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conflictividad
TecnoSocial
TecnoSocial
04 | El conflicto como
característica de nuestras
sociedades
08 | Caracterización de los
conflictos
10 | Clasificaciones posibles
11 | Fuentes, condiciones y
contextos del conflicto
13 | Instancias de gestión
17 | Bibliografía
Gestión de la conflictividad
Introducción
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Gestión de la conflictividad
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2. El conflicto como
característica de
nuestras sociedades
Las políticas de
seguridad son sólo un
segmento más de un
marco mucho más
amplio constituido por
las políticas de gestión
de la conflictividad.
Detrás de toda política pública, subyace siempre una visión de la sociedad, se trata de
una precomprensión acerca de los fenómenos sociales que todos tenemos. Esto se
debe a que el sujeto que observa la sociedad, que procura conocerla o entenderla, no
lo hace desde el vacío, sino que se encuentra inmerso irremediablemente en el proceso
social que observa.
Desde el paradigma de gestión de la conflictividad asumimos que la sociedad es
esencialmente conflictiva. Aunque parezca una obviedad, la experiencia nos muestra
que en el mundo no existe, ni ha existido nunca, una sociedad sin conflictos. Es
impensable una sociedad sin conflictos, así como es impensable un proceso social sin
cambios, sin movimientos, rupturas, pluralidad de intereses, contraposición entre esos
intereses, deseos y demandas insatisfechas.
Asumir que las sociedades son -y fueron siempre- conflictivas, parte de una
constatación empírica, es decir, lo muestran los hechos. Por otra parte, esto no implica
aceptar ninguna idea sobre el valor positivo o negativo de esos conflictos, o del modo
de resolverlos. Como señala Binder: Existe una tendencia generalizada a considerar la
conflictividad como algo negativo y esencialmente transitorio, como una anomalía”.
Esta visión es propia del paradigma contrario, esto es, del paradigma del orden.
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Gestión de la conflictividad
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Gestión de la conflictividad
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3. Caracterización de los
conflictos
El conflicto requiere siempre de dos partes (por lo menos). El conflicto que nos interesa
es aquel que implica interacción de dos o más sujetos. Aquellos conflictos que puedan
experimentar las personas en su individualidad, que no trascienden del ámbito interno
del ser humano, no deben pasar al plano político. Las democracias suelen
caracterizarse por un aumento de la conflictividad, en razón de que permiten el
crecimiento de la interacción abierta entre las personas y la visibilización de sus
intereses. Esto necesariamente vuelve más conflictivo el espacio común.
En todo conflicto siempre subyace una contradicción de intereses. Este aspecto es
importante, sin embargo, no debe ser jamás el único elemento para identificar un
conflicto. Existe una contradicción de intereses cuando las partes se hallan en
desacuerdo con respecto a la distribución de recursos materiales o simbólicos, y actúan
movilizadas por la incompatibilidad de metas o por una profunda divergencia de
intereses. Por lo tanto, no alcanza con esta contradicción para identificar un conflicto,
hace falta, además, la referencia a un sentido que sea comprendido por ambas partes
de la comunicación conflictiva.
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Gestión de la conflictividad
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Gestión de la conflictividad
Este principio podría formularse de modo inverso: es impensable una relación de poder
que no implique a la vez una relación de conflicto, ya que es de la esencia del poder el
control sobre el otro mediante el desplazamiento o la orientación de la voluntad. El
poder no necesariamente será de carácter público, existen muchos otros ámbitos
donde aquel se ejerce, como el seno de una familia, en un club de barrio o en un
emprendimiento. No hay poder sin conflicto y no hay conflicto en el que el poder no
intervenga. El poder puede definirse aquí, como el control sobre las decisiones para
disponer sobre recursos y posiciones. A la vez, el poder abarca el control de las
conductas, constituyéndose en la base de la influencia recíproca entre las partes.
El conflicto siempre cumple funciones sociales. No sólo funciones sociales para las
partes, sino también para los grupos y para el conjunto social. La unidad social no es
solamente el resultado de tendencias armónicas y fuerzas integradoras, sino que las
tendencias diferenciadoras también juegan un papel positivo. Detrás de todo conflicto
social existe una función social que debe ser develada, sea positiva o negativa. A la
vez, todo conflicto implica un costo social, sea positivo o negativo. Esto va a depender
del posicionamiento que se tenga frente al conflicto y de la visión de la sociedad. Nunca
debemos perder de vista que la consagración de muchos derechos que hoy
consideramos fundamentales, comenzó a gestarse a partir de situaciones conflictivas y
reclamos sociales que en su momento fueron vistos como desviaciones del orden
imperante.
En todo conflicto siempre existen valores mutuamente incompatibles, excluyentes y
opuestos. Siempre podremos identificar una contradicción valorativa que es la que
nutre la posición central acerca del uso de los bienes o la necesidad de posiciones. Ese
choque de valores puede darse dentro de un mismo sistema de referencia o implicar el
choque de universos de valores completamente diferentes. De todas formas, siempre
tendrá que existir un marco de referencia común sin el cual la comunicación propia de
la interacción no sería posible.
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4. Clasificaciones
posibles
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5. Fuentes, condiciones
y contextos del conflicto
A la hora de diseñar
políticas de gestión,
actuar en forma
temprana sobre las
fuentes puede ser el
mejor modo de gestionar
la conflictividad.
Cualquier análisis del conflicto que nos propongamos hacer, debe partir siempre de
investigar las fuentes de esos conflictos tan profundamente como sea posible y de
utilidad para desarrollar una política de gestión. Siempre existirá la tentación de
encontrar una sola explicación o causa de los conflictos, como antaño le sucedió a la
criminología, dado que la identificación de la causa podría llevarnos sin escalas hacia el
remedio. Sin embargo esto no ha pasado de ser una ilusión que da lugar a equívocos
en la definición de políticas, ya que los factores que hacen nacer los conflictos son tan
variados como los conflictos mismos.
Esto no significa que debamos renunciar a realizar tal investigación; al contrario, ella es
fundamental para fundar estrategias adecuadas de gestión de los conflictos. Pero es
necesario estar advertidos sobre la necesidad de circunscribir adecuadamente esas
investigaciones, evitando simplificaciones o consideraciones abstractas del problema
abordado.
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Gestión de la conflictividad
Si bien los factores que deben investigarse son variados, es importante centrarse en el
principio de escasez, pues queda oculto en muchas de las discusiones modernas sobre
la pobreza y su incidencia o no en el desarrollo de la criminalidad. Es evidente que las
situaciones de escasez tienen una relación directa con la interacción conflictiva. En
todas las sociedades, la pobreza es un factor que influye en los niveles de
conflictividad. Sin embargo, la criminalización automática de esos conflictos resulta
absurda e irracional. La pobreza es evidentemente una fuente de conflictividad, pero no
será causa de conflictos por sí misma, sino que implica otra multiplicidad de factores y
condiciones que deben ser considerados a la hora de intervenir mediante políticas
públicas. Y sin duda, si de lo que se trata es de gestionar los conflictos derivados de la
desigualdad en la distribución de bienes materiales escasos, evidentemente la
criminalización no resulta un camino eficaz.
Corresponde discriminar, por lo tanto, las fuentes de conflictividad de sus condiciones
de aparición; condiciones que además, tendrán influencia en la definición de sus
características, así como en su durabilidad e intensidad. Sólo bajo ciertas condiciones,
una fuente de conflicto se convierte, además, en causa de él. Esta distinción es
fundamental porque a la hora de diseñar políticas de gestión, actuar en forma temprana
sobre las fuentes puede ser el mejor modo de gestionar la conflictividad.
También será fundamental tener en cuenta el contexto del conflicto, esto es, el sistema
social global en que se desenvuelven. Las mutuas relaciones son determinantes tanto
para entender el conflicto como para analizar los recursos sociales o estatales
disponibles para intervenir en él y su costo social.
En definitiva, no es posible establecer una visión lineal y simplista de la conflictividad. Y
si bien los conceptos de fuente, condición y contexto son analíticamente separables en
el conocimiento del conflicto, las fronteras entre una y otra categoría tienden a
desdibujarse totalmente durante el desarrollo social de aquel.
el.
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6. Instancias de gestión
Cuando se habla de
derecho penal mínimo,
de lo que se trata, es de
reubicar los conflictos
en otro nivel de
intervención, previo a la
reacción penal.
En los apartados anteriores hemos puesto de manifiesto que el proceso social no sólo
resulta impensable sin conflicto sino que además, este puede cumplir funciones
sociales positivas. Sin conflictividad, se disolverán muchas de las estratificaciones por
medio de las cuales comprendemos hoy la sociedad, o las funciones estatales. Por
medio del conflicto definimos los objetivos sociales, canalizamos tensiones sociales y
en gran medida se mide la evolución hacia nuevas circunstancias y contextos sociales
(cambio). En definitiva, sin el conflicto la sociedad no se propondría, ni alcanzaría,
nuevas situaciones de mayor bienestar, justicia e igualdad.
Se ha señalado (Binder 2011) que: “si bien es posible y necesario distinguir las
consecuencias socialmente útiles y socialmente indeseables del conflicto, lo cierto es
que van juntas. Es difícil imaginar conflicto alguno que tenga sólo un tipo de
consecuencias. Por consiguiente, parte del problema de diferenciar los aspectos
funcionales y disfuncionales del conflicto consiste en identificar las condiciones en las
cuales las consecuencias disfuncionales pueden ser minimizadas” (p.152). Desde este
punto de vista, una política de seguridad no puede prescindir de esta base de
conocimiento del conflicto.
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Bibliografía
BINDER, Alberto (2011): Análisis político criminal. Bases metodológicas para una
política criminal minimalista y democrática; Buenos Aires: Editorial Astrea.
JIMÉNEZ, María Angélica (2004): Las salidas alternativas en el nuevo proceso penal:
Estudio exploratorio sobre su aplicación. Santiago de Chile; Publicación del Centro de
Documentación Defensoría Penal Pública, disponible al 20/03/17 en
www.biblio.dpp.cl/biblio/DataBank/517.pdf.
WEBER, Max (2002): Economía y sociedad. México; DF, Fondo de Cultura Económica.
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