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BARÁ LONAN, EL SEÑOR DE LOS CAMINOS

Cuando hablamos de Exu (que significa ESFERA), poco entendemos de la grandeza, que el término
(Exu es un término genérico para una pléyade de Seres Divinos, relacionados con la vida en el
Aiyè) nos puede traer como hijos de Axé. Exu, en realidad, es el más humanizado de todos los
Orishas, pues fue él, quien la mando de Orunmilá, creó el vínculo de la energía terrenal con la
energía Suprema. Sin embargo, entre ellos, los Exus, hay uno, que destaca por su fuerza
relacionada con todo lo que lleva a la elección: Bàrá L ònàn.

Siendo el Señor del Camino, L ònàn, trae en su historia, el caminar, el buscar, el elegir, el decidir.
Teniendo en su trama, el camino elegido por el hombre (el hombre siempre elige, pero nunca pasa
por encima de la decisión de su Orixá), L ònàn nos entregó, seres en crecimiento moral y espiritual,
la decisión sobre aquello que queremos para nosotros mismos.

Cuando el pueblo Nupè habla de ese Exu, siempre dicen que nosotros no caminamos con L ònàn,
pues ′′ Él siempre arrastra su cayado en la tierra, mostrándonos el verdadero camino a seguir. Sin
embargo, como nos creemos mejores de lo que realmente somos, en lugar de seguir el sendero
dejado por Él, vamos borrándola con nuestra arrogancia y prepotencia, pues nos encontramos
dueños de nuestras verdades”.

L ònàn trae en sus Itàns el secreto del horizonte, del más allá de los ojos, pues Él siempre es el
primero, que lleva las incertidumbres nuestras a Orunmilá, sirviendo de puente espiritual entre el
Orun y el Aiyè, llevando nuestras indecisiones y nuestras dudas a las Divinidades Supremas,
responsables de nuestras existencias múltiples.

En el itàn del pueblo Nupè, leemos la conversación entre L ònàn y Orunmilá sobre la raza humana:

′′ Señor, pregunta L ònàn a Orunmilá, qué debe hacer el hombre para asegurarse del camino
correcto?"

Orunmilá O responde: ′′ La certeza está en la práctica del bien. Cuando soplé el Emi en las
criaturas, también soplé el amor, la verdad, la bondad y la felicidad. Sin embargo, el ser terreno,
rodeado de sus ambiciones, prefiere tomar el rumbo, que su ambición lo conduce, dejando de
lado el amor y prefiriendo la ilusión. Es por eso que en su lugar seguir el sendero, que dejas en la
tierra, la borra con sus propios pies, pues prefiere seguir sus fantasías, que lo conduce al abismo
del sufrimiento, que caminar al lado del sendero de la felicidad, que la Él, nada más que un
ejemplo de sumisión.

Cuando el hombre aprenda a escuchar la Divinidad, no más sufrirá, pues él tendrá por su
Divinidad, el respeto."

Que aprendamos a escuchar nuestras Deidades, y que no dejemos nuestra arrogancia,


prepotencia, guiarnos los pasos en la vida.

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