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Traje de sociedad
ca. 1865-1868
Por: Margaret Serrano
Sala: "Romanticismo"
Domingos a las 12:30 horas
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
Textos
Margaret Serrano
Licenciada en Historia del Arte en 2010, y máster en
Estudios Avanzados de Museos y Patrimonio Histórico
Artístico en 2013, ambos por la Universidad Complu-
tense de Madrid. Realizó el trabajo de investigación de
carrera sobre La moda en la dinastía de los Austrias y
Borbones. Ha participado en diferentes proyectos
pedagógicos en el Museo Nacional del Romanticismo y
Museo Nacional del Prado.
Coordinación y maquetación
Mª José Pacheco
Corrección de estilo
Ana Guerrero
NIPO: 030-13-003-2
TRAJE DE SOCIEDAD , ca. 1865-1868
Contexto histórico
Coincidiendo con los últimos años del reinado del momento. Su reinado comenzó con la
de Isabel II en España1 (1865-1868) estudia- Década Moderada (1844-1854), seguida del
remos el conocido como “traje de sociedad”, Bienio Progresista (1854-1856), y finalizó con la
tipología de indumentaria clave para conocer la Unión Liberal (1856-1863), con una crisis que
moda durante el siglo XIX en el Romanticismo se extendió desde 1863 a 1868. Las conspira-
español. A través del traje de sociedad ciones, traiciones y continuos cambios en el
podemos conocer el divertimento y las formas poder perjudicaron a España, y no se consiguió
de ocio favoritas de los individuos decimonó- pasar del régimen absolutista al deseado
nicos. estado liberal.
La élite social realizaba diversas activi- El hecho histórico más importante que
dades sociales; era frecuente asistir al teatro o coincide con el periodo en que está datado el
la ópera, a tertulias o veladas literarias; pero traje de sociedad que estudiamos es la Revo-
entre todas estas formas de ocio, en este lución de Septiembre de 1868, más conocida
periodo destacó el deseo e interés de acudir “al como “La Gloriosa”. Esta revolución, puesta en
baile”. marcha mediante un pronunciamiento militar,
El baile fue uno de divertimentos favo- fue liderada por los generales Prim y Serrano y
ritos de los individuos más adinerados, y con el almirante Topete, que contó además con el
una posición social de referencia en la apoyo popular y desembocó en el destrona-
sociedad. Hombres y mujeres tuvieron predilec- miento de Isabel II. La reina, ya sin trono, partió
ción por asistir a estos actos celebrados en ele- hacia su exilio en París junto al joven príncipe
gantes salones de palacios de la aristocracia y Alfonso3, en favor del cual abdicó en 1870.
burguesía. Por otro lado, no se puede dejar de Desde 1868 hasta 1871 España tiene
mencionar la importancia y presencia de los un gobierno provisional, el llamado Sexenio
bailes de índole popular, celebrados por el Democrático, formado por la unión política de
pueblo llano, que marcaron una parte muy liberales, moderados y republicanos, que deba-
importante de nuestro folklore y tradiciones; tían sobre qué nuevo gobierno instaurar en
estos bailes tuvieron una indumentaria distinta España. Finalmente optaron por establecer una
pero también enriquecieron la cultura espa- monarquía parlamentaria y limitar los poderes
ñola2. del rey por las cortes. El candidato elegido para
El siglo XIX para España es uno de los ser coronado rey fue Amadeo I de Saboya,
periodos históricos más complejos. Los acon- seleccionado entre otros candidatos. Su rei-
tecimientos políticos produjeron continuos nado abarcó desde 1871 hasta 1873, año en
cambios de gobierno, que derivaron en una que renunció al trono, al ver que sus poderes
profunda crisis económica y social, con la que eran pocos y amañados. En 1874 el joven
el país quedó sumido en una gran inestabilidad Alfonso, hijo de Isabel II, se convirtió en rey de
en todos los sentidos; este será el rasgo funda- España, y se restauró así, tras la I República, la
mental que caracterizó todo el reinado de monarquía y con ella la dinastía borbónica, con
Isabel II. un sistema bipartidista: el Partido Conservador
Durante el mandato de Isabel II fueron (Cánovas del Castillo) y el Partido Liberal
alternando las diferentes tendencias políticas (Sagasta).
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
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TRAJE DE SOCIEDAD , ca. 1865-1868
Fig. 1: Baile nocturno en los Campos Elíseos. Jesús Evaristo Casariego. Fotografía de un grabado publicado en el
Museo Universal. Museo de Historia de Madrid (MHM18435).
el lugar idóneo para conseguir un buen marido sociedad fueron protagonistas: ricos tejidos,
y en una verdadera pasarela de jóvenes adornos, joyas y otros complementos eran
damas luciendo lujosas indumentarias. Los estudiados y analizados por los asistentes al
trajes de sociedad hablaban por sí solos de la baile; realmente la indumentaria era un bien
fortuna de la dama que los portaba. muy cotizado para la élite social (fig. 2).
Los salones de los palacios fueron el En la imagen vemos a Isabel II con
escenario preferido de las damas para relacio- traje de sociedad en un entorno de jardín
narse con el sexo opuesto. Además de estar palaciego, junto su esposo y primo Francisco
al tanto de las intrigas y conspiraciones que se de Asís y Borbón, vestido de etiqueta con frac
llevaban a cabo en estos salones, políticos, y sombrero de copa. Puede que este retrato
militares y otros cargos aprovechaban para fuera el boceto para una obra mayor que con-
relacionarse y establecer alianzas según sus memoraría los esponsales de la pareja, cele-
intereses en las tardes y noches de baile. brados en 1846.
Durante el reinado de Isabel II, periodo Fueron frecuentes las recepciones
que conoceremos como “Romanticismo”, diarias, los besamanos7, las tertulias, los
tuvieron su máximo esplendor los salones con bailes y otros actos celebrados en los salones
grandes bailes y saraos6, donde siempre se del Palacio Real de Madrid, por lo que el
mostraban las mejores galas. Los trajes de ropero de una dama tenía que ser cuidado y
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
estudiado. El propio ropero de la reina contaba las aplicaciones realizadas con perlas y un gran
con una gran selección de vestidos de gala, aderezo de joyas formado por tiara, pulsera,
paseo y sociedad entre otras tipologías, que collar y anillo. Esta obra fue una de las copias
hacía que las arcas de palacio fueran mer- del retrato oficial de la reina realizado por Fede-
mando considerablemente. rico de Madrazo en 1846.
“La moda se revela en las representa- “Los bailes con mayor prestigio y pri-
ciones de la soberana como una herramienta macía fueron los celebrados por la reina en el
social, económica, nacional y sexual cuyo men- Palacio Real, pero fueron famosos y conocidos
saje transforma la indumentaria en una repre- los bailes organizados por la Duquesa de
sentación paralela cuya lectura nos ayudará a Abrantes o la Condesa de Montijo, estos
entender cómo Isabel de Borbón sostuvo un últimos eran conocidos como ’El Prado con
equilibrio entre el mantenimiento y la negocia- techo’10 fueron los más elegantes y concu-
ción en cierto modo de subversión de los rridos durante la primera mitad del siglo XIX”11.
límites de la representación tradicional de la Los salones de baile de los palacios se
jerarquía”8 (fig. 3). convirtieron en la zona de socialización de la
Vemos cómo la reina porta traje de vivienda; estaban situados en la parte pública
gala, de color azul, con amplio escote que deja de los palacios en capitales como Madrid,
los hombros al descubierto y va decorado con Valencia, Sevilla o Barcelona12, donde encon-
una berta9, repleta de joyas donde destacan tramos ejemplos de este tipo de salones que
Fig.2. Los reyes Isabel II y Francisco de Asís, ca. 1846, Fig. 3. Isabel II con traje de gala, 1852, Ángel María
atribuido a Antonio María Esquivel. Museo Nacional del Cortellini. Museo Nacional del Romanticismo, Madrid
Romanticismo, Madrid (MNR0060). (MNR7117).
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TRAJE DE SOCIEDAD , ca. 1865-1868
Fig. 4. Salón de baile del siglo XIX, perteneciente al antiguo Palacio de los Marqueses de dos Aguas, actual Museo
Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí, Valencia.
contaban con una decoración abrumadora: las “Los grandes actos sociales comen-
obras de arte adornaban cada rincón con zaban en octubre, teniendo desde Carnaval a
gracia y esmero, y se aprovechaba la ocasión Semana Santa, donde los salones cerraban
para mostrar sus colecciones artísticas, que sus puertas para volverlos abrir después del
provocaban rivalidades y envidias. En los domingo de Pascua, hasta el mes de junio.
salones se disponía un rico mobiliario y decora- Las grandes familias se trasladaban a lugares
ción como si se tratase de una escenografía como La Granja, San Sebastián, Biarritz o
teatral, donde por supuesto la indumentaria era Aranjuez, lugares en los que Rey celebraba su
parte protagonista. Los grandes espejos, los cumpleaños. En estas nuevas moradas se
cortinones que pendían desde el techo hasta el repetía el ritual que durante el invierno se hacía
suelo, las paredes enteladas y las lámparas de en Madrid. La emigración estival era un signo
infinitos cristales, entre otros motivos decora- de distinción, diferenciándoles del proletariado
tivos, envolvían a los invitados en una atmosfera que raramente solía pasar estos meses de
especial. El mobiliario se disponía en el perí- máximo calor fuera de Madrid”14.
metro del salón y se añadía un borne13 en la Es importante tener en cuenta el
parte central, para poder reposar y charlar cambio de las estaciones y las diferentes loca-
cómodamente; recordemos que el protocolo lizaciones de los eventos sociales llevados a
exigía que si una dama rechazaba algún baile, cabo por la alta sociedad, ya que repercutían
esta debía permanecer sentada toda la velada directamente en la elección del tejido de trajes
(fig. 4). y vestidos.
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
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TRAJE DE SOCIEDAD , ca. 1865-1868
Fig.6. Carnet de baile, ca. 1863. Museo Nacional de Fig.7. Figurín, mes de julio de 1861, Correo de
Artes Decorativas, Madrid (MAN18337). Ultramar. Museo Nacional del Romanticismo, Madrid.
apunta Pasalodos González, además había Alta Costura, que alcanzó su máximo
que proveer de “vestido” a las otras clases esplendor en la década de 1860, y cuyos
sociales con presupuestos mucho más mo- diseños fueron cotizados y codiciados por las
destos (fig. 7). damas de toda Europa. Sus vestidos de baile,
Esta influencia del país vecino se debe realizados en muselina, tul y satén en ricos
en gran parte a la imitación de sus publica- colores, con volantes, cintas y flores, ilusio-
ciones de moda. España también tuvo prensa naban a cualquier mujer simplemente con con-
sobre esta temática con ejemplos de renombre templarlos a través de un figurín. Gracias a la
que marcaban tendencias y que cautivaban obra pictórica de Franz Xaver Winterhalter, que
con los figurines que las acompañaban en cada representó a la nobleza europea –destacando
entrega. Las publicaciones más conocidas en María Eugenia de Montijo, adalid de la moda–,
España fueron El Correo de las Damas, que podemos admirar imágenes donde se capta la
inició su andadura en 1833 y La Moda Ele- belleza de la indumentaria, la calidad del tejido,
gante, en 1841. la gama cromática favorita, y se muestra la cara
En el estudio del traje de sociedad es más dulce y delicada de este periodo histórico,
imprescindible comentar los diseños de Charles en el que el vestido podía ir más allá de un sím-
Frederick Worth, considerado el creador de la bolo social (fig. 8).
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
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TRAJE DE SOCIEDAD , ca. 1865-1868
Fig. 9. Traje de sociedad, ca. 1865-1868. Formado por cuerpo (MT097717) y falda (MT097718). Dcha. : detalles del
tejido y motivos decorativos. Autor desconocido. Museo del Traje, Madrid.
que guardan la misma gama cromática que la de acero unidos con cintas de algodón o lino
decoración del escote y otra rama más que modifica la falda abultando las caderas y
grande en forma de sombra que cubre todo el le da un cierto empaque.. La mujer desde XV
tejido. Tiene una clara inspiración otoñal, lo al menos ha tenido una cierta fijación en modi-
que hace pensar que este modelo fuera con- ficar su cuerpo; así a lo largo de la historia nos
feccionado para lucirse en esta época del año. hemos encontrado con verdugados, guardain-
La falda se articula a partir de una cos- fantes, tontillos y otras estructuras que escon-
tura en la parte central de la parte de atrás, de dían la silueta real de la mujer y que en
la que parten dos tablas dobles a cada lado, muchas ocasiones fueron motivo de carica-
con dos tablas abiertas en los laterales. Sin turas y sátiras por sus tamaños desorbitados.
embargo, en la parte central, tanto del delan- Debido a la obsesión por mostrar la capa-
tero como de la espalda, únicamente lleva una cidad fértil de la mujer, desde la Antigüedad se
tabla central. Normalmente este tipo de faldas venía arrastrando la idea de que la de grandes
dejaban una pequeña cola en la parte trasera, caderas tendría mayor capacidad para la
marcada por la distribución de las tablas o maternidad; por eso en este, como en otros
pliegues realizados en la confección. Está momentos, lo que se intentó enfatizar fueron
forrada en tafetán de algodón lo que nos las caderas, pues se asumía que el rol funda-
indica que el diseño fue cuidado y laborioso. mental de la mujer era ser madre.
La falda va armada con una estructura lla- En 1865 la estructura interior se modi-
mada miriñaque19, estructura flexible de aros fica desviando el abombamiento a la parte tra-
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
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TRAJE DE SOCIEDAD , ca. 1865-1868
3 Le conoceremos como Alfonso XII. 16 La RAE define aderezo como ‘El conjunto de joyas que
solo se compone de pendientes y un alfiler de pecho’. Pero la
4 Los Campos Elíseos en Madrid ocupaban las calles Alcalá, joyería en época en el Romanticismo fue rica y variada. Los
Goya, Velázquez y Castelló. Fueron inaugurados en junio de aderezos se componían de diadema, gargantilla o collar, bra-
1864, y hacían la competencia al famoso Paseo del Prado. zalete, alfiler, broche, sortija…; eran joyas que se podían
transformar en diferentes objetos, brazalete como collar o
5 Pasalodos Salgado, M.: “El traje de baile en la Época alfiler de pecho como broche. Se solían poner tres piezas y
Romántica”. Revista Museo Nacional del Romanticismo. N º hubo tipologías como: joyas de día, sentimentales y de luto;
2.1999, pág. 23. estas últimas, realizadas con pelo del difunto, estuvieron muy
de moda durante el siglo XIX. Además, la joya “tembladera”
6 En numerosa bibliografía aparece el término sarao, en este fue de las preferidas, ya que eran móviles y con el baile c
periodo histórico, y coincidiendo con la definición ofrecida por ausaban efectos curiosos al moverse.
la RAE tenemos que definirlo como: ’reunión nocturna de per-
17 Pasalodos González M.: Visita a la modista. Pieza del mes
sonas de distinción para divertirse con baile o música’.
de junio. Museo Nacional del Romanticismo, pág. 13.
7 Según la definición ofrecida por la RAE, besamanos es ‘la
18 Manuales como los de Ángela Grassi publicados en 1859
ceremonia en la cual se acudía a besar la mano al rey y per-
sonas reales en señal de adhesión’. bajo el título Novísimo Manual de Urbanidad y buenas
maneras para uso de la juventud de ambos sexos, o Princi-
8 Llorente Villasevil A.: “El tejido histórico de la moda en pios de urbanidad y decoro propios del bello sexo puestos en
tiempos de Isabel II”, en XVII CEHA. Congreso Internacional de verso castellano, obra de José Codina, publicada en 1846, se
Historia del Arte. Barcelona, 22-26 de Septiembre. 2008, pág. convirtieron en libros de cabecera de las jóvenes damas.
3. 19 Es complicado encontrar diferenciación entre crinolina o
9 La berta fue una de las piezas base del vestido femenino miriñaque, muchas fuentes bibliográficas no marcan diferen-
cias y otras apuntan primero a la crinolina que aligeró las ena-
durante el siglo XIX. Se trataba de una banda de diferentes
guas en 1850 aproximadamente, sustituyendo estas por un
tejidos con diversas aplicaciones decorativas (cintas, encajes,
armazón o crinolina (denominado así por realizarse con crin
joyas y flores), que se ponía en los escotes sesgados (tipo
de caballo trenzado). Con este cambio la mujer ganó cierta
escote barco), cubriendo hombros, pecho y espalda. Era una
libertad y aligero el peso de sus vestidos considerablemente,
de las partes más llamativas de la indumentaria, con un toque
pero el perímetro de la crinolina se hizo desmesurado en
sensual al dejar piel al descubierto.
1860, en muchas fuentes bibliográficas se les cita como una
10 Estos bailes fueron llamado el “Prado con techo”, debido especie de “jaula”, pasando una estructura más ligera deno-
minada miriñaque.
a la gran cantidad de asistentes que acudían: se puede
entender como un símil del Paseo del Prado. 20 Johnston L.: La moda del siglo XIX en detalle
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Bibliografía
-BAHAMONDE MAGRO, Ángel y MARTINEZ MARTÍN, Jesús Antonio: Historia de España, siglo
XIX. Madrid. Ed. Cátedra, 2011.
- CAPMANY, Aurelio: Un siglo de baile en Barcelona. N º19. Monográficas Milla, 1947.
- COSGRAVE, Bronwyn: Historia de la Moda: desde Egipto hasta nuestros días. Barcelona. Gustavo
Gili, 2012.
- HIGUERA PRADO del, Cristina: “Madrid se divierte: los salones del siglo XIX”. Madrid. Revista
Museo Nacional del Romanticismo. N º 2. (1999), págs. 13-23.
- JOHNSTON Lucy: La moda del siglo XIX en detalle. Barcelona. Gustavo Gili, 2006.
- GONZALEZ DÍEZ, Laura y PERÉZ CUADRADO, Pedro: “La Moda Elegante Ilustrada y el Correo de
las Damas: dos publicaciones especializadas en la moda del siglo XIX”, en Doxa Comunicación nº 8.
(2009), págs. 53-68.
- LAVER, James: Breve Historia del Traje y la moda, Ensayos Arte, ed. Cátedra, Madrid, 2008.
- LLORENTE VILLASEVIL, Ana: “El tejido histórico de la moda en tiempos de Isabel II”. XVII CEHA
en Congreso Internacional Historia del Arte. 22-26 de septiembre, Barcelona, 2008, págs. 1-3.
- MIGUEL ARROYO, Carolina: El carnet de baile, pieza del mes de junio (2011). Museo Nacional del
Romanticismo.
- PASALODOS SALGADO, Mercedes: “El traje de baile en la época romántica” en Revista Museo
Nacional del Romanticismo. N º 2, Madrid, 1999.
- Visita a la modista, pieza del mes de junio (2012). Museo Nacional del Romanticismo.
- PENA GONZALEZ, Pablo: El traje en el Romanticismo y su proyección en España, 1828-1868. Minis-
terio de Cultura, Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación, D.L., Madrid,
2008.
- Indumentaria en España: el periodo isabelino (1830-1868). Publicación digital Ministerio de
Cultura, Madrid, 2008.
- Vestido romántico, modelo del mes de octubre (2007). Museo del Traje. CIPE, Ministerio de Cul-
tura, Madrid.
- VV.AA. Guía Museo del Traje. CIPE, Madrid, 2006.
- VV.AA. Madrid, historia de una capital. Alianza Editorial, Madrid, 1995.
14
MODELO DEL MES. CICLO 2013
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará e inter-
pretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se les entre-
gará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
Domingos: 12:30 h.
Duración: 30 min.
Asistencia libre
JUNIO:
Abrigo de Mariano Fortuny, ca. 1914-1920
Rodrigo de la Fuente
SEPTIEMBRE:
Traje de sociedad, s. XIX
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Margaret Serrano mación del Modelo del mes. Si
tienes un teléfono compatible,
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OCTUBRE: Salterio doble, 1750 códigos QR O BIDI.
Elena Vázquez
/MT097717-18/
MUSEO DEL TRAJE. CIPE.
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Teléfono: 91 5504700. Fax: 91 5446970
Departamento de difusión: difusion.mt@mcu.es
OCTUBRE
MODELO MES Vestido
http://museodeltraje.mcu.es
2007
DEL
Los modelos más representativos de la exposición Romántico 1830
Por Pablo Pena González
SALA 5
Domingos de octubre
a las 12:30 horas
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
Nº INV. MT097674
VESTIDO ROMÁNTICO 1830
Sólo en Madrid, entre 1833 y 1869 se editaron alrededor de treinta publicaciones feme-
ninas, o revistas de moda, la mayoría de ellas de una longevidad inferior a dos años: se
desconocía el recurso de la publicidad y las revistas debían financiarse por completo gra-
cias a las suscripciones. En España fueron revistas pioneras Correo de las Damas, El
Buen Tono, El Tocador y El Pénsil del Bello Sexo; pero todas ellas se extinguieron en
cuestión de pocos años. A partir de 1850 algunas publicaciones consiguieron estabilizar
su edición, caso de La Moda -llamada más tarde La Moda Elegante, publicación que
sobrepasó ampliamente el período que nos compete, hasta 1923-, El Correo de la
Moda, La Guirnalda y La Violeta. Sin embargo, sería equivocado pensar que las espa-
ñolas carecían de revistas de moda antes de 1833; nuestras hemerotecas atesoran
ejemplares y colecciones completas de otras publicaciones extranjeras nacidas algunos
años antes como La Mode o Le Follet.
1
MODELO DEL MES DE OCTUBRE
El traje de calle
2
VESTIDO ROMÁNTICO 1830
La prenda fundamental
para el cuerpo era el vestido enteri-
zo o compuesto de falda y cuerpo,
llamado en ambos casos "traje". De
abajo arriba nos topamos primero
con la falda acampanada que exhi-
be ampliamente la tela del vestido
porque sólo recibe decoración en la
pantorrilla (volante o pasamanería,
flocaduras, tiras de encaje o borda-
das). Subiendo, llegamos al centro
de todas las atenciones: la cintura
estrangulada por un corsé interno y
un ancho cinturón externo de real-
ce, flanqueada por dos enormes
mangas acolchadas. En los trajes
de invierno abundan los vestidos
abiertos por el centro del delantero,
como una suerte de vestidos-abri-
go, y se denominan "redingotes"; en
ellos las mangas reciben pelerinas
de tejidos fuertemente tupidos que
asemejan élitros rígidos como los de
los coleópteros (figura 4). En trajes
ordinarios están muy de moda los
tejidos de rayas verticales, los cua-
dros y los estampados de flores
(figuras 1, 2, 3).
3
MODELO DEL MES DE OCTUBRE
4
VESTIDO ROMÁNTICO 1830
El traje de sociedad
Gracias a las revistas, conocemos también las aficiones favoritas de la mujer romántica:
el paseo y el baile. Es decir, los "escaparates sociales" donde podía exhibir el fruto de
sus desvelos por convertirse en la beldad que todo el mundo esperaba. Se bailaba en
el teatro, años después en la ópera, pero también en salones privados que a tal objeto
acondicionaban sus dueños. En la década de 1830, en Madrid destacaban los salones
del Duque de Abrantes y el llamado Gran Salón de Catalina, acerca del cual leemos:
“La magnificencia y el lujo verdaderamente asiáticos con que está decorado el salón y más
particularmente el tocador de las señoras, hacen a estos bailes dignos de la asistencia de
todas nuestras elegantes; magníficas alfombras, muebles exquisitos, hermoso alumbrado,
selecto ambigú, todo a porfía respira elegancia y esplendor. Veinticinco músicos componen
la orquesta”1.
Innumerables citas rememoran los bailes. Por acudir a ellos, la vida misma se
ponía en peligro:
“La otra noche en un baile de máscaras dado en una casa particular se condensó de tal
manera el aire con las luces y la abundancia de concurrentes, que aquellas empezaron a
apagarse y estos a desmayarse repentinamente”2.
5
MODELO DEL MES DE OCTUBRE
“El forastero que por primera vez visita este paseo, o más bien esta escogida sociedad,
pues tal es el aspecto que presenta el Prado en una mañana de invierno, no encuentra
en el primer momento mucho que admirar, y se figura que no es Madrid el país de las
hermosas; pero a poco tiempo se ve precisado a mudar de parecer. El pie pequeño, el
airoso talle, la finura de los modales, el no-sé-qué, en fin, de las hijas del Manzanares,
cautiva el corazón insensiblemente y se lo rinde todo sin alguna resistencia”3.
La mujer ideal de los románticos era un débil y cándido pajarillo, condenada por su fra-
gilidad a la sumisión incondicional al hombre. Loas a la belleza y la debilidad de la mujer
constituyen un género literario romántico. El editor de la revista El Pénsil del Bello Sexo
dedica estas líneas a sus lectoras:
“Por lo que respecta al físico, os veo cual vosotras os veis, es decir, hermosas y débiles; llenas de
gracia cuando no sois bellas, y de algo que se asemeja a la gracia cuando pasó la edad de ser gra-
ciosas; pero débiles siempre, amigas mías; siempre necesitadas del amparo que os deben de justi-
cia los fuertes. Nacida la mujer para compañera del hombre, y este para compañero de aquella,
¿quién debe ser el jefe, el presidente de esa asociación necesaria? Los dos no pueden serlo, es
imposible. ¿Lo será la del cabello largo, la de tez sonrosada y purísima, la de rasgados y vivaces ojos,
la de pequeña boca y lindo pie, la de voz delicada, pulso débil, miembros hechos a torno, seno tur-
gente, frágil vigor, salud sujeta a duda? Ah! vosotras sabéis que la cuestión no es en esta parte dudo-
sa; pero queréis un guía, no un tirano; un verdadero protector, no un déspota”4...
La mujer era esclava del hombre. Su función espiritual más admirada: su reli-
giosidad. Todo un arranque de gallardía el de Pedro Sabater en una cita que no tiene
desperdicio porque sitúa con exactitud la ubicación de la mujer respecto de la del
hombre:
“Fornido y nervudo el brazo del hombre, anuncia con su fortaleza que ha sido destinado por el ciclo
para embrazar las armas, despojar los montes, cruzar los mares y arrebatarle sus secretos a la tie-
rra. Suave y torneado el brazo de la mujer, publica con su blandura y su belleza, que ha sido desti-
nado para ceñidor de amores, para sostén de la niñez, para bálsamo de las heridas y consuelo de
los desgraciados (...). Para conocer a fondo hasta qué punto es destinado el sexo débil para víctima
del sexo fuerte, no hay sino fijar la consideración en las tres épocas en que puede dividirse la vida de
una mujer. Se embellece para agradarnos en su juventud, porque sólo ambiciona nuestro amor; se
aja para conservarnos viriles porque nos amamanta con sus pechos destruyendo su hermosura; y
levanta las manos a los cielos en su vejez, porque naturalmente religiosa la mujer, dedica los últimos
años de su vida a rogar por sus padres y por sus hijos, por los huérfanos y por los desventurados”5.
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VESTIDO ROMÁNTICO 1830
¡Las mujeres son las grandes sacerdotisas del abominable culto tributado hoy al Becerro de Oro! ellas
son las que por satisfacer su sed de lujo, impelen a los hombres en general, y a sus maridos en par-
ticular, a posponerlo todo a la primera y perentoria necesidad de ganar mucho dinero. Si los hom-
bres hacen las leyes, las mujeres hacen las costumbres: sobre las mujeres cae, pues, la mayor res-
ponsabilidad de todo lo que tienen de materialista, de interesado y de repugnante a toda alma un
poco levantada de las costumbres modernas6.
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MODELO DEL MES DE OCTUBRE
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VESTIDO ROMÁNTICO 1830
NOTAS
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MODELO DEL MES DE OCTUBRE
BIBLIOGRAFÍA
BERNIS, C., "El traje burgués", en MENÉNDEZ-PIDAL, G., La España del Siglo XIX vista por sus contemporáneos,
Madrid, 1988.
BOEHN, M., La Moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes del cristianismo hasta nuestros días, Barcelona,
1925.
BOUCHER, F., Historia del traje en occidente desde la antigüedad hasta nuestros días, Barcelona, 1967.
PENA, P., "Romanticismo", en Guía del Museo del Traje, Madrid, 2005, pp. 39-43.
- "Análisis semiológico de la revista de modas decimonónica", Estudios del Mensaje Periodístico, 7 (2001),
pp. 365-380.
-"Ropa interior en el Romanticismo", Anales del Museo Nacional de Antropología, 8 (2001), pp. 217-242.
- "Los profesionales del traje en el Madrid romántico", Anales del Instituto de Estudios Madrileños, vol. XL
(2000), pp. 283-300.
- "La bailarina, ideal femenino romántico", Cairón, Revista de Ciencias de la Danza, 6, 2000, pp. 57-70.
SIMÓN PALMER, M. C., "La mujer madrileña del siglo XIX", Ciclo de Conferencias sobre Madrid en el siglo XIX, Madrid,
1982.
10
VESTIDO ROMÁNTICO 1830
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
tes se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
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OCTUBRE
Traje polisón,
ca. 1870-1875
Por: Elvira González
Sala: “Del miriñaque al polisón”
Domingos: 12:30 h.
Duración: 30 min.
Asistencia libre y gratuita
Texto
Coordinación
Mª José Pacheco
Corrección de estilo
Ana Guerrero
Maquetación
Amparo García
NIPO: 030-14-006-3
TRAJE POLISÓN, CA.1870-1875
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MODELO DEL MES DE OCTUBRE
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TRAJE POLISÓN, CA.1870-1875
Street (Chelsea), que ha sido desde el siglo En definitiva, un establecimiento donde las
XIX una de las principales arterias de Londres señoras podían elegir cada temporada las
dedicadas a las tiendas de moda. De hecho, denominadas telas "de novedad" para sus
en este mismo emplazamiento y exactos vestidos (cuya oferta y variedad habían sido
números, en la actualidad, se encuentran las ampliamente incrementadas por el pujante
tiendas de Dolce & Gabbana y Valentino. desarrollo de la industria textil) y, por primera
vez, encargar su confección al taller de
Al menos desde 1851 hay constancia de la modistas allí mismo (siguiendo las tendencias
existencia de un negocio que fue el origen de y los modelos de corte y confección que las
la firma pero que entonces era propiedad de revistas de modas se encargaban de difun-
William Youngman y contaba con ocho dir). También se podían comprar artículos
empleados. Según noticias de The London para engalanar sus prendas, cuando no ele-
Gazette, del 9 de febrero de 1858, la firma mentos complementarios, ya confecciona-
Youngman, Hayman and Burnett, que estaba dos, como eran los accesorios: sombreros,
dedicada a la venta de telas, se había disuelto guantes, chales, y que solo hasta entonces
el año anterior y continuaron desde entonces podían ser adquiridos en tiendas especia-
con el negocio Alfred Hayman y John Fielder lizadas.
Burnett, que conseguirían convertir sus alma-
cenes de venta al por menor en uno de los En lo que a la indumentaria se refiere, aunque
emplazamientos de moda de Londres. Unos desde principios del siglo XIX existen algunas
diez años más tarde2, en 1869, es cuando noticias puntuales sobre la venta de prendas
finalmente pasa a llamarse Hayman Pulsford ya confeccionadas en algunas tiendas (espe-
and Company y se expande como negocio y cialmente de ropa masculina o dedicada a
llega a ocupar los números 173, 174, 175 y profesiones), se suele considerar la apertura
176 de Sloane Street. de la casa de modas del modista Charles
Frederic Worth en 1858 como el inicio de la
En un breve espacio de tiempo, por consi- venta de prendas confeccionadas, que solo
guiente, había pasado de ser una tienda dedi- a finales del XIX y principios del XX se conver-
cada a la venta al por menor de telas o pañería tiría en una tendencia generalizada.
(draper shop) a convertirse en un verdadero
gran almacén (warehouse, emporium), En el siglo XIX las mujeres y los comercian-
mediante la especialización no solo en venta tes no creaban moda. En todo caso, lo que
de telas, sino también de artículos de merce- propiciaron fue una revolución que supondría
ría, ropa blanca, chales y capas, guantes y el advenimiento de la cultura del consumo
camisería, encajes y puntillas, así como pren- (de la apariencia femenina fundamental-
das de luto. Una transformación típicamente mente), y del fenómeno de "ir de tiendas",
victoriana, y de clara raigambre entonces, y buscando la mejor calidad al menor precio.
que inmediatamente después daría lugar a la Así como la democratización del lujo, que
eclosión de las grandes tiendas por departa- desde el siglo XVIII había iniciado su anda-
mentos o "catedrales del consumo", como dura, desde el momento en que las mujeres
Bon Marche en París o James Smith's Bon de clase media empezaron a compartir el
Marche en Londres, que, junto a los pasajes gusto por llevar elaborados adornos hasta
comerciales y bazares, supondrían la alterna- entonces reservados a las clases altas.
tiva a las casas de moda3.
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MODELO DEL MES DE OCTUBRE
Fig. 4. Traje polisón, ca. 1870-75. Museo del Traje, Madrid (MT098410-11)
En relación con todo ello, una peculiaridad Acabados decorativos de lujo: estampa-
de esta firma y una novedad propia de dicho ción por urdimbre y efecto moaré
momento es que como negocio respetable
Uno de los elementos más significativos a
comienza a vender a crédito, fiando a los
considerar en este traje polisón de Hayman
compradores y llegando a un acuerdo en las
Pulsford & Company que conserva el Museo
condiciones de pago. En este caso, Hayman del Traje son los lujosos y extraordinarios
and Youngman daba de plazo a sus clientes motivos decorativos florales que presenta el
hasta de seis meses para pagar sus cuentas, tejido con el que fue confeccionado, y que
transcurrido el cual, se pasaba a añadir un hacen de esta pieza una verdadera obra de
cinco por ciento anual de interés en función arte: la estampación por urdimbre con mol-
des de madera y posibles retoques finales a
de lo adquirido4. Con los nuevos tiempos, se
mano con los nuevos colorantes químicos.
compraba, se iba de tiendas y también se
contraían deudas, e incluso se cometía El estampado por urdimbre corresponde a
fraude. La firma de Sloane Street, que no fue un método de coloración de la materia textil -
una excepción, contó con un peculiar caso: seda, lana o algodón- de una gran compleji-
el de Mary Jane Richardson, divorciada, que dad, caracterizado por aplicarse antes de
adquirió por valor de 30£ diferentes objetos, que esta sea tejida en el telar y, por consi-
guiente, adquiera la forma de tela. Ha sido
como una seda negra con la que encargó un
empleado para decorar tejidos destinados a
vestido, y cargó la cuenta a su exmarido
prendas de indumentaria, complementos,
(como hacía por todo Londres), el cual adornos y lazos, pero también tapicerías de
se negó a pagar. Fue denunciada ante los tri- equipamiento doméstico. De hecho, en
bunales, juzgada por fraude y condenada España, se sigue aplicando artesanalmente a
a prisión5. ciertos tejidos gruesos, como las llamadas
lenguas mallorquinas.
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Junto a la estampación por urdimbre, toda la calor y una extraordinaria presión, y por
superficie de la tela de la pieza (en cuerpo y efecto de la interposición del cordón, se
falda) presenta un acabado decorativo en obtiene un elegante dibujo que forma las
moaré, lo que enfatiza, si cabe, aún más el aguas y sus lumínicos, al quedar el tejido
carácter extraordinariamente refinado y aplastado de forma parcial, tal y como se
lujoso de la pieza. Efectivamente, después aprecia en otro traje que se conserva en el
del teñido y el tejido del textil se ha procedido Museo, en este caso perteneciente a la
a aplicar un proceso de acabado, consis- infanta Isabel de Borbón de 1862 , en gros
tente en disponer en capas el tejido, una de Nápoles de seda en color salmón y que
sobre otra, dejando entremedias un cordón únicamente ha sido decorado con efecto
o soga. Después, mediante la aplicación de moaré.
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MODELO DEL MES DE OCTUBRE
NOTAS
1PENA, Pablo: "La moda en la Restauración, 1868-1890", Indumenta, nº 2, 2011. p.p. 8-36.
2Según una factura publicada por Whitlock, T. C. en Crime, gender, and costume culture in Nineteenth-century England.
Londres: Ashgate, 2005. Pág. 109
3Whitlock, T. C.: Op. Cit. Pág. 172.
4Whitlock, T. C.: Ibídem
5Whitlock, T. C.: Op.Cit. p.p. 172-176.
6BLUME, H.: Manual de tintes y tejidos. Londres, 1989. Pág. 178.
7VV.AA.: Ikat una tècnica tèxtil. Barcelona: Escola d'Arts i Oficis, 1990.
8STRBÁKOVA, R.: Procesos de cambio léxico en el español del siglo XIX: el vocabulario de la indumentaria. Granada:
Universidad de Granada, 2007. p.p. 285-286.
9KERRY, S.: Late 18th & 19th century textiles. Londres; Ed. Antique Collector's Club, 2007.
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TRAJE POLISÓN, CA.1870-1875
Bibliografía
KERRY, Sue: Late 18th & 19th century textiles. Londres. Ed. Antique Collector's Club, 2007.
MILLERET, Guénolée: La mode du XIXe siècle en images. París. Ed. Eyrolles, 2012.
PENA, Pablo. "La moda en la Restauración, 1868-1890", Indumenta, nº 2, 2011. Pág. 8-36.
SCOTT, Phillipa: The book of silk. Londres. Thames & Hudson Ltd., 1993.
STRBÁKOVA, Radana: Procesos de cambio léxico en el español del siglo XIX: el vocabulario de la
indumentaria. Granada, Universidad de Granada, 2007.
VV.AA.: Ikat una tècnica textil, Barcelona. Escola d'Arts i Oficis, 1990.
WHITLOCK, Tammy C.: Crime, gender, and costume culture in Nineteenth-century England.
Londres. Ashgate, 2005.
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MODELO DEL MES DE OCTUBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará e inter-
pretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se les entre-
gará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
Domingos: 12:30 h.
Duración: 30 min.
Asistencia libre
ENERO
Vestido de Manuel Piña
Concha Herranz
FEBRERO
Cierre de pulsera. París, 1775-1781
Mª Antonia Herradón
MARZO
Vestido de Jeanne Lanvin, ca. 1930
Lorena Delgado
ABRIL
Vestido de Jean Paul Gaultier
Juan Gutiérrez
MAYO
Vestido Madame Grès
Rodrigo de la Fuente
JUNIO
Vestido de Jacques Heim
María Azcona
SEPTIEMBRE
Abanico con su caja, 1800-1809 Descubre más sobre la progra-
Elena Vázquez mación del Modelo del mes.
Si tienes un teléfono compati-
OCTUBRE ble, descárgate un lector de
códigos QR.
Traje con polisón, ca. 1870-1875
Elvira González
NOVIEMBRE
Peto de Montehermoso (Cáceres)
Ana Guerrero y Américo Frutos
DICIEMBRE
Tejido nazarí, ca.1350
Lucina Llorente
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MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Tel. 915504700 Fax. 915504704
Dpto. de Difusión: difusion.mt.@mecd.es
http://museodeltraje.mcu.es
/MT98410-98411/
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
Para comprender la función y las características de las joyas que aquí se presen-
tan, correspondientes a las últimas décadas del siglo XVIII y primeros años del XIX, hay
que tener presente, en primer lugar, la indumentaria de la época, magníficamente repre-
sentada en las vitrinas que preceden y que suceden a este sector del Museo en el que
nos encontramos. Porque las joyas, además de ser el adorno por antonomasia, consti-
tuyen el complemento por excelencia de las
prendas de vestir y no pueden entenderse sin
conocer éstas. La tipología de la indumentaria
masculina de estas décadas incluye, por ejem-
plo, chupas o chalecos; casacas con especta-
culares botones de pasamanería o de joyería;
calzones ajustados a las piernas por medio de
una jarretera y su hebilla; zapatos con destaca-
das hebillas; o corbatines de seda sujetos tam-
bién por una hebilla. Un completo repertorio de
estas joyas y adornos figura en el retrato del
Conde de Cabarrús pintado por Goya en 1788,
perteneciente a la colección del Banco de
España (Fig. 1). La indumentaria femenina com-
prende casacas con amplios escotes, que
enmarcan broches y colgantes, y con mangas
de media longitud, que permiten adornar los
brazos con parejas de pulseras o manillas; etc.,
pudiendo actuar además de soporte directo
Fig. 1.- FRANCISCO DE GOYA, El Conde de
para las joyas cosidas: al igual que en el caso Cabarrús.1788. Colección Banco de España,
Madrid.
masculino, la dama retratada que figura en este
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JOYAS EN ACERO Y ESTRÁS
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En lo que se refiere a la joyería, el siglo XVIII se caracteriza ante todo por la fascinación
que ejercieron los diamantes en todas las cortes europeas. Pero el interés por estas pie-
dras preciosas de extraordinaria dureza, inconfundibles por el singular brillo que emitían
una vez talladas, no constituía en realidad una novedad. A mediados del siglo XVII,
durante el reinado de Luis XIII, habían llegado a Francia las primeras remesas importan-
tes de diamantes procedentes de la India de la mano del viajero francés Jean Baptiste
Tavernier. Y durante el reinado de Luis XIV, el rey Sol, la monarquía francesa quedó indi-
solublemente ligada al gusto por los diamantes, que a partir de entonces se considera-
ron símbolos de poder por excelencia.
En el siglo XVII el cardenal Richelieu protagoniza dos anécdotas muy significati-
vas en relación con los diamantes. Una de ellas tiene carácter literario y constituye uno
de los momentos álgidos de Los tres mosqueteros, novela que Alejandro Dumas escri-
bió en 1844. Como se recordará, el primer ministro tiende una trampa a la reina Ana de
Austria, utilizando para ello dos de los doce herretes o cabos de diamantes que Luis XIII
le había regalado; un valioso adorno con el que, a su vez, la reina había obsequiado al
inglés duque de Buckingham. Pero Ana de Austria pudo al fin recuperar sus herretes y
lucirlos en el baile, a la luz de las velas. La segunda anécdota se produjo durante la visi-
ta de Richelieu a un taller de joyería de Alençon especializado en el trabajo de cristal de
roca; al ver este tipo de cuarzo exclamó ¡pero si brilla como el diamante!
Ambos relatos ilustran la realidad de la época: el primero incide en la importancia
de los diamantes en la corte como adorno de uso nocturno, buscando resaltar al máxi-
mo su brillo mediante la centelleante luminosidad de hachones y cirios; el segundo nos
indica la existencia, ya en aquellos momentos, de diamantes falsos y diamantes de imi-
tación, algo que tampoco era nuevo del todo. Los inventarios españoles del
Renacimiento hablan, por ejemplo, de claveques, que no son sino cristales de roca talla-
dos, siempre buscando reproducir el resplandor del diamante. Porque el interés por la
imitación del brillo natural del diamante, reflejado en las facetas o caras de la talla, se fue
incrementando a medida que crecía la demanda de piedras auténticas, alcanzando uno
de sus momentos culminantes a lo largo del siglo XVIII.
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JOYAS EN ACERO Y ESTRÁS
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
* En joyería y orfebrería se llaman punzones a las pequeñas marcas estampadas que pueden indicar –mediante sím-
bolos de diversa morfología (escudos, astros, animales, partes del cuerpo, etc.) y/o mediante nombres propios más
o menos abreviados – el lugar y el momento de fabricación de una pieza, así como el artífice que la realizó y el fiel
contraste que garantizó en su momento la pureza y calidad del metal utilizado en su fabricación. Estos datos, funda-
mentales a la hora de estudiar las joyas, aparecen sobre las piezas en muchas menos ocasiones de las que serían
deseables, por lo que hay que tener en cuenta otras cuestiones a la hora de establecer la cronología de la pieza.
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JOYAS EN ACERO Y ESTRÁS
Otro tipo de joyería muy característico del siglo XVIII, que se mantuvo en boga
durante toda la centuria siguiente e incluso en las primeras décadas del siglo XX, es la
realizada a partir del acero. Sus comienzos se sitúan en Inglaterra, desde donde se
exportaron a toda Europa gran número de joyas y objetos de adorno de diversa natura-
leza. A pesar de que se trataba de un producto de imitación del diamante, las joyas de
acero siempre tuvieron un precio muy elevado, llegándose a vender en la década de
1760 a precios incluso superiores al de las joyas de oro. Por ello no es raro encontrar-
las en los inventarios de la mayor parte de las cortes europeas: así, es sabido que en
1810 Napoleón encargó a la firma Deferney un aderezo de acero para la emperatriz Mª
Luisa, formado por una cadena, un brazalete y varias peinetas. Su considerable coste
estaba en relación con su lenta y laboriosa fabricación: a partir de una lámina de acero
se troquelaban cuentas esféricas que luego se perforaban para recibir un vástago; a
continuación se procedía al facetado individual de cada pequeño clavo –las mejores pie-
zas presentan hasta quince caras- y, como punto final del proceso, a su pulimento. Una
vez facetados, los clavos se remachaban sobre una placa de base previamente perfora-
da, placa que a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX era plana y también de acero
(Figs. 6 y 7). Por último, se montaban en planos diferentes, y combinando formas y tipos
de talla distintos a fin de atrapar la mayor cantidad posible de luz, lo que proporciona un
brillo especial a estas joyas.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
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JOYAS EN ACERO Y ESTRÁS
de Orfebrería Civil Española, celebrada en Madrid en 1925, describe varias de estas pei-
netas. En esta vitrina vemos, por ejemplo, una botonadura masculina que combina acero
con vidrio imitando a la aventurina, ofreciendo un atrevido contraste; y otra femenina en
la que se ha utilizado nácar tallado con un motivo campestre como contrapunto cromá-
tico del brillo del metal.
Para terminar, quiero llamar la atención sobre una manilla que combina terciope-
lo negro y acero (Fig. 10), siguiendo la tendencia de utilizar un material para el cierre
(plata, estrás, diamantes, miniaturas pintadas) y otro para la pulsera propiamente dicha
(tejido, sartas o hilos de perlas, coral u otras piedras preciosas).
Fig. 10.- Pulsera de acero y terciopelo. Museo del Traje. C.I.P.E., Madrid.
La mayor parte de las joyas de acero de la colección de joyería del Museo del
Traje. C.I.P.E. ingresaron en los primeros años de vida del Museo del Pueblo Español.
Casi todas formaron parte de una donación que el reputado coleccionista de indumen-
taria Eusebio Güell López (1877-1955), Segundo Vizconde de Güell, efectuó al Museo
del Traje tras la clausura de la Exposición del Traje Regional de 1925, muestra en la que
debieron de figurar muchas de estas piezas.
El falso pero magnífico brillo que ofrecen estas joyas al visitante justifica de sobra
su presencia en la exposición permanente del Museo del Traje. Se busca compensar así
las décadas de olvido que han sufrido las piezas de estas características, tanto por el
desprestigio endémico de los materiales no nobles como por su carácter de joyas inter-
nacionales, ajenas a los provincianismos más rancios que casi en exclusiva han guiado
la investigación en nuestro país durante el siglo pasado. Por otra parte, las joyas de imi-
tación nunca se utilizaron como sistema de inversión o de ahorro, ni siquiera fueron sím-
bolo de prestigio: ni más ni menos se singularizan por participar de una concepción del
adorno que busca ante todo el ornato personal, sometiéndose, si es preciso, a modos
y modas más o menos efímeros, aunque siempre muy efectistas. Claro que en este con-
texto su valor crematístico, escaso hasta cierto punto, pasa a ocupar un segundo plano.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
De esta manera se puede comprender mejor el papel que piezas como las exhibidas
desempeñaron en la sociedad de la época.
Un texto de 1839 expresaba con gran claridad el espíritu que subyacía en éstas
y otras muchas joyas de imitación que se usaron a lo largo del XVIII y del XIX:
BIBLIOGRAFÍA
Bury, Shirley: Jewellery. The International Era. Volume I: 1789-1861. Woodbridge: Antique Collector’s Club, 1991.
Bury, Shierley: Jewellery Gallery Summary Catalogue. Victoria and Albert Museum. London: Victoria and Albert
Museum, 1982.
Herradón Figueroa, Mª Antonia: “Joyería decimonónica en el Museo Nacional de Antropología”, Anales del Museo
Nacional de Antropología, nº V, 1999, pág. 283-305.
Mascetti, Daniela y Triosi, Amanda: Earrings: from Antiquity to the Present. London: Thames and Hudson, 1990.
Newman, Harold: An Illustrated Dictionary of Jewelry. London: Thames and Hudson, 1994.
VVAA.: La joyería española de Felipe II a Alfonso XIII en los Museos Estatales. Madrid: Ministerio de Educación y
Cultura, 1998.
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CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
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CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
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José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
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CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
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Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
8 9
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
6 7
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
1
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
6 7
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
8 9
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
6 7
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
8 9
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
1
CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
1
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
6 7
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
8 9
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
CHÂTELAINE
José de Cadalso
Cartas marruecas, 1789
1
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
6 7
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
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MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Pero cuando la cadena se compli- Parece, en principio, que en nues- petrimetres, petrimetras, manolas, tore-
caba, bien ensanchando sus eslabones y tro país no habíamos tenido ni châtelaines, ros2, miembros de la incipiente burguesía,
convirtiéndolos en placas, bien aumentan- ni chatelaines ni équipages, ya que los de la aristocracia y de la familia real (Figs.
do hasta tres o más el número de tales documentos de la época no recogen tales 4 y 5) se adornan con este accesorio a la
series, se denominaba équipage, voca- términos. Pero estampas y pinturas sí se moda3.
blo de compleja traducción, pero que, en hacen eco de ese accesorio, presentándo-
general, venía a designar la presencia de lo con muchísima frecuencia en las cintu-
más de una cadena con varios tipos de ras de hombres y mujeres de diversas
colgantes formando un conjunto unitario. clases sociales, lo cual nos indica que su
Es lo que vemos a ambos lados del reloj popularidad fue bastante grande: no faltan,
de la imagen (Fig. 3). por ejemplo, en los lienzos de Goya o de Fig. 4.- Mª Luisa de Parma, Reina de España, de
La confusión y el equívoco parecen, Luis Paret; tampoco en las numerosas Zacarías González Velázquez, 1789. Museo de Historia.
pues, bastante plausibles si consultamos series de estampas de trajes nacionales Madrid.
la bibliografía internacional. ¿Qué ocurre en que vieron la luz en las últimas décadas del Fig. 5.- Mallorquina con llaves y Traje a la Carolina o
España al respecto? setecientos. En esta galería vemos cómo el Para-todo, de Cano y Olmedilla, 1777.
4 5
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
Es posible que al mismo objeto que Un relox de oro, guarnecido de dia- ro, elementos que aquí no se han conser- su estuche original, recubierto de un mate-
estudiamos aluda el sorprendente vocablo mantes y flores esmaltadas de vado. Esta châtelaine es de uso femenino. rial que en esos años centrales del siglo
muelle que recoge nuestro Diccionario diversos colores, con su cadena y Pero la châtelaine dieciochesca no XVIII constituyó una auténtica novedad. Se
de Autoridades (1726): Muelle se llama gancho que tiene la misma guarni- sólo se vincula al reloj. Como muestra el trata de la piel del pez lija, que fue tratada
también el adorno que las mugeres de dis- ción, metido en una caja de zapa otro ejemplo que aquí se expone, del por primera vez en 1755 por Jean-Claude
tinción trahian, compuesto de varios relica- negra forrada de terciopelo azul. accesorio en cuestión podían colgar obje- Galluchat, un curtidor de la corte de Luis
rios u dixes, pendientes a un lado de la Otro relox chiquito de oro esmaltado, tos diversos, entre los que abundaban los XV de Francia. Denominado galuchat en
cintura. Una definición que sin variaciones con su cadena y cuatro colgantes relacionados con la costura y la escritura. honor a su inventor, desde su aparición en
incluirá en 1786 el jesuita Terreros y Pando con su llave y sellos, metido en una Esta pieza, que se fecha a mediados del el mercado fue un material prestigioso que
en su famoso compendio4. caja de zapa fina verde. siglo XVIII, es lo que los documentos de la
Pero al margen del muelle, el término época denominaban équipage, en el sen-
que sí aparece en los documentos de tido de equipamiento completo para reali-
La châtelaine en el siglo XVIII
archivo españoles es cadena. Lo que zar una actividad determinada (Fig. 6). La Fig. 6.- Châtelaine de similor, ca. 1760. Museo del Traje.
nos ha resultado verdaderamente intere- El accesorio que vamos a llamar châtelai- componen cuatro cuerpos, el primero de CIPE, Madrid.
sante es comprobar cómo la sarta en ne era, pues, un accesorio a la moda tanto los cuales es una placa triangular con len-
cuestión va casi siempre unida a un reloj. para hombres como para mujeres. Como güeta en su reverso. El segundo está for-
Es decir, se describe el reloj con la cade- podemos ver, estaba compuesto por una mado por seis cadenas con eslabones en
na que lo sustenta, ya que ambos elemen- serie de cuerpos, cuatro en este caso, que forma de rocalla, de cuyos extremos pen-
tos se fabricaban formando un juego o dotaban de flexibilidad al conjunto (Fig. 1). den sendos estuches hexagonales, en los
conjunto de estética uniforme. Así, en el El primero es trapezoidal y está rematado que se guardaba el dedal. El tercero pre-
inventario de joyas de Mª Bárbara de en la parte posterior por una lengüeta, que senta tres ganchos: los laterales en forma
Braganza5, esposa de Fernando VI, fecha- permite su sujeción al vestido. De una de rocalla con anilla en la parte inferior, y
do en 1761, leemos las siguientes referen- bisagra penden otros tres cuerpos, a el central, formado por un tornillo y un asa
cias al tema: modo de placas de perfil irregular, que en forma de lágrima. Los intercuerpos se
Un relox de oro, guarnecido de brillan- rematan en un mosquetón; a cada lado de articulan mediante un clavillo horizontal. El
tes y rubies con su gancha y cade- esta línea central se disponen otras dos último cuerpo está formado por un estu-
na llave y sello de lo mismo, en una formadas por tres eslabones finos que che de sección hexagonal aplanada, en
caja de zapa negra. convergen en la placa inferior, y otras dos cuyo interior se encajan pequeños y deli-
Otra caja de zapa verde forrada de raso más exteriores, con un eslabón y mosque- cados instrumentos, por ejemplo para la
blanco, dentro, un relox guarnecido tón de remate. Todo el conjunto está deco- costura y la escritura: tijeras, aguja, pun-
de diamantes pequeños brillantes, rado a base de motivos florales cincelados, zón, láminas de marfil, cucharita para rapé,
en una caja entera de topacio, con distribuidos de manera asimétrica, en línea navaja y lápiz. Rocalla, líneas curvas, tor-
su cadena guarnecida también de con el estilo denominado rococó, que des- napuntas, motivos vegetales y figuras ata-
topacios y brillantes, que en el gan- tacan sobre un campo punteado también viadas a al estilo pastoril dotan a la pieza
cho hay un topacio muy grande a cincel. En su extremo inferior se disponía de un genuino estilo rococó (Fig. 6).
con su llave y sello de igual guarni- el reloj, acompañado a ambos lados por el Esta pieza, adquirida en 2009 en el
ción. sello y por la llave para dar cuerda al prime- mercado de antigüedades, se conserva en
6 7
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
hizo furor entre la aristocracia, por lo que dicho, de las modas, por parte de ambos
es posible encontrarlo recubriendo una sexos y por parte de grupos sociales cada
gran diversidad de objetos, desde cajas vez más amplios. Como es sabido, Francia
hasta puños de espadas. capitaneó esta corriente, a la que España
En resumen, la châtelaine que nos se sumó gustosa a pesar de los denoda-
ocupa es un objeto sofisticado, lujoso, bri- dos esfuerzos por regular el lujo y frenar el
llante, de un carácter práctico muy discu- gasto excesivo que conllevaba; también a
tible, pero que se imbrica a la perfección pesar de las medidas puestas en marcha
en los parámetros estéticos del momento. para fomentar el consumo de productos
En primer lugar, porque está realizado con nacionales, entre los que no parece que
similor -también llamado pinchbeck-, una figuraran piezas como la que nos ocupa.
aleación de cobre y zinc, inventada en Por otro lado, tampoco el movi-
1727, que busca imitar el color y brillo del miento desarrollado en España en torno a
oro. En segundo lugar, porque supone una la creación de un traje nacional logró
oda a lo falso, un concepto muy cultivado mantenerse al margen de lo que ocurría en
y querido en la época que anticipó lo que Europa: como hemos visto, cadenas y
la industria iba a ofrecer en la centuria châtelaines se incorporaron al atuendo Notas
siguiente. Lujo, brillo e imitación se conju- patrio de majas y manolos con absoluta 1 En esta lengua, no obstante, también se emplea el
garon en el setecientos de mil formas dis- naturalidad en la segunda mitad del siglo término propio: Ziergehänge.
2 Es el caso, por ejemplo, del famoso torero Joaquín
tintas, y desde luego la joyería no escapó XVIII. Sin duda, fue este su momento de
Rodríguez Costillares, que en la estampa de Juan de la
a su influjo. esplendor entre nosotros, ya que en la Cruz Cano y Olmedilla (1777) luce una pareja de estos
adornos, que se disponen sobre las aberturas de las cal-
Además de estas cuestiones, otros centuria siguiente la châtelaine se convirtió zas. Por lo demás, se recordará que en estas mismas
conceptos muy ligados a la época fueron en un mero accesorio revival, desprovis- vitrinas han estado expuestas hasta el pasado mes dos
cadenas de reloj masculinas realizadas en acero. A estas
la construcción de la apariencia y, en con- to ya del espíritu lúdico y brillante que le joyas y a otras de la época se le dedicó en noviembre
secuencia, el sometimiento cada vez imprimió el Siglo de las Luces. de 2005 el Modelo del Mes titulado Joyas en acero y
estrás.
mayor a la dictadura de la moda o, mejor
3 En la Colección de trajes de los naturales de la isla de
Mallorca, sacados del natural y pintados para el real gabi-
nete del príncipe mi señor, dibujada por el pintor y natu-
ralista Cristóbal Vilella, fechado en la década en 1780, la
señora mallorquina lleva invariablemente las llaves col-
gadas de la cintura, conformando el clauer. En las Islas
Baleares el uso del clauer estuvo generalizado, aunque
bajo la consideración de un elemento a medio camino
entre el ornamento y la utilidad: de hecho, siempre inclu-
ía las llaves.
4 Es más, tanto el Diccionario de María Moliner como el
de la Real Academia Española recogen sin variaciones
tales definiciones de muelle.
5 Ramos de Castro: 1986: 200-217 recoge todas las
joyas de la reina, en lo que supone un compendio único,
por completo y abundante, de la joyería de moda en
España en los años centrales del siglo XVIII.
8 9
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE CHÂTELAINE
BIBLIOGRAFÍA
- Arbeteta Mira, Leticia: El Arte de la joyería en la Fundación Lázaro Galdiano. Caja Segovia,
2003.
- Díaz Marcos, Ana María: La Edad de Seda. Representaciones de la moda en la literatura espa-
ñola (1728-1926). Universidad de Cádiz, Ministerio de Cultura, Museo del Traje, 2006.
- Herradón Figueroa, Mª Antonia. Nuevas joyas para nuevos tiempos. Brillo y apariencia en
el Siglo de las Luces, Congreso Internacional Imagen y apariencia. Universidad, 2009 [pub-
licación electrónica].
- Ramos de Castro, Jorge : «La influencia de Portugal en la orfebrería española. Relaciones artís-
ticas entre Portugal y España. Junta de Castilla León, Consejería de Educación y Cultura, 1986,
pp. 183-217.
- Roger-Milès, Louis : Comment Discernir les Styles du VIIIe au XIXe siècle. Objects dart et
Programación Modelo del mes: María Navajas
Curiosités. Edouard Rouveyre Ed.,1890.
Corrección de estilo: Ana Guerrero
Maquetación: Mª José Pacheco
Textos:
Mª Antonia Herradón es Doctora en Historia del
Arte y Licenciada en Historia Antigua, desde 1993
forma parte del Cuerpo Facultativo de Conservado-
res de Museos. Ha desarrollado su carrera profesio-
nal en el Museo del Pueblo Español y en el Museo
Nacional de Antropología, antecesores del actual
Museo del Traje, Centro de Investigación del Patri-
monio Etnológico. Sus líneas de investigación abar-
can tanto la religiosidad y las creencias en el ámbito
hispano como la joyería española, asuntos sobre los
que ha publicado diversos artículos y libros, y sobre
los que viene impartiendo conferencias en numero-
sos museos e instituciones de todo el país. Además,
es profesora invitada en el Máster de Gestión
Cultural de la Universidad de Valencia.
10 11
MODELO DEL MES DE NOVIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Los diccionarios y fuentes literarias recogen el término quitasol para referirse al objeto
que protege del sol. Cobarruvias lo define como “invención de los que caminan para
hazerse sombra”. Terreros ofrece alguna precisión más, acerca de su forma y uso:
“Mueble portátil, redondo o casi redondo, que se lleva en la mano cubriendo la cabeza
contra el ardor del sol”. Por último, María Moliner registra la voz sombrilla como “utensi-
lio de la forma de un paraguas, generalmente de telas de colores vivos y con dibujos
usados para protegerse del sol”. Así mismo, en El Quijote, Cervantes no renuncia a la
presencia de este objeto en uno de los episodios:”y, habiendo andado como dos millas,
descubrió don Quijote un grande tropel de gente, que, como después se supo, eran
unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia. Eran seis y venían con
sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie” 1.
Pero además de ser un objeto destinado a protegerse del sol, a lo largo de su
dilatada existencia ha tenido otras consideraciones. La tradicional forma hemiesférica de
la cubierta se ha relacionado con la bóveda celeste y esto ha dado pie a establecer aso-
ciaciones de carácter religioso, que estando presentes en las culturas más antiguas tam-
bién traspasaron al mundo cristiano. Además durante mucho tiempo fue un elemento
distintivo, símbolo de la prerrogativa y rango de quien lo llevaba. Sobre este particular es
preciso señalar que por ser un signo de preeminencia y por su considerable peso fue
necesario contar con un criado, como se pone de manifiesto en grabados y pinturas.
SOBRE SU ORIGEN
1
SOMBRILLAS DEL SIGLO XIX
2
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
MATERIALES
3
SOMBRILLAS DEL SIGLO XIX
ETIQUETA
Las normas de la elegancia y del decoro a lo largo del siglo XIX se ocuparon de regular
el uso de la sombrilla. En el caso de hacer una visita, la sombrilla no se dejaba en la ante-
cámara, mientras que los paraguas sí, aunque estuvieran secos.
Además de las normas de conducta
debían tenerse presente otros aspectos aso-
ciados a la elegancia. La sombrilla debía ele-
girse de acuerdo al conjunto del traje y sobre
todo seleccionar un color que sentara bien al
rostro, sin olvidar la armonía entre la sombri-
lla y el sombrero: “Es más importante que la
belleza y la riqueza, la elección del color. No
puede darse una norma fija; los azules oscu-
ros, que hacen más moreno, prestan un
gran encanto de sombra a los ojos. Los
amarillos naranja dan reflejos de tonos
calientes a las carnes; los granates y salmón
colorean lindamente, y en general, las som-
brillas al tamizar la luz, envuelven la figura de
Magasin des Demoiselles, 1853. sombras y claridades que recuerdan a
Rembrandt” 5.
La edad también determinó la elección de ciertos colores y tejidos. Por otro lado,
las guarniciones de ricos y suntuosos encajes y bordados se reservaban para aquellas
sombrillas que acompañaban a trajes de mucho vestir o para ir en carruaje.
Junto con el abanico y el pañuelo, la sombrilla contó con su propio lenguaje: todo
un código gestual, expresión de distintos estados del alma e instrumento al servicio de
la seducción más atrevida. Cogida con la mano derecha significaba un “Te quiero
mucho, pero haz el favor de contárselo pronto a mi papá, porque no me gusta perder
4
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
5
SOMBRILLAS DEL SIGLO XIX
6
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
7
SOMBRILLAS DEL SIGLO XIX
La estética modernista también se dejó sentir en las sombrillas, tanto en los moti-
vos decorativos como en las empuñaduras. La sombrilla (MT017700) nos ilustra sobre
este particular. El bastón metálico y el remate del puño nos acercan a los ritmos fluidos
y serpenteantes de este momento estético.
Las sombrillas de colores vivos y brillantes hicieron furor en 1906, el bastón pro-
gresivamente fue creciendo y se impusieron puños más sencillos. En estos momentos
no fue un requisito indispensable que el parasol hiciera juego con el color de los trajes,
pero sí que reprodujera algunos de los motivos decorativos de aquéllos. Dos años más
tarde fueron habituales las de forma de cúpula, que mantenían el número de ocho vari-
llas.
En 1910 la moda impuso sombreros grandes, y aunque su uso no perjudicó el
triunfo de la sombrilla, fue necesario modificar la forma de aquéllas para que no deterio-
raran los tocados. Las varillas se hicieron más largas y la cubierta menos pronunciada,
aunque no se abandonaron las sombrillas tipo cúpula. A partir de esta fecha se observa
una notable influencia oriental en los parasoles, que se manifiesta en la cubierta plana,
bastante más práctica: “La gran moda este año para las sombrillas, es la montura japo-
nesa. Se tiende la seda sobre un número grande de varillas, como las sombrillas mon-
tadas en bambú. Los nipones tienen un instinto artístico y práctico a la vez. Las sombri-
llas montadas en forma de globo
como las que usualmente llevamos
nosotras, son bonitas porque hacen el
efecto de una corola de inmensa flor
invertida. Pero tienen el inconveniente
de que las puntas de las varillas se
enganchan con facilidad en el sombre-
ro o en la ropa del transeúnte.
Nuestras sombrillas, cuando están
abiertas, hacen molesta, cuando no
imposible, la vecindad de dos mujeres
en el carruaje o en la calle. Mientras
que la sombrilla plana de los japoneses
queda tendida más en alto y se engan-
cha con menos facilidad. Esta clase de
monturas puede adaptarse a todos los
La moda práctica, 1913. mangos de sombrilla” 11.
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Otra peculiaridad de los años previos a la Gran guerra fue la longitud de los man-
gos, llegando a alcanzar un metro veinte centímetros, como se puede observar en la
pieza (MT020245). Por otro lado, al disminuir progresivamente el tamaño de los sombre-
ros, las sombrillas planas se imponen y los mangos se acortan. Sombrillas de algodón,
en cretona estampada, de vivos colores resultaron las más vistosas durante la década
de los años veinte, como se muestra en la pieza (MT038981). La industria de la moda
continuó proponiendo modelos y prolongó su reinado hasta los años treinta.
A lo largo de un siglo ha habido intentos de buscar una mayor utilidad a las som-
brillas. Ejemplos de ello han sido la sombrilla abanico propuesta de Degivry en 1857, la
sombrilla sombrero y la sombrilla cuyo mango servía de anteojos, como se recoge en La
moda práctica de 1908: “Las inglesas, en todo prácticas, han ideado, para usarlas en
las carreras de caballos unas sombrillas especiales cuyo puño está formado por unos
anteojos que, después de servirse de ellos, se adaptan perfectamente a la mano más
pequeña” 12.
Los estuches de las sombrillas también fueron objeto de atención. Tan delicadas
piezas merecían envoltorios cuidados. Cajas adecuadas a la forma y tamaño del parasol,
forradas con tejido de seda, con cintas para su cierre, y el nombre de la casa o del fabri-
cante estampando sobre la cubierta. En otras ocasiones fueron contenedores más sofisti-
cados como el baúl ideado por Louis Vuitton en 1902 para alojar tan preciados objetos 13.
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SOMBRILLAS DEL SIGLO XIX
COMERCIOS
Entre los comercios madrileños que ofrecían sus últimas novedades en sombrillas y
paraguas, hay que mencionar: Hermanos Villarán, Casa de Diego, Hipólito Bach, Antonio
Lambea Serra, Antonio Facio, Antonio Gómez y los comercios de Ruiz de Quevedo y el
denominado “Al Colmillo Blanco”. De todos ellos tan sólo ha llegado hasta nuestros día
la fábrica de abanicos, paraguas y sombrillas Manuel de Diego, comercio ubicado en el
mismo emplazamiento que lo vio nacer en la Puerta del Sol.
NOTAS
1 Tomo I, cap.IV.
2 Enciclopedia Universal Ilustrada, (1989), vol. 57, p. 320.
3 En una de las revistas de la época podemos leer: “Completad también vuestra toilette con una elegante sombrilla
cuyos puños son ricas y bellas obras de arte, guarnecidos de piedras, brillantes y oro cincelado”. Instantáneas. Gran
Moda, (1901), nº 144, p. 2.
4 La moda elegante, (1900), nº 25, p. 290.
5 BURGOS SEGUÍ, Carmen de: Vademécum femenino, pp.176-177.
6 El lenguaje de la sombrilla, p. 211.
7 La moda práctica (1908), nº 42.
8 El punto de pasada permite cubrir el dibujo con un hilo o grupo de hilo en sentido de la trama en una pasada. Con
el matizado se obtiene un efecto pictórico, jugando con el matizado de los colores.
9 El eco de la moda, (1898), nº 20, p. 155.
10 Femina, (1904), nº 78.
11 El hogar y la moda, (1913), nº1, p. 5.
12 La moda práctica, (1908), nº 31.
13 Indispendables accessoires XVe-XXe siècle, (1984), p. 71.
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
BIBLIOGRAFÍA
BURGOS SEGUÍ, Carmen de, (1918?), Vademécum femenino, Valencia, Prometeo Sociedad Editorial.
Catálogo: Indispensables Accessoires XVe-XXe siècle, (1984), París, Musée de la Mode et du Costume, Palais
Galiera.
Catálogo: Les Accessoires du Temps, (1990), París, Musée de la Mode et du Costume, Palais Galiera.
FARRELL, Jeremy, (1985), Umbrellas and parasols, London, B.T. Batsford LTD.
JAZMÍN, Florencio, (s.a.), El lenguaje de las flores y de los colores, adicionado con el de la sombrilla y el pañue-
lo, Barcelona, Sauri y Saberter.
PASALODOS SALGADO, Mercedes, (2000), El traje como reflejo de lo femenino. Evolución y significado, Madrid
1898-1915. Tesis Doctoral.
REVISTAS
El eco de la moda (1898)
La moda elegante (1900)
Instantáneas. Gran Moda (1901)
Femina (1904)
La moda práctica (1908)
El hogar y la moda (1913)
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SOMBRILLAS DEL SIGLO XIX
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
tes se les entregará gratuitamente una versión abreviada de la conferencia.
Domingos, 12:30 h.
Duración: 30 minutos
Asistencia libre
12
DICIEMBRE
MODELO MES Vestido hecho a
DEL
Los modelos más representativos de la exposición la inglesa
Por Amelia Leira
SALA 2
Domingos del mes, 2008
a las 12:30
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Este vestido tiene un nombre curioso; lo cada diez años y la primera vez que
llamaron en sus tiempos “vaquero hecho encuentro la expresión “vaquero hecho a
a la inglesa”, o simplemente “vaquero”, lo la inglesa” es en 1768, sólo uno. En 1778
que pone de manifiesto lo poco que se ya son varios, en 1788 tienen vaqueros
puede uno fiar de los nombres de los tra- todas las mujeres con dinero y en 1798
jes a través de la historia, pues con fre- han desaparecido por completo. El mejor
cuencia se denominan con la misma pala- ejemplo gráfico es el primer retrato que
bra prendas completamente distintas. Goya pintó a la Duquesa de Osuna en
1785, cuando la moda del vaquero esta-
La moda de este vestido duró poco; se ba en pleno apogeo.
llevó tan sólo durante unos quince años a
finales del siglo XVIII. Yo me baso sobre Este traje significó un cambio en la moda
todo, para mi estudio, en unos documen- hacia una mayor sencillez y falta de com-
tos notariales, las cartas de dote, en las plicación, aunque no lo parezca a primera
que las mujeres hacían anotar al escriba- vista. Era lo que los franceses, los árbitros
no los bienes que aportaban al matrimo- de la moda durante todo el siglo XVIII, lla-
nio, entre los que la ropa tenía una impor- maron una “robe”; es decir, un vestido
tancia extraordinaria. He hecho calas largo abierto por delante, que por debajo
1
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
de la cintura dejaba ver una falda interior Consistía también en un vestido largo,
de la misma tela o de tela contrastante: el abierto por delante, que llegaba hasta los
brial, si estaba confeccionada de tejido de piés, y con cola por detrás. Se cerraba en
seda, o guardapiés, si era de algodón. la cintura y dejaba ver por debajo el brial y
Ambas prendas eran faldas que se poní- sobre el torso, un espacio triangular que
an bajo el vestido o la robe y se veían; no se cubría con una pieza llamada “peto” o
tenían nada que ver con las enaguas que “petillo”, que podía ser de la misa tela o
se usaban como ropa interior y que de otro material ricamente adornado. Lo
entonces se denominaban “ropa blanca”, más característico de este vestido eran
porque siempre era de este color. unos pliegues en la espalda que salían de
los hombros y que flotaban sueltos hasta
Para explicar cómo era el vaquero y el el ruedo; de ahí le vino el nombre de
cambio que representó en la moda feme- “bata” en español, por la semejanza con
nina es mejor explicar antes cómo era la la ropa de levantar, la bata, que tenía tam-
“robe à la française”, la prenda por exce- bién la espalda amplia y sin ceñir. La
lencia del siglo XVIII que se usó en toda amplitud de la bata le daba un aspecto
Europa. de comodidad completamente ficticio.
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Debajo las mujeres llevaban, sobre la espacio triangular que se rellenaba con el
camisa y las enaguas interiores, un cuer- peto, que, a su vez, se sujetaba con alfile-
po rígido, la cotilla, que iba desde los res sobre la bata. Como se comprenderá,
hombros hasta la cintura, totalmente este vestido era propio de señoras que
armado con ballenas y terminado por contaban con ayuda de criadas para ves-
debajo en haldetas, lo que permitía adap- tirse. En los años 70 la hechura se compli-
tarlo a las forma de la cadera. Sobre ésta có algo: se hizo una costura en la cintura
usaban un armazón hecho de ballenas o por delante, con lo que era más fácil adap-
juncos unidos por cintas, el tontillo, que tar la bata al cuerpo.
ahuecaba las faldas lateralmente y se
colocaba sobre las enaguas. La bata en A finales del siglo XVIII empezó notarse la
principio tenía una hechura muy simple: influencia inglesa. Los países dominan-
constaba de cuatro largos de tela que se tes siempre han influido en la moda de
cortaban según la estatura de la usuaria, y los que los rodean, e Inglaterra en estos
en la parte que cubría el cuerpo se adap- años se estaba convirtiendo en la prime-
taba a él y se sujetaba sobre la cotilla con ra potencia colonial e industrial de
alfileres o cosiéndolo para dejar al aire el Europa. Además, contaba con un régi-
3
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
men de monarquía constitucional que inglesa”. Durante gran parte del siglo XVIII
era la envidia y la aspiración de muchos las inglesas usaron el “sack”, como llama-
ilustrados europeos. Los ingleses vivían ron a la robe à la française, para las gran-
mucho menos pendientes de los reyes y des ocasiones y los trajes de corte, pero
de su corte que los franceses, habitaban para los días corrientes llevaron vestidos
a menudo en el campo, paseaban por él con “english back” (“espalda inglesa”)
y usaban ropas más cómodas y prácti- como la que tiene este vestido, con plie-
cas que ellos. gues cosidos por detrás que permitían
ceñirlos por la espalda en la parte del
La moda inglesa se dejó notar primero en cuerpo. En el vaquero hecho a la inglesa
la parte central de la espalda era de una
Francia y después en toda Europa, ante
sola pieza, iba del cuello al suelo y los
todo en la indumentaria masculina; pero
pliegues se dejaban sueltos a partir de la
también llegó a la femenina, particular-
cintura, con lo que el vuelo se incremen-
mente en la “robe à l’anglaise”, lo que en
taba por detrás. El resto de la falda esta-
España se llamó el “vaquero hecho a la ba cortada aparte del cuerpo y se fruncía
en pliegues menudos a lo largo de la cin-
tura. El cuerpo se cerraba por delante y
bajaba sobre el brial, en pico o en redon-
do -aquí lo hace en redondo; se cierra
con seis corchetes, cubiertos con una
pestaña que disimula la abertura y sirve
también para albergar una ballena-. Las
mangas, de tres cuartos, estrechas y con
forma, llegaban hasta debajo del codo.
Como se ve, la hechura era más compli-
cada que la de la bata, y ya no había que
recurrir a alfileres o costuras en el
momento de ponerse el vestido, lo que
significaba también que la señora se
podía vestir sola; ya no necesitaba ayuda
exterior; era un vestido más democrático.
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
multitud de personas de todas las clases peluca; lo que llevaban eran peinados
sociales, vestidas por lo tanto de maneras complicadísimos, llenos de bucles posti-
muy distintas. Aquí podemos ver cómo zos, en los que el peluquero invertía largo
vestían los habitantes de Madrid y tam- tiempo. En los 80 las cabezas siguieron
bién los que habían llegado de otras pro- siendo grandes, pero se achataron para
vincias; no en vano el autor había colabo- permitir llevar el complemento de moda,
rado en un libro en el que se recogían los de marcada influencia inglesa: el sombre-
distintos vestidos de España, y del que ro. Hasta ahora las mujeres españolas,
hablaré más tarde. En el cuadro en sí es como las francesas, habían llevado, sobre
difícil distinguir las figuras -son muy los peinados altísimos, unos gorros aún
pequeñas-, pero en este detalle podemos más altos hechos de plumas, cintas y flo-
ver con claridad a una señora con su res llamados bonetillos (bonnets). Ahora
vaquero y su sombrero a la última moda. empezaron a usar grandes sombreros al
La forma de la cabeza cambió también. estilo de los que se pueden ver en
Los años 70 fueron los de los peinados o Inglaterra en los cuadros de Gains-
pelucas enormes, muy altos, del tipo de borough o de Reynolds. El periódico El
los que llevaba María Antonieta. En Censor los defiende en 1781, cuando
España no creo que las mujeres usaran empezaron a llevarse, por encontrarlos
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
más útiles que los bonetes, ya que defen- pero también con telas de algodón -a
dían a las señoras del sol y de la lluvia; veces estampadas como las que los
también porque con su uso las mujeres ingleses fabricaban copiándolas de Las
perdían menos tiempo ocupándose del Indias, que tuvieron gran éxito y permitían
peinado (aunque dudaba mucho de que vestirse con ropa colorida y vistosa a
lo aprovecharan en algo útil) y, sobre todo, gente que no podía usar vestidos costo-
porque con ellos el peinado era más sen- sos de seda. A veces llegaban hasta el
cillo y las cabezas conservaban la “her- suelo y tenían cola pero, muy frecuente-
mosa figura oval que la naturaleza les ha mente, el brial dejaba ver el pie, aunque el
concedido”1. No estoy de acuerdo con el vaquero fuera más largo por detrás.
periódico: la cabeza, aunque no era tan
disparatada como en años anteriores, no Se llevaban con zapatos cerrados y con
era nada natural; con su pelo cardado tacón de carrete, pero más bajos de pala
tenía más bien forma cuadrada. de como habían sido hasta entonces; ya
no tenían dos lengüetas que se abrocha-
Los vaqueros a la inglesa se usaron para ban por arriba con una hebilla, como los
muchas ocasiones, excepto como vesti- que podemos ver en la vitrina, sino una
dos de gala. Se hicieron con telas de seda hebilla o un adorno apaisado en el borde
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
ya la moda hace contar este género entre categoría social. Pues bien, en el librito en
los preciosos y exquisitos”2. cuestión se incluyen como ejemplo tres
dibujos de vestidos (ninguno de ellos con
Entonces se estaba pensando en la crea- ninguna característica que los defina
ción de la Compañía de Filipinas y se creía como españoles) y los dos primeros, lla-
que la muselina sería “el efecto de comer- mados “La Española” y “La Carolina”,
cio más importante con esta colonia”. según dice la autora, no parecen otra
cosa que vaqueros a la inglesa3. Este pro-
En 1788 apareció impreso en la Imprenta yecto, inspirado claramente desde el
Real un librito muy curioso, Discurso Gobierno, tuvo mucho que ver con la cre-
sobre el lujo de las Señoras y proyecto de ación de la Junta de Damas de la Real
un traje nacional, en el que una mujer Sociedad Económica de Amigos del País.
anónima propone crear un vestido espa- Hacía años que se venía dudando si
ñol, todo confeccionado con géneros del admitir o no a las mujeres en la Sociedad,
país, con el que se uniformarían las y poco antes de la publicación del libro
damas españolas (a las mujeres del pue- llegó una carta de Floridablanca diciendo
blo las deja para otra ocasión), según su que al Rey le gustaría que se formase la
Junta de Damas, lo que se hizo de inme-
diato. En el Discurso contra el lujo se pro-
pone precisamente que fueran ellas las
encargadas de vigilar que las señoras
usasen el traje adecuado, y así se lo
comunicó Floridablanca. La secretaria de
la Junta, la Condesa de Montijo, contestó
a esta petición con una carta en la que se
negaba rotundamente a hacerlo y daba
muy buenos argumentos para ello4. La
autora del proyecto no se dio por vencida
y publicó otro librito en la Imprenta Real
defendiéndolo.
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
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VAQUERO HECHO A LA INGLESA
Bibliografía
BOEHN, M. VON: La moda. Historia del traje en Europa desde los orígenes del Cristianismo hasta nuestros días.
Barcelona, 1928. T. IV.: S. XVIII.
CANO DE LA CRUZ Y HOLMEDILLA, J.: Colección de trajes de España tanto antiguos como modernos, Madrid,
1988.
CAPDEVILA, Rasgo anticurrutático dirigido a las Madamitas de Nuevo Cuño, Madrid, 1796.
DEMERSON, P.: María Francisca de Sales y Portocarrero, condesa de Montijo. Una figura de la Ilustración, Madrid,
1975.
RIBEIRO, A.: The art of dress. Fashion in England and France 1750-1820, London, 1995.
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
14
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Teléfono: 915504700. Fax: 915446970
Departamento de difusión: difusion.mt.@mcu.es
http://museodeltraje.mcu.es
Nº inventario: MT000660
Nº INV. MT092311-12
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Teléfono: 915504700. Fax: 915504704
Departamento de difusión: difusion.mt.@mcu.es
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DICIEMBRE
MODELO MES Capota, 1840
DEL
2010
Los modelos más representativos de la exposición
Por Paloma Calzadilla
SALA: Romanticismo
Domingos a las 12:30 horas
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
1
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
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CAPOTA, 1840
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
y al vestido al que iba a acompañar, y podían ser eran más pequeñas y cuando los peinados se
encajes, cintas, flores o plumas. hacían más discretos, las capotas se lucían más
Cuando la moda cambiaba se mantenía la grandes.
base pero se modificaban los adornos. Se sabe El primer cuarto del siglo XIX se correspon-
que la reina Victoria de Inglaterra, modelo de aus- de con la moda imperio y los peinados siguen
teridad, mandaba cambiar y reparar sus som- las mismas pautas de sencillez que la indumen-
breros antes que comprarlos nuevos. Este tra- taria. El cabello suele llevarse corto, se adorna
bajo de adornar el sombrero podía ser realizado con pequeños bucles y comienza a lucirse
por profesionales pero también era una de las durante el día este tipo de capota, el poke bon-
ocupaciones que las damas, sobre todo las net, con el ala recta sobrepasando el rostro. Este
menos pudientes, podían tener en casa en las ala podía extenderse a veces de una forma exce-
largas noches de invierno. siva, ocultando tanto la cara que en Francia a
En cuanto a la forma de la capota, a lo largo este modelo se le llamó “invisible”, y su uso fue
del medio siglo en el que triunfó como modelo motivo de mofa por parte de la prensa satírica
para el día, cambiaba casi cada año y este cam- tanto inglesa como francesa.
bio estaba en íntima relacción con el tipo de pei- Entre 1830 y 1840 los peinados se hacen
nado que estuviese de moda, y así, cuando los más sofisticados: se ponen de moda los moños
peinados eran más voluminosos, las capotas altos, conocidos como “a la jirafa” y se rodea el
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CAPOTA, 1840
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
en lo que todos coinciden es en lo favorecedo- En 1829 Fernando VII se casa por cuarta vez
ra que es esta prenda y en lo misteriosa que con su sobrina, la italiana Maria Cristina de
hace parecer a la mujer. Las europeas de esta Borbón Dos Sicilias, y esto supone la definitiva
época utilizaban encima de sus vestidos neoclá- europeización de la moda en España y un
sicos chales a modo de abrigo, pero éstos se lle- aumento del uso del sombrero. De hecho, en
vaban encima de los hombros, nunca tapaban uno de los primeros retratos de la pareja fecha-
la cabeza; de ahí la particularidad de la mantilla. do en 1830, Fernando VII y Maria Cristina por
Con el fín de la Guerra de la Independencia los jardines de la Granja, de Luis de la Cruz y
y la vuelta al trono de Fernando VII y su gobier- Ríos, actualmente en el Museo de Bellas Artes
no absolutista, la mantilla continúa siendo el toca- de Oviedo, la reina aparece con un sombrero
do femenino favorito de las damas españolas adornado con plumas, uno de los escasos
para la calle, mientras que para las grandes galas ejemplos de retrato de mujer española tocada
se adornan con enormes tocados de plumas. con sombrero.
No obstante, las señoras “de coche” comienzan Pero esto no significó que la mantilla dejase
a utilizar los primeros sombreros por el Paseo del de usarse; por el contrario, la mantilla y el som-
Prado a partir de 1820, mientras que las seño- brero se convierten, de alguna manera, en los
ras “de a pie“, las más, siguen luciendo la man- símbolos de la lucha entre las dos Españas; es
tilla por la calle. Incluso, la segunda esposa de decir, entre los partidarios de un absolutismo
Fernando VII, la portuguesa Isabel de Braganza, político que defiende los valores nacionales tra-
intenta adoptar las modas más castizas espa- dicionales y que aboga porque las mujeres
ñolas, entre ellas la mantilla, para atraer al rey, españolas sigan utilizando la mantilla frente los
sabedora de que la amante de éste era una liberales, que buscan en Europa una apertura
famosa manola de Madrid, aunque su intento no de ideas y una modernidad que simbolizan en
tuvo éxito y sólo provocó las burlas de la corte. el sombrero.
Estampa, Costumes de div. Pays. Nº 62. Estampa, ilustraciones de moda parisina para
Costume de Madrid, ca. 1827. llevar en los palcos de los teatros de Viena,
Museo del Traje. CIPE (MT016606) 1838. Museo del Traje. CIPE (MT089279)
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CAPOTA, 1840
Este enfrentamiento entre ambos grupos se tica europea; esta manifestación pasa a la histo-
hace más fuerte a la muerte de Fernando VII, en ria como la “Conspiración de las mantillas”.
1833, cuando se intuye una cierta apertura polí- Este hecho se refleja en varias obras litera-
tica, ya que la Reina Gobernadora ha de apoyar- rias, entre ellas en “Amadeo I” en Episodios
se en los liberales para salvaguardar el trono de Nacionales de Benito Peréz Galdós, y también se
su hija frente al pretendiente carlista, y la polémi- recoge como anécdota en la biografía de Emilia
ca se refleja en los escritos de autores costum- Pardo Bazán, escritora y también aristócrata aun-
bristas como Mesonero Romanos, que en 1835 que de ideología carlista,que cuenta cómo ella y
escribe un artículo, El sombrero y la mantilla, una amiga van a los toros tocadas con mantilla
donde defiende ésta última como esencia de lo para mostrar su oposición a la dinastía italiana.
español, frente a autores más liberales como
Larra que buscan en el colorido de los sombre-
ros que “pasean” por el Prado las ansias de liber- Cuestion social: sombrero versus pañuelo
tad que el país necesita, frente al negro de la man-
tilla que él identifica con la Inquisición. La sociedad española durante el reinado de
Todavía en 1840, el escritor francés Teofilo Isabel II (1833-1868) se dividía en cuatro clases
Gautier comenta cómo en el Paseo del Prado de sociales fundamentalmente: aristocracia y alta
Madrid se ven más mantillas que sombreros, burguesía, sobre las que se asienta el poder polí-
aunque éstos empiezan a ganar la partida entre tico; una incipiente clase media de funcionarios,
las clases sociales más altas, si bien durante los pequeños comerciantes y artesanos que buscan
primeros años del reinado de Isabel II, la reina el salto social a la clase superior; y en el último
castiza, hay una vuelta al uso de la mantilla por la escalón la clase popular, en la que se incluyen jor-
soberana y su corte, de tal forma que es muy difí- naleros agrarios y un tímido proletariado urbano,
cil encontrar retratos de Isabel II tocada con un ya que salvo el caso de Cataluña no existía una
sombrero. En cualquier caso hacia mitad del siglo industria fuerte en el país.
XIX, el uso del sombrero es masivo, no sólo por Como señalamos anteriormente, hacia 1850
parte de la aristocracia sino también de la alta bur- las clases más altas de la sociedad, aristocracia
guesía, que quiere imitar sus costumbres, y se y alta burguesía, ya utilizan el sombrero de forma
relega la mantilla a ocasiones especiales. cotidiana, y en cierto modo, el uso de esta pren-
Como hecho curioso debemos señalar que da se convierte en una especie de baremo del
la mantilla también se va a hacer popular en poder económico de su poseedora, que, a su
Francia cuando Eugenia de Montijo comience a vez, con su forma de vestir, señala el nivel social
lucirla en la corte de este país tras su matrimonio de su familia. Las mujeres de las clases popula-
con Napoleón III, en 1853. res van a utilizar pañuelos de colores vivos para
Sólo va a haber una vuelta a la mantilla en taparse la cabeza y mantones de paño para
1871 por un motivo puntual. En 1870 las Cortes cubrirse los hombros y protegerse del frío.
eligen como rey a Amadeo de Saboya de ori- Una de las fuentes fundamentales para ver
gen italiano y a la llegada a España del nuevo cómo era la vida cotidiana del siglo XIX, no sólo
soberano y de su esposa Maria Victoria del en España sino en Occidente en general, es la
Pozzo, una parte de las damas de la nobleza, novela realista. En el caso español, uno de sus
partidarias de la dinastía borbónica representada más genuinos representantes es Benito Peréz
por el príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, deciden Galdós, quien a través de su obra hizo quizás el
hacer ver su rechazo a la nueva dinastía pasean- retrato más completo de la vida cotidiana de su
do por el Paseo del Prado luciendo sus mantillas, época y de la división social española, especial-
para poner en ridículo a la nueva reina y su esté- mente de la sociedad madrileña.
7
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Para ver cómo la moda en general y el uso hijo dice: “eran de éstas de mantón pardo, delan-
del sombrero femenino en particular represen- tal azul, buena bota y pañuelo a la cabeza…”5,
tan a cada una de estas clases sociales, vamos y posteriormente, tras la confesión de Juanito a
a analizar una obra fundamental de Peréz Jacinta de sus amoríos juveniles, ésta se ríe de
Galdós, Fortunata y Jacinta. Esta obra, en líne- la circunstancia diciendo: “¿Sabes de que me
as generales, cuenta la historia de dos mujeres: río? De pensar en la cara que habría puesto tu
por una parte Fortunata, que representa a la mamá si le entras por la puerta una nuera de
clase popular, y en el polo opuesto Jacinta, que mantón, sortijillas y pañuelo a la cabeza, una
pertenece a la clase alta, así como la relación de nuera que dice diquiá luego y no sabe leer”6.
ambas, la primera como amante y la segunda Como vemos, en todas las descripciones que
como esposa, con Juanito Santa Cruz, herede- estas personas hacen de las mujeres de la clase
ro de una de esas familias de la alta burguesía popular, el rasgo característico que las define es
rentista y comercial. A través de las descripcio- el uso del pañuelo y el mantón sobre los hom-
nes de ambas y de los personajes que se mue- bros.
ven a su alrededor vemos la importancia que se Pero más adelante la situación cambia y
le da en la España del siglo XIX al uso del som- Fortunata se convierte en la mantenida de un
brero para mostrar la clase social a la que se per- timador, vistiéndose de una manera más elegan-
tenece, o a la que se quiere pertenecer. te para apoyar los negocios de su amante, y un
Cuando al principio de la obra se nos descri- elemento fundamental de su nueva imagen, que
be a Fortunata se dice “La moza tenía pañuelo refleja esa aspiración de ascenso social o de
azul claro por la cabeza y un mantón sobre los simulación de éste, es precisamente el uso del
hombros”4. Más adelante, cuando el criado de sombrero, que es lo que más sorprende a
la familia describe a la madre del protagonista Juanito Santa Cruz:
la clase de mujeres con las que se relaciona su
8
CAPOTA, 1840
9
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Vemos cómo Jacinta utiliza sombrero para to que si apareciese ante estas damas con un
todas sus salidas, definiendo la clase social a la pañuelo y un mantón ni siquiera la mirarían. Por
que pertenece, y, cuando visita los barrios popu- ello, cuando, tras el nacimiento del hijo ilegítimo
lares, su polisón y su sombrero son motivo de de Fortunata y Juan Santa Cruz, decide acudir
burla por parte de los niños de estos barrios, a la madre de éste para pedir una manutención
pero nadie duda de que pertenece a una clase para el recién nacido, lo primero que piensa es
superior. en cómo vestirse para ser tratada de igual a igual
Hay otro personaje importante en la obra, y “… Me pongo mi abrigo de terciopelo, mi
Doña Lupe, tía de Maximiliano Rubín, que repre- capota, mis guantes y ¡hala!...”15.
senta el anhelo de la clase media por relacionar- Por lo tanto, vemos que en la España de
se con el estrato superior. Ella sabe que para tra- esta segunda mitad del siglo XIX, y prácticamen-
tarse con esas damas debe tener la indumenta- te hasta mediados del siglo XX, usar pañuelo a
ria adecuada, y por ello, gracias a sus “trapiche- la cabeza o sombrero supone un indicador
os”, se había ido haciendo con un abrigo de ter- social, algo que no ocurría en otros países de
ciopelo, pieles y sobre todo: “Le estaban arre- Europa o en América, donde el uso del sombre-
glando una capota, que… vamos; el día que la ro era más universal y la clase social se medía
estrenara había de llamar la atención…” 14. Doña por la calidad de las prendas o por el mayor o
Lupe sabe que el uso del sombrero era funda- menor seguimiento que sus poseedoras hicie-
mental para ser tratada como una dama, pues- ran de la moda del momento.
10
CAPOTA, 1840
Notas Bibliografía
(1) poke: bolsa o saco; bonnet: capota. - AUSTEN, Jane: Orgullo y prejuicio. Cátedra,
(2) El nombre ugly (feo) proviene de un comentario hecho Madrid, 2005
en la revista satírica inglesa Punch en 1848 cuando apa- - CUNNINGTON, C. Willet: English women´s clo-
rece esta tipología en 1848. thing in the nineteeth century. Dover Publications,
(3) AUSTEN, Jane: Orgullo y prejuicio. Cátedra, Madrid,
New York, 1990
2005, p. 352
- ESCOBAR ARRONIS, José: El sombrero y la
(4) PÉREZ GALDÓS, Benito: Fortunata y Jacinta.
Cátedra, Madrid, 2005, p.182, T. I
mantilla: moda e ideología en el costumbrismo
(5) Ibid.,p.189,T.I romántico español. Biblioteca Virtual Miguel de
(6) Ibid.,p.210,T.I Cervantes, Alicante, 2002. Disponible en internet:
(7) Ibid.,p.434,T.I <http://www.cervantesvirtual.com/servlet/sirveObra
(8) Ibid.,p.441,T.I s/01350520855571385088680/index.htm>
(9) Ibid.,p.480,T.I - MACKENZIE, Althea: Hats and Bonnets. The
(10) Ibid.,p.112,T.II National Trust, London, 2004
(11) Ibid.,p.221,T.I - MARCO, Concha de: La mujer española del
(12) Ibid.,p.250,T.I
Romanticismo. Everest, León, 1969
(13) Ibid.,p.193,T.II
- McDOWELL, Colin: Hats, Status, Style and
(14) Ibid.,p.152,T.II
(15) Ibid.,p.441,T.II
Glamour. Thames and Hudson, London, 1997
- MESONERO ROMANOS, Ramón de: Escenas
Matritenses. Bruguera, Madrid, 1967
- PENA GÓNZALEZ, Pablo: El traje en el roman-
ticismo y su proyección en España, 1828-1868.
Ministerio de Cultura, Madrid, 2008
- PÉREZ GALDÓS, Benito: Fortunata y Jacinta.
Cátedra, Madrid, 2005
- PLAZAORELLANA, Rocío: Historia de la moda
en España. El vestido femenino entre 1750 y 1850.
Editorial Almuzara, Córdoba, 2009
- SOLÉ, José María: La tierra del breve pie. Los via-
jeros contemplan a la mujer española. Veintisiete
Letras, Madrid, 2007
11
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará e inter-
pretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se les entre-
gará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
12
DICIEMBRE
Frac, 1890
La Belle Jardinière
Por: José Luis Díez
Lugar: Romanticismo
Domingos: 12:30 h.
Duración: 30 min.
Asistencia libre y gratuita
Texto
Jose Luis Díez-Garde es presidente de la Asociación
de Amigos del Museo del Traje. Licenciado en
Comunicación Audiovisual por la Universidad de
Navarra y MBA en Gestión de Empresas de Moda
por ISEM. Ha sido editor de moda de la web de la
revista GQ durante casi una década, actualmente
forma parte de la redacción de Hola Fashion. Ha
colaborado, con medios como Vogue Italia, Vanity
Fair, Port Magazine, El País, La Razón, Código
Unico o La Razón y es autor de uno de los blogs
de referencia sobre moda masculina, Esmoquin
Room.
Cordinación y maquetación
Mª Jose Pacheco
Corrección de textos
Ana Guerrero
La moda masculina del siglo XIX se va a ver Todo esto creará el caldo de cultivo
influenciada de manera clara por cuatro facto- para que una prenda de cuerpo aparecida en
res fundamentales que marcarán el color, los el siglo XVIII ligada al mundo del caballo, el frac,
tejidos y la silueta del hombre. acabe dando nombre al traje más elegante de
En la configuración definitiva del unifor- la etiqueta masculina a partir de 1850.
me masculino, que apenas se volverá a modifi-
car en los próximo doscientos años, encontra-
mos una influencia clara del Reino Unido que,
desde calles como Savile Row, empezará a
marcar las tendencias de la sastrería, un oficio
que se verá reforzado por la importancia que
el dandismo y el deporte adquirirán para los
hombres del siglo XIX. Hay que destacar en
este apartado la importancia que durante el
siglo XVIII empieza a adquirir la moda británica
masculina, reflejo de una sociedad menos en-
corsetada que la de la corte francesa (hasta ese
momento la gran referencia europea). En este
sentido encontraremos referencias de filósofos
franceses como Voltaire (Cartas en Inglaterra)
o Montesquieu (El espíritu de las leyes) que a
menudo toman como modelo a Inglaterra por
su estilo más sencillo a la hora de vestir. Los
pensadores de la Revolución Francesa se mi-
ran en el espejo inglés y en su armario.
De hecho, la Revolución Francesa su-
pone un punto y aparte en la historia de la indu-
mentaria occidental. Tras el asalto a la Bastilla
se buscará cambiar el orden establecido no
solo en lo político sino también en la indumen-
taria. El hombre, de manera simultánea y mar-
cado por este hito histórico, se volcará en los
negocios y apostará por el blanco y el negro
como el binomio reinante en sus prendas, con
lo que resalta así a la mujer que quedará rele-
gada a ser una exhibición del poder económico Fig. 1: Chaqueta de frac, ca. 1800. Colección del Mu-
de su cónyuge. seo del Traje, Madrid.
3
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
4
FRAC, 1890
5
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Las exigencias de estos caballeros in- noche, el atuendo de rigor es la chaqueta con
gleses lleva a los sastres a perfeccionar el corte botones lisos y el pantalón negro por encima
y la confección de las prendas, lo que se con- del tobillo, para dejar a la vista las medias bor-
sigue con inventos como la cinta de medir, los dadas o los calcetines con calados encima de
patrones que se adaptan a distintos cuerpos una media blanca. La fantasía mayor se refleja
y la revolución que se da con el cambio de en los chalecos: se lleva un chaleco de piqué
negocio en la sastrería: los sastres empiezan a encima o debajo de otro de seda”4 . El calzón,
vender las telas y esto hace que intenten apurar identificado con el Antiguo Régimen será una
el corte para ahorrar tejido (se llegará a decir prenda que se irá abandonando sobre 1820
“un sastre es tan bueno como un ladrón”). dejando paso al pantalón ceñido.
Este perfeccionamiento del arte de la Poco variará durante todo el siglo XIX la
sastrería impulsará de manera decidida el inte- indumentaria masculina. Según indica la publi-
rés del hombre europeo por todo lo que salga cación “Las costumbres de la buena sociedad”
de esos talleres. Fundamental para esto será el de los años 40 del siglo XIX, el hombre ele-
saber que desarrollarán sobre el velarte de lana gante debe tener en su armario cuatro clases
(“paño enfurtido y lustroso, de color negro, que de prendas de abrigo: cuatro chaquetas de
servía para capas, sayos y otras prendas exte- mañana, un redingote, una chaqueta de vestir
riores de abrigo”2 ). En ese periodo se buscan y un abrigo.
prendas que queden muy ceñidas al cuerpo y Se van dando de esta forma pasos de
con este material se logra. Hasta ese momento gigante para acercarnos a la sobriedad extrema
era complicado conseguir este tipo de piezas y que resultará del frac en su configuración final,
parte de la esencia del dandismo se concentra que aparecerá sobre 1840, entre la Primera
en la búsqueda del efecto ajustado. “George y Segunda Revolución Industrial, justo en el
Brummell se enorgullecía de que su ropa no momento en el que las máquinas empiezan a
mostrase ni una sola arruga y de que sus pan- reemplazar el “hecho a mano”.
talones se ciñesen de forma impecable a las Debido a esto, la moda masculina em-
piernas como si se tratara de la propia piel”3. La pieza a convertirse en un elemento más depor-
búsqueda de nuevos materiales también tiene tivo. El germen de esto lo encontramos en el
un componente político que lleva a Balzac a caballero inglés de principios del XIX que hará
afirmar que 1789 fue el año del debate entre que poco a poco se vayan relajando la etiqueta.
la seda y el paño fino. Fruto de esto es la transformación de la levita
En el París de 1815 la moda impone a del esmoquin, aparecida en el siglo XVIII y a la
los jóvenes “la bota alemana y el pantalón en- que se le elimina los faldones delanteros para
cima, o los calzones de ante y la bota con vuel- adaptarla mejor al caballo. Igual sucede con
ta, con un chaleco de color gris rojizo. Por la el terno del traje y la chaqueta que empieza
a configurarse a partir de 1850 con la idea de
2 Diccionario Real Academia Española.
3 Breve historia del traje y la moda, James La- 4 Historia del traje en Occidente, François Bou-
ver. Edit. Ensayos Arte Cátedra. cher. Edit. GG.
6
FRAC, 1890
El hombre de negocios
5 “300 años de traje formal masculino”, Modelo 6 “300 años de traje formal masculino”, Modelo
del Mes de marzo 2005, Pablo Pena. Museo del Traje. del Mes de marzo 2005, Pablo Pena. Museo del Traje.
7
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
La opción por el blanco y el negro, al Esta tendencia hay que encajarla en lo que
que poco a poco va llegando el hombre, viene John Carl Flügel denominó “la gran renuncia
a enfatizar el esplendor y la riqueza de tejidos masculina”, de la que ya hemos hablado.
y decoración que en esos momentos veremos “El hombre abandonó su pretensión de
en la mujer. A la vez, la idea de prendas mascu- ser considerado hermoso. De ahí en adelante
linas ceñidas que encontrábamos en la primera se propuso sólo ser útil. En la medida en que
mitad del siglo XIX se empieza a identificar de la ropa continuó siendo importante para él, sus
manera clara con la nobleza. Esto hace que máximos esfuerzos podía dirigirse tan sólo en
los habituales calzones poco a poco se vayan la dirección de estar ‘correctamente’ ataviado,
despegando del cuerpo y se configure así el no en la de estarlo de manera elegante o ela-
pantalón que ha llegado hasta nuestros días. borada. Hasta ese momento el hombre había
competido con la mujer en el esplendor de sus
prendas, siendo las únicas prerrogativas de la
mujer el escote y otras formas de exhibición
erótica del cuerpo. A partir de entonces y has-
ta nuestros días, la mujer habría de gozar del
privilegio de ser la única poseedora de la belle-
za y de la magnificencia, incluso en el sentido
puramente sartorial”7.
El frac
8
FRAC, 1890
terior. Se trata de una evolución y adaptación de actos sociales en múltiples colores. Pero
lógica para su uso sobre el caballo: se elimina Brummell se centró en un modelo de levita en
la tela del abrigo en el frontal para permitir la azul medianoche combinado con pantalones
flexión de las piernas y se mantiene el largo negros, chaleco y camisa blancos y un cuello
por detrás para que caiga sobre el caballo. almidonado con pañuelo blanco”9 .
De ahí que la prenda se denomine en inglés La situación antes comentada y la evo-
tailcoat (cuya traducción literal sería ‘abrigo de lución de la moda que hemos visto hacen que
cola’). Empezó a utilizarse en el ámbito de la sobre 1840 esta prenda se configure con la
hípica al final del siglo XVIII, y a principios del forma en la que la conocemos actualmente.
XIX los caballeros lo empleaban para toda clase La desaparición progresiva de los calzones y
su sustitución por el pantalón, la sobriedad que
empieza a imperar en los chalecos (blanco o
negros) que se dejan de ver por debajo de la
prenda de cuerpo exterior, y una especie de
chaqueta negra, constituyen al final todo un
conjunto que adopta el nombre de frac, ante-
riormente reservado solo a la chaqueta.
El frac está compuesto por una especie
de chaqueta cortada a la altura del estómago,
con bolsillos interiores, solapas de raso, dos
faldones posteriores y corta por delante (por
la mañana veremos una versión similar de esta
chaqueta pero con un corte circular en el frontal
y con un solo faldón). Nunca se abrocha.
Se luce con camisa blanca con cuello
diplomático, pechera y puños sencillos (aun-
que también puede estar admitido el doble).
Una característica propia de la camisa es su
pechera cuyo material llega combinar con el del
cuello y los puños. Estos podrán ser también
postizos lo que facilita su limpieza. Además, se
debía lucir con gemelos de puño y de camisa.
La pajarita podrá ser blanca o negra,
aunque con el paso del tiempo se acabará pre-
firiendo la primera opción.
Fig. 5: Chaqueta de frac de La Belle Jardiniere, 1890. 9 La elegancia masculina, Eugenia de la To-
Museo del Traje, Madrid. rrienta. Edit. Debate.
9
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
10
FRAC, 1890
El frac en la actualidad
11
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
directores de orquesta todavía siguen luciendo Frac del Museo del Traje
esta prenda.
Otro dato curioso al que podemos ha- El frac que encontramos expuesto en la Expo-
cer referencia es la costumbre del Ayuntamien- sición Permanente del Museo del Traje proce-
to de Pamplona que conserva la tradición de de de La Belle Jardiniere, los primeros grandes
llevar frac en los actos en los que considera almacenes que aparecen en París en 1824.
que la corporación debe lucir en “cuerpo de Su política de venta de prendas ya acabadas
ciudad”. Hay cinco fechas a lo largo del año destinadas a la nueva clase media provocan
marcadas en el calendario para lucirlo (ellas lle- el gran éxito del que goza durante el siglo XIX,
varán un traje que reinterpreta el de los valles de y consiguen crear una red de franquicias que
Roncal, Salazar y Aezkoa). También en la gala para 1860 contaba con trescientos veintidós
del Costume Institute del MET se ha empezado establecimientos.
a solicitar en la invitación la etiqueta de white Deducimos por tanto que esta prenda
tie para los hombres. no está realizada a medida y se compraba ya
12
FRAC, 1890
confeccionada. Está datada sobre 1890 y cum- El pantalón, que carece de los galones
ple a la perfección las reglas de estilo marcadas verticales de los lados, se cierra con línea de
por la etiqueta de la época. Cuenta, además, cinco botones y un corchete y presenta deco-
con cuatro bolsillos interiores, dos en el frontal ración pespunteada en la bragueta, bolsillos,
de la chaqueta y otros dos en cada hoja del cintura y trabilla. Esta está situada en la par-
faldón. El chaleco negro cierra con seis botones te posterior para la correcta adaptación de la
circulares y planos, luce tres bolsillos exterio- prenda al cuerpo de su propietario.
res y un interior y se ajusta al cuerpo con una
trabilla en la espalda.
13
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Bibliografía
- Bronwyn Cosgrave: Historia de la moda. Desde Egitpo hasta nuestros días. Edit. GG Moda.
- James Laver: Breve historia del traje y la moda. Edit. Ensayos Arte Cátedra.
- François Boucher: Historia del traje en Occidente. Edit. GG Moda.
- Eugenia de la Torriente: La elegancia masculina. Edit. Debate.
- J. C. Flügel: Psicología del vestido. Edit. Melusina.
- Pablo Pena: “300 años del traje formal masculino”. Modelo del mes de marzo de 2005, Museo del
Traje. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
- Farid Chenoune: History of Men’s Fashion.
14
FRAC, 1890
En estas breves conferencias tienen lugar en las salas de exposición, se analiza e inter-
preta una pieza de especial importancia de entra las expuestas. A los asistentes se les
entrega gratuitamente este cuadernillo con el contenido de la conferencia.
ENERO
Ilustración de moda, 1934-1935
Paloma Calzadilla
FEBRERO
Traje de alcaldesa de Zamarramala
Mª Antonia Herradón
MARZO
Vestido camisa y spencer, 1800-1810
Beatriz Bermejo
ABRIL
Miniatura de la Reina Enriqueta María de Inglaterra
Concha Herranz
MAYO
Conjunto de Antonio Alvarado, 1987
Juan Gutiérrez
JUNIO
Publicación: Geometria y traça de Juan de Albayzeta, 1720
María Prego
SEPTIEMBRE
Abarca cántabra Descubre más sobre la progra-
Ana Guerrero y Américo López mación del Modelo del mes.
Si tienes un teléfono compa-
OCTUBRE tible, descárgate un lector de
códigos QR.
Mantón de Manila, ca. 1870
Lucina Llorente
NOVIEMBRE
Polisón infantil,
Elvira González
DICIEMBRE
Frac, 1890
José Luis Díez
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Tel. 915504700 Fax. 915504704
Dpto. de Difusión: difusion.mt.@mecd.es
http://museodeltraje.mcu.es
/MT015514/
DICIEMBRE
Los tejidos
del s. XIX
Por: Lucina Llorente
Sala: exposición temporal
“¡EXTRA, MODA!”
Domingos: 12:30 h
Duración: 30 min
Asistencia libre
hasta completar aforo
Texto
Lucina Llorente es Licenciada en Historia del Arte por
la Universidad Complutense de Madrid, se encuentra
actualmente trabajando en su tesis doctoral. Desde
2003 trabaja como especialista en materiales y técni-
cas en el Museo del Traje, de cuya colección de textiles
es responsable. Es profesora de diferentes postgrados
relacionados con moda e indumentaria. Ha comisaria-
do, entre otras muchas, la exposición temporal Tejien-
do la Moda sobre la evolución del tejido en España.
Coordinación
Ana Calpena
Diseño y maquetación
Mª Jose Pacheco
Corrección de estilo
Ana Guerrero
La industria textil del siglo XIX, ampliamente En este documento se describen las
principales aportaciones tecnológicas que
desarrollada desde finales del anterior, po-
ayudaron a configurar los tejidos del XIX.
sibilitó que la oferta de materiales para la
Tras una breve descripción de las prendas
moda se multiplicase y abaratase. Tejidos
interiores, se entra en detalles de los colores
de algodón y de lana abundaban en muchas
y los tejidos utilizados en las temporadas de
calidades, y eran el algodón estampado y la
invierno y verano para los distintos periodos
muselina los tejidos favoritos de la época.
históricos de este siglo: el de los afrance-
Con la llegada de la Revolución In- sados y burgueses (1788-1833), el Roman-
dustrial, los tejidos artísticos vieron reducida ticismo (1833-1868), el de la transición del
su producción ante la invasión de los indus- miriñaque al polisón (1868-1889) y la última
triales, mucho más baratos, debido en gran década del siglo XIX.
parte a la mecanización de su proceso de
producción. Un ejemplo ilustrativo de la im- Avances tecnológicos: las máquinas y
portancia de las máquinas textiles es la má- los tintes
quina para el alijado del algodón, o spinning Los avances tecnológicos más importantes
mule, de 1779, que conseguía un hilo de al- que supusieron el paso de los tejidos artísti-
godón tan fino, al torsionarlo, que permitió la cos a los industriales se pueden resumir en
aparición de las muselinas. Otros productos, la siguiente relación:
como la sedalina o el algodón mercerizado,
• 1769: Richard Arkwright patentó con
fueron resultado de avances en los estudios
dos socios la máquina de hilar (water
químicos, que también favorecieron la apa-
frame).
rición del cloro comercial para blanquear los
hilos de manera más cómoda y rápida, lo • 1770: James Hargreaves inventó la hi-
que aumentó el protagonismo de las pren- ladora Jenny, la primera máquina que
das blancas en el cambio de siglo. En con- empleaba varios husos de una mane-
junto, el resultado fue la aceleración de la ra eficaz.
moda, con nuevos tejidos, producidos a un • 1785: Cartwright patentó el telar de
mayor ritmo, que exigían más rápida salida, lizo (power loom), mejorado por Wi-
y la consiguiente reducción en la atención a lliam Horrocks, en 1813, mediante un
sus decoraciones y acabados. bastón de velocidad variable.
Las tiendas donde ofertar estos pro- • 1792: Eli Whitney inventó la máquina
ductos se multiplicaron en las grandes ciu- de alijado del algodón (cotton gin), que
dades: las más famosas se ubicaban en la automatiza la separación de semilla y
fibra.
planta baja de edificios ya construidos; los
lino-pañeros, como se conocía a los comer- • 1804: Joseph Marie Jacquard paten-
ciantes de tejidos, en construcciones a pie tó el telar “de Jacquard”, que permitía
3
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
4
TEJIDOS DEL SIGLO XIX
Medias • Colores
Podían ser de algodón o seda y de colores Los descubrimientos de Herculano, en
vistosos, que contrastaban con el resto del 1738, y Pompeya, en 1748, revivieron la
vestuario. Subían por encima de las rodillas fascinación por el mundo clásico y la recu-
y se sujetaban por medio de ligas atadas peración de sus colores. Destacaban entre
debajo de las mismas y realizadas en lana ellos el burdeos, el marrón, el azul oscuro,
trenzada, cordobán o seda bordada. En los malvas y los verdes, sin olvidar los co-
los bordados, además de flores o formas lores anteriores que se mantendrían todavía
geométricas, solían aparecer frases de durante unos años.
amor u oraciones.
5
MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
• Tejidos de verano
6
TEJIDOS DEL SIGLO XIX
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
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TEJIDOS DEL SIGLO XIX
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
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TEJIDOS DEL SIGLO XIX
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
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TEJIDOS DEL SIGLO XIX
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MODELO DEL MES DE DICIEMBRE
Bibliografía
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MODELO DEL MES | CICLO 2019
Estas breves conferencias tienen lugar en las salas de Exposición, se analiza e interpreta
una pieza de especial importancia de entra las expuestas. A los asistentes se les entrega
gratuitamente este cuadernillo con el contenido de la conferencia.
ENERO
* Cancelado
FEBRERO
Vestido de Jacques Fath
José Luis Díez-Garde
MARZO
Vestido de Ana Pombo para Paquin, P/V 1939
Miquel Martínez i Albero
ABRIL
Vestido de Sybilla, 1985
Sergio Gálvez Biesca
MAYO
Vestido de hombre, s. XVIII
Ana Cabrera
JUNIO
Abanico de baraja, 1890-1914
Carmen Murillo Portela
SEPTIEMBRE
* Cancelado
OCTUBRE
Media bata, 1745-1760
María Redondo Solance Con un lector de códi-
gos QR accedes a las
NOVIEMBRE publicaciones en pdf
de esta actividad
Traje de Diablo de Artá, ca. 1970 GRACIAS POR
Concha Herranz SU COLABORACIÓN
DICIEMBRE
Los tejidos del siglo XIX (exposición temporal ¡EXTRA! Moda)
Lucina Llorente
MODELO MES
2007
DEL
SALA 6
Los modelos más representativos de la exposición Domingos de Abril
a las 12:30 h.
Duración 30 minutos
Asistencia libre y
gratuita
EL POLISÓN DE LA REINA
1
MODELO DEL MES DE ABRIL
Cuando el gobierno de Cánovas tuvo que buscarle esposa a Alfonso XII tras la
súbita muerte de Mercedes, nadie mejor que ella pudo convertirse en Reina de España,
pues reunía todas las virtudes, públicas y privadas
2
EL POLISÓN DE LA REINA
LA INDUMENTARIA FEMENINA EN
LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
3
MODELO DEL MES DE ABRIL
El rol activo y negociante del varón conduce a un traje uniformado, que ofrezca
una sempiterna imagen de seriedad. Para compensar esta apariencia neutra y sin osten-
tación, desplaza la exhibición hacia sus posesiones: la casa, el coche y la mujer, bonita
y ricamente decorada.
En cuanto a su tipología, había dos tipos dominantes: por una parte, los vestidos
que se componían de cuerpo y falda de una sola pieza, conocidos como "vestidos prin-
cesa"; y por otra, los formados por falda y cuerpo. En muchas ocasiones una falda se
utilizaba tanto con un cuerpo sin mangas y escotado como con un segundo cuerpo de
manga larga y cuello cerrado. Sobre el vestido se podían llevar otras prendas: mantele-
tas (como la popular toquilla, si bien realizada con tejidos ricos y formas sofisticadas),
fichú (versión distinguida del pañuelo de talle popular), chaquetas, paletós, levitas, sobre-
todos y pardesus, piezas no siempre claramente diferenciables entre sí. Otra novedad
fueron los vestidos para practicar deportes, como la equitación y la bicicleta -ambas de
origen inglés.
4
EL POLISÓN DE LA REINA
En la España de la segunda mitad del XIX trabajaban algunas modistas que rea-
lizaron piezas de excepción para una clientela muy selecta. No se llegó a desarrollar la
Alta Costura como en el país vecino, aunque la buena calidad fue seña de identidad de
algunos nombres que lamentablemente se han perdido en el anonimato.
El elemento que fue decisivo para diferenciar los estilos que se sucedieron en la moda
femenina entre 1868 y comienzos del siglo XX fue la silueta, caracterizada por dos com-
ponentes: el corsé, que modelaba la parte superior del cuerpo, y el polisón, que com-
pletaba en la parte inferior.
5
MODELO DEL MES DE ABRIL
Interiores:
polisón, corsé, camisola y calzones largos.
Colección del Instituto de Indumentaria de
Kyoto.
El polisón (en Francia llamado tournuré) tuvo su primera época a partir de 1867.
Se trataba de una especie de medio miriñaque (el artefacto ahuecador de faldas utiliza-
do durante el siglo XIX, hasta este momento) colocado en la parte posterior de la falda.
6
EL POLISÓN DE LA REINA
INNOVACIONES
TÉCNICAS
7
MODELO DEL MES DE ABRIL
En 1804 Josep Marie Jacquard patentó el telar que lleva su nombre, que permi-
tía tejer dibujos complicados. El telar jacquard usaba una serie de cartones perforados
para regular qué hilos de la urdimbre se levantaban y cuáles se bajaban para formar el
diseño. Este mecanismo reemplazó el intenso y cansado trabajo que era necesario rea-
lizar en los telares manuales, y dio lugar a un proceso versátil y más rápido y barato. Los
costes se redujeron aún más cuando se empezaron a utilizar las máquinas de vapor, lo
que significaba que un solo operario podía vigilar un gran número de telares: la produc-
ción se incrementó rápidamente y el número de trabajadores se redujo de forma drásti-
ca. En su aspecto positivo, este desarrollo de la industria textil hizo posible que, gracias
a la mecanización, la confección se diversificara para poder atender a otras capas de la
sociedad más desfavorecidas.
8
EL POLISÓN DE LA REINA
ten que el tinte penetre en las fibras. Dichos mordientes, si eran deficientes, debilitaban
la fuerza de los tintes sintéticos, que resultaban entonces menos estables que los natu-
rales. Hacia 1880, Alemania dominaba el mercado de los tintes, de tal manera que aca-
paraba la mitad de la producción de los europeos y el mercado americano.
Los materiales también se vieron muy afectados por la revolución industrial textil.
Algunos centros sederos, como Toledo y Talavera de la Reina, tuvieron que cerrar sus
puertas. La anulación de los gremios en 1836 supuso un duro golpe para el poderoso
Colegio del Arte Mayor de la Seda de Valencia, cuya falta de competitividad, aunque se
adaptó parcialmente a las nuevas técnicas, contribuyó a que perdiera su liderazgo. No
obstante quedaron algunas fábricas para la producción de tejidos labrados, damascos,
terciopelos, etc., siguiendo la tradición de los tejidos del siglo XVIII. Por su parte,
Cataluña, y en especial Barcelona, se adaptó a los nuevos tiempos sustituyendo los tela-
res de lazos por el Jacquard, y destacaron sus fábricas de estampado y sus trabajos con
sedas.
9
MODELO DEL MES DE ABRIL
Tanto con fibras naturales como con las obtenidas mediante los nuevos procedi-
mientos, se fabricaron los tejidos de moda, más pesados, que sustituyeron a los ligeros
propios del primer estilo romántico. Volvieron el terciopelo, el damasco, los tejidos bro-
chados y brocateles, y sobre todo se impusieron los tejidos con acabado de efecto
moaré. Se usaron también tejidos transparentes sobre sedas de colores o negras, con
lentejuelas, azabaches o tules, y bordados de sedas de colores.
El conjunto elegido este mes como objeto de estudio es un vestido de la reina María
Cristina, que pertenece al período de la Historia de la Moda conocido como “segundo
polisón” (data por lo tanto de 1883 a 1888).
Era bastante habitual en este momento que se confeccionaran dos cuerpos para
la misma falda, porque ofrecía la posibilidad de utilizar el traje en distintos actos. Así, para
reuniones en el interior (conciertos, cenas, bailes), utilizaban el cuerpo sin mangas; mien-
tras que el cuerpo cerrado con manga se lucía para salir de paseo, hacer visitas o reci-
birlas; si fuera preciso, con una prenda exterior (capa, abrigo, etc.) adecuada para el día.
10
EL POLISÓN DE LA REINA
El cuerpo es más largo que en el período anterior del primer polisón, y se ajusta
al busto siguiendo la línea del corsé del momento. La falda se construye en torno al poli-
són, situado en la espalda y con forma de cojinete sustentado por tiras de acero.
Los tejidos elegidos hicieron furor en este período: damasco, satén, terciopelo,
todos del mismo color pero aportando cada uno la tonalidad y brillo propios de su tex-
tura. Estos distintos materiales se combinan en falda y sobrefalda construyendo volúme-
nes a base de drapeados. Ambos, tejidos y volúmenes, se complementan con gran
maestría con encajes de Valenciennes que, aunque casi imperceptibles, aportan otra
nota de elegancia.
El resultado final es una obra de arte que, cual escultura perfectamente propor-
cionada, contribuyó a la fama de elegancia discreta que caracterizó a esta reina, siem-
pre impecable.
Este vestido, cedido por la reina María Cristina para la Exposición del Traje
Regional de 1925, fue donado posteriormente al Museo del Traje, en el que consta con
los números de inventario: MT000416A, MT000416B y MT000417.
FALDA (MT000416B). Larga, con cola y bolsillo en el lateral. Sigue la línea del segundo
periodo del polisón, de 1883 a 1888. Está realizada por la combinación de tres tejidos
diferentes: damasco, terciopelo liso y satén; todos de color morado. Se construye con
cinco piezas trapezoidales, la central recta y las demás fruncidas. El bajo va reforzado
con entretela y tejido en tafetán de lana de color crudo cortado al bies. Al borde, una
puntilla de encaje de Valenciennes de pie recto y cabeza polilobulada con virgulitas, y
con motivo de granada cerrada y bodoque. Sobre esta falda, y en el delantero, se suje-
ta una corta faldilla con cintura tableada que marca la línea de la cadera con drapeado
de raso. Entre estas dos faldas, otra corta de terciopelo abierta en el centro, con cierre
de seis grandes botones convexos circulares cubiertos de pasamanería y cordón de
seda morado con alma de madera.
11
MODELO DEL MES DE ABRIL
CUERPO CON MANGA LARGA (MT000417). Ajustado, emballenado, con mangas lar-
gas y estrechas, y cuello de pie. Está confeccionado combinando damasco con tercio-
pelo liso y va rematado con vivo en el delantero y cola con plomos en la espalda. En los
ajustadores interiores lleva una cinta de seda estampada en oro con tres escudos herál-
dicos y la inscripción "G&E.SPITZER/VIENNE. KARNTHNERRINS, 12", que pertenece a
una marca de fábrica vienesa. Este cuerpo es el utilizado para salir a la calle o recibir visi-
tas.
12
EL POLISÓN DE LA REINA
BIBLIOGRAFÍA
Bradfield, Nancy, Costume in Detail: Wome's dress 1730-1930, Harrap, Londres, 1981.
Cunnington, C. Willet y Phillis Cunnington, Handbook of English Costume in the Nineteenth-Century, Faber&Faber,
londres, 1959.
Johnston, Lucy, La moda del siglo XIX en detalle, The Board of Trustees of The Victoria and Albert Museum, 2005.
Edición castellana: Editorial Gustavo Gili, Barcelona 2006.
La colección del Instituto de la Indumentaria de Kioto. Moda. Una Historia desde el siglo XVIII al siglo XX. Tomo I: siglo
XVIII y siglo XIX. Taschen. The Kyoto Costume Institute, 2002.
Menéndez Pidal, Gonzalo, La España del siglo XIX vista por sus contemporáneos. Cap. IX: La Moda Burguesa. En
colaboración con Carmen Bernis.
Moda en Sombras. Museo Nacional del Pueblo Español. Ministerio de Cultura, Dirección General de Bellas Artes y
Archivos, Madrid, 1991.
13
MODELO DEL MES DE ABRIL
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará e inter-
pretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se les entrega-
rá gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
14
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Teléfono: 915504700. Fax: 915504704
Departamento de difusión: difusion.mt.@mcu.es
http://museodeltraje.mcu.es
ABRIL
MODELO MES Traje 1870 ca.
DEL
2009
Nº INV. MT098412
Los modelos más representativos de la exposición Por Inmaculada Ledesma Cid
SALA 5
Domingos a las 12:30 horas
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
TRAJE, 1870 ca.
1
MODELO DEL MES DE ABRIL
2
TRAJE, 1870 ca.
durante estos años, las cinturas requerían da rigidez en su imagen y un peso exce-
de un adorno para embellecerlas, y tanto sivo. La utilización de crinolinas -enaguas
las cinturillas como los cinturones fueron rígidas de lino, lana o algodón, entremez-
la prenda idónea para tal fin. cladas con crin para conseguir mayor
apresto- pareció ser una solución tempo-
EVOLUCIÓN DE LA SILUETA FEMENINA. ral a los caprichos de la moda. Pero fue
ÚLTIMOS AÑOS DEL MIRIÑAQUE en 1856 cuando se creó una prenda revo-
lucionaria que facilitaría el ahuecamiento y
La silueta femenina característica desde volumen de las faldas: el miriñaque.
mediados del siglo XIX hasta 1868 fue la Esta prenda interior, en forma de
acampanada. Varias fueron las soluciones jaula, estaba formada por varillas flexibles
que se desarrollaron durante estas déca- de acero unidas entre sí por bandas verti-
das hasta culminar en la forma que vemos cales y anchas de tela. El tamaño de los
en este vestido de baile. Desde los años aros iba en gradación, más pequeños
30 las mujeres llevaban bajo sus vestidos hacia las caderas y más anchos en la
multitud de enaguas para conseguir parte baja. En un primer momento tuvie-
mayor amplitud en las faldas. Pero el ron una forma redondeada, casi de cam-
efecto capa sobre capa suponía demasia- pana, pero en los años 60 este perfil se
3
MODELO DEL MES DE ABRIL
transformó en una estructura casi pirami- moda de la doble falda, sobre todo en los
dal, con menos volumen en la cadera y en vestidos de paseo y en los de baile. La
la zona delantera y más en la parte trase- falda más corta se recogía con pliegues a
ra. El miriñaque de estos momentos tam- los lados, mientras que la otra caía hacia
bién se caracterizó por eliminar los aros los pies y ganaba longitud en la parte pos-
superiores y dejar tres o cuatro más terior. En muchas ocasiones se decora-
abajo. ban con cintas, encajes y entredoses
El miriñaque fue la prenda fetiche (tiras bordadas o de encaje que se cosían
en los guardarropas femeninos de todas entre dos telas).
las clases sociales, aunque sus acabados
y calidades distinguían uno bueno de uno
de peor calidad. Se consideraba que los
mejores no debían ser evidentes bajo la
falda; es decir, sus aros debían quedar
camuflados bajo la enagua y la falda. Se
convirtió en un elemento tan común que
incluso aparece nombrada en canciones
populares:
4
TRAJE, 1870 ca.
5
MODELO DEL MES DE ABRIL
6
TRAJE, 1870 ca.
“Los lunes se reúne en el elegante Circo usados en otros momentos del día. Se
del Paseo de Recoletos lo más bello y ele- confeccionaban en tejidos vaporosos y no
gante que la corte encierra y en los palcos muy pesados para facilitar el baile. El tul y
y butacas se admiran angélicas mujeres el raso de seda eran los materiales prefe-
envueltas en tules, sedas y flores, que con ridos para estas ocasiones, que se ador-
su radiante hermosura y con las enloque- naban con entredoses de colores, enca-
cedoras miradas de sus radiantes ojos, jes y cintas.
elevan los corazones a una temperatura A pesar de las indicaciones que
más alta que la que marca en estos días desde las revistas y los manuales femeni-
el termómetro”. 3 nos se daba a las lectoras, hay que tener
Los vestidos de baile eran mucho en cuenta que las mujeres de clase alta ya
más ricos, llamativos y ligeros que los sabían cómo debían vestir en cada oca-
7
MODELO DEL MES DE ABRIL
sión puesto que, desde su juventud, eran También se les recomendaba llevar al
formadas y educadas en música, baile y baile pocas joyas; quizás algún collar y
protocolo. Como afirma el Marqués de pendientes de perlas, para no hacer
Santo Floro, “En esta década la mujer ele- demasiada ostentación frente a los posi-
gante sabe bailar el vals”. bles pretendientes y que las identificasen
Entre las indicaciones que se con el estereotipo de muchacha frívola
encuentran en las revistas de los años 60, incapaz de formar una familia y atender el
descubrimos referencias de cómo las hogar.
jóvenes solteras debían vestir: con tejidos Los tejidos más ricos, como la
como la gasa y siempre con colores cla- seda, los colores más llamativos y las joyas
ros, símbolo de pureza e inocencia. se reservaban exclusivamente para las
Duquesa de Castro
Enríquez, Federico
Madrazo, 1868. Madrid,
Museo del Prado.
8
TRAJE, 1870 ca.
jóvenes desposadas. Estas indicaciones “El pantalón, hasta hoy usado únicamen-
de cómo elegir el color y el tejido evitaban te como pieza de abrigo, se ha introduci-
malos entendidos ya que, de algún modo, do en los trajes de baile, para los cuales
las mujeres que estaban disponibles para se hacen elegantes pantalones a la turca
el matrimonio eran reconocibles entre la cerrados al tobillo con un brazalete de
multitud en el baile. plata. Esta moda tiene por objeto prote-
Las mujeres de avanzada edad no ger la pierna contra las indiscreciones del
debían permitirse las frivolidades de la vals y la polca”. 4
moda, propias de los primeros años de Esta prenda interior se hizo muy
desposada, por lo que sus trajes eran práctica en ciertas ocasiones, ya que no
mucho más sencillos. era de extrañar que, entre la multitud y el
Como complementos a estos vesti- uso de esos amplios miriñaques, las
dos, las mujeres llevaban zapatillas o boti- mujeres dejasen ver sin querer sus pier-
nes, con un tacón de unos dos centíme- nas en bailes como la polca.
tros y medio. También era habitual en los En cuanto al peinado, el usado en
bailes el uso de guantes de piel hasta la los años 60 era mucho más sencillo y
muñeca, así como joyas (pulseras, cama- menos voluminoso que en la década
feos, pendientes, collares, tiaras...) que no anterior. Durante el día los moños eran
debía lucir durante el día. Los abanicos bajos, casi pegados a la nuca y, en oca-
igualmente se convirtieron en un comple- siones, recogidos con una redecilla, debi-
mento imprescindible para evitar el calor en do al uso de pequeños gorritos y tocados.
los teatros y salones de baile. Para la noche los peinados se hicieron
Para cubrir sus hombros y escotes, más altos, con cabellos ondulados que se
las mujeres se decantaron por amplios adornaban con flores, cintas, tiaras y
pañuelos y estolas de finas puntillas que dejando bucles sueltos. Hay constancia
caían sobre su torso sin aplastar el volu- de que, en ocasiones, para conseguir
men de las faldas. Las nuevas tecnologías más volumen, se añadían postizos al
textiles se hicieron patentes en este tipo de moño.
prendas, pues los encajes comenzaron a
hacerse mecánicamente y rivalizando en
calidad y belleza con los encajes manuales
elaborados hasta entonces.
A mediados de los 50, se introdu-
ce una prenda interior imprescindible para
los bailes, el pantalón.
9
MODELO DEL MES DE ABRIL
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
10
TRAJE, 1870 ca.
11
MODELO DEL MES DE ABRIL
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
tes se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
FEBRERO: Tutú
Carmen Pérez
12
TRAJE, 1870 ca.
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TRAJE, 1870 ca.
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MODELO DEL MES DE ABRIL
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TRAJE, 1870 ca.
durante estos años, las cinturas requerían da rigidez en su imagen y un peso exce-
de un adorno para embellecerlas, y tanto sivo. La utilización de crinolinas -enaguas
las cinturillas como los cinturones fueron rígidas de lino, lana o algodón, entremez-
la prenda idónea para tal fin. cladas con crin para conseguir mayor
apresto- pareció ser una solución tempo-
EVOLUCIÓN DE LA SILUETA FEMENINA. ral a los caprichos de la moda. Pero fue
ÚLTIMOS AÑOS DEL MIRIÑAQUE en 1856 cuando se creó una prenda revo-
lucionaria que facilitaría el ahuecamiento y
La silueta femenina característica desde volumen de las faldas: el miriñaque.
mediados del siglo XIX hasta 1868 fue la Esta prenda interior, en forma de
acampanada. Varias fueron las soluciones jaula, estaba formada por varillas flexibles
que se desarrollaron durante estas déca- de acero unidas entre sí por bandas verti-
das hasta culminar en la forma que vemos cales y anchas de tela. El tamaño de los
en este vestido de baile. Desde los años aros iba en gradación, más pequeños
30 las mujeres llevaban bajo sus vestidos hacia las caderas y más anchos en la
multitud de enaguas para conseguir parte baja. En un primer momento tuvie-
mayor amplitud en las faldas. Pero el ron una forma redondeada, casi de cam-
efecto capa sobre capa suponía demasia- pana, pero en los años 60 este perfil se
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transformó en una estructura casi pirami- moda de la doble falda, sobre todo en los
dal, con menos volumen en la cadera y en vestidos de paseo y en los de baile. La
la zona delantera y más en la parte trase- falda más corta se recogía con pliegues a
ra. El miriñaque de estos momentos tam- los lados, mientras que la otra caía hacia
bién se caracterizó por eliminar los aros los pies y ganaba longitud en la parte pos-
superiores y dejar tres o cuatro más terior. En muchas ocasiones se decora-
abajo. ban con cintas, encajes y entredoses
El miriñaque fue la prenda fetiche (tiras bordadas o de encaje que se cosían
en los guardarropas femeninos de todas entre dos telas).
las clases sociales, aunque sus acabados
y calidades distinguían uno bueno de uno
de peor calidad. Se consideraba que los
mejores no debían ser evidentes bajo la
falda; es decir, sus aros debían quedar
camuflados bajo la enagua y la falda. Se
convirtió en un elemento tan común que
incluso aparece nombrada en canciones
populares:
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TRAJE, 1870 ca.
“Los lunes se reúne en el elegante Circo usados en otros momentos del día. Se
del Paseo de Recoletos lo más bello y ele- confeccionaban en tejidos vaporosos y no
gante que la corte encierra y en los palcos muy pesados para facilitar el baile. El tul y
y butacas se admiran angélicas mujeres el raso de seda eran los materiales prefe-
envueltas en tules, sedas y flores, que con ridos para estas ocasiones, que se ador-
su radiante hermosura y con las enloque- naban con entredoses de colores, enca-
cedoras miradas de sus radiantes ojos, jes y cintas.
elevan los corazones a una temperatura A pesar de las indicaciones que
más alta que la que marca en estos días desde las revistas y los manuales femeni-
el termómetro”. 3 nos se daba a las lectoras, hay que tener
Los vestidos de baile eran mucho en cuenta que las mujeres de clase alta ya
más ricos, llamativos y ligeros que los sabían cómo debían vestir en cada oca-
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sión puesto que, desde su juventud, eran También se les recomendaba llevar al
formadas y educadas en música, baile y baile pocas joyas; quizás algún collar y
protocolo. Como afirma el Marqués de pendientes de perlas, para no hacer
Santo Floro, “En esta década la mujer ele- demasiada ostentación frente a los posi-
gante sabe bailar el vals”. bles pretendientes y que las identificasen
Entre las indicaciones que se con el estereotipo de muchacha frívola
encuentran en las revistas de los años 60, incapaz de formar una familia y atender el
descubrimos referencias de cómo las hogar.
jóvenes solteras debían vestir: con tejidos Los tejidos más ricos, como la
como la gasa y siempre con colores cla- seda, los colores más llamativos y las joyas
ros, símbolo de pureza e inocencia. se reservaban exclusivamente para las
Duquesa de Castro
Enríquez, Federico
Madrazo, 1868. Madrid,
Museo del Prado.
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TRAJE, 1870 ca.
jóvenes desposadas. Estas indicaciones “El pantalón, hasta hoy usado únicamen-
de cómo elegir el color y el tejido evitaban te como pieza de abrigo, se ha introduci-
malos entendidos ya que, de algún modo, do en los trajes de baile, para los cuales
las mujeres que estaban disponibles para se hacen elegantes pantalones a la turca
el matrimonio eran reconocibles entre la cerrados al tobillo con un brazalete de
multitud en el baile. plata. Esta moda tiene por objeto prote-
Las mujeres de avanzada edad no ger la pierna contra las indiscreciones del
debían permitirse las frivolidades de la vals y la polca”. 4
moda, propias de los primeros años de Esta prenda interior se hizo muy
desposada, por lo que sus trajes eran práctica en ciertas ocasiones, ya que no
mucho más sencillos. era de extrañar que, entre la multitud y el
Como complementos a estos vesti- uso de esos amplios miriñaques, las
dos, las mujeres llevaban zapatillas o boti- mujeres dejasen ver sin querer sus pier-
nes, con un tacón de unos dos centíme- nas en bailes como la polca.
tros y medio. También era habitual en los En cuanto al peinado, el usado en
bailes el uso de guantes de piel hasta la los años 60 era mucho más sencillo y
muñeca, así como joyas (pulseras, cama- menos voluminoso que en la década
feos, pendientes, collares, tiaras...) que no anterior. Durante el día los moños eran
debía lucir durante el día. Los abanicos bajos, casi pegados a la nuca y, en oca-
igualmente se convirtieron en un comple- siones, recogidos con una redecilla, debi-
mento imprescindible para evitar el calor en do al uso de pequeños gorritos y tocados.
los teatros y salones de baile. Para la noche los peinados se hicieron
Para cubrir sus hombros y escotes, más altos, con cabellos ondulados que se
las mujeres se decantaron por amplios adornaban con flores, cintas, tiaras y
pañuelos y estolas de finas puntillas que dejando bucles sueltos. Hay constancia
caían sobre su torso sin aplastar el volu- de que, en ocasiones, para conseguir
men de las faldas. Las nuevas tecnologías más volumen, se añadían postizos al
textiles se hicieron patentes en este tipo de moño.
prendas, pues los encajes comenzaron a
hacerse mecánicamente y rivalizando en
calidad y belleza con los encajes manuales
elaborados hasta entonces.
A mediados de los 50, se introdu-
ce una prenda interior imprescindible para
los bailes, el pantalón.
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NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
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En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
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durante estos años, las cinturas requerían da rigidez en su imagen y un peso exce-
de un adorno para embellecerlas, y tanto sivo. La utilización de crinolinas -enaguas
las cinturillas como los cinturones fueron rígidas de lino, lana o algodón, entremez-
la prenda idónea para tal fin. cladas con crin para conseguir mayor
apresto- pareció ser una solución tempo-
EVOLUCIÓN DE LA SILUETA FEMENINA. ral a los caprichos de la moda. Pero fue
ÚLTIMOS AÑOS DEL MIRIÑAQUE en 1856 cuando se creó una prenda revo-
lucionaria que facilitaría el ahuecamiento y
La silueta femenina característica desde volumen de las faldas: el miriñaque.
mediados del siglo XIX hasta 1868 fue la Esta prenda interior, en forma de
acampanada. Varias fueron las soluciones jaula, estaba formada por varillas flexibles
que se desarrollaron durante estas déca- de acero unidas entre sí por bandas verti-
das hasta culminar en la forma que vemos cales y anchas de tela. El tamaño de los
en este vestido de baile. Desde los años aros iba en gradación, más pequeños
30 las mujeres llevaban bajo sus vestidos hacia las caderas y más anchos en la
multitud de enaguas para conseguir parte baja. En un primer momento tuvie-
mayor amplitud en las faldas. Pero el ron una forma redondeada, casi de cam-
efecto capa sobre capa suponía demasia- pana, pero en los años 60 este perfil se
3
MODELO DEL MES DE ABRIL
transformó en una estructura casi pirami- moda de la doble falda, sobre todo en los
dal, con menos volumen en la cadera y en vestidos de paseo y en los de baile. La
la zona delantera y más en la parte trase- falda más corta se recogía con pliegues a
ra. El miriñaque de estos momentos tam- los lados, mientras que la otra caía hacia
bién se caracterizó por eliminar los aros los pies y ganaba longitud en la parte pos-
superiores y dejar tres o cuatro más terior. En muchas ocasiones se decora-
abajo. ban con cintas, encajes y entredoses
El miriñaque fue la prenda fetiche (tiras bordadas o de encaje que se cosían
en los guardarropas femeninos de todas entre dos telas).
las clases sociales, aunque sus acabados
y calidades distinguían uno bueno de uno
de peor calidad. Se consideraba que los
mejores no debían ser evidentes bajo la
falda; es decir, sus aros debían quedar
camuflados bajo la enagua y la falda. Se
convirtió en un elemento tan común que
incluso aparece nombrada en canciones
populares:
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TRAJE, 1870 ca.
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MODELO DEL MES DE ABRIL
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TRAJE, 1870 ca.
“Los lunes se reúne en el elegante Circo usados en otros momentos del día. Se
del Paseo de Recoletos lo más bello y ele- confeccionaban en tejidos vaporosos y no
gante que la corte encierra y en los palcos muy pesados para facilitar el baile. El tul y
y butacas se admiran angélicas mujeres el raso de seda eran los materiales prefe-
envueltas en tules, sedas y flores, que con ridos para estas ocasiones, que se ador-
su radiante hermosura y con las enloque- naban con entredoses de colores, enca-
cedoras miradas de sus radiantes ojos, jes y cintas.
elevan los corazones a una temperatura A pesar de las indicaciones que
más alta que la que marca en estos días desde las revistas y los manuales femeni-
el termómetro”. 3 nos se daba a las lectoras, hay que tener
Los vestidos de baile eran mucho en cuenta que las mujeres de clase alta ya
más ricos, llamativos y ligeros que los sabían cómo debían vestir en cada oca-
7
MODELO DEL MES DE ABRIL
sión puesto que, desde su juventud, eran También se les recomendaba llevar al
formadas y educadas en música, baile y baile pocas joyas; quizás algún collar y
protocolo. Como afirma el Marqués de pendientes de perlas, para no hacer
Santo Floro, “En esta década la mujer ele- demasiada ostentación frente a los posi-
gante sabe bailar el vals”. bles pretendientes y que las identificasen
Entre las indicaciones que se con el estereotipo de muchacha frívola
encuentran en las revistas de los años 60, incapaz de formar una familia y atender el
descubrimos referencias de cómo las hogar.
jóvenes solteras debían vestir: con tejidos Los tejidos más ricos, como la
como la gasa y siempre con colores cla- seda, los colores más llamativos y las joyas
ros, símbolo de pureza e inocencia. se reservaban exclusivamente para las
Duquesa de Castro
Enríquez, Federico
Madrazo, 1868. Madrid,
Museo del Prado.
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TRAJE, 1870 ca.
jóvenes desposadas. Estas indicaciones “El pantalón, hasta hoy usado únicamen-
de cómo elegir el color y el tejido evitaban te como pieza de abrigo, se ha introduci-
malos entendidos ya que, de algún modo, do en los trajes de baile, para los cuales
las mujeres que estaban disponibles para se hacen elegantes pantalones a la turca
el matrimonio eran reconocibles entre la cerrados al tobillo con un brazalete de
multitud en el baile. plata. Esta moda tiene por objeto prote-
Las mujeres de avanzada edad no ger la pierna contra las indiscreciones del
debían permitirse las frivolidades de la vals y la polca”. 4
moda, propias de los primeros años de Esta prenda interior se hizo muy
desposada, por lo que sus trajes eran práctica en ciertas ocasiones, ya que no
mucho más sencillos. era de extrañar que, entre la multitud y el
Como complementos a estos vesti- uso de esos amplios miriñaques, las
dos, las mujeres llevaban zapatillas o boti- mujeres dejasen ver sin querer sus pier-
nes, con un tacón de unos dos centíme- nas en bailes como la polca.
tros y medio. También era habitual en los En cuanto al peinado, el usado en
bailes el uso de guantes de piel hasta la los años 60 era mucho más sencillo y
muñeca, así como joyas (pulseras, cama- menos voluminoso que en la década
feos, pendientes, collares, tiaras...) que no anterior. Durante el día los moños eran
debía lucir durante el día. Los abanicos bajos, casi pegados a la nuca y, en oca-
igualmente se convirtieron en un comple- siones, recogidos con una redecilla, debi-
mento imprescindible para evitar el calor en do al uso de pequeños gorritos y tocados.
los teatros y salones de baile. Para la noche los peinados se hicieron
Para cubrir sus hombros y escotes, más altos, con cabellos ondulados que se
las mujeres se decantaron por amplios adornaban con flores, cintas, tiaras y
pañuelos y estolas de finas puntillas que dejando bucles sueltos. Hay constancia
caían sobre su torso sin aplastar el volu- de que, en ocasiones, para conseguir
men de las faldas. Las nuevas tecnologías más volumen, se añadían postizos al
textiles se hicieron patentes en este tipo de moño.
prendas, pues los encajes comenzaron a
hacerse mecánicamente y rivalizando en
calidad y belleza con los encajes manuales
elaborados hasta entonces.
A mediados de los 50, se introdu-
ce una prenda interior imprescindible para
los bailes, el pantalón.
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MODELO DEL MES DE ABRIL
NOTAS
BIBLIOGRAFÍA
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TRAJE, 1870 ca.
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MODELO DEL MES DE ABRIL
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
tes se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
FEBRERO: Tutú
Carmen Pérez
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ZAPATOS Y MEDIAS DEL SIGLO XVIII
CONSIDERACIONES PREVIAS
1
MODELO DEL MES DE JUNIO
chapines con decoraciones de cordobán, zapatillas, chinelas, botines o serbillas, para las
mujeres, presentaban diversos tipos de decoración y labor en el cuero, pero sin cubrir el
material con telas dada su gran calidad. Una de las características de este tipo de
calzado de cuero de calidad es que chirriaba al andar, lo que le dio nombre a lo largo de
los siglos XVII y XVIII, zapatos de "cric".
En el siglo XVIII los zapatos todavía se fabrican con horma recta; es decir, no se
fabrican zapatos para cada pie; será el uso el que irá amoldándolos, para hacerlos más
cómodos. En el calzado se puede ver cómo avanza el siglo en la evolución de los mode-
los decorativos de las telas, que se iniciarán con los grades temas decorativos de las
"furias", irán disminuyendo de tamaño según avanza el siglo y terminará con los peque-
ños motivos decorativos de influencia oriental. Esto nos facilita las labores de datación.
El zapato era una prenda de lujo, pues se deterioraba con gran facilidad; era difí-
cil que un par de zapatos durase más de un mes, por tanto su uso estaba restringido a
las clases más acomodadas. El resto de la población utilizaba alpargatas, abarcas, o sim-
plemente iban descalzos, especialmente los niños.
Las medias deben su nombre a la evolución de una antigua prenda del siglo XIV
llamada calzas y que, por primera vez, cubrieron completamente las piernas del hombre.
A mediados del siglo XVI esta prenda comenzó a dividirse en dos piezas: por un lado la
parte superior, llamada calzas o muslos, y que darían lugar a los calzones, y por otro las
partes inferiores o "medias calzas", que perderían la referencia a su prenda de origen lla-
mándose simplemente "medias".
Las medias comienzan a fabricarse en punto a mediados del siglo XVI, siendo una
prenda sólo al alcance de los poderosos, pero en el siglo XVIII ya está mucho más
difundida, lo que no quita que, para alargar su vida, se zurcieran o se remendaran con
frecuencia en la parte del pie que ocultaba el zapato, como ocurre en buen numero de
las que posee el Museo.
Confeccionadas en hilo fino de seda o de algodón, son muy elásticas, y se adap-
tan bastante bien a la silueta de la pierna, aunque para que no se caigan o se arruguen
sigue siendo necesario el uso de las ligas. Las medias presentaban todas unas partes
diferenciadas en la zona superior, de un acabado más texturado, a veces confeccionado
con materiales más adherentes, para permitir un mayor agarre y por tanto más eficacia
en la sujeción de la liga.
Como toda prenda que se ciñe, la media delata las imperfecciones del cuerpo y,
para evitarlo, se utilizaban falsos postizos de lana que, atados entorno a la pantorrilla,
daban un perfecto torneado a las piernas de cualquier edad y clase.
2
ZAPATOS Y MEDIAS DEL SIGLO XVIII
Felipe V inaugura el siglo XVIII y con él comienza la dinastía de los Borbones en España.
Heredará del reinado anterior la pugna existente entre el típico vestido "a la española",
traje negro compuesto por jubón, ropilla, calzones y ferreruelo; rematado con el singular
cuello de golilla, que había sido imitado por todas las cortes europeas; y el vestido "a la
francesa", compuesto por casaca, chupa y calzón.
En el vestido femenino las diferencias eran muy notables entre los usados por la
mujer española y la moda francesa, que acabaría por imponerse aunque no por completo.
El vestido "a la española" incluye jubón o casa-
ca y una amplia falda (basquiña o brial), mientras
que el vestido "a la francesa" está compuesto por
un vestido largo, abierto por delante, que deja ver
una falda interior.
Durante los años de la Guerra de Sucesión el
Rey alternará ambos vestidos, el francés y el
español, siendo éste último el elegido para los
actos más protocolarios. Una vez terminada la
guerra, en Palacio se fue olvidando el traje a la
española y la Corte de Madrid siguió principal-
mente los dictados de la de París.
Los hombres, en esta primera mitad del siglo,
gozaron de ropas espectaculares, lujosas y quizás
más que nunca impregnadas de espíritu femenino,
completadas con corbatines y pelucas empolva-
das, algo imprescindible durante estos años.
Fig. 3. Felipe V rey de España vestido a la
española, H. Rigaud, 1701, Musee Nacional
des Chateaux de Versailles et de Trianon.
El zapato español masculino a lo largo de todo el siglo XVII se caracterizó por ser total-
mente plano. Cuando en Francia se pusieron de moda los zapatos de tacón, siguiendo
las directrices de Versalles, Madrid también se acogió a esta moda. En las dos primeras
décadas del siglo el tacón es elevado, pero a partir de 1720-1725 comienza a perder
3
MODELO DEL MES DE JUNIO
altura. El zapato se cierra generalmente con hebillas que irán ganando protagonismo con-
forme nos vamos adentrando en el siglo, no sólo porque cada vez se van haciendo más
grandes, sino también en algunos casos por la riqueza de los materiales empleados. Los
zapatos que lleva la familia real y la nobleza de sangre, sobre todo cuando visten de gala,
se caracterizan por el uso del tacón de color rojo, siguiendo una moda establecida por
Luis XIV.
El uso de las botas es escaso y excep-
cional para montar a caballo o ir de caza. Sí
es habitual el uso de "botines" y de "polai-
nas", que, con forma de bota pero sin zapa-
to, cubren toda la pierna y se abotonan o
abrochan con hebillas por la parte de afuera.
Como zapato cómodo y para estar en
casa se calzan las "chinelas". Se procura que
hagan juego con la ropa de levantar, o pren-
das para la intimidad, confeccionándose
ambas con las mismas telas.
Las medias siguen ocupando un lugar
destacado en el ropero masculino a lo largo
del todo el siglo XVIII; serán consideradas un
elemento indispensable y muy cuidado para ir
bien vestido. Las blancas son las que están
más de moda y por lo tanto las más usadas.
Su elegancia se amplía cuando van bordadas
en hilo de oro. Junto a éstas de color blanco
se confeccionan una gran variedad de seda,
lana, pelo de camello, etc, y de variados colo-
res. Las medias se sujetaban con ligas, algu- Fig. 4. Fernando VI , Jean Ranc, Museo Nacional
del Prado, Madrid.
nas de ellas muy elaboradas con bordados
que, a modo de brazalete, abrazaban la pierna. Las ligas podían ser de seda, hilo de lana
o de cordobán muy finas. Debajo de las medias se podían poner las "calcetas".
A principios de siglo las medias sobrepasan los bajos de los calzones, ajustándo-
los y formando un gran pliegue que cubre la rodilla. Esta moda se mantiene durante todo
el reinado de Felipe V. Otra modalidad es llevar la media por debajo del calzón, dejando
visible la jarretera o la hilera de botones por donde se ajusta a las piernas.
4
ZAPATOS Y MEDIAS DEL SIGLO XVIII
Aunque parezca extraño, a principios del siglo XVIII los "chapines" siguen ocupando un
lugar de honor en el ropero femenino. Este importante calzado surgió en España a fina-
les del siglo XV, y se mantiene en uso hasta el XVIII. Nos comenta el Diccionario de
Autoridades de 1726 que:
(...) oy solo tiene uso en los inviernos, para que levantados los pies del suelo, aseguren los vestidos de la
inmundicia de los lodos, y las plantas de la humedad. En lo antiguo era trage ordinario y adorno mugeril,
para dar más altura al cuerpo y más gala y aire al vestido.
Los "zapatos" femeninos se caracterizan
por su tacón alto, curvado y situado bajo la com-
badura del pie. Con punta estrecha y cerrado
todo el empeine por una lengüeta, se cierra con
las orejas mediante lazos o hebillas. Destacan por
su gran elegancia y adaptación a la moda del
momento. Están realizados en general con ricas
telas de seda o lino, pero también se hacen con
finas pieles. Como elemento decorativo de estos Fig. 5. Zapato MT 09275, Museo del Traje. C.I.P.E.
zapatos destacan las hebillas, que se convierten en el adorno principal. Las encontramos de
diferentes tamaños y formas; las hay de metal, para los más poderosos de plata o de oro, gra-
badas o se les engarzan piedras preciosas, cuidando siempre que armonicen con el vestido.
Junto a los zapatos encontramos las "zapatillas", que, calzadas ya en el siglo XVII, se
caracterizan por ser un calzado muy ligero y con una suela finísima. También los "botines"
aparecen en los documentos; se trata de un calzado cerrado hasta los tobillos. Unas referen-
cias nos indican que son muy adecuados para el frío, pues se podían forrar con pieles y eran
perfectos para caminar, pero también encontramos botines realizados de paño.
Un calzado que se pone de plena moda
a lo largo del siglo son las "chinelas". Su fun-
ción inicial era la de ser un calzado cómodo
para estar en casa. Eran femeninas, dejaban
el talón al descubierto y estaban provistas
de un importante tacón, forrado de la misma
tela que el resto de la chinela. Estarán en
boga prácticamente todo el siglo, aunque a
partir de la segunda mitad los tacones pier-
Fig. 6. Chilena MT21648, Museo del Traje. C.I.P.E.
den un poco de altura.
5
MODELO DEL MES DE JUNIO
6
ZAPATOS Y MEDIAS DEL SIGLO XVIII
y menos pendientes de la Corte. La elegancia la daba el buen corte más que los tejidos
ricos y los adornos.
El traje masculino durante este período tiene la misma estructura que en la prime-
ra mitad del siglo, aunque tienden a simplificarse las prendas. En la indumentaria femeni-
na, junto al traje a la francesa, denominado bata, aparece otro clásico: la polonesa, un
vestido de calle más ligero y llevadero que la bata.
A partir de 1775 empezó a introducirse en Francia la moda inglesa, por ser más
cómoda y práctica. Pero la gran innovación fue la supresión, voluntaría de la cotilla y el ton-
tillo, incorporando las ballenas al mismo cuerpo del vestido, en el modelo que se denominó
en España vaquero "hecho a la inglesa".
Sabemos que a finales del siglo
XVIII hubo en España una reacción casti-
cista frente a las modas extranjerizantes,
y se puso de moda el gusto por lo popu-
lar y castizo, actitud que fomentaron los
entonces príncipes de Asturias, Carlos y
María Luisa, y que se reflejó en los temas
de los cartones para tapices de Goya y
en los sainetes de D. Ramón de la Cruz.
Todos los cambios que se habían
ido gestando en el último tercio del siglo
tuvieron su culminación con la Revolución
Francesa (1789), que afectó a todos los
aspectos de la vida y que tuvo repercusión
inmediata en toda Europa. El cambio en la
indumentaria fue rápido y radical. La imita-
ción de la Antigüedad tuvo más éxito con
Fig. 8. La Cometa (1778), Francisco de Goya, Museo
las mujeres; llegó a la moda el Neoclasicismo Nacional del Prado, Madrid.
que ya había triunfado en la pintura y la arquitectura. Los vestidos se inspiraron en las túni-
cas de las estatuas y el talle subió hasta situarse debajo del pecho. Se usaron telas ligeras,
la silueta fue vertical con pliegues como una columna, y el color favorito, el blanco, símbolo
de la pureza y semejante al de las estatuas de mármol. Los cabellos se peinaron en un
moño con guedejas o fueron cortos y rizados, se suprimieron los tacones y se usaron san-
dalias con cintas cruzadas. Se intentó liberar el cuerpo de trabas, suprimiendo cuerpos de
ballenas y armaduras para faldas; bajo la ropa se adivinaba el cuerpo tal cual era.
7
MODELO DEL MES DE JUNIO
Con las batas y los vaqueros los zapatos no se veían pero sí, a partir de los años 70, con
las polonesas y los desabillés. Sempere y Guarinos nos dice en 1788:
Siendo entonces (en la época de sus antepasados) las
faldas mucho más largas que ahora cubrían enteramente el
pie, con lo que no había lugar al extraordinario lujo de medias
y zapatos, ni a la provocación, que ocasiona esta indecente
moda. (Sempere y Guarinos, J., Historia del lujo y de las leyes
suntuarias, Madrid, 1788).
Los zapatos de los años 70 eran apuntados,
con tacón, bastante cerrados y abrochados con
hebillas. Es muy frecuente encontrar hebillas de
plata para los zapatos, ya sea para hombres o para
mujeres. Las hebillas eran uno de los objetos que
más se perdían, casi todos los días había algún
aviso en el Diario de Madrid.
En los años 80 se pusieron de moda los
zapatos de seda bordados. Eran escotados y
seguían teniendo un poco de tacón.
Medias y calcetas siguieron siendo artículos
necesarios. De las medias, de seda o algodón, se
precisa a veces que tienen cuadrado de color, ador-
no alargado lateral que sube del pie por el tobillo.
Los zapatos son de cabra, de barragán, de
tabinete o tafilete, pero la mayoría son de seda y de Fig. 9. Medias MT09282, Museo del Traje.
seda bordada: C.I.P.E.
8
ZAPATOS Y MEDIAS DEL SIGLO XVIII
Las medias son imprescindibles. Se fue terminando la costumbre de ponérselas sobre las
calcetas. Están confeccionadas de estambre, algodón, lana, hilo y seda. Los colores más
frecuentes son el blanco y el negro, algunas veces el gris y el azul; con frecuencia se dice
que eran rayadas o con cuadrado de color. En la época debieron de hacerse de varios
colores:
Las medias matizadas hacen de nuestras piernas un jardín de diversas flores, un confuso pero
agradable laberinto de colores. (D. Preciso, Libro de moda en la Feria, 1795).
9
MODELO DEL MES DE JUNIO
Este colegio sufre una grave decadencia hace muchos años por el uso de las botas y los pantalones"
(Puerta, Ruth de la, Historia del gremio de sastres y modistas de Valencia del siglo XVIII al XX,
1997).
Los zapatos se hacían de cuero, con pala alta y cerrados por delante con hebilla.
Son frecuentes las de plata, con charnelas y clavillos de hierro, y las hay adornadas con
piedras de Francia o perlitas; a veces se habla de un juego de hebillas, compuestas de
cinco; las de los zapatos, las de las charreteras de los calzones y otra para sujetar el cor-
batín; también se habla de
hebilla para el sombrero. Los
nobles podían tenerlas de oro
con brillantes. Éstas últimas
pasaron de moda y los zapa-
tos se hicieron más escotados
y se abrocharon preferible-
mente con lazos. Lo más
característico es que fueron
muy apuntados.
Pero la gran novedad
de la década fue el uso de las
botas, altas y flexibles, con
vuelta generalmente, encima
del pantalón tipo calza, muy
ceñido. Fue una moda de
indudable influencia militar.
CONCLUSIONES
10
ZAPATOS Y MEDIAS DEL SIGLO XVIII
Durante el siglo XVIII ha sido el hombre el que ha marcado las tendencias, limi-
tándose la mujer a copiar o imitar las evoluciones del traje masculino de cada momento;
pero, a partir de la Revolución Francesa, el traje masculino inicia una lenta decadencia,
hacia lo que será el "hombre gris" que, desde el siglo XIX hasta nuestros días, renuncia
al color y a la decoración en su traje, pasando a ser la mujer protagonista casi exclusiva
de la moda.
Es importante el estudio de la indumentaria culta del siglo XVIII, pues es el punto de
partida de gran parte de las indumentarias que en la actualidad conocemos como trajes
populares o indumentaria tradicional, que han quedado fosilizadas, evolucionando de forma
diferente según las zonas geográficas. El estudio del pasado nos permite conocer mejor las
tipologías populares, y las prendas testigo que han quedado en el mundo tradicional nos
muestran con más detalle las formas de vestir del pasado, como por ejemplo los zapatos
de hebilla y oreja propios de las provincias de Zamora y Salamanca.
Existen muy pocos estudios especializados que nos desvelen minuciosamente la
forma, la confección o los materiales utilizados en la indumentaria y sus complementos,
y especialmente en el caso de la moda española. Todo esto nos deja un apasionante
campo de estudio para el futuro, que probablemente nos depare numerosas sorpresas
sobre el importante papel que ha desempeñado España en la historia de la moda.
Fig. 12. Zapatos y medias en la exposición permanente del Museo del Traje C.I.P.E.
11
MODELO DEL MES DE JUNIO
BIBLIOGRAFÍA
12
JUNIO Joyas
para el luto
MODELO MES
2008
DEL
Por Mª Antonia Herradón Figueroa
SALA 5
Los modelos más representativos de la Exposición
Domingos de junio
a las 12:30 horas
Duración 30 minutos
Asistencia libre y gratuita
JOYAS PARA EL LUTO
1
MODELO DEL MES DE JUNIO
doliente reina Victoria, durante la segunda les estaban reguladas por una estricta
mitad del siglo XIX se estableció en toda normativa o etiqueta; de ahí la gran canti-
Europa la costumbre de adoptar una ima- dad de manuales de urbanidad que, prin-
gen externa específica cuando moría un cipalmente en la segunda mitad de la
miembro de la familia. Por otro lado, a la centuria, se publicaron en toda Europa.
expansión del fenómeno del luto fuera del Por supuesto, el luto no permaneció al
ámbito europeo también contribuyó, y margen de estos códigos de comporta-
mucho, la Guerra Civil Americana o miento. Así, en un manual español fecha-
Guerra de Secesión (1861-1865). Ambos do en 1885 leemos:
acontecimientos convirtieron el luto en
“-¿Qué tiempo han de durar los
algo tan cotidiano y tan extendido como
lutos?
la propia muerte.
- La costumbre más general es: de
Los especialistas han situado el final
un año o dos por los esposos,
del apogeo en las manifestaciones del
padres e hijos; seis meses al menos
duelo en los años posteriores a la Primera
por abuelos y hermanos; tres por
Guerra Mundial, aunque está claro que se
tíos o sobrinos, y uno por parientes
trata de una mera convención cronológi-
más distantes. En esos plazos y en
ca. Recordamos que, en el caso concre-
los aniversarios, el porte ha de estar
to de España, el luto ha sido un fenóme-
en armonía con el vestido, pues
no generalizado hasta bien entrada la
choca ver con algaraza y broma, o
segunda mitad del siglo XX. Sin embargo,
en toros y diversiones, a los que vis-
en la actualidad puede considerarse un
ten de luto riguroso”.
modelo residual de actitud ante la muerte,
propio sólo de algún grupo de edad (viu- En esta escueta respuesta se con-
das) en determinados medios rurales y de densan algunas de las más importantes
algún grupo étnico (los gitanos, por ejem- cuestiones del tema que nos ocupa. En
plo). primer lugar se pone de relieve que el
duelo ha de prolongarse más allá del
entierro del difunto. Además, en tales cir-
Aspectos materiales del luto cunstancias es obligatorio cuidar la apa-
riencia externa, evidenciada tanto por la
La sociedad decimonónica, en la que gravedad de la conducta como por el
adquirió carta de naturaleza el duelo, fue vestido. De esta forma, una vez más, la
la máxima expresión de la rigidez y de la indumentaria se convierte en un código
inmovilidad. Todas las costumbres socia- lingüístico universal que expresa lo que
2
JOYAS PARA EL LUTO
somos o lo que sentimos. En el particular mativa fue, por diversas razones, aplicada
contexto que configura la muerte de un y exigida con mucho menor rigor.
ser querido, el vestido de luto constituye Los aspectos materiales del luto
la forma más evidente de “guardar el que interesa destacar aquí guardan rela-
decoro”, expresión decimonónica por ción con dos cuestiones fundamentales.
excelencia que ensalza el comportamien- Una de ellas nos sitúa ante la revolución
to con arreglo a la propia condición social industrial que se produjo en Occidente
de cada sujeto. No cabe duda de que el durante la segunda mitad del siglo XIX y
decoro se presuponía con mayor énfasis que originó, entre otras muchas cosas,
en la mujer que en el hombre, de manera el nacimiento de la moda como fenóme-
que el duelo y, como consecuencia, el no a gran escala; es decir, la industria
vestido de luto quedó ligado inexcusable- había alcanzado un nivel de desarrollo
mente a los miembros femeninos de la que le permitía fabricar cada vez mayor
familia. En el caso de los hombres, la nor- número de bienes a menor precio, y
Figura publicada en
una revista de 1895.
3
MODELO DEL MES DE JUNIO
4
JOYAS PARA EL LUTO
Anverso de una tarjeta publicitaria, ca. 1900. Museo del Traje. CIPE.
Reverso de una tarjeta publicitaria, ca. 1900. Museo del Traje. CIPE.
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MODELO DEL MES DE JUNIO
6
JOYAS PARA EL LUTO
marrón como consecuencia de una larga guardar recuerdos (sobre todo, pelo, pero
exposición a la luz solar. Este deterioro, también fotografías) de la persona queri-
aunque leve, nos sirve para certificar que, da. Además de este repertorio de relica-
desde el momento mismo de su fabrica- rios adaptado a nuevos usos, con eboni-
ción, las joyas de ebonita tenían “fecha de ta también se fabricaron numerosos tipos
caducidad”; es decir, eran adornos con- de cruces (utilizadas como colgante o
cebidos con la misma temporalidad esti- como alfiler), broches, pendientes, pulse-
mada para el luto. ras y cadenas para el reloj. Es frecuente,
Con ebonita se fabricaron collares además, que una joya de ebonita presen-
formados por cuentas sencillas, esféricas te un acusado relieve, que se conseguía
u ovaladas, pero mucho más característi- moldeando independientemente los moti-
cos del momento fueron los collares com- vos decorativos y aplicándolos luego
puestos por cadenas, imitación de piezas mediante calor sobre una superficie
de azabache y carey. Como se advierte plana.
en los ejemplos del Museo del Traje, estas Los motivos decorativos que adop-
cadenas pueden presentar eslabones cir- tan estas piezas son idénticos a los que
culares, ovales, hexagonales o en forma presenta la joyería contemporánea, en
de ocho. Siguiendo la moda dominante especial la de azabache, con la que –ya lo
en la joyería europea de la segunda mitad hemos dicho- se identifica en su función.
de siglo XIX, suelen incorporar un colgan- Predominan los de carácter naturalista
te central abridero, oval, circular o en (flores, frutos y elementos vegetales), ade-
forma de corazón, que cumplía las funcio- más de otros como corazones o manos
nes de portarretratos o de estuche para femeninas sosteniendo diversos objetos.
En este sentido, hay que hacer mención
expresa al lenguaje de las flores, un códi-
go entonces en plena vigencia y como tal
utilizado en todos los ámbitos de la socie-
dad porque era comprendido por todos.
Es frecuente, por ejemplo, que en las
joyas de ebonita figure la rosa cortada,
alusión a la muerte: si se trata de un capu-
llo, representa la muerte de un niño, mien-
tras que, si está abierta por completo,
Collares de ebonita, ca. 1860. simboliza la muerte de un adulto. Otras
Museo del Traje, CIPE.
(MT008579) flores muy utilizadas en estas joyas son el
7
MODELO DEL MES DE JUNIO
Fotografía,
ca. 1870. Madrid,
colección particular.
8
JOYAS PARA EL LUTO
con azabache auténtico o con ónice. No El resto de las piezas fueron adquiridas
obstante, hay que decir que la primera en el mercado madrileño de antigüedades
joya de ebonita que ingresó en nuestro en los años cuarenta o bien han sido
Museo fue donada en 1934 por María donadas por particulares en diferentes
Mercedes Gómez y Uribarri, Marquesa de momentos de la historia del actual Museo
la Foronda. La Marquesa fue miembro del Traje.
destacado del denominado “Comité de En su conjunto, parece evidente
que las joyas de ebonita gozaron de esca-
señoras”, un grupo de aristócratas cuyas
sa consideración a partir de 1900: se
gestiones fueron decisivas para la cele-
habían pasado de moda y su humilde
bración de la emblemática Exposición
apariencia no invitaba a conservarlas en
Nacional del Traje Regional e Histórico de
calidad de joyas de familia. En este punto
1925. La pieza donada es un broche, que
también nos parece interesante mencio-
formó parte de la colección del primer
nar el hecho de que algunos estudiosos
Museo del Traje, antecedente como es de la joyería sitúan el punto y final de esta
sabido del Museo del Pueblo Español. disciplina artística en 1850, coincidiendo
9
MODELO DEL MES DE JUNIO
10
JOYAS PARA EL LUTO
Bibliografía
- Mata García, Juan de. La urbanidad deducida de sus principios más ciertos y civiliza-
- Pasalodos Salgado, Mercedes. “La etiqueta del luto en la moda”. Segundo Congreso
11
MODELO DEL MES DE JUNIO
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
tes se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
SEPTIEMBRE: Interiores.
Mercedes Pasalodos Salgado.
12
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040
Teléfono: 915504700. Fax: 915446970
Departamento de difusión: difusion.mt.@mcu.es
Nº INV. MT000220 http://museodeltraje.mcu.es
JUNIO MODELO MES
2012
DEL
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040 Los modelos más representativos de la exposición
Teléfono: 915504700. Fax: 915504704
Depto. de Difusión: difusion.mt.@mcu.es
http://museodeltraje.mcu.es
El Correo de la Moda
Vol. X (1862)
Por: María Prego de Lis
Sala: "Romanticismo"
/MT PFA001/
MODELO DEL MES. CICLO 2012
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
* (Pdte. confirmación)
EL CORREO DE LA MODA Vol. X (1862)
De la tarasca a las revistas de moda. Bajo moda, de servir en distintas épocas de vehí-
este título, entre las salas dedicadas a culo para la difusión de los modos en el vestir,
"Afrancesados y burgueses (1789-1833)” y y de dar a conocer, fundamentalmente a un
al "Romanticismo (1833-1868)", descu- público femenino, lo que se va a llevar: los
brimos, en una pequeña vitrina, la pieza a la modelos que mostraban a las mujeres lo que
que dedicamos el modelo de este mes, el vol. debían vestir si querían "ir a la última".
X de El Correo de la Moda, editado en Madrid Según el DRAE, ‘moda’ es “Uso, modo o
en 1862, una reproducción del original, que se costumbre que está en boga durante algún
conserva en la Biblioteca del Museo. tiempo, o en determinado país, con especia-
¿Qué puede tener en común un ele- lidad en los trajes, telas y adornos, principal-
mento simbólico de una procesión que se mente los recién introducidos". El término,
celebraba en la fiesta del Corpus con un con- que procede del francés ‘mode’, ya era de
junto de maniquíes vestidos de época y una uso cotidiano en la segunda mitad del siglo
colección de revistas bellamente encuader- XVII en Francia, y rápidamente se extendió por
nadas? Esencialmente el hecho de comunicar toda Europa.
1
MODELO DEL MES JUNIO
De la tarasca…
En la España del siglo XVII la tarasca se cons-
tituyó en uno de los medios de transmisión de
la moda, sobre todo entre las clases popu-
lares.
"Si vas a los madriles, / día del Señor,
tráeme de la tarasca / la moda mejor".
La tarasca era la representación de un
dragón, de cartón y madera, que desde el
siglo XVI, en distintas ciudades españolas, for-
maba parte de la procesión del Corpus. Pero
fue en la corte de Madrid, en los siglos XVII y
XVIII, donde alcanzó sus máximas cotas de
riqueza y esplendor. Sobre la figura del animal
‘Moda’ en El Correo de la Moda, nº 452 (1862), aparecía la imagen de una mujer, la
p.160. Museo del Traje. CIPE (MT-PFA001). Gigantona, una enorme muñeca realizada con
los mismos materiales, que, si bien en los pri-
La historiadora Joan DeJean, en su tra-
bajo La esencia del estilo (2008), nos des-
cubre cómo en la década de 1670, en la corte
de Versalles, bajo el reinado de Luis XIV,
"nacieron las ideas clave que hoy nos resultan
evidentes" y que siguen definiendo el con-
cepto que conocemos actualmente como
moda. A saber, por un lado, la forma de com-
binar todos los elementos "para conjuntar de
la cabeza a los pies", y, por otro, el nacimiento
del concepto de temporada, o, lo que es lo
mismo, lo que se lleva este invierno tiene que
diferir de lo que se llevaba el invierno anterior;
o que el color de moda esta primavera debe
ser un tono diferente al de la próxima esta-
ción.
Hablamos de comunicar moda, de ana-
lizar los medios que a lo largo de la historia
moderna nos han servido para saber qué era
lo que se llevaba en un lugar y en un
momento determinado. Hasta finales del siglo
XVII, en Europa, los cambios y las variaciones
en los modos del vestir se producían en largos
periodos de tiempo. Las siluetas de los trajes
y los elementos que los adornaban y que
caracterizaban un determinado modo de
vestir se mantenían durante décadas, evolu- Diseño de Tarasca.
cionando lentamente, y se difundían exclusi- Fiesta del Corpus Christi, Madrid 1663.
vamente entre las clases dominantes, miem- Archivo de la Villa (BERNÁLDEZ MONTALVO,
bros de las cortes europeas y de la nobleza. J. M.: Las tarascas de Madrid. Madrid, 1983, p. 34).
2
EL CORREO DE LA MODA Vol. X (1862)
3
MODELO DEL MES JUNIO
siglo XVII con vocación de instruir, divertir y En España, no es hasta el primer cuarto
aconsejar a la mujer. del siglo XIX cuando se produce el nacimiento
En enero de 1678, Jean Donneau de de las primeras revistas de modas. La "pri-
Visé editaba el primer suplemento de moda mera auténtica revista femenina", según
en su periódico The Mercure Galant destinado Carmen Simón Palmer, fue El Periódico de las
a una nueva audiencia, la mujer; sería también Damas, publicado en 1822, y que tuvo una
el primero en establecer el elemento que con- vida corta, de enero a junio a lo largo de 25
figura el sentido de la moda: el tiempo. "La números. Entre sus secciones destacan las
moda tiene estaciones", y "estar de moda sig- dedicadas a la educación de la mujer, biogra-
nificaba sustituir la ropa no solo cuando fías de mujeres ilustres, poesías y, por
cambia el tiempo, sino tan pronto como se supuesto, la moda.
reparara en que otra mujer vestía de manera Pero la primera publicación de carácter
diferente" (DeJean). periódico destinada a un público femenino fue
Donneau de Visé también fue pionero en La Pensadora Gaditana, publicada en Cádiz
otro de los aspectos que definen actualmente en 1786 y escrita por Beatriz Cienfuegos,
las revistas de moda, la promoción de las quien, a lo largo de 78 ensayos denominados
"marcas" comerciales. Así, gracias a Le pensamientos, analiza las costumbres de la
Mercure Galant, el taller del maestro Gaultier, época con un marcado carácter irónico y crí-
vendedor de lujosos tejidos y creador de ten- tico.
dencias, y la tienda de madame Du Creux, en
la rue Traversine, se convertirían en destinos "Pues no, Señoras mias, ya tienen Vms.
imprescindibles para cualquier mujer parisina quien las vengue; ya sale á campaña una
que deseara ir a la moda. muger que las desempeñe; y en fin con
pluma y basquiña, con libros y bata se
presenta una Pensadora, que tan con-
tenta se halla en el tocador, como en el
escritorio; igualmente se pone una cinta,
que ojéa un libro…" (del prólogo y pensa-
miento I. La pensadora gaditana. Tomo I.
1786)
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EL CORREO DE LA MODA Vol. X (1862)
Detalle lámina de Journal des Demoiselles, 1841, planche IX. Museo del Traje. CIPE (MT- PFA006)
financiarse a través de suscripciones, mien- ofrecer un cambio rápido y frecuente en los mo-
tras que otras se distribuían como suple- delos de los vestidos y los diseños de los teji-
mentos de otros diarios o revistas. La falta de dos que las mujeres debían lucir para ir a la moda.
suscriptoras y el poco interés de los comer-
ciantes del sector de la confección abocaron
al cierre a muchas de ellas.
Esta eclosión de publicaciones perió-
dicas femeninas a lo largo del siglo se vio
favorecida por varios factores que caracteri-
zaron el desarrollo económico, social y cul-
tural de la España decimonónica.
En primer lugar, en el ámbito económico,
se produce la transición de una economía
básicamente agraria y de producción arte-
sana a un nuevo modelo económico dentro
de un proceso de industrialización que,
aunque lento en relación a otros países euro-
peos, propició el desarrollo de una importante
industria textil, localizada fundamentalmente
en Cataluña. Este incremento en la produc-
ción provoca que se generalice el mensaje de
que se tiene que consumir más y en menos
tiempo.
Este siglo también es testigo del naci-
miento de un nuevo tipo de comercio, los
grandes almacenes y las calles comerciales
que compiten con los sastres y las modistas y
favorecen el proceso de democratización de
la moda. El abaratamiento de los tejidos y la
difusión de figurines permiten que más muje-
res puedan vestir con las últimas novedades.
Esta idea consumista se refleja, a través Lámina en color de El Correo de la Moda, nº 479
de las revistas de modas, en la necesidad de (diciembre 1862). Museo del Traje. CIPE (MT-PFA001).
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MODELO DEL MES JUNIO
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EL CORREO DE LA MODA Vol. X (1862)
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SIMÓN PALMER, María del Carmen: Revistas femeninas madrileñas. Madrid (1993).
Recursos en Internet
Colección Digital de Revistas Femeninas, del Centro de Investigaciones Thomas J. Dodd en la Universidad de Connecticut,
que adquirió, en los años 1970, al bibliófilo, Juan Pérez de Guzmán y Boza, Duque de T'Serclaes. La colección abarca un
periodo que va desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX.
Disponible en: http://doddcenter.uconn.edu/asc/collections/spanwomen.htm
El Correo de la Moda. T. 1 (1852)
Disponible en: http://archive.org/details/correodelamodamadr
El Correo de la Moda. T. 17 (1869)
Disponible en: http://digibug.ugr.es/handle/10481/5419
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MODELO DEL MES JUNIO
Textos
María Prego de Lis es licenciada en Geografía de Historia por la Universidad
de Murcia. Pertenece al Cuerpo de Ayudantes de Bibliotecas desde 1990 y ha
trabajado en la Biblioteca Pública de Ciudad Real, en el Departamento de de
Documentación del Centro de Investigación y Documentación Educativa, CIDE
y en la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología (Madrid). En la actua-
lidad continúa su trabajo como Jefa de la Biblioteca del Museo del Traje. CIPE
(Madrid). Desde 2005 forma parte del Grupos de Trabajo de la Red de
Bibliotecas de Museos Estatales, BIMUS.
Coordinación
Mª José Pacheco
Corrección de estilo
Ana Guerrero
Maquetación
Amparo García
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MODELO DEL MES. CICLO 2012
En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará
e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes
se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia.
* (Pdte. confirmación)
JUNIO MODELO MES
2012
DEL
MUSEO DEL TRAJE. CIPE
Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040 Los modelos más representativos de la exposición
Teléfono: 915504700. Fax: 915504704
Depto. de Difusión: difusion.mt.@mcu.es
http://museodeltraje.mcu.es
El Correo de la Moda
Vol. X (1862)
Por: María Prego de Lis
Sala: "Romanticismo"
/MT PFA001/
MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
INTRODUCCIÓN
El Neoclasicismo supondrá una rechazo hacia las últimas formas del Barroco y del
Rococó y será, asimismo, una reacción moral e intelectual contra la sociedad aristocrá-
tica propiciada por el auge de la burguesía.
La devoción por los modelos clásicos impulsada por las excavaciones de
Pompeya y Herculano, junto con la admiración por Grecia y Roma llegaron a todos los
campos artísticos, jugando, en este aspecto, las Academias (como la de Bellas Artes de
San Fernando, en Madrid, o la de San Carlos en Valencia), un papel fundamental en
estas nuevas orientaciones artísticas. Esta influencia llegó también al diseño de joyería,
mobiliario, cerámica y, como no, a la indumentaria. Esta
última será muy evidente sobre todo en la femenina,
donde se abandonan por primera vez en mucho tiem-
po armazones interiores buscando la inspiración en las
estatuas clásicas. El talle sube hasta situarse debajo
del pecho, las telas se aligeran y la silueta gana vertica-
lidad a base de pliegues a semejanza de una columna.
Se intenta imitar la Antigüedad Clásica, buscando la
belleza de la forma pura en oposición a la ornamenta-
ción superficial. En lo que a indumentaria masculina se
refiere, en esta época, convivirán tres tipos diferentes:
los que visten según pervivencias de la moda francesa,
los que buscan su inspiración en el pueblo y en sus tra-
diciones y los que siguen la imperante moda inglesa
cuya consigna, ante todo, es la funcionalidad.
En el siglo XVIII, es Francia quien marca las pau-
tas en la manera de vestir. A principios de este siglo la
indumentaria masculina estaba formada por la casaca,
la chupa y el calzón. Este tipo de traje ya se empezó a FRANCISCO DE GOYA, Retrato del
Conde de Florindablanca. Ca.1783.
llevar en España a finales del siglo XVII por influencia Museo del Prado, Madrid.
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FRAC NEOCLÁSICO
francesa y se impuso totalmente con la llegada de los Borbones. Era conocido como
“vestido francés” o ” vestido militar”. Solía ir acompañado por un sombrero de tres picos,
casi siempre en negro y por una peluca. Además lleva-
ban: corbata o corbatín sobre todo a partir de los años
40, medias de seda y zapatos generalmente de cuero,
con algo de tacón, cerrados por delante con dos len-
güetas y abrochados con hebillas.
Como reacción a esta moda francesa el fenóme-
no del Majismo, que surge a mediados del siglo, busca
su inspiración en la indumentaria tradicional, acentuan-
do, sobre todo, el elemento castizo. Éste experimenta-
rá un auge en el último cuarto del siglo XVIII, coincidien-
do con el reinado de Carlos IV (1789-1807). El traje más
característico del majo era la jaqueta con los hombros
resaltados por cintas cruzadas o bordados, junto con
FRANCISCO DE GOYA, Retrato de chaleco, calzón, faja, red o cofia para recoger el cabe-
Pedro Romero. 1795-1798. Kimbell
Art Museum. Forth Worth, Texas. llo y montera. Y, por supuesto, la capa.
DESCRIPCIÓN DE LA PIEZA
Este frac perteneció a Don Manuel Hilario Ayuso, quien junto a Doña Petra Ambite lo
donó en 1942 al actual Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio
Etnológico (entonces Museo del Pueblo Español), para que formara parte de sus colec-
ciones.
El material con el que está confeccionado es seda y algodón en ligamento tafe-
tán de color marrón y la decoración es a base de rayas horizontales de color azul. Está
confeccionado con cuatro paños: dos en el delantero y dos en la espalda. Los de la
espalda, con una longitud de 112 cm., están cortados en una sola pieza: cuerpo y fal-
dones se unen con una costura central dejando una abertura en la parte de atrás.
El delantero, que es cruzado, tiene grandes solapas, y se corta a la altura de la
cintura, permitiendo ver parte del chaleco. Presenta doble botonadura, con botones
forrados con la misma tela. El cuello es alto y vuelto. Las mangas son estrechas y largas
con forma en el codo y terminan en una vuelta que se ajusta en la muñeca con una tapa
que se cierra con botones.
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
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FRAC NEOCLÁSICO
Pero junto a la hegemonía francesa en Europa, hay otra nación en auge: Inglaterra, que
en estos momentos está construyendo su gran imperio marítimo y colonial.
Con la Revolución Industrial (1764) se acelera de una forma muy rápida la indus-
tria textil algodonera y la siderurgia. La industria algodonera, bajo el estímulo de una fuer-
te demanda, fue la primera en introducir uno de los principales elementos de esta
Revolución: la máquina. Ejemplos como la Spinning Jenny (1765) de Hargreaves, que
era una máquina de hilar mecánica; la Waterframe (1769) de Arkwright o el Telar
Mecánico (1785) de Cartwright que sincronizaba los cuatro movimientos del telar
manual. Estas máquinas, que permitieron la mecanización de la hilatura y el tejido, fue-
ron algunos de los ejemplos que permitieron la revolución de este sector. Muchos de
estos artefactos se movían gracias a la energía hidráulica pero la máquina de vapor fue
la innovación decisiva, utilizándose por primera vez en este sector en 1785. A estas
mejoras hay que añadir el descubrimiento de productos colorantes y blanqueadores arti-
ficiales. La industria del estampado se estableció en Europa en 1759 y supuso un hecho
social importante. Los tejidos estampados, generalmente de algodón, permitieron vesti-
dos coloreados y vistosos mucho más baratos que los de seda y asequibles, haciendo
posible que muchas gentes accedieran al mundo de la moda, hecho que no había ocu-
rrido hasta el momento.
Los resultados en este sector fueron espectaculares: entre 1780 y 1800 se mul-
tiplicó por 8 ó por 10 la producción de algodón. Y en 1812 un hilador producía tanto
como 200 de 1765.
Ahora se pone de manifiesto un hecho social que será imparable: el ascenso y
creciente fuerza de la burguesía, una clase que había ido adquiriendo un poder econó-
mico que no se correspondía con el poder político y social que las viejas monarquías de
Europa le asignaban. Hasta la Revolución Industrial las diferencias sociales habían esta-
do patentes en el vestido tanto en los hombres como en las mujeres.
Paulatinamente, asistiremos a una democratización en el vestido y será esta pren-
da, el frac, un claro ejemplo de ello y la burguesía se convertirá en su nuevo cliente. Al
tratarse de una clase trabajadora exige trajes sencillos de llevar y de mantener, busca un
traje predominantemente práctico, ligero y fácil de vestir, frente al traje que vestía la aris-
tocracia que era predominantemente decorativo, pesado, muy complejo y suntuoso. La
ropa masculina se irá haciendo cada vez más oscura, normalmente de paño y con
menos adornos.
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
Las clases altas inglesas practicaban mucho la vida al aire libre y para pasear por
el campo o montar a caballo se necesitaba una ropa mucho más práctica y sencilla de
la que se utilizaba en la ciudad. La importancia creciente de Inglaterra hizo que se copia-
ran sus formas de vestir, encontrando la elegancia más en el corte de las prendas que
en los tejidos ricos y en los adornos.
Poco a poco entrará en decadencia la moda francesa y empezarán a ganar
importancia los “trajes de campo” ingleses. Las casacas presentarán puños más estre-
chos y los faldones delanteros desaparecerán para permitir una mayor comodidad a la
hora de montar a caballo. Los sombreros de tres picos también se remplazarán, al
menos para actividades como la caza, por un sombrero de ala estrecha y copa alta con
una línea semejante al sombrero de copa que se utilizará más adelante.
La aportación inglesa al guardarropa masculino, en este momento, será el frac.
Éste se caracterizaba por su cuello alto, solapas y faldones. También de origen inglés
fueron las botas, muy flexibles, con un reborde de gamuza, vuelto. Será a principios del
siglo XIX cuando el traje inglés se convierta en una norma en toda Europa, incluida
Francia.
A partir de este momento, por primera vez, se manifiesta una clara diferencia
entre la indumentaria del hombre y la de la mujer. En siglos anteriores era la hechura lo
que les diferenciaba, ya que tanto los colores como la ornamentación eran similares.
Desde principios del siglo XIX la indumentaria presenta elementos diferentes para el
hombre y la mujer y así se mantendrá hasta nuestros días aunque con prendas comunes.
5
FRAC NEOCLÁSICO
Con el triunfo de la burguesía se decide el rol activo y negociante del varón, que le fuer-
za a uniformarse y a dar una imagen de seriedad, que se traduce en unas prendas aus-
teras y repetitivas.
Desde Inglaterra también vendrá otro factor de cambio importante, la crítica de
los higienistas a los efectos nefastos de la moda: los cuerpos con ballenas que defor-
maban el torso, los altos peinados... Los niños fueron los primeros beneficiados, ya que
antes se les vestía como a personas mayores y a partir de ahora tendrán su propia indu-
mentaria que les permitirá mayor facilidad de movimientos y de juego.
EL FRAC EN ESPAÑA
Antes de la Guerra de la Independencia los hombres ya seguían los dictados de la moda ingle-
sa y muchas casacas habían sido sustituidas por el frac. Esta prenda la usarán todas las cla-
ses sociales apareciendo incluso en Capitales de Bienes muy modestos. La Enciclopedia
Francesa, de Diderot y D`Lambert, en los años 70, ya reproduce un frac en su tomo dedica-
do al arte del vestido y dice de él que es una prenda nueva, inspirada en el frack coat inglés.
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MODELO DEL MES DE SEPTIEMBRE
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FRAC NEOCLÁSICO
para las nuevas ideas ya que alargaba la pierna consiguiendo una mayor similitud con
las estatuas clásicas. Los fracs, cortos de cuerpo, permitían a los hombres lucir sus pier-
nas enteras mucho más que antes, porque con los calzones lo importante era lucir las
pantorrillas.
Tras la caída de Napoleón, el frac y el pantalón serán el traje de todo ciudadano,
independientemente de su clase social.
El frac es una prenda que ha pervivido hasta nuestros días. En la actualidad per-
tenece a los trajes de etiqueta y cuenta con una serie de normas en cierto modo esta-
blecidas según la hora del día, el tipo de acto y la solemnidad del mismo. Ha manteni-
do el corte a la altura de la cintura en la parte delantera y los dos faldones de la espal-
da que llegan a la altura de las rodillas.
BIBLIOGRAFÍA
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En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analiza-
rá e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asisten-
tes se les entregará gratuitamente una versión abreviada de la conferencia.
Domingos, 12,30 h.
Duración: 30 minutos
Asistencia libre