Está en la página 1de 6

MATERIA: Lengua y Literatura.

¿Y vos, qué opinás?


“Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,

de pronto cambiaron las preguntas”.

Mario Benedetti

Afirmaciones que apoyan afirmaciones.

Vamos a trabajar con una primera


definición: argumentar es una práctica que
consiste en dar una serie de afirmaciones para
apoyar otra afirmación, cuya aceptación genera
ciertas dudas. Tales dudas pueden ser de quien
argumenta o también, ajenas. Por estas razones,
esta práctica supone, en ocasiones, la existencia
de un contexto de discusión o diálogo
argumentativo. Es decir, al argumentar,
intentamos resolver nuestros conflictos de
opinión.

Así, cuando argumentamos intentamos producir convencimiento en quien nos escucha, o sea, que acepte la
afirmación sobre la que se argumenta. Fundamentalmente, argumentamos para solucionar nuestras disputas por
medios racionales. Es cierto que, en el transcurso de una discusión, los participantes tratan de imponer su
posición. Sin embargo, tal imposición no puede darse a cualquier costo y, sobre todo, no debe imponerse por la
fuerza. Se imponen solo aquellas afirmaciones que resulten aceptables luego de haber sido sometidas a una
discusión.

1
Además, esta discusión debe realizarse mediante procedimientos que garanticen que la aceptación sea fruto del
apoyo brindado por otras afirmaciones ya aceptadas.

Una práctica con reglas.

Ya tenemos elementos para realizar una definición más compleja de argumentación que, además, indica algo
sobre el procedimiento: argumentar es una práctica que debe ser efectuada de tal manera que se garantice que
las razones que ofrecemos para aceptar algo sean el elemento principal de esa aceptación.
¿Qué es lo que garantiza que cuando argumentamos estamos cumpliendo con este deber racional? Lo que nos
da tal garantía es el seguimiento de reglas. Podemos argumentar bien o mal. Lo que delimita esta frontera es el
cumplimiento de ciertas normas.
De esta manera, las normas que regulan la discusión racional tendrán que ver, al menos, con dos aspectos
diferentes de esta práctica.
Por una parte, tendremos que cumplir reglas que sirvan estrictamente para garantizar la obtención de razones
que respalden una afirmación a partir de otras afirmaciones. Estas normas se denominan habitualmente  reglas
de inferencia. Estas reglas dicen qué debemos inferir a partir de las afirmaciones de las que partimos.
Los productos de las prácticas argumentativas se llaman razonamientos. En un razonamiento, a la afirmación
que se desprende de otras afirmaciones se la llama conclusión. A las afirmaciones que brindan apoyo a la
conclusión se las llama premisas. Todo razonamiento tiene una única conclusión y puede tener una o varias
premisas. Cumplir con las reglas de inferencia nos permite asegurar que el apoyo de las premisas respecto de la
conclusión sea efectuado de manera legítima.
Por otra parte, tendremos que seguir reglas respecto de los procedimientos discursivos efectuados en el
transcurso de la discusión. Reglas que, por ejemplo, indiquen qué posibilidades de intervención tiene cada
participante en el proceso de la argumentación. Normalmente se denominan reglas procedimentales a las
normas que rigen tal práctica. Estas reglas indican los roles de quien sostiene la afirmación a debatir y la
defiende, por un lado, y de quien se opone o la ataca, por otro. Nos permiten establecer quién tiene el derecho a
intervenir en la discusión y quién no, y en qué momento alguno de los participantes de la discusión tiene la
obligación de defender con argumentos sus propuestas.

Argumentos y no argumentos

Lo que diferencia a los argumentos de otros relatos lingüísticos es la pretensión de que las
premisas den fundamento a la conclusión. Hay dos tipos de fundamentos: los concluyentes y los parciales.
En los fundamentos concluyentes, la verdad de todas las premisas garantiza la verdad de la conclusión.

2
Estos son los argumentos deductivos. Los que cumplen con esta propiedad son válidos; los que no la
cumplen, inválidos.
En los fundamentos parciales, en cambio, las premisas brindan solamente un apoyo parcial a la
conclusión. Estos son los argumentos inductivos. Los argumentos inductivos en los que la conclusión
obtiene efectivamente este apoyo parcial son correctos; los que, en cambio, no guardan relación entre
premisas y conclusiones son incorrectos. 

Actividad 1. Argumentos en el bosque

a) Lean el siguiente texto.

Hansel y Gretel se internaron en el bosque con un destino preciso pero irrelevante para
nuestros intereses. Ellos quizá sean los mismos que protagonizaron el cuento que leíamos de
chicos pero, de serlo, es obvio que han cambiado. Parecen especialmente interesados en
involucrarse en largas discusiones teóricas sobre los temas más diversos. Quizá se internen en
los bosques solo por ese motivo. Parecen creer que la vegetación incentiva la agudeza
filosófica. Echemos un vistazo a alguno de esos diálogos.

HANSEL: -Gretel.
GRETEL: -¿Qué, Hansel?
HANSEL: -¿Me permitís que te transmita una mala impresión?
GRETEL: -¿Cuál?
HANSEL: -Creo que nos perdimos.
GRETEL: -¡Ay, Hansel! ¿Cómo podés decirme que nos perdimos si no hacemos más que
caminar hacia adelante desde hace dos horas?
HANSEL: -Justamente. Hace dos horas que caminamos. Un gran roble presidió nuestra entrada
al bosque y caminamos derecho en la dirección que indicaba la más larga de sus ramas. Dos
horas de caminar pisando este suelo musgoso, sorteando espinillos y madrigueras, sintiendo el
frío que trae la proximidad de la noche. Caminamos, caminamos, caminamos y, finalmente, nos
perdimos.
GRETEL: -Ese no es un argumento, estimado Hansel. Eso no es más que un cuento, un relato
de nuestras penurias, lo que yo te pido es una razón que sostenga tu afirmación de que

3
estamos perdidos.
HANSEL: -Tal vez no sea un argumento, estimada Gretel. Pero sin duda el relato no deja de
mostrar que la que debe argumentar a favor de la idea de que no estamos perdidos sos vos.
GRETEL: -¿Por qué?
HANSEL: -Porque es obvio que si dos personas caminan durante dos horas por un bosque sin
llegar a ninguna parte entonces lo más probable es que esas personas estén perdidas.
GRETEL: -¿Y eso hace que sea yo la que tenga que dar razones a favor de lo contrario?
HANSEL: -Claro, lo más intuitivo es pensar que estamos perdidos. Entonces, ¡cómo voy a ser
yo el que tenga que argumentar!
GRETEL: -El camino a la ignorancia está lleno de buenas intuiciones, mi querido Hansel. Pero
voy a aceptar tu punto y te voy a dar un argumento en contra de la idea de que estamos
perdidos.
HANSEL: -Soy todo oídos.
GRETEL: -Respondeme esta pregunta: en lo que respecta al carácter de estar o no perdido en
un bosque, ¿hay alguna diferencia entre alguien que caminó durante una hora y cincuenta
minutos y otro que caminó durante dos horas, si es que ninguno llegó a destino?
HANSEL: -No, no creo que eso haga diferencia.
GRETEL: -Y decime, ¿hace diez minutos habíamos llegado a alguna parte?
HANSEL: -No.
GRETEL: -Entonces, si hace diez minutos vos no creías que estuviéramos perdidos a pesar de
no haber llegado entonces a destino y, según admitiste, esa diferencia de tiempo no permite
distinguir a alguien que no se ha perdido de alguien que sí se ha perdido, entonces debés
concluir que no estamos perdidos.
HANSEL: -¡¡¡Imposible!!!
GRETEL: -¿Por qué?
HANSEL: -Porque es obvio que estamos perdidos. Mirá lo oscuro que está.
GRETEL: -Pero si vos admitiste lo que admitiste al responderme las preguntas del modo en que
lo hiciste, debés admitir también la conclusión. No podés admitir esas afirmaciones y rechazar la
otra.
HANSEL: -Mirá Gretel, yo puedo admitir lo que crea que debo admitir. Yo admito que hace frío,
porque lo siento, y no admito que estemos en la playa, porque aquí no hay ni arena, ni mar, ni
gaviotas. ¿Qué problema hay en admitir algunas afirmaciones y otras no?

4
GRETEL: -Lo que ocurre es que algunas afirmaciones se desprenden de otras y si uno acepta
las segundas tiene que aceptar las primeras. Para eso se presentan argumentos, para
convencer a alguien de que debe cambiar de posición en virtud de otras posiciones que no está
dispuesto a abandonar.
HANSEL: -Mirá Gretel, yo no sé ya qué es lo que debo o no debo abandonar, lo que sé es que
es obvio que estamos perdidos porque a esta hora de la noche, con esta oscuridad y en el
medio de un bosque, no se puede llegar a ningún lado. Y estar perdido no es otra cosa que eso,
ser incapaz de llegar adonde uno desea.
GRETEL: -Bueno, Hansel, te felicito.
HANSEL: -¿Por qué?
GRETEL: -Porque ahora sí me diste un argumento.

b)  Repasen las distintas definiciones de lo que es un argumento, su función y sus diferencias con
el relato. Luego, lean nuevamente el diálogo de Hansel y Gretel y contesten las siguientes preguntas:

 ¿Cuál es la diferencia entre un argumento y un relato? Revisen el diálogo: ¿les parece


que Gretel tiene razón cuando acusa a Hansel de que relata y no argumenta?

 ¿Por qué Hansel sostiene que Gretel tiene que argumentar primero? ¿Cuál es la razón
que ofrece?

 ¿Qué función y qué forma determinadas tienen para Gretel los argumentos?

 Identifiquen en qué lugar del texto se ofrece el principal argumento para demostrar que
Hansel y Gretel están perdidos en el bosque.

Actividad 2: Las reglas de la discusión.

Organicen una discusión sobre algún tema que les interese, del cual piensen que existen distintas
opiniones. Puede ser un tema general (política, fútbol, música, etc.), o algo que tengan que decidir para el
curso (organización de viajes, fiestas, centro de estudiantes, etcétera). Para organizar la discusión, sigan
las reglas a continuación:

5
 Definan con claridad el problema sobre el que van a discutir.

 Elijan a dos compañeros que tengan opiniones diferentes sobre el tema.

 Establezcan las reglas procedimentales. Por ejemplo, ¿quién va a comenzar?, ¿cuánto


tiempo puede hablar cada uno?, ¿es posible, solicitando permiso, interrumpir al otro?, ¿va a haber algún
moderador?

 Seleccionen un juez o jurado, encargado de determinar quién presentó mejores


argumentos para la opinión.

También podría gustarte