manifestación de las emociones, está
basado en el aprendizaje y la cultura, y es el responsable del control emocional
mediante la inhibición, exacerbación o distorsión que puede manifestar la
respuesta emocional. Parece que parte del proceso de socialización y maduración
incluye la adquisición de un autocontrol y un control externo sobre cómo pueden
manifestarse las emociones, y que actúa en dos direcciones, bien controlando
ciertos efectos emocionales para que se produzca un incremento en la
manifestación emocional, o bien un déficit en determinados componentes de la
respuesta emocional.

10. DINÁMICA EMOCIONAL


Para terminar la caracterización del proceso emocional, es necesario hacer
referencia a la dinámica emocional. Las emociones presentan en su desarrollo
temporal dos procesos secuenciales y diferenciados:

 En primer lugar, aparece el proceso emocional primario, que se caracteriza


por su brevedad temporal y por presentar una secuencia característica.
Así, el desencadenante elicita la respuesta emocional de forma inmediata,
la cual tiene un tiempo de reacción muy corto, llega a su máximo nivel de
intensidad o amplitud en un breve espacio de tiempo y, una vez que
desaparecen las condiciones desencadenantes, la respuesta emocional se
atenúa
 Pero a cada proceso emocional primario le sigue un proceso oponente, que
se caracteriza por ser una respuesta emocional de propiedades contrarias a
la respuesta inicial o proceso emocional primario. Este proceso oponente
jugaría un papel homeostático, encargándose de devolver a la persona al
estado previo al de iniciarse la respuesta. Según Solomon, el proceso

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oponente tiene una secuencia caracterizada por poseer un tiempo de


reacción largo, que llega a su máxima intensidad lentamente y una vez que
desaparecen las condiciones desencadenantes, su atenuación es también
lenta.

La respuesta emocional manifiesta es el resultado de la activación


subyacente de estos dos procesos.

La secuencia temporal de la respuesta emocional se manifiesta, en primer


lugar, ante la aparición del desencadenante, se produciría un rápido inicio del
proceso emocional primario. El proceso emocional primario alcanzaría rápidamente
su máximo nivel de intensidad y sería el responsable de las consecuencias
emocionales que se manifestasen. Si se mantienen las condiciones
desencadenantes, el proceso primario se va adaptando mientras se inicia
lentamente un proceso de estabilización. Con la desaparición del desencadenante
se inicia el proceso oponente. Cuando el proceso primario y oponente se igualan
en intensidad, se produce una neutralización del proceso emocional.
Posteriormente, se inicia rápidamente el proceso primario; cuando la intensidad
del proceso oponente supera a la del proceso primario, será este proceso el que
produzca sus consecuencias emocionales, hasta que lentamente se produzca la
adaptación y caída del mismo.

La experiencia emocional subjetiva que tiene lugar como consecuencia del


proceso oponente es la suma de la producida por la respuesta emocional primaria
y la producida por la propia respuesta oponente.

Como consecuencia de esta dinámica, la presencia repetida del


desencadenante debilita la respuesta emocional primaria y fortalece la oponente.
Por el contrario, las respuestas oponentes se debilitan por la falta de uso.

No obstante, existen excepciones a esta dinámica, puesto que no todas las


emociones producen un proceso oponente y no siempre el proceso oponente mantiene
una dirección contraria a la del proceso primario. En primer lugar, la respuesta
emocional inicial de la persona para una situación concreta puede provocar un
comportamiento que cambia la situación, por lo que una nueva evaluación
valorativa es inevitable –ley del cuidado con las consecuencias-. En segundo
lugar, la respuesta emocional de la persona a la situación también se convierte
en una parte de la situación y también puede ser valorada, lo que dará lugar a
más emociones. Finalmente, las emociones pueden influenciar más cogniciones
facilitando las valoraciones correspondientes.

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TEMA 3: MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA DE LA EMOCIÓN

COMENTARIO - RESUMEN

A) Los métodos de investigación se han ido configurando en torno a las distintas


aproximaciones al estudio de la emoción.

B) Con respecto al componente expresivo, las estrategias metodológicas son


semejantes a las utilizadas por Darwin y la problemática por él planteada sigue
vigente, aunque actualmente se utilizan mejores instrumentos de medida y mayor
rigor metodológico. Fundamente se utilizan los sistemas de codificación facial y
las técnicas de registro y reproducción de imágenes. Estas técnicas se han
utilizado en estudios transculturales sobre expresión y reconocimiento facial de
las emociones.

C) Tras la formulación teórica de William James, numerosas investigaciones


intentaron encontrar apoyo empírico a su postulado fundamental de que la
percepción del cambio corporal, especialmente el feedback autonómico-visceral,
es el proceso básico que lleva a la experiencia emocional. Los estudios
realizados en torno a la hipótesis del feedback facial han intentado obtener
datos sobre la importancia de la configuración facial para explicar la cualidad
y la intensidad de nuestra experiencia emocional.

D) Respecto a la investigación de los cambios fisiológicos periféricos, las


suposiciones teóricas de James han sido muy productivas y han generado numerosas
líneas de investigación: investigaciones sobre especificidad autonómico-visceral
y estudios sobre percepción autonómica.

E) Con respecto a la interpretación cognitiva y valoración de la emoción se han


estudiado detenidamente las valoraciones distintivas que configuran nuestras
vivencias emocionales. El objetivo de los teóricos del appraisal es encontrar
configuraciones de patrones de valoración específicos para los estados
emocionales distintivos, la mayoría de ellos coinciden en que el proceso de
valoración informa si el objeto o situación en que nos encontramos nos afecta
personalmente y cómo lo hace.

F) De entre los procedimientos de estrategias de investigación del proceso de


valoración, están el análisis semántico de los términos emocionales, las
respuestas imaginadas a situaciones emocionales, las valoraciones en situaciones
emocionales que no se han vivido realmente y los juicios sobre las valoraciones
presentes en situaciones emocionales en el momento en el que el sujeto las
estaba viviendo.

G) Lo destacable del modelo de Arne Öhman es que diferencia entre mecanismos


automáticos y controlados vinculados a la emoción, postula que las emociones
tendrían orígenes no conscientes o preatencionales y que la consciencia

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emocional sólo tiene lugar en una etapa de procesamiento tardía, y sitúa la


reacción afectiva, vaga e imprecisa temprana, en el paso de la información desde
unos mecanismos a otros.

H) Las investigaciones de Gordon H. Bower ponen de manifiesto que la percepción,


la atención, el aprendizaje, el recuerdo y los juicios que hacemos sobre los
acontecimientos cotidianos pueden estar muy influenciados por los estados de
ánimo que sentimos cuando tienen lugar esos procesos cognitivos. Se han ideado
numerosas tareas para ilustrar estas influencias. En las que relacionan el
estado de ánimo con el aprendizaje y la memoria, suelen manipularse el contenido
emocional de lo que hay que aprender o recordar, y el estado afectivo de quien
aprende y/o quien recuerda.

I) Las aportaciones desde la neurofisiología son de gran relevancia porque


proporcionan validez convergente respecto a alguno de los procesos psicológicos
que median la emoción. También se han estudiado pacientes con lesiones
cerebrales con el fin de comprender los diversos núcleos que están implicados en
el procesamiento afectivo.

1. INTRODUCCIÓN
En el ámbito de la Psicología de la Emoción, el progreso hacia el
conocimiento de la naturaleza de los procesos y mecanismos implicados en lo que
llamamos afectos, estados de ánimo y emociones, ha estado determinado por el
refinamiento de las técnicas y métodos de investigación utilizados y por la
elaboración de marcos teóricos de referencia cada vez más integradores,
versátiles y polivalentes. Este cambio ha sido posible por los avances no sólo
en el conocimiento de los procesos afectivos, sino también en otros ámbitos de
estudio de la psicología como la atención, la memoria, el aprendizaje, etc., y
en otras disciplinas como la Sociología, la Antropología, la Filosofía, la
Psicobiología y las Neurociencias.

1.1. Datos de emoción y emoción como constructo

¿Cómo sabemos que estamos experimentando una emoción? ¿Cómo se dan cuenta
los demás que estamos reaccionando afectivamente en una determinada situación?
Los datos que solemos utilizar para afirmar que estamos experimentando una
emoción o que la siente otra persona serían de tipo subjetivo-fenomenológico,
fisiológico y expresivo-motor.

Debemos asumir que disponemos de diferentes datos a partir de los cuales


suponemos que otra persona siente una emoción, pero ninguno de ellos por sí solo
es un índice inequívoco de que tal emoción está siendo experimentada. Las
emociones no se pueden observar directamente, sólo se infieren a partir de los
datos de emoción ¿Hemos visto alguna vez la alegría, la tristeza, la ira?
Realmente, sólo observamos alguien que sonríe o llora o grita, pero no vemos
estas emociones. Asumimos que otra persona las siente cuando se encuentra en una

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situación en la que acontece algo particular, y en la que vemos que se muestra


de un modo determinado. Desde pequeños hemos aprendido a relacionar algunos
sentimientos distintivos con algunos acontecimientos y apariencias, tenemos
buenas destrezas de empatía y solemos realizar inferencias adecuadas respecto a
lo que siente la otra persona.

En relación a la diferenciación entre datos de emoción y emoción como


constructo, Arne Öhman afirma que cualquier emoción acontece en una determinada
situación y puede ir asociada a cambios fisiológicos, expresivo-motores y
subjetivos. Tanto la situación como las medidas de estos tres sistemas de
respuesta pueden observarse empíricamente, sin embargo, la emoción sólo puede
inferirse a partir de la información proporcionada por los datos de esos tres
sistemas de respuesta. Por otro lado, Peter Lang argumentó que los tres sistemas
de respuesta emocionales son independientes y no covarían entre sí
necesariamente. Sus relaciones son complejas y dependen a veces de
características intra-individuales, otras de variaciones inter-individuales y
otras de las peculiaridades del contexto.

Otro aspecto sobre el que nos llama la atención Öhman es la confusión


entre procesos de emoción y la emoción como algo consciente. Algunos teóricos,
los que asumen que el sentimiento subjetivo es una condición necesaria para que
se produzca la emoción, no aceptan la posibilidad de que puedan existir procesos
no conscientes que sean inaccesibles a conciencia y que puedan mediar el
fenómeno emocional. Sin embargo, la literatura actual ha puesto de manifiesto
que los automatismos son habituales en los momentos iniciales del lanzamiento de
una reacción afectiva, aunque, efectivamente, en etapas más tardías, la
información afectiva se elabora adicionalmente y de modo más completo,
implicando a zonas cerebrales asociadas habitualmente al procesamiento de tipo
reflexivo e intencional.

DATOS SOBRE EMOCIONES


Conviene diferenciar entre datos de emoción y emoción como constructo. Los estados
emocionales se infieren a partir de datos fisiológicos, expresivo-motores y subjetivos.
No es extraño que los datos de los tres sistemas de respuesta emocionales no
covaríen estrechamente. Se trata de sistemas de respuestas independientes.
Es importante distinguir entre emoción como producto, o estado consciente, y
emoción como proceso. El estado emocional es el resultado de numerosos procesos, que en
muchos casos tienen lugar en modo de procesamiento no consciente.

1.2. Afectos, estados de ánimo y emociones

A veces, en el estudio de la emoción han surgido polémicas entre


investigadores como consecuencia de la falta de rigor en el uso de algunos
términos. Algunos teóricos han sido conscientes de este problema y han sugerido
algunas distinciones metodológicas entre los términos afecto, estado de ánimo y
emoción.

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El término afecto quizás debamos usarlo, como sugieren algunos teóricos,


para referirnos a cualquier experiencia que incluya un componente evaluativo:
doloroso/placentero, atractivo/repulsivo, agradable/desagradable, bueno/malo,
estimulante/deprimente, etc. Sería un vocablo genérico. Las sensaciones de
dolor/placer, los deseos, las emociones y sentimientos serían, por tanto,
experiencias afectivas y vivencias evaluadoras. La diferencia entre estado de
ánimo y emoción se establece a partir del perfil que ofrezcan las dimensiones de
diferenciación, intensidad y duración. Una emoción sería un estado mental o un
proceso usualmente generado por un evento externo. Tiene un inicio definido,
aumenta hasta uno o más picos intensidad y declina. Su intensidad se puede medir
conductual, fisiológicamente o mediante auto-informe verbal. Su duración es
reducida, aunque puede oscilar desde segundos hasta minutos u horas. En relación
con los estados de ánimo, es difícil establecer un inicio o fin claro, su
intensidad suele ser más reducida y su duración más prolongada. Habitualmente,
se argumenta que factores como el sueño, la alimentación, el cansancio, los
cambios de estación climatológica, los cambios en los ciclos hormonales y las
consecuencias de las propias emociones intensas o de una enfermedad median los
estados de ánimo, pero la manera específica en que lo hacen no es muy precisa.

FENÓMENOS EMOCIONALES SEGÚN SU CURSO TEMPORAL (Oatley y Jenkins)

EXPRESIONES FACIALES  Segundos - Minutos


CAMBIOS FACIALES  Segundos - Minutos
EMOCIONES AUTO-INFORMADAS  Minutos - Horas
ESTADOS DE ÁNIMO  Horas – Días - Semanas
TRASTORNOS EMOCIONALES  Semanas – Meses - Años
RASGOS DE PERSONALIDAD  Años – Toda la vida

Desde una perspectiva funcional, también se han establecido diferencias


entre estados de ánimo y emociones. Suele argumentarse que estas últimas
reordenan las prioridades del objetivo, preparan para la acción y cambian el
flujo de procesamiento (por ejemplo, el miedo interrumpe la acción que se está
realizando, prepara para la lucha o para la huída y dirige la atención hacia las
señales de peligro del ambiente), mientras que los estados de ánimo mantienen
una preparación distintiva que continúa a pesar de los eventos perturbadores
(por ejemplo, la irritabilidad permite mantener una disposición para reaccionar
airadamente). Posiblemente, estas distinciones estén relacionadas con el hecho
de que las emociones requieren la activación de redes semánticas y/o esquemas
afectivos elaborados, mientras que los estados de ánimo probablemente se apoyan
en estructuras de información globales e indiferenciadas.

AFECTO, EMOCIONES Y ESTADOS DE ÁNIMO


El afecto es un término genérico que describe cualquier experiencia evaluativa.
Las sensaciones de dolor y placer, los deseos y las emociones y sentimientos son tipos
de afectos.
Las emociones suelen ser desencadenadas por acontecimientos y circunstancias
particulares, se distinguen por su elevada intensidad, y tienen una duración más bien
reducida.

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Los estados de ánimo no suelen tener un inicio y final delimitado y son duraderos,
aunque su intensidad es más bien reducida.

2. COMPONENTES Y/O PROCESOS RELEVANTES EN LA GENERACIÓN DE ESTADOS


EMOCIONALES
2.1. Aspectos expresivos

Charles Darwin, en su libro “La expresión de las emociones en los animales


y en el hombre”, fue el primero en enfatizar la relevancia de los aspectos
expresivos emocionales. Postuló que las emociones han evolucionado con funciones
de adaptación definidas y son primarias para incrementar las posibilidades de
supervivencia de las especies. Darwin supone que se han establecido vínculos
asociativos entre la expresión y el estado interno, con lo cual en
circunstancias en que un organismo experimente de nuevo ese estado interno
también acontecerá la expresión, aunque puede que ésta ya no tenga utilidad al
haber cambiado las condiciones del medio. La estrecha vinculación entre
apariencia corporal, facial o vocal y estado interno le lleva a utilizar el
término expresión.

Junto a la función de ayuda a la supervivencia, Darwin también enfatiza el


papel de señalización de las expresiones emocionales, considerándolo como un
lenguaje primitivo y universal para que los miembros de una determinada especie
puedan comunicarse entre sí sus estados internos (por ejemplo, relaciones
tempranas entre madre e hijo: el recién nacido manifiesta sus estados internos
de bienestar o malestar a través de sus sonrisas y llantos. Todo ello sirve a la
madre para proporcionar cuidados al niño de acuerdo con sus necesidades. De
forma similar, las sonrisas de la madre son señales de aprobación que
proporcionan información al niño de que su actividad es adecuada, mientras que
las expresiones de ceño fruncido serían señales de desaprobación).

Darwin sugiere que la expresión abierta de una emoción por medio de signos
externos la intensifica, mientras que la represión de todos los síntomas
externos la debilita. No sólo se trata de asumir la correspondencia entre
apariencia y estado interno sino de aceptar la posibilidad de que aquélla pueda
modular éste, entrando, por tanto, en sugerencias de regulación afectiva.

La formulación de Darwin lleva a algunas predicciones importantes. En


primer lugar, puesto que las emociones son productos de la filogenia, deberían
estar presentes tanto en la especie humana como en otras infrahumanas. En
segundo lugar, en la especie humana, el reconocimiento y la expresión de las
emociones debería ser transcultural, pues estarían garantizados por nuestra
carga genética. También, debería asumirse la existencia de un número discreto de
emociones primarias, aquellas que tienen su referente expresivo y podrían
establecerse predicciones sobre la necesidad, suficiencia o relación entre los
aspectos expresivos y subjetivos de los estados emocionales.

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2.1.1. Estudios transculturales sobre expresión y reconocimiento facial de


emociones

El objetivo fundamental de este tipo de investigaciones ha sido recoger


datos de expresión y/o reconocimiento facial de emociones en individuos
pertenecientes a diversas etnias y comprobar si los componentes o elementos de
la expresión y las destrezas de reconocimiento son equivalentes. En caso de ser
así, podría argumentarse que el ambiente, el aprendizaje y la cultura tienen una
influencia mínima sobre este tipo de destrezas, con lo cual se confirmaría, por
un lado, la existencia de algunas emociones universales y, por otro, su
determinación genética.

James A. Russell ha avanzado lo que denomina supuestos de universalidad


mínima. Desde su punto de vista, en todos los humanos se dan ciertos movimientos
musculares faciales en asociación con algunos estados psicológicos y con la
experiencia aprendemos a inferir el estado psicológico de otra persona a partir
de su movimiento facial. Además, de modo específico, la cultura occidental
transmite un grupo de creencias según las cuales algunas acciones faciales son
expresiones de tipos específicos de emoción.

2.1.2. Modulación de la intensidad afectiva a través de cambios en la apariencia


facial

Los estudios realizados en torno a la llamada hipótesis de feedback facial


han intentado obtener datos sobre la importancia de la configuración facial para
explicar la cualidad y la intensidad de nuestra experiencia emocional. Aunque se
relacionan los cambios faciales y sus supuestas eferencias con la experiencia
emocional, unos autores han vinculado las configuraciones faciales con la
experiencia subjetiva de emociones discretas, mientras otros lo han hecho con
dimensiones afectivas de valencia y activación… no hay una única hipótesis de
feedback facial.

Desde una perspectiva metodológica, el problema era idear estrategias de


recogida de datos válidas para poner a prueba la hipótesis, pues nuestra
experiencia cotidiana es muy ambigua. En la literatura aparecen fundamentalmente
dos estrategias: la de simulación facial y la de inhibición/exageración de la
apariencia facial. En la primera, se instruye a los participantes, sin que sean
conscientes de ello, para que simulen expresiones faciales emocionales
concretas; seguidamente se les presenta información de diverso contenido
emocional mientras se registra su actividad fisiológica y, por último, se
realizan evaluaciones de su experiencia emocional. En el segundo procedimiento,
los participantes deben suprimir o exagerar sus expresiones faciales en
presencia de estímulos emocionales como descargas eléctricas o películas de
diferente contenido emocional.

Tourangeau y Ellsworth intentaron poner a prueba el supuesto de que el


feedback de los músculos faciales es importante para la experiencia subjetiva de
emoción utilizando la simulación. En concreto, contrastaron tres hipótesis que
denominaron de necesidad, de suficiencia y de monotonicidad. Según la primera,

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si la expresión facial apropiada es necesaria para la experiencia subjetiva de


emoción, no debería producirse ésta a no ser que el rostro muestre esa
apariencia, incluso en la presencia de estímulos emocionales. De acuerdo con la
segunda, si la adopción voluntaria de una expresión es suficiente para la
experiencia de emoción, cuando responde el rostro debería seguirse la emoción,
incluso en la ausencia de estímulos emocionales. La tercera postulaba una
relación positiva y monotónica entre expresión facial y la experiencia
emocional. Los autores interpretan que la pose facial determina la intensidad
del estado afectivo.

La acumulación científica en este campo requiere una importante


clarificación de las implicaciones de la hipótesis de feedback facial, así como
un mayor rigor en la concreción de las predicciones que se desprenden de ella.
Si somos capaces de conocer de modo más fino las condiciones bajo las que la
apariencia facial afecta a los estados emocionales y sus concomitantes
psicofisiológicos, así como los mecanismos que median esa influencia, la
investigación continuada en torno a esta hipótesis puede ofrecernos información
valiosa sobre las relaciones entre los tres sistemas de respuesta emocional y
sobre algunos mecanismos de regulación afectiva.

LA EXPRESIÓN FACIAL DE LA EMOCIÓN


Charles Darwin afirmó que las emociones cubren una función de adaptación e
incrementan las posibilidades de supervivencia de los mamíferos. Además, realzó su valor
comunicativo y asumió una estrecha correspondencia entre expresión y estado interno.
Los estudios transculturales sobre reconocimiento y expresión emocional aportan
datos valiosos sobre coincidencias étnicas en el significado que atribuimos a un número
reducido de expresiones faciales, pero este consenso probablemente puede explicarse
tanto argumentando a favor del carácter innato de estas destrezas como a favor de su
aprendizaje temprano.
Los cambios en la expresión facial, en algunas circunstancias, pueden jugar un
papel importante en la modulación de nuestros estados afectivos. Necesitamos avanzar en
el conocimiento de los mecanismos que median esa influencia.

2.2. Cambios fisiológicos periféricos

William James decía que la emoción es la percepción de los cambios


corporales que experimentamos. Sin embargo, nuestro sentido común entiende que
los cambios corporales son consecuencia, no antecedente de nuestros
sentimientos. James se pregunta si existen centros corticales específicos para
explicar la experiencia emocional o si la median los mismos centros corticales
que hacen posible los procesos sensoriales y motores, y concluye a favor de la
segunda alternativa. Para él, la única diferencia entre los procesos sensoriales
y los emocionales sería que en estos últimos se producen unos cambios corporales
que no acontecen en los primeros y la corteza tiene información de ellos. La
diferencia entre un objeto emocionalmente sentido y un objeto aprehendido viene
dada porque en el primer caso, la corteza dispone de información sobre los
cambios corporales ocasionados por el objeto, mientras que en el segundo no se
producen. En esta formulación, por tanto, la emoción sentida sería consecuencia

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de la percepción de los cambios corporales que acontecen de modo casi reflejo


ante ciertos estímulos o condiciones ambientales.

James, sin embargo, no aportó datos empíricos científicamente contrastados


para avalar su teoría. Sólo utilizó la introspección, las anécdotas y las
reflexiones ad hoc para apoyarla. Los investigadores posteriores tuvieron que
reformular su teoría para hacerla contrastable empíricamente. A pesar de esta
importante limitación, las suposiciones teóricas de James han sido enormemente
productivas generando numerosas líneas de investigación.

2.2.1. Investigación sobre especifidad autonómico-visceral

En el planteamiento de James, las emociones surgen como consecuencia de la


percepción de los cambios corporales que generan ciertos estímulos. Pero, puesto
que las cualidades de lo que sentimos son variadas, los patrones de cambio
corporal (y su percepción) también deberían serlo. Es decir, la constatación
empírica de que existen diferentes patrones de cambio corporal, especialmente
autonómico-viscerales, podría utilizarse para dar apoyo a su formulación
teórica. En sentido estricto, no se habría comprobado empíricamente que no
percibimos distintos patrones de cambio autonómico, pero obtener evidencia de su
existencia ofrecería la posibilidad de encontrar en estudios adicionales, con
otros procedimientos de investigación, información sobre su percepción.

Desde los años cuarenta, algunos investigadores han buscado patrones de


cambio autonómico visceral que diferencien algunos estados emocionales. Ha sido
a partir de los años ochenta, gracias a las aportaciones de Robert W. Levenson,
cuando se han recogido datos sistemáticos y acumulativos de diferenciación. El
objetivo de estas investigaciones es registrar numerosas variables
psicofisiológicas mientras los participantes experimentan distintos estados
emocionales.

Levenson y sus colegas se han ocupado de la diferenciación de patrones


autonómico-viscerales (suelen registrar la tasa cardíaca, la temperatura de la
mano izquierda y de la mano derecha, la resistencia de la piel y la tensión
muscular del flexor del antebrazo) asociados a estados emocionales variados
(sorpresa, asco, tristeza, ira, miedo y alegría) utilizando una tarea de acción
facial dirigida y/u otra de recuerdo emocional para generarlos. Siguiendo el
primer modo de inducción, los participantes deben realizar una pose facial que
aparente alguna de las seis expresiones emocionales estudiadas, aunque nunca se
les instruye específicamente para ello. En el segundo, se les dice que recuerden
una experiencia en que sintieron cada una de las seis emociones.

En cuanto a los resultados, dentro de las emociones negativas, la ira, el


miedo y la tristeza van asociadas a mayores aceleraciones en tasa cardíaca que
el asco, y la ira produce mayores incrementos en temperatura del dedo que el
miedo. Entre emociones negativas y positivas, la ira y el miedo producen una
aceleración cardíaca superior a la alegría, y el miedo y el asco producen
mayores incrementos en conductancia de la piel que la alegría.

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2.2.2 Estudios sobre percepción autonómica

Tras el postulado fundamental de James, que establece que el estado


emocional acontece como consecuencia de la percepción de los cambios corporales
(aunque sin aportar ningún dato empírico), se han seguido diferentes estrategias
para contrastar la suposición de James a través de distintas estrategias de
recogida de datos, todos ellos con importantes limitaciones. Tras los intentos
de varios investigadores, Whitehead, Drescher, Heiman y Blackwell desarrollaron
una tarea de discriminación que proporcionaba un referente objetivo. Una vez que
se dispuso de índices objetivos de auto-detección cardíaca, algunos
investigadores intentaron relacionarlos con medidas de intensidad afectiva. Si
el planteamiento de James era correcto, cabría esperar que los autodetectores
cardíacos en tareas de discriminación como la anterior informasen sentir más
intensidad afectiva ante estímulos molestos o agradables que los no
autodetectores.

La obtención de referentes objetivos de auto-detección cardíaca, así como


haber encontrado cierta relación entre esas medidas y la intensidad de vivencias
afectivas, proporcionó cierto aliento a los investigadores de la aproximación
psicofisiológica, lo que podría llevar a contraste empírico los postulados de
James. Sin embargo, no se continuó con este tipo de investigación, por lo que,
actualmente, pocos investigadores se ocupan de ella.

RESUMEN DE LOS ESTUDIOS SOBRE PERCEPCIÓN AUTONÓMICA


William James postuló que no existían centros cerebrales específicos para la
emoción y que la diferencia entre percepción y emoción radica en que en la segunda la
corteza tiene información respecto a los cambios corporales que la acompañan.
Las investigaciones de Robert Levenson, de modo acumulado, ponen de manifiesto la
existencia de algunos patrones de cambio autonómico-viscerales asociados con diferentes
estados emocionales. Se trata de patrones de cambio real, no percibido. Queda por
explicar la utilidad y relevancia que tienen en el lanzamiento de la reacción emocional.

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Disponemos de tareas de auto-detección cardíaca, metodológicamente robustas, que


proporcionan índices objetivos de ejecución. Se ha encontrado cierta relación entre
estas medidas y el informe de malestar ocasionado por la visualización de fotografías
desagradables.

2.3. Interpretación cognitiva y valoración (appraisal)

Como consecuencia de las contundentes críticas de Cannon y de la


influencia del conductismo, el planteamiento de James quedó postergado hasta
que, en los años sesenta, Stanley Schachter lo reformula, iniciando lo que se ha
dado en llamar la tradición bifactorial en el estudio de la emoción, la cual
continúa postulando que los cambios fisiológicos periféricos son necesarios para
que se produzca una emoción, pero, además, asume que son relevantes los procesos
de etiquetado verbal, la construcción de significado sobre lo que está
aconteciendo. De modo independiente, Magda Arnold y Richard Lazarus postulan que
el antecedente inmediato de una emoción es el proceso de valoración (appraisal).
En su opinión, la cadena de acontecimientos emocionales se iniciaría con la
percepción de un acontecimiento, proseguiría con su valoración, continuaría con
la vivencia emocional y, en esta última fase, estaría arropada por movilización
fisiológica y, en muchos casos, por acciones motoras.

Aunque los teóricos bifactoriales y los teóricos del appraisal comparten


la creencia de que las cogniciones son necesarias para explicar la emoción, sus
investigaciones han progresado de modo independiente. Los primeros siempre se
han considerado deudores de la formulación psicofisiológica y han continuado
investigando sobre la naturaleza del aurosal fisiológico y su relevancia para
explicar la intensidad de las vivencias afectivas. Sin embargo, los
investigadores sobre el appraisal sí han estudiado detenidamente las
valoraciones distintivas que configuran nuestras vivencias emocionales. Han
avanzado una serie de dimensiones de valoración supuestamente distintivas de
varios núcleos emocionales y han intentado obtener apoyo empírico al respecto.

2.3.1. Validación de los planteamientos bifactoriales

Schachter y Singer afirman que el arousal fisiológico, los cambios


corporales periféricos, son necesarios para que se produzca una emoción, pero no
son suficientes. Se requieren también procesos cognitivos que interpreten y
rotulen verbalmente lo que está aconteciendo. Esta suposición reajusta de modo
importante el planteamiento de James, pues además de incorporar los procesos
cognitivos para explicar la cualidad afectiva, el arousal fisiológico se
considera inespecífico y sólo se vincula causalmente con la intensidad afectiva.
La cualidad emocional está determinada por las cogniciones. Dos individuos en
una misma situación pueden experimentar emociones distintas porque atribuyen un
significado diferente a lo que está aconteciendo. El aprendizaje, la experiencia
previa, los procesos de memoria o pensamiento, etc., pueden explicar esas
diferencias. Es muy posible que al modificar la interpretación respecto a la
situación cambie la cualidad de los sentimientos.

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2.3.1.1. El estudio de Schachter y Singer de 1962

Estos investigadores no sólo incorporaron los procesos cognitivos en la


explicación de la emoción sino que plantearon un modelo teórico susceptible de
ponerse a prueba mediante experimentación.

Schachter y Singer establecen tres predicciones empíricas y desarrollan un


procedimiento experimental para ponerlas a prueba:

1) “Dado un estado de arousal fisiológico para el que un individuo no tiene


una explicación inmediata, éste etiquetará dicho estado y describirá sus
sentimientos en términos de las cogniciones que tiene disponibles”.
 El arousal fisiológico es indiferenciado y por tanto son los mismos
cambios corporales los que estarían presentes en todos los estados
emocionales
 Las cogniciones del momento, la interpretación que se hace lo que
acontece, es lo que diferenciará cualitativamente la experiencia emocional
2) “Dado un estado de arousal fisiológico para el que un individuo tiene una
explicación completamente apropiada no surgirán necesidades de evaluación
y no es común que el individuo etiquete esos sentimientos en términos de
las cogniciones alternativas disponibles”.
 Si ya se ha proporcionado significado a lo que acontece, no vamos a
ocuparnos en interpretaciones adicionales o en buscar otras causas para
ese arousal
3) “Dadas las mismas circunstancias cognitivas, un individuo reaccionará
emocionalmente o describirá sus sentimientos como emociones sólo en la
medida en que experimente un estado de arousal fisiológico”.
 Por tanto, los cambios corporales son necesarios para que se produzca una
emoción; sin ellos no acontece ésta

En el experimento que publican en 1962 incluyen manipulaciones para poner a prueba


estas predicciones:
 Los participantes creen que están participando en un estudio que tiene como
objetivo conocer los efectos de un complejo vitamínico para la visión. Sin embargo
no se le administra el complejo vitamínico, sino que se crean dos condiciones de
arousal fisiológico. Algunos participantes reciben epinefrina (sustancia que
produce activación simpática), mientras a otros se administra una solución placebo
que no la genera.
 Se informa a algunos participantes que va a experimentar una serie de cambios
corporales (palpitaciones, temblores, etc.), que son ocasionados por el fármaco, a
otros no se les proporciona información al respecto y otros reciben información
errónea respecto a los cambios corporales que van a sentir (entumecimiento,
dolores de cabeza, picores, etc.).
 Unos participantes pasan una situación de espera hasta que el fármaco haga efecto,
en que se favorece la utilización de cogniciones de diversión-alegría para rotular
lo que acontece y otros esperan en otra habitación en que se prima la
interpretación de ira-enfado.

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 A pesar de que este estudio presenta importantes lagunas metodológicas y fue


criticado por la comunidad científica, este experimento no se replica hasta
veinticinco años después por sus aspectos novedosos de la formulación y sus
predicciones.

2.3.1.2. El paradigma de transferencia de excitación

Fue desarrollado originalmente por Dolf Zillmann en el inicio de la década


de los setenta y constituye una aplicación de los supuestos de Schachter a
estados de arousal que ocurren secuencialmente. Se basa en el hecho de que el
arousal fisiológico no termina bruscamente al cesar las condiciones generadoras
sino que, a causa de los lentos procesos hormonales envueltos en el control de
la activación simpática, la activación decae con relativa lentitud.

Ejemplo: Viajamos en un coche con la familia y de repente estamos a punto de


chocar con otro vehículo. Como consecuencia, nos activamos a nivel fisiológico
(pulso cardíaco, sudoración, respiración, etc.). Cuando pasa el peligro, la
actividad fisiológica tiende a normalizarse, pero aún es elevada. En ese momento
pensamos en nuestra familia y posiblemente sintamos más cariño y ternura de lo que
manifestábamos antes del riesgo del accidente. Los que ocurre es que la intensidad
de esos sentimientos se ve favorecida por la excitación fisiológica que arrastra
desde el momento en que estuvimos en riesgo hasta que nos afloran los pensamientos
subsiguientes.

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2.3.1.3. El paradigma de feedback fisiológico falso

Stuart Valins inició investigaciones en las que intentó comprobar si la


creencia de estar activado fisiológicamente, aunque realmente no se esté, puede
ser suficiente para que se genere experiencia emocional. Desde su punto de
vista, en algunas circunstancias no se necesitaría el arousal fisiológico real
para que se desencadene una emoción, como postulaba Schachter, sino que la mera
sugestión de que nos acontecen cambios corporales puede ser suficiente para
experimentarla. Si esto fuese así, la emoción sería consecuencia meramente de
cogniciones, no requiriéndose procesos fisiológicos.

CONCLUSIONES

Aunque fueron fundamentalmente los teóricos del appraisal los que se


encargaron de avanzar modelos explicativos precisos para explicar emociones
distintivas a partir de diferentes patrones de valoración, la tradición
bifactorial puso de manifiesto la potencialidad de las cogniciones para explicar
los matices emocionales. También es importante destacar que estas
investigaciones parecen apoyar la suposición de que la percepción del arousal no
es especialmente precisa y más bien parece no ser específica. Especialmente los
estudios sobre transferencia de excitación parecen apoyar este hecho.

2.3.2. Validación de dimensiones de valoración

Los teóricos del appraisal, que afirmaron que la emoción no se sigue


directamente del cambio físico o corporal sino de la valoración, han realizado
numerosas investigaciones para contrastar sus modelos teóricos. El objetivo de
todas ellas es encontrar configuraciones de patrones de valoración específicos
para los estados emocionales distintivos.

La mayoría de los teóricos coinciden en que el proceso de valoración


informa si el objeto o situación en que nos encontramos nos afecta personalmente
y cómo lo hace. El proceso de valoración, que está continuamente activo, nos
informaría respecto a la relevancia que tiene lo que está aconteciendo para ese
entramado de metas e intereses y de la manera precisa en que los afecta. El
estado afectivo sería consecuencia de la valoración que, en términos de Lazarus,
sería un proceso que media entre las demandas, limitaciones y recursos del
ambiente, de un lado, y la jerarquía de objetivos y las creencias personales del
individuo, de otro.

Los teóricos e investigadores suelen hacer referencia a criterios o


dimensiones de valoración. De esa manera, quieren poner de manifiesto que el
proceso suele ocuparse de distintos aspectos de la situación, dependiendo de las
peculiaridades de ésta. Al tratarse de un proceso que, por defecto, siempre está
activo, las valoraciones siempre están sujetas a revisión, los acontecimientos
pueden volver a valorarse conforme van desplegándose. Ello implica que nuestros
estados emocionales también están en continuo flujo.

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El problema metodológico fundamental de las investigaciones sobre el


proceso de appraisal es la obtención de datos válidos de dicho proceso. La
expresión facial y el cambio corporal se pueden observar empíricamente. Sin
embargo, actualmente no podemos observar directamente la valoración como
antecedente del estado emocional de un individuo. Lo que ocurre es que la
información que nos proporciona una persona sobre sus valoraciones siempre es
retrospectiva y, por tanto, no tenemos garantías de que realmente se refiera al
proceso que lanza la emoción o al conocimiento cultural sobre las emociones que
todos aprendemos desde pequeños.

2.3.2.1. Estrategias de investigación

Describimos diferentes procedimientos de recogida de datos asumiendo que


ninguno de ellos es enteramente satisfactorio para establecer una diferenciación
entre el proceso de valoración y su conocimiento cultural. Cuando se distancia
temporalmente la experiencia emocional del informe verbal sobre ella, existen
más posibilidades de que accedamos al conocimiento emocional y no al proceso
desencadenante. Lo mismo puede afirmarse si, en vez de proporcionar información
sobre vivencias reales, lo hacemos sobre descripciones de situaciones no
autobiográficas.

 Se presenta a los participantes una lista más o menos extensa de nombres


de términos afectivos o de emociones, para que los evalúen en cuanto a la
presencia o ausencia de un criterio o componente de valoración particular.
El objetivo es utilizar los juicios de los participantes para realizar un
análisis semántico de los términos emocionales.
 Otros autores han usado otro procedimiento que requiere la elaboración de
historietas sobre escenarios o situaciones en que se hacen variar
sistemáticamente los criterios o dimensiones de valoración que quieren
estudiarse. Una vez elaboradas las descripciones, éstas se presentan a los
participantes para que las imaginen e indiquen la emoción que sentirían si
la viviesen. Así, los participantes proporcionan respuestas imaginadas a
simulaciones emocionales.
 En otros estudios, el investigador recopila una serie de descripciones de
situaciones emocionales experimentadas en la realidad por una muestra
inicial de participantes. Después, otro grupo diferente lee esas
descripciones y emite juicios sobre el modo en que diferentes dimensiones
o criterios de valoración están presentes en cada situación así como la
emoción que se genera en ellas. Se recoge información, por tanto, respecto
al modo en que los participantes creen que están presentes las
valoraciones en situaciones emocionales que no han vivido realmente.
 En otro de los procedimientos utilizados, los participantes recuerdan
situaciones emocionales intensas que les hayan acontecido y emiten juicios
sobre los criterios o dimensiones de valoración que creen que estaban
presentes en su activación. Al tratase de juicios sobre valoraciones
relacionadas con vivencias reales de los participantes, posiblemente la
información esté más cercana a los desencadenantes, pero siempre caben

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lagunas en el recuerdo y no puede descartarse el uso del conocimiento


cultural al emitirlos.
 También se ha intentado en algunos estudios que los participantes emitan
juicios sobre las valoraciones presentes en situaciones emocionales en el
momento en que las estaban viviendo. Mientras sienten la emoción,
enjuician tanto su estado emocional como los criterios o dimensiones de
valoración que lo hacen posible.

2.3.2.2. Ilustración de recogida de datos sobre el modelo de Lazarus

Lazarus identifica quince emociones diferentes:

- Negativas: ira, susto, ansiedad, culpa, vergüenza, tristeza, envidia,


celos, repugnancia
- Positivas: alegría, orgullo, alivio, amor
- Valencia equívoca: esperanza, compasión

Cada una resultaría de procesos de valoración distintivos e iría vinculada


a una tendencia de acción. Asume que en términos molares, cada una tiene un
significado global distintivo y que las configurarían diferentes valoraciones
moleculares. Entre estas últimas, tres serían primarias, es decir, detectarían
el modo en que la situación afecta al bienestar de un individuo, y otras tres
serían secundarias, y por tanto informarían respecto al modo de encarar los
acontecimientos.

Resumen de los elementos de valoración contemplados


por Lazarus en su teoría sobre las emociones

Por ejemplo, en relación con la ansiedad. La ansiedad siempre supone enfrentarse a una
incertidumbre, una amenaza existencial. La tendencia de acción habitual es la evitación
o el escape de la amenaza, aunque habitualmente no puede huirse de las fuentes de
peligro por estar en la propia vida. En términos de valoraciones primarias supone
relevancia, incongruencia e implicación del ego intentando sostener creencias o
convicciones. Las valoraciones secundarias no son relevantes pues la incertidumbre
aflora por todos los costados.

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Smith y Lazarus realizaron una investigación para poner en práctica el


procedimiento de demanda de respuestas imaginadas ante simulaciones emocionales.
Los participantes leían una serie de narraciones en las que de modo progresivo
se iban incorporando distintas valoraciones. Su tarea consistía en indicar a lo
largo de la sesión la emoción que sentirían de vivir realmente lo que se les
describía.

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RESUMEN DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE VALORACIÓN


La suposición de que los procesos cognitivos determinan la cualidad de lo que
sentimos proporcionó una explicación sobre la gran variabilidad individual en la
construcción emocional. La inclusión de los procesos cognitivos permitió incorporar el
aprendizaje y la experiencia como determinantes de la emoción.
Probablemente la teoría bifactorial de Schachter es más valiosa que el experimento
que realiza junto a Singer para validarla. La teoría puede explicar bien lo que acontece
en múltiples situaciones cotidianas. Sin embargo, su experimento fue metodológicamente
deficiente.
Las investigaciones realizadas en torno al paradigma de transferencia de
excitación parecen apoyar el supuesto de no especifidad del arousal fisiológico.
Los estudios sobre feedback fisiológico falso ponen de manifiesto la necesidad de
diferenciar entre arousal real y percibido. No siempre hay coincidencia entre ambos.
No existe una teoría única sobre el appraisal, pero van obteniéndose resultados
acumulativos sobre las dimensiones de valoración más relevantes para explicar los
distintos estados emocionales que sentimos.
Es difícil desarrollar procedimientos de investigación que proporcionen datos
inequívocos sobre el proceso de valoración como antecedente directo de la emoción. En
muchos casos, aportan información sobre conocimiento emocional.

3. RELACIONES EMOCIÓN-COGNICIÓN
Nuestra cultura atribuye a la razón poder sobre la pasión, y a la mente
control sobre el cuerpo. La comunidad científica no ha estado libre de esta
influencia.

Robert Zajonc intenta cambiar este panorama. Desde su punto de vista


algunas reacciones afectivas tenían lugar en momentos muy tempranos, bastante
antes de que se alcanzase una elaboración completa de su significado. Afirmó que
algunas reacciones afectivas podían tener lugar fuera de conciencia y podían
influenciar el propio procesamiento cognitivo por vías independientes.

A pesar de las discrepancias y sin que alcanzaran cierto consenso, el


objetivo de todas estas investigaciones es ir acotando las relaciones emoción-
cognición en términos de procesos y mecanismos.

3.1. Lanzamiento preatencional de la reacción de miedo

Arne Öhman, a finales de los setenta, desarrolló un modelo en el que se


delimitaban las características automáticas versus controladas de los mecanismos
implicados en la generación de una emoción. El modelo postula que los humanos
somos capaces de registrar simultáneamente un gran número de canales perceptivos
para localizar en nuestro entorno eventos relevantes. Esa abundante información
entrante es acogida por algunos mecanismos preatencionales para ser analizada,
tanto física como semánticamente. En caso de que se detecten estímulos de
relevancia emocional, el procesamiento automático deja paso al controlado,
dentro del cual se analizaría de modo más elaborado la información. La detección
de relevancia, además de forzar el paso de un tipo de procesamiento a otro, iría
asociada a una respuesta afectiva automática, poco precisa, que incorporaría

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ciertos elementos de orientación y defensa. Los procesos de valoración, que


evaluarían la relevancia de la información entrante para el bienestar y
ofrecerían una estimación sobre cómo abordarla, y los de selección de respuesta,
formarían parte del procesamiento controlado. Lo destacable del modelo es que
diferencia entre mecanismos automáticos y controlados vinculados a la emoción,
postula que las emociones tendrían orígenes no conscientes o preatencionales y
que la conciencia emocional sólo tiene lugar en una etapa de procesamiento
tardía y sitúa la reacción afectiva, vaga e imprecisa temprana, en el paso de la
información desde unos mecanismos a otros.

Una vez postulado el modelo, el reto de Öhman fue contrastarlo


empíricamente. Para ello, se apoyó en el paradigma de condicionamiento aversivo
pavloviano y en la técnica de enmascaramiento hacia atrás (éste para impedir que
en la fase de extinción los ECs tengan acceso a conciencia).

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3.2. Memoria y emoción

Gordon H. Bower aporta importantes datos sobre el modo en el que los


estados afectivos influyen sobre nuestros procesos cognitivos. Sus
investigaciones ponen de manifiesto que la percepción, la atención, el
aprendizaje, el recuerdo y los juicios que hacemos sobre los acontecimientos
cotidianos pueden estar muy influenciados por los estados de ánimo que sentimos
cuando tienen lugar esos procesos cognitivos. En el contexto de las relaciones
entre procesos afectivos y cognitivos, su investigación cuestiona el mito de la
racionalidad humana.

Se han ideado numerosas tareas para ilustrar estas influencias. En las que
relacionan el estado de ánimo con el aprendizaje y la memoria, suelen
manipularse el contenido emocional de lo que hay que aprender o recordar,
trátese de palabras o acontecimientos vitales, y el estado afectivo de quien
aprende y/o quien recuerda, es decir, en el momento de codificar el material o
al recuperarlo.

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Cada uno de esos efectos de interacción, como se indica en los rótulos de


los lados del triángulo, tienen una denominación específica. Puede, por ejemplo,
manipularse tanto el estado afectivo de quien está codificando la información
como la valencia de ésta. Si el patrón de interacción indica que la ejecución es
superior cuando coinciden las valencias del estado de ánimo de quien aprende y
del material aprendido, suele hablarse de “aprendizaje congruente con el estado
de ánimo”. Si el recuerdo es superior cuando difieren dichas valencias, se habla
de “aprendizaje incongruente con el estado de ánimo”. En otras ocasiones, la
manipulación se ha centrado en el estado de ánimo en el momento de codificar la
información y en el que está presente al recuperarla, manteniéndose neutral el
contenido del material. La interacción entre amabas variables se denomina
“recuerdo dependiente del estado de ánimo” y describe el hecho de que, cuando
coincide el estado de ánimo en ambos momentos, el recuerdo se ve favorecido en
comparación a cuando es distinto. Una tercera posibilidad es manipular el estado
afectivo de quien recupera la información y la valencia del material que
recuerda. Si la interacción entre ambas variables se explica porque el recuerdo
se ve favorecido cuando coinciden ambas valencias, se habla de “recuerdo
congruente con el estado de ánimo”. Si se ve favorecido cuando son diferentes,
el efecto se denomina “recuerdo incongruente con el estado de ánimo”.

3.3. El redescubrimiento de los procesos afectivos desde la neurofisiología

Grandes aportaciones:

- Joseph LeDoux  sobre relevancia de la amígdala para la emoción


- Antonio R. Damasio  sobre la corteza prefrontal para la regulación
afectiva

RESUMEN SOBRE RELACIONES EMOCIÓN-COGNICIÓN


Las investigaciones de Öhman sobre el lanzamiento automático de la reacción de
miedo ponen de manifiesto que la activación temprana de la respuesta afectiva es no
consciente.
Las investigaciones de Bower sobre las influencias del estado de ánimo sobre los
procesos de aprendizaje y de recuerdo muestran que, en circunstancias habituales,
nuestros afectos, como afirma él, inundan nuestra cognición.
Las investigaciones neurofisiológicas en torno a la relevancia de la amígdala para
el lanzamiento de la reacción de miedo aportan evidencias convergentes respecto su
activación subcortical, aunque también ponen en evidencia la existencia de otras vías de
procesamiento cortical. La disociación entre sistemas de memoria dependientes del
hipocampo y dependientes de la amígdala puede ayudar a comprender las influencias del
afecto sobre los procesos de recuperación.

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TEMA 4: EMOCIÓN Y PROCESAMIENTO COGNITIVO

COMENTARIO – RESUMEN

A) Los procesos cognitivos se refieren a los procesos psicológicos que


permiten llegan al conocimiento del mundo y la experiencia (procesos
voluntarios). Por el contrario, la emoción se ha asociado a la experiencia
subjetiva, y fuera del alcance volitivo (procesos automáticos). Unos de los
argumentos más sólidos en defensa de la automaticidad del procesamiento de
estímulos emocionales está basado en el carácter adaptativo que tienen las
respuestas emocionales.

B) La teoría de la “vía lenta” de procesamiento está basada en los trabajos


pioneros de LeDoux y sus colaboradore,s que propusieron que la amígdala,
órgano cerebral localizado en el interior de los lóbulos temporales y asociado
al procesamiento y almacenamiento de las reacciones emocionales, puede
elicitar emociones antes de que la información alcance el córtex, órgano
asociado al procesamiento consciente de la información.

C) Diversos estudios han mostrado que pacientes con daños en la amígdala


identifican peor los estímulos emocionales relacionados con el miedo. Sin
embargo, estos trabajos no han llegado a evidencias concluyentes, sino más
bien, han sido objeto de duras críticas. La más importante es que la “vía
lenta” de procesamiento no juega un papel determinante en el procesamiento de
estímulos emocionales complejos, habituales en los entornos sociales.

D) Una postura diferente que defiende la independencia entre emoción y


cognición es la de la primacía afectiva. Esta teoría sugiere que se puede
procesar el contenido afectico de los estímulos de una manera no consciente
para el individuo. Los trabajos que defienden que se puede producir
procesamiento emocional sin recursos cognitivos están basados fundamentalmente
en trabajos que estudian la facilitación o “priming” de los estímulos
afectivos sobre los de contenido neutro.

E) El priming afectivo se ha interpretado como un proceso automático e


involutario. Se ha encontrado priming con intervalos muy breves de tiempo,
pero también con tiempos considerablemente grandes entre la presentación de
los dos tipos de estímulos. Se habla de priming afectivo cuando se dedica más
tiempo a evaluar la valencia del estímulo prime de manera involuntaria. Este
fenómeno ha hecho que se considere el priming como un tipo de procesamiento no
consciente. Incluso se ha llegado a constatar efectos priming cuando la
presentación del estímulo es subliminar, es decir, por debajo del umbral
perceptivo.

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F) Cada vez con más frecuencia, la cognición y la emoción se consideran


procesos complementarios y no independientes o incluso, antagónicos.
Investigaciones que apoyan esta postura han puesto de manifiesto que personas
con daños cerebrales no son capaces de procesar emociones y tienen una
capacidad mermada para tomar decisiones. Por el contrario, se ha comprobado
que las personas con una gran habilidad emocional suelen ser eficaces personal
y socialmente.

G) El modelo de redes asociativas (Bower) mantiene que los estados afectivos,


una vez activados, priman la propagación de la activación a otros constructos
cognitivos asociados a ellos. Como consecuencia, es más probable que las ideas
concordantes con el afecto alcancen el umbral de activación y sean utilizadas
para dirigir selectivamente la atención, el aprendizaje, las asociaciones y el
recuerdo.

H) La teoría del afecto como información (Schwarz y Clore) sostiene que los
sentimientos que experimentamos nos informan acerca de la bondad o
peligrosidad de una situación, de si estamos siendo eficaces o no en el logro
de una meta, y sobre la relevancia que poseen diferentes situaciones y
eventos. En cierta manera, los sentimientos actúan como señales que, a modo de
luces rojas y verdes, dirigen nuestras actitudes, los juicios que emitimos,
las decisiones que adoptamos y la forma en la que procesamos la información.

I) El paradigma de infusión del afecto (Forgas) postula que la interacción


entre el estado afectivo y la cognición varían en función del estilo de
procesamiento utilizado. De modo que la infusión del afecto es nula o muy
discreta cuando la situación sólo requiere la reconstrucción de una solución
ya existente (procesamiento directo y motivado), y se hace gradualmente más
intensa a medida que las circunstancias demandan estilos de procesamiento más
minuciosos, abiertos y constructivos (procesamiento heurístico y sustancial).

J) El estado afectivo favorece estilos de procesamiento específicos. El afecto


positivo promueve un estilo superficial y basado en heurísticos, mientras que
el negativo instiga otro más sistemático y analítico. Este condicionamiento
que ejerce el afecto sobre la cognición no es drástico, sino que se supedita
al nivel de procesamiento requerido por las circunstancias.

K) De la interacción entre afecto y memoria se derivan dos efectos básicos.


Por una parte, el procesamiento congruente con el estado de ánimo, que se
produce cuando la información es selectivamente codificada (fenómeno de
codificación congruente) o evocada (fenómeno de recuerdo congruente) mientras
la persona se halla en un estado emocional de tono afectivo similar al de esa
información. Por otra parte, la memoria dependiente del estado de ánimo hace
referencia al hecho de que existe una mayor probabilidad de recordar la
información cuando el estado de ánimo en el momento de la codificación
coincide con el presente en el momento de la evocación de esa información.

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L) Las emociones positivas ejercen un doble efecto sobre los procesos de


categorización. Por una parte, favorecen la ampliación del conjunto categorial
y flexibilizan las asociaciones que se establecen tanto entre sus miembros
como entre éstos y otros foráneos. Por otra parte, pueden actuar como un
criterio de coherencia conceptual, de modo que los objetos y eventos que
desencadenan la misma emoción se agrupan en categorías de respuesta emocional.

N) Bajo un estado de ánimo positivo generamos soluciones más creativas e


innovadoras antes situaciones-problema. El afecto positivo instiga un estilo
de procesamiento que facilita el surgimiento de soluciones inéditas y
eficaces. Estos procesos se realizan en el seno de una organización cognitiva
abierta, flexible y compleja.

M) En la toma de decisiones, el afecto positivo nos hace más osados cuando el


riesgo es bajo y escasas las pérdidas potenciales, pero nos torna más
conservadores cuando el riesgo es alto y las pérdidas relevantes. En la
adopción de decisiones complejas, un estado de ánimo positivo, al promover una
valoración minuciosa de las posibles alternativas, facilita la elección de la
opción más adecuada.

1. INTRODUCCIÓN

Tradicionalmente, las distintas corrientes psicológicas han considerado que


los procesos cognitivos y la emoción son procesos psicológicos independientes,
entendiendo por procesos cognitivos aquellos responsables del procesamiento de
la información. La cuestión principal que abordaremos es si los estímulos que
contienen información emocional o afectiva se procesan de manera diferente a los
estímulos sin contenido emocional y en qué medida interactúan los procesos
cognitivos y emocionales. Mientras la cognición se ha relacionado históricamente
con el conocimiento y la experiencia (procesos voluntarios), la emoción se ha
asociado a la experiencia subjetiva y fuera del alcance volitivo (procesos
automáticos).

En la actualidad, el interés de la psicología experimental de las emociones


se centra en investigar hasta qué punto:
1) Necesitamos recursos cognitivos (atención y/o memoria), para procesas las
emociones
2) El procesamiento cognitivo está mediado por los afectos y emociones

Se ha sugerido que las emociones surgen de la combinación de procesos


cognitivos y afectivos y que las emociones se deben estudiar con la misma
metodología utilizada en el estudio de los procesos cognitivos.

Un punto de especial interés es si el procesamiento emocional es un proceso


automático o controlado:

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- Se entiende por procesamiento automático o abajo-arriba (Bottom-up) un


tipo de procesamiento guiado por los datos sensoriales, no mediado por los
recursos cognitivos y de carácter involuntario (por ejemplo, reacciones
reflejas ante estímulos aversivos)

- El procesamiento controlado o arriba-abajo (Top-down) consume recursos


cognitivos y tiene un carácter voluntario.

Dentro de la gama de estímulos con contenido emocional (imágenes, palabras,


etc.) el tipo de estímulos más estudiados en el área del procesamiento emocional
ha sido las expresiones faciales emocionales. Este tipo de comunicación no
verbal es de crucial importancia en la relación social de los individuos y por
tanto, para su adaptación al entorno. Se trata de una capacidad innata y
universal y uno de los aspectos más investigados en el campo del procesamiento
de información con contenido emocional.

2. LA HIPÓTESIS DE INDEPENDENCIA ENTRE EMOCIÓN Y COGNICIÓN

Dentro de las hipótesis que defienden la independencia entre procesos


emocionales y cognitivos hay dos que han tenido mayor relevancia: la hipótesis
de la “vía rápida” de procesamiento, que defiende que las emociones se procesan
independientemente de la cognición, vía subcortical, y la hipótesis de la
primacía afectiva, que postula que el procesamiento afectivo precede y sesga el
procesamiento cognitivo, especialmente el de carácter semántico.

2.1. La hipótesis de la independencia afectiva: la “vía rápida” de procesamiento

Esta teoría está basada en los trabajos pioneros de LeDoux, que propuso que
la amígdala, órgano cerebral localizado en el interior de los lóbulos temporales
y asociado al procesamiento y almacenamiento de las reacciones emocionales,
puede elicitar emociones antes de que la información alcance el córtex, órgano
asociado al procesamiento consciente de la información. LeDoux utilizó en sus
investigaciones la técnica clásica de la lesión. En primer lugar, hacía que las
ratas tuvieran miedo mediante un procedimiento de condicionamiento clásico
aversivo y a continuación les lesionaba diferentes núcleos cerebrales para
investigar sus reacciones al miedo. Solía utilizar sonidos o luces como
estímulos condicionados y descargas eléctricas como estímulo incondicionado.
Después del proceso de adquisición, las ratas tenían una respuesta clásica de
miedo con un aumento de la presión sanguínea y el ritmo cardíaco ante la
presencia del ruido o de la luz. Cuando a volvía a presentarse el EC, la señal
enviada a la amígdala a través del tálamo sin pasar previamente por la corteza
auditiva o visual. Esta vía parece adecuada para establecer un condicionamiento
de miedo entre el ruido o la luz y los sucesos implicados en el miedo. Esta “vía
rápida” es una vía que permite procesar estímulos sin la intervención cortical,
como se ha estudiado en las ratas.

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Estos trabajos han sido objeto de duras críticas. La más importante es que
la “vía rápida” de procesamiento no juega un papel determinante en el
procesamiento de estímulos emocionales complejos. Otra crítica, por ejemplo, es
que la amígdala tiene una capacidad relativa de procesar emociones y no funciona
independientemente de los procesos cognitivos y perceptivos.

2.2. La hipótesis de la primacía afectiva

Otra postura que defiende la independencia entre emoción y cognición es la


de la primacía afectiva (Zanjonc). Esta hipótesis sugiere que se puede procesar
el contenido afectivo de los estímulos de una manera no consciente para el
individuo. Los trabajos que defienden que se puede producir procesamiento
emocional sin recursos cognitivos están basados fundamentalmente en trabajos que
estudian la facilitación o “priming” de los estímulos afectivos sobre los de
contenido neutro.

En un estudio de priming secuencial se presenta muy brevemente palabras con


contenido emocional. Primero se presenta una palabra facilitadora (estímulo
prime) seguido de una exposición más larga de otra palabra (estímulo target) que
los participantes deben categorizar lo más rápidamente posible. Los efectos del
priming sugieren que las personas pueden evaluar estímulos automáticamente, sin
prestarles atención. El priming afectivo se ha interpretado como un proceso
automático e involuntario y se ha encontrado priming con intervalos muy breves
de tiempo, pero también para tiempos considerablemente grandes entre la
presentación de los dos tipos de estímulos. Se habla de priming afectivo cuando
se dedica más tiempo a evaluar la valencia del estímulo prime de manera
involuntaria. Este fenómeno ha hecho que se considere el priming como un tipo de
procesamiento no consciente.

Storbeck y Robinson llegaron a la conclusión de que el priming afectivo


sólo aparecía cuando a los participantes se les daba la oportunidad de
relacionar primes y target mediante la evaluación del estímulo, pero no por la
simple presentación previa de los estímulos afectivos.

Las investigaciones sugieren que la valencia de los estímulos no es


procesada automáticamente por la amígdala. El sistema de procesamiento necesita,
en primer lugar, una fase de identificación del estímulo antes de poder hacer
una evaluación del mismo. Dicha identificación se produce en la corteza visual
necesariamente. Sólo después de tal identificación, se puede activar el
procesamiento afectivo. Estos hallazgos limitan las hipótesis de la
automaticidad, y, como la psicología cognitiva ha puesto de manifiesto, el
procesamiento de la información está basado, ante todo, en el proceso de
atención a los estímulos afectivos.

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3. LA INTERACCIÓN ENTRE EMOCIÓN Y COGNICIÓN

La psicología cognitiva ha empezado a cuestionarse la dicotomía entre


procesos automáticos y controlados, y actualmente se discute sobre el concepto
de automaticidad. Cada vez con más frecuencia, la cognición y la emoción se
consideran procesos complementarios y no independientes, incluso antagónicos.

Pero si emoción y cognición son dos procesos relacionados, ¿cómo se


relacionan? Diversas investigaciones se han ocupado de estudiar la implicación
de los procesos cognitivos en el procesamiento emocional, especialmente, el
papel de la percepción. A mediados del siglo pasado surgió una corriente
psicológica conocida como “New Look”, que defendía que la percepción no era
únicamente el registro de nuestro entorno, sino que reflejaba además las
expectativas y motivaciones propias de cada individuo. Esta teoría, en la
actualidad ha despertado un gran interés, ya que asume que la percepción del
entorno depende de estados afectivos y otros factores internos.

3.1. El conocimiento racional versus afectivo

El mundo que nos rodea nos ofrece una amplísima gama de estímulos que puede
tener información relevante para situaciones concretas. Uno de los paradigmas
clásicos con los que se ha investigado la relevancia de los estímulos ha sido el
paradigma de búsqueda visual. En este tipo de experimentos, los participantes
tienen que responder lo más rápidamente posible cuando detectan un elemento
previamente seleccionado, que aparece inmerso en el campo visual dentro de un
conjunto variable de elementos, en principio irrelevantes para la tarea de
búsqueda, a los que se denomina distractores. Habitualmente, la ejecución de la
tarea es peor cuando aumenta el número de distractores. Los estímulos más
relevantes se reconocen más rápidamente que el resto de estímulos, por lo que
una de las características del procesamiento de información con contenido
emocional relevante es que es más rápido.

El paradigma de búsqueda visual se ha utilizado para investigar la


relevancia emocional de los estímulos. Se sabe que las imágenes que provocaban
miedo se detectaban antes (se comprobó que la detección de serpientes y arañas
fue más rápida que la de flores u otros estímulos sin contenido emocional). Este
patrón de resultados se ha interpretado en el sentido de que la rapidez en la
detección de los estímulos es mayor cuando éstos contienen información relevante
para situaciones de peligro. Igualmente, las expresiones faciales de miedo se
pueden detectar antes que las que expresan alegría.

Estos trabajos ponen de manifiesto la relevancia de la información con


contenido emocional, pero, ¿cuáles son las principales características de los
dos tipos de información? Tucker distingue entre:

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- Cognición sincrética: Tipo de información “caliente”, holística, directa,


inmediata y significativa para el individuo. La cognición afectiva es
sincrética y está basada en sistemas de propósitos específicas
- Cognición analítica: Tipo de información fría, secuencial y que requiere
un procesamiento lineal. La cognición racional es analítica y está basada
en sistemas de propósitos generales

PROCESAMIENTO EMOCIONAL AUTOMÁTICO VERSUS CONTROLADO


 Datos a favor del procesamiento automático
- Hipótesis de la “vía rápida” de procesamiento: el procesamiento de estímulos con
valencia emocional ocurre sin intervención cortical, es involuntario y proporciona
un sistema de respuesta rápido a situaciones de emergencia
- Hipótesis de la primacía afectiva: el priming efectivo se ha interpretado como
un proceso automático e involuntario que hace que se dedique más tiempo a evaluar
la valencia del estímulo emocional de manera involuntaria

 Datos a favor del procesamiento controlado


- Paradigma de búsqueda visual: la atención se dirige principalmente hacia los
estímulos con valencia afectiva y hace que éstos se procesen más rápidamente que
los estímulos de valencia neutra. Este paradigma explica cómo la información
significativa para el individuo se procesa más rápidamente

4. LA MEDIDA DEL PROCESAMIENTO EMOCIONAL

Uno de los principales problemas en la investigación sobre emociones es la


medida del procesamiento emocional. Vamos a exponer las pruebas más relevantes
considerando el modo y los canales de procesamiento.

4.1. Procesamiento simple vía múltiples canales

 PONS (Profile of Nonverbal Sensitivity)  Desarrollado por Rosenthal,


Hall, Archer, Di Matteo y Rogers para evaluar la percepción emocional a
través de tres canales: la expresión facial, la prosodia (tono de voz,
acento, etc.) y los movimientos corporales (evalúan las expresiones
gestuales y posturales).
 POET (Test de percepción de emociones)  Desarrollado por Morris,
Stringer, Ewert y Collins, tiene la finalidad de evaluar el procesamiento
de emociones a través de tres canales (facial, prosodia y verbal),
separada y conjuntamente.
 VERT (Victoria Emotion Perception Test)  Desarrollado por Mountain y
Spreen, evalúa la percepción emocional a través de dos canales: expresión
facial y prosodia, tanto de una manera separada como combinada. Compuesto
por tres subtest (facial, prosodia y combinado). Esta batería se diseñó
para evaluar desórdenes emocionales y está normalizada según la edad.
 FAB (Florida Affect Battery)  Diseñada por Bowers, Blonder y Heilman,
se trata de una batería que contiene 10 subtest para la evaluación de la
percepción emocional a través de los canales de expresión facial y
prosodia. Para ambos canales se evalúan cinco emociones: alegría,

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tristeza, ira, miedo y neutralidad. Para la evaluación se utilizan dos


tareas, una de identificación emocional y otra discriminación. Además,
incluye otra tarea de discriminación no emocional. Para las expresiones
faciales hay dos subtest adicionales, uno que incluye la comprensión y
otro el emparejamiento. Por último, tiene dos subtest cross-modales que
incluyen estímulos faciales y prosodia emocional.

4.2. Procesamiento de un canal y múltiples modos de procesamiento

 AB (Aprosodia Battery)  Diseñada por Ross, Thomson y Yenkosky. Surge en


un contexto clínico neurológico y examina la prosodia a través de la
expresión (repetición posada y espontánea) y la comprensión
(identificación y discriminación)

4.3. Procesamiento múltiple vía múltiples canales

 BEEC (Battery of emotional expression and comprehension)  Cancelliere y


Kertesz diseñaron esta batería con el objetivo de evaluar las expresiones
emocionales para el canal prosódico y la percepción emocional de
expresiones faciales, prosodia y escenas. Para la expresión hay dos
subtest de prosodia, uno incluye frases verbales y el otro requiere la
repetición o imitación de los estímulos. Esta escala se suele utilizar
para la evaluación del deterioro del procesamiento emocional en pacientes
con enfermedades neurodegenerativas

5. EMOCIÓN Y COGNICIÓN: PRINCIPALES FORMULACIONES TEÓRICAS

Vamos a hablar de la influencia que tienen los estados emocionales en los


principales procesos cognitivos. Fundamentalmente, se han propuesto tres
paradigmas:

a) Los modelos de redes asociativas


b) La teoría del afecto como información
c) La teoría de la infusión del afecto

5.1. Modelo de redes asociativas

Este paradigma se inspira en los modelos de redes asociativas propuestos en


su momento para explicar la disposición organizativa de la memoria semántica.
Este tipo de memoria se estructura en una red integrada por múltiples nodos;
cada nodo representa un concepto o un evento y su significado. A su vez, los
nodos se conectan entre sí formando subgrupos que sirven de base para la
representación mental de proposiciones. Evocamos un concepto o evento cuando se
activa la frase o conjunto de proposiciones de la que forma parte ese concepto;
es decir, cuando se propaga la activación a los nodos que integran esa
proposición.

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En el modelo de Bower, las emociones básicas (alegría, tristeza, miedo,


etc.) están representadas por nodos emocionales que se conectan con otras
unidades de contenido semántico que hacen referencia al patrón de respuesta
fisiológica propio de cada emoción, a las conductas y gestos con las que las
expresamos, a los vocablos que empleamos para denominarlas y a situaciones
típicas cuya evaluación desencadena tales emociones. Los nodos emocionales
pueden activarse por diversos estímulos (por ejemplo, por una palabra que denota
un estado emocional o por un hecho relacionado con el mismo). Cuando la
activación alcanza un determinado nivel de umbral, la excitación se propaga
desde los nodos emocionales a aquellos que producen el patrón de respuesta
autónoma y de conducta expresiva propio de la emoción de que se trate.

Estos nodos afectivos se vinculan también a una serie de acontecimientos


que ha estado relacionados con la emergencia de esas emociones en el pasado. Es
decir, la información relativa a un evento se almacena en la memoria
conjuntamente con la emoción que provoca, de manera que el estado emocional
puede actual como una clave de recuperación que facilita la evocación posterior
del evento.

No obstante, este paradigma presenta importantes limitaciones: presenta un


código de representación único para elementos dispares como las respuestas
fisiológicas, las características del evento instigador de la emoción o la
experiencia emocional subjetiva; no diferencia entre cognición fría y caliente;
no distingue entre conocimiento semántico y episódico de la emoción.

5.2. El afecto como información

Propuesto por Schwarz y Clore. Según esta teoría, las emociones humanas
conllevan una experiencia subjetiva y la experiencia de tales sentimientos tiene
consecuencias relevantes en el procesamiento de la información. Enjuiciamos una

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situación determinada no tanto basándonos en la evaluación de sus


características objetivas como en los sentimientos asociados a ella. Es decir,
utilizamos nuestro estado afectivo como un heurístico o atajo cognitivo que nos
permite simplificar el proceso de razonamiento. De este modo, se da una
congruencia entre nuestro estado de ánimo en un momento determinado y las
actitudes y juicios que elaboramos. El mismo acontecimiento puede ser enjuiciado
de forma distinta en congruencia con el estado de ánimo del momento. En cierta
manera, los sentimientos actúan aquí como señales que dirigen nuestras
actitudes, los juicios que emitimos, las decisiones que adoptamos y la forma en
la que procesamos la información.

Este modelo también tiene sus limitaciones: sólo explica los efectos de la
congruencia del estado de ánimo en un reducido número de procesos cognitivos: la
evocación de la información, la formulación de juicios y la toma de decisiones;
igualmente el modelo supone un planteamiento de todo o nada, es decir, un efecto
absoluto de la emoción sobre la cognición.

5.3. Modelo de infusión del afecto

El afecto no influye en términos absolutos sobre la cognición, sino a lo


largo de un continuo. Este modelo proporciona un esquema en el que se
especifican las diferentes condiciones de procesamiento a lo largo de las que el
afecto influye, en grado variable, en la cognición.

La infusión del afecto se define como el proceso por el cual la información


cargada afectivamente llega a incorporarse a los procesos cognitivos y
eventualmente colorea sus resultados orientándolos en una dirección congruente
con su tono afectivo. El modelo sostiene que el grado de infusión del afecto
dependerá del tipo de procesamiento utilizado; y que, en ausencia de otros
factores, en la elaboración de un resultado tenderemos a emplear el mínimo
esfuerzo y la estrategia de procesamiento más simple que sea posible.

De acuerdo a este paradigma existen cuatro estrategias de procesamiento


alternativo, que surgen de la combinación de dos factores:
- El esfuerzo invertido (alto-bajo), es decir, la cantidad de tiempo y
recursos que la persona está dispuesta a emplear para resolver un problema
concreto
- El tipo de tarea a realizar, que puede ser: abierta, que hace referencia
a problemas constructivos cuya solución requiere un tratamiento novedoso
de la información disponible; y cerrada, que alude a problemas
reconstructivos para los que ya existe una solución predeterminada o fácil
de intuir.
La combinación de estos dos factores, esfuerzo y tipo de tarea, da lugar a
las cuatro estrategias básicas de procesamiento:

a) Acceso directo (esfuerzo bajo/tarea cerrada)  Requiere recuperar de


nuestra memoria una respuesta ya existente (por ejemplo, elegir una línea
de metro, nuestra opinión acerca de la política, etc.)

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b) Procesamiento motivado (esfuerzo alto/tarea cerrada)  La información se


recupera de la memoria de forma marcadamente selectiva, el acceso a ésta
no es tan directo (por ejemplo, cuando evocamos sinónimos de una palabra
en la realización de un crucigrama)
c) Procesamiento heurístico (esfuerzo bajo/tarea abierta)  Emerge cuando
no existe un protocolo de respuesta estandarizado ni una motivación de
meta, y además se da falta de implicación personal o carencia de recursos
de procesamiento (por ejemplo, una encuesta telefónica en la intentamos
invertir el menos esfuerzo posible)
d) Procesamiento sustancial (esfuerzo alto/tarea abierta)  Las personas
utilizan sus recursos cognitivos para procesar los aspectos relevantes de
la tarea a enfrentar y elaborar la respuesta adecuada. Esta estrategia de
procesamiento se activa cuando la tarea es compleja, novedosa, de
relevancia para el individuo, se dispone de una capacidad de procesamiento
adecuada y no existe una motivación de meta específica.

Tanto el acceso directo como el procesamiento motivado, suponen la


existencia de protocolos cerrados de respuesta (reconstructivos), que dejan poca
opción a la infusión del afecto, mientras que este fenómeno se dará más en
procesamientos más abiertos y constructivos (heurístico y sustancial).

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RESUMEN DE LAS PRINCIPALES FORMULACIONES TEÓRICAS SOBRE LA INTERACCIÓN ENTRE


EMOCIÓN Y COGNICIÓN

1. Redes asociativas (Bower)


 Propuesta: Cognición y emoción se integran en una red asociativa que incluye:
- Una trama de nodos semánticos (conceptos o eventos y su significado)
- Una trama de nodos emocionales (respuestas fisiológicas, expresión conductual y
verbal, instigadores, etc. de la emoción)
La activación interactiva entre ambos tipos de nodos genera los efectos cognitivos-
emocionales estudiados
 Limitaciones:
- Uso de un código único de representación
- No diferencia entre emoción fría y caliente
- No distingue entre conocimientos semántico y episódico de la emoción

2. Afecto como información (Schwartz y Clore)


 Propuesta: El estado afectivo momentáneo es utilizado como heurístico (atajo
cognitivo) que simplifica el proceso de razonamiento
 Limitaciones:
- Explica el efecto del estado de ánimo sobre un número limitado de procesos
cognitivos: evocación de información, formulación de juicios y toma de decisiones
- Efecto absoluto (todo o nada) de la emoción sobre la cognición

3. Infusión del afecto (Forgas)


 Propuesta:
a) Concepto de infusión. Proceso por el que la información con carga efectiva se
incorpora a los procesos cognitivos
b) El afecto influye de modo progresivo sobre la cognición dependiendo de la
estrategia de procesamiento empleada:
- Acceso directo (esfuerzo bajo / tarea cerrada)
- Procesamiento motivado (esfuerzo alto / tarea cerrada)
- Procesamiento heurístico (esfuerzo bajo / tarea abierta)
- Procesamiento sustancial (esfuerzo alto / tarea abierta)

6. LA INFLUENCIA DE LA EMOCIÓN SOBRE LOS PROCESOS DE ATENCIÓN Y


MEMORIA

6.1. Emoción y atención

Los seres humanos prestan atención principalmente a la estimulación


ambiental que proporciona información relevante para su proceder.

Paradigmas utilizados sobre estudios sobre emoción y procesos atencionales:

- Paradigma de búsqueda visual: muy utilizado para investigar la


significación relevante de los estímulos. Estímulos como animales
desagradables se describen antes que otro tipo de estímulos de contenido
neutral (efecto “pop-out”). Este efecto puede interpretarse en el sentido

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de que la velocidad para procesar estímulos peligrosos puede estar


relacionada con fobias y miedos específicos, y con procesos de
generalización. De la misma manera, caras con expresión de miedo se
descubren antes que caras que muestran expresión de alegría.
- Paradigma de costes y beneficios: se estudian los mecanismos de la
atención dirigida.
- Paradigma Stroop: cuando hay que compartir recursos atencionales hacia
dos tareas simultáneas En el caso de que una de las tareas contenga
estímulos de relevante significado emocional se le conoce con Stroop
emocional. Este paradigma consiste en presentar palabras de colores,
escritas en el mismo color que indica cada una de las palabras junto con
esas mismas palabras escritas en diferentes colores (amarillo y amarillo).
Se comprueba que la interferencia que causa nombrar el color cuando la
palabra tiene un contenido emocional es mayor que cuando es neutra, lo
cual implica que el contenido emocional se procesa de manera más
automática que la neutra.

6.2. Emoción y memoria

Las emociones pueden influir sobre los procesos de memoria a través de tres
vías principales: el contenido, la codificación y la recuperación.

a) La carga afectiva del material a recordar  Los contenidos con mayor


carga emocional se recuerdan mejor que los que carecen de valencia
afectiva
b) El estado emocional de la persona durante la codificación de la
información  Las emociones intensas, positivas y negativas, mejoran la
memoria para los detalles principales y dificultan la de los detalles
segundarios.
c) El estado afectivo de la persona durante la recuperación de la
información  El estado emocional presente al evocar una información
puede interactuar con el tono afectivo del contenido a rememorar y con el
estado afectivo del individuo durante la codificación de tal contenido
(bajo un humor positivo, evocaremos más contenidos de tono positivo)

La interacción entre la valencia afectiva (positiva o negativa) y cada uno


de estos tres aspectos de los procesos de memoria, da lugar a una serie de
fenómenos mnemónicos:
- Memoria congruente con el estado de ánimo: cuando existe coincidencia
entre el tono afectivo del contenido y el estado de ánimo de la persona
durante:
 La fijación de la información en la memoria  fenómeno de codificación
congruente con el estado de ánimo
 La evocación o recuperación de esa información  fenómeno de recuerdo
congruente con el estado de ánimo

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- Memoria dependiente del estado de ánimo: para describir un fenómeno en el


que el estado emocional actúa como una clave de recuperación, que facilita
el recuerdo de contenidos aprendidos en un estado de ánimo similar

6.2.1. Codificación congruente con el estado de ánimo

Cuando procesamos una información, tendemos a fijar mejor el material cuya


valencia afectiva presenta mayor afinidad con el estado de ánimo en el que nos
hallamos en ese momento. Este fenómeno, bajo condiciones controladas, es
especialmente sensible al sesgo conocido como “características de la demanda”,
que determina que la persona tienda a comportarse de acuerdo a lo que cree que
se espera de ella. Para evitar este efecto, el protocolo estándar incluye tres
fases:
- Inducción: se genera un estado de ánimo
- Aprendizaje: se pide al participante que memorice una lista de palabras
con carga emocional (madre, accidente, vacaciones, funeral, etc.)
- Evocación: se mide el recuerdo de los contenidos aprendidos en la fase
anterior mientras el participante se encuentra en un estado emocional
neutro. La evaluación se efectúa mediante técnicas de recuerdo libre
(evocar tantas palabras como sea posible) o a través de pruebas de
recuerdo indirecto (completar palabras de la lista original de las que
sólo se facilita la raíz)

6.2.2 Recuerdo congruente con el estado de ánimo

El estado emocional presente en el momento en que se recuerda una


información puede interactuar con el contenido emocional del material recordado.
De este modo, cuando estamos felices el mundo se torna más agradable y tendemos
a recordar más acontecimientos positivos de nuestro pasado, mientras que cuando
nos sentimos tristes todo es más negativo y nos asaltan recuerdos menos gratos.
El protocolo seguido es el siguiente:
- Se evalúa el estado emocional del participante o se le indica uno
(positivo o negativo)
- Se le pide que evoque la mayor cantidad de recuerdos autobiográficos
- Finalmente, se mide la cantidad de recuerdos, la velocidad en su
evocación y la valencia afectiva de los mismos
No obstante, los estudios basados en recuerdos autobiográficos se prestan a
la ocurrencia de un importante sesgo metodológico, la confusión de los efectos
del recuerdo congruente con los correspondientes al recuerdo dependiente del
estado de ánimo. Las experiencias autobiográficas cuyos recuerdos están siendo
evocados, presumiblemente generaron en la persona sentimientos con carga
afectiva en el momento en que originalmente ocurrieron. Estos sentimientos
pueden servir como un enlace de recuperación adicional que facilita el acceso al
evento recordado.

Para obviar los inconvenientes metodológicos de este procedimiento, se


utiliza un protocolo alternativo:

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- Se induce al participante humor positivo o negativo


- El participante debe aprender una lista integrada por palabras con carga
afectiva positiva, negativa y neutra
- Finalmente, bajo un estado de ánimo congruente o incongruente con el que
se indujo al principio del protocolo, se le solicita que evoque tantas
palabras de la lista original como le sea posible

6.2.3. Memoria dependiente del estado de ánimo

Este fenómeno de interacción entre la emoción y la memoria ocurre cuando el


estado emocional sirve como contexto que se asocia con el recuerdo de un evento
particular, de modo que algo aprendido en un estado de ánimo determinado se
recupera mejor cuando ese estado afectivo es experimentado de nuevo. Es decir,
estados de ánimo concordantes durante los procesos de codificación y de
recuperación mejoran el recuerdo, y ello con independencia del tono afectivo del
material a recordar.

El fenómeno de recuerdo dependiente es un ejemplo del principio de


especificidad de la codificación. Al aprender una información nueva, la huella
de memoria correspondiente se combina con una clave o señal de recuperación, que
posteriormente activará el recuerdo de tal información. Así, el estado de ánimo
durante la codificación de un evento queda asociado a él, actuando como una
clave de recuperación que facilita su evocación posterior. Siguiendo este
principio, un estado de ánimo feliz señalaría aquella información que ingresó en
la memoria bajo un estado emocional positivo, en tanto que un humor triste haría
lo propio con los contenidos aprendidos en un estado emocional negativo.

RESUMEN DE LOS PRINCIPALES EFECTOS DE LA EMOCIÓN SOBRE LA MEMORIA

1. Codificación congruente con el estado de ánimo (EA)  Tono afectivo del material
a recordar concordante con el humor de la persona  mejora aprendizaje
 Procedimiento experimental:
- Inducir EA positivo o negativo
- Memorizar lista de palabras con carga afectiva
- Recuerdo de la lista en un EA neutro
 Técnica de recuerdo libre
 Técnica de recuerdo indirecto
2. Recuerdo congruente con el EA  Mejor recuerdo de contenidos mnemónicos que
tienen la misma valencia afectiva que el EA de la persona en ese momento
 Procedimiento experimental:
- Evaluar EA del participante o inducirle uno
- Evocación de recuerdos autobiográficos positivos o negativos
 Procedimiento alternativo:
- Inducir EA positivo o negativo
- Memorizar lista de palabras con carta afectiva positiva, negativa y neutra
- Evocar lista bajo EA congruente o incongruente con el EA inducido
3. Memoria dependiente del EA  EA concordantes en las fases de codificación y
recuperación de un contenido mnemónico mejoran su recuerdo, sea cual fuere el tono
afectivo del contenido a evocar

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 Procedimiento experimental:
- Inducir EA positivo o negativo
- Memorizar lista de palabras de tono afectivo neutro
- Evocar lista bajo EA congruente o incongruente con el EA inducido

7. EMOCIÓN Y PROCESOS DE PENSAMIENTO

7.1. Emoción y categorización

Las categorías constituyen representaciones mentales de un conjunto o clase


de elementos, de manera que nos permiten tratar de forma idéntica todos los
elementos incluidos dentro de una clase determinada (por ejemplo, los miembros
de la categoría “PERROS” comparten una serie de características: ladran, tienen
pelo, cuatro patas…). La categorización hace posible que podamos manejar
mentalmente nuestro entorno, optimizando nuestra interacción con él.

Pero no todos los miembros de una categoría poseen idéntico grado de


representatividad. Existe una estructura interna que organiza jerárquicamente
estos elementos en función de su tipicidad y prominencia. Hay ejemplares que son
“prototipos”, que actúan como referente de la categoría, en tanto que otros
resultan menos relevantes y ocupan lugares marginales en la estructura.

Estos procesos de categorización pueden verse influidos por el estado


emocional. Emociones como la felicidad o la alegría amplían y enriquecen el
contenido de la categoría, favoreciendo la inclusión en la misma de elementos de
parecido familiar marginal (por ejemplo, bajo un humor positivo, es más fácil
que, junto a miembros como autobús, coche o tren, consideremos camello y yak
como elementos integrantes de la categoría “MEDIOS DE TRANSPORTE”).

Este tipo de emociones promueve la flexibilidad cognitiva, facilitando la


asociación de ideas y el establecimiento de relaciones diversas y novedosas
entre estímulos. Un estado de ánimo positivo hace posible que un mismo elemento
lo integremos en varias categorías (por ejemplo, el “papel de aluminio”
pertenece a la categoría de “ENVOLTORIOS”, pero puede adscribirse también a la
categoría “MATERIALES INDUCTORES”).

El afecto positivo influye la categorización del material de tono afectivo


neutro o positivo, pero no afecta al modo en que está organizado el material de
valencia negativa (por ejemplo, un estado de ánimo alegre puede mejorar la
percepción categorial que tenemos de un padre o un amigo, pero no la de un
terrorista)

Los criterios que determinan la formación de categorías se construyen


frecuentemente en base a la similitud perceptiva o estructural de sus elementos,
o por su afinidad funcional en la consecunción de metas. No obstante, los
estados emocionales también pueden actuar como un criterio de coherencia
conceptual, de modo que los objetos y eventos que desencadenan la misma emoción
se agrupan en categorías de respuesta emocional (por ejemplo, un chiste, un

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caramelo, una mascota, una excursión… todos activan una emoción común: la
alegría). La reestructuración de los conceptos en estas categorías se debe, al
menos en parte, a la atención selectiva a las características afectivas de los
objetos y a las respuestas emocionales asociadas con ellos.

En resumen, las emociones positivas afectan al modo en que percibimos y


organizamos nuestro entorno. Por una parte, agilizan y confieren ductibilidad a
los procesos de adscripción categorial, favoreciendo el establecimiento de
asociaciones originales y novedosas, base para el pensamiento creativo e
innovador. Por otra parte, actúan como criterio de categorización, determinando
el agrupamiento de objetos y eventos en función de la respuesta emocional
asociada con ellos.

RESUMEN DE LOS PRINCIPALES EFECTOS DE LA EMOCIÓN SOBRE LA CATEGORIZACIÓN


1. Evidencia
- Amplitud de las categorías. El humor positivo favorece el agrupamiento de
elementos de parecido familiar marginal
- Flexibilidad cognitiva. Un estado de ánimo positivo facilita la asociación de
conceptos y el establecimiento de relaciones diversas y novedosas entre estímulos
2. Factores moduladores
- Carga afectiva del material a categorizar  el afecto positivo influye la
categorización del material de tono emocional positivo y neutro, pero no la del
material negativo
3. La emoción como criterio de categorización
- Factores de organización categorial:
a) Las categorías se forman en base a la afinidad de las respuestas afectivas
asociadas a los elementos que las integran
b) Atención selectiva a las características afectivas de los miembros de la
categoría y a las respuestas emocionales que instigan

7.2. Emoción, solución de problemas y toma de decisiones

 La emoción en la resolución de problemas:


Un estado de ánimo positivo permite dar respuestas a situaciones de demanda
proyectando soluciones más originales e innovadoras y mejora la habilidad de las
personas para organizar conceptos de formas variadas y acceder a perspectivas
cognitivas alternativas a las usuales. Procedimientos:

- “Problema de la vela”: Problema de reorganización. Se facilita al


participante una caja con chinchetas, una vela y cerillas, y se le pide
que fije la vela a la pared de modo que pueda arder sin que se vierta la
cera sobre el suelo. El principal problema que surge es la fijeza
funcional (incapacidad para emplear los objetos de modo distinto al de su
función habitual). Las personas a las que se ha inducido un afecto
positivo superan más fácilmente la fijeza funcional que aquellos que
poseen un EA neutro, ya que introducen soluciones distintas a las
habituales.

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- Test de Asociaciones Remotas: Problema de razonamiento semántico. Se


presenta al participante un triada de palabras y se le pide que encuentre
una cuarta palabra que las relacione (por ejemplo, FUGAZ-POLVO-ACTOR-
ESTRELLA). Las personas que realizan la tarea bajo un EA positivo muestran
mayor flexibilidad cognitiva en la búsqueda de soluciones.

En resumen, el afecto positivo facilita la solución de problemas, mejorando


la habilidad para integrar ideas y percibir de forma novedosa los diferentes
aspectos del dilema a resolver. No obstante, tanto este efecto como el observado
en la categorización no se deben ni a la ocurrencia de un sesgo que lleva al
participante a percibir todo de forma más positiva, ni a un estilo de
procesamiento de la información no sistemático. Por el contrario, la interacción
entre el afecto y el tono emocional del material o los requerimientos de la
tarea, sugiere la existencia de procesos específicos promovidos por el afecto
positivo.

 Papel de la emoción en la toma de decisiones


Cada vez es mayor la evidencia que indica que una motivación hedónica es el
criterio que subyace a nuestras decisiones y no exclusivamente en base a un
proceso de elección racional. En cada situación de elección se generan unos
correlatos emociones positivos o negativos en función de las consecuencias
(agradables o aversivas) que se deriven de ella. En la toma de decisiones esta
experiencia emocional contribuye a optimizar el proceso de deliberación,
resaltando determinadas opciones de acuerdos a los resultados (de riesgo o
favorables) que tuvieron en el pasado. El proceso de toma de decisiones no se
desarrolla automáticamente sino que depende de la interpretación que el
individuo hace de la situación.
a) Estado afectivo y decisión en situaciones de riesgo. Aparentemente, bajo
un humor positivo las personas se tornan más osadas a la hora de tomar
decisiones que implican riesgo. Pero esta apreciación es cierta sólo a
medias. Cuando el riesgo es bajo, el afecto positivo nos impulsa a ser más
audaces, mientras que cuando es alto nos hace ser más prudentes.
b) Estado afectivo y adopción de decisiones complejas. Los estados afectivos
positivos nos permiten deliberar de una forma más rápida y eficaz sobre la
alternativa más adecuada en situaciones de múltiples opciones. El afecto
positivo afecta favorablemente a la toma de decisiones complejas,
promoviendo un análisis sistemático e integrador del material disponible
que aumenta la eficiencia del proceso de deliberación.

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RESUMEN DE LOS PRINCIPALES EFECTOS DE LA EMOCIÓN SOBRE LA RESOLUCIÓN DE


PROBLEMAS Y LA TOMA DE DECISIONES

1.La emoción en la resolución de problemas


a)Evidencia
Bajo un estado de ánimo positivo generamos soluciones más creativas e
innovadoras ante situaciones-problema (por ejemplo, problema de la vela, test de
asociaciones remotas)
b) Factores moduladores
- Fijeza funcional  Incapacidad para encontrar a los objetos un uso alternativo
al habitual
c) Justificación
- El afecto positivo instiga un estilo de procesamiento que facilita el
surgimiento de soluciones creativas. Estos procesos se realizan en el seno de una
organización cognitiva abierta, flexible y compleja
- El fenómeno no se debe a una percepción sesgada de la realidad
2. La emoción en la toma de decisiones
La toma de decisiones es un proceso determinado por factores cognitivos y
emocionales. Estos últimos simplifican el proceso de deliberación de los primeros
marcando algunas opciones (peligrosas o favorables) que quedan inmediatamente eliminadas
en subsiguientes procesos de evaluación
a) Decisiones que conllevan riesgo
- Evidencia
 Riesgo bajo y pérdidas irrelevantes  el afecto positivo determina
una mayor proclividad a asumir riesgos
 Riesgo alto y pérdidas relevantes  el afecto positivo condiciona
una menos disposición a asumir riesgos
- Justificación
 Efecto motivacional  El afecto positivo incrementa el peso de las
posibles pérdidas frente al de las potenciales ganancias en la
adopción de decisiones
 Aversión a las pérdidas  Doble pérdida: material + estado de ánimo
b) Decisiones complejas
- Evidencia: El afecto positivo confiere mayor eficiencia y minuciosidad a la
deliberación sobre la alternativa más adecuada en situaciones de opción múltiple
- Justificación: Un procesamiento cognitivo de carácter sistemático e integrador
de la información disponible reduce el tiempo de deliberación y optimiza el
proceso de decisión
.

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TEMA 5: LA SORPRESA, EL ASCO Y EL MIEDO

COMENTARIO – RESUMEN

A) La sorpresa es considerada como la emoción básica más singular. Es la emoción


más breve de todas las primarias. Se trata de una reacción agradable o
desagradable. La sorpresa es una reacción causada por algo imprevisto, novedoso
o extraño. Como consecuencia de ello, la atención, la memoria de trabajo y en
general todos los procesos psicológicos se dedican a procesar la estimulación
responsable de la reacción. Suele convertirse en otra emoción, la que sea
congruente con la situación estimular desencadenante de la sorpresa.

B) El proceso de análisis y evaluación de los sucesos inesperados se compone de


cuatro subprocesos: la verificación de la discrepancia del esquema, el análisis
de las causas de un suceso inesperado, la evaluación del significado del evento
inesperado para el bienestar personal y la valoración de su relevancia para la
actividad o acción que se está realizando. La emoción de sorpresa prepara al
individuo para afrontar de forma efectiva los acontecimientos repentinos e
inesperados y sus consecuencias. El principal efecto subjetivo de la sorpresa es
de “mente en blanco”.

C) El asco es la emoción causada por la repugnancia que se tiene a alguna cosa o


por una impresión desagradable causada por algo. Es una emoción compleja, que
implica una respuesta de rechazo de un objeto deteriorado, de un acontecimiento
psicológico o de valores morales repugnantes. También el rechazo en el asco
muestra el seguimiento del principio de contagio y del principio de similitud.
La experimentación ha documentado el establecimiento de la aversión al alimento
en las personas.

D) El asco tiene como finalidad funcional potenciar los hábitos saludables,


higiénicos y, en última instancia, adaptativos. En algunos casos, el asco
protege a las personas de las consecuencias psicológicas de violar las normas
culturales. La repulsión es la experiencia subjetiva de la emoción de asco.
Además de la manifestación de la repugnancia, el afrontamiento del asco es una
de las reacciones emocionales en las que las sensaciones fisiológicas son más
patentes. La sensibilidad o susceptibilidad al asco está asociada a varios
trastornos.

E) El miedo es una emoción producida por un peligro presente e inminente, y se


encuentra muy ligada al estímulo que lo genera. Es un estado emocional negativo
o aversivo con una activación muy elevada que incita la evitación y el escape de
las situaciones que amenazan la supervivencia o el bienestar del organismo. El
miedo se activa por la percepción de daño o peligro. Esta emoción detecta la
presencia de algún estímulo o situación que amenaza su vida o su equilibrio.

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Facilita las respuestas de escape o evitación de la situación peligrosa. Tiene


funciones motivadoras relacionadas con la supervivencia.

F) A nivel subjetivo, la emoción de miedo es una de las más intensas y en


ocasiones de las más desagradables, produce sensación de tensión o de gran
activación, desasosiego, malestar, preocupación y recelo por la propia seguridad
o por la salud, y con frecuencia, sensación de pérdida de control. La amígdala
es el centro de un sistema de defensa implicado en la expresión y adquisición
del miedo, recibe información sobre el mundo exterior directamente a partir del
tálamo, e inmediatamente activa una variedad de respuestas corporales. Esta vía
directa tálamo-amígdala, conocida como vía secundaria, es de procesamiento
rápida y poco precisa. El córtex, la vía principal, también procesa el estímulo,
pero necesita más tiempo, esta vía es tálamo-córtex-amígdala. El miedo está en
el origen de nuestros trastornos.

1. INTRODUCCIÓN
Abordaremos tres emociones básicas o primarias: la sorpresa, el asco y el
miedo. Las emociones primarias son procesos directamente relacionados con la
adaptación y la evolución, que tienen un sustrato neural innato, universal y un
estado afectivo asociado único.

Según Izard, los requisitos que debe cumplir cualquier emoción para ser
considerada como básica son los siguientes:
 Tener un sustrato neural específico y distintivo
 Tener una expresión o configuración facial específica y distintiva
 Poseer sentimientos específicos y distintivos
 Derivar de procesos biológicos evolutivos
 Manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones
adaptativas

2. LA EMOCIÓN DE SOPRESA
La sorpresa es considerada como la emoción básica más singular. Hay
autores incluso que cuestionan que se trate realmente de una emoción. Es la
única que es hedónicamente indeterminada.

2.1. Definición

Darwin, en su libro “La Expresión de las Emociones en los Animales y en el


Hombre”, señala que la sorpresa se produce por lo inesperado o desconocido. Es
una sensación causada por algún acontecimiento repentino e inesperado.

La sorpresa se define como una reacción causada por algo imprevisto,


novedoso o extraño. Todos los procesos psicológicos se dedican a procesar la
estimulación responsable de la reacción. También se define como una reacción a
un evento o suceso discrepante del plan o esquema del sujeto.

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2.2. Características

La sorpresa es la emoción más breve de todas las primarias. Se trata de


una reacción emocional neutra (no es positiva o negativa, agradable o
desagradable).

Se produce de forma súbita ante una situación novedosa o extraña y


desaparece con la misma rapidez con que apareció. Suele convertirse también
rápidamente en otra emoción, la que sea congruente con la situación estimular
desencadenante de la sorpresa. Es un estado transitorio que desaparece y se
habitúa rápidamente. Su duración viene determinada por el tiempo que tarda en
aparecer la emoción posterior.

Öhman y Wiens indican que “hay un considerable solapamiento entre la


respuesta de orientación y la emoción de sorpresa-asombro”. Estos autores
señalan que la pura novedad de un estímulo presentado súbita e inesperadamente
lo hace significativamente emocional; y debido a que es inesperado en el
contexto, no hay una forma o vía rutinaria de manejarlo, y por lo tanto, se le
debe prestar atención para averiguar si en sus consecuencias está escondido un
refuerzo o un desastre. Por lo que, si la sorpresa es reconocida como una
emoción, es la emoción asociada con la respuesta de orientación.

La respuesta de orientación (RO) prepara al organismo para la recepción y


análisis de los estímulos, parece estar asociada a un incremento en la
sensibilidad de los órganos sensitivos, para aumentar y optimizar la
receptibilidad del organismo.

La respuesta de orientación habitualmente aparece ante estímulos novedosos


e informativos para la persona. Se trata de una evaluación automática de la
situación. Es rápida, afectiva y no consciente.

La sorpresa también puede ser vista como una respuesta de descubrimiento.


Sorpresa puede reflejar o una violación o una confirmación de expectativas.

2.2.1. Antecedentes

Además de lo inesperado o desconocido, como señalaba Darwin, las


principales condiciones elicitadoras o desencadenantes de esta emoción son:
1. Los estímulos novedosos, de una intensidad entre débil y moderada
2. La aparición de acontecimientos inesperados o fuera de contexto
3. Los aumentos bruscos de la intensidad en la estimulación
4. La interrupción inesperada o corte de una actividad en curso

2.2.2. Procesamiento

Para que cada uno de los antecedentes señalados se constituya en precursor


de la emoción es necesaria su evaluación. Este proceso implica la interpretación
(evaluación) así como la estimación de la repercusión personal (valoración) que
acarrea el estímulo.

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Clore y Ortony señalan que la emoción ocurre como consecuencia de la


activación de un proceso cognitivo relacionado con la significación de la
situación. Según ellos, la evaluación valorativa es el concepto clave que
permite entender las diferencias individuales en respuesta a idénticas
situaciones; la cualidad e intensidad de las emociones son, en gran medida,
fruto de la forma en que éstas son procesadas por quien las experimenta.

El procesamiento cognitivo de la sorpresa se produce ante desencadenantes


que suceden con una alta rapidez o muy abruptamente. El sujeto, ante esa
situación, valora tener una baja capacidad de control y de predicción. En la
valoración del afrontamiento del evento, se valora éste y las consecuencias del
mismo con un grado alto de urgencia para afrontarlo.

Se asume que un evento elicita la sorpresa iniciando una serie de procesos


que comienza con la evaluación del evento, continúa con la ocurrencia de una
experiencia de sorpresa y, simultáneamente, la interrupción del procesamiento de
información continuo y la reasignación de los recursos de procesamiento al
evento discrepante del esquema, y culmina en un análisis y evaluación de este
evento y además, una actualización, extensión, o revisión del esquema relevante.

2.2.3. Funciones de la sorpresa

Izard indica que la función de la sorpresa es “limpiar el sistema nervioso


de la actividad que pudiera interferir con el ajuste a un cambio imprevisto
producido en nuestro medio ambiente”.

La emoción de sorpresa prepara al individuo para afrontar de forma


efectiva los acontecimientos repentinos e inesperados y sus consecuencias. Las
funciones adaptativas son las que ejercen un papel más prominente, de tal forma
que la sorpresa facilita la aparición de una reacción emocional y conductual
apropiadas ante situaciones novedosas o inesperadas. Para ello:
 Elimina las actividades residuales en el sistema nervioso central, que
pueden interferir con la reacción apropiada ante las nuevas exigencias de
la situación
 Produce el bloqueo de otras actividades y la concentración de esfuerzos en
el análisis del evento sorprendente o inesperado

2.3. Activación

2.3.1. Efectos subjetivos

- Mente en blanco: Reacción afectiva indefinida, las situaciones que provocan la


sorpresa se recuerdan no tan agradables como las de felicidad o alegría, pero
mucho más agradables que emociones como el miedo, la ira o la tristeza.
- Sensaciones de incertidumbre por lo que va a acontecer: La diferencia
fundamental entre sorpresa e incertidumbre se encuentra en los modos de
representación mental que utilizan; la sorpresa se basa en los esquemas
perceptivos mientras que la incertidumbre lo hace en redes semánticas.

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2.3.2. Actividad fisiológica

2.3.2.1. Sistema de nervioso central

La sorpresa produce una rápida activación de las zonas de proyección


sensorial implicadas en la percepción de los desencadenantes emocionales. Los
mensajes aferentes sensoriales provenientes de los ojos, la piel y otros órganos
perceptivos, se transmiten al córtex somatosensorial primario, y antes de
alcanzar esta estructura han pasado previamente por el centro de relevo del
tálamo.

2.3.2.2. Sistema nervioso autónomo

Los principales efectos fisiológicos de la sorpresa son una desaceleración


fásica de la frecuencia cardíaca, una vasoconstricción periférica, una
vasodilatación cefálica y un aumento brusco y fásico de la conductancia de la
piel.

2.3.2.3. Sistema nervioso somático

En la actividad del sistema nervioso somático se produce un aumento


fásico del tono muscular general, una interrupción puntual de la respiración,
una alta amplitud respiratoria y una dilatación pupilar muy puntual en el
tiempo.

2.3.3. Expresión corporal

Con respecto a la expresión facial de la sorpresa, Darwin, en su libro “La


Expresión de las Emociones en los Animales y en el Hombre” indica que los ojos y
la boca muy abiertos constituyen una expresión universalmente reconocida como
sorpresa o asombro.

La constelación facial que caracteriza a una expresión de sorpresa está


configurada por: la elevación de la parte interior y exterior de las cejas, la
elevación de los párpados superiores, el descenso de la mandíbula y la apertura
de la boca. También puede aparecer una elevación en la parte inferior de los
párpados y, por tanto, una apertura palpebral. Los músculos que ejercen mayor
influencia en la configuración de un rostro de sorpresa son: el frontal, el
elevador del párpado superior, el masetero, el temporal y el pterigoideo
interno.

En el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS) (Ekman y


Friesen), las unidades de acción que conforman la expresión facial de la emoción
de sorpresa son las siguientes:

 UA-1: Elevación de la parte interior de las cejas


 UA-2: Elevación de la parte exterior de las cejas
 UA-5: Elevación del párpado superior
 UA-27: Descenso de mandíbula y apertura de la boca

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 UA-7: Elevación de la parte inferior de los párpados y reducción de la


apertura palpebral

Se tiende a confundir las expresiones de sorpresa y miedo, ya que ambas


emociones son las que comparten más unidades de acción. Según Ekman y Friesen:

 La sorpresa se expresa por combinaciones específicas que implican dos,


tres o cuatro unidades de acción (elevación de la parte interior y
exterior de las cejas, elevación del párpado superior (intensidad débil al
contrario que en el miedo, que puede variar) y apertura de la boca.
 El miedo implica combinaciones específicas de entre tres y seis diferentes
unidades de acción (las mismas que para la sorpresa y, además, el descenso
de las cejas y el alargamiento de la comisura de los labios).

Igualmente, se observan otros cambios corporales: si la persona está de


pie, las rodillas se doblan y el cuerpo se inclina hacia delante. En cuanto a la
expresión vocal, la sorpresa presenta un tono de alto nivel. Las vocalizaciones
espontáneas son del tipo ¡oh!, ¡cómo!

2.3.4. Afrontamiento

Para afrontar de forma efectiva los acontecimientos repentinos e


inesperados, la sorpresa facilita:
 Los procesos atencionales
 La aparición de conductas de exploración y de investigación
 El interés o curiosidad por situaciones novedosas
 La aparición de la reacción emocional y conductual apropiada ante
situaciones novedosas
 Además, dirige los procesos cognitivos a la situación que se ha presentado

2.3.5. Medida de la sorpresa

La medida de la expresión facial de la emoción de sorpresa y de todas las


emociones primarias se realiza a través de dos sistemas de codificación
estandarizados:

 El Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS)  Es el instrumento


de observación de la expresión más utilizado en la Psicología de la
Emoción. Pueden registrarse toda la gama de expresiones faciales posibles.
Las unidades de acción suelen corresponder con cambios en la apariencia,
que son producidos por la acción de un solo músculo facial.

 El Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial


(MAX)  Es otra técnica enfocada a los cambios en la apariencia de la
cara. Se formulan las unidades en términos de apariencias que son
pertinentes a ocho emociones específicas, en contraste con los músculos
específicos.

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2.4. Consecuencias de la sorpresa

La emoción de sorpresa es frecuentemente seguida por otra emoción que


colorea su positividad (sorpresa + alegría) o su negatividad (sorpresa + ira)

La emoción de sorpresa puede amplificar la reacción afectiva posterior vía


su intrínseca activación (esto es, cuando persona ha sido sorprendida por un
evento inesperado placentero puede sentirse más feliz que alguien en una
situación similar que no ha sido previamente sorprendido). Esto se explica desde
la “Teoría de la Excitación” (Derbaix y Vanhamme), en la que los residuos de la
activación de una situación previa se combinan con la excitación de una
estimulación subsiguiente.

La sorpresa da por resultado un proceso que ayuda a eliminar la


discrepancia del esquema y, si es necesario, la actualización del esquema
relevante. Si el esquema es actualizado, probablemente los mismos estímulos ya
no elicitan sorpresa una vez que ellos ya forman parte del esquema y por lo
tanto no son inesperados, convirtiéndose en esperados.

3. LA EMOCIÓN DE ASCO
La emoción de asco, aversión o repugnancia ha sido reconocida como una
emoción básica desde el pionero trabajo de Darwin. Se considera básica al tener:

 Un sustrato neural innato


 Una expresión universal innata
 Un único estado motivacional-afectivo
 Un patrón de respuesta asociado que es relativamente estable a lo largo de
distintas situaciones, culturas e incluso especies

La emoción de asco se caracteriza por:

 Una expresión facial concreta


 Una acción inapropiada (distanciamiento del objeto o situación)
 Una distintiva manifestación fisiológica (la náusea)
 Una sensación característica (la repulsión)

3.1. Definición

Darwin, en su libro “La Expresión de las Emociones en los Animales y en el


Hombre”  el asco es una sensación que se refiere, en primer lugar, a algo que
repugna al sentido del gusto, algo percibido en ese momento o imaginado con
viveza, y, en segundo lugar, a algo que produce una sensación parecida en el
sentido del olfato, del tacto, o incluso de la vista.

Angyal  Revulsión o evitación de una incorporación oral de una


sustancia. Reacción específica hacia los productos de desecho del cuerpo humano
y animal.

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Rozin y Fallon  Revulsión frente a la posibilidad de ingerir una


sustancia ofensiva. Objetos o sustancias ofensivas son aquellos que tienen
propiedades contaminantes.

En términos generales  Marcada aversión producida por algo fuertemente


desagradable o repugnante. Es una emoción compleja, que implica una respuesta de
rechazo.

3.2. Características

3.2.1. Antecedentes

 Angyal  el principal estímulo elicitador del asco son los desechos


(basuras) del cuerpo. Las heces es el elictador más poderoso.
 Rozin, Haidt y McCauley  encuentran siete elicitadores:

1. Ciertos alimentos (comida putrefacta, maloliente)


2. Las secreciones corporales (heces, saliva, flemas)
3. Ciertos animales (cucarachas, ratas, gusanos)
4. Ciertas conductas sexuales inapropiadas (incesto, sexo con animales)
5. El contacto con cuerpos muertos
6. Trozos corporales (miembros seccionados, heridas, sangre,
deformidades)
7. La falta de higiene y los contactos potenciales con objetos que
producen repugnancia (ropas usadas, manchas, restos de alimentos)

Rozin y Fallon señalan que también el rechazo en el asco muestra el


seguimiento de dos principios:

 CONTAGIO (“una vez en contacto, siempre en contacto”): Se refiere a la


tendencia a creer que un breve contacto causa una permanente transferencia
de propiedades de un objeto a otro (por ejemplo, hay personas que dicen
que nunca podrían beber de un vaso en el que una vez ha habido heces de
perro, aún cuando el vaso ha sido esterilizado varias veces).
 SIMILITUD (“semejanzas producen aversiones o predilecciones” o “la imagen
igual al objeto”): Por ejemplo, un trozo de chocolate es menos deseable
cuando su forma es semejante a las heces de perro.

Rozin, Lowery y Ebert apoyan la teoría de que el origen del asco es una
respuesta a los malos sabores y que la evolución la va situando como una emoción
moral. Han identificado dos posibles expansiones futuras del asco:
 La contaminación interpersonal  asco elicitado por contacto físico,
directa o indirectamente con extranjeros o personas indeseables.
 El dominio moral del asco  las personas describen frecuentemente
acciones asquerosas (abuso de niños, infidelidad, incesto).

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3.2.1.1. Aprendizaje de la aversión al sabor en humanos

¿Por qué las personas y los animales desarrollan aversiones a los


alimentos que consumen antes del malestar, a pesar de la demora de varias horas
entre su consumo y el malestar? Se han propuesto dos teorías:

 La teoría de la seguridad aprendida (Kalat y Rozin)  Sugiere que el


responsable del aprendizaje de la aversión al sabor es un único proceso al
que denominan seguridad aprendida. Este proceso es utilizado por los
animales para evitar los alimentos nocivos. Un animal expuesto a un
alimento nuevo sólo consume una pequeña porción del mismo; esta escasa
toma de alimento nuevo, o neofobia ingestiva, tiene un significado
adaptativo: impide un animal consuma una gran cantidad de un alimento
potencialmente nocivo, de modo que si el alimento está envenenado el
animal se pondrá enfermo. Según Kalat y Rozin, si un animal se pone
enfermo varias horas después de tomar un alimento, lo asociará con el
malestar interno y desarrollará aversión a ese alimento. Sin embargo, si
no se produce la enfermedad, el animal supone que el alimento no está
envenenado y puede consumirlo nuevamente con seguridad. La seguridad
aprendida hace que el animal supere el rechazo por los alimentos nuevos,
lo que le permite comer aquellos alimentos que aumentan su supervivencia.
 La teoría de la interferencia concurrente (Revusky)  Supone que después
de consumir un alimento, es poco probable que un animal tome otro alimento
durante varias horas. Por tanto, se produce el aprendizaje demorado en la
aversión al sabor como consecuencia de la ausencia de interferencia
concurrente. La aversión puede no desarrollarse si entre el alimento y el
malestar intervienen otros alimentos

3.2.2. Procesamiento

Al igual que en la emoción de sorpresa, para que cada antecedente se


constituya en precursor de la emoción, es necesaria su evaluación. Este proceso
implica la interpretación (evaluación), así como la estimación de la repercusión
personal (valoración) que acarrea el estímulo. El resultado del procesamiento es
la emoción de asco, una aversión producida por algo, con su componente de
activación: subjetivo, fisiológico y de afrontamiento.

El procesamiento cognitivo del asco se produce ante desencadenantes de


baja predictibilidad y baja familiaridad. En la valoración del afrontamiento de
este evento se valora las consecuencias del mismo con un grado medio de urgencia
para afrontarlo, se estima que no es posible adaptarse a las consecuencias del
evento y por lo tanto se buscará el rechazo del mismo.

Scherer crea un sistema experto de control o examen de valoración de


estímulos para determinar el número y tipos de criterios de valoración
necesarios para explicar la diferenciación de las emociones. Según Scherer
ocurren una serie de comprobaciones secuenciales de estímulos (SECs), que
representan un conjunto mínimo de todas las dimensiones o criterios de

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evaluación que se consideran necesarios para poder explicar la diferenciación de


las grandes familias de estados emocionales.

Las SECs se organizan en términos de cuatro objetivos de evaluación:


1. Análisis de la relevancia del estímulo o situación
2. Evaluación de la implicación del individuo en el estímulo o situación,
análisis de las consecuencias inmediatas y a largo plazo
3. Potencial de afrontamiento que posee el individuo para afrontar esa
situación o, lo que es lo mismo, análisis de los recursos disponibles para
realizar la tarea exigida por la situación
4. Significación normativa con respecto al auto-concepto de la persona y en
función de las normas sociales y culturales en las que se inserta ese
individuo

Rozan, Haidt y McCauley señalan que el asco muestra un alto grado de


constancia y conservacionismo en la forma de su salida o producción, pero ha
sufrido una extraordinaria transformación y expansión en el aspecto de la
valoración. Esta expansión varía con la historia y la cultura.

Por otra parte, dentro del procesamiento, también habría que considerar
las disposiciones relativamente estables de una persona en el tono emocional y
que explicarían parte de las diferencias individuales. Actualmente, se
consideran los rasgos de personalidad como variables mediadoras o moderadoras
del procesamiento emocional.

No obstante, una excepción a estos hechos viene marcada por los estilos
emocionales de represión y sensibilización, y su efecto sobre el procesamiento
de la información emocional; así, las personas represoras son las que intentan
evitar o retirar la atención de los estímulos amenazantes, mientras que las
personas sensibles son las que continuamente supervisan el entorno para detectar
la presencia de tales estímulos.

Existen importantes diferencias individuales en cuanto a la sensibilidad


para la emoción de asco. La sensibilidad o susceptibilidad al asco está asociada
a varios trastornos (se comentarán más adelante).

3.2.3. Funciones del asco

1) Función adaptativa:
 Es la más significativa, ya que prepara al organismo para que ejecute
eficazmente un rechazo de las condiciones ambientales potencialmente
dañinas, movilizando la energía necesaria para ello y dirigiendo la
conducta al alejamiento del estímulo desencadenante
 El asco tiene como finalidad funcional potenciar los hábitos saludables,
higiénicos y adaptativos
 El asco protege a las personas del daño de las sustancias dañinas y, en
otros casos, de las consecuencias psicológicas de violar las normas
culturales

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2) Función social:
 El asco facilita la aparición de las conductas apropiadas. La expresión de
asco permite a los demás predecir el comportamiento asociado con esta
emoción, lo cual tiene un indudable valor en los procesos de relación
interpersonal
 El asco facilita la interacción social controlando la conducta de los
demás, permitiendo la comunicación de estados afectivos asociados y
promoviendo conductas prosociales
 La represión del asco también tiene una función social, ya que es
socialmente necesaria la inhibición de ciertas reacciones emocionales que
podrían alterar las relaciones sociales y afectar incluso a la propia
estructura y funcionamiento de grupos, así como de cualquier otro sistema
de organización social
3) Función motivacional

3.3. Activación

3.3.1. Efectos subjetivos

La repulsión es la experiencia subjetiva de la emoción de asco. Puede ir


acompañada de sensaciones de vómito o arcadas. También hay un sentido de
“ofensa” asociado al asco, relacionado a una percepción de desviación o
imperfección, a una percepción de que algo “no es como debería ser”.

El asco tiende a ser más corto en duración y relativamente bajo en la


intensidad de la experiencia subjetiva.

3.3.2. Actividad fisiológica

3.3.2.1. Sistema nervioso central

La exposición a estímulos aversivos de varias modalidades sensoriales


induce activación de la amígdala. Dentro de los estímulos olfativos, la amígdala
responde preferentemente a olores altamente aversivos, comparados con olores
neutros o placenteros. El córtex prefrontal y la amígdala serían estructuras
clave dentro del sistema que genera la emoción de asco.

En cuanto a las respuestas fisiológicas centrales, el asco produce una


asimetría en la activación cerebral, que se asocia con incrementos en la
activación del lado derecho de las regiones frontal y temporal anterior.

Se ha comprobado que existe un déficit en el reconocimiento de expresiones


faciales y vocales del asco en pacientes con la enfermedad de Huntington sin
deterioro intelectual general, resultado del daño en los ganglios basales.

Resultados de estudios realizados en activación neural de la emoción


señalan que la inducción de la emoción de asco activa los ganglios basales.

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3.3.2.2. Sistema nervioso autónomo

Si el estímulo es oloroso o gustativo, aparecen sensaciones


gastrointestinales desagradables, como las náuseas, que pueden ir acompañadas de
vómitos o arcadas.

El asco se caracteriza por una moderada elevación de la frecuencia


cardíaca así como del nivel de la conductancia de la piel. No obstante, aunque
las sensaciones fisiológicas del asco están muy patentes, no están aún muy
claros sus efectos fisiológicos.

3.3.2.3. Sistema nervioso somático

El asco produce elevaciones en la tensión muscular general de manera


específica en determinados músculos faciales, así como en la frecuencia
respiratoria, con especial prolongación de las pausas entre inspiraciones, y un
aumento de la reactividad gastrointestinal.

3.3.3 Expresión corporal

La cara de asco es familiar y reconocida en todas las culturas. El


componente más estudiado de la emoción de asco ha sido la expresión facial.

La constelación facial que caracteriza a una expresión de asco está


configurada por un descenso y unión de cejas, elevación de las mejillas, nariz
fruncida, elevación de la barbilla y reducción acentuada de la apertura de los
párpados. Alternativamente, pueden aparecer otras manifestaciones: elevación del
labio superior, descenso de la comisura de los labios, descenso del labio
inferior, separación de los labios o descenso del mentón. Los principales
músculos implicados en la expresión de asco son: el elevador del ala nasal y
labio superior, triangular de los labios, masetero, temporal y pterigoideo
interno.

En el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS) las unidades de


acción que conforman la expresión fácil de la emoción de asco son:
 UA-4: Descenso y unión de las cejas
 UA-6: Elevación de las mejillas y reducción de la apertura palpebral
 UA-9: Nariz fruncida
 UA-17: Elevación de la barbilla
 UA-44: Reducción acentuada de la apertura de los párpados

Otras unidades de acción que también podemos encontrar:


 UA-10: Elevación del labio superior
 UA-15: Descenso de la comisura de los labios
 UA-16: Descenso del labio inferior
 UA-25: Separación de los labios
 UA-26: Descenso del mentón

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3.3.4. Afrontamiento

El afrontamiento del asco es un rechazo del objeto o situación


desencadenante de la misma. Para ello, se movilizan conductas de
distanciamiento, escape o evitación de las situaciones desagradables o
potencialmente dañinas para la salud.

3.3.5. Medida del asco

La medida de la expresión facial de la emoción de asco (y de todas las


emociones primarias), se realiza a través de dos sistemas de codificación
estandarizados (vistos también en la emoción de sorpresa):
 El Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS), de Ekman y Friesen
 El Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial
(MAX), de Izard

3.4. Consecuencias del asco

Como ya se indicó anteriormente, el asco es una emoción cuya función


principal es promover y mantener la salud, y como consecuencia de ello hace que
se potencien los hábitos saludables, higiénicos y adaptativos.

Pero a pesar de que algunos autores restringen la emoción de asco a


estímulos relacionados con alimentos en mal estado o potencialmente peligrosos
para la salud, lo cierto es que esta reacción emocional también se produce ante
cualquier otro tipo de estimulación. Incluso puede producirse reacción de asco
ante alimentos nutritivos y en buen estado.

El asco también es utilizado como un mecanismo de control social. Se ha


llegado a sugerir que el asco interpersonal se encuentra en la base del trato
discriminatorio a otras personas, por “razones” de su apariencia física, abuso
de sustancias, crímenes, “desviación” sexual, clases sociales más bajas o
extranjería. Así, el asco juega un papel importante en los juicios morales y en
la violencia étnica.

3.4.1. Consecuencias de la sensibilidad a la emoción de asco

Existen diferencias individuales en cuanto a la sensibilidad para la


emoción de asco. Así, las mujeres tienen más sensibilidad a los elicitadores del
asco que los hombres.

La sensibilidad o susceptibilidad al asco está asociada a varios


trastornos: trastornos de la conducta alimentaria (anorexia y bulimia
nerviosas), fobias específicas (a pequeños animales) y fobia social, y otros
trastornos con síntomas de ansiedad y obsesivo-compulsivos.

3.4.2. Asco y miedo

El asco y el miedo tienen mucho en común. Ambas emociones tienen valencia


negativa, alta activación y conductas de retirada.

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Se ha sugerido que la reacción a los objetos fóbicos, así como las


conductas de evitación desplegadas por los individuos que tienen trastornos de
ansiedad y fobia, podrían estar basadas en las reacciones aprendidas de asco más
que en las reacciones de miedo.

4. LA EMOCIÓN DE MIEDO
Es la emoción más estudiada en los animales y en el hombre. Es un legado
vital que tiene un valor de supervivencia obvio. El miedo evolucionó para
producir respuestas adaptativas, soluciones conductuales al problema de la
supervivencia, cómo detectar el problema y cómo responder al mismo.

4.1. Definición

Darwin, en su libro “La Expresión de las Emociones en los Animales y en el


Hombre”, indica que la palabra “miedo” parece derivar de aquello que es
repentino y peligroso.

Otras definiciones:

 “El miedo es un estado emocional negativo o aversivo con una activación


muy elevada que incita la evitación y el escape de las situaciones que
amenazan la supervivencia o el bienestar del organismo” (Öhman, Flykt y
Lundqvist)
 “El miedo es una señal emocional de advertencia de que se aproxima un daño
físico o psicológico. El miedo también implica una inseguridad respecto de
la propia capacidad para soportar o mantener una situación de amenaza. La
intensidad de la respuesta emocional de miedo depende de la incertidumbre
sobre los resultados” (Fernández-Abascal)

Así pues, en términos generales decimos que el miedo es una emoción


producida por un peligro presente e inminente, y que se encuentra muy ligada al
estímulo que lo genera.

Tenemos que diferenciar entre el miedo y la ansiedad. Mientras que el


miedo hace referencia a una emoción producida por un peligro presente e
inminente, encontrándose ligado al estímulo que lo genera, la ansiedad hace
referencia a la anticipación de un peligro futuro, indefinible e imprevisible,
siendo la causa más vaga y menos comprensible que en el miedo.

Epstein concluye que el miedo está relacionado con el afrontamiento,


particularmente con el escape y la evitación; sin embargo, cuando los intentos
de afrontamiento fracasan (por ejemplo, porque la situación es incontrolable),
el miedo se convierte en ansiedad.

Öhman indica que la ansiedad es a menudo “preestímulo” (anticipatoria, más


o menos real, de un estímulo amenazante), mientras que el miedo es
“postestímulo” (elicitado por un estímulo concreto que provoca miedo).

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4.2. Características

4.2.1. Antecedentes

El miedo se activa por la percepción de daño o peligro. La naturaleza del


daño o peligro puede ser física o psicológica, por lo que el miedo es activado
por las amenazas y peligros a nuestro bienestar, tanto físico como psicológico.

Tanto en el hombre como en los animales los estímulos que desencadenan el


miedo pueden ser naturales o adquiridos mediante aprendizaje:
 Por condicionamiento clásico: Un estímulo que previamente no suscitaba una
respuesta acaba provocándola a consecuencia de su asociación temporal con
otro estímulo que sí provoca la respuesta. Comprende un estímulo
incondicionado (EI) que produce de forma automática una respuesta
incondicionada (RI), que es una respuesta refleja innata al EI; y un
estímulo condicionado (EC), con respecto al cual se ha comprobado
experimentalmente que al principio no produce respuesta que se asemeje a
la RI. Se presentan el EC y el EI repetidamente en este orden y se
desarrolla una respuesta al EC semejante a la RI: esta respuesta se llama
respuesta condicionada (RC) y supone una respuesta aprendida. Por tanto,
los estímulos que se asocian repetidamente al daño real (dolor, heridas)
terminan por elicitar una RC de miedo.
 Por aprendizaje vicario: Este proceso de aprendizaje puede ser un
resultado de la observación, identificación con o sugestión indirecta a
través de modelos.
 La transmisión social: A través de la cultura.

El nexo común de todas las situaciones o estímulos que producen miedo es


su capacidad para poner en funcionamiento, en la persona que siente miedo, su
sistema de conducta aversiva, que proporciona la activación necesaria para
evitar o escapar de la situación.

Cualquier estímulo puede desencadenar esta emoción en una persona


determinada. No obstante, existen algunas clasificaciones:

 Bowlby señala que la causa de miedo puede ser o bien la presencia de algo
amenazante o la ausencia de algo que proporciona seguridad y confianza
(por ejemplo, en los niños la presencia de su madre)
 Mayr propone la existencia de tres tipos de miedos:
 Miedo no comunicativo  se produce como consecuencia de seres no vivos
 Miedo inter específico  se produce como consecuencia de otros
animales
 Miedo intra específico  se produce como consecuencia de otros
individuos de la misma especie
 Gray clasifica a los estímulos que producen miedo en cinco categorías:
 Intensidad: estímulos que elicitan miedo porque son muy intensos (dolor
y ruido)

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 Novedades: estímulos que provocan miedo sólo porque son notorios y


nuevos (miedo a los extraños)
 Peligros evolutivos especiales: estímulos que se derivan de la historia
evolutiva de las especies (miedo a las serpientes)
 Estímulos procedentes de interacciones sociales
 Estímulos atemorizantes condicionados: estímulos que los animales y el
hombre aprenden que son peligrosos

Atendiendo a la naturaleza evolutiva de los miedos en los seres humanos


hay que considerar antecedentes concretos que se van adquiriendo o desaparecen,
a medida que la persona se desarrolla. Los seres humanos están predispuestos
filogenéticamente a aprender fácilmente ciertos miedos.

4.2.2. Procesamiento

Para que cada uno de los antecedentes señalados anteriormente se


constituya en precursor de la emoción es necesaria su evaluación. Este proceso
implica la interpretación (evaluación), así como la estimación de la repercusión
personal (valoración) que acarrea el estímulo. El resultado del procesamiento es
la emoción de miedo.

El procesamiento cognitivo del miedo se inicia ante desencadenantes que


suceden con mucha rapidez, que se presentan de forma abrupta e inesperada. Ante
ese evento, la persona estima tener una baja capacidad de control de y de
predicción futura de la situación. Valora el evento como muy desagradable y
relevante para su propio bienestar. La situación es disonante y contraria con
los planes, actividades y metas en curso. En la valoración del afrontamiento el
suceso presenta un alto grado de urgencia para afrontarlo movilizando toda una
serie de conductas focalizadas al propio suceso y a las consecuencias del mismo.

4.2.3. Funciones del miedo

Las funciones del miedo se encuentran relacionadas con la adaptación:

 Activar al sujeto para que lleve a cabo alguna conducta que le distancie
del estímulo. Nos previene de interactuar con elementos potencialmente
peligrosos. El miedo actúa como un activador que avisa del riesgo vital,
cada vez que el organismo detecta la presencia de algún estímulo o
situación que amenaza su vida o su equilibrio.
 Facilita las respuestas de escape o evitación de la situación peligrosa.
Al prestar una atención casi exclusiva al estímulo temida, facilita que el
organismo reaccione rápidamente ante el mismo.
 Tiene funciones motivadoras relacionadas con la supervivencia.
 Facilita los vínculos sociales ayudando en la huída a otros y ayudando en
la defensa colectiva.
 Promueve el orden social facilitando el establecimiento de jerarquías de
dominancia.

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4.3. Activación

4.3.1. Efectos subjetivos

Es una de las emociones más intensas y en ocasiones más desagradables.


Características subjetivas principales:
 Sensación de tensión o de gran activación
 Desasosiego
 Malestar
 Preocupación y recelo por la propia seguridad o la salud
 Sensación de pérdida de control

4.3.2. Actividad fisiológica

4.3.2.1. Sistema nervioso central

Davis y colaboradores, estudiando en animales el reflejo de sobresalto,


elucidaron las conexiones eferentes de las redes del miedo en el cerebro.

LeDoux acuña el concepto de “el sistema del miedo”, que engloba todos los
mecanismos del cerebro implicados en esta emoción.

Se ha estudiado la conducta de otros animales y los procesos en sus


cerebros para saber cómo funciona el sistema del miedo en el ser humano.

LeDoux y su equipo han estudiado las vías cerebrales que hacen posible el
aprendizaje del miedo, mediante condicionamiento clásico, en ratas. Mostró que
existía una vía directa desde el tálamo a la amígdala, y que la lesión de la
amígdala también interfería con el establecimiento de la respuesta emocional
condicionada.

La amígdala recibe información sobre el mundo exterior directamente a


partir del tálamo e inmediatamente activa una variedad de respuestas corporales.
Esta vía es un procesamiento rápido y poco preciso. Es el centro de un sistema
de defensa implicado en ambos, la expresión y adquisición del miedo.

El córtex, la vía principal, también procesa el estímulo, pero necesita


mucho más tiempo.

Por lo tanto existen dos vías, de tal forma que la aferencia elicitada por
el estímulo puede llegar hasta el córtex, pero también seguir una vía más
directa a la amígdala; en ésta, el lugar de entrada es el núcleo lateral, desde
aquí las señales se transmiten a los demás núcleos; por último, las
informaciones confluyen en el núcleo central desde donde salen hacia otras
estructuras. Por tanto, el núcleo central es el punto de conexión principal con
las zonas que controlan las respuestas emocionales.

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Otras estructuras que participan en el sistema del miedo:

 El núcleo amigdalino: recibe información de un amplio abanico de niveles


de procesamiento cognitivo.
 El hipocampo y las zonas asociadas del córtex como las zonas corticales de
transición: participan en la creación y recuperación de recuerdos
explícitos, recuerdos acerca de la experiencia emocional, son recuerdos
fríos.
 También debemos indicar que el córtex prefrontal medial interviene en el
proceso de extinción.

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4.3.2.2. Sistema nervioso autónomo

La fisiología del miedo en el contexto de precipitar la huída es diferente


de la fisiología del miedo en el contexto de quedarse parado.

El patrón autónomo y somático del miedo presenta una gran variedad; sin
embargo, funcionalmente puede ser organizado dentro de dos amplias clases en
función de la acción:

1) Inmovilidad defensiva (“quedarse helado”, “bradicardia de miedo”) e hiper-


atención, en la que el organismo está pasivo pero preparado para responder
activamente a una estimulación futura.
2) Acción defensiva, con variaciones en ataque/huída que son más o menos
respuestas dirigidas hacia un ataque inminente.

En general, las consecuencias de la activación del SNA son:


 Aumento de la frecuencia cardíaca
 Aumento de la salida cardíaca
 Aumento de la fuerza de contracción del corazón
 Aumento de la presión arterial sistólica y diastólica
 Aumento del nivel de conductancia de la piel
 Aumento en el número de fluctuaciones espontáneas de la piel
 Sudoración
 Sequedad de boca
 Dilatación pupilar
 Piloerección
 Micción y excreción
 Vasoconstricción periférica, cuya consecuencia es la disminución de
la temperatura

Además, el cerebro activa la liberación de los péptidos naturales de tipo


opiáceo (morfina) que bloquean la sensación de dolor (hipolagesia).

4.3.2.3. Sistema nervioso somático

En la actividad del SNS se produce, principalmente:


 Aumento de la tensión muscular en todo el cuerpo
 Aumento de la frecuencia respiratoria, con una respiración
superficial e irregular

En un primer instante, esta actividad rápida del SNS produce la sensación


de “agarrotamiento o paralización”, pero inmediatamente este aumento de
actividad somática proporciona el tono adecuado, bien para iniciar una conducta
de huída o de ataque del estímulo o situación desencadenante de esta activación.

Las investigaciones realizadas han mostrado que el miedo condicionado


potencia el reflejo de sobresalto. Este fenómeno es una respuesta esquelético-
muscular difusa. El reflejo de sobresalto no es un componente específico del
estado de miedo y puede ser fácilmente provocado en ausencia de miedo. Este

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reflejo se compone de una secuencia de movimiento que consta de parpadeo,


movimientos de la cabeza hacia delante y hacia atrás, subida y bajada de
hombros, contracción del abdomen, elevación de los miembros superiores y flexión
de los inferiores hacia el tronco.

4.3.3. Expresión corporal

La expresión corporal más característica del miedo cuando se presenta el


estímulo que lo produce, es, en primer lugar, el estremecimiento, el reflejo de
sobresalto. Posteriormente, el sujeto permanece inmóvil durante unos segundos,
se queda paralizado.

Tanto en humanos como en animales, se contrastan dos expresiones


conductuales obvias del miedo: por una parte, la tendencia a petrificarse y a
enmudecer y, por otra, los gritos, el sobresalto y la huída desesperada de la
fuente de peligro.

La constelación facial que caracteriza a una expresión de miedo está


configurada por una elevación de la parte inferior de las cejas y descenso y
contracción de las cejas, desplazamiento de la comisura de la boca hacia atrás y
arriba con separación de los labios y alargamiento de la comisura de los mismos.
Alternativamente, pueden aparecer otras manifestaciones: elevación de la parte
exterior de las cejas, elevación del párpado superior, el descenso del mentón y
la apertura de la boca con descenso de la mandíbula. Los músculos implicados
son: el frontal, superciliar, piramidal, zigomático mayor, risorio, cuadrado de
la barba, borla de la barba y orbicular de los labios.

En el Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS) las unidades de


acción que conforman la expresión facial de la emoción de miedo son:
 UA-1: Elevación de la parte inferior de las cejas
 UA-4: Descenso y contracción de las cejas
 UA-12: Desplazamiento de la comisura de la boca hacia atrás y arriba
 UA-20: Alargamiento de la comisura de los labios
 UA-25: Separación de los labios

Otras unidades de acción:


 UA-2: Elevación de la parte exterior de las cejas
 UA-5: Elevación del párpado superior
 UA-26: Descenso del mentón
 UA-27: Descenso de la mandíbula, abriendo la boca

En cuanto a la expresión vocal de la emoción de miedo, en situaciones de


miedo extremo, puede existir una tendencia natural a emitir gritos de alta
frecuencia o chillidos.

4.3.4. Afrontamiento

El sistema de miedo opera de forma rápida y eficiente, incluso en algunos


casos aún sin un conocimiento consciente del estímulo que lo elicita. Sin

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embargo, en muchas ocasiones, una vez que es detectado el peligro y se han


elicitado las respuestas automáticas de miedo, se necesitan acciones
posteriores, requiriendo la redirección de los recursos atencionales, con el
abordaje de flexibles repertorios de respuestas, hacia el estímulo dañino.

Marks señala cuatro estrategias defensivas principales: retirarse,


inmovilizarse, amenazar o atacar y tratar de inhibir o desviar el ataque del
otro.

En términos generales, las manifestaciones conductuales asociadas a la


emoción de miedo tienen que ver con la evitación o con el afrontamiento de la
situación o evento que amenaza la integridad de un individuo, o que el individuo
cree que puede suponer un riesgo para su integridad.

4.3.5. Medida del miedo

Como en las emociones anteriores, la medida de la expresión facial del


miedo se realiza a través de dos sistemas de codificación estandarizados:
 El Sistema de Codificación de la Acción Facial
 El Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial

4.4. Consecuencias del miedo

En su vertiente adaptativa, el miedo facilita el aprendizaje de nuevas


respuestas que apartan a la persona del peligro, y, en los procedimientos de
reforzamiento negativo, es la reacción emocional más relevante.

Cuando la reacción de miedo es excesiva, la eficacia disminuye, y al


sobrepasarse un nivel óptimo de activación las consecuencias de la reacción de
miedo son un “bloqueo emocional” y un “entorpecimiento de la acción”. La
relación entre activación y rendimiento mantiene la forma de U invertida.

El miedo está en el origen de numerosos trastornos: los trastornos de


ansiedad, los ataques de pánico, fobias, los trastornos obsesivo-compulsivos y
el trastorno por estrés postraumático.

Con respecto al aprendizaje del miedo, no sólo se condicionan los


estímulos asociados al miedo, sino que también se puede condicionar el contexto
en el que se ha producido este condicionamiento. Y aunque estos estímulos
condicionados carezcan objetivamente de peligro, se convierten en nuevos
desencadenantes de miedo específicos de cada persona. Por lo que el miedo que en
muchas ocasiones se presenta como adaptativo y garante de la supervivencia, en
otras es el responsable de producir reacciones de miedo ante situaciones sin
significación, dando lugar a una generalización de los estímulos que producen
miedo.

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Las fobias pueden adquirirse:


 Por la generalización de estímulos
 Por el aprendizaje de evitación: el sujeto, mediante su conducta, es
capaz de prevenir la ocurrencia del estímulo dañino o estimulación
aversiva
 Por el aprendizaje vicario

En general, el miedo motiva la conducta de evitación, lo que impide


aprender que la fobia es infundada. Vemos las características de las fobias:
a) Existencia de un miedo desproporcionado en relación con el carácter
amenazante de la situación
b) El miedo conduce necesariamente a la evitación de la situación temida
c) No existe una posible explicación lógica del fenómeno (la persona es
consciente de esta irracionalidad)
d) Sobrepasan el posible control voluntario
e) Producen cierto grado de malestar o sufrimiento

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ANEXOS
LA SORPRESA

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EL ASCO

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EL MIEDO

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TEMA 6: LA ALEGRÍA, LA TRISTEZA Y LA IRA

COMENTARIO – RESUMEN

A) La alegría es el sentimiento positivo que surge cuando la persona experimenta


una atenuación en su estado de malestar, cuando consigue alguna meta u objetivo
deseado, o cuando tiene una experiencia estética. Constituye una vivencia
placentera y de carácter reforzante. Su manifestación más típica es la sonrisa,
que puede adoptar diversas formas: genuina, falsa y enmascaradora.

B) En la modulación de la experiencia subjetiva de alegría inciden diversos


factores: rasgos de personalidad (extroversión-jovialidad), consumo de alcohol y
drogas psicoactivas y las normas culturales y sociales al uso.

C) La alegría actúa como una atenuador de la emoción negativa, facilita y regula


la interacción social y promueve la conducta de ayuda. A nivel cognitivo,
favorece el procesamiento de información positiva, desatendiendo la de carácter
negativo. Optimiza la evocación de recuerdos agradables e incrementa la
flexibilidad cognitiva, impulsando la génesis de soluciones creativas e
innovadoras.

D) La tristeza es el sentimiento negativo caracterizado por un decaimiento en el


estado de ánimo habitual de la personas, que se acompaña de una reducción
significativa en su nivel de actividad cognitiva y conductual, y cuya
experiencia subjetiva oscila entre la congoja leve y la pena intensa propia del
duelo o de la depresión.

E) Comúnmente, esta emoción se plantea ante situaciones que nos suponen alguna
pérdida o que nos acarrean algún perjuicio o daño. No obstante, la tristeza no
tiene por qué tener indefectiblemente un cariz negativo. En la modulación de su
experiencia subjetiva participan otros factores: el perfil de personalidad
(neuroticismo y extroversión-introversión, estilo de atribución pesimista,
personalidad melancólica), factores cognitivo-conductuales (por ejemplo, tipo de
atribuciones, autocontrol, esquemas cognitivos, déficits de habilidades sociales
o de solución de problemas) y variables socioculturales.

F) La tristeza disminuye el nivel funcional de la persona, economizando sus


recursos y protegiéndola al limitar el procesamiento de estímulos desagradables.
Pero también potencia la introspección, el análisis constructivo y la búsqueda y
facilitación de apoyo social.

G) La ira es el sentimiento que emerge cuando la persona se ve sometida a


situaciones que le producen frustración o que le resultan desagradables. De modo
genérico, se plantea como un proceso vigorizador que urge a la acción,
interrumpiendo los procesos cognitivos en el agente que la instiga y actuando

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como defensa en situaciones que comprometen la integridad física o la autoimagen


y la propia estima.

H) En la modulación de la experiencia subjetiva de ira intervienen factores como


el perfil de personalidad (por ejemplo, introversión, neuroticismo, autoestima,
narcisismo) y la asunción de reglas y estilos de conducta propios del entorno
sociocultural.

I) Tras una experiencia frustrante, la ira infunde renovadas energías a la


personas, facilitando su defensa o permitiéndole la consecución de las metas
deseadas. Así mismo, actúa como un importante regulador de las transacciones
sociales, evitando la confrontación violenta. No obstante, desde otra
perspectiva, la ira también inclina a la agresividad, aunque no conduce a ella
indefectiblemente.

1. INTRODUCCIÓN
En el continuo emocional en el que transcurren nuestras vidas, el gozo, la
melancolía y la rabia, tres sentimientos básicos o primarios, regulan la
funcionalidad de diferentes sistemas biológicos, optimizan nuestros procesos
cognitivos, modulan la interacción social y nos permiten afrontar del modo más
adecuado la consecución de metas u objetivos. Además, también actúan entre sí,
compensando sus efectos menos deseables y potenciando aquellos que favorecen el
ajuste de la personas a la diversidad de contingencias que se le plantean en su
interacción con el medio.

2. LA EMOCIÓN DE ALEGRÍA

2.1. Definición

La alegría es el sentimiento positivo que surge cuando la persona


experimenta una atenuación en su estado de malestar, cuando consigue alguna meta
u objetivo deseado (cuyo logro no necesariamente tiene que ser esperado), o
cuando tenemos una experiencia estética (por ejemplo, la visión de un rostro
agraciado o la contemplación de una bella escultura).

Generalmente, la alegría es una experiencia emocional de duración breve,


aunque ocasionalmente puede experimentarse como un estado de placer intenso (a
veces descrito como éxtasis).

Las manifestaciones específicas de la alegría vendrán determinadas por el


grado de deseabilidad del acontecimiento desencadenante y por una serie de
factores globales, que son:
 La realidad del acontecimiento desencadenante (por ejemplo, imaginar que
uno aprobará el curso tras haber realizado un gran esfuerzo, genera una
reacción de alegría mayor que fantasear sobre hacernos ricos jugando a la
quiniela)

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 La proximidad psicológica del acontecimiento, agente u objeto que induce


la emoción (por ejemplo, en una escalada complicada con, supongamos, tres
campos antes de hacer cima, el hecho real e inmediato de alcanzar el
“campo dos” genera más alegría que la posibilidad futura de conquistar la
cumbre)
 La cualidad de inesperado (en general, los eventos agradables inesperados
se evaluarán más positivamente que los esperados)
 El nivel de activación o excitación fisiológica (cuando experimentamos
esta activación como parte de la reacción que tenemos ante la situación
inductora de la emoción, la intensidad del estado emocional subsiguiente
puede verse intensificada)

El interjuego de estas variables determinará la intensidad del sentimiento


de alegría y sus formas específicas, que pueden oscilar desde el simple “estar
contento o satisfecho por” a estados de éxtasis o de euforia de grado variable.

2.2 Características

2.2.1. Desencadenantes de la alegría

La emoción de alegría surge cuando la persona evalúa el objeto o


acontecimiento como favorable a la consecución de sus metas particulares. Por
tanto, si el objeto o evento percibido genera un efecto que el individuo valora
como deseable y afín al logro de un objetivo anhelado, entonces surgirá un
sentimiento de alegría, que será tanto más intenso cuanto mayor sea el grado en
el que el acontecimiento resulta deseable.

De acuerdo con esta concepción cognitiva, podríamos clasificar en dos


apartados los desencadenantes de esta emoción:
a) Aquellos que atenúan o eliminan contingencias negativas  Se incluyen
aquí circunstancias tales como el alivio del dolor físico (por ejemplo en
un paciente con cáncer), la disponibilidad de alimento o bebida tras un
período de ayuna prolongado (en una víctima de la hambruna), la
posibilidad de tener contactos sociales (en un anciano que vive en
soledad), la resolución favorable de una situación crítica para la propia
vida (ser rescatado tras un naufragio o un accidente) o la mitigación de
emociones negativas (superar una prueba que produce ansiedad o el
reencuentro con un ser querido).
b) La ocurrencia de acontecimientos positivos  Esta categoría engloba
circunstancias como la estimulación placentera (por ejemplo, ser
acariciado), concertar una cita amorosa, ganar un premio en la lotería,
ser apreciado o estimado por otros (ser objeto de un cumplido o resultar
atractivo para otra persona), tener una experiencia estética (contemplar
un bello paisaje, oler una aroma agradable), o recibir reconocimiento
profesional (la expresión de alegría de Almodóvar al recoger su Óscar o el
del administrativo que recibe reconocimiento a su labor por parte de un
superior).

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Ambos tipos de desencadenantes pueden generar sentimientos de alegría aún


cuando quien los sufre es otra persona. Podemos sentirnos contentos por los
logros de otros o la mejoría en el estado de precariedad de una persona con la
simpatizamos (la promoción laboral de un amigo íntimo). De modo similar (si bien
éticamente cuestionable) podemos sentirnos regocijados por la desventura de otro
al que, evidentemente, no procesamos afecto alguno (la alegría por el mal
ajeno). En este caso, la intensidad de la emoción estará determinada por:
a) El grado en el que el acontecimiento indeseable para la otra persona es
deseable para uno mismo
b) El grado en el que se estima que el acontecimiento es indeseable para la
otra persona
c) El grado en el que la otra persona merecía el acontecimiento
d) El grado de desprecio o inquina sentido por el otro

Por último, la alegría hilarante (aquélla que cursa con sonrisas, risas o
carcajadas) posee unos desencadenantes peculiares. Así, la exposición a
situaciones cómicas o chocantes (chistes, bromas, anécdotas graciosas) o
determinado tipo de estimulación táctil (cosquillas), actúan como un potente
activador de este tipo de emoción. Pero también, la contemplación de otros que
se hallan bajo tal estado emocional, el uso de determinadas sustancias químicas
(por ejemplo, el gas de la risa) o, incluso, la transgresión de determinadas
normas o tabúes, pueden inducir la ocurrencia de esta experiencia emocional.

2.2.2. Factores moduladores de la alegría

Existen personas con una predisposición especial para sentir regocijo en


situaciones mínimamente inductoras de esta emoción. Otras, en cambio, únicamente
se sienten alborozadas bajo circunstancias extremadamente chocantes. Y otras,
atenazadas por la patología, son incapaces de sentir o de expresar no sólo ya
esta emoción sino cualquier tipo de afecto, ya sea positivo o negativo.

Diversos factores son responsables de esta diversidad en la experiencia


emocional de la alegría. Pasamos a verlos a continuación.

2.2.2.1. Patrón de personalidad

En general, la manifestación de un carácter extrovertido se asocia


frecuentemente con una mayor experiencia de afecto positivo. La jovialidad, uno
de los factores englobados en el rasgo general de extroversión, desempeña una
función clave en relación a la emoción de alegría, actuando como un facilitador
de la inducción de este afecto positivo. Un nivel alto de este factor señala una
elevada predisposición de la persona para experimentar alegría y expresarla en
forma de risa ante estímulos adecuados.

Por el contrario, la seriedad o el malhumor frenan o imposibilitan el


afloramiento del júbilo. La persona seria no quiere verse inmersa en
interacciones en las que priman la jovialidad y el humor. El individuo
malhumorado, con frecuencia triste, no sólo no quiere sino que tampoco, aunque
lo desee, puede.

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Estos tres constructos afectivos (jovialidad, seriedad y malhumor) han


sido articulados en un “modelo factorial de jovialidad estado-rasgo”. Se
concluye que la jovialidad es un mejor predictor de alegría que la extroversión.
Por otra parte, se ha constatado la existencia de un efecto acumulativo en
virtud del cual la exposición a sucesivos episodios de alegría produce un
aumento del nivel de jovialidad.

2.2.2.2. Consumo de sustancias

Los parámetros habituales (frecuencia, intensidad, duración…) que definen


nuestra particular expresión de alegría pueden verse modificados cuando nos
encontramos bajo los efectos de determinadas drogas. En esta categoría se
encuentran el alcohol y las drogas psicoactivas del tipo de los alucinógenos
(por ejemplo, el ácido lisérgico), los opiáceos (la heroína) y los estimulantes
(la anfetamina). Característica común a todas ellas en su capacidad para
modificar el umbral de inducción de esta emoción, inhibiendo o facilitando su
manifestación en función de la dosis, de la tolerancia y del tiempo transcurrido
desde su administración.

La intoxicación inducida por estas sustancias puede llevarnos a un estado


de alborozo o euforia intensa bajo el que estímulos o situaciones irrelevantes
pueden actuar como poderosos activadores de la alegría. En estos casos, la
sonrisa auténtica (tipo Duchenne) frecuentemente no se adecua a las
circunstancias (la persona “bebida” que se muestra sonriente y afectuoso con el
policía que está tramitando su detención en un control de alcoholemia).

La manifestación de estos efectos depende del grado de tolerancia de la


persona al estupefaciente. Del mismo modo, cuanto mayor sea el tiempo
transcurrido desde su administración, menor será el efecto euforizante de la
sustancia.

2.2.2.3. Contexto sociocultural

La expresión emocional de la alegría está sujeta a normas culturales


estrictas adquiridas durante el proceso de socialización del individuo y que
determinan cuándo, dónde y con quién puede expresarse esta emoción.

El efecto regulador de la socialización sobre la expresión de la alegría


no tiene un carácter discreto sino que se extiende a lo largo de un continuo de
intensidad. Así, la expresión de júbilo se atenúa o acentúa más o menos en
función de la norma social y sólo en raras ocasiones resulta inhibida.

2.2.3. Procesamiento cognitivo de la alegría

A) Evaluación afectiva de la situación


 NOVEDAD  El proceso se inicia ante un objeto, persona, situación o
acontecimiento (una obra de arte, una nota favorable en un examen), cuya
aparición o desarrollo sucede con una rapidez alta o media, es decir,

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tiene un marcado matiz de sorpresa. Su ocurrencia difícilmente podría


haber sido anticipada por el individuo.
 AGRADABILIDAD  Este estímulo inicial o desencadenante es valorado de
forma positiva, resulta placentero o agradable para la persona.

B) Valoración de la situación
 SIGNIFICACIÓN  El suceso posee una alta relevancia para el individuo
tanto en lo referente a su estado general de bienestar como en cuanto a la
relación con su entorno social, a los vínculos e interacción que mantiene
con sus iguales. La ocurrencia del evento no es esperada, pero sí tenemos
la certeza de sus consecuencias positivas (aprobar una asignatura dura).
 AFRONTAMIENTO  El motivo causante de la situación puede ser otra
persona, un objeto o circunstancia sobre el que el sujeto puede ejercer
poco control y al que, dado su cariz agradable, es fácil adaptarse.
 NORMAS  La expresión de alegría, aunque espontánea y desbordante, está
condicionada por el contexto sociocultural en el que tiene lugar el
evento. En general, el grado de de intimidad y proximidad afectiva
determina el modo de expresión emocional (cuando existe intimidad, la
alegría se expresa de forma desinhibida mientras que, ante desconocidos o
en situaciones protocolarias, tienden a moderarse y a adaptarse a las
normas sociales).

2.2.4. Funciones de la alegría

Resulta obvia la función adaptativa que desempeñan las emociones, pero ¿de
qué modo contribuye la alegría a la adaptación del individuo al entorno?
Encontramos la respuesta en los efectos que genera la alegría:
 Efectos biológicos: La alegría podría actuar como una emoción que atenúa
la respuesta fisiológica al estrés, o que agiliza el reajuste homeostático
del organismo tras afrontar una situación de este tipo.
 Efectos psicológicos: La alegría reduce la ansiedad y el enfado,
atemperando la disposición a la agresividad. Además, mitiga la inhibición
asociada a la impotencia para resolver un determinado problema,
facilitando la posibilidad de explorar nuevas alternativas de
afrontamiento. También actúa como reforzador intrínseco que lleva a la
persona a esforzarse y persistir en la consecución de metas específicas y
que le permite disfrutar de actividades objetivamente poco gratificantes.
 Interacción social: La expresión alegre informa al interlocutor de nuestra
buena disposición para iniciar y/o mantener una relación interpersonal o
comunicativa. Algunos componentes de la alegría son aprendidos y están
cargados culturalmente (por ejemplo, la sonrisa fingida). Otros, en
cambio, tienen una alta determinación genética, se activan en etapas
tempranas de la vida y sirven de base para el desarrollo de los
componentes culturales de la expresión emocional de alegría.
 Papel regulador de la interacción: La retirada del gesto risueño en la
interacción es interpretada por el adulto como señal de que se desea
finalizar la interacción o de que ésta ha perdido su carácter agradable.

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La sonrisa (en este caso, siempre falsa) se utiliza no sólo para favorecer
la interacción de carácter amistoso, sino también para inhibir el
comportamiento hostil de los demás hacia nosotros.
 Desarrollo de conductas prosociales: La alegría desarrolla conductas para
cooperar con los demás o prestarles ayuda cuando nos la solicitan.

2.3. Activación

2.3.1. Efectos subjetivos de la alegría

La experiencia emocional subjetiva o sentimiento de alegría es


experimentada por la persona como una vivencia placentera y de carácter
reforzante. El sujeto se siente complacido, embargado por el júbilo, en un
estado de éxtasis de intensidad variable y con una disposición de ánimo
eufórico. Estos sentimientos dan pie a una actitud optimista en el afrontamiento
de las vicisitudes que se plantean en la vida cotidiana, favorecen el incremento
de la autoestima y de la confianza en las propias capacidades.

Este conjunto de experiencias subjetivas han sido recogidas bajo


diferentes denominaciones: auto-actualización, ego-resiliencia, emocionalidad
positiva, autonomía, optimismo aprendido o experiencia de flujo. También
denominadas vivencias autotélicas o autogratificantes (actividades creativas,
música, deporte)

2.3.2. Correlatos fisiológicos de la alegría

Los episodios de alegría hilarante afectan a los siguientes sistemas:

a) Actividad respiratoria y de la musculatura esqueletal:


 Disminución del tono muscular
 Movimientos paroxísticos del tronco y hombros
 No altera el ritmo respiratorio pero sí induce cambios en el ciclo
inspiración-espiración, determinando una mayor frecuencia expiratoria y la
participación activa de los músculos respiratorios
 Producción de movimientos sacádicos de baja amplitud y alta frecuencia (el
típico “ja-ja”)
b) Actividad cardiovascular:
 Ligera aceleración de la frecuencia cardíaca
 Cambios al alza en los niveles de presión sanguínea sistólica y diastólica
y en el volumen sanguíneo periférico

c) Actividad electrodérmica: Notorias fluctuaciones


d) Actividad endocrina: Modificaciones endocrinas diversas
e) Otros:
 Relajación momentánea del esfínter uretral (expulsión de orina)
 Secreción profusa de lágrimas (“llorar de risa”)

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2.3.3. La expresión facial de la alegría

La expresión de la alegría se acompaña de los siguientes gestos faciales:

a) Ojos:
 UA-6: Elevación de los pómulos y estrechamiento de la apertura palpebral
b) Labios:
 UA-12: Elevación y retraimiento bilateral de la comisura labial
 UA-25: Separación de los labios

La expresión de alegría varía en función de la intensidad de la emoción


(de más suave con un gesto sonriente hasta llegar a la carcajada acompañada de
diversos cambios posturales)

2.3.3.1. Tipos de sonrisa

Ekman y Friesen distinguen tres tipos básicos de sonrisa:

A) La sonrisa sentida o genuina: También llamada sonrisa auténtica o de


Duchenne. El despliegue de este tipo de sonrisa implica la contracción de los
músculos cigomático mayor y de la porción orbital del orbicular del párpado.
Dicho músculo sólo puede ser activado de manera involuntaria, cuando la
persona está experimentando una emoción positiva.
La acción combinada y bilateral de ambos grupos musculares, cigomático y
orbicular, es responsable del estiramiento de los labios, elevación de las
mejillas y el angostamiento de la apertura palpebral. Cuando esta sonrisa se
esboza en el rostro, lo hace como un indicador fiable de la experiencia
emocional subyacente, es decir, el gesto facial confluye con el sentimiento
de alegría convirtiéndose en indicio objetivo de éste (por ejemplo, un
reencuentro en el aeropuerto con nuestros seres queridos).

B) La sonrisa falsa o fingida: El gesto risueño es un gesto afectivamente vacío


que trata de aparentar un sentimiento positivo que realmente no está
ocurriendo. Mediante esta sonrisa simulamos experimentar alegría (por
ejemplo, cuando somos corteses escuchando un chiste sin gracia, la sonrisa de
las fotos de carné). No debe confundirse con un gesto hipócrita. La expresión
risueña juega un papel clave en la interacción social y no siempre tiene por
qué estar avalada por una emoción positiva.
Se produce una contracción muscular mucho menos intensa con una expresión
menos marcada del gesto. El músculo cigomático no eleva de forma tan acusada
las mejillas y la falta de activación del orbicular se deja ver en la
ausencia de los típicos pliegues en las comisuras palpebrales externas
(“patas de gallo”), que provoca su contracción.

C) La sonrisa enmascaradora o miserable: La persona experimenta en realidad una


emoción negativa (miedo, ansiedad, tristeza) e intenta ocultarla aparentando
un sentimiento positivo. La persona, por cortesía, interés o vergüenza no
desea dejar traslucir sus “miserias” emocionales. La tarea es doble: no sólo
debe componer una expresión afectiva (por ejemplo, alegría) sino que además

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tiene que inhibir otra (por ejemplo, tristeza). Tienden a combinarse


elementos de la sonrisa auténtica con otros que no son propios de la emoción
en curso. (por ejemplo, la “risa nerviosa”, con la que camuflamos el miedo o
la ansiedad que nos produce determinada situación).

¿Cómo podemos diferenciar una sonrisa auténtica de una falsa? En las


dos modalidades de sonrisa falsa se da:
1. Una baja o nula activación del músculo orbicular de los párpados. Además,
la distribución del gesto en la cara puede presentar diferentes grados de
asimetría.
2. Se suele amalgamar elementos tanto de la emoción aparente como de la real.
3. La expresión emocional se desdibuja de forma súbita, sin la degradación
progresiva que caracteriza a la sonrisa auténtica, o bien se manifiesta
intencionadamente durante períodos de tiempo más extensos que los que le
son propios.
4. En la sonrisa auténticamente emocional (Duchenne) las órdenes motoras que
componen el gesto facial correspondiente parten de la región cingulada
anterior, del córtex límbico y de los ganglios basales. En cambio, en las
sonrisas no emocionales (falsa y enmascaradora) únicamente implican la
corteza motora y su sistema piramidal. En estos casos el gesto se
construye de forma voluntaria mientras que en la sonrisa genuina se hace
de modo inconsciente.
5. La lesión en determinadas áreas del córtex motor da lugar a parálisis
facial, es decir, no puede sonreír a propósito. Sin embargo, sí puede ante
una situación emocional positiva sin ninguna dificultad. Las lesiones en
el sistema límbico y/o los ganglios basales da lugar a una parálisis
facial inversa o emocional, es decir, el paciente puede sonreír sin
emoción, pero no puede ante una emoción positiva.
6. La risa, que expresa estados de alegría más acusados, conlleva un soporte
muscular más complejo que la sonrisa. Además de los músculos antes
citados, también participan el risorio, el mentoniano, el depresor del
ángulo de la boca, el bucinador y el masetero. Con la risa, pueden darse
movimientos de las extremidades y del tronco.

2.3.4. La expresión vocal de la alegría

El conjunto de gestos y posturas que caracterizan a la alegría y a su


manifestación hilarante se acompaña también de vocalizaciones. En general, la
persona tiende a elevar el tono de la voz y a aumentar su sonoridad, al tiempo
que introduce un mayor número de variaciones tonales en su discurso. Cuando la
alegría se manifiesta en forma de risa se emiten una amplia variedad de sonidos
(los típicos “ja-ja” o “je-je”). Otros patrones (“jo-jo” o “ju-ju”) no se
asocian con una expresión desinhibida de la alegría.

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2.3.5. Afrontamiento de la alegría

La emoción de alegría plantea a la persona un bajo nivel de demanda, es


decir, aquélla dispone de recursos suficientes para hacer frente a los
requerimientos. La alegría facilita el restablecimiento de diferentes parámetros
biológicos y psicológicos alterados durante el proceso emocional negativo,
actuando también como un atenuador de los efectos generados por el afrontamiento
de potenciales situacionales de estrés.

A nivel cognitivo, esta emoción genera en la persona una actitud más


positiva en cuanto a la categorización y afrontamiento de la realidad. Bajo un
estado emocional alegre se optimiza el rendimiento cognitivo y mejoran las
tendencias afiliativas y relacionales de la persona.

2.4. Medida de la alegría

Se utilizan principalmente dos sistemas de codificación de la expresión


facial, además de otros alternativos:
 Sistema de Codificación de Acción Facial (FACS), de Ekman y Friesen
 Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial
(MAX), de Izard
 FAST (Facial Affect Scoring Technique), de Ekman, Friesen y Tomkins, que
facilita el reconocimiento de diferentes expresiones faciales
proporcionando una especie de catálogo atlas detallado de las mismas
 Modelo factorial de “jovialidad estado-rasgo”, de Ruch, en el que se
articulan tres constructos afectivos: jovialidad, seriedad y malhumor.

2.5. Consecuencia de la alegría

2.5.1. Efectos cognitivos de la alegría

Los sentimientos positivos, en general, actúan como señales que facilitan


el recuerdo de información positiva. Las personas a las que se ha inducido un
estado de ánimo alegre recuerdan más información de índole positiva que aquéllas
cuyo estado emocional no ha sido manipulado en forma alguna (grupo de control).
En cambio, los participantes bajo un estado emocional atribulado (por ejemplo,
la tristeza) no recuerdan más material negativo que los controles. Cuando nos
encontramos bajo el influjo de un afecto positivo nos volvemos cautelosos con el
fin de preservar durante el mayor tiempo posible este estado, desatendiendo así
la información negativa. Además, evitamos implicarnos en actividades complejas o
poco gratas cuyo afrontamiento podría desestabilizar nuestro afortunado estado
emocional. En base a este principio hedónico, cuando nos hallamos bajo el
influjo de un afecto negativo intentamos zafarnos de él evitando también la
información negativa, pero mostramos mejor disponibilidad para implicarnos en
cualquier tipo de actividad, buscando algún revulsivo que mejore nuestro estado
de ánimo. En general, los sentimientos positivos promueven conductas y
actividades que alientan el gozo y mantenimiento de este afecto.

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El afecto positivo reporta importantes beneficios cognitivos. Además de


los efectos sobre la memoria, incrementa la flexibilidad cognitiva, promoviendo
una mayor ductilidad y amplitud en la organización y delimitación de las
categorías mentales y facilitando así la génesis de soluciones creativas e
innovadoras a los problemas.

2.5.2. Conducta social y alegría

El afecto positivo influye sobre diferentes aspectos de nuestra conducta


social, haciéndonos más generosos, incrementando nuestra inclinación a prestar
ayuda y a asumir responsabilidades. Contribuye a crear nuevos lazos sociales o a
estrechan aún más los ya existentes. Tanto el apoyo social como los vínculos de
amistad constituyen mecanismos altamente adaptativos.

2.5.3. La alegría patológica

Ocasionalmente, el sentimiento de alegría pierde su carácter adaptativo


dando paso a un estado emocional alterado desprovisto de las características
funcionales y experienciales propias de este afecto positivo. Hablamos de
hipomanía en referencia a su forma más moderada y manía para identificar su
manifestación más extrema.

Durante el episodio maníaco se producen alteraciones cognitivas que se


traducen en sentimientos de grandiosidad y exaltación de la propia estima. El
paciente valora en exceso la importancia de su persona y se considera factor de
grandes logros (inventos, hazañas). La manía puede incluir o no síntomas
psicóticos. Cuando se producen, se da una exageración de las capacidades y
posibilidades reales del paciente.

La persona maníaca experimenta una exaltación de vitalidad, acompañada de


regocijo, bienestar y euforia. Su necesidad de sueño se reduce a 3 ó 4 horas
presentando hiperactividad. El paciente despliega un discurso continuo,
acelerado y explosivo, en un tono de voz elevado y abundantes gestos, y se
alternan contenidos de matiz imperativo, humorístico o insultante. La
hiperactividad adopta la forma de promiscuidad sexual, compromiso político
excesivo o preocupación religiosa. La combinación de juicio social defectuoso y
sensación de grandeza puede dar lugar a despilfarros, pésimas decisiones
financieras o conductas peligrosas.

Con frecuencia, el humor eufórico se convierte en irritabilidad,


hostilidad y agresividad. El paciente insulta abiertamente y agrede a los demás,
con total desprecio a las normas sociales. Esta actitud deriva a menudo hacia
estados depresivos y da lugar a cuadros psicopatológicos del tipo de los
trastornos bipolares y de la ciclotimia.

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3. LA EMOCIÓN DE TRISTEZA
Las emociones negativas, como el miedo, la ansiedad, la ira o la tristeza
constituyen nuestra primera línea de defensa afectiva contra las amenazas
externas. El componente sentimental común a estas emociones es la aversión, la
experiencia subjetiva desagradable.

La tristeza es la ‘cenicienta’ de las emociones negativas, escaseando los


estudios, que se han centrado más en la depresión o en la pena asociada al
duelo.

3.1. Definición

La tristeza es el sentimiento negativo caracterizado por un decaimiento en


el estado de ánimo habitual de la personas, que se acompaña de una reducción
significativa en su nivel de actividad cognitiva y conductual y cuya experiencia
subjetiva oscila entre la congoja leve y la pena intensa propia del duelo o la
depresión.

Comúnmente, esta emoción se plantea ante situaciones que nos suponen


alguna pérdida o que nos acarrea algún perjuicio o daño. No obstante, la
tristeza no tiene por qué tener un cariz negativo. A veces hallamos satisfacción
en regocijarnos en este sentimiento (leer relatos llenos de connotaciones
melancólicas o ver una película de contenido dramático).

También tendemos a experimentar estados que podríamos denominar de “gozosa


tristeza”, en los que nos complacemos en la conmiseración propia, sintiendo
piedad por nosotros mismos (evocar un recuerdo feliz que nos embarga de
alegría).

Finalmente, la tristeza puede surgir como respuesta a una emoción positiva


tan intensa que se torna dañina. Así, ganar el “premio gordo” de la lotería o
sacar una oposición puede sumir al individuo en un desconcierto emocional
transitorio.

Una de las consecuencias más evidentes e inmediatas de la tristeza es el


aparente anquilosamiento que produce en la persona afectada por ella. En su
vertiente defensiva, permite establecer medidas de autoprotección que reduzcan
la vulnerabilidad de la persona ante eventos que superan sus recursos para
hacerles frente. En su vertiente reparadora, posibilita el abandono del plan de
acceso a una meta esquiva o perniciosa, o la sustitución por otras metas con más
visos de accesibilidad o que resultan más gratificantes.

3.2. Características

3.2.1. Desencadenantes de la tristeza

El sentimiento de tristeza emerge ante situaciones que suponen bien la


pérdida de una meta valiosa para la persona, bien el planteamiento de una
contingencia aversiva (la pérdida de la pareja, un suspenso en una asignatura).

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Estas características de decepción y desagrado son compartidas también por los


eventos activadores de otra emoción, la ira. Es decir, la misma circunstancia
puede generar en la persona una experiencia emocional ya melancólica, ya de
rabia. El factor determinante es el convencimiento que tiene la persona sobre la
posibilidad de poder hacer algo o no con vistas a la recuperación de la meta o
la neutralización del estado aversivo:
- Cuando la valoración cognitiva lleva al sujeto a concluir que no existe plan
alguno que le permita restablecer la meta perdida, la emoción concomitante
será la tristeza, que empuja al abandono de la meta o a su sustitución por
otra.
- Si como resultado de dicho proceso de valoración se infiere que la meta puede
ser restaurada mediante un plan de acción preciso, entonces el afecto
asociado será la ira, que empuja a la recuperación de la misma.

Siguiendo a Power, los rasgos del proceso emocional de la tristeza son:


 El resultado de la evaluación debe ser de pérdida o fracaso de una o más
metas de gran significación para el individuo (objetos, personas)
 La pérdida o daño no debe ser necesariamente de carácter permanente (una
incapacitación temporal o un viaje que nos aleja de la familia)
 La pérdida puede no ser personal sino afectar a otros allegados nuestros
 Las metas con respecto a las que se evalúa la pérdida pueden tener
diferente proyección temporal, situándose en el pasado (el recuerdo de un
trauma sufrido en la niñez), en el presente (la enfermedad de un hijo) o
en el futuro (anticipar un despido laboral)
 La experiencia subjetiva de tristeza varía considerablemente tanto en
intensidad como en duración. Estos parámetros oscilan entre una tristeza
leve y de corta duración (la pérdida del bonobús) y una melancolía intensa
y perdurable (la pérdida de un ser querido)

3.2.2. Factores moduladores de la tristeza

Entre los factores que determinan el afrontamiento ante la tristeza se


encuentran el perfil de personalidad, la funcionalidad cognitiva, la falta de
habilidades conductuales y el entorno sociocultural.

3.2.2.1. Patrón de personalidad

En general, las personas con un rasgo de neuroticismo acusado tienden a


mostrar una alta inestabilidad emocional, que se manifiesta en forma de
frecuentes sentimientos de tristeza, desesperanza y depresión. Esta falta de
control sobre los afectos está mediatizada por una autoimagen negativa, baja
autoestima, tendencia a la autocrítica, alta propensión a experimentar culpa y
una mala dinámica relacional.

La interacción del rasgo extroversión-introversión con el neuroticismo


puede afectar el sentimiento de tristeza de formas diversas. La extroversión
anima al neurótico a la búsqueda de relaciones sociales, en cuanto que favorece
la formación de una red de apoyo social como fuente de refuerzo. Sin embargo,

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también puede convertirse en un factor de descompensación afectiva al


incrementar la posibilidad de que el sujeto se vea inmerso en situaciones de
conflicto. Un efecto inverso puede observarse en relación a la introversión, ya
que, por una parte, lo limitado de sus transacciones sociales preserva al
introvertido de situaciones interpersonales comprometidas pero, por otra parte,
le priva de un importante caudal de refuerzo positivo.

Un estilo explicativo pesimista lleva a la persona a creer que las


contingencias afortunadas o experiencias positivas que se le plantean en la
vida, son debidas a factores sobre los que tiene poco o nulo control (causa
externa) resultan difíciles de predecir o anticipar (inestables) y actúan sólo
en esa circunstancia particular y no en otras (especifidad). La persona con un
estilo explicativo pesimista piensa que las cosas buenas que le ocurre se debe a
causas externas, inestables y específicas.

Bajo la denominación de personalidades melancólicas se agrupan un conjunto


de sujetos caracterizados por un excesivo afán de orden, por la sobriedad, el
sentido del deber, la escrupulosidad moral y la pulcritud. Presentan una
personalidad excesivamente rígida y, debido a su poca capacidad de adaptación,
se afecta gravemente cuando se plantean pérdidas o amenazas al entramado
existencial con que se protege el individuo.

3.2.2.2. Determinantes cognitivos-conductuales

A) Factores cognitivos y tristeza

Los sucesivos fracasos en el logro de la meta deseada o en la evitación de


una situación desagradable, llevan a la persona a entender que no tiene control
sobre el acceso a la meta o la neutralización del evento aversivo. De acuerdo
con este paradigma, si la persona llega al convencimiento de que sus conductas
voluntarias no influyen en forma alguna en el logro de los resultados deseados,
entonces desarrollará un estado psicológico conocido como indefensión aprendida.
Bajo este síndrome, el individuo reduce su nivel de actividad, desarrolla una
actitud pesimista y presenta un estado afectivo caracterizado por la apatía y la
tristeza extrema. El tipo de atribuciones que hace la persona ante los sucesos
negativos resulta clave en la emergencia de un estado de ánimo melancólico y
depresivo. Así, un estilo de atribución que fija la causa del fracaso en la
consecución de la meta en uno mismo (atribución interna), que amplía esa falta
de habilidad personal a la consecución de cualquier meta que se plantee el
sujeto (atribución general) y que considera que esta situación tiene un carácter
permanente (atribución estable), tenderá a general un estado de indefensión
afectivamente marcado por el sentimiento de tristeza.

Se ha destacado también la importancia del autocontrol, desde el que se


explican los cambios emocionales y cognitivos en función de la valoración del
propio comportamiento (autoevaluación) y de la capacidad de la persona para ser
su propia fuente de refuerzo (autorrefuerzo). Del mismo modo, se ha planteado la
existencia de esquemas cognitivos (representaciones de experiencias pasadas
guardadas en la memoria y que operan como filtros en el análisis de la

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información recibida en el momento actual), que distorsionan la percepción de la


realidad y que llevan a la persona a cometer errores en sus procesos de
razonamiento. Estos juicios equivocados le inducen a elaborar una visión
negativa de sí misma, de su entorno y de su proyección de futuro.

En los estados depresivos se ha observado un deterioro de la capacidad


para identificar el tipo de emoción que el interlocutor está expresando. Con
frecuencia, la persona deprimida tiende a sesgar negativamente su percepción de
la respuesta afectiva del otro.

Por otra parte, las personas deprimidas tienden a filtrar sus recuerdos,
activando con frecuencia los de carácter negativo, es decir, los que son
congruentes con su estado de ánimo.

B) Factores conductuales y tristeza

Lewinsohn propuso que una reducción drástica en la cantidad de refuerzo


positivo que recibe la persona actuaría como factor desencadenador de la
tristeza extrema observada en la depresión. La carencia de habilidades sociales
desempeña aquí un papel primordial, ya que modula tanto la posibilidad como la
cantidad de refuerzo social que recibimos de los demás. Este descenso en la
frecuencia con que uno es reforzado, determina la aparición de respuestas
típicamente depresivas (apatía o pérdida de iniciativa).

Se ha hallado una correlación negativa entre la capacidad para resolver


problemas interpersonales y la depresión. De este modo, los sujetos más tristes
muestran una capacidad menor para hacer frente a situaciones socialmente
conflictivas. Son, en general, más diestras en la solución de problemas, pero no
lo son tanto cuando éstos son de índole social.

3.2.2.3. Contexto sociocultural

El estereotipo afectivo de la tristeza (desagradable, disgusto, molestia)


no tiene validez universal, aunque sí su proceso emocional, que se entiende
presente en todos los humanos con independencia de su entorno cultural.

Por tanto, en no todas las culturas la tristeza tiene un cariz negativo


(en las culturas asiáticas, por ejemplo, es considerada como un paso más en el
camino del perfeccionamiento que lleva a la salvación).

La falta de autocontrol y la solicitud de ayuda son dos rasgos de la


tristeza que matizan su aceptación o su rechazo social. Así, en las sociedades
individualistas, que enfatizan la actividad y la autonomía, la carencia de
autodominio y las actitudes dependientes hacen que no tenga buena fama este tipo
de sentimientos. En cambio, las sociedades colectivistas, emocionalmente más
receptivas, se muestran más tolerantes en relación a esta clase de experiencia
afectiva. En ellas, la tristeza refuerza los vínculos sociales y anima al
comportamiento compasivo y altruista con la persona atribulada.

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3.2.3. Procesamiento cognitivo de la tristeza

A) Evaluación afectiva de la situación


 NOVEDAD  La tristeza aparece en relación a situaciones que no resultan
extrañas a la persona, es decir, tienen poca capacidad de sorpresa (cuando
nos informan de la apertura de un expediente de regulación de empleo que
amenaza nuestro puesto de trabajo), y la evaluación valorativa colorea las
circunstancias con otro tipo de emoción (ira, miedo, ansiedad). Cuando
fracasan los planes de acción (no somos capaces de encontrar un empleo
alternativo) y se llega al convencimiento de la no viabilidad de cualquier
otra medida de afrontamiento, entonces emerge la tristeza. En cualquier
caso, el grado de familiaridad con el suceso emocional es bajo (no todos
los días peligra nuestro puesto de trabajo) y su ocurrencia es poco
predecible.
 AGRADABILIDAD  La imposibilidad de actuar sobre el acontecimiento y su
condición de obstáculo o barrera que impide el acceso a la meta deseada,
determinan que la persona lo valore como una contingencia desagradable y
que se sienta desamparada ante él.

B) Valoración de la situación
 SIGNIFICACIÓN  El suceso emocional tiene una gran importancia para el
individuo, por lo que le aboca al abandono de las metas perseguidas y le
obliga a fijarse en otras nuevas (un desengaño amoroso motiva a
restablecer la relación con la otra persona, pero si estos planes de
acción fracasan, posiblemente se fijará como nueva meta encontrar otra
pareja). Las consecuencias negativas derivadas de esta situación ya habían
sido anticipadas por el sujeto antes de que se desencadenara la emoción.
Por otra parte, la urgencia de la intervención sobre la situación es baja,
ya que, al no haber restablecido la meta, la persona se siente desolada y
carente de guías de conducta.
 AFRONTAMIENTO  La tristeza se plantea en relación una situación de
impasse, en la que el individuo se ve inmerso en un atolladero del que le
resulta difícil salir. Además, es consciente de su bajo potencial de
respuesta a esta situación y del poco o nulo control que puede ejercer
sobre ella. No obstante, la tristeza no impide la emergencia de otras
emociones, que pueden contribuir a resolver la situación de estancamiento.
Esto hace que se haga una atribución causal sobre el otro y buscamos un
agente responsable de la situación (echamos la culpa a otro incluso cuando
no los hay).
 NORMAS  Dada la falta de planes de acción para afrontar el suceso
emocional, la valoración de su adecuación a las normas externas (sociales)
es nula. En cuanto a la normativa interna, no se hará uso de la solicitud
de apoyo o ayuda de otros si se considera que con ello se da una imagen de
persona blanda o pusilánime que no se corresponde con la que uno tiene o
desea dar de sí mismo.

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3.2.4. Funciones de la tristeza

En general, el sentimiento de tristeza ralentiza el nivel funcional del


individuo, afectando tanto a sus procesos cognitivos como a su conducta
manifiesta o motora. Este efecto actúa impidiendo un derroche innecesario de
energía, ya que no tiene sentido afrontar una situación sin tener un plan de
acción eficaz o recursos suficientes.

La aflicción, por tanto, contribuye a esta política de ahorro de energía


reduciendo la atención centrada en el entorno y favoreciendo la enfocada sobre
uno mismo. Esta preeminencia de la atención dirigida hacia los procesos internos
contribuye, como ya hemos dicho, a economizar recursos, pero también desempeña
una función de autoprotección. Además, favorece la introspección y el análisis
constructivo que le permitan desarrollar nuevas estrategias de acción o
desvalorizar la meta bloqueada, haciendo así menos traumático su abandono.

La tristeza favorece cierta regresión en el individuo que la experimenta,


que se torna más receptivo al amparo que le puedan ofrecer otros significativos
para él. Y es que, con frecuencia, tendemos a buscar cobijo afectivo y apoyo
social ante situaciones de conflicto intenso, generando con sus allegados una
vinculación empática. Este estado de “emoción mimética” les permite ver la
situación desde otra perspectiva, aplicar sus procesos cognitivos a la búsqueda
de soluciones creativas y facilitar apoyo y comprensión, suavizando la situación
de desamparo en la que se encuentra la persona apenada. En definitiva, esta
emoción refuerza los vínculos sociales, animando al grupo a prestar ayuda y
apoyo emocional al individuo atribulado. No obstante, puede convertirse en arma
de doble filo, ya que, mientras que el individuo alegre tiene una buena
aceptación en el grupo, la persona crónicamente triste acaba, a menudo, siendo
evitada y relegada por los otros miembros.

3.3. Activación

3.3.1. Efectos subjetivos de la tristeza

El sentimiento de tristeza irrumpe en la conciencia con un claro matiz


desagradable. La persona se siente abatida, impotente, afligida, desanimada y
sin fuerzas para articular un plan que le permita afrontar de forma eficaz la
situación que desencadenó tal estado emocional. En su expresión más extrema
(tras una experiencia traumática) produce un intenso desconcierto y bloqueo
funcional. La realidad desbarata las expectativas y el sistema de creencias del
sujeto, reaccionando con sentimientos de desamparo, impotencia y desolación.

Además, los procesos cognitivos se ralentizan y sesgan hacia los aspectos


más negativos de uno mismo y del entorno. Se adopta una actitud pesimista que
anula cualquier expectativa futura de cambio positivo. La atención se orienta
hacia dentro, centrándose en el análisis de los acontecimientos inmediatos y de
sus desagradables consecuencias. La tristeza nos predispone a realizar
reflexiones de largo alcance.

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3.3.2. Correlatos neurobiológicos y psicobiológicos de la tristeza

a) Correlatos neurobiológicos

La inducción de tristeza está asociada a la activación de diferentes


sistemas y estructuras cerebrales. Entre ellas:
 El córtex prefrontal medial, que tiene una función general en el
procesamiento emocional y, por tanto, su activación también se produce con
ocasión de otros afectos distintos a la tristeza.
 El córtex cingulado subcalloso, que está asociada a la ocurrencia de este
tipo de afecto.

La funcionalidad sináptica de las áreas cerebrales implicadas en el


proceso emocional de la tristeza está mediatizada por la función
neurotransmisora de dos aminas biogénicas, la serotonina y la noradrenalina.
Ambas intervienen en la regulación de una red bioquímica, el “eje hipotálamo-
hipofiso-adrenal” (HPA), que es clave en la regulación de las reacciones de
enfrentamiento-huída y de la respuesta al estrés. Cuando se detecta una amenaza
contra el bienestar físico o psicológico, el factor liberador de la
corticotropina, segregado por el hipotálamo, hace que la hipófisis anterior
produzca la hormona adrenocorticotropa. Ésta, a su vez, estimula la secreción de
cortisol por la corteza suprarrenal. Tal secuencia de acciones prepara al
organismo para el enfrentamiento o la huída, interrumpiendo cualquier actividad
que no esté orientada a la autoprotección. El cortisol aumenta la concentración
de azúcar en sangre y el ritmo cardíaco e inhibe una respuesta inmunitaria
excesiva. El factor liberador de la corticotropina reduce la sensación de hambre
y el impulso sexual, al tiempo que intensifica el estado de alerta.

Una activación excesiva o prolongada del eje HPA puede resultar


perjudicial y favorecer la aparición de trastornos depresivos.

También, se ha hallado una hipoactivación del lóbulo frontal izquierdo


tanto en pacientes con depresión como en aquéllos que habían estado deprimidos
con anterioridad.

b) Correlatos psicofisiológicos

Las emociones negativas se acompañan de respuesta del Sistema Nervioso


Autónomo mucho más intensas que las que se observan con ocasión de la ocurrencia
de los afectos positivos. El proceso emocional se acompaña siempre de una serie
de alteraciones que abarcan distintos índices somáticos y fisiológicos:

1. Actividad respiratoria y de la musculatura esqueletal  La tristeza se


acompaña de una elevación del tono muscular general. Cuando su intensidad
aumenta y da paso a estados próximos a la depresión, el efecto se
invierte, dándose entonces una reducción en el nivel de tensión muscular.
Aunque el ritmo respiratorio se mantiene estable, se dan cambios en la
amplitud de la respiración.

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2. Actividad cardiovascular  El corazón late con una frecuencia algo mayor,


pero se reduce el volumen de sangre bombeando al árbol arterial en cada
latido. En cambio, aumenta la resistencia vascular periférica y se elevan
ligeramente los niveles de presión sanguínea sistólica y diastólica.
3. Actividad electrodérmica  El sentimiento de tristeza aumenta el nivel de
conductancia de la piel, alcanzando valores muy altos.
4. Actividad endocrina  Se da un aumento notable de los niveles de cortisol
en sangre. Esta alteración refleja una disfunción del eje HPA.

3.3.3. Expresión facial de la tristeza

A través de la expresión facial el estado afectivo es comunicado


rápidamente a los demás, convirtiéndose en una señal social, que activa el mismo
afecto en los otros. Es el denominado “contagio emocional”.

La composición gestual básica de la tristeza se caracteriza por:

a) Cejas:
 UA-1: Elevación de los extremos de las cejas más próximos al eje central
del rostro
 UA-14: Disposición inclinada de las cejas hacia la parte externa de la
cara
b) Labios:
 UA-15: Las comisuras de los labios son desplazadas hacia abajo
c) Otros:
 UA-6: Ascenso de los pómulos y estrechamiento de la apertura palpebral
 UA-11: Apariencia más notoria del repliegue nasolabial, cuyo trazado
conecta las aletas nasales con las comisuras labiales
 UA-54: Inclinación de la cabeza
 UA-64: Mirada hacia abajo, pero también fijada en un punto indeterinado
del campo visual o extraviada

En la composición de esta “cara lánguida” intervienen, principalmente, los


músculos: frontal, piramidal, superciliar, mentoniano y el depresor del ángulo
de la boca.

Las formas más leves de tristeza suelen manifestarse en el rostro,


mientras que la persona intensamente apesadumbrada puede mostrar una alteración
corporal: cabizbajo, con la espalda arqueada hacia delante, los hombros caídos,
los brazos laxamente tendidos a lo largo del cuerpo y un caminar pausado y
costoso. La pena se puede expresar también en forma de llanto, que en su
dimensión extrema convulsiona el cuerpo. El llanto cumple una función adaptativa
que permite comunicar de forma no verbal la experiencia de un sentimiento
doloroso y así, conseguir de los otros empatía, atención y consuelo.

Este síntoma de aflicción aparece de forma sincera y frecuente en la


infancia y la niñez. En el adulto, su frecuencia disminuye, las normas sociales
regulan su expresión limitándola y fomentando su inhibición. Los beneficios

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(afectivos, materiales) que reporta el llanto a la persona realmente


apesadumbrada han dado pie al empleo doloso de esta expresión emocional. Así, la
podemos utilizar para simular arrepentimiento (lágrimas de cocodrilo) o con
intención instrumental (lágrimas de plañidera), pero siempre vacía de
sentimiento auténtico.

3.3.4. Expresión vocal de la tristeza

Tanto la potencia como el ritmo con la que vibran las cuerdas vocales se
atenúan bajo el influjo de la tristeza. Nuestro tono de voz resulta más bajo y
monótono, de menor sonoridad e intensidad. La fluencia verbal se reduce,
disminuyendo el número de palabras articuladas y ampliándose el tiempo necesario
para su articulación. El habla se torna cansina y lenta y el tono de voz
disminuye progresivamente a lo largo de la pronunciación de la frase.

3.3.5. Afrontamiento de la tristeza

La tristeza tiene una clara función de protección y de restauración frente


a las amenazas y posibles daños que puedan derivarse para la persona en su
interacción con el medio. Ambas funciones se ponen en práctica a través de una
serie de medidas de afrontamiento:

a) RETRAIMIENTO  La persona entristecida tiende a replegarse sobre sí


misma, mostrando un aislamiento relativo del medio. De este modo, una
actitud reservada permite restringir el gasto de energía al desconectar al
individuo de la ejecución de planes de conducta que se han mostrado poco
útiles en la resolución del conflicto. Por otra parte, la tristeza mitiga
el impacto de los factores ambientales reduciendo la cantidad de atención
que se les presta. Pero, al mismo tiempo, incrementa la atención sobre los
procesos internos. Este efecto hace posible una mayor concentración en las
vivencias propias asociadas a la situación que instigó el afecto.
b) MODERACIÓN FUNCIONAL  La tristeza modera y atenúa el nivel de
funcionamiento general del individuo. Una vez que los planes de acción
disponibles han fracasado resulta contraproducente mantener los niveles
tan altos de activación y funcionalidad que se tenían antes de que
surgiera la emoción. La acción atenuadora ejercida por la tristeza
confiere un ritmo más pausado a los procesos cognitivos, que ahora pueden
invertir más tiempo y detalle en el análisis exhaustivo tanto de la
situación de conflicto como de los planes fallidos para hacerle frente.
c) IMPACTO SOCIAL  La tristeza es una de las emociones de mayor efecto
catalizador sobre el apoyo social y afectivo. Tendemos a sentir piedad por
la persona atribulada y generamos más fácilmente empatía hacia ella. En
general, el sentimiento de melancolía nos hace más propensos a buscar
alivio a nuestras penas en el contacto social y afectivo con los otros.
Aunque a veces se da la reacción opuesta, esto es, el sujeto entristecido
rehúye la interacción con los demás y extrema su actitud de retraimiento e
introversión, sobre todo cuando la situación de conflicto ha supuesto un

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daño que afecta a la autoestima y a la imagen social que la persona desea


dar de sí misma.

3.4. Medida de la tristeza

En lo que concierne a la expresión facial propia de la tristeza se han


empleado los siguientes protocolos:

 El Sistema de Codificación de la Acción Facial (FACS), de Ekman y Friesen


 El Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial
(MAX), de Izard
 Escalas de afecto positivo y negativo (PANAS)
 Cuestionario de pensamientos automáticos (ATQ)
 Cuestionario de estilo atribucional (ASQ)
 Escala de Hamilton para la evaluación de la depresión (HRSD)
 Inventario de depresión de Beck (BDI)

3.5. Consecuencias de la tristeza

3.5.1. Efectos cognitivos de la tristeza

Uno de los efectos cognitivos que provoca esta emoción es atenuación de la


atención hacia el ambiente y su consecuente orientación hacia el medio interno.
Esta medida procura al individuo de cierto aislamiento estimular, que le permite
rechazar eventos emocionales que por su difícil manejo generan tensión. Por
tanto, la tristeza favorece la autoevaluación y la reflexión sobre la situación
que generó la tristeza.

La tristeza también influye en los procesos de pensamiento de la persona.


Este sentimiento se asocia con una menor propensión a utilizar juicios
heurísticos y, en su lugar, a guiarse por procedimientos rígidos y
estereotipados, ya que la persona sumida en la tristeza es incapaz de explorar
nuevas alternativas.

Cuando estamos tristes, este sentimiento funciona como una señal que nos
informa de que la situación en la que nos hallamos inmersos es conflictiva y que
debemos proceder con cautela. La prudencia nos lleva a prestar atención a los
detalles de la situación y nos obliga a ser tan estrictos y rígidos en su
interpretación que anula cualquier amago de creatividad. Por tanto, bajo un
estado de ánimo triste, las personas tienden estrictamente a los datos
disponibles, inhibiendo la exploración de otras opciones. Este estado se
mantiene mientras no hay información disponible que anime a aventurarse en la
exploración de nuevas estrategias. Cuando el contexto aporta evidencia de que el
plan de acción clásico no siempre es útil, el individuo atribulado modifica sus
estrategias, adoptando esquemas de pensamiento más flexibles y novedosos.

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3.5.2. Conducta social y tristeza

La tristeza, por una parte, estimula en los demás la propensión a prestar


ayuda material y afectiva a la persona que se halla bajo la influencia de esta
emoción. Si no es espontánea, el melancólico la solicitará a los miembros de su
entorno. Por otra parte, en ocasiones el afectado se muestra esquivo a la
interacción social y prefiere aislarse en su pena. Los factores que pueden
determinar esta actitud son, entre otros, una personalidad introvertida, el
temor al deterioro de la imagen social, la gravedad del problema, la intensidad
del sentimiento de tristeza, etc. Otras personas optan por una posición
intermedia, manteniendo intensas transacciones afectivas con su entorno próximo
(donde se saben aceptados) y mostrando una actitud huraña en el trato social
amplio (donde temen ser objeto de crítica y burla).

3.5.3. La tristeza patológica

La tristeza extrema frecuentemente da forma a un cuadro psicopatológico de


depresión. Bajo su influjo se alteran la afectividad, los procesos cognitivos y
la conducta, los ritmos biológicos y la funcionalidad fisiológica.

 El aspecto afectivo más destacable es el sentimiento de melancolía


profunda que, junto con la incapacidad de para experimentar placer alguna
(anhedonia), impregna tanto los procesos mentales de la persona como su
interacción con el medio. El paciente adopta una actitud pesimista y un
desinterés que alcanza a todos los ámbitos de la vida.
 En cuanto a los procesos cognitivos, el pensamiento sufre alteraciones del
curso y del contenido. La reflexión mental se lleva a cabo de forma lenta
y costosa, y se dedica preferentemente a la elaboración de contenidos
negativos. La atención y la concentración disminuyen de forma notoria como
resultado del desinterés, la falta de motivación y el bajo nivel de
aceptación. Este síntoma, cuando se suma a los déficits de memoria se le
identifica como “pseudodemencia depresiva”.
 La conducta del paciente está marcada por la inhibición. Su actividad y
rendimiento se hallan en cotas muy por debajo de lo que es habitual en él,
llegando incluso a la total apatía, que le impide el desarrollo de
cualquier actividad.
 En cuanto a los ritmos biológicos, el paciente refiere alteraciones del
sueño, que incluyen dificultades para dormir, pesadillas, diferentes
formas de insomnio. También aparecen alteraciones del apetito, que pueden
manifestarse en forma de anorexia.
 La depresión también puede producir múltiples efectos fisiológicos, entre
ellos, dolores de cabeza, ausencia de menstruación, estreñimiento,
palpitaciones y sensación de cansancio crónico (astenia).

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4. LA EMOCIÓN DE IRA
“Homo hominis lupus” (el hombre es el lobo del hombre) afirmaba Hobbes en
su obra Leviatán (1651), en referencia a la naturaleza humana, considerando al
hombre como un ser egoísta y brutal, cuya existencia se basa en la lucha, la
fuerza y la violencia.

En el último cuarto de siglo, se considera la ira, por una parte, como una
emoción moral, que se dispara ante los actos de injusticia contra uno mismo o
contra los que sufren otros y, por otra parte, como una emoción inmoral, que,
movida por intereses egoístas, se activa ante la pérdida o negación de una
gratificación.

4.1. Definición

La ira es el sentimiento que emerge cuando la persona se ve sometida a


situaciones que le producen frustración o que le resultan aversivas. Se plantea
como un proceso vigorizador que urge a la acción, interrumpiendo los procesos
cognitivos que se hallan en curso, centrando la atención y la expresión de
afectos negativos en el agente que la instiga, y actuando como defensa en
situaciones que comprometen la integridad física o la autoimagen y la propia
estima.

La ira suele ser entendida, erróneamente, como un término sinónimo de


hostilidad y agresividad:
 La ira es un afecto primario que dota de energía y facilita las
transacciones del individuo con su medio, pero que no necesariamente aboca
al resentimiento o a la agresividad. Actuaría como factor afectivo.
 La hostilidad sí conlleva animadversión hacia el agente provocador, pero
no siempre se acompaña de la ira ni tiene por qué acabar en conductas
agresivas. Actuaría como factor cognitivo.
 La agresividad hace referencia a la propensión a desplegar un tipo de
conducta que supone confrontación con el agente inductor, con ánimo de
causarle daño. Actuaría como expresión conductual.

Ninguno de ellos es condición necesaria ni suficiente para la ocurrencia


de los otros dos.

4.2. Características

4.2.1. Desencadenantes de la ira

A) SITUACIONES FRUSTRANTES

1. Obstrucción del acceso a una meta  Cuando el progreso hacia un


objetivo deseado se ve interrumpido, la valoración cognitiva que lleve a cabo la
persona en relación a esta contingencia determinará el tipo de emoción
emergente. Si como resultado de esa valoración se considera que no existe
posibilidad alguna de restablecer el acceso a la meta, entonces el afecto

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concomitante será la tristeza. En cambio, si se estima que es posible actuar


sobre los factores que bloquean la vía hacia ella, restableciendo así las
condiciones previas, entonces la emoción asociada será la ira. El agente que
causa el bloqueo puede ser un objeto inanimado (una tuerca difícil de aflojar),
un animal (un gato que maúlla impidiéndonos dormir), una persona (un compañero
que nos distrae continuamente en el trabajo) o una circunstancia (un día de
lluvia cuando vamos a la playa).
2. Transgresión de normas y derechos  La vulneración de normas sociales
y éticas llevada a cabo por otros, la injusticia y la conculcación de nuestros
derechos y libertades con frecuencia nos hacen sentir bajo el influjo de la ira.
La emoción surge cuando valoramos que el comportamiento del otro ha sido
intencionado y que es merecedor de reprobación (el desprecio por las normas de
circulación, la estafa, no respetar el turno en una cola).
3. Extinción de contingencias aprendidas  Muchas conductas operantes,
establecidas mediante programas de refuerzo continuo, dan lugar a sentimientos
de ira y conducta agresiva cuando son sometidas a extinción, es decir, cuando la
emisión de la operante no va seguida de refuerzo (la máquina expendedora que no
nos da la bebida).

B) SITUACIONES AVERSIVAS

Las experiencias desagradables favorecen o, directamente, se asocian con


la aparición de la ira. Con frecuencia hacen más probable la expresión de
conductas agresivas, aún cuando no interfieran con el acceso a una meta. El
dolor se encuentra entre los estímulos de ira y hostilidad (el “mal carácter” de
algunos enfermos que sufren patologías con estados de dolor permanente).

Otras situaciones aversivas pueden activar sentimientos de ira, como el


ruido, los malos olores o el hacinamiento.

4.2.2. Factores moduladores de la ira

La ira es una emoción universal, pero no todas las personas reaccionan de


la misma manera en situaciones de conflicto o cuando son expuestas a
instigadores de esta emoción. Determinadas características de personalidad y del
entorno sociocultural en el que se desenvuelve el individuo, actúan modulando
diferentes aspectos del proceso emocional de la ira.

4.2.2.1. Patrón de personalidad

En relación a la ira, tener un carácter extravertido resulta favorable. En


situaciones inductoras de rabia, las personas que puntúan alto en este rasgo de
personalidad, informan menos sentimientos de ira que los introvertidos; sin
embargo, muestran un alto nivel de activación fisiológica y conductual. Por
tanto, en estos sujetos se produce una clara discrepancia entre el componente
experiencial de la emoción (sentimiento) y los correlatos fisiológicos y
conductuales asociados a la misma.

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Una alta inestabilidad emocional (neuroticismo), lleva a la persona a


experimentar con más frecuencia e intensidad sentimientos de ira. Esto es,
expuestos a instigadores de la ira, los sujetos de alto neuroticismo informan de
una acusada reactividad emocional que no tiene contrapartida a nivel fisiológico
y conductual.

La autoestima hace referencia a la percepción que tiene el individuo


acerca de su propia valía. La personalidad narcisista destaca por su tendencia a
la grandiosidad, a la autoimportancia y por ser extremadamente sensible a la
evaluación de los demás. Así, la persona que muestran elevada autoestima y alto
narcicismo son más proclives a la ira, constituyendo la ira un rasgo estable de
personalidad, que puede desembocar en ira intensa cuando sus autovaloraciones
desmedidas provocan las críticas de los demás, generando situaciones de alta
frustración. Como modo de protegerse contra la ofensa que representa la amenaza
a la autoestima del narcisista, éstos tienden a encolerizarse.

Las personas con elevada autoestima y bajo narcicismo presentan una menor
predisposición a sentirse airados. Esto es debido a que mantienen una visión más
realista de sus cualidades positivas, lo cual les hace sentirse menos amenazados
y frustrados por las valoraciones de los otros.

4.2.2.2. Contexto sociocultural

Los sentimientos de ira modulan nuestra conducta interpersonal y, a su


vez, a través de los agentes de socialización (padres, hermanos, amigos). Cada
cultura posee normas propias que indican a sus miembros cómo, dónde, cuándo y
con quién pueden expresar sus emociones de modo socialmente aceptable.

Así, en las sociedades de carácter individualista (poco jerarquizadas,


flexibles, donde se potencia la expresión de las emociones y la defensa asertiva
de los propios intereses) se favorece el afrontamiento abierto del conflicto y
se muestran menos críticas con el control de la ira. La vivencia y manifestación
de los sentimientos de ira es mayor que en aquellas otras de índole colectivista
(jerárquicas, de estructuras rígidas, donde el mantenimiento de la armonía
grupal tiene prioridad sobre las cuestiones individuales). Además, las normas
sociales fuerzan el autocontrol de la cólera en situaciones de conflicto,
animando a sus miembros a inhibir o minimizar su expresión abierta.

4.2.3. Procesamiento cognitivo de la ira

A) Evaluación afectiva de la situación:


 NOVEDAD  La ira es una emoción que emerge en respuesta a una
contingencia o estímulo que se plantea a la persona de forma súbita y
sorprendente. Esta capacidad de impresionar está determinada por dos
factores. Por una parte, el sujeto tiene poca o nula experiencia con la
circunstancia o estímulo instigador, de modo que aún no ha tenido ocasión
de habituarse o familiarizarse con él. Por otra parte, tenemos muy poca
capacidad para anticipar la ocurrencia de este tipo de situaciones, lo que

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genera indefensión ante ellas. Por tanto, son contingencias poco


predecibles y sobre las que tenemos muy bajo nivel de control.
 AGRADABILIDAD  Su carácter frustrante, sorpresivo e incontrolable, hace
que la situación tenga connotaciones desagradables para la persona que, en
grado variable, se siente trastornada, descompensada o “fuera de sí”.

B) Valoración de la situación
 SIGNIFICACIÓN  El suceso tiene gran trascendencia para el individuo,
para quien supone una alteración en su plan de acción y un bloqueo en el
acceso a las metas esperadas. Si la ocurrencia de este tipo de situaciones
es sorpresiva, no lo son tanto sus consecuencias. El suceso entra en
conflicto con los proyectos personales y demanda una actuación urgente que
permita afrontar de forma eficaz tanto el suceso en sí mismo como las
consecuencias que de él se puedan derivar.
 AFRONTAMIENTO  La urgencia impuesta por el evento instigador de la ira
llevará al sujeto a valorar la posibilidad de afrontarlo. Identificamos
como causa o agente de la situación a otra persona, a quien además
atribuimos intencionalidad, es decir, consideramos que su conducta fue
premeditada y malintencionada. La ira sólo emerge si, como resultado de la
valoración de la situación, entendemos que podemos ejercer un grado de
control alto sobre las consecuencias del acontecimiento, nos consideramos
competentes para afrontarlas (poder/capacidad) y para acomodarnos al nuevo
estado de cosas al que aquéllas puedan dar lugar (ajuste).
 NORMAS  La persona airada considera censurable la acción del agente a
quien atribuye la autoría del acontecimiento instigador de su estado
emocional. Las actuaciones que emprenda la persona para afrontar la
situación como la manifestación explícita de su estado emocional, estarán
moduladas por las normas sociales y éticas al uso, por las normas de
conducta propias de cada individuo y por la opinión y expectativas de
otras personas significativas para el sujeto.

4.2.4. Funciones de la ira

La ira contribuye positivamente a la adaptación del individuo a su


entorno. Nos permite desarrollar de forma rápida conductas de defensa o ataque
ante situaciones desagradables o generadoras de frustración. A tal fin, actúa
tanto sobre los mecanismos de regulación fisiológica del organismo como sobre
sus procesos psicológicos, movilizando y reclutando la energía necesaria para
poner en marcha este tipo de conductas.

La ira surge cuando tenemos el convencimiento de poder iniciar un plan de


acción que nos permita restablecer el statu quo ante, esto es, que haga posible
el retorno a las condiciones originales, previas a la ocurrencia de la pérdida o
del estado aversivo. La ira conlleva un deseo de restablecer la meta sino
también de retirar o modificar las condiciones responsables de su bloqueo. La
ira se halla presente en cualquier situación de pérdida, daño o limitación de
intereses y derechos que se plantee de forma inesperada y sorpresiva. Su función

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consiste bien en facilitar la autodefensa de la persona, bien en dotarla de los


recursos que le permitan restablecer la posibilidad de conseguir sus fines.

La ira desempeña también un papel importante en la regulación de nuestras


interacciones sociales. Algunos trabajos sugieren que el desarrollo de esta
función se inicia entre los 4 y 6 meses de edad. Se ha propuesto que la
aparición de las expresiones de ira está asociada al desarrollo de habilidades
de medios-fines. Por tal se entiende la capacidad del bebé para comprender la
relación entre sus acciones y los objetos deseados o metas.

La cólera infantil hace las veces de una señal social que estimula a sus
cuidadores a ayudarle a mitigar su malestar (cambiándole el pañal, dándole de
comer). Cuando el niño empieza a ganar autonomía motora, la ira de los padres
moldea y pone límites a la conducta airada del niño. Durante la niñez y
adolescencia, las expresiones de ira se rigen por la normativa familiar, pero
además, por la grupal. En el adulto, las manifestaciones de ira indican a
nuestro interlocutor que su conducta nos perjudica o daña y, en la medida en que
éste la corrige, evitan la confrontación violenta. La ira es un arma de doble
filo y, como tal, eventualmente también puede sesgar la valoración que hacemos
de una situación social, induciéndonos a realizar inferencias hostiles que
propician el comportamiento agresivo.

4.3. Activación

4.3.1. Efectos subjetivos de la ira

El sentimiento subjetivo de la ira se experimenta como un estado


desagradable e intensamente activador. La persona se ve impulsada a emprender
acciones que le permitan resolver con la mayor inmediatez posible la situación
que ha dado pe a este estado emocional negativo. Puede expresarse de forma
variada (irritación, furia, indignación).

Los estados de ira intensa se acompañan de un comportamiento escasamente


reflexivo. Esta conducta poco sensata constituye un reflejo de la dificultad que
tiene la persona airada para utilizar sus procesos cognitivos de forma eficaz.
En tales circunstancias, quedamos “cegados por la ira”, en las que nuestra
atención se encuentra polarizada en identificar las causas del afecto negativo
en curso y en actuar sobre ellas a fin de restablecer el estado de cosas previo.

4.3.2. Correlatos neurobiológicos y psicofisiológicos de la ira

a) Correlatos neurobiológicos
La ira surge como resultado de la interacción de diferentes estructuras
cerebrales:
 Diencéfalo: Se identifica al hipotálamo como estructura clave en la
respuesta de la rabia y furia.
 Sistema límbico: complejo neural donde se produce la vivencia inconsciente
de la ira. Entre su estructura, la amígdala posee especial relevancia, al
igual que el septum.

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 Corteza cerebral: En el córtex prefrontal es donde surge la vivencia de


las emociones conscientes, el sentimiento. Nos permite modular y adecuar
nuestras reacciones emocionales.

b) Correlatos psicofisiológicos
La ira se encuentra entre las emociones que producen un mayor nivel de
activación fisiológica. Para llevar a cabo sus funciones necesita:

1. Actividad respiratoria y de la musculatura esquelética: Se produce un


incremento de tensión mayor en determinados grupos musculares. Además, el
ritmo respiratorio se torna más agitado y frecuente, si bien su amplitud
tiene a mantenerse en niveles basales o próximos a ellos.
2. Actividad cardiovascular: El corazón late con mayor frecuencia y se
contrae con más fuerza. Incrementos en los niveles de presión sanguínea
sistólica y diastólica.
3. Actividad electrodérmica: Aumento de la conductancia de la piel y del
número de fluctuaciones espontáneas que se producen en esta señal.
4. Actividad endocrina: Aumento en la secreción de catecolaminas. Fuerza a
las glándulas suprarrenales a segregar una mayor cantidad de adrenalina al
torrente sanguíneo.

4.3.3. Expresión facial de la ira

La composición gestual del rostro de la expresión de ira es variada:

a) Cejas:
 UA-4: Contracción y descenso de las cejas, que tienden a converger de
forma oblicua en el entrecejo
b) Ojos:
 UA-5: Elevación del párpado superior
 UA-7: Párpado inferior elevado y en tensión, con reducción de la apertura
palpebral
c) Labios:
 UA-23: Labios en tensión
 UA-24: Labios contraídos y apretados
 UA-10: Elevación del labio superior
 UA-22: Contracción de los labios en forma de embudo
 UA-25: Separación de los labios
d) Nariz:
 UA-38: Dilatación de los orificios nasales
e) Boca:
 UA-17: Elevación del mentón
 UA-26: Descenso de la barbilla

En la composición de esta “cara de pocos amigos” intervienen,


principalmente, los músculos superciliar, depresor del superciliar, piramidal,
elevador del párpado superior, orbicular de los párpados, orbicular de los
labios, elevador del ala de la nariz y mentoniano.

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4.3.4. Expresión vocal de la ira

El vigor y el ritmo o tasa media con la que vibran las cuerdas vocales es
mayor durante este tipo de episodios emocionales. No obstante, el patrón vocal
asociado a la ira varía en función de la intensidad de esta emoción. Cuando
alcanza cotas de cólera o intensa rabia (“ira caliente”), el habla se acelera y
se torna más enérgica. En cambio, en la irritación o mero enojo (“ira fría”)
estas variaciones o no se dan o aparecen de forma mucho más atenuada.

4.3.5. Afrontamiento de la ira

La ira anima y modula las interacciones transaccionales entre la persona y


el entorno, predisponiendo a aquélla a la acción inmediata sobre el medio. A tal
fin, una medida temprana en el desarrollo de este proceso emocional consiste en
afinar los mecanismos psicológicos y fisiológicos que permiten al individuo
hacer frente a los obstáculos y amenazas que provienen del entorno. La
emergencia de la ira provoca una interrupción de la conducta en curso y dirige
el foco de atención hacia los factores que obstaculizan o intimidan y entorpece
el desempeño eficaz de los procesos cognitivos, sesgándolos a su favor.

La persona airada afrontará la situación actuando sobre la circunstancia o


estímulo que instigó su estado afectivo. Su objetivo será modificar o construir
el obstáculo con el fin de restablecer las condiciones previas a su aparición.
En el desarrollo de este propósito, las acciones del individuo pueden resultar
violentas y causar daño.

La persona iracunda, también podrá preparar acciones dirigidas no ya a


influir sobre el agente inductor de la ira, sino más bien al manejo de la propia
emoción. Así, hablaremos de ira hacia dentro cuando el objetivo es suprimir la
emoción, lo que genera irritabilidad e intensos sentimientos de enfado con uno
mismo al no resolver el problema que generó este sentimiento negativo. Nos
referimos a la ira hacia fuera cuando el objetivo es simplemente hacer explícito
este sentimiento a quien consideramos que es causa del mismo. Aquí, el sujeto
manifiesta la emoción a través de conductas agresivas, físicas o verbales.
Finalmente, el control de la ira persigue el dominio y modulación de la
expresión de esta emoción, complementándose con la elaboración de planes y el
desarrollo de acciones que tienen como fin resolver el problema que instigó la
emoción.

4.4. Medida de la ira

 El Sistema de Codificación de la Acción Facial


 El Sistema de Codificación de Máxima Discriminación del Movimiento Facial
 Inventario de ira de Novaco (NAI)
 Inventarios y escalas de ira de Spielberger
 State-Trait Anger Scale (STAS)
 Anger Expression Scale (AX)
 State-Trait Anger Expression Inventory (STAXI)

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 Inventario Multidimensional de ira (MAI)


 Escala de Ira Subjetiva (SAS)

4.5. Consecuencias de la ira

4.5.1. Efectos sobre la conducta

Por una parte, la actividad cognitiva queda centrada sobre el instigador


de la emoción. Por otra, se emprenden acciones orientadas a eliminar los agentes
frustrantes que bloquean el acceso a una meta u objetivo deseado.

4.5.2. Efectos cognitivos de la ira

¿Cómo interactúan afecto (ira), cognición (hostilidad) y conducta


(agresividad)? En una relación interpersonal, la emoción influye sobre los
juicios sociales (valoraciones cognitivas) que efectuamos. A este respecto, y en
cuanto a la agresividad se refiere, dos modos de influencia resultan
especialmente relevantes:
- La predisposición cognitiva  Se ha sugerido que las emociones predisponen o
facilitan la ocurrencia de procesos cognitivos que son afines a su valencia
afectiva (un sentimiento de alegría tiende a activar el recuerdo de información
positiva). Del mismo modo, las inferencias hostiles constituyen la cognición
congruente con el sentimiento de ira.
- La profundidad del procesamiento  La ira nos hace menos reflexivos,
induciéndonos a realizar más procesamiento heurístico espontáneo (superficial).
Tendemos a hacer juicios rápidos basándonos en las características más
superficiales y llamativas de la situación.

4.5.3. La ira patológica

Las dificultades en el manejo de la ira se han vinculado al desarrollo


tanto de trastornos orgánicos como psicopatológicos.

Se ha hallado una estrecha relación entre un estilo específico de


afrontamiento, conocido como patrón de conducta Tipo A, y el desarrollo de
enfermedades coronarias. La activación frecuente del complejo ira-hostilidad se
traduce en un aumento de la activación y reactividad psicofisiológicas, que
propicia cambios orgánicos que dan pie a la aparición de la patología coronaria.

También se ha hallado un nexo entre determinadas estrategias de


afrontamiento de la ira y la aparición de problemas cardiovasculares. Se ha
observado un mayor grado de vulnerabilidad a la hipertensión entre las personas
que habitualmente exhiben un estilo de afrontamiento de ira hacia dentro.

Por último, la ira de carácter poco adaptado y violento, aprende como un


síntoma destacable en diversos cuadros psicopatológicos. Entre ellos, trastorno
por déficit de atención, el estrés postraumático, el trastorno explosivo
intermitente, la esquizofrenia paranoide o la psicosis maníaco-depresiva.
También puede darse en los trastornos sádico, límite y paranoide de la
personalidad.

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ANEXOS
LA ALEGRÍA

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LA TRISTEZA

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LA IRA

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TEMA 7: LA ANSIEDAD

COMENTARIO – RESUMEN

A) La ansiedad es la emoción más conocida, porque todo el mundo la ha sentido en


algún momento. Aunque precisamente cuando se hace notar de modo prominente, es
que no está funcionando óptimamente y no es el mejor modo de conocerla. La
ansiedad es en realidad un proceso emocional ligado a la anticipación de
situaciones de peligro, que es su función adaptativa principal.

B) Más específicamente, podemos considerar a la ansiedad como una actitud


emocional cognitiva, es decir, se trata de un sistema de procesamiento de
información amenazante que permite movilizar anticipadamente acciones
preventivas. Carece de recursos propios, los cuales toma prestados
principalmente de los procesos del miedo y estrés, y que opera como un programa
de orden superior reclutando tales recursos sólo cuando le son precisos.

C) Para ello, sesga la atención sobre las condiciones que implican peligro,
permite el acceso masivo a la información amenazadora almacenada en la memoria y
sesga la interpretación de situaciones ambiguas como potencialmente peligrosas.

D) Así pues, el proceso de la ansiedad selecciona qué condiciones del entorno


son adaptativamente importantes, porque amenazan la integridad física o psíquica
de la persona, y la procesa de forma prioritaria, descartando las demás con la
finalidad de evitar que su procesamiento le reste recursos. El desarrollo del
proceso de ansiedad se encuentra totalmente determinado por el propio desarrollo
personal y esto hace que existan grandes diferencias individuales en todos los
elementos que la configuran.

E) Su capacidad de proacción va más allá de una reacción emocional, ya que no


sólo responde cuando la amenaza está presente, sino que al anticiparla también
puede actuar con antelación y así evitarla con mayor eficacia.

F) La angustia es por excelencia la experiencia subjetiva de la ansiedad. Pero


se trata de una respuesta emocional muy rica en contenidos y con amplias
diferencias individuales y se encuentra una extensa gama de efectos
experienciales. La preocupación es un elemento trascendente en el proceso de
ansiedad e interviene en el propio procesamiento y como efecto del propio
procesamiento. La percepción de los cambios concomitantes que se producen en la
activación fisiológica son de gran relevancia en los efectos subjetivos de la
ansiedad.

G) El afrontamiento de la ansiedad, además de ser uno de los elementos críticos


del procesamiento emocional, es a su vez una de las características distintivas
del mismo. Pero no todas las formas de afrontamiento reactivo de la ansiedad son
igualmente efectivas, así, el sensibilizador dirige la atención con el fin de

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obtener más información sobre las amenazas, lo que hace que se mantenga un
estado constante de hipervigilancia, el represor ignora los indicios de amenaza,
inhibiendo su procesamiento y la conjunción de ambos afrontamientos da lugar a
situaciones altamente ansiosas.

H) Por el contrario, un afrontamiento no defensivo permite acciones adecuadas


tanto frente a la propia respuesta emocional como ante las condiciones
amenazantes.

I) Pero la ansiedad, al contener elementos estables en el tiempo, también es un


organizador de la propia personalidad, actuando como un rasgo distintivo de la
misma. De hecho, la eficacia adaptativa de la persona en su conjunto depende de
un proceso que coordine los diferentes elementos y recursos con un objetivo
conjunto. Y este papel lo cumple la ansiedad.

J) La ansiedad interactúa con otros rasgos de personalidad, ambientales y


hereditarios, que hacen que unas personas sean más sensibles o vulnerables a los
efectos de este proceso. El estrés patológico es otro factor importante de
vulnerabilidad.

K) Por último, las consecuencias más negativas que puede tener la ansiedad son
un amplio elenco de trastornos, que no se deben tanto a un mal funcionamiento
del propio proceso sino a un afrontamiento inadecuado del mismo o a realizar su
activación bajo condiciones que no son verdaderamente amenazantes.

1. INTRODUCCIÓN
No es fácil introducir el concepto de ansiedad ya que se trata de una
respuesta emocional atípica, relacionada con conceptos como el miedo, la
angustia o el estrés.

La ansiedad se encuentra relacionada con la emoción de miedo, pero


mientras que éste es una reacción a una situación de peligro real y presente, la
ansiedad es una proacción ante una situación anticipada como peligrosa. No
obstante, comparten recursos y funciones y actúan de forma complementaria.

La angustia es un sentimiento que se produce en la respuesta de la


ansiedad, siendo parte de la misma.

El estrés, como proceso psicológico adaptativo, comparte importantes


elementos funcionales con la ansiedad, lo que ha hecho que muchas veces no se
diferencien correctamente ambos conceptos.

También es importante distinguir entre ansiedad normal y ansiedad


patológica. Aquí nos referimos a la ansiedad como un proceso emocional normal,
adaptativo e imprescindible para la vida, aunque haremos referencia a la
ansiedad como patología desadaptativa, entendiéndose por ésta aquélla que no es

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útil para la superación de obstáculos, que provoca miedos, inhibiciones y


síntomas somáticos que se interponen en la superación de esos obstáculos.

La ansiedad es también una respuesta emocional muy experienciada. Se trata


de un término que tiene un amplio uso y abuso en el lenguaje coloquial, lo cual
también entorpece la correcta delimitación conceptual de esta emoción.

Podemos considerar la ansiedad como una actitud cognitiva emocional,


desarrollada a partir de la emoción primaria de miedo, que permite extender las
capacidades de ésta ante nuevas condiciones y situaciones asociadas al entorno
habitual de la persona, integrando dentro del sistema de análisis emocional
nuevas capacidades, lo que le permite anticiparse a las situaciones de amenaza y
peligro, posibilitando de este modo dar respuestas con una mayor eficacia, al
adelantarse a los propios acontecimientos.

2. DEFINICIÓN
La ansiedad es una emoción básica, que no primaria, ya que forma parte de
la dotación emocional de todas las personas. No es primaria porque no es una
emoción “pura”, no posee un sistema de condiciones desencadenantes propio,
específico y distintivo de las demás emociones; tampoco tiene un procesamiento
cognitivo propio y exclusivo, no tiene una experiencia subjetiva característica,
carece de una comunicación no verbal distintiva, su forma de afrontamiento no es
privativa y tampoco su activación fisiológica es singular.

Se trata de una emoción que toma recursos de otros procesos con los que
comparte, además de su finalidad adaptativa, prácticamente todo. Así, la
ansiedad toma prestado del miedo todos sus elementos emocionales y del estrés su
sistema de elicitación y afrontamiento. Es, por tanto, un sistema supraordinal
de detección y procesamiento de información para la organización de recursos
ajenos con un objetivo único que es preservar a la persona de posibles daños.

La ansiedad, más que una emoción en sentido estricto, se trata de una


actitud emocional cognitiva, ya que no es fruto de unos recursos propios sino
del establecimiento de una serie de sesgos cognitivos que actúan sobre el
sistema de evaluación-valoración de la situación, permitiéndole de ese modo
anticipar y preparar los medios psicológicos necesarios para dar la respuesta
más adecuada ante cualquier indicio de amenaza o riesgo físico o psicológico
para la persona.

El desarrollo del proceso de ansiedad se encuentra totalmente determinado


por el propio desarrollo personal.

En la actualidad, entendemos la ansiedad como un sistema de procesamiento


de informaciones amenazantes que permite movilizar anticipadamente acciones
preventivas.

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3. CARACTERÍSTICAS
La ansiedad es un proceso que se produce en todas las personas y que, bajo
condiciones normales, mejora el rendimiento y la capacidad de adaptación. Así
pues, tiene la función de movilizar recursos frente a situaciones de posible
amenaza o preocupantes, de tal manera que hagamos todo lo necesario para evitar
el riesgo, neutralizarlo, asumirlo o afrontarlo adecuadamente. Esto implica
añadir nuevas capacidades de análisis a la vía rápida pero imprecisa que
configura la evaluación de la situación, para dotarla de mayor precisión. Esto
puede lograrse de dos maneras, bien priorizando el procesamiento de la
información relevante o bien mediante mecanismo de compensación, destinados a
contrarrestar los efectos de interferencia que causa el tener que procesar
información neutra no significativa.

Esta modificación de los programas emocionales tiene una importante


consecuencia ya que los hace pasar de la reacción afectiva a la proacción y a
los actos intencionales. Estos actos intencionales se producen en función de las
consecuencias que se prevean, aunque al final éstas no se produzcan, en parte
como consecuencia de la propia eficacia de la anticipación. Así, la anticipación
ejerce un importante papel en la solución de problemas, o en su mantenimiento,
jugando un papel crucial en la ansiedad.

3.1. Desencadenantes

Los desencadenantes de la ansiedad no son situaciones que puedan dañar


directamente a la persona, como ocurre en el caso del miedo, sino que en su
mayoría son reacciones aprendidas y anticipadas de amenaza. Los estímulos que
pueden evocar respuestas de ansiedad están en gran parte determinados por
características de la historia personal, existiendo notables diferencias
individuales en cuanto a los propios desencadenantes y a la propensión a
manifestar tales reacciones ante los diversos tipos de situaciones implicadas.

En general, las situaciones son sólo potencialmente ansiógenas, porque no


siempre producen reacciones de ansiedad. Son las expectativas de peligro las que
median las respuestas de ansiedad. Éstas pueden generarse a partir de tres
procesos de aprendizaje: por medio de condicionamiento clásico, por aprendizaje
observacional y mediante la transmisión de información que contribuya a la
aparición de expectativas de peligro.

Al no tratarse de una situación de amenaza o peligro real y presente, sino


una anticipación de la misma, los mecanismos que disparan la respuesta emocional
de miedo no se activan, es decir, no reconocen la situación como amenazante ya
que aún no lo es. Por tanto, la condición desencadenante es simplemente un
cambio en las condiciones estimulares externas o internas, que moviliza el
proceso de estrés y este último el que pone en marcha el proceso de análisis
emocional de la situación y, por tanto, actúa como desencadenante del mismo. La
reacción de estrés se convierte así en estado de ansiedad cuando la valoración

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conlleva la anticipación de peligro, con un componente de experiencia subjetiva


y otro de activación vegetativa y endocrina.

Endler y Kocovski proponen cuatro tipos de situaciones genéricas:


1. Las que implican una evaluación social
2. Las que implican una amenaza con un peligro físico
3. Las que implican una evaluación social
4. Las rutinas diarias

Arrindell, Pickersgill, Merckelbach, Ardon y Cornet proponen cuatro tipos


de situaciones genéricas que pueden producir ansiedad:
1. Temor a situaciones o acontecimientos interpersonales, que incluye el
temor a la crítica, a la interacción social, al rechazo, a los conflictos
y la evaluación; también comprende la agresión interpersonal y sexual.
2. Temor relacionado con la muerte, las lesiones, la enfermedad, la sangre y
los procedimientos quirúrgicos, como el temor a las dolencias, las
enfermedades e incapacidades; las quejas sobre problemas físicos y
mentales; al suicidio; a la falta de adecuación sexual; a perder el
control; a la contaminación, el síncope y otras amenazas para la salud
física y mental.
3. Temor a los animales, que incluye desde animales domésticos a animales
pequeños e inofensivos.
4. Temores agorafóbicos, que incluye temor a los lugares públicos, a las
masas de personas, a los espacios cerrados, a viajar solo en tren o
autobús y a los espacios abiertos.

Adicionalmente, cuando se produce la percepción de un estado de regulación


fisiológica alterado y se desconoce cuál es la causa que lo ha producido, esta
percepción se interpreta como una respuesta de ansiedad. Esto ocurre sobre todo
como efecto de la ingestión abusiva de determinadas sustancias (alcohol,
alucinógenos, cafeína, cocaína, etc.)

En el caso de la ansiedad patológica, el mero recuerdo de situaciones


desagradables, el imaginar situaciones amenazantes o simplemente pensar en el
futuro con un cierto temor, son desencadenantes típicos de estas reacciones que
se han convertido en no funcionales o patológicas dada la inexistencia real de
una amenaza frente a la que la respuesta de ansiedad pretende defendernos.

3.2. Procesamiento cognitivo

El procesamiento cognitivo de la ansiedad se inicia habitualmente ante la


detección de situaciones que se presentan o tienen su aparición lentamente y que
pueden ser previstas con antelación. Estas situaciones se evalúan como muy
importantes para el bienestar tanto físico como psíquico de la persona. Aunque
su tono hedónico es sólo moderadamente negativo.

Respecto a la probabilidad de que las consecuencias emocionales en que se


encuentra envuelta la persona pudieran suceder, eran esperadas antes de que el
suceso ocurriera y son a su vez valoradas como contrarias con las metas que

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pretende alcanzar. Además, se valora que, ante esta situación, es necesario un


cierto grado de urgencia en actuar, para hacer frente tanto al suceso como a las
consecuencias que de él se puedan desprender.

En lo que se refiere a la valoración de la posibilidad de afrontar la


situación, se estima que el agente causante de la misma es otra persona o una
circunstancia de carácter natural. La persona valora que tiene una escasa
capacidad para afrontar o evitar el suceso. Sin embargo, se aprecia cierta
capacidad para poder vivir en tales situaciones y poder conllevar sus
consecuencias. Por último, en lo que se refiere al ajuste a las normas sociales
y personales, la valoración no es relevante en el caso de la ansiedad ya que no
se trata de una emoción con carga moral.

Comparando con el miedo, la ansiedad responde a situaciones que suponen un


menor cambio en el ambiente y con una aparición menos súbita. La ansiedad
presenta un desagrado intrínseco menor que la emoción de miedo, pero dado que su
duración temporal puede ser mucho mayor, éste puede hacerse más patente.
Respecto a la valoración de la significación, es equivalente a la que se realiza
en el caso del miedo, aunque presenta una urgencia para actuar menor. En cuanto
al afrontamiento, la ansiedad presenta una mayor capacidad de hacer frente a la
situación y de sobrellevar las consecuencias.

Para desarrollar el procesamiento característico de la ansiedad, se


requiere el desarrollo de actitudes emocionales cognitivas o sesgos en el
procedimiento de la información, a partir de la experiencia personal en un
entorno determinado. El resultado es la aparición de dos tipos de fenómenos, el
de priorización del procesamiento de estímulos indicadores de peligro frente a
los neutros y el de compensación, destinado a contrarrestar los efectos de
interferencia sobre el procesamiento de la información neutra no priorizada.

3.2.1. Sesgos en el procesamiento de la información

Puesto que los recursos cognitivos de los que disponemos son limitados y
que constantemente necesitamos tomar decisiones, debemos elegir qué estímulos
procesar y cuáles descartar. Los sesgos en el procesamiento de la información
congruente con las emociones son los que toman rápidamente la decisión de qué es
lo que debe ser procesado en función del significado emocional de las
situaciones.

La ansiedad como emoción que cumple una función adaptativa, contribuye a


la activación del sistema de procesamiento de información emocional ante señales
de condiciones amenazantes a fin de evitarlo o reducir su impacto sobre la
persona. Dicha activación se lleva a cabo a través de la facilitación que la
ansiedad ejerce sobre el funcionamiento de los procesos de evaluación valorativa
y la movilización de recursos del sistema cognitivo.

La movilización de tales fenómenos de priorización y compensación se


realiza mediante el reclutamiento de las siguientes facultades cognitivas:

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- Selección atencional de la información de peligro


- La selección en el acceso de la memoria de la información amenazante
- La interpretación sesgada de la información ambigua
- La reducción en la capacidad de la memoria operativa y el uso de recursos
auxiliares

A) SESGOS EN LA ATENCIÓN

El fenómeno básico de sesgo de la atención en la ansiedad consiste en


focalizar la atención preferente hacia estímulos indicadores de peligro o
amenaza potencial, en comparación con la que se presta a estímulos neutros.

Las representaciones internas correspondientes a dos o más opciones del


entorno que deben ser procesadas compiten reclamando la atención por medio de
enlaces inhibitorios. Así, el aumento de la activación de una de las
representaciones inhibe a las otras hasta que la representación dominante tenga
éxito en capturar toda la atención y logre el acceso a la conciencia. Se trata
de un sistema de evaluación que se supone trabaja con bajos niveles de
conciencia y forma automática y cuya salida activa selectivamente las
representaciones que han sido biológicamente preparadas en el transcurso de la
evolución o que tienen establecidas asociaciones de peligro mediante el
aprendizaje previo.

La activación de todo este fenómeno en el procesamiento de la ansiedad


implicará, en un primer momento, una fase de hipervigilancia, que lleva a un
constante rastreo de los estímulos ambientales, con el objeto de detectar
cualquier posible amenaza o indicio de peligro. En este primer momento, el rango
de la atención es muy amplio, procesándose un sinfín de estímulos neutros como
potencialmente amenazantes, al tiempo que el procesamiento se ve interferido por
numerosos estímulos irrelevantes, redundando en una elevada distracción.

Después, cuando la persona detecta los estímulos que ha valorado como más
amenazantes y responsables de activar el proceso de ansiedad, focalizará la
atención en estos estímulos y, a partir de ahí, el sesgo selectivo atencional
centrado en la amenaza, impediría que pueda fijar su atención en cualquier otro
aspecto del entorno. A partir de ese momento se producirá una reducción del
rango de atención, con una fuerte focalización sobre la posible amenaza.

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B) SESGOS EN LA MEMORIA

El procesamiento de la ansiedad implica también el acceso masivo a la


información amenazadora memorizada. Para verificar si una condición es peligrosa
o no, es preciso compararla con experiencias previas en situaciones
equivalentes. Para ello, hay que acceder a determinados recuerdos, y hay que
hacerlo lo más rápidamente posible. Esto sólo será posible si se produce un
sesgo de memoria o memoria preferencial, para recuperar la información con
significación amenazante.

La memoria implícita se revela cuando determinadas experiencias facilitan


la ejecución de tareas posteriores que no requieren un recuerdo intencional o
consciente, mientras que la memoria explícita representa recuperación
consciente. Williams propuso la existencia de un sesgo característico de la
ansiedad relativo a su procesamiento automático (memoria implícita),
permaneciendo inalterados los mecanismos de procesamiento controlado (memoria
explícita).

Desde otra perspectiva, se plantea el papel que juegan las expectativas en


los sesgos de la memoria. El sistema de expectativas se basa en la propia
organización que tienen las emociones en la memoria. Según Lang, los episodios
emocionales pueden ser representados en la memoria por nodos interconectados,
que comprenden las condiciones estimulares, las respuestas y el significado de
toda esta información. Tales redes pueden ser activadas por la entrada de
información mediante los sistemas perceptivos, pero dado que los nodos tienen la
capacidad de coactivarse unos a otros dentro de una red, una actividad parcial
que implique sólo unos pocos nodos es suficiente para poner todo el sistema en
acción. No obstante, cuantos más nodos sean activados, más fuerte será la
activación final del sistema.

Una vez activado todo el sistema, éste puede ser considerado como una
fuente de sesgos en el proceso de valoración del significado, ya que éste
responderá de acuerdo a la información almacenada en los nodos de memoria.
Además, la propia organización aporta información para el sistema consciente de
percepción, lo cual a su vez mantiene el sistema de expectativas en una continua
actividad, sesgándolo en la dirección de descubrir amenazas.

Sin embargo, el sistema de expectativas tiene un papel dual en la


generación de la ansiedad. Ya que, no sólo produce el sesgo en el procesamiento
de la información entrante del entorno sino que proporciona el contexto para la
interpretación de la misma por parte del sistema consciente de percepción.

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C) SESGOS EN LA INTERPRETACIÓN

Se ha encontrado que en la ansiedad también funcionan sesgos en la


interpretación y en los juicios, que parten de una valoración
desproporcionadamente amenazadora del ambiente. A menudo, los estímulos y las
situaciones son ambiguos, con varios significados posibles. Dicha ambigüedad
implica a veces que un mismo estímulo pueda ser interpretado como indicador de
peligro o no. El sesgo interpretativo consiste en procesar esos estímulos
ambiguos dando preferencia al significado de peligro sobre el neutro.

Así, por ejemplo, los estudios sobre juicios de probabilidad subjetiva


acerca de los acontecimientos futuros han encontrado sistemáticamente que la
ansiedad lleva a juzgar los acontecimientos futuros de forma más negativa.

Un concepto clave en el sesgo interpretativo es el de preocupación, que se


entiende como una cadena de pensamientos e imágenes, relativamente
incontrolables, acompañados de un estado afectivo negativo. La preocupación
constituye una tentativa de solucionar un problema, cuyo resultado es incierto y
contiene la posibilidad de una o más consecuencias negativas. De manera que la
preocupación contribuye a cerrar el ciclo iniciado por el miedo. Se trata por
tanto de un conjunto de patrones verbales y visuales sobre las situaciones
amenazantes que tendrán la propiedad de alertar la activación del organismo y
prepararle para la acción, siendo prioritarios en el procesamiento.

Estas preocupaciones cumplen tres funciones:


1. Tiene una función de alarma, que es capaz de alertar al sistema emocional
sobre la aparición de estímulos potencialmente amenazantes.
2. Cubre una función de impronta, ya que es la responsable de la aparición de
pensamientos e imágenes amenazantes en la conciencia.
3. Desarrolla una función de preparación, anticipando las consecuencias que
tendrían determinadas líneas de afrontamiento sobre los acontecimientos

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futuros y reduciendo de este modo la ansiedad, por un proceso de


habituación.

La preocupación se dispara cuando se dan una serie de condiciones: en


primer lugar, un aumento de la probabilidad subjetiva de que ocurra un suceso
amenazante, al tiempo que se produce una inminencia subjetiva del suceso (los
acontecimientos son tanto más aversivos cuanto más próximos se encuentran en el
tiempo), una alta aversividad percibida del sujeto (en función de su
significación, intensidad y número de objetos bloqueados) y, por último, una
inhabilidad percibida de las estrategias de afrontamiento disponibles para
paliar la situación (que es parte de la evaluación valorativa prototípica de la
ansiedad).

El mantenimiento o duración temporal de la preocupación será


responsabilidad de la existencia de determinados conglomerados o estructuras
organizadas de información relacionada con las preocupaciones. Estos
conglomerados se encuentran en mayor número y están mejor estructurados en el
caso de la ansiedad patológica que en el caso de la ansiedad normal, y son los
responsables de la existencia de diferencias individuales en el mantenimiento
temporal de las preocupaciones.

La preocupación finalizará en el momento en que se cumpla su objetivo de


preparación ante los acontecimientos futuros, es decir, cuando se alcanza un
adecuado manejo de la situación amenazante. También puede terminar como
consecuencia de un aumento de las demandas ambientales, ya que los recursos de
la memoria de trabajo son limitados y un esfuerzo extra en el procesamiento del
ambiente estimular sólo puede tener cabida como consecuencia de una reducción de
las preocupaciones.

D) MECANISMO DE MOVILIZACIÓN DE RECURSOS AUXILIARES

El mecanismo de movilización de recursos para afrontar las demandas


implica la intervención de procesos cognitivos básicos. La presencia de
representaciones de contenido aversivo y amenazante que son activadas por los
sesgos cognitivos exigirá un análisis cognitivo extenso en la memoria operativa.
Esto permite a la persona determinar la naturaleza aversiva de las demandas.
Pero tales representaciones ocuparían parte de los recursos limitados de la
memoria operativa, produciendo interferencia en el procesamiento de información
que no es prioritaria. El propio sistema cognitivo necesita la ayuda de recursos
auxiliares para que compensen la reducción transitoria de capacidad.

El estado de preocupación que, por un lado, ocasiona interferencia


cognitiva a través de las representaciones aversivas, por otro lado, proporciona
la base motivacional para incrementar los recursos auxiliares. De este modo, la
ansiedad conllevaría una reducción en la capacidad central de la memoria
operativa, acompañada por un uso extraordinario de recursos destinados a
compensar dicha reducción. En consecuencia, solamente cuando no haya posibilidad
de utilizar tales recursos auxiliares, se producirá un deterioro en el
rendimiento en las tareas que se realizan bajo condiciones de preocupación.

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3.2.2. Priorización y compensación de la información

La teoría de procesamiento eficaz de Eysenck y Gutiérrez Calvo es la que


mejor refleja esta forma de funcionamiento del sistema cognitivo en la ansiedad.

El resultado de los sesgos en el procesamiento de la información es la


aparición de los fenómenos de priorización y compensación. El sistema cognitivo
tiene que ser activo en la búsqueda de información y en la utilización de sus
recursos. Por un lado, de entre la multiplicidad de informaciones que le llegan,
debe dar prioridad al procesamiento de las más relevantes para lograr la mejor
adaptación posible. El sistema cognitivo ha de proceder selectivamente sobre
tales informaciones, para lo cual utilizará los mecanismos de sesgo atencional,
del mecanismo de interpretación de los estímulos ambiguos y de acentuar la
accesibilidad a las representaciones relevantes en la memoria. Esta triple
función de priorización ha de estar disponible para ejecutarse sin demoras y
poder anticiparse al daño potencial antes de que éste llegue a incidir sobre el
organismo.

Por otro lado, para que la multiplicidad de información no sature y


produzca un colapso en la limitada memoria activa u operativa del sistema
cognitivo, éste tiene que poner en funcionamiento recursos auxiliares. La razón
es que la priorización en el procesamiento de este tipo de información, dado su
alto valor adaptativo, al indicar una situación de emergencia, puede interferir
con el procesamiento de información concurrente neutra o no indicadora de
peligro (por ejemplo, cuando tratamos de responder a las preguntas de un examen
mientras pensamos en las consecuencias aversivas de suspender). Así, a las altas
demandas de procesamiento en condiciones normales, en condiciones de amenaza se
añade información prioritaria con un alto poder de absorción de recursos, debido
al carácter emocional de dicha información. Esto constituye una sobrecarga en el
sistema cognitivo, por lo que éste debe utilizar recursos compensatorios propios
y además movilizar recursos de otros sistemas, como el conductual.

De esta manera, el sistema cognitivo contribuiría activamente a la


adaptación a través de dos procesos. Primero, mediante la priorización del
procesamiento de información externa y de la recuperación de información
almacenada relevante a beneficios y peligros. Esto facilitaría la percepción de
las demandas del entorno en relación con las propias necesidades, metas y
recursos. Segundo, mediante la movilización de recursos compensatorios
cognitivos y conductuales. Esto serviría no sólo para evitar la sobrecarga o
interferencia interna en el propio sistema, sino también para dirigir la acción
externa en el afrontamiento de las demandas.

Por último, el efecto de este doble fenómeno de priorización y


compensación, se une al proceso de estrés, que hace que la reacción emocional se
prolongue en una acción proactiva. Esto constituye el elemento de afrontamiento,
destinado a adaptar a la persona a las demandas ambientales, satisfacerlas,
reducirlas o anularlas.

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4. ACTIVACIÓN
Aunque la activación de la respuesta de ansiedad involucra a todos los
sistemas del organismo, nos centraremos en los efectos subjetivos, los
correlatos neuroanatómicos y fisiológicos, la comunicación no verbal y el
afrontamiento.

4.1. Efectos subjetivos

La angustia es por excelencia la experiencia subjetiva de la ansiedad,


aunque nos podemos encontrar una extensa gama de efectos experienciales como:
preocupación, inseguridad, aprensión, tensión, temor, nerviosismo, malestar,
pensamientos negativos, anticipación de peligro, amenaza, dificultad de
concentración, dificultad para la toma de decisiones, sensación general de
desorganización, sensación de pérdida de control sobre el ambiente o pánico.

La preocupación es un elemento importante en este proceso de ansiedad y


puede intervenir de tres maneras:
- En el propio procesamiento como parte del sesgo interpretativo
- En el afrontamiento como un elemento motivador del mismo
- En la reacción, como interferidor a nivel cognitivo y formando parte de
los propios efectos subjetivos de la ansiedad

También, como efecto del propio procesamiento, se pueden producir


dificultades para el mantenimiento de la atención y la concentración fuera de la
temática ansiosa.

Por último, también tienen especial relevancia los cambios que se producen
en la activación fisiológica:
 Sistema cardiovascular  Palpitaciones, taquicardias, accesos de calor
 Sistema gastrointestinal  Náuseas, vómitos, molestas digestivas
 Sistema respiratorio  Ahogo, sofocos, opresión torácica
 Sistema muscular somático  Tensión, temblores, hormigueo, fatiga
excesiva
 Sistema neurovegetativo  Sequedad de boca, transpiración excesiva,
mareos

4.2. Correlatos neuroanatómicos y fisiológicos

Las estructuras neuroanatómicas de la ansiedad y el miedo con compartidas.


Berntson, Cacioppo y Sarter proponen un modelo basado en el procesamiento de
arriba-abajo y de abajo-arriba. Los sistemas neurales de los niveles superiores,
que son a menudo considerados reguladores ejecutivos sobre los mecanismos
inferiores de salida (arriba-abajo), no son meros receptores pasivos de las
señales sensoriales de niveles inferiores, ya que pueden regular la información
ascendente que es elaborada en sistemas sensoriales de niveles inferiores.
Inversamente, los niveles neurales inferiores no se limitan a transmitir
información sensorial pretratada (abajo-arriba), también pueden influenciar en
los niveles superiores, cognitivo, atencional y procesos afectivos. El

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significado fundamental de esta perspectiva es poner de manifiesto las


influencias de lo biológico sobre lo psicológico y viceversa.

Cuando la información sensorial llega al cerebro, es procesada por el


tálamo y luego transmitida a los núcleos basales y basolaterales de la amígdala.
La amígdala es la instancia central del cerebro que, recibiendo múltiples
aferencias, produce, a través de sus múltiples eferencias, las respuestas de
ansiedad. Las aferencias llegan fundamentalmente a los núcleos basal y
basolateral de la amígdala y éstas transmiten los estímulos al núcleo central,
de donde parten la mayor parte de sus eferencias.

La amígdala y el hipocampo son dos de las estructuras más importantes del


sistema límbico. La amígdala es el asiento de la memoria emocional siendo el
hipocampo el de la memoria declarativa. Existen fuertes conexiones anatómicas
entre la amígdala, el hipocampo y el hipotálamo. La ansiedad activa un área
estrechamente ligada a la amígdala, que es la “stria terminalis” que a su vez
activa áreas implicadas en el circuito de la ansiedad.

La activación de la amígdala produce las siguientes respuestas


fisiológicas de la ansiedad:

Todos estos cambios, que son compartidos mayoritariamente con el miedo, se


producen en el caso de la ansiedad con una menor intensidad, pero con una mayor
duración temporal en la respuesta de ansiedad se tarda más en regresar a los
niveles que existían previamente al iniciarse la respuesta, y se habitúan
lentamente.

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4.3. Comunicación no verbal

Podríamos afirmar que la ansiedad carece de una comunicación no verbal, ya


que la diversidad interindividual es tan amplia que hace que prácticamente no se
aprecien rasgos distintivos. En cambio, sí existe una caracterización
intraindividual, es decir, para una persona en concreto sí que podemos apreciar
una constancia en los rasgos no verbales que acompañan habitualmente su
activación emocional.

No obstante, hay algunas características generales distintivas como la


hiperactividad, la paralización motora, los movimientos torpes o los
comportamientos desorganizados. Entre los componentes de la comunicación no
verbal en el habla, su característica más peculiar es la baja intensidad con que
se realiza la misma, pudiendo aparecer otros efectos como las dificultades en la
expresión o el tartamudeo.

Si hay una constante en la manifestación no verbal de la ansiedad, es la


realización de conductas de evitación, aunque la forma en que se concretan estos
comportamientos es tan variada que no es posible detallar sus características
más allá de aspectos de carácter general:
 Comportamientos que manifiestan malestar (desviar la mirada, el llanto, la
expresión facial de miedo)
 Comportamientos que manifiestan inquietud motora (realización de
movimientos repetitivos, manipulación de objetos o la realización de
actividades sin una finalidad concreta)
 Comportamientos que manifiestan un exceso de tensión muscular (movimientos
estereotipados, rigidez postural o dificultades generales para la
realización de actividades que implican coordinaciones motoras)
 Comportamientos consumatorios (comer, beber o fumar de manera excesiva)

4.4. Afrontamiento

El afrontamiento o preparación para la acción de la es una de las


características distintivas del proceso emocional de la ansiedad. Epstein llega
a utilizarla para diferenciar el miedo de la ansiedad, formulando que si la
naturaleza del proceso es tal que el afrontamiento de evitación o de huída
pueden proporcionar éxito, entonces estamos ante la emoción de miedo; si no hay
tal posibilidad o si el intento de escapar se ve impedido, entonces nos
encontramos ante la emoción de ansiedad.

La ansiedad es desencadenada por el proceso de estrés, por lo que su


procesamiento corre en paralelo con él compartiendo recursos. El afrontamiento
que moviliza el estrés se enfocará a solucionar la situación que ha generado la
ansiedad o a la posible amenaza en la que ésta se fundamenta. Esto es lo que
hace que la reacción emocional en la ansiedad vaya más allá y se convierta en
una acción proactiva, de tal manera que su movilización sea anterior a que la
amenaza se haya cumplido.

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La ansiedad posee unas formas de afrontamiento reactiva propias que pueden


activarse de antes de la acción proactiva. Tradicionalmente, se han establecido
dos modos de afrontamiento de la ansiedad:
- La vigilancia, es decir, la orientación de la atención hacia los aspectos
amenazantes del entorno
- La evitación cognitiva, es decir, redirigir la atención fuera de las
condiciones amenazantes.

Considerando estos modos de afrontamiento, en función del mayor o menor


uso que las personas hagan de ellas, se delimita el mapa de las alternativas de
afrontamiento en la ansiedad.

Así, los ejes de la figura nos delimitan los cuatro estilos básicos de
afrontamiento de la ansiedad:

A) Afrontamiento con una alta vigilancia y una baja evitación cognitiva


Se definiría por su baja tolerancia a la incertidumbre, su alta tolerancia
a la percepción de la activación fisiológica de la ansiedad y por verse afectado
especialmente por la ambigüedad inherente a las situaciones amenazadoras. Como
consecuencia, la acción básica que moviliza este afrontamiento es dirigir la
atención para obtener más información sobre las amenazas y, por lo tanto,
mantener un estado de hipervigilancia. Las personas que sistemáticamente
utilizan este estilo de afrontamiento son las denominadas sensibilizadoras.

B) Afrontamiento con una baja vigilancia y una alta evitación cognitiva


Se define por su baja tolerancia a la percepción de la activación
fisiológica de la ansiedad, su alta tolerancia a la incertidumbre y por verse
especialmente afectados por la activación fisiológica consecuencia de la
percepción de estímulos aversivos. La acción básica de este afrontamiento es

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ignorar tales indicios, y, por tanto, inhibir el procesar más información


relacionada con la amenaza. Esto tendrá como consecuencia un incremento en la
incertidumbre, pero dada su alta tolerancia a la misma, no producirá ninguna
reacción afectiva consecuente. Las personas que sistemáticamente utilizan este
tipo de afrontamiento se denominan represoras.

C) Afrontamiento con una baja vigilancia y una baja evitación cognitiva


Se define por una alta tolerancia tanto a la incertidumbre como a la
activación fisiológica y porque estas tolerancias le permiten continuar
realizando acciones con suficiente duración como para probar su efectividad. La
acción básica que permite este afrontamiento de la ansiedad es la de utilizar
los recursos de afrontamiento que le proporciona el estrés, posibilitando, por
tanto, movilizar un amplio repertorio de estrategias de afrontamiento y
adecuarlo a las demandas de las diferentes situaciones. Las personas que
sistemáticamente utilizan este estilo de afrontamiento son las denominadas no
defensivas o bajas en ansiedad. Aunque, condiciones extremadamente bajas de
vigilancia y de evitación cognitiva también pueden llevar a una falta de
sensibilidad ante la incertidumbre y la activación emocional, dando lugar a un
déficit general en los recursos del afrontamiento.

D) Afrontamiento con una alta vigilancia y una alta evitación cognitiva


Se definiría como una baja tolerancia tanto a la incertidumbre como a la
activación fisiológica, y porque estas intolerancias dan lugar a la detección de
falsas amenazas y a intentar controlar la activación emocional movilizada por
las falsas amenazas. La característica de la acción básica que se desarrolla en
este afrontamiento de la ansiedad es precisamente los constantes cambios en la
propia actividad. Se considera una forma de afrontamiento poco eficaz y
fluctuante. Las personas que sistemáticamente utilizan este estilo de
afrontamiento son las denominadas como altamente ansiosas o carentes de
afrontamiento adecuado.

5. CONSECUENCIAS DE LA ANSIEDAD
Nos referiremos a tres de ellas: en primer lugar, a su participación en la
organización general del comportamiento, como un factor o rasgo de personalidad;
en segundo lugar, veremos los factores que pueden afectar al correcto
funcionamiento de este proceso. Y, por último, hablaremos de las consecuencias
que se producen por su mal funcionamiento.

5.1. Ansiedad estado y ansiedad rasgo

El modelo sobre ansiedad-rasgo que ha tenido mayor difusión es el de


Spielberger. Para él, estado de ansiedad es como una emoción transitoria
caracterizada por la activación fisiológica (sobre todo del sistema nervioso
autónomo) y sentimientos de aprensión, temor y tensión; mientras que la ansiedad
de rasgo es una predisposición de la persona para responder. Así pues, el rasgo
de ansiedad se entiende como una característica de personalidad o tendencia a
reaccionar de forma ansiosa, con independencia de la situación.

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Las aportaciones más recientes plantean que tanto la ansiedad rasgo como
la de estado son multidimensionales. Estas dimensiones actúan dentro de un marco
interactivo en el que no son sólo las características de las personas ni las de
la situación por sí solas las responsables de producir la respuesta ansiedad,
sino que es la conjunción de ambas lo que da la peculiaridad de la misma.

Por lo tanto, son los factores cognitivos y motivacionales que predisponen


a la persona a hacer interpretaciones amenazantes acerca de la situación
(componentes de rasgo), unidos al significado psicológico que tienen ciertas
características ambientales que se están produciendo en este momento
(componentes de la situación), los que determinan la reacción ansiosa (estado de
ansiedad).

En conclusión, la ansiedad estado será la responsable de las reacciones y


de las respuestas para hacerles frente, mientras que la ansiedad rasgo puede ser
considerada como una ansiedad futura que se basa en la ansiedad del pasado, ya
que es la que determina la predisposición cognitiva a interpretar ciertas
situaciones como amenazantes, independientemente del peligro real.

5.2. Ansiedad y vulnerabilidad

Las diferencias individuales hacen que ciertas personas desarrollen una


mayor sensibilidad o tendencia a movilizar el proceso de ansiedad. Los factores
que potencian este efecto de vulnerabilidad son de diversa índole, por ejemplo,
características de la personalidad, esquemas mentales, condiciones ambientales,
predisposición genética o haber sufrido experiencias estresantes.

- Entre los factores de personalidad más estudiados, nos encontramos con dos
rasgos propuestos por Eysenck, el neuroticismo, caracterizado por la tendencia a
experimentar con relativa facilidad emociones desagradables, y la introversión,
caracterizada por la evitación de la estimulación o activación externa. La
conjunción de un alto nivel de neuroticismo y una alta introversión produce una
hiperactivación, que es un factor de riesgo para el desarrollo de ansiedad
condicionada y de niveles de activación crónicamente elevados.

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- Otro factor responsable de la vulnerabilidad a la ansiedad es el temperamento


de comportamiento inhibido (Kagen), que se caracteriza por una elevada
activación del sistema nervioso autónomo, un comportamiento retraído y una
supresión de comportamientos en situaciones nuevas. Personas con este tipo de
temperamentos presentan un mayor riesgo de desarrollar trastornos de ansiedad y
depresión.

- Otros dos componentes de vulnerabilidad serían la sensibilidad y la


expectativa de ansiedad (Reiss). Las expectativas (lo que uno piensa que
ocurrirá) incrementan la percepción de señales de peligro en el ambiente y las
evaluaciones negativas del mismo. La sensibilidad (miedo de anticipar
acontecimientos) es una propensión específica para responder temerosamente a las
sensaciones de ansiedad y que está basada en las diferencias individuales sobre
las creencias en las consecuencias personales de experimentar ansiedad. La
conjunción de estas dos variables produce un incremento en la capacidad para
adquirir ansiedad condicionada y es, también, un factor de segundo orden para la
vulnerabilidad en el desarrollo de trastornos de ansiedad.

- La vulnerabilidad debida a los esquemas mentales. Un esquema mental es un


cuerpo de conocimientos que interactúa con la codificación, la comprensión y el
recuerdo de una situación, sesgando así la atención, la interpretación y la
memoria. El sistema de procesamiento buscaría el esquema que se ajuste más a la
situación presente y una vez localizado, desde un procesamiento dirigido
conceptualmente, la activación de este esquema focalizará la atención, la
interpretación de los estímulos y su posterior recuerdo. Las personas con
predisposición a la ansiedad poseerían esquemas relativos a la amenaza, sobre
todo en torno a la aceptación, la competencia y el control. Los esquemas
ansiógenos dirigirían el procesamiento hacia los aspectos internos y externos
congruentes con ellos, de modo que la persona sólo atenderá a los estímulos
amenazantes del ambiente, daría interpretaciones amenazantes a los estímulos
ambiguos y recuperaría de la memoria información relativa a la amenaza. La
vulnerabilidad proviene de esquemas mentales que están configurados por
conjuntos de creencias acerca del peligro, los cuales influencian la percepción
y el procesamiento de información del ambiente en un marco de pensamientos
automáticos de peligro, y que, a su vez, son la causa que influencia el
codificar la información con más atención para las situaciones de amenaza o
potencialmente de amenaza, y esto es lo que conduce a una condición ansiosa.

- Otra fuente de vulnerabilidad es la experiencia y el medio ambiente. Un


elevado sentido de control sobre el entorno produce una elevación de la
exploración de nuevos estímulos y menos ansiedad; por el contrario, una baja
percepción de control sobre el entorno será responsable de una elevación de la
ansiedad. Además, determinadas características de las demandas ambientales
pueden ser responsables de una mayor vulnerabilidad:
 La severidad de la situación: a mayor severidad percibida mayor
vulnerabilidad.

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 La inminencia del suceso: las situaciones que producen una mayor


vulnerabilidad son las que se encuentran más alejadas en el tiempo y
que permiten una anticipación durante más tiempo.
 La probabilidad de ocurrencia del suceso: una probabilidad intermedia
parece causar más vulnerabilidad que una muy alta o una muy baja.

- Parece existir cierta predisposición hereditaria a la ansiedad. Los miembros


de una familia con personas que padecen algún trastorno de ansiedad son más
propensos a que desarrollen también trastornos de ansiedad.

- El estrés patológico. Facilita la aparición de la ansiedad, exacerba los


trastornos de ansiedad y contribuye a la reincidencia de los mismos. Los
pacientes con trastornos de pánico informan que los eventos estresantes
desencadenan sus ataques de pánico. Las experiencias en la infancia de factores
estresantes aumenta el riesgo de desarrollar posteriormente trastornos de
ansiedad, principalmente ante nuevas situaciones estresantes y especialmente en
el caso de sufrir estrés post-traumático.

5.3. Ansiedad patológica

Los trastornos de la ansiedad, según el DSM IV, comprenden una amplia


variedad de alteraciones. Estos trastornos causan un importante malestar
subjetivo, son altamente incapacitantes y pueden alterar gravemente el
funcionamiento familiar, social y laboral de quien los padece.

 TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA  Se produce una respuesta de ansiedad


y preocupación excesivas (expectación aprensiva) sobre una amplia gama de
acontecimientos o actividades (como el rendimiento laboral o escolar), que
se prolongan en el tiempo y que generan un estado de preocupación que no
puede ser controlado.
 TRASTORNO DE PÁNICO  Ocurren episodios impredecibles y recurrentes de
pánico, que tienen un comienzo brusco y van acompañados de palpitaciones,
temblor, sudoración, dificultad respiratoria, dolor torácico, parestesias,
mareos, visión borrosa, sensación de irrealidad o despersonalización,
temor a perder el control o a enloquecer y sensación de muerte inminente.
Con el paso del tiempo estos pacientes desarrollan ansiedad anticipada y
evitan los sitios o situaciones que desencadenan el síndrome.
 AGORAFOBIA  Se observa con frecuencia en los trastornos de pánico. Es un
temor irracional a estar en sitios abiertos donde pudiera quedar atrapado
o fuera incapaz de escapar.
 TRASTORNOS FÓBICOS  Se caracterizan por la aparición de un temor marcado
y persistente, ante la exposición a determinados objetos o situaciones. La
evitación del estímulo fóbico altera el funcionamiento social y
ocupacional. A diferencia de otros trastornos de ansiedad, en las fobias,
la ansiedad aparece solamente ante la presencia del estímulo específico
(por ejemplo, los espacios cerrados en la claustrofobia).
 FOBIA SOCIAL  El temor a la presencia de personas no familiares, a ser
objeto de examen o evaluación por estas personas (temor a hablar en

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público, al encuentro con personas extrañas, al uso de baños públicos,


etc.). Con frecuencia las fobias se asocian con las crisis de pánico.
 TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO  La ansiedad se origina ante ideas
obsesivas, que son aliviadas por la ejecución de una conducta compulsiva
(por ejemplo, el temor a ser contaminado por gérmenes, que es aliviado por
el lavado repetido de manos). De esta manera, pueden ocurrir conductas
repetitivas (por ejemplo, asegurarse reiteradamente que la puerta está
cerrada o que no hay nadie debajo de la cama). Estas personas suelen
ocultar sus síntomas, al sentirse turbados o apenados por el contenido de
sus pensamientos y la naturaleza de sus acciones, que reconocen como
injustificadas.

De forma conjunta, en todos los trastornos de ansiedad se presenta un


efecto principal de tipo cognitivo, que es debido a un sesgo selectivo sobre los
estímulos amenazantes; una fuerte activación fisiológica; y un efecto de
incontrolabilidad, debido al fracaso del afrontamiento para controlar las
informaciones amenazantes y/o la activación fisiológica, posiblemente como
consecuencia del uso de un estilo de afrontamiento caracterizado por alta
vigilancia y alta evitación.

6. MEDIDA DE LA ANSIEDAD
El instrumento más usado es el autoinforme, que suele ser de carácter
clínico e intenta delimitar las situaciones en las que se produce la ansiedad o
las respuestas que se producen ante ellas.

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Existen también entrevistas, como la “Escala de valoración de la


ansiedad”, que se centra en características generales de ansiedad, entre las que
incluye factores subjetivos como el humor, la tensión, el miedo o funciones
intelectuales; y factores de activación fisiológica, como la percepción de
síntomas musculares, sensoriales, cardiovasculares o respiratorios.

En las técnicas de registro fisiológico se utilizan los procesos


psicológicos como variables independientes para observar los cambios que
producen en la actividad fisiológica, que actúa como variable dependiente. Esto
nos permite obtener información sobre el proceso de ansiedad, que produce
cambios en la actividad fisiológica: incrementos del tono muscular, aumento de
la sudoración cutánea, disminución de la secreción salivar, dilatación pupilar e
incremento de la diuresis.

Por último, tenemos procedimientos basados en la auto-observación, como


por ejemplo, el “Autorregistro para el trastorno de ansiedad generalizada”, que,
además de medir el nivel de ansiedad, incluye preocupación, pensamientos
aparecidos, comportamientos empleados para reducir la ansiedad o grado de
malestar subjetivo asociado a la ansiedad, entre otros.

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TEMA 8: LA HOSTILIDAD, EL HUMOR, LA FELICIDAD Y EL AMOR

COMENTARIO – RESUMEN

A) El estudio de la hostilidad está estrechamente relacionado con el estudio de


la ira y la agresividad. La hostilidad es una actitud que implica la evaluación
negativa y aversiva de otros, implica la percepción de los demás como una fuente
frecuente de provocación, maltrato y frustración. La hostilidad es una actitud
mantenida y duradera que implica variables cognitivas de cinismo, desconfianza y
denigración. El componente afectivo incluye varios estados emocionales como la
ira, enojo, resentimiento, asco y desprecio. La hostilidad provoca frecuentes
episodios de ira.

B) La hostilidad genera un impulso apremiante por hacer algo que elimine o dañe
al agente que provocó el sentimiento displacentero. La agresión verbal y otras
formas de conducta opuesta se expresan muy sutilmente y no violan las normas
sociales. Los efectos fisiológicos de la hostilidad son básicamente similares a
los de la ira, pero más moderados en intensidad y más mantenidos en el tiempo y
resistentes a la habituación. La consecuencia más estudiada de la hostilidad es
su relación como factor de riesgo de la enfermedad coronaria.

C) El humor es el proceso producido por la valoración de haberse producido un


error, pero que éste no es malo, y esto produce risas y buenos sentimientos. La
emoción del humor o hilarante puede ser elicitada por una gran variedad de
estímulos. La provocación de una condición hilarante puede ser modulada por una
gran variedad de factores sociales, organísmicos, ingestión de sustancias, etc.

D) El humor, especialmente en sus formas más intensas, tiene varios componentes


de respuesta periféricos, entre los que destaca la disrupción del patrón de
respiración normal y la emisión de sus sonidos más característicos. Esta emoción
puede ser observada en conductas faciales, gestos y posturas. La sonrisa de la
respuesta hilarante está producida por la contracción de dos pares de músculos
faciales, el zigomático mayor y el orbicular de los ojos. Se observan varios
cambios faciales en reacciones que van desde una amplia sonrisa a una risa. La
experiencia de esta emoción está caracterizada por la relajación. El fomentar la
aparición de la respuesta hilarante ayuda a mitigar y suprimir una variedad de
estados negativos, resulta beneficiosa para la salud mental y física.

E) La felicidad es un estado emocional positivo que se acompaña de sentimientos


de plenitud, bienestar y satisfacción, y que aparece como reacción a la
consecución de metas vitales y personales de índole global o específicas, pero
en cualquier caso de gran relevancia en la vida de una persona. La felicidad
posee un marcado componente subjetivo. La felicidad está modulada por múltiples

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factores como el patrón de personalidad, relaciones interpersonales, elección y


logros de metas personales, las variables demográficas y los factores genéticos.

F) El sentimiento de felicidad es vivido por la persona de forma placentera, con


sensaciones de bienestar, seguridad y tranquilidad. En la expresión facial de la
felicidad intervienen los músculos zigomático mayor y orbicular de los párpados.
La felicidad plantea pocas demandas adaptativas a la persona. Los sentimientos
de felicidad influyen de manera notoria en la organización y dinámica de otros
procesos cognitivos, así, influye positivamente sobre los procesos de
pensamiento, solución de problemas, creatividad y motivacionales.

G) En el amor se combinan tres componentes básicos: la intimidad, la pasión y el


compromiso, que determinan las diferentes combinaciones posibles del amor. El
amor es posiblemente la principal fuente de sentimientos agradables e intensos,
al mismo tiempo que nos hace movilizar muchas acciones y energías. De la misma
forma que hay diferentes tipos de amor, también se producen diferencias en las
experiencias subjetivas. Los estilos de cariño de los adultos dependen de su
auto-imagen y de su imagen de los otros. Entre las consecuencias del amor están
las recompensas que se experimentan.

1. INTRODUCCIÓN
Vamos a estudiar cuatro actitudes emocionales: la hostilidad, el humor, la
felicidad y el amor. A partir de las emociones primarias se desarrollan las demás
emociones o las emociones secundarias. Se corresponden con desarrollos
cognitivos más o menos directos de las emociones primarias. Existen además otra
serie de emociones secundarias que no se derivan directamente de las emociones
primarias y que son fruto de la socialización y desarrollo de capacidades
cognitivas.

La distinción entre ambos tipos de emociones se basa en las


características propias de cada una de ellas. Así, las emociones primarias
consisten en mecanismos básicos o biológicamente primitivos, que son
evolutivamente antiguos y aparecen muy pronto en el desarrollo individual; estos
mecanismos se activan de forma rapidísima y automática; se expresan mediante
configuraciones de movimientos faciales que se pueden reconocer universalmente;
están correlacionadas con una actividad del sistema nervioso autónomo
diferenciada; se activan ante ciertos tipos de estímulos; producen una
constancia en el afrontamiento, y principalmente están al servicio de funciones
adaptativas. En cambio, las emociones secundarias tienen un origen evolutivo más
reciente que las primarias y aparecen más tarde en el desarrollo del individuo.
Se activan de una manera relativamente lenta y parecen hechas por las personas;
no tienen una expresión facial reconocible ni otras actitudes no verbales;
comparten patrones de reactividad autónoma con otras emociones, y pueden estar
asociadas con un amplio rango de estímulos, incluyendo conceptos abstractos; no

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presentan un afrontamiento característico y pueden estar al servicio de


motivaciones complejas.

2. LA HOSTILIDAD

El estudio de la hostilidad está estrechamente relacionado con el estudio


de la ira y de la agresividad. Autores como Miller, Smith, Turner, Guijarro y
Hallet señalan que “aunque se ha utilizado el término de hostilidad para
describir un amplio constructo que implica efecto, cognición y conducta, el
término ha tenido casi siempre una utilización más específica implicando
factores cognitivos”.

2.1. Definición

Smith opina que “la naturaleza claramente cognitiva de este tema y la


naturaleza conductual de tendencia a la acción, subraya la dificultad en derivar
definiciones conceptuales completamente distintas de ira, hostilidad y
agresión”.

La hostilidad se contempla como una actitud emocional cognitiva. Buss


indica que es una actitud que implica la evaluación negativa y aversiva de
otros. Esta definición es la más recogida por los investigadores.

Plutchik considera la hostilidad como una mezcla de ira y disgusto,


asociada con indignación, desprecio y resentimiento.

Saul define hostilidad como una fuerza motivante, ya sea impulso


consciente o inconsciente, tendencia, intento o reacción, que va dirigida a
injuriar o destrozar algún objeto, estando acompañada usualmente la hostilidad
por el sentimiento o emoción de ira.

Berkowitz define hostilidad como una actitud negativa hacia una o más
personas que es reflejada en un juicio decididamente desfavorable del blanco.

Spielberger dice que la hostilidad es un complejo conjunto de creencias y


actitudes que motivan conductas agresivas y a menudo vengativas.

Smith define hostilidad como un sesgo cognitivo que indica una devaluación
del valor y de los motivos de los otros, una expectación de que los otros están
equivocados, una perspectiva de estar en oposición hacia los otros y un deseo de
infligir daño o ver a los otros como dañinos.

En definitiva, podemos definir la hostilidad como un sistema de


procesamiento de informaciones aversivas sobre otros que permite movilizar
anticipadamente acciones preventivas, ya que las dos principales características
definitorias de este proceso son precisamente su capacidad para seleccionar y
procesar información significativa, y su capacidad de proacción.

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2.2. Características

La característica más importante de la hostilidad es que es una actitud


mantenida y duradera que implica variables cognitivas de cinismo, desconfianza y
denigración.

La característica central distintiva del constructo de hostilidad implica


las variables cognitivas de cinismo (la creencia de que los otros están
egoístamente motivados), desconfianza (la sobregeneralización de que los otros
podrían ser dañinos e intencionalmente provocadores), y denigración (la
evaluación de los otros como deshonestos, peligrosos, mezquinos y no sociables).

La hostilidad implica creencias negativas acerca de otras personas, así


como la atribución de que el comportamiento de estas otras personas es
antagónico o amenazador para nosotros.

Barefood describe el componente cognitivo de hostilidad como los


sentimientos negativos hacia otros. Hace una distinción entre cinismo y
atribuciones hostiles. Cinismo serían “las creencias negativas acerca de la
naturaleza humana en general” y atribuciones hostiles “las creencias de que la
conducta antagonista de otros está dirigida específicamente hacia uno mismo”.
Barefood señala que el componente afectivo incluye varios estados emocionales
como ira, enojo, resentimiento, asco y desprecio.

Una característica muy importante de la hostilidad es el componente


afectivo de esta actitud. Según Izard “las emociones más prominentes en el
patrón de hostilidad son ira, asco y desprecio”. Este autor señala que “la
agresión en un acto físico que puede o no ser instigado y mantenido en parte por
una o más de las emociones del patrón de la hostilidad. La intención es dañar,
desconcertar, o defender el objeto”.

2.2.1. Antecedentes

La hostilidad no tiene unos desencadenantes concretos y universales. El


desencadenante es el proceso de estrés, que es quien detecta cambios en las
condiciones ambientales. Si detecta condiciones aversivas por parte de otros, se
activa la hostilidad.

La hostilidad implica la percepción de los demás como una fuente frecuente


de provocación, maltrato y frustración, asumiendo como resultado la creencia de
que los otros no merecen la confianza ni el respeto.

Estos antecedentes son anticipatorios, más o menos reales de estímulos


amenazantes, se percibe o atribuye a otras personas una serie de actitudes, y
ello desencadena la actitud hostil.

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Al margen de los antecedentes anteriores, que son los más frecuentes y


comunes a casi todas las personas que tienen una actitud hostil, hay una serie
de hechos más particulares que pueden provocar una actitud hostil, entre ellos
el dolor intenso. Así por ejemplo Berkowitz señala que las personas que sufren
de intenso dolor causado por dolor de cabeza severo o de una continua lesión en
sus cordones espinales están frecuentemente airados y/o hostiles.

Otro antecedente estudiado es la temperatura. Con la temperatura


displacentera (frío ó calor), es más frecuente una actitud hostil cuando ésta
produce daño físico.

2.2.2. Procesamiento

Las expectativas, atribuciones y creencias de los individuos hostiles


inician el proceso, al propiciar que se interprete la conducta de los demás como
antagonista o amenazante y al atribuirles intenciones malevolentes.

El procesamiento cognitivo de la hostilidad se produce ante situaciones


que suceden lentamente y ante las que se posee un cierto grado de predicción. El
acontecimiento presenta un relativo grado de urgencia para afrontar tanto el
suceso como sus consecuencias.

En lo que se refiere a la valoración de la posibilidad de afrontar la


situación, el motivo o hecho causante de la misma, se entiende que es la
intención o la negligencia de otra persona. En tales condiciones, la persona
valora que las consecuencias pueden ser controladas o modificadas. Por lo tanto,
se valora que se tiene un cierto grado de capacidad para afrontar el suceso y se
estima que se posee una alta capacidad para adaptarse a la situación.

Por último, se puede estimar que lo sucedido no está de acuerdo con las
normas sociales y personales que podrían considerarse como aceptables.

Las personas que perciben a otros y al medio ambiente de una manera


negativa y culpable responden frecuentemente con intensos sentimientos de ira.

Es importante señalar que la hostilidad es una actitud que puede


permanecer en el tiempo sin que se repita la estimulación que la propició.

Hay una serie de variables mediadoras o moderadoras del procesamiento de


los estímulos y situaciones que generan una actitud hostil. Entre ellas están la
estabilidad y el nivel de autoestima, la defensividad, el recelo y la
desconfianza, el rol masculino y las normas sociales. Parece que existen
diferencias en género en cuanto a la hostilidad. Se ha encontrado que los
hombres obtienen mayores puntuaciones en algunos cuestionarios de hostilidad que
las mujeres. Además, se ha estudiado que el potencial de hostilidad incrementa
con la edad. Una variable que está siendo investigada en relación a la
generación de creencias hostiles es la violencia, sobre todo en niños y

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adolescentes. La violencia derivada de un medio ambiente de abusos y de


conductas que incitan a ella genera cogniciones hostiles que pueden desembocar
en conductas antisociales y criminales.

2.2.3. Funciones de la hostilidad

Entre las funciones de la hostilidad está la de inhibir las conductas


indeseables de otras personas e incluso evitar una situación de enfrentamiento.

La hostilidad en algunas ocasiones, puede actuar como motivadora de


conductas agresivas y de venganza. Además, genera un impulso por hacer algo que
elimine o dañe al agente que provocó el sentimiento displacentero.

2.3. Activación

2.3.1. Efectos subjetivos

Debido a las cogniciones hostiles, las personas que perciben a otros y al


medio ambiente de una manera negativa y culpable, responden con más frecuencia
con intensos sentimientos de ira. Los efectos subjetivos de la emoción de ira
forman parte de la actitud hostil cuando ésta elicita la emoción de ira.

Por lo tanto, la hostilidad implica usualmente sensaciones airadas. El


componente afectivo también incluye varios estados afectivos como el enojo, el
resentimiento, el asco o el desprecio. Las personas hostiles, además, cuando se
enfadan experimentan constantes rumiaciones.

2.3.2. Actividad fisiológica

2.3.2.1. Sistema nervioso central

El perfil bioconductual de las personas hostiles está determinado


fundamentalmente por disminuciones en la función serotoninérgica. La relación
entre los niveles disminuidos de serotonina y un incremento en las conductas
impulsivas-agresivas está fuera de duda.

2.3.2.2. Sistema nervioso autónomo

Los efectos son similares que en la ira pero más moderados en intensidad y
más mantenidos en el tiempo y resistentes a la habituación.

Se producen importantes elevaciones de la frecuencia cardíaca, de la


presión arterial sistólica y diastólica, de la salida cardíaca y de la fuerza de
contracción del corazón.

También se producen reducciones tanto en el volumen sanguíneo como en la


temperatura periférica, ambas como consecuencia de una respuesta de
vasoconstricción.

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Por último, se producen elevaciones en las medidas de conductancia de la


piel, con incrementos en su novel tónico.

2.3.2.3. Sistema nervioso somático

Se producen elevaciones en la tensión muscular general y aumentos en la


frecuencia respiratoria, sin que haya cambios en la amplitud de la misma.

2.3.3. Expresión corporal

Smith señala que la hostilidad es un estado de humor negativo


caracterizado por expresiones de irritabilidad e ira, pero la manifestación de
la hostilidad no se distingue de la ira, aunque la hostilidad está muy
relacionada con la agresión.

No existe una expresión facial concreta de la hostilidad. Lo que se


reconoce universalmente es la expresión de la emoción de la ira que se
manifiesta cuando la actitud hostil provoca la emoción de ira.

No hay unos parámetros de expresión corporal definidos, lo que sí se puede


indicar es que la hostilidad es expresada en modos muy sutiles que no violen las
normas sociales.

Como ejemplos de conductas verbales de la hostilidad podemos mencionar,


entre otros: discutir con la gente con bastante frecuencia y levantar la voz
cuando se discute, utilizar un lenguaje fuerte, devolver los gritos cuando
alguien les grita, amenazas verbales…

2.3.4. Afrontamiento

El afrontamiento va dirigido a inhibir las conductas indeseables de otras


personas e incluso a evitar una situación de enfrentamiento.

La agresión es un aspecto del componente conductual, la agresión verbal y


otras formas de conducta opuesta se expresan muy sutilmente y no violan las
normas sociales.

El afrontamiento, igual que la expresión, está influido por el género y la


socialización.

2.3.5. Medida de la hostilidad

Durante los años 1950 y 1960 las medidas más empleadas en la valoración de
la hostilidad y la agresión fueron las técnicas proyectivas (TAT). Actualmente
han proliferado las medidas de cuestionarios y escalas, y las proyectivas han
caído en desuso para medir la hostilidad. Veamos algunas de las más utilizadas:
 Buss-Durkee Hostility Inventory (BDHI)  Diseñado para proporcionar
información sobre siete subescalas de hostilidad y una medida global de

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hostilidad. Las siete subescalas son: asalto, hostilidad indirecta,


irritabilidad, negativismo, resentimiento, sospecha, hostilidad verbal.
 Escala de Hostilidad de Cook-Medley (HO)  también de las más utilizadas.
 Cuestionario de Hostilidad y su Dirección (HDHQ), de Foulds, Caine y
Creasy.
 Escala de Hostilidad Manifiesta (MHS), de Siegel.
 Inventarios de Hostilidad, de Endler y Hunt.

2.4. Consecuencias de la hostilidad

La consecuencias más estudiada de la hostilidad es su relación como factor


de riesgo de los trastornos cardiovasculares, y más específicamente de la
enfermedad coronaria.

La evidencia actual muestra dos aspectos de su relación con la enfermedad


coronaria. Un aspecto es el formado por la hostilidad junto con la ira como
componentes del patrón de conducta Tipo A (patrón de conducta relacionado con
los trastornos coronarios); y el otro aspecto relacionado con la emoción de la
ira, junto con un patrón de elevada reactividad cardiovascular a lo largo de la
vida de la persona.

El patrón de conducta Tipo A es un constructo epidemiológico que surge de


la observación de Friedman y Rosenman de la conducta de sus pacientes cardíacos
durante los años cincuenta. Éstos formulan la siguiente definición del Tipo A:
“Es un complejo particular acción-emoción, que puede observarse en algunas
personas comprometidas en la lucha relativamente crónica para lograr un número
de cosas, usualmente ilimitadas, de su medio ambiente, en el menor tiempo
posible, y si es necesario, contra los esfuerzos opuestos de otras personas o
cosas de su mismo ambiente”.

Los resultados obtenidos en numerosos estudios llevan a la confirmación


del patrón de conducta Tipo A como un factor de riesgo de trastornos coronarios.

Yuen y Kuiper llegan a la conclusión de que hostilidad, ira y agresión


pueden ser vistos como los componentes cognitivos, afectivos y conductuales del
patrón de conducta Tipo A, siendo el más patógeno la hostilidad.

Las personas con una actitud hostil pueden generar a su alrededor un medio
ambiente con escaso apoyo social. Las personas hostiles inician un proceso de
rechazo hacia ellos. Este tipo de pensamientos produce un modo de actuar
desagradable por parte de las personas hostiles, que genera en los demás una
serie de conductas antagonistas respecto a ellos. Esto puede desembocar en un
ambiente interpersonal estresante para las personas hostiles, impidiendo que
exista el apoyo social necesario para mitigar los efectos negativos de
determinados comportamientos o emociones sobre el bienestar físico y psicológico
del individuo. Otras veces son los propios sujetos hostiles los que de forma

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activa e intencional evitan la búsqueda de apoyo social, debido al desagrado que


para ellos tienen las relaciones sociales.

La hostilidad también genera una ausencia de conductas saludables. Se han


encontrado relaciones negativas entre la hostilidad y comportamientos
relacionados con buenos hábitos para la salud. Dentro de las consecuencias
directas en la salud por parte de la hostilidad está la hiperreactividad
cardiovascular.

En definitiva, la hostilidad nos defiende del abuso y la amenaza que otras


personas nos puedan hacer, tanto física como psicológicamente; y que está en la
base de la defensa de nuestros derechos y que es, por lo tanto, la garante de
nuestra libertad personal y social; pero que un uso inadecuado lleva efectos
nocivos.

3. EL HUMOR
El sentido del humor significa madurez emocional. Algunas personas pueden
apreciar el humor, pero no lo pueden crear o viceversa. El humor es subjetivo.
El humor y la risa conducen a una actitud general de afiliación.

3.1. Definición

El estudio del humor o emoción hilarante surge del estudio de respuestas


afectivas positivas al humor. El término hilarante fue introducido como un
constructo de emoción dirigido a integrar la variedad de respuestas que ocurrían
en los niveles de conducta, fisiología y experiencia emocional.

El término “repuesta al humor” denota la percepción de un estímulo como


divertido, y a veces también incluye respuestas abiertas tales como sonreír y
risas o carcajadas. El término de “respuesta al humor” es equívoco, mientras que
el de respuesta hilarante es la respuesta única al humor.

Podemos definir el humor como el proceso producido por la valoración de


haberse producido un error, pero que no es malo ni dañino, y esto produce risas
y buenos sentimientos.

3.2. Características

3.2.1. Antecedentes

La emoción del humor o hilarante puede ser elicitada por una gran variedad
de estímulos. Dentro de los elicitadores de hilarante tenemos el humor en la
forma de chistes, caricaturas, historias graciosas, comedias, parodias… El humor
en sí no es una emoción.

Se han propuesto numerosas teorías para explicar la gracia percibida del


humor. Los estudios demuestran que la absurdidad tiene una importancia de grado

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intermedio. Aunque la absurdidad es una condición necesaria para el humor, no es


suficiente. Por ello, se han propuesto variables tales como la resolución de lo
absurdo, la aceptación de irresoluble absurdo. El añadir contenido sexual al
humor se ha comprobado que incrementa la diversión. Las variables de
personalidad también influyen en la extensión en que las propiedades
estructurales y el contenido son óptimos para la inducción de hilarante.

Otro elicitador del proceso hilarante son las cosquillas. Éstas son el
elicitador más común de risas de forma alternativa a como lo hace el humor.

Otro elicitador es el óxido nitroso (N2O), un gas no inflamable de sabor


dulce que produce risas, relajación muscular, etc.

El proceso hilarante puede también ocurrir como respuesta a otros


estímulos y situaciones; las risas de otros pueden ser contagiosas, la emoción
hilarante puede producirse durante la realización de juegos que impliquen
actividad motora. Este proceso también puede acompañar a la ruptura de tabúes o
al hacer algo que está prohibido o es secreto.

3.2.2. Factores moduladores

 Influencia social  La efectividad del humor depende de quien cuenta el


chiste y si esta persona gusta o no. Se ha demostrado que la presencia de
un modelo riendo versus no riendo, posición sentada, proximidad público,
contacto de ojos, diferencia de edad entre las personas, y si eran
desconocidos o amigos, son factores potentes a la hora de intensificar la
frecuencia o duración de la sonrisa y risas.
 Los factores sociales  La mera presencia de otra persona es suficiente
para facilitar la sonrisa y las risas. Aunque este efecto se encontró
restringido a individuos con humor alegre.
 Normas  Pueden inhibir la expresión hilarante, ya que éstas dicen al
individuo cuándo, dónde y con qué tipo de respuesta hilarante puede
expresarse.
 El alcohol y las drogas psicoactivas (alucinógenos, opiáceos y
estimulantes)  Afectan el umbral para la inducción del proceso
hilarante. Pueden tener efectos facilitadores o inhibidores, dependiendo
de la dosis. La intoxicación por estas sustancias puede llevar al regocijo
o estado eufórico.
 Factores del organismo temporales y habituales  El grado de activación
simpática, estado de salud o el agotamiento físico pueden moderar la
efectividad de los estímulos.
 Las características de personalidad  La extroversión predice la mayor
frecuencia e intensidad del humor en la conducta hilarante.

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3.2.3. Procesamiento

La característica fundamental de su procesamiento es la valoración de que


se ha producido un error, pero sin que aparezca ningún tipo de atribución sobre
posibles consecuencias negativas de este error. Si se produjera tal tipo de
atribuciones, la respuesta emocional movilizada sería la tristeza o la ira.

3.3. Activación

3.3.1. Actividad fisiológica

Existen pocos estudios con lesiones en humor. Entre ellos destaca el de


Shammi y Stuss, quienes encontraron que la mayoría de pacientes que tenían
deteriorado el humor, presentaban daño en el córtex prefrontal medial.

Esta emoción tiene varios componentes de respuesta periféricos, entre los


que destacan la disrupción del patrón de respiración normal y la emisión de sus
sonidos más característicos.

La risa por sí sola no es un criterio inequívoco de humor. También está la


risa nerviosa, que aparece en situaciones sociales, cuando estamos intranquilos
y no hay condición humorística.

Durante la risa, la tasa de respiración permanece entre los límites del


estado de descanso; sin embargo, la predominancia de espiración sobre la
inspiración incrementa.

Mientras que los músculos de la respiración durante la emoción hilarante


están normalmente pasivos, hay una espiración forzada durante la risa. La
profundidad de la respiración incrementa debido a la fuerte espiración, pero
también debido a la baja inspiración.

Durante la risa puede también observarse cambios característicos


cardiovasculares y fluctuaciones en la actividad electrodérmica. El volumen
sanguíneo periférico también cambia entre la sonrisa y la risa.

También se ha observado la dilatación de la pupila durante la risa


inducida por cosquillas, así como por humor. Las lágrimas también pueden
aparecer, quizá más frecuentemente en mujeres y en edades jóvenes.

Se han propuesto varias hipótesis en los últimos años examinando los


efectos de la risa en la secreción endocrina. Estas hipótesis incluyen efectos
en el funcionamiento inmune, liberación de hormonas, catecolaminas o endorfinas.

3.3.2. Expresión corporal

Esta emoción puede ser observada en conductas faciales, gestos y posturas.


La sonrisa de la respuesta hilarante está producida por la contracción de dos

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pares de músculos faciales: el zigomático mayor y la parte orbital del orbicular


de los ojos. La acción del anterior músculo produce la apariencia facial
percibida como “sonriente”; tira de la comisura del labio oblicuamente hacia
arriba y atrás y profundiza el surco continuo desde la ventana de la nariz hacia
el ángulo del labio. El músculo orbicular de los ojos levanta las mejillas hacia
arriba y tira de la piel hacia los ojos desde la sien y mejillas.

Según las FACS, varias unidades de acción están implicadas en la respuesta


de hilaración:
 UA-6  Elevación de mejillas y reducir apertura palpebral
 UA-12  Desplazar comisura de labios hacia atrás y arriba
 UA-13  Subida y engrosamiento de los carrillos
 UA-14  Retracción labios y estrechamiento de las comisuras
 UA-20  Alarga comisura de los labios
 UA-25  Separa labios
 UA-26  Caída del mentón

Con una altísima intensidad de la risa, también pueden ocurrir movimientos


del tronco y de los miembros, así como cambios en la postura. Puede producirse
una pérdida completa de tensión muscular e incluso incontinencia.

Sonrisa y risa típicamente representan diferentes niveles de intensidad de


la respuesta hilarante. La risa ocurre en los niveles más altos de la respuesta
de hilaración y la sonrisa es típica de los niveles bajos. Comparada con la
sonrisa, la risa está acompañada por una fuerte contracción del músculo
zigomático mayor, es de gran duración y está expuesta a bromas juzgadas por la
persona que se ríe como divertidas. También la risa puede estar precedida por la
sonrisa. Las sonrisas de hilarante raramente duran más de cuatro segundos y los
simples actos de risa rara vez exceden siete segundos.

Los sonidos emitidos durante la risa son extremadamente diversos,


incluyendo todas las vocales y muchas consonantes. La risa frecuentemente
comienza con el sonido inicial /j/, que está producido cuando el aire es
empujado fuera de los pulmones ya pasa a la glotis. Hay aproximadamente siete
sílabas “ja” durante la risa con una frecuencia de cinco por segundo. Debido a
la falta de articulación, hay más sílabas por segundo que durante el habla
normal.

3.4. Medida del humor

Para la medida del humor en los estudios experimentales se han utilizado


diapositivas con caricaturas o vídeos con películas graciosas. Para producir
cosquillas en estudios experimentales, la aplicación de cosquillas es acometida
por medio de una pluma, un cepillo, una bolita de algodón, etc.

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Para liberar la emoción se han utilizado también las técnicas de


imaginación de eventos de hilarante o su recuperación de la memoria.

3.5. Consecuencias del humor

No existe aún un análisis sistemático de la experiencia hilarante. Si la


inducción de hilarante es exitosa, el estado resultante es altamente placentero,
pero también la mayor parte de elicitadores de esta emoción pueden inducir
estados no placenteros, el humor y las cosquillas pueden ser aversivos.

La experiencia de esta emoción está caracterizada por la relajación.


Durante la risa hay una postura relajada y una bajada típica del tono muscular,
asociada a una reducción en la preparación para responder atentamente o con
conductas planificadas a cambios en el medio ambiente.

En contraste con emociones negativas tales como la ira o la ansiedad, la


excitación durante la risa es muy baja. Los cambios fisiológicos que ocurren
durante la risa no preparan al individuo para la lucha o huida. La felicidad (al
nivel de sonrisa) aparece acompañada por los cambios fisiológicos más pequeños
comparados con las otras emociones estudiadas.

El fomentar la aparición de la respuesta hilarante puede ayudar a mitigar,


suprimir, interrumpir o hasta reemplazar una variedad de estados negativos. El
humor y la risa amortiguan el estrés, reducen el malestar o dolor, bajan la
tensión, o son de otra manera beneficiosos para la salud mental y física.

La acumulación de respuestas de hilaración puede llevar a una elevación


del humor positivo de forma prolongada y duradera. El uso exitoso del humor
puede inducir una atmósfera relajada en el grupo.

Por último quizás la consecuencia fundamental del humor sea el desarrollo


de una actitud general de afiliación, pertenencia, pertinencia, cooperación y
comunicación. Por tanto, se trata de una emoción eminentemente prosocial.

4. LA FELICIDAD

El interés por el estudio de las emociones positivas se ha visto


postergado hasta fecha reciente. La preocupación emergente en el área de la
salud ya no sólo por la enfermedad o su prevención, sino también por la
promoción del propio estado de salud y la optimización del bienestar personal,
sin duda, ha servido de acicate al crecimiento de esta pujante área de estudio.

4.1. Definición

Desde el punto de vista de la psicología científica, la felicidad es un


estado emocional de valencia variable a lo largo del continuo desdicha-
felicidad. Desde esta perspectiva, por felicidad podríamos entender un estado

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emocional positivo que se acompaña de sentimientos de plenitud, bienestar y


satisfacción, y que aparece como reacción a la consecución de metas vitales y
personales de índole global (relacionadas con el decurso vital) o específicas
(laborales, profesionales, familiares, académicas…), pero, en cualquier caso, de
gran relevancia en la vida de una persona.

El estudio experimental del proceso emocional de la felicidad se ha


sustentado en dos perspectivas:
- Enfoque hedonista: Equipara la felicidad a la consecución del placer
hedónico. Sin embargo, no sólo se limita al hedonismo físico sino que se
asume que el bienestar subjetivo puede derivarse también de la consecución
de metas y objetivos valiosos en diferentes áreas de interés personal
(profesional, social, académico, familiar).
- Enfoque eudaimónico: De acuerdo con el pensamiento aristotélico, considera
que no todas las metas alcanzadas por la persona proporcionan felicidad,
aun cuando lleven implícita una considerable carga de placer. Se considera
que la auténtica felicidad únicamente se alcanza en el desarrollo de
actividades congruentes con los valores personales más íntimos y en el de
las propias potencialidades. Es decir, la felicidad no se limita a una
mera búsqueda de lo placentero y agradable, y evitación de lo
desagradable. Más allá de ello, esta emoción positiva germina en un
terreno abonado por la implicación en actividades que favorecen el
crecimiento personal y autorrealización.

Datos derivados de diversa investigaciones sugieren que ambos paradigmas,


hedónico y eudaimónico, se solapan. Es decir, la felicidad quedaría definida en
el área delimitada por la interacción entre lo placentero y la realización
personal.

4.2. Características

4.2.1. Desencadenantes

¿Qué factores actúan como resortes de nuestra felicidad? La felicidad


posee un marcado componente subjetivo, que hace que cada uno de nosotros la
busquemos en veredas particulares, aunque podemos abstraer algún factor común.
Así, tanto unos como otros nos sentimos felices cuando alcanzamos cualquiera de
las metas que nos hemos marcado en nuestra particular vereda. Es decir, el éxito
en el desarrollo de nuestro “plan de vida”, los logros personales, conseguir los
fines anhelados, son contingencias que, por lo común, nos conducen a estados de
felicidad más o menos intensos. Pero, además, la felicidad, también surge del
grado de coherencia entre el estado en el que nos hallamos y aquel que deseamos,
entre la realidad y nuestras expectativas. Finalmente, como organismos sociales
que somos, nuestra felicidad también está en parte determinada por criterios
normativos, por la interacción con los otros y por la comparación con ellos.

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4.2.2. Factores moduladores

Diferentes personas presentarán una gran variación en lo que respecta a su


nivel de felicidad y bienestar subjetivo. Unos vivirán en un estado envidiable
de gozo continuado, otros se sentirán simplemente satisfechos y otros se
hallarán en la más deplorable de las desdichas. ¿Qué determina este estado de
cosas? Son múltiples los factores que condicionan la felicidad personal, los
cuales muchos nos son todavía desconocidos. No obstante algunos estudios nos han
permitido conocer algunos de ellos.

4.2.2.1. Patrón de personalidad

¿Realmente existe un perfil de personalidad que hace a aquellas personas


que lo poseen especialmente proclives a la felicidad? Un análisis superficial de
la gente que integra nuestro entorno social nos permitirá identificar individuos
que, en grado variable, presentan un talante optimista o pesimista al afrontar
una misma circunstancia.

Los optimistas tienden a valorar la situación de forma positiva (por


ejemplo, como un reto potencialmente reforzante) y se centran en la percepción
de los aspectos más favorables de la misma (se inclinan a ver la botella medio
llena). En cambio, los pesimistas tienden a hacer valoraciones negativas (por
ejemplo, la situación se conceptúa como una demanda potencialmente aversiva),
sesgando la percepción a favor de los matices menos halagüeños de la misma (se
inclinan a ver la botella medio vacía).

¿Qué rasgos de personalidad distinguen a unos de otros? El perfil de


personalidad de cada uno de nosotros, quedaría definido, en su mayor parte, por
un conjunto limitado de rasgos, identificados bajo la denominación común de Los
Cinco Grandes: extraversión, estabilidad emocional, apertura a la experiencia,
amabilidad y responsabilidad. A lo largo de estudios realizados, al menos dos de
ellos aparecen consistentemente vinculados a la felicidad y al bienestar
subjetivo: la estabilidad emocional (como rasgo opuesto al neuroticismo) y la
extraversión (como contrapunto a la introversión).
 Neuroticismo-estabilidad emocional: El neuroticismo es un rasgo de
personalidad frecuentemente utilizado como una medida clínica de
inestabilidad mental. Se asocia con angustia, depresión y desesperanza. Se
relaciona, por tanto, de forma negativa con el nivel de felicidad y
bienestar. Las personas que puntúan bajo en neuroticismo (poseen una alta
estabilidad emocional) tienden a informar de cotas más altas de felicidad.
En cambio, aquéllas que alcanzan valores altos en este rasgo (con
estabilidad emocional baja) se muestran más desdichadas y se sienten menos
satisfechas con sus vidas.
 Extraversión-introversión: La personalidad extrovertida es sociable, de
carácter gregario y tendencias afiliativas; mientras que la introvertida,
por el contrario, trata de mantener su autonomía e independencia en

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relación a los otros. Los resultados obtenidos en varios estudios revelan


una marcada asociación entre extraversión y felicidad. Llevan a concluir
que la extraversión es el rasgo de la personalidad que de manera más
fuerte y positiva se vincula a la felicidad. Este resultado se mantiene
independientemente de la raza, el género, y la edad de las personas, y
muestra una sorprendente estabilidad transcultural. La característica
principal del extravertido es su alta disposición a la interacción social.
Precisamente, tal inclinación social es lo que parece determinar la
asociación de este rasgo con la felicidad. En conclusión, resulta evidente
que tanto introvertidos como extravertidos pueden alcanzar niveles altos
de felicidad. El rasgo extraversión-introversión actuaría como una
variable instrumental que refleja, más que determina, las diferentes vías
o modos elegidos por las personas para obtener gozo y satisfacción con sus
vidas.

4.2.2.2. Relaciones interpersonales

En los últimos años el área de las relaciones interpersonales de índole


amistosa o vinculativa ha adquirido una pujanza especial en el estudio de los
factores que inciden en el proceso emocional de la felicidad. Algunos autores
han conceptuado esta interacción social basada en la confianza, la afectividad y
el apoyo, como una necesidad humana básica imprescindible para alcanzar el
bienestar subjetivo.

Los estudios realizados a este respecto sugieren que esta clase de


relación interpersonal estrecha es uno de los principales factores que influyen
en la felicidad.

Dos aspectos de la interacción resultan especialmente relevantes:


1. El estilo de apego: Se considera que el apego y las conductas que de él se
derivan cumplen una función adaptativa. También, permite desarrollar
conductas de exploración del medio con el aval de seguridad que confiere
el vínculo con el cuidador primario. Atendiendo al tipo de interacción
cuidador-niño, se establecen diferentes estilos de apego. Cuando el
cuidador atiene solícitamente las necesidades físicas, emocionales y
psicológicas del niño, éste desarrolla un estilo de apego seguro que le
lleva a percibir a los otros como fuentes potenciales de atención y
afecto. En cambio, diferentes combinaciones de inconsistencia, frialdad
afectiva y rechazo por parte del cuidador generan diversos estilos de
apego inseguro, que hacen que el niño desarrolle un modelo de sí mismo y
de los otros en términos negativos. Diversos trabajos han confirmado la
relación entre el estilo de apego seguro y un alto nivel de bienestar
subjetivo. Al parecer, este el estilo de apego fomenta la felicidad
debido, en gran parte, a que facilita relaciones en las que la persona
puede satisfacer necesidades de autonomía, competencia y afiliación.

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2. El grado de confianza o intimidad: Resulta evidente que lo determinante


para la felicidad no es tanto la cantidad de relaciones sociales que
mantiene la persona como el grado de confianza o intimidad que se alcanza
en ellas. Es decir, el bienestar subjetivo no está determinado por el
número de relaciones sociales que mantenemos sino por la calidad de los
lazos íntimos que establecemos en ellas.

4.2.2.3. Elección y logro de metas personales

En este campo convergen diferentes formulaciones teóricas que comparten la


idea de que el sentimiento de felicidad se desencadena cuando la persona alcanza
alguna meta o estado final. Debido a ello algunos autores, han denominado a este
tipo de paradigmas “teorías télicas” o de realización.

Dos aspectos resultan claves en relación al gozo asociado a la consecución


de metas:
- Competencia y autoeficacia percibida: Resulta evidente y probado que
cuanto más eficaces y competentes nos percibamos durante el desarrollo del
proceso que nos lleva a alcanzar el objetivo relevante, mayor es el nivel
de satisfacción y bienestar subjetivo que sentimos. No obstante, este
efecto general está, a su vez, modulado por otros factores. En este
sentido, resulta determinante el nivel de reto o desafío; de modo que,
cuando éste es demasiado asequible o, por el contrario, demasiado difícil,
el nivel de afecto positivo asociado es menor.
Otro factor relevante es el hecho de que las propias actividades
dirigidas a la consecución de la meta dependan de un sistema motivacional
de aproximación o evitación, es decir, que nuestra conducta esté motivada
por el logro de una recompensa o por la evitación de un castigo. El
seguimiento de metas de evitación conlleva un progreso más lento y pobre
hacia el objetivo final, así como un menor sentimiento de satisfacción (no
es lo mismo hacer una tarea porque nos gusta que hacerla para evitar que
nos castiguen).
- Grado de convergencia de la meta: En general, obtenemos mayor satisfacción
y gratificación en el desarrollo de actividades coherentes con nuestro
sistema de valores y creencias. La integración de las metas con los
intereses y valores personales nos dota de una sensación de dominio o
control que incrementa el bienestar subjetivo que experimentamos en las
actividades dirigidas a alcanzar tales metas.

4.2.2.4. Disponibilidad de bienes y recursos

La cuestión a tratar es si el hecho de disponer de medios y recursos tan


deseados en nuestra cultura, como un alto nivel de ingresos económicos,
determina o no un mayor grado de felicidad:
 INGRESOS  ¿Más dinero supone mayor felicidad? Aunque pequeña, existe
cierta asociación entre el nivel de ingresos económicos y el grado de
bienestar personal. No obstante, esta relación debe matizarse. No parece

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que la riqueza sea un buen predictor del nivel de bienestar subjetivo. De


acuerdo con un estudio reciente, el dinero sólo es relevante cuando las
necesidades básicas no están siendo cubiertas. Una vez que éstas lo están,
más dinero no nos hace más dichosos. En cuanto a la felicidad se refiere,
lo relevante es la importancia que la persona confiere al dinero, y no
éste en sí mismo. Es más, una actitud materialista no favorece, más bien
mina, la sensación de bienestar personal.
 CRITERIOS NORMATIVOS  Williams James sugirió que la felicidad vendría a
ser resultado de un compromiso o razón entre los logros alcanzados por la
persona y las aspiraciones o metas que ésta plantea. De acuerdo con ello,
el nivel de dicha que experimenta un individuo podría incrementarse bien
aumentando los logros, bien limitando las pretensiones de meta o bien
utilizando una combinación de ambas estrategias.

El modelo del que se parte plantea la hipótesis de que cada uno determina
su nivel de bienestar subjetivo efectuando sucesivas comparaciones con patrones
normativos. Estos pueden ser de carácter social (comparación social) o de índole
personal (comparación con el nivel de aspiración, con ideales, etc.). Cuando el
resultado de la comparación supera el criterio correspondiente, surgen
sentimientos de felicidad y satisfacción. Por el contrario, cuando aquél no se
alcanza, el nivel de gozo tiende a reducirse.

En lo que concierne a los patrones normativos de carácter social, diversos


trabajos demuestran que las comparaciones con el entorno social pueden influir
sobre el grado de gozo que experimenta la persona. No obstante, otros estudios
no hallan evidencia empírica que apoye tal relación y sugieren que esta clase de
comparación puede que no determine los juicios de satisfacción que hacen las
personas respecto de su vida cotidiana.

4.2.2.5. Variables demográficas

 Género: Son pocos los estudios que hallan diferencias significativas entre
hombres y mujeres en lo que concierne al grado de satisfacción con sus
vidas. No obstante, hombres y mujeres se diferencian en cuanto al rango en
el que varían sus estados emocionales. En general, las mujeres
experimentan niveles más altos de afecto negativo que los hombres, siendo
la prevalencia de trastornos depresivos doble en ellas que en los varones.
Como contrapartida, aquéllas también experimentan mucha mayor emotividad y
lo hacen con mayor frecuencia e intensidad que éstos. Es decir, el tono
emocional general es igual en ambos sexos, pero la variabilidad emocional
es mayor entre las mujeres, que son, a un tiempo, más felices y más
infelices que los hombres.
 Edad: Sorprendentemente, el nivel de bienestar subjetivo no sólo no
declina con la edad, sino que tiende a aumentar. Concretamente, nos
encontramos más satisfechos con nuestras vidas a medida que envejecemos,

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al tiempo que nuestra afectividad positiva tiende a reducirse levemente y


la afectividad negativa permanece invariable.
 Raza: Varios estudios indican que el hecho de ser de color correlaciona
notoriamente con un sentimiento más bajo de bienestar subjetivo. No
obstante, estos datos han de ser matizados; así, tal asociación se reduce
hasta valores próximos a cero cuando se controlan además otras variables
(ingresos, educación, situación laboral…). La edad y el género también
interactúan significativamente con la raza. De este modo, los ancianos de
color se muestran ligeramente más satisfechos con sus vidas que los
blancos de su misma edad. En cambio, las mujeres negras alcanzan niveles
de satisfacción similares a la de los hombres de una y otra raza.
 Estado civil: Los estudios disponibles muestran que el matrimonio está
relacionado con una mayor felicidad. Las personas casadas refieren niveles
de bienestar subjetivo mayores que los solteros, divorciados, separados o
viudos. Además, este efecto positivo alcanza por igual a ambos miembros de
la pareja, los dos manifiestan niveles de felicidad similares. Entre los
posibles motivos, en primer lugar, el matrimonio proporciona una fuente
adicional de autoestima. En segundo lugar, la gente casada tiene más
posibilidades de disponer de una relación íntima y de apoyo, que hace
menos probable los sentimientos de soledad. Entre los no casados, las
personas que viven en pareja son también significativamente más felices
que aquéllas que viven solas. Aunque este efecto está condicionado por el
tipo de cultura en el que se vive (en sociedades individualistas como las
occidentales, vivir en pareja se asocia con mayor felicidad, mientras que
en las colectivistas, como las orientales, es menor).

4.2.2.6. Factores genéticos

Algunos estudios revelan que heredamos de nuestros progenitores una


predisposición especial para ser felices. Entre los humanos, la selección
natural ha introducido una clara predisposición a la dicha y al bienestar
subjetivo.

4.2.3. Procesamiento cognitivo

El procesamiento cognitivo de la emoción de la felicidad presenta las


siguientes características:

1. Evaluación afectiva de la situación:


 LA NOVEDAD  El proceso cognitivo que subyace de la felicidad se
desencadena ante situaciones que no resultan sorpresivas para la
persona, o que lo son en grado mínimo. En general, las circunstancias
generadoras del sentimiento de dicha no son nuevas en la vida del
sujeto. Las metas articuladas en los planes son deseadas y buscadas
intencionadamente, lo que hace sentir a la persona cierto grado de
control sobre las contingencias que desencadenan los sentimientos de
felicidad.

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 LA AGRADABILIDAD  La situación desencadenante es valorada por la


persona como altamente positiva. De hecho, se esfuerza por mantener
este estado de cosas tanto como le es posible, y vive su desaparición
con una gran zozobra.
2. Valoración de la situación:
 LA SIGNIFICACIÓN  Las consecuencias derivadas de la situación
desencadenante son congruentes con los planes y necesidades del
individuo, y facilitan el logro de metas previamente fijadas. El grado
de urgencia en afrontar este tipo de situación es muy bajo.
 EL AFRONTAMIENTO  La persona feliz es consciente de que este estado
emocional resulta de la convergencia de la iniciativa personal en el
logro de los propios intereses, la intervención de terceras personas y
la ocurrencia de un cúmulo de circunstancias favorables. El cariz
agradable de este estado determina que la necesidad de afrontamiento
sea muy baja, y que, lógicamente, la capacidad de la persona para
adaptarse a las consecuencias que de él se derivan sea, en cambio, muy
alta.

4.3. Activación

4.3.1. Efectos subjetivos

El sentimiento de felicidad es vivido por la persona de forma placentera,


con sensaciones de bienestar, seguridad y tranquilidad. La felicidad no exime
del afrontamiento de situaciones vitales desfavorables, ni del daño o dolor que
en ocasiones se derivan de ellas. Pero, en cualquier caso, bajo un estado
emocional de felicidad, hasta este tipo de experiencias negativas pueden ser
recicladas en beneficio de la persona, favoreciendo su crecimiento y dotándola
de recursos para hacer frente a las amenazas futuras.

En general, la felicidad hace que sintamos mayor seguridad en nosotros


mismos, potenciando la disposición para implicarnos en actividades diversas, e
incrementando la tolerancia a la frustración que pueda derivarse de su
desempeño. Por otra parte, la felicidad tiene un efecto elevador de la propia
estima, confiere una mayor flexibilidad y dota de mayor agilidad a algunos
procesos cognitivos, además de fomentar la sociabilidad y la conducta de ayuda.

4.3.2. Bases neuroanatómicas y fisiológicas de la felicidad

 Correlatos neuroanatómicos: Desde la psicología fisiológica se había


resaltado el papel que juega el sistema límbico en el procesamiento
emocional. Básicamente este sistema está formado por la amígdala, el
hipotálamo, los sistemas dopaminérgicos mesocorticolímbicos, así como por
zonas corticales. El efecto positivo se asocia con la activación del
lóbulo prefrontal izquierdo, en tanto que el afecto negativo se vincula
con la del derecho. Los estudios con neuroimagen han corroborado la
implicación de estos sistemas neurales en la emoción. Se ha observado que

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los ganglios basales, el córtex prefrontal medial, el temporal y el


parietal, se activan en sincronía con el estado emocional de bienestar
subjetivo.
 Correlatos neurofisiológicos: Las sinapsis que se establecen entre estos
sistemas neurales emplean como principal neurotransmisor la dopamina. Las
vías dopaminérgicas mediatizan aquellas conductas que tienen consecuencias
placenteras para el organismo. Los fármacos psicoactivos, la cafeína o la
cocaína también incrementan el nivel de dopamina de las neuronas. Se ha
observado también que el incremento de la actividad dopamínica es estos
sistemas cerebrales acompaña al sentimiento de euforia y excitación por la
progresión eficaz hacia una meta deseada.
 Correlatos psicofisiológicos:
 Actividad respiratoria y de la musculatura esqueletal: Producen un
aumento de la tensión muscular y de la frecuencia respiratoria.
 Actividad cardiovascular: Se produce una aceleración de la frecuencia
cardíaca, moderadas elevaciones en los niveles de presión sanguínea
sistólica y diastólica, un ligero descenso del volumen sanguíneo y
vasoconstricción periférica que reduce el flujo sanguíneo vascular y
hace descender la temperatura superficial.
 Actividad electrodérmica: Se producen modificaciones al alza en los
niveles basales de conductancia de la piel como en el número de
fluctuaciones espontáneas.

Todos estos cambios se hallan también en otras emociones. La tasa cardíaca


parece ser el índice para diferenciarlos. La frecuencia cardíaca permite
diferenciar la felicidad de la ira, el miedo y la tristeza. La tasa cardíaca es
menor en la felicidad que en la ira o en el miedo.

4.3.3. La expresión facial de la emoción de felicidad

Son gestos faciales propios de la experiencia emocional de bienestar


subjetivo:
 UA-6  Elevación, ligera a moderada, de los pómulos
 UA-7  Leve plegamiento de la piel debajo del párpado inferior
 UA-12  Elevación y retraimiento bilateral de la comisura labial

En la composición de este rostro afable intervienen los músculos


zigomáticos mayores, que se encargan de tensar la comisura de los labios hacia
las mejillas y los orbiculares de los párpados, que elevan el párpado inferior
causando el repliegue cutáneo.

4.3.4. La expresión vocal de la felicidad

La expresión vocal de la felicidad comparte rasgos comunes con otras


emociones positivas (alegría), y ciertamente no permiten hacer una distinción
fiable entre ellas en base al patrón vocal:

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- Tono de voz un poco más elevado y sonoro.


- Tasa de articulación sin cambios, haciendo un lenguaje más fluente.
- Mayor numero de variaciones tonales.

4.3.5. Afrontamiento

La felicidad plantea pocas demandas adaptativas a la persona. El estado de


bienestar subjetivo en el que ésta se encuentra presenta oscilaciones y mezclas
afectivas entre el deleite sereno y el franco regocijo. Esta situación de
bonanza emocional favorece que el individuo se sienta lleno de energía,
optimista y satisfecho, y que se perciba a sí mismo como competente y valioso.

El talante positivo fomenta nuestra inclinación a la relación social, nos


hace más solidarios y proclives a prestar ayuda. A nivel cognitivo, ejerce
efectos beneficiosos sobre diferentes procesos psicológicos, optimizando el
aprendizaje, dotándonos de una mayor flexibilidad cognitiva, estimulando nuestro
interés por el entorno y por la vivencia de nuevas experiencias.

4.4. Consecuencias de la felicidad

4.4.1. Efectos cognitivos

Los sentimientos de felicidad influyen de manera notoria en la


organización y dinámica de otros procesos cognitivos:
 MEMORIA: El afecto positivo actuaría como una buena señal o clave de
recuperación para aquella información que posee una valencia afectiva
positiva, facilitando la evocación en la memoria de trabajo. El afecto
positivo señala el material positivo en la memoria y facilita su posterior
recuperación.
 CATEGORIZACIÓN: La gente feliz percibe la realidad de color de rosa. Esta
afirmación, requiere que hagamos alguna matización. El enunciado da a
entender, erróneamente, que el bienestar subjetivo sesga de algún modo
nuestros procesos perceptivos, favoreciendo la atención y el análisis de
los aspectos positivos de la situación en detrimento de los negativos o
menos agradables; es decir, se establecería una especie de filtro o tamiz
perceptivo. El estado de ánimo positivo facilita la percepción de vínculos
entre los miembros de una categoría, esto permite encontrar similitudes
(parecidos familiares) entre el ejemplar más representativo (prototipo) y
los ítems marginales de la categoría que habitualmente habrían sido
desestimados como miembros de la misma. También promueve mayor
flexibilidad en la organización y delimitación de las categorías mentales
(un mismo elemento puede incluirse en diferentes grupos taxonómicos).
 RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS Y CREATIVIDAD: El afecto positivo facilita la
generación de soluciones innovadoras y creativas. La felicidad confiere a
la persona una mayor flexibilidad cognitiva al encarar tareas de este
tipo, permitiéndole conectar ideas de una manera innovadora y útil.

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4.4.2. Conducta social

En general, el afecto positivo estimula la sociabilidad y la conducta


altruista reduce el conflicto interpersonal y conduce, en tareas que implican
negociación, a la adopción de soluciones favorables para ambas partes.

Un estado de ánimo feliz favorece conductas prosociales, pero este


comportamiento altruista se inhibe o atenúa cuando su desempeño supone una
pérdida del propio estado de bienestar subjetivo.

5. EL AMOR

El amor es posiblemente la principal fuente de sentimientos agradables e


intensos, al mismo tiempo que nos hace movilizar muchas acciones y energías.

5.1. Definición

Fischer, Shaver y Carnochan distinguen entre dos clases de amor, el amor


apasionado que ellos llaman “enamoramiento” y el amor de compañero que ellos
llaman “cariño”.

Pero la clasificación que ha tenido mayor trascendencia es la realizada


por Sternberg, quien plantea que no suelen darse formas aisladas o puras de amor
en nuestras relaciones, sino combinaciones de tres componentes básicos, que son:
 La intimidad: Hace referencia al sentimiento de cercanía, unión y afecto
hacia otra persona, es decir, de querer mantener una relación íntima con
otra persona, sin que medie pasión ni compromisos a largo plazo.
 La pasión: Hace referencia a un importante estado de excitación mental y
física. Caracterizado por presentar verdadera vehemencia por la otra
persona.
 El compromiso: Hace referencia a la relación de compañerismo, sin que haya
intimidad ni pasión.

El amor no es estático porque cada uno de estos tres componentes básicos


tiene una evolución temporal diferente. Así, la intimidad se desarrolla
gradualmente conforme avanza la relación y puede continuar siempre creciendo,
aunque este crecimiento es más rápido durante las primeras etapas y luego se va
enlenteciendo. La pasión que es muy intensa en un principio y crece de forma
vertiginosa, suele disminuir de la misma forma conforme la relación avanza,
estabilizándose en unos niveles moderados. Por último, el compromiso se
incrementa lentamente en un principio, más que en el caso de la intimidad, y se
estabiliza cuando se llega a un equilibrio entre lo que se da y lo que se
obtiene en la relación.

Estos tres componentes básicos de amor configuran los vértices de un


triángulo, que nos delimitan las posibles combinaciones posibles del amor. Así
nos encontramos con:

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 El amor romántico: Es una combinación de intimidad y pasión, se produce


cuando las personas se atraen tanto emocional como físicamente, pero ese
sentimiento de unión y compenetración no va acompañado de compromiso.
 El amor apasionado: Es pura pasión, también llamado “amor obsesivo” o
“enamoramiento”, es una emoción muy vehemente. Se define como un estado de
intenso anhelo por la unión con otro. Es una emoción limitada en el tiempo
que suele evolucionar a un amor de compañeros.
 El amor fatuo: Es una combinación de pasión y compromiso, se trata de una
relación en la que no ha pasado aún el tiempo suficiente para que se
desarrolle la intimidad, aunque sí se ha establecido ya un compromiso.
 El amor compañero: Es una combinación de compromiso e intimidad. También
llamado “amor verdadero” o “amor conyugal”, es una emoción lejana, menos
intensa, combina sentimientos de profundo cariño, compromiso e intimidad.
Lo definen como “el afecto y ternura que nosotros sentimos por aquellos
con quienes vivimos”.
 El amor vacío: Solo se da el compromiso y que, por lo tanto, se trata de
una relación superficial carente de pasión e intimidad.
 Amor perfecto: Combina los tres componentes. Es muy difícil de alcanzar.
 Apego entre madre e hijo: Estaría cercano al amor de compañero ya que
implica intimidad y compromiso, pero que contiene cierta pasión y vínculos
que implica por parte de la madre la alimentación, el cuidado y las
caricias.

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5.2. Características

Shaver y Hazan han propuesto que el amor romántico podría ser concebido
como una forma de cariño. Los patrones primarios de cariño en los niños podrían
influir en su cariño adulto.

Bartholomew ha propuesto que los estilos de cariño de los adultos se


encuentran dentro de uno de estos cuatro patrones, dependiendo de su autoimagen
(positiva ó negativa) y su imagen de los otros (positiva ó negativa):
 Los hombres y mujeres con autoimagen positiva y una imagen positiva de los
otros serían capaces de tener cariños a otros.
 Aquellos con baja autoestima y visión positiva de los otros podrían estar
preocupados con sus relaciones más íntimas.
 Aquellos que tienen una autoimagen negativa y una imagen y también
negativa de los demás podrían estar temerosos de acercarse a otros.
 Aquellos que tienen una autoimagen positiva y una imagen negativa de los
otros podrían rechazar o separarse de los otros.

Reik propone que cuando la autoestima está amenazada, los individuos


pueden ser presas más fáciles del amor apasionado.

También se ha observado que la gente que es dependiente e insegura es


especialmente vulnerable al amor apasionado.

5.3. Activación

5.3.1. Efectos subjetivos

Al igual que hay diferentes tipos de amor, también se producen diferencias


en las experiencias subjetivas y posiblemente éstas se encuentran relacionadas
con los componentes básicos que dibujan el mapa emocional.

Así, en el caso de la pasión, se caracteriza por un sentimiento


extremadamente intenso y desbordante, que suele ir asociado a una obnubilación
mental, gran euforia y deseo incontrolable para estar con la otra persona. Se
alteran los procesos de valoración cognitiva, de tal manera que se ve a la
persona amada de forma idealizada, como poseedora de todo lo deseable y carente
de cualquier imperfección. También aparecen sentimientos de obsesión por la
persona amada y una sensación de vitalidad y energía.

En el caso de la intimidad, ésta se acompaña de sentimientos de


comunicación, de compartir información y de una cercanía tanto emocional como
personal.

El compromiso produce sentimientos de fuerte relación, aceptación del otro


y de capacidad para el sacrificio.

Finalmente, en lo que se refiere al sentimiento de apego, se caracteriza


por un deseo de proximidad con la persona responsable del mismo, su presencia es

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asociada a sentimientos de bienestar, mientras que la separación o pérdida


produce importante “ansiedad de separación”.

5.3.2. Activación fisiológica

La neurociencia nos explica poco acerca de las bases biológicas del amor
de compañero y de la ternura. Se ha identificado una hormona, la oxitocina, que
parece promover vínculos afectuosos, cercanos e íntimos y conductas sexuales y
reproductivas.

Los psicofisiólogos Bloch, Orthous y Santibañez argumentan que no sólo la


alegría sino también el amor apasionado (“eroticismo”) y el amor de compañero
(“ternura”) están asociados con diferentes patrones de respiración y sonidos:

 En el eroticismo, la característica principal de activación sexual es un


patrón uniforme de respiración que incrementa en frecuencia y amplitud
dependiendo de la intensidad del compromiso emocional. La inspiración
sucede a través de una relajada abertura de la boca, los músculos de la
cara están relajados y los ojos están cerrados o semicerrados.
 En la ternura, el patrón de respiración es de baja frecuencia con un ritmo
uniforme y regular, la boca está semicerrada, los labios relajados
formando una leve sonrisa, los músculos faciales muy relajados, los ojos
abiertos y relajados y la cabeza levemente inclinada al lado. La actitud
postural es de acercamiento.

5.3.3. Expresión facial

No ha sido posible definir en términos de unidades de acción facial sus


características, aunque se especula que cuando una persona está enamorada toma
una expresión parecida a la que exteriorizan las madres cuando están felices
contemplando tiernamente a sus hijos pequeños, es decir, mirando hacia abajo,
sus caras como si se derritieran, con una leve sonrisa y en una atmósfera
juguetona.

5.4. Medida del amor

Para medir el amor se han utilizado diferentes escalas:


 La Escala del Amor Apasionado, para valorar los indicadores cognitivos,
fisiológicos y conductuales
 Valoraciones subjetivas de las personas para medir el amor de compañeros
 La Escala de Amor en Niños

5.5. Consecuencias del amor

Las personas enamoradas pueden experimentar, al menos, seis clases de


recompensa:
1. Momentos de regocijo: Momentos de ceguera apasionada, euforia,
excitación y satisfacción.

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2. Sentimientos de sobre-entendimiento y aceptación: Las personas amadas


se sienten entendidas, queridas y aceptadas.
3. Compartir un sentimiento de unión con su amado.
4. Sentimientos de seguridad y de estar fuera de peligro al estar con la
persona amada.
5. Trascendencia: Cuando las personas se enamoran pueden trascender sus
anteriores limitaciones.
6. Efectos beneficiosos en el sistema inmunológico: Las personas
enamoradas y correspondidas presentan un mejor funcionamiento que el de los que
no lo están. Los que están enamorados pero no son correspondidos son
especialmente propensos a padecer dolor de garganta y resfriados.

Numerosos estudios ponen de manifiesto que varias emociones positivas,


como la risa, la excitación erótica o la excitación general pueden intensificar
la pasión.

Pero el amor también tiene su precio. Así, cuando las esperanzas que
tenemos de establecer una relación fracasan o las relaciones se rompen, la
autoestima de las personas se ve deteriorada, se sienten solos y miserables.
Incluso son más vulnerables para padecer un amplio rango de enfermedades físicas
y psíquicas.

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TEMA 9: LAS EMOCIONES AUTOCONSCIENTES: CULPA, VERGÜENZA Y ORGULLO

COMENTARIO – RESUMEN

A) Los psicólogos tienden a agrupar la culpa, la vergüenza y el orgullo bajo la


denominación de emociones autoconscientes. En estas tres emociones subyace, como
rasgo fundamental, algún tipo de evaluación relativa al propio yo.

B) Culpa, vergüenza y orgullo son reacciones emocionales que tienen como


antecedentes algún tipo de juicio –positivo o negativo- de la personas sobre sus
propias acciones.

C) Las emociones autoconscientes comparten otros rasgos importantes: 1) son


emociones secundarias que surgen como resultado de diversas transformaciones de
otras emociones más básicas; 2) son emociones complejas porque requieren el
desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas (desarrollo de una cierta
noción del yo o autoconciencia); 3) son emociones sociales e implican
importantes aspectos interpersonales (se hallan presentes en el desarrollo,
surgen en contextos interpersonales, conllevan tendencias de acción con
importantes implicaciones interpersonales).

D) Estas emociones juegan un papel fundamental como elementos motivadores y


controladores de la conducta moral.

E) La vergüenza surge cuando se da una evaluación negativa del yo de carácter


global. Provoca un estado emocional desagradable, que lleva a la interrupción de
la acción y a una cierta confusión mental. La persona, con el fin de librarse de
la vergüenza, recurre a mecanismos como la reinterpretación de los eventos, la
disociación del yo y el olvido de la situación.

F) La culpa surge de una evaluación negativa del yo más específica, referida a


una acción concreta. Se origina un proceso cognitivo-atribucional centrado en la
conducta y no en la globalidad del yo. Su efecto no es tan displacentero como el
de la vergüenza. Esta emoción conlleva la puesta en marcha de conductas
orientadas a reparar la acción negativa.

G) El orgullo surge como consecuencia de la evaluación positiva de una acción


propia. La experiencia fenomenológica de la persona que siente orgullo por algo
(acción, pensamiento o sentimiento que considera loables) es de alegría y
satisfacción por ello. Cuando el yo en su conjunto es objeto de loa exagerada
por parte del propio sujeto surge el “hubris”.

H) En la actualidad hay abierto un importante debate sobre las diferencias entre


la culpa y la vergüenza.

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I) Se reclaman claras diferencias en sus tendencias de acción y sus


implicaciones interpersonales. La vergüenza provoca el deseo de escapar de la
situación, la culpa mantiene a la persona ligada a la situación interpersonal y
señala al sujeto el camino hacia la acción reparadora.

J) No es posible establecer conclusiones definitivas sobre los efectos de la


culpa en el ajuste psicológico individual. En cambio, por lo que se refiere a la
vergüenza, existe un amplio consenso respecto a la asociación entre tendencia a
experimentar vergüenza y vulnerabilidad a los problemas psíquicos.

K) Los autores anglosajones consideran el embarrassment (bochorno, apuro) como


una emoción distinta de la vergüenza (shame). La diferencia reside en la
intensidad del afecto y la gravedad de la acción: mayor intensidad para la
vergüenza, que además surge ante transgresiones de carácter moral, lo que no
ocurre en el caso del embarrassment, que tiende a aparecer ante transgresiones
sociales relativamente triviales.

1. ¿POR QUÉ HABLAMOS DE EMOCIONES AUTOCONSCIENTES?


Los psicólogos tienden a agrupar la culpa, la vergüenza y el orgullo bajo
la denominación de emociones autoconscientes. La razón de ello es que en estas
tres emociones subyace, como rasgo fundamental, algún tipo de evaluación
relativa al propio yo: estas emociones surgen cuando se produce una valoración
positiva o negativa del propio yo en relación con una serie de criterios acerca
de lo que constituye una actuación adecuada en diversos ámbitos.

Quizás fuera más apropiado llamarlas emociones autoevaluativas, ya que


estamos ante reacciones emocionales que tienen como antecedente algún tipo de
juicio (positivo o negativo) de la persona sobre sus propias acciones.

2. OLVIDO Y PROGRESIVO INTERÉS DEL ESTUDIO DE LAS EMOCIONES


AUTOCONSCIENTES

Hasta hace muy poco tiempo, las emociones autoconscientes han estado
bastante olvidadas. ¿Por qué?:

- Por la especial dificultad de su estudio: Estas emociones, al no tener


índices expresivos faciales tan claros como el miedo, la ira, la alegría,
la tristeza o el asco, no se prestan a la observación directa tan bien
como éstas. Su estudio a través de los autoinformes también plantea
dificultades, ya que no se distinguen muy bien entre las distintas
emociones autoevaluativas, sobre todo entre la culpa y la vergüenza.
- Hasta hace poco, estas emociones provocaban fuertes reticencias entre los
psicólogos: El orgullo, la vergüenza y la culpa resultaban demasiado
etéreas para un estudio científico serio. Además, su inmediata asociación

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con el psicoanálisis generaba bastante recelo. Por si esto fuera poco, sus
evidentes implicaciones en el ámbito de la moralidad provocaban aún más
reticencia.

Pese a todo, en los últimos años, el interés por estas emociones ha ido
progresivamente en aumento, aunque son muchas las lagunas y cuestiones por
clarificar. El volumen de investigación sobre las emociones autoconscientes es
muy desigual, ya que existe bastante investigación acerca de la culpa y la
vergüenza, pero muy poca sobre el orgullo.

3. RASGOS GENERALES DE LAS EMOCIONES AUTOCONSCIENTES


La culpa, la vergüenza y el orgullo, además de implicar todas ellas algún
tipo de valoración relativa al propio yo como elemento antecedente y esencia,
comparten otros importantes rasgos.

3.1. Las emociones autoconscientes son emociones “secundarias”,


“derivadas”, “complejas”

La mayor parte de los autores consideran a las emociones autoconscientes


emociones “secundarias”, “derivadas”, en la medida en que dichas emociones
parecen surgir como resultado de diversas transformaciones de otras más básicas.
La mayoría de autores considera a las emociones autoconscientes emociones
“complejas”. Ello se debe a que estas emociones requieren el desarrollo previo
de ciertas habilidades cognitivas. En concreto, gran parte de los autores
coinciden en que para que aparezcan estas emociones se ha de dar, como condición
necesaria, el desarrollo de una cierta noción del yo como separado de los demás,
de una cierta autoconciencia.

Lewis y colaboradores realizaron una serie de estudios que muestran que el


desarrollo de la capacidad de sentir vergüenza (embarrassment) discurre paralelo
al del autorreconocimiento. Estos autores observaron que los primeros signos de
embarrassment en los niños (sonreír y al mismo tiempo evitar la mirada, tocarse
la cara, etc.) aparecían entre los 15 y los 24 meses. Los niños que mostraban
autorreconocimiento en una prueba eran exactamente los mismos que mostraban
signos de sentir embarrassment en una prueba diferente.

El embarrassment parece ser la más rudimentaria de las emociones


autoconscientes, al menos de las de carácter negativo.

En diversos estudios se ha constatado que ya para los 2-3 años, los niños
presentan manifestaciones protípicas del orgullo (mirada triunfante, cuerpo
erguido, etc.), la vergüenza (cuerpo encogido, cabeza baja, etc.) y la culpa
(intentos de reparación tras agredir a otro niño).

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3.2. Las emociones autoconsciente son emociones “sociales”, “morales”

Son también designadas por algunos autores como “emociones sociales”.


Estas emociones tienen importantes aspectos interpersonales:

 En primer lugar, dichos aspectos se hallan presentes en su desarrollo. El


desarrollo en el niño de unos criterios acerca de lo correcto y lo
incorrecto es fruto de la interiorización de los valores y las normas de
su cultura. Dicho desarrollo es resultado también de la construcción del
propio niño, que se asienta en las experiencias cotidianas del niño en sus
interacciones sociales.
 En segundo lugar, estas emociones son también “sociales” por cuanto la
mayor parte de las veces surgen en contextos interpersonales.
 Por último, estas emociones conllevan tendencias de acción con importantes
implicaciones interpersonales. Así, por ejemplo, la persona que se siente
culpable siente la necesidad de reparar de algún modo la falta, la
necesidad de pedir disculpas y, en la medida de lo posible, enmendar la
acción. La culpa anticipada ayuda a preservar las relaciones
interpersonales, al favorecer que tales acciones u omisiones no se
produzcan.

Las implicaciones de todo esto en el terreno de lo moral son obvias. Junto


con la empatía, estas emociones juegan un papel fundamental como elementos
motivadores y controladores de la conducta moral. La culpa y la vergüenza
actúan como un factor inhibidor de muchas conductas inmorales. El orgullo
sentido ante la buena acción, en especial si es costosa, ejerce en el
reforzamiento de futuros cursos de acción similares.

El papel de estas emociones en el ámbito moral ha sido objeto de reflexión


de muchos filósofos a lo largo de la historia. Es, en este sentido, en el que
algunos autores designan a estas emociones como emociones “morales” o
“sociomorales”.

4. RASGOS ESPECÍFICOS DE LAS DISTINTAS EMOCIONES AUTOCONSCIENTES

Cada una de las emociones autoconscientes posee características


específicas: surge ante un tipo particular de eventos, supone una experiencia
subjetiva diferente y conlleva unas tendencias de acción, también diferentes. El
orgullo se distingue nítidamente de la culpa y la vergüenza, pero la distinción
entre estas dos últimas plantea bastantes problemas.

En una primera aproximación a los rasgos específicos de cada una de estas


emociones, resulta muy útil el modelo propuesto por Michael Lewis.

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Un primer proceso que interviene en la elicitación de estas emociones es


la evaluación de las propias acciones, pensamientos o sentimientos como éxitos o
fracasos en relación con una serie de estándares, reglas y metas. El éxito o
fracaso percibido provoca la autorreflexión, la cual da lugar a un segundo
proceso fundamental en la elicitación de estas emociones: la evaluación de las
acciones, pensamientos y sentimientos como éxitos o fallos que dependen de uno
mismo, es decir, la atribución interna de dichos éxitos y fallos. Esta
atribución puede ser global o específica, es decir, la evaluación de éxito o
fallo puede referirse al yo en su conjunto o únicamente a la acción, pensamiento
o sentimiento concreto. Según la evaluación sea de éxito o fallo, global o
específica, surgirá una u otra emoción.

A partir de este modelo, Lewis distingue cuatro emociones autoconscientes:


la culpa, la vergüenza, el orgullo y una cuarta denominada hubris (arrogancia).
Así, la vergüenza es elicitada por una evaluación negativa del yo de carácter
global. La culpa surge también cuando se da una evaluación negativa, pero en
este caso la evaluación es específica, se focaliza en la acción y no se refiere
al yo en su conjunto. El orgullo surge cuando la persona realiza una evaluación
positiva centrada en una acción concreta, y por tanto, específica. Por último,
Lewis propone el término griego hubris para designar una emoción que sería del
resultado de una evaluación positiva del yo de carácter global.

4.1. Emociones provocadas por autoevaluaciones negativas: vergüenza y culpa

La vergüenza surge cuando se da una evaluación negativa del yo de carácter


global. La experiencia fenomenológica de la persona que experimenta vergüenza es
el deseo de esconderse, de desaparecer (“tierra, trágame”). Es un estado muy
desagradable, que provoca la interrupción de la acción, una cierta confusión
mental y cierta dificultad y torpeza para hablar. Físicamente, se manifiesta en
una especie de encogimiento del cuerpo: la persona que siente vergüenza se
encorva como si quisiera desaparecer de la mirada ajena. En la medida en que
supone un ataque global al yo, la persona va a intentar librarse de este estado
emocional. Pero ello no resulta tan fácil como reparar una acción concreta.

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La culpa surge de una evaluación negativa del yo más específica, referida


a una acción concreta. Desde el punto de vista fenomenológico, las personas que
sienten culpa también experimentan dolor, pero, en este caso, el dolor tiene que
ver con el objeto del daño que se ha hecho o con las causas de la acción
realizada. En la medida en que el proceso cognitivo-atribucional se centra en la
conducta y no en la globalidad del yo, la experiencia de culpa no es tan
displacentera ni provoca tanta confusión como la vergüenza. Por otra parte, la
culpa tampoco lleva a la interrupción de la acción. En cuanto a su expresión no
verbal, mientras que en la vergüenza la persona se encorva en un esfuerzo por
esconderse y desaparecer, en la culpa, la persona tendería más bien a moverse
inquieta por el espacio, como si tratara de ver qué puede hacer para reparar su
acción; además, en la culpa tampoco se da el rubor facial que aparece en muchas
personas cuando experimenta vergüenza. Por último, las personas pueden librarse
del estado emocional de culpa con relativa facilidad a través de la acción
correctora, aunque ésta no siempre es viable.

En definitiva, según Lewis, la culpa, en principio, posee una intensidad


negativa menor, es menos autodestructiva y, en la medida en que implica
tendencias correctoras, se revela como una emoción más útil que la vergüenza.

4.2. Emociones provocadas por autoevaluaciones positivas: orgullo y hubris

El orgullo surge como consecuencia de la evaluación positiva de una acción


propia. La experiencia fenomenológica de la persona que siente orgullo por algo
(una acción, un pensamiento, un sentimiento) es de alegría, de satisfacción por
ello. Al ser un estado positivo, placentero, la persona va a tratar de
reproducirlo. El sujeto se halla absorto en la acción que le hace sentirse
orgulloso. De este modo, el orgullo conlleva una tendencia a la reproducción de
las acciones que lo suscitan.

“Hubris” designa una especie de orgullo exagerado. Surge como consecuencia


de una evaluación positiva del yo de carácter global. En casos extremos se
asocia al narcisismo. La experiencia fenomenológica del sujeto que siente hubris
es muy positiva y reforzante; en este estado, al contrario que en el de la
vergüenza, la persona se siente estupendamente, satisfecha consigo misma. Al ser
un estado tan satisfactorio, la persona va a tratar de mantenerlo. Sin embargo,
estos sentimientos pueden ser adictivos, por lo que la persona se ve impelida a
reproducirlos a toda costa.

Las personas con hubris, en general, provocan rechazo en los demás. Ello
es lógico, pues esta emoción puede resultar conflictiva en el terreno
interpersonal. Además, dado el sentimiento de superioridad y el desdén hacia los
demás asociados a este estado, la persona que experimenta hubris, con su modo de
actuar, puede hacer que otras personas se sientan humilladas.

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5. ¿ESTOS RASGOS SON GENERALIZABLES A TODAS LAS CULTURAS?

Debemos tener en cuenta un problema en el estudio de las emociones


secundarias: el problema de las diferencias semánticas en diversas culturas
entre términos aparentemente intercambiables. Este es un problema real, que
plantea serias dificultades para llegar a conclusiones científicas generales
acerca de la naturaleza de las emociones.

Cuando se compara la clasificación de las emociones en familias y


subfamilias en distintas culturas, se constata que las diferencias culturales no
se dan únicamente a nivel de las emociones más específicas.

Así pues, conviene ser prudentes a la hora de plantear conclusiones


generales sobre las emociones. La mayor parte del corpus teórico al respecto se
basa en un conjunto de estudios que, en su mayoría, se han realizado a través de
autoinformes con muestras de hablantes anglosajones y, por tanto, las
conclusiones de los mismos quizás no sean totalmente válidas en otras culturas
y, en concreto, en la nuestra.

6. CUESTIONES A DEBATE EN LA ACTUALIDAD

6.1. Sobre la culpa y la vergüenza

Tanto entre los psicólogos como entre la gente común, los términos culpa y
vergüenza a menudo se mencionan en relación con un mismo tipo de eventos o
situaciones. Ello parece indicar que estas dos emociones se encuentran realmente
muy próximas. La distinción entre ellas no es nada fácil.

6.1.1. ¿En qué se diferencian la culpa y la vergüenza?

En torno a esta cuestión existen tres posiciones fundamentales:

1) Un primer punto de vista, en el que la vergüenza es una emoción más


pública, una emoción que surge de la desaprobación de los demás y requiere de la
presencia (real o imaginada) de los otros; mientras que la culpa es una emoción
más privada, que surge de la propia desaprobación y no requiere de observadores
externos.
2) Un segundo punto de vista, en el que una y otra emoción son elicitadas
por distintos tipos de trasgresiones o fallos. La culpa aparece cuando se
transgreden ciertas normas o reglas, y la vergüenza cuando no se alcanzan
ciertos estándares o metas. En términos psicoanalíticos, la culpa es el
resultado de un conflicto entre el yo y el superyó o conciencia moral, mientras
que la vergüenza surge de un conflicto entre el yo y el yo ideal.
3) Un tercer punto de vista, defendido por Tangney, defiende que lo que
diferencia a la culpa y la vergüenza no es tanto el tipo de evento antecedente
como el modo en que la persona interpreta sus transgresiones o fallos. Esta
autora sostiene que, mientras que en la experiencia de la vergüenza el foco de

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atención de la persona es el “self” (YO hice esa cosa horrible), en la culpa lo


es la conducta (Yo HICE esa COSA horrible). Esta diferencia hace que la
experiencia fenomenológica de una y otra emoción, así como sus implicaciones en
el terreno social y personal, sean muy diferentes. Esta última postura se ha
convertido hoy en el punto de vista dominante entre los investigadores de este
campo.

Sin embargo, también hay datos empíricos que apoyan las otras propuestas.
Wallborr y Scherer revelaron las siguientes diferencias entre culpa y vergüenza:

- Mientras que la vergüenza a menudo es provocada por factores externos, la


culpa es una experiencia emocional más interna.
- Mientras que la vergüenza se asocia al fracaso en el logro de metas, la
culpa se asocia a la transgresión de normas.

El estudio de Pascual y colaboradores permite concluir que, bajo el


término vergüenza en castellano, se engloban experiencias emocionales
provocadas, al menos, por tres tipos de situaciones:

1) Situaciones en las que hay un sentido de exposición, esto es, la persona


queda expuesta al juicio de otros, y se ha cometido una falta mínima, muy
leve (embarrassment).
2) Situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido una
falta más seria pero no moral.
3) Situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido
también una falta seria y de carácter moral (vergüenza moral).

Por otra parte, bajo el término culpa se engloban experiencias emocionales


provocadas por, al menos, dos tipos de situaciones:

1) Situaciones en las que la persona comete una falta que supone un daño para
una tercera persona (culpa interpersonal).
2) Situaciones en las que la persona contraviene su propio sentido de lo que
debe ser (culpa intrapersonal).

La culpa, en comparación con la vergüenza, depende, más que del juicio


negativo de los demás, del juicio negativo del propio sujeto sobre su acción,
una acción que el sujeto percibe como controlable. Además, la culpa, si bien a
veces puede llevar también a la huída de la situación para eludir un castigo que
se intuye severo, normalmente no lo hace y, en cambio, favorece la puesta en
marcha de algún tipo de acción para solucionar la situación.

No obstante, los resultados muestran que hay un tipo de experiencia


emocional, la vergüenza moral, que presenta algunos rasgos en común con la
culpa: en particular, la tendencia a la reparación, pero también el hecho de que
el acto que la provoca es percibido por la persona no simplemente como un
comportamiento no deseable, sino como malo ética/moralmente, tal como ocurre en
el caso de la culpa interpersonal, el tipo de culpa más frecuente.

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6.1.2. Implicaciones de la culpa y la vergüenza en el ámbito interpersonal

Un aspecto en el que las diferencias entre la culpa y la vergüenza están


más claras es el de sus tendencias de acción y, consiguientemente, sus
implicaciones interpersonales.

Mientras que la vergüenza provoca el deseo de escapar de la situación, de


desaparecer, la culpa mantiene a la persona ligada a la situación interpersonal,
señalándole el camino hacia la acción reguladora. Más que respuestas de
evitación, los sentimientos de culpa provocan deseos de confesar, pedir perdón,
reparar el daño hecho y actuar de otro modo en el futuro. Teniendo esto en
cuenta, suele considerarse que la culpa constituye una emoción más positiva, con
un mayor valor moral, que la vergüenza.

Dos conjuntos de datos sugieren que los sentimientos de culpa son más
positivos en el ámbito interpersonal:

 En primer lugar, diversos estudios muestran que la culpa tiende a


asociarse con la empatía. Se ha constatado que las personas tendentes a
sentir culpa suelen ser personas bastante empáticas, mientras que las
tendentes a la vergüenza, ante el sufrimiento ajeno, son poco propensas a
experimentar empatía centrada en el otro y, en cambio, tienden a
experimentar malestar personal.
 En segundo lugar, diversos estudios muestran que la vergüenza tiende a
asociarse con la ira. Se ha constatado que las personas tendentes a la
vergüenza suelen ser también tendentes a los sentimientos de ira,
hostilidad, resentimiento y suspicacia, mientras que las tendentes a la
culpa no muestran tales rasgos. También se ha confirmado que la
disposición a experimentar vergüenza se asocia a una mala regulación de la
ira, mientras que la disposición a la culpa se asocia a una regulación
constructiva de la misma.

Con todo esto se puede llegar a la conclusión de que la culpa es una


emoción más positiva que la vergüenza en el plano interpersonal.

6.1.3. Implicaciones de la culpa y la vergüenza en el ajuste psicológico

¿Ocurre lo mismo en el plano individual?, ¿la culpa es también positiva


para la persona o, por lo contrario, es una emoción que no acarrea más que
sufrimiento y que puede estar en la base de muy diversos problemas psíquicos?
Básicamente, se dan dos posiciones:

 Según la primera posición, que hunde sus raíces en Freud, la culpa tiene
un carácter muy negativo para el individuo. Según Freud, los sentimientos
de culpa, dada su naturaleza fuertemente inhibitoria, su asociación con la
necesidad de castigo y su tendencia a desencadenar múltiples mecanismos de

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defensa, acaban dando lugar a numerosos síntomas y conductas


desadaptativas.
 Según una segunda posición, más reciente, la culpa tiene un carácter
bastante menos negativo para la salud psíquica de lo que habitualmente se
supone. Tangney señala que, cuando se tiene en cuenta la distinción
self/conducta entre vergüenza y culpa, los datos empíricos revelan que,
mientras que la tendencia a la vergüenza se asocia a diversos síntomas
patológicos, la tendencia a sentir culpa no se asocia a un mal ajuste
psicológico. Los efectos patológicos de la culpa se producen cuando ésta
aparece fusionada con la vergüenza.

Hoy por hoy, no se pueden extraer conclusiones definitivas sobre los


efectos de la culpa en el ajuste psicológico individual. En cambio, por lo que
se refiere a la vergüenza, existe un amplio consenso respecto a la asociación
entre la tendencia a experimentarla y la vulnerabilidad a los problemas
psíquicos. Son numerosos los estudios empíricos que muestran su asociación con
la depresión, la ansiedad, la baja autoestima, los trastornos de la alimentación
y la sociopatía subclínica.

6.1.4. ¿Son tan positivos los sentimientos de culpa?, ¿son negativos los de
vergüenza?

Los mismos autores que defienden un fuerte contraste entre las


implicaciones de la culpa (positivas) y las de la vergüenza (negativas) en el
ámbito interpersonal e individual matizan su posición, señalando que ni la culpa
es tan sana y tan beneficiosa ni la vergüenza es tan negativa.

La culpa tiene también su lado negativo. Tangney reconoce que, en


ocasiones, puede ser desadaptativa cuando los sentimientos de culpa se fusionan
con los de vergüenza.

La mayor parte de los autores que han profundizado en esta emoción ha


distinguido varios tipos de culpa, unas más adaptativas que otras. Se pueden
distinguir dos tipos de culpas:

 CULPA FREUDIANA  Es una culpa que hunde sus raíces en la ansiedad


asociada a la transgresión y que incluye fuertes dosis de agresividad
dirigida básicamente hacia el propio individuo, pero que también puede
dirigirse al exterior.
 CULPA EMPÁTICA  En la línea de la “culpa depresiva” frente a la “culpa
persecutoria” y de la “culpa interpersonal”. Es una culpa que surge cuando
la persona siente empáticamente el dolor ajeno y se percibe como agente
causal de dicho dolor.

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CULPA  En la actualidad, entre los estudiosos de la emoción en general


y de la culpa en particular, domina una visión mucho más positiva de esta
emoción, una visión claramente influenciada por los planteamientos de Hoffman.
Cuando se habla de la culpa, tiende a entenderse el tipo de culpa asociada a la
empatía: tendencia a la reparación de la acción y, de este modo, resulta
esencial en el restablecimiento de las relaciones interpersonales que han podido
resultar dañadas a consecuencia de la acción del sujeto. En definitiva, la culpa
es una respuesta emocional con efectos muy positivos en el plano interpersonal y
que, más allá del malestar que su experiencia supone, no tiene ningún efecto
negativo en el individuo.

VERGÜENZA  No todo en ella es desadaptativo. La vergüenza tiene también


aspectos positivos. Los sentimientos de vergüenza poseen también una importante
función autorreguladora, ya que ayudan a las personas a evitar muchas

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transgresiones y conductas inapropiadas. La vergüenza protege contra la conducta


inconveniente y así es adaptativa, aunque en casos de exceso, deficiencia o
pobre regulación, puede resultar desadaptativa.

Barrett señala que si la culpa nos ayuda a tomar conciencia del poder que
tenemos de hacer daño y de la posibilidad de reparar dicho daño, la vergüenza
nos ayuda a analizar el propio yo como en un espejo. En este sentido, ambas
emociones juegan un importante papel en el desarrollo del yo.

6.2. Sobre el embarrassment

Este término se traduce al castellano, sin más, como “vergüenza”, pero una
traducción más correcta sería la de sentimiento o experiencia de “embarazo”,
“bochorno”, “apuro” o “corte”. Los anglosajones, sin embargo, distinguen shame y
embarrassment cuando se habla de vergüenza.

6.2.1. ¿Designa el término embarrassment una emoción diferente de shame?

La mayoría de los autores piensan que shame y embarrassment son dos


emociones diferentes, pero, ¿dónde residen esas diferencias?:

 Shame y embarrassment son distinguibles por la intensidad del afecto y la


gravedad de la acción: shame se caracterizaría por una mayor intensidad;
además, surgiría ante fallos más serios y, muchas veces, ante
transgresiones de carácter moral, cosa que no ocurre en el caso del
embarrassment, que tiende a aparecer ante transgresiones sociales o
meteduras de pata relativamente triviales.
 Otros autores señalan que shame se asocia a la percepción de deficiencias
en el yo esencial, mientras que el embarrassment se asocia a la percepción
de deficiencias en el yo tal como se presenta en el exterior.
 Por último, otros plantean que, además, estas dos emociones difieren en su
expresión corporal: las personas que experimentan embarrassment no
muestran las expresiones corporales de alguien que quisiera esconderse,
desaparecer; más bien, muestran movimientos corporales ambivalentes, de
aproximación, de evitación respecto a los otros (miran y apartan la
mirada, sonríen, etc.)

En el terreno empírico, los estudios realizados sugieren que una y otra


reacción emocional difieren bastante entre sí. Tangney, Miller y colaboradores
encontraron que las experiencias de shame eran más intensas, más dolorosas e
implicaban una mayor sensación de transgresión moral que las de embarrassment.
Implicaban, también, una mayor sensación de responsabilidad, mayor pesar y mayor
enfado con uno mismo, así como la creencia de que los otros estaban también
disgustados con uno. Las experiencias de embarrassment, en cambio, resultaban,
en general, más divertidas, ocurrían más de repente e implicaban una mayor
sensación de sorpresa. Además, se acompañaban de cambios fisiológicos más
intensos (rubor, sonrojo) y una mayor sensación de exposición a los demás.

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6.2.2. Rasgos fundamentales del embarrassment

¿Qué es exactamente lo que provoca embarrassment?, ¿qué función cumple


esta reacción emocional? En cuanto al tipo de eventos que la provocan, puede
decirse que el embarrassment constituye la más social de todas las emociones
autoconscientes: a diferencia de la culpa y de shame, la experiencia de
embarrassment se produce casi, sin excepción alguna, en presencia de otros.
Pero, más allá de este rasgo social, hay pocos elementos que caractericen de
forma consciente a las situaciones de embarrassment.

¿Cuál es, entonces, el proceso psicológico o dilema esencial que lleva a


sentir esta emoción? Sobre esta cuestión, existen diversas posiciones:

- Miller dice que lo fundamental sería la evaluación negativa por parte de


los otros. Sin embargo, también se puede sentir embarrassment en
situaciones positivas, simplemente por sentirse el foco de atención de
mucha gente.
- Otros autores sostienen una visión “dramática” de esta emoción, en la cual
encajan perfectamente tales situaciones positivas: el embarrassment se
produce cuando ciertos roles y guiones sociales implícitos se ven
trastocados y las interacciones sociales resultan algo raras, torpes.
- Por último, Lewis propone distinguir entre dos tipos de embarrassment: el
provocado por la mera exposición a los otros y el provocado por una
autoevaluación negativa.

Aunque no existe consenso respecto a lo que produce embarrassment, existe


bastante acuerdo en cuanto a las funciones de esta emoción. Muchos autores
coinciden en que esta reacción emocional tiene una importante función social al
servir como señal de apaciguamiento a los otros: las respuestas no verbales que
aparecen cuando se experimenta embarrassment (rubor facial, sonrisa, etc.)
actúan como señales que comunican a los demás que, en realidad, se comparten las
reglas sociales, aunque en ese momento hayan resultado algo trastocadas.

Esta emoción no se halla lexicalizada en muchas lenguas. Sin embargo, ello


no significa que los hablantes de dichas lenguas no la experimenten. El análisis
de la misma tal como se da en otras culturas es fundamental para corregir
posibles sesgos etnocéntricos de la investigación previa y para una mejor
comprensión del significado de esta reacción emocional.

6.3. Sobre el orgullo

El orgullo surge cuando la persona valora positivamente su conducta en


relación con unos estándares, unas normas o unas metas. Al ser una experiencia
emocional altamente reforzante, va a favorecer futuras conductas similares,
además de fortalecer la propia autoestima. El orgullo cumple una función muy
importante tanto en la orientación de la conducta como en el desarrollo

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psicológico de la persona y en su bienestar subjetivo. Pese a ello, esta emoción


ha sido muy poco estudiada.

6.3.1. ¿Existen otras emociones provocadas por autoevaluaciones positivas?

Varios autores así lo consideran:

 Lewis propone distinguir entre orgullo y hubris en función de que la


atribución de éxito sea específica (referida a la conducta) o global
(referida al yo en su conjunto).
 Tangney sostiene un planteamiento muy similar cuando sugiere que
existirían dos tipos de orgullo, paralelos a la distinción self/conducta
que se da entre vergüenza y culpa: el orgullo relativo al self u orgullo
alpha y el orgullo relativo a la conducta u orgullo beta.

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