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Trabajo Práctico Nº 4

Liceo 1 Figueroa Alcorta

Lengua y literatura

Prof. Humberto Manccione

manccionetps@gmail.com

Trabajo Práctico Nº 4

La literatura gauchesca desde una perspectiva de género

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Prof. Humberto Manccione
Trabajo Práctico Nº 4

Introducción a la literatura gauchesca

La literatura gauchesca
El gaucho
La mayoría de la crítica conviene en afirmar que el gauchesco es, ante todo, A comienzos del siglo XVII, la pam-
un género poético. Censurada a menudo bajo un arraigado repertorio de prejui- pa rioplatense seguía manteniendo el
cios folkloristas, la poesía gauchesca ha pasado de ser excluida de los círculos paisaje adusto y desolador que pade-
culturales, a ser principio nuclear de una más que perseguida identidad nacional cieron los desafortunados conquista-
argentina. dores españoles en busca de la lejana
Algunas voces, como la de Lugones, apuntan a una épica de los orígenes, con- Sierra de Plata y la misteriosa ciudad
siderando a los romances de caballería como uno de los precedentes de la poesía de los Césares. Cerca de la costa o la
gauchesca. También se han relacionado distintos personajes gauchescos con los cuenca de los ríos, florecieron algunas
tipos de la novela picaresca española. Por último, por su relación con el elemen- ciudades, otras desaparecieron y sólo
to musical, se ha relacionado a la literatura gauchesca con la poesía popular de permanecen en la memoria del cro-
los payadores. Lugones aclara que las voces payador y payada (que significan, nista o en el relato de algún viajero. El
respectivamente, «trovador» y «tensión») proceden de la lengua provenzal. Las vasto territorio pampeano quedaba al
payadas consistían en certámenes improvisados por los trovadores errantes don- abasto de las manadas de ganado salva-
de los payadores trataban, alternándose, de lucirse en duelos provocados por una je y de caballos cimarrones, de las viz-
trampa de juego, una pulla, o un poético lance de contrapunto. Lugones conside- cachas y de otros animales de natura-
ra como antecedentes más directos y significativos a ciertos torneos en verso que leza asilvestrada. Pronto comenzaron a
tenían lugar entre los trovadores provenzales y que se denominaban tensiones. florecer las expediciones en busca del
Borges, en cambio, considera errónea la derivación de la payada, y no ve en cuero de los grandes rebaños de reses.
ella sino un precedente lejano ya que «el rústico, en trance de versificar, procura La organización de peones especializa-
no emplear voces rústicas. Tampoco busca temas cotidianos ni cultiva el color dos en aquellos menesteres puede su-
local. Ensaya temas nobles y abstractos; un certero ejemplo de esta poesía nos ponerse como el origen del gaucho.
ofrece Hernández en la payada de Martín Fierro con el Moreno, que trata del cie- La proliferación de estancias en
lo, de la tierra, del mar, de la noche, del amor, de la ley, del tiempo, de la medida, la Banda Oriental del Río de la Plata
del peso y de la cantidad. De esos abstractos y ambiciosos ejercicios no hubiera durante el siglo XVII, aglutinó a estos
procedido jamás el género gauchesco, tan rico en realidades». vaqueros, aunque algunos siguieron
El crítico Horacio Jorge Becco destaca como característica principal del gé- realizando su oficio de manera indivi-
nero gauchesco, la de ser una poesía «dialectal», emparentada con la lengua dual. Otros, como refiere Bonifacio del
hablada, cuyo protagonista suele ser un gaucho pampeano u orillero, y cuyos Carril, alternaban «la vida sedentaria
temas, rústicos o urbanos, pueden desarrollar acciones de naturaleza epopéyica o de la estancia con las acechanzas de la
marginal. Sin embargo, como advierte Becco, esta poesía carece de antecedentes vida nómada y aventurera». El gaucho
populares y se explica «más bien como una creación, no del pueblo, sino para el carecía aún de nombre, pero empeza-
pueblo, surgida, no en la campaña, sino en la ciudad». ba a gestarse su figura. En esta época el
Formalmente, predominó el octosílabo, herencia del romance tradicional es- apelativo de camilucho, convive con los
pañol. No obstante la estrofa más usada fue el llamado «romance criollo», dis- de guaso y gauderio. Fueron al parecer
puesto en cuartetas. los portugueses los que comenzaron a
utilizar a fines del XVIII, el nombre de
gaúcho, con sentido peyorativo (mal-
hechor). Por lo demás, la diversidad de
derivaciones etimológicas es tan ex-
tensa que remitimos a la bibliografía a
quien tenga curiosidad.
La aparición del gaucho en Argen-
tina, sin embargo, siguió diferentes ca-
minos. No se daban en la campaña ar-
gentina las condiciones anteriormente
expuestas, por lo que el tipo del gaucho

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se demoró hasta el siglo XIX y fue apa-


reciendo paulatinamente con distintas
atribuciones a las del gaucho del Uru-
Los clásicos gauchescos guay. En opinión de Bonifacio del Ca-
rril, lo peculiar del gaucho argentino
fue, por un lado, su naturaleza errante,
La verdadera consolidación del género tiene lugar bajo la tiranía del gobierno y, por otro lado, su condición de alza-
de Juan Manuel de Rosas. Proliferaron en aquellos años los folletos y hojas suel- do o fugado de la justicia. Fueron es-
tas que ponían en boca de gauchos las denuncias contra el gobernador de Buenos tas las condiciones que originaron, en
Aires. En este ámbito socio-político se inserta la obra del primer gran poeta gau- cierta forma, «la leyenda del gaucho»
chesco Hilario Ascasubi (1807-1875). En Montevideo comienza a editar a partir y de toda la literatura que le tuvo por
de 1829 el diario gauchi-político El arriero argentino, y en 1833 publica su pri- protagonista.
mera composición gauchesca: Un diálogo cívico entre el gaucho Jacinto Amores Quizá, las primeras referencias li-
y Simón Peñalva. Sus obras más conocidas las publica en París a partir de 1862: terarias respecto a la figura del gaucho
Santos Vega o Los Mellizos de la Flor, Paulino Lucero y Aniceto el Gallo. las podamos encontrar en los relatos de
Estanislao del Campo (1834-1880), que como Ascasubi había luchado en las algunos viajeros, desde el controverti-
guerras internas del país del lado del general Mitre, comienza su actividad li- do Concolorcorvo hasta el naturalista
inglés Carlos Darwin. No obstante, el
primer ensayo de importancia a cerca
de su idiosincrasia es definitivamente
el Facundo (Civilización y barbarie.
Vida de Juan Facundo Quiroga y as-
pectos físicos, costumbres y hábitos de
la República Argentina, 1845) de Do-
mingo Faustino Sarmiento, donde se
le señala como principal culpable del
atraso cultural que atenaza el desarro-
llo del país. Por otra parte, el primer
retrato del gaucho que acabará siendo
el protagonista de una larga progenie
literaria lo ofrece Hilario Ascasubi en
la primera edición de su obra Santos
Vega o Los Mellizos de la Flor (1850):
El gaucho es el habitante de los cam-
pos argentinos; es sumamente experto
en el manejo del caballo y en todos los
teraria en el periódico de marcado tono político Los debates. En sus páginas ejercicios del pastoreo. Por lo regular
aparecen sus primeros escritos gauchescos, publicados bajo el pseudónimo de es pobre, pero libre e independiente
Anastasio el Pollo (en clara referencia al libro de Ascasubi). En 1866 escribe a causa de su misma pobreza y de sus
su obra más importante, y una de las principales del género gauchesco: Fausto. pocas necesidades; es hospitalario en
Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta obra. su rancho, lleno de inteligencia y de
Tal vez uno de los autores más recordados de este periodo sea el porteño astucia, ágil de cuerpo, corto de pala-
Rafael Obligado (1851-1920). Fue fundador de la Academia de Ciencias y Le- bras, enérgico y prudente en sus accio-
tras. Su obra más reconocida es Santos Vega, que desde 1881 amplía el poeta en nes, muy cauto para comunicarse con
sucesivas ediciones. los extraños, de un tinte poético y su-
No hay que olvidar tampoco al uruguayo Antonio D. Lussich (1848-1928). persticioso en sus creencias y lengua-
Amigo íntimo de José Hernández, su obra principal, Los tres gauchos orientales je, y extraordinariamente diestro para
(1872), pudo influir en el poeta argentino, que ese mismo año publicaba en Bue- viajar solo por los inmensos desiertos
nos Aires su Gaucho Martín Fierro. En 1873 Lussich publica también El matrero del país, procurándose alimentos, ca-
Luciano Santos. ballos, y demás con sólo su lazo y las
bolas.

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El gaucho Martín Fierro


(fragmento de la ida)
El mito Martín Fierro
(...) Yo he conocido esta tierra Y allí el gaucho inteligente,
Nacido en las afueras de Buenos Ai-
En que el paisano vivía En cuanto el potro enriendó, res, José Hernández (1834-1866) iba a
Y su ranchito tenía Los cueros le acomodó convertirse en el máximo exponente
Y sus hijos y mujer... Y se le sentó en seguida, de la literatura gauchesca y padre de
Era una delicia el ver Que el hombre muestra en la vida la literatura argentina. Su mocedad,
Como pasaba sus días. La astucia que Dios le dió. a medio camino entre la ciudad y el
campo, se vio bruscamente interrum-
24 30 pida en 1852 (el mismo año de la caída
Entonces... cuando el lucero Y en las playas corcoviando de Rosas), por la muerte de su padre
Brillaba en el cielo santo, Pedazos se hacía el sotreta7 (era huérfano de madre desde 1843)
Y los gallos con su canto Mientras él por las paletas y su ingreso en milicias un año más
Nos decían que el día llegaba, Le jugaba las lloronas8, tarde. Como el resto de los gauches-
cos principia sus escritos en diversos
A la cocina runbiaba Y al ruido de las caronas periódicos como La reforma pacífica
El gaucho... que un encanto. Salía haciendo gambetas. (1856), El argentino (1863) y El Río de
25 31 la Plata (1869), ambos fundados por él
Y sentao junto al jogón1 ¡Ah, tiempos! ... !Si era un orgullo mismo. En esta época se suceden los
A esperar que venga el día, ser jinetear un paisano! exilios debidos a motivaciones políti-
cas. De vuelta en Buenos Aires en 1872
Al cimarrón2 se prendía Cuando era gaucho baquiano9, publica la obra que iba a consagrar el
Hasta ponerse rechoncho, Aunque el potro se boliase, género gauchesco: El gaucho Martín
Mientras su china dormía No había uno que no parece Fierro.
Tapadita con su poncho. Con el cabresto10 en la mano. A pesar de un comienzo editorial un
26 32 tanto dubitativo, la obra obtuvo un éxi-
to inmediato en la campaña, sucedién-
Y apenas la madrugada Y mientras domaban unos, dose once reimpresiones en tan sólo
Empezaba coloriar, Otros al campo salían seis años. A parte del indudable valor
Los pájaros a cantar, Y la hacienda recogían, literario, la importancia de esta obra
Y las gallinas a apiarse3 , Las manadas repuntaban, reside en haber convertido a un perso-
Era cosa de largarse Y ansí sin sentir pasaban naje marginal de la sociedad argentina
del momento, en poco menos, como se
Cada cual a trabajar. Entretenidos el día. ha sugerido, que el representante prin-
27 33 cipal de un pretendido «canon argenti-
Este se ata las espuelas4 , Y verlos al cair la tarde no». No son pocas las voces (Lugones
Se sale el otro cantando, En la cocina riunidos, y Ricardo Rojas, por ejemplo) que han
Uno busca un pellón blando, Con el juego bien prendido apelado al carácter heroico del poema
para explicar este fenómeno desde una
Este un lazo, otro un rebenque, Y mil cosas que contar, posición nacionalista. Otras opinio-
Y los pingos5 relinchando Platicar muy divertidos nes, como la del crítico Calixto Oyue-
Los llaman dende el palenque6 . Hasta después de cenar. la, defienden que «el asunto del Martín
28 34 Fierro no es propiamente nacional ni
El que era pion domador Y con el buche bien lleno menos de raza ni se relaciona en modo
alguno con nuestros orígenes como
Enderezaba al corral, Era cosa superior pueblo ni como nación políticamente
Ande estaba el animal Irse en brazos del amor constituida. Trátase en él de las doloro-
Bufidos que se las pela ... A dormir como la gente, sas vicisitudes de la vida de un gaucho
Y más malo que su agüela, Pa empezar el día siguiente en el último tercio del siglo anterior, en
Se hacía astillas el bagual. Las fainas11 del día anterior. la década de la decadencia y próxima
desaparición de ese tipo local y tran-
29 35 sitorio nuestro ante una organización
Ricuerdo! qué maravilla! social que lo aniquila». Como afirma,
1Fogón
2Mate amargo Cómo andaba la gauchada por otro lado, Emilio Carilla, «los pue-
3 Piar: Emitir su voz los polluelos y algunas Siempre alegre y bien montada blos necesitan mitos, y el pueblo argen-
otras aves Y dispuesta pa’ el trabajo... tino no es una excepción»; desde este
4 Objeto metálico en forma de arco con una punto de vista el éxito de Martín Fierro
pieza terminada en una ruedecilla dentada, 7 En el lenguaje rural, [ganado] que es mañero venía a cubrir ese vacío mítico del que
que se ajusta el jinete a los talones de sus botas 8 Espuelas
para poder picar al caballo. 9 Que es experto o gran conocedor en una adolecían las letras argentinas desde
5 Caballos materia determinada. los tiempos de la independencia.
6 Madero o poste clavado con firmeza en la 10 Cinta de cuero, soga La libertad y la justicia como nudos
tierra al que se atan los caballos. 11 Faenas, trabajos
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Pero hoy en día...!barajo! Mazamorra bien pisada, temáticos, el estilo deliberadamente
No se la ve de aporriada. Los pasteles y el güen vino... descuidado, el tono de queja y el len-
36 Pero ha querido el destino guaje popular (sentencias, refranes,
El gaucho más infeliz que todo aquello acabara. rasgos de oralidad, etc.), hacen de la
obra de Hernández un verdadero fenó-
Tenía tropilla de un pelo, 43 meno sociocultural, que iba a elevar a
No le faltaba un consuelo Estaba el gaucho en su pago su personaje a la categoría de mito.
Y andaba la gente lista... Con toda siguridá, Siete años más tarde, en 1879, Her-
Teniendo al campo la vista, Pero aura...! barbaridá!, nández publica La vuelta de Martín
Solo vía hacienda y cielo. La cosa anda tan fruncida, Fierro. En el texto que hace las veces
de prólogo, es el propio Hernández
37 Que gasta el pobre la vida quien insiste en los valores que con-
Cuando llegaban las yerras12 , En juir17 de la autoridá. sidera principales a cerca de su obra:
!Cosa que daba calor! 44 la universalidad del personaje y el ca-
Tanto gaucho pialador13 Pues si usté pisa en su rancho rácter popular del poema: «El gaucho
Y tironiador sin yel. Y si el alcalde lo sabe, no aprende a cantar. Su único maes-
tro es la espléndida naturaleza que en
!Ah, tiempos... pero si en él Lo caza lo mesmo que ave variados y majestuosos panoramas se
Se ha visto tanto primor! Aunque su mujer aborte... extiende delante de sus ojos. Canta
38 ¡No hay tiempo que no se acabe porque hay en él cierto impulso moral,
Aquello no era trabajo, Ni tiento que no se corte! algo de métrico, de rítmico que domina
Más bien era una junción, 45 en su organización, y que lo lleva hasta
el extraordinario extremo de que todos
Y después de un güen tirón Y al punto dése por muerto sus refranes, sus dichos agudos, sus
En que uno se daba mana, Si el alcalde lo bolea, proverbios comunes son expresados en
Pa darle un trago de cana Pues ahí nomás se le apea dos versos octosílabos perfectamen-
Solía llamarlo el patrón. Con una felpa de palos; te medidos, acentuados con inflexible
39 Y después dicen que es malo regularidad, llenos de armonía, de sen-
timiento y de profunda intención. Eso
Pues vivía la mamajuana14 El gaucho si los pelea. mismo hace muy difícil, sino de todo
Siempre bajo la carreta, 46 punto imposible, distinguir y separar
Y aquel que no era chancleta15 , Y el lomo le hinchan a golpes, cuáles son los pensamientos originales
En cuanto el goyete16 vía, Y le rompen la cabeza, del autor y cuáles los que son recogidos
Sin miedo se le prendía Y luego con ligereza, de las fuentes populares».
Como güerfano a la teta.
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Ansí lastimao y todo,
Lo amarran codo a codo
El Fortín en la línea de
¡Y qué jugadas se armaban Y pa’ el cepo18 lo enderiezan. frontera.
Cuando estábamos riunidos!
Siempre íbamos prevenidos,
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Ahí comienzan sus desgracias,
Ley de leva
Pues en tales ocasiones Ahí principia el pericón, Se concebía al gaucho como el
A ayudarle a los piones Porque ya no hay salvación, elemento haragán y pendenciero que
Caiban muchos comedidos. Y que usté quiera o no quiera, depredaba al ganado y vagaba por las
41 Lo mandan a la frontera tierras. Tierras que pertenecían, o se
Eran los días del apuro O lo echan a un batallón. creían con derechos sobre ellas, a los
Y alboroto pa el hembraje, 48 propietarios de saladeros y grandes
Pa’ preparar los potajes Ansí empezaron mis males estancias. Los terratenientes se encon-
Y osequiar bien a la gente, Lo mesmo que los de tantos; traban ante graves problemas: por un
Y así, pues, muy grandemente, Si gustan... en otros cantos lado, la presencia de los indígenas y por
Pasaba siempre el gauchaje. Les diré lo que he sufrido: el otro, la falta de mano de obra y sol-
42 Después que uno está... perdido dados y, la necesidad de incorporar al
Vení, a la carne con cuero, No lo salvan ni los santos. gauchaje al sistema capitalista que bus-
La sabrosa carbonada, 49 caban imponer. Los gobiernos “provin-
Tuve en mi pago en un tiempo ciales” (los territorios provinciales aún
12 Operación de marcar el ganado en las ha- Hijos, hacienda y mujer, no estaban definidos) y el gobierno na-
ciendas con el hierro candente
13 Enlazar y pialar. Cuando se quiere sujetar Pero empecé a padecer, cional, administrado por los mismos
a un animal que anda suelto, se lo enlaza, es Me echaron a la frontera, miembros del sector terrateniente, tra-
decir se le echa el lazo hacia las astas, si es un taron de resolver el problema indígena
vacuno o hacia el ... 17 Huir
14 Damajuana 18 Artefacto ideado para sujetar, retener propiciando campañas militares que
15 Blando, mujer o inmovilizar tanto al hombre como a los buscaban la expulsión de los indígenas
16 Pico de la damajuana o botella animales
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¡Y que iba a hallar al volver! Logró salvar la patrona. de los territorios que ocupaban y el es-
Tan solo allé la tapera19. 57 tablecimiento de una línea de fortines.
50 Formaron un contingente La escasez de mano de obra y de solda-
Sosegao vivía en mi rancho Con los que del baile arriaron, dos se resolvió a través de la sanción de
Como el pájaro en su nido, Con otros nos mesturaron, las leyes de Vagos o de Leva. A través
Allí mis hijos queridos Que habían agarrao también, de la ley de Leva, se trató de combatir el
Iban creciendo a mi lao... Las cosas que aquí se ven nomadismo, el vagabundeo y la delin-
Sólo queda al desgraciao Ni los diablos las pensaron. cuencia rural estableciendo que todo
Lamentar el bien perdido. 58 varón entre 18 y 40 años que no tuviera
51 A mí el Juez me tomó entre ojos propiedad, careciera de domicilio fijo,
Mi gala en las pulperías En la última votación: que no pudiera demostrar ocupación
Era, en habiendo más gente, Me le había hecho el remolón23 alguna (los gauchos podían demostrar
ponerme medio caliente, Y no me arrimé ese día, su ocupación a través de un documen-
Pues cuando puntiao me encuentro Y él dijo que yo servía to, denominado papeleta de conchabo,
Me salen coplas de adentro A los de la esposición. emitido por el patrón y que certifica-
como agua de la virtiente20. 59 ba su relación de dependencia), sería
52 Y ansí sufrí ese castigo detenido, puesto a disposición de las
Cantando estaba una vez Tal vez por culpas ajenas, autoridades y destinado al desarrollo
En una gran diversión, Que sean malas o sean güenas de obras públicas o a cumplir servicio
Y aprovecho la ocasión Las listas, siempre me escondo: militar en la frontera con el indio. El
Como quiso el Juez de Paz... Yo soy un gaucho redondo Código Rural de la provincia de Bue-
Se presentó, y ahí nomás Y esas cosas no me enllenan. nos Aires (1865), redactado por Valen-
Hizo arriada en montón. 60 tín Alsina, asesorado por una comisión
53 Al mandarnos nos hicieron de hacendados, retomó muchas de las
Juyeron los más matreros21 Más promesas que a un altar, disposiciones de la Ley de Leva. Así,
Y lograron escapar: El Juez nos jué a proclamar el gaucho era incorporado obligato-
Yo no quise disparar, Y nos dijo muchas veces: riamente al mercado de trabajo y a la
Soy manso y no había porqué, Muchachos, a los seis meses función de soldado. La escasez de mu-
Muy tranquilo me quedé Los van a ir a relevar. jeres, el hambre, las penosas condicio-
Y ansí me dejé agarrar 61 nes de existencia, los atropellos de los
54 Yo llevé un moro de número superiores, provocaban que muchos
Allí un gringo con un órgano ¡Sobresaliente el matucho! soldados desertaran y vivieran huyen-
Y una mona que bailaba, Con él gané en Ayacucho do en las tierras de los “cristianos” o
Haciéndonos rair estaba, Más plata que agua bendita: que se integraran a las tolderías. Según
Cuanto le tocó el arreo, Siempre el gaucho necesita establecía la ley, los soldados debían ser
!Tan grande el gringo y tan feo, Un pingo pa fiarle un pucho. recompensados con la paga de un sala-
Lo viera cómo lloraba!. 62 rio, pero éste nunca llegaba o se perdía
55 Y cargué sin dar más güeltas por el camino y, en ocasiones, llegaba
Hasta un inglés zanjiador Con las prendas que tenía: muy tarde… ya cuando el destinatario
Que decía en la última guerra Jergas, ponchos, todo cuanto había había sido muerto en combate.
Que él era de Inca-la-perra En casa, tuito lo alcé:
Y que no quería servir, A mi china la dejé 64
También tuvo que juir Medio desnuda ese día. Ansí en mi moro, escarciando,
A guarecerse en la sierra. 63 Enderecé a la frontera.
56 No me falta una guasca24 !Aparcero1 si usté viera
Ni los mirones salvaron -Esa ocasión eche el resto-, Lo que se llama cantón2!...
De esa arriada de mi flor, Bozal, maneador, cabresto, Ni envidia tengo al ratón
Fué acoyarao22 el cantor Lazo, bolas y manea... En aquella ratonera.
Con el gringo de la mona, ¡El que hoy tan pobre me vea
A uno solo, por favor, Tal vez no creerá todo esto!
19 Casa abandonada.
20 Vertiente 23 [persona] Que rehuye o se resiste a hacer 1 Persona que se dedica a explotar un terreno
21 [persona] Que vive en los montes o en lu- un trabajo, a aceptar o admitir una obligación agrícola o una instalación ganadera mediante
gares poco transitados para huir de la justicia. o algo que no gusta, a menudo por pereza. un contrato de aparcería.
22 (acollararse) Unirse [dos personas] para 24 Ramal de cuero o cuerda que en las tareas 2 Lugar donde permanecen los soldados que
vivir en pareja o contraer matrimonio. rurales se utiliza como rienda o látigo. están en guerra o en operaciones militares
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Intertextualidad
Diálogo textual
El concepto de intertextualidad lo introdujo la lingüista Julia Kristeva en 1967 La intertextualidad es la incorpora-
en su artículo “Bajtín, la palabra, el diálogo y la novela”. Junto con Roland ción
Barthes, Kristeva apostó por una noción distinta de texto que rechazaba la de  otros textos  en un texto. Esta
definición de los sistemas textuales como identidades estáticas, para aplicar una
visión dinámica del texto como productividad, desplazamiento y escritura que conexión entre textos diferentes se ex-
implicaba al mismo tiempo tanto al productor como al receptor en la construc- tiende  a producciones literarias y no
ción del sentido. literarias. ¿Cómo se produce esta in-
Con la introducción de la noción de intertextualidad Kristeva disolvía la no- corporación? Un texto puede hacernos
ción del texto como unidad cerrada y establecía la noción de que el texto siempre recordar temas, frases, rasgos estruc-
está en relación con otros textos. turales o de género  (vocabulario, por
ejemplo) de otros textos. A los textos
incorporados en una obra determina-
da los denominados Intertexto.

Las aventuras de la china Iron


(Fragmentos)
Primera parte

EL DESIERTO

Fue el brillo

El cachorro saltaba luminoso entre las patas polvo- lo que quería para mí: algo radiante. No era la primera
rientas y ajadas de los pocos que quedaban por allá: la vez que veía uno, incluso había parido a mis criaturas,
miseria alienta la grieta, la talla; va arañando lenta, a la y no es que no destellara nunca la llanura. Refulgía con el
intemperie, la piel de sus nacidos; la hace cuero seco, la agua, revivía aunque se ahogara, toda ella perdía la chatura,
cuartea, les impone una morfología a sus criaturas. Al corcoveaba de granos, tolderías, indios dados vuelta, cau-
cachorro todavía no, irradiaba alegría de estar vivo, una tivas desatadas y caballos que nadaban con sus gauchos en
luz no alcanzada por la triste opacidad de una pobre- el lomo, mientras cerca los dorados les brincaban veloces
za que era, estoy convencida, más falta de ideas que de como rayos y caían para lo hondo, para el centro del cauce
ninguna otra cosa. desbordado. Y en cada fragmento de ese río que se comía
Hambre no teníamos, pero todo era gris y polvoro- las orillas se espejaba algo de cielo y no parecía cierto ver
so, tan turbio era todo que cuando vi al cachorro supe todo eso, cómo el mundo entero era arrastrado a un vértigo

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barroso que caía lentamente y girando sus cientos de leguas a sus dos hijos. Me sentí libre, sentí como cedía lo que me
rumbo al mar. ataba y le dejé las criaturas al matrimonio de peones viejos
Primero luchaban hombres, perros, caballos y terneros que había quedado en la estancia. Les mentí, les dije que iba
huyéndole a lo que asfixia, a lo que chupa, a lo fuerte del a rescatarlo. El padre volvería o no me importaba entonces:
agua que nos mata. Unas horas después ya no había gue- tenía catorce años más o menos y había tenido la delicade-
rra, era larga y era ancha la manada, cimarrón como el río za de dejarlos con viejos buenos que los llamaban por sus
mismo ese ganado ya perdido, arrastrado más que arriado, nombres, mucho más de lo que yo nunca había tenido.
dando vueltas carnero los carneros y todo lo demás; las pa- La falta de ideas me tenía atada, la ignorancia. No sabía
tas para arriba, para adelante, para abajo, para atrás, como que podía andar suelta, no lo supe hasta que lo estuve y se
trompos con eje horizontal; avanzaban veloces y apretados, me respeto casi como a una viuda, como si hubiera muerto
entraban vivos y salían kilogramos de carne putrefacta. Era en una gesta Heroica Fierro, hasta el capataz me dio su pé-
un cauce de vacas en veloz caída horizontal: así caen los ríos same esos días, los últimos de mi vida como china, los que
en mi tierra, con una velocidad que a la vez es un ahondarse, pasé fingiendo un dolor era tanta felicidad que corría leguas
y así vuelvo al polvo que todo lo opacaba del principio y al desde el caserío hasta llegar a una orilla del río marrón, me
fulgor del cachorro que vi como si nunca hubiera visto otro desnudaba y gritaba de alegría chapotenado en el barro con
y como si no hubiera visto nunca las vacas nadadoras, ni sus Estreya. Debería haberlo sospechado, pero fue mucho des-
cueros relumbrantes, ni toda la llanura echando luz como pués que supe que la lista de gauchos que se llevó la leva la
una piedra mojada al sol del mediodía. había hecho el capataz y se la había mandado al estanciero,
Lo vi al perro y desde entonces no hice más que buscar que se la había mandado al juez. El cobarde de Fierro mi
ese brillo para mí. Para empezar, me quedé con el cachorro. marido, charlatán como pocos, de eso nunca cantó nada.
Le puse Estreya y así se sigue llamando y eso que yo misma Yo, de haber sabido, les hubiera hecho llegar mi agradeci-
cambié de nombre. Me llamo China, Josephine Star Iron y miento. No hubo tiempo. Por el color nomás, porque había
Tararira ahora. De entonces conservo sólo, y traducido, el visto poco blanco y albergaba la esperanza de que fuera mi
Fierro, que ni siquiera era mío, y el Star, que elegí cuando pariente, me le subí a la carreta a Elizabeth. Le pasaría algo
elegí a Estreya. Llamar, no me llamaba: nací huérfana, ¿es parecido a ella también porque me dejó acercarme, a mí, que
eso posible?, como si me hubieran dado a luz los pastitos tenía menos modales que una mula, menos modales que el
de flores violetas que suavizaban la ferocidad de esa pampa, cachorro que me acompañaba. Me miró con desconfianza y
pensaba yo cuando escuchaba el “como si te hubieran pari- me alcanzó una taza con un líquido caliente y me dijo “tea”,
do los yuyos” que decía la que me crió, una negra enviudada como asumiendo que no conocería la palabra y teniendo ra-
más luego por el filo del cuchillo de la bestia de Fierro, mi zón. “Tea”, me dijo, y eso que en español suena a ovación de
marido, que quizás no veía de borracho y lo mató por negro recibir, a ti”, “para ti”, en ingles es una ceremonia cotidiana y
nomás, porque podía, o quizás, y me gusta pensar esto aun eso me dio con la primera palabra en esa lengua que tal vez
de ese que era él, lo mató para enviudarla a la Negra que me había sido mi lengua madre y es lo que tomo hoy mientras
maltrató media infancia como si yo hubiera sido su negra. el mundo parece amenazado por el negro y lo violento, por
Fui su negra: la negra de una Negra media infancia y el ruido furioso de lo que no es más que una tormenta de
después, que fue muy pronton, fui entregada al gaucho can- tantas que sacuden este río.
tor en sagrado matrimonio. Yo creo que el negro me perdió
en un truco con caña en la tapera que llaman pulpería y el
cantor que me quería ya, y de tan niña que me vio, quiso
La carreta

E
contar con el permiso divino, un sacramento para tirarse
s difícil saber qué se recuerda, si lo que fue vivido
encima de mío con la bendición de Dios. Me pesó Fierro,
o el relato que se hizo y se pulió como una gema a
antes de cumplir 14 ya le había dado dos hijos. Cuando se lo
lo largo de los años, quiero decir lo que resplande-
llevaron, y se llevaron a casi todos los hombres de este po-
ce pero está muerto como muerta está la piedra. Si no fuera
bre caserío que no tenía ni iglesia, me quedé tan sola como
por los sueños, por esas pesadillas donde soy otra vez niña
habré estado de recién parida, sola de una soledad animal
sucia y sin zapato, dueña sólo de dos trapos y un perrito
porque sólo entre las fieras pueden salvar ciertas distancias
como un cielo, si no fuera por el golpe que siento acá en el
en la pampa: una bebé rubia no caía así nomas en manos de
pecho, por eso que me angosta la garganta las pocas veces
una negra.
que voy a la ciudad y veo una criatura flaca, despeinada y
Cuando se llevaron a la bestia de Fierro como a todos los
casi ausente, si no fuera por, en fin, los sueños y los acon-
otros, se llevaron también al gringo de “Inca la perra”, como
tecimientos de este cuerpo, no sabría si es verdad lo que les
cantó después el gracioso, y se quedó en el pueblo aquella
cuento.
colorada, Elizabeth, sabría su nombre luego y para siempre,
Quien sabe qué intemperie hizo reflejo en Elizabeth. Tal
en el intento de recuperar a su marido. No le pasaba lo que
vez la soledad. Tenía dos misiones por delante: rescatar al
a mí. Jamás pensé en ir tras Fierro y mucho menos arriando

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gringo y hacerse cargo de la estancia que debía administrar. je el sonido en todas direcciones; no hay mucho más que si-
Le iba a venir bien que la tradujeran, contar con lenguaraz lencio. El viento, el chillido de algún chimango y los insectos
en la carreta. Algo de eso hubo aunque creo que hubo más. cuando andan muy cerca de la cara o, casi todas las noches
Yo recuerdo su mirada de ese día: vi la luz en esos ojos, me menos las más crudas del invierno, los grillos.
abrió la puerta al mundo. Ella tenía las riendas en la mano, Partimos los tres. No sentí que dejara nada atrás, apenas
se iba sin saber bien para donde en ese carro que tenía aden- el polvo que levantaba la carreta que era, esa mañana, muy
tro cama y sábanas y tazas y tetera y cubiertos y enaguas y poco; avanzábamos despacio sobre una vieja rastrillada,
tantas cosas que yo no conocía. Me paré y la miré desde aba- uno de esos caminos que habían hecho los indios cuando
jo con la confianza con que Estreya me miraba cada tanto iban y venían libremente, hasta dejar la tierra tan firme que
cuando caminábamos juntos a lo largo de los campos o del seguía apisonada todos esos años después, no sabía cuántos,
campo; cómo saber de esa planicie toda igual cuándo usar el sí que eran más que los que llevaba vividos.
plural y el singular, se dirimió un poco después: se empezó En poco tiempo el sol dejó de ser dorado, dejó de lamer-
a contar cuando el alambre y los patrones. Entonces no, la nos y se nos clavó en la piel. Todavía las cosas hacían sombra
estancia del patrón era todo un universo sin patrón, cami- casi todo el tiempo pero ya empezaba a quemar el sol del
nábamos por el campo y aveces nos mirábamos mi perrito mediodía, era septiembre y el suelo se rompía con el verde
y yo y en él había esa confianza de los animales, encontraba tierno de los tallos nuevos. Ella se puso un sombrero y me
Estreya en mí una certeza, un hogar, algo que le confirmaba puso uno a mí y fue entonces que conocí la vida al aire libre
que lo suyo no sería la intemperie. Así la miré yo a Liz, como sin ampollas. Y empezó a volar el polvo: el viento nos traía el
un cachorro, con la certeza loca de que si me devolvía afir- que levantaba la carreta y todo el de la tierra alrededor, nos
mativa la mirada ya no habría nada que temer. Huno un sí iba cubriendo la cara, los vestidos, los animales, la carreta
en esa mujer de pelo rojo, esa mujer tan transparente que se entera. Mantenerla cerrada, preservar su interior aislado del
le veía pasar la sangre por la venas cuando algo la alegraba o polvo, lo comprendí enseguida, era lo que más le importaba
la enojaba. Después vería su sangre congelada por el miedo, a mi amiga y fue uno de mis mayores desafíos durante la
burbujeando de deseo o haciéndole hervir la cara de odio. travesía entera. Días perdimos plumereando cada cosa, era
Nos subimos con Estreya, nos hizo un ligar en el pescan- necesario disputarle cada objeto al polvo: Liz vivía con el te-
te. Estaba amaneciendo, la claridad e filtraba por las nubes, mor de ser tragada por esa tierra salvaje. Tenía miedo de que
garuaba, y cuando empezaron a moverse los bueyes tuvimos nos devorara a todos, de que termináramos siendo parte de
un instante que fue pálido y dorado y destellaron las míni- ella como Jonás fue parte de la ballena. Supe que la ballena
mas gotas de agua que se agitaban con la brisa y fueron a era parecida a un pez. Algo así como un dorado pero gris,
verdes como nunca los yuyos de aquel campo y se largó a cabezón y del tamaño de una caravana de carretas y también
llover fuerte y todo fulguró, incluso el gris oscuro de las nu- capaz de llevar cosas en su interior, transportaba un profe-
bes; era el comienzo de otra vida, un augurio esplendoroso ta esa ballena de Dios y surcaba el mar así como nosotras
era. Bañadas así, en entraña luminosa, partimos. Ella dijo surcábamos la tierra. Ella cantaba un canto grave de agua y
“England”. Y por ese tiempo para mí esa luz se llamó light y viento, bailaba, daba saltos y echaba vapor por un agujero
fue Inglaterra. que tenía en la cabeza. Me empecé a sentir ballena movién-
dome tan suelta en el pescante entre tierra y cielo: nadaba.
El primer precio de tanta felicidad fue el polvo. Yo, que
había vivido entera adentro del polvo, que había sido poco
Los cimientos en el polvo más que una de las tantas formas que tomaba el polvo allá,

F
que había sido contenida por esa atmósfera —es también
uimos lamidas por esa luz dorada nuestras prime-
cielo la tierra de la pampa—, comencé a sentirlo, a notarlo,
ras horas juntas. Una very good sign, dijo y enten-
a odiarlo cuando me hacía rechinar los dientes, cuando se
dí, no sé cómo le entendía casi todo casi siempre,
me pegaba al sudor, cuando me pesaba en el sombrero. Una
y le contesté sí, ha de ser de buen augurio, Colorada, y cada
guerra le declaramos aun sabiendo que esa guerra la perde-
una repitió la frase de la otra hasta decirla bien, éramos un
mos siempre: tenemos los cimientos en el polvo.
coro en lenguas distintas, iguales y diferentes como lo que
Pero la nuestra era una guerra de día a día, no de eterni-
decíamos, lo mismo y sin embargo incomprensible hasta el
dades.
momento de decirlo juntas; un diálogo de loros era el nues-
tro, repetíamos lo que decía la otra hasta que de las pala- La China no es un nombre
bras no quedaba más que el ruido, good sign, buen augurio,

A
good augurio, buen sign, güen saingurio, güen saingurio, penas nos cruzamos con un río con orilla, paró
güen saingurio, terminábamos riéndonos, y entonces lo que la gringa bueyes y caballos y carreta y nos sonrió
decíamos se parecía a un canto que quién sabe hasta dónde a los dos. Estreya le daba vueltas alrededor on-
llegaría: la pampa es también un mundo hecho para que via- deandosé de la cola a la cabeza, el amor y la alegría le bro-
tan en bailecitos a mi perro. Nos sonrió Elizabeth, se metió
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adentro de la carreta, yo todavía esperaba su permiso para ciendo una división un poco extrema, el resto de mi vida.
entrar, no me lo dio, salió inmediatamente con un cepillo y Sentí el aliento de Liz, picante y suave ahí entre las sábanas
un jabón, y sonriendo y con gestos cariñosos, me sacó a mí perfumadas y quise quedarme ahí, hundirme en ese aliento.
mis trapos, se sacó los de ella, lo agarró a Estreya y a los dos No supe cómo. Me dormí en paz, feliz, contenida por perfu-
nos metió en el río, que no era tan marrón como el único mes, algodones, perro, pelirroja y escopeta.
que yo había visto hasta ese día. Se bañó ella misma, esa piel (...)
tan pálida y pecosa que tiene, el pubis naranja, los pezones
rosas, parecía una garza, un fantasma hecho de carne. Me
pasó el jabón por la cabeza, me ardieron los ojos, me reí,
nos reímos mucho, yo bañé del mismo modo a Estreya y ya
limpios nos quedamos chapoteando. Liz salió antes, me en-
volvió con una tela blanca, me peinó, me puso una enagüita
y un vestido y al final apareció con un espejo y ahí me vi. Yo
nunca me había visto más que en el agua medio quieta de
la laguna, un reflejo atravesado de peces y de juncos y can-
grejos. Me vi y parecía ella, una señora, little lady, dijo Liz, y
yo empecé a portarme como una, y aunque nunca monté de
costadito y muy pronto estaría usando las bombachas que el Gabriela Cabezón Cámara (San Isidro, 4 de noviembre
Gringo había dejado en la carreta, ese día me hice lady para de 1968) es una escritora y periodista argentina. Es conside-
siempre, aun galopando en pelo como un indio y degollan- rada de una de las figuras más prominentes de la literatura
do una vaca a facón puro. latinoamericana contemporánea, además de ser una desta-
La cuestión de los nombres fue resuelta también esa tar- cada intelectual y activista feminista.
de de bautismos. “Yo Elizabeth”, dijo ella muchas veces y en Ha publicado cuatro novelas, entre las que destacan La Vir-
algún momento lo aprendí, Elizabeth, Liz, Eli, Elizabeta, gen Cabeza, que la ubicó en el mapa literario continental,2​
Elisa, “Liz”, me cortó Liz, y así quedamos. “¿Y nombre vos?”, y Las aventuras de la China Iron, cuya versión en inglés fue
me preguntó en ese español tan pobrecito que tenía enton-
nominada al prestigioso Premio Booker Internacional. En-
ces. “La China”, contesté; “that’s not a name”, me dijo Liz.
“China”, me emperré y tenía razón, así me llamaba a puro tre las principales influencias que definieron su vocación y
grito aquella Negra a quien luego mi bestia enviudaría y así estilo reconoce a Patricia Highsmith, Rodolfo Walsh, Nestor
me llamaba él cuando solía, cantó luego, irse “en brazos del Perlongher y Osvaldo Lamborghini.
amor a dormir como la gente”. Y también cuando quería la Sus artículos fueron publicados en distintos medios4​como
comida o las bombachas o que le cebara un mate o lo que Soy (Página12)5​6​, Le monde diplomatique, Revista Anfibia,
fuera. Yo era la China. Liz me dijo que ahí donde yo vivía Revista Ñ (Clarín).7​8​Trabajó además como editora de Cul-
toda hembra era una china pero además tenía un nombre. tura del diario Clarín y actualmente se desempeña como ti-
Yo no. No entendí en ese momento su emoción, por qué se tular de la cátedra del Taller de Escritura del CINO.
le mojaron los ojitos celestes casi blancos, me dijo eso pode-
mos arreglarlo, en qué lengua me lo habrá dicho, cómo fue
que la entendí, y empezó a caminar alrededor con Estreya
saltándole a los pies, dio otra vuelta y volvió a mirarme a la
cara: “¿Vos querrías llamarte Josefina?”. Me gustó: la China
Josefina desafina, la China Josefina no cocina, la China Jo-
sefina es china fina, la China Josefina arremolina. La China
Josefina estaba bien. China Josephine Iron, me nombró, de-
cidiendo que, a falta de otro, bien estaría que usara el nom-
bre de la bestia mi marido; yo dije que quería llevar más
bien el nombre de Estreya, China Josephine Star Iron en-
tonces; me dio un beso en la mejilla, la abracé, emprendí el
complejo desafío de hacer el fuego y el asado sin quemar ni
ensuciar mi vestidito y lo logré. Esa noche dormí adentro en
la carreta. Era un rancho mejor que mi tapera, tenía whisky,
ropero, jamones, galletas, biblioteca, bacon, unas lámparas
de alcohol, me fue enseñando Liz el nombre de cada cosa. Y
lo mejor, lo mejor a juicio de muchacha solitaria, dos esco-
petas y tres cajones repletos de cartuchos.
Me abracé a Estreya, que se había recostado con Liz, me
sumergí en el olor a flores de los dos, tan recién bañados
todos, me envolví en esas sábanas que olían a lavanda, eso
lo sabría mucho después, entonces pensé que el perfume era
algo tan propio del género como la textura que me albergó
esa noche y todas las de lo que sería, a grandes rasgos y ha-
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Actividades

1. Si la Intertextualidad es: “El conjunto de relaciones que un texto literario puede mantener con otros”. Se-
gún tu lectura ¿qué relaciones se establecen entre la obra de José Hernández y Gabriela Cabezón Cámara?

2. Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara es una novela que tiene una relectura y
una reescritura de un clásico de la literatura argentina desde una perspectiva feminista. La escritora
reanima su persistente aventura literaria: crear un mundo libre e igualitario. ¿ Como podemos per-
cibir esta perspectiva feminista, la libertad y la búsqueda de igualdad si comparamos ambos textos?

3. Martín Fierro cuenta como fue arrancado de su vida de gaucho libre y recuerda con inmenso dolor aquellos
días tan felices Mientras que la China relata con felicidad la separación de su marido al que llama “la bes-
tia”; narra los detalles de su nueva vida alucinada por la libertad que está experimentando y que no conocía:
Imaginá un nuevo capítulo de Las aventuras de la china Iron que narre un reen-
cuentro con Fierro(desde la primera persona como están narrados los capítu-
los que leíste); un encuentro que muestre la evolución del personaje después del via-
je y la relación con Eli que le dieron una nueva vida empoderada y llena de libertad...

4. La literatura gauchesca nacida de forma anónima en nuestros campos y más tarde incluida en el mun-
do de las “Bellas Letras” durante el siglo XIX presenta ciertos componentes que la hacen excepcional:

• La pampa como su ámbito geográfico.


• El gaucho personaje consustanciado con este ámbito.
• Los atributos de su vestimenta, instrumento y costumbres que lo vuelven singular y distinto.
• El habla rural como forma de expresión característica de este personaje.
• La presencia de la antinomia ciudad-campo como representación de una situación conflictiva propia
de su contexto y producción.
• Una fuerte crítica social al sistema político y al proyecto de nación que impulsa, en el que el gaucho
pareciera no tener más lugar ni más utilidad que la de abonar la tierra con su sangre.

Extraé citas del texto donde se vean estas seis características del género. Justificando la elección
de la cita explicando la relación que tiene con el género. La justificación de la elección de la cita no
debe faltar.

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5. Lee el siguiente fragmento:

“(...)El lenguaje no es una creación arbitraria de la mente humana, sino un producto social e histórico que
influye en nuestra percepción de la realidad. Al transmitir socialmente al ser humano las experiencias
acumuladas de generaciones anteriores, el lenguaje condiciona nuestro pensamiento y determina nuestra
visión del mundo”.
Por lo tanto, el lenguaje es un producto social cargado de estereotipos, prejuicios y buenos sentimientos.
Refleja la sociedad de la que viene y a la que sirve y lo más importante, como cualquier experiencia hu-
mana, admite cambios. Si el lenguaje es un producto social, quien tenga el poder, impondrá su lenguaje.
El genérico masculino primero invisibiliza a las mujeres. Por ejemplo, en una frase tan común como: “los
universitarios son inteligentes” queda claro que los hombres universitarios son inteligentes, pero no se
sabe nada de si hay mujeres universitarias o de si éstas poseen esta cualidad. En segundo lugar, las exclu-
ye, no se habla de ellas, y de lo que no se habla, no existe. (...)”

Publicado en: http://www.generandoigualdad.com/lo-que-no-se-nombra-no-existe/

• A partir de esta reflexión acerca del lenguaje, elaborá una comparación entre el valor que se le da a la
mujer en “El gaucho Martín Fierro “ y en “Las aventuras de la China Iron”. ¿ Qué importancia tiene po-
nerse/tener un nombre? (Basate en el capítulo “La China no es un nombre”)

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