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Expresión de Sinodalidad
I. En el Antiguo Testamento
En sentido metafórico denota el modo del obrar o el plan de Dios (Ex 33, 13 – 14;
Sal 67, 2 -3) y también la conduta moral del hombre (II Re 2, 4; 8, 5; sal 119, 1.9). En el
AT la vida del hombre se presenta como una marcha, un camino hacia Dios y con Dios.
Abraham recibe la ponerse en camino (Gn 12, 1- 3), y en el mismo momento en que
pone en ejecución esta orden Canaán se convierte en la Tierra Prometida.
El retorno del exilio no es todavía más que una imagen de la realidad definitiva. Ésta
es anunciada por Juan Bautista en los mismos términos que empleaba el segundo Isaías
acerca del nuevo Éxodo: «Preparad el camino del Señor» (Lc 3,4=Is 40,3). La era
mesiánica es, en efecto, un nuevo Éxodo, que esta vez conduce efectivamente hasta el
reposo de Dios (Heb 4,8s). Jesús, nuevo Moisés, es el guía, el acompañante, el que nos
arrastra (Heb 2,10s). Llama a los hombres a seguirle (Mt 4,19 Lc 9,57-62 Jn 12,35s).
La transfiguración, que da un gusto anticipado del reino glorioso, ilumina un momento
este camino, pero el anuncio de la pasión recuerda que hay que pasar primero por el
Calvario; la entrada en la gloria no es posible sino por el camino de
la cruz (Mt 16,23 Lc 24,26 9,23 Jn 16,28). Jesús se pone, pues, resueltamente en camino
hacia Jerusalén, subida cuyo término es su sacrificio. Pero, a diferencia de los ritos
antiguos, este sacrificio desemboca en el cielo mismo (Heb 9,24) y por el hecho mismo
nos despeja el camino: por la sangre de Jesús tenemos ahora ya acceso al verdadero
santuario; a través de su carne ha inaugurado Jesús para nosotros un camino nuevo y
vivo (Heb 10,19ss).