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Alteraciones Gerontológicas

Antes de mencionar las alteraciones gerontológicas, debemos definir que es


el envejecimiento. Este puede definirse como el deterioro progresivo y
generalizado de las funciones que realizan la respuesta adaptativa al estrés,
aumentando el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad. Larrinaga C,
considera al envejecimiento como un proceso diverso, determinado por factores
como la herencia genética, el estado de salud, el estatus socioeconómico, las
influencias sociales, la educación, la ocupación laboral desempeñada, las
diferencias generacionales y la personalidad, por lo cual el envejecimiento no debe
considerarse como una etapa homogénea entre personas que poseen la misma
edad cronológica.

Ahora bien, podemos definir a la gerontología como la disciplina científica


que estudia el proceso de envejecimiento en todas sus dimensiones: biológicas,
psíquicas, sociales, económicas, legales, etc.

Cambios fisiológicos relacionados con la edad

Sistema Neurológico: El peso del encéfalo disminuye por una pérdida selectiva
de neuronas (neuronas corticales, cerebelosas e hipocampo), el flujo sanguíneo
cerebral se reduce en un 20%, produciendo alteraciones de los procesos de
autorregulación de flujo. Existe pérdida de neuronas inhomogénea; por ejemplo la
circunvolución temporal superior pierde la mitad de su masa neuronal, mientras
que la inferior sólo un 10%. Las mayores pérdidas son de los grupos de neuronas
largas, como los haces piramidales, células de Purkinje, haces extrapiramidales;
por el contrario, los grupos de núcleos del tronco, neuronas pontinas e
hipotalámicas tienen pérdidas reducidas.

Las células del sistema nervioso central, presentan cambios en sus componentes
relacionado al envejecimiento, tales como aumento del estrés oxidativo,
acumulación de daño en proteínas, lípidos y ácidos nucleídos. La disfunción
mitocondrial juega un rol importante en el envejecimiento cerebral, ya que participa
en la generación de especies reactivas del oxígeno y nitrógeno, implicadas en el
daño celular.

Con respecto a las neuronas, se observado que la mielina disminuye, al igual que
la densidad de conexiones dendríticas, enlenteciendo el sistema. Aparecen
inclusiones de lipofucsina en el hipocampo y la corteza frontal. Hay disminución de
la síntesis de catecolaminas, los receptores de catecolaminas, serotonina y
opioides se reducen. Estos cambios en los neurotransmisores y sus receptores no
se traducen necesariamente en cambios intelectuales y conductuales, sino que es
el conjunto de modificaciones lo que provoca dichas variaciones.
También existen cambios en la expresión de genes y proteínas relevantes para la
transmisión sináptica, como por ejemplo canales de calcio y receptores GABA, lo
que pudiera alterar el balance entre la neurotransmisión inhibitoria y estimuladora.
Este desbalance, contribuiría a la mayor actividad neuronal observado en la
corteza prefrontal, lo que podría generar daño por exitotoxicidad

La dopamina, uno de los neurotransmisores más estudiado en relaciónal


envejecimiento, muestra una disminución de sus niveles totalesen el SNC.
Además el número de receptores de dopamina se reduce especialmente los
subtipos D1 y D2 en el tálamo, la corteza frontal, el girus cingulado anterior,
corteza temporal y cuerpo estriado. Este deterioro de la actividad dopaminérgica
asociada a la edad ha hecho plantear que el cerebro estaría en un continuo
preclínico de la enfermedad de Parkinson. Como se menciona supra, se han
descrito alteraciones en otras vías de neurotransmisores como la colinérgica y la
serotoninérgica, lo que esta asociado a la patogenia de enfermedad de Alzheimer
y trastornos del ánimo.

Actualmente es ampliamente aceptado que en el cerebro adulto, existe


neurogénesis, la cual se mantiene activa durante toda la vida. Estas nuevas
neuronas se originan en dos regiones especificas, la región subventricular y en el
hipocampo, y han demostrado capacidad para insertarse en los circuitos ya
existentes, siendo importantes en procesos como el aprendizaje y la memoria (67).

Además de lo mencionado anteriormente, cabe señalar que los reflejos


osteotendíneos disminuyen en intensidad de respuesta. La arquitectura del sueño
se altera con reducción de la fase 3 y en especial de la fase 4 de sueño profundo,
con lo cual se observa dificultad en la conciliación del sueño, despertar precoz,
reducción del número de horas de sueño y disminución del efecto reparador del
mismo.

Se ha descrito un enlentecimiento generalizado en el procesamiento de la


información y una disminución en la capacidad de cambiar o alternar el foco de
atención. Estas capacidades muestran una gran variabilidad entre los individuos
de una misma edad y se ha planteado que su disfunción pudiera ser parte del
deterioro de otras esferas cognitivas como la memoria.

Sistema respiratorio: disminuye la superficie alveolar. La calcificación de las


articulaciones o cartilagos costos-esternales rigidiza el tórax, esto genera que,
junto con la disminución de la musculatura intercostal, se produzca menos
eficiencia respiratoria.

También disminuye la elastina de la pared bronquial, así como el colágeno. Hay


aumento de la secreción mucosa con un aumento relativo de las células
caliciformes. La capacidad vital y el VEF1 disminuyen hasta un 30% a los 80 años.
El esfuerzo espiratorio independiente de la voluntad, disminuye por pérdida de
elasticidad del pulmón, el esfuerzo espiratorio dependiente de la ventilación,
disminuye en la medida que se pierde fuerza muscular de los músculos
respiratorios. Todos estos cambios repercuten en una disminución de la PaO2.

Sistema Cardiovascular: El corazón aumenta su tamaño(hay un leve aumento de


tamaño de la aurícula izquierda) y peso, presentando alrededor de los 70 años
aumento del grosor de ambos ventrículos como respuesta a la resistencia
periférica elevada del adulto mayor, ya que , la acumulación de tejido conectivo
sub endotelial produce vasos más rígidos e irregulares. La aorta se dilata.

Cabe mencionar, que la hipertrofia de los miocitos, puede producir disminución de


la distensibilidad miocárdica y un tiempo mayor de fase de relajación. También se
produce una disminución de la cantidad de miocitos, por causas que aún no están
bien aclaradas, dentro de los cuales se ha postulado a la apoptosis como
mediador.

Es fundamental mencionar que estudios recientes indicarían que el corazón


humano posee células madre y que hasta un 40% de los cardiomiocitos son
reemplazados por nuevos cardiomiocitos durante 100 años de vida. Sin embargo,
la hipertrofia cardíaca que se observa en el envejecimiento se acompaña de una
disminución en el número total de cardiomiocitos, secundaria a necrosis y
apoptosis. Ya que, la pérdida e hipertrofia de cardiomiocitos precede a la
hipertrofia cardíaca, se cree que ésta es una consecuencia de la hipertrofia celular
de los cardiomiocitos, sumada a cambios en la composición de la matriz
extracelular y otros componentes celulares del miocardio. Estudios de función
celular en cardiomiocitos aislados sugieren que el envejecimiento se asocia con
alteraciones en la activación, contracción y relajación, asociados a cambios de la
expresión génica. En cardiomiocitos envejecidos se ha reportado reducción en la
expresión de proteínas del shock térmico, disminución en la expresión de
proteínas protectoras del estrés oxidativo, alteración de proteínas de la cadena
respiratoria mitocondrial y alteración en la expresión de proteínas transportadoras
responsables de la homeostasis del calcio libre intracelular.

Hay que se señalar, que a nivel miocárdico se deposita lipofucsina, hay


degeneración celular con infiltración grasa que puede comprometer al sistema
excitoconductor. Puede aparecer infiltración amiloide, incremento de los depósitos
de colágeno que provoca fibrosis y por ende rigidez ventricular.

Cabe señalar, que el endocardio se adelgaza difusamente, las válvulas presentan


calcificaciones, rigidez, cicatrización de los velos valvulares aórticos llega hasta el
80% en adultos mayores. Estos cambios estructurales causan la prevalencia
creciente con la edad de estenosis e insuficiencia aórtica. Cambios estructurales
de la válvula mitral, como la calcificación del anillo mitral, también han sido
asociados con la edad. En general, el deterioro de la estructura y función valvular
son contribuyentes al aumento de postcarga y de la remodelación de la pared
ventricular.

El tejido excitoconductor tiene pérdida progresiva de su actividad marcapasos; por


ejemplo, a los 75 años sólo hay un 10 a 15% del número de células marcapaso del
nodo sinoauricular, que normalmente tiene una persona de 20 años, por lo tanto,
es mucho más frecuente la aparición de arritmias en el adulto mayor.

Se ha determinado, que el envejecimiento se asocia a fibrosis miocárdica:


aumento en el contenido total de colágeno miocárdico y aumento en el
entrecruzamiento de las fibras colágenas de la matriz extracelular. Los cambios en
la matriz extracelular afectarían la eficiencia del acoplamiento excitación-
contracción, aumentan el riesgo de arritmias, disminuyen la efectividad de la
transmisión de la fuerza del acortamiento del cardiomiocito para el desarrollo de
fuerza y para la disminución de volumen ventricular. Además, el cambio de las
proteínas de la matriz extracelular modula negativamente la homeostasis
del cardiomiocito, disminuyendo la interacción de los receptores de
la membrana celular con las moléculas de la matriz, que normalmente
modulan la homeostasis celular.

Aparece una mayor activación intracardíaca de angiotensina lo que derivaría en


cambios estructurales con mayor fibrosis cardíaca. El corazón del anciano es en
términos generales capaz de mantener adecuadamente un gasto cardíaco
suficiente para suplir las necesidades, pero su adaptación al estrés se reduce
paulatinamente con el paso de los años. El consumo de O2 máximo disminuye,
así como las frecuencias máximas en ejercicio.

Hay disminución de la respuesta de los receptores beta adrenérgicos, a lo cual


contribuye la reducción de la actividad de la enzima adenilato ciclasa del músculo
cardíaco.

Las arterias se comprometen por depósitos de lípidos, lo que deriva en cambios


aterotrombóticos y riesgo de cardiopatía coronaria y eventos embólicos. Además
del aumento de la rigidez arterial , el cual ocurre como resultado de los cambios
estructurales de la pared arterial, principalmente en las arterias de
conducción(diámetro mayor a 300 micrómetros) y puede preceder el desarrollo de
hipertensión arterial. El envejecimiento arterial, implica también remodelación de la
matriz extracelular, con aumento de fibras colágenas, disminución de elastina,
expresión y activación de metaloproteinasas, expresión de moléculas de adhesión
y proliferación de VSMC. Hay que señalar que las fibras elásticas sufren
degeneración, adelgazamiento, ramificación y fractura, con una disminución en el
volumen proporcional que ocupan en la pared arterial. Paralelamente a esto
aumenta la cantidad de fibras colágenas (esclerosis), la piridinolina (producto del
entrecruzamiento de las fibras colágenas) y la microcalcificación en la túnica
media (arterioesclerosis). La disfunción endotelial es otro de los cambios en los
vasos sanguíneos que se observan con el envejecimiento. La disfunción
endotelial, caracterizada como la disminución de la función vasodilatadora
dependiente de endotelio y el desarrollo de procesos inflamatorios, se puede
observar desde la infancia, y precede a los cambios estructurales del vaso
sanguíneo.

Entre los cambios asociados a la vejez, se asocia el aumento en la


producción de factores vasoconstrictores derivados de la ciclooxigenasa, aumento
en la producción de especies reactivas del oxígeno y del nitrógeno, estrés
oxidativo y aumento de la NADPH oxidasa.

Cabe mencionar, que el aumento en la producción de citoquinas proinflamatorias


también participa en el envejecimiento endotelial, siendo un paso inicial en el
desarrollo de la ateroesclerosis, aun en ausencia de factores promotores de
ateroesclerosis. Estos cambios, conocidos como “activación endotelial”, implican el
aumento en la expresión de moléculas de adhesión celular, aumento en la
interacción leucocito-endotelio y aumento de la permeabilidad, así como la
secreción de factores autocrinos y paracrinos con acciones pro-inflamatorias.

Es importante señalar que el aumento de la rigidez de las arterias de conducción y


de la resistencia periférica total contribuye en el aumento de la reflexión de la onda
de pulso y al aumento de la presión arterial. La presión arterial sistólica aumenta
en forma continua con la edad; la presión arterial diastólica aumenta
sólo hasta los 55 años y luego se estabiliza o disminuye levemente. Entre los
signos clínicos de envejecimiento cardiovascular que es fácil evaluar en los
pacientes de mayor edad encontramos el aumento de la presión de pulso (PP) y
onda de pulso en las arterias periféricas. En ausencia de disfunción ventricular
izquierda, los aumentos en la presión de pulso indican aumento de la rigidez
arterial y mayor riesgo de isquemia.

Durante el ejercicio, los ancianos muestran menores aumentos en la frecuencia


cardíaca, acompañados de mayores aumentos en la presión arterial (La caída en
la capacidad de aumentar la frecuencia cardíaca, se debe a la disminución en
la respuesta fisiológica a las catecolaminas y a la degeneración axonal
de las neuronas que inervan los atrios. Además, el número de células marcapasos
en el nodo sinoatrial disminuye desde 50% en la juventud a aproximadamente
30% en los adultos mayores
El deterioro en la función del Sistema Nervioso Autónomo sobre el corazón
también se refleja en la pérdida de la variabilidad del ritmo cardíaco en reposo.
Finalmente, la Fibrilación Atrial, la arritmia crónica más frecuente en el ser
humano, muestra una prevalencia directamente proporcional a la edad y podría
deberse en parte a los cambios de la matriz extracelular y cambios estructurales
que sufre el corazón con el envejecimiento.

Sistema renal:

Los riñones sufren importantes cambios debido al envejecimiento, los cuales no


se hacen notorios dada la gran reserva funcional de estos órganos; sin embargo,
situaciones de estrés para la actividad excretora de este sistema, tales como
hipoperfusión, uso de nefrotóxicos o patologías que afecten directamente a un
riñón pueden provocar la aparición de insuficiencia renal.

Aproximadamente un 50% de las nefronas desaparecen entre los 30 y 70 años y


la tasa de filtración glomerular decae en 8 ml/min cada 10 años. Es probable que
la disminución normal del flujo renal, que equivale a un 10% por década en los
adultos, la mayor permeabilidad de la membrana glomerular, la menor superficie
disponible de filtración y el aumento de uso de nefrotóxicos con la edad sean los
factores que expliquen la disminución de la función renal. El peso renal normal se
ha estimado en 250-270 gramos (40-50 años de edad) disminuye a 180-200
gramos entre los 70-90 años fundamentalmente por adelgazamiento de la corteza
renal. En cuanto a la función de los túbulos renales, se ha demostrado una
disminución de aproximadamente un 20% en la capacidad de concentrar la orina
de sujetos en la sexta década de la vida

Las vías urinarias se ven afectadas por una mayor tendencia a la producción de
cálculos, por los cambios producidos por la caída de los estrógenos en mujeres y
por la presencia de obstrucción prostática por crecimiento normal de la glándula
en los hombres

El envejecimiento se asocia además a cambios en la vasculatura: engrosamiento


de la pared arterial, esclerosis de las arterias glomerulares, disminución de
glomérulos funcionales por oclusión. La esclerosis glomerular llega hasta a un
30% de la población glomerular en la octava década de la vida.

Normalmente el envejecimiento no afecta los valores basales de electrolitos


plasmáticos (Na, K, Cl), y tampoco se observa alteraciones manifiestas en la
capacidad de mantención del balance hidroelectrolítico en condiciones de dieta
balanceada y disponibilidad libre de agua para ingesta. Pero, la capacidad de
adaptarse frente a cambios agudos en el balance hidroelectrolítico se ve
disminuida, lo que explicaría la mayor incidencia de trastornos hidroelectrolíticos
en los ancianos hospitalizados

Sistema Gástrico: Las encías se atrofian y se expone el cemento de los dientes,


apareciendo caries y pérdida de piezas. Los cambios musculares del esófago
alteran la deglución, y hay más reflujo de contenido gástrico hacia el esófago.

Hay disminución de la capacidad de percibir los sabores dulces y salados. Los


dientes presentan retracción del los recesos gingivales, reducción de la pulpa
dental por mala perfusión y consecuente reducción de la inervación. Hay una
disminución fisiológica de la producción de saliva y atrofia de la mucosa
periodontal, lo que ocasiona una mayor facilidad de traumatismo y lesiones
dentales.
A nivel del tubo digestivo, se produce una tendencia a la aparición de dilataciones
saculares o divertículos, esto es especialmente frecuente en el colon de personas
que sufren de constipación. Un 10% de los octogenarios pierde la coordinación de
los músculos esofágicos por alteraciones de los plexos entéricos.

El debilitamiento del diafragma hace más frecuente la existencia de hernias


hiatales. La reducción de elasticidad de la pared del recto y la disminución de la
motilidad general del intestino puede conducir a la presencia de constipación y
génesis de fecalomas. A nivel de esfínter anal hay disminución de la elasticidad de
las fibras lo cual puede derivar en incontinencia fecal.

La presencia de enfermedad ateromatosa es causa de isquemias mesentéricas o


de colon. A nivel gástrico la incidencia de Helicobacter pylori aumenta, lo que
sumado a una reducción de los mecanismos de defensa de la mucosa hace más
frecuente la existencia de úlceras. La capacidad de metabolización hepática es
menor, provocando cambios en la fármacocinetica de muchas drogas.

Sistema hepático-Biliar: durante el envejecimiento el hígado sufre una


disminución progresiva de tamaño y peso a partir de los 50 años. Los cambios
histológicos más importantes son la disminución del número de hepatocitos, que, a
su vez, pueden verse modificados en su morfología: multinucleados y poliploideos.
También se puede observar la reducción del número de mitocondrias en el retículo
endoplasmático y en la membrana de Golgi, junto a un mayor depósito de
lipofuscina.
Es importante señalar, que el proceso de envejecimiento no altera los resultados
de las pruebas de función hepática, ni la síntesis de los factores de la coagulación.
La degradación de las proteínas parece reducirse con la edad, lo que conlleva una
acumulación de proteínas anormales.
Las acciones enzimáticas de fase 1, que consisten en oxidación, reducción o
hidrólisis para convertir el fármaco original en metabolitos más polares, se reducen
de forma progresiva con la edad. Por el contrario, las acciones enzimáticas de
fase 2, que incluyen conjugación del fármaco original o el metabolito con su
sustrato adicional, para obtener el mismo resultado, apenas se modifican con el
envejecimiento.
La vesícula no presenta modificación funcional ni anatómica con la edad. Por el
contrario, la síntesis de los ácidos biliares se ve disminuida con el envejecimiento
debido a la reducción de la hidrofilacio del colesterol. También se observa una
reducción en la extracción desde la sangre del colesterol en las lipoproteínas de
baja densidad

La producción y el flujo de la bilis disminuye con la edad, y en consecuencia hay


una mayor probabilidad de que se formen cálculos biliares.
Cambios en el hígado:
— Acumulación de los metabolitos activos de algunos fármacos.
— Mayor lesión de los fármacos hepatotóxicos.
— Menor respuesta de los hepatocitos a los facto-res de crecimiento y, por tanto,
un retraso en la regeneración hepática.

La capacidad del hígado para metabolizar muchas sustancias disminuye con el


envejecimiento. Por consiguiente, en las personas mayores algunos fármacos no
son inactivados tan rápidamente como en las más jóvenes. Como resultado, una
dosis de fármaco que no tendría efectos secundarios en personas jóvenes puede
tener reacciones adversas relacionadas con la dosis en las personas mayores. Por
tanto, en las personas mayores a menudo es necesario reducir las dosis. También
disminuye la capacidad del hígado para resistir las agresiones, por lo cual las
sustancias tóxicas para el hígado son más nocivas en las personas mayores que
en las más jóvenes. La reparación de las células hepáticas dañadas es también
más lenta en las personas mayores.

Sistema Tegumentario: la piel con el tiempo se hace más delgada, más seca, más
transparente y se vuelve menos elástica, arrugada y de tinte amarillento. La epidermis sufre
depresiones irregulares por pérdida de la polaridad de los queratinocitos, hay disminución
de los melanocitos y existe tendencia a la displasia celular. La dermis pierde parte de su
contenido colágeno, produciéndose arrugas; la pérdida de la elastina e incremento de los
glicosaminoglicanos inducen la formación de pseudoelastina, que causa el color amarillento
a la piel. La hipodermis se ve adelgazada por la disminución del tejido graso. Los folículos
pilosos se atrofian y disminuyen su densidad, se pierde la producción de pigmentos por el
decremento de los melanocitos.

Las uñas reducen su velocidad de crecimiento, aumentan su grosor y se vuelven opacas y


más duras por aumento proporcional de la queratina, llegando a presentar onicogrifosis.

El tejido conectivo disminuye su contenido de colágeno y los fibroblastos reducen su


recambio. Por pérdida del soporte elástico, los traumatismos pueden provocar la ruptura de
vasos capilares apareciendo trasvasación de sangre, con menor degradación. A los 90 años
el 70% de los adultos mayores presentan púrpura senil.

Significado clínico de los cambios fisiológicos relacionados con la edad y las


interveniones de enfermería en la atención del anciano en UCI y Emergencia

Funciones a nivel asistencial (UCI)

 Efectuar la evaluación integral del anciano.


 Realizar una valoración multidimensional para determinar en forma exacta las
necesidades de atención que derivan del estado de salud.
 Registrar la información.
 Dispensar cuidados individualizados.
 Reducir al máximo el grado de dependencia, potenciando las capacidades
residuales. ( en caso de usuarios conscientes)
 Mejorar la calidad de vida, lo que es un imperativo ético.
 Minimizar los costos, tanto para el anciano como para el personal y la institución.
 Atender y acompañar al anciano y sus familiares en los momentos finales de su
vida.

La valoración clínica: permite cualificar y cuantificar patologías sintomáticas, identificar


patologías desconocidas, evaluar sus efectos sobre la funcionalidad y planificar y priorizar
la intervención terapéutica. Tres puntos importantes son la anamnesis, la exploración física
y los exámenes complementarios. Dentro de la anamnesis, se debe preguntar por
antecedentes personales y familiares, historia nutricional y farmacológica, hábitos con
relación a tóxicos, vacunaciones, situación basal previa, enfermedades actuales y su
impacto sobre la funcionalidad e identificar algunos problemas socio-ambientales( en caso
de pacientes inconscientes, preguntar a los familiares). En el examen físico es importante
revisar los signos vitales, la piel, la marcha y equilibrio, para ver si hay riesgo de caídas, los
órganos de los sentidos y los sistemas, especialmente el sistema nervioso.

La valoración funcional: tiene como objetivo describir y cuantificar la capacidad de


movilización y la realización de las actividades de la vida diaria (AVD). Interesa saber
cómo realiza las actividades básicas y las actividades instrumentales de la vida diaria.

La valoración mental permite identificar y cuantificar los trastornos en las áreas


cognitivas y afectivas que afecten, o puedan afectar, la capacidad de autosuficiencia. Esto
se debe complementar con una observación no estructurada del comportamiento,
apariencia, ánimo, lenguaje, etc.

La valoración social tiene como objetivo identificar situaciones socio- económicas y


ambientales capaces de condicionar la evolución clínica o funcional de los ancianos. Es útil
consultar por las características de las instalaciones que tenía en su hogar previo al ingreso
a la terapia, para así conformar un espacio lo más parecido posible al que dejó; conocer la
relación con la familia y los amigos, las expectativas con respecto al futuro y los
pasatiempos que le agradan.

La valoración demográfica permitirá conocer su nivel cultural, profesión, estado civil,


edad, composición familiar, entre otros datos.

Relación entre cambios inducidos por el envejecimiento en la función hepática, las


variaciones en la farmacocinética y los medicamentos cardiovasculares

La farmacocinética es el estudio de la absorción,distribución, metabolismo y excreción de los


medicamentos.Todos estos procesos están alterados en el anciano. La farmacocinética
sugiere que los cambios en la respuesta a medicamentos con la edad se deben a estas alteraciones.

En el anciano se producen una serie de cambios fisiológicos que pueden modificar el metabolismo
farmacológico, tales como: disminución del flujo sanguíneo hepático, disminución de la masa
hepática(menos hepatocitos) y disminución de la capacidad metabólica hepática.
Esta disminución es variable de un medicamento a otro y de un individuo a otro y determina una
mayor vida media de algunas drogas en el organismo, por enlentecimiento de su metabolismo.

El metabolismo hepático general de muchos fármacos a través del sistema enzimático del
citocromo P-450 disminuye con la edad. Los fármacos que se metabolizan por vía hepática
muestran una disminución característica de la depuración entre 30 y 40%. Por lo cual, las
dosis de mantenimiento de los fármacos deben reducirse este porcentaje; sin embargo, la
velocidad del metabolismo de los fármacos varía en forma significativa de una persona a
otra y se debe individualizar el ajuste de dosis.

En los ancianos, la depuración hepática de los fármacos metabolizados en reacciones de


fase I (oxidación, reducción, hidrólisis) es más prolongada. En general, la edad no afecta de
manera significativa la depuración de los fármacos metabolizados mediante conjugación y
glucuronidación (reacciones de fase II).

El metabolismo de primer paso (metabolismo, típicamente hepático, que se produce antes


de que un fármaco alcance la circulación sistémica) también se ve afectado por el
envejecimiento, y disminuye en alrededor de 1%/año después de los 40 años de edad. Así,
para una dosis oral dada, los adultos mayores pueden tener concentraciones más altas de
medicamentos en la circulación. Ejemplos importantes de fármacos con un alto riesgo de
efectos tóxicos incluyen nitratos, propranolol, fenobarbital, y nifedipina.

Otros factores también pueden influir en el metabolismo hepático de los medicamentos que
se toman, como el tabaquismo, la disminución del flujo sanguíneo hepático en pacientes
con insuficiencia cardíaca y los medicamentos que inducen o inhiben las enzimas
metabólicas del citocromo P-450.

Antihipertensivos:

En algunos pacientes ancianos, pueden ser necesarias dosis iniciales más bajas de
antihipertensivos para reducir el riesgo de efectos adversos; sin embargo, en la mayoría de
los ancianos con hipertensión arterial, el logro de los objetivos de presión arterial requiere
dosis convencionales y terapia con múltiples fármacos. El tratamiento inicial de la
hipertensión en el anciano suele implicar un diurético tipo tiazida, inhibidores de la ECA,
bloqueantes del receptor de angiotensina II, o bloqueante de los canales de Ca
dihidropiridina, en función de sus comorbilidades. Los beta-bloqueantes deben reservarse
como terapia de segunda línea. Las dihidropiridinas de acción breve (p. ej., nifedipina)
pueden aumentar la tasa de mortalidad y no deben usarse. Puede controlarse la presión
arterial en posición sentada y de pie, sobre todo cuando se usan varios antihipertensivos,
para poder detectar una hipotensión ortostática, que puede incrementar el riesgo de caídas y
fracturas. Los médicos deben comparar el objetivo de lograr los valores de presión arterial
deseados con el riesgo de efectos adversos en adultos mayores (como inducir hipotensión
ortostática o aumentar el riesgo de caídas).
Digoxina:

La digoxina, un glucósido cardíaco, se usa para aumentar la fuerza de las contracciones


miocárdicas y tratar las arritmias supraventriculares. No obstante, debe usarse con
precaución en pacientes ancianos. En los hombres con insuficiencia cardíaca y fracción de
eyección del ventrículo izquierdo ≤ 45%, las concentraciones séricas de digoxina > 0,8
ng/mL se asocian con un aumento de la tasa de mortalidad. Los efectos adversos típicos
están relacionados con su índice terapéutico estrecho. En un estudio se observó que la
digoxina sería beneficiosa en mujeres con concentraciones séricas de entre 0,5 y 0,9 ng/mL,
pero es posible que sea nociva cuando las concentraciones son ≥ 1,2 ng/mL. Varios factores
incrementan la probabilidad de toxicidad por digoxina en los ancianos. El compromiso
renal, la deshidratación temporaria y el consumo de medicamentos antiinflamatorios no
esteroideos (todos frecuentes en los ancianos) pueden reducir la depuración renal de
digoxina. Asimismo, la depuración de digoxina disminuye en promedio un 50% en
pacientes ancianos con concentraciones séricas normales de creatinina. Si la masa corporal
magra es menor que la normal, como puede observarse con el envejecimiento, el volumen
de distribución de la digoxina se reduce. En consecuencia, las dosis iniciales deben ser
bajas (0,125 mg/día) y deben ajustarse en función de la respuesta y la concentración sérica
de digoxina (intervalo normal entre 0,8 y 2 ng/mL). Sin embargo, las concentraciones
séricas de digoxina no siempre se correlacionan con la probabilidad de que surjan efectos
tóxicos. Además, los American Geriatric Society Beers Criteria sugieren evitar dosis >
0,125 mg/día (1).

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