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LA

L E Y E N D A D E ORO
Establecimiento tipográfico de B. Baseda, Villarroel, 17.—Barcelona
LA

LEYENDA DE P A R A CADA DÍA D E L AÑO


ORO
VIDAS DE TODOS LOS SANTOS QUE VENERA LA IGLESIA
CONTIENE:
TODA LA OBRA DE JtlBADENEIRA, L A S NOTICIAS DE pROISSET, J3UTLER, pODESCART, ETC., ETC.,

EL MARTIROLOGIO ROMANO CON S U S ADICIONES HASTA E L P R E S E N T E ANO

Y UN VOCABULARIO ALFABÉTICO D E TODOS LOS SANTOS CON INDICACIÓN DEL DÍA

EN QUE S E ENCUENTRA SU VIDA

QUINTA EDICIÓN
COMPLETADA CON LAS VIDAS DE I.OS SANTOS CANONIZADOS DESDE 1855 HASTA LA FECHA Y UNA SERIE DE ESTUDIOS
REFUTANDO LOS ERRORES MODERNOS SOBRE LA VIDA DE N . S . JESUCRISTO Y L O S SANTOS

POR EL

M. I. SR. DR. D. EDUARDO M. VILARRASA A

Arcipreste de la Santa Catedral de Barcelona

PRECÉDELA UN PRÓLOGO DEL RDO. P. FR. RUPERTO DE MANRESA

de la Orden de Menores Capuchinos

APROBADA P O R LA A U T O R I D A D ECLESIÁSTICA

TOMO PRIMERO

BflRCELtONA

L. GONZÁLEZ Y COMPAÑÍA - EDITORES


Calle de L a u r i a , 7 8
M DCCC xcvi
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS
PRÓLOGO

U N C A como hoy es m á s convenienle ni promete ser m á s altamente prove-


chosa la reimpresión de las Vidas de los Santos, avalorada con todos los esplen-
dores del arte tipográfico para m á s fácilmente atraer sobre s u s páginas las
miradas de las gentes y hacer vislumbrar de esta suerte á los entendimientos,
aun á los más indiferentes y tibios, los tesoros y riquezas del mundo sobrenatu-
ral á través de las seductoras bellezas sensibles que á los ojos se ofrecen.
«La religión del libre pensamiento, que por dicha nuestra asoma ya en todos
los libros de este siglo y se asienta en los escaños de todos los Congresos,—ha
dicho un tristemente célebre escritor moderno,,—rechaza indignada la c o n t e m -
plación, la credulidad y la obediencia, y pide trabajo, e x a m e n , discusión, reivin-
dicación y obra. Esta fe no tiene profetas, sino pensadores; por templo el vasto
universo, y es su asilo inviolable la conciencia del hombre.»
Con estas palabras dejaba trazado el impío escritor el programa de los e n e -
m i g o s de la fe, y descubría su empeño por destruir el sobrenatural cristiano.
E n efecto; j a m a s el Catolicismo en su larga historia ha sido tan honda y dura-
mente combatido. Una generación degradada, procaz y torpemente necia,
habiendo descendido de las esferas de la Teología, no se ha contentado con
atacar ó negar alguno de los d o g m a s revelados, sino que ha borrado de s u s
creencias la misma forma sustancial del Catolicismo, ha negado toda subordi-
nación y dependencia á los mandamientos divinos, y en el seno m i s m o de la
colectividad, en la humanidad, ha buscado lo que personalmente le faltaba, en-
carnando en la soberanía del pueblo la doctrina revolucionaria de la soberanía
del hombre. Y como un abismo llama otro abismo, y una caída otra caída, de
un error y de una negación han surgido otros errores y otras negaciones n u m e -
rosas y espantables. Porque aceptada la soberanía del hombre, forzoso es reco-
nocer que nos convertimos en verdadero límite para Dios, y que hay en nosotros
un derecho que puede oponerse al derecho de Dios, un poder capaz de resistir
á su poder, una vida que se mantiene y desenvuelve sin el auxilio de su vida y
de su acción bienhechora; en suma, que por el simple hecho de nuestra exis-
tencia s o m o s dioses, y que por su solidaridad con el humano linaje cada indi-
viduo es una divinidad. Y como todo lo abraza y resume la naturaleza humana,
6 PRÓLOGO

será la m á s elevada expresión, y en poder á lo m e n o s , el m á s acabado centro de


la Divinidad.
Pero si todo es Dios, y todos los individuos y todas las cosas son Dios, Dios
es no múltiple, sino contradictorio é incompatible consigo m i s m o , lo cual sien-
do absurdo é imposible, sigúese que Dios se excluye á sí m i s m o , e s decir, no
existe.
Y si Dios, Espíritu soberano y purísimo, no existe, ¿los habrá fuera de Él?
¿Cómo demostrar lo invisible, lo impalpable, lo que no cayendo bajo los sentidos
no pertenece al orden experimental, y no puede, por tanto, elevarse á la esfera
de verdad científica?
Estas consecuencias, que con tremenda lógica v e m o s desprenderse de la n e -
gación de lo sobrenatural, son aún m á s pavorosas al traducirse en el orden
práctico. Porque las ideas gobiernan é imperan los hechos, y cuando una socie-
dad ha vuelto las espaldas á Dios, le ha arrojado de su seno y le ha cerrado s u s
puertas, necesariamente ha de asumir y ejercer derechos divinos, afirmar prin-
cipios, crear leyes, hacer jueces, ampararse á sí propia con la fuerza armada y
oponer diques á lo que ella todavía llama el mal, pero que otros llaman bien,
atendido que es la satisfacción de una necesidad natural, de una vida natural.
A su vez la nueva autoridad se convierte entonces en tirana, en usurpadora y en
obstáculo que es menester derribar y raer, pues al aceptar como fundamento de
la sociedad política y civil y de la doméstica la estabilidad del matrimonio, la
propiedad y la transmisión hereditaria de bienes, impone 6 la naturaleza un
yugo insostenible, comete un robo de bienes que por naturaleza á todos perte-
necen, é infiere á la natural igualdad manifiesto agravio. Así de negación en
negación, de error en error, el naturalismo llega á socavar en s u s m i s m a s bases
la naturaleza humana, pierde toda noción de justicia y de equidad y hace bam-
bolear todo el edificio social.
Tal es el cuadro que se nos ofrece al investigar las causas del malestar p r e -
sente, y no hay que decir cuan pavorosos estragos han causado esas tenaces
luchas contra la Religión y las inteligencias á las que han desviado del genuino
cauce de la vida cristiana. Porque aun allí m i s m o donde no ha sido consumada
la apostasía ha sido desnaturalizado el sentido ortodoxo de los d o g m a s cristianos
y ha padecido e n o r m e s quebrantos la integridad y pureza de la fe. Lo cual sien-
do de día en día mayor, crea una generación oscilante, débil, insegura en s u s
pensamientos, en su voluntad, en su carácter y en su vida, tolerante con el mal
m á s aún que con los malos, impotente é inhábil para obrar el bien, incapaz
para asegurar su estabilidad y conjurar su ruina material y que blandamente se
adormece sobre las tempestuosas olas del error.
En tan pavorosas y lamentables circunstancias, cuando todo se encamina á
hacer desaparecer de la vida pública y privada el espiritualismo cristiano, el alto
sentido de la fe de que nos habla San Pablo, y á desterrar de las conversaciones
y escritos el sagrado nombre de Dios, y de las paredes su imagen y la de s u s
santos; cuando palpablemente se ve que las almas ya no perciben, ó sólo difi-
cultosamente, las cosas de Dios, apartándose cada vez m á s de la vida y ejemplos
que Cristo Señor Nuestro n o s dejó en este m u n d o , y aun en las m i s m a s luchas
religiosas no pocas veces el calor de la fantasía, m á s que el del entendimiento,
ahoga el calor del corazón, creando una piedad efímera y débil, ineficaz y a n é -
mica en la vida práctica, urge levantar los ojos al cielo buscando la patria y el
término seguro, y con la abundante luz que de allí desciende robustecer, nuestra
fe y nuestra existencia sobrenatural puestas en peligro. Por esto nada es más
necesario ni m á s oportuno como eficacísimo medio de moral resurrección, que
recoger las columnas del edificio sobrenatural en que vivimos y en donde se n o s
DEL BD0. P. FR. RUPERTO DE MANRESA 7

anticipan ya la paz y el bienestar eternos, contemplar su maravillosa estructura,


la armonía que guardan con la piedra angular Cristo Jesús y ponerlas ante los
ojos del cristiano para que sean lumbre y estímulo de la cristiana íe.
Nunca nos encontramos más vecinos a Dios, ni sentimos m á s vivamente s u s
soberanas influencias, como al recorrer las vidas de los que habiéndonos prece-
dido en la fe son nuestros hermanos en la gloria. A través del hombre irradia
con tales resplandores la luz increada, que s u s rayos se comunican á nuestro
entendimiento ensanchando y aclarando el horizonte de nuestras creencias y
deja en el alma sabrosa y reposada seguridad. Nuestra dignidad natural crece y
sube á nuestros propios ojos, porque en cada uno de ellos vemos clara muestra
de la existencia del Verbo en nosotros, y de su acción soberana realzando y
ennobleciendo nuestra flaqueza y pequenez hasta igualarnos con las naturalezas
angélicas. Cierto que no todos perciben e s o s m i s m o s afectos, las sobrenaturales
bellezas que aparecen en las vidas de los santos; hay ojos que no las ven y razo-
n e s que no las comprenden; pero cuando el alma está limpia de afectos terrena-
les, cuando no se ha apagado ó amortiguado en nosotros la divina lumbre de la
fe, cuando lecturas insanas y frivolas aun no han estragado nuestro gusto, d e s -
cúbrese á los ojos un mundo nuevo, y donde el sensual no acierta á ver sino
horrores, encuentra el verdadero cristiano suavísimos consuelos, y la humildad,
los desprecios, la pobreza; los dolores y la cruz de que por ventura huía le son
gloriosísimos trofeos con que se engalana de la victoria alcanzada por Dios sobre
la naturaleza rebelde, y trono sobre el cual hace reinar el amor divino.
Con el levantado y generoso propósito de engendrar y despertar en los á n i -
m o s estos altísimos afectos y ofrecer sano y sabroso entretenimiento á las almas
piadosas y que aspiran al Cielo, los Editores de la Leyenda de Oro, venciendo
toda suerte de dificultades, la dan nuevamente á luz, encontrándose ya escasos
ejemplares de aquélla. Con ello no e s decible cuan poderosamente contribuyen
al sostenimiento de la fe y al reinado de la verdad en las almas, porque en el
insaciable afán de lecturas que devora á la sociedad, ejercen las publicaciones
alta influencia en la dirección de las inteligencias, forzándolas á despertar á m á s
soberanos pensamientos según el pasto que le ofrecen. Por esto y queriendo
ademas que llene la obra y satisfaga todas las exigencias sociales, no han per-
donado medio por que apareciese la presente edición con todos los atractivos que
los actuales adelantos en el arte tipográfico suministran, y de las cuales ha dado
ya claras muestras en obras que el público entendido ha acogido con señalada
benevolencia, y con todas las mejoras que en el fondo cabían.
Entre las m u c h a s y autorizadas fuentes que forman esta edición aparece
en primera línea y ocupa la mayor parte de la obra el Flos Sanctorum del P. Pe-
dro de Ribadeneira. No podía m e n o s de ser así. ¿Cómo dejar aquellas regaladí-
simas y deleitosas páginas en que la elegancia y suavidad de estilo corren pare-
jas con la elevación y profundidad de pensamiento? ¿aquellas narraciones llenas
de encanto y sencillez? ¿aquellas dulces homilías en que el más estricto rigor
teológico en nada daña ni empece la brillantez y pompa de la elocución? ¡Qué
impresión tan halagüeña y seductora no producen en el ánimo aquellas páginas
nunca envejecidas! ¡qué dulcísimo deleite que nos lleva á recorrer una tras otra
aquellas vidas! No cabía, pues, desperdiciar ninguna de las vidas por él escri-
tas, ninguna de las páginas del Flos Sanctorum, genuinamente suyas y por m á s
que parezca alguna deficiente y tachable á las exigencias de la crítica moderna,
es, en nuestro juicio, altamente plausible sacrificar estas exigencias en gracia de
la piedad y unción que rebosa.
Pero como desde la fecha en que el P. Ribadeneira publicó su obra se han
conocido y vulgarizado m u c h o s santos antiguos, poco conocidos en su tiempo, y
8 PRÓLOGO DEL RDO. P. FR. RUPERTO DE MANRESA

han sido elevados á los altares un crecido número cuya vida interesa á todos,
hacíase necesario completar y perfeccionar la colección de Vidas del insigne
escritor toledano. Para ello los Editores han sabido aprovecharse oportunamente
de otras estimadas fuentes agiográficas, mineros no m e n o s ricos é inagotables,
logrando hacer luz sobre santos no muy conocidos, restituir á su verdadera
forma algunas tradiciones que los años y autores harto crédulos habían acepta-
do, dar á conocer otros m u c h o s del todo ignorados, resultando, bajo todos c o n -
ceptos, un verdadero m o n u m e n t o acrisolado y purísimo erigido á la piedad cris-
tiana.
Todavía esta m i s m a razón de introducir en la obra todas las mejoras posi-
bles sin apartarla de su propia índole, y el empeño de enriquecerla y darle un
carácter de actualidad, les ha movido, no sin gran acierto, á dar al final, c o m o
apéndice, una hermosa demostración de la divinidad de Cristo contra las b l a s -
femas negaciones de los exégetas racionalistas, y una colección de Vidas de
santos canonizados ó beatificados desde mediados del presente siglo, obras
ambas debidas á la pluma del Dr. D. Eduardo Mari a. Vil arrasa. Sólo el nombre
del distinguido escritor, conocidísimo ya en la república de las letras por los
n u m e r o s o s trabajos científicos que en revistas y en forma de opúsculos lleva
publicados, es prenda y seguridad bastantes de la bondad y excelencia del
acierto en la nueva adición.
Abrigamos la confianza de que esta edición de la Leyenda de Oro que aho-
ra sale á luz, así mejorada y perfeccionada en el fondo y en la forma, y de precio
verdaderamente económico, atendidos los esfuerzos h e c h o s para darle el esplen-
dor y lustre material con que la presentan, capaces de granjear fama y celebridad
á cualquier empresario del arte de Imprenta, será acogida con mayor éxito, si
cabe, que las m i s m a s ediciones de otras obras importantes en que ha puesto
mano la casa editora.
Dios acoja benigno estos deseos y bendiga e s o s esfuerzos y propósitos enca-
minados solamente al bien de las almas y á la gloria del arte genuinamente
cristiano y religioso.
Barcelona fiesta del augusto misterio de la Beatísima Trinidad, 31 de Mayo
de 1896.
F R . RUPERTO MARÍA DE MANRESA

O. M. C.
PRÚLOao DEL PADRE RIBADENEIRA

C3 0N
g r a razoa, dijo el real Profeta, que Dios es maravilloso en sus santos: porque
n

verdaderamente, aunque el Señor es admirable en toda la tierra y en todas las cosas


que son obras de sus manos, como lo canta el mismo real Profeta; pero muy más aven-
tajadamente resplandece su omnipotencia, su sabiduría, providencia y bondad en las
almas y virtudes de los santos. En un mosquito, en una abeja, en el gusano de la seda y
en otras criaturas rastreras y viles, es Dios admirable; y en las cosas mínimas se mues-
tra grande sobremanera, y artífice soberano: pero mucbo más descubre sus infinitos te-
soros enloda esta máquina del mundo, compuesta con maravillosa y singular armonía,
y disposición de tantas y tan varias cosas, tan raras, tan exquisitas, que cada una (si se
considera sola por sí) suspende y arrebata cualquiera alto entendimiento, y todas juntas
le sacan de sí, para que absorto, con una debida admiración, encoja sus alas, y se rinda
y humille en el acatamiento de aquel Señor, que tal obra pudo, supo y quiso hacer,
para despertar nuestros corazones por estas cosas visibles á la contemplación de las invi-
sibles y de sus infinitas perfecciones. Mas sin duda que en ninguna cosa destas visibles
ni en todas juntas se echa de ver tanto la grandeza de la gracia y bondad de Dios, como
en una sola alma de un santo. No solamente porque ninguna obra de la naturaleza puede
igualar á las obras de gracia y sobrenaturales, sino también porque todas las otras obras
son como un rastro y huella de Dios, y el santo es su imagen y semejanza, templo suyo,
amigo é hijo suyo, con quien se deleita y regala. Y también porque la santidad que tie-
ne, no la tiene de sí, sino por la sangre de Cristo, que se vertió en la cruz para hacerle
santo. Por donde, ni la tierra con toda su fertilidad y abundancia de tanta variedad de
flores, frutas y animales; ni la inmensidad del mar Océano, con tanta copia de pesca-
dos y monstruos; ni el aire con la diversidad de aves; ni el fuego con sus truenos, rayos
y relámpagos; ni el mismo cielo, que con la claridad y curso del sol, de la luna y de
las estrellas causa tan maravillosos efectos en estas cosas inferiores, nos predican tanto
TOMO I 2
10 PRÓLOGO

la grandeza y gloria de Dios como el alma de un santo; en la cual él mora como en su


casa, y reposa como en su tálamo, y con ella se abraza como con su dulce esposa. No
hay lengua de hombre que pueda explicar ni aun entendimiento de ángel que pueda
comprender el amor que el Señor tiene á una alma casta y pura, que trasformada en él,
con el cuerpo vive en la tierra y con el corazón en el cielo. Esta alma le honra y g l o -
rifica más que todas las criaturas corporales. Esta recibe los tesoros de su gracia: esta es
retrato de Dios, espejo de su bondad, traslado de sus perfecciones, y consorte y par-
ticionera de su divina naturaleza. Pues si en cada uno de los santos es tan admirable el
Señor, ¿cuan admirable será en todos los santos juntos? ¿Qué gloria resultará á su santo
nombre de un número innumerable de santos, que desde el principio del mundo, hasta
ahora, han florecido en su Iglesia? ¿Qué alabanza tendrá el Santo de los santos, Jesu-
cristo, Dios y Hombre, nuestro Redentor? ¿De la Reina de los ángeles, su benditísima
Madre? ¿De san Juan Bautista, su precursor? ¿De aquel colegio de los doce pescadores y
predicadores de su Evangelio, que conquistaron el mundo? ¿De aquel ejército copiosísi-
mo y fortísimo de mártires? ¿De aquella escuela de tantos y tan ilustres y sapientísimos
doctores? ¿De una muchedumbre de confesores humildes y solitarios, que parecían án-
geles en carne mortal? ¿De un coro de vírgenes purísimas, que por no amancillar su
limpieza ofrecieron sus vidas al cuchillo? ¿De la compañía de casadas y personas de
cualquiera condición y estado, que tomaron por regla la ley de Dios, y nivelaron sus
vidas y costumbres con su voluntad? Los cuales santos han sido tantos en número, que
no se pueden contar, más que las estrellas del cielo ó las gotas de la lluvia, ó las arenas
del mar. Estos santos son la familia deste gran Padre de familias; el rebaño deste sumo
Pastor, el reino deste Rey y Príncipe soberano. Son escuadrón invencible contra las
puertas del infierno, escuela de verdadera y divina sabiduría, ornamento del cielo, glo-
ria de la tierra, esfuerzo de los justos, ejemplo y reprensión de los pecadores. De ma-
nera, que así como el sol con su luz oscurece la claridad de las estrellas, y en saliendo
él ellas se esconden, así toda la belleza y compostura de todas las criaturas corporales,
desaparece y se deshace, si se coteja con la hermosura y resplandor y gracia de los san-
tos, en los cuales es más admirable, que en todas ellas, más honrado y más glorificado
el Señor.
Por esta causa principalmente se deben escribir las vidas de los santos, y por la glo-
ria que de ellos redunda en el que los hizo santos y los adornó y enriqueció de tantos y
tan singulares dones y gracias. Y también por los grandes bienes que desto se siguen á
toda la Iglesia triunfante y militante. Porque primeramente es cosa muy debida que
honremos y sirvamos nosotros á los que tan bien supieron honrar y servir al Señor, y
que acrecentemos la gloria accidental de los que siempre tuvieron puesta la mira en
propagar la gloria de Dios. Que pues el mismo Dios honra á los que le honran (como lo
dijo el Salvador), muy justo es que los hombres honren á quien honra á Dios. Mirada
esta deuda tan debida, dijo el real Profeta: Mihi auiem nimis honoriftcati sunt amici
tui, Deus: Señor, mi alma y mi corazón honra sobremanera á vuestros amigos. Y en
otro salmo nos exhorta que loemos al Señor en los santos. También es muy justo y pro-
vechoso pedir favor y socorro á nuestros hermanos, ya victoriosos y seguros, para que
mediante sus ruegos é intercesión lleguemos al puerto tranquilo donde ellos llegaron, y
seamos particioneros de sus coronas y triunfos. Es asimismo de grandísima gloria para
toda la Iglesia católica saberse los innumerables y esclarecidos hijos que ha tenido. Por-
DEL P. RIBADENEIRA 11

que si un hijo honrado basta para honrar todo un linaje, ¿qué harán tantos y tan seña-
lados hijos con su madre? Demás de esto, es un fuerte escudo y defensa contra los i n -
fieles que la contrastan, y un martillo y cuchillo contra los herejes, cuyos errores y
desatinos con ninguna cosa se convencen mejor que con los ejemplos de los santos,
porque es más excelente modo de enseñar con obras que con palabras, y las obras délos
santos son santas y contrarias en todo y por todo á los disparates y desvarios de los h e -
rejes. Y así para convencerles é interpretar las cosas dudosas y lugares difíciles de las
divinas Letras es gran luz la vida y ejemplos de los santos; que por esto dijo san Geró-
nimo: Vita sanctorum interprétetelo est iScripturarum. Que la vida de los santos es de-
claración cierta de las santas Escrituras. Y san Agustin dice que las sagradas Escritu-
ras no sólo tratan de los mandamientos de Dios, sino también de las vidas y costumbres
de los santos para que si dudáremos cómo se ha de entender lo que se manda, por lo
que hicieron los santos, lo entendamos. Pues para nosotros, ¿qué son las vidas de los
santos sino un dechado y un espejo que debemos tener siempre delante de nuestros ojos,
para mirar en él nuestras fealdades y vicios, y enmendarlos, y las heroicas virtudes de
ellos para despertar nuestra tibieza é imitarlos?
Por todos estos respetos la santa Iglesia celebra las memorias de los santos con tanto
cuidado y piedad, y procuró siempre que se escribiesen las vidas y muertes de los
mártires. Esto consta por los siete notarios que instituyó san Clemente, papa y mártir,
discípulo del apóstol san Pedro, para recoger los hechos de los mártires. O por los siete
diáconos y siete subdiáconos que san Fabián, también papa y mártir, añadió á los siete
notarios, para que se hiciese con mayor acierto y autoridad, y de todo lo que escribían
se daba parte al sumo pontífice, para que él lo examinase y aprobase, y se guardasen
en los archivos de la Iglesia romana como leemos que lo hacia san Antero, asimismo
papa y mártir. Pero no solamente la Iglesia romana, que es la cabeza y maestra de las
demás, tuvo este cuidado, sino también otras la imitaron, como la de Esmirna, y las de
León y Viena de Francia, que escribieron diligentemente los martirios de los santos que
en sus ciudades dieron la vida por Cristo. Y en las epístolas de san Cipriano y en algu-
nas de san Dionisio Alejandrino, que refiere Eusebio Cesariense en su historia, halla-
mos rastros de esta santa y loable costumbre. Por esta misma causa los martirios, bien
y gravemente escritos de algunos mártires, se solian leer en algunas iglesias el dia de
su preciosa muerte, como lo notó el cardenal Baronio, y se saca del concilio Cartagi-
nense, capítulo trece, y de una epístola de Adriano papa á Cario Magno, y de lo que
escribe Gregorio Turonense en el libro de la gloria de los mártires. Y si bien miramos,
hallaremos que los más santos y más sabios doctores y los que fueron luz de la Iglesia
católica, la han ilustrado y enriquecido con las vidas de los santos que escribieron,
como fueron entre los griegos san Atanasio, san Basilio, san Gregorio Niceno, su her-
mano, y san Gregorio Nazianzeno, su íntimo compañero y cordial amigo; san Crisósto-
mo, Damasceno, Teodoreto, y Metafraste. Y entre los latinos, los santos Ambrosio, Ge-
rónimo, Agustino, Gregorio Magno, Paulino, Severo Sulpicio, Gregorio Turonense,
Beda, Bernardo, y Buenaventura, por no referir los demás, que son innumerables.
Siempre se ha tenido en la Iglesia católica por ocupación de mucha loa y estima el
escribir vidas de santos, así por las grandes utilidades que de la lección de ellas se de-
rivan en todos los que las leen con deseo de aprovecharse, como por las muchas y gran-
des dificultades que se ofrecen á cualquiera que las pretende bien escribir. Porque en
12 PRÓLOGO

las historias de los santos hay muchas cosas oscuras y enmarañadas que se han de des-
marañar y esclarecer: muchas dudosas, que se deben averiguar: algunas contrarias, que
(si es posible) se deben concordar; otras por una parte apócrifas, y por otra tan recibi-
das y asentadas en la común opinión, que ni se pueden aprobar sin notable perjuicio
de la verdad, ni desechar sin grave ofensión de la gente vulgar y común. Y no es ma-
ravilla que en algunas cosas muy antiguas, y con las persecuciones espantosas de los
tiranos, que tuvo la Iglesia, puestas en olvido, no hallasen después los escritores la luz
de la verdad tan clara y pura. Especialmente, que muchos herejes procuraron sembrar
sus falsedades en las vidas de los santos: y también algunos católicos, ó por sus intere-
ses, ó por su zelo indiscreto, fingieron y mezclaron otras, indignas de la piedad cristia-
na, como se ve en la censura que hizo Gelasio papa, en el concilio Romano. Pues ¿qué
diré de la elección y disposición de las cosas? ¿Qué de la brevedad y propiedad de las
palabras? ¿Qué de la sinceridad, devoción y espíritu con que las vidas de los santos se
deben escribir, para que peguen devoción y espíritu á los que las leyeren, y atraviesen
sus corazones, y los truequen y enciendan en amor de Dios, y en la imitación de haza-
ñas tan gloriosas y dignas de ser imitadas? Demás de esto, algunas vidas de santos son
muy largas, y si se refieren como están, causan prolijidad, y por decirlo todo, cansan
al lector: y si se quieren acortar, muchas veces se escoge más lo que admira que lo que
edifica, y más los milagros que las virtudes. Otras, hay peligro, que por excusar tra-
bajo, se escriban sin orden y distinción, traduciéndolas como se hallan escritas por
cualquier autor, sin más diligencia y estudio» Otras, que mezclamos en ellas nuestra
paja con el grano, y con los ejemplos maravillosos de los santos, nuestros discursos: y
aun que propongamos al pueblo un largo sermón, lleno de delicados conceptos, pero
muy ajenos de la vida del santo que tratamos. Y si el Señor con la lumbre y fuego de
su espíritu no alumbra é inflama el corazón y rige la pluma del escritor, todas sus pa-
labras son secas y frias; y después de haberlas leido queda tan seco y frió el lector, y
tan sin jugo y fruto, como si no hubiera leido la vida de un santo, sino la de un empe-
rador ó de un filósofo gentil: y no se consigue el fin principal, que se debe tener en
escribir las vidas de los santos. Por donde se ve las grandes dificultades que hay en es-
cribirlas acertadamente y á provecho y utilidad: y el agradecimiento que debemos á los
que tomaron este trabajo, por el beneficio que hicieron á la república: y que se les debe
perdonar, si en alguna cosa (como hombres) faltaron y no pudieron llegar al término
que deseaban. Y que no hay por qué maravillarnos que un negocio tan importante y
tan perplejo y dificultoso como este no esté tan en su punto y perfección, que no se pue-
da cada dia mejorar y abrir camino y dar materia á otros escritores, para ejercitar en él
loablemente sus ingenios é industrias.
Entre los otros que se han encargado de esto, aunque yo soy el menor y monos
suficiente de todos, he tomado trabajo de escribir de nuevo este Flos Sanctorum, que
aquí ofrezco; no por creer de mí que podré llegar donde los demás no llegaron, y hacer
cosa más acabada y perfecta que ellos (que por la gracia del Señor, no estoy tan ciego
del amor propio, que tal presuma de mí), sino por las razones que aquí diré: cuando yo
acabó de imprimir el libro del Principe Cristiano, contra la falsa razón de estado de los
políticos de nuestro tiempo, el cual dediqué, siendo príncipe, al rey don Felipe III,
nuestro señor, hallándome ya muy viejo y cansado, quise dejar la pluma, y retirarme
para aparejarme á morir y dar cuenta de mi vida á aquel Juez que con tanta justicia
DEL P. RIBADENEIRA _ 13

nos ha de juzgar. Pero como soy religioso (aunque indigno) y no señor de mí, sino es-
clavo de mi religión, sujéteme á mis superiores, que me dijeron que el Señor se servi-
ría más que me ocupase en escribir alguna cosa útil para los prójimos, y en efecto me
mandaron que escribiese en nuestra lengua castellana las vidas de los santos. Y por
más que yo pretendí excusarme, alegando mi mucha edad y trabajos pasados (que eu
sesenta años de religión, y de los principios de nuestra Compañía, no han podido faltar),
y la poca salud y fuerzas presentes para llevar carga tan pesada, no aceptaron excusa
alguna; y así fue necesario bajar la cabeza y obedecer. Esta obediencia de Dios (que por
tal la tengo) me ha alentado y esforzado mucho para sacar fuerzas de flaqueza, y para
tomarla como por prendas de las que espero me dará su divina Majestad; pues él por
sus ministros ha echado sobre mis flacos hombros carga, que (á mi pobre juicio) tanto
excede las mias. Y asimismo me ha animado la voz y deseo universal de la gente de-
vota que me pide con grande instancia este trabajo (no sé por qué), y muchas personas
graves, religiosas y seglares me dan priesa é importunan que le acabe, esperando quizá
sacar de él algún fruto y consuelo para sus almas. Pero no ha sido el menor motivo
para llevar adelante esta empresa, el acordarme que nuestro bienaventurado padre san
Ignacio, padre y fundador de nuestra mínima Compañía de Jesús (á cuyos pechos, por
particular misericordia del Señor, yo me crié), siendo soldado y sumido en la vanidad
del mundo, abrió los ojos del alma y se convirtió á Dios, por leer las vidas de los san-
tos, aunque al principio las leia más por entretenimiento que por devoción. Y el saber,
que leer la vida de san Antonio Abad, escrita por san Atanasio, fué causa que en Roma
muchos caballeros y señoras nobilísimas diesen de mano á todo regalo de la carne y
pompas del siglo, y tomando hábito religioso, se crucificasen con Cristo, como lo escribe
san Gerónimo, alabando á santa Marcela viuda, por haber sido la primera que con su
ejemplo movió á las demás. Y que san Juan Columbino, caballero senes, por leer la
vida de santa María Egipcíaca, se entregó con tan grande fervor al servicio del Señor,
que vino á fundar la religión de los que llaman jesuatas en Italia, donde florece y tiene
muchos monasterios. El saber esto ha sido grande estímulo para mi flojedad, y alivio
para mi poca salud: porque espero que alguna alma descaminada, leyendo lo que yo
escribiere, y tocada con la mano del Señor, entrará en camino, y le lomará por su guia
y por su luz: y á lo menos, que será provechoso para mí, el obedecer á la voz de Dios,
y lomar este trabajo por sólo zelo de su gloria y honra de los santos, ornamento de la
Iglesia católica, utilidad de los fieles, y confusión de los herejes: para edificar mi alma
con leer y escribir vidas tan preciosas y admirables: y que si viniere la muerte, me
tomará en buena ocupación, y los mismos santos me alcanzarán perdón de mis pecados
por este pequeño servicio que yo les pretendo hacer. Y así debajo de la sombra y pro-
tección de ellos y confiado en la divina misericordia, é invocando el espíritu y favor
del Señor, tendamos las velas y entremos en esta navegación, con esperanza de llegar
al puerto deseado.
Los autores que he seguido en escribir estas vidas son los más graves y de mayor
autoridad que hay, y conocidos y recibidos por tales de toda la Iglesia católica, y los
Martirologios Romano, de Beda, Usuardo y Adon. También me he ayudado de los pia-
dosos trabajos de Luis Lipomano, obispo de Verona, y del P. Fr. Lorenzo Surio, monje
cartujo, varones en vida y doctrina y zelo de la honra de los santos, dignos de perpetua
alabanza y recordación. Y no monos me he aprovechado de los Anales y de las anota-
14 PRÓLOGO DEL P. RIBADENEIRA

ciones sobre el Martirologio romano del ilustrísimo cardenal Baronio: al cual escogió
el Señor en estos nuestros tiempos tan calamitosos, para que con estudio infatigable é
increíble diligencia, emplease la mayor y mejor parte de su vida en la lección de las
vidas y libros de los santos, y con maduro y acertado juicio resucitase algunas cosas
que estaban sepultadas, observase y recogiese otras esparcidas; averiguase las dudosas,
diese luz á las oscuras, é ilustrase la historia eclesiástica, con singular beneficio de la
república cristiana, lustre de la Iglesia romana, loa suya y acrecentamiento de la gloria
de los santos. Al cual comunmente yo seguiré: principalmente en lo que toca á los años
y tiempo en que cada santo vivió y murió; porque me parece que ha puesto más cui-
dado y diligencia que otros en averiguar la cronología de los tiempos. Y el alegar sus
obras y citar los lugares, será según la impresión romana en folio de la tipografía ó
imprenta vaticana. Y porque no es mi intento principal en esta historia abrazar ni
referir todo lo que está escrito de los santos, sino escoger y entresacar las cosas ciertas
y averiguadas, y las que más nos pueden mover á la imitación de los mismos santos,
cuyas vidas escribimos, dejaré algunas cosas, que, aunque estén muy recibidas entre
la gente común, no me parece que están tan bien fundadas ni con tanta autoridad, que
yo las pueda afirmar. Ni tampoco juzgo que las debo disputar y examinar las razones
que por una parte y por otra se pueden traer, porque esto más es para escuelas, y corta
el hilo de la narración, y embaraza al lector devoto, y le quita el gusto que tiene, y
aun le entibia el ardor y deseo de imitar á los santos, que comunmente se enciende en
el que lee sus vidas con la atención y fin que debe; y para este fin no son de momento
las cosas que yo dejaré.
PREFACIO DEL PADRE RIBADENEIRA
SOBRE LOS TORMENTOS DE LOS MÁRTIRES
i

NO de los mayores argumentos que tenemos los cristianos para confirmación de nuestra santa religión,
es la de los bienaventurados y fortísimos mártires que por ella dieron sus vidas. Porque fueron innumerables
hombres y mujeres de todos estados, condiciones, edades y naciones, y murieron con tan extraña y admirable
constancia, que asombraron y vencieron al mundo, habiendo antes sido atormentados con todos los géneros de
atrocísimos y exquisitos suplicios, que el demonio, y los tiranos sus ministros, pudieron inventar, y estos glo-
riosos caballeros de Cristo los sufrieron con más que humana paciencia, fortaleza y alegría. Mas porque con-
tando sus martirios, necesariamente habernos de hacer mención de los tormentos que les daban, y de los ins-
trumentos con que se los daban, me ha parecido (para que mejor de una vez se entiendan los unos y los otros)
ponerlos aquí, porque darán luz á los martirios, de que en esta escritura necesariamente habernos de tratar.
Usaban los tiranos poner á los santos mártires en cruz, y esto no siempre de una misma manera, porque
algunas veces los crucificaban con los pies clavados hacia abajo y las cabezas levantadas al cielo: otras al con-
trario, con las cabezas al suelo y levantados los pies. Y la misma cruz no siempre era de una misma figura,
sino de diversas, y algunas veces los crucificaban en los árboles y en otros palos de varias hechuras. Colgában-
los de algún palo, ó columna, ó árbol, para poderlos más fácilmente atormentar á su gusto. Y algunas veces
los colgaban de los dos pies, y otras de un solo pié, encendiendo debajo fuego de alguna materia sucia y a s -
querosa, para que el humo y el mal olor los afligiese y ahogase. Otras veces los colgaban de un brazo, ó de
los dos, ó de los dedos pulgares, y los tenían así colgados mucho tiempo. Y para descoyuntarlos y desencajar
los huesos de sus lugares, cargaban sobre los pies, y aun sobre la cabeza y espaldas, pesas grandísimas de
piedra, de plomo ó de hierro, para que con el peso se estirasen los miembros, y no quedase parte sana en todo
el cuerpo del santo mártir. Otras veces los prensaban y estrujaban, como se estruja la uva y aceite en el lagar.
Otras los estiraban y extendían atados los pies y manos, con unas ruedas, que llamaban trocleas, más ó menos
como querían. Otras los ponian en una rueda, y los dejaban en ella sin comer, hasta que morían, ó atados á
ella los despeñaban: y aun algunas veces sembraban la misma rueda de puntas de hierro muy agudas, y los
revolvían sobre abrojos de acero, con puntas que cortaban como navajas. Era cosa muy ordinaria el tormento
del ecúleo: el cual era un instrumento de madera, á manera de caballete, con sus ruedas á los cabos, para e s -
tirar y descoyuntar al mártir. Otras veces los atormentaban en la que llamaban catasta, que era un tablado
armado sobre algún lugar alto y eminente, donde pudiese ser visto del pueblo el que era atormentado, para
que aquellos tormentos tan horribles y penosos causasen grima y espanto á los circunstantes. Allí los azota-
ban cruelísimamente, algunas veces con látigos durísimos: otras con nervios de bueyes: otras con varas: otras
con palos y bastones ñudosos: otras con una manera de zarza ó vara espinosa y ñudosa, que llamaban escor-
pión: otras con varas de hierro ó de plomo, ó con plomadas; que era un género de azote hecho de cordeles ó de
cuero, que tenía en los cabos de él engertas unas pelotas de plomo. Y con estos instrumentos los sayones y
verdugos molían, quebrantaban y despedazaban los cuerpos de los santos mártires; con tanta perseverancia y
bárbara crueldad, que muchas veces quedaban ellos más cansados de herirlos que los mismos mártires de ser
heridos y atormentados; por el deseo grande que tenian de padecer por Cristo, y por el esfuerzo y gozo que
el mismo Señor les daba. También los atormentaban dándoles palmadas, bofetadas, puñadas y coces, y no
pocas veces quebrándoles los dientes y las mejillas con piedras: otras los apedreaban, ó echando sobre sus
cuerpos, tendidos en el suelo, alguna rueda de molino, ú otra piedra muy pesada, los desnucaban y consumían,
16 PREFACIO DEL P. RIBADENEIRA
Tenían otrosí los tiranos muchos instrumentos para rasgar y despedazar las carnes, como eran: uñas de
hierro aceradas, que eran una manera de tenazas, armadas por una parte y por otra de unas puntas ó uñas de
hierro, con que asían y sulcaban la carne, y sacaban pedazos de ella, y hoy dia se muestra en San Pedro de
Roma uno de estos instrumentos, que en sólo verle pone espanto. Usaban también peines de hierro, con los
cuales peinaban y raían las carnes de los santos; y de unos garfios, asimismo de hierro, para asirlos, traerlos,
rasgarlos, ó después de muertos arrastrarlos y echarlos en el rio, ó en algún albañal, y lugar inmundo é infa-
me. Y no menos con pedazos de tejas agudas raían y refregaban todo el cuerpo ya llagado, y desollaban y
despojaban de la piel que le cubría. Usaban de planchas de hierro, de hachas, y de otras que llamaban l á m -
paras encendidas, para abrasar los costados de los santos mártires en la catasta y en el ecúleo: y después que
los bajaban de él, algunas veces los ataban en algún brete, y los estiraban cruzadas las piernas, hasta que l l e -
gasen los pies á ciertos agujeros desmedidos: otras les echaban sobre sus cuerpos cal viva y aceite hirviendo,
ó desnudos los revolvían sobre de tejas agudas, para que no quedase miembro ni parte del cuerpo, ya despe-
dazado, que no sintiese su nueva pena y dolor.
Demás de estos tan atroces y horribles tormentos inventó Satanás otros muchos más crudos y atroces, para
quemar á los gloriosos caballeros de Cristo: porque unas veces los echaban y encerraban en un toro de metal
ardiendo: otras en una olla grande y capaz, asimismo de metal, llena de aceite y pez y plomo derretido, para
que allí se cociesen: otras los freian en sartenes: otras los asaban con fuego lento, tendidos en unas como p a -
rrillas ó lecho de hierro, ó sentados en una silla, también de hierro, encendida, los abrasaban, y las cabezas
con una celada ó casco hecho fuego, ó se las traspasaban con clavos agudos y encendidos. Otras veces vestían
sus bienaventurados cuerpos de una túnica de hierro ardiendo, ó de otra que llamaban túnica molesta, empa-
pada en pez, resina, aceite y otras materias semejantes, y pegándole fuego los consumían. Asimismo atormen-
taban los pies con zapatos de hierro ardiendo, sembrado de clavos, ó descalzos los mandaban andar sobre las
brasas, ó echábanles plomo derretido en la boca; arrojábanlos en las hogueras, hornos, caleras, en hoyas llenas
de fuego, ó en alguna nave cargada de estopa y pez, para que en la mar fuesen quemados, y pasando por agua
y fuego, llegasen al refrigerio y corona del Señor. A las honestísimas doncellas, y más puras que el sol, col-
gaban desnudas por los cabellos, cercenábanles los pechos, y las llevaban á las casas públicas de las malas
mujeres (que era el mayor y más afrentoso tormento que ellas podían sufrir). Finalmente, cortaban las lenguas
á los santos mártires; arrancábanles los dientes, sacábanles los ojos, destroncábanles los pies, quebrantábanles
las piernas, desollábanlos vivos, despeñábanlos, metíanles cañas agudas entre las uñas y la carne, hacíanlos
pedazos, arrastrábanles por lugares fragosos y pedregosos, desmembrábanlos atados á cuatro ferocísimos caba-
llos, ó á ramas de palmas, encorvadas por fuerza, soltadas, para que con su ímpetu les despedazasen; echában-
los á los leones y bestias fieras, y aun algunas veces atados y desnudos los hacían comer á los ratones, ó u n -
tados con miel á las moscas y tábanos, ó abriéndoles el vientre, le llenaban de cebada, para que en él comiesen
los caballos, ó los enterraban vivos, ó ahogaban en el rio ó en el mar. E inventaron tan exquisitos géneros de
tormentos para cada miembro, y tantas maneras de muertes afrentosísimas y penosísimas que no se pueden
contar, ni aun pensar con atención lo que estos fortísimos guerreros padecieron por Cristo, y el valor, e s -
fuerzo y constancia con que lo padecieron, sin alabar al Señor que se la dio, y honrarlos á ellos, que la tuvie-
ron, y á la santa Iglesia que está armada de un escuadrón de tan lucidos y tan invencibles soldados: y sin que
nosotros nos corramos y cubramos nuestro rostro de vergüenza, viendo nuestra tibieza y flojedad; y que no
bastan tan ilustres ejemplos de virtud ni tan encendidas llamas de amor divino, á inflamar nuestros' corazones,
para que menospreciando todas las cosas caducas, frágiles y perecedoras de la tierra, aprecien, apetezcan, y
con veras busquen las sólidas y macizas del cielo, que para siempre han de durar. Seria nunca acabar si qui-
siésemos proseguir esta materia: véala el que quisiere en Antonio Grolonio Romano, que la trató copiosamente
y con curiosidad, en un libro que escribió de los instrumentos y modos con que eran atormentados los márti-
res, impreso en Roma el año de 1594.
LA VIDA

D E C R I S T O SEftOf* fiUESTRO

Á, LSÍ como Cristo nuestro Redentor es fuente y nuestros caminos torcidos con la regla y nivel de
raíz de toda santidad, y aquel Sol de justicia, que su rectitud. Porque, como dice san Gregorio, to-
con los rayos de luces, es causa de toda la clari- das las acciones de Cristo son introducción y en-
dad que hay en su Iglesia; así su vida, pasión y señanza de lo que nosotros debemos hacer; y
muerte benditísima son el medio por el cual nos aquel es el más santo y perfecto que mejor sabe
comunica ó influye esta misma santidad. Hízose imitar los ejemplos y virtudes de Cristo, porque
Dios hombre, y vivió vestido de nuestra carne bebe más copiosamente, y participa más de la
entre los hombres, para enseñarnos á vivir vida virtud y humor de la raíz, y del influjo de su c a -
no humana, sino divina, no de la tierra, sino del beza, y está más vestido y resplandeciente con la
cielo; padeció tantos dolores y muerte tan afren- luz de aquel Sol, que, como dijimos, es causa de
tosa, para cautivar más nuestro corazón, y echar- toda la justicia y claridad. Y por esto san Pablo
nos más fuertes cadenas de amor. De manera que nos exhorta que le imitemos á él; y da la razón
la vida de Cristo es dechado y modelo de la vida porque él imitaba á Cristo. Y por esta misma
del cristiano, y su sacratísima pasión es nuestra causa muchos santos y varones perfectos tomaron
riqueza y el tesoro de nuestros merecimientos; es por materia de su oración y meditación la vida y
nuestra luz, nuestra medicina, nuestra salud, pasión del Señor; porque en ella hallaban pasto
nuestra vida, nuestra gloria y bienaventuranza. Y para sus almas, medicina para sus llagas, esfuer-
por esto ninguna cosa debemos tener más pre- zo para su flaqueza, incentivos de amor para su
sente de día y de noche, ni meditar, ni rumiar, tibieza, perdón para sus pecados y remedio para
más á menudo, que la vida y muerte de nuestro todas sus necesidades. Y aun algunos grandes
Salvador, para imitar sus virtudes y enderezar siervos de Dios, en el trance y agonía de la muer-
TOMO I 3
18 LA LEYENDA DE ORO
te, se hacían leer literalmente la pasión del Salva- las cosas que crió, darle á si mismo, y unirle
dor, para representarla al Padre Eterno y a l e n - consigo tan estrechamente y con vínculo tan
tarse con la memoria de lo que él por nosotros apretado ó indisoluble, que Dios fuese hombre y
padeció; y espantar y confundir al demonio, que el hombre Dios; escogió para un misterio tan
por medio de ella fué vencido, y en aquella hora, alto é incomprensible á una doncella llamada
más que en otra, procura que nosotros perdamos María, hija de Joaquín y Ana, hebrea de nación
el fruto de la sangre preciosa del Señor. Esta es y de la tribu de Judá, para que concibiendo por
la causa, benigno lector, que me ha movido á po- virtud del Espíritu Santo al Verbo eterno en s u s
ner aquí, en el principio de las vidas de los santos, entrañas, le pariese, quedando virgen, y fuese su
la vida del Santo de los santos, y causadora de verdadera madre, y él su verdadero hijo. A esta
toda la santidad que hay en todos los santos en el doncella escogió Dios entre todas las mujeres
cielo y en la tierra. Y porque hay escrito mucho como á la más pura y santa que jamás hubo ni
de la vida de Cristo nuestro Salvador y de sus sa- habrá, y la adornó de todas las virtudes y e x c e -
grados misterios, aunque por mucho que se diga, lencias que debía tener la que había de ser digna
todo es poco, algunos autores los han dilatado madre de Dios. Quiso que fuese de la familia del
con consideraciones piadosas y enriquecido é rey David y de la descendencia del patriarca
ilustrado con su estilo y elocuencia, para dar oca- Abrahán, porque á estos dos había prometido que
sión á los que los leyeren de meditarlos con m a - de su linaje nacería, el Mesías y verdadero Salva-
yor provecho y utilidad: yo no he querido hacer dor del mundo; y ordenó que viniese esta bien-
largos discursos, sino referir algunas de las c o - aventurada Señora de sangre ilustrísima de pa-
sas que me han parecido más notables de la triarcas, reyes, príncipes, jueces y gobernadores
vida y pasión del Señor, contándolas llana y s e n - del pueblo de Israel, y que en ella se juntase la
cillamente, para que el lector sepa la verdad de sangre real y la sacerdotal, porque había de ser
la historia, y sobre ella funde sus conceptos y madre del sumo sacerdote y Rey del cielo y de
forme santas consideraciones, y edifique su alma la tierra. Quiso asimismo que al tiempo que le
con ellas. Porque para la gente simple y sin concibió fuese desposada con un santo varón de
letras esta manera de escribir es más fácil y su misma tribu, llamado José, para que tuviese
provechosa, así porque no es capaz de tantas y quien la sirviese é hiciese compañía, y no pudiese
tan delicadas sentencias, y con la muchedumbre haber sospecha, viéndola preñada y no desposada,
de ellas se le ofusca y ahoga el entendimiento, en su honestidad y pureza; ni ocasión para que
como porque gusta más y se le pega más al alma los judíos desechasen al hijo, como á concebido
cualquiera cosa que ella halle, y Dios le c o m u - en pecado, teniendo más cuenta con la honra de
nique en la oración acerca de estos divinos m i s - su madre, que con la suya propia; pues habiendo
terios de su vida y pasión, que lo que lee en otros sido concebido por virtud del Espíritu Santo,
autores, por alto y excelente que sea. Verdad es porque la honra de su bendita madre no padecie-
que para que el lector mejor lo pueda hacer, y no se, quiso ser tenido por hijo de José. Pero, por-
vaya la historia tan desnuda en algunos pasos, le que venía á enseñarnos la humildad y menospre-
abrimos camino y le damos motivos para la medi- cio del mundo, y á manifestarnos cuánto más se
tación de los mismos misterios, como esparciendo estima en el cielo la pobreza y mengua délas cosas
en esta misma historia, llana y sencilla la semilla, temporales, que las riquezas y sobra dellas, quiso
que sembrada y regada en su corazón con ora- que su verdadera madre María, y José, su padre
ción, estudio y diligencia, le dará á su tiempo putativo, fuesen pobres, para que ninguno se
fruto copioso y colmado con la gracia del Señor. corra de serlo y aflija si lo fuere. Y para mostrar
De esto me ha parecido darte aviso, cristiano que venía á salvar pecadores y enseñarnos la
lector, porque sepas la causa que me ha movido poca cuenta que el cristiano debe hacer de la
á poner aquí la vida de Cristo nuestro Señor, y á carne y sangre, también quiso que en su linaje
escribirla de la manera que va escrita. Él por su hubiese algunas mujeres flacas y pecadoras. Pues
misericordia nos dé gracia para que de tal m a n e - para acabar obra tan grande envió Dios á la V i r -
ra le imitemos, que merezcamos gozar del fruto gen el arcángel san Gabriel, que le declarase este
inestimable de su cruz y santísima pasión. Amén. misterio, y la asegurase que s e cumpliría en ella,
sin menoscabarse ni marchitarse la flor de su
Cuando llegó aquella dichosa y bienaventurada
virginidad; y para sacar su consentimiento, como
hora, y se cumplió, como dice el apóstol san P a -
se dirá en la fiesta de su Anunciación.
blo, la plenitud del tiempo en que Dios había d e -
terminado vestirse de nuestra carne y hacerse Habiendo la purísima Virgen dado el Si, y con-
hombre, uniéndose á la humana naturaleza por cebido en sus entrañas al Hijo de Dios, por virtud
unión hipostática y personal, por pagar los peca- del Espíritu Santo, que le hizo sombra, como el
dos del hombre; y habiéndole antes dado todas ángel se lo había prometido, para que pudiese
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 19
sufrir los rayos del Sol de justicia y el fuego divi- regiones y provincias del mundo universo sin e s -
no, que venía á abrasar el mundo; y habiéndole torbo ni embarazo.
tenido nueve meses en su sagrado vientre, y v i - Y porque habiendo de venir á la tierra y pade-
sitado en este tiempo á su prima santa Isabel, y cer entre los hombres el Criador del cielo y de la
santificado, por medio de la salutación que le hizo, tierra, era conveniente que las criaturas testifica-
á su hijo san Juan Bautista; sucedió que el empe- sen la excelencia y grandeza de su Señor, y que
rador Octaviano Augusto publicó un edicto y man- con prodigios y cosas maravillosas diesen á e n -
dó empadronar á todos los hombres de su impe- tender la majestad soberana de aquel Rey que
rio; y, para hacerlo más puntualmente, que cada venía, obró el Señor muchas cosas admirables y
uno fuese á su pueblo ó ciudad. Y como José, fuera del común curso de la naturaleza, poco
esposo de la Virgen, fuese naturalde Belén, hubo antes que naciese, que refieren los historiadores
de ir de Nazarelh, adonde vivía, con su esposa á eclesiásticos y profanos; las cuales, aunque los
Belén, para cumplir el mandato del emperador: gentiles, como idólatras y ciegos, las interpreta-
porque el buen Jesús, que venía para reparar al ban diferentemente y las atribuían á la felicidad
hombre perdido por desobediencia, aun estando de sus príncipes, no eran sino señales y prodigios
en las entrañas de su madre, comenzó á obedecer, que significaban la venida de nuestro Dios y S e -
y quiso que sus padres obedeciesen á los prínci- ñor, que las obraba, y con ellas quería dispertar
pes de la tierra. Era Belén una aldea y pueblo la consideración y admiración de los hombres,
pequeño, cerca de Jerusalén, noble por haber na- disponiendo por este medio sus corazones á creer
cido en ella el rey David, que fué figura de Cris- en él y recibirle, al tiempo que por boca de los
to; y mucho más por haber sido ilustrada con el predicadores evangélicos les fuese anunciado y
nacimiento del mismo Cristo: el cual, para cum- manifestado; porque, dejando aparte los oráculos
plir la profecía de Micheas, y para darnos en todo de las Sibilas tan sabidos, que fueron como profe-
ejemplo de humildad y menosprecio de la vani- tisas de los gentiles, y que tanto antes de la veni-
dad de los hijos de Adán, quiso nacer en Belén, da de Cristo tan altamente hablaron de su naci-
lugar tan pobre y abatido, y morir ignominiosa- miento, vida, muerte y pasión, y los gentiles con
mente en Jerusalén, ciudad real y tan ilustre y gran estudio y cuidado leían y reverenciaban, sin
populosa. entender lo que contenían: y no hablando de los
Escogió asimismo este Señor, como Señor de demás prodigios, que podríamos decir, por no ser
los tiempos, el tiempo más oportuno para venir largos, en aquel tiempo el oráculo del dios Apo-
al mundo, después de tantos siglos y millares de lo, celebérrimo por todo el mundo, por el cual
años que habían pasado desde el pecado de solía el demonio engañar y traer embaucados los
nuestros primeros padres, para que en tan largo hombres, ya había cesado y no respondía á los
discurso de tiempo se conociesen más la enfer- que le preguntaban, como antes; porque el Señor
medad y la necesidad que tenían los hombres del le había mandado callar, y solamente le d i o licen-
remedio, y que las fuerzas de la naturaleza no se cia para que una vez respondiese á Augusto, que
le podían dar, y deseasen y pidiesen á Dios este le había sacrificado, y edificado un solemne t e m -
Médico celestial: y para que habiendo sido tanto plo: que no podía responderle, porque un niño
antes prometido á los patriarcas, y anunciado por hebreo, que era Dios, le mandaba callar y volver
los profetas, y representado en tantas sombras al infierno. Y no solamente Apolo quedó mudo
y figuras de los padres antiguos, y deseado de con la venida del Salvador, pero también callaron
todas las gentes, fuese mejor recibido y abrazado los otros demonios, que hablaban por boca de los
de todos. Y porque venía á hacer paces entre Dios ídolos, que la gentilidad ciega tenía por verdade-
y el hombre, como rey pacífico y medianero entre ros dioses, y acudía á ellos y los consultaba, t o -
los dos, también dispuso las cosas de manera, que mando sus respuestas por oráculos. Y Plutarco,
al tiempo que hubo de nacer, hubiese suma paz filósofo, escribió un libro en que pregunta la
en el mundo, y que el imperio romano, que era causa por qué los oráculos de los dioses habían
tan extendido, estuviese en manos de un solo faltado. Porque como gentil, no sabía ni podía
príncipe, que fué Octaviano; y que él, habiendo atinar la causa. Y el mismo Augusto, con ser
vencido y sujetado á todos sus enemigos, gozase de príncipe y emperador de tan gran parte del m u n -
gran paz y quietud, y cerrase el templo de Jano, do, no quiso que le llamasen señor, no tanto por
que entre los romanos era señal que no había modestia, como porque Dios le movía; para que
guerras ni ruido de armas en todo el imperio. Y se entendiese, que en la presencia de la claridad
no menos ordenó esto el Señor para que con esta del sol se había de oscurecer la de las estrellas;
unión y quietud se abriese después camino á la y toda la potencia y señorío de los hombres r e n -
predicación del Santo Evangelio, y su santa pala- dirse á la majestad soberana de Dios; y que n i n -
bra pudiese más fácilmente correr por todas las guno se puede llamar rey ni señor delante de
20 LA LEYENDA DE ORO
aquel que trae escrito en el muslo: Rey de los re- misterio, y encendida de un amoroso y dulcísimo
yes y Señor de los señores. Y por esto, volviendo afecto de ver á su benditísimo Hijo, comenzó con
Augusto á Roma, escriben Nicéforo, Suidas y Ba- entrañable deseo y profunda humildad á suplicar
ronio, que levantó un altar en el Capitolio con al Padre Eterno, que pues se había dignado de
unas letras que decían: Araprimogeniti Dei: A l - hacerla madre de su precioso Hijo, le diese gracia
tar del Hijo de Dios, donde después, á lo que se para parirle y mostrarle al mundo. Y estando a b -
entiende, Constantino Magno edificó un templo sorta en esta contemplación y deseo, sin tener
suntuoso á la madre de Dios, que hoy día se llama necesidad de partera, sin dolor, sin pesadumbre,
Ara cceli; y es convento de los frailes menores de sin corrupción y mengua de su pureza virginal,
la observancia de san Francisco. vio delante de sí, más limpio y más claro que el
En tiempo, pues, de tanta paz y de tantas m a - mismo sol, salido de sus entrañas, á su unigénito
ravillas y prodigios vino el Salvador del mundo; y Hijo, y al bien y remedio del mundo; Niño tierno,
porque venía como maestro del cielo para e n s e - y Dios eterno, tiritando de frío, que comenzaba
ñarnos á dar de mano á los gustos y deleites de la ya con sus lágrimas á hacer oficio de Redentor, y
tierra, y abrazarnos con la aspereza y mortifica- pagar con sus penas nuestras culpas. No se p u e -
ción de la carne, escogió para nacer un tiempo de con palabras explicar, ni con entendimiento
frío y riguroso; porque aunque las criaturas que humano comprender, el gozo inefable que en
están en las entrañas de sus madres no pueden aquel punto tuvo la sagrada Virgen, y la admira-
salir á luz cuando quieren, ni está á su mano e s - ción y estupor que le causó ver al que sabía que
coger el tiempo y la hora en que han de nacer, era verdadero Dios, tan abatido y humillado. Lue-
pero estaba en la de Jesucristo, como Señor de go le adoró como á Dios, y le reverenció como á
los tiempos, y como el que, desde el punto que su Señor, y le besó como á su Hijo; y abrazándole
fué concebido, tuvo la misma sabiduría y poder y aplicándole á sus virginales pechos, le envolvió
que ahora tiene en el cielo; escogió el mes de di- en aquellos pañales pobres, limpios y aseados que
ciembre, tiempo áspero, desabrido y frío, en el traía aparejados. Y porque en aquella larga y he-
cual, habiendo llegado la sacratísima Virgen con lada noche del invierno el frío era grande y rigu-
su dulce esposo á Belén con la incomodidad que roso, puso al santo Infante así empañado en el pe-
en tal tiempo y en tan largo y trabajoso camino, sebre; porque no halló en aquel establo otro lugar
hecho con tanta pobreza, se puede pensar, no más cómodo y decente: para que con alguna paja
halló albergue, ni quien la acogiese, ni mesón ó heno, que allí habría, y con el huelgo del buey
donde estar: porque como el pueblo era pequeño y del jumento que allí estaban, se mitigase algún
y la gente mucha, que venía para cumplir con el tanto la fuerza de aquel frío y rigor, y juntamente
edicto del emperador, todas las posadas estaban se cumpliese lo que el Profeta antes había a n u n -
tomadas; y así fué forzada á retirarse á un establo ciado: que el buey conocería á su poseedor, y el
fuera de Belén, aunque pegado con su arrabal y asno el pesebre de su Señor; y el hombre se corra
cerca: porque Belén estaba edificada en una c o s - de no conocer y servir al que reconocen y sirven
tanera de un collado, y al fin del, hacia la parte los animales. Nació el Señor, según la cuenta del
de Oriente, estaba una espelunca ó cueva, donde Martirologio romano, á los cinco mil ciento y no-
comúnmente los pobres peregrinos y pastores se venta y nueve años después de la creación del
acogían en tiempo de necesidad. En este palacio mundo, y á los dos mil novecientos y cincuenta y
entró la Reina de los ángeles: este humilde y vil siete después del diluvio, y á los dos mil y quince
lugar, y propio de bestias, escogió para nacer el del nacimiento de Abrahán, y á los mil quinien-
que tiene toda la máquina del mundo colgada de tos y diez de la salida del pueblo de Israel á Egip-
tres dedos, y por su inmensidad no puede ser to, y á los mil y treinta y dos después que David
comprendido del cielo ni de la tierra; para que el fué ungido por rey; en las sesenta y cinco s e m a -
hombre se humille y acabe de entender que es nas, según la profecía de Daniel, y en la Olimpia-
peregrino y desterrado en este valle de lágrimas, da ciento y noventa y cuatro, y á los setecientos
y que lo más lucido y hermoso y estimado que y cincuenta y dos años después que se edificó
hay en él no es sino establo de bestias, si se com- Roma, y á los cuarenta y dos del imperio de O c -
para con aquellos palacios del cielo, y con aque- taviano. En aquella misma hora bienaventurada
llas moradas eternas, para las cuales fué criado. en que nació el Señor, se hizo fiesta en el cielo, y
Era ya la media noche, y estando todas las cosas todos los ángeles vinieron á adorarle y reconocer-
en un quieto silencio y los cielos destilando miel le por su Príncipe, y Señor, y Reparador de sus
y dulzura, y todo el mundo esperando al deseado sillas y de las quiebras que los malos ángeles h a -
de las gentes, conoció la Virgen purísima que se bían hecho con su caída. Y luego uno de ellos
acercaba la hora de su sagrado parto: y puesta apareció á los pastores, que estaban velando sobre
en una altísima contemplación de aquel sagrado su grey, cabe una torre, que se llama Heder,
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 21
donde Jacob había apacentado sus ovejas, como doctores hay varias opiniones; pero lo más cierto
una milla de Belén hacia el Oriente, y les d i o la es que nació el día del domingo, como lo afirma
regocijada nueva de la venida del Salvador del la sexta sínodol, capítulo octavo; y la hora fué
mundo, del lugar en que había nacido, y dónde le después de la media noche, comenzado ya el día
hallarían, y las señas para conocerle. Ellos fueron natural de los veinticinco de diciembre, que se
al pesebre con gran presteza y alegría: le hallaron cuenta de media noche á media noche, y antes
y adoraron, y contaron á los otros sus compañe- que comenzase el día artificial, que es de sol á sol:
ros lo que habían hallado y visto. También al y esto es conforme á la tradición de la Iglesia, y
mismo punto nació una estrella en las partes de al uso de decir misa aquella noche, y lo significan
Oriente, que significaba haber nacido la estrella las palabras del Evangelio. En aquel portalico de
de Jacob, profetizada por Balaán, para que los Belén, escribe Beda, que nació de repente en
reyes magos, por la vista de una, se moviesen á aquella sagrada noche una fuente de agua para
buscar la otra, que estaba encubierta en el portal servicio de la Virgen recién parida y del infante:
de Belén, como adelante se dirá; y para que á los la cual dice que duraba hasta su tiempo sin h a -
judíos y á los gentiles, á los pastores y á los r e - berse agotado en tantos años. Aquel vil establo, y
yes, á los pobres y á los ricos, á los que estaban más precioso que todos los palacios de los reyes,
cerca y á los que estaban lejos, fuese manifestado fué tenido en suma veneración de los cristianos, y
el que nacía para todos, y se juntasen en la m i s - en él se edificó una iglesia muy suntuosa, y toda
ma piedra angular las dos paredes que estaban aquella cueva se vistió de ricas piedras de már-
tan apartadas y tan divisas. No falta quien con- mol, y el pesebre, que era de madera, fué llevado
temple que otro ángel fué al limbo á anunciar á á Roma y colocado en una capilla del templo de
los santos padres, que en él estaban, el nacimien- Santa María la Mayor, donde hoy día está debajo
to del Señor; aunque esto no lo dice el sagrado del altar, y es reverenciado de todo el pueblo
Evangelio, pero sí dice, que con aquel ángel, que cristiano con gran devoción.
d i o la nueva á los pastores, se juntaron otros i n - No se contentó el Señor con habernos dado un
numerables ángeles cantando por los aires h i m - ejemplo de pobreza y humildad tan espantoso en
nos y alabanzas al Rey nacido, y diciendo aquellas su nacimiento; mas viendo que nuestra soberbia
palabras tan llenas de misterio: Gloria sea á Dios y vanidad, que él venía á derribar, era tan gran-
en las alturas, y paz en la tierra d los hombres de de, quiso darnos otra mayor en su dolorosa cir-
buena voluntad; para darnos á entender la gloria cuncisión, ocho días después de haber nacido:
que se había de seguir á Dios por haberse tanto porque en el nacimiento tomó figura de hombre
abatido y humillado, y la paz que habían de c o n - pobre y vil; y en la circuncisión, de pecador: pues
seguir y tener los hombres que de corazón y de la circuncisión se había instituido para remedio
agrado se abrazasen con el Pacificador del mundo, de pecados, y el que tomaba aquella medicina daba
y debajo de su imperial bandera hiciesen guerra á entender que estaba enfermo. Mas como el S e -
á su carne, al pecado y al demonio. Desta m a - ñor venía para pagar por nuestras culpas, y lavar
nera celebró el cielo y la tierra la sacrosanta N a - con su sangre las manchas de nuestros pecados,
tividad del Señor; porque era muy justo que todas fué inestimable su caridad y el deseo que tuvo de
las criaturas se regocijasen en la venida de su nuestro bien, que no le sufrió el corazón aguar-
Criador; puesto que tanto por ella las había enno- dar el tiempo en que se había de sacrificar por
blecido: y asimismo para que el hombre conociese nosotros en la cruz, porque le parecía que tarda-
que aquel Niño que tan chiquitito, y tan tierno, y ba mucho; antes quiso luego con la sangre que
tan flaco á los ojos de la carne parecía, era Dios derramó en su circuncisión, darnos prenda de su
verdadero y Rey eterno; y por lo uno sacase la amor y señal de la paga, que por entero había de
humildad y caridad del Señor, y se le agradeciese hacer en el fin de su vida. Quiso también ser cir-
é imitase; y por lo otro, su soberana majestad y cuncidado para mostrar que era hombre y del
omnipotencia, y le temiese y se admirase, viendo linaje de Abrahán, y que la circuncisión de la
que había sabido juntar en uno dos extremos tan carne hasta aquel tiempo había sido buena y o r -
distantes, como son Dios y Hombre, Virgen y Ma- denada de Dios, y librarnos de la obligación de
dre, eternidad y tiempo, cielo y tierra, muerte y ella, y enseñarnos otra más alta y espiritual, s i g -
vida, y asimismo la fe de tan incomprensibles nificada por la corporal circuncisión, como lo
misterios en corazón humano; porque habiendo diremos en su día. Hízose esta circuncisión, como
Dios de nacer, desta manera había de nacer, para se cree, en el mismo portal de Belén, donde había
que por una parte se descubriese su alteza, y por nacido, y allí se muestra el lugar donde se hizo;
otra nuestra bajeza tuviese remedio y ejemplo. porque no estaba señalado templo, ni lugar parti-
En qué día de la semana nació Cristo nuestro cular por ley alguna, donde la circuncisión se
Redentor, no lo explica el Evangelio, y entre los hubiese de hacer.
22 LA LEYENDA DE ORO
Mas para que entendamos quién es este Niño, reconocían en él significados por el oro, incienso
que es circuncidado y toma traje de pecador, dice y mirra, que le ofrecían. Y despidiéndose de aquel
el santo Evangelio que le pusieron nombre y le santo doncel y doncella, y dejando sus corazones
llamaron Jesús, que quiere decir Salvador; y que en aquel pesebre, se volvieron á su patria por otro
este nombre no se le dieron los hombres, sino el camino diferente, como el ángel les había revelado
Padre Eterno, y que el ángel le trajo del cielo, y que lo hiciesen.
le anunció aun antes que fuese concebido en las En la misma pobre casilla ó cueva estuvo el Se-
entrañas de su madre; y fué, cuando saludándola ñor del mundo cuarenta días después de nacido;
el ángel, le dijo que concebiría en su vientre y porque la ley obligaba á las paridas que no salie-
pariría un hijo, que le llamase Jesús: y lo mismo sen de su casa hasta que fuese tiempo de purifi-
dijo á san José, añadiendo la causa de este n o m - carse ó ir al templo, que en las que parían hijo
bre: porque él había de salvar de los pecados á su era de cuarenta días, y en las que hija, ochenta; y
pueblo; para que por aquí entendamos que no t e - la Virgen sacratísima, aunque no estaba obligada,
nía pecado el Salvador de pecadores; que el ser i guardó perfectísimamente esta ley, y á los cuaren-
Jesús lo tenía de suyo, y el ser circuncidado y el ta llevó á su benditísimo Hijo y le presentó en el
tomar hábito de pecador de nuestra culpa y mise- templo como á primogénito, para cumplir con
ria, la cual venía á remediar. otra ley que mandaba que todos los primogénitos
Pasados otros cinco días después do la circun- fuesen presentados y ofrecidos al Señor, y que los
cisión, y trece después del nacimiento del Señor, que no eran de la tribu sacerdotal de Leví fuesen
llegaron á Belén los reyes magos, que venían á rescatados con cinco siclos, moneda de aquel tiem-
buscarle desde Oriente, movidos de la estrella, po, para que con esto se acordasen los hebreos
que dijimos haber aparecido en aquella región al de aquel gran beneficio que habían recibido de
mismo tiempo que nuestro Redentor nació; por- Dios en la salida de Egipto, cuando él con tan
que, movidos los magos de la vista de aquella fuerte y poderosa mano mató á todos los hijos pri-
nueva estrella, y admirados de su grandeza y cla- mogénitos, así de los hombres como délas bestias
ridad, y alumbrados interiormente con otra luz de aquel reino: porque puesto caso que Cristo, co-
superior y divina, entendieron que en las partes mo Legislador y Señor de la ley, no estaba suje-
de Judea había nacido un nuevo Rey y Salvador to á esta ley; pero, por darnos en todo ejemplo de
del mundo; y con el impulso del Espíritu Santo, obediencia, se sujetó á ella, y quiso que su purísi-
dejando sus estados, comodidades y regalos, se ma Madre le acompañase y obedeciese á la ley de
pusieron en camino y le vinieron á buscar, guia- la purificación de las paridas, que tampoco le obli-
dos por la misma estrella; y habiéndoseles escon- gaba, curando nuestra desobediencia con sü o b e -
dido, entraron en Jerusalén, y publicaron lo que diencia, y comenzando ya con esta ocasión á m a -
habían visto, preguntando dónde estaba el que nifestarse más, y consolar al santo viejo Simeón y
había nacido rey de los judíos. Con las cuales aquella piadosa viuda y devota Ana, que de día y
nuevas se turbó Herodes y toda la ciudad de Jeru- de noche no se ocupaba sino en hacer oración en
salén; y, después de haber consultado aquel nego- el templo; para que con lo que en él se hizo y se
cio con los escribas y sabios de la ley, y entendi- dijo se fuese poco á poco extendiendo la noticia y
do que el lugar señalado por los profetas, para el fama del Salvador, y los hombres se fuesen a c o s -
nacimiento de este gran Rey, era el pequeño pue- tumbrando á ver aquella luz, que por ser tan s o -
blo de Belén, examinando á los magos muy parti- berana é inmensa, sus ojos tan flacos no pudie-
cularmente el rey Herodes de todo lo que pertene- ron ver repentinamente.
cía á aquella jornada, les avisó con engaño, que Acabado el misterio de la presentación de Cris-
hallado el niño, volviesen á él, porque él también to y de la purificación de la Virgen en el templo,
le fuese á adorar. Y con esto se partieron los ma- dice el evangelista san Lucas, que volvieron á
gos de Jerusalén y prosiguieron su camino, lle- Galilea y á su ciudad de Nazareth, en donde no se
vando la misma estrella por guía, que se les tor- sabe los meses ó días que estuvieron; porque como
nó á aparecer y fué delante de ellos hasta que lle- Herodes se v i o burlado de los magos, y entendien-
garon á aquella pobre choza donde estaba Dios do el rumor que había habido en Jerusalén con la
humanado: y no se escandalizando, ni turbándose presentación del Niño en el templo, y con lo que
con la pobreza que hallaron, ni con la vileza del los santos viejos Simeón y Ana, de él habían d i -
establo y abatimiento del pesebre, conociendo con cho y publicado; por asegurar su reino, determi-
la lumbre de la fe que aquel niño era Dios, se le nó matar al que temía que se le había de quitar.
postraron, y le adoraron, y ofrecieron ricos dones Y porque no sabía dónde estaba, ni se pudiese es-
de oro, incienso y mirra, de que abundaba su pa- capar aquel Niño, que él buscaba, se resolvió pa-
tria; para significarnos los otros dones mayores sar á cuchillo á todos los niños inocentes que en
que ellos ofrecían al Señor, y los misterios que aquel tiempo habían nacido, como lo hizo con b a r -
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 23
bara fiereza y crueldad. Pero el Señor, que no graves autores refieren que no solamente los d e -
quería morir, sino al tiempo que él mismo había monios invisiblemente se turbaron, que sus simu-
determinado, ni hacer milagros en su niñez, ni lacros y estatuas en algunas partes cayeron en la
usar de la potestad divina, sino de la flaqueza y presencia del Salvador. Y Paladio refiere que en
dispensación humana, reveló por medio de un án- la ciudad de Hermópoli había un templo, en el
gel á san José aquel peligro, mandándole que hu- cual, á la entrada del Salvador, todos los simula-
yese á Egipto y estuviese allí hasta que otra cosa cros de los demonios cayeron y se desmenuzaron
le ordenasen. Aunque no faltan santos y gravísi- é hicieron pedazos. Y san Epifanio en la vida de
mos doctores que dicen que esta revelación se Jeremías dice que este profeta avisó á los sacer-
hizo á san José luego que se partieron los magos. dotes de Egipto que todos los ídolos caerían y se
Obedeció prontísimamente el santo patriarca al harían pedazos, al tiempo que una doncella Madre
mandato divino, y se levantó de noche, sin escan- de Dios, con el hijo que había parido entrase en
dalizarse ni turbarse por aquella novedad y huida Egipto: y lo mismo escribe Doroteo, obispo de
apresurada; y con el Hijo y la Madre tomó el c a - Tiro; que los egipcios por este oráculo solían ado-
mino para Egipto, huyendo Dios del hombre, y el rar el Niño recostado en el pesebre, y á la Virgen
verdadero Rey y Señor del mundo, del tirano y en una cama. Y es cosa certísima que de tal m a -
usurpador del reino ajeno, por dar ejemplo á sus nera fueron desterrados los demonios de aquella
siervos, que á sus tiempos huyan y se escondan, tierra, que siendo antes tan estéril, desierta y e s -
y no se espanten si son perseguidos de los malos. pinosa, y llena de abominables vicios é idolatrías,
También dice el santo evangelista que ordenó después se convirtió en un paraíso de deleites y
Dios esta ida de su benditísimo Hijo á Egipto para en un jardín de flores y plantas suavísimas de
que se cumpliese lo que había dicho el profeta cristianos, monjes y varones perfectísimos, por la
Oseas: de Egipto llamé á mi Hijo: lo cual, aunque predicación de san Marcos, y por la institución
á la letra se entiende del pueblo de Israel, también de san Antonio y de otros santísimos anacoretas,
declara el evangelista que se debe entender de que la cultivaron y habitaron; y esto en virtud de
Cristo. En este camino cuentan Sozomeno y Nicé- Cristo y de su benditísima Madre, que con su pre-
foro, que llegando Cristo nuestro Señor con la sa- sencia la ilustraron y le echaron su bendición.
cratísima Virgen áHermópoli, ciudad de Tebaida, Estuvo el Señor en Egipto todo el tiempo que
hallaron á la puerta de la misma ciudad un árbol vivió Herodes; que, aunque no se puede saber de
grandísimo, llamado Persis, en el cual adoraban cierto cuánto fué, la más probable y común opi-
los gentiles al demonio, y que luego abajó sus nión es que fueron como siete años; al cabo de
altas ramas hasta el suelo, como adorando al los cuales, siendo ya muerto el rey Herodes, el
Señor; y que le quedó tanta virtud, que con sus ángel apareció á san José y le mandó que volvie-
hojas, fruto y corteza sanaba después cualquiera se á Judea con el Hijo y con la Madre; y él lo
enfermedad. Y Burcardo añade que entre las ciu- hizo. Y sabiendo que Archelao reinaba en ella en
dades de Heliópoli y Babilonia había un huerto de lugar de su padre, á quien había sucedido, avisa-
bálsamo que se solía regar de una pequeña fuen- do en sueños, desvió su camino hacia la provincia
te, en la cual era fama que nuestra Señora m u - de Galilea, y volvió á Nazareth y allí hizo su m o -
chas veces había lavado á su precioso Hijo y sus rada. Y la santa Iglesia hace memoria de esta
paños, y una piedra en que los extendía y enju- vuelta del Señor de Egipto á Judea, y la celebra á
gaba; y que no solamente el agua de aquella los siete de enero, como se ve en los martirolo-
fuente tenía maravillosa virtud, sino también otras gios Romano, de Beda y Usuardo.
aguas que se mezclaban con ella, y que hasta los De Nazareth venia el Señor cada año con sus
mismos sarracenos tenían en gran veneración padres á Jerusalén; porque aunque reinaba A r -
aquel lugar. Y para conservar la memoria de chelao, como dijimos, y se podía temer alguna
haber estado Jesucristo nuestro Redentor allí, pu- violencia, pero el ser pobres y desconocidos, y
sieron una lámpara que en él ardiese perpetua- venir entre tanta gente, para sólo visitar el santo
mente. A la entrada del niño Jesús en Egipto, templo, sin detenerse en Jerusalén, les daba segu-
todos los demonios, que de aquella provincia es- ridad, y mucho más el moverlos el Señor, sin
taban apoderados, temblaron, entendiendo que cuya voluntad no podía suceder cosa al Hijo que
había venido el que los había de destruir y quitar diese cuidado á sus padres: los cuales le tenían
el señorío y trono que tenían tan asentado en los grandísimo de guardar los mandamientos y c e r e -
corazones de los egipcios, que eran aún más c i e - monias de Dios, posponiendo cualquiera otro
gos y supersticiosos que los otros gentiles, y ado- temor y trabajo al cumplimiento de su divina ley.
raban á los demonios en las serpientes y en otras Pero siendo ya de doce años y queriendo dar al-
sabandijas y cosas vilísimas. Así lo dicen Eusebio guna muestra de sí, y comenzar á esparcir los
Cesariense, Atanasio y Orígenes. Y aun otros rayos de su divina luz y sabiduría; habiendo v e -
24 LA LEYENDA DE ORO
nido, como acostumbraba, con ellos á Jerusalén, rias de su casa; y se regalan, considerando el
y visitado el santo templo, al tiempo que se par- encogimiento y confusión que tendrían los que
tían sus padres se quedó él, y después de haberle le mandaban, y la prontitud y alegría con que el
buscado con muchos suspiros, gemidos y lágri- Señor obedecía. Y aun añaden algunos que des-
mas, entre sus conocidos y amigos, dentro y fuera pués que murió san José, que debió ser en el
d é l a ciudad, finalmente le hallaron, pasados tres tiempo de esta sujeción y silencio de diez y ocho
días, en el mismo templo entre los doctores, oyen- años, del cual no hablan palabra los evangelis-
do lo que decían y preguntándoles y respondiendo tas, el Señor ejercitó por sí aquel mismo oficio
á sus dudas, con admiración y espanto de todos, de carpintero; porque no solamente fué llama-
que no sabían como en tan pocos años resplande- do hijo del carpintero, sino también carpintero,
cía tanto peso, madurez y sabiduría. Y habiendo como dice san Marcos; para que nos admiremos de
la santísima Virgen y Madre quejádose amorosa- la oculta dispensación del Hijo de Dios en n u e s -
mente con su'hijo de la pena que les había dado, tra carne, ó imitemos y le agradezcamos el aba-
y díchole aquellas dulces y tiernas palabras: Hijo, timiento y silencio de tantos años, que por n o s -
¿por qué lo habéis hecho asi con nosotros?; que otros guardó; pues siendo la sabiduría y Verbo
vuestro padre y yo os habernos buscado con dolor. Eterno del Padre, no quiso hablar ni manifestar
El le respondió que lo había hecho por acudir y con pública predicación quién era, hasta que tuvo
ocuparse como debía en las cosas de su Padre: y treinta años de edad; y pasando la vida en suma
aunque no entendieron estas palabras los otros, pobreza, disimulación y silencio.
la Virgen las conservó en su corazón, rumiándo- Pero á los treinta años, siendo ya llegada la
las y considerando los profundos misterios que hora determinada de Dios, y el tiempo en que el
en ellas se encerraban. De aquí, dice san Lucas juicio del hombre suele estar más maduro, vino
que volvió el Señor á Nazareth, y que estaba s u - el Señor de Galilea al río Jordán, para ser bauti-
jeto á sus padres. zado de san Juan Bautista, poniéndose en el n ú -
Vivió en la casa de su bendita Madre en la cual mero de los pecadores para darnos otro ejemplo
fué concebido; y por haber habitado en Nazareth de humildad, y como él mismo dijo á san Juan,
fué llamado Nazareno, y mucho más por lo que que por verle estaba atónito, para cumplir e n t e -
este nombre significa en hebreo, que quiere de- ramente la justicia evangélica, que en esta h u -
cir Florido, Santo y Apartado, porque él era mildad resplandecía; y no menos para santificar
la ñor que nació de la vara de José, que nunca se y enriquecer con nuevos dones á san Juan, y
seca ni marchita, y el Santo de los santos, ajeno autorizar con su presencia aquel bautismo que
y apartado de todo pecado. Y puesto caso que por disponía para el suyo; y para que no pareciese
escarnio se puso este nombre en el título de la grave al siervo venir al bautismo de su Señor,
cruz, y que los gentiles hacían burla de él; pero pues el Señor había venido al bautismo de su
los ángeles y los santos apóstoles le tuvieron en siervo; y para consagrar con el tocamiento de su
suma veneración, y los fieles se preciaron de lla- carne purísima las aguas que habían de servir
marse nazarenos en la primitiva Iglesia, hasta para regeneración de los fieles; y para hacerlos
que después tomaron el nombre de cristianos, y hijos de Dios, y enseñar á los predicadores evan-
la misma Iglesia y religión cristiana fué llamada gélicos que, antes de subir al pulpito y empren-
secta de nazarenos. Pero lo que pone espanto en der el ministerio de la predicación, procuren
las palabras del evangelista es decir que Cristo purificarse y estar limpios de toda mancha de
era subdito y sujeto á sus padres, no solamente pecado; y finalmente, para que con la ocasión del
á la Virgen, que ya era su verdadera Madre, sino bautismo se abriese, como se abrió, el cielo, y
por amor de la Virgen, también á san José, que bajase el Espíritu Santo en figura de paloma so-
aunque no lo era, era tenido por padre suyo; dán- bre el Señor, y el Padre Eterno, con aquella voz
donos en todo ejemplo de humildad, y de lo que magnífica y sonora, diciendo: Este es mi Hijo
debemos hacer con nuestros mayores, y la obe- querido, en el cual me he agradado, y por quien
diencia que deben los hijos á sus padres; pues, me aplaco y reconcilio con el hombre; diese testi-
como bien pondera san Bernardo, el Rey del cielo monio que Cristo era natural, verdadnro y c o n -
se sujetó al polvo de la tierra, y á su criatura el substancial hijo; y con la autoridad de toda la
Criador. También nos quiso enseñar que los su- santísima Trinidad quedase como graduado y
periores, no por serlo, se deben tener por mejo- señalado por maestro y doctor, y preceptor del
res que sus subditos, pues Cristo fué subdito mundo. Quedó con el bautismo del Señor santifi-
á Maria y á José. Era san José un pobre carpin- cado el río Jordán, y por esto y por la virtud de
tero, y los santos que tratan de la vida de Cristo, sanar milagrosamente los enfermos que después
contemplan como ayudaba en su trabajo á san en él se lavaban, ilustrado y celebrado con gran
José, y servía á sus padres en las cosas n e c e s a - veneración de todos los fieles, y algunos santos
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 25
por este respeto tuvieron devoción de bautizarse doctrina del cielo, la derramasen por el mundo,
en el río Jordán, como san Basilio y otros; y al cual él venía á alumbrar y á librar de las
Gregorio Turonense afirma que en cierta parte de horribles y lastimosas tinieblas en que estaba
é!, donde Cristo nuestro Señor se bautizó, laván- sepultado, y atar á aquel armado, fuerte y podero-
dose los leprosos quedaban limpios y sanos. so, que se había encastillado en el mundo, y le ti-
Mas aunque Cristo nuestro Redentor con el ranizaba con una posesión tan segura que se tenía
testimonio de la santísima Trinidad estaba ya por su príncipe, y como tal se llama. Entre los
declarado por maestro del mundo, como dijimos, otros discípulos escogió doce, á los cuales llamó
no quiso comenzar á ejercitar tan alto y soberano apóstoles; y fueron Pedro y Andrés, hermanos;
oficio hasta habernos dado otro ejemplo, para Jacobo y Juan, hijos del Zebedeo; Felipe, Barto-
enseñarnos más con obras que con palabras. Re- lomé, Mateo, Tomás, Jacobo el menor, hijo de
tiróse al desierto movido de su mismo espíritu, Alfeo, Simón Cananeo ó Zelotes, Judas Tadeo, y
para desafiar al príncipe de los demonios, y entrar Judas Iscariote. Y para escogerlos se retiró pri-
en campo y pelear con él y vencerle: para que mero á un monte, como una legua de la ciudad
por aquí entendamos que el hombre en el bautis- de Cafarnaúm, á hacer oración y encomendar
mo es armado para la guerra, y que los mayores aquel negocio tan importante al Padre Eterno; y
dones que recibe de Dios son vísperas de mayores por esta elección que allí se hizo, y porque se
batallas; y que no hay nadie que se escape de ten- acogía el Señor muchas veces allí á hacer ora-
taciones, por santo que sea, ni desmaye, ni se ción, y haber enseñado en aquel sublime y altí-
ahogue por ser tentado, pues fué tentado el Señor, simo sermón del monte, que es una suma de toda
y venció al tentador, y le rindió, y le desarmó de la doctrina y perfección de la vida cristiana, se
tal manera, que si nosotros no queremos, no poda- llama el Monte de Cristo. Las armas que tomó
mos ser vencidos, pues tenemos tal ayudador y nuestro David para pelear y derribar á este fiero
padrino, que nos mostró con su ejemplo cómo ha y espantoso gigante fueron su santísima y purí-
bemos de pelear, y con su espíritu nos da armas sima vida, con que resplandeció entre los hombres
con que peleemos y venzamos. la doctrina celestial y divina que les enseñó, y los
Este desierto, donde ayunó el Salvador, escri- milagros innumerables que obró.
ben que está entre Jerusalón y Jericó, y los cris- La vida del Señor fué tan santa como había de
tianos le llaman Cuarentena, por los cuarenta ser la vida del Santo de los santos y fuente de
días que allí estuvo; y á dos millas de allí está el toda santidad; fué vida de hombre Dios, que
monte, de donde el demonio mostró al Señor los aunque tomó la naturaleza de Adán, no tomó la
reinos del mundo y le prometió dárselos si le ado- culpa de Adán, ni las fealdades y manchas con
raba, y llámanle el Monte del diablo. que quedó nuestra naturaleza por el pecado. Mas
Ayunó, pues, el Señor cuarenta días con sus porque venía como módico á curar nuestras d o -
noches, sin comer bocado, como lo había hecho lencias, y convenía que conversase con los enfer-
Moisés y Elias, y santificó con su ayuno la sagra- mos que venía á curar, y que se acomodase á su
da Cuarentena, que después los cristianos había- flaqueza y miseria, tomó un género de vida
mos de ayunar; y al cabo de los cuarenta días tuvo común, honesto y moderado, comiendo carne y
hambre para manifestar que era hombre, y dar bebiendo vino, y vistiendo lana ó lino, aunque
ocasión al tentador que le acometiese y tentase, pobremente, para que la aspereza y rigor extre-
como lo hizo, proponiéndole primero que convir- mado no espantasen á los que le habían de tratar
tiese las piedras.en pan, y después que se echase y aprovecharse de su doctrina: porque como el
del pináculo del templo abajo para que la gente, Señor no tenía necesidad de penitencia y de a u s -
viéndole volar por el aire, conociese que era Hijo teridad para satisfacer por las culpas, que no
de Dios; y, finalmente, ofreciéndole todos los tenía, ni para reprimir los apetitos de la carne,
reinos del mundo si se echaba á sus pies y le que en nosotros son tan desordenados y rebel-
adoraba. Pero todas tres veces salieron en vano des, y en él estaban tan concertados y ajustados
sus acometimientos; y, huyendo el demonio, el con la razón y con su voluntad divina, y venía
Señor quedó vencedor y triunfador, y los ángeles para ejemplo y dechado de todos, quiso tomar un
del cielo, que estaban á la mira, vinieron á s e r - género de vida, por una parte tan sublime y tan
virle y le trajeron de comer. adornado de todas las gracias, de caridad, de h u -
Deste desierto salió el Señor victorioso, h a - mildad, de paciencia, de mansedumbre, de m e -
biendo ya rendido á nuestro enemigo, para que nosprecio del mundo y aprecio del cielo, y tan
nosotros le venciésemos; y luego comenzó á ejer- lleno de todas las otras virtudes, en que consiste
citar la obra que su Padre Eterno le había enco- la perfección evangélica, que no se le pudiese
mendado, y á llamar discípulos que le sirviesen añadir ni imaginar cosa más subida ni más per-
en ella, y habiendo aprendido de tal maestro la fecta; y por otra parte, en lo exterior tan común
TOMO i 4
26 LA. LEYENDA DE ORO
y familiar, que se pudiese imitar: pues el rigor y trabajos y negocios del mundo, que es la codicia?
penitencia corporal no es el fin y suma de la per- ¿Aquella mansedumbre de corderos que excusa
fección cristiana, sino medio conveniente para todos los odios, iras y rencillas de los hombres?
alcanzarlo. Mas porque nosotros tenemos necesi- ¿Aquellas piadosas lágrimas con que la ánima es
dad deste medio, por la flaqueza y rebeldía de regada y como bautizada, para que dé fruto de
nuestra carne, en aquella vida común, que para vida eterna? ¿Aquella hambre y sed de justicia
nuestro ejemplo tomó el Señor, usó de grande y que son las primicias de la gracia y las flores
extremada aspereza, como adelante se verá. que preceden al fruto de las virtudes? ¿Aquella
Con esta vida inculpable, con que el Señor misericordia que, proveyendo las necesidades
resplandeció en el mundo, se juntó la doctrina ajenas, remedia las suyas? ¿Aquella limpieza de
celestial y purísima, que como Maestro venido corazón, donde resplandecen los rayos de la divi-
del cielo predicaba; porque Cristo era doctor del na luz, como en un espejo muy claro? ¿Aquella
mundo, y maestro universal de todos los h o m - paz y concordia con todos, que hace al hombre
bres, y muy aventajado sobre todos los profetas, hijo de Dios? ¿Aquella paciencia y alegría en las
patriarcas y doctores de la ley, porque todos ellos tribulaciones y persecuciones, por grandes que
fueron sus discípulos, y no podían bien enseñar, sean, la cual levanta al hombre sobre las estrellas
sino lo que del habían aprendido y oído: y asi dijo del cielo, y le constituye en aquella región de paz
por Isaías: Ego ipse, qui loquebar, ecce adsum: y tranquilidad adonde no llegan las peregrinas
Antes hablaba por medio de mis profetas; ahora impresiones y nublados deste siglo tempestuoso,
véisme aquí, que por mí mismo os enseño. Las y de donde ve, como debajo de sus pies, todos los
partes del buen maestro son buena vida, excelente nublados y torbellinos del mundo? Pues ¿qué diré
doctrina y buen modo de proponerla y explicarla. de los otros admirables consejos del Salvador que
La buena vida, para que no se desdore la doctrina, están esparcidos por todo el Evangelio? ¿El conse-
no haciéndose lo que se dice, ó no con tanta per- jo de la castidad, que es imitadora de la pureza de
fección como se dice: Cristo fué dechado de toda los ángeles? ¿El consejo de no pleitear, y perder
santidad; porque hizo, y dijo, y pudo decir con antes la capa, que la caridad con el prójimo y la
verdad: ¿Quién de vosotros me argüirá de pecado? paz de conciencia? ¿El consejo de no resistir á los
Y añadir: Si os digo la verdad, ^por qué no me que nos persiguen, y estar aparejados para dar el
creéis? Porque su vida inocentísima daba peso á un carrillo á quien nos hiere en el otro? ¿El c o n -
su doctrina, y la hacía creíble, ó inexcusables á sejo de hacer bien á los que nos hacen mal, y ro-
los que no la creían, pues la misma doctrina que gar por ellos, que es un traslado é imitación de la
enseñaba, era como de tal maestro; porque la infinita bondad y largueza de Dios? ¿Y los demás
sabiduría de Cristo, en cuanto Dios, era divina, consejos que el Señor, como Conciliario y Ángel
infalible, y por vía de entendimiento engendrada del grande consejo, nos d i o , y están esmaltados
de Dios; y en cuanto hombre, tenía perfectísima en su divina y admirable doctrina?
ciencia, por razón de la unión al Verbo; al fin, Pues, la manera de proponer y explicar lo que
como de alma, que estaba viendo claramente á enseñaba, no fué menos excelente y maravillosa
Dios: y así dijo san Juan Bautista: El que viene que la misma doctrina, juntando por una parte
del cielo, es sobre todos, y da testimonio de lo que mucha llaneza y claridad, para que los ignorantes
vio y oyó. Desta fuente perenne manaba, como y pequeños hallasen pasto proporcionado á su ca-
río, aquella doctrina tan excelente, tan entera y pacidad; y por otra grandísima profundidad, para
provechosa: aquella ley evangélica, soberana y que los entendimientos altivos de los sabios se
divina, que Cristo enseñó de palabra é imprimió rindiesen y humillasen. Y usando ya de ejemplos,
con su espíritu en los corazones de los hombres, ya de semejanzas y parábolas, así por cumplir lo
quitando las imperfecciones de la antigua ley. y que el profeta d e l había profetizado, como por ser
apurándola de la escoria y cosas, que por la d u - esta manera de enseñar muy usada de los sabios,
reza y rudeza de aquel pueblo se les permitían, y y más fácil y acomodada para que la gente simple
dándonos no solamente los preceptos y manda- la entienda y se acuerde della, y se mueva á obrar
mientos necesarios para alcanzar la salud eterna, lo que oyó, y también para cubrir con aquel velo
sino también los consejos más subidos y perfec- y semejanza los misterios divinos, que en su doc-
tos, á los cuales anhelan las ánimas santas, he- trina se encerraban, y no arrojar las piedras pre-
ridas de Dios, deseando con la guarda dellos ciosas á los puercos. Mas entre todas las e x c e -
asegurar la guarda de los mandamientos. ¿Quién lencias que tuvo Cristo, como maestro y doctor,
podía dignamente explicar la excelencia de la una fué singular; porque los demás doctores p u e -
doctrina de Cristo? ¿Aquella tan rica pobreza den proponer la verdad y enseñar por defuera, mas
voluntaria que nos enseñó, para cortar de un no pueden interiormente alumbrar el entendi-
golpe la raíz de todos los pecados y cuidados, miento, ni mover la voluntad, ni dar fuerzas para
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 27
obrar lo que se oye; mas Cristo, nuestro redentor, para confirmar, como dijimos, su doctrina, y
como era Dios, obraba interiormente en las almas, alumbrar con ella los corazones de los que la
ilustrando é inflamando la voluntad, y escribiendo oían, y dispertarlos para que más amasen á Dios,
en el corazón la misma doctrina que enseñaba: y y probar que él lo era, y que lo que enseñaba no
asi le dijo san Pedro: Señor, ¿adonde iremos, que era filosofía humana, baja y ratera, sino sabiduría
vuestras palabras son palabras de vida eterna? Y del cielo, altísima, soberana y digna de un maes-
por esto dice san Marcos que enseñaba como tro, que era hombre y Dios.
quien tenía potestad y dominio sobre todos, y era El primero destos milagros que obró el Señor
señor de los corazones; y de aquí es, que á una fué en Cana de Galilea, donde habiendo sido c o n -
sola palabra ó llamamiento suyo, los apóstoles le vidado á ciertas bodas con su bendita Madre y
seguían, dejando sus redes, haciendas y negocios. con sus discípulos, la sacratísima Virgen avisó á
Finalmente, la doctrina de Cristo es el meollo de su-hijo de la falta de vino que había, para que la
todos los profetas, y una suma de toda la sagrada supliese, porque no cayesen en vergüenza los
Escritura: es llave para abrir los misterios inefa- novios, que debían ser pobres y parientes ó cono-
bles de nuestra redención; sol, que con su claridad cidos de la Virgen. Y aunque el Señor en aparien-
ilustra la oscuridad y sombras de la Ley vieja; cia le respondió, no sin gran misterio, con alguna
mar Océano de la inmensa sabiduría de Dios; t e - sequedad, pero bien entendió la Madre la inten-
soro riquísimo de la Iglesia; pan del cielo, fuente ción y voluntad de su Hijo, y ordenó á los que
de aguas vivas, luz, medicina, sustento, salud y servían que hiciesen todo lo que él les mandase.
vida de las almas, que della se dejan enseñar. El Señor les mandó henchir seis tinajas que allí
Y puesto caso que esta doctrina del Señor, por estaban, de agua, la cual se convirtieren excelen-
su pureza, alteza, excelencia y majestad, merecía tísimo vino, y se publicó el milagro con grande
por sí sola ser oída y abrazada de todo el mundo; admiración de la gente; y sus mismos discípulos
pero para mayor autoridad y confirmación della, creyeron en él y le siguieron con más voluntad y
quiso que fuese acompañada de innumerables, alegría que antes, confirmados con el nuevo mila-
provechosísimos y gravísimos milagros, para que gro que habían visto: el cual quiso el Señor obrar
ninguno se pudiese con razón excusar, viendo por la intercesión de su Madre, para que por aquí
que Dios era el maestro y el aprobador de aquella entendamos que ella es la medianera entre n o s -
doctrina, y que eran tantas, y tan averiguadas las otros y su Hijo, y la que procura que las aguas de
probanzas y testigos de abono, que la confirma- nuestras tribulaciones y afanes se conviertan en
ban, cuantos eran los milagros que el Señor obra- vino suavísimo de consolación y dulzura, y que
ba; los cuales fueron tantos, y tan notorios y ad- si, sin ser rogada, acude á nuestras necesidades,
mirables, en el cielo y en la tierra, en el agua y como aquí lo hizo, mucho mejor acudirá al reme-
en el aire, en los demonios, mandándoles con p o - dio dellas, siendo rogada y suplicada con nuestras
testad salir de los cuerpos, y en los hombres vivos oraciones. Vino el Señor á las bodas para honrar
y muertos, sanos y cargados de cualquiera género el matrimonio, que él mismo había instituido, y
de enfermedad, que no hay lengua que los pueda para cerrar las bocas á los herejes, que después
contar, ni ingenio humano que los pueda c o m - le habían de vituperar: y aunque no faltan graves
prender. Y estos milagros hacía el Señor en pre- autores, que dicen, aquellas bodas haber sido de
sencia de muchos y de pocos, de sabios y de igno- san Juan Evangelista, y que el Señor le llamó
rantes, de amigos y de enemigos. Hacíalos en todo dellas al apostolado, para manifestarnos, que pues-
tiempo, de día y de noche, en el día de fiesta y en to caso que el matrimonio es bueno y loable, pero
el día de trabajo. Hacíalos en todo lugar, en el que la virginidad y continencia es mejor y más
templo y fuera del, en la ciudad y en el campo, en agradable á Dios; yo más creo que las bodas fue-
el valle, en la tierra y en el mar. Hacíalos algunas ron de otro; pues san Juan Evangelista ya antes
veces con sola su palabra é imperio, otras con había sido llamado de Cristo, y que estuvo en ellas
tacto é imposición de sus manos, otras haciendo como discípulo suyo, y no como desposado; porque
oración y mirando al cielo; unas usando de cosas esto parece más conforme al contexto y orden del
provechosas, otras de cosas al parecer dañosas, Evangelio. Tras este milagro se siguieron todos
como del lodo para alumbrar al ciego. Hacíalos, los otros que cuentan los sagrados evangelistas,
no por honra vana, ni gloria, ni aire popular, ni que fueron tantos y tan varios, que el amado D i s -
por interés temporal, ni por curiosidad vana; sino cípulo concluye su Evangelio con decir que J e -
por la gloria de su Padre Eterno, para el bien de sucristo había hecho otras muchas obras, las c u a -
los hombres, para consuelo de los afligidos, para les, si se escribiesen una á una, serían tantos los
oir los piadosos ruegos de los que le suplicaban, y libros, que no cabrían en el mundo; por esta causa
más á menudo en beneficio de los pobres, que de nosotros no los referimos aquí particularmente,
los ricos, porque tenían más necesidad. Hacíalo por evitar prolijidad: basta decir que la fama de-
28 LA LEYENDA DE ORO
líos se derramó por toda aquella tierra, y se exten- mención de ellas, y san Efrón, diácono de la m i s -
dió por toda la provincia de Siria, como lo dice ma ciudad de Edesa, autor tan antiguo y santo, en
san Mateo, y llegó á la ciudad de Edesa, donde su testamento, y Teodoro Estudita en una epísto-
era rey y señor Abagaro; el cual, movido de lo la, que escribe al papa Pascual, habla dellas h o -
que oía decir de los milagros que Cristo nuestro noríficamente. Y Cedreno asimismo escribe en el
redentor hacía, y de la salud que daba a todos Compendio de sus historias, que en tiempo de M i -
los enfermos de cualquiera enfermedad, que ve- guel Paflagonio, emperador que comenzó á impe-
nían á él, le envió un mensajero con una carta, rar el año de nuestra salud de mil y treinta y cin-
en que le suplicaba que le viniese á ver y sanar co, se hallaba entera la epístola que el Señor
de una dolencia, que mucho le fatigaba. El tenor escribió á Abagaro, y era tenida en gran reveren-
de la carta era el que se sigue: cia, como lo nota en sus Anales el cardenal Baro-
«Abagaro, rey de Edesa, á Jesús Salvador b e - nio; el cual, tomándolo de otros muchos y graves
nigno, que en la región de Jerusalén apareció en autores, añade, que Cristo nuestro Señor envió á
carne, envía salud. Dicho me han las maravillas Abagaro un retrato é imagen suya, hecha, no por
y curas milagrosas que habéis hecho, sanando manos de hombres, sino milagrosamente, y que
sin medicinas ni yerbas a los enfermos, y es fama por ella obró Dios muchos milagros, y d i o gran-
que alumbráis á los ciegos y hacéis andar á los des victorias á los cristianos contra los infieles
lisiados y cojos, limpiáis á los leprosos, lanzáis sus enemigos. En cumplimiento de lo que el Señor
los demonios y espíritus malignos, dais salud á prometió á Abagaro en su epístola, escribe E u s e -
los que tienen largas y prolijas enfermedades, y bio, que después de subido al cielo envió á uno de
vida á los muertos. En oyendo esto de vos, pensé sus setenta discípulos, llamado Tadeo, á Edesa,
ser una de dos cosas: ó que vos sois Dios, que para curar al rey y á todos los otros enfermos de
habéis bajado del cielo, ó que sois á lo menos aquella ciudad, y alumbrarla con la luz del E v a n -
hijo de Dios, que obráis estas cosas tan estupen- gelio, y convertirla á su fe, como lo hizo. Todo
das y milagrosas. Por tanto, me ha parecido de esto se ha dicho por ocasión de lo que escribe san
escribiros esta carta, y suplicaros afectuosamente Mateo, que los milagros del Señor fueron tantos
que toméis trabajo de venirme á ver y de curarme y tan admirables, que se divulgaron por toda la
de esta dolencia, que tanto me fatiga. Y también Siria.
he sabido que los judíos están mal con vos, y Pero cuanto más crecía la fama de Cristo, tanto
murmuran de vuestras obras, y procuran haceros más se encendía y acrecentaba la envidia y odio
algún grave daño; aquí tengo una ciudad, que de los sacerdotes, escribas y fariseos contra él;
aunque es pequeña, es cómoda y noble, y bastará porque como la vida del Señor era tan santa y
para todo lo que hubiéremos menester los dos.» tan contraria á las costumbres de ellos, y con su
A esta epístola de Abagaro respondió Cristo doctrina deshacía las tinieblas y falsedades que
nuestro Salvador en esta forma: «'Bienaventurado ellos habían introducido en aquella república, y
eres, oh Abagaro, porque sin haberme visto has tan severamente reprendía la ambición, la codicia
creído en mí que eso está escrito de mí, que los y los otros vicios abominables, que reinaban en
que me vieren, no creerán en mí, y los que no me sus corazones, como frenéticos volvíanse contra
vieren, creerán y alcanzarán la salud. En lo que el médico que los curaba, y los ojos legañosos y
me escribes, que deseas que te vea, hágote saber, enfermos, no podían sufrir tan gran resplandor: y
que todas las cosas para que fui enviado, se han como todo el pueblo, admirado de la santidad del
de cumplir en esta tierra donde vivo, y en c u m - Señor, y enamorado de sus palabras y movido de
pliéndolas, tengo de volver al que me envió. D e s - los beneficios que con sus milagros recibía, le
pués que yo fuere partido, te enviaré alguno de magnificase y tuviese en grande veneración, y el
mis discípulos, para que te libre de esa dolencia crédito y reputación é interés de los escribas y fa-
congojosa, y te dé vida á ti y á los que tienes con- riseos se menoscabase; era increíble el aborreci-
tigo.» miento que le tenían y lo que deseaban quitársele
Estas epístolas trae Eusebio Cesariense en su de delante, para asegurar sus engaños y malda-
historia, las cuales dice que halló en los archivos des. Procuraron primero tacharle é infamarle con
públicos de la ciudad de Edesa, en la cual reinó el el pueblo en la vida, diciendo que era pecador y
dicho Abagaro, con la historia de sus hechos, y amigo de pecadores, y de publícanos y de gente
que estaban en lengua siríaca, de la cual él las ruin y de mal trato; que no guardaba el sábado y
trasladó en griego. Verdad es que porque estas quebrantaba la ley de Moisés; que era hombre re-
epístolas no han sido escritas por ninguno de los galado, que bebía vino y que no ayunaban sus
evangelistas, ni tener autoridad canónica, Gelasio discípulos, y finalmente, que era samaritano, h e -
papa las da por apócrifas, pero no por esto las r e - reje y excomulgado, y poseído del demonio. R e -
prueba como falsas, y en san Agustín se hace prendían su doctrina como contraria á la doctrina
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 29
de Dios, y á lo que Moisés y los antiguos sabios de y luz del mundo, los rayos de su celestial doctrina,
la ley les habían enseñado. Y puesto caso que los de provincia en provincia, de ciudad en ciudad, de
milagros del Señor fuesen tan grandes, tan prove- villa en villa; ya en Judea, ya en Galilea, ya en
chosos, tan claros y patentes, que no se podían Samaría, buscando como buen Pastor, por montes
negar, todavía ellos los calumniaban, ó pidiéndole y valles la oveja perdida, y padeciendo inmensos
otros milagros mayores del cielo, ó diciendo que trabajos, pobreza, frío, calor, cansancio, persecu-
los hacía en virtud de Beelcebú y que tenía pacto ciones, contradicciones y calumnias, enseñando
con el demonio. Quisieron también cogerle en pa- de día y orando de noche, y tratando siempre n e -
labras para tener ocasión de acusarle como sedi- gocios de nuestra salud, como verdadero Padre,
cioso y turbador de la república, y que aconseja- Remediador y Salvador nuestro; para acabar y dar
ba que no se pagase el tributo al emperador ro- cumplimiento y perfección á lo que tanto deseaba,
mano; y para esto le hicieron aquella pregunta tan y el Padre Eterno tanto le había encomendado, él
maliciosa: Si era lícito pagar el censo á César, ó mismo por su voluntad se entregó en manos de los
no. Otra vez llevaron consigo soldados y ministros pecadores. Para esto vino al lugar donde él se
de Herodes, estando predicando el Señor, para quería sacrificar, que era la ciudad de Jerusalén,
oír del alguna palabra á su propósito, y echarle para que su pasión fuese tanto más ignominiosa,
mano y prenderle. Para este mismo efecto le ten- cuanto el lugar era más público y el día más s o -
taron, presentándole á una pobre mujer, que había lemne. Pero quiso esta vez entrar á caballo en una
sido hallada en adulterio, y le preguntaron lo que asna y un pollino, y ser recibido con gran fiesta y
le parecía se había de hacer della, para que si res- solemnidad, con ramos de olivos y de palmas, y
pondiese el Señor que la apedreasen, como lo con tender muchos sus vestiduras por tierra, y
mandaba la ley, le tuviesen por cruel; y si dijese clamar todos á una voz: Bendito sea el que viene
que la absolviesen y perdonasen, por enemigo de en el nombre del Señor; sálvanos en las alturas:
la misma ley, y saliesen con su intento. Pero como para mostrar por una parte su humildad, pues en-
ninguna de sus astucias y marañas les sucediese traba en una pobre cabalgadura, y por otra la ale-
bien, y todas sus máquinas les saliesen en vano, gría de su corazón, por ver que ya se llegaba la
determinaron matarle y quitarle la vida: para lo hora de nuestra redención, y de aquel suavísimo
cual incitó mucho y echó, como aceite en el fuego, sacrificio, que en el altar de la cruz él había de
el milagro tan famoso que el Señor obró resuci- ofrecer por obediencia y honra de su Padre, y no
tando á Lázaro cuatriduano de la sepultura, con menos para declararnos la mutabilidad y grande
tanto imperio y divina potestad. Y por haber sido inconstancia del hombre, y que no hay qué fiar en
este milagro tan nuevo, tan espantoso, y hecho en el mundo, pues tan fácilmente se muda, y pide
persona tan ilustre y tan conocida, y delante de que sea crucificado y pospuesto á Barrabás, el
tantos testigos, y en un lugar tan cerca de Jerusa- que cinco días antes recibió como á hijo de David
lén, con tantas otras circunstancias; que no se po- y Santo de los santos. Y aun el mismo día que el
dían negar, y muchos por él se convertían y Salvador fué recibido en Jerusalén con tan grande
creían en Cristo, hicieron los pontífices, sacerdo- pompa y regocijo, revolviéndose toda la ciudad,
tes, escribas y fariseos su concilio; en el cual, por después entrando y estando en el templo hasta la
la boca del sumo pontífice concluyeron, que para tarde, como significa san Marcos y lo notó la Glo-
que todos no pereciesen, era necesario que uno sa, no hubo persona que le convidase á comer; y
muriese. Verdad es que ellos mismos no entendie- así le fué necesario irse ayuno á Betania á la casa
ron lo que el Espíritu Santo, que habló por. el de Marta y Magdalena, sus devotas huéspedas, y
sumo pontífice, pretendía, y que Dios había decre- de allí luego la siguiente mañana volvió á Jerusa-
tado que nuestro Salvador, hijo suyo benditísimo, lén, por la sed y encendido deseo que tenía de su
muriese en cruz, para que todo el linaje humano bien.
por ella viviese. No pudiera malicia, ni fuerza, ni Llegado pues el día en que se comía el cordero
artificio humano quitar la vida al Señor, si él no pascual, quiso cumplir con aquella ceremonia de
quisiera, ni ser parte para abreviarla, ni para an- la ley, y dar fin á las sombras y figuras, y ser sa-
ticipar un momento el tiempo y la hora, que él, crificado como verdadero Cordero, que quita los
como Señor de los tiempos, había señalado por pecados del mundo, en el lugar y tiempo que se
término de su peregrinación; mas siendo ya lle- sacrificaba el Cordero místico; y después de haber
gado el que él mismo tenía determinado, sirvióse cumplido con la Cena legal, instituyó la otra m i s -
de la mala voluntad de aquellos desventurados, teriosa é inefable de su cuerpo y sangre. Pero
que con tanto odio le perseguían, para ejecutar antes, dice el evangelista san Juan, que hecha la
por su mano lo que su divina Majestad quería. Y cena, sabiendo él que todas las cosas había puesto
así, después de haber gastado tres años predican- el Padre en sus manos, y que había venido de
do y esparciendo, como verdadero Sol de justicia Dios y volvía á Dios, se levantó de la cena y quitó
30 LA LEYENDA DE ORO
sus vestiduras, y tomando un lienzo, se ciñó con á la oración, y nos pongamos en las manos de
él y echó agua en un baño, y comenzó á lavar los Dios, adelantándose como un tiro de piedra de los
pies de sus discípulos, y limpiarlos con el lienzo tres discípulos, se postró en tierra, y caído sobre
que estaba ceñido, porque á su despedida quiso su rostro, oró y dijo: Padre mío, si es posible, pase
este Señor darnos mayores muestras de su inmen- este cáliz de mi; mas no se haga como yo quiero,
sa caridad y suavidad, y con su ejemplo encomen- sino como tú. Para enseñarnos que puesto caso
darnos más la humildad, que es el fundamento de que nuestra naturaleza flaca y miserable sienta
todas las virtudes, y propia de la perfección y ex- sus penas, y desee salir de ellas, pero que esfor-
celencia cristiana. Para eso con aquellas mismas zada y alentada con el favor de Dios, se ha de po-
manos con que había criado el cielo y la tierra, en ner en sus benditas manos, y no querer más de lo
cuyo poder el Padre había puesto todas las cosas, que él quiere, pues cualquiera cosa que nos vinie-
como olvidado de su majestad, se arrodilló á los ra de tan amoroso y celestial Padre, ésa será la
pies de unos pobres pescadores, y comenzó á l a - que más conviene para su gloria y nuestro bien.
varlos; y no se desdeñó de hacer este vil oficio con Hecha esta oración tres veces, á la tercera vez
aquel que le tenía vendido por tan bajo precio, fué puesto en tan grande agonía, que comenzó á
para rendirle, si pudiese, con esta inestimable ca- sudar gotas de sangre, que corría por todo su s a -
ridad y humildad. Acabado el lavatorio de los pies cratísimo cuerpo hilo á hilo hasta caer en tierra:
y de exhortar á los discípulos á hacer unos con que es argumento evidente de la inmensidad de
otros lo que habían visto que él había hecho con los dolores de Cristo y de la terribilidad de los
ellos, ordenó el santísimo y admirable Sacramento tormentos que padeció por nosotros, pues sola la
del altar, echando de sí rayos y llamas de amor; representación de ellos hizo un efecto tan nuevo
porque como el Señor ama la Iglesia su esposa y tan extraño en aquel Señor, que es la virtud y
con un amor tan entrañable y tan encendido é in- fortaleza de Dios. Mas como su caridad era tan
menso, que no hay lengua criada que lo pueda grande, y él deseaba la gloria de Dios y el r e m e -
declarar, habiéndose de partir della, el mismo dio del hombre con sumo deseo, viendo que cuan-
amor le hizo hallar una invención tal, que par- tos mayores dolores padecía por nuestros pecados,
tiéndose de esta vida, quedase con ella para nues- tanto más enteramente satisfacía á la honra de
tra compañía, para nuestro regalo, mantenimien- Dios ofendido, y más copiosamente redimía al
to y vida espiritual, y para un perpetuo memorial hombre culpado, quiso que sus dolores fuesen
de lo que había hecho y padecido por nosotros, nuestra redención. Por esta causa cerró todas las
como más largamente lo tratamos en la festividad puertas por donde le pudiese entrar algún rayo de
del Santísimo Sacramento. Pero lo que se debe alivio, y se entregó á la corriente de todos los tor-
mucho advertir, es, que en la misma noche de su mentos y dolores. Congojábanle todos los pecados
pasión, cuando al Señor le estaban aparejando los de todo el género humano, y de cada uno de los
mayores trabajos y dolores del mundo, él nos apa- hombres, y desde el principio del mundo hasta el
rejó este suavísimo y divino bocado, porque la fin, que tenía delante de sus ojos, y eran tantos
presencia de la muerte y de tantos trabajos como como las arenas del mar, y tan enormes y abomi-
le estaban aguardando, no ocupó ni turbó su c o - nables. Afligíale la ingratitud y desconocimiento
razón, de tal manera, que los tormentos que él de aquel pueblo hebreo, que tan mal le pagaba los
quería padecer con su caridad fuesen parte para beneficios que d e l había recibido, y su ruina y
disminuir ó entibiar aquella misma caridad, con perdición. Lastimábale el saber que la mayor par-
que los había de padecer. te del mundo no se aprovecharía del precio de su
Después de la institución de la sacrosanta Cena, sangre, y quedaría obligado por su culpa á tanto
y de un largo y profundo sermón, que hizo el S e - mayores y más graves penas, cuanto el beneficio
ñor á sus discípulos, habiendo dado gracias al de su pasión había sido más inestimable, y digno
Padre Eterno, vino con ellos al huerto, que se dice de perpetuo servicio y agradecimiento. Pues la
Gethsemaní, y dejando á los demás, tomó consigo tristeza y desconsuelo de su benditísima Madre,
á san Pedro, á Santiago y á san Juan, como más la dureza y obstinación y eterna, condenación de
familiares suyos, y comenzó á temer y entriste- Judas, la flaqueza y caída de Pedro, el desamparo,
cerse, y díjoles: Triste estámi alma hasta la muer- pusilanimidad y huida de todos los discípulos, no
te; esperadme aguí y velad conmigo. Dándoles á poco angustiaban el amorosísimo y benignísimo
entender como á amigos la profunda y vehemente corazón del Señor. El cual, por la delicadeza y
congoja en que estaba su alma, la cual el mismo complexión de su cuerpo, que así como había sido
Señor tomaba por su voluntad, dejando padecer á formado por virtud del Espíritu Santo, así fué el
su humanidad todo aquello que padeciera si no más perfecto y más bien complexionado de todos
estuviera unida con su divinidad. Y para darnos los cuerpos, y más sensible y delicado, se afligía
ejemplo, que en todos nuestros trabajos acudamos más que los otros hombres con el horror de la
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 31
muerte que tenía presente, el cual es tan natural dice que fué san Miguel, para que le confortase y
en el hombre, cuanto lo es el amor de la vida, y esforzase, y le propusiese el decreto de la divina
más de tal vida como era la del Salvador, que me- voluntad, la gloria que á Dios resultaría, y el be-
recía ser amada más que todas las vidas criadas. neficio que haría á todo el linaje humano por m e -
Y como con esto se juntase el linaje de la muerte, dio de su pasión, y la victoria y triunfo que alcan-
que era de cruz, penosísima y afrentosísima, y zaría del demonio, de la muerte y del pecado; y
concurriendo en ella tantas maneras de injurias y que por aquel abatimiento y tormento de la cruz
tormentos, no es maravilla que en aquella hora su nombre sería ensalzado y adorado de toda cria-
diese el Salvador lugar, por su voluntad, para que tura, para que en este paso no menos nos admi-
la imaginación y representación viva de ellos, en remos de la humildad deste benignísimo Salvador
cierta manera, como oscureciese aquel sol de jus- nuestro, el cual, siendo rey de todos los ángeles,
ticia y mudase la figura de su sagrado rostro, que como si estuviera olvidado de su soberana Majes-
su ánima fuese tan angustiada y su carne delica- tad, quiso ser confortado de uno de sus criados; y
dísima tan oprimida del dolor, y sus sentidos tan siendo fortaleza del Padre, el que con su poder
turbados, que todo su cuerpo se destemplase y se rige y sustenta el mundo, recibir alivio y consuelo
abriese por todas partes, y que su sangre con tan- de un ángel; porque cuanto á la naturaleza huma-
ta abundancia corriese hasta la tierra. Todos sus na se había hecho inferior á los ángeles: y junta-
miembros comenzaron á sentir el tormento parti- mente aprendamos, que siempre la oración, cuan-
cular que cada uno de ellos había de sufrir; por- do se hace como se debe, tiene su efecto; porque
que allí se le representó que la cabeza había de ser ó Dios nos libra de la tribulación, cuando se lo su-
coronada con espinas, los ojos oscurecidos con lá- plicamos, ó nos da fuerzas para sufrirla y llevarla
grimas, los oídos atormentados con injurias, las con paciencia y alegría, que, como dice san Gre-
mejillas heridas con bofetadas, el rostro con sali- gorio, es otra mayor gracia, que si nos otorgase
vas, la lengua jaropeada con hiél y vinagre, los lo que le pedimos y nos librase de la tribulación.
cabellos y la barba mesada, las manos traspasa- Pues como el Salvador, sabida la voluntad de-
das, el costado abierto con una lanza, las espaldas terminada del Padre Eterno, acabase su prolija
molidas con azotes, los pies atravesados con duros y afectuosa oración, levantóse del suelo, donde
hierros, los miembros descoyuntados, y finalmen- después se edificó un templo, como dice san J e -
te, todo el cuerpo afeado, ensangrentado y estira- rónimo, dejando en una piedra que allí estaba
do en la cruz. Y todo esto se le presentó con tanta impresas las señales de sus rodillas, y vino á sus
viveza y vehemencia, como si entonces todo lo pa- discípulos y díjoles: Dormid ya, y descansad; veis
deciera, y con una divina y milagrosa dispensa- aquí llegada la hora, y el Hijo del hombre será
ción, gozando su santísima alma de la perfecta entregado en manos de pecadores. Y estando aún
visión de Dios, y siendo bienaventurada, quiso él, hablando con ellos, vino Judas acompañado de
que gustase tragos de tanta amargura, para más mucha gente de armas, para entregarle en sus
copiosa redención y paga de nuestros pecados, y manos. Adelantóse el Señor como buen pastor,
para mostrar que era verdadero hombre, y que para guardar á sus discípulos, y fué al encuentro
tomaba la flaqueza de nuestra naturaleza para de sus enemigos, y preguntóles á quien busca-
vestirnos de la fortaleza de su divinidad; y que ban; y como respondiesen que á Jesús Nazareno,
aquel caimiento que mostraba en tan riguroso él les dijo: Yo soy; y en oyendo esta palabra,
trance, y aquella congoja y ansia que tanto apre- volvieron atrás, y cayeron de espaldas, y no se
taba su corazón, era nuestra; y la fortaleza y cons- levantaran si el mismo Señor, que con una sola
tancia que habían de tener los mártires en sus palabra los había derribado, no les diera licen-
tormentos, no era suya dellos, sino de este Señor. cia para levantarse. Pero así como en lo uno
No fué oído el Hijo querido del Padre en esta mostró su poder, así en lo otro manifestó su pie-
petición, según la voluntad de la parte inferior, dad, y que voluntariamente quería padecer, por-
que rehusaba el padecer, aunque fué oído, según que después que se levantaron tornó otra vez á
la porción superior, que quería que se cumpliese preguntarles á quién buscaban; y como ellos le
en todo su santa voluntad; para que por aquí e n - diesen la misma respuesta, les mandó que no
tendamos que muchas veces es mayor gracia el tocasen á ninguno de los suyos: y Judas, llegán-
negarnos Dios lo que le pedimos, según nuestra dose al Salvador, le dijo: Dios te salve, Maestro,
flaca y desordenada naturaleza, que el concederlo, y dióle paz en el rostro; y el dulcísimo Jesús,
y que todas nuestras peticiones se han de referir considerando que Judas le servía de copero, y le
á él, y limitarse con el beneplácito de su divina daba el cáliz que el Padre le había aparejado,
voluntad. Mas aunque el Padre Eterno no libró á aunque sus entrañas y sus obras eran de enemi-
su Hijo benditísimo de aquel afán y agonía, e n - go, con increíble mansedumbre le dijo: Amigo, ¿á
vióle un ángel del cielo, que san Buenaventura qué viniste? San Pedro, que había estado, mientras
32 LA LEYENDA DE ORO
el Señor oraba, lleno de sueño y dormido, como los ángeles! ¡Oh mansedumbre y lengua suavísi-
vio la mucha gente armada que venía á prender ma de mi Señor, que tal respuesta dio! Y si fuera
á su Maestro, desenvainó una espada que traía, é menester para nuestra salud, volvería la otra
hirió á un criado del pontífice, llamado Maleo, y mejilla sin turbación ni amargura de su humilde
cortóle la oreja derecha. Dijo entonces Jesús á corazón.
Pedro: Mete la espada en su mina. ¿El cáliz que Después de esta gravísima injuria y afrenta
me dio mi Padre, no quieres que beba? Con estas que en casa de'Anás recibió el Salvador, fué lle-
palabras y con otras que le dijo, mostrando que vado atado de Caifas, donde los letrados
el padecer era voluntad suya, y no flaqueza, y de la ley y los ancianos estaban congregados; y
que si quisiese tendría ejércitos de ángeles para como después de haber buscado algún falso tes-
su defensa; le reprimió el señor, y tocando la timonio contra el Señor para condenarle á muer-
oreja de Maleo, le sanó: y volviéndose á los prin- te, no le hallasen, y al cabo el príncipe de los
cipes d é l o s sacerdotes y del templo, y á los a n - sacerdotes le conjuró de parte de Dios que dijese
cianos, que habían venido á él, les dijo: Como á quién era: y como el Salvador respondiese á
ladrón habéis salido á mí con espadas y lanzas, esta pregunta la verdad, y lo que convenia á su
mas ésta es vuestra hora y el poder de las tinie- persona, ellos, ciegos con su pasión y con el r e s -
blas: porque por aquella hora fué entregado aquel plandor de tan grande luz, dijeron que había
mansísimo é inocentísimo cordero á los lobos blasfemado, y que era merecedor de muerte, y le
carniceros y á los príncipes de las tinieblas, que escupieron en su rostro y le dieron de pescozo-
son los demonios, para que por medio de sus nes, y otros le daban de bofetadas en la cara, y
siervos y ministros ejecutasen en él todos los decían: Profetízanos, Cristo. ¿Quién es el que te
tormentos y crueldades que quisiesen, no con hirió? No se puede fácilmente, ni sin lágrimas,
excepción de la vida, como fué entregado el santo decir los trabajos que pasó el Señor en esta noche
Job en poder de Satanás, mas para que sin limi- dolorosa, porque fueron tantos, que el bienaven-
tación alguna de vida ni de muerte, empleasen turado san Jerónimo dice que hasta el día del
su rabia contra aquella santa humanidad. Comen- juicio no se sabrán. Los soldados que le guarda-
zaron luego á ejecutarla, echando mano del S e - ban escarnecían y tomaban por medio para ven-
ñor de todo lo criado, y atando fuertemente sus cer el sueño de la noche, entretenerse, jugando
benditísimas manos con unos lazos corredizos, y haciendo burla del Rey de la gloria. Allí todos
hasta desollarle los cueros de los brazos, y ha- á porfía descargaban en él bofetadas y pescozo-
cerle reventar la sangre, y así le llevaban atado nes; escupían con sus infernales bocas en aquel
por las calles públicas con grande ingnominia y divino rostro; cubríanle los ojos con un paño, y
gritería. Llevábanle avergonzado y desautorizado, dándole de palmadas en la cara, decíanle: Adivi-
medio andando, medio arrastrando, desamparado na quién te dio; sufriéndolo todo el Señor con
de sus discípulos, acompañado de sus enemigos, una paciencia invencible, y con una mansedum-
el paso corrido, el huelgo apresurado, el color bre inestimable, y con un corazón amorosísimo,
mudado, el rostro encendido, mas con gran m e - que tenía más lástima de la culpa de los que le
sura y gravedad en sus ojos, y con un semblante atormentaban, que de la pena que él padecía.
divino, que en medio de tantas descortesías y Pero lo que en esta noche más atravesó el alma
afrentas nunca pudo ser oscurecido. del Señor fué el pecado de Pedro, el cual, ha-
Preso, pues, el Salvador, como habernos dicho, biendo huido con los demás discípulos, volviendo
con grande estruendo y vocería fué llevado de en sí y queriendo ver en qué paraba aquel nego-
los ministros de Satanás á casa de Anas, que era cio, y qué fin tenía la prisión de su Maestro, le
suegro de Caifas, pontífice de aquel año; y pregun- siguió, y por medio de san Juan Evangelista, que
tado por sus discípulos y doctrina, respondió: Yo era conocido en la casa del pontífice, entró en
públicamente he hablado al mundo; y yo siempre ella, y tres veces negó, jurando y perjurando que
enseñé en públicos ayuntamientos, y en el templo, no lo conocía: y aquel tan querido apóstol, y tan
donde todos los judíos se juntan, y en secreto no he favorecido del Señor, aquel que era cabeza de
hablado nada, ¿Qué me preguntas á mí? Pregunta todos, y que alumbrado con la luz del cielo había
á los que lo han oído, que ellos saben lo que yo he conocido y confesado que Jesucristo era Hijo de
dicho. Y como el Señor hubiese respondido esto, Dios vivo, el que braveando y confiado de sí,
uno de los ministros que asistían al pontífice le había prometido morir por él y no escandalizarse,
dio una recia bofetada, diciendo: ¿Asi respondes aunque todos los otros se escandalizasen y le
al pontífice ? Respondió Jesús: Simal hablé, mués-
1
desamparasen en su pasión; ahora, preguntado
trame en qué; y si bien, ¿por qué me hieres? ¡Oh de una mozuela, si era discípulo de Cristo, se
ánimo cruel! ¡Oh malaventurada mano, que hirió empacha, teme, tiembla y lo niega, y echa mal-
y señaló aquel divino rostro en. quien se miran diciones sobre sí. Para que por esta flaqueza de
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 33
Pedro entendamos cuan cerca está de caer el que enseñarnos que en medio de los torbellinos, per-
mucho confía de sí, y que no hay otra valentía ni secuciones y rabias de nuestros enemigos, la más
virtud, sino la que por el conocimiento humilde fuerte arma, que para resistirnos podemos tener,
de sí mismo estriba en la bondad y misericordia es la confianza en Dios, y que teniéndole á nues-
del Señor, el cual no pudo dejar de sentir allá tro lado, no hay por qué desmayar ni por qué
donde estaba la culpa y perdición de aquella o v e - temer.
ja, que él quería hacer Pastor de su ganado: y así Mas como Pilatos entendió que el Salvador era
volviendo los ojos á Pedro y mirándole con una natural de Galilea, y de la jurisdicción de Hero-
vista callada y amorosa, le despertó é hizo entrar des, que en aquellos días estaba en Jerusalén,
dentro de sí; y lo que la voz del gallo no había enviósele para que fuese juez de aquella causa,
hecho, las voces de aquella habla secreta y sua- queriéndose descargar della y hacerse amigo de
vísima del Señor lo acabaron con él, y le trocaron Herodes, que antes no lo era. Herodes, viendo al
el corazón, y le compungieron trayéndole á la Salvador, alegróse sobremanera, porque había
memoria lo que él le había dicho, que antes que oído decir grandes cosas de las maravillas que
cantase el gallo le negaría tres veces. Alumbran- obraba, y con vana curiosidad deseaba que hicie-
do, pues, el Señor, y penetrando con su sonido y se delante del algún milagro. Mas el Señor, que
virtud aquella alma herida y llagada, para que todo lo que hace lo endereza para salud y bien
arrepintiéndose de su pecado le llorase amarga- de las almas, no quiso acudir á la curiosa livian-
mente, Pedro comenzó luego á hacerlo, y para dad de Herodes, ni que sus obras fuesen entre-
satisfacerlo con la penitencia mejor por él, se tenimiento de gente que toma por juego y burla
salió de aquella casa, donde tan mal le había ido: las cosas de Dios. Como Herodes v i o que le salía
porque las cortes y palacios de los príncipes más en vano su deseo, menospreció al Señor, y por
son para cometer pecados, que para hacer peni- mayor escarnio le mandó vestir de una vestidura
tencia dellos. De manera, que no manaron tanto blanca, como á loco, y volverle á Pilatos. De m a -
las lágrimas que derramó Pedro de los ojos del, nera, que el Señor del mundo no se contentó de
como de los de Cristo; porque sus ojos mirándo- haber sido tenido por malhechor, y revolvedor del
nos, abren los nuestros, y despiertan á los dormi- pueblo, por nigromántico y endemoniado, por
dos, y resucitan á los muertos. comedor, glotón, por hombre de malos tratos y
Pasada aquella lastimosa y triste noche, luego compañías, por hereje y blasfemo, que todos estos
por la mañana presentaron al Señor delante de títulos y nombres le dieron en vida sus enemi-
Pilatos, que por el emperador romano era ade- gos; pero quiso también ser tenido y tratado
lantado, y gobernador de aquella provincia. Co- como loco, para ejemplo de nuestra paciencia, y
menzáronle á acusar por hombre embaucador y para que no hagamos caso de los vanos juicios del
revoltoso, y que con nuevas y falsas doctrinas mundo loco.
pervertía al pueblo, y decía que no se había de Entendiendo Pilatos que Cristo nuestro Señor
pagar el tributo al cesar, y que él era el rey no tenía culpa, y que era acusado por envidia,
Mesías. Pilatos, no haciendo caso de la primera pretendió librarle: y para poderlo mejor hacer, y
acusación, que tocaba á su doctrina, porque no mitigar aquellos ánimos tan furiosos y encarni-
se le daba nada de lo que Cristo enseñaba acerca zados de los judíos, teniendo costumbre de soltar
de sus ceremonias y de su ley; ni de la segunda, en la solemnidad de la Pascua un preso, cual
porque sabía que era mentira, y que siendo pre- ellos le pidiesen, les propuso si querían que les
guntado el Salvador sobre aquel artículo, había soltase á Barrabás, ó á Jesús, que se llama Cristo.
respondido; que se diese á cesar lo que era de Era Barrabás hombre muy facineroso, ladrón,
cesar: solamente echó mano del tercero punto, y le homicida, sedicioso, y revolvedor de la república,
preguntó: Si era rey de los judíos. Y él le respon- y conocido por tal, y odiado de todo el pueblo, el
dió: Tú lo dices. Y estando los judíos acusándole cual por sus delitos á la sazón estaba preso. Pa-
con grandes clamores, y alegando contra él mil reció al presidente, que por ser tan aborrecido no
falsedades y mentiras, siempre estuvo con gran- habría ninguno, que no quisiese más que se diese
dísima serenidad y mesura, sin decir ni hablar la vida al que tantos beneficios les había hecho,
palabra para su defensa, en tan grande manera, que al que estaba tan cargado de maldades y
que el mismo juez quedó maravillado de tanta tantas muertes merecía. Mas aquel pueblo ciego
gravedad y silencio, y le dijo: ¿No oyes cuántos ó ingrato, engañado de los escribas y fariseos,
testimonios dicen contra ti? El Señor calló como pidió que fuese soltado el matador de los hom-
un mudo, sin responder palabra alguna, porque bres, y crucificado el Autor de la vida. ¿De qué
era tan vehemente el deseo que tenía de morir te congojas, oh hombrecillo, cuando otro á ti es
por nuestra salud, que no quiso con sus palabras preferido, viendo á Dios pospuesto á Barrabás?
dilatar un punto su muerte; y juntamente para Como el presidente viese que aquella traza no
TOMO I 5
34 LA LEYENDA. DE ORO
le había salido, y que todo el pueblo estaba tan abrieran la puerta de su corazón á los rayos de
alterado, que con grandes voces y alaridos pedía su amor. Pues viendo á Dios azotado por n u e s -
la muerte del Señor, tomó otro consejo para apla- tros pecados, ¿hay hombre que se queje de sus
carlos, inhumano y cruelísimo. Mandó azotar al agravios?
Salvador, creyendo que por grande que fuese su Después de haberle azotado tan crudamente,
rabia, se amansarían con aquel riguroso castigo. «los soldados del presidente convocaron toda la
Toman, pues, al Señor de los cielos, al Criador gente de guerra, y le desnudaron de sus vestidu-
del mundo, á la gloria de los ángeles, á la sabidu- ras, y le cubrieron con una ropa colorada, y t e -
ría, y poder y gloria de Dios vivo, aquellos s a y o - jiendo una corona de espinas se la pusieron
nes y viles carniceros, con grande ímpetu, d e s n u - sobre la cabeza, y una caña en su mano derecha,
dándole sus vestiduras con bárbara inhumanidad, é hincadas las rodillas burlaban de él, diciendo:
descubren aquel cuerpo formado del Espíritu Dios te salve rey de los judíos, y escupiendo en él,
Santo en las entrañas de la Virgen, más blanco tomaban la caña que tenía en la mano, y herían-
que la nieve, ni que el alabastro, aunque ya dene- le con ella en la cabeza, y dábanle de bofetadas.»
grido y afeado con los golpes. Átanle á una c o - Todo esto dice el texto sagrado. Quisieron tratar
lumna para poderle herir más á su placer, y con al Rey y Señor de la gloria, como á rey fingido,
grandísima crueldad comienzan á descargar sus y para escarnecerle y hacerle befas, como si fuera
látigos sobre aquellas carnes delicadísimas, y aña- juego de gusto y de entretenimiento, juntaron
dir azotes sobre azotes, llagas sobre llagas, y todos los soldados para mayor fiesta y regocijo, y
heridas sobre heridas, hasta que aquel sacratísi- en medio de mucha gente desalmada y perdida,
mo cuerpo, ceñido de cardenales, rasgados los le desnudaron de sus vestiduras, que por estar
cueros, reventando la sangre, y corriendo hilo á pegadas con la sangre de tantos y tan crueles
hilo por todas partes, quedó tan desfigurado, que azotes, no se las pudieron quitar sin gran dolor y
su misma madre apenas le conocía; porque los sin gran vergüenza de aquel purísimo Mancebo y
azotes, escriben algunos santos contemplativos, señor de tan alta majestad. Vistiéronle de una
que fueron más de cinco mil: y advierten algunos clámide ó ropa colorada y de púrpura, que era
autores que no azotaron al Señor con varas, que vestido de reyes, para dar á entender que siendo
era castigo de la gente noble, sino con azotes de persona baja y vil, se hacía rey, y por la misma
cuero crudo y duro, que era tormento mucho más causa le pusieron la corona de espinas, ó juncos
doloroso y afrentoso, y propio de esclavos y de marinos agudos, duros y fuertes, y la hincaron en
hombres de vil y baja condición. Otros doctores su sagrada cabeza, para que no fuese menor el
sienten que fué azotado dos veces, una para apla- tormento que la afrenta, y diéronle una caña en
car á los judíos, y otra dada la sentencia de muer- la mano por cetro, y arrodillados delante de él le
te; la cual no ejecutaban los romanos sin azotar adoraban, haciendo burla y diciendo por donaire:
primero al condenado. Y aun no falta quien diga Dios le salve rey de los judíos; escupiéronle en la
que le azotaron primero con varas espinosas, des- cara, y cada cual á porfía le hería, y daba de b o -
pués con cordeles, que tenían en los cabos puntas fetadas; y renovaban las llagas de la cabeza,
de hierro, y á la postre con cadenas asimismo de que habían hecho las espinas, hincándolas más
hierro: y de la crueldad de aquellos fieros carni- con los golpes que le daban en ella con la caña.
ceros todo se puede creer, aunque no lo escriben Y estando el Señor tan lastimado, tan afligido, tan
los sagrados evangelistas. Pero considerando por escarnecido y hecho un retablo de dolores, no
una parte la malicia del demonio, y el odio y perdió su paciencia ni su mansedumbre, antes
crueldad con que perseguía al Señor, é instigaba con un corazón blando y abrasado en llamas de
sus miembros y ministros para que le afligiesen; amor, ofrecía al Padre aquellos tormentos y opro-
y por otra, que era Dios el que padecía, y la cari- bios, por los mismos que se los daban.
dad, y paciencia de Dios con que padecía todos Estaba nuestro buen Jesús tan desfigurado y
los ensayos é invenciones de tantos y tan nuevos afeado, que el presidente creyó que si aquellos
tormentos, que concurrieron en la santísima pa- corazones más que de fieras le viesen en aquella
sión del Señor, se deben creer, por más que p a - figura, de pura compasión se tendrían por satisfe-
rezcan horribles y fuera del curso de toda humana chos, y no tratarían más de darle la muerte. Para
naturaleza. En este espectáculo tan estupendo, esto salió otra vez fuera y díjoles: Veis aquí que
en que los mismos ángeles estaban atónitos, os le traigo para que conozcáis que no hallo en él
asombrados y como fuera de sí, estaba el dulcísi- causa para ajusticiarle; y mostrándoles al Señor
mo Jesús con un corazón tan manso, con un como estaba, puesta la corona de espinas en la
rostro tan amable, tan compuesto, tan benigno y cabeza, y vestida la ropa de púrpura, dijo Pilatos:
suave, que bastaba para ablandar aquellos fieros Ecce homo. Veis aquí el hombre; como si dijera:
verdugos, si miraran á la dulzura de sus ojos, y ¿A este hombre tenéis envidia? ¿Este hombre
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 35
teméis que se haga rey? Veisle aquí azotado, se dejó vencer de la obstinación y porfía de ellos,
afrentado, desfigurado, atado, en vuestras manos, y se determinó dar la sentencia contra el inocen-
y con tal figura, que apenas parece hombre, y te, por no caer en desgracia de su príncipe. Y
más para tenerle lástima que envidia. No bastó puesto caso que la mujer de Pilatos avisó á su
tampoco aquella representación tan dolorosa é marido que mirase lo que hacía, y no conde-
ignominiosa para ablandar los corazones de tan nase al Señor, porque era justo, y sin culpa, y
crueles enemigos, antes alzando las voces comen- que ella en sueños había padecido aquella noche
zaron á aclamar: Crucifícalo, crucifícalo. Pero si grandes visiones y molestias por esta causa, las
no bastó aquel espectáculo tan lastimoso para cuales es de creer que Dios le envió para más
amansar los corazones rabiosos de los hombres, justificar su muerte, y para que todo género de
bastó por cierto para aplacar el corazón enojado personas diesen testimonio de su inocencia, esta-
del Eterno Padre, el cual mirando á su Hijo ben- ba ya tan amedrentado y cobarde Pilatos, que la
ditísimo tan mal tratado por su obediencia y nues- mujer no fué parte para estorbar, que sentado en
tro amor, perdona los pecados á todos los que con su tribunal, y lavándose las manos, como usaban
dolor dellos miran aquella dolorosa imagen, y los judíos, para mostrar que en aquella muerte
con devoción y confianza se la representan y le no tenía culpa, no condescendiese con su petición,
dicen: Ecce homo. Señor, veis aquí el hombre, y entregase al Señor á la voluntad de ellos, y
veis aquí el hombre que nos disteis, al varón de librase á Barrabás. Sentado, pues, el presidente en
vuestra diestra, á aquel tan humilde, tan obe- su tribunal, d i o final sentencia en aquella causa,
diente, tan manso, tan amoroso y tan celoso de y luego cargaron sobre las espaldas del Salvador,
vuestra honra, que para volver por ella se sumió molidas, y despedazadas con azotes, el madero
en el abismo de todos los dolores é injurias: m i - de la cruz, como solían hacerlo con los otros con-
radle y miradnos por él, y dadnos gracia para denados á aquel suplicio, en el cual iban todos
que con limpios y claros ojos nosotros le miremos los pecados del mundo: y el Señor con suma
é imitemos. Mas como Pilatos oyese las voces del obediencia y amor, le abrazó y comenzó á cami-
pueblo que clamaba: Crucifícalo, crucifícalo, dí- nar con él, como otro verdadero Isaac con la leña
joles: Tomadle vosotros, y crucificadle, porgue yo en los hombros, al lugar del sacrificio. El Hijo
no hallo causa para crucificarle. Respondieron los llevaba la leña y el cuerpo que había de ser cru-
judíos: Nosotros tenemos ley, y según esta ley, ha cificado, y el Padre llevaba el fuego del amor y el
de morir, porque se hizo hijo de Dios. Oyendo cuchillo de la divina justicia, con que lo había de
estas palabras Pilatos, temió más, y entrando otra sacrificar. Iba el Señor de todo lo criado con
vez en la audiencia, dijo á Jesús: ¿De dónde eres aquel pesado madero á cuestas, que eran las i n -
tü? Y Jesús no le respondió. Dice Pilatos: ¿A mí signias reales de su principado; y como por su
no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para gran flaqueza, ó hubiese caído, ó no pudiese a n -
crucificarte, y poder para salvarte? A todas estas dar tan aprisa como aquellos crueles carniceros
injurias calló el mansísimo Cordero, y no respon- querían, le dieron á un hombre que toparon, lla-
dió á las preguntas del presidente; mas como v i o mado Simón Cirineo, para que se la ayudase á
que se desvanecía con la vara de justicia, que llevar, no por aliviarle, sino por apresurarle la
tenia, y no la reconocía de su Padre Eterno, que muerte. Seguíale mucha gente, y muchas piado-
se la había dado, y aquel poder para castigar y sas mujeres, que con lágrimas, salidas de un
para absolver á los delincuentes, volvió por la afecto y compasión natural, le acompañaban. A
honra de su Padre, enseñando al mal juez que las cuales se volvió el benignísimo Señor, y las
todo el poder de la tierra mana como de su fuente amonestó que no llorasen tanto por él como por
del cielo, que había de dar cuenta al que se le sus pecados, y los castigos que por ellos habían
había dado, si no usaba bien de él, conforme á la de venir á aquella ingrata ciudad. Entre estas
voluntad de Dios; y por esto le respondió: No devotas mujeres había una que se llamaba Be-
tendrías poder ninguno sobre mí, si no te fuera rence ó Verónica, la cual díó el velo, ó toca que
dado de arriba. Que para las tribulaciones, y para traía sobre su cabeza, al Señor, para que enju-
los agravios que padecemos de los hombres, es gase el sudor y sangre de su rostro, y él lo hizo,
grandísimo consuelo, pues ninguno tiene poder dejando en el velo impresa la figura del mismo
para hacernos mal, sino cuando Dios lo permite. rostro, el cual por el nombre de la mujer se llama
Desde entonces procuraba Pilatos soltarle; pero Verónica, y en Roma el Bulto santo donde se
fueron tan grandes los clamores y alaridos de los muestra en la iglesia de San Pedro con gran ve-
judíos, pidiendo que fuese crucificado, y tantos neración, y entre los lugares de la Tierra Santa
los espantos que le pusieron, diciéndole, que si se muestra la casa de esta mujer Verónica.
no le condenaba se mostraría enemigo del César; Mas como la sacratísima Virgen nuestra Señora
que como hombre flaco, y pusilánime, y mal juez, hubiese sabido que su amantísimo Hijo era lleva-
36 LA LEYENDA DE ORO
do con tanta prisa y ruido de armas á la muerte, lenguas, que eran las más principales del mundo,
atravesada de dolor, y cubiertos todos sus virgi- leyesen y supiesen quién era aquel que allí estaba
nales miembros con un sudor mortal, caminó en crucificado. Y aunque los judíos lo procuraban
busca del Hijo, dándole el deseo de verle las fuer- estorbar, juzgando que era afrenta de su pueblo
zas que el dolor quitaba. Y siguiendo las gotas, y el decirse que aquél era su rey, y pidieron á Pila-
el rastro de la sangre, y el tropel de la gente, y tos que mudase aquel título; él estuvo fuerte en lo
clamor de los pregones, con que le iban prego- que una vez había escrito, porque Dios quiso que
nando, finalmente llegó donde estaba, y viéndole con la ignominia de la muerte de cruz se juntase
tan trocado y desfigurado, no pudiendo hablarle la majestad de aquel glorioso título, y que n o s -
con la lengua, hablaba con el corazón lastimado, otros entendiésemos que aquel Señor que moría en
al corazón del Hijo, y le hería con su pena, y con la cruz era verdadero y soberano rey, no sólo de
su dolor acrecentaba más su dolor. Este nuevo los judíos, sino de todas las gentes, y de todos los
tormento tuvo el Señor con la vista de su bendita siglos, de los ángeles y de los hombres, del cielo,
Madre en este trabajoso camino, hasta llegar al de la tierra y del infierno; y su imperio se había
monte Calvario, donde se había de hacer el sacri- de extender por toda la redondez de la tierra, y
ficio, que distaba del palacio de Pilatos hasta el todos los reyes sujetarse á su cetro y corona; y
lugar donde se levantó la cruz, mil y veinte y un que los religiosos, sabios y poderosos, significados
pasos, y tres mil y trescientos y tres pies, según por los hebreos, griegos y latinos, le reconocerían
la cuenta de algunos. y adorarían por su verdadero Dios y Señor. Guár-
Llegado á aquel sagrado lugar, en el cual mu- dase y muéstrase hoy día en Roma este glorioso
chos santos doctores dicen que Abrahán quiso título en la iglesia de Santa Cruz en Jerusalén,
sacrificar á su hijo Isaac, y que fué sepultado donde por divina dispensación fué hallado el año
nuestro primer padre Adán, después de haberle de mil cuatrocientos noventa y dos.
dado á beber vino mezclado con hiél, y habiéndo- Estaba el Salvador del mundo colgado en la
lo gustado, no queriéndolo beber, desnudaron al cruz, desnudo, expuesto al aire y frío, despedaza-
segundo Adán y espiritual Padre nuestro, de sus do y lleno de llagas abiertas por todo su santo
vestiduras, hasta la túnica interior, para que cuerpo. Corría aquella sangre real hilo á hilo por
fuese más vergonzosa su muerte. Y como la túni- la cabeza, por los cabellos y por la barba, y de
ca estaba pegada á la sangre helada de los azotes, las manos y de los pies salían también arroyos de
al tiempo que se la desnudaron al redopelo, y con sangre, que regaban la tierra. No tenía dónde
gran fuerza le desollaron y renovaron las lla- reclinar su sagrada cabeza coronada de espinas,
gas del cuerpo, que quedó abierto y como descor- sino en aquel duro madero; todo el cuerpo estaba
tezado, no abriendo aquel inocentísimo cordero pendiente en el aire, sostenido de unos garfios de
su boca, ni hablando palabra contra los que de hierro, de manera, que cuando cargaba el peso
tal manera le desollaban. Algunos autores c o n - de él sobre los pies, se desgarraban los mismos
templativos dicen, que para desnudar al Señor pies con los clavos, que tenían atravesados; y lo
esta túnica, le quitaron con gran crueldad la coro- mismo hacían las manos, cuando el peso del cuer-
na de espinas que tenía en la cabeza, y después po cargaba hacia aquella parte. Y estando en esta
se la hincaron otra vez haciendo nuevas aberturas. agonía, los soldados jugaban sus vestiduras, y es-
Allí enclavaron las manos y los pies del Señor pecialmente la inconsútil, que era tejida y no se
con duros, gruesos y agudos clavos en la cruz, podía partir, ni descoser: la cual ahora se dice
que era el más afrentoso suplicio de todos, y el que está en la ciudad de Tréveris en Alemania; y
que se daba á los ladrones, y así como á ladrón como escribe Isidoro Pelusiota, era vestido de po-
le crucificaron, y como á cabeza y caudillo de bres, y por ventura había sido tejida por mano de
ladrones le colocaron en medio de los dos que por la sacratísima Virgen nuestra Señora. Los enemi-
sus delitos crucificaron á sus lados. Después de gos le daban grita; los que pasaban por aquel c a -
haberle enclavado, levantaron en alto la cruz, mino le blasfemaban, y meneando las cabezas le
que algunos escriben haber sido de quince pies en decían, que si era hijo de Dios descendiese de la
largo y de ocho en ancho, para meterla en un cruz: los príncipes de los sacerdotes, los letrados
hoyo que para esto tenían hecho; y al tiempo de y los ancianos, haciendo burla, decían: A otros
asentarla la dejaron caer de golpe, con el cual hizo salóos, y á si no puede saloar; y hasta uno de
se rasgaron más sus llagas y crecieron más sus los ladrones, que allí estaban crucificados con él,
dolores. En la cruz pusieron, por mandado de Pila- le daba en cara con aquellas mismas palabras. De
tos, un título entallado en una tabla, con letras suerte, que parecía que el Padre Eterno había
hebreas, griegas y latinas, con estas palabras: desamparado á su benditísimo Hijo, y que lo h a -
Jesús Nazareno, rey de los judíos; para que todas bían por todas partes cercado los dolores de muer-
las naciones que había en Jerusalén, en estas tres te, y que estaba sumido en un mar de tormentos,
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 37
sin hallar en qué hacer pie ni en qué estribar. cratísima Virgen, junto á la cruz, con maravillosa
Pero no por eso se dejó ahogar, ni las furiosas constancia de ánimo: porque su corazón estaba
ondas y muchas aguas de sus dolores pudieron hecho un mar de amargura, no pudo aquella tan
apagar aquel fuego inmenso de su caridad y amo- espantosa tormenta turbarla, ni apartarla un pun-
roso corazón, el cual arrojó luego sus llamas, su- to de la voluntad de Dios; miraba al Hijo con un
plicando al Padre Eterno que perdonase á los que dolor increíble, porque era increíble su amor, y
así le trataban, porque no sabían lo que hacían. Y todos los tormentos de la carne del Hijo, traspasa-
antes de consolar á su madre y de proveer á sus ban el corazón de la Madre: las heridas del Hijo
amigos, antes de encomendar al Padre su espíritu, eran heridas suyas: la cruz de Cristo, era cruz de
pide perdón al Padre por los mismos que le esta- María, y la muerte del uno, era muerte de la otra.
ban atormentando, y en el mismo tiempo que le Que por esto fué mártir y más que mártir, pues
atormentaban; porque tenía más compasión de la sintió tanto mayor pena en el sacrificio y muerte
perdición de sus almas, que dolor de sus propias de su bendito Hijo, que si ella misma muriera y
injurias, y no aguardó que ellos se reconociesen, se sacrificara por él en la cruz; cuánto más a m a -
para hacer oración por ellos, antes rogó á su ba al Hijo que á sí misma. Antes parece que dis-
Eterno Padre les diese gracia para que volviesen puso el Señor las cosas de manera, que en aquel
en sí y alcanzasen perdón; y con la lengua que último trance y contienda de la muerte se hallase
sola está libre, aunque aheleada, hace oración su Madre al pie de la cruz, para que viéndola allí
por quien le hacía tanto mal, y alega razones para con sus ojos sangrientos, le acrecentase sus tor-
excusarlos, y disminuye su culpa. mentos, y sintiese más los dolores del corazón de
Pero no paró aquí este fuego tan abrasado de ella, que los propios de su cuerpo; pero porque en
amor, antes arrojó otra centellf y un rayo de luz aquella partida del mundo se quiso despedir de su
en el corazón de uno de los dos ladrones; el cual, Madre, que si no la hablara doblara sus penas,
después que v i o la paciencia y mansedumbre con díjole: Mujer, he ahí á tu hijo: y volviéndose á
que el Señor sufría aquel afrentoso y doloroso san Juan Evangelista, también le dijo: He ahíá tu
suplicio de la cruz, y fué alumbrando con aquella Madre. No la llamó Madre, por no enternecerla
lumbre divina, conoció que era Dios, y que las y afligirla más con aquel dulce nombre de Madre,
heridas que padecía no eran de Cristo, sino suyas sino mujer; porque era aquella mujer fuerte que
y causadas de sus pecados, y le confesó por Rey había de quebrantar la cabeza de la serpiente,
del cielo, y con gran conocimiento, y dolor de sus aquella mujer venida de los últimos fines de la
culpas, y no menor confianza de su infinita bon- tierra: y como el mismo Señor por su humildad
dad, humildemente le suplicó que se acordase de se llamó Hijo del hombre, así llamó á su Madre
él cuando estuviese en su reino: para declararnos mujer, como gloria y ornamento de todas las mu-
cuánto puede un hombre, aunque sea ladrón, con jeres, y nueva Eva y madre de todos los vivientes.
la gracia divina, y cuan poco puede, aunque sea Después de haber cumplido el Señor con su
apóstol, sin ella, pues Judas le vendió, Pedro le bendita Madre, con el buen ladrón y con sus ene-
negó, los otros apóstoles le desampararon y huye- migos y atormentadores, viéndose tan desampara-
ron, y este ladrón, viendo al Señor, no hacer mi- do, no solamente de sus amigos y discípulos, sino
lagros, sino padecer tormentos, le adora y llama también de su Padre Eterno, se volvió á él y le
rey, diciendo: Acuérdate de mi, Señor, cuando es- dijo: Dios mío, Dios mío, ¿cómo me habéis desampa-
tuvieres en tu reino. Vele condenado y reconócele rado? Porque como el Señor, para redimir al
por Dios; tiénele por compañero en el suplicio, y mundo y satisfacer al Padre por nuestras culpas
pídele el reino de los cielos. La fe y conocimiento más cumplidamente, quisiese padecer los mayores
de este ladrón fué gracia singular y misericordia y más atroces tormentos que jamás se padecieron
del Señor, para gloria de aquel día de su pasión; en la tierra, cerró todas las puertas al consuelo,
en el cual, cuando con tanta largueza vertía su como se dijo arriba, y entregóse á la c o m e n t e de
sangre, y derramaba todos los tesoros de su gra- todos los dolores y penas, sin que hubiese cosa
cia, quiso usar de este privilegio con él, y así le que las pudiese aliviar y mitigar; y esta privación
dijo: En verdad te digo, hoy serás conmigo en el de refrigerio y consuelo llama aquí desamparado
paraíso. Tú me pides que yo en mi reino me del Padre, del cual le había de venir todo el e s -
acuerde de ti, y yo te prometo el reino de los cie- fuerzo y alivio, como le tuvieron en sus tormentos
los, y no lo dilataré; porque hoy te le daré, para los mártires, y con él pudieron sufrir con tan e x -
que seamos compañeros en la gloria, pues estan- tremado gozo y alegría los tormentos y muertes
do en un mismo tormento, me conoces y confiesas que sufrieron.
por Dios, y no me pides que te libre de él, sino Estando ya el Salvador todo exhausto, y por la
que te libre del juicio advenidero. mucha sangre que había derramado, secas las en-
Estaba presente á este espectáculo en pie la s a - trañas y agotadas todas las fuentes de las venas,
38 LA LEYENDA DE ORO
tuvo naturalmente grandísima sed, y dijo: Sitio. el ánima de la Madre, viendo que aun después de
Sed tengo, y aquellos enemigos rabiosos, para muerto perseguían á su Hijo, y recogió como pudo
refrescar los labios cárdenos y secos, y refrigerar aquella agua y sangre, que había salido de la pre-
los ardores de aquella sed tan cruel, pusieron en ciosa llaga del costado, como dice Simeón Meta-
una caña una esponja, que hoy día se guarda en fraste.
la iglesia de San Juan de Letrán en Roma, envuel- Esta es una breve y sencilla suma de la pasión
ta en la yerba del hisopo y empapada en vinagre, del unigénito Hijo de Dios, la cual debemos tener
y con ella le dieron á beber; de suerte, que hasta siempre metida y esculpida en lo más íntimo de
un jarro de agua faltó al Señor de todo lo criado nuestro corazón, y meditarla continuamente de
en tan gran sed á la hora de su muerte: aunque día y de noche con amargura, considerando que
no fatigaba tanto aquella sed corporal al Señor, nuestros pecados fueron causa de ella, y tener
cuanto otra interior, y el deseo de nuestra salud y entrañable compasión al que tantos y tan desmedi-
de nuestro remedio; y esta sed, con solas nuestras dos y crudos dolores y afrentas por nosotros pasó,
lágrimas, conversión y penitencia, se puede apa- ó imitar los admirables ejemplos y todas las virtu-
gar. Mas como el Salvador hubiese ya acabado des que en ella resplandecen; especialmente aque-
todas las cosas y cumplido el mandato de su Eter- lla profundísima humildad con que el Rey de toda
no Padre, estando ya para expirar, dijo: Consuma- la gloria tanto se abatió, y aquella paciencia y
tum est. Acabado es; y luego, clamando una voz mansedumbre espantosa, con que sufrió tantos y
grande y sonora, añadió la postrera palabra y tan atroces géneros de penas, y la caridad tan en-
dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu; cendida que abrasaba su divinal pecho con un
y teniendo las espaldas hacia Jerusalén, ó incli- incendio tan vehemente, que todo lo que padeció
nando la cabeza con gran misterio hacia Poniente, no llegó á lo que deseó padecer por nosotros, y
como algunos doctores escriben, dio su espíritu fué mucho mayor el martirio de su alma que el
al Padre: la cual voz tan recia y clara, con que el de su cuerpo, para que estimando por aquí su
Señor expiró, fué milagrosa y señal que era Señor inestimable amor, y no seamos nuestros, sino e s -
de la vida y de la muerte, y del deseo y afecto tan clavos de aquel Señor, que con tan grande y rico
entrañable y cordial con que voluntariamente precio nos compró, y para enseñarnos cuánto
moría por nuestros pecados. Después que expiró aborrece la fealdad del pecado, la borró con su
el Salvador, viniendo los soldados á quebrar las sangre, y cerró de su parte las puertas del infierno,
piernas de los crucificados, para que muriesen y nos abrió las del cielo, para que por su cruz y
más presto, y sus cuerpos se descolgasen y no es- su muerte, entendiésemos la grandeza de la g l o -
tuviesen pendientes en la cruz en el día solemní- ria que con ella nos mereció, y cuan terribles son
simo de la Pascua, como le vieron ya muerto, no las penas de los condenados, pues para librarnos
hicieron en él lo que en los ladrones, que aun de ellas Dios murió en una cruz. Esta cruz y pa-
vivían; mas un soldado hirió su sacratísimo cuerpo sión del Salvador debe ser nuestro pan cotidiano,
con una lanza en un lado, y abrió el corazón del medicina de nuestras llagas, consuelo en nuestras
Señor, del cual salió luego sangre y agua, sirvién- penas, alivio en nuestros trabajos, áncora firme y
dose la divina bondad de la crueldad de aquel sol- estable en las tormentas y amarguras de esta vida,
dado, para significarnos los grandes misterios que y prendas ciertas de la que esperamos. Sintamos
en aquella abertura se encierran: porque aunque nosotros lo que sintieron todas las criaturas, por-
ya con su muerte había obrado nuestra redención, que por la muerte del Salvador comenzó á temblar
todavía no le pareció que estaba perfectamente la tierra, quebrarse las piedras y turbarse el aire,
acabada, mientras le quedaba gota de sangre en el oscurecerse el sol, apagarse las estrellas y vestir-
cuerpo por derramar. Y por esto quiso ser herido se de luto el mundo, porque moría su Señor.
en el corazón, para que de él con un nuevo mila- Y no solamente estos prodigios y señales se
gro saliese, como de fuente de la vida, la sangre vieron en Judea, donde padeció el Salvador, sino
más delicada y pura que había en ella, y que con en toda la tierra, según la más probable y común
otro milagro saliese también agua para lavarnos opinión, se oscureció el sol, y retrajo los rayos de
con la una Iglesia y santificarnos con la otra, y su luz, y se eclipsó milagrosamente con la inter-
sacar como otra Eva del costado del segundo Adán posición de la luna, contra todo el orden natural,
dormido, y abrirnos su corazón, y con él la puer- como lo notó san Dionisio Areopagita estando en
ta del cielo; para que sepamos que siempre está Hierópoli, ciudad de Egipto: el cual viendo una
abierto, para que en todas nuestras adversidades cosa tan nueva, tan peregrina y prodigiosa, dijo
y cruces recurramos á él, como á ciudad de refu- aquellas palabras: O el Dios autor de la naturaleza
gio, y como á guarida, morada, paraíso y puerto padece, ó la máquina del mundo se trastorna y des-
segurísimo de nuestra salud. No sintió el cuerpo hace. El temblor de la tierra asimismo fué terribilí-
muerto del Salvador aquella lanzada, mas sintióla simo, y el mismo monte Calvario, siendo de peña
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 39
viva, al lado izquierdo del Señor, debajo de la cruz que es el lintel y piedra superior de la puerta del
del mal ladrón, se partió con una profundísima templo; y que los ángeles que presidían en él,
abertura, y tan ancha como un cuerpo de un hom- fueron oídos decir: Vamonos de esta casa y de esta
bre. Y Luciano, presbítero antioqueno, dando razón morada; lo cual también escribe Eusebio haber
de la religión cristiana, trae por testigo esta abertu- acaecido en el tiempo de la pasión del Señor. Las
ra del monte Calvario. Pero también este terremoto sepulturas asimismo se abrieron, y muchos r e s u -
se sintió en algunas partes de Asia, y con él caye- citaron y aparecieron á muchos en Jerusalén,
ron muchos edificios y se asolaron algunas ciuda- aunque esto fué después de la resurrección del
des; y en la de Gaeta, en el reino de Ñapóles, hay Señor, como se dirá en su festividad.
un monte, y otro, que es el de Albernia, en la Venida la tarde de aquel día triste y doloroso,
provincia de Toscana, los cuales se abrieron, á lo José de Arimatea y Nicodemus, hombres princi-
que se dice, y comúnmente es recibido, por el t e - pales, y discípulos del Señor, con licencia de P i -
rremoto que sucedió al tiempo de la pasión del latos, bajaron su cuerpo de la cruz, y le entregaron
Señor, que asi como lo era de todas las criaturas, á su benditísima Madre, que estaba allí como tres
quiso que todas ellas diesen testimonio de la m a - pasos de la misma cruz, la cual viéndole ya difun-
jestad soberana y divina, que en aquella ignomi- to, con la cabeza traspasada de espinas, con los
nia de la cruz y abatimiento de su pasión estaba ojos sangrientos, la boca aheleada, con el rostro
escondida; y que viendo el mundo aquellos prodi- escupido, y lleno de cardenales, el cuerpo abierto,
gios y señales milagrosas, se dispusiese á recibir y todo llagado, con los pies y manos horadadas
la luz del Evangelio, y á creer que aquel hombre de los duros clavos, y el corazón atravesado de la
crucificado ó muerto en un madero, que después lanza; no se puede creer el cuchillo de dolor que
predicaron los apóstoles, era juntamente verdade- traspasó su alma, que fué tan agudo y recio, que
ro Dios, como en su muerte todos los elementos si Dios milagrosamente no le diera fuerzas, con
y cielos lo habían testificado. Pues si las cosas in- aquella vista lastimosa allí acabara: mas con el
sensibles sienten tanto la muerte del Señor, ¿cuán- esfuerzo que el amor le daba, con aquel rendi-
to ha de sentir y agradecer el hombre, para cuyo miento y conformidad que tenía con la divina v o -
beneficio se obró? Y si no la siente, ¿cómo se llama luntad, se confortó y se abrazó la Madre con el
hombre, pues no tiene corazón de hombre, sino cuerpo despedazado de su único Hijo y Señor
de tigre, y es más duro que el hierro, que el nuestro, apriétalo fuertemente con sus pechos,
acero y que las mismas piedras, que en su muerte mete su cara entre las espinas de la sagrada ca-
se quebraron? También se rasgó el velo del t e m - beza, junta su rostro con el rostro del Hijo, tiñe la
plo de alto abajo, como lo escriben los sagrados cara con la sangre del Hijo, y riega la del Hijo
evangelistas, aunque como los velos del templo con sus lágrimas. Finalmente, porque ya venía la
eran dos, uno interior y otro exterior, algunos noche, y se había de cumplir antes el oficio de la
autores dicen que se rasgó el uno, y otros que el sepultura, por razón de la solemnidad de la Pas-
otro, para declarar que la Ley vieja había cesado, cua, quitaron el cuerpo del Hijo de los brazos de
y los sacrificios de los animales, con la muerte la Madre, y con grande abundancia de lágrimas,
del inocente Cordero, que de él se había ofrecido que derramaban san Juan Evangelista, María
en perpetuo y suavísimo sacrificio, habían perdi- Magdalena, y las otras Marías y piadosas mujeres
do su fuerza, y que quitado el velo de la corteza y que allí estaban, con buena cantidad de una mix-
letra del viejo Testamento, se habían descubierto tura de mirra y de otras especies aromáticas, le
los sacramentos misteriosos que en ellos se c o n - ungieron, según la costumbre que tenían los j u -
tenían, y que la puerta del cielo quedaba ya abier- díos de enterrar sus muertos, y envolvieron el sa-
ta y sin impedimento de cosa que nos pudiese cratísimo cuerpo del Señor en una sábana limpia,
quitar la entrada en él. Y añade san Efrén, con- la cual hoy día tiene el duque de Saboya, y se
temporáneo de san Basilio, cuya autoridad en lo guarda y muestra en la iglesia de Turín con
que escribe san Jerónimo, que fué muy grande, que grande reverencia, con la imagen impresa del
cuando se rasgó el velo del templo, juntamente sa- Señor, que fué envuelto en ella, cuando estuvo en
lió del mismo templo una paloma, para significar- el sepulcro. Cubrieron con un sudario su rostro,
nos que ya el espíritu del Señor había dejado aquel que la Virgen, como escribe Metafraste, d i o á
templo, en el cual sólo tantos años había sido adora- José, el cual milagrosamente después se libró
do y servido, y que presto sería arruinado y d e s - de un incendio, como escribe Beda, y le pusieron
truido, y hecho oprobio de las gentes. Y aun para en un sepulcro de piedra nuevo, en el cual n i n -
confirmación de esto, san Jerónimo "añade que en guno había sido enterrado, y José había edificado
el Evangelio de los nazarenos, que él mismo tra- para sí, porque el hombre nuevo en nuevo se-
dujo en latín, se dice, que al mismo tiempo y con el pulcro se había de poner, y no convenía que otro
mismo temblor de la tierra cayó el superliminar, se hubiese enterrado en él; para que resucitando
40 LA LEYENDA DE ORO
el Señor, no se pudiese sospechar, ni decir, que De allí á diez días envió el Espíritu Santo c o n s o -
otro, y no él, hubiese resucitado. Este sepulcro lador sobre sus discípulos, como se lo había pro-
estaba allí cerca del monte Calvario en una cueva metido, para que alumbrados ó inflamados con
de un huerto, para que la pasión del Salvador co- aquel fuego de amor divino, predicasen su E v a n -
menzase en el huerto y se acabase en el huerto, y gelio por el mundo, y desterrasen de él las tinie-
se pagase el hurto que nuestro primer padre c o - blas de la ignorancia y la ceguedad de la idolatría
metió en el huerto del paraíso terreno; y por ella y encendiesen los corazones helados de los hom-
finalmente nos llevase á aquel verjel y huerto del bres con las llamas de aquel mismo amor que
cielo, donde no se marchitan las flores, ni seca la ardía en sus pechos, como más largamente lo
fruta, y siempre hay una perpetua y eterna pri- tratamos en sus propios lugares, y por esto no lo
mavera. Murió el Señor, y según la más probable repetimos aquí.
opinión, á los treinta y tres años y tres meses de Ahora el buen Jesús, cabeza nuestra, y todo
su edad, y á los veinticinco días del mes de mar- nuestro bien, está en el cielo sentado, como dijo,
zo, en viernes á la hora de nona, que es á las tres á la diestra del Padre, haciendo oficio de abogado,
de la tarde después de medio día; aunque otros é intercediendo por nosotros, mostrando al P a -
autores sienten, que no vivió sino treinta y dos dre las señales de las llagas de los pies y de las
años cumplidos, y que murió á los treinta y tres manos, y del sagrado costado, que por nosotros
comenzados de su edad. recibió en la cruz, y para mostrárselas, las guardó
Luego que expiró el Señor, dejando el cuerpo después de la resurrección. Desde el cielo rige y
muerto en la cruz, unido con la divinidad, bajó gobierna su Iglesia, y está con ella y estará hasta
su bendita alma al limbo, donde estaban las áni- la fin del mundo, como él lo prometió, y le in-
mas de los santos Padres, unida con la misma di- fluye sus gracias y merecimientos, hasta que l l e -
vinidad: la cual divinidad nunca se apartó del gado ya el tiempo, que el mismo Señor ha seña-
ánima ni del cuerpo de Cristo, después que por la lado, para dar fin á los tiempos, lleno de majestad
unión hipostática se juntó con la sagrada h u m a - venga á juzgar á los vivos y á los muertos, y dé á
nidad, aunque el alma se apartó del cuerpo: y cada uno el galardón ó castigo que merecen sus
por esto decimos, que Cristo murió, como en la obras; y los malos que no imitaron su vida ni
verdad estuvo muerto aquellos tres días, que su agradecieron su muerte, echados con su maldición
alma estuvo en el limbo, y su cuerpo en el sepul- de su faz, padezcan con los demonios tormentos
cro. Mas pasados los tres días, el alma se tornó á eternos, y los justos, que se aprovecharon de su
unir con el cuerpo ya glorioso, y el señor resuci- sangre, serán recibidos en aquellas moradas de
tó como vencedor de la muerte y del pecado, y alegría y paz, y gocen de aquella bienaventurada
triunfador del demonio y del infierno. Apareció vista de Dios, en los siglos de los siglos. El mismo
primeramente á su dulcísima Madre, después á Señor por la sangre que con tan inestimable ca-
María Magdalena, y á las otras devotas mujeres, ridad derramó por nosotros en la cruz, nos dé
y á los apóstoles muchas veces por espacio de gracia para que conozcamos y agradezcamos este
cuarenta días, y al cabo de ellos subió á los cielos, incomparable beneficio, y tengamos su santísima
á vista de su santa Madre, y de sus discípulos y vida, muerte y pasión por espejo y dechado, por
de otra santa compañía, y fué recibido de todos regla y nivel, por luz y guía de todos nuestros
los ángeles con increíble gozo, júbilo y alegría, y pensamientos, palabras y obras, para que así le
colocado á la diestra del Padre, sobre todas las imitemos y seamos particioneros de su gracia y de
criaturas, en el trono debido á su real Majestad. su gloria. Amén.

DE LA GLORIOSA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

En el alegrísimo y gloriosísimo misterio de la tar en esta resurrección del Señor, para gozar de
resurrección del Señor, tres cosas debemos c o n - la alegría de ella y del fruto de su benditísima
siderar: la primera, las causas y conveniencias pasión.
que hubo para que Cristo nuestro Redentor r e - Cuanto á lo primero, convenientísima cosa fué
sucitase, y resucitase al tercero día. La segunda, que el Señor resucitase antes de la general r e s u -
el modo con que resucitó, y lo que la santa Iglesia rrección, porque aunque no había repugnancia
nos enseña de este artículo de la fe y sagrado mis- alguna de parte de la misma cosa, que Cristo di-
terio. La tercera, lo que debemos aprender é imi- latase su resurrección hasta la fin del mundo, y
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 41
que entretanto su alma apartada del cuerpo, se diente (dice), Cristo hasta la muerte, y muerte de
fuera al cielo; pero mirando al decreto divino, y á cruz. Por eso le ensalzó Dios y le dio un nombre
las profecías, y á lo que se debía á este Señor y lo superior á todo nombre. Y el mismo Señor apuntó
que estaba bien á nosotros, muy conveniente fué la misma razón á los dos discípulos, que iban á
que resucitase luego al tercero día; lo uno, porque Emaús, cuando les dijo: ¿Por ventura no convino,
la vida de Cristo, por ser vida de Dios y hombre, que Cristo padeciese y que asi entrase en su gloria?
valía más que todo lo criado; y así dar una vida Dando á entender, que por sus trabajos y sangre
de valor infinito por la salud de los hombres, que había ganado y merecido la gloria de su cuerpo.
es cosa finita, aunque fuese para volverla luego También fué necesaria la resurrección de Cristo,
á tomar con mayor gloria y resplandor, fué dádiva para probar su divinidad; porque como para nues-
de infinito valor, y que no se puede estimar del tra salud no basta creer que Cristo nuestro Señor
hombre ni debidamente agradecer. Y por esto, es verdadero hombre, sino que también habernos
como dice san León, fué muy conveniente que la de confesar que es Dios verdadero, con ningún
carne, sin corrupción, del Señor, que estaba en el argumento más eficaz se podía esto probar, que
sepulcro, tornase tan presto á ser unida con su con su resurrección. Y así dijo el apóstol san
alma benditísima y á tener vida, que más parecie- Pablo, que Cristo había sido declarado por Hijo
se aquella muerte semejanza de sueño, que no de de Dios, por los milagros que obró, y por el e s -
muerte; porque por razón de la unión al Verbo, píritu santificador que d i o á los fieles, y por ha-
era debida la reparación presta y acelerada de ber con su propia virtud resucitado de muerte á
aquella vida de tan alta dignidad. De manera que vida, no solamente á otros, sino, lo que es más, á
el haber muerto, fué por dispensación divina, para sí mismo: lo cual es propio de aquel Señor, que
nuestra salud; mas habiéndola ya obrado y aca- dio ser al hombre cuando no le tenía, y con su
bado con su muerte, luego al punto se debía á brazo poderoso, del abismo de la nada le pudo sa-
aquel cuerpo la resurrección; y si se dilató tres car á luz y dar aires de vida. Y ése sólo puede
días, fué para que nosotros nos certificásemos de volver á dar calor á un cuerpo helado y muerto,
la verdad de su muerte, y no quedase rastro de y restituir á las cenizas frías el vigor y la lozanía
duda de ella, y se cumpliesen los dichos de los que antes tenían, y á los huesos molidos su a n -
profetas y del mismo Cristo nuestro Señor, que tigua firmeza y gallardía. Por eso David, tratando
así lo había pronunciado. Y si cada cosa quiere de la resurrección del Señor, y pintándole caballe-
estar en su lugar, y fuera de él está violentada, y ro sobre la muerte, como quien resucitando de los
por esto el fuego en las minas, y el aire en las ca- muertos había triunfado de ella, da por razón:
vernas y entrañas de la tierra, por estar detenidos Dominus nomen illi. Porque su nombre es Señor.
contra su naturaleza, hacen efectos tan espantosos De suerte que la resurrección de Cristo fué como
y extraños, bien se echa de ver, que del cuerpo un sello real que da fuerza á las provisiones rea-
de Cristo, que estaba unido con la divinidad, no les, y hace que se tengan y obedezcan por provi-
era propio ni decente lugar la tierra, ni la losa siones del rey: "y asi resucitando Cristo, mostró
fría, ni había de ser comido de gusanos, ni vuelto que sus obras eran de Dios, porque sólo Dios pudo
en podredumbre, corrupción y ceniza que son resucitar. Por eso, cuando los judíos pedían seña-
efecto del pecado, aquel sacratísimo cuerpo que les á Cristo, de quién era, siempre daba, como
fué formado por virtud del Espíritu Santo, y salió más poderosa, la señal de su resurrección, como
de las entrañas limpísimas de la Virgen, más res- cuando dijo: Deshaced este templo y yo lo reedifi-
plandeciente que el sol, y tan apartado de cual- caré al tercero día. Y advierte san Juan que habla
quiera mancha y sombra de pecado. Demás de del templo de su cuerpo. Otra vez les d i o la señal
esto, se debía la gloria de la resurrección á la hu- de Jonás profeta, que era figura de su resurrec-
mildad de Cristo; porque habiéndose el Señor aba- ción: porque como Jonás estuvo tres días y tres
tido y humillado por la gloria y obediencia del noches en el vientre de la ballena sin recibir daño
Padre Eterno, hasta lo más profundo y extremo ni lesión, así Cristo estuvo tres días y tres noches
que se puede imaginar, muriendo una muerte tan en las entrañas de la tierra, sin que le dañase ni
afrentosa y dolorosa, convenía á la justicia divina empeciese.
que levantase y honrase á este Señor, tanto, cuan- Para nosotros asimismo fué necesaria la r e s u -
to él por su amor se había humillado, y que le rrección de Cristo, porque es el fundamento en
diese el premio que tan bien tenía merecido, g l o - que estriba nuestra fe y nuestra esperanza. Todas
rificando el mismo cuerpo que tanto había pade- las obras de Cristo, y todo lo que hizo y padeció,
cido, y no dejándole desamparado en la tierra, se enderezó á este fin, y todas nuestras obras se
sino resucitándole y vistiéndole de dotes de gloria, encaminan á este mismo blanco: porque si con
y colocándole á su diestra. Que esto es lo que dijo haber el Señor juntado la gloria y majestad de su
san Pablo, escribiendo á los filipenses: Fué obe- resurrección, con el abatimiento ó ignominia de la
TOMO i 6
42 LA LEYENDA DE ORO
cruz, hay tantos infieles y gentiles, que no tienen otros sabemos cierto que también resucitaremos;
á Cristo por Dios, juzgando ser cosa indigna de porque lo que fué de nuestra cabeza, será de
Dios el morir, ¿qué dijeran éstos, si se les pre- nuestros miembros, donde va el capitán, van los
dicara, que Cristo había muerto y no resucitado? soldados, y donde está el rey, están los criados de
Cierto es, que estuvieran más pertinaces y obs- su casa y corte, y toda la parentela sigue al parien-
tinados, y tuvieran algún color de su error, y ex- te mayor: y puesto que Cristo Señor nuestro, es
cusa de su engaño; porque el morir es del hom- nuestra carne y nuestra sangre, y el mayorazgo
bre y el resucitar es de Dios; y así no fuera tanta de todo el linaje humano, y el primogénito de los
maravilla, que le tuviesen por sólo hombre, y ne- muertos, porque fué el primero que por su virtud
gasen que era Dios. Y así dice san Agustín: «No resucitó á vida mortal, si él resucitó, también
es gran cosa, que Cristo murió, pues que los pa- nosotros resucitaremos y estaremos donde él está.
ganos y judíos y todos los malos lo creen; mas la Por esto el pacientísimo Job, en haciendo m e n -
fe del cristiano es la resurrección de Cristo.» Esta ción de la resurrección de Cristo, luego de ella
es nuestra loa, éste es nuestro blasón: creer que saca esperanzas de su resurrección; y así dice:
Cristo resucitó. Pues ¿qué diré de nuestra espe- Yo sé cierto que mi Redentor vive. Quiere decir,
ranza? San Pablo dice: «Si Cristo no resucitó, vana como explica santo Tomás: Yo sé, que Cristo
es nuestra esperanza, necia nuestra fe, locos y resucitó de muerte á vida. Pues ¿qué sacáis de
sin fruto nuestros trabajos y sudores. Porque si eso, santo Job? Saco, que habiendo resucitado
Cristo no resucitó, ninguno de nosotros puede Cristo, yo también en el postrero día resucitaré
tener esperanza de resucitar, pues, toda nuestra de la tierra, y otra vez me vestiré de mi piel y de
esperanza estriba y se apoya en haber resucitado mi carne; y esta esperanza la tengo guardada en
Cristo, y perdida esta esperanza, se pierde todo mi seno y en mi pecho. Y san León papa: «El
el vigor y firmeza de nuestra fe. No habría quien principio, dice, de nuestra resurrección, comenzó
se entregase á la virtud y diese de mano á los en Cristo, porque en aquel Señor, que murió por
gustos de esta vida, ni pusiese los ojos en la eter- todos nosotros, está el modelo y la seguridad de
na, y los más santos serían más desdichados y nuestra esperanza. No dudamos por la descon-
miserables, como dice san Pablo, porque carece- fianza, ni estamos suspensos é inciertos, si será
rían de los regalos y deleites temporales que tienen ó no será; antes habiendo recibido en Cristo el
los malos, y del fruto y gloria sempiterna que por principio de sus promesas, con los ojos de la fe ya
sus trabajos esperan los buenos. ¿Quién, sabiendo vemos lo que esperamos, tenemos lo que creemos.»
que no ha de resucitar, ni tener parte en aquella Y san Cirilo, arzobispo de Jerusalén, hablando de
bienaventurada vida y fin, que esperamos, castiga- la resurrección del Señor, dice estas palabras: «La
ría su cuerpo con ayunos, con disciplinas, con cili- raíz de toda buena obra es la esperanza de la r e -
cios,y con otras asperezas y penitencias, y mori- surrección, porque la esperanza del galardón des-
ría muchas veces en vida, si creyese que con ella pierta, aviva el ánimo al trabajo, y todos los hom-
se acaban los contentos y holganzas? ¿Qué donce- bres se animan á trabajar, cuando saben que se
lla noble, rica, moza y hermosa, daría libelo de les ha de seguir premio; el cual faltando, el cora-
repudio á los gustos y entretenimientos del matri- zón desmaya, y el cuerpo se quebranta y desfa-
monio, y se encerraría entre cuatro paredes, y se llece. El soldado, que aguarda el galardón, va á
amortajaría en vida, si no fuese por la firme e s - la guerra con alegría y brío; ninguno querrá m o -
peranza que tiene, que su cuerpo atenuado, con- rir, ni pelear por el rey, que no se le da nada por
sumido y afligido por Cristo, ha ,de resucitar los peligros de sus soldados. De la misma manera,
resplandeciente y glorioso con Cristo? Porque ha- el que espera la resurrección, tiene cuenta con
biendo él resucitado, también nosotros habernos su conciencia; y el que no la cree, suelta la rienda
de resucitar. Pues ¿qué diré de los fortísimos á todos sus apetitos, y se despeña en su ruina y
mártires, que con tan grande fortaleza y c o n s - perdición. El que cree que su cuerpo ha de resu-
tancia, ofrecieron sus cuerpos á la hambre y sed, citar, mírale como una vestidura de su alma, y
al fuego y al hielo, al potro y á los peines de procura conservarla limpia y sin mancilla; y el
hierro, á la horca y al cuchillo, y á todos los g é - que no lo cree, usa mal de su cuerpo, como si no
neros de tormentos y muertes que se pueden ima- fuese suyo, y mancha con sus vicios y pecados la
ginar? ¿Cómo pudieran padecer, lo que padecie- ropa que Dios le dio.» Hasta aquí son palabras de
ron, sino animados con la cierta esperanza de que san Cirilo. Y no solamente la fe, y la esperanza
aquellos cuerpos atormentados, despedazados y del cristiano se anima, y crece con la resurrección
consumidos, habían de resucitar enteros, perfec- del Señor, pero la caridad se enciende, y todas
tos y llenos de gloria y resplandor? La cual e s - las otras virtudes se aumentan con la considera-
peranza no pudieran tener, si Cristo no hubiera ción de este divino misterio. Y ésta es la causa
resucitado. Mas porque el Señor resucitó, n o s - por que Cristo nuestro Redentor probó en tantas
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 43
y tan diferentes maneras que había resucitado, y conjeturar la grandeza de aquel gozo, que era
se mostró á tantos testigos, y los apóstoles san igual á las ansias de su deseo: porque si un rio de
Pedro y san Pablo hacen tanta fuerza para persua- agua, por pequeño que sea, se detiene por muchos
dirnos esta resurrección, y la santa Iglesia nos días, y cuando después suelta la represa sale con
la predica y apoya, y los santos doctores con v a - muy grande ímpetu, ¿qué harían los deseos de
rios argumentos y semejanzas la explican y prue- tantas almas, represados y detenidos por tantos
ban: porque demás de ser cosa sobre toda razón mil años? Especialmente, viendo convertido el in-
humana, y que los filósofos y los herejes la c o n - fierno en paraíso, y en él todos cuantos bienes
tradijeron, es el fundamento, como dijimos, de puede desear la voluntad humana; porque luego
nuestra fe, y el aliento y el espíritu que da vida en aquel lugar les fué mostrada en su misma her-
á todas nuestras buenas obras: para que sabiendo mosura la visión clara de la esencia divina: por-
que habernos de resucitar, ó que nos queda una que así como no hay en la tierra ni en el cielo
eternidad descansada y descanso eterno para g o - bien que iguale á Dios, así no hay gozo que se
zar, y que el mismo cuerpo, que ahora trabaja y iguale al poseer y ver á Dios, que es el puerto y
se fatiga, ha de ser glorificado, no desfallezcamos fin de todos nuestros deseos. Y si aquellas almas
ni desmayemos entre tantas tempestades y mise- santísimas tuvieron un gozo tan inestimable, ¿cuál
rias de esta vida. sería el que tuvo Cristo nuestro Redentor, vién-
El modo con que Cristo nuestro Señor resucitó, dose vencedor de la muerte, triunfador del infier-
y lo que nuestra santa fe nos enseña de este a r - no, glorificador de aquellos mismos santos, y el
tículo de la resurrección, que es la segunda cosa fruto que ya comenzaba á coger de su sangre y
que propusimos, en suma es, que acabada ya la pasión? Eslo tanto, que no hay lengua que lo pue-
batalla de la pasión, cuando aquel dragón infer- da explicar, ni entendimiento de ángel que lo
nal pensó que había alcanzado victoria del Corde- pueda comprender. En todo aquel lugar había
ro, comenzó á resplandecer en su alma la poten- claridad, alegría, fiesta y regocijo con la presen-
cia de su divinidad, con la cual nuestro león for- cia del Señor; solos los demonios y las ánimas de
tísimo, dejando el cuerpo en la cruz, unido con la los condenados, en sus moradas lóbregas y tene-
misma divinidad, descendió á los infiernos, y brosas del infierno, aullaban y daban gemidos y
vencido y preso aquel fuerte armado, le despojó bramidos. Los demonios, por verse burlados y
de la rica presa que allí tenía cautiva: porque despojados por la cruz de Cristo del señorío é i m -
para dar cabo al negocio de nuestra salvación, no perio que tenían en el mundo contra los pecado-
paró el Señor hasta llegar al más bajo lugar del res, por haberle querido extender contra el justo
mundo, que es el infierno, á sacar de allí al de- ó inocente, como acaece alguna vez, que habiendo
monio y triunfar de nuestro adversario, y visitar comido algún manjar que no abraza bien el estó-
y sacar á los suyos que allí estaban, y darles nue- mago, por serle contrario, lo trueca y echa de
va vida y no cesar hasta llevarlos consigo al cielo. sí, y con él los otros manjares de buenos mante-
Y puesto caso que no descendió allá como peca- nimientos que estaban en el estómago. Las áni-
dor, sino como triunfador, todavía fué obra de mas de los condenados también tuvieron nuevo y
inestimable humildad, querer descender en su accidental tormento, viendo que por su culpa no
propia ánima á lugar tan feo, á dar nueva, por sí gozaban del beneficio de la redención, que á las
mismo, de su rescate á las almas de los santos ánimas de los santos Padres se comunicaba. Es-
Padres, que allí estaban; para enseñarnos, que los tuvo el ánima de Cristo en el limbo desde la hora
negocios que Dios nos encomienda, por bajos que que el viernes á las tres de la tarde expiró en la
sean, los habernos de llevar al cabo y no los h a - cruz, hasta el alba del domingo, en la cual hora,
bernos de encomendar ni hacer por manos de ter- según la más común opinión de los doctores, aquel
ceros y vicarios, sino ejecutarlos por nosotros ánima santísima, acompañada de aquel lucido
mismos. Entró, pues, el alma benditísima de Cris- ejército de los santos Padres, y de innumerables
to en aquellas oscuras y tenebrosas cuevas del ángeles, vino al sepulcro, donde estaba el cuerpo
limbo, ó ilustrólas con el resplandor de su gloria, afeado, desfigurado y envuelto en su mortaja, y
y trocólas en paraíso, con increíble gozo y alegría el rostro cubierto con el sudario; y entrando en
de aquellas almas santas, que aguardaban aque- él, le vistió de inmensa claridad, y le paró más
lla bienaventurada hora, en que su glorioso Li- hermoso que todas las cosas hermosas; á la ma-
bertador y Señor, las había de rescatar de aquel nera que hace el sol, cuando se pone, y embiste y
lastimoso cautiverio, y algunas de ellas habrían hiere alguna nube espesa y oscura que tiene d e -
estado dos mil y cuatro mil años, suspirando por lante, y la esclarece con sus rayos, y la pone tan
aquel incomparable beneficio. Y del deseo tan an- arrebolada y dorada que parece el mismo sol. Sa-
sioso y vehemente, y tan largo y prolijo, y de la lió el Señor del sepulcro ya inmortal, resplande-
excelencia de la cosa que deseaban, podemos ciente y glorioso con aquellos cuatro dotes de cía-
44 LA. LEYENDA DE ORO
ridad, impasibilidad, agilidad y subtilidad, y salió pecial milagro de Dios. Tenía á su benditísimo
sin quitar la piedra del sepulcro, como había sali- Hijo sin poderle dejar, abrazábale, y pedíale que
do de las entrañas de la Virgen sin daño de su no se le fuese, y ocupada de aquel inmenso gozo,
integridad; aunque después de haber salido t e m - estaba como muda y no podía hablar. ¿Qué pluma
bló la tierra, y se abrió el sepulcro, y aparecieron podrá escribir lo que aquí pasaría entre tal Madre
los ángeles, y dieron nuevas de que había resuci- y tal Hijo, y los abrazos, deleites, gustos y senti-
tado, como testigos de su resurrección. Salió el mientos de aquellos bienaventurados corazones?
Señor del sepulcro, como otro José de la cárcel, Esto más es para meditarse en un quieto y pro-
vestido con ropa de inmortalidad, no para ser fundo silencio, y edificar nuestras almas con la
Salvador de Egipto, sino de todo el mundo. Salió consideración de lo que allí pasó, que para h a -
como otro Mardoqueo triunfando de la muerte, blarse y escribirse.
dejando Aman su enemigo colgado en el mismo Mas porque era cosa muy conveniente que la
madero que él le tenía aparejado. Salió como otro resurrección de Cristo, que había sido tan secreta,
Jonás del vientre de la ballena, sin haber recibido se manifestase, y que hubiese muchos que como
daño de los dientes de aquella bestia carnicera, testigos de vista la publicasen, entre los cuales no
ni de las espantosas ondas del mar. Salió como debía ser la Madre, por ser Madre, aquel mismo
otro Daniel del lago de los leones hambrientos, día del domingo el Señor se apareció primero á
los cuales no hicieron presa en el santo profeta, y María Magdalena sola, que con tan abundantes
despedazaron á los que le habían echado en él. lágrimas y sollozos perseveraba junto al sepulcro,
Salió como otro Sansón, el cual levantándose á y después á ella y á las otras Marías y mujeres
media noche, quebrantó las puertas y cerraduras piadosas, que con tanta devoción y solicitud le
de la ciudad de Gaza, dejando burlados los propó- buscaban. Y después en hábito de peregrino á los
sitos y consejos de sus adversarios. Salió como dos discípulos, que iban á Emaús, enseñándolos
otro Moisés, que fué sacado de las aguas y de la y alumbrándolos, y encendiendo sus corazones, y
pobre canastilla de juncos, para destruir después finalmente descubriéndolos quién era, partiendo
todo el poder y carros de Faraón. el pan y dándoles su sacratísimo cuerpo. También
Luego se fué el piadosísimo Señor á visitar á su el mismo día apareció á San Pedro, como á peni-
piadosísima Madre, y á serenar aquel cielo o s c u - tente que lloraba su culpa, y estaba de dolor más
recido y descubrir aquella luna eclipsada, y enju- muerto que vivo por haberle negado. Y última-
gar las lágrimas de aquellos virginales ojos, que mente entró en el cenáculo, cerradas las puertas,
tanto habían llorado en su pasión: porque si los donde estaban juntos los apóstoles, y se puso en
compañeros de las penas de Cristo, como dice el medio de ellos, y los habló y confortó,'y mostró la
apóstol, también lo han de ser en la gloria, ¿quién gloria de su resurrección. Demás de estas apari-
había de ser la primera y más aventajada en la ciones y otras que hizo el Señor en espacio de
alegría de la resurrección del Señor, sino la que cuarenta días que estuvo en la tierra, después de
había sido la primera en los tormentos, y que más haber resucitado, quiso que hubiese otros testigos
había sentido los dolores y afrentas de su cruz? venidos del cielo, que fueron los ángeles y m u -
Estaría en aquella hora la santa Virgen recogida chos de los santos del limbo, los cuales después
en su oratorio, esperando esta nueva luz, y con de él resucitaron, y entraron en Jerusalén y apa-
clamores y gemidos de su bendita alma, suplican- recieron á muchos, descubriéndoles las victorias
do á su precioso Hijo que resucitase y la consola- de Cristo en el limbo, y la gloria de su r e s u -
se, cuando súbitamente se ofreció á los ojos de la rrección.
Madre el Hijo resucitado y glorioso, con una c a - Pero en lo que más debemos velar es en imi-
ra llena de gracias, y como un espejo sin mancilla tar la resurrección del Señor; porque así como él
de la gloria divina. ¿Qué lengua podrá declarar, ó murió para matar nuestra muerte, así resucitó,
qué entendimiento comprender, hasta dónde llegó para que nosotros resucitásemos, primero en
este gozo de la Virgen, cuando v i o el cuerpo de el alma, y después en el cuerpo, y para que cada
su dulcísimo Hijo tan hermoso, tan glorioso, tan uno entienda que la vida que vive no es suya, sino
resplandeciente, y aquellas aberturas de las lla- de Dios, y procure con su gracia emplearla en su
gas, que antes habían traspasado su corazón, h e - servicio. San Pablo escribe que los cristianos d e -
chas fuentes de amor? ¿Cuando le v i o , no entre la- bíamos vivir: Tanquam ex mortuis vívenles, como
drones, sino rodeado de ángeles y santos? ¿No hombres, que murieron y resucitaron. De suerte,
encomendándola desde la cruz al amado discípulo, que así como leemos de algunos que murieron, y
sino dándole el mismo ósculo de paz en su rostro? después volvieron milagrosamente á la vida, y vi-
Fué tan grande y tan excesiva esta alegría de la vieron algún tiempo entre los hombres con un
Virgen, que no pudiera su corazón sufrir la fuer- género de vida extraña, y más como hombres de
-za de ella, si no fuera para ello confortada por es- la otra vida que de ésta, así quiere el apóstol que
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 45
nosotros vivamos como hombres resucitados. Y Vitce resurrexit: Chrisíus in asirá vocal.
en otro lugar, declarando esto más, dice: que si Morte mea sanctus mihi mortuus, et mihi victor.
habernos resucitado con Cristo, busquemos las Ut mors peccati sit mihi vita Dei.
cosas de arriba y sepamos las cosas del cielo,
donde está Cristo sentado á la diestra del Padre; Quiere decir: despídase de mí la tristeza, apár-
dándonos á entender, que nos debemos tratar tese el temor, huya la culpa: porque la muerte ha
como personas, no de este mundo, sino del otro, caído y perdido su fuerza, y la vida ha resucitado:
y subir á lo más alto del cielo sobre los arcánge- Cristo llama para el cielo, el cual, habiendo toma-
les, querubines y serafines, y finalmente hasta el do mi muerte, murió por mí y fué vencedor para
trono de Cristo, que está sentado á la diestra de mí, para que la vida de Dios sea muerte de mi pe-
Dios Padre, para lo cual, no solamente el Señor cado. Esto es de san Paulino, obispo de Ñola. ¡Oh
nos convida con su ejemplo, resucitando y subien bienaventurado el que muere con Cristo y resuci-
do á los cielos, pero también nos da alientos y ta y vive con Cristo! Dichoso el que en un día tan
fuerzas para que lo podamos hacer, que ésta es la alegre, tan regocijado y tan glorioso, como el de
gracia del Evangelio y la gloria de la resurrección la resurrección del Señor, en el cual el cielo y la
de Cristo. Y en otro lugar, dice el mismo apóstol tierra, los ángeles y los hombres, el Hijo y la Ma-
san Pablo, que así como Cristo resucitó de los dre, el Maestro y discípulos, los vivos y los muer-
muertos por la gloria de su padre, así nosotros tos tanto se alegraron, y solos los demonios se
caminemos en la nueva vida, para que siendo s e - entristecieron y turbaron, y el infierno quedó
mejantes á Cristo en su muerte, también lo sea- despojado, y la muerte vencida, goza de esta fies-
mos en su resurrección. Por estos pasos camina- ta y alegría, y el justo crece en la justicia, y des-
ban los santos. Y san Gregorio Nacianzeno, h a - asido de todas las cosas de la tierra, traslada su
blando de sí: Heri (dice) cum Christo in crucem corazón al cielo, y allí vive donde Cristo está sen-
agebar, hodie simul glorificor. Heri commoriebar, tado á la diestra del Padre. Y si es pecador y
hodie simul vivificor. Heri consepeliebar, hodie si- muerto á Dios, le pide su gracia, la cual él no
mul resurgo. Ayer, dice este santo, me crucificaba niega á los que se la piden, y con su favor resu-
con Cristo, hoy con él me glorifico. Ayer moría cita de muerte á vida, y libre ya de los accidentes
con Cristo, hoy con Cristo soy vivificado. Ayer me y fealdades de la muerte, y de las congojas y tor-
enterraron con él, y hoy con él resucito. Y san mentos de la mala conciencia, goza de la suavi-
Paulino dice: dad, gracia y gloria de la resurrección del Señor.
El nos la conceda á todos por su misericordia.
Mceror abi, discede, pavor, fuge culpa, ruit mors. Amén.

DE LA ADMIRABLE ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Después que resucitó el Salvador del mundo ya ausencia que, subiendo á los cielos, había de h a -
impasible y glorioso, estuvo acá en la tierra cua- cer el día de su maravillosa ascensión. Tomó
renta días, subió á los cielos y volvió al lugar, de cuarenta días para conversar con los suyos, por-
donde había bajado, para dar fin y cumplimiento que como había estado cuarenta horas muerto, le
á la obra, que el Padre Eterno le había encomen- viesen cuarenta días vivo, y por aquí viésemos,
dado. San Lucas evangelista, en el libro de los cuanto más liberal es Dios en los consuelos, que
hechos apostólicos dice, que después de la pasión en las penas, y en los gozos que en los trabajos,
se mostró á los apóstoles por espacio de cuarenta pues las penas se miden por horas y los gozos y
días, probando que verdaderamente había r e s u - consuelos por días. Dice más san Lucas, que en
citado por muchos medios y señales, apareciéndo- este tiempo hablaba el Señor con sus discípulos
les y hablándoles del reino de Dios. No estaba el del reino de Dios; porque aunque todas las pala-
Señor en este tiempo siempre con sus discípulos, bras que habló Cristo nuestro Redentor en su vida
ni siempre se les aparecía, sino de cuando en fueron enderezadas para enseñarnos en qué c o n -
cuando, para que por una parte se confirmasen siste el reino de Dios, y por qué camino habernos
en la fe de la resurrección, viéndole vivo y que de ir á él, todavía después de su santa resurrec-
hablaba, comía y trataba con ellos: y por otra, ción hablaría más claramente de la grandeza y
para que poco á poco se acostumbrasen á carecer excelencia del reino de los cielos, así porque él
de su presencia corporal, y sintiesen menos la ya dejaba sus discípulos corporalmente y se iba á
46 LA LEYENDA DE ORO
él, como porque los mismos discípulos estaban les y colocado á la diestra del Padre. Convenía á
más hábiles para entender aquella doctrina, que su bondad que nos declarase que su reino no era
les enseñaba, de cosa tan alta y que tanto excede de la tierra, como los judíos esperaban y los após-
nuestra capacidad. Y asimismo les hablaba del toles al principio pensaban, sino del cielo, y que
reino de Dios, porque les declaraba el gobierno no consiste en los bienes caducos y frágiles de
de su Iglesia, que es su reino, y sus vasallos son esta vida, que por mucho que duren con ella se
los fieles, los cuales el mismo Señor, como rey acaban, sino en los espirituales y eternos; y que
soberano, gobierna por sus ministros exterior- no tiene más parte en el reino de Cristo el más
mente, é interiormente por los dones y gracias noble, ni el más honrado y más rico y abundante
que infunde en las almas, justificándolas, santifi- de los bienes temporales, sino el que con más
cándolas y guiándolas á la bienaventuranza. De ansia sube con Cristo al cielo y anhela á la bien-
este reino de Dios es de creer que habló Cristo á aventuranza. Convenía asimismo que con esta
los sagrados apóstoles, enseñándoles muchas c o - subida á los cielos nos enseñase que no es este
sas de la armonía y jerarquía de la Iglesia, y de mundo nuestra patria, sino cárcel y destierro, y
los grados de las órdenes eclesiásticas, y del s u - que las almas cristianas y puras, aunque el cuerpo
mo pontífice, que como cabeza y pastor supremo esté en la tierra, deben morar por deseo donde
preside á todos, y que de él aprendieron el núme- está todo su bien. Y éste también es nuestro pro-
ro, las formas y materias necesarias de los sacra- vecho, porque de tal manera hizo el Señor sus
mentos, y las ceremonias y ritos con que, para obras, que en ellas siempre juntó su gloria y
mayor ornato de la Iglesia, se habían de adminis- nuestro bien, como se ve en esta ascensión del
trar, y especialmente del modo de celebrar el s a - Señor, de la cual se derivan á nosotros muchas y
crosanto misterio de la misa, y ofrecerle por los muy grandes utilidades: porque primeramente
vivos y por los muertos; de la intercesión de los aprovechó esta gloriosa subida del Señor para
santos y del afecto y devoción con que habernos mayor perfección de nuestra fe; porque á la c o n -
de procurar su favor; de los preceptos que nos da dición de la fe pertenece que no se vean las cosas
la Iglesia, para que con ellos más fácilmente que cree: para lo cual fué conveniente que este
guardemos los preceptos de Dios; del ayuno, del Señor, que fué el objeto principal de nuestra fe,
celebrar las fiestas, y honrar á los santos y ado- se ausentase de nuestra vista, para que así fuese
rar sus imágenes y reliquias, y de otras cosas nuestra fe de otra condición que la de santo T o -
como éstas; porque habiéndolas guardado todas la más, á quien dijo el Señor: Porque me viste, To-
santa Iglesia desde sus principios, con tanta pie- más, creíste; bienaventurados los que no vieren. De
dad, religión y constancia, de creer es que todas suerte que nuestra fe, que no consiste en ver con
nacieron de Cristo, como de su fuente, y que en los ojos corporales y tocar con las manos, sino en
aquellos cuarenta días que habló con sus apósto- no ver y creer, con la subida del Señor al cielo se
les del reino de Dios y del gobierno de su Igle- hizo más robusta; y así dijo san León papa: «Este
sia, Él se las declararía. vigor y esta virtud es propia de corazones grandes
Habiendo, pues, nuestro celestial Maestro ense- y una lumbre de almas verdaderamente fieles,
ñado á sus apóstoles las maravillas del reino de creer sin alguna duda lo que con los ojos corpo-
Dios, y confirmádolos en la fe de su resurrección, rales no se ve, y llegar con el deseo á donde no
determinó subir á los cielos en cuerpo y alma, y puede llegar la vista.» Demás de esto, fuénos "pro-
como nobilísimo triunfador, entrar triunfando en vechosa la ascensión del Señor, porque con ella
aquella imperial ciudad, acompañado de aquel se aviva y asegura nuestra esperanza; porque él
innumerable ejército de cautivos, que con su san- mismo dijo que iba á aparejarnos el lugar, como
gre había rescatado, porque así convenía á su lo hizo, subiendo al cielo; porque no subió sola-
gloria y á nuestro provecho. A su gloria convenía, mente para sí, sino para todos nosotros, y como
porque habiendo resucitado de una vida pasible y cabeza nuestra tomó la posesión de aquella gloria
mortal á otra impasible é inmortal, no era decen- para sus miembros. Rompió los cerrojos con que
te que su cuerpo glorioso estuviese en la tierra, habían sido cerradas las puertas del cielo por el
que es lugar de generación y corrupción, sino en pecado de Adán. Abriónos el camino para que
el cielo, que es incorruptible, lugar propio de los nosotros pudiésemos llegar á aquella celestial
cuerpos glorificados. Convenía á la grandeza del bienaventuranza, y para que tuviésemos más
Señor, que se había humillado y abatido tanto ciertas prendas y seguras de este tan gran bien,
por nosotros, que Él mismo dijo de sí: Yo soy gu- llevó consigo las almas de aquellos santos Padres
sano y no hombre, oprobio de los hombres y deshe- que había librado del limbo. Y así dijo el Señor
cho y menosprecio de la gente, que fuese glorifica- hablando con el Padre Eterno antes de su pasión:
do y ensalzado, no solamente sobre todos los Padre, yo quiero que los que Vos me habéis dado
hombres, pero sobre todos los coros de los á n g e - estén conmigo donde yo estoy. Por esto dijo san
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 47
León papa: «La ascensión de Cristo es nuestro Veamos ahora cómo se obró este soberano mis-
aprovechamiento, porque donde precedió la g l o - terio; la dulzura y ternura que causó esta partida
ria de la cabeza, allí tiene el cuerpo esperanza de del Señor en la Virgen sacratísima, y en los d i s -
llegar. Y no solamente habernos entrado en la cípulos que le vieron subir, y la solemnidad y
posesión del paraíso, mas en Cristo habernos pene- triunfo con que fué recibido de todas aquellas j e -
trado hasta lo más alto del cielo.» Esto es de san rarquías celestiales, y asentado en el trono á la
León papa. Porque aunque en su pasión nos m e - diestra del Padre, sobre todas las criaturas del
reció Cristo este reino y nos adquirió el derecho cielo y de la tierra. El Evangelista san Marcos, en
que tenemos á él, más en la ascensión de hecho el último capítulo de su Evangelio escribe, que
nos abrió el camino, y nos mostró que ya el cielo estando á la mesa comiendo los once apóstoles en
está conquistado, y la posesión está tomada en Jerusalén, les apareció la postrera vez el Señor, y
nuestro nombre. Pues la caridad, ¿cómo se infla- que les reprendió por la dureza que habían tenido
ma con esta subida del Señor? Porque si donde al principio en no creer á los que decían que era
está nuestro tesoro allí está nuestro corazón, y resucitado y que ellos le habían visto. Dióles esta
todo nuestro tesoro es Cristo, ¿dónde es razón que reprensión para que quedasen más firmes en su
esté nuestro corazón, sino donde está Cristo? Y memoria las postreras palabras que les decía, y
¿que estando nuestro tesoro en el cielo, no esté conociesen que tenían culpa en no haber creído la
nuestro corazón en la tierra? En el cielo ha de gloria de su resurrección, la cual el mundo había
estar nuestro amor, nuestra esperanza, nuestra de creer por la predicación de ellos; y después les
alegría, nuestros pensamientos y nuestros deleites. dijo: Vosotros, discípulos míos, recibiréis en vues-
Allí está todo nuestro bien, y mucho más debemos tras almas la virtud del Espíritu Santo, que ven-
estar colgados de él, que este mundo inferior lo drá sobre vosotros, y esforzados con ella seréis tes-
está de las influencias del cielo. Para esto nos es tigos míos en Jerusalén, Judea y en Samaría, y en
de gran motivo la ascensión del Señor, como lo toda la tierra. Como si dijera, dice el P. Fr. Luis
fué á los apóstoles, á los cuales él mismo dijo, que de Granada: Vosotros, hijos míos y ovejas de mi
no recibirían al Espíritu Santo si él primero no manada, fuisteis testigos de toda mi vida. Visteis la
subiese á los cielos; porque con su presencia cor- doctrina que yo he predicado, los ejemplos que os
poral estaban entretenidos y recreados, y miraban he dado, las obras que he hecho, las contradiccio-
aquella sagrada humanidad con ojos de carne, y nes que he sufrido, los tormentos é injurias, y la
no subían á la consideración de la majestad i n - muerte que por el remedio del mundo he padecido.
mensa de la divinidad, como lo hicieron después Visteis mi resurrección, y veréis ahora mi ascen-
que el Salvador subió á los cielos. También por sión, después de la cual recibiréis el Espíritu San-
otra razón fué de grandísimo provecho para n o s - to, para que eternalmente more con vosotros y con
otros esta subida del Señor: porque así como en la todos los que por vosotros creyeren. Pues id con la
tierra hizo oficio de Redentor, así ahora en el cie- bendición de mi Padre por todo el mundo, predicad
lo hace oficio de nuestro abogado, como lo dice el mi Evangelio á toda criatura. Predicad estas b u e -
amado discípulo por estas palabras: Hijos míos, nas nuevas al mundo, que yo siendo natural hijo
esto os escribo para que no pequéis; pero si alguno de Dios, me hice hombre para hacer á los h o m -
pecare, abogado tenemos para con el Padre á Jesu- bres dioses; que morí para matar su muerte; que
cristo su Hijo, el cual es propiciación por nuestros resucité para reparar su vida, y que yo subo á
pecados. Y no sólo es abogado, mas también es los cielos para aparejar su gloria. Yo os envío de
gobernador, proveedor y defensor de su Iglesia, la manera que me envió mi Padre. Desengañad á
con la cual está y estará como él lo prometió hasta los hombres, perdonad los pecados, y hacedlos
el fin del mundo, no solamente en la sacrosanta participantes de mis merecimientos y trabajos.
Eucaristía, en la cual, partiéndose de nosotros, se Decidles que no amen la vanidad, las riquezas ca-
nos dejó para nuestro remedio y consuelo, sino ducas, los bienes perecederos; que teman á Dios;
asistiéndola y gobernándola con su admirable que se les acuerde que hay juicio; que hay otra
é inefable providencia: porque todos los dones y vida; que hay paraíso ó infierno para buenos y
todas las gracias que continuamente se reparten malos, y que es Dios testigo y juez de las obras
del cielo á toda la Iglesia y á cada uno de los humanas.
fieles, se reparten por medio de este Señor, que Dichas estas palabras salió el Señor con sola
es la fuente de gracia; y así dice san Pablo, que á aquella dichosa y bienaventurada compañía hacia
cada uno se da la gracia, según la medida con que Betania, y paró en el monte Olívete, que estaba
Cristo la da y reparte. Así que la ascensión del en el camino. Allí se despidió de su dulcísima
Señor fué muy gloriosa para él y muy provechosa Madre con unos afectos tan tiernos y amorosos
para nosotros, como se ve por lo que hasta aquí entre la Madre y el Hijo, que más son para reve-
habernos dicho. renciarles con un humilde y casto silencio, que
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para quererlos con nuestro rudo ingenio y tosca á sus merecimientos. Subid, Señor, para que
lengua comprender ó explicar. Y puesto caso que vuestra santísima Madre, viéndoos subir á v u e s -
la Madre deseaba acompañar á su Hijo, y el apar- tra casa, se olvide de todos los trabajos y dolores
tarse de El le causaba gran pena y sentimiento, que padeció en vuestros tormentos y penas; y
y todavía se consolaba por ver que á la gloria del para que vuestros discípulos, animados con estas
hijo convenía la partida, y al bien de la Iglesia su prendas de esperanza tan seguras, se animen y
querida, y que ésta era la voluntad de su mismo no teman los peligros y tempestades que han de
Hijo, á ) a cual ella siempre estuvo rendida y s u - pasar en la predicación de vuestro Evangelio.
jeta. Los apóstoles también sentían la huerfanidad Subid, Señor, para que subiendo á lo alto, y l l e -
de tal padre, la soledad de tal maestro, de tal pas- vando por cautivos vuestros á los que antes lo
tor y tal capitán, especialmente viéndose entre eran del príncipe de las tinieblas, repartáis m a g -
tantos y tan crueles enemigos, y aun no armados níficamente vuestros dones á los hombres como
con la virtud y fortaleza del cielo: mas el Señor lo dijo vuestro real profeta: Ascendens Christus in
los consoló, prometiéndoles la venida y favor del altum, captivam duxit captivitatem dedit dona ho-
Espíritu Santo, y su perpetua asistencia y provi- minibus. Desde el cielo repartió su espíritu á toda
dencia, que jamás les faltaría. Entre éstas y otras su Iglesia, la caridad á los apóstoles, la fortaleza
palabras, llegándose ya la hora de la subida, co- á los mártires, la sabiduría á los doctores, la c a s -
menzaron los ángeles á decir aquellas palabras tidad á las vírgenes, la humilde penitencia á los
del profeta: Levantaos, Señor, para ir al lugar de confesores, la luz y prudencia á los superiores, y
vuestro descanso, Vos y el arca de vuestra santifi- la obediencia y sujeción á los inferiores; y todos
cación. Esta arca, de donde se pagó la deuda de los estados enriqueció con su divina y larga
todo el mundo; esta arca, en la cual están todos mano. Finalmente, subid, Señor, para que llevéis
los tesoros de Dios escondidos; esta arca de vues- con Vos nuestros corazones, desnudos y descar-
tra humanidad, que es arca de santificación y de nados de todo amor y escoria de la tierra; y e s -
amistad, por la cual fueron los hombres santifi- tando Vos, que sois nuestro tesoro, en el cielo,
cados y reconciliados con Dios. allí estén ellos, y moren con Vos. Subía, pues, el
Levántase, pues, esta arca, y por virtud de la Señor, rodeado de todos aquellos cautivos y pri-
divinidad, y movido del alma, y con su propia sioneros que había sacado del limbo, y de i n n u -
agilidad, comienza á subir aquel cuerpo glorioso merables ángeles, que habían bajado del cielo
á los cielos. Él iba subiendo, y la sacratísima para acompañarle; pero antes de subir, como pa-
Virgen, viendo levantar el Fruto de su vientre, no dre amorosísimo, que se partía, levantó las manos
se puede creer la alegría que recibió, y cómo y echó su bendición á sus hijos, que quedaban en
quedaron los apóstoles suspensos y atónitos, y lle- la tierra, ahora fuese cruzando los brazos, como
nos de incomparable admiración; y no pudiendo cuando Jacob bendijo á sus nietos, ahora, como
seguir con los cuerpos al Señor, le seguían con algunos contemplan, haciendo la señal de la cruz;
los ojos y con los corazones. ¡Qué vista! ¡Qué con la cual bendición quedó la Madre purísima
atención! ¡Qué impresión de ojos en ojos, de cora- consoladísima, y los discípulos riquísimos y l l e -
zón en corazones! Subid, Señor, subid, amor, luz, nos de espirituales dones y gracias. Y ya que
vida y descanso de las almas limpias y todo nues- estaba tan alto que casi se les iba de vista,- para
tro bien. Subid, no al monte Calvario, para ser que se cumpliese aquello del real profeta: Qui
crucificado entre dos ladrones en un madero, sino ponis nubem ascensum tuum, apareció una nube
del monte de las Olivas, para ser glorificado entre debajo de sus pies, que se puso entre el cuerpo
los coros de los ángeles y de las almas santas, que del Salvador y los ojos que le miraban, y así no le
invisiblemente os acompañan. No para ser encla- pudieron más ver. Pero no por eso dejaron de
vado y condenado, sino como libertador de c o n - seguir con los ojos al que seguían con los corazo-
denados. No para padecer y morir, sino para nes. ¿Quién podrá comprender la fiesta, la alegría
triunfar de la misma muerte y del pecado. Subid, y el triunfo con que el Señor fué recibido en el
Señor, para que con vuestra presencia honréis á cielo? ¿Cómo aquellas puertas, hasta entonces
vuestro Eterno Padre; para que enviéis á vuestra cerradas, se abrieron de par en par? ¿Cómo toda
Iglesia el Espíritu consolador; para que toméis la aquella corte celestial salió á recibir á su Rey,
posesión del cielo para todos vuestros hijos; para que venía victorioso de la guerra, y teñido de san-
que os asentéis en la silla debida á vuestra hu- gre dejaba postrados al pecado, muerte, demonio
mildad y grandeza; para que alegréis toda la corte ó infierno? ¿Cómo se preguntan aquellos cortesa-
celestial con vuestra vista; para que llenéis las nos unos á otros lo que escribe Isaías: ¿Quién es
sillas vacías que perdieron los malos ángeles, y éste, que viene de Edom, con las vestiduras teñidas
las pobléis de esas almas santas que lleváis libres de Bosraf ¿Este hermoso con la estola de su hu-
y cautivas, y deis á cada una su lugar conforme mildad, que camina en la muchedumbre de su
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 49
virtud? ¡Qué cantos! ¡Qué músicas! ¡Qué recibi- dice san León papa. Y con un hacimiento de g r a -
mientos! ¡Qué seria oir las voces de los ángeles, cias, digno de Dios, regocijémonos y levantemos
los instrumentos, la harmonía y consonancia de los ojos de nuestro corazón limpio y desmaraña-
todos aquellos espíritus bienaventurados! V i o esta do, á aquella alteza en la cual está Cristo. No
fiesta de lejos aquel cantor celestial tan vivamen- abatan los deseos terrenales aquellos corazones
te, como si la tuviera presente, y dijo: Ascendió que Dios ha levantado y llamado para el cielo. No
Dios con júbilo, y el Señor con la música de trom- ocupen los bienes perecederos, á los que están
petas. Y en el mismo salmo convida á todas las escogidos para los eternos, ni los deleites e n g a -
gentes á que se regocijen y celebren esta fiesta, ñosos de esta vida detengan á los que han entrado
diciendo: Todas las gentes se alegren y den palma- por el camino de la verdad. De tal suerte todos
das con las manos, y alcen la voz con júbilo y los fieles traten las cosas temporales, como hom-
regocijo. Y en otro salmo dijo: ¡Oh reinos de la bres que conocen que son peregrinos en este
tierra, cantad á Dios, decid alabanzas al Señor, valle de lágrimas; en el cual, aunque hay algunas
load á Dios que ha subido sobre el cielo del cielo cosas, que con su apariencia falsa nos quieren
hacia Oriente. Y dice el mismo profeta David, que engañar, no debemos abrazarlas viciosamente,
cuando llegaron á las puertas del cielo, los á n g e - sino menospreciarlas con fortaleza.» Esto es de
les que iban delante del Señor, dieron voces á los san León papa.
otros ángeles, sus compañeros que estaban den- Ilustró ó hizo glorioso el Señor con algunos
tro, y eran como guardas y porteros del cielo, y milagros aquel lugar del monte Olívete, donde se
les dijeron: Oh príncipes, abrid vuestras puertas; levantó para subir á los cielos, y quiso que que-
ábranse estas puertas eternales, por las cuales nin- dase y durase en él la memoria de un tan sobe-
guno ha entrado eternamente hasta ahora; ábranse rano misterio, para admiración, consolación y
de par en par, y entrará el Rey de la gloria; y que edificación de los fieles; porque en la misma pie-
los de dentro respondieron: ¿Quién es este rey de dra que pisó últimamente, y de donde comenzó á
la gloria? Y como si tuvieran un coloquio entre levantarse y subir al cielo, quedaron impresas las
sí, los de fuera dijeron: El Señor fuerte y pode- señales de sus sagrados pies, de manera que hasta
roso, y vencedor en la batalla, él es el Bey de la ahora duran; y con raer los fieles con su devoción
gloria. Con esta gloria y triunfo entró el Rey de aquella piedra, y coger de ella los polvos con gran
la gloria y fué colocado en el más alto y sublime solicitud y cuidado, siempre se quedan las señales
trono del cielo, á la diestra de su Eterno Padre. tan enteras como si estuvieran esculpidas en ella.
De manera que aquella naturaleza á quien fué Esto escribe san Jerónimo, que vivió en aquellos
dicho: Polvo eres, y en polvo te volverás, ahora es santos lugares; y Optato Milevitano, y san Paulino,
levantada del polvo de la tierra, y subida sobre obispo de Ñola, y Severo Sulpicio, el cual y san
todos los cielos, y á quien se cerraron las puertas Paulino añaden, que queriendo los fieles, para
del paraíso y se defendían con la espada del q u e - memoria de tan gran milagro, adornar de már-
rubín, ahora sube sobre todos los querubines y moles y piedras riquísimas aquel lugar, nunca lo
vuela sobre las plumas de los vientos. En lo cual pudieron hacer, porque en llegando á querer
se ve lo que bajó el hombre por el pecado, y lo juntar las piedras, el mismo lugar impreso con
que ha sido ensalzado por la gracia del Señor. los pies del Señor las arrojaba y despedía de sí
Mas porque todavía la sacratísima Virgen Ma- con gran violencia.
ría, y toda la otra santa compañía que había Otro milagro obró el Señor, y es, que hacién-
quedado en el monte Olívete, tenían fijos los ojos dose en aquel mismo lugar un templo suntuoso,
en el cielo, para ver si podían descubrir su bien que era de bóveda, en aquella parte de él, por
y su tesoro, y no parece que se podían partir de donde subió el Señor, nunca se pudo cerrar y
aquel lugar de tanta veneración, donde estaban juntar la bóveda, sino que quedó siempre patente
como presos y encadenados de amor; proveyó el y abierta, de manera que por ella desde la tierra
Señor que dos ángeles vestidos de blanco y r e s - se pudiese ver el cielo; como lo testifica san J e -
plandecientes más que el sol, bajasen á ellos y les rónimo de su tiempo y el venerable Beda del
dijesen: Varones de Galilea, ¿qué estáis mirando suyo; el cual dice más, que cada año el día de la
hacia el cielo? Este Jesús y Señor, que de vosotros Ascensión, acabada la misa, solía venir un recio
ha subido al cielo, de esta misma manera vendrá á y vehemente viento de lo alto, y derribar en el
juzgar los vivos y los muertos, como ahora le habéis suelo á todos los que estaban en la iglesia, y que
visto ir al cielo. Y con este aviso se volvieron á toda aquella noche se veían arder lumbres con
Jerusalén á orar y esperar la venida del Espíritu tan grande claridad y resplandor, que parecía que
Santo, que el Señor les había prometido. Pues todo aquel monte y los lugares que estaban de-
contemplando este glorioso misterio: «Alegrémo- bajo de él ardían como fuego. Y ha sido el Señor
nos, hermanos carísimos, con un gozo espiritual, servido, que aquel sagrado lugar, para perpetua
TOMO I 7
50 LA LEYENDA DE ORO
memoria de un misterio tan glorioso para Dios y trucción hizo en la ciudad, que no dejó en ella
provechoso para nosotros, hoy día está en pie, y piedra sobre piedra, es gran maravilla que no
se ve en él las señales de las plantas benditísimas asolase y arruinase todo aquel monte, y las me-
de nuestro Salvador; lo cual, á mi ver, es otro morias que había en él, sin que quedase rastro
nuevo milagro, por estar aquellos santos lugares, de ellas. Mas el Señor las guardó entonces, y las
por nuestros pecados, en manos de enemigos de libró de manos de los romanos, y ahora las guar-
nuestra santa fe. Y por lo que escribe Josefo, da de las de los infieles, para que reconozcamos
autor grave, y en esto digno de fe, que cuando su infinito poder, y que aunque subió á los cielos,
Tito puso el cerco á Jerusalén, asentó sus reales no desampara su Iglesia, que está en la tierra,
para combatirla en el monte Olívete, y en él dis- antes siempre la asiste, y con su providencia la
puso su ejército, que, habiendo sido tan grande, rige y defiende, y lleva á sus escogidos al puerto
de gente tan belicosa y que tanto estrago y des- de la bienaventuranza, donde él está.

DE LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

A los diez días después de la subida del Salva- amándose eternamente el Padre y el Hijo con un
dor á los cielos y á los cincuenta de su gloriosa amor perfectísimo é infinito, procede de ellos y
resurrección, cuando los judíos celebraban la es inspirado este amor divino, el cual necesaria-
pascua de Pentecostés, en memoria de la ley que mente há de ser Dios, porque todo lo que hay en
Dios les había dado en el monte Sinaí, bajó el Es- Dios es el mismo Dios. Este amor eterno y cari-
píritu Santo al monte Sión sobre el colegio de los dad infinita ó inefable dilección, atadura indisolu-
sagrados apóstoles, para escribir en sus corazones ble y como nudo y abrazo suavísimo ó inexplica-
la ley evangélica y de amor. Subió el hombre al ble del Padre Eterno y del Verbo, se llama
cielo y bajó Dios á la tierra. De este día dice el Espíritu y Santo; no porque el Padre no sea
elocuentísimo Crisóstomo estas palabras: «Hoy la espíritu y también no sea santo, y el Hijo asimis-
tierra se nos ha hecho cielo, no por haber bajado mo no sea espíritu y santo, que sí lo son, sino
las estrellas del cielo á la tierra, sino por haber porque lo que es común á las tres personas, por
los apóstoles subido de la tierra al cielo: porque una cierta apropiación se atribuye á la tercera
la gracia copiosa del Espíritu Santo hoy se ha de- persona de la Trinidad, para distinguirla de la
rramado por el mundo y le ha convertido en pa- primera y de la segunda persona. La razón de
raíso; no trocando la naturaleza, pero enmendando esto es, porque no podemos explicar las cosas
y enderezando las voluntades. Halló el Espíritu divinas, sino con palabras humanas; y todo lo
Santo al publicano, ó hízole evangelista; halló al que atribuimos á Dios, lo tomamos como presta-
perseguidor, ó hízole apóstol; halló al ladrón, y do de las criaturas; y como en ellas no hallamos
llevóle al paraíso; halló la pecadora, éhízola igual otra manera de comunicar una cosa á otra su
á las vírgenes; halló magos encantadores, y c o n - naturaleza y esencia, sino por vía de generación,
virtióles en evangelistas. Desarraigó la maldad y de aquí es que tenemos vocablo propio para decla-
plantó la bondad; desterró la servidumbre y trajo rar el modo con que Dios se comunica por vía de
libertad; perdonó la deuda y diónos la gracia; y entendimiento, que llamamos generación, y á la
por esto digo, que hoy la tierra se ha hecho cielo.» persona, que por esta vía procede, llamamos
Esto es de san Juan Crisóstomo. Mas para hablar hijo; y no le tenemos para declarar la manera
de la excelencia y grandeza de este día, conviene con que Dios se comunica por esta otra vía de
considerar quién es este Señor que bajó hoy del amor y voluntad; por eso la llamamos Espira-
cielo á la tierra y cómo bajó, y qué efectos hizo ción, y á la tercera persona, que de esta manera
con su venida, y cómo nos habernos nosotros de procede, le damos el vocablo común, como pro-
disponer para que venga á nuestros corazones y pio, y le llamamos Espíritu Santo: y también
los alumbre é inflame con su gracia. para que entendamos que él es el autor y fuente
El que vino hoy sobre los apóstoles es el Espí- de toda la santidad, espíritu y vida espiritual que
ritu Santo, la tercera persona de la santísima hay en la Iglesia, sin cuya luz y favor ninguna
Trinidad, el cual procede, como de un mismo cosa se puede obrar que sea digna de la vida
principio, del Padre y del Hijo, y les es consubs- eterna; porque dado que la Santísima Trinidad
tancial, coeterno y en todo igual y Dios verdade- obró la obra de nuestra redención, y que parti-
ro, como lo es el Padre, y lo es el Hijo: porque cularmente se atribuye al Hijo, porque él fué el
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 51
que se vistió de nuestra carne y con sus penas tificar, vivificar, penetrar los consejos profundos
pagó nuestras culpas, y fué ejecutor del acuerdo de Dios, y hablar por los profetas y estar en todo
y consejo divino, y nuestro sacrificio y causa lugar, y otras semejantes: para que por aquí e n -
meritoria de nuestro perdón. Mas porque la fe y tendamos ser Dios el que tiene las propiedades de
verdadero conocimiento de todos los misterios Dios. Contesta con esta verdad el apóstol, cuando
que obró el Hijo de Dios hecho hombre en este dijo: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, y la
mundo, y el amor á su doctrina y la limpieza de caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu
vida exceden nuestras fuerzas y no se pueden Santo sea con todos vosotros, Amén. En las cuales
cumplir sin la gracia y favor del cielo, y éste nos palabras, no solamente declara que el Espíritu
comunica Dios por su bondad y por el amor que Santo es Dios, como lo es el Padre, y lo es el Hijo,
nos tiene, y este amor y bondad se atribuye al sino también que es persona distinta del Padre y
Espíritu Santo; decimos que todos los efectos que del Hijo. Pues este Espíritu del Señor, este Espí-
en nosotros hace este amor del Señor, nacen del ritu consolador es el que hoy baja del cielo á la
Espíritu Santo, como de autor de nuestra santifi- tierra, para que los corazones terrenales se hagan
cación; porque asi como Dios es principio y fuen- celestiales. De donde se ve la excelencia y digni-
te de todas las cosas, así quiso que en todas dad de este día, y cuánto nos debemos alegrar y
hubiese en cada género una que fuese como fuen- regocijar espiritualmente en él. Y no menos se ve
te y principio de todas las demás de aquel género, en la disposición y aparejo que fué necesario pre-
como de todas las cosas claras y resplandecientes cediese, para que el mundo pudiese recibir este
el sol, de las calientes el fuego, y de los hombres tan señalado beneficio del Señor: porque si bien
Adán, padre de todos. De esta manera en todos los miramos todo lo que Cristo obró y padeció en su
dones de Dios el Espíritu Santo, que por excelen- vida sacratísima, sirvió para disponer nuestras
cia se llama don de Dios y don de dones, es raíz y almas para que fuesen digno templo y morada del
fuente original de todos los otros dones; pues el Espíritu Santo. La encarnación, el nacimiento, la
amor que Dios nos tiene es causa de todos los circuncisión, los trabajos y sudores de toda la
otros bienes que nos hace. vida del Salvador, y los tormentos de su cruz y
Este santo Espíritu es, como dijimos, Dios tan muerte santísima, ¿á qué otra cosa se enderezaban
verdadero y substancialmente, como lo es el Pa- sino á encender el fuego del Espíritu Santo en
dre, y lo es el Hijo, en todo igual, en todo omni- nuestros corazones? Y por esto dijo el mismo S e -
potente y eterno, y de infinita perfección, bondad ñor: Venido he á poner fuego en la tierra, y ¿qué
y sabiduría, de la misma naturaleza y esencia: y quiero, sino que se encienda y arda? Y hablando
éste es articulo de fe, y se significa en aquellas antes de su pasión con sus discípulos, les dijo: Si
palabras que decimos en el Credo: Credo in yo no me partiere, no vendrá á vosotros el Espíritu
Spiritum Sanctum: porque aquella proposición consolador; mas si me partiere, yo os lo enviaré.
in, solamente se usa en la persona del Padre, y No solamente la vida y muerte de Cristo sirvió
en la del Hijo, y del Espíritu Santo, y denota que para esto, sino también fué necesario que resuci-
cada una de las tres personas es Dios verdadero. tase y subiese á los cielos, para que de allá nos
Y por esto el real profeta David suplicaba á nues- enviase este fuego divino, y nuestros corazones
tro Señor que no le quitase el Espíritu Santo: y Sa- estuviesen dispuestos para recibir las llamas de su
lomón, su hijo, dijo: Señor, ¿quién hay que pueda amor. Y así dice San Juan: Aun no había sido
saber vuestros secretos, si Vos no le dais vuestra dado el Espíritu Santo, porque Jesús aun no había
sabiduría, y de allá del cielo le enviáis á vuestro sido glorificado.
Espíritu Santo? Pero más claramente en el sagra- Pues cuan grande será el don que hoy se reci-
do Evangelio se explica esta verdad, pues de él be, pues para que se nos diese, fué necesario que
sabemos que la sacratísima Virgen María concibió Cristo viniese primero al mundo, y muriese, y re-
en sus entrañas al Verbo eterno por virtud del Es- sucitase, y triunfando subiese á los cielos; y no es
píritu Santo; y Cristo mandó á los apóstoles que maravilla, porque sin este don divino todos los
bautizasen en el nombre del Padre, y del Hijo, y otros dones y gracias y merecimientos de Cristo,
del Espíritu Santo. Y el amado discípulo dice: aunque en sí sean inestimables, para nosotros no
«Tres son los que dan testimonio en el cielo: el nos fueran de provecho: porque claro está, que si
Padre, y el Verbo, y el Espíritu Santo; y estos tres una persona emplease todo su caudal en comprar
son una misma cosa.» Y para testificar la santa una medicina que le pueda dar salud, y después
Iglesia esta verdad, acaba los salmos, cuando reza, de comprada no la tomase, ni aprovechase de ella,
con el Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Y sino que la pusiese aparte en un rincón, por m u -
por esta misma causa hallamos que todas las cho que le hubiese costado no le daría salud; pues
cosas, que son propias de Dios, las sagradas L e - de la misma manera la medicina de la sangre de
tras las atribuyen al Espíritu Santo, como son san- Cristo y de su preciosísima pasión, aunque sea
52 LA LEYENDA DE ORO
tan eficaz, tan saludable y tan poderosa para dar bras llanas de san Lucas. Dice el sagrado evan-
salud y vida á todo el mundo, no tiene eficacia en gelista, que á los cincuenta días, cuando se cum-
el enfermo que no la recibe, y para que la reciba plía la fiesta de Pentecostés, que era fiesta s o -
se requiere la gracia y favor del Espíritu Santo. lemnísima entre los judíos, y fiesta de jubileo y
¿Cómo pudiera el mundo creer en Cristo y sujetar- remisión, estaban todos los apóstoles juntos en
se á la verdad del Evangelio, y dar de mano á los un mismo lugar, tan conformes y unánimes, como
vicios detestables en que estaba sumergido, si no si todos tuvieran una sola alma y un solo corazón;
oyera la predicación y sonido de los apóstoles, que porque esta unión de amor y caridad es la que
fueron pregoneros y trompetas de esta verdad? Y más convida al Espíritu Santo, que esencial-
¿cómo pudieran ellos predicar misterios tan altos mente es amor eterno é infinito, á venir á n o s -
y contrastar la sabiduría de los filósofos, y el poder otros y enriquecernos con sus dones. Y estando
y furor de los tiranos, las pasiones tan bestiales y en esto, dice, que repentinamente y de improviso
tan arraigadas de los hombres carnales, si no e s - vino un sonido recio del cielo, á manera de un
tuvieran armados, como con armas impenetrables, aire vehemente ó impetuoso, sobre la casa en
del favor y gracia del Espíritu Santo, á cuya vir- que estaban, que la hacía estremecer y temblar,
tud ninguna cosa puede resistir? Pues para ar- no con pavor y espanto, como cuando se levanta
marlos y vestirlos de su espíritu, vino hoy el E s - algún torbellino y tempestad, sino con suavidad
píritu Santo. y blandura, y con un santo y fiel temor de los
La historia de este misterio cuenta san Lucas que habían de recibir aquel don del Señor. Vino
diciendo: que despidiéndose el Salvador de sus repentinamente, para que los apóstoles enten-
discípulos para subir al cielo, al tiempo de la par- diesen que no se les daba por sus merecimientos
tida les mandó que estuviesen en Jerusalén, hasta aquel tan grande favor, sino que era dádiva de
que fuesen vestidos y fortalecidos con la virtud y la mano liberalísima de Dios, el cual obraba con
poder del Espíritu Santo. Con este mandato se vol- tanta presteza y tan sin pensar en sus almas:
vieron los discípulos del monte Olivete al Cenácu- porque, como dice san Ambrosio: «El Espíritu
lo de Jerusalén, donde se recogieron ciento y vein- Santo no suele obrar con pereza y tardanza.»
te personas, y de todos ellos, dice el evangelista, Fué aquel sonido fuerte y vehemente, para hacer
que perseveraban en oración con María, madre de atentos á los que allí estaban, y decirles: Estad
Jesús, y con otras santas mujeres, que habían s e - alerta y considerad la presencia de la majestad
guido á este Señor. Estaban todos con un mismo que viene, asimismo como cuando se d i o la ley
corazón en oración continua, ardiente y fervorosa, todo el monte Sinaí estaba lleno de truenos y
que es el modo con que se alcanza la gracia del relámpagos, y parecía que ardía, para denotar
Espíritu Santo, y con gemidos y entrañables d e - la presencia de Dios que allí estaba, y les daba la
seos pedían al Señor que les enviase el Espíritu ley, y también para disponer á los apóstoles pri-
consolador, y segundo Maestro, que les había pro- mero con este suave temor y reverencia, que
metido, y que no dilatase esta misericordia, pues suele ser admirable disposición para recibir á
veía su gran flaqueza, su peligro, su desamparo y Dios, como él lo dijo por el profeta Isaías por
desabrigo. Sobre todos los otros, la santísima Vir- estas palabras: ¿En quién pondré mis ojos, sino
gen, como gobernadora y presidente de aquel s a - en el pobrecito y contrito de espíritu, y que tiem-
grado colegio en ausencia de su Hijo, alentaba y bla de mis palabras ? Y no menos para que la
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encendía más con sus llamas los corazones de gente, oyendo aquel ruido, y como voz del cielo,
todos, disponiéndolos para recibir dignamente acudiesen á la casa en que estaban los apóstoles,
aquel soberano don de Dios. Estando, pues, los y los oyesen hablar, y se enterasen de lo que ha-
discípulos ocupados en esta oración, diez días des- bía sucedido, y se convirtiesen viendo tan g r a n -
pués que el Salvador había subido al cielo, d e s - des prodigios y maravillas.
cendió el Espíritu Santo en forma de un grande Demás de esto, como el Espíritu Santo consti-
viento, y en figura de lenguas de fuego, y asentó- tuyó hoy á los apóstoles sus capitanes genera-
se sobre las cabezas de los discípulos. Fué tan les, para hacer guerra al mundo, pecado é infier-
grande la caridad, y el amor, y la suavidad y c o - no, parece que con aquel sonido impetuoso y
nocimiento que allí recibieron de Dios, que no se vehemente quiso espantar á sus enemigos, como
pudieron contener sin salir en público, y decir á se hace cuando antes de la batalla se dispara la
grandes voces en todas lenguas las grandezas y artillería. Y vino el Señor en figura de aire ó
maravillas de él, como el mismo Espíritu Santo se viento para darnos á entender, que así como el
lo enseñaba. hombre no puede vivir esta vida natural sin r e -
Pero paremos un poco en este misterio, y pe- suello y respiración, así tampoco puede vivir
semos con cristiana ponderación las circunstan- sin este Espíritu divino la vida sobrenatural y
cias que en él intervinieron, sacadas de las pala- divina; porque este Espíritu es para el alma y
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 53
vida espiritual, lo que fué para la vida corporal cosas opuestas y muy contrarias entre sí, hombre
aquel Spiraculum vita?, aquel soplo que Dios i n s - espiritual y hombre parlero y hablador: y ésta es
piró en el cuerpo de Adán formado de barro, para una de las señales que el Espíritu Santo nos da
que viviese, sin el cual no tuviera vida: porque por Salomón: Al hombre, dice, pertenece aparejar
así como el alma es la vida del cuerpo, así Dios el corazón, y al Señor gobernar la lengua. A cargo
es la vida espiritual de la misma alma. Dice más del hombre está aparejarse con el favor de Dios,
san Lucas, que aparecieron á los apóstoles unas para que él entre en su ánima, y entrando Dios,
lenguas como de fuego, y que se asentaron sobre él gobernará la lengua, y echarse ha de ver en el
la cabeza de cada uno. Lenguas fueron, y lenguas recato, silencio y moderación de su hablar. Como
de fuego. Descendió el Espíritu Santo en forma sucedió á los apóstoles, que estando con un casto
de lengua, porque la lengua es de la misma natu- y profundo silencio en oración, aguardando la vi-
raleza que los otros miembros del cuerpo, y dada sitación del Señor, vino el Espíritu Santo sobre
de Dios para explicar los conceptos interiores y ellos, y les hizo hablar como convenía á varones
pensamiento de nuestra alma, y el Espíritu Santo espirituales, y como dice el mismo texto: Prout
es de la misma substancia con el Hijo, y viene Spiritus Sanctus dabat eloqui illius; como el E s -
del cielo para declararnos los secretos de Dios, píritu Santo les enseñaba, que la vida espiritual
y lo que el Verbo eterno no nos había mani- consiste en obrar mucho, con fervor y amor de
festado; dejándolo para que el Espíritu Santo, Dios, y hablar poco, con discreción y recato. F i -
como maestro, lengua ó intérprete celestial, nalmente, vino el Espíritu Santo en lenguas, y
nos lo enseñase. Y así dijo san Pablo: Nemo lenguas de fuego, para que las lenguas de los
potest dicere, Dominus Jesús nisi in Spiritu Sanc- apóstoles fuesen como unas hachas encendidas
to. Está tan conjunto el Espíritu Santo con el para abrasar á todo el mundo, y estando purifica-
Hijo, y esta Lengua divina con el Verbo, que nin- das y limpias, como los labios de Isaías con el
guno puede decir provechosamente, Señor Jesús, ascua, predicasen á los hombres terrenales las
sino con la gracia y favor del Espíritu Santo. La verdades del cielo, y los alumbrasen, é inflama-
lengua discierne los sabores y distingue lo dulce sen, y transformasen de tal manera, que de l o -
de lo amargo, y lo suave de lo desabrido; y el E s - bos se hiciesen ovejas, de cuervos palomas, de
píritu del Señor es el que nos hace conocer las di- leones corderos, y de unos brutos y monstruos,
ferencias que hay entre las cosas caducas y frági- ángeles é hijos de Dios. Esta lengua de fuego
les, y las eternas y divinas, para que desechemos hizo á los discípulos, de mudos, elocuentes;
las unas, y apetezcamos y gustemos las otras; lo de pescadores, apóstoles; de idiotas, sapientísi-
cual no se puede hacer sin este divino Espíritu: mos; de unos vasos de barro, vasos escogidos
que por eso dijo san Pablo, que el hombre animal de Dios para llevar por toda la redondez de la
y carnal no percibe las cosas de Dios, porque no tierra su santo nombre. Porque si el romano ora-
tiene gusto, ni lengua para ello. Y al contrario, dor sabiamente dijo: Ardeat orator, si judicem
dice el amado discípulo: Ellos son de este mundo, velit incendere, que para que el orador encienda,
y á esta causa hablan de las cosas del mundo, y el mueva y persuada al juez, es necesario que él
mundo las oye y recibe sus palabras. La lengua mismo esté encendido y movido, pues por más
ayuda mucho á la digestión, porque es como una dispuesta y más seca que esté la leña, no se e n -
mano que da á los dientes lo que han de cortar, ciende ni se convierte en fuego sin fuego; ¿con
partir y moler, para que la vianda se cueza mejor cuánta más razón fué necesario que tuviesen len-
en el estómago; y la lengua del Espíritu Santo guas de fuego, y ardiesen en vivas llamas de amor
hace que se mediten y rumien, y como con los divino, los que eran enviados á pegar fuego, y
dientes se desmenucen los misterios y beneficios abrasar y ablandar los corazones empedernidos y
de Dios, que son el mantenimiento de la alma> y fríos de los hombres, con un incendio tan grande,
con el calor que el mismo Espíritu Santo da en tan extraño y de tan grande admiración? Por esto
esta meditación, se digieran ó incorporen en n o s - dice el Texto sagrado que aquellas lenguas de
otros, y nos recreen y sustenten. De la lengua dice fuego se sentaron sobre las cabezas de cada uno
el sabio, que la muerte y la vida está en su mano; de los apóstoles, para que se entienda, que aquella
y Santiago dice, que ningún hombre puede domar gracia que se les daba, figurada por ellas, era
y refrenar su lengua, porque es un mal inquieto gracia de asiento y perpetua, y que jamás la per-
y lleno de mortífero veneno, como cada día lo derían: porque hoy fueron confirmados en gracia
vemos y experimentamos. Pues para que sepamos con tanta abundancia de divinos dones, que d e s -
que el varón espiritual y deseoso de recibir y t e - pués de Jesucristo y su bendita Madre, ninguno
ner en sí al Espíritu Santo, ha de procurar ser fué tan enriquecido como ellos. Y fué esta gracia
señor de su lengua, viene el Espíritu Santo en tan copiosa, que no se pudieron contener, que no
forma de lenguas, porque sin duda parecen dos saliesen á las plazas á pregonar la grandeza ó i n -
54 LA LEYENDA DE ORO
mensidad de la bondad de Dios, que por tales me- Dios. Infundióles una celestial sabiduría, para
dios había salvado al mundo en Cristo. Comenza- que entendiesen y comprendiesen los misterios
ron á hablar en varias y diversas lenguas, porque altísimos que habían de predicar. En un momento
habiendo de predicar á tantas y tan diferentes los enseñó: ¡O quam velox est sermo Sapientia?,
naciones, para ser entendidos, era muy convenien- dice san León Magno, serm. 1 de Pentecost., et
te que tuviesen este don, y supiesen las lenguas ubi Deus Magister est, quam cito discitur, quod
de todas. Aunque también es probable, que a l g u - docetur! ¡Oh qué ligera es la doctrina de la sabi-
nas veces predicando en sola una lengua á perso- duría, y cuan presto se aprende lo que se enseña,
nas de diferentes lenguas, fuesen entendidos de cuando Dios es el maestro! Escribió en sus e n -
todos, como si predicaran á cada uno en su lengua, trañas con su dedo la Ley de gracia y evangélica,
como se lee haber acontecido á algunos santos, muy diferentemente de lo que la Ley de servidum-
que no eran apóstoles, cuando predicaban. De bre y de temor había sido escrita en el monte
manera, que la soberbia de los que quisieron edi- Sinaí, en las tablas de piedra; porque aquella ley
ficar la torre de Babel, fué causa de la confusión mandaba, vedaba y no ayudaba, ni daba fuerzas
de las lenguas, y la humildad de los discípulos me- para que se guardase, y así desmayaron los que
reció la noticia y uso de muchas lenguas. Allí de la recibieron, porque no veían poder en sí para
una se hicieron muchas, y aquí todas se unieron cumplir con la obligación de la ley. Mas esta otra
para servir á los que habían de ser intérpretes de ley el Espíritu Santo la imprimió y estampó en los
Dios. Estaban á la sazón en Jerusalén muchos corazones, inclinándolos á obrar lo que la ley
judíos, que de varias naciones de todo el mundo mandaba, y alentándolos y dándoles vigor y fuerza
habían venido á la solemnidad de aquella fiesta, y para ello. De suerte que aunque no hubiera ley
oyendo hablar cosas tan altas á los apóstoles, cada escrita, por la que ellos tenían esculpida en sus
uno en su lengua, quedaron atónitos y como fuera almas, la guardaran perfectísimamente. Fueran
de sí, sabiendo que eran galileos y unos pobres castos, aunque no se les mandara la castidad.
pescadores sin letras. Y algunos, echándolo á la Fueran sufridos, aunque no se les mandara la
peor parte, como el mundo suele las cosas de Dios, paciencia. Fueran humildes, mansos, benignos,
comenzaron á decir que estaban beodos y llenos misericordiosos y llenos de todas las virtudes,
de mosto, y aunque no decían verdad en el s e n - aunque no hubiera ley que les diera preceptos de
tido que ellos lo entendían, verdad era que estaban ellas: porque, como gravemente dice san León
embriagados y tomados de vino, y tan llenos de papa: «La ley vieja fué sombra de la nueva, y la
aquel mosto del nuevo Espíritu, que hervía en sus ley nueva cumplimiento de la vieja. La ley fué
pechos, que si .no dieran las voces que daban, r e - preparación para la gracia, y la gracia perfección
ventaran y se hicieran pedazos, como las tinajas de la ley.» Pero lo que principalmente obró el
nuevas, cuando hierven con el nuevo mosto. Mas Espíritu Santo fué abrasarlos con un amor tan
san Pedro, como Cabeza de todos, volvió por sí y encendido, tan ardiente y fervoroso, que si tuvie-
por sus compañeros, y declaró al pueblo que aqué- ran mil vidas, con grandísima alegría las ofrecie-
lla era visitación de Dios, el cual por Joel profeta ran por él. Y de este amor nacía un tan entrañable
mucho antes se lo había prometido, diciendo: En deseo de la gloria de Dios, y de que los hombres
los postreros días yo derramaré de mi Espíritu so- conociesen y estimasen la inmensa bondad suya,
bre toda carne, y vuestros hijos, y vuestras hijas que cada uno de ellos tomara por partido ser ana-
profetizarán, y vuestros mozos tendrán visiones, y tema de Cristo por la salvación de sus hermanos,
vuestros viejos revelaciones en sueños, y yo sin falta como el apóstol san Pablo lo deseaba. Este fuego
derramaré de mi Espíritu sobre mis siervos y sier- de amor divino les abrasaba, y derretía, y limpia-
vos, y profetizarán. Y habiéndoles hecho un razo- ba sus corazones, y los fortificaba, para que s a -
namiento á este propósito, por buen principio con- liesen al encuentro á todo el poder del mundo y
virtió tres mil de los oyentes á la fe de Cristo, del infierno. Y los que antes al tiempo de la pa-
entre los cuales sin duda habría algunos de los sión habían huido y desamparado á su Maestro,
que le procuraron y dieron la muerte: para que y estaban en el cenáculo, cerradas las puertas,
se vea la misericordia de este Señor, y la virtud con pavor y espanto, luego que recibieron la for-
y fuerza de su sangre, que es poderosa para per- taleza del cielo, abrieron las puertas y de tropel
donar aun á los mismos que la derramaron. Esta salieron dando voces por las calles. Y Pedro, que
es la corteza de esta historia; pero veamos qué á la voz de una mozuela había negado tres veces y
obró hoy; y qué efectos hizo en los apóstoles la con juramento á su Señor, después que fué vestido
venida del Espíritu Santo. de este divino Espíritu, se opuso al furor de los
Primeramente dióles súbitamente una nueva escribas y fariseos y de todo el pueblo; y preso y
luz, un resplandor divino, y un perfecto cono- azotado con sus compañeros, y amenazado, no hace
cimiento de la infinita bondad y hermosura de caso de todos sus fieros y espantos, y se goza en
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 55
los azotes el que antes temblaba de las palabras. para los apóstoles, como para nosotros, que por
Iban todos llenos de gozo y júbilo, por ser maltra- su predicación habíamos de creer. Y así dice el
tados por Cristo. bienaventurado san Bernardo: «¿Para qué d i o Dios
Y para decir en pocas palabras lo que no se á los apóstoles las lenguas de las gentes, sino para
puede decir en muchas, si queremos saber bien lo conversión de las gentes?» La otra venida fué invi-
que obró el Espíritu Santo en esta su venida, no es sible, aumentando sus dones y gracias en ellos, ó
menester sino considerar la conversión del m u n - imprimiendo en sus corazones las virtudes, de
do, que resultó de ella por la predicación de los que habernos hablado arriba: porque aunque antes
sagrados apóstoles; los cuales no siendo más que habían recibido al Espíritu Santo, cuando el Salva-
doce pobres, viles y despreciados pescadores, sin dor les dijo aquellas palabras: Accipite Spiritum
elocuencia ni sabiduría humana, sin favores ni Sanctum, recibid el Espíritu Santo, no había sido
amistades de príncipes, rindieron á los más sabios con tan grande abundancia y plenitud, ni para
filósofos, á los más poderosos y crueles tiranos los efectos que ahora se les d i o . La primera veni-
del mundo; y muriendo triunfaron de los tormen- da se hizo aquella vez con tanta abundancia de
tos y muertes, y derribaron á Satanás de su silla, prodigios y señales, y cesó ya, porque plantada
y le quitaron el cetro y la corona que había usur- la Iglesia, no es más menester. La invisible
pado tiránicamente, haciéndose adorar como dios. siempre dura, y es más perfecta, y más prove-
Y finalmente, trocaron los corazones de las gentes chosa que la otra exterior, que se hace por las
para que creyesen que un hombre crucificado era gracias, que llaman: Gratis datas (de las cuales
Dios verdadero, y como á tal le abrazasen y a m a - provee Dios á su Iglesia siempre que son n e c e -
sen, y se sujetasen al suave yugo de su santa ley, sarias) y así se debe más estimar, y de ésta dice
y dejando los abominables vicios y brutales c o s - el Señor: Si alguno me ama, guardará mis manda-
tumbres que antes tenían, viviesen como hombres mientos, y mi padre le amará, y á él vendremos,
criados para el cielo y rescatados con la sangre y en él haremos nuestra morada. Y es cierto,
del divino cordero. Y toda esta mudanza y la con- que adonde el Padre y el Hijo vienen, también
versión del mundo fué efecto del Espíritu Santo, viene el Espíritu Santo, no solamente enrique-
que hoy vino sobre los apóstoles, y los armó con ciendo aquella alma, en que viene, con sus d o -
sus dones de tal manera, que el mundo no pudo nes, sino también con su real presencia, con la
resistir á la virtud del mismo Espíritu, que obra- cual, entrando en tal alma, la hace templo y m o -
ba en ellos y con ellos. rada suya; y para esto él mismo la limpia y santi-
Pero no piense nadie que el Espíritu Santo bajó fica, y adorna con sus dones, para que sea digna
solamente sobre los apóstoles, y que con la vida morada de tal huésped.
de ellos se acabaron los efectos de su venida; por- En el alma del justo está este divino Espíritu,
que no es así, antes siempre ha estado, y está en como un sol en el mundo, alumbrándola; como
su esposa la Santa Iglesia, que es escuela de un rey en su propio reino, rigiéndola; como pa-
aquellos maestros del cielo, que el mismo Espíritu dre de familias en su casa, gobernándola; como
envió hoy para enseñar. Y así dijo Cristo nuestro maestro en su escuela, enseñándola; y como hor-
Salvador: Yo rogaré al Padre, y él os dará conso- telano en su huerta, cultivándola. Este beatísimo
lador, y Espíritu de verdad, que more con vosotros Espíritu es luz del entendimiento, ardor de la v o -
eternamente. En esta Iglesia está, como el alma luntad, despertador de la memoria, áncora de
en el cuerpo, dándole vida y á todos sus m i e m - nuestras esperanzas, freno de nuestros temores,
bros: porque así como el alma es causa que el sal del gusto espiritual, medicina de nuestras
ojo vea, el oído oiga, las narices huelan, la lengua pasiones, gobierno de nuestra navegación, puerto
guste, las manos toquen y obren, los pies anden, y cumplimiento de nuestros buenos deseos. Este
y cada miembro del cuerpo haga su oficio; así es el que nos pone acíbar en los pechos del m u n -
este Espíritu divino, como alma espiritual de toda do, el que trueca y sana nuestro gusto estragado,
la Iglesia, rige, mueve y gobierna y ejercita v a - y nos hace amar lo que antes aborrecíamos, y
rios oficios, como por varios y diferentes m i e m - aborrecer lo que antes amábamos. El endereza
bros, pero necesarios y muy convenientes para la nuestras intenciones, refrena nuestros sentidos,
conservación y armonía del cuerpo místico de mortifica nuestros apetitos, y compone y ajusta
Jesucristo. Demás de esto, cada día viene á n u e s - nuestras potencias. El Espíritu Santo, como dice
tras almas y las santifica y mora en ellas: porque san Juan Crisóstomo, es reformación de n u e s -
si bien miramos, dos venidas hizo hoy el Espíritu tra imagen, perfección de nuestra mente, y repa-
Santo, una visible y otra invisible: la visible fué ración de nuestra alma. El Espíritu Santo es autor
con el viento vehemente, con las lenguas de fue- de nuestra fe, sol espiritual de nuestros ojos,
go, con aquellos prodigios y milagros, que habe- lumbre de nuestro hombre interior, lucero de la
rnos referido, los cuales no fueron tan necesarios mañana, que amanece en nuestros corazones,
56 LA LEYENDA DE ORO
El Espíritu Santo es la riqueza de los hijos de piros y gemidos le llaman con una profunda h u -
Dios, y tesoro infinito de bienes divinos, prenda de mildad y conocimiento, por una parte de nuestra
la bienaventuranza y primicias de la vida eterna. flaqueza y miseria, y por otra, con gran confianza,
Con el Espíritu Santo son alumbrados los profe- fundada en la bondad del mismo Señor, y en
tas, los idiotas levantados á altísima sabiduría, aquel amor infinito con que más desea comunicár-
ungidos los reyes, ordenados los sacerdotes, gra- senos, que nosotros mismos que se nos comunique.
duados los doctores, las iglesias santificadas, los Con aquella unión, que tenían los apóstoles entre
altares consagrados, las aguas purificadas, lan- sí, y aquella caridad y celo de la gloria de Dios,
zados los demonios y curadas todas las enferme- que los disponía, para que como leña seca reci-
dades. Esta es sentencia del elocuentísimo Crisós- biesen al Espíritu Santo en forma de fuego, y s e -
tomo. A este santísimo Espíritu hoy la Iglesia en cando nuestros afectos de todas las humedades de
la misa, invocándole, llama padre de los pobres, nuestros deleites, gustos y apetitos desordenados.
repartidor de los dones, lumbre de los corazones, Acabemos, pues, este discurso con invocar con
consolador suavísimo, y dulcísimo huésped, refri- entrañable afecto la gracia del Espíritu Santo,
gerio del alma, descanso en el trabajo, aire tem- y suplicarle humildísimamente que descienda y
plado y fresco en el estío, y consuelo en el llanto. more en nosotros, y nos consagre en templo suyo,
Sin este divino Espíritu el hombre está desnudo, para que gocemos de la solemnidad y alegría de
desarmado y entregado en manos de sus enemi- tan grande fiesta y beneficio incomparable, que
gos; está ciego y no ve sobre sí á Dios airado, deba- con su venida sobre los apóstoles todo el mundo
jo de sí al infierno abierto para tragarle, á la dies- hoy recibió. Y para que acertemos á invocarle,
tra la prosperidad engañosa, á la siniestra la usemos de las palabras con que el sapientísimo
adversidad congojosa, delante de sí al demonio doctor de la Iglesia san Agustín le invoca, dicien-
que le tira, detrás de sí la muerte que le va á los do: «Venid ya, venid, benignísimo consolador de la
alcances; fuera de sí al mundo que le trastorna; ánima afligida, y defensor y ayudador cierto y
dentro de sí la carne que le ablanda. Todo esto no oportuno en la tribulación. Venid, santificador de
ve, porque le falta la luz del Espíritu Santo, sin los pecadores, médico de los enfermos, fortaleza
la cual no hay sino tinieblas, noche y obscuridad. de los flacos, esfuerzo de los caídos, maestro de
Y al contrario, teniendo el hombre esta luz, este los humildes, espanto de los soberbios, padre
arrimo y amparo, está tan proveído, tan abastado, piadoso de los huérfanos, juez justo de las viudas,
tan fuerte y poderoso, que las puertas del infierno remedio de los pobres, alivio de los cansados.
no pueden contra él. Y siendo así, en ninguna Venid, norte de los que navegan, y puerto seguro
cosa nos debemos desvelar más que en invocar al de los que han dado al través. Venid, Señor, venid
Espíritu Santo, y suplicarle, de lo más íntimo de á mi ánima, porque vos sois única esperanza de
nuestras almas, que venga á ellas y more en ellas, todos los que viven, y verdadera vida de todos los
y las enriquezca y adorne con sus divinos dones. que mueren. Venid, santísimo Espíritu, venid y
Mas para que él venga, nos debemos disponer apiadaos de mí, conformad mi espíritu con vuestro
como se dispusieron los apóstoles para recibirle Espíritu, y mi pequenez con vuestra grandeza;
en este día, con una continua y abrasada oración, sustentad mi flaqueza con vuestro brazo poderoso,
con unos deseos encendidos de su presencia y para que yo os sirva y os agrade, por Jesucristo
amor; porque el Espíritu Santo de muy buena mi Salvador, el cual vive y reina en vuestra uni-
gana viene á los que mucho le desean, y con s u s - dad con el Padre, en los siglos de los siglos.» Amén.

LA FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Entre las muchas y maravillosas excelencias sus fuerzas no puede alcanzarlos, así por la altísi-
de la religión cristiana, una es y muy grande s u - ma majestad de Dios, como por la bajeza y poca
jetar el entendimiento del hombre con la lumbre capacidad de la criatura, entre la cual y el Criador
de la fe, para que crea lo que no ve, ni con senti- hay infinita distancia. Por esto dijo David, que Dios
do corporal, ni razón humana puede comprender. había cercado de tinieblas el tabernáculo donde
Son tan altos los misterios de nunstra santa reli- moraba; y aquellos dos serafines, que v i o Isaías
gión, y tan soberanas y divinas las cosas que estar al lado de Dios, predicando sus alabanzas,
creemos, que se pierden de vista, y sobrepujan á cubrían el rostro y los pies de Dios, para dar á
la razón de todo entendimiento criado, que con entender que no podían comprender aquella i n -
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 57
mensidad, que ni tiene principio ni fin. Por esto aun de los mismos ángeles.» Y así, dicen, aconte-
mismo dijo san Agustín, hablando con el Señor: ció al mismo padre san Agustín, escribiendo los
«Vos solo en las santísimas y divinas Letras sois libros de la santísima Trinidad, que un día, para
llamado Dios todopoderoso, s.obre todo loor y s o - meditar lo que había de escribir, se fué muy p e n -
bre toda gloria sobreensalzado, y altísimo sobre sativo á la ribera del mar, donde halló un niño
toda excelencia inteligible, intelectual y sensible, que, habiendo hecho un pequeño hoyo, andaba
sobre todo lo que hay en el cielo y en la tierra; y muy ocupado en henchirlo de agua del mar; y
esto, de una manera incomprensible é inenarra- como el santo reparase en aquella ocupación tan
ble: porque con vuestra divinidad oculta, y sobre- inútil de aquel niño, preguntóle qué pretendía
esencial, y sobre toda razón, entendimiento y hacer. Y como el niño respondiese que agotar el
esencia, habitáis en Vos mismo, como una luz mar y traspasar toda su agua en aquel hoyo, s o n -
inaccesible, y una lumbre incomprensible, á la riéndose el santo, le dijo: «Pues ¿no ves que eso
cual ninguna lumbre puede llegar; porque ni se no se puede hacer, por ser inmensas las aguas
puede contemplar esta luz, ni ver, ni entender, MÍ del mar, y ese hoyo tan pequeño?» El niño dijo:
comprender, ni llegarse á ella, ni mudarse, ni c o - «Más fácil cosa es hacer lo que yo pretendo, que
municarse, sino que sobrepuja la más aguda comprender con tu entendimiento lo que vas p e n -
vista, no solamente de los hombres, sino también sando.» Con esto desapareció; y el santo entendió
de los ángeles.» Estas son palabras de san A g u s - cuan corto es el entendimiento del hombre, y
tín. Y no es maravilla que el hombre, que no se frágil para navegar por un mar tan profundo, y
entiende á sí mismo, ni en la esencia de su ánima, que sin el norte de la fe no puede dejar de n a u -
ni cómo informa, y da vida y hermosura á su fragar y dar al través cualquiera que le qui-
cuerpo, ni aun las otras cosas más rateras y viles siere pasar.
que tiene entre las manos, ni puede dar razón de Bien se puede probar por razones naturales que
cómo el gusano de sus babas cría la seda, y la hay Dios, y que este Dios es uno solo, y que no
abeja fabrica los panales de miel, ni de la provi- puede haber muchos dioses: y algunos filósofos,
dencia de la hormiga, ni de la compostura admira- con la sola lumbre de la razón natural, lo han
ble de un mosquito, ni de otras infinitas cosas que conocido y probado. Mas que Dios sea uno en la
vemos en las criaturas; no pueda comprender esencia, y trino en las personas, y que haya Padre,
aquel ser infinito, inmenso é incomprensible, y ó Hijo, y Espíritu Santo en una naturaleza y subs-
tan distante de nuestra naturaleza y de todo lo tancia, y que estas tres personas sean un solo
criado. Es cosa muy conforme á toda razón, que Dios, de la manera que nuestra fe lo enseña, es
sintamos altísimamente del que es Altísimo, y le secreto á todos los sabios escondido, que con su
atribuyamos el más alto y mejor ser de cuantos luz inaccesible é infinito resplandor ciega á los
nuestro entendimiento puede alcanzar. Y cuando que miran en él, como el sol á los que de hito en
hubiéremos alcanzado de Dios cosas muy altas, hito miran su rueda, porque con sola la revela-
creamos que hay otras infinitas, que no podemos ción de Dios se puede entender el misterio de la
entender; porque Dios no fuera Dios ni lo pudiera santísima Trinidad. Por esto dijo Jesucristo nues-
ser, si con nuestro flaco entendimiento le pudié- tro redentor: que ninguno conocía al Hijo sino el
ramos abarcar y comprender. Y así, el no enten- Padre, ni al Padre sino el Hijo, y á quien el Hijo
der nosotros la profundidad de los misterios de lo quisiese revelar. Y san Juan Evangelista dijo:
nuestra santa fe, es señal que son cosas de Dios; que ninguno había visto á Dios, más que el Hijo
pues por ser él infinito, necesariamente ha de unigénito, que está en el seno del Padre, nos lo
ser incomprensible. Pero puesto caso que m u - había revelado.
chos de los misterios que creemos y confesa- Este misterio tan alto y tan profundo celebra
mos sean altísimos y sobre toda razón humana, la santa Iglesia el día de la festividad de la s a n -
entre todos el misterio de la santísima Trinidad tísima Trinidad, que por institución del papa
es más inefable. Es un mar océano inmenso, un Juan XXII cerca de los años del Señor de mil
piélago innavegable, un abismo sin suelo, donde trescientos y veinte se celebra por todo el mundo
el entendimiento del hombre se sume y anega, y en el día octavo de la pascua de Pentecostés, y es
no hay lengua que le pueda explicar. Por esto fiesta de grandísima veneración, sobre todas las
dijo san Agustín: «Vos sola, oh santa Trinidad, otras que celebra la Iglesia: porque aunque to-
os conocéis que sois Trinidad santa, admirable, das las fiestas del año son en honra de Dios, y
totalmente inefable, invisible, incomprensible, van á parar á él, como á primer principio y
ininteligible y sobre esencial, y excedéis todo último fin de todas las cosas, porque, ó son fiestas
sentido, y razón, y entendimiento, ó inteligen- de santos, que se celebran porque fueron siervos
cia, y esencia de los espíritus celestiales; la cual de Dios y fieles criados suyos, ó son fiestas de a l -
no es posible conocerse, ni pensarse, ni decirse, guna persona divina, en cuanto hizo alguna cosa
TOMO i 8
58 LA LEYENDA DE ORO
para nuestro bien (como la Natividad, Circunci- demos una cosa, si no es por los sentidos, convie-
sión, Manifestación, Resurrección y Ascensión de ne que el cristiano levante su corazón de todas las
Cristo, y la venida del Espíritu Santo), y éstas más cosas corporales y caducas, y le traspase á las
inmediatamente se enderezan á honrar á Dios; eternas y divinas, donde no hay ni puede haber
pero las unas y las otras topan en algo, que no es generación corporal: antes ha de entender, que en
Dios: las primeras en los santos, que fueron hom- aquella generación eterna no hay lo que acaece
bres; y las segundas, en algún efecto ó beneficio en las generaciones temporales, que tienen fin y
nuestro, que en ellas se solemniza. Mas la fiesta se acaban; porque aquella generación eterna, con
de la santísima Trinidad sola pasa de vuelo á la cual el Padre engendró á su Hijo, no pasó ni se
todos los efectos criados, y subiendo sobre toda acabó, sino que ahora le engendra y para siempre
criatura pone los ojos de la fe inmediatamente en le engendrará. Ni piense que porque acá en el
el mismo Dios, y esto por una manera admirable, mundo el padre es primero que el hijo, así lo es
no considerándole, ó rastreándole por solos los en este inefable misterio, porque siempre que fué
efectos naturales, en cuanto Criador, ni solamente el Padre fué el Hijo, ni en él hay primero ni p o s -
por los efectos sobrenaturales, en cuanto es dador trero, como afirma san Atanasio en el símbolo, ni
de la gracia y obrador de cosas maravillosas; ni el Padre es más viejo que el Hijo, ni el Hijo es
mirando solamente sus atributos, como su infini- más mozo que el Padre, sino que todas las tres
dad, su omnipotencia, su sabiduría, su bondad, su personas son en todo iguales y consubstanciales y
hermosura, sino reverenciándole en sí mismo, y coeternas: Trinidad en Unidad, y Unidad en Tri-
sujetándole nuestros entendimientos, por ser un nidad, como dice san Agustín.
Dios en la esencia, y trino en las personas, lo Esta es la suma de lo que de este misterio nos
cual, como dijimos, sin lumbre de fe no se puede enseña nuestra santa fe; ésta es la luz que nos
comprender ni alcanzar. trajo del cielo el verdadero maestro y sol de justi-
Lo que nuestra fe nos enseña de este sagrado cia, Cristo nuestro Señor, la cual, aunque en las
é inefable misterio, es lo que acabamos de decir, sagradas letras del viejo Testamento el Señor h a -
que de tal manera Dios es uno, que también es bía manifestado con algunas palabras, y sombras
trino; uno en su naturaleza y esencia, y trino en y figuras, y unas como vislumbres, había tanta
las personas, que son Padre, Hijo y Espíritu San- oscuridad en verlas y entenderlas, que solos a l -
to; las cuales, aunque cada una es Dios, no son gunos santos, y sabios, y profetas, y amigos de
tres dioses, sino un solo Dios vivo y verdadero. Dios, entendían lo que aquellas palabras y figuras
Enseña más: que la primera persona, que es el misteriosas significaban: porque, como aquel pue-
Padre, contemplándose y entendiéndose á sí per- blo de los hebreos era rudo, ó inclinado á la idola-
fectísimamente, ab ceterno produjo y engendró tría, no fué conveniente que él les propusiese el
una noticia suya y concepto, no accidental, sino misterio de la santísima Trinidad claramente, y de
substancial, que llamamos unigénito Hijo de Dios, manera, que por su flaqueza y por vivir entre idó-
y Verbo eterno, resplandor de su gloria y figura latras, tomasen ocasión de creer que las tres per-
de su substancia, tan perfecta y acabada como el sonas de la Trinidad eran tres dioses distintos, y
que la engendró, la cual es Dios, así como el Pa- como á tales los adorasen é idolatrasen. Por esto
dre que la engendró es Dios. Y que estas dos di- siempre Dios por sus profetas les predicaba que
vinas personas, Padre é Hijo, mirándose y c o m - Dios era uno y solo, criador y gobernador de t o -
placiéndose el uno en el otro, con inenarrable das las cosas criadas, á quien debían adorar, s e r -
contento y gozo, se aman infinitamente; de donde vir y obedecer; reservando, como dije, para a l -
resulta un amor recíproco que también es s u b s - gunos sabios y más santos y alumbrados con m a -
tancia y no accidente, y procede del Padre y del yor luz del cielo, el entender la Trinidad de las
Hijo, como de un principio, al cual llamamos Es- personas, con Unidad de la esencia. De los cuales,
píritu Santo, y es la tercera persona en la santísi- y de las mismas Escrituras sagradas, que algunos
ma Trinidad. Todas estas tres personas son igua- gentiles leyeron, después se derramó en Egipto,
les en todo; porque la perfección, que dice en el Persia y Caldea, aunque confusamente, algún
Padre el ser Padre, dice en el Hijo el ser Hijo, y rastro y noticia de este inexplicable misterio. Y
en el Espíritu Santo el ser Espíritu Santo, y pro- de esta fuente y origen, ó de alguna particular re-
ducido de los dos. El Padre es principio del Hijo velación, es de creer que manó todo lo que se ha-
y no nace de otra persona; el Hijo es engendrado lla escrito en los libros de los antiguos filósofos,
de sólo el Padre, y con el mismo Padre es princi- que parece que dice y frisa con lo que la Iglesia
pio del Espíritu Santo. católica enseña de este misterio: como lo que v e -
Pero, porque explicando este divino misterio, mos de Mercurio Trismegistro, y de Platón, y lo
nombramos Padre, ó Hijo, y generación, y los que escribe san Agustín haber leído en los libros
hombres somos muy materiales, y apenas enten- de los filósofos platónicos, aunque no con las mis-
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 59
mas palabras, casi con las mismas sentencias, el significa al Padre; y diciendo por él mismo, al
principio del Evangelio de san Juan; en el cual se Hijo; y en él mismo, al Espíritu Santo: y añadien-
dice, que en el principio era el Verbo, y que este do: á él sea la honra y la gloria, claramente da á
Verbo estaba cabe Dios, y que era Dios. Y también entender que estas tres personas son un Dios solo,
está muy puesto en razón, que todo lo que las s i - por tener la misma substancia. Y en algunos otros
bilas tanto antes de la venida del Salvador pro- lugares del nuevo Testamento se hace particular
nunciaron, ó significaron de este misterio, haya mención de la divinidad de Cristo, como en la pri-
sido con particular lumbre del cielo, para que los mera epístola de san Juan: Para que conozcamos,
gentiles, que leían los libros de las sibilas, y los dice, al verdadero Dios, y seamos incorporados y
tenían por oráculos, estuviesen más dispuestos unidos con Jesucristo, su verdadero Hijo, el cual
para recibir el Evangelio, y para más fácilmente es verdadero Dios, y vida eterna. Y san Pablo:
después creer lo que los santos apóstoles les pre- Aparecido ha, dice, la benignidad y humanidad
dicaban del misterio de la santísima Trinidad. del Salvador nuestro Dios. Y en otro lugar: El
Pero la explicación clara, entera y perfecta, fué que teniendo la forma de Dios, no tuvo por género
convenientísimo que el mismo Verbo eterno por sí de hurto, ni de rapiña, mostrarse y tenerse por tal.
mismo nos la diese; porque habiéndose hecho Y escribiendo á los hebreos y magnificando la
hombre, y siendo necesario para nuestra salud grandeza de Cristo sobre todos los ángeles, dijo:
que lo conociésemos por hombre, y juntamente Porque ¿á quién de los ángeles dijo jamás Dios:
por Dios verdadero, no le podíamos conocer, sino Tú eres mi hijo, yo te he engendrado? Y mucho
sabiendo primero que era unigénito Hijo de Dios, más claramente el mismo Salvador dijo, que era
y la segunda persona de la santísima Trinidad, una misma cosa con el Padre. Y por esto dice el
que para nuestro remedio se había vestido de este discípulo amado, que los judíos querían matar á
saco de nuestra carne. Y así él en muchas partes Cristo, no tanto porque no guardaba el sábado,
del sagrado Evangelio hace mención de las tres cuanto porque decía que Dios era su Padre,
personas divinas, como cuando dijo: Cuando vi- y se hacía igual á Dios. Pues de la divinidad
niere el Espíritu Consolador, que enviará mi Pa- del Espíritu Santo, evidente es el testimonio
dre en mi nombre. Y en otro lugar: Cuando viniere de san Pedro, cuando reprendiendo á Ananías,
el Espíritu Paracleto, que yo os enviaré de mi por haberse quedado con parte del precio de
Padre. Porque una persona es el Padre, de quien la heredad que había vendido, le dijo: ¿Cómo
se envía, y otra el Hijo que le envía, y otra el E s - Satanás ha engañado tu corazón para que min-
píritu Santo que es enviado. Y san Pablo, confor- tieses al Espíritu Santo? Y añade: No has men-
mándose con esta sentencia, dijo: Dios ha enviado tido á los hombres, sino á Dios. Como si dijera:
al Espíritu de su Hijo en nuestros corazones. Y á Quien se toma con el Espíritu Santo, con Dios se
los romanos: Si el Espíritu de aquel Señor que re- toma. Y en la primera epístola, que el apóstol e s -
sucitó á Jesús, habita en vosotros. Pero más clara cribió á los corintios, claramente lo testifica, e n -
y distintamente lo dijo el Señor, cuando enviando señando que todos los dones nos vienen del m i s -
á los apóstoles á predicar el Evangelio por todo el mo Espíritu y del mismo Señor y del mismo Dios.
mundo, les mandó que bautizasen á todas las gen- Supuesta, pues, esta verdad, expresada en el
tes En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Es- nuevo Testamento, y alumbrado nuestro corazón
píritu Santo; especificando y nombrando por sus con la lumbre de la fe que nos la enseña, y confir-
nombres las tres personas divinas del Padre, del mado con saber que los sagrados apóstoles la pre-
Hijo, y del Espíritu Santo, y la unidad de la e s e n - dicaron, ó innumerables mártires murieron por
cia, que esto quiere decir que los bauticen en el ella, y que los santísimos y sapientísimos doctores
nombre, y no en los nombres del Padre, y del la explicaron, y la defendieron de los herejes que
Hijo, y del Espíritu Santo: porque, aunque sean la pretendieron impugnar, y que nuestra madre y
tres personas, no tienen sino un nombre, que quie- maestra, la santa Iglesia católica, apostólica y ro-
re decir, una virtud, una substancia y naturaleza, mana, cría á sus hijos con esta leche y doctrina;
una divinidad y una majestad. Y san Juan Evan- los que de veras lo son, cautivan su entendimien-
gelista, en la primera de sus epístolas, dice: Tres to á la fe, y sin argumentos y sutilezas de razo-
son los que dan testimonio del cielo: Padre, Verbo nes, con una sencillez y profunda humildad, creen
y Espíritu Santo; y estos tres son una misma cosa. lo que ella manda y enseña. Después, teniendo ya
Y san Pablo, escribiendo á los romanos: Porque asentada esta verdad en sus corazones, buscan
todas las cosas, dice, proceden de él mismo, y por razones, conveniencias y semejanzas, para expli-
él mismo son, y en él mismo se conservan, y á élsea car este inexplicable misterio, y casar la fe con la
la honra y gloria en todos los siglos de los siglos. razón; no porque ella sola baste, porque no basta,
Donde, como explica san Agustín, diciendo el como dijimos, sino porque alumbrada la razón, y
apóstol que todas las cosas proceden de él mismo, certificada con la mayor luz de la fe, halla lo que
60 LA LEYENDA DE ORO
sin ella no hallaría. Y así los santos y sabios doc- espiran perpetuamente en el Espíritu Santo, que es
tores las han hallado en este misterio; porque si amor de gracia eterno, inmenso, infinito, y c o n -
el engendrar en las criaturas es perfección, y substancial al Padre y al Hijo, de los cuales emana
mengua el ser estéril, ¿para qué habernos de como de un principio.
hacer á Dios estéril, y no darle en un grado infi- Pero dejemos ya las razones, que todas son
nitamente más perfecto la perfección que tienen cortas, y no llegan á declarar de mil partes este
sus criaturas? Y así dijo el mismo Señor: ¿Por inefable misterio; el cual también, como en un
ventura yo, que doy facultad á los otros para en- rasguño, aunque muy imperfectamente, ha Dios
gendrar, me quedaré estéril? De esta manera en- como impreso en sus criaturas, especialmente en
grandecemos la bondad de Dios, y excluimos la el hombre, que tiene tres potencias en una misma
esterilidad y soledad. Porque á no haber más que alma, memoria, entendimiento y voluntad, por las
ángeles y hombres, con las otras criaturas infe- cuales se dice que fué formado á imagen y s e m e -
riores, tan sólo se quedara Dios, como Adán con janza de Dios: y en el sol, en el cual, como dice
todas las bestias si no se criara á Eva, que era de san Agustín, hay el Cuerpo del Sol, y el rayo que
su misma naturaleza; pues aun hay mayor distan- procede del mismo Sol, y el calor que nace del Sol
cia de los ángeles y hombres á Dios, que de las y del rayo; y en el árbol hay la raíz, que produce
bestias á Adán. Y si el bien es comunicativo, y el ramo, y el ramo y la raíz que producen el fruto.
cuanto es mayor el bien es mayor su comunica- Y en la creación y generación del hombre se ve
ción, siendo Dios infinitamente bueno, infinita- lo mismo, pues hallamos que Adán, Eva y Abel,
mente se ha de comunicar. Y esta comunicación siendo hombres de la misma naturaleza, no tu-
no puede ser dándonos Dios las criaturas del cielo vieron esa naturaleza de la misma manera, por-
y de la tierra, que nos ha dado, porque todas de? que Adán no tuvo principio de otro hombre, y
lante de él son como si no fuesen, y se reputan Eva le tuvo de sólo Adán, siendo formada de su
como nada, y de suyo son finitas (aunque el modo costilla; y Abel de Adán y Eva por vía de g e n e r a -
de producirlas de parte de Dios es infinito), sino ción: así las divinas personas tienen un mismo
que se ha de comunicar á sí mismo, dando su ser, el Padre de sí mismo, el Hijo del Padre por
misma naturaleza y ser, que ésta es perfectísima vía de entendimiento, y el Espíritu Santo del
comunicación. Padre y del Hijo por vía de amor. Si tres h o m -
Y si Dios de esta manera no se comunicó, ó fué bres fueran inmortales, no vivieran más todos
porque no quiso, ó porque no pudo; si no quiso, fué, tres que uno de ellos; y si igualmente fueran s a -
como dice san Ambrosio y san Agustín, envidioso bios, no supieran más todos tres que uno solo; así
y avaro; y si no pudo, fué flaco, pues no pudo todo las personas divinas, aunque sean distintas, en
lo que quiso. Demás de esto, si Dios, por su bondad todo son iguales, por ser ellas la misma sabidu-
infinita, merece ser amado con caridad infinita, y ría, y la misma eternidad, demás los atributos y
ésta no la hay sino en Dios, necesaria cosa es que perfecciones divinas, que son infinitas.
haya personas en Dios que se amen infinitamente, Pero si queremos considerar y desenvolver más
porque sola la bondad de Dios no carezca del amor por menudo lo que Dios ha encerrado en sus cria-
infinito que le es debido. Y así como la caridad en turas, hallaremos en todas ellas una como huella
Dios, por ser infinita, no puede ser mayor, así no del misterio de la santísima Trinidad. Todas
puede ser más perfecta; y lo más perfecto del amor parece que están selladas con este sello, marca-
es, cuando llega á aquel grado de perfección, que das con esta marca; en todas resplandece una
quiere que el amado sea tan amado como él; por- señal y rastro de las tres personas divinas, pues
que indicio es de gran flaqueza no consentir con- en ellas se halla el numero ternario, y todas fue-
sorte en el amor, ni querer que otro sea tan ama- ron criadas en peso, número y medida. Porque
do como el amante: luego razón es que el Padre y primeramente toda esta máquina y universidad
el Hijo tengan otra persona que juntamente sea de las criaturas es una, mas está repartida en
amada con ellos, y ésta es la persona del Espíritu tres partes, en las criaturas puramente espiritua-
Santo, que es eterno, consubstancial del Padre y les, como son los ángeles, y en las corporales,
del Hijo, y procede de los dos, como de un prin- como son las demás fuera del hombre, y en el
cipio; porque así como el Padre está siempre mismo hombre, que está compuesto de cuerpo y
contemplando su infinita esencia y hermosura espíritu, comunica con los ángeles con el espíri-
(porque, como aun Aristóteles dijo: «Ninguna tu, y con las bestias con los sentidos del cuer-
cosa hay proporcionada y adecuada al entendi- po. Pues los ángeles una misma cosa son cuanto
miento divino, sino la gloria de su divinidad y á la naturaleza, y todos convienen en ser una
esencia»), y con esta vista siempre está produ- substancia espiritual, apartada de toda materia;
ciendo el Verbo eterno, así amándose, y agradán- pero están repartidos en tres jerarquías, y cada
dose el Padre en el Hijo, y el Hijo en el Padre, jerarquía en tres coros, como enseñan los santos
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 61
doctores. Antes en cada ángel resplandece la Tri- dado de la Virgen, le dio la fórmula de la fe que
nidad, porque, como dice san Dionisio Areopagi- había de tener y predicar, y en ella expresamente
ta, en cada ángel hay la esencia, y la virtud ó se contenía el misterio de la Trinidad, como escri-
potencia, y la operación; y estas tres cosas son un be en su vida Gregorio Niseno, hermano de san
ángel. Las criaturas corporales también nos r e - Basilio.
presentan la Trinidad, porque se dividen en cie- San Atanasio escribe en la vida de san Antonio
los, elementos y cosas compuestas de los elemen- Abad, que poco antes que se levantase la herejía
tos. Los cielos son incorruptibles, y en esto c o n - de Arrio, que negaba ser Dios el Hijo de Dios,
. vienen todos, y son uno; pero son diferentes en el reveló el Señor á san Antonio la ruina y destruc-
movimiento, que es en tres maneras; porque el ción que aquella herejía había de hacer en la
cielo empíreo ni es movido ni mueve; el primer Iglesia. Por lo cual, san Antonio aborrecía de tal
moble es movido y mueve; los otros son movidos manera á los arríanos, que no les permitía subir
y no mueven. ¿Qué diré de los cuatro elementos, al monte donde él moraba, ni parecer delante
que convienen todos en la materia corruptible? de sí.
Pero el supremo, que es el fuego, es resplande- Beda y Adón, en sus martirologios, dicen que
ciente; el ínfimo, que es la tierra, oscuro; el agua apareció Cristo en la cárcel á san Pedro mártir,
y el aire, que están en medio, ni claros ni o s c u - obispo de Alejandría, con una vestidura rasgada
ros, sino diáfanos y transparentes. En el fuego hay de alto á bajo; y preguntando el santo al Señor
la esencia, la luz y el calor: en el aire tres, que qué quería decir aquella vestidura así rasgada,
llaman regiones, suprema, media é ínfima. En el le respondió que era su Iglesia, la cual había
agua hay fuente, arroyo y estanque; en la tierra rasgado y hecho pedazos Arrio, que después fué
las tres partes principales del mundo. Pues vinien- inventor de la herejía de su nombre contra la di-
do á las cosas compuestas de los elementos, como vinidad de Cristo. El cual Arrio, con otro no m e -
dice san Hilario, cada cosa en sí es una, y tiene nos maravilloso milagro, queriendo por fuerza
su cierta forma, especie, y el fin al cual se ende- entrar en la Iglesia de Constantinopla, donde para
reza. Del hombre, que es el tercer miembro de la defenderla san Alejandro arzobispo estaba puesto
primera división, ya dijimos que no solamente en oración, con cierta necesidad que tuvo, echó
nos representa la Trinidad con el rastro, señal y las entrañas repentinamente, vengando Dios aque-
huella, como las criaturas corporales, sino como lla injuria contra la Trinidad, como lo escriben
imagen y semejanza, por la memoria, entendi- Rufino, lib. x de su historia, cap. 13, y san Ata-
miento y voluntad, de que su ánima está adorna- nasio en la primera oración contra los arrianos, y
da. Y lo que habernos dicho de las criaturas, p o - en una epístola á Serapion.
dríamos probar en las artes y ciencias, que todas Habiendo sido desterrado san Hilario de su igle-
se perfeccionan con la naturaleza, arte y uso. sia, porque confesaba el misterio de la Trinidad,
Pero dejemos ya menudencias, y las demás que libró por virtud de la misma Trinidad una isla de
se podrían traer aquí de varios autores, si para innumerables serpientes venenosas que la infes-
explicar el misterio de la santísima Trinidad fue- taban, con su sola presencia é imperio; y resucitó
sen necesarias ó convenientes; pero no lo son, y un muerto, como lo escribe Fortunato en su vida.
no hay imagen accidental que en todo parezca á En tiempo de san Basilio hubo entre los católicos
su dechado, ni sombra que perfectamente repre- y herejes arrianos una riña y contienda muy por-
sente el cuerpo, cuya sombra es, ni rastro de cria- fiada sobre una iglesia, que cada una de las partes
tura alguna, por el cual subamos á conocer y com- quería para sí. San Basilio ofreció por partido á
prender este misterio. Y no hay otro camino para los herejes, que negaban la Trinidad, que cerra-
entenderlo, sino creerle, y sujetarnos á la lumbre sen con cerrojos y cerraduras fuertemente la igle-
de la fe, como dijimos, y humillarnos, conociendo sia, y que ellos primero hiciesen oración; y que si
nuestra bajeza ó incapacidad, y la alteza y majes- la iglesia de suyo, sin otra violencia, ni fuerza, se
tad de Dios; el cual, para nuestro consuelo, y con- abriese, fuese suya; y si no, fuese de los católicos,
firmar más esta verdad, y confundir á los herejes, si ellos con sola su palabra y oraciones la abrie-
en varios tiempos y en varios lugares ha obrado sen. Hízose así; y las puertas de la iglesia estu-
grandísimos milagros, que traen los santos, y de vieron cerradas á las voces de los herejes, y se
ellos referiré yo aquí algunos para consolación de abrieron de par en par en oyendo las de los cató-
los fieles. licos, que en nombre de la santísima Trinidad se
A san Gregorio, obispo Neocesariense, que por lo mandaban, como si no fueran voces de h o m -
los grandes y estupendos milagros que hizo es bres, sino truenos del cielo. Así lo escribe Anfilo-
llamado Gregorio Taumaturgo, estando en ora- quio en la vida de san Basilio.
ción se le apareció la Virgen nuestra Señora, y Persiguiendo Justina emperatriz, madre del
con ella san Juan Evangelista, el cual, por m a n - emperador Valentiniano el Mozo, como hereje
62 LA LEYENDA DE ORO
a m a n a que era, á san Ambrosio y á los otros c a - día, pasando el obispo por la plaza, cuando h u -
tólicos de la Iglesia de Milán, para confusión y biese más concurso de gente, se fingiese ciego y
enfrenamiento de la mala emperatriz, en aquel á grandes voces le suplicase, que para mani-
mismo tiempo reveló Dios á san Ambrosio los festar su gran santidad y la verdad de la fe que
cuerpos de san Gervasio y Protasio, mártires, los les enseñaba, le restituyese la vista, como había
cuales hicieron grandes milagros en confirmación hecho á otros muchos ciegos, y le hiciese á él
de la fe, que enseñaba san Ambrosio, como él particionero de la salud que había dado á tantos
mismo lo escribe en un sermón que hace de la in- otros enfermos. Hízolo así; y el que antes veía
vención de los cuerpos de estos santos; y San quedó del todo ciego luego que el obispo puso
Agustín, que á la sazón estaba en Milán, en el sobre sus ojos las manos, y á grandes gritos d e s -
lib. ix de sus Confesiones, cap. 7. cubrió la maldad del obispo. Y alumbrado de Dios
Pues ¿qué diré de lo que sucedió en la persecu- en el alma, se convirtió á la fe católica, y por ella
ción vandálica? En la cual, siendo los santos m á r - recibió después también la del cuerpo.
tires atormentados por la confesión de la santísi- El mismo san Gregorio escribe, que á otro obis-
ma Trinidad, tan crudamente, que todas las entra- po, asimismo hereje arriano, sucedió lo mismo en
ñas y huesos de sus cuerpos se descubrían, luego España, en presencia del rey Leovigildo, el cual,
al día siguiente se hallaban tan sanos y robustos por aquel milagro y por el arrepentimiento que
como si nunca tal hubieran padecido; y habiendo tuvo de haber mandado matar á su hijo el príncipe
cortado de raíz las lenguas á algunos de ellos, ha- Hermenegildo, comenzó á aflojar en la persecu-
blaban tan sueltamente sin lengua, como si la t u - ción contra los católicos. Estando otro obispo arria-
vieran sana y muy entera. no, llamado Olimpo, en un baño, y blasfemando de
Víctor Uticense, que escribió aquella persecu- la santísima Trinidad, vinieron tres rayos del cielo
ción, es autor de ello, en el primero y tercer libro. visiblemente, y le quemaron é hicieron ceniza.
Y san Gregorio Magno hace mención del milagro Y á otro obispo, por nombre Barvas, que bauti-
de las lenguas, y dice que él habló con un obispo zando á uno de su secta usó de otra forma y pa-
viejo, el cual había oído hablar á uno de aquellos labras de las que usa la santa Iglesia católica,
mártires sin lengua, como si la tuviera. luego desapareció el agua que había traído para
El mismo san Gregorio papa cuenta tres mila- echar sobre la cabeza del que quería recibir el
gros que sucedieron en su mismo tiempo; el pri- bautismo, el cual por este milagro se convirtió á
mero en la ciudad de Espoleto, donde queriendo nuestra santa fe. Todos estos milagros y otros
los herejes arríanos tomar por fuerza una iglesia muchos escriben los autores que habernos citado,
á los católicos, ellos para defenderla la cerraron, que son gravísimos y antiquísimos, dignos de
y mataron todas las lámparas. Vino el obispo todo crédito y veneración. Obrólos el Señor para
hereje, acompañado de su gente armada, para confirmación y establecimiento de nuestra fe y
romper las puertas, las cuales de suyo se abrie- del misterio de la santísima Trinidad; pero todos
ron, y las lámparas con la luz del cíelo se e n c e n - ellos y todos los demás, que el Señor ha obrado,
dieron, y el obispo quedó ciego, y todos los que le no son parte para rendir el corazón humano, si
acompañaban temblando de espanto y confusión. primero no fuere esclarecido é ilustrado con la
El segundo acaeció al mismo san Gregorio, por- lumbre de la fe, la cual, como dijimos, en esta
que consagrando en Roma, al uso católico, una navegación ha de ser nuestro norte y nuestra
iglesia de santa Águeda, que había sido antes de guía, y carta de marear, si queremos llegar al
herejes arríanos, el demonio salió de ella visible- puerto de la bienaventuranza, y ver cara á cara lo
mente, en figura de un cuerpo horrible y espan- que ahora creemos por fe. Y así dice san Bernar-
toso. El tercero es de las lumbres que se vieron do: «Preguntará alguno ¿cómo puede ser lo que
resplandecer, y los cantares de ángeles que se la fe católica confiesa de este misterio? Á este tal
oyeron sobre el cuerpo de san Hermenegildo, glo- bástale creer que es así, no porque sea evidente á
riosísimo príncipe de las Españas, cuando el im- la razón ni dudoso á la opinión, sino porque la fe
pío Leovigildo, su padre, por la confesión de la así lo enseña y persuade. Este sacramento es
santísima Trinidad, le hizo matar. grande; pero más para ser reverenciado que no
Gregorio Turonense cuenta, que en el tiempo para ser escudriñado. Como hay trinidad en u n i -
de la persecución de los vándalos, san Eugenio y dad y unidad en trinidad, escudriñar eso es teme-
otros santos obispos católicos hacían muchos y rario; creerlo, piadoso; conocerlo, vida, y vida
muy grandes milagros en confirmación de la fe eterna y bienaventurada.» Estas son palabras de
de la santísima Trinidad, que ellos predicaban, y san Bernardo. El Señor por su misericordia nos
que un obispo hereje, llamado Cirola, movido de haga particioneros de ella, para que veamos con
ambición y envidia, d i o cincuenta ducados á un claridad lo que ahora creemos y vemos por s o m -
hombre de su secta, y se concertó con él, que un bras y figuras. Amén.
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 63

LA FIESTA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Así como el santísimo Sacramento del altar es él así se nos comunicó; y por otra veo que no hay
el mayor y más alto y excelente de todos los s a - lengua, no sólo de hombres, sino de ángeles, que
cramentos, que Cristo nuestro Salvador dejó á su le pueda declarar, y la admiración de él debería
Iglesia, como instrumentos de su gracia; así para enmudecer nuestra lengua y robar nuestros s e n -
que nos sea de provecho, es necesario que todos tidos y entendimientos, para que callando y reve-
reconozcamos y agradezcamos este sumo ó incom- renciándole con un casto silencio, hablemos m e -
parable beneficio del Señor, y tratemos los divinos jor de él; pues por mucho que hablemos, no le
misterios que en él se encierran con mayor aca- podemos bastantemente explicar. Pero, pues la
tamiento, reverencia y devoción. En los otros s a - fiesta de hoy nos convida, y aun obliga á entrar
cramentos se da gracia á los que dignamente los en este golfo inmenso y sin suelo de la divina
reciben; en éste está la fuente de la misma gracia, magnificencia y bondad, supliquemos al Señor
real y verdaderamente, y así se comunica con que él nos guíe en esta navegación, y nos dé pa-
mayor copia y abundancia. Los otros son dones labras con que podamos decir algo de este sacro-
de Dios; y éste es el mismo Dios y el autor de t o - santo misterio, para gloria suya, y edificación y
dos los sacramentos y de todo nuestro bien. Los provecho de los que lo leyeren.
otros son medios para llegar á Dios; mas éste es Lo que la fe católica acerca de este misterio nos
fin de todos, porque toda la santidad, que causan enseña, es, que por virtud de las palabras que
los otros, es una disposición para llegar con más cuando consagra dice el legítimo ministro de este
pureza á recibir la Eucaristía. Y por esto el gran sacramento, que es sólo el sacerdote, y son las
Dionisio Areopagita le llama Sacramento perfecti- que dijo Cristo nuestro Señor en la última cena,
vo y consumativo, porque es perfección y cumpli- cuando le instituyó; el pan, que ha de ser de trigo
miento de los demás. Pues si cualquiera de los y no de otra materia, se convierte en el verdadero
otros sacramentos nos pide agradecimiento, amor y real cuerpo de Cristo nuestro Redentor; y el
y reverencia, ¿cuánto mayor le pedirá éste, que es vino, que asimismo ha de ser de uvas, se convierte
Sacramento de los Sacramentos, y la fuente de en su preciosísima sangre. Y porque el cuerpo de
donde todos ellos manan? Celebra la Iglesia cató- Cristo es vivo, y tiene sangre y alma, está unido
lica su festividad el primer jueves después de la con su divinidad, y la sangre no está apartada,
octava de la Pascua del Espíritu Santo, porque sino en su bendito cuerpo; todo Cristo, Dios y
aunque Cristo nuestro Señor le instituyó el jueves Hombre, está en la hostia, y todo está en el cáliz
de la Cena, al tiempo que se iba á morir y derra- después de la consagración. De suerte, que el que
mar su preciosa sangre por el mundo perdido, recibe la hostia, recibe el cuerpo y la sangre; y
para mostrar en el fin de la vida aquel amor tan el que toma el cáliz, recibe la sangre y cuerpo del
excesivo con que nos amaba, y aquella inmensa y Señor; porque todo entero y perfectamente está
encendida caridad, que ardía y abrasaba su divi- debajo de cualquiera de las dos especies sacra-
nal pecho, mas porque la santa Iglesia aquellos mentales de pan y de vino. Y no recibe menos el
días está ocupada en celebrar y llorar la pasión lego cuando comulga con sola la hostia, que el
del Señor, fué conveniente traspasar á otro tiempo sacerdote con la hostia y con el cáliz; porque en
más oportuno la conmemoración del beneficio de la hostia está el cuerpo y juntamente la sangre, y
esta divina institución, para celebrarla con la d e - en el cáliz la sangre y el cuerpo del Señor; a u n -
bida solemnidad, regocijo y alegría; y para esto que para declararnos que la sangre de Cristo se
señaló el jueves que habernos dicho, después de vertió en la cruz y se apartó de su cuerpo, se ofre-
la venida del Espíritu Santo, que fué el día en que ce en este santo sacrificio el cuerpo por sí, y la
alumbró á los fieles y les declaró la alteza de este sangre por sí. Enséñanos más la fe, que de tal ma-
soberano misterio, y los inflamó para que cada día nera se convierte la substancia del pan en la subs-
comulgasen y le recibiesen. Mas para tratar de este tancia del cuerpo, y la substancia del vino en la
misterio, y de la fiesta que hoy celebra la Iglesia, substancia de la sangre de Cristo, que no queda
no sé dónde debo comenzar, ni si debo hablar; en la hostia parte alguna de la substancia de pan,
porque por una parte el callar parece ingratitud ni en el cáliz parte alguna de la substancia de vino,
y poco conocimiento de un beneficio tan inestima- después de la consagración; porque toda la s u b s -
ble, y de aquella infinita bondad de Dios, que por tancia del pan y del vino se mudan y convierten
64 LA LEYENDA DE ORO
en la substancia de la carne y sangre del Señor. en su carne, y el vino en su sangre, al momento
Y para significarnos esta total conversión, la lla- que el sacerdote acaba de decir aquellas misterio-
man los santos doctores y concilios Transubstan- sas palabras, como queda declarado.
ciación, que quiere decir mudanza de una s u b s - Pero dejados los otros efectos admirables y
tancia en otra substancia; porque toda una s u b s - milagrosos de este divino misterio, el que más ha-
tancia se convierte en otra substancia, por virtud bernos de notar, es, que siendo pan de vida, la
de aquel Señor que de nada crió los cielos y la da á los que, como deben, le reciben, y da la muer-
tierra, y todo lo criado, que es más que mudar una te á los que indignamente se llegan á él; porque
substancia en otra, y es el que por virtud del c a - como el sol alumbra con su claridad, y recrea los
lor natural en pocos días convierte el pan y vino, ojos sanos, y ciega y ofende á los flacos y e n -
que comemos y bebemos, en la substancia de fermos, y el estómago limpio y desembarazado
nuestros cuerpos. cuece con su calor natural la vianda, que el e s -
De esta transubstanciación se sigue otra mara- tómago lleno de humores no puede digerir, y una
villa, que los accidentes del pan y del vino, que misma medicina á uno da salud y á otro se la
llaman especies sacramentales, como son, la can- quita, según la varia disposición del que la toma;
tidad, el color, el olor y el sabor, se quedan sin así, al que recibe este santísimo Sacramento con la
sujeto; y con ser accidentes, sustentan y hacen debida disposición, le da gracia, aliento y vida; y
en los que los reciben los mismos efectos, que muerte y condenación al que no hace diferencia
hiciera la substancia del pan y del vino antes de de este manjar divino á los demás.
la consagración, que son cosas milagrosas. Y asi- Mucho debemos rendir nuestro corto entendi-
mismo lo es, que todo Cristo esté en la hostia p e - miento á todas las obras de Dios, y más á las s o -
queña, no menos que en la grande, porque está brenaturales, y que exceden los términos de nues-
sacramentalmente y no como en lugar, y que esté tra flaca razón y capacidad; y para hacer esto
en cualquiera parte de la hostia todo entero, como debemos procurar conocer nuestra bajeza y la
está el alma racional toda en el cuerpo y en cual- grandeza del Señor, y reverenciar con humildad
quiera parte de él. De manera que no recibe más sus misterios, y no escudriñarlos con vana curio-
el que recibe mayor hostia, ni menos el que la sidad. Lo cual es aun más necesario hacer en este
recibe menor; ni más el que recibe toda la hostia, altísimo Sacramento, que con mucha razón se lla-
que el que recibe parte de ella; ni cuando se fran- ma misterio de la fe, porque ella es la lumbre del
ge la hostia naturalmente, se parte y divide el cielo, que nos dice lo que habernos de creer de él,
cuerpo de Cristo, porque está por modo indivisi- y nos hace creer y sujetar nuestro entendimiento
ble en este Sacramento. Otro milagro es, que en á la verdad y servidumbre de la misma fe. La
el mismo punto de tiempo esté Cristo en el cielo, cual es un don señaladísimo de Dios, principio,
y sin partirse de él juntamente esté en tantos y raíz y fundamento de todas las virtudes del c r i s -
tan diferentes lugares del mundo sacramental- tiano, y una luz del cielo para que en las tinieblas
mente, cuando se dice la misa; y al mismo m o - de nuestra ignorancia y en la noche de esta vida
mento que acaba de pronunciar el sacerdote las andemos con seguridad el camino de la otra eter-
palabras de la consagración, se haga aquella di- na y bienaventurada; porque sin ella, como dice
vina conversión por virtud de ellas, como obrado- san Juan Crisóstomo, el hombre es como un ciego
ras de lo que significan, que por esto san Ambrosio que está enredado en un laberinto, y no sabe ir
gravemente las llama operatorium sermonem, pa- adelante, ni volver atrás, ni puede atinar, ni dar
labras obradoras; y suceda á la substancia del en el blanco de la razón, ni de su bienaventuran-
pan y del vino, y esté debajo de aquel velo sagrado za; como se ve en los disparates que dijeron los
de los accidentes, hasta que ellos se corrompen, más sabios filósofos del mundo, y mucho más en
no solamente en los altares, cuando se dice misa, los errores desbaratados de los herejes, que por
y en el estómago del que le recibe, sino también faltarles esta luz del cielo tropiezan á cada paso,
en los sagrarios y custodias, donde se guarda por y dan de ojos, y un mosquito les parece un elefan-
toda la cristiandad. Porque así como Dios nuestro te, y como un navio sin gobernalle, cada ola lo
Señor de nada cría todas las almas de los hombres, lleva sin resistencia, y con el viento de su vanidad
y al punto que el cuerpecito de la criatura está y soberbia dan al través en la roca de la herejía
organizado en las entrañas de su madre, y hábil con tan grande liviandad é inconstancia. Esto se
para recibir el alma racional, Dios se lo infunde echa de ver especialmente en los herejes de nues-
en cualquiera provincia y rincón de todo el mundo, tro tiempo, que han tratado de este venerable y
sin excepción alguna, y para esto cría muchos mi- altísimo Sacramento, no como hombres, sino
llares de almas en un mismo día y en un mismo como unos monstruos infernales y bestias sin sen-
punto; así está en todos los altares donde se dice tidos y sin razón, por faltarles esta lumbre de la
misa, y convierte real y verdaderamente el pan fe, y querer medir y tasar las cosas de Dios con
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 65
su corto, depravado y oscuro juicio; mas nosotros cena, cuando debajo de las especies de pan y vino
debemos conocernos, y entender que puede Dios instituyó el sacrificio de su cuerpo y sangre, y
hacer mayores cosas, que el hombre entender, después se ofreció en la cruz más cumplida y per-
porque de otra manera no sería Dios; cuya omni- fectamente, y por medio de aquel cruento y s a n -
potencia no es limitada como nuestro entendi- griento sacrificio amansó la ira del Padre, y borró
miento, sino infinita, y el hombre de suyo es cie- la obligación de nuestros pecados, y nos alcanzó
go y tan rudo, que aun las cosas más bajas y ras- perdón de ellos. Mas porque es sacerdote eterno,
treras no las alcanza. Así como no sabes, dice el y no había de morir más de una vez, pues aquella
muy sabio Salomón, cuál sea el camino del aire, sola, y aun una gota de su preciosa sangre, bas-
ni de qué manera se conciertan los huesos en el taba para redimir mil mundos, quiso hubiese per-
vientre de la mujer preñada, ni cómo, según dice petuo sacrificio en la Iglesia, y que éste no fuese
san Jerónimo, de una misma materia y elemen- otro sino el mismo que él había ofrecido en la
tos, una parte se hace blanda en la carne, otra cruz, y por medio de los sacerdotes que en la
dura en los huesos, otra está como palpitando en santa cena ordenó, ofrecerse cada día de nuevo
las venas, y otra se aprieta en los nervios; así no en la misa por una admirable é inefable manera,
podrás alcanzar las obras de Dios, que es el artí- porque siendo el uno y el otro el mismo sacrifi-
fice de todas las cosas. Y por esto dijo el mismo cio, el modo es diverso. El sacrificio de la cruz
sabio: Si con tanta dificultad alcanzamos las cosas fué con derramamiento de sangre, y este otro es
de la tierra, y las que tenemos delante de nuestros sin él. Aquél fué corporal y penoso, este otro es
ojos, ¿quién podrá, Señor, comprender las cosas sacramental y sin pena: aquél fué paga entera
del cielo, y los consejos y obras de tu sabiduría? por nuestras culpas, este otro es aplicación de
Esto dice Salomón para enseñarnos que las cosas aquella paga, y de lo que él nos mereció, y
de Dios se deben reverenciar, y no escudriñar una real y verdadera representación de su muerte
vanamente, y que habiendo el hombre de e m - y pasión. Pero de tal suerte es representación y
plearse todo en el servicio de Dios, no es justo figura de lo que pasó, que juntamente es el m i s -
que lamas noble parte del hombre, que es la ra- mo, verdadero y real sacrificio; porque en el uno
cional, quede exenta de este servicio, sino que y en el otro el mismo Cristo es lo que se ofrece,
todo su entendimiento se ocupe en él, sujetándose y el sacerdote que lo ofrece, y Dios á quien se
á la lumbre de la fe, y creyendo lo que sin ella ofrece; y los hombres es por cuyos pecados se
no se puede entender. Lo cual, como dijimos, es ofrece, y así son los mismos, aunque sea con di-
aun más necesario para tratar de este admirable ferente modo, como dijimos. Y no es inconve-
Sacramento. niente ni cosa repugnante, y que tenga en sí c o n -
Los efectos principales que obra en los que tradicción alguna el ser una cosa figura y figura-
dignamente le reciben, son dos: el uno es dar do; representación de otra, y la misma cosa que
gracia, que es efecto común de todos los sacra- representa; ni tampoco que el sacrificio incruento
mentos de la Ley de gracia, de la cual gracia pro- de la misa nos represente el sacrificio cruento de
ceden todas las virtudes infusas, con las cuales la cruz, y que juntamente sea lo mismo que
el alma queda limpia, hermoseada, fortalecida y representa. Pongamos un ejemplo: tienen los
habilitada para todo lo bueno. El otro efecto es enemigos cercada la ciudad, va el rey á socorrer-
propio de este Sacramento, con que se diferencia de la, dales la batalla, véncelos y desbarátalos, y li-
los otros, al cual llaman los teólogos, Refección es- bra la ciudad. Si para que quede memoria perpe-
piritual; porque es mantenimiento del alma, con tua de aquella hazaña y gloriosa victoria, mandase
el cual ella se rehace y renueva, y toma fuerzas el rey que un día cada año se hiciese conmemo-
para resistir á sus apetitos, y abrazarse con la ración de ella con fiestas y regocijos, esto se po-
virtud; y en efecto, como dice el concilio floren- dría hacer en una de tres maneras: la primera,
tino, obra este divino manjar en las almas todo lo refiriendo de palabra solamente la historia de lo
que el manjar corporal obra en los cuerpos. Pero que allí pasó; la segunda, representando al vivo
no sólo el cuerpo y sangre del Señor es sacra- el cerco de la ciudad, la pelea y el destrozo y
mento, y el mayor de todos los sacramentos, que vencimiento de los enemigos, y entrando los s o l -
por excelencia se llama Santísimo Sacramento, dados y capitanes en esta representación; la ter-
pero también es verdadero sacrificio propiciato- cera manera sería, si el rey por su propia persona,
rio por nuestros pecados, lo cual no compete á para mayor regocijo y solemnidad de la fiesta,
ninguno de los otros sacramentos: porque siendo quisiese entrar en ella y representar muchas
Cristo nuestro Salvador sacerdote eterno, según veces por sí mismo la victoria que una vez alcan-
la orden de Melquisedech, como lo dice el real zó. En este caso, aunque es verdad que aquella
profeta, debía ofrecer sacrificio de pan y vino, representación sería figura de la batalla pasada y
como Melquisedech; y así lo hizo en la sagrada de la victoria que el rey tuvo de sus enemigos,
TOMO i 9
66 LA. LEYENDA DE ORO
pero también es verdad que está allí en su propia por razón de ser sacrificio, no solamente nos da
persona, pues por sí mismo representa sus proezas la gracia, como nos la da por ser sacramento, sino
y triunfos, y por ser representación de lo pasado, también es satisfacción y paga de las penas que
será figura, y por ser el que lo representa, el por nuestras culpas debemos; y por esto se ofrece
mismo que hizo lo que representa, será el figurado, en la santa Iglesia por los vivos y por los difuntos,
y concurrirán en este ejemplo la figura de lo pa- según la tradición apostólica. ¡Oh bondad i n m e n -
sado y la verdad de lo presente, sin embarazarse sa! ¡Oh inestimable benignidad y largueza nunca
ni contradecirse lo uno con lo otro. Pues de esta oída, donde la dádiva es el mismo dador, y el s a -
misma manera decimos, que Cristo nuestro R e - cerdote el sacrificio, y la víctima el sumo pontífice
dentor triunfó con su muerte de Satanás, y libró que la ofrece, y el esclavo recibe á su Señor, y el
al mundo que estaba cercado y oprimido de sus hombre come el pan de los ángeles, y el Criador
enemigos; y que para que se quedase perpetua se ofrece á su vil criatura en manjar de vida
memoria en su Iglesia de este inestimable benefi- eterna!
cio, ordenó que se representase cada día en ella: ¿Preguntará, por ventura, alguna alma devota
y para que la representación fuese más admirable las causas que tuvo el Señor para instituir este
y más gloriosa para el mismo Señor, que había inefable sacrificio y divino Sacramento, y morar
vencido, y más provechosa para aquellos que con entre nosotros por una manera tan admirable? A
tal victoria había librado y redimido, instituyó el esta pregunta respondo: que á lo que podemos al-
sacrificio de la misa, en el cual él mismo por su canzar con nuestro corto y flaco entendimiento,
inmensa caridad y clemencia en su propia persona dos han sido las causas de esta divina institución:
nos representa sus victorias, y con este incruento, la primera, y más principal, es la gloria de Dios;
cotidiano y santo sacrificio, nos refresca y renue- la segunda, nuestro provecho y remedio; que á
va la memoria de aquel soberano sacrificio, que estas dos cosas se han de referir todas las obras
abrasado de un amor indecible de nuestras almas, del Señor, como á su blanco y fin; á la gloria de
por virtud del Espíritu Santo, ofreció una vez Dios primera y principalmente; y á nuestro pro-
al Padre Eterno en la cruz. Y así decimos, que el vecho menos principal y secundariamente; porque
mismo Señor es el sacrificio que se ofrece, y el sa- Dios es tan bueno, que con su gloria siempre
cerdote que le ofrece; y que los sacerdotes que junta nuestra utilidad, y tiene por cosa digna de
dicen la misa, no son sino ministros suyos, por su majestad todo lo que sirve para hacer bien á
cuya boca y ministerio él se ofrece. Y por esta sus criaturas. Pues la gloria del Señor se mani-
causa, cuando el sacerdote en la misa llega á la fiesta en esta obra, porque en ella descubre aque-
consagración, y dice aquellas misteriosas pala- lla suma é infinita bondad, tan comunicativa de
bras, no las dice en su persona, sino en la perso- sí misma, que no se contentó con haberse vestido
na de Cristo; porque él es, como dijimos, el que del saco de nuestra carne, y dádosenos por ejem-
obra todo lo que allí se hace, y el principal agente plo, por guía, por maestro, por rescate y precio
y sacerdote, que allí se ofrece, sirviéndose del s a - de nuestras culpas, por santificador, reparador y
cerdote que celebra, como de ministro suyo. Este glorificador de nuestras almas; sino que pareción-
es aquel sacrificio y aquella ofrenda pura y limpia, dole todo esto poco, quiso darse también por man-
de la cual, hablando el Señor con los judíos por el jar y sustento de ella, con una invención tan
profeta Malaquías, les dice: Mi corazón no está maravillosa y estupenda, que el que dignamente
con vosotros, y no recibiré don de vuestra mano; le recibe en la pureza y santidad de la vida, se
porque de Oriente á Poniente mi nombre es grande haga semejante á Dios, y un espíritu y una cosa
entre las gentes, y en todo lugar se me ofrece una con él, conforme á aquellas palabras que dijo el
ofrenda limpia y pura. En esta ofrenda sola están mismo Salvador: Mi carne verdaderamente es man-
cifradas todas las ofrendas y sacrificios que anti- jar, mi sangre verdaderamente es bebida; el que
guamente se ofrecían á Dios en la Ley vieja, que come mi carne y bebe mi sangre, él está en mi, y
eran ofrendas por los beneficios recibidos, y sacri- yo con él. De manera, que así como el manjar, por
ficios por los pecados cometidos; y otro género de virtud del calor natural, se convierte en la subs-
sacrificios, que llamaban víctima, para impetrar tancia del que le come y se hace una misma cosa
salud y remedio de todas sus necesidades. Todas con él, así el que come este pan de ángeles se une
estas tres cosas ofrecemos nosotros muy aventaja- y junta, y hace una misma cosa con él; no convir-
damente en el sacrosanto misterio de la misa; tiéndose el mantenimiento en el mantenido, mas
porque Cristo es la más preciosa ofrenda que por convirtiendo y transformando en sí al que le toma,
sus beneficios podemos ofrecer al Padre Eterno, y como el mismo Señor dijo á san Agustín. Por lo
el más acepto sacrificio para alcanzar perdón de cual san Cirilo Jerosolimitano dice, que por este
nuestros pecados, y la más pacífica y gloriosa Sacramento nos hacemos concorpóreos y c o n -
víctima para remedio de nuestras necesidades. Y sanguíneos de Cristo; porque ninguna cosa desea
VIDA. DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 67
y procura más nuestro Dios y sumo bien, que para curar nuestras dolencias, y una triaca efica-
hacer al hombre semejante á sí y particionero císima contra la ponzoña de aquella antigua s e r -
de los tesoros y riquezas de su divinidad: y así piente, y con su carne purísima, concebida del
quiso descubrirnos su amor excesivo y entra- Espíritu Santo, purificar la carne inficionada de
ñable en la institución de este inefable Sacra- Adán, que corrompía las ánimas que con ella se
mento, para provocar nuestro amor: porque es juntaban, y con este fruto de vida reparar los
propio del amor unir dos corazones en uno y de daños que se nos siguieron por el otro bocado y
muchas voluntades hacer una voluntad y un fruto de muerte; de lo cual todo resulta la gloria
mismo querer, y no querer y transportar tanto y honra del Señor, mucho más clara y copiosa-
al que ama y traerle tan fuera de sí, que esté mente, sin duda, que de la creación, disposición y
como muerto en su propio cuerpo y viva en el armonía de los cielos, y de todo lo criado. No
ajeno, y su alma más esté donde ama, como menos pertenece á la honra de Dios el culto y
dicen, que donde anima y da vida á su carne. sacrificio con que es reverenciado; y como ya
Este amor nos mostró el Señor, cuando se nos todos los sacramentos y sacrificios de la Ley
dejó en este divino Sacramento, para unirse con vieja, que eran sombras y figuras, habían cesado,
nuestras almas, y estar y morar en ellas. Y por- fué cosa muy conveniente que en lugar de todos
que el amor no sufre la ausencia del amado, y ellos sucediese en la santa Iglesia este soberano
al Señor convenía partirse, y su esposa no le y altísimo sacrificio, para que no faltase en
podía acompañar, halló un medio para de tal m a - ella aquel culto, con que Dios es más acatado.
nera partirse, que se quedase con ella. Y no Y que pues la ley y el sacerdocio, siempre van á
menos descubrió su inefable dulzura y suavidad, una, y á la Ley vieja había sucedido la nueva, que
como lo canta la santa Iglesia, cuando hablando así como había nuevo sacerdocio, hubiese nuevo
con el mismo Señor, le dice: ¡Oh cuan suave es, sacrificio, que es éste; del cual dice el real profe-
Señor, tu espíritu; pues para declarar la dulzura ta: Sacrifícate sacrijicium justitice, et sperate in
del amor que tienes á tus hijos, los proveíste de un Domino: Ofreced sacrificio de justicia, y esperad
suavísimo pan, venido del cielo, el cual hinche de en el Señor. Porque no hay otro que se pueda lla-
bien á los hambrientos, y á los soberbios deja mar propio y enteramente sacrificio de justicia,
vacíos! Y esta blandura y suavidad del Señor sino Jesucristo, que se ofreció en la cruz al Padre
engendra en nosotros un familiar amor y confian- Eterno en sacrificio, para pagar con todo rigor de
za, y nos da ánimo para tratar con él; no como justicia lo que merecían nuestros pecados. Y por-
debe tratar una vilísima y bajísima criatura con que no tuviésemos olvido de un tan inestimable
su altísimo y perfectísimo Criador, sino como beneficio, ordenó que cada día se representase y
suele un amigo con otro amigo, y un hijo rega- de nuevo se ofreciese en la misa, para perpetua
lado con su dulcísimo padre. Todos éstos son memoria de su benditísima pasión, como dijimos,
argumentos de la infinita bondad, amor y benig- y así instituyó este santísimo Sacramento, al tiem-
nidad del Señor, de la cual él tanto se precia, y po que iba á padecer. Y para declararnos que nos
por ella quiere ser honrado; y no menos de su le dejaba por memorial de su pasión, dijo: Cada
omnipotencia, pues debajo de una especie de pan vez que esto hiciéredes, hacedlo en memoria de mi.
se pudo encerrar Dios y hombre todo junto, y Quiere decir en memoria de mi muerte, como ex-
partirse en tantas partes sin disminuirse. Y a u n - plica san Pablo, cuando dijo: Mortem Domini an-
que el misterio de la encarnación es altísimo, por nuntiabitis doñee veniat. Pues ¿qué diré del fruto
el cual en una persona se unieron la naturaleza que de esta fuente de vida mana en todos los que
divina y humana, y el Verbo eterno, estando en dignamente beben de ella? ¿Quién podrá referir los
él escondidos todos los tesoros de la sabiduría y efectos que obra en las ánimas santas y puras,
ciencia de Dios, apareció abreviado; pero todos que son tantos y tan divinos, que ninguna lengua
estos tesoros é infinidad divina, que parecía no humana los puede explicar? Porque primeramente
poderse abreviar, ni estrechar más, en este Sa- este celestial manjar hace espiritualmente en
cramento están más cifrados y abreviados, pues nuestras almas los mismos efectos, como dijimos,
en una misma partícula de la hostia se encierran que hace en los cuerpos el mantenimiento corpo-
todos, y la misma humanidad, que en la encar- ral. De los cuales el primero es reparar lo que
nación se echaba de ver, aquí, como dice santo cada día se va perdiendo de nuestra substancia,
Tomás, está encubierta y escondida, de tal m a n e - por la fuerza del calor natural de nuestros cuer-
ra, que aun con más razón podemos decir aquello pos, que siempre va consumiendo la substancia de
que dijo Isaías: «Verdaderamente, Señor, que vos ellos; y como para que la lumbre de la lámpara,
sois Dios escondido;» lo cual dice, porque Dios se que va gastando el aceite, no se apague, conviene
había hecho hombre. También se descubre aquí irla cebando, así es necesario dar al cuerpo su
su sabiduría, pues halló tan saludable medicina mantenimiento, para que se restaure por una par-
68 LA LEYENDA DE ORO
te lo que por otra se gasta. Y mucha más necesi- y deseos, arde en amor y ansia las cosas del c i e -
dad tienen nuestras almas de este reparo, que lo, las vanas del mundo le causan hastío, incorpo-
nuestros cuerpos; porque dentro de ellas está otro rada y ayuntada con Cristo, se hace participante
calor muy dañoso de nuestra concupiscencia, que de los trabajos y méritos de su sagrada pasión, y
siempre nos atiza é incita para el mal, y gasta tiene una prenda firmísima de la vida eterna. En
y consume el fervor y fuerzas de las virtudes, y este pan de los ángeles y maná del cielo, halla
nos deja flacos y debilitados, si mediante la virtud gusto suavísimo de todo lo que quiere y puedo
de este santísimo Sacramento no se repara lo per- desear, mucho mejor que en el maná corporal
dido. El segundo efecto del manjar corporal es de- hallaban los judíos el gusto y sabor de lo que que-
leitar, dar gusto y sabor al que come, y tanto rían. Si el hombre está tentado de apetitos sensua-
mayor suele ser, cuanto el paladar está más bien les, y abrasado del fuego de la concupiscencia,
dispuesto, y el manjar es más delicado. Pues con este rocío del cielo se apagan las llamas de
¿quién podrá declarar la suavidad y dulzura de todos los torpes deleites. Si los trabajos y miserias
este divino manjar, que es Dios, infinitamente de esta vida le fatigan y le hacen desmayar, aquí
suave, y autor d,e toda suavidad, la cual toda se halla esfuerzo, sufrimiento y aliento: porque son
gusta en su misma fuente? Así como no hay com- tantas y tan pesadas las angustias que por todas
paración de la excelencia del alma á la bajeza del partes nos cercan, que sin este refrigerio no se
cuerpo, así no la puede haber entre los deleites de podrían pasar. Y cuanto más fatigado está el cora-
la misma alma y los del cuerpo; porque aquéllos zón, tanto mayor alivio siente, y más gusta de la
son tanto mayores y más perfectos que estos otros, dulzura de este divino manjar, así por la excelen-
cuanto el alma es más noble que el cuerpo. Y cia de él, como porque está más dispuesto con la
siendo Dios el manjar que en este santo Sacra- tribulación para recibir las gracias que allí le c o -
mento comemos, no hay lengua de ángeles que munica. Pues si el viento de la vanagloria le tras-
pueda explicar la dulzura que causa en un cora- torna y arrebata, aquí con la humildad de Cristo
zón limpio y purgado; porque cierto es que no se confunde y conoce su bajeza y su propia nada.
tiene Dios otra joya más preciosa que dar- Si la codicia, la ambición y la vanidad engañosa
nos en el cielo ni en la tierra, que ésta, pues dé este mundo perecedero le acosan, aquí tiene
es la misma de que gozan en el cielo los bien- armas con que se defender. Finalmente, aquí halla
aventurados, sino que ellos ven á Dios clara- medicinas para curar todas sus dolencias, confec-
mente y sin velo, y nosotros encubierto, deba- cionadas de la sangre y carne de Jesucristo, que
jo de aquellas cortinas y accidentes de vino y de es nuestra salud y vida, y remedio de todos nues-
pan; y la vista de los bienaventurados será eter- tros males.
na, y la nuestra se acabará con el tiempo, pues el Por ser tantos los efectos que obra en las almas
uso de los sacramentos no durará más de lo que este santísimo Sacramento, tiene varios y diferen-
durará la Iglesia militante. Mas la cosa que se da tes nombres, porque con un nombre solo no se
aquí, y en la gloria, es la misma, que es el mismo podían significar. Llámase Eucaristía, que quiere
Dios, en el cual ni hay más ni hay menos. El ter- decir buena gracia ó hacimiento de gracia, por-
cero efecto del manjar es quitar él hambre y dar que contiene á Jesucristo, fuente de gracia, y es
hartura, el cual efecto ninguna criatura puede prenda de la vida eterna, que es gracia perfecta
obrar en el alma del hombre, sino el mismo Dios, y consumada, y es un hacimiento de gracia, que
para el cual fué criada: y hasta que llegue á él, hacemos al Señor por los beneficios que de su
siempre padecerá hambre, sin verse jamás harta mano recibimos. Llámase Comunión, ó Comuni-
ni abastada. Sólo Dios, que es el último fin de cación, porque nos junta con Cristo, y por él nos
nuestra vida y el centro de nuestra felicidad, pue- son comunicados y somos particioneros de sus
de llenarla y hartarla de tal manera, que no le merecimientos; y también une los fieles entre sí,
quede más que desear: lo cual él hace dando con- y los hace una alma y un corazón en Cristo: y por
tentamiento, paz y tranquilidad á la misma alma, esta causa también se llama Sacramento de paz y
y un desengaño de todas las cosas visibles y c a - caridad. Llámase Viático, por ser el manjar con
ducas, y un encendido deseo de las celestiales, y que nos sustentamos en esta peregrinación, y por-
un conocimiento verdadero de que todas las cosas que nos acompaña y abre camino para el cielo.
están en Dios, y sin Dios todas son nada. Y esto Llámase Cena del Señor, por haberse instituido
suele el Señor obrar por medio de este divino en aquella última y sacrosanta cena. Llámase de
manjar, cuando á menudo se recibe con el paladar los griegos Misterio, y de los latinos Sacramento,
bien dispuesto y sano; porque entonces tiene el por los sacratísimos y profundos misterios que en
alma compañía en su destierro, consuelo en sus él se encierran. Llámase Pan de Dios, Pan del
trabajos, defensa en sus peligros, esfuerzo y alien- Cielo, Cuerpo de Cristo, Cuerpo del Señor; y, como
to para todo lo bueno, y llena de santos propósitos escribe san Agustín, los africanos le llaman abso-
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 69
lutamente Vida. Finalmente, se llama Ofrenda, condenación se ponga en estado de salvación. Y
Sacrificio, Liturgia y Misa, por ofrecerse por conforme á esta doctrina dijo san Agustín que
nuestros pecados. Callen, pues, todas las obras de este Sacramento no sólo mantiene y sustenta á
naturaleza, dice el P. Fr. Luis de Granada, y c a - los que halla vivos, sino también resucita los
llen también las de gracia, porque esta obra es muertos. Mas lo ordinario es, que el que lo recibe
sobre todas las obras, y ésta es gracia singular. haya de estar primero en gracia, para recibir el
¡Oh maravilloso Sacramento! ¿Qué diré de ti?¿Con aumento de ella; porque este Sacramento es man-
qué palabras te alabaré? Tú eres vida de nuestras jar, el cual no se da á los muertos, sino á los v i -
ánimas, medicina de nuestras llagas, consuelo de vos, para sustentarlos y acrecentarles la vida que
nuestros trabajos, memorial de Jesucristo, testi- tienen. Y para esto declaró el santo concilio de
monio de su amor, manda preciosísima de su t e s - Trento que cualquiera persona que quiere comul-
tamento, compañía de nuestra peregrinación, ale- gar, si después de haber examinado diligentemen-
gría de nuestro destierro, brasas para encender te su conciencia, hallare en sí haber cometido a l -
el fuego del amor divino, medio para recibir la gún pecado mortal, está obligada á confesarse sa-
gracia, prenda de la bienaventuranza y tesoro de cramentalmente antes de comulgar, porque de
la vida cristiana. Con este divino manjar es unida otra manera, si no lleva la vestidura nupcial, será
el ánima con su esposo, con éste se alumbra el echada de las bodas y arrojada en las tinieblas ex-
entendimiento, despiértase la memoria, enamóra- teriores, para que en ellas pague eternamente,
se la voluntad, deleitase el gusto interior, acre- si no se enmienda, su atrevimiento y desvergüen-
ciéntase la devoción, derrítense las entrañas, za. Y para que esto mejor se entienda, se ha de
ábrense las fuentes de las lágrimas, adormécense notar, que en este vivífico Sacramento hay dos
las pasiones, despiértanse los buenos deseos, for- cosas: la una, el mismo cuerpo del Señor, que
talécese nuestra flaqueza, y toma con él aliento está debajo de aquellas especies visibles; y la otra,
para caminar hasta el monte de Dios. la virtud y abundancia de dones y gracias invisi-
Pero aquí se debe advertir la disposición que ha bles, que por él se comunican. Así hay tres m a -
de tener el que se llega al altar para recibir este neras de personas que comulgan: la primera es
manjar divino, si quiere gustar de él y sentir los de las que comulgan indignamente con concien-
provechos que habernos dicho: porque así como cia de pecado mortal; y éstas, aunque reciben el
el alma, que está en el cuerpo y le vivifica, no da santísimo Sacramento, no reciben la virtud del
vida al miembro que está cortado y apartado del Sacramento, sino la sentencia de su condenación;
cuerpo, sino al que está conjunto y unido con él; las segundas son, las que con debido aparejo,
así este Espíritu divino, que es la vida de nuestras amor, temor y reverencia se llegan al altar, y r e -
almas, para comunicársela, es necesario que estén ciben al Señor en la hostia consagrada, y espiri-
unidas por caridad con él, y que sean miembros tualmente son recreadas y enriquecidas de sus di-
vivos de la santa Iglesia. Y como el sol, la lluvia vinos dones; las terceras son, las que no pudiendo
y los aires sustentan y hacen crecer los árboles y recibirle sacramentalmente, le reciben espiritual-
las plantas vivas y bien arraigadas en la tierra, y mente en sus almas, y gozan del fruto y tesoro de
á las que están ya muertas y arrancadas las s e - su benditísima pasión.
can, gastan y podrecen; así este santo Sacramen- En los principios de la primitiva Iglesia, cuan-
to, á los que están arraigados y fijos en él, les da do hervía la sangre de Cristo y los corazones de
vida; y á los que no lo están, por su culpa, les es los fieles eran un corazón, todos comulgaban cada
causa de daño y perdición. La medicina y el man- día, y apacentados y fortalecidos con esta mesa
jar corporal no aprovechan al cuerpo muerto y real, se ofrecían al martirio. Después se comenzó
sin espíritu; ni este santo Sacramento á los que á entibiar este fervor y santa costumbre, la cual
están en pecado mortal y muertos en sus almas; renovó en parte san Anacleto, papa y mártir,
porque es, y se llama pan de vida, no solamente mandando, que después de la consagración, todos
porque da vida y la sustenta y acrecienta con su los presentes comulgasen, por ser esta costumbre,
gracia, sino porque requiere que esté vivo el que como él dice en un decreto, establecida por los
le recibe. santos apóstoles, y guardada de la Iglesia romana.
Verdad es que santo Tomás y otros muchos doc- Andando más el tiempo se resfrió la devoción y
tores ponen un caso, en que este Sacramento da caridad; y san Fabiano, asimismo papa y mártir,
vida al muerto; porque dicen, que si alguno se ordenó que todos los fieles comulgasen á lo m e -
llegase á él con algún pecado mortal, sin acordar- nos tres veces cada año, en las pascuas de Navi-
se de él, ni haberle confesado, ni tener propósito dad, de Resurrección y de Pentecostés. Finalmen-
de pecar, con todo esto puede ser que no esté en te, se helaron los corazones de los fieles acercado
estado de gracia, y que por virtud de este Sacra- la devoción y uso de este santísimo Sacramento,
mento resucite de muerte á vida, y de estado de de tal manera, que para despertarlos y moverlos
70 LA LEYENDA DE ORO
á comer este pan divino, y no perecer de hambre, recibirle á menudo con devoción y alegría? ¿Quién
fué necesario que Inocencio III, en el concilio cierra la puerta al rey, que quiere entrar en su ca-
general Lateranense, so graves penas mandase, sa y hacerle muchas mercedes, y pagarle magnífi-
que todos los fieles, en llegando á los años de camente el hospedaje? ¡Oh! ¿Qué pobre hay, que no
discreción, confesasen todos sus pecados á su acuda á la puerta del señor, donde se da la limos-
propio confesor, por lo menos una vez cada na? Pero de esta materia y del aparejo con que
año, y cumpliesen la penitencia con todo cui- se ha de recibir este santísimo Sacramento, hay
dado, y recibiesen en la pascua de Resurrec- mucho escrito y no es propio de este lugar; véalo
ción con gran reverencia el santísimo Sacramento el que quisiere en sus autores, especialmente en el
del altar, que es señal de haberse casi extin- P. Fr. Luis de Granada, que en varias partes de
guido la devoción y frecuencia de este Sacra- sus obras, con el espíritu y elocuencia que suele,
mento; pues tan severamente y so graves penas trata de la excelencia y efectos de este Sacramento,
mandó el concilio que comulgasen los fieles, á lo y del modo y aparejo con que se debe recibir. Nos-
menos en la pascua. Por donde no es maravilla, otros volvemos á la institución de la fiesta, que
que faltando el sustento y esfuerzo de Dios, que hoy se celebra por toda la Iglesia católica, la cual
se nos comunica por este pan de vida, hayan caído instituyó el papa Urbano IV de este nombre, el año
los cristianos en tan profundo abismo de vicios, del Señor de mil doscientos y sesenta y tres, y des-
miserias y calamidades, como vemos. Pero ben- pachó una bula sobre esto; la cual, aunque sea un
dita sea la bondad y dulzura de este Señor, que en poco larga, me ha parecido poner aquí, para edi-
un siglo tan miserable y perdido, como el presen- ficación de los fieles, con las mismas palabras que
te, ha alumbrado y despertado algunas almas d e - la pone en su historia de la Orden de Santo Domin-
votas, para que á menudo comulguen, y esforzadas go, el P. M. Fr. Hernando del Castillo; porque está
con la gracia y virtud de este misterioso bocado, llena de grandes y graves sentencias en alabanza
resistan á sus gustos y apetitos, y se abracen con del santísimo Sacramento: y es mejor que el m i s -
los ejercicios de oración y virtud, y anhelen para mo sumo pontífice diga con sus propias palabras
la vida eterna. Aunque es grande lástima, que las causas que lo movieron á mandar que se cele-
sean tan pocos los que esto hacen respecto de los brase esta fiesta, que no que nosotros lo digamos
muchos que están ciegos y perdidos; porque si con las nuestras. «Urbano, obispo, siervo de los
con tanto cuidado procuramos la limpieza del siervos de Dios. A nuestros venerables hermanos,
cuerpo, ¿cómo no procuramos la del alma, en que patriarcas, arzobispos, obispos, y á los otros pre-
tanto más nos va? Si cada día damos dos veces su lados de las iglesias, etc. Habiendo nuestro Señor
mantenimiento á la carne, que mañana ha de ser y Salvador Jesucristo de pasar de este mundo al
manjar de gusanos, y nos desvelamos en que no Padre, ya que se acercaba la hora de su pasión,
le falte nada de comodidad y regalo, ¿en qué seso después que hubo cenado con sus discípulos, i n s -
cabe dar su mantenimiento al alma tan de tarde tituyó y ordenó en memoria de su muerte el sumo
en tarde? Y si cuando el hombre está enfermo de- y magnífico Sacramento de su cuerpo y sangre,
sea que el médico le visite á menudo, ¿por qué, dándonos el cuerpo en manjar y la sangre en be-
estando nuestro espíritu doliente y cargado de bida: que así es, que todas las veces que comemos
tantas y tan graves enfermedades, no desearemos de este pan y bebemos de esta sangre, anuncia-
nosotros ser visitados muchas veces de aquel Mé- mos la muerte de este soberano Señor; y así dijo
dico celestial, que juntamente es médico, medicina él á sus discípulos, cuando lo instituyó: Haced
y entera salud de nuestras almas? Y si en tiempo esto en mi conmemoración. Lo cual fué con inten-
de peste buscamos preservativos y defensivos, y ción de que este tan alto y venerable Sacramento
cuando pasamos entre enemigos vamos acompa- fuese un memorial muy señalado y particular del
ñados, ¿por qué, en una infección tan contagiosa y excesivo amor que nos tenía. No memorial así
en un peligro tan evidente y de tan crueles e n e - como quiera, sino memorial admirable, estupen-
migos, no nos armamos con este Señor, y no le do, deleitable, suave, segurísimo y precioso sobre
tomamos por contraveneno, escudo y remedio? todas las cosas, en el cual se renovaron las s e ñ a -
Muy frío está nuestro corazón, y para encenderle les y se mudaron las maravillas. En él se halla
en el amor de Dios es necesario llegarse muchas todo deleite y toda suavidad de sabor. En él se
veces á este divino fuego. Y si el mismo Señor es gusta la misma dulzura del Señor, y en él, final-
tan suave y tan amoroso para con el hombre, que mente, alcanzamos ayuda y sufragio de vida y s a -
él mismo dice, que sus delicias y regalos son e n - lud. Este es el memorial dulcísimo, memorial s a -
tretenerse con los hijos de los hombres, y el g u s - cratísimo, y memorial que puede salvarnos, en el
to y el regalo de Dios es venir á nuestra casa y cual recontamos la agradable memoria de nuestra
morar en ella, ¿por qué somos tan desconocidos é redención, y por él nos refrenamos del mal, nos
ingratos, que no la aparejamos y disponemos para confortamos para el bien, y aprovechamos para
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 71
el aumento de gracia y virtudes, y ciertamente vida. La comida de aquél nos lisió, y probar de
vamos aprovechando con la corporal presencia este otro nos da salud. El gusto nos llagó, y el
del Salvador. Todas las otras cosas de que hace- gusto nos vino á sanar. Mirad que de donde salió
mos memoria, solamente las tratamos con el espí- la llaga, de allí también salió la medicina, y que
ritu, y con el entendimiento; pero no por eso t e - de donde vino la muerte, de allí vino la vida. Del
nemos su presencia real con nosotros: mas en esta otro manjar se dijo: En el día que comieres, mo-
sacramental conmemoración de Cristo, él mismo rirás de muerte. De éste se dice: El que comiere
está con nosotros en su propia substancia, aunque de este pan, vivirá para siempre. Este manjar es
en forma diversa; y así lo dijo á sus discípulos el que harta cumplidamente, el que sustenta de
cuando se quiso subir al cielo: Con vosotros estoy veras, el que engorda con soberanía; noel cuerpo,
hasta el fin del mundo, confortándolos con esta sino el corazón; no la carne, sino la mente. Al
divina promesa, que quedaría y estaría con ellos, hombre, pues, que tenía necesidad de alimento es-
aun con su presencia corporal. ¡Oh digna m e m o - piritual, el mismo misericordioso Salvador le pro-
ria, para nunca dejarla, en la cual nos tornamos veyó del más noble y más poderoso manjar de
á recordar de nuestra muerte muerta, y de que cuantos había en el mundo. Fué también liberali-
nuestro morir ya se ha muerto, y de que el árbol dad muy decente, y obra conveniente á la divina
de la vida enclavado en la cruz nos ha traído fru- piedad, que el Verbo eterno del Padre, que es
to de salud! Esta es aquella saludable conmemo- manjar y refección de la criatura racional, des-
ración que hinche los corazones de los fieles de pués de hecho carne, se diese en mantenimiento
gozos saludables, y juntamente con la infusión al cuerpo y carne, digo al hombre, que es criatura
de alegría les da lágrimas de devoción. Regocija- racional, como dice el salmo: El hombre comió el
monos sin duda con el recuerdo de nuestra liber- pan de los ángeles; y por eso dice el Salvador: Mi
tad, y trayendo á la memoria la pasión del Señor, carne verdaderamente es manjar. Esteespan, que
que fué el medio para rescatarnos, no podemos se toma, y no se consume; cómese, y no se tras-
detener las lágrimas. Así que en esta sacratísima muda, y si dignamente se recibe, hace conforme
conmemoración tenemos juntamente gozo de sua- á sí al que le recibe. ¡Oh excelentísimo Sacramen-
vidad y lágrimas; porque en ella nos gozamos de to! ¡Oh Sacramento digno de ser adorado, venera-
mancomún llorando, y derramamos lágrimas de- do, glorificado y honrado, digno de ser con sin-
votamente, gozándonos teniendo lágrimas alegres gularísimas alabanzas ensalzado, y á públicos
y alegría llorosa; porque el corazón bañado de pregones engrandecido, con mucho estudio v e n e -
grande gozo por los ojos destila gotas dulces. ¡Oh rado, con devotos servicios levantado, con limpias
inmensidad del divino amor! ¡Oh superabundancia entrañas recibido! ¡Oh memorial nobilísimo, dig-
de la divina piedad! ¡Oh larguísima liberalidad de no de ser puesto en el interior del corazón, de ser
Dios! Habíanos él dado ya todas las cosas, y pues- firmemente atado al alma, de ser guardado con
to todo debajo de nuestros pies. Diónos dominio y diligencia en las entrañas, y, finalmente, digno de
principado sobre todas las criaturas de la tierra, ser traído á la memoria con diligente y cuidadosa
y con los ministros celestiales, que son los ánge- meditación de su grandeza! De este memorial de-
les, ennoblece y ensalza la dignidad humana, bemos hacer continua memoria, para que siempre
pues son nuestros criados, enviados para servir la tengamos de Aquél, cuyo memorial sabemos que
por respeto de los que han de recibir la herencia es: pues que durará masen nuestra memoria aquel
celestial. Y con haber sido tan grande su franque- cuyos dones y mercedes más á menudo tuviére-
za con nosotros, queriendo aún mostrar con una mos delante de los ojos. Y aunque es verdad que
señalada liberalidad el abundante amor y caridad cada día en la solemnidad de la misa frecuentamos
que nos tiene, diósenos á sí mismo; y pasando el este memorial Sacramento, todavía nos parece cosa
punto de todas las otras liberalidades y excedien- conveniente, que, á lo menos una vez en el año, se
do toda suerte y manera de amor, se nos dio para haga de él una más célebre y particular memoria,
que le comiésemos. ¡Oh singular y admirable siquiera para confundir la perfidia y locura de
franqueza, adonde el que da es el mismo don, y lo los herejes: porque el día de la cena, en el cual
que se da y el que lo da, son una misma cosa! nuestro Señor Jesucristo le instituyó, la Iglesia
¡Qué larga y pródiga largueza, cuando viene uno universal está ocupada en reconciliar los peniten-
á darse á sí mismo! Diósenos, pues, para pasto, tes, en consagrar .el crisma, en el mandato y la-
porque, pues el hombre había caído por la muer- vatorio de los pies, y en otras muchas cosas; y
te, por el manjar fuese levantado á vida. Cayó el por eso no tiene lugar de festejar y solemnizar
hombre por el manjar del árbol mortífero, levan- este santo y soberano Sacramento; y lo mismo
tóse por el manjar del árbol de la vida. En el otro guarda la santa Iglesia con los santos, que solem-
árbol estuvo colgado el manjar de la muerte, y en nizamos por todo el año, que aunque hacemos
éste estuvo pendiente el alimento y manjar de la muy á menudo memoria de ellos en las letanías,
72 LA LEYENDA DE ORO
y en las misas y en otras ocasiones, celebramos mente os mandamos, y en remisión de vuestros
también sus muertes, particularmente en ciertos pecados, que tan soberana y gloriosa fiesta la cele-
y señalados días de sus fiestas: y aun sobre todo bréis en el dicho jueves cada año, solemne y d e -
eso, porque en las tales fiestas de los mismos votamente, y la hagáis celebrar en todas las i g l e -
santos, á las veces hay descuidos y se deja de ha- sias de vuestras ciudades y diócesis, avisando con
cer lo que se debe, ó por nuestra negligencia, ó mucho cuidado el domingo antes de la fiesta á
por ocupaciones que los hombres tienen en sus todos vuestros subditos, y exhortándolos con salu-
negocios, ó por fragilidad humana; señaló la mis- dables amonestaciones y pláticas por vuestras
ma madre la Iglesia un cierto día, en el cual se personas mismas, ó por otras en vuestro nombre,
hiciese general memoria de todos los santos, para á que con limpia y verdadera confesión de sus
que en esta fiesta común se restaurasen los d e s - pecados, con limosnas y oraciones, y otras obras
cuidos, que en las particulares hubiese habido. de piedad y devoción, de tal manera procuren
Esto, pues, que hace con los santos, mucha aparejarse, que merezcan aquel día ser partici-
mayor razón hay para que se guarde con el viví- pantes de este santísimo Sacramento, y le puedan
fico Sacramento del cuerpo y sangre de nuesto recibir con reverencia, y conseguir por su virtud
Señor Jesucristo, gloria y corona de todos los aumento de gracia: porque Nos, queriendo animar
santos; y para que tenga solemnidad y celebración á los fieles con dones espirituales, para honrar y
particular, y para que con devota diligencia se celebrar tan grande fiesta, concedemos á todos los
suplan en ella los descuidos y negligencias que verdaderamente penitentes, y confesados, que se
habrá habido en las misas, y los fieles cristianos, hallaren en la iglesia á los maitines de la fiesta,
cuando vieren que se acerca esta festividad, acor- cien días de perdón, y otros tantos á los que se
dándose de lo pasado, enmienden lo que, ó por su hallaren en la misa; y lo mismo, si en las prime-
negligencia, ó por otras ocupaciones, ó por flaque- ras ó segundas vísperas: y también por cada una
za humana, faltaron en las misas de todo el año. de las horas del día, prima, tercia, sexta, nona y
Demás y allende, que antes que viniésemos á la completas, cuarenta días. Y á los que se hallaren
dignidad apostólica que tenemos, entendimos, que en cualquiera día de las octavas á las horas canó-
algunos santos varones tuvieron revelación de que nicas, como dicho es, por cada día otorgamos ciento
en tiempos venideros se había de solemnizar ge- de perdón, confiados en la misericordia de Dios,
neralmente en la Iglesia esta fiesta. Por lo cual, y en la autoridad de sus apóstoles san Pedro y
para exaltación y corroboración de la fe católica, san Pablo.» Hasta aquí son palabras de la bula de
nos pareció cosa digna y loable, ordenar y mandar, Urbano IV.
que de tan alto y loable Sacramento se celebre Después Clemente V, en el concilio que celebró
en la Iglesia una solemne y más particular m e - en la ciudad de Viena de Francia, confirmó esta
moria cada año, y allende de la ordinaria de cada misma bula de su predecesor Urbano IV, y m a n -
día, señalando y determinando para ella el jueves dó de nuevo que se hiciese por toda la cristiandad
primero después de la octava del Espíritu Santo, la fiesta del santísimo Sacramento. Y después
para que los fieles cristianos concurran aquel día otros sumos pontífices, como Martino V y E u g e -
con devoción á las iglesias, y todos, así clérigos nio IV, acrecentaron las indulgencias que había
como legos, canten con gozo y regocijo cantares concedido Urbano IV, y dieron otras nuevas á los
de loor, y entonces todos den á Dios himnos de que hoy comulgaren, y acompañaren la procesión,
alegría saludable con el corazón, con la voluntad, y ayunaren en la vigilia de esta fiesta.
con los labios y con la lengua. Entonces cante Entre las otras causas que hubo para instituir
la fe, la esperanza salte de placer, y la caridad se esta fiesta, fué una el haber Dios nuestro Señor
regocije. Alégrese la devoción, tenga júbilos el por aquel mismo tiempo obrado algunos milagros
coro, la pureza se huelgue; entonces acuda cada en confirmación de la verdad de su presencia en
cual con ánimo alegre y con pronta voluntad, po- este divino Sacramento; como el de los Corporales
niendo en ejecución sus buenos deseos, y s o - de Daroca, que sucedió en el reino de Valencia,
lemnizando tan grande festividad. Y quiera Dios año del Señor de 1239, en el cerco que D. Beren-
que de tal manera los corazones de los fieles guer de Entenza, general del rey D. Jaime, puso
cristianos se inflamen para servirle, que con ésta sobre el castillo de Chío, que está en medio de
y con otras cosas aprovechen en aumento de m e - Luchente y Pinete, no lejos de la ciudad de Játiva,
recimientos acerca de aquel Señor, el cual se que por ser historia tan sabida en España no la
dio por ellos en precio, en manjar y manteni- quiero referir aquí. Y el que el año de 1263, que
miento, y que después de esta vida se les dé fué el mismo en que el papa Urbano despachó su
en premio. Por lo cual, á todos vosotros a m o - bula, acaeció en Italia en un pueblo que se llama
nestamos y avisamos, y en virtud de santa obe- Volsena, como diez y ocho leguas más acá de
diencia, por estos escritos apostólicos estrecha- Roma, y seis de la ciudad de Orbitelo, donde á la
VIDA DE CRISTO SEÑOR NUESTRO 73
sazón estaba el papa, y fué de esta manera: D i - en otras partes habrá otros, los cuales quiero d e -
ciendo un clérigo misa en la iglesia de Santa jar, para decir con brevedad algunos pocos muy
Cristina, después de la consagración de la hostia antiguos y auténticos, que leemos en las obras y
comenzó á tener grandes tentaciones y dudas de vidas de los santos.
la verdad del santísimo Sacramento, y luego la San Cipriano, gloriosísimo obispo y mártir, en
hostia comenzó á destilar sangre y á teñir los cor- el libro que escribió de Lapsis, cuenta muchos
porales, y correr la misma sangre hasta la piedra milagros, que en su tiempo hizo el Señor, para
de mármol de la peana, y hoy día se ven las s e ñ a - castigo de los que habían faltado en la fe, é indig-
les de la sangre en la misma piedra, y yo las he namente recibían, ó querían recibir, su santísimo
visto, y dicho misa en el mismo altar. Tuvo n o - cuerpo, y de algunos él dice que fué testigo. Los
ticia el papa de este milagro, y mandó llevar los herejes donatistas echaron á los perros el cuerpo
corporales teñidos de sangre á Orbitelo, con gran del Señor; y los perros, en venganza del desacato
pompa y procesión, y que todos los cardenales, y sacrilegio, se volvieron contra ellos, y los d e s -
arzobispos, y obispos, y clero, los saliesen á reci- pedazaron, como lo escribe Optato Milevitano. En
bir, y que se pusiesen en la iglesia principal de Constantinopla, siendo patriarca san Juan Crisós-
aquella ciudad, donde después por esta ocasión se tomo, una mujer hereje, por dar contento á su
edificó un templo muy suntuoso á nuestra Señora. marido, que era católico, le prometió de reducirse
En París asimismo el año de 1258, diciendo un á la fe católica, y para cumplir con él comulgó
clérigo misa en una capilla junto á palacio, al primero de mano de un sacerdote hereje, y dio á
tiempo que alzaba la hostia consagrada, apareció una criada suya lo que había recibido, para que
en sus manos un niño vivo de increíble hermosu- se lo guardase; y después tomando la hostia con-
ra, lo que v i o mucha gente; y dándose aviso de sagrada de mano del sacerdote católico, y fingien-
ello á san Luis, rey de Francia, importunándole do que se inclinaba para orar, la dio á la misma
que saliese á verlo, nunca lo quiso hacer, diciendo: criada que estaba á su lado, y tomó de ella el pan
«Quien no creyere que está allí Dios, vaya y véalo, que había recibido de los herejes, y poniéndole en
que yo con la fe lo veo cada día.» Por estos mila- la boca, luego aquel pan se convirtió en piedra,
gros se movió, entre otras causas, el papa á i n s - como lo dice Sozomeno, y nosotros lo escribimos
tituir la fiesta del santísimo Sacramento: porque en la vida de san Juan Crisóstomo, el cual muchas
aunque los milagros no son necesarios ni bastan- veces, cuando decía misa, veía los ángeles al rede-
tes, si Dios interiormente no alumbra y mueve dor del altar. San Gregorio, papa, para convencer
nuestro corazón, para que creámoslo que nos pro- la infidelidad de una mujer, pidió y alcanzó de
pone y enseña la fe; todavía para despertarla y Dios, que las especies del pan consagrado se m u -
avivarla más, y para consuelo y esfuerzo de los dasen en carne: con lo cual ella se convirtió, y el
que sin ellos creen, suele el Señor algunas veces pueblo se confirmó en la fe. San Basilio tuvo una
hacer milagros, como los ha hecho, para confir- admirable visión la primera vez que dijo misa, en
mación y prueba de la verdad de este santísimo la nueva forma, que él mismo había instituido,
Sacramento, así en los siglos pasados como en los como se lee en su vida. En el libro llamado Prado
presentes; y apenas hay reino, ni provincia, ni espiritual, cap. 29, escribe Sofronio algunos mila-
nación, donde Dios no haya obrado cosas mara- gros de este santísimo Sacramento, que trae el
villosas en testimonio y prueba de su real y ver- cardenal Baronio en el sexto tomo de sus Anales:
dadera presencia en el santísimo Sacramento del y en el séptimo tomo refiere de Evagro, libro iv,
altar; y hoy día hay, y se guarda la memoria de cap. 35, lo que aconteció en Constantinopla á un
ellas. En España hay el milagro, que dijimos, de hijo de un judío vidriero, de poca edad, el cual,
los Corporales de la ciudad de Daroca, el de F r o - habiendo ido con otros muchachos cristianos sus
mesta, el de Santarén, el de Ávila, el de Segovia compañeros á la iglesia, y viéndolos comulgar,
y otros. En Italia hay dos: en Roma, en la iglesia también él comulgó, como si fuera cristiano, lo
de San Juan de Letrán, el uno; y el otro en la de cual sabido por su padre, tomó tanto enojo, que
Santa Potenciana; y en Bolsena, el que referimos echó á su hijo en un horno ardiendo, donde él
arriba. En Francia hay uno en París, y otro en solía cocer el vidrio, y pasados tres días su triste
los estados de Flandes, en la ciudad de Bruselas, madre le halló en medio de las llamas sin lesión
donde con tanta solemnidad se celebra la memoria alguna, y la madre y el hijo se hicieron cristianos,
y fiesta del cuerpo milagroso de Cristo. En A l e - y el padre, perseverando en su obstinación y per-
mania la Alta, en un pueblo que se llama Zephe- fidia, fué ajusticiado por mandado del emperador
let, que es en el condado de Tirol, como tres millas Justiniano. En la vida de san Bernardo se dice,
tudescas de Inspruch, camino de Augusta, hay que sanó una endemoniada, poniéndole la hostia
otro muy notable y de grande admiración, que consagrada encima con la patena, y diciendo:
aconteció más ha de doscientos y veinte años. Y «Aquí viene el mismo Señor, que nació de la V i r -
TOMO i io
74 LA LEYENDA DE ORO
gen y murió en la cruz, y resucitó, y subió á los para ablandar el duro y empedernido corazón de
cielos.» El mismo san Bernardo cuenta en la vida aquel desdichado hombre, fué condenado al fuego
de san Malaquías, que como un hombre pertinaz- y hecho ceniza.
mente negase la presencia de Cristo en el Sacra- El otro milagro es más nuevo, y sucedió en Po-
mento, san Malaquías le dijo: «Dios te haga con- lonia el año de 1556; y fué así: En un pueblo lla-
fesar la verdad, aunque sea por fuerza;» y que el mado Schazeto, un judío importunó mucho á una
otro respondió: «Amén;» y el mismo día le d i o una criada suya cristiana, por nombre Dorotea, que
gravísima enfermedad, de la cual apretado volvió recibiese, como solía, el cuerpo de Cristo, y que
en sí, y se reconcilió con la Iglesia, confesando la se le entregase; y al fin con las promesas que le
verdad, y expiró. Una muía hambrienta, y que no hizo, lo alcanzó. Ella le d i o el cuerpo del Señor,
había comido en tres días, mostrándole la cebada, y el judío le tomó, y acompañado de otros tres
la dejó y se arrodilló delante del santísimo Sacra- judíos, amigos suyos, le llevó á su sinagoga, y
mento, por las oraciones que hizo san Antonio de allí le dieron muchas puñaladas y heridas. Luego
Padua, para convencer á ciertos herejes, como se salió de la sagrada hostia tan grande cantidad de
refiere en su vida. Estando san Buenaventura en sangre, que los mismos judíos la recogían con
oración delante del altar, y dudando si comulgaría unas cucharas y la echaban en un vaso de vidrio.
ó no, se dividió una partícula de la hostia, y se le Procuraron mucho aquellos pérfidos y malvados
vino á la boca. Y lo mismo sucedió á santa Catali- enemigos de Jesucristo encubrir su maldad, mas
na de Sena, llegándose á comulgar, y diciendo no pudieron; porque el Señor la manifestó", y el
misa Fr. Raimundo su confesor: la cual santa, rey de Polonia Sigismundo, cuando lo supo, los
recibiendo el santísimo Sacramento, y aun con mandó castigar severamente, y así fueron que-
sólo mirarle ó ver algún sacerdote, que aquel día mados. Y Luis Lipomano, obispo de Verona, y
hubiese tocado el cuerpo del Señor, se le quitaba nuncio del papa, varón de vida ejemplar y de sin-
totalmente el apetito del manjar corporal. Pero gular doctrina, que á la sazón se hallaba en Polo-
dejemos ya estos milagros antiguos y acabemos nia, hizo averiguación del caso, y tomó informa-
lo que tenemos que decir de esta fiesta, con refe- ción auténtica de todo lo que había pasado, y la
rir solos otros dos más modernos. El uno escribe envió á la Santidad del papa Paulo IV, que enton-
el P. M. Fr. Tomás Waldense, provincial de Nues- ces presidía en la Iglesia católica. Bendito, alaba-
tra Señora del Carmen en Inglaterra, varón muy do y ensalzado sea el Señor, que tan maravilloso,
docto y grave, y digno de todo crédito, que flore- liberal y dadivoso se muestra en este santísimo
ció por los años del Señor de 1420, siendo sumo Sacramento, y por una parte nos manda, que
pontífice Martino V, el cual aprobó sus obras, y creamos los misterios inefables ó invisibles que en
lo escribe como testigo de vista. Dice, pues, que él se encierran, y por otra obra tantos milagros
en la ciudad de Londres, en la iglesia catedral de para despertar nuestra fe y encender más n u e s -
San Pablo, el arzobispo Cantuariense, primado de tros corazones en su divino amor, y en la devo-
aquel reino, estando el mismo padre presente, ción y reverencia de este admirable ó inenarrable
preguntó algunas cosas á un zapatero hereje, que Sacramento. Reconozcamos todos este soberano
negaba la verdad del santísimo Sacramento, y beneficio, agradezcámosle con profunda humildad
estaba allí, para ser examinado y juzgado; y que de lo más íntimo de nuestro corazón, aprovechó-
mandándole que hiciese reverencia á la sagrada monos de esta medicina de nuestras almas, c o -
hostia, no quiso obedecer, antes con su lengua mamos este pan de vida, embriaguémonos con
blasfema respondió, que una araña era más digna este cáliz del Señor, tengamos perpetua memoria
de reverencia que aquella hostia. Apenas hubo de su pasión y de su cruz, y acordémonos que no
dicho estas palabras, cuando súbitamente una somos nuestros, sino de aquel que por solas las
araña disforme, negra y horrible, se descolgó de entrañas de su piedad nos compró con el precio
lo más alto del techo, y bajó por su hilo derecha de su purísima sangre, y tiene por regalo morar
sobre la boca de aquel desventurado hereje; y entre nosotros, para consuelo, sustento y amparo
queriéndole asir de ella, la gente que estaba pre- de esta nuestra miserable vida, y se nos da á sí
sente apartó la araña, y se lo estorbó. Y como un mismo por prenda de la eterna, que esperamos.
prodigio tan extraño y tan nuevo aun no bastase Amén. (P. Ribadeneira.)
VIDA DE LA GLORIOSA VIRGEN 75

VIDA DE LA

GLORIOSA VIRGEN MARÍA NUESTRA SEÑORA

/A sacratísima Virgen María nuestra Señora esta Niña benditísima, en una casa que tenían
fué de Nazaret, ciudad de Galilea, é hija de padres sus padres en el campo, entre los balidos de las
nobles y ricos. Su padre se llamó Joaquín, natu- ovejas y alegres cantares de los pastores. Nació
ral de Nazaret, su madre Ana, de la ciudad de á los ocho de septiembre; y nueve días después,
Belén. Eran los dos de la tribu de Judá, y del que fué á los diez y siete del mismo mes, según
linaje real de David; Joaquín por vía de Nathán, la costumbre de los hebreos, le fué puesto al nom-
y Ana por vía del rey Salomón, que ambos fue- bre de María. Dióle el Señor, á lo que algunos
ron hijos de David. Estos bienaventurados padres santos dicen, y piadosamente se puede creer,
de la Virgen eran de vida santísima, como con- por ángel de guarda á san Gabriel, y á otros m u -
venía que fuese el árbol que había de producir chos ángeles en su compañía. Al cabo de ochenta
tal fruto. Empleábanse en la guarda de la ley con días fué santa Ana á Jerusalén á cumplir la ley
gran cuidado, en ayunos, oraciones y limosnas. de la purificación, llevando la niña al templo en
Repartían sus rentas en tres partes: una gasta- sus brazos, como un tesoro precioso; y dada por
ban en el culto divino y ministerios del templo; ella la ofrenda acostumbrada de los primogéni-
otra en los pobres; y la otra en el gasto de sus tos, se volvió con ella á su casa. Siendo ya
personas y familia. Habían vivido veinte años de tres años, para cumplir el voto que habían
casados sin tener hijos, porque Ana era estéril, y hecho de ofrecerla al Señor, la llevaron sus
por esta causa estaban tristes y afligidos, y como padres á Jerusalén, y la ofrecieron en el t e m -
avergonzados y corridos; porque en aquel pueblo plo á los veintiuno de noviembre, con las c e r e -
carnal se tenía la esterilidad por un género de monias que en semejantes ofrendas se usaban.
oprobio y castigo de Dios. Al cual estos santos Declararon al sacerdote el voto que habían hecho,
casados suplicaban con grande instancia de día y encargándole que tuviese cuenta con su hija, como
de noche que les diese fruto de bendición, pro- con cosa dedicada ya á Dios, y que la pusiese
metiéndole de consagrar á su divina Majestad el entre las otras doncellas que le servían, junto al
hijo ó hija que les diese. Perseverando en esta templo, en una casa edificada para este efecto,
oración, un ángel apareció á Joaquín, que estaba donde las vírgenes eran sustentadas con las ren-
en la majada de sus pastores, y le dijo que Dios tas del mismo templo, y apartadas del ruido y
había oído sus ruegos, y que tendría una hija bullicio podían ocuparse en santos y loables ejer-
que se llamaría María, y sería madre del Salva- cicios, y entrar fácilmente en el mismo templo á
dor del mundo. La misma revelación tuvo santa hacer oración. Admiró á todos por extremo la be-
Ana en un huerto, en donde vivía apartada. Co- lleza y gracia de la bienaventurada niña, y más
municáronlo entre sí, y hallaron que convenía la prontitud y alegría con que se despedía de sus
muy bien lo que el ángel había dicho al uno con padres y se dedicaba al Señor, sacando por aque-
lo que había dicho al otro. Dieron muchas gracias llos pequeños indicios las grandes y maravillosas
al Señor por aquella tan señalada merced, y Ana obras que Dios había de obrar en aquella, que de
concibió á la Virgen sacratísima á los ocho días tan tierna edad había escogido para su servicio.
de diciembre, en que la santa Iglesia celebra la Fué recibida la santa niña entre las otras vírge-
fiesta de su Concepción. Fué concebida sin peca- nes con gran regocijo de las demás, y luego c o -
do original, previniéndola Dios con tanta abun- menzó á resplandecer en aquella casa material de
dancia de gracia, cuanta era razón que tuviese Dios, la que era verdadero y espiritual templo
la que era predestinada para madre suya, y q u e - suyo. Allí aprendió muy perfectamente á hilar
brantadora de la cabeza de la serpiente infernal. lana, lino, seda y holanda; coser, labrar los orna-
A los nueve meses cumplidos nació en Nazaret mentos sacerdotales, y todo lo que era menester
76 LA LEYENDA DE ORO
para el culto del templo, y después para servir y en cuya compañía perseverase en el servicio del
vestir á su precioso Hijo, y para hacerle la túnica templo: mas esto no había lugar, porque por ser
inconsútil, como dice Eutimio. Aprendió asimismo única de sus padres, había heredado, y según la
las letras hebreas, y leía á menudo con mucho ley era forzoso casarse con hombre de su mismo
cuidado, y meditaba con grande dulzura las divi- linaje y familia. Acudieron al divino oráculo, y
nas Escrituras, las cuales, con su alto y delicado respondió el Señor, que todos los que al presente
ingenio, y con la luz soberana del cielo que el Se- estaban en Jerusalén, del linaje de David, se j u n -
ñor le infundía, entendía perfectamente. Nunca tasen, y á quien le cupiese la suerte, ése se casase
estaba ociosa: guardaba silencio: sus palabras con ella; y la Virgen tuvo revelación del Señor
eran pocas y graves, y cuando eran menester; su que obedeciese á los sacerdotes, y que no temiese,
humildad profundísima, la modestia virginal, y porque él la guardaría. Cupo la dichosa suerte á
todas las virtudes tan en su punto y perfección, José, de la tribu de Judá, natural de Belén, de
que atraía á sí los ojos, y robaba los corazones de oficio carpintero, hombre de madura edad y santo,
todos; porque más parecía niña venida del cielo, y que siempre había guardado castidad, y cual
que criada acá en la tierra. Ayunaba mucho, y convenía que fuese el esposo de tal esposa. D e s -
con el recogimiento, soledad, silencio y quietud, posáronse, siendo la sacratísima Virgen de trece
se disponía á la contemplación y unión con Dios, años y tres meses, y fué entregada á su esposo,
en la cual fué eminentísima; y el Señor la visitaba para guardarla y mirar por ella.
y regalaba con sus resplandores y ardores divi- Con esto nuestra Señora volvió á Nazaret, y
nos, como á esposa suya, y los ángeles á menudo habitó en la casa de sus padres, que ella, como
se le mostraban, y conversaban con ella; y a l g u - hija única, había heredado. Y estando en Nazaret
nas veces le traían para comer manjares, no la Virgen purísima, y llegada ya aquella hora
aparejados por mano de hombres, sino venidos bienaventurada, en que Dios había determinado
del cielo. vestirse de nuestra carne en sus entrañas, vino á
Vivió en esta manera de vida hasta los once ella el arcángel san Gabriel con aquella tan alta y
años de su edad, en la cual murieron sus santos tan soberana embajada; y hallándose sola, retirada
padres, muy viejos, casi de ochenta años, sin y suspensa, en contemplación, con grande humil-
haber tenido otra hija ni hijo, sino ella. Estando dad y reverencia la saludó, y le dijo: Dios te salve,
aquí en el templo, con encendido deseo y amor de llena de gracia. El Señor es contigo. Y tú eres
la virginidad, que el Espíritu Santo le inspiraba, bendita entre todas las mujeres. Turbóse la Virgen,
hizo voto de guardarla perpetuamente, y fué la no por ver el ángel, que no era cosa nueva para
primera que hizo esta manera de voto, y alzó la ella, sino por verle en figura de hombre, y por las
bandera de la virginidad, y con su ejemplo incitó alabanzas que le daba, de las cuales ella se tenía
á tantos y tan grandes escuadrones de purísimas por indigna. Mas el ángel la animó y declaró el
doncellas, para que la abrazasen, y por no per- misterio á que venía, y la aseguró que varón no
derla, perdiesen sus vidas; y por esto se llama tendría parte en ella, ni su virginidad, de la cual
Virgen de las vírgenes, como maestra y capitana ella estaba tan solícita, padecería detrimento;
de todas ellas: porque aunque es verdad que en porque el Espíritu Santo vendría sobre ella, por
el Viejo Testamento algunos permanecieron c a s - cuya virtud concebiría al Hijo del Altísimo,; y le
tos toda la vida, como Josué, Melquisedech, Elias, trajo el ejemplo de su prima Isabel, que siendo
Elíseo, Jeremías, y los tres mozos del horno de vieja y estéril, había concebido, porque para Dios
Babilonia; pero cosa cierta y averiguada es, que ninguna cosa es imposible, y cuando él es servido,
ninguno con obligación de voto prometió á Dios como pare la estéril, puede parir la virgen. Con
virginidad, y que nuestra Señora fué la primera, esta seguridad, obedeciendo á la voluntad del
que sin ejemplo á quien imitase, le hizo y se ofre- Señor, y humillándose profundísimamente hasta
ció á Dios: porque esta gloria estaba reservada á el abismo de su nada, d i o el si, y consintió en la
esta Señora, que sola había de juntar la flor de embajada, diciendo aquellas dulcísimas palabras,
virgen con el fruto de madre. Siendo ya de edad que alegraron al cielo y santificaron la tierra: He
para casarse, pareció á los sacerdotes que la Vir- aquí la sierva del Señor; cúmplase en mí su volun-
gen tomase marido, como lo hacían las demás, tad, según tus palabras. En aquel momento conci-
que tenían edad para ello. Mas como ella enten- bió al Verbo eterno en sus entrañas, y fué verda-
diese que trataban de casarla, respondió con dera Madre de Dios y de su padre y criador, y
humildad y modestia, que aquello no podía ser, constituida reina del cielo y de la tierra y de todo
porque sus padres la habían ofrecido á Dios, y lo criado.
ella había hecho voto de perpetua virginidad. A d - Acabado este inefable misterio, la Virgen, y ya
miráronse todos de oir cosa tan santa y nueva, y madre, movida del mismo Espíritu, que con tan-
trataron si sería bien casarla con algún sacerdote, ta copia y plenitud de gracias había sobrevenido
VIDA DE LA GLORIOSA VIRGEN 77
en ella, se puso en camino para visitar á su pri- ron aquellos nublados, cesó la tempestad y se s e -
ma Isabel, y ejercitar la caridad con ella; y con renó el corazón de José, y comenzó con mayor
admirable ejemplo de humildad, ayudarla, servirla acatamiento y reverencia á seguir aquella Virgen,
y darle el parabién de la merced que el Señor le que antes tenía por santa, y ahora conocía por
había hecho en su vejez con el nuevo hijo, y san- Madre de Dios. A la cual, estando yaen los nueve
tificar al mismo hijo con sus palabras. Anduvo meses y vecina al parto, se le ofreció otro trabajo
aquel largo camino con presteza; porque el fervor de un largo camino, que en tiempo de invierno y
de su gran caridad la alentaba y daba fuerzas, y frío, hubo de hacer con su esposo, de Nazaret á
mucho más el tesoro que llevaba en su sagrado Belén, para cumplir con el edicto del emperador
vientre, porque la preñez no lo estorbaba. Entró Octaviano, que había mandado que todos los s u -
en casa de Zacarías, saludó á Isabel, visitó la jetos á su imperio se empadronasen cada uno en
mayor á la menor, y saludóla primero, antes que la ciudad donde había nacido; y como José era
Isabel la saludase: para darnos en esto ejemplo natural de Belén, fué necesario ir allá para c u m -
de aquella singular humildad, con que tanto plir con este mandato. Pasaron los santos espo-
agradó al Señor. Penetraron las palabras de la sos en este camino mucha incomodidad y trabajo,
Virgen por los oídos de la madre, y llegaron al á causa de ser el camino largo, el tiempo recio,
santo niño Juan, que estaba en sus entrañas, el su pobreza mucha, la Virgen santísima de poca
cual, recibiendo el Espíritu de la santificación y edad y delicada, y ya en días de parir; la cual lle-
conociendo al Señor del mundo, que estaba e n c e - vaba con admirable sufrimiento y alegría todas
rrado en el sagrado tálamo de María, d i o saltos aquellas molestias; porque tenía en sus entrañas
de placer, significando con ellos lo que no podía la dulzura y regalo del mundo. Llegaron á Belén,
declarar con palabras. De este movimiento y y no hallaron quién los albergase. Recogiéronse
nuevo regocijo entendió Isabel el misterio de la á una cueva, que estaba fuera y pegada á los mu-
Encarnación del Hijo de Dios, y alumbrada con ros del pueblo, donde se solían acoger las bestias
el espíritu de profecía y luz del cielo, dijo á la y pobres caminantes; y en aquel vil y desabrigado
Virgen santísima: Bienaventurada eres tú entre establo parió la Virgen á Dios encarnado, y ha-
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vien- biéndolo envuelto en los pañales, que para este
tre. ¿De dónde merecí yo, que la Madre de mi efecto llevaba, le reclinó en el pesebre, adorándo-
Señor venga á mi? Y las otras palabras que se le como á Dios, y reverenciándole como á Señor,
siguen en alabanza de la Virgen. La cual, r e c o - y besándole como á hijo. A los ocho días del naci-
nociendo todas las gracias del Señor, y no atribu- miento se hizo la circuncisión en el mismo portal,
yendo ninguna á sí, cantó aquel cántico del donde estaba; y el ministro de ella, dice el bien-
Magníficat, que está más lleno de misterios que aventurado san Bernardo, fué san José, y enton-
de palabras. Y habiendo estado casi tres meses en ces se le puso el nombre de Jesús y Salvador, que
aquella casa, santificándola con su presencia, se el ángel había publicado y traído del cielo. Vinie-
volvió á la suya de Nazaret. ron después los reyes Magos, guiados de la nueva
Aquí pasó aquella grande tribulación con la estrella, y adoraron al doncel y á la doncella, al
sospecha, que de ella tuvo el santo José su e s - Hijo y á la Madre, declarando con sus dones de
poso; porque viendo él que la sacratísima Virgen oro, incienso y mirra, lo que de aquel niño tierno
estaba preñada, y sabiendo cierto que él no tenía y Dios eterno creían. Cumplidos ya los cuarenta
parte en aquel preñado, se halló muy turbado y días del sagrado parto, vino la reina de los á n g e -
confuso, no sabiendo lo que en un caso tan d u - les á Jerusalén, para obedecer á la ley que Dios
doso había de hacer para cumplir con la ley, había dado de las paridas, y para presentar su
y no infamar á una mujer de tan loables c o s - Hijo primogénito al Señor en el templo, y resca-
tumbres, y que por ventura no tenía culpa. Y la tarle con cinco s i d o s , como lo mandaba otra ley
santa Esposa, aunque veía las olas y afectos v a - de los primogénitos. Aquí tuvo nuevas causas de
rios del corazón de su dulce esposo, y tenía pena alegría y de tristeza, de consuelo y de dolor; por-
de su pena, pero por encubrir el sagrado miste- que por una parte v i o que la gloria de su bendi-
rio, que Dios había obrado en ella, con el velo de tísimo Hijo comenzaba á manifestarse al mundo,
la humildad disimulaba, callaba, oraba y enco- y que aquel santo viejo Simeón le había tomado
mendaba su causa á Dios, para que él pusiese en sus brazos, adorándole y reconociéndole por
remedio. Oyóla el Señor, y envió un ángel del luz de las gentes, y ornamento y gloria del pueblo
cielo á José, que le apareció en sueños, y le de- de Israel; y aquella venerable y anciana profe-
claró el misterio, y mandó que tomase á la V i r - tisa Ana la había magnificado y hablado alta-
gen, para servirla y acompañarla, y tener cuidado mente de sus grandezas y maravillas: lo cual
del fruto benditísimo que de ella naciese, á quien todo era materia de gozo y de alegría. Mas
llamaría Jesús. Con esta revelación se deshicie- por otra parte atravesó su corazón un cuchi-
78 LA LEYENDA DE ORO
lio de dolor, cuando oyó decir al santo viejo S i - en ellas. Todo el resto del tiempo, hasta los trein-
meón aquellas palabras: He aquí este niño, puesto ta de su vida, estuvo el Señor con su bendita Ma-
como blanco, á quien el mundo ha de hacer contra- dre, acompañándola, obedeciéndola y sirviéndola,
dicción, y muchos han de caer y levantarse por él como hijo obedientísimo á su verdadera y a m a n -
en Israel; y tu alma será traspasada de un cuchillo tísima madre. Y de esta sujeción y obediencia
de dolor, para que se descubran los secretos de mu- podemos sacar la humildad del hijo y la e x c e l e n -
chos corazones de los hombres. Con las cuales pa- cia de la Madre; porque no puede haber humildad
labras se echó acíbar en los placeres de este día, más profundad, que sujetarse y obedecer Dios á
y todo aquel gozo se aguó con temor y sobresalto, su criatura; ni mayor grandeza y soberanía, que
el cual comenzó á crecer, porque acabada aquella mandar la criatura á Dios: y ésta tuvo la Virgen
ceremonia y solemnidad de la purificación de la sacratísima hasta la edad de treinta años de su
Virgen, fué necesario aprisa huir á Egipto, para Hijo, el cual, habiendo cumplido veintinueve
escapar el Niño de las manos del impío rey Hero- años y trece días, se despidió de su Madre, y fué
des, el cual le procuraba matar. Mas el ángel apa- á Bethabara á ser bautizado en el río Jordán, de
reció en sueños á José, y le mandó que luego se san Juan, y de allí entró en el desierto, y ayunó
levantase, y tomase al Hijo y á la Madre y se cuarenta días, y fué tentado y venció al enemigo,
fuese á Egipto, y que allí estuviese hasta que fue- y salió como Maestro del cielo á predicar, y juntó
se avisado. Y José lo hizo así, y por caminos discípulos é hizo lo demás que referimos en su
apartados y desiertos, con gran trabajo é incomo- vida, Pero en este tiempo, aunque andaba de unas
didad, y solícito cuidado, hicieron aquella larga partes en otras predicando, la Virgen sacratísima
jornada, y llegaron á Egipto, y habitaron en un le acompañaba, y se halló con él y con sus discí-
lugar, que ahora llaman Matarea, entre Heliópoli pulos en las bodas de Cana de Galilea, y faltando
y Babilonia, tres leguas de Babilonia, y cuatro de el vino, no faltó la piedad de esta Señora, para
Heliópoli. Aquí pasaron la vida con gran necesi- rogar á su bendito Hijo que proveyese aquella
dad y pobreza, por ser extranjeros y no conoci- falta, para que no cayesen en vergüenza los n o -
dos, y no con menor pavor y sobresalto; porque vios, y con ocasión de aquel milagro se manifes-
aunque estaban muy confiados que el Señor guar- tase más su gloria. Y así lo hizo Cristo nuestro
daría aquel Niño, todavía el amor era causa de Redentor, que ninguna cosa que le pide, niega á
temor y no les dejaba reposar. Pero lo que más su Madre; y éste fué el primer milagro que obró,
afligía á la Virgen, era ver la ceguedad de aque- convirtiendo el agua en vino, y mostrándose señor
llos pueblos en que vivían, los cuales, dejando á absoluto de todas las criaturas. Otra vez asimismo
Dios verdadero, adoraban por dioses á las obras leemos, que estando predicando Cristo nuestro
de sus manos, y al cocodrilo, y á las serpientes, y Señor, vino su Madre, y los oyentes le dijeron:
otras sabandijas, y en ellas á los demonios, que He aquí que tu' madre y tus hermanos te buscan;
los traían engañados. Estuvieron en Egipto hasta llamando hermanos, según el uso de los hebreos,
la muerte de Herodes, y por mandado del mismo á los parientes cercanos de Cristo, por parte de su
ángel, que antes había aparecido á José, volvieron Madre, y aun de José, á quien tenían por padre
á su tierra, é hicieron su asiento y morada en la suyo. Y otras muchas veces es de creer, que la
ciudad de Nazaret, de donde venían cada año á Virgen santísima acompañaba á su benditísimo
Jerusalén á visitar el santo templo del Señor. Hijo, ó iba con él, y le seguía, para servirle en
Siendo ya el niño de doce años, y habiendo sus trabajos y gozar de su vida y doctrina, y mag-
venido, como acostumbraba, con sus padres al nificarle por las maravillas que obraba; y duró el
templo, se quedó en él, sin que ellos lo entendie- hacer esto, todo el tiempo que predicó Cristo,
sen: y buscándole tres días con grandes sollozos, hasta que, acercándose ya la hora en que el m i s -
suspiros y lágrimas, al cabo le hallaron en el tem- mo Señor había determinado de morir, y habiendo
plo, entre los doctores y sabios, proponiéndoles celebrado aquella última y misteriosa cena con
dudas, y respondiendo á las que ellos le propo- sus doce apóstoles, se despidió de su dulcísima
nían. Viéndole así la dulcísima Madre, dijo al Madre, que en la misma casa, con otras santas
Niño benditísimo: Hijo, ¿por qué lo habéis hecho mujeres aparte también, había celebrado la pas-
así, sabiendo que vuestro padre y yo con grande cua, y se fué al huerto, donde había de ser preso,
dolor os buscábamos? Y el Señor le respondió: quedando la Virgen en la misma casa, suspensa y
¿Para qué me buscábades? ¿No sabéis que me tengo temerosa, aguardando el suceso de la pasión.
de ocupar en las cosas que tocan al servicio de mi Cuando supo que su Hijo estaba preso, y que le
Padre? Las cuales palabras, aunque los circuns- llevaban de un juez á otro, luego, sin detenerse,
tantes no las entendieron, la Virgen las notó y salió de casa, y le siguió con otras santas muje-
guardó en su pecho para rumiarlas, y considerar res hasta el monte Calvario, donde no se puede
los misterios profundísimos que estaban envueltos con palabras explicar, ni el dolor que penetró su
VIDA DE LA G L,ORIOSA VIRGEN 79
corazón, viendo á su Hijo tan maltratado y afeado, En este llanto pasó la Virgen aquellos tres días,
y como un cordero manso despedazado de aque- que la ánima do su benditísimo Hijo estuvo en el
llos lobos infernales; ni la constancia y fortaleza limbo, y el cuerpo en el sepulcro, hasta que veni-
que tuvo, conformándose en todo con la voluntad da la mañana del día del domingo, resucitó victo-
del Señor, y queriendo la muerte de su Hijo para rioso, y acompañado de innumerables almas de
gloria suya y satisfacción de nuestras culpas: los santos Padres, que como despojos había saca-
porque el dolor fué á la medida de su amor, de do del limbo, le apareció primero que á nadie,
donde él y las demás pasiones nacen, y el amor como á madre carísima, y que más que nadie lo
de la Virgen para con su Hijo fué el mayor que merecía, con cuya vista las lágrimas de tristeza
jamás tuvo ni tendrá pura criatura: porque fué se convirtieron en lágrimas de consuelo, y se s e -
amor de madre para con su unigénito hijo, é hijo renó aquella Señora, que estaba como luna eclip-
todo suyo, sin compañía de padre, ó hijo que jun- sada por la ausencia del sol. No se puede decir ni
tamente era hombre y Dios; y en cuanto á la na- entender el gozo que recibió la Virgen con ver á
turaleza humana, el más acabado y perfecto hom- su Hijo vencedor, y triunfador de la muerte, y los
bre, y más lleno de gracias y dones, que puede abrazos que le d i o , y las veces que besó las seña-
ser. Pero este sentimiento y dolor, aunque fué tan les resplandecientes de las llagas, que habían
excesivo, no turbó á la Virgen, ni la afligió, de quedado en sus pies y manos y sagrado costado.
manera que no estuviese en pie, como una firme Pues ¿quién podrá explicar las gracias y alaban-
columna, allí cerca de la cruz, mirando con los zas que le dieron todas aquellas almas santas, por
ojos llorosos aquel espectáculo lastimoso, y ofre- haber sido medianera de su remedio, libertadora
ciendo al Padre Eterno en sacrificio á su mismo de su cautiverio, y Madre de aquel Señor que con
Hijo en olor de suavidad, y suplicándole que le tanta gloria los había rescatado? Cuarenta días es-
aceptase y le aplacase, y por él perdonase los peca- tuvo el Señor en el mundo después de haber r e -
dos del mundo; porque ella se conformaba con su sucitado, en los cuales es de creer que muchas
voluntad santísima, y quería lo que él quería, y veces visitó á su bendita Madre, recreándola con
que su Hijo muriese con una muerte tan dolorosa su vista, y regalándola con sus dulcísimas pala-
y afrentosa; pues que su divina Majestad así lo bras; y que los apóstoles y los demás fieles le da-
había ordenado. De esta manera acompañó la rían el parabién de la gloria de su Hijo, y que
Madre al Hijo en sus dolores y afrentas, y entró á ella les quitaría toda la duda y sospecha, y
la parte de su pasión como verdadera madre; la los confirmaría en la fe de la resurrección. Al
cual piedad, queriendo remunerar el Señor, le cabo de los cuarenta días apareció últimamente el
dijo aquellas lastimeras y amorosas palabras: Señor á su Madre y á sus discípulos, y los
Mujer, ves ahí á tu Hijo; y luego dijo al discípulo: llevó al monte Olivete, y despidiéndose, les
Ves ahí á tu Madre: dándole por hijo adoptivo á echó su bendición, y con inefable gozo, gloria
san Juan, que desde aquella hora la tomó por y majestad, subió á los cielos, dejando á la
madre, para servirla y mirar por ella, como si lo Virgen más alegre por su gloria, que triste por su
fuera. Quedando con este trueco la castísima Vir- ausencia. Volvieron todos al cenáculo, donde per-
gen traspasada de un agudo cuchillo de dolor, por severaron en oración, esperando la venida del
ver cuan diferente era el hijo que perdía del que Espíritu Santo; el cual recibió la Virgen con tanto
le habían dado, y el amor entrañable que para mayores y más copiosos dones y gracias que t o -
consigo tenía aquel Hijo, que estando como esta- dos los demás, cuanto su disposición era m a -
ba, tan atormentado en la cruz, no se olvidaba de yor, y la dignidad de Madre y de Maestra de toda
ella. Cuando le v i o expirar, ella juntamente diera la Iglesia lo pedía.
su espíritu, si con fuerzas sobrenaturales el Señor Después de esto moró la santísima Virgen en
no la esforzara; y la lanzada, que después de Jerusalén, ocupándose parte en altísima contem-
muerto se d i o al Hijo, no menos traspasó el cora- plación de Dios y de los misterios, que vestido de
zón vivo de la Madre, que el corazón muerto del su carne había obrado, y particularmente en r e -
Hijo. Después se bajó el sagrado y descoyuntado cibir muy á menudo el inefable Sacramento de su
cuerpo de la cruz, y la Virgen le tomó en sus cuerpo con los otros fieles; porque si ellos lo
brazos con tal sentimiento, que ni se puede con hacían, ¿con cuánta más razón lo haría la que
palabras explicar, ni con entendimiento humano tanto mejor que todos entendía la dignidad de
comprender. Finalmente, habiendo sepultado al aquel Señor, y tanto más aparejada estaba para
Señor, acompañada de san Juan y de algunas pia- recibirle, y con el uso de él tanto más soberanos
dosas mujeres, se volvió á la casa de Juan Mar- dones y gracias continuamente recibía? Parte se
cos, donde se había hecho la cena, con increíble ocupaba en visitar y reverenciar aquellos santos
tristeza, para aguardar el alegre día de la gloriosa lugares que su Hijo había consagrado con sus pi-
resurrección del gloriosísimo Hijo. sadas y obras maravillosas, y parte en formar
80 LA LEYENDA DE ORO
aquella nueva y primitiva Iglesia del Señor, que piadosos ruegos el Hijo de la Madre, á quien siem-
se comenzaba á plantar y extender en el mundo: pre oye, y envióle un ángel con la alegre nueva
porque ella era la que enseñaba á los apóstoles, y de su muerte, la cual ella recibió con gran júbilo
la que les manifestaba los misterios de la encar- de su espíritu, y lo descubrió á su querido hijo
nación, nacimiento, circuncisión y niñez de Cris- Evangelista. El lo dijo á los fieles que estaban en
to. Ella la que con sus oraciones y vida divina, y Jerusalén, y luego se derramó por los otros c r i s -
palabras celestiales, alentaba y daba vida á toda tianos que estaban en toda aquella comarca, y vi-
aquella santa compañía. Ella la que con sola su nieron muchos á Jerusalén, y se juntaron en el
vista serenaba los corazones afligidos, componía monte santo de Sion, en la casa donde Cristo cenó
los afectos desordenados, reprimía y mitigaba los con sus discípulos, é instituyó aquella mesa real
apetitos sensuales, esforzaba á los flacos, levan- de su sagrado cuerpo para sustento de toda su
taba á los caídos, confirmaba á los fuertes y con- Iglesia, y el Espíritu Santo había venido en len-
vertía los pecadores. Su caridad para con todos guas de fuego. Trajeron los fieles muchas velas,
era ardentísima, la humildad profundísima, la ungüentos y especies aromáticas, como tenían de
paciencia en los trabajos y persecuciones i n v e n - costumbre, y muchos himnos compuestos para
cible, y de manera que sólo el verla despedía cantar en su glorioso tránsito. Y para mayor gozo
cualquiera tristeza y vano temor. Finalmente, era de la Virgen y consuelo de los apóstoles, de varias
un oráculo de toda la Iglesia, un sol que resplan- partes y provincias del mundo, en que andaban
decía en el mundo, un prodigio divino, una Virgen predicando, todos los que vivían entonces fueron
tan vestida y adornada de Dios, que en su mismo traídos milagrosamente á su presencia. Halláron-
rostro y semblante representaba la inefable dig- se también otros varones apostólicos, Hieroteo,
nidad de Madre suya, con tan grande majestad y Timoteo, y Dionisio Areopagita, y otros muchos
gracia, que todos tenían deseo de verla, y muchos que con grande instancia habían pedido al Señor
se pusieron en camino para Jerusalén, por gozar que los hiciese dignos de ver aquel dichoso espec-
de la presencia de esta santísima Virgen: porque, táculo. Cuando la Virgen purísima v i o aquella
como dice san Ignacio en una epístola, que escri- santa y bienaventurada compañía, se gozó con un
bió á san Juan Evangelista: «¿Qué cristiano fiel y gozo inefable, é hizo gracias á su bendito Hijo,
amigo de nuestra santa fe y religión habrá, que por aquel incomparable beneficio que le había
•no desee ver y hablar á aquella que mereció hecho, y con rostro grave y sereno les dijo que
tener en sus entrañas y parir á Dios verdadero?» los espíritus celestiales habían mucho deseado su
Entre éstos fué también aquel gran Dionisio Areo- partida de esta tierra, y que ella también lo había
pagita, discípulo del apóstol san Pablo, del cual suplicado á Dios, y él se lo había otorgado, y que
se dice, que habiendo sido poco antes convertido á así presto se cumpliría. Recostóse en una humil-
Cristo en Atenas por la predicación de san Pablo, de cama; y mirando á todos, que ya tenían c a n -
vino á ver á esta señora; y que en viéndola, le d i o delas encendidas en las manos, con un aspecto
una admiración de grande suavidad, y v i o en ella más divino que humano, les mandó que se acer-
una dignidad más que de persona mortal, que le casen para darles su bendición, la cual les echó
causó un estupor maravilloso, que la tuviera por suplicando á su Hijo que la confirmase desde el
Dios, y como á tal la adorara, si no supiera por la cielo, y les diese aquellos bienes sempiternos que
fe que no lo era: y añade Ubertino, que v i o san nunca desfallecen ni se acaban. Todos se deshacían
Dionisio al rededor de la Virgen un ejército de en lágrimas por la ausencia de tal Madre, y ella
innumerables ángeles. También estuvo un poco los consolaba y decía: Quedaos con Dios, hijos míos
de tiempo la santísima Virgen en la ciudad de muy amados; no lloréis porque os dejo, sino ale-
Efeso, en la provincia de Asia, juntamente con graos, porque voy á mi querido. Luego encomendó
san Juan Evangelista, como se saca del concilio á san Juan que repartiese dos túnicas ó ropas, que
Efesino, en una epístola al clero de Constantino- había usado, á dos doncellas que allí estaban y
pla, derramando en todas partes sus resplando- habían vivido mucho tiempo con ella. En este
res, y dando salud y vida espiritual á todos aque- punto bajó del cielo, acompañado de innumerables
llos con quienes trataba. ángeles, su Hijo dulcísimo, y en viéndole, con
Habiendo, pues, pasado con este tenor de vida grandes júbilos y saltos de su corazón, dijo la Ma-
muchos años, y guardándola Dios para consuelo dre santísima: Bendigote, Señor, dador de toda
y bien de toda su Iglesia, siendo ya de anciana bendición, y luz de toda luz, por haberte dignado
edad, viendo extendida por el mundo la fe y el tomar carne de mis entrañas. Bien cierta estoy que
nombre de su Hijo, encendida de amor y derretida se cumplirá en mi todo lo que tú dijiste. En dicien-
de deseo de verle, le suplicó afectuosamente que do esto, se reclinó en la cama, y se compuso d e -
la librase de las miserias de esta vida, y la llevase centemente, y levantando las manos en alto, llena
á gozar de su bienaventurada presencia. Oyó los de increíble gozo por ver á su Hijo, que la llama-
VIDA DE LA GLORIOSA VIRGEN 81
ba y convidaba á la eterna felicidad, le dijo: Cúm- gen. Atrevióse un judío pérfido y obstinado, del
plase en mi tu palabra. Y con esto, como quien se linaje sacerdotal, á echar mano de las andas para
hecha á dormir, sin dolor alguno ni pesadumbre, derribarlas en el suelo: mas las manos cortadas
d i o su alma á aquel Señor, á quien ella había dado de sus brazos quedaron allí pegadas, en casti-
su carne, la noche antes del día quince de agosto, go de su loco atrevimiento. Conoció el ciego su
cincuenta y siete años después que parió á Cristo, culpa, alumbrado con la pena, lloróla, pidió per-
y á los veintitrés de su pasión, siendo de edad dón, y alcanzóle; porque mandando san Pedro
de setenta y dos menos veinticuatro días, según juntar los brazos mancos con las manos, que col-
la más probable y verdadera opinión: porque al- gaban, quedó el hombre sano en cuerpo y alma;
gunos no le dan sino cincuenta y nueve, y otros pues que en día tan -solemne y de tanto regocijo
sesenta y dos, ó sesenta y tres; y otros menos. Pero para la Virgen, no convenía que ninguno de-
supuesta la verdad tan testificada de tantos y tan jase de recibir mercedes por su mano. En llegando
graves autores, que los sagrados apóstoles se h a - á Jethsemaní, al tiempo que el santo cuerpo se
llaron á la muerte de la Virgen santísima, y que hubo de poner en el sepulcro, allí fué el r e -
san Dionisio Areopagita, como él dice, estuvo pre- novarse el llanto, el besarle de nuevo y adorarle
sente á ella, necesariamente le habernos de dar con gran reverencia, sin poder desviar los ojos de
más larga edad; pues él no se convirtió á Cristo donde tenían el corazón. Al fin se puso el cuerpo
hasta que san Pablo vino á Atenas, que fué el año en el sepulcro, pero no por eso se partieron los
del Señor de cincuenta y dos, y á los sesenta y apóstoles; antes estuvieron allí tres días, oyendo
siete de la Virgen. la música de los ángeles, alabando juntamente
Llevó el bendito Hijo el alma purísima de su con ellos á Dios. Llegó al tercer día santo Tomás
bendita Madre al cielo, donde fué recibida de toda apóstol, que no se había hallado á la muerte de la
aquella corte celestial y bienaventurados espíritus, Virgen, y deseando ver y reverenciar el santo cuer-
con cantares de alabanzas y júbilo de fiestas y po, pidió que se abriese el sepulcro, permitiendo
alegría, como convenia que fuese recibida la Reina el Señor que viniese tarde, para que con esta oca-
de todos, y Madre de su Señor. Admiráronse de sión se manifestase lo que sucedió: porque abrien-
su belleza, gloria y majestad, y de verla tan rica do el sepulcro, no se halló el sagrado cuerpo, sino
y adornada de tantas virtudes y gracias soberanas, solamente bien compuesta la sábana y los lienzos,
que con su resplandor oscurecía las de los otros en que había sido envuelto, los cuales ellos besa-
santos, como el sol la claridad de las estrellas. ron; y cerrando el sepulcro, del cual salía un olor
Allí fué colocada sobre todos los coros de los á n - suavísimo, y más del cielo que de la tierra, llenos
geles, en coro aparte y por sí, á la diestra de su de gozo y de incomparable alegría se volvieron
Hijo. En la tierra, al mismo tiempo que expiró la á la ciudad, teniendo por cosa muy cierta y a v e -
Virgen, los mismos ángeles que acompañaron su riguada que aquel cuerpo sacratísimo, unido ya
alma, dieron música suavísima, y no menos los con su ánima, y glorioso, había resucitado y s u -
que quedaron al rededor de su sagrado cuerpo, bido al cielo.
para celebrar las exequias; y esta música fué oída La estatura de la Virgen fué mediana, aunque
de los que allí estaban presentes. Mas los apósto- algunos dicen que fué algo más que mediana. El
les y discípulos del Señor, cuando vieron difunta color era trigueño, el cabello rubio y de color de
á la Virgen, se arrojaron en el suelo, besando con oro, los ojos vivos y las niñetas de ellos un poco
gran ternura, devoción y afecto aquel santo cuer- coloradas, las cejas arqueadas, negras y gracio-
po, cantando himnos y alabando al Señor, que sas, la nariz un poco larga, los labios hermosos y
había tomado carne de aquella carne, y por medio de mucha suavidad en el hablar; el rostro más
de ella obrado tan grandes maravillas. Ungieron largo que redondo, las manos y dedos largos, su
el cuerpo, como era de costumbre, con preciosos aspecto grave y modesto, sin ningún género de
ungüentos, y envolviéronle en una sábana limpia, fausto, ni melindres, ni afectación, sino sencillo y
esparciendo flores y suaves olores; pero ninguno humilde. Los vestidos que traía no eran teñidos,
llegaba á la fragancia que del santo cuerpo salía. sino de su color nativo. Era muy mansa, c o m -
Vinieron muchos enfermos con varias y graves puesta y recatada; no iracunda, ni risueña, ni
dolencias, y todos quedaron sanos por virtud de libre en el hablar. Pintó san Lucas Evangelista,
aquella Señora, que nos d i o la salud del mundo. viviendo la Virgen, algunas imágenes suyas: una
En amaneciendo el día quince de agosto, los s a n - de ellas está hoy día en Roma, en la iglesia de
tos apóstoles tomaron sobre sus hombros las a n - Santa María la Mayor, en la cual se echan de ver
das, en que iba el sagrado cuerpo, y lleváronle las facciones de la Virgen, y cuánto se parecía la
por medio de la ciudad á Jethsemaní, cantando Madre á su Hijo.
ellos y todos los fieles y los mismos ángeles, que Esta es la vida de la sacratísima Virgen nues-
acompañaban el enterramiento, loores á la Vir- tra Señora, sacada de graves autores, referida
T0M0 i 11
82 LA. LEYENDA DE ORO
breve y sencillamente, dejando los inefables m i s - ticular devoción y acudir á ella con confianza,
terios que en ella se encierran, para tratarlos más hacerle algún servicio, tomarla por abogada y pa-
copiosamente en los días de sus festividades, en trona, é imitar sus virtudes; porque es madre de
que la santa Iglesia los celebra, como en sus pro- misericordia, y ninguno esperó en ella y quedó
pios lugares se verá. confuso. Y á esta causa el melifluo san Bernardo,
En el cielo está sin duda en cuerpo y alma nues- y devotísimo de nuestra Señora, dice: «Calle vues-
tra Madre, y allí está nuestra Abogada y nuestra tra misericordia, ¡oh Virgen beatísima!, si hay a l -
Reina, alegrando con su vista todas aquellas je- guno que no haya hallado vuestro favor, cuando
rarquías de los ángeles, y á todos los cortesanos os lo pidió en sus necesidades.» Y en otro lugar
y moradores del cielo, é intercediendo por nos- nos exhorta á todos á tener con ella especial de-
otros, y como fiel depositaría y dispensadora voción, y acudir á ella en todas nuestras necesi-
universal de todos los tesoros y gracias de Dios, dades por estas palabras: «¡Oh tú!, que entre las
repartiendo de ellas á los fieles, y con más larga ondas de este siglo andas fluctuando, si no quie-
mano á los que con mayor cuidado la sirven, y res perecer en la tormenta, no desvíes los ojos de
con más particular devoción se le encomiendan; este norte y de esta estrella. Si se levantaren los
porque ella es el cuello, por el cual nuestra cabe- vientos de las tentaciones, si fueres á dar en la
za, que es su benditísimo Hijo, influye en el cuerpo roca de las tribulaciones, mira á la estrella, y lla-
de su Iglesia todo el sentimiento y movimiento ma á María. Si te arrebata la ola de la soberbia,
espiritual con que ella vive y se conserva. Es el de la ambición, de la detracción ó envidia, mira á
caño y arcaduz por donde pasa toda el agua que la estrella, y llama á María. Si la navecilla de tu
de aquella fuente de vida se deriva á nuestras alma zozobrare, y estuviere en peligro por la c o -
almas. Es la tesorera general de todas las rique- dicia, ó algún apetito sensual, mira á María. Si te
zas que Dios tiene en el cielo y en la tierra; y es comienzas á ahogar por la gravedad de tus delitos
la puerta por donde habernos de entrar, si quere- y la fealdad de tu conciencia, y espantado del jui-
mos alcanzar perdón y misericordia en el a c a - cio divino te afliges y temes caer en el profundo
tamiento del Señor. Es Madre de la gracia, por abismo de la desesperación, piensa en María. En
ser madre de Jesucristo, que es autor y dador de los peligros, en las angustias, en las caídas con-
la misma gracia, por quien han sido agradables gojosas, piensa en María, llama á María. No se
á Dios todos los que han sido desde el principio aparte de tu boca, no se aparte de tu corazón, y
del mundo, y lo serán hasta el fin de los siglos. para que alcances el favor de su oración, no dejes
Por donde se ve las obligaciones precisas que nos los ejemplos de su conversación; porque siguién-
corren de ser devotísimos de esta Virgen sacratí- dola, no vas fuera de camino; rogándola, no des-
sima, no solamente por habernos dado á su Hijo esperas; pensando en ella, no yerras; teniéndote
preciosísimo, concebido de su sangre en sus e n - ella, no caes; defendiéndote, no temes; siendo tu
trañas, que es todo nuestro bien, y el cumpli- guía, no te cansas; y siéndote ella propicia, llegas
miento y remate de todos nuestros deseos, y de al deseado puerto de la eterna felicidad.» Todo
nuestra bienaventuranza, sino también porque esto es de san Bernardo. Y es cierto, que esta
no podemos gozar de este tesoro y sumo bien, si Virgen castísima y Madre benignísima toma d e -
no somos ayudados y favorecidos de la misma bajo de sus alas, y con especial amparo defiende,
reina, por cuya mano el Señor nos le comunicó á los que con entrañable afecto se encomiendan á
con tan inestimable liberalidad. Tenemos necesi- ella, y les hace particulares mercedes, favores y
dad, como dice san Bernardo, de esta medianera regalos. A san Gregorio Taumaturgo, obispo de
para con su Hijo, que es único medianero entre Neocesarea, le apareció, y mandó á san Juan
nosotros y el Padre Eterno. Por esto todos los san- Evangelista que le enseñase lo que había de creer
tos, de todas las edades y naciones que ha habido y predicar acerca del misterio de la santísima
en la Iglesia católica, han sido siempre devotos y Trinidad. Para atajar los daños, que Juliano Após-
fidelísimos siervos de esta Señora, y se han e m - tata amenazaba á la Iglesia del Señor, á suplica-
pleado en alabarla, magnificarla y servirla, con ción de san Basilio, la Virgen mandó á san Mer-
sus pensamientos, meditando sus grandezas; con curio, mártir, que matase al tirano; y así lo hizo.
sus lenguas, predicando sus maravillas; con su A san Martín le apareció, y le recreó, acompaña-
estilo, escribiendo sus excelencias; con su vida, da de un coro de vírgenes, que bajaron del cielo
imitando la vida divina, de la que Dios puso por con ella. A san Cirilo Alejandrino, que por su
ejemplo del mundo; y cuanto han sido más san- servicio salió en campo contra Nestorio hereje y
tos, tanto han sido más devotos capellanes de la le venció, le socorrió á la hora de la muerte, y le
gloriosa Virgen. Y los santos y graves autores alcanzó perdón de la culpa que había tenido en
dicen: que es singular gracia y favor de Dios, y creer mal de san Juan Crisóstomo. A san Juan
unas como prendas de la salvación, el tenerle par- Damasceno restituyó la mano derecha, que el rey
VIDA DE LA GLORIOSA VIRGEN 83
bárbaro, por falsa acusación de los herejes, le h a - de Sicilia, llamado Teófilo? El cual, por verse acu-
bía mandado cortar: y en testimonio de este mila- sado falsamente, vencido de la impaciencia y do-
gro quedó por señal como un hilo en la juntura lor ciego, negó á Cristo y á su bendita Madre, y
donde la mano se pegó con su brazo. San Grego- se entregó totalmente á Satanás, y le d i o vasalla-
rio Magno, con la imagen de la Virgen, que pintó je, con una cédula escrita de su mano, la cual cé-
san Lucas, y él mandó llevar en procesión, aman- dula después recobró por la intercesión de la mis-
só la indignación del Señor, y cesó aquella crue- ma Señora, que había ofendido, é impetró perdón
lísima pestilencia que arruinaba y consumía la de su gravísimo pecado. Pues ¿qué diré de María
ciudad de Roma. Y por un preciosísimo don envió la Penitente, que llaman Egipciaca? La cual, h a -
á san Leandro, arzobispo de Sevilla, íntimo amigo biendo sido antes un muladar abominable por su
suyo, la imagen de nuestra Señora, que hoy día deshonestidad, después que en Jerusalén se e n -
está en Guadalupe, y hace tantos y tan continuos comendó á la Virgen de las vírgenes, y le prome-
milagros cada día, y por ellos es reverenciada, no tió dar libelo de repudio á todas las blanduras de
solamente en toda España, sino en todo el mundo. la carne, por su intercesión floreció como un pa-
San Ildefonso, arzobispo de Toledo, por haber de- raíso de deleites, y fué espejo de penitentes. Y no
fendido con singular valor, celo y doctrina la pu- es menos de maravillar la gracia que hizo n u e s -
reza y perpetua virginidad de esta reina de los tra Señora á una mujer de Alemania, la cual el
ángeles contra ciertos herejes que la pretendían año del Señor de 1094, no lejos de la ciudad de
oscurecer, mereció verla y adorarla en su templo Laudum, habiendo muerto á un hombre, y siendo
de Toledo, y recibir de su mano aquella vestidura condenada á ser quemada viva por ello, al tiempo
celestial, con que quedó tan rico, favorecido y he- que la llevaron al suplicio pidió con grande afec-
cho en la tierra ciudadano del cielo. A Ruperto, to favor á la Virgen, y ella se le d i o tan cumplido,
abad tuicense, que por ser tardo de ingenio des- que echada dos veces en el fuego no se quemó ni
confiaba poder entender y penetrar bien los m i s - se chamuscó un solo hilo de su ropa. Y como és-
terios que están encerrados en las divinas Letras, tos hay otros innumerables milagros, que en todos
impetró de la Virgen sacratísima tan grande luz los siglos pasados, y en todas las provincias y na-
de ciencia y doctrina, que fué uno de los sapien- ciones del mundo, con todo género de estados,
tísimos varones de su tiempo, y esclarecido en sexos y condiciones de personas, en paz y en gue-
vida y en muerte con muchos milagros. Y el mis- rra, en la prosperidad y en la adversidad, en vida
mo beneficio recibió el beato Alberto Magno, fraile y en muerte, con justos y con pecadores, ha obra-
de la orden de Santo Domingo, y maestro del gran do el unigénito y todopoderoso Hijo de María,
doctor de la Iglesia santo Tomás de Aquino, en el para honra de su Madre santísima: y los que
conocimiento de todas letras, y especialmente de cada día obra en toda la redondez de la tierra,
las naturales y filosóficas, que él deseó y pidió á y especialmente en algunos señalados lugares y
nuestra Señora, por verse de poca habilidad y santuarios que él ha escogido, para que en ellos
rudo ingenio. Sería nunca acabar si quisiésemos sea más invocada y reverenciada esta Señora,
referir aquí todo lo que graves autores escriben como son la santa casa de Loreto en Italia, las
de los favores que esta Señora nuestra ha hecho de Monserrate y de Guadalupe en España, y las
á los que con limpio y devoto corazón le han pe- otras muchas que en ella y en toda la cristiandad
dido remedio y le han hecho algún servicio. Pero son tenidas en grande veneración; son tantos y
no es menos admirable su misericordia para con tan notorios, que no tienen cuenta; y como cosa
los pecadores, que su liberalidad y magnificencia muy sabida es mejor dejarlos, pues por mucho
para con sus devotos siervos. ¿Quién no sabe cómo que se diga siempre quedará más que decir.
libró esta madre y abogada de los pecadores á
aquel arcediano ó mayordomo de Adama, ciudad (P. Ribadeneira.)
VIDAS
DE TODOS LOS SANTOS
Q U E V E N E R A L A IGLESIA
Día 1 traían la librea del rey del cielo, ni tenían este
sacramento en que se limpiaba el pecado original,
LA CIRCUNCISIÓN DEL SEÑOR—Entre las otras cere- que se deriva del primer padre del linaje humano,
monias y sacramentos legales, que instituyó Dios y por la generación se transfunde y pasa á todos
para el pueblo de los hebreos, el más principal sus hijos. De suerte, que en siendo el niño conce-
fué el sacramento de la Circuncisión, el cual bido en las entrañas de su madre, le mira Dios
aparte, y por sí solo, mandó á Abrahán que usase como á hijo de Adán y de rebelde y de ira; y
él y todos sus descendientes, cuatrocientos ó más para lavarle de aquel pecado que cometió, no por
años antes que diese la ley en el monte Sinaí, y su voluntad, sino por ser hijo de tal padre, ordenó
ordenase las otras ceremonias y sacrificios, con en la Ley vieja la Circuncisión, y en la Nueva el
que quería ser servido y reverenciado de aquel sacramento del Bautismo, figurado por la misma
pueblo. Sobre todos ellos en la Circuncisión se Circuncisión, que era como sombra de lo que
borraba la mácula del pecado original, y se per- Dios había de obrar después en la luz clara del
donaban los otros pecados actuales, y se confería Evangelio.
la gracia al que dignamente la recibía, no por Porque así como la Circuncisión era una pro-
virtud y eficacia de la misma Circuncisión, sino testación de la fe y una señal de la justicia que
por la profesión de la fe que en ella hacía el que por ella se alcanzaba, y el circuncidado se m a -
la recibía. triculaba y contaba en el número de los fieles,
Instituyó Dios este sacramento de la Circunci- y era del pueblo de Dios, y capaz de los otros
sión, y dióle á Abrahán, para que fuese una señal sacramentos y misterios divinos; así el Bautis-
de concierto y pacto que se había hecho entre él mo se llama y es sacramento de la fe y puer-
y su pueblo; y por una parte le trajese á la memo- ta de los otros sacramentos, por la cual se e n -
ria aquellas magnificas promesas que hizo á tra en la Iglesia, y el que le recibe es contado
Abrahán de multiplicar su generación como las entre los hijos de ella. Y como la Circuncisión era
estrellas del cielo, y darle el señorío y posesión la marca y divisa del viejo Testamento, en que
de la tierra de Canaán, y que de su casta y san- se diferenciaba el pueblo fiel del infiel, y el c i r -
gre nacería el Mesías, y todas las gentes serían cuncidado se sujetaba á la jurisdicción y potestad
benditas por él; y por otra parte, le representase de la sinagoga, así en el Nuevo, el Bautismo apar-
aquella excelente fe de su padre Abrahán, con la ta al cristiano del que no lo es, y le sujeta á la
cual, obedeciendo á Dios, salió de su casa, y de su santa Iglesia.
tierra, y de sus deudos, y creyó todo lo que le ha- Verdad es que el Bautismo es mucho más e x -
bía prometido, y con tan extremada y resoluta celente que la Circuncisión, y le hace grandes
voluntad quiso ofrecerle á su único hijo Isaac s o - ventajas, porque no es riguroso, ni doloroso y
bre un altar en sacrificio, y le procurase imitar. sangriento, como la Circuncisión, ni es menester
Instituyó también la Circuncisión el Señor para aguardar ocho días para bautizarse, como lo era
separar y distinguir el pueblo de Israel de las d e - para circuncidarse, y es sacramento universal para
más gentes y naciones con esta señal exterior, y los hombres y para las mujeres, y necesario para
como divisa de su familia. Y por esto, así como todas las naciones del mundo, presentes y por
los griegos llamaban á los hombres de todas las venir, hasta su consumación. Lo cual no era así
naciones, como por desprecio, bárbaros, así los de la Circuncisión, que solamente obligaba á los
judíos por escarnio los llamaban incircuncisos, varones y no á las hembras, á los del pueblo de
como desechados del palacio y corte real, que no Israel y no á los demás. Finalmente, es más eficaz
88 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
y perfecto el Bautismo que la Circuncisión, por- rescate se había de dar en la cruz y verterse toda
que imprime en el alma una señal indeleble y su sangre, hoy d i o , como caudaloso mercader,
perpetua que no se puede borrar, y la limpia de la señal de lo que entonces había de pagar, y c o -
toda mancha de culpa, y la libra de la pena que menzó á derramar su purísima y benditísima san-
por ella merece, ábrele la puerta del cielo, y h á - gre, para manifestarnos su grande amor y cauti-
cela heredera de la bienaventuranza, no sólo s i g - varnos con tan dulces prendas, y hacernos sentir
nificando la gracia que por él se da al que digna- y decir con admiración: Si eres niño, y has amor,
mente le recibe, como lo hacia la Circuncisión, ¿qué harás cuando mayor? Y no nos mostró este
sino obrando la misma gracia, como instrumento niño sacratísimo su amor solamente con darnos
divino, del cual maravillosa y sobrenaturalmente su carne y sangre para nuestro remedio, sino
se sirve Dios para estos efectos. Quedando, pues, mucho más con haber tomado hoy el sambenito y
declarado por qué Dios ordenó la Circuncisión, y divisa de pecador: porqué si la Circuncisión, como
los efectos que hacía, y en qué se diferenciaba del dijimos, fué instituida para perdonar en ella el
sacramento de nuestro Bautismo, veamos ahora pecado original, el que se circuncidaba daba á
brevemente por qué Cristo nuestro Señor, no es- entender que tenía el pecado, que con ella se h a -
tando obligado, pues él era legislador y exento de bía de perdonar, y para que se perdonase ella h a -
su ley y sin pecado, y concebido por el Espíritu bía sido instituida; y que estaba enfermo, pues
Santo, quiso sujetarse á la ley de la Circunci- tomaba la medicina que Dios le había dado para
sión, que era tan rigurosa y dolorosa que muchos remedio de la enfermedad. En su encarnación se
niños por ella enfermaban y morían, y para su hizo Dios hombre; en su nacimiento hombre
Majestad en cierta manera afrentosa, pues con mendigo y pobrísimo; en la Circuncisión se dejó
ella el inocente se mostraba culpado y pecador. herrar como esclavo, pues s e vistió de hábito y
No habernos de considerar el misterio sacratí- divisa de pecador. Mucho espantan estos dos e x -
simo de la Circuncisión como obra de un niño de tremos, Dios y hombre; y más Dios y azotes; Dios
ocho días, que no sabe lo que hace; porque a u n - y muerte; pero sin comparación excede todo e n -
que es verdad que el que era eterno se hizo t e m - carecimiento y espanto, Dios y pecado; porque
poral, y el que fué ante todos los siglos, quiso ha- no repugna tanto la carne al espíritu, ni la muer-
cerse niño, y que se le contasen los días; pero te á la vida, como la culpa del pecado á la suma y
este niño en el vientre de su madre era varón, eterna bondad; y habiéndose hallado modo para
era Dios, y de tanta sabiduría como lo es ahora juntar con la fuente de la vida una muerte tan pe-
en el cielo; y asi debemos con gran reverencia y nosa y afrentosa, como el Hijo de Dios padeció en
devoción escudriñar las causas por que el Señor la cruz, no es posible hallarle, para que se junten
hizo lo que hizo, para admirarnos más de su bon- Dios y pecado. Y puesto caso que hoy no hubo ni
dad, agradecer más sus beneficios, ó imitar más pudo haber pecado, hubo divisa y apariencia de
perfectamente sus ejemplos. Sujetóse, pues, á la pecado; y el Cordero sin mancilla, que vino á qui-
circuncisión, para manifestarnos que era hombre tar todos los pecados del mundo, tomó figura de
verdadero, y tenía carne pasible y de nuestra pecador, para descubrirnos más las llamas que
naturaleza, y confundir al hereje maniqueo, que ardían en su divinal pecho, y abrasarnos con su
decía que el cuerpo de Cristo no era verdadero, sino encendido amor, y confundir nuestra soberbia,
aparente y fantástico; y á Apolinar, que enseñaba que quiere pecar, y no parecer que peca, y t e -
que era consubstancial con la divinidad; y á Va- niendo las obras de pecador, huye el nombre de
lentín, que soñaba que había venido del cielo, y pecador. Esta humildad nos enseñó hoy el humil-
para cerrar las bocas de todos los perversos here- dísimo niño Jesús, pues, como dijimos, no está
jes, que pusieron dolencia en la humanidad de Je- tan lejos de Dios el morir, como pecar, ni la d e s -
sucristo nuestro Redentor; y no menos para quitar honra de la cruz, como el traje y hábito de peca-
á los judíos el color que tuvieran para desecharle dor. Con esta profundísima humildad juntó hoy el
y no recibirle por su Mesías; porque si no fuera cir- Señor el ejemplo de perfectísima obediencia y
cuncidado, dijeran, ó que no era judío, ni hijo de cumplimiento de su ley; porque si él se sujetó por
Abrahán, de cuya casta había de ser el ungido de nuestro amor á la ley, que no le obligaba, ¿cómo
Dios, ó á lo menos que no era su amigo, pues no nosotros dejaremos de obedecer á la ley, que por
guardaba la circuncisión que Dios había dado, y tantos títulos nos obliga? Y siendo Dios tan celoso
entre ellos era sacramento de tanta estima y v e - de su honra y autoridad, y tan puntual en la obe-
neración. Quiso asimismo comenzar presto la diencia que nos pide, y tan riguroso en castigar
obra de nuestra redención, y darse prisa, porque cualquiera desobediencia de sus mandamientos,
no le sufría el corazón aguardar treinta y tres de los cuales dice el real profeta que mandó que
años para dar su preciosa sangre por nosotros: y se guardasen exactísimamente y con alguna de-
aunque la paga entera, y el finiquito de nuestro masía, si demasía puede haber en la observancia
DÍA 1 ENERO 89
de lo que manda Dios: Tu tnandasti mándala tua riva la vida en los demás, viva vida espiritual,
custodiri nimis, muy justo fué que nos enseñase viva en Dios, para que todas nuestras potencias y
esta obediencia con su ejemplo, y se mostrase sentidos vivan en él, y especialmente los ojos,
contrario, no menos con las obras que con las que son como una imagen y retrato del mismo
palabras, á los fariseos, á los cuales reprendió, corazón, desviándolos de la vista liviana, curiosa,
porque imponían á los otros cargas pesadas, y poco recatada, y mucho más de la deshonesta y
ellos no las querían llevar, ni aun tocar con el lasciva. Y la lengua circuncidando y cercenando
dedo. No así nuestro buen Maestro y Señor: él los juramentos no necesarios, y las palabras ocio-
lleva la carga pesada de nuestras culpas, pade- sas, inútiles, mentirosas, perniciosas para n o s -
ciendo por nosotros tantas penas, para darnos s u s otros, ó perjudiciales al prójimo: y los oídos,
merecimientos y premios: él tomó sobre sí la Cir- cerrándolos á la lisonja, á las murmuraciones,
cuncisión para librarnos de ella, y como ama chismes, detracciones, y abriéndolos para oir
piadosa y amorosa, que está sana, tomó la purga las palabras del Señor, abrazándolas y recibién-
para curar al niño doliente que cría á s u s pechos, dolas en lo más íntimo de nuestra alma. Y final-
y recibió el cauterio en su cabeza para sanar los mente, ajustando nuestra vida con la de Jesucristo,
miembros enfermos del cuerpo. Y con esto d i o el y conformando, cuanto la flaqueza humana pudie-
Señor fin á la Circuncisión de la carne, porque re, nuestras costumbres con las suyas. Y ésta es
habiendo de manifestarse la luz del día resplan- la circuncisión que hoy nos pide el niño Jesús, y
deciente del Evangelio, era conveniente que d e s - para enseñárnosla quiso ser circuncidado, y la
apareciese la sombra y la noche oscura, y que Iglesia celebra esta fiesta. (P. Ribadeneira.)
habiendo de comenzar la verdad, cesase la figura.
Pero porque aquella figura había sido buena y EL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS, - Circuncidan al
ordenada de Dios para cierto tiempo, quiso que niño, y Uámanle Jesús, para que no pensásemos
muriese en s u s manos, para sepultarla con honra, que la circuncisión era remedio del pecado en
y que cortando el cuchillo de dolor sus delicadas el niño. Dice el evangelista que le pusieron por
y tiernas carnes en la Circuncisión, perdiese s u s nombre Jesús, y que este nombre vino del cielo,
aceros y sus hilos para con nosotros, desobligán- y que había sido pronunciado por un ángel, aun
donos de su duro yugo, y obligándonos á otra más antes que el niño fuese concebido en las entrañas
suave y más excelente circuncisión. Murió en de la madre. Maravillosa junta es la de la circun-
Cristo la circuncisión de Ik carne, y comenzó la cisión y del nombre de Jesús, que quiere decir
circuncisión del espíritu; aquélla era para los j u - Salvador, para asegurarnos que no tiene pecado
díos carnales, esta otra es para los cristianos y el que es Jesús y Salvador de pecados. La i g n o -
hombres espirituales, que son verdaderos hijos de minia, que se le podía seguir en los ojos de los ig-
Abrahán, en la fe, en la obediencia y perfecta imi- norantes, por ver á Cristo nuestro Señor circun-
tación: y por esto dijo el apóstol san Pablo: Nos- cidado y con divisa de pecador, el nombre de
otros somos la verdadera circuncisión, que servimos Jesús la borra y deshace con la gloria de su m a -
á Dios en espíritu, y nos gloriamos en Jesucristo, jestad, así como el oprobio y afrenta de la cruz se
y no ponemos nuestra fiducia en la circuncisión de quitó con el título glorioso, que se puso sobre ella,
la carne. Y en otro lugar dice: En Cristo sois cir- en que estaba escrito: Jesús Nazareno, rey de los
cuncidados, no con cuchillo material que corta judíos. Y si bien atendemos, hallaremos que la
parte de vuestra carne, sino con aquel cuchillo de divina sabiduría siempre juntó en los misterios de
piedra viva, que es el mismo Cristo, con el cual nuestra reparación lo alto con lo bajo, y con lo
estáis sepultados en el Bautismo. Hoy fué circun- humano lo divino; porque si Cristo tuvo madre
cidado el Señor en su carne, para que nosotros en la tierra, fué madre Virgen; y si nació en un
lo seamos en el espíritu: porque todas sus accio- portal desabrigado y pobre, fué en él conocido de
nes son para nuestra enseñanza y ejemplo, no los pastores, adorado de los reyes, y alabado de
corporal, sino espiritual; y así lo debe ser su Cir- los ángeles, y anunciado y predicado en el m u n -
cuncisión, imitándola espiritual mente, y haciendo do; y por la misma causa hoy fué circuncidado, y
aquello que dijo Jeremías, hablando con el pueblo se llama Jesús. Primero se circuncidaban los h e -
de Judea y con los moradores de Jerusalén: Cir- breos, y luego se les ponía el nombre, para que
cuncidad, dice, cortad y quitad los prepucios y su- la señal divina precediese á la humana, y estando
perfluidades de vuestros corazones. Ofreced á Dios ya el niño consagrado á la majestad de Dios, co-
el corazón limpio, casto, puro, santo, desnudo de menzase á tener nombre entre los hombres. De
pensamientos vanos, de amores desordenados y de manera, que así como ahora en el bautismo damos
cuidados superftuos, de intenciones torcidas, de el nombre al que está ya reengendrado éh Cristo,
fines siniestros. Y pues el corazón es el primer así se daba en el viejo Testamento á los que por
miembro que vive en el hombre, y del cual se de- la circuncisión eran ya del pueblo del Señor. Esta
TOMO i
12
90 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
costumbre se tomó del patriarca Abrahán, el cual pientísimo, el que escribió el libro del Eclesiás-
el mismo día que se circuncidó se mudó el nombre, tico; y Josedech, gran sacerdote y de santísima
y de Abram, que significa padre excelso, se llamó vida: pero todos estos tres fueron sombra y figura
Abrahán, que quiere decir padre de muchas gentes de nuestro Jesús, el cual como capitán esforzado
y pueblos. había de vencer á todos nuestros enemigos, y e n -
Mas, dice el evangelista san Lucas, que este tregarnos la verdadera tierra de promisión; y
nombre de Jesús vino del cielo, y que el ángel san como sapientísimo doctor enseñarnos el camino
Gabriel le declaró antes que el niño fuese conce- del cielo, y como divino sacerdote ofrecerse en
bido, para darnos á entender que el Padre Eterno sacrificio al Padre Eterno por nuestros pecados.
d i o este nombre á su benditísimo Hijo, y que él Salvador se llamó José, Gedeón, Sansón y Jepté,
solo se le podía dar, porque solo sabía su grande- y otros se llamaron Salvadores de los pueblos que
za, su excelencia y majestad, y comprendía su defendían ó gobernaban; pero ¿qué tiene que ver
naturaleza, y el oficio y eficacia del Salvador que aquella salud que ellos daban, con la que de nues-
le había dado. Los hombres ponemos los n o m - tro Jesús y verdadero Salvador habernos recibido?
bres, ó por el tiempo, llamando Pedro al que Aquéllos salvaron sus pueblos de la opresión y
nació el día de san Pedro, ó por varias y diferen- cautiverio de los enemigos, y defendieron la tie-
tes causas, por conservar la memoria de nuestros rra, las viñas, los campos, las casas y las hacien-
padres y abuelos, ó por algún caso que sucede; y das de los que las venían á quemar y destruir, y
muchas veces nos engañamos, dando á las cosas con la muerte de sus contrarios dieron vida y
nombres que no les cuadran, porque no conoce- descanso temporal á sus naturales y vecinos. Pero
mos y comprendemos bien la naturaleza y virtud nuestro buen Jesús es Salvador de pecados y de
de ellas; lo cual es menester, para que el nombre todos los hombres que ha habido, hay y habrá en
perfectamente diga y convenga con lo que signifi- todo el mundo; y Salvador que salva, no derra-
ca. Y por esto Adán, como quien tan bien sabía mando sangre ajena, sino la propia suya, para
las naturalezas y propiedades de las cosas, pudo dar salud á las almas de los redimidos.
darles el nombre que les convenía; y mucho mejor Ninguno puede bien entender la excelencia de
sin comparación lo hace Dios, que conoce todas este dulcísimo nombre de Jesús, y lo que quiere
las cosas que crió, y llama á cada una de las e s - decir Salvador de pecados, sino el que con la d e -
trellas por su nombre; y por esto á sólo Dios pro- bida ponderación penetrare el estrago que un
piamente toca dar el nombre á las cosas, porque pecado mortal hace en el alma del que le comete.
él solo perfectamente las conoce como obra de sus No hay calamidad ni miseria en esta vida tan para
manos. Pero si el dar nombre á las criaturas es temer como el pecado; ni pobreza y desnudez, ni
propio del Criador, ¿cuánto m á s estará reservado hambre y sed, ni deshonra ni afrenta, ni guerra y
al Padre Eterno el dar nombre á su unigénito pestilencia, ni tormentos y muertes, ninguna cosa
Hijo? Porque él solo le engendra y le conoce, como de cuantas cosas pueden venir sobre un hombre
á su verbo coeterno y substancial, y resplandor desventurado y miserable, tiene que ver con la
de su gloria y figura de su substancia: y por esto ruina y asolamiento que hace un solo pecado mor-
dijo el mismo Verbo eterno encarnado: Ninguno tal. El mismo infierno con sus eternas llamas y
conoce al Hijo, sino el Padre. Y si es oficio del pa- perpetuo crujir de dientes, y compañía de aquellos
dre poner el nombre á su hijo, como lo mostró monstruos fieros y horribles, no nos debería cau-
Zacarías, cuando dijo: Joannes est nomen ejus, sar tanto espanto, como el pecado, que es como
Juan es su nombre; no teniendo Jesucristo nuestro una espada de dos filos que divide nuestra alma de
Salvador padre en la tierra, sino sólo en el cielo, Dios, que es alma de nuestra alma y vida de nues-
de allá había de venir este divino nombre y ser tra vida; y desamparada de Dios, queda pobre,
publicado por boca de ángel, el cual no puso nom- desnuda, fea, desarmada de toda virtud, y como
bre á Cristo, sino declaró el nombre que el Padre una viña vendimiada, ó casa tan robada de ladro-
Eterno en el cielo le había dado. Llámase, pues, nes, que no queda en ella estaca en pared; flaca
el niño Jesús, que quiere decir Salvador; porque y rendida á sus apetitos, esclava de Satanás y
como dijo el ángel á san José, había de salvar á su obligada á pena eterna, y de tal suerte caída y
pueblo de sus pecados. Muchos se han llamado postrada, que por sí sola no se puede levantar, ni
Jesús y Salvadores; pero ninguno de ellos ha sido jamás se levanta, si Dios no le da la mano, y la
Jesús ni Salvador, de tal manera, que este nombre levanta por las entrañas de su misericordia; por-
propiamente le arme, ni le hincha la entera s i g - que así como el que se echa por su voluntad en el
nificación de Salvador. Jesús se llamó Josué, c a - pozo, no puede salir de él por su voluntad, sino
pitán valeroso de Dios, que allanó con las armas que tiene necesidad de quien le dé la mano y le
la tierra de Promisión, y la repartió á los hijos de saque; así el hombre puede caer por su libre albe-
Israel; también se llamó Jesús Sirach, varón s a - drío en el abismo del pecado, mas no puede levan-
DÍA 1 ENERO 91
tarse y salir de él sin la gracia del Señor, que se la raíz viva y fecundísima de Cristo nuestro R e -
le comunica por los merecimientos de Jesús, como dentor. La fe que tuvieron los profetas, la esperan-
de benignísimo Salvador; sin cuya sangre no se za de los patriarcas, la caridad de los apóstoles, la
curan las llagas de culpa, ni el tiempo, que cura fortaleza de los mártires, la humildad y devoción
las pérdidas temporales, las puede curar, porque de los confesores, la pureza de las vírgenes, el
son llagas y pérdidas eternas, sobre las cuales no adorno y atavío de virtudes con que resplandecie-
tiene fuerza ni autoridad el tiempo. Y con venir ron todos los santos en esta vida, y la corona y
con el pecado sobre la cabeza del pecador un di- gloria que ahora poseen en la otra bienaventura-
luvio de desventuras y calamidades tan lastime- da y perdurable, todos son frutos de esta raíz, y
ras y horribles, la mayor y más para llorar es efectos de este dulcísimo nombre de Jesús, que los
ofender aquella infinita y soberana Majestad, salvó. Y puesto caso que la raíz parezca seca y
aquel sumo Ser, que es principio y fuente de todo fea, y sepultada debajo de la tierra, por los dolo-
ser, y aquella bondad inmensa que es raíz de toda res, baldones y afrentas que padeció, como está
bondad. El volver las espaldas al que con tres regada con su sangre, da frutos de vida hermosí-
dedos sustenta toda esta maravillosa y hermosísi- simos: porque aunque el niño derrame sangre, y
ma máquina del universo, y el rostro á las criatu- sea circuncidado, y parezca feo con la imagen de
ras viles, y poniendo en una balanza al Señor de pecador, en hecho de verdad es Jesús y Salvador
todo lo criado, y en otra un sucio y breve deleite, de pecados, y causa y fuente original de toda la
ó un interés despreciable, ó un puntillo de honra santidad de los hombres y de los ángeles, en la
vana, abrázase con él, y menosprecia á Dios, sin tierra y en el cielo. Y así como es autor y obrador
hacer caso de sus mandamientos y de aquella s o - de las virtudes y merecimientos de todos los s a n -
berana voluntad, que todas las criaturas miran tos, así también es el premio y corona de todos
con reverencia y obediencia. La cual injuria es ellos. Toda el agua de los ríos mana de las fuen-
tan grande, que no hay caudal en la naturaleza tes; toda la luz del sol; todos los senos y brazos
humana, ni en la angélica, para satisfacer digna- de mar son partes y como miembros del mar
mente por ella; y fué necesario que el mismo Océano; y todas las gracias, en sus principios,
Dios se hiciese hombre, y se llamase Jesús, para medios y fines, se reducen á Jesús.
pagarla con poder de Dios, y con pena y dolor Él es el que lava las inmundicias de nuestros
de hombre. Ninguna cosa hay en el cielo, ni en pecados, el que cura nuestras llagas, rompe nues-
la tierra, ni en los infiernos, que así nos declare tras cadenas, mitiga el furor de nuestras malas
la gravedad y malicia del pecado, y el aborreci- inclinaciones, líbranos del yugo pesado de n u e s -
miento que Dios tiene al pecador, ni que así nos tros malos deseos y de la tiranía y servidumbre
manifieste lo que significa este nombre sacratísi- de Satanás, restituyenos la verdadera libertad,
mo de Jesús, como ver morir á Dios en un m a d e - hermosea nuestra alma y nácela hija, esposa y
ro por matar al pecado, y que este Salvador, para templo de Dios, aquieta la conciencia, aviva los
serlo, comenzó á derramar su sangre el mismo sentidos interiores, alumbra nuestro entendi-
día que le dieron el nombre de Salvador. miento, despierta y enciende nuestra voluntad,
Diéronle el nombre, porque le dieron el oficio, esfuerza nuestra flaqueza, danos victoria de todos
y llamóse Salvador, porque su oficio fué de Sal- nuestros enemigos, y hácenos triunfar del p e -
vador, y Salvador de pecados; los cuales, aunque cado, de la muerte, del demonio y del infierno;
sean innumerables, abominables y gravísimos, se porque es Salvador, y Salvador de pecados; y
lavan y limpian en las fuentes de este Salvador. todo esto se comprende en este nombre santísimo
Desde el principio hasta el fin del mundo, desde de Jesús.
Adán hasta el postrero de los vivientes, no ha Ninguno, pues, diga que es áspero y fragoso el
habido, ni habrá hombre, á quien se hayan p e r - camino de la virtud, llevando por guía y compa-
donado pecados, que no deba la gracia de su j u s - ñero á Jesús. Nadie se queje de la pobreza, del
tificación y santificación á Jesús, y á este benig- trabajo, de la dificultad, que Jesús es nuestra ri-
nísimo Salvador, como á fuente de la gracia y de queza y nuestro descanso, y él le dará alas para
todos los dones de Dios. De manera, que así como volar, porque es nuestro Salvador. Nadie d e s e s -
toda la frescura y hermosura de todo el árbol, del pere de ser casto, de ser humilde, de ser paciente,
tronco, de las ramas, de las hojas, de las flores y de salir vencedor en esta lucha y dura batalla,
de los frutos, procede de la virtud de la raíz que pues Jesús es nuestro capitán, y nos manda lo
está debajo de la tierra y por sus ocultas venas se que habernos de hacer, y nos da fuerza y espíritu
comunica y extiende hasta las más remotas y p e - para hacer lo que nos manda, porque es Salvador,
queñas partes del árbol; así toda la lindeza de y Salvador de pecados, y por serlo le llaman J e -
gracia y gloria que hay en este grande é inmenso sús: y ésta es la primera excelencia de este dulcí-
árbol de la Iglesia militante y triunfante nace de simo y amabilísimo nombre de Jesús, que es ser
92 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
remedio de todos nuestros males, medicina de pudiera hacer sin que nada le costara, pero dió-
nuestras enfermedades, alivio de nuestras penas, nosla tomando sobre sí nuestras enfermedades,
consuelo de nuestras aflicciones, esfuerzo de nues- sanando nuestras llagas con las suyas, y con sus
tros temores, áncora firme y puerto seguro da penas pagando nuestras culpas, y librándonos de
esta peligrosa navegación. la muerte eterna con la suya. Y por esto cuando
Otra es, ser el propio y más significativo nombre decimos Jesús, decimos un Salvador que por n o s -
de todos los que se dan á Cristo en las divinas Le- otros fué reclinado en un pesebre y circuncidado;
tras, porque dejando aparte los nombres metafóri- y lloró y se cansó, y tuvo hambre y sed; y final-
cos que se le dan, como León, Oveja, Cordero, Pas- mente fué escupido, abofeteado, denostado, escar-
tor, Camino, Puerta, Luz, y otros semejantes, y necido, azotado, espinado, aheleado, enclavado y
hablando de los que como propios se le atribuyen, atravesado con una lanza por nuestros pecados
en comparación de éste, todos se pueden tener por en la cruz. Todo esto nos representa este nombre
apelativos y como sobrenombres; y el más propio de Jesús, que es nombre de tanto amor para los
de todos es Jesús, el cual comprende en sí todos hombres, y de tanta reverencia para los ángeles,
los demás; porque todos los otros nombres de y de tanto terror y espanto para los demonios.
Cristo, ó significan á Dios en sí, como, entre los Es nombre sobre todos los otros nombres, al cual
hebreos, Jehovah, Saddai, El, y el que el mismo se humillan las potestades del cielo, y se arrodi-
Señor dijo á Moisés: Qui est, misit me ad vos: El llan las de la tierra, y tiemblan las del infierno.
que es, me envió á vosotros; ó significan á Dios con Es nombre dado del Padre Eterno á su benditísimo
algún respecto á las criaturas, como Dios, Juez, Hijo, pronunciado del ángel, declarado de los pro-
Criador, Gobernador, Proveedor; ó denotan algún fetas, derramado por el mundo, abrazado y creído
efecto de la divina gracia que obró este Señor, de todos los fieles, en cuya virtud se salvan t o -
como Emanuel, Admirable, Consejero, Dios fuer- dos los que se salvan. Este nombre esforzó á todos
te, Padre del siglo advenidero, Principe de la paz, los mártires, y les hizo con gozo derramar su san-
y aquellos otros; Date priesa, Quita los despojos, gre por amor de este Salvador, que había dado la
Apresúrate en robar; que son todos nombres que suya por ellos. Por este nombre fué apedreado
da Isaías á Cristo nuestro Redentor; y el que le Esteban, crucificado Pedro, descabezado Pablo,
da Jeremías, llamándole Nuestro Justo; y Zaca- desollado Bartolomé, asado Lorenzo, y todos los
rías, Nuestro Oriente; y Malaquías, Ángel del otros apóstoles y mártires azotados, afrentados y
Testamento, y otros, si hay, como éstos, todos se muertos. Este nombre tuvo tan estampado el após-
comprenden en el nombre de Jesús, como todos tol en su alma, que en todas sus epístolas le r e -
los sabores en el maná, y en la confección de la pite y predica innumerables veces; y su lengua,
triaca la virtud de muchos simples, de los cuales apartada ya la cabeza del cuerpo, tres veces le
ella se compone, y todos los otros nombres signi- pronunció, y en lugar de sangre salió leche de
fican el principio, ó el medio, ó el fin de nuestra sus cervices cortadas. Este nombre tuvo tan i m -
salud; mas el nombre de Jesús significa á Dios preso san Ignacio en su corazón, que partiéndole,
hombre, á Dios como la misma salud, y al hombre como dicen santo Tomás y san Antonio, se halló
como vaso en que aquella salud nos viene del en él el nombre de Jesús escrito con letras de oro.
cielo. Por los nombres que significan á Dios en En virtud de este nombre muchísimos santos h i -
sí, apenas le conocemos; por los segundos, que cieron muchos y grandísimos milagros, y san Ber-
tienen respecto á las criaturas, algo más; por los nardino enseñó que debe ser reverenciado con la
terceros, que nos declaran los efectos que obra en misma reverencia y latría que adoramos al mismo
nuestras almas con su gracia, mucho más. Salvador, no por las letras con que se escribe, ni
Pero ninguno nos roba más el corazón, ni nos por la voz y sonido con que se pronuncia, sino
inflama tanto en su amor, cuanto este nombre de por la persona divina que este nombre nos repre-
Jesús; porque éste más que todos nos declara que senta. ¡Oh nombre glorioso, nombre dulce, nom-
es Salvador, y Salvador de pecados, que para s a l - bre suave! ¡Quién te trajese siempre escrito con
varnos de ellos d i o su sangre y murió en una cruz. letras de oro en medio del corazón! Nombre de
Y así, cuando pronunciamos el dulcísimo nombre inestimable virtud y reverencia, que vence los
de Jesús, no le habernos de pronunciar como un demonios, alumbra los ciegos, resucita los muer-
nombre desnudo, sino vestido y adornado con t o - tos, y á un hombre flaco, caído y miserable le
dos sus atavíos, y que nos representa, no sola- hace hijo y particionero de Dios.
mente la salud que nos d i o nuestro Salvador, sino (P. Ribadeneira.)
también la manera con que nos la d i o ; porque sin
duda el amor con que nos salvó es más admirable SAN FULGENCIO, OBISPO Y CONFESOR. — La vida de
y más amable para nosotros que la misma reden- san Fulgencio, obispo ruspense en África, varón
ción; pues no solamente nos d i o salud, lo cual santísimo y sapientísimo, escribió un discípulo
DÍA 1 ENERO 93
suyo, que le acompañó, a Feliciano obispo y s u - se había salido de su casa y dejádola por Jesu-
cesor suyo; y es de esta manera: Fué san Fulgen- cristo, pensando que le había perdido, y sintiendo
cio africano de nación, hijo de padres ilustres y la falta que al presente le hacía, no se puede fá-
cristianos; su abuelo se llamó Gordiano, el cual cilmente creer los gritos y alaridos que d i o , y las
siendo senador de Cartago, fué despojado de sus lágrimas que derramó, y la presteza y cólera con
bienes, cuando Genserico, rey de los vándalos, que fué al monasterio para hablar á Fulgencio, y
tomó aquella ciudad, y echó de ella á otros muchos sacarle de él, teniendo por cosa cierta, que como
senadores y gente principal; entre los cuales Gor- en todo lo demás le había sido obediente y amoro-
diano salió de su patria, y navegó á Italia, para so, también lo sería en esto. Mas el santo mozo
que, ya que había perdido su hacienda, no perdie- no quiso hablar á su madre, ni verla, ni el obispo
se su libertad. Volvieron después de él muerto dos Fausto dar licencia para que le viese y hablase, y
hijos suyos á África, y cobraron parte de su h a - con esto se volvió desconsolada, porque no sabía
cienda; y uno de ellos, que se llamaba Claudio, los grandes bienes que á su casa por Fulgencio
tuvo de su mujer Mariana, matrona honestísima, habían de venir, y que no le había perdido, sino
á san Fulgencio, el cual nació en la ciudad de ganado, porque el santo mozo, luego que se v i o
Lepte,. Murió el padre, dejando el niño de pocos monje y consagrado del todo á Dios, para ser de
años, y la madre le hizo criar con gran cuidado veras lo que con el hábito profesaba, se dio al e s -
en todo género de virtud y letras, primero en las tudio de todas las virtudes y á una vida muy
griegas, y después en las latinas, en las cuales fué rigurosa y penitente. Comía tan poco, que no pa-
muy consumado. Después comenzó, siendo ya rece que se podía sustentar, y ninguna cosa de
mozo, á servir á su madre en la administración de regalo comía, ni bebía vino. Finalmente, él afli-
su hacienda y familia, con tan grande modestia, gió su cuerpo con tan continuados ayunos, que
obediencia y diligencia que era el descanso de la cayó en una grave enfermedad; mas no por eso
madre, consuelo de los criados y ejemplo y de- aflojó en su rigor, juzgando que no era causa de
chado de las personas de fuera con quien trataba. su dolencia la demasiada abstinencia (que tam-
Mas nuestro Señor, que le quería para cosas gran- bién los que comen manjares delicados y s e rega-
des, comenzó á despertarle y abrirle los ojos, para lan mucho caen enfermos, y en más graves
que viese la vanidad del mundo y la diferencia enfermedades que los abstinentes), sino que aque-
que hay entre los que abrazados con sus vicios se lla enfermedad se la enviaba Dios para probarle,
entregan á los gustos y apetitos de la carne, y los en quien confiaba que le sanaría, como le sanó.
que dándole libelo de repudio y mortificándo- Renunció en su madre su legítima, porque de ella
la en la santa religión, crucificados con Cristo, debía de tener necesidad, y no quiso darla á un
gozan de aquellos bienes que el mundo no puede hermano menor que tenía, llamado Claudio, por-
dar; y poco á poco se comenzó á encender tanto que no se desvaneciese, y para que estuviese más
en el amor del Señor, que determinó hacerse sujeto á su madre, si no por reverencia que como
religioso; y para ensayarse en la vida austera y hijo le debía, á lo menos por la herencia mayor
penitente, dar de mano á las conversaciones y que de ella esperaba. Levantóse una gran perse-
amistades que tenía de otros caballeros mozos sus cución contra la fe católica en África, debajo de
iguales, y ocuparse en el silencio, oración, lección, Trasimundo, rey de los vándalos, y fué necesario
ayunos y penitencias, y buscar la quietud de su que el santo obispo Fausto se partiese de aquel
alma apartado del bullicio y tráfago de la gente. monasterio en que vivía Fulgencio, el cual se fué
Después que se hubo ejercitado algún tiempo en áotro monasterio no lejos de allí, donde era abad
esto, se fué á un santo obispo y monje que se lla- un monje que s e llamaba Félix, que había sido
maba Fausto, y con grande humildad é instancia grande amigo suyo en el siglo. Aquí fué muy bien
le suplicó que le admitiese en su monasterio y le recibido, y por ruegos é importunación del c o n -
diese el hábito de su religión. El obispo, aunque vento y del mismo abad, fué forzado á aceptar el
al principio estuvo dudoso en admitirle, por ver cargo de ayudarle, y ser su compañero en el g o -
que Fulgencio era mozo, noble, rico y delicado, y bierno; lo cual hizo con grande humildad y
temer que no podría llevar aquella aspereza de modestia, y con no menor paz y concordia de los
vida, todavía condescendió con él y le recibió, dos que gobernaban. Sobrevino una gran tempes-
considerando la ansia y fuerza con que se lo tad á aquella provincia por una muchedumbre
pedía, y las esperanzas que daba de su perseve- armada de bárbaros que la infestó; y para salvar
rancia. Luego que se supo que Fulgencio había las vidas, Fulgencio y Félix, acompañados de sus
tomado el hábito de monje, los buenos se holga- monjes, dejando aquel monasterio, huyeron á
ron, y los malos se confundieron, y muchos de otras tierras, en las cuales, por no caer en manos
sus amigos y familiares le imitaron. Mas la triste de los bárbaros, cayeron en las de los herejes
madre, cuando oyó que su hijo sin decirle nada arríanos, más crueles que los mismos bárbaros.
94 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
Estando, pues, en el territorio sicense, en una muy perseguidos y afligidos; los cuales tuvieron
heredad que se llamaba Barbadilla, un clérigo gran contento de esta elección, y los arrianos no
arriano, que también se llamaba Félix, y era infe- menor tristeza y dolor.
licísimo en sus obras, porque inficionaba toda Sólo hubo un diácono católico, por nombre Félix,
aquella tierra con su falsa y pestilente doctrina, y que con ambición y malas artes pretendía aquella
de nación bárbaro, en las costumbres fiero, de silla, y procuró estorbar la elección del santo pon-
hacienda rico, y cruel perseguidor de los católi- tífice, mas no pudo; y aunque después que él se
cos, tuvo manera para prender al abad Félix y sentó en su cátedra honró al diácono mucho, y le
á Fulgencio, y atormentarlos crudamente por la ordenó de sacerdote; nuestro Dios, que quiere que
fe católica. Hubo una santa porfía entre los dos sus siervos sean acatados, y que las dignidades
compañeros, porque cada uno de ellos quería ser eclesiásticas no se busquen con ambición, sino
atormentado, por librar al otro. Después de h a - que se acepten, cuando él las da, con humildad,
berlos mandado azotar y atormentar, raídas las castigó severamente á Félix, quitándole la vida
cabezas y desnudos los echó de su casa con g r a n - dentro de un año; y un hombre principal que le
de ignominia y afrenta. Pareció tan mal este hecho favorecía, y era muy rico y poderoso, perdida su
del clérigo arriano, aun á los mismos herejes de hacienda vino á grande pobreza y angustia. Pero
su secta, que conocían á Fulgencio, y sabían su el resto del pueblo hizo muchas gracias á Dios
sangre, doctrina y loables costumbres, que el nuestro Señor por haberle dado tan buen pastor,
obispo de Cartago, con ser hereje, dijo que él y en la primera misa pontifical que dijo recibió el
castigaría aquel clérigo, si Fulgencio le quisiese santísimo Sacramento del altar de mano de su
acusar; pero el santo no quiso, por no parecer nuevo prelado; el cual no se engrió ni desvaneció
que pedía venganza de lo que él había padecido con la nueva dignidad, ni mudó sus antiguas y
por Cristo, y tenía por suma gloria y triunfo. Mas santas costumbres, ni la mansedumbre y afabilidad
determinó volver hacia su provincia, y vivir antes con los subditos, ni el rigor y aspereza para c o n -
entre los bárbaros que entre los herejes. Después sigo, ni la piedad y devoción para con Dios. Usaba
pasó á Sicilia, llegó á Zaragoza, y fué recibido, el mismo hábito de monje como antes; comía con
conocido y regalado de un santo obispo, que se la misma templanza; sólo añadió al manjar, siendo
llamaba Eulalio, y de otro por nombre Rúfiniano, ya viejo, un poco de aceite, y cuando caía malo
que huyendo la persecución de África, moraba en echaba una gota de vino en el agua, que ni tenia
una isla allí cerca de Sicilia, al cual san Fulgencio olor ni sabor de vino. Levantábase de noche al
fué á ver. Después llegó á Roma para visitar y estudio y á la oración, recompensando con este
reverenciar aquellos santos lugares, y los cuerpos cuidado lo que las ocasiones forzosas del día le
de los príncipes de los apóstoles san Pedro y san habían estorbado. Y era tan grande el amor que
Pablo; y habiendo cumplido con su devoción, v o l - tenía á la religión, que nunca quiso vivir sin tener
vió por la isla de Cerdeña á África, con increíble monjes en su compañía, y para esto hizo un nue-
alegría de sus monjes, que estaban muy llorosos vo monasterio en un sitio muy acomodado que le
de su ausencia, y se regocijaban con su presencia. dio un caballero muy principal en virtud y sangre,
Aquí hizo otro monasterio en un lugar ameno y que se llamaba Postumiano. Mas cuando el santo
cómodo que le ofreció un caballero llamado Sil- obispo comenzaba á hacer oficio de verdadero
vestre, gran cristiano, y principal en aquella pro- pastor, y á curar y apacentar las ovejas que el
vincia. Juntóse buen número de religiosos, y Señor le había encomendado, el rey Trasimundo,
gobernábalos Fulgencio con extremada caridad y arriano, mandó desterrar á los obispos católicos
prudencia; mas como él era tan humilde y deseoso de África, y de sola la provincia Bizacena salieron
de obedecer, y no de mandar, de guardar él la sesenta y más, y de las otras partes de África fue-
regla, y no de hacerla guardar, secretamente se ron desterrados muchos más, y hay autor que dice
huyó de su monasterio, y se fué á otro, para no que fueron doscientos y veinte; y otros que dos-
ser conocido; y dejando el nombre y oficio de cientos veinticinco, todos desterrados á Cerdeña.
abad, vivía entre los otros monjes, como el menor Entre ellos fué uno nuestro Fulgencio, para c o n -
de ellos. Pero cuando esto se supo, el obispo Fausto suelo y alivio de los demás; porque con su santa
le mandó volver á su monasterio, y tornará tomar vida, paciencia y alegría los animó, y con su ex-
el oficio de abad, y le ordenó de sacerdote, y d e s - celente doctrina y elocuencia les sirvió de consejo
pués le hicieron obispo de la ciudad de Ruspe, y de ayuda para todas las cosas de importancia
que era muy rica y populosa y de moradores que se les ofrecían, así públicas como particulares.
ilustres, con grandísima repugnancia y contra- No había persona atribulada y afligida que en él
dicción suya; mas fuéle necesario bajar la cabeza, no hallase consuelo, ni que desease oiría palabra
para no resistir á la voluntad de Dios, ni faltar á de Dios, que no pudiese recrearse con las que oía
los católicos de África que en aquel tiempo eran de san Fulgencio. El era el que respondía á las
DÍA 1 ENERO 95
dudas que le proponían de la sagrada Escritura, él. Pero habiendo entendido que entre los otros
y á los casos de conciencia; él, el que ponía paz obispos desterrados por él en Cerdeña estaba san
entre los pleiteantes y enemigos; él, el que soco- Fulgencio, que era varón sapientísimo, elocuentí-
rría á los pobres, daba la mano á los pecadores simo y humildísimo, y que podría satisfacer á
para que saliesen del pecado, y exhortaba á todos, todas sus dudas, le mandó llamar, no para saber
que conociendo y menospreciando la vanidad del de él la verdad, sino para cubrir y dar color á su
mundo, siguiesen los consejos de Jesucristo, y se mentira con la autoridad de Fulgencio. Vino el
recogiesen al puerto de la religión; y así por su santo de Cerdeña á Cartago por mandado del rey,
consejo y ejemplo lo hicieron muchos. Era á la y en los días que estuvo allí animó á los católicos,
sazón sumo pontífice en Roma san Símaco papa, el desengañó á muchos herejes, declarándoles como
cual habiendo sabido la destrucción de las iglesias la fe católica en la unidad de la esencia confiesa
de África, y la calamidad que los obispos padecían tres personas en la santísima Trinidad. Fuéle
en Cerdeña, los consoló, y siguiendo las pisadas dada por parte del rey una escritura artificiosa y
de los otros santos pontífices, sus predecesores, engañosa para que respondiese á ella, é hízolo el
los proveyó con grande liberalidad de todo lo que santo con tan grande agudeza de ingenio, grave-
habían menester para su comida, y les escribió dad de sentencias y elegancia de palabras, que el
una carta, en la cual, entre otras cosas, les dice rey se quedó admirado, aunque siempre obstina-
estas palabras: «A vosotros especialmente se dice, do en su perfidia. Y para probar más al santo,
que no queráis tener grey pequeña, porque ha le hizo proponer otra escritura tan falsa y d e s -
placido á vuestro Padre daros el reino. La espada atinada como la primera: mas con tal condición
de los pérfidos herejes ha venido para cortar los que no se la dejasen en su poder, ni trasladar,
miembros podridos de la Iglesia y llevar al cielo sino que en oyéndola se la quitasen de las m a -
los sanos. La batalla muestra quién es soldado de nos, para obligarle á responder de memoria lo
Cristo, y en la guerra se conoce el que merece la que se le ofreciese. Hízolo así san Fulgencio,
corona y el triunfo. No temáis por ver que os han y escribió tres libros del misterio de la encarna-
quitado las insignias pontificales de vuestra d i g - ción de nuestro Salvador, que era la cuestión que
nidad; con vosotros está aquel Sacerdote y Hostia, proponía el rey, tan alta, clara y delicadamente
que no se goza tanto con las honras como con los que el desventurado rey quedó confuso, y no
corazones. Mucho mayores son los premios que se atrevió á tratar más con él; antes por induci-
esperáis por confesar ahora á Cristo, que los que miento y consejo de algunos ministros del demo-
antes teníades con el resplandor de vuestra digni- nio y suyos, que veían que su falsa secta se iba
dad; porque éstos muchas veces se alcanzan por perdiendo mucho por la presencia de san Fulgen-
favor humano, mas estotros no los puede dar, cio, y las tinieblas de sus errores se deshacían
sino la gracia soberana del Señor: él es el que en con el resplandor de su doctrina, le mandó de
vosotros ha peleado y vencido, y la fe es la que nuevo desterrar y volver á Cerdeña, ordenando
merece la gracia de padecer por él.» Estas y otras que se embarcase de noche, para que no hubiese
palabras escribió el santo pontífice á los santos ruido ni alboroto en la ciudad. Mas la divina bon-
obispos, y les envió las reliquias de los bienaven- dad no quiso que los fieles le dejasen de ver y
turados mártires Nazario y Romano para su alivio consolarse con su santo padre, y estando ya e m -
y consuelo. barcado, con vientos contrarios detuvo la nave,
Mas el rey Trasimundo no se contentó con para que le visitasen y se despidiesen de él, como
haber desterrado los pastores, antes para mejor lo hicieron, llorando todos amargamente, porque
derramar y destruir el rebaño del Señor, viendo perdían un tal pastor y doctor. Vino entre los
que los católicos estaban aparejados á dar la vida I demás un religioso que se llamaba Juliateo, y e n -
por él, y que no eran poderosas sus promesas, es- terneciéndose más que los otros, y derramando
pantos y terrores para reducirlos á su voluntad, más copiosas lágrimas de sentimiento, enterneció
tomó, siendo lobo carnicero, la astucia de vulpeja á san Fulgencio, de manera que para consolarle,
para poderlos mejor engañar, fingió que él no lleno de un espíritu profótico y alumbrado con la
pretendía sino saber la verdad de la religión c a - luz del cielo, le dijo: «No te congojes, hijo, que
tólica, y que para esto deseaba hallar alguno que presto cesará la persecución y volveremos á v e r -
le respondiese y satisficiese á sus dudas, creyen- nos; mas yo te ruego que no digas esto á nadie,
do que por temor de su potencia y ferocidad no porque á ti te lo digo en secreto, movido de tu
hallaría ninguno que se la dijese, ni le hiciese re- ternura y caridad.»
sistencia; y habiendo propuesto algunas dudas á Esto dijo el santo por su humildad, porque no
personas idiotas católicas, que no sabían respon- buscaba honra en los hombres, sino el testimonio
der, se gloriaba y estaba muy ufano, jactándose de su conciencia: y por esta misma causa nunca
que no había ningún católico que supiese más que se inclinó á hacer milagros, y para encubrir a l -
96 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
gunos que haeía Dios por él, los solía atribuir más pies, y besarle la ropa y tomar su santa b e n -
á la fe de los otros que á su propia virtud; porque dición; y fué necesario que algunas personas
decía que los milagros no hacen al hombre santo, principales y devotas le cercasen y tomasen en
sino famoso en el mundo: y por esto, cuando le medio, para que la muchedumbre de la gente no le
rogaban que hiciese oración por algunos enfermos atrepellase. Y habiendo, cuando llegó á Cartago /

ó atribulados, solía orar de esta manera: «Vos, oscurecídose el cielo y caído un gran golpe de
Señor, sabéis lo que conviene para la salud de agua, no hubo ninguno de los que le acompañaban
nuestras almas; yo os suplico que socorráis á que le dejase, antes algunos se quitaban sus ropas
nuestras necesidades corporales, de suerte que no y se las echaban encima para cubrirle: tanta era
perdamos las espirituales.» Volvió á Cerdeña, la devoción del pueblo y reverencia que tenía á la
quedando los católicos de África muy tristes por santidad y doctrina de Fulgencio. Volvió á su
su partida, y los otros santos obispos de aquella obispado, y juntamente á su monasterio, y d e -
isla, sus compañeros, muy alegres con su llegada. jando el gobierno dól totalmente al abad Félix, él
Llevó consigo esta vez un buen número de reli- solamente se ocupaba en apacentar su rebaño, y
giosos, y con licencia de Brumasio, obispo de reducir al aprisco las ovejas descarriadas, y c o n -
Caller, fundó un monasterio fuera de la ciudad, solar á las afligidas, que eran muchas, por causa
junto á la iglesia de San Saturnino. En este m o - de la persecución pasada. Mas puesto caso que
nasterio estuvo, gobernándole con admirable san- velaba sobre todos sus feligreses, especialmente
tidad, prudencia y vigilancia, procurando que atendía á reformar el clero, y á todos los que eran
conservasen en su entereza y puridad la discipli- ministros de Dios y suyos. No quería que los c l é -
na religiosa cincuenta monjes que vivían con él. rigos usasen de vestido curioso y vano, ni que se
Y para que ellos no tuviesen ocasión de ser pro- ocupasen en negocios seglares y profanos, ni que
pietarios y buscar sus comodidades, él les repartió faltasen del coro y oficios divinos; y para que más
con suma discreción las cosas necesarias, confor- fácilmente pudiesen asistir á ellos, los hacía habi-
me á las fuerzas ó flaqueza de cada uno: mas que- tar cerca de la iglesia, y les exhortaba que cuando
ría que el que recibía más por su flaqueza, fuese les sobraba algún tiempo, no le perdiesen, sino
más humilde y no pensase que era prerrogativa ó que se ejercitasen en cantar salmos, ó en cultivar
privilegio el tener mayor necesidad. Enseñaba á algún huertecillo, ó en otros ejercicios honestos;
todos sus religiosos, que aquellos solos merecían y que se acordasen que habían de vivir con tan
el nombre del monje, que teniendo su voluntad grande ejemplo, que todos les pudiesen tener por
mortificada se inclinaban prontamente á no que- dechado y espejo de virtud. Era tan grande la
rer más de lo que fuese voluntad de su superior. veneración que comúnmente todos tenían á san
También decía que los trabajos manuales de los Fulgencio, que no solamente sus subditos, sino
religiosos son de poca estima, si no se acompañan también los extraños ponían en sus manos los
con la devoción interior. A todos sus subditos se pleitos y contiendas que tenían entre sí, para que
mostraba dulce, afable y amoroso, sin muestra al- las decidiese y compusiese; y así lo hacía. Pero no
guna de arrogancia ó desdén; aunque cuando era le faltaron al santo contradicciones y calumnias,
menester, mezclaba lo amargo con lo dulce, y las cuales él procuraba vencer con paciencia y
usaba de severidad. Con los simples, flacos ó i g - mansedumbre, poniéndose por su humildad deba-
norantes era benignísimo, y les daba fácil entra- jo de los otros, á quienes era superior en santidad
da, y los oía con grandísima paciencia y manse- y merecimientos. Así lo hizo con un obispo, lla-
dumbre, y respondía con maravillosa suavidad. mado Quodvultdéus, el cual estaba sentido porque
Estando san Fulgencio ocupado en su monas- en un concilio le había sido preferido Fulgencio.
terio tan santamente, se cumplió la profecía que Súpolo el santo, y procuró que en otro concilio se
él á la partida de Cartago había dicho, y murió el diese mejor lugar al obispo Quodvultdéus, que no
tirano Trasimundo, y le sucedió Hilderico, bien á él, con maravillosa modestia suya y admiración
desemejante á su predecesor, porque luego mandó de todos los prelados y letrados que había en él.
restituir los obispos católicos á sus iglesias, los Entre las otras excelencias que tuvo, fué una en
cuales volvieron de Cerdeña á África, y con ellos predicar la palabra de Dios, lo cual hacía muchas
nuestro santo doctor: y así fueron recibidos de los veces con admirable gracia y espíritu, teniendo
pueblos africanos católicos con increíble fiesta y siempre por gracia la compunción y movimiento
regocijo, especialmente san Fulgencio, que era la interior del pueblo, más que la ostentación y aplau-
corona y ornamento de todos. Cuando le vieron so vano de los que le oían. Con estar ocupado
entre los demás, fué tan grande el aplauso y a l e - nuestro santo en tan altas y santas ocupaciones,
gría de la gente, que alzó la voz, y con clamores y ser su vida una continua meditación de la
y gritos de júbilo y contento le recibió, procuran- muerte, entendiendo que se acercaba ya la suya,
do cada uno ser el primero para echarse á sus quiso como salirle al encuentro, y se retiró con
DÍA I ENERO 97
algunos pocos monjes en un peñasco de cierta isla abad del mismo monasterio, y la envió á todas
que estaba allí cerca, un año antes que muriese, las iglesias de Francia; y es de esta manera.
para darse á mayor penitencia. Mas por las l á - Nació san Odilón en Avernia, de padres nobles, y
grimas y ruegos de sus hijos volvió á su casa, siendo niño tuvo una enfermedad y dolores de
donde le d i o una enfermedad muy grave que le todos sus miembros, tan recia que en ninguna
duró sesenta días con dolores acerbísimos; en los manera podía andar. Una vez el ama que le lle-
cuales, mirando al cielo con grande sosiego y ale- vaba dejó el niño á la puerta de la iglesia de
gría, hablando con el Señor, le decía: «Señor, nuestra Señora, y fuese lejos de allí. Así que el
dadme ahora paciencia, y después perdón ó indul- niño se vio solo, procuró como pudo arrastrando
gencia.» Finalmente, entendiendo que llegaba su entrar en la iglesia, y llegado al altar, y abrazán-
hora, hizo llamar al clero y á los monjes, y hu- dole con las manos, se halló sano milagrosamen-
mildemente les pidió perdón, si en alguna cosa te, y con su vista movió á los que lo vieron á hacer
les hubiese ofendido, y suplicó á nuestro Señor gracias á Dios que había obrado tan gran mara-
les proveyese de buen pastor. Y para serlo él en villa. Creciendo en edad quiso emplear la salud y
todo hasta aquel punto, y fiel dispensador de las fuerzas del cuerpo en servicio de aquel Señor, que
rentas eclesiásticas, nombró por sus nombres una con aquel milagro se las había dado. Hízose c l é -
por una, como quien tan bien las sabía, todas las rigo en la iglesia de San Julián Mártir, y después
personas miserables, viudas, huérfanos, peregri- tomó el hábito de monje en el monasterio clunia-
nos y otros pobres, así seglares como eclesiásti- cense, que á la sazón florecía con grandísima
cos, que había en su ciudad, y mandó lo que á cada opinión de santidad; y debajo de la disciplina del
uno de ellos se había de dar, repartiendo lo que bienaventurado san Mayólo abad, se entregó al
tenía hasta una blanca. Después se puso en ora- estudio de la perfección, de tal manera, que s i e n -
ción; y echando su bendición á los que venían por do aun casi novicio, y cuatro años sólo después
ella, con gran paz, sentido y entero juicio d i o su de haber tomado el hábito, su mismo abad le
espíritu á su Criador el primer día de enero del año nombró por su vicario; y muriendo poco tiempo
de 529, siendo de edad de sesenta y cinco años, y á después el abad, todo el convento le eligió por su
los veinticinco después que le hicieron obispo. En abad y prelado. Luego comenzó el santo abad á
este tiempo, habiendo padecido aquella provin- resplandecer con rayos clarísimos de todas virtu-
cia grandes robos é incendios de los moros, la des. Era el primero en el coro, domaba su cuerpo
diócesis ruspense tuvo mucha paz por los mere- con continuos ayunos, disciplinas y cilicios; traía
cimientos de su santo obispo. Velaron su santo una cadena á raíz de sus carnes, decía misa cada
cuerpo toda aquella noche, cantando salmos é him- día con extremada devoción, era muy misericor-
nos conforme al uso de la Iglesia, y á la mañana dioso, y tan liberal con los pobres, que algunos
con un concurso de innumerable gente fué ente- le llamaban pródigo, y más derramador que d e s -
rrado en una iglesia llamada Segunda, en la cual perdiciador de los bienes del convento. En una
él mismo había colocado las sagradas reliquias de hambre grandísima que en la provincia de Aqui-
algunos apóstoles; y por reverencia de aquel l u - tania hubo en su tiempo, gastada ya para remedio
gar, ninguno hasta entonces había sido enterrado de los pobres la hacienda del convento, vendió los
en él. Escribió san Fulgencio muchas obras ma- cálices y vasos sagrados de la iglesia, y todo lo
ravillosas, dignas de su grande ingenio, santidad, precioso que había en ella; y habiendo un día
doctrina y elocuencia; de las cuales algunas se hallado en el camino que hacía dos muchachos
han perdido, y otras andan impresas. El autor de muertos de hambre, se bajó de la cabalgadura en
su vida hace mención de ellas, y san Isidoro y que iba, y quitándose la túnica de lana que l l e -
Tritemio en el libro de los escritores eclesiásticos, vaba los envolvió en ella, y les d i o sepultura:
y el cardenal Baronio en las anotaciones sobre el tanta era su caridad. Era muy blando y compasivo
Martirologio romano, y en el sexto tomo de sus para con sus subditos, y más parecía madre pia-
Anales; el cual dice que el libro que entre las dosa con ellos que padre severo. Y como algunos
obras de san Agustín anda impreso con el título de éstos le reprendiesen, solía decirles que más
de Fide ad Petrum, no es de san Agustín, sino de quería dar cuenta á Dios de la misericordia que
san Fulgencio. Del cual escriben los martirologios de la severidad. Fué devotísimo de todos los
romanos de Beda, Usuardo, Adón, san Isidoro y santos, y más de la santísima Virgen María nues-
otros autores. (P. Ribadeneira.) tra Señora; y cuando estaba en el coro, y se can-
taba el Te Deum laudamus, en llegando á aquel
SAN ODILÓN, ABAD Y CONFESOR—El bienaventura- verso Tu ad liberandum suscepturus hominem,
do Pedro Damián, cardenal de la santa Iglesia ro- non horruisü Virginis uterum, se arrojaba con
mana y varón sapientísimo, escribió la vida de san profunda humildad en el suelo para reverenciar
Odilón, abad cluniacense, á instancia de Hugo, el misterio de la Encarnación de nuestro Salva-
TOMO i 13
98 LA LEYENDA DE ORO DÍA 1
dor, y la dignidad soberana de su Madre purí- ción de Jerusalén, llegó por un fuerte temporal á
sima. una isla que está no muy lejos de Sicilia. Allí,
Así como san Odilón estaba adornado de tan aguardando que abonanzase el mar y buen vien-
excelentes virtudes, y florecía con grande fama y to para navegar, se entretuvo algunos días con
ejemplo de santidad, así nuestro Señor quiso hon- un santo ermitaño que moraba en una cueva y
rarle con muchos y grandes milagros. Dio vista á hacía áspera penitencia. Este preguntó al religio-
un muchacho ciego de su nacimiento, sanó otro de so francés si tenía noticia del monasterio clunia-
lamparones que no podía casi hablar, y estaba en cense y de los monjes que había en él; porque le
peligro de perder el oído; y á otro que padecía hacía saber, que allí cerca de aquella isla había
gota coral, dándole á beber un poco de agua ben- visto muchas veces grandes incendios y llamas de
dita; y con la misma agua bendita dio salud á un fuego, donde entendía que las almas padecían
pobre soldado, que andaba solo y desnudo por los grandes tormentos y pagaban con aquel fuego
campos, loco y fuera de sí, dando gritos. Otro los pecados que en esta vida habían cometido; y
asimismo soldado, que no podía hablar, y estaba que había oído muy lamentables aullidos y lasti-
mudo, tuvo revelación que bebiendo el agua en mosas voces de los demonios, que se quejaban
que san Odilón se hubiese lavado las manos sana- terriblemente porque aquellas almas salían de
ría; y así bebiéndola, luego sanó. Muchas veces aquellas penas ó iban al cielo por las oraciones,
multiplicó nuestro Señor los peces que habían de sacrificios y penitencias de los fieles, y especial-
comer y el vino que habían de beber los huéspedes mente de los monjes cluniacenses, que con más
que venían á verle, ó los compañeros que llevaba instancia y fervor se ocupaban en esta obra de
consigo, ó los pobres necesitados que topaba en tanta caridad. Y habiendo sabido de aquel religio-
el camino. Y una vez, queriendo el santo abad el so que su patria era cerca de aquel convento y
miércoles de ceniza ayunar con más rigor, y c o - que tenía comunicación con aquellos padres reli-
mer sólo un pedazo de pan con ceniza, mandó giosos, le rogó el ermitaño que fuese al monaste-
que le trajesen un vaso de agua, y gustándola, rio y hablase al abad, que era san Odilón, y que
halló que sabía á vino; y entendiendo que el que le contase lo que él le había dicho, y que le roga-
se la había traído se había engañado, le ordenó se de su parte que él y todos sus monjes insistie-
de nuevo secretamente que le trajese un jarro de sen más en la oración, ayunos, misas y limosnas
agua; trájosela la segunda vez, y halló que t a m - por las almas del purgatorio, para que siendo l i -
bién era vino; y conociendo que aquél era regalo bres de los crueles tormentos que padecen, con
de Dios, le bebió haciéndole gracias por ello. su gloria acrecentasen el gozo de los bienaventu-
Pasando por un río caudaloso y muy crecido por rados que están en el cielo, y la tristeza de los
las avenidas, el agua que daba á sus compañeros demonios nuestros enemigos, que tienen por daño
á la cinta no le llegaba á él á cubrir los pies, ni le suyo todo nuestro bien.
mojó poco ni mucho. Otra vez, habiendo caído un Volvió el monje á Francia, fué á Cluni, habló
caballo cargado de sus libros en un río muy pro- con san Odilón abad, refirióle lo que pasaba, y el
fundo, y andando buen rato en él, arrebatado de santo abad lo notificó á todos los monasterios de
las ondas, después de haber llegado á tierra se su orden á él sujetos, que eran muchos; y demás
halló que sus papeles y libros no habían sido mo- de las otras buenas obras que por todo el año o r -
jados, habiéndolo sido las otras cosas que iban denó que en ellos se hiciesen, mandó que cada
con ellos, y por mojarse no recibían daño. Otros año, el segundo día de noviembre, y el primero
muchos milagros obró el Señor por su siervo, los después de la festividad de Todos los Santos, se
cuales él atribuía á la fe y devoción de los que hiciese conmemoración de los finados; y lo que él
recibían aquel beneficio, huyendo por su humil- particularmente ordenó para sus conventos, el
dad las alabanzas de los hombres, y procurando sumo pontífice lo estableció y mandó que se hicie-
que se creyese que por los merecimientos de se en toda la Iglesia universal. Y hay autor que
ellos los obraba el Señor. Mas entre las otras c o - escribe que el papa que instituyó esta conmemo-
sas maravillosas que tuvo san Odilón, una fué la ración fué Juan XVI de este nombre, y que lo
caridad para ayudar á las almas del purgatorio hizo por consejo del mismo san Odilón. Otra cosa
con las oraciones, limosnas, ayunos, sacrificios y sucedió también notable que declara igualmente
obras penales suyas y de sus subditos; porque á la devoción de este santo abad con las almas del
él se debe, como á su principio y origen, la Con- purgatorio. Había el papa Benedicto VIII tenido
memoración de los finados que la santa Iglesia mucho conocimiento en vida con san Odilón, y
católica romana celebra cada año el segundo día favorecídole y honrádole mucho en el tiempo que
del mes de noviembre; y la causa de esta institu- vino á Roma á visitar las reliquias de san Pedro
ción fué la que aquí diré. y san Pablo, y proveídole de todo lo que había me-
Volviendo un religioso francés de la peregrina- nester. Pasados algunos días después que murió
DÍA 1 ENERO 99
el papa, apareció una noche al obispo portuense y morir tiene tan mal encuentro, ¿cómo estará se-
á otras dos personas, y declaróles que estaba en guro el que de tal suerte vive como si nunca h u -
tinieblas y en horribles tormentos, de los cuales biese de morir? ¡Oh hombres ciegos y locos que
había Dios determinado librarle por las oraciones no piensan lo que ha de ser, sino sólo á lo pre-
y merecimientos de Odilón abad; y les rogó que le sente! Mas los ojos, que cierra la culpa para que
enviasen un hombre propio á toda diligencia para no vea la luz del cielo, la pena los abre á la hora
rogarle y encargarle mucho que en sus oraciones de la muerte, para que vean al que los engañó, y
y sacrificios encomendase su alma á Dios, para sientan sus penas y noche oscura. Después de la
que le librase de aquellas penas. Avisado san Odi- muerte de san Odilón, hizo nuestro Señor por él
lón, hizo con gran devoción y cuidado por sí y muchos y grandes milagros. Hacen mención de
por sus hijos lo que el papa Benedicto le pedía, y él todos los Martirologios, y san Bernardo, S i g i s -
después el alma del mismo papa apareció en cier- berto, Tritemio y el cardenal Baronio.
ta visión á un monje llamado Eldeberto, no ya os- . (P. Ribadeneira.)
curo y lloroso, sino resplandeciente y glorioso, y
acompañado de una gran muchedumbre de almas SANTA EUFROSINA, YIRGEN.-Siendo emperador del
vestidas de luz; y entrando en el capítulo, donde Oriente Teodosio el Menor, nieto del gran Teodo-
estaba Odilón con sus frailes, se inclinó y le hizo sio é hijo de Arcadio emperador, hubo en Alejan-
reverencia, agradeciéndole el beneficio que le ha- dría de Egipto un caballero muy ilustre y princi-
bía hecho, y el haberle Dios librado de las penas pal, que se llamabaPafnucio, el cual estaba casado
del purgatorio por sus oraciones y santos sacrifi- con una nobilísima señora, y en todo igual suya.
cios. Fundó este santo padre muchos monasterios, Eran estos caballeros nobles, ricos, poderosos y
reparó otros, y proveyólos de ricos ornamentos no menos piadosos é inclinados á las obras de
para las iglesias, y de heredades y posesiones toda virtud. Vivían con gran paz y concordia;
para sustento de sus religiosos, porque Dios era pero entre los gustos del matrimonio tenían mez-
con él. Estando ya muy viejo tuvo una enferme- clada la amargura y deseo de hijos, que nuestro
dad gravísima que le duró cinco años, y deseando Señor no se los había dado, pareciéndoles que les
él morir en Roma á los pies de los príncipes de faltaba el fruto del matrimonio, y un lazo y ñudo
los apóstoles san Pedro y san Pablo, fué á visitar del amor que los hijos suelen ser entre los casa-
sus sagrados cuerpos. Estuvo cuatro meses en Ro- dos, y quien heredase sus copiosas riquezas y
ma enfermo, y entendiendo que era la voluntad fuese columna de su casa y báculo de su vejez.
del Señor, se volvió á su casa, y por espacio de un Determinaron, pues, los dos casados pedirá nues-
año se d i o más á la oración y á la penitencia, en tro Señor con oraciones, ayunos y limosnas fruto
cuanto su flaqueza y enfermedad daban lugar para de bendición. La mujer, por su parte, imitando á
aparejarse á morir, aunque estaba tan bien apare- Ana, madre de Samuel, le prometió que si se le
jado. Y para no faltar un punto al oficio que tenía daba le ofrecería á su servicio; y el marido, por
de pastor, quiso visitar los conventos que estaban á la suya, se iba por los monasterios, rogando á los
su cargo para exhortar y animar á sus monjes á la religiosos que vivían en ellos, que con sus oracio-
perfección; y claramente dijo que moriría la fiesta nes le alcanzasen esta merced de Dios. Supo que
de la Circuncisión; y así sucedió, en el convento en uno de estos monasterios había un monje que
llamado Silviniaco, habiendo recibido todos los sa- tenía gran fama de santidad; fuese á él, echóse á
cramentos, el año del Señor de 1048, de edad de sus pies, y suplicóle con lágrimas que tomase
ochenta y siete años, y á los cincuenta y seis des- aquella causa por suya y la favoreciese delante
pués que le hicieron abad. Aquella misma noche del Señor, y que no dejase de importunarle hasta
que d i o su espíritu al Señor, apareció á un monje que le concediese lo que le pedía. Y como los
por nombre Gregorio, y le declaró que estaba en santos participan de las condiciones de Dios, y son
gloria y gozaba ya de la presencia de nuestro S e - blandos, benignos y compasivos, el santo monje
ñor; mas añadió que en la hora que le arrancaban se enterneció con los ruegos y lágrimas de Paf-
el alma del cuerpo, había visto en tal lugar, seña- nucio, y con sus oraciones alcanzó del Señor lo
lándole con el dedo, una figura horrible y espan- que le suplicaba; y la mujer concibió y parió una
tosa que procuró amedrentarle y estorbarle, mas hija, que llamaron Eufrosina, que en griego
que con la virtud de Cristo la venció. Y el mismo quiere decir alegría, por la que sus padres con su
santo, estando en agonía, v i o al demonio que e s - nacimiento recibieron y con su vida pensaban
taba allí cerca, y con grande imperio le mandó y tener.
conjuró en el nombre del Señor, que se partiese
Criáronla sus padres con gran cuidado, como un
de aquel lugar. Si nuestro común enemigo se
don singular dado de la mano de Dios. Era la niña
atreve á los santos, ¿qué hará á los pecadores? Y
amabley hermosa por extremo, y tan inclinadaálas
si el que toda la vida gastó en aparejarse para
cosas del cielo, que más parecía venida de allá que
100 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 1
nacida en la tierra. Era extraño su recogimiento, nuestro Señor le ofreció con la ausencia de su
su silencio, su modestia, su pureza y vergüenza padre, inspirada, á lo que se puede creer, con e s -
virginal, y el deseo que en tan tiernos años tenía pecial instinto y espíritu del cielo, que sin él no
de abrazarse con solo Jesucristo y tomarle por su fuera bueno hacer lo que hizo; determinó salirse
dulce esposo. Murió su buena madre, siendo la de su casa y ponerse en salvo; y porque su padre,
niña de doce años, y yendo creciendo no menos como dijimos, era hombre poderoso y principal, y
en virtud que en edad. Cuando tuvo diez y ocho, sabía que la había de buscar por mar y por tierra,
muchos caballeros la pidieron por mujer, por con- y hacer tantas diligencias que no se podría encu-
currir en ella todas las partes que en una donce- brir, se desnudó del vestido de mujer, y con él
lla se pueden desear. El padre, por tener sucesión de la flaqueza mujeril, y se vistió de hombre, y
en su casa, prometió de darla á un caballero que dejando sus casas, criados y riquezas se partió
entre todos le pareció más digno para marido de una noche secretamente, y se vino al mismo
su hija; la cual estaba afligidísima cuando lo supo, monasterio de monjes, en que vivía aquel santo
porque eran muy diferentes sus intentos. Pareció viejo por cuyas oraciones nuestro Señor la había
á su padre cosa conveniente llevar á su hija, a n - dado á sus padres: y para disimular mejor, tomó
tes que se efectuase el matrimonio, al monasterio nombre de Esmaragdo, y pidió al abad que la r e -
donde estaba aquel santo monje por cuyas ora- cibiese, porque estaba cansada del mundo y de sus
ciones él la había alcanzado de nuestro Señor, engaños, y deseaba servir, á Dios, apartada del
para que le echase su bendición, y el casamiento bullicio y tráfago, en aquel sagrado convento,
fuese tan dichoso como lo había sido su nacimien- cuya fama por todas partes daba de sí grandísimo
to; y así la llevó, y la santa doncella, con la vista olor. Pidió esto la buena Eufrosina, ó ya E s m a -
de los religiosos, se enamoró más de nuestro S e - ragdo, con tan grande humildad, modestia y lá-
ñor, teniendo por dichosos y bienaventurados á grimas, que el abad, movido del Señor, le admitió
los que, alumbrados con su luz y encendidos con con mucho gozo suyo y de los otros monjes, y le
su amor, daban de mano á todos los gustos y en- vistió el hábito de su religión, y le dio por guía y
tretenimientos de la carne, y se entregaban á los maestro á un santo y perfectísimo monje, que se
del espíritu, y vivían como en puerto seguro en llamaba Agapio, para que debajo de su obediencia
aquella santa casa, apartados de las borrascas y aprendiese las cosas que son propias de la reli-
tempestades de este mundo. Y confirmóse más en gión, y se amoldase al instituto que había de
sus propósitos con la bendición del santo viejo, y profesar. A este santo maestro se entregó E s m a -
con las palabras que le dijo, leyéndole el corazón, ragdo, como un poco de barro ó un poco de cera,
y suplicando á nuestro Señor que guiase á aquélla para que le formase á su mano, é imprimiese en
y la tuviese de su mano, para que le agradase y él lo que fuese de su voluntad. Pero cuando Paf-
cumpliese en todo su santísima voluntad. Volvió nucio volvió á su casa para casar á su hija, y no
Eufrosina á su casa con más vivos y encendidos la halló, ni rastro ni señal de adonde se había e s -
deseos de no tomar otro esposo sino á Jesucristo condido, no se puede fácilmente creer el senti-
nuestro Señor, y comenzó á darse más á los a y u - miento que tuvo, las lágrimas que derramó, los
nos y penitencias, y dejar las galas, atavíos y j o - suspiros y gemidos, y los extremos que hizo, espe-
yas, y venderlas, para dar el precio á los pobres cialmente cuando supo que no había ido, como
y vestirse un cilicio. Huía de las mujeres livianas sospechaba, á casa de su esposo, que por la misma
y parleras, acompañábase con las recogidas y ho- causa estaba tristísimo, y con su pena y dolor
nestas, y con las tales era toda su conversación. acrecentaba la aflicción y pena del pobre padre, el
Y cuando algún santo monje venía á casa de su cual, después de haber dado orden que se guarda-
padre, procuraba hablarle y descubrirle su pecho, sen las puertas de la ciudad y los puestos, pasos y
para ser enseñada y enderezada de él, y crecer caminos por donde su hija podía pasar, atravesado
más en el santo temor de Dios. Mas el padre, de dolor, y más muerto que vivo, se fué al monas-
aunque veía en su hija grandes indicios de virtud, terio donde estaba aquel santo viejo, con quien
y entendía cuan fuera estaba de tomar marido, no tenía mucha fe y devoción para descubrirle la lla-
dejaba la plática comenzada, y de aparejar lo que ga de su corazón, y rogarle que con sus oraciones
era menester para el casamiento de su hija: la la sanase, teniendo por cierto, que pues habían
cual, viendo que se iba acercando el tiempo en sido poderosas para que Dios le diese aquella hija,
que se había de efectuar, y que el mayor contra- también lo serían para que la descubriese y la
rio que tenía para sus intentos era su mismo pa- hallase. Hablóle, lloró con él, enternecióse, lamen-
dre, habiendo primero recibido secretamente el tó su desventura y el haber perdido la lumbre de
hábito de religiosa, con las bendiciones que suele sus ojos, el báculo de su vejez, y el consuelo ú n i -
la Iglesia, de un santo monje, que había venido á co y refugio que tenía en todos los trabajos de su
su casa, y aprovechándose de la ocasión que persona, y á quien pensaba dejar sus grandes ri-
DÍA. 1 ENERO 101
quezas, sin quedarle otro heredero, arrimo ni con- mozo el cual había dejado muchas riquezas y
suelo. El santo viejo le oyó, y oró y rogó á los vestídose de la pobreza y desnudez de Cristo; el
demás monjes, suplicasen al Señor que le revelase cual, aunque había pocos años que vivía en aquel
dónde estaba aquella doncella. Pero como Dios la monasterio, había caminado con tan grandes
quería encubrir, como ella misma se lo suplicaba, pasos y corrido con tan gran fervor en la virtud,
no fué servido de oir aquella vez las oraciones de que ninguno de los viejos apenas podía competir
aquellos santos religiosos, para mayor bien del con él. Pafnucio, movido de tan buenas nuevas,
padre y de la hija; y así el santo viejo consoló al deseó conocer y hablar á aquel santo varón. L l e -
triste padre, rogándole que se conformase con vóle Agapio, y entrando en la celda de Esmaragdo,
la voluntad de Dios, y asegurándole que su hija luego conoció á su padre, aunque el padre no le
estaba en alguna buena parte en servicio de Dios, conoció, porque con el hábito, abstinencia y aspe-
y que se la dejaría ver, si así convinise, antes que reza de vida estaba tan trocado y desfigurado
se muriese. Con esto volvió Pafnucio á su casa que no le pudo conocer. Con esta vista la natura-
más consolado, y Esmaragdo en su convento que- leza hizo su oficio, y la hija se enterneció y lloró
dó más seguro. Pero el demonio, como v i o que muchas lágrimas; pero reprimiólas y venciólas
una doncella tierna y flaca le hacía tan cruda con el espíritu del cielo; y el padre creyó que
guerra, y cada día con ánimo varonil y celestial aquellas lágrimas nacían de devoción y gusto inte-
peleaba con él y le vencía, determinó de acome- rior del alma, y no cayó en que él podía ser causa
terla con mayores fuerzas, y si pudiese, derribarla. de ellas; antes, maravillado de la compostura y
Poníale delante el llanto continuo de su padre, el modestia de aquel monje, y de las palabras, pocas,
amor tierno y entrañable de su esposo, la flaqueza graves y espirituales que le había oído, se despi-
de su carne, el regalo de su casa, la aspereza y pe- dió de él encomendándose á sus oraciones, y
nitencia de aquella vida, el servicio de sus criadas, haciendo gracias á Agapio, porque se le había
la amistad de sus compañeras, y, finalmente, todo dado á conocer.
lo que la podía apartar ó entibiar del amor y c o n - Treinta y ocho años vivió en este encerramiento
templación de Dios, y atraerla á los gustos y y manera de vida Esmaragdo, sin que ninguno
entretenimientos vanos del siglo. Mas como el pudiese entender que era Eufrosina. Revelóle el
Señor que la había escogido le diese fuerzas para Señor que la quería librar de esta cárcel mortal y
resistir y para triunfar del enemigo, viendo que llevarla á gozar de sí, y con su divina providencia
por esta vía no podía, quiso derribarla por medio ordenó que á este mismo tiempo su padre estuvie-
de los otros monjes, tentándolos y procurando que se en el mismo monasterio. Hízole llamar la hija,
se le aficionasen torpemente por su extremada y rogóle que se estuviese en el monasterio tres
hermosura, sin saber que era mujer. días, porque no sería tiempo perdido para él.
Vino á noticia del abad las tentaciones que pa- Hízolo el padre de buena gana, y al tercer día lo
decían algunos monjes y el peligro que corrían; y llamó otra vez y en secreto le dijo: «Quiero librar-
para atajarle, como prudente y vigilante pastor, te, Pafnucio, de muchos cuidados, y declararte
y quitar las ocasiones de turbación y escándalo, lo que sé de tu hija, pues tienes tan gran deseo
mandó á Esmaragdo que se recogiese en una de saber de ella. Yo, padre, soy tu hija Eufrosina,
celda apartada, y no saliese de ella, ni tratase, ni y éste es el rostro de tu hija; Dios me ha encami-
comunicase con nadie, sino con Agapio su m a e s - nado y me ha inspirado para que tomase este h á -
tro, á quien ordenó que tuviese cuenta con Esma- bito de monje, y perseverase en él hasta esta hora;
ragdo, y le proveyese con mucho cuidado de todo y me ha dado gracia, para que habiéndote visto
lo que hubiese menester para su alma y para su muchas veces en esta casa, nunca me he arrepen-
cuerpo. Mucho se holgó Esmaragdo de esta obe- tido de haber venido á ella, ni tus lágrimas me
diencia, por estar más retirado para darse á Dios, hayan ablandado ni movido á volver atrás. Dios
y para padecer y estar más seguro de no ser te ha traído para que entierres mi cuerpo.» Y di-
conocido. Acrecentó su oración, sus vigilias, ayu- ciendo esto, d i o su espíritu al Señor. ¿Quién podrá
nos y penitencias, y vivía, no como mujer flaca y explicar lo que estas palabras y un caso tan re-
d.e carne, sino como un espíritu venido del cielo; pentino obraron en el corazón de Pafnucio, c u a n -
de manera, que Agapio su maestro, con ser varón do v i o delante de sí, en hábito de monje, difunta á
perfectísimo, estaba admirado, y todo el convento, su única hija que él con tantas lágrimas y suspi-
por lo que él refería de la santidad y rara virtud ros tantos años había buscado, y tantas veces h a -
de Esmaragdo. Fué esto de manera, que viniendo bía hallado y no conocido? Cayó como muerto en
su padre muchas veces á aquel monasterio, y el suelo, y cuando volvió en sí empezó á lamen-
buscando para su alivio y consuelo á los religiosos tar su desdichada suerte, y con un corazón lasti-
que tenían mayor fama de santidad, oyó una vez moso y con unas voces y alaridos que llegaban al
de ellos que había en aquella casa un monje cielo, á decir: «¡Oh hija mía dulcísima! ¿Cómo te
102 LA LEYENDA DE ORO DÍA 2
encubriste? ¿Cómo no me tomaste por compañero LOS TREINTA SANTOS SOLDADOS.—Fueron martiriza-
para esta gloriosa empresa? Tenía presente la que dos también en Roma, en la vía Apia, por lósanos
buscaba, hablaba y no la conocía. ¿Lloraré por 302, reinando el emperador Diocleciano.
haberla perdido, ó haré fiesta por haberla Cristo
ganado? Más justo es que yo me goce de su gozo, SAN C0NC0RDI0, PRESBÍTERO Y MÁRTIR-Había naci-
que no entristecerme por mi soledad. Yo, hija mía do en Roma en tiempo del' emperador Antonino;
Eufrosina, te seguiré y seré heredero de tu celda; y durante la persecución de Marco Aurelio pade-
pues tú no lo quisiste ser de mis bienes.» Oyó ció por la fe de Jesucristo. Fué azotado, puesto en
Agapio las voces del padre, súpose luego en el el potro y atormentado después bárbaramente
monasterio lo que pasaba, concurrieron monjes á dentro de la cárcel, en la cual mereció que un
porfía á aquel espectáculo tan raro y nuevo, para ángel le visitase, muriendo al fin degollado en Es-
abrazar y reverenciar aquel cuerpo santo; y entre poleto, el año 175. Su sagrado cuerpo se venera
los otros monjes vino uno ciego de un ojo, el cual en la villa de Bañólas, en la provincia de Gerona,
en tocándole, luego cobró la vista, testificando honrando frecuentemente el Señor su sepulcro con
nuestro Señor con este milagro que él había sido muchos milagros.
autor de la mudanza y vida de Eufrosina. Ente-
rráronla con grande solemnidad, cantando himnos EL BEATO BÜENHIJO, Ó BONFILIO, UNO DE LOS SIETE
y alabanzas al Señor; y Pafnucio, su padre, h a - FUNDADORES DEL ORDEN DE LOS SIERVOS DE MARÍA—Flo-
biendo repartido sus grandes riquezas á los pobres reció en el siglo XIII con una vida santa, y murió
é iglesias, y parte á aquel monasterio, se encerró en el monte Senario, á dos leguas de Florencia,
en la celda de su hija, y en ella vivió diez años, y donde se había edificado el primer convento de
murió santamente, mandando que pusiesen su su orden.
cuerpo junto al de su hija. Esta es la vida de san-
ta Eufrosina, la cual escribió Simeón Metafrastes; SAN JUSTINO, OBISPO DE QÜIETI, DEL ABRUZZO.-Mu-
y el P. Fr. Lorenzo Surio la trae en su primer t o - rió en la misma ciudad; pero se ignora cuándo.
mo, y el Martirologio romano hace mención de
ella el primer día de Enero. Pues ¿quién no se SAN MAGNO.—Nada se sabe de él, mas que murió
admirará leyendo esta vida, de la virtud, de la mártir en las calendas de enero.
gracia y espíritu del Señor, que así esfuerza nues-
tra flaqueza, y de mujeres flacas y delicadas hace SAN EUGENDO.—Fué abad del monasterio jupirense
no solamente varones fuertes y robustos, sino án- en la diócesis de Lion; y después de una vida a d -
geles en la tierra? Fué Eufrosina hija de oraciones mirable en eminentes virtudes, descansó en el
y lágrimas, y antes que naciese, dedicada á Dios, Señor á mediados del siglo XI.
el cual la dio á sus padres, no para lo que ellos
pensaban, ni para que sustentase la memoria de LA DEPOSICIÓN DE SAN BASILIO, OBISPO DE CESÁREA,
su casa y echase raíces en la tierra, sino para que EN CAPADOCIA.—Su fiesta principal se celebra el 14
extendiese sus ramas hasta el cielo, y con su vida de junio, en que fué ordenado obispo.
nos predicase el menosprecio de todas las cosas
visibles y terrenas, y levantase nuestros corazo- SANTA GANCHEA, Ó GAINA, VIRGEN.—Dícese que vivió
nes al amor de las invisibles y eternas, para que en el siglo VI y que fué abadesa. Venérase en
en la flaqueza de mujer triunfase de todo el poder Vester.
del infierno, y con su ejemplo espantase y san-
tificase al mundo, y trocase á su mismo padre, y
SAN MOCHÚA, Ó MONCAÍNO, Ó CLUANO, ABAD Y CON-
dejase á toda la Iglesia de Cristo una suavísima
FESOR.—Fundó muchas iglesias; floreció en el s i -
fragancia de sus extremadas virtudes. glo VI. Vivió noventa y nueve años.
(P. Ribadeneira.)
SAN MOCHUCA DE BALLA, Ó CROMAN, CONFESOR—Fun-
SAN ALMACO, ó según otros TELÉMACO, MÁRTIR.—En dó el monasterio, ahora ciudad de Baila, en Con-
aquellos tiempos en los que la dominadora del naught. Véase Bolandos, pág. 49.
universo, Roma, entretenía á su pueblo con los
espectáculos de los gladiadores, fué decapitado Día 3
Almaco de orden del prefecto de la ciudad, Alipio,
por haber declamado contra tan sangrientos e s - SAN MACARIO, ABAD.—Dos varones santísimos, dis-
pectáculos, diciendo: «Hoy recordamos el octavo cípulos del gran padre san Antonio Abad, tiene la
día del nacimiento del Señor; dejad las supersti- santa Iglesia, llamados Macarios, los cuales fue-
ciones de los ídolos y tan contaminados sacri- ron de vida tan celestial y perfecta, que quedó
ficios.» por ejemplo, regla y forma á todos los monjes que
DÍA 2 ENERO 103
aspiran á la participación y comunicación de Dios. El marido, después de haber probado otros m e -
El uno se llama Macario el Egipcio, porque nació dios sin provecho, la llevó atada con un cabestro
y vivió en Egipto; y el otro se dice Macario el como una bestia á san Macario, á quien Dios
Alejandrino, porque, aunque nació también en nuestro Señor ya había revelado la verdad de
Egipto, fué presbítero de Alejandría, y le dan este aquel negocio. Echóse á los pies del santo el tris-
nombre para diferenciarle del Egipcio. De estos te marido, y llorando y sollozando le suplicó que
dos Macarios hablan casi todos los historiadores se compadeciese d e l y de aquella desventurada
de las cosas eclesiásticas, y de ellos sacaremos mujer, y le volviese el ser y la figura humana; y
nosotros las cosas que brevemente referiremos el santo respondió: «Esta no es yegua, sino mujer,
aquí. y vosotros, engañados del común enemigo, tenéis
El primer Macario y más antiguo, fué discípulo, ojos de caballo.» Echó sobre su cabeza agua ben-
como dijimos, de san Antonio Abad, y muy pare- dita, y luego á los ojos de todos pareció lo que
cido á él en la oración y en la contemplación, en era, y perdió aquella forma aparente y fantástica
la humildad y menosprecio de sí, en la peniten- de yegua. Exhortóla á frecuentar el santo Sacra-
cia y aspereza de vida, y en el dominio ó imperio mento del altar, y díjole que aquella ilusión le
que tuvo sobre los demonios; en las revelaciones había venido, porque cinco semanas había estado
é ilustraciones de Dios, y en los milagros que el sin recibir el cuerpo de Cristo nuestro Señor, y
Señor obró por él, que fueron muchos y muy porque entraba pocas veces en la iglesia; y c o n -
grandes, de los cuales algunos diremos nosotros. tenta y consolada, la envió con su marido á su
Habiéndose hallado un hombre muerto, fué acha- casa.
cado de aquel homicidio otro hombre que no tenía Otra vez vino á él un hereje que negaba la r e -
culpa, y queriéndole prender se acogió á la celda surrección de la carne, y se puso á disputar de-
de san Macario, como á puerto seguro. Siguié- lante de otros muchos monjes sobre este artículo
ronle los que le buscaban, y pidiéronle al santo, con san Macario; y como el santo padre con razo-
diciéndole que se le entregase, porque no llevasen nes y argumentos no le pudiese convencer, por-
ellos la pena que aquel hombre merecía, y como que era agudo disputador, entendiendo que a l g u -
el hombre con grandes juramentos y maldiciones nos de los circunstantes estaban en peligro de
afirmase que no tenía culpa en aquella muerte, creer lo que el hereje decía, y caer en aquel error,
san Macario se fué con aquella gente al sepulcro le propuso san Macario que se fuesen á algún
del hombre muerto, y hecha su oración, le llamó sepulcro, y que el que de los dos resucitase algún
en el nombre de Cristo por su nombre, y él luego muerto ése fuese tenido por predicador de la
respondió, y el santo le dijo: «Yo te pido y mando verdad. A todos pareció bien lo que san Macario
en el nombre de Cristo, que digas si este hombre propuso; fueron al sepulcro, pero el disputador he-
te mató.» Y el muerto con voz clara y que todos reje no se atrevió á hacer aquel milagro, y Maca-
los circunstantes la pudieron entender, respondió rio, postrado en el acatamiento del Señor, le
que aquel hombre no le había muerto. Quedaron suplicó que manifestase con la resurrección de
atónitos todos los que allí estaban, alabando á un muerto cuál de los dos tenía y enseñaba la fe
Dios que había librado al inocente, y echáronse verdadera y católica; y luego llamando por su
á los pies de san Macario, suplicándole que pi- nombre á un hombre que poco antes había sido
diese al muerto quién había sido el matador. E n - sepultado, el muerto respondió y salió de la sepul-
tonces respondió Macario: «A mí me basta que el tura, con admiración de todos los que allí esta-
que no tiene culpa no tenga pena; mas que sea ban, para gloria del Señor y confirmación de su
castigado el culpado, no me toca.» santa fe, y confusión del mismo hereje, que echó
Enamoróse de una mujer casada un hombre á huir; pero no pudo escaparse, antes fué preso y
desatinadamente; y como era tan honesta como desterrado de toda aquella tierra.
hermosa, con todo el artificio que usó nunca pudo Tenía dos compañeros ó discípulos, y por espí-
atraerla á su voluntad. Concertóse con un amigo ritu divino entendió que uno de ellos, que se lla-
y nigromántico para que con sus maleficios y he- maba Juan, era muy inclinado á la codicia, y el
chizos la rindiese, ó á lo menos la apartase del daño, que si no se iba á la mano, de ella le había
amor de su marido. No pudo el mago ablandarla, de venir. Díjole un día, que él conocía que el de-
para que consintiese en el pecado; pero pudo, monio le tentaba de avaricia, y que si le resistie-
permitiéndolo nuestro Señor, hacer que aquella se, Dios le favorecería; pero que si se dejaba
mujer no pareciese lo que era, sino yegua. Yegua llevar de su mal deseo, tendría el fin que había te-
parecía á los que la miraban, yegua á los criados nido Giezi, y que le imitaría en la pena, pues lo
de su casa, y yegua á su propio marido; aunque imitaba en la culpa. Murió el santo, y Juan su
ella verdaderamente era mujer, y la mudanza no discípulo se dejó engañar del demonio, y cayó en
estaba en ella, sino en los ojos de los que la veían. el lazo, usurpando y tomando para sí los bienes
104 LA LEYENDA DE ORO DÍA 2
de los pobres. Pero para que se cumpliese la ingenioso en mortificar sus sentidos y en hacerlos
profecía de san Macario, dióle una enfermedad de padecer.
lepra, tan asquerosa y horrible, que todo el cuer- Habiendo pisado un día cierto insecto que le
po era como una llaga, de manera que no había mordió, aunque ejecutó esta acción sin libertad,
parte sana en él. con el primer movimiento del dolor le tuvo tan
Trujóle una pobre y afligida mujer á un hijo grande de ésta, que le pareció demasiada delica-
suyo mozo, atormentado del demonio con una deza, y se condenó á pasar seis meses en un d e -
hambre insaciable, y que después de haber comi- sierto de Escitia, inhabitable por la multitud de
do grandísima cantidad de panes, y bebido, lo insectos y sabandijas, que ahuyentaban de él aun
tornaba á echar todo por la boca, y lo resolvía en á las mismas fieras.
aire. Sanóle el santo con su oración, y mandóle Con estas mismas armas venció también al d e -
dar cada día que trabajase solas tres libras de monio de la impureza; porque atormentado de los
pan, que para lo que solía comer era muy poco. estímulos de la carne, se metió por otros seis
Como eran tantos los que venían á san Macario meses en un barranco infestado de avispas, cuyos
por consuelo y remedio, y él se cansase, porque aguijones eran tan penetrantes que pasaban la
le estorbaban su contemplación, hizo debajo de piel de un jabalí. Salió de allí tan desfigurado, que
tierra una cueva secreta y escondida, adonde se no se le podía conocer sino por la voz, y el e n e -
recogía como á sagrado, huyendo de las ondas y migo quedó tan corrido, que nunca volvió á t e n -
alteraciones del mar. Vivió este santo varón noven- tarle en la misma especie.
ta años, treinta en el siglo y sesenta en la soledad; En medio de tan excesivas penitencias le parecía
y los diez primeros años se ejercitó con tanto que era nada lo que hacia para salvarse. Lleno de
ahinco y solicitud en todos los trabajos y aspere- bajísimos sentimientos de sí mismo, resolvió ir á
zas de los monjes, que le dieron un nombre buscar á otros solitarios para aprender de ellos las
griego, que quiere decir El mozo viejo, porque virtudes que á su parecer le faltaban. Tanta verdad
teniendo poca edad, y siendo casi novicio, hacía es que la humildad fué siempre la virtud univer-
ventaja á los muy viejos y ejercitados en aquella sal de todos los santos.
escuela de perfección; y así vino á un grado tan Fué, pues, Macario al célebre desierto de Tahe-
raro y divino de comunicación con Dios, que de ñas para aprovecharse de los ejemplos de tantos
la continua contemplación y trato con el Señor, religiosos que florecían en él, cuya reputación se
casi siempre estaba en éxtasis. Demás de su s a n - había extendido por todo el mundo. Pero aunque
tísima vida, con la cual edificó á toda la Iglesia, se disfrazó en traje de un pobre oficial, san P a -
también la ilustró con sus escritos, y en el según • comio le conoció; y no pudiendo sufrir nuestro
do tomo de la Biblioteca de los Santos Padres se santo las honras que le hacían en aquella soledad,
hallan cincuenta homilías suyas, traducidas de fué á buscar un asilo á su humildad en los desier-
griego en latín. tos de Nitria. Pero no estuvo allí mucho tiempo,
(P. Ribadeneira.) porque informado el patriarca de Alejandría de
su eminente virtud, le ordenó de presbítero, por
SAN MACARIO ALEJANDRINO—San Macario, de quien más que se resistió á ser elevado á esta sagrada
hoy hace mención el Martirologio romano, nació dignidad.
en Alejandría, capital del inferior Egipto, al prin- Luego que se v i o revestido de tan superior c a -
cipio del cuarto siglo. Su nacimiento fué tan h u - rácter, sólo pensó en hacer una vida más peni-
milde, y sus padres tan pobres, que se vio obliga- tente y más perfecta. Dejó los desiertos conocidos
do á pasar los primeros años en servicio de un y fuese á sepultar en una de las más horribles s o -
panadero. ledades de la Libia, que se llamó después el yermo
A los treinta años de su edad, movido de un fer- de las Celdas, por las muchas que fabricaron en
voroso deseo de ser santo, se fué á sepultar en él los innumerables monjes que concurrieron de
un espantoso desierto. Los primeros ejercicios de todas partes.
su soledad pasaron por prodigios de abstinencia. Aunque el deseo de nuestro santo era vivir s o -
Por espacio de siete años no comió más que y e r - litario y desconocido, fué preciso rendirse á los
bas crudas. Los tres años siguientes se contentó ruegos de sus nuevos discípulos que, queriendo
con cuatro ó cinco onzas de pan al día, y nunca imitar sus ejemplos, tenían también necesidad de
durmió más que dos horas. sus exhortaciones. Ni el orden de presbítero le per-
En tiempo de cuaresma doblaba sus austerida- mitía tener ocioso el sagrado ministerio que con
des. Una de ellas lápasó enteramente sin echarse, él había recibido, y así trabajando en su propia
ni sentarse, haciendo siempre oración de pie, ó de perfección se dejó persuadir á trabajar también
rodillas; y por un milagro bien singular no comía en la de los prójimos. Pero las atenciones del celo
ni bebía sino el domingo. No hubo hombre más en nada disminuyeron las de sus penitencias. Eran
DÍA 2 ENERO 105
siempre eficaces sus sermones, porque iban acom- que aquel oficial renunció luego su empleo, reti-
pañados con sus ejemplos. Ocupaba todo el tiem- róse del mundo y se hizo religioso.
po en oración, en ejercicios de caridad y en obras A la eminente virtud de nuestro santo parece
manuales. que sólo la faltaba tener alguna parte en la cruel
Nunca dejó de hacer oración cien veces entre persecución que por aquel tiempo hacían los arria-
día, y casi toda la noche; de manera que se podía nos á la Iglesia. Pero presto le hizo Dios esta
decir que su vida era una oración continuada. En merced. San Macario, invencible defensor de la
cierta ocasión pasó dos día enteros con sus noches divinidad de Jesucristo, fué desterrado por el e m -
sin perder de vista á Dios en un solo momento, y perador Valente á una isla cuyos habitadores
sin padecer la más mínima distracción. todos eran paganos; pero apenas llegó á ella el
En medio de tener nuestro santo tan mortifica- glorioso confesor de Cristo, cuando se hizo c r i s -
dos los sentidos y de luchar perpetuamente c o n - tiana toda la isla, lo que obligó á los arrianos á
tra los movimientos del corazón, permitió Dios, volverle á enviar á su primera soledad. Allí, c o n -
para purificarle más, que fuese molestado la m a - sumido al rigor de sus penitencias, admirado por
yor parte de su vida con diferentes géneros de sus eminentes virtudes, y dotado del don de pro-
tentaciones. Eran las más frecuentes unos v i o - fecía y de milagros, murió colmado de mereci-
lentos deseos de penitencias excesivas, grandes mientos el año de 405, á los noventa y nueve de
ansias de ejercitarse en buenas obras que no le su edad.
convenían, y continuos impulsos de emprender
viajes de devoción, que no le eran necesarios; LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS MÁRTIRES, QUE
pero en todas estas tentaciones quedó siempre SUFRIERON LA MUERTE POR NO QUERER ENTREGAR LOS ES-
avergonzado el tentador. CRITOS SAGRADOS—En este día celébrase también la
Fatigado un día de estos deseos importunos, conmemoración de muchos santos, que gustosos
se echó á cuestas un costal lleno de arena y a n - sufrieron la muerte antes de entregar los escritos
duvo cargado con él por todo el desierto. Pregun- sagrados. El cardenal Baronio refiere este hecho
tado por uno de sus discípulos por qué se cansaba del modo siguiente: Contaba Diocleciano el año
inútilmente de aquella manera, respondió: «Por decimonono de su imperio, cuando en el mes de
atormentar á quien me atormenta y por c o n - marzo publicó un edicto mandando demoler las
tentar el hipo que tengo de hacer viajes.» Esta iglesias en las que los cristianos celebraban los
acción tan generosa desarmó al enemigo; y d á n - divinos misterios, como también que fuesen que-
dose Dios por satisfecho de la humildad y de la mados sus libros, despojados de sus bienes, hono-
paciencia de su siervo, le restituyó luego la paz res, y privados de poder ejercer profesión cual-
del corazón, y le concedió tan grande imperio quiera. Comunicada esa orden á los prefectos de
sobre los demonios, que bastaba acudir á Macario las provincias y ciudades, éstos la hacían cumplir,
para librarse de todas las tentaciones. valiéndose de los más inauditos tormentos, reno-
Sobre todo tuvo don particular para descubrir vando así el furor de las primeras persecuciones.
y para vencer la malicia y los artificios del tenta- Atemorizados, algunos cristianos entregaban las
dor. Refiere Paladio, que habiéndole consultado santas escrituras á sus enemigos, y eran llamados
un día sobre los pensamientos que se le habían traditores; pero muchos, despreciando las a m e -
ofrecido de dejar la oración, á causa de las conti- nazas, prefirieron entregar sus cuerpos al tor-
nuas distracciones que padecía en ella, «Guárdate mento antes que depositar los sagrados libros en
bien, le respondió el santo, de dejarte vencer de manos de sus enemigos; y este heroísmo, que les
una tentación tan peligrosa; antes bien, cuando valió la palma del martirio, es él que celebra hoy
sean más importunas las distracciones, enton- día nuestra madre la Iglesia.
ces has de alargar la oración un poco más, y
has de responder al enemigo, que si no sabes SAN ISIDORO, OBISPO Y MÁRTIR.—Fué natural de Se-
orar, por lo menos sabrás estarte en tu orato- villa, y después de haberse instruido en las c i e n -
rio.» Este consejo tan saludable produjo luego su cias sagradas y profanas, fué ascendido á la dig-
efecto. nidad de magistrado. Elegido después arzobispo
Lo mismo le sucedía con casi todas las pala- de Zaragoza, sucedió á Valerio II en aquella silla,
bras que articulaba. Pasando un día el río Nilo en y se mostró padre y pastor vigilante de sus ovejas.
compañía de dos coroneles del ejército del Empe- No contento su celo con trabajar dentro de su
rador, le dijo uno de ellos: «¡Dichosos vosotros diócesis, salió á otras provincias á defender la fe,
los monjes, que así os burláis del mundo!» R e s - y se presentó en la ciudad de Orense, llamada
pondióle el Santo: «Y ¡desdichados vosotros los entonces Anfiloquía, cuya semejanza de denomi-
cortesanos, porque no veis que el mundo se burla nación con la de Antioquía ha dado motivo á al-
de vosotros!» Fueron tan eficaces estas palabras, gunos á atribuir á esta ciudad de Asia este héroe
TOMO i 14
106 LA. LEYENDA. DE ORO DÍA 3
español. En aquel tiempo predicó infatigablemen- otro para refutar el supuesto evangelio de san
te contra los arríanos, que le quitaron la vida en Pedro. Murió mártir el año primero del empera-
2 de enero del año 466. dor Caracalla, en 211.

LOS TRES SANTOS HERMANOS ARGEO, NARCISO Y MARCE- SAN ADALARDO, Ó ADELARDO, Ó ALARDO, ABAD Y CONFESOR.
LINO.—Siendo de tierna edad, el último de ellos cayó —Su padre fué hermano del rey Pipino. Tomó el
soldado en las levas que mandó hacer el príncipe hábito en 773. Fué muy caritativo: murió en 827.
Licinio; y rehusando jurar y servir entre los e n e -
migos del nombre cristiano, fué condenado á Día 3
muerte, llevado á la cárcel y luego arrojado al
mar, á cuya orilla salió después su cuerpo para SANTA GENOVEVA, Ó GENOYEFA, VIRGEN. — La santa
ser enterrado con sus dos hermanos, que habían virgen Genoveva, defensora y patrona de la ciudad
sido degollados el mismo día de la muerte de Mar- de París, cabeza del reino de Francia, nació en
celino, el día 2 de enero de 313. una aldea allí cerca. Su padre se llamó Severo, y
su madre Jerónima. Desde niña resplandeció en
SAN MARTINIANO, Ó MATERNIANO, según Bolandos, ella la gracia del Señor en tanto grado, que san
OBISPO DE MILÁN.—Escribió una obra contra Nesto- Germán Antisiodorense, santísimo obispo y varón
rio, que dedicó á Teodorico el Joven, que la pre- apostólico, yendo en compañía de san Lupo, obis-
sentó al concilio general de Efeso; cuyos padres po de Troya, á Inglaterra, para arrancar de ella
alabaron el libro de nuestro santo, sobre todo la los errores y herejías que el malvado Pelagio ha-
intención y el celo con que lo había escrito. Des- bía sembrado; y pasando por la tierra de Geno-
pués de una vida fecunda en virtudes y favorecida veva, saliendo todo el pueblo á recibir, honrar y
de portentos, murió martirizado el año 431. reverenciar aquellos dos santísimos obispos, que
eran en su tiempo dos lumbreras de la Iglesia ca-
SAN ISIDORO, OBISPO Y CONFESOR—Nació en Egipto tólica, entre los otros que salieron, fueron los
en 318, pasando sus primeros años en la soledad padres de Genoveva, y tras ellos iba su hija.
de la Tebaida y en el desierto de Nitria. San V i o l a de lejos san Germán, luego puso los ojos
Anastasio le ordenó presbítero y le encargó reci- en ella, y alumbrado de la luz del cielo entendió
bir á los pobres y extranjeros; ministerio que le que aquella niña era singularmente escogida de
hizo conocer por Isidoro el Hospitalario. Juntó á Dios, y que había de ser muy gran sierva suya.
una vida austera un trabajo sin descanso, defen- Quiso saber cómo se llamaba y quiénes eran sus
diendo siempre con celo la memoria y los escritos padres; y habiéndolo sabido, les dijoque eran dicho-
de San Anastasio contra los arríanos. Isidoro se sos y bienaventurados por ser padres de tal hija, y
malquistó en lo sucesivo con Teófilo de Alejan- que la criasen para Dios; y se la mandó llevar
dría, por no haber querido prestarse á sus inten- otro día á la posada donde estaba, y con blandas
ciones contra Pedro, arcipreste de la misma igle- y dulces palabras exhortó á la niña á que se abra-
sia; por cuyo motivo, resentido el patriarca, lo zase con Jesucristo, como con su esposo, y m e -
arrojó del desierto de Nitria con otros treinta so- nospreciase todas las cosas de la tierra. Y enten-
litarios, refugiándose en Constantinopla, donde diendo de ella que éste mismo era su deseo y su
fué muy bien recibido por san Juan Crisóstomo. intento, le d i o , en señal de que la consagraba á
La abierta protección que este santo concedió á Dios, una cruz, para que la trajese al cuello como
Isidoro le justifica plenamente de la acusación de una preciosa joya, y diese de mano á todas las
origenismo que se le había hecho. Teófilo se re- galas y atavíos de mujeres. Y con esto el santo
concilió al fin con nuestro santo, que murió en 403 prelado, encomendando á sus padres la niña, se
á los ochenta y cinco años de su edad. San Jeró- partió. Sucedió después," que un día de fiesta s o -
nimo en su carta á Eustaquio hace de él honrosa lemne, queriendo la madre ir á la iglesia, ordenó
mención, diciendo entre otras cosas: «Que cuando á su hija que se quedase en casa y reposase; mas
visitaba las mansiones de los padres de Egipto, la hija, como estaba encendida del amor de Dios,
encontró al venerable confesor y obispo Isidoro y desease más ir al templo que quedarse en casa,
con una multitud innumerable de monjes, muchos rogó á la madre que la llevase consigo; y como la
de los cuales había éste sublimado á la dignidad madre no viniese en ello, y la hija la importunase
de sacerdotes y de levitas.» con demasiada instancia, enojóse la madre y dióle
un bofetón, y luego quedó ciega, y lo estuvo dos
SAN SIRIDIÓN, Ó SERAPIÓN IX, PATRIARCA DE ANTIOQUÍA. años, hasta que rogó á su misma hija que le tra-
—Eusebio y san Jerónimo alaban la sabiduría de jese un poco de agua de un pozo, y que hiciese la
este prelado, y su celo por la defensa de la verdad. señal de la cruz sobre ella, y lavándose los ojos
Escribió un libro contra la herejía de Montano, y con el agua cobró la vista; y éste fué el principio
DÍA 3 ENERO 107
de otros muchos milagros que nuestro Señor des- ella, y en los ojos de san Germán era tan gloriosa
pués obró por ella. Siendo ya de más edad, fué como podían ver, por los dones que el santo pon-
con otras dos doncellas mayores que ella para tífice por su mano le enviaba. Fué Dios servido
que el obispo las bendijese y consagrase al Señor, que por los merecimientos de santa Genoveva el
y el obispo lo hizo, comenzando por Genoveva, ejército de Atila no llegase á París, y quedase
poique tenía menos años, y por divina inspiración exenta y libre del furor de tan crudo y bárbaro
entendió los tesoros y gracias divinas que en su enemigo.
pecho se encerraban. Murieron sus padres, y ella La vida de esta santa virgen fué admirable y
fué á vivir á París; porque así se lo ordenó su su- llena de todas las virtudes, de castidad, caridad,
periora y espiritual madre. Aquí la visitó el Señor prudencia, simplicidad, paciencia y mansedum-
con una enfermedad de perlesía trabajosa y tan bre; pero su abstinencia y paciencia fué extrema-
terrible, que parecía que se le despedazaban los da, porque desde los quince años de su edad hasta
miembros; pero después de haberla probado y los cincuenta, solamente comía dos días de la s e -
ejercitado su humildad y paciencia, le d i o entera mana, que eran domingo y jueves; y entonces
salud; y por medio de la misma enfermedad la comía un poco de pan de cebada y una escudilla
hizo conocer á la gente, y publicó más las virtu- de habas. Pasados los cincuenta años, por m a n -
des y santidad con que ella resplandecía. dárselo así los obispos, comenzó á comer un poco
Vino en este tiempo á Francia Atila, rey de los de leche y algunos pececillos. En todo el tiempo
hunos, que se llamó azote de Dios; y realmente lo de su vida no bebió vino, ni cerveza, ni cosa de
fué, por las provincias que destruyó y arruinó, y las que suelen emborrachar. Siempre que alzaba
por la mucha sangre que derramó, y por la cruel- los ojos al cielo, se enternecía y lloraba muchas
dad y fiereza con que ejecutó la saña y furor del lágrimas. Tuvo gran devoción á san Dionisio
Señor. Llegó cerca de la ciudad de París; y temien- Areopagita, y procuró que se le edificase un s o -
do los naturales de ella que la destruyese y a s o - lemne templo en el lugar donde estaba sepultado,
lase como había hecho con otras muchas ciuda- y aunque ella era pobre y hallaba dificultades
des, determinaron para salvar sus personas, mu- para obra tan grande, el Señor las allanó, y pro-
jeres, hijos y hacienda, desamparar la ciudad y veyó de cal, que faltaba para el edificio, casi mi-
retirarse á partes más remotas y seguras. Súpolo lagrosamente, y movió muchas personas piadosas
Genoveva, y habló con algunas mujeres principa- para que con sus limosnas ayudasen, y á muchos
les, rogándolas que detuviesen á sus maridos, y oficiales que trabajasen en ella; y habiéndoles fal-
les persuadiesen que no se arredrasen ni temie- tado qué beber, la santa les proveyó abundante y
sen tanto, sino que ellos y ellas acudiesen á Dios milagrosamente. Muchos, grandes y notorios fue-
con oraciones, limosnas y ayunos, y esperasen de ron los milagros que el Señor obró por interce-
su misericordia que defendería la ciudad, y que sión de su dulce esposa Genoveva. Estando una
aquella bestia fiera no la destruiría ni entraría en noche en oración, á oscuras, se encendió de suyo
ella. Hízose así, y la santa virgen, con su conti- una vela que allí estaba, y después los pedazos de
nua y fervorosa oración y lágrimas, encomenda- ella dieron salud á muchos enfermos. Otra noche,
ba á su dulce esposo la defensa de su patria, y yendo con sus compañeras á la iglesia, se les
daba esperanzas á todos que no recibirían daño. apagó una luz que llevaban, y en tomándola la
Mas para que se vea como Dios nuestro Señor santa virgen en la mano, luego tornó á arder.
quiere que los suyos, por hacer bien, padezcan Hurtó una mujer unos zapatos, y luego al punto
mal de los mismos á quien hacen beneficio, per- quedó ciega, y conociendo su culpa, y pidiendo
mitió que algunos de los ciudadanos de París, perdón, cobró la vista, haciendo oración por ella
ó más medrosos ó más deseosos de salir de la santa Genoveva. Sanó á una doncella que nueve
ciudad, y para salir del peligro, viendo que santa años había estado tan fatigada de perlesía, que
Genoveva era de contrario parecer, y que la gente no podía usar ninguno de sus miembros. Tra-
la seguía, se determinaron á matarla y quemarla jéronle una vez, estando en París, doce ende-
viva, ó echarla en el río, ó darle otra muerte moniados, y con sus oraciones los libró. Resu-
cruel, y no se la dieron luego, por tratar del g é - citó á un niño muerto, que había caído en un
nero de la muerte que le habían de dar; y habien- pozo, y aun no era bautizado; y á otro hombre
do venido un arcediano, enviado á París del santo manco le restituyó la mano. Solía la santa vir-
obispo Germán, y entendido lo que aquellos hom- gen, para estar más recogida y darse más á la
bres desalmados trataban, y la muerte que q u e - penitencia y oraciones, encerrarse en su celda
rían dar á la bienaventurada virgen, apenas pudo desde la fiesta de los Reyes hasta el Jueves s a n -
con las palabras y buenas razones aplacarlos y to. Hubo una mujer que con vana curiosidad
persuadirlos, que dejasen aquel cruel é inhumano quiso acecharla para ver lo que hacía, y luego
intento, y que la creyesen, pues Dios moraba en quedó ciega; y lo estuvo hasta que la santa salió
108 LA LEYENDA DE ORO DÍA 3
de su encerramiento, y con sus oraciones le v o l - una borrasca peligrosa entre unas peñas, de la cual
vió la vista que había perdido. Rogó una vez á un les libró el Señor por sus oraciones, y les volvió á
señor que perdonase á un criado suyo que le h a - la ciudad de París cargados de provisión y basti-
bía ofendido; hízose sordo el señor, y no quiso mento para el sustento y gozo de toda la ciudad.
perdonarle, y la santa con grande confianza le Finalmente, habiendo esta preciosa virgen vivi-
dijo: «Si tú no quieres oirme y hacer lo que te do más de ochenta años con rarísimo ejemplo de
ruego, mi Señor Jesucristo me oirá;» y luego vol- santidad, y siendo al mundo peregrina, al pueblo
viendo el señor á su casa, le d i o una mortal c a - venerable, y á Cristo gratísima, acabó el curso de
lentura, y conociendo su culpa se echó á los pies su santísima vida á los 3 de enero, y fué enterra-
de santa Genoveva, suplicándole que le socorriese da en la ciudad de París con gran devoción de
y se compadeciese de su trabajo; y ella lo hizo, y todo el pueblo, pompa y solemnidad, donde es r e -
con su oración alcanzó salud al enfermo y perdón verenciada, y tenida por especial patrona y a m -
al criado. No es desemejante á esto lo que le acon- paro de toda aquella nobilísima y populosa ciudad;
teció al rey de Francia Childerico, el cual, aunque y el rey Clodoveo y la reina Clotilde, su mujer,
no era bautizado, tenía gran devoción y respeto á después le edificaron un suntuoso templo. De
la santa virgen. Y una vez, habiendo mandado santa Genoveva hacen mención los Martirologios
hacer justicia de algunos delincuentes, y temien- romano, de Beda, Usuardo y Adón. Pone su vida
do que la santa le había de pedir que los perdo- el P. Fr. Lorenzo Surio. en su primer tomo,
nase, y que él no se lo podría negar, se salió de la sacado de los libros antiguos escritos de mano.
ciudad, y mandó que estuviesen cerradas las Escriben también de santa Genoveva san Gre-
puertas, para que la santa no pudiese salir ni irle gorio Turonense en el libro de la Gloria de los
á buscar. Súpolo Genoveva; llegó á las puertas de confesores, cap. xci, y en su historia de Francia,
la ciudad, las cuales de suyo se abrieron, quedan- lib. IV, cap. i; y Sigiberto en su crónica, el
do los guardas asombrados; y siguiendo su cami- año 457. Hácese mención de ella en la vida de san
no, y llegando al rey, alcanzó de él la vida de los Germán, obispo Antisiodorense, la cual escribió
que ya estaban condenados y á las puertas de la Constancio. Floreció esta santa en tiempo del em-
muerte. perador Valeriano III, que comenzó á imperar el
Otros muchos milagros hizo Dios por esta sier- año 425, y llegó hasta el reinado de Clodoveo, que
va suya, sanando á los enfermos de muchas d o - fué el primer rey de Francia que se bautizó, y
lencias, echando de los cuerpos á los demonios comenzó á reinar el año 484, según el cardenal
con sus oraciones, multiplicando en un vaso vacío Baronio.
el aceite bendito, con que los solía echar, y s u s - Entre las alabanzas de esta gran virgen, una es,
pendiendo las nubes para que no lloviesen en sus y no la menor, que viviendo en su tiempo en las
haces, estando ella segando y lloviendo en las partes de Oriente el gran Simeón Estilita, que era
demás, y penetrando los corazones y las vidas de un prodigio de santidad en el mundo, solía por los
algunos, que exteriormente parecían santos, é mercaderes y otras personas, que venían de aque-
interiormente eran ruines y flacos; y otras cosas llas partes á Francia, enviar á visitar á santa
obró Dios por santa Genoveva, raras, admirables Genoveva, y rogarla afectuosamente que rogase á
y divinas, las cuales más largamente se cuentan Dios por él: porque á la que no conocía de vista
en su vida. Sólo quiero añadir, que estando la corporal, conocía en espíritu, y alumbrado con la
ciudad de París muy afligida por la falta de pan, lumbre del cielo entendía cuan regalada era del
y pereciendo los pobres de pura hambre, ella, Señor, y cuan altos eran sus merecimientos, y que
compadeciéndose de tan grave calamidad, se d e - por ellos podía él alcanzar mayor gracia y per-
terminó, sin tener respeto á su persona, de e m - fección. (P. Ribadeneira.)
barcarse con otra gente en el río Sena, que pasa
por París, á buscar trigo para socorrer aquella SAN ANTERO, PAPA—Poco tiempo gobernó la Igle-
necesidad. Embarcóse, y navegando halló en la sia este santo, que fué griego de nacimiento y s u -
ribera del mismo río un árbol grandísimo que con cesor de san Ponciano. El venerable Beda, y tam-
s u s ramas abrazaba el rio, y embarazaba las n a - bién el Martirologio romano, dicen que fué mártir,
ves que no pudiesen pasar; y tratando los que iban padeciendo en tiempo de Julio Maximino, pero no
con la santa cómo podrían cortar aquel árbol y se sabe de cierto, pues no se encontraron las a c -
quitar aquel impedimento, ella se puso en ora- tas de su martirio. Su muerte acaeció el 3 de ene-
ción, y luego se arrancó el árbol, no sufriendo la ro del año 236, habiendo ascendido al pontificado
fuerza de la oración de la santa virgen, y de d e n - en 21 de noviembre del año 235. Fué sepultado en
tro de él salieron dos serpientes de extremada el cementerio de Calixto.
grandeza y de malísima olor. En este mismo viaje,
volviendo con las naves cargadas de trigo, tuvieron SAN PEDRO,'—Llamábase Bálsamo antes de recibir
DÍA 3 ENERO 109
el bautismo: nació en Eleuterópolis, ciudad de Pa- era monje de Cilicia, y vivía en el desierto cuando
lestina, y derramó su sangre por la fe en Aulona, fué preso por orden del prefecto Domiciano. H a -
antigua ciudad de Samaría, el 3 de enero del biendo confesado la fe de Jesucristo, le quemaron
año 291. Refiéranse de varios modos las circuns- las orejas con hierros candentes y le echaron den-
tancias de su muerte; pero las actas de su marti- tro de una caldera de plomo derretido. Librado
rio, que ha recogido Bolandos, sólo traen un cruel milagrosamente de todos los suplicios, fué conde-
interrogatorio que sufrió por parte del prefecto nado á las fieras, que respetaron su persona; á
Severo, al cual contestó con todo el valor y la vista de cuyo prodigio se convirtió á la religión
dignidad de un mártir de Jesucristo, saliendo del cristiana el escribano Atanasio, que presenciaba
tribunal para ser puesto en una cruz, en donde la ejecución para dar fe de ella al prefecto. En
expiró. seguida fueron ambos confundidos en los tormen-
tos; y habiéndolos librado el Señor de todos ellos,
LOS SANTOS GIRINO, PRIMO, Y TEÓGENES, MÁRTIRES.— marcharon los dos santos al desierto, donde A t a -
De los dos primeros no se sabe más que lo que nasio fué instruido y bautizado, y donde ambos
dice el Martirologio romano, esto es, que murie- murieron poco después en la paz de Dios. El car-
ron en Helesponto; pero del tercero hay la vida denal Baronio junta los dos santos que siguen con
escrita por un autor desconocido, y las actas de su los dos de que hablamos, y dice que todos pade-
martirio. Por ellas se sabe que Teógenes era sol- cieron martirio en 284.
dado de la legión segunda Trajana, que esta-
ba de guarnición en la ciudad de Parecia, en LOS SANTOS TEOPENTO, Y TEONAS, DE CILICIA-El pri-
el Asia Menor; y que habiendo confesado pú- mero, obispo, fué preso durante la persecución de
blicamente que era cristiano, fué bárbaramen- Diocleciano, y llevado á presencia del prefecto,
te apaleado por orden de Licinio, y puesto reprendió á éste severamente por la crueldad que
después en la cárcel atado á un cepo, en cuya usaba con los cristianos. Fué arrojado á un horno
situación se le abandonó para que muriese de ardiente, de donde salió ileso: después le quitaron
hambre y del dolor de las heridas. Pero en vez los ojos, y no le produjo efecto alguno un veneno
de suceder como el tirano quería, pasados muy activo que le hicieron beber, preparado por
cuarenta días encontraron á Teógenes en la el mago Teonás, que abrazó la fe á vista de tal
cárcel lleno de alegría, y cantando salmos y ala- prodigio. Teopento fué atormentado con otros s u -
banzas al Señor. Lo llevaron entonces á alta mar, plicios, muriendo en fin degollado; y á Teonás lo
para precipitarlo al fondo de las aguas, donde metieron vivo en un hoyo cavado en el suelo, p e -
acabó sus días coronado de gloria el día 3 de reciendo ahogado por la tierra con que lo cubrie-
enero del año 313. Los milagros que obró el cielo ron. Los dos santos consumaron su martirio el
en su martirio convirtieron á los marineros y á día 3 de enero del año 284, según las actas r e c o -
casi todos los legionarios que lo presenciaron. gidas por Bolandos.

SAN GORDIO, CENTURIÓN—He aquí lo que dice san SAN DANIEL, LEYITA Y MÁRTIR—Era diácono de san
Basilio el Grande en el panegírico que hizo de Posdocimo, primer obispo de Padua, ordenado
Gordio el día de su fiesta: «Fué de Cesárea en Ca- por el apóstol san Pedro. Nació Daniel de una
padocia, soldado distinguido y centurión ilustre, familia hebrea. Y habiendo abrazado la fe de
aventajando á sus compañeros en valor, como les Jesucristo, y sido admitido en el número de
excedía á todos en virtudes y gracias. En la per- los levitas, predicaba públicamente la nueva doc-
secución de Maximino, cuando se promulgó en trina, cuando mandándole prender el prefecto
Cesárea el edicto del emperador, prohibiendo que de la ciudad durante la persecución de Marco
se adorase á Cristo, renunció Gordio los honores, Aurelio, fué puesto en el tormento de las dos
la milicia, los amigos y la patria, y se desterró tablas, que quebrantando su cuerpo, hizo volar
voluntariamente, viviendo escondido en las s e l - su alma al cielo, el día 3 de enero del año 168.
vas, hasta que no pudiendo contener por más Su muerte fué gloriosa en prodigios, y sus reli-
tiempo su coraje, volvió á Cesárea en ocasión en quias, después de haber estado ocultas mucho
que estaban ejecutando unos juegos ecuestres en tiempo, fueron milagrosamente descubiertas en
honor de Marte, y saliendo en medio del circo 1604, por Ulderico, obispo de Padua, y colocadas
proclamó á Jesucristo como el único y verdadero en la catedral de la misma ciudad.
Dios. Fué al momento cogido, interrogado; y des-
pués de ser afligido su cuerpo con una multitud de SAN FLORENCIO, OBISPO DE YIENA, EN FRANCIA.—Fué
tormentos, fué decapitado el 3 de enero del año 312. ilustre en ciencia y en virtudes: gobernó su reba-
ño desde 239 hasta el 256, en cuyo tiempo derra-
LOS SANTOS ZÓZIMO, Y ATANASIO, MÁRTIRES —Zózimo mó su sangre por la fe, poco después de haber
110 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 4
sido desterrado por el emperador Galieno. Cuando de Sevilla, dice, apoyándose en el testimonio de
Novato hizo el viaje á Roma para acusar á san Pedro Juliano, que Dafrosa y Flaviano nacieron
Cipriano ante el papa Cornelio, y cuando Nova- en Sevilla, donde vivían; y que habiendo marcha-
ciano se hizo ordenar obispo de Roma, viviendo do á Roma con sus dos hijas Demetria y Bibiana,
aún el mismo san Cornelio, introduciendo así el los cuatro murieron mártires en la misma ciudad
primer cisma en la Iglesia romana, y el primer el año 362.
ejemplo de los antipapas; Florencio trabajó con
un ardor infatigable en explicar la verdadera doc- LOS SANTOS HERMETO, Ó HERMES, AGEO, Y CAYO-Mu-
trina y en escribir contra los nuevos errores, me- rieron mártires el año 303 en Bolonia, donde
reciendo una buena parte de la gloria que se debe actualmente se muestran unas cruces en las que
á los padres de aquel siglo. se dice fueron suspendidos y expiraron durante la
persecución de Maximiano.
Día 4
SAN MAVILO, MÁRTIR—En la persecución del e m -
SAN TITO, OBISPO.—Entre las muchas conversio- perador Severo fué condenado á las fieras por el
nes que hizo el apóstol san Pablo, fué la de Tito, prefecto Scápula en Adrumeto, ciudad de Berbería
griego de nación y de profesión gentil. Secretario en África, el año 203. Tertuliano, en su libro ad
é intérprete del santo apóstol, lo llevó consigo al Scapulam, cap. III, dice que el martirio de Ma-
concilio de Jerusalén, celebrado el año 51 del na- vilo fué la interpelación de la sangre, esto es,
cimiento del Señor; enviándolo después á Corinto, según Pamelio, el principio de la cruel persecu-
á fin de calmar las disputas que se habían susci- ción que se levantó entonces contra el pueblo
tado entre los cristianos de aquella Iglesia y que cristiano.
los tenían divididos. Fué también este santo por-
tador de la segunda carta de san Pablo á los Co- LOS SANTOS AQUILINO, GEMINO, EUGENIO, MARCIANO,
rintos. El mismo apóstol le colocó en Creta de QUINTO, TEODATO, Y TRIFÓN, MÁRTIRES.-Murieron, s e -
obispo, el año 63 de Jesucristo, dirigiéndole un gún Natal, en África, en el siglo VI, durante la
año después desde Macedonia una muy célebre persecución de los vándalos.
carta, manifestándole los deberes del obispado,
para que pueda dignamente cumplir tan sagrado SAN GREGORIO, OBISPO—Gregorio de Tours, en las
ministerio. Murió Tito en la misma isla de Creta, vidas de los padres, cap. VII, dice que este santo
á los noventa y cuatro años de su edad, siendo su «era de una familia senatoria; que sirvió cuarenta
cuerpo sepultado en la misma iglesia que con años en la escolta del emperador, después de los
tanto celo había gobernado. cuales, habiendo perdido á su esposa, se convirtió
á Dios, y fué elegido obispo de Langres por el
LOS SANTOS MÁRTIRES PRISCO, PRESBÍTERO, PRISCILIANO, clero y el pueblo.» En su nuevo estado se distin-
LEVITA, Y BENITA, Ó BENEDICTA—A esta última la lla- guió particularmente por la abstinencia y la limos-
ma religiosa el Martirologio romano, aunque al- na, viviendo como un ermitaño en medio del
gunos autores, entre ellos Natal y Usuardo, dicen mundo, favorecido por el cielo con el don de
gloriosa. Los tres santos murieron decapitados en milagros, y muriendo en medio de su rebaño el 10
Roma en tiempo del emperador Juliano, el día 4 de enero del año 541: fué enterrado, como había
de enero del año 362. deseado, junto al sepulcro de san Benigno, apóstol
de Borgoña.
SANTA DAFROSA.—Después de la muerte de su
marido san Flaviano, mártir, fué desterrada: á la SAN RIGOBERTO, ARZOBISPO DE REIMS, EN FRANCIA —
vuelta de su destierro, el prefecto Aproniano la Era monje benedictino cuando fué elegido y orde-
hizo encarcelar con intención de que muriese de nado obispo en 696. Fué infatigable obrero en la
hambre; y no habiéndolo logrado, la entregó á un casa del Señor; extirpó los abusos del santuario,
pariente suyo llamado Fausto, para que la induje- y obligó al clero de su diócesis á vivir conforme á
se á casarse con él y sacrificar á los dioses. Faus- los sagrados cánones. Consagró á los reyes de
to fué entretanto instruido por la santa en la fe, y Francia Dagoberto II y Childerico III, y sacó de
bautizado por san Juan presbítero, muriendo már- pila á Carlos Martel, hijo de Pepino, que después
tir dentro de poco. Su cuerpo se expuso á los p e - lo desterró poniendo en su lugar al abad Milón,
rros, pero Dafrosa le recogió de noche y le d i o se- que estaba usurpando ya la sede de Tréveris.
pultura; cuya acción, sabida por el prefecto, mandó Muerto Carlos Martel en 741, Milón fué arrojado
prender á la santa y quitarle la vida. Su martirio de la silla de Reims por las censuras del papa
se pone al 4 de enero del año 362, reinando J u - Zacarías, y repuesto Rigoberto en su lugar: murió
liano. Antonio Quintana, historiador de los santos tranquila y santamente en Reims el día 4 de enero
DÍA 5 ENERO 111
del año 749. (Georg. Colvenerius ex cathalogo Epis- nueve meses menos tres días. Celebra la santa
cop. Rhemens.) Iglesia su conmemoración á 5 de enero, que fué el
día de su martirio; y la santidad de Clemente VIII
SAN RÜMÓN, OBISPO Y CONFESOR— Vilson le continúa la mandó añadir en el Breviario reformado, que
en su Martirologio inglés. Venóranle en Tavistock, por su orden ha publicado este año pasado de
condado de Devon. 1602. De san Telesforo hace mención el Martirolo-
gio romano, y los de Beda, Usuardo y Adón.
* Día 5 (P. Ribadeneira.)

SAN TELESFORO, PAPA Y MÁRTIR—Por la muerte de SAN SIMEÓN ESTILITA, Ó DE LA COLUMNA, CONFESOR —
san Sixto, primero de este nombre, papa y mártir, La vida prodigiosa y admirable de Simeón Estilita
sucedió en la silla de san Pedro san Telesforo, escribió el doctísimo Teodoreto, obispo Cirenense,
asimismo papa y mártir. Fué griego de nación, y que le conoció y le trató, y fué testigo de vista.
antes había sido anacoreta: y por su gran santidad Comenzándola á escribir, dice estas palabras: «To-
y altos merecimientos, dos días después de la dos los que están sujetos al imperio romano,
muerte de san Sixto fué elegido con grande los persas, indios, medos, y los pueblos de Etio-
aplauso por sumo pontífice. Levantáronse en su pía, saben bien quién fué Simeón, varón ilustre
tiempo muchos herejes, y falsos profetas, que tur- en santidad, y grandísimo milagro de todo el
baron la santa Iglesia del Señor, y con su mala y mundo. Pero yo confieso, á la verdad, que con t e -
deshonesta vida desacreditaban la religión cristia- ner tantos testigos de sus hazañas, temo mucho de
na, porque como ellos vivían mal, y eran dados á contarlas, porque las cosas que son sobre nuestra
la deshonestidad y á la torpeza, y se llamaban naturaleza no se creen, antes se tienen por fabu-
cristianos, los gentiles, creyendo que todos los losas, y los hombres solemos medir á los otros con
cristianos eran semejantes á ellos, y que su reli- nuestra medida, y creer que otro hizo lo que nos
gión les daba licencia para vivir de aquella mane- parece que nosotros podemos hacer, y tenemos
ra, aborrecían á todos los que la profesaban, y por falso y fingido lo que excede y pasa de esto,
perseguíanlos, juzgando que eran indignos de la porque no podemos llegar á ello. Mas porque esto
vida, y merecedores de cualquier tormento. Pero acontece á los hombres ñacos, y no á los que ponen
fué nuestro Señor servido que con la diligencia y los ojos en el poder y virtud de la gracia divina,
vigilancia de san Telesforo, y de san Justino, filó- por la cual los santos son santos, y obran cosas
sofo y mártir, y de otros santísimos y doctísimos maravillosas y que sobrepujan nuestra capacidad,
varones, que Dios levantó en su tiempo para a m - quiero escribir aquí, sin recelo de no ser creído,
paro de su Iglesia, se descubrió la verdad, y los todas las cosas que sé de este notable varón.»
herejes y s u s secuaces fueron conocidos por m a - Esto es de Teodoreto.
los, y los católicos por buenos como lo eran. Fué Nació Simeón en los confines de Cilicia, en un
san Telesforo en su vida y conversación muy s e - pueblo que se llamaba Sisan: guardaba ganado, y
mejante á los santos pontífices, sus predecesores, era pastor; y corno una vez por la mucha nieve el
y tal cual convenía que fuese para tan alta dig- ganado que guardaba se estuviese en la majada,
nidad. Ordenó que antes de la Pascua se ayunase él se fué con s u s padres al templo, y allí oyó decir
siete semanas, y que los clérigos comenzasen á en el Evangelio que eran bienaventurados los que
ayunar desde el domingo de la Quincuagésima; y lloran, y desventurados los que ríen. Preguntó á
de aquí vinieron algunos á creer que san Telesforo uno de los que estaban presentes cómo se podía
había instituido el ayuno de la cuaresma; pero la alcanzar aquel llanto y bienaventuranza. Y h a -
verdad es que es institución de los apóstoles, y biéndole respondido que dejando todas las cosas
que antes de este santo pontífice se usaba en la vanas de esta vida y abrazándose con la perfec-
Iglesia del Señor, desde que ella comenzó, como ción de monjes, se entró en un templo de santos
se saca de san Ignacio y de otros santísimos y mártires, que estaba allí cerca, y postrado en el
antiquísimos escritores. También mandó se cele- suelo comenzó á suplicar á nuestro Señor que le
brase misa la noche de Navidad, y que se dijese mostrase el camino, y le enderezase por las s e n -
en la misma el himno de los ángeles Gloria in das de la perfección, y le enseñase en todo á hacer
excelsis Deo. Hizo euatro veces órdenes en el mes su santísima voluntad. Estando en esta oración
de diciembre, y ordenó en ellas doce presbíteros con grande afecto, y largo espacio de tiempo, se
y ocho diáconos y trece obispos. Fué martirizado durmió, y tuvo un sueño ó revelación de esta ma-
en tiempo del emperador Antonio Pío, el año del nera: Parecióle que estaba cavando, y sacando un
Señor de 154, y fué enterrado en el Vaticano, cer- cimiento, y que oyó una voz que le decía: Más es
ca del cuerpo del príncipe de los apóstoles san menester cavar, y que él cavaba más, y que c u a n -
Pedro, habiendo gobernado la iglesia once años y do le parecía que había cavado harto, oyó la m i s -
112 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
ma voz tres ó cuatro veces, que le mandaba tor- pasado veintiocho años, en los cuales cada año ha-
nase á cavar; y que habiendo él obedecido y ca- bía ayunado cuarenta días sin comer nada; pero
vado, oyó la misma voz, que le dijo: Si quieres que después, con el tiempo y con la flaqueza, había
hacer edificio que dure, conviene que trabajes sin moderado aquel rigor. Pasados los tres años que
cansarte, porque no se puede hacer cosa grande, estuvo en esta ermita, se subió á lo alto del m o n -
sin grande ¡j continuo trabajo. Despertó del sueño, te, donde habiendo hecho un cercado, tomando
y quedando lo que había en él visto impreso en una cadena de veinte codos de largo, hizo que por
su alma, se fué á un monasterio de monjes, cuyo una parte la aferrasen en una piedra, y á su pie
abad era Heliodoro, varón perfecto, el cual tenía derecho por la otra, para que aunque quisiese
setenta y cinco años, y de ellos había vivido los no pudiese salir de aquel término, sino en el m i -
sesenta y dos en el monasterio. A este santo abad rar y contemplar el cielo, y aspirar con el corazón
se entregó Simeón, y estuvo en aquel monasterio y con vivos deseos y ansias del Señor. Vínole á
diez años, sirviendo á nuestro Señor con tan gran visitar Melecio, obispo de Antioquía, varón s a n -
fervor, que se aventajaba sobre todos sus compa- tísimo, y hallándole atado de aquella manera con
ñeros, y con tan extraña abstinencia, que comien- la cadena, le preguntó por qué estaba así e n c a -
do los otros una vez cada día, y algunos de dos en denado. Y como Simeón le respondiese que por
dos días, él se pasaba toda la semana sin comer hacerse fuerza y no tener libertad de salir de
bocado; y traía una soga tejida de palmas á raíz aquel cercado, el santo obispo le respondió que
de sus carnes, tan dura y tan apretada, que se le las bestias fieras se domaban de aquella manera,
hizo una gran llaga, de la cual manaba mucha pero que á los hombres que participan de razón,
sangre: y por ella se vino á entender este secreto. la misma razón ha de servir de prisiones y cade-
Quitáronle la soga, y porque no quiso dejarse c u - nas; y así mandó venir un herrero, para que le
rar la llaga, el abad le dijo que se fuese del mo- quitase la cadena, y quitándosela por la parte que
nasterio, por aquella desobediencia, temiendo que la tenía asida á su pie, como estuviese sobre una
otros flacos y de menos fuerzas no le quisie- piel de animal velloso (para que no le mordiese
sen imitar en aquel rigor. Y así se fué Simeón, la carne), v i o el obispo Melecio como veinte
pero poco después, con parecer de los padres chinches, que habían hecho su nido y asiento en
graves del convento, el abad le envió á buscar, aquella piel, no sin grave tormento del santo, que
y halláronle metido en una hoya ó cisterna sin sufría sus mordeduras penosas por ensayarse en
agua, donde se había echado; y habiendo estado estas cosas menudas para otras mayores.
cinco días cantando alabanzas á nuestro Señor, La vida que aquí hizo Simeón fué extraña y
con gran dificultad, con sogas le sacaron de aque- prodigiosa; divulgóse por todas partes la fama de
lla hoya, y le trajeron á su convento. Estuvo en su santidad, y venía á él mucha gente, unos con
él poco tiempo, porque deseando más aspereza de enfermedades corporales para que los sanase,
la que allí permitían, se fué á un monte, y h a - otros con espirituales buscando salud para sus
llando una pequeña casa ó ermita, se encerró y almas, y todos hallaban en él lo que deseaban; y
permaneció en ella tres años. Vínole devoción tornando á su casa, eran pregoneros de las mara-
de ayunar cuarenta días sin comer ni beber villas que Dios obraba por su siervo. Y esto era
cosa, á imitación de Cristo nuestro Señor, y de causa que muchos de más apartadas tierras y
Moisés y Elias. Rogó á un presbítero, llama- provincias, como españoles, franceses ó ingle-
do Basso, que hiciese cerrar á piedra y lodo ses, le buscasen; y en Italia fué tan celebrado el
la puerta de aquella ermita, y que le dejasen nombre de Simeón, que dice Teódoreto que en
aquellos cuarenta días sin mantenimiento alguno, Roma apenas había tienda ni casa que no tuviese
pero oyendo del que aquello era tentar á Dios y á la puerta una pequeña imagen de san Simeón,
matarse, le pidió que le dejase diez panes y un para su seguridad y defensa. Pues como fuese tan
cántaro de agua, para que sintiendo grave n e c e - extraordinario el concurso de gentes que de todas
sidad él comiese de aquel pan y bebiese de aque- partes á él venían para tocarle y recibir de él su
lla agua. Hízolo asi Basso, púsole allí los panes y bendición, por huir de esta mala molestia, que
el agua, tapiándole la puerta como se lo había en sus ojos era grande, imaginó una manera
rogado. Volvió á los cuarenta días, y entrando nueva de vivir sobre una columna, la cual al
dentro, halló el pan y el agua de la misma mane- principio era de seis codos, después de doce,
ra que lo había dejado; pero Simeón estaba como de veinte, y finalmente de treinta y seis codos
muerto, mudo y sin movimiento alguno. Tomó una de alto: y dice Teódoreto que le v i o , y que fué
esponja, mojóle los labios, y poco á poco hizo que esto por particular providencia de Dios, para des-
los abriese y que comiese, y con esto Simeón c o - pertar á penitencia á los tibios y á los flojos, y
bró sus fuerzas. Y dice Teódoreto, que desde aquel para que se avergonzasen viendo lo mucho que
tiempo hasta el en que él escribió esto, habían este santo hizo, y lo poco que ellos hacen, y no so-
DÍA. 5 ENERO 113
lamente para que los cristianos enmendasen sus diñarse como se ha dicho, y tantas veces. Padecía
vidas y se encendiesen más en el temor y amor grave dolor y pena de una llaga que tenía en un
santo del Señor, y los que eran carnales viviesen pie, de la cual le manaba mucha podre; pero no
castamente, los codiciosos y escasos alargasen la hacía más caso de ella que si no estuviera en su
mano en sus limosnas, los ambiciosos y vanos se cuerpo, aunque le fué forzoso mostrarla con la
compungiesen y volviesen á Dios; sino también ocasión que aquí diré. Vino un extranjero, h o m -
para que los infieles, que estaban en la sombra de bre principal, á visitarle; llegó al monte donde
la muerte y no lo conocían, recibiesen por su m e - estaba la columna, y considerando de la manera
dio la luz del cielo, y conociesen á Jesucristo por que allí vivía, en lugar alto, tan angosto y sin d e -
su Señor y Redentor; y no menos para que con la fensa para el sol, aire y frío, y entendiendo que
grandísima autoridad que tenía, causada de aque- no comía, ni bebía, ni dormía, le dijo: «Dime por el
lla estupenda y nueva manera de vida, reprimiese Señor que por nosotros se hizo hombre: ¿eres
á los herejes que en aquel tiempo en Oriente tur- hombre, ó alguna naturaleza y criatura que pare-
baban la Iglesia del Señor, y ella en él tuviese am- ce que tiene cuerpo humano, y no le tiene, pues
paro y defensor, como adelante se dirá. No se pue- no estás sujeto á las miserias del cuerpo?» Mandó
de fácilmente creer los enjambres y ejércitos de entonces el santo que le pusiesen una escalera y
personas fieles ó infieles, cristianos y paganos, que subiese á la columna, y después de subido le
que venían á san Simeón por verle y oir sus pala- d i o lugar para que, entre el cilicio que tenía v e s -
bras, y recibir su bendición, y alcanzar de él otros tido y le cubría todo el cuerpo, con sus manos le
beneficios para sus almas y cuerpos. A todos e n - tocase los pies. El hombre lo hizo, y tocándoselos
señaba, á todos predicaba, á todos daba salud y descubrió aquella llaga, y quedó mucho más a d -
vida. Muchos gentiles se convertían y bautizaban, mirado y cierto en que era hombre, y más cuando
innumerables pecadores salían del cieno y profun- entendió que una vez cada semana tomaba algún
didad de sus pecados; gran muchedumbre de e n - mantenimiento. Las noches de las fiestas princi-
fermos sanaban de sus dolencias, y los que tenían pales, desde que se ponía el sol hasta que amane-
pleitos los componían y concertaban por su pare- cía el día siguiente, estaba en pie en la columna
cer. Demás de esto tuvo don de profecía. Una vez con las manos levantadas al cielo, no cansándose
vio una vara que amenazaba grandes males, y con postura de suyo tan penosa, ni venciéndole el
luego entendió lo que nuestro Señor quería signi- sueño importuno. Pero lo que más admiraba en
ficar por ella: que habría una gran sequedad, y este santo varón era que con ser su vida tan d e -
tras ella una cruel hambre y pestilencia, que el masiadamente austera era juntamente muy blan-
Señor para castigo de los pecadores quería enviar do de condición, afable y humanísimo. Respondía
al mundo; y así lo dijo, y como lo dijo sucedió. con gran blandura á todas las preguntas que le
Otra vez dijo que había de venir gran copia de hacían, ahora fuesen los que le hablaban nobles,
langostas, pero que no serían tan dañosas como ahora plebeyos, sabios ó ignorantes. Era varón
podían ser, porque la misma mano del Señor que verdaderamente ilustrado con lumbre del cielo;
las enviaba, por su benignidad las detendría. De predicaba dos veces cada día, con grandísimo gus-
allí á treinta días vino tan gran copia de ellas, que to y provecho de innumerable gente que le venía
parecía una nube que oscurecía el sol, y consumió á oir; y el blanco á que tiraban sus palabras, era
y arruinó todas las cebadas y el pasto de los ani- persuadirles que menospreciasen las cosas de la
males, y no tocó á los trigos y manjar de los hom- tierra, y tuviesen puestos los corazones en las del
bres. La reina de Persia le tuvo particular devo- cielo; que no mirasen solamente á las cosas pre-
ción, y estimó como tesoro preciosísimo un vaso sentes, sino que pensasen en las que habían de
de aceite bendito que le envió. Y la reina de los venir, y se acordasen de las promesas de nuestro
ismaelitas, siendo primero estéril, tuvo un hijo Señor, y de sus premios y castigos. Tenía distri-
por su oración, con el cual fué á san Simeón para bución del tiempo, y señaladas las horas en que
que á madre y á hijo los bendijese. Dice más Teo- cada cosa había de hacer. Al principio del día ora-
doreto, que lo que más le admiraba en este santo ba, luego predicaba, después recibía y despacha-
era su paciencia y perseverancia. De día y de n o - ba peticiones de diversas personas, componía plei-
che tenía oración, ya en pie, ya postrado en la co- tos, y concordaba á los que estaban discordes.
lumna. Cuando oraba en pie hacía muchas incli- Tras esto hacía otra plática, y luego volvía á su
naciones. Una vez uno de los criados de Teodore- oración, y no por esto se olvidaba de los negocios
to las quiso contar, y llegó á número de mil y dos- d é l a Iglesia católica universal, así en suplicar á
cientas y cuarenta y cuatro, y de cansado no con- nuestro Señor que la gobernase y amparase, como
tó más. Cuando se inclinaba, llegaba con la frente en tomar los medios humanos que le parecía para
hasta á los pies, y con comer solamente muy poca su defensa. Avisaba á los reyes y á los prelados lo
cosa una vez en la semana, tenía fuerzas para i n - que habían de hacer; confundía á los idólatras con
TOMO i
15
114 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
eficacísimas razones, convencía á los judíos per- como dijimos, el cual murió el año de 381, y Si-
tinaces con lugares de la divina Escritura, hacía meón murió á los 5 de enero, al cuarto año de
callar á los herejes con argumentos y razones. León I, emperador, que fué el de 460: y de esto
Finalmente, para todos era sol, luz, guía y m a e s - se sigue que Simeón vivió más de ciento y tantos
tro verdadero, ministro é instrumento de la gloria años, que es cosa que en vida tan austera pone
del Señor. A los emperadores Teodosio el Menor, admiración. Llegó el día de su glorioso tránsito,
y León, escribió cartas, amonestándoles lo que acabó en la misma columna en que había vivido,
habían de hacer en su gobierno, y ellos le escri- y quedó su cuerpo inmóvil, y de la manera que
bieron y rogaron, que con sus oraciones alcanza- oraba cuando vivía. Estuvo el sagrado cuerpo en
se paz á la Iglesia, y Teodosio, por su intercesión la columna algún tiempo, velándole y guardándo-
y lágrimas, alcanzó una esclarecida victoria de los le los pueblos y soldados, para que no se le hur-
persas; y Eudoxia emperatriz, su mujer, habien- tasen, como un preciosísimo tesoro. Después fué
do sido engañada de un falso monje, se redujo á llevado á la ciudad de Antioquia, haciendo Dios
la verdadera y católica doctrina, y se sujetó al pa- muchos milagros en todo el camino por su inter-
recer de san Simeón. Supo que el emperador Teo- cesión; y queriendo el emperador León trasla-
dosio había mandado por ley que se volviesen á los darle á otra parte, toda la ciudad de Antioquia
judíos que vivían en Antioquia algunas sinagogas le suplicó que no lo hiciese, porque su ciudad no
que los cristianos habían tomado, y escribióle una tenía murallas, ni otra fortaleza para su defensa,
carta muy severa y grave, reprendiéndole lo que sino el sagrado cuerpo de Simeón, con el cual
había mandado, y exhortándole á revocarlo y se tenían por seguros de los enemigos; y así el
hacer penitencia de ello; y así lo cumplió luego emperador se lo concedió, por ser la petición
el emperador, y le escribió pidiéndole que rogase piadosa y justa. Edifícesele un templo en el
á Dios por él y por su imperio. monte donde había vivido en la columna, en el
Mas aunque en todas las cosas san Simeón fué cual no dejaban entrar mujer ninguna. El Señor
espejo de perfección y dechado de toda virtud, en solía mostrar con prodigios divinos la gloria de
una cosa mostró mucho su santidad, y echó como su gran siervo Simeón. Parte de su vida escribió,
el resto de su vida. Juntáronse los santos ermi- como dijimos, Teodoreto, y Evagrio Escolástico
taños que moraban por aquellos desiertos, y para la añadió, Nicéforo, Suidas, Cedreno, Glicas; y
hacer prueba del espíritu de Simeón y entender en las vidas de los santos Daniel Estilita, y
mejor si iba acertado ó errado, le enviaron a l g u - de Teodosio Cenobiarca, se hace mención de
nos de ellos, que de su parte le dijesen que esta- este santo; y Gregorio Turonense escribe de él, y
ban maravillados que él dejase los caminos tri- en el libro de las vidas de los santos padres se
llados, ciertos y seguros, que los santos padres halla su vida, aunque no se halla quién es
nos habían dejado, y echase por otro tan nuevo, el autor; y Nicéforo dice, que también la escribió
extraño y no conocido ni oído jamás de hombres; el Metafrastes, pero debe de haberse perdido. De-
y que así le mandaban que bajase de aquella c o - más de estos autores hacen mención de san S i -
lumna, y viviese como los demás. Esta embajada meón Estilita los griegos en su Menologio, á los
le enviaron, avisando á los que la llevaban, que 24 de mayo, y los Martirologios latinos, el Roma-
si Simeón obedeciese luego y bajase de la colum- no á los 5 de enero, el de Beda, Usuardo, y Adón,
na, le dejasen estar en ella, porque era señal que y el cardenal Baronio, en las anotaciones sobre el
Dios le gobernaba, y estaba con él, y era bueno Martirologio, y en el quinto y sexto tomo de sus
y seguro el espíritu que le movía; pero que si no anales.
quisiese obedecer, y se hiciese fuerte en la c o - Pero hase de advertir, que ha habido dos S i -
lumna, que le sacasen de ella y le derribasen; meones (aunque algunos los confunden y de dos
porque allí no estaba Dios. Propusieron los mon- hacen uno); al primero llaman el Viejo, que vivió
jes su embajada, y al punto Simeón dijo que él en tiempo de Teodosio el Menor, y llegó hasta el
obedecería de muy buena gana, y pidió la escalera cuarto año del imperio de León; y es éste de quien
para bajar de la columna; y con esto dio á enten- aquí hemos hablado. El segundo se dice Simeón
der que el Señor estaba con él, y le había inspira- el Mozo, que floreció en tiempo del emperador
do aquella vida, y por medio de ella obraba tantas Justiniano hasta el imperio de Mauricio, de quien
y tan grandes maravillas. Y siguiendo la orden de escribe Evagrio, que le conoció, en el lib. VI de
los superiores, le dijeron que se quedase donde su historia, cap. x x m : y de él hace mención
estaba, y permaneciese en su propósito y vida, san Juan Damasceno, en la tercera oración que
pues que era tan buen hijo de obediencia. escribió de las imágenes. El uno y el otro vivió
El cardenal Baronio dice, que vivió más de en Siria. Otro Simeón también Estilita hubo en
ochenta años en la columna, y pruébalo, porque Cilicia, que murió de un rayo, del cual hace men-
subió en ella siendo obispo de Antioquia Melecio, ción Sofronio en el libro llamado Prado Espiritual,
DÍA 5 ENERO 115
cap. L V I I . Adviértase asimismo, que este Simeón de su vida más que humana, se admiren del p o -
el Viejo, cuya vida queda aquí referida, dejó, der de Dios, que le dio fuerzas para vivir como
como por su heredero en la aspereza y manera de vivió, y no desmayen ni desconfíen tanto de su
vivir en la columna, á Daniel Estilita, del que hace flaqueza, que vuelvan atrás y dejen el estudio de
mención Baronio en el Martirologio romano á los la virtud; antes animados con este ejemplo, y con-
11 de diciembre, y fué varón insigne y santísimo, fiados en el mismo Señor, esperen que si no falta
y como de tal escribió su vida Metafrastes, y ha- por ellos, les dará el esfuerzo que habrán m e n e s -
cen mención los griegos en su Menologio, y N i - ter para pelear y vencer las dificultades de su
céforo, lib. XV, cap. x x x n ; y lib. XVI, cap. vi; propio estado, y después les dará la corona y pre-
Cedreno y los demás en la vida de León Magno: mio eterno, como lo hizo con este glorioso santo
que parece que ordenó nuestro Señor, que no s o - y admirable prodigio del mundo.
lamente tuviese uno, sino muchos, que con tan (P. Ribadeneira.)
raro, extraño y admirable género de vida edifica-
sen y asombrasen al mundo. Porque ¿quién no se SAN EDUARDO, CONFESOR, REY DE INGLATERRA—Fué
espantará, leyendo esta vida, considerando que hijo de Etelredo, asimismo rey de Inglaterra, y de
un hombre mortal, flaco y vestido de carne, y la reina Emma, que era hermana de Ricardo, s e -
compuesto de barro como los demás, haya podido gundo duque de Bretaña; y porque los dacos, que
hacer lo que este santo en su vida hizo? ¿Que haya son los transilvanios valacos y moldavos, hombres
vivido más de ochenta años en una columna, ex- feroces y bárbaros, habían entrado en aquella
puesto á los ardores del sol, y á los hielos del in- sazón en Inglaterra, y la destruían y asolaban
vierno, y á las furias de los vientos, sin comer casi, (otros autores los llaman danos, y no dacos, y
ni dormir, como si no tuviera cuerpo, orando y dicen que son los pueblos de Dinamarca), la reina
contemplando continuamente de día y de noche, Emma, muerto el rey su marido, se acogió como
y haciendo tantas y tan profundas inclinaciones, á puerto seguro con Eduardo y Alfredo, hijos su-
por adorar y reverenciar al Señor? Maravillámo- yos, á la casa de Ricardo su hermano, donde se
nos, y con razón, cuando leemos en las divinas crió y estuvo Eduardo, mientras que duró aquella
Letras que Moisés y Elias, por la comunicación tempestad. Desde niño mostró que Dios le había
que tuvieron con el Señor en el monte, estuvieron escogido singularmente para amparo del reino de
sin comer cuarenta días; porque el Señor, con Inglaterra, y remediador de tantos males; porque
quien conversaban, milagrosamente los sustenta- era muy apacible, muy honesto, muy callado, d e -
ba. Pues ¿cuánto más nos debemos maravillar, voto y amigo de frecuentar las iglesias, oir misas
que san Simeón haya hecho esto, no una vez, y conversar con los santos monjes, á los cuales
como Elias, ni dos como Moisés, sino veintiocho tanto más se aficionaba, cuanto entendía que eran
veces, veintiocho años, cada año una vez, como más siervos de Dios. En este mismo tiempo que
lo afirma Teodoreto? ¿Quién no se admirará que él se criaba en Bretaña, los dacos ó danos, como
se pasasen por casi toda la vida las semanas dijimos, hacían guerra á fuego y sangre y arrui-
enteras sin desayunarse? ¿Que siendo un hombre naban el reino de Inglaterra con no menos impie-
rústico, fuese tan alumbrado y vestido de la luz dad que crueldad, porque derribaban los templos,
del cielo? Y ¿que de un pobre y vil pastor, Dios le abrasaban los monasterios, perseguían y mataban
haya levantado, y sublimado, y hecho predicador á los sacerdotes y á los legos, sin perdonar á cosa
de su Evangelio y defensor de su Iglesia, y maes- sagrada ni profana. Todo el reino estaba en un
tro de tantas gentes como á é l concurrían, y armá- continuo llanto, oprimido con aquella extremada
dole de tal manera de su espíritu, que alumbrase al calamidad y miseria. Pero estando un santo obispo
gentil, y confundiese al judío, y rindiese al h e - wintoniense, llamado Brivaldo, haciendo oración
reje, y enderezase y enseñase al cristiano?¿Quién con muchas lágrimas al Señor, para que alzase su
no alabará al Señor, pensando sus secretos juicios mano, y mirase con ojos benignos aquel triste y
y los medios que toma, para manifestar lo que afligido reino, cansado ya de la larga oración, y
puede nuestra flaqueza, sustentada con su brazo de las muchas lágrimas que había derramado, se
poderoso? ¿Quién desmayará en el camino de la quedó dormido suavemente, y vio en sueños en un
virtud, por áspero y fragoso que parezca, viendo lugar alto y eminente al bienaventurado apóstol
lo que hizo en el suyo este santo varón? Porque san Pedro, y delante de él con un rostro apacible,
aunque es verdad que su vida es más admirable vestido de las insignias reales, á Eduardo, y que
que imitable, porque excede el curso de nuestra el mismo apóstol, habiéndole consagrado y ungido
naturaleza y el común y ordinario uso de los hom- por rey, le estaba dando algunos saludables docu-
bres; pero quiso nuestro Señor ponerle en su Igle- mentos, y entre ellos que guardase castidad, yjun-
sia por un retrato de perfecta santidad, para que tamente le declaraba los años que había de reinar.
los que leyeren los ejemplos tan extraordinarios Quedó maravillado el santo obispo de esta visión,
116 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
y preguntó al glorioso apóstol lo que signifi- Esta oración hizo Eduardo en su destierro con
caba; y san Pedro, volviéndose al obispo, blanda- muchas lágrimas y grande afecto. Oyóle el Señor,
mente le dijo: «Los reinos son de Dios, y el reinar cesó la tempestad, serenóse el cielo, y abonanzó
en los hijos de los hombres, y por los pecados de el mar; y los dacos, ó danos, muriendo el rey Ca-
ellos les quita los reinos, y muda los imperios, y nuto, fueron echados de Inglaterra, y el reino
hace que reine el hipócrita. Este tu pueblo ha quedó libre de aquel pesado yugo que tenía sobre
pecado gravemente contra el Señor, y por eso él sí. Llamaron á Eduardo, declarándole por rey,
le ha entregado en manos de sus enemigos; pero consagráronle y ungiéronle con tan grande concor-
él se aplacará, después de haberlos castigado, dia, alegría y regocijo, que se veía bien ser obra
porque ha escogido á un varón según su corazón, propia de la diestra del muy Alto, que aunque
el cual con mi favor será rey de Inglaterra, y des- mortifica, también vivifica, y después de la noche
terrará de ella el furor y braveza de los dacos. envía el día, y tras el invierno la primavera. Luego
Será acepto á Dios, agradable á los hombres, es- comenzó Eduardo, como una nueva y clarísima
pantoso á los enemigos, amable á los subditos, y luz, á desterrar las tinieblas espesas que habían
útilísimo á la Iglesia del Señor, y acabará su vida oscurecido á aquel reino; porque como él era san-
santamente.» Mucho se consoló el santo obispo con to, con su ejemplo iba delante de sus subditos, y
estas palabras del apóstol san Pedro, y preguntóle les persuadió á todas las cosas de piedad y virtud.
más: lo que después de los días de Eduardo había Era humilde con los sacerdotes, modesto con los
de suceder en aquel reino. Mas el glorioso apóstol criados, apacible con los vasallos, misericordioso
á esta segunda pregunta no le respondió sino que con los miserables, y liberal con los necesitados.
el reino de Inglaterra era de Dios, y después de Era padre de los huérfanos, y juez de las viudas,
los días de Eduardo él le proveería, como fuese y justo con todos. Florecía en todo el reino la paz,
servido. Esta revelación tuvo el obispo, que fué concordia y religión; mas para que este tan gran
una profecía de lo que había de hacer Dios nuestro bien echase raíces, y no se acabase con la vida de
Señor con aquel reino, tomando á Eduardo por ins- Eduardo, todo el reino le suplicó que se casase,
trumento y ejecutor de su voluntad. Pero demás de para que tuviese sucesión, y se perpetuase en su
aquella horrible tormenta de los enemigos que casa la corona. Aquí se halló Eduardo atajado y
asolaban á Inglaterra, se levantaron en ella otras muy perplejo, porque en su corazón había deter-
borrascas y discordias civiles, que en cierta manera minado guardar virginidad, y por una parte no
la atormentaban más; porque estaba toda la isla quería descubrir este secreto, ni contristar á los
llena de traidores, y el hermano no se podía fiar de su reino, y por otra parte temía quebrantar su
del hermano, ni el amigo podía descubrir al ami- propósito y perder la joya que tanto estimaba, si
go su pecho sin recelo, ni creer en sus palabras: se ponía en ocasión de perderla. Pero al fin, des-
tanto era el fingimiento y doblez con que los unos pués de haberlo mirado y encomendado mucho á
trataban á los otros; y finalmente, pasó tan ade- nuestro Señor, se determinó á casar con una hija
lante la bárbara crueldad de los enemigos, que de un gran caballero, que se llamaba Goduvino,
mataron al rey Edmundo, hijo mayor del rey hombre astuto, inquieto y poderoso, del cual, como
Etelredo, de otra mujer, y á sus hijos, que estaban de espina la rosa, había nacido una purísima y
en la cuna; y á Alfredo, hermano de Eduardo de hermosísima doncella, llamada Edita. Antes que
padre y madre, que había ido de Bretaña á Ingla- se celebrasen las bodas, el santo rey hizo oración
terra, también le dieron la muerte. Supo esto al Señor, suplicándole, que pues había guardado
Eduardo, y volvióse al Señor, suplicándole que se á los tres mozos de las llamas del horno de Babi-
apiadase de aquel lastimoso reino, y mirase por lonia, y librado al casto José de la importuna las-
él; y que si de ello había de ser servido, lo librase civia de su ama, y á la honesta Susana de las ase-
de manos de sus enemigos, los cuales, habiendo chanzas de los viejos locos y desenfrenados, y á
derramado tanta sangre por sus hermanos, deudos la santa Judit de la carnalidad de Holofernes; que
y amigos, pretendían derramar la suya y acabarle, también le guardase á él casto, entero y puro en
para que no quedando quien les resistiese, pudie- aquel matrimonio, que para su gloria, y no por
sen más fácilmente consumir el reino á su v o - gusto suyo, quería celebrar: y después hablando
luntad. Añadió más: que si le daba el reino de su con Edita su esposa, le declaró su intento, y se
padre, él procuraría de servirle, y que todo el concertó con ella de vivir perpetuamente en c a s -
reino le sirviese, y tendría al príncipe de los após- tidad, y sin que ninguna persona, sino Dios, su-
toles san Pedro por especial protector y singular piese aquel secreto: y como Edita era muy honesta,
patrón, é iría á Roma á visitar las preciosas reli- y conforme al corazón del rey, fácilmente vino en
quias con el favor del mismo Señor, á quien esto ello, y los dos, rey y reina, guardaron perpetua-
suplicaba, y del apóstol san Pedro, por cuya in- mente castidad, tratándose en público como m a -
tercesión se lo suplicaba. rido y mujer, y en secreto como hermano y h e r -
DÍA 5 ENERO 117
mana: que es ejemplo raro, y mucho para admirar zó á presidir en la Iglesia católica el año de 1049),
y alabar á aquel Señor, que fué virgen y quiso na- y aguardar y seguir su respuesta. El papa le r e s -
cer de madre virgen, y es tan poderoso, que en pondió que se quedase en su reino; porque esto
medio de las llamas de nuestra concupiscencia y era lo que más convenía al servicio de Dios, y que
de tantas ocasiones de caer, tiene de su mano á le dispensaba el voto de ir á Roma, y le absolvía
los que él escoge por suyos y se fían de él, y les de aquella obligación, y le conmutaba en que
hace triunfar de todo deleite y apelito sensual, diese de limosna lo que había de gastar en el ca-
como triunfaron estos dos reyes en la flor de su mino, y que á honra de san Pedro apóstol edifica-
mocedad, y en la grandeza de su reino. Aunque se de nuevo ó aumentase algún monasterio antiguo
los dacos, como ya dijimos, fueron echados de de monjes, en el cual perpetuamente Dios fuese
Inglaterra, no por eso habían perdido las esperan- alabado; confirmando con autoridad apostólica
zas de volver á ella á recobrarla; y así el rey de todo lo que el rey diese á aquel monasterio, y exi-
Dacia mandó juntar un gran ejército, y una po- miéndole de la jurisdicción de los ordinarios y de
derosa armada, para acometer de nuevo á Ingla- cualquiera otra potestad lega, si no fuese la del
terra; pero estando aprestada y para hacerse á la rey. Al mismo tiempo que venía esta respuesta de
vela, yendo él mismo á visitar su armada, y q u e - Roma, Dios nuestro Señor la confirmó con una
riendo subir del esquife á una nave, cayó en el revelación que hizo á un santo varón, que estaba,
mar y se ahogó; y con este suceso libró Dios á muchos años había, encerrado en una cueva,
Inglaterra por los merecimientos del rey Eduardo; haciendo penitencia. Aparecióle una noche, oran-
el cual, un día de la pascua del Espíritu Santo, do, san Pedro, y díjole que de su parte escribiese
estando oyendo misa, al alzar la hostia, tuvo reve- al rey Eduardo, que su voluntad era que cumplie-
lación de ello, y se alegró, y sonrió, y después se puntualmente todo lo que el papa le escribía,
de la misa declaró la revelación que había te- y que él con su autoridad le había soltado la obli-
nido; porque los que estaban presentes, viéndo- gación de aquel voto, y que luego pusiese mano á
le con aquella nueva y extraordinaria alegría, le la obra, é hiciese reparar y ampliar en Londres
preguntaron la causa de ella. Notaron el tiempo y un lugar, que el mismo santo apóstol había e s c o -
la hora, y después supieron lo que había sucedi- gido y ennoblecido con su presencia, y consa-
do, y se comprobó la verdad de lo que el santo grado por sus propias manos, é ilustrado con sus
rey había dicho, y el reino tuvo, todo el tiempo milagros, para que hubiese en él un monasterio
que vivió el santo rey, grandísima paz y quietud. de santos monjes, de los cuales quería ser
Parecióle á san Eduardo, que con la paz y tran- servido; y dicho esto desapareció aquella v i -
quilidad que nuestro Señor le había dado, era sión, y el santo varón escribió luego al rey lo
bien cumplir su voto de ir á Roma, y visitar el que había visto y oído; y llegó tan á tiempo al
cuerpo del príncipe de los apóstoles san Pedro, su rey este aviso de la revelación de Dios y de su
patrón. Llamó á los de su consejo, y á los prelados sagrado apóstol, que casi á la misma hora
y señores de su reino, declaróles el voto que e s - llegó también la respuesta del papa, y el rey que-
tando como desterrado había hecho, y la necesidad dó muy contento y alegre de ver que del cielo y
y angustia en que se hallaba cuando le hizo, y el de la tierra le quitaban el escrúpulo de su voto, y
deseo que tenía de pagar á Dios lo que le debía, y le mandaban lo que había de hacer: y entendien-
hacerle aquel servicio de ir á Roma, en r e c o m - do que el lugar que el santo apóstol significaba
pensa de tantos y tan grandes beneficios que él le haber escogido para ser honrado en él, y se había
había hecho, dándole el cetro y librando á todo su consagrado con sus manos, y sublimado con sus
reino de la tiranía y dura servidumbre de los milagros, era el que en Londres había edificado
dacos, resucitándole como de muerte á vida. T o - el rey Seberto á honra de san Pedro, y hecho
dos á una voz clamaron y suplicaron al rey que no obispo de él á Melito, el cual estando para consa-
les dejase, y que por aquella su particular y pro- grarle, lo dejó de hacer por haberle consagrado
pia devoción no pusiese en peligro á todo su reino. el mismo santo apóstol por su persona, no sin
Hallóse confuso al rey, porque por una parte le evidentes milagros, mandó labrar un suntuoso
parecía que era cosa dura é inhumana no condes- templo y monasterio de monjes de san Benito,
cender con los ruegos de todo su reino; y por acrecentando el que antes tenia, y dándole riquí-
otra, el voto que había hecho y su devoción le i n - simos dones, rentas, posesiones, singulares pri-
citaban á tener más cuenta consigo mismo que vilegios y exenciones; las cuales todas confirmó
con los suyos, y más con su propia obligación que el papa, que ya era Nicolao, segundo de este nom-
con la importunación ajena; y después de haberlo bre, encomendando al rey y á sus sucesores la
pensado y encomendado á nuestro Señor, se re- protección y amparo de aquel lugar, y de todas
solvió de proponer el caso al sumo pontífice (que las iglesias de Inglaterra, para que con la autori-
debía ser León IX de este nombre, el cual comen- dad apostólica y consejo de los obispos y abades
118 LA LEYENDA DE ORO DÍA 5
ordenasen todo lo que fuese justo y conveniente la cruz. Una mujer llena de lamparones, por man-
para servicio de Dios y bien de las mismas igle- dado de Dios vino al rey para que la tocase; y en
sias. Este monasterio es el que en Londres llaman tocándola y haciendo la señal de la cruz sobre
Wemeste, que es muy insigne, y sepultura de- los ella, y lavándola con un poco de agua, luego que-
reyes, y está pegado con el palacio real. dó sana. Lo mismo sucedió á un ciego, el cual co-
De esta manera florecía el santo rey, y por él bró la vista bañándose los ojos con un poco de
su reino, y en todas partes enviaba clarísimos ra- agua en que el santo rey se había lavado las ma-
yos de sus excelentes virtudes, y resplandecía nos. Y lo mismo aconteció á otro ciudadano de
como un sol en el mundo: y aunque en todas las Linconia; y otros muchos ciegos tocándoles el
virtudes era admirable, especialmente lo fué en el santo, ó lavándose los ojos con el agua en que el
menosprecio de las riquezas y bienes temporales, santo rey había lavado sus manos, cobraron e n -
y en la piedad y amor de sus vasallos, y en la teramente la vista.
misericordia y liberalidad con los pobres. Vio una El conde Goduvino, suegro del rey, era hombre
vez, que un hombre criado suyo (aprovechándose poderoso, como dijimos; pero astuto, sagaz y ami-
de la ocasión), sacaba dineros de una arca de su go de mandarlo todo, y que no hubiese ninguno,
recámara, que había quedado abierta; viole, y ca- cabe el rey, que pudiese ni tuviese mano en nada
lló una vez; viole segunda vez, y también disimu- sino él; y usando mal de la bondad del rey, hacía
ló: pero el hombre regostado volvió la tercera vez, muchas cosas contra Dios y contra la justicia en
pensando que no le veía nadie; entonces el rey le el reino, y había procurado echar de él á todos los
dijo: «Mirad que viene el camarero y no os halle.» deudos y amigos y fieles criados que el rey tenía,
Vino el camarero, y hallándole en tan mal recado, para que no tomase consejo sino con él, y él p u -
turbóse y afligióse. Preguntó el rey la causa de su diese hacerlo y deshacerlo todo á su voluntad.
aflicción, como si no la supiera; y cuando se la Estando, pues, el conde un día comiendo con el
dijo, el rey con muy buena gracia y mucha s e r e - rey, con cierta ocasión vino el rey á darle á e n -
nidad le respondió: «No nos dé pena eso, que por tender que el conde había tenido mano en la
ventura el que lo llevó tenía de ello más necesidad muerte del infante Alfredo su hermano. Sintió
que nosotros.» Habíase puesto un tributo en el rei- esto mucho Goduvino, y quedó como atónito, y
no para los gastos de guerra y defensa contra los dijo: «Plegué á Dios, señor, que yo no pueda tra-
dacos: este tributo mandó el santo rey quitar, gar este bocado de pan que tengo en la mano, si
porque v i o que los demonios jugaban y saltaban yo tengo culpa en la muerte de vuestro hermano,
sobre unos talegos de moneda que de aquel tri- ó en cosa que hayan hecho contra vos.» El rey
buto le habían traído. hizo la señal de la cruz sobre el pan que el conde
Siendo el rey Eduardo tan santo y tan benigno tenía en la mano, y el conde lo metió en la boca,
para con sus subditos, no es maravilla que nues- y se le atravesó en la garganta, de manera que
tro Señor en vida y en muerte le haya esclarecido allí expiró.
con tantos y tan notables milagros, de los cuales El día de la Pascua de resurrección, estando
algunos referiré aquí. Vino una vez un hombre, comiendo á la mesa, se elevó en espíritu, y entre
irlandés de nación, tullido, y que en ninguna ma- tantos manjares regalados que había en ella, como
nera podía andar por tener los pies vueltos; y dijo él estaba más atento á apacentar con santas c o n -
al rey, que habiendo hecho seis veces oración á sideraciones su alma, el Señor le ilustró con una'
san Pedro y visitado su iglesia, suplicándole que súbita revelación, en la cual le manifestó lo que
le sanase, el santo apóstol le había respondido por espacio de setenta años había de suceder en
que quería tener por compañero en aquel milagro Oriente, y las guerras, miserias y calamidades
al rey Eduardo su devoto, que le dijese de su par- que habían de padecer.
te que le tomase á cuestas y le llevase sobre sus Después de san Pedro, que fué su especial abo-
hombros desde su palacio hasta su iglesia, y que gado y patrón, tuvo grandísima devoción á san
luego sanaría. Hízolo el rey con grande humildad, Juan apóstol y evangelista, y ninguna cosa nega-
alegría y constancia, maravillándose unos y rién- ba que se le pidiese en su nombre. Vino una vez
dose otros de los circunstantes; llevó á cuestas al un peregrino, y pidió limosna al rey por san Juan
pobre hasta la iglesia, y ofrecióle al glorioso após- Evangelista, y pidiósela con grande afecto y pun-
tol san Pedro, y luego quedó del todo sano y tan tualidad. No estaba allí á la sazón el limosnero del
fuerte, que se partió en peregrinación á Roma á rey para darle limosna, y por no enviarle sin ella,
visitar el sagrado cuerpo del apóstol san Pedro, ni hacerle aguardar, dióle el rey al pobre una sor-
dándole el rey para el camino lo necesario. tija riquísima y de gran precio, porque no tenía
Otra vez, oyendo misa, v i o á Cristo nuestro S e - otra cosa más á mano que darle. Sucedió después
ñor con los ojos corporales, que con la mano dies- de esto, que dos ingleses fueron fin romería á Je-
tra le echaba su bendición, haciendo la señal de rusalén, para visitar aquellos santos lugares de
DÍA 5 ENERO 119
la cruz y sepulcro del Señor; los cuales, y e n - terra, acompañado de los obispos, abades y p r e -
do una noche oscura fuera de camino y perdi- lados, condes y señores de su reino y Normandía,
dos, les apareció un venerable viejo, y los llevó á que fué el cuarto año del pontificado de Alejan-
la ciudad, y hospedó y regaló con grande h u m i l - dro III, y en el nono del reinado del mismo rey,
dad; y la mañana siguiente, saliendo ya de la se hizo otra traslación del santo cuerpo, llevándole
ciudad, les dijo que siguiesen con buen ánimo su sobre sus hombros el mismo rey y los grandes
camino, porque sin duda volverían á su patria de su corte. La vida de san Eduardo rey escribió
prósperamente, y que él los ayudaría y sería su Abredo Riebello, inglés, monje y abad del Císter,
guía; porque les hacía saber, que era Juan Evan- que vivió por los años del Señor de 1164, del
gelista y apóstol de Cristo, y que amaba á su cual, y de la historia de Polidoro Virgilio, colec-
rey Eduardo por su excelente castidad, y que le tor apostólico de Inglaterra, se sacó esta vida.
diesen aquella sortija que el mismo rey le había Hace mención de san Eduardo rey el Martirolo-
dado, pidiéndole limosna en hábito de peregrino; gio romano á los 5 de enero, y el cardenal Baro-
y más añadió, que de su parte le dijesen, que se nio en sus anotaciones, y Juan Molano en las
acercaba el tiempo en que había de partir de esta que hizo al Martirologio de Usuardo; el cual alega
vida, y que de allí á seis meses él le visitaría y otros autores que escribieron su vida y milagros;
llevaría consigo, para que siguiese al Cordero sin y el P. Fr. Lorenzo Surio en su primer tomo la
mancilla, y gozase de los merecimientos de su pone, y su canonización, que hizo Alejandro III,
cruz y sangre bendita. Con esto desapareció el sucesor de Adriano, cuarto de este nombre.
viejo que hablaba á los ingleses; y ellos volvieron Pues ¿quién no alabará al Señor, por los dones
á Inglaterra prósperamente, y dieron cuenta al tan excelentes con que adornó á este santo rey,
rey de lo que habían oído, y en testimonio de ser por haberle escogido para tanta gloria suya, antes
verdad, el anillo que habían recibido del santo que naciese, y por haber tanto antes revelado los
apóstol. Cayó malo el rey, y estando agravado de grandes bienes que por su medio quería hacer al
la enfermedad, tuvo un éxtasis que le duró dos reino de Inglaterra? ¿Quién no se admirará y pro-
días, quedando como muerto. En él le reveló curará imitar aquella castidad, que siendo rey
nuestro Señor los males que su divina Majestad tantos años, guardó con la reina su mujer en el
quería enviar sobre el reino de Inglaterra, por santo matrimonio?¿Y aquella profundísima humil-
los grandes pecados que eclesiásticos y seglares, dad y menosprecio de sí, con que llevó sobre sus
príncipes, jueces y plebeyos cometían; y después, hombros al pobre tullido, para darle salud? ¿Quién
volviendo el rey en sí, declaró lo que Dios le había no servirá afectuosamente al Señor, viendo cómo
revelado, y todo se cumplió al pie de la letra, honra y glorifica á los santos, y cómo los ilustra
porque el mismo rey, conociendo que llegaba la con milagros, y les paga con tan larga mano sus
hora de dejar el reino temporal de la tierra, y de servicios, y da paz, salud y felicidad á los reinos,
ir á gozar el del cielo, mandó que luego en m u - por su intercesión, y á ellos hace reyes inmortales
riendo se publicase su muerte por todas partes, y perpetuos cortesanos del cielo?
para que los fieles y buenos vasallos le ayudasen (P. Ribadeneira.)
con sus sufragios y oraciones; y lleno de días y
merecimientos, habiendo reinado veintitrés años, LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS QUE, DURANTE LA
seis meses y veintisiete días, dio su espíritu PERSECUCIÓN DE DIOCLECIANO, SUFRIERON EL MARTIRIO EN
al Señor á los 4 de enero del año 1066; y con LA PROYINCIA DE LA TEBAIDA, EN EGIPTO.-Nuestra m a -
él murió la libertad y cayó la felicidad de Ingla- dre la Iglesia celebra también en este día la m e -
terra. Obró nuestro Señor muchos milagros por moria de muchos santos, que sufrieron valerosa-
intercesión del santo rey, ya difunto, sanó muchos mente el martirio en la provincia de la Tebaida,
enfermos, alumbró á ciegos, y castigó á una mu- en Egipto, en tiempo del emperador Diocleciano.
jer que trabajaba el día de la fiesta del santo, con
perlesía, de la cual quedó libre reconociendo su
SANTA SINCLECIA, Ó SINCLETICA.-Nació en Macedo-
culpa y pidiéndole perdón. Abrióse su sepulcro
nia, de ilustre familia; fué solicitada por esposa;
treinta y seis años después db muerto, y hallóse
pero prefirió seguir el consejo del apóstol y c o n -
su cuerpo entero, tratable y sin corrupción a l g u -
sagrar su virginidad á Jesucristo. Vivió retirada
na, y con los vestidos tan nuevos como cuando fué
del mundo, y escribió reglas para las vírgenes
sepultado. Canonizóle el papa Alejandro III, y
cristianas que se consagran al Señor. San Atana-
despachó la bula de su canonización en Añaya, á
sio escribió su vida, que se conserva original en
los 7 de febrero; é Inocencio IV, papa, mandó ce-
la biblioteca del Real Monasterio del Escorial, y
lebrar su fiesta, y el año de 1163, casi cien años
se halla traducida por David Colvillo Scoto. Con
después que murió el santo rey, un día de domin-
este libro se proponía san Atanasio el mismo obje-
go, á los 3 de octubre, el rey Enrique II de Ingla-
to que con la vida de san Antón abad: ofrecer á las
120 LA LEYENDA DE ORO DÍA 6
mujeres religiosas un digno ejemplar. Esta san- brados con la luz del cielo, tanto antes nos avisa-
ta murió á los ochenta años, á fines del siglo IV. ron de esta verdad como cosa tan importante, y en
que los judíos habían de tropezar. Y á los mismos
SANTA EMILIANA, VIRGEN—Fué tía de san Gregorio apóstoles se les hizo nueva, hasta que por aquella
papa; y habiéndola llamado su hermana Tarsila, visión del lienzo lleno de serpientes y sabandijas,
que ya había ido antes á gozar de Dios, en este que v i o san Pedro, entendió este soberano miste-
mismo día la siguió, pasando de esta vida á la rio. Pues así como en naciendo el Niño tierno y
eterna, á fines del siglo VI. Dios eterno, en el portal de Belén, envió el ángel
para que avisase á los pastores que guardaban su
SANTA APOLINARIA, VIRGEN— Nació en Roma en el ganado y velaban en aquella comarca, que había
año 405, y fué hija de Autemio, cónsul de la m i s - nacido el Salvador del mundo, y les d i o las señas
ma ciudad. Siendo aún muy joven, y queriendo para que le hallasen y conociesen, y ellos vinieron
librarse de la corrupción que la rodeaba, se vistió y le adoraron como primicias de la sinagoga; así
de hombre, se fué á Alejandría, y habiéndose ido también ordenó el mismo Señor que naciese al
á la soledad, tomó el nombre de Doroteo, y entró mismo tiempo una estrella en Oriente, y que alum-
en el monasterio de San Macario el Joven, donde brase á los magos, y con su nuevo y extraordina-
murió santamente á mediados del siglo V, sin ha- rio resplandor los moviese á seguirla, y los guiase
ber sido conocido su sexo hasta después de su y trajese hasta Belén, para que hallándole en un
muerte. establo y en un pesebre, le adorasen como á su
rey y su verdadero Dios.
Día 6 Pero ¿quién son estos que vienen? Magos. ¿De
dónde se parten? De Oriente. ¿A quién siguen? A
LA EPIFANÍA DEL SEÑOR, Ó ADORACIÓN DE LOS REYES.— una estrella. ¿Adonde llegan? A Jerusalén. ¿Qué
En el sacrosanto misterio de la Epifanía celebra la buscan? Al nuevo rey. ¿Dónde pararon? En el p e -
sania Iglesia aquel dichoso y bienaventurado día, sebre. ¿Qué hallaron? Un niño recién nacido. ¿Qué
en que el Hijo de Dios vestido de nuestra carne se hicieron? Adoráronle. ¿Qué le dieron? Tesoros.
manifestó á los reyes Magos, como á primicias de ¿Qué recibieron? Luz, amor y salud para sus cuer-
la gentilidad; porque como este Señor era rey pos y para sus almas. Magos son los que vienen,
del mundo, y venía para salvarle, luego en n a - no porque engañaron á Herodes no volviendo más
ciendo quiso ser conocido de los que estaban cerca, á él, como algunos quisieron decir, ni porque fue-
y de los que moraban lejos; de los naturales y de sen hechiceros y dados á las artes mágicas, como
los extraños; de los pastores y de los reyes; de los otros pensaron, mas porque eran varones sapien-
simples y de los doctos; de los pobres y de los ri- tísimos: porque á los que los hebreos llaman e s -
cos; de los hebreos y de los paganos; de la sina- cribas, los griegos filósofos, los latinos sapientes,
goga y de la gentilidad, y juntar en uno los que los egipcios profetas, los indios gimnosofistas, los
eran entre sí contrarios en el culto y religión, y asirios caldeos, los galos druidas, los persas en la
en el conocimiento del mismo Dios. Todas las di- propiedad de la lengua llaman magos, y entre ellos
vinas letras nos predican este misterio é incompa- eran los más sabios y entendidos, especialmente
rable beneficio del Señor, y nos declaran que h a - en la contemplación de los cielos, y del curso y,
bía de ser adorado de las gentes, y reconocido y movimiento de las estrellas; porque no se crea que
servido de los reyes de la tierra. El profeta Balaán los movió alguna liviandad á buscar al Rey recién
dijo: Nacerá una estrella de Jacob y una tiara de nacido. Y juntamente eran reyes, como c o m ú n -
Israel, la cual sujetará á los capitanes de Moab, y mente se tiene por tradición de la Iglesia: y parece
destruirá á los hijos de Seth, y será señora y po- que lo significan las autoridades de las sagradas
seedora de Idumea. Dando á entender que todos Letras, de que ella usa en esta solemnidad, y las
estos pueblos que eran de gentiles, serían sujetos pinturas antiguas y modernas lo manifiestan, y los
á la vara y cetro de Jesucristo; lo cual se cumplió santos doctores Cipriano, Ambrosio, Jerónimo,
en la conversión de la gentilidad. Y el real profeta Agustino, Crisóstomo, Tertuliano y Teofilato, y
David cantó: Reges Tharsis et ínsula; muñera offe- otros lo dicen, y el uso de aquellos tiempos lo per-
rent: reges Arabum et Saba dona adducent. Et suade, en que se daba el cetro y el mando á los
adorabunt eum omnes reges ierra;: omnes gentes más sabios, y los reyes y príncipes eran sapien-
seroient ei. Que los reyes de Tarsis y de Arabia tísimos. Y dado que el Evangelio no diga que fue-
traerían dones á Cristo, y todos los reyes le ado- ron reyes, tampoco lo niega, y el callarlo tiene
rarían, y todas las gentes le servirían. Y Isaías en misterio; para que entendamos que delante de
muchos lugares profetizó esta venida de los reyes, Jesucristo Rey de los reyes, ninguno se ha de
y el vasallaje y presentes con que le habían de llamar rey: y que para conocerle y adorarle, no
reverenciar y adorar. Y los otros profetas, alum- importa tanto ser rey como ser sabio. Y aun se
DÍA 6 ENERO 121
cree, que juntamente eran sacerdotes, porque así Oriente á Poniente, y con el suyo propio, que lla-
lo acostumbraban los persas, para que el que era man de trepidación, de Norte á Mediodía; ésta,
rey, fuese también intérprete de las cosas divinas, aunque de Septentrión á Mediodía, todavía seguía
y ofreciese sacrificios y oraciones á Dios, y por el camino de los magos. Las otras solamente se
ello fuese más temido y reverenciado de sus s u b - ven de noche; ésta era de tan grande y excesiva
ditos; y en el viejo Testamento Melquisedech fué claridad, que también de día se dejaba ver. Final-
juntamente rey y sacerdote, y Helí y Samuel, s a - mente, las otras siempre aparecen con un mismo
cerdotes y jueces del pueblo; y los Macabeos eran aspecto y de la misma manera; ésta algunas veces
de linaje sacerdotal y gobernadores del reino de se mostraba, y otras se encubría.
Judá. Comúnmente se dice que estos santos varo- Esta estrella, que pregonaba haber nacido el
nes fueron tres, y que se llamaban Gaspar, Bal- Rey de los judíos y Salvador del mundo, vieron
tasar y Melchor. los magos, y luego entendieron lo que les hablaba
Vinieron de Oriente, como ellos mismos dijeron: como lengua del cielo; porque como sucesores de
Vidimus stellam ejus in oriente; et venimus, etc. No Balaán, y discípulos que seguían su doctrina, e n -
vinieron del verdadero Oriente, sino de la Arabia tendieron, que esta estrella era la que él había
Feliz, ó de otra tierra allí cerca, que respecto de profetizado, cuando dijo: Nacerá la estrella de Ja-
la Palestina era oriental, y de donde en trece días cob, que es Cristo nuestro Redentor, que como
de camino, con buena diligencia, en los camellos estrella resplandeciente del linaje de Jacob, salió
y dromedarios podían llegar á Belén: que de esta al mundo para alumbrarle y traerle á sí con su
manera de hablar usa la sagrada Escritura, cuan- conocimiento y amor. Por esta profecía, que esta-
do dice que Abrahán apartó á Ismael de Isaac, y ba en práctica entre ellos, ó por otras revelacio-
le puso en la región oriental, la cual estaba cerca nes que tuvieron, conocieron que había ya nacido
de la tierra de Canaán, donde vivió Isaac. É Isaías la esperanza y bien del mundo; y alumbrados y
dice que los hebreos habían de despojar á los movidos con otra luz espiritual y divina, y abra-
hijos de Oriente, que quiere decir á los pueblos sados sus corazones con el fuego que el mismo
comarcanos de la tierra de Promisión, con los Señor, que los llamaba, encendía en ellos, se de-
cuales pelearon los judíos y los sujetaron: y llá- terminaron á seguirla, y buscar, adorar y dar
malos hijos de Oriente, porque respecto de ellos vasallaje al nuevo Rey que la estrella les mostra-
eran orientales. Siguieron los magos á la estrella, ba. Y así, dejando su patria, sus deudos, amigos,
que no era verdadera estrella, ni una de las del conocidos y vasallos, y no haciendo caso de las
firmamento, sino un cuerpo mixto, imperfecto, á comodidades, regalos y bienes que poseían, con
manera de estrella, que resplandecía en el aire tan grande devoción y encendido y ansioso deseo
con una nueva y notable claridad, como solemos de hallarle, se pusieron en un camino largo, difi-
llamar á los cometas estrellas: y Cristo nuestro cultoso y peligroso, y entraron en Jerusalén con
Señor dijo que las estrellas caerían del cielo an- grande ruido y aparato, preguntando: ¿Dónde está
tes del juicio universal, porque eran unas exhala- el que ka nacido Rey de los judíos? Vinieron á Je-
ciones encendidas ó inflamadas; y así la que apare- rusalén; porque el Señor, que por la estrella los
ció á los magos era muy diferente de las estrellas guiaba, quiso que se les desapareciese antes de
del cielo, porque las del cielo fueron criadas por el llegar á aquella ciudad, que por ser la cabeza del
Señor en el principio del mundo, en el cuarto día reino, creyeron que en ella debería ser nacido el
de su creación; ésta fué criada en el mismo punto nuevo rey, disponiendo Dios las cosas de manera,
que nació el Salvador. Las otras fueron criadas que con la venida de los magos, por ser personas
para distinguir el día de la noche, y para señalar públicas y de tanta autoridad, se diese un pregón
los tiempos, días y años; ésta fué criada para por Jerusalén y por toda aquella tierra, que era
significarnos que la luz y claridad eterna era ya ya nacido el verdadero Mesías y Rey, que los h a -
venida al mundo. Las otras son perpetuas, como bía de librar de las miserias y cautiverio que p a -
lo es el cielo; ésta, en cumpliendo con su oficio, decían, y el tirano Herodes se turbase, y consul-
y mostrado que hubo el pesebre en que estaba el tase á los escribas y sabios de la ley; y con el tes-
Hijo de Dios, desapareció, y se resolvió en la ma- timonio del Espíritu Santo, se confirmase más la
teria de que antes había sido criada. Las otras verdad, y los judíos no tuviesen excusa ninguna
están en el firmamento y octavo cielo; ésta estaba en no recibir á Cristo; pues veían que los gentiles,
en medio del aire, y tan cerca de la tierra, que reyes y sabios, de lejos le buscaban, y sabían por
podía ser vista y seguida de los magos. Las otras cosa cierta, que era ya llegado aquel dichoso
tienen su movimiento y curso perpetuo, regular y tiempo en que, según las divinas Letras, debía de
uniforme; ésta s e movía cuando andaban los m a - nacer, por haber faltado el cetro de Judá, y tenerle
gos, y se paraba cuando paraban. Las otras con en aquella sazón Herodes Ascalonita, que era e x -
el movimiento del primer cielo se mueven de traño, y que había de nacer este Señor en Belén,
TOMO i 16
122 LA LEYENDA DE ORO DÍA 6
conforme á la profecía de Miqueas, y á la inter- tuviese necesidad de huir antes de tiempo, ó hacer
pretación que ellos mismos habían dado. nuevos milagros, y para que los reyes magos le
Llegaron, pues, á Jerusalén sin temor, sin recelo hallasen y adorasen. Los cuales, después de
y sin espanto; y sabiendo que Herodes reinaba en haber oído lo que el tirano Herodes les dijo,
ella, á voces preguntaban por el nuevo Rey; por- salieron de Jerusalén, y vieron con increíble gozo
que aquella fe, devoción y amor grande que la estrella que antes les había aparecido, la cual
traían, no les dejaba pensar en su peligro; y como iba delante de ellos guiándolos hasta que llega-
estaban heridos de Dios, juzgaban que todos lo ron á Belén, y allí se puso sobre la pobre casilla
estaban, y que no podían ignorar los naturales en que estaba el Tesoro del mundo escondi-
de Jerusalén y de Judea lo que ellos, siendo e x - do. Allí se paró y se abajó, echando de sí más
tranjeros, sabían, ni dejar de alegrarse con tan esclarecidos rayos de luz y nuevos resplandores,
regocijadas nuevas, y con el bienaventurado n a - como quien decía: Aquí está; éste es el que buscáis,
cimiento del nuevo Rey. Turbóse Herodes, como y el que yo os vengo á manifestar; y con esto,
tirano y hombre que, no siendo judío de nación, de la manera que pudo, les mostró el Niño, que
sino idumeo, había usurpado el reino, y admi- con tanta ansia deseaban ver, y cumplió con el
nistrádole con tanta crueldad, que había hecho oficio para que Dios ¡a había criado.
matar á los que descendían del linaje de David y Entraron los santos reyes en aquel pobre y des-
del de los Macabeos, por asegurarse en él. Turbó- abrigado portal, y hallaron en él un Niño de trece
se porque sabía que los judíos deseaban tener rey días, en brazos de una pobre doncella, que era
natural, y que esperaban al que Dios les había Madre y Virgen, y no se escandalizaron, ni tur-
prometido; y temía que no fuese el que anuncia- baron, ni pensaron que habían sido engañados;
ban los magos y ser desposeído por él. Turbóse pues aquel Niño no tenía aparato y majestad de
porque delante de la majestad del Rey soberano, rey, no guardas á la puerta, no copia de caballe-
todo el poder y grandeza de los reyes teme, tiem- ros y señores, no palacio real, no colgaduras ricas
bla y se deshace como humo; y de tal manera se de telas y brocados, no cama blanda y suntuosa,
turbó, que con su ejemplo hizo que también toda no entretenimiento y regalos; y finalmente, n i n -
la ciudad de Jerusalén se turbase; ó porque cual guna cosa que representase majestad de rey,
es la cabeza y gobernador de la república, tales antes una extrema pobreza, soledad y desabrigo:
suelen ser los subditos, ó porque los lisonjeros de el aposento estrecho y de bestias, los pañales
los príncipes son muchos, y por agradarles, los viles, la cama dura y de pesebre, y que todas las
toman por espejo, y se miran y transforman en él: cosas les predicaban que aquel Niño no era rey; y
ó porque temió el pueblo, que con la nueva que con todo eso, mirándole con los ojos de la fe y con
predicaban los magos, se embravecería Herodes, el testimonio que dentro de los corazones les daba
y por no perder el reino les quitaría á ellos las el Espíritu Santo, conocieron que era Rey de los
haciendas, la libertad y la vida. Pero disimuló reyes, y Príncipe del universo, y verdadero Dios
Herodes, llamó á los escribas y sabios, consultó y Unigénito Hijo del Padre Eterno; y postrándose
con ellos el lugar donde Cristo había de nacer, y en aquel suelo, como á tal le reconocieron y ado-
habiéndose informado con secreto, curiosidad y raron. No tuvieron asco, como dice el bienaven-
diligencia de los mismos magos, de todo lo que le turado san Bernardo en el sermón tercero de esta
pareció que le convenía saber acerca de la estrella, fiesta, del establo; no se escandalizaron de los'
y del tiempo en que les había aparecido, los envió pobres pañales, ni de verle tomando el pecho de
á Belén, para que se enterasen de todo lo que h a - su santísima Madre, antes se echaron á sus pies,
bía de aquel niño, que rey no le quiso llamar, y haciéndole reverencia como á su Rey, y adorán-
volviesen á él, dándoles á entender que él tam- dole como á su Señor.
bién después le iría á adorar. No quiso ir con ellos Adoraron, como dice Rábano, en la carne al
porque no daba entero crédito á l o s magos, y tam- Verbo eterno, en la niñez á la Sabiduría infinita,
bién porque no pareciese liviandad moverse un en la flaqueza á la fortaleza de Dios, en la bajeza
rey tan grande y poderoso y por una cosa tan de hombre la majestad y gloria divina. «¿Qué h a -
nueva y maravillosa, sin más averiguación. No céis, sabios?,» dice san Bernardo en el mismo l u -
envió criados suyos con los magos, para que los gar. «¿Qué hacéis? ¿A un Niño adoráis, aposen-
acompañasen y les mostrasen el camino, porque tado en una choza y envuelto en viles pañales? ¿Es
no se fiaba de los judíos, y porque con esta disi- ése por ventura Dios? Dios está en su santo templo,
mulación pensaba salir mejor con su intento, y ¿vosotros le buscáis en un establo y le ofrecéis
que era matar al niño recién nacido, para asegu- tesoros? Si éste es rey, ¿dónde está el palacio real?
rar su reino y librarse de congoja y de temor. Mas ¿Dónde la silla de rey? ¿Dónde la compañía de los
el Señor, con su inefable providencia, lo ordenó cortesanos? ¿Es por ventura palacio el establo, y
todo para que Cristo no muriese á sus manos, ni la silla el pesebre, y la compañía de cortesanos
DÍA 6 ENERO 123
José y María? ¿Cómo unos hombres tan sabios se había escogido para madre de tal hijo, y que ya
han hecho tan ignorantes, que adoren por Dios á se comenzaban á despedir las tinieblas de la gen-
un Niño tan despreciado, así en la edad, como en tilidad y resplandecer el rayo de la nueva luz,
la pobreza suya y de los suyos?» Hasta aquí son cosa que ella tanto deseaba; ni menos lo que s e n -
palabras de san Bernardo. Pero ¡oh rayo de la tiría el mismo Niño, que había bajado del cielo á
luz divina! ¡Oh don inestimable! ¡Oh fuerzas y la tierra por la salud de los hombres, cuando en
eficacia de la fe, que así trasladas los ánimos de las primicias de estos reyes vio que ya se comen-
la tierra al cielo, y cierras los ojos á todo lo que zaba á cumplir la conversión del mundo, la gloria
parece, y los abres á lo que no se ve! Como esta- de Dios, la confusión del demonio, el triunfo del
ban alumbrados los entendimientos de estos san- pecado, y las victorias de tantos y tan innumera-
tos reyes con otra estrella más clara y resplande- bles santos que le habían de seguir: de ninguna
ciente que la que sus ojos habían tenido por guía, cosa de éstas habla el Evangelista, así porque son
y sus corazones estaban abrasados del amor de cosas inefables y que no se pueden comprender
aquel Niño benditísimo, que los había llamado y con nuestro flaco entendimiento, ni explicar con
traído para sí de tan remotas tierras, no h i - nuestra lengua muda, y ser mejor reverenciarlas
cieron caso de lo que veían con los ojos e x t e - con un casto silencio y cubrirlas con el velo de una
riores, sino de lo que Dios les hablaba interior- santa y profunda admiración, como para que cada
mente en sus almas. Y por esto tanto más se hu- uno edifique su alma con la meditación y ponde-
millaron, cuanto más humillado y abatido en ración de estos misterios divinos, y suplique al
figura de niño hallaron á Dios; entendiendo que Señor que hable á su corazón lo que el santo es-
en él la longura estaba abreviada, la alteza aba- critor dejó por decir.
jada, la luz oscurecida, el Eterno hecho niño, y Después de la adoración y de aquellos secretos,
el resplandor de la gloria del Padre envuelto en amorosos y dulcísimos coloquios que tendrían los
pañales. magos con la Virgen, habiendo sido por divina
Y porque sabían que eran deudores de todo lo revelación avisados que no volviesen á Herodes,
que tenían, por ser todo de aquel Infante y ha- despidiéndose con devotas y dulces lágrimas del
berlo recibido de su mano, todo se lo quisieron Hijo y de la Madre, del pesebre y de la cuna, y
ofrecer: el cuerpo postrándose, el alma adorán- dejando sus corazones y espíritus, como en un pa-
dole, y los bienes temporales, abriendo sus teso- raíso, en aquel portalico despreciado, se partieron
ros y presentándole oro, incienso y mirra, cosas para su patria por diferente camino del que habían
de que su tierra abundaba, aunque no sin gran traído, obedeciendo á la voz del ángel, que les había
misterio; para declarar por el oro, que era Rey; aparecido en sueños, tan puntualmente, que por
por el incienso, que era Dios; y por la mirra, que apartarse más de Herodes y de sus ministros y
era verdadero hombre. El oro, para proveer á su soldados no quisieron hospedarse en las posadas
pobreza; el incienso, para despedir el mal olor comunes y públicas, antes se desviaban del cami-
del establo; y la mirra, para confortar los tiernos no, é iban por montes y despoblados, y se aposen-
y delicados miembros. Mas otros mayores y más taban en las cuevas y cavernas, como lo escribe
preciosos dones recibieron estos santos varones Cirilo Monje en la vida de Teodosio cenobiarca; y
para sus almas, que fueron los que ellos ofrecie- guiándolos el mismo Señor que los había traído,
ron; porque recibieron el oro purísimo de una llegaron á sus tierras, y dieron noticia á aquellas
perfectísima caridad para amar á Dios y al pró- gentes de lo que habían visto y oído del Verbo de
jimo; una devoción tierna, y ternura devota, con Dios, abreviado y vestido de carne. Y dejando sus
que sus almas se derretían con incienso en la estados, riquezas y regalos, por imitar mejor la
consideración de aquel misterio sagrado que te- pobreza y menosprecio que habían visto en el
nían delante de sí; y una mortificación de todas Redentor y Salvador del mundo, se hicieron po-
sus pasiones y gustos y entretenimientos del mun- bres, y comenzaron á predicar y alumbrar y e n -
do, significada por la mirra. Y fueron instituidos cender con la luz con que ellos resplandecían y
del Señor para predicadores de su sagrado ardían, aquellos pueblos ciegos que vivían en la
Evangelio, y pregoneros de su gloria, y magnifi- sombra de la muerte; y finalmente, murieron por
cadores de su abatimiento y pobreza. Cristo, y alcanzaron la palma y corona del marti-
No explica san Mateo los afectos que estos s a n - rio, ofreciéndose á sí mismos en sacrificio suaví-
tos reyes tuvieron allá dentro de sus almas, ni las simo, y más acepto al Señor que el oro, incienso
palabras y razones que dijeron á aquel Doncel, al y mirra que antes le habían ofrecido; y sus cuer-
infante Dios, y á la Madre Virgen, ni la alegría pos fueron traídos después de aquellas regiones á
que tuvo aquella purísima y beatísima Señora, Milán, en donde estuvieron algún tiempo, y cuan-
cuando v i o que se comenzaba á extender y dilatar do el emperador Federico, que llaman Barbarro-
por el mundo la gloria de su Hijo, y que Dios la ja, destruyó aquella ciudad, fueron trasladados á la
124 LA LEYENDA DE ORO DÍA 6
de Colonia, donde están al presente, y son tenidos aquí, en ofensa y desagrado suyo; porque así
en gran veneración. imitaremos á estos santos reyes en esta vida, y
Fué tan ilustre y tan sonada esta venida de los alcanzaremos con esto la otra eterna y felicísima,
reyes magos, no solamente entre los cristianos, la cual por su misericordia ó intercesión de los
sino también entre los gentiles, que Calcidio, filó- mismos reyes magos nos otorgue Jesucristo, v e r -
sofo platónico, en los comentarios que escribió dadero Rey y Señor. (P. Ribadeneira.)
sobre el Timeo de Platón, dice estas palabras:
«Otra historia, dice, tenemos más santa y más EL BIENAVENTURADO SAN ANDRÉS, FRAILE DE NUESTRA
venerable, que cuenta el nacimiento de una es- SEÑORA DEL CARMEN, OBISPO DE FIÉSOLI, CONFESOR—El
trella que no amenaza enfermedades y muertes, bienaventurado Fr. Andrés Corsino, de la orden
sino que significa la venida de la majestad de de nuestra Señora del Carmen, nació en Florencia,
Dios para bien de los mortales y para conversar de Nicolás y de Pelegrina su mujer, que eran de
con ellos; la cual estrella, habiéndola visto de la noble familia de los Corsinos, y más ilustres
noche los sabios de Caldea, ejercitados en la con- por ser temerosos de Dios. Desearon estos devotos
templación de las cosas celestiales, se dice que casados tener algún hijo, porque eran estériles,
buscaron el nuevo nacimiento de Dios; y habien- para ofrecerle á Dios; y así le prometieron que si se
do hallado aquella majestad de niño, la reveren- lo daba, lo harían. Tomaron á la santísima Virgen
ciaron y le ofrecieron las ofrendas y dones que por medianera para alcanzarle del Señor. Nació
convenían á tan gran Dios.» Todo esto dice este Andrés, y diéronle este nombre por haber nacido
filósofo platónico. el día del glorioso apóstol san Andrés, y determi-
Pero para que la venida de estos gloriosos ma- naron devolverle á quien se les había dado, y con-
gos nos sea provechosa, no nos contentemos con sagrarle al servicio perpetuo del Señor como se lo
saber su historia y lo que ellos hicieron, sino habían prometido: pero el día antes que naciese,
procuremos imitarlos y seguirlos, pues para esto soñó Pelegrina su madre que paría un lobo, y en-
principalmente cada año nos representa la Iglesia trando en la Iglesia, poco á poco se había conver-
este gloriosísimo misterio. Sigamos la estrella y tido en cordero; y aunque no entendió lo que
la santa inspiración y movimiento interior que el aquel sueño pronosticaba, siempre estuvo con r e -
Señor nos envía, para que le conozcamos, bus- celo, y guardó el secreto hasta su tiempo. Luego
quemos y adoremos; y el hacerlo así, aunque sea comenzaron los piadosos padres á encaminar su
dejando nuestra patria, gustos y regalos, y todo hijo á la virtud y buenas letras, como á hijo de
lo que el mundo nos puede ofrecer y nos puede dar, oraciones, y dedicado ya al servicio de la Reina
tengámoslo por suma ganancia y por un riquísi- de los ángeles. Pero apenas había entrado Andrés
mo é inestimable tesoro, y por más peligros, tra- en los años de discreción, cuando con su vida
bajos é incomodidades que se hayan de pasar en desbaratada mostró la flaqueza y miseria de nues-
esta jornada, por más que el mundo ladre, Hero- tra naturaleza y cuan deleznable y mal inclinada
des se turbe, y nos murmuren, y con sus pala- es al vicio si Dios no la tiene de su mano; porque
bras y obras pretendan impedir nuestro camino, encendido en el fuego de la concupiscencia, esti-
no les demos orejas, sino sigamos la luz del cielo mulado del mal ángel, incitado de ruines compa-
que va delante, y si ella algunas veces se escon- ñías, y engañado de la apariencia de las cosas
diere, no por eso desmayemos, como no desma- sensibles, resbaló y entró en el camino ancho de
yaron los magos, porque ella volverá, nosguiará, y la perdición, huyendo del estudio y de la virtud,
mostrará como con el dedo aquel Bien eterno y dándose á deshonestos deleites y juegos, y entre-
bienaventurado que buscamos. tenimientos dañosos, riñas, pendencias, y al d e s -
No nos ofenda la pobreza de Cristo, ni la alteza precio de la hacienda de sus padres; y poniéndose
de los misterios que nos predica, ni la aspereza cada día en peligro de perder el alma y el cuerpo.
de la vida que nos pide, ni cosa alguna de las que Todas estas cosas eran clavos y puñales que atra-
á los ojos de nuestra flaca carne parecen dificulto- vesaban con increíble dolor las entrañas de sus
sas y duras, sea parte para que no reconozcamos padres: y aunque ellos procuraban con blandura
que este infante recién nacido es el centro de nues- y con severidad, con regalos y con espantos, dete-
tros corazones, y el descanso de nuestros trabajos, y ner al pobre mozo, para que no se despeñase en
el puerto seguro de nuestros deseos y nuestra vida, aquel abismo de maldades, ninguna cosa les apro-
gloria, bienaventuranza y sumo bien, y como á vechaba; porque á guisa de un caballo feroz y
tal, postrados en el suelo, le adoremos y le ofrez- desbocado, tascaba el freno, daba brincos, tiraba
camos nuestros cuerpos, almas y bienes tempora- coces, y cada día se hacía más rebelde é incorre-
les, conformándonos en todo con su santísima gible. Mas no permitió la divina bondad que un
voluntad, y volviendo á nuestra patria por otro pimpollo nacido de tan buen tronco y santa raíz
diferente camino del que habernos tenido hasta para siempre pereciese: porque un día, que había
DÍA 6 ENERO 125
estado muy descomedido ó insolente con su m a - que padecería, y que se acordase, que aunque ha-
dre, y díchole palabras desvergonzadas y atre- bía huido del siglo, no se había despojado de su
vidas, ella, acordándose del sueño que el día carne, sino que la traía consigo, y los apetitos y
antes que le pariese había tenido, le dijo: «Ver- estímulos de la misma carne, y las llamas que
daderamente que tú eres aquel lobo carnicero é continuamente arden en los pechos de la gente
infame que yo soñé había de parir.» A estas pa- moza sin poderlas apagar, y que así vendría, ó á
labras Andrés quedó atónito, y como quien d e s - morir de tristeza, ó á vivir una vida triste y car-
pierta de un grave sueño, rogó á su madre que le gada de infinitas angustias, ó dejar aquel hábito y
declarase qué monstruo, ó qué lobo, y sueño era profesión con eterna ignominia, pudiéndolo hacer,
aquel que le decía; y ella le declaró distintamente mientras que era novicio, sin nota y con buena
el voto que ella y su padre habían hecho de de- conciencia. Terrible fué el asalto que el demonio
dicar al primer hijo que tuviesen al servicio de en figura de aquel su pariente, como muchos cre-
Dios y de su purísima Madre, y como estando yeron, ó el mismo pariente, como ministro de Sa-
preñada de él había soñado que tenía en sus e n - tanás, le d i o . Pero el nuevo soldado en tan dura
trañas un lobo, el cual entrando en la iglesia y pelea se defendió, y estuvo fuerte como una roca,
dejando su figura tomaba la de cordero, y que armado con la señal de la cruz, y con un profun-
por sus obras entendía que él era aquella fiera do silencio, porque no quiso responder ni hablar
bestia, aunque no desesperaba que de allí adelan- palabra, de manera que aquel caballero y tenta-
te sería cordero manso, pues había nacido, no dor diabólico, confuso y corrido, le dejó y se par-
para servir á sus padres, sino para dedicarse t o - tió de su presencia. Hizo su profesión, y de ella
talmente al servicio de la sacratísima Virgen. sacó nuestro Andrés nuevos propósitos, nuevo
Fueron de tanta eficacia las palabras de la santa vigor y mayores fuerzas para ir adelante en la
madre, que el hijo se compungió y le pidió per- virtud, y juntamente para darse al estudio de las
dón, y al día siguiente se fué al convento de Nues- ciencias; mas de tal suerte, que por la especula-
tra Señora del Carmen á hacer oración delante ción demasiada no perdiese el fervoroso espíritu
del altar de la misma Virgen, y alentado con su de la devoción. Procuraba una continua familiari-
favor pidió de rodillas el hábito de aquella sagra- dad con Dios por medio de la santa oración, guar-
da orden al padre provincial, que se llamaba Je- dar el corazón, ejercitarse en la humildad y cari-
rónimo Migliorato, y él le recibió con grande gozo dad, y domar la rebeldía de su cuerpo con ayunos,
y júbilo de sus padres, que vinieron á verle dar vigilias y asperezas. Traía á raíz de sus carnes
el hábito y á cumplir su voto, ofreciéndole de nue- un áspero cilicio, disciplinábase á menudo, g u a r -
vo al Señor y á su santísima Madre. Bien se echó daba á sus horas estrecho silencio, ayunaba tres
de ver que esta Señora le había tomado debajo de veces cada semana á pan y agua, demás de c u m -
su sombra y protección, y que Andrés estaba ya plir con los otros ayunos de la orden; buscaba to-
tocado y herido de veras del amor de su benditísi- das las ocasiones de obedecer y servir á cual-
mo Hijo; porque luego comenzó á hacerse brava quiera de los otros, aunque fuese el menor del
guerra y romper con el mundo, venciendo los convento. Iba de buena gana á pedir limosna con
apetitos de su carne, y hollando la soberbia y su alforja por la ciudad, y entre sus deudos y co-
vana estima de si mismo, y procurando sujetarse nocidos con más gusto, por ser de ellos menos-
con humildad á los otros frailes: y para más a y u - preciado y escarnecido. Y con estos ejercicios de
darle en esta batalla, los superiores le ocuparon humildad y penitencia juntaba un deseo insacia-
en los oficios más bajos, en la cocina, en barrer ble y un celo encendido del bien de las almas y ;

y fregar y limpiar las inmundicias de la casa, y nuestro Señor le favorecía y le daba eficacia para
quebrantar el orgullo ó hinchazón de la vanidad y ayudarlas y sacarlas del pecado. Había un caba-
propia excelencia que había tenido en el siglo. llero rico y deudo suyo, que se llamaba Juan Cor-
Tenía un día, mientras que los otros comían, las sino, y padecía una enfermedad muy molesta, que
llaves de la puerta, y sin pensarlo llegó á ella un llamaban lupa, que le iba comiendo y consumien-
caballero pariente suyo, hombre astuto y sagaz, do poco á poco, y para algún alivio y remedio de
acompañado de mucha gente, para persuadirle su tristeza se entretenía todo el día en pasatiem-
que dejase aquel vil estado y aquella vida que él pos y en juegos, de manera que su casa era una
llamaba locura, y se fuese con él á su casa, donde tablajería pública. Hablóle Fr. Andrés, y prome-
cuanto tenía sería suyo, y los dos un alma en dos tióle que Dios le daría salud si dejando aquellos
cuerpos. Púsole delante la guerra que le haría la entretenimientos y juegos perniciosos para su
memoria de los regalos y de las esperanzas que alma ayunaba ocho días y se encomendaba con
había dejado, y las congojas del arrepentimiento devoción á la Virgen María nuestra Señora. El
sin provecho, las fatigas, trabajos, persecuciones, enfermo, aunque le parecieron duras, aceptó las
enfermedades del cuerpo, y amarguras del alma condiciones, por el deseo vehemente que tenía de
126 LA LEYENDA DE ORO DÍA 6
la vida y de la salud. Dio de mano á los juegos, cabeza y tomó el cargo, y mostró en él gran santi-
ayunó, oró, y hallóse sano con admiración de toda dad de vida y de espíritu, y gran gobierno; porque
la ciudad y aprovechamiento de su alma, hacien- no dejó los ejercicios de virtud, oración y peniten-
do gracias á nuestra Señora por haberle dado cia que antes tenía, antes los acrecentó, y procuró
tan gran consejero como Fr. Andrés; el cual, por con suma diligencia que los que estaban á su car-
obediencia de sus superiores, aunque con gran go libres y desembarazados de los cuidados t e m -
repugnancia suya, se ordenó de misa; y sabiendo porales vacasen á sólo Dios, y para esto de ganar
que sus deudos querían hacer grandes gastos en los corazones de sus subditos, no solamente oyén-
fiestas, músicas y banquetes, como se suele hacer dolos benignamente, mas previniendo y proveyen-
en aquella ciudad y en otras partes, cuando can- do sus necesidades, y condescendiendo en lo que
tase su primera misa, temiendo el exceso y el honestamente podía con sus peticiones. Fué tanta
gasto y vanidad que suele haber en semejantes la satisfacción que dio en su gobierno, que parece
fiestas, con licencia de su prelado se retiró á un que el cielo y la tierra se concertaron para ensal-
monasterio distante siete millas de Florencia, y zarla y sublimarla, con la ocasión que aquí diré.
allí sin ruido de gente, y con maravillosa conso- Murió el obispo de Fiésoli, ciudad á la sazón muy
lación de su espíritu, ofreció al Señor las primi- noble y rica, y al presente pequeña y casi arrui-
cias de su sacerdocio. Y para que se entendiese nada, cerca de Florencia; juntándose los electores
cuan grato le había sido aquel sacrificio, la m i s - á dar sucesor al obispo difunto, todos nombraron
ma Reina del cielo, acompañada de innumerables al P. Fr. Andrés, el cual tuvo nueva de esta elec-
ángeles, le apareció cuando la celebraba, y le dijo ción, y sabiendo bien cuan pesada carga era la
aquellas palabras de Isaías: Tú eres mi siervo, y que le querían dar, se huyó secretamente de su
yo me gloriaré en ti; y diciendo esto, desapareció convento y se fué al de la Cartuja, que está no
aquella visión, y el santo varón quedó con ella lejos de los muros de Florencia. Allí se escondió
más humilde y más confuso, procurando hacerse de manera que los de Fiésoli, no pudiéndole d e s -
cada día más capaz de otros mayores favores y cubrir, ni en la ciudad de Florencia, ni en su c o -
gracias del Señor. marca, determinaron hacer nueva elección. Mas
Para disponerse más, y tener más caudal de para que se entendiese que la Divina Providencia
doctrina, fué enviado á la Universidad de P a - había escogido para obispo al que se escondía por
rís, donde estudió las ciencias mayores; y acaba- no serlo, al tiempo que querían entrar en votos,
dos sus estudios volvió á Italia, pasando por A v i - un niño que estaba presente, alzó la voz y dijo: «El
ñón, en donde halló al cardenal Corsino, estrecho Señor ha escogido á Andrés por su sacerdote, y
deudo suyo, y con él se entretuvo algunos días, está orando en la Cartuja, y allí le hallaréis.» Con
y alumbró á un ciego que á la puerta de la esta voz dejaron de hacer nueva elección, y envia-
iglesia (como se suele) le había pedido limosna. ron sus mensajeros á la Cartuja, para rogarle que
De Aviñón vino á Florencia, y sanó de hidrope- aceptase aquella dignidad que todos le daban con
sía á un fraile de su orden que se llamaba V e n - un corazón, con un sentimiento y voluntad, y Dios
tura de Pisa. Con estos milagros iba Dios nuestro aprobaba del cielo. Y el mismo santo tuvo revela-
Señor descubriendo la santidad del bienaventu- ción, que aquélla era la voluntad de Dios y que no
rado Fr. Andrés, y no menos con el don de la temiese el peligro ni rehusase el trabajo. Con este
profecía con que le ilustró; porque habiéndole mandato divino salió el bienaventurado padre del
rogado encarecidamente un amigo suyo que bau- convento de la Cartuja, y en el camino topó á los
tizase á un niño que le había nacido, y condes- de la ciudad de Fiésoli, que le venían á buscar, y se
cendido con su devoción, al tiempo que le sacaba fué con ellos á la ciudad, siendo ya de cincuenta y
de la pila tuvo revelación de Dios del desdichado ocho años. Tomó la posesión de su iglesia con
y triste fin que había de tener aquella criatura. extraordinaria alegría y regocijo de toda aquella
Enternecióse el santo varón, y lloró muchas lágri- ciudad, y no con menor fruto y aprovechamiento
mas; y preguntado del padre del mismo niño de de las almas. Tratábase más ásperamente que
la causa de aquel llanto, respondió, aunque de antes, porque no se contentaba con traer un cili-
mala gana: «Lloro porque este niño ha nacido para cio á raíz de sus carnes, sino que añadía una c a -
ruina suya y destrucción de su casa;» y así fué, dena de hierro. Dormía sobre unos sarmientos,
porque siendo ya mozo, se conjuró contra su huía de toda manera de pasatiempo y regalo,
patria, y murió á manos del verdugo, con infamia guardábase cuanto podía de hablar con mujeres,
suya y daño de su casa. cerraba los oídos á los lisonjeros, hollaba la mala
Hiciéronle prior del convento de Florencia, y confianza ó estima de sí mismo, no aflojaba punto
aunque él procuró excusarse y huir todo lo que en el estudio de la meditación, andaba siempre
pudo de ser prelado, mas por no resistir á la obe- en la presencia de Dios, reconociéndole con afec-
diencia y á la voluntad de los superiores, bajó la to amoroso en todas las criaturas; proveía con
DÍA 6 ENERO 127
compasión á los angustiados y afligidos, y o y e n - ellos fué insigne el que sucedió el año de 1440,
do sus trabajos, no podía detener las lágrimas; siendo Eugenio IV sumo pontífice, y sesenta y
y siguiendo las pisadas de san Gregorio papa, t e - siete años después de su muerte. Hacía la guerra
nía una lista de los pobres, y especialmente de los á la Iglesia y á la república de Florencia Felipe
vergonzantes, á los cuales procuraba socorrer María, duque de Milán; y su capitán general N i -
con todo secreto. Y el Señor, que se agradaba colás Picino con un poderoso ejército había toma-
tanto de la humildad y liberalidad de este su sier- do muchas ciudades y pueblos, y destruía toda la
vo, en una extremada y terrible hambre, habien- tierra, y se llegaba ya cerca de la ciudad de F l o -
do dado todo el pan que tenía en casa á los pobres, rencia, la cual, viendo las pocas fuerzas que ella
y viniendo cada hora más, le proveyó milagrosa- y el papa Eugenio, que estaba dentro, tenían para
mente de grande cantidad de panes, para que defenderse (por ser la gente de los enemigos
tuviese qué repartir y dar de comer á los ham- mucha y valiente, y la suya poca y no ejercitada),
brientos. Solía, á imitación del Salvador y s i n g u - temía su peligro, y comenzó á desconfiar. Estando
lar Maestro de la humildad, lavar cada jueves los todos en esta agonía y conflicto, y acudiendo con
pies á algunos pobres, y de esto sentía particular devoción por remedio á la iglesia de Nuestra
gusto y consuelo. Vino una vez entre ellos un Señora del Carmen, donde está sepultado el cuer-
pobre que tenía las piernas podridas, y no que- po del bienaventurado prelado, él apareció á un
riendo el pobre que el santo prelado se las lavase, mozo y le mandó que dijese de su parte al magis-
por las llagas tan asquerosas que en ellas tenía, él trado que no temiese á los enemigos, ni dudase
finalmente se las lavó, y apenas se las había aca- darles la batalla á los 28 de junio, porque sin duda
bado de enjugar, cuando el pobre se halló total- alcanzaría de ellos la victoria. La batalla se d i o el
mente sano de sus llagas. Si tenía tanto cuidado mismo día que señaló el santo, y el ejército del
en curar y remediar los cuerpos, ¿qué pensamos duque quedó desbaratado, y los muchos fueron
que haría en sanar y apacentar las almas? En lo vencidos de los pocos, y apenas hubo hombre de
cual se aventajó mucho, y fué excelentísimo pre- los enemigos que se escapase. Con este tan feliz
lado, y especialmente se esmeró en hacer amista- suceso respiró el papa y la ciudad de Florencia, é
des, y atajar riñas y pendencias: y por esto el hicieron grandes fiestas y regocijos por tan mara-
sumo pontífice Urbano V le envió por su nuncio villosa victoria, y reconociéndola del Señor por la
á la ciudad de Bolonia, que ardía con un incendio intercesión del bienaventurado Andrés, fué toda
de discordias y bandos, y él apagó aquel fuego y la ciudad en procesión desde la iglesia mayor
sosegó los ánimos, y unió la nobleza y la gente hasta la de los Carmelitas, para honrar al santo
popular, y los ató con un nudo de perfecta paz y obispo y agradecerle aquel beneficio, tomándole
tranquilidad: y habiendo acabado una obra tan por ayudador y protector de su república; y e s -
dificultosa y tan deseada, se volvió á su iglesia, tablecieron, con bendición y beneplácito del papa,
donde á más del cuidado que tuvo de proveer á que cada año se guardase su fiesta, y el m a g i s -
las almas y á los cuerpos de sus ovejas, también trado visitase su sepulcro; para que entendamos
reparó algunas iglesias, y entre ellas la catedral, cuánto pueden los santos con Dios, y cuánto más
que estaba para caer. Finalmente, habiendo "llega- vale su patrocinio que las fuerzas flacas de los
do á los sesenta y un años de su edad, estando la hombres.
noche felicísima de Navidad diciendo misa solem- La vida del bienaventurado Fr. Andrés, obispo,
ne, le apareció de nuevo la Virgen y Madre de escrita elegantemente, trae en su primer tomo el
Dios, y le d i o las buenas pascuas, avisándole que P. Fr. Lorenzo Surio. (P. Ribadeneira.)
el día de los Reyes siguiente, libre de la cárcel de
nuestra mortalidad, entraría en la Jerusalén sobe- SANTA MACRA, VIRGEN.—Oriunda de las Galias: esta
rana á ver cara á cara aquel Bien eterno, al cual santa estaba envuelta en los errores del paganis-
con tanta fidelidad y fervor tantos años había ser- mo; mas convertida á la fe de Jesucristo, perse-
vido. De esta manera recibió increíble gozo nues- veró constante en ella, sin que la arredraran los
tro santo, y aunque siempre estaba aparejado, se tormentos con que quería intimidarla Riciovaro,
aparejó más; y habiendo dado orden á las cosas gobernador de Reims; pues sabemos mandó
de su obispado y de su familia, el mismo día de la echarla al fuego, cortarle los pechos, meterla en
fiesta de los Reyes, á 6 de enero del año del Señor una oscura y hedionda cárcel; y no pudiendo
de 1373, d i o su espíritu al Señor. Vióse en su di- vencer su constancia, la revolcó por encima de
choso tránsito un gran resplandor que cercaba su carbones encendidos y pedazos de hierro muy
cama, y su sagrado cuerpo echó de sí un olor suaví- agudos, en cuyo tormento entregó su alma al
simo, y hubo algunas visiones y revelaciones de su Criador. Acaeció su muerte el año 302, conser-
gloria; y el Señor le ilustró con milagros y obras vándose su sagrado cuerpo en la iglesia de San
maravillosas que hizo por su intercesión; y entre Martín de la ciudad de Reims.
128 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7

LA CONMEMORACIÓN DE MUCHOS SANTOS MÁRTIRES.— pagarle su trabajo, como para obligarle más á
Fueron empalados y quemados en África durante perseverar en aquella universidad, que tanto
la persecución del emperador Severo. lustre de su grande ingenio y doctrina recibía.
Raimundo le aceptó, pero del salario y todo lo
SAN MELANIO, OBISPO DE RENNES, EN FRANCIA—Varón demás que adquiría, daba fiel y enteramente la
de eminentes virtudes y de un celo infatigable por décima parte al clero de su parroquia.
la casa del Señor. Después de una vida resplan- Estando el santo muy ocupado y contento con
deciente en milagros, voló glorioso al cielo por su cátedra, y con deseo de estar algunos años en
los años de 540. Bolonia, pasó por allí D. Berenguer de Palóu,
obispo de Barcelona, que de Roma, adonde había
SAN NILANMÓN,—Estuvo encerrado mucho tiempo ido por algunos negocios importantes, se volvía á
en una celda cerca de Alejandría; y habiendo muer- su iglesia. Y deseando enriquecerla con tal pieza,
to el obispo de Pelusia, el clero, el pueblo y el mis- como era Raimundo, le rogó ó importunó que se
mo patriarca quisieron elegirle para aquella silla; viniese con él á Barcelona, proponiéndole tales
pero habiéndole mandado que saliese de su celda, partidos y tales razones, que le rindió, y le hizo
en el acto en que contra su voluntad le conducían dejar su cátedra, con gran sentimiento y pesar de
á tomar posesión de su obispado, se puso en ora- sus discípulos y de toda la universidad de Bo-
ción y entregó su espíritu al Criador. Floreció en lonia. Llegado el obispo á su iglesia con tan bue-
tiempo de Teófilo, patriarca de Alejandría. na compañía, luego le d i o un canonicato y una
pavordía que entonces vacaban. El P. Fr. Hernan-
SAN PEDRO, ABAD Y CONFESOR—Le menciona Beda. do del Castillo dice que fué canónigo y arcediano
Fué abad de Cantorbery: murió en 608. de Barcelona. En este estado vivió con notable
recogimiento, grande humildad, modestia y lla-
Dia •? neza en su trato, acompañado de sus raras le-
tras y prudencia, y como era devotísimo de nues-
SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, DE LA ORDEN DE PREDI- tra Señora la virgen María, procuró con el obispo
CADORES.—El bienaventurado san Raimundo de Pe- que se celebrase con mayor solemnidad la fiesta
ñafort, hijo del glorioso patriarca santo Domingo, de la gloriosa Anunciación, y dejó renta para
padre y maestro general de su sagrada orden, esto. Pero aunque toda la ciudad de Barcelona
nació en la ciudad de Barcelona, cabeza del prin- estaba muy contenta con su ciudadano y canóni-
cipado de Cataluña, ó en Peñafort, solar conocido go, por sus grandes partes, él no lo estaba, por-
de su linaje y familia, no lejos de aquella ciudad. que le parecía que para él era mucho mundo, y
Sus padres fueron nobles y ricos; y Leandro, A l - que Dios le llamaba para cosas más altas que las
berto y otros autores dicen que descendía de los de la tierra. Había el Señor poco antes enviado al
reyes de Aragón. Desde niño fué inclinado á todas mundo al padre santo Domingo como á un sol
las cosas de virtud y piedad, y en los pocos años para que le alumbrase, y sus benditos hijos derra-
mostraba mucho seso. Dióse á los estudios de maban por todas partes una suavísima fragancia
las letras humanas; y aprovechó tanto en ellas, de su religión y virtud. Sintió esta fragancia Rai-
que siendo aún mozo, vino á leer la lógica y filo- mundo, y determinó correr en pos de ella, y hacer
sofía en Barcelona; aunque sin otro salario ni divorcio con todo lo que no es Dios, para abrazar'-
interés que el de aprovechar á otros; lo cual hacía s e con la cruz de Cristo. Demás de la inspiración y
no menos con su ejemplo que con su doctrina. luz del cielo que le movió, dicen que también fué
Parecióle después á Raimundo pasar á otras parte para tomar aquella resolución un escrúpulo
ciencias mayores, é inclinóse á estudiar el dere- que tuvo de haber impedido á un mancebo, so-
cho civil y canónico, y para esto se partió para la brino suyo, que no entrase en la orden de santo
ciudad de Bolonia en Lombardía, donde florecían, Domingo; y que para satisfacer aquel daño, él
y hasta hoy florecen grandes letrados que las pro- mismo se condenó á entrar en la dicha orden, en
fesan. Llegado á Bolonia, se dio tan buena maña, lugar del que le había quitado.
y estudió con tanta diligencia y cuidado sus d e - Tomó el hábito en Barcelona el viernes santo
rechos, que en breve tiempo se graduó de doctor del año de 1222, á lo que se entiende, siendo ya
y alcanzó la cátedra de prima de cánones, y la muerto el año antes el bienaventurado santo Do-
leyó algunos años con grande concurso y satis- mingo en Bolonia; y muchas personas nobles en
facción y fruto de los oyentes. Y con ser tan exce- linaje y ricos, clérigos y seglares; siguieron el
lente su doctrina, la enseñaba graciosamente, y ejemplo de Raimundo, y entraron en aquella sa-
no tomaba el salario que se daba á los otros l e c - grada religión, y él la ilustró con su santa vida,
tores. Advirtieron esto los ciudadanos de Bolonia: letras y gobierno, porque olvidado de su gran doc-
y de suyo le señalaron un buen salario, así por trina y de la grande opinión, que como doctor cé-
DÍA 7 ENERO 129
lebre, y que muchos años había leído en Bolonia, que su santidad, movido de la caridad de su c o n -
había alcanzado, se dio á todas las cosas humildes, fesor, recibía con devoción esta penitencia, y le
y á la observancia de sus reglas, tan perfectamente ordenaba que él mismo por sí sin dilación los
como el menor novicio de todos: y el provincial despachase; y que por esta causa, escribiéndole
Fr. Sugerio, que fué el primero de la orden de pre- él mismo algunas veces, le llamaba padre de p o -
dicadores en España, le mandó, en remisión de bres. En otra ocasión también gravísima se sirvió
sus pecados, que escribiese una suma de casos de el papa de san Raimundo, y fué en recopilar el
conciencia, por la cual los confesores de la orden libro que llaman Decretales, con la distinción de
se pudiesen gobernar, y el santo la compuso, y títulos y capítulos que hoy día tiene, y de que usa
es la que de su nombre se llama La Suma de la Iglesia, como el mismo papa Gregorio IX lo
Raimundo, y dicen que es la primera que de este dice en el prólogo de este libro. Y sin duda fué
argumento salió á luz. Poco después de la muer- obra de mucho trabajo para san Raimundo, y úti-
te de Honorio III sucedió en la silla de san Pedro, lísima para la república cristiana, para acertar en
el año 1227, Gregorio IX, que había sido muy los pleitos y juicios de cosas eclesiásticas.
grande amigo de Santo Domingo, y el que siendo Estando san Raimundo en Roma, por muerte
legado del papa se había hallado á su entierro. del arzobispo Espartago, vacó el arzobispado de
Envió, pues, el papa Gregorio, el año de 1229, á Tarragona, que entonces era el metropolitano de
España al cardenal Sabino, para tratar negocios toda la corona de Aragón, luego se lo dio el papa
de grande importancia, y en particular para ex- al bienaventurado Raimundo,y mandóle que den-
hortar á los reyes que prosiguiesen con mucho tro de tantos días lo aceptase. Afligióse el santo
calor la guerra contra los moros, trayendo para sobremanera, y suplicó humilde é instantemente
este efecto una amplísima indulgencia de la cru- á su santidad que no le echase carga que él no
zada. Llegado el cardenal á Barcelona, y teniendo podía llevar, por ser sobre sus fuerzas; y enten-
noticia de la persona de san Raimundo, le tomó diendo que el papa estaba fuerte y quería que lo
por su principal consultor y ayudador en aquella aceptase, se congojó tanto, que le sobrevino una
legacía, compeliéndole por obediencia á que deja- recia calentura, que le duró hasta que el pontífice,
se su quietud y le acompañase. Hízolo el santo compadeciéndose de él, y temiendo que no se
con extraña humildad y raro ejemplo, porque fué muriese de pura pena, le libró de aquel cuidado;
siempre á pie con su compañero, y comiendo lo pero quiso que el mismo P. Fr. Raimundo (ya que
que hubiera de comer en su refectorio, sin admi- él no lo quería ser) nombrase arzobispo de Tarra-
tir otros regalos. Iba un día ó dos antes que el le- gona; y el bendito varón nombró á D. Guillermo
gado partiese de cada lugar: predicaba la indulgen- de Mongruy, sacristán de la Seo de Gerona; y
cia al pueblo: oíalas confesiones; y disponía la gen- fué elección muy acertada. Después por los m u -
te con su santidad y prudencia, de manera, que chos y grandes trabajos de oración, estudios y
cuando llegaba el legado, hallaba los ánimos de la vigilias, cayó el santo varón en una grave y peli-
gente tan bien dispuestos, que lograba lo que grosa enfermedad, y por consejos de los médicos
quería. De aquí quedó el cardenal Sabino muy volvió á los aires naturales, con licencia y bendi-
aficionado á san Raimundo, y volviendo á Roma, ción de su santidad, que más le quería tener
le quiso llevar consigo; mas el santo con su h u - ausente vivo, que presente muerto. Salió de R o -
mildad, y por ser amigo dé quietud, se excusó, y ma tal cual en ella había entrado, sin oficios,
pidió que le dejasen en su convento de Barcelona, sin beneficios, sin pensiones, y sin que el r e s -
y así lo hizo: pero dio parte á la santidad del papa plandor de la corte, ni la gracia tan grande del
Gregorio, que le había enviado, de los grandes sumo pontífice, ni la amistad y favor de los
talentos y excelencias de Raimundo, y de lo m u - cardenales, ni la ambición y apetito de subir y
cho que le había ayudado para despachar bien los valer, que es tan natural en los hombres, ni
negocios que su beatitud le había mandado. El las dignidades que le habían ofrecido, fuesen
papa, por la devoción que tenía á la orden de partes para trocarle ni mudarle un pelo de su
santo Domingo, y por el deseo de acertar en su humildad religiosa y constante. Hizo su viaje por
gobierno, envió á llamar á Raimundo á Roma, y mar, y desembarcó en un lugar de Cataluña, lla-
le hizo capellán y penitenciario y confesor suyo. mado Tosa, que está en el obispado de Gerona, á
Ejercitando el santo varón el oficio de confesor, dos leguas de Blanes, y diez de Barcelona. Venían
se escribe en un libro antiguo de su vida, que en su compañía cuatro frailes: allí tuvo ocasión de
imponía y daba por penitencia al papa, que con ejercitar su caridad y dar muestras de su santidad;
misericordia y brevedad despachase los pobres porque un hombre del mismo lugar, llamado Bar-
que por diversos negocios venían á la corte, y celó de Faro, recogiendo sus mieses, cayó súbita-
muchas veces por su pobreza y necesidad no h a - mente en una tan grave enfermedad, que ni podía
llaban quién los oyese, ni quién los despachase. Y hablar ni moverse, y todos lo tenían por muerto.
TOMO I 17
130 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
Rogaron á san Raimundo que se compadeciese de que no decía misa, por enfermedad ó por otro
aquel pobre hombre, que se moría sin confesión; legítimo impedimento, apenas podía estar alegre
y él, porque no se perdiese aquella alma, se puso y tener el contento que en otros días solía tener.
de rodillas en oración, suplicando á nuestro Señor Su conversación era muy suave, y abundaba de
que le diese la vida para confesar sus pecados. palabras y ejemplos de edificación: y ni él m u r -
Oyóle el Señor, porque el enfermo, ya casi muerto, muraba, ni consintió que otros murmurasen d e -
abrió los ojos, y vuelto en sí se confesó con el lante de él, antes los detenía en cortesía y buen
mismo santo padre; y luego, sin hablar más pala- término, y volvía por los ausentes.
bra, murió y d i o su espíritu á su Criador. Entre las otras cosas señaladas que este santo
Llegado á Barcelona y convalecido de su indis- varón hizo, fué una el haber ayudado tanto á la
posición, comenzó de nuevo, como si fuera novicio, institución y fundación de la Orden de Nuestra Se-
á hacer una vida muy penitente y ejemplar; y como ñora de la Merced, la cual se fundó en tiempo del
era tan grande su doctrina y santidad, de muchas rey D. Jaime el Conquistador, por cierta revela-
partes concurrían á pedirle consejo en casos muy ción que el mismo rey, y el bienaventurado padre
enmarañados y dificultosos, especialmente sabien- san Raimundo, y san Pedro Nolasco tuvieron una
do que el papa le había dado la misma potestad de misma noche, apareciéndoles nuestra Señora, y
penitenciario suyo que tenía en Roma. Y aunque declarándoles cuan agradable servicio se haría á
él recibía con gran benignidad y mansedumbre á su Hijo si se fundaba una orden para redimir
todos los que venían á él, y procuraba enviarlos cautivos; y confiriendo todos esta revelación, y
consolados y aprovechados en sus almas, como no viniendo bien en ello el obispo de Barcelona don
era amigo de que tanta gente le visitase é inte- Berenguer de Palóu, y los jurados de aquella c i u -
rrumpiese sus santos ejercicios, renunció con mu- dad, que tienen nombre de censores, el día de san
cha humildad la potestad de penitenciario del papa, Lorenzo, que fué el décimo después de la revela-
reservándose solamente la que convenía para con- ción, en la iglesia mayor, que se dice de Santa
suelo de los frailes de su orden y de la de los M e - Cruz, con una devota procesión, estando el rey y
nores; que hasta en esto quiso dar muestras del toda la ciudad presentes, se dio principio á la
amor con que abrazaba la sagrada orden de san orden, y el beato Fr. Raimundo predicó, y d i o de
Francisco, y enseñarnos que todos los religiosos su mano el hábito á san Pedro Nolasco, que fué
debemos ser de un corazón, pues somos soldados el primer religioso de la nueva orden de nuestra
de un mismo Señor. Entonces escribió san Rai- Señora de la Merced de redención de cautivos.
mundo, á instancia de algunos obispos, la forma Después el papa Gregorio, en el octavo año de su
que se debe guardar en visitar las iglesias, y d i o pontificado, á 16 de enero, estando en Perosa, la
también algunas reglas á los mercaderes para ha- confirmó, que fué el año de 1235, y aun hay algu-
cer sus tratos sin pecado, y saber en qué casos nos que escriben que el mismo santo, por orden
están obligados á restitución. Mas en lo que prin- del rey D. Jaime, fué á Perosa para alcanzar del
cipalmente se empleaba era en ser santo y per- papa la confirmación, y que la impetró. Y aun
fecto, y con su ejemplo mover á todos al amor del añaden, que el mismo santo fué protector de la
Señor. En el tratamiento de su persona era rigu- dicha orden mientras que vivió, y que él la favo-
rosísimo: todos los días, fuera del domingo, comía reció con mucho gusto, por entender cuántos y
una sola vez con mucha sobriedad y templanza. cuan grandes provechos había de acarrear á la*
A las noches se disciplinaba rigurosamente: d e s - Iglesia del Señor. Y no se engañó, como la e x p e -
pués de completas y de maitines visitaba todos los riencia lo ha manifestado; porque demás del gran
altares de la iglesia, haciendo á cada uno de ellos número de cautivos que estaban en poder de los
particular inclinación y reverencia. Su oración moros ó infieles, y esta sagrada religión ha resca-
era muy continua, y acompañada con lágrimas: tado, ha habido en ella muchos santos y grandes
asistía á las horas canónicas en el coro con e x - siervos del Señor, mártires, confesores y prelados;
traordinaria devoción; y en un libro antiguo de los cuales con su ejemplo y doctrina y buen g o -
su vida se escribe que Dios nuestro Señor le había bierno la han ilustrado, y amplificado la Iglesia
dado un ángel tan familiar, que poco antes que en del Señor; y de todo esto tiene buena parte san
el convento donde estaba se tocara la campana á Raimundo, como el que también la tuvo en su
maitines á la media noche, le despertaba, y le con- santa institución.
vidaba á orar, y el santo obedecía al ángel y se Murió en esta sazón el P. Fr. Jordán, segundo
levantaba y se iba al coro: después de los maitines, maestro general de la orden de predicadores, que
y de su larga y fervorosa oración, dormía un poco, sucedió á su primer instituidor y padre santo D o -
y luego con mucho cuidado se disponía para decir mingo: juntáronse los padres de su orden, para
misa, la cual decía cada día confesándose primero, hacer elección de nuevo general, en la ciudad de
humilde y devotamente. Y solía decir que el día Bolonia, en el año de 1238. Entre los electores
DÍA 7 ENERO 131
había esclarecidos varones en santidad, letras y solamente los reyes le ocupaban, sino también los
prudencia; especialmente resplandecían entre los sumos pontífices le encomendaban muchos n e g o -
demás Alberto Magno, que era vicario general de cios tocantes á la sede apostólica, como elegir
la orden y provincial de Alemania, y Hugo de San obispos y abades, examinar algunos prelados y
Teodorico, provincial de Francia, y otros maestros deponer algunos de los examinados, absolver y
graves y muy señalados. Al principio del capí- excomulgar, y dispensar con irregulares y otras
tulo general hubo alguna división, y los votos se cosas semejantes: unas veces determinando lo que
partieron y fueron iguales entre Alberto Magno y se había de hacer, otras cometiéndoselo para que
Hugo de San Teodorico. Después, casi milagrosa- lo ejecutase, si le pareciese que se debía hacer,
mente, haciéndose más oración delante del altar dejándolo todo á su juicio, por la grande opinión
del bienaventurado padre santo Domingo, suplican- que tenían de su santidad, letras y miramiento en
do á nuestro Señor que les diese luz para acertar lo que hacía. Con esta mano que el santo tuvo con
y para nombrar por su cabeza y pastor al que su los papas y con los reyes de Aragón, procuró que
divina Majestad había ya escogido, y sabía que con autoridad apostólica se instituyese el oficio
imitaría mejor á su padre santo Domingo, y c o n - de la santa Inquisición en aquellos reinos, como
servaría su espíritu en su religión, todos, de c o - lo hizo; ó Inocencio IV, papa, que sucedió á Gre-
mún acuerdo, eligieron al bienaventurado fray gorio IX, le cometió, en compañía del provincial
Raimundo, que se estaba en Barcelona muy d e s - de la orden de santo Domingo en España, la
cuidado de pensar que tal cosa podía suceder. provisión de inquisidores en las tierras que el
Pero porque aquellos padres electores sabían la rey de Aragón tenía en la provincia Narbonen-
humildad del que habían elegido, y entendían no se; y el mismo santo Fr. Raimundo era el que
querría aceptar la elección, enviaron de Bolonia más velaba en las cosas de la fe contra los here-
á Barcelona cinco padres de los más graves de jes, porque fué gran celador de nuestra santa reli-
todo el capítulo, encargándoles que con todas sus gión, y muy solícito perseguidor de sus enemigos,
fuerzas le apretasen y no admitiesen excusa, sino y extirpador de todo género de error y herejía.
que en todo caso procurasen que abajase su cer- Demás de esto, como el rey D. Jaime el Conquis-
viz, y tomase sobre sí aquel yugo. Los padres tador le quería tanto, y le reverenciaba, llevóle
vinieron é hicieron su oficio, y san Raimundo se consigo á las cortes de Monzón, y túvole por pa-
excusó, ó hizo todo lo que pudo por no ser m a e s - dre y confesor suyo, y conocía cuan bien le iba
tro general de su orden; mas al fin, entendiendo con sus consejos, y envióle con otros embajadores
que aquélla era la voluntad de Dios, se rindió y del papa Urbano IV, para tratar un negocio arduo
sujetó al parecer de aquellos padres, y á la o b e - y de suma importancia.
diencia de su orden. Aceptó el cargo; pero no le Mas no es justo que dejemos de tratar muy de
tuvo más de dos años: en los cuales ordenó algu- propósito lo que aconteció con el mismo rey don
nas cosas de grande importancia para la religión. Jaime, el cual, aunque amaba y respetaba tanto
Puso mucho rigor en la obediencia regular, no á san Raimundo, como se ha dicho, pero como
sólo en las cosas sustanciales, sino también en hombre y como rey tan poderoso y que tenía tan-
las menores y de menos importancia, en compa- tas ocasiones para caer, llevando consigo á Ma-
ración de las otras: porque como él solía decir: llorca á san Raimundo por guía y maestro, llevó
«Quien en la virtud tiene en poco lo poco, no ten- también secretamente una mujer con quien tenía
drá en mucho lo mucho.» Puso en orden las cons- mala amistad. Llegado á Mallorca, súpolo el s a n -
tituciones de la religión, en la forma que ahora to, pidió y suplicó con grande instancia al rey
las tienen los frailes, con distinciones. Visitó por que despidiese aquella mujer, y se la quitase de
su persona y á pie las provincias, con raro ejem- delante, porque de otra manera él no podría s e r -
plo de virtud y grandísima demostración de peni- virle. Y aunque el rey le prometió que lo haría,
tencia y rigor; y hallándose ya viejo y cargado no lo hizo, vencido de su pasión: porque en vicios
de enfermedades, renunció el generalato, el año tan pegajosos es muy fácil el prometer, y dificul-
de 1240, en el capítulo general que se tuvo en la toso el cumplir. Entonces el santo dijo al rey, con
misma ciudad de Bolonia: y con esto muy conten- rostro algo severo, que él se quería volver á Bar-
to y alegre se volvió á sus ordinarios y religiosos celona, pues su alteza no cumplía lo que le había
ejercicios á su convento de Barcelona, que eran prometido. Mucho sintió esto el rey, que Fr. Rai-
oración, meditación y áspera penitencia, y acudir mundo, persona tan conocida y estimada de todos,
á los negocios que los reyes de Aragón, por la le dejase y se partiese de su servicio: porque en
notoria santidad de su vida y eminente doctrina, ninguna cosa tienen tanto que sentir los reyes,
muchas veces le consultaban, pareciéndoles, y cuanto en que tales hombres les falten y los dejen:
con razón, que siendo guiados por tan buen con- y así mandó á todos los patrones de los navios, so
sejo no podían dejar de ser muy acertados. Y no pena de la vida, que ninguno de ellos le admitie-
132 LA LEYENDA DE ORO DÍA 7
se en su navio, ni le pasase á España. El santo, mismos reinos. Y como él era tan santo y tan e n -
sin saber este mandato del rey, una noche, des- cendido en el amor de Dios y celoso de su honra,
pués de maitines, tomando la bendición del prior no se aprovechaba de esta autoridad para alguna
de su convento, se fué al puerto de la ciudad de cosa suya temporal, sino para amplificar la gloria
Mallorca, para embarcarse con su compañero en de Dios y el bien de las almas. Tuvo una revela-
un navio que estaba aprestado para Barcelona, y ción de lo mucho que Dios nuestro Señor se que-
como no le quisiesen admitir ni en él ni en otros, ría servir de sus santos hermanos y compañeros
por miedo del rey, se fué al puerto de Sóller, dis- de la orden de santo Domingo, para la conversión
tante tres leguas de la ciudad, donde halló tres de los infieles moros y judíos, que había en aque-
barcos cargados de duraznos, que se hacían á la lla sazón en España y en África, é hizo hacer dos
vela para Barcelona; rogó á los marineros que le estudios de hebreo y arábigo, uno en Túnez y otro
llevasen, y no se atrevieron. Entonces, tomando en Murcia, para que en ellos algunos religiosos
de la capa á su compañero, se fué á unas rocas, de su orden, aprendiendo aquellas lenguas, p u -
que estaban más adentro del mar, y le dijo: diesen predicar á los judíos y moros, como lo hi-
«Ahora veréis como el Rey eterno nos proveerá cieron, y convirtieron más de diez mil moros, y
de muy buen barco.» Diciendo esto quitóse la se divulgó la fe de Cristo á los de aquella nación.
capa, y echóla al agua muy tendida, y tomando el Y el papa Alejandro IV, el segundo año de su
bordón en la mano y haciendo la señal de la cruz, pontificado, que fué el de 1256, por una bula su-
entró y se puso sobre ella como si entrara en al- ya, mandó al provincial de España que enviase
gún barco, y aun con más seguridad y quietud. frailes á tierra de infieles, para predicarles el san-
Hincó el bordón en medio, y llamó á su compa- to Evangelio, dando grandes poderes á los que
ñero, paraque santiguándose entrase también. El fuesen á tan gloriosa empresa, de lo cual se s i -
compañero, atónito de lo que el santo hacía, no guió copiosísimo fruto; y muchos de los infieles,
se atrevió, y así se quedó en tierra, y el santo que estaban ciegos y vivían en la sombra de la
levantó en alto la mitad de la capa á modo de muerte, alumbrados con la luz del cielo, conocie-
vela, ó hincándola en lo más alto del bordón ron y abrazaron á Jesucristo por su Redentor y
como en árbol de nave, luego sopló un aire del- Señor. Y el santo Raimundo tenía gran cuenta de
gado y suave, y san Raimundo comenzó á n a v e - recogerlos y ampararlos, y con las limosnas que
gar, mirándose unos á otros los que estaban le daban para esto los reyes y prelados, susten-
presentes y como fuera de sí; y el mismo día que tarlos y confirmarlos en la santa fe católica que
partió de Mallorca, en espacio de seis horas llegó habían recibido. Y para que más fácilmente los
á Barcelona, que es viaje de ciento y sesenta letrados de sus sectas se convirtiesen, rogó á san-
millas, ó de cincuenta y tres leguas, y saltan- to Tomás de Aquino que escribiese un libro con-
do de la capa en tierra como de un barco, la tra los errores de ellos, y el angélico doctor lo
tomó y se la vistió tan enjuta, como si la sacara hizo y escribió el libro contra los gentiles, que es
de alguna arca; y con su bordón en la mano se tan docto y tan admirable.
fué derecho á su convento, y hallándole cerra- En éstas y en semejantes cosas, todas encami-
do, entró en él sin que nadie le abriese la puerta, nadas al servicio de Dios nuestro Señor, se ocupó
añadiendo Dios un milagro á otro milagro. En san Raimundo treinta y cinco años que vivió des-
entrando se fué humildemente al prior y tomó su pués que dejó el cargo de maestro general de su'
bendición, y sentóse con los otros á comer de la orden, y toda su larga vida no fué sino aparejarse
miseria que comían. Súpose este prodigio tan e s - para bien morir.
tupendo en la ciudad de Barcelona, porque mucha Llegó á edad decrépita, y siendo ya muy viejo,
gente principal estaba presente cuando desembar- le d i o una enfermedad, en la cual los reyes de
có el santo, y le acompañaron á su convento, y Castilla y de Aragón le visitaban con mucha ter-
todos quedaron asombrados y alabaron al Señor, nura y reverencia; y agravándosele la enferme-
obrador de tantas maravillas. El mismo rey don dad, á los 6 de enero del año 1275, el día de los
Jaime, cuando supo cómo se había embarcado en Reyes, cerca de las seis horas de la mañana, es-
el puerto de Sóller, vino á él, y vio el mismo lu- tando presentes y orando y llorando los religiosos
gar, y se arrepintió de su pecado, y dejó aquella de su convento, entregó su espíritu al Señor, que
mujer, y de allí adelante vivió bien y comenzó á para tanta gloria suya y bien de su Iglesia le h a -
respetar más al santo y mirarle como á hombre bía criado. Halláronse presentes á su entierro el
venido del cielo; y con los mismos ojos le miraban rey de Castilla D. Alonso y su hermano D. Fer-
los demás. Por este milagro y por otros, que en nando, su hijo D. Sancho y dos infantes meno-
vida hizo san Raimundo, fué tenido en suma ve- res, y el rey D. Jaime de Aragón, y el infante
neración, y alcanzó mucha mayor autoridad con D. Jaime su hijo, y los obispos de Cuenca, de
los papas y con los reyes de Aragón, y con los Barcelona y de Huesca, y otros muchos prelados
DÍA 7 ENERO 133
y señores, y toda la nobleza de aquella clarísima dice haber leído que resucitó cuarenta muertos.
ciudad y de las cortes de los dos reyes. Murió de Por los milagros que el Señor obró por san Rai-
edad de casi cien años, porque nació el año de mundo y por su santísima vida, en un concilio de
1175, según lo que se dice en el sumario de la re- obispos, que se hizo en la ciudad de Tarragona el
lación que se hizo para la canonización del santo año de 1279 se suplicó á Nicolao III, sumo pontí-
en Roma, y esto es lo que comúnmente se escri- fice, que le canonizase; y la misma instancia hi-
be. Verdad es que el P. Fr. Francisco Diago, de cieron con Bonifacio VIII, papa, diez conventos de
la orden de santo Domingo, dice que nació el año la orden de predicadores el año de 1298, inter-
de 1186, y murió de ochenta y nueve. Hizo n u e s - cediendo por la misma canonización; y los reyes
tro Señor muchos milagros por san Raimundo, y reinos de Aragón y el principado de Cataluña
en vida y en muerte. En el proceso de su canoni- muchas veces pidieron lo mismo, y por varios
zación ponen tres, que hizo en vida. El primero, impedimentos no tuvieron efecto sus ruegos,
es de aquel hombre que en el puerto de Tosa es- hasta que el papa Paulo III, á 3 de junio, el octa-
taba sin habla y sin sentido y como muerto, y por vo año de su pontificado, que fué el del Señor de
las oraciones del santo volvió en sí y se confesó 1542, d i o licencia para hacer cada año oficio so-
con él, como arriba queda referido. El segundo, lemne y celebrar su fiesta á los 7 de enero, un
es la navegación que hizo sobre su capa por el día después de su fallecimiento, en la provincia
mar, de Mallorca á Barcelona, con tanta brevedad de Aragón de su orden, aprobando el oficio que
y seguridad como se ha dicho. El tercero, de un del santo se canta y compuso Fr. Jacobo Ferran-
fraile de su orden, el cual, siendo gravemente te, de nación turco y en religión hombre raro,
tentado y afligido de los estímulos de la carne, su- que por sus buenas partes fué provincial de su
plicó á nuestro Señor que por los merecimientos orden en aquella provincia; y finalmente, el año
de Raimundo le librase; y diciendo el santo misa, pasado de 1601, la santidad de Clemente VIII, á
v i o entre sus manos un niño hermosísimo, y con los 29 de abril, día de san Pedro mártir, le cano-
esta visión quedó libre de aquellas tentaciones nizó y puso en el catálogo de los santos con gran-
que tanto le apretaban. de aparato y solemnidad, suplicándoselo el rey
Después de muerto, en el sumario del proceso D. Felipe el III, y la ciudad de Barcelona con el
de su canonización, se cuentan otros ocho mila- principado de Cataluña.
gros. De un caballero, criado del rey de Aragón, La vida de san Raimundo escribió Fr. Leandro
el cual estando lleno de lepra, sanó. De una niña Alberto, de su orden, y la trae el P. Fr. Loren-
de edad de cuatro años, que muerta, resucitó. De zo Surio en su primer tomo, y el P. M. Fr. H e r -
otra mujer, que estando con grandísimos dolores nando del Castillo, en el segundo libro de la h i s -
de parto tres días y tres noches, sin poder parir, toria de su orden, caps. XVI, XVII y XVIII.
parió un hijo por las oraciones del santo. Otro También la recopiló brevemente el doctor Fran-
mozo, estando para morir ó casi muerto, cobró la cisco Peña, auditor de la Rota, que intervino en
salud. Otro apestado se encomendó al santo, y él su canonización; y más copiosamente el padre
le apareció y le tocó, y quedó sano. De otra mujer Fr. Francisco Diago, de su misma orden, en la
se escribe, que habiendo echado gran copia de historia que escribió de la provincia de Aragón,
sangre por la boca, se la restañó y vivió, bebiendo de la orden de predicadores, año de 1599, en el
un poco de agua con unos polvos del sepulcro de l i b . II, cap. VII. hasta el XXVIII. Hacen asi-
san Raimundo. Y no es el menor de sus milagros, mismo mención de san Raimundo Pedro Mar-
que del sepulcro donde su sagrado cuerpo la pri- cillo en su historia, y Jerónimo Zurita en el ter-
mera vez fué depositado, manan continuamente cer libro de sus anales, caps. LX y XCIV.
unos polvos que, tomándolos con un poco de agua (P. Ribadeneira.)
los enfermos, sanan de calenturas y otras dolen-
cias. El que sucedió el año 1596, á 4 de abril, que LA VUELTA DEL NIÑO JESÚS DE LA TIERRA DE EGIPTO.—
el arzobispo de Tarragona y los obispos de Barce- Acaeció, según algunos antiguos escritores, el
lona y de Vich, comisarios apostólicos, abrieron año sexto de su edad.
su sepulcro, del cual salió un olor suavísimo y ce-
lestial, el cual muchos sintieron. Y un hombre SAN LUCIANO.—Fué presbítero de la Iglesia de
que por espacio de diez y ocho años había perdi- Antioquía, y tan versado en las sagradas letras
do el olfato, con el olor del sagrado cuerpo le co- y en la oratoria sagrada, que refutó y venció v a -
bró. Estos milagros se refieren en el proceso de rias veces á los sabelianos. Durante la persecu-
la canonización, como dijimos; pero otros muchos ción de Galerio Maximiano, hallándose en N i c o -
no menos maravillosos escriben los autores de su media, y no queriendo abjurar la religión de
vida, á los cuales remito al lector; y Fr. Lo- Jesucristo, fué condenado á ser dividido en cuatro
renzo Alberto, de la orden de santo Domingo, partes, cada una de las cuales fué luego atada á
134 LA LEYENDA DE ORO DÍA 8
una enorme piedra y arrojada al mar. El Señor SAN TEODORO, MONJE, EN EGIPTO—Fué discípulo de
volvió por la gloria de su mártir, cuyo sagrado san Antonio abad, y floreció en tiempo de Cons-
cuerpo salió entero sobre la orilla del mar, en las tantino el Grande, mereciendo por sus eminentes
inmediaciones de Helenópolis de Bitinia, donde se circunstancias que san Atanasio lo propusiese á
le d i o honrosa sepultura á principios del s i - los religiosos como modelo de virtud y santidad.
glo IV. San Juan Crisóstomo habla de san Luciano
como de un mártir esclarecido, y refiere que la SAN CEDA, OBISPO Y CONFESOR-Floreció en el s i -
víspera de su muerte celebró el santo sacrificio glo VII. Beda y el Martirologio inglés hablan de él.
dentro de la cárcel, sirviéndole de altar su mismo
pecho. SANTA KENTIGERNA, YIUDA—Fué muy humilde, de
costumbres austeras, y murió en 782, religiosa.
SAN CLERO, DIÁCONO DE ANTIOQUIA—Fué por su ge-
nerosa confesión de fe siete veces atormentado; SAN ALDRICO, OBISPO Y CONFESOR. - Nació por los
estuvo preso por largo tiempo, y últimamente, ha- años de 800. Fué electo obispo de Mans en 832 y
biéndole degollado, consiguióla corona del mar- murió en 856.
tirio. Sus actas se han perdido, y por consiguiente
ignórase la época de su muerte. SAN THILLÓN, Ó TEÁN, PRESBÍTERO Y CONFESOR.

SAN FÉLIX, Y SAN GENARO, MÁRTIRES-Nada más se Día 8


sabe de ellos, sino que fueron naturales de Hera-
clea, antigua ciudad de España cerca de Cádiz, de SANTA GUDULA, VIRGEN.— Fué santa Gudula hija de
la cual fué Félix obispo, y Genaro presbítero. Wirgero, que era gran señor y conde, y de Amal-
berga, que era hija de una hermana de Pipino,
SAN JULIÁN, MÁRTIR—Nació de padres ilustres en mayordomo mayor del rey de Francia, y goberna-
Toledo, de cuya ciudad fué uno de los primeros dor de todo el reino. Eran estos señores sus padres,
obispos. Trabajó incesantemente en la viña del no menos piadosos y temerosos de Dios, que ricos
Señor, y á la edad de noventa años mereció derra- y poderosos; y la madre de santa Gudula, estando
mar su sangre por la fe de Jesucristo. preñada de ella, tuvo revelación de que lahija que
pariría sería santa, y muy esclarecida á los ojos
SAN CANUTO, REY Y MÁRTIR.-Su fiesta principal se del Señor: y para el buen principio y cumplimien-
celebra el día 19 de enero. to de esta revelación, cuando salió á la luz la niña,
santa Gertrudis, virgen admirable y parienta suya,
SAN CRISPÍN, OBISPO Y CONFESOR—Nació en Pavía; fué su madrina, y la sacó de la pila del bautismo,
fué canónigo de su catedral, y por fin ascendió á y después la tomó á su cargo para criarla para Dios.
la silla de la misma iglesia por muerte de san Estuvo Gudula en el monasterio de Nivela todo el
Ursicino. Empleó su celo en adornar la iglesia y tiempo que vivió santa Gertrudis, con maravilloso
la ciudad; promovió grandísimas mejoras en la recogimiento ó insigne santidad; y habiéndose ido
población; mandó edificar el puente Ticinio; fun- su santa madre á mejor vida, se volvió á casa de
dó varios lugares de oración, de refugio y de be- sus padres, no para tener más libertad, sino para
neficencia, y fué el verdadero padre de su pueblo. aprovecharse y encenderse más'vivamente con
Compuso las diferencias entre Padua y Pavía sus ejemplos en el amor de nuestro Señor.
sobre la posesión de un campo, que después se A dos millas de la casa de sus padres estaba
llamó Campo de la Paz; y después de un pontifi- una aldea llamada Morsela, donde había un o r a -
cado de treinta y cuatro años, lleno de mereci- torio ó iglesia dedicada al Salvador; solía irse
mientos descansó santamente en el Señor por los algunas noches con una sola criada la santa vir-
años de 214. gen á este oratorio, para darse más quietamente
á la oración y contemplación de su dulcísimo e s -
SAN NICETO, Ó NICETAS, OBISPO.-Fué obispo de los poso. Iba una noche, como solía, y el demonio
dacios, que ocupaban parte de los antiguos reinos mató la lumbre que llevaban, para que hallándose
de Hungría y Transilvania. En 897 fué á Roma á á oscuras y sin saber el camino, no pasasen a d e -
visitar el sepulcro de los Santos apóstoles; y r e - lante. Púsose en oración santa Gudula, y luego la
gresó á su diócesis, donde edificó con su piedad y lumbre que llevaba se tornó á encender milagro-
raras virtudes á todo su rebaño. En 401 volvió á samente; y con este favor del cielo llegó al orato-
Roma para consultar al papa sobre los negocios rio, y gastó toda aquella noche en hacer gracias
de la Iglesia, y poco después murió en medio de y alabar al Señor; y á la mañana siguiente, d e s -
sus ovejas, que perdieron en él un padre y un pués de haber oído las misas y cumplido con su
verdadero pastor. devoción, tornó á su casa muy gozosa y contenta;
DÍA 8 ENERO 135
pero en el camino encontró con una pobre mujer cuerpo de todas aquellas riquezas que tenía, y
muy afligida, que traía consigo á un niño de parte de ellas d i o á una hija suya. Súpolo san
nueve años, tan lleno de enfermedades y miserias Emeberto, obispo de Cambray, y hermano de san-
que no era señor de sus miembros, ni podía alzar ta Gudula, y excomulgó por aquel sacrilegio á los
la cabeza para mirar al cielo, ni hablar, ni comer que le habían cometido; y Dios nuestro Señor
con sus manos; en fin, era un retablo de enferme- confirmó del cielo la sentencia, porque todos los
dades y dolores. V i o l e la santa virgen, compade- que nacieron de aquella familia fueron afligidos
cióse de é l , oró al Señor, lloró muchas lágrimas, de varias enfermedades, y no hubo persona de
tomóle en los brazos, y súbitamente quedó del ella que con alguna fealdad ó pena corporal no
todo sano, maravillándose la misma santa de la pagase la culpa de tan grande maldad.
bondad de Dios, que por su medio, siendo ella tan Este milagro fué para castigo de los que habían
vil criatura, se había dignado de restituir la salud robado el sepulcro de la santa virgen: pero otro
á aquel muchacho, y gozándose la madre por ver mayor obró Dios para honrar al mismo sepulcro,
á su hijo sano por intercesión de aquella santa y por intercesión de santa Gudula, y alumbrar á
doncella. Otra vez, estando sola orando en su cel- los que estaban en la sombra de la muerte. De la
da, vino una mujer cargada y casi consumida de otra parte del mar había un rey gentil que tenía
lepra, suplicándola que la curase; hizo oración, y una hija tullida, y que no se podía mover desde
puso las manos sobre ella, y quedó luego limpia y su nacimiento. Aparecióle una noche á. esta don-
sana. Otros muchos milagros hizo el Señor por cella^en sueños una mujer venerable y de lindo
esta santa en vida; pero los que obró después que aspecto, y díjole que fuese al sepulcro de santa
la llevó al cielo para darle la corona digna de sus Gudula, porque allí cobraría salud; y con el deseo
merecimientos y victorias, fueron mucho mayores, grande que tenía de alcanzarla, refirió luego á sus
porque luego que enterraron su sagrado cuerpo, padres lo que había visto y oído; pero como ellos
un árbol que estaba allí cerca, en medio del invier- eran paganos y no tenían noticia de la santa, ni
no, floreció y se vistió de hojas y hermosura, y sabían dónde estaba ni cómo la habían de buscar,
queriendo trasladar al monasterio de Nivela sus no hicieron caso de ella, hasta que tres noches
reliquias, no las pudieron mover del lugar donde después le fué revelado á la misma doncella el
estaban, hasta que se determinaron de llevarlas al lugar donde estaba la bendita santa, y donde la
oratorio ó templo del Salvador, que estaba en la había de hallar. Con esta claridad mandó el rey
aldea de Morsela, donde la santa virgen solía su padre aprestar un navio, y envió su hija en él,
derramar muchas lágrimas, y orar con tanta d e - bien acompañada de criados y soldados á Flandes,
voción, porque en tomando esta resolución, pudie- donde llegó y fué á visitar el sagrado cuerpo de
ron mover la caja en que estaba el sagrado cuer- santa Gudula, y al cabo de tres días que estuvo en
po, y llevarla á Morsela. Pero sucedió una cosa oración, impetró la salud del cuerpo que tanto
prodigiosa en esta traslación; porque aquel árbol deseaba, y la del alma, que le importaba más;
que había florecido cerca de su sepulcro, por vir- porque dejando la ceguedad de la idolatría en que
tud divina se arrancó de suyo del lugar donde estaba, abrazó la fe de Jesucristo nuestro Salva-
estaba, y se trasplantó y puso delante de la puerta dor, que es luz verdadera que alumbra á todos
de aquel templo, vestido de belleza y hermosura: los que creen en él. Y sus mismos padres, cuando
y por este milagro el emperador Carlomagno entendieron el milagro y vieron á su hija sana,
mandó edificar allí, para honra de la santa, un mo- hicieron la misma jornada, y fueron á visitar el
nasterio de vírgenes; y yendo una vez á caza, y cuerpo de la santa virgen, y despedidas las tinie-
siguiendo á un oso de notable grandeza, el oso, no blas de su ignorancia se bautizaron ó hicieron
pudiendo ya escapar de las manos de los cazado- cristianos.
res, se entró en aquella iglesia, y bajando la c e r - Resplandeciendo, pues, santa Gudula con éstosy
viz comenzó á lamer los pies de las monjas que otros milagros, fué nuestro Señor servido de casti-
allí estaban, y no se quiso partir de aquel lugar gar los pecados de los moradores de aquella tierra
por toda su vida, estando entre aquellas purísimas con azote grave y riguroso, y permitió que entrase
vírgenes, no como oso bravo, sino como manso por ella gente cruel y bárbara, y enemiga de nues-
cordero. tra santa religión, robándola, quemándola y d e s -
Cuando sepultaron á la santa virgen, como sus truyéndola, y que asolasen al mismo monasterio
padres eran señores esclarecidos y muy ricos, donde estaba sepultado su sagrado cuerpo; aunque
mandáronla enterrar con gran pompa y solemni- por la bondad de Dios no le tocaron, por haberse
dad, y aderezarla muy ricamente con ropas pre- antes traspasado á otro lugar más apartado y segu-
ciosas y joyas. V i o l o un ladrón, y movido de su ro. Mas después que cesó aquella borrasca y los
codicia, al tercer día después de su muerte entró bárbaros se retiraron, tornaron el sagrado cuerpo
de noche en su sepulcro y despojó el sagrado al monasterio, donde estuvo hasta que imperando
136 LA LEYENDA DE ORO DÍA 8
Otón II, Carlos, hermano de Lotario, rey de Fran- lentes en virtud y ciencia, y que fueron grande
cia, llevó con grande acompañamiento y honra el ornamento de su ciudad; pero el que más se es-
cuerpo de santa Gudula á Bruselas, y le colocó en meró y se aventajó sobre todos, fué nuestro L o -
el templo de san Gaugerio. Sucedió en esta trasla- renzo, el cual desde niño d i o muestras de lo que
ción, que queriendo el mismo Carlos curiosamente había de ser en la edad madura y perfecta, porque
ver con sus ojos el cuerpo de la santa virgen, abrió era muy amado, muy lindo y gracioso, y de tanto
la caja donde estaba, y súbitamente sobrevino una seso, que parecía viejo en la tierna edad. Siendo
niebla tan espesa y tenebrosa, que le quitó la v i s - ya de diez y nueve años, escribe el mismo santo
ta, y á todos los que allí estaban causó espanto y padre, que tuvo una revelación de nuestro Señor,
confusión, y despavoridos hicieron oración tres por estas palabras: «Yo, dice el santo, era seme-
días, suplicando á nuestro Señor que los perdo- jante á vosotros, y con grande ansia y encendido
nase; y sin querer ver más lo que había en la caja, deseo buscaba en las cosas exteriores la paz de
la cerraron y pusieron en su lugar, y el duque mi alma y no la hallaba; y andando en esto me
Carlos la selló con su sello, y ofreció á la virgen apareció una doncella, cuyo nombre yo no sabía,
ricos ornamentos para servicio de su altar, y le más resplandeciente que el sol, la cual, llegándose
aplicó algunas posesiones y rentas. En este lugar cerca de mí con rostro blando, y con unas palabras
estuvieren las sagradas reliquias de santa Gudula suaves, me dijo: ¡Oh mancebo de mí muy amado!
hasta el año de 1047, en el cual, habiéndose edificado ¿Por qué derramas tu corazón, y buscando la paz
en Bruselas el templo de San Miguel, fueron tras- le distraes por la variedad de tantas cosas? En mí
ladadas á él por el conde Vidrino, nieto del duque está lo que buscas; y yo te prometo de dártelo, si
Carlos, con solemne procesión y acompañamiento me tomas por esposa.» Y después dice, que le de-
del obispo, y de todo el clero y pueblo, donde al claró que era la Sabiduría de Dios, la cual por
presente están, y son reverenciadas de toda aque- salud del género humano se había vestido de
lla noble, rica y devota ciudad de Bruselas, que nuestra carne, y que él le dio su consentimiento
tiene á santa Gudula por singular patrona suya, y y la tomó por esposa; y con esto ella, dándole
el templo que edificó á san Miguel, y se llamaba de ósculo de paz, desapareció. Confirmado, pues, con
su nombre cuando á él se trasladaron las reliquias, esta visión y favor del cielo, entendiendo que su
ahora se llama de santa Gudula, por la gran de- madre Quirina (que su padre ya era muerto mozo)
voción que todo el pueblo le tiene. le quería casar, determinó dar libelo de repudio á
La vida de santa Gudula, sacada de un libro todas las cosas de la tierra, y seguir la pobreza
muy antiguo escrito de mano, trae el P. Fr. L o - religiosa y el estandarte de la cruz de Cristo. Para
renzo Surio en su primer tomo de Las oídas de los esto un día se puso atentamente á pensar por una
santos. Hace mención de ella el doctor Juan Mo- parte las comodidades y bienes del mundo que
lano en las adiciones á Usuardo, y más larga- tenía ó podía tener, la nobleza, las riquezas, las
mente en el índice de los santos de los estados de honras, los deleites, los cargos de la república, la
Flandes, donde dice que el día de su glorioso mujer, los hijos y el resplandor de su casa y fami-
tránsito fué á los 8 de enero, y el de su traslación lia, y todo lo demás que toca á esto; y por otra
á los 6 de Julio. Floreció esta santa por los años parte se puso delante la pobreza, la cruz de la re-
del Señor de 660, reinando en Francia el rey Si- ligión, la hambre y sed, el calor y frío, la aspereza
giberto. (P. Ribadeneira.) y penitencia, el quebrantamiento de la propia v o -
luntad, y todas las otras dificultades que en el
EL BIENAVENTURADO SAN LORENZO JUSTINIANO, PATRIAR- nombre de religioso se encierran; y después de
CA DE YENECIA Y CONFESOR—La vida del bienaventu- haberlo todo considerado, así lo que dejaba, como
rado san Lorenzo Justiniano, primer patriarca de lo que tomaba, se volvió á un crucifijo y le dijo:
Venecia, escribió Bernardo Justiniano su sobrino, «Señor, vos sois mi esperanza, á vos quiero se-
que le trató mucho tiempo, y fué varón prudente guir;» y así se fué al monasterio que en Venecia
y elocuente, y es de esta manera: Fué san L o - llaman de San Jorge in Alga, que es de canónigos
renzo Justiniano de la familia Justiniana, que en reglares, donde estaba un tío suyo, llamado Mari-
la república de Venecia es antigua y nobilísima; y no, y allí tomó el hábito de religión.
se dice que descienden los de ella de algunos deu- En viéndose religioso, procuró serlo de veras, y
dos del emperador Justiniano, los cuales, siendo mortificar todos sus apetitos y blanduras de la
desterrados de Constantinopla, vinieron á Vene- carne con ayunos, vigilias, disciplinas, cilicios y
cia, ó hicieron su asiento en ella. En esta clarísi- otras penitencias corporales, tratando su cuerpo
ma ciudad nació nuestro buen patriarca Lorenzo como si no fuera suyo, sino un capital enemigo;
Justiniano. Su padre se llamó Bernardo, y su ma- lo cual fué en él cosa de mayor admiración, por
dre Quirina. Tuvieron estos caballeros cinco hijos, ser flaco de complexión. En tiempo de invierno
y entre ellos á Marco y Leonardo, varones e x c e - nunca se llegaba al fuego, y tocándole una vez las
DÍA 8 ENERO 137
manos un padre de su orden, que le convidaba hiciese señal para que prosiguiese la misa, y él se
que se llegase al fuego, y hallándoselas heladas, estuviese sin moverse, y como muerto, tiróle fuer-
le dijo: «¡Oh hijo! Grande es el fuego que arde en temente de la casulla, y entonces, como quien se
tu pecho, pues no sientes el rigor de tan grande despierta de un dulce sueño, se volvió á él y le
frío.» Para más mortificarse aún, no iba, como dijo: «Ya voy adelante con la misa, hermano;
suelen los otros religiosos, á la huerta. Asistía al pero ¿qué haremos de este Niño tan hermoso?
coro con gran puntualidad y devoción, sin arri- ¿Cómo le dejaremos solo y desnudo, tiritando
marse á la silla. Apretándole mucho sus superio- de frío?» Tuvo singular don en el hablar, y en
res para que en el sueño, vestido y comida no persuadir lo que quería. Había tenido en el siglo,
fuese tan severo consigo mismo, porque así c o n - siendo mozo, un grandísimo y estrechísimo ami-
venía á su salud, él respondió que él obedecería y go, el cual estaba en Levante al tiempo que el
haría lo que le mandasen; pero que el que quiere bienaventurado Lorenzo Justiniano se hizo reli-
padecer por Cristo nunca le faltan caminos para gioso; pero cuando el amigo volvió á Venecia, y
padecer. Habiendo caído en una grave enfermedad supo lo que Lorenzo había hecho, tuvo gran s e n -
de lamparones, sufrió para curarlos graves tor- timiento, y pensando poderlo sacar de la religión,
mentos de navaja y fuego, con maravillosa pacien- se fué al monasterio, acompañado de músicos de
cia y constancia, sin quejarse, ni dar suspiro ni varios instrumentos, y también de hombres arma-
gemido, ni otra voz, sino una vez el santísimo dos, para con los unos darle música y tentarle
nombre de Jesús. Otra vez, siendo ya viejo, y para que saliese, y con los otros hacerle fuerza, si
siendo necesario cortarle cierta hinchazón que se no quisiese salir. Mas quedó tan desengañado de
le había hecho en la garganta, y estando el ciru- su falsa esperanza, que pensando sacar á su com-
jano temeroso, le dijo el santo prelado: «Cortad pañero del monasterio, oyéndole hablar pocas pa-
sin miedo, que vuestra navaja no llegará á los labras, se quedó en él para vivir y morir en com-
tormentos que padecieron los mártires por el pañía de tan dulce amigo y santísimo varón.
Señor.» No fué menos maravillosa la fuerza que el S e -
Esto toca al cuerpo; pero ¿quién podrá digna- ñor le dio en conservar en la religión á algunos
mente explicar las virtudes interiores de su bendi- que estaban tentados de dejar su vocación, que lo
ta alma? Fué humildísimo, no hablaba sino de sus fué en traer á este caballero mozo á ella. Había en
pecados, deseaba ser menospreciado, trataba siem- su monasterio un religioso muy fatigado del d e -
pre de la humildad de Jesucristo nuestro Salvador, monio, y tentado para dejar los hábitos y volver-
y de su benditísima Madre la Virgen María. Ocu- se al siglo. Este había descubierto su tentación
pábase muy de buena gana en los oficios más al bienaventurado Lorenzo Justiniano, rogándole
viles y bajos de casa, y cuando era superior, de que le ayudase con sus oraciones; y el santo padre
tal manera gobernaba á sus subditos, como si con sus palabras y santos consejos le había a l e n -
fuera el menor de todos. Pedía de buena gana li- tado y esforzado, pero una vez se halló tan acosa-
mosna de puerta en puerta, y de mejor gana en do y apretado, y casi rendido de la tentación, que
los lugares más poblados, y donde tenía más c o - se fué al bienaventurado Lorenzo Justiniano, y le
nocidos, como verdadero amigo de la pobreza, y dijo: «Padre, si no me ayudáis, yo me vuelvo al
despreciador de los juicios de los hombres. Sufría siglo;» y él le respondió: «Hacedme placer, que
con grandísima paciencia y mansedumbre cuando hoy no os vais, y que guardéis hasta mañana.»
le reprendían y acusaban, sin tener él culpa, como Gastó el santo la noche en oración, y á la mañana
algunas veces le sucedió, sin excusarse, buscando el fraile tentado se halló tan trocado y fuerte, que
en todo la paz y quietud de su alma, y su mayor no trató más de salirse del monasterio, porque la
humillación, y edificación de sus hermanos. D e s - oración de san Lorenzo fué tan eficaz, que enfrenó
pués que se hizo religioso, nunca quiso entrar en al demonio para que no le osase acometer más.
casa de su madre, si no fué para ayudarla á bien Otra vez, estando asimismo otro fraile en sumo
morir; y lo mismo hizo con sus hermanos, pare- peligro, y casi ahogado y para salirse, pidió al
ciéndole que habiéndoles dejado una vez por bienaventurado padre que le diese la mano, por-
Cristo Señor nuestro, no había de volver á ellos que él se iba al fondo; y él tomó de un vaso un ra-
sino cuando la caridad del mismo Cristo le obli- millo de laurel, que se había cocido en agua, y
gase. dándoselo al fraile, le dijo: «Toma este ramillo, y
Fué devotísimo, y en su oración muy regalado plántale en la huerta; y si vieres que prende y
del Señor. Una vez, estando diciendo misa la vive, está cierto y seguro de tu perseverancia.» To-
noche de Navidad, después de la consagración móle el fraile, plantóle y revivió, y animado con
del cuerpo y sangre de Cristo nuestro Redentor, aquel milagro perseveró en la religión hasta la
quedó como elevado y absorto un gran rato; y muerte. También fué esclarecido en el don de pro-
como el ministro que le servía algunas veces le fecía. A un senador principal de Venecia, que se
TOMO i 18
138 LA. LEYENDA. DE ORO DÍA 8
llamaba Fantino Dandalo, habiendo tomado la ce- de aquella iglesia. Hizo estatutos y constituciones
niza el primer día de cuaresma, le dijo el bien- maravillosas para enmendar las vidas de aquellos
aventurado Lorenzo Justinianoque el año siguien- clérigos que vivían disolutamente. Procuraba que
te no tomaría de mano alguna las palmas benditas los monasterios de monjas fuesen bien proveídos
el Domingo de ramos, sino que él las repartiría á de lo necesario, para que las religiosas, siendo
los otros, como prelado. Maravillóse el senador, mujeres y ñacas, viviesen con más recogimiento;
porque era seglar, y ya de cincuenta años, y tra- y no solamente reformó los que halló cuando c o -
taba los negocios de aquella república; pero poco menzó á ser obispo, que fueron veinte, sino tam-
después fué asumpto el sumo pontífice Eugenio IV, bién edificó de nuevo otros quince. No tenía en
papa, que era veneciano, y la república envió casa cosa suya; todo era de los pobres, que eran
entre otros á Fantino Dandalo para darle la obe- en gran número, desvelándose el santo prelado
diencia; y el papa, después de haberle recibido, le en atender bien á sus necesidades ocultas, y r e -
hizo cardenal, y le envió por su legado á Bolonia, mediarlas, especialmente las de los pobres que de
donde el Domingo de ramos repartió las palmas y ricos habían caído en miserias. A éstos acudía
ramos benditos al pueblo, como se lo había profe- con más larga mano, y de mejor gana daba á los
tizado el bienaventurado Justiniano. pobres la comida y el vestido, ó la cama, que no
Resplandeciendo, pues, en éstas y otras e x c e - dineros para comprarlo. Y aunque examinaba con
lentes virtudes, y siendo superior de su monaste- cuidado la necesidad de cada uno, y tenía perso-
rio, el mismo papa Eugenio IV le nombró por nas virtuosas y prudentes diputadas para ello,
obispo de Venecia. No se puede fácilmente creer pero no quería que fuesen muy menudas y curio-
la congoja que el santo varón tuvo cuando supo la sas, sino que algunas veces se dejasen engañar,
intención del papa, y las diligencias que hizo por juzgando que es mucho mejor dar alguna vez al
sí y por otros para huir de aquella dignidad, de la que no tiene necesidad, que dejar de dar al que la
cual él se tenía por indigno; pero cuando supo la tiene. Una vez entre otras, muriéndose de frío los
última resolución del sumo pontífice, bajó como pobres, por la aspereza grande del invierno, hizo
hijo de obediencia la cabeza, y siendo ya de cin- traer algunas naves cargadas de leña, y las repar-
cuenta y un años, tomó la posesión de su obispa- tió á los pobres, que para ellos fué de grande
do, sin pompa ni acompañamiento, ni aun de sus abrigo, y para toda la ciudad de no menor edifica-
propios hermanos, y tan sin ruido, que antes se ción. Pidióle un deudo suyo que le ayudase para
supo que era venido el obispo que se supiese había casar honradamente una hija; y respondióle,
de venir. La noche antes estuvo sin dormir, ve- que poco no lo había menester, y que mucho no
lando en oración, y suplicando á nuestro Señor se lo podía dar, sin hacer agravio á muchos po-
que le tuviese de su mano, con muchas lágrimas; bres; especialmente, que los bienes de la Iglesia
y con la luz y favor del cielo, que allí recibió, fué no se habían de gastar en vestidos ricos, ni en
confortado. Tomó dos frailes de su convento para telas, y bordados, sino en sustentar á los que se
tenerlos cabe sí, y otros cinco ministros; y decía mueren de hambre, y en vestir á los que padecen
que ésta era grande familia para él, aunque tenía de frío. Y como en socorrer á los pobres gastase
otra mayor, que le daba más cuidado, entendiendo mucho más de lo que tenía, y se adeudase, pre-
la multitud de los pobres, á quienes siempre miró guntado en qué confianza lo hacía, respondió:
como verdadero padre. Trajo siempre el hábito «En la de mi Señor Jesucristo, que fácilmente
azul de su religión; nunca usó de colgaduras, ni podrá pagar lo que yo debo.» Y era mucho para
de vasos de plata, ni de cosa que oliese á mundo, alabar á nuestro Señor, ver la liberalidad con
y comía manjares groseros y ordinarios, y nunca que su divina Majestad proveía á su siervo, y
pedía cosa particular, ni alababa ni decía mal de como movía los corazones de la gente rica y
lo que le daban. Su cama era pobre, y de seis pies, poderosa para que le diesen largas limosnas de
y era un jergón de paja, y una bernia por manta; su hacienda, para que él las repartiese á los po-
y no quería que ninguno de sus criados entrase en bres. Dióle Dios una lumbre sobrenatural para
el aposento donde dormía, para poder más libre- entender las ciencias y decidir los pleitos y cau-
mente emplearse en su oración y lágrimas. sas eclesiásticas tan acertadamente, que ningu-
Ordenadas las cosas que tocaban á su persona, na sentencia que él dio se revocó en Roma; y
casa y familia, luego que se sentó en la silla de aunque era de suyo clemente y benigno en las
obispo, comenzó á serlo no menos en las obras que penas, y más inclinado á piedad, pero siempre la
lo era en el nombre. Trabajó mucho en que la clemencia iba acompañada con la justicia, con tan
iglesia catedral resplandeciese en el culto divino grande entereza, que ni lágrimas,.ni ruegos, ni
y en la majestad, como á iglesia de tanta dignidad amenazas jamás fueron parte para que él la tor-
convenía. Reformó los canónigos, instituyó canto- ciese, ni hiciese cosa que no debía. Pues ¿qué diré
res, y añadió otros prebendados para el servicio de su paciencia y mansedumbre, y de la igualdad
DÍA 8 ENERO 139
de ánimo con que sufrió las injurias y persecucio- fago de la corte, suplicó á su santidad que le de-
nes que aun siendo prelado se le hicieron? Pero jase, proponiéndole su edad y su poca salud. Pero
habíale su divina Majestad hecho merced de vivir aunque esto alcanzó de Eugenio IV, no pudo a l -
dentro de sí, y recoger su corazón siempre que canzar de Nicolao V, que le sucedió en el pontifi-
quería, y en cualquiera lugar y tiempo tener los cado, que no le hiciese patriarca de Venecia; y
ojos del alma puestos en Dios; y así en ninguna fué el primero de aquella república. Y aunque al
cosa que veía ó le acaecía se turbaba; porque vivía principio los que la gobernaban no venían bien en
con el cuerpo en la tierra, y con el corazón en el ello, temiendo que sería ocasión de algunas dis-
cielo, y como varón celestial, y vestido de la di- cordias entre la señoría y la Iglesia, mas después
vina luz, sabía muchas veces las cosas que habían le abrazaron y reverenciaron, y conocieron que
de suceder, y las anunciaba antes que viniesen; había sido negocio de la mano de Dios; porque de-
lo cual se echó de ver en muchas cosas, y parti- más de ser el bienaventurado Justiniano varón tan
cularmente en las enfermedades de sus dos h e r - ilustre en su república, y por sus virtudes tan ad-
manos, Marcos y Leonardo, los cuales estando mirable en el mundo, procedió en su nueva digni-
muy agravados, y para morir, en diferentes tiem- dad con tan raro ejemplo de santidad, humildad y
pos rogaron al santo hermano que los fuese á ver prudencia, que rindió á todos los que habían tenido
y que se diese prisa si los quería ver vivos, y él contrario parecer, y en todas las partes de la cris-
se detuvo, diciendo que aun no era hora, y que él tiandad se extendió tanto la opinión y fama del nue-
iría á su tiempo; y asi fué cuando ellos menos le vo patriarca, que muchos de provincias remotas
esperaban, y murieron en sus manos: porque, venían á Venecia sólo por verle y tomar su bendi-
como arriba se dijo, después que se hizo religioso, ción; y el alemán, español y francés, y los de otras
nunca quiso entrar en casa de su madre ni de naciones, llegados á la ciudad de Venecia, donde
sus hermanos si no fué en caso tan apretado y de hay tantas cosas que ver, la primera que busca-
tan extrema necesidad como fué ayudarlos á bien ban era el santo patriarca Justiniano; porque t o -
morir. Otras veces, estando algunas personas des- dos le tenían por oráculo de sabiduría, y por e s -
ahuciadas de los médicos, dijo que no morirían, pejo de toda santidad, y por hombre que con sus
y no murieron. También tuvo el don que llaman lágrimas y oraciones sustentaba aquella república,
discreción de espíritu, y leía en los corazones de la cual en su tiempo estuvo muy afligida y apre-
los prójimos lo que tenían encerrado en sus pe- tada con guerras y trabajos; de manera que un
chos, sin descubrírselo ellos. Entre otras cosas santo ermitaño que había vivido muchos años en
que á este propósito se cuentan de este santo gran aspereza y penitencia, cerca de la isla de
varón, es una bien notable la que ahora diré: En Corfú, dijo á un gentilhombre veneciano, que Dios
un convento de monjas de la ciudad de Venecia estaba muy enojado con su ciudad, pero que por
había una de gran perfección y santidad, que con los merecimientos y oraciones de su patriarca no
ayunos, penitencias, oraciones y todas las demás los había asolado.
virtudes, resplandecía entre las otras. Esta, el día Siendo, pues, de setenta y cuatro años, cargado
del santísimo Sacramento, deseó mucho c o m u l - de días, de trabajos y de merecimientos, le vino
gar, y no pudo; envió á suplicar al santo obispo, un encendido deseo de morir, si así fuese la v o -
que ya que no merecía aquel día gozar de los luntad del Señor, el cual le envió una enfermedad
abrazos y comunicación de su dulce esposo, le peligrosa, y para curarle nunca pudieron acabar
suplicaba que en su misa se acordase de ella. con él que se echase en cama blanda y regalada,
Prometióselo el bienaventurado Justiniano, y di- sino en la suya pobre y dura; y viendo él que le
ciendo la misa delante del pueblo, habiendo l e - curaban con mucho cuidado y sin perdonar gasto,
vantado la hostia, quedó enajenado y como fuera se quejó y dijo: «¿Para qué tanto cuidado de este
de sí, y el Espíritu del Señor le llevó á la celda de saco vil y cuerpo mortal? ¿Cuánto se gasta sin
aquella virgen sagrada, que estaba puesta en una provecho para dar salud á quien tan poco la m e -
profunda contemplación, y con encendido deseo rece, estando tantos pobres pereciendo de hambre
de comulgar, y la comulgó, y no por esto el cuerpo y de frío?» Entendió el santo prelado que se llega-
se apartó del altar; pero volviendo en sí acabó su ba el día deseado de su partida de esta vida, y
misa, y procuró el santo varón que mientras que aunque como hombre verdaderamente humilde, y
él viviese no se supiese lo que le había aconte- que se conocía por pecador, algunas veces mostró
cido. Crecía cada día más la fama de su santidad; temerle, y que no se tenía por seguro; otras, no
y el papa Eugenio IV, movido de ella y deseoso pudo reprimir el grande gozo y júbilo de su c o -
de tener cabe sí un varón tan eminente y tan razón, enseñándonos á temer con confianza y á
grande amigo de Dios, procuró algunas veces confiar con temor. Hizo que le llevasen en brazos
que viniese á Roma; pero el santo, como amigo á la iglesia, para recibir en ella los santos, sacra-
de su paz y quietud, y enemigo de bullicio y trá- mentos de la Penitencia y Comunión, y armado
140 LA LEYENDA DE ORO DÍA 8
con la gracia y virtud de ellos pelear más ani- que presto me seguirás, y el Señor quiere que esta
mosamente con la muerte y con el infernal dragón. Pascua que viene nos tornemos á ver.» Dióle á
Y después que los hubo recibido, y el sacro Oleo, este caballero en el principio de la cuaresma una
hizo un suavísimo razonamiento con Dios nuestro grave enfermedad, y á la Pascua le acabó, para
Señor, suplicándole que le recibiese como oveja que se verificase lo que el santo patriarca le
descarriada que volvía á su pastor, y que aunque había dicho. Al mismo tiempo de otro también
era indigno de parecer delante de su acatamiento, hijo suyo en Cristo muy querido, que estaba muy
y comer á su mesa con los ciudadanos del cielo, al cabo, dijo que sanaría; y así se cumplió. A l -
que se dignase de darle las migajas que caen de gunos religiosos de la Cartuja, que habían v e -
tal mesa, como á un perrillo. Después exhortó á nido á su entierro, oyeron en él música del cielo,
los circunstantes á la virtud y á conocer que toda y gran consonancia de voces y armonía. Libró
carne es un poco de heno, y toda sü gloria como á una mujer muy atormentada del demonio, y
una flor de heno. Encomendó á los gobernadores poniéndole la mano sobre la cabeza, dijo al d e -
de la república la misericordia para con los pobres monio: «Di, maldito: ¿por qué viniste á afligir á
y la justicia; y á los sacerdotes la honra de Dios, esta pobrecita mujer? ¿Dónde está tu soberbia, por
el culto de su iglesia y la caridad entre sí, y que la cual caíste del cielo? ¿No te corres de pelear con
tuviesen cuidado de encomendarle á Dios; y á cada una mujercilla? Déjala, que así lo manda nuestro
uno de los otros acordaba lo que era propio de Señor Jesucristo;» y con esto quedó libre y sana.
su estado y oficio, y á todos que atendiesen á guar- Y como éstos se cuentan otros milagros, que el
dar su santa ley; y echando su bendición á todos autor de su vida dice que fueron innumerables
sus hijos presentes y ausentes, y mandando que después de muerto. Escribió algunas obras mara-
le enterrasen sin pompa en el monasterio de San villosas este bienaventurado patriarca, llenas de
Jorge in Alga, entre sus frailes, d i o su bendito doctrina y de un suavísimo espíritu del Señor; y
espíritu al Señor, que para tanta gloria suya le bien se echa de ver que la profunda ciencia de
había criado. que están llenas no es aprendida en las escuelas,
Cuando se supo en la ciudad la muerte de tan sino derivada de aquella soberana fuente de luz
santo pastor y prelado, no se puede fácilmente y sabiduría eterna, que se comunica á los h u m i l -
creer el sentimiento que hubo en ella de tan gran des, y se esconde á los soberbios y á los que h i n -
pérdida, y la gente que acudió, del mayor hasta chados con la vanidad de sus letras presumen de
el menor, por verle, reverenciarle y asistir á su sí. Y con haberse ocupado tanto este santo varón
entierro. Vinieron á él las cofradías, no vestidas en leer y en escribir, fué tan pobre de espíritu,
de luto, sino de fiesta y regocijo, como se suele que nunca quiso poseer ni tener libro propio. Ber-
en las procesiones. Detuviéronle sin enterrarle al- nardo Justiniano, su sobrino, que le trató mucho,
gunos días, por satisfacer á la muchedumbre del y le asistió en su muerte, y, como dijimos, escribe
pueblo que deseaba ver y tocar aquel sagrado su vida, añade en ella algunas sentencias n o -
cuerpo, y estuvo sin ningún mal olor y corrupción, tables que el santo solía decir, de las cuales r e -
antes tratable y fresco, y con una fragancia del feriré yo aquí algunas. Decía, que el religioso y
cielo. Habiendo nacido pleito entre la iglesia pa- siervo de Dios no solamente se ha de guardar de
triarcal de Venecia y el monasterio de los canó- los pecados graves (porque esto también lo ha de
nigos reglares de San Jorge, sobre quién se le hacer el seglar), sino asimismo de los pequeños,
había de llevar á su iglesia, porque los unos de- porque no se entibie la caridad. Decía, que la hu-
cían que tocaba á ellos por haber sido su prelado, mildad es semejante á un arroyo que en el verano
y los otros que se debía sepultar en el convento, lleva poca agua, y en invierno crece mucho, y
por haberlo él mismo así mandado en su testa- que así la humildad en la prosperidad suele ser
mento, creció tanto la devoción y con ella la por- pequeña, y crecer en la adversidad: que ninguno
fía de una parte y de otra, que le detuvieron s e - sabe bien lo que es la humildad, sino el que por
senta y siete días, desde los 8 de enero en que gracia de Dios es humilde; y que en ninguna cosa
murió, hasta los 17 de marzo, en que finalmente se engañan más los hombres, que en no conocer
le sepultaron en su iglesia patriarcal, estando su la verdadera humildad: que se debe mirar mucho
cuerpo siempre entero y sin corrupción ni mal la vocación y propósito de los que vienen á la r e -
olor. ligión, porque el que no es para ella, no estrague
con su ejemplo al que lo es, y que muchas veces,
Hizo Dios nuestro Señor muchos milagros por
por acrecentar el número de los que se reciben,
este santo patriarca en vida y en muerte. Estando
se pierde el vigor de la disciplina religiosa, porque
para morir, llegándose á él un caballero noble y
la perfección es de pocos. Una vez, habiendo ve-
virtuoso, á quien el santo patriarca amaba tierna-
nido un caballero mozo á su religión para tomar
mente como á un hijo, y viéndole llorar amarga-
el hábito, entendiendo el santo padre que venía
mente, le dijo: «No llores, hijo, porque me aparto,
DÍA 9 ENERO 141
movido y persuadido de otros religiosos, le envió sus almas al Criador, durante la persecución de
á su padre que le hacía mucha instancia por él, Diocleciano.
diciéndole que tomase á su hijo, porque el propó-
sito de la religión ha de venir del Espíritu Santo, SAN APOLINAR, OBISPO DE APELO, CIUDAD DEL ASIA.—
y no de persuasión humana. Celebraba misa cada Floreció en ciencia y piedad, en tiempo del empe-
día, cuando no estaba malo, y decía que el que rador Marco Antonio Vero.
puede gozar de su Señor y no goza de él, da á en-
tender que se le da poco por él. Decía que el que SAN SEYERINO, OBISPO DE ÑAPÓLES—Hermano de
piensa guardar la castidad, y juntamente se entre- san Victorino, obispo de Poitiers, vivió y derramó
tiene con regalos y blanduras de la carne, es s e - su sangre por el nombre cristiano durante la per-
mejante al que quiere apagar un gran fuego y le secución de Diocleciano.
va cebando con leña: que ninguno sabe cuan gran
don e s el de la pobreza voluntaria, sino el que SAN MÁXIMO.—Fué obispo de Pavía después de
cerrado en su celda se entrega á la oración y con- san Crispín, y descansó tranquilamente en el S e -
templación del Señor: que Dios ha encubierto á ñor por los años 271. Estuvo dotado del don de
los hombres la gracia de la religión, porque si milagros, trabajó con celo por los intereses de la
fuese conocida, no habría ninguno que no quisiese religión, y dejó escrita una obra para alentar á los
ser religioso: que la verdadera ciencia tiene dos cristianos al martirio.
partes, la una conocer que Dios es todas las cosas,
y la segunda que el hombre es nada: que el oficio SAN PACIENTE, OBISPO DE METZ—Fué discípulo de
de obispo es tanto más dificultoso que el de capi- san Juan Evangelista, quien le dio un diente suyo
tán general, cuanto es más dificultoso gobernar en prueba de amistad, el cual se conserva aún en
lo que no se ve, que lo que se ve. Estos son algu- la catedral de Metz. Fué Paciente uno de los pri-
nos de los dichos de este santo patriarca. meros sabios de su tiempo, y estuvo dotado prin-
Fué alto y derecho de cuerpo, y delgado, el cipalmente de una elocuencia irresistible. Todas
color blanco, el rostro hermoso y venerable, y de sus grandes dotes las empleó en ganar almas para
tan grave y suave aspecto, que con su vista mos- Jesucristo; y después de una vida larga y laborio-
traba su gran santidad, y convidaba á todos á sa, murió santamente á principios del siglo II.
amarle y tenerle respeto. Su vida trae el P. Fray
Lorenzo Surio en su primer tomo de las Vidas de SAN SEYERINO—Aunque oriundo de África, fué
los santos. (P. Ribadeneira.) abad en Baviera, en cuyo país plantó el Evange-
lio, mereciendo que le llamasen el apóstol de los
SANTOS LUCIANO, MAXIMIANO, Y JULIÁN.-Estos dos bávaros. Estableció en Europa el orden de san
últimos fueron convertidos y bautizados por el Agustín: estuvo adornado con los dones de profe-
primero, y perseverando firmes en las creencias cía y de milagros, y después de una vida resplan-
religiosas derramaron por Cristo su sangre en deciente en todas las virtudes, murió santamente
tiempo del papa Juan Clemente. Luciano era pres- el año 481. Su cuerpo fué trasladado de Austria á
bítero y discípulo del apóstol san Pedro, á quien Brascano, junto á Ñapóles, y después al monaste-
acompañó á Roma desde Antioquía; pasó á las rio de san Severino.
Galias á predicar el Evangelio como obispo de
Beovaes, por mandato del mismo pontífice Juan SANTA PEGA, VIRGEN.—Nació de sangre real de los
Clemente. Asociado en el ministerio apostólico con príncipes de Mercia; hizo vida muy austera, y
san Dionisio, ambos sufrieron por la fe los tor- murió en 719.
mentos, siendo Luciano degollado según se cree
del año 85 al 90. SAN NATHALÁN, OBISPO Y CONFESOR.-Renunció á
cuantiosos bienes. Obispo de Aberdona, murió en
SAN EUGENIANO, OBISPO DE ANGUSTODUNO EN LAS GA- 452.
LIAS.—Murió mártir por la fe de Jesucristo, duran-
te los primeros siglos de la Iglesia. SAN YULSINO, OBISPO Y CONFESOR.-Fué obispo de
Shireburn; murió en 873.
LOS SANTOS TEÓFILO Y ELADIO—Eran naturales de
la Libia, y habiendo abrazado la religión cristia- Día 9
na, fueron presos y llevados al procónsul, quien
los entregó á los verdugos. Primeramente fueron SAN JULIÁN, SANTA BASILISA, SAN ANTONIO, SAN ATA-
escarnificados, después heridos con agudísimos NASIO, SAN CELSO, Y SANTA MARCIONILA, MÁRTIRES —
punzones por todo el cuerpo, y últimamente, h a - San Julián, ínclito mártir del Señor, nació en
biéndoles echado en una hoguera, entregaron Antioquía, metrópoli de Siria, y fué hijo único de
142 LA LEYENDA DE ORO DÍA 9
sus padres, que fueron ilustres, ricos y cristianos preguntó á su esposo qué olor era aquel que s e n -
temerosos de Dios. Criáronle en loables costum- tía, y de dónde venía; porque no era tiempo de
bres, y procuraron que fuese enseñado en todas flores, y aquélla más parecía fragancia del cielo
buenas letras, las cuales él aprendió fácilmente que de la tierra; y de tal manera le robaba el cora-
por su grande habilidad é ingenio, y por la inclina- zón, que le hacía olvidar que era su esposa y de
ción que tenia á las ciencias. Había en aquel tiem- los deleites conyugales. Respondió Julián: «El
po muchos cristianos y santos en Antioquía, á los olor suavísimo que sientes no es, ¡oh Basilisa e s -
cuales visitaba el virtuoso mozo con grande devo- posa mía!, ocasionado del tiempo, sino de Cristo,
ción y ternura, con deseo de imitarlos y enrique- amador de la castidad; y á los que la guardan, los
cer su alma con el tesoro de todas las virtudes. ama y regala mucho, y les da la vida eterna; la
Siendo ya de edad de diez y ocho años, sus padres cual yo de su parte te prometo, si consintieres
le persuadían que se casase, trayéndole muchas conmigo, para que los dos, ofreciéndole nuestra
razones para ello, fundadas en el temor de Dios virginidad, vivamos castos como hermano y h e r -
y en el peligro que como mozo podía tener de mana, y cumplamos sus mandamientos, y seamos
caer, y en la sucesión y establecimiento de su vasos dignos de su divina gracia.» Oyendo estas
casa. Los intentos de Julián eran muy diferentes, razones Basilisa de su esposo Julián, le respondió
porque había hecho voto de castidad, y deseaba que ella tenía muy bien entendido ser verdad lo
guardarla perfectamente; mas viendo la batería que le decía, y que ninguna cosa le podría ser
que le daban sus padres, y encubriendo su deseo, más agradable que guardar la castidad con él, y
les pidió siete dias de término para pensar en aquel sirviendo á Dios, alcanzar la corona que él tenía
negocio y encomendarle á Dios. Pasó este tiempo prometida á las vírgenes. Levantóse luego que oyó
Julián en oración, suplicando de día y de noche esto Julián de su cama, y postrado en el suelo hizo
á nuestro Señor que le guiase de manera que gracias á nuestro Señor por aquella merced que les
sin hacer contra la voluntad de sus padres, él había hecho, suplicándole afectuosamente que le
guardase su virginidad y pureza, como se lo había confirmase en sus buenos propósitos y deseos.
prometido. La noche del postrer día de los siete, Lo mismo hizo Basilisa, poniéndose de rodillas
estando cansado el santo mozo de orar y de a y u - junto á su esposo; y estando ambos en esto, c o -
nar, se adormeció, y en sueños le apareció el menzó á temblar el aposento, y resplandeció de
Señor, y le consoló y le mandó que obedeciese á repente una luz tan celestial y excesiva, que o s c u -
sus padres y se casase, asegurándole que no por reció todas las lumbres que había en él. Aparecie-
esto perdería la castidad, antes por su ejemplo la ron allí en el aposento dos coros: el uno de gran
mujer, que él le tenía aparejada, la guardaría y multitud de santos, en que Cristo nuestro Reden-
permanecería virgen, y serían ocasión de que tor presidía; y el otro de innumerables vírgenes,
otros los imitasen y fuesen ciudadanos del cielo que tenían en medio á la Virgen de las vírgenes
Díjole esto el Señor, y tocándole con la mano, y Madre de Dios nuestra Señora. El coro de los
añadió: Pelea varonilmente, Julián, y esfuércese santos comenzó á cantar dulcemente: Vencido
tu corazón. Con esta visión quedó Julián consola- has, Julián: vencido has. El de las vírgenes conti-
do y animado, ó hizo gracias á Dios por aquella nuaba la música con suavísima armonía, dicien-
tan señalada merced; y respondió á sus padres, do: Bendita eres, Basilisa, que seguiste los santos
que él haría lo que le mandasen; de lo cual ellos consejos, y menospreciando los engañosos deleites
recibieron increíble contento y alegría. Luego del mundo, te hiciste digna de la eterna vida. Vi-
buscaron mujer que fuese igual á su hijo, y por nieron luego por mandato del Salvador dos varo-
ordenación divina hallaron una doncella h o n e s - nes vestidos de blanco, ceñidos sus pechos con
ta, rica, hermosa, de grande linaje, y única de cintas de oro, que traían dos coronas en sus m a -
sus padres, llamada Basilisa. Concertáronse los nos; y llegándose á Julián y Basilisa, les dijeron:
desposorios, y vino el día de la boda; concurrió Levantaos como vencedores, y seréis escritos en
mucha gente de toda aquella comarca, y la noble- nuestro número, y tomando las manos á los dos
za de la ciudad. Hubo fiestas y regocijos, como santos, se las juntaron. Después de esto vieron
es costumbre, según la calidad de los novios, que un libro resplandeciente más que la plata a c e n -
eran tan principales. Julián, aunque exteriormen- drada, escrito con letras de oro, y fué mandado á
te se mostraba alegre y risueño, interiormente Julián que leyese en él, y él leyó esta sentencia:
estaba muy sobre sí, y con singular afecto y amor Cualquiera que deseando servir á Dios menospre-
de la castidad, encomendaba al Señor que le guar- ciare los vanos gustos del mundo como, tú, Julián,
dase. Venida la noche y estando los desposados has hecho, será escrito en el número de aquellos
juntos en su tálamo, á deshora y fuera de tiempo, que no se amancillaron con mujeres; y Basilisa,
se sintió en el aposento un olor suavísimo de r o - por el ánimo que tiene de permanecer virgen, será
sas y azucenas. Quedó maravillada Basilisa, y puesta en el coro de las vírgenes, cuyo primer lu-
DÍA 9 ENERO 143
gar tiene Maria Madre de Jesucristo. Cerróse luego que Dios le declaró lo que de ella y de Julián, con
el libro y toda aquella multitud de santos dijeron: todos los que estaban á su cargo en Antioquía,
Amén. Y el anciano que le tenía, En este libro, había de ser, asegurándola que la castidad s i e m -
dijo, que veis, están escritos los hombres castos, pre vence y nunca es vencida; y que habiendo
templados, verdaderos, misericordiosos, humildes primero recogido para sí todas las mujeres que
y mansos; los que tuvieron caridad no fingida y tenía consigo, ella las seguiría, acabando natural-
paciencia en sus trabajos; los que dejaron por mente el curso de su vida; y que Julián pelearía y
Cristo el padre y la madre, la mujer, los hijos, ha- padecería grandes fatigas por su amor, mas que
cienda y riquezas, y los que dieron por Cristo sus vencería y triunfaría gloriosamente. Dio parte de
vidas, como tú, Julián, la darás. Con esto desapa- toda su revelación Basilisa á Julián, y como había
reció aquella visión, y Julián y Basilisa quedaron visto á Jesucristo nuestro Señor resplandeciente
regalados del Señor, gastando toda aquella noche más que el sol cuando sale por la mañana. Des-
en oración y en himnos y cánticos en su alaban- pués juntó á sus monjas é hízoles una plática
za, haciéndole infinitas gracias por aquella incom- exhortándolas á purificar sus almas y á aparejar-
parable merced que les había hecho. Amaneció el se para gozar en el cielo de los castísimos abrazos
día siguiente, y los dos santos, disimulando lo que de su dulce esposo, y particularmente á no tener
habían visto, y encubriendo la determinación que entre sí ira, ni enojo: porque la virginidad de la
tenían, cumplieron exteriormente con la fiesta carne vale poco cuando no hay paz y sosiego de
del matrimonio, y con la mucha gente que á dar- corazón. Mientras la santa hablaba con sus hijas,
les el parabién concurrió. Poco después llevó el lugar donde estaba tembló, y se v i o en él una
nuestro Señor para sí á los padres de Julián y de columna de fuego, en la cual estaban escritas con
Basilisa, con muerte natural, dejándolos á ellos letras de oro estas palabras: Todas las vírgenes,
herederos de sus haciendas, que eran riquísimas. de las cuales tú eres capitana y maestra, me son
Ellos comenzaron luego á gastarlas con larga gratísimas, y no hay cosa en ellas que me ofenda.
mano en socorrer las necesidades de los pobres, y Por tanto, venid, vírgenes, y gozad del lugar que
no contentándose con remediar las de los c u e r - os tengo aparejado. Oyendo esto todas aquellas
pos, para ganar las almas y traerlas más á Dios, santas doncellas, se recrearon sumamente en el
se apartaron y se fueron á vivir en dos casas Señor, y le alabaron por aquel favor que les h a -
distantes. A la de Julián acudían varones de todas cía, y se aparejaron para morir, ó, por mejor decir,
condiciones y estados, y él les instruía con su ejem- para por medio de la muerte ir á gozar de la eter-
plo y dulces palabras, y les enseñaba que se abra- na vida. Todas murieron en espacio de seis meses,
zasen con Cristo, y diesen libelo de repudio á como Dios se lo había revelado á Basilisa; y
todas las cosas del siglo; y muchos lo hacían y ella, después, estando en oración, siguió á sus
seguían los consejos evangélicos, y para poderlo hijas, y d i o su espíritu á su esposo, y fué á
mejor hacer, fundaban monasterios y se encerra- gozar con ellas de su bienaventurada vista. Su
ban en ellos, los cuales gobernaba san Julián. Lo cuerpo hizo enterrar Julián con gran ternura y
mismo hizo por su parte Basilisa, por cuya santa devoción, y mucha honra, orando y velando algu-
vida y celestiales amonestaciones muchas donce- nos días y noches sobre su sepultura. De esta
llas y mujeres hicieron divorcio con los deleites manera libró Dios nuestro Señor á santa Basilisa,
de la carne; y dejando sus padres, parientes, c a - y á todas las otras doncellas de su santa compañía,
sas y haciendas, vivían en la vida religiosa, de- de la furiosa tempestad que poco después se levan-
bajo de su obediencia y santa disciplina. La fama tó en Antioquía contra los cristianos, en la cual
de Julián y Basilisa volaba por muchas partes, san Julián y los otros santos varones que con él
con gran gloria de Cristo y edificación de los estaban habían de padecer muchos y grandes
fieles. tormentos por Jesucristo, y alcanzar gloriosas
En este tiempo la persecución de los emperado- victorias como valerosos guerreros: lo cual s u c e -
res Di.ocleciano y Maximiano estaba en su colmo, dió de esta manera:
y la santa Iglesia en muy grande trabajo y peli- Vino á Antioquía por presidente y lugartenien-
gro; y los santos Julián y Basilisa con gran cuida- te del emperador, Marciano, hombre cruel y fiero,
do y solicitud procuraban con ayunos y oraciones celoso del culto de sus dioses, y tan encarnizado
aplacar al Señor, y suplicábanle que mirase con en la sangre de cristianos, como su amo. Mandó
ojos blandos y amorosos á todos los fieles, y no que ninguno pudiese comprar ni vender cosa
permitiese que ninguno de los hombres, ni de las alguna si primero no adoraba á un ídolo que
mujeres que estaban á su cargo y se empleaban tenía puesto en cada lugar de su gobierno; y
en su servicio, faltase; sino que á todos les diese los moradores de Antioquía eran forzados á tener
el don de la perseverancia, para derramar la san- cada uno en su casa un ídolo. Supo el presidente
gre por él. Tuvo una revelación santa Basilisa, en que estaba allí san Julián, y la calidad y nobleza
144 LA LEYENDA DE ORO DÍA 9
de su persona, la mucha gente que le seguía; y la viese aquel hombre las piedras que no le veían ni
gran parte que tenía en aquella ciudad. Envió á sentían? Oyéronse lamentables voces de los demo-
su asesor para que le hablase blandamente, y le nios, que en los ídolos clamaban: «Dejadnos; por-
mostrase los mandatos del emperador, y le exhor- que estamos condenados á perpetuo fuego, y desde
tase á obedecerlos. Fué el asesor, y hallóle con el punto que ha sido preso Julián, se han multipli-
muchos sacerdotes, diáconos y ministros de la cado nuestras penas: ¿cómo queréis que demos luz
Iglesia, los cuales estaban algo temerosos, aguar- nosotros estando en tinieblas?» Demás de esto, por
dando en qué había de parar aquel nublado tan la oración de san Julián, más de cincuenta estatuas
terrible y tenebroso que amenazaba. Habló el s a n - de los falsos dioses, de oro y plata y de otros meta-
to, y animólos á morir por Cristo; y habiendo h e - les preciosos, que estaban en el templo, cayeron de
cho oración y la señal de la cruz en la frente, salió repente y se desmenuzaron y se hicieron polvo:
al juez que le buscaba, y después de una larga y san Julián, haciendo la señal de la cruz é invo-
plática que tuvo con él, se resolvió á que él y todos cando el nombre del Señor, restituyó el ojo á
los que estaban con él no obedecerían al empera- aquel hombre tan perfectamente como si nunca
dor, ni adorarían á sus falsos dioses, sino á J e s u - le hubiera perdido; y lo que es más, esclarecidos
cristo, su único Salvador y Señor. Fué tanto lo los ojos de su alma con la lumbre del cielo, c o -
que Marciano sintió esta respuesta, que loco y menzó á clamar y á decir á voces que Cristo era
ciego de rabia y furor, mandó poner fuego en Dios, y solo digno de ser adorado y reverenciado:
aquella casa, y quemar toda aquella santa é i l u s - de lo cual Marciano recibió tan grande enojo, que
tre compañía de san Julián, y á él solo prender y allí luego le mandó matar, y voló al cielo bautiza-
echar á la cárcel. Todos fueron quemados, ó h i - do en su sangre. Estaba el cruel tirano fuera de
cieron un suavísimo sacrificio y holocausto de sí, sí, y lo que Dios obraba por Julián atribuíalo á
ofreciendo al Señor los cuerpos que de él habían arte mágica, y por esto le mandó llevar por todas
recibido. Y para que se viese cuan acepto le había las calles de la ciudad cargado de prisiones y c a -
sido este sacrificio, mucho tiempo duró una gran denas, y que en varias partes le fuesen ator-
maravilla, que los que por allí pasaban á las horas mentando, con un pregón que decía: «De esta
del día, que en la Iglesia se suelen cantar los ofi- manera han de ser tratados los rebeldes á los dio-
cios divinos, oían una música celestial, y los que ses, y menospreciadores de los príncipes.» Tenía
estaban enfermos, oyéndola, quedaban sanos. Marciano un solo hijo llamado Celso, heredero de
Mandó el presidente traer á Julián á su presencia, su casa, el cual era muchacho, y estaba en el estu-
y toda la ciudad, por el mucho amor que le tenía, dio por donde había de pasar san Julián al tiempo
concurrió á verle pelear con el demonio, que así que le llevaban á la vergüenza: al tiempo, pues,
llamaban al presidente; el cual, habiendo tentado que pasaba, salió el muchacho con los otros sus
con todas las artes que pudo el pecho de san J u - compañeros á ver al mártir; viole, y con él gran
lián, y dándole muchos asaltos con maña y con muchedumbre de ángeles vestidos de blanco y de
fuerza, con halagos y amenazas para rendirle á inmensa claridad que hablaban con él, y algunos
su voluntad, y hallándole siempre constante y le ponían una corona de oro y de piedras de i n e s -
fuerte, le mandó atormentar cruelmente con azo- timable valor sobre la cabeza, tan resplandecien-
tes y palos ñudosos. Mientras que le atormenta- te que oscurecía la luz del día. Con esta visión
ban, uno de los ministros del presidente perdió (¡oh potencia del Crucificado!) el muchacho se
un ojo, en que se descargó un golpe de los que trocó de tal manera, que arrojando los libros y
daban al santo: lo cual permitió el Señor para desnudándose de sus vestidos, sin poder ser dete-
ilustrar más su gloria, con lo que por esta ocasión nido de sus maestros ni de sus compañeros, se fué
después sucedió, porque san Julián dijo á Marcia- corriendo tras el santo mártir, y hallando que le
no, que mandase juntar todos los sacerdotes para estaban atormentando, se echó á sus pies besán-
que hicieran sus plegarias y sacrificios á sus dio- dolos, y protestando que quería ser su compañero
ses, y les suplicasen que restituyesen el ojo á en los tormentos, para serlo en la gloria; porque
aquel hombre que le había perdido; y que si ellos hasta allí, engañado de sus padres y de los demo-
no pudiesen, y él no solamente le diese vida c o r - nios, como ciego les había adorado y blasfemado
poral, sino también alumbrase su alma, que e n - á Jesucristo, que era Dios verdadero, y su vida y
tonces conociese y confesase el presidente la di- salud, y de todos los que creen en él. ¿Qué m u -
ferencia que hay entre las piedras que él adoraba, danza es ésta? ¿Qué nueva luz del cielo? ¿Quién
y tenía por dioses, y el Dios vivo y verdadero, y enseñó á este muchacho? ¡Qué admiración hubo en
Señor de todo lo criado, que adoraban los cristia- toda la ciudad! ¡Qué espanto en aquellos sayones!
nos. Hízose así: vinieron los sacerdotes de los ¡Cómo se heló Marciano cuando oyó decir lo que
ídolos, é hicieron todas las diligencias con sus pasaba! Y ¡qué alegría y júbilo sintió san Julián
dioses; pero ¿qué ayuda le podían dar para que viendo que los tiernos años triunfaban de los fal-
DÍA 9 ENERO 145
sos dioses, y que el hijo vengaba á Cristo de las de los emperadores mandó Marciano poner su
injurias que le hacía su padre! Quisieron apar- tribunal en la plaza, y traer delante de sí á san
tar al muchacho Celso de san Julián, mas él e s - Julián y á todos los otros sus santos compañeros;
taba tan abrazado con el santo, que no pudie- y estando dando y tomando en aquel negocio, su-
ron, porque por voluntad de Dios, á los que que- cedió que pasando por allí con un hombre muerto
rían echarle mano, luego se les entorpecían los que le llevaban á enterrar ciertos gentiles, el pre-
brazos, y las mismas manos se secaban: y así fué sidente los mandó parar, y para hacer burla de
necesario llevar á los dos juntos delante de Mar- san Julián, le rogó que le resucitase. San Julián
ciano, el cual, rasgadas sus vestiduras y herido lo hizo con gran facilidad, no mirando á la inten-
su rostro, después de haber reprendido á san ción de Marciano, ni á lo que su incredulidad
Julián por haber enloquecido con sus hechizos merecía, sino esperando que con aquel milagro
á Celso, y apartado al hijo de su padre, y quitado la gloria de Cristo crecería, los gentiles queda-
á los dioses al que con tanta piedad los adoraba, rían confusos, y más animados los cristianos. Que-
procuró reducir á su hijo á su voluntad; y lo m i s - dó asombrado el presidente cuando vio delante de
mo hizo Marcionila, que acompañada de muchas sus ojos vivo al que era muerto, y mucho más
criadas y matronas vino á este espectáculo, h a - cuando le oyó hablar y decir á grandes voces
ciéndose carne y dándose muchos golpes, y mos- que los dioses que adoraban eran demonios, y
trando al hijo, para enternecerle, los pechos que Jesucristo sólo Dios verdadero; y que llevándole
había mamado. Mas el hijo Celso respondió, no ciertos negros y monstruos horribles al fuego
como niño, sino como varón sapientísimo, como eterno por haber sido gentil, Dios le había man-
mozo en los años y viejo en seso, y sobre todo dado volver al cuerpo para que hiciese penitencia,
como el que estaba ya vestido y adornado de la luz por la oración de san Julián, y para que después
del cielo y de la virtud de Dios, «La rosa, dice, por de muerto confesase por Dios al que en vida había
nacer de las espinas, no pierde su olor suavísi- negado. No bastó este otro testimonio del cielo tan
mo; ni las espinas, por haber producido la rosa, grande y fuerte para ablandar el corazón de Mar-
dejan de punzar y lastimar. Haz, ¡oh padre mío!, ciano, más duro que las piedras; antes mandó pren-
tu oficio de lastimar como espina, que yo como der al muerto resucitado, para que tornase á morir
rosa procuraré dar buen olor de mí á los fieles: por Cristo con los santos mártires que allí estaban;
los que temen perder la vida temporal te obedez- y porque no le sufría el corazón ver morirá su pro-
can, que yo, porque pretendo ganar la eterna, no pio hijo, cometió la causa á su teniente, y él muy
te obedeceré. Por amor del Padre Eterno, que es triste y lloroso se retiró á su casa. Dióse la s e n -
mi verdadero padre, no te conozco por padre. ¡Oh tencia cruel, y aparejáronse treinta y una cubas
Marciano! Tú, por amor de tus dioses, puedes ne- llenas de resina y pez, desnudaron á los mártires,
garme por hijo, y atormentarme como enemigo. y echáronlos en ellas, y pegáronles fuego delan-
No te hago agravio: antepongo á tu amor la eter- te de toda la ciudad de Antioquia, que había con-
na bienaventuranza, y por no ser cruel contra currido á e s t e espectáculo. Los ministros del tira-
mí, no soy piadoso para contigo.» Salió de sí el no atizaban y encendían el fuego; el pueblo daba
desventurado padre; y mandó echar á san Julián gritos y alaridos, y derramaba muchas lágrimas,
y á su mismo hijo en un profundo calabozo, su- viendo morir con un género de muerte tan penosa
cio, hediondo y tenebroso, lleno de muchos g u s a - á san Julián y al niño Celso, y á tantos inocentes.
nos, y de un mal olor incomparable. Mas el Señor Los santos mártires, teniendo los ojos puestos en
le ilustró con inmensa luz, y convirtió el mal olor el cielo, con un humilde, manso y alegre corazón
en una fragancia suavísima, lo cual fué ocasión hacían gracias al Señor por aquella señalada mer-
para que veinte soldados que tenían de guardia se ced que les hacía, y se le ofrecían, como holocaus-
convirtiesen; y por voluntad del Señor vinieron á to, en olor de suavidad. Todos los ángeles estaban
la cárcel, guiados de un ángel, siete caballeros á la mira, maravillados de tan gran fortaleza y
cristianos hermanos, y con ellos un sacerdote, constancia; y el Señor de los ángeles, que se la
llamado Antonio, el cual bautizó á Celso, el hijo estaba dando para ser más glorificado en ellos,
do Marciano, y á los veinte soldados, que siendo hizo que se apagase el fuego, y que de él saliesen
guardas se habían convertido. De todo fué avisa- los santos más resplandecientes y puros que sale
do el presidente, y él d i o noticia de ello á los e m - el oro del crisol, sin lesión alguna, y que en m e -
peradores, los cuales le mandaron que á san dio de las llamas oyesen voces de ángeles que les
Julián y á todos los que en su compañía seguían daban música. Quedó como muerto Marciano
la fe de Cristo los atormentase y matase, hacién- cuando oyó lo que Dios había obrado con sus san-
dolos quemar en unas cubas empegadas, llenas tos, aunque creyendo siempre que eran artes de
de aceite, pez y resina, y otras cosas que son ma- nigromancia y no virtud de Dios, no se enmendó,
teria en que se ceba el fuego. Con esta respuesta antes preguntó á san Julián dónde y cómo había
TOMO I 19
146 LA LEYENDA DE ORO DÍA 9
aprendido tanto de arte mágica, que tales cosas ofrecer en aquel templo á los dioses inmortales, y
hacía. Y pidióle por el Dios que adoraba que le con palabras blandas, viendo que las duras no
dijese la verdad; y el santo le respondió que Dios aprovechaban, rogó á san Julián que se recono-
era el autor de semejantes maravillas, y que el ciese, y en aquel templo tan ilustre y magnífico
modo para hacerse era trabajar en echar de sí hiciese reverencia á los dioses, gobernadores del
como inútiles los cuidados de este siglo, y servir mundo y protectores del imperio. Respondióle
á Cristo, y no anteponer á su amor padre ni m a - san Julián que hiciese juntar en el templo á todos
dre, mujer ni hijos, ni otra cosa temporal y c a - sus sacerdotes, para que fuesen testigos del sacri-
duca de esta vida: porque el que tuviere, dice, ficio que él ofrecía. Creyó Marciano que san
cuidado de remediar las necesidades de los pobres, Julián estaba ya trocado, y que con el deseo de la
el que no se dejare sujetar de sus apetitos, el que vida le quería dar contento por no morir; y con
venciere la impaciencia con la paciencia y las i n - grande alegría mandó juntar á todos los sacerdo-
jurias con buenas obras, el que procurare más tes, que eran casi mil, y quitar las prisiones á san
ser santo que parecerlo, el que de veras fuere Julián y á sus compañeros, y con gran fiesta y
humilde, y menospreciador del mundo, y se abra- regocijo los llevó al templo, adonde innumerable
zare con Cristo, y siguiere sus pisadas, ése será gente había concurrido. Hincó las rodillas san
verdadero discípulo de Cristo, y hará las mara- Julián; armó su frente con la señal de la cruz, y
villas que nosotros los cristianos hacemos. con grande afecto, ternura y confianza suplicó á
Todo lo que el santo decía al prefecto era en nuestro Señor, que para gloria suya y confusión
vano, porque su corazón estaba empedernido y de la gentilidad ciega, y consuelo de los fieles, des-
obstinado. Mandó encerrar de nuevo á los santos, truyese aquel templo y todo lo que había en él. En
y entre ellos á su hijo, y que su mujer Marcionila acabando san Julián su oración, y respondiendo
entrase á verle y estuviese tres días con él; por- los otros cuatro santos mártires «Amén,» todos
que así se lo había pedido su hijo, y la misma los ídolos que había en el templo se deshicieron
madre lo deseaba, pensando con blanduras y dul- como humo, y el mismo templo se arruinó y asoló
zuras de madre atraerle, para que obedeciese á su de tal manera, como si nunca tal templo hubiera
padre y no se perdiese. Entró la madre en la cár- habido. Murieron todos los sacerdotes y una gran
cel: pusiéronse los santos en oración, suplicando muchedumbre de gente pagana: y Metafrastes,
á nuestro Señor que la alumbrase. Tembló la cár- que es el que escribió esta vida, dice que hasta á
cel, vióse en ella un inmenso resplandor, y o y é - su tiempo salían de aquel lugar llamas de fuego.
ronse voces del cielo; y por las cosas que allí v i o Pues ¿qué testimonio es éste del poder infinito de
y oyó Marcionila, se convirtió al Señor, y confesó nuestro gran Dios y Señor? ¿Cuántas muertes pa-
la fe de Jesucristo, y fué bautizada del santo s a - deció Marciano antes que diese la muerte á san
cerdote Antonio, que allí estaba entre los otros Julián? No sabía el desventurado con quién se
mártires, y su mismo hijo Celso fué su padrino en tomaba, ni lo que había de hacer, ni dónde estaba.
el bautismo: lo cual todo fué de increíble alegría Volvieron á la cárcel á los santos mártires, y e s -
para los santos, y nueva cruz y tormento para tando ellos orando y cantando alabanzas al Señor,
Marciano; el cual, ciego y loco por la rabia y fu- á la media noche les aparecieron, por urta parte, los
ror, mandó degollar á los veinte soldados que h a - veinte soldados y los siete caballeros hermanos,
bían creído en Cristo, y quemar á los siete caba- ya gloriosos y adornados con ropas de inmensa
lleros hermanos que de su voluntad habían venido claridad, y en su compañía otros muchos sacerdo-
á la cárcel con el sacerdote Antonio, y guardar al tes ó ilustres mártires; por otra, santa Basilisa,
mismo san Antonio, y á san Julián, y al muerto con un coro de purísimas doncellas, y en la cárcel
resucitado, y á su propia mujer é hijo, para mirar no se oía sino una voz suavísima, que decía: Alle-
más de espacio lo que había de hacer con ellos, lur/a, alleluya. Y santa Basilisa habló á san Julián,
porque todavía le tiraba el amor de la mujer y de dicióndole que Dios la enviaba para avisarle que
su único hijo. Los soldados fueron degollados, y ya estaba en el fin de sus batallas, y el cielo abier-
los siete hermanos quemados como lo mandó el to y la corona aparejada, y todos los santos aguar-
presidente. dando la hora en que le habían de recibir á él y á
Había en Antioquía un templo dedicado á los sus santos compañeros. Después de esto, otro día
dioses suntuosísimo; porque el pavimento y las fueron sacados ajuicio los santos, y Marciano les
paredes no eran de mármol ni de otras piedras mandó atar los dedos de las manos y de los pies, y
ricas, sino cubiertas de tablas de oro purísimo, untar las ataduras con aceite y ponerles fuego.
y las bóvedas adornadas de piedras preciosas. Pero las ataduras se quemaron, y los santos que-
Abríase pocas veces este templo, por mayor r e v e - daron sin lesión. Mandó desollar el cuerpo y la
rencia. Ordenó Marciano á los sacerdotes que cabeza á san Julián y á Celso, su propio hijo, y al
aparejasen grandes ofrendas y sacrificios para sacerdote Antonio, y á Anastasio (que así se lia-
DÍA 9 ENERO 147
maba el que había resucitado), arrancar los ojos atención lo que aquí queda referido, hallaremos
con garfios de hierro. A su mujer mandó atormen- muchos y grandes motivos para alabar al Señor,
tar en el ecúleo; mas nuestro Señor no lo permi- y admirarnos de sus secretos juicios, y reveren-
tió; porque los ministros que lo quisieron ejecutar ciar aquella providencia tan inescrutable con que
quedaron ciegos, y las manos y los brazos se les á unos hace santos, y los regala, favorece y asiste
secaron: y los santos quedaron como si ninguna para que peleen y venzan á todo el poder del i n -
cosa hubieran padecido. Lleváronlos al anfiteatro fierno, y á otros por sus pecados desampara y cas-
por orden del presidente, y soltaron todas las bes- tiga: porque ¿qué mayor maravilla pudo ser que
tias fieras que tenían, para que los despedazasen; ver un caballero mozo, noble y rico, como fué san
mas ellas, olvidadas de su natural fiereza, se echa- Julián, dar de mano á todos los regalos, apetitos
ron á los pies de los santos y los lamían. Mandó y blanduras de la carne, y ofrecer á Dios su c a s -
sacar Marciano á todos los presos de la cárcel, tidad? ¿Qué persuadir á su esposa Basilisa, que
que estaban condenados á muerte, y que allí en viviesen como hermanos y conservasen perpetua-
el teatro los degollasen, y juntamente con ellos á mente la flor de su virginidad? ¿Y que el Señor,
san Julián y á los otros cuatro sus santos compa- con tan claras y evidentes señales del cielo, los con-
ñeros, para que muriesen como facinerosos, y no firmase en aquel santo propósito, y les diese gracia
á título de religión, ni pareciese que de ellos q u e - para perseverar e n él, y para que con su ejemplo
daba vencido. Los santos fueron descabezados, y otros muchos los imitasen? ¿Y que acabando B a -
al mismo tiempo vino un temblor de tierra tan silisa en santa paz el curso de su peregrinación, y
extraño, que derribó casi la tercera parte de la llevando delante un número tan grande de h o n e s -
ciudad, y en todos los lugares en que había ídolos tísimas doncellas al cielo, quedase vivo Julián para
cayeron muchos rayos y mataron gran número la guerra y para glorificar más con sus batallas y
de gente de los gentiles, y el mismo prefecto Mar- triunfos al Rey de los reyes y Señor de todo lo
ciano quedó más muerto que vivo, y apenas pudo criado? ¿Cuántos y cuan ilustres milagros s u c e -
escapar; y pocos días después, comido de gusanos, dieron en su martirio? ¿Cuan duros fueron los tor-
acabó su infelicísima vida, para comenzar aquella mentos del tirano, y cuan suaves los regalos del
muerte que nunca se acaba. Vinieron la noche Señor? El cual, en san Julián quiso mostrar, que
siguiente los cristianos y sacerdotes para recoger todas las criaturas reconocen y obedecen á su Cria-
los cuerpos de los santos mártires; y como estaban dor; y que en la ignominia está la gloria, en la
mezclados y confusos con los otros cuerpos de los pena el deleite, en la muerte la vida, cuando el
hombres facinerosos que con ellos habían sido hombre con fe viva padece y muere por su Señor.
muertos, no los pudieron conocer, hasta que h i n - Marciano tirano se acabó, y no se acabaron sus
cados de rodillas y hecha oración al Señor, v i e - tormentos. Murió san Julián, y vive para siempre.
ron las almas de los mismos mártires en figura de Los templos y las estatuas de los dioses cayeron,
doncellas purísimas, y que cada una se sentaba los gentiles fueron abrasados, y la gentilidad por
sobre su cuerpo; y de esta manera los conocieron, el martirio de san Julián se menoscabó; y la santa
y con gran devoción y reverencia los sepultaron. Iglesia católica floreció, y la memoria de este glo-
Otra maravilla también sucedió: que la sangre rioso mártir durará para siempre, y los trofeos de
que salió de sus cuerpos se heló y se hizo como sus victorias permanecerán en los siglos de los
una masa de pan más blanca que la nieve; de siglos. (P. Ribadeneira.)
manera que no se empapó en la tierra, que estaba
ya regada con la otra sangre de los malhechores. SANTA MARCIANA, VIRGEN.—Educada por unos p a -
Y nuestro Señor al sepulcro de san Julián hizo dres idólatras en los errores del paganismo, no
muchos y grandísimos milagros, y no solamente los siguió por mucho tiempo, pues permitió la D i -
donde estaba su cuerpo, sino en otras muchas vina Providencia que enamorada de la belleza y
partes de la cristiandad, donde se edificaron i g l e - de la religión del Crucificado, de tal modo la abra-
sias en su nombre. El martirio de san Julián fué zara y perseverase en ella, que después de haber
á los 9 de enero, el año del Señor de 309, imperando sido presentada delante de una estatua de Diana,
en Oriente Maximino, que continuó la persecución y derribarse y hacerse pedazos, sufrió constante el
de los emperadores Diocleciano y Maximiano. Su cruel tormento de ser despedazada por un leopardo,
vida escribió Metafrastes, y hacen mención de él alcanzando así la palma del martirio el año 300.
el Martirologio romano, el de Beda, Usuardo y
Adón; y san Isidoro en el Breviario toledano, y LOS SANTOS VITAL, REYOCATO, Y FORTUNATO, MÁRTIRES,
san Eulogio en el libro que llamó Memorial de los —Nada más se sabe de estos santos, sino que el
santos, ponen estos bienaventurados mártires por primero fué obispo y los otros dos diáconos de la
ejemplo, exhortándonos á todos á morir por Cristo, Iglesia de Esmirna, y que murieron en los prime-
y con mucha razón; porque si consideramos con ros siglos del cristianismo.
148 .LA LEYENDA DE ORO DÍA 10
LOS SANTOS EPICTETO, JUCUNDO, FÉLIX, SEGUNDO, YI- saba. Con la dignidad del sacerdocio le d i o la de
TAL, Y OTROS SIETE, TODOS MÁRTIRES—Las actas de su mayordomo de su iglesia patriarcal. Muriéronsele
martirio se han perdido, y sólo se sabe que el pri- por este tiempo los padres, y de la riquísima h e -
mero fué obispo en África, al cual san Cipriano rencia que le dejaron fueron más dueños que él
dirigió una carta que es la sesenta y cuatro de su los pobres de Jesucristo, con quienes todas sus
colección, y que padeció martirio con sus compa- riquezas repartía, de suerte que solos los pobres
ñeros durante la persecución de Decio. é iglesias pudieron blasonar de poseedores y
dueños de tan rico patrimonio, como era el de
SAN PEDRO.—Nació en Sebaste y fué hermano de Marciano, porque á aquéllos sustentaba, vestía y
san Basilio, de san Gregorio Niceno y de santa proveía de todo lo necesario; y á éstas reparaba,
Macrina. Su madre murió al darle á luz, y su pa- reedificaba y adornaba. Edificó asimismo de n u e -
dre expiró también el mismo día de su nacimiento. vo muchos templos; y entre ellos dos fueron s u n -
Educóle en la piedad y en las primeras letras su tuosísimos y muy célebres, el de santa Anastasia
hermana Macrina, y san Basilio lo ordenó sacer- y el de santa Irene. Como era tan limosnero, salía
dote en 371. Por los años 381 fué elegido obispo de noche á buscar pobres para remediarlos, y una
de Sebaste, en cuya ciudad brilló con el resplan- vez halló un muerto, y muy gozoso, cual si hubie-
dor de todas las virtudes, muriendo después de un ra hallado una joya riquísima, le tomó, lavó, ungió
pontificado de diez y siete años. y amortajó, y después le levantó y decíale: «Dime
si eres con nosotros participante de la caridad que
SAN MARCELINO, OBISPO DE ANCONA—Estuvo muchos está en Jesucristo.» Y sucedió (¡oh bondad de Dios
años impedido por la gota, y se hacía llevar en inmensa!) que en tanto que éstas y otras cosas le de-
brazos de sus familiares adonde lo exigían las ne- cía, el difunto se estuvo en pie, como si fuera vivo;
cesidades de su rebaño. Un día, habiéndose mani- y le abrazaba, dándole á entender cuánto agradaba
festado un grande incendio en una parte de la á Dios nuestro Señor aquella grande obra de cari-
ciudad, el cual amenazaba devorarla toda, el pue- dad. El día que se consagró el templo que hizo á
blo acudió á su santo obispo, que habiéndose hecho santa Anastasia, le vistió el cielo á nuestro Mar-
conducir al lugar de la catástrofe, y colocándose ciano de una riquísima tela de oro y piedras pre-
junto al fuego, lo apaciguó con sus oraciones, li- ciosas, tal que el emperador que se halló presente
brando así á Ancona de una destrucción inminente. podía envidiarla: y como quien le d i o la gala, se
San Gregorio papa cuenta las particularidades de la puso para que luciese, permitió la viesen infini-
este suceso, y dice que Marcelino floreció en tiem- tos: algunos de los cuales, envidiosos, dieron
po del emperador Juliano. cuenta al patriarca. Llamólo, acabados los divinos
oficios, y reprendiólo, porque traía tal vestido que
SAN BRITHWALDO, ARZOBISPO Y CONFESOR—Murió en más pertenecía para un emperador que para un
731 en su arzobispado de Cantorbery. sacerdote: mas como el santo dijese no llevar tal
vestido, el patriarca, por satisfacer y dejar confu-
SAN FELÁN, Ó FOELÁN, ABAD Y C0NFES0R,-Le m e n - sos á los acusadores, le hizo desnudar, y vieron
cionan los calendarios de Escocia ó Irlanda, y todos que sólo traía su ordinario vestido, que era
Boecio. muy pobre y desechado; con que se hizo más no-
torio el prodigio, y conocieron todos los méritos
SAN ADRIÁN, ABAD Y CONFESOR-Murió ejemplar- de su virtud y santidad, convirtiéndose muchos
mente en su abadía de Cantorbery en 710. arríanos.
Hizo otros muchísimos milagros, y al fin, dejan-
SAN YANENGO, CONFESOR—Fué devotísimo de santa do la ciudad adornada de suntuosos templos, y de
Eulalia. Murió en 688. Bollando lo menciona. la fama de sus virtudes, lleno de años, dejó esta
vida, y se subió á los cielos á los 10 días de enero
Día ÍO del año 472. Escribieron su vida Metafrastes, L i -
pomano, tom. V, Surio, tom. I, Sanctoro, el Mar-
SAN MARCIANO, PRESBÍTERO—Fué san Marciano na- tirologio romano, y Baronio en sus Anotaciones y
tural de Roma, hijo de padres muy nobles y ricos, en el tom. I de sus Anales.
los cuales se fueron á vivir á Constantinopla,
corte entonces del imperio, y allí le enseñaron SAN NICANOR.—Fué uno de los siete primeros diá-
todas buenas letras y costumbres. Por sus virtu- conos de la Iglesia de Jerusalén, y compañero del
des y letras vino á ser tan conocido en la corte, protomártir san Esteban. Los apóstoles le envia-
que el patriarca tuvo á gran fortuna que quisiese ron á la isla de Chipre, á predicar el santo E v a n -
ordenarse de sacerdote: lo cual hizo á instancia gelio, siendo innumerables las conversiones
del mismo patriarca, si bien su humildad lo rehu- que hizo, y muchísimos los portentos que obró.
DÍA 11 ENERO 149
Concedióle Dios la gracia de morir mártir el SAN GONZALO DE AMARANTE, CONFESOR.—Fué español
año 76. de nación, y natural de un lugar llamado Tagilde
en Portugal, y de muy esclarecido linaje. Desde
SAN AGATÓN.—Nació en Sicilia, y se hizo reco- niño empezó á dar muestras de su futura santi-
mendable principalmente por una profunda hu- dad; pues todo su estudio y ejercicio consistía en
mildad, una admirable suavidad de carácter, y emplearse en el servicio de Dios. Resplandeció en
una inclinación siempre pronta al bien. Estas vir- muchas virtudes, principalmente en la castidad y
tudes y el modo con que desempeñó, por espacio misericordia con los pobres. Fué á Roma en pere-
de muchos años, el cargo de tesorero de la Igle- grinación, visitó los sepulcros de los santos Apósto-
sia romana, le hicieron digno de suceder al papa les, y después pasó á Jerusalén áadorar los lugares
Dámaso en 679. El año siguiente presidió por santificados con la presencia del Salvador. Era
medio de sus legados el sexto concilio general, muy devoto de la Virgen María, á quien pidió le
convocado en Constantinopla contra los monote- mostrase el más seguro camino de su vocación; y
listas por los cuidados del emperador Constantino la santísima Virgen se dignó contestarle, por m e -
Pogonato. Le escribió á éste una carta en que dio de una milagrosa visión, que tomase el hábito
refutaba el monotelismo por la constante tradi- de santo Domingo. Así lo hizo, en efecto, con
ción de la Iglesia romana: carta, que remitida á grande júbilo de su alma; y después de hecha su
los padres del concilio, fué recibida con respeto, y profesión, alcanzó licencia de sus superiores para
declararon que «Pedro hablaba por boca de A g a - volverse á la ermita que tenía cerca de un lugar
tón.»EI santo padre procuró por el restablecimiento llamado Amarante, donde vivió solitario por m u -
de san Wilfrido en la silla de York; abolió el tributo chos años, obrando muchos portentos en favor de
que los emperadores exigían de los papas al tiem- los que allí le visitaban. Por fin, después de una
po de su elevación, y colmó de beneficios al clero vida santísima y de grande ejemplo, lleno de vir-
y á las iglesias de Roma. Murió en 682, después tudes y méritos, descansó felizmente en el Señor
de dos años y medio de pontificado. Por el gran á los 10 de enero del año 1260.
número de sus milagros mereció, según Anasta-
sio, el sobrenombre de Taumaturgo: y tanto los Dia 11
griegos como los latinos honran su memoria.
SAN HIGINO, Ó HIGINIO, PAPA Y MÁRTIR — E l bien-
SAN GUILLERMO, ARZOBISPO DE BOURGES, EN FRANCIA.— aventurado san Higino, natural de Atenas, fué
Floreció en el siglo X, fué esclarecido en virtudes hijo de un filósofo, cuyo nombre el autor del libro
y milagros, y después de una muerte santa, fué de los romanos pontífices, que anda en nombre de
canonizado por Honorio III. Dámaso, dice que no pudo saber. Fué puesto en
la silla de san Pedro por la muerte de san Teles-
SAN JUAN EL BUENO, ARZOBISPO DE MILÁN—Fué prela- foro papa, habiendo estado siete días la silla v a -
do eminente en piedad y en doctrina. Escribió v a - cante, en tiempo de Antonino Pío emperador, en
rios tratados contra los arríanos; asistió al conci- cuyo imperio hubo muchas y graves calamidades
lio romano celebrado en tiempo de Martino I, y en el mundo. Y como los gentiles tenían á los
después de un pontificado de diez años, descansó cristianos por hechiceros, magos, sacrilegos y
en el Señor. enemigos de sus dioses, pensaban que todos los
males les venían por pecados de ellos, y porque
SAN PEDRO URSÉOLO—Hijo de una de las familias sus dioses los aborrecían; y con esta falsa persua-
que fundaron la república de Venecia, se dedicó sión y odio les perseguían para aplacar á sus
en sus primeros años al ejercicio de las armas, se dioses, y vengarse de los enemigos de su religión.
distinguió noblemente en su carrera, y fué luego Por esta causa padeció la Iglesia gran persecución
ascendido á la dignidad de dux de Venecia, la de los gentiles, siendo papa san Higino, y no m e -
cual renunció para entrar en el monasterio de nos de los herejes, que en su tiempo vinieron á
Consance, de la regla de san Benito, donde fué edi- Roma, como Valentín y Cerdon, los cuales fueron
ficación y estímulo de santidad. Su muerte, acae- heresiarcas y maestros de herejías infernales; y
cida el 10 de enero del año 1009, fué señalada por para mejor engañar, fingieron al principio que
el cielo con numerosos y visibles prodigios, que eran católicos, y muy obedientes á la Iglesia.
confirmaron la justa reputación de santidad que Aunque no les aprovechó, por la vigilancia de san
ya gozaba el ilustre difunto. Higino, que se opuso á la maldad de ellos, a n i -
mando y exhortando á los fieles que estuviesen
SAN PABLO, PRIMER ERMITAÑO—Murió el día 10 de constantes y firmes en la fe católica y romana,
enero, pero su fiesta se celebra el 15 del propio que había sido enseñada de los príncipes de los
mes. apóstoles san Pedro y san Pablo, y consagrada
150 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
con su sangre. Para esto escribió algunas epísto- dosio, varón de Dios, seáis bienvenido.» Espan-
las, de las cuales tenemos dos; la una para todos tóse Teodosio, oyendo esta voz, porque le llamaba
los fieles, en que les declara el misterio de la En- por su nombre, y porque le honraba con el título
carnación (tan mal entendido de los herejes), y la de varón de Dios, que él en sí no conocía. Subió
otra escrita á los atenienses, naturales de su pa- á la columna por orden de san Simeón, y echóse
tria, y en ella les exhorta á que se ejerciten en á sus pies; oyó sus consejos y todo lo que para
obras de virtud, y les da documentos para ello. adelante le había de suceder. Tomada su bendi-
Mandó muchas y muy provechosas cosas perte- ción, siguió su camino para. Jerusalén, y visitados
necientes á la administración de los sacramentos aquellos santos santuarios, queriendo comenzar
y culto divino. Ordenó el modo con que se habían de veras á servir al Señor, dudó al principio si
de haber el hostiario, lector, exorcista, acólito, seguiría la vida solitaria de los ermitaños, ó la de
subdiácono y diácono, en sus sagrados oficios: el los monjes, que viven debajo de la obediencia en
respeto que se debe tener á cualquiera cosa de la comunidad. Y después de haberlo pensado y e n -
Iglesia: las ceremonias con que se debe consagrar comendado á Dios, le pareció que le estaría mejor
el Crisma: que en los bautismos hubiese un solo y era más seguro entregarse á la voluntad ajena
padrino y una madrina: cómo debe proceder el de algún siervo de Dios, en algún monasterio, que
metropolitano contra algún obispo subdito suyo, vivir y regirse por la suya, apartado de la c o m u -
y otras cosas semejantes á éstas, y todas santas, nicación de los hombres. Con esta resolución,
como consta por sus decretos, que se pueden ver sabiendo que un santo viejo, llamado Longino,
en el primer tomo de los Concilios. Finalmente, era varón perfecto y excelente maestro de la per-
después de haber gobernado la Iglesia de Dios fección, y moraba en cierta casilla de una torre,
(según el libro de los romanos pontífices) cuatro que llaman de David, le rogó é importunóque le ad-
años, tres meses y cuatro días, padeció martirio mitiese en su compañía, y le amoldase y ajustase
por Cristo, á 11 días del mes de enero del año 155 con su vida: y Longino lo hizo y le tuvo algún
de nuestra salud, imperando el ya dicho Antonino tiempo consigo, enseñándole todo lo que había de
Pío. Otros dan más años de pontificado á san Hi- hacer para alcanzar lo que tanto deseaba. De allí
gino; y el cardenal Baronio dice que vivió en él pasó por orden del mismo padre Longino á un
cuatro años menos dos días. Hizo tres veces órde- templo, que una buena y piadosa mujer había de-
nes, y en ellas ordenó quince presbíteros, cinco dicado á nuestra Señora, de donde después se
diáconos y seis obispos. Su cuerpo fué sepultado mudó á un monte: porque por la fama de su santi-
en el Vaticano, junto al cuerpo de san Pedro, y dad algunos monjes comenzaron á venir á él, para
de los otros pontífices sus predecesores. Hace la que como maestro los enseñase é instruyese en
Iglesia católica conmemoración de este santo pon- toda virtud. Aquí se dio mucho al ayuno, á las vigi-
tífice el mismo día de su martirio. lias, á la oración y lágrimas, y á la perfecta mortifi-
(P. Ribacleneira.) cación de sus pasiones. Comía muy poco, y su co-
mida eran algunos dátiles, ó algarrobas, ó yerbas
SAN TE0D0SI0, CENOBIARCA Y CONFESOR.-El bien- silvestres, ó legumbres; y cuando le faltaba este
aventurado padre san Teodosio, llamado Ceno- mantenimiento, solía remojar y ablandar los h u e -
biarca, que en griego quiere decir el principal y sos de los dátiles y aquéllos comía, y por espacio
como cabeza y principe de los monjes, nació en de treinta años no gustó pan; y esa aspereza y ri-
una aldea de Capadocia, por nombre Magariasso. gor de vida guardó hasta la vejez.
Su padre se llamó Proetesio, y su madre Eulogia, Teniendo, pues, algunos pocos compañeros, y
personas virtuosas y honradas. Dio muestras de queriéndolos encaminar al cielo y descarnarlos de
que Dios le había escogido para ministro grande todas las cosas de la tierra, les enseñó por primer
de su gloria. Dióse á los estudios, y vino á declarar principio y fundamento de la vida religiosa, que
las divinas Letras al pueblo, y con aquella lección tuviesen siempre la memoria de la muerte presen-
y meditación, á aficionarse á todas las obras de te: y para esto mandó hacer una sepultura, para
virtud y perfección. Partióse de su casa para ir á que su vista les acordase que habían de morir y
Jerusalén, y adorar aquellos sagrados lugares que muriendo cada día en la consideración, no temie-
Cristo nuestro Señor consagró con su vida y pa- sen cuando viniese la muerte. Estando un día con
sión. Y llegado á Antioquía, fué á ver al insigne sus discípulos al rededor de su sepultura abierta,
varón Simeón Estilita, que hacía vida milagrosa dijo con mucha gracia: «Lasepultura está abierta;
en una columna, y era como un prodigio de s a n - pero ¿quién de vosotros la ha de estrenar?» E n -
tidad en el mundo, para tomar su bendición, y tonces uno de los discípulos, que era sacerdote, y
animarse más á la perfección con sus santos se llamaba Basilio, se arrodilló y respondió: «Dad-
ejemplos. Cuando llegó cerca de la columna oyó me, padre, vuestra bendición, que yo seré el
la voz de Simeón, que le llamaba y le decía: «Teo- primero que entraré en ella.» Dióle la bendición
DÍA. 11 ENERO 151
Teodosio, y mandó que estando aún vivo el monje pasase adelante. Como v i o esto, entendió que no
Basilio, le hiciesen todos los oficios que en diver- era acaso, sino que Dios quería que entrase en
sos días suele la santa Iglesia hacer á los difun- aquel monasterio; y guiando la cabalgadura para
tos, y al cabo de cuarenta días, sin calentura, sin él, luego se movió, y entrando en aquella casa, y
enfermedad, ni dolor, como si tuviera un dulce sabiendo la pobreza que pasaban, la descargó, y
sueño, dio su espíritu al Señor. Túvose por cosa dio á san Teodosio mucha mayor parte de lo que
milagrosa lo que había sucedido. No lo fué menos llevaba, que le pudiera dar el otro repartidor, que
lo que sucedió por espacio de otros cuarenta días, por olvido ó descuido no les había dado nada.
en los cuales el santo abad Teodosio oyó cantar á Con estos milagros y con la experiencia de lo
Basilio con los otros monjes en el coro, y le veía, mucho que Dios favorecía á Teodosio, se comenzó
y ninguno otro de los monjes le oía ni veía, sino á extender su fama y á venir muchos monjes á la
uno solo que se llamaba Ecio, que oía su voz y no escuela de tan excelente maestro, con deseo de
podía ver su rostro, hasta que Teodosio suplicó á ser enseñados é instruidos para el cielo por él.
nuestro Señor que abriese los ojos de Ecio, para Mas Teodosio, viendo que crecía el número de sus
que viese á Basilio, y el Señor se los abrió y se le religiosos, estuvo en gran duda de lo que había de
mostró; y cuando él le v i o corrió á él para abra- hacer, porque por una parte amaba la soledad y
zarle; pero no pudo, porque luego desapareció, quietud, y por otra le tiraba el fruto y aprovecha-
diciendo: «Quedad con Dios, padres y hermanos.» miento de sus hermanos. Hizo oración al Señor,
Otra vez, llegándose ya la pascua de la gloriosa suplicándole que le declarase su voluntad; y él le
Resurrección del Señor, el mismo sábado santo declaró milagrosamente y le movió á tener más
por la tarde no había en el monasterio cosa que cuenta con el provecho de las almas que Jesucris-
comer, ni aun hostia que consagrar el día siguien- to había comprado con su sangre, que no con su
te de pascua; supieron los monjes esta falta y e n - descanso y gusto interior; y con el nuevo fuego,
tristeciéronse, y quejábanse y murmuraban de su que se encendió de suyo en un incensario que lle-
maestro; pero él les dijo: «Tengamos cuidado, vaba, le mostró el lugar donde quería que se edi-
hermanos, de lo que toca al altar y á la misa, y ficase un monasterio grande y capaz para recibir
comunión de mañana, que de lo demás el S e - á los monjes y á los pobres y peregrinos enfermos,
ñor proveerá.» Teodosio dijo esto, y luego al y el santo abad Teodosio pudiese extender en él
poner del sol llegaron á la puerta del convento dos las velas de su caridad. Hízose el monasterio, eu
acémilas cargadas de mucha provisión para los el cual se recibían todas estas suertes de personas
monjes, y del pan necesario para la consagración que he dicho, y especialmente los enfermos, á los
del cuerpo de Cristo nuestro Redentor. cuales el santo padre servía y regalaba con extre-
Había un hombre muy rico y piadoso que solía mada devoción y piedad, consolándolos con sus
repartir grandes limosnas á los pobres, y espe- palabras, proveyéndolos con sus limosnas, y sir-
cialmente á los religiosos, que despreciando sus viéndolos con la persona con tanta caridad, que
bienes se habían hecho pobres de espíritu por el lavaba la sangre y limpiaba las llagas con sus ma-
Señor. Este envió una vez una gran cantidad para nos, y con su boca las besaba; de tal manera, que
que se repartiese entre estos pobres: y ora sea ninguno, por pobre y asqueroso y menospreciado
por olvido, ora por otros respetos, ó lo que es más que fuese, era desechado de aquella casa, antes
cierto, por voluntad del Señor, no envió nada tanto era de mejor gana recibido, cuanto más m i -
de aquella limosna á Teodosio y sus frailes, los serable era su estado, y á todos les proveía abun-
cuales lo sintieron, y rogaron á su abad y le i m - dantemente, aunque no había en aquella casa qué
portunaron que declarase su necesidad á aquel darles, porque todo lo proveía el Señor. Y acon-
que repartía la limosna, para que á ellos también teció aparejarse en un mismo día cien mesas
les cupiese su parte, pues era tan grande su ne- para dar de comer á los que venían. Pero h a -
cesidad. No vino en ello Teodosio, por parecerle biendo enviado Dios nuestro Señor una hambre
que aquella diligencia era sobrada, y que nacía de sobre la tierra tan grande, que apenas había
poca confianza en Dios. Pero el Señor mostró que hombre ni mujer, rico ni pobre, que se escapase
nunca desampara á los que confían en él, y que de ella, comenzaron á venir tantos al monas-
todas las diligencias humanas no llegan á la pro- erio para ser alimentados y no perecer de h a m -
videncia paternal que él tiene de sus siervos. En bre, que los que tenían cargo de darles de comer
este mismo tiempo iba un hombre con una cabal- cerraron las puertas del convento, por ver una
gadura cargada de varias cosas para repartir á los multitud innumerable, á quien no se podía dar
pobres, pero sin intento de llegar al monasterio lo que pedían. Y determinaron de dar y r e -
de Teodosio; mas cuando estuvo allí cerca, la c a - partir muy tasadamente lo que tenían entre
balgadura se paró y se hizo como inmoble, sin po- aquella gente, para que ya que no podían dar
der el que la llevaba, con palos y golpes, hacer que á todos, alcanzase á muchos. Supo esto san Teo-
152 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
dosio, y mandó abrir las puertas y que todos e n - cuando hablaba tantas y tan vivas razones, y tan-
trasen, y que se les diese á cada uno lo necesario: ta copia de palabras, que ponía admiración; y en
y el Señor le proveyó con tan larga mano, que to- su gobierno se ajustaba á la condición y estado de
dos quedaron hartos y satisfechos, y las arcas lle- cada uno, midiendo la carga que echaba con las
nas de pan. Y no fué sola esta vez la que el Señor fuerzas, y cargando más á los robustos y descar-
proveyó al santo abad, conforme á su confianza, gando á las flacos, para que los unos con el ocio
sino otras también, dando de comer á un sin n ú - no ?e hiciesen flojos, y los otros no fuesen oprimi-
mero de gente, que había concurrido á su casa á dos con el trabajo. No castigaba con la vara del
celebrar la fiesta de nuestra Señora, con tanta rigor, sino con la palabra amorosa y cuerda, y
abundancia, que no solamente se hartaron los que que blandamente penetraba hasta lo más íntimo
comieron, sino que llevaron á sus casas lo que les del corazón, y era juntamente austero y suave;
sobró; renovando nuestro Señor los milagros de consuelo y espanto de sus subditos, y él los g o -
su omnipotencia, y dando de comer á los que v e - bernaba con tan grande paz y tranquilidad, como
nían al monasterio de Teodosio, como en el desier- si estuviera solo en un desierto, y era siempre el
to había multiplicado los cinco panes para susten- mismo cuando estaba solo y cuando acompañado,
tar los cinco mil hombres, y como cada día hace porque siempre estaba con Dios.
crecer pocos granos de trigo y multiplicarse las Sucedió en tiempo de San Teodosio una herejía,
espigas y mieses para sustento del mundo. d é l o s que llaman acéfalos, que quiere decir sin
Con estos milagros y otros muchos que nuestro cabeza, porque no la tenían ni seguían autor prin-
Señor obró por él, resplandecía el santo Teodosio, cipal de su error, que era condenar al concilio
y mucho más con los rayos de su celestial vida y Calcedonense, porque confesaba que había dos
excelentísimas virtudes; por las cuales creció tan- naturalezas distintas en Cristo; á los cuales el em-
to el número de sus discípulos ó hijos espirituales, perador Anastasio favoreció extrañamente, y para
á los cuales él como amorosa madre parió, y como poderlo hacer mejor, procuró ganar á muchos
sabio maestro enseñó, y como vigilante pastor obis'pos y personas señaladas, y traerlos á su opi-
apacentó con los pastos saludables de su doctrina, nión para hacer guerra á la fe católica con la a u -
y encaminó al aprisco del Señor: porque seiscien- toridad de tan insignes varones. Viendo que san
tos y noveinta y tres de sus discípulos se escribe Teodosio resplandecía entre todos, como el sol en-
que murieron, y el santo padre envió antes de sí tre las estrellas, quiso ganarle y ablandar con dá-
al cielo; y el abad que le sucedió, más de otros divas, que quebrantan peñas; y porque sabía que
cuatrocientos: y de aquella escuela salieron m u - el santo abad, como amador de la pobreza e v a n -
chos obispos y pastores, y superiores de otros mo- gélica, no quería ni buscaba nada para sí, y que
nasterios, y tuvieron otros cargos preeminentes lo que buscaba era para los pobres y menestero-
en la Iglesia del Señor, á la cual algunos de ellos sos, envióle una buena cantidad de oro, diciéndo-
sirvieron muchos años. Venían á él muchos que le que se la enviaba para que la repartiese á los
habían sido soldados de los príncipes de la tierra, pobres. Bien entendió Teodosio el anzuelo que
para serlo del Rey del cielo, y seguir el estandarte debajo de aquel cebo venía encubierto, y lo que
de la cruz. Otros hombres ricos, nobles y podero- pretendía el emperador; mas disimuló por enton-
sos, los cuales, conociendo la vanidad y engaño ces, por no defraudar á los pobres de aquella li-
del mundo, y entendiendo que todo lo que poseían mosna, y aplacar á nuestro Señor, para que per-
no les podía dar contento y se deshacía como hu- donase por ella al emperador y se enmendase; y
mo, buscaban en la ignominia de Cristo la gloria, sino para que el mismo emperador, que era a v a -
y en la pobreza las riquezas, y en el menosprecio rísimo, tuviese más pena viéndose burlado: y así
de sí mismos la verdadera bienaventuranza. Y no aceptó aquel don con hacimiento de gracias, y re-
faltaban otros sabios y prudentes, y estimados en partió la limosna á los pobres y personas necesi-
el siglo, é hinchados con el aire popular, que abra- tadas. Envió después el emperador sus mensajeros
zaban la sabiduría evangélica, que el mundo ciego á Teodosio, rogándole que declarase lo que sentía
llama locura, y se entregaban á este santo varón en materia de los artículos de la fe que se trata-
para aprender las primeras letras de la cartilla es- ban; y él hizo juntar á todos los monjes que esta-
piritual. Y el santo lo hacía escogidamente, por- ban á su cargo, y les declaró que aquél era tiem-
que aunque no se había ejercitado en Platón ni en po de pelear valerosamente los soldados de Cristo,
Aristóteles, ni aprendido las ciencias humanas, ni y dar la vida por la fe católica; y con sus palabras
dádose al estudio del bien hablar; pero había sido encendidas y afectuosas los animó para que así lo
enseñado del maestro celestial, y alumbrado con hiciesen. Después escribió una carta al empera-
su luz; y así trataba las cosas divinas divinamen- dor, en la cual le decía que supiese, que él y los
te, y gobernaba las ánimas con aquel espíritu ad- suyos querían antes morir por guardar lo que los
mirable, que le había comunicado el Señor. Tenía santos padres les habían enseñado, que vivir con-
DÍA 11 ENERO 153
sintiendo á los herejes, y que echarían y deste- Cayó un niño en un pozo, hijo de una mujer
rrarían de sí y excomulgarían á cualquiera que rica y piadosa, y teniéndole todos por muerto, le
los siguiese, y al que no abrazase á los santos hallaron sentado sobre el agua, vivo y sano, por-
cuatro concilios, que la santa Iglesia reveren- que san Teodosio le había tenido con su mano
cia y abraza. Turbóse el emperador cuando reci- para que no se ahogase.
bió esta carta, y de león convirtiéndose en vulpe- Había una mujer casada que había parido m u -
ja, quiso otra vez con blandura tentar á Teodosio, chos hijos, pero todos muertos, de manera que te-
y darle á entender que no nacía de él la turbación mía los dolores del parto, y no gozaba del fruto de
que había en la Iglesia, sino de los clérigos y mon- su dolor, antes se le acrecentaba, viendo muertos
jes, que por su ambición la habían alborotado, y á los que deseaba vivos. Fué á san Teodosio,
escribióle una carta en esta razón; mas todo fué echóse á sus pies, suplicándole que se apiadase de
en vano, porque Teodosio estuvo fuerte y c o n s - ella, y que con sus oraciones y lágrimas la r e m e -
tante, y no hizo caso de las palabras, y de la i n - diase, y que le diese licencia para poner su n o m -
dignación del emperador, ni de las armas de sus bre de Teodosio al hijo que pariese; porque con
soldados, que le amenazaban, ni de las espías que esto sólo esperaba que tendría vida. Concediólo
le ponían para saber quién hablaba, ó se desman- Teodosio, y ella llamó Teodosio al primer hijo que
daba contra lo que él quería; antes como esforza- parió, y después tuvo otros hijos, y vivieron.
do y valeroso capitán del Señor, siendo ya de mu- Envió Dios una vez sobre la tierra una m u c h e -
cha edad, y muy atenuado y exhausto por los mu- dumbre de langostas que la asolaban, y no deja-
chos ayunos, trabajos y penitencias, cobró nuevo ban cosa verde en el campo; y estando el santo
vigor, y como si fuera mozo robusto, anduvo por muy debilitado, se hizo llevar en brazos de sus
todas aquellas ciudades predicando la verdad c a - discípulos adonde estaban; y después de haber he-
tólica, convenciendo los herejes y confirmando á cho oración con muchas lágrimas y ternura al
los fieles, levantando á los caídos y deteniendo á Señor, habló con las langostas mansamente, como
los que iban á caer. Y entrando una vez en el tem- si le oyeran y tuvieran entendimiento, y después
plo, subió al pulpito, y haciendo señal al pueblo las mandó en nombre de Dios que no arruinasen
para que callasen, alzó la voz y dijo: «El que no los trabajos de los pobres labradores, ni c o n s u -
recibiere los cuatro concilios generales, como los miesen los frutos de la tierra. Ellas obedecieron,
cuatro Evangelios, sea maldito y excomulgado;» y no se fueron de donde estaban; pero allí roían
y con esto bajó del pulpito, dejando atónitos á los las espinas, y no tocaban á las yerbas y frutos de
que estaban presentes. Mas el emperador Anasta- la tierra. Otra vez, en otra ocasión semejante á és-
sio tuvo tan gran sentimiento de lo que le había ta, enviando un vaso de aceite bendito á un pueblo
respondido y hecho Teodosio, que le mandó d e s - que era infestado de esta plaga, con él quedó libre
terrar; pero el destierro duró poco, porque el S e - y sin daño alguno. Una mujer noble y rica trató
ñor quitó en breve la vida á Anastasio con un con menos respeto al santo varón, y dijo que eraun
rayo que le mató, y Teodosio volvió de su destierro engañador y embustero; y luego pagó su culpa, y
glorioso y triunfante. murió allí, á los ojos de los que allí la habían oído.
Ilustróle el Señor con muchos y grandes mila- Pasó una vez cerca de un monasterio de herejes,
gros en vida y en muerte, los cuales más copiosa- los cuales hicieron burla de él; y el santo, movido
mente se refieren en su vida, y nosotros breve- del celo de Dios, dijo que en breve no quedaría
mente algunos de ellos notaremos aquí. Una piedra sobre piedra de aquel monasterio; y asi
mujer, que estaba con un pecho cancerado de mu- sucedió, porque de repente los sarracenos dieron
chos años, después de haber tomado todos los re- en él, y lo despojaron y quemaron, y llevaron cau-
medios humanos sin algún provecho, tocando su tivos á los monjes.
llaga con la cogulla de Teodosio, quedó sana. Un capitán del ejército romano, que se llamaba
Siendo huésped de Marciano, monje, y no ha- Cérico, habiendo de hacer guerra contra los per-
biendo pan en casa para comer, mandó Marciano sas, se fué primero á ver con san Teodosio, para
á sus discípulos que diesen á Teodosio y á los que armarse con su bendición en aquella jornada; el
iban con él una escudilla de lentejas, excusándose santo le aconsejó que no pusiese la esperanza de
que no le daban pan, porque no lo había. Enton- la victoria en su arco ni espada ni en la multitud
ces Teodosio puso los ojos en Marciano, y vio un del ejército, sino en sólo Dios, que es Dios de los
grano de trigo en su barba, y tomándole can la ejércitos, y da la victoria á quien es servido. P i -
mano, dijo: «He aquí trigo: ¿cómo decís que no le dióle el capitán, por un riquísimo tesoro y peto
hay en casa?» Tomóle Marciano con devoción, y fuerte, el cilicio que Teodosio traía, y él se le d i o ,
púsole en el granero, el cual el día siguiente se y al tiempo de pelear se le vistió, y mientras que
halló tan lleno y colmado de trigo, que rebosaba peleó, vio al santo que iba como delante de él, ha-
por la puerta. ciéndole señas con la mano, de cómo y con quién
TOMO i 20
154 LA LEYENDA DE ORO DÍA 11
había de pelear, hasta que los enemigos volvieron res, por verle y tocarle, y llevar alguna cosa de
las espaldas y huyeron. Y no solamente esta vez, sus sagradas reliquias; y fué tanto el número de
sino otras muchas favoreció el santo abad á m u - gente, que no se pudo tan presto enterrar, y nues-
chos, que así en el mar como en la tierra, estaban tro Señor manifestó la santidad de Teodosio, l u e -
en muy gran peligro, á los cuales algunas veces go que murió, librando á un hombre atormentado
aparecía en sueños, y otras velando, y siempre del demonio por su intercesión.
los libraba de aquel peligro y trabajo en que e s - La vida de san Teodosio escribió Metafrastes, v
taban. la trae Surio en su primer tomo: hacen mención
Demás de esto tuvo espíritu de profecía. Una de él el Martirologio romano á los 11 de enero, el
vez mandó tañer la campana fuera de tiempo y Menologio griego, y el cardenal Baronio en las
llamar á sus frailes, los cuales, no sabiendo la Anotaciones del Martirologio, y en el sexto y sép-
causa de aquella novedad, se la preguntaron, y él, timo tomo de sus Anales. (P. Ribadeneira.)
derramando muchas lágrimas, les dijo: «Tiempo
es, ¡oh padres!, de orar, porque veo la ira del S e - SAN SALYIO, MÁRTIR—Los sacrificios que hicieran
ñor contra Oriente.» Notóse el día y la hora, y des- los mártires en testimonio de la verdad de nuestra
pués se supo que en aquel mismo tiempo la ciudad santa religión, nos los presenta la Iglesia para
de Antioquía, que era muy populosa, noble y rica, que los imitemos, pues vemos que así lo hizo san
se había asolado con un temblor de tierra que le Agustín prestando á la consideración del pueblo
envió el Señor para su castigo. de Cartago el sacrificio heroico que hizo este s a n -
Habiendo, pues, este bienaventurado y santo to muriendo por la fe en África, en el siglo se-
abad florecido en el mundo, ó ilustrádole con su gundo.
admirable vida y con la institución de tantos mon-
jes, y con tantos milagros, y estando cargado de LOS SANTOS PEDRO, SEYERO, Y LEUCIO.-Según el Mar-
años y de merecimientos, le envió Dios una en- tirologio romano fueron mártires, aunque Beda y
fermedad larga y molesta, que le paró como una los Bollandos los llaman sólo confesores.
estatua, y como sombra del cuerpo humano; y él
con increíble paciencia y fortaleza, como si fuera SAN ALEJANDRO—Fué obispo de Fermo, ciudad de
mozo de muchas fuerzas, resistía á los dolores, y la marca de Ancona. Nació de la ilustre familia de
se regalaba con el Señor, porque él con su espíri- los Sinigardos, y murió perseguido por los enemi-
tu le daba el vigor y fuerzas que le negaba la n a - gos de la fe católica cerca de la misma ciudad. Su
turaleza. Entreteníase con Dios en la oración, y cuerpo se conserva en la iglesia metropolitana;
era tan continuo en este santo ejercicio, que le pero las actas de su vida y de su muerte perecie-
acontecía, que cuando vencido de la flaqueza hu- ron en el incendio que sufrió Fermo, cuando la
mana reposaba y estaba durmiendo, menear los asedió el emperador Federico I.
labios de la misma manera que lo solía hacer
cuando velaba y oraba. Juntó á sus monjes é h i - SAN PALEMÓN, ABAD—Nació en Italia en elsiglo III,
jos regalados, que se deshacían en lágrimas por- y abrazó la profesión de la milicia. Después de
que perdían un tan santo y dulce padre, y exhor- la conversión de Constantino, en cuyo ejército
tóles á la perseverancia, y á resistir con valor las iba, habiendo marchado á Egipto y entrado en una
tentaciones del enemigo, y obedecer pronto y per- iglesia, se hizo catecúmeno, y fué luego bautiza-
fectamente á sus mayores; y dióles otros documen- do. El mismo día del bautismo tuvo por la noche
tos dignos de su santa personay doctrina. Después, una revelación, que le indicaba la excelencia de
teniendo revelación que de allí á tres días h a - la gracia que había recibido; y encendiéndose en-
bía de ser desatado de este cuerpo mortal, hizo tonces su alma en amor á Dios, se fué á los de-
llamar á tres obispos, como quien quería tratar al- siertos de la Tebaida, donde juntó un gran nú-
gún negocio grave con ellos, y alzando sus manos mero de discípulos, que santificó con sus ejemplos
delante de ellos al Señor, y puesto en oración, le y la santidad de su doctrina. Entre ellos tuvo
encomendó su espíritu, y le entregó á los ángeles la dicha de contar una porción de santos ilustres
para que le llevasen al cielo. Murió de ciento y y al grande san Pacomio. Murió Palemón, llorado
cinco años, con gran sentimiento de sus monjes y de sus discípulos, á principios del siglo IV, y en
de toda aquella tierra, que tenía en Teodosio pa- lo sucesivo fué uno de los mejores modelos que
dre, maestro, amparo, pastor, refugio y puerto se- se han propuesto siempre á los religiosos y soli-
guro en todas sus necesidades. tarios.
Luego que se publicó el tránsito de este santo
padre, vino el patriarca de Jerusalén acompañado SAN SILVIO, Ó SALYIO, OBISPO DE AMIÉNS, EN FRANCIA -
de otros obispos para enterrarle, y concurrió una Fué mártir según el Martirologio romano, cuya
gran multitud de monjes, de clérigos y de segla- calidad parece que le niega el cardenal Baronio.
DÍA 12 ENERO 155
Nació este santo de noble cuna, y desde su juven- I para entregarse más enteramente á Dios; y des-
tud fué varón religioso y sabio. En la flor de sus pués de haber vivido ejemplar y santamente m u -
años, desengañado de los halagos y honores del chos años en vida monástica, acaeció su muerte
mundo, fundó un monasterio bajo la invocación el día 11 de enero del año 560.
de la santísima Virgen, del cual fué nombrado su-
perior, viviendo vida de ángel en compañía de al- SANTA HONORATA, VIRGEN.-Fué esta santa herma-
gunos otros piadosos varones, que la fama de sus na de san Epifanio, obispo de Pavía, la menor de
méritos había traído. Su caridad, su penitencia una numerosa y distinguida familia. Desde muy
inexorable, su mortificación y el amor con que niña entró en el monasterio de San Vicente de Pa-
llamaba á sí y socorría á toda clase de necesita- vía, su ciudad natal, cuyo asilo, habiendo sido vio-
dos, lo hicieron el padre de todos, el consuelo de lado por el rey Odoacro, durante el sitio de la
todas las desgracias, el ejemplar y el más digno misma ciudad, Honorata fué hecha prisionera con
modelo de todas las virtudes. Su fama, volando sus hermanas. Rescatada después por san Epi-
por todas partes, llegó hasta la corte del rey, que fanio, vivió á su lado por muchos años, muriendo
lo llamó á su palacio, y tomó por mucho tiempo en la misma ciudad de Pavía el 11 de enero del
sus consejos en los más arduos negocios del rei- año 500.
no. Por muerte de Honorato, obispo de Amiéns,
fué nombrado para aquella silla, de la cual no se SAN EGWINO, OBISPO Y CONFESOR—Fué de estirpe
encargó sino con mandamiento expreso del rey y real. Murió obispo de Wórcester, en 691.
de la santa sede. En su nuevo puesto fué distin-
guida lumbrera de la Iglesia, como había sido bri- Día 13
llante modelo de religiosos y solitarios. Su celo, su
caridad, se multiplicaron entonces, y encontraron EL BIENAVENTURADO SAN NAZARIO, CONFESOR—El bien-
nuevo campo donde ejercitarse. Finalmente, enri- aventurado san Nazario fué español de nación.
quecido de virtudes y de gracias, coronado ya de Siendo de edad competente, como echase de ver el
gloria en la tierra, voló al cielo el día 11 de enero engaño del mundo, determinó dejarlo, y en efecto
del año 615. lo hizo tomando el hábito de religioso. No he po-
dido averiguar de qué orden haya sido su profe-
SAN LEÜCIO, OBISPO Y CONFESOR—En el reinado del sión, por la negligencia grande de los antiguos;
emperador Teodosio el Grande vivía en Alejan- pero á lo que se cree, fué monje benito, aunque
dría un hombre venerable llamado Eudecio, que te- por no tener certidumbre de esto, no le pongo e n -
nía un hijo único, por nombre Leucio. Al llegar éste tre los santos de aquella orden. Hecho monje,
á la edad de doce años, murió su madre Eufrodi- quiso acaudalar grandes tesoros y riquezas para
sia, y el padre entró con su hijo en el monasterio el cielo, y para esto tomó un medio muy acertado,
de San Hermeto, para santificarse practicando las que fué ser muy misericordioso y caritativo. Dió-
virtudes religiosas. Después de algún tiempo, en se tanto á este celestial empleo, que hospedaba á
el día de la solemnidad de la Asunción de María, los peregrinos, vestía á los desnudos, daba de co-
yendo Leucio con otros á una iglesia no distante mer á los hambrientos, y socorría los necesita-
del monasterio, encontraron al arzobispo de Brin- dos cuanto le fué posible; cuyas obras fueron tan
dis con todo su clero, que se dirigían al mismo gratas á la majestad de Dios, y su vida tan acepta
punto. Estando, pues, todos juntos congregados á él, que obró por su medio grandes milagros.
en el templo, tuvo el arzobispo revelación de que Fué uno de ellos, que estando en su monasterio,
pronto iban á acabarse sus días, y que debía ser y en él sirviendo al Señor muy de veras, mató con
Leucio su sucesor en el ministerio pontifical. Pu- el hábito, de que iba vestido, el fuego de un horno
blicado el aviso del cielo, y muerto el santo arzo- ardiendo, quedando sin alguna lesión su mismo
bispo, fué elegido al momento Leucio, á quien el hábito.
Señor favoreció con el don de portentos, con la Habiendo, pues^ este gran siervo de Dios hecho
suavidad y la unción de la palabra; dones que em- vida santísima en aquel convento, llegando á la
pleó constantemente para ganar almas á Jesu- cumbre de la santidad, murió de muerte natural,
cristo. Ignórase el año de su muerte. puesto en el suelo, para vivir siempre con Dios en
el cielo. Rézase de él en el dicho monasterio con
_ SAN ANASTASIO, ABAD, Y LOS NUEVE MONJES SUS COMPA- fiesta doble á 12 de enero, y le nombran en las
NEROS.— Murieron todos juntos después de una colectas, así de la misa como del oficio divino.
divina visión, en que se les mostraron las delicias (P. Ribadeneira.)
celestiales, en el monasterio de Suppentonia, jun-
to al monte Sorate. San Anastasio fué primer no- SANTA TACIANA, MÁRTIR—Alcanzó esta santa la
tario de la Iglesia romana, cuyo cargo renunció j>alma del martirio después de haber sido probada
156 LA LEYENDA DE ORO DÍA 13
s u fe c o n l o s m á s c r u e l e s t o r m e n t o s ; t a l e s f u e r o n que querían establecer un estado en medio de las
s e r e s c a r n i f i c a d a c o n garfios y p e i n e s de h i e r r o , aguas, para salvar sus personas y bienes de la
echada á las bestias, y haber sido arrojada á u n a inundación y rapacidad de los bárbaros, y de este
h o g u e r a de la q u e s a l i ó i l e s a , h a s t a q u e por ú l t i - modo llegó á ser uno de los principales fundado-
m o fué d e g o l l a d a . S u c e d i ó s u m u e r t e e n R o m a e n res de Venecia. Bueno, humano, compasivo, de
el c u a r t o a ñ o del i m p e r i o d e A l e j a n d r o . una caridad sin límites, y de un corazón tan gran-
de como su virtud, fué el verdadero padre de su
SAN SÁTIRO, MÁRTIR—Nació e s t e s a n t o e n A r a b i a , pueblo, y promovedor constante del bien. Celoso
y estando un día en A c a y a , pasando por delante de la gloria de Dios, é infatigable en las tareas de
de u n í d o l o , s o p l ó l e el r o s t r o , y el ídolo c a y ó al su ministerio, reformó la disciplina eclesiástica;
m o m e n t o h e c h o p e d a z o s . L o s a d o r a d o r e s de é s t e , arregló el clero de su diócesis, y á pesar de la ca-
q u e v i e r o n el d e s a c a t o , l l e v a r o n p r e s o al s a n t o al lamidad de los tiempos, su rebaño experimentó
g o b e r n a d o r , q u e m a n d ó lo d e g o l l a s e n al m o m e n t o . pocos reveses, y se conservó fiel al depósito de la
fe. Finalmente, después de un pontificado de los
SAN ARCADIO, MÁRTIR—Fué de M a u r i t a n i a , d e c u n a más laboriosos que se hayan visto, murió Juan
ilustre, pero m á s ilustre por las gracias con que en medio de sus ovejas, el día 12 de enero del
el c i e l o lo e n r i q u e c i ó . S u fe y s u s m i l a g r o s l l a m a - año 450.
r o n la a t e n c i ó n hasta d e s u s m i s m o s e n e m i g o s ,
q u e v e í a n e n él u n v e r d a d e r o h o m b r e d e D i o s . SAN PROBO.—Sexto obispo de Verona, ilustre en
P e r o al m i s m o t i e m p o , e s p a n t a d o s p o r el a d m i r a b l e santidad y milagros; murió el día 12 de enero del
fruto q u e p r o d u c í a s u palabra, lo p r e n d i e r o n , año 236.
le h i c i e r o n sufrir v a r i o s y d e s c o n o c i d o s t o r m e n -
t o s , y al fin le q u i t a r o n l a v i d a el día 12 de e n e r o SAN BENITO, ABAD Y CONFESOR—Nació en el Nor-
del a ñ o 260. thúmberland en Inglaterra, el año 628, de una fa-
milia distinguida: siguió el ejercicio de las armas,
LOS SANTOS ZÓTICO, ROGATO, MODESTO, CASTÜLO, Y OTROS tomó después el hábito de san Benito, é hizo su
CUARENTA COMPAÑEROS, TODOS MÁRTIRES-Nada m á s s e noviciado en el célebre monasterio de Lerín en la
s a b e d e e s t o s s a n t o s , s i n o q u e e r a n s o l d a d o s r o - Provenza. De vuelta á su patria, fué elegido abad
m a n o s de u n a legión acantonada en África. de Cantorbery, y trabajó con celo en favor de los
progresos de la religión. Introdujo en su abadía
LOS SANTOS TIGRIO, PRESBÍTERO, Y EUTROPIO, LECTOR.— el canto gregoriano y todas las ceremonias roma-
M u r i e r o n m á r t i r e s e s t o s s a n t o s e n C o n s t a n t i n o p l a nas, persuadido de que la Iglesia madre debía ser-
á m a n o s de l o s a r r í a n o s , d u r a n t e el d e s t i e r r o de vir de regla y de modelo á todas las otras. Murió
s a n J u a n C r i s ó s t o m o , por n e g a r s e á c o m u n i c a r Benito el año 703, habiendo hecho cuatro veces el
c o n el i n t r u s o A r s a c i o . S u m u e r t e a c a e c i ó á p r i n - viaje á Roma.
c i p i o s del s i g l o V.
SAN ELREDO, ABAD Y CONFESOR. - Murió en 1166,
SAN ZÓTICO, MÁRTIR, EN TÍYOLI—Nada s e s a b e de abad de Riéval, y famoso por su piedad.
él, p o r h a b e r s e p e r d i d o l a s a c t a s de s u m a r t i r i o .
Día 13
EL MARTIRIO DE LOS CUARENTA Y DOS MONJES DE ÉFESO.
— D e s p u é s de s e r c r u e l m e n t e a t o r m e n t a d o s p o r SAN HILARIO, OBISPO DE POITIERS EN FRANCIA. — San
d e f e n d e r el c u l t o y v e n e r a c i ó n de l a s i m á g e n e s de Hilario, obispo de la ciudad de Poitiers en F r a n -
l o s s a n t o s , c o n s u m a r o n el m a r t i r i o e n t i e m p o de cia, fué uno de los señalados prelados y doctores
Constantino Copronimo. que ha tenido la Iglesia católica," un pozo de cien-
cia, luz de doctrina, fuente de elocuencia, defen-
SAN JUAN.—Fué e l e g i d o a r z o b i s p o de R a v e n a e n sor de la fe y martillo de los herejes, cuya vida y
t i e m p o de s a n L e ó n el G r a n d e . P o r efecto d e la milagros escribió Fortunato; y muchos santísimos
c a l a m i d a d de l o s t i e m p o s y de l a i r r u p c i ó n d e l o s y gravísimos doctores dicen grandes alabanzas de
b á r b a r o s del N o r t e , e s t a b a á l a s a z ó n toda l a E u - san Hilario, con grande encarecimiento.
r o p a e n g r a v í s i m o conflicto, y s ó l o l o s p a s t o r e s de San Jerónimo estimó tanto la doctrina de san
la I g l e s i a p o d í a n a l g u n a s v e c e s c o n t e n e r la f e r o - Hilario, que estando en la ciudad de Tréveris,
cidad de a q u e l l a s h o r d a s s a l v a j e s q u e todo lo d e - trasladó por su propia mano un largo libro suyo
v a s t a b a n . S a n J u a n s a l v ó á R a v e n a de l o s f u r o r e s De sinodis, y le llama en un lugar río Ródano (que
de A t i l a , s a l i é n d o l e , c o m o s a n L e ó n , al e n c u e n t r o , es muy caudaloso y arrebatado) de la latina elo-
y a m a n s a n d o s u fiereza. Con e s t a o c a s i ó n s e a s o - cuencia; en otro, trompeta contra los arríanos; en
ció nuestro santo á los esfuerzos de las familias otro dice que fué el más elocuente varón de su
DÍA 13 ENERO 157
tiempo, y que por sus merecimientos y santa vida la Iglesia que el que era sacerdote se pudiese c a -
y resplandor de su elocuencia era nombrado fa- sar, pero en algún tiempo se concedió que el ca-
moso por todo el imperio romano; en otro, que to- sado se pudiese ordenar, haciendo cuenta que de
dos sus libros se pueden leer sin tropiezo ni peli- allí adelante no lo era, como de los concilios y
gro. San Agustín unas veces le llama valerosísimo santos manifiestamente se colige.
defensor de la fe contra los herejes, y digno de Siendo, pues, san Hilario ya obispo, y viendo
toda veneración. Otras insigne doctor de la Igle- que los herejes arríanos derramaban la ponzoña
sia, y con mucha razón; porque fué luz y orna- de su perversa doctrina, é inficionaban las ánimas
mento de la Iglesia católica, y el que se opuso de los fieles, y que el emperador Constancio era
contra innumerables enemigos y herejes arria- arriano, y con su potencia y armas afligía á los
nos, que en su tiempo con maña y fuerza la pre- católicos, y que muchos obispos engañaban á sus
tendieron derribar. Nació san Hilario de padres ovejas, y que toda la Iglesia católica estaba opri-
nobles y ricos en la provincia de Aquitania, y fué mida y como ahogada, desnudo de temor, vestido
criado de ellos con mucho cuidado. Dióse desde de fervor, y armado de celo de la fe, se determinó
niño á los estudios, y mostró en ellos grande i n - salir al encuentro á los enemigos, y perder la vida
genio y acertado juicio. Casóse, siendo ya de edad, temporal porque otros no perdiesen la eterna. No
con una señora, y tuvo de ella una hija, que se se puede fácilmente creer la tempestad que pade-
llamó Abra. En lo que el mismo santo escribe de ció en tiempo de los herejes arrianos la nave de
sí en el primer libro De Trinitate, parece que da la santa Iglesia, y la furiosa crueldad de aquella
á entender, que siendo ya hombre docto, y versa- persecución; la cual Vincencio Lirinense pinta de
do en todas letras humanas y filosóficas, se dio á esta manera: «En este peligroso tiempo bien se
estudiar las sagradas y divinas, y que por la lec- vio cuan grandes calamidades vienen al mundo
ción de ellas le alumbró nuestro Señor, y siendo con la introducción de nuevas doctrinas, porque
aún gentil le convirtió á la fe; y san Jerónimo, es- no solamente las cosas pequeñas, sino también las
cribiendo sobre Isaías, también lo apunta, y dice grandes entonces padecieron. No sólo el paren-
que Dios había trasplantado del siglo á su Iglesia tesco, el deudo, las amistades, y las casas particu-
como dos cedros del monte Líbano, dos árboles lares; pero las ciudades, los pueblos, las provin-
grandes y muy hermosos, que eran san Cipriano cias, las naciones, y finalmente todo el imperio
y san Hilario. Y fué cosa maravillosa, que h a - romano se turbó y estremeció, porque como la
biendo tan tarde dádose á las letras sagradas, le profana novedad de los arrianos, á guisa de una
infundiese el Señor en tan breve tiempo tanta luz furia infernal, hubiese ganado primero al empera-
y tanto conocimiento de los profundos misterios dor, luego rindió á los principales ministros de su
de nuestra santa religión, como quien le tomaba palacio, y apoderada de él, comenzó á consumirlo
por defensor de ellos, y maestro de los fieles, y todo, y turbar las cosas particulares y públicas,
cuchillo de los herejes. Y así comenzó á mostrar- las sagradas y profanas, y sin hacer diferencia de
lo, persiguiéndoles con su excelente doctrina, hu- lo bueno ni de lo malo, de lo verdadero ni de lo
yendo su conversación, y enseñando á todos que falso, dar en las cabezas como en enemigos. En
la huyesen, y que no tuviesen que dar ni tomar este tiempo las mujeres casadas eran afrentadas,
con ellos, pues eran enemigos declarados de Jesu- las viudas despojadas, las vírgenes violadas, los
cristo y de su Iglesia, y esto hacía aun siendo monasterios derribados, los clérigos echados de
lego, y en la vida conguyal, viviendo con tanta sus casas, heridos los diáconos, desterrados los
honestidad y recato, que podía ser ejemplo de los sacerdotes, y las cárceles y calabozos estaban lle-
sacerdotes; y procurando amar al Señor con te- nos de santos varones y siervos de Dios, y buena
mor, y temerle con amor. El resplandor de sus parte de ellos andaban afligidos peregrinando por
virtudes luego se comenzó á derramar, no sola- los campos de día y de noche, porque les era pro-
mente por aquella tierra y provincia, sino t a m - hibido el entraren los pueblos; y así eran forzados
bién por las otras más apartadas y remotas; y ha- á guarecerse en los desiertos, espeluncas y c u e -
biendo muerto el obispo de Poitiers, fué escogido vas, entre las fieras y peñas, consumidos de la
con particular instinto de Dios por obispo de aque- hambre y desnudez, y casi muertos en vida, aca-
lla ciudad, con grande y universal consentimiento bar sus amargos y dichosos días.» Hasta aquí son
de todo el pueblo. Algunos dicen que cuando le palabras de Vincencio Lirinense, autor gravísimo
eligieron por obispo era ya muerta su mujer; otros que ha más de mil años que floreció. San Basilio
(y es lo más cierto) que todavía vivía, y que con confiesa que fué tal esta persecución, que pensó
voluntad de ella le consagraron obispo, como a n - que era principio de la apostasía, de la cual habla
tiguamente se hizo con otros, viviendo después de san Pablo en la epístola á los tesalonicenses; y san
obispos en continencia y apartados de sus muje- Jerónimo en una epístola dice, que fuera de Ata-
res, porque aunque nunca fué lícito ni usado en nasio y Paulina, todo el Oriente estaba inficionado
•158 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 13
de la herejía de Arrio. En este tiempo, pues, de en aquel concilio (en que se habían de tratar tan
tanto trabajo y de tanta y tan grave aflicción, en altas y tan dificultosas, y por los herejes tan com-
que estaba toda la Iglesia católica, levantó Dios á batidas verdades de la fe) aquel que el mismo S e -
san Hilario, y le armó de su espíritu y sabiduría ñor había escogido para luz y maestro y defensor
para consuelo de los católicos afligidos, y freno y de ella. Yendo al concilio san Hilario, le aconte-
tormento de los herejes, y para triunfar sin armas ció en el camino bautizar una doncella, por n o m -
de las armas y potencia de los emperadores, y dar bre Florencia, que era gentil, y á su padre que
á entender al mundo que no hay poder contra también se llamaba Florencio, y á todos los de su
Dios, ni fuerzas contra la verdad. La primera cosa casa; porque la doncella, alumbrada de Dios, le
que san Hilario hizo contra los herejes fué escri- conoció y le dio á conocer á los otros, y le suplicó
bir una declaración de la fe católica, y enviarla á que la bautizase, y después le siguió hasta F r a n -
un conciliábulo, que Saturnino, obispo de Arles, cia, diciendo que había de estimar más al padre
principal caudillo de los arríanos, mandó celebrar que la había engendrado en Cristo por el bautis-
en la ciudad Biterrense, que es en la provincia del mo, que al que la había engendrado en la carne.
Langüedoc, en Francia; porque por no ser legíti- Vino, pues, san Hilario al concilio de Seleucia,
mo aquel concilio, san Hilario no quiso ir á él: con gran contradicción y repugnancia de los obis-
mas escribió, como dice, un tratado muy docto y pos arríanos, los cuales, por el aborrecimiento y
con muy vivas razones y lugares de la sagrada miedo que le tenían, procuraron antes infamarle
Escritura, declaró la verdad católica, y la igual- y que se le pidiese razón de su fe y de la de los
dad del Verbo eterno con su Padre, y envióle á otros obispos de Francia (que éstas suelen ser las
aquella junta, para que en ella se leyese, y s u - mañas y embustes de los herejes); mas después
piese la verdad y la confesión de su fe. Los here- que el santo d i o razón de sí y de lo que le pregun-
jes procuraron hundir y enterrar este libro de san taban, quedaron confusos, y con su autoridad,
Hilario (como lo suelen hacer en todas las cosas celo y sabiduría se trataron en aquel concilio las
que son contrarias á su perversa doctrina), y juz- cosas que pareció convenir para confirmación y
gando que el mayor enemigo que tenían en las establecimiento de nuestra santa fe, con grande
partes del Occidente era san Hilario, y que derri- contradicción é inquietud de los herejes: y el mis-
bado y vencido el que como capitán esforzado y mo santo escribió lo que había pasado en aquel con-
valeroso les hacía cruda guerra y sustentaba y cilio de Seleucia, y dice que lo escribe como testi-
animaba á los demás, alcanzarían la victoria, y go de vista. Fueron enviados por el concilio algu-
quedarían ssñores del campo, procuraron con el nos embajadores á Constantinopla, para dar razón
emperador Constancio que le desterrase de la Igle- de todo lo que se había hecho al emperador; y san
sia y se le quitase de delante. Y asi, por mandado Hilario fué con ellos, temiendo que los herejes
de Constancio, fué desterrado el santo pontífice, y hallarían más gratos oídos en él, y que le darían á
le enviaron á Frigia, provincia de Asia, y también entender una cosa por otra, como suelen. Llegado
fueron desterrados san Dionisio, obispo de Milán, san Hilario á Constantinopla, suplicó al empera-
y san Eusebio, obispo de Verceli. Fué cosa mara- dor, que para que mejor se conociese la verdad,
villosa el gozo que recibió san Hilario cuando supo quitadas las tinieblas con que sus adversarios la
su condenación; porque como ninguna cosa de- querían oscurecer, mandase que disputasen con
seaba más que padecer por Jesucristo, tuvo por él; porque de esta manera, ni el emperador resis-
muy gran merced y singular don suyo el ser d e s - tiría á Dios, ni la mentira prevalecería contra la
terrado de su patria y de sus conocidos y amigos, verdad, ni la herejía contra la fe católica. Incli-
y alejarse de ellos por acercarse más á Dios. Cua- nándose el emperador á otorgar la petición tan
tro años estuvo el santo pontífice en aquel penoso justa de san Hilario, Valente y Ursacio, que eran
y para él gustoso desierto (donde, como dice Adón, los principales caudillos de los herejes, temiendo
escribió los doce libros de la Trinidad, altísimos y que si el emperador concedía á san Hilario lo que
profundísimos), hasta que á deshora y sin p e n - le suplicaba, y si se venía á disputa se conocería
sarlo, fué llamado al concilio que por mandado su ignorancia y maldad, y que no podrían respon-
del emperador Constancio se juntaba en la ciudad der á las razones de san Hilario, ni resistir á la
de Seleucia de Isauria, y fué llamado sin volun- fuerza de su espíritu, con grande astucia y artifi-
tad del emperador; porque habiendo él dado una cio persuadieron al emperador que le mandase
orden general á sus ministros que convocasen á volver á su iglesia, porque con esto él volvería
todos los obispos para el concilio, ellos llamaron contento, y ellos quedarían sin cuidado. Hízolo así
entre otros á san Hilario como obispo^ sin tener Constancio, y mandó al santo pontífice que se vol-
cuenta que estaba desterrado y en desgracia del viese á su Iglesia, á la cual volvió con muchas
emperador. Mas fué particular providencia del lágrimas, por no haber alcanzado el martirio que
Señor, como dice Severo Sulpicio, que no faltase tanto deseaba, ni dejar sosegada y quieta la Iglesia
DÍA 13 ENERO 159
en Oriente; y por tener por más duro destierro tretuviese y no tomase otro marido hasta que él
vivir con quietud en su misma patria, que en Fri- volviese á su casa, y se le diese de su mano. R e -
gia, donde había tenido tanto que padecer por J e - cibida esta carta, fué grandísimo el contento y
sucristo. Volviendo san Hilario de Oriente á Fran- alegría que tuvo Abra, pareciéndole cada día que
cia, el glorioso san Martín (que después fué obispo tardaba mil años, para que su padre le diese tal
de Tours), movido de la fama de su santidad, y esposo; y con esta esperanza se entretuvo hasta
conociendo á Cristo en el santo doctor (como le que san Hilario tornó á su casa. Llegado á ella,
había conocido en el pobre cuando le dio la mitad halló á su hija que le aguardaba con gran deseo,
de su capa), vino á buscarle, y le siguió hasta y de su mano el esposo que por su carta le había
Francia, y fué de él ordenado exorcista, y con sus pometido. Hablóla con gran ternura el santo como
consejos y ejemplos llegó á tan alta cumbre de padre, y con grande eficacia y persuasión corno
perfección, que fué tenido por espejo de santidad excelente orador, y declaróle que el esposo que
y por un singular milagro en el mundo. En el le tenía aparejado era inmortal, incorruptible, y
camino, navegando san Hilario, aportó á una isla sobre todas las cosas hermoso y divino: y rogóle
llamada Galinaria, inhabitable por la grande copia que con él se abrazase, y á él se entregase, á él
de varias y venenosas serpientes; las cuales, en sirviese, y á él con todas sus fuerzas procurase
desembarcando el santo, se retiraron á sus cuevas agradar. Y habiéndoselo persuadido, teniendo r e -
huyendo de él, como si viniera á encantarlas en velación que estaba en gracia de Dios, temiendo
el nombre del Señor; y el santo fijó un palo en que como mujer flaca se podría trocar y arrepen-
cierta parte de la isla, y le puso por límite, y tir, suplicó á nuestro Señor que se la llevase
mandó á las serpientes que no pasasen de allí, y luego de esta vida, pura y entera, en la flor de su
ellas obedecieron: para que se vea cuánta fuerza virginidad: y el Señor se lo concedió, dando una
tiene la voz y mandato de Dios, y que sus siervos muerte sin dolor ni enfermedad á la santa hija, y
mandan á las serpientes y son obedecidos de ellas, sepultura por manos de su mismo padre; y que á
no obedeciendo el hombre al mismo Dios. mi ver, no es menor milagro que haber resucitado
No se puede creer la alegría y regocijo con que el niño muerto, pues en aquel milagro se d i o vida
san Hilario fué recibido de todos los católicos, mi- al muerto, para que recibiese el bautismo; y en
rándole (como dice san Jerónimo) como á v e n c e - este otro se dio la muerte á la doncella viva,
dor que venía de la guerra y de pelearlas batallas para que gozase del efecto del santo bautismo. En
del Señor; y el espanto y terror que cayó sobre el uno el que resucitó pudo después pecar; en este
los herejes, y el número de ellos, que por la doc- otro la que murió fué confirmada en gracia, y co-
trina, celo é industria de san Hilario se convirtió. menzó una vida que no tiene fin, en compañía del
Las ovejas gozaban de su pastor, y la Iglesia de esposo que su santo padre le había prometido, ce-
Poitiers de su esposo y prelado; los huérfanos te- lebrando las bodas con el cordero que es luz, ale-
nían en él padre, las viudas consuelo, los pobres gría y bienaventuranza de todas las almas que le
remedio, los ignorantes maestro, los sacerdotes toman por esposo. Vivió después el bienaventura-
ejemplo, y todos un dechado perfectisimo de toda do san Hilario algunos años con mucha paz y
virtud: y para q u e m a s se aprovechasen de las san- quietud, apacentando sus ovejas, y escribiendo
tas costumbres y admirable doctrina de san Hilario, muchos y doctísimos libros, con los cuales ilustró
le esclareció el Señor con muchos y grandes mila- la Iglesia; y de ellos hace mención san Jerónimo
gros, por los cuales se derramó más la fama de su en el libro que escribió de los escritores eclesiás-
santidad por toda la tierra. Uno fué, que resucitó ticos. Y llegándose ya el tiempo en que nuestro
un niño, muerto sin bautismo. Otro, y no menor, Señor había determinado darle el galardón de los
que estando en el destierro san Hilario, Dios nues- muchos, grandes y fructuosos trabajos que había
tro Señor le reveló que su hija Abra, que se había tomado por su amor, pasó de esta miserable vida
quedado en Francia, tenía voluntad de casarse, y á la eterna, con extraordinario sentimiento de su
que un caballero mozo y noble la pedía por mu- pueblo, que perdía tan buen pastor, y con gran
jer. Y como el santo desease que su hija perseve- gozo suyo y alegría del cielo; siendo, como dice
rase en su pureza virginal y tomase á Cristo por san Jerónimo, emperadores Valentiniano y Va-
esposo, escribióle una carta como santo y como lente, y como dice el Breviario romano de Pío V,
padre, en la cual le dice el gran deseo que tiene el año del Señor de 373, aunque san Jerónimo en
de su bien, y de darle un esposo que fuese aventa- el Cronicón pone su muerte el año 372. Y Trite-
jado entre todos los hombres de la tierra; y que mio el año de 371, Onufrioel 352, y el cardenal Ba-
había hallado uno que en nobleza, hermosura, ronio el de 369, y este postrero sigue el Breviario
riqueza, condición, grandeza y majestad sobre- reformado de Clemente VIII. Falleció á los 13 de
pujaba á todos cuantos había en el mundo, y que enero, mas la Iglesia celebra su fiesta á los 14, por
con él pensaba casarla; que la rogaba que se e n - celebrarse el día antes la octava de la Epifanía.
160 LA LEYENDA DE ORO DÍA 13
el cuerpo de san Hilario fué sepultado con gran de la fe se esmeró mucho san Hilario, y tuvo tan
sentimiento y devoción de los fieles; y andando el grande libertad, que espanta á los que leen sus li-
tiempo, siendo Tridelino abad del monasterio en bros, y en ellos ven el espíritu, fervor y vehemen-
que estaba san Hilario, le apareció y mandó que cia con que trata á l o s herejes, y al mismo empera-
le trasladase á un templo nuevo que se había h e - dor Constancio; con el cual, hablando en un libro
cho, y los mismos ángeles sacaron el cuerpo del que escribió, dice en el principio estas palabras:
lugar donde estaba, y le traspasaron al que se ha- «Tiempo es ya de hablar, pues pasó el tiempo de
bía de nuevo aparejado, como lo refiere el cardenal callar. Aguardemos á Cristo, pues que es venido
Pedro Damián, autor santo y grave, en un sermón el Antecristo. Den voces los pastores, porque los
que hizo de su traslación; y dice que lo supo por mercenarios han huido. Pongamos las almas por
relación de personas fidedignas. Escribieron de san nuestras ovejas, porque los ladrones han entrado,
Hilario san Jerónimo en el libro de Script. Eccles. y el león hambriento las rodea. Salgamos con
y en la apología contra Rufino, y en las epístolas estas voces al martirio.» Y más abajo, hablando
á Florencio y á Leta, y al gran orador, y en el con el mismo emperador, dice: «Pluguiera á Dios
libro contra los luciferianos, y en otros lugares, que me hubiera hecho tanta merced que yo pudie-
Severo Sulpicio en el segundo libro de su histo- ra servirle y hacer esta confesión de mi fe en el
ria, Rufino en el segundo libro, caps, xxx y xxxi, tiempo que imperaba Nerón ó Decio, que fueron
Sócrates en el lib. III, cap. vni; Sozomeno en el tan crueles perseguidores de la Iglesia; mas ahora
lib. III, cap. xni, y en el lib. V, cap. xii; y san nosotros peleamos contra un perseguidor engaño-
Gregorio Turonense, en el lib. II De gloria con- so, contra un enemigo blando, contra Constancio
fess., cap. II, donde cuenta algunos milagros que Antecristo, que no hiere las espaldas, sino trae la
obró Dios por san Hilario después de muerto: mano blanda por el cetro; no corta la cabeza con
y Fortunato escribe un libro de ellos, en el la espada, sino corrompe el ánimo con el oro; no
cual el que quisiere los podrá leer; sólo quiero nos amenaza con el fuego corporal, pero secreta-
yo referir dos, por tener particular doctrina. El mente enciende el fuego del infierno; confiesa á
uno fué que estando dos mercaderes en la iglesia Cristo para negarle, y edifica los techos de las
de san Hilario, y allí presente una figura de cera, iglesias para destruir la Iglesia.» Y más abajo:
dijo el uno al otro que era bien ofrecer aquella «Oye, emperador, lo que es propio tuyo. Dices que
figura al santo á costa de ambos. El otro no gustó eres cristiano, siendo nuevo enemigo de Cristo;
de ello, porque no quería gastar ni hacer aquella represéntasnos antes de tiempo al Antecristo, y
ofrenda; pero llegándose al altar los dos, y ofre- haces lo que ha de hacer; haces fórmulas de la fe,
ciendo aquella figura, el uno con buena voluntad, y vives como si no tuvieses fe; eres maestro de
y el otro de mala gana, la figura se partió en dos los hombres profanos, y no oyes á los piadosos y
partes iguales de alto abajo, y quedándose con la fieles; das los obispados á tus criados, y truecas
una el santo, arrojó la otra, como quien no quería los malos por los buenos; encarcelas á los sacer-
recibir lo que de mala gana se le ofrecía. Tanto dotes, espantas la Iglesia con tus soldados: m a n -
va, no en lo que se ofrece, sino en el ánimo con das juntar concilios, para que los fieles caigan en
que se ofrece al Señor. El otro es, que yendo el impiedad; y teniendo los sacerdotes como presos
rey de Francia Clodoveo con su ejército á hacer en una ciudad, con amenazas los espantas, con
guerra contra los herejes, vio á media noche una hambre los enflaqueces, con el rigor del invierno
luz grande que salía de la iglesia de san Hilario y los consumes, y con tu disimulación los estragas
venía hacia él, y oyó una voz de la luz que le y perviertes; de manera, que vemos tu piel de
dijo que se diese prisa, y haciendo primero ora- oveja, siendo tú á la verdad lobo sangriento.» Y
ción en aquella iglesia, al día siguiente diese la otras palabras va diciendo este santo de grande
batalla á sus enemigos, porque sin duda alcanza- libertad y celo, por las cuales se ve en cuan poco
ría la victoria; y así lo hizo, y- la alcanzó. tenía su vida, y la deben tener todos los obispos y
De donde se ve que este glorioso santo no sola- prelados, cuando se trata de la entereza de la fe y
mente en vida fué enemigo y perseguidor de los defensa de nuestra santa religión. Y tanto pone
herejes, mas aun después de muerto los aborre- mayor admiración este espíritu tan vehemente de
cía. Y ésta es la primera cosa que en su vida de- san Hilario, cuanto más maravillosa fué su m a n -
bemos notar ó imitar, el odio (digo) y aborreci- sedumbre, de la cual particularmente es alabado
miento que él tuvo á los herejes, el espanto con de Rufino; pero el hombre h a d e ser manso en sus
que habernos de huir de ellos, y el fervor y celo injurias, y celoso y fuerte en las de Dios. Otra
con que habernos de resistir á sus embustes, artifi- virtud debemos imitar en san Hilario, y es la esti-
cios y violencias, aunque sea menester padecer ma y aprecio de la castidad, pues este glorioso
trabajos, peligros y tormentos, y poner el cuello al santo la estimó tanto, que porque su hija no per-
cuchillo; porque en esta virtud y en la constancia diese la rica ó inestimable joya de su virginidad,
DÍA 13 ENERO 161
rogó y alcanzó del Señor que le quitase la vida; y sepultados secretamente en el mismo sitio en que
Dios se la quitó, como queda referido, para darle después se edificó la pequeña ermita de San J u -
la eterna: la cual nos dé el Señor á todos, por los lián; y su memoria fué desde luego tan célebre y
merecimientos de este gloriosísimo doctor. venerada, que ya en la conquista de Toledo fueron
(P. Ribadeneira.) invocados como santos por el rey D. Alonso el
sexto.
LOS SANTOS CUARENTA SOLDADOS, MÁRTIRES—Mere-
cieron recibir la corona del martirio, en Roma, SAN LEONCIO, OBISPO DE CESÁREA, EN CAPADOCIA— Fué
por confesar la fe católica, siendo emperador G a - centinela vigilante de la casa del Señor, y defen-
lieno. dió constantemente la fe católica contra los infieles
en tiempo del emperador Licinio, y contra los
SAN POTITO, MÁRTIR—Habiendo padecido muchos arrianos en el reinado de Constantino. Murió por
tormentos en tiempo del emperador Antonino y los años 337.
del gobernador Gelasio, últimamente consiguió la
palma del martirio, siendo degollado en Cerdeña SAN AGRICIO, OBISPO DE TRÉYERIS—Fué varón de
el día 13 de enero del año 166. admirable santidad y singular doctrina. Era pre-
lado de la Iglesia de Antioquia, cuando á petición
LOS SANTOS HERMILO, Y ESTRATÓNICO — Eran de S i n - de santa Elena fué enviado por el papa san Silves-
gidión en la Nisia Superior; padecieron cruelísi- tre á trabajar en la conversión de la ciudad y
mos tormentos por la fe, y últimamente fueron región de Tréveris, que habían vuelto á caer en
ahogados en el rio Danubio durante el reinado la idolatría. Su misión dio los más brillantes r e -
del emperador Licinio por los años de 315. sultados; y después de coronado admirablemente
su apostolado con las bendiciones del cielo, murió
LOS SANTOS GUMERSINDO, Y SERYODEO, Ó SIERYO DE en Tréveris el día 13 de enero del año 335, habien-
DIOS.—El primero nació en Toledo á principios del do sido el decimoséptimo obispo de aquella dió-
siglo I X . Sus padres lo llevaron á Córdoba para cesis.
que se instruyese en las ciencias sagradas y pro-
fanas, que aun después de la entrada de los moros SAN YIYENCIO, CONFESOR.—Había en Sarnaria un
en España florecían en aquella ciudad; y con o b - joven llamado Vivencio, de nacimiento no común,
jeto de que se fuese ensayando en las funciones de entendimiento despejado y de gallarda presen-
del ministerio sagrado á que se mostraba inclina- cia, que seguía los errores del gentilismo y estaba
do, lo dedicaron al servicio de la Iglesia de los muy versado en las letras paganas. Oyendo un día
santos mártires Fausto, Genaro y Marcial, en la predicar á san Jorge las verdades de la religión
cual tenían los cristianos una escuela ó seminario cristiana, y viendo los milagros que obraba por
para educación de la juventud. Ordenado de s a - divina virtud, creyó en seguida en los misterios
cerdote luego que tuvo la edad competente, se hizo cristianos y fué bautizado. Creció tanto su fervor
tan recomendable por sus virtudes, que el obispo y el deseo de ser útil á la nueva doctrina, que
de Córdoba le nombró, sin que lo solicitase, para poco después se le ordenó de sacerdote, y empezó
cura de un lugar inmediato á la ciudad. El m i n i s - á predicar por todas partes á Jesucristo, hacien-
terio parroquial era muy importante y delicado en do innumerables conversiones, entre ellas la de
aquellos tiempos de opresión, en que los cristia- sus padres y toda su familia. Fué un imitador exac-
nos estaban sujetos á la dominación de los árabes; to de todos los trabajos apostólicos: sus peregri-
pero Gumersindo desempeñó muy dignamente naciones, su celo en distribuir constantemente
todas sus obligaciones, y fué singularmente a m a - la santa palabra y los divinos misterios, su fe,
do de sus feligreses por la suavidad de sus c o s - su caridad resplandeciente siempre en todas las
tumbres. Entonces trabó amistad estrecha con acciones de su vida, su infatigable constancia en
Servodeo, que fué su compañero inseparable en aumentar con nuevas conquistas el aprisco del
los tormentos y en la corona. Alentados ambos buen pastor, le hicieron ya en vida uno de los
mutuamente por la divina gracia, se presentaron personajes más recomendables de su siglo. No
á uno de los magistrados árabes de Córdoba, ó contento con esos laboriosos y prolongados mere-
hicieron pública y solemne declaración de que cimientos, no satisfecha aún su piedad con haber
eran cristianos; de lo cual irritado el juez, mandó edificado al mundo con el espectáculo de tan
degollarlos al momento. Oyeron los dos santos la grandes virtudes, quiso antes de salir de la tierra
sentencia con inalterable firmeza, y dando gracias santificar la soledad, y se retiró al monasterio de
al Señor porque los hallaba dignos de padecer por Vergy en las Galias, donde acudían á él todos
su causa, entregaron sus cuellos al verdugo el los desgraciados á buscar alivio y consuelo: y
día 13 de enero del año 852. Sus cuerpos fueron todos se marchaban contentos y aligerados. Por
TOMO i 21
162 LA LEYENDA DE ORO DÍA 14
fin, después de una vida de las más ilustres en exquisitos géneros de muertes la procuraban
trabajos, en gracias y portentos, acabó Vivencio extinguir. Vinieron á la ciudad de Ñola los mi-
sus días en el citado monasterio, el día 15 de nistros del emperador, y buscaron, como solían,
enero del año 400, el ciento y veinte de su edad. las cabezas y guías de los cristianos, para hacer
en ellos su presa y traerlos, si pudiesen, á su
SANTA GLAFIRA, VIRGEN—Nació en Italia, y fué des- maldad, y si no atormentarlos y despedazarlos,
pués á Amasea, donde vivió santamente hasta su para que los demás se rindiesen á la voluntad del
muerte, acaecida el día 13 de enero del año 324. emperador, viendo, ó rendidos á los que tenían
por padres y maestros, ó muertos con tanta cru-
LA SANTA VERÓNICA.—Nació esta santa en Binasco, deza, que el temor acabase con ellos lo que el
cerca de Milán, el año 1445: á la edad de veintei- amor y blandura no hubiese podido acabar. Era
dós años entró en el monasterio de Santa Marta en esta sazón obispo de Ñola un santo varón, por
en Milán, de la regla de san Agustín, donde a d e - nombre Máximo, anciano en la edad, santo en las
lantó tanto en los caminos de la virtud y en la costumbres, de aspecto venerable, celoso, pruden-
perfección religiosa, que mereció desde luego ser te y de alto y cristiano espíritu: el cual, enten-
mirada por sus hermanas como un ejemplar de diendo el intento y rabia con que habían venido
vida religiosa, y favorecida por el cielo con e x - á Ñola los ministros de Satanás, y que él había
traordinarias y célebres visiones que ella misma de ser el primero en quien aquellos lobos habían
escribió por orden de sus superiores. Acabó V e - de embestir, para que herido y muerto el pastor,
rónica sus días en el mismo convento el día 13 de más fácilmente pudiesen hacer salto en el rebaño
enero del año 1497, y veinte después fué declara- del Señor, comenzó á pensar lo que le convenía
da por León X en el número de los santos. hacer, si se dejaría prender para morir (como de-
seaba) por Cristo, ó se guardaría para otra mejor
SAN KENTIGERNO, OBISPO Y CONFESOR.-Fuó obispo de ocasión, para que no peligrasen por él sus ovejas.
Ilarcón; murió en 561. Con esta duda, hablando consigo mismo, decía:
«El vivir en tantos peligros, cierto no es vivir,
Día 14 sino morir continuo y estar sujeto á mil muertes
sin acabar de morir. Todo lo que pasa presto es
SAN FÉLIX, PRESBÍTERO—La vida de san Félix, fácil de llevar por grave que parezca: si yo me
presbítero de Ñola, escribió en verso latino san presento á estos impíos ministros, una vez sola
Paulino, obispo de la misma ciudad; y el venera- me despedazarán, y con la muerte me abrirán
ble Beda la trasladó en prosa, y fué de esta ma- camino para la verdadera vida; mas si me e s c o n -
nera. El padre de san Félix fué sirio de nación,y do, no se acabarán jamás mis congojas y que-
se llamó Hermia. Vino á Italia para vivir en ella, brantos, pues habré de vivir entre las fieras, sin
y tomó casa en la ciudad de Ñola, que es en la alivio ni descanso. El pelear es una muerte cier-
provincia de Campania, como cinco leguas de ta, mas breve; el huir es un morir prolijo y d u -
la ciudad de Ñapóles. Tuvo dos hijos, el uno doso: lo uno es de una vez y con un dolor acabar
se llamó Hermia, como su padre, y el otro Félix, los afanes y miserias innumerables de esta vida;
que es el santo de quien hablamos. Muerto el lo otro es padecer muchos golpes sin acabar con
padre, el hijo Hermia se d i o á las armas, y siguió ellos. El padecer martirio es provechoso para mi;
la guerra debajo el estandarte del emperador; el ausentarme será provecho y por ventura n e c e -
mas Félix, por serlo de veras, como lo era de sario para mis ovejas. Pues ¿por qué quiero yo
nombre, determinó seguir la bandera del sumo más mirar á mi bien que al de mi ganado? El Se-
emperador y rey de los reyes Jesucristo, y m e - ñor dijo á los apóstoles, que cuando los persi-
nospreciadas todas las cosas de la tierra, buscar guiesen en una ciudad huyesen áotra; según esto,
con grande ansia las del cielo. Para esto d i o mi huida es lícita y segura, y á lo que puedo ver
la mayor parte de su patrimonio á los pobres: por el estado de las cosas presentes, será útil para
aplicóse al servicio de la Iglesia, y en ella tuvo el mi pueblo; y así, dejando lo que á mí me toca,
grado de lector y exorcista, con tanta virtud y sigamos el bien de los otros. Y aunque deseemos
espíritu, que echaba los demonios de los cuerpos morir por Cristo, vivamos ahora por amor de Cris-
que atormentaban y poseían; y finalmente, subió to, que él nos dará otro tiempo para morir por
al grado de sacerdote, aprovechando á todo el él.» Con esta resolución, el santo obispo e n c o -
pueblo no menos con su excelente doctrina que mendó su ganado á Félix, y se retiró á los ris-
con el ejemplo de su santa vida. Levantóse en su cos de los montes y á los lugares más ásperos
tiempo una horrible y gravísima persecución con- y seguros. Como los perseguidores no hallaron
tra la Iglesia de Jesucristo, movida de los genti- al obispo, dieron en san Félix, que era la s e g u n -
les, que con fuerzas de atroces tormentos y con da roca y pilar de aquella cristiandad. Préndenle
DÍA 14 ENERO 163
y cárganle de prisiones y cadenas, y no habién- viado del cielo, le exprimió en la boca del santo
dole podido ablandar con dulces palabras y prome- viejo, y él con aquel licor volvió en sí, abrió los
sas, ni espantar con fieras amenazas, le echaron ojos, movió los labios, y comenzó á alabar á Dios,
en una cárcel muy oscura, y para que no pudiese y después á quejarse de san Félix, porque había
dormir ni reposar, sembraron el suelo de agudos tardado tanto en venir, habiéndole nuestro Señor
pedazos de tejas. Entretanto que san Félix estaba prometido que le vendría á socorrer y visitar.
preso en la cárcel, el santo obispo Máximo, estan- ¿Quién desconfiará en sus trabajos de tan gran
do libre de las prisiones, no lo estaba del amor Señor? ¿Quién, aunque esté en el vientre de la
de sus ovejas, ni de otras penas que padecía; ballena, como Jonás, desmayará sabiendo que
porque acordándose de su grey se consumía, pa- Dios es poderoso para sacarle de él? Y que aunque
reciéndole que la cárcel, el fuego y la misma mortifica, también da vida, y después de haber
muerte no era tan duradera como el verse sin el dejado llegar al hombre á lo más profundo del
pueblo que Dios le había encomendado: y puesto abismo, le saca y levanta, consuela y anima.
caso que confiaba mucho en la virtud y valor de Libró el ángel á Félix de la cárcel, para que él
Félix, siempre temía que las ovejas padecieran como otro ángel librase á Máximo de la muerte
en ausencia del propio pastor. Por este respeto, y y de la aflicción extremada que tenía. Tuvieron
por el deseo encendido que tenía de poner la vida los dos santos algunos razonamientos dulces y
por Cristo, muchas veces trató de volverse á la piadosos entre sí, y al cabo determinaron volver
ciudad; mas el Señor, que por otro camino quería á la ciudad, para esfuerzo y ayuda de los fieles. Y
ser en el santo obispo glorificado, le quitó aquel como ni el santo viejo podía, por su gran flaqueza,
pensamiento. Añadióse á este otro tormento, que andar por sus pies, ni había pies ajenos en que
no hallaba ya qué comer ni con qué sustentarse; llevarle, la caridad, á la cual ninguna cosa le es
y como era viejo y el tiempo era de invierno y imposible, d i o fuerzas á san Félix, para que le
muy frío, y el suelo estaba cubierto de escarcha llevase á cuestas, movido del amor y de la e s p e -
y hielo, helábase el santo pontífice y desfallecía. ranza del gran fruto que las almas de los fieles
Estaban en un mismo tiempo los dos santos sobre- habían de recibir con la vista de su pastor.
manera afligidos, el uno viejo y el otro mozo; el Tomó, pues, sobre sus hombros el santo mozo
uno obispo y el otro sacerdote; el uno libre y el al santo viejo, yendo más ligero con su peso, lle-
otro preso; el santo obispo estaba atormentado de vóle secretamente á la ciudad, entrególe á una
la hambre, y el sacerdote de sus prisiones y cade- buena vieja, que sola estaba en casa del obispo, y
nas; ambos tenían necesidad del consuelo y favor él se escondió hasta que cesó aquella borrasca; y
divino, y el Señor, que es benigno, y nunca d e s - después los dos salieron en público, y visitaron y
ampara á los que confían en él, se lo d i o de esta consolaron á los fieles, los cuales por la persecu-
manera. Vino á la cárcel donde estaba san Félix ción pasada tenían necesidad de ayuda y consejo.
un ángel, que la ilustró con su luz resplandecien- Poco duró aquella bonanza y aquella paz que Dios
te, la cual sólo v i o el santo, para quien sólo se nuestro Señor había dado á la ciudad de Ñola,
enviaba; y oyó una voz que le decía que se levan- porque luego se tornó á turbar el mar y á levan-
tase y saliese de la cárcel. Parecióle sueño, como tarse las olas hasta el cielo. Volvieron los m i n i s -
á san Pedro, cuando estuvo preso de Herodes; tros del emperador á la ciudad, y como sabían que
mas tornando el ángel á mandarle que se levanta- san Félix era el capitán de todos los demás, la pri-
se y lo siguiese, hallóse desatado de sus prisiones mera cosa que hicieron fué buscarle; halláronle
y cadenas, y comenzó á segir al ángel, abriéndo- en la plaza, mas no le conocieron. Preguntaron al
sele las puertas de la cárcel, que para los otros mismo san Félix si conocía á Félix presbítero, y
estaban cerradas. Iba el ángel delante y san Félix él respondió que de cara no le conocía, como era
le seguía, hasta que llegaron al monte donde el verdad (pues que ninguno se conoce ni puede ver
santo obispo Máximo estaba tendido en el suelo, su rostro); y entendiendo que le buscaban, se
helado y consumido con el hambre, frío y mucha apartó de allí y se fué á esconder en un lugar s e -
edad, y con un semblante que más parecía muerto creto, que le pareció seguro, aunque no había en
que vivo. Abrazóle san Félix, y como lo halló sin él con qué repararse, sino una pared vieja y caída.
sentido y helado, comenzó con el huelgo á calen- Los ministros, así que entendieron de otros que
tarle, procurando dar algún espíritu y vida al que aquel con quien habían hablado era el mismo que
al parecer estaba sin ella. Como v i o que no le buscaban, dieron tras él y entraron en el mismo
aprovechaba todo lo que hacía, volvióse á la ora- lugar donde él estaba escondido. Pero para que
ción, que es remedio universal de todos los males, se vean los modos tan exquisitos y admirables que
y suplicó á nuestro Señor que le socorriese en tan Dios toma por socorrer y defender á sus siervos,
extrema necesidad; y luego v i o colgado de una cubrió repentinamente aquel rincón en que estaba
zarza un racimo de uvas, el cual tomó como e n - san Félix de unas telas de arañas tan espesas y
164 LA LEYENDA DE ORO DÍA 14
tan cerradas, que no le pudieron descubrir ni ver. dando al nuevo obispo á llevar el peso de su dig-
Y teniéndose por engañados, y no viendo al que nidad.
buscaban, volvieron atrás muy despechados y con- Si fué grande la humildad de Félix, no lo fué
fusos. Para que entendamos, como dice san P a u - menos el amor entrañable que tuvo á la santa po-
lino, que cuando tenemos á Dios, las telarañas breza, el cual mostró bien cuando dio á los pobres
nos sirven de fuertes muros; y cuando no, los la mayor parte de su patrimonio, viviendo con
muros son telarañas para nuestra defensa. Pues mucha templanza de la pequeña parte que guardó
¿quién no servirá á un Señor tan poderoso, tan para sí, y repartiendo á los pobres todo lo que al
cuidadoso de los suyos, y que con modos tan ma- cabo del año le sobraba. Pero mucho mejor se vio
ravillosos los defiende? Partiéronse los persegui- en lo que después de la persecución hizo, porque
dores aquella tarde, y san Félix quedó cantando como el tiempo que ella duró le hubiesen tomado
aquel verso del salmo: Aunque esté en medio de la y confiscado todos sus bienes y hecho almoneda
sombra de la muerte no temeré los males, porque de ellos, después que se sosegó aquella tempestad,
vos estáis conmigo. Y entróse más adentro entre y comenzó la Iglesia á gozar de paz y quietud,
las ruinas de ciertos edificios, donde estuvo seis aconsejaron á san Félix que pidiese sus bienes
meses, según san Paulino, sin ser conocido ni visto. por justicia, como lo habían hecho otros que los
Y para que más nos admiremos y alabemos la pro- habían pedido y cobrado; mas él respondió con
videncia que el Señor tuvo en sustentar á este su espíritu de verdadero y perfecto santo: «No quiera
siervo en todo aquel tiempo, allí junto donde estaba Dios que yo torne á poseer los bienes que una yez
san Félix, moraba una buena y devota mujer, la perdí por Jesucristo, ni que codicie aquellas ri-
cual, inspirada y movida del mismo Señor, cada quezas de la tierra que una vez dejé, por poseer
día, sin saber lo que hacía, ni para quién lo hacía, mejor los tesoros del cielo.» Y así se sustentaba
ponía pan y otros manjares que había guisado para de los frutos de una pequeña huerta, y de tres
los de su casa, en aquel escondrijo donde estaba hanegas de tierra que él mismo por sus manos
san Félix, pensando que los ponía en su propia cultivaba con ayuda de otro labrador, y si le s o -
casa, y de esta manera le sustentó sin saber que braba alguna cosilla, teníala por de los pobres, y
le sustentaba, acordándose cada día de poner allí no por suya. Nunca tuvo más de un vestido, y si
la vianda, y nunca acordarse de haberla puesto, le daban otro, luego le daba á quien de él tenía
que es ejemplo raro y maravilloso. Y para que necesidad. Con esta santidad vivió san Félix m u -
no le faltase qué beber, en un aljibe roto que chos años, siendo no menos feliz por sus grandes
allí estaba, enviaba Dios cada noche tanta c a n - merecimientos que lo era por su nombre. Final-
tidad de rocío, que el santo con él se podía refres- mente, murió á los 14 de enero, ó, por mejor
car; y de esta suerte vivió los seis meses apartado decir, comenzó á vivir una vida bienaventurada y
de toda comunicación y trato con los hombres, eterna, de la cual dieron manifiesto testimonio los
pero muy regalado de los ángeles, y visitado del muchos y grandes milagros que nuestro Señor
mismo Dios, hasta que habiendo cesado aquella obró por él; y fueron tantos, y tan notorios y e s -
tormenta, serenádose el cielo y sosegádose el mar, clarecidos, que venían de muchas partes del mun-
salió san Félix de su secreto retraimiento y co- do los fieles en romería á su sepulcro, para
menzó á hacer lo que antes él solía, que era pre- alcanzar del Señor mercedes y favores por su
dicar y exhortar á toda virtud al pueblo; el cual, intercesión; y san Dámaso, papa, compuso versos
viéndole tan sin pensar, le honró y reverenció haciéndole gracias por la salud que Dios le había
como si hubiera bajado del cielo. Murió en este otorgado por su oración. Entre los otros milagros
tiempo el obispo Máximo, consumido con su larga que obraba Dios por este santo, era descubrir la
edad y trabajos que por Cristo había padecido. verdad oculta, y que por otra vía no se podía ave-
Luego todos pusieron los ojos en san Félix, para riguar; porque cuando había indicios vehementes
que fuese su pastor y obispo; mas como él era que alguno hubiese cometido algún grave delito,
tan humilde, persuadióles con buenas razones que y el que era acusado lo negaba y no se podía
eligiesen por obispo á Quinto, que era un clérigo probar, llevábanle al sepulcro de san Félix, para
de santísima vida, el cual había sido ordenado de que allí jurase y dijese la verdad, y si no la decía
misa siete días antes que él, alegando que esto se era castigado visiblemente: de lo cual hace m e n -
le debía así por más antiguo sacerdote, como por ción san Agustín en la epístola 137, y añade que
sus raras partes; y también porque de esta m a n e - él envió desde África á la ciudad de Ñola un clé-
ra gozaría el pueblo de sus trabajos y de los de rigo suyo, que siendo infamado de un delito grave
Quinto, y por uno tendría dos que le ayudasen y le negó, para que con su juramento, hecho sobre
sirviesen para la salvación de sus almas; y así se el sepulcro del santo, se manifestase la verdad y
hizo, tomando Quinto el gobierno de aquella Igle- purgase la infamia. Por espacio de muchos años
sia, y continuando Félix la predicación, y ayu- y siglos manó de su cuerpo un licor celestial y
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saludable, con el cual se curaban muchos enfer- las armas muy singular; y como de otra parte era
mos y sanaban de sus dolencias. de un genio muy fuerte y colérico, empezó á tra-
En la vida de este santo (como hemos visto) hay bar riñas y pendencias, y en empeñarse en d e s -
muchas cosas admirables, por las cuales debemos afíos; de suerte que dentro de poco tiempo fué r e -
alabar al Señor, como son haberle librado de la conocido por el más famoso duelista de todaSicilia.
cárcel por el ángel, llevádole al monte donde su Fueron innumerables los encuentros que tuvo,
obispo estaba pereciendo, criado el racimo de uvas pero Dios por su divina misericordia le sacó siem-
para su refrigerio, defendídole con telas de arañas pre libre de los peligros de perder la vida temporal
de los que le buscaban para matarle, y sustentá- y la eterna, á que tantas veces se arrojaba; de
dole tantos meses por mano de aquella mujer mi- suerte que jamás salió herido de ningún desafio,
lagrosamente. Pero hay otras no menos maravi- y aunque él hirió y maltrató á muchos en estos
llosas de sus heroicas virtudes, que debemos lances, no nos dice la historia que dejase muerto
procurar imitar, especialmente aquella caridad á ninguno. Como desafiaba, ó por vanidad, ó por
tan entrañable y fervorosa, con la cual, olvidado ímpetu de su natural fogoso, luego que veía ren-
de sí, llevó á cuestas á su obispo, y la humildad didos y humillados á sus enemigos, quedaba des-
con que después de él muerto no lo quiso ser; y armado todo su furor, de modo que él mismo los
aquel alto y admirable espíritu de pobreza con socorría y ayudaba en lo que podía. Pero lo más
que menospreció los bienes de la tierra, por gozar particular en nuestro Bernardo es, que llevando
del sumo bien, y tuvo por ganancia la pérdida de una vida tan estragada, nadie le oyó jamás jurar
lo que acá tenía, por alcanzar y poseer al que es ni maldecir, ni decir palabras deshonestas; ni
todo de todos, y perfecta bienaventuranza de los tampoco se sabe que cayese en ninguna impureza.
que le sirven y padecen por su amor. Aun en este tiempo en que andaba tan metido en
Hacen mención de este santo san Paulino, que sus desafíos, tenía sus devociones, frecuentábalas
(como dijimos) compuso en verso su vida, y Beda iglesias, singularmente la de San Andrés, donde
la escribió en prosa, y san Agustín, en la epísto- se venera una milagrosa imagen de Jesucristo
la 137 y en el libro De cura pro mortuis, y Grego- crucificado: delante de esta devota imagen estaba
rio Turonense, en el libro de la Gloria de los á veces muchas horas arrodillado, meditando en
mártires, cap. CIV. (P. Ribadeneira.) su santísima pasión. A su costa mantenía conti-
nuamente en su capilla una lámpara encendida,
EL BEATO BERNARDO DE C0RLEÓN.-E1 beato Bernar- y cada año le hacía celebrar una fiesta muy s o -
do de Corleón nació en la ciudad de este nombre, lemne, para cuyo gasto salía á pedir limosna por
en la isla de Sicilia, á 6 de febrero del año 1605. la ciudad; y edificados los ciudadanos de ver ocu-
Su padre se llamó Leonardo Latini, y su madre pado en tan santas obras á un joven de genio tan
Francisca Latinia. Eran ambos de humilde linaje, terrible y feroz, le socorrían con larga mano, de
pero muy píos y devotos: en el bautismo pusieron modo que recogía mucho más de lo que necesitaba,
á nuestro beato el nombre de Felipe, que después todo lo cual distribuía fielmente á los pobres, sin
trocó en el de Bernardo cuando entró en la reli- reservarse cosa alguna para sí. Era también muy
gión capuchina. Tuvieron los padres de nuestro devoto de san Francisco, y manifestaba varias
Bernardo un particular cuidado de criarle en el veces que quería ser religioso de su orden; pero
santo temor de Dios, y de enseñarle desde sus todas estas devociones exteriores no tenían fuerza
primeros años el camino de la virtud y de la sal- para hacerle vencer su loca pasión á los desafíos,
vación: se aprovechaba Bernardo de las santas con los cuales cometía innumerables pecados, y
instrucciones que recibía de sus padres, porque vivía casi siempre implicado en los terribles a n a -
Dios le había dotado de un genio admirable: era temas que el sagrado concilio de Trento fulmina
afable, cortés, cariñoso y muy modesto, recatado, contra todos los que intiman y aceptan desafíos,
pío y devoto, con lo que era amado de todos. por cualquiera causa que esto se haga; pues n u n -
Cuando tuvo la edad proporcionada, le aplicaron ca la puede haber para cometer una cosa tan de-
sus padres al trabajo, haciéndole aprender el ofi- testable. Mas Dios, que desde la eternidad le había
cio de zapatero, para que con la labor de sus ma- elegido para que ilustrase la Iglesia con sus heroi-
nos ganase con qué poder sustentarse. En esta ocu- cas virtudes, dispuso que los desafíos, que habían
pación continuó Bernardo la vida virtuosa que sido causado su perdición, le fuesen ocasión de r e -
había llevado en sus primeros años; pero habiendo conocerse, arrepentirse de sus culpas, y de hacer
fallecido poco después su padre, viéndose arbitro de ellas unaasperísima penitencia. Un cierto comi-
de sus acciones y sin ninguna sujeción, la fogosidad sario le trató mal de palabras, y no contento de c u -
de su espíritu le inclinó al ejercicio de las armas. brirle de baldones, sacó aún contra él su espada;
Era Bernardo muy alto, corpulento y robusto: sus Bernardo, que no sabía sufrir cosa alguna, sacó al
fuerzas eran asombrosas, y la destreza en jugar momento la suya, y tiró con ella tal estocada al c o -
LA LEYENDA DE ORO DÍA 14
misario, que le dejó tendido en el suelo. Este lance le todas las virtudes, y de haber llegado á la más
forzó á refugiarse á una iglesia por temor de la jus- elevada perfección, que declararon muchos con
ticia; y mientras estuvo en ella retirado, empezó juramento en los procesos que en la santidad y
á abrir los ojos y á pensar en la facilidad con que heroico ejercicio de las virtudes parecía igualar al
podía quedar muerto en alguno de sus desafios, mismo seráfico padre san Francisco. Cumplía con
y perder á un tiempo la vida temporal y la eter- el mayor cuidado todas las leyes y ceremonias de
na, y á reflexionar seriamente cuan infeliz y mal- la orden, por mínimas que fuesen: iba siempre
aventurada seria su suerte si le cogiese la muerte con los ojos bajos: su trato era afable y devoto; y
de improviso, sin darle lugar para arrepentirse de era tan rara su humildad y mansedumbre, que
sus culpas. «¡Oh, y qué desgracia será la mía (ex- parecía no sabía indignarse, y que había perdido
clamaba, penetrado del temor de la justicia divina) de todo punto lo irascible: había hecho la firmísi-
si pierdo á Dios para siempre y caigo en el infier- ma resolución de no excusarse ni defenderse, aun-
no! ¿Quién me libertará de tan terribles penas que fuese reprendido sin culpa; y si alguna vez
como allí se padecen? ¿Qué valor habrá para su- faltaba á esta resolución, por poco que fuese, cas-
frirlas? ¿Qué fuerzas bastarán para tolerar tan tigaba luego su lengua de varios modos. Vivía
terribles incendios? ¡Oh engaño, oh espantosa casi siempre absorto con Dios y como fuera de sí,
ceguedad en que he vivido!» Lleno de estos s e n - de suerte que de sólo verle unos quedaban admi-
timientos se dispuso luego para hacer una confe- rados, otros compungidos, y no pocos tibios y flo-
sión general de toda su vida; la cual hizo con mu- jos proponían enmendar su vida y entregarse de
chas lágrimas, y con un entrañable dolor de sus todo corazón al servicio de Dios nuestro Señor.
pecados: y conociendo los lazos y peligros del La penitencia y la mortificación de su cuerpo
mundo, y la vanidad de todo lo que él ofrece á sus eran asombrosas y muy superiores á las fuerzas
seguidores, resolvió abandonarle enteramente, y humanas. Todas las siete cuaresmas que, ó por
entrar en la religión de los padres capuchinos regla ó por costumbre, se hacen entre los padres
para hacer una asperísima penitencia de los desór- capuchinos, las ayunaba á pan y agua, que toma-
denes con que había manchado su vida preceden- ba sólo una vez al día, puesto de rodillas á la
te. A este fin solicitó y obtuvo fácilmente un am- puerta del refectorio; en las vigilias de nuestro
plio indulto del delito que le había hecho refugiar Señor, de san Miguel, de san. Francisco, en los
á aquel asilo. Obtenido su indulto, pasó inmedia- viernes de la cuaresma, y en los tres últimos días
tamente á la ciudad de Palermo, ocho leguas dis- de la semana santa, no tomaba cosa alguna, en los
tante de Corleón, á encontrar el provincial de los demás días se abstenía de carne, y este rigor de
capuchinos, y postrándose á sus pies le pidió con vida observó desde el noviciado. En los días en
muchas lágrimas le admitiese en su religión. El que ayunaba, no esperaba que el refitolero le p u -
provincial, que sabría las calidades del pretendien- siese el pan que se ponía á la comunidad, sino
te por ser tan conocido y famoso en todo el reino, que él mismo iba á la cesta, y del pan que había
aunque le consoló con dulces palabras, le difirió sobrado otras veces tomaba para comer los m e n -
la gracia á fin de asegurarse más de su vocación. druguillos más pequeños, negros y duros. A b o -
Volvió Bernardo á Corleón, donde desnudándose rrecía de tal manera el vino, que á los religiosos
de su natural fiereza, y arrojando las armas, e m - que le aconsejaban que bebiese un poco de él,
pezó á llevar una vida muy santa y penitente. No como medicina para su debilidad y achaques,
se sabia mover de la iglesia y convento de padres respondía: «¿Qué es lo que me aconsejáis? Prime-
capuchinos: comunicaba con el padre guardián ro tragaría un carbón encendido que una sola
sus ardientes deseos de ser religioso; con lo que gota de vino.» En los últimos quince años de su
dentro de poco fué consolado, y el provincial le dio vida, que estuvo de familia en Palermo, no t o -
la obediencia para el convento de Caltanicerta, mó otra cosa que una escasa ración de pan y
donde pasase el noviciado; como en efecto en el agua, de veinticuatro en veinticuatro horas; y si
día de santa Lucía, á 13 de diciembre de 1632, re- tal vez le obligaba la obediencia á comer alguna
cibió el santo hábito, á los veintisiete años de su escudilla de legumbres, la mezclaba con ceniza y
edad. agua para que perdiese todo el gusto y sabor.
Luego que fué vestido del santo hábito, compa- Muchas veces bebía el agua turbia y cenagosa,
reció un perfecto modelo de todas las virtudes reli- otras podrida y de mal olor, y aun también l a q u e
giosas, aventajándose, no sólo á los demás novi- había servido para fregar los platos. En el v e r a -
cios, sino también á los religiosos más provectos; no, en que son los calores en Sicilia tan fuertes
de modo que era la admiración y asombro de todo que no se puede allí vivir sino bebiendo frío, y
el convento. Concluido el año de su noviciado, refrescándose todo lo posible, el beato Bernardo
hizo la profesión con indecible consuelo de su al- bebía el agua casi hirviendo de la cocina, y en
ma; y desde este tiempo dio tales ejemplos de ella echaba ajenjos ó romero para duplicar la
DÍA 14 ENERO 167
mortificación. Manifestó Dios nuestro Señor con descansar sobre su cama, que consistía en una
varias maravillas que le eran muy gratos y acep- sola tabla de un palmo y medio de ancho, sobre
tos los ayunos de Bernardo, porque yendo un día la cual dormía solas tres horas en invierno, y dos
Mons. Plata, presidente de la Suprema Inqui- en verano. Estas penitencias, superiores á las
sición de Sicilia, al convento de capuchinos de fuerzas humanas, que más deben admirarse que
Palermo, y entrando en el refectorio á tiempo que imitarse, enflaquecieron de tal suerte el cuerpo
el siervo de Dios, según su costumbre, estaba de nuestro beato (en otro tiempo tan robusto),
comiendo de rodillas pan y agua, reparó que le que no parecía sino un pálido esqueleto: no obs-
salían del rostro muchos rayos de luz, y concep- tante, el Señor que le inspiraba aquellas extraor-
tuando que Dios le haría entonces algún favor dinarias mortificaciones, le conservaba la salud,
especial, luego que acabó su refección le llamó y le daba fuerzas para poder cumplir los oficios
aparte, y valiéndose de la autoridad que le daba que le encargaba la obediencia, aunque fuesen
su oficio, le mandó en virtud de santa obediencia de los que piden mayores fuerzas, como es el de
le dijese con toda sinceridad si había recibido del cocinero, que ejercitó por espacio de veinte años
cielo alguna gracia; y el siervo de Dios, compeli- continuos. Estas fuerzas se las comunicaba el
do de este precepto, lleno de rubor, le dijo que Señor en la santa comunión, que recibía todos
Cristo se le había aparecido, y tomando un peda- los días; porque hallándose débil y sin fuerzas
cito de aquel pan, que tenía allí, se le había apli- para los oficios corporales antes de comulgar,
cado á la llaga de su sacrosanto costado, y tiñén- luego que había recibido el divino Sacramento
dole en su preciosísima sangre, se le había puesto se hallaba ya apto para todos los oficios que le
en la boca, exhortándole á perseverar hasta el fin encargaba la obediencia, recobrando con este
en aquella abstinencia; y que al gustar de aquel celestial alimento las fuerzas y el espíritu. No
divino néctar había sentido que se le llenaba el se puede explicar aquella hambre sagrada y d e -
alma de una celestial dulzura que le sacaba fuera seo insaciable que tenía de recibir este divino
de sí. Favores semejantes recibió de la Reina del manjar; y cuando le preguntaban los religiosos
cielo, la cual le d i o una redomita de leche para por qué comulgaba con tanta frecuencia, respon-
endulzar la amarga bebida que tomaba con ajen- día que lo hacía porque le parecía que era impo-
jos y romero. sible vivir sin este divino alimento, que le sus-
A estos ayunos juntaba Bernardo otras morti- tentaba, no solamente el alma, sino también el
ficaciones, que no eran de menos peso, ni menos cuerpo, fortaleciéndole para tolerar cualquier tra-
asombrosas. Cada día tomaba siete disciplinas bajo ó fatiga corporal. Disponíase para la comu-
con cadenas de hierro y otros varios géneros de nión con una sangrienta disciplina, y con afec-
instrumentos. Todos los viernes, en memoria de tuosas y tiernas meditaciones; con las cuales se
la pasión de Jesucristo, se disciplinaba con unos encendía todo en amor del Señor sacramentado.
nudos de acero emplomados, y algunas veces se Después de haber comulgado se derretía su alma
disciplinaba con una pelotilla atada con un cordel, en dulces deliquios deamor, y las más veces se que-
llena por todas partes de puntas agudas y pene- daba extático y absorto y fuera de sí, gozando por
trantes, con la cual se daba tan recios golpes, que largo espacio de inmensas dulzuras y consolacio-
su cuerpo quedaba todo hecho una sangrienta nes espirituales Cuando estaba expuesto el santísi-
llaga, de la cual salía tal copia de sangre, que mo Sacramento, no se apartabajamás de su presen-
para no quedar desangrado se estancaba la san- cia, si no era compelido de la obediencia ó de sus
gre con sebo mezclado con sal, remedio que le obligaciones. Echaba flores y perfumes en la igle-
causaría más dolor que la misma llaga. A estas sia; hacía vistosos ramilletes de flores para ador-
crueles disciplinas juntaba la aspereza de los ci- no de los altares: encargaba mucho al sacristán la
licios: eran varios los que usaba; unos de alam- limpieza y curiosidad en los altares, ornamen-
bre, otros de hoja de lata y otros de acero; unos tos y demás cosas pertenecientes al culto divino.
de puntas, otros de espinas, mas todos eran crue- En el día del Corpus y su octava eran mayores
les y sangrientos; pero los más frecuentes eran los esmeros de nuestro Bernardo; y tal el júbilo y
dos, uno de acero en forma de cinto sembrado de alegría de su alma, que estaba como fuera de sí.
muchas puntas, y otro tejido de cerdas de caballo Estando de familia en el convento de Castronovo,
cortadas por el medio. Pero el más espantoso era fué Bernardo en el día del Corpus con los demás
el tercero, que usaba algunas veces; y consistía religiosos á la procesión solemne que se hace en
en una especie de túnica que le cubría casi todo la catedral, y luego que se puso ante el altar m a -
el cuerpo, la cual había ido tejiendo por dentro yor, donde estaba expuesto el santísimo Sacramen-
con agudas y penetrantes puntas de acero. Al po- to, fué arrebatado á tal altura que sobrepujaba á
nerse de rodillas le causaba este cilicio dolores las cabezas de todos los presentes. Estuvo en este
intensísimos, y muy mayores al recostarse, para admirable éxtasis á vista de todo el pueblo cerca
168 LA LEYENDA DE ORO DÍA 14
de una hora, mirando al cielo y puestos los brazos con la asombrosa penitencia que se ha referido,
en cruz. En otra ocasión, pasando junto al coro sino también con el ejercicio de una continua y
de la misma iglesia catedral, alzó los ojos y vio fervorosa oración. Empleaba en este ejercicio todo
que estaba expuesto el santísimo Sacramento, y el tiempo que le sobraba de sus precisas ocupacio-
de improviso se arrebató su alma en una altísima nes, y aun estando en ellas tenía tan recogido el
contemplación de las perfecciones divinas; y si- espíritu, y puesto en Dios, que parecía más c i u -
guiéndose á este vuelo de espíritu el del cuerpo, dadano del cielo que morador de la tierra. Desde
se levantó en el aire á vista de un numeroso c o n - los primeros años que fué cocinero, formó un
curso, causando á todos aquel pasmo y asombro altarito en un sitio retirado de la cocina, en el
que se deja discurrir. Era también muy tierna la cual colocó una dolorosa imagen de Jesucristo.
devoción que tenía á la sagrada pasión de Jesu- Aquí se retiraba á hacer oración aquellos ratíllos
cristo: siempre que fijaba en alguna imagen de que le sobraban: aun estando atareado en su ofi-
Jesucristo sus ojos, sentía se le derretía el corazón cio no se distraía de la oración; porque cuando
de ternura y devoción. El objeto de sus discursos cargaba algún peso, consideraba la pesada cruz
y meditaciones era la pasión y muerte de nuestro de Jesucristo; cuando se quemaba, se acordaba
Redentor; parece que no sabía pensar en otra co- del ardor de las llamas del infierno; en la luz y
sa; y á excepción de las festividades más solemnes claridad del fuego consideraba la claridad del di-
del Señor y de su santísima Madre, en que medi- vino sol de justicia; para no distraerse de este su
taba sobre el misterio que se solemnizaba en aquel interior recogimiento, guardaba un profundo s i -
día, el objeto de su meditación era la pasión del lencio; no hablaba sino en caso de precisa necesi-
Señor. Un religioso confidente suyo le aconsejaba dad, á cuyo fin solía traer en la boca una piedre-
que aprendiese á leer, pues le facilitaría el ejerci- cita; decía que el religioso no debe contentarse
cio de la oración. Bernardo estaba perplejo y no con aquellas horas que hay señaladas por la
sabía qué hacerse: suplicaba al Señor le inspirase religión para este santo ejercicio, sino que ha de
lo que fuese más de su agrado; y estando un día procurar continuarlo con fervor en todos los m i -
orando con mucho fervor delante de un crucifijo, nisterios del día, no perdiendo de vista aquellas
oyó que el Señor con voz clara le decía: Bernar- máximas que se aprendieron entonces. «La ora-
do, no te es necesario buscar libros: te basta el de ción, decía, es la que mantiene el alma y da el ser
mis llagas; y en éste aprenderás doctrina más pro- á las virtudes. La oración es el arma más podero-
vechosa que en cualquiera otro. Tenía grande de- sa para vencer las huestes infernales; es el azote
voción á la imagen de Jesucristo crucificado, que más fiero y terrible para Lucifer. Los ayunos,
se venera en el convento de los padres capuchi- disciplinas, cilicios y demás austeridades sirven
nos de la ciudad de Palermo, y pasaba muchasho- de muy poco, si no se acompañan con la oración.»
ras delante de ella, meditando en las sangrientas En los últimos años de su vida le exoneraron
llagas de nuestro Redentor. Una noche, antes de los prelados de los oficios de cocinero y limosnero,
maitines, estando en fervorosa oración, se arre- compadecidos de su debilidad; y le ordenaron que
bató en el aire hasta quedar perpendicularmente se emplease en servir á las misas en el convento
á la altura del crucifijo; entró en este tiempo en la de Palermo. Con este permiso jamás se apartaba
iglesia Fr. Lorenzo de Catalnageta, sacristán que de la Iglesia, hasta que se acababan todas las
era del convento, á atizar las lámparas, y viendo misas, ayudando á ellas con tal mortificación,
al siervo de Dios tan elevado de la tierra, fué á dar compostura y gravedad, que edificaba á todos,
aviso al padre guardián, el cual, bajando en com- pareciéndoles que veían á un ángel bajado del
pañía de dicho Fr. Lorenzo, al v e r á Bernardo tan cielo. Habiendo Dios favorecido al beato Bernardo
elevado de la tierra, sintió gran emoción en su con el don de una oración tan elevada, no quiso
alma; y para probar si aquel éxtasis era verdade- que fuese destituido de los dones de vaticinar las
ramente de Dios, le mandó que desde luego sin cosas venideras, de conocer los secretos del cora-
dilación bajase; y el siervo de Dios, que estaba zón, y del de obrar milagros, antes concedió á
tan fuera de sus sentidos que nada podía hacerle Bernardo con muchísima largueza estos dones;
volver en sí, oyó y obedeció al momento la voz de de modo que fueron muchas las cosas que predi-
su prelado, y bajó á tierra, aunque tan herido del jo, y después se verificaron puntualmente como
amor, que no pudo volver en sí, y fué necesario las había anunciado; y muchos más los milagros
llevarle á la celda suspirando y llorando. Estos y que obró, dando la salud á los enfermos, que de
otros maravillosos éxtasis quedaron bien justifi- todas partes acudían á él, y restituyendo la vida á
cados en los procesos que se hicieron para su bea- cuatro muertos, por lo que fué estimado y respe-
tificación y canonización. tado por santo en todo el reino de Sicilia.
Se disponía nuestro Bernardo para recibir tan Llegó, por fin, el tiempo en que Dios quería
soberanos favores de su divina Majestad, no sólo librar á su siervo de las miserias de esta vida: se
DÍA 14 ENERO 169
hallaba ya en la edad de sesenta y dos años no y bajó las escaleras, salió de casa enteramente
cumplidos, cuando en el día 6 de enero de 1657 fué sana; y para memoria del beneficio recibido, le
acometido de una ardiente calentura, que le obligó quedó impresa la señal de la cruz en la pierna y
á retirarse á su celda. A la mañana siguiente, en el muslo, de un color encarnado y hermoso,
habiendo tomado la calentura mayor incremento, sobre el lugar donde antes tenía las llagas.
fué preciso pasar á la enfermería que está dentro El segundo sucedió con Jerónimo Mangona,
de la ciudad, una milla distante del convento: des- vecino de Corleón. Padecía estos fieros dolores
pidióse con mucha ternura de los religiosos s u s artéricos en los brazos, en las manos, en los pies
hermanos, y se fué á pie á la enfermería, donde y en las rodillas, con una tan fuerte contracción
llegó con mucha fatiga y dificultad; y agravándose- de miembros, que postrado en una cama, se halla-
le cada día más el mal, habiendo recibido con sin- ba hecho un tronco sin el menor movimiento; en
gular y extraordinaria devoción los sacramentos de fin, en un estado muy lastimoso. Sucedió que por
la Iglesia, besando afectuosamente las llagas de descuido se pegó fuego á la cama, quemóse la
los pies y del costado de un devoto crucifijo, y manta y cobertor, quemáronse también las sába-
diciendo «Ea, vamos, vamos,» entregó plácida- nas, y el pobre sin poder moverse se hallaba enme-
mente su espíritu en manos de su Criador, á las tres dio del fuego; pero Dios quiso que llegase á tiempo
de la tarde del día 12 de enero del año de 1667. Su á socorrerle una hermana suya que le sacó medio
sagrado cadáver fué llevado con indecible pompa tostado: después le salieron unos tumores n u d o -
en hombros de caballeros desde la enfermería á sos y ásperos en las articulaciones, que le emba-
su convento, y el Señor obró entonces muchas razaban la circulación de la sangre. En este infe-
maravillas, con las cuales creció siempre más el liz estado pasó nueve meses, sin hallar alivio
concepto de santidad que todos habían formado alguno en la medicina; pero oyendo referir los
del siervo de Dios. Clemente XIII á 15 de mayo muchos milagros que obraba Dios por interce-
de 1768 despachó el breve de su beatificación, sión de Bernardo, concibió una segura confianza
habiendo antes á 6 de marzo del mismo año e x p e - de cobrar la salud por este medio. A este fin se
dido un decreto con que aprobó los dos milagros hizo llevar, aunque con no poco trabajo, á la casa
siguientes, que Dios había obrado por intercesión de la hermana del siervo de Dios que estaba con-
del beato Bernardo. tigua, y tenía una efigie de su santo hermano
El primero sucedió con Dorotea Torres, de edad pegada á la pared: puesto delante de esta imagen
de treinta y un años. Se habían abierto á esta hizo una fervorosa oración al beato, suplicándole
mujer dos llagas tan profundas en el muslo y en la le alcanzase de Dios la salud; y al mismo instan-
pierna, que se le descubrían los huesos: demás de te se sintió del todo sano, de modo que levantán-
esto se le hicieron en otras partes del cuerpo dose del lecho, donde estaba, empezó á andar
hasta cincuenta llagas, unas mayores y otras me- ligero como si jamás hubiera tenido semejante
nores; pero todas de pésima calidad, purgando enfermedad, y luego comenzó á trabajar fuerte
por ellas un humor fétido que no se podía tole- y robusto, y vivió después muchos años s i e n -
rar. Trece años había que estaba padeciendo estos do pregonero de las maravillas del beato Cor-
males; pero habiéndola, porúltimo, acometido una león.
calentura maligna con una inflamación, se halla-
ba reducida al extremo de su vida. En esta oca- SAN HILARIO, OBISPO Y CONFESOR—Los santos Jeró-
sión, en el mes de marzo de 1681, la exhortó su nimo y Agustín le apellidan gloriosísimo defensor
marido á encomendarse al beato Bernardo: trá- de la fe ó insigne doctor de la Iglesia, Nació este
jola un libro de su vida, y ella llena de fe le tomó hombre verdaderamente grande en Poitiers, á
en sus manos, y con la estampa que tenía al fren- fines del siglo tercero, ó á principios del cuarto,
te, se tocó las llagas, implorando la intercesión de una familia muy distinguida. Hijo de padres
del beato: recostóse sobre el libro, y se quedó dor- idólatras, recibió una educación pagana, y apli-
mida; y á cosa de la media noche oyó una voz cado al estudio de las ciencias profanas desplegó
que le decía: «Dorotea: ¿á quién has llamado?» Y su extraordinario talento, haciendo tan rápidos
al punto respondió: «He llamado á Fr. Bernardo progresos en las bellas letras y en la filosofía,
de Corleón.» «Pues yo soy,» replicó la voz. A este que ya entonces se vislumbraba en él había de
tiempo sintió que la hacían la señal de la cruz ser uno de los sabios más eminentes de su siglo.
sobre las llagas del muslo y de la pierna, y que Las supersticiones y ridiculeces del gentilismo no
le decían: «Ea, da gracias á Dios, que ya estás satisfacían á su comprensión perspicaz y pene-
sana.» Quedóse dormida, y al despertar se halló trativa; y ayudado de la divina gracia se desenga-
sin calentura, sin inflamación, sin dolores, cerra- ña de los absurdos del politeísmo, después de
das todas las llagas y con tantas fuerzas que saltó haber leído los libros de Moisés, de los profetas
al momento de la cama; anduvo libremente, subió y del Evangelio, é iluminado con tan vivas luces
TOMO i 22
170 LA LEYENDA DE ORO DÍA 14
se prepara para recibir el santo bautismo. I n e x - SAN MALAQUÍAS.—Es el último de los doce profetas
plicable fué el gozo que experimentó al recibir el menores y de todos los del antiguo Testamento.
bautismo, como él mismo lo confiesa; y fué tan Orígenes y Tertuliano han tomado motivo del
abundante la gracia que recibió cuando esta r e - nombre, que significa ángel del Señor, para conje-
generación, que á manera de los cristianos per- turar que este profeta había sido, efectivamente,
fectos se v i o lleno del Espíritu de Dios. Desde un ángel que tomaba forma humana para profeti-
entonces los libros sagrados eran todo su estudio zar. Pero esta opinión no es seguida por la Iglesia
y dulzura, é infundióle el Señor tan clara inteli- ni debe serlo, pues sólo prueba que los grandes
gencia de la sagrada Escritura y de las verdades talentos se aficionan siempre á lo extraordinario.
más sublimes de la religión, que se presentaba Otros, con los judíos, creen que Malaquías es el
como un hombre ya consumado en la fe y como un mismo personaje que Esdras, cuya creencia está
padre de la Iglesia. Su esposa, mujer de un méri- destituida de fundamento. La opinión más recibida
to singular, siguió los piadosos ejemplos de su e s - es que era de la tribu de Zabulón, y que había
poso, siendo modelo de las señoras de su sexo y nacido en Sopha. Profetizó en tiempo de Nehemías,
estado; y una hija, llamada Abra, aprovechándose bajo el reinado de Artajerjes Longimano, en o c a -
de los virtuosos ejemplos de sus padres, llegó á sión que había grandes disidencias entre los sacer-
un grado tal de virtud, que la venera como á dotes y el pueblo de Judá, es decir, por los años
santa la iglesia de Poitiers. La pureza de sus c o s - de 408 al 412 antes de Jesucristo. Sus profecías
tumbres, su modestia, celo y caridad eran la ad- están en hebreo y contienen tres capítulos: en
miración de su provincia, y le granjearon tanta ellas predice la abolición de los sacrificios judai-
estimación, no sólo del pueblo, sino también del cos, y la institución de un nuevo sacrificio que
clero, su raro mérito y extraordinaria piedad, debía ser ofrecido en todo el universo. Enseña á
que muerto el obispo de Poitiers, por aclamación los sacerdotes la pureza de las ofrendas que pre-
universal fué nombrado pastor y maestro de aque- sentan á Dios, y anuncia el juicio final y la v e n i -
lla diócesis. El arrianismo por aquél tiempo había da de Elias.
penetrado hasta las Galias, después de haber de-
solado casi toda la Iglesia del Oriente. El hijo del LOS SANTOS TREINTA Y OCHO MONJES.-Fueron muer-
gran Constantino, que entonces gobernaba el tos por los sarracenos en el monte Sinaí, á causa
imperio, seducido por los artificios de su mu- de la fe católica, en el siglo V.
jer, que era arriana, se declaró protector de
esa herejía persiguiendo cruelmente á los obis- LOS SANTOS CUARENTA Y TRES MONJES.-Fueron d e -
pos católicos. Hilario no cesó de declamar c o n - gollados por los bienios en Raiti, región de Egipto,
tra el error, vigilando al mismo tiempo como pas- en odio á la religión de Jesucristo.
tor solícito á sus ovejas, y de defender la doctrina
de la Iglesia católica en el concilio de Beziers; SAN DACIO, ARZOBISPO DE MILÁN.-Fuó elegido por
y lo hizo con tal ardor y celo, que no pudiendo el clero y el pueblo por los años de 530; gobernó
los fautores del error sostenerse en vista de las en paz su rebaño por espacio de veintidós años,
razones y argumentos de Hilario, se valieron del y descansó santamente en el Señor el día 14 de
emperador Constancio para desterrarle á Frigia. enero del 552. Su memoria es venerable en la
Mucho sufrió el corazón de Hilario al ver el infe- iglesia de Milán por los varios escritos que dejó,
liz estado en que se hallaban las iglesias del Asia; entre ellos una historia muy estimada de todos
los escándalos, los cismas, las perfidias se multi- sus sucesores en el arzobispado, monumento pre-
plicaban diariamente, protegido todo por el mismo cioso de la antigüedad cristiana, y por medio del
emperador. Mucho trabajó nuestro santo para cual se aclaran muchos sucesos de aquellos
confundir el error y restituir al aprisco de la santa tiempos.
Iglesia aquellas ovejas que había descarriado el
lobo infernal durante el tiempo de su destierro;
SAN EUFRASIO, OBISPO DE ÁFRICA.-Nada se sabe de
pero principalmente d i o muestras de su gran celo este santo más que su nombre, y que murió en
cuando fué restablecido en su silla, haciendo r e - tiempo de la invasión de los vándalos.
florecer la disciplina eclesiástica, y persiguiendo
la herejía hasta sus trincheras mismas. Seis años
SAN JULIÁN SABAS, EL YIEJO.-Descendiente de real
gobernó su iglesia después del destierro, acaban-
estirpe, nació en Siria, á principios del siglo XIII;
do la vida con una muerte preciosa á los ojos del
fué educado en letras y piedad, y después de
Señor, el día 13 de enero del año 368, contando
haber aprovechado extraordinariamente en sus
setenta y siete de edad. San Hilario escribió exce-
estudios, tomó el hábito de monje en el monaste-
lentes obras, las que recomiendan mucho todos
rio del monte Atos. La fama de su nombre cir-
los santos padres de la Iglesia.
culó luego por todas partes, y el Señor quiso que
DÍA 15 ENERO 171
sus grandes prendas sirviesen más inmediatamen- respondido, siguió su camino y entró por aquel
te á la salud de las almas. Creado arzobispo de desierto, no viendo en él sino la huella de bestias
Servia, desempeñó su ministerio por algunos años, fieras, sin saber á qué parte había de echar, ni lo
hasta que volvió á su querida soledad, donde ex- que había de hacer para hallar al que buscaba.
piró el día 1 4 de enero del año 1250. Dos días gastó en esto, y las noches en oración
con confianza siempre de que el Señor no le había
SANTA MACRINA—Fué abuela paterna de san B a - de desamparar: y al tercer día al amanecer v i o
silio Magno, y su maestra en la religión y en las de lejos una loba fatigada de sed, que iba á la
primeras letras. Padeció esta santa, tronco y c a - falda de un monte. Siguióla con los ojos cuanto
beza de toda una familia de santos, muchas perse- pudo, y después que la loba desapereció, acercó-
cuciones por la fe en tiempo de Máximo Galerio; se á una cueva que allí estaba, y comenzó á
estuvo siete años escondida con parte de su familia mirar con curiosidad lo que había dentro, sin
en el desierto, y al fin acabó sus días en la paz del poder ver cosa alguna por la grande oscuridad.
Señor, durante el siglo IV. Mas porque, como dice el Espíritu Santo, La per-
fecta caridad despide al temor, san Antonio, paso
SAN BARBASCEMINO, OBISPO, Y DIEZ Y SEIS PRESBÍTE- á paso, teniendo el resuello entró dentro y pasó
ROS, MÁRTIRES—Murieron en 436, en la provincia de adelante, deteniéndose algunas veces en el cami-
Huzites. no, y poniendo la oreja para escuchar si allá den-
tro sonaba cosa, v i o entre aquella oscuridad una
Día 15 luz que resplandecía de lejos; y así que la v i o , que-
riendo con alegría apresurar el paso, tropezó en
SAN PABLO, PRIMER ERMITAÑO Y CONFESOR—La vida una piedra ó hizo ruido. Oyéndole san Pablo,
de san Pablo, primer ermitaño, sacada de san cerró luego la puerta que estaba abierta y atran-
Jerónimo, que la escribió, es de esta manera: cóla. Entonces san Antonio se arrojó en el suelo á
Estando san Antonio en el yermo, haciendo vida la puerta, y estuvo hasta pasado medio día, pidien-
de ángel en la tierra, siendo ya de noventa años, do con grande instancia que le abriese, y decía:
vínole una imaginación, como á hombre, y c o - «Bien sé que vos sabéis quién yo soy, de dónde y
menzó á pensar si había alguno que hubiese vivi- á qué vengo, y también sé que no merezco veros;
do tantos años en el yermo como él, ó que le mas tened por cierto que hasta que os vea no me
igualase en perfección y merecimientos. Permitió apartaré de aquí. ¿Recibís á las bestias y desecha-
Dios que le viniese este pensamiento, para lo que réis al hombre? Yo os he buscado, y os he halla-
después sucedió; porque la noche siguiente le re- do, y llamo á vuestra puerta para que me abráis.
veló el Señor que había otro mucho mejor que él, Si esto no puedo alcanzar, aquí me moriré; y á lo
al cual debía buscar y visitar. Luego en a m a n e - menos enterraréis mi cuerpo muerto, cuando en
ciendo, el santo viejo se determinó de buscar al ella le halláredes.» A estas tan piadosas voces,
que no conocía, y sustentando sus flacos miembros mezcladas con sollozos y llanto, respondió de den-
con un báculo, salió de su convento y se puso en tro el bienaventurado san Pablo de esta manera:
camino para ir adonde no sabía. Anduvo hasta «Ninguno pide gracia con amenazas; ni con lágri-
medio día, y aunque el calor del sol le fatigaba, mas hace agravio, ni injuria. Si vienes para mo-
no por eso dejaba de andar, diciendo: «Yo confío rir, ¿de qué te maravillas que no te reciba?» Y di-
en Dios, que me mostrará aquel su siervo que me ciendo esto, sonriéndose, abrió la puerta, y los
tiene prometido.» Apenas había dicho esto, c u a n - dos se abrazaron con grandísimo amor y ternura,
do v i o un monstruo que parecía medio hombre y y se saludaron por sus nombres, como si mucho
medio caballo, al cual los poetas llaman hipocen- tiempo antes se hubieran conocido, é hicieron gra-
tauro; y habiéndose armado con la señal de al cias al Señor que les había hecho aquella mer-
cruz, le preguntó dónde habitaba el siervo de Dios ced. Después de aquellos abrazos amorosos, y del
que él buscaba; y habiéndole el monstruo mostra- ósculo de paz, sentándose Pablo con Antonio, le
do con la mano el camino, tomó corrida por habló de esta manera: «Ves aquí al que has b u s -
aquellos campos y desapareció. Pasó más adelan- cado con tanto trabajo; ves aquí los miembros po-
te, y llegando á un profundo valle, vio otra manera dridos ya por la vejez; vesme aquí desgreñado y
de monstruo que tenía la figura de un hombre cubierto de canas; ves aquí al hombre que breve-
pequeño, las narices acorvadas, la frente con mente se tornará en polvo: y porque la caridad
unos cuernezuelos y los pies de cabra; y habién- sufre todas las cosas, demás del trabajo que has
dole preguntado quién era, y oído su respuesta y tomado en buscarme, quiero que tomes otro en
llorado mucho, porque las bestias conocían á D i o s contarme lo que pasa en el mundo. ¿Quién le s e -
y los hombres tenían por Dios á las bestias, y en- ñorea? ¿En qué estado está el linaje humano? ¿Hay
terneciéndose por lo que aquel monstruo le había todavía gente ciega que adora á los demonios?»
172 LA. LEYENDA. DE ORO DÍA 15
De todo le dio cuenta san Antonio por menudo; y do el uno de una parte de pan, y el otro de la
después él preguntó á san Pablo con qué ocasión otra, le partieron y comieron, y bebieron del agua
había venido al desierto, cuántos años había v i - de la fuente, y alabaron al Señor, y la noche s i -
vido en él, cuántos tenía, con qué manera de guiente pasaron en oración. Vino la mañana, y
vida había pasado tan prolija edad. Y san Pablo, san Pablo habló á san Antonio de esta manera:
por satisfacer al deseo de san Antonio, le informó «Muchos días ha, hermano Antonio, que sé que
de toda su vida, y le dijo, como en el tiempo que habitas por estos desiertos, y Dios me había pro-
Decio y Valeriano perseguían la Iglesia en las metido que te me daría por compañero; mas por-
partes de Egipto y de Tebaida, donde él había na- que es ya venido el tiempo por mí tan deseado, en
cido, murieron sus padres, quedando él como de que he de ser desatado de esta carne mortal, y ver
quince años, bien enseñado en las letras griegas á mi Señor Jesucristo, él te ha enviado para mi
y egipcias, con una hermana ya casada; y que consuelo, para que pongas debajo de la tierra este
para huir de aquel torbellino, y estar más aparta- miserable cuerpo, y escondas la tierra en la tie-
do del peligro, y seguro del furor de los tiranos, rra.» Aquí se enterneció en gran manera Antonio,
se había retirado á una casa de campo, en la cual y con muchas lágrimas y profundos suspiros, que
se halló menos seguro, porque su cuñado, marido le salían de lo más íntimo de su corazón, c o m e n -
de su hermana, por codicia de su hacienda, quiso zó á pedir á san Pablo que no le dejase, mas que
venderle, y entregar en manos de la justicia al le llevase en aquella felicísima jornada en su com-
que estaba obligado á guardar; sin ser parte para pañía, porque los santos el vivir tienen por pena,
que no lo hiciese las lágrimas de su mujer, el deu- y por gracia el morir. A esto respondió san Pablo:
do, y lo que más importa, Dios, que mira del cielo «No quieras lo que no quiere Dios, ni busques tu
todo lo que hacemos, y lo remunera y castiga. Y provecho, sino el de tus hermanos. Bueno sería
que viendo esto, y la crueldad de aquella terrible para ti dejar esta tan pesada carga de la carne y
persecución con que los cristianos eran buscados, subir á las moradas eternas; pero á tus hermanos
despedazados y muertos con atroces tormentos, conviene que tú vivas, y que los enseñes y ayudes
se determinó de huir de los tiranos y del cuñado, con tu ejemplo; por tanto, yo te ruego que vayas
hasta que pasase aquel nublado; y haciendo de la luego (si no lo tienes por molestia), y me traigas
necesidad virtud, se retiró al desierto, buscando el manto que te dio Atanasio, para que envuelvas
por una parte y por otra donde se pudiese e s - en él mi cuerpo y lo entierres.» Esto dijo Pablo,
conder, y que al fin halló á la falda de aquel mon- no porque tuviese cuidado de que su cuerpo fuese
te una cueva grande, que se cerraba con una pie- enterrado desnudo ó cubierto, pues había vivido
dra, la cual quitó, y con el deseo y curiosidad de tantos años cubiertas sus carnes con solas las
ver lo que había, entró en ella y halló una gran- hojas tejidas de palma, sino porque estando au-
de palma y una fuente de clara y limpia agua; y sente Antonio, no recibiese tanta pena con su
pareciéndole que Dios le ofrecía aquel lugar para muerte; y también para mostrar que seguía la
morada y asiento de su vida, se había quedado en fe católica que profesaba Atanasio, que á esta
él, vistiéndose de las hojas de la palma y comien- sazón era fuertemente combatida de los herejes
do de su fruta, y bebiendo del agua de la fuente; arríanos, y defendida con no menos esfuerzo de
y que allí había vivido después, apartado totalmen- aquel valeroso soldado del Señor. Espantóse A n -
te de los hombres, pero muy consolado y favore- tonio cuando oyó hablar á san Pablo de Atanasio y
cido de Dios. Estando en estas pláticas, dando el del manto; y sacando por esto que Cristo moraba
un santo al otro cuenta de sí y de lo que deseaba en Pablo, reverenciando en el pecho de él á Dios,
saber, llegó un cuervo y sentóse en un árbol que no osó contradecirle, antes llegándose á él lloran-
estaba cerca, y de allí blandamente voló, y puso do con silencio le besó los ojos y la mano, se
delante de san Pablo y san Antonio un pan, y fue- volvió á su monasterio, llevando tan gran deseo
se. San Pablo dijo á san Antonio: «Bendito sea de dar la vuelta, que los pies no podían seguir el
Dios, que nos envía de comer. Sabed, Antonio ánimo con que iba, por mucho que con estar can-
hermano, que ha sesenta años que este cuervo me sado y exhausto de los trabajos y ayunos y años,
trae medio pan cada día, y ahora que tú has veni- acelerase sus pasos; tanto, que en breve tiempo,
do, el Señor nos envía la ración doblada.» Dieron desalentado y fatigado del camino, llegó á su
los dos gracias á Dios, que como tan piadoso y monasterio. Viéronle dos de sus discípulos que le
cuidadoso Padre los proveía; y queriendo partir servían, y saliéndole á recibir le dijeron: «¿A
el pan, comenzaron con santa humildad á conten- dónde habéis estado tanto tiempo, padre?» R e s -
der quién de los dos le había de partir, queriendo pondióle él: «¡Ay de mí, pecador, que solamente
Pablo que Antonio le partiese como huésped, y tengo nombre de religioso! Visto he á Elias, visto
Antonio que Pablo como más viejo, y gastaron he á Juan Bautista en el desierto, y verdadera-
algún tiempo en esta piadosa porfía. Al fin, asien- mente á Pablo en el paraíso.» Dicho esto, hiriendo
DÍA 15 ENERO 173
sus pechos, sacó de su celda el manto, y pidiéndo- que podían. Luego comenzaron con las manos á
le sus discípulos que les declarase más lo que cavar la tierra, y haciendo un hoyo en que podía
aquello era, solamente les respondió: «Hay tiempo caber el cuerpo de un hombre; y como si tuvie-
de callar, y hay tiempo de hablar.» Y salió de su ran sentido y pidieran paga por su trabajo, m o -
casa con tanta prisa, que no se acordó de sí, ni viendo las orejas y bajando la cabeza, se fueron
tomó un solo bocado, volviendo por el mismo para san Antonio, lamiéndole los pies y las manos;
camino que había venido, y teniendo hambre y y entendiendo el santo que le pedían su bendición,
sed sóIo«¿e ver á Pablo, y trayéndole tan presente alabando al Señor, á quien hasta las bestias fieras
en la memoria, que no podía pensar en otra cosa, reconocen y obedecen, dijo: «Señor, sin cuya
temiendo lo que sucedió, que no diese su alma á providencia no cae una hoja del árbol, ni un pa-
Dios estando él ausente. Pues como otro día d e s - jarillo del aire, dad á estos leones lo que les con-
pués, con la prisa y ansia que llevaba, hubiese viene:» y haciéndoles señas con la mano, les
san Antonio andado en espacio de tres horas el mandó que se fuesen. Partidos que fueron los
camino, vio entre los coros de los ángeles, entre leones, bajó el santo viejo su cerviz encorvada, y
los profetas y apóstoles, el ánima de Pablo, que tomó el cuerpo muerto sobre sus hombros, púsole
subía á los cielos, más blanca que la nieve, y con en la sepultura y cubrióle de tierra. Y para ser
una admirable luz resplandeciente; y cayendo en heredero de todas las riquezas que Pablo poseía
tierra sobre su rostro, y echando tierra sobre su en el mundo, le desnudó primero de aquella su
cabeza en señal de su dolor, llorando y gimiendo, túnica, que á manera de pleita había tejido de las
decía: «¿Por qué me dejas, Pablo? ¿Por qué te vas hojas de la palma, y con que había vestido sus
sin despedirte de mi? ¿Tan tarde te conocí, y tan desnudas carnes tantos años, y con este tesoro se
presto te perdí?» El mismo bienaventurado san fué á su monasterio, y contó á sus discípulos lo
Antonio contaba después, que había corrido con que le había sucedido; y en testimonio de lo que
tan gran presteza lo que le quedaba del camino, estimaba aquella presea, los días de pascua de
que le parecía que no le andaba, sino que volaba. Resurrección y del Espíritu Santo se la vestía por
Entrando en la cueva vio el cuerpo difunto, h i n - fiesta y regocijo. Y no sólo tuvo autoridad san
cadas las rodillas, la cerviz yerta y las manos Antonio, en lo que contó de san Pablo, con sus
levantadas; y creyendo al principio que estaba vivo discípulos, sino con toda la Iglesia católica, la cual
y que oraba, se puso á hacer oración junto á él; por su testimonio le canonizó y celebra su fiesta.
mas como no le oyese suspirar (como solía cuando Murió este glorioso santo á los 10 de enero del
oraba), entendió que estaba muerto, y que el cuer- año del Señor de 343, siendo de edad de ciento y
po, con la costumbre de orar que había hecho trece años. La Iglesia le hace fiesta á los quince
cuando era vivo, se había quedado después de días del mismo mes de enero, por ser los días de
muerto de aquella manera, y echándose sobre el antes ocupados. San Jerónimo acaba la vida de
rostro del santo difunto, le besaba muchas veces, san Pablo con estas palabras: «Quiero en el fin
y le regaba con sus lágrimas. Envolvió el cuerpo de esta vida, que he escrito de san Pablo, pre-
con el manto de Atanasio que consigo traía; sacóle guntar á los que son tan ricos que no saben lo
fuera; rezó los himnos y los salmos que se suelen que tienen, y á los que edifican grandes y m a g -
decir á los difuntos, según la tradición y uso de la níficos palacios, y en un hilo de perlas ó en
Iglesia; y queriéndole enterrar, no sabía cómo, por una sarta de piedras traen grandes tesoros, ro-
no tener aparejo para abrir la sepultura. Vióse en garles que me digan qué faltó jamás á este santo
gran perplejidad, porque si volvía al monasterio, y desnudo. Vosotros, dice, bebéis en tazas de oro,
había tres días de camino, en los cuales no conve- y Pablo en sus manos satisfacía á su sed. Vues-
nía dejar solo el santo cuerpo; si se quedaba allí, tros vestidos son de oro y seda, y él aun no tuvo
le parecía que sería sin provecho. Al fin se deter- para cubrirse una ropa de las más viles, que
minó quedar, y hablando con Cristo le dijo: «Aquí vuestros criados desechan; pero torceránse las
moriré, Señor, y junto á este tu soldado caeré manos. A Pablo pobrecito está abierto el cielo, y
hasta dar la postrera boqueada.» Estando san An- vosotros cargados de oro iréis al infierno. El, des-
tonio en este cuidado, salieron de repente de lo nudo, guardó limpia la vestidura de Cristo, y
más secreto de aquel yermo dos leones corriendo, vosotros, vestidos de ricas ropas, la habéis man-
y aunque con la primera vista tuvo un poco de so- chado. Pablo está debajo de tierra para resucitar
bresalto, después, volviendo los ojos á Dios, se á la gloria, y vosotros en sepulcros magníficos de
estuvo quedo y sin temor alguno, corno si viera jaspe y de mármol, arderéis con vuestras obras
dos mansas ovejas. Los leones se fueron derechos para siempre. Tened, siquiera, lástima de vosotros
al cuerpo de san Pablo, y se echaron á sus pies, mismos, ó á lo menos de las riquezas que tanto
halagándole con sus colas, y dieron un gran bra- amáis. ¿Por qué cubrís y envolvéis á vuestros
mido, como si lloraran su muerte á la manera muertos en paños de seda y oro? ¿Por qué vuestra
174 LA LEYENDA DE ORO DÍA 15
ambición no se acaba siquiera con las lágrimas y en todos los otros ejercicios religiosos, y hacíalo
y llanto de la sepultura? ¿Tienen por ventura con tanto espíritu y ahinco, que los monjes le te-
los cuerpos muertos de los ricos privilegios para nían por espejo y dechado de toda virtud, y el
no podrirse, sino con oro y seda? Yo ruego al mismo padre san Benito le amaba y estimaba más
que esto leyere, que se acuerde de Jerónimo pe- que á los otros, y se le ponía por ejemplo con e x -
cador, á quien si Dios le diese á escoger, más traordinario amor, porque conocía con cuan larga
querría la túnica de Pablo con sus merecimientos, mano el Señor se le había comunicado: y no por
que la púrpura de los reyes con sus penas.» Todas esto Mauro se desvanecía, antes procuraba cada
éstas son palabras de san Jerónimo, las cuales día humillarse más y crecer en el menosprecio de
son mucho para ponderar y considerar, y no sí mismo, para ser digno discípulo de tal maestro;
menos el medio por el cual Dios nuestro Señor el cual, acrecentó más su amor y la estima que
hizo santo y tan gran santo al bienaventurado san tenía de Mauro, después que vio que Dios nuestro
Pablo, que fué la maldad de su cuñado, la cruel- Señor obraba por él grandes milagros, y d e s c u -
dad de los tiranos, el miedo de perder la vida, bría por ellos la santidad de su vida; porque estan-
que éste fué el primer motivo que tuvo para huir do el bienaventurado padre san Benito ocupado
y esconderse en el desierto, haciendo de la n e c e - en una obra de caridad fuera del convento, y h a -
sidad virtud, y viviendo tantos años en aquella biendo quedado san Mauro en su lugar, trajeron
soledad, sin ser visto ni ver á nadie, con tanta sus padres un niño cojo y mudo, y echándose á
desnudez y pobreza, desconocido de los hombres los pies de Mauro, con muchas lágrimas y sollozos
y regalado de los ángeles y del mismo Dios: por- le suplicaron por Jesucristo que le diese salud: y
que no se puede creer otra cosa, sino que vivien- él, aunque con gran confusión y repugnancia,
do él vida de ángeles, los ángeles le visitaban; y vencido de los gemidos y llanto de los padres, y
padeciendo por el Señor un tan prolijo y tan e x - de los ruegos piadosos de sus frailes, le sanó, p o -
traordinario martirio, el mismo Señor le favore- niendo sobre la cabeza del enfermo una estola que
cía, entretenía y regalaba en su altísima oración su padre san Benito le había dado para ordenarse
y contemplación; para que tomemos ejemplo, y á de Evangelio, como se ordenó, atribuyendo á los
imitación de este glorioso santo nos aprovechemos merecimientos de él la salud que el enfermo había
de cualquier trabajo que nos venga, aunque sea cobrado. Otra vez, estando san Benito en su celda,
por mano de nuestros mismos hermanos y cono- como escribe san Gregorio papa, san Plácido, que
cidos, y no perdamos la ocasión que el Señor nos era su monje y de poca edad, fué por agua á una
ofrece para más servirle, sin que sea parte para laguna que estaba cerca del convento, y metiendo
estorbarnos el temor de las cosas caducas y frági- el cántaro que llevaba en el agua, se le fué de la
les de esta vida, porque todo lo vence el mismo mano, y él cayó tras él; arrebatóle una ola, y l l e -
Señor con la abundancia de su divina gracia, la vóle un buen trecho, y estando luchando con las
cual él se digne darnos por los merecimientos de ondas, reveló Dios el peligro de Plácido á san
este glorioso santo, para que, despreciando tam- Benito, el cual llamó aprisa á Mauro, y díjole:
bién nosotros todas las cosas de este mundo, nos «Corre presto á la laguna, porque Plácido ha
entreguemos enteramente á Dios y pongamos en caído en ella, y está en gran peligro de ahogarse.»
él todos nuestros deseos. (P. Ribadeneira.) Tomó la bendición de su santo padre el obediente
hijo, y sin mirar lo que hacía, entró en el agua
SAN MAURO, ABAD—San Mauro, discípulo de san sin hundirse, pensando que iba por tierra; y t o -
Benito, fué hijo de un caballero principal de la mando por los cabellos á Plácido, le sacó, y vol-
orden de los senadores, llamado Eutimio, ó (como viendo los ojos atrás, vio que había corrido sobre
san Jerónimo le llama) Evicio, y de una señora las aguas; y espantóse por haber hecho lo que
por nombre Julia. Siendo de edad de doce años, nunca pensó se pudiera hacer. Volvió á san Beni-
fué ofrecido de su mismo padre á san Benito, para to y díjole lo que pasaba, y el santo padre alabó
que le criase en su monasterio en el temor de Dios al Señor, atribuyendo aquel milagro á la obedien-
y en religiosas y santas costumbres; y Mauro se cia de Mauro, y Mauro al mandato y voz de san
entregó tan de veras á la voluntad de su santo Benito, diciendo que él no podía tener parte en lo
padre y maestro, que siendo de tan tierna edad, que había hecho, sin saber lo que hacía; procu-
parecía viejo en el seso y madurez; y en la ora- rando cada uno de los dos, con humilde contienda
ción y penitencia, antiguo y perfecto religioso. y santa porfía, dar al otro la honra de aquella
Tomó muy á pecho el sacar un vivo retrato de su obra maravillosa del Señor. De donde se ve cuan
padre san Benito é imitarle con todas sus fuerzas, perfecta obediencia tuve Mauro, y cuan excelente
y así lo hacía en los ayunos, vigilias y peniten- y agradable es á Dios esta virtud en el religioso,
cias, que eran muy ásperas y sobre las fuerzas y las maravillas que obra el Señor por los que,
humanas, en la oración y perpetua mortificación, confiados en él, toman la voz de su superior como
DÍA 15 ENERO 175
voz de Dios, y la ejecutan con pronta, sencilla y con su sangre, tanto más colmado será vuestro
fervorosa obediencia. Resplandeciendo, pues, san premio y galardón: y si oyéredes que mi alma
Mauro con estos milagros, y derramando cada día ha sido desatada de este miserable cuerpo, no
más esclarecidos rayos de su santidad, san Benito penséis por eso que yo os dejo, porque estando
le miraba y le trataba, no ya como á discípulo é ausente con el cuerpo, yo os seré más presente
inferior, sino como á compañero y ayuda suya, y y más provechoso que ahora que estoy con v o s -
todos los monjes de su convento pusieron los ojos otros.» Dijo esto, y dio el libro de su regla escrita
en él, como en un verdadero retrato de su padre de su mano á Mauro, y á él y á sus compañeros
san Benito, para hacerle sucesor suyo en el g o - su bendición, y luego los despidió; y el día siguien-
bierno de su religión, por haber sabido que el te, á la primera jornada, envió á Mauro en una
mismo san Benito había tenido revelación del arquilla tres pedazos de la santa cruz de Cristo
Señor de su glorioso tránsito, y que en breve se nuestro Señor, y algunos huesos de san Esteban
acabarían sus dichosos días. Pero en este tiempo y san Martín, con una carta que, por la devoción
un devoto obispo de la ciudad de Cenomania, en y amor que tenía á su padre, mandó san Mauro
Francia, llamado Bertixgrano, movido de la fama enterrar con su cuerpo, en la cual le dice estas
que corría por todas partes de la santidad de san palabras: «Recibe, hijo, este don, que será el pos-
Benito y de sus hijos, le envió un arcediano llama- trero que recibirás de tu maestro; el cual te ser-
do Flodegario, y á un mayordomo suyo, por nom- virá de prenda de nuestro verdadero amor, y de
bre Harderado, con cartas y ricos dones, pidiéndo- escudo y defensa contra todos los trabajos que
le con mucha instancia que le enviase alguno de has de pasar. Después que te partiste de mí, se
sus discípulos para fundar en su diócesis un m o - ha dignado revelarme el Señor que irás á gozar
nasterio de su orden á gloria de Dios y edificación de él á los sesenta años del hábito que tomaste.
de sus ovejas. Para esta empresa escogió san B e - También te aviso, que has de tardar en esta jor-
nito á san Mauro, como el más querido hijo que nada, y tener grandes dificultades en hallar lugar
tenía y que mejor la podía acabar; y para ella le á propósito para edificar el monasterio, porque el
dio por compañeros á Simplicio, Antonio, Constan- enemigo del linaje humano procurará estorbar-
tiniano y Fausto. No se puede creer la tristeza y lo; mas la benignidad del Señor será con v o s -
llanto que causó en toda aquella santa congrega- otros, y después de haber probado vuestra pacien-
ción la partida de Mauro, en quien después de la cia y longanimidad, cumplirá vuestro deseo, y
muerte de su padre todos tenían puesta su con- os dará mejor lugar del que nosotros podemos
fianza. Mas para consolar á sus monjes san B e n i - pensar. Mi Dios sea contigo, y prospere tu cami-
to, los hizo juntar, y les habló de esta manera: no y tu llegada.» Con esta carta y don tan precio-
«Si de la partida de Mauro, hermanos ó hijos so, armado y animado san Mauro, siguió con sus
carísimos, nos hubiésemos de entristecer, más compañeros su camino, llevando consigo á los
parte me cabría á mí que á nadie, porque carece- embajadores que el obispo había enviado; y para
ré de su alivio y ayuda; mas porque la caridad no que ellos conociesen y estimasen más la merced
mira tanto á sí cuanto al bien de los otros, no es que Dios les había hecho, y el tesoro que consigo
justo que recibamos pena de lo que nuestros pró- llevaban, y la santidad de san Mauro se divulgase
jimos han de recibir provecho; que ésta sería y extendiese más por el mundo, fué nuestro Señor
tentación de nuestro común enemigo. Ni tampoco servido de honrarle y magnificarle en aquel ca-
os parezca, que faltándoos Mauro os falta mucho, mino con muchos milagros. Uno fué, que estando
porque el Señor es poderoso para enviarnos otros en Verceli, el mayordomo de Harderado cayó de
mejores que nosotros, y que con s u s ejemplos la torre de un castillo, y de la caída llegó á punto
lleven adelante lo que el mismo Señor ha comen-* de muerte, sin que pudiese darle vida remedio
zado. Yo confío en su bondad, que aquella santa humano; mas poniendo san Mauro la santa reli-
caridad que él ha plantado en nuestros corazo- quia de la cruz de nuestra rendención, que san
nes, no se entibiará por la distancia de lugares, y Benito le había enviado, sobre el enfermo, luego
que aunque estemos apartados, siempre nos vere- quedó sano. Otra vez, pasando por los Alpes, cayó
mos con los ojos del hombre interior, y que no del caballo un criado, que se llamaba Sergio, y
morirá la memoria de los unos en los otros, mien- dio consigo en una peña, y quebróse el pie, y las-
tras que tuviéremos vida.» Después, volviéndose timóse de manera que no parecía pie de hombre;
á Mauro y sus compañeros, «Vosotros, dijo, hijos mas con la señal de la cruz, que sobre él hizo
míos, á quienes Dios ha llamado para plantar y san Mauro, sanó tan enteramente como si no
cultivar esta su nueva planta en aquellas partes, hubiera caído. Más adelante, entrando en la igle-
esforzaos y animaos en el mismo Señor, sabiendo sia de San Mauricio y de los Santos Mártires
por cierto que cuanto más padecióredes en este Tebeos, sus compañeros, hallaron á la puerta un
destierro por la salud de las almas, que él compró ciego que había once años que frecuentaba aque-
176 LA LEYENDA DE ORO DÍA 15
lia iglesia, y pedía vista al Señor por intercesión los cielos;» lo cual contó el mismo san Mauro á
de aquellos santos y gloriosos caballeros, y no la san Román, y á los otros sus santos compañeros,
había alcanzado. Este ciego, que se llamaba Lino, y los consoló, porque estaban muy tristes y lloro-
oyendo decir que estaba allí Mauro, discípulo de sos por la muerte de su dulcísimo y bienaventura-
san Benito, se postró á sus pies, y le suplicó por do padre. Y habiendo descansado en aquella casa
los santos que allí estaban y por su padre san el día de Pascua, despidiéndose con mucha ternu-
Benito, que le alumbrase y diese luz á sus ojos. ra de san Román, prosiguió con sus compañeros
Hizo la señal de la cruz sobre ellos Mauro, y lue- el camino comenzado, hasta llegar á la ciudad de
go comenzó á salir gran copia de sangre de los Orleáns, en la cual el obispo Bertixgrano, que los
mismos ojos, y cobró la vista, y el santo le dijo, había llamado, era difunto; de lo cual no pequeña
que para ser agradecido á Dios de aquel beneficio tristeza recibieron, porque parecía que se desba-
que de su mano había recibido, le sirviese en rataba su traza, y el fin de su venida, y que se
aquella iglesia toda su vida; y asi lo hizo, orde- comenzaba á cumplir lo que su padre san Benito
dándose de clérigo. No fueron solos estos mila- le había escrito, que habían de tener grandes di-
gros los que Dios nuestro Señor obró por san ficultades en aquella jornada. Consultaron el caso
Mauro en este camino; porque también dio salud con los criados del obispo, que habían venido por
con sus oraciones á un hijo de una viuda, por ellos, y eran sus compañeros y guías, y pareció-
nombre Remeya, que ya dos días había estaba les ir al nuevo obispo y sucesor de Bertixgrano,
sin sentido y habla, y le entregó á su madre, la y proponerle lo que su predecesor había deseado
cual se deshacía en lágrimas, y estaba más muer- y procurado, y la llegada de san Mauro y de sus
ta que viva. Y el mozo, que se llamaba Eligió, compañeros á Orleáns; y que entrando ellos, se
después se hizo monje y vivió en el monasterio quedasen en aquella ciudad hasta que tuviesen
Lirinense, que estaba en las islas Deras, y en respuesta del obispo: el cual, habiendo oído lo que
los siglos pasados fué muy señalado en Francia. le propusieron el arcediano y el mayordomo, y re-
Con estos milagros se iba divulgando la santidad cibídolos amorosamente, les respondió que él te-
de Mauro, y la de su padre y maestro san Benito, nía muchas otras cosas suyas y de la Iglesia á que
y cobrando la gente devoción á su santa religión acudir, y que no quería tomar más cargo sobre sí,
en las partes de Francia; pero otra cosa sucedió ni edificar sobre fundamento ajeno; y con esto
no menos admirable. Supo san Mauro que san despidió el negocio, y los compañeros de san Mau-
Román, monje (el que en sus principios ayudó y ro quedaron suspensos y confusos, á los cuales él
ministró á san Benito, como san Gregorio escribe consoló y animó, mostrándoles que la costumbre
en su vida), habiendo venido por divina revela- del Señor es probar primero á los suyos, y des-
ción á Francia, edificaba un monasterio en una pués consolarlos, y que nunca desampara á los
aldea de la ciudad Antisiodorense, que ahora se que confian en él, y que sin duda les descubriría
llama Auxerre, y deseando verle, y gozar de su otra cosa mejor que la del obispo, como su santo
santa conversación, fué al convento de San Román padre en su carta se lo había prometido. Cumplió-
el viernes santo, con propósito de tener allí la lo muy bien el Señor, porque un deudo de Harde-
Pascua, y después de otras dulces y santas pláti- rado, por nombre Floro, caballero rico y princi-
cas, san Mauro dijo á Román, que al día siguien- pal, y gran privado del rey de Francia Teodober-
te su beatísimo padre san Benito libre de la carga to, y que tenía gran mano en el gobierno del rei-
de este cuerpo mortal, había de subir al cielo; y no, habiendo entendido de Harderado la venida de
así fué: y aquella noche san Mauro y sus compa- san Mauro á Francia, y que era muerto el obispo
ñeros le rezaron el oficio, que según la tradición que había enviado por ellos, y que el sucesor no
antigua de la iglesia se suele rezar á los difuntos. se quería encargar de sustentar aquellos santos
Y estando el sábado santo en la iglesia con otros padres y edificarles casa, se determinó de darles
dos de sus compañeros, arrebatado en espíritu, vio un solo hijo que tenía de ocho años, y su hacien-
san Mauro el monasterio de Monte Casino, y que da, y escoger un lugar en el obispado de Angió,
de la celda de su padre san Benito iba una como donde estaba la mayor parte de ella, para asiento
calle derecha hacia el Oriente, que llegaba hasta el de un monasterio suntuoso y capaz, y labrarle á
cielo, entapizada ricamente, y de maravillosa clari- su costa, y gusto y contentamiento de san Mauro;
dad por las innumerables lumbres que en ella h a - y así lo hizo, con voluntad y aprobación del m i s -
bía; y (como dice san Gregorio) aparecióles un va- mo rey de Francia, su señor, y el santo no quiso
rón de hábito venerable y resplandeciente, que les aceptar el lugar, hasta verle muy de espacio, y
preguntó si sabían qué calle era aquella que juzgar si era á propósito para la quietud que su
veían, y para quién se aparejaba. Y como ellos regla profesaba. Y dijo á Floro, que también que-
respondiesen que no lo sabían, él les dijo: «Por ría ver las heredades que por remisión de sus pe-
este camino el amado del Señor, Benito, sube á cados le quería dar, y que contentándole, las acep-
DÍA 15 ENERO 177
taría, y que en tal caso sería bien que se las e n - tras él viviese no parase más allí, para que v i é n -
tregase é hiciese renuncia de ellas. Todo se hizo dole otros no se acordasen del milagro, y por él le
así; Floro entregó á Mauro sus heredades y pose- estimasen y honrasen.
siones, y el hijo, que se llamaba Bertulfo, para Con estos milagros crecía la fama de la santidad
que le criase, y prometió tomar el hábito de san de Mauro, y la edificación y aprovechamiento en
Benito, si Dios le daba vida, y comenzó con gran los fieles, y el edificio del monasterio se iba a u -
cuidado y diligencia á edificar el monasterio. mentando, hasta que en espacio de ocho años se
Pero para confirmar más á Floro en su buen pro- acabó, con cuatro iglesias que en él se hicieron: la
pósito, permitió Dios que un clérigo, que se llama- primera y la mayor en honra del príncipe de los
ba Langiso, que era como sobrestante de la obra, apóstoles san Pedro, la segunda de san Martín,
cayese de un lugar muy alto sobre unas piedras, la tercera de san Severino, y la cuarta de san Mi-
y se quebrantase de manera, que por todas las guel Arcángel. Acabado esto, Floro, fundador del
partes del cuerpo le salía sangre; y tratándose ya monasterio, acordándose de lo que había prome-
de enterrarle como si fuera muerto, san Mauro tido, quiso cumplir su promesa, y ser una de las
con su oración le restituyó la salud, y le mandó vivas piedras del edificio espiritual que el Señor
que continuase su obra, porque no se interrumpie- iba levantando tanto en su Iglesia, de la orden del
se por su ausencia. Y como viese Floro por sus glorioso san Benito, tomando su hábito y vivien-
ojos este milagro tan notorio, se arrojó á los pies do debajo de su regla y obediencia; y para poderlo
del santo y se los quiso besar, y le cobró tan gran mejor hacer, dio parte de sus deseos al rey T e o -
respeto, que desde aquel día, por la gran reve- doberto su señor, y suplicóle que le diese licencia
rencia que le tenía, no se atrevía llegar á él. Mas para retirarse en aquella santa casa, y hacer p e -
para que se vea que no basta la santidad de la nitencia de los pecados que en su real servicio
vida, ni los milagros que hacen los santos, para había cometido. Túvolo por bien el rey, aunque
que los malos no murmuren de ellos y se cieguen con mucho sentimiento, y el día en que Floro
con la luz, algunos de los oficiales que andaban había de tomar el hábito, vino al monasterio
en la obra, y habían visto lo que el Señor había acompañado de los grandes y .caballeros de su
obrado por san Mauro, comenzaron á decir que corte, y postrado con mucha humildad á los pies
era un hipócrita, codicioso y ambicioso, que no de san Mauro, le pidió su bendición, y derraman-
había venido de Italia á Francia por servir más á do muchas lágrimas le rogó que encomendase á
Dios, sino por tener más hacienda y ser más hon- Dios á él y á sus hijos y reino, y que los recibie-
rado; y que aquellos que parecían milagros no se en el número de sus compañeros, y le hiciese
eran sino embustes, hechos con artificio y e n g a - particionero de sus oraciones y merecimientos.
ño. ¡Adonde no llega la malicia humana! ¿Qué Después vio toda la casa, y confirmó la donación
cosa hay segura de la lengua serpentina y maldi- que Floro de sus bienes le había hecho, y él le
ciente? ¡Qué propio es del malo aborrecer al bue- hizo otra de muchos heredamientos y tierras. Y
no, y juzgar y reprender la intención, cuando no estando sentado al lado del altar de la iglesia de
puede la obra! Pero por este camino pasaron to- San Pedro, se presentó Floro vestido de caballero
dos los santos, y el Santo de los santos Jesucristo, delante de san Mauro, que estaba de la otra parte
el cual vuelve por sus siervos, y los ampara y de- del altar con sus monjes, y echado en el suelo, se
fiende, como lo hizo aquí; porque luego castigó á quitó el cinto militar y las insignias de caballero, y
tres de los que habían hablado mal de san Mauro, con grande humildad, devoción y conocimiento de
muriendo el uno, que se llamaba Flodegiso, y los lo poco que dejaba y de lo mucho que le daban,
dos, siendo atormentados del demonio tan fuerte- pidió á san Mauro el hábito de su religión, y el
mente, que se herían y despedazaban el uno al santo suplicó al rey que él mismo fuese el primero
otro. Lloró mucho san Mauro por ver el castigo que de su mano le cortase el cabello y le consa-
que Dios había hecho en aquellos pobres h o m - grase á Dios; y así se hizo, llorando el rey y todos
bres, y como los santos son de blando y tierno co- los circunstantes, por ver que Floro triunfaba del
razón, y ruegan por los que los persiguen, y h a - mundo, y el ejemplo que les daba para tenerle
cen bien á sus malhechores, volviéndose á Dios, en lo que él es, y no dejarse vencer de sus falsas
con gran sentimiento, suplicóle de lo más íntimo promesas y engaños; porque veían un hombre
de su corazón que librase á los dos del tormento noble, rico, poderoso, favorecido de su príncipe,
que padecían, y al tercero diese la vida, y á todos y que tenía tanta mano en su reino, en lo mejor
conocimiento de su bondad; y el Señor oyó la ora- de su edad, alumbrado con la luz del cielo, dar
ción de su siervo, y le otorgó lo que le pedía. Y al traste con todo lo que tenía, y abrazarse con la
porque también los santos, cuanto son más admi- humildad de Dios y con la pobreza evangélica y
rables en los ojos de los otros, tanto son más h u - menosprecio del mundo, y vendiendo todo lo que
mildes en los suyos, mandó al difunto que m i e n - poseía, comprar el tesoro escondido para hallar des-
TOMO i 23
178 LA LEYENDA DE ORO DÍA 15
canso en el trabajo, gloria en la ignominia, rique- pañía; pero con tanto ruido, que tembló todo el
za en la pobreza, y en la muerte vida. Acabado este monasterio, y se levantaron los monjes asombra-
acto tan solemne y glorioso, comió el rey aquel dos y se pusieron en oración; y san Mauro entró
día en la hospedería del monasterio, por habérse- en la iglesia temeroso y afligido por lo que el d e -
lo rogado san Mauro: y llamando á Floro, ya monio le había dicho de sus monjes; mas el Señor
monje y caballero de Jesucristo, delantede sí, de- le consoló enviándole un ángel que le dijo que no
rramando muchas lágrimas, le dijo que pues le tuviese pena por lo que había oído, porque Dios
había servido como caballero tan honrada y fiel- había mandado al demonio que le avisase, aunque
mente en el siglo, que sirviese de allí adelante á él (como suele) había mezclado la mentira con la
Dios en aquella santa casa con no menos cuida- verdad, y la verdad era que Dios había determi-
do; y que pues había defendido su reino con la nado que muchos de aquellos religiosos m u r i e -
espada en la mano, ahora le defendiese con sus sen; y falso que el demonio había de triunfar de
oraciones delante del Señor. Y dicho esto, y toma- ellos, pues por la gracia del Señor y por las a m o -
da la bendición de san Mauro, se volvió el rey á nestaciones de Mauro, morirían santamente y
su casa. gozarían de Dios, y que habiéndolos enviado d e -
Con este ejemplo de Floro se movieron muchos lante de sí al cielo, los seguiría. Luego á la maña-
caballeros y señores, unos para entregar sus hijos na san Mauro juntó todo el convento, y les dijo lo
á san Mauro, para que los criase ó instruyese en que había oído. Rogóles que.ninguno se entriste-
su monasterio, y otros para entrar en él, y dando ciese ni turbase, porque el verdadero siervo de
libelo de repudio á todas las cosas del mundo, Dios siempre debe querer lo que quiere Dios, y no
seguir la milicia del Señor. Vivió Floro doce años va delante, sino sigue su voluntad; que cuando
con grande religión, y murió santamente en viniese la muerte por mano de tan buen Señor,
aquel convento. De esta manera, con la santidad sería muy bien venida, pues sería para acabar los
é industria de Mauro, se comenzó á fundar la trabajos, peligros y miserias de esta vida, y entrar
esclarecida religión de san Benito en el reino de en el gozo del Señor; y que cada uno se aparejase
Francia, y aquel monasterio creció tanto, que con la oración y penitencia para aquella hora.
vino á tener ciento cuarenta monjes, del cual Con estas palabras y otras que les dijo el santo,
número mandó san Mauro que no pasasen, por- se enternecieron y se consolaron, animaron y
que con sus rentas no se podían sustentar más. Y apercibieron, y dentro de cinco meses murieron
habiéndole el santo gobernado santísimamente de varias enfermedades ciento y diez y seis de
treinta y ocho años, y hecho otros muchos mi- ellos, y quedaron solos veinticuatro: para que
lagros y obras maravillosas, entendiendo que se todos nos admiremos de los secretos juicios de
acercaba su bienaventurado fin, conforme á la pro- Dios, que dado que nos sean ocultos, nunca son
fecía de su padre san Benito, dejando el gobierno á injustos, y no seamos curiosos en investigarlos,
otros, y señalando por abad de aquella casa y su- sino humildes en reverenciarlos, y sepamos, que
cesor suyo á Bertulfo, hijo de Floro, se recogió á no por morir los hombres, desfallecen las obras
una casilla, junto á la iglesia de San Martín, con del Señor. Poco después dio un recio dolor de
dos compañeros suyos, Primo y Aniano, para costado á san Mauro, el cual, haciéndose llevar
darse con más fervor á la oración y contemplación delante del altar de San Martín, recostado sobre su
de Dios, y limpiar los ojos de su alma, para verle cilicio, se armó de los santos sacramentos, y rico
más claramente en su morada. Aquí estuvo dos de merecimientos, acabó el curso de esta vida mor-
años y medio haciendo vida más de ángel que de tal á los 15 de enero del año de 583, según Baro-
hombre, y habitando con el cuerpo en la tierra y nio, siendo de edad de poco más de setenta y dos
con el espíritu en el cielo. Yendo una noche á la años, de los cuales vivió en el siglo doce, veinte
iglesia de San Martín, como solía, para llorar y con su padre san Benito, y cuarenta en Francia,
hacer oración al Señor, se le puso delante de la donde murió, como lo escribe en su vida Fausto,
puerta de ella Satanás con una gran cuadrilla de que fué su compañero en la jornada y en el m o -
demonios, para estorbarle la entrada, y comenzó nasterio que fundó, y había sido criado desde la
á dar voces, y decirle: «¿Piensas, Mauro, que por edad de siete años del mismo padre san Benito.
haber venido aquí de tan lejos, nos has de echar Fué este glorioso santo devotísimo, obedientísi-
de nuestra casa? Ahora lo verás con el estrago que mo, humildísimo, de gran caridad, de extremada
haremos en tus monjes, de los cuales triunfare- penitencia, en la vida y en la muerte admirable
mos y mataremos tantos, que quedarán pocos de por los muchos y grandes milagros que obró Dios
esta tu congregación.» Al cual respondió el santo: por él, verdadero hijo ó imitador de su padre san
«El Señor te confunda, fiera bestia, pues eres Benito, gloria y ornamento de su religión. Supli-
mentirosa y padre de la mentira.» A esta voz quemos al Señor que nos dé gracia por sus mere-
desapareció el demonio con toda su infernal c o m - cimientos de imitarsus virtudes, para que después
DÍA. 15 ENERO 179
gocemos el premio de ellas. Hace de él mención fervor le pidió y apretó que lo jurase. Con esto el
san Gregorio papa en el libro segundo de los Diá- monje continuó su camino, y se partió para Jeru-
logos, donde escribe la vida de san Benito. salén, y Juan se quedó en Roma, ocupado en sus
(P. Ribadeneira.) estudios. Vínole gana de tener un libro de los
sagrados Evangelios, para leer en él; pidiólo á
SAN JUAN CALIBITA, CONFESOR-En la vida de san sus padres, y holgaron mucho de ello, por verle
Juan Calibita, que escribió Simeón Metafrastes, y tan bien inclinado al estudio y cosas de devo-
se halla en el primer tomo del P. Fr. Lorenzo ción. Mandaron escribir el libro de una mano
Surio, tenemos un perfecto ejemplo para vencer al muy delicada y excelente, y encuadernarle y ador-
mundo y conocer lo que puede un hombre flaco, narle ricamente con guarniciones de oro y piedras
favorecido de la gracia de Jesucristo. Hubo en preciosas, y lo dieron á su hijo, y leía en él á
Roma un caballero muy principal, rico y noble, y menudo con mucha devoción y ternura, procu-
que había tenido grandes cargos en la guerra, rando imprimir en su corazón las verdades ce-
que se llamaba Eutropio, y que estaba casado con lestiales que en él se contenían. Pasados algunos
una señora en todo igual suya, por nombre T e o - meses, volvió de Jerusalén el monje, como lo había
dora. Tuvieron estos caballeros tres hijos: los dos prometido, y Juan se alegró sobremanera, y le
mayores se aplicaron á los negocios de la repú- rogó que no diese parte á nadie de lo que entre
blica y de su casa, y el tercero, y menor de todos, los dos estaba concertado, porque sus padres le
al estudio de las buenas letras. Llamábase Juan, amaban tiernamente, y si supiesen sus intentos,
y desde niño fué muy bien inclinado y modesto, y se los procurarían estorbar; que lo que convenía
con la agudeza y viveza de su ingenio, de tal era que se embarcasen en Roma secretamente,
manera aprendió las ciencias que le enseñaron, y se fuesen al monasterio sin ruido; y así el mon-
que siendo de edad de doce años, causaba admi- je prometió de hacerlo, y sabiendo que eran m e -
nester cien ducados para pagar el flete del navio
ración á sus mismos maestros y á los que le
que ellos querían alquilar, para ir solos y con
trataban. Estando, pues, ocupado en sus estudios,
mayor secreto, Juan tuvo tal industria y maña,
sucedió que un santo monje de un monasterio,
que los sacó á sus padres, y envió con un recado
donde estaba, vino á Roma para pasar en peregri-
disimulado á un criado que le habían dado para
nación á Jerusalén,y por caridad fué hospedado
que le acompañase, y con buen viento se embarcó
en el mismo colegio donde Juan habitaba; y
con el monje su compañero, y salió de Roma y
viendo aquel hábito de monje, y la compostura y
desapareció, sin que sus padres tuviesen nueva ni
modestia del santo religioso, le tomó aparte, y le
rastro de él. Llegaron al monasterio adonde iban,
rogó que le declarase quién era, de dónde venía,
con el favor del Señor que los llevaba, y el monje
adonde iba, qué hábito era aquel que traía, qué
dio cuenta al abad de todo Jo que le había pasado
vida era la suya, y qué profesaba. Todo esto
con Juan, y de las causas que le habían movido
preguntó el mozo Juan al monje con tanta gracia á traerle consigo.
y espíritu, que el monje le dio cuenta muy par-
ticular de todo lo que le preguntaba, especial- Cuando el abad vio á Juan de tan poca edad y
mente del monasterio en que vivía,y la regla tan delicado, y supo que era hijo de padres n o -
que en él se guardaba, y como por su devo- bles y ricos, temiendo que no podría llevar vida
ción hacía aquella romería á Jerusalén; la cual tan áspera y perseverar en ella hasta el fin, le
acabada, con la gracia del Señor volvería á su puso muchas dificultades, y entre otras cosas le dijo
casa. Movióse mucho Juan con las palabras que en aquel convento no solían dar el hábito á
que oyó al religioso, y encendido en el amor divi- nadie hasta haberle conocido y probado por espa-
no, le rogó con grande encarecimiento que, vol- cio de cuarenta días. Mas el santo mozo habló
viendo de Jerusalén, tornase á Roma y le viese, con tan fervoroso espíritu al abad, y se lo pidió
que él le quería acompañar á su monasterio, y con tantas veras, que no pudo dejar de darle l u e -
tomar allí el hábito de su religión, y dedicarse go el hábito, esperando que Dios nuestro Señor,
totalmente al servicio de nuestro Señor, porque que le había traído á sus pies, le daría perseve-
sabía que sus padres le querían más que á los rancia en lo que por su amor comenzaba. Seis
otros sus hermanos, y pretendían casarle y pro- años estuvo en aquel monasterio como un ángel
curarle altos lugares y dignidades; las cuales, él del cielo, dando á todos ejemplo de singular m o -
quería huir, por los peligros que había en ellas, y destia, humildad, obediencia y devoción, haciendo
apartarse de un mar tan borrascoso como el de una vida tan áspera, que no parecía mozo de
este siglo, y acogerse al puerto seguro de la reli- pocos años, sino viejo ya consumado y perfecto.
gión, al cual nuestro Señor le inspiraba y llamaba Navegando el santo mozo con tan prósperos
para estar más seguro. El monje le prometió de ha- vientos, guiado de la mano poderosa del Señor,
cerlo así, y con juramento, porque Juan con su gran nuestro común enemigo, que nunca duerme
180 LA LEYENDA DE ORO DÍA 15
para hacernos daño, levantó una gran borrasca, la mañana del día siguiente, abriéndose las puer-
con la cual se halló Juan muy afligido. Comenzó tas, se entró Juan á su casa, y saliendo de ella el
á traerle á la memoria la grandeza de sus mayordomo, y viendo en el portal un hombre tan
padres, la riqueza y servicio de su casa, y los feo al parecer, y tan asqueroso y mal vestido, con
regalos y entretenimientos que antes en ella desdén le mandó que se fuese de allí; y él con
tenía. Despertó en él un vivo y ansioso deseo mucha humildad y mansedumbre le rogó por
de ver á sus padres, que es tentación que amor de Jesucristo, que todo lo que por él hiciese
suele acometer y derribar á muchos reli- se lo pagaría, que le dejase estar en un rincón de
giosos tiernos y flacos. Sacudía de sí estos mo- aquel zaguán, porque él no haría ningún mal, ni
lestos pensamientos, encomendábase mucho á sería pesado á nadie. Dejólo el mayordomo, y d e s -
Dios, ayunaba y hacía penitencia, suplicándole pués saliendo de casa la señora y madre de Juan,
con gran afecto que le tuviese de su mano. Con la no conociéndole, ni sabiendo que era su hijo, tuvo
mucha penitencia y oración se iba Juan debilitan- tanto asco de verle, que mandó á sus criados que
do y consumiendo, y mucho más con los continuos le echasen de allí, y así lo hicieron. No se turbó el
combates y peleas que traía consigo; y con la santo mozo por ver que su misma madre le echaba
fuerza que hacía para resistir á los asaltos de S a - de sí, y sus mismos criados en su propia casa le mal-
tanás, se enflaqueció y secó de manera que se trataban, antes cobrando mayor esfuerzo, y juzgan-
puso casi en los huesos. V i o el abad su mucha fla- do que aquélla era buena ocasión para quebrantar
queza, y rogóle que no se diese vida tan áspera, la cabeza de la serpiente infernal, tuvo mucha
porque con ella no acabase sus días; y entendió paciencia; y encomendándose de nuevo á Dios,
de él lo que pasaba, y que aquella flaqueza nacía se estuvo allí cerca de su casa, y rogó al mayor-
más de las batallas interiores, que son más pode- domo que en un rincón de ella le hiciese hacer
rosas para debilitar el cuerpo, que no de los otros un pequeño atajo ó cobertizo, en que pudiese r e -
ejercicios religiosos y excesos que hacía. Mas el cogerse, prometiéndole grandes premios del cielo
Señor, que en este mozo quería triunfar del demo- si así lo hacía. Hízolo el mayordomo con buena
nio, le inspiró que fuese á ver á sus padres, por- voluntad, porque el Señor le movía, y Juan entró
que aunque los viese no se turbaría, antes con su en la casa de sus padres como huésped, para
gracia vencería el afecto de la carne y sangre, y vivir en aquel estrecho y vil aposento; y por esto
el amor de ellos que suele ser tan connatural en le llaman Calibita, que quiere decir el que moró
los hijos. Parece que fué éste instinto de Dios, por en la choza. Tres años vivió en aquella pobre
lo que después sucedió; y porque Juan no iba á ver choza, más como ángel del cielo que como hombre
á sus padres por verlos y gozar de sus regalos, de la tierra, favorecido y regalado del Señor, m e -
sino por mortificarse más con su vista, y estando nospreciado de sus mismos criados, y estimado de
disimulado y desconocido en su casa, padecer los príncipes del cielo. Aunque su padre, oyendo
mucho en ella, como lo hizo san Alejo; que si no lo que algunos criados le decían de la virtud de
hubiera sido este particular impulso del cielo, no aquel hombre que tenía en su casa, de su humil-
acertara en ponerse sin necesidad en tan grave dad, de su modestia, de su continua oración y pe-
peligro. Manifestó Juan al abad y á los otros mon- nitencia, y lágrimas que derramaba, y de la pa-
jes el propósito que tenía de volver á Roma y ver ciencia con que sufría los hielos y fríos, y las
á sus padres, y pidióles de rodillas con muchas otras injurias del cielo, le regalaba y enviaba de
lágrimas que le encomendasen á nuestro Señor, comer de su mesa, diciendo que Dios había envia-
para pelear y vencer en aquella dura empresa que do á su casa aquel hombre para por su medio
llevaba. El abad le d i o su bendición, los monjes hacerles muchas mercedes; mas Juan ninguna
le abrazaron y lloraron mucho porque se iba, y él cosa comía de las que su padre le enviaba, antes
no menos porque los dejaba; y postrado en el las repartía todas á los pobres, los cuales por esta
suelo, suplicó á Dios que le guiase. En el camino causa venían á él y se recreaban con lo que él les
topó á un pobre hombre vestido de andrajos, daba, quedando él seco y ayuno, y tan extenuado,
acompañóse con él, y después le rogó que troca- que se le podían contar los huesos. Pero querien-
sen los vestidos, y así se hizo; y Juan, vestido del do nuestro Señor magnificar y galardonar á este
hábito vil y despreciado del pobre, siguió su cami- su gran siervo, le apareció y le dijo que era ya
no y llegó á Roma. En viendo la casa de sus pa- llegado el tiempo en que recibiese el premio de
dres, pidió de nuevo á Dios una y muchas veces sus trabajos, y que de allí á tres días moriría. Re-
que no le desamparase, sino que le asistiese con gocijóse el santo con tan buenas nuevas, é hizo
su gracia para vencer al enemigo y morir en gracias al Señor por ellas, y suplicóle que tuviese
aquella casa de sus padres, y librarse de las ten- misericordia de sus padres. Envió á llamar al
taciones y miserias de esta miserable vida. Toda mayordomo de casa, y rogóle que dijese á su s e -
la noche estuvo cerca de la casa de su padre, y á ñora que aquel pobre que ella había mandado
DÍA 15 ENERO 181
echar de su casa, humildemente le suplicaba que, que por sus pecados Dios se le había quitado,
no mirando á él, sino á Jesucristo en él, se digna- y después traídosele á su casa de manera que
se de hablarle, porque tenía algunas cosas que no le conociese; mas la triste madre daba gritos,
decirle que le importaban. La señora se desdeñó hería sus pechos, mesaba sus cabellos, cuando
y no quiso i r á verle, por parecerle que aquel po- se acordaba que le había mandado echar de su
brecito no podía tener cosa que decirle que le im- casa cuando vino á ella; y después, estando para
portase: y aunque su marido, sabiéndolo, le dijo morir, rogándole él que le viese y hablase, no le
que no dejase de ver aquel pobre y de consolarle, quería ver ni oir. Estuvieron los padres desde la
porque Dios escogió á los pobres, y todo el bien una hasta las seis llorando su desventura y la-
que se les hace lo recibe como si al mismo Señor mentando su desdichada suerte; y como eran per-
se hiciese; todavía ella, que debía de ser delicada, sonas principales, luego que se supo en la ciudad,
se detenía, hasta que Juan envió á decir, que él concurrió mucha gente á este espectáculo tan
había de morir de allí á tres días, y que si no venía nuevo y maravilloso, y todos lloraban, por ver
á hablarle, ella se arrepentiría. Con esto vino, y aquel santo mozo que tan bien había sabido ven-
como el santo estaba tan pobre y echado en el cer al demonio y triunfar del mundo. Y el Señor,
suelo, y cubierto con su capa rota y andrajosa, que lo había escogido para tan raro ejemplo
aunque él la habló, no le conoció. Díjole el santo, nuestro, allí luego en presencia de sus padres le
que nuestro Señor le quería pagar lo que había sacó de los trabajos y peligros de esta miserable
hecho con los pobres por su amor, y que él era vida, y llevó aquel espíritu puro y limpio al cielo,
pobre y no tenía con qué agradecer las buenas para que eternamente descanse y goce de su bien-
obras que en su casa había recibido; pero que si aventurada vista. Aquí se renovaron los dolo-
quería jurarle de hacer lo que él le suplicaba, le res, tormentos y lágrimas de sus padres, los cua-
dejaría una bendición de Dios y una cosa muy les por una parte alababan á su hijo por su gran
preciosa. Jurólo la madre, y el hijo le dijo que le santidad y hacían gracias á Dios, porque se le
pedía y suplicaba en el nombre de Dios, que le había dado, y por otra sentían mucho el no haber-
hiciese enterrar en aquel mismo lugar donde esta- le conocido y gozado del gran tesoro que tenían
ba, y con aquel mismo vestido que sobre sí tenía, en su casa. Derramaban muchas lágrimas, pero
y no en otro mejor lugar, ni con mejores vestidos, mezcladas de gozo y tristeza, de quejas y de admi-
porque él era pecador ó indigno de ellos; y con ración, y de los varios afectos que el amor les
esto le dio el libro de los Evangelios, que en su daba. Cuando le quisieron enterrar, la madre,
casa de su mano había recibido, por un rico don y olvidada de lo que su hijo le había pedido, y ella
preciosísimo tesoro, dicióndole, que ella y su le había prometido con juramento, le hizo desnu-
marido le tuviesen por tal, y por una arma y dar de aquel pobre y desarropado vestido, y ves-
escudo fuerte para los peligros de la vida. Luego tirle de ropas ricas y de gran precio; mas luego
que la madre tomó el libro en sus manos, c o - que le vistieron, la madre quedó paralítica, y en-
menzóle á mirar con atención, y á parecerle tendiendo que era castigo de Dios, se las quita-
que era aquel libro muy semejante al otro de ron, y le tornaron á poner las que antes tenía.
los Evangelios que ella y su marido habían dado Con esto sanó la madre, y sepultaron al santo
á Juan su hijo. Llevóle á su marido Eutropio, mozo en aquel rincón vil y estrecho lugar, donde
miráronle y remiráronle, y juzgaron que no había estado aquellos tres años, como él mismo
era semejante, sino el mismo, como era la v e r - lo había pedido. Mas los padres le hicieron labrar
dad. Fueron los dos corriendo á él, admirados y allí una iglesia, que hoy día está en Roma, en la
confusos, y pidiéronle en el nombre de la santísi- isla de San Bartolomé, que hace el Tíber, y para
ma Trinidad, que les dijese de quién había habido el servicio de ella le hicieron donación de sus
aquel libro de los Evangelios, y dónde estaba su bienes; y habiendo hecho esto y repartido largas
hijo. Dijéronle esto con tanta ternura y tan c o - limosnas á los pobres, en santa paz y quietud
piosas lágrimas, que el santo mozo les dijo: «Yo dieron sus almas á Dios. De san Juan Calibita
soy Juan vuestro hijo, y éste es el libro de los hace mención Nicéforo Calixto, lib. I, cap, XXIII.
Evangelios que me disteis; yo os he sido causa El día de su muerte señala el Martirologio roma-
de muchos suspiros y llantos; mas por llevar el no á los 15 de enero; el año no lo sabemos. A l g u -
suave yugo de Cristo y asegurar mi partido, he nas vidas escritas de mano dicen que vivió en
hecho lo que habéis visto.» Cuando los padres tiempo del emperador Teodosio; Nicéforo dice en
oyeron esto, no se puede creer el cuchillo de el del emperador León, que comenzó á imperar
dolor que atravesó sus corazones. Echáronse el año de 457; mas Simeón Metafrastes, que es
sobre el cuello de su desconocido hijo, que ahora menos antiguo y escribió su vida, dice que vivió
conocían para su pena y dolor. El padre lloraba en su tiempo. Esta fué la vida de san Juan Cali-
su desventura, acusaba á sus criados, y confesaba | bita, ésta su muerte, éstos los ejemplos de s a n -
182 LA LEYENDA DE ORO DÍA 15
tidad que nos dejó, para que desde niños nos sustentaba y alentaba. Recibía á los peregrinos con
demos á Dios y entremos por el camino estrecho admirable caridad, no honrando más al rico por ser
y áspero que lleva á la vida, y nos abracemos con rico, y compadeciéndose más del pobre por ser
la perfección y cruz de Cristo, y sepamos, no sola- pobre. Amaba á los sacerdotes como hermanos,
mente sojuzgar á la razón nuestros apetitos des- exhortábalos con su vida y con sus palabras á
ordenados y rebeldes, sino también mortificar que viviesen casta y recogidamente, y como d i g -
y vencer los afectos naturales de la carne y s a n - nos templos de Dios. Proveía de pasto espiritual
gre, que son contrarios á la ley de Dios, y á lo á las almas de sus ovejas, y del corporal á los
que una vez prometemos; para que así, quebran- cuerpos.
tando la cabeza del dragón infernal, y triunfando Pero resplandeciendo el santo prelado con estas
de él, gocemos de la corona de que goza san obras de virtud, y esparciendo rayos clarísimos
Juan Calibita, y gozará en los siglos de los siglos. de santidad, comenzó á desear mayor perfección,
(P. Ribadeneira.) y á tener escrúpulo de haber entrado en la digni-
dad de obispo, y sentándose en aquella silla por
SAN BONITO, OBISPO Y C0NFES0R.-Fuó san Bonito nombramiento del obispo Avito su hermano; y
francés de nación, de padres ilustres y descen- habiendo consultado con un santo varón, llamado
dientes de senadores romanos; su padre se lla- Tilón, se determinó de dejar el obispado y todas
mó Teodato, y su madre Siagria, la cual, e s - las cosas de la tierra, y hacerse monje, y así pro-
tando preñada de Bonito, echándose á los pies curó que un varón insigne, que se llamaba Nodo-
de un santo sacerdote y rogándole que la e n c o - berto, se encargase de su obispado, y él, habiendo
mendase á Dios, él la respondió: «Dame tú la repartido á los pobres lo que tenía, se entró en el
bendición, ¡oh sacerdote venerable y Señor!» Y monasterio Maguilocense, y tomó hábito de monje
como la mujer se turbase oyendo estas pala- con maravilloso ejemplo y admiración de los reli-
bras, y preguntase al sacerdote qué quería de- giosos, y gran gozo y contento suyo, por haber
cir, él respondió: «No pienses que te he pedido á alcanzado lo que tanto deseaba.
ti la bendición, porque siendo tú mujer y yo s a - Pasado algún tiempo fué á Roma por su devo-
cerdote, no es cosa decente; pero hela pedido al ción á visitar los cuerpos de los gloriosos prínci-
hijo que tienes en tus entrañas, que por revela- pes de los apóstoles san Pedro y san Pablo, y los
ción divina entiendo ha de ser un gran prelado otros preciosos santuarios de aquella santa c i u -
y una lumbrera de la Iglesia de Dios.» Nació el dad; y después de haber cumplido con su devoción,
niño, fué criado con mucho cuidado, dióse al es- volvió á Francia cargado de muchos cautivos que
tudio de las letras, y especialmente al derecho había rescatado, y estuvo cuatro años en la c i u -
civil, ó hizo muy gran progreso en él. Siendo ya dad de León, donde el Señor le d i o una enferme-
muerto su padre, por voluntad de Dios se fué á dad y le desató de las cadenas del cuerpo, y le
la corte del rey, y entró en su servicio, y tuvo llevó á gozar eternamente de su bienaventurada
preeminentes oficios en su casa, y grandes car- presencia. Al tiempo que le llevaban á enterrar
gos en el gobierno de su reino, administrándolos llegó un paralítico, y con sola la presencia del
con maravillosa entereza, rectitud y suavidad, y cuerpo sagrado cobró entera salud. No fué solo
más como sacerdote benigno que como juez r i g u - este milagro el que el Señor obró por san Bonito
roso. después de su muerte, sino otros muchos, como
Tuvo san Bonito un hermano llamado Avito, los había obrado en vida. Algunos enfermos sana-
varón excelente y muy docto en las letras di- ron bebiendo del agua en que el santo había lava-
vinas y humanas, el cual fué obispo de Al ber- do sus manos. Pidiéndole un cojo que pusiese las
nia; y habiendo gobernado aquella iglesia como manos sobre sus pies, el santo, por humildad, se
quince años, estando enfermo y viendo que se le sonrió y le dijo: «Yo haré lo que me pides; pero
acababa la vida, y juzgando que ninguno le podía no te aprovechará más que si un buey con su pie
suceder en el obispado más dignamente que Boni- te tocase.» Hizo la señal de la cruz sobre el enfer-
to su hermano, le nombró por su sucesor, y alcan- mo, y luego quedó sano. Libró á dos endemonia-
zó del rey de Francia, Teodorico, que lo tuviese dos que se le pusieron delante en el camino, y
por bien y lo confirmase. Hízolo el rey con mucho quedaron libres, haciendo oración por ellos. Otra
gusto, por las grandes partes que concurrían en mujer, ciega del todo, que se llamaba Blada, fué
Bonito; y él aceptó el obispado y vivió en él, no desde la isla de Inglaterra á buscar al santo, para
menos como santo monje, que como vigilante pre- darle gracias, por haber cobrado la vista por su
lado. Ayunaba mucho, pasábansele los dos y tres intercesión. También sanó á otros ciegos con sus
y cuatro días sin comer. Era muy continuo en la oraciones, y á muchos enfermos con el aceite que
oración, y amigo del silencio y de la quietud; tenía por su devoción traía del sepulcro de san Pedro.
un don de lágrimas raro, y con ellas parece que se Pero el mayor de todos los milagros y el más
DÍA 15 ENERO 183
excelente privilegio que tuvo san Bonito, fué el chos y muy grandes milagros por intercesión del
singular favor y regalo que le hizo la sacratísima santo.
Virgen y Madre de Dios nuestra Señora, de la La vida de san Bonito escribió un autor grave,
cual él fué devotísimo. Quiero referirle aquí de y la trae el P. Fr. Lorenzo Surio en su primer
la manera que se escribe en su vida, porque es tomo de las Vidas de los santos. Hacen mención
muy semejante á lo que la misma Virgen hizo con de él á los 15 de enero el Martirologio romano y
nuestro san Ildefonso, arzobispo de Toledo. Entró el de Usuardo, y el cardenal Baronio en sus Ano-
un día en el templo de San Miguel á hacer ora- taciones. Fué el cuarenta y un obispo en número
ción, y para estar más quieto y apartado, r e c o - de los obispos de Albernia, y floreció en tiempo
gióse en un rincón de la iglesia. Acabáronse los del rey de Francia Teodorico, el cuarto de este
oficios divinos, fuese la gente, y el santo prelado se nombre. (P. Ribadeneira.)
quedó como escondido en aquel mismo lugar. Vino
la noche, y los porteros y ministros de la iglesia, SANTOS HABACÜCH, Y MIQUEAS, PROFETAS DE LA ANTI-
no viendo en ella á nadie, cerraron sus puer- GUA LEY.—Doce fueron los profetas menores,
tas, y él se quedó en la iglesia, para darse aquella siendo Habacuch el octavo, y Miqueas el sexto. El
noche con más fervor á la oración, por verse libre primero pareció en el reinado de Joaquín, 610
y solo, sin ruido y embarazo de gente. Estando, años antes de Jesucristo: profetizó á su pueblo la
pues, en el mayor fervor de su oración, oyó una cautividad, la caída del imperio de los caldeos, la
celestial melodía, y vio que resplandecía el templo libertad de los judíos por Ciro, y la del linaje h u -
con una inmensa claridad, y que bajaban del cielo mano por el Salvador. Miqueas, que como hemos
innumerables santos, y entre ellos la serenísima dicho era el sexto de los profetas menores, d e s -
Reina de los ángeles nuestra Señora. Todos c a n - cendía de la Judea de un pueblo llamado Morasthit,
taban alabanzas á Cristo y á su Madre, y la m i s - profetizó varias veces, entre las cuales señaló el
ma Madre cantaba en alabanza de su bendito lugar donde nacería el Salvador.
Hijo. Fué toda esta celestial compañía con admi-
rable orden y concierto, como en procesión, por SANTA SECUNDINA, YIRGEN Y MÁRTIR—Derramó su
el coro, hasta llegar al altar; y estando allí, a l g u - sangre por la fe, en Agnani, durante la persecu-
nos de aquellos santos preguntaron quién había ción de Decio, el 15 de enero del año 250.
de celebrar la misa. Y la Virgen respondió que
allí estaba Bonito, verdadero y fiel pastor, y digno SAN EFISIO, MÁRTIR—Fué de Cáller en Cerdeña.
de celebrarla. Oyó estas palabras Bonito, y por Por efecto del poder divino superó crueles tor-
su humildad se encogió y se corrió, y querien- mentos, durante la persecución de Diocleciano,
do retirarse y apartarse más, se arrimó á una por orden del juez Flaviano; y últimamente, h a -
piedra dura, la cual se ablandó, y en ella que- biéndole degollado, voló victorioso al cielo por los
daron impresas las señales de su cuerpo. Final- años de 308.
mente, fué buscado, hallado y traído delante del
altar, y vestido de los sagrados ornamentos por SAN MÁXIMO, OBISPO DE ÑOLA—En los primeros s i -
aquellos santos; dijo la misa, la cual acabada, glos del cristianismo padeció varias veces por la
despidiéndose nuestra Señora con su compa- fe, durante las persecuciones de aquellos tiem-
ñía del santo prelado, le dio por un don s i n g u - pos; y tuvo al fin que dejar su iglesia para r e -
lar una vestidura tejida, que no se puede enten- tirarse al desierto y atender así á la salud de sus
der de qué materia es; sólo se ve ser muy ligera ovejas contra las asechanzas de sus verdugos.
y muy blanda y blanca sobremanera. Este mila- Ignórase de fijo el año de su muerte; pero se cree
gro y favor del cielo se tiene por muy cierto en acontecida á principios del siglo IV.
la ciudad de Albernia, donde se solía mostrar (y
no sé si hoy se muestra) la misma vestidura v e - SAN ISIDORO.—Fué presbítero y monje en Alejan-
nida del cielo. dría, discípulo de san Antonio Abad, y compañe-
El cuerpo de san Bonito se enterró en León de ro de san Macario. Fué á Roma con san Atana-
Francia, donde murió; y después, siendo Próculo sio, y trabajó con él contra los errores de los
obispo de Albernia, por divina revelación se trasla- arríanos. Vuelto después al Oriente, se fué otra
dó el sagrado cuerpo á la misma iglesia donde vez al desierto de donde había salido, resistió por
había sido obispo; y al tiempo que le quisieron espacio de cuarenta años las más crueles tenta-
alzar de donde estaba, tembló toda la iglesia desde ciones y las penitencias más austeras, y por fin
la cumbre hasta los cimientos, de tal manera, que murió santamente el 15 de enero de 404.
parecía que toda venía al suelo: y una doncella
paralítica cobró el uso de sus miembros y entera SAN MAIN, ABAD Y CONFESOR—Dice Butller que fué
salud, y por todo el camino el Señor obró m u - obispo británico y que acabó sus días santamente.
184 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
SAN ISIDRO DE SCETA, ERMITAÑO Y CONFESOR-Murió falsos dioses. Después, viendo que se reía de él,
devotísimamente en 391. le mandó azotar cruelmente, y le condenó al c a -
tábulo, que era un establo grande, donde estaban
SANTA ITA Ó MIDA, VIRGEN Y ABADESA.—Fundó un las bestias de carga, para uso y servicio de la
monasterio y murió en 569. república, y que en él tuviese cargo de ellas. E s -
tuvo el santo pontífice en aquel abatido y vil oficio
nueve meses, orando, velando, llorando y e x h o r -
Dia 16 tando de palabra y por cartas á los fieles á la
perseverancia, y al cabo de ellos- vinieron de
SAN MARCELO, PAPA Y MÁRTIR—Después que los em- noche los clérigos de Roma, y libraron á su p a s -
peradores Diocleciano y Maximiano persiguie- tor, y escondiéronle en casa de una santa mujer,
ron la Iglesia católica cruelísimamente y derra- llamada Lucía, la cual, habiendo vivido quince
maron tanta sangre de cristianos, determinaron años con su marido, hacía diez y nueve que
dejar el imperio, como le dejaron, el uno en Nico- era viuda. Ella le recibió como un ángel de Dios
media, y el otro en Milán, é instituyeron por en su casa, y le suplicó que la consagrase en
emperadores á Constancio Cloro, padre del gran iglesia; y el santo pontífice lo hizo, y después se
Constantino, y á Galerio Armentario; en cuyo llamó San Marcelo. Allí se juntaban los cristianos
tiempo, por alboroto y sedición de los soldados para alabar y glorificar de día y de noche al S e -
pretorianos y de la guarda, que estaba cerca de ñor. Supo esto Majencio, y lleno de rabia y furor
Roma, se levantó y llamó emperador Majencio, mandó que aquella iglesia se profanase, y que
hijo de Maximiano, el cual había renunciado el sirviese de establo para bestias públicas, y que
imperio, y de una mujer baja de Siria, llamada san Marcelo se ocupase en el servicio de ellas, y
Eutropia. El cual, entendiendo que los cristianos, que viviese en aquella sucia morada. En este e s -
por ser ya muchos, le podían ayudar para c o n - tablo sucio, asqueroso y hediondo, estuvo algún
firmar y establecer su imperio, comenzó á mos- tiempo el santo pontífice desnudo y sin abrigo,
trárseles benévolo y favorable, hasta que habiendo vestido de cilicio, sirviendo á aquellos animales.
tenido una gran victoria contra Severo, á quien Y con este género de martirio dio su alma á Dios
Galerio Armentario había nombrado por cesar y á los 16 de enero del año del Señor de 309, en el
sucesor suyo, pareciéndole que ya no tenía á cual día celebra la Iglesia su fiesta. El cuerpo de
quién temer, se quitó la máscara y descubrió su san Marcelo recogieron Juan, presbítero, y Lucía,
pecho, y de zorra astuta se mostró león fiero con- y le enterraron en la vía Salaria, en el cemente-
tra los cristianos. En tiempo, pues, de Majencio, rio de Priscila. Fué pontífice sumo cinco años y
tirano, fué martirizado san Marcelo papa, el cual, un mes y veinticinco días, aunque en los años
después de san Marcelino, asimismo papa y de su pontificado hay mucha diversidad en los
mártir, habiendo vacado la silla apostólica, no autores. Ordenó en Roma de una vez en el mes
siete años, como dicen algunos, sino seis meses de diciembre veinticinco presbíteros, y dos diá-
y veinticinco días, fué elegido con gran c o n - conos, y consagró veintiún obispos en dife-
sentimiento del clero y contentamiento de todo rentes lugares. Dos epístolas se hallan de san
el pueblo, por vicario universal de Cristo y s u c e - Marcelo: la una escrita á los obispos de la pro-
sor de san Pedro. Fué san Marcelo romano, su vincia de Antioquia, en la cual les pide y ruega
padre se llamó Benito; gobernó la Iglesia santísi- que no sientan ni enseñen otra cosa sino lo que
mamente, la cual, por la persecución de Diocle- aprendieron del apóstol san Pedro y de los otros
ciano y Maximiano, estaba muy afligida, animan- apóstoles y santos padres: pues habiendo tenido
do á todos los fieles con su doctrina y ejemplo á á san Pedro por primer ministro, no es justo,
la constancia en la fe. Y porque la sangre de los dice, que dejéis á vuestro padre y sigáis á los e x -
cristianos, que habían derramado los tiranos, traños, especialmente siendo él la cabeza de toda
había sido como semilla de trigo, que producía y la Iglesia. La otra es para Majencio, tirano, en la
multiplicaba nuevas mieses, y por uno que moría cual le dice que los verdaderos sacerdotes de
nacían muchos, instituyó Marcelo en la ciudad Dios, más quieren ser perseguidos por la justicia y
de Roma veinticinco títulos ó parroquias, en las por la verdadera fe, y padecer por el nombre del
cuales se bautizasen los que de nuevo venían Señor, que tener muchas riquezas y ser honra-
á la fe, los pecadores hiciesen penitencia, y los dos y estimados, y perder el cielo porque todo
mártires fuesen sepultados. Lo cual como viniese lo de acá es momentáneo, y lo de allá es eterno;
á noticia del tirano Majencio, mandó prender al lo de acá en una hora se acaba, y lo de allá dura
santo pontífice, y procuró primero con palabras para siempre. También le dice que el oficio del
blandas y promesas persuadirle que no se n o m - buen príncipe y religioso rey es reparar las i g l e -
brase pontífice de Cristo, y que adorase á sus sias maltratadas y caídas, y edificar nuevos
DÍA 16 ENERO 185
templos, y honrar y defender á los sacerdotes del les revelase el término de su vida. Y puesto caso
Señor. (P. Ribadeneira.) que ellos se excusaron por su humildad, alegando
que no eran dignos de tan gran merced de Dios,
LOS SANTOS BERARDO, VITAL, PEDRO, ACÜRSIO, ADJÜTO, todavía vencidos de la importunidad de la reina
Y OTÓN, MÁRTIRES—Deseando el bienaventurado hicieron oración al Señor, y él les reveló que ellos
padre san Francisco encender en el mundo el morirían mártires en Marruecos, y que sus cuer-
fuego del amor divino, con que él ardía, alumbrar pos serían traídos á Coímbra, y la reina con todo
á los fieles y especialmente á los moros, que esta- el pueblo saldría á recibirlos, y que poco después
ban en la sombra de la muerte y perseguían g r a - moriría ella, y antes que su marido. Todo esto
vemente á los católicos cristianos, escogió de toda descubrieron los santos frailes á la reina, exhor-
su sagrada familia seis esclarecidos varones, que tándola á no entristecerse por ello, sino á confor-
le parecieron más á propósito para predicar á los marse con la voluntad del Señor, pues ninguno
moros y derramar su sangre por nuestro R e d e n - tanto la amaba como él; y como los santos lo dije-
tor. Estos fueron Berardo, Vital, Pedro, Acursio, ron, así se cumplió, como adelante se verá. De
Adjuto, y Otón, á los cuales declaró su voluntad y Coímbra pasaron los siervos de Dios á la villa de
la grandeza de aquella empresa, y los armó para Alenquer, donde ya había monasterio de su reli-
que entrasen en ella con gran denuedo, espíritu y gión, y en él descansaron algunos días, y fueron
fervor, y confiasen de nuestro Señor, que los favorecidos de la infanta D . Sancha, hija del
a

había escogido, y por su ministerio los enviaba, rey D. Sancho II, rey de Portugal, que moraba
que los guiaría y esforzaría, y les daría victoria en la dicha villa, con maravilloso recogimiento y
contra sus enemigos. Nombró á Fr. Vital por ejemplo raro de castidad; la cual guardó tan per-
superior de todos, y prometiéndoles sus oraciones fectamente, que siempre fue virgen y nunca sus
y echándoles su bendición, los despidió y envió á padres la pudieron inclinar á casarse. Esta señora
España, para que predicasen el sagrado Evange- les vistió de seglares sobre los hábitos, y ellos de-
lio, y procurasen sacar de su ceguedad á los maho- jaron crecer las barbas y fueron á Lisboa para
metanos que reinaban en ella, y perseguían bra- embarcarse para Sevilla, que á la sazón era de
vamente á los cristianos. Los santos seis frailes moros, y la infanta los mandó proveer de matalo-
tomaron la obediencia de su santo padre, como taje y de todo lo necesario para su embarcación.
venida del cielo, haciendo gracias al Señor por Llegaron á Sevilla, se fueron á la mezquita de
haber puesto los ojos en ellos más que en otros los moros, y allí en alta voz comenzaron á loar y
para cosa tan grande, en la cual esperaban dar la predicar la fe de Jesucristo contra Mahoma, y
vida por su santa fe, y recibir la corona del mar- fueron maltratados y afrentados de los moros que
tirio. Vinieron con suma pobreza á España, y allí estaban; los cuales, al cabo de rato los dejaron,
llegaron al reino de Aragón, donde Fr. Vital, que teniéndolos por hombres locos y sin seso, y d e s -
era superior y cabeza de los demás, cayó muy preciados por el vil y pobre hábito que traían.
malo, y viendo que su enfermedad iba á la larga Mas ellos fueron al palacio del rey, y le hablaron
y que no podía proseguir su camino, para que sus y predicaron, reprendiendo severamente la false-
compañeros no perdiesen la gloria del martirio, dad y torpeza de la ley de Mahoma, su profeta: y
que él por su humildad juzgaba que no merecía, después de largas pláticas, el rey los mandó matar,
quedándose en un pobre hospital, doliente, orde- aunque no se ejecutó la sentencia, porque el prín-
nó á los otros cinco frailes que pasasen adelante, é cipe, hijo del rey, movido de piedad natural,
hiciesen lo que de parte de Dios su bienaventura- aplacó á su padre y le detuvo para que no se
do padre san Francisco les había mandado. Y ejecutase. Finalmente, después de haber estado
aunque ellos sintieron mucho el apartarse de su muchos días presos en una estrecha y oscura
compañero y superior, y dejarlo tan enfermo en cárcel, cargados de hierro, el rey los mandó e n -
aquel hospital, todavía por cumplir con su obe- tregar á unos cristianos que se embarcaban en un
diencia, y por no perder la ocasión de morir por navio, para que los llevasen á Marruecos, y de
Cristo, se partieron y llegaron á la ciudad de allí á Portugal, adonde ellos iban. Aportaron los
Coímbra, donde hablaron con la reina D." Urra- cinco bienaventurados religiosos á Marruecos,
ca, mujer del rey D. Alonso, segundo de este donde estaba el rey Miramamolin y el infante de
nombre, que entonces reinaba en Portugal. La Portugal D. Pedro, hermano del rey D. Alonso,
reina los recibió con gran devoción y benignidad, disgustado con su hermano por algunos agravios
y entendiendo por el hábito y traje, y por sus que había recibido de él. El infante los acogió con
pláticas, y mucho más por sus intentos, que eran mucha humildad, teniéndoles por siervos de Dios,
siervos y. amigos de Dios, les rogó con mucha por la suavidad y fuego de amor divino que m o s -
instancia, que por amor de aquel Señor, por quien traban en su rostro, hábito, palabras y santa
ellos tanto deseaban padecer, que le suplicasen conversación. Embistieron con el rey, y predicá-
TOMO I 24
186 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
ronle con gran fervor la fe de Cristo. Túvolos por bienaventuradas almas de los cinco mártires en
hombres sin juicio y mentecatos, y mandó que medio de aquella claridad del cielo, y se turbaron
luego los echasen fuera de la ciudad y los envia- temiendo que los santos se hubiesen salido de la
sen á tierra de cristianos. El infante, por a s e g u - cárcel y huido; pero después se sosegaron, c u a n -
rarlos y estorbar que no fuesen maltratados, envió do los hallaron quietos y seguros en la cárcel.
con ellos algunos cristianos que los llevasen á Después fueron entregados al pueblo para que
Ceuta, y de allí á Portugal; mas ellos se volvieron vengase las injurias que los santos habían hecho
del camino á Marruecos, y entrando en la ciudad, contra Mahoma. Sacáronlos de la cárcel desnu-
comenzaron á predicar á los moros, que estaban dos y con las manos atadas y con sogas á los
juntos en la plaza. El rey se enojó mucho cuando cuellos, y otra vez fueron de nuevo cruelmente
lo supo; mandólos prender y echar en una cárcel azotados y arrastrados sobre pedazos de vidrios
oscura y áspera, y que no les diesen de comer ni de y de tejas, echando sal y vinagre sobre las heri-
beber. Allí estuvieron veinte días sin comer bocado das, y aceite hirviendo, y cada uno buscaba su
ni beber, sustentándose con sólo el mantenimien- manera de tormentos que darles. Tanto era el
to del cielo y la consolación divina; y cuando los furor de aquel pueblo ciego y engañado, y tanta
sacaron de la cárcel, salieron más recios y sanos, la constancia y alegría con que el Señor los alen-
y con más vigor, que cuando entraron en ella; de taba, que les parecían regalos todos aquellos
lo cual quedó espantado el rey, por cuyo manda- tormentos. Grandes fueron los encuentros que
do de nuevo fueron entregados á los cristianos, tuvieron, y muy duras las peleas de estos santos
para que los embarcasen é hiciesen pasar á Espa- frailes; porque un moro dio una grande bofetada
ña; pero ellos segunda vez se volvieron del camino á Fr. Otón, en el palacio del rey, porque habla-
y tornaron á predicar á los moros, hasta que el ba mal de Mahoma; y el bienaventurado padre,
infante D. Pedro los recogió y encerró en su con maravillosa mansedumbre y serenidad, le
casa con guardas, temiendo que por su predica- volvió el rostro y le dijo: «Ves aquí este otro ca-
ción no le viniese á él y á los otros cristianos rrillo; hiérele si quieres, que aparejado estoy
algún daño. En este tiempo salió el ejército del para sufrirlo todo por mi Señor Jesucristo.» Y el
Miramamolín contra ciertos rebeldes y enemigos mismo Miramamolín los tentó, y pretendió per-
suyos: iba en el ejército el infante D. Pedro con suadir que negasen á Cristo y se hiciesen moros,
los otros portugueses (que eran muchos y valien- ofreciéndoles riquezas, honras y los bienes pere-
tes soldados), con cuya ayuda el rey desbarató y cederos de la tierra; y para más ablandarlos les
venció á sus enemigos. Pero sucedió, que vol- trajo cinco doncellas muy hermosas y nobles, con
viendo el ejército, les faltó agua, y el calor fué tan quienes prometió casarlos. Pero como ellos hicie-
excesivo, que al tercer día se hallaron tan fatiga- sen burla de todos sus dones y ofrecimientos, y
dos del sol y de la sed, que pensaron todos pere- no dejasen de magnificar la religión cristiana y
cer. Llevaba el infante consigo á los santos reli- decir mal de la secta de Mahoma, el rey salió de
giosos, hicieron oración, y cavando en la tierra sí, y tomando con furor su espada, él mismo los
Fr. Berardo con un palo pequeño, salió una mató con sus manos, abriéndoles por medio las
fuente de agua muy copiosa, de la cual bebió el cabezas, y después los degolló, hartándose de la
ejército y las bestias, y se proveyeron de agua sangre que veía correr por el suelo, y mostrán-
para el camino, y luego se secó la fuente, y la dose celoso de su ley, y vengador de las injurias
tierra quedó seca como de antes. De este milagro de su falso profeta.
los cristianos quedaron muy consolados y los De esta manera alcanzaron los bienaventurados
moros espantados; pero no bastó este milagro hijos de san Francisco la corona del martirio, á
para que el rey no los mandase de nuevo pren- los diez y seis días del mes de enero, año del Señor
der, porque volviendo á la ciudad habían tornado de 1220, y á la misma hora que volaron sus m i s -
á predicar, y el pueblo se embraveció contra ellos mos espíritus al cielo aparecieron en Alenquer á
con tan gran saña y furor, que echaron mano de la infanta D . Sancha, á las once horas del día,
a

ellos y los ataron y dieron muchos golpes, y les muy resplandecientes, y le avisaron de su gloria
hicieron graves injurias, y los presentaron á la y triunfo; y ella hizo iglesia del aposento en que
justicia mayor, para que luego los matase. Man- tuvo aquel favor de Dios. En acabando de matar
dólos el rey apartar en diversas casas y azo- con sus manos el rey bárbaro á los santos mártires,
tar crudamente. Echáronles sal y vinagre s o - mandó arrojar sus cuerpos y cabezas fuera de la
bre las llagas, y así maltratados y despedazados, cerca del palacio, adonde concurrieron los moros,
los llevaron á la cárcel, para otro día doblarles y con grandes alaridos y gritos los arrastraron
los tormentos. Mas el Señor los consoló y esfor- por las calles, y no se hartaron de deshonrarlos
zó con una luz inmensa del cielo que bajó sobre y despedazarlos, en vituperio de nuestra santa
la cárcel, y las guardas la vieron subir, y las religión. Echáronlos á las bestias para que fue-
DÍA 16 ENERO 187
sen comidos de ellas; y queriendo los cristianos quias por estos milagros, que ninguno osaba
recoger los sagrados cuerpos, fueron sentidos de entrar en la casa donde estaban, con conciencia
los moros, que á pedradas los hicieron huir: y al de pecado mortal, aunque fuese muy secreto.
día siguiente, para que no fuesen honrados de los Partió el infante para Ceuta, llevando en su
cristianos, hicieron los moros una grande hogue- compañía por guía y amparo las sagradas reli-
ra, y los echaron en ella para que se hiciesen quias, y la primera jornada vino á hacer noche
ceniza; mas el Señor los guardó, y una de las c a - en un lugar despoblado, que se llama Azorra, en
bezas, echada muchas veces en el fuego, está hoy donde se oían tantos y tan espantosos bramidos
en día entera y con sus cabellos se muestra en de leones, que temieron ser despedazados y c o -
Santa Cruz de Coímbra, sin alguna lesión ni señal midos de ellos. Pusieron las reliquias entre su
de fuego. No se convirtieron con este tan gran estancia y la multitud de leones que veían y oían,
milagro los moros, antes rabiosos tomaron las y al punto desaparecieron los leones, y no fueron
santas reliquias, y arrastrándolas las arrojaron más oídos ni vistos. Llegaron otra vez á un paso
en muladares y lugares inmundos, y súbitamente donde había muchos caminos, sin saber cuál de
sobrevino una espantosa tormenta de relámpa- ellos habían de tomar, y mandó el infante que la
gos, truenos y rayos, que parecía había de des- muía que llevaba aquel tesoro del cielo fuese d e -
truir la ciudad; y los moros, así por miedo de lante, y que todos la siguiesen. La muía, dejando
aquella terrible tempestad, como por ser ya de el camino seguido, echó por otro áspero y fragoso;
noche, se retiraron; y los cristianos tuvieron l u - y asi escapó el infante de las celadas que en el otro
gar para recogerlas y sacarlas de donde se esta- camino habían puesto para matarle. Apenas había
ban; lo cual hicieron con mayor facilidad, por llegado el infante á Ceuta, y embarcádose para
haber untado las manos á algunas guardas, y pasar por el estrecho á España, cuando tuvo aviso
comprado con dineros aquel precioso tesoro. que era llegado recado y gente del rey de Ma-
El infante D. Pedro con gran reverencia le rruecos para prenderle, porque aquel rey impío y
puso en un oratorio de su casa, suplicando á los bárbaro se habla arrepentido de la licencia que le
santos mártires le alcanzasen gracia de Dios para había dado; y aunque con algún trabajo y peligro
volver presto y con bien á Portugal, porque el del mar, por la intercesión de los santos, llegaron
Miramamolín no le quería dar licencia, y él esta- á Andalucía á salvamento. Finalmente, los envió
ba ya cansado de aquella manera de servidumbre á Coímbra con buen acompañamiento, adonde
y cautiverio. Concedióle el Señor al infante por llegaron, obrando el Señor algunos milagros en
intercesión de los santos lo que deseaba, porque el camino por su invocación. El rey D. Alonso y
un día el rey de suyo le dijo que le daba libertad la reina D." Urraca y toda su corte con innumera-
para volverse á su casa, aunque muchos de los de ble multitud de pueblo salieron á recibir las reli-
su consejo eran de parecer que no se la diese. Y quias una legua de Coímbra, con una solemne pro-
así el infante se aprestó para la partida; pero antes cesión. Iba delante la muía que las traía, y guiada
que partiese sucedieron dos cosas notables, que de Dios llegó á la puerta del monasterio de Santa
nos enseñan la pureza con que Dios quiere se Cruz, que es de canónigos reglares de san A g u s -
traten las cosas santas, y lo que aborrece la d e s - tín, y estuvo allí hasta que se la abrieron. Abierta,
honestidad. Estaban las sagradas reliquias en un entró delante de todos, y puestas las rodillas en
secreto retraimiento del infante, y un caballero, tierra ante el altar mayor, no se quiso levantar
que vivía en pecado con una mujer, quiso subir hasta que le quitaron el arca en que iban. El rey
adonde estaban, para hacerles reverencia. Habien- mandó hacer en aquel lugar un precioso sepulcro
do subido la media escalera, quedó allí tullido sin y capilla para honra de los santos, y el Señor los
poderse menear: conoció su culpa, confesóse allí magnificó más con los muchos milagros que obró
luego, juró de dejar la manceba para siempre, y por ellos. Murió la reina poco después, como los
luego se pudo menear; pero no pudo bien hablar, santos mártires, estando en Coímbra, se lo habían
hasta que le pusieron sobre los pechos una cabe- profetizado, como queda dicho, y de esta manera
za de los santos mártires. Otro escudero del infan- creció la devoción y veneración de estos bienaven-
te solía algunas veces tocar devotamente las reli- turados padres, que tan bien supieron pelear y
quias santas, que se sacaban sobre un escudo su- vencer, para ser coronados con eterna gloria del
yo: cometió una vez un pecado sensual, y querien- Señor; el cual castigó brevemente á los que fueron
do después del pecado adorarlas, como solía, s ú - cómplices en darles muerte, porque al rey Mira-
bitamente se levantó el escudo en alto, y tanto mamolín se le secó la mano derecha y brazo con
que no le pudo alcanzar, hasta que se arrepintió que los mató, y todo aquel lado hasta el pie, y
y confesó su pecado, que entonces tornaron las tres años no llovió en Marruecos y su comarca, y
reliquias á bajarse y dejarse tratar de él. Cobraron hubo tanta esterilidad y pestilencia, que pereció
tan gran respeto los cristianos á las santas reli- la mayor parte de la gente del reino. El martirio
188 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
de estos cinco santos frailes se escribe muy á la abstinencias y ayunos, vigilias y oraciones, y otras
larga en el libro IV de la primera parte de las buenas obras y espirituales armas, y jarcias de
Crónicas de san Francisco, y tráele abreviado el virtudes sólidas y muy heroicas, aportó en breve
P. Fr. Lorenzo Surio, en su primer tomo. Hace al puerto de la perfección y admirable santidad,
mención de ellos el Martirologio romano á los 16 alentándose siempre á sí mismo con aquellas me-
de enero. Púsolos en el catálogo de los santos morables palabras que refiere san Hilario: De-
Sixto IV el año del Señor de 1481, y doscientos y lectat hcec vita, sed decipit. Deleita la vida de
setenta y uno después que fueron martirizados. este mundo, pero engaña. Para escapar san Ho-
(P. Ribadeneira.) norato de estos engaños, menospreciando todos
los deleites mundanos, porque los tenía en nada,
SAN HONORATO, ARZOBISPO Y CONFESOR.—El bienaven- como son, abrasado en amor de Dios y del pró-
turado san Honorato, dechado de santos monjes, j i m o , se desnudó de todos los haberes y ri-
ornamento y sol de la Iglesia católica, y espejo quezas de este mundo; y repartido que hubo con
terso y cristalino de predicadores y prelados s a n - liberalidad admirable y santa todo su patrimonio
tos, pozo de ciencia, luz de doctrina, fuente de grande con los pobres, dejando, á guisa del pa-
elocuencia, río de sabiduría, defensor de la fe, y triarca Abrahaán, su jocunda y dulce patria y
tormento y martillo de los herejes, escuela del parentela, y todas las comodidades, regalos y de-
orbe, oficina de maravillas, sucesor dignísimo de licias de su casa, acompañado de su h e r m a -
los santos apóstoles, y socorro ínclito de los h o m - no mayor san Venancio, al que había conver-
bros de Jesucristo Señor nuestro, nació en la tido ya para Cristo, como dice el obispo Equili-
ilustre ciudad de Arles en Francia, como san no, se fué á los desiertos en busca de un santo er-
Hilario Arelatense, Pedro de Natalibus, y otros mitaño llamado Caprasio, el cual, como san Hila-
testifican; aunque algunos escribieron que fué rio testifica, hacia en el yermo de unas islas vida
natural de Toscana, provincia de Italia, equivo- angelical; y habiéndole hallado, quiso hacerse
cándole por ventura con alguno de'los nueve san- discípulo suyo, juntamente con su hermano san
tos Honoratos, que en el Martirologio romano se Venancio, por su humildad profunda y verdaderos
relatan. Y otros han dicho que fué del Asia M e - deseos de acertar y agradar más y más á Dios
nor, hijo del rey de Nicomedia y de D . E l e m -
a
nuestro Señor, aunque ya entonces podía san
bros, mora de secta, y hermana de un rey moro Honorato ser maestro de maestros; porque consu-
de España, lo cual es difícil de creer, porque san mado en breve, había ya dado el colmo á muchos
Isidoro, que escribió mucho de este santo, fué tiempos, y merecido el grandioso apellido de
muchos años antes de la venida de los moros á Maestro de las Iglesias, que le da san Euquerio
España. Salió san Honorato, como azucena y rosa en el libro que compuso de las mayores dificulta-
misteriosa, de padres gentiles, si bien honrados des del Testamento viejo y nuevo.
y muy ilustres, como todos con suave armonía Estando san Honorato en la fragua de aquella
testifican; y no fué el menor de sus nobles é ilus- celestial escuela muy acrisolado y aquilatado con
tres resplandores el ser también padres de san el crisol del ejercicio continuo y muy heroico de
Venancio, hermano de san Honorato, y confesor todas las virtudes; queriendo el Señor que varias
ilustre del Señor. Hallándose san Honorato en el partes del mundo gozasen de la belleza de su bon-
proceloso y peligroso golfo de la juventud, preve- dad cuadrada y soberana, le sacó á mayor luz,
nido del Señor con sus bendiciones de dulzura, y haciendo que con una santa inspiración empren-
con la tabla de la consideración y ponderación diese la peregrinación y visita de santuarios y
devota, de cuan bien le está al mancebo la carga Tierra Santa, donde tanto la bondad divina rever-
del suave yugo del Señor, quiso por su amor em- bera. ¿Quién podrá decir las muchas incomodida-
barcarse en el navio fuerte y de alto bordo del des, fatigas y trabajos que nuestro santo padeció,
bautismo santo, sin que pudiesen estorbarle las caminando tantas provincias y reinos con pobreza
varias y bravas olas de contradicciones paterna- suma, y surcando varios mares con sobresaltos y
les, ni las mañas y marañas de las infernales fu- peligros, por las borrascas deshechas que en ellos
rias, que de muchas maneras impedirlo procura- padeció? ¿Ni qué lengua, aunque fuera de Tulio,
ron, haciéndolo de potencia para retardar é impe- Quintiliano ni Crisóstomo, bastaría á explicar lo
dir el curso de su navegación feliz con Jas remoras mucho que muchos en varias partes del mundo se
de cazas, juegos y otras cosas, con que suelen los aprovecharon, gozando el buen olor que, como
enemigos del alma enredar á los mundanos. E m - dice san Hilario, en todas partes esparció de Cris-
barcado ya nuestro santo en el navio del santo to, y de sus heroicas virtudes, en todas las cuales
bautismo, y soplando el favorable viento del espí- dio san Honorato tales resplandores, que por ellas
ritu divino, se hizo á la vela, tendiendo las de la mereció el apellido de Estrella, que le da el g l o -
devoción tan felizmente, que con el matalotaje de rioso san Hilario? Y porque no errase alguno pen-
DÍA 16 ENERO 189
sando que era de las estrellas llamadas erran- martirio, porque sin hierro y derramamiento de
tes, de menor magnitud, el glorioso san Silviano, sangre podemos ser mártires, pues que como san
deseando declarar su ventajosa magnitud, le da Agustín enseña, toda la vida del hombre cris-
de Sol el apellido, y con razón, pues con tanta tiano, si vive según el Evangelio, es martirio y
verdad y propiedad resplandecieron en él aquellas cruz. Con el cual contesta Clemente Alejandrino,
propiedades que pondera el seráfico doctor san diciendo que todos los verdaderos observantes de
Buenaventura, y en particular la quinta de ser la divina ley son mártires en todas sus acciones:
influenlia mascimus, de grande y máxima afluen- Quicumque servatoris mandata exequuntur, in una-
cia; pues en san Honorato la tenemos de las v i r - quaque actione sunt mártires. Y san Honorato fué
tudes muy heroicas y de milagros portentosos. observante tan perfecto de la divina ley, como todo
Pero para que con provecho nuestro miremos el mundo sabe, y en grado heroico anivelado mu-
bien y admiremos los resplandores de las virtudes cho con los consejos evangélicos. Mas como tes-
de este santo, sea la primera la de la humildad, tifica san Gregorio el Magno, sufrir, tolerar inju-
pues san Jerónimo la explica: Prima christiano- rias, y amar á los enemigos, es un secreto marti-
rum virtus, et primus religionis introilus La pri- rio, y en esto fué muy ventajoso nuestro santo.
mera virtud de los cristianos, y la primera entrada Ultra de esto, en la bula de la canonización de san
de la religión, y fundamento de la santidad, como Bernardo leemos que el papa Alejandro III decla-
dice san Cipriano; como al contrario, la soberbia ra por martirio glorioso á la penitencia de su vida,
es principio, raíz y fundamento de todo pecado, y lo mismo podía declarar de la penitencia tan
como el Espíritu Santo enseña. ¿Quién podrá e x - austera de san Honorato, la cual era en él tan or-
plicar cuan profunda y grande fué la humildad de dinaria y tan extraordinaria, como lo testifica
san Honorato? Pues con ella se llamaba el mínimo aquella cueva Lirinense en que tantos años vivió,
de todos, y les servía á sus subditos con tanta la cual era tan angosta que, como testifica san
humildad, como si fuera criado y esclavo suyo, Hilario, apenas podía estar sino solo el santo, y
como san Hilario testifica; y que con humildes aun muy agobiado, y en ella había de entrar á ga-
oraciones suplicaba al Señor, que no quisiese que tas ó agazapado, y el ventanaje que gozaba era sólo
milagros le ostentasen ó aclamasen virtuoso. Y un agujero hacia el cielo, donde tuvo siempre su
siendo prelado del convento Lirinense, hacía los conversación, como dice san Hilario, y que toda su
oficios comunes y más humildes del convento. De vida fué siempre con aquella voz de Elias: Vice el
esta virtud nacía que atribuyendo siempre todo su Señor, en cuya presencia hoy asisto. Los ásperos y
bien á Dios nuestro Señor, dijese frecuentemente continuos cilicios de este santo y sus recias, fre-
á sí mismo y á los suyos aquellas palabras del cuentes y sangrientas disciplinas, y rigurosas abs-
apóstol: ¿Quid habes, quod non accepisti? Aut si tinencias, vigilias y ayunos admirables, ¿quién no
accepisti, ¿quid gloriaris quasi non acceperis? Y el dirá que testifican lo mismo? Y lo que san Hila-
huir tanto el santo de todas las dignidades, y en rio clama que fué grande la aspereza de su vida,
particular de la episcopal, rehusándolas con el va- y que la suavidad de su cama era la terribilidad
lor posible, ¿de dónde nació, sino de su humildad del cilicio, y la blandura de la almohada una pie-
profunda? Y de la misma nació el querer Dios dra dura. En esto fué tanto más admirable, c u a n -
nuestro Señor con ellas ensalzarle; porque ponit to más delicado el santo, y menos gozaba de su
humiles in sublimi, como testifica el santo Job, y salud, pues varias enfermedades le apretaban y
ensalza á los humildes, como cantó la más humilde martirizaban. Y así dijo bien su gran discípulo
de las criaturas puras, María Santísima, de la san Hilario Arelatense, que como la paciencia
cual fué san Honorato muy singular devoto; y en tenga sus mártires, Christi fuit mártir perpetuas:
muchas cosas lo manifestó, particularmente en Fué san Honorato un mártir perpetuo de Cris-
la predicación ó imitación de sus heroicas vir- to. Y en sí mismo nos dio nuestro santo efigiada
tudes. y practicada aquella verdad, que estando de par-
¿Qué diré de su fe? Pues tanto trabajó para dila- tida para el cielo, dijo que los grandes varones
tarla, y tanto afanó por extirpar las herejías; y padecen muchas cosas, y que nacieron para ser
ultra de esto, por defenderla, tanto deseó derra- de los otros maestros ejemplares de paciencia; y
mar su preciosa sangre con martirios, en los cua- por la muy heroica de nuestro santo, podemos
les pensaba muy afectuosamente día y noche; que cantarle lo que la Iglesia canta á san Martín: O
como testifica san Hilario, Martirium semper me- sanclissima anima, quam, etsi gladius persecutoris
dilatione gestabat. Y podemos con verdad decir de non abstulit, palmam tamen martirii non amissit:
san Honorato, lo que san Jerónimo dijo de san Que aunque el cuchillo de la persecución no le
Juan Evangelista: Martirio animum non defuisse; quitó la vida, con todo esto no perdió la ilustre
no faltó él al martirio, sino el martirio á él; y aun palma del martirio. Mas la caridad, por ser fuerte
bien mirado, tampoco le faltó á san Honorato su como la muerte, es la que saca mártires. Charitas
190 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
martirem excudit, dijo Tertuliano; y san Honorato hermano de san Honorato, y que el mismo pontí-
fué tan eminente en caridad como diremos. fice ordenó de sacerdote á nuestro santo, como
Y aun podríamos decir que en cierta manera es autores graves testifican; y quiso que san Hono-
más insigne el martirio que padeció san Honorato rato y sus religiosos guardasen la regla de san
por su misma mano, que el que pudiera padecer Benito, si bien otros dicen la de san Basilio.
con intervención de tiranos. Mas no quiso Dios Resplandor admirable es también de esta virtud
que san Honorato muriese á manos de ordinario santa de la confianza lo que escribe san Hilario en
martirio, porque así fuera mártir una vez; pero su sermón, relatado por Surio en este día, que
muriendo á manos de sus deseos encendidos, mu- vino tal vez á quedar agotada la despensa de nues-
rió cuantas veces quiso la pena de no poder mo- tro santo, pero nunca su confianza; y así, no h a -
rir, y así le podemos contemplar con muchas pal- biendo un día en toda su casa más que un ducado,
mas de martirio en el cielo. A lo cual deben aludir y necesitando mucho de él, por haber de proveer
el gran Vicente Barralio Salerno y otros, que en á muchos subditos y menesterosos, con todo le
el escudo de las armas de san Honorato, puesta dio á un pobre pasajero con valor grande, y lleno
en celeste campo una S y una H (que quiere decir de confianza dijo á los circunstantes: «Presto ven-
san Honorato), pintan en medio una mitra, de la drá quien traiga el remedio de nuestra mendiguez,
cual sale el báculo pastoral, con palmas colatera- y provisión para dar.» Apenas pasaron tres horas
les á las dos manos; porque con la mano derecha ó cuatro, dice san Hilario, que luego acudió quien
de la fortaleza y con la siniestra de la adversidad con obras testificase la verdad de las palabras que
ganó y alcanzó san Honorato las triunfales palmas. había dicho el santo, y la solidez de su confianza
No hay para qué detenerse en descubrir los en Dios nuestro Señor, por la cual daba á los p o -
divinos resplandores que de la virtud de la c o n - bres con tanta liberalidad, que ni para sí ni para
fianza en Dios dio el misterioso sol de nuestro los suyos reservaba cosa para el día siguiente,
santo, pues que ellos se ostentan harto con aque- como lo testifica Vincencio Belvacense en el
lla maravillosa entrada y morada que hizo en la cap. x x n de su Historial espejo.
isla de Lirín, en la cual nadie osaba entrar por ¿Qué diré del flamígero ardor de la caridad de
el miedo grande que tenían, fundado en la certi- san Honorato? Pues aquel grande obispo de León,
dumbre que estaba llena de animales ponzoñosos san Euquerio, dijo, que para pintar los hombres á
y muy fieros, y en particular un muy grande y la caridad, le parecía que debían principalmente
pestífero dragón, el cual y las demás fieras, en- pintar á san Honorato, por ser en caridad tan
trando allí san Honorato, como reconociendo y eminente, que parecía todo caridad. Por lo cual
venerando su firme confianza en Dios y santidad dijo san Hilario que era como una fuente común
admirable, se retiraron y dejaron libre toda la y perenne para todos, y que hecho todo para t o -
isla, sin infestarla más, cumpliéndose lo que dijo dos, á guisa del apóstol, omnium medicina erat,
David en el salmo LX: Sobre el áspid y basilisco era de todos medicina, y que todos hallaban en él
andarái,, y vencerás al león y al dragón: y por esto cumplidos sus afectos. Destellos fueron de esta
le pinta el sutil Salerno y otros con un fiero dra- fuente las admirables y casi innumerables c o n -
gón debajo de sus pies rendido, y por timbre en versiones que de grandes pecadores hizo nuestro
la cima de la imagen un letrero, que dice: Sanc- santo con sus exhortaciones y sermones fervoro-
tus Honoratus, pater insularum, et rector ecclesia- sos; con el cual medio, dice san Hilario, que des-
rum. Y parece que considerando el rendimiento terrada de las almas la peste de los vicios, de fie-
y sujeción que á san Honorato tuvieron los brutos ras hacía hombres. Caridad ardiente fué la que le
y animales fieros, podríamos decir lo que san dio luz para buscar y hallar tantos y tan varios
Crisóstomo de Noó, que su virtud reparó el primer medios y modos para ganar para Cristo al glorioso
dominio de Adán y Eva, y que renovó su imagen. san Hilario, que le sucedió en la mitra Arelatense.
Sabida ésta y otras maravillas de nuestro santo, ¿Qué eran, si no centellas de su ardiente cari-
acudieron á él enjambres de hombres, unos para dad, las palabras tan llenas de ella, con que de
imitarle, otros para venerarle, y á todos recibía el ordinario á esta virtud santa tanto exhortaba, que
santo con tanta afabilidad, como si les aguardara vino á decir san Hilario estas palabras: Numquam
y deseara; y hasta hoy aquella isla es de san H o - in illius ore, nisi pase, nisi castitas, nisi charitas:
norato apellidada, en la cual edificó el santo una numquam in corde, nisi horum fons Christus habi-
iglesia y monasterio, á invocación del apóstol san tavit: Que nunca habitó en su boca, sino paz, cas-
Pedro, donde tuvo gran muchedumbre de religio- tidad, caridad; y nunca en su corazón, sino la
sos que vivían santísimamente; y el papa Eugenio fuente de estas virtudes, Cristo, por cuyo amor y
consagró personalmente dicha iglesia, concedién- del prójimo, reputaba por muy propias las necesi-
dola grandes indulgencias, y canonizó á san Ca- dades ajenas, y con las veras posibles procuraba
prasio y á san Venancio, aquél maestro y éste remediarlas?
DÍA 16 ENERO 191
¿Qué lengua podrá declarar cuánto estimó y todo cubierto de llagas, el cual viendo la sucie-
amó el Señor este árbol de san Honorato, tan car- dad de la lepra quiso lavárselas; y viendo la cara
gado del fruto del espíritu, que, como el apóstol del pobre resplandeciente como el sol, conoció
dice, es la caridad? Y si acullá, por haber parido que era Jesucristo, y echándose á sus pies, le
Lía un hijo Rubén, dijo: Nunc amaoit me vir adoró con grande y afectuosa humildad, y Cristo
meus, como dice la Escritura santa; ¿cuánto más Señor nuestro le hizo entonces caricias y rega-
lo podrá decir nuestro santo, que á casi i n n u m e -
los muy ventajosos.
rables pudo decir: Per Eoangelium ego vos genui? Esta es una breve suma de los empleos, pe-
Y si por grande maravilla cuentan Baltasar B a - regrinaciones y ejercicios de san Honorato: ésta
rrera y Alonso Sandoval, que Eanna, rey de los es una tela sencilla, tejida de sus trabajos y de
logos, llegó á tener setenta y tres hijos varones sus más heroicas virtudes. Mas ¿quién podrá ex-
y cincuenta y dos hijas, y que de él y de ellos h a -plicar las labores que el sumo artífice labró en
bían procedido y al presente vivían más de tres esta tela, las gracias y dones que pintó en este lien-
mil personas; ¿cuánto mayor maravilla es tener zo, ni las otras virtudes heroicas y divinas con que
san Honorato tanto mayor número de espirituales adornó y enriqueció el alma de este gran siervo
hijos? Y si hicieron grande hazaña con logro de suyo, que son tantas y tan admirables, que l e n -
pomposas honras los capitanes que á muchas gua de ángel sería menester para poderlas refe-
ciudades conquistaron, ¿qué diré de nuestro espi- rir? ¡Qué menosprecio de todas las cosas de la
ritual ó ínclito capitán de la justicia cristiana? tierra, y qué aprecio de las del cielo! ¡Qué oración!
¿Cuánto va del cielo á la tierra, de los sacramen- ¡Qué mortificación! ¡Qué paciencia y alegría en las
tos divinos á los tesoros temporales, de las medi- persecuciones! ¡Qué prudencia en su gobierno y
cinas del alma á las del cuerpo, de la felicidad cosas que trataba! ¡Qué justicia, no sólo la que
eterna á esta momentánea, de ser hombre á ser es virtud particular con que se da lo debido á
bruto, del ser cristiano al ser infiel, del ser hijo cada uno, sino la que es virtud común ó general,
de Dios al ser esclavo del demonio, del gozar que abarca y abraza en sí todas las virtudes; y
para siempre la gloria y vista del sumo bien al la define san Agustín: «La con que es amado Dios
estar en las penas horribles y sempiternas? ¿Hay y el prójimo!» ¡Qué fortaleza y confianza y seguri-
entendimiento que lo pueda comprender ó lengua dad en los peligros, adversidades y empresas!
humana que lo pueda explicar? Pues esta misma ¡Qué templanza tan perfecta y admirable con t o -
diferencia hay entre los bienes que san Honorato das sus partes, cuales son honestidad, vergüenza,
hizo á los pueblos que conquistó para Cristo, y abstinencia, sobriedad y castidad perfecta! ¡Qué
los que los otros conquistadores hicieron á los mansedumbre y benignidad tan suave, pues nun-
que ellos vencieron y sujetaron á sus reyes y ca mandaba imperando, sino rogando ó represen-
electores, de los cuales por su conquista muchos tando! ¡Qué sed de padecer y morir por Cristo y
quedaron destruidos y asolados. por la salud de los prójimos, sin verse jamás harto
¿Cómo podré ponderar ni explicar la virtud de trabajos y angustias! ¡Qué anchura y capaci-
santa de su perseverancia, particularmente en la dad de corazón, á quien todo el mundo era corto
vida austera y perfecta? Pues siendo arzobispo no y angosto! En fin, sacó Dios en este santo una
mudó el porte ni modo de vivir que tenía siendo imagen acabada de su gracia y un perfecto retra-
religioso, ni dejó sus vestidos pobres y humildes, to de todas las virtudes, en cada una de las cua-
ni aflojó un punto en la humildad y aspereza de les fué tan grande y tan sublime y extremado
su penitente y muy austera vida, ejercitada con como si no tuviera otra; con que vino á ser un
tan grande fervor, espíritu y constancia, que en remedo de Dios nuestro Señor en la tierra; porque
los trabajos hallaba descanso, en los dolores r e - como en Dios todas sus perfecciones son en él
galo, en los peligros seguridad, en las tempesta- iguales, de suerte, que ni es más su justicia que
des puerto, en la guerra paz, y en la muerte vida; su misericordia, ni menos su caridad que su sabi-
porque tenía bien ponderado el valor del alma y duría, ni la providencia lleva á su poder ventaja,
la diferencia de lo temporal y eterno, y lo mucho todas están en un punto, todos los atributos tienen
que á Dios debemos. un quilate, no hay en Dios más ni menos: de la
¿Quién podrá mirar las muchas ocasiones en misma suerte pasaba en aquel ínclito confesor
que descubrió la misericordia singular que tenía glorioso; no eran en él unas virtudes gigantes y
con los pobres, pues que entre ellos distribuía otras enanas; no eran unas mucho y otras poco,
alegre y generosamente las rentas de su arzobis- sino que en todas estaba la perfección en su punto
pado, y él mismo con sus propias manos les s e r - y en su esfera; y así, no sólo merece nuestro santo
vía y daba de comer? Llegó á tanto su misericor- el apellido que á Mercurio, rey de Egipto, tan
dia, que mereció por ella ser visitado del mismo famoso y tan nombrado, dieron los de su edad,
rey de la gloria, Jesucristo, en figura de un pobre llamándole Trismegisto, que quiere decir tres
192 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 16
teces grande, sino de trisquilimegisto, que quiere doso, le curó y le mostró dónde estaba escondido
decir de tres mil maneras grande, pues lo fué en su dinero, y también le puso en paz con su mujer.
todas las virtudes, y en todos los actos de ellas Un mal caballero, hijo del señor de un lugar,
intensiva y extensivamente; con que cabalísima- llamado Vesharó, quitó las narices á una mujer,
mente mereció el nombre de Grande, que le da la porque resistió á su mal deseo; y cometida mal-
santa Iglesia en su epístola. dad tan execrable, se apoderó el demonio de él, y
¿Qué diré de los privilegios con que Dios le hizo su padre, por la horrenda maldad que había hecho,
más que hombre, y superior de los demonios y mandó que fuese quemado. Entendiólo san Hono-
de las enfermedades, de los mares, vientos y tem- rato, detuvo los ministros de la justicia que le lle-
pestades? ¿Qué de aquella luz soberana y celes- vaban á quemar, y miraculosamente volvió á la
tial con que alumbrada su alma veía las cosas au- mujer las narices con tan perfecta entereza, como
sentes, como si estuvieran delante de sus ojos, si nunca le fueran cortadas, y libró al mancebo de
y las que habían de venir como las presentes, y la quema y del demonio; y pues que como enseña
leía los corazones de los que con él trataban? san Gregorio papa, las narices significan la d i s -
¿Qué de los muchos y grandes milagros con creción, con la cual elegimos las virtudes y repro-
que le glorificó Dios en el cielo y en el suelo? Des- bamos los delitos, muy justo fué, que quien tanta
envolvamos más este lienzo, despleguemos estas discreción tuvo en reprobar y resistir al vicio, no
labores, descubramos esta tabla, en que Dios sacó le faltase la divisa y símbolo de ella, sino que por
una imagen admirable y acabada de sus sobera- la buena mano del santo, que fué espejo de toda
nas maravillas. prudencia y discreción, miraculosamente la c o -
Proveyó miraculosamente san Honorato de pan brase.
á su ciudad, á los ciegos de vista, á los enfermos Otro hombre cortó las narices á su mujer por
de salud, y de vida á los difuntos; á las mujeres tener celos indiscretos de ella, y san Honorato se
estériles alcanzó fruto de bendición; echó muchas las restituyó, quedando pasmado el mundo de s e -
veces á los demonios de los cuerpos humanos; y mejantes maravillas; y fué muy conveniente tal
finalmente, por él hizo y hace Dios tantas y tan milagro, entre otras cosas, porque, según los a n -
grandes maravillas y milagros, que por esto con tiguos en sus jeroglíficos, que refiere Pierio Vale-
grande énfasis el Martirologio romano le llama riano, las narices simbolizan é indican el ánimo
ilustre en milagros, y su vida santísima, dice san prudente y sagaz, advertido en los peligros, y que
Hilario, que fué un continuo milagro. Referiré se repara con tiempo para no dar en ellos; cosa
aquí algunos, que autores muy graves y santos muy importante á todos, y particularmente á las
escribieron. casadas, como también el cuidar del buen olor de
En la ciudad de Arles hubo en sus tiempos mu- las virtudes ejemplares, y también, porque como
chísima hambre, y los ciudadanos le suplicaron dice Aristóteles, son las narices instrumento y ór-
que rogase á Dios por aquella gran necesidad. El gano del buen olor, que sube á la cabeza, y la
santo lo hizo, y mandó alistar todo el trigo que t e - conforta, convino que la buena casada tuviese
nían, y ponerle en un montón, y estando junto, aquello corporal, que del espiritual la recordase.
dióle su bendición, con la cual multiplicó tanto, A tantas y tan varias mujeres socorrió san Hono-
que llevándose cualquiera el trigo que había pues- rato, y alcanzó para sus necesidades y miserias
to, quedó harto para sustento de la ciudad y de grandes misericordias tan grandiosas del Señor,
todo el territorio por espacio de un año. que con razón le podríamos apellidar singular
El señor de Narbona alcanzó un hijo por las abogado de ellas; y es común opinión de hombres
oraciones de san Honorato; un día, yendo el m u - doctos, que han sido tantos y tan grandes los m i -
chacho caballero, derribóle el caballo, y le puso lagros de san Honorato, que referirlos todos en
un pie á los pechos, y otro sobre el rostro, y e s - particular sería nunca acabar. Y por ellos pode-
parcidos los sesos por el suelo le hizo pedazos. mos apellidarle Taumaturgo; es á saber: El obra-
Presentáronlo delante de san Honorato, el cual, dor de maravillas y milagros.
juntando los pedazos, le resucitó. A otros muer- Siendo san Honorato ya muy viejo, se le apare-
tos ha vuelto la vida este santo glorioso, con ció Jesucristo Señor nuestro, y díjole: Hijo mío
extraño y espantoso milagro. bendito, venid á poseer el reino de los cielos, que
Un hombre rico tenía escondida mucha mone- habéis ganado por los méritos de mi pasión, y dis-
da, y por no acordarse del lugar donde la había poned de vuestra casa, porque de aquí á treinta
puesto, no hallándola, pensó que su mujer la había días habéis de morir, y estaréis en compañía de
hurtado, y le dio por esto tantos palos que la dejó mis escogidos; y bendiciéndole, desapareció. En-
como muerta, y fuese con otra. Después apoderó- tonces el santo hizo gracias á Dios nuestro Señor
se el demonio de él, á cuya causa fué presentado de semejante visita, y fuese al monasterio de L i -
delante de san Honorato, el cual, como padre pia- rín, donde descubrió la revelación al abad Naza-
DÍA 16 ENERO 193
rio, y á san Hilario, discípulo suyo; y también les Los que allí estaban presentes vieron el alma
instruyó y enseñó más en el buen gobierno de su del santo prelado en figura de paloma resplande-
monasterio, y les hizo aquella fervorosa plática ó ciente, que al cielo iba subiendo, pues en vida
exhortación que refiere en su sermón el glorioso resplandecieron en ella las mayores propiedades
san Hilario: el cual, oyendo las palabras de san de paloma, que los doctores y santos padres d e s -
Honorato, lloró muy amargamente; pero el s a n - cribieron. Y san Hilario, llorando amargamente,
to le dijo que no llorase, porque aquello no era decia: «¡Oh san Pedro apóstol! ¿Por qué nos d e -
muerte en rigor, sino camino para ir á la deseada jáis? ¿Quién gobernará ahora el monasterio y
compañía de su santo hermano y de los otros san- monjes de Lirín, los cuales con gran diligencia
tos. Díjoles también muchas cosas que habían de habéis juntado ó informado?» Y de esta suerte por
suceder en el tiempo venidero en aquella isla de la muerte de su buen padre se estaba lamentando,
Lirín, hecha un lirio medicinal odorífero con la diciendo todos los presentes: «Bendito seáis vos,
fragancia celestial y divina de muchos varones Señor, que tanto honráis á vuestro santo;» y besá-
eminentes en santidad y doctrina, púrpura, pre- banle sus pies y sus vestidos.
lacia y mariirio, y con la suavidad y apacibilidad Los monjes del monasterio de Lirín, sabiendo
de maravillas que relata el venerable P. Vicente el día que había de morir, por haberles avisado
Barralio Salerno en un libro erudito que intitula de ello san Hilario, estaban aquel día muy llorosos
Chronologia sanctorum, et aliorum oirorum illus- delante del portal de la iglesia del santo monaste-
irium, ac abbatum sacra? insulce Lirinensis, impre- rio, y sintieron en el alto un trueno muy grande,
so en León año de 1613. Y por esmalte y corónide y vieron distintamente á san Honorato muy r e s -
preciosa de ella, pone un índice de tantos santos plandeciente, rodeado de estrellas, que al cielo
por todos los meses del año, que vienen á llenar iba subiendo.
el número de cuarenta y cuatro, que allí como Entonces llorando y dando voces, decían: «Padre
lirios divinos germinaron, y misteriosamente flo- piadoso, no nos dejéis desconsolados.» Paróse un
recieron, sin otros trece que en el calendario poco el santo y bendíjoles, y con voz alta y clara
último se añadieron. les dijo: «Yo seré siempre patrón fuerte y favore-
Recibió San Honorato muy devotamente los s a - cedor vuestro maravilloso, y de todos los que
cramentos santos de la Iglesia, como tan devoto están en la isla de Lirín.» Y dicho esto, entró en
de ellos y tan benemérito; y el día que. había de el cielo con gran júbilo y triunfo admirable.
morir, hizo venir delante de sí al clero y pueblo Fué su dichosa muerte á 14 de enero, cerca de
de la ciudad, y revelóles su muerte, exhortándo- los años de Cristo de 440, imperando Teodosio el
les que amasen á Dios y á su prójimo, y que tu- Menor, aunque el Martirologio le pone á 16 del
viesen perfecta caridad al arzobispo y prelado que mismo mes.
después de él había de regir. Oyendo esto el clero Ha hecho este glorioso santo también después
y pueblo, llorando muy amargamente y con gran- de su muerte muchos y grandes milagros, y de
des voces, le dijeron: «Padre piadoso, decidnos éstos referiré solamente algunos, porque escribir-
por vida vuestra á quién ha de dar Dios por arzo- los todos en particular seria imposible, como con
bispo de esta iglesia después de vuestro feliz trán- verdad el venerable P. Fr. Doménech lo testifica
sito al cielo, para que le enviemos á buscar luego en la Historia general de los cuerpos santos que
y quedemos algo consolados.» «Pasados trece días Cataluña goza.
de mi muerte, dijo el santo, Dios nuestro Señor Sabiendo cierto príncipe los milagros grandes
os dará prelado, que gobernará su pueblo como que por san Honorato obraba Dios nuestro Señor,
conviene.» Vistióse después los vestidos pontifica- deseando tener hijos, fué á Lirín con su mujer,
les, celebró misa al pueblo, y acabado el sacrificio para recabarles de la Majestad divina, valido de
púsose en oración muy fervorosa. la buena intercesión del santo. En el camino m u -
Después abrazó al que presidía entre los ecle- rió su esposa, y habiendo depositado su cadáver
siásticos, y luego al que gobernaba los monjes, y en un sepulcro, para llevárselo á su tierra á la
á la postre á san Hilario, que estaba llorando, y vuelta, prosiguió su peregrinación y devoción de
dióles á todos su santa bendición. Finalmente, visitar aquella isla Lirinense, que san Honorato
arrodillóse en el suelo, y luego vino un resplan- paró santificada, y volviéndose á su tierra, halló
dor grande que le cubrió, y de esta manera dio su á su mujer resucitada y viva; la cual testificó
ínclito y puro espíritu al divino Criador, que para como san Honorato la había llevado á la isla de
tanta gloria suya le había criado y prevenido con Lirín y que ella la había visitado como su marido,
tantas bendiciones de dulzura, para bien de i n n u - acompañándola el mismo santo. Certificó también
merables, y quiso que, pues fué u n dechado de Dios, que la había prometido que tendría hijos; y así
llevase aquella su librea de luz: Amictus lumine fué, cumpliendo el santo su palabra, y el mismo
sicut vestimento, como el profeta santo canta. año la buena señora parió un hijo muy hermoso.
TOMO I 2o
194 LA LEYENDA DE ORO DÍA 16
Cierto principe rogó á san Honorato que le al- cosechas, consuelo para sus duelos, remedio para
canzase de Dios hijos; hízolo el santo, pariéndole sus necesidades, y salud para sus enfermedades,
su mujer uno muy bello por su intercesión. Muer- como entre otros innumerables lo experimentó
ta después aquella su primera mujer, casó con bien mi padre, el cual, gravemente enfermo, había
otra, la cual tenía odio muy grande á su entenado, ya días que no podía comer bocado, y estando ya
y le acusó falsamente delante de su padre que la para rendir el alma, cobró con admirable presteza
quería hacer fuerza. Creyendo el caballero que la salud perfecta con la devota invocación de su
esto era verdad, mandó echar en el profundo grande santo: por lo cual, ofreció poner el nombre
del mar á su mismo hijo, con una gran piedra en del santo á cuantos hijos se dignaría darle Dios
el cuello. Ejecutóse el cruel mandato del filicida; nuestro Señor, y yo fui el inmediato que alcancé
pero san Honorato, que nunca falta á s u s devotos, patrón tan grande. Con cuyo santo cuerpo, y con
le conservó estando con el inocente allí en el pro- el brazo izquierdo del precursor de Cristo san
fundo de las aguas quince días, al cabo de los Juan Bautista, y con los cuerpos de las gloriosas
cuales, viviendo, quiso Dios viniese á entender el vírgenes y mártires santa Eulalia de Mérida y
padre cuan injustamente le había condenado á santa Julia, que posee y goza aquella villa fidelísi-
muerte por la persuasión inicua de su cruel mujer: ma, podemos decirle lo que san Juan Crisóstomo
y así acudiendo al mar le halló y sacó vivo del dijo de Roma: que por tener el cuerpo de san P a -
profundo, por la singular protección de san Hono- blo era más insigne que por. todas las otras cosas,
rato, y misericordia de Dios nuestro Señor, que aunque son tantas, tan grandiosas y lustrosas. Y
en sus santos es maravilloso, y singularmente en que, pues, como dice Berengosio abad, tienen con
éste, correspondiendo á sus servicios singulares, aquellas santas reliquias las prendas de la santa
tanto que por eso es apellidado oficina sagrada de esperanza, tendrán y gozarán los frutos de ella,
soberanas maravillas, superiores en número á las acudiendo siempre con la correspondencia muy
estrellas, y que á la prudente admiración fatigan, debida. (P. Ribadeneira.)
apuran el guarismo, y agotan á la diestra aritmé-
tica. Y, por ende, ¿quién no dirá que podríamos SAN FULGENCIO.—Cuéntase este santo entre los
con razón comparar á san Honorato con los após- prelados más sabios y virtuosos que ha tenido
toles y profetas, como compara san Basilio á san la Iglesia. Nació por los años 564 según unos, y
Gregorio Taumaturgo, obispo de Neocesarea? según otros por los de 556. Fué hermano de los
Es san Honorato abogado singular para el buen santos Leandro, Florentina é Isidoro, y dotado por
suceso de los pleitos, y para alcanzar de Dios Dios de disposiciones admirables, ya en el orden
nuestro Señor felices casamientos, y fruto de de la naturaleza, ya en el de la gracia, cumplió
bendición para los ya casados, para consuelo de exactamente los designios á que le destinara la
afligidos, y eficaz remedio para curar de todas Providencia. Dotado de un ingenio vivo, sólido,
enfermedades, y para hallar remedio en la muche- claro y penetrante, é instruido en las lenguas
dumbre varia y grande de miserias que en la m i - griega, hebrea, siriaca, itálica, gótica y latina,
serable vida de este mundo atropelladamente nos hizo tan extraordinarios progresos en las ciencias
embisten, y continuamente nos combaten. divinas y humanas, como lo acreditan los admi-
Pasados ya muchos centenares de años, fué rables escritos con que después ilustró el mundo.
trasladado el santo cuerpo del glorioso san Hono- Unida su ilustración á su fe católica, no cesó j a -
rato al ilustre y santo Monasterio de María S a n - más de clamar contra la herejía arriana, que t a n -
tísima del Carmen calzado, de la muy noble y tos estragos causaba en su tiempo, logrando en
fidelísima villa de Perpiñán, donde en arca de las frecuentes disputas que tuvo con los arrianos
plata y capilla propia y devota es muy venerado vencerlos y confundirlos vergonzosamente. M u -
de los fieles, queriendo el santo estar entre reli- chos fueron los trabajos que padeció Fulgencio,
giosos después de muerto, como cuando vivo. sufriendo de orden del rey el destierro; pero á pe-
Testifica la verdad que la Boca de Oro enseña, sar de su reclusión, no dejaba de amonestar de
que los cuerpos difuntos de los santos hacen lo palabra y por escrito á los católicos todos, que
mismo que ellos, cuando en este mundo estaban defendiesen, aunque fuera á costa de su sangre,
vivos, y en confirmación de la misma verdad, aquella verdad infalible, aquel dogma de fe, á s a -
como vivo obró san Honorato innumerables m a - ber, que el Hijo divino es consubstancial al Padre.
ravillas y milagros, obra lo mismo allí su santo Por orden de Recaredo, sucesor de Leovigildo,
cuerpo muerto, y manifiesta con cuánta verdad volvió á Sevilla Fulgencio, y después de haber
dijo san León, papa, que en los santos nos dio el pasado á Cartagena á fin de ayudar al obispo de
Señor ejemplo y presidio, y le tienen allí para aquella ciudad, que se hallaba imposibilitado de
todas sus necesidades, invocándole con el debido ejercer su ministerio, marchó á Écija, á fin de
modo, pues con este santo tienen agua para sus apaciguar las discordias que habían ocurrido por
DÍA 16 ENERO 195
las controversias con Pegasio. Consiguió Fulgen- ilustre; y desde niño mostró tanta afición á las
cio con su celo y saber la paz deseada, quedando cosas eclesiásticas, que siendo aún muyjoven era
creado obispo de aquella ciudad, que hoy día está ya maestro en doctrina y piedad, y fué elegido
reducida en arcedianato de la santa Iglesia de Se- obispo de Uderzo. Su episcopado fué corto, pero
villa. Desempeñó el ministerio episcopal como brilló con el resplandor de los más brillantes.
padre y pastor amante de su grey, dándole el Murió Ticiano en Uderzo, adonde acudieron sus
pasto espiritual y socorriéndole en sus necesida- padres de noche para robar su cuerpo y llevarlo
des corporales. Fulgencio no tenía otro objeto que á su patria Heraclea. Al amanecer del día s i -
el bien de la religión; así es que aplicado incesan- guiente el pueblo de Uderzo corrió armado al
temente al estudio, no sólo rebatió con su saber encuentro de aquéllos para rescatar las santas
las perversas doctrinas con las que intentaban reliquias; y al momento de irseá trabar pelea, por
pervertir á los fieles los enemigos declarados de ver quién se quedaría con el sagrado depósito,
la religión, sino que nos legó unos escritos tan aparecióseles un anciano, aconsejando á todos
llenos de erudición y de aquella gracia que derra- que colocasen el cuerpo de Ticiano en una bar-
ma el Espíritu Santo sobre los santos doctores de quilla, la cual abandonasen á la Providencia, s u -
la Iglesia, que son la admiración de ésta misma. jetándose de antemano al resultado que la prueba
Todo el tiempo de su vida la ocupó Fulgencio en daría. Hiciéronlo, en efecto: el anciano desapare-
la virtud y el estudio, hasta que, debilitándose su ció, y la navecilla entró sola por el río Livencio,
naturaleza, conoció que se acercaba el último de y al llegar frente á un lugar llamado Séptimo, se
sus días. San Braulio, obispo de Zaragoza, y Lau- paró; y, según se había convenido, levantóse en
reano, obispo gaditano, le asistieron en la hora este mismo sitio un templo en honor del santo.
de su muerte, que poco más ó menos acaeció el
año 630. SAN MELAS, OBISPO DE RINOCOLURA EN EGIPTO—Ha-
biendo sufrido el destierro y otros varios tormentos
SANTA PRISCILA—Es llamada también PRISCA, y bajo por la fe católica en tiempo del emperador Valen-
los dos nombres es muy conocida por el honroso te, y después de haber ejercitado todas las virtu-
recuerdo que de ella se hace en las Actas de los des episcopales, particularmente la mansedumbre
apóstoles y en las Epístolas de san Pablo. Era y la humildad, descansó en el Señor á principios
esposa de Aquila, célebres ambos por el celo del siglo V.
que manifestaron en favor de los progresos del
Evangelio. Los dos consortes vivían en Roma, SANFÜRSEO—Fué natural de las Galias, ó hijo
cuando el edicto de destierro publicado por el de padres piadosos, y tomó el hábito de san Be-
emperador Claudio contra los judíos les obligó á nito, que ilustró con su ejemplo y su ciencia. Por
retirarse á Corinto, donde tuvieron la dicha de los años 650 fué elegido abad de un monasterio
hospedar en su casa al apóstol san Pablo. Cuando de Inglaterra, que dirigió con singular prudencia:
éste se vio en la necesidad de huir de Corinto para marchóse luego al desierto, en el cual hizo por
escapar al furor de sus perseguidores, Prisca y espacio de algún tiempo vida eremítica, hasta
Aquila, exponiendo sus vidas, le pusieron en que elegido abad del monasterio de Perona en
salvo y le acompañaron hasta Efeso. Desde aquí Picardía, fué obligado á encargarse de aquel
se fueron otra vez á Roma, donde estaban cuando destino, en el cual murió el día 16 de enero del
san Pablo escribió su Epístola á los romanos, el año 653.
año 58 de Jesucristo. Pasado algún tiempo v o l -
vieron á Efeso, y permanecían aún en esta ciudad SAN HONORATO, ABAD—Fué natural de Samnos ó
al escribir el apóstol su segunda Epístola á Timo- hijo de un colono. Adelantó tanto en los caminos
teo; ignorándose las circunstancias posteriores de de la perfección evangélica desde sus primeros
su vida y el género de muerte que les cupo. Los años, que siendo aún de corta edad edificó en
griegos y los latinos celebran la memoria de estos Fundís un monasterio del cual fué superior, r e -
santos esposos, y hay en la Iglesia occidental la uniendo bajo su dirección más de doscientos
tradición de que san Pedro había consagrado un monjes en breve tiempo. El Señor lo distinguió
altar en su misma casa, tradición apoyada en estas con el don de milagros, y después de haber sido
palabras de san Pablo en el cap. XVI de su Epís- un verdadero modelo de vida espiritual y per-
tola á los romanos: Salutate Priscam et Aquilam fecta, descansó pacíficamente en el Señor, en me-
et domesticam ecclesiam eorum: Saludad á Prisca dio de sus amados discípulos, el día 16 de enero
y á Aquila, y a la iglesia que está en su casa. del año 552.

SAN TICIANO, OBISPO Y CONFESOR. —Nació este santo SAN ENRIQUE, ERMITAÑO Y CONFESOR—Fué noble, se
en Heraclea, del territorio de Venecia, de sangre hizo anacoreta, y murió en 1127.
196 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
éstas son palabras de san Agustín. Fué tan admi-
Día i? rable la vida de san Antonio, que fué tenido y
respetado como un hombre venido del cielo; tan
SAN ANTONIO, ABAD—Por el profeta Isaías prome- santa, que santificó los yermos y los desiertos; tan
tió Dios á su pueblo que repararía sus ruinas, y esclarecida, que su fama se derramó por todo el
que el desierto, que estaba lleno de espinas y mundo; tan espantosa para los demonios, que
abrojos, le convertiría en un jardín muy apacible oyendo su nombre daban bramidos y huían; tan
y deleitoso. Esta promesa del Señor se cumplió, provechosa y de tanta edificación para la Iglesia
cuando él, vestido de nuestra carne mortal, vino católica, que hasta hoy día la pone por espejo á
al mundo; el cual por los innumerables pecados todos sus hijos para que la imiten.
de los hombres y por la ceguedad abominable de Nació san Antonio en Egipto, en un pueblo lla-
la idolatría, en que vivían, estaba como un de- mado Coma, según Sozomeno, de nobles y ricos
sierto estéril; y por los merecimientos y ejemplos padres, los cuales lo criaron con tanto cuidado
de Jesucristo nuestro Redentor, se convirtió en que no conoció sino á sus padres y su propia casa;
un huerto hermosísimo, lleno de santísimos varo- y así su niñez y tierna edad fué muy diferente de
nes y de generosas plantas, entre los cuales fué la de los otros muchachos, porque desde niño fué
uno san Antonio el abad, padre, guía y maestro de muy compuesto y grave, y enemigo de juegos y
tantos monjes y siervos de Dios que florecieron parlerías, amigo de las iglesias y de oir cosas s a -
por su ejemplo en los desiertos de Egipto y de gradas, de comer poco y manjares groseros. M u -
Tebaida. De manera; que los mismos desiertos, rieron sus padres siendo ya de diez y ocho años,
en que antes no solían habitar sino bestias fieras, como dice san Atanasio, quedóle una hermana
después se trocaron en jardines deleitosos y fueron pequeña, tuvo necesidad de encargarse de ella y
un retrato del paraíso. La vida de san Antonio de su hacienda, hasta que, al cabo de seis meses,
escribió aquel gran doctor é invencible defensor un día comenzó á pensar como los cristianos de
de la Iglesia san Atanasio, obispo de Alejandría, la primitiva Iglesia, para seguir con menos emba-
el cual le dio dos capas ó mantos, y se precia de razo á Cristo nuestro Señor, vendían sus heredades
haber conocido á san Antonio, y, siendo aún y posesiones, y ponían el precio de ellas á los pies
muchacho, haberle servido y llevado agua m u - de los apóstoles, teniendo por favor de nuestro
chas veces: para que se vea la humildad de san Señor que se emplease en sustento de fieles. Y
Atanasio y la estima que tenía de san Antonio, entrando en la iglesia con este pensamiento, oyó
que fué tan grande, que él mismo dice que tenía que se leía aquel evangelio en que Cristo nuestro
por muy gran ganancia el sólo acordarse de Anto- Señor dijo á un mozo, que le preguntaba cómo
nio. Y el mismo san Atanasio, siendo perseguido podía ser perfecto: Si quieres ser perfecto, ve y
de los arrianos, fué á Roma al papa Julio, como vende todo lo que tienes, y dalo á los pobres; y si-
puerto seguro de la fe católica, y escribe san J e - gúeme, que asi hallarás tesoro en el cielo. Las
rónimo que llevó consigo la vida que había escri- cuales palabras tomó Antonio tan de veras, como
to de san Antonio, y que fué tanto lo que admiró si para él solo las hubiera dicho Cristo nuestro
y movió con ella, que muchas personas inflama- Señor: y volviendo á casa, dio á su hermana la
das del amor de Dios dieron de mano á los rega- parte de la hacienda que le cabía, y encomendóla
los y comodidades de esta vida y tomaron hábito á ciertas santas doncellas sus conocidas, y repar-
de monjes, para servir más perfectamente al tió á los pobres lo que le quedaba, y comenzó á
Señor; y que la primera que esto hizo fué Marce- vivir una vida austera y penitente.
la, matrona santa y nobilísima, tan alabada del No había en aquel tiempo tantos monasterios
mismo santo, y por su ejemplo los demás. El de monjes como después se fundaron, ni los d e -
mismo san Jerónimo tradujo de griego en latín la siertos estaban tan llenos de siervos de Dios como
vida de san Antonio, escrita por san Atanasio; después, por ejemplo de este gran padre, se pobla-
y san Agustín, de sólo haber oído referir algunas ron; solamente había por los campos algunos
cosas de ella, se encendió tanto en el deseo de ser- monjes, que vivían apartados unos de otros, y
vir á Dios, que volviéndose á Alipio, su grande entre ellos un viejo de santa vida, al cual princi-
amigo, y dando gritos, le dijo: «¿Qué es esto que palmente Antonio propuso imitar, aunque como
padecemos? ¿Qué es esto que habéis oído? Leván- abeja cuidadosa y solícita también iba á visitar á
tanse los indoctos y arrebatan el cielo; y nosotros los santos monjes, para coger de todos, como de
con nuestras doctrinas, faltos de corazón, anda- flores, con qué labrar la miel de su devoción, y
mos sumidos debajo de las ondas de nuestra car- llenar la colmena de su corazón, aprendiendo de
ne y sangre. ¿Por ventura, porque ellos van uno la paciencia, de otro la obediencia, de éste el
delante, tenemos vergüenza de seguirlos, y no te- ayuno, de aquél el silencio, del devoto la oración,
nemos vergüenza siquiera de no seguirlos?» Todas del humilde el menosprecio de sí mismo, del p e -
DÍA 17 ENERO 197
nitente la aspereza, del manso la blandura, y, final- entrada al enemigo, antes acrecentaba más su
mente, sacando en sí un perfectísimo retrato de ánimo y constancia con las duras batallas y peleas,
todas las virtudes que veía en los otros. Trabajaba las cuales, aunque los hombres no las veían,
con sus manos para ganar su pobre comida, y veíalas el Señor y asistía á su soldado. Poníale
tomó tan á pechos el estudio de la perfección, el demonio delante, como cebo, los apetitos blan-
que en poco tiempo se derramó por toda aquella dos y deleitosos de la carne; pero él, con el escudo
tierra la fama de su santidad, y todos aquellos de la fe, con ayunos y vigilias domaba su carne, y
monjes, que vivían por aquellos campos cerca y de ellos se defendía. Aparecióle algunas veces en fi-
lejos de él, le amaban y trataban unos como á pa- gura de una doncella sobremanera hermosa y lasci-
dre, otros como á hijo; pero el demonio, temien- va, para provocarle á mal; y él, acordándose del fue-
do que de tan grandes y gloriosos principios había go infernal, del gusano roedor, de las tinieblas per-
de resultar algún gran daño suyo, determinó asal- petuas, y de la .desesperación y confusión eterna
tar al santo mozo, y hacerle guerra con fuerza de los que sueltan la rienda á los apetitos bestia-
y con maña. «Al fin ¿qué harás, le decía el les, fácilmente desechaba y vencía aquellas sucias
demonio, aquí apartado? Tú has dejado con poco representaciones. Procuraba el enemigo hacerle
consejo tu hacienda, por hacer espuertas, y con andar por el camino deleznable y peligroso de
el sudor de tu rostro ganar un pedazo de pan, la juventud; mas él, considerando aquel terrible
que comas. ¿Cuánto mejor fuera gozar de lo que juicio que está aparejado para los malos, refre-
Dios te había dado y tus padres te dejaron, y naba sus sentidos, y salía vencedor de todas las
vivir con los otros caballeros tus iguales, que tentaciones del enemigo. Con estas armas peleó
estar solitario en esta choza hedionda y vil, con y venció Antonio al demonio, el cual, corrido y
peligro de tu salud y de tu vida? ¿Piensas, por ven- confuso por ver que habiendo él tenido ánimo
tura, que has acertado en dejar aquella tu pobre para pelear con Dios, era vencido de un hombre,
hermana en manos de quien Dios sabe, sin pensar se embraveció, y determinó mostrarse á Antonio
que de cualquier daño ó afrenta que á ella le v e n - tan oscuro y feo en la vista, como en las batallas
ga, Dios te ha de pedir la cuenta á ti? Ten por pasadas s e había mostrado fiero y malicioso.
cierto que las lágrimas de ella subirán al cielo y Tomó, pues, la figura de un muchacho negro,
darán voces contra ti. Harto mejor fuera que lo feo, requemado y asqueroso, y echóse á los pies
que diste á los pobres se lo dejaras á ella; porque de Antonio, dando gritos con voz humana, y di-
con ello hallara un esposo igual á su nobleza, que ciendo: «A muchos he engañado, á muchos gran-
la amparase y defendiese. Quizá es maltratada de des hombres he derribado; pero de ti me hallo ven-
sus compañeras, y llora tu crueldad y su desven- cido.» Quiso el maligno desvanecer por vanagloria
tura. Vuelve á tomar el cuidado de aquélla, á al que no había podido ablandar con deleites, ni
quien por todas las leyes divinas y humanas d e - espantar con amenazas; mas Antonio, que no
bes amparar, y hazlo presto, porque si tardas, lo fiaba en sí ni estaba fundado sobre arena, sino
que ahora se atribuirá á tu poca edad y experien- sobre Dios, como sobre viva y fuerte peña, no
cia, después se echará á liviandad y poco seso, hizo caso de este golpe que le tiró el enemigo,
especialmente que tu delicada complexión no antes le preguntó: «¿Quién eres?» Y él respondió:
podrá llevar carga tan pesada, y, ó morirás, sien- «Yo soy amigo de la deshonestidad: yo soy el que
do homicida de ti mismo, ó vencido del trabajo atizo el fuego de la concupiscencia, é inflamo los
y de las grandes dificultades de esta manera de corazones de los mozos y de los viejos, de los
vida, la dejarás con escarnio y risa de la gente.» hombres y de las mujeres, á toda torpeza y car-
Resistió el santo mozo á estos fieros golpes con el nalidad, y por esto me llamo espíritu de la forni-
escudo de la oración; pero viendo el demonio que cación. ¿Cuántos que tenían propósito de vivir
esta batería no le sucedía bien, acometióle por castamente no le guardaron por mi persuasión?
otra parte, despertando en él, con los pensamien- ¿Cuántos, habiendo comenzado bien, acabaron
tos y movimientos sensuales, grandes alteracio- mal, y después de muchas victorias que tuvieron
nes, y con las llamas de los apetitos libidinosos de su carne, se rindieron y sujetaron á ella? Yo
un incendio infernal, que no se podía apagar sino soy el que muchas veces te he tentado; pero
con un rocío del cielo. Y para que se hallase siempre he quedado vencido.» Enternecióse An-
apretado y combatido por todas partes, también tonio, considerando su flaqueza y la fortaleza de
le molestaba y le afligía las noches con voces, Dios, y haciéndole muchas gracias con humilde
gritos, y alaridos horribles, juntando el deleite con reconocimiento por el favor que le había dado,
el espanto, y los halagos con las amenazas, y la tomó más coraje contra el enemigo, y le dijo: «Por
blandura de la carne con el tormento del espíritu. cierto que tú debes de ser una cosa muy despre-
Mas Antonio, armado con la gracia y favor de ciada y vil, pues confiesas ser vencido de un mozo
Dios, estaba fuerte como una roca, y no daba tan flaco y de tan poca edad como yo; y tu misma
198 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 17
figura de muchacho y tu oscuridad lo testifican. decía: «¿Habéis visto cómo no se ha dejado vencer,
Ya yo no te temo: pelea contra mí con todas tus ni del espíritu de la fornicación, ni de las heridas
fuerzas é ingenios, que el Señor, que hasta ahora que le habernos dado, antes como vencedor hace
me ha defendido, también de aquí adelante me burla de nosotros, y nos desafía? Tomad, tomad
defenderá.» Y diciendo esto, comenzó á cantar las armas, y demos sobre él con mayor ímpetu y
aquel verso del salmo: El Señor es en mi favor, y furor; sienta el necio con quién se toma.» A esta
yo haré burla de mis enemigos: y á esta voz el voz se estremeció todo el edificio, y las paredes
demonio desapareció, y Antonio, como vencedor, se abrieron, y salieron aquellos infernales m o n s -
quedó señor del campo, aunque no por eso d e s - truos en campo contra Antonio, tomando, para
cuidado, ni menos apercibido, porque sabía que más espantarle, varias y horribles figuras de l e o -
su enemigo suele cobrar nuevas fuerzas y nuevos nes, de toros, de lobos, de áspides, de serpientes,
bríos, y que no hay perfecta victoria y seguridad de escorpiones, de onzas y osos y otras bestias
en esta vida. Por esto se determinó á darse una fieras, dando cada una sus bramidos y sus voces,
vida más áspera y dura, y así comenzó á m a c e - conforme á su naturaleza de figura: acométenle
rar su cuerpo y afligirse más, pareciéndole que con su vista espantosa, con sus garras, con sus
no había comenzado. Estaba toda la noche en dientes, con sus cuernos, hacen presa en él d e s -
oración, comía un poco de pan con sal, y -bebía pedazando sus carnes con un dolor terribilísimo;
agua, y esto puesto el sol, una vez cada día, y y el valeroso é invencible soldado de Cristo estaba
algunas veces se pasaban dos y tres días sin intrépido, puestos los ojos y el corazón en Dios, y
comer un bocado. Dormía cuando la necesidad haciendo burla de sus enemigos, les decía: «Muy
y la flaqueza de la naturaleza le forzaban, tendido flacos y cobardes debéis de ser, pues venís tantos
en el suelo, ó sobre unos juncos, y vestido de contra uno solo. ¿No puede uno de vosotros pelear
cilicio. Nunca se acordaba de lo que había hecho, con un hombrecillo?¿Cómo os habéis transforma-
sino de lo que le faltaba por hacer, ni de lo pasa- do en bestias fieras? ¿Dónde está aquella cara a n -
do, sino de lo presente, á imitación del profeta gélica que teníades? Ea: ¿qué hacéis? ¿Por qué
Elias, que decía: Vive el Señor en cuyo acata- tardáis? Si me podéis tragar, tragadme; si no
miento hoy estoy: y ponderaba mucho, como dice podéis, ¿por qué emprendéis cosa á vosotros impo-
san Atanasio, el decir el profeta, hoy, como quien sible?» En esto vio resplandecer sobre si y en todo
estaba olvidado de lo pasado, y sólo miraba cómo aquel aposento una luz del cielo tan esclarecida,
había aquel día de servir al Señor, que tenía pre- que luego se deshizo toda aquella oscuridad, y
sente. Queriendo, pues, de nuevo san Antonio desapareció aquella cuadrilla de monstruos infer-
entrar en campo y lidiar con su enemigo, se entró nales, y Antonio se halló sano, y el edificio repa-
en una cueva cerca de una sepultura, adonde rado: y conociendo que el Señor le venía á visitar,
á sus tiempos un conocido suyo le traía lo que dando un amoroso y profundo suspiro, dijo: «¿En
precisamente era necesario para sustentarse; mas dónde estabas, buen Jesús? ¿En dónde estabas?
temiendo el demonio lo que sucedió, que por ejem- ¿Por qué no viniste antes, y te hallaste en mi
plo de Antonio aquellos desiertos habían de ser pelea para favorecerme y sanar mis llagas?» A
poblados de ángeles vestidos de carne, convocó esta amorosa queja respondió el Señor: Antonio,
sus infernales ministros, y azotóle y maltratóle aquí estaba y he visto tus batallas y te he dejado
de tal manera, que le dejó sin sentido, sin voz, azotar para sanarte, abatir para levantarte, y afli-
y casi sin vida. Fueron los golpes y las heridas gir para consolarte. Como buen soldado has pe-
que le dieron tan crueles y dolorosas, que el leado; no temas de aquí adelante á tus enemigos,
mismo santo después decía que ningún tormen- que yo te ayudaré y te haré famoso en el mundo.
to de los de acá se le podía comparar; mas no por Con estas solas palabras se halló con más vigor y
esto desmayó Antonio, ni dejó su puesto, antes fuerzas Antonio que nunca, y á la sazón era de
habiéndole hallado su ministro casi muerto, y lle- edad de treinta y cinco años. Mas porque nuestro
vándole á la aldea para curarle, volviendo el santo Señor quería hacer á san Antonio guía y maestro
en sí, le rogó que le tornase adonde le había halla- de innumerables monjes y fundador de muchos
do, y estando allí, sin poderse mover por las heri- monasterios, y que abriese el camino á los santos
das, desafiaba á los demonios, diciendo: «Aquí ermitaños y anacoretas ó moradores de los desier-
estoy, yo soy Antonio; no huyo; no me escondo; tos, inspiróle que se entrase y habitase en el
haced de mí lo que podéis, que vuestra violencia yermo, y con su vida moviese á los otros á seguir-
no me podrá apartar de Cristo.» Y cantaba aquel le, como lo hizo. Pero viendo el demonio el pro-
verso del salmo: Por más que me cerquen los reales pósito de Antonio, y no osando ya acometerle
y ejércitos de mis enemigos, no temerá mi corazón. descubiertamente con violencia, usando de sus
Oyendo esto aquel dragón infernal, espantado y artes y embustes, echó en el camino una pieza
confuso, llamando á los otros sus compañeros, les grande de plata para tentarle de codicia, y tener
DÍA 17 ENERO 199
ocasión de pasar más adelante con su engaño. taciones y peleas. Espantáronse todos cuando le
Paróse san Antonio, y mirando el vaso de plata, vieron, porque pensaban que con la sombra y
luego conoció el artificio del enemigo, y que no oscuridad de aquel escondrijo lóbrego, y con el
podía ser perdido, porque su dueño en aquel d e - rigor de tan áspera vida, ó sería muerto, ó muy
sierto le hubiera buscado y hallado, ni puesto de cerca de ello. Pero conocieron que aquélla era
industria, porque aquel camino no era pasajero, singular obra del Señor, que sustenta á sus sier-
ni se veían pisadas de hombres ni de bestias; y vos con lo que es servido, y con el vigor de su
asi, mirando con ojos severos y graves la plata, celestial espíritu hace que la carne, no solamen-
dijo al demonio: «Esta plata desaparezca contigo, te no se enflaquezca, pero cobre fuerzas y sea
¡oh enemigo infernal!» Y á esta voz la plata súbi- robusta. F u é tanto lo que san Antonio admiró y
tamente desapareció como humo, y el santo siguió movió con la santidad y novedad de su vida,
su camino. Otra vez vio en el mismo camino una que desde aquel rincón, donde estaba, se divulgó
cantidad de oro, y dice san Atanasio que fué v e r - por todo el mundo la fama de su nombre, y pene-
dadero oro, y que no se sabía si el demonio se lo tró hasta África, España, Francia, Italia y á
había arrojado para tentarle, ó Dios nuestro Señor otras provincias más apartadas y remotas; y á su
para probarle; mas, de cualquiera manera que ello imitación comenzaron á venir á él bandadas de
fuese, en viendo el oro Antonio, echó á huir hasta hombres heridos del amor de Dios, y menospre-
llegar al monte, en el cual halló un castillo solo y ciadores de la tierra, para ser doctrinados de él
desamparado y en él gran copia de serpientes y y seguir sus pisadas y vivir debajo de su santa
fieras, que allí tenían sus cuevas. En este castillo institución, y á esta causa se fundaron muchos
hizo san Antonio su asiento y morada, y luego monasterios y se poblaron los desiertos de suerte
todas aquellas bestias fieras y serpientes huyeron que por la muchedumbre de los monjes parecían
de allí, y él quedó acompañado de los ángeles y ciudades muy populosas, habitadas de ciudadanos
del Rey de los ángeles, que le había llevado. del cielo, á los cuales san Antonio iba delante con
Veinte años estuvo encerrado en una cueva de su ejemplo, y confortaba con sus amonestaciones
aquel castillo sin ver á nadie, ni ser visto de nadie, y palabras suavísimas. Decíales que en la vida es-
ni aun de un ministro suyo que dos veces cada piritual no hay cosa más importante que el persua-
año le llevaba un poco de pan y agua para su sus- dirse el religioso que siempre comienza; que en
tento y se lo echaba por una lumbrera. Venían cualquier lugar se puede hallar el paraíso, si el
muchos á la cueva, unos por verle, por la fama corazón está fijo con Dios; que los demonios tie-
grande de santidad, otros por consejo, otros por nen miedo á las oraciones, vigilias y penitencias
remedio de sus enfermedades, y otros por males; de los siervos de Dios, y más á la pobreza volun-
y aunque á todos consolaba, no abría la puerta á taria y á la humildad, al menosprecio del mundo,
ninguno ni se dejaba ver. Mientras que estaban á á la caridad y al saber refrenar su ira; porque
la puerta, oían no pocas veces unas como voces con estas virtudes se pisa y quebranta la cabeza
de gente que reñía y decía: «¿Para qué entraste á la serpiente. Enseñábales que las verdaderas
en nuestra casa? ¿Qué tienes tú que hacer en este armas para pelear con el demonio son la fe viva
desierto? Pártete de nuestro término; porque no y la vida pura; que acá el que compra, da el justo
podrás morar aquí, ni resistirá nuestras fuerzas.» precio de lo que compra al que vende; mas que
Los que esto oían, al principio pensaban que el cielo se compra muy barato, y por mucho m e -
aquellas voces eran de hombres que habían entra- nos de lo que vale, pues todos los dolores y tra-
do donde estaba san Antonio; y después entendie- bajos de esta vida, aunque se estiren á ochenta
ron que eran quejas de los demonios contra el y cien años, son momentáneos, y la bienaventu-
santo, y despavoridos y asombrados le rogaban ranza, que por ellos se nos da, no tiene fin: que
que los ayudase, y con sus oraciones los defendie- ninguno, por mucho que deje para servir á D i o s ,
se; y él los animaba y esforzaba, y exhortaba á piense que es algo lo que deja, aunque fuese señor
que se santiguasen, y armados con la señal de la de todo el mundo; porque toda la tierra, respecto
cruz no temiesen al demonio, que fué vencido y de lo del cielo, es como un punto, y lo que el
desterrado del mundo por ella. Al cabo de los hombre deja, al fin quiera ó no quiera, lo ha de
veinte años fueron tantos los que cargaron de él, dejar, y que no es mucho que deje antes de la
y le importunaron que saliese de aquel su e n c e - muerte lo que no puede llevar consigo; que á la
rramiento, que se determinó á salir, y salió como manera que el que sirve al rey no se excusa de
si saliera del paraíso. Tenía el rostro alegre, el hacer lo que le mandan, con decir que es mucho
aspecto grave, las palabras dulces, el color vivo, lo que ha servido; así el verdadero siervo de Dios
las fuerzas enteras, sin que la penitencia tan larga no mira lo que ha hecho, sino lo que queda por
y áspera le hubiese enflaquecido, ni trocado el hacer, para agradar al Señor; que el galardón
color, ni deshecho su cuerpo las grandes ten- no se da al que comenzó bien, sino al que acabó
200 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
bien; que para desechar la pereza, el mejor m e - no caer, aprovecha mucho el descubrir caídas á
dio es tener siempre presente la incertidumbre sus hermanos, y con la vergüenza pública y m a -
de esta vida, y por la noche no esperar la mañana, nifestación de su pecado, guardarse de pecar. Y
y por el día no esperar la noche; que la virtud no en una junta que tuvo san Antonio con sus m o n -
es tan dificultosa como parece; que los demonios jes, en que se trató de la excelencia de la virtud,
tienen odio cruel contra todos los cristianos, y y cuál de las virtudes era más aventajada sobre
mayor contra los religiosos y vírgenes, y usan de las otras y más necesaria para el monje, dando
muchas artes y engaños, y toman ya figura de algunos el primer lugar á la penitencia, con que
lobo, ya de vulpeja, unas veces de cordero, y se mortifica la carne, otros á la soledad y silen-
otras de león; pero que todas sus artes y embus- cio, con que se cortan las ocasiones decaer, otros
tes se deshacen con la desconfianza que tiene á la misericordia, á quien el día del juicio pro-
el buen religioso de sí, y confianza en Cristo, mete el Señor la retribución eterna, y otros á
el cual los desarmó en la cruz, y les quitó las otras virtudes; san Antonio, como más ejercitado,
fuerzas, si nosotros por nuestra culpa no nos vol- dio el más alto y primer lugar á la discreción,
vemos á entregar en sus manos. Y á este propó- como á guía y maestra de todas las otras, y sin la
sito les contó que una vez el demonio había lla- cual la vida espiritual es ciega, desconcertada y
mado á la puerta del monasterio, y que él salió á desproveída. Con éstos y con otros semejantes
ver quién llamaba, y vio un hombre de extraña consejos instruía san Antonio.en la vida religiosa
estatura, que llegaba con la cabeza al cielo, al y perfecta á sus monjes, y con sus palabras en-
cual preguntó quién era, y él respondió: «Yo soy cendidas los inflamaba al menosprecio de todas
Satanás;»y él le dijo: «Pues ¿qué quieres aquí?» Y las cosas visibles y al amor de Dios; y como ellos
él respondió: «Querría saber por qué no solamen- estaban dispuestos á guisa de una tierra fértil y
te los monjes, sino también todos los cristianos bien cultivada, la semilla de esta celestial doctri-
me maldicen, porque á cualquier desgracia luego na daba copioso fruto y colmada cosecha: y así,
dicen: ¡Oh maldito sea el diablo!» Y que el santo estaban aquellos montes llenos de coros de s a n -
le dijo, que con mucha razón lo hacían, porque tos monjes, que leían, oraban, cantab.an, llora-
los tentaba y les armaba lazos, é inducía á pecar. ban y se afligían por sus pecados y por los del
Y á esto el demonio respondió que él no tenía cul- mundo, y representaban á los que los veían una
pa en las culpas de los hombres, sino ellos mis- viva imagen y perfecto retrato del cielo; porque
mos, que se hacen la guerra y buscan las ocasio- había entre ellos suma paz y concordia, sin am-
nes para pecar; porque ya él, después que se hizo bición, sin envidia, sin murmuración, sin repren-
Dios hombre, no tenía fuerzas, ni armas, ni c i u - sión de nadie, y con perpetuo olvido de la tierra
dades; y que hasta de los desiertos, por los m o n - y continua meditación del cielo. No le pareció
jes que moran en ellos, ha sido desterrado; y así, á san Antonio, con vivir en la tierra como un á n -
que los hombres se deben quejar de sí en sus gel del cielo y ser padre de tantos y tan perfec-
caídas, y no de él, que no les tiene culpa. Por lo tos hijos, que había hecho nada, si no moría por
cual dijo Antonio, que había hecho gracias á Jesu- Cristo y daba su sangre por su santísima fe. Y
cristo que le venció y le forzó á decir esta verdad, como en su tiempo por la persecución de Maxi-
siendo padre de mentiras; y en oyendo el demonio miano muchos cristianos fuesen presos y ator-
el nombre de Jesucristo, luego desapareció. Entre mentados y llevados á Alejandría para ser ajusti-
los otros documentos avisaba á los monjes que ciados, encendido de un gran deseo del martirio,
no fuesen curiosos en querer saber las cosas fu- se fué á Alejandría para morir con ellos, si Dios
turas, porque muchos por esta curiosidad habían le hiciese tanta merced, ó servir á los que morían
sido engañados; que tuviesen más cuenta con y ayudarlos á morir. Ya era mártir en el deseo,
vivir bien, que con hacer milagros, y que el que y para serlo con la obra, servía á los cristianos
los hiciera no se desvaneciese en más por ello, encarcelados, acompañábalos cuando eran pre-
ni menospreciase al que no los hace; porque los sentados delante de los jueces, animábalos en los
milagros son don de Dios y propio de su misericor- tormentos, y hasta en el mismo lugar del suplicio
dia y no de nuestra miseria, y siempre el hacerlos se hallaba con ellos, para que le cupiese tan dicho-
es señal cierta de serle agradable el que los hace; sa suerte, y pudiese tenerles compañía, gozándose
que la más fuerte arma para vencer al enemigo de la gloria de los que habían vencido, como si él
es la alegría y gozo espiritual del alma, que fuese el vencedor. Perseveró tanto en este piado-
siempre tiene Dios delante; porque con aquella so oficio, que el juez, aunque no se atrevió aechar-
luz desaparecen las tinieblas y se resuelven como le mano, mandó que todos los monjes saliesen de
humo las tentaciones de Satanás; que debemos la ciudad, y escondiéndose los demás, san Anto-
tener siempre delante de los ojos los ejemplos de nio al día siguiente, vestido de su ropa lavada y
los santos, para incitarnos á la virtud; que para blanca, para ser más visto y notado, se puso en
DÍA 17 ENERO 201
un lugar público y alto, muriendo porque no m o - ellas, les dijo á todas: «¿Por qué me hacéis daño,
ría por Cristo. Mas el Señor, que se quería servir pues yo no le hago á vosotras? Partios de aquí, y
de él para padre y maestro de innumerables mon- mirad que os mando que no volváis más á este
jes, y para que los desiertos se convirtiesen en lugar.» El santo lo dijo, y ellas obedecieron como
paraíso, no quiso se acabase con la espada la vida á mandato de Dios. Otra vez el demonio, para
del que la había de dar á tantos. Volvióse á su espantarle, juntó de noche grandes manadas de
monasterio luego que cesó aquella tempestad y bestias fieras, y estando san Antonio en oración,
tuvo alguna paz la Iglesia; y como si entonces se las puso delante, como que querían despeda-
comenzara á servir á Dios, así ayunaba, oraba y zarle, y él, como quien tan bien sabía la astucia
velaba, vestido siempre de cilicio, procurando ser de Satanás, les dijo: «Si Dios os ha dado alguna
toda la vida mártir, pues no había merecido el potestad sobre mí, aquí estoy: tragadme; mas si
martirio. Encerróse de nuevo en su monasterio, habéis venido por instinto del común enemigo,
sin dejarse ver de nadie, y allí obraba grandísimos partios luego de aquí, porque yo soy siervo de
milagros y maravillas, y la mayor de todas era su Jesucristo.» Y diciendo esto, no se vieron más.
humildad, con la cual estaba tan fundado en su Otra vez á la hora nona antes de comer, san A n -
propio conocimiento, que cuanto el Señor más le tonio se puso en oración, y fué arrebatado en
levantaba y hacía glorioso, tanto más él se abatía espíritu, y le pareció que los ángeles le llevaban
y aniquilaba, dando la gloria á cuyo era, y á sí la al cielo, y que los demonios se le ponían delante
confusión. No se puede fácilmente creer la multi- para estorbarlo, y que preguntando los ángeles á
tud, grandeza y utilidad de los milagros que Dios los demonios la causa por que le querían impedir
hizo por san Antonio en todo género de enfer- que no subiese al cielo, pues no tenía pecados que
medades y males, y particularmente contra los se lo estorbasen, ellos le comenzaron á acusar de
demonios, sobre los cuales, como victorioso y todo el mal que había hecho desde el día de su
triunfador, tuvo tan gran señorío é imperio, que nacimiento: y como los ángeles dijesen que ya
bastaba su solo nombre para atormentarlos y aquellos pecados estaban purgados y perdonados
echarlos de los cuerpos. Pero temiendo él que con la penitencia, y que alegasen lo que tenían
estas tantas y tan insignes obras, que Dios obraba contra Antonio después que se había hecho monje
por él, fuesen causa de que, ó él se desvaneciese, y consagrádose al Señor, por mucho que ellos
ó que los otros pensasen de él que era lo que no quisieron mentir, no hallaron cosa que le estor-
era, y le honrasen más de lo que merecía, se base el paso; pero cuando el santo volvió en sí,
determinó á huir, é irse á la superior Tebaida, no comió bocado, y estuvo toda aquella noche
donde ninguno le conociese, y tomando algún pan, gimiendo y llorando la miseria y olvido de los
se partió: y estando á la ribera de un río aguar- hombres, que teniendo tantos y tan fuertes e n e -
dando la barca para pasarle, oyó una voz, que le migos contra sí, viven tan descuidados como si
dijo: «Antonio: ¿adonde vas, y por qué?» Y él no tuviesen ninguno. Y no es desemejante á ésta
respondió con gran seguridad: «Voy á la superior otra visión que tuvo. Oyó de noche una voz que
Tebaida, porque la gente me quita mi quietud, y le llamaba y decía: «Antonio, levántate, sal fuera
me pide cosas que son sobre mis fuerzas;» y por y verás.» Levantóse, y vio una fantasma como de
aviso de la misma voz dejó aquel camino, y se hombre grande y terrible, que con la cabeza l l e -
entró por aquel desierto, camino de tres días, has- gaba hasta las nubes, el cual extendía las m a -
ta llegar á la falda de un monte alto, que tenía nos para detener á algunos que con alas subían
una fuente y algunas palmas en un campo que al cielo, de los cuales á unos cogía y daba con
rodeaba el monte. En este lugar hizo su asiento ellos en el suelo, y otros se le escapaban y subían
como en un lugar señalado de Dios. Mas luego al cielo sin poderlo estorbar. Tras esto oyó una
que los monjes supieron dónde estaba, enviábanle, voz que le dijo: «Considera bien lo que ves;» y
como buenos hijos, de comer, con mucho trabajo alumbrándole Dios, entendió que aquellos que
de los que lo llevaban; y el santo padre, para subían eran las almas de los hombres, y que el
quitarles este trabajo y cuidado, sembró una parte demonio procuraba estorbarles la subida, preva-
de aquel campo, que se podía regar, y cogía su leciendo contra las de los pecadores, y no t e -
pan con gran gusto y contentamiento, porque niendo fuerza contra las de los santos. Todas
vivía'del trabajo de sus manos en aquel desierto, estas tentaciones y visiones servían á Antonio de
sin pesadumbre de nadie; y porque comenzaron nuevos incentivos y estímulos, para crecer más
á venir muchos huéspedes á buscarle, para r e - en el amor y temor santo del Señor. Fué tan
frigerio de los que venían, plantó en un huerteci- compasivo y de tan tierno corazón, que cuando
11o algunas yerbas que darles. Vinieron algunas algún pobre era oprimido y no podía alcanzar
bestias á pacer la hortaliza que el santo con tanto su justicia, le defendía tan de veras, como si á
trabajo suyo había cultivado, y tomando una de él mismo le hiciesen aquel agravio. En la h o -
TOMO i
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202 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
nestidad más parecía ángel que hombre. Fué cería después con mayor prosperidad y gloria que
san Antonio de muy amable y apacible condición, antes: y así lo contó el mismo santo padre á sus
manso sobremanera, humildísimo por extremo: hijos, que lloraban amargamente por ver las
en la oración fué tan absorto y arrebatado, que lágrimas de su padre, y se consolaron con su
se le pasaban las noches de claro en claro puesto consuelo.
de rodillas, y cuando se ponía el sol, le hería en En esta misma persecución de los arrianos,
las espaldas, y cuando se levantaba por la maña- siendo llamado de san Atanasio, fué á Alejandría,
na siguiente, le daba en los ojos; y él se quejaba para oponerse al furor de los herejes, y conso-
del sol, porque le quitaba su dulzura y el descanso lar y animar á los católicos afligidos; y (como
de su corazón, y decía: «¡Oh sol! ¿Por qué con tu escribe el mismo san Atanasio) fué maravilloso
luz me quitas la claridad de la verdadera y s e m - el fruto que sacó el Señor de la predicación de
piterna lumbre?» En la penitencia fué tan rigu- su siervo Antonio. En aquella coyuntura quedaron
roso, que no parecía de hueso y carne. En la for- confusos y atónitos los enemigos de la verdad, y
taleza tan invencible, que no sólo no se espantaba los hijos de la Iglesia católica alegres y esforza-
de los demonios, mas él les era terror y espanto. dos, y los gentiles admirados del ingenio y de las
Tenia el rostro siempre muy alegre y sereno, y razones tan profundas y sólidas de Antonio, para
con un mismo semblante; porque ni las cosas confirmar y probar lo que quería; porque aunque
prósperas le levantaban, ni las adversas le aba- no había estudiado ni revuelto los libros de los
tían; y los que nunca le habían visto, aunque le filósofos y sabios del mundo, había sido enseñado
viesen entre otros muchos monjes, le conocían interiormente del Señor, ó ilustrado de la verda-
sin que ninguno se le mostrase, y se iban á él, y dera y celestial sabiduría, á la cual no podía resis-
de aquel semblante que resplandecía de fuera, tir la vana filosofía del mundo: y así se vio en las
barruntaban la gran pureza de su alma. Tuvo disputas que muchas veces tuvo con grandes filó-
grandísimo respeto á todos los clérigos, y se sofos (los cuales vinieron é él para hacer burla de
arrodillaba, é inclinaba su cabeza á los sacerdo- su simplicidad é ignorancia), que los convirtió y
tes y obispos para que le bendijesen. Huía el los hizo callar, de manera, que no tuvieron qué
trato de todos los que estaban apartados de la responder al Espíritu divino que hablaba en A n -
Iglesia, y enseñaba que el verdadero católico los tonio. Cuando esta vez fué san Antonio á Alejan-
debe aborrecer y huir más que á las serpientes dría, le vino á ver, como escribe san Jerónimo,
venenosas; y el mismo santo los aborrecía y se Dídimo, varón sapientísimo, y tenido por un m i -
oponía á su impiedad y furor. Una vez escribió á lagro de sabiduría en aquellos tiempos; el cual,
un falso obispo arriano, llamado Gregorio, que siendo ciego, había aprendido perfectamente aque-
perseguía con increíble crueldad á los católicos; llas ciencias que sin ojos no se pueden bien apren-
ó (como se dice en su vida) á un capitán llamado der; y tratando los dos de la sagrada Escritura,
Blacio, que se fuese á la mano, porque la ira de preguntó familiarmente san Antonio á Dídimo, si
Dios estaba cerca, y venía sobre él, si no se le daba pena el verse ciego; y como Dídimo se
enmendaba. Hizo burla el hereje de la carta del empachase y no le respondiese, al fin tanto le
santo, arrojóla al suelo, escupióla y pisóla, y apretó san Antonio, que llanamente le confesó que
dentro de muy pocos días un caballo manso le dio su ceguedad le afligía. Entonces san Antonio amo-
un bocado en el muslo, y le derribó en el suelo, rosamente le dijo que se maravillaba mucho que
y de allí á tres días, en castigo de su pecado y de un hombre tan prudente tuviese pena de no tener
la injuria que había hecho á san Antonio, mise- los ojos, que las hormigas, moscas y mosquitos
rablemente murió. Otra vez, estando en su monte tenían, y que no se consolase y holgase más por
y tan lejos de Egipto, v i o en espíritu el estrago tenerlos ojos que tienen solos los santos y amigos
que los herejes arrianos habían de hacer en A l e - del Señor. De esta manera consoló san Antonio á
jandría, y postrado en el suelo comenzó á llorar y Dídimo de su ceguedad.
suspirar, y suplicar á nuestro Señor'que no per- Y no solamente los varones sapientísimos le re-
mitiese tan grande calamidad en su Iglesia, como conocían y se humillaban, pero también los prin-
aquella visión amenazaba; porque le fué revela- cipes, emperadores y monarcas le honraban y le
do, que muchos mulos y bestias daban coces en escribían, y pedían el favor de sus oraciones, como
el altar de Dios, y le derribaban y echaban por lo hicieron el emperador Constantino y sus hijos
el suelo, y que aquellas bestias eran los herejes muchas veces, rogándole que les escribiese y los
arrianos, que en breve destruirían las iglesias, y alegrase con sus cartas. Una vez entre otras llamó
arruinarían los altares del Señor. El cual consoló á sus monjes, y díjoles: «Los reyes de este siglo
al santo afligido, con manifestarle luego la victo- nos han enviado sus cartas; pero ¿qué maravilla
ria que al fin tendría la Iglesia católica, y que es ésta páralos cristianos, pues sabemos que aun-
vencidos y deshechos todos sus enemigos, flore- que su dignidad sea tan alta, mas en el nacer y en
DÍA 17 ENERO 203
el morir todos somos iguales? Lo que debemos es- en esta vida con vosotros.» Dichas estas palabras,
timar y admirar, es que Dios haya escrito su ley besándole sus discípulos con extraordinario s e n -
para los hombres, y que haya enriquecido su Igle- timiento y ternura, extendió sus pies, y miró la
sia con sus palabras. ¿Qué tiene que ver el monje muerte con alegría, como quien veía los coros de
con las cartas de los reyes, á los cuales, según el los ángeles que venían por su bendita alma, para
estilo de ellos, no sabe responder?» Esto dijo, aun- llevarla á las moradas eternas. Y así acabó, q u e -
que después, importunado de sus hermanos, r e s - dando su cuerpo tan fresco y entero como si estu-
pondió á la carta del emperador otra, en que le viera vivo; y fué cosa de gran maravilla, que con
decía lo que se holgaba que fuese cristiano; que tantas, tan largas y tan excesivas penitencias,
no pensase que era cosa de mucha estima el ser como este glorioso santo hizo, no le había faltado
rey, ni se desvaneciese con la potestad, antes tem- diente, ni la vista de los ojos, ni la firmeza de los
blase sabiendo que había de dar cuenta de ella al pies, ni el vigor en los miembros, que era señal
Rey de los reyes; que guardase justicia y clemen- de sus grandes merecimientos, y de lo que n u e s -
cia para con sus subditos, y misericordia y benig- tro Señor Dios puede y suele obrar en sus siervos.
nidad para con los pobres y miserables. La cual Los discípulos de san Antonio hicieron lo que su
carta recibió el emperador Constantino con gran padre les mandó, y su santo cuerpo estuvo mucho
contentamiento, y la tuvo por una joya preciosa y tiempo encubierto, hasta que después, por divina
rico tesoro. Y no sólo con los príncipes y empera- revelación, fué hallado y llevado de la Tebaida á
dores tuvo grande autoridad san Antonio, sino con Alejandría, y de allí á la ciudad de Viena de
toda la Iglesia católica, la cual por sólo su dicho Francia, donde son reverenciadas sus reliquias.
y testimonio canonizó y puso en el catálogo de los Murió san Antonio á los 17 de enero del año del
santos á Pablo, primer ermitaño, como en su vida Señor de 361, según san Jerónimo; y el de 358,
queda referido. según el cardenal Baronio; de edad, como se ha
Finalmente, habiendo vivido este santísimo y glo- dicho, de ciento y cinco años. Y parece que todo
riosísimo padre ciento y cinco años, y llenado el el mundo sintió y lloró su muerte, pues se dice
mundo de la fama y fragancia de su santidad, m i - que después de su glorioso tránsito estuvo el cielo
lagros, victorias y triunfos, tuvo revelación del tres años sin llover. Escribió en su lengua muchas
Señor que le quería llevar á gozar de sí, y darle epístolas, de las cuales dice san Jerónimo que
el galardón eterno por sus temporales trabajos; y siete fueron trasladadas en griego, llenas de ad-
él, muy regocijado, lo dijo á sus monjes, e x h o r - mirable y celestial espíritu y doctrina.
tándoles á la perseverancia y toda virtud, y parti- Tritemio dice que san Antonio escribió otra
cularmente á ser enemigos de los herejes, como obra en dos libros que llamó Melisa, que quiere
él siempre lo había hecho, porque eran enemigos decir abeja; los cuales se hallan en el quinto tomo
de Jesucristo, y habían pregonado guerra contra de la Biblioteca santa, impresa en París el año de
su Iglesia. Después á solas mandó á dos de sus 1589; pero más parecen aquellos libros de otro
compañeros, que cuando él fuese muerto le e n t e - Antonio abad, que de este nuestro grande y san-
rrasen sin que ninguno supiese el lugar donde es- tísimo Antonio; así porque san Jerónimo no hace
taba enterrado, temiendo ser honrado de los hom- mención de ellos, como porque están recogidos
bres, y que llevarían su cuerpo á Egipto, y allí le de otros autores, y algunos de ellos que vivieron
embalsamarían y le ungirían con las confeccio- muchos años después de muerto san Antonio
nes y especies aromáticas, como solían en aquel abad. San Juan Crisóstomo, declarando como por
tiempo embalsamar los cuerpos de los difuntos que haber el niño Jesús huido á Egipto, y vivido algu-
bien querían, para hacerlos como incorruptibles nos años en él, le santificó, dice: «Si alguno a h o -
y conservarlos mucho tiempo; que era cosa que ra viniere á los desiertos de Egipto, hallará que
el santo siempre había aborrecido, pues de cual- están más amenos y deleitosos que el paraíso, y
quier lugar en que estuviese fiaba en Dios, que el verá innumerables compañías de ángeles en figu-
día de la general resurrección su cuerpo resuci- ra humana, y ejércitos de mártires y coros de vír-
taría incorruptible. Después de esto hizo su testa- genes, y la tiranía del demonio derribada por el
mento, que fué repartir sus pobres y viejos vesti- suelo, y resplandecer el reino de Cristo, y que la
dos de esta manera: una saya ó ropa de pelos de santidad y virtud no florece menos en las muje-
cabra, y el manto raído que traía, á Atanasio obis- res que en los hombres, antes muchas veces ven-
po, del cual le recibió nuevo; y el mismo Atanasio ce y traspasa la flaqueza mujeril la constancia de
dice que tuvo este manto por una rica herencia. los hombres.» Y añade: «El que ha andado por
Otro vestido de pelos de cabra dejó al obispo S e - estos desiertos sabe que es verdad lo que decimos;
rapión. y su cilicio á los dos discípulos. Y acaba- pero si alguno no los ha visto, considere aquel
do esto, les dijo: «Quedaos con Dios, hijos míos, gran varón Antonio, que después de los apóstoles
porque vuestro Antonio se os va y no estará más nos dio Egipto, y anda hasta hoy día en las bocas
204 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
de todos por todo el mundo, el cual fué de aquella confirmado, les rogaron, que si no les querían
tierra y digno de ver á Dios, é hizo una vida c e - hacer compañía, los dejasen y se fuesen. No se
lestial y cual piden las leyes de Cristo. Léase su mudaron Poticiano y su compañero por lo que
historia, que es una clara profecía, confusión de oyeron, aunque loaron y alabaron su buen propó-
los herejes, doctrina de los filósofos y sabios, y sito, y les dieron el parabién y se encomendaron
ejemplo de cristianos. Yo ruego que leáis el libro á sus oraciones, y bajando el corazón á la tierra,
de su vida atentamente, y que no solamente le se volvieron al palacio, y los otros dos enclavan-
leáis, sino que también le imitéis.» Todo esto dice do su corazón en el cielo, se quedaron en su c a -
san Juan Crisóstomo, y san Agustín refiere, que silla; y ambos eran desposados, y las esposas, des-
un amigo suyo llamado Poticiano, en la ciudad de pués que supieron lo que habían hecho sus espo-
Tréveris, con otros tres compañeros suyos, se ha- sos, consagraron su virginidad á Dios. Todo esto
bían ido á espaciar, estando el emperador ocupa- nos contó Poticiano, dice el glorioso Agustín, d e -
do en ver ciertas fiestas; y que dos de ellos, sin clarando el provecho que sacaron aquellos dos
saber adonde iban, dieron en cierta casilla donde ciiados del emperador de sólo leer la vida de san
moraban algunos siervos de Dios, y hallaron un Antonio. Leámosla y aprovechémonos nosotros de
libro en que estaba escrita la vida de san Antonio; ella, imitando sus heroicas virtudes, para que me-
y que tomó el libro en las manos el uno de ellos, diante sus santas oraciones merezcamos hacerle
comenzóle á leer, y á maravillarse y encenderse compañía y entrar en el gozo del Señor. De san
leyendo, con deseo de imitarle, y dejada la milicia Antonio escriben casi todos los autores de la His-
seglar, entrar en la de Dios para servirle; y éste toria eclesiástica. (P. Ribadeneira.)
era uno de los agentes del emperador. Estando en
esto, súbitamente lleno de amor santo y de una LOS SANTOS ESPEUSIPO, ELEUSIPO, Y MELEUSIPO, HERMA-
religiosa vergüenza, como enojado consigo mismo, NOS.—Capadocia fué la patria de estos santos g e -
volvió los ojos á su compañero y díjole: «Yo te melos que fueron educados en los errores del gen-
ruego que me digas adonde pensamos llegar con tilismo; mas la divina Providencia, que conduce á
todos estos nuestros trabajos. ¿Qué buscamos? los que elige por medios desconocidos al fin que
¿Qué es el fin de nuestra milicia? ¿Puede nuestra se propusiera, permitió que invitando los santos á
esperanza y nuestra buena ventura en el palacio su abuela para asistir juntos á una fiesta que se
llegar á más que á ser privados del emperador? celebraba en honor de Júpiter Nemesio, instruida
Pues esta privanza, ¿cuan frágil y peligrosa es, y aquélla en los principios de nuestra santa religión,
por cuántos peligros se viene á otro mayor peli- tomó de ello ocasión para hacerles ver la falsedad
gro? Y ésta ¿cuánto durará? Pero si yo quisiera de aquellos dioses, y la verdad de la religión c a -
ser amigo de Dios, luego lo puedo ser.» Dijo esto tólica, y obrando la gracia del Señor en sus cora-
turbado con el parto de la nueva vida; y volvien- zones, se sintieron de tal modo trocados, que al
do los ojos al libro, leía y mudábase interiormen- momento abrazaron la fe, y marchando al lugar
te donde Dios le veía, y su alma se iba desnudan- de la fiesta, lejos de obsequiar al falso dios, pro-
do del mundo como luego se mostró; porque l e - claman á Jesucristo y derriban la estatua de J ú -
yendo y revolviendo las ondas de su corazón, dio piter. Al momento fueron presos y quemados v i -
un grande gemido, y conoció y abrazó lo mejor, vos, volando sus almas al cielo el día 17 de enero
siendo ya del Señor, y dijo á su amigo: «Ya yo he del año 168, imperando Marco Aurelio.
dado libelo de repudio á todas nuestras falsas e s -
peranzas, y estoy determinado á servir á Dios,
LOS SANTOS MÁRTIRES DI0D0R0, PRESBÍTERO, MARIANO,
y comenzar luego en esta hora; en este lugar
DIÁCONO, Y SUS COMPAÑEROS—Estando celebrando en
quiero comenzar; tú, si no quieres imitarme, no
el cementerio del arenal de Roma la solemnidad
quieras estorbarme.» Respondió el compañero
de los mártires, en tiempo del papa san Esteban,
que no podía apartarse de él ni dejar de hacerle
les cerraron la puerta los perseguidores, y les
compañía en tal oficio, y con esperanza de tan echaron encima una gran porción de tierra, deba-
gran galardón; y así los dos comenzaron á edi- jo de la cual quedaron ahogados, consiguiendo de
ficar la torre evangélica con bastantes expensas, este modo la corona del martirio.
que son el dejar todas las cosas por amor de
Dios y seguirle. Añade más: que en este tiempo
LOS SANTOS ANTONIO, MERULO, Y JUAN-Fueron mon-
Poticiano y su compañero, que por la otra parte
jes del monasterio de San Andrés, en el que vivió
del huerto se paseaban buscando á estos dos, los
con ellos el papa san Gregorio que ha escrito su
hallaron en el lugar donde estaban, y les dijeron
vida. Sábese por ella que fueron estos tres santos
si querían volver, porque ya era tarde; mas ellos,
tan dados á la contemplación, á la humildad y pe-
habiéndoles hecho saber su voluntad y el propó-
nitencia, que eran la admiración de toda la ciudad
sito que tenían, y como Dios se le había dado y
de Roma, y que fueron tan agradables á Dios sus
DÍA 17 ENERO 205
virtudes, que les colmó ya en la tierra de pruebas Desde que su madre conoció estar en cinta, re-
de la gloria futura que les esperaba, dejándoles tirábase cada día al oratorio de su palacio, e n c o -
ver algunas veces la patria de los santos, y el l u -mendando larga y fervorosamente á María santí-
gar que allí tenían ellos preparado. Florecieron sima el fruto de sus entrañas. Insistiendo en sus
estos santos en el siglo VI. devotos ejercicios, mereció cierto día la revelara
el cielo que pariría una Rosa sin espinas, á cuyo
SAN SULPICIO, LLAMADO EL PIADOSO, OBISPO DE B0UR- caso alude el himno de su rezo, llamándola Rosa
6ES.—Fué en el siglo VII la más ilustre lumbrera sine spinis. Llegada la hora del parto, apareció
de las Galias por su piedad y por sus aventajados Rosalina al mundo como un resplandeciente l u -
conocimientos. Después de haberse dedicado á la cero, dotada de increíble hermosura. Entró el
gloria del Señor y á la salvación de las almas, marqués su padre á ver el fruto de bendición
acabó santamente su vida el día 17 de enero del que Dios le había dado, y suspenso reconoció en
año 644. la niña ciertas particularidades que no había e x -
perimentado en los demás hijos. Pero lo que más
SANTA LEONILA, MÁRTIR—Abuela de los santos her- le asombró, así como á los muchos que estaban
manos mártires Espeusipo, Eleusipo, y Meleusipo. presentes, fué aquella extraordinaria fragancia
que percibían en todo el aposento. No cabiendo la
SANTA MILGETHA, VIRGEN—Floreció mucho por sus alegría en sus corazones, alzan los ojos al cielo,
virtudes, y murió á fines del siglo VII. bendicen y dan gracias al Señor, pronunciando
cosas grandes de esta incomparable niña. La ma-
SAN GENNIO Ó GENNIDIO, ABAD Y CONFESOR—Aunque dre, atónita por lo que actualmente presenciaba, y
descendiente de los reyes de Irlanda, murió reli- recordando aquel celestial indicio, pudo moti-
gioso en el siglo VI. varla para que con las aguas del Bautismo reci-
biera el nombre de Rosalina; pudiendo después
SANTA ROSALINA DE YILANOYA, VIRGEN, MONJA CAR- verificar con el milagro de las rosas que muchas
TUJANA,—La familia de Vilanova, que ocupa el veces convienen los hechos con los nombres de las
primer lugar de la más esclarecida nobleza de personas.
la Provenza, desciende, según sentir de unos, de No satisfecha D . Beatriz 'con haber dado al
a

los famosos y celebrados Vilanovas de la corona mundo cuatro eminentes varones, y educádoles
de Aragón; y, según otros, los de Aragón traen con suma solicitud, para Rosalina salió de madre,
su origen de los de la Provenza por D. Romeo considerándola siempre como venida del cielo. Por
de Vilanova. Todos los historiadores convienen esto determinó criársela por sí misma, y sugerirla
en que los Vilanovas de la Provenza y los de Ara- con la leche de sus pechos la enseñanza. Muy
gón son unos mismos; y, en efecto, usan igual luego dio la niña tales muestras de singular pure-
escudo de armas. za, que no gustaba los pechos de la madre hasta
Don Gaspar de Vilanova, hijo de D. Raimun- que se los cubriera primero con un lienzo. ¡Qué
do y nieto del dicho D. Romeo, todos marqueses edificada quedaba la madre! ¡Qué presentimientos
de Trans, barones de Ares, etc., casó con la tan no ocupaban su corazón! Díganlo aquellas dulces
noble como virtuosa D . Beatriz de Sabrano, y y tiernas lágrimas que con frecuencia derramaban
a

de este matrimonio tuvieron cinco ilustres hijos. sus ojos.


El primogénito continuó su casa, que hoy perma- Por los años de 1270, en que Rosalina contaba
nece con dichos títulos. El segundo, D. Elión de los siete de su edad, Guillermo, obispo de Frejus,
Vilanova, que fué caballero de la orden de San le administró el sacramento de la Confirmación. En
Juan, prior de San Gil, y finalmente gran m a e s - el acto de ungirla con el sagrado crisma, y hacerla
tre de Rodas. El tercero, D. Elceario de Vila- en la frente la señal de la cruz, advirtió que su ros-
nova, que de canónigo de Frejus y después de tro despedía un extraño resplandor. Estas luces,
Marsella, fué obispo de Digne. El cuarto, el como nacían de hoguera superior, penetraron al
V. P. Fr. Hugón de Vilanova, religioso francis- corazón de su ilustrísima, y demostráronle hasta
co observante, doctor teólogo insigne de su tiem- la evidencia que el Señor había depositado en
po. El último fué nuestra santa Rosalina. aquella niña los grandes tesoros que esconde á
Nació, pues, esta escogida virgen en el palacio los sabios y prudentes del siglo.
de Trans, obispado de Frejus en la Provenza, año Cuando llegó á los once años de edad, murió la
1263, siendo sumo pontífice Urbano IV, de nación marquesa su madre; mas Rosalina, conformándo-
francés, empuñando el cetro de Francia san Luis, se en un todo con la divina voluntad, acudió á la
el de Aragón D. Jaime I, el Conquistador, y el Virgen Madre suplicándola muy de veras la toma-
de León y Castilla D. Alonso IX y X, llamado el se por hija, que ella no reconocía ya otra madre.
Sabio. Fué tan acepto á Dios este sacrificio de su sierva,
206 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
que al punto empezó á disfrutar la protección de de lleno á su espíritu que llevando mayores alas
María santísima. Prendióse en su tierno y aman- no podía emprender más alto vuelo entre las con-
te corazón con tal viveza el fuego sacro del divino veniencias de un palacio. El Señor, á quien todo
amor, que consumidas todas las heces de la carne, corazón es patente, viendo los santos designios de
sólo se desahogaba en dulcísimos y tiernos colo- Rosalina, quiso darles corriente por aquellos mis-
quios con su amado Jesús. Su mente, ya ilustrada mos conductos que ella juzgaba cerrados. Viendo
con doctrina superior, se elevaba á un sublime el marqués su padre el conjunto de bellas pren-
grado de contemplación, y poblaba su memoria das que resplandecían en Rosalina, se valió del
de pensamientos devotos. Fabricó en su alma un R. P. D. Bruno, prior de la Cartuja de Montrio,
nuevo sistema de todas las virtudes, cual rara vez en la diócesis de Marsella, no para que le persua-
se v i o en los palacios. diese las bodas, como pensaron algunos, sino para
Por consiguiente, no fué extraño profesara aquel que descubriese los fondos de su virtud, y diese
entrañable amor á los pobres que llegaban á pala- saludables consejos para perseverar en ella. Con-
cio, y tuviera un especial gusto y placer de reme- descendió muy gustoso á esta súplica el venerable
diarlos á todas horas. Pero como en los palacios padre prior, que entonces se hallaba en la villa de
nunca faltan gentes lisonjeras, algunos criados Ares, ya por cumplir con el marqués, especial
avisaron al marqués que su hija Rosalina desper- bienhechor de la orden, ya por los grandes c r é -
diciaba su casa con largas y continuas limosnas. ditos en que tenía á Rosalina. Emprendió, pues,
Al instante llamó el marqués á Rosalina, y repren- un severo examen; no fiando en el exterior, que
diéndola ásperamente, le mandó que en adelante muchas veces engaña, sino como diestro ministro,
se abstuviese de hacer más limosna. Obedeció ella quiso penetrar lo más. recóndito del corazón.
muy rendida, ofreciendo al Señor sus deseos, por Conociendo en realidad que su alma era una
no perder el mérito de aquélla. nueva tierra de promisión, quedó pasmado el buen
En ocasión que muchos pobres una y otra vez monje, alabando al Señor que es admirable en sus
clamaban á las puertas del rico, y nadie los aten- siervos.
día, determinó Rosalina tomar en secreto cuantos Continuando el venerable prior en visitar á Ro-
panes cupieran en su delantal para socorrer á salina para administrarle sus saludables consejos,
aquellos infelices. Pero como la malicia siempre le suplicó esta doncellita un día le diese alguna
está de vela, al salir presurosa, de contado avisan noticia del sagrado instituto de su religión, porque
al marqués que su hija actualmente contravenia á interiormente se sentía muy aficionada al santo
sus preceptos. Corre el padre á su encuentro, y hábito. Ejecutólo el venerable padre con tal ener-
con rostro airado le pregunta: «Rosalina: ¿que gía, que al momento quisiera Rosalina introducir-
llevas aquí escondido?» Parándose ella sin turbar- se en los claustros del patriarca san Bruno. No
se, y movida de superior impulso, le responde: reposaba un punto, moría de amor como la espo-
«Padre mío, rosas.» Enojóse el marqués creyendo sa. Instaba al padre prior para que propusiese al
que mentía, y descubriéndole con ímpetu el de- marqués su padre esta vocación. Ardua empresa
lantal, ¡oh prodigio!, volvió Dios por su piedad, era ésta para el buen monje; pero como era causa
convirtiendo en rosas lo que eran panes. de Dios, corrió por su cuenta el desempeño. Vino
Quedó atónito y pasmado el marqués de caso á este tiempo hospedado á palacio el arzobispo de
tan estupendo; pues estaba bien seguro que lleva- Aix, que volvía de visitar en Roma las sagradas
ba panes, y no obstante veía rosas. Llenóse de reliquias de los santos apóstoles, quien hizo lado
gozo Rosalina, dando gracias al Señor por s e m e - al venerable prior para hacer su propuesta. M u -
jante prodigio, cuando él como afrentado pidióla cho lo sintió el marqués; pero al fin dio su c o n -
mil veces perdón con las lágrimas en los ojos. sentimiento, con tal que sus hijos lo aprobasen.
Tomó el padre aquellas rosas y consagrólas á la Poco hubo que vencer en tres de ellos: sólo don
Virgen Madre en el oratorio de su palacio; las Elión, caballero de San Juan, se resistió; tanto
que, dando testimonio del suceso, conserváronse que, por no ver el ingreso de su hermana en la
frescas y hermosas por mucho tiempo contra su religión, determinó hacer viaje á Rodas, sin temer
propensión natural. Advertido con esto el mar- el pronóstico de Rosalina de que caería en manos
qués, mandó desde luego que todas las limosnas de los infieles. ¡Qué alegre quedó ella, cuando el
corrieran por mano de Rosalina, quedando ella venerable padre prior le dio la nueva de la aproba-
muy alegre y contenta con el nuevo empleo de ción de su padre! Dieron entonces los dos muchas
madre de pobres. gracias'al cielo, glorificando las altas y suaves
Ocupada, pues, Rosalina en todos los ejercicios disposiciones de la divina Providencia.
de piedad y devoción; regalada de Dios con repe- A no muy larga distancia de la casa de nuestra
tidos consuelos espirituales, y tiernamente amada Rosalina ó palacio de Trans había un monasterio
de su padre y familia, no bastaba para satisfacer de monjas cartujas. Este monasterio tuvo princi-
DÍA 17 ENERO 207
pió de una ermita dedicada á santa Catalina, vir- paja y dos mantas para cubrirse, según costum-
gen y mártir, que en el año 1200 fundó un devoto bre de la religión. Las alhajas de su celda eran
varón llamado Robaudo, que por hacer vida so- las más precisas y sencillas. Sus hábitos los
litaria en ella empezó á nombrarse Cel-la Robau- más comunes y usados. Vivía tan desprendida,
do. Después, por auto ó carta de cesión que doña que ningún apego tenía á cosa temporal. Era
India, abadesa del monasterio de Sob-rives, dió- muy continua su abstinencia, y pasaba semanas
cesis de Gap, firmó á los 11 de abril del año 1260, enteras sin comer, con sola la sagrada Eucaris-
con aprobación del ordinario, pasó dicha ermita tía. Si tomaba á medio día la ración de yerbas ó
con todas sus pertenencias á las monjas cartujas legumbres, era sin condimentarlas, y á la noche
del monasterio de Bertaudo, en cuyo nombre el un huevo ó nada. Cuando comía sólo pan, solía
R. P. D. Durando, procurador de las mismas, mezclar ceniza para no olvidar la muerte. Aun
aceptóla con la obligación de edificar y construir enferma guardaba la forma del ayuno. Dormía
en ella un monasterio de monjas de la misma tres ó cuatro horas no más, empleando en oración
orden. Tornada la posesión, emprendióse la fábri- lo restante de la noche. Todos los días al levan-
ca con la ayuda de los señores de Vilanova, mar- tarse ofrecía mudanza de costumbres, y en reali-
queses de Trans y barones de Ares, en cuyas dad de cada día era mejor. En el retiro de su celda
señorías está el monasterio, que en seguida llevó tenía sus delicias, de donde no salía sin grave ne-
el nombre de Santa Catalina de Cel-la Robaudo, cesidad, ó para ir á la iglesia; ni perdía la menor
tomado de aquella primera ermita. Luego que parte de tiempo aplicándose en los ratos libres en
pudo habitarse pasaron á él algunas monjas de alguna obra manual, como previenen los estatutos
Bertaudo, siendo la primera priora D. Juana de
a
de la orden. En el ejercicio de la disciplina fué
Vilanova, hermana del padre de nuestra R o s a - preciso, para templar el rigor, que los superiores
lina, monja de singular virtud y de admirable don la fuesen á la mano, pues excedía á sus fuerzas.
de gobierno. En este monasterio de Cel-la Robau- Era insaciable la sed que tenía de padecer, y d e -
do, tan favorecido de su casa y habitado de su tía cía que si pasara un día sin trabajos temiera al-
D. Juana, fué admitido Rosalina, vistiendo el
a
guna fatal desgracia. Muchas veces vio á Jesús
hábito cartujano á los quince años cumplidos de muy maltratado, y especialmente una vez que le
su edad, que era el de 1278, haciendo después causó tanto horror, que preguntándole al Señor
su solemne profesión al cabo del año del novi- la causa, la dijo serlo la herejía de los albigenses.
ciado. En cualquier sugestión del demonio se armaba
El tenor de su nueva vida empezó con un ex- con la señal de la santa cruz, y lo ahuyentaba.
traordinario fervor por la rigurosa observancia de Curó muchos leprosos, chupando frecuentemente
los santos estatutos ó reglas, dándose en un todo las llagas asquerosas. Serenaba las conciencias
al ejercicio de la oración y contemplación de las de muchos, quitando escrúpulos y laxedades. En
cosas celestiales. De aquí provino que inflamada los coloquios de comunidad invocaba en el prin-
en el divino amor, en breve espacio de tiempo lle- cipio la gracia del Espíritu Santo con el Veni
gó á ser un modelo de perfección, estimulando á las Crealor Spiritus, y en el fin, por las faltas que
monjas á la práctica de todas las virtudes con sus hubiese cometido, rezaba á María santísima el A ve
raros ejemplos. Su modestia y candor angelical maris stella. Fué devotísima de su santo Ángel
infundía tal pureza, que afectaba los corazones custodio, del cual recibía incomprensibles favores.
de todos. Sólo con ver á una persona conocía el Quedó á su cargo la comida un día del patriarca
mal estado de su alma, y así nadie se le ponía de- san Bruno, por estar las sirvientas ocupadas en
lante sin confesarse primero, si le agravaba alguna las limosnas que se acostumbran. Justamente este
culpa. Incomparable fué su humildad, y por esto día, embelesada en la iglesia, no le vino á la me-
solía decir frecuentemente que el principio de la moria el encargo de la cocina. Toda confusa,
salud espiritual es el conocimiento de sí mismo. oyendo la campana, acudió á la cocina; pero cesó
En el silencio fué extremada, siendo enemiga de su turbación hallando la comida bien guisada y
palabras ociosas y chismes, tirando siempre á pronta para poner á la mesa, como que los santos
evitarlas, por entender cuan perjudiciales son ángeles la habían aparejado y sustituido por ella.
á la perfección religiosa. Fué tan exacta y p u n - Cuando entraba al coro saludaba á los ángeles de
tual en la obediencia, que era la primera á la guarda de todas las monjas, volviéndole todos es-
menor insinuación. Jamás se quejó ni se excusó tos celestiales espíritus la cortesía. Cuando salía
en cosa alguna por frivola ó baja que fuera, s e - de él pensaba en la exclusión de nuestros prime-
gura que en ello hacía la voluntad de Dios i n s - ros padres del paraíso. Había repartido las medi-
pirada á sus superiores. Amante de la pobreza, taciones de la pasión de Jesús por las horas canó-
en nada molestó á su padre y parientes. Conten- nicas, conforme á su místico significado; y esta
tábase con un sepulcro por cama, un jergón de contemplación era tan profunda y fervorosa, que
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muchas veces la vieron elevada en el coro. El garse á la voluntad de Dios, manifestada por la
oficio de la bienaventurada Virgen María era su boca de las electoras desapasionadas y celosas del
mayor recreo: decíale mil devotas jaculatorias, bien común y particular. Aceptó la carga muy
alcanzando de esta celestial Señora cuanto pedía. desconfiada, suplicando encarecidamente la a y u -
Supo, en fin, Rosalina dar tal realce á las obras daran todas con sus santas oraciones.
buenas, que aun de las más pequeñas sacaba En todo iba delante, invitando más con sus
grandes frutos. ejemplos que con sus palabras. Vigilaba incesan-
En el año 1288, cumplidos los veinticinco de temente sobre sus subditas, y acordábalas no fue-
su edad, que es la prescrita por los sagrados c á - ran como las vírgenes fatuas del Evangelio que,
nones y estatutos de la religión, recibió el sagrado no estando apercibidas, recibieron aquella terri-
velo y los otros distintivos de verdadera esposa ble sentencia del Señor: No os conozco. Proponía-
de Jesucristo por mano del obispo de Frejus, el les muchos ejemplos de aquellas que en la religión
limo. Sr. D. Bertrando de Fabario. Es muy s i n - habían muerto con grandes créditos de santidad.
gular esta consagración en las monjas de la Cartu- Lograba su mayor perfección, no rigiéndolas s e -
ja, pues el obispo, al darlas la estola, el manípulo gún su propio espíritu, sino conformándose con
y el velo negro, pronuncia las mismas palabras el particular de cada una. Era muy rígida para
que en la ordenación de los diáconos y subdiáco- sí, cuanto afable y blanda para todas. Prefería
nos. Pero la estola que á los diáconos ponen por antes mortificarse que mortificar á alguna de
bajo el hombro derecho para poder con destreza ellas. Cuando mandaba era con humildad de s u b -
servir al altar, a l a s vírgenes se las pone por decen- dita, y cuando corregía era con amor de madre.
cia pendiente del cuello. Usan de estos ornamen- En fin, era un todo para todas, gobernando aquel
tos cuando cantan la epístola solemnemente en las monasterio con la más admirable prudencia, que
misas conventuales ú oficios, y cuando la que hace es la compañera inseparable de los buenos pre-
de hebdomadaria ha de cantar el santo Evangelio lados.
después del Te Deum laudamus de maitines en los Tres cosas señaladas ocurrieron en todo el tiem-
días de doce lecciones, según el rito cartujano. po del priorato de nuestra Rosalina. La primera
Con dichos ornamentos las entierran. Añaden fué la reedificación de su monasterio. Ya hemos
otros, y con sobrado fundamento, que cantan tam- dicho que cuando D. Elión de Vilanova, famoso
bién el Evangelio en las conventuales cuando el caballero de San Juan, hermano de nuestra santa,
que asiste al sacerdote celebrante no es promovi- se embarcó para Rodas por no ver su ingreso en
do á lo menos al diaconado. Esta antigua costum- la religión, ella en el acto de despedirse le pro-
bre, que hasta hoy día continúa, ha quedado, no nosticó que en pena de su terquedad caería á su
sin emulación de las demás, en sola la religión tiempo en manos de sarracenos; pero que prodi-
del patriarca san Bruno, sin excusarse jamás los giosamente sería después libertado de su poder.
obispos diocesanos de hacer serhejante consa- Emprendió D. Elión su viaje sin hacer caso y
gración. aun con el tiempo olvidarse del prenuncio de R o -
Los empleos ú obediencias de la religión que salina. Pero, para que diese en la cuenta, dispuso
varias veces desempeñó Rosalina no la distrajeron Dios que estando en Rodas le mandase el gran
jamás de su interior recogimiento. Su único deseo maestre que saliese en corso con un navio bien
era el no figurar, reputándose por la más ínfima armado y de bastante tripulación. Caminaron con
é inútil de todas las monjas. Mas como sus rele- prosperidad hasta las costas de Constantinopla,
vantes virtudes y ejemplos alumbraban cual a n - mas luego descubrieron seis navios sarracenos
torcha encendida sobre el candelero, no quiso el que sin darles lugar á nada les invadieron. P r o -
Señor quedaran por más tiempo escondidas deba- curaron defenderse lo mejor que pudieron; pero
jo el celemín de su humildad profunda. Corrían como las fuerzas eran tan desiguales, y viendo
los años de 1311, en que Rosalina contaba los D. Elión que su nave hacía agua, hubieron de
cuarenta y ocho de edad, cuando pasó á mejor rendirse, y fué llevado con su armamento y tripu-
vida la superiora del monasterio. Convocada la lación á tierra de infieles.
reverenda comunidad para la elección de nueva Puesto Elión en este estado miserable y sin r e -
prelada, ¿á quién debía recaer la votación sino medio humano, empezó á llorar amargamente,
á aquella que reunía todas las cualidades para acordándose del anuncio de su hermana Rosalina.
un buen gobierno? Efectivamente: estuvieron tan Veía verificada la primera parte de aquél, hallán-
acordes las monjas en su voto, que, sin faltar dose prisionero; pero faltaba y esperaba ansioso
uno, quedó Rosalina nombrada priora, cuya elec- la segunda, de verse libre. Muy confiado, empero,
ción confirmó y celebró mucho el Rmo. P. D. Bo- en la promesa y oraciones de su santa hermana,
son, que en aquel entonces era el generalísimo de á quien Dios había revelado su cautiverio, obligó-
toda la orden. Resignóse, pues, no pudiendo n e - se con voto de edificar de nuevo y reducir en me-
DÍA. 17 ENERO 209
jor forma el monasterio de Gel-la Robaudo en convocada la comunidad, hizo una plática muy
gracia de Rosalina, si obtenía su libertad. En la tierna, exhortando á aquellas vírgenes á ejercitar-
noche siguiente, cuando húbose acostado don se en la práctica de las virtudes, y procurar siem-
Elión, cogióle un profundo sueño, y al despertar pre su mayor perfección, sin olvidarse jamás de
vióse libre de la esclavitud, hallándose milagro- la exacta observancia monástica, y perseverar
samente en el territorio de Ares, cerca del monas- fieles y firmes en sus propósitos hasta el fin, para
terio de su hermana, en cuyo lugar, para perpe- que merecieran la corona inmarcesible de la
tuar la memoria del prodigio, erigió una cruz, gloria.
cuyos vestigios existen hasta hoy día. Era el año Agravándose la enfermedad, lo primero que
de 1320 cuando esto sucedió, de que reconocido hizo fué confesarse devotamente de toda su vida,
Elión no perdió momento para desobligarse del con muy intenso dolor y copiosas lágrimas, supli-
voto, cumpliendo con lo prometido. Por lo que, cando al reverendo padre vicario le aplicara las
aparejados los materiales, empezóse la obra con indulgencias que el papa Juan XXII le había con-
tanta actividad, que en breve tiempo quedó con- cedido para este artículo. Recibió con indecible
cluida perfectamente. fervor el sagrado Viático, quedando en seguida en
No satisfecho D. Elión con haber correspondi- un profundísimo éxtasis que le duró casi un día
do al beneficio del cielo con esta reedificación, qui- entero. Volviendo de él, dijo á su sobrina doña
so aún mostrarse más agradecido haciendo al mo- Margarita no la dejase en aquel trance, y pidió
nasterio otra segunda recompensa. Fué, pues, que la Extremaunción, que recibió con suma devoción
habiendo renunciado la dignidad el gran maes- y ternura.
tre de Rodas, pasaron los caballeros de esta reli- Despidiéndose últimamente de sus subditas, que
gión á Aviñón, donde estaba el papa Juan XXII, inconsolables no podían enjugar las lágrimas por
y eligieron gran maestre á D. Elión de Vilano- la pérdida de tan amabilísima madre, suplicólas
va, año 1323, é inmediatamente suplicó á su la dejasen sola para orar y entretenerse amorosa-
santidad uniese la iglesia rural ó abadiazgo de mente con su celestial Esposo. Suplicó también al
San Martín del distrito de Ares al monasterio de confesor se saliese un poco, y se quedase sola-
Cel-la Robaudo, en donde gobernaba su hermana mente su sobrina D . Margarita. Así ejecutado,
a

Rosalina. En efecto: dio su bula el papa en las se puso D . Margarita en fervorosa oración, y
a

calendas de diciembre de dicho año, y octavo de á poco rato oyó decir estas palabras: «Adiós,
su pontificado. hermana: voy á mi Criador.» Y volviéndose en el
La tercera particularidad durante el priorato de mismo acto, vio en la celda bajar del cielo al glo-
Rosalina fué aquella amplísima indulgencia que rioso patriarca san Bruno, teniendo en un lado á
el papa Juan XXII concedió en Aviñón, año 1328, san Hugón, obispo de Grenoble, y al otro á san
á la iglesia del monasterio. Interesó Rosalina á su Hugón, obispo de Linconia, vestidos los dos con
otro hermano el limo. Sr. D. Elceario de Vilano- hábitos de cartujo é incensarios en las manos.
va, obispo de Digne, para que suplicase á dicho Seguíales la Reina del cielo con su divino Hijo en
papa concediese un jubileo plenísimo y perpetuo los brazos, la cual indicó á san Bruno mandara
para el día aniversario de la dedicación de aque- incensar la celda y el lecho de la moribunda prio-
lla iglesia, que desde su antigua ermita era el de ra. Lo que cumplido por el santo obispo de Linco-
Pentecostés y toda su octava. No halló dificultad nia, fué permitido se acercase el demonio, y dijese
el sumo pontífice en condescender á esta súplica, si tenía algo que acusar contra la conducta de
añadiendo su liberalidad otras indulgencias, así aquella santa virgen. Y confesó no tener otra cosa,
para todos los fieles, como para la hora de la sino que un día, después de comer, hizo un poco
muerte de nuestra Rosalina. Y á la verdad este de siesta. Arrojado de allí el maligno espíritu,
beneficio espiritual hizo más célebre el monaste- mandó la sacratísima Virgen introducir la esposa
rio, siendo frecuentado religiosamente de gran al tálamo de su Hijo; y respondiendo Rosalina
número de todas gentes. Deo gratias, entregó su alma al Criador, día 17
Hallándose el monasterio en el estado más sa- de enero del año 1329, como consta del capítulo
tisfactorio por los continuos desvelos de su pre- general celebrado en el mismo año, teniendo s e -
lada, que en lo temporal nada le faltaba, y en lo senta y seis años de edad, y cincuenta y uno de
espiritual era un vivo retrato del paraíso, dio el religión.
Señor la última enfermedad á Rosalina, que fué Inmediatamente que expiró santa Rosalina, salió
una calentura de amor y el aviso de su dichosa de la celda su sobrina D . Margarita, dando á
a

partida, que para ella fué el día más alegre de su entender con sus lágrimas y sollozos que habían
vida. Llamó inmediatamente á su sobrina doña perdido á su tan querida madre. Acudieron al
Margarita de Vilanova, monja joven, pero de gran instante las demás monjas sumergidas en un mar
virtud, y comunicóle la revelación divina. Después, de llanto, y al entrar en la celda percibieron una
TOMO I 27
210 LA LEYENDA DE ORO DÍA 17
celestial fragancia que despedía el santo cadáver. siguiente, cabo de octava, con igual lucimiento
Su rostro quedó bellísimo y risueño, sus ojos sacaron del sepulcro el cuerpo incorrupto de santa
abiertos, claros y fijos al cielo, y todos sus m i e m - Rosalina, que despedía una fragancia divina, y
bros flexibles y tratables. Puesta entretanto en admiraba á todos la flexibilidad de sus miembros,
un decente féretro para darle honrosa sepultura la brillantez y frescura de sus ojos, como si estu-
al día siguiente, no sabían aquellas santas vírge- viera viva. Pusiéronle en una arca de madera
nes cómo apartarse de allí, postrándose humildes dorada, con cristales por las tres partes, para que
y besando devotamente aquel venerable depósito. con facilidad se pudiese ver y adorar, y se colocó
Así que se divulgó su muerte, iban los niños en una capilla particular junto al altar mayor á la
por las calles y plazas gritando: «Murió la santa, parte derecha. Hallábase presente en esta cere-
• murió la santa.» Al momento acudió al monaste- monia como asistente del dicho ilustrísimo de Dig-
rio un sinnúmero de gentes para verla y tocarla, ne Hugón de Sabrano, deudo de la santa, que des-
que en tres días continuos no fué posible ente- pués fué obispo de Marsella. Reparando éste en
rrarla, para satisfacer la devoción y piedad de los frescos y hermosos ojos de Rosalina, cometió
tanta concurrencia. Entonces obró el Señor m u - una cruel piedad sacándolos de sus centros; y
chos y estupendos milagros por intercesión de su colocándolos en un relicario de plata con sus c o -
sierva Rosalina, pues lograron vista los ciegos, rrespondientes cristales, los puso en un sagrario
oyeron los sordos, hablaron los mudos, andaron para que fuesen reverenciados y admirados de
los tullidos, y, en fin, todos los enfermos quedaron todos.
sanos de cualquiera enfermedad que tuviesen. Esta traslación se hizo á petición del pueblo,
Concluidos los honores de sepultura, enterraron con aprobación del ordinario de Frejus, que era
su santo cuerpo en el cementerio común dentro el limo. Sr. D. Bartolomé Grassi, y con licen-
los claustros del monasterio, como y según c o s - cia del sumo pontífice Juan XXII, que residía
tumbre de la orden. Mas los parientes de la santa, en Aviñón. Los provenzales, en memoria de la re-
que siendo de sangre tan ilustre, y reconocidos ferida traslación, hacen anualmente la solemne
por insignes bienhechores ó fundadores del mo- fiesta de santa Rosa.lina á los 11 de junio; pero en
nasterio, llevando á mal haber dado á Rosalina España y otras partes la celebran á los 17 de ene-
tan humilde sepultura, tomaron á pechos fuese ro, día en que, como queda dicho, es el de su glo-
exhumada y trasladada á la tumba particular que rioso tránsito.
gozaban en la iglesia del mismo donde enterraban Al paso que los hermanos de santa Rosalina
á todos los de la familia. Cinco días eran ya trans- procuraban muy solícitos engrandecer su culto,
curridos desde su entierro, y una lluvia abundan- ella rogaba en el cielo por ellos dispensándoles
te había caído sobre la tierra removida, cuando mil favores. Bien sabido fué aquel peligro en que
hallan el cuerpo de Rosalina íntegro, hermoso y se halló su hermano D. Elión, gran maestre de
flexible, sin mancha alguna en sus hábitos, sin la Rodas, pocos años después en el mar, temiendo
menor corrupción ni hedor, y que despedía de sí sin remedio quedar cautivo por la invasión de una
una fragancia tan suave y exquisita que no podía multitud de sarracenos. Mas sólo con invocar el
compararse con los más aromáticos perfumes. Un nombre de Rosalina derrotó á los enemigos, y
conjunto de cosas tan extraordinarias dejó atóni- llegó á Rodas lleno de triunfos. No debió menos
tos á todos los circunstantes, atendida la práctica agradecimiento este gran maestre á su hermana,
que guardan estricta y absolutamente los cartujos año de 1344, cuando defendía la ciudad de Esmir-
de enterrar á los suyos, esto es, sin ataúd ó caja na de la invasión de Tamurlano, duque de Tarta-
de muertos, y cubriéndolos inmediatamente con ria. Ni menos deudores son los provenzales á
la misma tierra que extraen de la hoya. nuestra santa, pues parece que siempre vela para
Colocada Rosalina en la tumba de sus mayores, favorecerlos.
empezó á remediar las necesidades y aflicciones Aunque el monasterio de Cel-la Robaudo fué
de cuantos la invocaban. Pasados cinco años y unos por el discurso de largos años muy favorecido de
cinco meses desde su muerte, el limo. Sr. D. E l - Dios por las reliquias de santa Rosalina, con todo
ceario de Vilanova, obispo de Digne, y hermano permitió el Señor experimentase con el tiempo los
de nuestra santa, en vista de los continuos y gran- efectos y vicisitudes de las guerras que inficiona-
des milagros con que el Señor honraba su sepul- ron en gran manera aquel país. Por lo que siendo
cro, determinó consagrar la iglesia del monasterio dicho monasterio extinguido, las monjas escondie-
después de renovada perfectamente. En efecto: á ron allí mismo el cuerpo de la santa, sin que en
los 4 de junio del año 1334, en que cayó la pascua lo sucesivo nadie supiera su paradero. Mas no
de Pentecostés, fué el señalado para la función pudo la malicia de los tiempos sepultar la m e m o -
que se celebró con magnífica solemnidad y a s i s - ria de Rosalina, pues el Señor, que guarda todos
tencia de un numerosísimo concurso, y el día 11 los huesos de sus siervos, lo descubrió oportuna y
DÍA 18 ENERO 211
prodigiosamente. Los señores marqueses de Trans ¿Quién podrá elogiar dignamente la elevada
y barones de Ares habían confiscado las tierras santidad en que resplandeció nuestra virgen car-
del monasterio, y quedado la iglesia hecha una tujana? Su cuerpo, más de cinco siglos exánime,
ermita. En ocasión que un sacerdote estaba en sepultado entre humedades y ruinas, pasado de
ella diciendo misa, al tiempo de alzar á Dios, un una á otra tumba, expuesto al aire y manoseado
ciego que la oía, exclamó á voz en grito: «Aquí tantas veces, y ¿conservarse íntegro, incorrupto,
está el cuerpo de santa Rosalina, aquí está; yo lo flexible? ¿Cómo un cuerpo muerto obrar tantos
veo; ya estoy sano.» Concluida la misa, el sacer- milagros? Verdaderamente es un portento de la
dote mandó cavar, y encontró el sagrado cuerpo, divina omnipotencia. ¿Qué diré de sus frescos y
como había dicho aquel ciego que acababa de co- bellos ojos, que por otros tantos siglos se mantie-
brar la salud. Los dichos marqueses de Trans, nen como si fueran animados? Es un prodigio de
movidos de este suceso, ofrecieron á los padres los mayores de la cristiandad, siendo la parte que
franciscos observantes de la provincia de San Luis en los demás cuerpos humanos más presto se
esta iglesia y monasterio, los cuales por los años eclipsa y perece.
de 1501 entraron en posesión, con obligación de Por los años de 1660 pasó el rey de Francia á la
promover y propagar el culto de santa Rosalina, Provenza, y hallándose su protomédico en Ares,
como efectivamente lo han cumplido. vio los ojos de santa Rosalina. No pudiéndose per-
Volvió á prenderse la llama de la devoción en suadir que fuesen naturales, tomó una aguja y
los corazones de los provenzales para con santa punzólos; mas al instante quedó desengañado del
Rosalina, porque sus continuos favores y mila- prodigio, notándose aún hoy día las mismas p u n -
gros la hacían digna de la mayor veneración. Y zadas. No es extraño, pues, que el cielo la haya
así, en el año de 1652, hízose una solemne trasla- constituido especial patrona y protectora de los
ción, depositándola en una arca de plata muy rica ojos, dando vista á tantos ciegos, cuantos de veras
que le hicieron fabricar sus propios parientes. la invocan. Mas no se limita su poder tan sólo en
Después, año 1657, el ilustre abad D. Carlos de la salud de los ojos, sino que se interesa grande-
Vilanova, hermano de D. Antonio, marqués de mente para toda enfermedad, pena ó tribulación
Trans y barón de Ares, mandó labrar una s u n - que aflija á sus devotos. Así lo testifica la expe-
tuosa capilla, la cual acabada y bellisimamente riencia, y los milagros lo comprueban, que por
adornada, se decretó la nueva traslación, y pu- ser tantos y tan diferentes fuera menester un grue-
blicóse para el domingo día 20 de octubre de so volumen para escribirlos. El P. Francisco
dicho año. Celebróse, pues, con magnífica pompa de Vilanova, en el epítome de la vida mayor que
por los padres más graves de los observantes que escribió de nuestra santa, refiere ciento de autén-
se hallaban reunidos en este convento con ocasión ticos y notorios, y dice que pudieran llenarse de
de celebrar en él el capítulo, con asistencia de la solos ellos dos tomos muy abultados.
muy esclarecida familia de Vilanova y demás de Procuremos imitar sus virtudes, de que nos d i o
alta nobleza, é innumerables gentes que de todas tantos ejemplos en la tierra, si deseamos gozar de
partes habían concurrido. Dióse principio al acto las delicias del cielo. Y si por nuestra flaqueza y
con un solemnísimo oficio que celebró el reveren- miseria no podemos llegar á la santidad que en
dísimo padre ministro provincial, en que el padre ella admiramos, ajustemos nuestras vidas y c o s -
Antonio Tringueri de la Gresse, guardián de L i - tumbres con las suyas en cuanto podamos, y la
mos, dijo un sermón panegírico de la santa sobre tendremos propicia en todas nuestras necesi-
el tema Non dabis sanctum tuum videre corruptio- dades.
nem (Psalm. xv, 10), que después se imprimió.
Concluidos los divinos oficios, se hizo una proce- Día 18
sión muy lucida y devota, en que cuatro de los
padres más venerandos llevaban respetuosos, y LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO EN ROMA.—La fiesta de
vestidos de pontifical, las sagradas reliquias que la Cátedra de san Pedro en Roma instituyó la
colocaron en la nueva capilla, entre los votos y santa Iglesia, para celebrar aquel dichoso día en
aplausos del pueblo, y las oraciones y cánticos de que el príncipe de los apóstoles, san Pedro, d e s -
los sacerdotes. De todo da testimonio el instru- pués de haber tenido siete años la cátedra apostó-
mento auténtico que escribieron y firmaron aque- lica en la ciudad de Antioquia, entró en Roma y
llos muy reverendos y venerables padres capitula- la colocó en aquella ciudad, que era señora y
res. En el día anterior á dicha traslación, Fr. Fran- cabeza del mundo; el cual, convirtiéndose á la luz
cisco Gervasio, lego del mismo convento, movió del Evangelio por la predicación de los apóstoles,
los brazos de la santa, y estaban tan flexibles como la había de reconocer y venerar, y todos los fieles,
si estuviera viva, pues con la misma facilidad los desde Oriente á Poniente, y desde el Septentrión
cruzaba y descruzaba. al Mediodía, como ovejas del rebaño del Señor
212 LA LEYENDA DE ORO DÍA 18
habían de obedecer á cualquier legítimo sucesor faltase á la Iglesia en su gobierno espiritual la
de san Pedro, como á verdadero y universal p a s - excelencia que tiene el reino temporal en el suyo,
tor de su Iglesia. Celebra asimismo la santa Igle- en el cual toda potestad se reduce á una cabeza,
sia en este día aquel singular beneficio que Cristo y por ella mejor se gobierna y se defiende; ni c a -
nuestro Señor hizo á san Pedro, y en él á todo el reciese la Iglesia de Cristo del concierto que tuvo
mundo, cuando alumbrado, no de la carne y de la sinagoga, en la cual hubo un sumo sacerdote;
la sangre, sino con la luz del Padre Eterno, reco- pues la misma sinagoga fué figura de la Iglesia, y
noció y testificó por hijo coeterno suyo á Jesucris- no conviene que la figura haya sido más perfecta
to, y el Señor, en pago de este conocimiento y que lo figurado, y la sombra que la verdad, ni
confesión, le dijo: Tú eres Pedro, y sobre ti, como menos que la jerarquía eclesiástica sea deseme-
piedra fundamental, edificaré mi Iglesia, y todo el jante á la celestial, donde ,aunque haya diferen-
poder del infierno no prevalecerá contra ella; y yo tes coros de ángeles, todos reconocen á uno como
te daré las llaves del reino de los cielos, para que el más excelente de todos, el cual comúnmente se
todo lo que atares en la tierra, sea atado en el cie- entiende que es san Miguel arcángel, conforme á
lo, y lo que desatares en la tierra, sea desatado en aquello del Apocalipsis, donde se dice que hubo
el cielo. Con las cuales palabras le constituyó una gran batalla en el cielo, y que san Miguel y
Cristo nuestro Señor vicario suyo en la tierra, y sus ángeles pelearon con el dragón y con sus
piedra fundamental de su Iglesia, para que cual- secuaces: y en el oficio eclesiástico se dice de san
quiera fiel, que como piedra quisiere estar incor- Miguel, que es propósito del paraíso y príncipe
porado en el edificio de la Iglesia, sepa que ha de de la milicia celestial. Y pues en cada parroquia
estar unido con esta primera piedra, y con la fe y hay un cura, en cada iglesia catedral un obispo,
doctrina de la Iglesia romana, que los sucesores y en cada provincia un metropolitano, y sobre
de san Pedro enseñan. Y que así como el miem- los metropolitanos arzobispos hay primados y pa-
bro, para tener vida, ha de estar unido con su triarcas; muy justo fué que sobre todos éstos h u -
cabeza, y el ramo con su raíz, y el río, para tener biese un papa, que quiere decir padre de todos los
agua, con su fuente; así cualquier fiel y católico padres, para que á cada uno comunicase la potes-
cristiano ha de estar unido y sujeto á la Cátedra tad que para el bien de sus ovejas había m e n e s -
de san Pedro y de sus sucesores, que después de ter, y le enderezase y encaminase para la salud y
Cristo son la cabeza de todo el cuerpo de la Igle- bien de ellas; y que como pastor universal velase
sia, fuera de la cual no se halla vida, espíritu y sobre toda la grey del Señor que está extendida
gracia con que se sustenta. por todas las partes del mundo. Y no solamente
Este es el beneficio que con este nombre y fies- tuviese cuidado de apacentarla por medio de los
ta de Cátedra de san Pedro la santa Iglesia hoy otros pastores inferiores, sino también de traer
nos representa y nos da á entender que tiene un á ella las ovejas descarriadas y perdidas, y hacer
solo, único, sumo, universal y perpetuo pastor de lobos corderos, y de los gentiles cristianos,
que la rige y gobierna, como vicario y lugarte- enviando buenos predicadores para alumbrarlos
niente de Cristo, el cual, queriendo hacer a u s e n - con la luz del santo Evangelio, como vemos que
cia de este mundo y subir al cielo, le dejó en la lo ha hecho siempre y lo hace la sede apostólica,
tierra, para que fuese cabeza visible, y exterior- de la cual se han derivado las demás iglesias por
mente la gobernase con aquella luz é influencia el mundo, como consta por las historias eclesiás-
y espíritu que el mismo Señor le comunicase, ticas, y lo dice Inocencio primero de este nom-
como cabeza invisible que es, y principal P a s - bre. Y para esto convenía que este pastor uni-
tor y Señor, de ella. Y quiso que fuese uno este versal, no sólo fuese uno, sino también perpetuo,
pastor y vicario suyo; porque así como la fe de y que durase por legítima sucesión hasta el fin
la Iglesia es una, así conviene que sea uno el del siglo, pues la Iglesia ha de ser perpetua, y
juez de las causas de la misma fe; porque no haya ha de haber siempre ovejas de Cristo que apa-
en ella desunión, ni diversidad de pareceres; y centar, y sumo pastor que las apaciente; por-
para que así como en cada familia bien ordenada que fuera muy débil y manca la divina P r o -
hay una cabeza y un padre de familias, en el videncia si en la vida de un hombre mortal y
rebaño un mayoral, en la nave un patrón, en cada frágil fundara la Iglesia que había de durar para
ejército un capitán general, y en el reino un rey, siempre; y así, cuando dijo Cristo nuestro R e -
y á haber más sería confusión; así en la santa dentor á san Pedro, Yo te daré las llaves del reino
Iglesia, que en la sagrada Escritura se llama fa- de los cielos, no se las prometió á él solo, sino á
milia, rebaño, nave, ejército y reino de Dios, no todos sus sucesores. De manera, que así como
hubiese más de un supremo padre de familias, un cuando dijo á Adán, Pulvis es, et in pulverem re-
sumo pastor, un gobernador, un capitán general, verteris: Tú eres polvo, y en polvo te tornarás,
y un monarca espiritual que la gobernase, y no no entendió que sólo la persona de Adán era
DÍA 18 ENERO 213
polvo, y por la muerte se había de convertir en nio {que fué Judas), y no con espada ni con armas
polvo, sino con esta maldición comprendió á sujetará á la ciudad de Rom.a y los reyes, sino con
todos los hijos de Adán. Y como cuando Dios pro- el anzuelo del pescador. Quiso asimismo honrar y
metió á Abrahán que le daría la tierra de Ca- ensalzar aquella ciudad sobre todas las del m u n -
naán. Tibí dabo terram hanc, se entiende que la do, y poner la monarquía espiritual donde había
daría á sus hijos y nietos y toda su posteridad; así puesto la monarquía temporal, para que se diesen
diciendo Cristo nuestro Señor á san Pedro que le las manos, y la una y la otra se ayudasen, y la
daría las llaves del reino del cielo, se entiende que temporal sirviese á la espiritual, y la menor á la
las daría á Pedro y á todos sus sucesores; porque mayor; y estando entre Oriente y Poniente, más
de otra manera, muy corta, estrecha y limitada fácilmente abrazase y gobernase todas las provin-
fuera la promesa de Cristo, si con la vida de Pedro, cias del mundo. A san Pedro, pues, y á sus s u c e -
como dijimos, se acabara; y no hubiera el Señor sores dio el Señor las llaves del cielo, la llave de
proveído bien á su Iglesia si no le diera una c a - la ciencia y la llave de la potestad, porque la una
beza perpetua y un sucesor de Pedro para que la y la otra son necesarias para el buen gobierno de
gobernase hasta el fin del mundo. Lo cual después la Iglesia; la ciencia para enseñarnos y darnos
de la muerte de san Pedro aun era más necesario luz, y la potestad para regirnos y castigarnos: y
que en su vida, porque mientras que vivía san en la una y en la otra le dio muy cumplidamente
Pedro no era tanto el número de los fieles, ni la todo lo que era menester para encaminar almas á
Iglesia estaba tan extendida por todas las provin- Dios; y como dice el apóstol san Pablo: In cedifi-
cias y naciones del mundo como lo fué después; y cationem, et non in destructionem. Para edificación,
los cristianos en los principios tuvieron, como y no para destrucción de la santa Iglesia. Dióle
dice el apóstol, las primicias del espíritu y bebían potestad para juntar y celebrar los concilios, pre-
de la fuente de la doctrina apostólica, y eran más sidir en ellos y confirmar sus decretos y definicio-
perfectos y más encendidos en el amor de Dios, y nes: para instituir nuevas religiones y aprobar
como ovejas obedientes y mansas conocían la voz sus institutos, y proponerlos á toda la Iglesia,
de su pastor, y le seguían, y tenían escrita su ley como caminos seguros para la vida eterna. Dióle
en sus entrañas; y así no tenían tanta necesidad potestad para examinar las vidas y milagros, y
de maestro exterior que se la enseñase, ni se des- merecimientos de los santos, y declarar que lo son,
velase tanto para defenderlas de tantos herejes, y canonizarlos, para que sean venerados de toda
como después se han levantado, y como lobos la Iglesia. Dióle potestad para hacer leyes, que
hambrientos las rodean é infestan, ni para dete- obliguen á todos los fieles, y para interpretar las
nerlas en el aprisco, y curar la roña de sus vicios, divinas, y dispensar en las humanas, y en todo el
que por tantas partes del mundo se nos ha entrado. derecho positivo. Dióle potestad para consagrar
Este pastor universal y perpetuo es el obispo de los obispos, instituir iglesias, unirlas, dividirlas,
Roma, donde san Pedro por ordenación divina transferirlas, extenderlas y acortarlas, como más
puso su silla y la tuvo por espacio de veinticin- conviniere al bien de los fieles. Dióle potestad s o -
co años, y la estableció para todos sus sucesores bre todos los otros obispos y pastores, y sobre
perpetuamente. De suerte, que así como algunos todos los príncipes y reyes cristianos del mundo,
generales de algunas religiones, no solamente son porque todos son sus ovejas, y en cuanto cristia-
generales y gobernadores de su orden, sino tam- nos le deben obedecer en loque pertenece á la sal-
bién son abades ó priores particulares de alguna vación de sus almas y de las de sus subditos; por-
casa, y el que es superior de aquella casa junta- que todo el buen gobierno temporal de los reyes
mente es generalísimo de toda su religión (como se ha de encaminar, como á su fin, al bien espiri-
el prior de San Bartolomé de Lupiana en España tual de las almas, y la felicidad temporal á la eter-
es generalísimo de la orden de San Jerónimo, el na. Dióle potestad para dispensar en el tesoro de
abad de San Benito de Valladolid generalísimo de la Iglesia, y conceder indulgencias y jubileos, y
la de San Benito, y el prior de la gran Cartuja en perdonar pecados, y todo lo que es anexo á esto,
Francia es generalísimo de la orden de cartujos), que es el mayor bien de los bienes, y singularísi-
así el obispo de Roma es juntamente obispo de mo beneficio de Dios. Por esta tan grande y divi-
aquella sagrada ciudad y pastor universal de toda na potestad, que dio el Señor á san Pedro, el obis-
la Iglesia; porque quiso Dios nuestro Señor mos- po de Roma, sucesor de san Pedro, es llamado
trar su infinito poder, sojuzgando por mano de un papa, padre de todos los padres, pontífice de los
pobre pescador aquella ciudad, que era cabeza y cristianos, sumo sacerdote y príncipe de los sacer-
señora del mundo, como lo había profetizado dotes, vicario de Cristo, cabeza del cuerpo de la
Isaías; y aun la sibila Eritrea había dicho, hablan- Iglesia, pastor del rebaño del Señor, padre y doc-
do de los discípulos de Cristo: Escogerá de los pes- tor de todos los fieles, gobernador de la casa de
cadores doce hombres, y entre ellos habrá un demo- Dios, y guarda de su viña, esposo de la Iglesia,
214 LA LEYENDA DE ORO DÍA 18
prelado de la silla apostólica, obispo universal; nimo, el año del Señor de 44, y en el segundo del
que todos estos nombres y apellidos dan los santos emperador Claudio, á los 18 de enero, en el cual
concilios y doctores de la Iglesia al que está s e n - se celebra la fiesta de su Cátedra.
tado en la cátedra de san Pedro; la cual es cátedra (P. Ribadeneira.)
de verdad, madre de todas las sagradas religiones,
maestra de todas las Iglesias, juez infalible de la SANTA PRISCA, VIRGEN Y MÁRTIR—Habiendo Clau-
fe, regla cierta de las buenas costumbres, luz del dio el segundo sucedido en el imperio á Galieno,
cielo, intérprete de la divina voluntad, contraste tuvo grandes guerras contra los godos y otras
de la sagrada Escritura, y piedra de toque de los gentes extranjeras, y alcanzó de ellas esclareci-
libros sagrados, honra y ornamento de los santos, das victorias; porque desbarató trescientos mil
consuelo de los justos, espanto de los malos, guía bárbaros, tomó dos mil navios, y lleno de gloria
de los católicos, cuchillo y ruina de los herejes, y triunfo vino á Roma, en donde entendió que
refugio de los afligidos; á la cual, como puerto se- con la paz y quietud que los cristianos algu-
guro, se han acogido todos los santos prelados que nos años habían tenido, se había aumentado y
injustamente han sido perseguidos, como Cecilia- florecido mucho nuestra santa religión. Y que-
no, Atanasio, Crisóstomo, Teodoreto y los demás. riendo él, como pagano, agradecer á sus falsos
Este beneficio es el que hoy celebra la Iglesia ca- dioses las victorias que pensaba le habían dado,
tólica en esta fiesta de la Cátedra de san Pedro, en comenzó á perseguir con gran crueldad á los
el cual se encierran otros muchos, y muy grandes cristianos, como á capitales enemigos de sus
y regalados beneficios para toda la Iglesia, y para dioses y de su imperio. Y con esta ocasión m u -
cada uno de sus hijos. Y que para representarnos chos santos mártires derramaron su sangre por
este tan grande y tan incomparable beneficio, y Cristo en Roma, y fueron de él coronados en el
movernos á hacer las debidas gracias al Señor por cielo. Entre éstos fué una doncella de trece años,
él, se haya instituido esta fiesta de la Cátedra de llamada Prisca, nacida en la misma ciudad de
san Pedro en Roma, dícelo san Gregorio papa en Roma, de ilustre sangre, la cual fué presa de los
su Misal, ó en su libro de los Sacramentos, antiquí- ministros de justicia y presentada delante del em-
simo, que hoy día se guarda en la librería Vatica- perador; y viéndola de poca edad, y creyendo que
na, por estas palabras: «Verdaderamente, Señor, fácilmente se trocaría, la mandó llevar al templo
que es cosa muy justa y digna de alabaros, por de Apolo, para que allí le adorase y ofreciese s a -
ser tan admirable en vuestros santos, en los cua- crificio. No quiso la santa virgen obedecer el man-
les maravillosamente sois glorificado, y por los dato imperial por obedecer al de Dios, alegando
cuales adornáis el cuerpo de vuestro unigénito que sólo era Jesucristo verdadero Dios, á quien
Hijo, y en ellos asentáis los fundamentos de vues- adoraban los cristianos, y losdiosesde los gentiles
tra Iglesia, la cual ampliasteis en los profetas, y eran demonios que los traían embaucados. M a n -
fundasteis en los apóstoles, entre los cuales esco- dóle el emperador dar muchas bofetadas en su vir-
gisteis al bienaventurado san Pedro, y por la ginal rostro, con las cuales, aunque á los ojos de
confesión de vuestro unigénito Hijo, mudándole los hombres quedó fea y denegrida, á los del Señor
el nombre, y poniéndole por piedra fundamental quedó más hermosa y resplandeciente. Echá-
de vuestra Iglesia, le hicisteis prelado y guarda ronla en la cárcel entre gente facinerosa, donde
de vuestros sacramentos, y le disteis potestad unos con caricias y otros con espanto procura-
para que se guardase en el cielo lo que él orde- ban reducirla á su mal intento; pero ella siempre
nase en la tierra. En cuya honra hoy día celebra- estaba firme y constante, no dejándose vencer, ni
mos esta fiesta, y os ofrecemos sacrificio de gra- de terrores ni de blanduras. Azotáronla cruelísi-
cias y de alabanza por Jesucristo nuestro Señor.» mamente, derritieron sobre sus tiernas y delica-
Hasta hoy día se guarda en Roma y se muestra das carnes lardo y grosura ardiendo, y volviéronla
la cátedra ó silla de madera, en que se dice que á la cárcel, y al cabo de tres días la sacaron d e -
se sentaba el glorioso apóstol san Pedro, y por lante de todo el pueblo al anfiteatro, que era lugar
ella obra Dios muchos milagros. Esta fiesta de la donde celebraban sus espectáculos y fiestas. Allí
Cátedra romana se celebró antiguamente, como pusieron á la santa doncella, y luego soltaron un
habernos dicho, y después con el suceso del tiem- ferocísimo león, para que la despedazase y traga-
po se cayó y puso en olvido, hasta que el sumo pon- se, el cual, olvidado de su natural braveza, se
tífice Paulo IV la restituyó, y mandó celebrar en echó á los pies de la virgen como una oveja, y
toda la Iglesia católica el año del Señor de 1557, comenzó á lamerlos y á halagarla mansamente.
y en el tercero de su pontificado, para que toda Quedaron de este nuevo espectáculo los gentiles
la Iglesia hiciese gracias al Señor por este tan asombrados y confusos, y los cristianos consola-
señalado beneficio, que es común en todos. Entró dos y animados. Mas todo esto no bastó para
san Pedro en Roma, según Eusebio, y san Jeró- amansar al tirano, que era más fiero que las fie-
DÍA 18 ENERO 215
ras. Mandóla echar de nuevo en otra cárcel más Martín, cerca de la ciudad de Tours en Francia,
afrentosa de los esclavos, y que allí la dejasen tres y admirable en abstinencia y humildad. Pasaba
días sin comer; los cuales pasados, la sacaron y muchos días alimentándose tan sólo con el sagra-
descoyuntaron con exquisitos tormentos. E x t e n - do pan de la Eucaristía. Su virtud fué probada,
diéronla en el ecúleo, rasgaron sus carnes con como la de san Antonio, con todo género de ten-
uñas aceradas y garfios de hierro, añadiendo al taciones; pero su fortaleza fué siempre superior
delicado cuerpo penas sobre penas y tormentos á los esfuerzos del enemigo. Después de una vida
sobre tormentos. Arrojáronla después en una esclarecida en grandes y portentosos ejemplos de
grande hoguera de fuego, pero no la quemó, para santidad y de gracia, murió Leobardo el día 17 de
que se viese que todas las criaturas obedecen al enero del año 572. San Gregorio, obispo de Tours,
Señor, si no es el hombre, que por haber recibido contemporáneo suyo, ha escrito su vida y lo pro-
más de su bendita mano, debería servirle más, y pone en ella á los fieles como modelo de todas las
para que se entendiese que cuando el Señor per- virtudes religiosas.
mite que los suyos padezcan, no es por no poder-
los librar de las penas, sino por coronar la pa- SAN DEICOLO Ó DEICOLA— Fué discípulo de san Co-
ciencia que tienen en ellas. No bastaron estas lumbano y primer abad de su monasterio en Bre-
pruebas y victorias para que el cruel emperador taña. Varón celestial, dice el autor del Martiro-
reconociese al verdadero Dios en esta santa don- logio galicano, glorioso en virtudes y esplendente
cella, antes atribuyendo tantas y tan grandes en insignes milagros, fué uno de los más ricos
maravillas al arte mágica, y creyendo que por ornamentos de su siglo. Para dedicarse más espe-
virtud de los demonios las obraban los cristianos, cialmente á la perfección de su alma, dejó el car-
la mandó llevar fuera de la ciudad, y que allí le go de superior del monasterio y se encerró en
cortasen la cabeza; y así se hizo. Y santa Prisca, una estrecha celda, donde sus virtudes monásti-
dejando el mundo lleno de suavísimo olor y fra- cas adquirieron nuevos y subidísimos quilates,
gancia de su martirio, y admirado de su virginal hasta que. estando un día en oración, el Señor le
pureza y varonil constancia que tuvo en tan llamó á sí, y él le entregó gozoso su espíritu, que
tierna edad, se fué á gozar del premio de sus me- fué recibido entre los coros de los santos. No se
recimientos al cielo, donde sigue al Cordero, y le sabe el año fijo de su muerte, y sí sólo que flore-
canta los himnos de alabanza que solas las vírge- cía aún á principios del siglo VII.
nes pueden cantar. Su cuerpo fué enterrado en la
vía de Ostia por los cristianos, como tres leguas ó SANTA LIBERATA, YIRGEN.—Nació esta santa en un
diez millas de Roma, á los 18 de enero, en el cual pueblo de los Alpes, de nobilísima familia, pero
día celebra la Iglesia su fiesta; y murió, imperando
idólatra. Siendo aún muy niña, fué instruida en la
el ya dicho Claudio II. (P. Ribacleneira.)
religión cristiana por una mujer desconocida, y
se inflamó de tal manera su corazón en amor á
LOS SANTOS MOSEO, Y ANMONIO Ó AMMÓN, SOLDADOS Y aquellas verdades que le enseñaban, que un día
MÁRTIRES.—Sabemos de estos sanios, que hallán- huyó con su hermana santa Faustina, de poca
dose de guarnición en Ponto, y convencidos de la menos edad que ella, de la casa paterna, y mar-
divinidad de la religión cristiana, confesaron á chó á Como, donde las dos fueron bautizadas, y
Jesucristo; y después de haber sido condenados á edificaron un monasterio con lo que su padre,
las minas y atormentados con varios suplicios, convertido por ellas á Jesucristo, les facilitó. En
fueron entregados vivos á las llamas, en cuyo tor- este retiro vivieron ambas hermanas algunos
mento expiraron. Su muerte sucedió durante el años, muy favorecidas del cielo y del obispo san
reinado de Decio. Agripino, su director y maestro en la vida espiri-
tual, hasta que fueron á gozar del premio debido
SAN YOLUSIANO—Fué ilustre obispo de Tours en á sus grandes merecimientos. Liberata murió el
Francia. Habiendo sido incitado por los godos día 18 de enero del año 580, y tres días después
arrianos á seguir sus errores, y defendiendo él fué á reunírsele su santa hermana, para que las
con constancia la fe ortodoxa, fué desterrado á que tan íntimamente habían permanecido juntas
España, donde murió, después de prolongadas y en la tierra gozasen también juntas de la gloria
amargas persecuciones; las cuales sobrellevó con de los santos. Sus cuerpos fueron depositados en
toda la constancia y resignación que comunica el un magnífico sepulcro en la catedral de Como,
Señor á sus fieles siervos. Su dichosa muerte se donde el Señor obró muchos milagros por la i n -
coloca por los críticos al año 400 poco más ó tercesión de sus queridas siervas.
menos.
SAN ATENÓGENES, ANTIGUO TEÓLOGO—Fué precipi-
SAN LEOBARDO.—Fué monje del monasterio de San tado en un abismo y abrasado vivo. San Basilio,
216 LA LEYENDA DE ORO DÍA 19
en el cap. III del libro del Espíritu Santo, hace «Estad fuertes, hijos míos.» Cortáronles después
mención de un himno sobre la Trinidad que las manos, y colgadas al cuello los llevaron por
compuso Atenógenes un momento antes de ser la ciudad, con un pregón que decía: «No blasfe-
arrojado á las llamas. Su martirio tuvo lugar en méis á los dioses;» y ellos respondían: «No son
el Ponto, durante el siglo III. dioses los que vosotros adoráis, sino demonios
que os engañan y os echan á perder con vuestro
SAN PABLO Y TREINTA Y SEIS COMPAÑEROS, MÁRTIRES. príncipe.» Y Marta recogía la sangre que desti-
—Ruinart, pág, 624, trae sus actas auténticas, si laba de los miembros de su marido y de sus hijos,
bien no fija año. y ungía con ella su cabeza con gran júbilo de su
alma; tanto era el deseo que tenía de morir por
SAN ÜLFRIDO Ó WOLFREDO, OBISPO Y MÁRTIR—Murió Cristo. Finalmente, sacáronlos fuera de la ciudad,
en 1028 á manos de paganos. y en un arenal les cortaron las cabezas y q u e -
maron sus cuerpos, para que no fuesen honrados
Día 19 de los cristianos, y á Marta echaron en un pozo,
donde murió. Tomó los cuerpos de los tres santos
LOS SANTOS MARIO, MARTA, AUDÍFAX Y ABACÚ, MÁRTI- medio quemados una santa matrona, llamada
RES.—En tiempo del emperador Claudio, segundo Felicitas, y dióles sepultura en una heredad suya,
de este nombre, vino á Roma un caballero per- y sacado el cuerpo de Marta del pozo, le puso con
siano, que se llamaba Mario, juntamente con su el de su marido y de sus hijos, á los 19 días de
mujer Marta y dos hijos que tenían, llamados Au- enero del año del Señor de 270, en el cual la
dífax y Abacú, todos cuatro cristianos y grandes Iglesia celebra la fiesta de estos mártires; y por
siervos de Dios. El motivo que tuvieron para v e - su intercesión hizo Dios grandes milagros y mu-
nir fué el visitar los santuarios y reliquias de chas mercedes á su pueblo. Después fueron tras-
aquella santa ciudad, y particularmente los cuer- ladados los cuerpos de los santos á la iglesia de
pos de los príncipes de los apóstoles san Pedro y San Adriano mártir, donde en tiempo de Sixto V,
san Pablo, que en ella son reverenciados. Llega- sumo pontífice, como escribe el cardenal Baronio,
dos á Roma, cumplieron con su devoción, y d e s - fueron hallados con otros cuerpos de santos, y
pués se dieron á visitar, socorrer y consolar á los colocados con grande reverencia y concurso de
cristianos, que estaban detenidos en las cárceles, todo el pueblo romano. (P. Ribadeneira.)
que en aquella sazón cruelmente eran atormen-
tados. Animábanlos con sus palabras, sustentá- SAN CANUTO, REY DE DINAMARCA Y MÁRTIR—San Ca-
banlos con sus limosnas, servíanlos con sus per- nuto, cuarto de este nombre, rey de Dinamar-
sonas, y á los que morían por la fe, sepultábanlos ca, fué hijo de Suenón, nieto de Canuto el Mag-
con gran devoción y ternura, la cual era tanta, no, rey de Dinamarca é Inglaterra. Como nacía
que una vez, entre otras, habiendo ido á la cár- Canuto para rey y para santo, le dotó el Señor de
cel y lavado los pies á los cristianos que allí esta- prendas reales, ó hizo ver en su niñez señales de
ban, echaron sobre sus cabezas el agua con que la eximia santidad á que había de llegar.
los habían lavado, por haber tocado los pies de Estaba adornado de generosidad y grandeza de
los que padecían por Cristo. Andando ocupados ánimo, de liberalidad y esfuerzo, y mucho más de
en estas santas obras con tanto afecto y devoción, bondad y de costumbres, piedad, celo de la reli-
fueron presos por mandado del emperador, el gión y culto divino, y de amor á su patria y á la
cual quiso persuadirles que adorasen á sus falsos justicia. Adelantóse el ánimo á la edad, y en la
dioses, y se apartasen de la fe de nuestro Señor juventud alcanzó ilustres victorias de los piratas
Jesucristo; y hallándolos firmes y constantes y que infestaban los mares de Dinamarca, y consi-
aparejados á morir, antes que hacer cosa tan sa- guió gloriosos trofeos de los enemigos del reino,
crilega y detestable, cometió la causa de ellos á con que, no sólo igualaba ya, mas excedía la glo-
un teniente suyo, llamado Musciano, para que los ria de su padre, que era valeroso principe, y á
atormentase y diese la muerte. Musciano mandó todos parecía haber resucitado Canuto el Magno
desnudar al padre y á los dos hijos, y á los ojos en nuestro Canuto, ó que había heredado hasta su
de Marta herir sus cuerpos terriblemente con valor, no menos que su nombre. Ninguno dudaba
varas, y después extenderlos en el ecúleo, y abra- que había de suceder á su padre en la corona y
sar con hachas ardientes sus costados y rasgar ser preferido á sus hermanos, á los cuales excedía
sus cuerpos con peines de hierro; y en todos estos en todas las prendas reales, como el sol á las e s -
tormentos estaban los santos con grande alegría, trellas en la claridad. Con todo esto, muerto S u e -
alabando y glorificando al Señor, por cuyo amor nón, los méritos embarazaron á Canuto para la
padecían. Y no era menor el regocijo de la santa corona; porque el reino, inclinado al ocio y d e s -
mujer y madre, que con alegre rostro les decía: canso, viendo en Canuto tantos espíritus militares,
DÍA 19 ENERO 217
temió que siendo rey los ocuparía en la guerra, y honrando al clero más que ningún rey de sus
eligieron á Araldo su hermano, que no había h e - antecesores. No eran estimados del pueblo los
cho cosa memorable, queriendo más que reinase obispos; y para concillarles con la honra la auto-
el cobarde que el valiente, por vivir en ociosidad ridad, les tenía tanta reverencia, que no quería
y no manejar las armas: dando por pretexto que sentarse ni cubrirse hasta que ellos se sentaban
á Araldo, por mayor en edad, se le debía la coro- y cubrían; y mandó que entre los grandes y seño-
na, aunque en la verdad sólo pretendían con este res tuviesen el primer asiento. No sólo procuró
color disimular la injusticia con que premiaban la honra de los prelados, mas también la de todos
el vicio y dejaban sin premio la virtud, sólo por- los sacerdotes y religiosos, llamándolos ministros
que le merecía. No faltaban algunos á quienes de Dios, y queriendo que fuesen respetados como
parecía mal la flojedad de Araldo y deseaban por tales. Y para que con el temor y mayor dependen-
rey á Canuto; pero el nuevo rey, con promesas y cia creciese el respeto, les cometió las causas de
amenazas, los apartó luego de su hermano, y él se religión y las otras exentas del foro real, de modo
vio obligado á huir de un reino cuyas utilidades que todos en Dinamarca acudían en sus diferen-
había procurado y cuyos términos había extendi- cias al tribunal del rey ó al de los prelados. Mandó
do. Retiróse con tres naves armadas al mar E s - que pagasen los diezmos á los eclesiásticos; pero
cánico, adonde le envió su hermano una embaja- el pueblo, rudo aún en las cosas sagradas, no
da, prometiéndole partir con él la corona; pero abrazaba esta ley de pagar los diezmos, parecien-
Canuto, que era no menos prudente que valeroso, do á los seglares cosa muy dura pagar lo que no
no quiso fiarse de las promesas de su hermano, acababan de entender con qué título lo debían.
que le ofrecía la corona para quitarle la cabeza; Acabó Sueno obispo una iglesia suntuosa, que
antes recelándose más ahora de sus promesas que estaba empezada, y el santo rey mandó hacer una
antes de sus amenazas, se huyó á Suecia; y olvi- corona preciosísima, labrada con gran primor, y
dado de las injurias de su patria, no se olvidó de ponerla en ella por ornato, ofreciendo á Dios su
su generosidad, y prosiguió la guerra contra los corona, en reconocimiento de que es Rey supremo
pueblos orientales, que había empezado viviendo á quien todos los reyes deben vasallaje, y por
su padre. juzgar que las riquezas deben servir antes al cul-
En este tiempo murió Araldo, habiendo reina- to sagrado que á la humana avaricia. Otro templo
do dos años; y el reino, con mejor consejo, eli- de San Lorenzo acabó Egino con ayuda del rey,
gió por rey á Canuto, con general aclamación y el día que se dedicaron estos templos, habiendo
y aplauso de todos. En sentándose en el solio venerado con gran devoción los altares, concedió
real, prosiguió la guerra contra los orientales, al obispo y á sus sucesores con magnifica y pia-
no tanto por deseo de dilatar los términos de su dosa liberalidad la cuarta parte de sus rentas; y
reino, cuanto por celo de ampliar los de la r e - porque ninguno de sus sucesores se atreviese á
ligión cristiana; y no desistió de la empresa, quitársela, los sujetó á la maldición de los obispos.
hasta que conquistó de él todos los reinos de A los ministros de la Iglesia concedió renta para
los curetos, sambones y estones, que vivían su sustento, y demás de fundar algunas iglesias
aún en las tinieblas de la idolatría. Después de nuevo, amplificó otras y las adornó de muchos
de haber sujetado á sus enemigos, queriendo dones y ornamentos preciosos. Envió una s o l e m -
asegurar la corona con la esperanza de la s u - ne embajada al papa Gregorio VII, que presidía
cesión, buscó esposa igual á su grandeza, y en la silla de san Pedro, confesándose hijo obe-
casóse con Ethala, hija de Roberto, conde de diente de la Iglesia romana, y pidiendo ser e n s e -
Flandes, de la cual tuvo un hijo, llamado Carlos. ñado en sus leyes y ceremonias. Y el sumo pon-
Luego, viendo que con la disimulación de su her- tífice le respondió con otra, en que alaba mucho
mano vivían los grandes y señores con gran disi- su fe y devoción, con que, estando en los últimos
mulación, y á su ejemplo los inferiores tomaban fines de la tierra, reconoce á la Iglesia romana
licencia para todo género de delitos, habiéndo- por madre y desea ser de ella enseñado; dícele
se hecho de la permisión ley, y derecho de la cuan poderoso es el ejemplo de los reyes para
costumbre; promulgó severísimas leyes para la llevar á sus vasallos al bien ó al mal, y le a m o -
reformación de su reino, las cuales guardaba nesta que considere cuan caducos y perecederos
exactamente, sin atender á grandeza, nobleza ó son los bienes de esta vida, que dejan vacío al
parentesco; con que en breve redujo á su antigua mejor tiempo á su poseedor; por lo cual le exhor-
figura aquel reino, que estaba tan desfigurado ta á buscar los bienes eternos, que nunca desam-
con los vicios, que ni se podía ver sin lágrimas, paran al que los goza. Mucho se consoló y animó
y apenas reconocer que era el mismo que antes. el santo rey con esta carta del vicario de Cristo,
A las cosas sagradas restituyó su honor y culto, el cual le escribió otra después, en que le dice,
que estaba olvidado; y aun le acrecentó mucho, que entre las virtudes que desea resplandezcan
TOMO i 28
218 LA LEYENDA. DE ORO DÍA 19
en él, procure señalarse mucho en la defensa de que no el castigo propio de los esclavos, ó consi-
las iglesias, en la reverencia del estado eclesiásti- deraban que podía ser en algún tiempo rey, el que
co, y en saber juntar la justicia y clemencia en ahora veían en la desgracia de esclavo, y temían
sus juicios. ofender en la adversa fortuna al que podía v e n -
Teniendo ya ordenadas las cosas de su reino garse de ellos en la próspera. Mas Eurico, h e r -
con prudentísimas leyes, viendo el santo que el mano de Canuto y Olavo, ejecutó el mandato, t e -
valor de los daneses estaba como embotado y su niendo más cuenta con el justo imperio del rey,
fama deslucida con el poco uso de las armas, i n - que con la sangre real y propia, manchada en
tentó nuevas empresas, y deseó recuperar la I n - Olavo con el delito de la traición. El rey, aunque
glaterra, que había sido de sus mayores, y era pudiera quitarle la vida, no queriendo derramar
entonces ocupada por Guillermo, duque de Nor- la sangre de un hermano, aunque infiel, le envió
mandía. Comunicó su intento, antes de publicar- á Flandes encadenado. Viendo los conjurados
le, con Olavo su hermano, que debajo de nombre deshechas de esta manera sus trazas, y conocien-
tan piadoso era su émulo y enemigo, por la ambi- do que el rey no podía ignorar su deslealtad, por
ción de reinar, que no reconoce parentesco. Apro- jdesarmarle para la venganza y excusar el castigo
bó Olavo el intento de Canuto, y después los de un delito cometiendo otro, avisaron secreta-
grandes y señores y todo el pueblo; porque Olavo, mente á la armada, que quedaba esperando la
mostrando mayor fidelidad cuanto era más infiel, vuelta del rey, y persuadieron á los soldados que
alababa mucho los intentos de su hermano, no se volviesen á sus casas, encareciendo el peligro
por pensar que podía recuperar el reino que pre- de la guerra y la imposibilidad de la conquista,
tendía, sino por concitar contra él el reino que p o - con que vendían sus vidas y reputación de balde,
seía, con la dificultad ó imposibilidad del intento. aun sin el precio de una probable esperanza. No
Publicó el rey la empresa, dispuso la armada, y quisieron persuadirlo descubiertamente, ni hacer-
adelantóse con parte de ella al cabo del mar Lini- se cabezas de esta fuga, sino que todos los solda-
co, de donde se pasa fácilmente al Océano, á e s - dos por común conspiración se retirasen, para
perar á su hermano, que había de seguirle con lo que siendo universal el delito, gozase de impuni-
restante de la armada. Mas Olavo, dando varias dad, y siendo la culpa de todos, no fuese el castigo
excusas de no partir, se iba deteniendo, para que, de ninguno. Y al fin se volvieron los soldados á
ó el rey se fuese solo á esta empresa, y en el ínte- sus casas, no menos por estar cansados de tanta
rin él se apoderase, de su reino, ó suspenso con la dilación que por la persuasión de los grandes.
tardanza el ejército le desamparase, y así se hi- Causó primero tristeza al rey la nueva de h a -
ciese Canuto aborrecible á sus vasallos, con el berse deshecho su armada, por ver frustrados sus
gasto inútil de esta expedición; que de estas tra- intentos y burladas sus esperanzas; mas cuando
zas sabe usar la malicia y la ambición para salir supo que la ocasión era el odio de los grandes,
con sus intentos. Urdía Olavo la conjuración por las leyes que había promulgado contra sus
contra su hermano con los grandes del reino, que delitos y en favor de la Iglesia, se alegró de pade-
daban gratos oídos á semejantes pláticas, ofendi- cer él algún desdoro por mirar por la honra de la
dos de Canuto, así por haber reprimido sus inso- Iglesia, y aunque le entristecía el efecto, le con-
lencias con severas leyes y honrado tanto á los solaba la causa, y esperaba sacar un grande bien
eclesiásticos en diminución de su autoridad y de tan grande mal. Los grandes, viendo preso al
promulgado leyes en favor de la Iglesia, como por capitán de la conjuración, se portaban con mucho
volver con el gobierno de Olavo á la libertad que disimulo, procurando ocultar con una fidelidad
habían gozado en el de Araldo, y perdido en el de fingida una infidelidad verdadera: disimulaba tam-
Canuto. Llamaba el rey con apretadas y repetidas bién el rey, hasta que juntando consejo general
órdenes á Olavo, porque su ejército, desesperado de todos los estados del reino, les ponderó con
del mucho esperar, estaba á peligro de deshacer- graves y sentidas palabras cuánta fama y gloria
se; y entendiendo últimamente la infidelidad de se había adquirido Dinamarca en el mundo con
su hermano, volvió de improviso á buena diligen- sus proezas, cuánto había florecido en ella la dis-
cia con algunas naves, y hallándole desprevenido, ciplina militar, de cuántas victorias y triunfos se
le prendió; y siendo acusado y convencido de su habían coronado sus reyes, debidos no menos á
delito, mandó á los soldados le pusiesen prisiones; la obediencia que al valor de sus vasallos. Quejó-
pero todos se excusaron, pareciéndoles afrenta se después de que él había experimentado lo que
indigna del hijo de un rey, porque tiene esta gen- ignoraron sus antepasados, pues hallaba desobe-
te tal veneración á sus reyes, que antes quitara la dientes á los que ellos experimentaron siempre
vida á los que nacen de su sangre real, que p o - rendidos á su voluntad. Dijoles que no podía sub-
nerles en hierros, teniendo por más tolerable que sistir un reino si los vasallos no obedecían á su
padezcan la pena que lleva la condición humana, rey, ni podía conservarse ni adquirir fama y g l o -
DÍA 19 ENERO 219
ria sin la ayuda de los soldados, que son los bra- tra su vida, se retiró á Esleusico, por ser lugar
zos del rey, para conservar lo ganado y recuperar fuerte, con su mujer y su hijo Carlos, que murió
lo perdido; que bien sabían que el mayor delito por semejante causa que su padre, determinado
que podía cometer en la milicia un soldado era de enviarlos á Flandes, si las cosas sucediesen
desamparar sin licencia de su príncipe la guerra; infelizmente. Creció el número de los rebeldes, y
y semejante culpa no se pagaba bastantemente viendo Canuto que le faltaban los antiguos soco-
con plata ni oro, y era menester sangre para la- rros, se retiró á la isla de Fionia, que es una de
var tan fea mancha; mas que por no derramar la las mejores del golfo de Dinamarca, donde p e n -
sangre de tantos amados vasallos, ni poder averi- saba fortificarse contra la furia de sus enemigos;
guarse los autores de esta sedición, para que no se mas los jutas, desesperando de alcanzar el perdón
quedase sin castigo delito de tan mal ejemplo, que- de su delito, quisieron huir la pena, haciendo
ría conmutar la pena, que merecían, en otra más mayor la culpa, y excusar el castigo con la muer-
ligera, en que pagase cada uno cierta cantidad de te del que los había de castigar, y siguieron al
dinero, conforme á su condición y posibilidad, rey á la isla, y concitaron contra él á los natura-
para satisfacer los gastos de aquella expedición, les, de tal manera, que determinó huir de Fionia.
que por su culpa se había malogrado. Pareció á Pero un hombre astuto y sagaz, semejante á J u -
todos bien la propuesta del rey, porque de esta das, llamado Blaco, habiendo ganado la confianza
manera, sin manifestarse ningún reo, purgaban del rey con mostrarse muy celoso de su servicio
todos su delito. Mas el santo rey no tiraba á acre- y muy lastimado de su desgracia, le aconsejó que
centar sus rentas y aumentar su tesoro, sino á que no añadiese con su temor ánimo á sus enemigos,
se pagasen á la Iglesia los diezmos, que por otros sino que se retirase á Othonia, ciudad fuerte y
medios no había podido conseguir. Y así, compu- principal de la isla, prometiéndole que exploraría
tando la suma grande de dinero que debían pagar los ánimos de la plebe, y la procuraría quietar, y
á su real fisco, se la conmutó en otra menor, de si no tuviese logro su intento, le avisaría á tiempo
que pagasen los diezmos á los eclesiásticos. Al que pudiese salvar la vida con la fuga. Creyóle el
oir esto se exasperaron los ánimos de todos, y santo, porque Blaco era elocuente como infiel, y un
pidieron licencia al rey para deliberar antes de pecho real no se persuade caber en corazón ajeno
responder; y concedida, aunque la suma que h a - lo que no cabe en el propio, y Blaco, dejando ase-
bían de dar de presente era excesiva y muy infe- gurado al rey, se fué derecho á los conj urados, y en
rior á la solución de los diezmos, considerando lugar de templar sus ánimos alborotados, los con-
que ésta era perpetua y aquélla no, les pareció movió más contra él, persuadiéndoles que no deja-
que admitiéndola cargaban un perpetuo tributo sen ir fugitivo al que tenían en sus manos; que
sobre sus hijos y descendientes, y hacían eterna cogiesen con tiempo al que no era rey, sino tirano
su afrenta, siendo la pena padrón que acordase de sus vasallos, y se librarían á sí mismos y á to-
siempre la culpa, y quisieron redimir un censo da la patria de su opresión y tiranía. Con éstas y
perpetuo con el dinero presente, y borrar su igno- otras razones semejantes creció el tumulto, como
minia con su hacienda; y así, determinaron pagar crece con los vientos la tempestad, deseando c o -
antes la pena al rey, que los diezmos á la Iglesia. ger el rey entre sus manos para despedazarle. Y
Aunque sintió mucho el santo que se le hubiese dejando Blaco en esta disposición al pueblo, se fué
malogrado esta traza, disimuló por entonces, y al rey con el rostro alegre, y pidiendo albricias,
partiéndose á la provincia de Jucia, que es la ú l - como quien llevaba felices nuevas, le dijo como
tima del reino, señaló á Tostón y á Horta, para estaban aplacados los ánimos del pueblo y deseo-
que, acompañados de soldados, cobrasen con al- sos de volver á la gracia de su príncipe, y serle
gún rigor la pena pecuniaria, pretendiendo el fieles en adelante, si quisiese perdonarles lo pasa-
piadoso rey se allanasen á la paga de los diezmos. do y olvidar las ofensas que había causado, más
Los ejecutores aun se portaban con menos piedad la precipitación, que la poca lealtad, de que esta-
de lo que el rey había mandado; lo cual e x a g e - ban reconocidos y arrepentidos. Recibió el rey á
raban los enemigos del rey, acrecentando la ver- Blaco con los brazos abiertos, y le hizo un esplén-
dad con mentiras, con que se hicieron tan abo- dido convite, dándole muchos dones en premio de
rrecibles los cobradores, parte por sus méritos su legacía, llevando el pórfido Judas precio de su
propios, parte por las calumnias ajenas, que l e - maldad, de los que compraban y del inocente á
vantándose un tumulto popular, les quitaron las quien vendía. Al día siguiente le envió segunda
vidas. Y no contentos los jutas con su sangre, vez el rey á explorar los ánimos del pueblo, y
antes cebados en ella, volvieron sus armas contra quiso que fuese mediador de la paz el que con beso
el rey, y habiendo empezado á ser reos contra la de paz le hacía guerra y entregaba á sus e n e -
majestad, no dudaban acabarlo comenzado. Vien- migos.
do el rey la tempestad que se iba levantando c o n - Al mismo tiempo el santo rey, por no faltar á la
220 LA LEYENDA DE ORO DÍA 19
costumbre que tenía todos los días de asistir á los bitamente, porque quería Dios que fuese reveren-
oficios divinos, se fué á la iglesia de San Albano ciado en el lugar que había consagrado con su
mártir, como á lugar de su batalla y triunfo, t e - sangre. Venían muchos enfermos y afligidos de
niendo prendas del cielo de que se acercaba su co- diversas enfermedades y trabajos al sepulcro del
rona; y habiendo antes dicho que le amenazaba la santo rey, y conseguían de repente la salud y el
muerte por defender la justicia, Blaco, convocada consuelo que deseaban. Con todo eso, los crueles
la plebe, vino capitaneándola al templo de San Al- y parricidas, no acabando de ser pérfidos, ni m e -
bano; y Benedicto, hermano del santo, sabiendo reciendo aún arrepentimiento su culpa, no q u e -
lo que pasaba, juntando algunos soldados, se ade- rían dar crédito á los milagros del santo por no
lantó á la multitud y entró en el templo, querien- hacerse reos en su muerte, y querían quitar la
do más acompañar á su rey en la muerte, que honra al que habían quitado la vida. Pero exten-
conservar feamente la vida fuera del riesgo. Cer- diéndose y comunicándose á otras partes la fama
caron los pérfidos el templo, y no atreviéndose de sus maravillas, era más fácil negar que el sol
ninguno á ser el primero en romper las puertas y lucía, que oscurecer la gloria del santo mártir; y
cometer tan grande sacrilegio, el impiísimo Blaco, aun con todo eso no querían verla los impíos,
queriendo ser el primero en la impiedad, fué el hasta que el grandísimo castigo del reino de
primero en el castigo; porque herido de los sol- Dinamarca les abrió los ojos. Porque sucedien-
dados que estaban dentro, quedó muerto á la do Olavo en el reino á Canuto, y aplaudiendo los
puerta del templo, pagando con pena temporal parricidas con la elección presente la muerte pa-
y eterna sus execrables y feísimos delitos. T a m - sada, vino el azote de Dios sobre aquel reino, y
bién murió Benedicto, hermano del santo, en duró el castigo tantos años cuantos había reina-
defensa de su rey y de tan piadosa causa. Canuto, do san Canuto, acreditando Dios los años de su
viendo su muerte á los ojos, sin algún temor y gobierno con otros tantos de castigo para los que
con gran sosiego, queriendo prevenirse y fortale- le habían reprobado y tenido por injusto. Hubo
cerse con los santos sacramentos, llamando á un tan grande hambre y tan general, que á los ricos
sacerdote, se confesó con mucho dolor y lágrimas, dejaba pobres, comprando á excesivos precios el
y luego se puso delante del altar, y extendiendo necesario sustento, y á los pobres quitábala vida,
los brazos al cielo, rogando á Dios por sus enemi- porque no tenían con qué comprar aquello, sin
gos, esperaba la muerte, como víctima ofrecida al lo cual no podían vivir: los señores y grandes se
Señor en agradable sacrificio; y no habiendo po- desposeían de lo más rico, por comprar lo más
dido aún los conjurados entrar en la iglesia, ha- necesario; y el mismo rey llegó á tanta necesidad,
llándose impaciente su ira, por las ventanas le que se vio obligado á vender sus posesiones para
tiraban piedras y saetas, y últimamente le atrave- tener qué comer. Y para que se viese evidente-
saron con una lanza, estando el santo rey i n m o - mente que éste era castigo del cielo, los pueblos
ble, hasta que perdió la vida; perfeccionó el sacri- vecinos de Dinamarca gozaban de grande a b u n -
ficio, y salió su alma del cuerpo para recibir en el dancia, cuando Dinamarca padecía tanta nece-
cielo la corona del martirio. De sus heridas corrió sidad, estando hambrientos á vista de la hartura
más gloria que sangre, y con una muerte tempo- de los otros, para que la hambre fuese doblada
ral, consiguió una vida eterna, y siendo muerto dé pena, por la necesidad propia y por la abundan-
los hombres, fué glorificado de Dios, trocando la cia ajena. De la hambre se ocasionó una grande
corona de rey por la de mártir, y dejando de ser mortandad, pagando una muerte con muchas, y
rey en la tierra, para ser rey en el cielo; ó, por siendo el castigo común, como había sido común
mejor decir, juntando á la corona de rey la de el delito. Sueno, obispo, reverenciado y venerado
mártir, teniendo en el cielo dos coronas, una de de los daneses por su santidad, había profetiza-
rey entre los mártires, porque perdió la corona do este castigo en pena de la muerte de Canuto, y
por la defensa de la Iglesia, y otra de mártir entre con él no pudo dejar de ver el reino su culpa, ni
los reyes, porque ganó la corona de mártir, por viéndola dejar de llorarla, y llorándola aplacó á
cumplir las obligaciones de rey, defendiendo la Dios, que por la intercesión de su siervo levantó
religión y la justicia. la mano del castigo, y después le ha concedido
Dieron sepulcro á su cuerpo en el mismo t e m - grandes favores y mercedes. Pidamos todos á
plo de San Albano, donde había sido martirizado; Dios, que por los merecimientos de este santo rey
y luego empezó Dios á manifestar su gloria con y mártir, nos perdone nuestros pecados y nos
muchos milagros, y á castigar al rey de Dina- favorezca con su gracia, para que despreciando
marca con gravísimas calamidades. Queriendo la los bienes temporales, á ejemplo de san Canuto,
reina sacar el sagrado cuerpo de la iglesia de merezcamos en su compañía los eternos. Amén.
San Albano, para llevarle á otra, no pudo, espan- Escriben la vida de este santo, rey y mártir,
tada de una clarísima luz que bajó del cielo sú- Saxo Gramático, en la Historia de Dinamarca,
DÍA 20 ENERO 221
libs. XI y XII: y la trae Fr. Lorenzo Surio en el tar al mundo la gloria de Dios y en socorrer las
cuarto tomo á 10 de julio; Ranucio Pico en el Es- necesidades de sus hermanos. Por fin, llorado de
pejo de los principes; y hace mención de él el car- todas sus ovejas, descansó tranquilamente en el
denal Baronio en el tomo XI de sus Anales; y de Señor el día 19 de enero del año 409. Su sagrado
estos autores, y lo que dicen las lecciones del Bre- cuerpo fué sepultado con toda pompa en la iglesia
viario romano, donde le ha puesto nuevamente de los Santos Apóstoles en Lodi, cuyo sepulcro
nuestro santísimo padre Clemente X á 19 de fué glorioso en milagros.
enero, con rezo de santo mártir, se ha sacado lo
que aquí queda referido. (P. Ribadeneira.) SAN WOLSTANO.—Nació de padres cristianos en In-
glaterra: desde sus primeros años se dedicó á la
SAN GERMÁNICO.—Fortalecido por la divina gracia carrera eclesiástica, estudiando al efecto filosofía
este santo, no temió á la fiera, á la que le conde- y ciencias eclesiásticas en el monasterio de Burh,
nara el juez, antes bien, provocándola y devorado en el cual tomó después el hábito y fué ordenado de
por ella, alcanzó la palma del martirio en Esmir- sacerdote. Dentro de muy poco tiempo fué modelo
na el día 19 de enero del año 168. y maestro de perfección para todos sus hermanos,
que lo eligieron prior y director espiritual de aque-
LOS SANTOS PABLO, GERONCIO, GENARO, SATURNINO, SU- lla santa casa. Algunos años después, en 1062, fué
CESO, JULIO, CATO, PÍA, Y GERMANA—La Iglesia c e - elegido obispo de Wigornio; pero fué necesario
lebra hoy la memoria de estos santos, que m u - un mandamiento expreso de la santa sede para
rieron por la fe en África en el siglo IV. Debe hacerle admitir la nueva dignidad, en la cual
advertirse, no obstante, que no fueron martiriza- se distinguió luego con todas las virtudes del sa-
dos todos en un mismo sitio ni en un mismo día, cerdocio y las más eminentes del episcopado.
aunque se cree que murieron todos durante el En 1074 apaciguó la rebelión que amenazaba la
año 302. tranquilidad y el trono de Inglaterra: en 1088 fué
el arbitro pacífico entre la alta nobleza del mismo
SAN PONCIANO, MÁRTIR—Habiendo sido preso por reino en el grave negocio de sucesión á la corona.
confesar la fe de Jesucristo, después de haber pa- Todos respetaban su virtud, todos le buscaban en
decido crueles tormentos, fué condenado por el sus contiendas como dador de paz, en sus trabajos
juez Fabián á andar descalzo por encima de car- como consolador poderoso de todos los males, y en
bones encendidos, y habiendo salido ileso, le pu- las adversidades y miserias de la vida como dis-
sieron en el potro y le colgaron con garfios de pensador eficaz de las divinas misericordias. Des-
hierro. Después le encerraron en una oscura pri- pués de un pontificado de treinta y tres años, mu-
sión, donde mereció que le visitasen y confortasen rió Wolstano el día 19 de enero del año 1095.
los ángeles, y sacado de ella le echaron á los
leones, lo bañaron con plomo derretido, y última- SAN ENRIQUE, ARZOBISPO Y MÁRTIR.—Murió apedrea-
mente lo degollaron en Espoleto, durante el do en 1151, siendo arzobispo de Upsal.
reinado del emperador Antonino.
SAN BLAITHMAICO, ABAD Y MÁRTIR.—Hijo de un rey
SAN BASIANO.—Nació en Sicilia y desde muy niño de Irlanda; se hizo religioso y murió martirizado
fué enviado á Roma á estudiar las bellas letras en 793.
y la filosofía, para seguir después la carrera de
la magistratura. Pero el Señor, que le había ele- SAN LAMERO Ó LAUDEMARO, ABAD Y CONFESOR—Murió
gido para cosas más altas, lo llamó para sí, ha- en 615, siendo abad de Corbión.
ciendo que abrazase la religión cristiana, de la
cual fué después firme columna. Cuando se le Día SO
estaba administrando el bautismo, apareció junto
á él un resplandeciente ángel en forma de g r a - SAN FABIÁN, PAPA Y MÁRTIR—San Fabián, papa, fué
cioso joven, el cual desapareció concluida la c e - romano, y su padre se llamó Fabio. Su elección al
remonia. En seguida se dedicó exclusivamente sumo pontificado fué por particular revelación de
nuestro santo á los intereses de la religión; por Dios, como escribe Eusebio; porque habiéndose
su mérito y sus esclarecidas virtudes fué orde- juntado el clero y pueblo romano por la muerte
nado sacerdote de la iglesia de Ravena; y después de san Antero, papa y mártir, para elegir s u c e -
por revelación divina elegido obispo de Lodi, cuyo sor, como en aquel tiempo se acostumbraba; y
ministerio desempeñó con muestras visibles de habiendo diferentes pareceres sobre la persona á
cuan gratas eran al cielo su persona y s u s obras. quien se había de encargar aquella suprema d i g -
El Señor le favoreció con la gracia de hacer mi- nidad, señalando unos á uno, y otros á otro, suce-
lagros, los cuales empleó siempre en manifes- dió que Fabián, volviendo del campo con algunos
222 LA LEYENDA DE ORO DÍA 20
amigos suyos, se entró en la iglesia y quiso saber ellas ordenó veintidós presbíteros, siete diáco-
en qué estaba aquel negocio, y quién era el que nos, y para diversas diócesis once obispos. Final-
había sido nombrado por sumo pastor de todos; y mente, habiendo Decio dado la muerte al empera-
estando él bien descuidado, de improviso bajó una dor Filipo y á su hijo, que se llamaba asimismo
paloma del cielo (que parece que representaba Filipo, como su padre, y usurpado el imperio por
la que vino sobre Cristo nuestro Redentor en el la enemistad que tenía con ellos, y por codicia de
río Jordán después de su sagrado bautismo), la sus tesoros que entendió habían dejado á la Igle-
cual se puso sobre la cabeza de Fabián. Volvie- sia, comenzó á perseguirla y á derramar sangre de
ron todos los ojos á él, y entendiendo que aquello cristianos, entre los cuales también el santo pon-
no había sido acaso, sino por particular provi- tífice Fabián fue coronado de martirio á los 20 de
dencia del Señor, que les quería manifestar su enero del año del Señor de 253, habiendo tenido la
voluntad y al que debían escoger por padre, silla de san Pedro, según Dámaso, catorce años,
maestro y pastor de la Iglesia universal; movi- un mes y once días; y según Baronio, quince años
dos del espíritu del mismo Señor, con gran c o n - y cuatro días. (P. Ribadeneira.)
tentamiento y á una voz eligieron á Fabián por
papa, y le sentaron en la silla de san Pedro. En SAN SEBASTIÁN, MÁRTIR.—El fortísimo mártir de
su tiempo se convirtió á la fe de Cristo nuestro Cristo san Sebastián tuvo por padre á un caballe-
Señor el emperador Filipo, y fué el primer e m - ro francés, de la ciudad de Narbona, y por madre
perador cristiano, y tuvo san Fabián tan gran- á una señora nacida en Milán; y de aquí, por ven-
de autoridad con él, y era tanta en aquel tiempo tura, ha venido la contienda que hay entre estas
la obediencia y respeto que los cristianos tenían dos ciudades, sobre cuál de ellas sea la propia
á los superiores eclesiásticos, que queriendo un patria de este santo; porque cualquiera santo, y
día de Pascua entrar el emperador en la iglesia más un santo tan ilustre y glorioso, como fué san
para hacer allí oración con los otros cristianos y Sebastián, puede honrar y ennoblecer su patria y
recibir el cuerpo de Cristo nuestro Señor, no lo alcanzar grandes mercedes y favores del Señor,
consintió el santo pontífice, si primero no hacía y ella se puede gloriar de haber tenido tal hijo y
penitencia pública de algunos pecados que había ciudadano. Puede ser que san Sebastián haya n a -
cometido; y el emperador la hizo y obedeció con cido en Narbona, como su padre, y criádose en
mucha humildad, como lo escribe en su historia Milán, como su madre; y Roma se precia de tener
eclesiástica el mismo Eusebio. Por la conver- su sagrado cuerpo, y haber sido regada con su
sión del emperador á nuestra santa fe tuvo F a - sangre. De la niñez y educación de san Sebastián
bián alguna paz y quietud, y pudo reparar a l g u - no tenemos cosa cierta; lo que se halla escrito por
nas iglesias caídas y derribadas en las persecu- autores graves y antiguos de su vida, es lo s i -
ciones pasadas, y edificar cementerios y sepultu- guiente: Vivió san Sebastián en tiempo de los em-
ras para los santos mártires, y ordenar otras peradores Diocleciano y Maximiano, enemigos
cosas provechosas y saludables para los fieles, y capitales de Jesucristo. Era soldado noble y v a l e -
ornato y concierto de la Iglesia. Repartió la ciudad roso, y muy discreto, y de tan grandes partes,
de Roma y sus parroquias á siete diáconos, y s e - que el emperador Diocleciano le hizo capitán de
ñaló otros siete subdiáconos, como superintenden- la primera cohorte, ó escuadra (cargo que no se
tes de los siete notarios que había instituido Ante- daba sino á caballeros de ilustre sangre y muy
ro, su predecesor, para que reconociesen y escri- conocidos), y le mandó que asistiese en su palacio,
biesen enteramente los martirios de los santos y gustaba de tratarle y encomendarle cosas de su
mártires. Escribió algunas epístolas muy santas y servicio. Era Sebastián cristiano interiormente,
graves, que están en el primer tomo de los conci- aunque en el traje lo disimulaba, porque puesto
lios, aunque la primera de ellas no se tiene por caso que su alma estuviese abrasada en el amor
cierto ser suya. Hizo algunos decretos, de los de Dios, y de un encendido deseo de morir
cuales uno es que se consagrase el crisma el por él, como vio que por la terribilidad de aquella
jueves santo cada año, y el que sobrase del año persecución muchos cristianos peligraban y vaci-
pasado se quemase ó consumiese. Mandó que los laban en la fe, juzgó que por entonces era más
jueces seglares no se entremetiesen en las causas servicio de Dios no descubrirse él, para poder
eclesiásticas. Vedó el matrimonio entre los pa- mejor ayudar y favorecer á los cristianos, hasta
rientes por afinidad dentro del quinto grado, y que que fuese tiempo de manifestarse y morir con
si se hubiesen casado en el cuarto, no los aparten; ellos. Para esto visitaba á los cristianos que esta-
que todos los fieles, á lo menos en las tres pascuas ban encarcelados, socorríalos en su pobreza, a n i -
del año, comulgasen; y otros que se hallan en el mábalos en sus tormentos, tenía en pie á los que
libro de los concilios y en el de los decretos. Hizo iban á caer, y levantaba á los caídos, ganando
órdenes cinco veces el mes de diciembre, y en para Cristo las almas que el demonio le quería
DÍA 20 ENERO 223
quitar. Entre estos cristianos, á quienes dio la les daban, parecióle que tenían necesidad de s o -
vida san Sebastián con sus palabras, fueron dos corro, y que era ya tiempo de descubrirse y h a -
caballeros romanos, llamados Marcos y Marcelia- blar, para que el demonio no quedase vencedor,
no, hermanos de un vientre, é hijos de Tranquili- con mengua y escarnio del partido de Jesucristo.
no y de Marcia su mujer, personas muy nobles y Volvióse, pues, á los dos hermanos, y allí delante
ricas, y los mismos Marcos y Marceliano eran de todos les habló de esta manera: «¡Oh valerosos
casados y tenían hijos, y estaban presos en la soldados, y fortísimos capitanes del rey de los
cárcel por la fe de Jesucristo; á los cuales visitó reyes Jesucristo! Tened fuerte en esta dura pe-
san Sebastián, y con dulces y eficaces palabras lea, y no os dejéis vencer de tantos y tan grandes
les persuadió que no temiesen los tormentos ni la enemigos. Las lágrimas mujeriles vencen á las
muerte por Cristo, que es verdadera y eterna mujeres, y las palabras blandas á los hombres
vida. Pudieron tanto sus palabras para con ellos, regalados; que en vosotros, siendo como sois tan
que pasaron con grande esfuerzo y alegría sus esforzados ó invencibles, no harán mella, ni la
tormentos, y se ofrecieron al cuchillo. Dióse s e n - presencia y lágrimas de vuestros padres, ni la ter-
tencia contra ellos de muerte, si no sacrificaban á nura de vuestras mujeres, ni la poca edad y s o l e -
sus dioses; mas como eran tan principales caba- dad de vuestros hijos, ni los daños que os han r e -
lleros, sus padres, mujeres, deudos y amigos presentado traspasarán vuestro corazón, armado
cargaron sobre los jueces y pidieron algunos días como de un peto fuerte de fortaleza y constancia:
de espera, para persuadir á los dos hermanos que porque no puede sentir daño, sino falso y aparen-
sacrificasen, y alcanzaron treinta días de plazo te, el que obedece á su Criador, ni tener cuenta
para este efecto. En este tiempo no se puede creer con la honra de la tierra, el que aspira á la gloria
la batería que les dieron, los medios que intenta- y bienaventuranza sempiterna. Mostrad á todos
ron, las artes que usaron para pervertirlos y estos vuestros amigos y deudos, según la carne,
ablandarlos. Los otros caballeros sus amigos, con que el verdadero soldado de Cristo, con el escudo
quienes en otro tiempo se habían holgado, les de la viva fe, y con el arnés de la caridad, fácil-
proponían las honras, las riquezas, los placeres y mente resiste á todos los golpes blandos del rega-
entretenimientos del mundo, de los cuales, como lo, y á los duros del tormento, y á la ferocidad y
mozos honrados y ricos, podían gozar sin perder espanto de la misma muerte, cuando pretenden
las vidas, mujeres é hijos, y dar mala vejez á sus apartarle del amor de su Señor. Á un punto h a -
padres, y acabarlos de puro dolor y sentimiento. béis llegado, que, ó habéis de perder á Cristo, ó á
La madre Marcia les traía á la memoria los dolo- todos los que aquí están, y aun á vosotros m i s -
res que tuvo cuando á los dos juntos parió, las mos. ¿Quién os ha hecho hasta ahora confesar á
molestias en criarlos, los trabajos en enseñarlos, Cristo? ¿Quién os ha tenido en esta cárcel tanto
los cuidados y ansias de corazón en casarlos y po- tiempo? ¿Quién os ha dado fuerzas para padecer
nerlos en estado; y finalmente decía, que tantas tantos tormentos y martirios? ¿No ha sido el amor
veces los había parido, cuantas habían tenido de Cristo? Pues ¿no sabiades que vuestra muerte
algún trabajo, desgracia ó enfermedad, y que en había de dar dolor á vuestros padres, á vuestras
pago de todos estos beneficios le querían quitar la mujeres y á vuestros hijos? Pero para la gloria
vida, la cual sin duda con su muerte se acabaría. eterna todo lo habéis sufrido. Pues ¿podrán ahora
Tranquilino, su padre, cargado de años y dolores vencer las lágrimas á los que los dolores y tor-
de la gota, no podia hablar de pena; mas hablaba mentos no han vencido, para dar que reir á los
con sus continuas lágrimas, sollozos y gemidos, y gentiles, y escarnecer vuestra constancia, que
abrazando y apretando á sus hijos con amor y ellos llaman obstinación, viéndoos ahora arrepen-
ternura de padre, lastimaba sus corazones. Pues tidos y rendidos con vileza? No; no podrá tanto el
las mujeres de Marcos y de Marceliano, ponién- amor blando de vuestros hijos, que os haga perder
doles allí delante sus dulces hijos, y dando alari- lo que habéis ganado con vuestra sangre. Alzad
dos que llegaban hasta el cielo, atravesaban las en alto el trofeo de vuestra gloria, y no arrojéis
entrañas de los santos mártires, los cuales, como las armas delante de vuestro enemigo, pues ya le
hombres amorosos y nobles, sentían los duros tenéis rendido y debajo de vuestros pies. Si los
golpes y la brava batería, y los continuos asaltos que lloran aquí supiesen lo que vosotros sabéis, y
que por todas partes les daban, que eran tan r e - la gloria que esperan los buenos, y las penas que
cios y furiosos, que apenas podían resistirles ni están aparejadas para los malos, sin duda que
defenderse en una tan fuerte y cruda pelea. acompañarían vuestro triunfo, no con lástima,
sino con envidia, con gozo, y no con llanto, con
Hallóse á este espectáculo, disfrazado como so-
alabanza, y no con queja y sentimiento. Mas ellos
lía, san Sebastián; y viendo el peligro en que
aman esta vida temporal que engaña á todos los
estaban aquellos dos soldados de Jesucristo, y la
que se abrazan con ella, no teniendo cuenta con
furiosa batería que por todas partes sus enemigos
224 LA LEYENDA DE ORO DÍA 20
la eterna. Esta vida es la que trae embaucados y santos hermanos. Tenía Nicostrato por mujer á
fuera de sí á sus amadores, y los despeña en Zoa, la cual, por una enfermedad muy recia que
todos los vicios, y persuade al goloso la gloto- había tenido seis años antes, había perdido el
nería, los adulterios al deshonesto, al codicioso habla, y estaba muda, aunque no sorda. Esta, ha-
el hurto, al vengativo la crueldad, y al men- biendo oído todo lo que san Sebastián había dicho,
tiroso la astucia y engaño.» Y volviéndose á y visto la luz y los ángeles en favor del santo,
los circunstantes, «No queráis, señores, dice, postrada á sus pies, con señas, como mejor pudo,
por una vida tan frágil, tan sucia y engañosa, le dio á entender que quería ser cristiana, y le
que estos caballeros pierdan el cielo, ni os opon- pidió que la hiciese bautizar. El santo, después
gáis al espíritu divino, que les hace hollar la vani- que supo la enfermedad de Zoa y que no podía
dad y maldad de esta vida mortal, ó, por mejor de- hablar, le dijo: «Si yo soy siervo de Jesucristo, y
cir, vida ya muerta. Ni os dé pena que se aparten es verdad todo lo que he dicho, el mismo Señor
de vosotros, pues os harán camino para conocer y Jesucristo te sane y desate tu lengua, y te haga
amar la verdad, y después os juntaréis con ellos hablar.» Diciendo esto hizo la señal de la cruz
para siempre en aquel real palacio, que espera- sobre la boca de la muda, y al momento cobró
mos los cristianos, donde hay otra vida verdadera, perfectamente el uso de la lengua, y alabó al S e -
vida eterna, vida tranquila, vida feliz y segura; ñor y á san Sebastián, por la merced que había
que esta nuestra es vida mortal, trabajosa, mise- recibido. Con este milagro tan patente ó ilustre,
rable y dudosa. Y si os parece que se puede Nicostrato se convirtió luego á la fe de Cristo, y
menospreciar la muerte, mas no los tormentos se echó á los pies de aquellos santos hermanos,
que se dan á los cristianos, más horribles que la y rogóles que se fuesen con Dios á sus casas,
misma muerte; á esto os digo, que cuanto los tor- y que le perdonasen el haberlos tenido en la
mentos son más crudos por Cristo, tanto son más suya, porque estaba ciego y sin conocimiento
gloriosos; y que pues por los temporales e x c u s a - de la verdad, y que él holgaría mucho de ser
mos los eternos, y alcanzamos corona inmortal, preso, y atormentado y muerto, por haberles d a -
los debemos tener por gran ganancia. No son do libertad. Ya Tranquilino y Marcia, y las m u -
sueños éstos, ni fábulas ó imaginaciones, sino jeres é hijos de Marcos y Marceliano, con lo que
verdades macizas y del cielo; los milagros, que habían oído y visto, se habían trocado y mudado
cada día obran los cristianos, lo testifican. Los de parecer. Derramaban todos de sus ojos dulces
muertos resucitan, los ciegos ven, los enfermos y copiosas lágrimas; mas lágrimas que salían ya
de todas dolencias, por arte humana incurables, de otra fuente, y de otro corazón que las primeras.
cobran perfecta salud en sólo el nombre de Cristo, Eran lágrimas con que lloraban las lágrimas p a -
con tanta evidencia, que no se puede negar ni sadas, y las persuasiones que habían hecho á los
atribuirse, como vosotros soléis, á hechizos ó dos caballeros de Jesucristo, procurando perver-
arte mágica, pues ningún mago hasta ahora ha tirlos y apartarlos de nuestra fe. Conoció esto
resucitado muertos. Y si son verdaderos los mila- Marcos, uno de los hermanos, el cual, habiendo
gros que hacen los cristianos, también lo serán callado hasta entonces, volviéndose á ellos, les
las promesas de Cristo, y por ellas es justo morir; dijo: «Padres míos amantísimos, mujer, cuñada,
y si no son verdaderos, ¿qué mayor milagro puede hijos y sobrinos míos dulcísimos: de lo que h a -
haber en el mundo, que verle convertido sin mi- béis visto y oído entenderéis que la peor cosa que
lagros á la fe de este Señor, á pesar de los e m p e - puede hacer el hombre es amancebarse con su
radores romanos, y de sus armas y poder, y de carne, amarla y regalarla, y lo mejor aborrecerla
todos los tormentos que ellos han inventado contra y mirar por su alma, y aspirar á la vida eterna:
los que profesan esta religión? Por tanto, enjugad porque esta nuestra alma está sellada con la divi-
las lágrimas, señores, y con alegría acompañad el na imagen, adornada con la semejanza de su
triunfo de estos santos mártires, por cuyo mereci- Criador, desposada con el anillo de la fe, dotada
miento espero en Dios que os alumbrará.» con los dones del Espíritu Santo, redimida con la
Diciendo esto el caballero esforzado de Jesucris- sangre de Cristo, defendida con guarda de los
to, Sebastián, al improviso bajó una luz resplan- ángeles, capaz de la bienaventuranza, y heredera
deciente que causó gran admiración, temor y de la bondad y riquezas de Dios. Pues ¿qué tiene
alegría á todos los que estaban presentes, y en que ver esta alma tan noble con la carne tan flaca
medio de ella aparecieron siete ángeles, y delante y sucia, como lo muestra todo lo que sale por di-
de ellos el Señor do los ángeles, á quien ellos versas partes de nuestro cuerpo? Pues siendo esto
hacían reverencia, el cual, acercándose á Sebas- así, ¿por qué queremos guardar tanto este nuestro
tián, le dio ósculo de paz, y le dijo: Tú serás cuerpo frágil, y quitarle de las penas y tormen-
siempre conmigo. Sucedió todo esto en casa de tos? Muera, muera el cuerpo vil, para que el alma
Nicostrato, adonde habían llevado presos á los viva para siempre. Mi corazón estaba atravesado
DÍA 20 ENERO 225
de dolor por veros tan engañados; mas ahora yo tancia, y á cada uno de los otros hiciese digno del
hago gracias á mi Señor Jesucristo, que os ha martirio, ardiendo en vivas llamas del amor de
alumbrado y puesto en camino de la salud. Her- Cristo, hasta las mujeres flacas, y por su natura-
mano Marceliano, peleemos como caballeros de leza tímidas, y los niños tiernos y delicados. Lle-
Cristo, muramos por el Señor, que murió por nos- gó el plazo de los treinta días, y el prefecto de la
otros, y toda nuestra contienda sea por quién de ciudad, llamado Cromacio, envió á llamar á Tran-
los dos ha de morir primero, para hacer camino quilino, y díjole: «Pues ¿qué han determinado
al otro.» Todos aprobaron lo que había dicho vuestros hijos? ¿Habéisles persuadido que sacrifi-
Marcos, y el fin felicísimo de este espectáculo fué, quen á nuestros dioses y obedezcan á los empera-
que pidiendo Nicostrato y Zoa, su mujer, con dores?» Respondió Tranquilino: «Bienaventurados
grande instancia el bautismo, san Sebastián les son mis hijos, y yo también lo soy, pues Dios me
ordenó que trajesen primero á su casa todos los ha hecho conocer la verdad de la religión cristia-
otros presos, que por sus delitos estaban en la na.» «Y ¿tú también, dijo el prefecto, has perdido el
cárcel, para que oyesen la palabra de Dios, y los seso y enloquecido al fin de tus días?» «Loco es, dice
que la recibiesen participasen de los misterios sa- Tranquilino, el que deja el camino de la vida, y
grados de nuestra santa fe, y del precio de n u e s - sigue el de la muerte.» «¿Qué vida y qué muerte?»
tra redención. dijo el prefecto. «Si me quieres atentamente oir,
Trajóronse los presos por mano de Claudio, que respondió Tranquilino, serás bienaventurado, y
era escribano del crimen; y habiendo despedido tu alma y tu casa lo será.» «Yo oiré muy despacio,
á los ministros de justicia, Nicostrato los presentó dijo el prefecto; pero mira que no me digas cosa
todos atados delante de san Sebastián, el cual les que no me la puedas probar.» Tuvieron entre sí
predicó con tan vivas, eficaces y encendidas ra- los dos un largo razonamiento, declaró Tranqui-
zones, que abriéndoles el Señor con su espíritu el lino á Cromacio los misterios de nuestra santa fe,
corazón, dieron lugar á que entrase en él el rayo respondióle gravemente á las dudas que tenía, y
de la divina luz, para que conociesen los errores favorecido del Señor, le inclinó á la fe, aunque
de su vida pasada, y la ceguedad de la idolatría después Sebastián y Policarpo acabaron lo que
en que estaban, y se convirtiesen á la fe de Cristo, Tranquilino había comenzado. Con Cromacio se
y le pidiesen perdón y misericordia de sus culpas. convirtió toda su casa, en la cual había mil cua-
El número de los que esta vez se convirtieron por trocientos esclavos; dióles á todos libertad, dicien-
medio de san Sebastián fueron setenta y cuatro, do que los que comenzaban á tener á Dios por
y entre ellos Tranquilino con su mujer, nueras, padre, no debían ser esclavos de los hombres.
nietos y amigos, y Nicostrato con su mujer y fa- Embravecíase cada día más la persecución y
milia, que eran treinta y tres personas, y otros llegaban al cielo las olas de aquella tempestad, de
diez y seis de los malhechores, que habían suerte que ya los cristianos no podían comprar
sido traídos de la cárcel. A todos éstos bautizó ni vender, ni hallar de comer, si primero no i n -
Policarpo, sacerdote de Cristo, habiendo pri- censaban á las estatuas de los dioses, que por
mero ayunado todos aquel día hasta la n o - mandato del emperador estaban puestas en todos
che, y ofrecido al Señor sacrificio de oraciones y los mercados.y plazas. Viendo que ya no podían
alabanzas. El padre espiritual y padrino de todos escapar, y que entre ellos había muchos flacos y
aquellos nuevos cristianos fué san Sebastián. E n - enfermos, por orden del santo pontífice Cayo, que
tre los que se bautizaron había algunos dolientes, á la sazón presidía en la Iglesia universal, salie-
los cuales, por virtud del santo bautismo, queda- ron muchos con Cromacio, y fueron sustentados
ron sanos. Uno de ellos fué Tranquilino, que e s - y amparados de él en sus posesiones y granjas
taba como tullido de la gota, ya había once años; fuera de la ciudad, y otros quedaron en ella, como
y otros dos hijos de Claudio, escribano, que tam- reses en el matadero. Entre los que quedaron fué
bién se habia convertido, de los cuales uno estaba uno san Sebastián, al cual dio san Cayo, papa,
hidrópico, y el otro lleno de llagas. Ninguno pue- título de defensor de la fe, y es la primera vez
de fácilmente creer la alegría que causó esie que leemos haberse dado este tan glorioso título
suceso en el pecho de san Sebastián, y de aquellos por la sede apostólica. Quedaron asimismo Mar-
santos hermanos Marcos y Marceliano, sino el cos y Marceliano en Roma, y el nuevo prefecto,
que sabe á qué sabe Dios, y el gusto de las almas. llamado Fabián, hizo ejecutar la sentencia de
Animábanse los unos á los otros en la fe y servi- muerte contra los dos santos hermanos, á los
cio de Cristo, aguardando que llegase el plazo de cuales, atados á un palo, les clavaron con grande
los treinta días señalados por el juez para ejecutar crueldad los pies, y allí en medio de sus tormen-
la sentencia contra los dos santos hermanos. Gas- tos cantaban himnos y salmos al Señor todo el día
taban todo el tiempo en oración, en cantar himnos y toda la noche, hasta que con lanzas les traspa-
y salmos, y suplicar al Señor que les diese c o n s - saron los costados y los pechos; y así acabaron y
TOMO i 29
226 LA LEYENDA DE ORO DÍA 20
dieron sus almas á Dios, y sus cuerpos fueron partiese, para que no cayese otra vez en manos
enterrados dos millas cerca de Roma en un are- de tan cruel tirano. Mas el esforzado caballero de
nal. Todos los otros, que habían sido convertidos Cristo, movido con otro espíritu superior, y encen-
por san Sebastián, asimismo murieron y dieron dido en un fervoroso deseo del martirio, sabiendo
la vida por Cristo, de lo cual hubo grande alegría que los emperadores habían de pasar por cier-
y regocijo entre los cristianos, y tristeza y confu- ta parte de la ciudad, se les puso delante, y con
sión entre los gentiles. voz severa y grave les dijo: «Los pontífices y s a -
Vino á noticia del emperador Diocleciano que cerdotes de vuestros templos os traen engañados,
Sebastián, con nombre y hábito de capitán suyo, fingiendo muchas cosas contra los cristianos, y
era soldado de Cristo, y el que hacía mucha más dándoos á entender que son enemigos de vuestro
guerra á los dioses, á los templos y á todo el i m - imperio; siendo la verdad que está en pie por las
perio romano, pues persuadía á todos que creye- oraciones que ellos siempre hacen por su conser-
sen en un hombre crucificado, y blasfemasen de vación.» Turbóse Diocleciano más de lo que fá-
los dioses, para que ellos enojados destruyesen cilmente se puede explicar, oyendo estas palabras,
aquel imperio, que tanto había florecido con el y viendo vivo al que tenía por muerto, y estuvo
culto de su religión. Llamó el emperador á S e - así turbado y suspenso, hasta que, volviendo en
bastián, y alterado y demudado el rostro por la sí, le dijo: «¿Eres tú Sebastián, el que yo mandé
saña, le dijo: «¿Hete yo, por ventura, Sebastián, matar? ¿No moriste? ¿Cómo estás vivo?» Respon-
honrado y puesto en el grado en que estás, para dióle el santo: «Porque mi Señor Jesucristo se ha
que tú, viviendo en mi palacio como cristiano, dignado dármela vida, para que aquí, delante de
me seas desleal y provoques la ira de los dioses todo el pueblo, dé testimonio de la verdad de su fe
contra mí?» A esto mansa y humildemente r e s - y de vuestra crueldad, que tan sin razón perse-
pondió Sebastián: «Yo, señor, siempre he sido guís á los santos y á los que no tienen culpa;
muy leal, y por tu salud y por la de tu imperio poned fin á vuestra maldad, y no derraméis más
siempre he suplicado al verdadero Dios, que es la sangre de los inocentes, si queréis vivir y que
Criador del cielo y de la tierra, porparecerme que dure vuestro imperio.» Embravecióse más el fiero
es gran desatino adorar las piedras y pedir favor tirano, mandóle quitar de allí y azotar y apalear
á los que no se pueden mover, ni tienen espíritu hasta que muriese. Diéronle tantos y tan crueles
ni vida.» A estas palabras se turbó y embraveció golpes al santo, que dio su alma al Señor, y t o -
el emperador sobremanera, y mandó que arreba- mando su cuerpo le arrojaron de noche en un
tasen á san Sebastián, y le quitasen de su presen- albañar y lugar sucio, donde solían echar todas
cia, y que poniéndole delante del pecho una ta- las inmundicias de la ciudad, para que los cristia-
blilla, en que estuviese escrito que era cristiano, nos no supiesen dónde estaba, y le honrasen como
en pie, en medio de un campo, le atasen y le á mártir, ni hiciese milagros, y con la ocasión de
asaetasen los flecheros y tiradores de sus guardas. ellos se convirtiesen los gentiles á la fe de Cristo.
Hízose así como el emperador lo mandó. Arreba- Pero el Señor, que tiene tanto cuidado de honrar
tan al santo caballero de Jesucristo los soldados y á los que le glorifican y mueren por él, lo ordenó
ministros de Satanás, sácanle al campo, d e s n ú - de otra manera; porque el mismo san Sebastián
danle, átanle y descargan tantas saetas en él, que apareció en sueños á una santa matrona, llamada
su sagrado cuerpo no parecía cuerpo de hombre, Lucina, y le reveló dónde estaba su cuerpo, y
sino un erizo. Mas su bendita alma, en medio de como había quedado colgado de un gancho de un
las saetas y de las penas, estaba muy alegre y re- palo, y no había caído en aquel lugar hediondo é
galada y entretenida con Dios, y el corazón abra- infame adonde le habían arrojado, y le mandó
sado del divino amor deseaba padecer mucho más que le enterrase en las catacumbas, á la entrada
de lo que padecía, y que se multiplicasen las sae- de la cueva, á los pies de los apóstoles san Pedro
tas, para que con ellas se multiplicasen también y san Pablo. Hízolo todo como le fué mandado la
las heridas, y tener más que ofrecer al Señor. religiosa mujer, y estuvo treinta días sin partirse,
Tuviéronle los soldados por muerto, y dejándole haciendo oración en el lugar donde había dado
así atado se volvieron á sus casas. sepultura al santo cuerpo; y después que el Señor
La noche siguiente, la mujer que había sido del dio paz á su Iglesia, hizo un templo de su misma
santo mártir Cástulo, llamada Irene, yendo secre- casa, y dejóle todos sus bienes, que eran muchos,
tamente al lugar donde habían asaetado á san Se- para el culto divino y sustento de los pobres fieles.
bastián, para tomar su cuerpo y enterrarle, le Esta fué la vida y muerte del glorioso caballero
halló vivo. Trájole á su casa, curóle, sanóle, y y fortísimo capitán de Cristo san Sebastián, al
dentro de pocos días cobró entera salud. Supieron cual podemos llamar dos veces mártir, pues dos
esto los cristianos, acudieron luego á él exhor- veces le atormentaron y pretendieron quitar la
tándole y pidiéndole con muchas lágrimas que se vida. Tiene todo el pueblo cristiano mucha d e v o -
DÍA 21 ENERO 227
ción á este santo, por los beneficios que por su de hermosa presencia, y con todos ios favores que
intercesión continuamente recibe de la mano del la fortuna concede á los que han de hacer carrera
Señor, especialmente en tiempo de pestilencia, en el mundo, su única mira fué Cristo desprecia-
mostrándose piadoso á los que se le encomien- do, vilipendiado y muerto en cruz. Así es que
dan y piden favor. Lo cual tuvo origen de lo desde muy joven se dedicó á la vida religiosa, y
que en tiempo de Agatón, papa, sucedió en R o - fué ascendido al sacerdocio. A la edad de veinti-
ma, en la cual, siendo tocada de pestilencia, por nueve años fué á Jerusalén á visitar los santos
ordenación divina se puso un altar de San Sebas- lugares, y se encendió tanto su fervor á la vista
tián, y luego cesó la pestilencia; y después otros de los monumentos de nuestra redención, que de-
pueblos y ciudades en semejantes aprietos han terminó quedarse en aquellas cercanías y fundar
sentido el mismo favor y beneficio. También es un monasterio para los que como él quisiesen em-
cosa antigua que la Iglesia romana invoque el prender la vida penitente y contem plativa. El Señor
favor del Señor contra los enemigos de la fe, coronó bien pronto sus santos deseos, pues la fama
tomando por patrones á san Sebastián, á san de sus virtudes y portentos atraía todos los días á
Jorge y á san Mauricio, como lo dice el orden su celda multitud de personas, muchas de las
romano, y lo notó el cardenal Baronio. El mar- cuales se ponían bajo su dirección, y permanecían
tirio de san Sebastián fué á los 20 de enero del para siempre en su compañía. El cielo favoreció
año del Señor de 286, el año tercero de Diocle- estos laudables propósitos, poblando aquellos d e -
ciano. Celebra la Iglesia el mismo día su fiesta. siertos de grandes y esclarecidos santos, formados
Hacen mención de este glorioso y valeroso mártir y dirigidos por el venerable abad Eutimio, que
de Cristo san Ambrosio sobre el salmo cxvni en entregó gloriosamente su espíritu al Criador el
el sermón 10; san Agustín en el sermón de san día 20 de enero del año 473, el noventa y siete de
Fabián y san Sebastián; san Gregorio en el primer su edad.
libro de los Diálogos, cap. x; san Isidoro en su
Breviario; Paulo diácono, lib. vi de Gestis Lon- SAN GECHÍN, ABAD Y CONFESOR-Murió en 654; le
gob., cap. 2; Beda, Adón, Usuardo, y Baronio menciona Bollando.
tomo II, y en las Anotaciones del martirologio.
(P. Ribadeneira.) Día 31

SAN NEÓFITO—Nacido de padres piadosos en N i - SANTA INÉS, YIRGEN Y MÁRTIR—Aunque en las v i -


cea de Bitinia, recibió de ellos una educación r e - das de todos los santos resplandecen en gran mane-
ligiosa, y quedaron tan grabados en su corazón ra la bondad de Dios y la excelencia de la religión
los sentimientos de piedad y amor á su Dios y cristiana, todavía hay algunas, en que estas dos
Señor, que sobreviniendo la persecución del cruel cosas se echan más de ver. La vida de la gloriosa
Diocleciano, no titubeó en confesar á Jesucristo virgen y mártir santa Inés está tan llena de pro-
en presencia de Decio, prefecto de Nicea. Mandó- digios divinos y de virtudes admirables, que sin
le éste azotar cruelmente, arrojarlo después en un duda, como dice san Ambrosio, los hombres y las
horno encendido, y exponerlo á las fieras; mas mujeres, los niños y los viejos, y todos los estados
como el Señor permitiera que saliese ileso de la pueden leer, alabar y admirar; porque en esta
todos estos martirios, fué por último degollado, vida veremos acompañada con la riqueza la pobre-
alcanzando la palma del martirio á los quince años za voluntaria, con la nobleza la humildad, con la
de su edad, y en los de 304 de la era actual. pequenez del cuerpo la grandeza del ánimo, con
la niñez el seso, con la flaqueza la victoria, con la
SAN MAURO.—Fué obispo de Cesena en Italia, y es virginidad el martirio, y en el mismo lugar públi-
célebre en las tradiciones de aquel país por los co é infame triunfadora la castidad. Nació santa
numerosos milagros que obró el Señor por su me- Inés en Roma, de padres ricos é ilustres. Creció
diación. La historia no nos ha conservado su r e - en aquella educación y costumbres, que á tales
lación ni la de su vida, y sólo se sabe por el carde- padres y á tal casta convenía. Comenzó desde niña
nal Baronio que este santo obispo floreció por á deleitarse en el amor de Cristo y á entregarse á
los años de 640 á 680. él, de manera que todo su gozo y toda su vida era
pensar en su vida y pasión. Había edificado en
SAN EUTIMIO, ABAD—Fué este santo en los desier- sus santas llagas una morada y un templo para su
tos de Palestina lo que san Antonio en los de Egip- corazón, y acordándose de los dolores del Señor,
to: el fundador y regulador de la vida monástica y y esperando gozar del fruto de la cruz, se enter-
eremítica. Hijo de padres nobles y poderosos, necía y regalaba su alma sobremanera; porque el
renunció todos los honores y riquezas de la tierra, Espíritu Santo era su maestro, y el dulcísimo
para sólo atesorar tesoros en el cielo: instruido, Jesús, que la quería por esposa, la movió á consa-
228 LA LEYENDA DE ORO DÍA 21
grarle su virginidad y dedicarse á él perfectamen- jará, hame tomado por su esposa, hame dado v e s -
te. Ocultó en su pecho las llamas de este casto y tidos riquísimos y atavíos de precio inestimable.
dulce amor, todo el tiempo que fué niña, hasta que Es tan poderoso, que no hay en el cielo ni en la
cumplidos los doce años de su edad, siendo de ex- tierra quien le pueda vencer, y sólo su olor sana
tremada belleza, el demonio procuró interrumpir- los enfermos y resucita los muertos; y por estas
le y quitarle aquellos santos deleites, que su á n i - sus cualidades yo soy toda suya, y le quiero más
ma poseía: porque un caballero mozo, hijo de Sin- que á mi alma, y más que á mi vida, y me sería
fronio, prefecto de Roma, viéndola, de tal manera cosa dulcísima morir por él. Cuando yo le amo
se enamoró de su gracia y hermosura, que en nin- soy casta; cuando me llego á él, soy limpia;
guna cosa pensaba de día y de noche sino en ella; cuando me junto con él, soy virgen. Pues siendo
y habiéndose informado que era doncella noble y todo esto así, mira tú si yo le debo dejar por e s -
que no perdía nada su linaje por casarse con ella, peranza ó temor de cualquiera premio ó pena »
tomó todos los medios posibles para persuadirla Para que las doncellas sigan este ejemplo de santa
que quisiese ser su mujer. Pero como los padres Inés, y se recaten, como dice san Máximo, de
de la santa doncella no se diesen tanta priesa como tomar dones de los hombres, por más que vengan
él deseaba, ó por parecerles que era muy niña, ó vestidos con nombre y título de piedad: «Quien
porque la veían ajena de casarse, el mozo, abra- no te da con que más temas á Dios, dice este s a n -
sado del amor ciego, y arrebatado con la pasión, to, no tomes de él con que ames más al mundo.»
buscó ocasión para verla y hablarla, pensando por Pero el mozo ciego creyó que Inés estaba afi-
este camino alcanzar más fácilmente lo que pre- cionada á otro esposo, y tomada del vino del amor
tendía. Y habiéndola encontrado en la calle públi- tan fuertemente, que desvariaba, y como frenética
ca, se llegó á ella, y le rogó que se dignase tomar- llamaba al que amaba su Dios, su ídolo, su vida
lo por esposo, ofreciéndole de su parte todo lo que y su alma (que de estos nombres suele usar á las
en semejantes ocasiones el amor loco suele ofre- veces el amor desatinado y loco de los amantes),
cer, y mostrándole y dándole muchas joyas y ricas y tuvo tan extraño sentimiento y enojo de puros
piedras, que llevaba para este fin. Mas la santa celos, que cayó malo en la cama, y su padre, enten-
niña, que estaba ya unida y abrazada con su e s - diendo la causa, hizo llamar á la santa doncella,
poso celestial, se retiró atrás, como si hubiera y con todo el artificio que pudo procuró persua-
visto de repente una serpiente venenosa, y con dirla que se casase con su hijo, pues le estaba
aspecto grave y mesurado le dijo: «A pártate de mí, tan bien aquel negocio: mas hallándola más firme
tizón del infierno, incentivo de pecado, tropiezo en su propósito que una dura peña, y que le decía
de maldad, manjar de muerte, y no pienses que que por ninguna cosa del mundo trocaría al e s -
jamás tengo de ser desleal á mi esposo, á quien poso que ya había tomado, deseoso de saber qué
de tal manera me he entregado, que vivo sólo de esposo era aquel á que Inés estaba tan aficionada,
su amor. Ni creas que puedes competir con él, y haciendo sus diligencias para investigarlo, un
porque tiene seis condiciones en sumo grado per- lisonjero de los suyos le dijo: «Señor, esta donce-
fectísimas, y no hay quien pueda correr á las lla es cristiana, y desde la cuna criada en la arte
parejas con él: es noble, es hermoso, es sabio, mágica, en la cual los cristianos son tan e x c e l e n -
es rico, es bueno, y poderoso. Mira si es noble, tes como lo muestran las obras que cada día
que su padre es Dios, que le engendró sin mujer, hacen.» Mucho se holgó el prefecto de oir esto,
y la madre que le parió quedó virgen. Es tan her- per tener ocasión de afligir á santa Inés, y ven-
moso, que vence con su resplandor la claridad garse de ella con tan justo título; porque no
del sol, de la luna y de las estrellas, con tanta lo era sólo el no quererse casar con su hijo,
ventaja, que ellas mismas se maravillan de su y por ser tan noble, no la podía hacer agravio
belleza, y con una habla muda confiesan que son por otro camino. Y así, habiéndose determi-
tinieblas delante de él. Es tan sabio, que me ha nado de apretar á la santa doncella, y atraerla
preso y cautivado de tal manera con su amor, que á su voluntad con halagos y promesas, y si éstas
no puedo pensar en otra cosa sino en él; y m i e n - no bastasen con espantos y tormentos, envió sus
tras que hablo de sus excelencias, siento tan ministros de justicia por ella, é hízola parecer
grande deleite, que con aborrecerte á ti á par de delante de sus estrados. Allí la combatió por todas
muerte, me huelgo de verte por podértelas decir. partes fuertemente, y usando de todas las máqui-
Es tan rico, que me ha dado un lesoro que vale nas y artificios que la maldad armada de poder en
más que todo el imperio romano, y no hay perso- lo que mucho quiere suele usar. Y como ningu-
na que le sirva que no esté abastada de riquezas. na cosa bastase para trocar el corazón tan fijo en
Pues ¿qué diré de su bondad, que es inmensa? Y Jesucristo de la santa, finalmente la dijo: «Inés,
para mostrarla mejor, me ha sellado con su san- ó toma marido, ó, si quieres ser virgen, sacrifi-
gre. Hame dado su palabra y fe que nunca me de- ca á la diosa Vesta, y sírvela perpetuamente como
DÍA 21 ENERO 229
lo hacen las otras doncellas romanas; y si no, yo con una claridad tan grande que no se puede ex-
te daré el castigo que mereces, y te haré llevar al plicar con palabras, ni ojos humanos la podían
lugar público de las malas mujeres, para que allí sufrir. Y la santa doncella, regalada de su esposo,
seas afrentada.» Respondió la santa virgen: «No y transportada y absorta en su amor, se puso en
te embravezcas, prefecto; porque yo por ninguna oración, haciendo gracias al que así la defendía.
cosa dejaré el esposo que he tomado; y si no No se ensucia el alma pura (á guisa del sol) por el
quiero á tu hijo, siendo hombre y caballero tan lugar inmundo, ni el mártir de Cristo queda des-
principal, mucho menos me dejaré engañar para honrado por la cárcel; antes las cárceles y los ca-
adorar á los dioses mentirosos, que no se mueven labozos quedan santificados, por haber estado en
ni sienten, antes son mudos y sordos, y no tienen ellos los mártires. El monte Calvario no deshonró
vida. Y en lo que dices que me harás llevar al l u - á Cristo: antes Cristo le hizo tan glorioso que
gar público é infame, yo no temo alguna afrenta, todos los príncipes del mundo le han honrado y
porque tengo conmigo un ángel que es uno de los dan mil besos á sus piedras; y la cruz, que solía
innumerables ministros de mi esposo, el cual me ser suplicio de los hombres infames, no infamó
guarda, y con celo maravilloso defiende mi perso- al Señor: antes recibió tan grande honra de sus
na; y mi señor Jesucristo, al cual tú no conoces, sagrados miembros, que de todos es adorada.
de todas partes me cerca como un muro impene- No se amancilló la castidad de Inés por la feal-
trable.» dad de aquel lugar: antes el lugar, por la castidad
Oyendo estas palabras el juez malvado, salió de de Inés, quedó ennoblecido é ilustrado, y aquel
sí sobremanera, y mandó desnudar en carnes á la cenagal de torpeza se hizo un paraíso de castos
santa doncella, y llevarla por las calles públicas deleites, y aquella cueva de bestias fieras se c o n -
de la ciudad al lugar de las malas mujeres, y que virtió en morada de ángeles y del mismo Dios, á
el pregonero fuese delante de ella diciendo en alta cuya honra después se edificó en ella una iglesia
voz que aquélla era Inés, maga y hechicera, á la que hoy día permanece, y es reverenciada en
cual por haber blasfemado contra los dioses, el Roma. Ríndase el demonio á los siervos de Dios,
prefecto de Roma mandaba llevar á aquel lugar, pues una doncellita de trece años así le venció, y
para que todos los que quisiesen se aprovechasen en medio de un golfo bravo y tempestuoso de car-
de ella. De este tormento usaron muchas veces los nalidades, halló puerto seguro la castidad. Entra-
gentiles contra los cristianos, mostrando con él ban los mozos lascivos en el aposento de la santa,
que los dioses que adoraban eran sucios y ellos y admirados d é l o que veían, salían trocados y cas-
infames y deshonestos, y que las doncellas y m u - tos; entraban feos y abominables, y salían limpios
jeres cristianas le tenían por más horrible que la y mortificados, y queriendo antes servir al demo-
misma muerte, pues, como dice Tertuliano, antes nio y al apetito desenfrenado de la carne, volvían
querían ser entregadas leoni que lenoni: Más enfrenados, conociendo y alabando á Dios.
echadas al león que entregadas al rufián. La for- Mas el hijo del prefecto, que había sido el prin-
ma que tenían en este detestable espectáculo era cipal motivo de la sacrilega crueldad que con la
de esta manera: Tomaban á la doncella cristiana, santa virgen se había usado, para cumplir su mal
encerrábanla en un aposentillo de aquel lugar deseo, entró en el aposento, y no mirando lo que
abominable, ponían en la entrada el nombre de la había en él, quiso acometer á la santa; pero en
doncella y el precio de la torpeza; venían los lobos aquel instante, herido del ángel que la guardaba,
y mozos lascivos, para hartar su hambre y carna- cayó allí luego muerto á los pies de santa Inés. Y
lidad, y tragar la cordera inocente que allí estaba. como los otros mozos sus compañeros, que le
Y permitía nuestro Señor esta maldad, para m a - aguardaban á la puerta, viesen que tardaba, e n -
nifestar más la providencia que tiene de las almas traron al cabo de rato en el mismo aposento, y
puras, y guardarlas en medio de las llamas sin viéndole tendido en el suelo, y muerto, comenza-
quemarse, y dar á entender al mundo la pureza y ron con grandes alaridos y llantos á clamar: «Ve-
santidad de la religión cristiana; y que no hay nid, romanos, venid; que Inés, cristiana y maga,
brazo tan fuerte que se le pueda oponer, como se con sus hechizos ha muerto al hijo del prefecto.»
vio en la bienaventurada santa Inés, porque d e s - Corrió esta voz luego por toda Roma, llegó á los
nudando los verdugos de sus vestidos á aquel oídos del triste padre Sinfronio, el cual, como loco
cuerpo virginal y delicado, luego el Señor hizo y fuera de sí, voló al lugar donde estaba el cuer-
crecer sus cabellos, y con ellos le vistió y cubrió po de su hijo; y viéndole difunto, volviéndose á
de manera que ninguno la pudiese ver desnuda. santa Inés, le comenzó á decir: «¡Oh maga y e m -
Y entrada en aquel aposento torpe y tenebroso, bustera! ¡Oh furia infernal! ¡Oh monstruo nacido
halló un ángel para su defensa, y una ropa h e r - para mi miseria! ¿Cómo has muerto á mi hijo,
mosísima y más blanca que la nieve, la cual ella que debía vivir para siempre, y cuya vida era la
se vistió, y todo aquel aposento resplandeció mía?» A esto respondió la santa: «No he yo quita-
230 LA LEYENDA DE ORO DÍA 21
do la vida á tu hijo, sino su osadía y temeridad. cuando conocen la verdad, y pudiéndola defender
Los otros que aquí entraron antes de él, libres no la defienden. Aspasio mandó, traer delante de
salieron, porque viendo esta cámara llena de res- sí á santa Inés, y hacer una grande hoguera, y
plandor, dieron al gran Rey del cielo aquella honra echarla en ella. Pero el Señor no quiso que á
que le es debida, y entendieron que estando yo des- quien no había quemado el fuego de la concupis-
nuda me vistió, y estando sola y desamparada me cencia quemase este otro temporal; y así las llamas
ha guardado, y en este lugar infame ha conserva- se partieron en dos partes, dejándola en medio
do mi virginidad, la cual yo desde mi niñez á él ha- entera y sana, y sin lesión alguna, y comenzaron
bía consagrado; mas tu hijo, atrevido y arrebatado á abrasar á los circunstantes idólatras que allí
de su furor, sin tener respeto á mi Dios, me quiso estaban, los cuales daban alaridos hasta el cielo
hacer fuerza; y por eso el ángel que está en mi contra la santa; y ella alegre y contenta, volvién-
guarda le hizo morir miserablemente.» Entonces, dose á su dulce esposo, le decía: «¡Oh Dios mío
con voz más mansa y comedida, le dijo el prefecto. todopoderoso, digno de toda alabanza y de toda
«Pues yo te ruego que tornes la vida á mi hijo, para honra! Yo os alabo, os ensalzo, porque por la vir-
que se conozca que tú no se la has quitado con he- tud de vuestro unigénito hijo Jesucristo, yo he
chizos ni malas artes.» A lo cual santa Inés respon- vencido la violencia de los tiranos, y pasado por
dió: «Por cierto que tu ceguedad y falsa creencia no el camino inmundo sin mancilla, y porque vuestro
merece que mi Dios resucite á tu hijo: mas para espíritu y vuestro celestial rocío mitiga el ardor
que su gloria mejor se conozca, y toda Roma de este fuego, y hace que su llama me sea dulce,
entienda la felicidad que tienen los que fielmente y su incendio suave, y que vuestros enemigos y
le sirven, sal fuera de este aposento tú y los que atormentadores míos sientan en sí la fuerza de
vienen contigo, mientras que yo hago oración este elemento. Bendito sea vuestro santísimo nom-
y se lo suplico.» Salieron del aposento aquellos bre, Señor, pues que ya veo lo que deseaba, gozo
idólatras, y santa Inés, postrada con la cara en de lo que esperaba, abrazo y tengo lo que amaba;
tierra, con muchas lágrimas suplicó á s u querido mi corazón, mi lengua, mi ánimo, mis entrañas,
esposo que la ánima de aquel mozo volviese á sus os alaban y magnifican. Yo vengo á vos, verdade-
miembros fríos. Mientras que ella oraba, le apa- ro Dios, Dios eterno y Dios vivo, que reináis con
reció el ángel, y la confortó, y resucitó al mozo, el vuestro único hijo Jesucristo en los siglos de los
cual se levantó y salió fuera, y comenzó á dar siglos.»
voces y á decir: «No hay otro Dios en el cielo, ni Acabada esta oración, se apagó el fuego, de ma-
en la tierra, ni en el mar, ni en los abismos, sino nera que no quedó rastro de él. Mas Aspasio, por
aquel solo que es todopoderoso y adoran los cris- sosegar el pueblo que andaba inquieto, y tumultua-
tianos: á él solo se debe toda la honra, él solo debe ba, mandó que le pasasen una espada por la g a r -
ser adorado, que los ídolos no son sino demonios ganta, y de aquella herida salió tanta sangre, que
que nos engañan, para llevarnos al infierno c o n - cubrió el cuerpo de aquella santa virgen. Cuando
sigo.» ¡Oh omnipotencia del crucificado, que así el verdugo sacó y alzó la espada para herirla,
convierte los lobos en corderos y las piedras en tembló, y mudó el color como si él fuera el conde-
hijos de Abrahán, y los adoradores de los ídolos nado á muerte; y ella estaba segura aguardando
en fieles siervos suyos, y los perseguidores de la el golpe con tanto ánimo, que parece que repren-
castidad en predicadores de la misma castidad! día la tardanza del sayón y que le decía: «¿Qué'
Luego que las palabras del hijo del prefecto, r e - haces? ¿Qué esperas? ¿Por qué te detienes? Muera,
sucitado, vinieron á oídos de los sacerdotes y pon- muera el cuerpo, que puede ser amado de los ojos
tífices de los ídolos, comenzaron ellos y todo el de los hombres, y viva el alma, que es agradable
pueblo por ellos engañado, con unas voces que á los ojos de Dios. Aquel Señor, que me ha escogi-
llegaban al cielo, á clamar: «¡Muera, muera la do por esposa, á quien yo sólo deseo agradar, me
embustera, muera la hechicera, muera la sacrile- reciba en sus brazos por su benignidad.» Diciendo
ga, sucia, desvergonzada, infame, que con sus esto, estuvo queda, oró, recibió el golpe, y fué
hechizos quita el entendimiento á los hombres, y coronada de la gloria del martirio. Pusieron sus
les trueca los ánimos, y como otra Circe los trans- santas reliquias en una heredad de sus padres,
forma en bestias!» Turbóse con estas voces el fuera de la puerta Nomentana, que ahora se llama
prefecto, y quedó confuso, porque por una parte, de Santa Inés, no con llanto y tristeza, sino con
habiendo visto tan grandes maravillas en la vir- alegría y gozo, concurriendo todos los cristianos
gen, se inclinaba á librarla, y por otra temía el con gran devoción á hacerle reverencia, y con no
furor del pueblo y violencia de los pontífices. menos sentimiento y rabia de los gentiles, los
Al fin, como hombre flaco, se dejó vencer del cuales dieron en los cristianos, que estaban en
temor, y cometiendo la causa á Aspasio, su tenien- oración en el sepulcro de la virgen, con grande
te, se retuvo, como suelen los jueces pusilánimes, ímpetu, y maltrataron á muchos.
DÍA 21 ENERO 231
Entre ellos Emerenciana, virgen santísima, con gran firmeza, abrázate con la fe de Cristo, por
compañera y hermana de leche de santa Inés, que el cual todas tus llagas desde este punto serán
no se quiso partir de allí, y comenzó á reprender sanas de tal manera, que ni el mal olor de tu
á los gentiles de su impiedad y fiereza, fué allí cuerpo más te aflija, ni el dolor de tus miembros
muerta á pedradas, y bautizada con su propia llagados te angustie, ni el temor de nueva enfer-
sangre. Era catecúmena, porque aun no había re- medad te congoje. Acuérdate de lo que eres, y
cibido el agua del bautismo. Su cuerpo fué sepul- cómo estabas: sana quedas, reconoce á Cristo tu
tado allí junto al de santa Inés, y la Iglesia celebra Señor, y agradécele este beneficio.» En acabando
su fiesta á los 23 de enero, que fué el día de su de decir santa Inés estas palabras, se acabó j u n -
martirio. tamente el sueño de Constancia, hallándose tan
Y para que los gentiles no turbasen á los c r i s - sana como si nunca hubiera tenido enfermedad; y
tianos, ni les estorbasen aquella santa romería y para agradecerla la santa este beneficio, le hizo un
piadosa devoción, envió el Señor un espantoso templo magnífico, y en él á su santo cuerpo un
temblor de la tierra, y del cielo muchos truenos y sepulcro, al cual concurría continuamente gran
relámpagos sobre ellos, de los cuales muchos mu- multitud de gente, para pedir favor al Señor por
rieron, y otros despavoridos dejaron el campo medio de santa Inés, y muchos de los que venían
franco á los cristianos, y se volvieron á sus casas. enfermos volvían sanos, y los afligidos consolados
Los padres de santa Inés, por el amor entrañable y contentos. Perseveró Constancia virgen hasta la
y dulce memoria de su hija, estaban siempre de muerte, y movió con su ejemplo á muchas donce-
día y de noche orando en su sepulcro, hasta que llas ilustres á seguir esta celestial virtud, para
una noche vieron un grandísimo número de don- vencer perfectamente las guerras y batallas de la
cellas, ataviadas de ricos paños de oro, adornadas carne, y ser coronadas de Cristo su dulce esposo
de piedras preciosas, y coronadas de guirnaldas, en la corte celestial, con aquella diadema que él
de perlas y de joyas resplandecientes sobremane- tiene aparejada á los que por su amor huyen las
ra. Entre ellas venia santa Inés triunfante y g l o - blanduras y deleites sensuales. El martirio de
riosa, y pegado á ella un cordero más blanco que santa Inés fué á los 21 de enero del año del Señor
la misma nieve. Paróse la santa virgen, y rogó á de 304, imperando Diocleciano y Maximiano. E n -
sus compañeras que parasen, y volviéndose á sus tre las obras de san Ambrosio anda la vida de
padres, les dijo: «Padres míos, mirad que no me santa Inés, y él hace mención de ella en el
lloréis como á muerta, antes os debéis alegrar sermón 90, y en el lib. I de Las vírgenes, san
conmigo por haber yo alcanzado en el cielo coro- Dámaso; san Gregorio en la homilía 11 y 12, P r u -
na de gloria con tan santa compañía, y por haber dencio en un himno, y san Isidoro. Y san Jeróni-
llegado á aquel que mientras viví en la tierra amé mo, escribiendo á Demetriade, dice estas pala-
con todo mi corazón, con toda mi ánima y con bras: «La vida de santa Inés, alabada con letras
todo mi afecto.» Dichas estas palabras, calló y y lenguas de todas las gentes, especialmente en
pasó adelante con aquel celestial coro de vírgenes las iglesias, la cual venció su tierna edad, y al ti-
que la acompañaban. Esta divina revelación suce- rano, y consagró su castidad en el martirio.» Y
dió ocho días después del martirio de santa Inés, san Máximo en un sermón dice: «¡Oh virgen glo-
y fué tan ilustre, que se divulgó y vino á noticia riosa, qué ejemplo de vuestro amor habéis dejado
de todos los que vivían en Roma; y por esto la á las vírgenes, para que le imiten! ¡Oh cómo les
santa Iglesia la celebra con fiesta particular el día enseñasteis á responder, despreciando la riqueza
que sucedió, que fué á los 28 del mes de enero. del siglo, desechando los deleites del mundo,
Algunos años después Constancia, hija del empe- amando á sola la hermosura de Cristo! Allegaos,
rador Constantino, que era doncella muy pruden- doncellas, y en los tiernos años de su niñez apren-
te, muy enferma, y de pies á cabeza cubierta de ded á amar á Cristo con vivas llamas de amor.
llagas, habiendo oído esta visión de los mismos Dice Inés que quiere serle leal á su esposo, y que
que la habían visto, que es señal de haber sucedido desea á Aquél solo, que no rehusó morir por ella,
el martirio de santa Inés en la última persecución Aprended, vírgenes, de Inés, que así está abrasa-
de Diocleciano, se determinó de i r á la sepultura da del amor divino, y tiene por basura todos los te
de santa Inés y hacer oración, esperando alcanzar soros y delicias de la tierra.» Esto dice san Máxi-
por su intercesión entera salud. Vino Constancia, mo, obispo. (P. Ribadeneira.)
siendo aún gentil, á santa Inés, y con grande ahin-
co y afecto le suplicó que le diese la salud. Allí SAN PUBLIO. — Descendiente de una familia distin-
orando, tomada de un dulce sueño, se adormeció guida de Mitilene, trató con el apóstol san Pablo,
y vio á la bienaventurada virgen Inés, que le apa- á quien recibió cuando el apóstol navegando pri-
reció, y le hablaba de esta manera: «Constancia, sionero á Roma se detuvo tres días en aquella
no te olvides de tu nombre, obra constantemente y ciudad. Instruido por Pablo en la doctrina que le
232 LA LEYENDA DE ORO DÍA 22
revelaba, y admirado de ver el prodigio que a c a - Augurio y Eulogio, y que los trajesen juntos á su
baba de obrar con su padre, pues con sola la im- presencia. Valióse primeramente el tirano de ha-
posición de manos y orando sobre él le alcanzó lagos y promesas para que ofreciesen incienso á
una salud completa, abrazó con extraordinario los ídolos; pero negándose á ello con valor s i n -
celo la fe de Jesucristo, y predicando con fruto le gular, fueron encerrados en una oscura cárcel,
santo Evangelio sucedió en el obispado de Atenas donde les visitaron los ángeles del Señor. Sacá-
á Dionisio Areopagita, donde, resplandeciendo en ronles de ella seis días después para ser de nuevo
santidad, acabó su vida en el martirio el año 125. interrogados, y habiendo mostrado la misma cons-
tancia, los llevaron al anfiteatro, donde había
SAN PATROCLO—Este ilustre mártir de la Iglesia preparada una hoguera en la cual debían ser
galicana floreció en el siglo III, y murió en T r o - abrasados. Al momento que se presentaron en él,
yes de Francia el día 20 de enero del año 273 ó excitóse un general sentimiento de compasión, no
275. El tirano agotó su crueldad en la invención sólo entre los cristianos, sino también entre los
de tormentos atroces para vencer la constancia paganos, por ser los santos muy estimados de
del glorioso atleta; pero todos ellos no hicieron todos. Entraron los tres gozosos en la hoguera, y
más que redoblar su alegría y aumentar sus d e - habiéndose quemado las cuerdas con las que e s -
seos de padecer por Jesucristo. taban atados á unos palos, pusiéronse de rodillas,
y extendiendo las manos en cruz y haciendo
SAN EPIFANIO.—Natural de Pavía, entró á la edad oración, consumaron el martirio el día 21 de ene-
de ocho años al servicio de la Iglesia; y se dedicó ro del año 259. Apresuráronse los fieles á recoger
con tanta asiduidad al estudio y á la virtud, que las santas reliquias de los tres mártires que colo-
á la edad de veinticinco años, en que fué sublima- caron en la iglesia de Tarragona, debajo del altar
do al sacerdocio, era la admiración de cuantos le mayor, hasta que en la irrupción de los godos,
veían por sus grandes méritos, y particularmente habiendo sido aquella ciudad presa de las llamas,
por el celo, la dulzura y erudición con que predi- fueron las reliquias trasladadas, por especial pro-
caba la palabra de Dios. Sus trabajos en la predi- videncia, á la ribera de Genova, y colocadas en
cación de las verdades cristianas, y el agrado con una montaña á quince leguas de la ciudad, donde
que las anunciaba, cautivaron muchos corazones, los fieles edificaron un monasterio de benedictinos,
y por este medio contribuyó nuestro santo á c o n - en reconocimiento á los favores que el cielo les
tener el desbordamiento y el torrente de la i n i - dispensaba por la intercesión de san Fructuoso.
quidad en tiempos de un desorden universal en Fué este santo tan venerado desde los primeros
Italia, de la cual fué él apóstol. Elegido obispo de siglos del cristianismo, que san Agustín predicó
Pavía, redobló aún más sus esfuerzos y su celo, y al pueblo un sermón el día de su fiesta, que es el
después de haber ilustrado y alimentado á sus 273 de los santos, y las actas de su martirio se
ovejas con la luz y el pan de vida, la doctrina y leían con gran veneración en todas las iglesias.
los ejemplos, murió santamente el día 21 de enero
del año 996. SAN YININO Ó YIYIANO, OBISPO Y CONFESOR—Murió
en 615: floreció en Escocia.
SAN MEINARDO, ERMITAÑO. — Murió atormentado
cruelísimamente por dos ladrones que querían Día 33
obligarle á blasfemar del santo nombre del Señor,
en su cueva cerca del monasterio de Richenove SAN VICENTE, MÁRTIR—El ilustrísimo mártir san
en Francia, por los años 863. Vicente nació en la ciudad de Huesca, y crióse
en la de Zaragoza del reino de Aragón. Su padre
SAN FRUCTUOSO, OBISPO, Y LOS SANTOS AUGURIO, Y EU- se llamó Enriquio, y su madre Enola. Desde niño
LOGIO, DIÁCONOS—Tarragona fué patria de estos se inclinó á las obras de piedad y virtud, se dio á
tres santos. Nació el primero á fines del siglo II, las letras, y finalmente fué ordenado de diácono
y fué tan sabio, tan ilustrado y religioso, que, j o - por san Valerio, obispo de Zaragoza; el cual, por
ven aún, fué elevado al ministerio del altar, pri- ser ya viejo é impedido de la lengua, encomendó
mero de sacerdote, y luego de obispo de su ciudad á san Vicente el oficio de predicar. Eran empera-
natal. Desde esta eminencia se difundió más c o - dores en este tiempo Diocleciano y Maximiano,
piosamente su ardiente caridad, su celo, su bene- tan crueles tiranos y fieros enemigos de Jesucris-
volencia y su ilustre ciencia. Era tan amable y to, que nunca se vieron hartos de sangre de c r i s -
tan bueno, que hasta los mismos gentiles le q u e - tianos, pensando por este camino tener gratos á
rían y respetaban. Así que llegó á Tarragona sus falsos dioses, y establecer con el favor de ellos
Emiliano, presidente imperial por Valeriano, más su imperio. Enviaron los emperadores á E s -
mandó prender al santo obispo con sus diáconos paña por presidente y ministro de su impiedad á
I.it. Aleu. Rosellon 100 Barcelona

SAN VICENTE ESPAÑOL


DÍA 22 ENERO 233
Daciano, tan ciego en la superstición de sus dio- cia rige y gobierna esta máquina del mundo. A
ses, y tan bravo y furioso en la fiereza como ellos. este solo Señor tenemos por Dios, á él adoramos,
Llegó este monstruo á Zaragoza, hizo grande e s - á él reverenciamos, y á su benditísimo hijo Jesu-
trago en la Iglesia de Dios, atormentó y mató á cristo, que vestido de nuestra carne humana mu-
muchos cristianos, prendió á otros, y entre ellos rió por nosotros en la cruz, y para pagarle, de la
á san Valerio, obispo, y á san Vicente, diácono manera que podemos, aquel infinito amor con
suyo, que eran los dos que más le podían resistir, nuestro amor, y aquella muerte con nuestra
y en quienes todos los otros cristianos tenían muerte, deseamos padecer muchos tormentos, y
puestos los ojos, y cuyo ejemplo y gran fortaleza derramar la sangre, y dar la vida por su santísi-
más los podía esforzar. Pero queriendo el presi- ma fe.»
dente tratar más de espacio la causa de estos dos Con estas palabras cobraron grandes esfuerzos
santos, los mandó llevar á la ciudad de Valencia los cristianos que estaban presentes, y el presi-
á pie y cargados de hierro; y ellos fueron con mu- dente grande indignación. Mandó que el santo
cha pobreza y mal tratamiento de los ministros, obispo fuese desterrado, y san Vicente cruelmen-
que por esta crueldad pensaban ganar la gracia te atormentado. Desnúdanle los sayones, cuélgan-
de su amo. Llegados á Valencia, les echaron en le de un alto madero, estíranle con cuerdas de los
una cárcel oscura, hedionda y penosa, donde e s - pies, y descoyuntan sus sagrados miembros; y en
tuvieron muchos días apretados de hambre y de el mismo tormento le hablaba Daciano y le decía:
sed, de cadenas y prisiones, pero muy regalados «¿No ves, cuitado, cómo está despedazado tu cuer-
del Señor, porque padecían por su amor. Pensaba po?» Al cual el valeroso mártir, con rostro alegre
el presidente que con el tiempo y mal tratamiento y risueño, respondió: «Esto es lo que siempre
ablandaría aquellos corazones esforzados; mas deseé; créeme, Daciano, que ningún hombre me
sucedióle tan al contrario, que cuanto más los podía hacer mayor beneficio, que el que tú me
afligía, tanto más se alentaban, y con el fuego de haces, aunque sin voluntad de hacerle. Mayor
la tribulación resplandecía más el oro de su ca- tormento padeces tú viendo que tus tormentos no
ridad, y sus mismos cuerpos de carne, y flacos, me pueden vencer, que el que yo padezco. Por
cobraban fuerzas con las penas. Mandóles Dacia- tanto, yo te ruego que no te amanses, ni aflojes un
no traer delante de sí, y como los vio sanos, ro- punto el arco que contra mí tienes 'flechado; por-
bustos y alegres, pensando que con el hambre, que cuanto más crueles fueren tus saetas, tanto
sed y los trabajos de la dura cárcel estarían mar- más gloriosa será mi corona, y yo cumpliré mejor
chitos, desmayados y consumidos, enojóse sobre- con el deseo que tengo de morir por aquel Señor
manera contra el carcelero, creyendo que los que por mí murió en la cruz.» Salió de sí con e s -
había regalado, y díjole: «¿Esto es lo que te he tas palabras el fiero tirano, y con los ojos turba-
mandado? ¿Así han de salir de la cárcel fuertes y dos, echando espumarajos por la boca, y dando
lucidos los enemigos de nuestro imperio?» Y vol- bramidos como un león, arrebató los azotes s a n -
viéndose á los santos mártires, dijo: «¿Qué me grientos de mano de los verdugos, y comenzó á
dices, Valerio? ¿Quieres obedecer á los empera- dar con ellos, no al santo mártir, sino á los mis-
dores y adorar á los dioses que ellos adoran?» Y mos verdugos, llamándolos flojos, mujeres y ga-
como el santo viejo respondiese mansamente y llinas. Entonces Vicente miró á Daciano blanda-
quedo, y por el impedimento de su lengua no se mente, y díjole: «Mucho te debo, Daciano, pues
entendiese bien su respuesta, tomó la mano san haces oficio de amigo y me defiendes; hieres á los
Vicente, y con grande espíritu y fervor dijo á que me hieren; azotas á los que me azotan, y
Valerio: «¿Qué es esto, padre mío? ¿Por qué h a - maltratas á los que me maltratan.» Todo esto
blas entre dientes como si tuvieses temor de este era echar aceite en el fuego, y encender más el
perro? Levanta la voz, para que todos te oigan, y ánimo del tirano, viendo hacer burla de sus
la cabeza de esta serpiente infernal quede q u e - tormentos. Padecía la carne del santo levita, y
brantada; y si por tu mucha edad y flaqueza no hablaba su espíritu, y con lo que el espíritu h a -
puedes, dame licencia, que yo le responderé.» Y blaba, la impiedad del tirano quedaba convencida,
habida la licencia, dijo á Daciano: «Esos tus dio- y el mártir cobraba fuerzas. Mandó Daciano á
ses, Daciano, sean para ti; ofréceles tú incienso aquellos sayones que continuasen sus tormentos,
y sacrificio de animales, y adórales como á d e - y con garfios y uñas de hierro rasgasen el santo
fensores de vuestro imperio, que nosotros los cris- cuerpo, y ellos lo hicieron con extraño furor; mas
tianos sabemos que son obras de los que las fabri- el santo, como si no fuera de carne, ni sintiera
caron, y que no sienten ni se pueden mover, ni sus dolores, asi hacía escarnio de aquellos crueles
oir á quien los invoca. Nosotros reconocemos atormentadores, y les decía: «¡Qué flacos sois!
aquel sumo artífice que crió el cielo y la tierra ¡Qué pocas fuerzas tenéis! Por más valientes os
por sola su voluntad, y con su singular providen- tenía.» Estaban los verdugos cansados de ator-
TOMO i 30
234 LA LEYENDA DE ORO DÍA 22
mentar al santo, y él no lo estaba de ser atormen- Descubrióse en aquella cárcel sucia y tenebro-
tado. Ellos habían perdido el aliento, y no podían sa una luz venida del cielo, sintióse una fragancia
pasar adelante en su trabajo, y nuestro Vicente suavísima, bajaron ángeles á visitar al santo már-
estaba muy alentado y gozoso, y cobraba nuevas tir, el cual, en un mismo tiempo v i o la luz, sintió
fuerzas de sus penas, para que, como dice san el olor, y oyó los ángeles que con celestial armo-
Agustín, consideremos en esta pasión la pacien- nía le recreaban. Turbáronse las guardas c r e -
cia del hombre, y la fortaleza de Dios. Si miramos yendo que san Vicente se había huido de la
la paciencia del hombre, parece increíble; si mi- cárcel; mas el santo, viéndolos así turbados, les
ramos el poder de Dios, no tenemos de qué mara- dijo: «No he huido, no; aquí estoy, aquí estaré;
villarnos. Vistióse Dios de la flaqueza del hombre, entrad, hermanos, y gustad parte del consuelo
y por eso sudó sangre cuando oró en el huerto, que Dios me ha enviado, que por aquí conoceréis
por la terribilidad de los tormentos que se le re- cuan grande es el Rey á quien yo sirvo, y por
presentaban, y vistió al hombre de la virtud de su quien yo tanto padezco; y después de haberos e n -
deidad, para que pase los suyos con fortaleza y terado de esta verdad, decidle á Daciano de mi
alegría, y el hombre quede obligado á hacer gra- parte que apareje nuevos tormentos, porque yo
cias al Señor, por lo que tomó de su flaqueza y le ya estoy sano, y aparejado á sufrir otros m a y o -
comunicó de su virtud. Así lo vemos en san V i - res.» Fueron los soldados á Daciano, dijéronle lo
cente, á quien Dios armó de tan divina fortaleza que pasaba, y quedó como muerto y fuera de sí;
y constancia, que los tormentos le parecían rega- y entretanto que pensaba lo que había de hacer,
los, las espinas flores, el fuego refrigerio, la estaban los ángeles dando suavísima música al
muerte vida; y parece que á porfía peleaban la santo mártir, y haciéndole dulcísima compañía, y
rabia y furor de Daciano, y el ánimo y fervor del como dice Prudencio, hablando de esta manera:
santo mártir: el uno en darle penas, y el otro en «Ea, mártir invicto, no temas, que ya los tormen-
sufrirlas; pero antes se cansó Daciano en ator- tos te temen á ti, y para contigo han perdido toda
mentarle, que Vicente en reírse de sus tormentos. su fuerza. Nuestro Señor Jesucristo, que ha visto
Pusiéronle en una cruz, extendiéronle en una tus batallas gloriosas, te quiere ya como á v e n -
como cama de hierro ardiendo, abrasáronle los cedor coronar: deja ya el despojo de esta flaca
costados con planchas encendidas, corrían los ríos carne y vente con nosotros á gozar de la gloria
de sangre que salían de sus entrañas, con tanta del paraíso.»
abundancia, que apagaban el fuego; la carne e s - Pasada aquella noche mandó Daciano que tra-
taba consumida, y solos los huesos quedaban ya, jesen el santo mártir á su presencia, y viendo que
denegridos y requemados. Mandaba el prefecto la crueldad y fiereza que había usado contra él le
echar gruesos granos de sal en el fuego, para que había salido vana, quiso con astucia y blandura
saltando le hiriesen; y el valeroso soldado de Cris- tentar aquel pecho invencible que á tantos tor-
to, como si estuviera en una cama de rosas y flo- mentos había resistido, y comenzóle á regalar
res, así hacía burla de los que le atormentaban, con dulces palabras, y á decirle: «Muy largos y
y más de Daciano, el cual, viéndose vencido del muy atroces han sido tus tormentos; razón será
santo mozo, mandó que de nuevo le echasen en que descanses en una cama blanda y olorosa, y
una cárcel muy oscura, y que la sembrasen de que busquemos medios con que cobres la salud.»
agudos pedazos de tejas, y le arrastrasen sobre No era esto celo, ni caridad, ni arrepentimiento
ellas, para que no quedase parte de su cuerpo sin del tirano, sino una sed insaciable de sangre del
nuevo y agudo dolor; aunque, como dice san Isi- mártir. Queríale sanar para atormentarle de nue-
doro, no buscó Daciano el secreto y oscuridad de vo, y darle fuerzas para que pudiese más sufrir.
la cárcel, tanto por atormentar con ella á san V i - Estas son las artes, como dice san Agustín, que
cente, cuanto por encubrir su tormento y la pena el mundo usa contra los soldados de Cristo: halaga
que tenía de verse vencido de él. Estaba el vale- para engañar, espanta para derribar. Pero con
roso levita sobre aquella cama dura y dolorosa, dos cosas se vence al mundo: con no dejarnos
con el cuerpo muerto y con el espíritu vivo apa- llevar de nuestro apetito y propia voluntad, y con
rejándose para nuevos martirios y nuevas penas, no dejarnos espantar de la crueldad ajena. Mas
cuando el Señor, mirando á su soldado desde el el glorioso mártir de Cristo Vicente, en viéndose
cielo, tuvo por bien de darle nuevo favor, y mos- tendido en aquella cama blanda y regalada, abo-
trar que nunca desampara á los que confían en él. rreciendo más las delicias que las penas, y el
Habíale regalado con la constancia y alegría en regalo que el tormento, d i o su espíritu, el cual,
los tormentos, y con el fervoroso deseo de sufrir acompañado de los espíritus celestiales, subió al
más, y con la victoria tan gloriosa de sus penas; cielo y fué presentado delante del acatamiento del
ahora quiso hacerle otro regalo mayor, librándole Señor, por quien tanto había padecido. Embra-
de ellos con espanto de sus mismos enemigos. vecióse sobremanera Daciano, y dejando aquella
DÍA 22 ENERO 235
máscara de vulpeja que había tomado, volvióse mos. Toman el cuerpo santo los impíos ministros,
luego á la suya propia de león, y propuso v e n - llévanle en un barco, tan dentro del mar, que no
garse del cuerpo del santo muerto, pues que no se veía sino agua y cielo; échanle en aquel pro-
había podido vencerle vivo. Mandó echar el s a - fundo abismo, y vuélvense muy contentos hacia
grado cuerpo á los perros y á las fieras, para que tierra, por haber cumplido el mandato del presi-
fuese despedazado y comido de ellas, y los cris- dente. Mas la poderosa mano del muy Alto, que
tianos no le pudiesen honrar. Pero ¿qué puede había recibido en su seno el espíritu de Vicen-
toda la potencia y maldad de los hombres malva- te, cogió el cuerpo de en medio délas ondas, para
dos contra los siervos de aquel Señor, que con que se pusiese en el sepulcro, y con tanta facili-
tanta gloria suya los defiende en la vida y en la dad y presteza le trajo sobre las ondas á la orilla
muerte, y después de la muerte los hace triunfar, del mar, que cuando llegaron los ministros de
quedando sus enemigos vencidos y confusos? Esta- Daciano, que le habían arrojado, le hallaron en
ban los miembros de nuestro vencedor desnudos y ella, y asombrados y despavoridos no le osaron
arrojados en el suelo, junto a u n camino, y allí cerca más tocar. Las ondas blandamente hicieron una
de un monte, para que las aves del cielo y las bes- hoya, y cubrieron el santo cuerpo con la arena
tias fieras se cebasen en él; pero en viendo alguna que allí estaba, como quien le daba sepultura,
ave de rapiña sobre el santo cuerpo, luego salía hasta que el santo mártir avisó á un hombre que
del monte un cuervo grande, y graznando y ba- le quitase de allí, y le enterrase; mas como él por
tiendo sus alas, embestía con el ave atrevida, y miedo de Daciano estuviese tibio y perezoso en
con el pico, uñas y alas le daba tanta prisa, que ejecutar lo que le fué mandado, el santo apareció
la ahuyentaba, y se retiraba y se ponía como á una buena y devota mujer, viuda, y le reveló el
guarda á vista del santo cuerpo. Vino un lobo lugar donde estaba su cuerpo, y mandóle que le
para encarnizarse en él, mas el cuervo le asaltó y diese sepultura. Hizo la mujer varonil lo que no
se le puso sobre la cabeza, y le dio tantas picadas había hecho el hombre temeroso, y venciendo
y tantos alazos en los ojos, que le hizo volver más con su devoción los espantos del tirano, tomó el
que de paso á la cueva de donde había salido. ¡Oh cuerpo, y enterróle fuera de los muros de V a l e n -
bondad inmensa del Señor, que así sabe regalar cia, en una iglesia que después se dedicó al Señor
á los suyos! ¡Oh omnipotencia de Dios, á quien en honor del mártir.
todas las criaturas sirven! ¿Cuál fué mayor mila- Estas fueron las peleas y victorias, las coronas
gro, que el cuervo trajese de comer á Elias h a m - y trofeos del gloriosísimo mártir san Vicente; el
briento, ó que el cuervo hambriento no comiese cual, como dice san Agustín, tomado de aquel
del cuerpo muerto de Vicente; y que no solamen- vino, que hace castos y fuertes á los que le beben,
te no comiese, mas que no dejase comer á las se opuso al encuentro del tirano que contra Cristo
otras aves de rapiña y fieras hambrientas? «¡Oh se embravecía, sufrió con paciencia las penas, y
loco furor, y furiosa locura de Daciano!, dice san estando seguro, hizo burla de ellas, fuerte para
Agustín. El cuervo sirve á Vincencio, y el lobo lo resistir, y humilde cuando vencía, porque sabía
reverencia; y Daciano le persigue, y no tiene ver- que no vencía él, sino el Señor en él. Y por esto,
güenza de porfiar en su maldad, y de encruele- ni las láminas y planchas encendidas, ni las s a r -
cerse más contra aquel que las bestias fieras, olvi- tenes de fuego, ni el ecúleo, ni las uñas y peines
dadas de su fiereza, procuran amparar y d e - de hierro, ni las espantosas fuerzas de los ator-
fender.» mentadores, ni el dolor de sus miembros c o n s u -
Supo Daciano lo que pasaba, y dio gritos como midos, ni los arroyos de sangre, ni las entrañas
un loco, y decía: «¡Oh Vicente, aun después de abiertas que se derretían con las llamas, ni todos
muerto vences, y tus miembros desnudos, y sin los otros exquisitos tormentos que le dieron,
sangre y sin espíritu, me hacen guerra! No, no fueron parte para ablandarle un punto, y sujetarle
será así.» Y volviéndose á los sayones y ministros á la voluntad de Daciano. Pues ¿qué es esto, sino
de su crueldad, mandóles que tomasen el cuerpo mostrarse la fortaleza de Dios en nuestra flaqueza,
del santo mártir, y cosido en un cuero de buey, para que el siervo de Dios, cuando fuere menester
como solían á los parricidas, le echasen en lo más poner la vida por la honra de su Señor, no tema
profundo del mar, para que fuese comido de los su flaqueza, sabiendo que no ha de pelear él, sino
peces, y nunca jamás pareciese; pensando poder Dios en él? Ya se acabaron la rabia de Daciano y
vencer en el mar á quien no había podido vencer la pena de Vincencio, mas no acabaron la pena
en la tierra, como si Dios no fuese tan señor de de Daciano y la corona de Vincencio. ¿En qué
un elemento como lo es del otro, y tan poderoso parte del mundo no se ha derramado y extendido
en las aguas como en la tierra, y el que, como la fragancia y gloria de este martirio? ¿Dónde no
dice el real profeta, hace todo lo que quiere en el resuena el nombre de Vicente? ¿Quién hubiera
cielo y en la tierra, en el mar y en todos los abis- oído mentar á Daciano, sino por haber leído la
236 LA LEYENDA DE ORO DÍA 22
pasión del que tan gloriosamente le venció? Lo de Hierápoli, donde asentó con un platero, que
cual nos debe animar á todos á la imitación de era persiano y cristiano. Allí estuvo algún tiempo
nuestro victorioso Vicente, menospreciador del trabajando con las manos en aquel oficio, y oran-
tirano, vencedor de los tormentos, triunfador de do con el corazón á Dios. Rogó al platero que le
la muerte, del demonio y del infierno; para que hiciese bautizar, y como por temor de los gentiles
siendo particioneros de sus merecimientos, lo lo dilatase, íbase Anastasio con el platero todas
seamos de sus coronas y triunfos. las veces que podía á la iglesia, para hacer ora-
Murió san Vicente á los 22 de enero del año del ción á Dios; y como viese en ella pintadas las
Señor de 303. Escribió san Agustín dos sermones imágenes de algunos santos mártires, preguntaba
de este glorioso santo, y san Bernardo otro. Hacen al platero qué imágenes eran aquéllas. Y oyendo
honorífica mención de él san León papa, Pruden- que eran de hombres que habían padecido g r a n -
cio, Isidoro, Metafrastes, y los demás que escriben des tormentos y la muerte por Dios, espantábase
martirologios. (P. Ribadeneira.) y enternecíase; y pareciéndole que se tardaba
mucho el cumplimiento de su deseo, se determinó
SAN ANASTASIO, MÁRTIR—En el tiempo que impe- de ir á Jerusalén. Allí recibió el agua del bautis-
raba Focas, el rey de Persia, llamado Cosroas, mo, y trocó el nombre de Magudad en el de Anas-
hizo cruda guerra contra los cristianos; cercó á tasio, y estuvo ochenta días sin salir de la casa
Jerusalén, y la tomó y destruyó, y con gran orgu- del sacerdote que le bautizó, por ser mejor e n s e -
llo y triunfo llevó á su reino el madero de la santa ñado en los misterios de nuestra santa fe. Oyó
cruz, en que Cristo nuestro Redentor había triun- decir que había muchos cristianos que para servir
fado del pecado, del demonio y del infierno. L l e - más altamente al Señor tomaban hábito de m o n -
vado á Persia este divino tesoro, no se puede creer jes, y se encerraban en los monasterios, guar-
la guerra que hizo á los gentiles persas, y los dando perpetua pobreza, castidad y obediencia; y
milagros que por medio de su cruz obró el Señor, encendido del amor divino, se fué á un monaste-
cegando con su luz á los gentiles obstinados, que rio, que estaba como cuatro millas de la ciudad
por su culpa no querían abrir los ojos, y alum- de Jerusalén, en el cual era abad un santo varón,
brando y convirtiendo á otros, y trayéndolos á su por nombre Justino, y de su misma mano recibió
conocimiento. Entre estos que se convirtieron, el hábito de monje, y estuvo siete años en aquel
fué uno Anastasio, persa, que en su lengua antes convento, sirviendo á los monjes de hortelano y
se llamaba Magudad, hijo de un hombre llamado de cocinero con grande humildad, diligencia y
Bau, que era grande hechicero y nigromántico, y caridad, procurando cumplir con estas obligacio-
tenía escuela de ello, y muchos discípulos enga- nes de manera que no faltase á las de la oración,
ñados, que le oían y creían, y su mismo hijo era misa, comunión y otros divinos oficios. Leía á
uno de ellos, y tan ejercitado en el arte mágica, menudo los libros devotos y especialmente las
que competía con su mismo padre. Pero como batallas y victorias de los santos mártires, y en-
Anastasio oyese decir al vulgo que el Dios de los ternecíase con ellas, regando los libros que leía de
cristianos estaba en Persia, y que por medio de dulces lágrimas, y suplicando á nuestro Señor
aquel madero, en que había muerto, hacía obras que le hiciese compañero de los que habían
maravillosas, vínole curiosidad de hablar con al- muerto por él. Quiso el demonio derribarle, tra-
gún cristiano y preguntarle cómo había bajado yéndole á la memoria su vida pasada, los hechizos
Dios del cielo, cómo se había hecho hombre, cómo y artes diabólicas en que había andado; mas el
había sido crucificado y después había tornado á santo monje, con pedir socorro á Dios le venció,
subir al cielo. Y oyendo la razón que le daba del y con descubrir sus tentaciones á su padre espi-
misterio de nuestra redención, iba edificando poco ritual y maestro, que para los religiosos es eficaz
á poco su ánimo, y disponiendo la tierra de su y singular remedio contra los ardides de Satanás.
corazón para recibir la semilla de la fe, y produ- Pero creciendo cada día más en Anastasio aquel
cir el fruto de la vida cristiana y perfecta. En esta fervor y deseo del martirio, quiso nuestro Señor
sazón sucedió áFocas Heraclio emperador, el cual darle prendas de que se lo había de conceder, con
con tres batallas alcanzó tres ilustres victorias una visión: porque estando una noche durmiendo,
de Cosroas y de sus capitanes, y cobró con gran le pareció que había subido á la cumbre de un
gloria todo lo que su predecesor con grande igno- monte, y que estando allí se llegó á é l un hombre
minia había perdido. Iba Anastasio en la primera con una copa de oro esmaltada de piedras preciosas
jornada por soldado con otro hermano suyo en el llena de vino, y le decía: «Toma y bebe;» y que él
ejército de Cosroas, y como aquel ejército se d e s - tomó y bebió, y que luego penetró su alma una
barató, y Heraclio alcanzó la victoria, Anastasio, suavidad tan regalada y celestial, que aun estan-
que ya andaba tocado de Dios, dejando la milicia, do durmiendo, entendió que Dios le quería hacer
se juntó con algunos cristianos, y vino á la ciudad merced de la corona del martirio. Comunicó su
DÍA 22 ENERO 237
sueño y revelación á su padre espiritual, y después que á lo menos de palabra dijese que no quería
de haber cantado aquella noche los maitines, y al ser cristiano; y si tenía vergüenza de decirlo p ú -
día siguiente halládose en la misa y recibido el blicamente delante de muchos, que lo dijese s e -
cuerpo del Señor con los monjes, se despidió de cretamente delante de él y de otros dos testigos,
todos, y con su solo hábito se partió para Cesárea porque con esto solo le soltaría y le dejaría libre
de Palestina, en donde hizo oración y estuvo dos con su hábito de monje. Y como tampoco en
días en el templo de la Madre de Dios, y después esto pudiese hacer mella en aquel santo y fortí-
en el de Santa Eufemia; y finalmente fué preso y simo pecho, envióle al rey de Persia, su señor,
presentado al adelantado de aquella provincia, que cargado de prisiones y cadenas. El rey cometió la
se llamaba Marzabanas, y era teniente de Cos- causa á un presidente suyo, el cual, después de
roas, rey de Persia, el cual perseguía crudamente haberle ofrecido en nombre del rey grandes dig-
á los cristianos. Pensó Marzabanas con buenas nidades, honras, riquezas y comodidades de esta
palabras y promesas persuadir á Anastasio, que vida, y el santo hecho burla de todas ellas como
dejada, como él decía, la superstición cristiana, de un poco de basura, le mandó extender y esti-
tornase á su verdadera religión; y para esto le rar en el suelo, y entre las piernas poner unos
ofrecía muchos dones y riquezas. Después, como recios maderos, y que algunos hombres valientes
el santo estuviese muy en sí, apretóle con terrores y de grandes fuerzas las apretasen, para que se
y espantos; mas él no se dejó vencer ni de fieros despedazasen y penetrase hasta los huesos el
ni de halagos. Condenóle el juez á que cargado de dolor. Después le ataron de un brazo en un ma-
hierros y cadenas llevase piedra con otros cristia- dero alto, y del uno de los pies le colgaron una
nos, y cargábanle más que á los otros, injuriá- piedra muy pesada, para que todo el cuerpo se
banle de palabra, maltratábanle y ponían las m a - descoyuntase y desmembrase, y en este tormen-
nos en él, y el santo se gozaba con sus penas, y to le tuvieron dos horas. Pero viendo que ninguna
deseando padecer muchas más, se ensayaba con cosa aprovechaba contra la constancia y fortaleza
ellas para el martirio. Pasado algún tiempo, c r e - invencible del santo mártir, cansado ya el juez, y
yendo el juez que ya con el trabajo y con el m a l - consultándolo con el rey, se determinó de acabar
tratamiento estaría más blando y rendido Anasta- con él y darle muerte. Para esto sacaron de la
sio, le tornó otra vez á tentar; pero hallóle más cárcel á otros setenta cristianos que tenían cauti-
fuerte que una roca, y, enojado y furioso, le mandó vos, y algunos hombres facinerosos que estaban
extender en el suelo, y azotar cruelísimamente, presos por sus delitos, y lleváronlos con Anasta-
hasta que mudase de parecer. Quisieron los ver- sio á la ribera de un río, y allí, echando á los
dugos atar al santo para ejecutar mejor en él este demás un lazo al cuello, los ahogaron, y luego
tormento; mas él les rogó que no lo hiciesen, por- uno á uno los arrojaron en el río á los ojos del
que él padecía voluntariamente, con gran alegría santo mártir, diciéndole cada vez que echaban al-
y contentamiento de su alma, y que esperaba en guno: «¿Por qué quieres morir como éstos, y no
Dios que le daría fuerzas para estar quedo y no obedecer al rey, y vivir dichoso y bienaventura-
menearse, sin ser atado, como lo hizo. También do?» Mas él, levantando los ojos al cielo con gran
les rogó que, para herirle mejor, le quitasen el ternura y humildad, hacía gracias al Señor por
hábito de monje, y no menos para que aquel santo aquella merced tan señalada, y porque le dejaba
hábito no fuese ultrajado y menospreciado en su ver ya la hora tan deseada de su martirio y la
cuerpo: tanta era su devoción, y el respeto que puerta del paraíso abierta. Y volviéndose á los
tenía, no sólo á la profesión de monje, sino t a m - ministros, les decía: «Yo deseaba y esperaba morir
bién á la señal de aquella profesión. Azotáronle, con otra muerte más cruel que ésta, y que todos
apaleáronle y moliéronle todo el cuerpo, y que- los miembros de mi cuerpo, uno á uno, fueran
brantáronle los huesos á puros golpes, estando el cortados por mi Señor Jesucristo; mas pues él es
santo inmoble y como una estatua, no por la fuer- servido que yo muera con una muerte tan blanda
za de las prisiones, que no tenía, sino del espíritu como ésta, yo le hago gacias por ello, y porque se
del Señor que le detenía y alentaba. Volviéronle digna recibir esta mi muerte que debo á la natu-
otra vez á la cárcel, en la cual gastaba las noches raleza.» Diciendo estas palabras le ahogaron, y
en cantar himnos á Dios, y los días en recrear su después le cortaron la cabeza y la llevaron al rey.
ánimo con sus palabras y sentencias. Fué allí v i - Mas Dios, que se había mostrado admirable y po-
sitado de dos monjes de su convento, y mucho deroso en la virtud y constancia que él mismo
más de los santos ángeles, los cuales en una n o - había dado al mártir vivo, quiso también mostrar-
che oscura bajaron á él vestidos de inmensa c l a - se padre benignísimo, y no menos poderoso en la
ridad, y entre ellos venía uno, que con un i n c e n - honra que dio á su cuerpo muerto, porque vinien-
sario incensaba al santo mártir. Procuró el juez, do algunos cristianos secretamente para tomarle,
ya que Anastasio no quería adorar á sus dioses, y enterrarle, hallaron en tierra los cuerpos de los
238 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
otros que habían sido ajusticiados con él, comi- siempre da fruto cuando cae en tierra sazonada
dos y despedazados de los perros, y el cuerpo del y bien dispuesta. Lo postrero es la imitación de
santo entero y sin lesión alguna, y los mismos este glorioso santo, que es el blanco y el más
perros, hartos de los otros cuerpos, junto del principal fin que debemos tener en leer las vidas
cuerpo de san Anastasio guardándole. Vióse asi- de los santos. En la de Anastasio se nos propone
mismo una estrella muy resplandeciente que esta- el menosprecio del mundo que él tuvo, la santa y
ba sobre el cuerpo del mártir; así le tomaron los religiosa vida que hizo, la sed ardentísima del
cristianos, y envolviéndole con gran reverencia, martirio, la constancia en los tormentos, la per-
le pusieron en el monasterio del santo mártir severancia hasta la muerte, la estima y aprecio
Sergio. Obró Dios muchos milagros con el hábito del hábito religioso, y finalmente aquel amor tan
de san Anastasio y con su imagen, y sus santas entrañable y tan abrasado que tenía al Señor, por
reliquias fueron trasladadas al monasterio donde el cual los tormentos atrocísimos le parecían r e -
había tomado el hábito, y de allí después traslada- galos, las penas dulzuras, y la muerte vida; la
ron á Roma su sagrada cabeza con una imagen cual por su infinita bondad y por las oraciones
suya, por la cual, como dice el Martirologio ro- del mismo santo nos dé el Señor, que le coronó
mano, alegando el segundo concilio Niceno, los y glorificó en el cielo. Amén.
demonios eran lanzados de los cuerpos, y muchos (P. Ribadeneira.)
enfermos sanaban. Y en el mismo concilio se re-
fiere, que cuando trajeron el cuerpo del santo de SAN GAUDENCIO.—Este hombre, amigo íntimo de
Persia á Cesárea de Palestina, toda la ciudad con san Ambrosio, como también de todos los h o m -
gran pompa y regocijo le salió á recibir; y que bres más célebres en virtud y letras de su tiempo,
después, yendo todos á reverenciarle, una señora fué obispo de Novara, antigua y célebre ciudad de
principal, que se llamaba Areta, dijo: «Yo no la Galia Cisalpina. Trabajó incesantemente por la
haré reverencia á las reliquias que vienen de religión católica, adquiriendo mucha celebridad
Persia.» Mas el santo, vestido con su hábito de durante el tiempo de su o'bispado, desempeñando
monje, le apareció en sueños, y dijo: «Mala estás;» con celo los deberes de su ministerio. Murió
y como ella respondiese «No estoy sino buena,» en 418.
luego le vinieron unos dolores agudísimos, que la
hacían salir de sí, y estuvo con ellos cuatro días, SANTO DOMINGO.-Fundó este santo muchos m o -
hasta que le avisaron que se encomendase al santo nasterios y fué abad del de Sora en Campania;
y cobraría salud por su intercesión; y la alcanzó, favorecióle el cielo con innumerables milagros
haciéndose llevar adonde estaba el santo cuerpo, obrados por su intercesión en vida y después de
y reconoció su culpa. Todo esto se escribe en su muerte; descansó con la muerte de los justos,
aquel libro de sus milagros, que refiere el dicho á la edad de ochenta años, el 1021 de Jesucristo.
concilio. Fué colocada la cabeza de san Anastasio
en la iglesia de Santa María ad Aguas Salvias, LOS SANTOS MÁRTIRES VICENTE, 0R0NCI0, Y VÍCTOR.-Su
que es la de las tres fontanas, donde fué degollado fiesta se celebra el día 30 de este mismo mes.
san Pablo apóstol; la cual iglesia después trocó el
nombre y hoy se llama de San Vincencio y San Dia 33
Anastasio, á los 22 de enero del año de 627, á los
diez y siete años del imperio de Heraclio.
SAN ILDEFONSO, ARZOBISPO DE TOLEDO Y CONFESOR—El
En la vida de san Anastasio debemos primera- glorioso san Ildefonso, arzobispo de Toledo, luz
mente considerar los modos que la divina Provi- de España, espejo de santos prelados, gloria de su
dencia suele tomar para castigar á unos y hacer Iglesia, ornamento de su patria, y devotísimo c a -
bien á otros. Permitió que el rey de Persia Cos- pellán de la Virgen María nuestra Señora, nació
roas destruyese la ciudad de Jerusalén, para c a s - en la ciudad de Toledo, en las casas de Esteban
tigo de los moradores de ella, y que llevase el Illán, que después fueron de los condes de Orgaz,
madero de la santa cruz á Persia, para alumbrar y ahora son de los padres de la Compañía de J e -
á los persianos gentiles, y hacer tan esclarecido sús. Su padre se llamaba Esteban, y su madre
mártir á san Anastasio y á otros. Lo segundo, que Lucía, personas por sangre ilustres y esclarecidas
ninguno en esta vida debe desesperar de su salud, por sus obras y piedad. Habían vivido estos caba-
por ruin que sea, pues Anastasio, siendo mago ó lleros muchos años en matrimonio sin tener hijos,
hijo de nigromántico, por oírlos misterios de nues- con el deseo de tener sucesión, á quien pudiesen
tra santa fe, se convirtió á ella, y recibió el bau- dejar sus muchas riquezas, sabiendo que Dios es
tismo. De donde también se puede sacar la fuerza el que da los hijos y el que los quita, comenzaron
que tiene la palabra de Dios, y el cuidado con á hacer muchas oraciones, limosnas y buenas
que la debemos oir; porque es como la lluvia, que obras, suplicando á nuestro Señor que les diese lo
DÍA 23 ENERO 239
que tanto deseaban. Tomaron por especial aboga- san Damián, ó, como otros dicen y es más proba-
da é intercesora de esta su petición á la Virgen ble, de san Julián, florecía en Toledo con fama de
nuestra Señora, á quien Lucía prometió que si gran santidad; y habiéndose hurtado á sus padres,
Dios, como esperaba, le daba un hijo varón, ella se partió secretamente para el monasterio. Cuando
se le ofrecería, y procuraría con todas sus fuerzas su padre le echó menos, luego entendió lo que
que fuese su capellán. Concedióles el Señorío que podría ser, y acompañado de criados y gente a r -
con tanta instancia le pedían, aunque algunas mada se fué tras el santo hijo, el cual, viendo de
veces no lo concede, porque no les conviene á los lejos á su padre sin ser visto de él, se escondió
que lo piden, y dio á Esteban y á Lucía un hijo, tras un soto espeso, hasta que habiendo pasado
y tal hijo. Nació Ildefonso para tanta gloria de el padre, y llegado al monasterio, y buscádole, y
Dios y bien del mundo, y honra de su Iglesia y de no le hallado, y sabido por cosa cierta que no
su patria. Criáronle con gran cuidado, como á había ido á aquella casa, se volvió á la suya muy
hijo de oraciones y de lágrimas; y la madre Lucía desconsolado y afligido; y con esto san Ildefonso
se esmeraba más en su crianza, por tenerle ofre- pudo muy á su salvo ir al monasterio y tomar el
cido á nuestra Señora, y porque el niño luego dio hábito de monje sin estorbo.
muestras de lo que había de ser, y de su grande No es maravilla que Esteban tuviese aquel sen-
ingenio y buena inclinación. Enseñáronle las pri- timiento, porque era padre de la carne de su úni-
meras letras é instruyéronle en santas y loables co hijo, y de hijo que tantas lágrimas y oraciones
costumbres, hasta que, habiendo ya crecido y le había costado; y porque pensaba que había de
aprendido lo que era necesario para pasar á las ser el báculo de su vejez, y su sucesor, y el a m -
ciencias mayores, le enviaron sus padres á san paro y honra de su casa, por las grandes esperan-
Isidoro, arzobispo de Sevilla, el cual en aquel zas que sus muchas partes le prometían; pero no
tiempo era tenido por un oráculo de sabiduría, y consideraba cuánta mayor gloria había de tener
por un vivo ejemplo de santidad, para que de tal su hijo y su misma casa, estando Ildefonso en la
maestro aprendiese así las letras humanas y divi- de Dios, vestido del hábito de monje, y con el
nas, como principalmente el amor y temor santo adorno de su gracia, desnudo ya de la vanidad del
del Señor. mundo y de los cuidados que ella trae consigo.
Tenía el bienaventurado prelado colegios, en Pensaba el padre, como lo piensan muchos, que
que se enseñaban las ciencias á los mozos, y las por hacerse su hijo religioso le perdía, y no sabía
virtudes con que deben agradar á Dios, toman- que le ganaba más. Creía que su casa, faltando
do el santo arzobispo el cuidado y trabajo de e n - aquel pilar, caería; y no entendía que entonces de
señar y velar sobre los otros maestros y sobre veras se fundaba, y que Ildefonso la había de sus-
los discípulos, por el gran bien que de aquella tentar y perpetuar en el mundo, no con la h e r e n -
doctrina y honesta institución se seguía á la repú- cia y rentas de sus padres, sino con sus oraciones
blica. Enviábanle los caballeros y los señores sus y merecimientos. Mejor entendió esto la buena
hijos, para que de su mano los cultivase con la madre Lucia, la cual, acordándose que su hijo
doctrina, y los ajustase á la ley de Dios; y así era hijo de oraciones, y que ella se le había ofre-
salieron de aquella escuela varones santos y doc- cido á nuestra Señora desde que estaba en sus
tos, entre los cuales fué uno san Ildefonso. El entrañas, tuvo escrúpulo de estorbar al santo
cual, después de haber estado doce años en S e - mozo, y quitar á Dios lo que tantas veces le había
villa, debajo de la disciplina y enseñanza de su ofrecido. Fuese al monasterio, habló á su hijo,
maestro san Isidoro, siendo ya docto y bien alabó lo que había hecho, rogóle que lo llevase
ejercitado en la filosofía y en las sagradas letras, adelante, y que perseverase en lo que había c o -
volvió á Toledo, donde fué recibido con gran con- menzado; dióle los documentos y avisos que supo,
tentamiento y alegría de sus padres, y de todo para que su vida fuese conforme al hábito que
el pueblo que le amaba, estimaba y honraba por tomaba, y agradable al Señor que le llamaba, y á
sus grandes virtudes y rara sabiduría. Venía él ya los otros monjes con quienes había de vivir; y sobre
herido de Dios, y muy puesto en dar libelo de r e - todo le rogó y encargó mucho que fuese muy devo-
pudio á todas las cosas del siglo, y entregarse to y perpetuo capellán de la Reina del cielo nuestra
muy de veras al servicio del Señor; pero aunque Señora. Y despidiéndose de su hijo con muchas y
había tenido mucho antes este intento, no lo había tiernas lágrimas de contentamiento y gozo, se vol-
puesto en ejecución, no por dilatar la inspiración vió á su casa y persuadió á su marido que tuviese
del Señor, sino por ejecutarla mejor, y por habili- á bien lo que había hecho su hijo, y se acordase
tarse más con las ciencias para lo que pretendía. que no le daban, sino que lo volvían á Dios; y el
Mas ahora quiso poner por obra este su deseo, y padre se aplacó, y de buena gana ofreció á Dios el
determinó tomar el hábito en el monasterio A g a - sacrificio de su hijo. ¡Cuánto vale una buena m a -
liense, que á la sazón con título de san Cosme y dre! ¡Cuánto pudo la piedad y el temor santo del
240 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
Señor en el pecho de Lucía! ¡Cuántas veces parió á la santa iglesia de Toledo, para que esparciese
Ildefonso en carne y en espíritu! Ella le alcanzó los rayos esclarecidos de su luz, no solamente por
con sus oraciones de Dios, ella ofrecióle por c a - toda la ciudad y arzobispado, sino por toda Espa-
pellán á Nuestra Señora, ella le crió para santo, ña, y por las más remotas partes del mundo. Era
ella le animó y esforzó para que lo fuese, y sin en el temor de Dios recatado, con la compunción
tener cuenta consigo, se privó de su gusto y r e - recogido, y compuesto con la devoción. Su aspec-
galo, por hacerle siervo del Señor, el cual le pagó to era grave con blandura, y blando con g r a v e -
muy por entero este servicio; porque luego que dad; su honestidad componía á los que le mira-
tomó Ildefonso el hábito, comenzó á dar muestras ban, su paciencia y mansedumbre amansaba á
de lo que era. y de las grandes mercedes que el los coléricos y mal sufridos, su sabiduría era
Señor había hecho á aquel monasterio Agaliense, admirable, y su agudeza en el disponer excelente,
por habérselo dado por hijo y morador. Era m a - y tan elegante y copiosa su manera de decir, que
ravillosa su obediencia, su honestidad, su oración, más parecía divina que humana, y por esto le
su modestia, su afabilidad, su penitencia, el m e - llamaron Crisóstomo, que quiere decir Boca de
nosprecio del mundo, el amor de Dios, el continuo oro. Pues ¿qué diré de la misericordia y liberali-
estudio de las divinas letras; de manera, que los dad para con los pobres? Hoy día hay en la santa
otros monjes le miraban como á un hombre v e - iglesia de Toledo memoria de ella, donde cada día
nido del cielo. En esta sazón fué ordenado de l e - se da de comer á treinta pobres, veinte hombres
vita ó diácono, como el mismo santo escribe, por y diez mujeres, suficientemente, por institución
san Heladio, arzobispo de Toledo; y habiendo en de este santo prelado; y el preste, que cada día
breve muerto Adeodato su abad, los monjes sin dice misa en el altar mayor, viene á echar la ben-
dificultad le eligieron por su padre y prelado, juz- dición á la mesa de los pobres, antes que coman;
gando que ninguno podía mejor henchir aquel y esto hace hasta el mismo arzobispo de Toledo,
lugar y gobernar la casa que Ildefonso; el cual cuando dice la misa, para autorizar más aquella
fué forzado, aunque contra su voluntad, á aceptar obra de caridad, y celebrar la memoria de san
el cargo, y administrarle algunos años á gran Ildefonso, que la instituyó.
gloria del Señor, y beneficio de su religión, y edi- Pero aunque san Ildefonso fué admirable en
ficación y admiración de toda la ciudad de Toledo. todas sus obras, en lo que más se esmeró fué en
Murieron en esta sazón sus padres, y dejáronle la devoción de Nuestra Señora, que se le había
su hacienda, de la cual el santo abad fundó un pegado en las entrañas de su madre, y en defen-
monasterio de monjas en un heredamiento llama- der su virginal pureza; porque en su tiempo vi-
do Debiense. Estando, pues, ocupado en el g o - nieron á España tres herejes de la Galia gótica,
bierno de su casa, con tan grande loa y aprove- y comenzaron á sembrar desvergonzadamente
chamiento, como habernos dicho, sucedió asi- blasfemias contra la Madre de Dios, y á publicar
mismo la muerte del arzobispo de Toledo san que no había sido perpetuamente virgen, y á re-
Eugenio, tercero de este nombre, que había s u - novar la herejía de Helvidio, contra el cual escri-
cedido á Heladio, y según algunos dicen fué deudo bió san Jerónimo, deshaciendo con la luz de la
de san Ildefonso, y le había enseñado las primeras verdad las tinieblas y engaños de aquel desventu-
letras antes de ser arzobispo. Y luego pusieron rado y desatinado hereje; á cuya imitación n u e s -
todos los ojos en san Ildefonso, para hacerle s u - tro Ildefonso, á quien con mucha razón llamaron
cesor de Eugenio, por las grandes partes con que áncora de la fe, tomó la mano y salió al encuen-
resplandecía y sobrepujaba á los demás. Inclinóse tro á los enemigos, y los convenció en pública
el rey Recesvinto, el clero y el pueblo con e x - disputa, y escribió un libro maravilloso y divino
traordinaria conformidad á esta elección, juzgan- contra ellos, y los desterró de toda España, vol-
do que no había en el reino persona tan digna de viendo por la honra de su Señora; y con esto
aquella silla y alta dignidad como Ildefonso. Mas aquella tempestad se sosegó, y san Ildefonso q u e -
él lloraba y gemía, considerando el peso que le dó victorioso y triunfante. Fué tan agradable á la
ofrecían, como quien sabía lo que era y las pocas Reina de los ángeles este trabajo de este celoso
fuerzas que á su parecer tenía para llevarle; y por capellán, que luego se lo quiso agradecer, y mos-
eso le rehusaba, y por no caer con la carga y dar trarnos con cuan larga mano paga el Señor los
cuenta á Dios de haberla tomado. Pero fué tanta servicios que le hacemos, por pequeños que sean;
la instancia que le hicieron, y la batería que por porque viniendo el día de la fiesta de santa Leo-
todas partes le dieron para que la aceptase, que cadia, fueron el rey Recesvinto con su corte y
no pudo defenderse, ni resistir á la voluntad del san Ildefonso con su clero á la iglesia donde la
Señor qu6 le llamaba. Aceptó la dignidad, y aque- santa estaba sepultada, para celebrarla s o l e m n e -
lla hacha encendida, que estaba en el rincón de mente; y estando san Ildefonso de rodillas, ha-
su monasterio, fué puesta sobre el candelero de ciendo oración junto al sepulcro de la virgen, se
DÍA 23 ENERO 241
comenzó á levantar de suyo la piedra que le cu- y alzando los ojos v i o la Santísima Virgen a c o m -
bría, que era tan grande y tan pesada, que Cixila, pañada de coros de ángeles y vírgenes del cielo,
arzobispo de Toledo, que lo escribe, dice que sentada en la cátedra, de donde él solía predicar
treinta hombres robustos no la pudieran alzar; y al pueblo. No se puede explicar ni comprender
luego salió la misma virgen, después de más de los afectos y movimientos interiores que esta vista
trescientos años que allí estaba, y tendiendo su causó en el pecho de Ildefonso. Estaba atónito por
mano, tocó la de san Ildefonso, y hablóle de esta la novedad, confuso por el conocimiento de su v i -
manera: «¡Oh Ildefonso! Por ti vive la gloria de leza, temeroso por la reverencia de tan soberana
mi Señora.» Quedaron todos despavoridos por la majestad, rico con tal tesoro, regalado con tal favor,
novedad de este milagro: sólo Ildefonso no temía, y su espíritu luchaba consigo mismo, no sabiendo
antes con la confianza que le daba el mismo Se- lo que había de hacer, ó mirar á sí, ó mirar á la
ñor, que enviaba á la santa virgen para honrarle Virgen, encogerse y retirarse, ó adelantarse y
y regalarle, le dijo: «Virgen gloriosa y digna de acercarse más. Ea, pues, ¡oh santo bendito!, dejad
reinar con Dios en el cielo, pues por su amor esta duda, y no temáis; mirad que esta Virgen,
menospreciaste y diste la vida; dichosa fué esta aunque es madre de Dios, también es abogada de
ciudad, pues naciste en ella, y la consagraste con pecadores, y con ser Reina de los ángeles, gracio-
tu muerte, y ahora con tu presencia la consuelas. samente se entretiene con los hombres, y del cielo
Vuelve, señora, los ojos desde el cielo sobre ella, ha bajado ahora al suelo, para honraros á vos y
ampara con tu intercesión á sus naturales, y al consagrar vuestra iglesia, ennoblecer vuestra ciu-
rey que con tanta devoción celebra tu fiesta.» dad y perpetuar vuestra memoria por todo el
Oídas estas palabras, comenzó la virgen á retirar- mundo. La misma Virgen d i o esfuerzo al santo, le
se y á encerrarse en su sepultura; pero san Ilde- habló y le dijo estas palabras: «Porque guardaste
fonso, con un cuchillo que le d i o el rey, cortó un tu virginidad y defendiste la mía con limpieza de
pedazo del velo bendito con que la virgen venía corazón y fe fervorosa, y amor entrañable, yo te
cubierta, para que quedase memoria de tan ilus- honraré hoy con un don del tesoro celestial, y de mi
tre milagro, y toda la ciudad consolada con tener, mano te adornaré de esta vestidura gloriosa, para
como tiene, aquel celestial tesoro. que uses de ella en mis festividades.» Y diciendo
Muy glorioso quedó el santo prelado con tan esto, le echó una casulla que traía en las manos,
maravillosa vista, y tan ilustre testimonio de lo y comenzó á. desaparecer toda aquella visión celes-
mucho que se había agradado la Virgen nuestra tial, quedando el templo lleno de una suavísima ó
Señora de su servicio; mas no se contentó ella con inefable fragancia. Los clérigos, que después e n -
haber hecho este favor tan singular á su capellán traron en el templo, hallaron al santo pontífice pos-
y defensor, antes le hizo otro mayor, añadiendo trado, y adornado con el don del cielo, que por tal
gracias á gracias, y mercedes á mercedes, y no mano había recibido, y tan lleno de dulzura y gozo
ya por una sierva suya, sino por sí misma quiso incomparable, que no podía ni sabía hablar. Y
honrar á Ildefonso, y sublimarle y mostrarle cuan puesto caso que todos hasta aquí respetaban á Ilde-
acepto le había sido el trabajo que había tomado fonso como á santo, de aquí adelante le miraban
para defensa de su virginidad gloriosa; porque como á varón celestial, y tan favorecido de Dios
llegándose la fiesta de la Expectación de nuestra y privado de su benditísima Madre, obedeciendo
Señora, que á los 18 de diciembre se había de ce- á sus mandamientos, tomando sus consejos, apro-
lebrar en la santa iglesia de Toledo, por ordena- vechándose de su doctrina, admirándose de sus
ción del deceno concilio Toledano, y san Ildefonso virtudes, y rindiéndose en un todo á su voluntad.
con ayunos, vigilias y oraciones se había aperci- Y así gobernó su silla el santo pastor nueve años
bido para celebrarla con mayor solemnidad; la y dos meses, con admirable ejemplo y aprovecha-
noche antes de la fiesta, yendo á maitines, y lle- miento de sus ovejas. Murió, siendo casi de edad
vando consigo el libro que había compuesto contra de sesenta años, á los 2 3 días de enero, á los diez
los herejes de la perpetua virginidad de nuestra y ocho años cumplidos del reinado de Recesvinto.
Señora, como dijimos, queriendo entrar en la Su cuerpo fué sepultado en el templo de Santa
santa iglesia con la gente que le acompañaba, ha- Leocadia, á los pies de san Eugenio su predecesor,
llaron la iglesia tan resplandeciente y con una y después en la destrucción de España fué llevado
claridad tan celestial y divina, que no pudiéndola por los cristianos á Zamora, donde es reverencia-
sufrir los ojos flacos de los que iban con el santo, do con gran devoción de toda aquella ciudad, la
volvieron atrás y echaron á huir, y le dejaron cual recibe muchas mercedes del Señor por la
solo. Mas san Ildefonso, como tenía mejor vista, intercesión de san Ildefonso. Escribió este santo
y los ojos del alma más claros y despiertos, no se prelado y doctor muchas y muy provechosas obras,
espantó ni turbó, antes entró en la iglesia y se en las cuales, aunque muestra su grande ingenio
puso á hacer oración delante del altar, como solía; y erudición, mucho más resplandece su santidad,
TOMO I 31
242 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
y una ternura, devoción y afecto entrañable, con Constantinopla; el cual, por las cosas que había
que habla con Dios y de Dios, especialmente cuan- oído decir de él, y la mucha opinión que tenía de
do trata de la sacratísima Virgen su Madre, nues- su santidad, siendo muerto el patriarca de A l e -
tra Señora, que entonces parece que extiende las jandría, le hizo llamar á Constantinopla, y le pi-
velas de su devoción, y se deja llevar con el vientodió y rogó con mucha instancia que se encargase
de gobernar aquella Iglesia, y tomar la silla pa-
fresco del espíritu del cielo que le guiaba. El c a -
tálogo de las obras pone san Julián, arzobispo de triarcal de Alejandría; porque toda aquella ciudad
Toledo, en la vida que escribió de san Ildefonso, se lo suplicaba, y él entendía, que era inspiración
y le trae el cardenal Baronio y otros autores que y voluntad de Dios, que se quería servir de él en
asimismo escribieron la vida de este santo. tan alta dignidad para bien de muchos. Resistió
Algunos dicen que san Ildefonso nació el año san Juan todo lo que pudo, teniéndose, por su hu-
de 607; y otros el de 609; algunos, que fué hecho mildad, por indigno; mas fué tanta la importuni-
arzobispo el de 662, como el cardenal Baronio en dad y fuerza que le hizo el emperador, que hubo
las anotaciones sobre el Martirologio; mas en el de bajar la cabeza por no contradecir al Señor
tomo v i n de sus Anales pone la muerte de san que le había escogido, y daba tantas muestras de
Ildefonso en el año 667, que contradice el haber que era suya aquella elección. Sentado Juan en su
sido hecho arzobispo el de 662, porque habiendo silla patriarcal, la primera cosa en que puso los
sido arzobispo nueve años y dos meses, había de ojos fué en limpiar aquella .viña de Alejandría de
morir el año 671; otros el de 656, ó 660. Y así el las espinas de las herejías, y de las malezas de los
año de su muerte ha de ser diverso, pero todos vicios que la cubrían y ahogaban. No halló sino
concuerdan en que fué arzobispo nueve años y dos siete oratorios de católicos en Alejandría, y cuan-
meses. (P. Ribadeneira.) do murió dejó setenta. Procuraba que los que se
ordenaban de clérigos fuesen bien examinados y
SANTA EMERENCIANA—El martirio de esta santa ce- dignos de aquel grado, y que entrasen por la
lébrale la Iglesia á los 23 de enero. Hallaráse su puerta de verdaderos merecimientos, y no con
historia en la vida de santa Inés, á 21 de enero. dones y promesas temporales. Enseñaba á los
(P. Ribadeneira.) jueces la rectitud en el juzgar, sin excepción de
personas, ni tener cuenta con gracia ni con odio.
SAN JUAN EL LIMOSNERO, PATRIARCA DE ALEJANDRÍA Y Viendo que algunos hombres perezosos é indevo-
CONFESOR.—Teniendo el cetro del imperio romano tos cuando venían á oir misa á la Iglesia, en aca-
Heraclio, nació en la isla de Chipre Juan, que bando de decir el Evangelio se salían de ella y se
después fué patriarca de Alejandría, y por su gran- estaban parlando á la puerta, un día dejó la misa
de misericordia y largas limosnas que hacía á los que decía, y se salió de la iglesia, y se sentó con
pobres fué llamado Juan el Limosnero. Su padre toda la gente que estaba fuera; y como ellos se
fué un caballero noble, rico y principal, y gober- maravillasen de este hecho, él les dijo que no se
nador de la misma isla de Chipre; y su madre, una maravillasen, porque donde estaban las ovejas ha-
matrona de grande linaje, y en todo igual á su bía de estar el pastor; y con esto se compungieron
marido. Mas aunque eran tan ilustres sus padres y enmendaron. Tampoco consentía que se hablase
por su sangre y estado, mucho más esclarecidos en la iglesia, y que la casa de Dios fuese lonja de
fueron por haber tenido tal hijo; al cual criaron trato y conversación. Finalmente, era v i g i l a n t e
con gran cuidado, y siendo ya mozo le hicieron prelado, y como santo pastor tenía grandísimo
tanta fuerza, que le obligaron á casarse contra su cuidado de todo su rebaño, que el sumo pastor le
voluntad, que era guardar castidad. Casóse Juan, había encomendado. Pero aunque en todas las
tuvo hijos, lléveselos Dios, murió la mujer, y virtudes fué varón excelentísimo, en la que él más
quedó libre y señor de sí, haciendo gracias á se esmeraba, y la que tenía por blasón, era la mi-
nuestro Señor porque le había librado de las m o - sericordia y liberalidad con los pobres, á los
lestias del matrimonio, y desembarazádole de tan- cuales llamaba sus señores y sus patrones, porque
tos cuidados como trae consigo para que mejor le le podían favorecer con Cristo. Tenía escritos por
pudiese servir. Comenzó luego á darse todo á sus nombres todos los pobres que había en la c i u -
Dios, y hacer grandes limosnas, repartiendo su dad, y con ser siete mil quinientos, á todos los
riquísimo y amplísimo patrimonio á los pobres sustentaba, mandando dar á cada uno cada día lo
con larga mano, como quien conocía que no era que había menester. Demás de esto, habiendo ve-
suyo, sino de Dios, que se le había encomendado. nido á Alejandría innumerable gente de hombres
Por sus buenas obras vino san Juan á ser famoso y mujeres, legos y clérigos, y muchas personas
y conocido de todo el Oriente, no solamente de los nobles y obispos huyendo de los bárbaros que
hombres y señores particulares, sino del mismo destruían la provincia de Siria, á todos los pro-
emperador Heraclio, que á la sazón estaba en veía, confiado en Aquel que abre su mano, y con
DÍA 23 ENERO 243
su bendición sustenta al mundo. Y habiendo oído él se había luego quitado su ropa, y vestido con
que un capitán de Cosroas, rey de Persia, había ella al pobre; y antes de llegar á la iglesia, un
arruinado á Jerusalén, envió sus ministros con hombre vestido de blanco le dio cien piezas de
grande copia de moneda, de trigo y de manteni- oro, y luego desapareció; y que siempre que él
mientos para rescatar á los cautivos, dar de comer había dado algo por Dios, Dios se lo había multi-
á los hambrientos, de vestir á los desnudos, y r e - plicado.
frigerio y alivio á todos los desconsolados. Edificó Fué tan extremada la liberalidad de san
algunos hospitales para curar los enfermos, y Juan para con los pobres, y la magnificencia
otros para recibir los peregrinos, y algunas casas y franqueza del Señor para con él, que parece
para que las preñadas pobres tuviesen la como- que competían entre sí, Dios en darle qué dar,
didad y regalo que es menester para parir; dando y él en dar lo que Dios le daba. Un caballe-
renta para que semejantes obras de piedad se con- ro rico, amigo suyo, compró un cobertor que
servasen, y á los mismos clérigos, y aun á algu- le costó treinta y seis ducados, y se lo e n -
nos obispos que padecían necesidad, proveía el vió rogándole con mucha instancia se sirviese
santo patriarca de todo lo que habían menester de él sobre su cama. Hízolo san Juan una no-
para su sustento. Y para mejor saber los pobres che, vencido de los ruegos y devoción de aquel
que había, y que ellos más fácilmente pudiesen hombre, mas toda aquella noche la pasó sollozan-
declararle sus necesidades y los agravios que de do y llorando, acusándose á sí, y diciendo: «¿Cómo?
otros recibían, todos los miércoles y viernes de ¿Que haya yo cenado, estando tantos hermanos
cada semana se sentaba en el claustro de la igle- míos sin cenar? Y ¿que tenga sobre mi cuerpo un
sia, para que todos los que quisiesen le pudiesen cobertor costoso, estando ellos desnudos y muer-
hablar. Habiendo un día sentádose, sin venir nin- tos de frío? Pues ¿qué puedo yo esperar de Cristo,
guno, se congojó sobremanera, pareciéndole que sino que me diga lo que Abrahán dijo al rico ava-
había perdido aquel día porque no había hecho riento: Hijo, tú has recibido los bienes en tu vida?»
bien á nadie. Mas después se consoló, porque le Luego por la mañana mandó vender el cobertor.
dijeron que ninguno había venido, porque todos V i o l e en la plaza el caballero que se le había en-
vivían en paz, y tenían lo que habían menester viado, tornóle á comprar, y de nuevo enviársele,
por su cuidado y providencia. Dijéronle una vez y el santo lo tornó á vender, y como el caballero
sus ministros, que algunas mujeres venían á pedir porfiase en comprarle muchas veces, que esto
limosna que traían joyas de oro, como collares y sucedió, el patriarca le envió á decir: «Veamos
sortijas; preguntáronle si se la darían, y él se quién se cansará primero: tú en comprarle, y yo
enojó con ser mansísimo, y mirándolos con rostro en venderle.»
grave y severo les respondió: «No tiene necesidad Vino una vez un hombre para probarle, y v i s -
Cristo ni su siervo Juan de ministros curiosos, tiéndose de pobre, le pidió que le socorriese y res-
sino diligentes. Yo no os envío á examinar sutil- catase, porque era cautivo. Mandóle dar su limos-
mente la necesidad del que os pide, sino á dar á na. Mudó el hábito, y tornó á pedir, y lo mismo
todos los que os piden. Porque si lo que damos hizo hasta tercera vez, y el santo se la mandó dar
fuese nuestro, podríamos usar de alguna traza y y acrecentar, aunque fué avisado que era el m i s -
cautela, mas siendo todo de Dios, como lo es, de- mo pobre que venía disfrazado; porque dijo, que
bemos guardar la orden que él nos dio, en lo que quizá era el Señor que venía á probarle en figura
es suyo; y él dice que demos á todos los que nos de pobre. Otra vez un mercader rico padeció nau-
piden. Y si pensáis que se han de agotar los teso- fragio; acogióse al puerto de la misericordia que
ros de la Iglesia, sabed que no se pueden agotar era san Juan; ayudóle una y dos veces que se per-
los tesoros de Dios, aunque todos los hombres del dió, con buenas cantidades para que volviese á su
mundo viniesen á Alejandría, y yo los hubiese de trato, y la tercera vez le avisó, que no mezclase
remediar.» A este propósito les contó que siendo los bienes de la Iglesia que él le daba, con los que
él de quince años, estando en Chipre, le apareció él tenía; porque eran mal ganados y causa que los
una noche una doncella de increíble hermosura, unos y los otros se perdiesen. Mandóle dar una
vestida de una ropa riquísima y resplandeciente, nave cargada de veinte mil fanegas de trigo. Salió
con una guirnalda en la cabeza, la cual, tocando el mercader de Alejandría con su nave; y- nave-
á Juan, le despertó y le dijo que era la hija pri- gó veintidós días con próspero viento sin saber
mogénita del gran Rey del cielo, y que si él toma- adonde iba, yendo un ángel en figura del santo
ba su amistad ella le podría hacer muy familiar patriarca al lado del piloto, y guiando el goberna-
y gran privado suyo; y entendiendo que ésta era lle. Llegó la nave á las islas de Bretaña al tiempo
la misericordia, se había abrazado con ella, y que que la gente, moría de hambre por la falta de pan,
yendo luego á la mañana á la iglesia, había topa- y el mercader vendió todo lo que llevaba como
do con un pobre desnudo y tiritando de frío, y que quiso, pagándole la mitad en dinero y la otra m i -
.244 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
tad en estaño; el cual, por voluntad de Dios, se no por eso dejaba de hacer lo que convenía á la
convirtió en plata: de esta manera experimentó el rectitud de su oficio, aun privándose de tener
hombre lo que el santo patriarca podía delante m a s q u e darles y socorrer mejor su necesidad.
de Dios. Otra vez, yendo á la iglesia, vino á él un Una vez, estando muy apurado en una grande
hombre noble y rico, á quien los ladrones habían carestía que hubo, tomando dineros prestados
robado toda su hacienda, pidiéndole que le reme- para remediar, y no teniendo ya blanca, un clérigo
diase. Mandóle dar quince libras de oro, y el cria- le ofreció ciento y cincuenta libras de oro y muchas
do, pareciéndole demasiado, no le dio sino cinco. fanegas de trigo, para que lo repartiese á los p o -
Al salir de la iglesia, una señora le dio una cédu- bres á su voluntad, si le ordenaba de diácono y
la de quinientas libras de oro para que las repar- dispensaba con él un impedimento que tenía para
tiese á los pobres; en leyéndola, alumbrado del serlo. No lo quiso aceptar el santo, aunque la n e -
Espíritu Santo, luego entendió que su criado h a - cesidad era extrema, antes reprendió gravemente
bía menoscabado la limosna de las quince libras al clérigo, porque por aquel camino le había ten-
que él había mandado dar á aquel caballero, lo tado y pretendido que le ordenase de diácono.
cual averiguó y reprendió severamente, y supo de Apenas había despedido al clérigo, cuando le
la mujer que le había dado la cédula, que al prin- vinieron á decir que acababan de llegar al puerto
cipio había tenido intención de dar mil y quinien- de Alejandría dos naves cargadas de trigo que
tas libras de oro al patriarca, que así lo había e s - venían de Sicilia; y él hizo gracias á Dios porque
crito en la cédula, y que después no sabía cómo no le había dejado tomar lo que le habían ofreci-
halló borradas las mil, para que se entienda que do, y por otra parte había remediado aquella tan
por uno que daba el patriarca, le daba ciento Dios. urgente necesidad. Otra vez le probó nuestro Señor,
Mas no faltaron á san Juan algunos trabajos en las permitiendo que se perdiesen trece naves que te-
mismas limosnas que hacía; pero todos los permi- nía la Iglesia de Alejandría, cargadas de muchas ri-
tía nuestro Señor para mayor gloria de su santo. quezas, que se habían de repartir á los pobres. Los
Tenía el emperador un gran privado que se llama- mercaderes, á cuyo cargo estaba aquella hacien-
ba Nicetas, y era grande amigo de san Juan Limos- da, temiendo al patriarca por la mala cuenta que
nero: fué á él y díjole que el emperador estaba habían dado de ella, se acogieron á la Iglesia, y
en grande necesidad, y que aquellos dineros que cuando lo supo les envió á decir que no tuviesen
gastaba con los pobres, sería mejor emplearlos pena ni temiesen, que él les soltaba lo que debían
en ayudarle para las muchas guerras y necesida- á la Iglesia, pues que Dios, que era señorde todo,
des de la república. Respondióle el santo con se lo había dado y quitado, y proveería á sus p o -
mucha severidad, que no era justo dar al rey de bres por otros caminos; y así lo hizo, duplicando
la tierra lo que estaba ya dedicado al Rey del con larga mano á san Juan lo que había perdido.
cielo; que si él quería despojarla Iglesia y quitarle Con estas experiencias de la divina Providencia
lo que tenía, que hiciese lo que quisiese, porque iba creciendo el santo cada día más en su fervor, y
él no quería resistir, ni tampoco darle nada por buscaba nuevas y secretas maneras para remediar
su voluntad. Nicetas, como suelen los criados y las necesidades ajenas; como lo hizo con un man-
favorecidos de los grandes príncipes, por hacer cebo que había quedado muy pobre por haber re-
lisonja y servicio al emperador, mandó tomar partido su padre toda la hacienda, que era muy
todo el oro y plata que había en la Iglesia, dejan- gruesa, á los pobres, y dejado su hijo encomen-
do solas cien libras al patriarca. Al mismo tiempo dado á la gloriosa Virgen María nuestra Señora,
que Nicetas se iba muy contento con el tesoro de para que le amparase. Para remediar á este mozo
la Iglesia, se encontró con unos hombres que hizo el patriarca escribir un testamento por el
traían á san Juan presentados unos cántaros de cual parecía que su padre de él y el patriarca eran
miel muy escogida, y sabiendo lo que llevaban, primos hermanos, y con esta ocasión le recogió
envió á decir á san Juan que le enviase uno de por sobrino, y le amparó y le casó con una señora
aquellos cántaros de miel. El se le envió, y des- ilustre y muy rica, para que se vea como nuestra
tapado, se halló lleno de oro en lugar de miel, y señora provee á los que están debajo de las alas
todos los otros cántaros asimismo estaban llenos de su protección.
de oro. Visto este milagro, Nicetas se arrepintió, No solamente el santo patriarca era amigo y
y mandó volver al patriarca el cántaro lleno de remediador de todos los pobres, como habernos di-
oro, y todo lo que había tomado de la Iglesia para cho, sino también procuraba que los que no lo
el emperador, y trescientas libras de oro más de eran lo fuesen, especialmente los prelados y per-
su hacienda, y se echó á sus pies y le pidió per- sonas eclesiásticas que tenían mayor obligación
dón, reconociendo en el siervo á Dios que tanto le de serlo. Había un obispo, por nombre Troylo,
favorecía. Mas aunque san Juan era tan dadivoso muy apretado y escaso; convidóle un día san Juan
para con los pobres, y se desentrañaba por ellos, para que fuesen al hospital los dos juntos; y en-
DÍA 23 ENERO 245
trando le dijo: «Hoy toca á vos tener cuidado de uno de aquellos panes, y se le arrojó como si fue-
los pobres,» y el obispo, más por vergüenza que ra una piedra. De allí á dos días cayó Pedro en
por misericordia, mandó repartir á los pobres una gravísima enfermedad, y pareciéndole que se
treinta libras de moneda que llevaba. Volvió á su moría, vio que los demonios le acusaban de todos
casa, y fué tan grande la pena que recibió por los males que había cometido en su vida, y les
verse sin la moneda que había dado, que de puro ponían en una balanza, y que de la otra parte los
pesar cayó malo en la cama con una recia calen- santos ángeles, vestidos de blanco, como dolién-
tura. Súpolo el patriarca, fuóle luego á visitar, y dose de él, decían: «No tenemos que poner en la
sonriéndose le dijo que no quería que la limosna otra balanza sino un pan, que dos días ha tiró á
que había dado fuese á su cuenta, sino á la del un pobre;» y añadieron: «Pedro, procura juntar
mismo san Juan, que por no tener á la sazón di- con este pan otras buenas obras, para que se
nero su limosnero, le había rogado que se los igualen con las malas que has hecho, porque de
prestase, y le mandó volver las treinta libras que otra manera, estos demonios que aquí ves en
había gastado. Con esto el triste obispo quedó figura de negros, te llevarán.» Con esta visión
alegre y estuvo luego bueno y libre de aquella quedó Pedro asombrado, y conociendo la virtud
congoja y agonía; mas el patriarca le rogó que le de la limosna, se determinó de dar toda su h a -
hiciese una cédula en que confesase como había cienda y su libertad por ella, como lo hizo; porque
recibido aquellas treinta libras de su mano, y c e - habiendo encontrado un pobre marinero desnudo
día en él todo el derecho que tenía á la paga y en la calle, luego se desnudó el vestido rico y
premio que por ellas de Dios podía esperar; y así delicado que llevaba y se lo dio, rogándole que
lo hizo el obispo. Y queriendo nuestro Señor c u - se le vistiese, y que usase de él toda la vida.
rarle de aquella codicia y penosa enfermedad, le Y confirmóse más en su buen propósito, porque
envió un éxtasis, en el cual el obispo vio un her- en sueños se le apareció Cristo nuestro Redentor,
mosísimo y riquísimo palacio, en cuya portada vestido de aquella toga que él había dado al p o -
estaba escrito: «Esta es la morada en que ha de bre, y le dijo que la traía siempre después que él
descansar Troylo obispo.» Y estando él muy con- se la había dado. No se contentó con dar la ha-
tento con esta visión, apareció allí luego un sena- cienda á los pobres; mas él mismo se quiso hacer
dor grave y resplandeciente, y algunos como pobre y esclavo por tener más que darles. Con-
criados delante de él, á los cuales mandaba que certó con un criado suyo muy en secreto que se
borrasen aquel título, y pusiesen otro con estas fuesen los dos á Jerusalén, y que allí le vendiese
palabras: «Esta es la morada de Juan, patriarca por esclavo, y que lo que le diesen por él lo r e -
alejandrino, comprada por treinta libras.» Volvió partiese de limosna. Hízose así, y Pedro fué v e n -
en sí el obispo, y contó al patriarca lo que había dido como esclavo á un platero; al cual el verda-
visto; y trocóse de pies á cabeza, y de escaso y dero libre en traje de esclavo servía, y era
apretado que antes era para con los pobres, de allí maltratado y ultrajado de los otros oficiales de la
adelante fué liberalísimo. Para más animar á la casa; y él lo llevaba todo con admirable sufri-
gente á dar limosna, contaba el santo patriarca miento y paciencia. Y queriendo su amo darle
algunos notables ejemplos de personas que se ha- libertad en gratificación de lo bien que le servía,
bían esmerado en esta virtud. Uno fué de un nunca quiso; porque deseaba más servir por amor
hombre muy rico y no menos cruel para con los de Cristo, que ser señor en su casa, hasta que
pobres, que se llamaba Pedro Telonario, el cual, Dios le descubrió, porque viniendo á Jerusalén
viviendo en la provincia de África, era tan mez- ciertos hombres que le conocían y eran amigos
quino y miserable que no había pobre que pu- de su amo y del mismo oficio, viendo á Pedro que
diese sacar blanca de él. Este hombre se trocó de les servía á la mesa, le reconocieron y dijeron á
esta manera: Estaban un día de invierno muchos su amo quién era, y entendiendo Pedro lo que
pobres de la ciudad juntos al sol, y tratando de decían, dejando el plato que tenía en la mano,
las personas limosneras que había en ella, y de salió fuera, y dijo á un sordo y mudo que guar-
las de duras entrañas; todos nombraron á este Pe- daba la puerta que le oyese y abriese; y el sordo
dro por el más miserable hombre que había en la le oyó y se la abrió, y contó lo que había pasado
ciudad, porque siendo tan rico como era, ninguno con Pedro; el cual desapareció, sin saberse adon-
de ellos había podido sacar de él una blanca ni un de había ido. Este cuento refería el santo patriar-
mendrugo siquiera de pan. Ofrecióse uno de los ca para encarecer lo que vale la limosna delante
pobres á sacar con sus importunidades alguna de Dios, y la fuerza que tiene un fino amor de
limosna de él, y sobre apuesta fué á casa de P e - Cristo cuando de veras posee un alma.
dro, al tiempo que le traían del horno una tabla También contaba otro ejemplo de un varón san-
de pan cocido. Púsose el pobre delante de Pedro, to llamado Serapión, el cual yendo solo con el
y él, de sólo verle, se enojó tanto, que arrebató libro de los Evangelios en las manos, topó un po-
246 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
bre desnudo, le dio su manto, y hallando luego con propósito de vengar aquella injuria. Llamó
otro, también desnudo, le dio su túnica, quedando el patriarca al primo, y para aplacarle, le dijo:
él desnudo, y sentóse con el Evangelio en las ma- «¿Es posible que un hombre tan bajo se ha d e s -
nos, y preguntado quién le había despojado de comedido con vos, sin tener respeto á que sois mi
sus vestidos, respondió: «Este Evangelio que tengo primo? Yo haré una cosa para vengarme de él,
en las manos.» Con estos ejemplos y con otros que que suene en toda Alejandría.» Después que vio
el santo refería, y mucho más con lo que él hacía, al primo sosegado y quieto, le dijo: «Hijo mío, si
inflamaba los corazones de muchos, para que quieres ser verdaderamente mi deudo y mi ami-
ejercitasen la caridad con sus prójimos, y c o m - go, no hagas caso de palabras ni de injurias; por-
prasen el cielo con las haciendas que Dios les que la verdadera nobleza no consiste en carne y
había dado; y así lo hacían muchos, y personas sangre, sino en la virtud del alma, y en saber su-
de grandes estados y riquezas le enviaban gran- frir por amor del Señor.» Y luego mandó á su
des sumas de plata y oro, para que él las repar- mayordomo q u e d e allí adelante perdonaseáaquel
tiese á los pobres, juzgando que por tal mano mesonero cierto tributo que solía pagar á la Igle-
serían bien repartidas, y muy aceptas á nuestro sia. Este hecho se divulgó y sonó mucho por toda
Señor. Entre los otros, uno ofreció á san Juan la ciudad.
siete libras y media de oro, que era todo su cau- Dábase mucho al estudio de la sagrada Escritu-
dal, y rogóle que pidiese á Dios que le guardase ra; era humilde, manso, benigno; en su comer
á su hijo y una nave que había enviado á África. y vestir pobre y templado, y no podía sufrir que
Hizo oración el santo, y á los treinta días murió ninguno dijese mal de nadie; y decía que era cosa
el hijo, y de allí á tres días la nave padeció una muy peligrosa sospechar mal, juzgar y condenar
gran tempestad, y toda la mercaduría que llevaba vidas ajenas, porque el hombre las más veces se
se perdió, aunque la nave y la gente se salvó. engaña; y que el ser curioso y querer saber lo
Afligióse sobremanera el hombre que había dado que otros hacen, comúnmente nace de estar el
la limosna, y estando así congojado y triste, le hombre ocioso y descuidado de sí; y traía algunos
apareció una noche un varón semejante al p a - ejemplos de cosas que habían sucedido á otros ó
triarca, que le decía: «¿Por qué estás triste? ¿No á él, en las cuales, aunque con buen celo, se
me rogaste que pidiese á Dios que guardase á tu habían engañado, por juzgar las cosas por lo que
hijo? Y le ha guardado y librado de los peligros parecen de fuera, y no por lo que son en realidad
y miserias de esta vida, y si viviera más se per- de verdad.
diera. La nave sabe que había de perecer con todos Visitaba de muy buena gana á los enfermos y
los que iban en ella; mas Dios por mis oraciones ayudábalos á morir, y él mismo por su mano les
la salvó con la gente, contentándose con que sola cerraba los ojos y mandaba enterrar los cuerpos
la carga se perdiese. Consuélate en Dios, y dale de los difuntos, y decir muchas misas por sus
gracias por todo lo que hace, y porque sus juicios almas; y refería algunos milagros que Dios obra-
son justos, aunque secretos, y todo lo que hace es ba en beneficio de las almas del purgatorio por el
para nuestro bien.» Con esta visión se halló el santo sacrificio de la misa, librándolas de las
hombre consolado, y vino al patriarca y se la con- penas que padecen, y sacando de las cárceles á
tó, agradeciéndole la merced que de Dios por sus algunos que estaban en ellas, y se tenían por
oraciones había recibido. muertos, y como á tales los encomendaba á Dios.
Demás de la virtud de la misericordia y de las Para alcanzar estas virtudes y todas las demás
piadosas entrañas que san Juan tenía para con que en sumo grado tuvo este santo patriarca, se
los pobres, el Señor le adornó de todas las otras aprovechaba mucho de la memoria de la muerte,
virtudes con grandes ventajas, como á hombre pensando en la mañana que no habría de anoche-
que él había escogido para sí. Su paciencia y cer, y en la noche que no habla de amanecer; y
mansedumbre en sufrir y perdonar las injurias para tener siempre delante de los ojos viva y fres-
fué admirable. Supo que uno de sus clérigos ca esta memoria de la muerte, mandó hacer el
estaba mal con él, y un día, celebrando el s a n - sepulcro donde se había de enterrar, y que le de-
to sacrificio de la misa, al tiempo que había de jasen por acabar, y que algunos días señalados de
decir el Padre nuestro, salió del altar y se echó fiestas, los que tenían aquella obra á su cargo, le
á sus pies, pidiéndole perdón, como si le hubiera viniesen á decir delante de todos los que estaban
ofendido; y después volvió á decir el Padre n u e s - con él, que mandase acabar su sepulcro, porque
tro, y aquellas palabras: «Perdónanos, Señor, no estaba acabado. Siendo, pues, toda la vida de
nuestras deudas, como nosotros perdonamos á san Juan una continua meditación de la muerte,
nuestros deudores.» Otra vez supo que un m e s o - cuando el Señor se la quiso dar para abrirle el
nero de la ciudad había tratado mal de palabras camino de la verdadera vida, no se turbó, antes
á un primo suyo, que estaba muy amostazado y se alegró y regocijó su alma, viendo que se le
DÍA 23 ENERO 247
acababan los días de la pelea y trabajo, y se acer- y tres noches suplicándole, que pues no era muer-
caban los de la corona y descanso, y fué así, que to, sino vivo en Dios, le manifestase lo que había
al tiempo que el emperador Heraclio quiso hacer hecho de su papel. La postrera noche le apareció
guerra y salir al campo contra Cosroas, rey de el santo, y le volvió el papel sellado con su sello,
Persia, que había destruido á Jerusalén, y llevado como de su mano le había recibido. Tomóle la
de ella al madero de nuestra redención, y estaba mujer, y vio que era el mismo que ella había es-
insolente con las muchas y grandes victorias que crito y dado de su mano al santo obispo; y abrién-
había alcanzado, Nicetas, el gran privado del e m - dole halló que estaban borradas las palabras que
perador y amigo de san Juan, vino á Alejandría, ella había escrito, y en su lugar escritas otras que
rogándole con grande instancia que fuese con él decían: «Por mi siervo Juan tu gran pecado ha
á Constantinopla, para echar su bendición al em- sido borrado.» La vida de este gloriosísimo prela-
perador antes que partiese para la guerra: tanta do escribió Leoncio, obispo de Ñapóles en Chipre,
era la devoción que tenían á san Juan los prínci- y de ella hacen mención el segundo sínodo Niceno
pes de la tierra. Embarcóse el santo en una nave y san Juan Damasceno; y Anastasio biblioteca-
con Nicetas, el cual, en una tormenta horrible rio, la tradujo del griego al latín, por mandado
que tuvieron, vio en sueños al patriarca, a c o m - del papa Nicolao, como lo afirma Sigiberto. Su
pañado de muchos pobres que andaban por la cuerpo, dicen, que se trasladó á Venecia. Hace
nave discurriendo de una parte á otra, y pidien- mención de san Juan el Limosnero el Martirolo-
do á Dios socorro; y él se lo dio, y sosegó aquella gio romano, á los 23 de enero, y el mismo día le
tempestad. Llegaron á la isla de Rodas, y allí el celebran los griegos, aunque el cardenal Baronio
santo, no en sueños, sino despierto, vio que un dice que éste es el día en que fué consagrado
hombre de gran majestad, que traía un cetro en obispo, y á los 3 de febrero el de su muerte. Trata
la mano, se llegaba á él y le decía: «Juan, el Rey de él en sus Anotaciones, y en el octavo tomo de
de los reyes te llama.» Luego entendió el santo sus Anales. (P. Ribadeneira.)
que el Señor le llamaba para la otra vida, y des-
pidiéndose de Nicetas, se fué á Chipre, y llegó á SAN CLEMENTE, OBISPO DE ANCIRA, Y SAN AGATÁNGELO,
la ciudad de Amathunte, su patria, ó hizo su t e s - COMPAÑEROS MÁRTIRES. — Nació el bienaventurado
tamento en esta forma: «Yo os hago gracias, S e - obispo y mártir san Clemente en la ciudad de An-
ñor Dios mío, que me habéis hecho digno de que cira, que es en la provincia de Grecia. Sus padres
yo os ofreciese lo que es vuestro, y que de todos fueron muy nobles y ricos; su padre era infiel, y
los bienes del mundo no me quedase sino la ter- su madre, que se llamaba Sofía, era cristiana y
cera parte de un real; la cual mando que se dé á muy religiosa. Murió el padre en las tinieblas de
los pobres, que son mis hermanos en Cristo. Yo su error, dejando á Clemente su hijo niño, al cual
os he dado vuestra hacienda, y ahora os doy mi criaba á sus pechos la madre. Después que salió
alma, que también es vuestra, y encomiendo en de la niñez, procuró su madre con todo cuidado
vuestras manos mi espíritu.» Murió el santo pre- enseñarle y adornarle con todas las virtudes. Lle-
lado el año del Señor de 620, según el cardenal gado á los doce años, sintió la buena madre que
Baronio, imperando Heraclio, y siendo sumo pon- se llegaba ya el fin de sus días; y tomando al hijo
tífice Bonifacio, papa, quinto de este nombre. E n - y abrazándole con grande amor y deseo de que
terráronle en el templo de San Ticonio, en el s e - fuese heredero, no menos de los tesoros del cielo,
pulcro de los obispos, cuyos cuerpos, como si que de su patrimonio, le habló de esta manera:
estuvieran vivos, se apartaron y tomaron en medio «Hijo mío muy amado, hijo que primero que
el cuerpo de san Juan. Su alma fué vista subir al vieses á tu padre viste tu orfandad, yo te di ese
cielo con inmensa gloria, acompañada de innume- cuerpo que tienes, mas Cristo te engendró con su
rable multitud de huérfanos, viudas y pobres, que espíritu; conócele por tu padre, y procura no tener
iban delante con ramos de olivo en las manos, y ese nombre de hijo en vano; sirve sólo á Cristo, y
de sus preciosas reliquias manó un licor suavísi- pon en él toda tu esperanza, porque él es nuestra
mo para salud de muchos. Estando para morir, inmortalidad, nuestra salud, y el que descendió
vino á él una mujer muy llorosa y afligida, supli- del cielo por nuestro amor, y nos levantó consigo
cándole con muchas lágrimas que la absolviese á lo alto, y nos hizo sus hijos; y quien obedeciere
de un gravísimo pecado que había cometido, y á este Señor, vencerá todas las cosas, y no sola-
porque tenía vergüenza de confesarle, se le dio mente triunfará de los reyes y tiranos que adoran
escrito de su mano, sellado con su sello. Tomó el los ídolos, mas también de los demonios que m o -
patriarca el papel, y murió sin dar la absolución ran en ellos.» Dichas estas palabras con los ojos
á la mujer. Ella, cuando supo que era muerto, llenos de lágrimas, comenzó á profetizar á su hijo
fuese al sepulcro deshaciéndose en lágrimas, y lo que le había de suceder en la vida; y así dijo:
postrada á las reliquias del santo, estuvo tres días «Ruégote, hijo muy querido, que en la persecu-
248 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
ción grandísima que se va ya acercando contra la tud me presentaré confiadamente delante del tri-
Iglesia, por todo lo que debes á esta madre que te bunal de Cristo, y me gloriaré en tus trabajos y
crió, me otorgues esta gracia, y me des esta h o n - en las señales de heridas que recibirás por él.»
ra: que estés fuerte y constante en la confesión de Todo esto decía la santa madre al santo hijo, be-
Cristo; y yo confío en él, ¡oh hijo mío!, que pon- sando todos sus miembros, y diciendo: «Dichosa
drá en tu cabeza una corona florida de martirio. yo que beso los miembros de un mártir, que se
Aparéjate con tiempo y con grande ánimo para han de ofrecer á Cristo en sacrificio;» y diciendo
esta batalla, porque no te halle desarmado y des- esto y abrazándole, y hablando dulcemente con él,
apercibido. Los enemigos contra los cuales pelea- dio su espíritu á Dios, y el cuerpo á las manos de
mos son poderosos, y las cosas por que peleamos su hijo, el cual le sepultó honrosamente, y d e s -
es la gloria y vida eterna, ó la infamia y tormen- pués dejó el mundo y tomó el estado de la vida
tos que nunca se acaban. Mira que no te dejes monástica, y á Dios por padre; el cual le proveyó
vencer de sus promesas, ni de sus amenazas; y de otra madre que también se llamaba Sofía, y en
que es gran vergüenza que nosotros no muramos la nobleza, riqueza y santidad, semejante á la pri-
por el Rey del cielo, muriendo constantemente mera, y de día y de noche se ocupaba en oración,
tantos caballeros por el rey de la tierra, siendo y tenía cuidado de Clemente como si le hubiera
tan desigual el premio de los unos y de los otros, parido.
especialmente que si ahora no morimos, poco des- Vino una grande esterilidad y hambre en la
pués habernos de morir y pagar esta común deuda tierra de Galacia; y Clemente, aunque era mozo,
que tiene sobre sí todo el género humano; y la recogía á todos los pobres y niños huérfanos que
muerte que se padece por Cristo, no se puede lla- andaban por la calle desnudos y hambrientos, y
mar muerte, porque con la esperanza del galar- manteníalos, dándole para esto su buena madre
dón se alivia el sentimiento de su dolor. Ante todo lo que había menester, y juntamente e n s e -
todas cosas debes considerar, hijo, lo que debemos ñaba las almas de ellos, procurando que crecie-
á aquel Hacedor del universo, que se hizo hombre sen en la fe y amor de Cristo y en toda virtud; y
por nosotros, siervos ingratos; y siendo Señor de muchos de ellos aprovecharon tanto, que andando
la majestad, fué condenado, escupido, abofeteado, el tiempo vinieron á padecer con él. De esta m a -
y finalmente muerto en una cruz, lo cual todo nera la buena Sofía, que antes carecía de hijos,
padeció por nosotros, y por nuestra salud, y por vino á tener muchos y muy virtuosos; y Clemente,
librarnos de la tiranía del pecado, y de las penas desechando de sí todo regalo del cuerpo, se man-
del infierno, y abrirnos las puertas del cielo. Pues tenía con solas legumbres, y creciendo cada día
padeciendo tales cosas nuestro Dios por nosotros, más en santidad, le dieron cargo de proponer la
¿en qué razón cabe que nosotros no padezcamos palabra de Dios, y poco después fué ordenado de
algo por él? Estas cosas debes, hijo mío, imprimir diácono y sacerdote, y pasados dos años, cuando
en tu corazón, y armarte con un peto fuerte de su él cumplía los veinte, le escogieron por obispo,
divino amor, y abrazarte con él de tal manera porque en él resplandecían ya las canas y madu-
que ni las amenazas de los tiranos, ni el espanto rez de su gran virtud. Puesto en esta dignidad
de los emperadores, ni la atrocidad de los tormen- comenzó á tener mayor cuidado de los huérfanos,
tos, ni la misma muerte, por cruel que sea, te administrándoles el santo bautismo y enseñándo-
aparte de su caridad, sino que tengas siempre les la doctrina del cielo; y á la fama de esta buena
puestos los ojos en los bienes que están apareja- instrucción acudían á él de los lugares comarcanos
dos á los mártires, y en el reino del cielo, que es muchos padres, y le traían sus hijos para que los
el premio del martirio.» doctrinase; y él lo hacia con tanta caridad y s o -
Estas cosas le decía cada día la buena madre licitud, como si fueran sus propios hijos.
con grande afecto y ternura; y finalmente, estando Levantóse en este tiempo aquella terrible per-
ya para partir de esta vida, le dijo: «Ya yo me secución que los emperadores Diocleciano y Ma-
aparto de ti, hijo mío, y esta luz sensible me falta; ximiano movieron contra la Iglesia del Señor, y
no te pido otro premio por haberte parido y criado en ella fué preso san Clemente y presentado á Do-
con tanto cuidado, sino que yo sea glorificada en miciano, presidente de Galacia, el cual pretendió
tus miembros. Yo te ruego, luz y vida mía y entra- primero con blanduras y promesas, después con
ñas mías, que no me engañe esta esperanza. Una amenazas y espantos, atraer á su voluntad al santo
mujer hebrea parió siete mártires, y venció en obispo. Pero como vio que todo lo que decía y
siete cuerpos; mas tú solo bastas para mi gloria y hacía le salía en vano, le mandó amarrar á un
para que yo sea bienaventurada entre las otras madero y desgarrar sus carnes con garfios de
madres. Ya yo, hijo, me aparto de ti, y mi cuerpo hierro. Hicióronlo los verdugos ó impíos minis-
se apartará de tus suavísimos ojos; mas mi alma tros tan sin humanidad, que ahondando las heri-
estará siempre colgada de la tuya, con cuya vir- das, le arrancaron tanta carne, que ya se le apare-
DÍA 23 ENERO 249
cían las entrañas, y él estaba tan descarnado y líos instrumentos, le dijo: «Estos están aparejados
tan cubierto de sangre, que los que presentes e s - para los que blasfeman de mis dioses.» El mártir
taban no le podían mirar sin gran compasión. Mas á esto respondió: «Si vuestros tormentos son tan
el santo mártir no se alteró ni mudó el semblante preciosos y magníficos, ¿qué serán los dones
de su rostro, ni se quejó, ni dio un gemido, sino de Dios? Y ¿cuáles los castigos que tiene apare-
con gran seguridad y constancia alababa al Señor jados para los malos?» Indignado el emperador
que le esforzaba. Sucedieron nuevos verdugos á con éstas y otras semejantes palabras, mandó al
los primeros, y añadieron nuevos tormentos á los mártir atar á una rueda, y traerla con grande
pasados, quedando ellos cansados de atormen- ímpetu al rededor, y que en este mismo tiempo
tarle, y el santo mártir muy alentado y muy a n i - le azotasen cruelísimamente con varas, de m a -
mado para sufrir otros mayores. Mas aquel cruel nera, que cuando la rueda le cogía debajo, le que-
tirano, maravillándose por una parte de la cons- brantaba los huesos, y cuando subía á lo alto, los
tancia del mártir, y por otra hallándose corrido y verdugos descargaban en él los azotes. Mas el san-
vencido de él, mandó que le desatasen del made- to, estando en este tormento, pidió socorro al Se-
ro; y así se hizo. Estaba tan despojado de sus car- ñor, y le suplicó que le esforzase para gloria suya
nes que no parecía hombre, sino por la armazón y confesión de su nombre, y confusión de los ene-
de los huesos que tenía, los cuales estaban baña- migos, y para poder padecer por él mayores dolo-
dos en sangre. Tentóle el juez otra vez con pala- res. Luego cesó el movimiento de la rueda, todas
bras regaladas; pero ¿cómo las palabras pudieran las ataduras se soltaron, y el mártir fué restituido
vencer á quien no habían vencido tan crueles tor- á su primera sanidad. Muchos de los romanos que
mentos? Y como el santo le respondiese con m u - asistían á este espectáculo se convirtieron á Cris-
cha determinación, que probase en él todo lo que to, y el santo le dio gracias por ello, y profetizó el
le parecía intolerable de sufrir, le mandó dar fin y destrucción de la idolatría, y que los mismos
muchos golpes en la cara y en la boca. Dióronle emperadores vendrían áhacer reverencia á los que
muchas heridas con piedras en la boca y en el habían muerto por Cristo. Embravecióse oyendo
rostro, regocijándose san Clemente y haciendo estas palabras Diocleciano, y mandó que le despe-
gracias al Señor. Entonces Domiciano, perdida la dazasen la boca con unas puntas agudas de hierro;
esperanza de poderle vencer, mandó que le vol- con lo cual los dientes quedaron movidos, y las
viesen á la cárcel, y que dos hombres le llevasen mejillas quebrantadas; mas la voz del mártir nun-
de los brazos, entendiendo que él por sí solo no ca se reprimió, ni la libertad de hablar se remitió:
se podría menear. Pero el Señor le alentó y esfor- y diciendo los verdugos que callase, él no cesaba
zó de manera que él por su pie y sin ayuda de de hablar más alto, hecho como una estatua de
nadie se fué a l a cárcel, de lo cual quedó espantado metal, que tanto más suena, cuantos más golpes
el tirano, y se determinó de enviar al santo már- le dan. Mandóle volver á la cárcel el emperador,
tir al emperador Diocleciano, que estaba en Roma, á la cual vinieron todos los que por el milagro de
y una relación de todo lo que con él había pasado. la rueda se habían convertido, así hombres como
Al tiempo de salir de Ancira y ponerse en camino, mujeres, pidiéndole postrados á sus pies el santo
suplicó el santo mártir al Señor que le dejase bautismo; y él los bautizó, y juntamente á sus
volver á ella y morir en ella. Llegó á Roma y fué hijos. Estando todos en la cárcel, resplandeció
presentado al emperador, el cual, viendo el rostro una luz divina, y en medio de ella un hombre con
alegre y generoso de san Clemente, y sabiendo alegre rostro, vestido de una resplandeciente v e s -
por las cartas de su presidente, los suplicios tan tidura, y llegándose á Clemente le puso en la
atroces que había padecido, se maravilló que mano un pan y un cáliz; y hecho esto desapareció,
estuviese vivo, y mandó traer allí, delante de los dejando á los que allí estaban atónitos y enmude-
ojos del santo, por una parte oro, plata, vestidu- cidos. Consagró el santo varón aquel pan y vino
ras ricas, insignias de magistrados, y dignidades en el cuerpo y sangre de Cristo, y dio la santa
que le prometía; y por otra parte manillas, camas, comunión á los que estaban ya bautizados. Con-
ruedas, peines de hierro y toda la otra m u c h e - currió tanta gente á la cárcel y creció tanto el
dumbre de instrumentos con que atormentaban número de los fieles, que de ella se hizo iglesia.
á los mártires. Hecho esto, mirando al santo con Los carceleros dieron cuenta de lo que pasaba al
rostro blando y risueño, le ofreció todas aquellas emperador, por cuyo mandato fueron presos, y
riquezas y bienes temporales que allí tenía, si después fuera de la ciudad muertos con sus hijos,
quería adorar á sus dioses; pero el santo, escar- sin que ninguno faltase, sino uno solo, que se
neciendo de ellas y dando un gran gemido, r e s - llamaba Agatángelo, que fué el que después fué
pondió: «Destruidos sean vuestros dioses y vosotros compañero de san Clemente en su martirio, como
con ellos.» Entonces el emperador, convirtiendo adelante se dirá. Mandó el tirano darle otro tor-
la blandura en furor, y volviendo los ojos á aque- mento extraño, y fué que muchos hombres juntos
TOMO I 32
250 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
trabasen de sus miembros, de tal manera, que los brase los sagrados misterios; y haciendo Clemen-
desencajasen de sus lugares naturales, y que jun- te este oficio, vieron, los que merecieron verlo,
tamente cuatro sayones lo estuviesen azotando una brasa muy resplandeciente puesta en el altar,
con nervios crudos de toro. Habiendo sufrido este y muchos ángeles revoloteando encima de ella, y
tormento con admirable constancia, mandó el los que presentes estaban, se postraron en tierra
emperador á los verdugos que dejasen de azotar no pudiendo sufrir tan grande resplandor. Con la
al mártir, y le levantasen en un madero y rasga- fama de este milagro acudieron muchos de los
sen su cuerpo con garfios de hierro, hasta que le infieles, trayendo consigo sus hijos y parientes
consumiesen todas las carnes y estuviese todo enfermos, á los cuales, tocando el santo con sus
desangrado, sin quedar más que la armazón de manos, restituyó á los cuerpos salud, y alumbró
los huesos. Acabado este suplicio, mirando el las almas de muchos gentiles, que por este medio
mártir su cuerpo cómo estaba, dijo al tirano: se convirtieron. De allí siguieron su navegación,
«No es éste el cuerpo que tú despedazas, porque llegaron á Nicomedia, donde estaba Maximiano,
yo ningún dolor siento cuando le despedazas, pues y él, recibidas las cartas de Diocleciano, y miran-
el cuerpo que me dio la naturaleza ya quedó con- do al semblante, fortaleza y alegría de san Cle-
sumido con los tormentos pasados, sin quedar mente, no se atrevió á examinarle por sí, te-
parte de él, y este cuerpo nuevo, que ahora d e s - miendo ser vencido; sino que siguiendo algunas
pedazaste, me dio mi Señor Jesucristo, y consu- ocupaciones de guerra, cometió este negocio al
mido éste me dará otro.» Oyendo éstas y otras presidente, por nombre Agripino. Este le pregun-
muchas palabras, mandó el emperador que le tó si era Clemente, y respondió que sí, y que era
aplicasen hachas de fuego ardiendo, las cuales siervo de Cristo. Mandó á los soldados que le
eran tan deleitables al santo, que le daban luz y diesen un gran pescozón, diciéndoleque s o l l a m a -
no le quemaban. Finalmente, admirado Dioclecia- se siervo de los emperadores y no de Cristo.
no de la fortaleza del santo mártir, y confuso y También preguntó á Agatángelo quién era, por-
desesperado de poderle vencer, le envió á Maxi- que no se hacía mención de él en la carta de
miano, su compañero, y tan fiero y cruel mons- Diocleciano. «Yo, respondió, por la gracia de
truo como él, para que de nuevo le atormentase Dios, soy cristiano.» Luego el juez mandó levan-
y viese si le podía rendir á su voluntad; y así tar á Clemente en alto y herirle y cortarle los
salió de Roma para Nicomedia, donde Maximiano miembros, y azotar á Agatángelo cruelísimamente
estaba, acompañándole todos los fieles que podían, con nervios de toro; y después de haberlos ator-
derramando amargas lágrimas, y postrándose á mentado, echarlos en la cárcel, y para el día s i -
sus pies, y pidiéndole su bendición, y untándose guiente aparejar en el teatro muchas diferencias
con su sangre, y tocando sus heridas con singular de bestias fieras, y hacerlos despedazar. Mas los
devoción, sin poderse apartar de aquel esclareci- santos perseveraron en la cárcel en oración, y los
do varón, que era más fuerte que el mismo hierro. ángeles vinieron á ellos del cielo, y los esforza-
Embarcóse el santo; y Agatángelo, usando de ron y animaron al martirio. Lo cual viendo los
cautela é industria, se entró secretamente y se es- otros presos que allí estaban, se derribaron á los
condió en la misma nave, y cuando le pareció pies de los santos, rogándoles que les diesen co-
tiempo oportuno se echó á los pies del mártir, le nocimiento de Cristo, y que no los tuviesen por
descubrió quién era y como había sido bautizado indignos de que ellos también le confesasen. Los
de él en la cárcel, y el primero de los que allí se santos lo hicieron hasta la media noche, puri-
convirtieron, y venía inspirado de Dios para ficándolos con el santo bautismo, y confirmán-
acompañarle en su martirio; con cuyas palabras dolos en la fe; y luego Clemente con su oración
el santo se enterneció ó hizo gracias al Señor por abrió las puertas de la cárcel, y despidió á todos
la venida de aquel mancebo, y le suplicó que le los presos con mucha alegría suya de ellos,
esforzase para los trabajos que le quedaban por quedándose él solo con su compañero en ella.
pasar. Hicieron los dos larga oración, no se ha- Echáronlos á las fieras, las cuales ningún mal
bían desayunado ni tenían qué comer, como per- hicieron á los santos, antes los miraban con ojos
sonas que sustentaban sus almas con el pan, vino alegres, y les lamían las manos y los abrazaban,
y agua de la gracia; ofreciéronles los soldados y como hacen los perrillos con sus señoras. Mas no
marineros qué comer, movidos de compasión, y por esto perdió nada de su furor el tirano, que era
ellos les dieron las gracias y no lo quisieron to- más fiero que las fieras, antes "mandó que toma-
mar, diciendo que lo esperaban de Dios; el cual, sen unas alesnas largas y agudas, y encendidas
á prima noche, los proveyó de mantenimiento se las hincasen por las manos entre dedo y dedo,
por ministerio de los ángeles. Desembarcaron en hasta llegar á la muñeca del brazo, y que les hin-
la isla de Rodas, y el obispo, que era Fotino, con casen otras debajo de los brazos, que penetrasen
muchos fieles le visitó y regaló, y rogó que cele- hasta los hombros. V i o esta crueldad el pueblo, y
DÍA 23 ENERO 251
admirado de la virtud de los santos, se alborotó dó el negocio á otro juez de los amacenos, por
de tal manera que comenzó á apedrear al tirano nombre Domicio. Mas la santa madre Sofía no
y á dar voces, diciendo: «Grande es el Dios de los podía apartarse con el cuerpo de aquellos que tenía
cristianos.» Con esto el juez echó á huir, y los abrazados en el corazón; y así vino muy alegre
mártires se subieron á un monte seguros, en don- con aquellos muchachos que, como ya dijimos,
de finalmente el inicuo juez los halló y los mandó Clemente había bautizado y doctrinado. Cuando
extender sobre una gran piedra, y quebrantar lo supo Maximiano, mandó que si los muchachos
sus huesos, hiriéndolos reciamente con unos ma- se apartasen de Clemente, los dejasen libres, y
deros, y así quebrantados meterlos en unos sacos, donde no, los matasen. Los soldados trabajaban
atando á la boca de ellos una gran piedra, y de en apartarlos por fuerza del mártir, y ellos resis-
esta manera arrojarlos de lo alto del monte por tían cuanto podían, arrojándose en tierra y abra-
la ladera abajo, por la cual iban rodando, y no zando los pies del santo, queriendo antes morir
pararon hasta caer en el mar, que llegaba á la que apartarse de su maestro; y así todos murie-
raíz del monte. Estuvieron los santos largo espa- ron, y la piadosa Sofía les dio sepultura.
cio debajo del agua, y después aparecieron los El nuevo juez de los amacenos mandó apartar á
sacos, que venían sobre el agua hacia la ribera; Clemente de Agatángelo, para que estuviesen me-
allí los desataron, y hallaron los miembros sanos nos fuertes y no se pudiesen ayudar uno á otro, y
y sin lesión; y á la media noche envió el Señor henchir una cisterna de cal viva, y arrojar en ella
sus ángeles para que los recreasen del trabajo á los santos, y que dos soldados la guardasen,
pasado, y los proveyesen de mantenimiento; y de para que no los sacasen de ella los cristianos. Es-
allí vinieron á la ciudad, y contaron á los fieles tuvieron todo el día, que era en viernes santo, sin
las maravillas de Dios, y levantando las manos al recibir daño alguno, y resplandeció sobre ellos
cielo le daban gracias de todo corazón. toda la noche siguiente una lumbre del cielo, la
Sabiendo lo que pasaba Maximiano, los tornó cual vieron los dos soldados, y alumbrados de
á enviar á Ancira, encargando á Curicio, su pre- otra más excelente luz en sus almas, saltaron á la
sidente, que de nuevo los atormentase; el cual misma cisterna, y se juntaron con los santos.
mandó encender un hierro puntiagudo é hincarle Luego por la mañana, cuando el tirano vio que
debajo de los brazos de los santos, y atarles fuer- estaban vivos y sanos, con alegres rostros los que
temente los brazos, ó hincando dos maderos en tenía por muertos, y con ellos los dos soldados,
tierra, atar á Clemente en el uno, y á su compa- cuyos nombres eran Fegi y Eucarpo, mandó que
ñero en el otro, y los verdugos los herían c r u - los soldados fuesen crucificados, y á Clemente y á
damente en todo su cuerpo. Y no contento con su compañero que les sacasen dos correas de
esto el tirano, mandó encender un capacete y carne de las espaldas, y los azotasen cruelmente;
ponerle sobre la cabeza de Clemente, y luego el y viendo que nada de esto aprovechaba, mandó
humo de las carnes abrasadas comenzó á salir traer dos lechos de hierro y poner mucho fuego
por la boca y por las narices y oídos. Entonces el debajo, y echar sobre ellos aceite hirviendo y pez
santo, dando un grande gemido y llamando á derretida y piedra azufre, y teniéndolos ya por
Dios, dijo: «¡Oh agua viva y lluvia de nuestra sa- muertos, echar los cuerpos en el río. Mas ellos
lud! Envíanos, Señor, una gota de tu rocío; y dormían en aquella cama un dulce sueño, en el
pues antes nos sacaste del agua, sácanos ahora cual les apareció Cristo acompañado de ángeles,
del fuego, y danos tu refrigerio.» En diciendo diciéndoles que no temiesen, porque él estaba con
esto, poco á poco se fué enfriando el hierro e n - ellos.
cendido, y los que herían á Agatángelo se cansa- Desesperó Domicio de poderlos vencer, y envió
ron. El tirano, espantado de lo que veía, mandó los santos á Maximiano. que de Tarso había veni-
llevar los santos á la cárcel, adonde vino aquella do á Ancira. Llevábanlos soldados de guarda y
santa Sofía, que había tomado por hijo á san Cle- seguíanlos muchos fieles. El camino era largo y
mente en lugar de su madre; y abrazándole y de- desierto, tan falto de agua, que padecían todos
rramando muchas lágrimas, besaba su rostro, gran trabajo de sed; mas san Clemente hizo ora-
sus manos y todos aquellos sagrados miembros ción al Señor, y á la hora reventó una fuente de
que habían sido atormentados por Cristo, rogán- agua en aquel desierto, con que todos se recrea-
dole que le contase particularmente todas sus ron; y á la fama de este milagro concurrieron los
batallas y victorias que había pasado; y dando él enfermos de aquella comarca, y tocándolos con
razón de todo esto, ella con unos lienzos limpiaba sus manos el santo mártir, á todos dio entera
la sangre y las heridas del santo, y luego le dio de salud. El cual, viendo las maravillas que el Señor
comer de los manjares que antes solía comer en su obraba por él, y encendido de una gran llama de
casa. Desesperado, pues, el juez de poder vencer á amor divino, y de una sed increíble y deseo de
los constantes mártires, se salió fuera y encomen- padecer por tan buen Señor, le suplicó con g r a n -
252 LA LEYENDA DE ORO DÍA 23
de instancia que todos los días que viviese, siem- sembrada de muchas púas muy agudas, de un pie
pre padeciese trabajos y dolores por su amor, s a - en alto, y echar de espaldas á Clemente sobre
crificando todos los miembros de su cuerpo en su ellas, y que los verdugos con palos gruesos le h i -
servicio. Acabada esta oración, le pareció que oía riesen reciamente en el vientre y en los pechos,
una voz de lo alto, que le decía: «Clemente, yo te para que así se hincasen más las púas en las e s -
he otorgado lo que me pediste; aparéjate para paldas, y echar plomo derretido sobre la cabeza
pasar constantemente esta carrera, porque con de Agatángelo. Pero el Señor libró al uno y al
el tiempo que has batallado, y con el que te otro de tan terrible tormento. El tercero fué otro
queda por pasar, se contarán veintiocho años de juez llamado Afrodisio, naturaljle Persia, el cual
tu martirio.» Con esta respuesta quedó el santo mandó atar dos piedras de tahona á los cuellos de
muy alegre y regocijado, y fué presentado de los santos, y llevarlos arrastrando por medio
nuevo al emperador Maximiano, que mandó ha- de la ciudad, y que otros les tirasen piedras, para
cer luego una grande hoguera, y echar en ella quebrantar los espíritus de los santos y levantar
á los santos; pero habiendo estado en ella día la ciudad contra ellos. Mas sucedió todo al revés,
y noche, nunca el fuego pudo dañar á aquellos porque los santos crecieron en fortaleza y alegría,
miembros dedicados á Dios. Espantado Maxi- y los gentiles dejaron la idolatría, y glorificaban
miano y no enmendado, mandó á los verdu- á Dios, que tal fortaleza y ánimo les había dado.
gos que públicamente los arrastrasen é hiriesen Y con esto les condenó á la cárcel perpetua, para
hasta matarlos. Mas esto salió también mal al ti- que allí consumidos acabasen la vida. Sucedió en
rano, porque muchos de los gentiles, viendo la el imperio Maximino, y él, sabiendo que aque-
constancia de los mártires, y que en tantos tor- llos presos eran de Ancira, los envió al pre-
mentos no morían, reconociendo la virtud de sidente de aquella tierra, que se llamaba Lucio.
Dios, renegaban de sus dioses y se volvían á Llegados á Ancira, el juez, sin hablarles pala-
Cristo. Después de esto mandó que así como esta- bra, los encerró en la cárcel, atándoles de tal
ban atados los llevasen á la cárcel, y que estuvie- manera, que estaban como embarazados, sin po-
sen en ella presos cuatro años, pareciéndole que derse mover; y al día siguiente mandó hincar á
la prisión tan larga y penosa domaría á los que Agatángelo unas púas muy encendidas por las
ni el fuego ni el hierro habían podido domar. Pero orejas, y aplicarle hachas ardiendo á los lados;
los santos, pasados los cuatro años, salieron de y finalmente le mandó cortar la cabeza á los 5
la cárcel muy esforzados, porque el deseo de pa- días de noviembre; y la santa madre Sofía abra-
decer por Cristo les hacía tener la cárcel por un zó su cuerpo con grande alegría, y le sepultó á
palacio real; y con esto Maximiano desconfió de la entrada de la iglesia que allí estaba; y san
la victoria, y no quiso tratar esta causa por su Clemente, sabido el fin glorioso de su fiel discí-
persona. Pero ¿quién podrá resumir en pocas p a - pulo y compañero, no cabía en sí de placer, g l o -
labras los otros martirios y tormentos con que rificando á Dios por este tan gran beneficio.
estos santos fueron afligidos de otros jueces y ti- Mandóle el tirano dar un día ciento y cincuenta
ranos, á quienes fueron entregados para que los heridas en el rostro y en la cabeza, con lo cual
acabasen y consumiesen? Ya habían peleado con todo el cuerpo y el suelo estaba bañado de s a n -
los emperadores Diocleciano y Maximiano, y con gre; mas de noche acudieron los ángeles muy
los jueces Domiciano y Agripino, Curicio y D o - resplandecientes, y curaron sus llagas. En esta
micio; y les quedaba que pelear con otros cuatro ocasión la piadosa Sofía, juntando consigo todos
no menos fieros y espantosos tiranos que los pri- sus familiares y los mozos que ella había criado,
meros. Uno fué un cruelísimo sacerdote de los entrando de noche en la cárcel, desató al mártir
ídolos, muy ejercitado en atormentar cristianos, y le sacó de ella, y luego le vistió de una ropa
y grande oficial en pervertir corazones. Este los blanca; y ella también en señal de alegría se vistió
mandó azotar tan cruelmente, que consumida de otra del mismo color, poniéndole en la mano
toda la carne, se les parecían todas las junturas y el santo Evangelio, y con muchas velas encendi-
armazón de los huesos; y los santos volvieron das y perfumes olorosos entró con él en la iglesia.
por su pie á la cárcel, y los fieles los seguían por Entendió Clemente que ya Dios le quería llevar,
coger las reliquias de los pedazos de la carne y él hizo oración, primero por su madre Sofía, y
sangre que de ellos corría, como un precioso t e - luego por sus clérigos y pueblo, y por todos aque-
soro. Y el mal sacerdote de los ídolos, corrido de llos que después de su muerte pidiesen á nuestro
verse vencido y casi desmayado, fué llevado por Señor mercedes por su intercesión. Amaneció el
brazos ajenos á su posada. Otro fué un hombre día glorioso de la Epifanía, y el santo obispo c e -
principal, llamado Máximo, que los pidió al e m - lebró y dio el divino sacramento á los que esta-
perador, pensando sacarlos de su propósito, ó á ban aparejados, y los recreó con sus palabras de
lo menos matarlos. Este mandó hacer una cama vida, y los profetizó que cesaría presto aquella
DÍA 23 ENERO 253
tempestad, y sucedería una nueva paz en el impe- inventar la ingeniosa crueldad del hombre, ó del
rio romano, y todas las ciudades y tierras se hen- mismo demonio, que no se hayan ejecutado en
chirían del conocimiento de Cristo, y se abrirían estos dos esforzados y gloriosos caballeros del
las iglesias, y se cerrarían los templos de los Señor? Aquí vemos salir á desafío la perfidia con
ídolos, que esto se cumpliría muy presto, y que la piedad, la idolatría con la verdadera religión,
algunos de los presentes lo verían; y todo esto la crueldad con la constancia, los tormentos con
sucedió como el santo lo dijo. Mas la santa Sofía la flaqueza humana, la muerte con la vida, y
estaba tan gozosa, que llevó á su casa todas las finalmente todo el poder de los emperadores y el
viudas y huérfanos, y por espacio de diez días les furor del infierno contra el brazo todopoderoso del
dio de comer abundantemente, y á todos los d e - Señor. En esta estacada vemos una admirable
más que sobrevenían, para festejar con ellos la competencia de los mártires en padecer por amor
venida de su pastor. Pero el domingo siguiente, es- de su Señor, y del mismo Señor en darles nuevas
tando san Clemente en la iglesia celebrando su mi- fuerzas para padecer. Visitábalos, sanábalos c u -
sa, y dada la comunión á los fieles, entró uno de rando sus llagas, proveyéndolos, dándoles de co-
los magistrados acompañado de soldados en la igle- mer, esforzándolos para que padeciendo merecie-
sia, y con gran ímpetu y furor mandó á uno de los sen, y siendo con tantas maravillas confortados
soldados que cortase la cabeza á Clemente; y así, se alentasen y deseasen padecer más. Pues ¿qué
estando él sacrificando, fué ofrecido en sacrificio diré de aquel amor tan entrañable y tan verdadero
al Señor. Murieron con él otros dos diáconos, que y macizo de la madre de san Clemente, que así le
se llamaban Cristóbal y Caritón; y la buena madre exhortó al martirio, y con palabras dulcísimas y
Sofía tomó el cuerpo del santo mártir Clemente, tiernísimas le animó á morir por Cristo, besando
y con muchos cirios encendidos le sepultó en la la santa madre los miembros de su hijo, que h a -
misma iglesia donde había sepultado á Agatán- bían de ser atormentados por él? ¿Qué de la otra
gelo, para que tuviesen los cuerpos un mismo Sofía y segunda madre, que se regocijó tanto de
sepulcro, cuyas almas ya moraban en el cielo; y ver á su hijo Clemente despedazado y muerto,
allí cerca sepultó los cuerpos de los otros dos como las otras madres se suelen regocijar de ver
mártires, y sentada junto al sepulcro de los san- á sus hijos vivos y bienaventurados en la tierra?
tos, decía con entrañable afecto y con muchas Pues ¿qué ejemplo tienen aquí las madres para
lágrimas estas palabras: «Yo, hijos míos, os s e - amar á sus hijos, no con amor de carne, sino con
pulté en este lugar secreto; mas Cristo os publica- espíritu del cielo y verdadero amor? ¿Quién será
rá, él os dará descanso, pues tanto padecisteis por tan regalado que no quiera hacer penitencia de
su amor. Ya la vejez me llama á vuestra compa- sus pecados en esta vida, viendo lo que estos
ñía, la cual se ha dilatado hasta ahora para acom- santos padecieron por gozar de la eterna? Ó ¿quién
pañar vuestros cuerpos y sepultarlos. Rogad, se excusará de guardar la ley y mandamientos de
hijos míos, al Señor por mi, que fui vuestra madre Dios, diciendo que son graves y pesados, consi-
y vuestra ama, para que así como aquí estuve con derando la muchedumbre y atrocidad y continua-
vosotros, allá esté cerca de vosotros en vuestra ción de tormentos que ellos sufrieron? Ninguno,
santa compañía.» pues, mire á su sola flaqueza en esta batalla,
Esta es la historia breve del largo martirio de es- porque desconfiará de sí y desmayará; sino al
te valerosísimo y esclarecido mártir, éstas sus ba- Señor que tiene á su lado, á aquel valedor y e s -
tallas, éstas sus victorias y triunfos, de la cual con forzador todopoderoso que tuvieron san Clemente
verdad podemos decir lo que dice Nicéforo, que y su compañero, por cuya virtud ellos vencieron
después que Dios crió el mundo no se han hallado y nosotros podemos vencer. (P. Ribadeneira.)
tales mártires como Clemente y Agatángelo, que
con tanta ventaja sobrepujasen á los que pade- SAN ANASTASIO Y COMPASEROS MÁRTIRES—Uno de
cieron en fuego y hierro, piedras y maderos, á los los ilustres mártires de Jesucristo que testificaron
que pelearon con bestias fieras, á los que sufrie- con su sangre las infalibles verdades de nuestra
ron largas prisiones y cárceles, á los que padecie- santa religión fué san Anastasio, natural de L é -
ron de diversas maneras en la tierra y en las rida, ciudad del principado de Cataluña. Siguió
aguas, á los que fueron martirizados con grande éste en su juventud la carrera militar en una de
frío ó calor, y finalmente á los que perdieron la las legiones que tenían los romanos en España;
vida con cualesquiera penas y tormentos, porque pero conociendo la vanidad de los honores á que
á todos éstos exceden con gran ventaja estos dos aspira la profesión de las armas, resolvió en lo
gloriosos mártires. Todo esto es de Nicéforo, y más florido de sus años alistarse bajo las bande-
tiene razón, porque ¿qué martirio ha habido tan ras de la milicia de Jesucristo, en la que son los
prolijo, que haya durado veintiocho años como premios más seguros.
el de san Clemente? Ó ¿qué tormentos ha podido Movieron los emperadores Diocleciano y Maxi-
254 LA LEYENDA DE ORO DÍA 24
miaño contra la Iglesia aquella tan sangrienta per- vo empeño precisarle á que ofreciese sacrificio á
secución que nos refiere la Historia eclesiástica los dioses romanos; pero la heroica constancia con
en principios del siglo IV, en la que puede decir- que se negó á cometer una impiedad tan execra-
se, que corrían arroyos de sangre por todos los ble, enfureció de tal suerte á Daciano, que mandó
pueblos del imperio romano á fuerza de los enor- llevarlo inmediatamente á un pueblo inmediato,
mes castigos que hacían los paganos en los ino- llamado Badalona, donde le decapitasen con otros
centes fieles. Llegó esta terrible tempestad á E s - setenta confesores de Jesucristo: cuya inicua pro-
paña con tanta violencia y con tal rigor, que en videncia se ejecutó en el día 23 de enero en prin-
pocos meses murieron un crecidísimo número de cipios del siglo IV, logrando todos por este medio
mártires sacrificados al furor de Daciano, gober- la apetecida corona del martirio.
nador de la provincia de Tarragona, uno de los
ministros más bárbaros que nombraron los empe- SAN PARMENAS.—Fué uno de los siete primeros diá-
radores dichos para llevar adelante sus impías in- conos que instituyeron y ordenaron los apóstoles
tenciones. Dejó esta fiera vestida en el exterior de en Jerusalén. Había ido á predicar el Evangelio al
la carne humana horrorosas señales de su i n h u - Asia, y estando en Filipis de Macedonia cumpliendo
manidad en todos los pueblos por donde hizo trán- su santo ministerio, recibió la corona del martirio,
sito, y habiendo sabido luego que se presentó en en tiempo del emperador Trajano, el año 110.
Tarragona los progresos que el famoso soldado
Anastasio hacía en la religión cristiana, estimán- LOS SANTOS SEVERIANO, Y AQUILA, SU MUJER—Vivían
dolos por un notorio desprecio de los edictos i m - estos dos santos esposos en Cesárea de Berbería,
periales, mandó á sus ministros que lo condujesen dedicados á las prácticas de piedad, y sobre todo
preso á aquella capital, que era donde tenían su al cuidado de los pobres de la iglesia, cuando por
residencia los gobernadores de la provincia. confesar públicamente la fe de Jesucristo fueron
Quiso Daciano probar la constancia del esforza- quemados vivos, mereciendo así la palma del mar-
do militar con ventajosas promesas, y con terri- tirio. Ignórase el tiempo de su muerte, aunque es
bles amenazas para obligarle á que sacrificase á de creer sería en el segundo ó tercer siglo, pues
los dioses romanos; pero viendo que de nada apro- sus nombres se hallan citados en las más antiguas
vechaban todos sus arbitrios, dio orden para que colecciones de santos.
lo pusiesen en un oscuro calabozo cargado de pe-
sadas cadenas, con ánimo de que perdiese la vida SAN ASCELAS Ó ÁSELA—Era de Antinoó, antigua
á fuerza de los trabajos y de las miserias de una ciudad de Egipto, y vivía en ella cuando se levan-
prisión dilatada; cuya idea adoptaron muchos ti- tó la cruel persecución de Diocleciano contra los
ranos por no padecer la vergonzosa confusión de nuevos fieles. Fué, pues, llamado á la presencia
verse vencidos de los ilustres mártires puestos en de Arriano, gobernador de la Tebaida, y negán-
cuestión de tormentos, como lo experimentaban dose valerosamente á adorar á los falsos dioses,
cada día á pesar de sus diabólicas invenciones. fué empalado, azotado, suspendido de un árbol y
Entró Anastasio lleno de alegría en la tenebrosa asaetado, y por fin precipitado en el Nilo, donde
cárcel, donde pusieron á su valor en las más t e - murió ahogado el día 21 de enero del año 287. Dos
rribles pruebas la intolerable hediondez, la densa días después fué recogido su sagrado cuerpo por
oscuridad del calabozo, la hambre, la sed, y otras los cristianos, y enterrado en lugar seguro y libre
innumerables penalidades; pero como sus deseos de las profanaciones de los infieles.
no eran otros que sacrificar su vida por amor de
Jesucristo, sufrió todas aquellas incomodidades, SAN MARTIRIO Ó MÁRTIR—Fué monje en el Abruzo
no sólo con inalterable paciencia, sino con un go- superior, de vida ejemplar, de caridad grandísima
zo extraordinario, como si pasara una vida deli- con los pobres, y de una humildad profunda. San
ciosa: es verdad que el Señor, que cuida de sus Gregorio papa refiere una porción de milagros con
siervos, templó las amarguras del ilustre joven que el cielo testificó las virtudes de este santo, y
con la abundancia de los interiores consuelos que singularmente la aparición del Salvador en forma
derramó sobre su dichosa alma. de pobre leproso. Floreció este santo durante el
Supo el bárbaro gobernador que en lugar de siglo VI.
abatir la fortaleza de Anastasio la dureza de la
prisión, le daba mayor aliento para declamar con- SAN EUSEBIO, ABAD Y CONFESOR-Vivió entre Antio-
tra las ridiculas supersticiones del gentilismo, y quía y Beroas; floreció en el siglo IV.
queriendo vengarse de aquel militar, que así d e s -
preciaba los decretos de los príncipes del mundo, Día 34
dio orden para que lo llevasen á Barcelona carga- SAN TIMOTEO, OBISPO Y MÁRTIR-La vida del bien-
do de cadenas. Intentó en aquella ciudad con nue- aventurado san Timoteo, discípulo del apóstol san
DÍA 24 ENERO 255
Pablo, obispo de Efeso, y mártir de Jesucristo, co- en su lugar á Timoteo, que fué obispo de Efeso,
legida del Breviario romano y de san Isidoro y Me- con grandísima santidad suya y edificación y apro-
tafrastes, es de esta manera: Nació san Timoteo vechamiento de toda la Iglesia del Señor; aunque
en Licaonia, y crióse en Listra. Su madre se llamó no vivió muchos años en aquella silla, porque ha-
Eunice, y su abuela Lois: de las cuales hace men- ciendo una fiesta los gentiles, en la cual e n m a s -
ción san Pablo, como de personas muy devotas y carados usaban de una bárbara crueldad contra
virtuosas. Eran judías, y su padre fué gentil. V i - los hombres y mujeres que topaban por las c a -
niendo san Pablo con san Bernabé á Listra, como lles, dándoles muchos golpes con unas mazas
se cuenta en los hechos apostólicos, y habiendo que llevaban en las manos, matando á muchos de
allí sanado á un hombre cojo, y movido mucho á ellos, pensando que con aquel sacrificio aplacaban
la gente con este milagro, entre los otros que e n - á sus dioses, el santo obispo los reprendió y pro-
tonces se convirtieron á la fe de Cristo, fué uno curó apartar de aquella sacrilega locura; y fué
Timoteo, cuyos padres hospedaron á los apóstoles tanto lo que se enojaron contra él, que le arroja-
en su casa, y les entregaron á su hijo, mozo de ron todo lo que les venía á las manos, y asiendo
buen ingenio y bien inclinado, y blando de condi- de él con gran crueldad y fiereza, le arrastraron
ción, para que le enseñasen y cultivasen de su y le dejaron por muerto. Los cristianos acudieron
mano. Y el apóstol san Pablo después le tomó en y le hallaron casi boqueando, y poco después dio
su compañía, y le tuvo por hijo y discípulo aman- su espíritu al Señor, y su cuerpo fué sepultado en
tísimo, enseñándole aquella doctrina que él había un lugar llamado Pión, con gran sentimiento y
aprendido en el tercer cielo, y llevándole consigo devoción de los fieles, hasta que el emperador
en sus peregrinaciones, como compañero suyo Constancio, hijo del gran Constantino, trasladó sus
carísimo. Y Timoteo con grande alegría le a c o m - santas reliquias á un templo que edificó en honra
pañaba, y pasaba los trabajos y peligros que cada de los apóstoles, y el emperador Justiniano le
día se le ofrecían, con grande esfuerzo y espíritu acrecentó y le hizo más suntuoso y magnífico. San
del Señor, sin tener cuenta con su flaqueza y poca Ignacio, en una epístola que escribe á los de Efe-
edad. Y asi san Pablo, en sus epístolas, unas v e - so, les dice: «Vosotros habéis conversado con P a -
ces le llama hermano, otras hijo carísimo y fiel blo, y con Juan, y con el fidelísimo Timoteo.» Y
en el Señor, otras ministro de Dios y coadjutor en otra epístola, que escribe á los de Filadelfia,
suyo en el Evangelio. Y en algunas de sus epísto- dice que Timoteo se debía contar entre los santí-
las pone en la salutación: «Paulo y Timoteo, s i e r - simos varones, que en virginidad y pureza pasa-
vos de Jesucristo,» como si fuesen aquellas epís- ron su vida. Murió san Timoteo á los 24 de enero,
tolas de ambos, y no de sólo san Pablo. Y final- en el año del Señor de 109, siendo emperador Tra-
mente, dice de Timoteo que hacía la misma obra jano. Y el mismo día celebra la Iglesia su fiesta.
de Dios que él, y que no tenía ninguno tan unido (P. Ribadeneira.)
consigo, y de un mismo corazón: que es grande
argumento de la rara virtud y altos merecimien- LA DESCENSIÓN DE NUESTRA SENORA.-En la cuidad
tos de este santo, pues aquel vaso escogido de Dios y arzobispado de Toledo se celebra una fiesta que
y órgano del Espíritu Santo, le quiso tanto y le es propia suya, y se llama la Descensión de nues-
estimó y alabó. Mas aunque 6 a n Timoteo fué tal tra Señora, y por otro nombre, Nuestra Señora de
como san Pablo le pinta, no por eso se descuidaba la Paz. Celébrase á los 24 días del mes de enero,
de sí, ni se desvanecía, antes era más humilde y y un día después de la fiesta de san Ildefonso.
más penitente. Afligía su carne para que su espí- Llámase la Descensión de nuestra Señora, por
ritu fuese más vigoroso y robusto, y padeciendo aquel favor incomparable y singular beneficio que
mucha flaqueza de estómago, y otras continuas hizo Dios nuestro Señor á la santa iglesia y ciudad
enfermedades, bebía agua con tanto rigor, que fué de Toledo, cuando la sacratísima Virgen María,
menester que el mismo apóstol le mandase que su madre y reina nuestra, á los 18 de diciembre,
bebiese un poco de vino, porque así convenia á su el día en que la misma ciudad hacía la fiesta de su
salud. No solamente fué discípulo tan amado de gloriosa Expectación, bajó del cielo, acompañada
san Pablo, y el que le siguió en muchos caminos, de innumerables ángeles y vírgenes, y con inmen-
y le sirvió, visitando en su nombre á los fieles, y sa claridad ilustró el templo de Toledo, y puso sus
consolándolos, y animándolos con su ejemplo y sagrados pies en el suelo, y se asentó en la cáte-
predicación, pero también fué discípulo ó hijo dra, de donde san Ildefonso solía predicar, honró
muy regalado del discípulo querido del Señor, san y vistió al santo prelado con una casulla, labrada
Juan Evangelista; el cual, antes que el emperador por manos de ángeles, y le mandó que usase de
Domiciano le desterrase á la isla de Pathmos, ella en sus solemnes fiestas. Y con este don celes-
vivía en Efeso, y de allí gobernaba á todas las igle- tial testificó cuan acepto le había sido el servicio
sias de Asia; y después que le desterraron, dejó que le hizo san Ildefonso, defendiendo la gloria de
256 LA LEYENDA DE ORO DÍA 24
su perpetua y virginal pureza contra los herejes quita, para ejercicio de su falsa religión. Estos
que la querían oscurecer é impugnar, y cuan agra- conciertos juró el rey D. Alonso, y habiendo
dable es al Señor la castidad entera y pura, que puesto presidio en la ciudad y dejado en ella á la
hasta el cabo, sin marchitarse, se conserva como reina D . Constanza su mujer, y al nuevo arzo-
a

flor hermosísima, y triunfa de todos los deleites y bispo electo D. Bernardo, se partió para Castilla.
apetitos sensuales de la carne, pues también por Estando ausente, la reina y el arzobispo, pare-
haberla guardado san Ildefonso, le dijo nuestra cióndoles cosa indigna de la piedad cristiana que
Señora que le daba aquella vestidura del tesoro de siendo los cristianos señores de la ciudad, el prin-
su hijo, como lo dijimos el día 23 de éste, en la vi- cipal templo de ella, consagrado, como dijimos,
da del mismo santo. Por haber sido este beneficio con la presencia de la Reina del cielo, sirviese á
tan señalado y para tanta gloria de san Ildefonso, Mahoma y fuese templo del demonio, se concer-
y honrado la iglesia y ciudad de Toledo, pues que- taron entre sí de tomarle un día con gente a r m a -
dó consagrada con la presencia de la Reina de los da, y purificarle y poner campanas en la torre
ángeles, y debajo de su singular protección, con como en la Iglesia católica se usa, y altares en el
mucha razón se ordenó, que cada año se hiciese emplo y decir misa en él: y así se hizo, sin tener
fiesta y memoria de este divino beneficio, y, por cuenta con el juramento que había hecho el rey,
no poderse hacer el mismo día que aconteció, que ni con el peligro que podían correr los cristianos
se traspasase á los 24 de enero, y se juntase con y la misma ciudad de perderse, por ser mucho
la solemnidad del mismo san Ildefonso, para que mayor el número de los moros que había en ella.
fuese más regocijada y solemne; porque verdade- Los cuales, cuando vieron que se les había qui-
ramente después que nuestra Señora santificó con tado su templo, se embravecieron sobremanera, y
su presencia el templo de Toledo, quedó él hecho tomaron las armas, juzgando que como se había
un santuario, y como un tabernáculo de Dios con quebrantado el juramento del rey en cosa tan
los hombres, y una morada de la misma Virgen; grave y que tocaba á su religión, también se que-
y por esta causa muchos reyes la escogieron para brantaría en lo demás, y se abriría la puerta á
sus sepulturas, y en ella bendecían y de ella saca- otros agravios, y á quitarles la libertad y exen-
ban los estandartes reales que llevaban á la g u e - ciones que tenían. Una sola cosa los consolaba y
rra; y de todas partes venían en romería á la santa detenía, que era saber cierto que lo que se había
iglesia de Toledo, como á casa consagrada de la hecho no había sido con voluntad del rey; el
Virgen, á pedir mercedes y favores de Dios, y hoy cual, en sabiendo lo que pasaba, como tan celoso
día vemos la devoción y reverencia con que se de su honra, vino volando á Toledo, con deter-
besa la piedra en que, por común tradición de pa- minación de hacer algún ejemplar castigo en la
dres á hijos, puso sus purísimos pies, cuando bajó misma reina D . Constanza su mujer, y en el ar-
a

del cielo. Y la casulla, que de su mano dio á san zobispo D. Bernardo, como quebrantadores de su
Ildefonso, está en la ciudad de Oviedo guardada palabra real, que tanto deben estimar los reyes.
en una arca de plata, con tan gran recato y ve- Súpose en la ciudad el sentimiento y enojo del rey,
neración, que no se atreven los prelados de aque- y la resolución con que venía. Saliéronle á reci-
lla iglesia á abrirla, por algunos castigos que bir los cristianos en procesión, vestidos de luto y
Dios ha dado á los que se arrojaron á hacerlo; llorosos para moverle con su aspecto, é inclinarle
porque el Señor quiere que los dones tan grandes á misericordia y perdón. Pero el rey tenía por tan
como éstos sean reverenciados y no manosea- grande afrenta suya el decirse que no cumplía su
dos, como se ve en lo que cuenta san Gregorio palabra, que no se ablandó ni aplacó, ni con las
papa haber acontecido á algunos que vieron lágrimas de la propia hija, que vestida de saco y
acaso las reliquias del glorioso apóstol san P a - cubierta la cabeza de ceniza venía en la procesión,
blo, y del fortísimo mártir san Lorenzo, los ni con otra cosa de las que v i o y oyó, hasta que
cuales, dice el santo pontífice, que dentro de po- los mismos moros, considerando su gran peligro,
cos días todos murieron. Esta es la causa de la y que si el rey por su respeto ejecutaba su saña
fiesta de la Descensión de nuestra Señora y de su contra la reina y contra el arzobispo, al cabo ellos
nombre. lo pagarían con sus cabezas, y los cristianos
Llámase también Nuestra Señora de la Paz, por vengarían aquella injuria, se echaron á los pies
la causa que aquí diré. Cuando el rey D. Alonso del rey, suplicándole humildemente perdonase á
el sexto ganó de los moros la ciudad de Toledo, la reina y al arzobispo, y se quedase con el t e m -
que fué el día de san Urbano, del año del Señor plo parauso de los cristianos, porque ellos lo t e -
de 1085, aunque otros dicen que fué el de 1083, nían por gran merced, y que si no les otorgaba
uno de los conciertos que se hicieron con los lo que le suplicaban, no volverían más á la ciudad,
moros que se rindieron á partido, fué que el t e m - antes se irían á vivir á otras partes. Maravillóse el
plo principal de la ciudad quedase por mez- rey y holgóse en gran manera, por haber hallado
DÍA 25 ENERO 257
salida tan buenaá negocio tan enmarañado y difi- t o s e n la I g l e s i a a n t e s d e s u m u e r t e , a c a e c i d a e n
cultoso, pues sin quebrantar su fe y palabra, sin 292 ó 294.
mengua de su honor, ni peligro de la ciudad, p o -
día mitigar su enojo y perdonar á la reina y al SAN SURANO.—Nació e s t e s a n t o e n Italia, de p a d r e s
arzobispo la culpa que tenían, nacida del celo c r i s t i a n o s ; y t o m ó tanta afición á la v i d a r e l i g i o s a
cristiano y piedad, y deseo de gozar de aquel y contemplativa, que desde s u s primeros años se
templo suntuoso, y adorar en él aquel Señor que le v e í a h u i r el trato y c o m p a ñ í a de l o s h o m b r e s ,
con admirable providencia había puesto su mano y e n t r e g a r s e todo á la o r a c i ó n y a u s t e r i d a d . A b r a -
en aquel negocio, desenmarañándole y acabándole z a d a la vida m o n á s t i c a , fué e l e g i d o l u e g o abad de
con tan gran suavidad y fortaleza. Con esto entró u n m o n a s t e r i o de Italia. E n la i r r u p c i ó n de l o s
en la ciudad el rey, con alegría y regocijo de los longobardos, y en las calamidades siguientes á
cristianos y de los moros, y la reina y el arzobis- tan g r a n t r a s t o r n o , s i r v i ó S u r a n o de m o d e r a d o r
po, libres ya del temor, quedaron muy contentos pacífico e n t r e v e n c e d o r e s y v e n c i d o s , y m u r i ó
con lo que habían hecho, y todos alabando y g l o - tranquilamente en su monasterio, en los últimos
rificando en el mismo templo al Señor, por las a ñ o s del s i g l o V I I , llorado de c u a n t o s t u v i e r o n la
misericordias que con ellos había usado; y para d i c h a de c o n o c e r l o .
que quedase memoria perpetua de este beneficio,
se instituyó esta fiesta y se llamó Nuestra Señora SAN MACEDONIO, ANACORETA Y CONFESOR-Floreció e n
de la Paz. (P. Ribadeneira.) S i r i a e n l o s p r i m e r o s s i g l o s de la I g l e s i a .

SAN BABILAS Ó BABILES.—Creado obispo de Antio- SAN CADACO Ó CADOE, ABAD Y CONFESOR-Fué abad de
quía, era tanto el celo con que cuidaba la Iglesia G a l e s ; l e m e n c i o n a B u t l e r .
de Dios, que pretendiendo entrar en la de Antio-
quía, sin duda para profanarla, el gobernador Día 35
Numeriano le repelió con violencia, manifestándo-
le que el pastor jamás podía permitir que el lobo LA CONVERSIÓN DEL APÓSTOL SAN PABLO.—El b i e n a v e n -
entrara en el redil. El gobernador, al verse así t u r a d o s a n G r e g o r i o p a p a d i c e , e n el libro d e s u s
rechazado por el santo prelado, manda prenderle d i á l o g o s , q u e e s m a y o r m i l a g r o dar D i o s v i d a á
y encarcelarle, y atormentado por muchos días, u n a l m a m u e r t a por el p e c a d o , q u e r e s u c i t a r de
viendo que permanecía fiel en la fe, dio orden la s e p u l t u r a u n c u e r p o m u e r t o ; p o r q u e e n lo u n o
para que fuese degollado, como se verificó en la r e s u c i t a la c a r n e q u e o t r a v e z h a de m o r i r , y e n
misma cárcel el día 2 4 de enero, reinando el e m - lo otro el a l m a q u e h a de v i v i r p a r a s i e m p r e . Y
perador Decio. Urbano, Prilidiano y Epolonio, á a f i r m a c o n m u c h a r a z ó n , q u e fué m a y o r m i l a g r o
quienes había el santo instruido en la fe, es co- el c o n v e r t i r D i o s á s a n P a b l o , q u e el r e s u c i t a r á
mún opinión que padecieron también el martirio L á z a r o de c u a t r o d í a s m u e r t o , y q u e olía m a l e n
con él. la s e p u l t u r a . ¡ G r a n d e o b r a y propia de l a m a n o
de D i o s e s c o n v e r t i r u n p e c a d o r , y de c u e r v o h a -
SAN FELICIANO—Fué consagrado obispo de F u l i g - c e r l e p a l o m a , d e lobo o v e j a , de e s c l a v o de S a t a n á s
no por el papa Víctor, y enviado por él á predicar hijo s u y o , y de c o n d e n a d o á l a s l l a m a s i n f e r n a l e s
á todas las regiones de Hungría. Trabajó m u - h e r e d e r o del c i e l o ! Y e s t a n g r a n d e y t a n m a r a v i -
chísimos años en la viña del Señor, hasta que, l l o s a , q u e e s m e n e s t e r todo el p o d e r d e D i o s p a r a
siendo de una edad muy avanzada, derramó su h a c e r l a , y e n ella s e m u e s t r a m á s q u e e n l a c r e a -
sangre por Jesucristo, en la persecución de Decio. c i ó n del m u n d o , y e n l a fábrica tan h e r m o s a y
a d m i r a b l e del u n i v e r s o , p o r q u e todas l a s c r i a t u -
LOS SANTOS MARDONIO, MAUSONIO, EUGENIO, Y MÉTELO.— r a s l a s c r i ó el s u m o Artífice p o r s u s o l a v o l u n t a d ,
Padecieron martirio en Neocesarea, y sus cuerpos y c o n d e c i r : Fiat lux, H á g a s e la luz, l u e g o fué
fueron quemados y las cenizas arrojadas al río. h e c h a la l u z , s i n r e p u g n a n c i a n i c o n t r a d i c c i ó n a l -
g u n a . M a s c o m o el h o m b r e t i e n e libre a l b e d r í o , y
SAN TIRSO, Y SAN PROYECTO.—Nada se sabe de estos e s s e ñ o r de sí y de s u v o l u n t a d , y D i o s e s tan
santos más que sus nombres. a m i g o de c o n s e r v a r s u s d o n e s , y d e n o q u i t a r n o s
lo q u e u n a v e z n o s dio, h a l l a r e s i s t e n c i a m u c h a s
SAN ZAMAS.^Fuó primer obispo de la ciudad de v e c e s e n el h o m b r e , p a r a h a c e r l e h a c e r lo q u e le
Bolonia en Italia, y ordenado por el papa san c o n v i e n e , y p a r a q u e s i g a el b e n e p l á c i t o de s u
Dionisio. Su pureza, su caridad y la santidad de s a n t a v o l u n t a d . P e r o a u n q u e en t o d a s l a s c o n v e r -
sus costumbres ganaban los corazones de todos. s i o n e s d e l o s p e c a d o r e s r e s p l a n d e c e el p o d e r i n -
Su celo tuvo la gloria de ver propagada la reli- finito y la s u m a bondad de D i o s , y p o r e s t a parte
gión por casi toda la Italia, y de dejar copiosos fru- se pueden llamar milagrosas, porque las fuerzas
TOMO i 33
258 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
humanas y de toda la naturaleza no pueden llegar conversión; porque puesto caso que es verdad,
á convertir un pecador, y de injusto hacerle justo, que considerando el afecto con que Dios ama á
todavía hay algunas conversiones muy extraor- sus criaturas, á todas ama con el mismo é igual
dinarias y singulares; en las cuales se echa más amor, porque en Dios no hay más ni menos, ni
de ver el brazo poderoso del Señor, y son más aumento ni mengua; pero mirando los efectos y
milagrosas y dignas de admiración, no solamente los dones que les reparte, el amor de Dios es des-
por el poder con que Dios las hace, sino por el igual, y mayor ó menor á la medida de las mer-
modo con que las hace. Tal es la conversión de cedes que les hace: porque como no sea otra cosa
san Pablo, de la cual dice san Gregorio que fué amar, sino querer bien, y el querer en Dios sea
más milagrosa que la resurrección de Lázaro, obrar, á quien hace más bien decimos que ama
y como á tal la celebra hoy la santa madre Iglesia más y quiere más. Esta es la primera causa por
con grande fiesta y solemnidad. Es cosa maravi- que la Iglesia militante, conformándose con la
llosa que habiendo Dios nuestro Señor convertido triunfante, celebra esta fiesta.
á tantos y tan grandes pecadores á penitencia, La segunda es, por la novedad y manera tan
y sacádolos de un abismo de tinieblas y maldades extraña con que Dios convirtió á san Pablo, el
en que estaban, á la luz de su conocimiento, y cual, siendo mozo y hebreo de nación y noble de
adornádolos con tan grandes merecimientos de linaje, déla tribu de Benjamín, y fariseo y ciuda-
santidad, de ninguno celebre la Iglesia el día de dano romano y discípulo de Gamaliel, y criado y
su conversión, ni la solemniza con tanta fiesta, enseñado desde niño en todas las ceremonias y
sino sola la de san Pablo, por ser cosa tan rara, ritos de la ley vieja, y celosísimo de que se guar-
tan nueva, tan admirable y tan provechosa para dasen al pie de la letra y de honrar á Dios en
toda la Iglesia. Moisés, creyendo que nuestro Señor le era con-
Declaremos aquí la razón de esta particulari- trario y no era el verdadero Mesías, sino un em-
dad, que hoy hace la santa Iglesia. Para lo cual se baucador y destruidor de la ley, juntando con el
debe advertir y considerar, que la Iglesia militante fervor de la edad aquel falso celo, se determinó á
y la triunfante son dos hermanas que se aman hacer guerra á sangre y fuego á Jesucristo y á to-
con muy estrecho vínculo de caridad, aunque la dos los de su valía. Para esto fué, en que los judíos
una está allá en el cielo, y la otra acá en la tierra; apedreasen á san Esteban, y para que estuviesen
la una en el puerto, y la otra en la mar; la mili- más desembarazados, él mismo les guardaba las
tante pelea, y la del cielo triunfa; la una trabaja, capas, apedreándole él con las manos de todos
y la otra reposa; la una y la otra se ayudan, y los que le apedreaban; y como él mismo dice de
tienen su correspondencia y comunicación. La sí, perseguía sobremanera la Iglesia del Señor,
triunfante no tiene necesidad alguna para sí, pero con propósito de arruinarla y asolarla: y como
tiénela para sus miembros, que acá en la tierra an- escribe san Lucas: Adhuc spirans minarum et
dan fatigados, y muchas veces enfermos y oprimi- coedis in discípulos Domini. Sobre las cuales pa-
dos. La militante está siempre en batalla, y t e - labras dice san Juan Crisóstomo: «¿Qué quiere
miendo ser vencida, pide socorro y favor á su decir todavía, sino declararnos que antes de aquel
buena hermana, y procura imitarla: y porque s a - tiempo había hecho muchos males? Pues ¿qué
be que en el cielo se hace fiesta solemne por la males había hecho? Antes pregunto yo, ¿qué mal
conversión de san Pablo, quiere imitarla en esto, no había hecho? Había' llenado de sangre á Je-
y juntar su gozo con el gozo de su hermana, y rusalén, había muerto á los fieles, afligido á la
la alegría de la tierra con el regocijo del cielo; Iglesia, perseguido á los apóstoles, apedreado
porque siendo verdad infalible lo que Cristo nues- á Esteban, y no perdonado á hombro ni mujer,
tro Señor dice por san Lucas, que hay más gozo porque no se contentaba con llevarlos á los tribu-
en el cielo por un pecador que se convierte y nales y acusarlos ante los jueces, sino que los bus-
hace penitencia, que por noventa y nueve justos, caba por las casas, y los sacaba de ellas, y como
que no tienen necesidad de ella; ¿qué rogocijo una fiera los arrebataba.» Esto es de Crisóstomo.
creeremos que se hace en el cielo por la conver- Estando, pues, aun en su mal intento, y perse-
sión de un tan gran pecador como fué Saulo, y verando en su maldad, y encarnizado en la sangre
que con tantas veras se volvió á Dios é hizo pe- y muerte de los inocentes, y no pensando de día
nitencia, y fué espejo de santidad, y un vivo r e - ni soñando de noche, sino cómo los había de
trato de Jesucristo? El gozo nace del amor, y don- acabar, y habiendo para esto sacado provisiones
de hay grande amor hay grande gozo, cuando se del sumo sacerdote para perseguir, prender y
alcanza lo que se ama, y poco gozo donde hay afligir á todos los cristianos, y yendo á D i m a s c o
poco amor. Y así, habiendo Dios amado tanto á para ejecutarlo, entonces le trocó Dios, y le c o n -
san Pablo, como adelante se verá, no es mara- virtió á su santo conocimiento. Otros pecadores,
villa que el cielo haga tan grande fiesta por su después de haber ofendido á Dios, tocados con su
DÍA 25 ENERO 259
bendita mano, se convierten; Pedro, después que mi corazón; ¿por qué me persigues ? Dos veces he
1

negó al Señor, se reconoció y lloró; David, d e s - venido por ti á la tierra, una en carne pasible
pués de haber cometido el adulterio, volvió en sí y mortal, y otra ahora inmortal y glorioso: he de-
é hizo penitencia; mas Pablo, en el mismo tiempo rramado por ti lágrimas, sudor y sangre; y ¿tú me
en que con tamo furor y rabia perseguía á Cristo persigues? ¿A mi, que por ti extendí mis manos en
y procuraba derramar la sangre de sus siervos, y una cruz, y he dado mi propia vida y la daría mu-
arrancar del mundo, si pudiera, la religión cris- chas veces, si fuese menester? ¿A mi, que te he es-
tiana, fué convenido del Señor. Al mismo tiempo cogido por mi capitán y por mi vaso de elección?
que estaba cometiendo un grave pecado mortal, y ¿A mi me persigues? Cosa maravillosa es conside-
encendido y engañado de su falso celo, echaba rar, que habiendo sido toda la vida de Cristo nues-
llamas* de fuego, y armado con la vara de la j u s - tro Redentor sembrada de trabajos, de persecucio-
ticia y de soldados, amenazaba tormentos y muer- nes y penas, y su sagrada pasión llena de tantas
tes á los amadores de Cristo, é iba á Damasco y tan inestimables afrentas y tormentos, nunca el
para ejecutar su furor, le salió al encuentro el Señor se quejó ni abrió su boca para decir: ¿Por
mismo Cristo, para pelear con él, y derribarle y qué me persigues? Vérnosle abofeteado, escupido,
rendirle, porque estando ya cerca de. la ciudad, azotado, espinado, escarnecido y pospuesto á B a -
súbitamente se v i o rodeado de una luz celestial, y rrabás: vérnosle enclavado en un palo, estirado su
cayendo en tierra, oyó una voz, como trueno e s - sagrado cuerpo, y descoyuntados sus delicados
pantoso, que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me miembros, corriendo arroyos de sangre de aque-
persigues? Y él, mas muerto que vivo, respondió: llas fuentes divinas, y no abrir la boca para que-
«¿Quién sois vos, Señor?» Y el Señor le dijo: Yo jarse: y ahora, con una voz espantosa y sonora,
soy Jesús, á quien tú persigues. Dura y difícil decir á Saulo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
empresa has tomado, coces tiras contra el aguijón. ¿Qué es esto, Señor? ¿Cómo podía Saulo persegui-
Y Saulo, temblando y despavorido, y como fuera ros á vos, siendo él un poco de polvo, y vos Rey
de sí, dijo: «Señor, ¿qué queréis que haga?» Man- de la gloria, y estando él en la tierra, y vos en el
dóle Dios que se levantase y entrase en la ciudad, cielo? Mas porque Saulo perseguía á los miembros
porque allí le dirían lo que había de hacer. Este de Cristo, como nuestra cabeza, tomaba por pro-
fué el modo con que Cristo nuestro Señor convir- pias las injurias que contra sus miembros se h a -
tió á Saulo. Para convertir á la ciudad de Nínive, cían. Y no habiéndose quejado de las injurias que
envió Dios al profeta Jonás; para convertir al pue- contra su propio y natural cuerpo habían hecho
blo de Israel, envió primero á Moisés, y después sus enemigos, ahora se queja por las que Saulo
á los otros profetas; para convertir al mundo, en- hace á su cuerpo místico, en tanta manera, que
vió primero á su unigénito Hijo, abatido y pobre, y no dijo (como bien notó el gran padre san A g u s -
después á los apóstoles desnudos y menosprecia- tín) ¿Por qué persigues á mis siervos, ó mis miem-
dos; mas para convertir á Saulo, el mismo Dios baja bros?, sino ¿Por qué me persigues á mi? Para que
de la diestra del padre a l a tierra, y viene glorioso por aquí saquemos el amor inestimable con que
y vestido de luz. Embistió á Saulo, penetróle el este gran Señor nos ama, y procuremos darle el
corazón con un rayo tan resplandeciente y eficaz retorno de nuestro amor, y juntamente entenda-
de esta luz, que en un punto vio que todas las mos el recato y aviso con que debemos vivir para
sombras y figuras y letras del Viejo Testamento y no agraviar ni ofender á nuestros prójimos, ni per-
todas las criaturas sin Cristo son menos que nada, seguir ni maltratar á los siervos y miembros de
y él solo es la verdad eterna, que á todas las cosas Cristo; porque él toma muy á su cargo la vengan-
da ser, y al que aquellas sombras y figuras de la za, y muchas veces castiga con mano más pesada
ley vieja representaban. Y fué tan excesiva esta lo que se hace contra ellos, que lo que se hace
divina luz que v i o Saulo, que quedó ciego, y per- contra sí.
dió la vista para todas las otras cosas del mundo.
La tercera razón por que la Iglesia santa hace
Díjole el Señor: Saule, Saule, ¿quid me perseque-
fiesta de la conversión de san Pablo, es por la ex-
ris? Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dos
celencia y perfección de todas las virtudes, que el
veces le llama para darle á entender que dos
Señor en esta conversión le comunicó. Los otros
veces había venido al mundo por él, y que e s -
pecadores, cuando se convierten, van poco á poco
taba en un sueño tan profundo, que para d e s -
conociendo y llorando sus pecados, enmendando
pertarle era menester la voz de Cristo que le lla-
sus vidas, y volviéndose á Dios, y pasan grandes
mase, no una, sino muchas veces. Saulo, Saulo,
dificultades, en vencer los siniestros y malos h á -
¿por qué me persigues? Yo soy dulce y amoroso, y
bitos de su vida pasada, y entregarse de veras á
nunca te he ofendido, antes siempre he procu-
Dios. Mas á san Pablo parece que luego le d i o el
rado y deseado tu salud, y soy tu intimo y cor-
Señor la llave de sus tesoros, y las riquezas de sus
dial amigo, y deseo que mores en el centro de
dones y de su amor, porque de tal manera le arre-
260 LA LEYENDA DE ORO DÍA 25
bato y transformó en si aquella luz soberana y valor con que antes había perseguido á Jesucris-
aquel ímpetu de la divina gracia, que le mudó de to, y mucho mayor, le predicaba á los judíos de
pies á cabeza, y de perseguidor le hizo predicador, Grecia, los cuales también le quisieron matar.
de león cordero, y de lobo pastor; y el que antes Fué asimismo admirable la conversión de san
procuraba matar á los cristianos, luego comenzó Pablo, no solamente por haberle Dios derribado y
á desear morir por Cristo, con tanto afecto y fer- alumbrado y adornado de tantas virtudes, mas
vor, que ningún género de tribulación y fatiga le también por haberle después arrebatado hasta el
parecía grave padecida por Cristo. La hambre y tercer cielo, en donde, no con los ojos del cuerpo,
sed, la pobreza y desnudez, la cárcel y tormentos, sino con los del alma, vio claramente todo lo que
el cuchillo y la misma muerte, por más horribles Cristo había padecido y obrado en la tierra, y los
y crueles que fuesen, no llegaban á medida del íntimos pensamientos, dolores, afectos y deseos
encendido deseo y ansia que tenía de morir por de su amoroso corazón. Vio todo lo que obraba
su Señor; con el cual se abrazó tan fuertemente, Cristo en sus escogidos y en los bienaventurados,
que por ganarle, todas las cosas del mundo, por como cabeza y principe de las potestades del cielo
más lucidas que fuesen, eran para él, como él mis- y de la tierra, á la cual volvió Pablo para poder
mo lo dice, un poco de estiércol y basura, que se aprovechar á los otros, quedándose su espíritu
huella y trae debajo de los pies. ¿Quién imitó más allá en el cielo con Cristo; y por esto dice: «Nues-
á Jesucristo que el mismo san Pablo, que se nos tra conversión está en el cielo, y mi vida es Cristo,
pone por ejemplo, y nos exhorta á que le imite- y morir por él es ganancia para mí;» y quedó tan
mos, porque él es imitador de Cristo? ¿Quién s i - transformado en Cristo, que á su alma propia, que
guió más á Cristo crucificado que el mismo san Pa- era forma de su cuerpo, no la tenía por tan íntima
blo, que dice que estaba crucificado con Cristo en y propia como al mismo Cristo, que daba vida al
la cruz, y que toda su gloria era la cruz de Cristo, alma de Pablo, y resplandecía en su corazón, y
y que no sabía otra cosa sino á Cristo crucificado, rebosaba en su boca y en toda su conversación.
y que en su cuerpo traía impresas las estigmas, Otra razón hay, y es la cuarta, por la cual la
señales y llagas de su Señor Jesucristo, y todo su santa Iglesia hace fiesta de la conversión de san
gozo y triunfo era verse aherrojado y cargado de Pablo, por el fruto inestimable que desta conver-
prisiones y cadenas por él? ¿Quién podrá, aunque sión ha recibido, no sólo por tener en san Pablo
tenga lenguas de ángeles, explicar las virtudes de un dechado de toda virtud, el más acabado y per-
san Pablo, y lo mucho que D i o s l e dio en estacón- fecto que de los santos penitentes hay en la Igle-
versión? ¡Qué fe tan viva! ¡Qué esperanza tan sia, sino también por lo mucho que él trabajó en
cierta! ¡Qué caridad tan encendida! ¡Qué humildad plantarla, regarla, dilatarla y extenderla por el
tan profundad! ¡Qué prudencia tan perfecta! ¡Qué mundo, con tantas fatigas, sudores, persecuciones
paciencia tan invencible! ¡Qué celo y fervor tan y aflicciones que tuvo, como se ve en lo que el
abrasado de la salud de las almas! ¡Qué conoci- mismo apóstol escribe de sí, y san Lucas de él en
miento de su nada, y estima, aprecio y predicación el libro de los hechos apostólicos; y mucho más,
de la divina gracia! ¡Qué colmo de todas las virtu- por aquella admirable y divina filosofía con que
des tan macizas, tan heroicas y divinas, que cada enseñó á toda la Iglesia, y le dio doctrina hasta
una dellas mirada por sí espanta y basta para sus- el fin del mundo; porque sin duda que quien l e -
pender cualquiera entendimiento humano! Luego yere sus epístolas, hallará en ellas tanta e x c e l e n -
que entró en Damasco, y por mano de Ananías cia de doctrina, y un espíritu tan levantado y tan
recibió la vista y fué bautizado y reengendrado en superior á todos los demás, que parece que la voz
Cristo, lleno ya del Espíritu Santo, se fué á las si- de Pablo no es voz de hombre, sino de ángel, y de
nagogas de los judíos, y les predicaba á Jesucris- un cantor divino, que sobre el canto llano de los
to, y los confundía, probando por las Escrituras evangelistas echa un contrapunto con tan suave
que era el Mesías y verdadero Hijo de Dios, con música y melodía, que suspende con maravillosa
tanta fuerza y eficacia, que no pudiendo resistir á dulzura las almas purificadas y dispuestas para
sus razones, y á la gracia del Señor que hablaba sentir la grandeza de los misterios del cielo. En
por él, le quisieron matar. Fué después á Jerusa- ellas nos descubre las riquezas infinitas de la
lén, y aunque los discípulos de Cristo al principio bondad del Padre Eterno, que por la encarnación
no se osaban fiar de él, temiendo aquella braveza y pasión de su Hijo nos redimió, honró y resucitó
y furor con que antes los perseguía, pero después de muerte á vida, y esto por la benignidad y blan-
que Bernabé le llevó á ellos, y entendieron de él dura de nuestro Dios, y no por nuestra justicia, sino
mismo lo que le había acontecido en el camino de por sola su misericordia, por la cual nos quiso
Damasco, y como Dios le había alumbrado y ren- salvar. En ellas se ve la grandeza de la caridad
dido, se sosegaron, y con increíble gozo le admi- de Cristo para con los hombres, pues murió por
tieron en su compañía; y él, con el mismo brío y los pecadores y por sus enemigos, dándonos e s -
DÍA 25 ENERO 261
peranza que pues Dios nos dióá su Hijo, no habrá que sucedió, que fué á los 25 de enero del año del
cosa que nos niegue por él, que es nuestro aboga- nacimiento del Señor de 36, y el segundo después
do, nuestro propiciatorio, nuestro sacerdote y pon- de su gloriosa Ascensión, como lo prueba el c a r -
tífice, nuestra sabiduría, nuestra justicia, nues- denal Baronio con Usuardo. Y dice el mismo B a -
tra santificación y redención. En ellas nos pone ronio, que en el lugar donde sucedió la conver-
delante, que nuestros pecados fueron los sayones sión de san Pablo, hay hasta hoy día una Iglesia
que pusieron al Hijo de Dios en la cruz, y que los en memoria de ella, la cual está cerca de la ciudad
que pecan, cuanto es de su parte, le vuelven otra de Damasco, y tráelo san Agustín, en el sermón
vez á crucificar. Y de aquí nos exhorta á aborre- treinta y cuatro: san Gregorio, escribiendo sobre
cer con sumo odio los pecados, y á mortificar los reyes y declarando aquellas palabras: ¿Num
nuestra carne para corresponder en alguna m a - Saúl ínter profetas? ¿Es posible que Saúl ande
nera al que por nuestro remedio consintió que entre los profetas? Dice que también se puede
la suya fuese sacrificada. Pero no es maravilla decir: ¿Num Saulus ínter apostólos? ¿Es posible
que quien fué vaso escogido del Señor, y arreba- que Saulo se cuente en el número de los apósto-
tado hasta el tercer cielo, y allí oyó palabras tan les? Y que la conversión de san Pablo es como
misteriosas y profundas que lengua humana no proverbio para el pecador; y añade: «Cualquiera
puede explicar, hable tan altamente de los mis- pecador oiga la conversión de san Pablo, y por
terios que allí había visto y comprendido. Lo muchos pecados que tenga, no desconfíe de alcan-
que admira es verle bajar de allá del cielo á ha- zar perdón; porque el que echaba fuego y tenía
cer, ya oficio de labrador, que cultiva el campo sed de la sangre y de la muerte de los discípulos
de la Iglesia; ya de arquitecto, que la edifica; ya del Señor, y los afligía y perseguía, y guardaba
de médico, que la cura; ya de soldado, que la los vestidos de los que apedreaban á san Esteban,
defiende; ya de doctor, que la enseña; ya de p a - después que se convirtió, alcanzó el principa-
dre, q u e l a engendra; ya deama, que lada el pecho do de toda la Iglesia; para que ningún pecador
y la cría con su leche; ya de juez severo, que r e - desespere, sino que entienda, que no solamen-
prende y castiga; ya de madre piadosa, que halaga te podrá alcanzar perdón de sus pecados, sino
y regala; y que no hay estado en la Iglesia, que llegar á la corona, si animosamente pelea é imita
en las epístolas de san Pablo no tenga su par- á san Pablo.» Todo esto es de san Gregorio; para
ticular enseñanza y doctrina, porque él nos de- que el pecador no pierda la esperanza, y el justo
clara cuáles deben ser los ministros de la santa no menosprecie al pecador, porque no sabe si él
Iglesia, y las virtudes con que deben resplande- caerá de la justicia en que está, y el pecador se
cer los prelados y maestros de ella, y la cuenta levantará y vendrá á ser gran santo. Aunque
que les pedirá Dios de cada una de sus ovejas. ninguno por ver esta conversión de san Pablo tan
Enseña lo que deben hacer los principes con sus milagrosa, ha de tomar ocasión para estarse en
vasallos, y los vasallos con sus principes; los pa- sus vicios, creyendo que Dios á la postre le c o n -
dres con sus hijos, y los hijos con sus padres; los vertirá y usará de la misericordia que usó con san
amos con sus criados, y los criados con sus amos, Pablo; porque éstos son dones extraordinarios de
los señores con sus esclavos, y los esclavos con Dios, y lo ordinario es, que quien vive mal, muere
sus señores; los casados entre sí, las vírgenes y mal; y muchos que perseveran en sus maldades
las viudas, los mozos y los viejos, los ricos y los aguardando su conversión, hallan su condena-
pobres; finalmente, no hay hombre ni mujer que ción. Supliquemos todos al Señor que nos dé luz
no pueda beber de esta fuente universal y copio- y fuerzas para conocer y amar su bondad, é
sísima de la doctrina divina de san Pablo. Por imitar á este gloriosísimo apóstol, poniéndonos
donde con mucha razón la santa Iglesia, en la todos en sus benditas manos, y diciendo con el co-
oración de hoy, dice que Dios enseñó á todo el razón, con la lengua y con las obras: Domine, ¡quid
mundo por san Pablo, y le llama doctor de las me vis faceré? Señor, ¿qué queréis que haga? To-
gentes, y por excelencia el apóstol; porque entre mando por regla y nivel de nuestra vida su san-
todos los apóstoles más se esmeró y más trabajó, tísima voluntad. El nos la conceda por la interce-
y más provecho hizo con su predicación y con las sión y méritos de este gloriosísimo apóstol. Amén.
catorce epístolas que escribió, que, como dice san (P. Ribadeneira.)
Cirilo Jerosolimitano, quiso Dios que fuesen más
en número que las de todos los tres apóstoles, SAN ANANÍAS.—Instruido por los apóstoles, seguía
porque no se podía tachar el testimonio del que la ley santa del Señor, quien se le apareció en
antes había sido enemigo y perseguidor de la Damasco, ordenándole fuera á encontrar á Pablo,
Iglesia. Por estas causas con mucha razón se debe convertido ya, y le restituyó la vista y bautizó.
celebrar la fiesta de su conversión, más que la de Dedicóse con mucho celo á la predicación del
otro algún santo; la cual celebra la Iglesia el día Evangelio, no sólo en Damasco, sino también en
262 LA LEYENDA DE ORO DÍA 26
Eleuterópolis y otros puntos, y se sabe que de esperaban. Su integridad, su penitencia, su hu-
orden del juez Licinio fué azotado y apedreado, mildad y la gracia especial con que el Señor le
en cuyo tormento entregó su alma al Criador. favorecía, le hacían el alma de todos los negocios,
el arbitro de todas las contiendas, el iris de paz y
LOS SANTOS JUVENTINO, Y MÁXIMO—Fueron martiri- de ventura para todos los atribulados que á él se
zados en Antioquiaen tiempo de Juliano Apósta- acercaban. Finalmente, después de una vida larga
ta. En la festividad del triunfo de estos santos é ilustre en virtudes y milagros, murió Poppón
predicó un sermón al pueblo san Juan Crisós- en el monasterio de Arras en Francia, el día 25
tomo. de enero del año 1048.

LOS SANTOS PROYECTO, Y MARINO-Fué el primero SAN APOLO, ABAD Y CONFESOR—Murió por los años
natural y obispo de Claramoute en las Galias, y de 400, siendo abad de la Tebaida.
destinado desde el vientre de su madre para vaso
de elección y lumbrera de la santa Iglesia. Elegi- SAN PÜBLIO, ABAD Y CONFESOR-Floreció por los años
do obispo en 672, se encargó con repugnancia de de 369, siendo abad de Keugma.
un cargo que creía superior á sus fuerzas; pero
en su desempeño acreditó la predilección con que Día 36
el cielo favorecía sus trabajos. Dotado de un amor
entrañable á la justicia, y de un celo ardiente por SAN POLICARPO, OBISPO Y MÁRTIR—La vida y marti-
la gloria de Dios, reprendía con santa libertad los rio de san Policarpo, obispo de Esmirna, sacare-
excesos de los grandes y poderosos, que viéndose mos de lo que de él escribieron san Ireneo, obispo
contrariados en sus caminos por un pobre obispo, de León y mártir, que le conoció; Eusebio Cesa-
determinaron vengarse y perderle. Así lo hicie- riense en su historia; san Jerónimo en el libro de
ron, en efecto, inventando viles é infames calum- los escritores eclesiásticos, y el clero de Esmirna,
nias; y no desistieron de su criminal propósito que se halló presente á su gloriosa muerte. Fué
hasta que lo hicieron condenar á muerte. Alcanzó san Policarpo varón de gran santidad, de raras
también con él la palma del martirio san Marino, letras y alto ingenio; conoció á muchos discípulos
vecino de la misma ciudad, unido á Proyecto por del Señor, y trató familiarmente con ellos, y par-
los vínculos de la religión y de la más pura amis- ticularmente con el discípulo amado san Juan
tad, y envuelto con él en las perfidias de aquella Evangelista, el cual fué padre y príncipe de todas
terrible persecución. Nuestros santos acabaron las iglesias de Asia, y de su mano hizo obispo
sus días el 25 de enero del año 681. de Esmirna á Policarpo, como á varón digno de
aquel lugar y sublime ministerio. Estando Poli-
LOS SANTOS DONATO, SABINO, Y ÁGAPE,—Nada hay de carpo en la Iglesia, hubo grandes dudas y dificul-
estos santos más que sus nombres continuados en tades entre los cristianos acerca del tiempo en
casi todos los martirologios, ignorándose el lugar que se había de celebrar la Pascua de resurrec-
y el año de su muerte. ción; y para tomar buena resolución y acertado
asiento en ellas, se determinó san Policarpo á ir
SAN BRETANIÓN.—Floreció en el siglo IV, y fué en persona á Roma, para conferir sus dudas con
obispo de Tomis en la Escitia. Fué constante im- san Aniceto papa, que á'la sazón era vicario en
pugnador de los arríanos, y por no quererse adhe- la tierra de Cristo nuestro Redentor. Llegado á
rir á comunicar con ellos, sufrió el destierro y Roma, hizo reverencia á san Aniceto; confirió sus
varias persecuciones; pero el Señor recompensó dudas, propúsole sus dificultades, y lo que él
su paciencia y su constancia, dándole el consuelo mismo había aprendido de su maestro san Juan
de morir entre sus ovejas por los años 380 ó 381. Evangelista y de los otros discípulos del Señorj-y
sabiendo que Valentino y Marción, herejes, s e m -
SAN POPPÓN.—Célebre abad del siglo XI, de ilustre braban en Roma su perversa y diabólica doctrina,
cuna, de grandes riquezas, y dotado de todas las comenzó san Policarpo á predicar y exhortar á
prendas personales que ofrecen en el mundo todos los fieles, que se guardasen de ellos como de
prosperidad y vida gozosa, todo lo cual renunció serpientes y enemigos de Jesucristo, y que s u p i e -
para seguir solamente á Jesucristo. Pasó sus pri- sen cierto, que no era aquélla la doctrina de los
meros años en la carrera de las armas, su j u v e n - apóstoles y del mismo Señor, que por medio de sus
tud en viajar por los santos lugares de Jerusalén discípulos se la había enseñado, y de cuyas fuentes
y de Roma, y el resto de su vida entregado á él había bebido; y para moverlos á más aborrecer
obras de oficiosa caridad entre los pobres y d e s - á los herejes y huir totalmente de su conversa-
venturados de la tierra, y de fervorosa contem- ción, les contaba que yendo una vez san Juan
plación de los dones magníficos que en el cielo le Evangelista, su maestro, acompañado de muchos
DÍA. 26 ENERO 263
discípulos, á unos baños donde se estaba lavando de los cristianos de Asia, y creyendo que derri-
Cerinto, hereje, les dijo el santo apóstol: «Huya- bándole á él caería el edificio que sobre él susten-
mos de aquí y vamonos presto; porque no caigan taba, comenzaron á buscarle para darle muerte.
y nos tomen debajo estos baños, en los cuales se No se alteró ni mudó san Policarpo por saber que v

lava Cerinto, enemigo de la verdad.» Y el mismo le buscaban, ni dejó de hacer lo que hacía por
san Policarpo, andando un día por Roma, encon- miedo ni espanto; mas pudo con él tanto la cari-
tró con Marción hereje, y en viéndole, volvió el dad y los ruegos de muchos cristianos y amigos
rostro y se apartó por no hablarle. Notó esto Mar- suyos que le importunaban que saliese de la
ción, y como hereje desvergonzado, se llegó á Po- ciudad, que por darles contento se salió á una
licarpo y le dijo: «¿No me conoces?» «Sí, conozco,» casa de campo donde estuvo escondido algunos
dijo Palicarpo. «Pues ¿quién soy yo?» «Tú eres, pocos días, haciendo continua y fervorosa oración
dice, el hijo primogénito de Satanás.» Para darnos al Señor por la paz de la Iglesia. Tres días antes
á entender, que aunque todos los pecadores por que fuese preso, una noche, durmiendo, tuvo en
imitación son hijos de Satanás, como los justos lo sueños una revelación de Dios, acerca del martirio
son de Dios, pero que el hereje es como su hijo que había de padecer por su amor. Parecíale que
primogénito y mayorazgo, porque es el que más se abrasaba y consumía con llamas la almohada
le imita, y el que más le ama y mejor hace sus en que tenía reclinada la cabeza; y conociendo lo
negocios. Convirtió san Policarpo en Roma mu- que aquel fuego significaba, luego llamó con
chos herejes á la fe católica con su santa doctrina y grande alegría á sus amigos y les dijo: «Tened por
ejemplo, y volvióse á su iglesia de Esmirna, para cosa cierta que yo tengo de ser quemado vivo, y
apacentar sus ovejas y defenderlas de los lobos que esto será dentro de pocos días. Alabado sea y
infernales, como bueno y cuidadoso pastor. Es- glorificado para siempre mi dulcísimo Señor J e -
tando en Esmirna, pasó por allí el fortísimo már- sucristo, que me quiere hacer digno de la corona
tir de Jesucristo san Ignacio de camino para del martirio.» Pero aunque el santo estaba tan
Roma, adonde iba condenado á los leones; y san gozoso y regocijado esperando la muerte, vencido
Policarpo le acogió y regaló, teniéndole grande de la importunidad de los que estaban con él, se
envidia porque iba á morir por Cristo antes que pasó á otra casa donde pensaron que estaría más
él. Con el ejemplo vivo de san Ignacio animaba y seguro; mas no fué así, porque viniendo los
esforzaba á padecer mucho por el Señor á todos ministros de los emperadores de allí á tres días á
los fieles que allí estaban; y san Ignacio, después buscarle, le hallaron por indicio de dos mucha-
que partió de Esmirna, escribió un carta admira- chos, á los cuales prendieron, y al uno azotaron
ble a s a n Policarpo, dándole cuenta de su viaje, y para que dijese la verdad. Entraron los sayones en
se encomienda á sus oraciones. la casa donde estaba san Policarpo, y aunque él
En este tiempo, siendo ya emperador Marco pudiera fácilmente escaparse, no quiso, antes
Aurelio Antonino, y Lucio Vero, se levantó contra volviendo los ojos al cielo, y diciendo «Señor,
la santa Iglesia la cuarta persecución, que fué hágase en todo vuestra voluntad,» bajó la escalera
muy cruda y espantosa; porque los presidentes y para recibir y agasajar á sus mismos enemigos;
ministros de los emperadores atormentaban con mandóles aparejar de comer, y con gran sereni-
atrocísimos tormentos á todos los cristianos que dad y majestad de rostro les rogó que comiesen, y
podían haber á las manos, y aquel se tenía por que entretanto le diesen una horade tiempo para
más excelente y aventajado juez, que más sangre recogerse y encomendarse á Dios. Ellos comieron,
de cristianos derramaba; y no se oía hablar por y él oró y comió de aquel manjar de vida que se
las ciudades, villas y lugares, sino de nuevas la había de dar en los tormentos y en la muerte
penas y nuevos y exquisitos tormentos que contra misma. Fué tanto lo que los impíos ministros se
los cristianos se inventaban. Llegó la furia de esta maravillaron del aspecto venerable de Policarpo,
tempestad á la provincia de Asia y á la ciudad de de la dulzura de sus palabras, de la cortesía y
Esmirna. El santo pontífice Policarpo velaba sobre buen tratamiento que les hizo, y de la alegría y
su grey, consolaba los afligidos, esforzaba los contentamiento que mostraba, que en cierta m a -
flacos, socorría á los menesterosos, y daba á todos nera les pesaba de haber venido, y comenzaron á
las ayudas y favores que podía, y en aquella tan decir: «¿Es posible que por este viejo, digno de
brava tormenta se hallaba con un ánimo sosega- tanto respeto, se hacen tantas diligencias y tantas
do y seguro, porque estaba asido y abrazado con pesquisas, se envían tantos soldados, tantos e s -
Dios, á quien continuamente suplicaba se apiada- pías, y se echan tantas redes para afligirle y a c a -
se de su Iglesia, y diese fin á aquella tribulación, barle?» Mas al fin, por hacer lo que les habían
ó esfuerzo para llevarla con fortaleza y paciencia. mandado, le prendieron, y puesto sobre un jumen-
to, le llevaron á la ciudad. Toparon en el camino
Entendieron los enemigos de Dios la resisten-
con el prefecto de la paz, que se llamaba Herodes,
cia que les hacía Policarpo, y que él era el pilar
264 LA LEYENDA DE ORO DÍA 26
y con su padre Niceta, que eran hombres de m u - sustenta con la muerte de los que viven en él. No
cha autoridad; los cuales tomaron á Policarpo en pienses que me tengo de espantar con tus amena-
su coche, y le comenzaron á persuadir, que pues zas: llama á las bestias, enciende el fuego, que
no tenía fuerzas de mozo para resistir, ni sus ca- aquí estoy.» Esto decía el bendito santo con un
nas eran ya para lidiar con los magistrados y rostro alegre y apacible, y con un semblante m e -
tormentos, que mirase por sí y viviese lo que le surado, y con unas palabras tan sosegadas y g r a -
quedaba de. vida con descanso y quietud, obede- ves, que el procónsul, con estar tan indignado
ciendo á los emperadores; y que esto le decían contra él, quedó maravillado y atónito; pero al fin
como amigos, por el amor que le tenían. Callaba mandó que el pregonero allí en el teatro con alta
el santo, y, como se dice, á palabras locas hacía voz dijese que Policarpo había confesado ser cris-
orejas sordas, hasta que viendo que porfiaban y tiano. Entonces todo el pueblo, que era de genti-
le quebraban la cabeza, les dijo: «Señores, no les, judíos y herejes, alzaron á una la voz y cla-
perdáis tiempo, porque yo jamás haré lo que me maron, diciendo con grandes alaridos cuanto más
aconsejáis.» Entonces ellos se enojaron contra podían: «Este es el destruidor de los dioses; éste
Policarpo, y le denostaron y echaron del coche el maestro de los magos y cristianos; muera,
con palabras injuriosas, y con tal furor, que casi muera quemado vivo en el fuego.» Y con gran
le acabaran, y gravemente se hirió y lastimó en priesa comenzaron á traer leña y sarmientos para
una pierna. Mas el santo, sin hacer caso de su hacer, grande hoguera, y el santo viejo Policarpo
dolor ni de su afrenta, iba con grande ánimo y con gran presteza desnudó sus vestidos, calzas y
esfuerzo á la pelea. Lleváronle al procónsul, que zapatos. Quisiéronle allí enclavar en un madero,
estaba en el teatro, y antes de entrar en él oyó para que con el dolor y pena que le causaría el
una voz del cielo que le decía: «Ten buen ánimo, fuego, no se menease; mas el santo dijo á los mi-
Policarpo, y trata valerosamente el negocio de nistros: «No me enclavéis, que yo espero en aquel
Dios.» Muchos de los fieles oyeron esta voz, aun- Señor que me da ánimo para sufrir el tormento
que ninguno vio al que hablaba. Con ella armó el del fuego, que me le dará también para estar que-
Señor á su soldado contra las voces furiosas y do en él y sin menearme, aunque no esté atado.»
clamores del pueblo, que contra él se levantaron. Y con esto lo dejaron, atándole solamente las
Preguntóle el procónsul si era Policarpo obispo, manos atrás, y le echaron en el fuego; y el santo,
y el santo respondió que sí. Aconsejóle que jurase ofreciéndose como un holocausto vivo y oloroso
por la fortuna de los emperadores y blasfemase á al Señor, comenzó á orar de esta manera: «Reci-
Cristo; y él, con grande autoridad y reposo, le bid, ¡oh Padre Eterno!, en sacrificio aceptable, esta
respondió unas palabras dignas de Policarpo: mi vida, que vos mismo me habéis dado. Vos sois
«Ochenta y seis años, dice, ha ya que yo sirvo á Señor del universo, vos sois Padre de mi Señor
Jesucristo, y en todo este tiempo nunca me hizo Jesucristo, por el cual os habernos conocido, y el
mal, antes siempre he recibido de su mano mu- que por nosotros se ofreció en la cruz, y yo por
chos y grandes favores. Pues ¿cómo queréis que él mismo ahora me ofrezco á vos en la confesión
yo blasfeme á quien tanto bien me ha hecho, y me de su santa fe, para honra y gloria perpetua
crió y conserva la vida, y sea desagradecido á tan vuestra y suya. Yo os hago infinitas gracias por
buen Dios y Señor?» Y tornando el juez á apretar- haberos dignado de ponerme en el número de
le, respondió con gran libertad: «¿Quieres por vuestros bienaventurados mártires, y haberme
ventura probar si soy cristiano? Yo te digo libre- hecho particionero del cáliz y pasión de mi buen
mente que lo soy, y si quieres saber lo que encie- Jesús. Yo os alabo y ensalzo y bendigo, junta-
rra en sí este nombre de cristiano, dame un día de mente con vuestro unigénito Hijo, que es sumo
tiempo desocupado, que yo te lo diré.» A esto res- sacerdote y pontífice eterno, y vive y reina con
pondió el procónsul: «Lo que me quieres decir á vos y con el Espíritu Santo en los siglos de los
mí, dilo aquí al pueblo.» Y Policarpo dijo: «A ti siglos.»
de buena gana daré razón de lo que quisieres, Apenas pudo concluir esta oración tan afectuo-
porque nosotros estamos obligados á honrar á los sa y decir «Amén,» cuando el verdugo puso fuego
magistrados y obedecerlos en todo lo que nos á la leña aparejada, y luego se emprendió; y para
mandaren, como no sea contra Dios; mas el pue- que se viese como todas las criaturas obedecen al
blo es bestia de muchas cabezas, y ahora no es Señor, el fuego no tocó al santo ni le quemó, antes
capaz, ni está dispuesto para oir los misterios di- estaba á manera de una bóveda, ó de una vela de
vinos.» «Mira, dijo el procónsul, que te haré que- nave que navega hinchada con próspero viento,
mar aquí vivo ó despedazar de las fieras.» R e s - y dentro de su seno parecía el cuerpo del santo,
pondió el santo: «Yo no temo este fuego corporal no como carne quemada, sino como oro resplan-
que mata el cuerpo y en un momento se acaba. deciente en el crisol, y las mismas llamas, para
Aquel fuego temo que dura para siempre, y se mayor milagro, echaban de sí un olor suavísimo,
DÍA 26 ENERO 265
como de incienso derretido en las brasas, ó de un SANTA PAULA, YIÜDA Y ABADESA.-La vida de la
ungüento suavísimo. Pero como los ministros bienaventurada santa Paula escribió el gran doc-
impíos viesen que no se podía acabar la vida del tor de la Iglesia san Jerónimo, consolando á
santo con fuego, determinaron acabarle con e s - santa Eustoquia su hija, con admirable estilo y
pada, y no perdonar al que las llamas perdona- elocuencia; y resumiéndola brevemente, fué de
ban; y así le pasaron el cuerpo con la espada, y esta manera: Si todos los miembros de mi c u e r -
salió de él tan gran copia de sangre, que apagó el po, dice san Jerónimo, se tornasen lenguas, y
fuego, volando el alma gloriosa al cielo para gozar todas sus partes pudiesen formar voz humana, no
eternamente de Dios; y con el santo murieron bastarían para explicar dignamente las altas vir-
otros doce, que habían venido de Filadelfia. D e - tudes y alabanzas de la venerable Paula, Fué
searon mucho los cristianos tomar su cuerpo para noble por su sangre, y muy más noble por su
honrarle y reverenciarle; mas los judíos hicieron santidad. Fué en otro tiempo poderosa en rique-
tanto ruido y alboroto, que el presidente le mandó zas y bienes de fortuna, y en el presente es más
quemar, como se hizo; y después los cristianos insigne, por verse pobre por Cristo. Descendía de
recogieron aquellas sagradas reliquias y huesos, los Scipiones y Gracos, ilustrísimos linajes roma-
y los colocaron en lugar decente, honrándolos nos. Dejó á Roma por Belén, y trocó los palacios
como reliquias de tan grande pontífice y tan e s - dorados por una casilla hecha de barro. No llora-
forzado mártir, y haciendo fiesta particular cada mos porque la perdimos, sino hacemos gracias á
año en el día de su martirio. Para que todos imi- Dios porque la merecimos tener en este siglo, y
temos tan santa vida y gloriosa muerte, y siga- la tenemos ahora en el cielo delante del acata-
mos las pisadas de los que nos enseñaron y en- miento del Señor, en quien todas las cosas viven,
gendraron en Cristo, como lo escribe la Iglesia y todo lo que vuelve á él es parte de su familia. Si
misma de Esmirna y el clero, que se halló pre- la perdió el mundo, el cielo la cobró. Viviendo en
sente á su martirio, en una epístola que se solía el cuerpo, siempre se quejaba como peregrina, y
leer públicamente en las iglesias, como lo dice llorando decía con el profeta: «¡Ay de mí, que
san Gregorio Turonense. mucho se alarga mi destierro!» Cuando era fati-
Escribió san Policarpo una epístola á los fili- gada de enfermedades, las sufría con grandísima
penses, la cual, como dice san Jerónimo, también paciencia, y en medio de sus dolores alzaba los
se solía leer públicamente en la iglesia á los fieles, ojos al cielo, y suspirando decía con el mismo
y en ella, encomendándoles mucho que estén bien profeta: «¿Quién me dará alas como de paloma, y
fundados en la fe, esperanza y caridad, les exhorta volaré y descansaré?» Pongo por testigo á Jesu-
á huir particularmente de la avaricia, acordándose cristo y á sus santos, y especialmente al ángel de
que es raíz y principio de todos los males, y que guarda de esta admirable mujer, que no digo cosa
como salimos desnudos al mundo, desnudos volve- por lisonja ni por encarecer, sino por decir la
mos de él. Después los enseña á criar sus hijos, á verdad, juzgando que todo lo que dijere es corto
ser sujetos y obedientes á los sacerdotes como á y menos de lo que ella merece; porque esta s e ñ o -
Dios, y les da otros documentos admirables y di- ra es la que todo el mundo alaba, de quien los
vinos, discurriendo por todos los Estados y dicien- sacerdotes se maravillan, la que los coros de las
do lo que en cada uno de ellos se debía hacer. vírgenes desean, los monjes y los pobres lloran,
Otra epístola dice Suidas que escribió á san porque ella los dejó, siendo más pobre que todos.
Dionisio Areopagita, la cual no se halla. Tuvo No es de alabar el que tiene muchas riquezas, sino
san Policarpo por discípulo á san Ireneo, obispo el que las menosprecia por Cristo; ni el que tiene
de León y mártir, y Andochio presbítero, y Tirso gran lugar y mucha honra, sino el que la huella
diácono, y Félix. A estos tres envió á Francia, y por el Señor. Cumplió Dios con santa Paula lo
merecieron en ella la corona del martirio. T a m - que prometió á sus siervos, porque la que despre-
bién fué discípulo de san Policarpo Benigno, ció la gloria de una ciudad, ahora es celebrada
presbítero, el cual, habiendo ido asimismo á Fran- por todo el mundo, y la que habitando en Roma,
cia por orden de su maestro, dio su vida por fuera de Roma no era conocida, estando escondida
Cristo en la ciudad de Dijón, en el ducado de Bor- en Belén, los romanos y los bárbaros la predican
goña. Celebra la Iglesia fiesta de san Policarpo y se maravillan de su santidad: porque ¿qué pro-
el día en que murió, que fué á los 26 de enero, en vincia hay en el mundo tan remota, que de ella
el año del Señor de 168 según Onufrio, y de 169, no vengan gentes á Jerusalén? Y ¿quién venía á
según el cardenal Baronio; y fué tan celebrada la ver los lugares santos, que en ellos buscase y h a -
memoria de su martirio antiguamente, que se llase persona de quien más se pudiese maravillar
solía leer en las iglesias, como lo escribe san Gre- que de Paula? Porque enire todas las piedras pre-
gorio Turonense, y lo advirtió el mismo cardenal ciosas, ella fué preciosísima; y como el sol con su
Baronio. (P, Ribadeneira.) claridad oscurece las estrellas, así esta santa s o -
TOMO i 34
266 LA LEYENDA DE ORO DÍA 26
brepujó las virtudes de los otros con su humil- los ruegos de sus amigos, ni las quejas de sus
dad, haciéndose la menor de todas, por ser la deudos, ni las murmuraciones de los hombres de
mayor; y cuanto más se humillaba, más el Señor este siglo, ni, lo que es más, el amor de sus pro-
la levantaba; y huyendo la gloria de la tierra, la pios hijos, de aquel propósito la pudiesen apar-
misma gloria como sombra la seguía. tar. Repartió á sus hijos su hacienda, y deshere-
Casóse esta señora con Toxocio, caballero ro- dóse en vida para hallar la verdadera herencia en
mano nobilísimo, que descendía de Eneas, y de la el cielo. Salió de Roma acompañada de todos
ilustrísima sangre de los Julios, y del mismo Julio ellos; su hijo Toxocio, alzadas las manos al cielo,
César, primer emperador de Roma; que puesto la suplicaba que no le dejase; Rufina, su hija, que
caso que sea poco de loar el venir de noble s a n - ya era de edad para casarse, que aguardase sus
gre, mas el tenerla y menospreciarla por amor de bodas. Derramaban todos muchas lágrimas, y
Cristo, se debe estimar en mucho. Nacieron de ella con gran serenidad seguía la estrella que
este matrimonio cuatro hijas, Blasila, Paulina, Dios le mostraba, y venciendo el amor de los
Eustoquia y Rufina, y un hijo que se llamó como hijos con el amor del Señor, no sabía ser madre
su padre Toxocio. Murió el marido, y lloróle santa por ser sierva de Cristo. Lo más penoso que se
Paula tan tiernamente, que por una parte parecía sufre en este mundo es ser padres apartados de
había de morir con él, y por otra de tal manera los hijos; mas Paula sufrió este apartamiento con
se abrazó con Jesucristo, como si hubiera deseado gran fe, contra la inclinación humana y afecto de
la muerte del marido. Luego comenzó á gastar madre: y aunque sus entrañas se enternecían con
con larga mano su riquísimo patrimonio con los el amor de sus dulces hijos, el amor del Señor,
pobres, haciéndoles buscar con gran cuidado, y más fuerte, la esforzaba por hacer lo que enten-
teniendo por daño y mengua suya que hubiese día ser su voluntad. Tendidas las velas y haciendo
pobre que se sustentase con otra limosna que la los remos su oficio, salió ya el navio del puerto,
suya. Hacía curar á los enfermos, amortajar y mirando iodos los que iban en él la tierra y los
enterrar á los muertos, dar de comer á los ham- que en ella quedaban; sola santa Paula desviaba
brientos, y vestir á los desnudos. Y reprendién- los ojos por no ver lo que no podía ver sin dolor,
dola sus deudos, porque quitaba á sus hijos lo que y consolándose con santa Eustoquia, su hija, que
daba á los pobres, respondía que buena herencia la hacía compañía en aquel viaje. Iba con tan
y rico patrimonio les dejaba en la misericordia del grande ansia de llegar á Jerusalén, que los vien-
Señor. Era visitada de todos por la grandeza de tos frescos le parecían tardos, y toda diligencia de
su linaje, y ella lo llevaba mal, deseando el reco- los marineros pereza. Llegó á Chipre, y fué reci-
gimiento y quietud; y lloraba por ver la honra bida del santo obispo Epifanio, echándose ella á
que le hacían, juzgándose por indigna. Vinieron sus pies, y de él fué regalada y servida por espa-
á Roma, entre los otros obispos de Oriente, san cio de diez días que allí estuvo, no para descansar
Epifanio, obispo de Salamina en Chipre, y Pauli- del trabajo de la navegación, sino para visitar los
no, obispo de Antioquía, varones santísimos y de monasterios y repartir copiosas limosnas á los
grande autoridad, para consultar con san Dáma- pobres. De allí navegó á Seleucia, y de Seleucia,
so, papa, algunas cosas de suma importancia, y por ver al santo obispo Paulino, fué á Antioquía,
componer ciertas diferencias que turbaban la paz yendo por tierra en un jumento, la que por su
de algunas iglesias. A estos dos santos obispos nobleza y grandeza solía andar en litera ó en bra-
tuvo por huéspedes santa Paula, á Epifanio en su zos de sus criados.
propia casa, y á Paulino en otra que le mandó Llegó á Jerusalén con increíble gozo y alegría,
aderezar. Con la conversación de estos dos santos y el adelantado de Palestina, que conocía bien el
prelados, y más con la de san Jerónimo, á lo que linaje de santa Paula, la recibió con grande h o n -
yo creo, aunque él no lo dice, se encendió tanto ra, y la rogó mucho que posase en su palacio, que
en amor de Dios esta señora, que no acordándose le tenía aparejado; mas ella no quiso sino apearse
que era mujer, le venía gana de irse á los desier- en una pobre casa. Visitaba los santos lugares con
tos de Egipto y de Tebaida, para vivir en ellos tan extraña devoción, y estaba tan embebecida en
como antes habían vivido los Antonios, Hilariones contemplar lo que Cristo nuestro Redentor había
y Macarios. Y puesto caso que no lo ejecutó, pero obrado en ellos, que parecía que no se podía des-
fué tan abrasado el deseo de la perfección que asir de ellos, ni los dejara si no fuera por ver y
Dios le encendió en su pecho, que después que adorar los otros que quedaban. En el monte Cal-
los obispos se volvieron á sus casas, determinó vario, donde el Señor padeció por los hombres, se
ella dejar la suya, y trocar la grandeza y majestad postró delante de la santa cruz con un afecto tan
de la ciudad de Roma, por la baja y humilde aldea tierno y lloroso, como si viera á Cristo nuestro
de Belén. Venida, pues, la primavera, hizo apres- Salvador allí colgado en aquel santo madero. E n -
tar un navio para navegar á Jerusalén, sin que trando en el sepulcro, donde el cuerpo de nuestro
DÍA 26 ENERO 267
Salvador estuvo, besaba la piedra que quitó el án- acostaba, y no admitía cama blanda y regalada,
gel del monumento, y lamía la tierra de aquel sa- por más enferma que estuviese. El poco reposo
grado lugar, derramando de sus ojos copiosísimas que tornaba de noche, le interrumpía con frecuen-
lágrimas, y despidiendo innumerables suspiros, tes suspiros. Su oración era tan continua, que pa-
como lo sabe el Señor que los oyó, y la ciudad de recía vivía de ella. Sus ojos eran dos fuentes de
Jerusalén que fué testigo. Subió al monte Sion, y lágrimas, y lloraba las culpas livianas como si
allí le mostraron la columna en que fué azotado fueran gravísimas. Amonestábanla que no llorase
el Salvador, teñida de su sangre, que sustentaba tanto, y que guardase la vista para la lección del
la portada de la Iglesia; y en este mismo santo sagrado Evangelio; y ella respondía: «Justo es que
monte vio el cenáculo, donde celebró el Señor la el rostro que contra la ley de Dios se afeitó, sea
última y misteriosa Cena, y donde descendió sobre afeado, y el cuerpo que se dio á placeres, sea afli-
los apóstoles el Espíritu Santo. Partióse para B e - gido. La risa demasiada, razón es que se pague
lén, y entrando en la cueva donde nació el Reden- con continuo llanto, y que las sábanas delgadas
tor, juraba, oyéndolo yo, dice san Jerónimo, que y las vestiduras preciosas se truequen en áspero
veía con los ojos de la fe al niño Jesús recién n a - cilicio; y que se esfuerce á agradar á Dios la que
cido, envuelto en pañales en el pesebre, y á los puso toda su diligencia en parecer bien al m u n -
magos que le adoraban; y mezclando con el gozo do.» De su honestidad no hay que decir, porque
increíble que sentía en su pecho, lágrimas de con- aun en el tiempo que fué casada, era espejo de
suelo, decía: «Dios te salve, Belén, casa de pan, castidad á las otras matronas romanas; y en una
donde nació el pan vivo que descendió del cielo.» ciudad tan libre no hubo quien se atreviese á h a -
De Belén fué al monte Olivete, y vio la sepultura blar mal de santa Paula. Era de corazón piadoso
de Lázaro, y entró en la casa de sus hermanas y de condición agradable para todos; al pobre
Marta y María Magdalena; y finalmente, no hubo daba limosna, al rico exhorta á hacer buenas
lugar de aquella santa tierra pisada con los sagra- obras; era manirrota con los que tenían necesidad;
dos pies de Cristo, y consagrada con su vida y mi- y ninguno le pidió á quien no diese con tanta li-
lagros, que no la anduviese, adorase y besase con beralidad que parecía exceso.
admirable ternura y devoción. Después fué al Y yéndole á la mano el mismo san Jerónimo, y
yermo de Egipto para visitar aquellos santos y diciéndole que mirase lo que daba, para que no se
venerables ermitaños y padres antiguos que v i - agotase su hacienda, y no tuviese más que dar,
vían por aquellos desiertos, más como ángeles que respondía ella con mucha paz, que deseaba morir
como hombres encuerpo mortal. Salían enjambres tan pobre, que no dejase á su hija Eustoquia ni
de monjes á recibirla, y ella se postraba á los pies un real, y que la enterrasen con mortaja ajena. Y
de todos, teniéndose por indigna de aquella honra, añadía: «Si yo tuviese necesidad, hallaré muchos
y olvidada de la flaqueza mujeril, deseaba quedar • que me den ó me presten; pero este pobrecito, si
se en aquellos desiertos entre los monjes, como yo no le doy, ¿á quién se volverá?» Yo, dice san Je-
entre coros de ángeles; mas volvió á Jerusalén, rónimo, deseaba que Paula fuese más moderada;
por la ansia y mayor deseo que tenía de vivir en mas ella, encendida en el amor del Salvador, d e -
Belén, en donde estuvo tres años en una casilla seaba juntarse con él, y seguir pobre al que por
pequeña, hasta que edificó un monasterio y un ella se había hecho pobre; y así lo alcanzó, dejan-
albergue para recibir los peregrinos que venían á do con muchas deudas á su hija Eustoquia; las
la Tierra Santa, en el mismo camino donde san cuales, confiada, no en su caudal, sino en la mise-
José y la sacratísima Virgen no hallaron posada. ricordia del Señor, pensaba pagar. No por andar
Pero ¿quién podrá referir y alabar dignamente santa Paula tan ocupada en las obras de miseri-
las virtudes de esta santísima mujer? Las cuales cordia y en hacer limosnas, se olvidaba de sí y de
san Jerónimo, como testigo de vista, escribe. Fué afligir su carne: bien al contrario de lo que hacen
tan humilde, que los que no la habían visto, y por muchos, que alargan la mano para dar al pobre,
la fama de su gran santidad la deseaban conocer, y acórtanla para castigar su cuerpo; son limosne-
cuando la veían, no creían que aquélla era santa ros, y juntamente deshonestos y regalados; e m -
Paula, sino una de las más bajas de sus criadas; blanquecen lo de fuera, y dentro están llenos de
y tal parecía, porque estando rodeada de un coro huesos de muertos. Santa Paula castigaba con
y multitud de vírgenes, en el vestido, en sus pala- tanto rigor su cuerpo, que por los continuos ayu-
bras, en el andar y en todos los movimientos de nos y desmedidos trabajos caía en grande flaqueza
su persona, se mostraba la menor de todas. D e s - y en peligrosas enfermedades. No comía aceite en
pués de la muerte de su marido, jamás comió con el manjar, sino los días de fiestas; no bebía vino,
hombre alguno, aunque fuese santo, obispo, ó no comía manteca, peces, leche, huevos, miel, ni
constituido en gran dignidad. Su cama era una otras cosas deleitables al gusto. No lo hacen así
manta de cilicio tendida sobre el suelo, en que se algunos, que se tienen por muy abstinentes, por-
268 LA LEYENDA DE ORO DÍA 26
que no comen carne; y de estas cosas dichas alma. Si veía alguna ataviada, ó tocada con algu-
comen hasta hartarse. Aprendió bien la lengua na curiosidad, reprendíala con rostro triste, di-
hebrea, para mejor entender la sagrada Escritura, ciendo que el mucho cuidado en el vestir es señal
en la cual se ocupaba muchos ratos, teniendo á del descuido del alma. No podía sufrir palabras li-
san Jerónimo por su maestro é intérprete de ella. vianas y descompuestas, y decía que las doncellas
Siempre la envidia persigue y ladra contra la habían de huir de ellas como de serpientes. Si al-
virtud, y los rayos hieren á los altos montes. El guna de las monjas era parlera, risueña ó renci-
Hijo de Dios, por envidia fué crucificado, y Abel llosa, amonestábala primero; y si no se e n m e n -
muerto de su hermano Caín, y todos los santos daba, apartábala del convento, para que castigase
fueron envidiados y murmurados del mundo, para la vergüenza á quien no había enmendado la r e -
que no se desvaneciesen y tuviesen más ocasión prensión. Aborrecía el hurto como sacrilegio,
de ejercitar su caridad. Lo mismo sucedió á santa por pequeño que fuese, y decía que lo que es
Paula, que para que no se ensoberbeciese por sus tenido por pecado ligero entre los que viven en el
grandes virtudes, no le faltaron adversarios que siglo, se debe tener por pecado grave en la reli-
hablaban mal y pretendían desdorar la opinión gión. Con las enfermas era muy piadosa, y tenía
de su santidad. Llevábalo ella con increíble pa- mucho cuidado de su regalo; para sí sola, cuando
ciencia, y aconsejándola que cediese y mudase de estaba enferma, era rigurosa, y la blandura que
lugar, respondía que en todas partes hace el d e - usaba con las otras, para consigo era aspereza y
monio guerra á los siervos de Dios, y que en nin- severidad. Tuvo una vez una grande enfermedad:
guna hallaría lo que tenía en Belén, y que más aconsejáronle los médicos que bebiese un poco de
valía con humildad vencer la soberbia y con la vino, por no caer en hidropesía. San Jerónimo
mansedumbre la sinrazón ajena. Y no faltó un rogó secretamente á san Epifanio que la mandase
hombre desatinado que le dijo que por el dema- obedecer en esto á los médicos; ella, como era
siado fervor á muchos parecía loca y sin seso, y discreta, entendió el secreto, y sonriéndose dijo:
con necesidad de curarse la cabeza; y ella, ar- «De Jerónimo nace esto;» y como Epifanio le
mada del espíritu del Señor, y de muchos lugares diese muchas razones para persuadirla que lo h i -
de la sagrada Escritura, que á menudo repetía, ciese, fueron de tan poco fruto, que saliendo del
decía que no era maravilla que de ella se dijesen aposento de Paula, y preguntado si había aprove-
tales cosas, pues al Salvador del mundo y Sabi- chado su amonestación, respondió: «Aprovechó
duría eterna, sus mismos deudos le quisieron tanto, que faltó poco que no me persuadiese á mí,
atar, como á hombre que estaba fuera de sí; y los que no bebiese vino al cabo de mi vejez.» No se
judíos decían de él que era samaritano, y e s - dice esto porque me parezcan bien las penitencias
taba endemoniado, y echaba los demonios en vir- indiscretas, dice san Jerónimo; pues la Escritura
tud de Belcebú. dice: No lleves la carga que no puedes; sino para
Demás del monasterio que hizo para los m o n - que se entienda la fe y fervor de esta santa mujer,
jes, edificó otros tres para las monjas, trazados la cual, siendo flaca y vieja, se daba á la peniten-
de tal manera que estaban las religiosas dividi- cia con tanto rigor, que excedía á todas las mozas
das por sus estancias para los ejercicios corpora- sanas y robustas. Con ser tan penitente y tan ri-
les, y se juntaban todas á rezar el salterio y el gurosa contra sí misma, era de muy blando
oficio divino; y ella era la primera á venir al coro, y tierno corazón; y cuando moría alguno de sus
moviendo con su ejemplo á las demás. Todas deudos, y especialmente de sus hijos, era increí-
tenían el mismo hábito, y todas eran iguales, aun- ble su dolor y muchas las lágrimas que derra-
que antes hubiese sido desigual su estado y c o n - maba, en tanto grado, que cuando murieron su
dición. A las nobles señoras, que había entre ellas, marido y sus hijas, estuvo ella en peligro de m o -
no dejaba criadas, ni compañeras conocidas en rir de puro sentimiento y ternura; y aunque ella
el siglo, porque no tuviesen ocasión de hablar de hacía la señal de la cruz sobre la boca y sobre el
él y refrescar la memoria de las cosas pasadas. corazón, para mitigar su dolor, pero era tan tierno
Estaban apartadas de todo trato y conversación de en ella el afecto de mujer y madre, que vencía
hombres; ninguna estaba ociosa, y trabajaban de la flaqueza y condición natural de la carne, puesto
manos, labrando, hilando y cosiendo. Ninguna caso que el vigor del espíritu no fuese vencido. Y
tenía cosa propia, contentándose con su pobre co- cuando le comenzaba la enfermedad, de tal mane-
mida y vestido. Gobernaba todos estos monaste- ra se apoderaba de ella, que le duraba mucho
rios de mujeres santa Paula con admirable espíri- tiempo. A algunos les parecía demasiado este d o -
tu y prudencia, usando ya de blandura, ya de ri- lor, y reprensible aquella ternura; mas en esto se
gor, conforme á la condición de cada una. A las ve la poderosa mano de Dios y la fuerza que tiene
mozas de complexión robusta domaba con ayunos, su gracia, porque siendo santa Paula de un cora-
queriendo más que les doliese el estómago que el zón tan blando y amoroso para con sus hijos, tuvo
DÍA 26 ENERO 269
ánimo para dejarlos y apartarse tan lejos de ellos escogido para sí aquella santa mujer, y dádole
por amor del Señor, el cual no quiere á sus santos victoria de su cruel enemigo. Quedó tan hermoso
insensibles sino rendidos á su voluntad. Y aquel y tan sereno su rostro, que más parecía dormida
exceso de amor que algunas madres, por santas que muerta. Divulgóse por la ciudad de Jerusalén
que sean, tiensn para con sus hijos, comúnmente y por toda Palestina el dichoso tránsito de santa
nace de la natural condición que Dios les da, y el Paula, y vinieron de toda aquella comarca m u -
mismo exceso les sirve de despertador, para que chos á su entierro. Venían los monjes más apar-
conozcan su flaqueza, y de estímulo para amar tados y las vírgenes más encerradas á ver el santo
más á Dios, como á su Criador y sumo bien, vien- cuerpo, teniendo por gran culpa el dejar de ser-
do el amor extremado con que aman á las criatu- virle y honrarle en aquella postrera ocasión. Las
ras que, aunque hayan salido de sus entrañas, viudas, los huérfanos y pobres lloraban, y á gran-
en fin son criaturas, y se deben amar con m o - des gritos decían que era muerta su madre. Los
derado y tasado amor. Este es gran consuelo obispos llevaron en sus hombros las andas en que
para las personas espirituales y deseosas de apro- iba, y otros obispos y todo el clero y gente innu-
vechar en el camino de la virtud, cuando s i e n - merable la acompañaron con cirios encendidos
ten graves combates en sus almas por las tribu- en las manos, y cantando himnos y salmos en
laciones y calamidades que padecen en sí ó en lengua latina, griega, hebrea y siria. Enterráron-
las cosas que les tocan y bien quieren, y temen la debajo de la iglesia, junto á la cueva en que
que desagradan á Dios por aquella ternura y nació el Señor, y la santa virgen Eustoquia su
aprieto de su corazón. Pero volviendo á santa hija, no se podía apartar del cuerpo de la santa
Paula, cayó en una enfermedad peligrosa, ó, por madre: besaba los ojos, juntaba su rostro con el
mejor decir, halló lo que deseaba, que era dejar rostro de Paula, abrazábase con su cuerpo, y pe-
el mundo y volar al cielo. En esta enfermedad se día que la enterrasen con ella. Duró el concurso
vio bien la piedad tan probada de la bienaven- no solamente tres días, que fué el tiempo en que
turada hija Eustaquia para con su santa madre; la enterraron, sino por toda la semana, llorando
ella de día y de noche la asistía, regalaba y servía todos los que venían como si aquél fuera entierro
como una solícita y cuidadosa enfermera, en todas de la madre de cada uno, mostrando por una
las cosas menudas que se ofrecían, y no se apar- parte el dolor, y por otra el concepto que tenían
taba de su lado un paso, sino para ir muchas v e - de la santidad de Paula. No dejó, dice san Jeró-
ces á la cueva del Nacimiento del Señor, y supli- nimo, ni un real á su hija Eustoquia, sino muchas
carle que si se llevaba á la madre no se dejase á deudas, y una muchedumbre grandísima de mon-
la hija, sino que ambas fuesen en unas andas á la jes y monjas, á la cual sustentarla es cosa muy
sepultura. ¡Oh miserable condición humana!, dice dificultosa, y dejarla, crueldad. Pues ¿qué cosa
san Jerónimo. De una manera muere y se torna puede haber más admirable que la virtud de esta
en ceniza el justo y el injusto, el bueno y el malo, mujer nobilísima, que con haber sido tan rica, se
el limpio y el que no lo es. Si la fe no nos levan- hizo tan pobre por amor de Cristo? Ninguno da
tase al cielo con la esperanza de la vida prome- más á los pobres que el que ninguna cosa guarda
tida á nuestras almas, no se podría esto considerar para sí. Y su hija Eustoquia se holgaba que su
sin grande pena: mas la lumbre de la fe esclarece madre repartiese toda su hacienda á los pobres,
los ojos de nuestra alma, para que entienda que y tenía por grande herencia el ser piadosa para
es inmortal, y que no se acaba su felicidad con la con su madre. Hablando el santo con ella, le dice
vida, y que hay gran diferencia de la muerte de estas palabras: «Segura puedes estar, ¡oh virgen
los hombres á la de las bestias, y de la de los Eustoquia!, que Dios te ha enriquecido y dado una
buenos á la de los malos. Conociendo la santa herencia copiosísima: herencia es el Señor, y
que se acercaba la hora de su muerte, con gran para que te goces más, ten por cierto que tu m a -
quietud y seguridad decía algunos versos de D a - dre ha sido coronada con corona de un largo y
vid, en que daba á entender que moría de buena prolijo martirio; porque no solamente es martirio
gana. Después calló, y preguntándole san Jeró- el derramar la sangre, sino también lo es la vida
nimo por qué callaba y no quería responder, y si inmaculada, y el sacrificio que cada día hace
tenía cosa alguna que le diese pena, respondió en de sí el alma pura á Dios. Consuélate, y consoló-
griego que ninguna cosa había que se la diese, y monos todos, pues sabemos que esta gloriosa
que estaba con mucha paz. Acabado esto, cerró santa vive y reina en el cielo. No lloremos más,
los ojos á todas las cosas visibles, y haciendo la ni tengamos más dolor de su ausencia, porque no
señal de la cruz sobre su boca, dio su alma á Dios, parezca que tenemos envidia de su gloria. Ve con
estando presentes muchos obispos, clérigos, mon- Dios, ¡oh bienaventurada Paula!, y ayuda con tus
jes y vírgenes, cantando salmos é himnos en oraciones esta última senectud de san Jerónimo.
diversas lenguas, y alabando al señor que había Tu fe y tus obras te han juntado con Cristo, y
270 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
estando presente y gozando de él más fácilmente diendo el miedo de la muerte temporal, en la per-
impetrarás lo que pidieres.» Puso el mismo san secución do Valeriano, consiguieron la corona de
Jerónimo un título sobre la sepultura de santa la v i d a eterna.
Paula, que decía en versos latinos y elegantes
esta sentencia: «Aquella en cuyo linaje de parte SAN CONÓN, OBISPO Y CONFESOR.-Por los años de 648
de padre descendía del rey Agamenón, y de la murió ejemplarmente en su obispado de la isla
madre de los Scipiones y Gracos, que fué llamada de Man.
Paula, está aquí sepultada. Fué madre de la santa
virgen Eustoquia, y la primera del senado roma- Día 37»
no que vino á Belén á seguir la pobreza de Cris-
to.» Sobre la sepultura de la cueva puso otro SAN JUAN CRISÓSTOMO, OBISPO Y DOCTOR—El bien-
título que decía: «Aquí es la sepultura de santa aventurado san Juan, llamado por su gran e l o -
Paula, que dejó á Roma y sus hijos y hermanos y cuencia Crisóstomo, que quiere decir boca de oro,
todas sus riquezas por Jesucristo: el cuerpo r e - nació en Antioquía, de noble sangre. Su padre se
posa en la tierra, y el alma en el cielo.» Murió llamó Segundo, y fué capitán general y hombre
esta bienaventurada santa en 26 de enero, sábado, riquísimo, y su madre Antusa. Eran gentiles
después de puesto el sol, imperando Honorio, el cuando nació Crisóstomo, al cual criaron con gran
año del Señor, según el cardenal Baronio, de 404. cuidado desde niño, y le dieron un excelente
Vivió en Roma religiosamente después de la maestro que le enseñase letras, para las cuales
muerte de su marido cinco años, y en Belén vein- mostraba despierto y vivo ingenio, y tanta modes-
te. Fué todo el tiempo de su vida cincuenta y seis tia y compostura, que no gustaba de las travesu-
años, ocho meses y veintiún días. De santa ras y entretenimientos que son propios de aquella
Paula, demás de san Jerónimo, principal autor edad, sino de todo recogimiento y gravedad. Era
de su vida, hace mención el Martirologio romano en aquel tiempo obispo de Antioquía Melecio, va-
á los 26 días de enero, y el de Beda, Usuardo, rón santo, el cual procuró ganar á Crisóstomo
Adón y otros que ponen su muerte á los 27. Mas para Cristo, y convertirle á nuestra santa fe; por-
san Jerónimo expresamente dice fué á los 26 de que según sus grandes partes juzgaba que sería
enero. Y es gran gloria de esta santa, que este valeroso capitán y predicador divino del Señor.
gloriosísimo y sapientísimo doctor de la Iglesia Hízose cristiano Crisóstomo, y por medio de él
haya escrito y celebrado su vida con tan rara de- sus padres. En sus estudios cada día iba aprove-
voción, afecto y elocuencia. chando más y dando mayores muestras de su
(P. Ribadeneira.) gran capacidad y modestia. Era tan enemigo de
fausto y aparato, que no quería ir á las escuelas
SANTA BATILDE.—Esta mujer, modelo de reinas, acompañado de criados, como iban los hijos de
de esposas y madres, estaba casada con Clodo- los otros caballeros de su calidad; y tomando esto
veo II, de quien tuvo tres hijos, que por orden de su padre por afrenta, y reprendiéndole por ello,
sucesión ocuparon el trono. En el año 655 murió nunca pudo acabar con su hijo que se dejase ven-
su esposo, quedando Batilde encargada de la re- cer de aquella que él llamaba vanidad; y para s o -
gencia del reino y de la tutela de sus hijos, en segar á su padre, le decía que se acordase de
razón de su menor edad, en cuyos cargos hizo aquellos tres mozos hebreos, tan celebrados en
brillar de tal modo las dotes con que la enriquecía las divinas Letras por su modestia y gran t e m -
la gracia, que era la admiración y pasmo de todo planza, que alcanzaron tan gran perfección, y
el reino. A su prudencia y discreción fué deudora merecieron tanto delante de Dios, que el mismo
la monarquía de su prosperidad y gloria; como fuego no los pudo ofender. Añadía más: que pues
también á su celo el abolir la esclavitud subsis- la humildad y la modestia agradan tanto á Dios,
tente aún en su tiempo, y desterrar, ayudada del que levanta á los humildes y humilla á los sober-
episcopado, la simonía que había infestado toda bios, no tenían razón de reprenderle los que eran
la Iglesia de Francia. Piadosa en extremo, fundó cristianos, porque él como cristiano obedecía á
hospitales y casas de beneficencia, no dejó de Jesucristo, y hacia lo que le agradaba, y huía de
reparar muchos monasterios, instalando dos nue- lo que tanto aborrecía. Con estas palabras de tanto
vas abadías, una para hombres en Corbie, y otra peso sus padres se quietaron, y su hijo, por c o n -
para mujeres en Chelles, en la que se retiró, mu- descender algo con ellos, permitió que de allí ade-
riendo en ella llena de méritos y virtudes el día lante un solo criado le acompañase a l a s escuelas.
26 de enero del año 680. Poco después murió Segundo, padre de Crisósto-
mo, quedando él muchacho, y su madre moza; la
SAN TEÓ6ENES, OBISPO—Padeció martirio con otros cual, puesto caso que vio los grandes trabajos que
treinta y seis en Bona de África, los cuales, per- trae consigo el estado de las viudas, los peligros
DÍA 27 ENERO 271
de su edad, y que su hijo por sus pocos años no nocía á otro Dios sino á Jesucristo, al cual con el
podía darle la mano y servirla como ella había Padre Eterno y con el Espíritu Santo los cristia-
menester, todavía confiada en nuestro Señor, de- nos conocían y adoraban por un solo y verdadero
terminó de guardar la continencia vidual y no Dios; y que este Dios había criado el cielo y la
casarse más, y de criar á su hijo con grandísimo tierra y gobernaba el mundo con mudanzas y v a -
cuidado, de manera que para adelante pudiese ser riedades de tiempos, y enviaba la lluvia y la sere-
honra de su casa y báculo de su vejez. Para esto, nidad, para que la tierra produjese los manteni-
después que Crisóstomo hubo aprendido escogida- mientos necesarios para la vida de los hombres
mente la gramática y retórica, la dialéctica, la y los sustentase. A esto respondió Artemio: «No
filosofía y las matemáticas, y tenido por m a e s - hace esto vuestro Cristo, mas los elementos y el
tros á Libanio y Andragario, dos excelentes v a - movimiento de los cielos gobernado por la provi-
rones y muy estimados en su tiempo, le envió á dencia de los dioses.» Apenas había dicho estas
la universidad de Atenas para que pasase ade- palabras, cuando el demonio entró en él y comen-
lante con sus estudios, y entre los grandes y doc- zó á atormentarle y á despedazarle, con grande
tísimos varones que en ella había, aprendiese todo admiración y espanto de todos los circunstantes.
lo que le faltaba para ser ornamento de su linaje Sanó Artemio por las oraciones de Crisóstomo,
y gloria de su ciudad. Luego Crisóstomo comenzó en el cuerpo y en el alma, porque se convirtió y
á resplandecer con notable ejemplo de modestia y se hizo cristiano, y por su ejemplo otros muchos
fama de sabiduría, no solamente en Atenas, mas vinieron á la fe de Jesucristo y se bautizaron.
por toda la Grecia, siendo celebrado su nombre de Como el obispo de Atenas vio este milagro que
todos los filósofos y sabios de aquel tiempo en tan Dios había obrado por los merecimientos de Cri-
alto grado, que habiendo de hacer el rector de la sóstomo, deseó en gran manera que se hiciese
universidad una oración pública, y para ella con- clérigo para que le sucediese en el obispado. Mas
vidado á todos los oradores, hombres excelentes el Señor, que tenía ya determinado poner á Crisós-
de Atenas, y entre ellos á Juan Crisóstomo, para tomo, como una hacha encendida, sobre el cande-
que viniese con más comodidad le envió su coche; lera de su Iglesia, y como una ciudad edificada
mas Crisóstomo no quiso usar de él, diciendo que sobre el monte, no le dio entonces aquella v o l u n -
los coches se habían hecho para la gente enferma ó tad, antes se volvió á Antioquia, donde con admi-
muy regalada, y que él estaba sano y deseaba huir rable elocuencia defendía en los tribunales las
del regalo. Cuando llegó al teatro, donde estaba causas de los pobres, y abogaba por los misera-
el auditorio sentado, todos se levantaron y le hon- bles, y se ejercitaba en obras de piedad; y por
raron y le dieron el primer lugar, y otros muchos esto y su raro ejemplo y doctrina era amado de
privilegios que se daban á los varones aventajados toda la ciudad en común, y de cada uno en parti-
en letras. Entre los otros varones señalados que cular.
allí estaban, se halló un famoso orador, por n o m - En este tiempo, viendo Crisóstomo la vanidad y
bre Artemio, el cual, movido de envidia, hizo gran engaños del mundo, propuso dejarle y recogerse
sentimiento de la honra que se había hecho á Cri- á un monasterio. Entendió su madre este su pro-
sóstomo, diciendo que no se le debía, porque era pósito, y llamándole aparte, y haciéndole sentar
mozo, extranjero y cristiano, y contrario á su r e - junto á la cama en que le había parido, con m u -
ligión, y dio muestras de este su enojo y senti- chas lágrimas le habló de esta manera: «Hijo mío,
miento de allí en público, tachando al rector. El yo no he podido gozar mucho tiempo el fruto de
rector se excusaba con decirle que á un hombre la virtud de tu padre, porque plugo á Dios de qui-
tan bien nacido como era Crisóstomo, y tan ador- tármele, poco después que con tantos dolores te
nado de doctrina y tan modesto que huía las h o n - parí, dejándome á mí viuda y á ti huérfano. En
ras y la ambición, no se le podía hacer ninguna este estado yo he probado todas las miserias y
honra tan grande que no mereciese otra mayor; aflicciones que una mujer honrada puede probar;
porque la honra es como las sombras del cuerpo, porque verdaderamente son innumerables las mi-
que huye de los que van tras ella, y sigue á los serias á que está sujeta una mujer viuda, especial
que la huyen. Pero Crisóstomo, habiendo oído las mente moza como yo era cuando enviudé, y que
palabras de Artemio, le respondió con una queja había salido poco antes de la casa de mis padres,
suave y cortés, diciéndole que el demasiado ape- y con tan poca experiencia de las cosas h u m a -
tito de la honra era indigno de un hombre filósofo, nas, y oprimida del dolor por la muerte de tu pa-
y que nunca fué de provecho, antes siempre fué dre, y cargada de tantas otras molestias y afanes,
de mucho daño; mas que dejando aquello, sola- que una mujer moza no sé cómo las puede llevar,
mente quería responder á la tacha que le había pues ha de tener cuenta con su casa y familia, re-
querido poner, diciendo que era cristiano, que le prender á los criados y guardarse de sus engaños,
hacía saber que él no adoraba á los ídolos, ni c o - armarse contra las fingidas palabras y mala c o -
272 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
rrespondencia de los deudos, sufrir los agravios tumbres, y mover á los que los leyesen á piedad.
de los alcabaleros y de otros que hacen suertes en En este tiempo que estuvo en el monasterio, que
las viudas. Si les quedan hijos varones, siempre fué por espacio de cuatro años, escribió aquellos
viven sobresaltadas y gastan con ellos más de lo libros admirables de la dignidad sacerdotal, y el
que tienen; y si son hijas, se consumen con conti- libro de la virginidad, y dos de la compunción, y
nuas sospechas, temores y quebrantos de corazón. otras muchas homilías y tratados de varias mate-
Todas estas cosas me movían á tornarme á casar rias. La mayor parte del tiempo gastaba en o r a -
para librarme de ellas; mas ha sido tanto el amor ción, visitaba los enfermos, dándoles el socorro y
que yo te tengo, que pospuse todas mis comodida- consuelo que podía, huía toda la honra y ambición
des solamente por gozarle y vivir contigo. Cuan- del siglo, y escondíase, cuanto podía, por no ser
do eras niño, con sólo mirarte y acordarme que conocido ni estimado de los hombres. Mas ¿cómo
eres un vivo retrato de tu padre, pasaba con a l e - es posible que se esconda el sol, y que sus rayos
gría todos mis trabajos y desventuras. He procu- no se manifiesten con su misma luz? Quería el Se-
rado conservar tu hacienda entera y ponerte en el ñor honrar á Crisóstomo, y manifestarle al m u n -
estado en que estás. No te digo esto para encare- do; y para esto comenzó á obrar en él y por él co-
cer lo que he hecho por ti, sino para rogarte que sas maravillosas. En el mismo monasterio en que
en recompensa de ello no me dejes ni me hagas vivía Crisóstomo, moraba un santo varón llamado
viuda otra vez. Yo ya soy vieja: aguarda un poco, Esiquio, que era como padre espiritual del mismo
que no puede ser mucho lo que yo puedo vivir, y Crisóstomo. Estando, pues, Esiquio una vez en
después que vieres cerrados mis ojos y dado á mi oración, vio que dos hombres vestidos de blanco
cuerpo sepultura, entonces podrás hacer libre- con aspecto celestial y más que humano se llega-
mente lo que te estuviere bien, que yo no te lo es- ban á Crisóstomo, que asimismo oraba, y le toma-
torbo; mas ahora no quiero que te apartes de mí, ban por la mano, y le decían: «Nosotros habernos
ni que ofendas á Dios dejándome, pues yo jamás sido enviados á ti de Jesucristo;» y el uno le puso
te ofendí, antes de día no pienso, y de noche no un libro en las manos, y le dijo: «Toma este don
sueño en otra cosa, sino en tu acrecentamiento y que Dios te envía, y sabe que yo soy Juan apóstol
felicidad.» Diciendo estas palabras la afligida ma- y evangelista, el que recliné mi cabeza sobre el
dre, traspasada del dolor, derramaba muchas lá- pecho del Señor; con este libro entenderás fácil-
grimas, y sus ojos eran como dos fuentes de agua. mente la sagrada Escritura, y ayudándote yo, no
Enternecióse el santo algún tanto por el gran sen- tendrás dificultad.» Y el otro, que era san Pedro,
timiento y ternura de la madre, no para dejar de le dio dos llaves, dicióndole: «Yo soy el que c o n -
llevar adelante su buen propósito, sino para dete- fesé al Hijo de Dios vivo, tú tendrás potestad de
nerse un poco, é ir disponiendo las cosas y c u m - perdonar pecados; y estas llaves son la señal de
plir lo que deseaba con suavidad. Ordenóse de tu jurisdicción.» Mientras que los santos apósto-
lector, y declaraba los Libros sagrados con mara- les decían esto, estaba Juan postrado y con el ros-
villoso espíritu y elocuencia. tro pegado al suelo, y decía: «No soy yo digno de
Poco después, vencido del amor de la soledad, tan grandes cosas.» Y aquellos dos varones celes-
y movido del Señor, sin tener cuenta con la ma- tiales que le hablaban, le confortaron, y dándole
dre viuda, ni con la benevolencia del pueblo que el ósculo de paz, se volvieron al cielo. Muchos mi-
le adoraba, ni con los ruegos de la hermana, que lagros obró el Señor por él en este tiempo, entre
era doncella de poca edad, dejando la casa, la ri- los cuales fué uno, que habiendo en aquella c o -
queza, los amigos, los parientes, la libertad, los marca un bravísimo y ferocísimo león que hacía
regalos y las esperanzas que el mundo le prometía, grande estrago en la gente, san Juan Crisóstomo
siendo mozo y poco sano del cuerpo, pero muy hizo plantar una cruz en cierta parte, y al día s i -
fervoroso de espíritu, se aplicó todo al servicio de guiente al pie de ella se encontró el león muerto.
Dios, y tomó el hábito de monje en uno de aque- Pero viendo que cuanto él más se escondía, tan-
llos monasterios donde vivían los religiosos con to más le honraban los hombres y le buscaban,
grande aspereza. Entrando Crisóstomo en esta es- determinó de huirse y entrarse más adentro de
cuela de perfección, luego comenzó á darse más á aquel desierto, y vivir sin compañía, con deseo de
la penitencia, á la oración, á las vigilias y otras ser conocido de sólo Dios, y á Dios sólo agradar.
asperezas corporales; y para dormir poco tenía Púsolo por obra, y estuvo dos años solo, sin cama,
colgada una soga sobre su mesa, y cuando quería sin silla, sin mesa y sin candil, comiendo un poco
dormir, se asía de ella con las manos y reclinaba de pan, que algunos buenos hombres le traían,
su cabeza, y así dormía y no dormía, y muchas hasta que, cayendo malo, volvió á la ciudad, forza-
veces se tornaba á despertar. Estudiaba continua- do de la necesidad, para ser curado. En este tiem-
mente y declaraba los lugares de la Escritura que po Melecio, obispo de Antioquía, le ordenó de
le parecían más á propósito para reformar las cos- diácono, y el santo sirvió cinco años á la Iglesia
DÍA 27 ENERO 273
en aquel grado, y después se volvió á su soledad. Dios, y por otra parte avisaba á los herejes que se
En esta sazón san Flaviano, por muerte de Mele- convirtiesen, porque habíade venir sobre ellos una
cio, sucedió en la silla arzobispal de Antioquía; y grave y repentina calamidad, como vino, con un
estando una mañana en oración, vio un ángel que espantoso terremoto que sucedió dentro de pocos
le dijo que fuese al monasterio donde estaba Juan, días en Antioquía, con el cual muchas casas de
y que le trajese á la Iglesia y le ordenase de misa, los marcionistas se asolaron, y gran número de
porque había de ser otro vaso de elección como ellos pereció, y los católicos se animaron y c o n -
san Pablo. La misma revelación tuvo Crisóstomo; firmaron, y de los gentiles muchos recibieron la
y estando por su gran humildad turbado y confu- luz del santo Evangelio, y los Ídolos se derriba-
so, oyó una voz del cielo que le decía: ¿Quién ban, y florecía el culto del Señor.
puede estorbar que no se haga lo que Dios tiene No se contentó san Crisóstomo con hacer cosas
determinado? Llegando Flaviano al monasterio, tan señaladas en su ciudad, antes como estaba
abrazó á Juan, y confirió con él la revelación que tan abrasado del amor de Dios y del bien de sus
había tenido, y la causa de su venida, exhortán- prójimos, procuró amansar con la doctrina del
dole á no resistir á la voluntad de Dios. Y después cielo los moradores del monte Amano, que vivían
de haber dicho misa en aquel monasterio, y c o - en aquel tiempo como unas bestias fieras, sin ley
mulgado de su mano á los monjes, trajo á Juan y sin Dios. También hizo derribar en el monte
consigo á la iglesia de Antioquía, y allí le ordenó Casio un templo, en el cual cada día se sacrifica-
de sacerdote. Al tiempo que le consagraba, bajan- ba á los demonios, y reducir aquella gente al culto
do Crisóstomo la cabeza, vino una hermosa y blan- del verdadero Dios; y lo mismo hizo en Seleucia,
ca paloma volando, y se puso sobre ella; enten- adonde envió sus discípulos para alumbrar aque-
diendo todos por aquella señal visible, que el llos gentiles y destruir los templos de los falsos
Espíritu Santo le había escogido y confirmaba dioses; y otras cosas á éstas semejantes obró el
aquella elección. Luego comenzó á predicar por santo varón en los doce años que fué sacerdote y
la ciudad con tan divina elocuencia y espíritu, que predicador en Antioquía. Mas en este tiempo mu-
los oyentes, no solamente le llamaban Boca de rió Nectario, patriarca de Constantinopla, y que-
oro, sino también Boca de Dios y Boca de Cristo. riendo el emperador Arcadio y todo el clero y pue-
Y aunque Flaviano pretendió hacerle su sucesor blo proveer para aquella silla de varón digno de
en aquella iglesia de Antioquía, no lo consintió tan alta dignidad, luego pusieron todos los ojos en
Crisóstomo, así por su grande humildad, como san Juan Crisóstomo, porque por sus merecimien-
por ocuparse con más quietud en el estudio de las tos resplandecía sobre todos los demás, como el sol
sagradas Letras, y en el ministerio de la predica- sobre las estrellas. Para esto escribió el empera-
ción. Visitaba con gran cuidado á los enfermos, y dor Arcadio á Flaviano, obispo de Antioquía, que
sanaba á muchos con sus oraciones. Entre los persuadiese á Crisóstomo que aceptase aquella
otros que sanó, fué la mujer del prefecto de Antio- dignidad, y se le enviase á Constantinopla con los
quía, que era hereje marcionista, y grande e n e - hombres que iban por él, para que fuese consa-
migo de los católicos, el cual habiendo juntado á grado por patriarca de aquella imperial ciudad.
todos los herejes principales de su secta, para que Mucho se afligió Juan cuando supo la voluntad
hiciesen oración por su mujer enferma, y acrecen- determinada por el emperador, juzgando por su
tándosele por sus oraciones cada día más los do- humildad que era indigno de tan alto lugar; y la
lores que padecía, movido de la fama de Crisósto- ciudad de Antioquía se alteró de manera, que c o -
mo, vino un día trayendo á su mujer en una menzó á murmurar contra el emperador, como
camilla, y la puso á la puerta de la iglesia donde contra un tirano, porque les quería quitará Juan,
estaba Crisóstomo en compañía de Flaviano, su que era la gloria y ornamento de su ciudad, y el
prelado, y después de haberlos reprendido de su padre y maestro, consuelo y amparo de cada uno
secta y engaño, al fin, movido de sus ruegos, pidió de ella; y se resolvieron á morir antes que de-
al santo obispo que bendijese un poco de agua, y jarle salir, y le pusieron guardas para que no
la dio á la mujer enferma, y ella incontinenti sanó; saliese. Finalmente, fué necesario que el empera-
y tornando con su marido á casa, se convirtieron dor, para conseguir su intento, mandase al pre-
á la fe católica, y se publicó este milagro por la fecto de Antioquía, que con algún achaque envia-
ciudad, y otros muchos herejes también se c o n - se á llamar fuera de la ciudad á Crisóstomo, y que
virtieron, con grande alegría de los católicos y teniéndolo en su poder le entregase á las perso-
confusión de los otros herejes que no se quisieron nas que iban por él; y así se hizo, y aunque con
convertir. Estos comenzaron á infamar al santo, y gran repugnancia suya, fué llevado á Constanti-
á publicar que era hechicero y mago, y otras cosas, nopla, saliendo todo el senado, todo el clero y
como suelen los herejes, de las cuales san Juan re- toda la nobleza de ella, por orden del emperador,
cibía particular contento por tener que padecer por á recibirle, con tan universal alegría y regocijo
TOMO i
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de todo el pueblo de Constantinopla, como si Cri- amor de Dios y del prójimo, y de aquel celo con
sóstomo fuera padre de todos y de cada uno. Fué que estaba tan abrasada su alma de la salvación
consagrado patriarca por los obispos sufragáneos de sus prójimos, que parece que arrojaba llamas
y por Teófilo, patriarca alejandrino, y al día s i - de caridad por todas partes? Como se ve en uno
guiente después de su consagración le fué á visitar de sus sermones, en que dice estas palabras: «Yo
el emperador, y le pidió su bendición, y él se la querría poderos mostrar, si fuese posible, el amor
dio, y después le habló de esta manera: «Muy con- que os tengo, pues es cierto que para mi no hay
gojado he estado estos días, ¡oh emperador!, viendo cosa más querida que vosotros, porque más os
el peso que querías poner sobre mis flacos hom- amo que á esta luz corporal, y querría mil vecbs
bros, y que esta tan alta dignidad no conviene á mi ser ciego, si con serlo pudiese aprovecharos en
bajeza, porque para los altos lugares son m e n e s - algo. No quiera Dios que ninguno de vosotros
ter altos merecimientos, y grandes fuerzas para peque y le ofenda; mas si pecare, yo le lloraré
grandes cargos. Mas pues ha sido servido aquel con una fuente de tan copiosas lágrimas, que le
sumo príncipe y Señor del universo, cuyos j u i - sea testimonio de mi dolor; y creedme que en
cios son tan profundos, que yo-sea pastor de este cierta manera he perdido la esperanza de mi
rebaño, yo te suplico que oigas mis palabras, por- salud, porque mientras que lloro por vosotros, no
que de aquí adelante yo no podré callar, por no tengo tiempo de llorar por mi, y cuando oigo que
ser mercenario callando y no pastor. A ti te con- aprovecháis en la virtud, es tan grande el con-
viene, ante todas cosas, oir atentamente la palabra tentamiento que recibo, que luego me olvido de
de Dios, y á mí descubrirte su voluntad. Yo vengo todos mis males; y al contrario, en estando v o s -
á este gobierno por voluntad de Dios, y comienzo otros mal, luego se entristece y aflige mi corazón,
á decir lo que el mismo Señor y san Juan Bautis- aunque estuviese lleno de otros bienes. Ninguna
ta, ante todas cosas, predicaron, que es: Haced pe- cosa más deseo ni tengo más fija en mi corazón, ni
nitencia. Yo no tendré respeto á ninguna perso- pido á Dios con más ahinco, después de mi salva-
na: á todos diré libremente lo que conviene á mi ción, que la vuestra; porque yo os amo, y abrazo
oficio; y si tú lo hicieres, alegrarás mi espíritu y con los brazos de la caridad, y estimo vuestro
el espíritu de Dios, y harás cosa para ti prove- bien, y me parece que en vosotros tengo todas las
chosísima; y si no lo hicieres, el daño será tuyo, cosas que se pueden desear. En vosotros tengo
y la aflicción será mía.» Mucho se edificó el e m - padres, hermanos, hijos y madres, y si os pudiese
perador de la libertad con que Crisóstomo le abrir el pecho, vosotros os veríais esculpidos en
habló, y todos los que estaban presentes y oían él, con todos vuestros hijos, casas y cosas, y todos
sus palabras alababan á Dios, porque había dado cabéis en él por la fuerza de la caridad, la cual
un tan santo pastor y prelado á aquella ciudad. Y es tan poderosa que hace nuestra alma más capaz
para confirmar más, y acrecentar aquel conten- que el cielo.» Todo esto en sustancia dice san
tamiento que tenían, quiso el Señor que en aquel Crisóstomo; lo cual he querido referir aquí, para
mismo tiempo que Crisóstomo hablaba con el em- que se vea cuan encendido del amor divino esta-
perador, estuviese en la iglesia un endemoniado, ba el pecho de este santo, y las llamas de caridad
al cual el santo obispo, con la señal de la cruz, que echaba con sus palabras; y para que los pre-
sanó, aconsejándole que enmendase su vida y lados de la Iglesia y todos los que tienen cuidado
frecuentase los santos sacramentos. de las almas, le imiten en todas las virtudes, y
En tomando el gobierno de su iglesia Crisósto- especialmente en este tierno y amoroso afecto,
mo, comenzó á hacer oficio de un bueno y solícito y cuidadosa vigilancia de su bien, pues para esto
hortelano, y arrancar primero las malas yerbas y se las encomendó el Señor. Era tan grande esta
malezas de la tierra, para sembrar y plantar d e s - caridad de san Juan Crisóstomo, que no se e n c e -
pués en ella las yerbas saludables y plantas fruc- rraba dentro de los límites de Constantinopla, ni
tuosas. Predicaba contra la lujuria, y contra del distrito de su Iglesia; antes se extendía á tan-
aquellos que con capa de parentesco traían á sus tas otras provincias y naciones, que parece que
casas mujeres. Perseguía á los avaros, y á los que abrazaba todo el mundo. En Fenicia destruyó los
juraban falso, á los soberbios y ambiciosos, y á templos de los gentiles, y echó los demonios de
los que gastaban sus haciendas en vestidos, galas los corazones de los hombres, y fundó iglesias, y
y comidas superfluas. Y habiendo con sermones envió santos monjes, y siervos de Dios, para que
desarraigado muchos vicios de la ciudad, c o m e n - cultivasen toda aquella gente. Lo mismo hizo con
zó á plantar en los pechos de los que le oían el los celtas, que estaban inficionados de la herejía
amor de la virtud. Engrandecía el fruto de la arriana, y con los scitas, y con otras muchas
limosna, celebraba la castidad, alzaba hasta el gentes y naciones, alumbrándoles con su doctri-
cielo la humildad, como perfección y guarda ver- na, y enviándoles obreros fieles y cuidadosos, que
dadera de todas las virtudes. Pues ¿qué diré del les enseñasen la verdad. Corrigió asimismo m u -
DÍA 27 ENERO 275
chos abusos que había en la administración de se. Vino dos noches seguidas á la hora señalada,
las rentas eclesiásticas, gastándolas fielmente en y queriendo Proclo dar el recado á san Juan Cri-
limosnas y socorro de los pobres, y en hospitales sóstomo, que estaba escribiendo, vio que tenía á
que fundó, dando el gobierno de ellos á los cléri- su lado un hombre de mucha autoridad, que le
gos honestos y sin sospecha. Tenía cuidado de hablaba á la oreja, como en gran secreto; y juz-
las viudas, y aconsejaba a l a s que eran mozas, que,
gando que debía ser algún negocio de importan-
ó se casasen, ó viviesen con gran recato, para cia, despidió al caballero, diciéndole lo que pasa-
que no cayesen ellas, ó fuesen tropiezo para caer ba, y que era mala crianza dar el recado en aquella
otros. A las viudas viejas exhortaba que viviesen coyuntura; pero que él le prometía la noche si-
en perpetua vela y oración. Mas no consentía que guiente guardarle la puerta, y no dejar entrar á
por esto las mujeres anduviesen de noche, aun- nadie, para que pudiese hablar al patriarca á su
que fuese con ocasión de ir á los templos; antes tu-voluntad. Hizolo así Proclo con particular cuida-
vo tan gran recato en la honestidad de las mujeres, do, y cuando la noche siguiente volvió el caballe-
que ordenó que en la iglesia estuviesen apartadas ro, le dijo: «Ahora sí que podréis hablar á vuestro
de los hombres, y en lugar propio y distinto. A placer con el patriarca, que yo os he guardado la
todos persuadía que con gran devoción frecuen- puerta y no hay nadie con él.» Mas queriendo
tasen los santos sacramentos. Huía de convites, y abrir el aposento del santo, vio á su lado al mismo
no convidaba, ni quería ser convidado de nadie, hombre que había visto las otras dos veces, y e s -
asi por guardarsu acostumbrada templanza, como pantado y atónito dijo al senador lo que había, y
porque tenía gran flaqueza de estómago, que con que se fuese y no volviese más, hasta que él le
los muchos ayunos y beber continuamente agua llamase. Partióse el senador muy desconsolado y
se le había debilitado. Sus continuos ejercicios afligido; mas el Señor, que no desampara en la
eran orar, estudiar, predicar, escribir y enseñar tribulación, luego el otro día movió á san Juan
á todos. Decía misa con tanta devoción, y estaba que preguntase á su camarero si aquel senador,
tan elevado cuando celebraba, que solía ver s e ñ a -
que tres días antes le había querido hablar, había
les visibles del Espíritu del Señor, que bajaba del venido á su casa; y como el camarero le dijese
cielo sobre los sagrados misterios de la misa. Y que sí, y las veces que había venido, y la causa
como una vez uno de los ministros que asistían por que no le había hablado, y que aquel hombre
al altar mirase una mujer lascivamente, quitó que él había puesto á su lado era semejante a u n a
Dios á Crisóstomo aquella visión que solía tener, imagen de san Pablo, que allí tenía delante de sí,
y aquel regalo que le solía hacer; de lo cual él entendió el santo la merced que Dios le había
quedó maravillado, y sabiendo después la causa, hecho, é hízole gracias por ello, y mandó llamar
castigó al ministro deshonesto y privóle de aquel al senador; y entendida su desventura, informó
grado y oficio, y con esto tornó á gozar del a c o s -
de la verdad al emperador, é intercedió por él, y
tumbrado favor del Señor. restituyóle en su gracia y oficio; y después acabó
En los estudios de Letras sagradas, el que más la exposición que había comenzado sobre san
le deleitaba era el de las Epístolas de san Pablo, Pablo, que es tan maravillosa y divina que bien
y estaba tan asido y aficionado á su lección, que parece que el mismo santo apóstol se la dictó.
cuando las tenía delante no parece que se podía Habían los arrianos con maña y artificio (como
desasir de ellas. Vínole deseo de declararlas, y lo suelen hacer los herejes cuando no tienen p o -
pareciéndole empresa muy alta, y sobre sus fuer- der) extendido su perversa secta en Constantino-
zas, comenzó á suplicar al glorioso apóstol, de día pla, y tomado tanta licencia, que públicamente
y de noche, que le significase su voluntad; y al se juntaban en sus conventículos, con grande
cabo de algunos días, confiado de la intercesión escándalo y daño de los fieles, el cual san Crisós-
del santo, dio principio á su exposición. Al mismo tomo no podía remediar sin el brazo del empera-
tiempo el emperador quitó el oficio de senador á dor; y para persuadirle que se le diese, aguardó
un caballero, que falsamente había sido acusado, el día de la Epifanía, ó de los Reyes, en que el
al cual, por haber caído de la gracia del príncipe, emperador venía á la Iglesia con gran pompa
desampararon sus mismos amigos y deudos, c o - y majestad, y saliéndole á recibir á la puerta de
mo lo suelen hacer muchos, que siguen más la la iglesia, y haciéndole reverencia, le dijo: «Si
fortuna que las obligaciones de deudo y amistad; alguno, |oh emperador!, quisiese quitar de esa im-
y queriendo él valerse del favor del patriarca, le perial y rica corona que traéis en la cabeza a l g u -
escribió un billete suplicándole que le diese a u - nas piedras preciosas, y poner en su lugar piedras
diencia de espacio, y san Crisóstomo le respondió falsas ó pedazos de vidrio, ¿consentiríaislo?» Y
que de buena gana le oiría, mas que viniese de respondió el emperador que no. «Pues ¿cómo, dijo
noche, y ordenó á su camarero, que se llamaba el patriarca, consentís que en esta ciudad, y en la
Proclo, que en viniendo aquel caballero le avisa- Iglesia de Cristo, que es como una corona riquísi-
276 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
ma, estén mezclados los herejes con los católicos, ocasión de perderse á sí y á su imperio, pues nin-
y las piedras falsas con las finas? Procurad que guna cosa mala y contra Dios que haga el príncipe,
los herejes, ó se conviertan, ó salgan de esta ciu- deja de pagarla tarde ó temprano.» Quedó mudo
dad;» y así lo hizo el emperador, y les confiscó los y no supo qué decir Gayna oyendo las razones de
bienes, y les echó de Constantinopla, aunque des- Crisóstomo, y conoció que tenía fuerza en su
pués entraron en ella, y para hacer pesar á Cri- lengua como él la tenía en su espada; mas no por
sóstomo y á los católicos, comenzaron á cantar eso se sosegó, antes queriéndose vengar del e m -
ciertas antífonas suyas y cánticos, y para repri- perador, envió dos veces de noche sus soldados á
mirles y confundirlos, mandó Crisóstomo que los quemar el palacio imperial; los cuales sin hacer
católicos cantasen algunos himnos que él mismo efecto volvieron atrás, por haber visto innumera-
había compuesto contra los herejes; los cuales, bles ángeles en figura de soldados, que estaban
como inquietos, alborotaron y turbaron la ciudad, en el palacio para defenderle. Y el mismo Gayna,
y hubo en ella gran sedición y tumulto, en tanto no creyéndolo, fué en persona para ejecutar su
grado, que los católicos y los herejes vinieron á maldad, y viendo los soldados, desistió de ello, y
las manos, y un criado de la emperatriz fué heri- saliendo con su gente fuera de Constantinopla,
do, y con esta ocasión mandó el emperador á los comenzó á destruir y arruinar la provincia de
herejes que callasen y no cantasen más. En otra Tracia, y hacer grandes y notables daños en toda
cosa asimismo mostró Crisóstomo su celo y valor la tierra. No había hombre que osase ir al bárba-
contra los herejes, y fué de esta manera: Entre los ro y furioso capitán, para aplacarle y ponerle en
soldados del emperador había un capitán de m u - razón, temiendo su ferocidad y enojo; mas Cri-
cha estima llamado Gayna, el cual de nación era sóstomo, como quien tenía á Dios de su parte,
celta y de secta arriano, y de bajos principios se ofreció al emperador de ir en persona á h a -
había subido á grandes cargos, y tenido ilustres blarle, aunque sabía que Gayna estaba muy mal
victorias, peleando en servicio del emperador, y con él, por haberle negado el templo, como habe-
finalmente vino á ser general de su ejército con rnos dicho. Fué, pues, Crisóstomo adonde estaba
tanta autoridad, que se atrevió á pedir al empera- Gayna, el cual, espantado de la santidad, ánimo
dor una iglesia dentro de Constantinopla, en la y valor de Crisóstomo, le salió á recibir y se echó
cual él y los otros arríanos libremente pudiesen á sus pies, y le tomó la mano y la puso sobre su
ejercitar su religión. Y como Gayna era hombre cabeza, y mandó á sus hijos que se postrasen de-
bárbaro y fiero, y con el cargo y las victorias i n - lante de él y le hiciesen reverencia; y él pudo
solente y poderoso, no osó el emperador negárse- tanto con su prudencia y elocuencia, que leaman-
la, temiendo mayores inconvenientes. Súpolo Cri- só y desenojó, y le reconcilió con el emperador.
sóstomo, y dijo al emperador que mandase juntar De esta manera se reprimieron los herejes, y
delante de sí á los dos, á él y á Gayna, porque él con otra cosa maravillosa que cuenta Sozomeno
le sosegaría y haría callar. Hízolo así, y estando haber sucedido en tiempo de san Juan Crisóstomo
los dos juntos delante del emperador, dijo Crisós- á una mujer hereje, cuyo marido había sido a s i -
tomo á Gayna: «El emperador, ¡oh Gayna!, no mismo hereje macedonio, y por la doctrina de san
puede disponer de los templos de esta ciudad, ni Crisóstomo se había convertido á la fe católica.
de las otras cosas eclesiásticas, si no quiere per- Este hombre, deseando reducir á su mujer á la
der el título de príncipe católico y pío: conmigo verdad católica, que él ya había conocido, y per-
las has de haber, porque éste es mi oficio; si tú suadiéndole que dejase sus errores, por hallarla
quieres un templo para hacer oración, ahí tienes dura y obstinada, la amenazó que la dejaría y no
abiertos todos los templos de Constantinopla, y si haría más vida con ella. La pobre mujer, más por
me dices que quieres uno particular para ti y para cumplir con su marido que sentirlo así, le dijo
los de tu secta, y que no es mucho que habiendo tú que haría lo que le mandaba, y concertándose
tomado tantos trabajos y derramado tu sangre en primero con una criada suya, tomó el pan consa-
servicio del emperador te haga esta gracia parti- grado que daban los herejes, y dióselo á la criada
cular, yo te respondo que si has servido bien has para que se le guardase, y después se fué á la
sido bien pagado, y que habiendo nacido tan pobre iglesia de los católicos con su marido para comul-
y de tan bajo suelo, has venido á ser cónsul y c a - gar y asegurarle que era católica, y tomando la
pitán general por la liberalidad del emperador, el hostia consagrada, fingiendo que se inclinaba
cual te ha sublimado y enriquecido, y no debes tú para orar, la dio á la criada, que estaba á su lado,
serle desagradecido y desconocido á Dios, que por y tomó de ella el. pan que había recibido de los
su mano te ha puesto en ese estado. Esta tu deman- herejes, y luego aquel pan se convirtió en piedra,
da es contra Dios, pues quieres dar su templo á y la desventurada mujer, atónita y fuera de sí, dio
sus enemigos; es contra el príncipe, por ser cosa parte á Crisóstomo de lo que le había sucedido, y
injusta é indigna; y decirle que lo haga, es darle él la convirtió á la fe católica, y publicó el milagro,
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y para perpetua memoria de él se guardó en vemente allí delante de lodo el pueblo, mostrán-
Constantinopla aquella piedra en que el pan de los dole que cogía lo que había sembrado y los frutos
herejes se había convertido. de su loca impiedad; y esto, no para afligir más
Con estas obras floreció san Crisóstomo en al afligido, sino para que se aprovechase del esta-
Constantinopla, y su fama se extendió por toda el do presente, y todo el pueblo que bramaba y pedía
Asia y Grecia, y otras provincias más apartadas su muerte, se amansase y le tuviese compasión:
y remotas, sintiendo todos beneficio de su vida, y así dice el mismo santo en aquella oración: «No
de su doctrina, de su lengua, de su vigilancia y digo esto por zaherir al que está caído, sino para
de aquella caridad tan entrañable, con que á todos tener mejor en pie á los que no lo están; no para
abrazaba en Cristo. Mas la envidia, que es enemi- renovar las llagas del herido, sino para conservar
ga mortal de la virtud, no pudo sufrir la claridad la salud de los que no están heridos; no para hun-
con que por todas partes la vida de Crisóstomo dir al que está medio ahogado, sino para enseñar
resplandecía, antes comenzó con gran rabia á de- á los que navegan con próspero viento que no
rramar su veneno contra él, y á recoger todos los den al través con su navio.» Y más abajo: «Esto
malos vapores y exhalaciones que pudo para ar- digo para ablandar vuestros ánimos, moveros á
mar de ellas un nublado y torbellino, y arrancar compasión y contentarse de la pena presente de
aquella hermosa y rica planta que daba frutos de este hombre miserable; porque muchos hay de los
vida en el jardín del Señor, de las cuales referire- que aquí están tan inhumanos, que nos repren-
mos aquí algunas brevemente. Primeramente, den por haberle acogido, y para ablandarlos con
viendo el santo que muchos ciudadanos, caba- mis palabras les pongo delante la calamidad de
lleros, señores y magistrados, y aun la misma este desventurado.» Y aunque todo esto nacía de
emperatriz Eudoxia, tenían gran sed de oro, y celo y de misericordia, los apasionados lo atri-
que por sus intereses hacían muchas cosas indig- buyeron á demasiado rigor é inhumanidad. De-
nas de la piedad cristiana, comenzó á predicar más de esto hubo otra causa, y no fué la menor,
con grande espíritu y vehemencia contra la ava- para que la emperatriz Eudoxia se enojase con
ricia; y puesto caso que no nombraba en el pulpito Crisósiomo.
á persona particular, cada uno, acusado de su Estaba en Alejandría, por lugarteniente del em-
propia conciencia, tomaba por sí lo que se había perador, un caballero llamado Paulacio, hombre
dicho en general, y habiéndose de enojar contra avarísimo. Dijéronle que una mujer, por nombre
sí mismo y enmendarse, se enojaba contra Cri- Calitropa, era rica y tenía mucho dinero; él, sólo
sóstomo y murmuraba de él. Añadióse á esto por hartar la sed de su codicia, le hizo pagar qui-
que Eutropio, camarero mayor del emperador, nientos ducados, los cuales por ser mujer y viuda
persuadió á su amo que hiciese una ley contra la y no querer pleitear con aquel tirano, buscándolos
inmunidad de la Iglesia, y que mandase que fue- prestados, se los dio luego; al tiempo de la resi-
sen sacados de ella y del mismo altar los que á él dencia vino la misma á Constantinopla y le hizo
se acogiesen, y poco después que se hizo esta ley, cargo de lo que injustamente le había quitado.
por justo juicio de Dios, cayó de su privanza y de Pero como las viudas y gente desvalida común-
la gracia del emperador, el cual le mandó pren- mente se les hace poca justicia, y los malos jueces
der, y él, no teniendo otro medio para escaparse, unos á otros se ayudan, no hallando Calitropa
se acogió á la Iglesia y pidió al patriarca que le quien le hiciese justicia, acudió á Eudoxia como
defendiese y guareciese en ella, de donde todo el á mujer y como á emperatriz, para que favorecie-
pueblo, por el odio que le tenía, le quería sacar se y diese la mano á otra mujer miserable. La em-
y despedazar con sus manos. El santo le defendió peratriz mandó pagar á Paulacio cien libras de
de los soldados que habían venido para sacarle, y oro, amenazándole que si no las pagaba le m a n -
no permitió que saliese de la iglesia hasta que el daría luego castigar. Pagólas Paulacio, y la e m -
emperador juró que no le mataría, ni le entrega- peratriz se quedó con ellas, mandando dar á Ca-
ría á Gayna, que era el que más instaba por su litropa solos treinta y seis ducados, que aun no
muerte. Y juzgando que Eutropio aun no estaba bastaban para el gasto del camino. Y viendo que
reconocido de su culpa y del daño que había no tenía otro remedio, dio parte de su trabajo á
hecho á la Iglesia, y del escándalo que había dado Crisóstomo, y él mandó á Paulacio que pagase, y
al pueblo, y que convenía en un negocio tan im- le apretó de tal manera, que fué menester que la
portante y de tan grande consecuencia que todos emperatriz tomase la mano y rogase al patriarca
entendiesen que aquel ejemplar castigo venía de que le dejase; lo cual él no quiso hacer, si no se
la mano de Dios, y que el autor de aquella per- pagaban á la viuda sus dineros. Por esto Eudoxia
niciosa ley era el primero en quien la misma ley se embraveció y tuvo tanto enojo, que salió de sí
se ejecutaba, para que se revocase y escarmenta- y envió soldados y capitanes para que sacasen por
sen los demás; subiendo al pulpito, le habló gra- fuerza á Paulacio de la iglesia, donde estaba por
278 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
orden de Crisóstomo. Mas yendo los soldados para Crisóstomo, dado que el color de aquella junta
ejecutar lo que su señora les había mandado, y fuese otro. Entre los obispos que se juntaron para
queriendo entrar en el templo armados, hallaron la condenación del santo, algunos hubo muy apa-
un ángel de Dios en forma terrible con una lanza sionados, á quienes cegó la ambición y el apetito
en la mano que le defendía, y despavoridos vol- de venganza, y deseo de dar contento á la empe-
vieron á la emperatriz y le contaron lo que pasaba; ratriz y alcanzar su favor, que es mal que lleva á
y ella, viendo que no podía contrastar contra Dios muchos. Otros hubo de buenas entrañas, que
ni contra su siervo, perdió mucho de sus bríos, y fueron engañados por creer demasiado á los que
Paulacio, entendiendo cuan poca fuerza tenía el no debían, como fué san Epifanio, obispo de Sala-
favor de Eudoxia contra el pecho invencible de mina en Chipre, varón por su santidad, doctrina
Crisóstomo, por librarse de molestia, pagó los y mucha edad, venerable; el cual, habiendo en
quinientos ducados á la viuda; la cual, haciendo aquella sazón venido á Constantinopla, fué enga-
gracias á Dios y al santo, se volvió muy alegre y ñado de los enemigos de Crisóstomo, para que
contenta á su casa. Otra vez tomó la emperatriz, consintiese en su condenación, pareciéndoles que
con cierto achaque vano, una viña ó heredad fruc- se justificaba mucho con la autoridad de tan insig-
tífera á una viuda, y ella se quejó á Crisóstomo, y ne varón; y hubo entre los dos santos Epifanio y
le rogó que la amparase. Escribió el santo á la Crisóstomo algunos disgustos y palabras que dije-
emperatriz, rogándole que desagraviase aquella ron, profetizando el uno al otro lo que á entrambos
pobre viuda, y le mandase restituir su heredad. había de suceder, si es verdad lo que algunos his-
Hízose sorda la emperatriz, y el santo le fué á ha- toriadores graves escriben, porque otros lo ponen
blar, y hallóla brava y dura; y como era tan celo- en duda, lo cual permitió nuestro Señor, para que
so, y había aprendido á temer más á Dios que á nos humillemos todos y conozcamos lo que es
los príncipes de la tierra, para cumplir con su ofi- nuestro y lo que es suyo, y ninguno se maraville
cio, yendo la emperatriz con grande acompaña- cuando viere entre los siervos de Dios de diferen-
miento á la iglesia, un día solemne de la Cruz, en tes y contrarios pareceres, que se pueden compa-
que toda la ciudad concurría á la fiesta, Crisósto- decer con la caridad, y con una misma y perfecta
mo le hizo cerrar la puerta, y no la dejó entraren voluntad. Pero la que más atizaba el fuego y s a -
la iglesia, admitiendo á los demás. Echó mano á caba de seso al emperador para que le echase fue-
la espada uno de los de la guarda de la empera- ra de la ciudad, era Eudoxia. Salió el santo de la
triz para vengar la injuria de su señora y entrar ciudad, que estaba puesta en armas para defen-
por fuerza, y luego se le secó la mano, y Eudoxia derle, por quitar la ocasión de riñas y alborotos,
quedó por una parte echando llamas de fuego de heridas y muertes; pero fué tan grande el senti-
rabia, y por otra espantada y atónita por el mila- miento de todo el pueblo por su partida, que casi
gro que Dios había obrado delante de sus ojos, y apedrearon á Teófilo, patriarca de Alejandría, por
para mayor testificación de la santidad de Crisós- haber entendido que él había sido el principal
tomo, el hombre cuya mano se había secado, re- autor de aquella persecución; y luego se siguió un
conociendo su culpa, pidió perdón al santo pa- espantoso y horrible temblor de tierra en Cons-
triarca, y le mandó lavar la mano con agua de la tantinopla, que la afligió, y el emperador estuvo
iglesia, y luego cobró entera salud. Otras causas en gran peligro, y toda la gente daba gritos por
de disgusto hubo entre san Juan Crisóstomo y las calles, que aquel azote les venía por el destie-
la emperatriz, ¿fue dejo por brevedad, porque rro del santo. De manera que fué necesario, para
todas ellas nacieron de la mala raíz de la codicia, ó aplacarle y para amansar á Dios, que el empera-
de la vanidad, que es tan connatural á las muje- dor escribiese á Crisóstomo que luego se volviese
res, y más á las reinas y señoras poderosas, que á Constantinopla, y él no quería volver, hasta que
quieren ser adoradas, y que ninguno, aunque sea su causa fuese examinada legítimamente, y se re-
santo y ministro de Dios, se les atreva. vocase todo lo que violentamente y contra justicia
se había hecho contra él. Pero fué forzado á v o l -
Aprovechándose, pues, del odio y aborrecimien-
ver para aquietar la ciudad, donde fué recibido de
to que tenía á Crisóstomo la emperatriz, los que
todos como un ángel del cielo, con tanta alegría
habían sido reprendidos de sus vicios por el santo
y fiesta, que se hundía Constantinopla.
en sus sermones, y algunos obispos y clérigos,
que no podían por su flaqueza sufrir tan grande Vuelto Crisóstomo á su Iglesia, comenzó á h a -
luz, ni la entereza y serenidad con que Crisósto- cer lo que había hecho antes, viviendo como santo,
mo los trataba, todos juntos armaron un nublado predicando como apóstol, velando sobre su grey
para oscurecer y eclipsar aquel sol, que con su como cuidadoso pastor, arrancando los vicios
virtud y claridad daba vida á tantos, y procuraron como solícito hortelano, y oponiéndose con increí-
que se hiciese un sínodo de obispos, y que en él ble celo y constancia á la corriente impetuosa de
fuese acusado y condenado y desterrado san Juan las malas costumbres y á todo el poder de los mis-
DÍA 27 ENERO 279
mos príncipes, cuando eran contra Dios. De aquí man ocasión para su maldad, y, como las serpien-
vino, que queriéndose hacer ciertas fiestas en la tes, las convierten en ponzoña, del fuego que Dios
plaza de la iglesia de Santa Sofía, delante de una había enviado para su castigo, los enemigos de
estatua de la emperatriz Eudoxia que estaba á la Crisóstomo tomaron ocasión para perseguir y afli-
puerta de la misma iglesia, el santo mandó que no gir gravemente á todos sus devotos, achacándoles
se hiciesen aquellas fiestas allí, porque con el rui- que ellos habían puesto fuego y quemado el pala-
do y gritería impedían á los sacerdotes que canta- cio del senado, no porque lo creyesen, sino por-
ban dentro de la iglesia, y estorbaban los oficios que eran amigos de su enemigo. No se puede fá-
divinos. Y como Eudoxia estaba ya picada y con cilmente creer las molestias y vejaciones que pa-
mal ánimo contra Crisóstomo, interpretó mal este decieron, sólo porque lloraban por él, y por no
mandato del santo, pensando que había sido para querer comunicar, mientras que él vivió, con los
afrentarla; y no pudiendo disimular su saña y f u - patriarcas intrusos de Constantinopla que le suce-
ror, procuró que de nuevo se juntasen los obis- dieron. El santo iba á su destierro muy contento
pos, y condenasen á Crisóstomo, y le desterrasen y regocijado por lo que padecía por la justicia, y
otra vez á partes más remotas y más ásperas, por haber hecho lo que debía como buen prelado;
donde tuviese ocasión de morir presto, ó de vivir y puesto caso que iba flaco, cansado y apretado
muriendo, y así se hizo, y el santo salió de Cons- de los que le llevaban, no por eso dejaba de tener
tantinopla, llorando toda la ciudad, y especial- cuidado de las iglesias, de la predicación del
mente algunas señoras devotísimas suyas, á las Evangelio, y que muchas almas se convirtiesen al
cuales consoló y dio su bendición, y rogó no se es- Señor, como se ve en un capítulo de una carta
pantasen de aquella tribulación que Dios le envia- que escribió del camino á Constancio, su presbíte-
ba por su bien, y que perseverasen hasta el fin en ro, en que le dice: «Esta carta te escribo para e x -
el amor y temor santo del Señor. Entre estas d e - hortarte que hagas lo que siempre te he rogado, y
votas mujeres, la más principal fué Olimpia, que que aunque se haya levantado una tempestad tan
era señora nobilísima y riquísima, la cual, habien- horrible como ésta, y se levante otra mayor, y las
do sido veinte meses casada y muerto su marido, ondas suban hasta al cielo, no dejes de hacer lo
quedando virgen y moza, y queriéndola otra vez que debes y has comenzado, y destruir la supers-
casar el emperador, principalmente con un deudo tición de los gentiles, edificar las iglesias, y tener
suyo, nunca quiso sino servir perpetuamente á la cuidado de las almas. No aflojes un punto por la
Iglesia, y gastar toda su hacienda en remediar á dificultad y malignidad de los tiempos; porque ni
los pobres, en hospedar y agasajar á los siervos el buen piloto deja el timón en la tormenta, ni el
del Señor, y particularmente á san Juan Crisósto- buen médico la cura, por ver el enfermo peligro-
mo, de cuya doctrina y santos consejos estaba col- so. No pierdas el ánimo por ver lo que pasa y s u -
gada, y por el cual después fué desterrada, y pa- cede, porque no daremos nosotros cuenta del mal
deció grandes injurias en su persona y daños en que otros nos hacen, antes recibiremos premio de
su hacienda; mas todo lo sufrió con grande pa- Dios, si lo sufrimos con paciencia. Y si fuéremos
ciencia y alegría por amor del Señor, y el santo descuidados y negligentes en su servicio, no nos
le escribió muchas epístolas animándola á la per- podremos excusar con la turbación de las cosas:
severancia y consolándola en sus trabajos; y el pues san Pablo, estando aprisionado en la cárcel,
Martirologio romano hace mención de ella como y Jonás en el vientre de la ballena, y los tres s a n -
de santa, á los 17 de diciembre. Y lo mismo hizo tos mozos en medio de las llamas, hacían su ofi-
con Pentadia, que había sido mujer de Timasio, cio: así te ruego que lo hagas tú, y mires por el
cónsul, y se había dedicado al servicio de la Igle- bien de las iglesias, y me escribas las que en este
sia, y padecido increíbles molestias por él. año se han edificado, y los que han ido á cultivar
esta viña de Fenicia, y la esperanza que hay del
Embarcóse el santo para ir á su destierro, que
aprovechamiento de las almas.» Todo esto escribe
era Cucuso, en los confines de Armenia, parte
san Crisóstomo yendo á su destierro; lo cual he
muy infestada de los bárbaros; y por voluntad del
puesto aquí, para que mejor se entienda la s e g u -
Señor y castigo de los que habían urdido y tejido
ridad de aquella alma pura, y cuan encendida e s -
aquella tela de su destierro, debajo del pulpito
taba en el amor del Señor, pues se olvidaba de sí,
donde solía predicar san Crisóstomo, se empren-
y se acordaba de Dios en sus trabajos, que fueron
dió un gran fuego, y subiendo por el techo de la
tantos en setenta días que le duró el camino, que
iglesia, creció con el viento que corría, y se hizo
él mismo en otra carta escribe estas palabras: «Si
un gran incendio, el cual, salvando las casas que
estáis encarcelados, encadenados y encerrados
estaban en medio, pasó al palacio donde se junta-
con los presos y hombres facinerosos, por no que-
ba el senado, que estaba muy lejos, y era muy
rer consentir á su maldad, alegraos, regocijaos y
suntuoso, y dentro de tres horas le abrasó é hizo
coronaos de fiesta, pues por ello tendréis copiosq
ceniza. Pero como los malos de todas las cosas to- |
280 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
galardón del Señor; qué también nosotros esta- ganar gracias de la emperatriz, estando muy flaco
mos consumidos, y habernos pasado innumerables y enfermo, le hacían andar muy grandes jornadas
géneros de muertes; lo cual os podrán mejor decir sin parar; y si hallaban un mesón bien proveído
los que lo han visto, con los cuales, estando asán- ó con alguna comodidad, le pasaban y se queda-
dome de calenturas, no me han dejado hablar, ban en el que no tenía qué comer, ni qué beber,
antes con los mismos accidentes me hacían cami- ni abrigo ni regalo. Por estos tan excesivos tra-
nar de día con grandes calores, y la noche sin bajos le sobrevino una ardentísima fiebre y un
dormir con gran pobreza y falta de todas las cosas gravísimo dolor de estómago, y con estar muy
necesarias, y pasando mayores miserias que los peligroso y para morir, no le dejaron reposar ni
que trabajan en las minas, y están detenidos en tener un rato de descanso. Pero aunque el cuerpo
las cárceles. Llegado á Cesárea he tenido por estaba cansado y afligido, el espíritu del santo go-
gran regalo beber un poco de agua limpia, y zaba de aquel recreo y consuelo de que gozan los
comer un pedazo de pan, que no fuese duro ú santos. No tenia médico que le visitase, mas los
oliese mal.» Hasta aquí es de san Crisóstomo; apóstoles san Pedro y san Juan le visitaron. No
el cual, entre las otras obras admirables que e s - tenía qué comer, mas estos gloriosos apóstoles le
cribió en este tiempo, una excelentísima y di- trajeron del cielo un manjar divino, el cual comi-
vina es, en la que trata maravillosamente que do le hartó de manera que no tuvo más necesidad
ninguno puede recibir daño, sino de sí mismo, de mantenimiento corporal. Prosiguiendo su c a -
y lo prueba con tanta elocuencia y con tan mino llegaron á un lugar donde estaba el cuerpo
vivas razones, que pone espanto. Y todo esto n a ' de san Basilisco, obispo y mártir, el cual apareció
cía del conocimiento de la verdad, y del sentimien- á san Crisóstomo, y le dijo: «Hermano Juan, e s -
to que tenía Crisóstomo, que no hay daño verda- fuérzate y alégrate, que mañana los dos estaremos
dero y para sentir, si no es el pecado, el cual en un mismo lugar.» Y el día antes el mismo santo
ninguno comete sino por su voluntad, con la cual mártir había aparecido al sacristán de aquella
se hace daño á sí mismo, y ningún otro se le iglesia y dichole: «Apareja el lugar para mi h e r -
puede hacer; y que los otros daños de hacienda, mano Juan que viene.» Con esta revelación y tan
honra, salud y vida temporal, son de tan poca e s - dulces prendas, de su dichoso fin, rogó san Cri-
tima, respecto de este otro daño del pecado, que sóstomo á los que le llevaban que parasen allí,
se pueden tener por daños pintados y contra- y ellos no quisieron; mas habiéndose partido, el
hechos. Señor les hizo volver á su pesar al mismo lugar,
Finalmente, el santo llegó á Cucuso, donde fué donde habiendo el santo recibido los sacramentos
recibido amorosamente, y regalado de un santo y dado de limosna todo lo que llevaba, y con-
obispo, llamado Filadelfo, por orden y revelación solado algunos amigos que iban con él, cerró los
del Señor, y de Dioscoro. en cuya casa vivió. Era ojos del cuerpo y abrió los del alma, para ver á
aquella tierra muy fragosa y áspera, y los mora- Dios eternamente como es. Dio su espíritu al S e -
dores fieros y bárbaros, é idólatras, que adoraban ñor á los 14 días del mes de septiembre, en que la
al sol y las bestias, y los árabes hacían continuas Iglesia celebraba entonces y ahora celebra la
correrías, y los robaban y destruían, y por esto Exaltación de la Santa Cruz, queriendo Dios que
la emperatriz había procurado que Crisóstomo aquel ministro fiel y divino de su cruz, y que tan
fuese desterrado á aquella parte, para que presto bien había sabido llevar la suya é imitarle en esta
muriese á las manos de ellos. Mas el Señor orde- vida, gozase de los merecimientos de su bendití-
nó otra cosa, y por medio del santo dio la vida sima pasión, y de la corona que por ella se nos
espiritual á toda aquella gente, domesticándola da, en el mismo día en que la Iglesia celebra sus
con los milagros que allí hizo, y amansándola con victorias y triunfos. Murió san Juan Crisóstomo
-su ejemplo y doctrina; y fué tanto lo que obró el año de 407, imperando en Oriente Arcadio, y
por él, que fué necesario que consagrase siete en Roma Honorio, hijos de Teodosio el Mayor.
obispos de nuevo, y ordenase otros muchos cléri- Muerto san Crisóstomo, cayó tanta y tan grande
gos que tuviesen cuidado de Jas almas que se piedra en Constantinopla, que estuvo para h u n -
habían convertido. No se contentaron los enemi- dirse la ciudad, y cuatro días después murió la
gos de Crisóstomo con la crueldad que con él triste y desventurada emperatriz Eudoxia. Para
habían usado; mas para acabarle más presto y que se vea que aunque el Señor á las veces deja
quitarse de cuidado, dieron orden que de Cucuso á los príncipes afligir á sus santos, porque así
fuese llevado á Arabesa, y de allí á Pitionde, en conviene á la gloria de su majestad, y al bien de
las últimas partes del Ponto Euxino, y en las e x - ellos, al cabo les ata las manos y los castiga.
tremas tierras del imperio romano. En este p o s - Aunque Sócrates y Sozomeno dicen, que la piedra
trer camino se halló el santo muy fatigado, porque cayó en Constantinopla, no después de la muerte,
los que le llevaban y deseaban dar cabo de él para sino después de echado la segunda vez de su silla
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y desterrado, y que la emperatriz Eudoxia murió palabras gravísimas que quiero poner aquí: «La
de allí á cuatro días, viviendo aún san Crisósto- voz, dice, de la sangre de mi hermano Juan clama
mo. Pero en esto hay gran variedad en los auto- á Dios contra ti, ¡oh emperador!, de la manera que
res, que unos dicen que murió san Crisóstomo á la voz de Abel justo clamaba contra el homicida
los 14 de septiembre, y á los 30 cayó la piedra, y Caín. No solamente has hecho esto; mas en tiempo
á los cuatro días después murió Eudoxia. Otros de paz has movido una gran persecución contra
que murió tres meses después, otros que san Cri- Cristo y contra su Iglesia. Has echado de su tro-
sóstomo vivió cuatro años después de la muerte no, sin ser examinada su causa, á aquel gran
de Eudoxia; mas si las cartas que trae el carde- doctor de todo el mundo, y le has perseguido, y
nal Baronio son ciertas, como parece, en las cua- en él á Jesucristo. No me da tanta pena la muerte
les el papa Inocencio, primero de este nombre, de Crisóstomo, el cual con los santos apóstoles
excomulga á Arcadio y á Eudoxia por la muerte está gozando de Dios en su reino, dado que su
de san Crisóstomo, y ellos se humillaron y pidie- pérdida sea gravísima, cuanto la salud de v u e s -
ron perdón, necesariamente habernos de decir tras almas y el daño que han recibido los que se
que Eudoxia vivió algún tiempo después de san sustentaban con el pasto de su espiritual y divina
Crisóstomo. doctrina; porque no solamente la Iglesia de Cons-
No solamente castigó Dios á la emperatriz, sino tantinopla ha perdido aquella lengua más dulce
también á los demás que habían sido cómplices que la miel, sino toda la tierra que calienta el sol
en perseguir y afligir á san Juan Crisóstomo. Y quédase huérfana por haber perdido un varón de
Teófilo, patriarca de Alejandría, que había sido el Dios tan excelente, y esto por persuasión de una
principal autor, y como promotor fiscal de su con- mujer, que ha sido causa de toda esta tragedia, y
denación, estando agonizando y luchando con la que tan presto ha de recibir la pena de su culpa.»
muerte, nunca pudo acabar de morir hasta que le Y añade: «Por tanto, yo, el mínimo de todos y pe-
trajeron una imagen suya, y reconociendo su cul- cador, á quien Dios ha encomendado la silla del
pa la hizo reverencia; y con esto expiró, como lo gran apóstol san Pedro, te aparto y echo á ti y á
escribe san Juan Damasceno, y lo refiere en ella fuera de la comunicación y participación de
sus Anales el cardenal Baronio. Y san Cirilo, asi- los misterios sacrosantos de Jesucristo, y declaro
mismo patriarca alejandrino y sobrino de Teófilo, por privado de su dignidad á cualquier obispo ó
estando mal informado de las cosas de san Cri- clérigo de la santa Iglesia, que fuere osado admi-
sóstomo y no consintiendo que en la misa se nistraros los sacramentos, desde la hora que
hiciese mención de él, como se hacía de los otros estas mis letras leyóredes y os fueren notificadas.
santos pontífices ya difuntos, tuvo una visión Y si vosotros, como hombres poderosos, apremia-
celestial, por la cual le parecía que Crisóstomo, reis á algún sacerdote que lo haga, y quebranta-
acompañado y armado con la guarda del cielo, reis los sagrados cánones que nos ha dado Dios
le había echado á él de su Iglesia, y que nuestra por sus santos apóstoles, tened por cierto, que
Señora, á quien Cirilo había servido mucho en cometeréis grave pecado, y que daréis cuenta de
el concilio efesino, rogaba á Crisóstomo que le él en el día terrible del juicio, cuando se descu-
restituyese; y reconoció su engaño, y comenzó brirán todos los secretos de nuestros corazones, y
á honrar al que antes había desestimado. Y los ni la grandeza del estado, ni la potencia, ni la
otros clérigos, obispos y seglares que se habían honra y dignidad podrán ayudar á nadie, sino
conjurado contra Crisóstomo y sido causa de sola su buena conciencia.» Todo esto es de san
su destierro, fueron castigados visiblemente, y Inocencio papa, escribiendo al emperador Arca-
padecieron gravísimas enfermedades y calami- dio, el cual se reconoció y humilló y pidió perdón
dades, unos de una manera, otros de otra, pero para sí y para la emperatriz Eudoxia, temblando
todos con justa y severa sentencia del Señor: de la excomunión tan justa del vicario de Cristo,
y entre ellos Cirilo, obispo, que fué uno de los y haciendo penitencia de su culpa; y en razón de
que más se señalaron contra san Crisóstomo, h a - esto escribió algunas cartas que pone el cardenal
biéndole pisado el pie acaso Maruta, obispo de Baronio, sacadas de la librería Vaticana y de Gli-
Mesopotamia, se le corrompió de manera que fué cas; las cuales dejo, por no alargar más esta h i s -
menester cortársele á pedazos, y el otro pie tam- toria.
bién, por haberse inficionado y derramado por El cuerpo de san Juan Crisóstomo se trasladó
todo el cuerpo el mal humor; entendiendo todos del lugar donde murió, y había sido enterrado, á
que era azote de Dios, que vengaba la injuria de Constantinopla, siendo ya emperador Teodosio el
su siervo. San Inocencio, papa primero de este Menor, hijo de Arcadio, el cual, por su mucha
nombre, cuando supo lo que los emperadores A r - piedad, y por satisfacer por la culpa de sus padres
cadio y Eudoxia habían hecho contra san Juan y por la grande ansia que todo el pueblo de
Crisóstomo y su muerte, los excomulgó con unas Constantinopla tenía de ver las reliquias de su
TOMO I 36
282 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
santo pastor, y por haber sido como hijo de san ciudad se le había de hacer. Salió toda Constanti-
Juan Crisóstomo, que le bautizó y le enseñó los nopla á recibir su santo pastor, y pasaron aquel
primeros preceptos de la doctrina cristiana, envió estrecho de mar con innumerables barcas, estando
algunos senadores nobilísimos, para que con gran el cielo sereno y la mar como una leche; y el
pompa y solemnidad, música, cirios encendidos, mismo emperador en su galera tomó el santo
procesiones y fiestas que se hiciesen por todos cuerpo, y al improviso se levantó una borrasca
los lugares del camino, trajesen á Constantinopla espantosa, y esparció por diversas partes las
el sagrado cuerpo de Crisóstomo. Fueron los e m - demás barcas, y sola la galera en que iba el
bajadores, dieron la carta que llevaban del empe- santo cuerpo, como guiada de Dios, fué á dar en
rador al obispo y ciudad de Comana, en que les la heredad de aquella viuda que había defendido
mandaba que entregasen aquel santo cuerpo; y Crisóstomo, y por haberla usurpado injustamente,
yendo para ejecutarlo, y echando mano de la arca había reprendido y negado la entrada en la igle-
en que estaba, nunca la pudieron mover. Avisa- sia á la emperatriz. Luego se sosegó aquella tem-
ron al emperador lo que pasaba, y él escribió una pestad, y las naves se volvieron á juntar, y el santo
carta á san Crisóstomo muerto, como si fuera cuerpo, llevándole por la ciudad como triunfante
vivo, en la cual le suplicaba con grande humildad en el carro imperial, fué colocado en el templo de
que volviese á Constantinopla, por estas palabras: los Santos Apóstoles, postrándose el emperador
«Al doctor de todo el mundo, y padre mío espiri- con grande humildad y pidiendo perdón para las
tual, san Juan Crisóstomo, Teodosio emperador. almas de sus padres, y particularmente de su m a -
Pensando, ¡oh padre venerando!, que vuestro cuer- dre; y que cesase ya el ruido que por espacio de
po estaba como el de los difuntos, y deseando treinta y cinco años se sentía en la tumba donde
como buenos hijos que aman á sus padres, tener- estaba su cuerpo, y era tan grande que hacía
le presente, mandamos que os sacasen de donde temblar la iglesia; lo cual alcanzó Teodosio del
estáis, y os trajesen á esta ciudad, y dimos orden santo con su oración, porque de allí adelante no
con la mayor humildad y modestia que pudimos, se sintió más aquel ruido. Clamaba todo el p u e -
que esto se ejecutase con la honra, acatamiento y blo: «Recibid vuestro trono, ¡oh santo padre!;» á
autoridad debida á vuestra santa persona; mas no las cuales palabras el santo respondió como si
habernos alcanzado lo que deseábamos, por v e n - fuera vivo: Pax vobis: Paz sea con vosotros. Fué
tura por este fausto imperial, con el cual gober- esto á los 27 de enero del año del Señor de 438, á
namos las cosas del siglo, y habernos presumido los treinta y un años del imperio de Teodosio, y á
tratar las espirituales y divinas. Por lo cual, ¡oh los treinta y cinco después que san Crisóstomo
santo padre, padre verdaderamente digno de toda había sido privado la primera vez de su silla. Y
reverencia, á quien yo hablo como si estuviese este día de su traslación celebra la Iglesia su
vivo!, os suplico que condescendáis á nuestro de- fiesta, y traspasa la de su muerte, que fué, como
seo, y que pues habéis enseñado á otros á hacer dijimos, á 14 de septiembre, día de la Exaltación
penitencia, os dignéis de perdonar á los peniten- de la Santa Cruz. Después con el tiempo se tras-
tes, y os deis á los que con grande ansia os de- ladó la segunda vez el cuerpo de san Crisóstomo
sean y con humilde confesión acusan sus pecados de Constantinopla á Roma, donde está en la i g l e -
y no atormentéis más nuestros corazones con lar- sia de San Pedro. Así suele honrar el Señor á sus
gas y dilaciones. En esto haréis cosa digna de siervos y dar bonanza después de la tempestad á
vuestra benignidad y de nuestro amor, y de la los que tienen suerte, y entre las ondas turbu-
confianza que tenemos de vos; porque no sola- lentas y furiosos vientos no pierden el gobernalle
mente deseamos ver y honrar vuestro cuerpo y del sufrimiento y constancia. De san Juan Crisós-
vuestras sagradas cenizas, sino vuestra sombra, tomo escriben casi todos los autores de la historia
para nuestro aprovechamiento y regalo.» eclesiástica, como Casiodoro 1. x. Hist. Tripart.;
Esta fué la carta del emperador, la cual se puso Socr. 1. vi; Teod. lector, in Collect. 1. n; Sozom.
con grande veneración sobre el pecho del santo, 1. vin; Teod. 1. v; Nicéf. 1. in, c. 2, y Suidas. Ha-
suplicándole todos los circunstantes que se dejase cen mención de san Juan Crisóstomo diversos
vencer de los ruegos del emperador; y luego, sumos pontífices, como León y Gelasio, y el sexto
como si tuviera ánima y vida, se dejó llevar, por y séptimo sínodo general." san Agustín en el se-
virtud de aquel Señor en quien los muertos viven. gundo libro contra Juliano, y el Damasceno en
Trájose el cuerpo con grandísima solemnidad, algunos lugares. Escribieron de propósito su vida
despoblándose los pueblos por donde pasaba, por Paladio, obispo, Jorge, patriarca de Alejandría, y
verle y reverenciarle, y por su intercesión recibir el Metafrastes, y el emperador León hizo una ora-
mercedes de Dios. Llegó á Calcedonia, que está ción en sus alabanzas, en la cual cuenta su vida;
frontera de Constantinopla, donde estuvo mientras y Cosme Vestiario más largamente.
se aparejaba el recibimiento que en la imperial
DÍA 27 ENERO 283
SAN EMERIO, ABAD DE BAÑÓLAS—San Emerio, á gar á su padre á removerle de la insinuada voca-
quien los catalanes llaman en su idioma san Mer, ción, ausentóse de su patria secretamente, y se
uno de los abades más célebres que han florecido retiró á un desierto con un compañero llamado
en la religión benedictina, nació en el reino de Patricio, fiel imitador de sus nobles ideas. P a r e -
Francia en el siglo VIII de la Iglesia. Fueron sus cióle que en la soledad se podía abandonar ente-
padres Baudilio ó Baldilón, y Cándida, que si bien ramente á los excesos que le dictó su fervor y á
ilustres por su calificada nobleza, eran mucho una penitencia sin límites; y siguiendo estos i m -
más distinguidos por sus virtudes cristianas; los pulsos, redujo todo su estudio á mortificar los
cuales vivían con la pena de no tener sucesión en sentidos, que hasta entonces había conservado
los muchos años que llevaban de matrimonio. Re- inocentes, y á crucificar su carne, en términos
currieron al Señor con fervorosas oraciones y que renovó con su portentosa vida aquellas e s -
religiosos votos á fin de que se dignase conceder- pantosas imágenes de penitencia que nos refiere
les fruto de bendición, valiéndose para conseguir- la historia en los páramos del Oriente y del Occi-
lo de la poderosa mediación de la santísima Virgen: dente. '
y oídas sus reverentes súplicas, se les apareció Causaban en aquel tiempo los mahometanos
un ángel, que después de alabar sus piadosas de- innumerables daños á los cristianos que habitaban
vociones, les anunció que tendrían un hijo ver- en la España Tarraconense y en la provincia de
daderamente grande ante Dios y ante los h o m - Narbona. Clamaron éstos al rey Carlos de F r a n -
bres. Concibió, en efecto, Cándida, y en el tiempo cia, bien fuese el Magno ó Martel, en lo que se
de su embarazo tuvo tres sueños en realidad mis- diferencian los escritores. Quiso éste corregir
teriosos. V i o en el primero salir un sarmiento semejantes excesos; pero no teniendo los felices
á sus pies que, creciendo con excesiva extensión, sucesos que le prometían el poder de sus armas y
cubría toda la tierra; bajo el cual le pareció que el valor de sus soldados, habiendo recurrido al
descansaba una hermosa paloma de extraordina- cielo para que le favoreciese con su asistencia, le
ria blancura. Notó en el segundo que despedía manifestó el Señor que, si deseaba conseguir
de sí una luz resplandeciente, que cogida por un completísimas victorias de los infieles, hiciese
ángel la conducía hasta el cielo. Y en el tercero que le acompañase en las expediciones su fidelí-
advirtió que la decía la soberana Madre de Dios simo siervo Emerio, que se hallaba retirado en
que había suplicado á su santísimo Hijo que le el desierto. Buscóle Carlos con la mayor diligen-
concediese el fruto de bendición deseado. cia, y le obligó á dejar su amada soledad para que
Llegó el tiempo de dar á luz Cándida á Emerio, le siguiese confiado en la promesa divina. No sa-
cuyo nacimiento causó un extraordinario regocijo lieron frustradas las esperanzas de aquel sobera-
en toda su familia; y no perdonando sus padres no; pues llevando en su compañía tan visible
medio alguno de cuantos pudieran contribuir á auxilio, consiguió inesperados triunfos de los ene-
darle una educación tan propia de su piedad como migos de la fe por la poderosa intercesión de aquél,
de su ilustre descendencia, no se tardó mucho cuyo valimiento confirmó el cielo con estupendos
tiempo en que descubriese el niño presagios nada prodigios, memorable entre ellos el siguiente:
equívocos de lo que sería en lo futuro. Hízose hallóse el ejército en cierta ocasión en un de-
amable desde la cuna por la dulzura de su natu- sierto árido, destituido de todo auxilio humano,
ral, por su docilidad y por su modestia; y sobre donde murieron muchos soldados de necesidad; y
todo por su anticipada devoción, sin que se le pu- compadecido el piadoso corazón de Emerio de
diera dar mayor gusto que llevarlo á los templos, aquella lastimosa desgracia, recurrió á Dios con
donde se dejaba ver con tanta compostura y con fervorosas oraciones, rogándole que se dignase
tanto respeto, que parecía su porte cosa sobrena- socorrer la urgencia de los que peleaban por la
tural. gloria de su santo nombre. Oyó el Señor con
Quiso su padre aplicarlo á la carrera militar agrado las reverentes súplicas de su siervo, y por
luego que tuvo edad suficiente, por ser aquélla una de aquellas portentosas maravillas de su ado-
profesión común en las personas de su distingui- rable providencia abasteció al ejército inmedia-
do nacimiento; pero quedó sorprendido cuando el tamente; pero lo más asombroso fué que, conti-
ilustre joven le conjuró por Dios que no solicitase nuando el santo sus clamores á fin de que resu-
impedir por este medio sus piadosos designios, citasen todos cuantos murieron de hambre, se
dirigidos á dedicarse enteramente al servicio del verificó así con admiración de los que presencia-
Señor. Sintió Baudilio en el alma la determina- ron aquel extraordinario portento.
ción de su hijo, creyendo que siguiendo este Entró Carlos en Cataluña, y sitió á Carcasona,
rumbo perdía el sucesor de su casa, único h e r e - plaza entonces de grande fortaleza; pero parecién-
dero de su cuantioso patrimonio; pero temiendo dole dificultosísima la empresa, determinó levan-
Emerio que estos respetos carnales pudieran obli- tar el sitio después que la tuvo cercada mucho
284 LA LEYENDA DE ORO DÍA 27
tiempo. Apeló al cielo Emerio por medio de su tamente á un espantoso desierto diez leguas d i s -
acostumbrado recurso de la oración, y despachada tante de su monasterio, donde resucitó los rigores
su súplica con la felicidad que siempre, mirando de los más famosos anacoretas.
á la ciudad, dijo á Carlos que entrase en ella, bajo Envidioso el demonio de los progresos que
el seguro de que no encontraría la menor oposi- Emerio hacía en el camino de la perfección, movió
ción, como lo experimentó en el avance. Llegó el todas las máquinas que le sugirió su malicia para
ejército á la villa de Bañólas, sita en el obispado separarlo de su buen propósito. Pintóle con la
de Gerona, donde un dragón ó león, de espantosa mayor viveza los horrores del desierto y las aflic-
fiereza, causaba innumerables estragos en toda la ciones de la vida solitaria. Puso en movimiento
comarca. Condolido Emerio de daños tan consi- todas las armas de la sensualidad, insultándole
derables, se fué al lugar que habitaba la fiera, y con las más torpes representaciones y con las r e -
quedóse ésta á la vista del santo como un manso beliones de la carne; pero sostenido Emerio de la
cordero, y trayéndola á la villa, hizo que la diesen divina gracia, resistió á todos los ataques del
muerte. tentador, teniendo el consuelo en los mayores
Pareció al siervo de Dios el lago ó lugar donde apuros de que se le apareciese un ángel á confor-
habitaba la fiera sitio muy proporcionado para la tarlo. Libre ya de estos combates, hizo una vida
erección de un monasterio, por estar retirado de más angélica que humana en el mismo lugar
todo comercio humano; y poniendo en ejecución donde.después, en honor suyo, se erigió una iglesia
tan noble pensamiento con la asistencia de Car- cerca del río llamado Fragat, sita en el territorio
los, dedicó el templo á honor de la santísima de la parroquia de San Esteban de Guialbes, en el
Virgen, en quien después de Dios tenía colocada obispado de Gerona.
toda su confianza, y del protomártir san Esteban. Murió por este tiempo el padre de Emerio, y
Concluido el monasterio, determinó quedarse en deseosa Cándida de ver á su amado hijo, vino al
él con el objeto de atender únicamente al impor- desierto donde se hallaba. Fácil es de concebir el
tante negocio de su eterna salvación; y, aunque gozo que tendrían ambos después de tan dilatada
sintió Carlos en el alma la separación del santo, le ausencia; pero como conociese el santo que inte-
fué preciso condescender con sus ruegos, bajo el rrumpía su madre la serie de sus devotos ejerci-
seguro de que no se olvidaría de encomendarle al cios, la rogó encarecidamente que se separase de
Señor. Poblóse inmediatamente aquella ilustre su compañía, porque su amor le perturbaba d e -
casa de muchas personas deseosas de vivir bajo dicarse con quietud á la contemplación de las
la dirección de tan santo maestro; y viéndose en grandezas divinas, que era el fuerte de todas sus
la indispensable precisión de cargar con el empleo atenciones. Sintió Cándida aquel despego, y, r e -
de superior, les prescribió la regla de san Benito, presentándole que sólo deseaba servir á Dios en
floreciente por entonces en el Occidente. La n u e - su compañía, le persuadió el santo que lo hiciese
va dignidad sólo sirvió para que más brillase su separada de él cuanto distase su báculo. Pareció
eminente santidad y su grande prudencia: puesto á la piadosa madre corta la distancia que la seña-
á la frente de todos, comprendió que era obliga- laba; pero extendiendo el siervo de Dios el báculo
ción propia suya ser superior en todo género de en el suelo, creció considerablemente.
virtudes, y fundado en las máximas de que el que En vista de aquel prodigio se retiró Cándida á
gobierna ha de persuadir más con las obras que donde terminó el báculo, y habiendo pasado s a n -
con las palabras, su fervor y su ejemplo eran las tamente el resto de sus días, murió á fines del
lecciones que daba á los monjes, los cuales con- siglo VIII. Siguióse después la muerte de Emerio,
cebían cada día nuevos deseos de perfeccionarse, aunque los escritores de sus actas no nos dicen el
viendo que su santo abad era el primero que año puntual de su fallecimiento. Dióse sepultura
siempre iba adelante en todos los ejercicios de la á su venerable cadáver con el solemne funeral
vida religiosa, siendo tan digno de admiración que exigía el alto concepto de su eminente santi-
por su discreción en el gobierno como lo era por dad; cuyas reliquias hoy se conservan en la pa-
su profunda humildad y sus extraordinarias peni- rroquia de San Esteban de Guialbes en una capi-
tencias. lla magnífica, donde se le tributa el culto corres-
Quiso Dios manifestar la santidad de su fidelí- pondiente, y se digna el Señor obrar repetidos
simo siervo con la gracia especial de curaciones, milagros por la intercesión de su fidelísimo siervo.
de la que hizo uso en favor de innumerables en-
fermos; y esparciéndose la fama de este don por SAN JULIÁN,—Para más oprimir á los cristianos,
todo el reino de España, fueron tantos los concur- los emperadores enviaban de gobernadores y
sos de gentes que, perturbando la tranquilidad prefectos en las provincias á hombres crueles, para
que apetecía el venerable abad para sus devotos que no usando de benignidad alguna atormen-
ejercicios, tomó la resolución de retirarse secre- tasen con todo rigor á los que no quisiesen ofre-
DÍA 28 ENERO 285
cer incienso á los ídolos. El emperador Antonino tarse á este san Julián la gloria de haber predi-
Pío había mandado de gobernador á Campania de cado el primero el Evangelio en el Maine, sin
Italia á Flaviano, hombre duro y cruel, quien, sa- embargo, no hay monumento alguno que indique
bedor de que Julián profesaba la fe de Jesucristo, el tiempo cierto en que ha vivido, ni los actos que
mandó que compareciera á su presencia para con- señalaron su episcopado.
testar á las preguntas que le hiciera. Lejos de i n -
timidar á Julián la presencia del gobernador, hizo Día 38
con tal valor y ánimo la profesión de fe, que fu-
rioso Flaviano, mandó se martirizase á Julián SAN CIRILO, ALEJANDRINO, OBISPO Y CONFESOR-San
lentamente para más atormentarle. Sufrió los tor- Cirilo, patriarca de Alejandría, fué hijo de un
mentos, no sólo con paciencia y constancia, sino hermano de Teófilo, que también fué patriarca
que en medio de ellos exhortaba al pueblo á d e - alejandrino, el cual, habiendo tenido aquella Igle-
testar el culto de los ídolos, haciendo multitud de sia veintisiete años, murió, y de allí á tres días fué
conversiones. Julián había predicho que se hun- elegido en su lugar san Cirilo, que en virtud, letras,
diría el templo de los ídolos, y así se verificó, de valor y prudencia hacía ventaja á los demás. En
cuyas resultas cortáronle la cabeza, alcanzando sentándose en su silla, luego comenzó á derramar
la palma del martirio en el siglo segundo. rayos de clarísima luz, y á mostrar con las obras
cuan acertada había sido su elección; porque e s -
SAN AYITO.—Murió mártir en África, durante la tando en aquella sazón la ciudad de Alejandría
persecución de los vándalos. inficionada de herejes y contaminada de judíos,
san Cirilo, con increíble vigilancia y cuidado echó
LOS SANTOS DACIO, REATRIO, Ó REATRO, Y COMPAÑEROS. á los herejes fuera, y procuró que los judíos, que
—Fueron martirizados en África, también en la eran insolentes y tumultaban y oprimían á los cris-
persecución de los vándalos. tianos, fuesen castigados y reprimidos. Ocupóse
también en reformar las costumbres de los cató-
LOS SANTOS DATIYO, JULIÁN, YICENCIO, Y OTROS VEINTI- licos, en enseñar á los ignorantes, consolar á los
SIETE COMPAÑEROS.—Estos atletas de Jesucristo pa- afligidos, socorrer á los necesitados, ó ilustrar á
decieron por la fe, y alcanzaron la corona del toda la Iglesia con los muchos y admirables libros
martirio, según Dextro, en Galicia de España, el que escribió. Demás de esto, trasladó á Alejandría
año 95 de nuestra salud. parte de las reliquias de san Marcos evangelista,
y de los santos Cirilo y Juan, las cuales colocó en
SAN MAURO.—Fué abad del monasterio de Beau- una iglesia que había edificado Teófilo, en el lugar
vais del orden de san Benito, donde murió de de un templo famosísimo de los falsos dioses,
avanzada edad, después de una vida ejemplar, á donde antes había reinado mucho la idolatría; y
últimos del siglo VI ó principios del VII. siendo este templo destruido, los demonios se h a -
bían quedado en aquel lugar, y le infestaban y
SAN YITALIANO.—Habia nacido este santo en Se- turbaban á los que venían á él; y después que Ci-
guí de Campaña, y después de pasar por todos los rilo colocó allí las santas reliquias, por virtud de
grados de la jerarquía de la Iglesia, fué ordenado ellas se partieron y cesaron aquellas sombras y
papa el 30 de julio de 657, y murió en 27 de enero espantos. Mas, estando san Cirilo tan bien ocupa-
del año 672. Los actos más notables que de su do y gobernando santamente su Iglesia, permitió
largo pontificado nos conserva la historia son: el nuestro Señor que saliese del infierno, como furia
celo con que promovió la celebración de varios infernal, un hereje nuevo, pestilente y atrevido,
concilios, y el vigor con que resistió á Marcos, que la turbase é inficionase las partes de Oriente.
arzobispo de Ravena. No quería este prelado s o - Este fué Nestorio, el cual era hombre elocuente,
meterse á la jurisdicción de la santa silla, y había aunque de pocas letras; en lo exterior muy hones-
obtenido del emperador Constante un diploma en to y penitente, é interiormente muy hinchado y
este sentido cismático. Vitaliano excomulgó al arrogante, y menospreciador de los santos y anti-
arzobispo en 666, el cual tuvo la temeridad de guos doctores sus maestros. Engañó tanto Nesto-
excomulgarle también á él. En tiempo ds este rio con su hipocresía al emperador Teodosio el
papa empezó en las iglesias el uso de los ór- Menor, que movido de la fama de sus grandes
ganos. partes, de presbítero de Antioquía, que antes era,
le hizo patriarca de Constantinopla, y le dio mucha
SAN JULIÁN.—Fué el primer obispo de Mans y mano y autoridad; y Nestorio comenzó, á los prin-
apóstol del Maine: floreció á fines del siglo III, y cipios, á mostrarse muy celoso de la fe católica, á
de ningún modo en tiempo de los apóstoles, como perseguir en todas partes á los herejes, y exhortar
supone un Martirologio. Aunque no puede dispu- al emperador que los desarraigase de la tierra,
286 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
porque en limpiando él la santa Iglesia de las chos de ellos, tuvo un concilio en Roma, y conde-
inmundicias y errores de ellos, Dios le asistiría, y nó los errores de Nestorio, y mandó á san Cirilo
él de su parte le prometía victoria de los persas y que si dentro de diez días después de notificada la
de todos sus enemigos, y la paz y tranquilidad á sentencia, Nestorio no se reconociese, le privase
su imperio. Con estos buenos principios ganó de su dignidad y de la comunión y participación
Nestorio más la voluntad del emperador y la b e - d é l o s sacramentos de la Iglesia. Con este manda-
nevolencia del pueblo, y reputación de hombre to del papa Celestino juntó Cirilo en Alejandría
santo, celoso y amigo de Dios. Pero no era así, un concilio de obispos, y trató en él que se c o n -
sino lobo que parecía oveja, vestido de hábito de denase la doctrina de Nestorio y se estableciese
pastor, y que mostraba gran celo en querer arran- lo que el sumo pontífice en Roma había decreta-
car las herejías de los otros herejes, para tener do, y así se hizo, y enviaron algunos obispos del
más crédito para plantar la suya y sembrar en los mismo concilio por embajadores á Nestorio, no-
corazones de la gente, como en tierra blanda y tificándole lo que mandaba el papa, y rogándole
bien dispuesta, su perversa y diabólica doctri- que no se dejase llevar de su pasión, ni se apar-
na. Abrió su boca blasfema, y comenzó á ense- tase del camino real que nos habían abierto los
ñar que la sacratísima Virgen María nuestra santos, ni creyese más á su propio juicio que á lo
Señora, no era ni se debía llamar Madre de Dios, que toda la Iglesia católica siempre había enseña-
porque decía, que aunque era verdadera madre do. Fueron y volvieron los obispos sin hacer fruto
de Cristo, éralo de Cristo hombre y no de Cristo en aquel pecho duro y obstinado de Nestorio,
Dios, poniendo dos personas sacrilegamente en porque estaba ciego con la ignorancia, hinchado
Cristo, pervirtiendo el sacratísimo misterio de con la soberbia, vano y pertinaz con la autoridad
la Encarnación del Señor, en el cual confiesa de patriarca y con el aplauso de la gente y gracia
la Iglesia católica, que de tal manera Dios se que tenía del emperador; al cual apeló Nestorio y
hizo hombre, y la divina naturaleza se unió con acusó á Cirilo, tachándole y calumniándole que era
la humana en el vientre purísimo de la Virgen hereje apolinarista, y enmarañando el negocio, de
y Madre suya, nuestra Señora, que, aunque manera que no se pudiese contra él ejecutar la
las dos naturalezas se quedaron distintas y sin sentencia del papa, haciéndose de reo actor c o n -
mezcla y confusión, no hay sino una persona tra san Cirilo, como lo suelen hacer los herejes.
que es hombre y Dios; y porque este hombre Mas Cirilo respondió valerosamente por sí, y des-
Dios es hijo verdadero y natural de María, ella pués de varias disputas y contiendas que dejo por
es y se debe llamar Madre de Dios. Contra este brevedad, fué necesario que por orden del papa
monstruo salió al campo san Cirilo, y al princi- Celestino y del emperador Teodosio se convocase
pio, como no sabía el ánimo de Nestorio y veía concilio general y ecuménico en la ciudad de
que era patriarca de Constantinopla y muy acep- Efeso, y en él presidió san Cirilo, como legado y
to al emperador, y de tanta opinión y autoridad, vicario del papa, que le dio sus veces y plenísima
procuró con mucho comedimiento y blandura potestad, y le envió el palio, y se juntaron dos-
ponerle en razón y desengañarle, y reducirle al cientos obispos en este concilio efesino, que es
camino derecho de la verdad católica. Escribióle uno de los cuatro que san Gregorio papa dice que
algunas cartas amorosas, doctas y graves, á las reverenciaba como los cuatro Evangelios. Fué
cuales el hereje respondió con arrogancia y fasti- condenado Nestorio en aquella sagrada junta por
dio, no haciendo caso de san Cirilo, y perseveran- hereje y anatematizado y privado de su silla y
do en su error, y propagándole con su doctrina, de dignidad, porque nunca se pudo acabar con él
manera que de una pequeña centella se empren- que se redujese. Muchas contiendas y debates
dió un gran fuego y se levantó un lastimoso in- hubo en este concilio por las astucias y malas
cendio. Para atajarle escribió san Cirilo al papa mañas de Nestorio y de algunos otros herejes que
Celestino, que á la sazón presidía en la cátedra de le favorecían, y por la maldad y tiranía de los mi-
san Pedro, la mala doctrina de Nestorio, y la i n - nistros que había enviado el emperador para que
solencia y temeridad con que la publicaba, y el en su nombre se hallasen en él; los cuales enga-
daño que hacía, cundiéndose y dilatándose cada ñaron al mismo emperador, informándole falsa-
día más, para que el papa, como cabeza universal mente de lo que pasaba, y metiendo las manos en
de la Iglesia, curase aquella llaga y le mandase lo las cosas eclesiásticas más de lo que á h o m -
que él había de hacer, guardando en todo el res- bres legos convenía. Y nuestro Cirilo y otros san-
peto al sumo pontífice, como á vicario en la tierra tos obispos fueron maltratados, y padecieron
de Cristo nuestro Señor, el cual, siendo infor- graves adversidades hasta que el emperador supo
mado de todo lo que pasaba y visto los papeles de raíz la verdad, y castigó la insolencia y maldad
que Nestorio había escrito á los monjes de de sus criados, y honró á san Cirilo, y mandó que
Egipto, y con ellos pervertido y engañado á m u - se guardase lo que el santo concilio había decre-
DÍA 28 ENERO 287
tado, y que Nestorio fuese desterrado, y la santa que lo hiciese y se ablandase, y tuviese á Crisós-
fe católica favorecida y obedecida en todo su i m - tomo por lo que era, nunca lo quiso hacer, y res-
perio; porque verdaderamente Teodosio el mozo pondió pesadamente á Ático, queriendo mostrar-
fué príncipe muy católico y piadoso, y deseoso de le que aquello era contra los cánones y uso de la
acertar, aunque al principio, engañado de la apa- Iglesia, como lo refiere Nicéforo Calixto en su his-
riencia, hipocresía y artificio de Nestorio y de toria. Engañóse san Cirilo como hombre; mas
sus mismos criados, que sin saberlo él le favore- como el engaño no nacía de envidia, odio ó mala
cían, no se le mostró tan contrario como fuera voluntad, sino de la falsa persuasión que antes
menester, para excusar los daños que con la disi- tenía, fundada en el juicio y autoridad del patriar-
mulación y poco calor de los príncipes suelen ca Teófilo su tío, no permitió nuestro Señor que
recibir las cosas de la religión; la cual quedó fi- un varón tan excelente y santo perseverase en
nalmente triunfando de la mentira y errores de aquel engaño, del cual salió Cirilo por una visión
Nestorio, y san Cirilo, como capitán esforzado y admirable que tuvo de esta manera: Parecióle
victorioso, y con increíble gloria y alabanza de que estando en su iglesia venía á ella san Crisós-
toda la Iglesia católica, y lo que no es de menos tomo, acompañado de muchos ángeles y gente
loa, aborrecido y perseguido de todos los herejes armada del cielo, y que le echaba de ella; mas
y amigos de Nestorio. El desventurado fué deste- que la sacratísima Virgen nuestra Señora acudía
rrado, como merecía, del emperador, y privado y se hallaba presente para defender á Cirilo, y ro-
de su silla, y pobre y oprimido de innumerables gaba á Crisóstomo que lo dejase estar en su igle-
calamidades murió una muerte miserable; por- sia, porque era su capellán y siervo devoto, y
que se le comieron los gusanos la lengua sacri- había trabajado mucho en su servicio defendiendo
lega, con la cual había pensado quitar á la Virgen su honra y gloria. Tan agradecida y benigna es
María nuestra Señora la mayor gloria que tiene, esta Señora, y tan bien paga lo que se hace en su
que es ser Madre de Dios: y añade Teodoreto, que servicio. Con esto Crisóstomo tuvo por bien de
también se le pudrió y corrompió todo el cuerpo: dejar á Cirilo en su iglesia, y él quedó desenga-
y aun Nicéforo dice, que se abrió la tierra y le ñado y reconoció los grandes merecimientos de
tragó, y descendió á los infiernos, donde penará y Crisóstomo, y le veneró de allí adelante como
pagará sus maldades mientras que Dios fuere santo, y procuró que fuese venerado de toda la
Dios. Y para que se vea que es tan bueno el S e - Iglesia de Alejandría. Escribió san Cirilo muchos
ñor que saca bienes de nuestros males, por oca- doctísimos y gravísimos libros que refieren Gen-
sión de esta herejía detestable de Nestorio, d e s - nadio, Tritemio y Sixto Senense, y otros autores:
pués acá ha crecido en la Iglesia católica la y muchos de ellos andan impresos, aunque otros
reverencia y devoción de nuestra Señora, á la aun no han salido á luz, que se guardan en la li-
cual el demonio pretendió oscurecer y menospre- brería Vaticana. Y Casiodoro cuenta á san Cirilo
ciar por medio de su ministro, despojándola de entre los escritores que declararon toda la sagra-
aquella soberana y divina, y en cierta manera i n - da Escritura. Escribe con maravillosa agudeza de
finita dignidad, con que creemos que es Madre ingenio, con acertado juicio, varia erudición, fa-
verdadera de Dios, y como á tal la llamamos é cilidad en el decir, copia y elegancia de palabras,
invocamos, y suplicamos que nos ayude y tenga y gravedad de sentencias, y rara y sincera piedad;
debajo de su sombra y amparo. y con sus obras ha ilustrado y enriquecido la
Bien sintió esta protección y amparo de la santa Iglesia católica. Y después de haber traba-
Virgen san Cirilo, y entendió por experiencia jado tanto por ella, habiendo gobernado la suya
cuan acepto servicio le había sido el que le hizo, de Alejandría treinta y dos años, trocó la vida
defendiendo su dignidad y majestad de Madre temporal por la eterna á los 9 de junio del año
de Dios contra Nestorio; porque habiendo Teófilo del Señor, según Baronio, de 444; y en este día le
su tío, siendo patriarca de Alejandría, tenido celebran los griegos en su Menologio, aunque el
grandes competencias con san Juan Crisóstomo, Martirologio romano y los otros latinos hacen
y consentido en su condenación, privación y mención de él á los 28 de Enero.
destierro, y después que murió san Crisóstomo, Tritemio llama á san Cirilo ornamento y mora-
llevado adelante su tema y opinión; san Cirilo, dor del monte Carmelo; y dice que hizo en él vida
creyendo que su tío acertaba en lo que hacía, y eremítica y santísima, antes que fuese patriarca;
que san Crisóstomo había tenido culpa, y j u s - y los padres del Carmen en sus historias también
tamente sido depuesto de su silla, nunca quiso le hacen de su orden, y él fué varón tan eminen-
que se hiciese conmemoración del santo en la te, que cualquiera religión se puede gloriar con
misa, como se solía hacer de los otros santos él; mas el cardenal Baronio lo niega y contradice,
prelados ya difuntos. Antes habiéndole escrito por las razones que el curioso lector podrá ver en
Ático, patriarca de Constantinopla, y rogándole el sexto tomo de sus Anales. De san Cirilo escri^
288 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 28
ben casi todos los autores de la historia eclesiás- das para cada día. Aprendió las artes liberales y
tica: Sócrates, Evagrio, Nicéforo, Calixto, Cedre- la sagrada teología, en la cual fué maestro, y la
no y Glicas; y hacen mención de él honorífica enseñó públicamente en las escuelas. Muertos ya
Martino I, Gelasio y León, pontífices romanos, la sus padres, nt> quiso casarse como algunos le
quinta sínodo general, la sexta y séptima, y el aconsejaban, sino conservar su virginal pureza y
cardenal Baronio en sus Anotaciones, y en el entregarse del todo al Señor, y para esto escogió
quinto y sexto tomo de sus Anales, y de las actas una casa pequeña, que labró junto al monasterio
del concilio Efesino se pueden sacar muchas y de San Agustín de Burgos, y á una ermita donde
grandes alabanzas de san Cirilo. vivió santo Domingo de Silos. Ordenóse de corona
(P. Ribadeneira.) y de las cuatro órdenes menores, y no quiso pasar
adelante hasta estar más sazonado y maduro, y
SAN JULIÁN, OBISPO DE CUENCA—San Julián, obis- con la devoción que le parecía que pide la alta
po y patrón de Cuenca, nació en la ciudad de dignidad del sacerdocio, el que recibió á su tiempo
Burgos el año del Señor de 1128. Sus padres fue- con extraordinaria devoción, y ejercitó con no
ron casados muchos años sin tener hijos, pedían- menor aprovechamiento suyo y edificación del
los á nuestro Señor, que es el que los da y quita pueblo. Gastaba toda la mañana en oración y en
á su voluntad, y hacían muchas plegarias para decir cada día misa en el altar del Santo Crucifijo,
alcanzar esta bendición de su Majestad; el cual se y decíala con tanta abundancia de lágrimas y sen-
la echó del cielo, y la madre se hizo preñada, y timiento de su alma, que todos los que la oían se
ella en nacimiento de gracias ofreció al Señor de enternecían y compungían. Ocupábase en la lec-
criar lo que naciese para su servicio. Estando el ción de la sagrada Escritura y de los santos
padre de san Julián una noche durmiendo, tuvo doctores. No se quería ocupar en negocios s e g l a -
una visión de esta manera: Parecíale que el apo- res, sino en los que tocaban al fruto y conversión
sento donde estaba se ardía todo, y que entraban de las almas; y para esto se dio á predicar en
en él muchos murciélagos y otros animales n e - Burgos y en su comarca, y de allí se extendió
gros, y andaban al rededor del aposento huyendo en otras tierras y provincias del reino; y por
y dando aullidos; y juntamente veía que un c a - su gran fama y santidad vino á ser arcediano
chorrillo más blanco que la nieve y muy hermoso de la santa iglesia de Toledo, y después; habién-
salía de su mujer, y que por los ojos y la boca dose ganado la ciudad de Cuenca á los moros,
echaba centellas resplandecientes, y con su ladri- obispo de ella, por muerte de D. Juan Yáñez,
do ahuyentaba aquellos animales; y que hecho su primer obispo, siendo ya san Julián de s e -
esto, se volvía adonde había salido. La cual v i - senta y seis años. No quería el santo aceptar en
sión á la mañana comunicó con su mujer, no sin ninguna manera el obispado por su grande h u -
admiración y espanto, aguardando que pariese; mildad; pero por el rey D. Alonso le hicieron
porque no dudaba sino que lo que había visto tanta fuerza, que por no resistir á la voluntad de
pronosticaba alguna gran cosa de la criatura que Dios, bajó la cerviz al yugo. No consintió que se
había de nacer. Nació á su tiempo un niño muy le hiciese recibimiento alguno cuando vino á t o -
agraciado y lindo, y luego que salió del vientre de mar posesión de su obispado, sino que se entró á
su madre alzó su bracito tierno, y echó la bendi- pie, sin más acompañamiento del que llevaba para
ción á todos los que allí estaban, haciendo la su servicio, que era bien poco, con una llaneza y
señal de la cruz como la suelen hacer los obispos modestia admirables, como quien sabía que el
cuando bendicen al pueblo. Quedaron todos m a - cargo que Dios le había dado era de pastor y no
ravillados de aquella novedad, y mucho más cuan- de señor, y más para servir á otros que para ser
do el día de su bautismo oyeron una suavísima servido. Entrando en aquella dignidad con tal co-
música de ángeles que cantaban en el aire y d e - razón y de tal manera, comenzó á resplandecer
cían: «Hoy ha nacido un niño que en gracia no como un sol, y á derramar tan esclarecidos rayos
tiene par.» Y estándole bautizando vieron sobre de virtudes, que se llevaba tras sí los ojos y los
la pila un niño grande y hermoso con una mitra corazones de todos sus subditos. Era ojos para el
en la cabeza y un báculo en la mano, que decía: ciego, manos para el manco, pies para el cojo,
«Julián ha de ser su nombre.» Con estos prodigios padre para los huérfanos, remedio para las v i u -
luego se entendió que nuestro Señor había esco- das, consuelo para los afligidos, y para todos los
gido á Julián desde el vientre de su madre para pobres y atribulados sustento, amparo y refugio.
hacerle lumbrera y pastor de su Iglesia; y así, Todo cuanto tenía lo gastaba en limosnas y obras
siendo aún niño, mostró los rayos de la luz y pías, sin tomar para sí un real de las rentas de su
amor divino que tenía en su alma, comenzó á afli- iglesia; y para sustentarse á sí y un criado, tejía
gir su cuerpecito y á ayunar tres días cada sema- cestas que le vendía él, y del precio se mantenían.
na, y rezar muchas oraciones que él tenía señala- Visitaba cada año su obispado, y examinaba
DÍA 28 ENERO 289
atentamente las vidas de sus clérigos, castigando guiase, hasta la casa del obispo. Mandóles el
severamente los malos y escandalosos, y acari- santo descargar y buscar á los que lo traían, para
ciando los flacos; iba á los infieles, que en aquel pagarles el trigo, y nunca parecieron. Ordenó á
tiempo había muchos en la ciudad y tierra de un criado suyo que tenía cargo de su casa, y era
Cuenca, cada semana, íbase predicando de pueblo hombre de mucha caridad, y muy semejante á su
en pueblo por su obispado, exhortando en sus amo, y se llamaba Lesmes, que repartiese aquel
sermones á los que le oían al amor de los pró- trigo según la necesidad de cada uno; y él lo hizo
jimos y al temor santo del Señor. con tanto fervor, que murió de puro trabajo, y en
Tenía gran cuidado de rescatar cautivos de la iglesia de Burgos, en el trascoro, está su cuer-
poder de moros. No daba orden de clérigo á per- po y es reverenciado por santo. Demás de esto,
sona ignorante ó de malas costumbres, por los habiendo -el Señor enviado para castigo de los
daños que recibe la santa Iglesia de hacerse lo mortales una gran pestilencia, y no hallándose
contrario. Cuando alguno que le debía algo de su remedio para amansar su furia, que era muy
renta estaba con necesidad y no le podía pagar, brava, el santo obispo con sus oraciones la aplacó,
luego le soltaba la deuda, y aun á los que podían de suerte que todos los que tocaban á alguna de
pagar, procuraba que pagasen con suavidad, y no las cestillas que san Julián hacía, sanaban de la
los molestaba por la cobranza. Estaba tan puesto pestilencia; y mucho tiempo aún después de
en hacer oficio de verdadero pastor del Señor, que muerto se vio la eficacia de este remedio en m u -
ninguna cosa penosa se le ofrecía que no le pa- chas enfermedades.
reciese sabrosa y fácil por amor de sus ovejas; y El Señor favorecía á su siervo con estos mila-
para remediar sus necesidades y miserias, él se gros, y el demonio, envidioso de tanto bien, pro-
desentrañaba y deshacía. Y nuestro Señor, por curaba derribarle y hacerle caer de aquella tan
quien él lo hacía, le regalaba y favorecía extraor- rara gracia del Señor. Ayunando, pues, un día el
dinariamente, y mostraba con extraordinarios santo á pan y agua, como muchas veces lo solía
favores cuan aceptos y agradables le eran los ser- hacer, halló una rica mesa puesta, y en ella una
vicios que san Julián le hacía; porque teniendo trucha como de tres libras. Quiso saber quién la
costumbre de dar de comer cada día en su casa á había puesto allí, y como le respondiesen que
muchos pobres, y servirlos él mismo en la mesa, ninguno de casa, fué á tomarla para echarla en
un día vio un pobre, entre los otros, de presencia un pozo, entendiendo que era lazo de Satanás; y
y rostro venerable; pero más roto y maltratado en llegando á ella desapareció, y él se confirmó
que los demás: llamóle aparte san Julián pensando en su buen propósito, que era ayunar y comer
que era una persona ilustre, que había venido á sobre una tabla con una servilleta, sin tener otro
necesidad, y preguntóle muchas veces quién era: aparato de mesa. Vencida esta tentación de gula,
y luego aquel pobre mendigo apareció lleno de el demonio le acometió con otra de codicia, de
resplandor, y dijo al santo: «Yo te agradezco, esta manera: Estaba una vez rezando,*y vio venir
Julián, mi buen amigo, lo que haces con mis po- á un hombre cargado de talegos de moneda, y
bres; y lo que yo te prometo en pago de esto, es la creyendo ser su mayordomo, le preguntó: «¿Qué
gloria eterna.» Y dicho esto desapareció, por lo traéis ahí?» Y él respondió que el dinero de su
cual entendió san Julián que aquel pobre era renta. Bien sabía el santo que no era de su renta,
nuestro Señor Jesucristo, que le había querido pero creyó que nuestro Señor se le enviaba para
alentar con aquel favor, y manifestarle que todo remedio de los pobres; y llegándose el hombre
lo que se hace por su amor con los pobres se hace cerca de san Julián, dióle el dinero, y como él
al mismo Cristo. Otra vez, viniendo muchos p o - fuese á tomarlo, desapareció el hombre y la m o -
bres á pedir limosna, mandó á su limosnero que neda, y quedó un humo y hedor abominable en
les diese un poco de trigo; y el limosnero respon- aquel lugar, No dejó el enemigo la batalla por
dió que no lo había en casa. Tornóle á mandar ser vencido la segunda vez, antes volvió á ella
que mirase si había algo, porque no se fuesen los con más fuerza, pretendiendo derribar con al-
pobres sin lo que pedían. guna flaqueza y sensualidad al que no había po-
Volvió el limosnero al granero, y hallóle lleno dido rendir con la gula y con la codicia; y fué
de trigo, y con él abundantemente se dio á los de esta manera: Estando un día en oración, vio
pobres lo que pedían, y se proveyeron otras ne- á su lado una doncella de extremada hermosura,
cesidades. Otra vez, no hallándose en la ciudad que le d jo: «Julián, siervo de Dios, ¿qué es lo
;

de Cuenca trigo, ni habiéndose podido haber con que haces? ¿Duermes? ¿No me conoces?» Alzó los
dinero de otras partes donde el santo lo había en- ojos Julián, y viéndola, creyó que era una donce-
viado á buscar, acudió como solía á la oración, y lla que él había sacado del cautiverio de los mo-
luego vieron entrar por la ciudad una gran recua ros de Granada, y la había casado con otro su
de bestias cargadas de trigo, sin que nadie las igual; ésta era hija de un hombre noble de la ciu-
TOMO i 37
290 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
dad de Burgos, la cual era ya muerta, sin saberlo por la gran devoción que todo el pueblo le tenía,
san Julián, y preguntándole qué era lo que quería, pocos años después de su muerte le comenzaron á
ella le respondió con grande agradecimiento y dul- celebrar fiesta como á santo, levantando su cuer-
zura, la obligación que tenía de servirle por h a - po de la sepultura donde estaba sobre el altar de
berla librado de aquel penoso cautiverio en que Santa Águeda, y poniéndole en el calendario de los
estaba y puóstola en tan buen estado; y que para santos; y esta devoción cada día más se ha ido
pagar parte de lo que le debía, venía á regalarle acrecentando. Habiendo estado su santo cuerpo en
y servirle; y diciendo esto y otras palabras blan- el lugar donde después de muerto le colocaron, y
das y amorosas, se iba pegando al santo; el cual tenido en gran reverencia trescientos y diez años,
sintió que le asían por las espaldas, y le aparta- le trasladaron al que ahora tiene, siendo sumo pon-
ban de aquella mujer, sin ver quién era el que le tífice León X, y rey de España Carlos V. Cuando
apartaba, y juntamente le dio un empellón, y le abrieron la sepultura para sacarle, hallaron el
dijo: «¿Qué haces, Julián? Mira que no es lo que cuerpo del santo entero y sin corrupción alguna,
piensas, sino el sucio y abominable Satanás, que y las vestiduras de pontifical como nuevas, y j u n -
te quiere engañar.» Con esto desapareció el demo- to á su cuerpo un ramo de palma tan verde y
nio, y el santo quedó con gran pesar por parecer- fresco, como si el mismo día se hubiera cortado,
le que había tenido algún descuido, del cual hizo con una suavidad peregrina y admirable que el
después gran penitencia. Floreciendo, pues, el santo cuerpo de sí echaba. Estaba vestido de pon-
santo pontífice con su celestial vida, doctrina y tifical con mitra de raso blanco, labrada de oro, con
milagros, y siendo ya casi de ochenta años, fué báculo, cáliz y vinajeras todo de plata, y sobre el
nuestro Señor servido darle una recia enferme- santo cuerpo una cruz. Hízose una procesión so-
dad, de la cual entendió que había de acabar su lemnísima, á la cual concurrió todo el clero del
peregrinación, é ir á gozar de todo su bien. V i s - obispado é innumerable gente; y con muchas
tióse de sus ornamentos y capa pontifical para fiestas y regocijos colocaron el santo cuerpo d o n -
recibir los santos sacramentos; después se vistió de ahora está, á los 11 de abril del año del Señor
un áspero cilicio, se echó en el duro suelo cubier- de 1518, y nuestro Señor obró muchos milagros,
to de ceniza, y su cabecera una piedra, para imi- y día hubo de catorce milagros, como consta de
tar en algo al Salvador. Estando en la agonía de la información jurídica que hizo el doctor Eusta-
la muerte, vio venir una doncella de increíble be- quio Muñoz, canónigo de cuenta, por comisión
lleza, vestida de ropas más blancas que la nieve y del ordinario, el mismo año de 1518. Después la
resplandeciente como el sol, con una guirnalda santidad del papa Julio III, el año de 1551, y el
de rosas en la cabeza, acompañada de ángeles y segundo de su pontificado, á los 5 de junio, des-
de muchas vírgenes, que cantaban aquel verso: pachó un breve, en el cual concede y manda que
«Veis aquí al gran sacerdote, que en sus días la fiesta de san Julián en Cuenca se traslade del
agradó mucho al Señor.» día de los 28 de enero, en que fué su muerte, á
Oyendo el santo pontífice la música del cielo, los 5 de septiembre, para que se pueda celebrar
se puso de rodillas, y con gran ternura y devoción con mayor solemnidad y hacerse más fácilmente
hizo gracias á Dios por aquella merced que le las limosnas y otras obras pías, que en honra del
hacia, y á la Virgen María, nuestra Señora, su santo se suelen hacer en aquella ciudad. En el
Madre, porque así le visitaba; la cual le dijo: Martirologio romano se hace mención dos veces
«Toma, siervo de Dios, esta palma en señal de la de san Julián, una á los 28 de enero, y otra á los
virginidad y pureza que siempre has guardado.» 5 de septiembre. También el papa Paulo III, el año
Y diciendo esto desapareció, dejando el aposento de 1540, en el sexto de su pontificado, y á los 8 de
lleno de una fragancia y olor suavísimo, y más junio, mandó hacer información de la vida y
divino que humano; y el santo, regalándose en la milagros de san Julián, y halláronse tantos que
oración con Dios, le dio su bendita alma, domin- sería cosa larga referirlos aquí. Léalos, quien
go á 28 de enero del año de 1208. Al punto que quisiere, en el P. Francisco Escudero, de la Com-
expiraba, vieron los que allí se hallaron que salía pañía de Jesús, que escribió su vida, la cual don
de su boca un ramo de palma hermoso, y más Juan Fernández Vadillo, obispo de Cuenca, á
blanco que la nieve, el cual subió hasta entrar en quien el consejo real había cometido el examen,
los cielos, á los cuales vieron abiertos, y oyeron la aprobó á los 28 de febrero de 1589 años, y dice
cantares de ángeles. que él mismo leyó el proceso judicial y auténtico
que de los milagros de san Julián había hecho don
Obró nuestro Señor muchos milagros por inter-
Alonso Carrillo, obispo de Veste, por mandado
cesión de san Julián después de muerto. Hizo ha-
del papa Paulo III; y cotejádole con lo que el
blar á muchos mudos, oir á los sordos, andar á
dicho P. Francisco Escudero escribe en su vida.
los cojos, y cobraron salud los que estaban fatiga-
Basta decir, que no solamente el Señor hizo mi-
dos de diversas enfermedades; y por esta causa y
DÍA 28 ENERO 291
lagros por el santo cuerpo de san Julián y por de la mujer y de su escrúpulo, le abrió la puerta,
sus vestiduras, sino también por la tierra de su y poniéndola en la primera celda, se entró él en
sepulcro, por las plumas de su almohada, por el otra más adentro, y cerró la puerta. Comió de su
ramo de la palma, y aceite de su lámpara; y lo pan la mala hembra y bebió del agua, púsose á
que más es, soñando algunos enfermos que los reposar, y de allí á un poco comenzó á dar voces,
sanaba san Julián, quedaron sanos. Y últimamen- á lamentarse y arrojarse á la puerta de la celda
te, la santidad de Clemente V I I I , el año 1594, el del santo, pidiéndole que la socorriese. Abrió la
tercero de su pontificado, á los 18 de octubre, ventanilla de su celda el ermitaño, v i o á la mujer
aprobó el rezo de san Julián, que la iglesia de tendida en el suelo, haciendo visajes, y no sabien-
Cuenca había enviado á su santidad, y d i o licen- do él lo que era, y lo que había de decir ó hacer,
cia para que se rezase en su fiesta y conmemora- ella le dijo: «Por la sangre de Cristo, padre santo,
ción. De san Julián, demás del Martirologio ro- que hagas la señal de la cruz sobre mi, porque
mano, y el breviario antiguo de Cuenca, hacen muero de una angustia y dolor de corazón.» M o -
mención muchos autores que han escrito de los vido de compasión Diego, abrió su puerta, é hizo
santos de España. (P. Ribadeneira.) un gran fuego, y por no faltar á la caridad, y jun-
tamente por no ponerse á peligro, tomó con la
SANTIAGO, ERMITAÑO Y CONFESOR.-Fuó Santiago, á mano derecha el aceite bendito para untarla, y
quien llaman el Ermitaño, varón á los principios puso la mano izquierda sobre el fuego para q u e -
admirable, de muy santa vida, y después que se marla, y con el ardor de aquel fuego corporal,
desvaneció, gran pecador y miserable, y finalmen- reprimir y vencer el ardor de la concupiscencia
te, por la gracia del Señor que le levantó, ejemplo carnal; y la mujer, para salir con su intento, le
y dechado de penitencia. Siendo mozo, huyendo rogaba que le untase bien el corazón, hasta que
de los deleites y vanidades del mundo, se encerró se mitigase ó cesase el dolor cruel que padecía: y
en una cueva, y vivió en ella quince años con tan como Diego era hombre sincero y simple, y pen-
grande aspereza y perfección, que nuestro Señor saba que no había engaño, hizo lo que la mujer
le ensalzó y le ilustró con muchos milagros, le rogaba por espacio de dos ó tres horas, tenien-
echando de los cuerpos á los demonios con su im- do siempre la mano izquierda sobre el fuego hasta
perio, y sanando á muchos dolientes de todas e n - quemarse y derretirse los dedos. V i o esto la d e s -
fermedades. De manera, que por su fama c o n c u - venturada mujer, y espantada y atónita, tocándo-
rrían á él muchos de muchas partes, y entre ellos le Dios al corazón, conoció su culpa, confesó á
los mismos gentiles y samaritanos, que se conver- Diego á lo que había venido, y él, haciendo gra-
tían á Jesucristo por su predicación. Mas el demo- cias al Señor por la victoria que le había dado, la
nio, como enemigo de nuestro bien, queriendo envió á san Alejandro, obispo, el cual la recibió y
estorbar el fruto que el santo ermitaño hacía, y confesó, y puso en su monasterio de doncellas,
echarle de toda aquella comarca por medio de uno en el cual acabó santamente su vida. Después
de aquellos samaritanos, procuró encender un tuvo forma el obispo para echar de su diócesis y
gran fuego, y que se juntasen con él sus parientes provincia á todos los samaritanos que por medio
y amigos, y tratasen de armarle algún lazo para de aquella mujer habían pretendido arruinar al
que cayese, y tener ocasión de echarle de su tie- santo ermitaño; y el mismo obispo después le fué
rra. Para esto se concertaron con una mujercilla á ver, alabándole de la constancia con que se
liviana y deshonesta, le dieron veinte ducados, y había defendido de tan grave ocasión de caer,
le prometieron darle otros veinte si derribaba á y exhortándole á llevar adelante sus buenos i n -
Diego, y le hacía caer en pecado carnal. Fué la tentos.
mujer bien de noche, y llamó á la puerta de la Andando el tiempo entró el demonio en una
celda en que estaba el santo, fingiendo que era doncella, hija de un caballero y senador principal.
una mujer de un monasterio que estaba allí cerca; Lleváronla sus padres á nuestro ermitaño, y él
la cual, habiendo sido enviada de su prelada á con su oración la libró; y queriendo ellos darle
llevar una limosna á cierto pueblo, le había sobre- trescientos ducados de limosna, no los quiso
venido la noche, y se había acogido, como á puer- tomar, ni aun ver con sus ojos, diciendo que no
to seguro, á él, para que no la comiesen las fieras los había de menester, viviendo, como vivía, en
que andaban hambrientas por aquel desierto. No aquella soledad. Otra vez le trajeron un h o m -
la quiso abrir al principio la puerta nuestro ermi- bre paralítico y tullido de los pies, al cual restitu-
taño, antes la cerró con grande ímpetu, temiendo yó la salud, y á otros muchos enfermos tocados
algún engaño y celada de Satanás. Pero como á de diversas enfermedades. Pero viendo que m u -
media noche ella clamase y diese grandes g e m i - chos venían á él y le honraban y estimaban, d e -
dos y suspiros, pidiendo al ermitaño que no la hi- terminó de dejar aquel lugar y entrarse más aden-
ciese manjar de fieras, vencido de la importunidad tro del desierto; y habiendo hallado una cueva
292 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
grande cerca de un río, estuvo en ella treinta años estar á solas con una mujer, por más viejo y san-
alabando al Señor de día y de noche, comiendo to que sea? ¿Quién, finalmente, no entenderá que
de las yerbas que nacían cerca del río, hasta que un pecado llama á otro, si no se quita y lava con
hizo un huertecillo, que cultivaba con sus manos la penitencia? Todo esto vemos pintado á lo vivo
para su sustento; y fué tal su vida, que los s e g l a - en este ermitaño, el cual, habiendo caído como
res y los clérigos y los monjes de veinte y treinta del cielo en el profundo de todos los males, fué
monasterios venían á él, para ser enseñados y re- tentado terriblemente del mismo enemigo que le
cibir su santa bendición. había hecho caer, para que, como otro Judas, se
Pero, ¡oh flaqueza é inconstancia del corazón desesperase, y no se atreviese á alzar los ojos al
humano!, este varón tan insigne y tan valiente y cielo, ni invocar al Señor, para que la tierra nó
vencedor del demonio y de las enfermedades; este se abriese y le tragase. ¿A qué extremo de maldad
tan penitente, tan estimado y buscado de todos; no llega un corazón humano, cuando Dios aparta
éste, que, siendo mozo, triunfó de su carne, y su mano y le deja? Dejóse vencer también en esto
quiso antes quemar la mano que ser quemado de el que de tantas maneras había sido vencido, y
la concupiscencia; siendo ya viejo, y habiendo determinó volver al siglo, y echar la soga tras el
servido á Dios tantos años en la soledad, se dejó caldero, como dicen. Yendo su camino con este mal
vencer y cautivar, y cayó miserablemente, por al- propósito, pasó por un monasterio de santos mon-
guna oculta soberbia, que hace caer los cedros del jes, que estaba en el mismo camino, donde fué
Líbano, y á los que parece están sobre estrellas; recibido con gran caridad; laváronle los pies, aca-
y de ángeles, para que se conozcan y humillen, riciáronle y tratáronle c o m o á padre santo y vene-
los trueca en puercos. rable, y él no alzrtba los ojos del suelo, ni osaba
Entró el demonio en una doncella, hija de un mirar á los monjes, y hería sus pechos, confesan-
hombre rico, y comenzó á decir y repetir muchas do públicamente lo que habia hecho. Saliendo de
veces que no saldría de aquel cuerpo hasta que allí, le vino al encuentro un monje, gran siervo de
Diego el ermitaño le echase. Los padres, desean- Dios, y rogóle que se fuese á descansar un poco
do la salud de su hija, y no sabiendo dónde esta- á su celda, y llevóle casi por fuerza á ella, y le
ba este ermitaño, le buscaron por todas partes hizo comer, y habiendo entendido de él mismo
con suma diligencia. Y finalmente, sabiendo dón- todo lo que le había pasado, le animó para que no
de estaba, se fueron á él, y llevando consigo á su se desesperase, sino que confiase en la misericor-
hija, le representaron su trabajo, y le pidieron dia de Dios, ó hiciese penitencia, poniéndole d e -
que hiciese oración sobre ella, y la librase de la lante los ejemplos del rey David, de san Pedro y
tiranía de aquel espíritu maligno, que la atormen- otros. Finalmente, Diego se partió para seguir su
taba. Hizo Diego oración, huyó luego el demonio, camino é intento; pero por singular providencia
y la doncella quedó sana, y los padres muy agra- del Señor, y por las entrañas de su misericordia,
decidos y contentos. Mas temiendo que el demo- que le quería sanar y recoger, vio apartado del
nio no tornase á su hija, y deseosos de verla per- camino un sepulcro á manera de una cueva, lleno
fectamente sana, y sin sospecha de recaída, roga- de huesos de muertos, que estaban ya con el tiem-
ron al ermitaño que la tuviese allí dos días para po hechos polvo. Tocóle el Señor el corazón, y
mayor confirmación de su salud. Túvolo por bien, entróse en esta cueva, y juntando los huesos, los
no sabiendo el daño que le había de venir, y los puso en un rincón de ella, y cerrando la puerta,
padres se fueron, dejando á su hija en la celda del postrado en el suelo, é hiriendo sus pechos y dan-
que la había librado del demonio, el cual preten- do lamentables suspiros y entrañables gemidos,
día por este camino vengarse de él y entrar en su comenzó á grandes voces á decir: «¿Cómo, Señor,
alma, haciéndole caer en un abismo profundo de alzaré los ojos á vos? ¿Por dónde comenzaré á
maldades; porque con la ocasión de verse en confesar mis maldades? ¿Con qué ánimo soltaré
aquel desierto solo con la doncella sola, comenzó mi lengua y mis labios amancillados? Perdonad-
el demonio y el espíritu de la fornicación á encen- me, benignísimo Señor; he cometido el estupro,
derle con tan infernales llamas de carnal concupis- he derramado la sangre inocente, y echado en las
cencia, que sin acordarse que por no dejarse ven- aguas el cuerpo, para que fuese comido de los
cer de ellas se había abrasado y perdido la mano, peces y de las aves. Vos sabéis, Señor, mis mal-
y siendo mozo triunfado del engaño, salió fuera dades; yo, como quien las sabe, las confieso y
de su celda y forzó á la doncella, y añadiendo os pido de ellas perdón.» Después de haber llo-
maldad á maldad, la mató, y después echó su rado y lamentado amarguísimamente sus peca-
cuerpo, para que no pareciese, en el río. ¿Quién dos, estuvo diez años en aquel sepulcro, sin hablar
se fiará de las victorias pasadas? ¿Quién no tem- con nadie, ni salir de él sino dos veces cada
blará con este ejemplo? ¿Quién no conocerá su semana, para coger algunas yerbas que estaban
fragilidad? ¿Quién no huirá de las ocasiones, y de allí cerca, y sustentarse con ellas. Pasaba los
DÍA 28 ENERO 293
días y las noches en perpetuo llanto, haciendo fué á la cueva, y enterró el santo cuerpo en ella
tan rigurosa penitencia, que pudo lavar y limpiar con muchos olores y especies aromáticas. Andan-
las manchas de los delitos pasados, aunque eran do el tiempo, mandó edificar en el mismo lugar
gravísimos. Y para mostrar nuestro Señor las una capilla, y le trasladó á ella, y el Señor d e s -
entrañas de su piedad, y que había aceptado las pués obró muchos y grandes milagros en aquel
lágrimas del ermitaño penitente, envió á aquella lugar; y toda aquella tierra y comarca en cada
región una sequedad tan grande, que el cielo pa- año, para hacer gracias al Señor por el beneficio
recía de metal, y no llovía, y los hombres pere- recibido por intercesión del santo ermitaño, le
cían sin saber otro remedio que volverse á Dios celebraba fiesta con grande devoción y regocijo.
y hacer oraciones, procesiones, plegarias, ayunos La vida de este santo escribió Simeón Metafras-
y penitencias, suplicándole que se apiadase de tes, y la refiere el P. Fr. Lorenzo Surio en el pri-
aquellos pueblos, y los mirase con ojos suaves y mer tomo de las Vidas de los santos. Hace m e n -
benignos. Y el Señor reveló al obispo, que era ción de él el Martirologio romano á los 28 de
varón santo y temeroso de Dios, que en cierta enero. (P. Ribadeneira.)
parte estaba un siervo suyo, que hacía vida en un
sepulcro, y era hombre en la apariencia vil, mas SANTA MARGARITA, VIRGEN-Fué la esclarecida vir-
en los merecimienios santo; el cual podría alcan- gen santa Margarita hija del rey de Hungría
zar con sus oraciones lo que los otros no podían. Bola, cuarto de este nombre, que otros llaman
Juntó el obispo al clero y pueblo; y habiéndoles Andrés, y de María, hija del emperador de Cons-
declarado la revelación que había tenido, se fué tantinopla, la cual, viendo á su reino en gran pe-
con ellos al sepulcro en busca del santo ermitaño ligro, por haber entrado en él los tártaros con
Diego, y habiéndole hallado, se echaron á sus gran poiencia, entre las otras oraciones que hizo,
pies, suplicándole que se compadeciese de toda ¿uplicando á nuestro Señor que le amparase, hizo
aquella tierra, ó hiciese oración por ella: y el voto que si Dios le diese a'guna hija, la consagra-
santo no lo quiso hacer, sino con los ojos bajos, é ría perpetuamente á su servicio. Favoreció Dios á
hiriendo sus pechos, decía solas estas palabras: los reyes de Hungría, porque los enemigos volvie-
«Perdonadme, Señor mío Jesucristo, perdonadme ron las espaldas y dejaron la tierra desembaraza-
mis grandes maldades.» El obispo y los que le da; y andando el tiempo la reina parió una hija, á
acompañaban, viendo que no les respondía, se quien en el bautismo la pusieron por nombre
volvieron muy tristes y desconsolados á su igle- Margarita. Criáronla sus padres con gran cuida-
sia, y de nuevo se pusieron en oración, pidiendo do en el temor de Dios y santas costumbres; y
á Dios misericordia; y después de haber gastado ella luego comenzó á declarar que había sido e s -
algunos días en esta demanda, ayunando, tuvo de cogida de Dios, porque en ninguna cosa, sino en
nuevo el obispo la misma revelación, y oyó una los años, era niña ni Jo parecía. Cuando fué de
voz clara que le dijo: «Ve á mi siervo Diego, tres años y medio, sus padres, acordándose del
como te ha sido revelado, y persuádele haga ora- voto, la pusieron en el convento de Vesptinio de
ción por estos trabajos que padecéis, y yo os li- Santa Catalina mártir, que era de monjas de la
braré de ellos.» Volvieron á la cueva el obispo, orden de santo Domingo, y de nuevo la ofrecieron
clero y pueblo; y de tal manera apretaron al santo á Dios, dándole para su servicio y compañía á la
penitente con la revelación de Dios y con sus lá- condesa Olimpia, su aya, la cual, por el grande
grimas, que no pudo resistir á sus piadosos amor que tenia á la infanta, dentro de pocos m e -
ruegos; y puestos los ojos en el cielo, y levanta- ses tomó también el hábito de religiosa. Fué reci-
das sus manos, hizo oración, y al momento co- bida la infanta en el monasterio con grande
menzó á ablandarse el cielo, y á caer copiosa alegría de las monjas. Iba con los años creciendo
lluvia en la tierra, alabando todos al Señor por en virtud y devoción. Dentro de un año rezaba de
aquel beneficio, y trayendo todos los enfermos memoria el oficio de nuestra Señora, de sólo ha-
que había en toda aquella comarca, y después de berlo oído á las monjas cada día. De cuatro años
otras tierras más remotas, para que los sanase. pidió el hábito de la religión, y recibióle con tanta
El mismo año que esto sucedió, el santo ermitaño gravedad y mesura, que todos los circuntantes
envió á llamar al obispo, y le rogó, que cuando quedaron espantados. En ninguna cosa se le s e n -
fuese muerto, le mandase enterrar en aquel mis- tía gusto, sino en oir cosas graves y espirituales.
mo lugar y sepulcro, donde tantos años había De cinco años, por ver á las otras monjas vestidas
vivido; y habiéndoselo prometido, dentro de pocos de cilicio, pidió uno con tanta instancia, que se le
días dio su espíritu al Señor, siendo de edad de dieron, aunque después se le quitaron por no
setenta y cinco años. martirizarla antes de tiempo; y ya que no podía
El obispo, cuando lo supo, acompañado de todo tener cilicio entero, traía unas fajas ásperas á
el clero y de la gente más honrada de su ciudad, raíz de la carne. Era muy amiga de vestirse más
294 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
pobremente que las otras religiosas, aunque el las fuerzas para azotarse, se aprovechaba de las
vestido de todas era pobrísimo. Viendo los reyes ajenas, y llamaba en lugar secreto á alguna mon-
sus padres los buenos principios de su hija, le ja ó monjas que hiciesen aquel oficio, y su autori-
fundaron un monasterio á la ribera del Danubio, dad podía tanto con ellas, que con gran dolor y
que hoy se intitula de Santa María, y pusieron en sentimiento iban á hacer aquel sacrificio. Desde
él á su hija, siendo de edad de diez años, y poblaron el jueves de la semana santa en la noche hasta las
la casa de muchas y muy grandes religiosas para vísperas del sábado santo no comía ni se acosta-
su compañía. De doce años hizo allí profesión en ba, ni entendía en otra cosa más que en rezar y
manos del maestro Fr. Humberto, que fué quinto llorar, ó disciplinarse y asistir al oficio divino
general de la orden de santo Domingo. Era santa traspasada de dolor. No comía carne sino apreta-
Margarita hermosa por extremo en el cuerpo, y da de gravísimas enfermedades; y éstas procuraba
en la compostura del ánimo un ángel. Tenía una encubrir cuanto era posible, porque no la obliga-
mansedumbre admirable, y un reposo en la c o n - sen á dejar el rigor que usaba consigo. Con este
ciencia, y una serenidad en el alma, tan parecida ánimo sufrió una vez cuarenta días de flujo de
a l a del cielo, que ninguna cosa próspera ni ad- sangre, comiendo con las otras monjas en el r e -
versa la alteraba ni turbaba. Desde que amanecía fectorio, y hallándose en el coro y en los otros
hasta hora de comer, tenía oración continua d e - trabajos con rostro alegre como si estuviera sana.
lante de un Crucifijo, que era su imagen regalada; La cama de la santa virgen no merecía este n o m -
y cuando se despedía de él para ir á comer, le bre, porque delante de la que tenía en el dormi-
besaba las manos, y los pies, y el costado, que torio, que era pobrísima como la de las otras
habían sido llagados por nuestra salud; y esto monjas, tendía ella un cuero en el suelo, y por
hacía con muchas lágrimas, y con suspiros ar- cabecera una piedra, y allí se acostaba vestida,
dientes por la ternura de su corazón. La comida de lo cual y de las muchas y graves penitencias
siempre fué en el refectorio, y de los manjares que hacia, estaba lo más del tiempo como difunta
comunes y ordinarios del monasterio; y lo mismo y quebrada de color. No causaba menos admira-
era en el dormir, teniendo siempre su pobrecilla ción la humildad profundísima de santa Margarita
cama en el dormitorio común de las monjas. Des- en tanta alteza de su real sangre; porque con ser
pués de comer, hasta las cinco horas, se ocupaba quien era, de ninguna cosa le salían tan presto
en hacer labor para servicio del altar. La noche, colores al rostro, como de oirse llamar hija del
por la mayor parte, gastaba orando, y siempre rey; como si haberlo sido ó serlo fuera gran"
con mucho cuidado de no ser vista, estando á tacha. En su reputación no había ninguna per-
vista de todas en el dormitorio. Con ser de tan sona en el monasterio tan baja y tan para poco
pocas fuerzas y de tan delicada complexión, de- como ella. En el vestido, en el tratamiento de su
más de los ayunos de la orden, que son tantos, y persona, y en todos los ejercicios humildes del
ella los guardaba con gran rigor, ayunaba á pan convento era ella la que con mayor llaneza se
y agua todas las vigilias de nuestra Señora y de mostraba, sirviendo á todas, como si fuera su
otros santos, á quien tenia particular devoción; y esclava. Del paño que le enviaban para vestirse,
lo mismo hacía las cuaresmas, y los miércoles y hacía luego trueque con los pobres, dándoselo
viernes de todo el año. Desde que fué de siete á ellos, y tomando para sí sus andrajos, en lo
años, comenzó á traer cilicio en el adviento y cual mostraba el amor que tenía á la humildad y
cuaresma, y en las cuatro témporas, y en las v i - á la santa pobreza, y su tierno corazón para con
gilias de las fiestas de Jesucristo nuestro Señor, los pobres. Acontecióle ver á un pobre desnudo
y de la Virgen, y de los apóstoles y santos princi- en el invierno, y desnudarse su saya para c u -
pales; y en los otros tiempos del año, desde el brirle; y lo mismo hacía de su comida, estando en
jueves hasta las completas del sábado. Y éste fué la mesa, que muchas veces se levantaba de ella
su estilo, hasta que de doce años hizo profesión, sin comer bocado, para darlo á los pobres. Ella
que ya entonces traía un cilicio áspero de cerdas era la enfermera de las criadas y sirvientes del
de caballo, con muchos nudillos, y debajo de él monasterio, y se encargaba de su provisión, hasta
una cadena de hierro con que se apretaba fuerte- enviarles la comida y ropa blanca. La primera
mente; y para dormir de noche tenía un cíngulo que sabía las enfermedades de las otras era ella,
de cuero de erizo con sus espinas. En los zapatos y la que más á mano se hallaba á todas horas para
traía unos abrojitos de hierro con unas puntas, su servicio. A los muchos regalos y presentes que
para mortificarse de cualquiera manera que estu- sus padres y deudos le enviaban, jamás tocaba,
viese. Las disciplinas eran tan frecuentes, que pa- antes se repartían por mano de la priora en s o -
rece cosa imposible poder un cuerpo tan delicado correr las necesidades de los pobres de todo el
sufrirlas, y tener sangre para derramarla en tanta reino, especialmente de la gente noble. Estaba
abundancia; porque aun cuando á ella le faltaban tan sujeta y obediente á la voluntad de sus prela-
DÍA. 28 ENERO 295
dos. que de la propia suya no tenía nada. Siempre bían tenido con el rey su padre crueles guerras,
andaba deseosa que le mandasen algo, que ella no y trayéndole dispensaciones para seguridad de su
quisiese, para más mortificarse; pero nunca se conciencia, apretándola como si estuviera obliga-
hallaba, porque la voluntad ajena era la suya. da á casarse, nunca se pudo acabar con ella que
Cuando se le mandaba alguna obra en particular, escuchase á nadie en esta razón; antes decía que
allí acudía con todo su corazón, aunque fuesen si en aquello se pusiesen sus padres, se sacaría
tales cosas, ó á tales tiempos, que le estorbasen los ojos y se cortaría las narices y la boca por no
su quietud; y cuando en común se mandaba algo, consentirlo. Pero ¿qué maravilla es que no quisie-
sin señalar á quién, luego lo tomaba por si, y se santa Margarita trocar el Esposo del cielo por
daba á entender que á ella sola se lo mandaban, hombre mortal?Porqueestabatan entretenida y re-
desde el barrer hasta lo último del servicio de la galada de ólen su oración, que todas lasdulzurasy
casa. Pedía muy encarecidamente al padre pro- deleites de la tierra eran para ella más amargos
vincial y á la priora que no disimulasen con ella que la misma hiél; porque desde niña así se dio á
en cosa, ni dispensasen en las penitencias por la la oración, como si no tuviera cuerpo de carne
falta del silencio y de otros descuidos. Era tan ó viviera ya en el cielo. Siendo ya de cuatro años,
sufrida y mansa, que pedía perdón á quien la viendo en el monasterio una cruz grande, y s a -
ofendía, echada á sus pies con extrañas sumisio- biendo que en una como aquélla había derramado
nes; y si alguna monja no le hablaba algunos el Hijo de Dios su sangre para remedio del m u n -
días, salía á buscarla y echábase en el suelo, pi- do, arremetió á la cruz, é hincada de rodillas la
diendo perdón de lo que por dicha sin saberlo ella besó muchas veces; y de allí adelante, do quiera
le hubiese ofendido. Y si acaso entre las religio- que la veía, se arrojaba en el suelo y la adoraba.
sas había alguna contienda, ella las concertaba y En despertando de noche, tomaba la cruz en la
componía. Todo esto nacía de la caridad, reina y mano y la besaba, y la ponía sobre sus ojos, y lle-
señora de todas las virtudes, la cual en sóror vándola consigo se iba á la oración, la cual s i e m -
Margarita, como en un palacio real, se había pre que podía hacía delante del altar de la Cruz,
aposentado, y poseía el alma de esta bienaventu- que estaba en la iglesia, ó del Crucifijo que tenían
rada virgen, de manera, que ninguna cosa más las monjas en el capítulo: y cuando el viernes
deseaba que ser mártir y morir por Dios, teniendo santo la descubrían al pueblo, se postraba en el
grandísima devoción con los que lo habían sido; suelo y la adoraba llorando y dando tan grandes
y así decía que no deseaba en la tierra otro bien, gritos, que se podían oir fuera de la iglesia, sin
sino verse por Jesucristo degollada, y abrasada y ser otra cosa en su mano. La pasión del Salvador
hecha polvos; y para que el dolor le durase más, era todo su regalo, y dos semanas antes de la
despedazada poco á poco, y que no quedase gé- pascua no leía ni trataba de otra cosa. A la sa-
nero de tormento que en ella no se ejecutase. Dí- cratísima Virgen María, nuestra Señora, también
jole un predicador de su orden, varón espiritual y tenía singular devoción, y nunca la nombraba
gran siervo de Dios, que pidiendo él muchas sino diciendo: «Madre de Dios y esperanza mía.»
veces en la oración á Dios nuestro Señor que le Donde quiera que veía su imagen, se hincaba de
mostrase el camino que los padres antiguos h a - rodillas, le rezaba la salutación del ángel, y en las
bían llevado para agradarle tanto, una noche fiestas de la Virgen, y en las vigilias de ella le
durmiendo, le fué puesto delante un libro escrito ofrecía cada día mil veces el Ave María, postrán-
con letras de oro, y luego una gran voz le d e s - dose en el suelo; y en la vigilia de la Natividad de
pertó que decía: «Levántate y lee;» y que se había nuestro Señor tenía por devoción asimismo rezar
levantado y leído estas pocas palabras, pero ce- otras mil veces el Padre Nuestro, y la vigilia de la
lestes y divinas: «Esta fué la perfección de los pascua del Espíritu Santo, la antífona Veni, Sánete
padres antiguos: amar á Dios, despreciarse á sí Spiritus. Tenía tan impreso en el corazón el sacra-
mismo, no despreciar á nadie ni juzgarle.» Estas tísimo nombre de Jesús, que nunca se le caía de la
razones se fijaron tanto á santa Margarita en el boca. Sus ojos en la oración eran dos fuentes de
corazón, que cuanto trataba y pensaba era cómo lágrimas, de manera que de sus corrientes tenía
más amar á Dios, cómo hollarse á sí misma, y abrasadas las mejillas; y de estarde rodillas y pos-
cómo predicar y estimar mucho á los otros, como trada en el suelo en la oración, los vestidos rotos
se puede ver en lo que hasta aquí queda referido. por los codos y rodillas; y éstas al principio se
Tuvo tan gran firmeza en llevar adelante y perse- se le desollaron, y después se le hicieron en
verar hasta la muerte su virginal pureza, que con ellas unos como callos muy duros. Nunca faltó
haberse ofrecido muy importantes ocasiones para esta santa de los maitines que á media noche se
casarse con grandes príncipes, como con el d u - rezaban, no estando enfermísima, antes era la
que de Polonia y con los reyes de Bohemia y de primera en el coro, y muy gran rato antes que
Sicilia, que la pedían por mujer, los cuales h a - despertasen las religiosas, estaba en oración á los
296 LA LEYENDA DE ORO DÍA 28
pies de su cama; y en tocando la campana se vol- que no dijesen cosa de las que habían visto; y en
vía á acostar, para que cuando ellas se levanta- cesando la llama, quedó en su lugar un olor sua-
sen no la hallasen rezando. Del santísimo Sacra- vísimo. Acontecióle una vez cerca de la media
mento del altar era por extremo devota, y al tiempo noche estar delante del dormitorio, pensando en
de alzar la hostia derramaba tantas lágrimas, las cosas del cielo, y ponérsele delante el sol y la
que era cosa maravillosa; y muchas veces se que- luna, con una claridad y resplandor nunca vistos.
daba tan elevada y absorta, que parecía muerta. Otra vez, despojándose en un lugar apartado, y
Celebraba el día de la comunión ayunando la v i s - en una noche tenebrosa y oscura, para que una
pera á pan y agua, y velando toda la noche. Era monja la disciplinase, bajó del cielo una luz que
tanta la devoción con que recibía al Señor, que alumbró toda la casa, y duró todo el tiempo que
algunas veces quedaba arrebatada y fuera de sí, duraron los azotes, y desapareció en acabándose.
y á ratos levantada en el aire milagrosamente. Enviando una noche de la pascua de Resurrec-
Aquel día toda se recogía en oración y silencio ción á una criada del monasterio por una túnica
hasta la noche, que se desayunaba con alguna ce- suya, cayó la moza en un pozo, sin ser oída ni
remonia de comida. Después de haber ella comul- vista; y por las oraciones de santa Margarita
gado, cuando no estaba elevada, acudía á tener subió el cuerpo encima del agua desde lo profun-
la toalla delante de las otras religiosas por estar do, y cuando la sacaron estaba sin pulso ni s e n -
más cerca del Sacramento, y ver muchas veces el tido. Enternecióse la sierva de Dios, y con mu-
santísimo cuerpo de Jesucristo, único esposo de chas lágrimas pidió á su Esposo la vida de aquella
su alma. Servia de buena gana á la mesa á las moza, y él se la dio tan presto, que se levantó
monjas en el refectorio, porque entonces con la luego viva. Otros milagros evidentes hizo el Señor
mayor disimulación del mundo se hurtaba para por santa Margarita, sanando á algunas monjas,
hacer alguna oración jaculatoria y breve, y tomar y sosegando una terrible tormenta, y tratando
un bocado para su espíritu, mientras que las de- con las manos el fuego sin quemarse, y descu-
más tomaban la refacción del cuerpo. Siempre briendo con la luz del cielo á algunas monjas lo
andaba en pleito con los rincones del monasterio que trataban en su corazón, y los pensamientos
por hallarles buenos para su oración, pero nunca impertinentes de que eran combatidas y casi ven-
tan secretos que no viniesen á descubrirla, porque cidas, ó para dejar la religión, ó para vengarse
muchas veces el cielo tenía cuidado de mostrarla de las que pensaban que las habían ofendido; por-
con luz visible, y otras salía de allí la santa con que tuvo don de profecía, y dijo, antes que suce-
tan gran hermosura y resplandor, que las mon- diese, estando las cosas en grande riesgo y c o n -
jas no osaban mirarla el rostro, como aconteció á flicto, el buen suceso que habiade tener el campo
Moisés cuando bajó del monte de hablar con Dios. del rey su padre contra el ejército del duque de
Así como santa Margarita se entregaba toda al Austria, que le hacía la guerra. Con este mismo
Señor, y se regalaba con él en la oración conti- espíritu supo el día de su muerte, y lo dijo y p u -
nua, dulce y amorosa; así el Señor le hacía m u - blicó un año antes que muriese. Finalmente, á
chas mercedes, y en ella le concedía liberalmente los ]{) de enero, dentro de aquel año, estando
lo que ella le suplicaba, como le aconteció dos buena, dijo que de allí á diez días moriría, y al
veces con dos religiosos, que rogándoles la santa tercero le dio una calentura que le duró puntual-
virgen que se quedasen á predicar á las monjas, mente hasta el día que' ella había señalado. En
no habiendo ellos querido detenerse, y haciendo este tiempo llamó á todas las religiosas, y se d e s -
ella, oración, el carro en que iban se hizo pedazos, pidió después de ellas con gran júbilo y alegría,
é hicieron por fuerza lo que no habían querido exhortándolas al amor de Dios y al desprecio de
hacer de grado. Otra vez detuvo otro predicador la vida presente, y la perseverancia en las buenas
con la mucha lluvia que cayó del cielo de repente obras, á la penitencia en las tribulaciones, y á
por su oración, estando el día sereno y el cielo tener siempre á los ojos aquel premio incompren-
claro. Habiendo crecido el río Danubio y salido sible que el dulcísimo Jesús da á los que de veras
de madre, de manera que llegó al convento y e n - le sirven y aman. Recibió todos los sacramentos
tró por todas las oficinas, la santa hizo oración á de la Iglesia con singular devoción, y todo lo de-
Dios, pidiéndole que mandase al agua se volviese más del tiempo que vivió, gastó en pensar en Dios
á su madre; y luego descreció el río. Una noche ó hablar con él. Rezó el salmo In te, Domine,
del adviento, estando muy suspensa en la oración, speravi, hasta el verso que dice: In manus titas,
fué arrebatada en espíritu, y apareció sobre su Domine, etc., y con él se le acabó de quitar el
cabeza un globo de fuego, y al cabo de gran rato habla y la vida, á los 28 de enero del año del
despertó como de un sueño, y las monjas le dije- Señor 1270, siendo de veintiocho años, y h a -
ron que había fuego sobre su cabeza; y ella no biendo gastado los veinticuatro en la religión.
hizo más que sacudirlo con la mano, y rogarles Quedó su cuerpo tan hermoso, que se juzgó que
DÍA 28 ENERO 297
no podía ser cosa natural. Concurrió tanta gente celebridad, que era reputado por uno de los h o m -
de todos aquellos lugares cuando se supo que era bres más sabios de su siglo. Sus méritos y virtu-
muerta, que en cuatro días no fué posible sepul- des le elevaron á la cátedra episcopal de Zaragoza
tarla. Halláronse á su entierro el rey y la reina, elegido por consentimiento unánime del clero y
sus padres, con mucha ternura y lágrimas, y el pueblo por los años 290. Desde el momento en
arzobispo de Strigonia, con otros obispos y prela- que'se vio distinguido con el carácter episcopal,
dos. Sintióse un olor suavísimo que duró muchos se ocupó con esmero en el cumplimiento de sus
días, y hubo revelaciones de su gloria, y el Señor deberes, ejercitando especialmente la caridad para
con muchos milagros la ilustró después de muer- con los pobres y afligidos; y para que no faltara
ta, dando vista á ciegos, curando hidrópicos, s a - á sus feligreses el pasto de la espiritual doctrina,
nando enfermos de gota coral, librando endemo- se valía de su diácono Vicente, hombre muy sabio
niados, y resucitando muertos: que así suele y elocuente, quien á más de otras cosas se ocupa-
nuestro Señor glorificar á los que dejan grandes ba en predicar al pueblo. Los emperadores Dio-
estados y se humillan por él. Esta santísima cleciano y Maximiano suscitaron por aquellos
virgen Margarita no está canonizada, que sepa- tiempos una cruel persecución contra los cristia-
mos, aunque en tiempo del papa Clemente V se nos, enviando por gobernador de la provincia
trató de su canonización en nombre de todo el Tarraconense al bárbaro y sanguinario Daciano.
reino de Hungría; pero por las revoluciones quien, cerciorado de la conducta religiosa de
grandes de aquel tiempo no tuvo efecto. Mas esto Valerio y Vicente, les mandó prender y conducir
no perjudica nada á la grande santidad suya ni á cargados de cadenas á Valencia. Ni los halagos,
los milagros con que la honró Dios en vida y en ni las promesas, ni los dolosos razonamientos p u -
muerte, como gravemente lo dice el P. M. Fr. Her- dieron recabar nada de estos dos atletas, antes no
nando del Castillo, de la orden de santo Domingo, pudiendo Valerio, á causa de su impedimento de
que escribe su vida, tomándola de la que escribió lengua, expresarse con aquel ardor que quisiera
el P. Fr. Garino, doctor teólogo de su orden, el en defensa de la fe, encargó á Vicente respondie-
año del Señor de 1340, y la sacó de los procesos ra por los dos en favor de la religión del Crucifi-
auténticos, y dichos de los testigos que fueron cado. Vicente fué atormentado con los más atroces
examinados con juramento, y están en el primer tormentos alcanzando la palma del martirio, y
tomo del P. Fr. Lorenzo Surio. Valerio fué desterrado. Retirado á un pequeño
Hace sumaria mención de esta bienaventurada pueblo llamado Enate, distante una legua de Bar-
virgen san Antonio, encareciendo su santidad. bastro, permaneció allí catorce años ocupado en
Pues ¿quién no ve en esta virgen purísima la oración y ejercicios de penitencia, siendo ejem-
fuerza del amor de Dios, y lo que puede en los plo de edificación de todo el país, hasta que, car-
que posee y se dejan labrar y perfeccionar de él? gado de años y merecimientos, murió en el Señor
¿Quién puede juntar con un cuerpo tan delicado el día 28 de enero del año 315.
y flaco tan grande aspereza y penitencia? ¿Quién
tanto seso y madurez en tiernos años? ¿Quién tan LA SEGUNDA CONMEMORACIÓN DE SANTA INÉS, YIRGEN.—
profunda humildad en sangre y estado real? ¿Quién La fiesta principal de esta santa se celebra el día
tanta bajeza en tanta alteza y tanta igualdad e n - 21 de este mismo mes.
tre personas en el estado y condición desiguales?
¿Quién sustentar el alma santa y pura como de SAN FLAYIANO.—Fué prefecto de la ciudad, y m u -
sóror Margarita con la oración, maná del cielo? rió mártir en Roma durante la persecución de
¿Quién enamorarla y cautivarla de (al manera del Diocleciano.
amor de su dulcísimo esposo Jesucristo, que tu-
viese por género de servidumbre el ser reina de LOS SANTOS TIRSO, LEUCIO, Y GALINICO, MÁRTIRES —
la tierra, y quisiese antes sacarse los ojos y c o r - Fué el primero natural de Toledo, y derramó su
tarse las narices, que gustar los deleites de la sangre por la fe en Cesárea de Bitinia por los
carne? Todo esto y más puede el amor fino del años 285, despuésde un glorioso combate en el que
Señor, como se ve en santa Margarita, cuyo ejem- sufrió horribles tormentos. San Leucio padeció
plo se nos pone delante para que, siguiendo las martirio en Apolonia juntamente con san Galinico,
pisadas de esta ilustrísima virgen, no desconfie- y se cree que fué por el mismo tiempo que el pri-
mos de nuestra flaqueza, sino confiemos en la mero. Estos santos fueron muy venerados en la
virtud y fortaleza de Dios. (P. Ribadeneira.) primitiva Iglesia, principalmente en la española,
como lo acreditaba el Breviario mozárabe, y un
SAN VALERIO Ó VALERO— Zaragoza fué la patria rezo antiguo del obispado de Toledo. San Isidoro
de este célebre prelado de la Iglesia de España. compuso un himno en su honor, que se conserva
Dedicado al cultivo de las ciencias, alcanzó tal aún en un libro antiquísimo en la catedral de la
TOMO i 38
298 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
misma ciudad de Toledo. En él se lee que estando iglesia, y allí, movida de Dios, le ofreció el fruto
Tirso preso en la cárcel, antes de ser conducido que tenía en sus entrañas, y el Señor, codicioso
al martirio, le visitó un ángel que se lo llevó y lo de la ofrenda, si se puede decir así, dispensó en el
hizo bautizar por el obispo, y luego lo restituyó á tiempo ordinario el parto; porque nació Francisco
la cárcel para recibir la corona de la vida eterna. al séptimo mes, teniendo su madre sólo quince
años, y siendo el primogénito, dándose en todo
SAN LEÓNIDES, Y SUS COMPAÑEROS.-Fueron degolla- priesa la naturaleza contra su ordinario estilo,
dos en la ciudad de Tebas en tiempo de Dioclecia- que suele hacer esperar los grandes varones,
no, por el prefecto Arriano en odio á la religión para que saliese á luz aquel que venía á serlo de
de Jesucristo. muchos, y á desterrar con su doctrina los errores
del calvinismo, é inflamar con sus escritos los co-
LOS SANTOS MÁRTIRES DE ALEJANDRÍA-Fué tan en- razones en el amor de Dios y de la virtud.
carnizada la lucha y persecución de los arríanos Era el niño Francisco hermoso en el cuerpo y
contra los católicos en tiempo de san Atanasio, mucho más hermoso en el alma, afable, cortés,
que hizo derramar una infinidad de preciosa s a n - generoso, dócil, obediente á sus padres, y tenía
gre á la Iglesia. El día 28 de enero del año 356, aquellas calidades que le hacían amable de todos,
estando en la iglesia de Alejandría un número y digno del renombre que le dieron de ángel de
considerable de personas tomando la comunión su patria, profetizando ya lo que había de ser.
de mano de su legítimo pastor, entraron de repen- Criáronle sus padres en el temor de Dios y en la
te los herejes, y los pasaron todos á cuchillo á devoción, y él dio señas en la niñez de que le t e -
instigación de los parciales de Siriano, jefe de los nía escogido el Señor para una extraordinaria
arríanos. La Iglesia celebra su memoria como un santidad. Viendo sus padres su buena inclina-
testimonio de veneración á los que han derramado ción, y el vivo y agudo ingenio que mostraba,
su sangre por conservar sin mancha el depósito quisieron que aprendiese las letras, que son el
de la fe. mejor adorno de la nobleza y el mejor empleo de
la juventud, para desterrar el ocio, que es el ori-
SAN JUAN, PRESBÍTERO—Fué ejemplar de peniten- gen de todos los vicios. Estudió la gramática en
cia y humildad; y habiendo sido muchos años Annesi, y después fué á París á continuar sus
abad del monasterio de Remes en Francia, escla- estudios, y aprendió perfectamente la retórica y
recido en milagros, descansó en el Señor el día letras humanas en el colegio de la Compañía de
28 de enero de 545. Jesús. Comunicóle Dios aquí una grande luz, con
la cual v i o que la verdadera sabiduría es temer y
SAN PAULINO, PATRIARCA Y CONFESOR.—Floreció en amar á Dios; y así, tomó por maestro espiritual á
el siglo VIII; fué patriarca de Aquileya. un padre de la misma Compañía, porque desde que
la conoció nunca quiso otros maestros, ni en las
SAN GLASTIÓN, OBISPO Y CONFESOR.-Murió en 830; letras, ni en el espíritu, como lo dice Carolo A u -
su vida fué ejemplar. gustino en su vida, ó instó mucho á sus padres
para que no le diesen otros maestros sino á los
Día 39 jesuítas. Con este padre se confesaba todas las s e -
manas, comunicaba su" conciencia con grande
SAN FRANCISCO DE SALES, OBISPO Y CONFESOR.-San claridad y sinceridad, para ser regido y goberna-
Francisco de Sales, obispo y príncipe de Ginebra, do; el cual, viendo la buena disposición que había
fundador de la orden de la Visitación, doctor i n - en Francisco para la virtud, le enseñó el modo de
signe en la mística teología y gran maestro de la tener oración mental, y él se recogía á ella todos
vida espiritual, nació en Saboya en el castillo de los días, y la llamaba su reposo y sueño espiri-
Sales á 21 de agosto del año del Señor de 1567. tual. Todos sus divertimientos y paseos eran visi-
Su padre se llamó Juan de Sales, señor de Boisi, tar las iglesias y monasterios, y tratar con perso-
Boisón, Villagroget y Sales, solar nobilísimo de nas religiosas y espirituales, huyendo de las malas
su casa, que hoy poseen sus descendientes con compañías, y de los divertimientos peligrosos que
título de condes. Su madre, igual en nobleza á su usaban otros estudiantes de su estado. Tenía par-
marido, se llamó madama Francisca de Sionnas, ticular consuelo en visitar el convento de los
señora de Tuille y de Vallieres, en el ducado de padres capuchinos, y ver al P. Angelo, que
Saboya. Fué Francisco consagrado á Dios antes siendo duque de Joyosa, había trocado el estado
que nacido, porque estando preñada su madre, y grandeza, por la pobreza rica y humildad g l o -
hizo una romería á la ciudad de Annesi, donde riosa de aquella santa religión; porque este e j e m -
está hoy la silla episcopal de Ginebra, para visitar plo tan raro, le encendía notablemente en el
el santo sudario que se venera original en aquella desprecio del mundo. Y para renunciarle más
DÍA 29 ENERO 299
perfectamente, entrando un día en la iglesia del Maria, etc.: Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen
protomártir San Esteban, hincado de rodillas de- María! Alentóse mucho leyendo esta oración, y
lante de una imagen de la Reina de los ángeles, arrojándose de rodillas delante del altar de la
hizo voto á la santísima Virgen de guardar per- Virgen, la dijo con el mayor afecto que pudo,
petuamente su virginidad, escogiendo á la Virgen acompañado de sollozos y lágrimas; y apenas la
de las vírgenes por protectora y guarda de su pu- acabó, cuando á vista de la estrella del mar cesó
reza. de repente la tormenta, se sosegaron las olas, y
Como juntaba la devoción con el estudio, apro- se volvió el mar de leche. Parecióle que se habían
vechaba mucho en virtud y letras. Acabada su caído de su cuerpo unas como escamas de lepra,
retórica con mucho crédito, prosiguió estudiando indicio de las tinieblas que saltaron de su alma,
en el mismo colegio la filosofía. Su ayo estudiaba con que volvió á su entendimiento la antigua cla-
al mismo tiempo la teología; y el santo mancebo, ridad, á su corazón la alegría, y le fué restituida
con el deseo que tenía de saber, revolvía los pape- una paz firme que no perdió después en toda su
les de teología de su ayo, y se aficionaba á aquella vida.
ciencia sagrada; y como él estaba tan bien dis- Habiendo gastado seis años en París, en los e s -
puesto, sacaba nuevos desengaños de todo lo que tudios que hemos dicho, volvió á su casa, y fué
leía. Asistía, siempre que podía, á oir á Gisberto recibido de sus padres con la alegría que se puede
Genebrardo, varón muy sabio en las divinas Le- pensare después de tan larga ausencia. Su madre
tras. Aprendió la lengua sagrada, y las divinas Es- no quisiera que prosiguiera Francisco en los e s -
crituras del P. Juan Maldonado de la Compa- tudios, por no estar privada más tiempo de su
ñía de Jesús, y estudió con grande cuidado, sin compañía; mas el padre que le destinaba para
perderla jamás de la memoria, la explicación de una toga consular, y fundaba en él todos los acre-
los Cantares, que escribió este clarísimo intérpre- centamientos de su casa y familia, lo envió á Padua,
te. De esta manera, como solícita abeja, recogía para que en aquella universidad estudiase la j u -
flores de muchos sabios, para labrar el panal de risprudencia. Tomó por padre espiritual al padre
su dulcísima sabiduría; pero adivinando el demo- Antonio Possevino, de la Compañía de Jesús, el
nio cuánta guerra le había de hacer este m a n c e - cual le exhortó á estudiar la teología, profetizán-
bo, cuando fuese varón consumado en las ciencias dole que había de ser obispo de Ginebra, y avisán-
y virtudes, procuró embarazarle los pasos que dole como Dios se quería servir de él para la con-
daba en el camino de la virtud, con que se em- versión de muchas almas. Aquí puso el mismo
barazarían juntamente los que daba en el de las cuidado que en París de unir la ciencia con la
ciencias: oscureció su entendimiento, permitién- virtud, y para esto escribió una regla admira-
dolo así Dios, con una espesa niebla, con que no ble en que tenía distribuidas todas las horas
veía las cosas como eran, y le parecían muy dife- del día con Dios y con sus libros, y la guardaba
rentes que antes. Había leído y oído cuan corto es exactamente. Escribió también unos puntos de
el número de los predestinados respecto del n ú - meditaciones muy espirituales, en que se pre-
mero d é l o s reprobos, y con esta ocasión empezó paraba para la oración; y compuso un método de
á discurrir en la dificultad de la eterna salvación, tratar con los hombres, lleno de dulzura política
y el demonio le daba á entender que no era pre- y caridad cristiana; y con su modo apacible y cor-
destinado. Sentía grande pena con este pensamien- tés, ganaba á todos los que trataba sin ofender á
to, porque á las almas santas nada les aflige tanto ninguno, porque en su conversación era grave y
como la contingencia de perderá Dios. Procuraba no pesado, discreto y no presumido; ni murmura-
consolarse con razones y parecía que no le hacían ba de otros, ni se alababa á sí; honraba á todos, y
fuerza; consultaba á su padre espiritual, y a u n - procuraba no tener quejoso á ninguno.
que por entonces sentía algún consuelo, y se s o - Principalmente resplandecía en todas sus accio-
segaba un poco de tiempo la tormenta, luego sus nes y palabras una castidad más angélica que hu-
pensamientos le metían en alta mar, en medio de mana; lo cual reparaban mucho algunos de sus
la tempestad, donde era combatido de las furiosas condiscípulos, y como los deshonestos piensan
olas. Andaba melancólico, descolorido, y ni podía que es imposible guardar la castidad que ellos no
comer, ni dormir, ni pensar en otra cosa sino en guardan, parecióles que la castidad de Francisco
la causa de su tristeza. De esta manera pasó un era como el vidrio, que está entero mientras no
mes, hasta que, volviendo un día de las escuelas llegan á tocarle, mas con cualquiera golpe se
á su casa, entró en la iglesia de San Esteban, y en quiebra, y que su constancia dejaría de serlo con
la capilla de la Virgen, donde había hecho el voto, las ocasiones: determinaron, pues, hacer e x p e -
vio colgada una tabla; quiso leer lo que contenía riencia de su castidad, y hacer caer al que con su
y halló escrita aquella devotísima oración de san vida reprendía la vida de ellos; para esto sobor-
Agustín, que decía: Memorare o piissima Virgo naron á una mujer hermosa y deshonesta, y h a -
300 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
bióndole instruido bien en la traza que habían ocasiones y las malas compañías, que son peste
pensado, se fueron á Francisco, y le dijeron que de la juventud, se entregó á una rigurosa peni-
había venido á aquella universidad un doctor en tencia, sabiendo que la carne se conserva con la
leyes muy afamado, y era obligación de la escuela sal, y la castidad con la penitencia. Afligía su
el visitarle; por lo cual estimarían mucho que los cuerpo con ayunos, disciplinas y cilicios: dormía
quisiese acompañar. Vino el santo mancebo en poco, oraba mucho, y estudiaba con gran diligen-
ello de muy buena gana, así por no faltar á corte- cia, por entender que ésta es la más propia virtud
sía tan debida, como por ver y comunicar á un de un estudiante. Con tan extremado rigor y las
hombre tan docto, de cuyo trato pensaba sacar continuas lágrimas que derramaba en su medita-
mucho provecho en las letras. Lleváronle los ción, se oscureció el esplendor de su rostro, y al
condiscípulos á casa de aquella dama, y pregun- paso que se fortalecía el espíritu, se debilitaba el
tando por el señor doctor, fingiendo ella ser su cuerpo, hasta que, perdidas del todo las fuerzas,
mujer, respondió que había salido fuera de casa, cayó en una grave enfermedad. En ella, conside-
mas que volvería presto á recibir y estimar la rando á la muerte que llamaba ya á sus puertas,
honra que le querían hacer. Sentáronse todos, y no la temía, ni le espantaba su rostro formidable,
la mujer, mostrándose recatada y modesta, trabó ni su guadaña cruel; antes viendo llorar á su ayo
plática con el santo mancebo. El señor doctor no le consolaba él mismo diciendo: «No lloréis,
venía, y los compañeros se iban levantando uno maestro mío, por mi muerte, porque no es justo
después de otro, como para mirar las pinturas y recibir con lágrimas las disposiciones de Dios.
alhajas, hasta que le dejaron solo con ella. Enton- Yo aparejado estoy á vivir y á morir con igual
ces la desvergonzada mujer, quitándose aquella alegría. Si Dios quisiere que muera, me será
máscara de honestidad con que se había disimu- dulce el morir, porque él lo quiere; y si quisiere
lado hasta entonces, se levantó de su asiento, y que viva, me será dulce la vida, porque ésa es su
tomando la mano del santo mancebo, empezó á voluntad. Él es el Señor: haga lo que le pareciere
decirle requiebros y palabras amorosas. Sobresal- bien á sus ojos. Si vivimos, para Dios vivimos, y
tóse el castísimo José, viéndose asaltado de la si morimos, para Dios morimos. Mas si muriere,
mujer de Putifar, y retirándose con presteza, le pues habéis cuidado tanto de mí en vida, no os
dijo: «Yo pensé que hablaba con alguna matrona olvidéis de mi alma en la muerte; y una cosa
honesta, y que estaba en casa de gente honrada principalmente os encargo, que no me habéis de
y virtuosa; mas paréceme que estoy en una casa negar, y es que muriendo yo entreguéis mi cuer-
pública, y que tú eres mujer expuesta.» Rióse po á los cirujanos y anatomistas, para que abrién-
aquella miserable mujer, y acercándose á él para dole hagan de él anatomía; para que, pues yo no
abrazarle, le dijo: «¿Cómo es posible que siendo he sido á ninguno de provecho en vida, sea á lo
tú noble y hermosísimo mancebo, no tengas menos en la muerte de alguna utilidad á la repú-
amor.» Dejóla el santo con la palabra en la boca, blica; porque se excusarán así tantos encuentros
y escupiéndola en el rostro, huyó con grande como suele haber entre los anatomistas y parien-
priesa de su presencia. Dio voces la mujer, y tes de los difuntos, en cuyos cuerpos quieren
los compañeros, que habían estado á la mira, hacer éstos demostración.»
huyeron y le salieron después al encuentro, como Habían sucedido aquellos días en Padua s a n -
si ignoraran el caso; mas el santo les reprendió grientos alborotos por esta misma causa, y pre-
su grande maldad, mostrando en lo airado de tendió excusar otros semejantes, ofreciendo su
su rostro cuánto le habían ofendido en pretender cuerpo á estas experiencias. Admiróse el ayo de
que perdiese la joya preciosísima de su castidad; tanta caridad y humildad, estimando más por
y renunció su amistad, no queriendo por a m i - esto la santidad de Francisco. Estando ya el e n -
gos á los que eran enemigos de su alma, y pre- fermo casi en la región de la muerte, volvió á la
tendían la perdición de ella. Súpose en Padua vida con admiración de los médicos que tuvieron
este glorioso triunfo que había alcanzado Fran- su salud por milagrosa. Convaleció y prosiguió
cisco, y llenó de confusión á los mancebos que sus estudios con mayor aplicación, confirmándose
tenían diferentes costumbres, y de admiración con estos avisos y favores del Señor en los deseos
á toda la ciudad, viendo tal castidad en tan que tenía de dejar el mundo y seguir la Iglesia.
pocos años. En otra ocasión alcanzó otra victoria Mandóle su padre que recibiese el grado de doctor
semejante. en leyes, y él lo recibió por obedecerle, con
No le hicieron estas victorias á Francisco más aplauso común, teniendo veinticuatro años de
atrevido, sino más temeroso y advertido, recono- edad, en el año de 1591. En el día que recibió el
ciendo en las victorias que había alcanzado, que grado dio las gracias en una elegante oración á
podía ser vencido, y los peligros en que podía los maestros y doctores de aquella universidad.
caer; y así, fuera de huir con mayor cuidado las Llamóle su padre á su casa, donde le tenía jun-
DÍA 29 ENERO 301
ta una copiosa y curiosa librería; pero antes quiso hermanos, como se ve en el libro de las Conjetu-
el santo visitar las principales ciudades de Italia; ras, que dedicó Antonio Fabro al santo. Hizo F a -
y en estos viajes le libró Dios milagrosamente de bro una información muy honorífica de las pren-
dos peligros de perder la vida, guardándola su das y letras de Francisco; fué admitido á examen,
Majestad para los altos fines para que le tenía y cumplió tan bien con todos los ejercicios, que
escogido. los senadores juzgaron había andado Fabro corto
En Roma, en una salida que hizo el Tíber, se en las alabanzas; y el santo les dio las gracias en
llevó la casa en que el santo posaba; y él escapó una oración elegantísima que hizo en alabanza de
de este riesgo milagrosamente. la justicia. Empezó á ejercitar la abogacía con tan-
Estando en Ancona buscando embarcación para to aplauso y crédito, que luego corrió la voz en la
Venecia, halló un navio que quería partir; concer- corte que el duque de Saboya le había hecho su se-
tó el pasaje, y entró en él con sus criados, y á nador. Con esta ocasión le llamó su padre á su casa,
este tiempo llegó una señora napolitana, y empe- y en el camino le declaró el Señor que quería s a -
zó á reñir agriamente con el patrón de la nave, carle del siglo con un suceso extraordinario. Por-
porque habiendo ella fletado el navio, admitía que yendo divertido con sus pensamientos por una
otros pasajeros contra lo concertado. Procuró el selva amena, tropezó el caballo y le arrojó de la
santo sosegarla, y no pudiendo, salió á tierra con silla, y al mismo tiempo, saliendo la espada que
sus criados, y dejó la nave á la mujer, que empe- llevaba en la cinta de la vaina, formó una cruz,
zando á navegar con viento favorable, se levantó sobre la cual cayó el santo. No hizo reparo parti-
de repente un huracán furioso, que á vista del cular en el caso, aunque alabó á Dios porque le
puerto y á los ojos de Francisco, que le miraba había sacado de tantos peligros de la vida; pero
con lágrimas, acometió á la nave, y sepultándola sucediendo lo mismo segunda y tercera vez, no
en las ondas pereció aquella señora y cuantos la pudo dejar de discurrir en el suceso y entender
acompañaban, sin salvarse ninguno. que tenía misterio; y alumbrándole Dios al mismo
Adoró el santo la Providencia divina que por tiempo en entendimiento, entendió que no le con-
tan raro y maravilloso camino le había librado de venía la espada, sino la cruz, y que Dios le llama-
la muerte, y ofreció de nuevo al Señor emplear ba para que se abrazase con ella; y á esto se resol-
en su servicio la vida que le había dado tantas vió entonces. En llegando á su casa le propuso su
veces. Embarcóse en otra nave y llegó próspera- padre un casamiento, igual en nobleza y ventajo-
mente á Venecia, y desde allí á Tuille, donde le so en riquezas, que le tenía prevenido. Recibió
recibieron sus padres como Tobías y Ana á su Francisco con poco gusto esta nueva, aunque fué
hijo, mirándole como resucitado tantas veces con su padre, porque así se lo mandó, á visitar á
cuantas había estado en peligro de muerte. H a - la que había de ser su esposa; pero mostró tanta
biéndole tenido sus padres algunos días en su tibieza y disgusto en el casamiento, que no pudo
casa, le enviaron á Annesi á visitar al ilustrísimo dejar de conocer su padre que eran diferentes los
Claudio Granerio, obispo de Ginebra, el cual se intentos de su hijo de los suyos; y por sí, y por
alegró mucho con su visita, admirando su modes- medio de otros parientes, procuró reducirle á su
tia y compostura, y en despidiéndose dijo á sus voluntad, hasta que llegó cédula del duque de S a -
criados «¿Qué os parece de este mancebo que boya de una plaza en que le había proveído. Pare-
-

habéis visto? Dígoos que será un insigne varón, cióle al santo que era bien desengañar del todo á
y me sucederá en el obispado.» El suceso mostró su padre, antes de embarazarse con puestos y
que fué profecía. dignidades del siglo; comunicó su intento con
No pensaba su padre más que en adelantar á Luis de Sales, su primo, que era canónigo de la
Francisco en el mundo, y él se dejaba aún llevar santa iglesia de Ginebra y muy semejante á Fran-
de la voluntad de su padre, buscando por el cami- cisco en los deseos y costumbres, y éste le animó,
no de la obediencia la voluntad de Dios. Envióle diciendo: «Persevera y serás coronado, que yo te
á Chamberí, ciudad donde reside el supremo par- ayudaré en lo que pudiere, y á su tiempo te diré
lamento de Saboya, para que ejercitase la aboga- lo que habernos de hacer para conseguir el bene-
cía ó hiciese ostentación de sus letras, pensando plácito de tu padre y mi tío.» Había vacado aque-
subirle por estos escalones á cónsul. Era senador llos días la dignidad de prepósito de la iglesia de
de este parlamento el insigne jurisconsulto Anto- Ginebra, que es la mayor después de la del obis-
nio Fabro, amiguísimo del señor de Sales, el cual po; habíase de proveer en Roma, y Luis de Sales
recibió á Francisco con señales de grande afecto la procuró para Francisco, sin darle cuenta, hasta
por hijo de tal padre, y luego le amó mucho más que alcanzada le persuadió que la aceptase, para
por las partes que reconoció en él, y se vino á tener buena ocasión de alcanzar de su padre la
trabar entre los dos una tan grande y estrecha licencia que deseaba; el cual, aunque con mucho
amistad, que en las cartas y escritos se llamaban sentimiento y repugnancia, se rindió á la voluntad
302 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 29
de Dios, y al deseo de su hijo, y le dio licencia y católica, y tener menos satisfacción de su secta, y
su bendición para que siguiese la Iglesia. poco á poco disputando con el santo vino á desen-
Cuando v i o Francisco rotas aquellas cadenas gañarse, abjurar sus errores, y reconciliarse con
del respeto que le tenían preso en el estado s e c u - la Iglesia.
lar, no se puede decir cuánto contento recibió. Aunque la vida de Francisco había sido hasta
Vistióse del hábito clerical, tomó posesión de su aquí tan ajustada, creciendo con el nuevo estado
dignidad, y recibió en las primeras témporas el las obligaciones, crecieron también las virtudes.
subdiaconato. El obispo Granerio, que había c o n - No perdía nada de tiempo, que es la cosa de más
cebido grandes esperanzas de la virtud y letras de estima que tienen los hombres: todo lo gastaba
Francisco, le mandó predicar en la festividad del con Dios ó por Dios, ó aprovechando á sí ó apro-
Corpus siguiente; y aunque él procuró excusarse vechando á sus prójimos. En su casa oraba y e s -
por su humildad, diciendo que el predicar tocaba tudiaba; en el coro cantaba las divinas alabanzas;
al diácono, y él era subdiácono solamente, no y saliendo de allí visitaba los enfermos y encarce-
pudo, porque el obispo le dijo que él le dispensa- lados, conciliaba entre sí los enemigos, y recon-
ba y se lo mandaba, para que estuviese sin nin- ciliaba con Dios los que sabía estaban en mal
gún escrúpulo. Con esto previno su sermón, y estado: parecía uno de aquellos ángeles, que en el
llegado el día, y esperando la hora para ir á la nacimiento de Cristo vinieron á dar gloria á Dios,
iglesia á predicar, oyendo la señal de la campana, y traer paz á los hombres. En éstas y otras obras
le sobresaltó de repente el corazón un grande de piedad gastaba gran parte del día. Instituyó
temor, y le dio una recia calentura que le obligó una cofradía de hombres y mujeres con el n o m -
á arrojarse sobre la cama. Afligióse el santo bre de la Santa Cruz, de la purísima Concepción
con este repentino accidente, y levantando el y de los príncipes de los apóstoles san Pedro y
corazón á Dios, le dijo con grande afecto: «Se- san Pablo: dióles reglas piadosísimas de frecuen-
ñor, pues predico por obediencia, dadme fuerzas tar los sacramentos, visitar los hospitales, ente-
para obedecer, y poned palabras en mi boca, rrar los muertos, y otras obras de misericordia
como prometisteis que las pondríais en la ocasión espiritual y corporal. Extendióse después mucho
en la boca de vuestros siervos.» Con esta oración esta cofradía en Saboya, y cogiéronse de ella co-
se halló alentado, y levantándose de la cama, se piosos frutos.
fué al templo, subió al pulpito, y empezó su ser- Ordenóse de sacerdote, y su padre y parientes
món, proponiendo tres puntos, que son las prin- le rogaban que fuese á servir su plaza de s e -
cipales comunicaciones con que se comunica Dios nador, pues era compatible con la dignidad que
á sí mismo en la Trinidad. A la naturaleza huma- tenía en su iglesia. Excusábase el santo con b u e -
na en la Encarnación. Al que le recibe en el s a - nas razones"; y Antonio Fabro, esforzando cuanto
cramento de la Eucaristía. Fundó su doctrina en pudo su elocuencia, le escribió una carta procu-
autoridad y razón: refutó los errores de Sabelio, rando persuadirle lo mismo. El santo le respondió
Arrio, Eutiches, Samosateno, y de los ubiquistas, otra en que le dice que la dignidad de sacerdote
sacraméntanos y calvinistas, desafiando á los he- excedo mucho la de senador, y que los oficios de
rejes de Ginebra con las armas de la palabra de éste son muy diversos de los de aquél, porque al
Dios. A todos los presentes pareció breve el ser- senador toca componer los pleitos de los inte-
món, y no acababan de admirar la gracia, doctri- reses de la tierra, y al sacerdote componer los
na y elocuencia del nuevo predicador; especial- pleitos del hombre con Dios, y ofrecer oraciones
mente el obispo Granerio, no cabiendo de con- y sacrificios por su salud espiritual. Con esto
tento, les decía con lágrimas á sus principales desistió Fabro y los demás de su intento; y el
canónigos: «Este es mi hijo: ¿qué os parece de mi santo, más desembarazado, se entregó del todo á
hijo? (Y en adelante le llamó siempre con este la salud de las almas. Hizo poner con orden
nombre.) ¿No hizo cosas admirables? Un nuevo de su obispo, junto á la puerta principal de su
apóstol tenemos en él, poderoso en las obras y en iglesia, un confesionario, y en él perseveraba
palabras.» Dióle la enhorabuena á su padre, que toda la mañana confesando á todo género de per-
se halló presente, y todos le dieron el parabién, sonas, hombres y mujeres, y recibiendo á todos
llamándole dichoso, porque había merecido tener con singular caridad; sólo que admitía de mejor
tal hijo. Oyeron este sermón tres herejes calvinis- gana á los pobres ó ignorantes, porque decía que
tas, de gran nombre en su secta, y dióle el Señor era particular regalo para él confesar á semejan-
por fruto de su sermón al principal de ellos, lla- tes personas. Oíalos con paciencia, instruíalos en
mado Antonio de San Miguel, señor de Avulli, sus obligaciones, y movíalos al arrepentimiento
que siendo antes gran disputador, y que traía con de sus culpas, proponiéndoles con grande viveza
sus razones á muchos á la secta de Calvino, con la misericordia y justicia de Dios. Y cuando a l -
este sermón empezó á sentir mejor de la religión gunos, movidos de sus razones, lloraban por el
DÍA 29 ENERO 303
dolor de sus culpas, él les daba su pañuelo para todas las demás á la herejía. Llegó á una fortaleza
que enjugasen las lágrimas. A los ciegos guiaba que está sobre una montaña, y se llama Alingues;
al lugar de la comunión, y á los tullidos llevaba en ella tenía presidio el duque; y desde allí salían
en sus brazos al altar, y los componía en forma los dos nuevos apóstoles á predicar por aquellas
decente para que recibiesen el santísimo Sacra- poblaciones, y no podían contener las lágrimas,
mento. Traía varias monedas, y en confesando viendo los monasterios asolados, las iglesias pro-
algún pobre, le daba una buena limosna confor- fanadas, los altares derribados, las cruces d e s -
me á la calidad y necesidad de la persona, espe- trozadas y arrojadas por el suelo, la religión
cialmente si era pobre vergonzante. católica ultrajada, y la herejía sola triunfante,
Estaban inficionados de la herejía los países tiranizando los pueblos y los corazones de sus
vecinos á Ginebra, después que el año de 1536 se moradores. Predicaban con grande espíritu y
rebeló esta ciudad contra Dios y contra su obis- fuerza de razones, más al principio no cogían
po y príncipe natural, por seguir los errores de más fruto que oprobios, injurias y afrentas, que
Zuinglio. El primero que la inficionó fué Guiller- llevaban con alegría y gozo por verse dignos de
mo Fatello, zuingliano, maestro de Juan Calvino, padecer algo por Cristo; porque los herejes se ta-
y Teodoro Beza, dos monstruos salidos del infier- paban los oídos por no oír las verdades católicas
no, que inventaron nuevos errores sobre los de que les predicaban, llamándolos idólatras, falsos
su maestro, y fueron dos antecristos contra Cristo profetas y noveleros. Como la mentira es tan co-
y su Iglesia. Era parte de estos países el ducado barde, no se atrevían los herejes á disputar con
de Chablaix con los bailiajes de T e m e r y Glillard; el santo, temiendo la fuerza de la verdad en su
y el duque Carlos Manuel, heredero no menos del boca; pero llenos de furor y rabia, incitaban al
celo que de los estados de su padre Manuel Fili- pueblo en sus sermones y conciliábulos á que los
berto, deseaba desterrar de sus estados la herejía, apedrease. Bien sabía el santo el peligro en que
y establecer la religión católica; para lo cual, el estaba, pero no se retiraba por eso, antes iba
año de 1589, juntando un poderoso ejército, echó todos los días á predicar á la ciudad de Tonón,
de ellos á los ginebreses y bernateses que tiráni- distante dos leguas de Alingues, con más deseo
camente los habían usurpado. Escribió al obispo que temor de encontrar la muerte, que le buscó
Granerio su deseo, pidiéndole algunos varones muchas veces y nunca le encontró, porque guar-
apostólicos que se aplicasen á la labor de esta daba Dios su vida para cosas mayores.
viña, y arrancasen las espinas y malezas de la Aunque los herejes deseaban quitarle la vida,
herejía, para que floreciese la religión católica. no se atrevían en público por temor del duque
Puso los ojos el obispo en Francisco, pareciéndole que le había enviado; pero buscaban ocasiones
que le tenía Dios escogido para semejantes empre- para ejecutar su intento en secreto. Volviendo un
sas de su gloria; y el santo no hubo menester más día de Tonón á su fortaleza, le esperaban dos
que la insinuación de su obispo para entender que hombres emboscados para matarle: salieron á
Dios le llamaba, y así luego sin dilación, tomando ejecutar su traición como unos leones rabiosos,
por compañero de su celo y trabajos á Luis de pero mirándolos el santo, y mirando ellos su
Sales, su primo, se dispuso á esta conquista de rostro, se turbaron de manera que se les c a y e -
almas, tan llena de trabajos y peligros, sin ningún ron las armas de las manos, y se pasmaron como
temor ni recelo, haciéndose sordo á las razones de si hubieran visto un ejército de hombres arma-
su padre, parientes y amigos, que procuraban de- dos, y con sus palabras les amansó de manera,
tenerle, y no atendiendo á las lágrimas de su que en lugar de darle la muerte que pretendían,
madre, que le miraba ya muerto por los herejes, le fueron acompañando hasta la fortaleza. Que-
aun antes de verle con ellos. Habiendo recibido dóse una noche obligado de una tempestad en
la bendición de su obispo que los exhortó con una casilla cerca de Tonón, y sabiéndolo los h e -
buenas razones á una empresa tan gloriosa como rejes fueron con grande prisa á matarle. Estaba
dificultosa y peligrosa, se partieron san Francisco el santo en oración, oyó el ruido, y conoció el
y Luis de Sales por septiembre de 1594, y en- intento de los que le buscaban, y entendiendo que
traron sin prevención ni defensa alguna en aque- sería más gloria de Dios guardarse por entonces,
llas tierras habitadas de enemigos de la religión se escondió con el deseo de ser hallado si el Señor
católica, y de los que la profesaban, y mucho quisiese entregarle en manos de sus enemigos.
más de los que la enseñaban y predicaban. En Entraron los herejes en la casilla muy alegres
pisando el ducado de Chablaix, saludó de rodillas porque tenían en sus manos al que deseaban;
al ángel custodio de aquella provincia, y fulminó buscáronle por todas partes, y no pudiéndole en-
exorcismos contra los espíritus infernales que se contrar, bramaban de enojo, diciendo que era
habían hecho señores de ella, dejando solamente hechicero, encantador, y que tenía pacto con el
ocho poblaciones de católicos, habiendo reducido demonio, y con su ayuda había desaparecido.
304 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
Repetían esto mismo los herejes en los pulpitos, | rificar iglesias, poner curas en ellas, y hacer todo
afirmando que tenía familiares; y uno llegó á lo demás que juzgase conveniente para aumento
decir que él quería ser ahorcado si aquel e m b u s - de la religión católica, con que los hizo callar.
tero no tenía en su cuerpo alguna señal y marca En esta iglesia predicaba á los católicos y les ad-
del demonio. Contó esto al santo uno de los c o n - ministraba los sacramentos y confirmaba en la
vertidos, y él sonriéndose formó con los dedos fe, para resistir á las persuasiones de sus parien-
una cruz, y dijo: «Ves aquí mi señal y mis encan- tes y amigos. Fuera de esto se ejercitaba en todas
tamientos; con esto sujeto á los demonios y ahu- las obras de piedad, moviendo á otros con su
yento las tempestades. Si los ministros desean ejemplo á que hiciesen lo mismo, visitando á los
hacer maravillas, vengan á mí, que yo les e n s e - enfermos y socorriendo á los necesitados con li-
ñaré á hacerlas con esta señal.» Caminaba ordi- mosnas que le enviaba para esto su piadosa ma-
nariamente á pie por aquellos villajes, padecien- dre. Pasaba las noches en oración en la iglesia
do nieves, hielos, lluvias y aires terribles, fríos delante del santísimo Sacramento, pidiendo al Se-
y calores intolerables; pasaba muchas noches ñor con suspiros y lágrimas que ablandase los co-
debajo de un árbol, sin defensa contra los tempo- razones de los herejes, para que dejando la herejía
rales, ó en un templo ó casa derribada, expuesta abrazasen la verdad católica, y el Señor le pagaba
á todos los vientos, y una vez se vieron forzados estos afectos con indecibles consuelos. Especial-
él y su compañero á meterse en un horno casi mente una noche, víspera del día de Corpus, medi-
encendido por no morir al rigor del hielo. Supo tando en este soberano misterio, se sintió tan arre-
el papa Clemente VIII, que presidía entonces en batado de las dulzuras divinas, que no pudiendo su
la Iglesia, los trabajos y peligros que padecía el corazón sufrir la abundancia de los consuelos,
santo por la gloria de Dios, y escribióle una cayó en tierra, y dando vueltas en ella, como
carta, agradeciéndole lo que hacía, y alentándole quien se anegaba en un mar de divinas suavida-
á la perseverancia; y el santo se alegró mucho, des, clamaba á Dios y le decía: Domine, contine
viendo que aprobaba sus trabajos el vicario de undas gratice tuce, quia sustinere non pottsum:
Cristo. Supo también su padre el peligro en que Señor, detened el raudal de vuestra gracia, por-
estaba su hijo; quejóse al obispo y al duque de que no puedo sufrir el torrente de los consuelos.
que hubiesen expuesto su vida á tantos riesgos; Dijo misa aquel día, y predicó tan embriagado del
permitiéronle ambos que procurase retirarle; e s - divino amor, que sin poderlo disimular, se c o n o -
cribió el padre á su hijo una carta muy larga, cía bien haber entrado en la bodega de los vinos
procurando con todas las razones que el amor de del Esposo, porque sus palabras salían abrasadas
padre le enseñaba, persuadirle que dejase aquella de su boca, y encendían á los oyentes, y su rostro
empresa tan arriesgada, y se volviese á su iglesia, parecía á todos que arrojaba llamas de fuego. Con
donde sin riesgo suyo y con consuelo de sus pa- esta maravilla que luego se publicó, acudieron
dres y parientes, podría servir más tiempo á muchos á comunicarle; entre los demás, uno lla-
nuestro Señor. Estaba ya Francisco cebado en mado Pedro Poncet, jurisconsulto insigne, que
aquella presa, con algunos buenos sucesos que habiéndole propuesto sus dudas y satisféchose de
había tenido; veía ya blanquear la mies, y espe- sus respuestas, abjuró en sus manos la herejía.
raba coger mucho fruto, y así no quiso retirarse Conmovió á toda la ciudad la conversión de este
deshaciendo con razones divinas todas las razo- famoso varón, causando alegría á los católicos
nes de carne y sangre. como á los ángeles, y tristeza á los herejes como
Después de dos años que había predicado san á los demonios, y en Ginebra fué esta nueva de
Francisco en Tonón con algún fruto, aunque des- sumo sentimiento, por temer que ejemplo de hom-
igual á su trabajo, se rindió esta ciudad á sus bre tan docto había de llevar tras sí á otros m u -
combates y asaltos, abriendo los ojos para ver la chos. No fué menos importante la conversión de
luz del cielo, y los oídos para oir las razones del Antonio de San Miguel, señor de Avulli, el cual,
santo, y fué la primera que ganó para Jesucristo. como dijimos, quedó aficionado al santo desde el
Había juntado más de ochocientos católicos, y primer sermón que le oyó en Annesi. Buscóle
para que tuviesen iglesia, purificó la de San Hi- ahora en Tonón, oyó sus sermones, tuvieron á
pólito, que había sido muchos años antes profa- solas muchas disputas, y estando ya convencido,
nada de los herejes. Dijo en ella la primera misa porque no pareciese en Ginebra su conversión
la noche de Navidad del año de 1596. Levantaron liviandad de ánimo, escribió en un papel los a r -
los ministros y cónsules una sedición, preten- tículos en que tenía más dificultad, y enviólos á
diendo estorbar el sacrificio de la misa, diciendo los ministros de Ginebra, pidiendo que le respon-
que alborotaba la república con esta novedad. diesen, con advertencia que si al más mínimo
Hiciéronle varias propuestas, mas el santo les artículo no le respondían, abjuraría todo cuanto
mostró las órdenes que tenía del duque, para pu- le habían enseñado. No se atrevieron los m i n i s -
DÍA 29 ENERO 305
tros de Ginebra á responder, por conocer que sus convenció evidentemente, y Beza confesó que la
respuestas habían de ir á los ojos del santo; y An- Iglesia romana era la santa madre Iglesia, y había
tonio de San Miguel, estando bien instruido, en un en ella salud, no merecieron salir de las tinieblas
día solemne, porque el acto fuese de mayor ejem- los que se habían cegado con tanta luz.
plo, habiendo concurrido gran multitud de gente Después de cuatro años que había gastado san
de toda la comarca y muchos principales de Gi- Francisco en la instrucción de estos pueblos con
nebra, que dista como cinco leguas de Tonón, celo apostólico é inmenso trabajo por la santa
después de haber dicho la confesión en voz alta Iglesia, queriendo Granerio dar á su rebaño buen
é inteligible, abjuró los errores del impío Calvino, pastor, determinó hacer á san Francisco su coad-
é hizo protestación de nuestra fe, confesando que jutor y sucesor en el obispado; juntó á cabildo y
era católico, apostólico y romano. Con la conver- clero, y en proponiéndoles su intento, no hubo
sión de este varón dio el santo por acabada la re- menester razones para persuadirles, porque todos
ducción de Chablaix y bailiajes; y así se vio á una voz dijeron que se le obligase á aceptar esta
luego que venían luego los pueblos á pedir curas dignidad, si acaso se resistiese, porque esto c o n -
que los instruyesen en la religión católica. Corría venía para gloria de Dios, y bien de todo aquel
san Francisco por todos aquellos villajes, purifi- obispado. Fué avisado de su elección; sintiólo e x -
caba los templos y los adornaba de altares, lámpa- trañamente, y propuso, para excusarse, muchas
ras y todo lo necesario al culto divino, mirándole razones que le dictaba su humildad, en las cuales
todos como un nuevo apóstol de aquella tierra, y se mostraba más digno, cuanto él quería parecer
martillo de sus herejías. Instituyó la oración de más indigno. Como no eran admitidas sus excusas,
Cuarenta horas en Tonón, teniendo patente el san- quiso encomendarlo á Dios, para entender su vo-
tísimo Sacramento, y hacía venir procesiones de luntad: dijo misa del Espíritu Santo, y recogién-
todos aquellos lugares vecinos. Hizo poner cruces dose después á dar gracias, le encontró Pedro
en las calles, plazas y caminos, enarbolando Critano, limosnero mayor del obispo, que iba á
el estandarte de Jesucristo en señal de victoria saber su resolución, arrebatado en éxtasis fuera
por su Majestad; y el santo por sus manos puso de sí, fijos los ojos en el altar mayor, y lleno su
una en el camino real de Ginebra, en un lugar rostro de resplandores. Cuando Francisco volvió
llamado Ennemasse. Casi todos los ministros de en sí, quedó corrido de que le hubiese hallado de
la herejía se habían retirado á Ginebra, huyendo aquella manera el limosnero; pidióle que no d e s -
de la guerra que san Francisco les hacía; y uno cubriese á nadie lo que había visto; y díjole: «Di-
de ellos escribió desde allí un tratado ó invec- réis á mi reverendísimo prelado que yo nunca
tiva contra la santa Cruz, á que respondió el san- he deseado ser obispo; pero que si me lo manda, es-
to con una apología eruditísima, que anda entre toy aparejado para obedecer á Dios.» Por estes
sus obras, y se intitula: Estandarte de la santa cuatro escalones subió san Francisco de Sales á la
cruz de nuestro Salvador Jesucristo. Iba creciendo dignidad episcopal, por merecimientos, por elec-
cada día aquel rebaño católico por el celo del santo ción, por humildad y por obediencia; y por esto
y de su primo Luis de Sales; y para que se con- fué tan gran obispo y pastor, como veremos. Cayó
servase y creciese el fruto, creciendo el número por este tiempo en una grave enfermedad, ocasio-
de los ministros, fuera de traer sacerdotes que nada sin duda de los excesivos trabajos que había
fuesen curas de aquellas almas, repartió el mérito padecido en la conversión de aquellos pueblos; y
de obra tan gloriosa con los padres capuchinos y aunque él deseaba ser desatado, y vivir con Cris-
de la Compañía de Jesús. Y el santo, fuera de con to, le sacó el Señor de ella para que trabajase de
fesar y predicar, enseñaba la doctrina cristiana á nuevo en su servicio. En estando sano se partió á
los niños y á los ancianos, que no tenían menos Roma, llamado del sumo pontífice, para darle cuen-
necesidad de oiría; leía teología dos días cada ta de lo que había obrado en aquella misión, y
semana á los clérigos que había traído para poner del estado en que estaban aquellos pueblos. A l e -
en las iglesias; disputaba continuamente con los gróse mucho el papa de verle, y de oir particu-
herejes, y siempre salía victorioso, lo cual atri- larmente el fruto que había cogido el Señor en
buían ellos á milagro, diciendo que Dios le favo- Chablaix y bailiajes, para aumento de su fe. E s -
recía con particulares auxilios. Confirmó el Señor cribió Granerio á su santidad la elección que había
la doctrina del santo por este tiempo con la resu- hecho de Francisco para sucesor suyo, pidiéndole
rrección de un niño, á quien dio la vida con su que la aprobase; y su santidad lo tuvo por bien, y
oración; por lo cual sus padres, que eran herejes, avisó al santo que se previniese para ser e x a m i -
se convirtieron á la fe con toda su familia. Entró nado el lunes siguiente. Su principal estudio para
muchas veces en Ginebra, disfrazado, con grande el examen fué la oración, que hizo delante de un
riesgo de la vida, y disputó con Fayano y Beza, Crucifijo, pidiendo al Señor con mucho afecto y
principales ministros de los herejes; y aunque los lágrimas, que si en el obispado no le había de
TOMO I 39
306 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
servir, como debía, dispusiese su Majestad que dos con suma paciencia los trabajos, encuentros
delante de su vicario no respondiese á ninguna y dificultades que se ofrecieron. Luego entró el
cosa que le preguntasen; de manera que le exclu- rey de Francia Enrique IV por esta provincia,
yesen, y sólo sacase confusión y menosprecio de con un poderoso ejército, y la herejía, que espe-
todos. Llegóse el día del examen, asistieron á él raba sus aumentos de la guerra, como la fe los
ocho cardenales, y entre ellos el eruditísimo Cé- suyos de la pureza, pretendió tiranizar segunda
sar Baronio; llegaban á veinte los arzobispos, vez estos pueblos, de que había sido echada por
obispos y generales de religiones, sin otros m u - el celo de san Francisco; y los de Ginebra espera-
chos protonotarios, canónigos, examinadores y ban introducirse otra vez en esta provincia con
personas de autoridad, y entre ellos el P. R o - la ayuda del rey; mas el santo le habló con gran-
berto Belarmino, que después fué cardenal de la de eficacia, y alcanzó de él que no admitiese mi-
santa Iglesia. Preguntáronle qué había estudia- nistros herejes en aquellas iglesias, y restituyese
do. Respondió que cánones, leyes y teología. los curas que se habían ausentado por el temor de
Díjole el examinador que escogiese la facultad en la guerra. Hicieron paces el duque y el rey cris-
que quería ser examinado; y él respondió que tianísimo; pero sucediendo algunas novedades en
en la que su santidad eligiese se examinaría; mas algunos pueblos, que tiene el obispado de Ginebra
que si había de ser suya la elección, escogía la en la parte de Francia, pareció al obispo y cabildo
teología, por ser ciencia más propia de un obispo. de. aquella iglesia, que fuese el santo á hablar
Propusiéronle treinta y cinco cuestiones de las sobre aquellos negocios al rey, que estaba enton-
más graves y sutiles de toda la teología; respon- ces en la corte de París. No sabía negarse Francis-
dió con presteza, claridad y satisfacción de los que co á cosa que fuese del servicio de Dios; partióse
le argüían, replicaban ó instaban con energía y luego acompañado de Antonio Fabro, su grande
fuerza. Al fin el sumo pontífice le propuso una amigo, y otras muchas personas. Obró el Señor
cuestión, y habiendo respondido á ella y á sus ar- en este camino un milagro por los merecimientos
gumentos, fundando sus sentencias en el concilio de su siervo. Llegaron á pasar un río que había
de Trento, le dijo su santidad: «Hijo, hasta ahora crecido de manera, con las muchas nieves, que no
yo no lo había entendido así.» Respondió Francis- parecía río, sino mar; y venía tan arrebatado,
co con grande humildad: «Beatísimo padre, si que sólo mirarle causaba espanto á los que esta-
vuestra santidad no lo ha entendido así, ni yo ban á la orilla; los barqueros no se atrevían á fiar
tampoco lo quiero entender así.» Admiróse el la barca de la furiosa corriente, y todos tenían
pontífice, no menos de su modestia que de su s a - por temeridad fiarse de tan evidente peligro. San
biduría; y bajándose de su trono, y echándole los Francisco, alentando á los barqueros, les mandó
brazos al cuello, con grande benignidad le dijo que echasen la barca en el nombre de Dios, y á
las palabras de los proverbios: Bibe aquam de sus compañeros persuadió con mucha dificultad
cisterna tua, et fluenta putei tui. Derioentur fontes que se embarcasen, deteniéndose muchas veces
tui foras, et in plateis aguas tuas divide: Bebe, al querer entrar, no sabiendo á quién creer antes,
hijo mío, el agua de tu cisterna, y las corrientes ó á la esperanza que el santo les daba, ó á la d e s -
de tu pozo; rebosen fuera tus raudales, y reparte confianza que les daba su temor. Al fin entraron
las aguas en las plazas públicas. Quedaron todos todos, la barca empezó á caminar muy despacio,
aquellos padres admirados de la sabiduría de con tanta dificultad,' como si entrara de mala
Francisco; diéronle el parabién celebrándole con gana en el peligro; llegó á la mitad del río, donde
grandes alabanzas, y luego se llenó la corte ro- no pudiendo resistir á tanta fuerza de la corriente,
mana de la fama de su virtud y letras, y muchos se empezó á inclinar y á llenarse de agua, y ya la
le visitaban por ver á un hombre de cuyos elogios vieron casi anegada. Aquí fueron las lágrimas,
estaban llenas las bocas de todos. El tiempo que los arrepentimientos de haber entrado, los clamo-
estuvo en Roma le honró su santidad con grandes res al cielo pidiendo misericordia, las voces al
demostraciones; y habiendo conseguido el despa- santo para que con sus oraciones les sacase del
cho de los principales negocios de su iglesia, que riesgo, pues con su persuasión les había metido
había traído encomendados, se volvió á Saboya, en él. San Francisco, que sólo estaba sereno entre
no queriendo esperar la expedición de sus bulas, tantas turbaciones, les dijo que confiasen en Dios,
dejando esto encomendado á otros, y mostrando que los sacaría del peligro. Hincóse de rodillas,
cuan lejos estaba de toda ambición, y como no levantó las manos y los ojos al cielo, pidió favor
deseaba aquella dignidad. al Señor, y luego al punto se fué levantando la
barca sobre las aguas contra la misma corriente,
En volviendo á Saboya, procuró con el duque
más como quien la desprecia, que como quien
que se pusiesen las rentas de las iglesias y cura-
forceja contra ella; y como si navegara en un e s -
tos de Chablaix y villajes conforme á la voluntad
tanque sosegado, llegó á la orilla con admiración
de su santidad, que lo tenía ya dispuesto, venci-
DÍA 29 ENERO 307
de todos, que dieron gracias á Dios y al santo, á el rey la cuaresma en Fontainebleau, y siendo ne-
cuyas oraciones atribuían el haber salido de tan cesario ir el santo á hablarle acerca de los n e g o -
evidente peligro. cios que traía, alabó Perrón al rey tanto los s e r -
Entró en París al principio del año de 1602, y lue- mones que había predicado en París, que excitó
go se publicaron en aquella corte las hazañas de grande curiosidad en el rey y deseó sumamente
nuestro santo, y como había reducido á la fe una oirle: predicó el domingo de Cuasimodo, y fué el
grande provincia, y todos deseaban verle y oirle. sermón tan docto, grave, espiritual y elocuente,
Cuando llegó la cuaresma, faltó por providencia que el rey salió diciendo que no se lo habían e n -
divina predicador para el oratorio de la reina, carecido los que se lo habían alabado tanto. Co-
y entre muchos grandes varones fué elegido bróle no menos afecto que estimación, y solía de-
san Francisco, por la fama que corría de su doc- cir: «Nuestros prelados ordinariamente no son
trina y santidad. No pudo negarse á los rue- cabales en todo, porque si son nobles no son sabios,
gos de muchos príncipes que se lo pedían, y así y si son sabios, no son devotos; pero Sales, electo
admitió los sermones. Comenzó á predicar, y l u e - obispo de Ginebra, todo lo tiene: es noble, es docto
go se conoció en los efectos que Dios hablaba por y es santo.» Llegó por este tiempo á París la
su boca. Había una gran señora en palacio, muerte de Manuel de Lorena, duque de Mercurio;
pertinacísima en la secta de Calvino; no habían dijo el santo una oración fúnebre, que anda entre
podido reducirla muchos varones doctos que lo sus obras, en la cual no menos que su piedad,
habían intentado; y en viendo predicar al santo, mostró su discreción, erudición y elocuencia, y se
sintió mudado su corazón con deseos de convertir- llevó el aplauso de todos los oyentes, entre los
se á nuestra santa fe; llamóle y abjuró en su pre- cuales hubo muchos cardenales, prelados, prínci-
sencia la herejía con toda su familia, que era muy pes, caballeros, y el parlamento en forma. Cre-
numerosa. Fué de mucho ejemplo en París esta ció de modo su fama, que no le dejaban tiempo
conversión, porque en sabiéndola, vinieron á oir para el descanso necesario las visitas de eclesiás-
sus sermones muchos herejes, y recibieron la fe; ticos y seglares que venían á comunicarle. Eran
y principalmente los de la casa Racoms, que son muchos los herejes que convertía, y Dios le había
los más emparentados en aquella corte, y se c o n - comunicado particular gracia para esto; tanto que
virtieron todos, y uno de ellos, llamado Angelo, llevando unos caballeros ciertos sectarios al obis-
habiendo dejado la herejía, dejó el siglo y se entró po Perrón, les dijo él: «¿Qué queréis que haga con
capuchino, y salió excelente predicador. No es estos obstinados? Si os contentáis con verlos c o n -
fácil decir el fruto que hizo el santo en esta cua- vencidos, yo lo haré con la doctrina que Dios me
resma, reduciendo herejes, convirtiendo pecado- ha dado; pero si los deseáis ver convertidos, l l e -
res, y sacando á muchas personas de la vanidad vadlos á Francisco de Sales, á quien Dios ha con-
del siglo, para ponerlas en el camino de la perfec- cedido esta gracia que convierta infaliblemente á
ción. Acabada la cuaresma, la princesa de Lon- cuantos hablare.»
gueville, madama de Orleáns (á quien tocaba por Habiendo estado nueve meses en París, y d e s -
haberle convidado con los sermones, remunerarle pachado felizmente los negocios de los católicos,
el trabajo que había tenido en predicar), le envió á que había venido, tratando de volverse á Sabo-
un bolsillo lleno de doblones, con la persona que ya, le quiso detener el rey, y le prometió el pri-
le tenía aposentado en su casa. Cuando el santo mer obispado que vacase, y en el ínterin le señaló
vio el oro, cubrióse su rostro de vergüenza, y dijo cierta renta; pero el santo lo renunció todo con
á su huésped que volviese el oro á la princesa, tanta discreción, juntando el agradecimiento cor-
agradeciendo el mucho favor que le había hecho tesano con el desprecio cristiano, que el rey no
antes en querer oirle y ahora en remunerarle, mas se ofendió, antes quedó muy pagado de su corte-
que lo que de balde había recibido, de balde lo sanía, y dijo que no había visto más discreta re-
daba. Admiró aquella señora aquel desinterés y pulsa. Rogóle á lo menos que aceptase otro obis-
desprecio del oro, y publicándose por París, fué pado de más renta, á que respondió que Dios le
éste el sermón que más admiró y aprovechó de había dado aquella esposa, y estaba muy contento
todos los que predicó el santo, porque hay mucha con la dote que traía; que Dios le había llamado á
diferencia de hacer á decir, y hay algunos que cuidar de las ovejas de Ginebra, y á esto decía su
tienen la boca del profeta Elíseo, para decir mal patria; mas que siempre estaría obedientísimo á
del oro, y las manos de su criado Giezi, para r e - las órdenes de S. M., como tan obligado con los
cibir los dones de Namán Siró. Cobró tan grande muchos favores que le había hecho y había que-
estimación en París, que los varones más señala- rido hacerle.
dos deseaban su amistad; entre éstos, Diego Da- Salió san Francisco de París para Saboya, con
vid Perrón, obispo de Euxeur, que después fué gran sentimiento de sus amigos, y en el camino
cardenal, varón de todas maneras grande. Pasó le cogió la nueva de la muerte de su obispo, la
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cual sintió mucho, así porque perdía la Iglesia un rramó en lo exterior: bañóse su rostro de una
pastor santo, docto y celoso de la fe y la libertad claridad divina, y no pudiendo sufrir el cuerpo
eclesiástica, como por las obligaciones que le traía flaco la abundancia de los divinos consuelos, pa-
el nuevo cargo en que entraba, para el cual por deció un deliquio y quedó sin fuerzas ni sentido.
su humildad se tenía por insuficiente. No pudien- Volvió después en sí, y suavemente fatigado, dijo
do, según la distancia, llegar á tiempo á las hon- á los que le preguntaban qué tenía, que él estaba
ras de su obispo, enderezó su camino á Sales, bueno, y que no había nada que temer. Siguióse
donde determinó consagrarse, para dar este gusto el acto de su consagración, y sentía que todo
á sus padres y hermanos y antiguos vasallos que cuanto hacían en él visiblemente los obispos, lo
se lo habían rogado mucho. En llegando á Sales obraba en su alma invisiblemente la santísima
envió á llamar al P. Juan Forier, de la Compañía Trinidad.
de Jesús, varón muy religioso, al cual había de- En viéndose puesto en la dignidad episcopal,
jado en Tonón, para hacer con él una confesión sabiendo lo que dice san Gregorio, que al paso
general. Retiróse veinte días para prepararse á que crecen los dones, crece la cuenta estrecha
ella, en los cuales, negado á toda comunicación que se ha de dar de ellos,y que á quien le dan más,
humana, se ejercitó en oración, lección, vigilias, le piden más; empezó á cumplir exactamente to-
ayunos y penitencias. Hecha la confesión, com- das las obligaciones de su oficio, y aumentó sus
pusieron entre él y su confesor unas reglas santí- oraciones, ayunos, vigilias, disciplinas, hasta d e -
simas de cómo se había de portar en el obispado. rramar sangre, pareciéndole que debía aventajar-
La suma de ellas era que no vestiría seda ni tela se á los demás en la virtud, como se aventajaba
más rica que antes de ser obispo; que no traería en la dignidad, y ser espejo en que se mirase todo
guantes de ámbar ni de olor ninguno; que no su pueblo, y especialmente los eclesiásticos. R e -
traería más sortijas que el anillo pastoral, por ser formó su tribunal y ministros, cuidó de que se
señal del matrimonio que había contraído con la enseñase el catecismo á los pueblos, y que á todos
Iglesia; que el ceñidor podía ser de seda, pero no se repartiese el pan de la palabra de Dios. Hizo
muy rico ni curioso, y que había de andar pen- las primeras órdenes, y en ellas ordenó de pres-
diente de él el rosario; que las medias, ni las c i n - bítero un clérigo de gran santidad: y sucedióle
tas de los zapatos, no habían de ser de seda. En con él un caso, digno de que lo noten los s e g l a -
cuanto al rezo, dice: Rezará el oficio divino de res, para estimar y reverenciar á los sacerdotes,
rodillas, ó en pie, como suele; celebrará cada día y también los sacerdotes para estimar la alteza de
con preparación y gracias, demás de la oración su dignidad, y no abatirla á los vicios y culpas,
ordinaria; confesará á lo menos de dos á dos días, tan ajenas y contrarias á su estado.
y algunas veces en la iglesia donde le vean. En Reparó el santo obispo que al salir de la iglesia
su casa, en su familia, alhajas y todas las otras el nuevo sacerdote se paraba en el umbral, y se
cosas asentó una grande templanza y modestia, y retiraba como quien hacía cortesía á otra perso-
aunque pudiera de su propia renta, nunca quiso na, para que saliese primero, siendo asi que el
tener coche ni sustentar caballos. sacerdote iba solo, y no había por allí otra perso-
Consagróse con aparato magnífico, como c o n - na. Hízole novedad, mandó llamar al sacerdote, y
venía á su calidad y dignidad; hubo música en la preguntóle á quién hacía aquellas cortesías: y
catedral y gran concurrencia de los nobles de Sa- procurando el sacerdote excusarse con humildad
boya; y el acto era tan de ver por la devoción del de responder, encendía su deseo de entender
santo, que vinieron también á él los mayores per- aquel misterio, hasta que, apretado del santo, le
sonajes del cielo. Estaba hincado de rodillas de- confesó llanamente que Dios le había hecho tan
lante de los obispos que le habían de consagrar, grande merced, que comunicase familiarmente
con grande devoción y humildad, teniéndose por con su ángel de guarda, como un amigo con otro,
indigno de la dignidad á que Dios le sublimaba, y y que antes iba siempre delante el ángel, y salía
mereció uno de los mayores favores que concede y entraba primero en cualquiera parte; mas que
Dios á sus grandes amigos, porque quedó arreba- ahora, después que se ordenó de sacerdote, se
tado de un éxtasis admirable, en que se le abrió el detuvo el ángel á la puerta de la iglesia, y no qui-
cielo y se le manifestó la santísima Trinidad, por so salir hasta que él saliese primero; y por eso se
un modo inefable de los que dice san Pablo, que había parado á hacerle cortesía. Quedó pasmado
no es lícito al hombre explicar. V i o también á la el santo viendo la dignidad del estado sacerdotal,
santísima Virgen y á los príncipes de los apósto- á la cual así reverencian los ángeles. Predicaba
les san Pedro y san Pablo, que habían venido á continuamente contra la herejía, procurando des-
asistir á su consagración. ¡Cuál sería el gozo de terrarla de todo su obispado; disputaba con los
su alma con esta vista! No cabe en la pluma ni en herejes, convenciendo á todos y convirtiendo á
la lengua, pues no cabiendo en su alma, se de- muchos. Un día entero argüyó con dos caballeros
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que seguían al duque Bellegardio, gobernador de Señor con soberanos consuelos; pero juntamente
Dijón, hasta que los redujo é hizo abjurar la h e - padecía muchas tentaciones, aflicciones y oscuri-
rejía públicamente. Sintieron mucho esto los mi- dades. Deseaba dejar totalmente el mundo y c a -
nistros de Calvino, y mucho más que les hubiese minar en busca de la perfección; pero hallábase
quitado el rey todas las rentas y beneficios e c l e - como ciega sin guía, porque ni tenía padre espiri-
siásticos, por diligencias y persuasión del santo, tual que la gobernase, ni maestro que la enseña-
mandando que volviesen á las iglesias; con lo cual se. Inspiróla Dios que le pidiese lo mismo que él
se encendió más la ira y rabia que tenían conce- quería darle: un varón justo y santo que la gober-
bida tanto tiempo antes contra él, y trataron de nase y encaminase; pidiólo ella con grande i n s -
quitarle la vida, y porque fuese con más secreto tancia, y un día que con más fervor y lágrimas
y no se entendiese la maldad, le dieron veneno. hacía esta oración, le mostró el Señor en visión á
Tomóle el santo sin saberlo, y cayó en una grave un hombre que no conocía, cuyo rostro h e r m o -
enfermedad, padeciendo mucho, hastaque, descu- seaba una modestia angélica, y díjole: «Este es el
briendo la infección los médicos, con una bebida amado de Dios y de los hombres; éste te ha de
que le dieron, comenzó á cobrar salud. Tenía pu- gobernar.» Quedó Fremiot muy consolada y de-
blicado un sínodo, y en estando bueno le celebró seosa de conocer al que había visto. Otro día le
haciendo en él constituciones importantísimas mostró el Señor una iglesia donde muchos hom-
para la perfección de los clérigos, administración bres cantaban las divinas alabanzas: quiso acer-
de los sacramentos, costumbres de los fieles y carse á ellos, y fuéle dicho que buscase otra
ceremonias sagradas, y todo lo demás que era me- puerta, y que no hallaría el descanso de los hijos
nester para el buen orden y estado de su iglesia. de Dios si no entraba por la puerta de San Clau-
En éstas y otras obras, propias de un celosísi- dio. Con esto crecían cada día más los deseos de
mo obispo, gastó hasta la cuaresma del año de hallar al que Dios le había prometido y de enten-
1604, en que había de predicar en Dijón, que es una der estos misterios, hasta que cumplió el Señor
hermosa ciudad, metrópoli de los heduos, y asiento su deseo de esta manera: Supo que predicaba en
del supremo consejo del ducado de Borgoña; por- Dijón el obispo de Ginebra; oyó decir que era v a -
que el gobernador y los ciudadanos se lo pidieron rón santo, y vínose á la ciudad, como solía por
al duque de Saboya y al santo, y él lo concedió, este tiempo, con deseo de oirle y de conocerle.
porque había en esta ciudad muchos hugonotes, Fué á la iglesia, salió el santo para predicar, y al
mezclados con los católicos, y deseaba ganarlos punto que le vio subir al pulpito, conoció que era
para la fe: y por entender que era ésta la volun- el varón que Dios le había mostrado y prometido
tad de Dios, para los fines que luego diremos. por padre espiritual. Dio gracias á Dios por haber-
Empezó á predicar en Dijón, con tan grande c o n - le cumplido su deseo, y púsose enfrente del pulpito
curso y aplauso, que no cabía la gente en las para verle mejor. El santo obispo reparó en ella,
iglesias, acudiendo á oirle personas de todos e s - y luego conoció que era la primera de las monjas
tados, eclesiásticos, religiosos y seglares, y no que Dios le había mostrado en la visión. Supo que
contentándose con oirle los sermones, los escri- era hermana del arzobispo, y un día que comió en
bían en su casa, unos por la estimación que h a - su casa, le habló muy de espacio, y ella le declaró
cían de ellos, y otros para hacer fruto en los here- sus deseos y los favores del Señor, y le descubrió
jes; porque ordinariamente explicaba cuestiones toda su alma, aunque el santo no se quiso descu-
y controversias de fe, con tanta eficacia y fuerza brir en esta ocasión á Fremiot, por no dar fácil
de razones, que convencía á los más obstinados, y crédito á revelaciones de mujeres, en que hay
eran muchos los que se convertían á nuestra tanto peligro, ni determinarse en cosa tan grave
santa fe. sin mucha consideración, esperando que más cla-
Antes de partirse á Dijón, tuvo san Francisco ramente se manifestase la voluntad del Señor.
revelación de que había de ser fundador de una Llegada la semana santa quiso Fremiot confesar-
religión de monjas, y se habían mostrado en una se con el santo, y él mostró rehusarlo por probar
visión las primeras; y ahora se empezó á cumplir su constancia, y al fin condescendió con sus rue-
esta promesa. Vivía en un lugar, cerca de Dijón, gos y la confesó; y de los sentimientos y deseos
Juana Francisca Fremiot, matrona ilustre por su el Señor le daba á entender claramente ser la
sangre, y mucho más ilustre por su virtud. Era voluntad de Dios que él la gobernase: con todo
hija de Benigno Fremiot, del supremo consejo de eso, por las dificultades y embarazos que entonces
Borgoña, y hermana del arzobispo de Bourges, y había de encargarse él de su gobierno, no se de-
viuda del barón Chantal. En el matrimonio fué mu- claró con ella y la dejó con el confesor que antes
jer de gran virtud; pero viuda se consagró del todo tenía, esperando mejor ocasión de cumplir la v o -
á Dios, haciendo voto de castidad, y ejercitán- luntad de Dios nuestro Señor.
dose en continua oración, en que la regalaba el El jueves santo celebró los divinos oficios el ar-
310 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
zobispo de Bourges, asistióle el santo y recibió la buen pastor conozca él sus ovejas y las ovejas le
comunión de su mano; y al hincarse de rodillas conozcan á él, y oigan su voz; no queriendo fiar
para recibir la sagrada comunión, y principalmen- negocios tan importantes de vicarios y visitadores
te al entrar la forma en su boca, vieron todos los que no son pastores propios, hizo la visita por sí
presentes su cabeza coronada con una diadema de mismo, aunque sabía bien cuánto había de pade-
rayos clarísimos, significando el Señor con esta cer en ella, y se lo tenía escrito á Fremiot. Es la
demostración cuan digna custodia era de su sa- diócesis de Ginebra muy dilatada y llena de pue-
grado cuerpo. Cuando se llegó el tiempo de par- blos, y muchos de ellos situados en montes aspe-
tirse á su iglesia, le enviaron los regidores de la rísimos, y consta de climas, no sólo diversos,
ciudad una vajilla de plata muy rica, y él no la sino contrarios; porque los unos habitan un he-
quiso recibir, y les respondió que él estimaba lado invierno, y los otros un abrasado estío,
mucho el presente, mas que él no vendía la siendo necesario algunas veces pasar de un exce-
palabra de Dios, ni quería de ellos el oro, sino sivo calor á un excesivo frío, con peligro de la
los corazones. Al salir de la ciudad le fueron salud y de la vida, fuera de otros muchos riesgos
acompañando largo espacio gente de todos esta- que se ofrecen. Era recibido en todos los pueblos
dos, nobles y plebeyos, con grande sentimiento como un ángel venido del cielo, y él se aplicaba
por el grande amor que le habían cobrado; p e - luego á enseñar y doctrinar á sus ovejas, á reme-
díanle que les echase su bendición, y le decían á diar los escándalos, desórdenes y abusos que h a -
voces con lágrimas en los ojos: «Padre, ya que te llaba, deteniéndose más tiempo en los lugares don-
ausentas de nosotros y nos quieres dejar, permite de había mayor necesidad. La cuaresma de 1605
á lo menos que te llevemos en hombros hasta predicó en la Roche, villa de su obispado, y conti-
Annesi.» Enternecíase el santo obispo oyendo las nuando su visita determinó predicar la cuaresma
voces y viendo las lágrimas, y echándoles su ben- siguiente en Chamberí. Fuese algunos días antes, y
dición y procurando consolarlos, se despidió de recogióse al colegio de la Compañía de Jesusa ha-
ellos con mucho sentimiento. cer los ejercicios de san Ignacio de Loyola, de los
Fué recibido el santo obispo de los de Annesi cuales hablaba el santo obispo con grande estima-
con alegría igual á la tristeza con que había sido ción, y encarecía su importancia para la salvación
despedido de los de Dijón. Y Fremiot, que no ha- y perfección de las almas. Salió de este retiro,
llaba consuelo en la ausencia de tal padre y como san Juan Bautista del desierto, ó como san
maestro, le escribió su pena; y que dos varones Pablo del tercer cielo, abrasado en vivas llamas
espirituales, uno capuchino y otro de la Compa- de amor de Dios, y con deseo de abrasar en ellas
ñía, le habían asegurado que era la voluntad de á las almas. Cuando predicaba al pueblo, sus p a -
Dios nuestro Señor que le siguiese; y así, que es- labras eran como saetas encendidas, á que ningún
taba determinada á irle á buscar. Respondióle el corazón podía resistirse por muy endurecido que
santo que hiciese una peregrinación á San Clau- estuviese; y el pueblo decía, que no hablaba el
dio, que es una villa entre las dos Borgoñas, obispo de Ginebra, sino el Espíritu Santo por su
donde se reverencian las reliquias de este santo, boca. Predicando un día en el convento de Santo
que allá la esperaría el día de su fiesta. Fué el Domingo, al ir recopilando el sermón, una i m a -
santo obispo á San Claudio y Fremiot también, la gen de Cristo crucificado que estaba en el coro,
cual se alegró sumamente cuando le vio, y se arrojó sobre la cabeza del predicador gran copia
acordó de la revelación de la puerta de San Clau- de rayos, con admiración de todos los presentes.
dio, y entendió que se llegaba el cumplimiento de Prosiguió su visita por los lugares fríos, vencien-
sus deseos, pues había entrado por la puerta de do con el ardor de su caridad los rigores del
San Claudio. Confesóse con el santo, comulgó, y hielo, y encendiendo en todas partes aquel fuego
después le dijo: «La voluntad de Dios es que yo que vino el Hijo de Dios á traer al mundo, hasta
cuide de tu alma; yo lo haré con todo cuidado. que se llegó la cuaresma de 1607, que tenía desti-
Grandes son los efectos de esta peregrinación; nada para la ciudad de Annesi, donde hizo con
pero no puedo decirlos ahora. De hoy en adelante sus sermones el fruto que en todas partes.
deja á mi cuenta los días de tu vida, que yo la Era el cuidado mayor del santo pastor defender
daré de ellos.» Con estas palabras la dejó muy sus ovejas de los lobos, y desterrar la herejía de
consolada, y mandó se volviese á su casa, dán- todo su obispado, y para esto había traído á Anne-
dole una instrucción para todas las horas del día, si, con ayuda de Antonio Fabro, su amigo, m u -
señalándole en qué había de gastar cada una de chos varones insignes en todo género de letras,
ellas; y con esto se despidió de ella y se volvió á con intento de fundar una universidad, que fuese
su iglesia. como una plaza fuerte contra Ginebra: y este año
Sabiendo el santo que la principal obligación se puso en ejercicio, siendo la piedra fundamen-
del obispo es visitar su obispado, para que como tal de este edificio el santo obispo, á que dio prin-
DÍA 29 ENERO 311
cipio con una oración muy elegante, en alabanza presto se les juntaron otras doncellas virtuosas,
de las letras; y después le dio constituciones y e s - c o n q u e se juntó número competente para hacer
tatutos muy provechosos é importantes para su forma de monasterio. El primer año guardaron
conservación, y quedó por rector perpetuo y pro- clausura: llamábanse entre sí hermanas, y á Fre-
tector de ella mientras vivió. ¿Cuántos triunfos miot madre. Ejercitáronse todo aquel año en ayu-
alcanzó la verdad de la falsedad en esta plaza fuer- nos, vigilias, oración vocal y mental, y grandes
te? ¿Cuántos frutos cogió la fe de este árbol de sa- mortificaciones y penitencias, y todo género de
biduría que plantó san Francisco? ¿Quién los con- virtud. El vulgo las empezó á llamar Marianas,
tará? Basta decir, que Dios echaba la bendición á por haber escogido á María santísima por su pro-
todas las obras de su mano, y daba acrecenta- tectora, y puesto su imagen en el altar. Cumplido
miento á lo que él plantaba y regaba. el año, hicieron profesión aquellas primeras mon-
La cuaresma de 1603 predicó en Rumilli, villa jas en el mismo día de san Claudio; y Fremiot vio
de su diócesis; y este mismo año fué á Belley á aquella mañana en espíritu la puerta de san Clau-
consagrar á Juan Pedro Camús, varón doctísimo dio, por donde entró al descanso de los hijos de
y obispo de aquella ciudad. Antes de partirse á Dios, y dio gracias al Señor, porque le había cum-
esta consagración, estándose paseando en su c á - plido la promesa que le había hecho tanto tiempo
mara, de improviso v i o á su lado una columna de antes.
fuego que se paseaba juntamente con él. No se Dióles el santo el velo y la regla de san A g u s -
espantó, antes prosiguió paseándose y la columna tín, con hábito negro, con nombre de Santa María
con él; y poco después vio que la columna se divi- de la Visitación; porque su principal instituto era
dió en dos columnas, y la una se fué al lugar don- visitar los enfermos en los hospitales, y los pre-
de oraba, y la otra se llegó á su cama, y luego se sos en las cárceles, para servirlos. Era de grande
fueron desvaneciendo; en lo cual parece le quiso edificación ver á unas señoras nobles, criadas en
el Señor dar á entender que comunicaría su fuego regalos, enseñadas á que las sirviesen, entrar en
y espíritu á aquel hijo suyo, á quien iba á consa- los hospitales á servir á los enfermos, consolar-
grar, como se comprobó por el efecto; porque los, traerles de comer, hacerles las camas, l i m -
Pedro Camús alumbró y encendió á Francia en el piarles los vasos inmundos, y ejercitarse en todos
fuego del Espíritu Santo, con sus grandes ejem- los oficios que la caridad y humildad enseñan, sin
plos y libros espirituales que escribió, especial- dejar á ningún enfermo por desamparado, sin r e -
mente el Parenético del amor divino, que engran- tirarse de ninguno por asqueroso que estuviese,
dece mucho nuestro santo; porque verdaderamen- venciendo el natural horror que tienen todos, y
te fué prelado grande en obras y palabras, y muy más las mujeres delicadas y nobles, no sólo á la
parecido á san Francisco de Sales. cura, mas aun á la vista de semejantes llagas y
Desde que el santo predicó en Dijón, se c o m u - enfermedades. De la misma manera admiraba
nicaba por cartas con Francisca Fremiot, dándole verlas ir por las cárceles y alentar á los presos á
ella cuenta de su espíritu, y aconsejándola el la paciencia y conformidad con la voluntad de
santo lo que debía hacer; y cuando le pareció que Dios, asistiéndolos en cuanto pedía su necesidad,
Fremiot estaba muy adelantada en la perfección, y haciendo con ellos todo cuanto pudiera hacer la
y sazonada para la obra que el Señor la había e s - madre más amorosa con un hijo querido, hacién-
cogido, la llamó á Annesi con un honesto pretex- dose respetar y venerar de todos con su modestia
to de casar á su hermano Bernardo de Sales con y compostura, sin que se atreviese la lengua más
su hija María Amata. Vino Fremiot con dos hijas atrevida á desmandarse en una palabra, mirándo-
suyas, y Carlota Brescharda, mujer de grande las como unos templos, á quienes se debe de j u s -
santidad, á Annesi; y el santo, para dar principio ticia el respeto y veneración.
al recogimiento y nueva orden de la Visitación, Prosiguieron con el modo de vida que hemos
les buscó casa, dispuso iglesia, y á 6 de junio de dicho, hasta que vino á Annesi Dionisio Simón de
1610, día de la santísima Trinidad y de san Clau- Marquemont, arzobispo de Lion, muy amigo del
dio, entraron en aquella casa de recogimiento santo con una amistad muy sincera, aunque la
Juana Francisca Fremiot, Carlota Brescharda, y quisieron hacer sospechosa al duque de Saboya
Jacobina Fabra, hija de Antonio Fabro, y e m p e - algunos mal intencionados, que son como los es-
zaron su año de probación. Su maestro y padre tómagos enfermos, que todos los manjares, por
espiritual era el santo obispo, y la superiora de buenos que sean, los convierten en crudezas y
las demás Francisca Fremiot. Celebró san Fran- acedías. Venía á tratar con el santo algunos
cisco aquel día con grande solemnidad, y las hizo puntos importantes acerca de las monjas de la
una plática admirable para alentarlas á la perfec- Visitación, porque se había fundado un conven-
ción. Derramóse luego el buen olor de la virtud to en Lion, á que él ayudó mucho. Confirieron
que profesaban aquellas devotas señoras, y muy los dos varios puntos acerca de la nueva c o n -
312 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
gregación; parecióles más conveniente ponerles vancia, admirándose todos cómo tenía tiempo para
clausura y escribir unas reglas acomodadas al tantas cosas el que así se ocupaba en cada una,
sexo de las que las habían de observar, tomando como si fuese sola. Con esto fueron sin número
de las reglas de otras religiones lo más perfec- los herejes que convirtió á la fe, los pecadores
to y acomodado al fin que se pretendía, y que que trajo á la penitencia, y las personas que puso
se pidiese á su santidad que la confirmase como en el camino de la perfección.
orden religiosa. Así se hizo, y san Francisco Vuelto el santo obispo á su diócesis, continuó
escribió unas constituciones santísimas y pru- su visita, y dejando ahora lo que él obró, que es
dentísimas, y ordena en ellas que se admitan en lo mismo que la primera vez, contaremos un mi-
sus monasterios las que por edad ó achaques lagro que Dios obró por sus merecimientos. Llegó
corporales no pueden entrar en otras religio- con su familia fatigado á una casería, pidió al
nes, como sean de sano juicio, para que las huésped un poco de vino, y respondiendo él muy
mozas y robustas sirvan á éstas y ejerciten afligido que no le tenía, porque todo cuanto tenía
dentro de la clausura la caridad que habían de en su casa se le había vuelto vinagre, le dijo el
ejercitar en los hospitales con los pobres. Estas santo: «Dádnoslo acá y lo probaremos.» Trajo el
reglas están reducidas á práctica en el Directorio huésped un jarro de vinagre, y diósele al santo,
de religiosas, que escribió el santo, y es un libro ponderando su acedía. Probólo san Francisco, y
admirable, que siendo pequeño en el volumen, es díjole: «¿Cómo decías que era vinagre siendo muy
grande en la substancia y la doctrina. Esta es la buen vino?» No lo acababa de creer el huésped:
orden de la Visitación, que siendo en los princi- probólo y admiróse; volvió á probarlo, y se certi-
pios pequeño árbol, en pocos años extendió sus ficó que era vino preciosísimo el que antes era vi-
ramas por toda la Francia, llenándola de olorosí- nagre. No se limitó sólo el milagro al vino que
simas flores y frutos suavísimos de virtudes y probó el santo; mas todo cuanto tenía en su bode-
ejemplos en muchos monasterios religiosísimos ga se convirtió en vino precioso, de manera que,
que se fundaron, donde los coros de vírgenes, publicándose el milagro, lo vendió á muy subido
consagrando á Dios su pureza, y cantándole ala- precio, queriendo beber todos del vino milagroso.
banzas, representaban los coros de los ángeles, Pasó de aquí á visitar el convento y abadía de
viviendo una vida más del cielo que de la tierra. Six, que es de canónigos reglares de san Agustín,
También procuró con grande celo la reformación muy ilustre y antiguo. Visitó este monasterio al
de algunas religiones, y lo consiguió con hartas principio de su obispado, procurando su reforma,
dificultades, reduciéndolas á la vida monástica y y el abad pretendió que estaba exento de la juris-
observante. dicción del obispo, apelando al consejo de Sabo-
No se contentaba el santo con el fruto que hacía ya, y hablando con indecencia de la santidad del
en su obispado, ni cabía en él esta luz, que bas- obispo. Llevó el santo con mucha paciencia estas
taba á alumbrar y abrasar á todo el mundo. Soli- murmuraciones, y siguió su pleito en defensa de
citábanle de muchas partes codiciosos de su doc- su dignidad, hasta que se declaró estar sujeto á
trina, y él iba adonde le permitía su primera su jurisdicción. Y ahora le visitó otra vez, para
obligación. Partióse á la ciudad de Grenoble, perfeccionar la reformación que había comenza-
cabeza del Delfinado, y silla de su parlamento, la do. Detúvose en el convento cerca de un mes,
cual lo había solicitado mucho tiempo con gran- acudiendo en este tiempo muchas personas e c l e -
des veras, y ahora envió dos senadores á Annesi, siásticas y seglares de Geix y Chablaix, que con
para que fuesen acompañando al santo. Estaba sus criados pasaban ordinariamente de doscientos
esta ciudad llena de herejes calvinistas, mezcla- y cuarenta. Sustentábalos el convento, por no
dos con los católicos, y el santo comenzó su pri- haber lugar cercano de donde se pudiesen pro-
mer sermón con estas palabras: «Veisme aquí, veer, y Dios obró para sustentarlos muchos mila-
¡oh ciudadanos!, puesto en la cátedra de la verdad: gros, porque el río Gifria, que corre cerca, d i o
diréla de todo punto, ni habrá cosa en el mundo tanta abundancia de pesca, cual nunca se había
que me lo embarace; pero si quiero dejarla de visto en aquel río. Gastábanse cada día dos c a r -
decir, ruego á Dios nuestro Señor que se pegue gas de vino y trescientas libras de pan, afligiéndo-
mi lengua á mi garganta, y se seque en medio de se el santo por el mucho gasto que ocasionaba al
mi paladar, de manera que quede mudo.» Dijolas convento; mas después que se fué, examinando
con tanto afecto y sentimiento, que sacó lágrimas los canónigos el gasto que se había hecho, halla-
á todo el auditorio. ¿Quién dirá cuánto trabajó en ron que del pan y vino del convento solamente
esta ciudad? Predicaba continuamente, confesaba, faltaba aquello que la comunidad hubiera gastado,
recibía visitas de los que venían á consultarle, y si no hubiera venido huésped alguno. Admiraron
visitaba los conventos de monjas, exhortándolas y publicaron el milagro como testigos de vista,
con pláticas espirituales á la perfección y obser- diciendo que por las oraciones del santo obispo
DÍA. 29 ENERO 313
había Dios multiplicado la pesca del río, y el pan ban que con su consejo y autoridad se dispondrían
y vino de aquella casa. todas las cosas á gloria de nuestro Señor. No les
El año de 1620 vino de Roma Juan Francisco engañó su esperanza, porque oía á todos con pa-
de Sales, quinto hermano del santo obispo y c a - ciencia, consideraba con madurez y juzgaba con
nónigo de la iglesia de Ginebra, á quien el mismo discreción, de manera que fué acepto á todos, sin
santo había enviado á aquella ciudad á negocios exasperar á ninguno, y asentó todas las cosas
de mucha gloria de Dios. Venía electo obispo de sobre una firme paz. Los domingos y fiestas, en
Calcedonia, coadjutor y sucesor de su hermano, que no había junta, se ocupaba en su ejercicio
y habíase consagrado en Turín, porque lo quiso episcopal, confirmaba y daba órdenes con harto
así el duque al pasar por aquella ciudad. Cuando trabajo, porque era en medio del estío, y con el
supo el santo que su hermano venía, le salió á peso de los ornamentos pontificales le faltaban las
recibir aunque era de noche, y los tres días s i - fuerzas, y le causaban grandes desmayos. Vuelto
guientes le dio su lado derecho, para enseñar al á Annesi, sabiendo que le quedaba poco tiempo
pueblo con esta demostración la honra que se de vida, instruía á su hermano en todas las obli-
debe á los obispos. Instruyóle en lo tocante al ofi- gaciones del oficio pastoral; y porque una de ellas
cio pastoral, y quiso que celebrase órdenes en su es repartir á sus ovejas el pasto de la buena doc-
presencia, que consagrase altares é hiciese otras trina, le leía cada día por algunas horas la sagra-
funciones episcopales, porque determinaba dejarle da teología; enseñábale algunas veces el modo de
el gobierno de su iglesia, y retirarse á escribir predicar á su pueblo con fruto; y quiso oirle un
sus libros con más quietud, y prepararse para la sermón vestido de pontifical, y con el aparato con
muerte, que miraba ya muy cerca, según las que predica un prelado en su iglesia; y decíales á
prendas que el Señor le había dado. Deseaba reti- sus canónigos lo que san Juan Bautista de Cristo:
rarse, para atender á esto, al desierto de San Ger- «Conviene que él crezca, y que yo disminuya.»
mán, en el convento de Talloires, de la orden de Trataron vistas en Aviñón este año Luis XIII y
san Benito, adonde fué á trasladar las reliquias el duque Carlos Manuel, y tuvo orden el santo de
de san Germán su fundador; y á la vuelta visitó hallarse en ellas. Sentían mucho los de Annesi su
de camino á Juana de Montón, señora de Cheu- partida, temían á sus muchos achaques, y les
rón, que tenía setenta años, y los achaques que daba en el corazón no sé qué recelo de que no le
trae consigo esta edad, y consolándola en sus tra- volverían á ver más. Pedíanle que se excusase,
bajos, le dijo: «Ya estamos los dos en la vejez: mas él respondía que no podía dejar de ir adonde
conviene disponernos para morir.» Respondió Dios le llamaba. Hizo su testamento, y despidióse
ella: «Monseñor, yo que estoy decrépita, ¿qué de los canónigos, uno por uno, pidiéndoles que
tengo de esperar sino la muerte y el sepulcro? le encomendasen á Dios, porque no le volverían á
Mas V. S., aunque tiene años, tiene buena salud, y ver. Deshacíanse en lágrimas, porque les amaba
Dios le dará muchos años de vida, y yo le ruego mucho, y era muy amado de ellos: quejábanse
que se los dé, pues es tan necesario para su i g l e - amorosamente, porque se ausentaba de ellos cuan-
sia.» Replicó el santo: «No importa eso: yo, seño- do no esperaba volverlos á ver. Fuese á su c o n -
ra, moriré primero, y tú me seguirás después.» vento de monjas, dijo misa, é hízoles una plática,
El efecto mostró que había sido profecía, porque exhortándolas á la obediencia y caridad; y echán-
luego empezó el santo obispo á sentir grandes do- dolas su bendición, se despidió de ellas diciendo
lores en las piernas, como que se quería caer el que ya no le faltaba más que el cielo. Y dijo á una
edificio, Saqueando los fundamentos. Llevaba sus niña á quien antes había profetizado que no llega-
dolores con grande alegría, y por padecer más no ría á los catorce años: «Hija, adiós, que hasta el
quiso que se le hiciese vestido interior, estando cielo no nos veremos más.» Lo cuai se cumplió
roto el que traía, y siendo rigurosísimos los fríos presto, porque murió poco después. El día que se
aquel año en Saboya. partió se juntó toda la ciudad á su despedida, sin
Estando de esta manera, recibió letras de Gre- verse ni oirse entre tanta multitud más que s u s -
gorio XV, en que le ordenaba fuese k presidir el piros y lágrimas, por la ausencia de tal padre y
capítulo de los monjes de San Bernardo, que lla- pastor, á quien no esperaban ver más; y él dijo á
man allá de Santa María de Fuliens, y estaba su hermano que sin duda moriría si le daba en el
convocado para Piñerol, en las faldas de los A l - camino algún accidente. Embarcóse con sus cria-
pes. No quiso excusarse el obedientísimo varón, dos en el Ródano, á mediados de noviembre
aunque el viaje era tan contra su salud, y tenía de 1622, y cuatro millas antes de Aviñón e n c o n -
lan buen titulo para exonerarse de él: partióse tró á los consejeros y regidores de la ciudad, que
luego, y fué muy bien recibido de los monjes, le estaban esperando, y le recibieron como á un
porque la fama había esparcido por todas partes ángel bajado del cielo. Fuéronle acompañando, y
las noticias de su santidad y prudencia, y espera- el pueblo le esperaba, llenos de gente de todos
TOMO I 40
314 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
estados los caminos. No se veía otra cosa en los vestido: no permitió que se desnudase, antes le
campos más que demostraciones de alegría, ni se oyó todas tres misas de rodillas con grande devo-
oía más que alabanzas, con harta mortificación ción; después dijo su tercera misa, siendo ya las
del santo prelado, que entre admiraciones, acla- once del día, y aquella tarde dio velo á dos virtuo-
maciones y aplausos, entró en la ciudad, lleno su sas doncellas que le deseaban. La luz al quererse
rostro de una vergüenza virginal, bajos los ojos, apagar da mayores llamaradas: así san Francisco
y sumido en lo más profundo de su nada, buscan- se esforzaba más al ir á acabarse, trabajando s o -
do lugar para esconderse, donde no oyese sus bre sus fuerzas, años y enfermedades.
alabanzas. El día de san Juan Evangelista, como á las dos
Estuvo en la ciudad pocos días, tratando algu- de la tarde, sintió un grande desfallecimiento;
nos negocios con el vicelegado, y luego se par- acudieron sus criados, lleváronle á la cama, y
tió á Lion, con el príncipe Mauricio, cardenal de dentro de media hora le sobrevino una apoplejía.
Saboya, donde estaba esperando el rey cristianí- Corrió la voz de su enfermedad por la ciudad, y
simo Víctor Amadeo, príncipe del Piamonte, con acudieron los médicos para ayudarle con medi-
su esposa Cristina de Francia, hija de Enrique IV. cinas, y muchos religiosos y otras personas
Deseaban y pretendían muchos consejeros y se- para verle. Volvía en sí de cuando en cuando, y
ñores hospedarle en su casa, y también los padres hablaba y respondía con mucho juicio á cuanto
de la Compañía de Jesús en su colegio; mas el le preguntaban, porque siempre tuvo el juicio en-
santo, por no dejar á ninguno quejoso y padecer tero y el habla libre. Preguntóle un padre de la
más, no admitió ninguno de estos hospedajes, y Compañía si se conformaba con la voluntad de
eligió una casilla muy pequeña, en que vivía el Dios, y si quisiera que aquélla fuese la hora de
jardinero de las monjas de la Visitación, expuesta su muerte. Respondió con grande paz: Bonum est
á los vientos y temporales, y muy sujeta al humo, poneré in Domino Deo spem meam. Dijo el mismo
y aunque padeció muchas descomodidades, nunca padre que pidiese á Dios, que si era posible le
se quejó. Pidiéronle los padres de la Compañía de diese la vida, con aquellas palabras de Cristo:
Jesús que predicase en su colegio una dominica Pater, sipossibile est, transeat á me calix iste. Y el
de adviento; ofrecióselo él, y llegando el día, un humildísimo santo no las quiso decir; pero prosi-
eclesiástico devoto del santo le llevó un coche guió con un suave suspiro: Non mea voluntas, sed
para que fuese á predicar, por estar muy lejos el iua fíat. Pidió que le diesen la unción, juzgaron
colegio, y no tener el santo pies para andar tan los médicos que no era tiempo, y el santo con
largo camino. Mas él no le quiso admitir por nin- humildad y obediencia calló y se sujetó á su pare-
gunos ruegos, diciendo: «Bueno fuera ir yo en cer, aunque después se la dieron á la una de la
coche á predicar la penitencia de san Juan Bau- noche. Como no bastaron los remedios ordinarios,
tista y la pobreza evangélica.» Al otro día llegó recurrieron los médicos á los extraordinarios.
un caballero á pedir que le socorriese, porque se Habíanle puesto un emplasto en la cabeza, arran-
hallaba en grande pobreza y necesidad. Socorrióle cáronlo y diéronle dos botones de fuego, y aunque
el santo obispo largamente, y diciéndole el caba- el dolor era tan intenso, que le hacía derramar
llero que rogaría á Dios le diese ciento por uno, lágrimas, no se quejaba, ni hacía más que pro-
respondió el santo: «Date prisa á rogárselo, por- nunciar los dulcísimos nombres de Jesús y María.
que presto ni tú ni yo necesitaremos de cosa de Viendo que no aprovechaba, levantaron de la
este mundo.» Así fué, porque los dos murieron cabeza otro emplasto tan pegado, que se llevó
en aquel mes. consigo el cutis, y le dieron en ella tercer botón
Llegando la vigilia de la Natividad de Cristo de fuego. Humeaba la cabeza como si estuviera
nuestro Señor, colocó aquel día una cruz en los toda ardiendo, y era el dolor cual se puede imagi-
frailes recoletos, por habérselo pedido la reina ma- nar, y el santo sufría tantos martirios con grande
dre María de Mediéis, y detúvose mucho en esta paz y serenidad, como si no le tocaran. Lloraban
función, padeciendo grande frío. Celebró aquella todos los presentes, viendo que se les moría tan
noche la primera misa en el convento de la Visi- santo prelado; y más que todos lloraba su antiguo
tación, ó hizo á sus hijas una plática muy tierna y y querido criado Rolando, que llegándose á él le
amorosa del Niño recién nacido. Por la mañana dijo: «¿Cómo, señor, no nos decís nada?» Respon-
confesó á los príncipes Víctor Amadeo y Cristina dió: «Vivid en paz, y temed á Dios.» Vieron que le
de Francia, y les dijo misa y dio la comunión en iba faltando el aliento y que quería expirar; y Fe-
la iglesia de los padres dominicos. Después, d u - lipe Malabayla, provincial de los bernardos fulien-
dando, por las pocas fuerzas y cansancio, si po- ses, le empezó á decir la recomendación del alma,
dría decir la tercera misa en sus monjas, envió y llegando á aquellas palabras: Sancti innocentes,
un sacerdote que se la dijese. Pero animándose orate pro eo, repitiéndolas tres veces, por ser su día,
luego le siguió, y cuando llegó halló al sacerdote á la última expiró con grande tranquilidad, á las
DÍA. 29 ENERO 315
ocho de la mañana, año de 1622, á los cincuenta En muriendo el santo, manifestó Dios su gloria
y cinco años de su edad y veinte de su pontificado. á diversas personas, porque el mismo día que
Corrió luego la nueva de su muerte por toda la murió en Lion, decía misa en Annesi por su salud
ciudad, y fué muy sentida de todos, porque perdía Juan Bautista Gard, canónigo de aquella iglesia,
la Iglesia tan gran prelado y pastor. Acudieron á y estando en ella, vio al santo prelado cercado su
la venturosa casilla todo género de personas, ecle- rostro de resplandores, con que entendió junta-
siásticas, religiosas y seglares, señores, caballeros mente que era muerto, y que estaba ya en el cielo
y gente del pueblo, para ver y reverenciar su s a - glorioso; y luego publicó lo que había visto. D i -
grado cuerpo. Llamábanle santo y bienaventurado, ciendo misa Claudio Croeix, prior del convento
besábanle los pies con gran devoción, procurando de San Germán de Talloires, llegando al m e -
llevar alguna cosa suya por reliquia. Abrieron el mento de los vivos, encomendaba á Dios la salud
santo cuerpo por orden del presidente Oller, para del santo obispo, no sabiendo que era muerto, y
embalsamarle, y hallaron un corazón grande, a n - súbitamente resplandeció todo el altar con una
cho y entero; y fué cosa singular, nunca vista, y claridad admirable, y en medio del retablo, en el
que parece milagrosa, que la bolsita de la hiél es- lugar de la imagen, vio á san Francisco que r e s -
taba totalmente seca, sin gota de humor; lo cual plandecía como un sol: tenía el roquete más blan-
juzgaron los médicos que procedía de la violencia co que la nieve, artificiosamente plegado; traía al
que se hacía el santo para reprimir la ira; mas cuello una rica estola de oro, bordada de diaman-
estaba llena de trescientas piedrecitas, del tamaño tes, carbunclos, esmeraldas y perlas, la cual
de una lenteja cada una, de varios y hermosos co- prendía con ambas manos; sus cabellos de oro
lores, verdes, rojos, blancos, azules, dorados y estaban encrespados, y formaban una hermosísima
otros, y lo que aumentó la admiración, fué que corona; su rostro serenísimo, y rasado con una
estaban ensartadas á manera de rosario. No se gravedad dulcísima; sus ojos más resplandecien-
perdió una gota de su sangre, recogíanla toda en tes que dos estrellas, los cuales á veces levantaba
lienzos para reliquia, y si caía alguna en el suelo, al cielo y á veces bajaba al altar. Recibió el s a -
le raían, porque no se perdiese. Sus entrañas se cerdote con esta vista tan grande gozo, que no
repartieron entre sus religiosas y amigos. Las pudiendo sufrir sus ojos tanta luz, ni su corazón
piedrecitas se repartieron entre los príncipes y la abundancia de los consuelos divinos, cayó des-
señores, que las engastaron en anillos de oro, con mayado sobre el altar. Vuelto en sí dentro de
más estimación que si fueran diamantes de mu- breve rato, no oró más por su salud, antes fué
chos fondos. El corazón se llevó en una caja de compelido interiormente á decir aquella antífona
plata, acompañado de muchas luces, á sus monjas, que reza la iglesia en el oficio de los santos c o n -
para que estuviese el corazón del santo donde e s - fesores y pontífices: Sacerdos, et pontifex, et vir-
taba su tesoro y su amor, que eran sus religiosísi- futum opifex, pastor bone in populo, ora pro
mas hijas. Después se le llevaron á Luis XIII, rey nobis Dominum. La cual acabada, desapareció la
de Francia, en una grave enfermedad que padeció, visión. Antes de la muerte del santo había Dios
y concediéndole Dios salud por la intercesión del revelado á una religiosa de grande perfección
santo, engastó su corazón en un relicario de oro el altísimo grado de gloria que había de gozar
muy rico y curioso. Quisieron sus criados llevar en el cielo su siervo Francisco; porque c o n -
luego su cuerpo á Saboya, para consuelo de sus templando esta religiosa la gloria de los bien-
ovejas en tan grande pérdida. Vistiéronle de o r - aventurados, vio á san Francisco de Sales unido
namentos blancos, pusiéronle en una litera, y e s - íntimamente con Dios; y luego su ángel le mostró
tando para empezar su jornada, vino un decreto un trono rico y hermoso y resplandeciente entre
del parlamento para que se detuviesen y deposi- los serafines, y le dijo: «Este trono es para el
tasen el cuerpo, hasta saber la última voluntad santo obispo de Ginebra, porque es un hombre
del santo obispo. Partióse Rolando á toda prita seráfico, y hace todas las cosas en amor, por amor
á Annesi por el testamento, y mientras venía, se y para el amor de Dios.»
depositó el sagrado cuerpo en el coro interior de Hizo Dios en vida y en muerte muchos y g r a n -
sus religiosas. Volvió presto Rolando, acompaña- des milagros por este fidelísimo siervo suyo. En
do de algunos canónigos y caballeros, y abriendo una ocasión, que vino á París con el cardenal de
el testamento, vieron que mandaba el santo se Saboya, era tanta la veneración que todos le te-
enterrase su cuerpo en medio de la iglesia de las nían por sus virtudes, y los milagros que hacía,
monjas de Annesi, mientras no concedía el Señor que cuando iba por las calles, como siempre a n -
la restauración de la catedral de San Pedro de daba á pie, se atropellaba la gente por tocar sus
Ginebra. Con esto dieron el cuerpo los de Lion, vestiduras, pidiendo al camarero alguna cosa
aunque con grande sentimiento, consolándose con suya por reliquia, y dándole lienzos, para que los
que les quedaba en su ciudad el corazón. pusiese en el lecho del santo, y se los restituyese
316 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
después; y con ellos obraba el Señor después m u - dosa madre: después de ser obispo, fuera de su cor-
chas maravillas. Semejante veneración tenía en to gasto, todo cuanto podía dabaá los necesitados.
todas partes, y en todas obraba Dios por su me- Vio en cierta ocasión á un oficial que pasó por
dio muchos milagros, dando libertad á los ende- delante de él, roto y desabrigado; era invierno, y
moniados, salud á l o s enfermos, vida á los m u e r - considerando el frío que padecería aquel pobre
tos; pero todos sus milagros son muy inferiores hombre, le llamó y le preguntó que si tenía otro
á sus virtudes, y por eso no quiero detenerme en vestido. Respondió que no, ni otra hacienda más
referirlos. ¿Quién no admira más que todos los mi- de la que traía sobre su cuerpo. Enterneciéronse
lagros aquella castidad angélica, cómo salía v e n - las entrañas del piadosísimo prelado, y mandando
cedor de tantas y tan peligrosas batallas de la al pobre que se esperase, entró en su cámara, y
carne? ¿Aquel celo apostólico con que, fuera de desnudándose del vestido interior que traía, que
los pecadores, que redujo á penitencia, convirtió era de paño, se le dio, mandándole que callase,
setenta y dos mil herejes á la fe católica, á costa Anduvo desnudo algunos días el santo, padecien-
de innumerables trabajos y peligros de muerte? do grande frío, hasta que Rolando lo conoció y
¿Aquella fe y fortaleza invencible, con que se le dio otro vestido. El celo del bien de sus ovejas
entraba en medio de sus enemigos, ansioso de y de conservarlas en la pureza de la fe y buenas
encontrar con el martirio, y derramar su sangre costumbres, se conoce en el cuidado que tenía
por la verdad que predicaba? ¿Aquella profundí- de visitarlas, enseñarlas por sí mismo y por otras
sima humildad con que rehusaba las honras y personas, dándoles maestros religiosos que doc-
dignidades, y aborrecía sus aplausos y alabanzas? trinasen la juventud, y fundando nueva universi-
Primero renunció la dignidad de senador, des- dad que fuese alcázar de buena doctrina. Pero no
pués no admitió la de obispo de Ginebra, hasta se limitaba su celo á su obispado ni á su vida:
que entendió ser ésta la voluntad de Dios; luego deseaba aprovechar á todo el mundo, y hacer
no aceptó los obispados ricos que le ofrecía Enri- fruto después de muerto; y por esto salía á pre-
que IV, ni el capelo de cardenal en que le nombra- dicar á diversas ciudades, en cuanto su principal
ba, huyendo con más ansias de las dignidades que obligación lo permitió, y escribió muchos libros
otros las buscan. A la humildad añadió la man- de provechosísima doctrina, y fundó una nueva
sedumbre. El P. Teófilo Rainaudo, que le trató religión que fuese una nueva escuela de perfec-
y comunicó, dice que fué varón de vida ino- ción y santidad. El alma que está prendada del
centísima, y que le convenía bien la alabanza que amor de Dios, dice el santo en su Práctica que
se da á Moisés; que era mansísimo sobre todos tiene un insaciable deseo de alabarle, y quisiera
los hombres que había en la tierra. Pues ¿qué tener alabanzas infinitas que dar á su amado por
diré de su pobreza y desprecio de las riquezas, reconocer en él infinitas perfecciones. Conóce-
con que ni quiso vestir seda, ni tener cosas precio- se bien cuan prendada estaba su alma del amor de
sas ó curiosas, ni coche ni aparato, gustando de Dios en las alabanzas que le daba continuamen-
andar á pie y aposentarse en casas de pobres, y te. En sus sermones, conversaciones, cartas y li-
traer vestidos viejos que él mismo remendaba por bros, no se caían de su boca ni de su pluma aque-
sus manos? En una ocasión estaba el santo en su llas ardentísimas y dulcísimas palabras: «Viva
cámara remendando su vestido, entró un caballe- Jesús.» Todos sus libros, y principalmente el de la
ro sin advertirlo el santo, y viéndole en tal ocu- Práctica, están rebosando amor de Dios. Este
pación, le dijo: «Monseñor, ¿qué es lo que hace amor es el que gobernaba los actos de las otras
V. S.?» Y respondió con grande sosiego: «Estoy virtudes, y no hay para qué detenernos en parti-
reparando lo que yo he destruido.» Admiróse el ca- cularizarlos, pues, como dijimos, mereció el nom-
ballero de tan grande ejemplo, y bastó esto para bre de seráfico, porque hacía todas las cosas en
que se afirmase en la fe en que titubeaba. No es- amor, por amor, y para el amor de Dios.
timaba en más el oro que el polvo que pisaban Escribió este santo doctor muchos libros y tra-
sus pies; así nunca le quiso admitir por sus s e r - tados en que se ven unidas las letras divinas y
mones, ni quiso más renta que la que le daba su humanas, para deleitar, enseñar y mover. Muchos
obispado, que era solamente de mil ducados. varones insignes se hacen lenguas para alabar
Su caridad con los pobres era entrañable; ale- los escritos de san Francisco de Sales; pero á t o -
grábase cuando se llegaban á él, y muchas veces dos faltan palabras para celebrarlos como mere-
los servía por su misma persona, como lo hacía cen. El sumo pontífice en las lecciones del Bre-
en Annesi al principio de su sacerdocio, siendo viario romano, dice que este santo doctor, con sus
pies de los cojos, ojos de los ciegos, y verdadera- escritos llenos de celestial sabiduría, ha ilustrado
mente padre de todos los pobres. Antes de ser la Iglesia y mostrado un camino llano y seguro
obispo socorría á los necesitados largamente con p a r a l a perfección. Cuando escribía la Práctica
limosnas del dinero que para eso le enviaba su pia- del amor de Dios, oyó un día detrás de sí un bra-
DÍA 29 ENERO 317
mido de toro: asustóse algo con la novedad, y pro- de muchos pueblos, profeta y patriarca de una
siguió escribiendo, y oyendo segunda vez el m i s - nueva religión, y aun podemos decir que goza la
mo bramido, se levantó de su asiento y salió á gloria de mártir, pues si le faltó la muerte á él,
examinar la causa, y no hallando animal alguno no faltó él á la muerte. Sigamos, pues, su doctri-
que pudiese causarle, conoció que eran sentimien- na, imitemos sus ejemplos, y le tendremos en la
tos del demonio, por el provecho que de aquel tierra por intercesor, para serle compañeros en el
libro se había de seguir á las almas. Confirmóse cielo, donde reina con Dios, cuya gloria procuró
más después, oyendo en su aposento, cuando se tanto ensalzar.
ponía á escribir, aullidos de lobos y ladridos de Escribió la vida de san Francisco de Sales en
perros; y se consoló, viendo que era su trabajo latín y en francés Carlos Augusto de Sales, su
agradable á Dios, pues era aborrecible al demonio. sobrino, obispo y príncipe de Ginebra; y habiendo
Pero con otras señales más claras mostró Dios dicho todo lo que hemos referido y otras cosas
cuan acepta le era esta obra, porque mientras e s - que no caben en la brevedad que profesamos,
cribía, le regalaba con continuas visitaciones, con- concluye diciendo: «Muchas otras cosas hizo
suelos espirituales, y algunas veces apenas tomaba Francisco, que no están escritas en este libro,
la pluma cuando se veía forzado á levantarla, que si se hubieran de escribir, entiendo no cupie-
porque era tal el raudal de las dulzuras divinas, ran en el mismo mundo.» Escribieron también su
que sin poder contener las lágrimas, regaba con vida en lengua francesa Fr. Luis de Ribera, de la
ellas el papel. Un día de la Anunciación de n u e s - orden de los mínimos; Fr. Juan de San Francisco,
tra Señora recibió un singularísimo favor. R e c o - general de los fulienses; Fr. Filiberto de Bonevi-
gióse por la siesta á rezar el rosario de la Virgen, lle, provincial de los capuchinos de Saboya; y el
como solía, y después se puso delante de un Cru- P. Nicolás Talón, de la Compañía de Jesús. El
cifijo á meditar un capítulo que empezaba á e s - limo. Cristóbal Giarda, bernabita, obispo de
cribir, pidiendo luz al Señor para acertar, cuando Castro, hizo un compendio de su vida en lengua
á poco rato bajó sobre él el Espíritu Santo visible- italiana; y otro en lengua española el licenciado
mente en un globo de fuego, que se dividió en D. Francisco Cubillas: y el P. Teófilo Rainau-
muchas llamas, cubriéndole por todas partes. Al do, de la Compañía de Jesús, hizo un elogio de
principio sintió un pequeño pavor; mas convir- este santo doctor. Otros muchos han dicho de él
tiéndose luego en una grande suavidad, quedó grandes alabanzas, y varones doctísimos han h e -
anegado su corazón en tanta dulzura de amor, cho escolios y comentarios sobre los libros de san
que no hay palabras humanas que la puedan e x - Francisco de Sales. (P. Ribadeneira.)
plicar. Su rostro exhalaba fuego, y todo él se
abrasaba en unas llamas divinas, como si pade- SAN YALERO.—Este santo fué otro de los discí-
ciera una ardiente calentura; y no era sino un pulos del apóstol san Pedro, que después de i n s -
grande crecimiento de amor. Entró á este tiempo truido envió á las Galias á predicar el Evangelio
su hermano Luis de Sales, señor de Tuille, que le de Jesucristo. Acompañado de Eucario y Matesuo
amaba mucho; y viéndole tan encendido, le pre- llegó á Tréveris, y después de la muerte de Euca-
guntó alterado y cuidadoso qué tenía, y si padecía rio fué consagrado obispo de aquella misma c i u -
algún accidente, porque lo indicaba su rostro. «No dad, gobernando por el espacio de veinticinco
siento dolor ninguno,» respondió el santo, hacién- años. Murió de avanzada edad en Tréveris á fines
dose fuerza para hablar. Quiso dar voces Luis á del siglo primero, después de haber trabajado
los criados, y el santo, temiendo ser descubierto, con celo apostólico en dilatar el imperio de Jesu-
se descubrió á su hermano, y le dijo: «Callad, her- cristo.
mano; no deis voces, que yo os diré lo que tengo;
pero ha de ser dándome palabra de callarlo, por-
LOS SANTOS SARBELIO, Y BARBEA, SU HERMANA—Vi-
que es secreto de Dios.» Y le contó lo que hemos
vían estos santos en Edesa de Siria, siendo Sar-
referido.
belio sacerdote de los ídolos. Reprendióle un día
En su doctrina, como en su vida, se ve aquella san Barsimeo, obispo de aquella ciudad, afeándole
alabanza propia del apóstol y doctor de las gentes su oficio y la monstruosidad de sus dioses, y
san Pablo, que le da la Iglesia a san Francisco de habiéndose hecho instruir en la religión verdade-
Sales, diciendo que se hizo todo á todos porque ra, fué bautizado por el mismo obispo, juntamente
en su doctrina hallan todos los estados enseñanza, con su hermana Barbea. Interrogado por el go-
y en su vida todos los hombres ejemplo, y aun bernador Lisias á causa de semejante mudanza,
parece que se hizo todo á todos los santos, porque y habiendo confesado ser cristiano, fué preso,
es virgen purísimo, confesor esclarecido, pontífice cruelmente azotado, empalado, metido en una
excelente, doctor que enseñó con obras y palabras hoguera, y por fin degollado con su santa herma-
para ser grande en el reino de los cielos, apóstol na, durante el imperio de Trajano.
313 LA LEYENDA DE ORO DÍA 29
SAN CONSTANZO Ó CONSTANCIO, OBISPO DE PERU6IA.— puede inferir la conducta en que pasó sus prime-
Recibió en esta ciudad la corona del martirio, ros años. Es constante tradición que abrazó el
juntamente con sus compañeros, en tiempo del estado religioso en el monasterio de San Pablo
emperador Marco Aurelio, por los años 176. Su del orden premostratense, sito en la diócesis de
raro mérito y eminentes virtudes le hicieron tan Burgos, en el cual fué la última religiosa; pues
amable á sus ovejas, que sólo por imitar su habiéndose suprimido por su suma pobreza, se
ejemplo y acompañarle en el cielo, muchos se incorporó al de San Miguel de Trebiño, cerca de
ofrecieron voluntariamente al tirano, y confesan- Villamayor en el mismo obispado. Encendióse Ra-
do á Jesucristo fueron inmolados á la ferocidad degundis en los más vivos deseos de visitar p e r -
de los idólatras. sonalmente los santos lugares que se veneran en
Roma regados con la sangre de tantos mártires,
SAN SABINIANO, MÁRTIR.-Fué decapitado en Troyes y emprendió por devoción aquella laboriosa pere-
de Francia, por confesar la fe de Jesucristo, duran- grinación á pesar de la debilidad de su naturaleza.
te el reinado del emperador Aureliano por los Satisfizo su devoción, y redoblándola con la visita
años 271. de aquellos sagrados monumentos, volvió á Espa-
ña enriquecida con muchas preciosas reliquias.
SAN AQUILINO.—Nació en Milán de padres cristia- Buscaba la ilustre virgen un retiro donde dedicar-
nos: fué educado en las máximas de la religión, se enteramente al servicio del Señor; y animada
y por sus altas virtudes fué ascendido á la dignidad de este espíritu se encerró en una humilde habita-
sacerdotal. Por aquel tiempo desolaba á la Iglesia ción que estaba á la parte exterior de la puerta de
el cisma de los arríanos, y Aquilino, que fué la iglesia de San Miguel, desde donde podía ver
siempre celoso defensor de las verdades católicas, por una ventanilla los santos sacrificios que se
combatió á los nuevos sectarios con todo el valor celebraban en el templo. Negada así Radegundis
y con el ascendiente que le inspiraban sus méritos á todo comercio humano, sólo pensó en agradar á
y virtudes. Pero los herejes, que lo habían perse- su divino Esposo, hallando en su estrecha habitar
guido constantemente como á su formidable a d - ción los más dulces atractivos: y reflexionando
versario, lograron al fin deshacerse de él, matán- que el lirio conserva su hermosura intacta entre
dole de una estocada, con lo cual consiguió la las espinas, creyó que ella debía conservar el
corona del martirio en Milán á mediados del siglo candor de su pureza, consagrada á Dios desde sus
cuarto. más tiernos años, entre los rigores de la mortifica-
ción. Con esta idea hizo á su inocente cuerpo víc-
LOS SANTOS PAPIAS, Y MAURO, MÁRTIRES—Estaban tima de las más asombrosas penitencias, renovan-
estos dos santos en Roma en tiempo del emperador do en su persona aquellas espantosas imágenes
Diocleciano, y eran soldados de una legión acan- que nos refiere la historia de los famosos solitarios
tonada entonces en la capital. Habiendo sido a c u - del Oriente y del Occidente. No es fácil explicar
sados de cristianos ante el gobernador Laodiceo, las excesivas austeridades que hizo en aquella
fueron por su orden apedreados en el rostro, hasta clausura: sus ayunos, sus vigilias, y su oración
que quedaron enteramente desfigurados. Después casi continua estremecieron al infierno, que lleno
fueron puestos en prisión y azotados en ella con de furor al ver las heroicas virtudes de la esforza-
manojos de varillas, y por último, los molieron con da joven heroína de la religión cristiana, no o m i -
pelotas de plomo, hasta que murieron en la vía tió valerse de las más violentas tentaciones para
Nomentana por los años 300 de Jesucristo. separarla de su buen propósito; pero sólo sirvieron
de dar materia para mayores triunfos á la amada
SAN SULPICIO SEYERO.—Fué varón eminente en l e - esposa de Jesucristo, que anegada en las más altas
tras y piedad; y aunque se ignoran las particula- contemplaciones de las grandezas divinas, y de
ridades de su vida, se sabe no obstante que c o n - las verdades eternas, puede decirse con verdad
tribuyó en gran manera á propagar la religión que su vida fué más angélica que humana: llegan-
cristiana en las Galias. Fué algunos años obispo do á ser, por lo mismo, el objeto de la admiración
de Bourges, y murió tranquilamente en esta ciudad y de los más altos elogios de cuantos pudieron
el día 29 de enero del año 591. tener noticia de la prodigiosa conducta de una
criatura tan singular, que sólo sostenida de la di-
SANTA RADEGUNDIS, YIRGEN—En este día se hace vina gracia, manifestó al mundo cuánto puede con
conmemoración en el Martirologio romano de santa ella la fragilidad de nuestra naturaleza. Así c o n -
Radegundis, una de las ilustres vírgenes que han tinuó algunos años mereciendo que el Señor la
florecido en España. No nos consta de su patria, regalase con exquisitos favores, los que son más
padres, ni primera educación; pero por la grande fáciles de concebirse que explicarse en una alma
fama de santidad que ya tenía en su juventud, se abrasada en las llamas del amor divino. Conoció,
DÍA 30 ENERO 319
en fin, por la debilidad de sus fuerzas, nacida del queriendo vencer su corazón: «¡Oh doncella de
rigor de sus mortificaciones, que se acercaba el claro linaje! Mi intención es de tomarte por
tiempo de pagar el tributo impuesto á los mortales; mujer, y de hacerte reina y señora de mi palacio;
y redoblando su fervor, hizo esfuerzos extraordi- mas sacrifica primero á Apolo.» Santa Martina,
narios para purificar su inocencia, y abrasada oyendo esto, respondióle y dijo: «Yo me ofrecí en
como preciosa víctima en divinos incendios, m u - sacrificio á Dios vivo, el cual se deleita en la
rió tranquilamente en el día 29 de enero del año castidad corporal y en la limpieza de la voluntad,
1152, á los treinta y tres de la fundación del orden y á él ofrezco yo cada día sacrificio de loor, y á é l
premostratense, reinando en Castilla Alfonso VI, me encomiendo con toda devoción.» El empera-
y rigiendo la cátedra apostólica Eugenio III. dor mandó llamar á los sacerdotes de Apolo, y
Dióse sepultura al venerable cuerpo de la santa aparejar para sacrificarle, é hizo llevar allá á
virgen en la iglesia de San Miguel de Trebiño; santa Martina para hacerle adorar; y santa Mar-
mas dignándose el Señor acreditar la gloria de su tina armóse con la señal de la cruz y alzó los ojos
fidelísima sierva con repetidos milagros, se tras- al cielo, abrió las manos y rogó á nuestro Señor
ladó del primer depósito á lugar más decente en el Jesucristo que quebrantase aquel ídolo. Tembló
mismo templo para exponerla á la veneración pú- luego la tierra y movióse toda la ciudad, y cayó
hlica: habiéndose encontrado el cadáver íntegro é Apolo con la estatua: quebróse y desmenuzóse
incorrupto después de tantos siglos, despidiendo del todo; y cayó la cuarta parte del templo y mató
de sí una fragancia exquisita. Todas estas prodi- gran multitud de gentiles y á los sacerdotes de
giosas señales confirmaron más el alto concepto Apolo que estaban sacrificando; y viendo esto la
de santidad que todos tenían de la ilustre virgen: bienaventurada santa Martina, dijo al emperador:
cuyas reliquias, con varios muebles que sirvieron «Ve, y ayuda á Apolo tu dios que está deshecho y
para su uso, habiéndose puesto en una preciosa desmenuzado, y repara su templo que está derri-
arca, se colocaron en el altar antiguo de San Mi- bado. ¿Por qué no se levanta á ayudar á sus sa-
guel, donde se tienen en grande veneración, y cerdotes que están encerrados debajo de la m a -
concurren á visitarlas en este día los pueblos de dera y de las piedras del templo que cayeron
la comarca con aparatos festivos. También se sobre ellos?» Y salió luego el demonio que estaba
acostumbra, concluidas las preces de la solemne en el ídolo de Apolo, y luego comenzóse á revol-
procesión del día, cantar la antífona y oración c o -ver en el polvo de la imagen, y á decir á grandes
rrespondiente con la expresión del nombre de la voces delante del pueblo todo: «Martina, virgen
santa, en cuyo sepulcro se halla grabado un epi- sierva del gran Dios, ¿por qué me echas de mi
tafio expresivo de su estado religioso, y del candor casa, en la cual ha veintiocho años que moro, y
de su pureza. muestras mi fealdad á todo el pueblo? Muchos
mártires santos han pasado, que no descubrieron
SAN GILDAS EL SABIO Ó BADONICO, ABAD Y CONFESOR.—
mi fealdad: mi poder era grande en maldad, por-
Floreció en el siglo VI. Le menciona Beda. que tenia debajo de mi jurisdicción cuatrocientos
sesenta espíritus malos que me obedecían cada
SAN GILDAS EL ALBANO Ó ESCOCÉS, MONJE Y CONFE-
día, y me ofrecían muchas almas; mas ahora
SOR.—Murió en la abadía de Glastembury á prin- haslos hecho huir y partirse de mí é irse al fuego
cipios del siglo VI. perdurable del infierno.» Y después que el de-
monio hubo dicho esto, fuese por el aire, dando
Día 30 voces, aullando é hinchiendo de tinieblas los
lugares por donde pasaba, y espantando á todos
los que miraban; y el emperador, no enten-
SANTA MARTINA, VIRGEN.—En tiempo del empera-
diendo ser esto obra divina, mandó herir á la
dor Alejandro fué santa Martina martirizada: fué
virgen á palmadas y rasgarle los párpados de los
natural de Roma y de noble linaje, y desde su
ojos con unos garfios de hierro, y los carniceros
niñez fué informada en los secretos de las Escri-
crueles hicieron luego lo que les mandó el empe-
turas sacras, y arreada de todas las costumbres
rador, y comenzaron á dar voces y á decir: «¡Ay
loables: tenía muchas heredades y riquezas, diólas
de nosotros! ¡Ay de nosotros! Que más somos ator-
todas á los pobres con mucha largueza. El empe-
mentados nosotros que esta doncella, porque cua-
rador Alejandro mandó á algunos de sus caba-
tro varones muy claros están delante de ella, que
lleros que fuesen á buscar á los cristianos que
nos dan todas las penas que nosotros damos á
hallasen por la ciudad, y los hiciesen ir á sacri-
ella.» La santa virgen alzó los ojos al cielo y ben-
ficar; y ellos, andándolos buscando, hallaron á
dijo al Señor, y rogó por aquellos ocho hombres
esta santa virgen que estaba llorando, y lleváron-
que la atormentaban, suplicándole que le pluguie-
la delante del emperador; y viéndola el empera-
se de convertirlos á la fe verdadera, y descendió
dor, fué enlazado por su hermosura, y dijole
320 LA LEYENDA DE ORO DÍA 30
luego una gran claridad y vino una voz del cielo por nombre Limineo, y díjole que la mandase
que dijo: «Yo los perdono por la oración de mi tornar á la cárcel, y la mandase toda emprin-
sierva Martina; y tú, hija, ten confianza, porque gar con grosura hirviendo, y sería ensuciada
yo estoy pronto para socorrerte, y no te dejaré y oscurecida toda la claridad que en ella pare-
ser sobrepujada del demonio que te desea vencer.» cía. El emperador mandólo hacer así, y tornán-
Y aquellos ocho hombres que la atormentaban, dola á la cárcel, entró en ella santa Martina con
viendo aquella claridad y oyendo aquella voz alegría, haciendo muchas gracias al Señor, y v i -
celestial, derribáronse en tierra delante de ella, y nieron luego muchos ángeles y loaban con ella al
rogáronle que les alcanzase perdón del Señor Señor con voces muy deleitables. Al otro día de
porque se atrevieron á atormentarla por manda- mañana fué Limineo á la cárcel por mandado del
miento del emperador. Fuéronse luego para el emperador, para hacerla traer y atormentarla, y
emperador y dijéronle con gran fortaleza de cora- al llegar á la cárcel fué lleno de olor de muy gran
zón: «Emperador, sabe que no adoraremos más á suavidad. Viendo esto los que iban con él, dijeron
tus Ídolos, á los cuales habernos hasta ahora s e r - que aquel olor eran perfumes que habían puesto
vido; porque por la oración de esta santa virgen allí los enamorados de santa Martina; y otros d e -
habernos conocido el poder de Jesucristo.» Y cían que venían de los dioses á ella. Abriendo
oyendo esto el emperador Alejandro, se airó m u - Limineo la puerta de la cárcel, vio grande r e s -
cho y díjoles: «¡Oh locos! Engañados sois por los plandor y cayó en tierra con gran temor, y luego
encantamientos del Crucificado, en los cuales sois que se levantó y entró en la cárcel, v i o estar á
ya enseñados.» Y ellos, oyendo esto, dijéronle: santa Martina asentada en una silla, y que esta-
«Verdaderamente eres ciego y mora en ti el de- ban al rededor de ella muchos varones esclare-
monio del infierno, pues que no conoces al que cidos, vestidos todos de blanco, y que tenía una
te hizo y te dio este poder.» Y el emperador, oyen- tabla de oro en la mano, en que estaba escrito:
do esto, mandólos poner en el teatro, y rasgar sus «Muy grandes son tus obras, Señor; y todas las
carnes con peines de hierro, y los santos varones cosas hiciste con sabiduría.» Limineo, teniendo
callaban y alzaban los ojos al cielo, y oraban con grade temor, tornóse para el emperador, y con-
cara muy clara; y viendo esto el emperador A l e - tóle lo que había visto, y decían al emperador,
jandro, se llenó de mayor ira y saña, y mandó- los que lo oían, que era engañado Limineo de los
los descabezar, y ellos armáronse de la señal de encantamientos de santa Martina. Después que
la cruz, encomendáronse al Señor, alzaron las desaparecieron aquellos varones que estaban
cervices y recibieron la muerte con alegría á 17 vestidos de blanco, fué sacada santa Martina de
dias del mes de noviembre; y otro día, asentándo- la cárcel y llevada delante del emperador Ale-
se el emperador en su trono, mandó que le trajesen jandro, que mandó á sus caballeros que la lleva-
delante á santa Martina, y dijo: «Tráiganme aque- sen luego á sacrificar á un ídolo de una diosa,
lla encantadora; veamos otra vez sus encantamien- que se llamaba Archemida; y entrando santa
tos.» Fué traída santa Martina, y como no quisiese Martina en el templo, comenzó á dar muy g r a n -
sacrificar á los dioses, mandóla el emperador d e s - des voces el demonio que moraba en el ídolo, y
nudar, azotar y sajar su cuerpo con cuchillos decía: «¡Ay de mí, que el fuego corre en pos de
pequeños, y resplandeció la cara de santa Martina mí por todas cuatro partes del templo!» Y como la
así como nieve muy clara, y fué cubierto su cuer- santa virgen le mandase que se fuese, comenzó á
po de gran resplandor, y no la pudieron los genti- tronar y á relampaguear, cayó fuego del cielo,
les ver por la gran claridad. Salía leche de las quemó á los sacerdotes del templo, y tornó en c e -
llagas de su cuerpo en lugar de sangre, y un olor niza el ídolo de Archemida. Viendo esto el empe-
como si fueran quemados olores y perfumes muy rador, mandó extender en tierra á santa Martina,
suaves. Como santa Martina hiciese oración al despedazarla con espadas y rasgarle los pechos
Señor, despreciase las amenazas del emperador, con uñas de hierro, y ella sufríalo todo con mucho
y reprendióse su locura con gran fortaleza de c o - y grande esfuerzo, loando al rey del cielo. Man-
razón, mandóla el emperador estirar, atar á cuatro dóla el emperador echar á las bestias bravas por-
estacas, y azotar con varas; y como la azotasen, que la despedazasen y matasen; soltáronle un
cansábanse los que la azotaban, y rogaban al em- león muy grande que había tres días que no le
perador y le decían: «Mándanos dejar de ator- habían dado de comer, porque la despedazase y
mentar con tan duras penas.» El emperador comiese, y no le aprovechasen sus encantamien-
mandábala todavía azotar, hasta que cayeron en tos; y viéndola el león, comenzó á bramar, ha-
tierra así como muertos los que la azotaban y biendo de ella compasión, y fuese á ella con cara
le daban aquellos tormentos. El emperador, v i e n - blanda: comenzóla á halagar, derribóse á sus
do esto, estaba en muy gran confusión: llegó á pies, y comenzóselos á besar y lamer. Santa Mar-
él un hombre poderoso, su pariente, que tenía tina, viendo esto, dijo: «Muy maravillosas son,
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Señor, tus obras; porque veo á los ángeles estar nuestro Señor Jesucristo dos mil trescientos gen-
al rededor de ti, loar tu voluntad y refrenar la tiles. Santa Martina fué martirizada el cuarto día
crueldad de los bravos animales.» Viendo esto el de enero; y la Iglesia hace fiesta hoy 30, á honra
emperador, mandó tornar el león á la jaula. El y gloria del Señor, el cual con el Padre y con el
león arremetióse, y arrebató á Limineo pariente Espíritu Santo, vive y reina por todos los siglos.
del emperador, matólo, despedazólo y comiólo. El Amén. (P. Ribadeneira.)
emperador viendo esto tuvo muy gran tristeza, y
lleno de ira mandó quemar á santa Martina. Los LOS SANTOS VINCENCIO, 0R0NCI0, Y YÍCTOR, MÁRTIRES.
servidores de la maldad encendieron gran fuego —San Vincencio y san Oroncio fueron naturales
y pusieron á santa Martina en medio; mas d e s - de Italia; y convertidos á la fe de Jesucristo, con
cendió luego gran lluvia del cielo, vino gran grande peregrinación vinieron á Gerona, ciudad
viento, derramó la llama, y quemó á los que e s - principal en la España tarraconense. Imperaban
taban al rededor. El emperador mandó raer la los dos mayores perseguidores que ha tenido el
cabeza de santa Martina, creyendo que tenía los nombre de Cristo, y que más almas enviaron al
encantamientos en la cabeza; y santa Martina cielo con la corona del martirio: bastaban estas
viendo esto, dijo al emperador: «Dicen que los señas sin decir Diocleciano y Maximiano. Estos,
cabellos son gloria de la mujer; y tú me haces pues, enviaron de Roma á España un adelantado
quitar la gloria que dio Dios á su criatura: por llamado Daciano, muy semejante á ellos en las
tanto te privará Dios del imperio, y morirás con crueldades y tiranías. Llegó el impío Daciano á
mucho dolor y tormento.» Oyendo esto el e m p e - Empurias, y estrenó el furor de su ira en el glo-
rador, mandóla encerrar en un templo de un rioso san Félix: luego que lo prendió lo enco-
ídolo que tenia por nombre Zeo, cerrarle la puer- mendó á un teniente suyo llamado Rufino, el cual
ta de afuera, y sellarla con su sello. Venían cada lo martirizó con cruelísimos tormentos. Nuestros
día el emperadpr y los sacerdotes á la puerta del gloriosísimos mártires Vincencio y Oroncio, se
templo, y no osaban entrar dentro, porque oían hallaban á este tiempo en Gerona, hospedados en
muchas voces de ángeles que descendieron á ella casa del bienaventurado san Víctor. Viendo, pues,
del cielo. El emperador, oyendo esto, decía á los los esforzados caballeros de Cristo la ocasión que
que iban con él: «El gran dios Zeo juntó á todos tenían de recibir la palma y corona del martirio,
los dioses para enseñar á Martina su doctrina.» ellos mismos, sin que los buscasen, se presenta-
Al tercero día mandó el emperador sacrificar mu- ron al tirano Rufino, el cual, al paso que más pro-
chos toros y abrir las puertas del templo, para curaba disuadirlos, más constantes los hallaba en
ofrecer al ídolo de Zeo. Abriendo el templo, vie- la fe: por lo cual, furioso les mandó quitar las ino-
ron estar á santa Martina con gran claridad, y al centes vidas, y así gozosos y alegres confesando
rededor de ella unos varones de hermosura ce- con indecible fervor á Jesucristo, fueron degolla-
lestial; y al ídolo Zeo estar en tierra quebrantado dos, volando sus benditas almas triunfantes al cie-
y despedazado. Maravillándose el emperador de lo á recibir su merecida corona. Envidioso á lo
esto, dijo á santa Martina: «¿En dónde está mi divino de la felicidad de sus huéspedes quedó el
dios Zeo?» Respondióle santa Martina y dijo: «Mi glorioso san Víctor; enterró (no sin lágrimas, que
Señor Jesucristo lo quebrantó y desmenuzó, así también las derrama el placer) los sagrados cuer-
como desmenuzó á Archemida y á Apolo.» Oyen- pos, por darles también hospedaje en la muerte.
do esto el emperador, mandóla sacar fuera de la Llegó Rufino á entender la suma piedad de V í c -
ciudad á descabezar; y se oyó una voz del cielo tor; y sin reparar que para vencerle estaba de
que dijo: «Virgen Martina, porque has peleado más la constancia, pues llevaba el triunfo escrito
como varón por mi amor, entra en mi reino con en el nombre, lo mandó prender, y como al impío
mis escogidos, para que te alegres con ellos para lo que más le enfurece son las piedades, desapia-
siempre en mi paraíso.» Oyendo los carniceros lo dado le mandó cortar los brazos por los codos,
que descendía del cielo, cayeron en tierra así para vengarse así de las manos, que, según su
como muertos. Vino luego el papa con toda la maldito juicio, habían hecho tan gran maldad,
clerecía: tomaron el cuerpo de santa Martina y como dar á la tierra dos árboles soberanos, que
lleváronle luego á enterrar con mucha alegría: y tanto fructifican en el cielo, y después le mandó
ese mismo día fué herido el emperador de gran cortar la cabeza. Ejecutóse por sus verdugos la
dolor de corazón, y comenzó á despedazar sus cruel sentencia, quedando Víctor victorioso en
carnes con gran dolor, y á decir en altavoz: «Ten todo, en el triunfo y en el nombre, y volando su
misericordia de mí, Dios de los cristianos, pues alma santa á recibir de mano de Jesucristo la
soy muy atormentado porque perseguí tu nombre paga del hospedaje, que con tanto amor y caridad
santísimo; así como yo hice, haces tú de mí.» Y había hecho á sus ya triunfantes y gloriosos com-
tembló la tierra, y creyeron en aquel día en pañeros Vincencio y Oroncio. El padre de Víctor,
TOMO i
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322 LA. LEYENDA DE ORO DÍA 30
que también era cristiano, huyó temiendo el rigor propósito de dedicar su castidad viudal á Dios y
del tirano; pero su mujer Aquilina, con mayor se quisiera casar, que buscaría marido, y no he-
ánimo y constancia cristiana, fué en su segui- rencia. Y como Cereal replicase que los viejos
miento, y pudo con él tanto, que lo hizo volver; y pueden vivir largo tiempo y los mozos morir pres-
así los dos benditos y dichosos casados dieron fe- to, respondió Marcela agudamente, que el mozo
lizmente la vida y gargantas al cuchillo del tira- puede morir presto, mas el viejo no puede vivir
no, y las almas al cielo en compañía de su hijo mucho; y con esta respuesta dio de mano á aquel
Víctor. Un obispo llamado Poncio, por revelación casamiento, y cerró la puerta á los demás. Vivió
divina que tuvo, quiso llevar los sagrados c u e r - con tan extremada honestidad y tan rara modes-
pos de los benditos mártires Vincencio y Oroncio tia y singular recato, que en la ciudad de Roma,
á Italia, su tierra; púsolos en un carro, y cami- que era patria común de todo el mundo, y donde
nando con ellos llegó á un lugar en las montañas había tantos de vida licenciosa y de lengua mal-
de los Alpes, llamado Ebreduno; y allí pararon diciente, y que tenían por honra suya infamar á
los bueyes que tiraban el carro, sin poder mover- los otros, no hubo persona que se atreviese á abrir
se ni moverlos más. Entendida por este prodigio la boca para decir mal de Marcela, siendo moza,
la voluntad de Dios, que era de que los santos viuda y de las calidades que habernos dicho, o para
cuerpos no llegasen á Italia, los sepultaron en creerlo, si lo hubiese oído. Ella fué dechado de
aquel lugar con veneración que hasta hoy per- viudas cristianas, y la que con la pureza de su
manece. alma y con s u s costumbres y hábito enseñó á las
Tratando de estos gloriosos y santos mártires otras viudas cómo habían de vivir, y la primera
los Martirologios romano, de Beda y Usuardo, se que les abrió camino con su ejemplo para el r e -
diferencian de Adón, arzobispo de Tréveris, en cogimiento, y confundió á los gentiles. Su vestido
que aquéllos ponen su fiesta á 22 de enero, y éste era honesto, y sólo para cubrir el cuerpo y de-
á 30; la diferencia está en que aquéllos siguen el fenderle de las injurias del calor ^ del frío. Dejó
día en que fueron colocados en Ebreduno; y Adón todas las cosas preciosas de oro, gastándolas en
el día en que padecieron martirio, el cual dice sustentar á los pobres. Jamás quiso ver á ningún
fué en España, sin señalar el lugar; mas la corte hombre, aunque fuese clérigo ó monje, sin testi-
del vicariato de Gerona tiene un auto, por donde go. En su compañía tenía siempre doncellas y
consta que el ilustre cabildo de aquella catedral viudas, mujeres graves, porque sabía que las cul-
mandó rezar de los dichos gloriosos mártires, por pas de las criadas se suelen echar á sus señoras.
haber padecido su martirio en aquella ciudad; el Tenía una sed insaciable de leer, meditar y estu-
cual auto se halla en el libro manual del año 1522 diar la sagrada Escritura, y mucho más de obrar
de dicha corte. lo que el Espíritu Santo nos ha revelado en ella,
pareciéndole que el que guarda exactamente lo
SANTA MARCELA, VIUDA.—La vida de santa Marce- que Dios manda en las sagradas Letras, ése mere-
la, viuda, sacada de lo que de ella escribe el gran ce que Dios le descubra la inteligencia y verdade-
doctor de la Iglesia san Jerónimo, que fué su pa- ro sentido de ellas. Por esta causa, habiendo
dre y maestro espiritual, en una epístola á Princi- ido san Jerónimo á Roma con los santos obispos
pia, virgen, es de esta manera: Fué santa Marcela Epifanio y Paulino, huyendo de ver y tratar á
romana, nobilísima y descendiente de procónsu- las señoras principales de aquella corte, fué
les y prefectos del pretorio y otros señores clarí- tanta la instancia que Marcela le hizo, y tanta
simos; y ella fué más noble por haber hollado la su importunidad y los medios que tomó para
nobleza y servido á Cristo en verdadera humildad que el santo la enseñase y la alumbrase, y decla-
y pobreza evangélica. Perdió á su padre y tam- rase los lugares dificultosos de la divina Escritu-
bién á su marido, con quien vivió sólo siete m e - ra, que no se lo pudo negar; y fué esto de m a n e -
ses, quedando moza, hermosa, rica y honestísi- ra, que siempre que le hablaba le proponía nuevas
ma. Deseó Cereal, que era cónsul, y caballero ri- cuestiones y nuevas dificultades para que se las
quísimo y de gran autoridad, casarse con ella, é soltase y allanase, y para entenderlas mejor, le
hizo muchas diligencias para que condescendiese hacía muchas réplicas; y fué tan bien enseñada
con su voluntad y le tomase por marido, dicién- del santo, que cuando san Jerónimo partió de
dole que no la quería tanto por mujer como por Roma para Jerusalén, Marcela quedó como s u s -
hija, porque Cereal era viejo, y por heredera de tituía suya, y repetidora de lo que había apren-
todos sus bienes: Albina, madre de Marcela, v e - dido de aquel doctor máximo de la Iglesia; y
nía bien en ello, y rogaba á su hija que aceptase cuando se ofrecía alguna duda sobre algún lugar
aquella oferta, por tener tan buen amparo y arrimo oscuro de la Escritura, acudían á Marcela para que
en el cónsul; pero nunca pudo persuadírselo á le explicase, y ella lo hacia con tan grande modes-
su hija, antes respondió, que si ella no tuviera tia, que nunca se atribuía á sí lo que decía, sino
DÍA 30 ENERO 323
á san Jerónimo ó á otros autores, como quien libro; Marcela se opuso á la mentira, y procuró
tan bien sabía, que conforme á la doctrina de san que se entendiese la verdad, y que no se conta-
Pablo, el oficio de la mujer no es enseñar, sino minase la pureza de nuestra santa religión con
aprender. Los ayunos de Marcela, dice el mismo nuevas y peregrinas opiniones. Escribió á san
san Jerónimo, que eran moderados; no comía Jerónimo que estaba en Jerusalén, para que de-
carne; bebía un poco de vino por la flaqueza de clarase que no tenía parte en aquel libro, y reco-
su estómago y otras enfermedades, pero tan agua- giese y confutase las falsedades que había en él: y
do que no tenía sabor de vino. Salía muy pocas el santo lo hizo: y con esta luz y con la inteligen-
veces fuera de su casa, y excusaba las visitas de cia é industria de Marcela, san Anastasio, papa,
las señoras principales, por no ver en ellas lo que que había sucedido á Siricio, condenó aquellos
había menospreciado en sí. Visitaba las iglesias libros de Orígenes, y los errores que había en
de los santos apóstoles y mártires; pero con gran ellos, y los autores que los habían sembrado en
secreto, y á horas que no hubiese concurso y bu- Roma.
llicio de gente: y por el amor de la soledad y quie- Pues ¿qué diré de la paciencia, seguridad y
tud se salió de Roma, y se fué á vivir á una casa constancia que esta santa mujer tuvo en aquel
suya de campo. Era tan obediente á s u madre, que naufragio tan espantoso de la ruina y destrucción
por darle gusto hacía cosas contra su voluntad; de Roma, cuando por los pecados de los morado-
porque como la madre fuese muy amiga de sus res de ella Dios nuestro Señor la entregó en m a -
deudos y de su sangre, y por no tener hijos ni nos de sus enemigos, ó hizo cautiva y esclava
nietos, quisiese dar su hacienda á sus sobrinos, aquella ciudad que era señora del mundo? Tomó
hijos de su hermana, y santa Marcela se inclinase Alarico, rey de los godos, por fuerza á Roma;
más á repartirla á los pobres, dejó sus joyas y saqueóla y pasóla á sangre y fuego. Entró en casa
ajuar de casa, para que su madre lo diese á los de Marcela el soldado vencedor y bravo, para r o -
sobrinos ricos, queriendo antes perder la hacienda barla; y recibióle la santa con mucha paz y s e g u -
que contrastar á su madre. No había en aquel ridad. Preguntáronle dónde tenía escondidas las
tiempo señora ninguna romana que supiese qué riquezas; y mostrando ella su pobre hábito, d e -
cosa era hábito ni profesión de monja; antes se claró que no las tenía, porque voluntariamente
tenía por cosa despreciable é indigna entre la había escogido ser pobre por Cristo; pero los bár-
gente principal la vida y nombre de monjas; pero baros y feroces soldados, no creyendo lo que la
Marcela, habiendo entendido de san Atanasio la santa les decía, ciegos con la codicia, la azotaron
vida de san Antonio, y el instituto de las vírgenes y la apalearon, sin sentir ella sus tormentos; y
y viudas que militaban en Tebaida debajo de la postrada á sus pies, con muchas lágrimas les ro-
disciplina de san Pacomio, abad, la abrazó con tan gaba que no apartasen de si á una santa doncella
grande afecto y voluntad, que se vistió de monja compañera suya, que se llamaba Principia, áquien
y no tuvo vergüenza de profesar lo que agradaba escribe la vida de Marcela san Jerónimo, como
á Jesucristo, y ella fué la primera que esto hizo testigo de vista, para que no padeciese la moza lo
en Roma, y después la siguieron otras muchas que ella, siendo vieja, no temía. El Señor ablandó
señoras, y se instituyeron muchos monasterios de los corazones duros de aquellos soldados, y entre
vírgenes purísimas y de monjes santísimos, de tal las espadas sangrientas halló lugar la piedad. Lle-
manera, que lo que antes se tenía por afrenta, varon á Marcela y á Principia los bárbaros á la
después se tuvo por honra y gloria. De esto se iglesia de San Pablo, ó para darles la vida ó la
debe la alabanza á santa Marcela, como guía y sepultura; y santa Marcela con extremada alegría
maestra de las damas, que alzó la bandera de la dio gracias á nuestro Señor, por haberle guardado
religión entre las señoras romanas, y con su aquella doncella, y porque aquel cautiverio no la
ejemplo las incitó para que la siguiesen. Y no me- había hecho pobre, sino halládola pobre: porque
nos es de alabar lo que hizo para defender la fe lo era tanto, que tenía necesidad de pan para co-
católica y resistir á los que en Roma en su tiempo mer; y porque estaba tan llena y harta de Cristo,
la pretendieron inficionar; porque habiendo v e - que no sentía la hambre, y podía decir con la pa-
nido de Jerusalén á Roma Rufino, con Melania la labra y con la obra: «Desnuda salí del vientre de
vieja, y publicado los libros de Orígenes, que lla- mi madre, y desnuda volveré á ella: como Dios ha
man Periarchon en griego, y en latín De princi- querido, así se ha hecho: sea su nombre bendito.»
püs, los cuales estaban llenos de errores y de falsa Pasados algunos pocos días, estando sana, entera
doctrina, á la cual muchos se comenzaron á afi- y con fuerzas santa Marcela, durmió en el Señor,
cionar y tenerla por verdadera, clérigos, religiosos dejando á Principia, ó en Principia á los pobres
y gente de letras, y principal, creyendo que aque- por herederos de su pobreza, cerrando los ojos
lla doctrina era aprobada y tenida por buena de del cuerpo y abriendo los del alma, y dando su
san Jerónimo, porque así lo decía el proemio del espíritu al Señor, y riendo entre las lágrimas de
324 LA LEYENDA DE ORO DÍA 30
su Principia por el testimonio de su buena vida, cios de la casa, y en los más gravosos parecía
que le daba la propia conciencia, y con la esperan- tener sus delicias. Ordenado de sacerdote, y c e l e -
za de la eterna, que ya comenzaba á ver por la brada en Verduno, su patria, la primera misa,
misericordia del Señor. Murió santa Marcela el retornó á s u querida congregación, proponiéndose
año del Señor de 410, en que Alarico, rey de los desde luego copiar en sí el modelo de su santo
godos, tomó á Roma. El Martirologio romano s e - padre Felipe.
ñala su día á los 30 de enero. Escribió san Jeró- Aumentada la congregación con hombres i l u s -
nimo, como dijimos, su vida, y en muchas de sus tres por su virtud y por sus letras, juzgaron los
epístolas hace mención de ella, y la alaba sobre- padres que, para dar á Sebastián alguna mayor im-
manera; y el cardenal Baronio en sus Anotaciones portancia, debía recibir el grado de doctor en teolo-
sobre el Martirologio romano y en el cuarto y gía en el célebre colegio de Turín. Aunque se
quinto tomo de sus Anales. resentía su humildad, en obsequio de la obedien-
(P. Ribadeneira.) cia, rindió su juicio al de los superiores, y se
graduó de doctor, asistiéndole en la función los
EL BEATO SEBASTIÁN YALFRÉ, PRESBÍTERO.—El beato mismos padres que se lo aconsejaron. Luego des-
Sebastián Valfré, presbítero de la Congregación pués, conociendo su mérito y el imponderable
del oratorio de San Felipe Neri, nació en Verduno, bien que haría con el ejercicio de su celo y de su
lugar de la diócesis de Alba Pompeya, en el Pia- caridad, no solamente se le confirió la dirección
monte, á 9 de marzo de 1629, siendo sus honrados de aquella junta de seglares nobles, artistas y
padres Juan Bautista Valfré y Argentina Mansona, negociantes que se reúnen para dedicarse á cier-
los cuales le criaron con especial cuidado en los tos ejercicios de piedad, conocida con el nombre
ejercicios de la virtud. Prevenido de Dios, bien de Oratorio parvo, sí que también los primeros
se puede decir que nunca conoció ni las travesu- oficios de la misma, que desempeñó acertadamente
ras de la primera edad ni las diversiones de la por espacio de cincuenta y nueve años, y siempre
juventud. Sus inclinaciones eran todas cristianas; contra su voluntad, y únicamente por pura y ab-
un amor á Dios superior á sus pocos años, una soluta obediencia.
devoción tierna y filial á la Virgen santísima, un La sola fama de su nombre y virtudes llevaba á
sumo horror al pecado, una propensión natural á sus pies de todas partes personas de todo sexo,
la vida interior, una compasión nacida con él h a - condición y estado; de modo que continuamente
cia los pobres y una humildad profunda eran como se le veía en la iglesia rodeado de penitentes. Ni
preludio de la eminente santidad que había de se contentaba con portarse así en la iglesia de la
desarrollarse después. Congregación, sino que acudía donde quiera que
Hacíase entender, entretanto, la voz de Dios en se le llamase. No había para él diferencia: lleno
nuestro santo, llamándole al estado clerical. Sus de amor paternal abrazaba á todos, sacando á
padres le enviaron á estudiar bellas artes en Alba, unos con toda paciencia de su ignorancia, y á
y después en Bra; y habiendo superado grandes otros aclarando sus dudas con la abundancia de
dificultades y embarazos, recibió la primera ton- su saber; y sobre todo animando á los vergonzo-
sura y las dos órdenes menores de mano de su sos á manifestar las canceradas llagas de enveje-
diocesano el ilustrisimo Pablo Brizio, á los cator- cidos crímenes no descubiertas aún á ningún
ce años de su edad. Pasó después á Turín para confesor. ¡Oh, cómo tranquilizaba sus conciencias
estudiar filosofía y la sagrada teología; y fué tan y rendía con admirable gracia á los escrupu-
ímproba su aplicación, que pasmó á los maestros losos, cuya curación suele ser tan dificultosa! A
la perspicacia de su ingenio y la tenacidad de su todos los arrancaba del atolladero en que estaban
memoria, aventajando muy mucho á sus más metidos, y los llevaba poco á poco á un alto grado
eruditos compañeros. Sostuvo un público acto de perfección. Y ciertamente que no podía menos,
sobre toda la filosofía; y suspirando después ser habiéndole dado el Señor el don de conocer el
promovido al subdiaconado, obtuvo dimisorias de secreto de los corazones, y ver aquello de que los
su diocesano para recibirle del ilustrisimo arzo- penitentes se olvidaban ó callaban maliciosamen-
bispo de Turín D. Julio César Bergera. Hacía te. De la misma manera pronosticaba las cosas
muy pocos años que se había fundado en dicha futuras y contingentes.
ciudad la casa de padres de la Congregación del Su método en el predicar fué siempre conforme
oratorio del patriarca san Felipe Neri; en ésta al que enseñó y predicó el patriarca san Felipe,
entró Sebastián el día propio del santo fundador, siendo sus discursos llanos y sencillos apoyados
2B de mayo de 1651, siendo subdiácono y de edad en la Escritura y santos padres. Estos los procu-
veintidós años. El ferviente novicio, á imitación raba acomodar á la necesidad y capacidad del
de los primeros compañeros del santo padre, tenía auditorio; y por más que concurrían á oirle perso-
por gloria practicar los más bajos y humildes ofi- nas literatas y sacerdotes doctos, nunca se apartó
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de este sistema que gustaba á todos. El Señor le decentemente adornados, no pudiendo sufrir que
bendecía este su método apostólico con hacerle nadie apoyase sobre ellos los codos, mucho menos
fácilmente dueño del corazón de todos, y que fue- que pusiese el sombrero. De lo dicho podrá bien
sen recibidas sus palabras como oráculos del cie- comprenderse cuál sería la atención y fervor con
lo; siendo en verdad el espíritu del Señor el que que celebraba el santo sacrificio. No era sobra-
hablaba por él. ¡Cuántas veces se vio en la pre- damente prolijo en esta ceremonia sacrosanta, y
cisión de hacer dos ó tres sermones en un dia en ocultaba cuanto podía los ardores de su espíritu
las parroquias, monasterios é iglesias de regula- fervoroso y las internas visitas con que el Señor
res, conservatorios, cárceles y hospitales, sin con- le recreaba; mas su recogimiento interior de tal
tar con los que de costumbre había de predicar á modo se translucía en lo externo, que excitaba á
los pajes del rey, á las damas de honor y á las devoción á los circunstantes. En la semana santa,
princesas reales! Con todo eso parecíale no haber en aquellos días en que se lee la dolorosa pasión
aún hecho bastante para proveer á la necesidad de Jesucristo, se le notaba un poco larga la misa,
de las almas. Todos los ángulos, todas las esqui- porque meditando en aquella sagrada historia era
nas y pórticos le servían de cátedra evangélica; frecuentemente interrumpido por la avenida de
no olvidándose de recorrer las casas de campo lágrimas y suspiros, señales seguras de su devo-
para predicar é instruir á sus moradores y demás ción fervorosa. Por la mañana del viernes santo,
gente idiota. ¡Tanto puede en un corazón amante puesto de rodillas ante la sagrada urna, leía en
el celo verdadero de las almas! alta voz con tal sentimiento la meditación de la
Explicó por espacio de cuarenta años la doctri- pasión del Señor, que enternecía sólo el oirlo.
na cristiana en la iglesia de la Congregación, sin La Virgen santísima era como el blanco de su
que en tan prolongado tiempo, ni la hora inopor- cordialidad y de su cariño, y á imitación del pa-
tuna en que solía hacerse, ni la impertinencia de triarca la reconocía como á primera fundadora
los chiquillos, ni sus frecuentes enfermedades, ni del Oratorio. En todas las dudas y necesidades,
la habitual indisposición de su edad decrépita, tanto temporales como espirituales, acudía s i e m -
fuesen capaces de apartarle de este ejercicio que pre á ella; en todo lugar y en todo tiempo procu-
él apellidaba sus delicias y su entretenimiento raba exaltar sus glorias y aumentar su devoción
más amado. En la portería de 1 frecuente- y culto; su dulce nombre nunca se apartaba de su
mente enseñaba el catecismo á los mendigos que lengua ni de su corazón. En las calamidades ó
para la limosna se reunían allí en crecido n ú m e - trabajos, así públicos como privados, para Sebas-
ro, enseñándoles antes de la distribución algunas tián fué siempre María el escudo poderoso de de-
oraciones, ó el modo de acercarse á recibir los fensa.
sacramentos, ó algún otro principal artículo de la No pasaba día en que no rindiera algún obse-
religión. Cuando salía por la ciudad, se le veía quio á su padre y patriarca san Felipe, y le visi-
por las esquinas rodeado de pobrecitos que, v i é n - tase en su altar. Tampoco se olvidaba de sus
dole de lejos, corrían á él como su padre; y él, protectores san Sebastián, san Francisco de Sales,
gozándose de tal ocasión, les instruía en la misma el beato Amadeo y san Carlos Borromeo; sin des-
calle con una paciencia imperturbable. Si las cir- cuidarse jamás del santo Ángel de su guarda, al
cunstancias no le permitían entretenerse lo n e c e - que invocaba en todas sus necesidades y al prin-
sario, les pedía el nombre ó domicilo, donde á horas cipio de cada una de sus acciones. Y como en el
libres iba en persona, ó enviaba á otros llenos de día de santa Francisca Romana había venido al
su mismo espíritu á enseñarlos. mundo y sido regenerado en el santo bautismo,
No es fácil describir la modestia angelical que era muy singular el fervor con que lo celebraba.
se traslucía en su rostro cuando administraba la Era también muy caritativo con las almas del
santa comunión, ni la gravedad y ternura con purgatorio; y para aliviarlas en sus penas, ya
que manejaba el adorable cuerpo de Jesucristo. con oraciones, ya con limosnas y con actos de
Cualquier desacato, aun cometido sin culpa, le mortificación, no perdonaba medio alguno.
desagradaba sobremanera, por faltar al decoro El oficio divino lo rezaba frecuentemente de
debido á tan augusto Sacramento; y por eso no rodillas, y por lo común delante del altar del san-
podía sufrir que las mujeres se acercasen con tísimo Sacramento. Á la oración mental y vocal
menos decencia á la sagrada mesa, corrigiendo añadía la lectura espiritual; en ésta era tan c o n -
tales defectos sin tener ninguna consideración á tinuo, que apenas tenía un momento libre.
nadie. Todo cuanto pertenece al adorno del santí- La caridad de Dios difundida en el corazón de
simo Sacramento era el todo de su celo. Deseaba Sebastián se manifestaba con señales tan eviden-
que fuesen muy limpias las toallas d é l o s altares y tes, que á semejanza de su santo fundador se
los demás ornamentos sagrados; que ardiese veía frecuentemente precisado á desabrocharse
siempre la lámpara, y que los altares estuviesen el seno, y como oprimido de mortales deliquios
326 LA LEYENDA DE ORO DÍA 30
incorporarse á la camilla buscando en los suspi- Como el deseo de ganar almas para Dios le de-
ros y ternísimos afectos hacia Dios su desahogo. voraba, no bastaban para su celo las que volun-
Otras veces se manifestaba el fuego celestial en tariamente se le presentaban; así era que iba á
que ardía, por más que procuraba ocultarlo, ya buscarlas por todas partes, estudiando antes todos
en el rostro, ya en la voz, ya en los coloquios los medios de insinuarse para ganarles de este
privados, ó ya en los discursos públicos. Estos modo la confianza y volverlas al recto camino del
ardores sensibles nacían de una ánima que, e n - que se habían extraviado. Cuando sabía que en
teramente desprendida del mundo, era dulcemen- algún lugar había mujeres de mala conducta, no
te arrobada en la contemplación del sumo Bien. bastándole el corazón para sufrir tantas ofensas
Aunque recibía estos favores del Señor, lejos de de Dios y tantos escándalos, prevenido con la d e -
engreírse, se reputaba por vilísimo, inferior á bida autoridad y con el acompañamiento necesa-
todos, é indigno de estar en la Congregación. No rio, se presentaba de improviso, aunque fuera
había malvado, por más que lo fuese, del que no de noche, para desbaratar aquellos deshones-
pensase con todas veras que era mejor que él. Su tos conventículos, bastando sola su presencia
placer era sin medida al decírsele que para hacer para conseguirlo. Amonestábalas en seguida no
burla de él se le remedaba en su modo de predi- volviesen á ofender á Dios, y al reparar las seña-
car; y cuantos desprecios se hacían de su perso- les de confusión que se les traslucían, con toda
na, aunque fuesen públicos, los sufría con la ma- blandura las convidaba al santo tribunal de la
yor paciencia. Baste el decir que mientras fuese penitencia, asegurándolas de todo el afecto de
él despreciarse, no dejaba pasar ninguna ocasión un tierno padre. A las que se rendían, para qui-
que oportuna se le ofreciese. tarlas toda ocasión de pecado, hacíalas retirar en
Cuando el rey de Cerdeña, Víctor Amadeo II, lo un lugar seguro, y las procuraba él mismo los ali-
eligió por su confesor, quedó aterrado á vista de mentos y una conveniente pensión; las instruía y
tal cargo, é hizo cuanto pudo para desviarlo; mas enseñaba los caminos santos de la penitencia, y á
vencido por las muchas súplicas, y aconsejado muchas, habiéndolas dotado, las colocaba en m a -
también por los padres de la Congregación, se trimonio, librando así á más de doscientas del ca-
rindió al cabo á admitirle. Resuelto el mismo s o - mino de la perdición.
berano de honrarlo con el arzobispado de Turín, No era menor la libertad con los enfermos de
se valió de todas las industrias para frustrar las las casas particulares, proveyéndoles de medici-
intenciones del monarca, hasta que logró nom- nas, de alimentos, de ropa blanca y de personas
brase otro sujeto para aquella alta dignidad. Las que le sirviesen; los visitaba con mucha frecuen-
mil veces reiteradas instancias que elevó á dicho cia, y con suave modo les disponía á recibir los
soberano para descargarse del oficio de confesor santos sacramentos y á conformarse á la divina
suyo, y las súplicas que hacía á los padres para voluntad. Velaba noches enteras á la cabecera de
que le eximieran del oficio de superior del Ora- su cama, sin mostrarse jamás cansado ni fastidia-
torio, prueban hasta la evidencia que no tuvo do en lo más mínimo, aun cuando su extraordina-
jamás la humana ambición algún lugar en el c o - ria caridad lo llevase á casas llenas de la más asque-
razón de nuestro santo. rosa suciedad. Ocasiones hubo en que él mismo les
Aquella virtud singularísima que hace al hom- llevó la olla del caldo y haces ,de leña. Lo que s a -
bre semejante á los ángeles, esto es, la pureza bía hacer á favor de los enfermos no es fácil el
virginal, resplandeció en grado heroico en Sebas- contarlo, como ni tampoco las luces que le daba
tián, que á fuerza de mucha diligencia la conser- Dios sobre el particular.
vó sin mancilla por todo el curso de su vida. Bien Nunca se presentó en las cárceles, y lo hacía
persuadido que esta amabilísima virtud sólo se muy frecuente, sin socorrer á los infelices; los
conserva entre espinas, castigaba su cuerpo y compadecía en sus penas, y los exhortaba á pade-
afligía la propia carne con ásperas disciplinas y cer resignados. Tiernamente compadecido de los
cilicios. A imitación del santo Job, no miró jamás artistas que no podían vender sus manufacturas,
objeto peligroso, y fué tan rígido en la custodia iba á sus tiendas á comprarlas, aunque no tuviese
de su vista, que cuando debía hablar con mujeres necesidad de ellas, pagándolas al precio supremo,
(que nunca lo hacía á solas) tenía los ojos cerra- y aun á más de lo que se le pedía, para evitar el
dos ó fijos en otra parte, y esto aun estando en el que por falta de lo necesario tomasen pretexto de
confesionario. Y aunque era tanta su honestidad ofender á Dios. Padre universal de las viudas, de
y pureza, no aborrecía á los pobres pecadores los huérfanos y pupilos, los socorría con larga
inficionados en la impureza; antes bien, los trata- mano, y los defendía de la opresión de los podero-
ba con la mayor compasión y amor para arran- sos, acudiendo si era menester hasta á la supre-
carlos de aquel inmundo lodazal, y aficionarlos ma autoridad. Finalmente, en las familias de
al ejercicio santo de la virtud. antiguo lustre caídas de su estado, y con las
DÍA 30 ENERO 327
doncellas expuestas á peligro, era tan liberal cristiana, procuraron instruirle en las ciencias
nuestro Valfré, que casi podía apellidarse pro- liberales. Después por voluntad de los suyos si-
digio. guió la carrera militar: bien que la licenciosidad
Ocupado, pues, nuestro santo en éstos y otros de esta profesión no fué capaz de manchar en lo
innumerables ejercicios y continuas fatigas apos- más mínimo la pureza de su alma. Muertos sus
tólicas, Heno de virtudes y cargado de méritos, y padres, oyendo en la iglesia, al tiempo de cantar-
maduro ya para el cielo, tocó en el último período se el Evangelio, aquel admirable consejo de Jesu-
de su vida, cayendo enfermo de gravedad. Y como cristo sobre la perfección, á saber: «Si quieres ser
el Señor le había dado á conocer que se acercaba perfecto, ve, y vende cuanto posees, y dalo á los
la hora de su muerte, renovando su fervor se dis- pobres;» hicieron en su corazón tanta impresión
puso para este trance, y recibidos con la mayor estas palabras divinas, que siguiendo el ejemplo
ternura y devoción los santos sacramentos, entre- de aquel célebre padre de los desiertos de Egipto,
gó sin señal alguna de angustia, mas si con una el grande Antonio, distribuyó entre los necesita-
grande tranquilidad de espíritu, su bendita é i n o - dos-su cuantioso patrimonio para poder c o n s e -
cente alma al Criador en el día 30 de enero del guir, libre de los impedimentos de esta vida, los
año 1710, en que cumplía ochenta años, diez m e - bienes de la eterna Quejáronse sus parientes del
ses y veintiún días de edad. El sumo pontífice reparto, alegando serles debida la preferencia;
Gregorio XVI, en vista de los muchos milagros pero Lesmes les satisfizo, que en la distribución
que obró después de su muerte, expidió la bula no era su ánimo atender á los vínculos de la
con la que le concedió los honores del altar á 15 carne y sangre, sino es granjear por este medio
de julio de 1834. los lucros que ofrecen las promesas divinas en la
eternidad.
SAN FÉLIX, PAPA, PRIMERO DE ESTE NOMBRE.—Roma Pareciéndole menos proporcionada su patria
fué la patria de este santo, empleándose en fomen- para conseguir el fin á que aspiraba, se ausentó
tar los intereses de la religión. Gobernó la Iglesia de ella una noche, sin otra compañía que la de
universal ascendiendo al pontificado en 29 de di- un criado fiel, de quien se despidió á poco en el
ciembre del año 269. Se le da el nombre de már- camino, cambiando el vestido con él, dándole al
tir, según leemos en el Concilio de Efeso y en san tiempo de la separación los más santos y saluda-
Cirilo, nombre que se había dado también á algu- bles consejos, sobre que no se atreviese jamás á
nos de sus predecesores, no precisamente porque ofender á Dios con el más leve pecado. Solo diri-
hubiesen sufrido el martirio, sino por las prisio- gió su rumbo á Roma, con el fin de visitar los
nes ú otras privaciones por Jesucristo. En su santos lugares que se veneran en aquella capital,
tiempo la Iglesia se vio afligida por la cruel per- conduciéndose á pie descalzo en la peregrinación
secución que moviera Aureliano. Cinco años go- como un mendigo, pidiendo de puerta en puerta
bernó la Iglesia, muriendo en diciembre del el alimento preciso para pasar la vida. Quiso ver
año 274. en Issoire, pueblo de Auvernia, al célebre Rober-
to, su conocido, abad del monasterio llamado Casa
SAN HIPÓLITO, PRESBÍTERO DE LA IGLESIA DE ANTIO- de Dios, quien le rogó con eficaces instancias se
QUIA.—Habiendo este santo caído en el cisma de quedase en su compañía para dedicarse al servi-
Novato, se arrepintió después, y por un efecto de cio del Señor bajo la disciplina de aquel instituto.
la divina gracia volvió al gremio de la Iglesia c a - No fué posible detenerle por entonces; pero le
tólica, y en ella y por ella padeció un glorioso prometió volver á su sociedad concluida su pere-
martirio. Preguntándole los novacianos cuál ca- grinación.
mino era el más verdadero, respondió que abo- Habiendo llegado á Roma gastó dos años en
minando el falso dogma de Novato, sólo se debía satisfacer los deseos de venerar con el mayor
creer aquella fe que creía la iglesia católica; por fervor y devoción los santos lugares regados con
lo cual fué degollado en la misma ciudad de A n - la sangre de tantos mártires, manteniéndose de li-
tioquía, á fines del siglo III. mosnas gustosísimo con los demás mendigos, con-
forme lo ejecutó en toda su peregrinación, para
SAN ADELELMO Ó LESMES, ABAD, PATRÓN DE BURGOS.— satisfacer la máxima que Jesucristo recomendó á
Fué san Lesmes uno de los más célebres abades sus apóstoles. Vuelto á Francia á cumplir la pa-
del orden benedictino, y nació á principios del labra que dio al abad Roberto, le desconoció á
siglo XI en Londún, al Norte dePoitiers, en Fran- primera vista por lo desfigurado que se puso al
cia, de muy distinguidos padres en nobleza, ri- rigor de su penitencia, y admitiéndole con las de-
quezas y piedad: los cuales, aprovechándose de mostraciones del mayor aprecio entre los alum-
su bello natural, vivo y perspicaz ingenio, sobre nos de aquel monasterio, vistió con las insignias
formarle en los sólidos principios de la religión benedictinas á aquel militar de Jesucristo, y
328 LA. LEYENDA. DE ORO DÍA 30
no dudó las ventajas que se prometía aquella Entendida Constanza, mujer de Alfonso VI, rey
casa de Dios con un individuo de tan eminente de Castilla y León, de la santidad y eminente vir-
virtud. No salieron frustradas sus esperanzas, tud de Lesmes, persuadió á su esposo que le ro-
pues en muy breve tiempo acreditaron los pro- gase pasar á España, á fin de ilustrarla con su
gresos de Lesmes en la carrera de la perfección doctrina y ejemplo, necesitada por entonces de
el concepto que se formó de su persona. A todos varones de su clase por estar recién conquistada
los monjes llenó de admiración su oración con- de los moros, los cuales dejaron en ella no poca
tinua, su abstinencia, sus ayunos y rigor de infección. Hizo Alfonso el empeño, y condescen-
penitencia, su profunda obediencia y humildad: dió Lesmes con la condición de que no se le obli-
tan observante del silencio, que sólo hablaba gase á seguir la corte, pues era su ánimo vivir
por necesidad, ú obligado de precepto superior: retirado para dedicarse con tranquilidad al ser-
brillante sobre todo en el amor de la paz y c o n - vicio del Señor. Admitida la propuesta, eligió para
cordia de sus hermanos; de forma, que habién- su habitación la ermita de San Juan Bautista con-
dose propuesto seguir los vestigios de su santo tigua á la ciudad de Burgos, con el objeto de hos-
patriarca, y los de otros héroes recomendables pedar á los pobres peregrinos que pasaban á visi-
del instituto, lo logró á costa de incesantes mor- tar el sepulcro de Santiago en Galicia: cuyo oficio
tificaciones. dispensó con tanto amor, con tanta afabilidad y
Sin embargo que en la religión benedictina se entrañable caridad, que llenaron de asombro á
comete el magisterio de los jóvenes á sujetos a n - cuantos pudieron entender el esmero de su pie-
tiguos y aprobados para el empleo, fiaron este en- dad. En vista de lo cual concedió Alfonso muchas
cargo á Lesmes muy á los principios de su entra- posesiones para que invirtiese sus rentas en tan
da, en el concepto de que alentaría en el fervor á piadosos designios, encomendándose con su real
los más tibios con su ejemplo, doctrina y virtud, familia y reino á sus poderosas oraciones para
lo cual se verificó, saliendo de su escuela muchos con Dios, bien acreditadas en los prodigios que
recomendables discípulos capaces de dar honor al obraba cada día.
instituto. Por obediencia ascendió al orden sacer- Ocupado en tan loables hechos, llegó el fin de
dotal, para que fuese útil á los demás fieles, dis- su vida. Quiso el Señor probarle por medio de
pensando las funciones del carácter con la edifi- una aguda y grave enfermedad, en la que dio
cación que cabe en un ministro digno del altar. pruebas de su pacífico sufrimiento y resignación
Habiendo ascendido el abad del monasterio á la en todo con la voluntad de Dios; mostrando una
dignidad episcopal, todos los monjes pusieron los alegría extraordinaria en los dolores más vivos,
ojos en Lesmes para sucesor, cuyo empleo rehusó ansiosa su alma de disolverse de los vínculos del
por cuantos medios son imaginables; pero rendido cuerpo para unirse con Cristo. Recibió de mano
en fin á las instancias y reconvenciones de que del arzobispo de Burgos los sacramentos con la
resistía á la voluntad divina, tuvo tal acierto en ternura y devoción propia de su abrasado espí-
el gobierno, que logró ser agradable á Dios y á ritu, y después que dio gracias, rogó le llevasen
los hombres, á pesar de ser cosa muy difícil en al oratorio de la capilla dicha, y entonando al
los superiores que se interesan en la observancia tiempo de entrar aquellos versos de David, Sálva-
regular. Pero como todos sus deseos eran por el me, Señor, en tu nombre, y júzgame en tu virtud;
retiro para dedicarse con quietud y tranquilidad en tus manos encomiendo mi espíritu, abrazado con
en altas contemplaciones, por medio de las cuales un crucifijo, pasó á disfrutar los premios eternos
le dispensaba el Señor extraordinarios consuelos, el día 30 de enero, como dice el Breviario de Bur-
resentida además de esto su profunda humildad gos, hacia el año 1097, con imponderable senti-
de los honores que le tributaban en el empleo, le miento de la ciudad, que lloró su falta como la de
renunció muy contra la voluntad de los monjes, un amoroso padre, que era el refugio de todas sus
confesándose indigno del ministerio. necesidades espirituales y corporales. Sepultáron-
Los asombrosos milagros que obraba cada día le en aquella misma capilla, donde por los años
Lesmes de prodigiosas curaciones con el santo de 1380 se erigió la parroquia de San Lesmes. La
nombre de Jesús, al que profesaba tanta devoción, ciudad de Burgos venera á este siervo de Dios por
que al proferirlo inclinaba la cabeza, ó fijaba los patrono y especial abogado.
ojos en tierra en señal de veneración, hicieron
célebre la fama de su santidad en todos los confi- SAN LESMES, LIMOSNERO DE SAN JULIÁN.-Este santo es
nes de Francia ó Inglaterra; y no pudiendo conse- diferente del santo abad de quien hemos escrito
guir en ellos la apetecida quietud por la multitud la vida, y no el mismo, como piensan algunos; y
de gentes que concurrían á él para consuelo de si se advierten sólo algunas circunstancias, se
sus almas y remedio de sus enfermedades, se verá desde luego que eran diferentes. El nuestro,
ofreció ocasión oportuna de disfrutarla en España. pues, no fué de nación francés, sino español, na-
DÍA 31 ENERO 329
tural de Burgos, y nació poco después de san SAN BARSIMEO, OBISPO DE EDESA, EN SIRIA—Fué el
Julián. Este santo, prendado de su virtud, le per- apóstol de aquellas regiones, y convirtió á la fe á
suadió le siguiese desde que comenzó á predicar, millares de paganos. Su celo por la gloria de Dios
como lo hizo por más de diez y seis años, no de- le hacía ir á animar los nuevos convertidos que
jándole hasta el fin de su vida. No sabemos llegase eran entregados al martirio, y por fin fué él tam-
á ser presbítero, pero las cosas en que sirvió á bién martirizado por lósanos 130, reinando el em-
aquel santo prelado, hacen verosímil que lo fuese. perador Trajano.
La prueba convincente de su relevante virtud es
que un sujeto tan virtuoso desde su juventud, tan LOS SANTOS FELICIANO, FILAPIANO, Y SUS CIENTO Y
santo siendo obispo, y tan pródigo para con los VEINTICUATRO COMPANEROS, MÁRTIRES.-Recibieron la
pobres, le tuviese siempre á su lado, sirviéndole palma del martirio en África, pero se ignora
de paje, de mayordomo, de secretario y limos- cuándo.
nero: todo esto convence cuan bien amalgamaba
la virtud del criado con la del amo. También eran SAN BARSEN, OBISPO DE EDESA—Fué esclarecido
compañeros en la labor de manos trabajando por la particular gracia que tenía de curar los
unas cestitas que después vendía Lesmes, y eran enfermos. Habiendo sido desterrado por Valente,
instrumentos de grandes maravillas. emperador arriano, á los desiertos de Siria, á
Pero lo que da mayor realce á la virtud de causa de la doctrina católica que predicaba, acabó
Lesmes, es aquella heroica caridad que le hacía la vida en el destierro por los últimos años del
mostrarse infatigable á trueque de remediar las siglo IV.
necesidades de los pobres, pareciendo que el obispo
de Cuenca y su familiar estaban más hambrientos SAN ALEJANDRO, MÁRTIR DE EDESA—Era ya de muy
de distribuir pan y otros socorros á los indigentes, avanzada edad, cuando afligió á la Iglesia la per-
que éstos de recibirlo y comerlo. Al cabo el c o n - secución de Decio. Preso por ser cristiano, y ne-
tinuo ejercicio de cargar, medir y repartir trigo á gándose á renunciar á la fe de Jesucristo, fué
los pobres, le ocasionó una lesión en los huesos entregado á los verdugos para que le atormenta-
de los lomos, y un dolor de ríñones y de estó- sen; pero el santo, resplandeciente en sus virtu-
mago que le duró algunos años y condujo á la se- des y constante siempre en su primera confesión,
pultura. sufría los martirios con semblante tranquilo, can-
Diez años sobrevivió á san Julián, esto es, h a s - tando en medio de ellos afectuosas alabanzas al
ta el 1218, y los pasó en Burgos, donde murió es- Señor, hasta que fué degollado, ocurriendo su
clarecido en virtudes, conociéndosele en su apro- preciosa muerte el día 30 de enero del año 251.
vechamiento la escuela y maestro que había
tenido. No consta el día de su muerte, pero suele SAN MATÍAS.—Fué el octavo obispo de Jerusalén
juntarse la memoria de san Adelelmo que murió después de Santiago el Menor. Refiérense de este
en este día. Su cuerpo fué depositado en la pri- santo multitud de hechos milagrosos, siendo prin-
mera catedral que hubo dentro la ciudad, edi- cipalmente memorable por su ilustre fe. Padeció
ficada por D. Alfonso VI en el sitio donde estaba muchas persecuciones durante su episcopado, y
su palacio. En la obra nueva que hizo san Fer- murió en paz, entre sus ovejas, el año 125.
nando le pusieron junto al pilar de san Andrés y
la Magdalena, que hoy es capilla del arzobispo SAN ARMENTARIO, OBISPO DE PAVÍA— Es célebre por
D. Enrique. El año 1680 fué trasladado solemne- los milagros que obra el Señor junto á su sepulcro.
mente á la capilla de Santa Catalina, que hoy es
de San Juan de Sahagún. Es invocado por los que SANTA SABINA.—Era una noble matrona de Milán
padecen dolores de riñones, y el gran concurso del siglo V. A su devoción y generosidad se debió
de estos enfermos y otros devotos dio motivo á la traslación á aquella catedral de los cuerpos de
esta segunda traslación. De esto se deja inferir el san Nabor y san Félix. Estando un día Sabina ha-
culto público que se le tributa en aquella ciudad. ciendo oración junto á la sepultura de estos dos
Muchos de nuestros escritores y el Breviario an- santos mártires, voló su alma al cielo.
tiguo de Cuenca, le llaman santo.
Día 31
SANTA ALDEGUNDA.—Nació de la familia real de
Francia en Hainault, el año 630. Negóse á c o n - SAN PEDRO NOLASCO, PATRIARCA Y FUNDADOR.—La vida
traer matrimonio, y en 661 tomó el velo de reli- de san Pedro Nolasco, gloriosísimo patriarca, y
giosa en el monasterio de Malvodio en Hannonia, santísimo fundador de la sagrada orden de nuestra
donde después de una vida ejemplar murió el 30 Señora de la Merced, sacada de varios autores, es
de enero del año 684. de esta manera: Nació san Pedro Nolasco en Fran-
TOMO i 42
330 LA LEYENDA DE ORO DÍA 31
cia, en el obispado de San Papulo, entre los de lo que venían, con que viendo y oyendo tantos
Tolosa y Carcasona, en un pueblo, que se llamó prodigios, decían con admiración y alegría, lo que
antiguamente Recaudio, y después Mas-de las los montañeses de Judea en el nacimiento del
santas puellas, ó Mansión de las santas doncellas, Bautista: «¿Qué ha de ser este niño en quien Dios
por estar allí un sepulcro de unas santas vírgenes, obra tales maravillas?» El día que Teodora salió á
que murieron en este pueblo desterradas de Tolo- misa con su hijo, al entrar el acompañamiento en
sa, por haber enterrado el cuerpo de san Saturni- la iglesia, un sacerdote, que estaba diciendo misa,
no, mártir. Su padre se llamó Guillermo Nolasch, volviéndose al pueblo para decir: Orate, fratres, le
ó Nolasco, y su madre Teodora, nobilísimos en trocó Dios las palabras, y dijo en alta voz: Hic
la sangre, porque estaban emparentados con la puer erit magnus coram Domino. Ecce propugna-
primera nobleza de Francia, y no menos nobles culum Ecclesice, et egenorum solatium. Que quiere
en la piedad y celo de la religión; porque encen- decir: «Este niño será grande delante del Señor.
diéndose en su tiempo la herejía de los albigenses, Este será defensor de la Iglesia, y consuelo de los
no teniendo poder para reprimirlos, por ser sus pobres.» Criaba Teodora á sus pechos á su hijo,
fautores y protectores los señores de aquellos e s - aunque le asistía, como ama, una mujer virtuosa
tados, se retiraron á esta aldea suya, por huir del del lugar. Esta dejó un día al niño en la cuna en
contagio de la herejía, y conservar en la pureza lo más ardiente del verano, á la hora de la siesta,
de la fe á sus vasallos. Vivían aquí los piadosos y viniendo.un enjambre de abejas, y cercando con
casados ejercitándose en obras de piedad y mise- blando susurro la cabeza del santo niño, se sentó
ricordia, socorriendo largamente á los pobres, y en su manecilla y labró en ella un pequeño panal.
hospedando á los peregrinos que pasaban por allí, El enjambre de abejas que vino á la boca de Pla-
de la parte de Francia, á visitar el sepulcro de tón y de san Ambrosio, denotaba la elocuencia y
Santiago, apóstol en España; y con estas buenas sabiduría del filósofo y doctor sapientísimo; y el
obras y continuas oraciones, pedían á Dios que que vino á la mano del niño Nolasco, mostraba
les diese un hijo heredero de su nobleza y rico que había de tener en sus manos semejante e l o -
patrimonio; porque habiendo estado casados m u - cuencia á la que tuvieron aquéllos en su boca,
chos años, no tenían fruto de bendición; y á los predicando y enseñando con obras y ejemplos á
peregrinos daban ricos presentes, que ofreciesen muchos, como se cumplió bien después en el resto
al sepulcro de Santiago, rogándoles que al llegar de su vida.
al término de su peregrinación, pidiesen al santo Parece que nació con este niño la misericordia
apóstol les alcanzase de Dios el hijo que tanto del vientre de su madre, y que iba creciendo con
deseaban. él desde su infancia, como decía de sí el santo
Quiso Dios cumplir los deseos de Guillermo y Job; y aun todas las virtudes podemos decir que
Teodora, dándoles mucho más de lo que pedían; nacieron con él, porque todas las empezó á ejerci-
porque un santo sacerdote les prometió de parte tar desde que tuvo uso de razón; y le tuvo muy
de Dios que tendrían un hijo que ennoblecería más presto, porque Dios se le adelantó como creen a l -
su casa con sus obras, que todos sus ascendientes gunos; y á lo menos las acciones de esta edad no
con sus hazañas. Y un peregrino, que volvía de parecen de niño, y de cualquiera manera son ad-
Galicia, les confirmó esta promesa, asegurándoles mirables. Estando á los pechos de su madre,
que tendrían un hijo por la intercesión del glorioso conocía los mendigos; y si tal vez despedían á
apóstol de las Españas. Concibió Teodora y parió alguno sin darle limosna, lloraba y se afligía, y el
un niño á 1.° de agosto del año de 1182, día de las modo de acallarle era dar limosna al pobre: otras
Cadenas de san Pedro, en cuya veneración se le veces no se quietaba hasta que se la daban en sus
dio el nombre de Pedro en el bautismo; y parece manos para dársela él á los necesitados. Algunas
que el nacer en tal día fué presagio de que nacía veces se quitaba él mismo los dijes que le ponían,
para romper las cadenas de los cautivos cristianos, y se los daba á los pobres, y tenían ya tan c o n o -
y fundar una religión que tuviese esto por instituto. cida los de su casa esta afición, que si alguna vez
Nació, como hijo de oraciones y lágrimas, parabién lloraba, el medio de acallarle era llamar algún
de muchos, y desde luego mostró el Señor, con se- pobre de los que pasaban por la calle, y en v i é n -
ñales extraordinarias y maravillosas, cuan grande dole el niño, trocaba en risa las lágrimas, y m o s -
había de ser este niño, porque se oyeron en el traba gusto de pasar á sus brazos. Cuando no se
aire músicas de los ángeles, y fué visto su rostro hallaban pobres, le ponían una estampa de la Vir-
cercado de resplandores que alumbraron toda la gen en las manos, y luego callaba y la besaba, y mi-
pieza, y llenaron de gozo y admiración á los pre- raba con gran suspensión. Conocía como por natu-
sentes. Acudieron también al palacio de su padre ral instinto á los herejes y los aborrecía; y-cuando
todos los pobres de aquella comarca, atraídos de algún deudo suyo, inficionado de la herejía, le ha-
interior moción, sin ser llamados ni saber ellos á cía caricias, le volvía el rostro como espantado de
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verle; y si le quería tomar en brazos, le apartaba y aprendiese latinidad, según la loable costumbre
como podía con las manecillas, y lloraba sin p o - de aquellos tiempos, en que se criaban los hijos
derle acallar. Al contrario, en viendo algún sacer- de los caballeros en los monasterios de los monjes.
dote católico, se quería ir á sus brazos de los de Con la enseñanza del abad y compañía de los
la ama, y se afligía si se lo embarazaban. monjes se adelantó de manera en la virtud, que
Cuando creció más en la edad, le dieron sus era admiración á todos, porque así acudía al coro
padres por ayo y maestro un sacerdote virtuoso, como si no estudiara, y así estudiaba como si
con cuya enseñanza aprendió las primeras letras, no tuviera otra ocupación; y en tan tierna edad
y se adelantó en las virtudes. Veíase en sus ojos maceraba su carne con ayunos, cilicios y disci-
modestia, en sus pasos gravedad, en sus palabras plinas. Deseaban los monjes que se quedase con
madurez, y en todas sus acciones caridad. Asistía ellos, prometiéndose un gran santo, y él se hubie-
siempre á la limosna que se daba en su casa á los ra quedado, si Dios, que le tenía para fundador
pobres, y él por sí mismo la quería repartir; y de una nueva orden, no dispusiera otra cosa.
enseñando su maestro las oraciones á los mendi- Teniendo diez años, con ocasión de una enferme-
gos, el niño les hacía hincar de rodillas, haciendo dad que le sobrevino, le llevaron á Tolosa al pa-
él lo mismo y rezando con ellos. Enseñaba á otros lacio de la infanta Constanza, madre y abuela de
niños las oraciones, y guardaba su almuerzo y los condes de Tolosa, padre ó hijo, por desearlo
merienda para los que respondían mejor. Nunca mucho esta señora, y habérselo pedido á sus p a -
se desayunaba hasta haber dado la lección, y des- dres con quienes tenía parentesco. Era la infanta
de cuatro años empezó á abstenerse mucho en la muy católica, y dio maestros católicos al niño,
comida. Salíase á la puerta de su casa para llamar para que le conservasen en la fe; pero los m i n i s -
á los pobres y peregrinos que pasaban, y algunas tros herejes, que tenían mucha entrada en el pala-
veces, saliéndose de casa, volvía sin vestido, y cio, con el favor de los condes, deseaban pervertir
preguntándole sus padres qué había hecho de al niño; y él, no pudiendo cerrar sus bocas sacri-
él, respondía que se le había dado á un niño p o - legas contra la Madre de Dios, hacía altares, y
bre que le había menester más que él. Igual era ponía imágenes de la Virgen en las partes más
la devoción á las cosas sagradas y el aborreci- públicas del palacio, y oraba delante de ellas, para
miento á los herejes. En viendo algún sacerdote, dar en rostro á los herejes. Tuvieron después estas
se hincaba de rodillas y le besaba la mano, y en imágenes mucha veneración, por haber sido de
viendo algún hereje, huía de él, y no quería s e n - san Pedro Nolasco, ó hizo Dios por medio de ellas
tarse á la mesa de sus padres si había en ella muchos milagros.
algún pariente tocado de la herejía. Hospedóse en Habiendo estado dos años en Tolosa, volvió á
su casa el venerable Pedro Duacense, legado apos- Santas Puellas, por ocasión de una enfermedad de
tólico, que pasaba á celebrar el concilio Dibionen- su padre, que le duró tres años, en que el hijo le
se, y viendo al niño y haciéndole varias preguntas, asistió, y sirvió como hijo y como santo. Y fuera
dijo con espíritu profético: «Por este niño vivirán de asistir á su padre, acudía á los oficios divinos
muchos y morirán muchos, siendo célebre en Espa- de día, y á los maitines de noche, que se cantaban
ña el fruto de sus hechos.» Un día, haciendo una en aquel tiempo en su parroquia, y esta costumbre
bandera de una estampa de la Virgen, juntó todos nunca la dejó, mientras había oportunidad. Desde
los niños del lugar, y formando un escuadrón, de este tiempo tomó por costumbre socorrer larga-
que él se hizo capitán, les decía: «Vamos á matar mente al primer pobre que encontraba en saliendo
á los herejes, que son enemigos de Dios y de su de casa, aunque no le pidiese limosna, porque
Madre, y muramos por la virginidad de la Reina Dios defendiese aquel día su pureza. Murió Gui-
de los ángeles.» Negaban los herejes albigenses llermo cristianamente, como había vivido, dejando
con su boca sacrilega la virginidad de nuestra á su hijo de quince años, heredero de su estado y
Señora, y por eso singularmente los aborrecía el riquezas. Teodora, conociendo su mucha pruden-
niño Nolasco, que tenía entrañado en su corazón cia, le dio el gobierno de todo; y él gobernaba sus
el afecto á la Reina del cielo. Supieron los herejes vasallos, no como mancebo, sino como varón pru-
circunvecinos este hecho del niño y el pronóstico dente; no como señor, sino como padre, gastando
del legado, ó interpretábanlo que este niño en en socorrer á los pobres lo que otros señores de su
mayor edad había de ser destrucción de su secta; edad suelen gastar en vicios y vanidades. Sus deu-
por lo cual le miraban en adelante con grande dos pretendían que se casase, porque llevase ade-
aborrecimiento, tanto que su padre, temiendo no lante el esplendor de su casa y familia, y su m a -
le matasen, le envió á un monasterio del Císter, dre se lo aconsejaba, por quitarle las ocasiones
que estaba junto á Carcasona, cuyo abad era Gau- con que vive en el mundo un mancebo soltero y
fredo, deudo suyo, que después fué legado de rico, á quien la libertad y el dinero convidan á
Inocencio III, para que se criase entre los monjes todos los vicios. Él, que tenía otros pensamientos
332 LA LEYENDA DE ORO DÍA 31
y deseos, se excusó con ocasión de proseguir sus atraídas de la fama de su santidad para pedirle
estudios en París; pero alcanzada licencia de su consejo; pero no pudo vencer con vanagloria al
madre, y estando ya en el camino para esta uni- que no había vencido con la sensualidad; antes
versidad, tuvo noticia que había muerto su madre, con el favor de Dios y de María santísima, salió
con que le fué forzoso volverse á Santas Puellas, vencedor de todas las tentaciones, y el demonio
para poner orden en las cosas de su casa y estado. perdió donde esperaba ganar.
Volvieron sus parientes á importunarle que se Habíase retirado á otra aldea, porque el lugar
casase, proponiéndole muchas conveniencias para de Santas Puellas se había inficionado con la h e -
su casa y conciencia: y por otra parte el enemigo rejía; aquí le vino á buscar Arnaldo, su primo,
común, queriendo apartarle de los grandes fines hijo de la vizcondesa de Narbona, discípulo de
para que adivinaba le disponía el Señor, le asaltó Gaufredo, y muy semejante al santo en las c o s -
con terribles tentaciones, y por una parte le pro- tumbres, que después fué su perpetuo compa-
ponía los riesgos que tenía en el mundo un m a n - ñero. Crecían los atrevimientos y sacrilegios de
cebo soltero, á quien le hervía la sangre, en m e - los herejes, profanando los templos y las i m á g e -
dio de las ocasiones, y por otra, con tentaciones nes de la Virgen, declarándose los más de sus
deshonestas de torpísimos objetos, primero en sue- vasallos por los albigenses; y estas nuevas, juntas
ños, y después despierto, le hacía experimentar con su gran flaqueza, causada del rigor de sus
esta dificultad. Era para el santo mancebo esta penitencias,- le ocasionaron una gravísima enfer-
tentación muy nueva, y no sabía cómo librarse medad, que le llegó á punto de muerte. Acudieron
de ella: acudía á Dios con oración fervorosa, y con luego sus parientes para ser sus herederos, espe-
muchas lágrimas le pedía su favor, y se quejaba rando cada uno ser preferido, por no haber h e r e -
amorosamente de que le dejase ser tan combatido dero forzoso; mas él hizo su testamento pública-
del demonio. «¿Dónde estáis, Señor, le decía, que mente, diciendo: «Luego que perdí á mis padres,
así me dejáis en manos de mis enemigos? ¿No s a - escogí por padre á Jesucristo mi Redentor, y por
béis que yo soy flaco, y mi enemigo fuerte? ¿Qué madre á la siempre Virgen María, y por mis
puedo yo sin vuestro favor? Y con él, ¿qué tengo hermanos á los pobres, y pues deben ser prefe-
de temer? Venid, venid, Señor, en mi ayuda, y hu- ridos los hermanos á los otros parientes, ellos
yan de vuestra presencia todos mis enemigos.» han de ser mis herederos.» Digno testamento
Ilustró Dios con interiores luces su alma; y por de tan grande santo, muy acepto á Dios y á su
fortalecerse contra semejantes tentaciones, hizo Madre, aunque no fué bien recibido de sus
voto á Dios de guardarle perpetuamente su virgi- parientes. Aquella misma noche vino la Reina
nidad, tomando por medianera á la Virgen de las del cielo á agradecerle aquella obra de tan g r a n -
vírgenes, y pidiéndole su favor para guardar per- de caridad, y recreándole con su celestial pre-
petuamente este voto. Mostró Dios que le había sencia, le dijo: «Los médicos te han desahuciado;
agradado mucho este sacrificio con un favor muy pero yo no, que yo no me olvido de los que á mí
singular, porque al mismo punto su virginal y se encomiendan, y más de los que padecen por
purísimo cuerpo exbaló un olor celestial muy mi causa y me reconocen por Madre. Yo he a l -
desemejante á todos los de la tierra, que llenó de canzado de mi Hijo para ti muchos años de vida,
fragancia toda la casa, y le duró hasta que el para que por su honra y la mía, y por tus herma-
mismo santo pidió al Señor que le librase de nos los pobres cautivos, y encarcelados, trabajes y
aquella penosa molestia, que por tal tenía la padezcas mucho.» Y tocando con su virginal m a -
honra, que por esto le hacían. No le hizo esta no al enfermo, se halló de repente sano. Al otro
victoria, que alcanzó del demonio, más confiado, día, convocando grande número de pobres, les hizo
sino más temeroso; y así aumentó sus penitencias largas limosnas, é hizo vestir y adornar algunas
y oraciones; dormía poco y sobre la peana de un imágenes que los herejes habían ultrajado, y la-
altar de la iglesia, ó sobre una tarima. En su casa brar otras muchas, para colocarlas en los t e m -
oraba mucho, y fuera del oficio divino, que plos y repartirlas á los católicos, en despique de
aprendió en el monasterio del Gíster, rezaba el de las ofensas que hacían á la Reina de los ángeles
nuestra Señora y de los difuntos; nunca miraba los herejes. No sabía el santo qué camino tomar
mujer á la cara, ni hablaba con ella, si no era para agradar á Dios; y habiendo hecho muchas
cosa muy precisa, y habiendo delante otras per- penitencias y buenas obras, para entender su v o -
sonas. Agradaba tanto su pureza á la Reina de luntad, oyó una voz, que conoció ser de la Reina
los ángeles, que le visitaba algunas veces, y re- de los ángeles, que le decía saliese de su tierra,
creaba con su presencia; y no menos desagradaba porque habían de venir sobre ella grandes cala-
al demonio, que no habiéndole podido vencer con midades, y se fuese á España en busca de los
tentaciones de carne, le dio otra batería de vana- pobres, porque allí le había de hacer su Hijo
gloria, con ocasión de venir á él muchas personas padre de una gran descendencia. Vendió lo más
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que pudo de su hacienda, y dejando á su primo socorriendo con grandes limosnas á los necesita-
Arnaldo, para que vendiese lo demás, y le siguie- dos. Llevaba todos los días algunos pobres á comer
se á España, salió de su patria y de sus parien- á su mesa, y sucedió un día, que al entrar en su
tes, como otro Abrahán, acompañado de dos cria- casa, halló á la puerta un pobre tan asquerosa-
dos solamente. Procuró el demonio estorbarle el mente llagado, que le dio horror, y volvió á otra
camino por varios medios, y en una posada halló parle los ojos. Mas volviendo luego sobre sí y co-
mucha gente, al parecer piadosa, que entendien- rriéndose de sí mismo, dijo: «¡Oh bestia! ¡Qué
do que iba á España, le procuraron disuadir el tropezón has dado! ¿De los pobres de Cristo tienes
viaje, contándole muchos casos lastimosos que horror? ¿No sabes que lo que se hace por ellos, por
habían sucedido aquellos días en los Pirineos; mas Cristo se hace?» Y para vengarse de sí mismo y
respondiendo el santo: «Jesús, que va en mi com- vencerse más gloriosamente, le tomó en sus bra-
pañía, me librará,» desaparecieron todos, dejando zos y, metiéndole en su casa, le curó con grande
tan mal olor en toda la casa, que mostraban bien amor chupándole la podre de las llagas con sus
quiénes eran: y oyóse una voz, que se lamenta- labios, y le puso en su mesa por cabecera, y d e s -
ba, diciendo: «¡Ah Pedro, que no he podido es- pués le llevó á curar á un hospital, donde le
torbarte el camino!» Después se le aparecieron hacia la cama todos los días, y acudía con lo ne-
dos demonios en figura de peregrinos, y procu- cesario, dándole de comer por su mano; diciendo
raron persuadirle que no pasase adelante; y di- le tenía mucha obligación, por haber sido medio
ciendo él: «Jesús María,» desaparecieron. E n c a - de poner freno á su carne. Con éstas y semejan-
minóse á Monserrate, para cumplir un voto que tes obras se llenó en breve la ciudad de sus
había hecho de visitar aquella casa de María, y alabanzas y llegó la noticia al rey D. Pedro, se-
fué tal su devoción, que subió á pie toda la mon- gundo de este nombre, á quien llamaron el Cató-
taña, y entró de rodillas en aquel templo, donde lico, y por cartas que el rey tuvo de Tolosa, en
estuvo nueve días, regalándose con la Reina del que le decían quién era Nolasco, le hizo grandes
cielo, y siendo regalado de ella, y ocupándose en honras, y la ciudad de Barcelona le contó entre
continua oración, ayuno y penitencia. R e n o v á - sus nobles ciudadanos.
ronsele aquellos antiguos deseos de soledad, vien- Estaba tiranizada de los sarracenos la mejor y
do la quietud de los monjes de aquella casa, y de más noble parte de España, y los cristianos, que
los ermitaños que poblaban aquel desierto; pero las guerras ó las desgracias ponían en manos de
mostróle Dios la gloria en forma de una ciudad los moros, eran tratados con tanta crueldad, que
muy hermosa, con varias puertas, por donde e n - muchos dejaban á Cristo y seguían á Mahoma,
traban personas de diversos estados, y oyó una por verse libres de tan grande opresión. Afligían
voz que le decía: «Muchas mansiones hay en la estas tristes nuevas el corazón compasivo y celoso
casa de mi padre:» con que entendió que Dios le de Nolasco, y pareciéndole que en nada podía
quería para otras cosas. Fué muy perseguido de emplear mejor su hacienda que en librar á los
los demonios, que combatieron con él toda una cuerpos de los cautivos de tantos trabajos, y á las
noche, en lo interior con tentaciones, y en lo e x - almas de la infidelidad, determinó rescatar todos
terior con golpes y malos tratamientos; pero con los que pudiese; y alcanzada licencia del rey
el favor de la Madre de Dios, salió vencedor del D. Pedro se partió á Valencia, que era entonces
infierno. No sabiendo aún claramente qué quería de moros, llevando cuanto dinero y joyas tenía,
Dios de él, se le apareció el apóstol san Pedro, su sin reservar nada para sí, y con salvoconducto
gran devoto, y ofreciéndole su patrocinio, le de- entró en la ciudad, y consoló y animó á los cau-
claró que era voluntad de Dios fuese á Barcelona tivos á que conservasen la fe, é hizo una reden-
á cuidar de los pobres, especialmente encarcela- ción de más de trescientos de todos estados, sexos
dos y cautivos. Partióse á Barcelona, y en el ca- y edades, y con aquel escuadrón entró en la ciu-
mino, entrando en una iglesia á hacer oración, dad de Barcelona, triunfando más gloriosamente
viendo que estaban conjurando á un demonio que los emperadores romanos; porque aquéllos
muy rebelde, con pronunciar sobre el e n e r g ú m e - llevaban delante de sí á los libres hechos cauti-
no los dulcísimos nombres de Jesús y María, huyó vos, y Nolasco llevaba á los cautivos restituidos
luego el demonio con admiración de todos los á su libertad; imitando como podía el triunfo
presentes. con que subió Cristo á los cielos, de quien di-
En Barcelona tomó una casa muy apartada del ce el profeta que llevaba cautiva la cautividad.
bullicio, junto á una iglesia de san Pablo muy an- Como había visto por sus ojos lo que padecían
tigua. Aquí procuró desconocido cumplir la volun- los cautivos en Valencia y el peligro en que
tad de Dios; pero sus mismas obras le manifesta- estaba su fe, volvió con mayores ansias de conti-
ron, porque se ocupaba continuamente en obras nuar las redenciones y perpetuar obra tan santa;
de caridad, visitando los hospitales y cárceles, y y para esto le pareció conveniente reparar una
334 LA LEYENDA DE ORO DÍA 31
congregación, que el año de 1190 había i n s - y dijo: Benedictus Dominus Deus Israel, guia visi-
tituido el rey D. Alonso, el segundo de Aragón, tavit, et fecit redemptionem plebis SUOÍ: Bendito
para redimir cautivos, que aunque en vida del sea el Señor Dios de Israel, porque ha visitado y
mismo rey floreció mucho, ya había quedado sólo enviado nueva redención á su pueblo. Confesóse
el nombre, y estaba casi olvidado su instituto. san Pedro Nolasco generalmente con san Julián,
Entró en ella san Pedro; empezó á pedir limos- y comunicóle las cosas de su espíritu; y habiendo
na para redimir cautivos, y luego otros le imi- recibido una copiosa limosna de aquel padre de
taron; y sabiéndolo el rey, le mandó que se encar- pobres, se volvió á Barcelona, é hizo tercera
gase del gobierno de la congregación; y el santo, redención en Valencia, igual á las pasadas.
con la autoridad que el rey le había dado, admitió Vino por este tiempo su primo Arnaldo, c o n -
á los que quisieron seguirle en los ejercicios pro- cluida ya la venta de su hacienda, y el santo
pios de ella, y excluyó á los que sólo la querían volvió á Valencia para hacer cuarta redención;
para título honorario; ganando con esta ocasión pero hallando muchos cautivos en peligro de
los primeros émulos y perseguidores que tuvo en negar la fe, y no alcanzando el caudal para
Barcelona. Nombráronle sus compañeros por ad- tantos, se puso en oración, hechos sus ojos
ministrador ó superior de la congregación, como dos fuentes de lágrimas, rogando á Dios por
restaurador de ella, y él la puso por nombre la constancia y fortaleza de los que quedaban
Congregación de Nuestra Señora de la Misericor- en cautiverio; cuando oyó clara y distintamente
dia; porque su ocupación habían de ser las obras aquellas palabras de san Pablo á Timoteo: Unus
de misericordia. Señaláronse días para ejercicios enim Deus, unus et mediator Dei et hominum,
de oración y penitencia, y su principal fin era homo Christus Jesús, qui dedil in redemptionem
pedir á voces limosna por las calles para la santa semetipsum pro ómnibus: Uno es Dios, y uno es
redención. Fué creciendo de manera esta congre- el medianero de Dios y los hombres, Cristo Jesús,
gación en el número y en el fervor con el ejemplo verdadero hombre que se dio á sí mismo en re-
de san Pedro Nolasco, que más parecía una fami- dención por todos los hombres. Y entendiendo que
lia de religiosos que una congregación de caba- estas palabras hablaban con él, y le pedían que
lleros, porque todo su cuidado era acudir á los imitase al Redentor del mundo, quedándose c a u -
templos, frecuentar los sacramentos, asistir á los tivo por dar libertad á los cautivos, quiso vender-
oficios divinos, visitar los hospitales, y pedir para se públicamente por esclavo, para rescatar con el
los pobres y cautivos; y finalmente, era congre- precio algún cautivo; pero disuadido por su c o m -
gación de la misericordia en las obras, como en pañero, alcanzó del rey moro que le diese más de
el nombre. Hubo estos años, y especialmente el trescientos cautivos, los que escogió dando la ma-
de 1206, grande hambre y necesidad en el prin- yor parte del precio, y quedándose en rehenes por
cipado de Cataluña, y el santo, de una gran suma los demás, hasta que el rey D. Pedro, admirado
de dinero que le habían traído de Francia de la de tan nueva caridad, envió á Valencia lo que san
venta de su hacienda, hizo comprar gran canti- Pedro debía, para que le rescatasen. En el tiempo
dad de trigo y cocerlo; y entregaba el pan á los que estuvo en Valencia redujo á la fe á muchos
rectores y curas de las parroquias, para que ellos que la habían dejado, convirtió algunos moros, é
lo repartiesen á los necesitados. Fuera de esto se hizo gran provecho en los cautivos y cristianos
iba con sus compañeros á los hospitales y s o c o - mozárabes, ocupándose continuamente en obras
rría largamente á los pobres. Salía también á los de misericordia espirituales y corporales. Sucedió
campos, y traía á los que hallaba enfermos, para aquella célebre batalla entre los albigenses y c a -
que fuesen sustentados y curados. Llegaron las tólicos, de que era capitán Simón de Monforte:
noticias de estas obras de Nolasco y sus compa- combatieron de poder á poder los dos ejércitos: el
ñeros al sumo pontífice Inocencio III, y concedió de los católicos, según dicen graves autores, tenia
muchas indulgencias á los congregantes, y á los ochocientos caballos y mil infantes, y el de los
que ayudasen con sus limosnas á la piadosa c o n - herejes llegaba á cien mil hombres de pelea, en
gregación. Hizo el santo de su propia hacienda que venían los condes de Tolosa, Foix, Besiers,
otra redención en Valencia de trescientos cauti- Cominges, y el rey de Aragón, aunque en la fe y
vos, los cuales fueron recibidos en Barcelona con en el nombre católico, á causa de que estas ciuda-
una solemne procesión. Queriendo hacer tercera des eran feudos suyos, y tenía deudo en particu-
redención, pasó á Castilla, caminando á pie y con lar con el conde de Tolosa, que había casado con
grande trabajo y descomodidades, y habiendo una hermana del rey. Hallóse en el ejército de los
recibido una buena limosna del rey D. Alonso, católicos el glorioso padre santo Domingo, enton-
pasó á Cuenca á visitar á san Julián; y el santo ces canónigo regular de san Agustín, y después
obispo, oyendo lo que había hecho san Pedro, y fundador de la orden de los predicadores, y san
lo que deseaba hacer, levantó las manos al cielo, Pedro Nolasco, que aunque pariente del conde de
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Tolosa, y tan obligado al rey de Aragón, viéndo- de pedir limosna por las calles, pareciéndoles no
los en defensa de los enemigos de Cristo, se arri- era conforme á su calidad y reputación. Súpolo
mó á la parte de los católicos, y dicen algunos que el santo, y para alentar á otros con su ejemplo al
tomando una bandera, en que estaba pintada una desprecio del mundo, un día de carnestolendas,
imagen de nuestra Señora, orlada con aquel verso en que estaba Barcelona en sus mayores regocijos,
de los Cantares: Tota pulchra es, árnica mea, et vestido pobremente y acompañado de un gran
macula non est in te, corrió muchas veces por me- número de mendigos, con un crucifijo en las ma-
dio de los escuadrones de los enemigos, haciendo nos, salió por las calles diciendo en altas voces:
grande estrago en ellos la imagen de la Virgen «Hermanos, breves son los días de la vida del
con los resplandores que arrojaba de sí. Y al fin hombre; y sólo Dios sabe cuál será el último de
con el favor de la Reina del cielo, y por las ora- cada uno. Muchos de los que ahora viven morirán
ciones de los santos que iban en el ejército, alcan- dentro de breve espacio, y á la hora de la muerte
zaron las armas católicas una milagrosa victoria, les pesará del tiempo que gastaron en vanidades,
muriendo muchos millares de los contrarios, y y se alegrarán con las buenas obras que hubieren
solos siete ú ocho de los soldados del conde; para hecho. Obremos todos bien, mientras tuviéremos
que se vea que Dios es el Señor de las batallas, y tiempo, y con obras de caridad y limosna negocie-
sabe dar la victoria á los pocos contra los m u - mos el perdón de las culpas pasadas, y el premio
chos, cuando la causa favorece y sus santos a y u - de la bienaventuranza.» Seguíanle muchos de la
dan con oraciones. El rey de Aragón quedó muer- ciudad, compungidos, convirtiendo en lágrimas
to en el campo, por no haber seguido los consejos las risas y desenvolturas de aquel día; y los c o m -
de santo Domingo y de los legados apostólicos, pañeros, conociendo que aquella demostración ha-
que le avisaron se apartase de los herejes como bía sido una tácita reprensión de su cobardía, se
de gente descomulgada por el papa, para no par- echaron á sus pies arrepentidos, y con este ejem-
ticipar de su castigo. plo se determinaron á seguir á Cristo y hacerse
Cayó san Pedro Nolasco en una gravísima e n - sordos al qué dirán del mundo, que tiene tiraniza-
fermedad, y estando esperando la muerte, le visi- da tan grande y tan principal parte de él. Con el
tó santo Domingo, y con su oración le restituyó fruto que sacó de esta salida, continuaba muchas
la salud, conociendo lo que importaba su vida; y veces el salir por las calles y plazas, y donde veía
dijo con espíritu profético: «Ojalá mi predicación concurso, les hacía pláticas, exhortándolos á la
haga tanto provecho en Francia, como la caridad caridad y aborrecimiento de los vicios. Asistieron
de este francés ha de hacer en España, mi patria.» un día á la plática algunos que estaban encenaga-
Fué san Pedro Nolasco, con oraciones, penitencias dos en los vicios que reprendía el santo; y pare-
y persuasiones, mucha parte para que el conde ciéndoles que decía por ellos lo que les tocaba á
Simón de Monforte entregase á sus vasallos al rey ellos, se irritaron mucho, teniendo por atrevimien-
D. Jaime, al cual tenía como preso; y procuróle to grande que un extranjero viniese á reprender
persuadir que se arrepintiese de los muchos daños con tanta libertad á los ciudadanos de Barcelona,
que había hecho por sus particulares intereses y é incitados del demonio, determinaron matarle; y
venganzas en las tierras del rey de Aragón, por- para que fuese con más disimulo, armaron aque-
que sino le amenazaba una desastrosa muerte; lla noche,una pendencia á la puerta de la casa del
y dijoselo con tanta eficacia, que siendo el conde santo, para quitarle la vida cuando saliese á po-
un hombre á quien temía el mundo, empezó á nerlos en paz. Revelóle Dios el intento de aquellos
temblar de las palabras del santo; pero no siguien- hombres malvados; salió á esperarlos á la puerta
do sus consejos, fué muerto en una batalla por de su casa, y al punto que llegaron, les dijo: «Hi-
los condes de Tolosa. A los condes prometió que jos, ¿por qué me queréis matar, no habiéndoos yo
si abjuraban sus errores, mejoraría su fortuna. El ofendido en nada? ¿Por qué me queréis dar la
viejo despreció su consejo, y murió en su pertina- muerte, deseando y procurando yo daros la vida?»
cia: D. Ramón, el mozo, lo ejecutó, y volvió al Quedaron confusos y admirados los agresores, y
lustre antiguo de su estado: cumpliéndose en t o - echándose á sus pies, le pidieron perdón; y el san-
dos la profecía del santo. to los perdonó y abrazó, exhortándolos á hacer
Vuelto san Pedro Nolasco á Barcelona, recibió penitencia para que Dios los perdonase. En otra
en su congregación á D. Ramón de Montolíu, ocasión, por haber recibido en su congregación á
caballero muy principal; y con la hacienda que le un mancebo noble, llamado Raimundo de Blanes,
entregó, para que la repartiese á los pobres, soco- que después fué religioso de la Merced, y proto-
rrió muchas necesidades; y viendo que quedaban mártir de ella, le dio el padre del mancebo una
otras muchas que pedían remedio, envió á sus bofetada en una calle pública, y el verdadero dis-
congregantes á pedir limosna por diversos lugares cípulo de Cristo, hincado de rodillas, ofreció la
de Cataluña. Empezaron algunos á tener empacho otra mejilla para que le diese otra; y queriendo
336 LA LEYENDA DE ORO DÍA 31
algunos vengar este agravio, no lo consintió, di- cristianas; pero el santo salió á la defensa, y d e s -
ciendo que los siervos de Cristo se han de vengar, hizo con razones verdaderas las aparentes, y con
no haciendo injurias, sino sufriéndolas, y que él razones divinas las humanas. Tomó el demonio
no habla venido á España en busca de honras, sino otra máscara para embarazar la obra de la reden-
en busca de afrentas, y pues las había hallado, no ción, y se vistió con capa de piedad para disimu-
había por qué desecharlas. larse más. Quejábanse muchos de que faltaba á
Hizo otra redención en Valencia de trescientos los pobres del reino el dinero que se llevaba fuera
y veinte cautivos; y no alcanzando el dinero, el para redimir cautivos, y que era desordenada c a -
rey moro se contentó con que le diese palabra de ridad dejar perecer á los pobres que tenían á los
enviarle lo que faltaba. Volvió á Barcelona, y ven- ojos, por cuidar de los que no veían, y más puesto
dió públicamente su casa y alhajas, y hasta la cama en razón socorrer á l o s propios que á los extraños;
en que dormía, para pagar la deuda y redimir cau- y los jurados de Barcelona se fueron á quejar al
tivos. Mas con ser tal la vida de san Pedro Nolas- obispo, proponiéndole éstas y otras razones en un
co, que admiraba y confundía á los que tenían largo razonamiento. Turbó mucho esta persecu-
buena vista, ofendía tanto á los malos, que se c i e - ción á los compañeros del santo, y trocó á muchos
gan con la luz, por verle tan aplaudido del pueblo, de los que antes estaban en favor de la congrega-
y con la gracia del rey D. Jaime, que había su- ción. Acudió el santo á san Raimundo de Peña-
cedido al rey D. Pedro, su padre, la cual ellos fort, que era confesor del rey, como acabamos de
deseaban para sí, que afirmaban era toda su s a n - decir, y también su confesor, y san Raimundo le
tidad hipocresía, y que compraba con sus limosnas animó á sufrir y esperar, y con su autoridad y
el aplauso del pueblo, y llegaron á decir al rey prudencia habló al obispo y gobernadores, y so-
que le desterrase de su reino, como á hombre segó por entonces la persecución.
pernicioso, porque esto convenía al bien de su Pero el demonio, viendo que no había podido
corona. Y viendo que con estos medios no podían anegar al santo en tantas tormentas como había
entibiar el cariño del rey, que con tanta razón le levantado, metióle la tormenta dentro del alma, y
estimaba, pusieron dolo en la pureza de su fe, h a - permitiólo Dios para mayor merecimiento de su
ciendo sospechosas sus más ilustres acciones, di- siervo. Afligióle con grandes tentaciones y d e s -
ciendo que el desposeerse de todo era por imitar confianzas de si erraba en el juicio, y pensando
á los herejes que se llamaron pobres de León, y á que hacía lo más agradable á Dios, embarazaba
los patarenos, que empezaron desposeyéndose de su mayor servicio, discurría que por ventura
todas las cosas, como si no fuera más razón, vien- acertaban más los que se oponían á esta obra, por-
do que en todo conformaba su vida, compararle á que como santo creía que les movía buen celo, y
los apóstoles que lo dejaron todo por seguir á Cris- como humilde desconfiaba de su parecer. E m p e -
to desnudos. Mas ¡á qué no llega la malicia! ¡En zó á dudar qué haría, y pudo tanto con él su t e -
qué no pondrá dolo! Pues convierte la triaca en mor, que resolvió retirarse á un desierto, juzgan-
veneno, quiere hacer vicio de la misma virtud, y do que esto era lo más seguro y en que había
á la caridad argumenta de falta de fe, cuando es el menos peligro de errar; con todo esto no quiso
más abonado testigo de la fe la caridad. Esparcie- ejecutarlo sin consultar primero á su confesor.
ron por Barcelona y otros lugares de Cataluña li- Conoció san Raimundo que aquélla era tentación
belos, en que ponderaban las mismas razones, y del demonio, desengañóle y alentóle á proseguir
diéronlos al rey, suplicándole que atajase con tiem- en lo comenzado, diciéndole que Dios no le quería
po el fuego que empezaba á emprender en su reino, para el retiro, sino para que le sirviese en el mun-
antes que levantase tanta llama que no se pudiese do, haciendo bien á sus prójimos. Consolóse por
apagar con las lágrimas de todos los buenos. El entonces el santo; mas volviendo por la noche la
rey, aunque tenía tanta satisfacción de la santidad misma tentación, con mayor fuerza le proponía el
de Nolasco, todavía por no errar en cosa de tanta demonio que la doctrina de su confesor era buena
importancia, consultó á su confesor, que era san para varones perfectos y experimentados, no para
Raimundo de Peñafort, el cual le confirmó en mancebos sin experiencia y virtud como él pensa-
la grande estimación que tenía del santo, con ba que era. Al fin, viendo que crecían las olas y
que no tuvo efecto la pretensión de sus e n e - querían anegarle, clamó al Señor, que parecía
migos, y él salió con mayor honra de estas calum- estar dormido en la nave, pidiéndole su favor, y
nias. No bien sosegada esta tempestad, se levan- poniendo por intercesora á María santísima. Apa-
tó otra más peligrosa, y que sintió más el santo, reciósele luego el Señor, que nunca desampara á
porque la primera se oponía á la persona, y ésta sus siervos, y díjole: No te turbes, Pedro, porque
á la obra que Dios le había encomendado. A l g u - no me dejas á mi, cuando para consolar al afligido
nos, demasiado estadistas, impugnaban la reden- y socorrer al necesitado te apartas de la oración.
ción de los cautivos con razones más políticas que Y mostróle la gloria de los bienaventurados y la
DÍA 31 ENERO 337
variedad de caminos que van á aquella patria c e - Ambrosio, es símbolo de una insigne misericor-
lestial. Ausentóse Cristo, y luego se le apareció el dia; y ¿qué más insigne misericordia que la que
apóstol san Pedro, y le animó á proseguir en lo usa esta sagrada religión, pues se queda cauti-
comenzado, ofreciéndole su asistencia, y a s e g u - va por dar libertad á los cautivos? Y si la oliva
rándole que aquélla era la voluntad de Dios, de lo siempre está verde y con hojas, como afirma P u -
cual vería claras señales al día siguiente. Sucedió nió, siempre esta religión florece en varones
así, que al día siguiente amanecieron trocados sus insignes en letras y santidad. Desde que tuvo san
émulos, y de perseguidores, hechos protectores, Pedro Nolasco esta visión, andaba ansioso de e n -
porque sin saber quién los movía, como si se h u - tenderla, pidiendo á Dios que se la declarase,
bieran concertado, se empeñaron en favorecer al poniendo, como siempre, á María santísima por
santo y á su congregación. Por muchos trabajos medianera, hasta que llegó el primer día del mes
y persecuciones había de llegar san Pedro Nolasco de agosto, en que se celebran las Cadenas de san
á ser redentor de cautivos, pues por ellas llegó Pedro, y cumplía años san Pedro Nolasco: y e s -
Cristo á ser redentor de los hombres, y de esta tando aquella noche el santo en fervorosa oración,
manera le disponía Dios para fundar una religión pidiendo á Dios que librase á los cautivos de las
de redentores. Previno Dios á san Pedro Nolasco cadenas de los moros, como había librado á su
con misteriosas revelaciones. Un viernes santo apóstol de las de Herodes, vio de repente á la Rei-
vio en sueños en el atrio de un magnífico palacio, na de los ángeles que, como dice san Efrón, es la
una oliva verde y frondosa, cargada de fruto; y verdadera redentora de cautivos, con grande m a -
estando divertido mirándola, salieron del palacio jestad y gloria, vestida de un hábito blanco,
dos varones ancianos y venerables, que le dijeron acompañada de san Pedro y Santiago, patrón de
venían enviados de su rey á encomendarle que cui- España, y los santos patrones de Barcelona, y le
dase de aquel árbol, sin permitir que alguno le des- declaró como era la voluntad de su Hijo y la
trozase ó maltratase. Luego vio salir dos hombres suya que se fundase una religión en su nombre
fieros y bárbaros, que empezaron desapiadadamen- para redimir cautivos, con obligación de quedar-
te á desgajar sus ramas, y arrojar y pisar sus fru- se en prisiones si fuese necesario, para que que-
tos, pretendiendo arrancar la oliva, si pudiesen. den libres los que estuvieren á peligro de faltar á
Opúsose el santo á su barbaridad, batallando con la fe. También se apareció la Virgen y declaró lo
ellos para defender la oliva, y reparó que cuantas mismo al rey D. Jaime y á san Raimundo de
más ramas le quitaban, más hermosa y frondosa Peñafort. A la mañana se juntaron el rey y los
reverdecía, saliendo de sus raíces hermosos pim- dos santos, y confirieron las revelaciones, y no
pollos, que creciendo imperceptiblemente, llena- pudiendo dudar que eran de Dios, trataron de
ban todo aquel espacioso atrio. Desapareció la cumplir la voluntad de la Reina del cielo, y fun-
visión, y aunque el santo no entendió por enton- dar la religión á los 10 del mismo mes de agosto.
ces lo que significaba, se lo mostró después el Quiso el rey que fuese orden militar, para que
Señor, y él lo declaró á algunos de sus hijos. Dos entrasen en ella muchos caballeros que eran de
explicaciones dan los historiadores á esta visión; la congregación de la Misericordia, y habían ser-
la primera, que el atrio es el mundo, y la oliva vido con gran valor en las guerras pasadas; y san
la santa Iglesia, combatida de los enemigos de la Pedro Nolasco quiso que tuviesen sacerdotes para
fe, de los cuales, principalmente de los mahome- el coro, que enfervorizasen á los legos en la c o n -
tanos, la había de defender san Pedro Nolasco y templación; y luego se fundó en la iglesia catedral
su religión. La segunda, que el atrio es la Iglesia, de Barcelona la sagrada, real y militar orden de
y la oliva la orden que el santo había de fundar, nuestra Señora de la Merced, á 10 de agosto del
á la cual han procurado los mahometanos y otros año de 1218, como dicen los historiadores de la
enemigos de Cristo destruir y desgajar, quitándo- Merced, y otros graves autores de fuera de ella,
le tantas ramas como hijos suyos han hecho dado que otros lo contradigan, y afirmen que se
mártires; pero con eso ha crecido más, y se ha fundó el año de 1223; mas para mi intento i m -
extendido en la santa Iglesia, siendo cada uno de porta poco esta diferencia, y así dejo esta cuestión
estos mártires como grano de trigo, que muerto, á los que escriben más largamente la vida de este
crece multiplicando. Y verdaderamente con mucha santo patriarca. Tomaron el hábito blanco, por
razón se puede decir de esta religión de san Pedro haberse aparecido la Reina de los ángeles vestida
Nolasco: Sicut olioa fructífera in domo Dei: Que con él; y el rey, como á fundación suya, la señaló
es como una oliva fructífera en la casa de Dios; con el escudo que traen los religiosos en sus p e -
porque esta sagrada religión anuncia á los presos chos, dándole las barras de sus armas y una cruz
y cautivos la libertad, como el ramo de oliva, que blanca, armas de aquella santa iglesia donde se
llevó la paloma, la anunció á los que estaban pre- fundó la religión, la cual confirmó Gregorio IX en
sos y cautivos en el arca. La oliva, según dice san Roma á 17 de enero del año 1230, y el año
TOMO i
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338 LA LEYENDA DE ORO DÍA 31
de 1235, en Perosa, le dio la regla de san A g u s - Jaime las instancias que antes le había hecho, de
tín, y después le han concedido los sumos pontí- que hiciese cruda guerra á los moros, profetizán-
fices muchas gracias y privilegios, por sus útilí- dole las conquistas de las Mallorcas y reino de
simos y gloriosísimos trabajos. Hizo san Pedro Valencia, á que le acompañó con sus religiosos,
Nolasco los tres votos solemnes y substanciales obrando en ellas por sus oraciones Dios muchos
que tienen todas las religiones, y añadió un cuar- milagros. Escribió varias cartas al santo rey don
to voto solemne de redimir cautivos, y quedar Fernando de Castilla, profetizándole sus victorias.
por ellos en rehenes si la necesidad espiritual lo Fueron tantas y tan ilustres sus profecías, que en
pidiese; y este voto dejó á su religión, obligándose Castilla le llamaban muchos el profeta tarraco-
sus hijos á perder la libertad y exponer la vida, nense. A san Luis, rey de Francia, visitó y per-
porque conserven la fe los cautivos cristianos suadió la conquista de la Tierra Santa, y convir-
que estuvieren á peligro de perderla, que es lo tió en ida y vuelta muchos herejes, y fundó
más á que pudo llegar la caridad; porque si, como algunos conventos de su orden. Fué al reino de
dice Cristo, ninguno tiene más caridad que el que Valencia á verse con el rey D. Jaime, y andando
dá la vida por su amigo, ¿qué caridad tienen en la fundación de algunos conventos en las fron-
aquellos que se obligan con voto á perder la vida teras de Murcia, supo como bajaba el infante don
pOr sus hermanos, si fuere necesario, para que Alonso de Castilla á tomar posesión de aquel
ellos no pierdan la fe? Como muchas veces ha reino, que su rey Hudiel había ofrecido al santo
sucedido á estos sagrados redentores, verdaderos rey D. Fernando, y le acompañó con muchos
imitadores del Redentor, que dio la vida para r e - de sus religiosos, y fundó convento con advoca-
dimir cautivos del demonio y del pecado. ción de Santa Olalla, donde dijo la primera misa
Dio el rey un cuarto de su palacio para el pri- que después de su restauración se vio en aquella
mer convento, y en adelante trajo el escudo de ciudad, dejando algunos sacerdotes que adminis-
las armas de esta orden, y en las principales fes- trasen los sacramentos á los soldados que queda-
tividades se vestía el manto blanco, trayendo, en ron de guarnición, á todos los cuales quitaron la
cuanto su dignidad le permitía, el hábito de su vida después en su levantamiento los moros.
religión. Luego inmediatamente dio san Pedro Padeció en varias ciudades del África crueles
Nolasco el hábito de su religión á doce caballe- tormentos por la redención de algunos cautivos
ros, y después le fué dando á otros muchos, cre- que estaban ya resueltos á dejar la fe, y por la
ciendo cada día esta nueva planta y oliva que conversión de muchos moros; y en una ocasión
plantó san Pedro Nolasco, que después ha exten- le metieron en alta mar en un barco sin velas ni
dido mucho sus ramas y sus frutos por España, remos; pero extendidos los brazos en forma de
Francia, Italia y las Indias Occidentales, donde cruz, sirviéndole la cruz de árbol y el manto de
fueron sus religiosos con los nuevos descubrido- velas, siendo Dios el piloto, llegó el barco salvo á
res, y hoy tienen ocho provincias de ilustres y la playa de Valencia. Era grande el deseo que
numerosos conventos en los reinos, que convir- tenía de morir por Cristo, y duróle toda la vida
tieron á la fe. Pero no es maravilla que haya el sentimiento de no encontrar la corona del mar-
crecido tanto esta sagrada orden, siendo su prin- tirio, que buscó muchas veces con gran diligen-
cipal fundadora la Reina de los ángeles, como lo cia. Fué devotísimo de la Reina de los ángeles,
afirma el sumo Pontífice Paulo V en la confirma- á quien hizo particulares servicios, y de quien
ción de sus privilegios. Y el mismo pontífice con- recibió singulares favores. Instituyó se cantase
cedió á esta religión; que celebrase el día de su todos los sábados con gran solemnidad la Salve,
fundación con oración y acciones que publiquen y que se celebrase en su religión la fiesta de su
esta verdad. Concepción, por haber oído á los ángeles, que en
Las virtudes que ejercitó san Pedro Nolasco, el coro de su convento de Barcelona, estando el san-
siendo padre de su religión, se pueden conocer to en oración, cantaban el oficio de este misterio.
por las que ejercitaba siendo particular; y las que Vísperas de la Purificación de nuestra Señora,
tendría cuando varón y anciano, por las que tenía descuidándose el campanero de tocar á maitines,
cuando niño y mancebo; y la santidad de consu- el santo fué á tocar, y pasando por el coro le vio
mado, por la de principiante y novicio en la v i r - lleno de luces, y entrando dentro, halló á los á n -
tud. Empezó á ejemplo de Cristo á obrar antes geles en las sillas, y presidiendo á la Madre de
que á enseñar, para enseñar á sus hijos más con Dios, y puesto á sus pies, estuvo, como en la g l o -
obras que con palabras, siendo el primero en ria, tres horas, que tardó aquella celestial capilla
todas las observancias de su orden, y el último en en cantar alabanzas á su Reina. Estando ausente
el concepto de su humildad. En lo que más se el santo padre, fué vista la Reina de los ángeles
señaló fué en la caridad y celo de la redención de muchas noches bendecir los dormitorios de su
los cautivos; para esto prosiguió con el rey don convento. Le descubrió Dios muchas imágenes
DÍA 31 ENERO 339
milagrosas de su Madre, ocultas desde la entrada enviando ángeles que le llevasen á asistir con sus
de los moros. En Valencia, la del Puche, debajo religiosos en el coro, como lo habían hecho dos
de una campana. En el mismo reino, Nuestra años antes para que asistiese á los maitines de
Señora de Arguines, guardada milagrosamente en Navidad. Llegó el tiempo en que esperaba el cum-
el hueco de un olivo por muchos siglos. En Menor- plimiento de la palabra de san Ramón, y se pre-
ca, Nuestra Señora del Toro, por haberla defendi- vino con los santos sacramentos, cercada su cama
do estas fieras muchos años cerca de una cueva. del obispo y gobernadores de Barcelona, y de sus
Pero más es haber venido muchas veces la misma primeros compañeros, á los cuales había hecho
Virgen desde el cielo, para visitarle y regalarle llamar, para que le acompañasen en aquella hoTa;
como á hijo querido. Libráronle de grandes peli- y habiendo exhortado á sus hijos á la caridad con
gros los santos ángeles, así seglar como religioso. los cautivos, y pedídoles perdón del mal ejemplo
Yendo un día por el campo de Barcelona, juzgan- que les había dado, gozoso él, porque se acercaba
do dos facinerosos, que hombre que hacía tantas á la gloria, y tristes y llorosos ellos, porque los
limosnas llevaría consigo cantidad de oro, salie- dejaba tal padre y maestro, dijo con gran devoción
ron á matarle, y al verle en lugar solo y apar- el salmo: Confítebor Ubi, Domine, in ioto corde
tado, queriendo ejecutar su mal intento, salieron meo, y al llegar á aquellas palabras: Redemptionem.
dos ángeles en traje de peregrinos, que diciéndole missit Dominus populo suo, nació al cielo en la
venían de Monserrate, le tuvieron divertido hasta misma noche que Cristo nació al mundo, y entró
volver á la ciudad, y al entrar desaparecieron; de este redentor de cautivos en la gloria en la misma
lo cual admirados los ladrones, se le echaron á hora que el Redentor de los hombres entró en la
los pies, tocados de Dios, y le pidieron perdón de tierra, á las doce de la noche de la vigilia de N a -
su intención dañada. Muchas veces se libró de la vidad, del año de nuestra salud de 1256, entregan-
muerte que le querían dar algunos hombres mal- do su dichosa ánima en manos de María santísima,
vados, por aviso de su santo ángel; el cual se le y del glorioso apóstol san Pedro, y los santos p a -
mostraba algunas veces en forma visible, quitán- trones de Barcelona, que acompañados de coros
dole los temores que en tan santa vida tenía de su de ángeles vinieron por ella, y se la llevaron á la
salvación. Su penitencia fué austerísima; trayendo gloria, como lo merecieron ver algunas personas
el cuerpo ceñido con una cadena, corrió varias santas.
veces á pie toda España, unas, llamado de sus Es muy digno de consideración en cuántas c o -
reyes, y otras, por su embajador, sin tener más sas hizo el Redentor del mundo semejante á sí á
cama que las peanas de las iglesias adonde llega- este redentor de cautivos, para que mereciese g o -
ba. En estos viajes juntó grandes limosnas, con zar tan sublime y glorioso nombre. El nacimiento
que hizo muchas redenciones, sacando de la es- de san Pedro Nolasco fué profetizado y prometido
clavitud á innumerables cautivos. Gastaba mucho á sus padres por un santo sacerdote y un ángel
tiempo en la contemplación de las cosas divinas; en figura de peregrino, como el de Cristo fué pro-
y en ella padecía éxtasis y era muy regalado del metido por los profetas y anunciado á María por
Señor. Siete años antes de su muerte renunció el el ángel san Gabriel. Al nacer el niño Nolasco,
generalato de su orden, recogiéndose solo á tra- fué visto cercado de resplandores, y la pieza donde
tar de morir. Padeció muchas y penosas enfer- nació se llenó de luces, bajaron del cielo los á n -
medades; y estando un día desconsolado de no geles á cantar alabanzas á Dios y traer alegría á
haber podido ir á venerar las reliquias de su los hombres, y vinieron los pobres de la comarca
gran protector el apóstol san Pedro, se le apare- á festejar el nacimiento, traídos de una fuerza ce-
ció crucificado, y le dijo: «Ya yo vengo á verte lestial, como al nacer Cristo, sol de justicia entre
á ti, porque tú no puedes ir á visitarme.» Supo luces y resplandores, cantando los ángeles gloria
del cielo el tiempo en que había de morir el santo á Dios y paz á los hombres, y vinieron los pasto-
rey Fernando, y le escribió, pidiendo le echase res llamados de un ángel, á adorar á su Redentor
su bendición y le favoreciese delante de Dios, á recién nacido; y fué conveniente que naciese N o -
quien tan presto había de ver, excusándose por lasco en un palacio, si nacía Cristo en un establo,
su grave enfermedad de no ir á despedirse de él; porque no se confundiese tanto el redentor de los
y desde entonces el santo rey trató de disponerse cautivos con el Redentor de los hombres. El ángel
con más desvelo para la muerte. Un año antes de dijo á María que su Hijo sería grande; y un s a -
morir supo el día por revelación del santo cardenal cerdote, gobernando fuerza celestial su lengua,
san Ramón, y todo él estuvo recogido, negándose dijo que Nolasco sería grande delante de Dios.
á la comunicación de los hombres, por tratar á so- Pedro Duacense, legado apostólico, profetizó del
las con Dios. Pocos días antes que muriese, s i n - niño Nolasco que por él vivirían y morirían m u -
tiendo por sus dolores no poder asistir á los m a i - chos; y de Cristo niño había profetizado Simeón,
tines de la Purísima Concepción, le consoló Dios que estaba puesto para ruina y resurrección de
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muchos en Israel. En las virtudes no es fácil d e - remitió á Alejandro IV con cartas suyas, y de su
cir cuánto imitó Nolasco á Cristo: en la oración, yerno el rey D. Alonso de Castilla, y de los prela-
en que gastaba las noches enteras, y le vieron dos dos de las dos coronas; y también escribió san
veces sudar sangre, por la tristeza y agonía; en la Luis, rey de Francia, pidiendo todos al sumo pon-
pobreza, no queriendo tener, á ejemplo de Cristo, tífice, le pusiese en el número de los santos. El
casa, ni dónde reclinar su cabeza, y así, cuando cual, vistas tantas pruebas, y el crédito que de su
seglar, dejó la casa de sus padres, vendió la casa santidad corría en la corte romana, hechas las
que había comprado en Barcelona para redimir ceremonias que entonces se usaban, le canonizó,
cautivos; y después de religioso y general de su según afirman muchos autores. Después, renovan-
orden, no quiso tener celda propia, sinoquedormía do Dios los milagros del santo, el pontífice Ur-
en una capilla de la iglesia, ó peana del altar; en la bano VIII, en 30 de septiembre del año de 1618,
humildad, con que servia á s u s hijos y les lavaba le concedió rezo para toda su orden, llamándole,
los pies los días de jueves santo, madándoles que no siervo de Dios ó beato, sino repetidas veces
ellos hiciesen lo mismo, y dejándoles esta loable santo, título que sólo da aquella santa silla á los
institución, que luego que lleguen los cautivos beatos que canoniza ó supone canonizados. Ha
que hubiere rescatado la religión, á cualquier ido continuando Dios las maravillas de este santo,
convento, les laven los religiosos los pies. Y por y los pontífices han ido adelantando su culto,
abreviar, en lo que más se pareció á Cristo san hasta que el año de 1672 nuestro santísimo padre
Pedro Nolasco, fué en la caridad con que padeció Clemente X le ha mandado celebrar en toda la
tantos trabajos y tormentos, y se ofreció á la Iglesia, con rito doble de santo confesor no pon-
muerte tantas veces por redimir los cautivos; y tífice.
esta caridad le ha merecido el glorioso renombre Son muchísimos los autores que escriben la
de Redentor. Pues, en los favores que recibió del vida de san Pedro Nolasco, los cuales podrá ver
cielo, ¿cuánto se pareció á Cristo? En ser visita- citados quien quisiere, por Tamayo de Zalazar en
do, confortado en sus tristezas, y servido de los án- su Martirologio español, á 29 de enero, en la vida
geles; en ser amado singularmente del apóstol de este santo, y por Fr. Juan de la Presentación,
san Pedro; en ser tratado y regalado de María, cronista general de los descalzos de nuestra S e -
como hijo muy querido. También dicen que al ñora de la Merced, al principio de la vida de san
ordenarse de misa, por orden del cielo, bajó sobre Pedro Nolasco; y últimamente por el muy reve-
su cabeza el Espíritu Santo en forma de paloma, rendo P. Fr. Felipe Colombo, cronista general de
como antes en el Jordán sobre la de Cristo. Sólo su sagrada orden, en la vida de su padre y pa-
le faltó morir como Cristo en una cruz; mas aun triarca san Pedro Nolasco, que erudita y copio-
esto no quiso Dios le faltase, muriendo abrazado samente saca á luz, de la cual principalmente
con la imagen de un Cristo crucificado. Y final- hemos sacado nosotros lo que queda referido.
mente muere cuando Cristo nace, para que la s e - (P. Ribadeneira.)
mejanza con Cristo del día y hora de nacer, que
le faltó á Nolasco en el primer nacimiento la al- LA BEATA JACINTA, VIRGEN,—La beata Jacinta fué
canzase en el segundo nacimiento, que este nom- hija del conde Marco Antonio Marescoti, y la con-
bre goza la muerte de los justos, naciendo á la desa Octavia Orsini, ambos ilustres ciudadanos
vida eterna cuando nació á la vida temporal el de Roma, tanto por la nobleza de su sangre, como
autor de nuestra vida eterna. por la abundancia de sus riquezas. Nació el año
Al morir san Pedro Nolasco v i o toda la ciudad de 1585 en el lugar de Vignanello, antiguo feudo
una columna de luz, que en aquella hora subía de la casa de Marescoti, distante de Roma cerca
desde el tejado de su celda al cielo, y salió tal fra- de cuarenta millas. Mientras vivió en el siglo con-
gancia del santo cuerpo, que llenó todo el convento, servó el nombre de Clara, que le impusieron en
rodeando al mismo tiempo su rostro un celestial el bautismo, el cual mudó en el de Jacinta, cuando
resplandor: siguióse una multitud de milagros, vistió el hábito religioso. A más de otros dos her-
con que fué necesario tener algunos días sin e n - manos, tuvo Jacinta dos hermanas, una mayor de
terrar el santo cuerpo, perseverando siempre con edad, llamada en la religión Inocencia, y la otra
la misma fragancia, hasta que viendo que no menor, nombrada Ortensia, que casó con el mar-
cesaba el concurso devoto, le enterraron de noche qués Capizucchi. Aunque Jacinta fué educada de
honoríficamente sus religiosos. En sabiendo su la condesa su madre con mucho cuidado y con
muerte el rey, vino á Barcelona á venerar sus máximas sólidas de cristiana piedad, correspon-
santas reliquias, y entendiendo los muchos m i l a - dió muy mal al trabajo que se puso en su educa-
gros que Dios por su intercesión obraba, mandó ción. Como era de un natural áspero y altivo, sé
al obispo hiciese información de su admirable dejó arrastrar de sus pasiones, al amor de la va-
vida, con que fué él el primer testigo, y hecha, la nidad y diversiones del siglo, y tenía puesta su
DÍA 31 ENERO 341
afición en los adornos, galas y frioleras mujeri- escritorios, cruz de plata, crucifijo de oro, y con
les. Por eso sus padres creyeron conveniente po- otros adornos propios de una casa de seglares; y
nerla en educación en el monasterio llamado de en todo su porte, tanto en sus vestidos como en
San Bernardino, de la orden de santa Clara de todos sus discursos y acciones, no respiraba sino
Viterbo, donde había ya profesado la referida Ino- vanidad y delicadeza. Ni para reducirla á una vida
cencia su hermana mayor; esperando que bajo la más religiosa y conveniente á una monja de santa
disciplina de aquellas buenas religiosas, teniendo Clara aprovecharon cosa alguna los ejemplos, avi-
á la vista los virtuosos ejemplos de su hermana, sos y reprensiones de las otras monjas, y en espe-
moderaría sus malas inclinaciones, y haría una cial de su hermana Inocencia, que vivía con mucha
vida ajustada y devota; pero Jacinta poco ó nada observancia y edificación de todo el monasterio.
se aprovechó de todo esto, pues en aquel sagrado Tal fué Jacinta por espacio de diez años: reli-
claustro conservó el mismo fausto y altivez de giosa en el nombre y por la profesión, mas no en
ánimo, y menospreciando los avisos y a m o n e s - la vida y en las acciones; hasta que plugo al S e -
taciones de la hermana y de las religiosas que ñor mirarla con ojos de misericordia, y no sólo
cuidaban de su persona, no tenía otros pensa- reducirla al camino de la salvación, sino también
mientos ni otros deseos que de hacer un día papel sublimarla á un eminente grado de perfección y
y figura en el mundo, cuando tomase el estado santidad. El medio externo de que se sirvió para
del matrimonio: perdía el tiempo en vanas ocupa- hablar al corazón de Jacinta y reducir á su rebaño
ciones, en entretenimientos y bagatelas inútiles, esta oveja descarriada, fué el de enviarla una
de tal modo, que sus padres la sacaron del monas- grave tribulación, disponiendo que fuese a c o m e -
terio, y la restituyeron á Vignanello, donde hasta tida de una molesta y larga enfermedad, que la
la edad de veinte años continuó la misma vida disi- postró en la cama por muchos meses, sin apro-
pada y sólo atenta á la vanidad del mundo. vecharla nada los muchos remedios que se le hi-
. En este tiempo Marco Antonio, su padre, casó á cieron. En este abaiimiento de fuerzas de cuerpo
Ortensia, hermana menor de Jacinta, con el mar- y de espíritu, Jacinta abrió los ojos para conside-
qués Capizucchi, y propuso á Jacinta que se hicie- rar seriamente el estado mucho más miserable de
se monja en el mismo monasterio de San Bernar- su alma, y resolvió mudar de vida y entregarse
dino de Viterbo: Jacinta no se atrevió á contrade- toda al servicio de Dios, y á la exacta observancia
cir la voluntad de su padre, que como asegura el de las reglas de su religión, si el Señor la restituía
primero y sincero escritor de la vida de Jacinta, la salud. Aflojando algún tanto el mal y empezan-
era un hombre terrible, y que quería disponer do Jacinta á levantarse de la cama, aunque muy
á su arbitrio de las hijas acerca del estado que débil, estaba un día discurriendo sobre la mudan-
debían tomar; pero interiormente se consumía za de vida que había prometido á Dios, y fluctuan-
de envidia al ver preferida á su hermana menor do su ánimo entre varios proyectos acerca de
en el noble casamiento á que estaba destinada: y cumplir esta resolución, sucedió, que mientras la
es indecible, añade el mismo escritor, el dolor parecía que bastaba vivir con mayor regularidad,
y desabrimiento con que miraba las joyas y galas pero no que fuese necesario caminar con todo es-
prevenidas para su hermana desposada con el fuerzo á la perfección y llegar á ser santa, puso
mencionado marqués. los ojos en una imagen de santa Catalina de Sena,
Para cumplir Jacinta la voluntad de su padre bajo la cual estaba escrito este mote: ¿Quid voló,
tomó el hábito de monja en el monasterio de San Domine, extra te? ¿Qué quiero yo, Señor, fuera
Bernardino de Viterbo en el año 1605, al exterior de vos? Para Jacinta, que entendía la lengua lati-
con serenidad é intrépida resolución, pero en rea- na, fueron estas palabras como una flecha que le
lidad de mala voluntad, y con el ánimo averso penetró el corazón; por lo que, conmovida y llena
á la religión, de modo que apenas hubo entrado de confusión de haber sido hasta entonces tan
en el claustro, cuando dijo á una persona su con- ingrata á un Dios tan bueno y misericordioso, se
fidente: «Vesme aquí monja; así quiero vivir y postró en tierra, y con un río de lágrimas pidió
morir; pero seré monja de una manera convenien- á Dios perdón de su pasada ingratitud ó infideli-
te á mi estado.» En efecto: vistiendo el hábito de dad, y resolvió firmísimamente consagrarse toda
religiosa, no perdió la altivez de espíritu, ni la sin la menor reserva al divino obsequio, y seguir
inclinación que tenía al fausto, á las delicias y á desnuda á Jesucristo crucificado, confiando que
la vanidad del siglo, de lo que resultó que por e s - su bondad no la desecharía ni abandonaría. Llena
pacio de diez años llevó una vida del todo contra- por tanto Jacinta de un nuevo espíritu, se fué á
ria al estado que había abrazado. Se hizo fabricar echar á los pies de su sup6riora, y renunció en
una cómoda habitación, y no contenta con alha- sus manos todos sus muebles y alhajas, con c u a -
jarla de muebles convenientes á una religiosa, renta escudos anuales que tenía de su peculio; se
quiso adornarla de hermosos rasos con cuadros, despojó de sus hábitos delicados y aseados, y se
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vistió de una túnica vieja y remendada, cubrién- á Dios, de quince en quince días, de atrocísimos
dose la cabeza con un velo vil y grosero de esta- dolores; plegué á Dios que una vez me reconozca,
meña. Se recogió en una pequeña y angosta c e l - y que esto me sirva en castigo de lo que merezco
da, en la cual no quiso otros muebles que una en la otra vida.» De otra parte fué la santa sujeta
pobre camilla con un simple jergón, y una cruz á las burlas y escarnios de algunas religiosas de
grande de madera enfrente de la cama, y algunas su monasterio, las cuales se burlaban de su e s -
sillas de paja al rededor, é intimó á su cuerpo una crupulosa y exactísima observancia de las reglas
guerra irreconciliable. De este tiempo en adelan- monásticas, y de aquellas, á su parecer excesivas
te sus ayunos fueron casi cotidianos, y frecuente- penitencias y mortificaciones, y censuraban su
mente á pan y agua: en el viernes, á honor de la conducta, llamándola hipócrita y amiga de s i n g u -
pasión de Jesucristo, no tomaba alimento alguno, laridades. Acaeció una vez, que besando Jacinta
estando en ayunas desde el mediodía del jueves en el refectorio los piesá las monjas, como se sue-
hasta la hora de comer del sábado: observaba con le ejecutar por ejercicio de humildad en las c o -
extremo rigor todos los ayunos y cuaresmas que munidades religiosas, una monja lega, asi que Ja-
se suelen hacer en la orden de san Francisco, sin- cinta se inclinaba para besarle los pies, la dio con
gularmente la que se hace desde el día de Todos uno de ellos en la cara, reprendiéndola de necia
santos hasta el día de Navidad. Aunque era de é hipócrita. Sufrió la santa virgen éste y otros
complexión delicada y criada entre regalos, m a - semejantes desprecios con paz inalterable de su
ceraba continuamente su carne con cilicios, con alma, y procuraba hacer bien, y servir en una
disciplinas, y con exponerse de propósito al frío y manera particular á las que le eran contrarias y
al calor de la estación. Para reparar el escándalo la motejaban y despreciaban, como lo ejecutó con
que creía haber dado á sus hermanas con su vida aquella lega: por lo que corría en adagio por el mo-
relajada, compareció muchas veces en el refecto- nasterio, que si se quería alcanzar algún particular
rio con la disciplina en la mano, azotándose rigu- favor de Jacinta, era menester hacerla algún mal.
rosamente, y pidiendo perdón de sus excesos á De otra parte, cuanto la santa era rigurosa con-
sus hermanas, quienes quedaban sumamente edi- sigo misma, tanto era discreta y condescendiente
ficadas de la humildad de la sierva de Dios. R e - con sus hermanas, como se vio cuando fué elegida
nunció toda amistad y correspondencia con per- vicaria, á pesar de todas las repugnancias que
sonas de fuera del monasterio, y se alejó cuanto opuso su humildad. Pero esta dulzura de Jacinta
pudo hasta de sus mismos parientes, á quienes no era una flojedad que mira con indiferencia
hacía entender, cuando venían á buscarla, que no cualquier desorden; porque la santa procuraba
gustaba de visitas, pareciéndole que estaba sobre con mucho celo la observancia de las cosas e s e n -
espinas todo el tiempo que gastaba con ellos, pues ciales de su instituto, y se oponía con el posible
gustaba de vivir recogida, y de tratar en la ora- vigor á los abusos que se introducen poco á poco,
ción con Dios nuestro Señor y con sus santos; aun en las comunidades observantes, si los que
quienes decía, que eran sus verdaderos parientes las gobiernan no son atentos y vigilantes en impe-
y amigos. Y para que todos conociesen cuánto te- dirlos á sus principios. De aquí es que no podía
nía olvidado lo que había sido en el siglo, no quiso aprobar cierta manera de vestir sobrado aseada,
llamarse más Jacinta Marescoti, sino Jacinta de la y que respira un no sé qué de vanidad, aunque
Virgen María, de la cual era devotísima, y en la por otra parte amase la curiosidad y limpieza, y
cual después de Dios ponía toda su confianza. así solía decir: «Pobre, sí, pero limpia: ¡oh qué
A éstas y otras voluntarias penitencias y humi- cosa tan fea es ver una virgen con los hábitos lle-
llaciones, que ejercitó la beata Jacinta todo lo res- nos de manchas! Me gustan aquellas siervas de
tante de su vida, que fué de veinticuatro años, Cristo, en las cuales aun en lo exterior resplan-
se añadieron otras tribulaciones y aflicciones de dece la limpieza.» Asimismo no la gustaba que
cuerpo y de espíritu, con las cuales el Señor se las monjas hiciesen presentes y regalos, s i n g u -
dignó purificar siempre más y más el corazón de larmente á jóvenes seglares; por lo que dio esta
su sierva, y elevarla á mayor grado de santidad. advertencia á una monja: «El regalar, particular-
Primeramente empezó á padecer, á lo menos de mente á jóvenes, aunque espirituales, no es c o n -
quince á quince días, agudísimos dolores cólicos, forme al camino espiritual; y para huir de los
que la atormentaban fieramente, y de tal modo la dichos de los hombres, la cortesía de una monja
abatían, que quedaba destituida de fuerzas, y en sea el ser descortés, ni se debe detener mucho en
un estado de suma debilidad. Pero en medio de es- discurrir con ellos.» Del mismo modo no aprobaba
tos acerbos dolores daba gracias al Señor de que en las monjas ciertos gastos superfluos que se ha-
la castigase en esta vida, para usar con ella de cen en recreaciones y oficios, singularmente aque-
misericordia en la otra. Por lo cual, escribiendo á llos que paran en refrescos, ó en cualquier suerte
una su confidente, la dijo: «Soy visitada, gracias de comidas, como cosa que demasiadamente fo-
DÍA 31 ENERO 343
menta y halaga el apetito, en cuyo punto se m o s - gracias y el reconocimiento que debo?» Y diciendo
tró siempre muy celosa; de modo que escribiendo esto, prorrumpía en suspiros y sollozos.
sobre esto á una monja, la dice: «¡Oh cuan estre- Sobre todo reinaba en el corazón de la beata Ja-
cha cuenta en el día del juicio darán algunas mon- cinta una caridad ardiente en orden á Dios y á su
jas de muchos abusos de los monasterios! Y prójimo, que se sentía casi derretir y consumir,
entonces no vendrán á excusarlas las que han deseando hacer continuos progresos en esta vir-
aconsejado esta superfluidad. Os ruego y os c o n - tud, que es el alma y la reina de todas las demás.
juro por las penas de vuestro celestial esposo, que En efecto: aunque como religiosa claustral nada
no os cuidéis de las vanas hablillas del mundo: á tuviese propio para subvenir á los pobres, todavía
nosotras nos censuran de esto, y á las otras de no dejó de socorrerlos en el modo que fué posible,
aquello: ¡cuántos pobres mueren de miseria, y las excitando á otros, ya de palabra, cuando venían
vírgenes religiosas querrán abundar en superflui- al locutorio, ya por cartas que escribía á las per-
dades! Cerrad las orejas á la multitud de malas sonas conocidas, para que hiciesen abundantes
consejeras.» Como Jacinta era dotada de un gran- limosnas á los pobrecitos que acudían á ellos.
de ingenio y de un fino discernimiento en materias «Dios me ha dado, decía en una de sus cartas, un
espirituales, cuando lo pedía la caridad, daba de corazón tan compasivo, que quisiera desentrañar-
palabra y por escrito sabios documentos á las me en ayuda de mi prójimo.» Cuando podía con-
personas que lo solicitaban. A una monja, que la seguir licencia de quitarse de la boca la pitanza y
escribió que padecía mucha pena por no poder llevarla á los pobres, estaba contentísima, y decía
vencer el sueño, la respondió: «Si no duerme lo que éste era para ella el más espléndido y re-
necesario, se hará inhábil para practicar las obras galado convite: sucedía frecuentemente, que h a -
buenas, no necesitando menos de siete horas, como llándose débil y sin fuerzas, á causa de sus
acostumbran tantas religiones: el poco dormir es penitencias y enfermedades, si ocurría alguna
don particular de Dios, que no quiere conceder á fatiga en beneficio del prójimo, adquiría un
todos. ¡Cuánto he padecido, cuánto he rogado, nuevo vigor: subía y bajaba las escaleras, l l e -
sin poder jamás conseguirlo! Duerma, pues, siete vaba pesos, discurría por las oficinas del monas-,
horas en el corazón de Jesús y de María, en santa terio, y parecía la mujer más robusta del mundo.
paz y sin ningún remordimiento, pues no todos A veces exclamaba: «¡Oh Dios de mi corazón!
los santos han caminado por esta senda de no ¿Por qué no soy señora del mundo, á fin de r e -
dormir.» Un día la alabaron á una persona reli- nunciarlo todo por vuestro amor y por amor de
giosa de otro país, porque se decía, que haciendo los pobrecitos? ¡Oh qué grande es la locura de
oración era siempre bañada de un dulce rocío aquellos que lo pueden hacer y no lo hacen! Pues
de lágrimas; y siendo instada para que declarase después se verán forzados á dejarlo todo con dis-
sobre esto su sentir, «Yo quisiera, respondió, h a - gusto y perjuicio suyo. Así sucederá á aquellos
llarme allí presente para ver si esa persona es que pueden y no quieren; vendrá después la
desasida, si es humilde, si sufre que se le contra- muerte, y entonces conocerán que todo es humo.»
diga la propia voluntad, aun en cosas buenas, y Entre otras personas acudía con frecuencia con
después creeré en sus gustos espirituales: para sus cartas á las sagradas vírgenes de Santo D o -
mí, añadió, me inclino á gente despreciada, d e s - mingo en Monte Magnanapoli de Roma, pidiendo
nuda de la propia voluntad, y sin tantas ternezas socorros para sus amados pobres. «Remitidme,
y gustos; cruz, cruz; padecer, padecer y sin gusto, las escribía, alguna cosa, cualquiera que sea, pa-
y con todo estar firme en la vida espiritual; aquí ños viejos, túnicas usadas, servilletas, pañuelos,
sí que está verdaderamente Dios.» Aunque Jacinta etc., porque por poco que sea, es mucho para
despreciase las criaturas, y su afecto fuese todo quien no tiene nada.» En efecto: aquellas buenas
hacia Dios, con todo esto tomaba gran contento religiosas, por el buen concepto en que tenían á
en las flores, en la música y en el canto de los pa- Jacinta, no dejaban de consolarla, enviándola con
jaritos, porque decía: «De la vista y olor de las licencia de sus superiores abundantes limosnas,
flores se me va el pensamiento á los jardines de y consiguiéndolas aun de sus parientes, que sien-
la hermosísima y siempre floreciente eternidad: do de la primera nobleza de Roma, se hallaban
la armonía de la música me recrea y me eleva con posibilidad de dar copiosos socorros. Siendo
el corazón al concierto que las almas bienaventu- Jacinta tan misericordiosa para con los pobres,
radas hacen en el cielo; y al oir el canto de los que vivían fuera del monasterio, se puede fácil-
pájaros, siento que me enseñan á bendecir y dar mente considerar cuánto haría por las religiosas
gracias á Dios.» Por lo que al oir el canto de los que vivían dentro de él; las amaba á todas con una
pajarillos solía decir á sus compañeras: «¿No e s - entrañable caridad, buscaba las ocasiones de fa-
cucháis aquel inocente animalillo cómo alaba á su vorecerlas, así en lo espiritual como en lo tempo-
Criador, y yo con tantos defectos jamás le doy las ral, y cuando caían enfermas, las asistía con aquel
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mismo afecto y diligencia con que una piadosa y fiereza, que en pocas horas la pusieron al últi-
madre asiste á un hijo que mucho ama; y llegó mo de su vida, con continuos vómitos é inexpli-
alguna vez á estar semanas enteras casi de conti- cables angustias, entre las cuales, resignada en
nuo al lado de la cama sin dormir, ó á lo menos la divina voluntad, y llena de confianza en la di-
muy poco, sirviéndolas en todo lo necesario, hasta vina misericordia, después de haber sido forta-
en los ministerios más viles, bajos y fastidiosos, lecida con el sacramento de la Extremaunción,
con increíble júbilo y contento de su alma. entregó plácidamente su alma en manos de su
En cuanto al amor que tenía á Dios, puede a s e - Criador, en el día 31 de enero del mismo año, y
gurarse sin exageración, que desde el momento siendo de cincuenta y cuatro años de edad. El
que se convirtió de veras al Señor, y se encendió Señor se sirvió testificar al mundo su santidad por
en su corazón el fuego del divino amor, fué éste medio de muchos milagros, que se obraron en su
de día en día creciendo y aumentándose, hasta sepulcro por su intercesión, de los cuales la santa
llegar á ser un vasto incendio, que con mucha sede aprobó los siguientes para su beatificación.
frecuencia la arrebataba fuera de sí y llenaba de El primero lo obró con una religiosa, que en la
dulzuras inefables. Algunos años antes que pasa- edad de veinticinco años fué acometida de epilep-
se á la gloria celestial, escribiendo á una monja sia. Esta enfermedad, que era hereditaria en su
confidente suya, entre otras la decía: «Yo no bus- familia, iba acompañada de gravísimos síntomas;
co ni deseo otra cosa que amar de veras á Dios; pero habiendo la enferma en el año 1709 invocado
hace diez y siete años que se mudaron mis pensa- á la beata Jacinta, quedó perfectamente sana, sin
mientos y voluntad, teniendo unas grandes ansias padecer jamás dicho accidente, aunque se hallaba
de morir al mundo, y para conseguirlo abandonó viva el año de 1722, en que se aprobó este milagro.
todo lo que poseía, y renuncié el afecto que tenía El segundo lo obró con una doncella asaltada
á mis parientes y amigos.» Muchas veces excla- de una enfermedad que los médicos llaman em-
maba: «¡Bienaventurados aquellos que han empe- pyema: había más de cuarenta días que padecía
zado temprano á a m a r á Dios, y á descansar en continua calentura, mucho dolor en el pecho, y
su seno! ¡Infeliz y miserable de mí, que he empe- echaba un esputo fétido, ceniciento y verde: des-
zado tarde á amar á Dios!» Otras veces decía con ahuciada de los médicos se previno para morir,
inflamados suspiros: «¡Oh Dios mío, cómo es recibiendo los sacramentos hasta el de la Extre-
posible que yo viva, si no me sacio de lleno de maunción: hallándose, pues, próxima á la muerte,
vuestro amor!» Iba con frecuencia con una c o m - invocó en su ayuda á la beata Jacinta, y se aplicó
pañera á media noche delante del santísimo una estampa suya al lado ofendido; luego la en-
Sacramento, descalza y llorando, y postrada en ferma pudo volverse del lado dolorido, y descansar
tierra repetía muchas veces á su divino Salva- y dormir; se sentó por sí misma en la cama, c o -
dor: «¡Oh amor! ¡Oh amor! Venid á mi corazón.» mió muy bien, y cuando vino el médico, le contó
Esta gran llama de divino amor, que ardía en muy alegre la salud que había milagrosamente
el corazón de Jacinta, exprimía de sus ojos alcanzado por intercesión de la beata Jacinta; y
abundantes lágrimas de compunción, de que tomándola el médico el pulso, la halló enteramente
en una manera particular era favorecida de su libre de calentura, y declaró después con otros
celestial esposo, especialmente cuando meditaba muchos médicos de Roma que era milagrosa esia
su dolorosa pasión, que era la materia más fre- repentina salud; y por tal, siguiendo el juicio de
cuente de sus piadosas meditaciones, y cuando los médicos, la aprobó Benedicto XIII, el cual la
asistía al tremendo sacrificio de la misa: estando inscribió después con rito solemne en el catálogo
en este tiempo como inmóvil y fuera de sí, con- de los beatos, y se espera que en breve se hará
templando la excesiva caridad de un Dios humi- su solemne canonización.
llado y anonadado, hasta hacerse nuestra víctima Es cosa digna de desearse que no se hallen
y nuestro alimento bajo las especies sacramenta- padres ó madres, que abusando de la potestad que
les: y mucho más la acaecía esto cuando se acer- tienen sobre sus hijos, les compelan con modos
caba á recibirle en la sagrada comunión, en la impropios y violentos á abrazar el estado religio-
cual hallaba todas sus delicias. Vino finalmente so. Porque las hijas deben gozar de una plena li-
el tiempo en que la caridad de la beata Jacinta bertad para elegir el estado que más les gusta, y
había de llegar al colmo de su perfección con la al cual son llamadas por inspiración divina, y no
vista y posesión de Dios, á quien únicamente a s - por sugestiones de sus padres, dictadas de la a m -
piraba con deseos muy encendidos. bición, del interés, ó de otros semejantes bajos
Había ya algún tiempo que no había padecido fines del mundo. Los que obran al contrario, no
los acostumbrados asaltos de sus dolores cólicos, solamente ofenden gravemente á Dios, sino que
cuando la noche del día 31 de enero de 1640 fué se exponen á incurrir en los terribles anatemas
acometida de los mismos dolores, con tal ímpetu que el santo concilio de Trento fulmina contra los
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padres que usan de semejantes violencias con sus divinidades. Presa al momento por orden del
hijas, para obligarlas á hacerse religiosas. Pero prefecto, fué arrojada al fuego, de cuya voracidad
si acaeciese á alguna hija lo mismo que acaeció Dios la libró, siendo después colgada del ecúleo,
á la beata Jacinta, esto es, de profesar de mala punzada y descarnada dolorosamente. El Señor
voluntad, ó por no tener valor para contradecir la conservaba viva en medio de tan acerbos tor-
la voluntad de sus padres, éstas deben adorar la mentos para gloria de su nombre, hasta que al
divina Providencia y dar gracias al Señor de que fin, ganada ya la corona de la gloria, fué despe-
haya permitido, que por estos medios, aunque dazada por un toro en el anfiteatro, volando su
impropios, hayan sido libres de los peligros de dichosa alma al cielo á recibir el premio de su
perderse enteramente, que se encuentran en el triunfo.
siglo, y hayan sido admitidas entre las esposas de
Jesucristo en el puerto de la religión, donde pue- SAN GEMINIANO.—Varón de Dios, obispo octavo de
den con mayor facilidad y mayor mérito santifi- Módena, prelado ilustre en santidad y milagros.
car y salvar la propia alma, que es la cosa que Asistió al concilio de Milán celebrado en 451, de
más importa en este mundo, y la única para la orden del papa san León, para tratar puntos de
cual hemos sido criados y redimidos. dogma atacados por los herejes de aquel tiempo.
San Geminiano murió en el Señor en Módena, á
SAN METRANO, MÁRTIR DE ALEJANDRÍA.-Los paganos 31 de enero de 460 poco más ó menos.
querían obligar al santo que profiriera algunas
palabras impías, á lo que denegándose Metrano, SAN JULIO.—Natural de Grecia, de ilustre fami-
azotáronle cruelmente, agujereáronle la cara y lia, habiendo abrazado la religión cristiana desde
ojos con aguzadas cañas, continuando en darle sus primeros años, marchó siendo muy joven á
otros tormentos, hasta que echado fuera de la Roma, donde se ejercitó en las letras y en la pie-
ciudad de Alejandría, murió apedreado en el dad. Estando en Milán, la fama de su santidad
año 250 ó 251. llegó hasta el obispo, que lo llamó y le instó para
que se quedase á su lado. Ordenado sacerdote de
LOS SANTOS CIRO, Y JUAN—Nació éste en Edesa, y esta última iglesia, fué modelo de virtudes y es-
aquél en Alejandría, y ambos recibieron la coro- pejo de perfección, autorizando el cielo con m u -
na del martirio en Roma, imperando Diocleciano. chos milagros sus palabras y su santo ejemplo,
Antes de ser degollados, fueron azotados, deso- hasta que coronado de merecimientos descansó
llados; arrojados al fuego, obrando el cielo m u - en el Señor, en la misma ciudad de Milán, por los
chos milagros en su glorioso martirio. años 400.

LOS SANTOS SATURNINO, TIRSO, Y VÍCTOR, MÁRTIRES EN LA BEATA LUISA ALBERTONA, YIUDA ROMANA—Des-
ALEJANDRÍA.—Eran estos santos del servicio de engañada de las vanidades del mundo y encendi-
aquella iglesia, aunque no se sabe á qué grado da en amor á las cosas celestiales, renunció á un
de la clerecía pertenecían. Durante la persecu- inmenso patrimonio, que distribuyó entre los po-
ción de Decio fueron acusados, encarcelados, y bres, y tomó el hábito de la seráfica religión de
después de sufrir muchos suplicios, recibieron la san Francisco en Roma. Su nuevo estado la pre-
corona inmortal el día 31 de enero del año 251. sentó á sus hermanas como ejemplar de mortifi-
cación y penitencia: fué favorecida con muchas
_ LOS SANTOS TARSICIO, ZOTICO, CIRÍACO, Y SUS COMPA- visiones espirituales, y al fin murió santa y glo-
SEROS.—Estos ilustres mártires de Jesucristo m u - riosamente en la misma ciudad de Roma, á me-
rieron por la fe en Alejandría. Sus actas se han diados del siglo XIV.
perdido; por consiguiente se ignora el tiempo de
su dichosa muerte. LA TRASLACIÓN DE SAN MARCOS, EVANGELISTA—El
cuerpo de este santo fué trasladado el año 827,
SANTA TRIFENA—Había sido educada esta santa según Galesinio, de Alejandría á Venecia, y colo-
en la religión de Jesucristo, y estando un día en cado con mucha pompa en la catedral de esta
Mármora, isla del estrecho de Gallípoli, en oca- ciudad, dedicada á su nombre. La fiesta de san
sión en que se celebraba una gran fiesta en honor Marcos se celebra el día 25 de abril.
de los falsos dioses, se metió en medio del con-
curso, y llena de celo y caridad, confesó la fe SAN GALDO Ó WALDO, OBISPO Y CONFESOR—Murió en
cristiana, y reprendió á los sacerdotes y al públi- olor de santidad en su diócesis de Evreux en el
co porque daban culto á aquellas insensatas año 491.

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