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ANÁLISIS CRÍTICO: “ALEJANDRO GAVIRIA Y LOS ROLES DE LA

UNIVERSIDAD”

Grupo N° 5:
Laura Camila Sandoval Cárdenas
Mariana Alejandra Arenales Quintero
Keilly Camila Varón Díaz

Docente:
Lucas Caballero Martínez

Universidad Cooperativa de Colombia


Facultad de Derecho
Ética
Ibagué
2019
¿CUÁL ES EL ROL DE LA UNIVERSIDAD EN LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA?
Alejandro Gaviria, el nuevo rector de la Universidad de los Andes, en su discurso de posesión,
inicio estableciendo la importancia de perseguir nuestros sueños, seguidamente, resalto dos temas
de gran relevancia; el primero de ellos, es el determinar como objetivo de la academia el combatir
las diferentes versiones distorsionadas del cambio social que promueven, por terquedad u
oportunismo, los políticos y medios de comunicación del país, en el mismo sentido, Gaviria
señalo que la Universidad debe combatir las mentiras, las ideologías engañosas y los discursos de
odio.
Por otro lado, desarrollo el interrogante en el cual se basó gran parte de su disertación, ¿Cuál es el
rol de la universidad en la sociedad contemporánea?, el cual le dio respuesta, indicando la
necesidad de promover en los estudiantes universitarios diferentes ideas del cambio social y de
inculcar el hábito del escepticismo, la conciencia crítica y las virtudes republicanas del debate
razonado y el respeto mutuo. En otras palabras, las Universidades deben formar líderes, pero
también personas que cuestionen el poder, no solo a quienes compitan por él.
De igual manera, el nuevo rector de la Universidad de los Andes determino, que existen pilares
fundamentales en el aprendizaje de los universitarios tales como, la sostenibilidad, la cual se
establece como la obligación que se tiene como comunidad universitaria de cuidar el medio
ambiente, dar ejemplo y practicar lo que predicamos; el compromiso, definido como todo lo
concerniente a la investigación y la creación; todos estos pilares de la enseñanza con un énfasis
Humanístico.
Realizando un análisis a las precisiones realizados por Alejandro Gaviria, en un primer momento
podemos determinar que, la Universidad es uno de los principales motores de la sociedad actual y
que tiene una gran incidencia en el futuro profesional, pues esta contribuye al desarrollo
humanístico e integral de los estudiantes, para que estos adquieran nuevos conocimientos, se
puedan adaptar a los constantes cambios sociales y sean capaces de generar un conocimiento
específico para cada momento y situación. Entre los beneficios que aporta la formación
humanística por parte de las Instituciones de Educación Superior se encuentran aspectos tales
como la tolerancia, el respeto, la capacidad para resolver problemas, tener una actitud crítica,
fomentar el compañerismo, mejorar el trabajo en equipo, todas ellas requeridas por el mercado
laboral actual.
Por lo anterior, es importante establecer que todo lo que tiene que ver con la persona: la ética, la
moral, los valores y sentimientos, lo que justifica su existencia, debe ser objeto y objetivo de
enseñanza y de aprendizaje; pues la formación Universitaria se debe ver desde dos perspectivas,
primero como la formación de profesionales que construyan de una forma autónoma y estratégica
su conocimiento, y la formación de ciudadanos que actúen de forma responsable, libre y
comprometida.
En otras palabras, lo que se busca es la formación de profesionales acordes con el nuevo
paradigma social, que desarrollen las habilidades y capacidades necesarias para construir el
conocimiento que les sea útil y de la forma más significativa posible, es decir, personas que sepan
qué decir o hacer respecto a su área de conocimiento y cómo decirlo o hacerlo en cada momento
o situación concreta (Monereo, 2000). Pero también defendemos la formación de auténticos
ciudadanos que hagan buen uso de su profesionalidad, o sea, apostamos por expertos del
conocimiento que diseñen y pongan en marcha alternativas laborales humanizadoras y viables
desde un punto de vista ético (Cortina, 1997; Martínez y Bujons, 2001).
La función que las Universidades cumplen en la sociedad, ha llevado a que estas crearan una
nueva filosofía centrada en la educación humanista que prepare a los estudiantes para asimilar de
manera consciente los cambios que los puedan afectar a lo largo de la vida, tal como señala Villa
(2002) una nueva filosofía que nos obliga a que la Universidad tenga que: “Personalizar la
enseñanza, ser flexibles en las materias y métodos, Colaborar en la integración de los ámbitos
formativos y profesionales, y transmitir, sobre todo, la comprensión de las relaciones”.
Por lo anterior, las almas mater tienen que considerar prioritarias las materias que contribuyan al
desarrollo de las capacidades intelectuales de los alumnos y los permitan adatarse
razonablemente a los cambios y a la diversidad tecnológicos y culturales, que les infundan
cualidades como el espíritu de iniciativa y de empresa o la capacidad de adaptación, y que les
permitan desenvolverse mejor en un medio de trabajo moderno en resumen todo aquello que
solicita el mercado laboral de los egresados universitarios.
La actividad de la Universidad se debe dirigir hacia la formación de tres tipos de profesionales
universitarios, por un lado, está el universitario para la sociedad para que sea capaz de resolver
los problemas reales que en ella surjan de forma constante y cambiante en su día a día lo que le
va a permitir triunfar en el ámbito laboral (Galán, 1999); por otro lado un universitario para
dedicarse a la enseñanza más centrada en el aprendizaje que en la docencia, y por último, el
universitario destinado a la investigación (Miret, 2000), que haga que la sociedad pueda mejorar
y avanzar en su proceso y evolución gracias a los progresos en la investigación y que deben ser
transferidos a la sociedad.
En definitiva, la Universidad tiene que fomentar el desarrollo de una formación general, humana
e integral para que los alumnos y futuros profesionales aprendan a vivir, a dar sentido a su vida,
enseñar a convivir una sociedad plural (Galán, 1999), que se incorporen al mercado laboral con
plenas garantías para la solución de los problemas que se les puedan plantear, fomentando el
espíritu crítico (García, 2001), con capacidad de seguir formándose a lo largo de toda la vida y
porque no se trata de enseñar todo lo que los alumnos puedan necesitar para la vida profesional o
laboral, sino algo más importante deben desarrollar aptitudes, actitudes y las capacidades que
potencien a la persona como centro de todas las actividades (Morón, 1998).

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