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© 2010, Graciela Eldredge

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2010, Grupo Santillana S. A.
Un país lleno de leyendas
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y Venezuela.

Primera edición en Alfaguara Ecuador: Julio 2010

Ilustraciones: Guido Chaves


Corrección de estilo: María de los Ángeles Boada
Diagramación: Roque Proaño

ISBN: 978-9978-29-704-9

Impreso en Ecuador por Imprenta Mariscal

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en


todo ni en parte, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de
información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,
electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso
escrito previo de la editorial.
No importa quién las contó,
pero en lo más remoto de las montañas, la selva y el mar
encontré estas hermosas leyendas que ahora dedico
a todos los niños y niñas para que las conozcan,
disfruten y guarden en su corazón.
Índice

El cuscungo o búho (Azuay)...............................11

El uñaguille (Bolívar)..........................................17

La laguna de Culebrillas (Cañar)........................21

Las minas de plata de Chulte (Carchi)................25

La laguna de Colaycocha (Chimborazo).............31

El tren fantasma (Cotopaxi)................................37

La madre de las minas (El Oro)..........................41

El rey Trueno (Esmeraldas).................................47

Las islas de fuego (Galápagos)...........................51

La leyenda del cerro Santa Ana (Guayas)...........57

La ventana del Imbabura (Imbabura)..................63

La piedra de Saraguro (Loja)..............................67

La dama encantada del cerro Cacharí (Los Ríos).71

Una piedra maravillosa (Manabí)........................77

La cueva de los Tayos (Morona Santiago)..........83


Leyenda del origen del pueblo wao (Napo)........89 El cuscungo o búho
El guacamayo rojo (Orellana).............................95 Azuay
Karlka y Narlka (Pastaza)...................................99

La fundación indígena de Quito (Pichincha)....103 En las afueras de Cuenca, en


Posorja (Santa Elena)........................................107 uno de los pueblos perdidos en el
El achiote (Santo Domingo de los Tsáchilas)....113
campo, vivía un viejo curandero.
Era muy famoso por sus habilida-
Coancoan (Sucumbíos).....................................119
des para sanar a los enfermos que a
La mama Tungurahua él acudían.
y el taita Cotopaxi (Tungurahua)......................125 —Taita Tiburcio es bueno. Taita
Nunkui (Zamora Chinchipe).............................129
Tiburcio cura a los enfermos —le de-
cía doña Isabel a su amiga Jacinta—.
Lleve al Jurucho adonde él para que
lo sane.
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El Jurucho era el pequeño hijo de Entonces, taita Tiburcio se di-


Jacinta, que tenía un insoportable dolor rigió hacia un lugar donde había
de estómago. Esto era lógico, pues en la árboles de nogal, eucalipto y capu-
tarde se había comido los porotos guar- lí. Allí se posaban los cuscungos o
dados de hace tres días que su mamá búhos, seguros adivinos. Si al pre-
tenía en la cocina, unas cuantas tortillas guntarle el cuscungo respondía con
de maíz, medio balde de leche fría y, tres graznidos: «Cru clu cu cu, cru
por añadidura, un jarro de jugo de taxo. clu cu cu, cru clu cu cu», significaba
Esa noche, ya daba cuenta a Dios. que el enfermo moriría sin remedio.
Angustiada, Jacinta lo llevó El anciano alzó la vista hacia lo alto
adonde taita Tiburcio en compañía de la arboleda y preguntó:
de Isabel. —Taita cuscunguito, dime, ¿el
El curandero examinó al Jurucho guambra Jurucho morirá con los do-
y al ver su barriga hinchada y dura lores de barriga que tiene?
como piedra, se quedó pensativo. Nada. No hubo ninguna respues-
—Estos dolores son tan fuertes ta. Volvió a preguntar más alto:
que pueden ocasionar la muerte si —Taita cuscunguito, dime, ¿el
no se conoce la cura —dijo—. Voy guambra Jurucho morirá con los do-
a consultar con el cuscungo, él es mi lores de barriga que tiene?
consejero y me dirá qué debo hacer De pronto, entre los árboles se
con el Jurucho. escuchó la respuesta del cuscungo:
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«Cru clu cu cu…», sin repetir tres ve-


ces el graznido, que es el símbolo de la
muerte. Como dice la copla popular:

El búho grazna
y el indio muere.
Parece chanza
pero sucede.

Taita Tiburcio se puso muy con-


tento al oír la respuesta del cuscungo
y corrió a la casa, donde lo espera-
ban Jacinta, Isabel y el Jurucho, que
seguía quejándose del dolor.
—Hagamos pronto los remedios
—dijo—. Taita cuscungo asegura que
el guambra va a sanar.
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Enseguida, la mamá del enfermo El uñaguille


le aplicó un mantel con ceniza ca- Bolívar
liente sobre la parte dolorida; le die-
ron a beber el agua de ciertas hierbas
medicinales que el curandero cono- Caía la noche en la antigua ciu-
cía; le frotaron manteca caliente de dad de Guaranda. Los habitantes se
chucurillo o zorro de gallinero y san- dirigían presurosos a sus casas.
to remedio. Los dolores calmaron y Como todas las tardes, don Car-
el Jurucho volvió a la vida. los, junto con otros campesinos, re-
El anuncio del cuscungo y las gresaba a su hogar. El trabajo había
buenas artes de taita Tiburcio lo ha- sido muy duro, pero la esperanza de
bían salvado. ver las plantas crecidas le daba fuer-
za para seguir adelante.
El chaquiñán que debía cruzar
para llegar a su casa comenzaba a
llenarse de sombras y sonidos. Don
Carlos apresuró el paso. Se santi-
guó y rezó una oración para que no
le pasara nada. Cuando llegó a su
casa, ya seguro, se sintió tranquilo
y contento.
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Junto a su esposa y sus hijos, se De pronto, al cruzar por el cha-


sirvió colada de maíz, preparada con quiñán, un sonido extraño llamó su
los granos de la última cosecha, y un atención. Parecía el llanto de un re-
jarro de café caliente con pan recién cién nacido.
horneado. Después de conversar so- «¿Quién puede haber dejado a
bre las novedades del día, todos se un niño botado en la quebrada?», se
retiraron a descansar. preguntó. Guiado por el lloriqueo
A la mañana siguiente, muy tem- del niño, bajó por el barranco, y al
prano, don Carlos salió a la chacra. pie de un árbol de ramas retorcidas
Se había servido un jarro de leche alcanzó a divisar un pequeño bulto.
caliente y pan con queso. Llevaba en Mientras más se acercaba, el llanto
un atado el cucayo para el día: tosta- se hacía más fuerte. Tomó al peque-
do, chochos, un par de humitas pre- ño entre sus brazos y le dijo:
paradas por su mujer y una botella —Pobrecito, ¿quién te abando-
con agua. nó en semejante frío?
Cuando llegó el fin de semana, El niño calló y le sonrió. Pero a
junto con sus amigos se tomó algunas don Carlos le pareció muy extraño.
copas para celebrar la labor cumplida. De pronto, el recién nacido co-
Envalentonado por el licor, don menzó a hablar:
Carlos regresó a casa sin preocupacio- —Papito, papito, yo ca, dentesh
nes. Hasta fue entonando una canción. tengo… —Y sacó a relucir grandes

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