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Curso E‐learning Página | 1
Inocuidad Microbiológica de los
Alimentos
Modulo 1: Principios de Microbiología en los Alimentos
Documento Docente 1.2
Triada Ecológica
UNIVERSIDAD DE CHILE
INSTITUTO DE NUTRICION Y
TECNOLOGÍA DE LOS ALIMENTOS Autores: Guillermo Figueroa
Álvaro Figueroa
LABORATORIO DE Cristián López
MICROBIOLOGÍA Y PROBIOTICOS Miriam Troncoso
Fernanda Astudillo
Pilar Sánchez
Ninoska Cordero
Curso E-learning Inocuidad Microbiológica de los Alimentos Abril 2010
TRIADA ECOLÓGICA
INTRODUCCIÓN
Cuando una bacteria capaz de producir enfermedad se establece, invade y se
multiplica en los tejidos del huésped decimos que hay infección; una infección que
produce manifestaciones clínicas es una enfermedad infecciosa. Por el contrario, la
persistencia en un lugar del organismo de una bacteria que no causa enfermedad, por
ejemplo, la flora normal, se designa como colonización. La línea divisoria que diferencia
colonización de infección no está tan clara como puede parecer a simple vista. La
enfermedad es un efecto de la infección, de hecho es poco frecuente y su presentación 2
(signos, síntomas y gravedad) depende de una compleja interacción de factores del agente
(virulencia), el huésped (genéticos o adquiridos) y del ambiente.
La tríada clásica de las enfermedades transmisibles está constituida por: el agente,
un organismo, virus, rickettsias, bacterias, hongos y parásitos (protozoarios o helmintos)
que sean capaces de producir una enfermedad infecciosa. El huésped susceptible, es la
persona que dependiendo de distintos factores puede desarrollar la enfermedad. La
susceptibilidad depende de: edad, sexo, raza, estado nutricional, estado inmunitario,
ocupación. Y el medio ambiente, donde conviven el agente y el huésped, entre ellos el
clima, topografía, flora, fauna, radiaciones y las condiciones socio económicas de la
organización del medio, tales como: saneamiento, vivienda, trabajo, urbanización
descontrolada (con la consiguiente marginalización de grupos de población), alimentación,
cultura, hábitos, transporte y otros. La concepción de tríada es importante, porque
“rompiendo” la cadena a nivel de cualquiera de los tres eslabones se podría interrumpir la
transmisión e infección.
HUÉSPED SUSCEPTIBLE
Existen dos tipos de defensas en el organismo del huésped, una es la inmunidad
innata, natural o no específica y la otra, la inmunidad específica o adquirida. Esta segunda
actúa en interrelación con la inmunidad innata, complementándola y produciendo una
respuesta total más efectiva en contra de las infecciones.
1) Inmunidad innata, natural o no específica del huésped
Se denomina Inmunidad Innata al conjunto de mecanismos que existen antes de la
infección, ellas se caracterizan porque responden rápidamente (en horas) y de la misma 3
manera frente a infecciones repetidas, formando así la primera línea de defensa del
huésped. A continuación describimos brevemente cuales son:
La integridad estructural de una superficie supone una barrera a la penetración por
los microorganismos. Las superficies intactas forman una barrera eficaz a la colonización,
inhiben físicamente la adherencia y penetración de agentes potencialmente infecciosos a
las células.
La piel es una barrera eficaz a la penetración de los microorganismos. Las glándulas
sebáceas de la piel secretan ácidos grasos y acido láctico que disminuye el pH e inhibe la
colonización de bacteria patógenas.
Otra importante barrera
defensiva son las membranas
mucosas. En el caso de la del tracto
respiratorio está provista de cilios y
cubierta de mucus. Los
microorganismos inhalados a través
de la nariz o de la boca son eliminados
por la acción y el movimiento de los
cilios de células epiteliales ciliadas en
las superficies mucosas de la
nasofaringe y la tráquea, llevando el
mucus hacia la nariz y la boca, donde
las bacterias atrapadas pueden ser
eliminadas. El aparato mucociliar
puede ser dañado por el alcohol, el
cigarrillo y varios virus, por lo que este
daño predispone al huésped a otras infecciones muchas veces de tipo bacteriano.
La capacidad del organismo para impedir la invasión microbiana se basa además en
la actividad del Complemento, una serie de 9 complejos enzimáticos formado por más de
30 proteínas que reconocen al patógeno y se fijan en él (opsonización) la cual estimula las
respuestas defensivas del organismo. Además de ella existen otros varios compuestos
como la lisozima en la piel y las lágrimas, que posee una potente actividad bactericida
contra bacterias Gram positivo. Los líquidos extracelulares como el plasma sanguíneo
también poseen sustancias bactericidas, como por ejemplo las β –lisinas, que
corresponden a proteínas básicas que actúan rompiendo la membrana citoplasmática
bacteriana, produciendo así una perdida de los componentes citoplasmáticos y la muerte
celular.
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La protección inespecífica en el sistema digestivo incluye enzimas hidrolíticas en la
saliva, el ácido gástrico y varias enzimas degradativas y macrófagos presentes en el
intestino delgado. Los patógenos potenciales que penetran el huésped a través de la ruta
oral deben en primer lugar sobrevivir a la saliva y a la acidez del estómago (con un pH 2
aproximadamente) y después competir con éxito con la microflora normal residente en el
intestino delgado (pH alrededor de 5) y finalmente en el intestino grueso (pH 6‐7). Este
último órgano contiene, en un adulto normal, cerca de 1010 bacteria por gramo de
contenido intestinal.
b) Flora bacteriana normal
La mucosa del tracto gastrointestinal es la segunda superficie más extensa del
organismo (250 m2) y constituye la principal zona de contacto y defensa frente a agentes
externos como bacterias, virus, toxinas y alérgenos. La flora o microbiota que la coloniza
constituye un complejo ecosistema integrado por más de 400 especies bacterianas, que
coexisten en equilibrio dinámico con el huésped.
La flora intestinal beneficiosa, representada principalmente por las bacterias de los
géneros Lactobacillus y Bifidobacterium, contribuye de forma significativa al estado de
salud del huésped por sus funciones: metabólicas, interviniendo en la asimilación de
nutrientes de la dieta y en la producción de por ejemplo vitaminas del complejo B;
protectoras, contribuyendo al efecto barrera y al desplazamiento de microorganismos
patógenos utilizando los nichos ecológicos; y tróficas, interviniendo en la modulación del
sistema inmune y en el desarrollo y la proliferación celular.
c) Sistema Fagocitario
Los patógenos pueden a veces sobrepasar los mecanismos de defensa físicos y
químicos del hospedador descritos anteriormente. Entonces el patógeno es capaz de
llegar a los tejidos del hospedador y comenzar a colonizarlo y producir la infección.
Cuando esto ocurre el sistema inmune debe entrar en acción. La puesta en marcha de la
inmunidad, cuyo efecto final va a ser específico o inespecífico, celular o humoral, es la
activación y fijación del complemento y el posterior contacto de una célula con el
patógeno o con una proteína inmunogénica. La célula que hace el primer contacto es un
fagocito. La función principal del fagocito es ingerir y destruir patógenos y digerir sus
restos. La mayoría de estas células fagocíticas poseen inclusiones granulares
denominadas lisosomas, que poseen sustancias bactericidas como peróxido de hidrógeno
y enzimas como lisozima, proteasas, fosfatasas, nucleasas y lipasas que degranulan en la
vacuola fagocítica formando una nueva vesícula llamada fagolisosoma. Las sustancias
tóxicas y las enzimas que existen en el interior del fagolisosoma son capaces, por lo
general, de destruir y digerir al microorganismo ingerido. Entre las células fagocíticas que
se encuentran en nuestro organismo están los neutrófilos o leucocitos polimorfonucleares
(PMNs), los macrófagos y los monocitos.
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d) Inflamación y Fiebre
La inflamación es una reacción de defensa inespecífica como respuesta a las
señales químicas que se producen durante la fagocitosis de los patógenos. Los mediadores
de la inflamación incluyen un grupo importantes de proteínas denominadas citoquinas,
que son producidas por los glóbulos blancos o leucocitos. El resultado más importante de
la respuesta inflamatoria es la localización inmediata del agente dañino, frecuentemente a
través de la producción de un coágulo de fibrina en el foco inflamatorio.
Como repuesta defensiva las infecciones pueden causar un aumento de la
temperatura corporal, la cual es atribuida a pirógenos endógenos (interleukina‐1)
liberados por los macrófagos. La fiebre es una respuesta protectora ya que una gran
variedad bacterias y virus disminuyen su proliferación a temperaturas mayores que 36 °C.
La edad es un factor importante en la susceptibilidad a las enfermedades
infecciosas. Las infecciones son más comunes en el lactante y en los ancianos. En los
primeros debido a la inmadurez de su sistema inmune y a la ausencia de una microflora
protectora derivada del cambio de la alimentación materna a la lactancia artificial. En los
ancianos, en cambio, se observa una caída de la función inmunitaria asociada con la edad,
en particular la progresiva pérdida de mecanismos innatos de carácter protector, como la
menor efectividad de la limpieza mucociliar, entre otros.
El estrés (fatiga, exceso de ejercicio, la deshidratación, alimentación inadecuada o
cambios bruscos del clima y otras fuentes de estrés fisiológico) pueden predisponer y
aumentan la incidencia y gravedad de las enfermedades infecciosas en las personas
normalmente sanas.
La dieta juega un papel en la defensa del huésped, ya que un déficit proteico
puede alterar la composición de la microbiota permitiendo de este modo que los
patógenos oportunistas puedan multiplicarse. La sobrealimentación y obesidad también
pueden ser perjudiciales afectando la microbiota, lo que conlleva la multiplicación masiva
de especies bacterianas que en condiciones normales están presentes en pequeño
número.
2) Inmunidad adquirida o específica del huésped.
La inmunidad adquirida depende del sistema inmunitario del huésped. Tal
respuesta puede ser de tipo humoral (anticuerpos) o celular (linfocitos). El cuerpo humano
responde a los antígenos a través de una respuesta amplificada y más eficaz contra
infecciones repetidas del mismo microorganismo. La respuesta inmune específica puede
ser estimulada tanto por agentes infecciosos como por no infecciosos. Existen 2 tipos de
inmunidad adquirida: 6
a) Inmunidad pasiva
Es una protección temporal frente a un microorganismo y se adquiere mediante la
recepción de suero que contiene anticuerpos preformados y que se producen en el cuerpo
de otra persona. La inmunización pasiva ocurre normalmente en la forma de
inmunoglobulinas (Igs) que se transfieren a través de la placenta (IgG) o la lactancia (IgA)
de la madre al hijo. Esta protección es muy importante en los primeros días de vida,
donde el lactante tiene su capacidad reducida para montar una respuesta inmune activa.
La gran ventaja de esta inmunidad es que su habilidad protectora esta presente
inmediatamente.
b) La inmunidad activa
Es una protección basada en la exposición a un patógeno, ya sea por una infección
subclínica, una vacuna o una enfermedad. Esta protección demora en desarrollarse pero
es de más larga duración. Este tipo de inmunidad esta mediada por los linfocitos, un tipo
especial de glóbulos blancos, que contienen subgrupos de linfocitos B y T que son actores
claves en las respuestas inmunes adquiridas. Respuesta inmune humoral: Los linfocitos B
(también llamados células B) producen anticuerpos, los cuales se adhieren a un antígeno
específico y facilitan la destrucción del antígeno por parte de los fagocitos. Respuesta
inmune celular: Los linfocitos T (células T) atacan los antígenos directamente y
proporcionan control de la respuesta inmune. Las células B y T se desarrollan
específicamente para un tipo de antígeno y cuando hay exposición a un antígeno
diferente, se originan clones de células B y T diferentes.
MEDIO AMBIENTE
El medio ambiente ejerce una influencia muy importante en la infección, entre
ellos se describen aspectos físicos, biológicos, sociales y económicos.
De los físicos destacan, entre otros, la temperatura y humedad que condicionan el
ciclo vital y la supervivencia de los agentes infecciosos en el medio externo e intervienen
en la estacionalidad de muchas infecciones. Tal es el caso de Vibrio cholerae, que
encuentra un ambiente muy favorable en las cada vez más cálidas aguas costeras y en los
estuarios que asocian la presencia de algas, reservorio natural de este patógeno.
De los condicionantes biológicos cabe citar la densidad de la población humana y
animal, la disponibilidad de alimentos por los reservorios vertebrados y vectores, que
intervienen también sobre la transmisión de infecciones. El crecimiento demográfico,
ocasiona una mayor interacción humana, con el consiguiente aumento de la transmisión
de las enfermedades.
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Entre los factores sociales y económicos, la educación, los hábitos higiénicos y
personales, el trabajo, la asistencia sanitaria y los tratamientos (antibióticos,
quimioterapias, radiaciones, etc.) así como la disponibilidad económica, repercuten sobre
la susceptibilidad del huésped a las infecciones. Muchos aspectos derivados de la acción
humana como la globalización de bienes y mercados, la creciente urbanización, la
deforestación y el cambio de usos de la tierra, la utilización de plaguicidas y la ganadería
intensiva, a través de su impacto biológico y los cambios socioeconómicos inducidos,
tienen gran repercusión sobre la transmisión de las infecciones.
El comportamiento humano y los estilos de vida influyen en la introducción y
diseminación de enfermedades, al igual que los hábitos higiénicos y alimenticios que
influyen en la contaminación de los alimentos, determinando la reemergencia de la
Salmonella enteritidis y emergencia del Campylobacter jejuni y la Escherichia coli O157:H7.
La migración de las poblaciones de las zonas rurales a las ciudades en busca de
oportunidades de trabajo, conlleva a que muchas de ellas se encuentren hacinadas en los
cinturones periféricos de las grandes ciudades, sobre todo en los países en vías de
desarrollo. Éstas se convierten en grupos de alto riesgo ya que las condiciones de las
viviendas son malas, no poseen agua potable ni saneamiento; con altas tasas de
desocupación, escaso acceso a los servicios de salud, todo lo que determina que la
prevalencia de las enfermedades trasmisibles sea más alta en estos grupos que en el resto
de la población. Más de la quinta parte de la población mundial vive en condiciones de
pobreza, y no tiene recursos para prevenir o curar las enfermedades.
La prevención y el control de las enfermedades requiere nuevas inversiones en
educación y en salud pública, de no ser así se afectan los sistemas de vigilancia
epidemiológica de las enfermedades y los vectores. Muchos autores estiman que este es
el origen de la reemergencia de enfermedades causadas por Salmonella, E. coli O157:H7 y
Campylobacter jejuni entre otras.
El proceso de globalización económica, con aumento del comercio internacional y
el incremento del movimiento turístico ha determinado que personas y mercancías
recorran el mundo rápidamente pues los medios de comunicación se han perfeccionado
debido a la demanda existente. Así las enfermedades viajan de un país a otro
Modulo 1. Principios de Microbiología en los Alimentos
Documento 1.2.- Triada Ecológica
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acompañando a las personas o productos. La importación de alimentos es un riesgo a su
vez de importación de agentes de enfermedades trasmitidas por los alimentos, tales como
Salmonella enteritidis, Vibrio cholerae, como a sus vectores.
El uso indiscriminado de antibióticos de amplio espectro en pacientes
ambulatorios, la venta libre de los mismos, la automedicación, el uso de antibióticos en la
cría de animales destinados al consumo humano, así como la capacidad de los agentes a
adaptarse y desarrollar mecanismos de resistencia han determinado que se seleccionen
biológicamente cepas resistentes y multiresistentes.
Los avances en la medicina clínica han prolongado las expectativas de vida y con 8
ello han creado poblaciones que antes no existían, como las personas que han recibido
transplantes o las que reciben fármacos inmunosupresores, las que al igual que las
personas infectadas con el VIH las hace más susceptibles de infectarse y enfermarse con
cuadros más graves. Progresos en tecnología e industria de alimentos, tales como nuevas
prácticas de cultivo, cambios en el procesamiento y empaque de los alimentos,
alimentación no natural del ganado han permitido la aparición de enfermedades tales
como la Enfermedad Creutzfeldt‐Jacob, variante humana de la Encefalitis Espongiforme
Bovina, que se trasmite a los bovinos por harina de carne y huesos contaminados, que se
utilizan en su alimentación.
AGENTES PATÓGENOS
La capacidad de producir una infección constituye una de las propiedades más
llamativas de los patógenos microbianos. Son numerosos los factores que influyen en la
capacidad de un patógeno para sobrevivir y multiplicarse en los alimentos y el agua y
causar la infección o la enfermedad. Algunos de estos factores están relacionados con las
propiedades intrínsecas del patógeno, tales como las características fenotípicas y
genéticas, que influyen en la virulencia y la patogenicidad de un agente.
En forma general pueden dividirse en 3 categorías, pero un microorganismo
patógeno puede presentar varios o todos estos mecanismos:
a) aquellos que promueven la colonización de la superficie del huésped (cápsula o
glicocálix, flagelos, fimbrias o pili, proteínas de membrana externa, ácidos
lipoteicoicos).
b) aquellos que evaden la respuesta inmune del huésped y promueven la invasión de
sus tejidos (elaboración de proteasas, factores antifagocitarios, enzimas
degradadoras como hialuronidasas, nucleasas, colagenasas, elastasas, sideróforos).
c) la elaboración de sustancias tóxicas que van a dañar los tejidos del huésped
(endotoxinas y exotoxinas).
Los mecanismos patogénicos se detallarán con mayor profundidad en el Capitulo 1.3.
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