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El valor del diseño participativo sustentable en la producción social del hábitat

para la resolución de problemas complejos de hábitat residencial.


El Caso Mexicano.

Profesor: Rubén Sepúlveda Ocampo.

Electivo de especialización: Gestión Social del Hábitat. Semestre Otoño 2022.


Antecedentes:

El hábitat residencial comprende al proceso en el cual las personas van construyendo y significando
su territorio, siendo un fenómeno global que responde al derecho de contar con un espacio físico en el cual
desarrollarse. Entendiendo de esta forma la gestión social del hábitat como un proceso generador de
espacios habitables, viviendas y ciudades, en donde intervienen actores sociales, que participan en este
esfuerzo de plantear al hábitat, fuera de las lógicas mercantiles. No como un producto transable sino como
un producto social y cultural (De Manuel Jerez, E., 2010). La situación habitacional en América Latina ha
estado vinculada históricamente a una acción que nace desde las personas y sus carencias en cuanto a
vivienda, por ello no es sorpresa encontrarnos con la cifra estimada de que el 67% de toda la producción
habitacional en América Latina puede catalogarse como Producción Social del Hábitat (TRILCE, 2011).

Introducción

Dado el contexto actual, en el cuál las políticas públicas no responden a las necesidades de las
personas en cuanto al acceso a la vivienda, y que además, debido al sistema económico neoliberal, estas
deben enfrentarse a la pobreza generada por las crisis financieras, la falta de oportunidades de trabajo digno
y bien remunerado y también a la pérdida de la cultura local a causa de una homogeneización, para la
dominación, y al individualismo de los problemas y soluciones que atacan directamente a los colectivos y
comunidades organizadas es necesario que la producción social del hábitat, como sistema, cuente con los
apoyos necesarios, tanto financieros como técnicos, ya que hay evidencia de experiencias que logran
comprender la complejidad de los procesos y plantear soluciones para el déficit habitacional.

Al poner a las personas en el centro del trabajo, de la creación de estrategias y acciones, se pueden
generar procesos innovadores en la producción social del hábitat, ya que de esta manera se concentra el
desarrollo de proyectos habitacionales, políticas públicas y diseños desde la gente, lo que potencia que el
hacer vivienda tenga un reconocimiento de las comunidades, su entorno socio-cultural, su geografía y sus
aspiraciones a futuro. En América Latina existe una larga historia en cuanto a la producción social del hábitat,
en donde se destaca el rol de la participación en la elaboración de proyectos de gestión de vivienda. Para
efectos del presente texto se revisará la experiencia Mexicana en cuanto al rol que han tomado las
comunidades para avanzar en su experiencia de diseño participativo, en temática habitacional, y de qué
forma ésta puede ser un aporte a la política habitacional chilena contemporánea.

Así pues, se plantea la siguiente pregunta de investigación:

¿Qué valores del diseño participativo para la producción social del hábitat desarrollados por la experiencia
mexicana son aplicables a la realidad chilena?

Enfoque teórico

Para efectos del desarrollo de este trabajo, se definirán algunos conceptos:

1. Participación: La participación es entendida como una tarea compartida que incorpora actores con
códigos e instrumentos diferentes (Pelli, 2007), en un proceso de mejora del hábitat —tangible e
intangible (Enet, 2012)— de un grupo o comunidad a partir de su propia iniciativa, la cual mantiene
un ejercicio activo y sostenido en el tiempo, mediante ámbitos y prácticas apropiadas y
transformadoras, a través de las cuales se construyen vínculos interpersonales que se habilitan en la
tarea y son capaces de mantener el predominio de la integración comunitaria (Boldrini, 2011).
2. Producción social del hábitat: Por producción social del hábitat entendemos todos aquellos
procesos generadores de espacios habitables, componentes urbanos y viviendas que se realizan
bajo el control de autoproductores y otros agentes sociales que operan sin fines de lucro. Promueve
las capacidades autogestivas y de decisión de los participantes y da prioridad al valor de uso por
encima del valor mercantil de las construcciones y espacios que genera. (según la Ley de Vivienda de
México, 2006, como se citó en Ortiz, 2010)
3. Cooperativa: Una cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido
voluntariamente para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y
culturales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democráticamente
controlada (Carcar, Sosa, 2020).
4. Diseño participativo: la construcción colectiva entre diversos actores, que directa o indirectamente
se verán implicados con la solución arquitectónica y que tiene el derecho de tomar decisiones
consensadas, para alcanzar una configuración física espacial apropiada y apropiable a sus
necesidades, aspiraciones y valores así como adecuada a los recursos y condicionantes, particulares
y contextuales, necesarios y suficientes para concretar su realización (Sepúlveda, 2022, diapositiva
14)

La Experiencia Mexicana

El proceso participativo en México se manifiesta durante el siglo XX, tomando mayor fuerza en la
segunda mitad del mismo, configurando un escenario político en donde se observan luchas que tienen como
fin instalar un punto de partida para el Derecho a la Ciudad. Las leyes y reglamentos existentes en el país
durante esta época hacían distinciones de acuerdo a su origen y planificación, según Alcantar, E. A. (2021) La
planeación urbana y el urbanismo en el país se fueron definiendo distintas culturas urbanísticas que
propugnaban por formas específicas de ciudad: la formal o institucional, y la popular “informal”.

De esta forma se han ido desarrollando, desde los años 60, iniciativas populares por parte de la
comunidad organizada para la realización de acciones de gestión del hábitat. Durante el periodo 1970-1992,
y principalmente en la primera mitad de la década del 70, las políticas de vivienda de acuerdo a, Sepúlveda
Ocampo, R., Fernández Wagner (2006) tenían un marcado acento de intervención del Estado como rector y
proveedor de la acción habitacional constituyendo un sistema nacional, que cubre a diversos grupos de la
población, con diferentes condiciones de ingresos, en cuanto a los sectores más desposeídos, se realizaban
fundamentalmente acciones en donde diversos actores impulsan la acción habitacional. De esta manera se
puede entender al Estado y a las Comunidades Organizadas como actores relevantes durante este periodo
en la formulación de estrategias e instrumentos para llevar a cabo políticas de producción del hábitat,
poniendo en prioridad a los sectores de más bajos ingresos, incluyendo en forma prioritaria a los
autoproductores organizados.

La cooperativa de Palo Alto (Toluca, México) ubicada en la periferia de la Ciudad de México es uno
de los movimientos que se ha caracterizado por organizarse en la autogestión de sus viviendas, y que sirve
como ejemplo en el Diseño Participativo de la Producción Social del Hábitat. Para contextualizar, la
comunidad de Palo Alto nace desde los ex trabajadores de minas de arena, los cuales habían habitado el
lugar por casi 30 años, ya que debido a la migración campo ciudad, estas minas se presentaban como una
oportunidad de trabajo, además los dueños de la mina permitieron la construcción de habitaciones para que
vivieran cerca de la zona de trabajo. Al terminar de explotar la mina a principios de los años 70, y con el
desarrollo de nuevos proyectos residenciales alrededor de la zona de Palo Alto, quisieron erradicar a los ex
trabajadores para usar los terrenos ahora que habían aumentado su valor. Ante esto la comunidad se
organiza para evitar la expulsión a zonas aún más periféricas de la ciudad o incluso menos habitables.

En 1972 se crea la cooperativa Unión Palo Alto, y mediante la toma de terreno con la construcción
de viviendas provisorias, fue posible firmar un acuerdo entre el dueño del terreno, la comunidad y
las autoridades, posteriormente con la asesoría técnica del Centro Operacional de la Vivienda y Poblamiento
(Copevi) se logró autoproducir las viviendas que la comunidad necesitaba. Es así que la cooperativa marca un
hito en la historia habitacional mexicana, siendo “la primera cooperativa de vivienda registrada en el DF, la
primera en plantearse la propiedad cooperativa (la propiedad del conjunto habitacional es de la cooperativa,
la cual establece un contrato de uso con sus socios) y la primera en plantear un concepto integral de los
diferentes aspectos que constituyen un asentamiento humano” (Ortiz, 2010).

Es así que se desarrolla un proyecto participativo que se compone tanto en lo económico, con la
creación de actividades que generan ingresos a los propios habitantes de la comunidad, en lo social y
cultural con acceso a una educación cooperativa que busca apoyar a los distintos grupos (alfabetización,
escolarización de niños y adolescentes) y también en lo territorial, adquiriendo la tierra para la construcción
de no solo viviendas sino que también equipamiento para la comunidad, reconociendo la complejidad del
proceso de producir el hábitat.

El Caso Chileno

Extrapolando lo mencionado en el capítulo anterior al Caso Chileno, no se puede dejar de


mencionar que el país fue el pionero en imponer el Neoliberalismo en la región, durante la primera mitad de
la década del setenta, en el marco de una Dictadura Cívico-Militar. Es curioso comprobar que mientras en
México se avanzaba en otorgar un marco normativo para Producción Social del Hábitat valorando a los
actores sociales en autogestión. Mientras que en Chile se desdibujaron, a punta de fusil, cualquier rastro de
organización social o resistencia de cualquier índole, y especialmente aquellas ligadas a los movimientos de
pobladores. Se hizo desaparecer cualquier práctica de Producción Social del Hábitat durante décadas, siendo
reemplazado por un sistema de subsidios habitacionales, gestionado por privados, entregando bajo una
lógica mercantil, y amparados por el MINVU, viviendas como mercancía transable, como un producto.
(TRILCE, 2011).

En vista de esto, los valores que se pueden rescatar del Caso Mexicano, en cuanto al diseño
participativo de la gestión del hábitat, van de la mano con el contexto social e histórico que vivía Chile y las
posteriores consecuencias que afectaron tanto a actores sociales como a la institucionalidad. A pesar de
esto, y luego de décadas de políticas públicas en materia de vivienda que alejaban a la comunidad del diseño
participativo de su hábitat, en el 2011 vuelve a levantarse una voz ciudadana y comienzan a tomar fuerza
movimientos sociales, como el Movimiento de Pobladores en Lucha (MPL), que buscan reivindicar el
reconocimiento de la producción social del hábitat como una forma legítima de hacer ciudad.

Reflexiones Finales y conclusiones

Así pues según lo planteado anteriormente cabe preguntarse ¿Qué valores del diseño participativo
para la producción social del hábitat desarrollados por la Experiencia Mexicana son aplicables a la realidad
chilena?

En primer lugar, es vital importancia que las comunidades se organicen y logren apuntar a
convertirse en organización reconocidas por actores estatales o de una índole similar, en el caso de Palo Alto,
logran este reconocimiento a través de la creación de una Cooperativa, con ayuda de un actor
gubernamental, que es la COPEVI.

Otro punto valorable, que se desprende de lo anterior, es la existencia de entidades y actores


gubernamentales que presten asesoría técnica, judicial y de gestión, a comunidades que ven en el diseño
participativo, una forma de alcanzar una apropiada gestión de su hábitat.
Por otro lado, también es de importancia rescatar la forma en que se plantea la propiedad del
conjunto habitacional logrado, al ser una cooperativa, la tierra es propiedad de todos quienes conforman
esta, manteniendo de esta forma un compromiso de participación más allá de la mera tenencia del producto
vivienda, se configura tejido social capaz de prevalecer en el tiempo y de seguir articulando acciones que
vayan en beneficio de toda la comunidad involucrada.

Así también es relevante el “manejo sustentable y responsable de los recursos naturales,


patrimoniales y energéticos de la ciudad y su entorno” (Ortiz, 2010) ya que así las comunidades pueden
desarrollarse en un ambiente con igualdad de oportunidades, y afectando en lo más mínimo a otras
localidades sean rurales o urbanas y también a las futuras generaciones.

Bibliografía

Boldrini, P. (2020, 26 junio). Producción participativa del hábitat: una herramienta para la construcción del
territorio y del conocimiento | Boldrini | Cuaderno Urbano. Cuaderno Urbano. Espacio, Cultura, Sociedad.
https://revistas.unne.edu.ar/index.php/crn/article/view/4328

Carcar, F., & Sosa, G. (2021). Documento de trabajo n°4: manual de Cooperativas Sociales: su conformación
en 10 pasos. 1a ed. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.
FLACSO.

Crespo, D. O. (2021). La defensa del territorio por parte de los habitantes de la cooperativa palo alto en
contra de las grandes inmobiliarias. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa.

de Manuel Jerez, E. (2010). Construyendo triángulos para la Gestión Social del Hábitat. Hábitat Y Sociedad,
(1). https://doi.org/10.12795/HabitatySociedad.2010.i1.02

El camino posible. (2011). Montevideo, Uruguay: Ediciones Trilce.

HIC-AL/Grupo de trabajo de PSH. (2017). Utopías en construcción. Experiencias latinoamericanas de


producción social del hábitat. https://hic-al.org/wp-content/uploads/2018/12/Libro-utopias-digital.pdf

Martínez, M., & Peyloubet, P. (2002). Reconsiderando el concepto de hábitat popular progresivo. En: Tapia,
Ricardo, coord., Mesías, Rosendo, coord. Hábitat popular progresivo: vivienda y urbanización. Santiago,
CYTED-D, 2002. pp. 18-29.

Ortiz, E. (2010). Derecho a la ciudad, producción social y gestión participativa del hábitat. La promoción de
iniciativas comunitarias incluyentes en la Ciudad de México. Hábitat y Sociedad, 1, 55–70.
https://doi.org/10.12795/habitatysociedad.2010.i1.04

Sepúlveda Ocampo, R., Fernández Wagner, R., Caquimbo Salazar, S. y Echevarría, A. (2006). Un análisis crítico
de las políticas nacionales de vivienda en América Latina. Disponible en
https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/118190

Alcantar, E. A. (2021). Modernidad para las masas: dos formas de producir ciudad en México (1952-1976).
Seminario Internacional de Investigación en Urbanismo, (13).

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