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NACIONAL
ESCUELA SUPERIOR DE INGENIERÍA MECÁNICA Y
ELÉCTRICA
INGENIERÍA EN COMUNICACIONES Y
ELECTRÓNICA
ASIGNATURA: SEÑALES Y
VIBRACIONES
GRUPO 6CV6
PRACTICA #10:
SONIDO Y AUDICIÓN
Audición
Cuando una onda de sonido llega al oído humano, este convierte los cambios de presión de la
onda en impulsos nerviosos, los cuales son procesados e interpretados por el cerebro como que
algo se escucha. Aunque este proceso es complejo y no esta entendido por completo, a
continuación, se discutirán algunas características importantes de la audición.
Los músicos describen lo que oyen en términos como tono, sonoridad y timbre. Aunque existen
correlaciones entre esta descripción subjetiva de un sonido y la descripción física de la onda
sonora correspondiente, estas correlaciones son complejas. El tono tiene que ver con la frecuencia
de la onda sonora, la sonoridad con la intensidad, y el timbre con la forma de la onda.
Frecuencia y Tono .
En la figura 33.3 se muestra un diagrama esquemático del oído humano. El oído externo recoge la
onda y la transmite al oído medio a través del tímpano. Los huesecillos del oído medio controlan la
amplitud de las vibraciones que se transmiten al oído interno. Los nervios en la coclea del oído
interno responden a la onda sonora, por lo que existe una correlación entre las posiciones de las
células nerviosas en la membrana basilar (la cual se extiende a lo largo de la espiral de la coclea) y
la frecuencia del sonido a la que responden los nervios. Así, las frecuencias cercanas a 20kHz se
detectan cerca de la base de la membrana basilar y las frecuencias más bajas se detectan más
adelante; de manera aproximada, por cada 3.5 mm de membrana basilar, la frecuencia a la que
responden los nervios se reduce a la mitad. Como la membrana basilar tiene una longitud de unos
35mm, un joven con buena salud puede ir en promedio frecuencias que difieren en un factor
2^{10} (cerca de 1000) que corresponde a un rango de frecuencias de 20 Hz a 20kHz.
Para una onda sonora armónica, el tono percibido crece junto con la frecuencia. Por otra parte, es
posible que, debido a la separación entre las regiones sensibles de la membrana basilar, dos
frecuencias que difieren en un factor 2 son agradables de manera particular cuando suenan junas
y se dice que difieren en una octava. Apreciaciones subjetivas de intervalos iguales en el nivel del
tono corresponden, más o menos, a múltiplos iguales en la frecuencia de las ondas armónicas. A
causa de esto, las notas sucesivas en música no tienen el mismo espacio en frecuencia entre sí, sin
que son múltiplos iguales cada una de la anterior. Por razones históricas, la octava se divide en
doce “semitonos”. (Dos teclas adyacentes en un piano, en negra y una blanca, producen notas
separadas por un semitono). En las escalas de afinación que se utilizan en la mayoría de los
instrumentos modernos, el cociente entre la frecuencia de dos notas separadas por un semintono
es 2^{1/12}, debido a que hay doce semitonos por octava.
Intensidad y sonoridad .
La correlación entre la sonoridad percibida y la intensidad física de una onda sonora armónica es
tal que intervalos iguales (en la sonoridad percibida) corresponden, más o menos a múltiplos
iguales (en intensidad). Esto se muestra en la figura 33.4 para una onda armónica de 1kHz de
frecuencia. El nivel subjetivo de sonoridad a una frecuencia dada se expresa en fonios, y es el
promedio de las percepciones de muchos oyentes. El umbral de audición es la intensidad más baja
que se puede oír para una frecuencia dada, y en dich umbral se considera que el nivel de
sonoridad subjetivo es de cero donios.
Para una onda armónica de 1kHz el umbral de audición corresponde a una intensidad de alrededor
de {x10}^{12} W/m^2, lo que hace del oído un receptor muy sensible, el cual es capaz de
responder a una potencia de entrada de alrededor de x{10}^{16}, W. Por otra parte, el oído es
sensible en un rango amplio de intensidades, puesto que le es posible escuchar a 1KhZ sonidos
cuya intensidad difiere en un factor de hasta {10}^{12}.
Los logaritmos tienen dos propiedades que resultan muy útiles para describir el sonido: (i) los
números que cubren un gran margen tienen logaritmos que cubren un margen más pequeño; y (ii)
los números que tienen el mismo cociente tienen logaritmos que difieren en intervalos iguales.
Poor otra parte, se ha visto que la audición humana cubre un margen amplio de intensidades, y
que evalúa sonidos que tienen el mismo cociente de intensidades para obtener intervalos casi
iguales en sonoridad. Así, las propiedades de los logaritmos se pueden aprovechar y medir de
manera conveniente la intensidad de sonido mediante el nivel de intensidad de sonido B es
definido por
El nivel de referencia Io se toma de forma que el nivel de intensidad de sonido B sea igual a cero
cuando la intensidad I sea igual a {10}^{12}\ W/m^2, el cual es el umbral de audición a 1kHz.
Aunque B es adimensional, se le asocian unidades de decibeles (dB), cuyo nombre se debe a
Alexander Graham Bell.
La propiedad que se percibe del sonido denominada timbre tiene que ver con la forma de la onda,
y no con la frecuencia o la amplitud. Así, el objeto de la siguiente sección será la descripción física
de la forma de una onda no armónica, lo que conducirá a discutir el concepto de timbre.
Aunque las ondas armónicas (senoidales) son de uso frecuente, la mayoría de los sonidos de
interés tienen estructuras periódicas más complicadas. En la figura siguiente se muestra la
dependencia temporal de las formas de onda de dos sonidos que tienen el mismo periodo. Se
puede observar que estas ondas tienen formas armónicas (periódicas).
Introducción
Este capítulo, de manera similar al siguiente, relativo a la luz y la visión humana, pueden
considerarse divididos en dos partes. Una parte inicial sobre los conceptos, en este caso del sonido
y otra sobre el proceso auditivo humano, poco frecuente en un texto de este tipo, pero que
consideramos de importancia tener algunas nociones de la anatomía y fisiología del oído que al
igual que el ojo, constituye una obra asombrosa de ingeniería. El tratamiento de estos temas es
necesariamente elemental y valga decir, con un enfoque de ingeniería más que de anatomía o
fisiología, temas de los cuales los autores nos consideramos bastante analfabetos.
Aunque con frecuencia se emplean indistintamente los términos audio y sonido, por audio se
entiende, en la terminología de radio, de televisión y en general, de comunicaciones y electrónica,
a la generación, procesado, transmisión y reproducción de señales eléctricas en el rango de
frecuencias audibles, entre unos 15 Hz y alrededor de 20 KHz. El sonido es la sensación percibida
por el sentido del oído como resultado de la energía mecánica transportada por ondas
longitudinales de presión en un medio material como el aire, el agua, metales, etc. En este
capítulo se tratan algunos de los aspectos básicos del sonido, así como del proceso auditivo y sus
aspectos psicofisiológicos. Aun cuando este texto trata principalmente del vídeo, en el contexto de
los sistemas de televisión, el sonido forma parte indispensable de casi todos los materiales
producidos tanto para emisión como almacenamiento, así como también en los modernos
sistemas digitales de comunicaciones, por lo que es indispensable tener un conocimiento básico
de estos temas, ya que constituyen un elemento importante en el diseño de los sistemas de audio,
así como en los procesos de tratamiento digital, para su manejo económico y eficiente. En el
Apéndice, al final del capítulo, se presenta un glosario de los principales términos relacionados con
la acústica y el sonido.
La acústica es la parte de la física que estudia la producción, transmisión y efectos de las ondas
que se propagan en medios materiales, sólidos, líquidos o gaseosos, como ondas de presión
longitudinales, es decir, el campo de presión se manifiesta en la misma dirección de propagación
de la onda, a diferencia de las ondas electromagnéticas, cuyos campos eléctrico y magnético son
transversales (perpendiculares) a la dirección de propagación. Las ondas acústicas son ondas
mecánicas, no electromagnéticas, cuya frecuencia puede extenderse hasta el rango de gigahertz.
Al hablar de ondas sonoras, nos referimos a las ondas acústicas en el rango audible o cercano a
éste, para el que una clasificación generalmente admitida es la siguiente: Infrasonidos: Son
sonidos de frecuencia inferior a unos 15 Hz y no suelen ser percibidos por el oído humano, aunque
eventualmente es posible percibir las vibraciones en los tejidos blandos del cuerpo.
Sonido Audible: Se consideran como tales los sonidos de frecuencia comprendida entre unos 15 Hz
y 20000 Hz. La máxima frecuencia sonora que es capaz de percibir el oído humano depende de
diversos factores, entre ellos la edad y, en tanto que un niño puede percibir frecuencias cercanas a
los 20 KHz, una persona de más de 60 años sólo percibe frecuencias hasta unos 10 o 12 KHz.
Ultrasonidos: Son sonidos de frecuencia superior a unos 20 KHz y pueden ser percibidos por
algunos animales como los perros No hay realmente un límite superior de frecuencia para lo que
se designa como ultrasonido; así por ejemplo, la diatermia ultrasónica emplea ondas acústicas de
alta frecuencia, en el rango de 700 KHz a 1 MHz para tratamientos de termoterapia, en que la
energía mecánica de la onda acústica se convierte en energía térmica que calienta el tejido vivo
sobre el que incide la onda. En otras aplicaciones médicas como la ecografía, se utilizan ondas
ultrasónicas a frecuencias en un rango del orden de 2 a 13 MHz o superiores.
La acústica tiene que ver con el diseño de los transductores electroacústicos como los micrófonos,
fonocaptores y otros dispositivos que convierten la energía de las ondas de presión en señales
eléctricas, así como aquellos dispositivos que convierten la energía eléctrica en ondas sonoras
como los altavoces y los auriculares. Una rama importante de aplicación de la acústica es la
designada como acústica arquitectónica, que estudia las características acústicas de los recintos. El
diseño acústico de un recinto debe tener en cuenta tanto las peculiaridades fisiológicas del oído,
como las psicológicas del oyente. El sonido producido en una habitación normal se ve modificado
por la reverberación1 debida a las paredes, techos, muebles y otros objetos y materiales. En
particular, los estudios en que se realizan programas de radio o televisión, los auditorios, aulas,
templos, teatros y salas de conciertos, entre otros, deben reunir las características acústicas
adecuadas para conseguir una percepción natural del sonido.
La rama de la acústica que se ocupa del estudio de ondas acústicas superiores a unos 20 KHz suele
designarse como ultrasónica y los generadores ultrasónicos modernos pueden producir
frecuencias hasta de varios GHz convirtiendo corrientes eléctricas alternas en oscilaciones
mecánicas y viceversa. La generación, detección y medida de ondas ultrasónicas se realiza
principalmente mediante transductores piezoeléctricos y encuentran numerosas aplicaciones en
diversos campos de la física, medicina e ingeniería. Por ejemplo, las ondas ultrasónicas se emplean
desde hace tiempo en dispositivos de detección y comunicación llamados sonares, de gran
importancia en la navegación marítima y en la detección submarina. Se utilizan también en el
estudio de algunas propiedades de la materia como la compresibilidad o la elasticidad. En la
industria, se emplean para producir emulsiones tales como la leche homogeneizada y películas
fotográficas, así como para detectar fallos en materiales industriales.
En medicina, los ultrasonidos se emplean tanto como herramienta de diagnóstico, como para fines
terapéuticos. Las ondas ultrasónicas se han empleado para tratar diversas afecciones, entre ellas,
diferentes tipos de artritis reumatoide, gota o lesiones musculares, así como para destruir cálculos
renales. Como herramienta de diagnóstico, los ultrasonidos suelen a veces proporcionar mejor
información que los rayos X, ya que éstos no suelen detectar diferencias sutiles de densidad en los
tejidos vivos, que ocurren, por ejemplo, en algunas formas de cáncer y, por otra parte, la energía
ultrasónica de baja intensidad no conlleva los efectos dañinos de la radiación ionizante. Las
técnicas ecográficas, es decir, la obtención de imágenes de órganos internos del cuerpo, como el
corazón, hígado, páncreas, etc., mediante ultrasonido se han convertido en un método de
observación y diagnóstico generalizado y muy valioso en los procesos de embarazo, en que la
radiación X es potencialmente peligrosa para el embrión o el feto. Cuando las ondas ultrasónicas
atraviesan un tejido, sufren atenuación y reflexión según la densidad y elasticidad de aquél y
proporcionan información sobre sus condiciones permitiendo diagnósticos fiables como se ilustra
en la figura 2.1 en que se muestra un ecograma de un ojo con melanoma coloidal.
Características del sonido
El sonido es un disturbio que se propaga en un medio material, ya sea sólido, líquido o gaseoso, en
forma de ondas mecánicas de presión. Dichas ondas son longitudinales, es decir, la propagación es
en la misma dirección que la presión, a diferencia de las ondas electromagnéticas que son
transversales y se propagan en dirección perpendicular a los campos eléctrico y magnético. El
tratamiento matemático de las ondas sonoras es muy similar al de las ondas electromagnéticas2.
En tanto que éstas no requieren de un medio material y pueden propagarse en el vacío, las ondas
sonoras necesitan un medio material y pueden considerarse como causadas por la compresión y
rarefacción de las moléculas del medio.
Aquí nos limitaremos al sonido que se propaga en el gas atmosférico (aire), en que las moléculas
oscilan, moviéndose hacia adelante y hacia atrás en la dirección del movimiento ondulatorio. En
promedio, no hay movimiento neto de las partículas del aire, de modo que no debe pensarse que
el sonido produce viento, ya que el aire se comprime y rarifica alternativamente. Así, lo que se
propaga es el ciclo de compresión-rarefacción. Esto se ilustra en la figura 2.2.
Velocidad de propagación del sonido en el aire. En un medio material cualquiera, ya sea sólido
líquido o gaseoso, la velocidad del sonido depende principalmente de la densidad del medio y de
su temperatura. A una temperatura ambiente de 22ºC y una presión atmosférica de 751 mm de
Hg, la densidad del aire es ρ0 = 1.18 kg/m3. La velocidad del sonido en el aire, vs, para la densidad
anterior y en función de la temperatura, se calcula aproximadamente como:
Así, la velocidad del sonido en el aire a una temperatura ambiente de 22ºC, es de 344.75 m/s. La
expresión (1) es válida en un rango de temperaturas de –30ºC a +30ºC; fuera de ese rango, la
velocidad debe calcularse mediante la fórmula siguiente:
En la tabla 2.1 se dan los valores algunas velocidades del sonido en diferentes medios. En dicha
tabla se aprecia que la velocidad de propagación del sonido es mucho mayor en las estructuras
sólidas que en el aire, de modo que en un recinto la energía sonora transmitida por una estructura
sólida puede llegar al oyente o a un micrófono, antes que por la trayectoria directa a través del
aire, produciendo un pre-eco que, aunque débil, puede resultar molesto.
El sonido viaja ligeramente más rápido en aire húmedo que en aire seco, porque el primero
contiene un número mayor de moléculas más ligeras. En la mayoría de los gases, la velocidad del
sonido también depende de otro factor, el calor específico y en el vacío el sonido no se propaga,
ya que, por tratarse de una onda mecánica de presión, necesita la existencia de partículas
materiales para propagarse.
Generalmente, el sonido viaja a mayor velocidad en líquidos y sólidos que en gases. Tanto en los
líquidos como en los sólidos, la densidad tiene el mismo efecto que en los gases y la velocidad del
sonido varía de forma inversamente proporcional a la raíz cuadrada de la densidad y también de
forma proporcional a la raíz cuadrada de la elasticidad. Por ejemplo, la velocidad del sonido en
agua es de unos 1.500 m/s a temperaturas ordinarias, pero aumenta sobremanera cuando se
produce un incremento de temperatura. La velocidad del sonido en el cobre es de unos 3.500 m/s
a temperaturas normales y decrece a medida que aumenta la temperatura debido a la
disminución de la elasticidad de los sólidos. En el acero, más elástico, el sonido se desplaza a unos
5.060 m/s. Longitud de onda. El concepto de longitud de onda del sonido tiene el mismo
significado que en el caso electromagnético:
Donde f es la frecuencia en Hz y λ es la distancia en metros entre dos puntos consecutivos de
máxima compresión o rarefacción. Presión sonora (P). En unidades logarítmicas, el nivel de presión
sonora se expresa como:
Donde P es la presión sonora en pascales3 y Pref = 0.0002 μbar4 (0.1 pascal) y corresponde,
aproximadamente, al nivel de presión en el umbral de audibilidad humana.
Donde:
A una temperatura de 22ºC y P0 = 0.751, la densidad del aire es de 1.18 kg/m3. Impedancia
acústica. De manera semejante al caso electromagnético se define una impedancia acústica
característica del medio de propagación, como la medida de la oposición que presenta el medio a
la propagación de la onda sonora y está dada por:
La unidad de impedancia acústica es el rayl5, designado así en honor a Lord Rayleigh que formuló
la teoría del sonido a finales del siglo XIX6. Para el aire, la impedancia acústica es de 412.5 rayls.
Nivel de intensidad sonora (I): En un punto dado a una dirección específica de la fuente, es el flujo
de energía sonora que atraviesa una unidad de área, perpendicular a la dirección respecto a la
fuente. La intensidad sonora se expresa como:
Donde p es la presión, ρ
Donde I es la intensidad sonora en w/m2 e Iref es la intensidad de referencia, igual a 10-12 w/m2
(10-16 w/m2) que corresponde, aproximadamente, a la presión de referencia de 0.0002 μbar. Hay
que notar que la intensidad sonora tiene dimensiones de potencia por unidad de área y, al tratar
con circuitos eléctricos de audio, principalmente amplificadores, es frecuente confundir los
términos de potencia eléctrica con potencia acústica, que por lo general, tienen significados
diferentes, aunque las unidades sean las mismas (watt). Supóngase el caso común de un
amplificador de audio que entrega una potencia de 10 w a un altavoz. Podría pensarse que el
altavoz entrega, a su vez 10 w de potencia acústica. Esto no es cierto, ya que es necesario tener en
cuenta la eficiencia de transducción del altavoz, es decir, de convertir “watts eléctricos” a “watts
acústicos”. Los primeros son función del voltaje y corriente aplicados al altavoz, los segundos, con
la presión acústica que el altavoz produce en el medio de propagación.
La relación entre los niveles de intensidad y presión sonoras está dada por:
Que, para los valores de referencia empleados aquí, se reduce a:
Directividad: De manera similar a las antenas, las fuentes sonoras no suelen radiar de forma
omnidireccional y, en la práctica casi todas radian de manera direccional, es decir, los máximos
niveles de intensidad sonora predominan en cierta o ciertas direcciones, en tanto que en otras
pueden alcanzar valores muy bajos. La directividad en acústica, designada aquí por Q, se define
como:
Cuando la longitud de onda del sonido es grande comparada con las dimensiones de la fuente
sonora, la radiación es casi la misma en todas direcciones. Sin embargo, en altas frecuencias, en
que la longitud de onda es comparable o menor que las dimensiones de la fuente, la radiación se
vuelve muy direccional. Para el caso de la voz humana, en la figura 2.3 se muestra la forma en que
radia la energía sonora a diferentes frecuencias, cuando el locutor habla en la dirección de 0º.
Cualquier sonido puede describirse mediante tres características percepturales: intensidad, tono y
timbre. Estas características corresponden a tres magnitudes físicas: amplitud, frecuencia y
contenido armónico o forma de onda. El ruido, que puede definirse como un sonido indeseable o
ajeno a los sonidos de interés, es un sonido complejo en que se mezclan diferentes frecuencias o
notas sin ninguna relación armónica. Los sonidos de una sola frecuencia se designan como tonos
puros. La intensidad del sonido está asociada con el nivel de presión en el medio acústico y suele
expresarse en dB referidos a 0.0002 μbar (20 μPa). Sin embargo, el oído no percibe por igual las
variaciones de presión a diferentes frecuencias. Así, la intensidad sonora, como la percibe un
oyente promedio, es en realidad una intensidad aparente. En esas condiciones se habla de
volumen8 o sonoridad, como una magnitud de carácter subjetivo que se expresa en fonos y no es
proporcional a la presión sonora. El nivel de volumen, expresado en fonos, es numéricamente
igual al nivel de presión sonora en dB, de un tono de referencia de 1000 Hz, que a juicio de un
oyente promedio9 parece de la misma intensidad que el sonido que se evalúa. En la figura 2.5 se
muestran los niveles de presión sonora, para diversos sonidos habituales.
La frecuencia, expresada en Hz, permite identificar el tono del sonido. Los tonos agudos son de
alta frecuencia, en tanto que las bajas frecuencias corresponden a tonos graves o bajos. El término
tono, por lo general corresponde a una señal senoidal pura, es decir, de frecuencia única y se
utiliza, tanto referido a señales sonoras, como a señales de cualquier otra frecuencia, bien sean
éstas de naturaleza acústica o eléctrica. En la terminología de sonido, se designa como octava a un
tono del doble de frecuencia de la fundamental, o también de la mitad de la frecuencia. En el
primer caso se dice que la octava está por encima; en el segundo, por debajo.
Timbre: Es la característica del sonido que permite al oyente identificar las características de la
fuente, por ejemplo la voz de una cierta persona o de un determinado instrumento musical. Tiene
que ver con la frecuencia fundamental de la fuente, pero también con los armónicos de ésta.
Funcional y anatómicamente, el oído se divide en tres partes: oído externo, medio e interno. Las
partes externa y media transportan las ondas sonoras hacia el oído interno, en el que se
encuentran los órganos sensoriales del sistema auditivo. Los órganos sensores que tienen que ver
con el equilibrio se encuentran en el sistema vestibular, también en el oído interno, funcionan
independientemente de las partes externa y media. En la figura 2.4 se muestra esquemáticamente
la estructura del oído humano.
Umbral de audibilidad
El umbral de audibilidad para una señal específica es la mínima presión sonora de esa señal, que
es capaz de producir una sensación audible en ausencia de ruido. Generalmente se expresa en dB
referidos a una presión de 0.0002 μbar. El umbral de audibilidad depende de la frecuencia, como
se ilustra en la figura 2.15, de modo que a frecuencias bajas es necesaria mayor presión sonora
para producir una sensación audible similar a la que se produciría a 3000 Hz en que el umbral es
menor.