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Camino

Expresión de Sinodalidad

I. En el Antiguo Testamento

El antiguo semita es nómada. Camino, vía. y sendero desempeñan en su existencia


un papel esencial. Como la cosa más normal utiliza este mismo vocabulario para hablar
de la vida moral y religiosa, y tal uso se mantuvo en la lengua hebrea.

En sentido metafórico denota el modo del obrar o el plan de Dios (Ex 33, 13 – 14;
Sal 67, 2 -3) y también la conduta moral del hombre (II Re 2, 4; 8, 5; sal 119, 1.9). En el
AT la vida del hombre se presenta como una marcha, un camino hacia Dios y con Dios.
Abraham recibe la ponerse en camino (Gn 12, 1- 3), y en el mismo momento en que
pone en ejecución esta orden Canaán se convierte en la Tierra Prometida.

En la tradición bíblica esta peregrinación de Abrahán se presenta como el camino


que Dios recorre junto a Él. Por esta causa, la marcha queda jalonada con altares (Gn
12, 6 – 9; 13, 14 – 17). En ella Abrahán encuentra siempre a Dios y las promesas se
renuevan.
La cumbre de este camino de Abraham hacia Dios la constituye la subida al monte
Moria junto con Isaac (Cfr. Hb 11, 8 – 10) Es el encuentro supremo con Dios (Gn 22).
Desde este momento la peregrinación es la expresión normal de la vida religiosa del
pueblo de Dios
Abraham, Isaac y Jacob han sido peregrinos sobre la tierra de Canaán, han estado en
camino hacia la posesión de la tierra, hacia Dios. Es posible que ya en Egipto las
israelitas tuvieran una peregrinación anual al desierto (Ex 5, 1). Lo cierto es que el
Éxodo, la marcha, va a caracterizar todo el AT. Salen de Egipto (Ex 13, 18 – 19) y Dios
en persona os guía (Ex 13, 21). En adelante el pueblo de Dios será un pueblo en marcha,
un pueblo que está en camino y que deberá permanecer en esta postura si quiere ser fiel
a Dios
En el centro de la religión de Israel, estará siempre el recuerdo del éxodo, del
desierto, de la peregrinación a la tierra prometida (I Re 8, 10 – 11.30.35.41.44.46). Para
purificar a su pueblo, Dios envía a Israel y a Judá a la cautividad y la vuelta es descrita
como un nuevo éxodo (Is 35, 6 – 10)
En el plano individual también la vida del hombre es un camino hacia Dios. Si
somos fieles a este peregrinar, debemos participar em el gran sacrificio que está en el
centro del éxodo y de toda la revelación. La pascua institucional del éxodo pone en
marcha a todo el pueblo de Dios y le reúne en todo al misterio del cordero inmolado.
Así se da un aliciente a la espiritualidad del éxodo, de esta marcha al proponer a
Dios como meta que debe conseguir. Sin embargo, solo Cristo ha dado un sentido pleno
a este caminar hacia Dios y la Iglesia ha organizado toda su liturgia en este sentido. Una
marcha anual por todas las etapas del camino de Cristo una celebración hacia la
peregrinación en la que se realizará la reunión de todos los elegidos en torno al cordero.
Esta marcha hacia la ciudad de Dios en procesión un triunfal la evoca ya el final de la
profecía de Isaías (Is 60, 11 ss).

II. Las dos vías

Existen dos maneras de conducirse, dos caminos: el bueno y el malo (Sal 1,6) . El buen


camino, el camino recto y perfecto (1Sa 12,23 1Re 8,36) consiste en practicar
la justicia Prov 8,20 , en ser fiel a la verdad Sal 119,30 , en buscar
la paz (Is 59,8 Lc 1,79). Los escritos sapienciales proclaman que ése es el camino de
la vida (Prov 2,19); tal camino asegura una existencia larga y próspera.

El mal camino, tortuoso (Prov 21,8), es el que siguen los insensatos (Prov 12,15), los


pecadores (Sal 1,1), los malvados (Sal 1,6 Prov 4,14). Conduce a la perdición (Sal 1,6) y
a la muerte (Prov 12,28). Entre estos dos caminos, el hombre es libre para escoger y
sobre él carga la responsabilidad de su elección Eclo 15

III. Cristo, camino vivo

El retorno del exilio no es todavía más que una imagen de la realidad definitiva. Ésta
es anunciada por Juan Bautista en los mismos términos que empleaba el segundo Isaías
acerca del nuevo Éxodo: «Preparad el camino del Señor» (Lc 3,4=Is 40,3). La era
mesiánica es, en efecto, un nuevo Éxodo, que esta vez conduce efectivamente hasta el
reposo de Dios (Heb 4,8s). Jesús, nuevo Moisés, es el guía, el acompañante, el que nos
arrastra (Heb 2,10s). Llama a los hombres a seguirle (Mt 4,19 Lc 9,57-62 Jn 12,35s).
La transfiguración, que da un gusto anticipado del reino glorioso, ilumina un momento
este camino, pero el anuncio de la pasión recuerda que hay que pasar primero por el
Calvario; la entrada en la gloria no es posible sino por el camino de
la cruz (Mt 16,23 Lc 24,26 9,23 Jn 16,28). Jesús se pone, pues, resueltamente en camino
hacia Jerusalén, subida cuyo término es su sacrificio. Pero, a diferencia de los ritos
antiguos, este sacrificio desemboca en el cielo mismo (Heb 9,24) y por el hecho mismo
nos despeja el camino: por la sangre de Jesús tenemos ahora ya acceso al verdadero
santuario; a través de su carne ha inaugurado Jesús para nosotros un camino nuevo y
vivo (Heb 10,19ss).

En los Hechos se llama al cristianismo naciente «la vía» (Hc 9,2 18,25 24,22). De


hecho, los cristianos tienen conciencia de haber hallado el verdadero camino, que hasta
entonces no se había manifestado Heb 9,8, pero este camino no es una ley, sino una
persona, Jesús Jn 14,6. En él se hace su pascua y su éxodo; en él deben
marchar (Col 2,6), siguiendo la vía del amor (Ef 5,2 1Cor 12,31), pues en él judíos y
gentiles tienen acceso, en un solo Espíritu, cerca del Padre (Ef 2,8).
IV. Camino en nuestra vida
La experiencia de ser miembros de la familia de Dios nos hace ponernos en camino
hacia la casa del Padre; somos caminantes, no nos podemos detener, ni perder el
horizonte al que nos dirigimos, por eso tener presente:
1. Cristo es el camino, es nuestro compañero de camino (por su encarnación) y
nuestro guía (por su palabra y los sacramentos)
2. La Iglesia, es camino hacia la casa del padre
a. Somos camino por los sacramentos que recibimos: Bautismo que nos hace
hijos; confirmación que nos envía; comunión, que nos alimenta para el
camino de la vida; penitencia y Unción que nos fortalecen en la debilidad
y, orden y matrimonio, cuando asumimos ante Dios y los hombres, una
manera de vivir y servir.
b. En la comunidad cristiana que encuentra su realización y en los grupos
apostólicos en los que caminamos en la fe
c. En el apostolado que nos pone en camino para anunciar a Cristo a los
otros
3. En la vida social y personal
a. Ante nuestros nosotros, Dios pone el camino del bien y del mal.
Escojamos el bien como estilo de vida
b. En todo el camino de la vida, tengamos esos altares, al estilo de Abraham,
que nos hacen presente a Dios: Imágenes de Jesús, la Virgen y los santos;
una cruz, etc. Los sacramentos, las oraciones vocales; etc.
c. Llevemos cada día la cruz, caminando con Jesús, detrás de Jesús y hasta
Jesús

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