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Sistema Neurológico: El peso del encéfalo disminuye por una pérdida selectiva
de neuronas (neuronas corticales, cerebelosas e hipocampo), el flujo sanguíneo
cerebral se reduce en un 20%, produciendo alteraciones de los procesos de
autorregulación de flujo. Existe pérdida de neuronas inhomogénea; por ejemplo la
circunvolución temporal superior pierde la mitad de su masa neuronal, mientras
que la inferior sólo un 10%. Las mayores pérdidas son de los grupos de neuronas
largas, como los haces piramidales, células de Purkinje, haces extrapiramidales;
por el contrario, los grupos de núcleos del tronco, neuronas pontinas e
hipotalámicas tienen pérdidas reducidas.
Las células del sistema nervioso central, presentan cambios en sus componentes
relacionado al envejecimiento, tales como aumento del estrés oxidativo,
acumulación de daño en proteínas, lípidos y ácidos nucleídos. La disfunción
mitocondrial juega un rol importante en el envejecimiento cerebral, ya que participa
en la generación de especies reactivas del oxígeno y nitrógeno, implicadas en el
daño celular.
Con respecto a las neuronas, se observado que la mielina disminuye, al igual que
la densidad de conexiones dendríticas, enlenteciendo el sistema. Aparecen
inclusiones de lipofucsina en el hipocampo y la corteza frontal. Hay disminución de
la síntesis de catecolaminas, los receptores de catecolaminas, serotonina y
opioides se reducen. Estos cambios en los neurotransmisores y sus receptores no
se traducen necesariamente en cambios intelectuales y conductuales, sino que es
el conjunto de modificaciones lo que provoca dichas variaciones.
También existen cambios en la expresión de genes y proteínas relevantes para la
transmisión sináptica, como por ejemplo canales de calcio y receptores GABA, lo
que pudiera alterar el balance entre la neurotransmisión inhibitoria y estimuladora.
Este desbalance, contribuiría a la mayor actividad neuronal observado en la
corteza prefrontal, lo que podría generar daño por exitotoxicidad
Sistema renal:
Las vías urinarias se ven afectadas por una mayor tendencia a la producción de
cálculos, por los cambios producidos por la caída de los estrógenos en mujeres y
por la presencia de obstrucción prostática por crecimiento normal de la glándula
en los hombres
Sistema Tegumentario: la piel con el tiempo se hace más delgada, más seca, más
transparente y se vuelve menos elástica, arrugada y de tinte amarillento. La epidermis sufre
depresiones irregulares por pérdida de la polaridad de los queratinocitos, hay disminución
de los melanocitos y existe tendencia a la displasia celular. La dermis pierde parte de su
contenido colágeno, produciéndose arrugas; la pérdida de la elastina e incremento de los
glicosaminoglicanos inducen la formación de pseudoelastina, que causa el color amarillento
a la piel. La hipodermis se ve adelgazada por la disminución del tejido graso. Los folículos
pilosos se atrofian y disminuyen su densidad, se pierde la producción de pigmentos por el
decremento de los melanocitos.
En el anciano se producen una serie de cambios fisiológicos que pueden modificar el metabolismo
farmacológico, tales como: disminución del flujo sanguíneo hepático, disminución de la masa
hepática(menos hepatocitos) y disminución de la capacidad metabólica hepática.
Esta disminución es variable de un medicamento a otro y de un individuo a otro y determina una
mayor vida media de algunas drogas en el organismo, por enlentecimiento de su metabolismo.
El metabolismo hepático general de muchos fármacos a través del sistema enzimático del
citocromo P-450 disminuye con la edad. Los fármacos que se metabolizan por vía hepática
muestran una disminución característica de la depuración entre 30 y 40%. Por lo cual, las
dosis de mantenimiento de los fármacos deben reducirse este porcentaje; sin embargo, la
velocidad del metabolismo de los fármacos varía en forma significativa de una persona a
otra y se debe individualizar el ajuste de dosis.
Otros factores también pueden influir en el metabolismo hepático de los medicamentos que
se toman, como el tabaquismo, la disminución del flujo sanguíneo hepático en pacientes
con insuficiencia cardíaca y los medicamentos que inducen o inhiben las enzimas
metabólicas del citocromo P-450.
Antihipertensivos:
En algunos pacientes ancianos, pueden ser necesarias dosis iniciales más bajas de
antihipertensivos para reducir el riesgo de efectos adversos; sin embargo, en la mayoría de
los ancianos con hipertensión arterial, el logro de los objetivos de presión arterial requiere
dosis convencionales y terapia con múltiples fármacos. El tratamiento inicial de la
hipertensión en el anciano suele implicar un diurético tipo tiazida, inhibidores de la ECA,
bloqueantes del receptor de angiotensina II, o bloqueante de los canales de Ca
dihidropiridina, en función de sus comorbilidades. Los beta-bloqueantes deben reservarse
como terapia de segunda línea. Las dihidropiridinas de acción breve (p. ej., nifedipina)
pueden aumentar la tasa de mortalidad y no deben usarse. Puede controlarse la presión
arterial en posición sentada y de pie, sobre todo cuando se usan varios antihipertensivos,
para poder detectar una hipotensión ortostática, que puede incrementar el riesgo de caídas y
fracturas. Los médicos deben comparar el objetivo de lograr los valores de presión arterial
deseados con el riesgo de efectos adversos en adultos mayores (como inducir hipotensión
ortostática o aumentar el riesgo de caídas).
Digoxina: