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SERMON 2 El hombre fue creado con responsabilidades éticas.

Texto base: Génesis 2:15-17.


INTRODUCCIÓN
Indudablemente, el relato de la creación del hombre plasmado en Génesis capítulo uno y
dos, mencionan con suma claridad que el ser humano, creado como varón y hembra,
recibió desde su creación misma responsabilidades éticas y morales que tenían que
desempeñar y cumplir ante su creador, y por ello tenían por lo tanto la responsabilidad
también de rendirle cuentas si habían hecho lo que se les había asignado.
Así, para dotarlo de las capacidades que lo harían eficaz y efectivo para llevar a cabo sus
responsabilidades éticas y morales delante de Dios, Jehová lo creó a su imagen y
semejanza, y varón y hembra los creó, luego, por si fuera poco, los bendijo, acción que
señala haber sido capacitado por la divinidad misma, para desarrollar la tarea que le fue
encargada eficazmente.
Frente a lo anterior, todos sabemos la historia, el hombre falló y vino la ruina, muerte,
destrucción y expulsión de la presencia inmediata de Dios y del árbol de la vida.
El camino y el derecho a la vida abundante en comunión con Dios se perdió.
A las fallas éticas y morales del ser humano, en este caso, de Adán y Eva, sobrevino la
ruina moral, espiritual, social, familiar y ecológica de la humanidad y de la creación entera.
Todo el orden de la creación, que de manera perfecta había sido hecha por Jehová, de
pronto se vio afectado por el pecado del ser humano.
No es diferente hoy. El desastre moral y ético de la sociedad muestra cuánto se apartado
de Dios la humanidad.
Miremos hoy, pues, las responsabilidades éticas y morales que Dios le asignó al ser
humano, y a las cuales falló, y ha fallado hasta hoy.
I. Fue dotado de rectitud moral para obedecer a Dios, pero desobedeció
A. Dios le reveló cómo hacer lo bueno.
El hombre, en el huerto del edén, sabía que la definición de lo que es bueno y lo que es
malo es un conocimiento que viene de Dios, al cual había que obedecer.
Por esta razón, para que tuviera este conocimiento recto se le reveló con suma prontitud
que comer del árbol de la ciencia del bien y del mal estaba prohibido, era malo a los ojos
de Dios.
Era una norma divina a la cual había que sujetarse, pues desobedecerla era rotundamente
inmoral.
Pues, comer del árbol de la ciencia del bien y del mal era creer y buscar arrogantemente
que el ser humano es quien define por sí mismo qué es lo bueno y qué es lo malo, sin la
revelación de Dios y su palabra.
Así que, el hombre debía aprender desde el principio de la creación que la definición de lo
que es bueno o malo sólo le corresponde a Dios, a la revelación de su voluntad divina
expresada a través de su palabra, por eso el relato del Génesis dice: “Y mandó Jehová Dios
al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia
del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”
(Génesis 2:16-17).
Qué es lo bueno y lo malo, lo define Dios, y no el hombre. Jehová mandó al hombre, le
definió lo que era bueno y malo, pero, el hombre quiso escoger y definir él mismo lo que
era bueno o malo, y desobedeció, pensó equivocadamente que no necesitaba a Dios para
escoger las normas de vida que habría de vivir, y con las cuales lograr ser feliz y realizarse
hacia una plenitud de vida mayor.
Sin embargo, al desobedecer, el hombre transgredió los mandamientos de divinos y con
ello arruinó a toda la humanidad, además de a sí mismo, hundiéndola en el pecado, el
dolor y la misma muerte.
B. Lo hizo a su imagen para dotarlo de capacidades morales en sintonía con Dios.
En el sentido bíblico, el texto nos quiere decir que la decisión de crear al hombre es tan
especial para Dios, que lo hace con sumo interés y sabiduría.
Así, Génesis nos informa que su decisión es crearlo a su imagen y semejanza, lo cual indica
que estaría dotado de cualidades y capacidades especiales semejantes a las de Dios,
aunque no en la misma dimensión por supuesto.
Entre estas cualidades se encuentra precisamente que el hombre fue dotado de
capacidades morales, espirituales, vocacionales y sociales para conocer a Dios, amarlo,
obedecerle, servirle, y amar al prójimo (lo cual incluye su esposa y familia por supuesto).
C. La misma arrogancia hoy.
El hombre no quiere aceptar la revelación divina que le puede guiar y dar sabiduría de
aquello que verdaderamente es bueno y lo que es malo.
La humanidad arrogantemente quiere, y, de hecho, decide vivir definiendo él mismo lo
que para él en su criterio es bueno o es malo.
De esta forma se convierte en el árbitro que pone las reglas de lo que es mejor para su
propia vida.
Al hacerlo así, se auto-establece como el arquitecto de su propio destino, y hace a un lado
a Dios como la verdadera guía de su vida, el único que lo puede llevar a la vida plena y
eterna.
II. Se le encargó la administración sabia de la creación y falló.
A. Es mayordomo de la creación, rinde cuentas al verdadero dueño.
Con suma claridad, Dios le dio la sabiduría con que debería ser el mayordomo de la
creación: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo
labrara y lo guardase” (Génesis 2:15).
Nunca debería olvidar que “el huerto”, toda la tierra, y el universo mismo, no son de él.
Dios le ordenó labrar el huerto, es decir, lo puso “para que lo cultivase”.
Pero, también lo puso para que lo “guardara”, es decir, lo preservara y cuidara, pero, el
ser humano se convirtió en un explotador de la creación y de su prójimo.
Cultivar es un verbo de donde proviene la palabra cultura.
Desarrollar cultura para transformar la naturaleza y explotarla poniendo en peligro la
integridad de la creación, no es lo que Dios le encargó al ser humano, eso es fruto del
pecado, del amor a la ambición económica desmedida.
El papel del ser humano como administrador de la creación es la de un mayordomo que
dirige todo bajo las normas éticas y morales de Dios, para que la justicia y la rectitud de
Dios se refleje en todo el universo.
La acción de cultivar (desarrollar cultura, conocimientos científicos, etc.) y conservar la
creación necesitan de la normatividad ética y moral de Dios, para que de verdad
funcionen correctamente.
El ser humano no es autónomo, sino que debe ejercer el “mandato cultural” (labrar y
guardar), bajo la dirección de Dios.
B. El ser humano actúa como dueño de la creación.
Lo anterior, propicia que el ser humano gobierne la creación y al prójimo mismo como un
tirano, como si él fuera el verdadero dueño de todo.
Su codicia y ambición de riqueza, poder y placeres, ajenos a la voluntad de Dios y a su
mandato cultural, que se le demanda desempeñar bajo las normas morales y éticas
divinas, lo hacen explotar irracionalmente la tierra, los ríos, los mares, los bosques, al ser
humano mismo, etc.
De esta manera, le da la espalda a Dios y a las responsabilidades morales y éticas que se le
pide desarrolle para administrar la creación.
Sojuzga y domina la creación y al prójimo, pero con fines egoístas, ambiciones de riquezas,
poder y placeres, lejos de las normas divinas de rectitud moral.
Lo cual trae como consecuencia un caos generalizado en todas las áreas de la vida.
En virtud de lo anterior, la misión que Dios le había encargado a Adán y a Eva era construir
una sociedad, familia, matrimonio, culturas, comunidades, arte, industria, conocimiento
científico y tradiciones donde se reflejara la imagen de Dios de rectitud moral, comunión
con Dios, obediencia a su palabra, amor al prójimo.
Sin embargo, al desobedecer a Dios y a su palabra, el ser humano deterioró la imagen de
Dios plantada en él, y en consecuencia también lo hizo al realizar el mandato cultural,
levantó una sociedad que no se sujeta a la ética divina revelada en la palabra de Dios.
III. Dios le encargó edificar un matrimonio y una familia que le amara
Le entregó una esposa, y con ella un proyecto de familia y sociedad a imagen de Dios.
Cuando Dios le presenta a su mujer, la exclamación de Adán al verla es la de una persona
que está celebrando ese encuentro como algo muy especial diciendo: «¡Ésta sí que es de
mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar “mujer”, porque Dios la sacó del
hombre11.» (Gn. 2:23).
Esta actitud de Adán es la de un hombre que experimenta que ha encontrado el
complemento que necesitaba para lograr su plenitud de vida.
Por ello, festeja y expresa términos que colocan a su mujer al lado de él como su igual en
dignidad y valor “es 11 Génesis 2:23. DHH. hueso de mis huesos, y carne de mi carne”.
Adán sabe, por lo tanto, que su mujer está hecha para amarla, cuidarla, protegerla,
servirle y juntos desarrollar la plenitud de vida a la que fueron llamados, creados y que se
les ha mandatado por Dios: ser la base fundamental que deberá levantar una familia y una
sociedad a imagen de Dios, por eso el Señor los bendice y les encarga; “Y los bendijo Dios,
y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces
del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”,
(Gn. 1:28).
Sin embargo, como lo hemos dicho anteriormente, el engaño de la serpiente utilizada por
Satanás, los indujo a desobedecer las normas éticas y morales de Dios para mantenerse en
un estado de salvación total, y por lo tanto, capacitados con esa rectitud moral regalada
de Dios, para poder plasmar la imagen de Dios en la familia y la sociedad que habrían de
edificar, pero, lamentablemente pecaron y fracasaron, y por si fuera poco, el ser humano
sigue fracasando empecinado en vivir normas de vida moral acordes a sus propios deseos
y gustos, desechando las normas de Dios.
Por ello, sin duda alguna, la sociedad es un caos moral y ético actualmente también,
abandonaron al Señor de la vida.
APLICACIÓN
¿Estás cumpliendo con tus responsabilidades éticas morales construyendo una familia a
imagen de Dios? ¿Cómo podrías colaborar hoy para que la imagen de Dios se refleje en la
comunidad donde vives? ¿La imagen de Dios se refleja en tus normas de conducta ética y
moral que prácticas en cualquier área de la sociedad laboral, eclesial, familiar, social, etc.?
Por todo lo anterior, indudablemente, la única solución al problema humano del pecado
es Cristo.
Como lo dijo él con sus propias palabras “porque separados de mí nada podréis hace”. No
le puede ir bien a esta sociedad sin Dios.

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