Está en la página 1de 5

CASO CAMINO HACIA EL INFIERNO

John Baker, jefe de ingenieros de la Caribbean Bauxite Company Limited de Haití,


ubicada en la Isla Española, en las Antillas, hace los últimos preparativos para dejar la
isla. Su renuncia se anunció un mes antes y ahora todo está en orden, salvo la última y
crucial entrevista con su sucesor, el joven y capaz haitiano Mathew Rennalls. Es
importantísimo que esta entrevista sea un éxito.
Baker, un emigrante inglés de 45 años que ha trabajado 23 años para la empresa en
muchos lugares: Lejano Oriente, varios países de África, Europa y, durante los últimos
dos años, las Antillas. No le interesó mucho su cargo anterior en Hamburgo y se sintió
encantado cuando llegó el nombramiento para las Antillas. El clima no era la única
atracción. Baker siempre prefería trabajar en el extranjero en los llamados países en
desarrollo, porque sentía que tenía una facilidad innata para llevarse con el personal
local.
En la primera entrevista con Glenda Hutchins, la gerente de producción, se discutió el
problema de Rennalls y su futuro. Ahí y entonces le quedó claro a Baker que una de sus
tareas más importantes sería educar a Rennalls como su sucesor. Hutchins señaló que
Rennalls era uno de los candidatos locales más brillantes del personal (en la Universidad
de Londres se llevó los mayores honores en sus estudios de ingeniería), y por ser hijo del
secretario de finanzas y planeación económica, no le faltaba apoyo político. La empresa
se sentía favorecida por el hecho de que Rennalls haya decidido trabajar para Caribbean
Bauxite y no para el gobierno en el que su padre ocupaba un puesto prominente. Gracias
al programa vigoroso y liberal de regionalización que se originó desde la Segunda Guerra
Mundial, se les dio a 18 nativos de Haití el nivel de la gerencia media, y a Caribbean
Bauxite una buena ventaja en este aspecto sobre las demás empresas internacionales
que operaban en la isla. Por consiguiente, Hutchins tuvo pocas dificultades para
convencer a Baker de que fomentar la carrera de Rennalls era de primera importancia.
La entrevista con Hutchins tuvo lugar ya hacía dos años y Baker, recostado en la silla de
su oficina, repasaba los resultados de su tutelaje de Rennalls. ¿Qué aspectos del carácter
de éste habían ayudado y cuáles habían estorbado? ¿Su personalidad había sido de
utilidad o un obstáculo? El primer punto en los haberes era, sin duda, la capacidad de
Rennalls de dominar los aspectos técnicos de su trabajo. Desde el principio mostró
viveza y entusiasmo, y muchas veces impresionó a Baker con su capacidad para realizar
los encargos nuevos y los comentarios constructivos que hacía siempre en las
discusiones del departamento. Era popular entre todos los empleados de la Isla y tenía
modales suaves, de gran utilidad al tratar con los jefes de fuera.
Éstos eran los activos. ¿Qué había del lado de los pasivos? Primero que nada, su
conciencia racial. Sus cuatro años en la Universidad de Londres acentuaron este
sentimiento. En cuanto regresó de Londres se dedicó a la política del lado del Partido de
su padre. Pero las ambiciones de Rennalls (y vaya que era ambicioso) no estaban en la
política. Era un nacionalista inquebrantable, pero veía que sacaría mayor provecho
personal y para su país si daba a su talento ingenieril el mejor uso posible. En este
sentido, Hutchins se encontró con que le fue inesperadamente fácil convencer a
Rennalls de renunciar a su trabajo político para entrar en el departamento de
producción como ingeniero asistente.
Baker sabía que el sentimiento bien reprimido de conciencia racial de Rennalls le había
impedido que su relación fuera tan estrecha como debió ser. La formalidad entre los dos
era mínima. Baker estaba encantado de ver que su asistente compartía su sentido del
humor peculiar y pesado, así que de continuo cambiaban bromas. Se recibían uno al otro
en sus casas y con frecuencia jugaban tenis. Con todo, la barrera permanecía invisible,
indefinible y siempre presente. La existencia de esta cortina entre ellos era una causa
constante de frustraciones para Baker, pues indicaba una debilidad que él tenía que
aceptar. Si tuvo éxito con personas de otras nacionalidades, ¿por qué no con Rennalls?
Al menos había logrado congeniar con él mucho más que cualquier otro haitiano. De
hecho, la actitud de Rennalls (a veces autoritaria, a veces cínica) hacia otros extranjeros
de la compañía fue un tema que suscitó Baker el año anterior cuando analizó con
Rennalls su informe de personal. Baker también sabía que tendría que volver a traer a
colación el tema en la próxima entrevista, porque Martha Jackson, jefa de reclutadores,
apenas ayer se había quejado de la aspereza de Rennalls.
Con este pensamiento, Baker invitó a Rennalls a entrar a su oficina. Baker sostuvo una
caja y dijo: “Siéntate. Toma un cigarro”. Se detuvo mientras sostenía el encendedor y
luego continuó. “Como sabes, Matt, en unos días me iré a Canadá. Antes de partir, me
pareció que sería útil una última conversación. Con todo respeto, creo que podría ser de
ayuda. Dentro de poco te sentarás en esta silla y harás el trabajo que hago ahora, pero
yo soy 10 años mayor o quizá encuentres aceptable la idea de que podría ser capaz de
comunicarte los beneficios de mi larga experiencia”. Baker vio que Rennalls se endurecía
en su silla mientras le decía esto, así que añadió como explicación: “Tú y yo hemos ido a
suficientes cursos de la compañía para recordar esas solicitudes constantes del jefe de
personal para decir a los demás cómo trabajan en cuanto surja el momento oportuno y
no sólo el análisis automático anual, cuando por regla hay que discutir los informes de
personal”. Rennalls asintió con la cabeza, así que Baker continuó: “Siempre recordaré la
última evaluación del desempeño que tuve con mi ex jefa en Alemania. Usaba lo que
llamaba la ‘técnica del más y el menos’. Estaba convencida de que cuando los directores
tratan de mejorar el desempeño de su personal mediante un análisis, el principal
objetivo consistía en asegurarse de que los subordinados salieran de la junta alentados
e inspirados para mejorar. Por tanto, cualquier crítica debía ser constructiva y útil. Decía
que una manera muy buena de animar a una persona (y estoy totalmente de acuerdo
con ella) es analizar los buenos puntos, los factores más, tanto como los débiles, los
factores menos.
Por eso, Matt, pensé que sería buena idea llevar nuestro análisis por esas líneas”.
Rennalls no hizo ningún comentario, así que Baker continuó. “Entonces, déjame decirte
desde el principio que en lo que se refiere a tu desempeño, los más superan con mucho
a los menos. Por ejemplo, me he sentido de lo más impresionado con la manera en que
adaptaste tus considerables conocimientos técnicos para dominar las técnicas prácticas
de tu trabajo: el método ingenioso que aplicaste para meter el aire al nivel del quinto
eje es sólo un caso. En las juntas del departamento, tus comentarios siempre me
parecieron atinados y útiles. De hecho, te interesará saber que apenas la semana pasada
le informé a la señora Hutchins que, desde el punto de vista técnico, no podía pedir una
persona más capaz para asumir el puesto de jefe de ingenieros. “Fue muy amable de tu
parte, John —interrumpió Rennalls con una sonrisa agradecida—. Ahora me preocuparé
por estar a la altura de esa recomendación.” “De eso no tengo dudas —contestó Baker—
sobre todo si puedes superar el factor menos que quiero discutir ahora contigo. Ya
hablamos de eso, así que iré directo al grano. He observado que eres más cordial y te
llevas mejor con tus compatriotas haitianos que con los europeos. De hecho, apenas
ayer recibí una queja de la señora Jackson, que dice que fuiste grosero con ella y que no
fue la primera vez. “Estoy seguro, Matt, de que no necesito decirte qué necesario es que
te lleves bien con los extranjeros, pues hasta que la compañía capacite suficientes
hombres de tu calibre, los europeos tienen que ocupar los puestos directivos en la isla.
Todo esto es crucial para tus intereses futuros. Dime, ¿hay algo con lo que pueda
ayudarte?”
Mientras Baker hablaba del tema, Rennalls permanecía tenso en su silla. Pasaron unos
segundos antes de que respondiera. “¿No te parece extraordinario cómo se proyecta en
los demás una impresión tan distinta de la que se pretende? Te aseguro de nuevo que
mis disputas con Jackson (y quizá recuerdes también a Godson) no tienen nada que ver
con el color de su piel. Te aseguro que si algún haitiano se hubiera portado de la misma
manera impositiva, habría actuado igual. Además, si puedo decirlo en privado, estoy
seguro de que no soy el único que ha tenido dificultades con Jackson y Godson. Puedo
mencionarte a varios extranjeros que piensan lo mismo. Sin embargo, me preocupa
mucho haber creado la impresión de que no soy capaz de convivir con los europeos (lo
que es por completo falso) y me doy cuenta de que debo hacer todo lo posible por
corregir esa impresión a la mayor brevedad. En cuanto a que los europeos ocupen los
puestos directivos de la compañía durante algún tiempo, acepto la situación. Sé que
Caribbean Bauxite (como ha hecho ya durante años) ascenderá a los locales en cuanto
su experiencia lo justifique. Por último, quisiera asegurarte, John (y mi padre piensa lo
mismo) que estoy muy contento con mi trabajo aquí y espero quedarme en la compañía
muchos años.”
Rennalls había hablado con franqueza y Baker, aunque no se sentía convencido de lo
que oyó, no pensó que pudiera ahondar en el asunto, salvo por decir: “De acuerdo, Matt,
quizá mi impresión fue equivocada, pero quisiera recordarte la verdad de aquel viejo
refrán: ‘No importa tanto lo que es verdadero, sino lo que se cree’. Vamos a dejar eso”.
Pero de pronto Baker supo que no quería “dejar eso”. Se sintió de nuevo decepcionado
por no penetrar en Rennalls y tener que escuchar sus negativas al decir que no existe
ningún prejuicio racial en su temperamento.
Baker, que trataba de terminar la entrevista con este punto, decidió tomar otra vía.
“Para volver un momento a la técnica del más y el menos de la que te hablaba, hay otro
factor más que se me pasa citar. Quisiera felicitarte no sólo por la calidad de tu trabajo,
sino también por la capacidad que mostraste para superar un reto que yo, como
europeo, nunca enfrenté. “Continental Ore, como sabes, es una empresa comercial
común (si bien muy grande), producto del entorno social y económico de Estados Unidos
y Europa occidental. Mis antepasados crecieron en este ambiente durante 200 o 300
años y yo, por consiguiente, he vivido en un mundo en el que el comercio (como lo
conocemos hoy) ha sido parte de mí. No ha sido algo revolucionario y nuevo que haya
llegado de pronto a mi vida. En tu caso —continuó Baker— la situación es diferente,
porque tú y tus antecesores tienen 50 años, no 200 o 300. Te repito, Matt, que te felicito
y a las personas como tú por haber superado este escollo particular. Por esta misma
razón creo que el panorama de Haití y en particular de Caribbean Bauxite es brillante.”
Rennalls escuchó con atención y cuando Baker terminó le contestó: “Bueno, John, de
nuevo te doy las gracias por tus palabras y, en cuanto a mí, sólo puedo decirte que es
gratificante saber que mis esfuerzos personales hayan sido tan apreciados. Espero que
más personas piensen pronto como tú”.
Hubo una pausa y, por un momento, Baker tuvo la esperanza de estar a punto de lograr
lo que tanto había esperado. Pero Rennalls sólo sonrió. La barrera permaneció intacta.
Antes de que Baker concluyera la entrevista pasaron unos cinco minutos de
conversación animada sobre el contraste entre los climas del Caribe y de Canadá, y si las
Antillas tenían alguna posibilidad de vencer a Inglaterra en la quinta prueba.
Aunque estaba lejos de conocer al verdadero Rennalls, de todos modos estaba contento
de que la entrevista hubiera transcurrido de manera cordial y que, en particular,
terminara con una nota alegre. Pero este sentimiento duró sólo hasta la mañana
siguiente. Baker debía despedirse de varias personas, así que llegó a su oficina mucho
más tarde que lo usual. No había acabado de sentarse tras su escritorio cuando su
secretaria entró en la oficina con un gesto de preocupación en el rostro. Habló
enseguida. “Cuando llegué en la mañana, Rennalls ya esperaba en la puerta. Se veía muy
enojado y me dijo con un tono muy perentorio que tenía que dictar una carta vital que
debía enviarse sin demora. Estaba tan excitado que no podía mantenerse quieto y
caminaba por la oficina, lo que nunca hace. Ni siquiera esperó a leer lo que dictó. Firmó
la hoja donde pensó que terminaría la carta. Ya se distribuyó y hay una copia en su
charola”.

Desconcertado y con un sentimiento vago de ansiedad, Baker abrió el sobre marcado


“Confidencial” y leyó la carta siguiente:
DE: Ingeniero asistente
PARA: Jefe de ingenieros Caribbean Bauxite Limited
ASUNTO: Evaluación de entrevista entre los Srs. Baker y Rennalls
FECHA: 14 de agosto de 2010
Siempre ha sido mi norma respetar el consejo que me dan mis superiores, así que
después de nuestra entrevista decidí repensar con atención los puntos principales y
asegurarme de haber entendido todo lo que se dijo. Como te prometí en su momento,
tenía todas las intenciones de poner en práctica tus consejos. Pero cuando ayer por la
tarde, en la calma de mi casa, me dispuse a considerar la entrevista objetivamente se
me reveló con claridad su principal objetivo. Sólo entonces comprendí la enormidad de
lo que me habías dicho. Cuando más lo pensaba, más me convencía de que había dado
con la verdad y más airado me sentía. Con un dominio del idioma inglés que yo, pobre
nativo de Haití, no puedo igualar, tuviste la audacia de insultarme (y de paso a todos los
valiosos nativos de la isla) al afirmar que nuestro conocimiento de la vida moderna tiene
apenas 50 años, mientras que en tu caso tiene 200 o 300. ¡Como si tu entorno
materialista comercial pudiera compararse con los valores espirituales de nuestra
cultura! Te diré que si mucho de lo que vi en Londres es representativo de la cultura de
la que te ufanas, espero fervientemente que nunca llegue a Haití. ¿Con qué derecho
tienes el descaro de ser condescendiente con nosotros? En su interior, todos los
europeos piensan que somos bárbaros o, como dicen entre ustedes, “recién bajados de
los árboles”. Hasta altas horas de la noche discutí el asunto con mi padre y está tan
disgustado como yo. Está de acuerdo conmigo en que cualquier compañía cuyos
directores piensen como tú no es lugar para un nativo de la isla que se sienta orgulloso
de su cultura y su raza. Tanto ruido de la compañía y engañosa propaganda sobre la
regionalización... y Haití para los nativos de Haití. Me siento avergonzado y traicionado.
Te suplico que aceptes esta carta de renuncia, efectiva de inmediato.
ccp. Gerente de producción
Directora administrativa
Preguntas:
1. En tu opinión, ¿qué esperaba lograr Baker como resultado de su conversación con
Rennalls? ¿Lo consiguió? ¿Por qué?
2. ¿Baker estuvo atento a las señales no verbales? ¿Por qué?
3. ¿Qué barreras y bloqueos identificas en el caso?
4. ¿Qué pudieron haber hecho Baker y Rennalls para mejorar la situación descrita?

También podría gustarte