Buscando Por Siempre

Emily Smith
– Buscando por siempre Traducción – Martha Lo 2018
BUSCANDO POR SIEMPRE

(SEARCHING FOR FOREVER)
POR EMILY SMITH
TRADUCI DO POR: MARTHA LO 2018
XWPColección: Página y 2
Emily Smith – Buscando por siempre Traducción – Martha Lo 2018
SINOPSIS
La vida de la Dra. Natalie Jenner va exactamente según el plan. Ella tiene la casa, la
familia y el trabajo perfecto. En teoría, lo tiene todo. Pero cuando conoce a Charlie
Thompson, la encantadora joven paramédica, esa vida perfecta se ve sacudida por
dentro. Natalie rápidamente se da cuenta de lo que siente porque Charlie no puede ser
explicado por otra cosa que amor. Natalie libra una guerra no solo con la muerte en la sala
de emergencias, sino también consigo misma, mientras dirige las consecuencias de
una vida con Charlie. Cuanto más luchan por salvar vidas juntas, más se enamoran. ¿Pero
será
Natalie lo suficientemente valiente como para perder la seguridad de la vida que siempre
ha conocido? ¿O enfrentará perder a Charlie?
CAPÍTULO UNO
"Natalie, tienes una lesión en una extremidad inferior en la habitación 3. Ella tiene 25
años. Resbaló en un trozo de hielo entrando al hospital."
Judy, una de las antiguas enfermeras del personal, había estado en Northwood desde
el apogeo de mi padre. Recuerdo haberla visto en la cafetería cuando lo visité de niña.
Ahora, ella tenía que escucharme — ordenar mis exámenes, hacer mis procedimientos,
administrar mis medicamentos. De alguna manera, eso nunca estuvo bien conmigo.
"¿Entrando al hospital? ¿Qué estaba haciendo ella aquí?”
"Ella es nuestra nueva paramédica interna. Primer día. Bienvenida a Northwood, ¿verdad?
Debería haber sabido que estarías hoy."
Puse mis ojos en blanco, conociendo mi reputación como la emisaria del pesimismo
del departamento probablemente nunca me escaparía. En nuestra pequeña instalación de
diez camas, una vez supervisé dos paros cardíacos en dos horas. Yo era lo que, en
medicina, llamamos ‘una nube negra’, alguien que parece atraer el desastre sin
importar lo que hagan. Tendría sentido, entonces, que CarolAnne Thompson se
rompiera el tobillo derecho en su primer día en la sala de emergencias, durante mi turno.
Ella era joven y parecía aún más joven. Una espesa cabeza de pelo corto, castaño
estaba despeinado sobre brillantes ojos verdes que parecían mucho más viejos.
"CarolAnne, soy la Dra. Jenner." Después de tantos años, todavía me sentía un poco
incómoda refiriéndome a mí misma de esa manera. El Dr. Jenner, el Dr. Marcus
Jenner, era mi padre — el sobresaliente gran ingenio que se movió con gracia desde la
cuna hasta la cama sin siquiera necesitar una calculadora. Al menos así era como lo veía el
resto del mundo.
"Llámame Charlie. Por favor. Nadie más que mi abuela me llama CarolAnne." Ella
mostró una sonrisa pura, blanca, que me recordó que ni siquiera había vivido lo suficiente
como para dañar sus dientes, y dos hoyuelos asimétricamente colocados aparecieron bajo
sus fuertes pómulos.
"Bien entonces. Charlie. Parece que tienes —“
"¿Una fractura de tibia y peroné derecho, supongo?"
Si ella no hubiera vuelto a sonreír, mi intriga podría haberse sentido más como desdén y
molestia. Pero algo en la forma en que hablaba la hacía parecer fuerte y segura de sí
misma.
"Sí. Una fractura de tibia media, si quieres ser específica." Le devolví la sonrisa, con
cuidado de no dejar ver lo impresionante que ya la había encontrado. "Te dejaremos
en una bota, te pondremos en unas muletas y un poco de Percocet, y estarás lista."
"Gracias, Dra. Jenner."
"Y, mientras estamos en el tema, sin EMS (Servicio de emergencias médicas) por seis
semanas."
Su rostro cayó un poco, mientras trataba de fingir comprensión. Pero me imaginé que la
medicina era todo para Charlie, como lo había sido para mí. Cuando era niña, me sentaba
en el estudio de mi padre mientras él iba, en detalle puro, artículo tras artículo, llevando a
lecciones complejas sobre el sistema circulatorio y el cerebro que, en ese momento,
me intrigaban y desconcertaban. Esperaba todo el día para esta sesión, sabiendo que era
uno de los momentos más importantes que podría pasar con él. No tardé en notar la
misma chispa en Charlie cuando hablaba de medicina, y me pregunté qué la había traído
aquí.
"Cuídate," le dije, caminando enérgicamente hacia la puerta, historial en mano, los ojos al
frente. "Oh, y Charlie," su mirada centrada todavía estaba bloqueada en mi camino
cuando me giré nuevamente, "bienvenida a Northwood."
Las semanas habían pasado, y poco a poco me dirigí al vestuario del hospital, con
una gran taza de café negro en la mano, y me cambié a un conjunto de ropa azul
oscuro que componía la mayor parte de mi guardarropa.
Las enfermeras, los médicos y los de intendencia, y quienquiera que me conociera, me

saludaron cortésmente con el tipo de entusiasmo forzado generalmente reservado para los
médicos, y por alguna razón, estaba más agradecida que nunca por estar allí. Mi hija
Sammy tenía seis años y estaba luchando incluso con las tareas diarias más simples.
Antes de que Sammy naciera, la medicina se cernió en la enorme prioridad de mi vida,

con mi esposo Peter, nuestra confortable casa de cuatro habitaciones en Northwood, y
nuestro setter irlandés (Raza de perro), Max, actuando como soporte de amortiguación —
un vehículo para alimentar lo que más amaba. Durante años, fui doctora. Luego, primero
me convertí en doctora y luego en esposa. Y, cuando nació Samantha, prematura, con
2.100 kilogramos, me convertí en madre, luego en doctora y finalmente en esposa.
Peter — tratando de moverla a una velocidad increíblemente rápida sin dejar de mimarla

— estaba cansado y malhumorado. No había tenido la oportunidad de pagar la hipoteca,
ni las facturas de los servicios públicos, ni las facturas de Sammy que habíamos
acumulado de su última estadía en el hospital. Y anoche me las había arreglado para
quedarme dormida solo unas pocas horas en la gran silla de nuestro estudio, bebiendo una
copa de chardonnay y leyendo un artículo sobre el manejo avanzado de la vía respiratoria
en el paciente obeso. Me desperté a las 4 a.m. sin otra indicación que un infomercial
(Teletienda o Programación pagada) de dieta y Max lamiéndome las yemas de los dedos.
Me alegraba de estar en el trabajo.
"¿Qué tienes para mí, Tim?," le pregunté, sentándome a propósito en la silla del
escritorio frente a mi computadora.
"No demasiado. Un COPDer (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Le di un poco

de albuterol y ahora está bien. El oxígeno alrededor de 95. Respiratorio está ahí ahora.
Una mujer de treinta años con dolor en el pecho. Troponina negativa, ECG
(Electrocardiograma) negativo. Solo parece muscular. Ah, y una fractura de cadera que
está esperando en cirugía."
"Está bien. Gracias."
"Trata de no matar a nadie hoy, ¿de acuerdo, niña?" El Dr. Tim Banks todavía pensaba en
mí como la hija de mi padre. Era un ágil de 72 años, un año detrás de la jubilación. La
mayoría de sus pacientes ahora lo veían como un fósil. Sin embargo, Tim había estado en
Northwood por décadas. Se había ganado el derecho de degradarme.
"Tim," le pregunté, tan casualmente como pude, "¿ya has trabajado con la nueva
paramédica?"
"¿Quién? ¿Charlie?
"Sí, Charlie."
"Un poco. Ella es buena. He visto muchos de esos tipos en mis días, pero esta sabe
sus cosas. Es una buena persona para estar en tu equipo."
Asentí pensativamente y volví a mi trabajo. Después de unos sorbos más de café, estaba
yendo por el corto pasillo para ver al hombre mayor con COPD. La vi de inmediato,
sentada junto a una joven mujer en la habitación 9, sosteniendo su brazo suavemente, lista
para sacarle sangre. Llevaba pantalones azul oscuro con bolsillos a los lados y una camisa
de cuello gris jaspeado. Su cabello, castaño rojizo y todavía desaliñado intencionalmente,
brillaba con sutiles reflejos de las luces fluorescentes sobre su cabeza. Charlie agujereó el
brazo de la mujer con la misma humilde seguridad que había visto en la habitación 3, seis
semanas antes del día anterior. Al darme cuenta de cuánto tiempo había estado parada
afuera de la habitación de la joven, rápidamente hojeé a través del historial del paciente
con COPD con una falsa determinación.
Solo el sonido de acomodar papeles hizo que Charlie levantara la vista de su tarea. Sonrió
tan sin esfuerzo que tuve que mirar alrededor para ver si tenía a alguien o cualquier otra
cosa para sonreír. No la tenía.
Y, sin esfuerzo, regresó a su trabajo.
La presencia de Charlie me había sacudido de una manera que no podía precisar. Pasé las
siguientes horas sumergiéndome en el trabajo, y para cuando ella se acercó a mi
escritorio esa tarde, casi logré seguir con mi vida como de costumbre. Casi.
"Dra. Jenner? Soy la nueva paramédica interna ... yo. . ."
"Charlie." Salté, probablemente mucho más ansiosamente de lo que pretendía.
"Oh, me recuerdas." Se sonrojó de un color rojo encendido, y por sólo un momento, su

experiencia y confianza en la medicina era un disfraz que yacía debajo de su joven
exterior.
"Recuerdo a todos mis pacientes." Una mentira. "Especialmente aquellos que trabajan
conmigo." Menos mentira, pero una mentira a pesar de todo.
"Bueno, de todos modos, tengo a esta paciente en la 10. Ella tiene un largo
historial. Enfisema, una vieja MI (mielofibrosis idiopática), algunos stents (cánulas)
colocados hace unos minutos, la estaba ayudando a ir al baño y su sats (saturación de
oxigeno) bajó a menos de 70."
"¿Cómo se veía?"
"Terrible. Diaforética (Excesiva sudoración), negruzca. De manual. Aumenté su oxígeno

a 6 en la cánula, pero estoy preocupada."
"He visto a esta mujer antes. Algunos Solu-Medrol generalmente funcionan. Escribiré las
recetas."
"Gracias, Dra. Jenner," Charlie dijo, con el mismo aliento de confianza recorriéndola.
"Llámame Natalie. Por favor. Solo mi abuela me llama Dra. Jenner.” Se giró rápidamente,
moviéndose hacia la sala de médicos, mientras yo giraba mi silla hacia la pantalla de mi
computadora, reprimiendo una sonrisa complacida.
Northwood es un pequeño hospital. Es pequeño en su número de camas, y aún más

pequeño en cuanto a los chismes que circulan. Durante las siguientes semanas, me
dijeron más hechos no solicitados sobre nuestra paramédica más nueva de lo que
alguna vez
pensé posible. A los 25 años, Charlie tenía unos 13 años menos que yo. Ella había sido
paramédica desde el momento en que se graduó de la escuela secundaria. Y, después de
pasar años saltando camiones en Spanish Harlem en sus fines de semana fuera de la
universidad, ya había tenido suficiente de las calles y quería volverse interna. Se
rumoreaba que había solicitado, y había sido aceptada, en la facultad de medicina de
Dartmouth, con casi una beca completa. Pero esto fue hace años, y nunca me enteré por
qué terminó conmigo.
También escuché otros tipos de chismes — chismes que tomaban una forma más
personal, chismes con los que no me sentía completamente cómoda.
El hecho de que Charlie era gay no era un secreto. Ella nunca trató de ocultar su identidad
sexual a nadie, salvo quizás a sus pacientes de 80 años que le preguntaban por su
‘esposo’. Sin embargo, eso fue todo de lo que me enteré. E incluso eso, de alguna manera,
se sintió vagamente inapropiado.
CAPÍTULO DOS
No te olvidas de pacientes como Gerald Green — los que vienen caminando, hablando y
luego, literalmente en un instante, se están muriendo.
El clima era un cóctel grotesco de aguanieve, nieve, hielo, lluvia y casi cualquier cosa que
un invierno en Rhode Island pueda arrojar sobre ti. Los caminos estaban glaciales y
resbaladizos, y la sala de espera se estaba llenando de pequeños accidentes
automovilísticos, niños con fiebre y los solicitantes de medicamentos temerosos de
quedarse sin Vicodin antes de que la tormenta se calme.
Gerald, de 47 años, en realidad no estaba buscando ser un paciente esa noche. Él estaba
allí con su hermana mayor, cuyo nombre nunca supe, porque ella había estado quejándose
de dolor en el pecho durante varios días. Cada vez más preocupado, él mismo la llevó, no
queriendo que saliera sola en el clima.
Gerald no tenía molestias. Pero mientras estaba de pie en el escritorio de triaje (* ),

completando el papeleo de su hermana, de repente se puso pálido y cayó al suelo.
Estaba sentada en mi escritorio, revisando el historial de los últimos pacientes de

rutina que había visto esa noche, tratando de reunir mi energía para la inevitable
oleada de traumas y sacar a las víctimas que me saludaran antes de la medianoche.
"Dra. Jenner a triaje, por favor, Dra. Jenner." Un sistema de altavoz parecía algo
superfluo en un lugar tan pequeño. Aún así, no todos los días me llamaban a la sala de
espera.
Al pasar por las puertas al final del pasillo, la creciente multitud en el escritorio me
hizo levantar mi paso cansado. Un grupo compuesto por enfermeras y algunos
curiosos miraban alrededor de algo que no podía ver, manos agarrando furiosamente
por cosas y empujándose unos a otros fuera del camino.
"Tenemos un código aquí," una de las enfermeras dijo, alejándose del caos.
La familiar aceleración de mi ritmo cardíaco y una ligera oleada de calor en mi rostro

provocaron una cascada de emociones que terminó con una sensación de urgencia
innata. "¿Que pasó?"
Un pequeño sendero de cuerpos se abrió para mí mientras me dirigía hacia Gerald. Era
joven, solo cinco años mayor que yo, y lo más cercano a la muerte que una persona puede
tener.
"Estaba parado junto el escritorio cuando lo vi caer. La CPR (Resucitación

cardiopulmonar) ha estado llevándose a cabo durante unos cinco minutos hasta ahora. Él
ha estado en V-fib (Fibrilación ventricular) en el monitor. Le di una descarga una vez
enseguida sin ningún cambio.” La cara de Charlie brillaba de sudor mientras estaba
sentada a horcajadas sobre el hombre y comprimía su pecho. Judy estaba arrodillada junto
a la cabeza de él, forzando el aire en sus pulmones desinflados.
"Bueno. Alguien tiene acceso? Él necesita una intravenosa y un poco de epi (Epinefrina)."
"Ya tiene dos intravenosas de 18. Una dosis de epi, pero pensé que querrías verlo antes de
que lo llevemos a la sala de trauma. ”
(*) Clasificación de los pacientes de acuerdo a la urgencia de la atención.
Charlie era buena. Su reputación no había sido un engaño. La velocidad y agilidad con la
que estaba trabajando en Gerald me hizo preguntarme, una vez más, qué le había sucedido
en Dartmouth. Pero el pensamiento pronto se disolvió mientras me concentraba en la tarea
que tenía entre manos.
"Vamos a ponerlo en una camilla y sacarlo de aquí. Este no es un espectáculo gratuito."
Trabajamos en Gerald Green durante casi una hora antes de llamar a su hermana mayor a
Trauma 10 para decirle que estaba muerto. Para decirle que, aunque nunca había tenido
nada aparte de un resfriado en su vida, aparentemente era su momento de irse. Mierda.
Clase de ética de la escuela de medicina, mierda de asesoría psicológica. Cuando se
apagaron los monitores y se desconectó el respirador, tomé mi taza de café y subí las
escaleras hasta la azotea. Descubrí el helipuerto de Northwood a los diez años, cuando
vine a trabajar con mi padre y él me dejaría con uno de los voluntarios. De alguna
manera, sentada sobre un contenedor de basura inclinado, esperando que aterrizara un
vuelo médico, se convirtió en mi refugio favorito. A los 38 años, todavía lo usaba.
No podía dejar ir a Gerald, mientras empujaba la puerta de la azotea, con el café en una
mano y la otra metida en el bolsillo de mi chaqueta. El viento me azotó las mejillas
expuestas y la nieve voluminosa, pesada cayó al suelo. No me importó. Había demasiado
para mí en la sala de emergencias en ese momento. Simplemente no podía regresar a
suturar la frente lacerada de un idiota borracho cuando no pude salvar a los Gerald
Greens del mundo. Se disiparía, por supuesto. La ira y el miedo todo se desvanecería
mientras
estaba en el helipuerto y veía los copos de nieve salir en espiral de un cielo
negro. Siempre lo hacía.
Pasó un tiempo antes de que me diera cuenta de que no estaba sola. Una sombra, apenas
unos centímetros más alta que la mía, estaba fumando un cigarrillo en la esquina de la
gigante ‘H’. Dudé en acercarme, no porque tuviera miedo sino porque quería estar sola.
Aún así, algo me llevó a hacerlo de todos modos. Seguí el camino del humo del cigarrillo,
la punta anaranjada actuando como un faro para quién sea que se encontrara al otro lado.
"¿Charlie?" Estaba parada, sus ojos fijos en el suelo, la ceniza del cigarrillo ardiendo casi
hasta sus dedos enguantados. "Charlie." Luego salió de cual sea la realidad que había
estado visitando. Tal vez era una realidad donde habíamos salvado a Gerald Green.
Donde alguien de 42 años no termina simplemente muerto en tu sala de espera. Donde
un
par de niños pequeños no quedaron huérfanos porque una aorta decidió diseccionarse
después de unas pocas décadas. Tal vez era mi realidad también.
"Oh. Hola."
"¿Qué estás haciendo aquí arriba? Está helando."

"Probablemente podría preguntarte lo mismo. Pero no lo haré, porque tengo la sensación

de que sé la respuesta."
Nos quedamos en silencio durante un largo momento, el frío intenso un agridulce

recordatorio de que estábamos, de hecho, todavía aquí. Gerald Green no estaba. Pero
nosotras sí.
"Sabes, fumar te matará," dije, mis labios temblando.
"Lo mismo hará las aortas diseccionadas." Su mirada permaneció concentrada y

determinada, de una manera que me recordó a algunos de los disciplinados cirujanos que
había visto en el quirófano.
"Punto a favor."
El silencio se llenó a nuestro alrededor una vez más, dejándome sintiéndome

apropiadamente vacía y reflexiva. Sin embargo, estaba cómoda y, de alguna manera, feliz
de no estar sola.
"Sabes," Charlie dijo, aplastando la colilla de su Camel con la punta de su bota, "Solo
fumo cuando pierdo a alguien."
"Solo te estaba molestando. De verdad. No estoy aquí para ser tu madre." Aunque
‘madre’ se sentía como la menor de las posibles relaciones con ella.
"¿Alguna vez se vuelve más fácil?," ella preguntó, vacilante. "¿Ya sabes, los Geralds?"
Me detuve un momento, sintiendo como si mi respuesta necesitara poder arreglar

cualquier cosa que estuviera rota dentro de ella esta noche.
"No. No, nunca lo hace. "A través de las sombras proyectadas por las farolas debajo
de nosotras, vi sus usualmente brillantes ojos verdes hundirse en el suelo y las comisuras
de sus labios caer inocentemente. "Pero se supone que no es más fácil. Cuando es
fácil
perder a alguien entonces es cuando sabes que es hora de seguir adelante. Has estado en
este negocio demasiado tiempo cuando Gerald Green no te hace querer gritar, llorar o
golpear a alguien."
"No puedo imaginarte golpeando a alguien," dijo, con una pequeña pero
tranquilizadora sonrisa que parecía levantarme de una forma que no había sido en
semanas — no en casa con Peter, ni en las salas de trauma, ni en ningún lado.
"¿Estás bromeando? Puedo patear un culo si es necesario. Deberías verme cuando algunos
de estos consumidores de drogas se salen de control."
Se rió a carcajadas desde algún lugar dentro de ella que no había visto en toda la noche —
y pensé que sonaba a algo parecido a la curación.
"De acuerdo, entonces tal vez no aquí en Northwood. Pero allá en Phoenix, durante mi
residencia, saqué a algunos." Se rió un poco más. "¡No, de verdad! ¡Lo juro!" Me giré
rápidamente y comencé a fingir puñetazos. "Por supuesto," me detuve, con una sonrisa
suave, "no soy tan joven como solía ser."
"Oh vamos. No eres tan vieja," Charlie murmuró, y estaba segura de que vi un destello de
algo en su sonrisa que me recordó la timidez. "Campeona." Giró un gancho derecho en el
aire frente a mí, mirándome duramente por lo que parecieron horas. Inconscientemente,
me encontré devolviendo la mirada. Igual de dura. Tal vez más dura.
"Será mejor que vuelva a bajar." Finalmente habló, rompiendo el agarre que sostenía con
sus ojos. "Van a empezar a buscarme."
"Sí. Yo también." Y nos fuimos, lentamente, a través de la pesada puerta de la azotea,

por los cuatro tramos de escaleras, ninguna dijo una palabra más.
¿Qué sabía Charlie Thompson sobre mí? ¿Sabía sobre mi predecible y apuesto esposo? O
mi dulce hija? ¿O nuestra linda casa de dos niveles en Beech Street con una
piscina? ¿Había oído hablar de mi padre? ¿Cómo no podría haberlo hecho? Su supuesto
legado era como un virus en Northwood. No podrías evitarlo.
Y si ella sabía lo externo — sabía lo que las enfermeras o los otros médicos, o Tim, o
cualquier otra persona sabía — ¿sabía la verdad? Justo cuánto de mi vida era evidente
bajo el papel que quería interpretar: Natalie Jenner, Doctora, madre cariñosa, brillante
cirujana, devota ... adorada ... feliz esposa ...
Pero no había nada extraordinario sobre Peter. Era mediocre en casi todos los planos de su
vida — excepto en su capacidad para amar a nuestra hija. Y cuando finalmente me di
cuenta de esto, Sammy se había convertido en lo que nos mantenía unidos de una
manera grande y necesaria.
Charlie no llevaba un anillo en su dedo; no tenía ningún símbolo exterior de que estuviera
comprometida con alguien o cualquier cosa, aparte de la medicina. Aun así, mientras
estaba sentada en mi rodante silla de escritorio frente a un escáner de un húmero
derecho
un Lunes por la tarde, me pregunté quién era ella. ¿De qué se estaba escondiendo cuando
se sumergió en trauma, la destrucción y todas las partes más horribles de la humanidad?
O tal vez era solo yo. Quizás Charlie pudo usar la medicina como carrera. Tal vez era
algo para irse de aquí en el hospital cuando se iba a casa con alguien, una mujer, que
la hacía feliz. Tal vez, para Charlie, los desastres de otras personas simplemente pagaban
las cuentas aunque, de alguna manera, lo dudaba.
"Nat, ven aquí. Sammy está enferma otra vez." La voz de Peter llegó en ondas
amortiguadas hasta mi oficina en el piso superior, donde me senté en mi computadora
investigando guarderías de necesidades especiales para nuestra hija. Peter necesitaba
volver a trabajar, no tanto porque necesitáramos el dinero, sino porque temía que lo
mataría si tenía que quedarme en casa con él por más tiempo.
Sammy me trajo algo que amaba incluso más que ser médico. Pero ella había crecido
lentamente, requiriendo amor y atención constantes, y cuando tenía dos años, finalmente
alcanzó el tamaño de un bebé. Durante los primeros años, no habló y apenas
lloró. Necesitaba más de lo que cualquier guardería o niñera podría ofrecer. Así que Peter
renuentemente vendió su pequeño negocio de electricista. Día tras día, ingresé a la sala de
emergencias, trabajando largos y arduos turnos, que parecían mantenerme unida de
alguna amplia y necesaria manera, mientras Peter se quedaba en casa con Sammy,
haciendo de padre de familia y mártir.
Durante años, el hospital había sido un paraíso retorcido para que escapara cuando mi
casa amenazaba con tragarme vida, pero recientemente, simplemente no parecía
suficiente. Amaba a Sammy, y amaba a Peter, por todos nuestros defectos. Pero en
algunos días — la mayoría de los días — era demasiado.
"¿No puedes lidiar con eso? Estoy en medio de algo."
"Creo que es malo. Está sangrando de nuevo."
Corrí escaleras abajo para encontrar a Sammy tendida en el sofá en los brazos de
Peter, somnolienta y mirada cerosa.
"¿Que pasó?"
"Ella estaba en el baño ... había más sangre ... creo que deberíamos...."
"Vístela. Empaca una bolsa. Llamaré al hospital.” Me moví hacia el teléfono inalámbrico
e inmediatamente marqué el número del Departamento de Emergencia de Northwood.
"Tal vez deberíamos llamar a John McGee," Peter sugirió vacilante. John era solo un
pediatra, y ella necesitaba la sala de emergencias. Impetuosamente le mostré la palma de
la mano y señalé el auricular del teléfono.
"Soy Natalie Jenner. Hola. Sí, llevaré a mi hija ... otro sangrado gastrointestinal ...
aproximadamente diez minutos más o menos. Por favor, hazle saber a Tim o a
Jack. Gracias.” Colgué y agarré una bolsa con las cosas de Sammy del dormitorio.
"Le llevaré algunos Cheerios. Todavía no ha cenado," Peter dijo, tomando a Sammy con
un brazo y dirigiéndose hacia la cocina.
"Peter, tiene un sangrado GI. No puede comer."
"Lo siento, no todos fuimos a la escuela de medicina, ¿de acuerdo?"
"¡Está bien! Solo agarra su abrigo. Traeré el auto."
Un alivio abrumador me invadió cuando el letrero neón de EMERGENCIAS iluminó el

cielo en el horizonte — no solo por mi hija enferma, sino por el santuario que ofrecía el
hospital. Siempre fue como venir por aire.
"Estaciona el coche. La llevaré," le dije, saltando fuera del asiento del conductor frente a
la entrada principal y ayudando a Sammy a salir de la parte trasera. "Vamos,
cariño. Volveremos a ver al tío Tim, ¿de acuerdo? Tenemos que hacerte sentir mejor."
Una vez que estuvimos dentro, dos de las enfermeras más jóvenes me saludaron en el
escritorio. "Habitación 6, Natalie.” Una de ellas descolgó el teléfono y volvió a llamar al
departamento principal, con tensión en su voz.
"Vamos a necesitar laboratorios y una intravenosa de inmediato.....alguien traiga a

Charlie."
Ya me había encontrado buscando en el departamento por ella. De alguna manera, me

sentía mejor solo sabiendo que ella estaba cerca.
"Cuando Peter llegue aquí, ¿le dirás dónde estamos?" Una de las enfermeras asintió
suavemente, mientras me giraba y llevaba a Sammy a la habitación.
Un toque tentativo llamó mi atención mientras recorría los canales de la televisión en

la
pequeña sala de examen, tratando de encontrar caricaturas. Peter se sentó en una silla
al lado de la cama, sosteniendo una de las sudorosas manos de Sammy. Sin importar
cuántas veces pasáramos por esto, él siempre tenía la misma paralizada expresión en sus
ojos. Lo entendía. A pesar de todos mis años de entrenamiento, nunca era tan fácil verla
sufrir.
"¿Natalie?"
"Oh, hola, Charlie. Pasa. Por favor.” La misma sensación de alivio abrumador que había
sentido conduciendo una vez más me atrapó y se elevó en mi pecho. Apenas la conocía, y
sin embargo, todo en mí me decía que podía confiar en ella.
Llevaba una bandeja llena de agujas y tubos, en una postura más alta de lo que yo
sabía que realmente era, con las largas mangas arremangadas para revelar los brazos
fuertes. Con una sonrisa comprensiva, Charlie se sentó en el taburete junto a la cama y
miró la cara asustada de Sammy.
"Hola, Sammy," dijo, como si solo las dos estuvieran allí. "Mi nombre es Charlie. Soy
una amiga de tu madre."
Sammy frunció sus cejas y enterró su cara en mi cuello, dejándome con mis ojos fijos en
Charlie.
"Tengo una pregunta para ti, Sammy. Es una pregunta muy importante que solo tú puedes
responder. ¿Puedes ayudarme?" Intrigada, Sammy se asomó por debajo de mi barbilla y
se giró hacia ella. "¿Sabes quién es?" Charlie metió la mano en el bolsillo en el costado de
sus pantalones y sacó un pequeño muñeco de peluche. Solo pude mirar con asombro
cuando mi hija finalmente sonrió. "Este es Bob Esponja. Él es un buen amigo mío.
Pero tenía la sensación de que ya lo sabías. ¿Podrías cuidarlo por mí? Estoy bastante
ocupada esta noche, y él se siente muy solo. ¿Podrías ocuparte de él mientras trabajo? ¿Por
favor?" Charlie hizo un mohín con los labios y sostuvo el juguete frente a ella,
esperando a que Sammy reaccionara. Suspiré y me reí un poco cuando la hermosa
niña en mi regazo asintió varias veces y agarró el muñeco.
Mientras Charlie recogía sus suministros para el procedimiento, Sammy se sentó contenta
en mis brazos, haciendo que las piernas de Bob Esponja se doblaran y giraran mientras
Peter miraba con inquietud.
"Gracias," murmuré en silencio, y le ofrecí a Charlie la sonrisa más endeudada que pude
reunir. Su cara se sonrojó y devolvió su atención al trabajo que tenía entre manos.
"Está bien, Sammy. Ahora tengo que ponerte una inyección. Sé que va a doler mucho,
y va a ser aterrador " Sammy levantó la vista de su juguete mientras sus ojos se llenaban
de lágrimas, y su boca comenzó a temblar. "Pero luego, todo habrá terminado. Y te
sentirás mucho mejor. Y mamá se quedará contigo, y, por supuesto, Bob Esponja
estará aquí también. Pero él va a estar asustado. Así que también tienes que ser muy
valiente por él, ¿de acuerdo?" Sammy reflexionó sobre la solicitud por un momento, y
luego, con los ojos secos, asintió con la cabeza. "Bien."
Charlie llamó mi atención e hizo una señal hacia la aguja en su mano. Asentí
rápidamente.
"Sammy, ¿sabías que a Bob Esponja le encantan los globos? Apuesto a que te gustan los
globos también. ¿Cuál es tu color favorito de globo? Sammy estaba mirando la sonrisa
tranquilizadora y confiada de Charlie con tanta intensidad que apenas lloró cuando la
pequeña aguja le pinchó el brazo. "Eso fue todo, cariño. ¡Todo listo!" Una breve serie de
lágrimas se derramaron de los ojos de Sammy, pero solo por un momento. Y luego
ella estaba sonriendo y riendo. Y yo también.
"Eras tan buena. Bob Esponja se siente mucho mejor ahora también. Él estaba un poco
asustado, pero fuiste super valiente, así que él tuvo que serlo también." Con un rápido
movimiento amplio, recogió su bandeja y con gracia salió de la habitación.
Tenía que seguirla. No estaba segura de por qué, al principio, pero sabía que tenía que
hacerlo. Antes de que pudiera perderse de vista, agarré su mano libre y ella se dio la
vuelta. Un destello vertiginoso de fuego se disparó por mis brazos y dentro de mi cabeza,
dejándome momentáneamente aturdida, preguntándome por qué yo estaba allí parada en
primer lugar.
Charlie me miró expectantemente. "¿Está él bien?," preguntó finalmente, haciendo añicos

el silencio e hizo un gesto hacia la cortina cerrada frente a la que estábamos paradas.
"¿Quién? Peter? Oh, si. Él está bien. Se pone un poco verde cuando salen las agujas."
"¿Un poco? He visto guisantes con mejor coloración." Nos reímos un poco, mientras
supervisaba rápidamente el departamento. Todos estaban haciendo sus propias cosas. Al
parecer a ningún alma le importaba el momento que estaba pasando afuera de la
habitación 6.
"Escucha, solo quería darte las gracias." Me di cuenta de repente que aún sostenía
ligeramente la punta de su dedo índice. A regañadientes, retiré mi mano. No quería dejar
de tocarla — romper esa conexión. La energía fluyendo entre nosotras, a través de tan
poco como la yema del dedo, era tan palpable que era respiración vital. De repente, me
consoló en formas que no había estado toda la noche, y me tomo todo dejarlo ir.
"Por supuesto. No fue nada." Sus suaves rasgos fueron cubiertos con sutil humildad que
parecía tan atractiva en ella.
"No. Lo digo en serio. Fuiste más allá de lo que cualquier otra persona ha hecho con
ella. De veras le agradaste."
"Solo estoy haciendo por lo que me pagan tanta lana." Volvió a sonreír, su fuerza
magnética mantenía mis ojos impotentemente sobre los de ella.
"Oye, Charlie, ¿puedes ayudar a Ken en la 5? Creo que necesita un EKG

(Electrocardiograma)," la secretaria del mostrador gritó al otro lado del camino. Sin otra
palabra, Charlie suspiró y se alejó de mí una vez más. Me retiré pasando la cortina
cerrada, me quedé sin nada más que la situación actual para arrastrarme de regreso a
donde había estado.
Sammy ingresó en una unidad de cuidados intensivos pediátricos en Boston, a más de

una hora de distancia. Peter viajaría en la ambulancia con ella. Yo la visitaría entre
turnos. Esta no era la primera vez que habíamos pasado por esto, y no sería la última, de
ninguna manera. Besé la frente de Sammy y le dije que estaría allí para visitarla a la
siguiente noche.
"Asegúrate de comer algo," fue todo lo que Peter pudo decir mientras seguía la camilla
de la ambulancia fuera del edificio. Y una vez más, fui dejada sola, parada afuera de
la habitación 6, viéndome, estoy segura, casi tan desorientada como me sentía.
Ya eran las 4:30 a.m. y yo era el siguiente médico de las 6 a.m. No había dormido en la
sala de guardia desde la residencia, pero esa noche, no podía entender ir a una casa vacía.
Después de una ducha rápida, me cambié en un nuevo conjunto de ropa de hospital y me

dirigí hacia el catre en la parte trasera del departamento en la inútil esperanza de unos
minutos de sueño.
Nadie dormía realmente en la sala de guardia, y solo un puñado de la élite de Northwood

tenía la combinación para entrar — razón por la cual me sorprendió ser despertada
alrededor de las 5:30 a.m. por alguien abriendo la puerta. Una rendija de luz se derramó
sobre mis ojos mientras rápidamente cubría mi cara con el pliegue de mi brazo.
"¿Cuál es el problema, Jack? ¿Estás tratando de levantarme para que puedas irte
temprano?" Murmuré.
"Oh Dios mío. Natalie, lo siento mucho ... estoy buscando al Dr......bueno, no importa. Lo
siento mucho. No quise...." Charlie estaba parada con su mano todavía en la perilla de la
puerta, viéndose obviamente nerviosa cuando recuperé mi visión.
"Espera." La detuve. "Está bien. No te preocupes por eso."
"Lo siento mucho."
"¿Qué hora es, de todos modos?"
Ella miró su muñeca. "Las 5:32"
"Hora de levantarse. O lo suficientemente cerca de eso." Ella todavía parecía avergonzada

mientras se giraba para irse de nuevo.
"Oye, ven aquí por un minuto."
Charlie vaciló, pero soltó la perilla y caminó hacia mí. Me senté en el catre, esperando
que se sentara a mi lado. Lo hizo.
"¿Cómo sabes tanto acerca de Bob Esponja?" Intenté contener mi diversión mientras veía
la sorpresa abrumarla.
"De acuerdo. Me retracto. Me gusta." Sus ojos brillaban incluso en la penumbra.
"Claramente. Debes tener hijos, o algo así. ¿Una familia?” ¿Podía ella sentir que estaba
empezando a curiosear? Pero una enigmática y creciente parte de mí tenía que
conocerla. Tenía curiosidad de una manera en la que nunca había tenido curiosidad acerca
de mis compañeros de trabajo o de alguien, realmente — curiosa de una manera en la que
estoy segura se parecía más a la intromisión. Aunque no me importaba cómo se veía.
Tenía que saber quién era realmente.
"Por supuesto que tengo una familia. Los alienígenas no me dejaron caer aquí el año
pasado.” Me reí. "No. Tengo una sobrina. Tiene más o menos la edad de Sammy, de
hecho. Mi hermana mayor la tuvo cuando tenía dieciocho años, y soy todo lo que ella
tiene en estos días. Su novio es una mierda, y nuestros padres se jubilaron en Florida
cuando me gradué de la escuela paramédica. Mi sobrina se queda conmigo a veces, y
vemos mucho Bob Esponja."
"¿Que hay de ti? ¿Estás, ya sabes, casada?”
"¿Casada? Estoy casada con este lugar, supongo. Pero eso es todo.“
Algo dentro de mí no entendía sentir tan tremendo alivio. Quería saber más, quería saber
todo lo que había que saber sobre esta desconcertante joven de 25 años que cohabitaba en
mi ER (Sala de emergencias). Y no estaba segura de por qué.
“Estuve en una relación por un tiempo, unos años, pero no funcionó. Ella no podía
compartir con el trabajo.“
Su uso de los pronombres me sorprendió, confirmando lo que ya sabía sobre ella. Mi

padre me había criado para creer que éramos católicos, pero cuando la bebida se lo tragó
por el resto de su vida, ni siquiera podía seguir manteniendo el pretexto de la religión, y
dejamos de ir a misa. Sin embargo, había logrado adoptar un tipo de cristianismo a la
carta, lo que me llevó a dudar sobre las cuestiones estándar que circulan constantemente
en toda la sociedad sin una solución — principalmente el aborto y la homosexualidad.
Nunca me he considerado socialmente conservadora, pero ser homosexual era algo que
nunca había tenido que deliberar.
“Sé cómo es eso.” Podía empatizar.
“ No sé,” Charlie dijo, un borde ingenioso de su voz. “Tu esposo parece estar bien con
ello.”
“Peter? Oh. Sí. Lo hace.” Me sorprendió. Supongo que nunca realmente puse mucho
énfasis en cómo Peter se sentía por mi trabajo, o cualquier cosa, en realidad. Salir
nunca
había sido una prioridad para mí. Mientras que mis compañeras de universidad salían
todos los fines de semana con este o aquel tipo, yo estaba adentro haciendo problemas de
síntesis orgánica y bebiendo café negro. Tenía 28 cuando finalmente me casé. Peter
era amable y quería un par de hijos. Y yo no quería estar sola para siempre. Otro
golpe en la
puerta de repente robó nuestra atención.
“Esto va a comenzar algunos rumores,” bromeé en voz baja. Las dos nos reímos
cuando Judy abrió la puerta de la sala de guardia.
“ Natalie, son las 6 ... oh...hola, um, Charlie.”
“Dios mío, ¿cualquiera puede entrar en este lugar ahora?” Me reí.
“Guau, las 6 ya, ¿eh? Supongo que será mejor que vaya a casa. ” Charlie estaba
tartamudeando por alguna razón.
Y con lo que pensé que sería un rápido guiño, arrastrando los pies pasó junto a Judy y se
fue.
CAPÍTULO TRES
Las siguientes semanas trajeron un horario que parecía discrepar con el de Charlie, y me
di cuenta que había estado revisando el tablero de turnos todos los días para ver si ella
estaba coincidiendo. Cuando ella estaba trabajando, yo pareció estar constantemente
consciente de dónde estaba. Si estaba examinando a alguien en la habitación 4 con un
dolor de cabeza, de alguna manera sabía que Charlie estaba en la habitación 3 dando a un
paciente con dolor torácico nitroglicerina. Si me sentaba frente a mi computadora, ella a
menudo se apoyaba en el escritorio más cercano, revisando las órdenes de los pacientes,
hablando con las secretarias, encontrando maneras de mantenerse ocupada. Yo estaba
siempre pasivamente escuchando sus conversaciones.
Y en mis peores momentos, me escuché a mi misma interviniendo, comentando sobre

esto o aquello, sólo para involucrarme en todo lo que estaba pasando a su alrededor. El
personal, los pacientes, miembros familiares — todo el mundo parecía gravitar hacia ella.
Tal vez fue su encanto, o la forma en que hizo reír a las enfermeras con su ingenioso
sentido del humor. O tal vez era sólo su inteligencia en bruto que se filtraba de ella. Sea lo
era acerca de Charlie, sin embargo, quería ser parte de ello.
Un par de veces al año, algunos del personal de enfermería encontraban una excusa para
organizar una fiesta en el departamento — que por lo general equivalía a una excusa para
que todos bebieran cerveza fuera de los orinales y cantaran desentonadas canciones de
Travesías en karaoke. No era mi forma ideal de pasar una noche, es cierto, pero ese
particular Sábado, busqué una niñera para Sammy, escogí una corbata para Peter, y me
puso mi único vestido negro, determinada a sacar lo mejor de lo que, en esencia, se
convertiría en una fiesta de fraternidad universitaria.
“¿Tenemos que hacer esto?” Peter gimió, sacudiendo su corbata en el espejo.
“Sabes que si.”
“Hemos asistido a cientos de estas cosas desde que terminaste la escuela de medicina,
y todas son exactamente iguales. ¿No puedes omitir solo esta?”
“Sabes que no puedo.”
Él exclamó fuerte en protesta. "Bien."
“Puedes quedarte en casa con Sammy si quieres, Peter. No te obligaré a que vayas. “
“ No, no, por supuesto que no.” Su tono se suavizó, dio un par de pasos hacia mí y puso
sus manos sobre mis hombros. "Iré."
"Bien. Entonces déjame arreglar esto.” Extendí la mano y tiré del nudo de su corbata
hasta que estaba satisfecha que estaba derecha. "Ahí."
"¿Como me veo? Como el esposo de una doctora?”

Me reí de él. "Sí. Algo así."
Me preguntaba si ella estaría allí, cuando Peter y yo nos dirigimos hacia la barra. No
estaba segura de por qué Charlie me vino a la mente, o por qué lo había estado
haciendo tan a menudo durante las últimas semanas. Pero lo atribuí a una simple
curiosidad y tomé mi copa de vino de regreso a la mesa.
Durante una hora, Peter y yo hicimos una pequeña charla con algunas de las enfermeras y
personal administrativo. Peter tuvo cierto kilometraje de historias sobre Sammy, y la
conversación siempre en última instancia giraba en el trabajo, hasta que me encontré
constantemente mirando hacia la puerta.
No estaba en absoluto sorprendida cuando Charlie llegó tarde, varias de las
enfermeras más jóvenes la saludaron cuando llegó, y algunas se pegaban como chicle
mientras caminaba con confianza hacia la barra. Era la primera vez que la veía sin
uniforme, en
pantalones de vestir negros y una camisa azul rey que la ceñían en formas que la ropa de
hospital nunca podría. No era exactamente un desafío ver por qué algunos de las jóvenes
del personal cayeron sobre ella.
La observé desde el borde de mi visión mientras ella lentamente bebía una cerveza y
se reía con dos de las enfermeras recién matriculadas. Enfatizaron su edad con el
cabello recogido con broches de mariposa a juego y escotes adornados con corazones
plateados
baratos y estrellas. Michelle, la mayor de las dos, lanzaba su largo, hermoso cabello detrás
de su hombro cada vez que Charlie hablaba, y la enfermera rubia fruncía el ceño cuando
la atención ya no estaba en ella. Periódicamente, los ojos de Charlie se desviaban en
mi dirección, y entraba en pánico y me giraba bruscamente hacia Peter. Una vez que su
vaso estaba vacío, Charlie lo puso sobre la barra, le entregó al camarero un billete de
diez dólares, y caminó, sola, hacia nuestra mesa.
“Hola,” ella dijo, ofreciendo al grupo una amable sonrisa. Pero sus ojos se posaron en mí.
“Charlie, hola. ¿Por qué no te sientas con nosotros? ” Todos en la mesa asintieron cuando
Judy habló.
"Esta bien. Parece que está bastante lleno aquí. Puedo sentarme....”
“¡ No!” Una de las otras enfermeras protestó. “Tenemos mucho espacio. Hay un poco
de espacio al lado de Natalie. Nat, córrete más. ” Mi cara se calentó como un horno cuando
levante mi silla y la moví.
Charlie se quedo parada torpemente, dudando antes de comenzar a sentarse. “Gracias,”

dijo, jalando de su silla y poniendo sus manos con nerviosismo sobre la mesa delante
de ella.
“ No creo que nos hayamos conocido formalmente.” Peter extendió su mano hacia
ella. “Peter Anderson.”
“Charlie Thompson.” Ella la estrechó graciosamente.
“ No puedo agradecerte lo suficiente por la manera en que manejaste a Sammy esa noche. ”
“Charlie es la mejor,” Judy intervino. “Somos afortunados de tenerla.”
“Ustedes van a hacer estallar mi cabeza, ” ella dijo, sus mejillas se volvieron de un rosado
favorecedor.
Se estaba haciendo tarde — con el tiempo marcado solamente por la disminución de la
sobriedad de todos los presentes. Nuestra mesa estaba llena de cerveza y copas vacías,
y la conversación se estaba volviendo descuidada y sin censura. Una claramente
embriagada Michelle se paseó detrás de Charlie y echó los brazos alrededor de ella.
“Ven a bailar conmigo,” le susurró al oído, probablemente mucho más fuerte de lo que se
había dado cuenta, y Charlie se giró hacia ella.
“ No puedo bailar.”
“Te enseñaré.” Michelle entrelazó su brazo con el de Charlie y la levantó de su

silla. Mientras ambas se reían, una indeseada punzada de celos me destrozó.
“Sólo bailas con la chica, ¿verdad?” Alguien gritó, y las dos mujeres jóvenes se dirigieron
hacia la pista de baile.
Miré a través de la visión borrosa mientras Charlie hizo girar a Michelle y la tomó en sus
brazos.
Ella tenía razón; no podía bailar. Pero lo hizo con tanta gracia, y con tanto aplomo,
que nadie se habría dado cuenta. Después de varias canciones, Charlie le dijo algo
que no
pude entender, y Michelle se sentó en la cercana barra en un taburete junto a la enfermera
rubia.
“Tu turno, Natalie,” Charlie dijo, acercándose a nuestra mesa de nuevo y tomando mis
manos. “Es decir, si está bien con Peter.”
"Bien por mi."
“Gracias, pero mi carnet de baile está lleno. ” Sonreí fríamente pero me preguntaba si
alguien estaba notando el pánico que me envolvía. Mis manos, que todavía sostenían
suavemente las de Charlie, comenzaron a temblar, y mi cara se ruborizó por lo que
pareció la centésima vez esa noche. La idea de incluso ser tocada por ella fue suficiente
para hacer cosas a mi interior que alguna vez había estado segura no eran más que clichés
juveniles. E ir con Charlie a la pista de baile no haría nada sino mostrar esta reacción a
todos a mi alrededor.
“Vamos, Nat,” Judy dijo, “relájate.” La mesa se unió a la broma, y finalmente renuncié a

mi protesta, parándome lentamente y tropezando ligeramente en los brazos esperando de
Charlie.
Las tres copas de vino habían mantenido mi aprehensión a raya, y cuando ella me acercó
un poco más, pude oler el lúpulo en su dulce aliento mezclado con el aroma de una
especie de colonia cara. Era extrañamente reconfortante y atractivo — razonablemente
recordando los días de la universidad que nunca tuve. Estaba mareada mientras giraba
descuidadamente, los otros asistentes a la fiesta moviéndose alegremente a nuestro
alrededor.
“Realmente no puedes bailar.” Me burlé de ella, poniendo mis brazos alrededor de su

cuello.
"Te lo dije."
Y como una película de baile con temas de los años 80, la música de repente se hizo lenta,
y nos quedamos allí paradas — sus brazos fuertemente agarrados a mi cintura mientras
nos balanceábamos torpemente hacia la apertura de la nueva canción.
“Yo, uh, debería volver con Peter.” Tartamudeé, mirando sus tentadores ojos, que estaban
cargados con una lujuria estimulada con el alcohol.
“Gracias por el baile, Sra. Jenner,” dijo con una sonrisa encantadora, e inclinó la
cabeza ligeramente. Di una rápida reverencia burlona y regresé a dónde mi esposo
esperaba.
“ No está mal para una anciana,” Peter bromeó, poniendo su brazo a mi alrededor mientras
me sentaba de nuevo. “Creo que algo de la juventud de Charlie se disipó en ti
allí. Charlie, no puedes tener más de qué, 15? 16 años?” Él acababa de cruzar la línea de
odiosamente borracho.
“Tengo 25 años,” Charlie respondió con frialdad.
“Conocí a Natalie cuando tenía 25 años, sabes.”
“¿Es eso cierto?” Ella tomó otro largo trago de su cerveza.
“Deberías haberla visto. Era algo en ese entonces.“
La cara de Charlie se contrajo con disgusto, mientras se movía protectoramente más cerca
de mí. “Creo que ella es algo ahora,” dijo con una sonrisa engreída, el alfa en ella saliendo
a la luz por primera vez desde que la conozco, dejando mis piernas temblorosas debajo de
mí.
Era mi trigésimo noveno cumpleaños, y estaba intentando no comunicarlo a nadie. En un

año más, tendría cuarenta años, lo cual, de alguna oscura manera, significaba el fin de una
era de juventud para mí. La verdad, sin embargo, era que no había sido joven un día en mi
vida — excepto quizá por unos momentos dispersos como con el de Charlie el mes
anterior en la fiesta de la compañía. Pero era un hospital, una fábrica de chismes atendida
por aquellos que aparentemente no tenían nada mejor que hacer que hablar el uno del
otro. Y estando allí tanto tiempo como estaba, alguien podría, inevitablemente,
descubrirlo. Sólo esperaba que ese alguien no fuera Charlie.
Como si fuera a hacer algún tipo de dramática diferencia con ella ya sea si tuviera 38
o 39, o incluso 40. Como si incluso me preocupara cómo ella se sentía acerca de mi edad.
Y era, por supuesto, Charlie, quién estaba parada pacientemente junto a mi jeep
cuando salí del trabajo ese día — una especie de entusiasmo palpable emanaba de ella.
“¿Qué haces aquí?,” dije suavemente. “Tu turno terminó hace horas.” Me deslicé más
cerca de ella, preguntándome cuán cerca podía llegar a estar antes de sentir esa misma
electricidad que había experimentado hace semanas. En el momento en que estaba lo

suficientemente cerca para tocarla, olerla, ver las diminutas pecas debajo de sus pómulos
y las arrugas alrededor de los ojos, había perdido el rastro de todo.
“Me enteré que era tu cumpleaños.”
“¿Quién te dijo eso?” Fingí estar ofendida.
“Tengo mis fuentes. 29, ¿verdad?” Ella me estaba tomando el pelo.

"Absolutamente. He tenido 29 durante los últimos diez años, y tengo la intención de
quedarme allí indefinidamente.” Nos reímos juntas.
“Date la vuelta.” Desconcertada, hice lo que me pidió y escuché mientras hurgaba con mi

puerta del lado del pasajero. “Está bien, puedes girarte de nuevo.”
En el asiento delantero estaba colocada una mantecada, con una sola vela encendida
débilmente en encima de la misma. “ No podía dejar pasar el día sin hacer nada,” dijo, una
pizca de incertidumbre en su voz mientras inspeccionaba mi cara, pareciendo evaluar si
había ido demasiado lejos. Nuestra relación, nuestra amistad, nuestro estatus como
colegas ya estaba más allá del blanco y negro. No volvía a casa por la noche y
pensaba extensamente acerca de cualquier otra persona en el personal del hospital.
No noté su
pelo, o su colonia o su sonrisa, o su risa. Y sin embargo, en lo que respecta al tiempo que
pasamos juntas, Charlie y yo no habíamos tenido mucho. Pero ella no había ido
demasiado lejos.
“Feliz cumpleaños, Nat,” susurró, y sin pensarlo dos veces, la abracé, envolviendo mis
brazos apretados a su alrededor y plantando mi cara en la cálida, dulce piel de su cuello,
mientras calientes, inesperadas lágrimas se precipitaban por mis ojos.
"Gracias."
“Ahora,” se apartó de mí pero nunca completamente liberando su agarre, “sopla esta vela
antes de que quememos tu coche.”
El altavoz en la sala de emergencia crepitó a la vida, rompiendo la pacífica

tranquilidad que rodeaba al departamento esa tarde. Había estado actualizándome con
los historiales durante horas e incluso había tenido tiempo de comer algo ese día. Esto
nunca era una
buena señal.
“Hospital Northwood, este es Médico 78, código 1.” Charlie corrió hacia el escáner, el
aburrimiento en su cara se disipó rápidamente.
“Este es Northwood. Adelante, 78.”
“Varón de 13 años de edad, a punto de ahogarse. Cayó a través del hielo en Scutty
Pond. Él no está respirando. No pudimos conseguir intubarlo. Sin acceso a intravenosa.
Estamos envolviéndolo. El pulso es de 130, presión arterial es de 70 sobre 45. Estaremos
allí en unos dos minutos.“
Y de repente, el aire cambió. El grupo cada vez mayor alrededor del escáner se dispersó
rápidamente hacia la sala de trauma, llevando suministros y a ellos mismos. Los niños
nunca fueron fáciles, y ciertamente nunca fueron divertidos.
“ Ni siquiera pudieron lograr intubarlo?” Charlie gruñó detrás de mí. Ella ya estaba
agarrando el carrito de desfibrilador pediátrico y jalando de varios medicamentos
diferentes. “ Ni siquiera una intravenosa? Cristo. Este niño tendrá suerte si llega a nosotros
a tiempo.” Nunca la había visto tan alterada. Era como si un interruptor hubiera sido
activado dentro de ella y nada más que una cruda, sin filtrar emoción estuviera brotando.
“Están aquí,” una de las enfermeras de Trauma 10 dijo. Rápidamente seguí a Charlie en la

habitación.
El pequeño niño era un siniestro tono de ciruela mientras lo trasladaban a la cama.
“Muy bien, vamos a intubarlo. Ahora.” Un aplastante pánico se asentó cuando me di

cuenta de que probablemente no podríamos hacer nada por este muchacho.
Antes de que pudiera siquiera moverme, Charlie estaba cernida sobre él, firmemente con
determinación abriéndole la boca. “Alguien deme cricoides,” ella espetó.
Por mucho que las enfermeras querían a Charlie, muchas de ellas estaban intimidadas y
francamente irritadas por su habilidad. Podía intubar y realizar procedimientos casi como
todas ellas, incluso las que eran más antiguas en Northwood. Aún así, ellas lo sabían,
todos lo sabíamos, cuando las cosas se ponían mal, ella podría hacer el trabajo. Observé,
ojos moviéndose detrás de las líneas planas en el monitor de Charlie, mientras empujaba
el tubo en la garganta del chico.
“ No puedo ver las cuerdas.” Apartó el aparato un poco hacia atrás, mientras pensaba en
intervenir. “Está bien, lo tengo.” Tenía ganas de llorar cuando la bolsa comenzó a inflar
los pulmones carentes del chico.
“Tiene un 97 por ciento de O2. Buen trabajo. ¿Ya tenemos una línea? ” La sensación
fortalecedora de aplazamiento no duró. El niño todavía estaba técnicamente muerto.
“Acabo de tener una.” Una de las enfermeras tomó habló. “Empuja atropina y epinefrina,
un miligramo.” Otra enfermera continuó con las compresiones torácicas.
“De acuerdo, detén la CPR. Revisemos el monitor. Fibrilación. Vamos a darle una
descarga. Y mete otra epi. Además, alguien que lo abrigue más. Tenemos que subir su
temperatura. ¿Cuál era?"
“ Noventa, rectalmente.”
"Muy frío. Demasiado frío. Caliéntenlo. Y sigamos trabajando con él. Seguimos
trabajando hasta que esté caliente.“
Durante otros varios minutos, metimos medicamentos y forzamos aire en su cuerpo, sus
pequeños brazos se agitaron violentamente cuando cada descarga se realizaba.
“¿Cuál es su temperatura ahora?”
“94,” Charlie dijo enfáticamente.
“Bien, todos deténganse.” La tensión en la sala era más espesa que el acero, mientras cada
individuo retrocedía para ver los monitores. Una serie lenta pero clara de picos fluctuaba
en la pantalla y el sonido de las campanas de alarmas cesaron. “Tenemos un ritmo.”
“Y un pulso,” Charlie dijo.
El momento en Trauma 10 parecía tocar a todos.
“Sigan calentándolo. Dos litros más de solución salina tibia, mantas, y vigilen si hay más
disritmias. Gran trabajo. Todos.” Y me sentí saltando de regreso a mi escritorio para
solicitar la consulta del chico. James Pratt, quién se cayó a través del hielo en Scutty Pond
a finales de Marzo, estaría bien.
Incluso una hora más tarde, todavía estaba emocionada por poder salvar a James. Por
darle a un niño otros setenta, ochenta años de vida — nada era mejor que eso. Estaba de
camino a la cafetería por mi tercera taza de café negro cuando pasé por la sala de
guardia. Charlie estaba apoyada contra la pared cercana, con un pie cruzado delante del
otro, el pelo revuelto en todas direcciones, una sonrisa vertiginosa en los labios. Ella
estaba inclinada y sonriendo. De alguna manera parecía lo más apropiado en el mundo.
“Hola, vaquero,” dije, alineándome a su lado, “ buenas manos allí. Realmente

impresionante."
"¿Yo? ¿Estás bromeando? Natalie, tú salvaste su vida. Nunca antes había tenido un
salvamento así. Nunca he....maldición. Tenerlo tan cerca de morir — él estaba muerto —
y tú sólo ... lo recuperaste. Sabías exactamente qué hacer. Él estaba muerto, y ahora....irá
a la universidad, y se casará, y tal vez tendrá hijos, y, Cristo, quién sabe lo que hará
ahora. Gracias a ti."
Charlie me miraba con admiración, un ansia que nunca había visto en ella antes. Era una
mirada que envió a cada célula de mi cuerpo caer fuera de control, que me hizo
deslizarme lentamente delante de la puerta de la sala de guardia, sin apartar los ojos
de ella, e ingresar el código. Con una rápida mirada hacia el final del pasillo, giré la perilla
lo más silenciosamente que pude y agarré el dedo índice de Charlie, jalando de ella
suavemente hacia la habitación.
Su admiración pareció convertirse en intriga, pero el ansia se mantuvo igual. Y nunca

dudó en seguirme.
La habitación estaba a oscuras con la puerta cerrada — tan oscura, lo único que podía
hacer era sentirla allí, delante de mí. Podía sentir el calor emanar de su cuerpo. Podía
sentir la raída tela de su camisa en mis puños, sentir su corto, suave cabello en la parte
posterior de su cabeza mientras pasaba mis palmas de las manos sobre él.
“ Natalie, qué estás haciendo?” No era una pregunta, sino una afirmación de
obligación que ambas sabíamos que no significaba nada en este momento.
“ No lo sé,” dije imprudentemente, “no tengo idea de lo que estoy haciendo. Sólo estoy ...
haciendo. .”
“Podrías perder tu trabajo ... y Peter ... y....” Se esforzó por encontrar las palabras, pero
sus dedos se movieron casi instintivamente hacia la parte baja de mi espalda, jalando
suavemente del dobladillo de mi bata.
La tensión entre nosotras era tan espesa que era dolorosa. Me dolía el cuerpo y me
retorcía por tocarla. Algo dentro de mí estaba tomando el control, algo profundo y
reprimido, y ninguna de nosotras podía hacer nada para detenerlo.
“Bésame.” Respiré pesadamente. Instantáneamente, me había convertido en una persona

que nunca había conocido antes. Pero no podría importarme.
Charlie se pasmó y parecía buscar en la oscuridad una señal, por algo, que le dijera
que esto era lo correcto.
En esos minutos, sin embargo, lo correcto y lo incorrecto no importaba.
Esperé. La acelerada velocidad de todo en mí parecía aumentar, hasta que sentí como
si me autodestruiría. Ni siquiera estaba segura de si eso era posible. Pero sin duda se sentía
así, mientras desafiaba a Charlie a cerrar la brecha entre nuestros labios. Deslicé mis
manos sobre los hombros duros, por sus costados y sus caderas, y hasta el pelo ya
despeinado, sin apartar los ojos de su silueta oscurecida.
Y luego, toda la energía que se había acumulado dentro de mí subió como burbujas hasta
mi cabeza cuando Charlie me agarró con fuerza por los hombros y jaló de mis labios
hacia los suyos.
Sus dedos eran más suaves que cualquier cosa que alguna vez había sentido mientras
se movían sobre mi piel desnuda y por mi columna vertebral. Pasé mis manos por su
pelo, sumiéndome en la sensación de sus labios moviéndose contra los míos. Mis piernas
temblaban, y lo único que me sostenía parecía ser el cuerpo de Charlie presionado contra
mí.
Nada más en el mundo existía, excepto sus manos en mi cintura y su lengua suavemente
acariciando mis labios. Y aunque mis ojos estaban fuertemente cerrados, la oscuridad
a mi alrededor parecía desplazarse incontrolablemente.
El mundo era a la vez más claro y más confuso de lo que había sido nunca. Y un
estrangulado miedo se alzó dentro de mí. Nada volvería a ser lo mismo de nuevo.
CAPÍTULO CUATRO
Llegué a casa esa noche a unas chuletas de cerdo, una casa limpia, y una encantadora
Sammy sentada en el piso de la sala de estar, jugando con bloques de construcción. Peter
estaba revolviendo arroz pilaf y bebiendo una copa de vino tinto.
La mesa estaba puesta. La Radio Pública Nacional estaba encendida en el fondo.

Velas alineadas en la barra de desayuno. La habitación olía a ajo y ensalada. Nada estaba
fuera de lugar.
“Hola, nena,” Peter dijo con una sonrisa, tomando mi bolsa de historiales y colocándola
junto a la puerta.
“Hola...” Todavía estaba mirando alrededor, examinando cada esquina. ¿Dónde estaba mi

inquieta Sammy, y el irritable, desordenado Peter? ¿Dónde estaban los cereales molidos
en la alfombra y los platos sucios y el cesto de la ropa sucia desbordante? Antes de que
pudiera contemplar más, Peter se inclinó para besarme.
“Ahora no, Peter. Lo siento. Tengo que ducharme. Fue un largo día."
"Bien. La cena estará lista cuando salgas.” Volvió a sonreír.
Abrí el agua en la ducha tan caliente como pude y deje que se derramara sobre mí,
intentando quemar lo que fuera que me dejó tan vacía. En la planta baja esperaba la
comida perfecta, la familia perfecta, la casa perfecta: la vida perfecta. Pero no quería salir
del agua caliente. Cerré los ojos y dejé que cayera en cascada sobre mi cara, viendo la
sonrisa de Charlie mientras se apoyaba contra la pared. Vi al pequeño James Pratt — lo
imaginé terminando la universidad, convirtiéndose en abogado o médico, casándose con
la chica que amaba. Vi la restricción disminuyendo en Charlie mientras cedía para
besarme, y la misma poderosa caída estallar dentro de mí hasta que tuve que verla. Tenía
que tenerla de nuevo. Me reforcé, las palmas contra las paredes de la ducha, dejando que
el calor escociera mi cuello. Una especie de energía eufórica que no había sentido
desde la residencia se alzó en mí, desde la planta de mis pies hasta mis labios, y me
sentí invencible. Que podía hacer cualquier cosa. Cualquier cosa, excepto ir abajo.
Sammy estaba en el sofá, encajada entre Peter y el brazo del sofá, riendo
incontrolablemente mientras él leía Tinker Bell para ella por lo que probablemente era la
quinta vez esa noche. La cena estaba sobre la mesa.
El olor del aire templado de principios de la primavera se deslizaba a través de una

ventana abierta en la entrada. Todo a mi alrededor estaba indiscutiblemente
impecable. Todo dentro de mí se sentía mal.
Besé a Sammy en su frente y me senté a su lado en el sofá, acercándola lo más que

pude hacia mi. “Hola, cariño,” le dije, y ella me miró, sonrió una amplia, torcida sonrisa, y
me devolvió el beso.
Peter permaneció junto a ella todavía, con una cara que me recordaba a un perro
faldero que necesita ser mimado.
Con impaciencia, se inclinó hacia mí otra vez, y sin otra excusa para ofrecer, le
permití que se levantara y me besara. La áspera contradicción entre su boca y mi tarde
más temprano en la sala de guardia me sacudió, me recordó el comienzo de un túnel
oscuro sin salida. El pánico se filtró en mi cuerpo, a través de mis labios, en mi piel, hasta
que se arrastró por cada centímetro de mí. Y mientras Peter trataba de despertar todo
lo que en mí estaba dormido, o muerto, en lo que se refiere a él, conté los segundos hasta
que pude apartarme.
“Me muero de hambre.” Rompí el contacto. "Comamos. Apuesto a que Sammy tiene
hambre también.” Me levanté del sofá y la balanceé en mis brazos, pinchándole las
mejillas y la frente mientras se reía incontrolablemente. “Te extrañé hoy, cariño. ¿Pasaste
un buen rato con papá?” Ella jaló con curiosidad de los mechones sueltos cayendo por
mis hombros y asintió. “¿Jugaste a los detectives?” Asintió de nuevo, esta vez más
enfáticamente.
“También fuimos al supermercado, ¿verdad, Sam? Y..fuimos a la tienda de juguetes! ”
Ella asintió de nuevo. “Enséñale a mami lo que tienes. ”
Sammy se retorció de mi agarre y corrió hacia la silla en la esquina de la habitación,
recogiendo una nueva muñeca Barbie.
“Esa es linda, cariño. Peter,” espeté, girándome hacia él, “no puedes ir a comprarle algo
sólo para mantenerla feliz. Hemos hablado de esto. “
“Es sólo una muñeca, Nat. Son diez dólares.“
"Ese no es el punto. No puedes comprar su afecto!”
Peter se sentó a la mesa y empezó a cortar las chuletas de cerdo de Sammy. “ No,
Natalie. El punto es que no quieres que gaste tu dinero.“
“Oh, es eso?” Susurré con dureza. “Así que ahora soy egoísta? Trabajo todos los malditos
días para esta familia. Soy la razón por la que tenemos una comida para comer esta
noche! Soy la razón por la que podemos permitirnos pagar para que Sammy tenga
cosas
buenas.“
“Y yo soy sólo el Sr. de Natalie Jenner. ¿Cierto? El papá que se queda en casa.
Desempleado. Escoria de la tierra. Qué gasta todo el dinero de su esposa ganado con tanto
esfuerzo mientras ella sale a salvar vidas todo el día. Eso es todo, ¿no es así, Nat? ”
Antes de que tuviera la oportunidad de refutar, Sammy comenzó a llorar — el marcador
habitual para el final de nuestras explosiones.
Nos sentamos por el resto de la cena en silencio hasta que tomé las escaleras de regreso a
mi estudio para navegar por un sinfín de artículos de revistas, donde eventualmente
me quedaría dormida.
Para cuando dieron las 6 a.m. la luz del sol asomando a través de las persianas de la
oficina, ya estaba despierta, mirando fijamente a mi protector de pantalla de la
computadora, tratando de recordar cuando me quedé dormida. El hospital no me esperaba
hasta el mediodía, pero no podía quedarme en la casa con Peter. Todavía estaba enojada
por las acusaciones de la noche anterior, pero más que eso, simplemente no podía soportar
un minuto más dentro de mi propia cabeza.
Estaba calentando agradablemente afuera en el momento en que salía por la puerta.

La ventana del lado del conductor de mi jeep estaba abajo hasta la mitad, y el aire de
Abril se
precipitaba sobre mi cabeza. Todo sobre el día era prometedor para el cambio y el
optimismo. Los pájaros cantaban desde los techos de las casas cercanas, y los
adolescentes con pantalones holgados de mezclilla estaban patinando por la calle.
Cuando entré en el estacionamiento frente a la sala de emergencias de Northwood, pensé

en Charlie de nuevo, aunque ella había sido la omnipresente imagen en mi mente
desde hace días. Estaba dentro de esas puertas? Entraría y la vería parada junto a la
estación de enfermeras, o pasaría con calma a una miembro de la familia del paciente
en una de las salas de examen? La vería sonreír hacia mí, escucharla decir mi nombre,
sentirla rozar mi
brazo, sólo algo involuntariamente, mientras pasaba?
Pero entonces, mientras me acercaba a las puertas automáticas de la sala de espera,

forcé un nuevo pensamiento en mi tambaleante cabeza que decía que no podía estar
pensando en esos otros pensamientos, que era una doctora en primer lugar y no podía
involucrarme en las vidas personales de mis compañeros de trabajo. Era una madre en
segundo lugar y no podía dejar a mi única hija de ninguna manera. Era una esposa.
Había hecho votos y
compromisos, y tenía obligaciones y vínculos financieros, y una hija, y un perro, y
una casa, y una reputación y un amigo — un amigo que conocía y con quién compartía
mi
vida desde hace una década. Y luego vino la idea de que tenía una reputación que
mantener, como una doctora, una madre, una esposa — un miembro de la sociedad. No
era esa mujer que besaba a otras mujeres en habitaciones oscuras. No podía ser esa mujer.
Charlie fue la primera cara que vi dentro. Estaba en la ventana del área de triaje, un
historial en la mano, hablando en voz baja con una de las enfermeras, sobre qué no estaba
segura. Mientras pasaba rápidamente, me preguntaba si se daría cuenta cuando no la
saludara — o incluso cuando me negara a hacer contacto visual. No quería hacerle daño,
pero no podía mirarla tampoco.
El departamento era pequeño, y evitar a alguien no sería fácil. Durante las primeras
dos horas, me las arreglé para quedarme en mi escritorio, trabajando en los
historiales, sólo levantándome para ver pacientes. En las ocasiones en que nuestros
caminos se cruzaron en los pasillos, fingía mirar el reloj, las notas de los paciente, mi
teléfono celular, o cualquier otra cosa que pudiera parecer distraída.
Mi extenso entrenamiento me había permitido mantener la atención sólo en la medicina,
cuando era necesario. Pero en el momento en que bajé mi guardia y la medicina dejada
a un lado, estaba Charlie nuevamente, en mis pensamientos, bajo mi piel, y algunas
veces
en mi línea de visión. En los momentos en los que aparecería frente a mí, me permitía
echarle un vistazo, notando sus ojos, sus labios, y luego, comenzaba a recordar cómo
se sentía, cómo olía, y me obligaba a retirarme.
A las seis hora, Charlie empezó a rondar cerca de mi silla — recogiendo historiales,
reorganizándolos y poniéndolos abajo, hablando con cualquier persona alrededor,
encontrando razones para pasar por ahí cada vez que podía. No sería posible escapar de la
confrontación.
“ Natalie.” Ella habló en voz baja, de una manera que era completamente yuxtapuesta a su
persona normal. “¿Puedes echarle un vistazo a esta EKG por mí?”
"Sí. Por supuesto. Bueno. Uh. ¿Cuáles son los antecedentes?” Mientras me entregaba el
trozo de papel, sus dedos rozaron mis muñecas, y el calor subió por mis brazos,
calentándome hasta la médula.
“54 años de edad, sin antecedentes, entró con dolor en el pecho durante dos días
extendiéndose hasta la espalda. No estaba segura de esos saltos allí ”
“Se ve bien,” le dije, sin pensar mirando en esos tímidos ojos verdes que nunca habían
parecido tan inseguros. “Mantenlo monitoreado, pero diría que mientras el trabajo de
laboratorio está bien él puede irse a casa.” Mientras no la mirara, yo estaba bien.
Sin decir una palabra, tomó el electrocardiograma y se dio la vuelta. “Está bien,” susurró
agresivamente, girándose hacia mí otra vez, “me has estado evitando como el virus del
Ébola durante todo el día. ¿Qué demonios está pasando? ” La ira en su voz no era tan
inquietante como la desesperación.
“ No puedo hablar de esto ahora, Charlie. Estoy trabajando."
"Bien. Entonces ven a la sala de empleados.“
Hice una pausa por un momento, pensando en los montones de papeles que se estaban
acumulando en mi escritorio y, de nuevo, en lo que la gente podría pensar si nos veían
susurrando junto el microondas. Pero entonces, erróneamente la miré de nuevo, y la
suavidad de las líneas de su joven rostro, las marcadas curvas de sus manos trabajadas, las
sutiles arrugas en las comisuras de sus ojos me aplastaron como una bola de
demolición. Estaba indefensa.
"Bien. Encuéntrame allí en cinco minutos.“
Terminé de escribir las recetas de la habitación 5, preguntándome todo el tiempo

cómo iba a decirle a Charlie que nunca podría dejar que sucediera lo que el día anterior
ocurrió
— cómo iba a convencerla de que no quería que sucediera de nuevo.
Charlie ya estaba esperándome, sentada en la mesa, rítmicamente moviendo su pierna
arriba y abajo con una canción impaciente dentro de su cabeza.
“ No tengo mucho tiempo, Charlie. ¿De qué necesitas hablar conmigo? ”
"¿De verdad? No lo sabes?” Su tono era impetuoso, de una manera que me recordó el día
en que James Pratt casi murió en su turno.
“Mira, Charlie —”
“ No tienes que decirlo. Lo he escuchado antes. No eres la primera mujer heterosexual con
la que he estado. Y no eres la primera que me ha dado este discurso tampoco. ” Sentí que
mi cara caía por la sorpresa. Hasta ese momento, nunca me había permitido pensar en las
mujeres por las que Charlie había suspirado en el pasado — o peor aún, en las que estaría
sin duda suspirando en el futuro. “Vas a decirme que estás casada — que no eres gay. Y
que lo que sucedió con nosotras,“ tragó fuerte y se ahogó con sus palabras, “nunca podrá
volver a ocurrir.”
No pude hacer nada más que asentir ausentemente.
"Lo entiendo. De verdad. Lo hago. Y créeme, no tengo nada en tu contra. “
“¿ No?”
“Por supuesto que no. Estas cosas suceden todo el tiempo. Tienes un montón de
mierda con la que tratar, entre Sammy, y Peter, y este trabajo. Es fácil confundirse. ” Sus
matices de empatía la hicieron mucho más atractiva, hasta que la corta distancia entre
nuestras dos
sillas parecía casi insoportable.
"¿Lo es? Sí. Confuso. Correcto.” Me encontré involuntariamente inclinándome más cerca
de ella.
“Pero todavía tenemos que trabajar juntas. Tengo que sentir que puedo recurrir a ti sobre
pacientes, o cualquier otra cosa, y no vas a evitarme.“
“Claro ... por supuesto....” dije bruscamente, retrocediendo dentro de mí misma. No era
así como había previsto nuestra reunión. Me había preparado para las lágrimas. Me había
preparado para gritar. Me había preparado para todo....excepto la tolerancia. Por supuesto
Charlie tomaría el rechazo mejor que cualquier mujer en la tierra. Por supuesto que podría
salir de la habitación, sin mirar hacia atrás, balanceándose en su paso, haciéndome
anhelarla más de lo que creía posible.
Pasaron las semanas, semanas cuando me obligaba a ahogarme en el papeleo, y la

investigación, y los pacientes, y el trauma, y la muerte, y, si tenía suerte, previniendo
la muerte. Semanas en las que hice todo lo que pude para olvidarme de la joven
paramédica que parecía estar perturbando cada momento de mi racional pensamiento.
Peter lo notó. Estoy segura de ello. La distancia que había colocado entre nosotros era
tan sutil como una herida de bala, mientras me quedaba en mi estudio, u ocupaba mi
tiempo con Sammy, cada vez que estaba en casa.
El hospital solía obsesionarme, pero al igual que un viejo amante, se volvió cómodo y
casi apático y sin la intriga de un momento con Charlie. Aún así disfrutaba mi trabajo, por
supuesto — eso era inevitable. Pero, muy a mi pesar, parte de mi pasión había
desaparecido. Tal vez estaba envejeciendo. O tal vez la ardiente necesidad que siempre
había transpuesto a la sala de emergencias, finalmente había encontrado su contraparte —
y ya nada la satisfacía.
Me quedé despierta por la noche agonizando sobre lo que debería haber sido nada
más que un simple beso. No era exactamente la reina del baile de graduación, pero
tampoco era completamente inmune a los encantos de un primer beso.
Entonces por qué éste era tan diferente? ¿Por qué insistía en repetirlo una y otra vez en mi
cabeza, cada vez que podía, como una inmaculada ensoñación? ¿Por qué mi cuerpo
reaccionaba con tanta fuerza ante el recuerdo, haciendo que me doliera revivirlo? Había
sido, después de todo, nada más que una reacción irracional, eufórica a una situación
intensa.
Salvar una vida es algo así como estar borracho. El juicio queda relegado a la pasión,
y los pensamientos pasivos se convierten en acciones agudas. He visto a gente gritar,
llorar, cantar, bailar, e incluso golpearse entre sí en los momentos posteriores a un
momento de ansiedad en la sala de emergencias. Entonces por qué era un beso tan
irracional? Estaba atraída por la facilidad y la gracia con la que Charlie fue capaz de
tratar a James, y eso fue todo lo lejos que podía llegar la atracción.
CAPÍTULO CINCO
Era temprano en la tarde, y me estaba preparando para una larga noche, como siempre lo
hacía cuando trabajaba en el turno de la tarde. A menudo, era lo suficientemente
tranquilo. Pero nunca podría estar segura de qué esperar. Y cuando el resto del mundo
estaba dormido, todo se sentía un poco más urgente.
“Tengo uno en la pista de vuelo para ti, Natalie, ” Michelle, la misma enfermera joven de
la noche de la fiesta, con los grandes, rojos labios y un cuerpo que pertenecía a las
revistas, dijo alegremente.
Con un grado de interés disminuido, extendí la mano hacia el estante y saqué la tabla,
los ojos aún pegados al TAC de un paciente anterior. Michelle y una de las otras
enfermeras se quedaron mirando, pequeñas sonrisas persistentes en sus rostros.
"¿Qué? ¿Es el presidente o algo así?”
“ No del todo, no,” Michelle dijo en voz baja, reprimiendo una risita infantil.
Eché un vistazo rápidamente a la tabla — 26 años, mujer, dolor abdominal durante el día,
fiebre, náuseas, vómitos.
"Bueno. Un dolor de vientre. ¿Que me estoy perdiendo aquí? ¿Que es tan gracioso?"
Las chicas se miraron la una a la otra. “Sólo echa un vistazo a su nombre.”
Confusa, y un poco irritada por las charadas, permití que mis ojos escudriñaran la parte
superior de la página, donde los datos demográficos del paciente se encontraban — una
parte que por lo general solía omitir hasta justo antes de entrar en la sala de examen. Ahí
estaba — Thompson, CarolAnne.
“Charlie. .” murmuré, más para mí que cualquiera enfermera.
“Parece que nuestra grande, mala residente paramédica está fuera de combate, ” Michelle
dijo con un guiño. “Voy a empezar los análisis....” Se fue rápidamente.
“Michelle. Sé buena. ¿Por favor?"
Me recompuse antes de entrar en la habitación 5, inconscientemente alisando los

mechones de mi pelo y ajustando el escote de mi ropa de hospital. Pasando las notas,
pensé en lo que esto significaría. Durante semanas, había logrado mantener a Charlie a
una distancia adecuada, acercándome a ella sobre los pacientes y sonriendo cuando
pasaba a su lado en el pasillo, mientras evitaba las salas de guardia oscuras y cualquier
situación que pudiera amenazar mi control.
Ahora, me enfrentaba a otro tipo de situación. Charlie era la paciente y yo la doctora.

No tenía a nadie más para hacerla pasar, con el fin de proteger mis límites
físicos y
profesionales, e incluso si lo hubiera hecho, rehusarme a tratarla sin duda levantaría una
ceja o dos entre el personal. Ya era bastante malo vivir entre un trasfondo constante
de
paranoia, preguntándome si alguien sabía de los acontecimientos del mes anterior.
Este es tu trabajo.
Con el historial en compañía, me recordé poner un pie delante del otro, la vista al
frente, aunque mi corazón estalló a un ritmo vertiginoso cuanto más me acercaba a su
habitación.
“Juro que no sabía que estabas esta noche. Si lo hubiera sabido habría tratado de aguantar
un poco...” Charlie dijo con una sonrisa forzada.
"Para. ¿Qué tan malo es?” Incluso en una sosa bata de hospital se veía tremendamente
atractiva. Los músculos de mi estómago se tensaron rápidamente cuando me di cuenta que
estaba mirando.
“Oh, no es tan malo. Sólo un poco de dolor en mi cuadrante inferior derecho.

Comenzó esta tarde ”
“Eres una mentirosa terrible. Simplemente desagradable. La heroica paramédica no habría

venido a su propia sala de emergencia por 'sólo un poco de dolor.' Ahora recuéstate, ” dije,
sorprendida por el tono insistente en mi voz.
“Lo que quieras.” Una sonrisa cautivadora y abiertamente seductora enmarcada por
mejillas sonrojadas se alzó en sus labios. Me quedé inmóvil, incapaz de apartarme
físicamente de su mirada y hacia el lado de la cama para el examen. Mi boca estaba
colgando con la mandíbula floja, el silencio llenando el pequeño espacio. “Lo siento yo
... eso fue...”
“ No fue bueno.”
“ No fue bueno en absoluto.” Pero no pude dejar de notar la divertida sonrisa que Charlie
trató de contener.
Dudé, observándola estirarse sobre su espalda, notando la delgada capa de algodón
que estaba entre mis manos donde tenían que estar y su cuerpo fuerte. Y por primera
vez desde la residencia, no estaba segura de poder hacer esto.
“ No hubiera venido ... pero, ya sabes ... cuadrante inferior derecho...todavía tengo mi
apéndice..por ahora.”
La actitud repentinamente profesional de Charlie reforzó mi determinación. “Te traeré un
poco de Dilaudid. Tendremos que ver que dice los análisis, pero me alegro de que hayas
venido.” El calor se alzó hasta mi cuello ante la sinceridad de mis propias
palabras. “¿Esto duele?,” le dije con severidad, tomando una respiración profunda y
presionando suavemente sobre el área justo debajo de sus costillas. Los músculos debajo
de mis manos temblaron por un momento mientras la tocaba, y pude sentir la fiebre
abriéndose camino en su cuerpo.
"No, no allí."
Moví las manos más abajo, descansando las palmas en las curvas en forma de V de su
estómago, presionando suavemente, deteniéndome más de lo que probablemente debería,
mientras Charlie respiraba entrecortadamente.
“Pensé que dijiste que era el lado derecho?,” pregunté, perpleja.
“Lo hice...” Mi resolución se desvaneció, mi propio aliento se contuvo en mi garganta,

una repentina oleada de fuego se estrelló en todo mi cuerpo. Era de aficionados y absurdo
perder el control con los pacientes — algo que no había hecho durante años, y nunca me
gustó, pero era algo que parecía estar haciendo esta noche, con mi paciente en la
habitación 5.
Me aclaré la garganta repentinamente seca, tratando de desmantelar la niebla que se había

apoderado de mi visión.
"Bueno. Alguna náusea?,” le dije, estoicamente, presionando un poco más fuerte ahora en
el hueco justo por encima del hueso pélvico de Charlie. Un pequeño tatuaje se enroscó en
su costado y se deslizó hacia su ombligo, creando lo que se parecían sombras en su
estómago plano. Su piel era pálida por el invierno de Rhode Island y tan suave como
lo
recordaba. De repente, me encontré deseando haberme puesto los guantes. Ella era suave
y cálida.
Y cuando se estremeció ligeramente bajo mi toque, me di cuenta de que era

vulnerable también.
“Un poco,” dijo.
“Claramente eres sensible allí.”
“Gracias, Doc. Me alegro de que fuiste a la escuela de medicina para eso. “

“Me alegra saber que eres una listilla incluso cuando estás enferma. ”
Charlie lentamente lanzó una sonrisa desgarradora, un poco menos practicada que
otras de las suyas que había visto. Sus ojos brillaban de dolor y tal vez incluso una
pizca de miedo. Sus anchos hombros se apoyaban cuidadosamente contra la cabecera de
la cama, la delgada bata ciñéndola justo debajo de su clavícula definida y cayendo
libremente. Otro tatuaje que había notado muchas veces antes eclipsaba su antebrazo
derecho, acentuando las líneas que corrían junto a su músculo suavemente tonificado.
Apenas superando los 1.60 metros, Charlie siempre se sintió mucho más alta que eso para
mí. Pero tumbada en la cama del hospital en la habitación 5, parecía delicada y frágil —
en necesidad de ser rescatada. Podría haber sido su juventud, envuelta en la imagen de
indefensión, lo que me obligó a luchar contra el inminente impulso de sentarme a su lado
y abrazarla. Para acariciarle el pelo, consolarla, curarla. O tal vez era sólo la parte innata
de mí que nunca había sido capaz de curar, la parte que me llevó a lo que necesitaba
ser salvado.
“Es apendicitis, ¿no es así?” Su voz sonó repentinamente grave y feroz.
"Todavía no estoy segura. Tenemos que conseguir los análisis. Y luego, una CT ... y.....”
“Sólo dime, Natalie.”
Respiré hondo y me senté en el pequeño espacio dejado por Charlie, girándome para
mirar sus ojos embotados, bellos. "No lo sé. Sabes que aún no lo sé. Pero es probable. Sí.”
Se pasó una mano por el pelo, y quería más que nada extender la mía y tocarla.
“Está bien ...” ella respiró de nuevo, “está bien. Puedo manejar eso. Bien."
Si me sentaba a su lado otro segundo, le tocaría le pelo de la nuca y la atraería hacia

mí, como lo hice esa tarde que se siente hace como una feliz eternidad. Momento
equivocado, me dije. Momento equivocado. Lugar equivocado. Persona equivocada.
Género equivocado. Me levanté para irme sin decir nada más.
“ Nat?” Dijo en voz baja, una pizca de necesidad en su voz tan palpable que me giré desde
la puerta para asegurarme de que estaba bien.
"¿Sí?"
“Estarás aquí....¿verdad?”
Sonreí, impresionada por la seriedad de sus palabras. Esta era la primera vez que
había visto a Charlie expuesta, sin el pretexto del trabajo para encubrirse. Era la
primera vez
que sentí que estaba realmente, realmente insegura. Fue impresionante. “Aquí mismo... a
cada paso. Lo prometo."
Quería quedarme con ella, para borrar el miedo que la vi tratando desesperadamente
de esconder. Pero la pila siempre creciente de los expedientes de los pacientes estaba
mirándome desde mi escritorio, y se estaba haciendo tarde. Además, no podía hacer nada
más por Charlie. Necesitábamos ver los resultados del laboratorio.
La noche estaba más ocupada que la mayoría, y traté inútilmente de llegar a los otros
que me necesitaban. Leí las notas de la niña de 5 años con náuseas y vómitos en la
habitación 2, y luego, cuando me di cuenta que no había absorbido una palabra, las leí
una y otra vez. En mi tercera o cuarta ronda, me detuve a mitad de la frase por el
sonido de la risa que venía del pasillo — la risa de Charlie.
La cortina de su habitación estaba abierta sólo lo suficiente para permitirme, y a todos los
que pasaban, ver a la joven, hermosa Michelle sentada junto a su cama, con la silla
tan cerca que podía apoyar sus manos junto a las de Charlie. Mientras observaba,
Michelle le sonreía, escuchando sus historias con interés irrompible. De vez en
cuando, la cara de Charlie se endurecía ligeramente, y sus ojos se detenían en el
suelo, y Michelle estiraba una manicurada mano y acariciaba el cabello salvaje de
Charlie.
Una ráfaga de repugnante calor estalló en mí cuando vi a Michelle tocarla, y mi estómago

revuelto se tambaleó con fuerza hacia mi pecho. Con una respiración profunda, me
giré hacia el trabajo frente a mí.
Tan pronto como sentí que era razonable, revisé los resultados del laboratorio de Charlie,
la mitad de mí quería tratarla y la otra mitad frenéticamente buscaba una excusa para
interrumpir lo que estaba pasando entre las dos.
“Charlie,” dije, con los ojos fijos en su historial cuando entré en la habitación. Sentí
su mirada hacia mí, rompiendo su dominio sobre la linda enfermera sentada a su
lado. “Tengo tus análisis.”
Mire a Michelle, furiosamente deseando que saliera de la habitación, que me dejara a

solas con Charlie.
En cambio, ella permaneció sentada, inclinándose aún más cerca, hasta que sus
pechos casi rozaron el hombro de Charlie, desafiándome con abrasivos ojos azules
para retarla. ¿Qué estaba haciendo? Charlie no era mía, ni siquiera para poder opinar con
quién ella coqueteaba, o, pensé, luchando contra una repentina oleada de náuseas, con
quién dormía.
“Michelle ... necesito una temperatura rectal en el niño pequeño en la habitación 2. ” Me

miró por un momento, con un destello de odio puro en sus ojos, y procedió a salir por
la
puerta. Por un desenfocado segundo, me pregunté si Michelle, que siempre había parecido
agradarme lo suficientemente, estaba enojada conmigo porque ella quería a Charlie..o
porque creía que yo también ...
“Lo siento ... ella sólo estaba ... estábamos....” Charlie dijo.
"No. No, detente ahí.” Extendí la mano. “ No quiero saber.”
"De verdad. No es así. Es sólo una amiga.. .una buena amiga.“
“Parece un poco más que eso,” dije, la amargura de mis palabras se filtró mucho más
de lo que esperaba.
"Bueno. Lo ha intentado, un par de veces. Los Sábados cuando trabajo el turno de día,
algunos de nosotros vamos a Shooters por bebidas. A veces, Michelle toma demasiadas, y
ella trata de llevarme a casa. “
La misma sacudida familiar en mi vientre surgió tan fuertemente que me mareo.
“ No sabía que Michelle era. . .”
“ No creo que lo sepa tampoco...pero después de unas copas, Te sorprenderá lo que la
gente trata de encasquetar en la bebida. ”
“Ya veo...bueno, no me debes ninguna explicación.”
“Lo sé.” Ella frunció el ceño ligeramente, y los rasgos de su rostro perfecto se

suavizaron intensamente. “Pero de alguna manera, siento que te debo.”
Un instante de incómodo silencio se llenó entre nosotras mientras imágenes de una

borracha Michelle pasando sus manos por el muslo de Charlie inundaron mi cabeza.
“Entonces, mis análisis?” Ella dijo seriamente, sacándome de mi envidia adolescente.
“Tienes un poco de recuento de glóbulos blancos —”
"¿Qué tan alto?"
"22 — "
“Eso es más que 'un poco', Nat. La apendicitis se parece más a eso cada minuto, ¿eh? ” Se
mordió nerviosamente el labio inferior hasta que quedó hinchado y rosado.
“Más o menos te diagnosticaste en el momento en que entraste aquí. Pero no podemos

saber con seguridad. Todavía tenemos que hacer una CT (Tomografía).“
“Pero es bastante probable.”
Asentí. “Teniendo en cuenta tus fiebres, u dolor, y el recuento de glóbulos blancos. ”
“Gracias por ser honesta conmigo.” Esbozó una pequeña sonrisa hacía mi.
“Es difícil decirlo al lado tuyo, Charlie.”
El espacio entre nosotras pareció encenderse, y una vez más luché contra el
inquebrantable deseo de tocarla, de estar cerca de ella. Sólo quería consolarla. Eso era
todo. Quería curarla.
“Escucha, sabes que odio estar así, pero todavía estoy bastante incómoda.....”
“Te traeré otro miligramo de Dilaudid,” dije con ternura.

"Gracias."
Media hora después, pasé a su habitación de nuevo, preguntándome si podría

encontrar una excusa para entrar.
Sin una en mente, me encontré abriendo la cortina el resto del camino para revelar a
Charlie acurrucada de costado, profundamente dormida. Un brazo estaba metido debajo
de su cabeza, y sus ojos se agitaban suavemente debajo de los párpados cerrados. Odiaba
despertarla pero sabía que si alguna de las enfermeras hubiera visto cuánto tiempo había
estado allí parada mirándola, tendría que hacerlo.
“Charlie ...” susurré, sentándome en la silla que Michelle había ocupado y frote
suavemente su hombro. “Charlie ... despierta....” Su cuerpo se sentía como terciopelo bajo
mis manos, mientras temporalmente perdía la noción del tiempo y el entorno.
Un gemido rápido, gutural escapó de sus labios, y se dio vuelta lentamente sobre su
espalda para encararme. “Ahora esa es una buena manera de despertar,” dijo suavemente,
sus ojos brillantes, con diminutos detalles en sus pupilas mirándome. Mis mejillas y
cuello se ruborizaron violentamente, y estaba agradecida por la oscuridad que nos

rodeaba.
“¿Cómo está tu dolor ahora?”
“ No es un problema en absoluto,” dijo a la ligera.
"Bien. Bueno, entonces volveré después de tu TAC con el resultado final. ” Mientras me
acercaba a la puerta, me angustiaba con una pregunta que aún no había hecho, una que no
tenía nada que ver con los niveles de dolor o medicamentos o alergias. Sería muy
inapropiado aprovecharse del estado en que los narcóticos la habían dejado. Pero,
como era a menudo el caso con Charlie, la lógica dio paso a la necesidad inherente.
“Déjame preguntarte algo,” dije mientras Charlie se sentaba, entrecerrando los ojos para
enfocar.
"Lo que sea."
“Michelle ... cuando saliste a Shooters y ella ... bueno, si hiciste.....”
“¿Si me acosté con ella? Eso es lo que quieres saber, ¿verdad?” Su cara se iluminó con
un orgullo desagradable, jactancioso que de alguna manera era tan entrañable en ella.
"Sí…"
"No. No. Nunca me he acostado con ella. Ni una sola vez."
Me encontré impregnada en una sensación de alivio que sólo sentía cuando salvaba
una vida, una que me molestó cuando se salió de contexto.
"¿Por qué? es decir, mírala. Ella es una maldita supermodelo.“
“Ella no es Natalie Jenner...” la voz de Charlie, ronca por el cansancio, envió oleadas de
necesidad sobre mi cuerpo. Y mientras permanecía sin palabras, ella volvió a dormirse,
con una sonrisa todavía posada en sus labios.
Una tomografía axial computarizada confirmó lo que todos sospechábamos — Charlie
tenía apendicitis aguda. Incluso la más mínima de las cirugías no sería fácil para
alguien tan dura y terca como ella. La gente como Charlie eran el mejor tipo de personas,
pero el
peor tipo de pacientes.
“Es apendicitis, no es así,” Charlie declaró en el momento en que entré en la

habitación. No estaba segura de si era realmente tan transparente alrededor de ella o si su
propia intuición estaba tan finamente sintonizada. De cualquier modo, no parecía ser
capaz de ocultarle nada.
"Sí. Está bastante inflamado.“
"Maldita sea…"
Después de un momento, me permití cruzar la habitación y, una vez más, sentarme a

su lado. "No es gran cosa. Tú lo sabes. Eres joven y saludable.“
“ No soy tan joven!” Interrumpió, a la defensiva.
“Bueno, no eres más vieja que el polvo, como yo.”
“ No eres tan vieja, Nat.”
“Podría tener un hijo de tu edad....”

“Sí, si comenzaste a intentarlo a los 12. Tenemos 12 años y 10 meses entre nosotras....eso
no es nada,“ dijo, con dulzura.
“Charlie, ¿qué estabas haciendo en el 85?”
Ella pensó por un momento, llevándose la mano a la barbilla. “ No estaba haciendo mucho
de nada. Pero mis padres estaban pensando en tener una niña brillante, devastadoramente
guapa que crecería para ser la mejor paramédica que Northwood haya visto alguna vez. ”
Su sonrisa era tan amplia que parecía abarcar toda su cara.
"Por favor. Has tenido demasiado Dilaudid.” Charlie se rió de mí, luego fingió
ofenderse. “ No, pero en serio, ¿sabes dónde estaba en 1985? Estaba en la secundaria,
pasando el rato aquí, mirando furtivamente los historiales de los pacientes cuando mi
padre no estaba mirando. Estaba aquí....y ni siquiera habías nacido. ¿Quieres hablar sobre
la más vieja que el polvo.....”
Y por primera vez, los años entre nosotras se sentían como toda una vida. Charlie era
joven, ahora sólo tenía 26 años, con sus mejores años todavía muy por delante de ella. Era
joven e increíblemente hermosa de una manera que me hizo pensar en los clichés y soñar
despierta como una adolescente. Era brillante como el infierno — cualquier escuela de
medicina sería afortunada de tenerla. Vivía rápido y duro, y podría sortear salir de
cualquier situación y meterse en la cama de cualquiera — excepto la mía,
eso
era. Sí. Charlie tenía todo por que vivir y mucho que ofrecerle a alguien. Por qué insistía
en centrar su atención en mí parecía demasiado desconcertante.
“Más vieja es atractivo.” Ella extendió una mano hacia mi mejilla.
“Charlie, detente....” De mala gana la intercepte.
“Lo siento ... es el Dilaudid, de verdad....” Pero esta vez, no estaba sonriendo.
Me alejé más, dejando una incómoda cantidad de espacio entre nosotras, contemplando lo
que posiblemente podría decir para rectificar el dolor que acababa de poner en la cara de
Charlie.
"El Dr. Jacobs vendrá a verte por la mañana. Mientras tanto, te trasladaremos a una
verdadera habitación arriba.” Ella asintió con solemnidad. “Estarás bien. No es un gran
problema.” Me levanté y salí de la habitación.
“ Natalie.” Escuché a Charlie decir mi nombre, incluso después de que ya había salido
hacia el pasillo. Asomé la cabeza a través de la cortina. “¿Me visitarás?”
Una vez más sorprendida por la susceptibilidad en su tono, me quedé inmóvil. No

había nada de malo en visitar a un paciente no es así? Nadie lo podría encontrar
fuera de
lugar.
“Por supuesto que lo haré...” Y una vez más salí de la habitación, sintiendo sus ojos
deslizarse sobre mi mientras lo hacía.
Charlie fue trasladada a una habitación en el segundo piso en algún momento alrededor de
las 4 a.m. No se esperaba o incluso era normal que el médico acompañara a un paciente a
su habitación — especialmente por un simple caso de apendicitis. Pero no podía alejar mi
cansada mente de las peticiones de Charlie para que me quedara con ella — para visitarla.
Sus padres estaban en Florida, y su hermana estaba en casa con sus hijos. Podría haberle
pedido a Michelle que la acompañara, pero cada vez que lo consideraba, se me revolvía el
estómago. Ella era mi paciente.
“¿Estás lista para irnos?,” pregunté, entrando en su habitación.
Los ojos de Charlie se ampliaron y toda su cara iluminó el cuarto oscuro.
"¿De verdad? Vas a ir conmigo?”
Su entusiasmo me emocionó. "Por supuesto. Estamos bastante vacíos. Sólo tú y el

borracho al final del pasillo durmiendo la mona. Además, si algo pasa, pueden llamarme. “
“ No es como si fuera un lugar muy grande,” ella se burló de mí. Alejé su cama de la pared
y comencé a empujarla hacia el elevador.
"Cuidado. Has tenido muchos medicamentos,” le dije, ayudándola a levantarse de la

camilla y deslizando mi brazo alrededor de su cintura mientras se apoyaba sobre mí.
“Lo único que quieres es una excusa para tocarme.” Se detuvo por un momento, midiendo
mi reacción. Cuando finalmente deje que una pequeña sonrisa se asomara en mis labios,
se inclinó más cerca de mí, su boca casi tocando mi oído. “Está bien, no me quejo.”
Me estremecí fuerte cuando el deseo en sus palabras me calentó la piel. Una figura
que apareció en la puerta me sacudió apresuradamente lejos de mi trance.
“CarolAnne? Soy Joe. Seré tu enfermero por el resto de la mañana. “
Charlie sonrió débilmente al hombre en el uniforme verde, una expresión de angustia

se filtró en su cara mientras se sentaba en la cama. “Charlie. Llámame Charlie.“
“Está bien, Charlie. Y tú eres....su enfermera?”
Mi mirada permaneció pegada a Charlie, y pasaron varios segundos más antes de que me
diera cuenta de que el joven estaba hablándome. "¿Yo? Oh. No. Soy su ... soy la....la
Dra. Jenner. De la sala de emergencias?”
Los grandes ojos castaños de Joe se agrandaron más aún mientras se esforzaba por
encontrar las palabras. "Dra. Jenner....lo siento mucho. Sólo trabajo por las noches aquí,
y no la he visto ... no estoy acostumbrado a que los médicos traigan ... sólo estaba.....”
"Está bien. En serio. Esto es bastante poco ortodoxo, supongo.” Le concedí a Charlie mi
sonrisa más tímida, y por un hermoso momento, el color inundó de nuevo sus mejillas, y
sus hoyuelos sobresalían por encima de potentes, suaves labios.
“Bueno, de todos modos,” Joe dijo, y me pregunté si sentiría algo de la misma

exquisita tensión que yo. “Lo siento, Dra. Jenner, pero tengo que tener a Charlie colocada
aquí. ”
“Sólo dame un minuto con ella, ¿de acuerdo?”
Charlie y Joe intercambiaron miradas perplejas, pero ninguno se atrevió a cuestionar mi

solicitud. Sin discutir, Joe salió de la habitación, y Charlie y yo estábamos una vez
más solas.
“Escucha,” dije en voz baja, sentándome junto a la cama que Charlie estaba ocupando
y acariciando los salvajes mechones de su cabello que caían sobre la almohada blanca.
“Vas a estar bien. De verdad."
“Gracias — por todo esto, Natalie. Lo digo en serio.” Ella agarró mi mano y la apretó

al lado de su cara. “Supongo que eres algo más que una buena doctora.”
"Muy graciosa. Vendré a verte, de acuerdo?”
"¿Me visitaras? Cuando salga, quiero decir?” Mi corazón se hundió casi audiblemente
dentro de mi pecho, y me quedé sintiéndome vacía y disgustada.
Eso no iba a suceder. No podía encontrar una manera de explicarle a Peter que volvería al
hospital en unas horas o de explicarle al personal del piso quirúrgico por qué estaba
pasando tanto tiempo con una paramédica que trabajaba conmigo. La gente hablaría. Peter
sospecharía que algo no estaba bien. Y un poco de distancia de Charlie se sentía muy
necesario.
"No, está bien. Sé que estás ocupada. Lamento haber preguntado. .no sé lo que estaba
pensando..”
Su humildad era desgarradora y, en formas que no podía comprender por completo,
sexualmente poco convencional.
"Lo intentaré."
Después de un instante más de lo que era sin duda decepción, Charlie alzó su mano hacia
su cuello y comenzó a quitar el medallón que lo rodeaba. “¿Te importaría?,” preguntó
casualmente, entregándome el collar. “ No puedo llevarlo en cirugía.”
"No. Por supuesto que no."
“Es St. Jude.” Debió haber notado que estudiaba intensamente el metal opaco en mi
mano. “Era de mi abuelo.”
“ No sabía que eras católica.”
"Difícilmente. Pero él lo era. Era cirujano, y antes de eso, era un oficial de la marina, y un
bombero. Algo así como un completo héroe estadounidense ... el mío, al menos.....” Los
ojos nublados de Charlie sonrieron ante el recuerdo, y asentí con ternura.
“Parece que no has seguido muy de cerca sus pasos....” Y lo que normalmente hubiera
sido una oportunidad prístina para que Charlie presumiera, o coqueteara, o sobreprodujera
confianza pasó con nada más que un silencio reflexivo. “Lo mantendré a salvo,” le
dije, cerrando mi mano alrededor de la joya.
"Sé que lo harás. Y además, te da una razón para tener que verme de nuevo. “
“Charlie ... trabajamos juntas....”
“Tal vez algún día cuando no estemos trabajando....” Mis ojos me traicionaron, y las
livianas facciones de Charlie cayeron repentinamente. “Relájate, Doc. Lo sé. No
podemos. No puedes. No eres. No.....quieres. Lo sé."
Apreté su mano una última vez, aún dolida de las últimas palabras que había dicho, y me
alejé en silencio.
Quedarse en el hospital no sacaría a Charlie de la cirugía más rápidamente y trabajar hasta

tarde no estaba haciendo nada para aliviar la ansiedad y la persistente tristeza con la que
me sentía sumida. Golpeteé rápidamente la superficie de mi escritorio y moví mis ojos de
ida y vuelta de un historial a otro, hasta que finalmente decidí que la casa, con mi hija, era
el mejor lugar para que estuviera. Además, había trabajado toda la noche. Dormir me
haría bien, aunque tuve la sensación de que no llegaría con facilidad.
Eran las 9 a.m. para cuando llegué a casa. Peter, que había empezado a trabajar como
contratista en el negocio de reparaciones eléctricas de un amigo, ya se había ido, y no
pude dejar de sentir alivio por no tener que forzar pasión en su presencia. Sammy estaba
en el estudio, viendo los dibujos animados con la niñera.
“Hola, cariño,” le dije, estirándome para mimar a Sammy en mis brazos. "Te extrañé
mucho…"
Sammy se rió un poco ante la televisión y, con sólo un leve interés, se abrazó a mi
cuello. “Gracias por venir, Becka.” Nuestra niñera, a quién habíamos contratado
recientemente debido a que Peter finalmente había regresado a trabajar, había
acordado cuidar a Sammy durante unas horas por la mañana para yo poder dormir
cuando trabajara
por las noches.
“ No hay problema, Dra. Jenner. Ella es una muñeca. Como siempre."
“Para con esa basura de doctora. Natalie está bien.“
“Lo haré. Ahora por qué no subes y duermes un poco? Sammy y yo estamos bien aquí por
un rato.“
"Gracias."
Una vez más subí las escaleras hasta nuestra habitación, rejuvenecido al ver a mi perfecta,
sonriente hija. Pero el calor de la ducha, la suavidad de la ropa de cama, la corriente de la
luz solar que entraba por la ventana no ofrecieron alivio. El rostro pálido, enfermizo
de Charlie era todo lo que podía ver. Yacía sin dormir acariciando el medallón de St.
Jude que descansaba en mi pecho. Y pronto una revisión neurótica del reloj, conmigo
infructuosamente preguntándome si Charlie ya estaba fuera del quirófano, reemplazó el
sueño. ¿Estaba bien? Y entonces, justo cuando la fatiga finalmente comenzó a ganar, un
nuevo pensamiento me despertó: Charlie se despertaría sola. Debería haber estado allí.
Eran las 3 p.m. cuando finalmente abandoné la idea de descansar, me puso una camisa de
botones lavanda y unos jeans y corrí escaleras abajo.
“Becka,” Dije en la sala de estar. “Becka? Sammy?”
Las dos salieron de la cocina, salsa roja cubriendo las mejillas de Sammy mientras
permanecía de pie sosteniendo la mano de Becka. "¿Qué es? ¿Está todo bien?"
"Sí. Todo está bien. Pero crees que podrías cuidar a Sammy por un par de horas
más? Tengo que hacer un seguimiento a un paciente.“
“Bueno, claro, pero...no pensé que los médicos de emergencias dieran seguimiento a sus
pacientes como....”
“Es una ... um. .situación especial.”
Becka asintió, aparentemente consciente de que estaba profundizando demasiado en algo

personal. "Por supuesto."
“Genial,” le dije, picoteando a Sammy en la parte superior de su cabeza y al mismo

tiempo agarrando las llaves del coche de la mesa junto a la puerta. “Peter estará en
casa alrededor de las 6. Asegúrate de que te pague. Te amo, Sammy Girl. “
Regresé al hospital, subí las escaleras hasta la habitación de Charlie, incluso antes de
comenzar a darme cuenta de lo que estaba haciendo. Parecía lo más lógico del mundo
estar allí con Charlie cuando estaba sola. Nadie debe salir de la anestesia sola. Ella era
una amiga, y necesitaba a alguien. Todos los demás pensamientos y agendas
acompañantes tenían que permanecer enterradas.
“Buenas tardes, Dra. Jenner.” La recepcionista me saludó mientras me acercaba.
“Hola.” Bajé la voz. “Estoy buscando a Charlie Thompson. Ya salió de cirugía?”
La mujer me miró de una manera que me llevó a creer que, sin duda, estaría
circulando algún fragmento de chismes alrededor de mi. Cuando me negué a darle algo
más con que colaborar, hojeó un folleto plastificado junto a ella y pasó una larga uña
por una página recién impresa.
“Charlie está de vuelta. Está en su habitación ahora. Ha estado por un rato, en realidad.
¿Le gustaría ver su tabla, doctora?” Ella sonaba condescendiente.
“ No..no, eso no será necesario, gracias.”
“Así que esto es personal?” Su emoción se desbordaba por encima de sus lentes
bifocales. Ahora estaba claro que este era el tipo de secretaria que prosperaba sobre el
drama hospitalario, y el drama médico era el premio gordo.
“Gracias por tu ayuda.” La dejé con una sonrisa con labios apretados y me dirigí por el
pasillo hacia la habitación de Charlie.
No obtuve una respuesta cuando toqué a su puerta, pero de alguna manera la abrí de todos
modos. La encontré en la cama, con los brazos descansando sobre su estómago, con Court
TV encendida baja en el fondo. Tenía los ojos cerrados, y un suave ronquido escapó de su
boca. Se veía tan maravillosa durmiendo — la definición misma de belleza joven,
intacta. Era la imagen de una persona que nunca había tenido una lucha en su vida,
alguien que sabía que no era Charlie. Pero era agradable presenciarlo, no obstante.
Mientras la observaba desde la puerta, la necesidad me hizo ansiar meterme en la cama

junto a ella y simplemente sentirla me asustó. Quería jalar de sus brazos a mi alrededor y
envolverme en ella hasta que todas las emociones confusas que tenía estuvieran
contenidas. O, al menos, hasta que ya no me importaran.
En cambio, me conformé con estar parada en la puerta, contemplando la subida y

caída rítmica, simétrica de su pecho al respirar. No estoy segura de cuánto tiempo estuve
en la
puerta antes de que sus ojos se abrieran y levantara la cabeza.
“Hola,” dijo en un profundo, rasposo contralto. "¿Cuanto tiempo has estado ahí?"
“Oh...sólo un minuto.” ¿Sabía que estaba mintiendo, que había perdido la completa y
absoluta noción del tiempo viéndola dormir? Cuán eufórica ella estaría si supiera eso?
“No puedo creer que lo hayas logrado. No pensé que lo harías....”
“Sammy tiene una niñera, y Peter está en el trabajo. No podía dormir, así que pensé en
venir y tener un poco de trabajo terminado.” Estudié su cara mientras ella trataba de
imitar mi patético intento de despreocupación.
"Siéntate conmigo. Por favor. Me estaba poniendo al corriente con mi Juez Judy.“
Acerqué una silla junto a la cabecera de la cama. “Quería devolverte esto de inmediato.”
Deslicé con cuidado el collar de mi cuello y lo puse alrededor del de Charlie.
“Lo llevabas —”
"Sí. Espero que esté bien."
“Por supuesto que está bien,” dijo con una sonrisa encantada.
"¿Como te sientes?"
Ella hizo un gesto hacia el gotero intravenoso zumbando junto a ella. “Estás me
mantienen cómoda.”
"¿Estás segura? Porque si no lo estás, puedo conseguir tus recetas por escrito por morfina,
o más Dilaudid, o —”
“Nat, eso es dulce. Pero estoy bien. De verdad. Y además, realmente tienes la autoridad
para hacer eso aquí?”
“Oh, tengo todo tipo de autoridad que no conoces.”
Una sonrisa sugestiva curvó sus pálidos labios, y sus ojos brillaron. "¿Oh en serio?"
“Eso no es a lo que me refería!,” protesté, pero el rojo brillante de mis mejillas de cía lo
contrario. Nunca intenté engañarla, ser esa mujer que le encanta ser perseguida. Pero las
palabras que escapaban de mi boca alrededor de ella a menudo sonaban coquetas y
desconocidas. Esta no era yo. Yo era segura, y controlada. Y nada acerca de esta situación
lo era.
CAPÍTULO SEIS
Charlie iba a estar fuera del trabajo durante dos semanas recuperándose, mientras me
sumergía en mis pacientes con una especie de monotonía que realmente no podía
comprender. Nada se sentía igual sin ella.
“¿Alguien sabe de Charlie?” Alguien diría, y mi corazón explotaría. Un nerviosismo que

no había sentido desde mi primer día en la escuela de medicina se fue acumulando
lentamente en mí, hasta que quería correr o gritar, o llorar. Pero no podía. Así que me
sumergiría en cualquier trabajo que pudiera encontrar, tratando de poner a Charlie tan
lejos en el fondo de mi mente como ella posiblemente iría.
Nadie mencionó el hecho de que yo había sido la que se quedó con ella el día en que salió
de la cirugía.
Tal vez nadie lo sabía. O, si lo hicieran, probablemente no lo encontraron tan inusual. Lo

que era inusual, sin embargo, era lo que estaba sintiendo sin ella.
“Estaba pensando que podríamos salir este fin de semana,” Peter dijo suavemente,
metiéndose bajo las sábanas de la cama extra grande.
“Salir?” No oculté bien mi sorpresa.
"Sí. Ya sabes, en una cita?”
“Peter, no hemos salido desde....Cristo, nunca hemos salido.”
"¿Y qué? Quiero empezar.” Él se puso de costado y me miró, acariciando mi mejilla con
sus dedos ásperos.
"No lo sé. Hay trabajo, y Sammy.” Aparté la cara lo suficiente como para romper con
su toque.
“ Natalie, te amo. Todavía te amo, un millón de años después. Pero puedo sentirte
alejándote de mí últimamente.“
La misma tensión ansiosa que había sentido al oír el nombre de Charlie comenzó a
formarse en mí de nuevo.
"¿Alejándome? No me estoy alejando. Estoy ocupada. Eso no es nada nuevo. He

estado ocupada desde la escuela de medicina. Lo siento si parezco distante. Soy una
persona distante, Peter. Tú lo sabes. Siempre lo has sabido. Lo sabías cuando te
casaste conmigo y —”
Llevó dos dedos a mis labios. “ No me importa por qué. Sólo quiero solucionarlo.” Peter
movió su cuerpo torpemente hacia el mío, pasando su mano por mi brazo desnudo y
apoyándola en mi cadera.
Su toque se sentía sucio y desagradable, y odiaba ese hecho. Odiaba la sensación de

pánico, nauseabundo que era tan difícil de combatir. Odiaba que este fuera mi esposo pero
no quería tocar a nadie excepto a Charlie.
Después de permitir que Peter me hiciera el amor durante quince minutos, él estaba
dormido, y yo estaba poniéndome mi bata de lana y dirigiéndome hacia mi oficina. Era un
poco después de la medianoche, pero sabía que el descanso no me ayudaría. No había
descanso dentro de mí.
Había pasado más de una semana desde que había visto a Charlie, y cada mañana me
despertaba esperando que el anhelo se fuera. Pero nunca lo hizo. En cambio, me dolía de
una manera que hizo que mi piel hormigueara con una inquietud de la que no podía
escapar.
El dolor era insoportable a veces, dejándome momentáneamente cerca de las lágrimas si

no podía estar cerca de ella, y luego, con la misma rapidez, estaba eufórica. Para una
persona que había suturado agujeros de bala y tratado trastornos gastrointestinales como
una vocación de vida, nunca antes me había considerado loca. Pero el torbellino
emocional en el que me encontraba en casi cada segundo de cada día era
desconcertante y, me imaginaba, lo más cercano a la locura que había llegado. Alguna
terrible canción de amor parecía estar atascada repitiéndose en mi cerebro, y no podía
apagarla.
Había basado todo en mi vida hasta ahora en la lógica y la comprensión racional. Incluso
mi decisión de casarme con Peter había sido más una asociación bien intencionada
que sobre sentimientos. Ahora todo en mí se sentía fuera de control, como si mis
emociones estuvieran dictando mis pensamientos, y los sentimientos abrumaban todo
sentido de la razón. Y, sin embargo, esa misma agitación impaciente que se formó en mí
hasta que no creyera que pudiera ir otro minuto sin que ella fuera la más cruda,
hermosa prisa que había conocido.
Pasaron varios minutos antes de que me diera cuenta que estaba sentada en mi
computadora, revisando los registros médicos electrónicos de Charlie por su número
de teléfono.
¿Qué estoy haciendo?
Aprensivamente, marqué el número, colgando justo antes de que la llamada se

conectara. Era después de la medianoche y Charlie se estaba recuperando de una
cirugía. Además, ¿qué iba siquiera a tener que decirle?
Llamarla era inapropiado en muchos niveles. Sin embargo, de alguna manera, todo lo que
quería era escuchar su voz.
El Sábado por la noche, acepté dejar que Peter me llevara a cenar al único restaurante
italiano en Northwood. Era un lugar pequeño, sencillo que albergaba a muchos de los
lugareños de veintitantos y treinta y tantos que buscaban una bebida y algo de comida
barata. No era tanto que Peter no lo intentara. Cuando estaba sin trabajo, limpiaba la casa,
cuidaba de nuestra hija. cocinaba — casi de todo. Simplemente que no era muy
romántico.
Yo estaba bien con esto, sin embargo. De hecho, creo que fue una de las pocas cosas que
me atrajeron a él al principio. Era predecible y fácil. Además, nunca fui del tipo que
anhelaba escapadas del fin de semana o el Príncipe Encantador en un caballo blanco.
Todo lo que realmente necesitaba era estabilidad — alguien que se apartara y me
permitiera seguir mi carrera. Y, en el caso de Peter, alguien que amara a Sammy.
Decir que no lo amaba habría sido injusto y simplificado. Era un maravilloso amigo,
un confidente, y alguien con quién estaba dispuesta a compartir casi todas las partes
de mi vida. Además, así es como funcionaba — ir a la universidad, casarse, construir una
carrera, tener hijos. Había un orden para este tipo de cosas. Expectativas. ¿Por qué
realmente importaba si mi relación carecía de ese tipo de romance de calidad de cuento de
hadas? No tenia tiempo para eso de todos modos. Peter era práctico, seguro y
conveniente. El era un buen hombre. Y, cuando comencé a sentir cosas por Charlie que no
podía comenzar a explicar, él era el padre de mi niña.
“Esto es agradable.” Peter se inclinó sobre la mesa para agarrar mi mano.
“De Panzinelli?”
"No. Todo esto de 'salir'. Me alegro de que lo hagamos. ” Me sonrió tiernamente y

me apretó la mano.
A los quince minutos de nuestra cena, antes de que nuestra canasta de pan hubiera
llegado, con Peter en su prístina camisa abotonada, me di cuenta de que nos habíamos
quedado sin cosas que decirnos. He escuchado que dos personas nunca pueden llegar
a ese punto — que siempre hay algo que decir. Pero no con Peter y yo. Durante años
nuestras conversaciones habían girado únicamente en torno a nuestra hija, e incluso
con
nuestros trabajos individuales se volvieron más aburridas. Y, como se había vuelto
dolorosamente evidente, quince minutos era toda la conversación que habíamos dejado en
nosotros. Así que nos sentamos allí en silencio, mientras untaba mi pan con mantequilla
una y otra vez, y Peter agitaba los cubitos de hielo en su Coca-Cola.
En una mesa en algún lugar detrás de mí, un grupo de jóvenes se reía de buena gana.
“Oye, esas chicas no trabajan en la sala de emergencias contigo?” Peter preguntó.
Mi corazón despegó como un petardo, me giré lentamente para mirar. "¿Ellas? Um,
no, no lo creo ” Susurré, girándome rápidamente.
"Lo son. Reconozco a esa de la fiesta. La que se ocupó de Sam. Charlie, ¿verdad? ¡Sí! Y
está esa enfermera con ella!”
Me giré de nuevo, más por instinto y envidia que por otra cosa. Mis ojos confirmaron
lo que estaba segura de que había visto segundos antes; en la gran mesa detrás de
nosotros estaba Charlie, con varias de las enfermeras del turno de día, y Michelle, sentada
tan cerca que estaba esencialmente en su regazo.
“Hmm, me pregunto dónde están nuestras cenas. Ha pasado mucho tiempo. ” Todavía
estaba hablando en voz baja, sin saber cómo podía seguir escondiéndome de Charlie. O si
incluso quería.
“ Nat, te lo digo, esa es ella. Y esa es la enfermera con ella, la que tiene el ... no importa. . .”
“Agradable, Peter. Agradable. Sabes que ella tiene, como, 22 años, ¿verdad?”
"¡Ajá! Así que tenía razón! Son ellas!”

"Supongo que lo son."
La charla jactanciosa, vertiginosa en la mesa cercana se intensificó, hasta que fue todo lo
que pude enfocar.
Momentos después, nuestro camarero se acercó. “Aquí está su pollo, Dra. Jenner.” Él
habló en voz lo suficiente alta, al parecer, por que las voces cercanas de repente se
callaron. Un problema con las ciudades pequeñas es que todos conocen a todos.
“ Natalie! Hola!” Callie, una de las otras jóvenes enfermeras con el pelo rojo ardiente y
una sonrisa dulce, me llamó. "¡Hola!"
Sonreí cortésmente y le ofrecí un pequeño saludo con la mano, pero mis ojos estaban
fijos sólo en Charlie. Los ojos de Charlie, sin embargo, estaban ocupados recorriendo el
cuerpo un tanto expuesto de Michelle mientras deslizaba un dedo seductoramente por su
brazo.
“Vuelvo enseguida, Peter.” Me levanté y empujé suavemente mi silla, dirigiéndome hacia

la otra mesa.
“Te ves como una mujer nueva,” murmuré sarcásticamente, mientras me deslizaba junto a
Charlie.
Ella levantó la vista de su concurso de miradas con los pechos de Michelle. “Hola,
Natalie. Gusto en verte."
“Parece estar yéndote bien, teniendo en cuenta que tuviste una cirugía hace diez días.......”
“Pero quién lleva la cuenta, ¿verdad?” Michelle alcanzó y puso la cara de Charlie en sus
manos, girándola hacia ella.
“¿Por qué tú y Peter no se unen a nosotros,” Jen, que había sido enfermera en

Northwood desde que yo era una nueva asistente, dijo con dulzura.
“Sí, Nat...¿Por qué tú y Peter no se unen a nosotros?” Charlie espetó.
“Charlie? ¿Puedo hablar contigo?"
Michelle me miró con un mascullar en sus imponentes labios.
“Adelante,” Charlie respondió.
"¿A solas?"
El mascullar de Michelle se intensificó hasta que pensé que comenzaría a gruñir.
Charlie se inclinó y le susurró algo al oído de Michelle, lo que provocó una risita
reservada para el dormitorio, y se levantó. Ella me siguió hasta el pasillo que conduce a la
cocina del restaurante. “¿Qué pasa?” Charlie preguntó.
“¿Qué pasa? Realmente no sabes?”
"¿No?"
“En primer lugar, tienes diez días después de la operación! Y estás aquí bebiendo y ... y ...
haciendo quién sabe qué con Michelle, y te estás poniendo en riesgo por —”
“Once días, en realidad. Y estoy bien. Mis incisiones se están curando, mi dolor se ha ido,
y ya terminé con mis antibióticos. Estoy bien."
“ No estás bien! Tu apéndice casi se reventó, y aquí estás actuando como —”
"¡Cristo! Natalie, ¿alguna vez dejas de ser una doctora y simplemente vives?”
Su tono me golpeó, dejándome reforzarme contra la pared con un brazo. “Oh, quieres
decir que estás 'simplemente viviendo' ahí afuera con Michelle?”
“Con quién me acueste realmente no tiene nada que ver contigo. ¡Estás casada!"
"Tienes razón. No tiene nada que ver conmigo. Y me importa una mierda a quién lleves a
la cama.“
Ella se inclinó más cerca de mi con un extraño cóctel de confrontación y deseo.

"¿Estás segura? Porque estoy bien segura que parece que te importa. ” Charlie me atrajo
hacia ella con sus magníficas manos y cerró el aliento del espacio entre nuestros labios.
Una voz dentro de mí tan tranquila que estaba casi en silencio me dijo que parara esto —
me dijo que esto estaba mal. Pero la abrumadora necesidad que me envolvió devoró la
pequeña voz, y la cálida boca de Charlie se encontró con la mía. Sus manos recorrían mi
cuerpo, pasando un dedo dentro de mis bolsillos delanteros y trazando el botón de mis
jeans. Agarró mis caderas con fuerza y me guió a través de una puerta cercana.
"¿El baño? ¿De verdad?” Me burlé de ella, entre rondas de tirones de su lóbulo de la oreja
con mis dientes.
“¿Realmente importa, en este momento?, ” dijo con orgullo, sintiendo lo mucho que la
necesitaba.
Yo le respondí con un duro, apasionado beso. Había perdido la cuenta de todos los
tiempos y propósitos mientras manipulaba inocentemente los botones de la camisa de
Charlie, moviendo mis manos cuidadosamente por su duro estómago. Su respiración
se hizo entrecortada, y yo nunca había estado tan excitada por lo mucho que alguien
me deseaba.
“¿Estás segura de esto?,” Charlie preguntó, alejándose de mi toque ligeramente.
“Ya no estoy segura sobre mucho,” admití. “Pero esto,” tracé el contorno de sus labios
con mi dedo, “ahora mismo,” su lengua rozó mi piel, disparando escalofríos a través
de mi cuerpo, “estoy segura.” Me acerqué hacia ella y besé el espacio vació entre sus
clavículas, hundiéndome en la calidez de sus manos mientras frotaba la parte interna
de
mis muslos y cuidadosamente rozaba mis pechos, como si temiera que el momento
pudiera romperse en un millón de pedazos como un sueño. Jadeé cuando se deslizó
debajo de mi sujetador y rozó suavemente mi piel. El calor ardía incontrolablemente en
cada parte de mí, y yo quería sentir a Charlie en todas partes.
Un golpe en la puerta del baño nos hizo ir más despacio por un momento. Un segundo
golpe nos hizo detenemos. No hubo un tercer golpe. Entró Jen, su rostro la imagen de
conmoción y disgusto. "Oh Dios mío…"
“Jen...” dije, sin nada más para continuar.
“Oh, Dios mío” Se quedó mirando, horrorizada, capturando la imagen frente a ella: yo, de
espaldas contra un fregadero andrajoso, blancuzco, con la blusa levantada casi por encima
de mi cabeza. Charlie, parada entre mis piernas abiertas, con la camisa desabrochada
y cayéndose, el cabello desordenado. Esto era sin duda algo por lo cual estar sacudido.
“Jen, yo...”
Ni Charlie ni yo nos movimos de nuestras posiciones indiscutiblemente comprometedoras

en el estrecho, anticuado baño de Panzinelli. Estaba paralizada, pegada a Charlie de
26 años como si nunca la dejaría, mientras Jen continuó embobada con los mismos
ojos mortificados.
“Lo...lo siento?” Jen tartamudeó, alcanzando a tientas la manija de la puerta.
“Espera.” El tono dominante de Charlie la detuvo a medio paso, mientras yo miraba hacia
ella desde mi posición sobre el fregadero. “Podríamos estar aquí y decir 'esto no es lo que
parece,' o algo trillado así....”
"¿Pero?"
“Pero esto es exactamente lo que parece.” Sin pensarlo, agaché la cabeza en una repentino
arranque de vergüenza. El pequeño anillo de diamante en mi mano izquierda captó la
luz fluorescente del techo, y una punzada de culpa me atravesó como un dardo. Estuve
momentáneamente asqueada conmigo misma, con mi vida. Pero todos los demás
sentimientos que luchaban por salir hacia la superficie esa noche parecían superados por
uno de euforia pura, juvenil.
Fui atrapada, con las manos en la masa, besándome en el baño. A los 39 años,
finalmente estaba actuando como una adolescente. Y no estaba segura de cómo tomar
cualquier cosa de eso.
“Así que Jen, éste es el trato,” Charlie dijo, elegantemente apartando su firme cuerpo
de su lugar entre mis temblorosos muslos y abotonándose su camisa azul Oxford.
“Esto no sucedió, ¿de acuerdo? Por favor. No necesito decirte las repercusiones si esto se
descubre
... ni a Michelle, ni a Judy, ni a nadie. Natalie perdería su trabajo, y aceptémoslo,
Northwood no puede perder a Natalie. Eres una buena amiga de las dos. Y tú y Nat se
conocen desde hace mucho, ¿verdad? Así que por favor, no digas una palabra. “
Jen contempló la petición de amnistía de Charlie.
“ Natalie. Esto no está bien. Es decir, Peter! Y Sammy....y Charlie es mucho más joven
que tú! Eres —”
"Lo entiendo. Está mal. Sé eso. Y no te pido que guardes un gran, adultero secreto
para mí. Sólo pretende que nunca entraste aquí, por favor, Jen. Como mi amiga."
Ella vaciló, mirando nerviosamente hacia la puerta del baño. "De acuerdo. Está bien,
nunca entré aquí. Pero la próxima vez, cierra la maldita puerta. ”
Charlie y yo respiramos al unísono suspiros de dulce alivio mientras ella se permitía

acercarse hacia mí y descansar su mano sobre la parte externa de mi pierna.
“Pero aún así creo que esto está mal, en muchos niveles, Natalie. De hecho, está mal
en casi todos los niveles que se me ocurren ” Mientras Jen continuaba sermoneando,
vi los
ojos de Charlie examinar el pequeño crucifijo de oro que colgaba del cuello de Jen por
lo que estoy segura que era la primera vez. “Y por el amor de Dios, contrólense.
Parecen como un par de chicas cachondas.“
Con la cara roja y resoplando, Jen se dio la vuelta y salió, y Charlie y yo volvimos a estar
solas.
“Santo cielo,” ella dijo, mientras el miedo que había estado ocultando finalmente asomó a
través de su superficie evasiva.
“Lo sé.” Me dejé estar quieta por un momento, disfrutando de la sensación de mi

pulso todavía palpitante empujando contra las paredes de mi cuerpo. Una fina capa de
sudor helado se había acumulado en mi frente, y mis orejas ardían como ceniza
caliente. ¿Nunca dejas de ser una doctora y simplemente vives?
“Entonces, crees que guardará nuestro secreto?”
“Charlie.” Supliqué con delicadeza, sacudiendo el corto flequillo de su frente

reluciente. “ No hay ningún secreto no podemos.”
“Oh, Cristo, en serio? Esa mierda otra vez?” Su tono cambió tan rápido que retrocedí ante
su toque. “ No entiendo a las mujeres heterosexuales. Un minuto estás follando mi pierna
en un baño y al siguiente me estás diciendo que me vaya a la mierda. “
Hice una pausa para considerar mi siguiente movimiento, notando el dolor en su voz
que disolvió su enojo. “Mira, no sé lo que estoy haciendo aquí —”
“Podrías haberme engañado.” Se burló.
“Estoy hablando en serio.” Le rocé la mejilla con el dorso de la mano. “Esto no es una
especie de experimentación de hermandad de chicas. Simplemente está sucediendo. Y no
tengo ni idea de lo que significa o qué hacer al respecto. ” Pasé mis dedos por mi pelo,
jalando de el hasta que la presión se desvaneció en confusión y deseo que era tan intenso
que dolía. Esta no era mi vida. Esta era una especie de película hecha para la televisión o,
tal vez, la emocionante, impredecible existencia de otra persona. Pero seguramente no era
yo.
“Entonces..te volveré a ver?” Charlie parpadeó con pestañas imposiblemente largas en

mi dirección y sonrió con timidez.
“Límpiate, Charlie,” murmuré, agarrando las solapas de su camisa con fuerza y besando

su frente.
Planificamos nuestra salida para que nadie se diera cuenta. Pero las miradas que Jen
dirigía hacia nosotras eran como bengalas, y todos en la mesa parecían sospechar algo. O
tal vez acababa de agregar la paranoia a mi creciente lista de fallos.
“¿Dónde has estado?” Michelle hizo un puchero, lanzando un brazo detrás de la silla.
Charlie se sentó, sus pechos tan cerca que estaban casi en su rostro. “Pedí algunas bebidas
más.”
Me paré frente a ellas el tiempo suficiente para ver a Michelle pasar sus dedos bajo el
cuello de Charlie antes de girarme para volver hacia Peter.
“Lo siento, amigas del trabajo. Jen puede hablar durante horas a un gusano.“
"Está bien. Es decir, no las ves todos los días ni nada,“ Peter respondió. Él odiaba
compartirme con otras personas, sus celos a veces surgían como una ira poco
característica.
“Peter, estás siendo infantil. No podría simplemente levantarme e irme. Eso habría
sido grosero.“
Él hizo una pausa por un minuto, empujando los sentimientos hacia abajo. “Entonces
a dónde huyeron tú y la chica paramédica?, ” preguntó, con relativamente poca sospecha
en su tono.
El calor explotó en mis mejillas y el pánico me envolvió. "Al baño. Ella está ... eh ...
inscribiéndose para la escuela de medicina y necesita algunos consejos. Ya sabes,
recomendaciones y lo que no.“
“Oh, bueno, eso es amable de tu parte.” Sus fruncidas, espesas cejas se aligeraron con una
sonrisa. “Parece una buena chica. Realmente brillante. Me recuerda a ti a esa edad, en
realidad.“
“ No digas eso. Por favor, no desees eso en ella.”
Peter y yo regresamos a casa para encontrar a Sammy profundamente dormida, envuelta

en su manta de color rosa de Disney y babeando en silencio.
“Ella lo ha estado haciendo muy bien últimamente,” Peter susurró, extendiendo la mano y

rodeándome con un suave brazo.
“Realmente lo ha hecho. Mira lo bien que ha estado con extraños. ” Con poco entusiasmo
presione mi mejilla contra su pecho y puse una mano sobre su estómago.
“Recuerdo cuando lloraba y lloraba cada vez que salías de la habitación. ”
“Esos días se han ido definitivamente. En ese sentido, creo que es bastante típico. “
“Sigo pensando en lo buena que fue la última vez que tuvimos que llevarla al hospital —
con Charlie y las otras.”
Un escalofrío sacudió mis brazos desnudos, y resistí el impulso innegable de apartarme de

él.
“Vamos,” le dije con voz ronca, besando a Peter en la base de su cuello, “vamos a la
cama.”
Peter agarró mis manos y me llevó a nuestra habitación. “ No tienes que decirme dos
veces.”
Con toda la pasión que pude manejar, llegué hasta él, el padre de mi hija, y puse mis
manos sobre su pecho, besándolo con tanta fuerza que tuvo que apoyarse en la cama. Si lo
besaba bastante fuerte, lo deseaba bastante fuerte, tal vez no seguiría pensando en Charlie.
Peter envolvió sus brazos alrededor de mi cintura y me atrajo hacia él, hasta que
estábamos tan enredados en las sábanas y las mantas que apenas podía ver mi salida. Sus
dedos batallaron ansiosamente con mis botones, buscando a tientas como un adolescente
en el asiento trasero de un coche. Con cada caricia de sus dedos ásperos, torpes, lo inhalé
y Charlie salió, hasta que fui capaz de desaparecer bajo un manto de comodidad y deseo.
Peter era mi mejor amigo. Era el padre de Sammy. Y en ese momento, aunque sólo sea
por eso, lo amaba más de lo que tenía palabras.
CAPÍTULO SIETE
Charlie se metió en el caos del día tan suavemente que casi no me fije en ella. De
hecho, no hubiera estado así, si no hubiera sido por el leve rastro de dulce almizcle
que era tan distintivamente ella, hizo que cada músculo de mi cuerpo se contrajera. Estaba
al instante en llamas. Ni siquiera tuve necesidad de darme la vuelta para saber que
estaba parada detrás de mí.
“Buenos días, Dra. Jenner,” dijo en voz baja, colocando brevemente una gentil mano
en mi hombro.
“Buenos días,” respondí, mirando alrededor con vergüenza. Nadie nos estaba prestando
atención.
“Relájate,” susurró, inclinándose tan cerca de mi oído que pude sentir su cálido aliento en
mi piel, “a nadie le importa.” Ella estaba presionando cada botón que tenía, y lo sabía.
Un típico carraspeó me sacudió sacándome de mi trance lascivo. “ Natalie, tengo un ECG

dudoso al que necesito que le eches un vistazo.” La entrada de Michelle, más fuerte de lo
que por lo general era, fue sofocada por la energía palpitando entre Charlie y yo.
“Michelle, buenos días. No te había visto.”
“Estoy segura de que no lo hiciste.”

"¿Disculpa?"
“Quiero decir, buenos días.” Michelle sonrió desagradablemente.
“Esto se ve bien,” respondí rápidamente, empujando la hoja de papel hacia ella. Michelle

se alejó, un derrotado ceño fruncido bajo control.
"¡Ves! Michelle sabe algo.“
"¿Y qué? Es sólo Michelle. Su palabra es casi tan buena como la de un delincuente
convicto por aquí.“
“Bueno, tal vez si dejaras de permitirle que te manosee en los pasillos, o en Panzinelli. . .o
en todo en realidad...”
Una sonrisa de satisfacción consumió la brillante cara de Charlie. “Creo que está celosa,
Dra. Jenner.”
"Oh, por favor. No tengo nada de qué estar celosa Y además, creo que eres tú quien me
ha estado persiguiendo.“
“Oh, ¿de verdad? Eso es gracioso. Porque recuerdo claramente que fuiste tú quién me
llevó a la sala de guardia y me atacó. “
“ No te ataqué. No atacó. Ahora vete. Tengo pacientes que atender.” Juguetonamente
aparté su silla de la mía.
“Lo haré si cenas conmigo.”
El pánico se apoderó de mis entrañas, ascendiendo hasta mi garganta con una

repugnante ola de giros y vueltas. Le había dicho a Charlie que esto era algo más que una
especie de experimentación juvenil para mí. Pero todavía no estaba segura de lo que
era. ¿Una cita? Estaba casada. Tenía un esposo y una hija. Tenía una vida. Cristo, era
heterosexual.
“Charlie, yo —”
Judy entró en mi pequeño cubículo enérgicamente. “ Natalie, tenemos un MVA

(Accidente de tráfico) alrededor de unos cinco minutos. Conductor y pasajero
descontrolados. No estoy segura de las lesiones, pero parece como que podría ser
auténtico. Podríamos necesitarte allí también, Charlie.” Se fue con determinación,
murmurando algo para sí misma que no pude entender, aunque estaba bastante segura de
que las palabras ‘unidas por la cadera’ surgieron.
“Tuviste suerte esta vez, Doc,” Charlie se burló de mí, moviéndose hacia la sala de
trauma, “ pero no soy de las que se dan por vencidas tan fácilmente.”
“ No..no, desde luego que no lo eres.”
Unos momentos después, dos paramédicos traían a un hombre joven, atado a una camilla
en varios lugares, gritando obscenidades de borrachos.
“Este es Tom,” uno de los paramédicos dijo con calma.
“Oye, vete a la mierda, hombre!”
“Tom era el conductor incontrolado de un coche que se fue un poco en picada hacia
un árbol fuera de la carretera. Se queja de dolor en el vientre, pero sobre todo es su
fémur izquierdo que le está molestando.“
“Me duele la puta pierna, idiota!” Tom volvió a gritar.
"Sí. Le duele la pierna. Le dimos un poco de fentanilo sobre el terreno, pero su presión es
bastante suave en este momento así que no queríamos presionarlo. Ah, y aquí Tom nos
confesó que ha estado bebiendo.“
"¡Te lo dije! Me tome dos cervezas!”
“¿Fueron servidas en peceras, Tom?” Charlie intervino, dando un paso hacia la cabecera

de la cama con su arrogancia familiar que le hacía cosas a mis rodillas de las que solo
alguna vez me habían contado.
“Escucha, maldita dique!”
“Guau, amigo.” John, uno de nuestros guardias de seguridad, movió su cuerpo de 1.90

metros hasta que se cernió sobre el cuerpo restringido de Tom. “ No hablas así aquí,
entendido? Este es mi hospital, y no lo toleraré.“
“Maricón de mierda,” gruñó, mientras veía su cara retorcerse. Para cuando John o yo nos
dimos cuenta de lo que Tom estaba haciendo, Charlie había puesto una máscara de
oxígeno sobre la boca de él y vio como el escupitajo que había estado apuntando hacia
nosotros rebotó y goteó de regreso en sus labios. Todos en la sala se rieron.
“ No hace falta que me insultes, Tom,” Charlie dijo, frotando con frialdad la máscara más
fuerte en su rostro con una especie de finura de Steve McQueen. “Y además, John
aquí? Está casado y tiene dos hermosas niñas. Al menos puedes tener la información
correcta.“
La risa en la sala aumentó a niveles audibles cuando John se acercó a Charlie y le dio una
palmada en el hombro. “Gracias, chica.”
“Eso es lo que obtienes por tratar de atacar a Charlie,” le susurré.
“Tom, soy la Dra. Jenner. ¿Que pasó hoy?"
Por el momento, el hombre ebrio logró responder a todas mis preguntas sin insultos y sólo
palabrotas limitadas. Y, después de sentirme relativamente segura de que su única lesión
era una pierna fracturada, que no iba a matarlo en la próxima hora más o menos, salí de
la habitación.
“Oye, perra!” Al principio, pude ignorar los gritos procedentes de la dirección de

Tom. Después de todo, los pacientes agitados son una rutina diaria en una sala de
emergencia, y te vuelves muy talentoso en ignorarlos.
“Oye, perra! Necesito más medicamentos para el dolor! Me duele la puta pierna! ” Las
enfermeras pasaron por la habitación de Tom sin hacer contacto visual. Nadie quería
tratar con él.
"¡Perra! Sí, tú!” Gritó, capturando mi vista al levantarla de mis expedientes. “Quiero mis
malditos medicamentos para el dolor! ¡Ahora! ¡Vamos! ¿Qué eres, una maldita sorda?”
En un instante, Charlie estaba allí, de pie a mi lado. “¿Quieres que me encargue de él?,”
Preguntó, una gruesa capa de preocupación pintada en su voz.
“Charlie, por favor. Soy perfectamente capaz de luchar mis propias batallas. He estado
lidiando con idiotas como él desde antes que tú incluso —”
“Lo sé, desde antes de que naciera. Eres vieja, soy joven, bla, bla, bla.“
"Sí. Y, además, no tienes que ponerte toda macho alfa conmigo aquí. “
“Quédate conmigo, Nat. Las cosas que funcionan en la mayoría de las mujeres, no
funcionan en ti.“
“Ahora lo entiendes.” Me puse de pie, le palmeé suavemente su espalda, y caminé con

severidad hacia el umbral de la puerta de Tom, aunque se mantuvo firmemente
escoltándome.
“Ahí estás, perra! ¿No ves que estoy con un maldito dolor aquí? ¿Qué diablos te pasa? ”
“ No estás recibiendo más medicamento para el dolor, Tom. Estas borracho. Estás
perturbando todo el hospital. Y francamente, eres un dolor en el culo. ” Tom de repente se
quedó en silencio. “Ah, y esta es la Dra. Perra para ti. ”
*
Fue en algún momento temprano en la tarde antes de que Charlie se dirigiera a mi

escritorio otra vez. “ No puedes hablar de esa manera,” dijo bruscamente, arrodillándose
junto a mi silla y mirando tan lejos en mis ojos como pudo.
"Tienes razón. Ya es bastante duro, lo sé. Si la administración recibe una queja de ese
pedazo de —”
"No. No estoy hablando acerca de la administración.”Sus labios suaves, esponjosas se

curvaron en una sonrisa seductora. “Estoy hablando de mí.”
“Oh, como si alguien pudiera ofenderte.”
“ No me has ofendido. Pero cuando te pones dura así....me excita como no podrías
siquiera imaginar.. .” Deslizó los dedos suavemente por el cuello abierto de su camisa,
trazando los fuertes músculos de su pecho y el cuello hasta que mi corazón palpitaba
en mis sienes. "En serio. Estoy tratando de trabajar aquí.“
Ella sonrió de nuevo y se fue a reabastecer uno de los carros de laboratorio.
“Judy? Me tomaré un rápido descanso para un café, ” dije, sólo un poco demasiado alto,
asegurándome de que Charlie estuviera cerca al alcance del oído. “Si necesitas algo, sólo
que me avisen y estaré allí. ”
Charlie se apartó de su carrito y me dedicó una sonrisa tan sutil que tuve que preguntarme
si incluso la había visto.
Cinco minutos después de llegar a la azotea del hospital, la puerta se abrió de golpe y
Charlie se abrió paso, acercándose hacia mi lentamente, como para dejarme ver cada parte
de ella que pudiera.
“Descanso para el café, ¿eh?,” Dijo en una voz ronca que anhelaba todo lo que sabía que
quería de mí. Todo lo que yo quería de ella.
“Oh, claro ... el café es ... bueno ... es viejo así que....”
“Ajá,” Charlie dijo, moviéndose tan lentamente hacia mí ahora que tuve que resistir la
necesidad de extender la mano y atraerla hacia mí.
Me quede sin palabras. Y además, las palabras parecían irrelevantes cuando estaba parada
tan cerca de mí. No pude hacer nada más que poner mis manos en sus anchos hombros y
derretirme en sus labios. Eran los más suaves, más increíbles labios que Dios había
inventado, sin duda. Y cuando los besé, cuando irremediablemente me perdí en ellos, no
tuve que pensar en la pasión. No tuve que analizar lo que estaba sintiendo para
hacerlo crecer exponencialmente. No tuve que buscar por razones por las que se
sentían tan malditamente bien. De hecho, pensar tenía muy poco que ver con eso. Besar a
Charlie era como meterse en cálida agua. La perfección que lo acompañaba se disipó
rápidamente en la nada, hasta que todo lo que me quedaba por hacer era deleitarme.
“Dios, he estado esperando todo el maldito día para que hagas eso. ” Ella gimió, tirando de
la pretina de mis pantalones del uniforme, luego se inclinó y suavemente provocó mi
labio inferior con los dientes hasta que mi aliento se volvió entrecortado.
“¿Cómo haces eso?” Jadeé.
“¿Hacer qué?” Pasó la lengua suavemente alrededor de mi boca, enviando ondas de placer

por todo mi cuerpo.
“Besar así.”
“Sólo porque tengo la mitad de tu edad no significa que no sé una cosa o dos. ” Ella me
estaba tomando el pelo, su mano en mi cintura empezó a desamarrar el cordón de mi
uniforme.
“ No tienes la mitad de mi edad,” le espeté, jalando de ella hasta que mi espalda estaba
contra la puerta.
Deslizó un muslo entre mis piernas y empujó con más fuerza contra mí. “Y no sabes nada
todavía,” susurré, agarrando sus caderas y girándola. La besé en todas partes, empezando
por sus labios indiscutiblemente tentadores y descendiendo por su cuello, el pequeño
espacio vacío entre las clavículas, por el pecho, hasta que el cuello de su polo me impidió
ir más lejos.
“Quítate la camisa,” me escuché insistir.
Y vi mientras Charlie jalaba la parte inferior de su camisa y por encima de su cabeza,

en un movimiento tan dolorosamente lento que me tomó toda la fuerza de voluntad que
había aprendido en la escuela de medicina para de echo no rasgarla yo misma.
Era la primera vez que la veía tan expuesta, aparte de nuestro encuentro durante su
cirugía. Contemplé su increíble figura, sus hombros incluso mejor y los músculos aún
más perfectamente definidos de lo que recordaba.
Su piel irlandesa había comenzado a tomar color en los meses de primavera y parecía tan
suave y firme como me había imaginado. Su estómago era firme y plano, y todavía podía
ver las incisiones curándose de su reciente experiencia. La luz del sol del atardecer
enmarcaba su cara, resaltando su cabello castaño con reflejos dorados que paralizaban el
corazón, hasta que estuve casi segura de que ella no era más que una imagen de un
sueño muy placentero.
“Eres ... absolutamente impresionante.....” Me moví hacia ella de nuevo, permitiendo que
mis manos exploraran sus duras curvas y lisa piel. Charlie se sentía mejor que cualquier
cosa que había tenido cerca en mis 39 años. Sin previo aviso, agarró mis hombros,
besando mi cara y chupando suavemente en mi cuello hasta mis piernas se sentían listas
para ceder. Sus dedos alcanzaron ansiosamente por mi camisa, moviéndose hacia el
interior para tocarme ligeramente antes de finalmente jalarla sobre mi cabeza. No
había vuelta atrás, cuando Charlie se estiró para desabrochar mi sujetador, deslizando sus
labios
por mi estómago. Mi cabeza giraba incontrolablemente, y utilicé toda la fuerza que tenía
que evitar caerme. Estaba enamorada de cada uno de sus toques, de cada aliento me sentía
escapar contra mi piel. El calor en mi cara era sofocante, pero me sentí más libre que
nunca. Sus dedos eran la increíble mezcla de delicada deliberación y devastación sin
sentido, mientras trazaban círculos alrededor de todo mi cuerpo hasta que perdí toda
la fuerza para incluso considerar resistirme.
“Quiero que me toques.” Jadeé, agarrando su muñeca y colocando su mano contra mi.

Para mi disgusto, Charlie se puso rígida, suavemente alejándose de mi abrazo.
“¿Qué pasa?”
“ Nunca has hecho esto antes,” dijo dulcemente.
“Lo sé.” Mi terrible vergüenza debe haber sido más evidente que lo que esperaba, porque
Charlie me tomó de vuelta en sus brazos y me acunó.
“ No, no, no...joder no. No quise decirlo así, Nat. No estaba diciendo que no sepas cómo
... o que fueras....Oh Cristo, no!”
Sonreí de nuevo, jalando suavemente sus manos de mis hombros y moviéndolas a la parte
interior de mis muslos. “Entonces tócame.”
La miré mientras parecía detenerse físicamente de ir más lejos. “Te quiero....créeme. Te

quiero muchísimo ... nunca ... jamás....siquiera me he acercado a querer a alguien así. Me
vuelves loca."
“Dudo que enloquezcas tanto como me vuelves.....” Empujé su mano un poco más hacia la
banda de mis delgados pantalones, tentando su última onza de voluntad para alejarme de
nuevo.
“Oh, apostaría por eso. Eres hermosa y atractiva. Por no mencionar brillante. Entras
en una habitación y todos se detienen para mirar. Eres lo suficientemente fuerte como
para tomar el control de todas las situaciones imaginables, pero lo suficientemente suave
para
pararte aquí en la azotea conmigo e intentar desnudarme. Cualquiera sería afortunada de
tener siquiera un momento de esto. No me voy a molestar en cuestionar por qué he tenido
el privilegio de tener varios. O por qué pareces quererme de nuevo. Pero te diré esto
— nunca has hecho esto antes. Eres una doctora increíble. Fuiste sin duda una
estudiante impecable. Y estoy segura de que, por mucho que me duela pensarlo, coges
increíble en la
cama. Pero no creo que quieras que esto ocurra en la azotea del hospital, durante un
descanso de mierda para el café...donde tengo poco o ningún control de la situación. “
“Siempre se trata de control contigo, no es así, Charlie?, ” le dije con severidad,

jugueteando con la línea de su mandíbula con los dedos y besando la punta de su oreja.
“Tengo que tratar de mantener algo ” logró decir a través de los jadeos dispersos de aire.
“Bueno, para que conste,” me separé con una agonizante necesidad que ni siquiera había
estado cerca de hacerse realidad, “tienes un montón.”
“¿Dónde está el café?,” Judy preguntó, mientras me sentaba de nuevo en mi escritorio.

"¿Mi qué?"
"¿Café? Ahí es donde fuiste....¿no es así?” Dijo inocentemente.
"Oh. Café. Sí. Por supuesto ahí es a donde fui. Frío, estaba ... no bueno, así que.....”
Judy me examinó detenidamente por un momento. "Correcto. Bueno, de todos modos, no

te perdiste de nada.“
Podía sentir a Charlie sonriendo desde cerca fingiendo estudiar el historial de alguien.
CAPÍTULO OCHO
Me desperté con mi despertador zumbando a las 5:30 a.m. y por primera vez, en realidad
lo necesitaba.
Esa noche, había dormido mejor de lo que podía recordar, con la sensación de las manos
de Charlie sobre mi penetrando a través de mis sueños y sobre mi piel. Peter resopló
cuando alcance para golpear el botón de repetición, y mi estómago se hundió rápidamente
en el suelo. Por un momento, volví a una realidad que no podía quedarme quieta por más
tiempo, y todo lo que quería era girarme y ver la cara de Charlie.
“Es temprano,” Peter murmuró.
“Lo sé, pero tenemos que irnos para llegar al aeropuerto a tiempo. ”
Se inclinó y me besó en la frente, una mirada diabólica nublando sus ojos

oscuros. “Tenemos un poco de tiempo ”
“Peter,” dije, apartándome rápidamente de su mirada, “ahora no. Hay mucho que hacer.“
“Entonces volveremos a tener relaciones sexuales, que, tres veces al año? El otro día fue
sólo una casualidad?” Prácticamente gruñó.
"No. No es eso y lo sabes. No comiences a quejarte sobre la cantidad de sexo que

estás teniendo.“
Instantáneamente, la puerta de la habitación se abrió, y Sammy asomó la cabeza.
"Hola, bebé. Te levantaste temprano. Ven aquí,” dije, aliviada de evitar temporalmente el

tema de la hora con Peter. Sammy corrió hacia la cama y se acurrucó entre nosotros.
“¿Estás lista para ir a ver a Grammy y Grampy en Florida? ” Ella sonrió y aplaudió.
“Me daré una ducha. Ustedes chicas estén listas para salir a las siete! ” Después de haber
terminado su rabieta, Peter se levantó y se dirigió al baño con una sonrisa.
En algún lugar entre el control de equipaje y el primer punto de control de seguridad,

un tornado de emociones que no parecían encajar me superó. Me estaba yendo por
una semana con mi familia. Con la familia de Peter. Con mi esposo. Y Charlie no tenía
idea.
Lo pensé mucho mientras el oficial de la TSA (Oficial de Seguridad de Transporte)

me dio unas palmaditas en los costados y me hizo pasar. Cuáles eran las reglas para este
tipo de cosas? ¿Había reglas? Por mucho que odiara la palabra, una aventura era
exactamente lo que era.
Todo sobre mi vida hasta ahora había sido construido en torno a reglas y protocolos. Así
fue como mi padre me crió y cómo estaba criando a mi hija. Era todo lo que sabía.
Pero una aventura no tiene ningún protocolo, especialmente una aventura con otra
mujer. De alguna manera, sin embargo, sentí una abrumadora sensación de
culpabilidad por no despedirme de Charlie.
Instintivamente, metí la mano en mi bolso y saqué mi teléfono celular. Tenía el

número de Charlie. Podría llamarla en cualquier momento. Pero qué le diría? Estoy en
el aeropuerto, a punto de irme para unas vacaciones con mi esposo. Lo siento, no te lo
dije. Te veo en un par de semanas.
Eso se sentía más allá de estúpido. Sin nada que hacer, guardé el teléfono y alcancé a
mi familia.
Y mientras me acomodaba en el asiento junto a Sammy, una nueva sensación me abrumó

— una que nunca esperé mientras estaba sentada entre dos personas quienes me
amaban hasta los confines de la tierra y de regreso. Me sentía sola — hasta el punto que
me dolía desde algún lugar tan profundo que casi se sentía como ansia.
Debería haberle dicho algo a Charlie. ¿Qué clase de persona era yo para no sólo engañar a
mi esposo, sino para echarla a un lado como una aventura de una noche? Pero más allá de
eso, la echaba de menos. Sabiendo que no la vería, tocaría, incluso escucharía su voz
por lo menos durante las dos semanas que estaría fuera me dejo sintiéndome fría y vacía,
con una especie de tristeza tan real que me aterrorizó hasta el corazón.
“Cariño ... despierta. .estamos aterrizando. ” La suave voz de Peter me sacó de un sueño
del que no era consciente que había estado.
Nunca se me había dado bien dormir. Durante todo el tiempo que pude recordar, había
estado feliz para funcionar con 6, incluso 5 horas de descanso por noche, entrando al
hospital por al menos durante 12 horas alimentada por la adrenalina y el café. Pero
últimamente, desde que había llegado a conocer a Charlie, por así decirlo, había
estado
durmiendo casi constantemente — entre pacientes, en el sofá en casa en los días libres,
cuando y donde sea que pueda.
“Te quedaste dormida de nuevo.”
“¿Cuánto tiempo me dormí?”
“Diría que desde Nueva York. ¿Vas a hacer una cita con ese médico ahora? ” Peter me
presionó delicadamente.
“Peter, soy médico. Nada malo me pasa. Solo estoy cansada."
“Por lo menos hazte algún análisis de sangre o algo así.”
"¿Oh? No estaba al tanto que fuiste a la escuela de medicina esta semana. Estoy bien."
Las cuclillas en mi tono lo silenciaron.
“¿Cómo está Sammy?”

“Estuvo bien — vio Buscando a Nemo de nuevo.”
“Bien,” dije con una sonrisa, y cerré los ojos nuevamente mientras el avión continuaba su
descenso en Orlando.
Absolutamente nada estaba mal conmigo. Lo sabía — al menos desde el punto de vista
médico. Pero no pude evitar notar la tremenda sensación de escape que sentía al
quedarme dormida. Era como si mi mente tenía que encontrar una manera de hacer lo que
mi cuerpo no le dejaría. Me negaba a permitirme ahondar en exactamente de qué
estaba escapando — aunque, últimamente, se había vuelto cada vez más difícil de negar.
Se había vuelto más difícil escapar. Sueños vívidos se habían entrometido repentinamente
en mi estado de inconsciencia una vez tranquilo y vacío. Sueños de Charlie parada en
la
puerta de la sala de trauma, llevando una sonrisa impresionante, la habitación de repente
brillante con velas y pétalos de rosa. Un paciente entra en una camilla, pero ninguna de
nosotras lo nota. Jen, y Michelle, y los demás andan alrededor de nosotras, pero nadie
parece vernos allí. Esos eran los sueños en que despertaba sintiéndome como si hubiera
pasado una noche fría junto a una fogata caliente. Creo que esos sueños fueron la razón
por la que me permití dormir.
Luego, estaban los otros sueños, aquellos en los que me encontraba en medio de un
campo vacío y todo lo que podía oír era a Sammy llorando. Realmente no escuchaba
un sonido, pero de alguna manera, sabía que ella estaba perdida. Sin importar cuán duro
haya
buscado, no podía encontrarla. Ella se había ido. No hay que ser un psiquiatra para
analizar el significado detrás de esas imágenes.
Ese tipo de sueños siempre me despertaban en estado de pánico. Inmediatamente corría al

lado de Sammy, sólo para asegurarme de que estaba realmente bien. Y cuando,
inevitablemente, lo estaba, un nuevo tipo de pánico me sofocaba, un pánico en el que,
momentáneamente, me permitía darme cuenta de que estaba, de hecho, atrapada. Mi
matrimonio, que no podía seguir negando, me sumergía en un mar de depresión y soledad
irreprimible. Mi increíble hija, tan morboso como sonaba, me había atrapado. Nuestra
hija. Nuestra casa, nuestros coches, nuestras cuentas bancarias conjuntas, nuestro
todo. Después de una década juntos, nada era ya mío. Y dejar a Peter significaba
perder todo.
Ya sea que uno tenga 19 o 32, cuando te casas, nadie te dice que no sólo te casas con esa
persona. Te casas con su familia. Te casas con sus amigos que se convierten en tus
amigos. Te casas con tus amigos que se convierten en sus amigos también. Te casas
con todo lo que eres y te conviertes.
Y cuando decides irte....no puedes irte. No puedes simplemente firmar un pedazo de

papel, empacar una maleta, y seguir adelante. Nadie te dice lo mucho que tienes que
dar. O, si se termina, lo mucho a lo que tienes que renunciar.
“Se está haciendo tan grande,” la madre de Peter dijo mientras Sammy corría
alrededor del borde de su piscina.
“Sam! No corras alrededor de la piscina!” Grité tras ella. De inmediato se detuvo y bajó la

cabeza. “Es cada vez más grande. Ya no puedo seguirle el ritmo. “
“¿Y tú, Nat? ¿Cómo están tú y Peter?”
"Bien. Oh, estamos bien. Manteniéndonos ocupados, ¿ya sabes? Sammy nos mantiene
ocupados.“
“Te ves estresada. ¿Segura que todo está bien?”
"Oh, por supuesto. Sólo trabajando mucho.“
Bonnie asintió solemnemente y cruzó las manos sobre su regazo mientras Sammy se
acercaba a mí, culpablemente. “Lo siento, mamá,” dijo lentamente, con un tartamudeo.
Todos alrededor de la piscina se quedaron en silencio.
"Cariño…"
“¿Ella acaba...?,” Bonnie dijo.

“Sammy!” Peter corrió a su lado.
“ No corras, papá,” ella dijo, con más confianza en esta ocasión.
"¡Ella esta hablando! Sammy! Sammy, estás hablando!” Me arrodillé en el suelo y la

tomé en mis brazos, besando sus oídos y la cabeza y la nariz mientras se retorcía.
“Te quiero, mamá,” dijo de nuevo, una sonrisa de orgullo asomando en su rostro.
“Te amo también, bebé.” Mi niña enterró su cabeza en mi cuello mientras Peter envolvió
sus brazos alrededor de las dos.
“Esto es increíble.” Bonnie estaba chillando. “Creo que un poco de aire de Orlando es

bueno para la niña. Tal vez ustedes tres deberían pensar en ... una reubicación
permanente?”
Mis mejillas cedieron contra la fuerza de la gravedad cuando las imágenes de una vida al
lado de mis suegros sin el aplazamiento de mi aislamiento con Peter aparte de un
ajetreado hospital en Orlando lleno de caras vacías me bombardearon. Una vida sin
Charlie.
“Mamá, sabes que no podemos simplemente levantarnos e irnos.”
"¿Y por qué no? Aquí también tenemos hospitales, ya sabes. El hospital universitario está
justo al final del camino. Estoy segura de que Natalie podría encontrar trabajo allí. Y
tenemos un sistema escolar fantástico para Sammy especializado en discapacidades. Sería
perfecto, y lo sabes.“
“Mamá. .ya basta. De verdad."
"Tonterías. Lo considerarías, no es cierto, Natalie?”
“Bueno, en realidad, yo —”
"Madre. Basta. Natalie es la mejor asistente en Northwood. Está asentada allí ahora. El
personal la ama.” Me estremecí un poco ante el último comentario de Peter. “ No podemos
y no nos iremos.”
“Creo que sería una gran oportunidad para Sammy. Y no tendrías que contratar a una
niñera nunca más. Tu padre y yo estaríamos alrededor. Sería bueno para todos. Ese clima
de New England los tiene a ambos con aspecto pálido y miserable.“
No podía discutir con la parte miserable. “Gracias, Bonnie. Lo pensaremos, por
supuesto,” dije cortésmente.
“Bueno, yo digo Abuela y vamos todos a tomar un helado para celebrar el gran día de
Sammy.”
“Helado!” Sammy gritó, abrazando las rodillas de Bonnie. Todos nos reímos ligeramente,
la tensión del momento desvaneciéndose con la cálida tarde de Florida.
Estaba inmensamente sola mientras estaba sentada con Bonnie, Peter, y su padre en un
banco cercano viendo jugar a Sammy. Su helado de chocolate goteaba del cono mientras
perseguía a los gansos que se congregaban a nuestro alrededor. El perfecto atardecer de
Orlando había comenzado, y todo lo que nos rodeaba estaba bañado en naranja y
rojo. Peter se sentó a mi lado, su brazo apoyado con orgullo detrás de mi cabeza,
mientras Sammy gritaba ‘ pájaro!’ Tan fuerte como pudo.
Viéndola — ser absorbida en su innegable presencia radiante — era lo único que me
quedaba para mantenerme conectada a tierra. Nada con Peter, ni siquiera una larga,
nostálgica mirada en mi anillo de matrimonio ya era suficiente para recordarme que
todavía tenía algo bueno en mi vida. Pero cuando miré a Sammy, se me hizo evidente
todo otra vez; esta niña era mi mundo. Y un hombre al que quería independientemente
del inminente dolor que causó la había traído a este mundo.
La tristeza que me envolvió como la humedad del sur de repente me recordó que, dados
los hechos, yo no era la víctima aquí. Tenía una profesión lucrativa y respetable que me
esperaba todos los días. Tenía una hermosa, amorosa hija que finalmente fue capaz de
hablar por primera vez en su vida. Y tenía dos individuos increíblemente guapos,
inteligentes y encantadores que sin saberlo, competían por mi afecto.
Yo era una esposa en casa con mi esposo, que me adoraba, y él no tenía ni una maldita
idea de que, en el trabajo, las connotaciones sexuales de todo lo que Charlie hacía y decía
me impulsaban. Que esta otra persona, esta otra mujer encendió algo en mí que nunca
antes había visto una chispa, y ella absolutamente, innegablemente me consumía — en
cuerpo y alma, mente y espíritu, y cualquier otra forma que se pueda imaginar. Y tal vez
una parte más oscura, más asustada de mí se preguntaba si era incluso más que eso.
Sin embargo, estaba triste. Estaba más que triste. Aferrándome a la autocompasión
con raíces tan arraigadas en mí que ni siquiera podía seguirlas, me habían vencido.
Mientras miraba a Sammy correr a través del césped, derramando las últimas gotas de
su helado sobre su camisa, mi inherente egoísmo finalmente se hizo evidente. Lo tenía
todo: las vacaciones perfectas, la familia perfecta, la vida perfecta. Pero todo lo que
realmente quería era ver a Charlie de nuevo.
“ No puedo creer que esté hablando.” Peter sonrió, cruzando los brazos sobre su estómago
mientras yacía a mi lado en la habitación de invitados de sus padres.
"Es increíble. Ahora no vamos a ser capaces de hacerla callar. “
“Como cualquier otra niña.”
Me reí y apoyé mi cabeza en su robusto pecho. Se quedó en silencio por un largo

tiempo, mirando hacia el ventilador del techo girando, y por un momento de pánico,
pensé que él
podría preguntar acerca de Charlie.
“ No siempre ha sido fácil para nosotros, ya sabes,” él dijo. Levanté mi cabeza lentamente,
preguntándome qué dirección estaba tomando esto. “Es decir, con Sammy, y tú estando
en el trabajo todo el tiempo. Y yo teniéndome que quedarme en casa durante tanto
tiempo...”
“Peter, yo —”
“ No, escucha. Lo que estoy diciendo es, que hemos tenido algunos baches. Pero no
cambiaría nada. De verdad."
“¿Sí?” Le sonreí amablemente.
"Absolutamente. Te amo más hoy que hace diez años, cuando no podías sacar tu nariz de
esos malditos libros de medicina en la escuela.“
Peter me atrajo hacia él, envolviéndome en ambos brazos con tanta fuerza que no
podía respirar. Pero de alguna manera, me sentí reconfortada de una manera que tanto
anhelaba, en la forma única que tu alma gemela puede realmente saber cómo. En estos
momentos, aunque fugaces, casi podría pensar que la felicidad estaba justo frente a mí.
¿Era tan impensable amar la forma en que alguien te amaba? Buscar la realización en
el hecho de que esa persona te daría las estrellas y todo lo que está en el cielo, incluso si
no
pudieras darles mucho a cambio?
Me quedé dormida tranquilamente agonizando sobre las respuestas, sólo para que el
zumbido de mi BlackBerry en la mesita de noche me empujara a despertar.
Instintivamente, me di la vuelta y lo silencié, entonces deje que mi curiosidad sacara
lo mejor de mí y ver quién estaba contactándome.
Tenía varios nuevos mensajes de correo electrónico en mi bandeja de entrada, la mayoría

de los cuales implicaban trabajo, cupones, anuncios o mensajes reenviados de amigos.
Pero el nombre de Charlie Thompson bajo la lista de remitentes saltó hacia mí con
tanta audacia que todo lo demás parecía irrelevante.
Nat,
¿Dónde estás? No te he visto o sabido de ti desde hace un tiempo....más tiempo del que
quisiera ...
Te echo de menos,
Charlie
Leí el mensaje una y otra vez, deteniéndome para absorber sus enigmáticas palabras y el
sencillo lenguaje que la hacia aún más deseable. Charlie fue magistral en mantener el
espacio suficiente para obligarme a acercarme a ella, todo el tiempo haciéndome sentir
como la mujer más maravillosa y necesaria de la tierra. Estaba segura de que esta era
una habilidad con la que había practicado.
Tal vez una respuesta requería un poco más de precaución de la que estaba dispuesta a
dar. Pero antes de que me diera cuenta, estaba viendo como mis dedos escribían
furiosamente, el resplandor del teléfono proyectaba sombras alrededor de la pequeña
habitación.
Estoy de vacaciones en Florida. Lamento no haberme despedido. He estado pensando

en ti, sin embargo. — Nat.
Releí mi mensaje de nuevo, mientras un nuevo temor surgió; Charlie era joven. Muy
joven. ¿Cuántas paramédicas de veintiséis años que se veían así pasaban mucho tiempo
molestándose con la emoción? No.
Charlie era del tipo que querían algo como un loco — hasta que lo tenían. Y no quería
convertirme en una de esas cosas.
CAPÍTULO NUEVE
Tres días después, para disgusto de mis suegros, Peter, Sammy, y yo abordamos un avión
de regreso a Northwood. Y todavía no había recibido noticias de Charlie. Desde el asiento
de la ventana, traté desesperadamente de borrar los pensamientos que me dejaban frío
y dolor. El dolor no era algo con lo que estuviera totalmente familiarizada.
De hecho, la gente rara vez me decía que no, sobre todo porque había pasado mi vida en
la seguridad de la escuela y la medicina. Ni siquiera fue hasta la universidad que
empecé a salir, si se puede llamar así.
Su nombre era David Stone, y me llevó al edificio del centro estudiantil por tacos un par
de veces antes de decidir que estaba cansada de ser la única virgen nerd de mi
dormitorio y me acosté con él en la pequeña cama individual en la casa de la fraternidad
Sigma Chi. A la mañana siguiente, salí del edificio tan rápido como pude encontrar mis
pantalones y nunca volví a hablar con David. Eso fue realmente lo más parecido que
tuve a un novio, hasta Peter. Después del instituto, presenté solicitud en seis facultades de
medicina y fui aceptada en mis dos opciones principales. De la escuela de medicina,
coincidí en uno de mis primeros programas de residencia y terminé trabajando para el
hospital en el que había crecido. Realmente, la decepción y el dolor no habían sido parte
de mi pasado.
Sin embargo, la idea de que Charlie era como cualquier otro veinteañero — persiguiendo
sueños y aventuras sin sentido hasta que llegara la siguiente cosa genial — dolía. El dolor
me frustró y me hizo arremeter contra Peter por nada de su parte. Esa fue la razón por
la
que me conformé con la seguridad de mi matrimonio mediocre. El amor siempre trajo
dudas e inseguridad que simplemente no encajaban en mi vida. Amor, o lo que sea
esto que estaba sintiendo por Charlie.
Para cuando las ruedas tocaron tierra, Luché contra la urgencia casi incontrolable de saltar
del avión y conducir tan rápido como pudiera a la sala de emergencias de Northwood
— s si nada más, sólo por la posibilidad de que ella estuviera allí.
“Voy a correr al hospital por un rato. Tengo que recoger algunos historiales, ” murmuré a
Peter tan pronto como dejé caer mi maleta en la sala de estar.
"¿Qué? Acabamos de regresar. Y cómo puedes tener historiales? No has trabajado en una
semana.“
"Estoy atrasada."
“ Nunca estás más que un día atrasada.”
“¿Vas a interrogarme toda la noche, o puedo ir y volver?”
"Bien."
Cerré la puerta innecesariamente y conduje los pocos kilómetros hasta la sala de

emergencias en la negra noche.
¿Qué iba a hacer si Charlie no estaba allí? ¿Cuál sería mi excusa para aparecer en el
trabajo casi a las 10 p.m. cuando se suponía que debía estar simplemente regresando de
vacaciones? Peor aún, como se vería si me apareciera en medio de la noche y Charlie
estuviera allí? No tenía las respuestas para cuando llegué al estacionamiento, pero eso no
me detuvo de caminar hacia las puertas eléctricas, que me recibieron como a un viejo
amigo.
“Hola, Natalie.” Jen me saludó desde la recepción. “Estás trabajando esta noche?”
Murmuré algo incoherente, sonreí y seguí caminando. Afortunadamente, nadie más

pareció notar mi presencia en la agitación de una noche particularmente ocupada.
Nadie, excepto Tim, por supuesto.
“¿Qué haces aquí, chica?,” preguntó.
“Terminando unas pocas cosas eh...de limpieza. Ya sabes."
Él asintió con la cabeza, me descartó, y regresó a su tomografía computarizada en la

pantalla delante de él.
Mientras buscaba febrilmente por Charlie, hojeé el correo electrónico que me había
estado esperando. Y entonces, ella estaba allí, surgiendo frente a mí, su sombra
cubriendo las luces fluorescentes mientras estaba parada sobre mí.
“Bienvenida de regreso, Doc.” Me ofreció una sonrisa casual.
“Oh, hola, Charlie.”
"Me alegro de tenerte de vuelta."
“Gracias,” le contesté, agarrando discretamente una nota Post-it cercana y escribiendo en

ella.
La azotea.
Le deslicé el papel, y ella lo desdobló con una sonrisa. Con una risa rápida,
vertiginosa, arrojó el Post-it a la basura y se dirigió hacia la puerta.
Momentos después, la seguí, dejando sólo el tiempo suficiente para que nadie pusiera
nuestras salidas juntas. No llegué más allá del segundo tramo de escaleras antes de
alcanzarla. Estaba parada en el escalón superior, con las manos en las caderas,
esperándome con una mirada que no pude descifrar.
“¿Qué haces aquí, de todos modos, Nat?”
Di un par de pasos hacia ella y coloqué ambas manos sobre su pecho.
"¿Qué piensas?"
“Bueno,” Charlie susurró, rodeando con sus brazos mi cintura, “Sé que no estás
trabajando.”
“Tenía que verte, ¿de acuerdo?” Sonrió con orgullo y trazó el contorno de mi mandíbula
con los dedos hasta que todo mi cuerpo estaba ardiendo.
“Está bien por mí.”
Nos besamos por lo que parecieron días, simplemente besándonos hasta que pensé que me
estaba derritiendo en las paredes de la escalera, convirtiéndome en parte de las
instalaciones — parte de un mundo donde éramos las únicas que existíamos.
Cuando Charlie pasó las manos por mi pelo, pensé que nunca podría ser capaz de
parar. Sólo estar lo suficientemente cerca de ella me encendió como nunca me había
imaginado, hasta que quería trepar por las paredes si no me tocaba.
“Vamos a algún lugar,” dije. “ Nadie se dará cuenta de que te has ido. Lo prometo."
“ No puedo.”
“Estás poniendo los frenos de nuevo, ¿eh?” Bromeé mientras me separaba de su agarre.
"¡No! Quiero decir: si. Lo estoy. Pero no es por eso, esta vez. Realmente no puedo
desaparecer. Mary Van está a cargo de esta noche.“
“Correcto ... la Sargento Van...no digo más.” Nos reímos en silencio mientras la jalaba
para besarla una vez más.
“Me alegro de que hayas vuelto,” dijo, tímidamente, tomando mis manos. “¿Cómo estuvo
Florida?”
"Oh, ya sabes. Caluroso. Lleno de mis suegros —”
“La familia de Peter?,” preguntó, un borde de dolor en su voz. A veces, creo que olvida
— creo que ambas olvidamos — cuán mucho más allá de las dos esto iba.
"Sí. Sammy finalmente dijo sus primeras palabras. Eso fue otra cosa."
"¡Eso es increíble! Estoy muy feliz por ti ... y Peter....en verdad.”
Le sonreí. En momentos como estos, cuando la sentía tan cerca, era casi imposible
creer que había mucho de mi vida de la que no era una parte. La besé lentamente.
“Desayuna conmigo mañana.” Charlie gimió a través de mí.

"¿Qué?"
"Desayuno. Iremos a Jerry o algo así. Nada sofisticado. Lo prometo."
“ No sé, Charlie. ¿Y si alguien nos ve?”
“ Nadie va a Jerry. La comida es terrible. Y además, si lo hacen, lo hacen. Piensas que

alguna vez se les ocurrirá a alguien que estamos, bueno, haciendo esto? ”
"¿Y qué significa esto?"
“Significa que eres más grande que yo, increíblemente hermosa, exitosa, y simplemente la
mujer más increíble que he conocido.”
"¿Y tú eres?"
“Sólo un chica tonta que no sabe lo que está haciendo? Pero tuve la suerte de captar tu
atención.“
“Apenas lo veo de esa manera.” Me burlé. “En todo caso, creo que les resultaría difícil
creer que un semental como tú quisiera tener algo que ver con una anciana como yo. ”
Nuestra risa ahora resonaba a través del hueco de la escalera, donde sin duda viajaría
hasta las salas del piso. Pero no me importó.
“Semental, tal vez. Pero no eres una anciana. ” Me besó lentamente, con más sensualidad
de lo que estaba segura que alguien había poseído en la historia.
"Bueno. Desayuno. Trabajo a las 8. Nos vemos a las 6:30 en punto.“
“Sí, señora.” Charlie fingió un saludo y me guiñó un ojo seductoramente.
“Ah, y Charlie. Esta no es una cita.” Le di la espalda y me alejé rápidamente, tratando de

ocultar el innegable balanceó en mi paso.
A la mañana siguiente, estaba levantada mucho antes de que el despertador pudiera

sacarme de la inconsciencia. De hecho, no estaba segura de haberme quedado
dormida. Me había pasado casi toda la noche repitiendo mi reunión con Charlie, cada
vez más emocionada y torturada por los sentimientos que provocaron. Me estaba
volviendo adicta al ciclo de giros en mi estómago que ocurría cada vez que recordaba
la forma en que me miraba justo antes de que me besara. Una y otra vez, recordaba
sus palabras, deleitándome del éxtasis que traían. Sin duda, una parte considerable de
mi amaba la forma en que Charlie me quería.
Ese tipo de atención y anhelo es difícil de detestar. Pero mucho más estaba
desarrollándose que eso.
Tratando de no despertar a Peter, me deslicé de debajo de las mantas y hacia mi armario,

pasando camisa tras camisa después faldas y pantalones. Para alguien que nunca puso
mucho esfuerzo en su apariencia, quería desesperadamente hacer tropezar a Charlie de la
forma en que ella me lo hacía a diario. Tal vez ya no tenía veintiséis años, y tal vez ya no
podía hacer que una camisa de polo se viera tan bien como podría, pero ya era hora que
empezara a sentirme tan bien como ella me hacía, todo el tiempo. El esfuerzo por
impresionar a Charlie me entusiasmó. Todo era nuevo, y estimulante, y poderoso,
justo como mi elección de blusa.
Salí de la casa a las 6:15 a.m., sintiéndome veinte años más joven en un par de pantalones
de vestir ajustados y una blusa escotada en la que no me había molestado desde que
Sammy nació. Charlie estaba sentada en un reservado junto a la ventana — la vi antes de
entrar. Dios, se veía increíble. Me detuve y la observé por un minuto, embriagada por
la forma en que su cabello sin cortar, indómito caía perfectamente sobre su frente, que
se frunció intensamente mientras estudiaba el menú. Su camisa blanca, de cuello en
V
colgaba sin esfuerzo sobre su cuerpo, aferrándose a sus hombros y el pecho. Sus ojos eran
brillantes, hinchados con remanentes de sueño, lo que me recordó cuán tentador sería
despertar ante esa cara.
Finalmente, me obligué a entrar en el sucio restaurante.
“Hola,” ella dijo, con una sonrisa que podría provocar la caída de dinastías.
“Hola.” Me senté frente a ella, recogiendo el menú que estaba delante de mí.
“ No estaba segura de que aparecerías.”
“Te dije que lo haría.”
“Pensé que podrías acobardarte o algo así.” Ella sonrió de nuevo, esta vez de una manera
que me recordó que todavía tenía mucho mundo por ver. “Pero me alegro mucho de
que no lo hiciste.” Charlie se estiró por debajo de la mesa y pasó su mano sobre
mi rodilla. Por un momento, pensé en resistirme, pero todo sobre eso se sentía
demasiado
bien.
“Si hay algo que espero que hayas aprendido sobre de mí ahora, Charlie, es que no me
‘acobardo’ de nada. ¡Venga! Me has visto luchar con drogadictos, meterme hasta el codo
en las tripas de alguien, regañar a CEOs (Directores ejecutivos) —”
“Claro, en el trabajo tienes muchas agallas, ” dijo. “Pero estoy hablando socialmente. Ese
es un ámbito completamente diferente para ti. Y a decir verdad, creo que eres una
gran mariquita.” Ella siguió con una risa tan encantadora e infalible que tuve que reírme.
"Bueno. Entonces tal vez tienes razón. Tal vez soy un poco socialmente....desafiada. Pero
estoy aprendiendo, ya sabes. No todos podemos ser la fuerza de vida segura, efervescente
que eres.“
“Si fueras la mitad de confiada en Natalie como eres con la Dra. Jenner, serías
imparable. Como si no lo supieras ya.“
“¿Cómo es que siempre sabes exactamente qué decir?”
Ella reflexionó mi pregunta un poco, pasando los dedos por el pelo y apoyando la barbilla
en su puño. "Es solo la verdad."
“¿Cómo llegaste a ser tan malditamente elocuente sin embargo? Todo lo que dices es
como como si fuera directamente desde un guión o algo así. “
"Leo mucho. Y además, no estoy tan segura como crees que soy.....” Sus ojos se volvieron
vidriosos y la vi alejarse.
“Charlie.” Interrumpí su meditación, trayéndola de regreso al momento en

cuestión. "Déjame preguntarte algo."
"Cualquier cosa."
“¿Qué pasó con Dartmouth?”
Cuando abrió la boca para hablar, una camarera con la piel curtida y ojos cansados se
paró junto a la mesa. “¿Qué puedo ofrecerles señoras?,” Dijo con voz ronca.
Charlie asintió sutilmente hacia mí, esperando a que yo hablara. Siempre el caballero.
“Tomaré el omelet vegetariano y un café. Por favor."

"Muy bien. ¿Y tú?"
“Panqueques,” Charlie dijo, lanzándole una sonrisa ancha, sin esfuerzo.

La camarera asintió y se alejó.
“Así que estabas a punto de contarme sobre Dartmouth.”
“ No quiero entrar en eso ahora. En otra ocasión, lo prometo.“
La vacilación de Charlie era clara, pero yo no estaba lista para dejar que el tema
desaparezca permanentemente todavía. Algo impidió que esta mujer fenomenal, brillante
siguiera una carrera para la que estaba más que apta. Y tenía que averiguar de que se
trataba. Pero no hoy.
“Muy bien.” Le sonreí amablemente.
“Entonces, Dra. Jenner. Dado que esta es nuestra primera cita —”
“Te dije que esto no era una —”
“Dado que esta es nuestra primera cita, ” dijo de nuevo, esta vez más silenciosa y
buscando en la habitación para apaciguarme, “dime algo que nadie adivinaría sobre ti. ”
Lo contemplé por un momento, tratando de ahondar en mi propia cabeza para poder

buscar algo que Charlie pudiera encontrar interesante. “Cuando era pequeña, descubrí a
mi madre tratando de suicidarse.”
La boca de Charlie quedó abierta durante varios segundos, y por primera vez desde que la
conozco, no tenía palabras para mí. “Bueno, eso es, uh....”
“Del tipo morboso. Lo siento.” Me reí, y ella comenzó a reírse conmigo. "¿Que tal
esto? Odio los caballos.“
"¿Los caballos? ¿Por qué los caballos?”
“Me dan como miedo. Y francamente, creo que la gente a caballo son un poco
extraños. Sólo encuentro toda la obsesión muy rara.“
“Caramba, Nat. No tenía ni idea de que eras tan crítica. “
“Años en una sala de emergencias te lo hacen. Además. La mayoría de la gente no se

imaginaría que estaba tan amargada y hastiada. “
“Sí, lo harían.” Ella me estaba tomando el pelo.
“Sabes, tengo que ser honesta contigo, Charlie, ” le dije, después de terminar mi segunda
taza de café. “Pensé en no presentarme esta mañana.”
“Me imaginé que ese podría ser el caso.”
"Estaba tan nerviosa. Pensé que podría ser incómodo o algo así. Pensé, no sé, que —”
“Que lo único que tenemos en común es el sexo?”
“Sí, de hecho.” Nos reímos al unísono de nuevo hasta que me dolieron las mejillas.
"¿Y? ¿Cuál es el veredicto?”
“Aún no me has decepcionado, Charlie Thompson. Incluso en lo más mínimo.“

Charlie dejó el dinero de la comida, lo cuál me pareció encantadoramente irónico. No
muchas personas con el salario de un paramédico insistirían en pagar el desayuno de
un médico. Por otra parte, tampoco había muchas Charlies por ahí.
Dejamos el restaurante y caminamos al hospital de al lado.
“Bueno, aquí es donde nos despedimos y te daré un beso de buenas noches y te

preguntaré cuando puedo verte de nuevo.”
“¿Pero?,” le dije con timidez, avanzando hacia ella mientras nos escondíamos detrás de la
entrada de ambulancias.
“Pero son las 7:50 a.m., y vamos a trabajar.”
“Todavía puedes besarme, ya sabes.” Me deslicé más cerca de ella, pareciéndome a la

adolescente hormonal como estaba sintiéndome, y esperé.
“Oh, puedo, puedo?” Charlie sonrió con confianza, colocando la palma de su mano en mi

cara y besándome, lenta, deliberada, impecablemente.
“Hola, Charlie, ¿tuviste Kool-Aid para el desayuno de nuevo o algo así?, ” Uno de los
jóvenes médicos varones preguntó escandalosamente desde el otro lado de la estación de
enfermeras. La jornada de trabajo ya estaba comenzando a ser bulliciosa.
“Panqueques y café negro. ¿Por qué?"
“Porque tienes rojo por todas partes en tus labios. ¿Estás usando labial, Thompson? ” Se
rió a carcajadas, mientras sentí que mi cara se sonrojaba desde mi escritorio cercano.
“Oye, Sabraski, no tu mamá usa labial como este?” ella respondió.
"Graciosa. Eres graciosa. Estabas con una chica. Y por el aspecto de ese tono de pintura,
ella está tremendamente buena.” Sabraski golpeó a Charlie en el hombro mientras alzaba
mi mano para cubrir mi boca. El desagradable Jay Sabraski se movió para atormentar a
otra persona, y corrí al baño más cercano para limpiar febrilmente mis labios con una
toalla de papel.
Charlie me pasó por el pasillo mientras regresaba a mi escritorio.
“Ven aquí!,” La agarré por la muñeca y tiró de ella a la sala de trauma.
“¿Qué hice?”
“¿ No escuchaste eso? Tenías mi labial en tu cara!”
“Mucha gente usa ese color,” dijo a la ligera. Y se me ocurrió que una parte de
Charlie quería ser atrapada.
"Hoy no. Aquí no lo hacen. Él lo notó. Y ese idiota no notaría las bolas en un toro. Sólo
puedo imaginar quién más te vio.“
“ Nat, relájate. Está bien,“ dijo, tomando mi mano entre las suyas.
“ No está bien.” La aparté.
“Básicamente me rogabas que te besara allí afuera. Se necesitan dos, ya sabes. No te

enojes conmigo.” Charlie se giró y salió de la habitación.
Pasaron horas antes de que mi orgullo me permitiera acercarme a ella de nuevo. “Charlie,
¿puedo hablar contigo? ¿Por favor?"
“Estoy ocupada en este momento.” Ella agarró un catéter intravenoso y empezó a alejarse.
"Por favor. Sólo dame un segundo.” Se detuvo, desafiándome en silencio a que me

explicara. "Lo siento. Sobre lo anterior. Fui una idiota.“
"Está bien."
"No, no lo está. De verdad. No está bien en absoluto. Tenía miedo...de perder mi trabajo,
de perder a Sammy.. .”
“Miedo de que la gente pudiera descubrir que te estás enamorando de otra mujer.”
"¿Qué? No. Por supuesto que no es eso. Soy muy liberal. Voto por los demócratas, por el
amor de Cristo! Sólo me preocupa si alguien pensara que fuera —”
"¿Gay? Ves, ni siquiera puedes decir la palabra.“

"Si puedo."
“Siéntate,” Charlie me dijo, con calma, señalando hacia mi silla y sentándose

silenciosamente a mi lado. "Relájate. Nadie nos está prestando ninguna atención.“
“Charlie, yo —”
“Sólo escúchame por un minuto, ¿de acuerdo? Mi turno de explicar. Tal vez todavía
no tengo dos letras elegantes después de mi nombre, o los años extras que tienes sobre
mí,
pero ahora mismo, tengo algo que enseñarte. Esto es lo que llamamos la 'chica
heterosexual enloquecida.'”
“Disculpa?,” Murmuré, no me gustaba la forma en que eso estaba sonando.
“En realidad, en este caso, es bastante retrasado. Por lo general ocurre después del primer
beso, a veces incluso antes. La locura ocurre cuando finalmente se le ocurre a la chica
hetero que puede involucrarse emocionalmente con una lesbiana. Cuanto más tiempo
alguien ha sido hetero, y cuanto más tiene que perder, mayor será la crisis. Y estás a punto
de tener una de las proporciones del Monte St. Helens.“
"Eso es ridículo. No estoy enloqueciendo. Tu y yo somos amigas. Somos amigas. Eso es."
"Aquí está. La fase uno de la locura. Negación."
"Santo infierno. Esto tiene fases?”

"Por supuesto. Es algo así como las siete etapas del duelo. Puedes llamarlo las siete etapas
de la homosexualidad, en realidad.” Tuve que reír un poco, aunque una parte de mí estaba
sin lugar a dudas incómoda.
“Está bien, bueno, digamos que creo esta cosa de chica-heterosexual-enloqueciendo que
dices que estoy haciendo.”
"Lo estás."
"Muy bien. Así que digamos que estoy. ¿Qué pasa ahora?"
“Eso es difícil de decir.” Los hoyuelos en su cincelado rostro me recordaron lo mucho que

estaba disfrutando de su recién descubierta posición de poder. “Pero si eres como las otras
chicas heterosexuales con las que me he besado, y han habido muchas ” Me estiré
desde
mi silla y la golpeó suavemente con el dorso de la mano. “En primer lugar negaras
que algo está pasando entre nosotras.”
"No es justo. Te acabo de dar uno.“
“Primero negarás que sientes algo por mí. Dirás que fue sólo una casualidad, o un error, o
que simplemente estabas confundida. Ya hemos estado dudando de ida y vuelta en la
primera fase desde hace un tiempo. Luego, trataras muy duro de ser feliz de nuevo con un
hombre. En tu caso, Peter.” Hice una mueca, tratando de ocultar cuán precisa era hasta
ahora. “Eventualmente, te darás cuenta de que él simplemente no te está dando lo que

obtienes de mí, y volverás. Al menos un rato. Y cómo termina ... bueno, todo depende.....”
“Depende de qué?” Estaba completamente absorta en su historia.
"Eso depende de ti. Harás una de las dos cosas. Al final, te darás cuenta de que soy mejor
para ti que cualquier otra cosa, y, con pene o sin el, te quedarás.“
"¿O?"
“O, te irás. La posibilidad de que la gran palabra G te aterrorice tan intensamente que
renuncies a la felicidad, decidas que realmente eres solo otra chica heterosexual, y
continúes con tu fácil vida hetero.“
“Charlie, no soy gay,” susurré. “Eso no es lo que soy. No tengo ningún problema con
ello. Pero simplemente no lo soy.“
“Las mujeres heterosexuales están tan jodidas. ¿Cómo puedes ponerme tus manos encima
y luego decir 'eso no es lo que soy'? ¿Entonces quién eres? Alguien que usa a las personas
para llenar los vacíos dejados por su esposo? Porque no creo que esa sea la Natalie Jenner
que conozco.“
“ No estoy enloqueciendo.”
"Sí. Lo estás. Mira,” dijo con ternura. “ No estoy aquí para hacer generalizaciones sobre tu
sexualidad, porque no se trata de eso. Esto se trata de ti y de mí. Y eso es. No tienes
que etiquetar nada. Pero sientes algo por mí, y eso te asusta. Cuanto antes aceptes eso,
más
pronto podrás pasar a la siguiente fase de tu crisis.“
Hice una pausa, de repente sobresaturada de tristeza y ansiedad. Incapaz de continuar,
cogí el historial más cercano a mí y comencé a examinarlo. “Tengo que volver al trabajo,
Charlie.”
Y sin decir nada más, ella se fue.
CAPÍTULO DIEZ
Pasé la mayor parte de una semana evitando a Charlie — esta chica que tanto deseaba,
no, necesitaba, para estar cerca de nuevo. Yo era una adicta a la heroína pasando por
abstinencias tan severas que me dolía, por todos los poros de mi cuerpo. El comer y
dormir tenían poco interés para mí, y las únicas cosas que me impedían romper a
llorar espontáneamente, o incendiar edificios, eran mi hija y mi trabajo. Estaba enojada
de una manera que nunca había experimentado antes. Más enojada de lo que jamás había
estado con mi padre por su bebida, más enojada de lo que había estado hacia mi
elusiva madre
por no pensar que yo era suficiente para ella. Enojada de una manera que me aterrorizó.
Estaba atacando a todos los que se cruzaban en mi camino. Cuando un paciente quería
un resurtir en su Percocet, le dije que era un terrible usuario y debía conseguir un
trabajo. Cuando Tim me pidió que me quedara hasta tarde, le dije que lo arreglara él
mismo. Y cuando Peter trató de besarme, o incluso agarrar mi mano, le dije que no me
tocara. Era un monstruo para todos, excepto quizás para Sammy.
Mis amigos y colegas se estaban cansando de hacer oídos sordos a eso también. Cada vez
más, escuchaba los susurros — “¿Qué le pasó a Natalie? Ella es tan desagradable
últimamente. Eso no es como ella. “
Y no era como yo. El hecho de que estas personas me querían probablemente salvó
mi reputación, a pesar de mi terrible comportamiento, pero sin importar lo mucho que
lo intentara, no podía salir del oscuro, vacío espacio en el que había caído.
Charlie terminó de perseguirme también. Cada día que la veía en el trabajo, se volvía más
lejana y distante, hasta que sólo me dirigía unas pocas palabras. Ver su vida continuar
como si nunca hubiera importado — verla sonreír, reír, existir sin mí — simplemente
alimentó la ira que ya estaba ardiendo, hasta que estaba tan miserable, que deseé que
pudiera encontrar una manera de existir sin mí también.
“Hay un disparo en la cabeza viniendo, Natalie, ” Michelle dijo en voz baja, un destello de
emoción en su mirada arrolladora. No pude dejar de notar el cambio en ella — como si su
odio puro y celos de mí se hubieran desintegrado y casi estuviera temerosa de mí. Tal vez
Charlie le había dicho que había terminado conmigo. Tal vez incluso ya estaban saliendo.
Tal vez se casarían y adoptarían algunos bebés de algún país extranjero, y se
convertiría en la señora de la Dra. Charlie Thompson.
"Dra. Jenner? ¿Me escuchó?” Dijo de nuevo, con algo más de aprehensión.

"Lo siento. ¿Qué?"
“Un disparo....en la cabeza. Hombre de 56 años.“
“¿Todavía esta vivo?,” Pregunté, sin comprender.
"Apenas. Pero si. Estarán aquí en unos cinco minutos.“
Aturdida, me levanté de mi asiento y me moví a la sala de trauma, donde se había

congregado una multitud. Como en un episodio de M*A*S*H, nos quedamos allí,
vestidos con guantes, batas y máscaras, esperando que el equipo llegara. Estaba
indebidamente agradecida por la distracción de la sangre y la muerte, dándome cuenta de
que estos fueron algunos de los pocos momentos que quedaban en mi vida que no me
consumían con la perdida de Charlie. Me estremecí cuando una ráfaga de vergüenza
me sacudió. Yo era una doctora, una profesional, una adulta. Este era mi trabajo. Las vidas
de las personas estaban en juego aquí. La familia de este hombre con una bala en su
cráneo confiaba en mi en que haría lo que fuera necesario para recuperar a su padre, a
su hermano, a su hijo de vuelta. Era tiempo de recomponerme.
“Está bien,” dije con calma, inhalando una bocanada de aire viciado, electrificado.
“Quiero que respiratorio sea llamado. Tengan el kit de intubación listo. Hagámoslo."
Las enfermeras se daban codazos unas a otras, sonriendo y susurrando en voz baja, y
la intensidad en la sala se iluminó como un petardo. Enojada, con el corazón roto, o
simplemente jodida, tenía que hacer de este hombre mi única prioridad. Y esto era por lo
que vivía.
“Están aquí,” Michelle dijo, asomando la cabeza por la puerta trasera de la sala de trauma.
Los paramédicos rodaban a un hombre, manchado con sangre del cuello hacia arriba,
cubierto sólo en una sábana manchada de rojo, a un ritmo que contradecía la urgencia
de la situación. Eso es lo que muchos no saben sobre la medicina de urgencias — todo el
mundo se toma su tiempo. Porque cuando no lo haces, la gente muere.
“Herida de bala calibre 22 en la sien derecha. Orificio de entrada. Sin salida. La familia lo
encontró en su habitación justo después de que ocurriera. Sin respiraciones espontáneas al
llegar. Sólo pudimos obtener una vía respiratoria ciega en él — tiene sangre por todas
partes. Tiene taquicardia a 121, las presiones rondan los 50 palp. Las pupilas están
dilatadas. Lamento que no pudimos hacer más.” El joven paramédico bajó la cabeza.
“Oye, estoy segura de que hicieron lo que pudieron, chicos. ” Puse mi mano suavemente
sobre su espalda, mientras los otros en la habitación rápidamente lo trasladaron de la
camilla.
“Alguien deme un tubo de tamaño 8, por favor.” Me moví hacia la cabeza del hombre.
Del creciente grupo de personal salieron los 1.60 metros de Charlie, sosteniendo un tubo
de respiración y un endoscopio. Y por un minuto, ya no era una mujer que me
mantenía despierta por la noche con imágenes de su sonrisa. Ya no alguien más que se
mezcló tan
profundamente, que no podía ni siquiera comenzar a funcionar. Por un minuto, ella no era
más que una paramédica brillante, y yo estaba inmensamente consolada.
“Aquí,” dijo, entregándomelo y mantenimiento la presión en el cuello del hombre para

ayudar a abrir sus vías respiratorias.
“¿Quieres intentarlo, Charlie?,” le pregunté, suavemente.
“ No.” Ella sonrió. “Éste es todo suyo, Dra. Jenner.”
Succioné el charco de sangre fresca en la garganta del hombre y pasé la sonda

fácilmente a través de sus cuerdas vocales.
“El tubo está adentro.” Charlie confirmó la colocación con su estetoscopio, y el

respiratorio conectó al moribundo al ventilador.
Durante al menos diez minutos, todos nos quedamos parados, viendo los monitores pitar y
parpadear, y escuchando los respiradores silbar y chirriar. Qué quedaba por hacer? La
prisa, el ímpetu que tanto había necesitado ese día, rápidamente decayó, y me quedé con
la misma necesidad inquieta que había enfrentado tantas veces antes. El hombre
estaba atrapado en algún lugar entre los vivos y los muertos, los latidos de su corazón
fuerte y
joven y vibrante, su cerebro destruido por los fragmentos de bala que lo cubrían. ¿Qué,
exactamente, estábamos salvando aquí? Nunca hay tiempo para hacer esa pregunta hasta
que ya es demasiado tarde para responderla.
No pude evitar pensar en mi madre. Cuando era niña, bajé las escaleras un día nublado a
finales de Agosto para encontrarla tirada en el suelo, una botella vacía de lo que
solamente podía imaginar que eran pastillas para dormir y 235ml. de Patron (Tequila)
colocados ordenadamente en el escritorio de mi padre. No había ninguna nota,
ninguna
advertencia. Yo tenía diez años — y cuando mi padre nos encontró, estaba inclinada sobre
ella, empujando tan fuerte como pude en su pecho, igual que había leído en uno de los
libros de mi padre. No pude salvar a mi madre. No pude salvar a este hombre, al Sr.
Taylor. Y, ese día, ni siquiera estaba segura de que pudiera salvarme.
Durante otra media hora, el corazón del Sr. Taylor continuó latiendo, mientras los
miembros de su familia llegaron en tropel, llorando y gritando y abrazándose, una y otra
vez, hasta que su tristeza, su ira se volvieran mías también. Se convirtió en la de todos
nosotros. Es tan fácil olvidar, en medio de tubos y máquinas y medicinas, que estás
son
personas, que estas ‘heridas de bala en la cabeza’ son la familia de alguien. Nos
obligamos a verlos como números — de una presión sanguínea, del pulso, del ritmo
respiratorio, de frecuencia respiratoria, de un valor de laboratorio. Nos permitimos ser

cínicos y francamente crueles, diciendo cosas como: ‘Bueno, se lo hizo a sí mismo,
¿verdad?’ Cosas que espantarían a otros fuera de nuestro mundo. Decimos que tienes que
estar un poco loco para dedicarte a la medicina, especialmente a la medicina de
emergencia. Pero también debes estar un poco muerto. Si no lo estás....morirás por
completo. Y me di cuenta, mirando al hombre frente a mí, quien no estaba más vivo que
un montón de papel, que no éramos tan diferentes.
“Es hora,” le susurré a Michelle, que había sido asignada como la enfermera principal del
hombre. Ella asintió con solemnidad y se movió hacia el lado de la familia.
"Sra. Taylor,” dijo, “hemos hecho todo lo que pudimos por su esposo. Pero, por
desgracia, se ha ido. Lo siento mucho.” Era una frase que había practicado cientos de
veces, tal vez más, desde la residencia. Pero nunca se sentía natural. Nunca era más
fácil. Vi como su esposa colapsó en los brazos de Michelle y sollozó incontrolablemente
hasta que su ropa de hospital estaban saturada de lágrimas.
"¡No! No,“ gritó una y otra vez, hasta que sus sonidos también, se convirtieron en una
pieza más de la sinfonía de muerte que tocaba en la sala de trauma ese día. “ No entiendo,”
dijo finalmente, esta vez con una extraña calma que no esperaba. Todos en la sala
levantaron la vista de su trabajo.
“Señora, su esposo...una bala pasó a través de su cerebro. Se ha ido.” Extendí la mano y

la puse tentativamente en su hombro.
“Pero su corazón ... su corazón sigue latiendo, ¿no es así? El monitor allá arriba...dice
que su corazón sigue latiendo! Así que aún está vivo, ¿verdad? Todavía hay una
posibilidad?” Y uno por uno, la sala se vació, hasta que todas las que quedaban eran
Michelle, Charlie y yo.
“Bueno, eso es cierto, pero. .” tartamudeé, superara por la tristeza cruda, irregular de esta
mujer que penetró en la habitación.
“Lo que la Dra. Jenner está tratando de explicarle, Sra. Taylor, ” Charlie dijo con una voz
tan tranquilizadora y tierna como jamás la había escuchado, “es que su esposo ha
muerto.” Ella se acercó a la mujer y puso su brazo alrededor de su hombro, permitiendo a
la mujer colocar su cabeza sobre su pecho.
“Pero ... su corazón....” Ella volvió a protestar.
“Estas máquinas aquí están manteniendo su corazón vivo,” Charlie dijo, señalando detrás
de ella. “Pero eso es todo, Sra. Taylor. Es sólo su corazón. Es una serie de músculos e
impulsos eléctricos que se mueven en su cuerpo. Pero su esposo él ya no está allí. Lo
siento mucho, Sra. Taylor.” La mujer se dobló de nuevo, agarrando con tanta fuerza la
cintura de Charlie que el aire fue succionado fuera de ella.
"Sra. Taylor,” dijo de nuevo, lentamente retirando a la mujer de su agarre y sosteniéndola

frente a ella. "¿Cree en Dios?"
Ella asintió vigorosamente, húmedas, redondas lágrimas escapando de sus ojos oscuros.
“Bueno, yo también Y creo que su esposo está con Dios ahora. Realmente, realmente
lo creo. Así que por favor esté triste. Por usted. Por sus hijos y su familia. Pero no
esté
triste por el Sr. Taylor. Dios lo está cuidado.“
Las lágrimas se derramaban como cascadas de nuevo, pero esta vez, la Sra. Taylor
tenía una pequeña sonrisa, casi indetectable. "Gracias. Oh, gracias.” Abrazó a Charlie de
nuevo. "¿Cuál es tu nombre querida?"
“Charlie.”
“Gracias, Charlie, por recordarme el plan de Dios. ” La Sra. Taylor lloró un poco más,
apoyando la cabeza en el pecho que se elevaba de su esposo muerto. “Adiós, cariño,”
susurró en voz baja, tomando su fría mano entre las suyas. “Lamento que no vieras
ningún otro camino.”
La emoción avanzó su camino hasta mi garganta, ahogándome silenciosamente y

finalmente dejándome en la forma de ojos ligeramente húmedos.
"Bueno. Estoy lista ahora.” Y la Sra. Taylor tomó el anillo de oro del dedo de su esposo y
comenzó a murmurar en silencio una oración.
Asentí hacia Charlie, quién lentamente se dirigió hacia el respirador y lo apagó. Por lo
que parecieron ser varias largas horas, la sala estuvo en silencio. Nadie pasaba por las
puertas de la sala de trauma. Nadie gritaba órdenes o tomaba radiografías. Y ya no oímos
el reconfortante susurro del respirador. No había nada.
Las tres nos quedamos allí, viendo a estos dos extraños compartir sus últimos momentos
juntos. En una mañana — una oscura, terrible mañana — todo fue quitado de
ellos. Observé los monitores por encima de la cabeza mientras los picos y valles de su
ritmo cardíaco se aceleraban y luego desaceleraban ominosamente, e intenté
desesperadamente de no preguntar por qué. No quería preguntarme qué era tan
terrible que el Sr. Taylor tuvo la necesidad de dejar todo en este mundo atrás. Dejar las
mañanas de Navidad, y ver a sus hijas casarse y a sus nietos corriendo desnudos en la
cocina, y noche tras noche con su esposa, cuyo mundo claramente giraba solamente
alrededor de él.
La alarma de las máquinas interrumpió brevemente el silencio chirriante. Puse mi

estetoscopio sobre el corazón del Sr. Taylor durante varios segundos, apagué los
monitores, y asentí sombríamente a Michelle. No tenía que mirar para saber lo que estaba
escribiendo en su tabla.
Hora de muerte, 9:22 a.m.
Necesitaba un salvamento. Necesitaba a alguien que entrara en mi sala de emergencias al

borde de la muerte, y necesitaba sacarlos de allí. Necesitaba sentirme útil. Necesitaba
sentirme necesitada. El Sr. Taylor había pedido morir, pero su esposa no. Y no había
ninguna duda en mi mente de que una parte de ella, una parte muy grande, no
regenerada murió esa mañana también. Y fue su muerte la que me envió más
profundamente a mi estado de inquebrantable duda y desesperación.
“ Necesito un cigarrillo.” La profunda voz de Charlie me sacudió de mi infierno

introvertido. "Ven conmigo."
Al ver a Charlie parada delante de mí, tranquila y confiada, firme y fuerte, envió un rayo
de vida a través de mí que temía no volver a ver nunca más. Y me sentí reconfortada
de una manera que parecía como ser sostenida. Sin decir una palabra, la seguí hasta la
azotea
— nuestra azotea — donde nos sentamos en los cercanos contenedores de basura
vacíos. Durante un rato, ninguna de las dos habló. Charlie sacó un solo cigarrillo de detrás
de la oreja, le dio vueltas entre su dedo pulgar y el índice unas veces, y luego lo encendió
lentamente. La vi tomar una calada, exhalar columnas de humo en patrones serenos,
deliberados.
"Bueno. Eso fue malo,” dijo finalmente, mientras una nube de humo gris escapaba de su
boca.
"Sí."
“Sabes, no lo entiendo.” Charlie tiró la colilla al suelo y la pisó. “He perdido gente
antes. Recuerdas a Gerald? El aneurisma reventado?”
"¿Como podría olvidarlo?"
“Eso fue tan horrible. Pero esto ... esto se siente mucho peor.....”
"Lo sé."
"¿Pero por qué? Es decir, Cristo, este tipo quería morir! Se lo hizo a sí mismo. Obtuvo lo
que quería, ¿verdad? Entonces por qué se siente tan jodidamente terrible? ”
Instintivamente, tomé a Charlie en mis brazos como una niña pequeña y la acuné.
“Porque esto no fue el destino.”
Ella me miró con curiosidad. "¿Qué quieres decir?"
“Quiero decir, teniendo en cuenta que crees todas las cosas de Dios que le dijiste a la Sra.
Taylor ahí, entonces crees en el destino. ¿cierto?” Ella asintió. “Y esto no fue el
destino. Este era un hombre, un joven que todavía tenía al menos otros veinte años con su
familia, que lo terminó todo. Ya sabes, con Gerald Green, aprendes a aceptar con el
tiempo que simplemente no puedes controlar algunas cosas. Que Dios tiene un plan más
grande para algunas personas, y todo lo que realmente podemos hacer es interponernos en
el camino. Ellos van a morir ya sea si les ayudamos o no. Pero este tipo ... el Sr. Taylor ...
tomó una decisión. Esto no fue el destino. Esta fue una elección, y no podíamos hacer
nada para detenerlo.“
Cuando volvió a mirarme, su rostro estaba húmedo y tenía los ojos enrojecidos e
hinchados. Y me abrazó fuertemente.
“Pero fuiste increíble allí, Charlie.”
Ella sacudió su cabeza. “Todo lo que hice fue darte un tubo 8.”
"No. Eso no es todo lo que hiciste.” Puse un dedo debajo de su barbilla y la levanté,
obligándola a mirarme. “Le dijiste a esa mujer que su esposo había muerto. Esa es la
única cosa más difícil que alguna vez tendrás que hacer en tu vida. Lo garantizo."
"¿Y qué?"
“Y la consolaste, y le mostraste que no estaba sola, al menos durante unos minutos. ”
“¿Qué importa de todos modos?” Ella se encogió de hombros.
"Importa. Créeme. Lo hace. Estabas allí para ella cuando más necesitaba a alguien.
Cuando ni siquiera yo podía estar.“
Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Charlie. “Sabes,” ella dijo, su cara aligerada,
“decirle a la Sra. Taylor que su esposo había muerto? Eso no fue lo más difícil que he
tenido que hacer.“
La miré con curiosidad. “Entonces qué fue?”

"¿Honestamente?"
"Por supuesto."
“Lo más difícil que he tenido que hacer fue dejarte ir, Natalie. ” Mi corazón latía
con fuerza en mi pecho, y abrí la boca para hablar, pero me di cuenta que no tenía
nada que decir. "Está bien. No tienes que decir nada. Sólo quería ser honesta contigo.“
“ Nunca dije que quería que me dejaras ir.”
Miró a lo lejos en el horizonte, tan lejos de mí como pudo. “ No tenías que hacerlo.”
Nos quedamos en silencio de nuevo, el inusualmente brillante sol de otoño me calentaba

desde adentro hacia afuera. “Mira, Charlie. Eres...” Traté de juntar las palabras que
ni
siquiera podían empezar a resumir la compleja red de emociones que había tejido a su
alrededor. "Eres fabulosa. Eres fuerte y divertida, y amable. Eres apasionada. Y
seamos sinceras, puedes besar como nadie más.“
Finalmente me miró, sus ojos se iluminaron, y se permitió reír un poco. "¿Y luego qué
pasó? ¿Por qué me alejaste?”
“¿Qué opción tenía? Esto es la vida real. No puedo dejar a Peter y huir contigo. Sí, me
haces sentir cosas. Todo tipo de cosas que no creía que fueran posibles. ¿Y qué? Los
sentimientos no son suficientes para construir una vida. Los sentimientos no son
prácticos.“
Ella volvió a guardar silencio por un momento. “Pero que es una vida sin sentimientos?”
Charlie tenía razón. ¿Era esto lo que había sido mi vida? Un experimento en practicidad?
Un páramo sin emociones impulsado por mis propias ideas predefinidas de éxito?
“Pasa el rato conmigo esta noche.” Las palabras salieron de mí antes de darme cuenta de
lo que había dicho.
“Pasar el rato?,” preguntó, obviamente sorprendida.
"Sí. Ha sido un día terrible. Vamos a pasar el rato. Ya sabes, hacer algo estúpido.
Algo que no involucre epi o tubos ET ni la muerte o heridas de bala en la cabeza.“
“¿Qué hay de Peter?”

“Él estará bien sin mí. Sólo le diré que estoy....no sé lo que le diré. Deja que me preocupe
por eso.“
Ella contempló mi solicitud por un momento, la intriga escrita por toda su
cara. "Bueno. Hagámoslo. Pero tengo que ser honesta contigo aquí, Nat. No estoy al cien
por ciento en esto. Me prometí que no seguiría persiguiendo a una mujer heterosexual. Y
de verdad esto podría retrocederme un poco.“
“Relájate,” le dije, una pizca de deseo y vacía necesidad escapando de mi voz.

"Piensas demasiado."
Tomé su cara entre mis manos y la besé con tanta cautela, tan suavemente, como el
momento lo requería.
CAPÍTULO ONCE
No estaba segura de que nuevo agujero estaba cavando para enterrar a Charlie, o a mi
misma, mientras me cambiaba de ropa. Y en última instancia, no me importaba. Lo único
que importaba esa noche era el efecto anestésico que Charlie tenía sobre mí. Cuando
estaba cerca de ella, era insensible a todo menos a su presencia y al anhelo enormemente
poderoso con el que me dejaba. Si era una adicta, Charlie era la dosis. Y esa noche, estaba
demasiado débil para resistir, sin importar a quién tenía que lastimar para llegar allí.
“¿A dónde quieres ir?,” ella preguntó, apoyada en la pared del vestíbulo con una chaqueta
de cuero desgastada y jeans. Estaba sosteniendo un casco de motocicleta y encarnando la
delincuencia y la pasión que estaba buscando esa noche.
"Cualquier lugar excepto aquí."
"Tengo una idea. Pero estoy manejando.” Charlie estampó el casco de motociclista contra
mi pecho y sonrió maliciosamente.
Brevemente consideré protestar. Era demasiado vieja para estar montada en la moto
de una chica hasta Dios sabe cuándo. Pero luego miré a Charlie de nuevo, con su
extraño machismo femenino y su sentido de si misma sin pulir, y el entumecimiento
se hizo cargo.
Todavía había sol mientras me ponía el casco y me subía a la parte trasera de la moto
de Charlie.

“Agárrate fuerte,” se burló de mí, y apretó el acelerador un par de veces.

Sin dudarlo, envolví mis brazos alrededor de su cintura, disfrutando de la sensación
del cuero gastado contra mis manos y una fuerte espalda contra mi pecho. “ No hay
problema allí ” murmuré para mí misma.
Y salimos del campus de Northwood y bajamos por la carretera principal alejándonos de

la ciudad. Los árboles pasaban volando, y las hojas anaranjadas y rojas revoloteaban a
nuestro alrededor. El aire era fresco y ardía en mis ojos con un fantástico dolor que
sólo contribuía al creciente entumecimiento. Éramos sólo Charlie y yo, con su peso
presionado contra el mío. Me concentré sólo en la forma en que se sentía estar cerca de
ella otra vez y mi innegable, extraordinaria necesidad de besarla, de acostarme con ella
en un lugar apartado, tranquilo, donde nadie podía morir, o dispararse a sí mismos, o
pedirme nada.
Charlie condujo la moto hacia el mar y la estacionó cerca de la cala. Apagó el motor y me
bajé, sin querer soltarla. Con una especie de facilidad automatizada, que sirvió para
recordarme que ya había hecho esto antes, Charlie se bajó de la moto y abrió una bolsa de
almacenamiento lateral, sacando un paquete de seis cervezas.
“¿Acaso guardas esto contigo, en caso de que lleves a una chica atrás?, ” le dije,
quitándome el casco y colocándolo en el manubrio.
“Las compré en mi hora de almuerzo. ”
Tomé la mano de Charlie mientras caminábamos hacia los muelles. “Oye, creo que los
barcos están aún en marcha. Vamos a dar un paseo.” Le di un codazo como una
adolescente.
"¿Sí? Está bien.” Me ofreció una sonrisa cordial, pero su duda todavía era palpable.
Me aplastó verla tan insegura sobre mí, sobre nosotras. Había destruido algo
invaluable entre nosotras, del mismo modo que el Sr. Taylor había destruido una parte de
su esposa. Y no creía que hubiera alguna manera de recuperarlo.
Charlie subió a bordo del barco delante de mí, con el paquete de seis escondido en mi
maletín y me llevó a la proa de la pequeña embarcación. Éramos sólo nosotras dos de
media docena de clientes en el último viaje de la noche, así que no fue difícil estar a
solas. Y sola era exactamente lo que necesitaba para estar con ella. Nos colgamos de
la
barandilla, bebiendo cerveza de botellas de vidrio verde y viendo la puesta de sol. Su
cabello ondeaba imprudentemente en el viento, y la luz fugaz enmarcaba sus
facciones inocentemente.

“¿Alguna vez me vas a contar sobre Dartmouth? ” Espeté.

Charlie tomó otro trago de su botella y la tiró casualmente en el agua.
“Bueno, supongo que no puedo seguir evitándolo. ¿verdad?"

"De ninguna manera."
“ No hay mucho que contar.”
"Pruébame."
"Bueno. Hace mucho tiempo, tuve sueños de ir a la escuela de medicina también. Cuando
terminé el instituto, tomé mi MCAT (Examen de admisión de la facultad de medicina) y
lo hice bastante bien.“
“¿Qué tan bien?,” le pregunté, con fuerza.
"42…"
“Mierda, Charlie.”
Ella se ruborizó un poco y se giró. “Entonces, presenté una solicitud en algunas escuelas y
entré. Pero no pensé que podría pagarlo. Mis padres vivían en un pequeño remolque y
trabajaban para retirarse. Y yo sólo era una paramédica pobre. No me alcanzaba para
la comida, mucho menos una inscripción de $200.000 en la escuela de medicina. “
“¿Qué pasó?,” pregunté, fascinada.
“Dartmouth me ofreció una beca completa.”
“Una beca completa? Para Dartmouth? ¡Eso es increíble! ¿Tienes alguna idea de lo que se
necesita para obtener ese tipo de respaldo?”
“ No fue un gran problema,” dijo, con timidez.
"Sí. Lo es. Pero no entiendo. ¿Que pasó? Deberías ser residente en este momento, no
trabajando como paramédica en el pequeño sucio Northwood. “
“Me gusta ser una paramédica. Y me gusta Northwood.” Se apartó bruscamente de mí.
"Lo siento. No lo quise decir así.“
"No, está bien. Es sólo una especie de punto de dolor para mí todavía, supongo.”

La agarré por los hombros y la giré hacia mí. "¿Que pasó?"
“ No fui.” Ella respondió cortantemente.
"¿Pero por qué? Eres claramente brillante! Y tu trato con los pacientes — eso no se
puede enseñar. Créeme. Tienes todo por delante.“
“Me asusté, ¿de acuerdo?” Ella se apartó de nuevo y dio un par de pasos hacia el otro
extremo de la embarcación.
"¿Te asustaste? ¿Esa es? Esa es tu gran excusa?”
"Esa es. Tuve miedo de fallar, que no pasaría la escuela de medicina. Y si lo hiciera,
no sería una buena doctora.“
“Pero nunca te he visto asustada de nada.”
“Bueno, lo estaba. Pero ahora lo sabes. Y quedó en el pasado. Estoy feliz en Northwood.“
“ No es demasiado tarde, sabes.”
Ella se movió más lejos esta vez, cruzando los brazos contra el barandal. "Por supuesto
que lo es. Parte de mi trabajo del curso ha expirado. Para cuando termine la escuela de
medicina tendré treinta y tantos años.“
Me reí. “Eso es todavía un bebé.”
“Tendré casi cuarenta para cuando termine la residencia. ”
“ No, no lo harás. Puedes volver a tomar tus cursos aquí, en la universidad estatal, y lo
harás en menos de un año. Eso te hace de veintisiete? Luego cuatro años de la escuela
de medicina te ponen en los 31, y tres años de residencia te hacen de 34 años. Eso no
es nada. La gente hace ese tipo de cosas todo el tiempo. “
“¿Y de dónde va a salir todo ese dinero? Para tomar mis cursos de nuevo? Para tomar mis
MCATs de nuevo? Además, han pasado años desde que incluso agarre un libro. No
hay manera de que obtenga ese tipo de puntaje en los exámenes de ingreso de nuevo. “
“Lo harás si te ayudo.” Me moví con cautela hacia ella y besé su cuello, dejando que mis
manos exploraran su cuerpo.

"¿Ayuda? ¿Cómo podrías ayudarme? Sin ánimo de ofender, Nat, pero ha pasado un
tiempo desde que tomaste una clase también.“
"Tal vez sea así. Pero haré todo lo que esté a mi alcance para ayudarte a conseguir ese
42 en tu MCAT. Tendremos fechas de estudio y noches hasta tarde. Lo que sea
necesario."
Charlie sonrió con timidez. “Fechas de estudio? ¿Noches hasta tarde? Esta es una
oferta intrigante. Pero y el dinero? ¿Cómo voy a pagar por eso? ¿Y que pasa si no
consigo otra
beca completa? Las escuelas se están volviendo mucho más competitivas en estos días.
Hay chicos por allí mucho más jóvenes y más impresionantes que yo y ni siquiera
estoy entrando.“
“Entrarás. Y tendrás el dinero. Siempre hay una manera — préstamos y ayuda del
gobierno. Ahora deja de poner excusas y di que lo harás.“
La observé mientras miraba hacia el océano oscureciéndose. El viento agitaba su

cabello en una maraña salvaje en la parte superior de su cabeza que quería hundir mis
dedos en cada oportunidad que podía conseguir. Su chaqueta de cuero se abría, chocando
contra las curvas de sus rectas caderas que quería sujetar contra mi. Y sus ojos tenían la
tristeza y la intriga y la juventud que la convertían en el alma más antigua de la tierra,
con todavía mucho por ver.
Charlie era el tipo de persona que podría decir la palabra y poner al mundo entero de
rodillas.
Cuando hablaba, la gente escuchaba. Cuando se reía, la gente se reía. Y cuando lo

intentaba, no fallaba. Pero fue lo intangible lo que me llevó hacia ella como una rata
al flautista, que me hizo, en contra de mi voluntad, enamorarme completa e
incontrolablemente de ella.
"Bueno. Lo haré. Lo intentaré. Una clase. Y veremos cómo va. ” Rompiendo mi trance,
extendió su mano para estrechar la mía, pero en cambio, chillé como una niña y me arrojé
en sus brazos. Ella me abrazó, fuerte, durante un largo rato, mientras nos movíamos arriba
y abajo con el balanceo de la estela del agua. El sol casi se había puesto, y el aire enérgico
del océano azotaba nuestra ropa.
Me aparté de ella, tomando su rostro entre mis manos. “Charlie, creo que te amo.”
Su suave, acogedora boca se abrió. "¿Tu qué?"
Tal vez fueron las botellas de cerveza barata, o la puesta de sol, o la pura euforia que
sentía al pensar en Charlie finalmente persiguiendo lo que quería. Pero yo estaba fuera de

mí.

"Me escuchaste."
“Tú... crees que me amas?”
No podía creer lo que estaba saliendo de mi boca. En sólo un momento — una simple,
trillada, exagerada frase — me abrió completamente a otra persona. La única otra persona
que tenía la capacidad de destruirme.
“Sé que te amo.” Y la atraje hacia mí y la besé.
"Yo también te amo. Como si no te lo imaginaras.“
Para el momento en que el barco llegó a la orilla, ya era de noche. Las luces alrededor
de la pequeña ciudad oceánica eran brillantes y cálidas, y el aire era lo
suficientemente frío como para enviar un fuerte escalofrío por mi columna vertebral.
“Tienes frío.” Charlie se quitó la chaqueta.
"Estoy bien. De verdad."
“Sólo pontela.” La envolvió alrededor de mis hombros y me apretó con fuerza.
“Dios, eres como un cliché andante.” Me solté de su agarre y tomé puñados de su pelo
salvaje en mis manos.
“Demasiadas películas de Gene Kelly.” Caminamos de regreso a su moto, y

vacilantemente buscó las llaves, ninguna de las dos quería moverse. “Creo que
deberíamos irnos, ¿eh?”
"Quédate conmigo esta noche."
“Quedarme contigo?” Ella tartamudeó, inocentemente.
Deslicé mis dedos por su mejilla, por detrás del cuello abierto de su camisa. "Sí. Quédate
conmigo. ¿Cuál es el problema, Jagger? Un poco nerviosa, ¿verdad?”
“Antes que nada, no estoy siguiendo tu referencia obsoleta de la cultura pop.” Ella me
estaba tomando el pelo. “Y nerviosa? Difícilmente.” Pero lo estaba. Me di cuenta por el
ligero temblor en su voz y el de sus manos mientras sostenían mi cintura. Charlie, que

siempre era tan fuerte, parecía aterrorizada. Y era más allá de sexy. “Tú y yo sabemos que
no podría funcionar.”
“No tienes ningún lugar más importante para estar, ¿verdad? Y sé que no estás trabajando
por la mañana.“
“Y dónde crees que nos quedaremos? No puedo muy bien ir a tu casa y meterme en la
cama contigo y Peter, no es así?”
"No lo sé. Él probablemente lo agradecería.”
Charlie se mofó de mí y forzó una arcada.
"Lo digo en serio. Conseguiremos un hotel. Te llevaré al Marriott junto al mar. Pediremos
servicio de habitaciones y nos emborracharemos y sólo, no sé, alejarnos de todo.”
Ella me sonrió por un largo momento, obviamente contemplando mi solicitud. “No sé,
Nat. No lo creo."
“¿Por qué no?” Envolví mis brazos alrededor de su cuello y la acerque a mí. “No me
hagas rogar. No se ve bien en mí.“
“Esta no eres tú. Nunca te escabullirías por la noche, inventando una mentira a tu esposo,
emborrachándote en un lujoso hotel con al guien de 26 años con quien trabajas.”
Sabía que la decepción en mi cara me traicionó. “Charlie, mírame.” Puse una mano en sus
labios y tracé mi dedo alrededor de ellos hasta que ella besó la punta y suavemente la
succionó en su boca.
La electricidad recorrió mi cuerpo ante su toque, y quería sus labios sobre mí. “Esto es
muy, muy importante para mí. Quiero consentirte. Quiero hacer cosas por ti que nadie ha
sido capaz antes.“
“Oh, no te preocupes por eso,” dijo con una sonrisa diabólica. “Y de todos modos, tienes
que aprender que no siempre puedes conseguir todo lo que quieres.”
“Mereces lo mejor de todo. Y además,” susurré, acercando mi boca a su oído tanto como
pude y pasando la lengua por el borde, “realmente, realmente quiero pasar la noche
contigo.”
“Ambas sabemos,” Charlie dijo con voz ronca, y besándome agonizantemente lento, “que
estás tratando de llevarme a la cama.”

“Tal vez lo estoy.” Mi estómago se revolvió con una magnífica tensión.
“No hay habitaciones en el Marriott.” Me encogí de hom bros, metiendo mi teléfono

celular en mi bolsa.
"En otro momento entonces."
"No. De ninguna manera vas a librarte de esto tan fácilmente. Seguiré intentando."
Una especie de regata había obstruido los hoteles locales, y para las 11 p.m., nadie
podía hacer otra cosa que reírse de mí cuando llamé buscando una habitación.
“Muy bien, entonces esto no va a pasar,” le dije con un largo suspiro.
"Está bien. De verdad. En otro momento."
"Demasiado tarde. Ya le dije a Peter que estaba trabajando por la noche. No me hagas
decir la verdad ahora.“
"¿Entonces que vamos a hacer? No creo que mi sucio apartamento sea realmente tu
lugar.“
Reflexioné durante un minuto, deseando hacer cualquier cosa que no fuera regresar a casa
a mi vida obsoleta, dolorosa. “Vamos a quedarnos aquí.”
"¿Aquí? ¿A qué te refieres con aquí?"
“Quiero decir vamos a quedarnos en la playa. ¿Dónde está tu sentido de la aventura?”
“Mi sentido de la aventura? Esto es una locura!” Ella se rió para sí misma.
“Por favor?” Fingí un puchero, agarrando puñados de su camiseta y frotando suavemente

contra la parte delantera de sus jeans.
Ella sonrió con su sonrisa juguetona que succionó la sangre de mi cabeza y me dejó
aturdida y confundida. “Eres peligrosa, Dra. Jenner.”
Después de un rápido viaje a la tienda de conveniencia más cercana para otro paquete
de seis, nos sentamos en la arena, tirando botellas de cerveza hasta que el oscuro
océano delante de mí se curvo y se volvió de tal manera que era cálido y cómodo y
anestesiante.

“Vas a hacerlo, sabes,” dije.
"¿Hacer qué?"
“Entrar en la escuela de medicina. Convertirte en Doctora."
Se dejó caer sobre su espalda a mi lado y cruzó las manos detrás de la cabeza.
"¿Sí?"
"Absolutamente. No puedo esperar a ver las cosas increíbles que vas a hacer con t u vida.“
“Pero hay una cosa que todavía me molesta,” dijo, apoyándose de lado para mirarme.
"¿Que es eso?"
“Si voy a la escuela de medicina tendré que mudarme.”
No se me había ocurrido que Charlie pudiera irse. Y en medio de todo mi ánimo y
empujándola a ser grande, de repente y egoístamente quería hacer todo lo posible para
mantenerla conmigo. "Un día a la vez."
No respondió, sino que continuó entrecerrando los ojos hacia las estrellas brillantes, claras
sobre ella. Cada músculo de mi cuerpo se tensó y se retorció cuando me acosté a su lado y
me incliné sobre ella, besándola tímidamente al principio y luego con una intensidad
creciente que causó que su aliento viniera entre pesados jadeos. Sabía lo que quería. Y por
primera vez, allí estábamos. Sin descansos para el café en la azotea, sin esposos ingenuos,
sin muerte o enfermedad o destrucción. Sin interrupciones, excepto las olas y la media luz
de la luna. Sin excusas, Charlie.
Sus suaves manos recorrieron debajo de su chaqueta que llevaba, hábilmente trazando
patrones en mi piel. La besé en el cuello y las orejas, dejando que mis labios exploraran
cada parte de ella a la que podía llegar.
“Nat.” Gimió en voz baja, poniendo una mano en mi boca.
"No. No me estás deteniendo esta vez. Es perfecto. Estamos solas. Y quién sabe cuántas
veces más alguna vez vamos a poder estar. Tenemos toda la noche y —”
“Shh,” dijo con dulzura. “Sólo iba a decir, quítate la chaqueta.” Me reí un poco y
rápidamente me quité la chaqueta de cuero y la tiré al suelo junto a nosotras. “Ahora
recuéstate.”

No estaba acostumbrada a recibir órdenes de nadie, pero lenta y sumisamente me acosté
frente a ella. De alguna manera, no me importó en absoluto.
Charlie se me quedó mirando durante tanto tiempo que comencé a preguntarme si

había hecho algo mal. “¿Qué es?” Estiré la mano para pasarla por su pelo.
"Eres hermosa."
Agarré el cuello de la camisa y jalé de ella para besarme, hasta que su peso me
cubrió. Uno por uno, Charlie desabrochó los botones de mi camisa, sin apartar su ardiente
mirada de la mía. Cuando llegó a la parte inferior, la abrió con cuidado, como una especie
de regalo anticipado, besando mi pecho y mi estómago hasta que mi corazón se aceleró en
cada centímetro de mi cuerpo. Cada lugar que sus dedos y labios tocaron ardían.
“No tienes idea de lo mucho que te deseo ahora.” Gemí, pasando mis manos por sus
costados y por su pelo, finalmente tirando de su camiseta sobre su cabeza. Mi propia
cabeza dio vueltas mientras su mano se movía por mi estómago y hábilmente
desenganchó el botón de mis jeans.
“¿Estás segura?” Charlie preguntó, besando mi mandíbula.
"Sí, Dios mío, si. Estoy segura.“
Mientras deslizaba mis pantalones abajo sobre mis rodillas, pensé en nada más que la
sensación de sus manos en mis muslos — de su piel en mi piel, sus labios en mis
labios. El viento del mar se precipitó, pero yo estaba cubierta de una fina capa de
cálido sudor. Podía imaginar como la epinefrina se vertía en mi torrente sanguíneo,
mis vasos sanguíneos se apretaron, mi corazón palpitaba de arriba a abajo, la sangre
corriendo hacia mi cabeza. Mi estómago se oprimió de una manera dolorosamente
agradable como nunca había sentido antes. Y mi aliento era caliente contra el de
Charlie. Hasta este momento, estaba segura de que había conocido los altibajos y la
adrenalina y los extremos. Pero esto
— esto era algo completamente distinto.
El primer simple roce de sus dedos contra mi envió un millón de voltios de

electricidad que hicieron que mis piernas se convulsionaran y mis manos agarraran
imprudentemente su espalda. El cielo a mi alrededor desapareció cuando cerré los ojos
con fuerza y desaparecí bajo sus dedos. Sus dedos me acariciaban con expertos
círculos hasta que la respiración se sentía laboriosa, y un profundo, gutural gemido
escapó de mi. “Oh, Dios mío, Charlie ”
Ella respondió bajando su boca a mi pecho y moviendo su lengua a lo largo de mi

pezón, tomándolo en su boca y mordiéndolo suavemente con los dientes. Oleada tras
oleada de necesidad se extendió por mi cuerpo, siguiendo el camino de su toque.
Sus dedos se
movieron más rápido, manteniendo el ritmo de mi aliento hasta que la elevé con el
aire. Un fuego que había estado ardiendo constante continuó creciendo hasta que destelló
dentro de mí e incendió todas mis células. “Charlie ...” respiré, aún agarrando su
cabeza contra mi pecho. "Te amo. Te amo mucho."
Ella colapsó contra mi, donde la sostenía.
Nos quedamos dormidas con el sonido del mar susurrándonos. De vez en cuando, un
coche pasaba y sus luces iluminaban el cielo oscuro, y podía echar un vistazo a
Charlie, durmiendo a mi lado. Ella era perfecta. Pacífica, e impresionante, y tan capaz de
enfrentarse al mundo. Y ella era mía. Al menos por el resto de la noche, ella era mía.
No podía recordar la última vez que Peter y yo realmente nos habíamos abrazado.
Durante años nos quedamos dormidos, uno al lado del otro, en la misma cama. Pero
no era nada como esto. Acostada junto a Charlie era la razón por la que la gente no
dormía sola. No existía nada más fuera de nosotras, fuera de este momento, que
posiblemente
podría haber sido más importante.
Puse mi mano sobre la de ella y le acaricié los dedos mientras la agarraba con fuerza.
Dormimos de esa manera, en silencio y profundamente. Y cuando finalmente me desperté
con el sol asomándose sobre el agua, mi mano todavía estaba allí. A los 39 años,
nunca imaginé algo tan pequeño, tan simple, como sostener la mano de alguien podría
dar lugar a tanta alegría. Era reconfortante, e íntimo, y se sentía mejor que nada en el
mundo.
“Hola,” Charlie dijo con una sonrisa mientras levantaba mi pesada cabeza para mirarla.
“Buenos días.” La besé rápidamente.
"¿Estás bien?"
“Por supuesto que sí.” Me reí de ella y le acaricié el brazo. “No puedo contener mi licor
como solía hacerlo. Me siento terrible."
“Vamos a llevarte a casa. Son casi las 7.” Charlie se levantó lentamente y tomó mi
mano. Caminamos sin hablar hasta su Honda y tomamos el corto camino de regreso al
hospital.
“Nunca pensé que podría quedarme dormida a tu lado,” dijo, bajándose de la moto
después de mí.
"Yo tampoco. Me gustaría que pudiéramos hacerlo más a menudo.“

“A mi también. Mira, Nat, ¿estás, ya sabes, bien, con lo de anoche, quiero decir?”
Tomé sus dos manos en las mías y las sostuve contra mi pecho. "Claro que lo estoy.
Fue una de las mejores noches de mi vida — solamente superada cuando Sammy nació.“
“No estás enloqueciendo?”
“No.” Me reí. “No estoy enloqueciendo.”
Le di un beso de despedida, le di las gracias, y me subí a mi jeep, sintiéndome vacía y

sola.
CAPÍTULO DOCE
Dormí toda la tarde sola, dando vueltas sin descanso y soñando con la noche
anterior. Cuando desperté, estaba atormentada con una especie de mezcla enfermiza
de
puro jubilo de lo cerca que había estado de Charlie horas antes y del inquietante vacío que
sentía sin ella. Nunca había echado de menos a alguien tan intensamente, tan
dolorosamente, después de un período de tiempo tan patéticamente corto. Era aterrador.
De alguna manera, Charlie no sólo se había abierto camino en mi cama, sino también en
mis pensamientos, donde había echado raíces y se negó a irse. La intensidad de lo que sea
que había florecido entre las dos fue tan desconcertante, temblaba cuando me
permitía
pensar en ello. Nunca en mis años me había ni siquiera acercado a la inexplicable
conexión que había encontrado con ella.
Pasé los siguientes dos días en mi estudio, navegando en línea por artículos sobre
productos farmacéuticos, diagnósticos, raros trastornos de la piel — cualquier cosa que no
implicara a Charlie. Por supuesto, todo implicaba a Charlie.
No podía leer acerca de un niño de dos años con una erupción sin recordar lo genial que
fue con Sammy. O acerca de un diagnóstico estelar de alguna fiebre africana inusual
sin
pensar en la forma en que su rostro se iluminó cuando detectó un infarto desde la sala de
espera. Ella había consumido incluso la medicina.
Charlie había invadido cada rincón de mi vida, como una cepa virulenta de alguna
enfermedad que me puso de rodillas como una débil adolescente. Esta no era yo. Y si
continuaba dejando que esta mujer me exponga tan fácilmente, sin duda me derrumbaría.

“Me estás evitando de nuevo,” Charlie dijo, andando despreocupadamente a mi lado

mientras caminaba hacia la sala de guardia más tarde esa semana.
"No lo estoy."
"Sí. Lo estás. Ignoraste mis cinco mensajes de texto ayer. Me estás evitando.“
"Estaba ocupada. No tenía mi teléfono conmigo.“
"¿Todo el día? Una mierda.” Pero ella estaba más basada en los hechos que enojada.
"Bien. Hablemos.” La llevé a la habitación detrás de mí, cerré la puerta y me senté en la

cama.
“¿Ahora?,” Charlie dijo con una sonrisa, y se movió hacia delante para besarme.
"No. Realmente quiero decir hablar.“
Su rostro se contrajo dolorosamente. "De acuerdo. Habla."
Inhalé el mayor aliento que pude, mi corazón latía violentamente a través de mi ropa
de hospital. No tenía idea de lo que estaba a punto de hacer, sólo que sin duda
cambiaría todo. “Qué estamos haciendo aquí, Charlie?”
“¿Qué quieres decir con qué estamos haciendo?”
“Tú y yo, este loco torbellino que tenemos. Esto tiene que parar.” Mis esfuerzos no se
sentían tan diferentes de decirle a la familia de un paciente que su ser querido había
muerto — practicado y, de alguna manera, artificial.
"¿Qué estás tratando de decir?"
“No puedo seguir dándote falsas esperanzas. No es justo para ti. Deberías estar con
alguien que pueda darte lo que quieres.“
“Tú eres lo que quiero.” Dio un paso vacilante hacia mí y pasó los dedos por mi pelo con
una especie de desesperación que me rompió el corazón ya destrozado.
“A quién estamos engañando aquí? Estoy casada. Soy una madre. Por el amor de Cristo,
tengo 39 años. Tú eres sólo una niña.“

Se dejó caer sobre la cama junto a mí, retirándose en la pared detrás de nosotros.
“Vamos.” Puse un condescendiente brazo alrededor de ella, todo el tiempo en silencio

regañándome por todas las cosas que había hecho, y las cosas que seguía haciendo,
incapaz de estar segura de cuál mal era peor. “Esto nunca va a ir a ninguna parte. Fue
divertido mientras duró, pero por tu propio bien, tiene que parar. Antes de que llegues
demasiado profundo.“
Se levantó rápidamente, imponiéndose sobre mí. “Antes de llegar demasiado profundo?

Demasiado tarde para eso. Estoy enamorada de ti. No se puede llegar mucho más
profundo que eso! ¿Y tú, ¿eh? Esto sólo ha sido una especie de crisis de la mediana edad
para ti? Tu versión de un convertible rojo y una peluca?”
“Está bien, me lo merezco.”
"¿Sabes qué? Tienes razón. Puedo hacerlo mejor que esto.“
Mi corazón gritó un poco más fuerte hasta que retumbó en mi cabeza. "Sí. Puedes. Lo
digo en serio de verdad, que esperábamos? Que simplemente dejaría a mi esposo, y tú
y yo podríamos escapar juntas?” Forcé una carcajada.
“En realidad, no sé lo que pensabas. Sólo pensé que te sentías de la manera en que yo lo
hice.“
“Lo hice!” Gemí. “Es decir, creo que sí. A veces, no estoy absolutamente segura de como
me siento. Y no quiero llevar esto más lejos, cuando no lo sé.“
“Después de todo esto, después de todo lo que hemos pasado, todavía no estás segura.” Se
levantó y se movió lentamente hacia la puerta.
“Lo siento, Charlie. Lo siento mucho —"
“Olvídalo,” dijo, girando la perilla. "Tienes razón. Considera esto mi renuncia. He

terminado de tratar de conquistarte. He terminado de tratar de hacer que te enamores
de mí. He terminado.” Ella abrió la puerta y salió.
“Charlie,” la llamé. “Amigas?”
Ella bajó la cabeza y se alejó.

Pasé por una librería Barnes & Noble camino a casa esa noche, y algo me impulsó a
detenerme.
Sin darme cuenta, me encontré en la caja registradora, una pila llena de libros de
preparación MCAT y guías de estudio de microbiología en la mano.
Nunca había estado en el diminuto apartamento de Charlie, de un dormitorio cerca del

océano. Pero me lo había señalado la noche que pasamos en la playa. Charlie era gentil y
amable, y en ese momento tenía pocas dudas de que sus sentimientos por mí fueran
más allá de algún tipo de enamoramiento juvenil. Pero había cruzado una línea ese día.
Había estado tan ocupada tratando de mantener las paredes alrededor de mi corazón,
alrededor de mi pequeña vida segura, que no me había dado cuenta de que ella
también me había dejado entrar. Se había vuelto vulnerable a mí. Incluso a través de
su dura fachada, Charlie no era impenetrable para amar. Ella me amaba. Había confiado
en mi. Y me alejé.
“Natalie?” Charlie abrió la puerta mosquitera y salió al desvencijado porche.
Llevaba lentes y una gastada camiseta blanca que hizo poco para ocultar el contorno
de sus pechos, su pelo se adhería un poco del mechón en la nuca que siempre hacía
que
pareciera como si acabara de despertarse. Mi corazón se sacudió en mi pecho como una
piedra, y mi estómago se encogió. Nunca había deseado a nadie tanto. No. Nunca antes
había necesitado así.
“No sabía que usabas lentes,” murmuré, tontamente. Fue la primera y única cosa en entrar
en mi desconcertada cabeza.
“Um, sí. Ya sabes, contactos....¿Qué estás haciendo aquí?”
"¿Puedo entrar? Hace frío afuera. Y no llevas puesto mucho.” El calor enrojeció mi cara
al recordar lo cerca que había estado de ella sólo unos días antes.
"Oh. Si, seguro. Pasa."
La seguí, observando mi entorno. Tenía muy poco en las paredes, con excepción de su
certificado de paramédico y un póster de Bullet. “En serio necesitas a una mujer para que
te ayude a redecorar este lugar, ya sabes,” me burlé de ella, quitando el polvo de una
figura de una motocicleta clásica con el dedo índice.
“No recibo muchas visitas. O al menos no a las que prestan mucha atención a la
decoración.” Sonrió sutilmente, mientras una feroz punzada de celos penetró en mis

entrañas.
"Correcto. Así que de todos modos, estaba de camino a casa, y pensé que tal vez
podríamos empezar a estudiar. Pasé por la librería y traje estos para ti.” Abrí la bolsa
y empecé a desempacar la pila de al menos media docena de libros en su desordenada
mesa de la cocina.
“Espera.” Su mano bajó firmemente alrededor de mi muñeca. “¿Vamos a fingir que no

pasó nada ahora? De compañeras de trabajo, a amantes, de regreso a compañeras de
trabajo, o qué? ¿Eres mi tutora ahora?”
Metí mi mano en la suya mientras relajaba su agarre sobre mí. “Tu tutora? Creo que
podríamos funcionar con eso....” Acaricié suavemente su palma con mi pulgar.
“Eres increíble.” Resopló, apartándose severamente de mí y cruzando al otro la do de la

cocina.
“Tienes razón.” Bajé la cabeza. "Lo siento. No quiero confundir las cosas más de lo que
ya lo hago. Pero sólo sé que esto no es tan blanco y negro para mí. Terminamos
porque teníamos que hacerlo.“
“Terminamos porque tuviste que hacerlo. Porque eras cobarde.“
"Tal vez sea así. Trataré de ser tu amiga. Si puedes tratar de ser la mía....”
Ella se quedó en silencio por un momento, pasándose la mano por el pelo de la

manera que hacía mis piernas inestables. “Por ahora, puedes ser mi tutora. Podemos
trabajar en el resto.“
Eso tendría que ser un comienzo. Un comienzo para qué, no estaba muy segura. Un
comienzo para una amistad? Un comienzo de algo simple y platónico? De alguna manera,
dudaba que eso fuera posible. Pero si interpretar ser la tutora de Charlie significaba estar
en su pequeño apartamento estrecho, escuchar su voz, verla moverse por la cocina
mientras trataba de ocultar platos y ropa sucia, sabiendo que ella estaba cerca, entonces lo
tomaría, con mucho gusto. "De acuerdo. Empecemos."
"¿Ahora? Quieres estudiar ahora?” Tartamudeó un poco y se sentó en la encimera de la

cocina.
“A menos que estés ocupada.”
"Realmente no. Sólo estaba viendo el mismo episodio de Law & Order que ya he visto

cuatro veces. ¿Quieres una cerveza?”
“Eso sería genial,” dije con una sonrisa, y me senté a la mesa.
Charlie agarró dos botellas de cerveza importada del refrigerador y las abrió. “Entonces
por dónde empezamos?” Se sentó en la mesa, frente a mí, y abrió un libro.
"Empecemos desde el principio. Biología y cálculo son las únicas materias que han
expirado, ¿verdad?”
“Sí, y no tengo que tomar cálculo. En realidad, me inscribí en la sesión de otoño tardío en
la universidad comunitaria, esta tarde.“
"¿Lo hiciste? Charlie, eso es genial.” Me extendí y puse mis manos en sus muslos,
pero rápidamente se apartó. "Lo siento."
“Amigas, ¿verdad?”
"Correcto. Amigas."
“Entonces, revisemos este asunto de biología. Ha pasado mucho tiempo, pero tal vez me
acuerde.“
Hojeó el libro con determinación y un desinterés en mí que me volvió loca.
"Bueno. Empecemos poco a poco. ¿Cuál es la fuerza motriz de una célula?”
“La mitocondria.”
“Y el sistema de transporte?”
“El aparato de Golgi.”
“Bueno, ya recuerdas más que yo.” Me reí.
La siguiente vez que miré el reloj del microondas de Charlie, eran las 10:30 p.m., y mi
teléfono celular estaba sonando fuerte desde mi bolsa. “Maldita sea, es Peter. Perdí
completamente la noción del tiempo.” Ella asintió sutilmente, sin apartar los ojos del libro
que estaba leyendo. "Hola, cariño. Lo siento es muy tarde. Estaba ayudando a Charlie
a estudiar para el MCAT. Sí, decidió tomarlo de nuevo. Sé que son las 10:30. ¿Cómo
está Sammy? Bien. Estaré en casa pronto, ¿de acuerdo? Yo también te amo."

"¿Entonces? ¿Está enojado?,” preguntó.
"No. Conoces a Peter. Él es bastante ajeno.“
“Sólo estamos estudiando. Tutora. ¿Recuerdas? No hay nada de que ser ajeno.” Y por un
momento, casi percibí un matiz de amargura en su cautelosa voz.
“Debería irme.” Recogí mi bolsa y la puse casualmente sobr e mi hombro.
“Gracias por los libros. Y por toda la ayuda.“
“No hay de qué. Lo haremos de nuevo pronto, ¿de acuerdo?”
Ella asintió y me llevó a la puerta principal. “Buenas noches, Natalie. Conduce con

cuidado."
“Buenas noches.” La abracé con fuerza, r eacia a dejarla de nuevo.
Charlie fue la primera en alejarse ligeramente, mientras movía mi boca lentamente pero
con seguridad hacia su cara. Mientras me abrazaba tentativamente, besé su mejilla,
acercándome a sus labios, tocándolos suavemente.
“Oye,” susurró con frialdad, alejándose de mi alcance. "Amigas. ¿Cierto?"
"Cierto. Amigas."
Permanecí despierta toda la noche, quedándome lo más cerca posible de mi lado de la

cama. Cada pocos minutos, revisaba mi teléfono celular, esperando desesperadamente un
mensaje de Charlie. Pero ninguno llegó. Me había acostumbrado a sus incesantes
mensajes — nuestros conversaciones duraban a menudo hasta las 3 a.m. Me sorprendió
que se habían convertido rápidamente en lo más destacado de cualquier día, cuando
no
podía estar con ella.
Pasé el resto de la noche luchando contra el impulso de contactarla, hasta que

finalmente me quedé dormida en algún momento a primera hora de la mañana.

CAPÍTULO TRECE
“Traje tailandés,” dije, parada frente a la puerta de Charlie y sosteniendo dos bolsas de
papel de comida para llevar un par de noches después.
“¿Cómo sabías que no tenía nada de comer en la casa?”
"Sólo una corazonada."
Ella sonrió y me dejó entrar.
“Hice café. Fuerte y negro,“ dijo, llenando una taza y entregándomela.
“¿Qué tan bien me conoces?” Sonreí y me senté en el sofá de la sala.
Charlie se sentó a mi lado, manteniendo un cauteloso metro de espacio entre nosotras.
“¿Qué hay en la agenda para hoy?”
“¿Qué tal anatomía?” Me sonrojé furiosamente por mi paso en falso. “Quiero decir, ya
sabes, um, el sistema circulatorio.”
"Por supuesto. ¿Por qué no?"
“¿Dónde se genera el impulso eléctrico del corazón?”
“En el nodo SA (Sinodal). Luego, el AV (Atrioventricular), luego el bulto se ramifica,

luego. .Maldita sea, Natalie.” De repente estalló, cerrando el libro sobre la mesa de café.
“¿Qué pasa?” Me sobresalté.
“ No puedo hacerlo.”
"¿De qué estás hablando? Lo estás haciendo genial."
"No. No los libros. Esto. Pretender que sólo somos amigas. No puedo hacerlo.”
“Parecías bastante bien con eso el otro día.”
“Sí, bueno, soy una buena mentirosa.” Su cabeza cayó en sus manos.
“Me engañaste.” Estiré la mano para consolarla. "¿Entonces que hacemos?"

"No lo sé. Dime tú."
Pensé por un minuto, pasando mis dedos por el suave, corto cabello en su nuca. La
necesitaba. Necesitaba tocarla, sentir su aliento en mí, sus labios. Necesitaba hacerla reír
y ser abrazada por ella. Necesitaba su juventud y su perseverancia y su lucha. Necesitaba
la forma en que ella me necesitaba. Necesitaba todo sobre Charlie. Y esa necesidad
era mayor que cualquier sentido de lo correcto o incorrecto.
Esto no se trataba de perder el control. No. Ya había perdido todo el control en el

momento en que la conocí. “Tal vez me asusté un poco. Tal vez estoy asustada. No lo
sé. ¿Por qué tenemos que etiquetar todo? ¿Por qué no podemos simplemente mantener las
cosas como estaban?”
“ Nunca dije que no pudiéramos.”
“Y estás de acuerdo con esto? Este tipo de cosas cotidianas, inciertas?”
“ No recuerdo jamás haberte pedido que te mudaras conmigo o casarnos en Boca. Qué te
hace estar tan segura de que incluso te estoy pidiendo que dejes a Peter?”
Estaba sorprendentemente desconcertada por la respuesta de Charlie. "No estoy

segura. Supongo que de alguna manera asumí que tú —”
Ella colocó dos dedos en mis labios. “¿ No sabes que nunca debes asumir nada conmigo?”
Me estremecí con fuerza cuando me tomó en sus brazos y me besó con todo el fervor que
pudo manejar.
Ella tomó mi cabello en sus puños, tirando de él con suavidad y mordiéndome el labio
inferior hasta que pensé que iba a quemarme. Ansiosamente le quité la camisa,
pasando mis uñas por sus costados y abajo por su espalda desnuda hasta que respiraba
con dificultad en mi oído. “¿Estás segura de esto?,” le pregunté, sosteniendo su cara frente
a la mía.
"Esa es mi frase."
Acerqué su cara hacia mí y la besé con toda la pasión y la necesidad que había estado
enterrando sin ella.
Esa primera tarde en la sala de guardia, cuando pensé que nunca había deseado algo tanto
en toda mi vida, parecía nada más que un sueño de adolescente en comparación con el
calor que latía a través de mí mientras ella trazaba un camino por mi estómago con su

lengua. Se detuvo el tiempo suficiente para jalar de mis jeans y suavemente tocó la parte
interior de mis muslos con los labios hasta que estaba ardiendo por más.
Me dolía el cuerpo y cada músculo se contrajo mientras su boca me encontró, un

fuerte gemido escapó de mí. “Charlie. Te necesito.” Arañé su espalda desnuda y por su
pelo con las uñas hasta que la sentí temblar encima de mí. Su aliento era caliente contra mi
piel, su lengua suave y húmeda en mi cuerpo.
Se entregó a mí hasta que mis ojos ya no podían enfocarse incluso a través de la oscuridad
de los párpados cerrados, y mi cabeza se sentía ligera y aireada.
Mis músculos se tensaron hasta que solté un último, profundo gemido, mi cuerpo perdió
toda su fuerza. La atraje a mi lado. “Eres increíble,” le susurré.
Se rió en voz baja. "Eso he escuchado."
"No. Lo digo en serio, capulla. Eres....como nadie que haya conocido.“
Silenciosamente sonrió y acarició con su cabeza debajo de mi barbilla.
“Realmente tenemos que ponernos a trabajar, ” dije, una vez que pude encontrar las
palabras de nuevo. Estaba acostada pacíficamente contra Charlie, sus brazos envueltos
firmemente a mi alrededor.
“¿Eh?” Me acarició el pelo con ternura.
"Ya sabes. MCAT? ¿Colegio? ¿Sonar una campana?"
"Oh. Cierto. Bueno, siento que hay una mala broma de anatomía aquí en alguna parte,
pero te lo voy a evitar.“
Me reí un poco, me senté y me puse el suéter. "Soy consciente de eso. Qué hora es de
todos modos?”
“5:15 más o menos. ¿Tienes que llegar a casa con Peter?, ” preguntó, hoscamente, mi
corazón se hundió un poco ante la mención de su nombre.
"No. Él sabe que estoy aquí. Le dije que llegaría tarde. Vamos a trabajar entonces? ” Me
incliné para besarla, lanzando su camiseta sin mangas hacia ella.
“ Nat.”

"¿Sí?"
"Te amo."
Sentí mi cara traicionarme. De alguna manera, logré atraer a Charlie de nuevo, mis
propias necesidades egoístas negando cualquier sentido de consecuencia. ¿Cuántas veces
más podría hacer esto? ¿Cuánta gente podría dejar en mi estela de auto-exploración?
Tenía miedo de averiguarlo. “Pondré el café.” Llegué hasta al refrigerador antes de darme
cuenta que todavía estaba temblando.
Charlie había empezado la escuela otra vez, y tres veces a la semana estaba en el campus,
estudiando biología con chicos de su misma edad — chicas de su misma edad. Habría
sido deshonesto de mi parte fingir que la idea no me molestaba. La verdad era que Charlie
no era mía. Tal vez, emocionalmente hablando, lo era. Pero la gente como Charlie no
se quedaba quieta por mucho tiempo.
Existe una teoría en medicina de emergencia que dice que todos los que entran en ella
están ya sea huyendo de algo o corriendo hacia ello. Y a menudo no estaba segura de cuál
era Charlie. En la mayoría de los días, ni siquiera estaba segura de cuál era yo.
Aún así, no había nada que pudiera hacer. Estábamos atrapadas en este extraño purgatorio
de las no tan amigas, no tan amantes que me recordaban mucho al Sr. Taylor, en las horas
previas a su muerte. Un purgatorio que yo había creado.
Este purgatorio se extendía desde mi vida personal hasta mi trabajo, donde me vi obligada
a ver a Charlie casi a diario. Tal vez obligada no era la palabra correcta. La parte sin
sentido de mi se levantaba de la cama todas las mañanas aunque sólo sea por la
posibilidad de cruzar las puertas de ED (Departamento de emergencias) y atraparla
mirándome entrar. Nos cruzábamos en el pasillo, sólo de alguna manera
involuntariamente nos rozábamos las manos, las caderas o los hombros. Y a medida
que la electricidad caía en cascada a través de mí, intentaba un ocasional ‘hola’ y
trataba de reprimir la sonrisa eufórica que llegaba a mis labios.
Seguimos con nuestro trabajo, sanando a los enfermos y heridos. Y en mis momentos
favoritos, lo hacíamos juntas. Recabaría un historial clínico del anciano con un dolor
de cabeza mientras Charlie ponía su intravenosa y le daba algunos medicamentos para
el dolor. Siempre me encantaba verla trabajar. Pero cada vez que lo hacía, parecía
enamorarme más de ella — y estaba más fuera de control de mis propias emociones.
Era tarde en el turno de noche, y el incremento de suturas y dolores abdominales se había

disipado lo suficiente para permitirme terminar alguna documentación con una taza de

sopa de la cafetería en mi escritorio. Charlie estaba allí también, y mientras trabajaba, la

vi reír y bromear con un grupo de enfermeras de la sala de suministros.
La radio estaba en silencio, los pacientes estaban en silencio, y estudiar la sonrisa de

Charlie me estaba haciendo saltar el estómago de la mejor manera. Estaba liviana —
como si todo fuera una posibilidad.
Mi corazón dio un vuelco un poco cuando vi a Michelle acercarse al grupo, y aunque no

podía entender lo que decían, no necesitaba un guión cuando ella tocó a Charlie en el
pecho y le indicó que la siguiera con una especie de gesto insinuante que sólo pude
encontrar lascivo y trillado. Una parte de mí — una parte que imaginé que sería similar a
las que había destruido en Charlie — murió un poco al verlas desaparecer en la oscura,
vacía sala de trauma.
Tenía que seguirlas, incluso si eso significa parecer como una lunática. Caminando
casualmente hacia sus sombras, con la esperanza de que mis piernas no me fallaran, cogí
el teléfono en la pared cercana, escuchando el zumbido del tono de llamada, rezando por
no parecer tan ridícula como sabía que lo hacía.
“Todavía vendrás a Shooters más tarde, ¿verdad?” Oí la melodiosa, femenina voz de

Michelle, tal vez sólo un poco más fuerte de lo necesario, me acerqué a la puerta junto
a mí y mi oído estirado.
“Creo que voy a estar lista para unos juegos de billar y una cerveza, ” Charlie dijo. Ese
tono conocía ese tono tan bien. Venía infundido de sexo y lujuria y deseo. Era el que
usaba cuando hablaba, justo antes de que me besara. Fue el tono que usó cuando me hizo
el amor en la playa por primera vez. Excepto que esta vez, no era para mí.
“O podríamos saltarnos el bar por completo y simplemente ir directo a tu casa. ” Mi piel se
llenó con envidia, y golpeé el receptor del teléfono contra la pared, interrumpiendo
sus
planes sólo el tiempo suficiente para que Charlie asomara la cabeza por la puerta abierta.
“ Natalie. No me di cuenta que estabas allí parada.” Ella habló sin complejos.
“Sólo haciendo una llamada telefónica.”
“¿Qué pasa con el teléfono en tu escritorio? ” Charlie intentó reprimir una sonrisa
divertida ante la escurridiza de Michelle.
“Descompuesto.” Me di la vuelta y me fui, derrotada.

CAPÍTULO CATORCE
"¡Oye! Estoy aquí!”Grité a través de la puerta mosquitera abierta de Charlie. Y después

de esperar el tiempo suficiente sin una respuesta, en silencio entré de puntillas y puse mis
cosas en la mesa de la cocina. El sonido del agua corriendo me impulsó hacia la
puerta cerrada del baño.
“Charlie? Estás ahí?” Toqué de nuevo, mientras el agua se cerró.
Unos segundos después, Charlie tentativamente asomó la cabeza, vestida sólo con un
sujetador deportivo y bragas negras ajustadas. Mi corazón dio un salto en mi garganta
y mi estómago se retorció con necesidad.
“ Nat. Llegas temprano."
“Lo sé,” le dije con una sonrisa, extendiendo la mano para tocar su cabello aún húmedo.
“En realidad,” ella dijo, apartándose torpemente de mí.
"Dra. Jenner?” Saliendo detrás de Charlie surgió la figura de una mujer esculturalmente

mojada envuelta en una toalla.
“Michelle?” Mi boca colgaba abierta tontamente mientras Charlie se movía a mi lado.
“Michelle sólo estaba —”
“Tomando una ducha contigo?,” Le dije, de alguna manera suprimiendo el torrente de

lágrimas u oleadas de cegadora ira — cualquiera que apareciera primero.
“Bueno ... sí. .” Ella puso una mano sobre el hombro desnudo de Michelle. “Michelle, te
importaría irte? Nat y yo tenemos planes en cierto modo.“
“Olvídalo, Charlie. Pensé que teníamos algo. Pero no voy a jugar a la segunda mejor
aquí. Eres una idiota.“
“Michelle, no lo hagas.” Charlie gimoteo indiferentemente, agarrándola por el codo.
“Adiós.” En un arrebato dramático, Michelle agarró su ropa y salió de la casa.
“Entonces, quieres hablar de eso?” Charlie preguntó, poniéndose una sudadera y quitando

la tapa de una botella de cerveza.

"¿Hablar acerca de qué? Oh. Te refieres a Michelle, en la ducha.“

Su cara se ruborizó. "Sí. Eso."
“¿Estás acostándote con ella?” Me quedé mirando la pared delante de mí.
“Bueno, no estábamos jugando gin rummy. Y además, ¿por qué te importa? ” Su tono fue
duro e implacable.
“Porque si ella está en la imagen, entonces qué demonios soy?”
“Pensé que no íbamos a etiquetar nada.” Se estaba burlando de mí. "¿Por qué te preocupas
tanto?"
"Porque. Lo hago,” dije, infantilmente.
"Eso no es lo suficientemente bueno. Inténtalo de nuevo."
"¡Porque! Porque quiero ser la única a la que quieres.“
Charlie se mofó y puso los ojos en blanco. “Eso es egoísta como el infierno. ¿Quieres ser
la única mujer en mi vida, pero se supone que debo estar bien con este tipo de aventuras
informales que tenemos? Es decir, Cristo, Natalie, no tiene ni una maldita idea de lo que
significo para ti. ¿Tú lo sabes?"
“Realmente no lo sabes?”
"¡No! No tengo idea. Un minuto creo que estás locamente enamorada de mí, y al siguiente
... al siguiente creo que estarías bien si saliera de tu vida en este momento. ”
Tomé su barbilla en mi mano, obligándola a mirarme. “ No soy muy buena con mis
palabras o mis sentimientos. No como lo eres tú, ¿de acuerdo? La medicina ha sido mi
vida durante, bueno, casi siempre. Pero has cambiado completamente todo. Ni siquiera sé
ni donde estoy. Para mi significas el mundo."
Ella se quedó en silencio por un largo momento. “Escucha,” dijo, mirando por encima del
hombro. "Tengo que ser honesta. El que Michelle estuviera aquí no fue un accidente.“
“ No pensé que simplemente apareciera en tu puerta.”
"No. Eso no es lo que quiero decir. Quiero decir, la tuve aquí cuando lo hice porque
quería que nos atraparas.“

“¿Pero por qué?,” le dije, dejando caer mi mano y retrocediendo.
“Pensé que tal vez, si nos vieras, te pondrías celosa. Y que te darías cuenta de lo que
tienes conmigo.“
“Eso es bastante inmaduro y sombrío, Charlie.”
“Lo sé.” Su cara cayó.
“Pero,” me incliné hacia adelante y suavemente mordisqueé su oreja, “funcionó.”
"¿Lo hizo?"
“Como un encantamiento.” Besé su cuello y la barbilla, arrastrando mis manos por sus

muslos. “Verla aquí así,” susurré tímidamente, “casi me volvió loca.”
Y antes de que pudiera decir algo más, Charlie me había inmovilizado en su sofá,
abrazándome y besándome suavemente hasta que olvidé todo a mi alrededor.
El castillo de naipes que se había convertido mi vida se tambaleaba cada vez más por
el momento. Pasaba las noches en el pequeño apartamento de Charlie, riendo,
hojeando libros de texto científicos, besándola, tocándola viviéndola y respirándola. Una
especie
de libertad acompañó mi tiempo con ella, una casi adolescente, aleatoria avalancha. Pero
cuando las nubes de la tensión sexual y la tortura quieren asentarse, me quedé con la
realidad de todo esto.
Esto no era práctico. Este no era apropiado, o incluso justo. Ni para mi familia, ni
para Charlie. Ni para cualquiera. Me recordaba constantemente que lo que sentía por
Charlie no era más que una reacción química — una liberación de dopamina y la
serotonina que me hacía sentir que podía hacer cualquier cosa. Ese vertido químico, lo
que llamamos ‘amor ’ realmente no es diferente de cualquier otra dependencia de
sustancias químicas.
No era lo suficientemente débil como para permitirme ser víctima de los narcóticos o
incluso el alcoholismo. Entonces por qué no podía parecer tener suficiente de la
embriaguez que Charlie me dejaba?
“Llegas tarde a casa,” Peter murmuró mientras me metía en la cama. Tenía la

esperanza de que se quedaría dormido. Tenía la esperanza de no tener que explicar.

“Tuvimos un montón que repasar. El examen es la próxima semana. ” Le había estado

mintiendo a tantas personas, durante tanto tiempo, que casi había empezado a creer las
cosas que salían de mi boca. La verdad, tuve que recordarme, era que Charlie y yo
habíamos terminado de estudiar hace días. Ella estaba más que lista, pero yo no estaba
listo para dejarla ir. En cambio, preparamos la cena juntas. Bueno, yo cociné.
Charlie se encargó de lavar los platos escuchando su disco favorito de Joni Mitchell
mientras me burlaba de ella sin cesar por ser una fanática de la música folklórica
anticuada. Vine por detrás de ella, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura, vestida
con nada más que una de sus camisas a cuadros de gran tamaño, y ella sólo iba a
durar
otros treinta segundos antes darse la vuelta y besarme todo el camino hasta el
dormitorio. ‘A Case of You’ se reproducía en los altavoces de su computadora, y algunas
velas derretidas quemaron el aire fresco y primaveral a nuestro alrededor hasta que,
también, nos fundimos la una con la otra.
“Has estado pasando mucho tiempo allí.” Esperé a que Peter desatara la furia celosa que a
menudo veía cuando me encontraba conectada con otra persona. Fue su único
inconveniente real. Más de una vez había amenazado con enfrentarse a un hombre que se
me había acercado en la calle por una dirección, o incluso de su propio hermano por
ser
demasiado amistoso conmigo. Pero nunca lo hizo. Cuando llegaba el momento, Peter era
gentil y amable. Y, como siempre, su mal genio se apagaba rápidamente, y se
suavizaba. “Extraño tenerte cerca. Sammy te extraña.“
"Pronto. Pronto terminará.” Mentí de nuevo.
No sabía si Charlie seguía acostándose con Michelle. Y la mayor parte de mí, la parte de
autoconservación, no quería saber. Su cita parecía bastante terminada después del
incidente de la ducha.
Pero era difícil pasar por alto la forma en que Michelle pasaba junto a ella, rozándola con
sus pechos y asegurándose de ponerle las manos encima cada vez que fuera posible.
Era difícil pasar por alto la forma en que la cara de Charlie ardía en un rojo vivo
cuando lo hacía.
También era difícil pasar por alto el hecho de que Charlie todavía estaba libre. E incluso
si quería pertenecerme, yo no podría ser suya.
“¿Quieres venir con nosotros esta noche, Natalie?” Callie, la joven pelirroja que había
estado con nosotros en Panzinelli la noche en que Jen nos atrapó en el baño, preguntó
inocentemente mientras un grupo de nosotros cerraba nuestro turno de día en el ED

ese Sábado.
“Yo...” Pero todas las excusas me fallaron. "¿Quien va?"
“Oh, casi todas. Katie, Jen, Meg, Richie, Charlie....” Mi corazón dio un vuelco. Por
supuesto que ella estaría yendo. Era sábado. Noche de Shooters.
“¿Qué sobre mi?” Charlie paseó por detrás de mí.
“Sólo estaba invitando a Natalie al bar con nosotras.”
“Estoy segura de que Natalie tiene mejores cosas que hacer que salir a beber con —”
“Me encantaría ir.” De quién era esa voz? ¿Qué estaba haciendo? Esto era tantos niveles
diferentes de peligroso.
Y entonces, Michelle se acercó. “¿Ir a dónde?,” preguntó con timidez.
“ Natalie vendrá con nosotros esta noche. No es asombroso?” Callie sonaba como un canto
de aves.
Miré con los dientes apretados mientras Michelle deslizó una mano no tan sutil por la
espalda de Charlie. "Asombroso."
Estuve a punto de darme la vuelta en cuatro ocasiones diferentes en el camino a

Shooters. Todo lo que tenía que hacer era una vuelta en U, y sería sólo yo, mi albornoz, y
el Journal para la noche. Pero entonces recordaba a Michelle, su sonrisa petulante y
sus labios carnosos, sus grandes ojos cubiertos de sombras azules, sus manos vagando
sobre el cuerpo de Charlie y seguía conduciendo.
“¿Qué tipo de Pinot tienes?” Le pregunté al redondo, barbudo hombre detrás de la barra.
"Un tipo."
"Lo tomaré."
Deslizó el vaso de vino barato hacia mí, y tomé varios tragos largos, prolongados.
“Oye, lo hiciste.” Charlie me dio un codazo, acercándose sigilosamente detrás de mí con

Michelle y Callie en compañía.

“ No pensaste que me acobardaría, ¿verdad?” Compartimos una sonrisa tranquila sólo
entre nosotras dos.
“Vamos, Charlie. Vamos por una mesa.” Michelle agarró su mano, posesivamente jalando
de ella hacia la zona de estar. Charlie miró por encima del hombro hacia mí con algo que
parecía como un grito de ayuda. O tal vez fue sólo una ilusión de mi parte.
“Son lindas juntas.” Callie dijo.
Casi me había olvidado por completo que ella estaba allí. Le sonreí precariamente,
tratando de ocultar mi desdén. "Adorable."
Callie y yo caminamos hacia la mesa que Charlie y Michelle estaban utilizando, y las
otras se dirigieron para unirse a nosotras.
Nunca había estado en Shooters, pero de alguna manera, era todo lo que había
imaginado. Northwood no tenía mucho en el camino de lugares de reunión, especialmente
para la gente de edad universitaria. Las paredes eran de un blanquecino, indicando tonos
de los cigarros que se habían fumado allí durante décadas. La alfombra era un rojo
caramelo que parecía algo que encontrarías en un mal restaurante chino de comida
para llevar. Y jóvenes chicos de la fraternidad con barbas desaliñadas derramaron sus
Budweisers sobre mesas de billar manchadas.
Estaba justo en la cúspide de parecer ridículamente fuera de lugar. Pero mis jeans
ajustados y mi chaqueta negra me quitaban media década más o menos, ofreciendo un
disfraz para la incomodidad que sentía. Estaba sentada en un taburete junto a Callie y
Meg, jugueteando con una servilleta de papel delante de mí mientras platicaban
incesantemente de los últimos chismes del hospital. Si supieran ...
“ Natalie, ven a jugar,” Charlie dijo desde la mesa de billar cercana. Se recargó en ella, los
tobillos enganchados juntos, el taco apoyado sin esfuerzo en su mano. Llevaba una
camisa de franela ligeramente arrugada que colgaba holgada sobre su cuerpo perfecto,
abierta en el cuello lo suficiente para mostrar el medallón bajando sobre su pecho. Los
jeans negros ciñendo sus caderas rectas en formas que me hicieron desplazarme sin
control en mi asiento. Ella realmente no tenía idea de lo que me hacía.
“Soy bastante mala,” respondí con frialdad.

"Únete al club."
“Tal vez en un rato. Voy por otra bebida.“

"Buena idea. Iré. Ten, Michelle, puedes agarrar esto? ” Sin esperar una respuesta, Charlie
metió su taco de billar en la mano libre de Michelle, sin dejar de mirarme.
“Charlie!”
“Adelante, toma mi tiro por mí,” le dijo con una sonrisa, y corrió detrás de mí como
un cachorro.
Cuando giré mi espalda al grupo, no pude evitar sonreírme.
“¿Qué estás tomando?,” preguntó con una sonrisa, colocando una mano cálida en mi
espalda baja.
“Pinot. Pero que sea un vodka con tónica esta vez.“
“Harry.” Charlie agitó la mano al camarero. “Una cerveza para mí, y un vodka con
refresco para la dama.”
Los dos rápidamente realizaron lo que parecía ser una especie de apretón de manos
secreto, pero su mano libre nunca se apartó de mi espalda.
“Enseguida, Charlie.”
"¿Dama? ¿Qué es esto, 1955?” Me burlé cuando me giré para mirarla.
“Ah, te refieres al año en que naciste?”
“Eres adorable.” Deslicé suavemente el pelo de sus ojos mientras se inclinaba hacia mí.
"Pruébalo."
Con un barrido de la habitación, pasé mi brazo por el suyo y la conduje por la puerta
trasera y afuera. Apenas doble la esquina antes de meter mis manos en sus bolsillos
traseros y empujarla contra la pared de ladrillo. La besé ferozmente, tocándola en
cualquier lugar que pudiera alcanzar. “Odio cuando ella coquetea contigo de esa manera,”
solté finalmente después de parar por aire.
“Bien.” Ella me besó de nuevo.
“Te encanta esto.” Me burlé, alejándome de su agarre.
“Bueno, tampoco veo quejándote.”

"No. No esto. ¡Esto! Te encanta cuando ella coquetea contigo. Porque te encanta
verme retorcerme.“
“Por qué, nunca.” Ella se rió y me tomó en sus brazos.
“ Ni siquiera trates de hacerte la tonta conmigo, Charlie Thompson. Te encanta cuando
estoy celosa. Bastarda.” La empujé suavemente.
“Entonces haz algo al respecto.”
El aire era húmedo y frío a raíz de una lluvia reciente, y me estremecí ligeramente bajo las
tenues farolas procedentes del estacionamiento de Shooters. "¿Qué quieres decir?"
"Sabes a lo que me refiero."
“Sabes que no puedo —”
“Entonces ya no puedes ponerte celosa. Venga. Volvamos adentro.“
Ella tenía razón. Ya estaba tomando todas las decisiones. Mi egoísmo de repente me
horrorizó. No tenía ningún derecho sobre Charlie. Sólo deseaba poder convencer a mi
corazón de eso también.
CAPÍTULO QUINCE
Había sido un turno de noche particularmente brutal, y al mediodía, todavía estaba

durmiendo tan profundamente que casi me perdí el fuerte golpeteo en la puerta
principal. Nuestra niñera había llevado a Sammy a la laguna cercana para alimentar a los
patos, y me quedé sola por unos momentos muy necesario de descanso.
“Espera,” grité, poniéndome una bata mientras corría por las escaleras.
“Quiero una decisión.” Charlie estaba parada en la puerta, con las manos colocadas
firmemente en sus bolsillos, un gorro de lana negra cubriendo su pelo corto.
“Disculpa?” Tartamudeé, abriendo la puerta de mala gana e indicándole que entrara.
“Quiero una decisión. Soy yo o Peter.“
“Charlie. No puedes simplemente aparecer aquí y exigir que deje a mi familia. “

“ No a tu familia,” dijo, tomando una de mis manos entre las suyas. "Solo a él. Quiero que
me elijas, estar conmigo. No te hagas más miserable. Puedo verlo por toda tu cara. Te
estás matando en esta casa. ¿Y para qué? Por el bien de Sammy? ¿No piensas que ella lo
resolverá? ¿No crees que es peor para ella crecer con una madre que no ama a su padre? ”
“ No me hables de mi hija!”
"Tienes razón. Lo siento. Sammy no es asunto mío.” Charlie se apartó unos pasos heridos
de mí mientras me sentaba en la mesa de la cocina, de repente abrumada por el
cansancio. “Sammy no es asunto mío,” dijo. “Pero tú lo eres, Natalie. Porque te amo. Y
sé, por difícil que sea para ti poder hacerle frente, que también me amas. Desde hace
un año, has tenido las dos cosas. Has tenido a Peter para volver a casa por la noche
— la conveniencia de un esposo y una vida cómoda con tu familia. Y me has tenido. Has
tenido toda la pasión y la emoción y el amor y la lujuria y todo lo que querías
conmigo. Pero
puedo ser esa otra pieza también. Puedo ser a quién vuelves a casa. Puedes tenerlo todo."
Mi estómago se revolvió con la ira y el miedo. "¿Qué estas diciendo?"
“Estoy diciendo esto está terminado. Ya no seré tu escape de tus problemas. No voy a
estar aquí para ti cuando sea conveniente. Te quiero, y quiero todo de ti. Y he
terminado de conformarme con menos que eso.“
“¿Es esto una especie de ultimátum?”
“Sí,” dijo con firmeza, dando un paso hacia mí. "Sí. Creo que lo es."
Me quedé en silencio durante un largo momento, buscando inútilmente las palabras para
evitar que mi perfectamente equilibrado castillo de naipes cayera al suelo. Estaba a
segundos de perder a Charlie — a menos que estuviera dispuesta a perder a Peter.
“¿Así
que quieres que elija, ¿verdad?”
"Sí. Quiero que elijas.“
“¿Qué crees que voy a decir? Que me divorciaré de Peter y me iré contigo? Así no es
como esto va a funcionar, y lo sabes. Siempre lo has sabido. Nunca iba a haber un felices
para siempre para nosotros. Fue divertido. Y sí, te amo. Lo que siento fue real, no lo
dudo. Pero si se trata de mi familia ... mi vida....entonces los elijo. Cada vez."
Charlie no dijo nada, pero se me quedó mirando duro, caminó lentamente hacia mí y me
besó suavemente en la parte superior de la cabeza de una manera que me recordó,
lejanamente, a mi madre.

“Adiós, Natalie.”

Me puse de pie frente a ella, mis pies quietos en su lugar. Este no podría ser nuestro
final. Este no podía ser el destino que había escrito para nosotras. Quería correr detrás de
ella. Quería decirle que la amaba con todo lo que tenía. Quería decirle mis miedos y
mi dolor y todas las diferentes formas en que me había cambiado. Pero no lo hice. Me
quedé allí, viéndola irse.
“¿Qué pasa contigo, muchacha?,” Tim preguntó.
“¿De qué estás hablando?” Me senté con indiferentemente en mi escritorio, mirando

fijamente hacia la misma tomografía craneal que había estado mirando durante horas.
“Estoy seguro de que la tomografía craneal de la habitación 3 no puede ser tan

interesante. Es negativo, por cierto.“
“Sí, Tim, gracias. Este no es mi primer día en el trabajo.“
“Entonces deja de actuar como tal. Has estado caminando por aquí con la cabeza en
las nubes desde hace una semana. Tus historiales son una mierda. Estás omitiendo
cosas,
Natalie. Grandes cosas."
Mi corazón se hundió como un ancla en mi pecho, y mis mejillas ardieron. “Estás

revisando mis historiales? Ya no soy una residente.“
“Entonces deja de actuar como tal. Y escucha. Mientras estamos hablando, hay algo que
necesito mencionar. La gente ha estado diciendo cosas. “
"¿Que tipo de cosas?"
"Acerca de ti. Cosas sobre que posiblemente estés involucrada, eh, personalmente, con un
compañero de trabajo.“
"¿Qué? Eso es ridículo y lo sabes!”
"¿Lo es? No sé, chica. Eso no me concierne. Pero si es cierto y esto llega a la
administración, o a cualquier otra persona en realidad, podrías estar en serios problemas.
No me gustaría ver que te pase nada. Eres una gran doctora. Los dos lo sabemos.“
“Tim,” gruñí a la defensiva, “sabes que la gente habla.”
"Sí. Lo hacen. Sólo mantente fuera de problemas, ¿de acuerdo?”

Tim tenía razón. Desde mi último adiós a Charlie, y cada día después, había estado
esencialmente entre los muertos. Mis pacientes estaban recibiendo una atención mediocre.
Mis colegas estaban recogiendo mi holgura. Y en casa, esencialmente me había aislado de
Peter. En mis días libres, encontraba excusas perpetuas para ir al supermercado, al parque,
a la biblioteca — a cualquier lugar que pudiera llevar a Sammy para salir de esa casa. Y
en las ocasiones en que lo intenté, en cierto nivel, acercarme a Peter, fallé
miserablemente. Había tomado una decisión, la decisión, aunque, en realidad, nunca tuve
una elección.
Lo había pensado, por supuesto — sopesé cuidadosamente mis opciones. Pero cada
escenario se desarrollaba del mismo modo en mi cabeza; si me iba, perdería todo: mi
casa, la mitad de mis ingresos, y, lo más devastador de todo, a Sammy. Sólo podía
imaginar cómo los tribunales percibirían a una adúltera, lesbiana de mediana edad que
abandonó a su cariñoso esposo y a su hija discapacitada. Sólo podía imaginar cómo
alguien me percibiría. Perder a Sammy — eso nunca fue una opción.
Y entonces me permitía, a veces, reflexionar sobre el más optimista de los resultados. En

mi cabeza aparecían imágenes de un condominio de tres dormitorios junto al mar, donde
Sammy pasaría la mayor parte de su tiempo. Ella jugaría en la arena, y Charlie y yo
nos sentábamos en el porche y beberíamos una cerveza y reiríamos.
Y después de la cena, Peter llegaría, para llevar a su hija de regreso a su

casa. Charlaríamos como viejos amigos. Y se identificaría con la desgarradora
decisión que tuve que tomar para ser feliz.
Charlie estrecharía su mano. Podrían hacer una broma o dos. Y después de que él se
fuera, Charlie y yo hablaríamos sobre nuestros días en el trabajo, donde, por supuesto, ella
residía en algún hospital universitario cercano, exitosa y llena de esa hermosa energía
juvenil que poseía. Iríamos arriba, donde me besaría apasionadamente de buenas noches y
me abrazaría mientras nos quedamos dormidas en nuestra cama frente a las olas
rompiendo afuera de la ventana.
Era un maldito cuento de hadas — una fantasía tan extrema que me sentí culpable solo de
permitírmela. Pero cuando lo hice ... fue eufórico. Y sabía que, si el mundo fuera
diferente, era exactamente cómo quería que mi historia se desarrollara.
Pero el mundo no era diferente. Los candidatos presidenciales republicanos estaban

haciendo campaña actualmente en la televisión para proteger ‘la santidad del matrimonio’
en los Estados Unidos., mientras que las tasas de divorcio se habían disparado. Y aunque
el cambio parecía estar fisgoneando a la vuelta de la esquina, estábamos muy lejos de ser
una sociedad que aceptaba las cosas que yo estaba haciendo.

En la universidad, tuve un amiga íntima, Kate, que parecía salir con casi todos los chicos
del dormitorio de primer año.
Nos mantuvimos en contacto a través de los años, y en algún lugar alrededor de los 30
años, me confió que finalmente se había enamorado. Su nombre era Jane, y habían estado
viviendo juntas en un pequeño apartamento en Phoenix por más de dos años.
Kate estaba aterrada, no sólo de lo que sus amigos y familiares podrían pensar, sino de lo
que pensaría el mundo. La abracé y le dije que no podría haber sido más feliz por ella si lo
intentara. Y lo decía en serio.
Y durante la siguiente década, la había observado cuidadosamente amando a otro ser

humano de una de las formas más intensas y profundamente fundadas que jamás
había visto — mucho, mucho más profundo que todo lo que había experimentado en mis
años.
Pero también vi su lucha. La escuché llorar por teléfono cuando finalmente le dijo a
sus ancianos padres y ellos la condenaron al infierno. Escuché mientras gritaba acerca de
las
personas en la esquina de la calle que le gritaban obscenidades cada vez que intentaba
besar a la persona que amaba de despedida por el día. Las vi luchar por las grandes cosas
— matrimonio, adopciones, las libertades civiles. Pero más que eso, las vi buscar por lo
que el resto de nosotros consideramos los derechos cotidianos: la elección básica de
vestirnos con lo que queremos, decir lo que queremos, amar a quien queremos y no
arriesgar nuestra seguridad o, peor aún, nuestro orgullo cuando lo hacemos.
Recordaba a Kate y Jane ya que estas fantasías de una vida con Charlie inundaban mis
pensamientos.
“Voy a volar a Phoenix por unos días,” dije casualmente, colocando mi maleta a mi lado y
mirando a Peter fijamente a la cara.
"¿Qué? ¿Para qué?"
“Conferencia de último minuto. Probablemente visitaré a Kate y Jane mientras estoy allí
también.“
“ No puedes irte así sin previo aviso. ¿Qué hay de Sammy? Estoy trabajando ahora."
“Tenemos una niñera. Regresaré el Jueves, ¿de acuerdo? Esto es importante."

Peter parecía contrariado por un momento, y luego su rostro se suavizó en su forma

sumisa habitual.
"Bueno. Sólo ten cuidado, ¿de acuerdo?”
Parecía que Peter ya se había resignado a perderme, como si, en algún nivel innato, ya
supiera que lo estaba.
“Siempre. Arropa a Sammy bien y asegúrate de dejar que lea Goodnight Moon antes
de dormir. Está muy orgullosa de estar leyendo ahora.“
“Eres una gran madre, Natalie. Espero que lo sepas.” Peter acarició suavemente mi
mejilla cuando una inoportuna emboscada de lágrimas inundó mis ojos.
"Tengo que irme. Mi vuelo sale dentro de una hora.“
"Te amo."
Pero yo ya estaba a mitad de camino por la puerta principal.
“¿Alguna vez te arrepientes?,” le pregunté a Kate, mientras el sol de Arizona caía a plomo
sobre nosotras a través de la ventana de una pequeña cafetería.
“¿Arrepentirme de qué?”
“Ya sabes, tu vida. Tus opciones. Todo ello."
Kate, sentada frente a mí, pareció momentáneamente aturdida. “¿Estás escribiendo un

libro o algo así?” Su rostro se suavizó en una sonrisa consoladora.
"No. Yo sólo....es importante. Necesito saber."
"¿Qué está pasando contigo?"
"Simplemente contéstame. Por favor."
Ella se reclinó en su silla y pensativamente se pasó las manos por el pelo corto, sutilmente
canoso. "No. No me arrepiento de nada de eso. Ni un solo día.“
"¿De verdad?"

"De verdad. Y francamente, estas nunca fueron realmente opciones para mí. No podemos
evitar ser quién Dios nos hizo. Ahora, crecí tan católica como tú. Y créeme, luché
todos los días de mi vida adulta para permanecer en lo que me habían enseñado era el
'camino correcto'. Pero estar con Jane — mi sexualidad, por decirlo así — no podía negar
eso más de lo que podrías negar que eres una doctora. Es un hecho. Es quién soy. No
tenía una elección.“
“Pero podrías haberte casado con Phil Hendricks, y tener hijos, y vivir una vida segura y
fácil.”
“¿Sabes qué?,” dijo con una sonrisa de complicidad. “Cambiaría fácil y segura por mi
propia felicidad cualquier día de la semana.”
“Cuando lo pones de esa manera....”
“¿Por qué me preguntas todo esto? Hemos sido amigas durante, que, veinte años? Y
nunca sentiste realmente curiosidad acerca de mi vida personal. “
“Estoy enamorada de una mujer.” Las palabras salieron de mi boca.
No tenía la intención de contarle a Kate sobre Charlie. De hecho, había planeado hacer un
punto absoluto para no decirle. Había venido para pasar tiempo con una vieja amiga, que
tenía cierta experiencia en un área en la que yo no era tan experta. Y me iba a casa.
Pero antes de que pudiera empezar a contenerlo, me había salido como lava tóxica.
"Lo siento. Tú qué, ahora?” La mandíbula de Kate todavía colgaba ligeramente, y sus
ojos estaban muy abiertos con una intriga infantil.
"Mierda. No quise decir eso. Es sólo que..supongo que no se lo he contado a nadie, y ha

estado sucediendo desde hace un año y yo —”
"¡¿Un año?! Has estado enamorada de una mujer durante un año, y ni siquiera me lo
has dicho? Yo, de todas las personas. Tu más vieja amiga. Tu más vieja y alegre amiga? Y
ni siquiera pudiste hacer una simple llamada telefónica a Phoenix para divulgarlo? ” Ella
fingió desdén, pero una sonrisa de deleite iluminó sus ojos.
“Esto no es divertido. Esto es....horrible. Ha sido lo peor que me ha pasado.“
“En serio.” Kate me miró con escepticismo.

“Está bien, o tal vez ha sido lo mejor..Dios, no sé! Ves. Esto es lo que ha sido el último
año de mi vida. De ida y vuelta. Caliente y frío. Sí, la quiero más que a nada. No, no
soy gay. ¿Cómo podría ser? Estoy bastante segura de que he perdido la cabeza por
completo. “
Kate soltó una risa franca, ligeramente condescendiente y puso una mano en mi hombro.
“ No has perdido la cabeza. Sólo estás enloqueciendo.“
“Ves, eso es exactamente lo que dijo Charlie.”
“Charlie, ¿eh? Sexy."
“Lo es.” Suspiré ruidosamente como la adolescente soñadora que era. "Ella lo es. Quiero
decir. .ya no sé lo que quiero decir. ¿Ayúdame?"
Ella sonrió de nuevo, esta vez de una manera tranquila y casi suave. “Realmente no
puedo ayudarte. Así que si volaste 3,218 kilómetros para eso, lo siento. Pero puedo
estar aquí
para ti. Y durante el próximo par de días, mientras estés aquí, tienes mi bendición para
ser quién eres, o quién piensas que podrías ser. Y para hablarme hasta que se me caiga la
oreja sobre esta Charlie hasta que estés un poco menos confundida acerca de todo. “
"Gracias. Gracias, gracias, gracias.” Un tsunami de alivio que no había sentido en un año
me invadió.
Esa noche, nos sentamos en su pequeño apartamento, Kate, Jane, y yo, bebiendo vino
tinto hasta que una sensación de absoluta seguridad reemplazó cualquier duda que había
tenido.
“Así que cuéntame sobre ella, ” Kate dejó escapar, colocando la copa de vino vacía en la
mesa de café y poniendo un brazo cómodo alrededor de Jane, sentada a su lado.
“Sí, Nat. Es hora de sacarlo,“ Jane dijo.
"Venga. No estamos en la universidad aquí.“
“Entonces pretende que estamos.”
Me serví otra copa de vino, respiré hondo, y cerré los ojos. "¿Que quieres saber?"
Ambas se inclinaron hacia mi como adolescentes emocionadas. "Todo. ¿Cómo es ella?"

Podía sentir cómo empezaba a avivarme mientras hablaba. “Ella es menuda, pero aún un
poco más alta que yo. Cabello castaño corto, desordenado. Bellos ojos verdes que te dirán
todo lo que está pensando y sintiendo. Y un cuerpo que simplemente no puedes olvidar.“
Se rieron entusiasmadamente. "Oh Dios mío. No estabas bromeando. Lo tienes mal. “
"¿De qué estás hablando?"
"Estás enamorada. Eso es todo al respecto. Estás brillando.“
"No lo estoy. Eso es un cliché.“
“Tú, mi amiga, eres ese cliché en este momento.”
Me sondearon con preguntas acerca de Charlie hasta que el sol casi se puso. ¿Qué
edad tenía? ¿En qué trabajaba? Quién persiguió a quién? Lo sabía Peter? Y ni una vez
preguntaron lo que había decidido hacer.
“Así que aquí está la pregunta realmente importante, ” Jane dijo, con una voz que hizo
poco por ocultar su actual estado de embriaguez. “¿Ya te acostaste con ella?”
“JANE!” Kate se llevó los dedos a los labios.
“ No, no, está bien.” Claramente, las muchas copas de vino me habían dejado desinhibida
y liberada. "Te diré. Quiero decir, realmente, esto es de lo que las chicas hablan cuando se
reúnen, ¿verdad? ¿Del sexo?"
“Es cierto...” Kate respondió.
“Entonces qué si no es sexo con hombres, exactamente?”
“Oye, Janie, creo que Nat está borracha.”
Al mismo tiempo estallamos en carcajadas.
“Así que quieres saber sobre el sexo, ¿eh?”
“Así que estás diciendo que ha habido sexo?”
“Oh, sí, ha habido sexo. Ciertamente ha habido sexo.” Sonreí sin control.
"¿Y? ¿Cómo es?” Jane preguntó con impaciencia.

Hice una pausa por un momento, buscando las palabras para decir exactamente lo que
quería, mientras la habitación se movía gratamente a mi alrededor. “Follada fenomenal.”
Sus bocas se abrieron y las carcajadas una vez más envolvieron la casa.
Estaban apenas apagándose las farolas, y el estado de ánimo en el apartamento se había

convertido en uno de reflexión y fatiga.
“¿Qué vas a hacer?,” Kate preguntó. Y la tristeza me sofocó hasta que no podía respirar
mientras la realidad una vez más se apoderó de mi.
"Ya lo hice."
"¿Qué quieres decir?"
“Elegí a Peter. Le dije a Charlie que no podía estar con ella. Nunca. No de esa manera.
” Una parte de mí esperaba algún tipo de reprimenda por parte de ellas por rehuir sus
vidas, y por tomar el camino más fácil. Pero ambas parecían tristes, cuando Kate puso una
mano en mi rodilla.
“Sabes,” ella dijo, “me tomó tres años con Jane antes de que finalmente pudiese salir, a
cualquiera. Incluso a mí misma.“
"¿De verdad?"
"No es fácil. Nadie dijo que lo sería. Pero te diré esto mucho, “ se inclinó y besó con
ternura a Jane en la barbilla, “la recompensa bien merece la pena. ”
Me dormí temprano esa mañana, borracha y llena de una esperanza que no había
sentido en mucho tiempo.
Volé a última hora de la tarde, dormí un par de horas más, y me dirigí al trabajo. Habían
pasado semanas desde que Charlie y yo habíamos hablado más de unos pocos saludos y
las consultas de los pacientes obligados.
Pero al llegar esa mañana, me sentí recargada, como si todo lo que estaba viendo fuera
nuevo con posibilidades. Tal vez podría hacer esto. Tal vez podría permitirme ser feliz.
“¿Dónde están todos?,” pregunté, una vez que llegué a la zona de los médicos.

“Están todos en la parte de atrás. Una especie de fiesta para Charlie o algo así, ” la chica
joven en la recepción respondió.
Me apresuré a regresar a la sala de descanso, donde la mayor parte del personal estaba de
pie alrededor de la mesa comiendo rosquillas y bebiendo café.
“Hola, Natalie!,” una de las enfermeras dijo. “Ven a tomar una rosquilla.” Mientras se
acercaba a mí, pude ver claramente a Charlie. Estaba parada en la cabecera de la mesa,
una taza de café en una mano, una rosquilla a medio comer en la otra, mientras que una
radiante Michelle colgaba orgullosamente de su brazo.
“¿Qué está pasando aquí?,” pregunté.
“Lo hicimos.” Charlie soltó suavemente el agarre de Michelle y se dirigió hacia mí,
poniendo sus manos sobre mis hombros.
“Hicimos qué?”
“Entre. Voy a Brown.”
Y por un momento, Michelle y todos a nuestro alrededor desaparecieron. Me había

olvidado que dejé ir a Charlie. Había olvidado que ella claramente siguió adelante. Lo
único que importaba era que Charlie había ingresado a la escuela de medicina. Iba a ser
médico, para hacer exactamente lo que había nacido para hacer. Y que yo había sido
parte de eso.
"¡¿Qué?! Oh, Dios mío.” Grité y lancé mis brazos alrededor de su cuello, inconsciente de
todos los presentes. Ella me agarró con fuerza y me hizo girar mientras la habitación se
llenaba de una especie de tensión inusual.
“Comienzo en Septiembre.”
“ No nos estás dejando por el momento,” Jen dijo. “Ella está atrapada aquí por otros seis
meses más o menos, le guste o no.” Un par de personas en la habitación abuchearon.
“Chicos, sólo voy a Providence. Volveré para visitar.“
“Eso es lo que todos dicen,” Jen respondió con una sonrisa.
“Oh, ella volverá.” Michelle se acercó al lado de Charlie y puso sus brazos alrededor
de su cintura. “Ella volverá, porque estaré aquí.”

Jen frunció el ceño y me dio una mirada que no pude interpretar del todo, mientras un par
del resto del personal en silencio se daban un codazo entre sí y susurraban. Todos
parecían ver lo que ocurría entre las dos y no parecían hacer mucho esfuerzo para
mantenerlo en secreto.
Las náuseas me abrumaron cuando Michelle rozó la parte trasera del pelo de Charlie
con su palma de la mano — como yo solía hacerlo antes.
“Bueno, oye, felicitaciones, Charlie.” Le di unas palmaditas en el hombro con torpeza y

salí de la habitación.
“Brown, ¿eh?,” Le dije, en voz baja caminando detrás de Charlie, donde estaba
sentada frente a una computadora cercana.
"Brown. ¿Quién lo hubiera pensado?,” dijo con orgullo.

"Yo hubiera."
“ Natalie, quiero agradecerte. Sólo que no sé cómo. Nunca hubiera incluso intentado hacer
esto si no me hubieras presionado. Creíste en mí cuando yo no podía creer en mí
misma. ¿Cómo puedo agradecerte lo suficiente?”
Me incliné y le susurró suavemente al oído. “Me has dado más que suficiente a cambio.”
Luego me alejé, dejándola viéndose desconcertada y dolida de una manera que esperaba
significaba que todavía me quería como solía hacerlo.
CAPÍTULO DIECISÉIS
Decir que no estaba completamente obsesionada con la próxima partida de Charlie a

Brown habría sido una mentira flagrante. Pasé las siguientes horas viendo a pacientes,
pasando por los movimientos, haciendo lo que había que hacer — pero mi cabeza, o al
menos mi corazón, estaba en otra parte.
No era difícil imaginar su futuro tampoco. Podía verla, claramente como cualquier
realidad, vestida con una bata blanca con una sonrisa aún más blanca, tratando a los
pacientes — salvando vidas. Y estaba eufórica. Pero una depresión egoísta, inflexible

rápidamente siguió a mi euforia. Charlie estaba cumpliendo su vocación, persiguiendo sus

sueños. Y yo ya no era parte de eso.
Michelle estaba tan vivaz y hermosa como nunca la había visto, colgando del brazo
de Charlie cada vez que tenía la oportunidad, como si estuvieran en una alfombra roja
en alguna parte.
Intenté enfadarme con Charlie — quién era ella para echarme a un lado como si
nada? Pero en realidad, no tenía a nadie a quien culpar sino a mí misma. Admitir que
estaba equivocada nunca había sido una práctica regular mía. Pero esa tarde, estaba
dispuesta a aceptar que había cometido un error. No estaba muy segura de lo que eso
significaba, pero sabía que, en algún lugar dentro de mí, había perdido algo invaluable.
Esa tarde, una joven llamada Emma Reed entró a la sala de emergencias. La recuerdo,
y siempre la recordaré, porque ella tenía cinco años y se veía extrañamente como
Sammy. Compartían el mismo cabello oscuro, ondulado y brillantes ojos azules, pero más
que eso, parecían tener espíritus similares — almas similares.
La madre de Emma la había llevado por razones muy rutinarias; ella no había estado
comiendo mucho durante la semana pasada y estaba inusualmente cansada. Su examen
fue, esencialmente normal, excepto por una leve fiebre y un ritmo cardiaco acelerado —
ninguno de los cuales es particularmente inusual en un niño enfermo, infeliz.
Me senté en mi escritorio, haciendo notas mundanas, rápidas en el historial médico de

Emma, deteniéndome periódicamente para ver a Charlie y Michelle riendo y coqueteando
y embelesadas como si fueran las únicas en el departamento. Mientras miraba, tratando de
averiguar lo que ocurría en la cabeza de Charlie, Jen dobló la esquina, empujando el
carrito de paros pediátrico.
De todos los equipos en una sala de emergencia, este es el que esperas nunca tener
que utilizar.
Instintivamente, salté de mi puesto. “¿A dónde vas con eso, Jen?” Traté de mantener
mi tono firme.
“Es la niña en la 5.” Su voz era tensa por la urgencia — la habitación de Emma.
Charlie debe haber estado prestando más atención de lo que pensaba, porque
inmediatamente agarró más suministros y nos siguió.

En la cama en la habitación 5 yacía la pequeña Emma, blanca como las luces

fluorescentes sobre ella. Un sándwich de pavo a medio comer estaba todavía a su lado, y
dos de las otras enfermeras ya la habían conectado a los monitores y escuchado su pecho.
“¿Qué pasó?,” pregunté, el desconcierto seguramente evidente en mis palabras.
“Ella estaba comiendo,” una de las enfermeras dijo. “Dijo que no se sentía bien, se volvió
azul, y dejó de respirar.” La madre de Emma, que no podría haber sido un minuto mayor
que Charlie, acababa de terminar una acongojante remembranza de los últimos espantosos
momentos y sollozaba violentamente en la puerta abierta.
Los monitores mostraron un rápido, constante latido del corazón, pero sabía que eso
no duraría.
“Vamos a intubarla,” dije.
Mantener la calma en una emergencia es una habilidad que se tiene que desarrollar. Pero
no creo que alguien se vuelva experto en ver morir a un niño.
Charlie estaba en la cabecera de la cama, preparando medicamentos.
"Ten. Debes hacerlo,“ le dije en voz baja, dándole un tubo de respiración.
“Es tan pequeña....” Ella lo estaba ocultando bien, pero nunca la había visto tan asustada.
“Esto vas a hacerlo tú algún día. Puedes hacerlo.” Puse una suave, tentativa mano en su
hombro. "Estoy aquí."
Pasaron varios inquietantes segundos, pero Charlie finalmente aseguró el tubo.
“Bien.” Le ofrecí una sonrisa cordial y comprobé los monitores por encima de la
cabeza de Emma ahora sin vida.
“Revisemos el pulso,” ordené.
“ No puedo encontrar uno...” Jen se sacudió violentamente.
“Comienza la reanimación cardiopulmonar.”
Y durante una hora y media presionamos su diminuto pecho y dimos descargas a su

corazón inmóvil, de vez en cuando trayéndolo de vuelta a una cierta apariencia de vida.

“Qué hemos perdido aquí?” Pregunté nuevamente, a nadie en particular, mientras

luchábamos por mantener a Emma con nosotros.
“Pensé que era sólo un virus estomacal,” Charlie murmuró, sonando derrotada.
"Yo también…"
Mi turno terminó a las 3 ese día, pero me quedé hasta que Emma estuvo lo
suficientemente estable como para ser trasladada a un hospital universitario en Boston —
el mismo hospital al que a menudo llevamos a Sammy.
Mientras los paramédicos la sacaban, el pequeño tubo de respiración todavía en su lugar y

su cara todavía blanca como la luz, pensé en perder a Sammy. Y pensé en mi vida
hasta ahora. ¿Qué había pasado? Una carrera y una niña increíble a la que adoraba. Un
matrimonio mediocre construido en torno a esa niña, y la estabilidad de esa carrera.
Y mientras miraba a Charlie, parada afuera de la habitación de Emma, con una expresión
tan batida y quebrada que quería correr hacia ella, pensé en perderla también.
Ya la había abandonado. Ya la había perdido, pero nada tan permanente como la

muerte. Y finalmente, fui capaz de enojarme, incluso francamente furiosa. La vida era
fugaz. Yo, de todas las personas, debería haberlo sabido. Entonces cómo pude estar
tan decidida a dejar ir a Charlie, esperando reunirnos en un mejor momento? ¿Quién
podría decir que alguna vez habría un mejor momento?
Una semana más tarde, recibimos una tarjeta hermosa, escrita a mano de la madre de
Emma. Resultó que había sido maldecida con un raro, congénito defecto cardíaco que no
podríamos haber encontrado, sin importar lo duro que buscáramos.
Ella nunca salió del hospital.
Sé cómo agradecerte,” Charlie dijo con una sonrisa, caminando hasta mi escritorio
mientras terminaba el papeleo de transferencia de Emma. Se puso en cuclillas en el suelo
y habló suavemente. "Ven esta noche. Haré la cena. Todo lo que quieras."
Charlie era una terrible cocinera. Las dos lo sabíamos. En la única ocasión que había
intentado hacer la cena para nosotras, había quemado la pasta tan severamente que la
alarma de incendio del vecino de arriba se disparó. Pero no me importó. La idea de pasar
una noche con ella — incluso si era sólo una más — fue suficiente para llenarme de más
euforia de lo que tenía palabras.

"Me gustaría eso."
"Mi casa. 7 p.m.” Puso una mano en mi nuca y luego se alejó con ese balanceo familiar en
su paso que me ponía de rodillas.
“Necesito que pidas pizza esta noche para ti y Sammy,” le dije a Peter, sólo unos minutos
después de haber entrado por la puerta esa noche.
“Vas a salir?”
“Reunión del personal esta noche. Llegaré tarde, me imagino. Están sucediendo muchas
cosas en este mes.“
“¿Quién es, Natalie?” Me detuve en seco mientras Peter habló.
“¿Quién es quién, Peter?”
“¿Quién es este tipo con el que estás teniendo una aventura?” Su tono era afilado y
cortante.
“No hay ningún tipo.” No estaba mintiendo.
"Pura mierda. Mírame a los ojos y dime honestamente que no hay otro hombre.” Su cara
estaba roja y sus puños apretados firmemente contra sus muslos. Puse mis cosas abajo de
nuevo y miré a Peter de frente. “No hay otro hombre en mi vida.”
Nos quedamos allí por un largo momento, mientras él me miraba duro. "De acuerdo. Lo
siento. Te creo. Lo siento — "
“No vuelvas a acusarme de eso otra vez.”
“No lo haré. Lo siento. Es sólo que has estado tan distante últimamente, incluso para ti. Y
te vas todo el tiempo. Este ultimo año, simplemente no has estado cerca en absoluto.“
“Soy doctora. Estoy ocupada. Sabías eso cuando te casaste conmigo. Ahora me tengo que
ir. Se me hace tarde para mi reunión.” Cogí mis llaves y mi bolso, y salí por la puerta.
Llegué a la casa de Charlie 10 minutos después, llevando conmigo un estado de

excitación irrazonable.

Toqué el timbre de la puerta, pensando que si quería cambiar nuestra situación,

también tenía que cambiar los viejos hábitos. Mi viaje a Phoenix me había dejado con
mucho que
pensar. Nunca sería demasiado tarde para nosotras. Y cuando estuviera lista, vendría por
aquí. Y Charlie estaría allí.
“Estaba abierta, ya sabes,” Charlie dijo, abriendo la puerta para saludarme. Llevaba un
par de pantalones negros, zapatos de vestir pulidos, una camisa azul abotonada recién
planchada, y al instante la deseaba más de lo que jamás había deseado a nadie, ni nada.
“Te ves muy bien.” Luché contra la necesidad de desnudarla justo en la puerta.
“Oh, sí, bueno, pensé que un poco de planchado no mataría a nadie.” Me llevó en la casa
y hacia la cocina. Había estado allí cientos de veces antes, pero esa noche, apenas
podía reconocer el lugar. Ni un solo plato sucio estaba fuera. Las encimeras estaban
limpias. La mesa estaba puesta con platos y cubiertos a juego. Las velas se alineaban en la
habitación, dejando nada más que una luz suave y parpadeante en el lugar. Y los
instrumentos de metal tarareaban música de jazz del estéreo cercano.
"Siéntate. Déjame traerte una copa de vino.” Todavía estaba mirando alrededor con
asombro mientras Charlie retiraba la silla para mí.
“Eso estaría bien. Gracias."
Me sirvió una copa de lo que parecía ser un Pinot bastante caro y me lo trajo a la
mesa. “¿Cómo te suena salmón con salsa holandesa y espárragos?”
“Suena como que tuviste un poco de ayuda.” Le estaba tomando el pelo, y ella se rió
conmigo.
"Sí. Paula Deen. Es sorprendente cómo estos cursos de ciencias me han ayudado a seguir
una receta. Dicen que no se puede aprender nada práctico en la escuela. Quién
hubiera sabido que la química orgánica me ayudaría a encantar a las mujeres?”
“Creo que no necesitas ninguna ayuda en esa área.” Le sonreí sugestivamente y tomé otro
sorbo de mi vino, permitiendo que la calidez me envolviera como una manta.
“Estará listo en diez minutos más o menos,” dijo, jalando una silla junto a mi y bebiendo
de su copa de vino.
“Sabes que no tienes que tomarte tantas molestias por mí.”

“Sé que no. Pero quería. Has hecho tanto por mí, Nat. Y sé que sería fácil enojarte, o
lastimarte, o lo que sea, pero no puedo.“
“No puedes?”
“No me malinterpretes. Estaba enfadada por cómo terminaron las cosas con nosotras —
durante unas semanas. Supongo que no podía entender por qué alguien no me
elegiría.” Se rió de sí misma. “Ridículo, lo sé. Pero supongo que esa es la butch engreída
en mí.“
“Creo que la mayoría de las personas te elegirían, Charlie.”
"Pero tú no."
“La mayoría de la gente no tiene que pensar en Sammy.”
“Sabes que en realidad nunca la perderías. Ningún tribunal alejaría a un niño de una
madre como tú — gay o no. Y sabes lo buena que soy con ella.“
"Sí. Me doy cuenta de eso.” Por costumbre tomé su mano en la mía y la coloqué en mi
rodilla. Un estremecimiento familiar de necesidad me recorrió cuando su piel desnuda
tocó mi pierna. “Créeme, Charlie. No creas que no he pensado en todo esto. Sé lo
buena que eres y cuánto le gustaría a Sammy tenerte cerca. Pero y si Peter trata de
alejarla de mí?”
“Él nunca lo haría.”
“¿Estás tan segura? Porque he estado casada con él desde hace un tiempo, y he visto hacer
a la gente algunas cosas locas cuando están heridos. Y créeme, esto lo lastimaría.
Realmente no sé de lo que sería capaz de supiera de nosotras. No podría arriesgarme a
eso.“
“Incluso si él lo intentara, ningún juez va a alejar a esa niña de ti. Ella te adora.“
Lógicamente, estaba segura de que tenía razón. Sólo estaba insistiendo más profundo para
obtener más excusas para mantener mi vida segura y protegida.
“¿Cómo lo haces, Charlie?”
"¿Hacer qué?"
“Estar tan condenadamente bien, con quién eres?”

Se terminó su vino y me apretó la mano. "Toma tiempo. Eso es todo. Como cualquier otra
cosa.“
“Eres muy inteligente para tu edad, sabes,” dije. “Tal vez por eso es tan fácil
enamorarse de ti.”
El temporizador del horno sonó, y poco después, Charlie trajo la cena a la mesa. “Mejor
que la pasta quemada, ¿eh?,” dijo con una sonrisa.
“Estás llena de sorpresas, ¿verdad? Sabes, fui a Phoenix a visitar a una amiga de la
universidad. Una amiga lesbiana.“
"En serio. Natalie tiene una amiga dique. No altera eso tu imagen de Esposa de
Stepford?” Ella se rió.
"Muy graciosa. En realidad, Kate y yo hemos sido amigas desde la universidad. Pero ella
no salió del clóset hasta que estaba en sus 30 años.“
“Entonces qué pasó con ella?”
“Ha estado viviendo felizmente con su pareja desde hace ocho años. Y nunca he conocido
a dos personas más hechas la una para la otra.” Ambas estuvimos en silencio durante
un rato. “Fui allí principalmente porque necesitaba hablar con alguien. Acerca de ti."
"¿Por qué?"
“He estado reteniendo esto desde hace un año. Y la única persona que ha tenido alguna
idea eres tú. Bueno, tú y Jen. Aunque Dios sabe que ella no está para hablar de ello. Pero
en serio. Fue esclarecedor, por decir lo menos.“
"¿Cómo es eso?"
Sabía ella a dónde iba con esto? Incluso yo lo sabía?
“Vi a Kate y Jane, y su vida en común. Y vi a dos personas que no podían amar a
nadie más tanto como a la otra. Vi amistad y respeto y afecto, y todo tipo de cosas que
no veo en mi propio matrimonio. Cosas cosas que veo contigo, Charlie.“
"¿Qué estas diciendo?"
Toqué su cara. “Estoy diciendo que te amo, Charlie. Te amo más de lo que ni siquiera
tengo palabras. Más de lo que jamás pensé que podría amar a alguien en toda mi
vida. Has dado todo el sentido, donde no había ninguno. Cuando estás cerca, estoy

contenta y eufórica a la vez, y no de una manera fugaz, tampoco. Te amo de una manera
que estoy segura podría durar.” Estaba borracha, y Charlie también. Las palabras que
pronuncié fueron honestas, pero también peligrosas. Eran el tipo de palabras que
requerían acción — acción que aún no estaba lista para tomar.
"Yo también te amo. Te he amado durante tanto tiempo. Pero si no estás lista para dejar a
Peter. .”
Tomé su cara entre mis manos y la besé con toda la pasión y urgencia que había
estado formándose en mí desde Phoenix.
Charlie agarró mis caderas y me guió a una posición de pie, pasando sus manos por
mis costados y debajo de la camisa, alejándola de mi cuerpo. Su piel era cálida, y sus
labios eran suaves y húmedos mientras trazaron ansiosamente a lo largo de mi cuello y
hacia mis
pechos. Sus dedos hábilmente desabrocharon mi camisa, mientras que una mano tiró
suavemente de mi pelo suelto.
“Te quiero tanto,” jadeé, mientras me empujaba sobre la m esa. Pasé mis manos por su
pelo mientras ella besaba mi estómago. Mi cuerpo estaba encendido. Las partes más
viscerales de mí clamaban para que me tocara. Mordió suavemente mis hombros
desnudos mientras quitaba mi sujetador y deslizaba el pulgar sobre mis pechos. “Dios,
sabes como tocarme.”
Charlie me acostó sobre la mesa, tomando el tiempo y el cuidado de no dejar un solo

centímetro de mí sin tocar o sin besar. Sus labios se movieron fervientemente contra
los míos, y su lengua suave y magistral encontró mi boca. Sólo besarla podía
encenderme como ninguna otra cosa. Desabroché su cinturón y lentamente quité
sus pantalones,
jalando de ella hacia abajo sobre mí y deslizando mi mano dentro de la banda de sus
bragas negras. Ella gimió suavemente mientras mis dedos encontraron el camino a donde
exactamente me necesitaba.
Estaba segura de que me había quedado dormida durante unos minutos, tumbada allí
con Charlie derrumbada en mis brazos. Era hermoso verla tan vulnerable,
respirando
pesadamente, con la cabeza metida debajo de mi barbilla. Ella siempre era tan fuerte y en
control. A veces, era agradable verla aflojar un poco.
“Charlie,” le di un empujoncito, besando su cabeza, “tengo que irme. Ya es tarde."
“Lo sé.” Se puso los pantalones y me acompañó hasta la puerta.

Nos quedamos allí por lo que pareció una eternidad, sólo mirándonos la una a la otra, las
dos desafiando a la otra para hacer un movimiento. No quería irme. Quería pasar la noche
con ella de nuevo. Quería despertar en sus brazos y hacer el café, irnos a trabajar
juntas. De repente, quería todas las pequeñas cosas con ella — desayunos, y días festivos
y vacaciones familiares, y fotos de nosotras en la sala de estar, y viajes los Sábados al
super. Quería compartir mi vida con ella, y ella conmigo. Quería a Charlie, en todos
los sentidos. No sólo por la noche tampoco.
“Mira, no creo que haya sido una gran idea.”
Mi corazón cayó diez pisos. "¿Por qué no?"
“Un millón de razones. No vas a dejar a Peter. Y seamos honestas aquí. Incluso si lo
hicieras, y yo nunca podríamos funcionar, al menos no a largo plazo. Puedes ser
mayor que yo, pero en años lesbicos, tienes sobre quince.“
"¿Que se supone que significa eso?"
“Significa que estamos en lugares completamente diferentes aquí. No estás lista para salir
del clóset todavía. Y no estarás donde estoy por un largo tiempo. Eso es un problema para
mí.“
“Aprendo rápido. Tú lo sabes."
“No es una habilidad. Es algo que tienes que pasar. Además, me voy a Brown en unos
pocos meses. Estaré en la escuela de medicina. No tengo que decirte lo poco que me
verás. Y no es como si pudieras mudarte a Providence.“
“Es un viaje de 30 minutos.”
“Y que pasará cuando este en la residencia? ¿Quién sabe en qué parte del país terminaré?
No puedes irte. Tienes a Sammy.“
“¿No crees que te estás adelantando un poco aquí? ¿Qué estás diciendo, Charlie?”
Ella tomó un largo, agudo aliento y apartó un mechón de pelo de su cara. “Estoy diciendo
que se acabó.”
Si alguna vez había conocido el dolor de verdad, aplastante antes, no era nada comparado
con lo que sentí en ese momento. Ni cuando mi padre murió. Ni cuando los pacientes
habían muerto. Jamás. Era como si todo a la vez en mi mundo de repente dejara de girar y
todo lo que había estado esperando, cada oportunidad que pensé que tenía de ser

verdaderamente feliz, fuera arrancada de mí sin previo aviso. Esto debe ser lo que se
siente tener el corazón roto.
“¿De qué se trata esto en realidad?”
"¿La verdad?"
Asentí.
“No puedo seguir sufriendo por ti. Claro, esta noche estás enamorada de mí. Esta noche
vas a dejar a Peter. Pero cuando vayas a casa y le des un beso de buenas noches a esa niña
perfecta, nunca serás capaz de salir. Nunca te tendré. Y tengo que empezar a aceptar
eso. No más sexo en la mesa de la cocina. No más besos en la oscuridad. Nada de eso."
“Entonces qué?,” le dije con amargura. “Vas a correr a Brown ahora y estar con
Michelle?”
“¿Qué tiene que ver Michelle con esto?”
"Dímelo tú. Ustedes dos estaban muy cerca en el trabajo antes.“
Ella se rió de mí. “Ya no tienes que preocuparte. Ya no puedes tener las dos cosas. Sé que
dije eso hace unas semanas, pero lo digo en serio ahora. Tengo que decirlo en serio.
No dejaras a tu esposo. No serás honesta contigo misma acerca de quién eres. Y no te
tiene que importar con quién voy a estar.“
“Charlie..”
"¿Qué? ¿Qué podrías decir que no has dicho cientos de veces antes?”
Me quedé parada, asombrada, mientras me daba cuenta, que de hecho, no había nada más
que decir.
“Eso es lo que pensé,” dijo, abriendo la puerta para deja rme salir. “Adiós, Natalie.”
Sin saber qué más hacer, silenciosamente salí hacia la fría noche.

CAPÍTULO DIECISIETE
Charlie tenía razón. No iba a salirme de la casa. No estaba lista para ser honesta conmigo
misma. Y mientras le daba a Sammy un beso de buenas noches esa noche, lo sabía.
Incluso si eso significaba sacrificar mi propia felicidad indefinidamente.
Me fui a trabajar a la mañana siguiente para encontrar un correo electrónico del

director del Departamento de Emergencias. Era simple y al grano.
A partir de hoy, Charlie Thompson ya no estará trabajando en Northwood. Le deseamos

suerte mientras se aventura en la escuela de medicina de Brown en el otoño.
Me quedé mirando la pantalla de la computadora durante un largo rato, deseando que

el mensaje cambiara. Pero no lo hizo. Y mientras la realidad de todo se asentaba, me
sorprendió sentir las lágrimas calientes llenando mis ojos. Nunca volvería a trabajar con
Charlie. Y era probable, más que probable en realidad, que lograría desaparecer de mi
vida para siempre.
Era lo suficientemente egoísta como para creer que era la causa de su partida —
especialmente teniendo en cuenta el intercambio de la noche anterior. Tal vez tenía razón,
pero tenía que averiguarlo. Los rumores estaban circulando como un resfriado.
Algunos dijeron que había sido despedida por su relación con Michelle. Algunos dijeron
que había renunciado después de una pelea con el director. Y uno o dos dijeron que estaba
teniendo una aventura con una de las doctoras del hospital.
“¿Por qué lo hizo?” Gruñí, arrinconando a Michelle en la sala de trauma.
"No lo sé. Pensé que sabrías."
"¿Yo? ¿Por qué iba a saberlo? Eres su novia.“
Ella se rió de mí. "¿Su novia? Difícilmente. He estado trabajando en eso durante casi un
año. Pero Charlie solamente tiene ojos para nuestra doctora favorita.“
El calor se arrastró en mi cara y mi corazón saltó en mi garganta. "¿De qué

estás hablando?"
"Ustedes dos."
“Charlie te lo dijo.”

"Nunca. Ella jamás te pondría en peligro así. Pero no soy tonta, Natalie. Veo la forma en
que ustedes dos se miran la una a la otra. La manera en que sonríes cuando se cruzan
en los pasillos. Tus pequeñas citas de estudio son en su casa. ¿Crees que eres tan sutil?
Pero está claro como la mierda. No. Charlie nunca me quiso. Ella está enamorada de ti."
“¿Alguien más lo sabe?”
"No. No lo creo. Aunque ese pequeño abrazo en la sala de descanso ayer, probablemente
no ayudó mucho las cosas.“
Mi cara enrojeció de nuevo. "Por favor. No se lo digas a nadie.“
“¿Por qué debería empezar ahora?”
Asentí con gratitud y empecé a salir de la habitación.
“Oh, Natalie?,” me detuve y me giré. "Una cosa más. Eres una doctora inteligente. Y por
mucho que quiero a Charlie, siempre me has gustado. Pero que me condenen si no
eres tan estúpida como el infierno por dejar que esa chica se vaya de tu vida.“
Regresé a mi escritorio y alcé el teléfono, mirando el censo de pacientes para asegurarme

de que no estaba descuidando mi trabajo. El correo de voz de Charlie se activo después de
un solo timbrazo.
“Charlie. Soy yo. Me he enterado. ¿Pero por qué? Sé que no fuiste despedida. Aquí a
nadie se le ocurriría eso. Pero ¿por qué te vas? Piensa en tu carrera. Piensa en mi.
Llámame. ¿De acuerdo? ¿Pronto?"
Colgué y rápidamente le envié un mensaje de texto desde mi teléfono celular.
Llámame. Quiero saber que estás bien.
El día siguió avanzando, mientras trataba de concentrarme en mis pacientes y la medicina

frente a mí. Pero en el fondo de mi mente, todo lo que podía hacer era preguntarme
por Charlie. La idea de nunca volver a verla — como si acabara de morir — era tan
abrumadora a veces, que casi no podía respirar. Pero recordaba mi entrenamiento y
me sumergía en mi trabajo, en una de las únicas cosas en la tierra que amaba casi tanto
como la amaba a ella.
Al final del día, todavía no había tenido noticias suyas. Y los rumores estaban empezando
a calmarse un poco. La mayoría se olvidaría de Charlie después de algunas semanas y
seguirían con sus trabajos y sus vidas. Estaba segura de que yo no estaría entre ellos. Sin
mensajes de correo electrónico. Sin llamadas telefónicas. Sin mensajes de texto devueltos.

Pasó una semana en que no supe nada. Todos los días esperaba verla balanceándose a
través de las puertas de emergencias, con su bolsa en el hombro, el gorro de lana en la
cabeza, la confianza en su paso. Pero nunca lo hizo. Y finalmente, el hospital contrató
a otra persona, un joven que no era tan bueno como Charlie, o que le agradaba a la gente.
El verano pasado nos bombardeó como un francotirador. Y el suave invierno de

Rhode Island pareció saltar a la primavera y de repente se convirtió en un calor
sofocante que sólo encontrarías en Agosto. Era Julio, sin embargo, y no pasó un solo
día sin que esperara encontrarme de alguna manera con Charlie. La verdad era que no
tenía idea de dónde estaba o qué estaba haciendo. Era posible, incluso probable, que ya no
estuviera ni siquiera en Northwood.
Mis intentos de acercarme a ella habían quedado sin respuesta. Ella se fue.
Me senté junto al mar una tarde, viendo a Sammy correr en la marea y lanzar puñados
de arena a las gaviotas. Y como un sueño, o un recuerdo, pensé en Charlie y en la
fantasía de cuento de hadas que había tenido de lo que podría haber sido nuestras
vidas juntas, si el mundo hubiera sido perfecto. No — si yo hubiera sido valiente.
Una cálida lluvia de mediados del verano cayó desde el cielo mientras recogía a Sammy y
sus cosas y me dirigía hacia el coche. Mientras caminaba, un vacío como nunca había
sentido antes me abrumó. Un vacío que sabía que nunca se llenaría si seguía viviendo
la vida en que estaba. Cuando entramos en el camino de entrada, mi corazón se hundió
aún más hacia mis pies. No le temía a nada más que regresar a casa con Peter.
“¿Cómo estuvo la playa?,” preguntó cuando at ravesamos la puerta.
“Fue muy divertido,” Sammy, que ya no era una niña pequeña, dijo con una sonrisa.
"Bueno. Espaguetis para la cena.” La abrazó y se inclinó para besarme. Me alejé, como lo
había hecho cada vez desde la partida de Charlie. Como si la distancia entre Peter y yo no
hubiera sido lo suficientemente obvia, la ausencia de Charlie sólo la aumentó diez veces.
Peter y yo no habíamos hecho el amor en meses. De hecho, ni siquiera le había
permitido que me tocara. Nunca me paré a preguntarme si se había dado cuenta. Creo
que en realidad no me importaba.
“Sammy, ve a jugar en tu habitación por un rato. Quiero hablar con mami. Te llamaremos
cuando la cena esté lista.” Sammy obedeció y salió corriendo hacia su habitación con su

pila de libros.
“¿Qué pasa, Peter?”
"Tú dime."
“Decirte qué?” Lo último que quería hacer era hablar de nuestro matrimonio.
“¿Por lo menos quieres seguir casada conmigo?”
Sus palabras me arrollaron como un tren. "¿Disculpa?"
"Me escuchaste."
Mi pulso golpeteaba en mi cuello y mi cabeza dio vueltas. "¿Honestamente? No lo sé,

Peter.“
"¿Por qué? Qué nos pasó?” Se sentó en la mesa cercana y hundió la cabeza entre sus
manos.
“No lo sé,” le dije, sentándome a su lado.
“Bueno, tienes que saber algo.” Ya no sonaba enojado.
“He estado teniendo estos pensamientos ... estos sentimientos....”
“Pensamientos? ¿Sentimientos? ¿Sobre quién?"
Dudé de nuevo y me giré hacia la pared. Nunca conscientemente había decidido

dejarlo. Me había resignado a una vida de mediocridad y sólo una leve veracidad. Pero las
palabras siguieron saliendo de mi boca como un deslizamiento de tierra. “Charlie
Thompson.”
“Charlie Thompson? Espera, la paramédica? Pero es una....”
"Mujer. Sí, Peter. Lo sé."
“No entiendo,” dijo, sacudiendo la cabeza. “Eres....lesbiana?”
"Sí. No lo sé. ¿Tal vez?"
"¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?"

Lo pensé por un momento. “18, 19 meses más o menos?”
“¿Me estás tomando el puto pelo?”
“Peter, lo siento.” Pero no estaba tan arrepentida como pensé que debería haber estado.
Esa noche, hice una maleta y me quedé con Tim y su esposa. Mientras estaba sentada
despierta en la habitación de invitados, pensé en Sammy y en cómo sería tenerla la mitad
del tiempo. Pero Peter era un padre maravilloso, uno de los mejores. No podía
apartarla de él. Como si no estuviera siendo lo suficientemente egoísta, ahora estaba
comenzando a
pensar en dejar a mi hija sin padre?
Pasarían años antes de que pudiera perdonarme por haberme ido. Otra parte de mí, sin
embargo, fue más allá de la culpa y autodesprecio. Esta parte fue superada con una
sensación de indulto. Podría empezar de nuevo. Podría construir la vida que siempre
había querido, pero nunca me permití soñar. Por primera vez en una década, estaba
sola. Era aterrador, pero también estimulante.
Y no pude evitar la sensación de que casi cualquier cosa podría pasar después. Podría
tener el trabajo y la casa, y la hija perfecta, y la compañía perfecta. Podría tenerlo todo.
Pero no podía tener a Charlie. Si hubiera sido más fuerte, tal vez no hubiera sido
demasiado tarde. Tal vez estaríamos juntas, en una vida en la que ya no tendría que
conformarme con lo suficientemente bueno. Nunca lo sabría, porque no había sido
más fuerte y Charlie se había ido.
Si hubiera logrado dormir toda esa noche, hubiera soñado con Charlie. En cambio, me
conformé con fantasías rotas, torturadas, mi favorita la cuál involucraba salir del hospital
hacia la cálida noche de verano, para encontrarla apoyada en mi jeep.
Ella lleva su chaqueta de cuero, y su moto está estacionada a su lado. Con los brazos
cruzados sobre su pecho, se endereza y me sonríe en silencio.
“Charlie?,” la llamo.
Se ve más grande, más segura de todo. No responde al principio, pero sigue

sonriéndome. Cuando comienzo a moverme más rápido, hace un gesto para que me
acerque más a ella. Lo hago. Sin decir nada, toma mi cara entre sus dos manos fuertes,
muy ocupadas, suavemente al principio, y me mira cuidadosamente. Su sonrisa se
profundiza, y mi pulso se acelera en mis oídos. Está oscuro, pero la luz de neón del
letrero cercano de EMERGENCIAS es suficiente para resaltar las líneas que se forman
alrededor de sus ojos cuando se ríe.

Me besa hasta que estoy tan mareada que apenas puedo soportarlo más, pero ella no se
detiene. En cambio, instintivamente me sujeta por los hombros, controlando todos los
aspectos del momento.
“Me enteré de lo de Peter. Lo siento,” ella dice.
“No lo sientas.”
“Estoy orgullosa de ti, Natalie.”
“Charlie, te amo.”
Ella me besa de nuevo. Esta vez con aún más energía y pasión, hasta que creo que puedo
desaparecer en la noche.
“Me voy a Brown la próxima semana.”
"Lo sé."
“Sabes, una vez alguien me recordó que está a sólo 30 minutos de Northwood.”
Me río ligeramente.
“Te quiero, Natalie. Todo de ti. Quédate conmigo. No más contenerse. No más secretos.
Solo nosotras."
Y lanzo los brazos alrededor de su cuello en muda aprobación, hasta que la oscuridad de
la realidad se arremolina y la fantasía se desvanece en un sueño de insomnio.
CAPÍTULO DIECIOCHO
A mediados de Agosto, Peter y yo habíamos elaborado un acuerdo de custodia

improvisada que nos permitió compartir nuestro tiempo en la casa, para salvar a Sammy
de la confusión de rebotar de un lado a otro. Estaba herido y enojado y desconcertado en
cuanto a lo que había ido mal entre nosotros. Pero también era civilizado — debido sobre
todo, estoy segura, a la hermosa niña que tuvimos juntos. Sin embargo, nada de esto
me sorprendió. Peter era un hombre decente, así que haría todo lo que estuviera en mi
poder
para ser lo más servicial posible.
Aún así, estaba sola. Más allá de sola, realmente. Cuando no estaba en nuestra casa de
Beech Street, estaba alquilando una pequeña casa cerca del mar, donde hice el propósito
de trabajar más de lo que jamás había trabajado en mi vida. En mis peores momentos,
comenzaba a marcar el número de Charlie, sabiendo muy bien que nunca contestaría.
Pero el orgullo y tal vez la racionalidad entrarían en juego, y colgaría antes de que el
teléfono tuviese la oportunidad de sonar. Luego volvería a los intentos inútiles de
ahogarme en la investigación y en los expedientes de los pacientes y en la más que
ocasional copa de vino.
Un día particularmente insoportable, manejé hasta la librería y compré una obra de ficción
centrada en dos mujeres y su relación juntas. Estaba inmediatamente cautivada por su
compañía y el poder que había entre ellas, a pesar del hecho de que el libro estaba mal
escrito de lectura lesbica en la playa. Pero para el segundo o tercer capítulo, noté que
el lugar en mí que ardía tan fuertemente por Charlie estaba aún más encendió, hasta
que estaba tan desesperada por ella que ya no podía quedarme quieta sentada.
Eventualmente, me di cuenta de que no estaba haciendo nada más que torturarme.
Me dirigí hacia la basura de la cocina, sosteniendo el libro sobre ella. Pero una parte
de mí lo pensó mejor y lo guardó detrás de algunas viejas ediciones de Journal of
Medicine que sabía que nunca volvería a agarrar. Por si acaso. En caso de qué, no
estaba segura. Pero solo por si acaso.
Una vez en el dormitorio de la pequeña cabaña, me quedé mirando en el espejo cosmético

durante tanto tiempo que casi no me reconocí. Esta no era yo. No era la primera vez
durante el último año o dos que había tenido este pensamiento. Pero no estaba debatiendo
mi sexualidad en esta ocasión. No. Esto era sobre la autocompasión. Era una
solucionadora de problemas, no alguien que se sentaba bañándose en la miseria hasta que
simplemente se derretía en una pila de desesperación.
Era hora de levantarme y seguir adelante. Charlie se había ido. Perdí mi oportunidad.
O tal vez habíamos perdido nuestra oportunidad juntas.
Y de repente, con esta epifanía, vino otra más fuerte, más placentera necesidad.
Necesitaba estar con una mujer. Tal vez no encontraría a otra Charlie de inmediato. Tal
vez nunca lo haría. Pero esa noche, necesitaba esa compañía. Necesitaba ese poder,
incluso si era sólo una fracción de lo que había perdido.
Me cepillé mi cabello, me puse un poco más de rímel, y me cambié mis pantalones de

chándal, tratando de encontrar algo en mi armario que me diera la suficiente confianza
para incluso coquetear con otra mujer. No sabía si podría hacerlo. Pero sabía que no podía
pasar una noche más sola junto al mar.

No pasó mucho tiempo antes de que alguien se acercó a mí. Era alta, tal vez 1.72 mts. con
el pelo largo rubio y un tatuaje en su clavícula derecha. No podía calcular que edad tenía
— 40? ¿45?
Ciertamente mi edad, un poco peor por eso. No era muy poco atractiva, y tres tragos
profundos, pensé en ir a su casa para pasar la noche. Pero mientras hablábamos, no podía
superar el hecho de que era inculta y pluralizaba palabras como ‘en algún lugar ’ y ‘en
cualquier parte’. También tenía una especie de suavidad femenina que Charlie no poseía,
una que parecía más bien debilidad que cualquier otra cosa para mí. No hizo nada por mi
libido.
Cuando la despedí, me di cuenta que incluso no estaba declarada todavía y ya había

conseguido desarrollar un tipo. Me gustaba la androginia, ‘ butch’, como Charlie se
llamaba a sí misma, a pesar de que siempre pensé que tenía una especie de connotación
negativa fuera de la comunidad homosexual. Me encantaba su fuerza masculina, su
caballerosidad del viejo mundo, la forma en que abría las puertas y me daba su
chaqueta. Su fuerte mandíbula, sus ojos suaves que permitían una mirada hacia su alma,
su terquedad y su fuerza — todo estaba equilibrado con una feminidad que le permitía
conocerse a sí misma — sus sentimientos — y poner empeño en conocerme, en todas las
maneras posibles.
Había desarrollado una preferencia. Ni siquiera una preferencia, sino una necesidad. Si
iba a estar con una mujer, tendría que ser ese tipo de mujer.
"Lo siento. Soy heterosexual y en pleno divorcio,“ le dije a la rubia alta, aprendiendo
rápidamente que las mujeres homosexuales, naturalmente atraídas por el drama, odian
este tipo de cosas. La mayoría de ellas no están buscando ser el experimento de una
noche de una mujer heterosexual con el corazón roto. Ella se alejó sin una pelea, y yo
estaba una vez más sola, en el bar gay más popular de Providence.
Eran sólo las 11:30 p.m., y mi cabeza daba vueltas por los chupitos de Grey Goose
(Vodka). La rubia alta había encontrado a alguien más para acosar, cerca de las mesas de
billar, y yo estaba teniendo problemas para encontrar una persona soltera allí que podría
incluso ser capaz de fingir por una noche. Esta era una causa perdida. Sola, desanimada, y
demasiado borracha para conducir de regreso a Northwood, contemplé mi próximo
movimiento.
“Cerraré mi cuenta ahora,” le dije a la joven de cabellos de punta que atendía la barra.
Firmé la cuenta tan pronto como mis borrosos ojos lo permitieron y me dirigí hacia la
puerta. Una multitud se había formado afuera, en su mayoría mujeres, en su mayoría en

pareja con otras mujeres, pero no me tomé el tiempo de mirar de cerca mientras empujaba
pasándolas.
“Disculpe.” Arrastré mis palabras descuidadamente mientras me abría paso a través de

ellas. "Disculpe. Sólo trato de irme.“
Alguien que no pude ver me agarró del brazo con fuerza.
“¿Qué mierda!” Me volví rápidamente, lista para dar rienda suelta a mi noche de patético
fracaso y meses de frustración sexual en la siguiente persona que se cruzara en mi
camino.
“ Natalie.” Conocía esa voz de mi pasado. Pero sobre todo, la conocía por cada sueño que
había tenido desde entonces.
Pero cuando miré a mi alrededor, no la vi por ninguna parte. Y la mano que se había
apoderado de mi brazo había sido empujada lejos por alguien tratando de llegar a la
puerta. Pude haber bebido mucho que estaba alucinando? Tal vez la mujer alta rubia me
había dado algo. O tal vez ya me había desmayado en casa, y esto no era más que otra
excursión no solicitada a un cuento de hadas que nunca viviría.
“ Natalie.” Esta vez la voz era más fuerte y más dominante, casi enojada. Ella salió de
la maraña de personas. “ Natalie? ¿Qué estás haciendo?"
No dije nada, pero caí sin gracia en los brazos de Charlie. “Oh por Dios Charlie,”
finalmente grité.
"Estás borracha."
“Un poco...” murmuré en su hombro. El olor de su colonia y la sensación de su cuerpo

contra el mío enviaron un familiar escalofrío a través de mí, mientras continuamente
monitoreaba la realidad del momento.
"Estás borracha. Más allá de borracha, en realidad. En Providence. En un bar gay.“
“Y eres observadora.” Me reí un poco y puse una mano descuidada en su mejilla. “Estoy
tan feliz de que estés aquí, Charlie.”
“ Natalie. Mírame.” A través de los ojos cerrados, sentí que me agarraba por los hombros
y me sostenía frente a ella. "¿Qué estás haciendo aquí? ¿Está todo bien?"

“Estoy aquí porque no podía estar sola un segundo más. Y supongo que un bar gay
parecía un lugar apropiado para recoger a una chica por la noche?”
“Estás ligando en un bar de lesbianas. Tú. Eso es lo que me estás diciendo.“
"Seguro lo es."
“¿Dónde está Peter? Y Sammy?”
“En su casa.” Charlie deslizó su brazo alrededor de mí y me guió fuera de la fila atestada

hasta su coche.
“ No puedes conducir de regreso a Northwood. Eres un completo desastre.“
"Soy doctora. Puedo hacer lo que quiera.“
“ No estamos en el trabajo. Ahora entra en el coche. Te llevaré a mi casa.“
“He esperado meses para escuchar esas palabras de ti. ”
Cuando desperté no estaba segura de qué hora era o qué había pasado. Busqué en mi
entorno a través de la tenue luz de la mañana, dándome cuenta de que tampoco sabía
dónde estaba. La cabeza me latía con fuerza mientras me daba vuelta y hundía mi
rostro en los extraños cojines del sofá, mientras piezas de la noche anterior se me
presentaban lentamente.
“Bebe esto,” Charlie dijo, saliendo de la cocina sosteniendo una taza. Estaba parada frente
a mí, usando nada más que calzoncillos boxer y una camiseta sin mangas. Su cabello
estaba particularmente despeinado de una manera que al instante me recordó el primer día
en la sala de guardia. Y tan terrible como mi cuerpo sabía que me sentía, estaba
emocionada de haber despertado cerca de ella.
“Bonito lugar,” le dije con una sonrisa, examinando la taza que me dio.
“Es sólo café. Negro y fuerte. No lo he olvidado.” Se sentó en el sofá junto a mí.
"Gracias. Así que esta es tu casa ahora?”
"Eso es todo. Durante los siguientes cuatro años de mi vida o algo así. “

"¿Cuándo empiezas el colegio?"
"En dos semanas. Pero escucha, no quiero hablar de la escuela de medicina en este
momento.“
Tomé un trago largo, reconfortante de mi café y apoyé la cabeza en mi mano

libre. "Bueno. Entonces de qué quieres hablar?”
"De ti. ¿Qué estabas haciendo en Gallery anoche?”

"Tomando en exceso."
“ Natalie. Lo digo en serio."
Inhalé profundamente, tratando de centrarme a través del dolor en mi cabeza. “Deje a

Peter.”
Charlie guardó silencio mientras me miraba durante tanto tiempo que tuve que
preguntarme si el tiempo se había detenido completamente.
"¿Lo hiciste?"
"Sí. El mes pasado."
"Guau. No voy a mentir. Nunca pensé que estaríamos teniendo esta conversación. ¿Le
dijiste? Sobre nosotras, quiero decir?”
“Le dije todo.”
Ella guardó silencio de nuevo, esta vez más reflexiva que cualquier otra cosa. “Y
Sammy?”
"Ella esta bien. En este momento, estamos compartiendo nuestro tiempo en la casa. Peter
la tiene de Lunes a Miércoles y cada dos fines de semana. Tengo una pequeña cabaña
junto al mar, y él se queda con su hermano en la ciudad cuando no está allí. Y Sammy
parece sin enterarse, de verdad, aunque estoy segura de que puede decir que algo está
pasando.”
"¿Y tú? ¿Estás bien?"
“Bueno,” dije cuidadosamente, “en este momento, estoy con resaca como un chico de
fraternidad.”

“Sabes a lo que me refiero.” Ella se acercó y me frotó la espalda. "¿Estás bien? Ya sabes,

con todo esto.“
"Sí. Sí, realmente lo estoy. Es difícil estar lejos de Sammy, eso es cierto. Y es extraño
estar sola otra vez. Pero estoy feliz. Soy más feliz sin él. ” Y lo decía en serio.
“¿Entonces quiere decir que estás admitiendo que podrías ser, ya sabes, una de nosotras? ”
Me reí de su sutileza. “Podría ser. Pero todavía no estoy asistiendo a los desfiles del
orgullo ni nada por el estilo.“
“Sabes,” dijo, tomando mi mano, “salir del clóset no es un evento. No es algo que
despiertes un día y decidas hacer. Es un proceso. Ocurre lentamente, con el tiempo.
Tal vez el primer paso fue salirte de casa. Ahora sólo tienes que trabajar para estar
bien contigo. Sin importar quién termines siendo.“
Me desplomé sobre el sofá cuando Charlie levantó mis dos piernas y las colocó sobre su
regazo, cubriéndolas con una manta de lana. “¿De verdad me pusiste en el sofá anoche?”
Ella sonrió. “¿Dónde se supone que debía ponerte? ¿En el piso?"

"¿Tu cama?"
“¿Alguna vez he sido todo menos caballerosa?”
"Nunca. ¿Cómo me trajiste aquí de todos modos?,” pregunté, notando los dos pisos
debajo de nosotros.
“Carga de bombero.”
"¿Estás bromeando, verdad?"
“¿De qué otra manera pensaste que lo hice? No teníamos ningún elevador a la mano.“
“Así que sólo me levantaste, me pusiste sobre tus hombros, y me cargaste por dos tramos
de escaleras.”
"Sí. Deberían llamarlo acarreo del paramédico, ahora, ¿eh? ”
“Bueno, ciertamente estoy avergonzada.” Me reí.
“ No lo estés. Primera experiencia de bar gay, obtienes un pase gratis. “

“¿Y tú?,” le pregunté, tentativamente. “Alguien en tu vida en estos días?” No estaba

segura de querer saber la respuesta.
“Sólo una chica aquí y allá. Nada que valga la pena mencionar sin embargo. ”
Una sensación de alivio me encontró, hasta que empecé a pensar en lo que el ‘aquí y allá’,
significaba. Chicas en la cama de Charlie, en sus brazos. Besándola, tocándola,
conociéndola. Y una ráfaga de energía posesiva se apoderó de mí con tanta fuerza que
tuve que luchar contra el impulso de aferrarme a ella con todo lo que tenía.
“¿Qué vas a hacer ahora?,” preguntó.

“Quiero decir, con tu vida? ¿Contigo? Todo."
“Exactamente lo que he estado haciendo. Seguir tratando de entenderlo todo, supongo. “
Nos quedamos en silencio de nuevo, mientras extendí la mano y pasé mis dedos por su
pelo. Tocarla de nuevo fue como encontrar agua durante una sequía. Vi como sus ojos se
cerraron involuntariamente, cediendo momentáneamente a lo que sabía que todavía sentía
por mí.
“Entonces vas a explicar, Charlie?”
"¿Explicar qué?"
“Oh, no lo sé. Abandonar tu trabajo? ¿tu vida?"
“Quieres decir abandonarte?”
Me aparté de ella bruscamente. “Bueno, sí, eso también.”
“Esa noche,” dijo, frente a mí pensativamente, “sabía que todo había terminado entre
nosotras. Para bien.” Mi estómago se revolvió brutalmente. “Y no podía imaginarme
entrar en esa sala de emergencias día tras día y enfrentarte, mirarte, sabiendo que
nunca
podría tenerte de la forma en que quería. Entonces llamé a María y le dije que tenía
razones personales que no podía revelar, y tenía que renunciar. “
"¿Y eso fue todo? Simplemente renuncias a todo en tu vida y huyes a Providence?”

“Más o menos, sí. Hice lo que tenía que hacer para protegerme. No podía mirarte
todos los días y saber que ibas a casa con él.“
“Ya no estoy.” Suavemente deslicé la yema del dedo a lo largo de su mandíbula y vi

como se fundió con mi toque.
"No. No, no estás.” Se quedó quieta mientras me inclinaba hacia ella y lentamente la
besaba.
“ Natalie, detente,” dijo tiernamente, alejándose.

"¿Qué? ¿Por qué?"
“¿Cómo piensas que esto iría? Dejas a tu esposo y cuatro semanas más tarde me
encuentras, y caemos apasionadamente en los brazos de la otra y vivimos felices para
siempre?”
“Bueno, algo así! ¿Cuáles son las posibilidades de que nos encontráramos anoche? Estaba
destinado a suceder.” Estaba lloriqueando.
“Incluso si eso fuera cierto....hay mucho más que eso.”
"¿Como qué? Sé que todavía me amas. Y Dios sabe que todavía estoy tan enamorada de
ti, Charlie. Eres todo en lo que he pensado desde hace meses. Cuando te fuiste, mi mundo
se vino abajo. Nadie ha tenido ese tipo de efecto en mí antes. Nunca."
"Te amo. No voy a negar eso. Pero nada es tan simple. Estás en medio de un divorcio
complicado. Tienes que pensar en Sammy. Empiezo la escuela de medicina en dos
semanas. Yo vivo aquí. Tu vives allá. Y estás empezando a llegar a un acuerdo con el
hecho de que quieres estar con una mujer. Sabes cuánto tiempo se necesita para
hacerle frente?”
“Podemos hacerlo. Juntas. Podemos estar juntas. Puedo visitarte los fines de semana.
Demonios, incluso puedo ayudarte a estudiar.“
"¿Y qué? Dormiremos en mi cama sencilla al lado de mi colección de botellas de

cerveza vacías?”
"¡Sí! Si eso es lo que se necesita. De acuerdo, tal vez no eso. Pero te conseguiremos
una cama nueva. Lo que sea que tengamos que hacer.“
"Estás loca."

“Charlie, mírame,” dije, de repente feroz, y agarré sus fuertes hombros, “quiero esto.
Y sabe que no renunciaré hasta que me salga con la mía. Voy a luchar por ti. “
“¿Sabe una cosa?,” dijo, riéndose suavemente para sí. “He esperado más de un año
para verte luchar por mí. Nunca pensé que lo haría. Pero ahora que lo hice, no estoy
tan segura —”
“Sé que no eres sólo una chica que quiere algo hasta que es suyo. Lo que tenemos es
real. Y muy bien que lo sabes.”
"No es eso. Te quiero. Nunca lo negaré. Y estoy más allá de emocionada que finalmente
me quieras de vuelta, de igual manera. Pero estoy asustada."
“ No le temes a nada.”
“Eso no es cierto.” Ella se rió de nuevo. “Tengo miedo a las alturas. A la escuela de
medicina. Y a las arañas. Y estoy muerta de miedo de perderte de nuevo.“
Sentí que mi cara se suavizaba en una sonrisa comprensiva, cariñosa, y la tomé en mis
brazos. “ No soy tan estúpida como para alejarte de nuevo.”
“¿Qué hay con Peter? ¿Qué pasa si decides volver con él? ¿Qué pasa si no puedes
manejar esta vida?”
“Siempre habrá ‘que pasaría si’. Tú lo sabes. Pero te prometo esto. Nunca volveré con
Peter. E intentaré con todo lo que hay en mi para hacer que esto funcione entre
nosotras. Y sabes que no me gusta el fracaso.“
“ No lo sé, Natalie.”
Después de una ducha larga, serena, salí en nada más que mi toalla y una pequeña sonrisa
de complicidad.
Charlie saltó del sofá y se cubrió los ojos. "Jesús. Si vas a pasar el rato aquí, tienes que
ponerte ropa.“
“ No tengo idea de lo que estás hablando,” dije simplemente, dejando que la toalla de baño
se deslizara un poco más.
“ No eres tan inocente como quieres parecer, ya sabes.”

“Tal vez no.” Caminé lentamente hacia ella, deteniéndome justo lo suficientemente cerca
que podía sentir su cálido aliento sobre mi. “Pero seguro que es divertido verte
retorcerte.”
Charlie inhaló fuerte, rápido y cerró los ojos de nuevo, aparentando estarse tranquila. “ No
puedo acostarme contigo,” dijo con firmeza.
“Eso es realmente muy malo.” Me acerqué, hasta que nuestros cuerpos se tocaron
ligeramente, y solté la toalla. “Ups!”
Retrocedí un paso y vi como ella me miró desde la cabeza, hasta mis pies, y de nuevo otra
vez.
“Eso es pelear sucio.”
“Entonces qué vas a hacer al respecto?”
Sus ojos brillaron con desafío y una restricción menguante cuando puso sus manos en mis
caderas desnudas y me empujó con fuerza hacia el sofá. Solté una risita de placer mientras
pasaba mis dedos por su cabello.
“Sabes exactamente cómo provocarme, verdad?, ” dijo, apoyándose con un brazo y

tocando la longitud de mi cuerpo con su mano libre.
“Te amo, Charlie. Quiero esto. Te quiero."
“¿De verdad crees que podemos hacerlo?”
"Sí. Realmente lo creo.“
Me besó larga y tiernamente, acariciando mi pelo y frotando mi vientre desnudo. “De

verdad quieres estar conmigo,” dijo, deteniéndose bruscamente.
"Sí. Eso es lo que te estoy diciendo.“
“Entonces demuéstralo.”
“¿Qué?” Me senté y puse mis rodillas hacia mi pecho. "¿Cómo?"
“Una prueba.”

“Una prueba. Quédate conmigo hasta mañana. Saldremos a cenar. Pasearemos por la
ciudad. Haremos lo que cualquier otra pareja haría. ”
“Entonces quieres salir conmigo?”
"Exactamente."
“Y si pasamos la prueba?”
Deslizó sus dedos por mi espalda, forzando a cada parte de mi cuerpo a temblar.
“Si pasamos la prueba,” susurró, y besó el lóbulo de la oreja, “entonces podemos seguir

haciéndolo una y otra vez.”
“De acuerdo.” Y continuamos besándonos, por largo rato que perdí la noción del tiempo,
y el lugar, y el interés en todo menos en el momento en cuestión.
“¿Estás lista para irnos?,” Charlie dijo, saliendo del baño sosteniendo su cepillo de
dientes.
“Solo te estoy esperando.” Le sonreí. Se paró frente a mí con un par de jeans oscuros y
una camiseta negra, ceñida, viéndose igual a la parte más importante de todos mis sueños
dormida y despierta del año pasado. Extendió su mano para que la tomara, y lo hice,
mientras me llevaba fuera de su apartamento y entraba en la tarde cálida, de finales de
verano.
Nos pusimos en una manta en un parque cercano, bebiendo té helado y observando las
nubes.
“¿Cuándo se concede el divorcio?” Charlie preguntó.
“Otro mes más o menos, si todo sale como se supone que debería.”
“¿Cómo está Peter manejándolo todo?”
“Lo está haciendo bien. Enojado, no me cabe duda. Pero lo oculta bien. Todo lo que
realmente dijo sobre eso desde que me fui fue 'espero que te estés cuidando, Natalie' ”
“Él es un buen tipo.”

“Desafortunadamente, creo que fue la parte del 'tipo' que arruinó las cosas. ”
Nos reímos fuerte.
“Dios, Natalie. Nunca pensé que viviría para ver el día en el que incluso inhalarías la
palabra 'gay'. Tengo que decirlo, es bastante grandioso.“
“James Pratt. ¿Lo recuerdas?"
“El niño hipotérmico. El que salvaste. ¿Como podría olvidarlo?"
“Ese día, viéndote trabajar en él — la elegancia con la que te movías, la fuerza, la
autenticidad, no sé, el atractivo sexual que trajiste contigo en una crisis...supe ese día
que eras un problema.” Sonreí, calentada por el recuerdo. “Sabía que había algo acerca de
ti que no podía mantenerme lejos. Y cuando me besaste ese día —”
“¿Te refieres a cuando me acorralaste en la sala de guardia y me hiciste besarte? ”
“Eso es exactamente a lo que me refiero. Desde ese segundo en adelante, me tenías

más de lo que nunca imaginaste.“
Charlie se giró y me besó el cuello. “Ahora sólo tengo que descubrir como mantenerte.”
CAPÍTULO DIECINUEVE
Como si fuera posible pensar en Charlie más de lo que ya había estado, pasé los
siguientes cinco días en Northwood contando mi próximo fin de semana con ella como un
niño esperando la Navidad. El trabajo era una distracción bienvenida, pero en el fondo de
mi mente, estaba atolondrada con la anticipación de volver a verla, de ser suya.
Ese Viernes por la tarde, terminé con mi último paciente y me marché sin importarme
cambiarme la ropa.
“Eres la cosa más preciosa en ropa de hospital que alguna vez he visto, ” Charlie dijo con
una sonrisa mientras me recibió en la puerta.
“¿Alguna vez no eres terriblemente encantadora? ” Lancé mis brazos alrededor de su

cuello y la besé hasta que mis piernas comenzaron a temblar.
"Nunca."

Nos sentamos en su pequeño porche con el pasamano astillado, bebiendo café caliente y
viendo la puesta de sol en el primer día real de otoño que Rhode Island había visto ese
año. Las hojas apenas habían comenzado a cambiar, y los árboles estaban pintados
con
profundos resaltados de naranja y rojo. Alguien cerca estaba prendiendo su primera fogata
de otoño en una estufa de leña. Era el tipo de momento que temía terminar.
“¿Recuerdas que te dije que trajeras algo agradable para ponerte?” Charlie preguntó.
"Por supuesto. ¿Qué está pasando en esa pequeña brillante cabeza tuya? ”
“Te llevaré a una cita. ”
Le sonreí alegremente. "¿Oh? ¿Es eso cierto?"
"Sí. Y será mejor que te prepares, porque tenemos reservación. “
Me levanté, caminé hacia su silla, y me senté en su regazo como una adolescente

cariñosa. “Justo cuando no creo que pueda amarte más, me sorprendes.”
Arriba, en el pequeño apartamento de un dormitorio de Charlie, me tomé todo el tiempo

que necesitaba para — maquillarme, secarme el pelo, extender mi vestido negro favorito
que no me había puesto en años. Lo único que me hizo apurarme fue la anticipación
de ver su cara de nuevo.
Me miré en el espejo por un largo momento. Más que el maquillaje y el vestido y el

cabello, me veía feliz. Tan feliz, que casi no reconocí a la persona mirándome.
Charlie estaba sentada en el sofá viendo un partido de béisbol mientras yo bajaba las
escaleras, pero fue sólo un segundo antes de que me viera y con entusiasmo se puso
de
pie. “Te ves...guau.”
“¿Qué es lo que dicen los chicos?” Bromeé, caminando lentamente hacia ella. “Me la
tiraría?”
Sonrió con mi sonrisa arrogante favorita y me atrajo hacia ella. “Estaría con ella, le
compraría una casa a ella, y me casaría con ella. ”
Me reí y la besé con fuerza. “ No te ves tan mal.”

Ella extendió su brazo hacia mí. “¿ Nos vamos, Dra. Jenner?”
"Absolutamente."
Todavía no tenía idea de dónde íbamos mientras Charlie condujo su coche por el
centro de Providence.
“ No me llevarás a una cocina económica de nuevo, ¿verdad?” Me encantaba burlarme de

ella.
"¿Qué? Tienes una queja con nuestra primera cita?”
“Recuerdo que te dije muy claramente que no era una cita. ”
“Y yo recuerdo no creerte,” replicó con una sonrisa jactanciosa.
Me sorprendió cuando pasamos por el centro de la ciudad y continuamos conduciendo.
“ No, pero en serio,” le pregunté con aprensión, “a dónde me llevas?”
“ No al bosque para matarte, si eso es lo que estás pensando.”
Nos reímos, cuando de repente sacó el coche de la carretera principal y entró en una pista
de tierra.
“Muy bien, aquí. estamos” Charlie apagó el motor, y de repente estábamos rodeadas por
la oscuridad. “Confía en mí,” dijo, sintiendo mi aprehensión, y abrió la puerta para
mí. Tomó mi mano y me llevó por un corto sendero. Los grillos todavía cantaban una de
sus últimas canciones de la temporada que nos rodeaba, y el aire era fresco y despejado.
“Casi llegamos,” dijo.
Doblamos una esquina, fuera de la densa maleza que se tragó el camino, hacia un
claro. Mi corazón dio un salto y un involuntario jadeó se me escapó. Frente a nosotras se
extendía una vista perfecta de las luces de la ciudad de Providence, lo suficientemente
lejos como para no oscurecer las pintorescas estrellas sobre nuestras cabezas. Estaba tan
concentrada en la vista que tenía frente a mí que casi me perdí la manta que estaba entre
dos tocones cubiertos con las velas encendidas.
“Charlie, cómo hiciste....” tartamudeé, agarrando su brazo.
“ Nuestras reservaciones. ¿Te gustan?"

Deslicé mis manos bajo su chaqueta y la besé por lo que deben haber sido días enteros.
Después de la cena de picnic que Charlie con uno de sus amigos de la escuela de
medicina la ayudara a hacer, nos tumbamos en silencio sobre la manta, mi cabeza
sobre su pecho, sus brazos tan firmemente a mi alrededor como podía tenerlos.
No hablamos. Y mientras miraba hacia el cielo, pensé en cómo nunca me había
imaginado ser la clase de mujer que se enamora por cosas como picnics bajo las
estrellas. Ese tipo de romance de cuento de hadas siempre me había parecido innecesario
e improbable. El amor, para mí, siempre había sido un movimiento práctico. Tal vez
lo había aprendido de mis padres.
Pero mientras yacía sobre el pecho de Charlie, escuchando su rítmica, nivelada

respiración y su corazón fuerte y constante, decidí que tal vez había subestimado los
cuentos de hadas y el romance. Tal vez era simplemente encontrar la historia correcta.
CAPÍTULO VEINTE
“Quiero ir a Northwood este fin de semana,” Charlie espetó por teléfono tarde una noche
en Noviembre.
“Sabes que no puedes hacer eso.”
"Claro que puedo. Me meto en mi coche, tomo la 146, y conduzco hacia el norte
durante unos treinta minutos.”
Podía imaginármela bien, sentada en su escritorio débilmente iluminado, sonriendo para

sí misma en sus pantalones de chándal, su pelo salvaje todavía húmedo de la ducha.
"Gracioso. No era consciente que estuvieran enseñando sarcasmo en la escuela de

medicina en estos días.“
“Hey, mucho ha cambiado desde tu día, veterana.”
Me reí de ella. “Cuidado con ese ‘veterano’ asunto, o empezaré a retener el sexo.”
“ No lo harías.”
“Oh, pero lo haría.”

“Pero de verdad, quiero ir a visitar. Michelle y algunas de las otras me lo han estado
pidiendo. Y tengo mi primer fin de semana libre viniendo —”
“Así que has estado hablando con Michelle?”
“Deja de desviar, Natalie.”
Ella era rápida. Y más rápida cada día en la escuela. "De acuerdo. Bien. Pero tengo a
Sammy este fin de semana. Y estoy trabajando el Sábado por la mañana.“
"Estupendo. No he visto a Sammy en meses. Y puedo ir de visita al hospital. Y…"
Charlie estaba poniéndose más emocionada por segundos, y yo estaba perdiendo la fuerza
de aplastarla con la realidad de la situación. El hecho era que nadie en Northwood
sabía de nosotras todavía. No era tanto que Charlie insistiera en hacer un anuncio en el
periódico local o algo así. Pero sabía que no le gustaría mantener las cosas en secreto
mientras estuviera allí. La audiencia final de la custodia vendría en unas semanas, y
por muy razonable que Peter estaba siendo sobre compartir a nuestra hija, no pude
evitar sentir que el más leve arrebato podría llevarlo al límite.
“Charlie. Si Peter descubre que estás allí —”
“No hará nada, Nat. Sammy está segura contigo. Además, es el siglo XXI. Sí, las cosas no
son perfectas todavía. Pero ningún juez te va a quitar la custodia sólo porque tu
maldita
pareja te visitó el fin de semana.“
"Tal vez no. Pero seguro no va a verse bien. No sólo estoy recién divorciada y tratando de
quedarme con mi hija, sino que también estoy saliendo con una mujer que ni siquiera
tiene 30 años?”
Ella respondió a la ligera. “Bueno, cuando lo pones de esa manera....”
"No es gracioso. Esto podría arruinar las cosas.“
“No me mientas. Sé que soy joven, pero no nací ayer, por el amor de Dios. No tienes
miedo de perder a Sammy. Sabes muy bien que eso nunca sucederá. Tienes miedo de
lo que el mundo — de lo que Northwood — pensará cuando descubran que la Dra. Natalie
Jenner es un gran lesbiana vieja.“
Me quedé en silencio por un largo momento, acostada en mi cama doble

perfectamente echa, empapándome en cada palabra que dijo. "No soy tan vieja."

Hubo silencio otra vez, y después una risa en ambos extremos de la línea.
“Sabes, cuando tenga 35 años tú tendrás —”
“No lo digas, CarolAnne Thompson. No te atrevas!” Nos reímos un poco más.
“Lo digo en serio sin embargo, Nat. Sabes que Sammy no irá a ninguna parte.
Simplemente tienes miedo de salir del armario.“
“Eso no es cierto. Tú y yo salimos en Providence todo el tiempo. Te tomo de la mano, y

bailamos, y no tengo absolutamente ningún problema en que la gente sepa que estoy
contigo.”
“Sí, pero estás en Providence Gay.”
“Acabas de inventar eso.”
"Sí. Pero aún así. Estás bien estando aquí, donde nadie te conoce. Pero en Northwood, no
quieres que nadie lo sepa. Todavía estás tan metida en el armario que te perderías tratando
de encontrar la salida.“
Charlie tenía razón. Estaba en Providence Gay. ¿Y quién sabía cuánto tiempo tomaría
antes de que estuviera lista para ser Northwood Gay también. “No estoy negando nada de
eso.”
“Mira, no te estoy pidiendo que te vistas de arco iris, te a feites la cabeza, y escuches a Ani
DiFranco aquí. Sólo inténtalo. Un poco — por mí. Por nosotros."
"Por supuesto que lo haré."
“Entonces estaré allí el Viernes por la noche.”
“No puedo esperar.” Sonreí para mí.
"Te amo."
"Yo también te amo. Buenas noches."

Ella llamó a mi puerta a las 6:30 ese Viernes por la noche. Sammy estaba ocupada
leyendo su nuevo libro favorito en el suelo mientras yo corría frenéticamente alrededor de
la cocina tratando de poner algo bueno para la cena.
“Mi amiga está aquí, cariño. Voy a dejarla entrar.“
“Te ayudaré.” Sammy saltó de su lugar en el suelo y con entusiasmo me siguió hasta la
puerta principal.
“Charlie!” Sammy chilló.
“Hola, Sammy!”
"Eso es increíble. No te ha visto en años y te recordó de inmediato.“
"¿Qué puedo decir? Los niños me aman.” Me dirigió una dulce, acogedora sonrisa.
“Ven, Charlie,” Sammy dijo, agarrando la mano de Charlie. “Te mostraré mi habitación.”
Sin perder un instante, Charlie siguió a Sammy arriba.
Pasaron varios minutos antes de que bajaran.
“Entonces, qué opinas sobre el lugar?,” le pregunté.
"Es genial. No es tan ostentoso como la mansión de Beech Street, estoy segura, pero es
perfecto para las dos.” Ella sonrió de nuevo, y me di cuenta de que esta mujer a la que
tanto amaba apenas había puesto un pie en la casa en la que había pasado la última década
de mi vida. La casa en la que había criado a mi hija, estudiado para mis exámenes, en
la que he reído, llorado, luchado, amado. Y estaba momentáneamente recordando la
división entre lo que había sido mi vida y lo que era y sería a partir de ahora.
“La cena está lista, chicas.” Y mientras las tres nos movíamos a la mesa, sentí como si
tuviera una verdadera familia por primera vez en mucho tiempo.
“Sammy, cómo está mi amigo Bob Esponja?”
“¿Puedo ir a buscarlo, mami? Por favor?” Sammy saltó con entusiasmo de su silla.
“Claro, pero no tardes mucho.”

Unos minutos después, ella regresó, trayendo el pequeño muñeco de peluche que Charlie
le había dado en el hospital tantos meses antes.
“Bueno, míralo. Parece que lo has cuidado muy bien.“
"¡Sí! Es mi favorito.” Sammy lo apretó fuertemente, como lo había hecho esa noche en la
sala de emergencias.
Sonreí, recordando la noche que pasamos en Northwood, cuando Sammy estaba

enferma. Era extraño, me di cuenta, recordar algo como una hemorragia gastrointestinal
con cariño. Pero Sammy no había estado enferma desde entonces. Parecía que su salud
estaba tomando un nuevo giro. Y sabía ahora, con un poco de retrospectiva, que fue la
noche en que realmente me enamoré de Charlie.
Me senté un rato, viendo a mi hija reír hacia Charlie mientras intentaba girar su pasta
alrededor de su tenedor, sin éxito. Y no pude dejar de notar lo normal que fue toda la
noche.
Qué esperaba, realmente — que el mundo dejara de existir, como Pat Robertson dijo una
vez, porque nuestra improvisada familia lo hizo de repente? Estaba avergonzada de mi
propia ingenuidad e ignorancia. Sammy no estaría peor debido a mi sexualidad. No me
había convertido en una asesina, o una alcohólica o un capo de la droga. De hecho, en
todo caso, mi hija crecerá mejor por eso. Ningún niño debería vivir en una casa con dos
padres que ya no se amaban. Aún así, odiaba la idea de que Sammy fuera conocida como
la chica con la mamá lesbiana. O tal vez todavía estaba pensando en mí misma.
Después de la cena, nos retiramos a la sala de estar para jugar Serpientes y Escaleras,
hasta que Sammy estaba tan cansada que ya no podía mantener los ojos abiertos.
“Hora de acostarse, pequeña,” le dije.
"¿Mamá?"
"¿Sí?"
“Quiero que Charlie me arrope.” Miró suplicante hacia Charlie.
“Bueno, eso depende de ella, creo.”
"Por supuesto que lo haré. Ven aquí.” Charlie la levantó con cuidado y la llevó arriba.
“Buenas noches, mami. Te amo!,” Gritó desde arriba.

"Yo también te amo, cariño."
“¿Cómo te fue?,” pregunté, una vez que Charlie regresó.
“Durmiendo como un ángel.”
“Ella está loca por ti,” dije, poniendo mis brazos alrededor de su cintura y jalando de ella
a mi lado en el sofá. "Y yo también."
“Igualmente, Dra. Jenner,” ella respondió, besándome suavemente en la frente y luego

otra vez en mis labios.
“Lo digo en serio. Nunca la he visto encariñarse con alguien así.“
“Siempre he tenido una forma con los niños.”
“Tengo que decirte, tenía mis dudas acerca de traerte cerca de Sammy. No porque no
supiera que serías genial con ella. Es sólo confuso para ella, estoy segura.“
“Los niños son realmente adaptables. Tú lo sabes. Lo único que realmente sabe ahora es
cuando mamá y papá están felices. Y en realidad, no es eso todo lo que debe
importar? Ella va a crecer sin saber la diferencia entre homosexuales y
heterosexuales, o al menos no importarle. Eso es un regalo. Ojalá todos los niños
pudieran tener eso.“
Sammy apareció de repente en la parte inferior de las escaleras, haciéndome saltar a

varios metros de distancia de Charlie.
“Sammy, por qué no estás durmiendo?,” pregunté, todavía temblando.
“Sólo pensé en algo.”
“¿Qué es eso, cariño?”
“¿Dónde va a dormir Charlie?”
Charlie y yo intercambiamos miradas de preocupación en medio de un incómodo silencio,

ambas esperando a que la otra respondiera.
“Charlie va a dormir aquí, en el sofá, bebé. ¿Por qué lo preguntas?” Vi la cara de Charlie
mientras levantaba una ceja decepcionada en mi dirección.
“Ella puede dormir conmigo si quiere. Tengo literas.“

“Eso es amable de tu parte, Sammy, pero Charlie se quedará aquí. Ahora ve a la cama. Te
amo."
Ella corrió escaleras arriba, y estábamos una vez más solas. “¿Por qué le mentiste?”
“Oh, Dios, no sé,” le dije con un sus piro.
“Escucha, ella es tu hija. No soñaría en decirte cómo criarla. Pero te diré — mientras más
tiempo le ocultes esto, más difícil será, para todos nosotros. Es decir, realmente
quieres que tenga quince años y regrese de la escuela un día para encontrarte medio
desnuda en este sofá con tu 'amiga' Charlie de 35 años?”
“Tienes razón.” Gruñí. “Tengo que decirle.”
“Creo que deberías.” Puso un brazo alrededor de mi hombro y me acercó hacia

ella. “Realmente no voy a dormir en el sofá o sí?”
Nos reímos fuerte. Fue la primera prueba de felicidad que podía recordar, fuera de mi
trabajo.
Arriba, mi hija dormía segura, pacíficamente. Junto a mí, en mi sofá, en mi casa, estaba el
amor que nunca pensé que encontraría — el amor que nunca pensé que quería. Y me
resultaba imposible creer que había vivido un día hasta ahora.
CAPÍTULO VEINTIUNO
Se sentía bien despertando al lado de Charlie en mi gran, mullida cama, con la salida
del sol de finales de otoño cayendo a través de las persianas. Como si siempre hubiera
estado allí. Mi despertador sonó unos minutos después, y sus ojos se abrieron con una
sonrisa.
“Buenos días,” dijo, y se dio la vuelta para besarme el cuello, las orejas, y mi pecho.
“Es mejor que dejes de hacer eso. Tengo que ir a trabajar, y Dios te ayude si tengo que ir toda
excitada.“
"¿Oh? Y qué vas a hacer al respecto?”
“La pregunta es,” le pregunté, volteándola sobre su espalda e inmovilizándola, “¿qué vas
a hacer tú al respecto?”

Me jaló hacia abajo y me besó con fuerza en la boca, pasando sus manos por mi
espalda desnuda hasta que estaba mareada con una necesidad indescriptible.
“Charlie,” respiraba con dificultad, “tengo que irme.”
“Provocadora,” dijo con una sonrisa que dejó mi interior estallando en llamas. “ No
he terminado contigo todavía. Ni mucho menos."
“Eso mejor que sea una promesa.” La besé una vez más y me levanté para revisar mi
teléfono.
“¿Qué pasa?” Charlie debe haber notado mi cara caer.
“La niñera no vendrá hoy. Está enferma. Y Peter está en Boston visitando a su hermana
por el fin de semana. Tendré que llamar.“
"¿De qué estás hablando? Tienes una niñera justo aquí.“
"¿Tú? No sé,” dije. “Ella puede ser difícil de manejar.”
“Lo has dicho — está loca por mí. Y la adoro. Además, soy paramédica. Y una estudiante
de medicina. Sabes que está a salvo conmigo. ¿Por favor? Déjame cuidarla. “
Lo pensé durante unos segundos. “De verdad no te importa?”
"Absolutamente no. Me iba a quedar todo el día y ver la televisión durante el día de todos
modos. La llevaré a comer, y luego iremos al parque. Se supone que hará calor hoy. “
“Está bien.” Me acerqué y la besé en la mejilla. "Te amo. Eres increíble. Muchas
Gracias.” Me desvestí y me dirigí rápidamente a la ducha.
“¿Qué te pasa?” Judy sonrió sugestivamente hacia mí desde detrás del escritorio de las
enfermeras.
“Eres la Dra. Alegre hoy. Estás repartiendo sonrisas con ese Percocet también? O tal vez
eres la que ha estado tomando el Percocet.” Ella se rió.

“Judy, lo último que necesito son rumores de que estoy tomando medicamentos. Solo
estoy feliz. ¿Es eso un crimen?”
“ No, en absoluto,” dijo, su sonrisa cada vez mayor. “Entonces cómo es él?” Judy se
inclinó y me susurró con impaciencia.
“¿Cómo es quién?”
“El tipo que estás viendo. ¿Es alto? Apuesto a que es alto. Y sexy."
“ No hay un tipo. Te lo juro."
“ No lo diré. De verdad. Puedes confiar en mi."
"Te lo juro. No hay ningún tipo.“
Sin decir una palabra más, ella se alejó con aspecto decepcionado.
“Uno pensaría que ella sería un poco mayor para ese tipo de chismes, ” Michelle dijo de
repente detrás de mí.
“Escuchaste eso, ¿eh?”
“Ella está de vuelta, ¿no?” Para un bombón de aspecto despistado, Michelle era
ciertamente más allá de perceptiva.
“ No sé a lo que te refieres.”
“Charlie. Está en la ciudad.“
“Te lo dijo.”
"No. Pero está por toda tu cara.“

Instintivamente, me limpié la boca. “¿ No tienes un lugar donde estar, Michelle? Ya sabes,
personas enfermas que atender?” A pesar de su franqueza, o quizás debido a ella, me
había dado cuenta con el tiempo que realmente me gustaba.
“Estás enrollada con alguien!,” susurró, animadamente. "Es ella. Lo sé. Ustedes ahora
están involucradas!”
“¿Qué le hace pensar algo así?,” le dije, temblando.

“Tienes la mirada.” Michelle me sonrió con condescendencia.
“¿Qué mirada es esa?”
“La mirada de estoy-enamorada-de-Charlie-Thompson.”
“Hay una mirada para eso?”
"Oh si. Una mirada muy específica. Y lo estás gritando.“
Miré nerviosamente alrededor del departamento, esperando desesperadamente que nadie

más se hubiera dado cuenta. En toda mi vida, nunca me había considerado tan
transparente. Por otra parte, supongo, en toda mi vida, nunca me había sentido así.
“Mierda,” finalmente dije, en voz baja. “¿Alguien más sabe?”
“Creo que el chisme de la Dra. Jenner / Charlie prácticamente se ha desvanecido desde

que ella se fue a Providence.”
Exhalé fuerte. “Gracias a Dios por los pequeños favores....”
“Entonces, estás diciendo que es verdad? ¿Ella está aquí?"
“Sí”, le dije, vacilante, “está aquí.”
"¿En tu casa?"
"Sí."
“Y ustedes dos son....?”

"¡Sí! Sí. Ahora, por favor, no se lo digas a nadie, ¿quieres?”
“Puedo ser muchas cosas, Natalie,” dijo, sentándose en la silla giratoria junto a mí, “ pero
no soy una rata. Y a pesar de nuestro seudo triángulo amoroso, quiero lo mejor para
ella. Y eso eres tú. Seamos sinceras. Nunca tuve una oportunidad. Ella ha estado
enamorada de ti desde el momento que puso un pie en este lugar.“
“¿En serio?” Sonreí, cautivada por el placer de la juventud vertiginosa.
"Sí, en serio. Me alegro de que finalmente te hayas dado cuenta. ¿Y sólo para que sepas?
Nadie pensaría menos de ti por salir del clóset. Cristo, este lugar está lleno de raros y

pendejos. Todd Kelly tuvo una romance de seis meses con Megan de rayos X hasta que su
esposa se enteró y lo echó de la casa. Judy fuma en el baño del personal y cree que nadie
puede olerlo. Y yo, bueno, siempre he sido una especie de puta.” Nos reímos entre
nosotras. “Pero sí, tu secreto está a salvo durante el tiempo que quieras que este. ”
“Mami!” Reconocí el chillido de Sammy desde el otro lado del departamento de

emergencias.
“Bueno, mira quién está aquí,” oí decir a una de las chicas de la recepción. Incluso si no
las hubiera escuchado, hubiera sido difícil pasar por alto la multitud reunida en torno a
Charlie y Sammy. De repente, Sammy se liberó de la aglomeración y corrió hacia mi
escritorio.
“Guau, Sam,” Charlie la llamó, “no vayas corriendo todavía. Mamá está trabajando.
Quédate conmigo.” Pero Sammy ya estaba a mi lado.
“Hola, nena.” Le dije, tirando de ella y abrazándola. "¿Qué estás haciendo aquí?"
“Charlie me trajo a visitarte.”
Miré hacia Charlie, que estaba siendo abrazada por una obviamente todavía enamorada
Michelle, quién la abrazó el tiempo suficiente para hacerme fruncir el ceño
brevemente. Tomé la mano de Sammy y la llevé al grupo.
“Así que eres niñera ahora, eh, Thompson?” Jay Sabraski le estaba tomando el pelo.
"¿Qué pasa? Te echaron de Brown?”
“ No, Sabraski. Estaba en la ciudad visitando a tu madre, en realidad. “
El grupo rugió.
“Bromas de mamá? Con clase, Thompson. Con clase.” Se rieron y se abrazaron

afectuosamente.
“Pero de verdad,” Judy interrumpió, “¿qué haces con la hija de Natalie?” Un incómodo

silencio inundó a nuestro alrededor.
“Cuidadora de niños. Obviamente,“ Charlie dijo, casualmente. “ Nata....la Dra. Jenner se

enteró que venía a la ciudad, y su niñera está enferma así que me preguntó si podía
ayudarla.”

“Rogué, en realidad,” interrumpí.
“Bueno,” Judy dijo, “no eres simplemente la mujer perfecta. ”
Todos se rieron, y Michelle se desmayó infantilmente. Apreté el hombro de Sammy,

agradecida por el carisma fácil de Charlie que parecía distraer a todos de lo que sea
que estaba pasando.
“¿Cómo está Brown, Dra. Thompson?” Una de las otras enfermeras preguntó.
"Desafiante. Pero realmente genial.“
“Espero que regreses aquí dentro de unos siete años, como nuestra nueva doctora de
cabecera,” Tim dijo, uniéndose a la multitud.
“ No creo que te queden otros siete años, Tim,” bromeé.
"Cierto. Pero a ti si, Natalie. Puedes domarla.” Todos se echaron a reír, y mi rostro se
sonrojó más caliente que las profundidades del infierno.
“ No creo que necesite mucho ser domada,” respondí, tratando de mantener la
compostura. “Tengo que volver al trabajo, cariño.” Me incliné y le di a Sammy un beso
de despedida. “Llámame si necesitas algo, Charlie? ”
“Lo tienes, Dra. Jenner,” y estaba segura de que vi a Michelle guiñándome desde
varios metros de distancia.
Mientras la atención de todos seguía centrada en Charlie, me escabullí por la puerta

trasera, encontré su destartalado Nissan, y esperé con impaciencia.
“¿Qué estás haciendo?” Pregunté mientras se acercaba al alcance del oído.
“¿Cuál es el problema, Nat?”
“Sammy, entra al coche, de acuerdo, cariño?” Ella lo hizo, tranquilamente. “ No puedes
aparecer aquí con mi hija.”
"¿Por qué no? Sólo quería visitar a todos. ¿Qué hay de malo en eso? ” Estaba claro que
ella realmente no sabía por qué estaba molesta.
“¿ No crees que a la gente le resultará extraño que estés cuidando a Sammy?” Mi tono se
suavizó.

"No, realmente. No creo que la gente encuentre nada de esto extraño. De hecho, creo que
eres la única que lo hace.” Ella frunció el ceño.
Una infantil vergüenza se apoderó de su rostro, y mi frustración se derritió. “Dame un

respiro, Charlie.” Toqué su mejilla. "Esto es nuevo. Y un poco aterrador.“
Ella suspiró con fuerza. "Lo sé. Lo siento. Ha pasado un tiempo desde que estuve en el
armario. Creo que se me olvidó lo que se siente. Tengo que ser más paciente contigo. “
“Te dije que lo intentaría. Y voy a hacerlo. Lo prometo. Lo haré mejor, ¿de acuerdo? ”
“Eso es todo lo que pido.”
La besé en la mejilla de nuevo, pasando mi mano por su pelo. “¿Como es esto?” le susurré al
oído.
“Es un gran comienzo.” Ella sonrió tiernamente y se metió en el coche.
“¿Quién quiere pizza?” Dije, empujando la puerta de entrada con el codo.
“Yo!” Sammy gritó, corriendo hacia la cocina.
“¿Qué hiciste con Charlie?,” pregunté, sospechosa.
“Tendremos una fiesta de cumpleaños para el Sr. Oso.”
"¿Oh? La tendrás, ¿de verdad?” Traté de reprimir una sonrisa encantada.
“Mmm-hmm. Venga. Es casi la hora del pastel.” Puse la caja de la pizza en la encimera y

seguí a Sammy en la sala de estar. “Siéntate, mamá.”
Charlie estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo, una tiara en la cabeza y un
tutú alrededor de su cintura.
“Oh, eso está completamente mal,” dije, riendo bulliciosamente.
“¿ No se ve linda, mamá?”
“Oh, sí, cariño. Ella se ve. .bonita, muy bien. ” Me reí un poco más, mientras Charlie me
sonreía.

“Bienvenida a casa,” dijo.
“Gracias.” Sonreí de nuevo. “Ve a lavarte para la cena, Sammy.” Ambas se levantaron y

Sammy se fue al baño. “Y en cuanto a ti,” dije, besando a Charlie lentamente y al mismo
tiempo quitando la tiara de su cabeza, “Creo que es absolutamente reconfortante que
juegues a disfrazarte con mi hija.”
"Bueno, me conoces."
“Pero,” dije, jalando del tutú hasta los tobillos, “si valoras tu vida sexual, lo mejor será
nunca dejarme verte en esta mierda otra vez. ” Me reí y la besé una vez más. Charlie había
tenido razón.
La familia no se trataba de la madre y el padre perfecto. No se trataba de un

matrimonio infeliz para salvar las apariencias. Se trataba de amor. Y tenía más amor
en esa casa que nunca antes.
CAPÍTULO VEINTIDÓS
Estaba inusualmente caluroso para Rhode Island, mientras Charlie, Sammy, y yo nos
sentamos en la terraza junto el mar. El fin de semana estaba llegando a su fin, y ya estaba
pensando en que ambas se iban esa noche.
“Cuando vas a volver, Charlie?,” Sammy preguntó, con timidez.

"No lo sé. ¿Por qué?"
“Porque quiero que lo hagas.”
Charlie y yo nos sonreímos discretamente la una a la otra. “Yo también quiero. Mientras
esté bien con tu madre, puedo volver pronto, ¿de acuerdo?”
“¿Está bien contigo, mamá? ¿Por favor? Charlie puede volver de nuevo?”
Me reí fuerte. “Oh, creo que podemos hacer que eso ocurra. Ahora ve a buscar tus cosas,
de acuerdo, cariño? Papá estará aquí en un par de horas. “
Sammy asintió, todavía nerviosa, y corrió hacia la casa.
“ No puedo creer que ya es Domingo.” Charlie gimió con desesperación.

“Estos fines de semana pasan demasiado rápido.”

"Tú me estás diciendo. De vuelta a Providence....de vuelta a los laboratorios de anatomía
y estudiantes de medicina desagradables....de vuelta a la vida sin ti. “
“Es un asco.” Me estiré desde mi silla y tomé su mano.
"Seguro que lo es."
“ No puedo evitar pensar en lo bonito que sería si no tuviéramos que preocuparnos por
irnos.”
“¿Quieres decir, como vivir juntas?”
"Sí. Como vivir juntas.“

"Sería agradable."
“Más que agradable.”
Nos sentamos en silencio declaradas en la deliciosa fantasía de despertar al lado de la otra

por la mañana y decir buenas noches cara a cara, en lugar de hacerlo a través del teléfono
a 30 minutos separadas. La idea era poco práctica, por decir lo menos, pero era
también maravillosa, e inspiradora, y llenó un vacío en mí que no me había dado
cuenta que todavía estaba allí.
“¿Qué hay de Wellington?”
“¿Qué hay de eso?”
"Es perfecto. A medio camino entre Providence y Northwood. Es un trayecto de 15

minutos en cualquier camino. Estaría cerca de la escuela. Tú estarías cerca del trabajo, y
cerca de Sammy. Podríamos conseguir una casa de tres dormitorios, y tener una oficina de
nuevo. Podría estudiar. Podríamos llevar a Sammy. Sería perfecto. ” Cuanto más hablaba,
más emocionada se ponía, y más difícil sería decirle que no.
“Sería perfecto,” le dije.

"¡Hagámoslo!"
“Charlie. Esto no es algo que podamos hacer impulsivamente. Hay mucho que pensar
aquí. Sabes que hay —” El chevy de Peter entró en mi camino de entrada.

“¿Qué hace ella aquí?,” ladró a través de la ventana abierta, luego salió de su coche y dio
un portazo.
“Mierda,” Charlie murmuró en voz baja, y se levantó como prepándose para una pelea.
“Peter, no hagas nada estúpido. Sammy está aquí.” Yo estaba tan tranquila como pude.
“ No quiero a esa rara alrededor de mi hija.”
“Calma, Peter. No hay necesidad de insultos.“
“ No te metas en esto, lo entiendes? No eres más que una maldita dique destruye hogares, ”
él respondió.
“¿Qué demonios te pasa?!” Salté y di un paso rápido entre ellos mientras su postura se

ensanchaba.
“Ella es lo que me pasa. Ya es bastante malo que la marica me haya robado a

mi esposa. Ahora también va a llevarse a mi hija? ”
“En primer lugar,” dije, tratando de calmar la situación mediante bloquear la vista del
otro, “sólo los hombres son maricas. Y esa no es una palabra que aprecie. En segundo
lugar, Peter, suenas como un campesino sin educación. Lo entiendo, estás enojado. Pero
esta es mi casa. Y Charlie es mi invitada. No te desquites con ella. ”
“Todo esto es su culpa. Toda mi vida ha caído en la mierda porque no puedes mantenerla
en tus putos pantalones!,” gritó, mirándome a mí y a Charlie.
“Cálmate.” La voz de ella tembló.
“ No me hables así, perra. Tengo el doble de tu edad. Y debería romperte la cara en este
momento.” Antes de que supiera lo que había sucedido, Peter se había movido
pasándome, agarrando a Charlie por el cuello y apretándola contra la pared de la casa.
“Peter! Suéltala!” Lo golpeé fuerte en su espalda con los puños cerrados. "¡Para!"
“Debería romperte la nariz en este momento,” él dijo, con una extraña calma en su voz.
“Adelante ... y...romperla entonces,” ella respondió, temblando bajo su agarre, luchando

por respirar. “Pero,” susurró con dureza, “no ... cambiará nada.....”
“Peter, por favor! Déjala ir!” le supliqué mientras trataba de romper su agarre sobre ella.

Él la miró, odio y un rastro de miedo en sus ojos, y sostuvo su garganta mientras sus
ojos comenzaron a ensancharse y brillar.
“La estás matando!”
“Joder,” él dijo, con hostilidad, y finalmente soltó su agarre mientras Charlie caía inerte al
suelo. “ No puedo lastimarte.”
“Un poco ... tarde....” Charlie jadeó, mientras me tiraba a su lado, empujando a Peter fuera
del camino. Nunca se me había ocurrido que él me pondría una mano encima si trataba de
desafiarlo. Por otra parte, nunca pensé que fuera capaz de estrangular a Charlie tampoco.
"¡Mírame! Charlie, mírame.” Agarre su barbilla caída en mi mano y la empujé hacia mí,

la doctora en mi haciéndose cargo.
"Estoy bien. De verdad.” Todavía estaba luchando por respirar. La examiné con rapidez,
mirando en sus ojos y su boca.
“Petequias en los ojos y algo de inflamación en las vías respiratorias maldita sea,
Peter! Podrías haberla matado! Ella está herida! ¡Mal! Tengo que llevarla a la sala de
emergencia, y qué demonios crees que voy a decirles?” Me levanté tan alta como mi corto
cuerpo me lo permitía, acercándome tanto a la cara de Peter que nuestras narices se
habrían tocado.
“ No sé qué me pasó, Natalie. Estaba tan enojado, yo —”
“¿Y si esa hubiera sido nuestra hija? ¿Y si Sammy te hubiera hecho enojar tanto? ¿La
hubieras ahorcado también?”
"¡Por supuesto que no!"
"¿Oh? ¿Y cómo lo sé?”
“Porque no!” él dijo, desesperadamente, “es Sammy!”

“Estaremos presentando cargos. Y no creas que esto no afectará a la custodia de
Sammy. Voy a alejarla de ti así sea lo último que haga. “
“ Natalie ... está bien...” Charlie dijo en voz baja, todavía sentada contra la pared, su
respiración regular.

“ No está bien.” Me giré de nuevo hacia Peter, cuyos ojos tenía llenos de lágrimas. “ No
puedo confiar en ti alrededor de nuestra hija por más tiempo. Nunca antes había visto este
lado violento de ti. Y que me condenen si alguna vez dejo a Sammy. Ahora, si yo fuera tú,
me iría de mi propiedad, porque estoy a punto de coger el teléfono y llamar a la policía y
denunciarte. Y puedes apostar tu pequeño culo escurridizo que les diré donde pueden
encontrarte. Vete."
"Pero — "
“¡Fuera!,” grité tan fuerte como pude, mientras Peter se dio la vuelta y se retiró como
un delincuente juvenil.
“Tenemos que llevarte al hospital,” dije, tratando de ocultar la preocupación en mi voz.
“Sammy?,” ella preguntó.
“ No te preocupes por ella. Sólo le diremos que estás enferma. Es demasiado joven para
entender.“
“¿Y si vio...” dijo, la preocupación salió de sus palabras mientras la ayudaba a ponerse en

pie.
“ No lo hizo. Está en su habitación. Estoy segura. Ahora espera aquí por un minuto, ¿de
acuerdo? Voy a buscarla y nos vamos.“
Ella asintió con la cabeza, demasiado afectada para discutir.
“Sammy?” Dije, corriendo dentro de la casa. “Ven aquí, por favor?” Hice todo lo posible
por mantener mi voz simple y mi expresión vacía mientras ella bajaba las escaleras, con la
mochila rosada de Disney en su hombro.
“¿Papá está aquí?,” preguntó, y las lágrimas bombardearon mi vista.
"No, cariño. Papá no vendrá esta noche, ¿de acuerdo? Te quedarás con Charlie y
conmigo.“
Se detuvo un minuto, aparentemente debatiendo sus sentimientos sobre el tema. “Está

bien, mamá.”
“Pero ahora mismo, cariño, tenemos que llevar a Charlie al hospital de mamá. ”
“¿Charlie está enferma?”

“Bueno, más o menos, sí. ¿Puede ser una niña grande, por mí y por Charlie, y venir
con nosotras?”
Ella asintió resueltamente, y tomó mi mano.
“Vamos a llevarte a la sala de emergencias, ” dije en voz baja, sosteniendo Charlie por la
cintura y guiándola por los escalones del porche.
“Estoy ... bien....de verdad,” mintió.
"No lo estás. Sabes tan bien como yo lo que el daño del estrangulamiento puede hacer, ”
susurré con severidad.
“Eres la doctora,” dijo, forzando una sonrisa.
Fuimos llevadas a una habitación inmediatamente, pero incluso eso no pudo evitar las
miradas y susurros. No fue una sorpresa, en realidad. Charlie se veía como el
infierno. Tenía los ojos enrojecidos con los vasos sanguíneos rotos, su cuello azul donde
Peter la había agarrado, y estaba sangrando por una pequeña laceración en la parte
posterior de su cabeza. Aún así, todo lo que me importaba era asegurarme de que estaba
bien.
Mientras la ayudaba a desvestirse y ponerse la bata gris del hospital, mi mente al instante
recordó la noche antes de su apendicectomía, y la necesidad de consolarla, protegerla y
curarla se apoderó una vez más. Sólo que esta vez, no lo dudé.
“¿Qué pasó?” Beth, una de las enfermeras del segundo turno, preguntó con timidez.
Charlie me miró primero y luego a Beth, y luego a mí otra vez.
Asentí en silencio y tomé su mano. “Peter se enojó ... y....”
“Peter, tu esposo, Peter?” Beth saltó y se giró hacia mí.
“Ex-esposo. Pero si. Peter Anderson, para los registros. Quiero que esto sea
reportado. Por favor asegúrate de que Tim o quien sea que esté llame al PD
(Departamento de policía).“
“Por supuesto,” ella respondió, pareciendo estupefacta. “Charlie, necesito que me

digas exactamente lo que ocurrió.” Beth nos miró como si estuviera a punto de ser
atrapada en medio de algo de lo que realmente no quería ser parte.

“Peter se presentó en la casa de Natalie, ” dijo, aparentemente insegura de cuanto revelar,

“y estaba enojado ... conmigo. . .”
“¿Por qué?” Beth estalló con ardiente
curiosidad. “Eso ... eh no importa.”
"Bueno. ¿Y luego qué pasó?"
“Me agarró por el cuello, me inmovilizó contra la pared, y me ahorcaba. De verdad, estoy
bien. Natalie sólo se pone toda 'Doctora preocupante' sobre mí. Estoy bien. En serio."
“Tú cállate,” dije, riendo y acariciando su cabello mientras Beth nos miraba, claramente
desconcertada. No me importaba quién estaba mirando. No me importaba quién se
enteraba sobre nosotras. Esa noche, la realidad de quién era el padre de mi hija
realmente me había sacudido. La idea de perder a Charlie me había sacudido y
arrojado cosas drásticamente en perspectiva, por lo que salir del armario en la sala de
emergencias de
Northwood no parecía tan importante.
“Enviaré al Dr. Martin, ¿de acuerdo?,” Beth dijo, finalmente, y salió de la habitación.
"Oh, Dios. Martín está. Esto va a ser divertido.” Charlie gruñó.
“A la mierda Martin.”
"Dra. Jenner! ¿Y si alguien escucha esa boca sucia tuya?”
Sonreí y me incliné para besarla. El sonido de la cortina de plástico deslizándose abierta

cuando Jack Martin entró en la habitación nos interrumpió.
“Charlie,” él dijo, con total naturalidad, “te ves terrible.”
“Gracias, Dr. Martin.”
"Sabes a lo que me refiero. Déjame ver."
Cuando Jack examinó su boca y su nariz con un depresor de lengua, miré nerviosamente.
“Tiene un poco de edema en la faringe oral que vi antes, ” le dije.
“Relájate, Natalie. Nos ocuparemos de ella, ¿de acuerdo? Haremos una CT y nos
aseguraremos de que esté bien.” Él salió de la habitación.

“Crees que sabe lo que está pasando?,” Charlie preguntó.
“Jack no es estúpido. Desagradable y temperamental tal vez, pero no estúpido. ”
“La gente lo descubrirá. Tu ex esposo me dio una paliza, en tu casa. No es difícil

poner esas piezas juntas.“
“Ya no me importa.”
Ella me miró aprensivamente. “¿ No?”
"No. Es decir, admito que esta no es la historia ideal para salir del clóset. Y no voy a
ponerme en el intercomunicador ahí afuera y hacer un anuncio o algo así. Pero estoy
cansada de mentir sobre lo mejor en mi vida. “
“Incluso si eso significa que la gente piense diferente de ti? ”
Consideré la posibilidad durante varios segundos. “Si esas personas no pueden pensar
más allá de quién está en mi cama y a quién amo, entonces no son las personas que
creo que son. Y pueden irse al infierno.“
Charlie sonrió débilmente mientras le apretaba la mano. “Me duele al hablar.....” dijo con
una risa lastimosa.
"Solo descansa. Y escucha, lo siento mucho....sobre Peter, quiero decir. Todo esto es mi
culpa."
"Tonterías. No te atrevas a culparte. “
“Me siento muy mal.”
“ No lo hagas. Por favor. Estoy lo suficientemente avergonzada.” Ella miró al suelo.

"¿Avergonzada?"
"¡Sí! Hable así como un tipo rudo, y consigo mi culo pateado por tu ex marido.“
“Porque te negaste a pelear?”
"Bueno, sí. No acostumbro golpear a la gente a menos que sea absolutamente necesario. “

“Mira, ahora que es enorme y difícil, para mí,” susurré, moviéndome para sentarme a su
lado en la camilla. Ella bajó su cabeza contra mi pecho mientras la envolvía con mis
brazos y la acunaba.
Vi los pies debajo de la cortina antes de que alguien entrara. Y por un momento de
debilidad, pensé moverme rápidamente de nuevo a la silla. Pero estaba demasiado
cansada para correr más.
Beth entró en la habitación y se detuvo tan fuerte que sus zapatos rechinaron en el
suelo. “Oh ... estoy ... Uh ... lo siento ... yo.....” balbuceó repetidamente, al parecer
esperando que una de nosotras la interrumpiera en cualquier momento con algún tipo de
explicación razonable. “Es hora de que tu TC,” dijo de nuevo, con frialdad.
Mientras Charlie estaba en el pasillo en radiología, vagué por el área de las
enfermeras, con la esperanza de encontrar una cara reconfortante — alguien en quien
confiar, tal vez.
“ Natalie?” Jen llegó doblando la esquina con una bolsa de fluido intravenoso en la
mano. “ No estás trabajando hoy, ¿verdad?”
"No. Estoy aquí con Charlie.” Y esperé a que cayera la bomba.
“Ven aquí,” me ordenó, llevándome a una sala de examen vacía y haciéndome sentir
como una alumna regañada.
"¿Qué?"
“¿Qué quieres decir con que estás aquí con Charlie?”
“ No te has enterado todavía? Hemos estado aquí por más de una hora. Pensé que se
comentaría en todo el departamento.“
“He estado muy ocupada esta noche. ¿Que pasó?"
Podía sentir la aprehensión arrastrándose por mi cara mientras ella estaba esperando.
“Estábamos en mi casa, con Sammy —”
“Qué está haciendo ella en tu casa? Y con Sammy?”
“Jen. Sólo escucha. Estábamos en mi casa, y Peter apareció temprano para recoger a
Sammy. Se suponía que él no sabría que ella estaba allí. “

“Esa noche que nos encontraste en el baño? Esa no fue la primera. Y ciertamente no fue la
última tampoco.” Jen rodó los ojos con disgusto. “Cuando dejé a Peter, le conté todo.”
“Oh, dulce Madre de Dios,” murmuró en voz baja.
“Peter reaccionó bastante mal y....”
“Oh, Dios ... él...”
"Sí. Creo que ella está bien. Pero estuvo deprimida por un rato. Estoy tan preocupada."
Ella permaneció callada durante un largo momento, apenas parecía respirar. “¿Vas a
presentar cargos?”
"Sí, por supuesto. No puedo tenerlo cerca de Sammy. ¿Y si hubiera sido ella? ”
Jen me abrazó y me atrajo. “Lo siento mucho,” susurró en mi oído.
"Gracias. Debo ir a ver a Charlie. Debería estar de regreso. ” Me di la vuelta y empecé a
alejarme.
“Realmente la amas,” ella dijo, tratando de no demostrar lo incómoda que le resultaba

tener que armar esa frase. “¿ No es así?”
"Mucho."
CAPÍTULO VEINTITRÉS
Charlie, Sammy, y yo dejamos el hospital en algún momento después de las 8 de la

noche, con Charlie, físicamente hablando, más o menos indemne. La hinchazón en su
garganta había disminuido, y parecía que le quedaría poco más que un cuello y ego
muy lastimados. Por mucho que intente convencerla de que Peter no había ‘ganado’ nada,
ella estuvo callada y somnolienta durante el resto de la noche. El fracaso no era una
opción
para personas como Charlie — o yo, realmente. Y aunque vi su pacifismo como noble y
entrañable, ella lo vio, en este caso, como una derrota.
“Debería haberle partido la cara,” murmuró desde el asiento del copiloto de mi Jeep

de camino a casa.
“Entonces por qué no lo hiciste, Charlie?”

“¿De verdad quieres saber?” Se giró para mirarme, una expresión de angustia pintando su
cara.
"Sí."
“Porque es el padre de Sammy. Y eso es algo.“
Todo en mí se calentó desde adentro hacia fuera, y me estiré y le apreté la mano. "Te
amo."
“También te amo Charlie,” Sammy gritó desde el asiento trasero.
Sobresaltada de que pudiera escuchar todo el intercambio, la miré en el espejo

retrovisor. “Lo haces, cariño?”
"Sí. Ella es mi favorita de todos tus amigos.“
Vi a Charlie sonriendo por el rabillo del ojo. “Sabes, Sammy, Charlie es más que solo una
amiga.”
“ Natalie, no tienes que hacer esto,” Charlie dijo.
"Está bien. Sammy, amo a Charlie.“
“¿Quieres decir, como amo a Grammy?”
“Algo así, cariño. Pero más bien cómo....cómo los papás y las mamás se aman. “
No estaba muy segura de cuánto decirle a una niña pequeña. Pero si quería que mi hija
creciera pensando que ser homosexual estaba tan bien como ser africano, o asiático, o
judío — pensando que todos éramos humanos — tenía que establecer algún tipo de
fundamento.
“Oh,” simplemente dijo, después de una larga pausa. “Bueno, eso está bien también.”
Charlie y yo nos reímos en silencio, y apreté su mano un poco más fuerte.

Compramos chino para llevar de camino a casa, pero a los pocos bocados, Sammy estaba
dormida con su cabeza en mi regazo.
“Hora de dormir para todas las niñas,” dije, cargándola y llevándola en brazos a su
habitación.
"Buenas noches mami. te quiero. Y a Charlie también.” Y estaba dormida de nuevo casi
al instante.
“¿Cómo te sientes?,” le pregunté a Charlie mientras bajaba las escaleras.
"¿Honestamente? Horrible. Mi espalda me está matando. Creo que me golpeé cuando me

arrojó contra la pared.“
“Traeré un poco de hielo y tu Percocet.”
"Espera. Esto es realmente patético, pero no creo que pueda levantar mis brazos lo
suficientemente alto como para desvestirme. ¿Me ayudas?"
Sonreí y empecé a deslizar su camisa sobre su cabeza. “Más vale que no sea sólo una
estratagema para llevarme a la cama. ”
“Tendrás que averiguarlo, supongo.” Me besó con delicadeza.
“Venga, vamos a llevarte a la cama. ”
La ayudé a subir las escaleras hasta mi habitación y la guié hacia la cama y bajo las
sábanas. Vestirse de nuevo era demasiado esfuerzo para sus músculos adoloridos.
Contener el impulso de tocar su cuerpo casi desnudo era casi insoportable. Esperaba, con
el tiempo, que mi necesidad por ella — mi deseo de tocarla, de estar cerca de ella, de
sentirla — disminuiría. De hecho, había sido todo lo contrario. Y cada día, estaba bastante
segura quererla más que el día anterior.
“¿Alguien dijo algo esta noche? En el hospital?,” preguntó, aturdida.
“Hablé con Michelle esta mañana, en realidad.”
"¿Oh? ¿Qué dijo?"

“Dijo que sabía que estabas aquí y que sabía que estábamos juntas. Dijo que se
alegraba de que por fin me había dado cuenta. Y,” dije, deslizando un dedo por su
vientre liso, “dijo que habías estado enamorada de mí desde el momento en que entraste
all í.”
“Es una mentirosa.” Charlie se rió ligeramente. “Te amé desde el momento en que fui
encamillada allí. ¿Recuerdas?"
"Es cierto. Casi me había olvidado de tu pierna.“
“Cuando entraste a mi habitación esa tarde, no creo que haya querido alguna vez arrancar
tanto la ropa de nadie. Pensé que eras la más inteligente, más atractiva, más, no sé,
sorprendente mujer que alguna vez hubiera visto. Ya lo había hecho. No iba a haber nadie
más para mí nunca más.” Ella cerró los ojos y sonrió.
“Y yo que pensaba que eras una pequeña pretenciosa sabelotodo.”
"No lo hiciste."
“Durante los primeros treinta segundos más o menos. Pero entonces me tomé un minuto
para mirarte, y no sólo tu historial clínico. Y casi al instante, tuve pensamientos y
sentimientos y deseos y necesidades y un millón de cosas más que nunca antes había
tenido.“
"¿Lo hiciste?"
"Si, lo hice. Estaba tan locamente atraída por ti, desde ese día en adelante. No podía pasar
junto a ti por los pasillos o mirarte a los ojos sin excitarme. A veces, entraba en una
habitación y ni siquiera tenía que saber que estabas allí — tienes este olor
increíble. Simplemente me afectas. Siempre lo has hecho. “
“¿Sabías de inmediato que te quería?,” preguntó.
"Difícilmente. No sabía que te quería, tampoco. Al menos, no fui capaz de

reconocerlo hasta el día en que James Pratt ingresó. Pero tú? No. Nunca pensé ni en un
millón de años que una mujer joven, hermosa se fijaría en mí. Podrías haber tenido a
cualquier chica en ese lugar.“
“Ahora eso no es verdad. Sólo a Michelle.“
“Sólo a Michelle? Ella es una chica alucinante. Y te quería casi tanto como yo. Pero
me elegiste.“

Puso su brazo a mi alrededor y me enterré bajo su cuello. “Eso nunca fue innegable.”
El día que me gradué de la escuela de medicina, pensé que finalmente lo había
logrado. Pero no estaba ni siquiera cerca.
FIN

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Emily Smith

– Buscando por siempre Traducción – Martha Lo 2018

BUSCANDO POR SIEMPRE

TRADUCI DO POR: MARTHA LO 2018

"¿Entrando al hospital? ¿Qué estaba haciendo ella aquí?”

"Bien entonces. Charlie. Parece que tienes —“

"¿Una fractura de tibia y peroné derecho, supongo?"

"Gracias, Dra. Jenner."

Las enfermeras, los médicos y los de intendencia, y quienquiera que me conociera, me

Antes de que Sammy naciera, la medicina se cernió en la enorme prioridad de mi vida,

Peter — tratando de moverla a una velocidad increíblemente rápida sin dejar de mimarla

Me alegraba de estar en el trabajo.

"No demasiado. Un COPDer (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica). Le di un poco

"Está bien. Gracias."

Y, sin esfuerzo, regresó a su trabajo.

"Dra. Jenner? Soy la nueva paramédica interna ... yo. . ."

"Charlie." Salté, probablemente mucho más ansiosamente de lo que pretendía.

"Oh, me recuerdas." Se sonrojó de un color rojo encendido, y por sólo un momento, su

"Terrible. Diaforética (Excesiva sudoración), negruzca. De manual. Aumenté su oxígeno

computadora, reprimiendo una sonrisa complacida.

Northwood es un pequeño hospital. Es pequeño en su número de camas, y aún más

Gerald no tenía molestias. Pero mientras estaba de pie en el escritorio de triaje (* ),

Estaba sentada en mi escritorio, revisando el historial de los últimos pacientes de

La familiar aceleración de mi ritmo cardíaco y una ligera oleada de calor en mi rostro

"Estaba parado junto el escritorio cuando lo vi caer. La CPR (Resucitación

(*) Clasificación de los pacientes de acuerdo a la urgencia de la atención.

"Vamos a ponerlo en una camilla y sacarlo de aquí. Este no es un espectáculo gratuito."

"¿Qué estás haciendo aquí arriba? Está helando."

"Probablemente podría preguntarte lo mismo. Pero no lo haré, porque tengo la sensación

Nos quedamos en silencio durante un largo momento, el frío intenso un agridulce

"Sabes, fumar te matará," dije, mis labios temblando.

"Lo mismo hará las aortas diseccionadas." Su mirada permaneció concentrada y

El silencio se llenó a nuestro alrededor una vez más, dejándome sintiéndome

Me detuve un momento, sintiendo como si mi respuesta necesitara poder arreglar

"Sí. Yo también." Y nos fuimos, lentamente, a través de la pesada puerta de la azotea,

"¿No puedes lidiar con eso? Estoy en medio de algo."

"Creo que es malo. Está sangrando de nuevo."

"Peter, tiene un sangrado GI. No puede comer."

"Lo siento, no todos fuimos a la escuela de medicina, ¿de acuerdo?"

"¡Está bien! Solo agarra su abrigo. Traeré el auto."

Un alivio abrumador me invadió cuando el letrero neón de EMERGENCIAS iluminó el

"Vamos a necesitar laboratorios y una intravenosa de inmediato.....alguien traiga a

Ya me había encontrado buscando en el departamento por ella. De alguna manera, me

Un toque tentativo llamó mi atención mientras recorría los canales de la televisión en

Charlie me miró expectantemente. "¿Está él bien?," preguntó finalmente, haciendo añicos

"Oye, Charlie, ¿puedes ayudar a Ken en la 5? Creo que necesita un EKG

Sammy ingresó en una unidad de cuidados intensivos pediátricos en Boston, a más de

Después de una ducha rápida, me cambié en un nuevo conjunto de ropa de hospital y me

Nadie dormía realmente en la sala de guardia, y solo un puñado de la élite de Northwood

"Espera." La detuve. "Está bien. No te preocupes por eso."

"Lo siento mucho."

"¿Qué hora es, de todos modos?"

Ella miró su muñeca. "Las 5:32"

"Hora de levantarse. O lo suficientemente cerca de eso." Ella todavía parecía avergonzada

"Oye, ven aquí por un minuto."

"De acuerdo. Me retracto. Me gusta." Sus ojos brillaban incluso en la penumbra.

"¿Que hay de ti? ¿Estás, ya sabes, casada?”

Su uso de los pronombres me sorprendió, confirmando lo que ya sabía sobre ella. Mi

“Sé cómo es eso.” Podía empatizar.

“ Natalie, son las 6 ... oh...hola, um, Charlie.”

“Dios mío, ¿cualquiera puede entrar en este lugar ahora?” Me reí.

Y en mis peores momentos, me escuché a mi misma interviniendo, comentando sobre

“¿Tenemos que hacer esto?” Peter gimió, sacudiendo su corbata en el espejo.

“Sabes que si.”