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ARTÍCULO

Entre la comunidad y el Estado: Tensiones en torno


al proyecto autónomo del Comité por la Defensa de
los Derechos Indígenas (CODEDI) en Oaxaca.
Between State and Community: Tensions around the
Autonomous Project of the Committee for the Defense
of Indigenous Rights (CODEDI) in Oaxaca

Luis Alfonso Castillo Farjat


Universidad Nacional Autónoma de México
luis.castillo.farjat@gmail.com

Jaime Fernando González Lozada


Universidad Nacional Autónoma de México
RESUMEN geo_fer2001@yahoo.com.mx
Ante la profundización de los procesos de des-
pojo en México, varios pueblos indígenas han
puesto en práctica diversas estrategias enca-
ABSTRACT
minadas a la organización de proyectos auto-
Faced with the deepening processes of dispos-
nomistas para defender sus territorios. En el
session in Mexico, several indigenous peoples
estado de Oaxaca, México, han surgido distintos
have implemented various strategies aimed
proyectos autónomos con diferentes formas de
at organizing autonomous projects to defend
relacionarse con el Estado. El Comité por la De-
their territories. In the state of Oaxaca, Mexico,
fensa de los Derechos Indígenas (CODEDI), cuya
different autonomous projects have emerged
base se encuentra en la Sierra Sur de Oaxaca,
with different ways of relating to the state. The
ha transitado por diversos momentos que van
Committee for the Defense of Indigenous Rights
desde la negociación con las instituciones gu-
(CODEDI), headquartered in the southern high-
bernamentales hasta el enfrentamiento directo.
lands of Oaxaca, has gone through various
Cada estrategia implementada por esa organiza-
stages, from negotiation with government in-
ción ha generado ciertas oportunidades con di-
stitutions to direct confrontation. Each strategy
versos costos, tanto económicos como políticos,
implemented by this organization has generated
tensionando las relaciones del proyecto con el
certain opportunities with different costs, both
Estado. En este artículo mostraremos los dile-
economic and political, putting pressure on the
mas a que se ha enfrentado el proyecto auto-
project's relations with the state. The present ar-
nómico del CODEDI en su relación con el Estado,
ticle will present the dilemmas that the CODEDI
empresarios y crimen organizado, y cómo se ha
autonomous project has faced in its relationship
llevado a cabo la recuperación de la organiza-
with the state, businessmen and organized crime,
ción comunitaria en las diferentes disyuntivas,
as well as how the recovery of community orga-
para reflexionar sobre la relación que guardan
nization has been carried out in the different dis-
los movimientos autonomistas de raíz comuni-
junctions in order to reflect on the relationship
taria con el estado mexicano en su conjunto.
that the autonomous movements with commu-
nity roots have with the Mexican state as a whole.

PALABRAS CLAVE
Autonomía, pueblos indígenas, defensa KEYWORDS
del territorio, Oaxaca. Autonomy, indigenous peoples, defense of
territory, Oaxaca
CRISIS, DESPOJO Y VIOLENCIA

Revista Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, vol. 6, núm. 1, enero-junio de 2022
Las contradicciones internas del proceso de acumulación de capital hacen de
las crisis una parte inherente al modelo. El conflicto entre los factores de pro-
ducción genera crisis periódicas que, a la postre, derivarán en crisis más ge-
neralizadas. Una de las formas que tiene el capital para sortear estas crisis es
mediante ajustes espaciotemporales, donde ciertos espacios se degradan para
dar paso a otros más promisorios para la acumulación.
Cada espacio producido por el capital tiene condiciones particulares dadas
por un conjunto de factores humanos y naturales para asegurar el proceso de
acumulación. Marx denominaba división territorial del trabajo a la organización
de la producción de mercancías, destinándose determinadas ramas de produc-
ción a ciertas regiones de un país (Marx, 2012: 287). En tales lugares se da una
concentración de fuerzas productivas, contrastando con otras zonas de desa-
rrollo muy diseminado, constituyéndose el llamado desarrollo geográfico desigual
(Harvey, 1990). El capital se traslada hacia donde la tasa de ganancia encuentra
su punto máximo y esa movilidad del capital genera espacios con diferentes
tasas de ganancia (Smith, 2020).
Para David Harvey, “el capital, en su proceso de expansión geográfica y
desplazamiento temporal que resuelve las crisis de sobreacumulación a la que
es proclive, crea necesariamente un paisaje físico a su propia imagen y seme-

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janza en un momento, para destruirlo luego” (Harvey, 2005: 103). Así como
se crean espacios para asegurar la reproducción de capital, también se van
degradando y destruyendo otros para su refuncionalización en el proceso. En
este sentido, el “ajuste espaciotemporal” se convierte en una solución a las cri-
sis mediante inversiones a largo plazo, gastos sociales o la apertura de nuevos
mercados, nuevas capacidades productivas o nuevas posibilidades de recursos
(Harvey, 2005).
La tesis de la Acumulación por desposesión que propone Harvey, implica
reconocer las dificultades que enfrenta el capital en su proceso de acumu-
lación y su dinámica expansiva, absorbiendo e incorporando espacios que se
encontraban en los márgenes del sistema, en una suerte de actualización del
proceso de acumulación originaria. “La incapacidad de acumular a través de
la reproducción ampliada sobre una base sustentable ha sido acompañada por
crecientes intentos de acumular mediante la desposesión” (Harvey, 2005: 100)
en un nuevo proceso de cercamiento de los comunes. La producción colectiva o
familiar, las formas de organización comunitaria, o incluso la naturaleza misma
se convierten en terreno propicio para la expansión del capital y producción de
espacios para la acumulación.

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México, por ejemplo, abandonó su ya débil protección de las poblaciones campesi-

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nas e indígenas en la década de los ochenta, en parte bajo la presión de su vecino
del norte para que adoptara prácticas de privatización neoliberales a cambio de
ayuda financiera y la apertura del mercado estadounidense al comercio a través
del ALCAN (Harvey, 2003: 123).

La destrucción de la producción colectiva, sobre todo el ejido, profundizó en el


campo mexicano la mercantilización de la tierra, de los minerales, de los bos-
ques, del agua, de las prácticas culturales y de la vida en su conjunto. Esta si-
tuación contribuyó al afianzamiento del papel maquilador y fuente de materias
primas de la economía mexicana, así como al ataque a los territorios colectivos.

La producción de nuevas mercancías y la apertura de nuevos mercados se consi-


guen ahora con la conquista y reconquista de territorios y espacios sociales que
antes no tenían interés para el capital. Conocimientos ancestrales y códigos gené-
ticos, además de recursos naturales como el agua, los bosques y el aire son ahora
mercancías con mercados abiertos o por crear. Quienes se encuentran en los
espacios y territorios con estas y otras mercancías, son, quiéranlo o no, enemigos
del capital (Subcomandante Insurgente Marcos, 2007).

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Este proceso de ingeniería social ha repercutido en el uso de violencia para
realizar el despojo, así como en actividades ilegales incentivadas o permitidas
por el Estado. A manera de shock se crean formas de disciplinamiento social
para el control de la población con el fin de implantar los cambios necesarios.
Pilar Calveiro (2019) menciona dos estrategias: por un lado, la creación de
escenarios bélicos como guerra antiterrorista o la guerra contra el crimen or-
ganizado, legalizando los estados de excepción y, por el otro, la profundización
de las violencias.

Así como los países centrales tratan de desplazar la violencia —y sobre todo sus
víctimas— hacia las periferias, de manera que las víctimas sean siempre ‘otros’,
los Estados lo hacen hacia las redes criminales y éstas hacia sus respectivas ter-
minales (Calveiro, 2019: 33).

La violencia en México se ha exacerbado de una forma sin precedentes y ha


sido utilizada por las clases dominantes como una vía para el disciplinamiento
de la población, la ocupación de territorios y el afianzamiento de políticas neo-
liberales. Por un lado, la destrucción del ejido y del campo mexicano institu-
cionalizado mediante la reforma al artículo 27 constitucional de 1992 incentivó

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el lucrativo negocio de la siembra y el trasiego de drogas. El aumento de la

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demanda estadounidense de drogas condujo al crecimiento exponencial del cul-
tivo de marihuana y amapola, así como de la producción de drogas sintéticas.
Con su expansión, los grupos dedicados a este negocio se convirtieron
en cárteles con un poder de fuego capaz de enfrentar a cualquier corporación
policiaca, por lo que las autoridades, sobre todo locales, optaron por negociar
y sostener su poder dando facilidades para su operación. Anteriormente las
organizaciones criminales pagaban sobornos a los alcaldes “Ahora los cárteles
les cobran a los alcaldes, a los gobernadores, una cuota, un porcentaje de su
presupuesto para dejar la plaza en paz y controlar el territorio para el trasiego
de drogas” (Infobae, 2019).
Los carteles del narcotráfico son una muestra de ese capitalismo criminal
que toma fuerza en escenarios de despojo y que son, hasta cierto punto, nece-
sarios para el proceso de acumulación (Harvey, 2005). Incluso, muchos grupos
empresariales legales han recurrido a la capacidad armada de los grupos delic-
tivos para apuntalar sus inversiones. A medida que el negocio se expandía, sur-
gían más organizaciones, mayor competencia que exigía una mayor capacidad
bélica. Esos emporios generaban cierta territorialización de las zonas bajo su
poder, donde el Estado pasaba de garantizar las condiciones de acumulación a
convertirse en empleados de los carteles más poderosos. Esto también condujo

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a una diversificación e interés de sus actividades lucrativas: incursionaron en
terrenos como la minería, la producción agrícola, la explotación forestal, el co-
bro de cuotas a los comercios o el robo de combustible (Maza y Ramírez, 2020).
La guerra contra el narcotráfico lanzada por el gobierno de Felipe
Calderón (2006-2012) como una estrategia de legitimación luego de un escan-
daloso fraude electoral, utilizó a las fuerzas armadas y a carteles afines para
controlar territorios en manos de la competencia. Sin embargo, la militariza-
ción del país contribuyó enormemente al aumento de la violencia, durante ese
sexenio casi se triplicó la cantidad de asesinatos por año, al pasar de la cifra de
10,452 homicidios en 2006 a 26,037 en 2012 (INEGI, s. f.). En los últimos años
México ha sido el segundo país con más homicidios solo después de Siria y
superando la letalidad de otros países en plena guerra, como sería el caso Irak,
Afganistán o Somalia. Cabe mencionar que al nombrar la estrategia de seguri-
dad “guerra contra el narco”, el lenguaje bélico amplió y legitimó la represión
del Estado (Calveiro, 2019).
El involucramiento del poder del Estado para asegurar el control territo-
rial ha generado una simbiosis entre grupos criminales y las instituciones gu-
bernamentales. La corrupción, por ejemplo, no obedece a la prevaricación indi-
vidual que ha existido desde larga data, sino que responde a la destrucción de

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los bienes públicos y su mercantilización, como es el caso de las empresas esta-

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tales privatizadas. El Estado provee las condiciones necesarias para que operen
ciertos empresarios y conglomerados criminales absorbiendo a servidores pú-
blicos y representantes dentro de los organigramas de los carteles de la droga.
A pesar de este escenario, algunos grupos no han aceptado su incorpo-
ración a este modelo y han emprendido diversas estrategias de resistencia.
Autodefensa, policías comunitarias, organizaciones de derechos humanos o
ambientalistas, pueblos indígenas, organizaciones populares, así como más re-
cientemente colectivas feministas se han lanzado en contra de las políticas
represivas del Estado, en defensa de la vida.
El levantamiento en 1994 del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) ha sido una de las caras más visibles y radicales del descontento, como
una alternativa comunitaria al despojo. Su enorme capacidad organizativa
—más que su poder de fuego— ha inspirado numerosos casos que siguen la
vía autonomista y ha sido una de las principales influencias del movimiento
indígena y de defensa del territorio, no solo en nuestro país, sino internacio-
nalmente. El EZLN mostró cierta capacidad de negociación frente al Esta-
do, principalmente de vinculación con otras organizaciones locales, regiona-
les, nacionales e internacionales que por décadas ha logrado mantener vivo
su proyecto.

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En el estado de Oaxaca, gran parte de los procesos autónomos activos
tienen como influencia principal al proyecto zapatista, pero también lógicas
políticas muy propias del sistema caciquil de dominación de los pueblos indíge-
nas y su relación histórica con el priismo. Por ello es necesario dar cuenta de
la recomposición del patrón de acumulación y cómo se pretenden implementar
en los escenarios locales, así como las resistencias que suscitan.

MEGAPROYECTOS Y VIOLENCIA EN OAXACA


El panorama de la violencia en México se ha tornado bastante complejo dada
la imbricación de distintas instituciones y grupos, contradictorios a primera
vista pero dependientes. El Estado provee de las condiciones necesarias para
que se lleve a cabo el proceso de acumulación, es un elemento esencial en la
reproducción del capital. No obstante, “la intervención estatal tiene limitacio-
nes inherentes en asegurar las condiciones de acumulación de capital y es
siempre sujeto de la inevitable influencia de varias clases y luchas popular-de-
mocráticas” (Jessop, 1990: 46). Así, el Estado ha sido factor necesario para que
operen las empresas capitalistas en México, incluso aquellas relacionadas con
la economía ilegal.

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Una de las formas predilectas mediante las que se han incentivado las

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condiciones necesarias para la acumulación son los llamados megaproyectos.
Su impulso ha sido una de las formas en las que el capital busca resolver las
crisis de sobreacumulación “la cual puede entenderse teóricamente mediante
la noción de caída de la tasa de ganancia de Marx” (Harvey, 2005: 99). Las
grandes obras de infraestructura han apuntado a la incorporación de ciertos
espacios a los procesos de acumulación. De acuerdo con Verónica Ibarra (2016)
los megaproyectos:

Son un tipo de producción espacial de la fase capitalista neoliberal; incluyen todas


las fases de la producción, circulación y consumo dentro del capitalismo; son el
resultado de la convergencia de escalas en un lugar determinado de fijos y flujos
en los que se movilizan gran cantidad de recursos financieros, materiales, cientí-
ficos-técnicos y de población (2016: 21).

Tales megaproyectos tienen un papel considerable en los países con economías


dependientes que se convierten en proveedores de commodities y que, además,
requieren de una infraestructura que les permita llevar a cabo la extracción
y circulación de materias primas. Esto genera una transformación espacial
articulada en torno a procesos extractivos. Estas modificaciones “no sólo trans-

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forman el paisaje y la organización territorial, producen un nuevo espacio que
conduce a nuevas relaciones económicas, políticas y de poder, donde participan
múltiples actores en distintas escalas” (Ibarra, 2016: 10).
Como ejemplo de las políticas neoliberales de las últimas décadas en
México, nos interesa destacar tres vertientes del impulso a los megaproyectos:
los enfocados en la explotación de minerales, la generación de energía y el tu-
rismo. Dichas vertientes son obras de reacomodo territorial e ingeniería social
que tienen una gran importancia en México y son las que más han impactado
al estado de Oaxaca. Estos megaproyectos han representado una amenaza a la
existencia de las comunidades indígenas de la zona, generando distintas formas
de resistencia, entre ellas el proyecto autónomo del Comité por la Defensa de
los Derechos Indígenas (CODEDI), del que daremos cuenta en este texto.
A partir de la demanda de productos electrónicos e industriales, la mine-
ría ha sufrido un vertiginoso crecimiento en Latinoamérica. De acuerdo con
datos de la CEPAL, la extracción de minerales en la región aumentó seis ve-
ces desde 1970 al pasar de 659 toneladas a 3,972 en 2017 (Bárcena, 2018),
una extracción mayor que la realizada durante todo el periodo de la Colonia,
lo que también ha derivado en un aumento exponencial de los conflictos en
la región.

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Las causas de este proceso son variadas, Armando Bartra et al., por ejem-

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plo, mencionan que la minería “representa uno de los negocios globales con
mayor concentración de capital, diez empresas concentran más del 60 % de
la producción de cobre, hierro, aluminio y oro” (2015: 22). Sin embargo, es
necesario agregar el incremento en la demanda de minerales a nivel mundial,
así como el mejoramiento de la tecnología para su extracción. Solamente en el
estado de Oaxaca se cuentan activas 322 concesiones y 41 proyectos mineros.
En la región donde se ubican las comunidades del CODEDI existen varias
concesiones activas como las de la Cooperativa Cruz Azul en Santa María Hua-
tulco (para extraer titanio y hierro), las de Pluma Hidalgo (de titanio) o la de
Santa María Ecatepec (de oro, plata, plomo, cobre y zinc), así como las salineras
de San Pedro Huamemelula y Santiago Astata. A esta situación se suma una
serie de proposiciones para proyectos extractivos que han generado tensión en
varias comunidades.

Mapa 1. Proyectos extractivos en el estado de Oaxaca

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Fuente: Elaboración propia con base en Secretaría de Economía (2019), CartoMinMex, Secretaría de Energía (2017)
INEL; INEGI (2018).

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Por su parte, la generación de energía e interés en la región van muy

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asociados a la tendencia mundial que ha representado el “capitalismo verde”
(Tanuro, 2012), a través de las denominadas energías limpias. Tan solo en el es-
tado de Oaxaca hay en operación 22 campos eólicos, incluido el más grande de
América Latina (SEMAEDESO, 2020), además de diversos proyectos de gene-
ración eléctrica a partir de biomasa. Estos proyectos energéticos se sustentan
bajo la idea del interés público a escala nacional, mientras que para los pueblos
donde se asientan implican una huella de daño ambiental y despojo territorial.
La construcción de grandes presas ha sido una herencia de los gobiernos
priistas, asociada a la idea de modernización y desarrollo rectora de dichos go-
biernos, pues “el espacio producido por la hidroeléctrica estructura, refleja y es
parte de las relaciones de poder; es un espacio político que entraña en su origen
un proyecto ideológico de ‘desarrollo’ social, económico y cultural” (Ibarra y
Talledos, 2015: 5). En todo el territorio oaxaqueño se cuentan con 64 proyectos
hidroeléctricos (EDUCA, 2013: 2) que han derivado en la contaminación de los
ríos y en la privatización del agua.
El turismo ha sido otra de las actividades económicas predilectas para los
gobiernos y el capital nacional e internacional, actualmente aporta 8.7 % del
Producto Interno Bruto de México (INEGI, 2019), lo que también ha representado
un área lucrativa para políticos y empresarios. Sus consecuencias directas han

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sido los despojos, la expropiación y la transformación de los territorios en los
que se ha promovido. Ejemplo de ello es el Centro Integralmente Planeado, en
las bahías de Huatulco, Oaxaca en las que “se expropiaron 21,189 hectáreas al ya
entonces núcleo agrario de Santa María Huatulco” en 1984 (Talledos, 2017: 106).
Emprender estos megaproyectos ha requerido implementar procesos de
violencia y disciplinamiento hacia las comunidades que se oponen a la destruc-
ción de sus territorios. Ello ha implicado la articulación de distintos mecanis-
mos que van desde la expropiación, represión, criminalización de la protesta
social, hasta la participación de grupos criminales para apuntalar dichas obras.
La región latinoamericana destaca por la violencia generada para la implemen-
tación de los megaproyectos, de acuerdo con informes de la Organización de
las Naciones Unidas.

Los asesinatos representan el extremo de una serie de tácticas utilizadas para si-
lenciar a los protectores de la naturaleza [y el territorio], que incluyen amenazas
de muerte, arrestos, agresión sexual, secuestros, multas, ataques legales, despla-
zamientos forzados, estigmatización mediática, robos y lesiones personales. Los
paramilitares, la policía y los terratenientes fueron los principales responsables de
las muertes en 2016 (Arenas, 2018).

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Frente a este crítico escenario de violencia, despojo y despliegue del capital, las

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comunidades adheridas CODEDI, en el estado de Oaxaca, se han organizado
para la defensa de su territorio recurriendo a una diversidad de estrategias
que van desde la negociación con diversas instituciones estatales y grupos del
crimen organizado que operan en las inmediaciones de sus territorios, hasta la
confrontación directa con partidos políticos y cacicazgos locales. La amplitud
de estrategias empleadas para la defensa del territorio por el CODEDI tiene
sus bases en una lucha histórica por la autodeterminación de los pueblos inscri-
ta en la memoria colectiva. No obstante, las mismas estrategias han represen-
tado diversos dilemas al emanar del sistema jurídico hegemónico, el sistema
político de la democracia representativa y sus partidos políticos o las políticas
de los programas sociales asistencialistas.

CICLOS DE DESPOJO Y MEMORIA GEOGRÁFICA


DE LOS PUEBLOS DE LA SIERRA SUR
Los proyectos alternativos a la acumulación de capital y las organizaciones
que se encuentran construyendo iniciativas autónomas tienen sus orígenes en
una larga data de procesos históricos entremezclados. En México, dichas inicia-
tivas se encuentran, sobre todo, en las comunidades indígenas o aquellas que

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se reivindican como herederos de esas tradiciones. Aquí se vuelve necesario
comprender a estas alternativas como procesos complejos a través del tiempo,
pero que también responden a la construcción social de un espacio geográfico
particular. Retomaremos la noción de rugosidad que hace Milton Santos para
referirse a aquello que

Permanece del pasado como forma, espacio construido, paisaje, lo que resta del
proceso de supresión, acumulación, superposición, a través del cual las cosas se
sustituyen y acumulan en todos los lugares […] las rugosidades nos traen los
restos de divisiones del trabajo ya pasadas (todas las escalas de la división del
trabajo), los restos de los tipos de capital utilizados y sus combinaciones técnicas y
sociales con el trabajo […] Las divisiones anteriores del trabajo permiten ver las
formas heredadas según una lógica que las restablece en el momento mismo de
su producción (Santos, 1997: 118).

La construcción del espacio social de la región que analizaremos configura


un palimpsesto a partir de diversos ordenamientos históricos que han dado la
forma actual, no carentes de contradicciones o superposiciones al paisaje que
actualmente observamos.

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Como sucede en muchas partes del sur global, el sistema colonial ha deja-

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do su impronta como manifestación de la absorción e incorporación de dichos
espacios al capitalismo. Los procesos de despojo no responden a una época
histórica determinada, sino que son manifestaciones permanentes de la diná-
mica capitalista. Por esta razón denominaremos ciclos de despojo (Castillo Farjat,
2020) a los distintos reordenamientos espaciales basados en la extracción y
explotación de la naturaleza y trabajo humano en la región donde se ubica el
caso estudiado. Con la lectura de los ciclos del despojo damos cuenta del proce-
so de producción espacial desde la conflictividad que se ha organizado en torno
a ellos y ha dado origen a la configuración socioespacial que aquí nos atañe.
El primer ciclo de despojo en la región arranca con el reordenamiento
territorial resultado de la división de los territorios conquistados. En este mo-
mento se reconfigura la matriz productiva de varias regiones para explotar la
fuerza de trabajo indígena y los recursos naturales más codiciados o que tenían
un alto valor en el mercado mundial: metales preciosos, tintes o productos
tropicales. La región que va de Miahuatlán hacia la costa se convirtió en una
enorme plantación de nopaleras para la extracción del tinte de la grana cochi-
nilla. Gran parte de la diversidad de productos de la zona, así como las formas
ancestrales de cultivo se fueron perdiendo con la lógica del monocultivo para
la grana, un colorante muy apreciado en Europa.

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La caída de los precios de la grana hacia el siglo XIX provocó otro reor-
denamiento productivo en la región. Varios de los empresarios de Miahuatlán
dedicados a la grana insertaron el cultivo de café en la zona. Este nuevo ciclo
de despojo arrebató las tierras de muchas comunidades y pueblos para conver-
tirlas en grandes fincas cafetaleras. De esta forma, los campesinos mixtecos y
zapotecos de la sierra perdieron sus formas de vida entrando a un proceso de
proletarización como peones de las fincas. Incluso, fue prohibida la milpa para
que todos los campesinos se dedicaran totalmente al trabajo cafetalero.
El otro gran ciclo de despojo de la región se da a mediados de la década de
1980, con la creación del Centro Integralmente Planeado (CIP) de Huatulco, un
plan gigantesco de infraestructura para la construcción de un centro turístico
internacional. Para esto fue necesaria la expropiación de tierras de los campe-
sinos y de las comunidades costeras, en un conflicto que ha costado muchas
vidas y que actualmente se encuentra en pugna.
Por otra parte, el CIP ha exigido una gran cuantía de fuerza de trabajo
para su construcción y una demanda enorme de recursos. Para el funciona-
miento de los hoteles de lujo que se encuentran en Huatulco se requieren
enormes cantidades de agua que se han obtenido, sobre todo del río Copalita,
despojando de agua a varias de las comunidades de la sierra. Como parte de

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ese proyecto hay planes para la construcción de cinco presas sobre el cauce del

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rio para controlar el suministro de agua y generar energía eléctrica (SENER,
2018), esto ha provocado gran descontento entre los pueblos de los municipios
de Santiago Xanica y de San Miguel del Puerto, tanto por el despojo del recurso
como por la contaminación que implica.
En paralelo a la construcción del CIP en Huatulco, se daba la caída inter-
nacional de los precios del café y la privatización del Instituto Mexicano del
Café (Inmecafé) que generó la ruina de muchos pequeños productores, así
como el abandono de gran parte de las grandes fincas de la región, lo que dejó
sin empleo a sus trabajadores. Ante la falta de trabajo y los conflictos por agua
y tierras, la migración aumentó considerablemente hacia la Ciudad de México,
la ciudad de Oaxaca, los centros turísticos de la costa o los Estados Unidos.
La ingente demanda de recursos de la zona turística de Huatulco ha im-
pactado negativamente a la región, sobre todo en cuanto al abastecimiento de
agua. Para ello se han proyectado las presas ya mencionadas sobre el cauce del
río Copalita, pero también el entubamiento de otros afluentes y manantiales
de la zona. A ello se suma el ciclo extractivista que se ha manifestado tanto en
la mercantilización de la biodiversidad como en los proyectos y concesiones
mineras.
Los reordenamientos territoriales derivados de estos ciclos de despojo

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han dejado una huella en el espacio de la región, donde se puede observar un
conflicto permanente por los recursos y las formas de vida. Se contrapone la
violencia ejercida por el Estado y empresarios hacia los pueblos para despojar-
los de sus medios de vida para la producción de mercancías, con la idea de la
defensa de la naturaleza y de la recuperación de tierras (Talledos, 2017).
Como parte de la rugosidad del espacio, Verónica Ibarra menciona la exis-
tencia de una memoria geográfica, es decir, “la producción social de carácter polí-
tico que las poblaciones esgrimen ante una propuesta o proyecto que amenaza
reproducir un proceso previo de despojo por parte del gobierno o de alguna
dependencia, proceso que ha dejado un sentimiento de valoración negativa en
la comunidad” (Ibarra, 2016: 38).
En ese sentido, la memoria de la lucha de los pueblos también ha sido un
factor para la producción espacial y ha sido movilizada en muchas ocasiones
para esgrimir tácticas de resistencia. Desde las rebeliones de los siglos XVI
en Miahuatlán, Ozolotepec y Coatlán, así como la Unión Zapoteca, organiza-
da desde el Istmo en 1640 (Barabás, 1990), la disputa de Títulos Primordiales
durante la Colonia (Vázquez, 2013) o la resistencia contra los carrancistas, la
región ha sido escenario de fuertes movimientos. Uno de los dilemas de esta
estrategia fue que contribuyó a confrontar a las comunidades que ocupaban los

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mismos territorios ya sea por su habitar histórico o por el carácter forzado de

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su relocalización por parte de la Corona. Numerosos conflictos actuales entre
comunidades tienen sus orígenes en este proceso.
De igual manera, varios pueblos y comunidades lucharon contra el despo-
jo de las fincas cafetaleras, aunque el poder de los empresarios del aromático
terminó imponiéndose. Sin embargo, los pequeños productores y las comuni-
dades organizadas implementaron otras formas de resistencia. Durante estos
siglos, las comunidades han generado diversas estrategias de resistencia, capa-
cidad de negociación y poder de transformación que resulta necesario resaltar:
organizaciones cooperativas, organizaciones políticas regionales, organizacio-
nes de derechos humanos u organizaciones en busca de la autonomía de las
comunidades.
En la década de 1980, cuando el Inmecafé entró en decadencia, los cam-
pesinos productores de café comenzaron a organizarse e implementar distintas
estrategias, una de ellas contra el coyotaje (intermediarios en la compra de
productos). Ante las grandes distancias para movilizarse hacia las cabeceras
municipales y las dificultades para sacar sus productos, los coyotes eran los
encargados de recoger las cosechas, pagando a los campesinos un precio muy
por debajo de su valor en el mercado. Los pequeños productores comenzaron a
crear organizaciones, cooperativas de consumo y producción, así como estrate-

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gias de transporte para tener mayor control de la circulación de sus productos.
A pesar de estos esfuerzos, sus problemáticas se cifraban entre los programas
sociales que los podían sostener y la capacidad para acceder a mercados que
les dieran salida a sus productos.
Una de las estrategias que implementaron para enfrentar el reto fue la
creación de organizaciones regionales que aglutinaban a varias comunidades.
Con ayuda de la pastoral social y de organizaciones de derechos humanos se
crearon varias organizaciones como la Unión de Comunidades Indígenas Cien
años de Soledad (UCI-100 años), la Cooperativa Michiza, así como la gestión de
las bodegas de la Coordinación General del Plan Nacional de Zonas Deprimidas
y Grupos Marginados (COPLAMAR), un programa gubernamental de aquellos
tiempos. Cabe mencionar que estas iniciativas se realizaron bajo ciertos pre-
ceptos comunitarios como el trabajo colectivo, la rotación de cargos y la toma
de decisiones en asambleas. Muchos habitantes de Santiago Xanica, municipio
en la Sierra Sur, tuvieron un papel activo dentro de estas organizaciones, sobre
todo encargadas de buscar alternativas productivas y estrategias para enfren-
tar el acaparamiento y la escasez.
En ese mismo sentido, en la década de 1990, un grupo de abogados (uno
de ellos oriundo de Xanica) fundó las Organizaciones Indias por los Derechos

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 122
Humanos (OIDHO) con el fin de resolver conflictos entre pueblos y buscar

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alternativas de producción entre comunidades. Dicha organización se arraigó
en pueblos de varios municipios de Oaxaca en la Sierra Sur, la Costa y Valles
Centrales. OIDHO fue uno de los principales referentes en la fundación del Co-
mité por la Defensa de los Derechos Indígenas (CODEDI). Memoria geográfica,
redes entre pueblos y preceptos comunitarios se articularon para dar forma a
su lucha.
La generación de este tipo de organizaciones también representó diversos
dilemas políticos, por ejemplo, aquellos asociados a los rumbos que debería
tomar la lucha, participar o no a través de los particos políticos, ocupar o no
cargos en instituciones gubernamentales o reconocer el alcance y limitaciones
de la lucha a través de los derechos humanos cuyas recomendaciones no son
vinculantes.
El CODEDI surgió formalmente en 1998, en medio de un conflicto electo-
ral en Santiago Xanica, donde el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se
inmiscuyó en las elecciones para presidente municipal e impuso a un candi-
dato afín. Si bien la reforma electoral de 1995 legalizaba la elección por “usos
y costumbres”, prohibiendo la participación de los partidos políticos, se logró
imponer al candidato oficial, por el apoyo recibido desde el gobierno estatal. No
obstante, la movilización de organizaciones como OIDHO y el recién formado

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CODEDI entablaron un enfrentamiento y negociación para defender las formas
de elección y organización tradicionales que derivó en un gobierno comunitario
del año 2001 al 2003. A través de esta gestión se buscaron alternativas econó-
micas, educativas y culturales para los pobladores del municipio y alrededores.

AUTONOMÍA COMO PROYECTO DE RECUPERACIÓN COMUNITARIA


El panorama político del municipio de Santiago Xanica y de la región compren-
dida entre la Costa y la Sierra Sur ha estado marcada por imposición de gober-
nantes y una expansión de la violencia, pero también por una regionalización
de organizaciones comunitarias. Desde las organizaciones de productores hasta
las de derechos humanos han tratado de recuperar las formas tradicionales de
organización. Ha sido el cultivo de los valores comunitarios, una forma de re-
sistencia ante las dinámicas expansivas del capital, recuperadas y reinventadas
constantemente por los pueblos indígenas.
A partir de la gestión de proyectos productivos, el CODEDI fue creciendo
hasta agrupar actualmente treinta y siete comunidades de distintas regiones
del estado de Oaxaca bajo una perspectiva autonomista. La agrupación cuenta
con un centro de operaciones denominado “Centro de Capacitación ex finca

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 123
Alemania” en los límites de los municipios de Santa María Huatulco y Santiago

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Xanica que funciona como núcleo de producción y como centro educativo. A
partir de la recuperación de 800 hectáreas (de lo que fuera una finca cafeta-
lera) los trabajadores y trabajadoras, en su mayoría indígenas zapotecos, han
sostenido su proyecto a partir del trabajo comunitario denominado tequio, así
como mediante el vínculo con distintas organizaciones sociales y diversas es-
trategias frente al Estado.
Resulta importante resaltar la diferencia del CODEDI respecto a otras
organizaciones de la entidad que han estado relacionadas como brazos políti-
cos de los partidos políticos; de aquellas que se crearon como brazo contrain-
surgente o de las que manifiestan una autonomía o independencia solo en el
discurso, pero que en la realidad operan de la misma forma que las anteriores.
Entre estas diferencias podemos mencionar los preceptos magonistas que re-
toma la organización en torno al Estado y los terratenientes como los genera-
dores de las violencias; la afinidad política con las organizaciones sociales de
corte autonomista con las que han participado en distintas acciones como el
EZLN o la APPO. Un miembro del CODEDI señala que “la autonomía está en
la capacidad de, como pueblo, resolver cualquier problema que tengamos, de lo
que sea, para mí eso es autonomía, tener la capacidad de resolver tus proble-
mas sin depender de fuera, sea del exterior o de un gobierno” (A.R. entrevista

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realizada el 10 de julio de 2019).
Con base en lo anterior, el proyecto abarca varias dimensiones en la
construcción de su autonomía y no para acumular capital político funcional
a los partidos políticos o los empresarios de la región. Ejemplos de ello son
sus proyectos en torno a la producción agroecológica, educación comunal, vi-
vienda digna, salud desde la perspectiva de la medicina tradicional, política
asamblearia y organización desde una base comunitaria, mismas que se des-
pliegan a través de los 18 talleres con los que cuentan: agroecología, apicultura,
avicultura, balconería, carpintería, corte y confección, producción de ladrillos,
mecánica y hojalatería, medicina tradicional, panadería, serigrafía, danza, tea-
tro comunitario, música y zootecnia (producción de ganado vacuno, ovino y
porcino), además de contar con su propio sistema educativo de coaprendizaje
que abarca educación primaria, secundaria y media superior. Dichos talleres
responden a las necesidades de las comunidades y se sostienen mediante tra-
bajos coordinados entre las 37 comunidades, pues para avanzar en la auto-
nomía es necesario diversificar y revertir las dinámicas que habían dejado el
monocultivo del café.
Otro ámbito en el que el CODEDI ha avanzado es en el establecimiento de
una organización local y regional, lo que articula a las comunidades de distintas

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 124
Mapa 2. Consesiones Mineras y tierras comúnes.

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|
Fuente: Elaboración propia con datos SIAM, Secretaría de Economía (2017), CartoMinMex (2019), y de INEGI (2015).

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regiones del estado de Oaxaca con otras organizaciones estatales, nacionales
e incluso internacionales, fuera de la dinámica de los partidos políticos. Esto
ha permitido un vínculo en áreas de los derechos humanos, la participación
política, la gestión de recursos materiales e inmateriales, la visibilización de su
lucha y el fortalecimiento de su proyecto autonómico.
Por su parte, las comunidades que integran el CODEDI se articulan entre
sí, mediante la elaboración e intercambio de productos, procedentes de las
propias comunidades o de las tierras gestionadas en el Centro de Capacitación.
También existe un amplio programa de construcción de vivienda para las co-
munidades con materiales sólidos, derivado de las distintas participaciones en
los tequios. Las prácticas comunitarias han sido movilizadas por la organiza-
ción, recuperando tradiciones organizativas colectivas y formas horizontales
para sortear los retos que imponen los nuevos tiempos.
Si bien la propuesta de autonomía de esta organización tiene que ver
con la gestión del territorio y sus recursos, extendiendo una red de seguridad,
economía y organización entre las comunidades adheridas, el modelo es rela-
tivamente flexible, sobre todo, en su relación con el Estado. Recuperamos aquí

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 125
dos campos de acción fundamentales para la organización comunitaria que

Revista Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, vol. 6, núm. 1, enero-junio de 2022
ejemplifican lo afirmado: la vivienda y la educación.
De acuerdo con Informe Anual sobre la Situación de Pobreza y Rezago
Social (2010) del Consejo Nacional de Evaluación de la Política (CONEVAL) el
municipio de Santiago Xanica, lugar de origen del CODEDI, presentaba 54 %
de población en condiciones de pobreza extrema y 36 % con pobreza mode-
rada. En el ámbito de la vivienda, 50.7 % presentaba carencias en su calidad
y espacios.
Frente a este panorama que predominaba desde los orígenes del CODEDI,
uno de los primeros proyectos de la organización fue el establecimiento de una
ladrillera para emplearlo como material de construcción. Las viviendas en la re-
gión representan cierta vulnerabilidad al estar construidas principalmente por
carrizo y madera; al encontrarse en una zona altamente sísmica y con presencia
de huracanes las vuelve un factor de riesgo para los pobladores. Para construir
dichas viviendas, la organización negoció apoyos para la construcción con el
gobierno estatal, así levantaron casas con el principio de tequio, con miembros
de la misma comunidad y de la organización, esto redujo los costos en más de
50 %, por lo que se podía construir un mayor número de casas. Al momento
se cuentan más de cinco mil viviendas construidas bajo este principio colectivo.
Para apoyar los trabajos de construcción, en el Centro de Capacitación de

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la Antigua Finca Alemania, se ha desarrollado un taller de balconería o herre-
ría que permite producir marcos de ventanas y puertas de acero para dichas
viviendas y, con ello, dejar de depender de constructores privados. Asimismo,
el taller de carpintería se encarga de producir muebles y otros enseres para
contribuir con el aprovisionamiento a las viviendas de forma autónoma. Esto
ha tenido varios efectos, por un lado, se logró reducir los costos de producción,
y por otro, también derivó en un proceso de formación técnica en áreas como
la construcción, la herrería o la carpintería, misma que pudieron replicar en
sus comunidades.
Cabe mencionar que si bien la organización ha negociado en diversos
momentos recursos del Estado, ha sido bajo la idea de que no son propiedad
del gobierno, o sus instituciones, sino que provienen de los impuestos de los
pueblos y disputar estos recursos es una forma de recuperación de esas ex-
tracciones históricas. Sin embargo, la negociación por recursos de este rubro,
y en general, se ha dado en tiempos de relativo entendimiento con el Estado,
pues en temporadas de persecución y represión se ha suspendido cualquier
relación con el gobierno. Por ejemplo, durante la gubernatura de Ulises Ruiz
(2004-2010), encargado de orquestar la represión a la Asamblea Popular de
los Pueblos de Oaxaca (APPO) y sus organizaciones fundadoras, no se negoció

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 126
ningún tipo de recurso o programa social. Esta situación de disputa frente al

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Estado también ha servido al mismo como mecanismo de presión política al no
liberar los recursos asignados, por lo que es uno de los dilemas que frecuente-
mente debe enfrentar el CODEDI.
El otro ejemplo que recuperamos refiere al sistema educativo autónomo
que lleva la organización. En 1998, cuando surge el CODEDI, el municipio con-
taba únicamente con una primaria destinada a una población que rebasaba los
3 mil habitantes, por lo que, si niños y jóvenes deseaban estudiar los siguientes
niveles educativos, era necesario salir del municipio. Así lo afirma un miembro
de la organización:

Anteriormente la comunidad nomás contaba con el nivel primaria, entonces para


estudiar, para continuar con la secundaria había que salir, había que ir hasta Santa
María Huatulco, Oaxaca y se complicaba el asunto porque la carretera está muy
accidentada, no había medios de transporte, los carros bajaban nada más los mar-
tes y viernes. (A.R. entrevista realizada el 10 de julio de 2019).

Los informes del CONEVAL han catalogado a la población con elevados índices
de pobreza y marginación. Para el año 2010, el promedio de escolaridad de la
población de 15 años y más era de apenas 4.2 años (CONEVAL, 2010).

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Frente a estas condiciones de desigualdad educativa, el CODEDI ha ges-
tionado con el gobierno la creación y operación de escuelas; por ejemplo, el
Bachillerato Integral Comunitario en Santiago Xanica con una participación
importante de la comunidad durante el periodo del cabildo popular del año
2001 (González Pérez, 2007). Como parte de este mismo proyecto, la organi-
zación tiene incidencia sobre otras escuelas de nivel bachillerato de la zona,
aunque sin administrarlas.
Por otro lado, el sistema educativo que gestiona directamente la organi-
zación lleva sus propios calendarios y programas de estudio en preescolar, pri-
maria y secundaria. Para lograrlo se ha valido de la estrecha relación que tiene
con los profesores y profesoras de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de
Trabajadores de la Educación, quienes han asesorado y participado en el soste-
nimiento de dicho sistema. Mediante un convenio que la sección 22 le otorga a
la organización la facultad de otorgar certificados al CODEDI, avalados por las
autoridades educativas federales.
Los proyectos educativos emanados de los movimientos sociales han em-
pleado varias estrategias para el desarrollo de sus actividades que van desde
la clandestinidad —en distintos momentos históricos ha estado prohibido para
las comunidades indígenas, campesinas o afrodescendientes acceder a la edu-

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 127
cación ya que no eran sujetos de derecho—, el desinterés en el reconocimiento

Revista Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, vol. 6, núm. 1, enero-junio de 2022
que otorga el Estado (veamos las escuelas zapatistas) o la certificación de sus
estudiantes a través de escuelas intermediarias como las empleadas por el CO-
DEDI. Aunque en las últimas décadas se ha impulsado el enfoque de la educa-
ción intercultural en toda América Latina, el CODEDI no ha abrazado ese con-
cepto y prefiere denominarlo sistema autónomo de coaprendizaje, al explicitar
que se aprende en compañía de los compañeros, los maestros y la comunidad.
En ese mismo sentido, está el proyecto de construcción de una Universi-
dad de los Pueblos, con sede en el Centro de Capacitación ex Finca Alemania,
que les permita realizar estudios superiores a los jóvenes de las comunidades
cercanas, que difícilmente podrían acceder a estudios universitarios, ya sea por
la precaria situación en la región, por la concentración de universidades en ciu-
dades lejanas, pero sobre todo, porque los modelos educativos no corresponden
a sus marcos epistemológicos y políticos; por ende, buscan crear una educación
propia en la que se enmarque su proyecto de universidad.
Si bien aún se encuentra en fase de proyecto, la Universidad pretende
expandir el sistema educativo de la organización y profundizar el nivel de au-
tonomía, que permitiría formar a los jóvenes bajo las propias necesidades que
existen en los pueblos de la zona. En suma, todo el sistema educativo imple-
mentado responde a esta necesidad de resolver las principales problemáticas

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que enfrentan las comunidades, desde las propias formas y condiciones, recu-
perando los conocimientos tradicionales. Se trata de “pueblos en movimiento”
(Zibechi, 2017) que han desarrollado, a través de siglos de lucha, una amplia
gama de estrategias para construir espacios, más allá del control estatal.
Aunque los integrantes del CODEDI no enuncian una educación orienta-
da hacia la sustentabilidad, numerosas prácticas agroecológicas, de diversifi-
cación de cultivos, de recuperación de saberes locales, de redistribución de lo
producido y que incentivan una economía local apuntan hacia lo que bien se
podría denominar educación para la sustentabilidad comunitaria. Lo anterior
da muestra que dan muestra de su gran capacidad de transformación social y
acción colectiva.

LAS COMUNIDADES FRENTE EL ESTADO, CRIMEN


ORGANIZADO Y EL CAPITAL
La región ubicada entre la costa y la sierra sur de Oaxaca cuenta con una di-
versidad social y cultural que se traduce en una gran complejidad política. De
la multiplicidad de actores que se encuentra en el campo político de la región,
nombraremos principalmente al Estado, al crimen organizado y a los empresa-

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 128
rios como los interlocutores obligados del CODEDI. Al disputar la organización

Revista Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, vol. 6, núm. 1, enero-junio de 2022
el control territorial sobre un área en la que tradicionalmente dominan dichos
grupos, el CODEDI mantiene relaciones tensas con ellos.
En primer término, se encuentra el Estado, que tiene relaciones com-
plejas y contradictorias con la organización. Podemos identificar dos grandes
lógicas en el actuar de la organización comunitaria a la que nos referimos: de
acercamiento y negociación contra el repliegue y enfrentamiento, sin embar-
go, es necesario matizar dicha dicotomía. Los proyectos autonomistas van más
allá del enfrentamiento con las instituciones estatales, pues “los procesos de
construcción de autonomía colectiva no consiguen aprehenderse estrictamen-
te como procesos de rebelión o concomitancia de los sujetos colectivos frente
al Estado” (Dinerstein, 2013: 31). Más que inscribir al CODEDI dentro de una
u otra posición, es necesario observar la dinámica en cada coyuntura y res-
pecto a los campos de cada estrategia implementada. Por citar un ejemplo, la
organización no deshecha totalmente a los programas sociales, pues considera
una forma de recuperar recursos extraídos por el Estado através de distintos
mecanismos. De cualquier forma, la gestión de dichos apoyos depende de las
coyunturas y vínculos que guarden con los representantes. En los momentos
de represión o de confrontación se ha suspendido cualquier negociación de re-
cursos y programas, mientras que en momentos de distención ha habido acer-

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camientos y convenios, aunque siempre marcados por la desconfianza mutua.
En segundo término, está presente la lucha por el respeto a los trabajos
que realiza la propia organización, en términos de que el Estado permita, no
obstaculice o no ataque el proyecto autónomo que se construye. A pesar de
no entablar procesos jurídicos de reconocimiento del autogobierno (como en
el pueblo de Cherán K’eri), una de las demandas del CODEDI ha sido el pleno
ejercicio de autoridades bajo el sistema de usos y costumbres.
En estos términos, el CODEDI exige que se reconozca el derecho a la
organización y toma de decisiones por parte de los pueblos bajo sus propias
formas. El Comité por la Defensa de los Derechos Indígenas se constituyó para
defender el derecho a la autodeterminación contra la intromisión e imposición
de autoridades y partidos políticos, situación que no se ha resuelto, a pesar de
la legalización de las elecciones por usos y costumbres en el estado de Oaxa-
ca. Por el contrario, las autoridades electorales estatales han incentivado los
conflictos al favorecer a los candidatos oficialistas, principalmente operadores
políticos priistas, como el caso del municipio de Santiago Xanica. La política
confrontativa azuzada por los fallos electorales contra las elecciones bajo los
principios asamblearios ha derivado en una violencia permanente, y ha llegado
incluso a varios asesinatos cometidos contra integrantes de la organización.

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 129
Casualmente, muchas de las detenciones a miembros del CODEDI, así como

Revista Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, vol. 6, núm. 1, enero-junio de 2022
tres asesinatos, han sucedido tras reuniones y mesas de negociación con auto-
ridades gubernamentales.
Por su parte, las tensiones con el crimen organizado se producen a partir
de la diversificación que estos grupos han dado hacia áreas como la explota-
ción de maderas preciosas. La zona entre la costa y la Sierra sur de Oaxaca
cuenta una gran biodiversidad que ha sido amenazada por la mercantilización.
Por ejemplo, el árbol de granadillo o sangualica, que se encuentra en peligro
de extinción, es altamente valorado en la industria náutica, automotriz, o en
la construcción de instrumentos musicales. El pie cuadrado de la madera llega
a venderse en $800 dólares estadounidenses en el mercado chino, uno de sus
principales destinos.

Lujo, refinamiento y calidad son el sello de los vehículos Rolls Royce. Los table-
ros de varios de sus modelos están hechos con sangualica, una madera preciosa,
dura y pesada, también conocida como granadillo […] Por su calidad y color se
utiliza también para elaborar paneles de yates y fabricar bisturíes e instrumentos
musicales […] su elevado precio y la gran demanda en el mercado asiático han
propiciado su saqueo y exportación ilegal. (Hernández, 2014: 73)

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Aunado a este panorama, el crimen organizado arribó en años pasados a la
zona donde se asienta el CODEDI para explotar de manera clandestina el árbol
de granadillo. Bajo amenazas y uso de la violencia, miembros del crimen orga-
nizado talaban los árboles que se encontraban en la región, al grado de talar un
ejemplar que se localizaba en un panteón comunitario.
Frente a esto, las comunidades y el CODEDI se organizaron para hacer
frente a la amenaza de la tala inmoderada de madera. Fue gracias al control
territorial de la organización, particularmente en los pocos caminos existentes
para entrar y salir de la zona, como se logró la retirada del crimen organizado,
al menos en el área de influencia del CODEDI. A partir de una estrategia de
vigilancia permanente de las comunidades y de la recuperación del cargo co-
munitario de los topiles, encargados de la seguridad comunitaria, fue como se
sorteó esta amenaza. Sin intervención del Estado, sin muertes ni enfrentamien-
tos armados dieron muestra de lo que logran las comunidades organizadas y
con fuerza territorial.
Por otra parte, el CODEDI ha tenido que confrontar, y negociar, a los
empresarios. Gran parte de esto se encuentra articulado en torno al Centro
Integralmente Planeado Bahías de Huatulco. La hegemonía de Huatulco como
centro turístico ha subordinado la producción espacial de las demás activida-

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 130
des. Un ejemplo de ello lo representan los recorridos a las fincas cafetaleras

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abandonadas o el deporte de aventura en los ríos de la zona.
Huatulco se ha convertido en un destino internacional que recibe múl-
tiples inversiones de capital extranjero, sobre todo en cuestiones de infraes-
tructura como el aeropuerto internacional, los complejos hoteleros de cinco
estrellas, campos de golf o clubes de yates que exigen una gran cantidad de
agua para su construcción y operación. La necesidad de ingentes volúmenes de
agua ha conducido al despojo del agua a las comunidades con el entubamiento
progresivo del río Copalita y sus afluentes.
La expansión de las actividades turísticas en la zona también ha generado
conflictos, tanto por el despojo de tierras y acceso al mar a comuneros de San
Miguel del Puerto, así como la construcción ilegal de infraestructura hotelera
en la playa de Salchí, San Pedro Pochutla. No obstante, Huatulco como desti-
no turístico, también ha sido aprovechado por las comunidades para ejercer
presión política de sus demandas a través de marchas, plantones y actividades
político culturales que incomodan a los empresarios turísticos, por lo que ha
sido una buena herramienta de presión política.

CONCLUSIONES

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Ante las condiciones de precarización del trabajo, así como del despojo y mer-
cantilización de la naturaleza, la demanda de autonomía desde las organiza-
ciones indígenas cobra mayor relevancia. Sobre todo, en México, se han dado
distintos procesos que enarbolan la autonomía, como horizonte político y vía
para asegurar la reproducción ampliada de la vida. Si bien pareciere que la
autonomía significa obtener grados considerables de autarquía, eso no implica
el aislamiento o la marginación, sino que se refiere más bien a una forma de
relacionarse con distintas instancias, sean desde el Estado o con otros actores,
sin crear relaciones de dependencia.
Aquí hay que señalar la configuración histórica en términos de rugosidad,
para evidenciar que la zona ubicada entre la Sierra Sur y la Costa oaxaqueña
ha ido configurándose espacialmente a partir del despojo a los pueblos indíge-
nas. Mostramos la construcción espacial de la zona a partir de distintos ciclos
del despojo articulando la explotación de sus habitantes y naturaleza. A partir
de esto, hemos intentado demostrar la tesis de Lefebvre en la que afirmaba
que el capitalismo sobrevive cada vez más a través de la producción del espa-
cio, entendido como un medio de producción.

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 131
Producto que se utiliza, que se consume, es también medio de producción: redes de

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cambio, flujos de materias primas y de energías que configuran el espacio y que
son determinados por él. En consecuencia, ese medio de producción, producido
como tal, no puede ser separado de las fuerzas productivas, incluyendo la técnica
y el conocimiento, ni separado de la división social del trabajo, que lo modela, ni
de la naturaleza, ni del Estado y las superestructuras de la sociedad (Lefebvre,
2013: 141).

Sin embargo, dicha articulación espacial ha tenido como contraparte una serie
de estrategias de resistencia que van desde el rescate y reinterpretación de for-
mas de organización tradicional, la creación de organizaciones comunitarias,
así como la recuperación y colectivización de tierras, ya sea a través de proce-
sos legales, negociaciones o acuerdos comunitarios. En ese sentido, la configu-
ración espacial peculiar de esta zona ha permitido la emergencia de proyectos
autónomos tales como el CODEDI, lo cual nos da ciertas pautas para pensar
la articulación del espacio y las formas de resistencia en diversas latitudes del
estado de Oaxaca y del país en general.
Dada la configuración del Estado como entidad que debe proveer las con-
diciones necesarias para asegurar la acumulación de capital, las relaciones que
entablen con los proyectos autonomistas serán necesariamente conflictivas,

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sin embargo, también abre espacios para la negociación a partir de la fuerza y
movilización que muestran las organizaciones como el CODEDI. Entre mayor
sea el grado de autonomía y el grado de disputa por recursos, mayores serán
las tensiones entre el Estado y las organizaciones.
A este escenario debemos sumar como actores a los empresarios interna-
cionales y locales, quienes buscan ampliar sus negocios y actividades a espacios
comunitarios, sin embargo, organizaciones como el CODEDI han demostrado
una gran capacidad de negociación y movilización de recursos legales y comu-
nitarios para recuperar territorios como lo demuestra el fallo por la posesión
de la ex Finca Alemania.
Los grupos del crimen organizado se han convertido en actores cada vez
más extendidos por el territorio mexicano que han tenido conflictos y enfren-
tamientos con movimientos sociales y comunidades indígenas. Una respuesta
a ello han sido los innumerables grupos de autodefensa, que más que mostrar
una gran capacidad de fuego, muestran su poder organizativo y de control te-
rritorial. Ante la incapacidad del Estado por brindar seguridad a la población,
estos grupos de autodefensa han sido una de las estrategias que ha permitido a
los sectores movilizados enfrentar al crimen organizado como avanzada de los
procesos de acumulación por desposesión.

Luis Alfonso Castillo Farjat, Jaime Fernando González Lozada, Entre la comunidad y el Estado… | 132
Las comunidades han mostrado una gran capacidad de aprendizaje a ni-

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vel histórico respecto a las distintas estrategias para la defensa, recuperación
o creación de nuevos territorios. Para ello han aprendido los distintos marcos
jurídicos al pasar de los tiempos, desde la Colonia para hacerse de Títulos
Primordiales y hacer valer la propiedad de la tierra, hasta los convenios in-
ternacionales como el artículo 169 de la OIT. Sin embargo, su mayor fuerza
para enfrentar y negociar con otros actores como los empresarios, el crimen
organizado o el Estado ha sido la organización comunitaria y la recuperación
de ámbitos de la política, la autodefensa y la autonomía.

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