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Los números de Mickey Mouse del

comercio colonial español*

Josep M. Delgado Ribas


GRIMSE-UPF-CSIC
* La expresión, acuñada por D.C.M. Platt, en Mickey Mouse Numbers in World
History: the Short View, Londres, Macmillan 1989, para criticar la ligereza de muchas
cuantiicaciones históricas. Este ensayo es un resultado del Proyecto HAR2009-14099-
CO2-01, Transiciones imperiales, cambio institucional y divergencia. Un análisis de la
trayectoria colonial y postcolonial de las posesiones españolas en América, Asia y África
(1500-1914), inananciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación del Gobierno
de España.
Los estudios de historia económica regional española y latinoame-
ricana han contribuido de forma decisiva a mejorar nuestro nivel de
información sobre el impacto real que las reformas borbónicas en ge-
neral, y la reorganización del comercio colonial español, en particular,
tuvieron sobre los territorios del imperio implicados en el sistema at-
lántico. El interés de estas aportaciones radica tanto en la metodología
empleada como en los resultados obtenidos. Desde el primer punto de
vista, la necesidad de relacionar el comercio colonial con una dinámica
económica regional, ha llevado a complementar la información oicial
y a menudo distorsionada que proporcionan los archivos centrales de la
administración imperial, con fuentes de carácter privado o notarial de
vaciado más laborioso pero más iables.
Las conclusiones que estas investigaciones nos han proporcionado
son muy útiles porqué sirven para matizar las valoraciones en exceso
optimistas realizadas a partir de la lectura de unas estadísticas oiciales
del tráico, reconstruidas a menudo con criterios equivocados. Si en el
caso americano, las aportaciones al estudio del “comercio libre” se han
integrado dentro del análisis global del impacto regional de las reformas
borbónicas, en el seno de la historiografía española se ha realizado un
notable esfuerzo por revisar la conexión entre comercio colonial y creci-
miento económico en la España contemporánea1. Contemplados desde

1 Aún hoy sigue siendo muy recomendable la relectura de los trabajos de Carlos
Martínez Shaw, Antonio García Baquero, Miguel Izard, Jordi Maluquer de Motes y
Josep Fontana presentados en el Primer Coloquio de Historia Económica de España,
celebrado en Barcelona ahora hace 40 años, y publicados en el volumen editado por
Jordi Nadal y Gabriel Tortella, Agricultura, comercio colonial y crecimiento económico en
la España contemporánea, Barcelona, Ariel, 1974. Este libro, junto a la opera prima de
Antonio García Baquero, Comercio colonial y guerras revolucionarias. La decadencia eco-
nómica de Cádiz a raíz de la emancipación americana, Sevilla, Escuela de Estudios His-
panoamericanos, 1972 abrieron una etapa de avance decisivo en nuestro conocimiento
sobre la dimensión atlántica de la economía española que tuvo como hitos iniciales la

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Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

la atalaya de la segunda década del siglo XXI, cuando el comercio colo-


nial ha dejado de ser “trending topic” en la agenda investigadora de los
historiadores modernistas, es posible extraer dos conclusiones generales
de este esfuerzo investigador desplegado durante décadas a ambos lados
del Atlántico. La primera es que, con independencia de los efectos po-
sitivos que pudieron tener las reformas introducidas en la organización
del comercio colonial español durante la segunda mitad del siglo XVIII
sobre sectores sociales y económicos concretos, el comercio atlántico
no generó efectos de arrastre suicientes para liderar un proceso de mo-
dernización económica2. En algunos casos, este resultado se atribuye
a problemas de tipo interno que limitaron la capacidad de respuesta
de las economías regionales a los estímulos derivados del nuevo marco
institucional3; en otros, la responsabilidad del fracaso de la experiencia
reformadora se imputa al propio contenido de la reforma4 y en Amé-
rica, quizá con la excepción del caso de Cuba, las reformas mercantiles
deben inscribirse en el marco más amplio de una reforma institucional
dirigida a optimizar los ingresos iscales obtenidos en las colonias5.

publicación de las tesis doctorales de García Baquero, Cádiz y el Atlántico (1717-1778):


El comercio colonial español bajo el monopolio gaditano, Sevilla, EEHA, 1978, y Carlos
Martínez Shaw, Cataluña en la carrera de Indias, Barcelona, Crítica, 1981.
2 Es cierto, sin embargo que sirvió para prolongar la agonía de sectores industriales
ineicientes que encontraron en las colonias una alternativa temporal a la pérdida de sus
mercados tradicionales. Los casos más representativos son los del hierro vasco y la lencería
gallega. Véase, al respecto, Luís María Bilbao y Emiliano Fernández de Pinedo, “Auge y
crisis de la siderometalurgia tradicional en el País Vasco, en, La economía española al inal
del Antiguo Régimen, II (P. Tedde (ed.), Manufacturas, Madrid, Alianza Editorial/Banco
de España, 1982, pp. 135-228; R. Uriarte Ayo, “he hispanic american market and iron
production in the Basque Country (1700-1825)”, Ibero Americana, XXIII, nº 2 (1992),
pp. 47-65.; L. Alonso Álvarez, Comercio colonial y crisis del Antiguo Régimen en Galicia
(1778-1818), pp. 67-92
3 Carlos Martínez Shaw, “Comercio colonial ilustrado y periferia metropolitana”,
Rábida, nº 11 (1992), pp. 58-72
4 Josep Fontana Lázaro, “La quiebra del imperio español, 1700-1824”, en, Josep
Fontana, Obra, I, La Quiebra de la monarquía absoluta (1814-1820). La crisis del Antiguo
Régimen en España, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 11-36. Una actualizada, y ponderada,
síntesis sobre las diferentes posiciones en, José Mª Oliva Melgar “Carlos Martínez Shaw
y el comercio colonial”, en Roberto Fernández (ed.), Carlos Martínez Shaw historiador
modernista, Lleida, Universitat de Lleida, 2010, pp. 89-101.
5 Patricia H. Marks, “Confronting Mercantile Elite: Bourbon Reformers and the
Merchants of Lima, 1765-1796”, he Americas, 60:4 (2004), pp.519-558; Kenneth J.
Andrien, “he Politics of Reform in Spain’s Atlantic Empire during the Late Bourbon
Period. he Visita of José García de León y Pizarro in Quito”, Journal of Latin Ameri-
can Studies, 41(2009), pp. 637-662; Kendall W. Brown, “La transformación de la Real
Hacienda peruana bajo los Borbones: el caso de Arequipa, Coloquio, La modernización
de los sistemas iscales en América Latina y el Mundo Ibérico, Lima, Pontiicia Universidad

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Josep M. Delgado Ribas

La segunda conclusión, en la que quiero abundar, es que pese al es-


fuerzo investigador desarrollado durante las décadas pasadas carecemos
aún hoy de una serie estadística iable sobre los valores y sobre los lu-
jos de mercancías, especialmente durante el período del comercio libre
(1765-1828)6. Por un lado existen grandes lagunas en períodos donde
se gestan cambios de tendencia importantes tanto en el volumen como
en la estructura del comercio atlántico, como las que afectan a la década
que media entre el inicio de la guerra de la Oreja de Jenkins y la Paz de
Aquisgrán (1739-1748), donde todo parece indicar que toma cuerpo la
opción del registro suelto como alternativa al sistema de lotas periódi-
cas. Igualmente, para el período del primer comercio libre de Barloven-
to (1764-1777) solo disponemos de la información sistematizada sobre
el comercio en lotas, azogues y avisos a Nueva España, publicada por
Antonio García Baquero, en el que probablemente constituya uno de
los momentos más expansivos del comercio con América.
Estas carencias podrían considerase menores si el resto de las estadís-
ticas sobre el comercio colonial español fueran iables. Sin embargo, y
por diferentes razones que trataremos de aclarar, no es así. Corresponde
a John R. Fisher el mérito de haber reconstruido a partir de la documen-
tación del Archivo de Indias la serie más completa larga y, en principio,
iable del comercio libre entre España y América. Sus cifras, reproducidas
en numerosos trabajos publicados, se han convertido en el canon ge-
neralmente utilizado para valorar el impacto de los cambios legislativos
introducidos durante el reinado de Carlos III en la regulación del tráico
atlántico7. Según sus conclusiones, el comercio libre promovió una “ex-

Católica del Perú, 2005;


6 Doy por buena la cronología ijada por Marina Alfonso Mola, “1828: El in del
libre comercio”, en, C. Martínez Shaw y J.M. Oliva Melgar (eds.), El sistema atlántico
español (siglos XVII-XIX), Madrid, Marcial Pons, 2005, pp. 311-349.
7 Por mencionar solo los más citados, “Imperial “Free Trade” and the Hispanic Eco-
nomy, 1778-1796”, Journal of Latin American Studies, 13(1981), pp. 21-56; “he Im-
perial response to “Free Trade”: Spanish Imports from Spanish America, 1778-1796”,
Journal of Latin American Studies, 17(1985), pp. 35-78; Commercial Relations between
Spain and Spanish America in the Era of Free Trade 1778-1796, Liverpool, University of
Liverpool, 1985; “El impacto del comercio libre en América durante el último cuarto
del siglo XVIII”, en, A.M. Bernal (coord.), El comercio libre entre España y América
Latina, 1765-1824, Madrid, Fundación Banco Exterior, 1987, pp. 29-38; “Commerce
and Imperial Decline: Spanish Trade with Spanish America, 1797-1820”, Journal of
Latin American Studies, vol. 30(1988), pp. 459-479; Relaciones económicas entre España
y América hasta la Independencia, Madrid, Mapfre 1992; El comercio libre entre España
e Hispanoamérica: 1797-1820, Madrid, Banco de España, 1993; he Economic Aspects
of Spanish Imperialism in America, 1492-1810, Liverpool, Liverpool University Press,
1997. Prueba del carácter seminal de las aportaciones de Fisher es la inclusión del pri-

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Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

pansión masiva” en el valor de las exportaciones españolas a América que


se multiplicarían, en precios constantes por cuatro durante el período
1782-1796, respecto a 1778. En gran medida, esta expansión sería pro-
tagonizada por las remesas de géneros nacionales que aumentaron su par-
ticipación del 38 al 52%. El crecimiento de las importaciones pondría de
maniiesto un éxito aún más convincente de la nueva política comercial,
al multiplicarse por 11, lo que deja entrever una mejora en las relaciones
de intercambio entre España y sus colonias tras la puesta en práctica del
comercio libre8. Estas cifras, aparentemente irrebatibles, requieren de una
lectura meditada. Respecto a las exportaciones, los mismos datos aporta-
dos por Fisher obligan a rebajar el optimismo. Es cierto que se cuadru-
plican entre 1782 y 1785, pasando de 112,7 a 457,7 millones de rs. vn.,
durante la iebre exportadora que siguió al cese de hostilidades previo a la
irma del Tratado de Versalles (1783), pero para registrar luego una caída
de la cual no se recuperarán hasta 1792 -441,5 millones-, sin alcanzar las
magnitudes de 17859. En realidad, el máximo de 1785 no se superará
hasta que se produzca un nuevo movimiento especulativo en torno a la
Paz de Amiens (marzo de 1802).
El espectacular incremento de las importaciones de Indias parece
más difícil de discutir. Pero, en este caso, las dudas no surgen tanto
de las cifras como de la no inclusión en el año base de 1778 de los
550 millones de rs. vn. introducidos en Cádiz por la lota de Antonio
de Ulloa, procedente de Veracruz10. Sumando esta partida a los 74,6
millones computados como importaciones de América por Fisher, las
importaciones totales ascenderían este año-base a 624,6 millones, con
lo que, en lugar de multiplicarse por 11 de media, en el período 1782-
1796 solo crecerían en un 32’6%. Demos por buena esta estimación,
aunque no tenga en cuenta otros dos factores que podrían rebajarla aún
más: el diferencial de crecimiento registrado por las remesas de plata y
frutos consignadas a la Real Hacienda respecto a las remesas privadas
y el posible sesgo que introducen en los valores registrados en 1778 el
hecho de que, al menos hasta octubre de este año, el adeudo iscal de las

mero de los artículos citados en la compilación editada por Susan Socolow, he Staple
Trade, vol. 1, Commerce and Politics, Farnham, Ashgate Variorum, 1996.
8 Fisher, Commercial Relations…, pp. 46 y 88; “he Imperial response to “Free
Trade”.., p. 62.
9 Fisher, Commercial Relations, p. 61
10 Antonio García Baquero, Cádiz y el Atlántico, I, p. 281, registra la llegada a
Cádiz de esta lota el 28 de junio de 1778, pero no incluye el valor de carga en el
apéndice estadístico, vol II, cuadro n. 40, p.252. Si lo hace en camio Michel Morineau,
Incroyables gazettes et fabuleux métaux, Cambridge, CUP, 1985, p. 415.

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Josep M. Delgado Ribas

mercancías se realice sobre valores de mercado y no sobre las valoracio-


nes arancelarias del Reglamento de 12 de octubre de este año11.
A los historiadores económicos nos preocupa que las series estadís-
ticas que utilizamos para nuestros cálculos sean puestas en cuestión12,
pero más debería preocuparnos la ausencia de propuestas metodológi-
cas que nos permitan avanzar sobre una base irme y compartida por
todos. De lo contrario, estaremos condenados a repetir con las cifras
del comercio colonial español lo ya sucedido a mayor escala con el
histórico debate en torno al impacto sobre las condiciones de vida de
los trabajadores durante la Revolución Industrial británica; un debate
que comenzó en la segunda década del siglo XIX y que aún hoy no se
ha cerrado.
Los ricos veneros del Archivo General de Indias han ofrecido al
investigador del comercio con América abundante materia prima
para la elaboración de series estadísticas sobre la evolución del trá-
ico durante todo el período colonial. La documentación especíica
del período del “comercio libre” (1765-1828), en especial, mejoró en
calidad como resultado de la modiicación introducida por el legisla-
dor en los criterios de valoración iscal. La posibilidad de contar con
valores oiciales constantes para todas las mercancías del comercio
con América ha permitido la construcción de series homogéneas para
comparar el peso relativo de los diferentes grupos de mercancías en
el conjunto de las exportaciones y las importaciones. De la riqueza
documental de la sección de Indiferente General son buena mues-
tra las investigaciones publicadas durante los años 70, 80 y 90 del
siglo pasado13. La aparente minuciosidad de las fuentes oiciales, sin

11 Para mayor detalle sobre estas estimaciones, Josep M. Delgado Ribas, “El im-
pacto de la reforma del “comercio libre” sobre el comercio colonial español”, en J.
Casas Pardo (ed.), Economic Efects of the European Expansion, 1492-1824, Sttuttgart,
Franz Steiner Verlag, 1992, pp. 387-434.
12 De la importancia de estos debates dan fe las páginas de revista Manuscrits,
Chronica Nova, o Revista de Historia Económica, o el conjunto de artículos recopilados
por Antonio García Baquero en El comercio colonial en la época del absolutismo ilustrado.
Problemas y debates, Granada, Universidad de Granada, 2003.
13 Además de los trabajos pioneros de Antonio García Baquero, o John R. Fisher ya
citados, numerosas investigaciones de ámbito regional han recurrido a los registros de car-
ga de los buques de la Carrera de las Indias, conservados en la sección Indiferente General
del AGI, o en la de la Dirección general de Rentas del AGS. Su principal activo es que han
logrado superar parcialmente las limitaciones de la documentación iscal mediante el uso
de fuentes complementarias –documentación mercantil privada, registros de hipotecas,
archivos notariales, papeles consulares, etc. Sin ánimo de exahustividad y a título de ejem-
plos, Josep M. Fradera, Indústria i mercat. Les bases comercials de la industria catalana mo-
derna (1814-1845), Barcelona, Crítica, 1987; J.M. Delgado Ribas, Cataluña y el sistema de

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Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

embargo, puede conducir al investigador que pretenda estudiar el co-


mercio entre España y América sólo con este bagaje a graves errores de
apreciación sobre su magnitud, contenido y dirección que le arrastran
a extraer conclusiones equivocadas.
El registro de carga de los buques del comercio libre constituye el
documento oicial utilizado como fuente para la reconstrucción de las
cifras del tráico. En este documento elaborado en las aduanas para
determinar la base imponible de las mercancías según los Aranceles de
1778 debían constar todas las mercancías que se exportaban o importa-
ban de Indias “con total separación de los géneros y frutos españoles, y
de los efectos y mercaderías extranjeras, que nunca se podrán mezclar
y con expresión del aforo y adeudo de derechos exigidos de unos y
otros”14. Su utilización como fuente para el estudio del comercio li-
bre plantea dos tipos de problemas: metodológicos e interpretativos15.
J. R. Fisher ha ofrecido un excelente resumen de los principales pro-
blemas instrumentales que debe resolver cualquier investigador que se
aproxime a esta fuente: dispersión, disparidad en la morfología de los
registros elaborados en los diferentes puertos, cambios en los criterios
de valoración, peso y medida, lagunas en las diferentes series, etc.16. Se
trata, sin duda, de cuestiones importantes que, sin embargo, no ponen
en duda la calidad intrínseca de la fuente: una vez resueltas, las cifras de
los registros del “comercio libre” pueden utilizarse por el investigador,
no sólo para medir el volumen real del tráico sino además para analizar
su estructura y las direcciones del tráico.
Sin embargo, la mayoría de los problemas que plantea el uso de
los registros de carga como fuente histórica son de carácter interpre-
tativo y están ligados al modo en que efectivamente fueron utilizados

libre comercio 1778-1818, resumen de tesis doctoral, Universidad de Barcelona 1984; L.


Alonso Álvarez, Comercio colonial y crisis del Antiguo Régimen en Galicia (1778-1818), La
Coruña, Xunta de Galicia 1986; C. Manera Erbina, Comerç i Capital mercantil a Mallorca
1720-1800, Palma, 1986; Aurora Gámez Amián, Málaga y el comercio colonial con Amé-
rica (1765-1820), Málaga, Junta de Andalucía, 1994; Tomás Martínez Vara, Santander.
De Villa a Ciudad (Un siglo de esplendor y crisis), Santander, Ayuntamiento de Santander,
1983, Jesús Varela Marcos, El inicio del comercio castellano con América a través del puerto de
Santander (1765-1785), Valladolid, Diputación Provincial, 1991; Isabel Miguel López, El
comercio hispanoamericano a través de Gijón, Santander y Pasajes (1778-1795), Valladolid,
Universidad de Valladolid, 1992; Daniel Peribañez Caveda, Comunicaciones y comercio
marítimo en la Asturias Preindustrial (1750-1850), Gijón, Puerto de Gijón, 1992, etc.
14 Art. 8 del Reglamento para el Comercio Libre, 1778.
15 Resumo aquí cuestiones que traté con mayor detalle en mi tesis doctoral, Cataluña
y el sistema de libre comercio, vol. 3.
16 Fisher, Commercial Relations between Spain and Spanish America... pp. 20-32.

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Josep M. Delgado Ribas

por los agentes económicos para minimizar el impacto negativo de los


controles institucionales sobre el comercio, con el efecto añadido de
falsear muchas de las informaciones que proporcionan. Es a partir de
estos usos apartados de la norma que puede airmarse que “la fuente
más detallada y coherente disponible para un análisis de los efectos de la
introducción del libre comercio”17, ni recoge, lagunas aparte, todas las
expediciones efectuadas durante estos años, ni informa sobre todas las
mercancías que son transportadas, ni sirve para la reconstrucción de la
estructura y direcciones del tráico, al menos tal como se ha utilizado
hasta ahora.
La posibilidad de que algunos buques mercantes practicasen la na-
vegación oceánica sin cumplir con el trámite del registro ya fue apunta-
da por P. Vilar al comprobar en el caso concreto de la barca Virgen del
Rosario que la contabilidad privada de la embarcación recogía un viaje
iniciado el 3 de noviembre de 1778 con destino “al seno mejicano de las
Indias”, no incluido en las estadísticas oiciales elaboradas por la Direc-
ción General de Rentas18. El caso documentado por Vilar no fue una
excepción. Durante la etapa del comercio libre otras embarcaciones
realizaron la travesía atlántica sin formalizar su registro en la aduana
y, además, al amparo de una cierta cobertura legal proporcionada por
los controles sobre el tráico establecidos por el Reglamento de 1778.
La tramitación de las autorizaciones para realizar un viaje a las colo-
nias se realizaba ante dos instancias distintas. Primero el capitán del
buque mercante debía solicitar del juzgado de arribadas dependiente
del ministerio de marina la “Real Patente de Navegación a Indias” que
autorizaba la navegación de particulares a las posesiones ultramarinas
de la monarquía; después, abría en la aduana el registro de carga para
el pago de los aranceles. Gracias a esta duplicidad de competencias era
posible obtener una Real Patente sin conocimiento oicial de la aduana
y partir rumbo a las Indias sin registro. El cotejo entre la documenta-
ción notarial relacionada con la preparación de expediciones a Indias y
los registros de carga formalizados en los distintos puertos habilitados
españoles permite detectar la existencia de esta práctica. Entre 1784
y 1800, un mínimo de 21 capitanes de embarcaciones catalanas so-
licitaron Real Patente y contrataron tripulación y letes para puertos
americanos sin pasar por la administración de rentas. Es probable que
esta práctica tuviera lugar asimismo en expediciones organizadas desde
otros puertos habilitados.

17 Fisher, Commercial Relations between Spain and Spanish America.. p. 20.


18 P. Vilar, Catalunya dins l’ Espanya Moderna, IV, Barcelona, edicions 62, 1968, p. 299.

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Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

Cuadro nº1
Buques documentados a través de la documentación notarial
de los que no consta registro de carga19

Nombre Patrón tn.arqueo Destino Año


Fra. N.S. de la Merced Fç. Jover 225 Veracruz 1784
Be. N.S. del Tura I. Reig 140 Honduras 1787
Sae. Jesús, Maria y José J. Compte 157.5 Veracruz 1787
Be. San Juan Bautista F. Fornaguera 150 Costa Firme 1792
Paq. N.S. de la Merced J. Serra 200 Nva. Orleans 1792
Be. Neptuno J. Totosaus 130 Puerto Rico 1792
Be. S. Fco. de Asís A. Sans 160 La Guaira 1792
Paq. Pur. Concepción J. Soler 180 Barlovento 1793
Be. N.S. del Carmen P. Esclús 150 La Guaira 1793
Be. N.S. de Montserrat Fç. Mas 130 Nva. Orleans 1793
Fra. P. Concepción J. Gual 200 Montevideo 1793
Fra. N. S. de la Merced J. Pujadas 200 La Guaira 1794
Fra. P. Concepción J. Gual 180 Montevideo 1796
Po. San Jaime J. Esteva 100 La Habana 1797
Fra. San Cayetano P. Balansó 180 Veracruz 1797
Po. N.S. del Rosario M. Fonrodona 140 Barlovento 1797
Be. El Apolo F. Misser 182 Montevideo 1797
Be. Cástor y Pólux S. Serra 160 La Habana 1797
Be. Adonis P. López 140 Costa Firme 1797
Be. Santa Rosalía J. Piris 75 Veracruz 1799
Be. El Aquilón E. Vinyals 180 Montevideo 1800

Quizás el número de las expediciones organizadas sobre estas pre-


misas sea limitado y no altere en exceso los resultados obtenidos a par-
tir de las fuentes oiciales. Sin embargo, no puede decirse lo mismo

19 Fuente: Para los registros del “comercio libre”, AGI, Indiferente General, legs.
2162-B a 2169 y 2173 a 2198; para las escrituras notariales. AHPB, Escribanía de Mari-
na, notarios, C. Raurés (1778-1789); J. Fontrodona (1790-94) y P. Raurés (1794-1800).
Las abreviaturas corresponden a las siguientes tipos de buque: fragata, bergantín, saetía,
paquebote y polacra.

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Josep M. Delgado Ribas

de algunas confusiones generadas por la terminología empleada en los


documentos iscales, como la identiicación entre “registro de carga” y
carga de registro de un buque, la declaración del puerto de destino, o
el uso de determinadas categorías iscales para analizar la estructura del
tráico, como la de “mercancía nacional”.
La primera de estas confusiones se produce al contabilizar como
indicador del volumen y valor de las exportaciones de un puerto ha-
bilitado los registros formalizados en su aduana. Siguiendo esta meto-
dología, por ejemplo, las exportaciones, y también las importaciones,
efectuadas por Cataluña a las Indias españolas quedarían recogidas en
los registros de la aduana de Barcelona cuando, en realidad, sólo se
declaraban en ella las mercancías que procedían del Levante catalán
y del “hinterland” industrial barcelonés20. Este criterio selectivo deja-
ba fuera del cómputo las exportaciones de vinos, aguardientes y otros
frutos embarcadas en las playas cercanas a las áreas productoras del
Camp de Tarragona, que eran incluidas en un segundo o tercer registro
abierto por lo general en Málaga o Cádiz. Incluso en algunas ocasiones,
llegaban a declarase en la aduana de Málaga mercancías documentadas
con guías de Barcelona, Mataró u otras ciudades costeras de la mitad
septentrional del Principado, que se habían embarcado cuando el regis-
tro de la ciudad condal estaba ya cerrado. Sobre esta base, J. R. Fisher
contabilizaría cada registro de carga como buque de registro asignado
a un único puerto, sin mayor problema para sus cifras agregadas que el
de resumir el movimiento general de navíos para el período 1778-1796
en 2.812 salidas de España y 4.012 retornos de América, cuando es
poco probable que los buques del “comercio libre” retornasen a puerto
español sin haber salido de él21. Sin embargo, y como reconoce Aurora
Gámez al estudiar el caso de Málaga, esta práctica falsea la distribución
regional de las cifras del comercio con América22.

20 J. M. Delgado, “Comercio colonial y fraude iscal en Cataluña. Algunas consi-


deraciones en torno a los registros del libre comercio (1778-1796). Estudios Históricos
y Documentos de los Archivos de Protocolos (Barcelona), vol. VI (1978), pp. 311-32.
También se hizo eco de esta práctica, Antonio García Baquero, “Comercio colonial y
reformismo borbónico: De la reactivación a la quiebra del sistema comercial imperial”,
Chronica Nova, 22 (1995), pp. 105-140
21 Commercial relations.. p. 20. El número de registros de retorno que componía la
carga total de un buque registro procedente de Indias era mayor que en el viaje de ida, y
dependía de las consignaciones recibidas en América. En la navegación en el Mediterrá-
neo, por ejemplo, escalas poco habituales a la ida como Alicante, eran mucho más frecuen-
tes en el derrotero de retorno.
22 “Las cifras del comercio malagueño con América más conocidas y divulgadas
dan a los intercambios realizados por Málaga unos valores más elevados de los que, en

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Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

Aún mayor distorsión en las cifras de los agregados regionales del


tráico provoca el aceptar como puerto de destino de las mercancías el
declarado en los puertos habilitados españoles. De nuevo, el uso de la
documentación notarial revela graves imperfecciones en la información
contenida en los registros, provocadas por las estrategias seguidas por
comerciantes y navieros españoles que pretendían reducir la carga is-
cal o las restricciones introducidas al tráico con determinados puertos
americanos. El Reglamento de 1778 había establecido en sus arts. 16 y
17 una clara distinción entre los puertos habilitados americanos. Los
llamados “mayores”, situados en las regiones mas atractivas para el co-
mercio con la metrópoli soportaban las tarifas más altas del arancel -7%
para los géneros extranjeros y 3% para los españoles-, mientras que los
“menores”, ubicados en áreas poco visitadas habitualmente por los bu-
ques de la Carrera, gozaban de una reducción arancelaria -4 % y 1,5%,
respectivamente. La diferencia de trato se acentuaría a raíz de una R.O.
de agosto de 1784 que suprimió el arancel sobre las mercancías “nacio-
nales” y redujo al 3% la contribución de las extranjeras en estos puertos
periféricos. Esta discriminación positiva no sirvió tanto para aumentar
el atractivo de los puertos menores a los ojos de los exportadores espa-
ñoles como para proporcionarles la excusa para lograr una reducción
en el pago de los aranceles a través de la apertura de registros simulados
a puertos americanos menores en los que sólo se descargaba luego una
mínima proporción de la carga total23.
La extensión de esta práctica en el caso del comercio colonial catalán
se deduce del cotejo entre el destino consignado en la documentación
iscal y los efectivamente pactados entre particulares -navieros letado-
res, capitán y marinería- en contratos notariales. Existe constancia do-
cumental de que un mínimo de 77 embarcaciones de las que zarparon
de Barcelona hacia puertos “menores” entre 1784 y 1790 lo hicieron
con destino a otros de “mayores” no declarados en la aduana24. Es más,
los capitanes de los buques-registro podían estar autorizados en virtud
del contrato de transporte suscrito con los letadores a incluir en su

realidad, constituyeron el tráico colonial por nuestro puerto. Ello obedece a que buena
parte de estos valores “oiciales” corresponden a productos que lo único que hacían
en esta capital era pagar los derechos de aduanas”, Málaga y el comercio colonial con
América, p. 213.
23 Esta práctica tenía una cobertura legal en el art. 20 del RLC, que concedía “li-
bertad para mudar el destino en América” aunque exigía para el caso de que el cambio se
efectuase de puerto “menor” a “mayor” el pago de la diferencia a la llegada a Indias.
24 La lista completa, en J.M. Delgado, Cataluña y el sistema de libre comercio, II, pp.
103-108.

12
Josep M. Delgado Ribas

derrota puertos americanos no especiicados previamente si era previ-


sible obtener precios más remuneradores para su carga25. Aunque estas
prácticas afectan la iabilidad de todos los destinos recogidos en la do-
cumentación iscal, hacen especialmente inútil esta información en el
caso de las expediciones dirigidas a toda la región circuncaribeña donde
la abundancia y relativa proximidad de los puertos habilitados minimi-
zaba el coste de las variaciones de última hora en la ruta prevista. En
este sentido interpretamos el hecho de que 28 de los buques registros
cuyo destino diiere en la documentación iscal y notarial pactaran en
esta última la realización de un viaje a las “Islas de Barlovento”, indica-
ción que podía incluir puertos como Veracruz, La Habana o Cartagena
de Indias, por citar sólo los más visitados. El puerto mexicano resulta el
más difícil de detectar a partir de las fuentes españolas porqué raramen-
te la documentación privada hacía mención de este destino mientras
la navegación a Veracruz estuvo sometida a un régimen especial. Sin
embargo, una cata efectuada en la Gazeta de México, donde se recoge
día a día el movimiento portuario veracruzano, permite concluir que
un tercio al menos de los buques que se dirigían desde Barcelona a las
Antillas incluían este puerto en su singladura26.

Cuadro nº 2
Importaciones de Cartagena de Indias, según los registros del comercio libre
(Fisher) y según los almojarifazgos de Cartagena de Indias (1784-1793), en
millones de rs. vn.27
McFarlane Fisher % F sobre M
1784 33,0 2,4 [7,3]
1785 39,6 23,8 [60,1]
1786 9,2 3,9 [42,4]

25 Como reconocía el capitán general de Cataluña conde del Asalto en 1788, era
frecuente que los exportadores modiicaran el destino declarado en la documentación
oicial de los registros al cambiar “de dictamen en virtud de los avisos que han recibido
posteriormente a sus instancias de los parajes a donde pensaban enviar sus expedicio-
nes”, Josep M. Delgado Ribas, Dinámicas imperiales, p. 476
26 En la edición facsímil de la Gazeta de México, Rolston-Bain, Widsor-Mexico,
1986, que recoge el movimiento portuario de Veracruz correspondiente al primer semes-
tre de 1785, aparecen en Veracruz, diversas embarcaciones catalanas que entre 1783 y
1784 habían emprendido viaje a las islas de Barlovento: la saetía San Fç de Paula (p. 227),
sae. San Antoni de Padua (Antoni Vilaseca), polacra Na. Sa. del Rosari (Fç Ricart), goleta
San Josep (Pere Badia)y la fragata Mariana (Fç Rabassa).
27 Fuente: John Fisher, Commercial Relations between Spain and Spanish America,
Table E21, p. 134; A. MacFarlane, Colombia Before Independence, Table 5.1, p. 131

13
Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

1787 93,0 20,9 [22,5]


1788 41,5 45,5 [109,6]
1789 46,0 54,1 [117,6]
1790 46,2 31,2 [69,3]
1791 56,9 52,2 [91,7]
1792 37,2 29,0 [78,0]
1793 18,4 16,3 [88,8]
421 279,3 [66,3]

El cuadro nº 2 permite, por in, introducir un nuevo elemento de


incertidumbre en el manejo de las estadísticas oiciales. Los valores del
“comercio libre” sobre los retornos de los pueblos americanos a España,
calculados a partir de los registros del “comercio libre” no coinciden
con los elaborados a través de los registros aduaneros de los puertos
americanos. Por tanto, la correcta determinación de los lujos del trá-
ico entre España y América debería hacerse utilizando conjuntamente
los registros de salida de los puertos de España con los de las entradas
registradas en las aduanas de América.
El uso por el historiador de las categorías “producto nacional” y
“producto extranjero” utilizadas en el mismo sentido que lo hacía el
Reglamento de 1778 puede ser asimismo origen de no pocas confusio-
nes, sobre todo, si se utiliza para demostrar la existencia de supuestos
cambios en la estructura de las exportaciones como resultado de la
puesta en marcha del “comercio libre”. Los legajos de la Dirección
General de Rentas y de la Superintendencia de Hacienda del Archivo
de Simancas ofrecen suiciente información para reconstruir una serie
relativamente extensa de los comisos efectuados en los resguardos es-
pañoles, que recogemos para el caso concreto de las aduanas catalanas
en el cuadro nº3.

14
Josep M. Delgado Ribas

Cuadro nº3
Partidas de géneros prohibidos decomisadas en las aduanas
de Cataluña (1782- 1799) (en rs. vn.)28
Año % sobre reexp Año % sobre reexp.
1782 16.328” 13 (2,9) 1791 249.113 (8,0)
1783 23.941 (3,6) 1792 242.202” 11 (6,9)
1784 49.752” 33 (2,3) 1793 251.001 (24,3)
1785 78.316 (3,0) 1794 252.316 (30,5)
1786 141.916 (6,5) 1795 231.171 (28,3)
1787 241.931” 14 (7,0) 1796 162.20 2 (12,5)
1788 232.316 (8,1) 1797 183.190 (4.348,2)
1789 244.104 (13,3) 1798 197.114 (41,4)
1790 243.022 (7,4) 1799 103.206 (34,3)

Estas cifras no son gran cosa frente al volumen total del comercio de
exportación a América -entre el 0,2 [1782] y el 3,7% [1797]-. Sin em-
bargo, adquieren su verdadera dimensión si se toman como referencia
las exportaciones legales de mercancías extranjeras, tal como hacemos
en el cuadro. La serie resultante es muy interesante por dos razones.
En primer lugar, permite comprobar que el volumen del contrabando
desde España aumentó de forma constante durante los años en que se
mantuvo vigente el “comercio libre”, realidad que en su día ya puso de
maniiesto Stanley J. Stein29 y recientemente ha corroborado Adrian J.
Pierce, para las exportaciones británicas a las colonias españolas30. Por
otro lado el período de las guerras coloniales pone de relieve que el au-
mento de los controles aduaneros provocado por causas excepcionales
repercutía en un incremento en la eiciencia de la lucha antifraude. Los

28 Fuente: relaciones semanales remitidas por la administración de rentas de Cata-


luña a la Dirección General para dar cuenta de las aprehensiones efectuadas. AGS, DGR
2 r., legs. 432-440 y 788-831; Superintendencia de Hacienda, legs. 1109 a 1129. Los
cálculos, efectuados en valores arancelarios de 1778, no incluyen los comisos de tabaco, ni
de otros productos de consumo interno como el vino o el azúcar. Un panorama general
de las direcciones del contrabando catalán en los años previos al comercio libre puede
encontrarse en. E. Martin Corrales, “El contrabando en el litoral catalán en la primera
mitad del siglo XVIII (1720-1759)”, en G. López Nadal (edit.), El Comerç alternatiu.
Corsarisme y contraban (ss. XV-XVIII), Palma de Mallorca, Institut d’Estudis Baleàrics,
1989, pp. 329-345.
29 Stanley J. Stein, “Reality in Microcosm: the Debate Over Trade with America,
1785-1789”, Historia Ibérica, nº 1 (1973), pp. 103-119.
30 Adrian J. Pearce, British Trade with Spanish America, 1762-1808, Liverpool,
Liverpool University Press, 2007.

15
Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

comisos de 1793- 1799, en una coyuntura poco propicia al desarrollo


de los intercambios debieron poner al descubierto una proporción rela-
tivamente mayor del comercio clandestino31.
Las mercancías decomisadas eran, en su práctica totalidad, géneros
de reexportación prohibida al mercado americano por el Reglamento
de 1778 que se introducían en España para remitirse a América como
“nacionales” con las marcas de fábrica falsiicadas32. Este dato es im-
portante porque indica que una cantidad difícil de precisar pero va-
rias veces superior al monto de los comisos efectuados por los agentes
aduaneros de productos exportados como nacionales eran, en realidad,

31 Las medidas de control aduanero se intensiicaron a partir del otoño de 1789


con el in de evitar la entrada en España de información referente a la Revolución
Francesa. En octubre, la dirección general de rentas ordenaba a las administraciones
territoriales que interceptaran “los papeles, pinturas y cualesquiera otra cosa que pueda
tener conexión con las actuales ocurrencias de la Francia (AGS, DGR, leg.805). Una
R.O. de septiembre de 1790 alertaba sobre la existencia de una estrategia organizada
desde París para la difusión de la propaganda revolucionaria -”desde Paris se intenta
introducir en el Reino una remesa de sombreros de copa y que en el interior de su copa
hay varios impresos sediciosos” (AGS, DGR 2 r., leg. 808). En noviembre, la aduana de
Barcelona, ofrecía nuevas precisiones sobre las técnicas utilizadas para camular los pan-
letos entre las mercancías importadas de Francia -”a mas de colocarlos en las copas de los
sombreros, entre los hierros, cortándolos en pequeñas tiras, envuelven en ellos las ruedas de
los relojes de péndulo, de modo que fácilmente puede cualquiera persuadirse de que aquellos
papeles no tienen relación alguna, y después se unen por medio de ciertas cifras que tienen
a este efecto por cuyo medio consiguen su lectura” (Oteiza a la DGR, Barcelona, 3-XI-
1790, AGS,DGR 2r., leg. 808). La vigilancia se intensiicó especialmente en los puertos
habilitados porque una parte de la propaganda introducida en España iba especialmente
dirigida a los súbditos americanos del rey de España -”entre los géneros comerciables de
mercería se han introducido en algunas partes de Indias, particularmente en el reino del Perú,
relojes de faldriquera y cajas para tabaco de polvo en que está gravada una mujer vestida de
blanco con una bandera en la mano y alrededor una inscripción que dice: Libertad Ameri-
cana” (AGS,DGR,2a. r., leg. 810)-. Los buques de registro que fondeaban en Barcelona
fueron sometidos durante estos años a un minucioso registro que no olvidaba ni las partes
sumergidas del casco -”Uno de los medios de que se valen los de la propaganda para in-
troducir en España papeles contrarios a la Religión, al Rey y al Gobierno es el de ponerlos
dentro de cajas de plomo soldadas que conducen las embarcaciones y al ancorar en nues-
tros puertos lo echan en el fondo atadas cada una con un bramante largo en cuyo extremo
hay una boya o pedazo de corcho que sirve de guía para recogerla después del registro de
los guardias” (Oteiza a la DGR, Barcelona, 31-XII-1791, AGS DGR 2r., leg. 811.).
32 En valor, los tejidos de lino y algodón estampados -lienzos pintados, zagalejos
de indiana ina, muselinas, garras de algodón y “blavets” de Levante, pañuelos estampa-
dos, gasas, terciopelo de algodón, bombasíes satinados, nanquines y pañuelos de hilo y
algodón- representaban el 81,2% del total de aprehensiones-, seguidos de lejos por los
productos inos de la industria popular cuya reexportación estaba igualmente prohibida
-medias de hilo, algodón y seda, guantes, calceta de hilo, cintería de hilo, seda y algodón-,
con el 9,1%, y papel de Génova -3,9%-.

16
Josep M. Delgado Ribas

manufacturas cien por cien extranjeras. Aventuremos la hipótesis op-


timista de que el tráico clandestino fuera diez veces superior al valor
de los comisos. Obtendríamos entonces una cifra en torno a los 31,4
millones de rs. vn. para los 19 años de la serie -1.654.284 reales de
media anual-, muy signiicativa si tenemos presente que el contrabando
se concentraba en mercancías que representaban en torno al 30% de
las exportaciones legales, respecto a las cuales supondría el equivalente
a la cuarta parte -24,4%-. Con todo, es presumible que el volumen
de la suplantación de géneros nacionales por extranjeros fuera mucho
mayor pues, como reconocían las mismas autoridades aduaneras, el
nuevo sistema arancelario daba facilidades para el desarrollo del co-
mercio clandestino y ello no sólo por el estímulo que podía representar
la existencia de unos aranceles elevados. Así, en Cataluña, la supresión
del derecho de bolla diicultó el control de los textiles extranjeros que
entraban y salían del Principado al desaparecer tanto el sello de cera
que distinguía las piezas fabricadas por la industria nacional como el
de plomo aplicado a las importadas que habían pagado a su entrada
los derechos de introducción 33. Desde 1776, los únicos medios para
distinguir una pieza de tejido nacional de otra extranjera serían docu-
mentos tan fácilmente manipulables como las guías emitidas en los
pueblos donde se hallaban instaladas las fábricas, las marcas de fábrica,
o el reconocimiento visual de todas las partidas que se embarcaban
para Indias. Respecto a las primeras, su falsiicación podía realizarse
de diferentes modos, con o sin la colaboración de los emisores de la
guía. En muchas ocasiones, documentos en regla que daban cobertura a
una operación legal de exportación de géneros nacionales, se utilizaban
luego para encubrir mercancías extranjeras embarcadas en alguna playa
situada entre dos puertos habilitados34. Esta práctica, que se amparaba
en el sistema de registro múltiple, era muy difícil de descubrir de no
mediar una circunstancia excepcional como la que padeció el patrón
Joan Comas, quien pretendía hacer pasar por la aduana de Málaga una
partida de 3000 resmas de papel de Génova como catalán con guía de
Banyoles, y fue descubierto gracias a una denuncia anónima formulada
al intendente de Cataluña35.

33 Joaquín de Helguero, administrador general de las aduanas de Cataluña, a la


D.G.R., Barcelona, 27-XII-1794 (AGS, DGR 2 r. leg. 819).
34 J. M. Delgado Ribas, “Comercio colonial y fraude iscal en Cataluña. Algunas con-
sideraciones en torno a los registros del libre comercio”, EHDAP, VI (1978), pp. 311-326.
35 J. de Helguero a la DGR, Barcelona, I-X-1794, AGS, DGR2 leg. 819. Esta par-
tida, que no hubiera sido descubierta sin la denuncia particular, equivalía al 4,5% del
exportado a América en 1793 por el comercio catalán que oicialmente era de las fábricas

17
Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

La marca de fábrica y una declaración complementaria del comerc-


iante sobre el tiro, número y calidad de las piezas eran, junto a la guía,
la garantía de que no se producirían suplantaciones fraudulentas de
géneros nacionales por extranjeros. Pero esta garantía falló porque el
funcionariado de aduanas no pudo, o no quiso comprobar si las decla-
raciones se ajustaban a la realidad. Pese a la abundante normativa que
les exigía el realizar un minucioso reconocimiento de los géneros que
se embarcaban como nacionales en los buques de registro lo cierto es
que éste nunca se llevó a la práctica. El mismo administrador general
de las aduanas de Cataluña reconocía en 1791 el carácter puramente
formal de las comprobaciones que se efectuaban en la de Barcelona
para comprobar la procedencia de los tejidos embarcados, necesario
para no perjudicar
«(...) a los interesados o dueños de los fardos de telas y ropas,
porque viniendo éstos ya enfardados y empaquetados desde las mis-
mas fábricas si se hubiesen de reconocer por menor padecerían al-
gún detrimento por cuyo motivo se abren por alguno de los cabos
y reconociendo su calidad, se cuenta el número de piezas para la
comprobación con la nota o factura que entrega para el despacho el
comerciante»36.
La voluminosa correspondencia entre los resguardos de los puertos
habilitados y la dirección general que recoge las dudas y vacilaciones de
los vistas a la hora de aplicar los Aranceles de 1778 y 1782 da pruebas
abundantes de la escasa capacitación que los funcionarios aduaneros
tenían para discernir si una manufactura era española o extranjera 37.
En in, el Reglamento de 1778 contribuyó a aumentar la confus-
ión al ofrecer en su art. 31 una deinición amplia e imprecisa de las
mercancías “nacionales” que hacía aún más difícil el distinguirlas de las
extranjeras. Cualquier cargador podía ahora embarcar como “nacional”,
no sólo los tejidos estampados sobre telas de importación sino también
cualquier otra mercancía que hubiera mudado a su paso por España
de “aspecto”, “uso” o “destino”. El mismo texto legal ponía el ejemplo

del Principado.
36 Oteiza a la DGR, Barcelona, 2-III-1791.
37 Por citar sólo las series mas signiicativas al respecto, AGS, DGR 2r. legs. 785-831
(Aduana de Barcelona); 996-1032 (Aduana de Málaga) y 922-946 (Aduana de La Coru-
ña). Según el administrador de la Aduana de Málaga, los comandantes del resguardo “ni
entienden de encajes, de tiros ni calidades de géneros que se reconocen en los buques catalanes”
(P. de Ortega a la DGR, Málaga, 9-VII-1788, AGS, DGR 2r., leg. 1008.). A su vez, el
Comandante del resguardo se quejaba de sus subalternos (J.M. de Igea a la Junta de
Unión de Rentas del Reino, Málaga, 24-VIII-1793, AGS DGR 2 r., leg. 1018).

18
Josep M. Delgado Ribas

de las “ropas hechas y cosidas en la Península con lienzos y tejidos de


fuera de ella”, que podría asimismo extenderse a las harinas fabricadas
con trigo extranjero 38 o a la cera, mobiliario y objetos de decoración39.
Llegados a este punto la cuestión que deberíamos plantearnos es si,
pese a todo, es posible reutilizar las fuentes cuantiicables sobre el co-
mercio colonial español para obtener agregados imperiales y regionales
que puedan superar las trampas que siempre ocultan las fuentes de ca-
rácter iscal. No pienso que sea posible a partir de esfuerzos individua-
les que por muy meritorios que sean no harán más que multiplicar la
oferta de estadísticas que no coinciden entre sí, y dejar al criterio de los
investigadores que las utilicen en el futuro la posibilidad de utilizarlas
si se ajustan a los argumentos que pretendan reforzar con ellas. Pienso
que la estrategia a seguir para elaborar unas series cuantitativas que
nos permitan conocer con mayor precisión las magnitudes y direccio-
nes del tráico atlántico del imperio español la mostró ya hace algunos
años el monumental trabajo de compilación efectuado por TePaske,
Klein, los Hernández Palomo, Jara y Brown40 sobre la contabilidad de
las cajas reales americanas. Solo un esfuerzo concertado, desplegado
por un colectivo de especialistas españoles y latinoamericanos y con la
ayuda de las nuevas tecnologías oimáticas, no disponibles cuando los

38 T. Martínez Vara, “Santander y el comercio colonial”, en El Comercio Libre entre


España y América, 1765-1824, p. 194.
39 En su respuesta al cuestionario de 1787 sobre las causas de la decadencia del
“comercio libre”, el comerciante catalán establecido en Cádiz Antoni Barceló i Prats,
se refería a la necesidad de prohibir la entrada en la Bahía de la cera blanca extranjera:
..”siendo esta la que generalmente se embarca con solo conducirse a las fábricas para de-
rretirla y volver a formar marquetas”. (AGI, Indiferente General, leg. 73). También. J.
M. Delgado Ribas, “Els grans mercaders catalans davant la crisis del “lliure comerç”:
les respostes d’ Antoni Barceló i Prats i de Bonaventura Magarola al interrogatori de
1787”, 2nes. Jornades d’ Estudis Catalano-Americans, Barcelona, Generalitat de Cata-
lunya 1987, pp. 229-244. He tratado con mayor detalle esta cuestión y sus reper-
cusiones en el cálculo de las exportaciones de manufacturas al mercado americano,
en “Mercado internos vs. Mercado colonial en la primera industrialización española”,
Revista de Historia económica, XIII:1 (1995), pp. 11-31.
40 J.J. TePaske, H. S. Klein,v K. W. Brown, he Royal Treasuries of the Spanish
Empire in America, 3 vols. Durham, Duke University Press, 1982: vol. 1, Peru, vol. 2,
Upper Peru (Bolivia), vol. 3, Chile and the Rio de la Plata; A. Jara y J.J. TePaske, he
Royal Treasuries.., vol. 4, Ecuador, Durham, Duke University Press, 1990. J.J. TePaske,
J.J. Hernández Palomo, M. Hernández Palomo, La Real Caja de México, 1576-1816,
México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976; J.J. TePaske, H. S. Klein,
Ingresos y egresos de la Real Hacienda de Nueva España (2 vols), México, Instituto Na-
cional de Antropología e Historia, 1986; H.S. Klein, he American Finances of the
Spanish Empire: Royal Income and Expenditures in Colonial Mexico, Peru and Bolivia,
1680-1809, Alburquerque, University of New Mexico Press, 1998.

19
Los números de Mickey Mouse del comercio colonial español

pioneros abordaron este empeño, podrá transformar lo que hoy es solo


una caricatura del comercio colonial español en una realidad en tres
dimensiones. Un esfuerzo, en in, que no debería limitarse a las series
iscales sino incorporar estimaciones sobre la magnitud del mercado
inanciero que actuó de soporte del comercio a larga distancia, a través
de instrumentos como el cambio marítimo y la actividad aseguradora,
aprovechando las lecciones que al respecto nos ha dado Antonio Mi-
guel Bernal41, y tuviera presente, asimismo, las magnitudes del negocio
naviero –capitales invertidos en la construcción, habilitación y carenas
periódicas de los buques, letes ganados, etc.- , probablemente la activi-
dad económica que resultó más favorecida por la legislación mercanti-
lista del “comercio libre”42.

41 A.M. Bernal, La Financiación de la Carrera de Indias (1492-1824). Dinero y


crédito en el comercio colonial español con América, Sevilla, Fundación El Monte, 1992.
42 Un modelo a seguir es el de Fernando Jumar et alii, “El comercio ultramarino
y la economía local en el complejo portuario rioplatense. Siglo XVIII”, Buenos Aires,
Anuario del Instituto de Estudios Histórico Sociales (IHES), 21(2006), pp. 235-254.

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