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I

La Iglesia en Oración

1.-“El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa


de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Dice mi corazón busco tu rostro, y yo busco tu rostro, Señor; no me escondas


tu rostro Señor, enséñame tu camino. Espera en el Señor, sé valiente, ten
ánimo, espera en el Señor”. (Salmo 26)

2.- Su rostro cambió, y sus vestidos refulgían de blancos. Moisés y Elías.


Pedro, Maestro ¡qué bien se está aquí! (Mt 17,1-6)

3.-“Ofreció oraciones y súplicas a gritos y con lágrimas, al que podía


salvarlo de la muerte. Sufriendo aprendió a obedecer”. (Heb 5, 7)

4.-“Eran constantes en escuchar la enseñanza de los apóstoles, en el partir


el pan y en las oraciones. (Heb 42) Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían
todo en común; vendían posesiones y bienes y lo repartían entre todos según
la necesidad de cada uno. Frecuentaban el templo, partían el pan, comían
juntos alabando a Dios con alegría y de todo corazón”. (Hech 2, 44-46)

La Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el Misterio Pascual,


celebrando la Eucaristía, en la cual se hace nuevamente presente la victoria y
el triunfo de su muerte.

Para realizar una obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia,
en el sacrificio de la Misa. Con su fuerza en los sacramentos, en su palabra,
pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla,
presente donde están dos o tres congregados en su nombre, allí está en
medio de ellos (Mt 18,20)

1
En la liturgia como ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En consecuencia,
toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que
es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia.

Introducción

Experiencia nueva para vivirla. Salmo 26

a) Primer momento: (vv. 1-6) A quién dirige esa oración que todo le
parece radiante y fácil: ¿A quién temeré?... ¿Quién me hará temblar?...

La experiencia que el orante tiene de Dios parece hacerle invencible:


habitar en la casa del Señor toda mi vida, contemplar la grandeza del
Señor…

b) Segundo momento: (v.7), La persona que había manifestado con


sinceridad la alegría de habitar en la casa de Dios y la seguridad que de
ahí se deriva, entra ahora en la angustia y en el temor. La tempestad:
escucha, Señor, que te llamo… No me escondas tu rostro… no me
abandones.

Es la experiencia de quien siente desfallecer, cuánto de hermoso y


reconfortante encontraba en el pensamiento de Dios. En medio de esa
prueba es cuando la oración se hace más pura y más firme:
Enséñame tu camino, Señor… Espero gozar de la dicha del Señor en el
país de la vida… Ten ánimo, espera en el Señor. La confianza
reencontrada es propia de quien ha atravesado la tempestad.

¿Quién recita este salmo?

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a) Primera parte Jesús: es la oración de Jesús en el monte de la
transfiguración; la segunda es su oración en el huerto de Getsemaní
cuando experimentó la agonía, la angustia y el miedo.

La Iglesia en los momentos de euforia, en los años en que se celebraba


el Vaticano ll.

b) Segunda Parte: La Iglesia: el tiempo del post-Concilio, que vive el


temor y la tempestad.

c) Parroquia: oración de Jesús y de la Iglesia con Jesús. Oración de


nuestra parroquia en los momentos de gozo y los de angustia de la
comunidad parroquial, que los vivimos con la Iglesia y con Jesús en una
única oración.

A los Consejos Pastorales de las parroquias nos ayudará a


profundizar la responsabilidad que tenemos en la Iglesia, que madure
en nosotros un especial sentido eclesial. La capacidad de ser una
presencia constructiva en los Consejos Pastorales, todas las
iniciativas en las que se manifiesta y con las que se edifica la
comunidad conforme al modelo divino de la Iglesia.

Presencia responsable significa: contribuir a edificar la comunidad


diocesana de la que forman parte las parroquias, y no a polemizar o a
discutir, capacidad para contemplar el modelo divino de Iglesia que
ha sido dado por Dios.

Estos encuentros son como una ayuda para la contemplación práctica del
modelo divino de la Iglesia, que cada uno de nosotros pueda tener, la
experiencia misma del Consejo Pastoral Parroquial y de comunidad.
Deberíamos sentirnos interpelados no sólo como individuos, sino como
corresponsables de la construcción de la Iglesia. Nos pondremos a la escucha
de la palabra de Dios, con convicción de que habrá de comunicarnos algo
que aún no sabemos. Será la palabra tomada de algunos textos del Nuevo
Testamento y de los documentos del Vaticano ll.

Preguntas:
1.- ¿Cómo vivimos la oración al comienzo de nuestros Consejos Pastorales?

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Con las Vísperas o las Completas o con la lectura de un salmo. ¿Es tal vez una
oración que hacemos para dar tiempo a los que llegan tarde? ¿Cuáles son, en
nuestra parroquia, las iniciativas que sostienen la oración de los fieles?
¿Cuáles son las iniciativas anuales, mensuales, semanales que tienden a
subrayar el ritmo constante de la oración de todos, tanto en la Parroquia como
en sus casas? ¿Qué grado es el de nuestra oración personal?

2.- ¿Qué es lo que impide ese momento de nuestra oración personal y de


nuestra oración comunitaria en la Iglesia, en la parroquia, durante la Misa y en
otras celebraciones litúrgicas? ¿Cuáles son las negligencias y frialdades?

La oración litúrgica supone una gran colaboración por parte de todos y


requiere que nos esforcemos por conseguirla.

3.- ¿Cuál es el espíritu penitencial de mi oración personal? ¿Vivo el momento


penitencial como el fariseo que se considera en su sitio, o como el publicano
que implora misericordia al Señor? ¿Participo de forma regular en el
sacramento de la Penitencia? Muchas veces, la oración personal y comunitaria
no despega, se queda árida.

Nuestra incapacidad para decir palabras sinceras, nuestra necesidad de ver su


rostro: “Muéstrame tu rostro, Señor; tu rostro busco, Señor”

II
La Iglesia que escucha

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1.- “Los apóstoles convocaron el pleno de los discípulos y les dijeron: No está
bien que nosotros desatendamos el mensaje de Dios por servir a la mesa.
Escoger a siete hombres de buena fama, dotados de Espíritu y habilidad,
nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio del mensaje.

2.- El mensaje del Señor iba cundiendo, crecía mucho el número de


discípulos” (Hech 6, 1-4.7)

3.- “La palabra de Dios es viva y enérgica, más tajante que espada de dos
filos, penetra hasta la unión del alma y espíritu, de órganos y médula, no hay
criatura que escape de su mirada, todo está desnudo ante sus ojos, y es a ella
a quien debemos de dar cuenta” (Heb 4,12-13)

Dei Verbum 21-52


Tomar de la mesa y distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la Palabra
de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la sagrada liturgia,
sagrada tradición, como la regla suprema de su fe, inspiradas por Dios. Hacen
resonar la voz del Espíritu Santo en las palabras de los Profetas y de los
Apóstoles. Es necesario, por consiguiente, que toda la predicación
eclesiástica se nutra de la Sagrada Escritura y se rija por ella.

El Padre se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos; la eficacia radica
en la Palabra de Dios; verdad, apoyo, vigor de la Iglesia, y fortaleza de la
fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perene de la vida
espiritual por lo tanto, amplio acceso a la Sagrada Escritura.

Que aprendan el sublime conocimiento de Jesucristo con la lectura


frecuente de las Sagradas Escrituras "Porque el desconocimiento de las
Escrituras es el desconocimiento de Cristo” (S. Jerónimo). Porque a Él
hablamos cuando oramos, y a Él oímos cuando leemos las palabras
divinas.

Dei Verbum: Presenta a la Iglesia en escucha de la palabra, para profundizar


la imagen de la Iglesia que estamos llamados a vivir en nuestras comunidades.

Prepararnos con la recitación del salmo 118, que es bastante singular, y muy
largo; 176 versículos, 22 estrofas, cada estrofa empieza con una letra del
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alfabeto hebreo, y cada uno de los versículos incluye un sinónimo de la
palabra "ley". Los términos: precepto, justicia, decreto, juicio, mandato,
enseñanza, sentencia.

Quieren decir que la ley de Dios contiene todo, enseña todo al hombre en
cualquier momento de su jornada. Parece una melodía, con repetición,
invocaciones, jaculatorias, actos de adoración, recoge y dispone a abrir el
corazón a la Palabra de Dios.

Pensar que la ley, el juicio, los preceptos, las enseñanzas de que se hablan son
Cristo Jesús. El es la verdad del salmo, la palabra definitiva.

Aparece expresamente el término "Palabra de Dios". Uno de los más bellos,


uno de los más hermosos de toda la Biblia, es el que dice "Lámpara es tu
palabra para mis pasos (v.105). Y también: "Haz bien a tu siervo: viviré, y
cumpliré tus palabras" (v.17).

La Constitución Dogmática Dei Verbum


Si yo preguntara de qué habla la Dei Verbum, creo que muchos de ustedes
responderían que habla de la palabra de Dios. Otros que habla sobre todo de la
Escritura. A partir del capítulo ll habla solo de la Escritura. El cap. lll habla de
la inspiración y de la interpretación de los libros sagrados; el cap. IV está
dedicado al Antiguo Testamento; el VI a la Sagrada Escritura en la vida de la
Iglesia.

Tres cuartas partes de la Constitución se refieren, a la Sagrada Escritura.


Entender la relación existente entre divina Revelación, la Escritura y Palabra.

Revelación y Palabra de Dios


El fundamento es la iniciativa divina: Dispuso Dios que quiere comunicarse al
hombre, hacerse conocer por él. Dios invisible, movido por su gran amor
habla a los hombres (DV n.2)

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Palabra de Dios significa: el comunicarse Dios al hombre. El conversar
Dios con el hombre, " se realiza con hechos y palabras" (DV n.2)

Revelación con palabras y gestos tiene su culminación en Cristo, Palabra por


excelencia, el Verbo, Palabra definitiva que revela Dios al hombre y en la que
el hombre conoce el misterio de Dios; Cristo Palabra del Padre.

Expresión: la primacía de la Palabra. ¿Qué quiere decir?, es la primacía de


Dios, de su revelarse, comunicarse, manifestarse. Es la principal idea de la
Palabra, su carácter frontal.

Si el mundo existe, si nosotros existimos, si tenemos una finalidad, una


esperanza es porque Dios habla y se comunica. La palabra es la persona
viviente. Cristo plena revelación del Padre.

Palabra de Dios fe y caridad


Ciertamente, es viva la Palabra de Dios y enérgica, y más tajante que una
espada de dos filos. Penetra hasta la unión del alma y espíritu, de órganos y
médula. Esa es la fuerza de la Palabra de Dios, no es Palabra muerta, es
palabra que tiene fuerza hoy.

Dios la pronuncio y la pronuncia en la historia.


1. ¿En qué manifiesta principalmente su fuerza la Palabra de Dios?
Suscitando la fe. A la Palabra de Dios corresponde el hombre con la fe.

La Palabra es parte de Dios, Dios realiza su parte, se revela, se da, dice,


invita, promete, juzga, manda, exhorta.

La fe es la parte del hombre, la respuesta que el hombre da a Dios. El


hombre escucha, recibe, acoge, obedece, se deja iluminar, atraer, alentar,
consolar, confortar, entusiasmar por la Palabra con la que Dios le comunica
su misterio de amor llamándole a ser su hijo, a ser partícipe.

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Si la Palabra no halla respuesta en la fe, resuena en el aire, no tiene eficacia.
Por lo contrario cuando se recibe mediante la actitud de fe, ejerce toda su
eficacia.

2. La eficacia que la Palabra ejerce: al ser acogida en la fe, es la caridad. La


semilla es la Palabra: la fe es el regazo, la tierra el hombre que acoge la
semilla; la caridad es el fruto que nace de la semilla.

Consecuencias para nuestra vida pastoral:


¿Queremos crecer en la caridad? abriéndonos a la escucha de la Palabra. Sería
vano pretender que haya más caridad en la comunidad si no se da un aumento
de fe, y resulta vano pretender que haya más fe sin una más profunda escucha
de la Palabra. El proceso Palabra, fe, caridad constituyen la realidad
orgánica de toda la pastoral.

Este proceso es frecuentemente desconocido. Provocar la caridad con simples


exhortaciones, sin arraigarlas en la profundidad de la fe; como sí pudiéramos
hacer crecer la fe sin derramar en el hombre los tesoros de la Palabra de Dios;
la abundancia y la riqueza de la Palabra.

Los miembros de los Consejos Pastorales Parroquiales, están llamados, a


hacer más profunda esta enseñanza, primero la Palabra, como respuesta
la fe, como frutó la caridad.

Hechos de los Apóstoles, capítulo 6, es la testificación de ésta economía de la


pastoral, allí donde surge el problema de las prioridades que hay que
establecer. Los Apóstoles, optan por dedicarse a la Palabra y a la oración,
dejando a otros la tarea de la acción caritativa, que la raíz de todo, el principio
de toda acción es la Palabra y la oración como respuesta a la fe. Sin esta raíz,
no puede darse el fruto de la caridad.

Ser ante todo hombres de la Palabra y de la oración, para poder ser después
animadores de la caridad.

La urgencia actual que late en el corazón de la Iglesia, es mantener la


prioridad de la Palabra y de su escucha como la urgencia primordial de la
Iglesia de Dios.
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La Sagrada Escritura y la Palabra de Dios
En la escucha de la Palabra puesto fundamental es la Sagrada Escritura.

La Biblia contiene la Palabra reveladora, por la fuerza del Espíritu que la ha


inspirado y la hace proclamar en la Iglesia.

La Escritura en profunda unidad con la Revelación, con la fe, con la gracia,


con el Espíritu Santo.

Es Palabra reveladora hoy, activa, eficaz, y llega como tal al corazón del
hombre que la escucha, suscita en él la fe y hace madurar el fruto de la
caridad.

La dignidad de la Escritura, que es justamente comparada con el Cuerpo de


Cristo: La Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual
que el mismo Cuerpo del Señor (DV n.21).

Es la Palabra de Dios que resuena en la Iglesia, nutre al fiel que la escucha


con humildad y obediencia, le consuela, ilumina, alimenta, anima, consuela,
conforta el Cuerpo sacramental de Cristo.

La Palabra de Dios, hoy todavía, como en tiempos de Abraham y de Moisés,


de Jesús, resuena con la fuerza del mismo Espíritu Santo en esta Iglesia de
Dios.

Conclusiones Generales y Preguntas Prácticas


1.- Debemos venerar las Sagradas Escrituras como veneramos el Cuerpo del
Señor, y dar gracias a Dios por el don de la Escritura.

2.- Debemos acercarnos a las Escrituras. “Los cristianos sienten la


veneración por la Sagrada Escritura que la manifiestan manteniéndose bien
lejos de ella” (Paul Claudel)

La veneración auténtica pide aproximación: leer, no tener miedo de


subrayarla.
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3.- Meditar la Escritura, debemos practicar la lectio divina, leer la Palabra
de Dios como Palabra de Dios.

El santo Concilio exhorta con especial vehemencia a todos los cristianos a que
aprendan el sublime conocimiento de Jesucristo (Flp 3, 8) con la lectura
frecuente de las sagradas Escrituras (DV n.25).

Es muy enérgica la exhortación que nos dirige el concilio y sabemos que


estamos muy lejos de esa exigencia y recomendación.

Preguntas:
1.- ¿Tengo la Sagrada Escritura, la tengo a mano, la uso?

2.- ¿Conozco la Escritura? Es decir, lo que para mi vida significan las


palabras de la Escritura? ¿Qué son las palabras de los Evangelios para mi
vida?

3.- ¿Qué sería yo si no existieran en mi vida las palabras de los evangelios?


¿Dónde veo que mi vida ha estado determinada o está determinada, en mis
opciones, actitudes, humores, deseos, por las palabras del Evangelio? ¿Qué
palabras del evangelio determinan más mi vida?

Es un examen muy fructuoso. Descubramos que las palabras del Evangelio


están en nuestra vida mucho más de lo que imaginamos.

4.- ¿Medito la escritura? Cada uno de nosotros, sobre todo los miembros de
los Consejos pastorales, debería llegar a meditar cada día la Escritura durante
al menos diez minutos.

La manera de salir al encuentro del Concilio que nos pide que leamos la
Escritura frecuentemente y acompañando dicha lectura con la oración,
empezando por los evangelios, por los Hechos de los Apóstoles y por las
cartas de Pablo, por los Salmos, para pasar después a los profetas, al Éxodo, al
Génesis.

“Leer la Escritura con los fieles para entenderla mejor. En el seno de la


comunidad de los hermanos” (Gregorio Magno)

La importancia en los Consejos Pastorales Parroquiales, de leer juntos la


escritura.
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¿Qué es la Sagrada Escritura sino una carta de Dios a su criatura?

Aplícate con esmero, te ruego, y encuentra la forma de meditar cada día las
palabras de tu Creador. Aprende a descubrir el corazón de Dios en las
palabras de Dios. (Gregorio Magno)

¡Concédenos, Señor, descubrir tu corazón en tus palabras!

III

La Iglesia, Misterio y Comunión

1.- “Que vivan a la altura del llamamiento que han recibido; sean de lo más
humilde y sencillo, sean pacientes y llevándonos unos a otros con amor.
Esfuércense por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándolo con
la paz. Hay un solo cuerpo y un solo espíritu, un Señor, una fe, un bautismo,
un Dios y Padre de todos, que está sobre todo, a través de todos y en todos”.
(Ef. 4,1-6)

2.- Subió a lo alto llevando cautivos, dio dones a los hombres. (Sal 67,19)
"subió": supone necesariamente que había bajado antes a lo profundo de la
tierra. Fue él quien dio Apóstoles, Profetas, evangelistas, Pastores y maestros.
Hasta que todos sin excepción alcancemos la unidad propia de la fe y del
conocimiento del Hijo de Dios.

Ya no seremos niños zarandeados y a la deriva por cualquier doctrina, siendo


auténticos en el amor, crezcamos en todo aspecto hacia aquel que es la cabeza.

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3.- “Retembló el lugar donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu
Santo, y anunciaban con valentía el mensaje de Dios. En el grupo de los
creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y
nadie consideraba suyo nada de lo que tenía. Entre ellos ninguno pasaba
necesidad, se distribuía según lo que necesitaba cada uno”. (hech. 4, 31-35)

Lumen Gentium, n.8 párrafos 1y 2.

Cristo estableció su Iglesia Santa, comunidad de fe, esperanza y caridad en


este mundo. Comunica a todos la verdad y la gracia.

La Iglesia terrestre y la Iglesia dotada de bienes celestiales, no han de


considerarse como dos cosas, sino que forman una única realidad, constituida
por un elemento humano y otro divino.

Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el símbolo confesamos una, santa,


católica y apostólica. Entregó después de su resurrección a Pedro para que la
apacentara (cf. Jn 24, 17), confiándole a él y a los demás Apóstoles su difusión y
gobierno (cf. Mt 28, 18, etc.), la erigió para siempre como columna y
fundamento de la verdad (cf. 1 Tim 3, 15).

Concédenos, Señor, reflexionar sobre el sentido del misterio de la Iglesia, para


poder asumir la responsabilidad eclesial que cada uno de nosotros tenemos en
la propia comunidad. Contemplar este misterio del que formamos parte y del
que estamos llamados a ser constructores.

Salmo 121 Muchos de nosotros lo hemos recitado nos habla de la ciudad


santa, imagen de Jerusalén, un momento de contemplación de la Iglesia.

¡Qué alegría, cuando me dijeron! ¡Vamos a la casa del Señor!, es el salmo


de la subida de los peregrinos al templo.

La mirada se dilata desde el templo hasta la ciudad: ¡Ya estamos, ya se posan


nuestro pies en tus puertas considerando cada uno de sus aspectos: las puertas,
lo compacto de sus muros, la solidez de las casas.

Juntos: es la palabra de la Iglesia. Suben juntos, (según la costumbre de


Israel), a celebrar el nombre del Señor.

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Estar juntos contemplan las realidades que constituyen la entraña compacta
de la Iglesia: la ley, la alabanza, la oración, la liturgia, la justicia.

En comunidad de alabanza en la que florece la Paz. Triple mención de La Paz


"desead La Paz... Haya paz para los que te aman, paz dentro de tus muros".

Se convierte en seguridad; es la invocación final del salmista: "Voy a decir:


La Paz contigo".

Iglesia sólida, compacta, Juntos se alaba a Dios, se vive La Paz y la


fraternidad; pidamos el don de saberla contemplar, de saber abrir los ojos a sus
maravillas, de saber dar gracias a Dios cada día por ella.

Ocho Bienaventuranzas de la Iglesia


Los Hechos de los Apóstoles: “al terminar la oración, retemblar el lugar
donde estaban reunidos, los llenó a todos el Espíritu Santo y anunciaban con
valentía el mensaje de Dios”. (Hech 4, 31).

¡Seria hermoso que todos quedáramos llenos del Espíritu Santo, dispuestos a
anunciar la Palabra de Dios con toda valentía!

Vamos a contemplar el centro del misterio de Dios, es decir, la Iglesia como


misterio y comunión, dejándonos inspirar por la Lumen Gentium,
probablemente el documento más hermoso del Vaticano ll, se trabajó con más
pasión y con mayor intensidad.

Es también la constitución más citada, junto con la Gaudium et Spes.La


Lumen Gentium se compone de ocho breves capítulos. Podríamos expresar
sus ocho capítulos en estas tantas bienaventuranzas de la Iglesia:

 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, porque eres misterio!


 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, porque eres pueblo de Dios!
 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, por tu jerarquía!
 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, por tu laicado!
 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, por tu santidad!
 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, por tus religiosos y religiosas!
 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, por tu destino eterno!
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 ¡Bienaventurada eres tú, Iglesia, por tu madre, María!

1.- La Iglesia Como Misterio


Es necesario abrir el corazón de los hombres; hay que hablar de la Iglesia
como misterio, Misterio de Dios en el misterio de la Iglesia. "Misterio de
Dios" indica una realidad muy precisa: es el divino y eterno plan de salvación
del hombre por Jesucristo, en el Espíritu Santo.

El plan de amor salvífico desconocido al hombre pero revelado en el


Evangelio, Misterio se formula en el n. 2 de la Lumen Gentium.

Dei Verbum: " Dispuso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí


mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad. (DV, n.2).

La Iglesia es sacramento, signo e instrumento de este misterio, lo expresa,


contiene y lo hace presente. La Iglesia se hará mas creíble si habla menos
de si y predica cada vez más a Cristo crucificado (cfr. 1 Cor 2,2)

La Iglesia sacramento, es decir, signo e instrumento de comunión con Dios y


también de comunión y de reconciliación con los hombres entre sí... Todo lo
que se dice de la Iglesia ha de entenderse a la luz del misterio de Cristo o de la
Iglesia en Cristo. Jesucristo está siempre presente en su Iglesia y en ella
vive como resucitado.

¡Bienaventurada la Iglesia porque es pobre, bienaventurada la Iglesia por su


pobreza, porque toda ella es don de Dios y de Cristo, bienaventurada la Iglesia
porque todo cuanto tiene es Cristo y continúa misteriosamente actuando en
ella!

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador,


porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava. (Lucas 1, 46-55)

A la Iglesia se le puede decir bienaventurada porque nada tiene suyo, en


su pobreza, es amada por Dios, que la llena de todos los dones y esa
Iglesia somos nosotros.
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La Iglesia como misterio, se sigue la adoración y la alabanza por lo que
nosotros somos en cuanto Iglesia y como don de Dios una alabanza a partir de
nuestra pobreza.

La Pobreza de la Iglesia que es la raíz de la riqueza que Cristo le ha dado y de


la que deriva su íntima relación de la Iglesia con los pobres, su atención a la
pobreza de los hombres y su presencia en medio de la distintas pobrezas
humanas, nacen todas las formas de caridad de la Iglesia, de una Iglesia pobre.

2.- La Iglesia Como Comunión


Iglesia-comunión brota directamente de la reflexión sobre la Iglesia como
misterio.

La Iglesia sacramento de comunión con Dios y de reconciliación y comunión


de los hombres entre sí.

Iglesia- comunión se deriva una serie de consecuencias en la vida interna. La


unidad, la colegialidad, participación, la corresponsabilidad, el ecumenismo.

La eclesiología de la comunión es la idea central y fundamental en los


documentos del Concilio.

¿Qué quiere decir que la Iglesia es comunión?

Su modo de vivir, comunión con Dios, por medio de Jesucristo, en el Espíritu


Santo que se verifica en la Palabra de Dios y en los sacramentos (Dei Verbum).

El bautismo es la puerta y el fundamento de la comunión de la Iglesia. La


Eucaristía es la fuente y el culmen de toda la vida cristiana. La comunión del
Cuerpo Eucarístico de Cristo significa y produce, es decir, edifica la íntima
comunión de todos los fieles en el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia.

El que nosotros seamos Iglesia es fruto de la Eucaristía. El hecho de que Dios


mismo, alimentándonos con su Palabra y con su Cuerpo hace de nosotros.

Conclusiones Prácticas
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¿Cómo podremos comprender las cosas maravillosas que hemos intentado
expresar?

Contemplar en la adoración Eucarística. ¡Oh Jesús Eucaristía, tu que eres


la fuente de la comunión, haznos entender que la comunión es el punto
culminante, el término del plan divino de salvación y que nos hace Iglesia!

Que vivamos a la altura del llamado que hemos recibido; ser de lo más
humilde y sencillo, ser pacientes y llevándonos unos a otros con amor.
Esforzarnos por mantener la unidad que crea el Espíritu, estrechándole con La
Paz (Ef 4, 1-13). Un solo corazón y una sola alma.

Todo lo tenían en común, gozaban todos de gran simpatía. No había entre


ellos ningún necesitado.

Podemos deducir tres conclusiones:


1. Vivir intensamente el misterio de la Iglesia: De Iglesia universal (en
comunión con el Papa) a su realidad de Iglesia particular, es decir, en la
diócesis.

2. Estar disponibles para servirle: De nada valdría vivir intensamente el


misterio de la Iglesia si no estuviéramos dispuestos a hacer algo por ella.

Cada uno puede preguntarse: ¿De qué forma estoy disponible para servir a mi
Iglesia, a mi diócesis, a mi parroquia? En el ámbito del Consejo pastoral
parroquial, ¿cómo puedo vivir el compromiso de servicio?

3. Entender a la Iglesia como misterio: como sacramento e instrumento en


el que Dios actúa real e invisiblemente. Entenderla como misterio quiere decir
no empequeñecerla, no quedarse en murmuraciones, juicios mezquinos que
tienen el peligro de encerrar a las comunidades en sí mismas, de cerrar los
grupos, los Consejos pastorales. Porque nosotros como Iglesia somos pobres
pero ricos con la riqueza de Dios.

Cuando nuestros ojos se abren, cesan los juicios, las mezquindades, las
murmuraciones y el corazón se ensancha. Cuando la fe se vuelve opaca, el
corazón se congela y la Iglesia lo mismo, se llena de chismes y rumores.

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¿Vivo intensamente la vida de la Iglesia particular?

¿Estoy disponible para servirle y en qué?

¿La entiendo como misterio, con corazón amplio, valorando, animando,


con amor e intensidad de entusiasmo que nace de contemplar en ella el
misterio de Dios y la comunión con Cristo llevada a cabo en la gracia del
Espíritu Santo?.

IV

La Iglesia, Signo e Instrumento de Unidad

1.- “Que Él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.
Forjarán de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. ¡Caminemos a
la luz del Señor! Esta misma humanidad abriga una esperanza: que se verá
liberada de la esclavitud a la decadencia, para alcanzar la libertad y la gloria
de los hijos de Dios.” (Is 2,2-5)

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2.-“El Espíritu acude en auxilio de nuestra debilidad: nosotros no sabemos a
ciencia cierta lo que debemos pedir, pero el Espíritu en persona intercede por
nosotros con gemidos callados; y aquel que forma el corazón conoce la
intención del Espíritu, porque éste intercede por el pueblo santo como Dios
quiere.”(Rom. 8,18-27)

Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, Gaudium


et Spes, nn 3 y 11.

Hoy el hombre, admirado de sus propios descubrimientos y poder se plantea


los problemas de la actual evolución del mundo. Del Sentido de su esfuerzo
individual y colectivo, del último fin del hombre y de las cosas.

Es la persona humana la que hay que renovar, el hombre concreto y total,


con cuerpo y alma, con corazón y conciencia, con inteligencia y voluntad
(N. 3)

El pueblo de Dios, movido por la fe, cree en medio de los acontecimientos y


exigencias que es conducido por el Espíritu del Señor que llena el universo, y
se esfuerza por discernir en todas estas cosas, cuáles son los signos verdaderos
de la presencia o de los planes de Dios. Pues la fe lo ilumina todo con una
nueva luz y manifiesta el divino propósito sobre la vocación integral del
hombre.

Bajo esta luz el Concilio pretende en primer lugar emitir su juicio sobre
aquellos valores que hoy se estiman en tan alto grado. Estos valores con los
que Dios ha dotado al hombre, son muy buenos, pero por la corrupción del
corazón humano no rara vez se desvían de su recto orden, de forma que
necesitan purificación (n. 11)

1. Visión del profeta Isaías.

a) Un monte altísimo: sobre él está el templo, gracias al cual el


monte toca casi el cielo. Ríos de pueblos que suben a la cima
del monte, Indica que el verdadero flujo de la historia está en
la subida, atraído por el misterioso templo.

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b) Voces: Es un canto de subida que los Israelitas entonaban
cuando subía al monte Sión. La imagen de los caminos de
Dios que se convierten en los caminos del hombre: el hombre
camina por los senderos de Dios.

c) Instrumentos de paz y de guerra contrapuestos: espadas/


azadones/ lanzas/ podaderas. Y el cambio de la situación de
conflicto en situaciones de paz.

2. ¿Por qué el Santo padre Juan Pablo II viajaba tan insistente y


tenazmente por los caminos del mundo?

Porque se sentía como cabeza de la Iglesia, signo e instrumento y


promotor de la unidad de todos los hombres entre sí. El Papa vive con el
ideal de esa unidad, lo mismo que debemos vivir nosotros.

El Papa debe llegar a todos los hombres, a todas las culturas, a


todas las razas, matrimonio, familia, cultura, vida económica y social,
paz y guerra. etc.

El Santo Padre Juan Pablo II hablaba en sus viajes, de la familia, de la


guerra, y de la paz, del ecumenismo, del dialogo entre las religiones, de
la unidad entre los pueblos por lo tanto la Iglesia es signo e instrumento
de unidad del género humano.

Finalmente, veremos su relación con nuestra construcción de Iglesia


local en las parroquias, en los Consejos pastorales parroquiales.

La Gaudium et Spes se inspira en la Constitución dogmática Lumen Gentium


”La Iglesia es en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la
íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG n. 1b)

Instrumento: con la fuerza de Dios. ¿Qué es lo que indica y qué produce? La


intima unión del hombre con Dios y la unidad de toda la humanidad. Eso es lo
que estamos llamados a contemplar.

Visión de Isaías: una gran ciudad, un gran templo en la cima de un monte, y


ese templo es el lugar en el que todos los hombres se dan cita para escuchar

19
juntos la Palabra y observar la ley, que todos están llamados a encontrase, a
sentirse hermanos, a vivir la comunión.

La Iglesia es para que la humanidad sea una en el misterio y la comunión, para


que la humanidad entienda su vocación a la unidad. La historia de la que cada
uno de nosotros forma parte es la historia de un camino hacia la unidad.

No sólo hacia la unidad definitiva, perfecta, escatológica del reino de los


cielos, sino una unidad que se realiza ya desde ahora, porque la Iglesia es ya
signo e instrumento de esa unidad. La Iglesia es, responsable de la unidad que
se va realizando, es responsable de que todo el mundo sea uno.

Apocalipsis “De lo alto desciende una ciudad en la que ya no existe llanto, ni


luto, ni lagrimas porque en ella Dios está con el hombre, Dios estará con
nosotros.”(Apo 21,22)

Esta perspectiva de unidad es la que da significado y sentido al camino


histórico de la humanidad, que nos proporciona la Lumen Gentium: Cristo
en la cruz, levantado sobre la tierra, atrajo a todos hacia sí, y por medio de
su Espíritu constituyó su cuerpo que es la Iglesia, como sacramento universal
de salvación, y Cristo actúa continuamente en el mundo para unir a los
hombres a la Iglesia, a través de ella, para unirlos estrechamente entre sí.

La acción unificadora de Cristo actúa en la humanidad mediante la Iglesia y


mediante el Espíritu. El mensaje central de la enseñanza conciliar es el
siguiente: la unidad de todos los hombres en Cristo, según el plan de Dios.

Dios ha querido que todo hombre sea hijo suyo y hermano de cualquier otro
ser humano.

La Gendium et Spes se refiere repetidamente a la unidad de la sociedad


humana, a esa unidad que se realiza ya desde ahora en la solidaridad social,
política, cultural de los hombres, estando cada vez más cercanos unos a otros.

Esa es la historia humana, con conflictos de lucha con el pecado, la muerte, la


división, la confusión, y sus aliados el poder, la opulencia, la necesidad de
prestigio.

20
Los tres Gemidos
De la carta a los romanos (8, 18-27), san Pablo habla de los tres gemidos:

1. El gemido de la creación: “la humanidad entera sigue lanzando un


gemido universal con los dolores de parto”
2. Nuestro propio gemido: “incluso nosotros, que poseemos el Espíritu
como primicia, gemimos en lo último a la espera de la plena condición
de hijos”
3. El gemido del espíritu: ”El espíritu en persona intercede por nosotros
con gemidos”

¿Qué significa la imagen del gemido? El gemido expresa un deseo intenso,


que surge de dentro y representa algo muy profundo. El gemido representa
el deseo de que se revele esa perfecta y plena unidad.

1. El gemido en la creación física, en la cultura, en la sociedad, en los


pueblos y en su desarrollo, en la historia de las naciones y en las
guerras, todo está lleno de ese gemido.

2. El gemido de los que creemos en Cristo, que le contemplamos en el


Evangelio, que nos dejamos llevar por el espíritu de oración,
haciéndonos así capaces de prestar voz a la necesidad de unidad entre
los hombres. Es el gemido de quien cree, de quien siente la fuerza
del Evangelio, la fuerza de la resurrección de Jesús para unir a la
humanidad.

3. Este gemido sostenido por el gemido del Espíritu Santo. Así es


como el Espíritu Santo nos ayuda a discernir los caminos de Dios y
el camino histórico de la humanidad hacia la unidad del reino.

Nuestros compromisos
¿Qué consecuencia podemos sacar para nosotros?

Primero: Abandonar perspectivas demasiado estrechas. Un cristiano no es


verdaderamente cristiano si no abre su corazón a los gemidos de la creación y

21
el Espíritu Santo. Con frecuencia, nuestras comunidades están replegadas en sí
mismas, en disputar entre sí por cosas de poca importancia, sin abrir los ojos a
la inmensa visión de la que formamos parte viva y responsable, la de la unidad
del género humano.

Segundo: ¿Sentimos en nosotros el anhelo de la unidad? ¿Contemplamos


alguna vez por lo menos, este misterio de unidad? Durante la adoración
Eucarística, por ejemplo ¿contemplo la Eucaristía como centro del mundo y a
todos los hombres, a las personas que conozco y que no conozco, atraídas
todas hacia este centro de unidad visible? ¿Me Siento, vivo, contemplo esta
unidad?

Tercero: ¿Dónde y cómo cultivamos la unidad? La cultivamos siempre que


aprovechamos alguna ocasión, por pequeña que sea, de hacer unidad, de
llevar a cabo gestos y actos de unidad.

Destruimos la unidad siempre que realizamos actos de división, de desprecio


hacia los demás, derrotismo, escepticismo por las cosas que nos rodean,
nuestro ambiente, siempre que hacemos juicios negativos.

Cultivamos la unidad cuando hacemos juicios positivos, alentadores,


cuando invitamos a otros a hacer, realizar, cuando alabamos lo que otros
hacen.

Cuarto: ¿Promueve nuestro Consejo pastoral la unidad? ¿Es sólo sitios donde
se toman algunas decisiones, o es sitio en el que se contempla la unidad de la
comunidad Parroquial que estamos llamados a construir?

22
V

La Iglesia Misionera
1.- “Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes, rogando
siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos ustedes, a causa de la
colaboración que han prestado al Evangelio. Hoy, firmemente convencido de
que, quien inició en nosotros la obra buena, la irá consumando hasta el día de
Cristo Jesús.” (Fil. 1,3-6)

2.- “Y al verle le adoraron: algunos sin embargo, dudaron, Jesús se acercó


a ellos y les habló así: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra.
Vayan pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar
todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los
días el fin del mundo.” (Mt 28, l6-20)

Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia


Ad Gentes, n. 1b y 2ª

La Iglesia sal de la tierra y luz del mundo, se siente llamada con más
urgencia a salvar y renovar a toda criatura, para que todo se instaure en
Cristo, y todos los hombres constituyan en El una única familia y un solo
pueblo de Dios (n. 1b).

La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que procede


de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo según el designio de
Dios Padre.

Decreto sobre el apostolado de los seglares:


23
Apostolicam Atuositatem, n. 9

Los seglares ejercen un apostolado múltiple, tanto en la Iglesia como en el


mundo. Se abren varios campos de actividad apostólica: las comunidades de la
Iglesia, la familia, la juventud, el ámbito social, etc.

Las mujeres cada vez más activamente en toda la vida social, es de interés su
mayor participación también en los campos del apostolado de la Iglesia.

EL apocalipsis describe la universalidad de la salvación: “Hombres de toda


tribu, lengua, pueblo y nación”

“Eres digno, Señor y Dios nuestro, / porque tú has creado todas las
cosas; / por tu voluntad fueron creadas/ y por tu querer subsisten”.

Con tu sangre compraste para Dios hombre de toda raza, lengua, pueblo
y nación…” (Ap. 4,11; 5,9-10,12-13)

Podemos introducirnos en esta contemplación de la universalidad de misión de


la Iglesia diciendo:”Concédenos, Señor Jesús, cantar con corazón católico,
universal, y con corazón misionero, entrando en el plan de Dios que
abarca todo tiempo y todo lugar.

La característica misionera de la Iglesia.

Los hombres deben construir una sola familia y un solo pueblo de Dios. Es la
misión universal de Jesús. ¿Cuál es la tarea de la Iglesia, sal de la tierra y
luz del mundo?

La iglesia está llamada a realizar esta misión salvando y renovando a toda


criatura. Esta misión de la Iglesia, es más urgente hoy.

La historia y la Iglesia deben sentir con mayor urgencia su llamada


misionera, a fin de que todas las cosas sean recapituladas en Cristo. Este es el
trasfondo que hay que tener presente en todas nuestras acciones y decisiones:

24
La colaboración de los laicos

¿Cómo se sitúa el consejo pastoral? Nuestros consejos pastorales son un


instrumento activo, un momento de la realización, para que la nota misionera
de la Iglesia tenga su expresión. No son organismos secundarios, sino que
forman parte estrechamente del plan de Dios.

Insistir en el deseo de la preparación de los laicos en cuantos miembros de los


consejos pastorales parroquiales. Ahí está la clave para un nuevo camino
misionero de la Iglesia y de nuestra Iglesia diocesana.

La oración del obispo:

La maravillosa oración de Pablo, que se encuentra al comienzo de la carta a


los filipenses. Se llama” la oración del obispo por sus laicos “y es
verdaderamente muy hermosa.

“Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes, rogando siempre
y en todas mis oraciones con alegría por todos ustedes a causa de la
colaboración que han prestado al Evangelio desde el primer día hasta hoy;
firmemente convencido de que quien inició en nosotros la buena obra, irá
consumando hasta el Día de Cristo Jesús.” (Fil. 1,3-6)

Su colaboración en la difusión del Evangelio. El centro de la oración del


Obispo es la cooperación de ustedes, laicos hombres y mujeres, en la
difusión del Evangelio.

A causa de su comunión con el Evangelio, de su koinonía con el


Evangelio.

¿Qué significa su comunión con el Evangelio, eso que es motivo de tantas


oraciones y de tanta alegría para el Apóstol?

a) Es la pronta acogida que los cristianos dieron al anuncio del


Evangelio.

25
b) Se trata de la participación de estos laicos recientemente
convertidos en la obra de difusión del Evangelio.

Hechos de los Apóstoles, ”estaba allí escuchado una mujer” (Hechos 16, 14). Se
llama Lidia. Tenía posibilidades económicas, un cierto nivel de bienestar. El
Señor le abrió el corazón y la mujer se hizo bautizar con todos sus familiares
que, además, desde el primer día, se preocupó del grupo de misioneros:”Si
juzgan que soy fiel al Señor, vengan y quédense en mi casa” ( Hech. 16,15).

Lidia era muy enérgica y que, habiendo creído con todo el corazón, quiso
preocuparse de la misión y su casa se convirtió en un centro apostólico.

La primera evangelizada y evangelizadora, una mujer, pero como la


comunidad, recién nacida, ya tenía personas laicas que llevarían adelante el
servicio del evangelio.

Pablo exhorta a que tengan un mismo sentir en el Señor. No siempre era


fácil el acuerdo entre todos los colaboradores; quiere recordar con afecto a
esas mismas personas que estuvieron a su lado, pasando por alto disensiones.

El Apóstol recuerda con emoción a aquellas gentes sencillas, que han


colaborado, desde el primer día y no han desfallecido jamás. Y en esta
misma carta (4,8). Piensen cuánto afecto hay en la expresión: “Doy gracias a
mi Dios”, intensidad emotiva, el consuelo del Pastor que se siente
comprendido por la gente, por los laicos colaboradores que lucharon con él
por el Evangelio.

Cartas Paulinas: otras maravillosas acciones de gracia por los laicos, por la
respuesta de la comunidad, la segunda carta a los corintios: “me han hecho
sufrir, he temido por ustedes, he estado ansioso, pero Dios, que consuela a los
afligidos, me consoló con la llegada de Tito, que me ha contado que han
hecho progresos, que caminan bien, que están tristes por aquello en que han
faltado y que su afecto hacia mí no ha cambiado, con lo que mi alegría ha
crecido aún más. (cfr. 2 Cor. 7, 6-7)

Pablo vivía como propio los sufrimientos y las alegrías de sus colaboradores,
“doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de ustedes. Solo me
acuerdo de ustedes con gratitud, nunca con rencor o con amargura o con
disgusto.

26
Rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos ustedes. La
cooperación de los laicos en la difusión del Evangelio es floración de la
Iglesia, es alegría del Obispo, es esplendor del cielo, es plenitud de vida
cristiana.

Pablo siente esa fuerza de colaboración, está alimentado interiormente por


ella, y el pensamiento de que la gente ha estado a su lado en sus
preocupaciones apostólicas, le da certeza de que seguirá estando en el futuro:
“Estoy firmemente convencido (lo siento en el corazón porque los conozco, los
amo, porque sé que Dios los ama) de Quien inició en ustedes esta buena obra,
la irá consumando hasta el día de Cristo Jesús. La colaboración de los laicos
no solo de los suyos, sino de todos los laicos en la Iglesia, crezca hasta el día
de Cristo Jesús.

La esperanza y la oración del Obispo. Cómo participa en esos sentimientos


(alegría, acción de gracias, confianza, certeza) para con sus colaboradores; con
cada uno de los Sacerdotes de nuestra Iglesia, con los vive, o con cada uno de
los laicos colaboradores.

Este es el único medio de que la Iglesia pueda ser hoy día misionera, el único
medio para ensanchar sus fronteras.

Preguntas Finales

Preguntas para ustedes y para sus comunidades: para el consejo pastoral, para
su grupo de colaboradores, educadores, catequistas, de todos aquellos que se
mantienen cerca de la acción de la Iglesia.

1.- ¿Cómo vivo en mí la unidad del género humano en comunidad, ¿Saber


mirar lejos, tener los ojos abiertos al mundo entero? ¿Cómo se percibe esto
diariamente en las discusiones, las confrontaciones, los planteamientos del
grupo, de mi consejo pastoral? ¿Cuánta oración sería necesario hacer?

27
2.- ¿Siento el gozo de la cooperación en la difusión del Evangelio? ¿Se
siente alegría en mi grupo, en los colaboradores que yo conozco?
¿Hacemos las cosas con alegría, o las hacemos simplemente porque hay que
hacerlas?

3.- ¿Tengo la persuasión de Pablo, de que Quien comenzó en nosotros la


buena obra, la llevará a buen término? ¿Confió en el Señor que obra en
nosotros, siento que Dios nos mueve y, por lo tanto, pongo en él mi
confianza incluso como Consejo, como parroquia, como grupo?

4.- ¿Qué me pide Jesús que haga con respecto a esta realidad? La alegría por
la colaboración en el Evangelio, para que se sienta la confianza de que Dios
nos conduce en un mundo difícil.

Pensemos, en concreto, en los jóvenes, en la escuela, en la enseñanza, de


religión. ¿Qué nos pide Jesús que hagamos para que en los próximos meses se
pueda vivir en los Consejos pastorales, en grupo, en mi ambiente, con apertura
de horizontes, y para que sea posible trabajar, con alegría y confianza, por
adquirir una justa conciencia de nuestros deberes, de nuestros compromisos y
de la llamada de Dios.

Pongámonos delante del crucificado diciendo: Señor, tú que tanto has hecho
por mí, ¿qué quieres que haga yo por ti?

VI

La Santidad de la Iglesia
“Entre tanto, la iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria; se
iba construyendo, progresaba en la fidelidad del Señor y se multiplicaba,
alentada por Espíritu Santo.” (Hech. 9,31)

Lumen Gentium , n. 38 y 40 a-b

28
Cada seglar debe ser ante el mundo testigo de la resurrección y de la vida
del Señor Jesús, y señal del Dios vivo. Deben alimentar al mundo con frutos
espirituales. “Lo que es el alma en el cuerpo, esto han de ser los cristianos en
el mundo” (n. 38)

Jesús, es el Señor, predicó la santidad de vida, de la que Él es divino


maestro y Modelo, a todos y cada uno de sus discípulos, de cualquier
condición que fuesen. “Sean, perfectos como su Padre celestial es perfecto.
“(Mt. 5,48)

Deberán esforzarse para que, siguiendo sus huellas y amoldándose a su


imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen totalmente
a la gloria del pueblo de Dios y al servicio del prójimo. Así la santidad del
pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como brillantemente lo
demuestra en la historia de la Iglesia la vida de tantos santos (n. 40)

Reflexionar en la santidad de la Iglesia siempre con el deseo de entender la


figura de la Iglesia que el Señor nos invita a construir. La Iglesia es santa no
sólo porque hay muchos santos. Los textos de la (LG) nos dice que la
santidad de la Iglesia interpela a todos y cada uno, nos interpela a
nosotros como miembros de los Consejos pastorales.

Elementos fundamentales
De la santidad de la Iglesia

La difusión de la santidad: “cada seglar debe ser ante el mundo testigo de la


Resurrección y de la vida del Señor Jesús y señal del Dios vivo. Deben
alimentar al mundo con frutos espirituales e infundirle aquel espíritu del que
están animados aquellos pobres, mansos y pacíficos a quienes el Señor en el
Evangelio proclamó bienaventurados” (LG n. 38)

Envió a todos el Espíritu Santo (LG n.40). Los fieles de cualquier estado o
condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de
la caridad. (LG n. 40b).

29
Nadie está excluido de la llamada a la perfección de la caridad, a la plenitud
de vida cristiana y nadie puede tener la excusa de la edad ¡Soy demasiado
joven o demasiado viejo!

Todos y cada uno podemos ser santos

“Ser, perfectos, como su Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48). Ser santos, ser
perfectos quiere decir ser como Dios, imitar a Dios “Siguiendo las huellas de
Cristo y amoldándose a su imagen” (40 b) Si imitamos el ejemplo de Jesús,
realizamos la santidad, vivir como Él vivió. Todo cristiano tiene la gracia y la
fuerza para ese seguimiento.

¿Es esto posible de verdad? ¿Logramos hacer lo que se nos pide? La


constitución dogmática afirma que la raíz, el origen de la santidad no está en
nosotros, ya que solos no seremos capaces de conseguirla: “Envió a todos el
Espíritu Santo para que los moviera interiormente a amar a Dios con todo el
corazón…y a amarse como Cristo nos amó” (LG n. 40). Nuestra buena
voluntad, valentía, buena educación, un feliz momento de conversión no
hacen, por sí mismo, la santidad. Es el Espíritu Santo el que, desde el interior
de nuestro corazón, nos permite amar a Dios con toda el alma y al prójimo con
todas nuestras fuerzas. Es el Espíritu Santo quien hace de todo hombre un
Santo:

No son la raíz de la santidad nuestros buenos propósitos, ni nuestras devotas


lecturas, o las devociones piadosas, ni nuestros sacrificios. Todas esas cosas
son útiles, pero en la medida que parten del Espíritu Santo ya que está dentro
de nosotros y opera en nosotros la santidad cristiana.

“Y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad


terrena” (LG m. 40b). Los santos irradian sobre la tierra un tenor de vida más
humano y, gracias a ellos, la humanidad se hace más humana. Se indica
además otro fruto, cuando se dice que todo cristiano debe “alimentar al
mundo con frutos espirituales e infundirle el espíritu del Evangelio” (LG n. 38)

La santidad alimenta y nutre al mundo difundiendo en él el espíritu de las


bienaventuranzas, espíritu de mansedumbre, pobreza, paz, lo que es el alma en

30
el cuerpo, esto han de ser los cristianos en el mundo. (LG n. 38), para dar al
mundo vida, fuerza, esperanza.

Cada fiel, en la medida en que deja obrar al Espíritu Santo, se convierte en


alma de su ambiente, de su realidad, de su grupo, de su situación, porque el
Espíritu difunde por doquier la santidad.

El ejercicio de la santidad se describe en estos términos: Ser testigo de la


resurrección y de la vida del Señor Jesús, testimoniar la presencia del
Dios vivo. (LG n. 38). Con su propia vida nueva, la resurrección y la vida del
Señor Jesús, el cristiano alimenta la esperanza y el amor del mundo.

El término final de la santidad es la constitución de un pueblo de santos,


que canta al mundo la gloria de Dios. (Hech. 9,31)

Una Iglesia Santa

Bellísimas afirmaciones de la Constitución dogmática, Hechos de los


apóstoles:”La Iglesia por entonces gozaba de paz en toda Judea, Galilea y
Samaria; se iba construyendo, progresaba en la fidelidad al Señor y se
multiplicaba alentada por el Espíritu Santo”.

La Iglesia primitiva vivía su alegría, plenitud, santidad. Alentada por el


Espíritu Santo. Una Iglesia que se sentía llena del Espíritu Santo, que es quién
suscita su santidad. El espíritu la consolaba, la confortaba, animaba, un
poco como hiciera Jesús con los discípulos de Emaús.

La Iglesia se sentía llena de ese consuelo, experimentaba su plenitud. Otras


expresiones típicas de Pablo. “Estoy lleno – desbordante, repleto- de
consuelo y sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Cor. 7,
4).

El apóstol desbordaba de consuelo sufriendo mucho, ¡y ésta es una


característica de la santidad de la Iglesia! Pablo, arrojado al fondo de una
prisión, herido, con llagas y encadenado, “hacia la medianoche, Pablo y Silas
estaban en oración cantando himnos a Dios” (Hech 16, 25).
31
Esta plenitud de consuelo en medio del sufrimiento se experimenta también
hoy, en formas que a veces parecen milagrosas y que revelan la presencia del
espíritu Santo, siempre pronto para confortar y santificar a su Iglesia.

”La Iglesia… se iba construyendo, y progresaba en la fidelidad al señor” (Hech.


9, 31). La Iglesia primitiva crecía en número, nuevos bautizados crecía en
madurez, en fe. Caminaba geográficamente por los caminos del mundo,
caminaba en la santidad, el sentimiento de plenitud que tenía le dilataba el
corazón.

”Gozaba de paz”. La paz es la característica de la santidad. En toda Judea,


Galilea y Samaria. Son las tres regiones recorridas por Jesús, en medio de la
paz y del gozo del Espíritu.

Preguntas finales

Meditación personal, L.G. y de los Hechos de los Apóstoles.

1. ¿Tengo el sentimiento del consuelo del Espíritu Santo? En la


comunidad- parroquia ¿sentimos esta plenitud de consuelo? ¿O es,
tal vez, más frecuente un sentimiento de carencia, de inquietud, o un
sentimiento de frustración?
¿Por qué tantas lamentaciones en nuestras comunidades?
¿Estamos convencidos de que la regla de comunión, lo normal en una
comunidad cristiana, debería ser la plenitud de consolación del
Espíritu?
Señor Jesús, ¿Cómo es que no sentimos la plenitud de consuelo,
estamos replegados en nosotros mismos, tristes y ansiosos?

2. ¿Crecemos en madurez cristiana? ¿Siento que el Señor me hace


crecer en la fe, amor, paciencia, en la humildad? ¿Crecemos en
número, en don, en servicio? Si no crecemos, no somos Iglesia en
camino, sino Iglesia estática.
32
Haz Señor, que sintamos que nos llamas a caminar y a crecer.

3. ¿Experimento en mí la paz, a pesar de los conflictos que me


rodean? ¿Sentimos la paz a pesar de los problemas, de las distintas
formas de ver, de los miedos al futuro, las ansiedades por tantas
realidades de la Iglesia, de la sociedad, problemas que nos angustian.
“Les doy mi paz, no como la da el mundo”.

Esta paz no es, desde luego, ausencia de conflictos, de preocupaciones;


requiere participación en los sufrimientos del mundo. Es la paz dentro
del corazón; La Iglesia tiene como característica el mantener siempre la
paz de Jesús, en las persecuciones, en medio de huracanes y
tempestades. ¿Somos nosotros de verdad una Iglesia en Paz?

4. Los hechos nos hablan de la Iglesia que estaba en Judea, Galilea y


Samaria. ¡Cómo vivimos en nuestras Iglesias locales? ¿Cómo
contribuimos a la santidad?
Los santos y santas han sido siempre fuente y origen de renovación en
las más difíciles circunstancias a lo largo de toda la historia de la
Iglesia.

“Señor Dios, Padre nuestro, que te has revelado a nosotros en Jesucristo


tu Hijo, danos una abundante efusión del Espíritu de santidad. Te
alabamos y te bendecimos porque, en los diversos dones, es uno el
Espíritu; de distintos modos de servirte, uno solo el Señor, muchos tipos
de actividad, uno solo eres tú. Haz que nuestras comunidades puedan
crecer y caminar en tu fidelidad, Padre de la vida y del amor; haz que
nuestras comunidades experimenten la plenitud del consuelo aún en
medio de los inevitables sufrimientos”.

33
VII
La iglesia de la caridad para la vida del mundo

“Si el Señor no construye la casa,


en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis,


que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos;


su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena


con ellas su aljaba:

34
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza”. (Salmo 126)

“Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte que llaman de los olivos, mandó a dos
de sus discípulos diciéndoles: vaya a esa aldea de enfrente: al entrar encontraran un
borrico atado en el que nadie se ha montado nunca. Desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les
pregunta por qué razón lo desatan, contéstenle que el Señor lo necesita. (Lucas 19,29- 44)

“Ellos fueron y encontraron lo que les había dicho.


Mientras desataban al borrico, los dueños les preguntaron:
-¿Por qué desatan el borrico?
Contestaron ellos:
-El Señor lo necesita.
Se lo llevaron a Jesús, aparejaron el burro con sus mantos y ayudaron a Jesús a montarse.
Según iba él avanzando, alfombraban el camino con los mantos.
Cuando ya se acercaba en la bajada del monte de los Olivos, los discípulos en masa,
entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían
visto, diciendo:

¡Bendito el que viene como rey en nombre del Señor!


¡Del cielo paz y a Dios gloria!
De entre la gente, unos fariseos le dijeron:

- Maestro, reprende a tus discípulos.


El replicó:
Les digo que si éstos se callan gritarán las piedras,
Al acercarse y ver la ciudad, le dijo llorando:

-¡Si también tú comprendieras en este día lo que lleva a la paz! Pero no, no tienes
ojos para verlo. Y la prueba es que va a llegar un día en que tus enemigos te rodeen
de trincheras, aprieten el cerco, te arrasen con tus hijos, y no dejen piedra sobre
piedra, porque no reconociste la oportunidad que Dios te daba”. (Lc. 19,29-44)

35
Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen
Gentium, n. 9 b-c

Tener por Cabeza a Cristo, que fue entregado por nuestros pecados y resucitó
para nuestra salvación (Rom 4, 25) un nombre que está sobre todo nombre,
reina ahora gloriosamente en los cielos. Tiene por estado la dignidad y
libertad de los hijos de Dios.

Tiene por ley el mandato nuevo del amor como El mismo nos amó (cf. Jn
13, 34). Tiene como fin la dilatación del Reino de Dios.
El como instrumento de la redención universal es enviado a todo el mundo
como luz del mundo y sal de la tierra (cf. Mt 5,13-16).

Así Israel, el peregrino del desierto, es llamado alguna vez Iglesia ( cf. Esdr 13, 1;
Núm. 20, 4; Deut 23, 1 ss. ), así el nuevo Israel que va avanzando en este mundo
hacia la ciudad futura y permanente (cf. Heb 13,14) se llama también Iglesia de
Cristo (cf. Mt 16,18), porque El la adquirió con su sangre (cf. Hech 20, 28), la
llenó de su Espíritu y la proveyó de medios aptos para una unión visible y
social.

Con la obligación de extenderse a todas las naciones. Caminando a través


de peligros y tribulaciones, pero que no deje renovarse a sí misma bajo la
acción del Espíritu Santo hasta que por la cruz llegue a la luz sin ocaso.

Salmo 126 es el agradecimiento al Señor: “Señor, te alabamos por todos los


prodigios que hemos visto, por todos los dones que nos has concedido en
nuestras reuniones”

Te alabamos, Señor, porque nos has construido Tú la casa, por eso no hemos
trabajado en vano.

36
Tú nos has dado el pan durante las meditaciones: nosotros somos tus hijos,
fruto de tu seno. Concédenos penetrar en el misterio de tu Iglesia y de tu
Pueblo para contemplar la imagen de la Iglesia.

El otro es la contemplación de la Iglesia de la caridad: caminos de la


caridad, es el de la caridad política.
De la constitución L.G. y del evangelio de Lucas- corresponden, de alguna
manera, a nuestros dos temas: la primera desarrolla, el tema del pueblo de
Dios, mientras que la segunda el tema de Jesús ante su ciudad ante la polis, es
decir, ante la realidad política.

Lectio de LG n 9: El Pueblo De Dios

El texto de la LG está tomado del capítulo ll de la Constitución. Este capítulo


representa la gran novedad escatológica del Vaticano II.

El capítulo I: Se refiere al misterio de la Iglesia, diversidad de imágenes: La


Iglesia como redil, como campo de Dios, edificio de Dios, como Jerusalén
celestial, como madre nuestra, Esposa del Cordero, cuerpo místico.

El capítulo II: Trata del tema de la Iglesia pueblo de Dios. Seguirán capítulos
más específicos, jerarquía, laicos, religiosos, para hacernos ver los distintos
modos de considerar la unidad, en particular la participación de los laicos
en esta plenitud del camino del pueblo de Dios.

Señalando quién es nuestra cabeza, cuál nuestra condición, nuestra ley,


nuestro fin, cuál nuestra misión y cuál nuestro destino.

Habla de lo que somos nosotros; Papa, obispos, sacerdotes, religiosos,


religiosas, laicos, niños, ancianos, familias, somos esa realidad, todos iguales,
todos de la misma dignidad, libertad, caridad, misión.

Es una página que ha de leerse con admiración. El pueblo de Dios tiene por
cabeza a Cristo, que reina glorioso en el cielo. El pueblo de Dios se limita a

37
los que ahora estamos aquí. Jesús está siempre presente en su Iglesia y en
ella vive en cuanto Resucitado.

La iglesia peregrina en la tierra, es pueblo mesiánico que anticipa ya en sí


misma la nueva criatura. Es pueblo de Dios en camino actualmente.

“Es una gran marcha colectiva hacia la unidad. Camina hacia la unidad
definitiva de los hombres en Cristo y hacia la consumación del universo en
Dios, la cual se actúa ya en nosotros”. (Cardenal de Lubac)

La iglesia celeste y la Iglesia terrestre, considerando la única Iglesia que ya


desde ahora merece el nombre de Iglesia celeste.

La responsabilidad de nosotros, Iglesia, para todo el género humano, somos


responsables de toda la humanidad: aunque aparezca como una pequeña
grey, es, sin embargo, el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de
salvación.

Somos pobres, incapaces, débiles, pero tenemos esa misión, en unión con toda
la Iglesia celeste. La responsabilidad de la Iglesia por la paz y la obligación
de extenderse a todas las naciones.

Impregnar constantemente nuestro hacer y nuestro decir, dentro y por encima


con la mirada mucho más lejos; dentro del tiempo y partícipes ya de la
eternidad; dentro de las emociones, los sufrimientos y luchas, y a la vez en la
paz de Dios, partícipe ya del gozo y de paz que hay en los cielos.

Lectio de Lucas: La caridad política


Tres Partes:

1. La preparación de la entrada en Jerusalén


2. La descripción de la entrada
3. El llanto de Jesús

El episodio no acaba con el triunfo, sino con el llanto. El relato termina con
la explosión de ira de Jesús que expulsa a los vendedores del templo. No se
trata, pues, de un episodio glorioso, pasa por un momento de gloria y se
vuelve rápidamente dramático.
38
Jesús y los discípulos, les dice dónde deben de ir y qué deben responder. Es
Jesús quien da las órdenes y las disposiciones precisas. Los discípulos no
hacen sino cumplir puntualmente sus órdenes.

¿Cuál es el mensaje? Es Jesús el Señor. El Señor lo necesita, es la primera


y la única vez que Jesús se designa a sí mismo como el Señor. Se revela el
señor de la historia, Señor de los acontecimientos: todo gira en torno a él,
todo está ordenado en torno suyo.

El Señor de la historia marcha, hacia su ciudad. El lugar es la bajada del


monte de los Olivos, sitio que evoca tantos recuerdos. Pueblo de Dios que
tiene por característica la alabanza: es un pueblo que alaba a Dios.

El Pueblo tiene por condición la dignidad, la libertad de los hijos, en cuyo


corazón habita el Espíritu, y tiene por características la capacidad de
alabar a Dios, de reconocer sus prodigios. ¿Tenemos nosotros esta
característica? Nosotros, pueblo de Dios, parroquia, Consejo pastoral,
grupo, nosotros realidad de Iglesia, ¿tenemos como característica inmediata
la alabanza? ¿O es nuestra característica el lamento, temor, la estrechez de
espíritu, las disputas.

El pueblo alaba diciendo: “Bendito el que viene en el nombre del Señor”. ¡Del
cielo la paz y a Dios gloria!

El capítulo 6 de Isaías, donde cantan los querubines: santo, santo es el señor


Dios del universo: Llena está toda la tierra de su gloria, porque se supone que
en el cielo ya lo está. La novedad consiste precisamente en que sea la tierra la
que está llena de la gloria.

El llanto no tiene razones lógicas; es una descarga de emoción, de


sentimientos; es una inundación de sentimientos encontrados que brotan
violentamente. Esta experiencia del llanto para entender que no hay palabras
para explicarla, porque el llanto está más allá.

Jesús llora, prorrumpe en sollozos. Nosotros estamos llamados, en el


silencio, oración, a unirnos al llanto de Jesús, a contemplar, la caridad
política que estalla en sollozos en el corazón de Cristo.

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Algo serio, para hacer, llanto al corazón del Hijo de Dios encarnado.
Jesús llora porque existe un mensaje, un camino para la paz, y ese
camino, aun pudiendo ser entendido, no se capta.

La paz está dentro de las posibilidades del hombre, la paz que hay en el cielo y
que inunda la plenitud del universo. Esta paz se le ofrece al hombre en Jesús
mismo, como don maravilloso de Dios. Jesús llora porque no han sabido
acogerla estos hombres, que estaban a un paso de su paz.

El llanto de Jesús por la historia no consigue cosechar la paz. En el lado


opuesto, está el gozo y la alabanza de Jesús: “Te doy gracias, Padre, porque
al esconder estas cosas a los que se tienen por sabios, se las has revelado a
los pequeños” (cfr. Lc 10,21), porque el pueblo ha llegado a conocer y a
experimentar esta paz.

La iglesia para la vida del mundo


¿Es la iglesia para el mundo o es, más bien el mundo para la Iglesia? La
respuesta es clara: la Iglesia es para el mundo, exige de la Iglesia actitud del
servicio, del servicio al hombre, del anhelo por el hombre.

La Iglesia que está al servicio de la humanidad y de sus sufrimientos; está


al servicio de la paz. La intención de Dios es la salvación de los hombres. La
Iglesia es el mundo reconciliado y el mundo es para la Iglesia, en cuanto que
está llamado a reconciliarse y a llegar a ser Iglesia. La Iglesia es el mundo
reconciliado ofrecido al Padre; la Iglesia es la gloria de Dios, es la paz en
el cielo que se hace paz en la tierra.

La Iglesia ha de ser ante todo el lugar en que habite esa paz y esa gloria,
para poder ser testigo, para poderla difundir como sal de la tierra y luz
del mundo, según la afirmación de la Lumen Gentium (cfr. N. 9b)

Aquí estamos, Señor ante el misterio de tu Corazón, queriendo contemplar esa


Iglesia que salió de tu corazón traspasado, que es pueblo de Dios e Iglesia
atenta a la ciudad, a la realidad social, política, a la unidad de los hombres, a
la paz en el mundo. Iglesia del cielo que actúa ya aquí. Gloria de Dios

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presente en la historia. Misterio de inmersión y misterio de elevación celeste
dentro de la historia y sobre la historia.

Esta es nuestra dignidad, esta nuestra misión, nuestra llamada, esta es la


Iglesia de la que queremos tomar conciencia.

Preguntas para los Consejos Pastorales:


1. ¿Somos el pueblo de la alabanza? Cuando nos reunimos,
¿empezamos ante todo por alabar, por dar gracias, por los dones
de Dios?

2. ¿Estamos abiertos en los grupos más pequeños a nuestras


responsabilidades históricas, tal como se indican en las páginas de la
Lumen Gentium?

3. ¿Nos dejamos ayudar? abrir vuestro corazón a las responsabilidades


históricas del pueblo de Dios.

4. ¿He llorado alguna vez por mi ciudad? ¿He llorado por mi


comunidad, por las personas que amo? Intentamos volver sobre esos
momentos y vivirlos participando en el llanto de Jesús. No se trata de
un llanto deprimente, negativo, sino de un entrar en la forma de
ver de Jesús.

Muchas veces lloramos por nosotros mismos o por alguien, Pero Jesús
nos enseña a llorar también por la ciudad, por el mundo, por todas las
realidades de sufrimiento en que se ven en el camino histórico de los
hombres.

5. ¿Cómo me dejaré arrastrar por los caminos de la paz, para que


nuestra ciudad, esta ciudad que es ya el mundo que encuentre las vías
de la paz? ¿Cómo me dejaré implicar, cómo reconoceré la vista del
Señor que nos indica los caminos de la paz?

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6. ¿Cómo me dejaré implicar? ¿Cómo llevaré a la práctica lo que he
aprendido, sobre el tema de la Iglesia fruto de la caridad y de la
Iglesia actora de la caridad?

Entender lo que hoy es útil para nuestra paz. Oh señor, haz que este
camino no quede oculto a nuestros ojos, acogiendo tu visita y estamos
sirviendo a la paz de esta ciudad y de este mundo, queremos orar
ofreciendo nuestro sacrificio, nuestra adoración y nuestro silencio.

Infunde en nosotros, Señor la plenitud de la caridad, en virtud de la cual, si un


miembro sufre, todos los miembros sufren a la vez y si un miembro es
honrado, todos los miembros gozan con él. Esa caridad que nos hace sentirnos
cuerpo de Cristo y miembros suyos.

Envíanos el Espíritu de amor, de acogida, de gratitud, el espíritu de amor,


el espíritu de paciencia y de paz. Une nuestros corazones en la confesión y
en el grito de: ¡Que Jesús es el señor!, el grito que nadie puede pronunciar
a no ser guiados por el Espíritu Santo.

VIII
A los pies del Señor

42
Introducción
El episodio de Marta y María (Lc 10, 38-42) viene de hecho, en el evangelio de
Lucas, inmediatamente después de la parábola del buen Samaritano (Lc. 10,30 -
37).

Meditar sobre el Hacerse próximo y a tener por dicha nosotros la frase:


Cuida de él (Lc 10,35). Ambos episodios, se integran en una unidad.
Reflexionar sobre la Dei Verbum nos ayudará a repensar esa unidad y a
ponernos de nuevo en sintonía con ese documento conciliar.

Algunas reflexiones referidas, sobre todo, al capítulo VI de la Constitución


Dei Verbum, que habla de la Escritura en la vida de la Iglesia.

Dei Verbum: Es el lugar de opciones pastorales serias, implica juicios


sobre la situación, cuestiona la forma misma de predicar el Evangelio. La
necesidad de explicar, justificar las opciones personales y pastorales
llevadas a cabo hasta la primicia de la Palabra de Dios.

El icono de María de Betania, que permanece sentada a los pies de Jesús y


escucha su palabra (cfr. Lc 10,38-42). María de Betania es, la Iglesia que
escucha. Esta no debe moverse de tal postura, tomar una conciencia más
intensa del don que le ha sido hecho, dar gracia por la escucha. Dondequiera
que se proclame el Evangelio en el mundo entero, se hablará también de lo
que ésta ha hecho, para memoria suya (Mc 14, 9; cfr. Jn 12, 1-8)

La Posición de María, como la de la Iglesia: en devota escucha de la


palabra de Dios (Dei Verbum n.1).El Santo concilio, escuchando religiosamente
la Palabra de Dios y proclamándola confiadamente, hace suya la frase de San
Juan, cuando dice: “Les anunciamos la vida eterna, que estaba en el Padre
y se nos manifestó: lo que hemos visto y oído les los anunciamos a ustedes,
a fin de que vivan también en comunión con nosotros, y esta comunión
nuestra sea con el Padre y con su Hijo Jesucristo” (1 Jn 1, 2-3;DV n. 1)

La escucha y anuncio de la Palabra presentan la raíz de la comunión


eclesial. Significa que la devota escucha y la valiente proclamación de la
Palabra no constituyen un aspecto secundario y sectorial de la vida y de la
misión de la Iglesia, sino que influyen orgánicamente en toda la realidad
eclesial. Esta idea, que aparece en el Proemio de la Dei Verbum, se repite y se

43
profundiza en el capítulo VI, que describe la función de la Sagrada Escritura
en la vida de la Iglesia.

A la escritura es aquella fuerza plasmadora de toda la vida eclesial que se le


reconoce en la Eucaristía, aludiendo a la doble mesa: de la palabra de Dios y
del cuerpo de Cristo.

Indicaciones pastorales para que la Biblia sea accesible a todos los fieles.
Estudiada y explicada oportunamente, para que sea el alma de la teología.

En la catequesis o cualquier tipo de instrucción cristiana, (homilía) constituya


el alimento constante de todos los creyentes y de quienes tienen a su cargo
tareas particulares en la comunidad cristiana.

Una pregunta de carácter pastoral: ¿se puede llevar a la práctica ese


proyecto del Concilio? ¿Es posible ponerlo en práctica en las parroquias, en la
base misma de la comunidad cristiana más fielmente hoy?

Hay otra pregunta de carácter doctrinal, ¿Qué relación hay entre la Palabra
de Dios, la Revelación y la Escritura? habremos de volver a tomar en las
manos la Dei Verbum y volver a pensarla en nuestro contexto actual.

Icono bíblico de Marta y María


1. Primer momento: la lamentación de Marta, son los problemas de
nuestras comunidades a la hora de poner en práctica la Dei
Verbum, las dificultades concretas de las comunidades al llevar a
efecto este programa pastoral.
2. Segundo momento: La contemplación de María: considerar la Dei
Verbum en el marco general del Concilio. Intentando captar su idea
fundamental; su puesta en práctica; caminos para su aplicación hoy.
3. Tercer momento: Las oraciones para fundir en una unidad, dentro de la
Iglesia, la escucha de la Palabra y el ejercicio práctico del servicio y

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de la caridad. Es la conciliación entre Marta y María en la vida
diaria de nuestras comunidades.

¿Cómo se encuentran hoy las comunidades cristinas ante la


Palabra de Dios?

Hoy nos encontramos en una situación bastante distinta de la vida en tiempos


del Concilio. Han cambiado los tiempos.

Primer peligro: cierto instrumento en el uso de la Escritura, todos reconocen


que, después del Concilio, creció el interés en torno a la Biblia. La pastoral
litúrgica y todas las comunicaciones de la fe (predicación, catequesis,
dirección espiritual, etc.) han intentado renovarse a partir de la Escritura.

Se ha empezado a notar un cierto cansancio, cierta desilusión, la Biblia se


había visto un poco como una moda, ver cómo puede estar llena de novedad y
de frescura.

La Biblia posee capacidad de atracción, de interés, de enriquecimiento


cultural, poético, de imágenes, de profundidad vivida del espíritu cristiano. La
Biblia exigía y exige renovar desde dentro nuestras iniciativas pastorales a
través de un camino paciente ¡El camino de Emaús! que no se detengan ante
dificultades, desilusiones, ante los que decimos creíamos, esperábamos, sino
que tengan el valor de volver a escuchar la Palabra y tomarla en serio.

Segundo peligro: cierto desbordamiento de algunas modalidades de lecturas


bíblicas; Personas y grupos que han insistido, y con mayor seriedad, en tomar
la Biblia como punto de referencia de toda su vida personal y también de la
acción pastoral. ¿Qué ha ocurrido? Cualquier forma de vida personal o
comunitaria, cualquier sistema doctrinal o pastoral recibido encuentra en la
Biblia un hecho como para convertirse no sólo en alimento, sino también para
servir de remedio y deseo de reflexión.

Con la Constitución Dei Verbum es necesario evitar una lectura parcial. No


puede quedar separada de la viva tradición de la Iglesia, ha de evitarse y
superarse la falsa oposición entre la función doctrinal y la pastoral.

Tercer peligro: lo constituyen las lecturas bíblicas comprometidas por el


contexto cultural. Algunas concepciones filosóficas de la subjetividad, de la
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libertad, de la existencia o algunas visiones de la historia y del futuro social
han dado lugar a lecturas de la Biblia de impronta existencia o historicista, no
exentas de problemas y riesgos.

La contemplación de María
(El mensaje de la Dei Verbum)

¿Cuál es el mensaje fundamental de la Dei Verbum?

1.- Idea fundamental de la Dei Verbum:

Suele decirse que el núcleo central del Vaticano II fue la reflexión sobre la
Iglesia y su misión en el mundo contemporáneo. El mensaje central de la
enseñanza conciliar, lo formularíamos así: la unidad de todos los hombres
en Cristo según el plan de Dios.

Dios ha querido que todo hombre fuese hijo suyo y hermano de todos los
demás hombres mediante la participación en la vida y en el destino de Jesús,
el Unigénito y el primogénito de todos los hermanos.

El concilio ha querido decir que el hombre de hoy vuelve a encontrar la


llamada de Dios dentro y por encima de las contradicciones de la condición
actual.

2.-Una nueva comprensión de las dificultades

Lo que hace falta es seguir por el camino de la Dei Verbum con mayor
empeño, con una fe más pura, recorriendo a los instrumentos de que
Jesús ha dotado a su Iglesia para proteger y hacer fructuoso el camino
que los creyentes, impulsados por la Palabra de Dios, recorrer en la
historia. ¡El valor que está en juego es demasiado decisivo para el hombre de
hoy como para batirnos en retirada en este punto!

3.- Indicaciones para un camino nuevo

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La Dei Verbum, en cambio, presenta la historia dentro de coordenadas
abiertas y articuladas: precisamente por ser expresión de libertad, la historia
es, a la vez, búsqueda, entregada al misterio, obediencia a Dios, Señor de la
historia.

“Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12, 32);
Jesús debía morir “para reunir en uno a los hijos de Dios que estaban
dispersos” (Jn 11,52); “El señor es el fin de la historia humana, el punto de
convergencia de los deseos de la historia y de la civilización, el centro de
género humano, gozo y plenitud de las aspiraciones de todos los corazones”
(GS n. 45; cfr. GS n. 10)

Una constante imploración: “Muéstrame, señor, tus caminos, dame a conocer


tus senderos. Indícame por qué caminos puedo dejarme modelar por ti.
Enséñame a discernir, sé Tú mismo, Señor, quien actúe en mi para que pueda
conformarme a Ti”. Es el hombre en oración y en la escucha, es María de
Betania que se deja modelar y pasa a ser Kerigma.

El primer don: de la Eucaristía, presencia real de la Pascua de Jesús, acogida


y celebrada por la Iglesia para todos los tiempos y para todos los hombres.

El segundo Don: es la Palabra inspirada, oral y escrita, es la Sagrada


Escritura, verdadera palabra de Dios que resuena dentro y a través de las
palabras humanas en todo tiempo y para toda persona que la escucha o la lee.

Ha testimoniado a todas las generaciones cristianas la vida, la muerte y la


resurrección de Jesús como salvación para la humanidad, se hacen Palabra
escrita, presente permanentemente y entregada por el Espíritu a todo hombre
en la Iglesia.

El tercer Don: es toda la comunidad cristiana, asistida, inspirada por el


Espíritu Santo, y constantemente a la escucha de la enseñanza de los
apóstoles, partiendo de la Escritura y valiéndose de los diversos ministerios
entre los que tiene particular importancia el magisterio jerárquico que acoge a

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lo largo de los siglos la Palabra de Dios, la palabra de la cruz, la palabra
profética y apostólica oral y escrita.

Prospectiva practica de Marta y María


(Sugerencias a las comunidades Parroquiales)

Retomamos rápidamente estas dificultades, para entender qué clase de


discernimiento pastoral y espiritual nos siguiere la renovada contemplación de
María.

a) Hay que discernir el uso instrumental de la Biblia con el fin


simplemente de hacer más interesante un programa pastoral,
ampliar la mente y la mirada.

Muchísimas cosas, efectivamente, nacen y han nacido de la Escritura,


pertenecen, la tradición que lleva consigo las riquezas de la Palabra. La
tradición viva tiende continuamente a rejuvenecerse, a regenerarse
mediante un renovado contacto directo o verbal con la Sagrada
Escritura.

La animación bíblica: de la predicación, de la catequesis, de la


teología, deseada por la Dei Verbum, no se abandone. Han de constituir
un principio constante, que renueve desde dentro toda la acción
pastoral litúrgica, catequética, caritativa y misionera.

b) Las lecturas comprometidas y constantes de la Biblia

Amplio uso de la Biblia. Es necesario que la fuerza renovadora de la


Biblia sea captada en toda su pureza y complejidad. Contemplación,
obediencia, oración alimentada siempre por la Eucaristía.

c) La palabra de Dios, se expresa en la vida cristiana concreta, en el


testimonio valiente, en la intensa caridad fraterna, en la sencilla y
humilde fidelidad a las tradiciones y a las raíces comunitarias. Pero
esta riqueza práctica, operativa, tradicional, comunitaria es

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verdaderamente cristiana cuando depende radicalmente de Cristo y
renueva constantemente esa dependencia a través de la escucha de la
Palabra inspirada, sin miedo a afrontarla.

Iniciativas practicas:
Nos preguntamos cómo vivir todo esto en la base eclesial, sobre todo en
las comunidades parroquiales más sencillas. ¿Es posible dar una base
bíblica cristiana a las distintas realidades católicas que se dan en nuestro
mundo?

¿Es posible crear comunidades parroquiales a la escucha de la Palabra y


que estén, a la vez, en dialogo constante con grupos, movimientos,
asociaciones; comunidades que tengan vivacidad espiritual, vitalidad
misionera, que se dirijan a todos con un programa serio y esencial.

¿Es posible pedirle a cada fiel que se alimente individual, personal y


directamente de la biblia?

La respuesta tendría que ser un programa que lleve a los jóvenes a la lectura
de la Escritura, enseñándolos a leerla, que cuente con escuelas de la
Palabra, que estimule la lectura de la Biblia en las familias.

Que estimule la santidad cristiana de base a partir de la escucha de la Palabra,


suscite comunidades parroquiales que no estén únicamente atareadas
como Marta, sino que sean ante todo contemplativas como María.

Un programa que se proponga llegar a cada uno de los fieles para que se
nutra frecuente y personalmente la palabra de la Biblia. Alimentarse, no
solo con la escucha comunitaria sino además personalmente, la lectura
frecuente de la Escritura, la familiaridad con los evangelios. La biblia entre en
un programa serio que inspire la acción pastoral de las Parroquias:
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1.- las formas más normales de la pastoral: celebración litúrgica, la
educación y la comunicación de la fe, la cercanía a cualquier hermano en el
nombre del Señor

Los momentos ordinarios de la vida eclesial. Las celebraciones sacramentales


y litúrgicas deben estar a la escucha y meditación de la Palabra.

Que la predicación, la catequesis, la dirección espiritual se inspiren realmente


en la Biblia y eduquen a los creyentes, especialmente a los adolescentes y a
los jóvenes, en un conocimiento constante de la Sagrada Escritura.

Que las familias se eduquen en la lectio divina que les ayude a aplicar las
páginas bíblicas a los acontecimientos diarios de su familia. Que el
compromiso de caridad se nutra siempre de intensa meditación bíblica, el
creyente aprenda a vivir en el corazón mismo de Dios y se eduque en ver al
hombre y sus pobrezas con los ojos mismos de Dios.

2.- Para con los alejados: dirán con sencillez alguna frase bíblica, a modo de
comentario de los hechos alegres, dolorosos de que está tejida la vida de todo
hombre.

Proponer determinadas iniciativas comunitarias más organizadas, en orden a


un acercamiento serio y orgánico al texto bíblico.

3.- La creación de un grupo: de personas que se dedique con especial


seriedad y con preparación intensa a las distintas iniciativas. Un grupo de
creyentes que conozca la Biblia con cierta profundidad, entrenado en la lectio
divina y preparados para el anuncio misionero y que se pongan
generosamente a disposición de la parroquia para animar y poner en práctica
el programa pastoral.

Tres palabras de María de Betania

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1.- Mira el futuro: La Dei Verbum mira el futuro, es para los jóvenes. Son
ustedes jóvenes, los que recojan, mejor que nosotros la fuerza renovadora de
esta contemplación del misterio que se revela en la historia, por medio de
Cristo Palabra, y hace de nosotros mismos palabra de Dios para el mundo. Es
preciso, por eso, entender, estudiar, enamorarse del Concilio y la Dei
Verbum

2.- Mira la historia: En los años de juventud es cuando el hombre se pregunta


con mayor sinceridad y urgencia: ¿Quién soy yo? ¿Qué es la historia? ¿Cómo
puedo modificarla? ¿Adónde tiende mi libertad?

La Dei verbum, como hemos visto, da respuestas serias y luminosas a


estas preguntas, acostumbra a pensar en el futuro, en la responsabilidad
histórica de la propia libertad.

3.- Acudamos a la escuela de la palabra: la necesidad de una profunda


renovación de nuestras comunidades. Lo sienten de manera especial los
jóvenes.

La Dei verbum nos ofrece un programa austero que entusiasma y es práctico


para una verdadera renovación pastoral. “Acérquense todos a la escuela de la
Palabra, porque es la parte mejor, que no se les quitará”

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