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RESUMEN
Este artículo se basa en la investigación que estoy realizando en mi tesis doctoral dedicada a
la continuidad de la literatura espiritual española en el siglo XVII, su difusión en sectores sociales más
amplios, así como la actitud de la Inquisición. Este tema ha sido poco estudiado, debido a la errónea
idea de que este género había entrado en decadencia en este siglo por las medidas inquisitoriales y la
Contrarreforma, hecho que no fue así, como he podido comprobar en algunos documentos, sino que
pervivió sin perder importancia y seguidores, haciendo frente a estos controles, con el fin de continuar
esa labor pastoral y pedagógica del siglo XVI, para asentar una espiritualidad más personal de unión
con Dios, en la que todos los fieles estaban llamados a la santidad.
PALABRAS CLAVES
ABSTRACT
This article is based on research that I am doing in my PhD dedicated to the continuity of the
spiritual literature in the seventeenth century Spanish, its diffusion in the society and the attitude of
the Inquisition on it. This matter has been slightly studied, due to the wrong idea of that this literature
had entered in decline this century by inquisitorial measures and the Counter-Reformation, but this
was not like this, as I have verified in any ancient documents. The spiritual literature in Spain survived
and it kept its importance and followers, facing controls, in order to continue this pastoral and
pedagogic work of the 16th century, to seat a more personal spirituality and union with God, in the
that all the believers were called to the holiness.
KEYWORDS
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La pervivencia de la literatura espiritual en la España del siglo XVII
Por ello, ambos temas, literatura espiritual e Inquisición, han suscitado densos
debates y diversos estudios, tanto históricos como literarios, debido a esa repercusión
que causaron en su tiempo y que llevaron a un cambio en la mentalidad y la vida
religiosa.
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En relación a esta cuestión, son muchos los que han señalado que la
Inquisición fue la culpable del atraso científico y cultural de España, con respecto a
otros países europeos. En el caso que trato, el de la literatura espiritual, se ha llegado
a decir que no hubo novedades dentro de este campo, que los escritores prefirieron
no dedicarse a estas cuestiones (por temor a ser juzgados por la Inquisición) y que las
obras que se hicieron fueron meras copias de las del siglo XVI. Así lo comentaron
algunos investigadores como Guillermo Serés que, basándose en los estudios de
Cristóbal Cuevas, comentó:
“La muerte de San Juan de la Cruz marca el final del período creativo de la espiritualidad española,
que a partir de entonces se diluye en una actividad recopiladora […] perdiéndose el interés por la
creación de nuevas obras en el campo especifico de la asceticomística. Nuevas ediciones de las del período
anterior vienen a suplir la carencia de espíritu creador de la época presente” 1.
Este debate entre Inquisición y cultura, fue discutido durante muchos años y
por lo general no aportó unas conclusiones claras, pues pesaron más las tendencias
ideológicas de las personas que intervinieron en él, que los datos objetivos y las
fuentes. Fue a raíz de las nuevas investigaciones realizadas por los historiadores
extranjeros, especialmente tras los estudios de Henry Kamen sobre la Inquisición
española, cuando se empezó a romper este clásico dilema, centrándose más en otros
aspectos que sí daban más luz a esta cuestión.
1
SERÉS, G. La literatura espiritual en los Siglos de Oro. Madrid, Ediciones del Laberinto, 2003, pp. 203-
205.
2
HATZFELD, H. Estudios literarios sobre mística española. Madrid, Editorial Gredos, 1968, p. 24.
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Pero a pesar de toda esta labor, aún queda mucho que investigar dentro del
campo de la literatura espiritual, pues estos estudios se han centrado más en el siglo
XVI, es decir, la época de mayor esplendor de este género. Aun así todavía son
muchos los historiadores que consideran que la literatura espiritual en el siglo XVII
español había entrado en decadencia por la Inquisición y el temor a su represión, y
que fue la espiritualidad francesa la que tomó su relevo5.
3
PARDO TOMÁS, J. Ciencia y censura. La Inquisición española y los libros científicos en los siglos XVI y
XVII. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1991, pp. 5-16.
4
PEÑA DÍAZ, M. “Inquisición y cultura en la España Moderna (siglos XVI-XVII)”, Historia Social,
nº 32, 1998, pp. 117-132.
5
SESÉ, J. Historia de la espiritualidad. Pamplona, EUNSA, 2005, pp. 229-233.
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6
RODRÍGUEZ, I. Santa Teresa de Jesús y la espiritualidad española. Presencia de Santa Tersa de Jesús en
autores espirituales españoles de los siglos XVII y XVIII. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, 1972.
7
ANDRÉS, M. Historia de la mística de la Edad de Oro en España y América. Madrid, Biblioteca de
Autores Cristianos, 1994; Los místicos de la Edad de Oro en España y América. Madrid, Biblioteca de
Autores Cristianos, 1996.
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esfuerzo y el trabajo de los espirituales del siglo XVII, que no se rindieron y siguieron
adelante, a pesar de los controles y las medidas inquisitoriales.
“En cumplimiento del Edicto de Vuestra Ilustrísima de trece de febrero deste presente año de mil siete
cientos y quarenta y siete, publicado en este convento Nuestro Padre Santo Domingo de Santiago en
diez y seis de marzo de dicho año; di orden al Padre Fray Juan López maestro de estudiantes y secretario
8
A.H.N. Inq., leg. 3436.
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de la comunidad, para que registrase todos los libros y papeles prohibidos por el Santo Tribunal que
perteneciesen al convento, y hiciera el catálogo que Vuestras Ilustrísima manda en su edicto […] Santo
Domingo de Santiago, Junio 21 de 1747”.
El Edicto que mencionan las cartas fue una labor previa a la preparación del
segundo Índice de Libros Prohibidos del siglo XVIII, el de 1747, bajo el mandato del
Inquisidor General Francisco Pérez de Prado.
Como he comentado antes, en las cartas se indicaban las obras prohibidas que
se habían hallado en las bibliotecas conventuales, las cuales eran registradas en una
lista adicional a la carta, aunque en algunos casos el título de las obras era anotado
en el propio contenido de la misma debido a que no habían demasiadas. Este hecho
lo he relacionado con el lugar donde se encontraba emplazado el convento y a la
orden a la que pertenecía, ya que no albergaría tantos fondos selectos y variados un
9
PARDO TOMÁS, J. Ciencia y censura…, op. cit., pp. 89-93.
10
ÁLVAREZ GARCÍA, H. “La legislación censoria española en los siglos XVI-XVIII”, Revista de
ciencias jurídicas y sociales, nº 10, 2009, pp. 151-153.
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“Libros prohibidos sacados dela librería, que dio a este Monasterio de Poblet el Excelentísimo Señor
Don Pedro Antonio de Aragón por los años de 1670 […] Nueva Maravilla de la gracia descubierta en
la vida de la Venerable Madre Sor Juana de Jesús María. 1. Tom. En 4º […] Vida Espiritual y
Perfección Christiana. Por Fray Antonio Sobrino. 1. Tom. En 4º […] Dios contemplado y Christo
imitado. Por el Padre Martín de Zeaorrote. 1. Tom. En 4º […]. Libros prohibidos sacados dela librería
antigua del Monasterio de Poblet añadida nuevamente de algunos modernos. […] Tesoro delos
christianos. Por el Padre Antonio Velásquez Pinto. 1. Tom. En 4º […] El christiano interior. Por Don
Francisco de Cubillas. 2 exemplares en 4º […] Quinta esencia del amor de Dios. Autor el mismo. 1.
Tom. En 4º”11.
Sobre las obras que aparecen en estas cartas, hay que decir que no todas fueron
de espiritualidad, aunque su presencia en estos listados fue mayoritaria, lo que vuelve
a señalar la pervivencia de este género literario, a pesar de los controles inquisitoriales
y los cambios culturales.
Referente a los libros que pertenecían a otras temáticas y que aparecen en estas
cartas, algunos de ellos fueron, la obra de Rodrigo Rodríguez, Pleyto de los libros, que
11
Fragmento de la carta del Monasterio del Poblet perteneciente a este documento.
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trataba sobre leyes, o de carácter histórico como Las Relaciones de Antonio Pérez, el
célebre secretario de Felipe II.
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De estas tres órdenes, las que tuvieron una mayor presencia de autores fueron
la franciscana, con Antonio Sobrino, Francisco de Ameyugo o Mateo de la
Natividad, y la jesuita, en donde destacaron Antonio Escobar y Mendoza, Antonio
Jaramillo y Francisco Cubillas (seudónimo de Bartolomé de Alcázar). En el caso de
los jesuitas, cuya presencia dentro de la literatura espiritual se hizo más constante,
pudo ser fruto de la labor evangelizadora y apostólica que llevaba a cabo la orden y
que asentó su fundador, San Ignacio de Loyola, que junto a San Francisco de Borja,
fueron los principales representantes de la espiritualidad jesuita del siglo XVI, cuyo
trabajo fue continuado por muchos miembros de la orden en el siglo XVII, como se
puede apreciar.
En el caso de los libros que aparecen en las cartas, las dos lenguas
predominantes fueron el español y el latín, y en menor medida el italiano y el francés,
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pero a pesar de que hubo una destacada presencia del latín, eran las lenguas romance
las que sobresalían.
“[…] Pero veo por otra parte tan válido el espíritu entre los indoctos y gente humilde, y la gracia tan
deseosa de mostrar en ellos sus maravillas (porque campea y resplandece más donde menos caudal halla)
que no veo razón por qué privarlos de la doctrina espiritual que es su comida y sustento de día y de
noche. Y así he querido resumir y acomodar este libro a su capacidad y lenguaje, dexando lo demás para
traducirlo en latín, donde también saldrán unos márgenes copiosos de lugares de Escritura y santos” 13.
Esta cuestión les preocupó en gran medida a los autores espirituales, pues su
mensaje iba destinado a todos los fieles, sin tener en cuenta su condición, estado o
formación cultural. Decían que todas las personas eran hijos de Dios y por tanto
tenían derecho a conocer sus palabras y enseñanzas, para así obrar como buenos
cristianos y conseguir unirse a la divinidad, de ahí la necesidad de escribir en
romance.
12
SOBRINO, A. Vida Espiritual y Perfección Christiana. Valencia, Juan Crisóstomo Garriz, 1612,
apartado dirigido al lector, sin número de página.
13
JESÚS MARÍA, P. de. Cielo espiritual trino y uno. Madrid, Julián de Paredes, 1672, apartado dirigido
al lector, sin número de página.
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Hay que decir que obras de literatura espiritual han existido desde los inicios
del Cristianismo15, pero fue a partir del siglo XV cuando tuvieron una mayor
importancia y transcendencia, debido a las circunstancias que se estaban viviendo
14
CAMARGO, H. Tribunal de la conciencia con la disposición última para la Comunión y el respeto que se
debe tener al Santísimo Sacramento. Madrid, herederos de la viuda de Pedro Madrigal, 1628, apartado
dirigido al lector, sin número de página.
15
QUINTANA CABANAS, J.M. Historia de la ascética y la mística cristiana. Barcelona, Agrupación de
Editores y Autores Universitarios, 2012.
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16
ABELLÁN, J.L. El erasmismo español. Una historia de la otra España. Madrid, Editorial Espejo, 1976,
pp. 70-71.
17
MARTÍNEZ MILLÁN, J. La Inquisición española. Madrid, Alianza Editorial, 2007, pp. 79-99.
18
Corriente espiritual que surgió en Alemania y Flandes en el siglo XV, de carácter ascético-práctico,
que abogaba por una vida espiritual ascética basada en el método y en ejercicios espirituales (examen
de conciencia, oración mental y meditación) clasificados en etapas o grados. Acentuaron la
importancia de la piedad íntima, práctica y afectiva, y dieron poca importancia a la liturgia y a la
oración vocal. Sus precursores fueron Gerardo Groote y su discípulo Florencio Radewijns.
19
Corriente promovida por intelectuales, que se originó en la primera mitad del siglo XVI. Les
preocupaba la espiritualidad y la renovación de la Iglesia. Fomentaron la religiosidad íntima, sin tanto
ceremonial, el contacto directo con las Sagradas Escrituras, utilizando la lengua romance, la práctica
de la oración mental, y tomaron como referente de vida la imagen de Cristo. Su intención era
recuperar la espiritualidad y la vida religiosa de los comienzos del Cristianismo. Su mayor
representante fue Erasmo de Rotterdam.
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virtudes, así como, tenía que acabar con sus pecados, evitar las tentaciones,
reconocer sus faltas, pedir perdón, y comprometerse a no volver a caer en ellas, es
decir, llevando una correcta vida cristiana.
Todo ello se llevaba a cabo dentro del camino de perfección, como muy bien
explicaron los espirituales en sus obras, pues era el único medio en el que el fiel podía
preparar y encaminar su alma a la unión con Dios.
Referente a las dos primeras etapas del camino, pertenecían a la parte ascética,
en donde el fiel tenía que hacer una serie de ejercicios (oración mental, meditación y
penitencia) y un gran esfuerzo para purificar su alma. A ellas podían acceder todas
las personas pero al último grado, el unitivo, que se encontraba dentro de la vía
mística, sólo unos pocos pudieron llegar a él, y esto era debido a que sólo lo concedía
Dios, como dijo Santa Teresa en su obra Las Moradas: “Verdad es que no en todas las
moradas podéis entrar por vuestra fuerza, aunque os parezca que las tenéis grandes, si no os
mete el mismo Señor del castillo”21. Eran los fieles cuyas almas estaban dispuestas para
la unión con Dios, los que llegaban a este grado. Ellos sentían la presencia directa de
la divinidad, recibiendo su comunicación y gracia, y finalmente sus almas eran
elevadas uniéndose definitivamente con Dios.
Este acto era un fenómeno sobrenatural que a los autores espirituales les costó
bastante describir, especialmente los que pudieron vivirlo, como Santa Teresa de
Jesús y San Juan de la Cruz, los cuales tuvieron que recurrir a ejemplos de la vida
cotidiana y la naturaleza para poder explicar esta vivencia, pues no había palabras o
expresiones para definir tan elevada experiencia.
20
SOBRINO, A. Vida Espiritual…, op. cit., pp. 39-41.
21
JESÚS, Teresa de. Las Moradas del castillo interior. Madrid, Edaf, 2015, p. 270.
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22
JESÚS, Teresa de. Libro de la Vida. Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 2001, p. 145.
23
SOBRINO, A. Vida Espiritual…, op. cit., pp. 100-102.
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gracias a Dios por su gran gesto de amor entregando a su Hijo por la salvación del
mundo, de este modo lo expresó Camargo en su tratado:
“[…] tomó sobre sí todos nuestros males, para desterrarlos de nosotros […]. Por esso nos encomienda el
Espíritu Santo que no nos olvidemos de la buena obra que nos hizo, quien quedó por nuestro fiador,
porque obligó su vida por nosotros. Este conocimiento podemos mostrar en pensar y sentir muy de
coraçón sus trabajos, muerte y pasión; ya que no tenemos en qué mostrarle lo mucho que le devemos,
hagamos nuestro el sentimiento que él tiene por lo que padece” 24.
El motivo de tan estrecha unión entre el fiel y Cristo era por su doble
naturaleza humana y divina, pues Él, al haber sido hombre, tenía una especial
cercanía y vínculo con las personas, dándole su apoyo y comprensión, de ahí que los
autores de la espiritualidad señalaran que la mejor ayuda que tenían los fieles en
busca de la unión con Dios fuera Cristo.
24
CAMARGO, H. Tribunal de la conciencia…, op, cit., pp. 505-507.
25
Ibidem, p. 510.
26
Ibid, p. 504.
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Por todo ello, y tras exponer el contenido de estas obras, el mensaje que
trasmitía la literatura espiritual, otorgándola ese éxito y trascendencia social, fue su
mensaje esperanzador, de unión santificadora con Dios dirigido a todos los
cristianos, ya fueran clérigos o laicos, de ahí la necesidad de escribir estos libros en
lengua romance, para que todos pudieran acceder a ellos y conocieran las enseñanzas
y la Palabra de Dios. Este hecho fue debido a que la teología mística tenía un sentido
universal, pues todas las personas estaban llamadas a la espiritualidad y si purificaban
sus almas con la oración mental podían llegar a Dios, recibirle, sentir su gracia y
unirse eternamente con Él. Dios no hacía distinciones, pues como muy bien señalaba
la teología mística, todos los hombres eran hijos de Dios y Él no hacía diferencias
por edad, sexo, estado o condición, sólo se fijaba en los actos y en la fe27, además, no
era necesario un estudio superior o un profundo, tener conocimientos de teología,
sólo bastaba la fe, el amor y la voluntad. De este modo lo explicaron algunos autores
espirituales como Francisco de Osuna, que en su obra Tercer Abecedario Espiritual,
llegó a decir:
“Y no pienses que para darse hombre a la devoción del recogimiento es menester lógica y metafísica,
aunque lo diga persona de mucha autoridad […]. La mística teológica, pues no tiene conversión en
27
PÉREZ GARCÍA, R.M. La imprenta y la literatura espiritual castellana en la España del Renacimiento,
1470-1560 historia y estructura de una emisión cultural. Gijón, Trea, 2006, pp. 73-87.
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conocimiento de letras, no tiene necesidad de la tal escuela que puede ser dicha de entendimiento, más
búscase en la escuela de la afección por vehemencia ejercicio de virtudes; de lo cual concluimos esta
diferencia: que la teología mística, aunque sea suprema y perfectísima noticia, puede, empero, ser habida
de cualquier fiel, aunque sea mujercilla e idiota” 28.
“[…] el amor es el que al entendimiento despierta y manda que nos muestre el bien que amamos para
más amarle y descansar y deleitarnos en él, dezimos, que es obra del amor la contemplación del
entendimiento, porque naciendo del amor del alma, se ordena y termina al mismo amor, que no
descansa sino en la fruyción y unión de su bien. […]El principio de la contemplación es el amor y el
mismo amor es su término, en que amando reposa el contemplativo”30.
Por último, quiero mencionar otra función importante que tuvieron las obras
de espiritualidad y que estuvo muy vinculada con la situación que se estaba viviendo
en estos tiempos. Estas obras fueron armas ofensivas en la lucha contra las doctrinas
heterodoxas, como así lo refirió Cilveti31, a pesar de que algunos libros fueron
condenados por el Santo Oficio de ser sospechosos de herejía 32. Dicha labor que
comenzó en el siglo XVI fue continuada en el XVII con el fin de atacar las nuevas
corrientes heréticas que habían surgido, como los perfectistas, quietista y el
jansenismo. Un claro ejemplo de esta misión fueron las obras de Jerónimo Gracián
Vida del Alma (Bruselas 1609) y la ya comentada Vida Espiritual y Perfección Christina
28
OSUNA, F. Tercer Abecedario Espiritual. Madrid, Editorial Católica, 1972, p. 391.
29
SOBRINO, A. Vida Espiritual…, op. cit., pp. 122-125.
30
Ibidem, pp. 47-50.
31
CILVETI, A.L. Introducción a la mística española. Madrid, Cátedra.1974, p. 143.
32
ALCALÁ, A. Literatura y ciencia ante la Inquisición española. Madrid, Arcadia de las Letras, 2001, pp.
47-60.
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33
SOBRINO, A. Vida Espiritual…, op. cit., apartado dirigido al lector, p. 163.
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