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RETIRO PARA PAPÁS Y PADRINOS DE PRIMERA COMUNIÓN

AMBIENTACIÓN: Cantos dinámicos o juegos.

ORACIÓN INICIAL
CANTO:
CANTANDO LA ALEGRÍA DE VIVIR
LLEGUEMOS A LA CASA DEL SEÑOR;
MARCHANDO TODOS JUNTOS
COM HERMANOS,
ANDEMOS LOS CAMINOS
HACIA DIOS.

Venid, entremos todos dando gracias;


Venid, cantemos todos al Señor,
Gritemos a la roca que nos salva,
Cantemos la alabanza a nuestro Dios.

La paz del Señor sea con Vosotros


La paz que llena sola el corazón,
La paz de estar unidos como hermanos,
La paz que nos promete nuestro Dios.

Entremos por las puestas dando gracias,


Pidamos al Señor también perdón,
Perdón por nuestra falta a los hermanos,
Perdón por nuestro pobre corazón.

Sabed que Dios nos hizo y somos suyos,


Sabed que el Señor es nuestro Dios,
Nosotros somos pueblo y las ovejas,
Ovejas del rebaño del Señor.

ORACIÓN: CON LAS MANOS UNIDAS

Con las manos unidas,


formamos comunidad junto a Ti, Jesús.
Sentimos el calor del compañero.
Nuestra fuerza une las manos,
nuestros corazones los unes Tú.
Y al sonreírnos entre nosotros,
es tu alegría la que asoma a nuestros labios.
Tu amor, tu alegría y tu fuerza,
habitan en cada uno de nosotros,
y nos impulsan a formar una comunidad.
Señor, nosotros queremos amarnos,
sin que nadie quede excluido.
1
Queremos vivir alegres,
y no dejaremos que el enfado nos separe.
Queremos ser una fuerte cadena
y entre todos haremos cosas grandes.
Que ninguno se sienta marginado,
ni haya nadie despreciado entre nosotros.
Al que esté triste o preocupado,
trataremos todos de ayudarle.
PORQUE ERES TÚ
QUIEN NOS UNE.
Señor JESÚS, ayúdanos a construir
una comunidad de hermanos. Amén.

TEMA 1: ¿CÓMO SER DISCÍPULO DE CRISTO HOY?

OBJETIVO. Lograr que en los padres de familia se despierte el anhelo de ser


discípulo de Cristo, alcanzando su santificación por mediación de Jesús enviado
del Padre.

TEXTOS BÍBLICOS Y/O DEL MAGISTERIO

(Mt 28,18-20; Lc 10, 2-4.16).


18Jesús se acerco a ellos y les hablo así: <<Me ha sido dado todo poder en
el cielo y en la tierra. 19Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes
bautizándolas en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, 20y
enseñándoles a guardar todo lo que yo le he mandado. Y he aquí que yo estoy
con ustedes todos los días hasta el fin del mundo>>.
2Y les dijo:<<La mies es mucha y los obreros pocos. Rueguen, pues, al
Dueño de la mies que envíe obrero a su mies. Vayan miren que les envío como
corderos en medios de lobos. 4No lleven bolsas ni alforja, ni sandalia. Ni saluden a
nadie en el camino…>>.
16<<Quiena ustedes los escucha, a mí me escucha; y quien a ustedes los
rechaza a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza a quien me ha
enviado>>.

CONTEMPLEMOS
852Los caminos de la misión. <<El Espíritu Santo es en verdad el
protagonista de toda la misión eclesial>>. Él es quien conduce a la Iglesia por los
caminos de la misión. Ella continúa y desarrolla en el curso de la historia la misión
del propio Cristo, que fue enviado a evangelizar a los pobres; <<Impulsada por el
Espíritu Santo debe evangelizar por el mismo camino por el que avanzo Cristo:
2
Esto es el camino de la pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación de si
mismo hasta la muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección>>. Es así
como la <<Sangre de los mártires es semilla de los cristianos>> (Catecismo de la
Iglesia Católica.).
54Como Buen Pastor Jesús precede a sus discípulos y los incorpora a su
camino. Ser discípulo será entonces “ir detrás de” Jesús, para aprender su nuevo
estilo de vivir y de trabajar, de amar y de servir, y para adoptar su manera de
pensar, de sentir y de actuar, al punto de experimentar que “no soy yo sino es
Cristo que vive en mí”. Este seguimiento incluye necesariamente el camino de la
Cruz:”el que no carga con su Cruz y viene de tras de mí, no puede ser mi
discípulo” (Lc 14, 27). Por eso, discípulo no es sinónimo de alumno. Discípulo dice
relación a una persona, en nuestro caso, a la persona de Jesucristo, cuyos pasos
el Discípulo sigue sin reserva, por amor asimilándose a su estilo de vida y a su
proyecto. Este es el fundamento de la moral del discípulo (C.E.M, Hacia la V
Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe).

CONFRONTAMOS

En nuestro día, la Iglesia guiada y santificada por el Espíritu Santo, quiere


que todos los bautizados retomen su camino como discípulo de Cristo, anunciando
la Buena Nueva, a ejemplo de los primeros apóstoles.

Sigamos junto esta misión que el Padre nos ha encomendado a través de


Jesucristo, para seguir construyendo el Reino de Dios, buscando a las personas
marginadas, empobrecidas y explotadas por la sociedad, invitándolas a que no
pierdan su fe, esperanza y sobre todo el amor a Dios.

Trabajo en equipo:

Hacer equipos de acuerdo al número de participantes para compartir las


siguientes preguntas, concluyendo con un plenario.

1.- ¿Qué es para ti ser discípulo?

2.- ¿Cuáles son los obstáculos que te impiden ser discípulo?

3.- ¿Qué tienes que hacer, para ser un discípulo?

Habiendo expuesto la realidad en nuestro entorno social, nos hemos dado


cuenta de todos aquellos obstáculos que sin duda alguna nos han alejado del
verdadero discipulado de Cristo.

Tenemos que tomar en cuanta que ser discípulo es seguir los pasos de
Jesús, no de una manera superficial que solamente nos hace aparentar lo que no

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somos. Sino que ser discípulo de Cristo es dar testimonio desde la Cruz donde
todos nuestros pecados fueron redimidos.

Dar testimonio desde la Cruz no implica estar cómodo, sin embargo en


nuestros días parece ser que todos vamos buscando la comodidad que en
muchas ocasiones es de una manera exagerada, de tal manera que se vuelve el
origen de muchos de nuestros pecados.

Hoy tenemos que dar testimonio de nuestra Fe, aun a costa de nuestra
propia vida sin tener miedo de ser martirizado, ya que el discípulo no camina sobre
pétalos de rosas.

Ser Discípulo de Cristo hoy no es tarea fácil, y por eso la Iglesia nos invita:

1.- Hacer una experiencia de Jesucristo mediante un encuentro fuerte con Él, y
renovar muchas veces este encuentro durante la vida.

2.- En el encuentro con Cristo, escuchar atentamente su palabra, contemplarlo con


admiración y dejarse invadir por Él (por su Palabra, su Amor y sus Actitudes).

3.- De esta escucha nace y se fortalece siempre de nuevo la fe, esto es la


adhesión profunda y personal de Cristo, a tal punto que el discípulo sea capaz de
invertir todo lo suyo en Cristo.

4.- El discípulo debe integrarse en la comunidad de los demás discípulo de Jesús


(la Iglesia), a través de la iniciación cristiana y allí vivir en comunión como
hermano y convivir con Cristo (oración, Lectio Divina, celebración de los
sacramentos, principalmente la Eucaristía, solidaridad con los pobres, etc.), y
acoger la enseñanza de los sucesores de los apóstoles.

5.- De ahí nace el seguimiento de Jesucristo. El seguimiento es la hora cristiana.


El discípulo, por que admira y ama profundamente a su Maestro y Señor, por que
lo sigue de cerca con fidelidad y esperanza, quiere recorrer los camino del
Evangelio: Amar como Cristo Amo, Vivir como Él Vivió y cumplir cuanto él mandó.

6.- El Discípulo se torna misionero. Quiere llevar a otros al encuentro con Cristo.
Quiere que Cristo sea para otros la Buena Nueva de su vida, así como lo es para
él, de modo que también otros tengan la experiencia vivificadora y la profunda fe
que se convirtió para él en el sentido de su vida.

7.- Como testigo del amor de cristo, el discípulo trabaja en la sociedad para que
ella acoja conforme a su dignidad de hijo de Dios y los aliente hacer fecundo los
dones que de Él recibió.

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EXPRESAMOS NUESTRA FE

Dar a cada persona un papel en forma de un pie donde pondrán las líneas de
acciones que deben seguir desde su realidad para ser discípulo de Cristo.

TEMA 2: EL DOMINGO, DÍA DE LA IGLESIA


OBJETIVO: que los padres de familia tomen conciencia de la importancia de
la celebración dominical, para celebrar el día del Señor como miembros de
un solo cuerpo.

VER

LA HORMIGA CHICHIRIMIN

Erase una vez, una hormilla llamada chichirimin. Ella vivía sola, le gustaba
estar sola, y cuando se presentaban las inclemencias del tiempo, ella corría a
esconderse en su tronco seco y hueco. Un día, el clima cambio drásticamente y el
viento y la lluvia hicieron que se preocupara por su tronco seco y hueco. Con los
fuertes vientos fueron cayendo ramas y arboles del lugar donde ella se
encontraba, aplastando todo lo que se encontraban a su alrededor; mientras tanto
la lluvia iba inundando el lugar donde estaba chichirimin y su tronco seco y hueco.
De repente ella se encontró desesperada y corría de un lado a otro, se detuvo y
entonces pensó: si vivera con mi comunidad tendría un lugar seguro, amigas que
se preocuparan por mí, o por lo menos alguien que me animará, pero no es así…
y se sentó a llorar.

Cuando la lluvia llevaba su tronco seco y hueco hacia una cascada,


chichirimin, dijo: este es el fin de mi vida. De pronto, miles de hormigas
aparecieron por el camino y vieron a su amiga que estaba desesperada, en su
tronco seco y hueco. La Reina de las hormigas entonces le grito: ¡chichirimin,
salta, que nosotros te salvaremos!. Chichirimin, no quería saltar, porque no sabía
de donde venía aquella voz. Y una y otra vez, se escuchaba la voz. Cuando
estaba cerca de hundirse en la cascada, ella volteo y escucho y vio de donde
venía aquella voz que le llamaba, se trataba de la comunidad de hormigas.

De esa manera sintió confianza en poder saltar y ser rescatada. Así


chichirimin reconoció que la comunidad es importante para vivir, y que ella le
salvo la vida; por eso, aprendió a vivir con sus amigas, con humildad, respeto y
libertad, y así formó parte de aquella comunidad que le acepto con alegría.

Del cuento que hemos escuchado, ¿cuál es la enseñanza que podemos


recoger?, ¿mis actitudes son como las de la hormiga chichirimin para vivir en

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comunión, en comunidad?

DESARROLLO DOCTRINAL

Texto Bíblico clave: Hechos 2, 42-47.

Al igual que en las catequesis anteriores se trata de resaltar los elementos


sustanciales del texto bíblico de acuerdo a la temática del día. En este contexto
ayudar a las personas ha descubrir el estilo de vida de las primeras comunidades
cristianas, en donde giraba su vida de fe: 1) Tener todo en común (Caridad); 2)
participar en la enseñanza de los apóstoles; 3) participar en la facción del pan
(Eucaristía) 4) Hacer oración.

Después de una breve iluminación desde la Palabra de Dios se forman cinco


equipos, cada equipo reflexiona acerca de un fragmento del magisterio de la
Iglesia, comenta las preguntas y al final presenta sus resultados en un plenario.

Equipo # 1

EL DÍA DE LA IGLESIA

El día del Señor (Domingo) se manifiesta así también como día de la


Iglesia. Se comprende entonces por qué la dimensión comunitaria de la
celebración dominical deba ser particularmente destacada a nivel pastoral. Como
he tenido oportunidad de recordar en otra ocasión, entre las numerosas
actividades que desarrolla una parroquia "ninguna es tan vital o formativa para la
comunidad como la celebración dominical del día del Señor y de su Eucaristía". En
este sentido, el Concilio Vaticano II ha recordado la necesidad de "trabajar para
que florezca el sentido de comunidad parroquial, sobre todo en la celebración
común de la misa dominical”. En la misma línea se sitúan las orientaciones
litúrgicas sucesivas, pidiendo que las celebraciones eucarísticas que normalmente
tienen lugar en otras iglesias y capillas estén coordinadas con la celebración de la
iglesia parroquial, precisamente para "fomentar el sentido de la comunidad
eclesial, que se manifiesta y alimenta especialmente en la celebración comunitaria
del domingo, sea en torno al obispo, especialmente en la catedral, sea en la
asamblea parroquial, cuyo pastor hace las veces del obispo".

La asamblea dominical es un lugar privilegiado de unidad. En efecto, en ella


se celebra sacramento de unidad que caracteriza profundamente a la Iglesia,
pueblo reunido "por" y "en" la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En
dicha asamblea las familias cristianas viven una de las manifestaciones más
cualificadas de su identidad y de su "ministerio" de "iglesias domésticas", cuando
los padres participan con sus hijos en la única mesa de la Palabra y del Pan de
vida. A este respecto, se ha de recordar que corresponde ante todo a los padres
educar a sus hijos para la participación en la misa dominical, ayudados por los
catequistas, los cuales se han de preocupar de incluir en el proceso formativo de
los muchachos que les han sido confiados la iniciación a la misa, ilustrando el

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motivo profundo de la obligatoriedad del precepto. A ello contribuirá también,
cuando las circunstancias lo aconsejen, la celebración de misas para niños, según
las varias modalidades previstas por las normas litúrgicas.

En las misas dominicales de la parroquia, como "comunidad eucarística", es


normal que se encuentren los grupos, movimientos, asociaciones y las pequeñas
comunidades religiosas presentes en ella. Esto les permite experimentar lo que es
más profundamente común para ellos, más allá de las orientaciones espirituales
específicas que legítimamente les caracterizan, con obediencia al discernimiento
de la autoridad eclesial. Por esto en domingo, día de la asamblea, no se han de
fomentar las misas de los grupos pequeños: no se trata únicamente de evitar que
a las asambleas parroquiales les falte el necesario ministerio de los sacerdotes,
sino que se ha de procurar salvaguardar y promover plenamente la unidad de la
comunidad eclesial. Corresponde al prudente discernimiento de los Pastores de
las Iglesias particulares autorizar una eventual y muy concreta derogación de esta
norma, en consideración de particulares exigencias formativas y pastorales,
teniendo en cuenta el bien de las personas y de los grupos, y especialmente los
frutos que pueden beneficiar a toda la comunidad cristiana.

Para compartir
1. ¿Dónde se expresa de manera excelente el sentido de Iglesia de la
comunidad? ¿Por qué?
2. ¿Por qué razón la asamblea dominical (Misa o liturgia) es el lugar
privilegiado de unidad?
3. ¿Cuál es la importancia de que los padres participen en asamblea
dominical junto con sus hijos? ¿Qué frutos se obtienen de ello?

Equipo # 2

LA MESA DE LA PALABRA

En la asamblea dominical, como en cada celebración eucarística, el


encuentro con el Resucitado se realiza mediante la participación en la doble mesa
de la Palabra y del Pan de vida. La primera continúa ofreciendo la comprensión de
la historia de la salvación y, particularmente, la del misterio pascual que el mismo
Jesús resucitado dispensó a los discípulos: "está presente en su palabra, pues es
él mismo el que habla cuando se lee en la Iglesia la sagrada Escritura". En la
segunda se hace real, sustancial y duradera la presencia del Señor resucitado a
través del memorial de su pasión y resurrección, y se ofrece el Pan de vida, que
es prenda de la gloria futura. El concilio Vaticano II ha recordado que "la liturgia de
la palabra y la liturgia eucarística están tan estrechamente unidas entre sí, que
constituyen un único acto de culto”. El mismo concilio ha establecido que, "para
que la mesa de la palabra de Dios se prepare con mayor abundancia para los
fieles, ábranse con mayor amplitud los tesoros bíblicos". Ha dispuesto, además,
que en las misas de los domingos, así como en las de los días de precepto, no se
omita la homilía si no es por causa grave. Estas oportunas disposiciones han
tenido un eco fiel en la reforma litúrgica, a propósito de la cual el Papa Pablo VI, al
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comentar la abundancia de lecturas bíblicas que se ofrecen para los domingos y
días festivos, escribía: "Todo esto se ha ordenado con el fin de aumentar cada vez
más en los fieles el "hambre y sed de escuchar la palabra del Señor" (cf. Am 8, 11)
que, bajo la guía del Espíritu Santo, impulse al pueblo de la nueva alianza a la
perfecta unidad de la Iglesia".

Transcurridos más de treinta años desde el Concilio, es necesario verificar,


mientras reflexionamos sobre la Eucaristía dominical, de qué manera se proclama
la palabra de Dios, así como el crecimiento efectivo del conocimiento y del aprecio
por la sagrada Escritura en el pueblo de Dios. Ambos aspectos, el de la
celebración y el de la experiencia vivida, se relacionan íntimamente. Por una parte,
la posibilidad ofrecida por el Concilio de proclamar la palabra de Dios en la lengua
propia de la comunidad que participa, debe llevar a sentir una "nueva
responsabilidad" ante la misma, haciendo "resplandecer, desde el mismo modo de
leer o de cantar, el carácter peculiar del texto sagrado". Por otra, es preciso que la
escucha de la palabra de Dios proclamada esté bien preparada en el ánimo de los
fieles por un conocimiento adecuado de la sagrada Escritura y, donde sea posible
pastoralmente, por iniciativas específicas de profundización de los textos bíblicos,
especialmente los de las misas festivas. En efecto, si la lectura del texto sagrado,
hecha con espíritu de oración y con docilidad a la interpretación eclesial, no anima
habitualmente la vida de las personas y de las familias cristianas, es difícil que la
proclamación litúrgica de la palabra de Dios pueda, por sí sola, producir los frutos
esperados. Son muy loables, pues, las iniciativas con las que las comunidades
parroquiales preparan la liturgia dominical durante la semana, comprometiendo a
cuantos participan en la Eucaristía -sacerdotes, ministros y fieles- , a reflexionar
previamente sobre la palabra de Dios que será proclamada. El objetivo al que se
ha de tender es que toda la celebración, en cuanto oración, escucha, canto, y no
sólo la homilía, exprese de algún modo el mensaje de la liturgia dominical, de
manera que éste pueda incidir más eficazmente en todos los que toman parte en
ella. Naturalmente se confía mucho en la responsabilidad de quienes ejercen el
ministerio de la Palabra. A ellos les toca preparar con particular cuidado, mediante
el estudio del texto sagrado y la oración, el comentario a la palabra del Señor,
expresando fielmente sus contenidos y actualizándolos en relación con los
interrogantes y la vida de los hombres de nuestro tiempo.

No se ha de olvidar, por lo demás, que la proclamación litúrgica de la


Palabra de Dios, sobre todo en el contexto de la asamblea eucarística, no es tanto
un momento de meditación y de catequesis, sino que es el diálogo de Dios con su
pueblo, en el cual son proclamadas las maravillas de la salvación y propuestas
siempre de nuevo las exigencias de la alianza. El pueblo de Dios, por su parte, se
siente llamado a responder a este diálogo de amor con la acción de gracias y la
alabanza, pero verificando al mismo tiempo su fidelidad en el esfuerzo de una
continúa "conversión". La asamblea dominical se compromete de este modo a una
renovación interior de las promesas bautismales, que en cierto modo están
implícitas al recitar el Credo y que la liturgia prevé expresamente en la celebración
de la vigilia pascual o cuando se administra el bautismo durante la misa. En este
marco, la proclamación de la Palabra en la celebración eucarística del domingo
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adquiere el tono solemne que ya el Antiguo Testamento preveía para los
momentos de renovación de la Alianza, cuando se proclamaba la Ley y la
comunidad de Israel era llamada, como el pueblo del desierto a los pies del Sinaí
(cf. Ex 19, 7-8; 24, 3. 7), a confirmar su "sí", renovando la opción de fidelidad a
Dios y de adhesión a sus preceptos. En efecto, Dios, al comunicar su Palabra,
espera nuestra respuesta; respuesta que Cristo dio ya por nosotros con su "Amén"
(cf. 2 Co 1, 20-22) y que el Espíritu Santo hace resonar en nosotros de modo que
lo que se ha escuchado impregne profundamente nuestra vida.

Para compartir

1. ¿De qué manera están relacionadas la mesa de la Palabra y la mesa de la


Eucaristía?
2. ¿Cómo se ha de entender la proclamación litúrgica de la Palabra de Dios
en la asamblea dominical (liturgia o Misa)?
3. ¿Cuál es la importancia de que los padres participen en asamblea
dominical junto con sus hijos? ¿Qué frutos se obtienen de ello?

Equipo # 3

LA MESA DEL CUERPO DE CRISTO

La mesa de la Palabra lleva naturalmente a la mesa del Pan eucarístico y


prepara a la comunidad a vivir sus múltiples dimensiones, que en la eucaristía
dominical tienen un carácter de particular solemnidad. En el ambiente festivo del
encuentro de toda la comunidad en el "día del Señor", la Eucaristía se presenta,
de un modo más visible que en otros días, como la gran "acción de gracias", con
la cual la Iglesia, llena del Espíritu, se dirige al Padre, uniéndose a Cristo y
haciéndose voz de toda la humanidad. El ritmo semanal invita a recordar con
complacencia los acontecimientos de los días transcurridos recientemente, para
comprenderlos a la luz de Dios y darle gracias por sus innumerables dones,
glorificándole "por Cristo, con él y en él, (...) en la unidad del Espíritu Santo". De
este modo la comunidad cristiana toma conciencia nuevamente del hecho de que
todas las cosas han sido creadas por medio de Cristo (cf. Col 1, 16; Jn 1, 3) y, en
él, que vino en forma de siervo para compartir y redimir nuestra condición humana,
fueron recapituladas (cf. Ef 1, 10), para ser ofrecidas al Padre, de quien todo
recibe su origen y vida. En fin, al adherirse con su "Amén" a la doxología
eucarística, el pueblo de Dios se proyecta en la fe y la esperanza hacia la meta
escatológica, cuando Cristo "entregue a Dios Padre el Reino (...) para que Dios
sea todo en todo" (1 Co 15, 24. 28).

Este movimiento "ascendente" es propio de toda celebración eucarística y


hace de ella un acontecimiento gozoso, lleno de reconocimiento y esperanza, pero
se pone particularmente de relieve en la misa dominical, por su especial conexión
con el recuerdo de la resurrección. Por otra parte, esta alegría "eucarística", que
"levanta el corazón", es fruto del "movimiento descendente" de Dios hacia
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nosotros y que permanece grabado perennemente en la esencia sacrificial de la
Eucaristía, celebración y expresión suprema del misterio de la kénosis, es decir,
del abajamiento por el que Cristo "se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz" (Flp 2, 8).

En efecto, la misa es la viva actualización del sacrificio de la Cruz. Bajo las


especies de pan y vino, sobre las que se ha invocado la efusión del Espíritu Santo,
que actúa con una eficacia del todo singular en las palabras de la consagración,
Cristo se ofrece al Padre con el mismo gesto de inmolación con que se ofreció en
la cruz. "En este divino sacrificio, que se realiza en la misa, este mismo Cristo, que
se ofreció a sí mismo una vez y de manera cruenta sobre el altar de la cruz, es
contenido e inmolado de manera incruenta". A su sacrificio Cristo une el de la
Iglesia: "En la Eucaristía el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los
miembros de su Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su
oración y su trabajo se unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un
valor nuevo". Esta participación de toda la comunidad asume un particular relieve
en el encuentro dominical, que permite llevar al altar la semana transcurrida con
las cargas humanas que la han caracterizado.

Para compartir
1. ¿Qué significa que la Eucaristía dominical sea la Solemne Acción de
Gracias a Dios?
2. ¿Por qué la celebración eucarística nos debe llenar de gozo en el Señor?
3. ¿Cuál es la importancia de que los padres participen en asamblea
dominical junto con sus hijos? ¿Qué frutos se obtienen de ello?

Equipo # 4

BANQUETE PASCUAL Y ENCUENTRO FRATERNO

Este aspecto comunitario se manifiesta especialmente en el carácter de


banquete pascual propio de la Eucaristía, en la cual Cristo mismo se hace
alimento. En efecto, "Cristo entregó a la Iglesia este sacrificio para que los fieles
participen de él tanto espiritualmente por la fe y la caridad como
sacramentalmente por el banquete de la sagrada comunión. Y la participación en
la cena del Señor es siempre comunión con Cristo que se ofrece en sacrificio al
Padre por nosotros". Por eso la Iglesia recomienda a los fieles comulgar cuando
participan en la Eucaristía, con la condición de que estén en las debidas
disposiciones y, si fueran conscientes de pecados graves, que hayan recibido el
perdón de Dios mediante el sacramento de la reconciliación, según el espíritu de
lo que san Pablo recordaba a la comunidad de Corinto (cf. 1 Co 11, 27-32). La
invitación a la comunión eucarística, como es obvio, es particularmente insistente
con ocasión de la Misa del domingo y de los otros días festivos.

Es importante, además, que se tenga conciencia clara de la íntima


vinculación entre la comunión con Cristo y la comunión con los hermanos. La
asamblea eucarística dominical es un acontecimiento de fraternidad, que la
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celebración ha de poner bien de relieve, aunque respetando el estilo propio de la
acción litúrgica. A ello contribuyen el servicio de acogida y el estilo de oración,
atenta a las necesidades de toda la comunidad. El intercambio del signo de la paz,
puesto significativamente antes de la comunión eucarística en el Rito romano, es
un gesto particularmente expresivo, que los fieles son invitados a realizar como
manifestación del consentimiento dado por el pueblo de Dios a todo lo que se ha
hecho en la celebración y del compromiso de amor mutuo que se asume al
participar del único pan en recuerdo de la palabra exigente de Cristo: "Si, pues, al
presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo
tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a
reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda" (Mt 5, 23-24).

Para compartir
1. ¿Para que entregó Cristo el sacrificio eucarístico a su Iglesia?
2. ¿Por qué la eucarística dominical es un acontecimiento de
fraternidad?¿Cuál es el significado de darnos la paz en la celebración
Eucarística?
3. ¿Cuál es la importancia de que los padres participen en asamblea
dominical junto con sus hijos? ¿Qué frutos se obtienen de ello?

Equipo # 5

EL PRECEPTO DOMINICAL

Al ser la Eucaristía el verdadero centro del domingo, se comprende por qué,


desde los primeros siglos, los pastores no han dejado de recordar a sus fieles la
necesidad de participar en la asamblea litúrgica. "Dejad todo en el día del Señor -
dice, por ejemplo, el tratado del siglo III titulado Didascalia de los Apóstoles- y
corred con diligencia a vuestras asambleas, porque es vuestra alabanza a Dios.
Pues, ¿qué disculpa tendrán ante Dios aquellos que no se reúnen en el día del
Señor para escuchar la palabra de vida y nutrirse con el alimento divino que es
eterno?". La llamada de los pastores ha encontrado generalmente una adhesión
firme en el ánimo de los fieles y, aunque no hayan faltado épocas y situaciones en
las que ha disminuido el cumplimiento de este deber, se ha de recordar el
auténtico heroísmo con que sacerdotes y fieles han observado esta obligación en
tantas situaciones de peligro y de restricción de la libertad religiosa, como se
puede constatar desde los primeros siglos de la Iglesia hasta nuestros días.

San Justino, en su primera Apología dirigida al emperador Antonino y al


Senado, describía con orgullo la práctica cristiana de la asamblea dominical, que
reunía en el mismo lugar a los cristianos del campo y de las ciudades. Cuando,
durante la persecución de Diocleciano, sus asambleas fueron prohibidas con gran
severidad, fueron muchos los cristianos valerosos que desafiaron el edicto imperial
y aceptaron la muerte con tal de no faltar a la eucaristía dominical. Es el caso de
los mártires de Abitinia, en África proconsular, que respondieron a sus
acusadores: "Sin temor alguno hemos celebrado la cena del Señor, porque no se
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puede aplazar; es nuestra ley "; "nosotros no podemos vivir sin la cena del Señor".
Y una de las mártires confesó: "Sí, he ido a la asamblea y he celebrado la cena del
Señor con mis hermanos, porque soy cristiana".

Para compartir
1. ¿Qué crees tú que era lo que animaba a los cristianos a dar su vida, con tal
de no faltar a la celebración eucarística?
2. ¿Cómo vivo yo el precepto del amor a Cristo, de participar en la eucaristía
dominical?
3. ¿Cuál es la importancia de que los padres participen en asamblea
dominical (Misa o liturgia) junto con sus hijos? ¿Qué frutos se obtienen de
ello?

Terminado el trabajo de los equipos se entona el siguiente canto:

Canto:
Juntos como hermanos
Miembros de una Iglesia
Vamos caminando
Al encuentro del Señor.

Un largo caminar
Por el desierto bajo el sol
No podemos avanzar
Sin la ayuda del Señor.

Unidos al rezar, unidos


En una canción
Viviremos nuestra fe
Con la ayuda del Señor.

Terminado el canto se inicia con el plenario, donde el coordinador de la


catequesis, retoma y menciona los aportes de cada equipo, de tal manera que se
vayan escribiendo en un papel bonds lo más sobresaliente para la comunidad de
su reflexión.

Con los elementos, centrar la catequesis e invitar a dos o tres personas que den
su experiencia de esta reflexión sobre el domingo, día de la Iglesia.

Posteriormente se invita a pensar en un compromiso escrito a presentarle al Señor


en la Hora Santa.

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HORA SANTA: VENGAN A MI

1.- EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO

Canto: Bendito, bendito.

Ministro: Así dice el Señor: “Mira que estoy a la puerta llamando.

Todos: Señor, escuchamos tu palabra y tu llamado.

Ministro: Si uno me oye y me abre, entraré en su casa y cenaremos


juntos”.

Todos: Señor, escuchamos tu palabra y tu llamado.

Ministro: He aquí el Cuerpo de Cristo.

Todos: Señor, escuchamos tu palabra y tu llamado.

Ministro: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Todos: Señor, escuchamos tu palabra y tu llamado.

Ministro: Dichosos los invitados a la cena del Señor.

Todos: Señor, escuchamos tu palabra y tu llamado.

Todos: Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.

ACTO DE PRESENCIA: Primeramente se invita a los participantes a presentarse


a Dios, con toda su persona (cosas buenas y malas) y a que expresen
voluntariamente en silencio su decisión de pasar un momento con Dios. Pasado
unos minutos (2). La siguiente oración se dice juntos y después de cada estrofa
se canta.

- Señor Jesucristo, otro día más nos congregamos junto a ti en esta audiencia que
nos concedes bondadoso cada semana.

Vine a adorar a Dios.

- Creemos, Señor, que Tú eres el camino único que conduce al Padre y queremos
estar aquí.

Vine a adorar a Dios.

- Venimos a adorarte, Jesús, porque eres el Hijo de Dios, Uno con el Padre y el
Espíritu Santo, Eres digno de adoración, gloria y alabanza por siempre.
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Vine a adorar a Dios.

- Te queremos escuchar hoy con la atención de María de Betania; con la fe de los


doce Apóstoles, con el amor de María tu Madre, Ayúdanos a mantenernos
vigilantes y atentos como Ella en esta hora de adoración. Amén.

Vine a adorar a Dios.

Canto: Dios está aquí

LECTURA BÍBLICA. Mt 11,25-30

En aquel tiempo Jesús dijo: "Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra,
porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y se las has
manifestado a los sencillos. Sí, Padre, porque así lo has querido. Mi Padre me ha
confiado todas las cosas; nadie conoce perfectamente al Hijo sino el Padre, y
nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera manifestar.
Venid a mí todos los que estáis cansados y oprimidos, y yo os aliviaré. Cargad con
mi yugo y aprended de mí, que soy afable y humilde de corazón, y encontraréis
descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".

MEDITACIÓN (música de fondo)

¿Que dice el texto? ¿Cuál es el mensaje principal?

¿Qué me dice el texto? ¿Qué despierta en mi?

Actividad. Se les proporciona a todos un corazón de papel. En el corazón se


escribe todo aquello que hace cansada y fatigada mi vida. Luego se ponen al pie
del sacramento como signo e mi descanso en Dios

Canto: Un niño se te acercó

CONTEMPLACIÓN

1. ¿Qué tengo que quitar para acercarme a Dios y descansar en él?


2. ¿Qué tengo que mejorar para acercarme a la Eucaristía y aceptar su gran
amor por mí?
3. ¿A que me comprometo?

HABLO AL SEÑOR (juntos) : Señor Jesús, sabemos que nuestro Padre Dios se
preocupa solícito de nuestro alimento y vestido para el cuerpo, pero su amor se
desborda al proporcionarnos el Pan del alma que nos nutre de fortaleza en la vida
del espíritu y garantiza nuestra felicidad. Tú nos has dicho: “Trabajen no por el

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alimento perecedero, sino por el alimento que permanece hasta la vida eterna, el
que ofrece el Hijo del Hombre, porque Dios Padre le ha sellado con su sello”.

Señor, te expresamos nuestro amor, gratitud y confianza porque nos has llamado
a nosotros, tus pobres criaturas, a participar de las delicias de este banquete
singular, signo claro de la mesa eterna del Reino. Nos has bendecido, Señor, con
la santa Eucaristía, como no bendijiste a los lirios del campo o a las aves del Cielo
y nos ofreces tu gracia que nos hace vivir en Paz.

CONTEMPLACIÓN AFECTIVA (dos coros)

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Mi Padre es quien os da verdadero pan del cielo.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Quien come de este pan, vivirá eternamente.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Aquel que venga a mí, no padecerá más hambre.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Mi carne es un manjar, y mi Sangre la bebida.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Quien como de mi Carne, mora en mí y yo en él.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Bebed todos de él: es el cáliz de mi Sangre.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Si no coméis mi Carne, no tendréis vida en vosotros.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida. T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Quien bebe de mi Sangre, tiene ya la vida eterna.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida.

L. Mi cuerpo recibí, entregado por vosotros.

T. Tú eres, Señor, el pan de vida. RESERVA DEL SANTISIMO

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