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La historia local de los

colonos de la Reserva
Nacional de Malleco:
Una vida de trabajo.
Alexis Rojas Leiva
diseño editorial: Antonieta López Aravena
foto portada: Juana Godoy Sepúlveda

© Alexis Rojas Leiva, 2015


Registro de Propiedad Intelectual 
Nº 253.525
Dedicado a
† Ricardo Pérez Asalgado
(1938-2014)
ÍNDICE

Introducción

I. Antesala a la Historia Local de los Colonos de la


Reserva Nacional de Malleco
1. Collipulli y la ocupación del territorio mapuche
2. La Reserva Forestal Malleco

II. La Historia de la Reserva relatada por sus habitantes


3. Mito y odas de la Precordillera
4. Fundo Jauja
5. La vida a principios del siglo XX
6. El trabajo en la Precordillera a mediados del
siglo XX
6.1 Los Balseros del Río Renaico

7. Comité de Colonización
8. Los sucesos de Pemehue en Octubre de 1973
9. Junta de Vecinos Rural Colonos Reserva
Nacional Malleco

Epílogo
Post Scriptum
Bibliografía
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Introducción

El presente texto es el resultado del proyecto de indagación que ha llevado a cabo


la Junta de Vecinos Rural N° 15 “Colonos Reserva Nacional Malleco” de su historia
local. Conocer la historia de esta junta de vecinos (JJVV) es conocer parte de la
historia de Chile, es un viaje que nos lleva a los inicios del siglo XX. Mediante la
reconstrucción de la historia local de la junta de vecinos de la Reserva Nacional
Malleco, se nos permite realizar un repaso sobre cómo se dio el poblamiento de la
zona cordillerana. Y mediante los relatos de los colonos, es posible atisbar cómo
fue la vida hace 50 años y 100 años atrás en la cordillera de Collipulli, y se logra
comprender cómo ese mundo del siglo pasado está entrelazado irremediablemente
al trabajo. Por lo tanto, es el trabajo el hilo subterráneo que une las historias de los
colonos, sus esfuerzos y dolores. La vida personal y la vida social esta íntimamente
ligada al trabajo y, especialmente, a las condiciones duras de trabajo de inicio de
siglo XX hasta la lucha por los derechos laborales cruelmente segados en 1973,
año en que se mancha de sangre las blancas nieves cordilleranas, al igual como
hace cuarenta años atrás en Ranquil.
Las historias que nos presentan los entrevistados nos dan la oportunidad de dar
vida y nombres a las personas que han permanecido ocultos a la historia oficial.
Esa historia oficial que se resume en fechas y acciones de próceres y fundadores,
ahora gracias a la historia local veremos a los que sostienen las grandes gestas, a
esos hombres y mujeres que han sido curtidos en la montaña y en el río, y quienes
han levantado en sus hombros la historia de un país.
Los trabajadores de la precordillera, que gracias a su tesón son naturalizados
como colonos, dan la impresión, por sus hazañas, resistencia corporal y fuerza
de voluntad, que son titanes. Es posible pensar en la actualidad en una persona,
como parte de su cotidianidad, camine ¡50 Km! Conoceremos a los balseros del
río Renaico, que tras su odisea por el río vuelven a la cordillera, primero llegan en
tren hasta Collipulli, para después comenzar su andar a pie de 50 hasta 60 Km.,
van cargados con alambres de 40 kilos, y además llevan sus preciadas mercaderías,
resultado de su valeroso viaje.
Además de historias de trabajos, en el presente texto, también hay historias de
amor, que son estrellas fugaces que iluminan la noche sin luna, y dan bálsamo a
los corazones e impregnan una sonrisa eterna a los hombres y mujeres para hacer
frente a las inclemencias de la naturaleza y el capital.
La presente historia local también da cuenta del poblamiento de un extenso
territorio que corresponde la Reserva Forestal de Malleco1. La Reserva se ubica a

1 En el presente texto, resumiremos Reserva Forestal Malleco como Reserva.

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Una vida de trabajo

80 Km. al este de la comuna de Collipulli. La puerta de entrada de la Reserva es el


poblado de Villa Río Amargo, que a la vez es antesala de los sectores Los Guindos,
Pemehue y Menuco, protegidos por la cordillera de Pemehue, y sus principales
volcanes, el Tolhuaca y el Lonquimay. Ésta es el área donde se desenvuelve la
historia local que se presentará.

Fig. 1 Panorámica general de la Reserva


(Fuente: creación propia basada en geoportal.cl)

La historia local y su variante oral “se inserta en el patrimonio intangible de la


humanidad [y] cultural inmaterial, por tratarse de conocimientos y formas de
pensar propias de los pueblos, que circula en forma oral entre personas y miembros
de un colectivo” (Castro y Lienlaf, 2009:10). Es así como el presente texto se nutre
de la memoria oral de los entrevistados2, que son los pobladores más antiguos del
sector de Menuco y Amargo. En el proceso se ha recurrido a los archivos nacionales
para contar con imágenes que nos posibiliten una referencia del sector a mediados
del siglo pasado. La reconstrucción de la historia local de la Junta de Vecinos Rural

2 La entrevista, como técnica de indagación, se centró en recolectar información mediante la conversación


entre el investigador y los entrevistados y se basó en una pauta de preguntas semi-estructuradas, que se
aplicó en forma individual a los pobladores más antiguos. Los entrevistados entregaron información en
forma voluntaria y desinteresada.

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Colonos Reserva Nacional de Malleco se recrea desde la memoria de los pobladores,


invirtiendo así la estructura clásica de la historia oficial, pues la reconstrucción
de la historia local es una reivindicación de la historicidad de los excluidos de la
historia oficial, sea por la pobreza o la subordinación (Salazar y Pinto, 2002), es
evidenciar la historia de los ciudadanos que están dentro/fuera de la historia
oficial, lo que se denomina “intrahistoria”, son las historias que no aparecen en
los textos de estudio, pero que son imprescindibles para la identificación plena de
los sujetos con el lugar donde se desarrolla su vida cotidiana, provee del sentido
necesario para que las personas se sientan parte integrante y partícipes del devenir
histórico de una localidad.
Entonces, la reconstrucción histórica es un proceso de rememorización, que
permite confluir en un discurso colectivo el pasado, el presente y el futuro de
una comunidad que se desenvuelve en una territorialidad. Por lo tanto, en el
presente relato se observará cómo los hitos personales se van entretejiendo con
los hitos de los otros, y comienza así a nacer una historia colectiva, emergiendo a
la vez un conocimiento nuevo, el de una historia que no estaba escrita en ningún
texto (Garcés, 1996).
El objetivo general que guía este texto, es la promoción de la identidad local
y de la organización social de los habitantes de la Reserva Nacional de Malleco,
mediante un proceso de rescate y preservación de su historia, generando un primer
acercamiento a cómo los trabajadores de las faenas forestales, de principio del
siglo XX, se conforman en los colonos de la Reserva Forestal de Malleco en los
años sesenta del siglo pasado.
La reconstrucción de la historia local de la Reserva Forestal de Malleco implica
un proceso de objetivización de la subjetividad, por lo tanto, se han categorizado
los discursos de los vecinos mediante la producción de una línea de tiempo que
nos permite reproducir la imagen del devenir de los vecinos y la comunidad en
el flujo de esa temporalidad. En resumen, los ejes de la línea de tiempo son los
siguientes: la formación de la Reserva de Malleco y la instalación de las concesiones
forestales; la vida cotidiana y el trabajo en la precordillera a mediados del siglo
XX; formación del Comité de Colonización; los sucesos de 1973; y el origen de la
Junta de Vecinos Colonos Reserva Nacional Malleco. En lo práctico, se considera
que las enunciaciones de los habitantes de la Reserva logran sintetizar el ambiente,
las percepciones y apreciaciones de ese tiempo vivido.

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Una vida de trabajo

I. Antesala a la Historia Local de los Colonos de la Reserva


Nacional de Malleco

1. Collipulli y la ocupación del territorio mapuche

La historia de la Junta de Vecinos Rural Colonos Reserva Nacional de Malleco se


sitúa en el plano administrativo en la Comuna de Collipulli. La ciudad de Collipulli
tiene su origen en la fundación del fuerte de Collipulli en noviembre de 1867, por
el militar Cornelio Saavedra Rodríguez (Rozas, 2012). Al poblado de Collipulli
se le otorga el título de Villa en agosto de 1874 y en marzo de 1887 se le otorga la
categoría de Ciudad por Ley (Herrera, 2010; Correa y Mella, 2012).
El fuerte de Collipulli es parte del proceso de expansión de la frontera sur del
Estado chileno, expansión que abarca la zona costera de Arauco, con los fuertes de
Lebú y Quidico y la zona sur del río Malleco, con los fuertes Chiguaihue y Lolenco.

Fig. 2 Cornelio Saavedra


(Fuente: Rodríguez, 2001:107)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

El proceso de expansión de las fronteras es continuación de las acciones militares


que se inician en 1862, cuando se ignoró de facto la frontera del río Bío Bío, y se
imponía unilateralmente una nueva frontera entre chilenos y mapuche: el río
Malleco. Se contabiliza que entre los años 1868 y 1869 hubo más de 15 irrupciones
militares en territorio mapuche, con un saldo de 211 mapuche muertos (Bengoa,
2000). Esta guerra de baja intensidad tuvo un carácter genocida, siendo las familias
el principal objetivo, así se deduce del relato de Cornelio Saavedra, encargado
militar de esta guerra:

como los salvajes araucanos, por la calidad de los campos que dominan,
se hallan lejos del alcance de nuestros soldados, no que a estos otra
acción que la peor y más repugnante en esta clase de guerra, es decir:
quemar sus ranchos, tomarles sus familias, arrebatarles sus ganados i
destruir en una palabra todo lo que no se les puede quitar.
(Bengoa, 2004: 335)

En 1881 se comienzan a levantar una serie de fuertes siguiendo el río Cautín, es


el ingreso al interior de la nación mapuche, con el fin de controlar el intercambio
entre el puelmapu (al este de la cordillera) y el huillimapu (al sur de Temuco),
estableciendo así un corredor seguro de invasión desde Malleco (Marimán, 2006).
La anexión territorial de la nación mapuche “se consuma el año 1884 al tomar
posesión del país de los Pewenche” (Marimán, 2006: 77), mediante la campaña
militar denominada Lonquimay.
Tras la victoria militar del Estado chileno en 1884, se puso en macha la
avanzada jurídica (Pinto, 1999). Momento en que los terratenientes ocupan las
tierras subastadas en la capital, pues cuando el presidente Montt en 1852 funda
administrativamente la provincia de Arauco (Correa y Mella, 2012) se activó el
mercado de tierras, y los terrenos que en un principio los longkos habían cedido
momentáneamente a colonos, se comienzan a comercializar, aumentando virtualmente
su extensiones. Son veinte años de pausado delirio de compra y ventas de tierras,
que se tenía la certeza de que se ocuparían, sólo se necesitaba anexar las tierras
al sur del Bío-Bío, y es 1884 que se da el vamos a la avanzada de agrimensores,
notarios, abogados, y arquitectos, fundando pueblos donde habían fuertes, así
se comienza a racionalizar y burocratizar la anexión de los nuevos territorios. Las
tierras expoliadas a los mapuche fueron entregadas diligentemente a militares y
colonos extranjeros. En este reparto, los sargentos mayores reciben 150 hectáreas
y los tenientes coroneles 220 hectáreas (Marimán, 2006), y a colonos extranjeros
se les atrajo ofreciendo 80 hectáreas a cada jefe de familia y 40 hectáreas más por
cada uno de sus hijos.

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Una vida de trabajo

2. La Reserva Forestal Malleco

La Reserva Forestal Malleco, donde se desenvuelve nuestra historia local, está


a aproximadamente a 80 Km. al este de Collipulli. Sus límites generales son
los siguientes, “al norte el río Renaico […] al sur el Parque Nacional Tolhuaca,
al este [el] nacimiento [del] río Renaico, enseguida una línea de altas cumbres
que pasa por los Cerros Colomahuida, Alto de Chilpas hasta el nacimiento del
Río Malleco. [Al] Oeste varios propietarios, parte con el fundo Baltimore y Río
Niblinto” (CONAF, 1996:11).

Fig. 3 Lote A
(Fuente: Detalle Plano de Colonización Boloña 1917, Archivo Regional de la Araucanía)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Fig. 4 Lote B
(Fuente: Detalle Plano de Colonización Boloña 1917, Archivo Regional de la Araucanía)

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Una vida de trabajo

El 30 de septiembre de 1907, “Pedro Montt declaró la reserva forestal de Malleco,


la primera en Sudamérica para criadero de agua y bosque” (Urrutia, 2014). Fue
mediante el Decreto Ley N° 1540, del Ministerio de Industria y Obras Públicas,
que se establece la conservación para el Estado de bosques fiscales, y se destinaba
a reserva de bosque dos lotes, el lote A de 18.130 hectáreas y el lote de B de 15.510,
haciendo un total de 33.640 hectáreas.

Fig. 5 Decreto de la Reserva


(Fuente: CONAF, 1996:113)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Las faenas forestales que se realizan en la Reserva constituyen el polo de atracción


para una importante inmigración interna de trabajadores y sus familias a este
sector, cuando cesan estas faenas algunos trabajadores se mantienen en el sector
gestionando que su asentamiento se naturalice y se reconozca su calidad de colonos.
Las faenas forestales que se desarrollaron desde 1920 en la Reserva fueron llevadas
a cabo por concesionarios, y éstos entregaban parte de su producción al Estado.
La Corporación Nacional Forestal, CONAF (1996), estima que se entregó en
concesión al menos 9.250 hectáreas, las concesiones de mayor importancia son las
que llevó a cabo “Sr. Leonel Ojeda del Valle, quien intervino un total aproximado
de 500 hectáreas ubicadas en la parte inferior y sur del río Niblinto. El Sr. Eusebio
Sarcia Díaz con un total de 500 ha intervenido al sur del río Pichi Malleco. Los
Sres. Cornelio Saavedra Baeza y Alfredo Vergara Gildemeister con un total de 500
ha cada uno, en las riberas Norte y Sur de la Quebrada El Toro. El Sr. Ramón Ríos
Mieres, con 500 ha al Sur del río Niblinto, limitando al este con la concesión
Vergara” (CONAF, 1996: 45). Las concesiones se dedicaron principalmente a la
explotación de Raulí, que eran de “90 y 80, y 50 pulga’ […] pa’ rriba tenía sus
nueve metros, 10, 15 metros, 30 metros” (Orellana, 2014), y en menor medida
explotaban el Coigüe y la Tepa.

Fig. 6 Asociación de Madereros de la Frontera de 1910


(Fuente: Huella de Temuco, 2010)

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Una vida de trabajo

Burgos (2013) refiere que en 1920 cuando se entregaron concesiones territoriales


a particulares para la explotación de los bosques nativos, el Estado recibía sólo
un 30% de las utilidades, quedando el 70% restante en poder de los particulares
(110). Entonces, el Estado a principios del siglo pasado entregaba a un empresario
concesiones forestales, que eran extensos terrenos de bosque nativo:

podría tener una superficie explotable de 400, 500 hectáreas, ahí había
madera […] ese empresario, él tenía que tener aserradero, contratar
gente, bueyes, de todo, para producir, quizás estaba entregando, un 10,
un 20, un 30% de ese producto aserreado al Fisco.
(Fuentealba, 2014)

Pablo Urrutia (2007) relata en sus memorias que las concesionarias que explotaron
la Reserva Forestal de Malleco, tuvieron una actuación similar, tanto en lo referido
a la explotación maderera y el traslado de la madera por el río Renaico, como el
nulo cuidado por el ambiente y la ausencia de una responsabilidad social con los
trabajadores.

llegaron concesiones madereras que estuvieron en toda la reserva, toda,


toda. Ocho concesionarios que explotaron la reserva, y después se iban
se llevaban la riqueza, la madera, y dejaban esa gente que llegaba de
fuera a trabajar, la dejaban abandona’.
(Pablo Urrutia, 2014)

Pablo Urrutia narra el declive de la primera concesionaria que ingreso a la Reserva


Forestal:

1934 ya estaba retirándose la compañía Malgoa que estaban instalados


en el bajo amargo donde junta Río Renaico con el Río Amargo. Esta
compañía entró en la reserva por la rivera norte del Río Ñieblinto llegando
hasta el sector Amargo Menuco muy cerca de Prado escondido, se retiró
el año 1934 dejando toda su gente abandonada dentro de la reserva,
dicha concesionaria se llevó la mejor madera y ocupando toda el agua
como medio de transporte haciendo limpieza a sus aserradoras dicha
agua llegaba hasta el amargo como también ocupó la fuerza del agua
del Río Renaico con la que trasportó la madera hasta llegar al comercio.
(Urrutia, 2007)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

La segunda concesionaria que faenó madera en la Reserva es la que llevó a cabo…

Jorge Genester de la ciudad de Concepción que repasó el sector Amargo


Menuco remontando los cerros más altos que son los Motrulos haciendo
uno por del lado el Río corredor que viene por el medio de los Motrulos
donde nace haciendo los mismos desastres que la concesionaria anterior,
usando sus aguas como medio de transporte para limpiar el aserrín que
se acumulaba en sus bancos, además de talar la madera de coihue sino
le importaba el desastre que estaban dejando menos le importaba dejar
botada a su gente una vez que habían aprovechado su trabajo.
(Urrutia, 2007)

Una tercera concesionaria que recuerda don Pablo en sus memorias es la de…

Don Ricardo Corsines de la ciudad de Chillan, entró por el sector Pichi


Amargo cruzando el Prado Menuco y bajando a la ribera sur del Río
Renaico, siguiendo más arriba de los baños de Pemehue explotando Raulí
y Coihue haciendo el mismo uso de las agua y daño con fuego quemado
montaña haciendo daño a lo que tuviera a su alcance, también buscó el
río Renaico como medio de transporte para llegar el comercio, al igual
que las otras concesionarias él dejó a la gente que le trabajó dentro de
la reserva en unas ranchas miserables.
(Urrutia, 2007)

En relación a una cuarta concesionaria don Pablo Urrutia relata lo siguiente:

Don Raúl Fredes del fundo Santa Clara, militar retirado, él explotó la
rivera sur del Río Nieblinto desde la junta Nieblinto con río Malleco
hasta la junta Nieblinto con el Río Toro quedando en medio el cerro Verde
uno de los más alto que tiene la reserva que junto con los dos Motrulos
son los más altos de la reserva. Este señor Fredes sacó la madera en
carretas tiradas con bueyes a Collipulli y después con camiones. Él dejo
38 familias abandonadas dentro de la Reserva en muy malas casas.
(Urrutia, 2007)

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Una vida de trabajo

La quinta concesión estuvo dirigida por unos empresarios de la ciudad de Victoria:

Los señores Tan […] también sacaron muy buenos raulíes de la reserva
al norte del Río Malleco también dejan personas abandonadas en muy
malas casa […] dejaron más o menos 160 familias botadas dentro de
la reserva Forestal Malleco.
(Urrutia, 2007)

En las memorias de Pablo Urrutia no se menciona ni el sexto ni octavo concesionario,


pero sí un séptimo, que sería del agrado de don Pablo:

Señor Cornelio Saavedra [que] explotando Cerro Verde desde la junta del
río Nieblinto con el Río Toro ascendiendo hacia la altura Chilpa. Él fue
el único concesionario que se vio dejar el treinta por ciento del derecho
a Puerta de madera que anteriormente no lo había dejado ningún otro
concesionario.
(Urrutia, 2007)

Lorenzo Carrasco recuerda que las concesiones forestales eran un centro de


atracción para los que buscaban trabajo y dónde vivir, pues ambas cosas proveía
el concesionario, aunque fuera una paga modesta y una vivienda precaria:

el fisco trabajó las maderas a concesión, traían la gente para hacer los
trabajos, y después terminaban sus faenas, y la gente se quedaban en
los rucos que llamaban por ahí, el mismo aserradero le daban tablas
para que hicieran un ruquito, una casita, y ahí se quedaba la gente.
(Carrasco, 2014)

En relación al actuar de las concesionarias en la Reserva, los colonos recuerdan


que los empresarios de la madera explotaban el máximo que podían y después se
trasladaban a otras tierras a desarrollar la misma actividad:

cuando se fueron las concesiones, cuando terminó todo aquí […] ya


que botaron la madera, sacaron todo lo que servía, y se fueron. El
concesionario que hubo aquí después se fue pa’ al otro lado del río, al
fundo Panque [sic].
(Sanhueza, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

[las concesionarias] voltearon toda la madera, quedaron puras maderas


difícil no más, esas son las que quedaron, las más difíciles, la demás
puro delgado, y esa que después los colonos siguió volteando esos
palitos mejores, más gruesesitos, esos que aserreó la gente, pero si las
concesiones dejaron pela’o.
(Orellana, 2014)

La única responsabilidad social que puede verse de los concesionarios fue tratar
de recomendar al trabajador al Fisco, tras el cierre de las faenas. Así ocurrió con
el padre de Pedro Antonio, cuando el concesionario le dice:

“me has servido tan bién” le dijo “voy a hablar con el administrador”, y
lo dejó de inquilino. El patrón lo dejó de inquilino aquí en la Reserva a
mi papi. Lo dejó [Corsine] de inquilino en el Fisco, aquí.
(Sanhueza, 2014)

Ya en la década del 30, del siglo pasado, se institucionaliza la Reserva Forestal


Malleco, pues en 1907 el acto administrativo sólo conservaba y reservaba bosques
para el Estado, lote A y lote B, sin hacer mención a un nombre específico. Sólo por
el Decreto N° 2489, del 16 octubre de 1935, el Ministerio de Tierras y Colonización
crea el Parque Nacional Tolhuaca, el ministerio se refiere a los lotes A y B como
Reserva Forestal Malleco (CONAF, 1996: 9).

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Una vida de trabajo

Fig. 7 Decreto 2489 del Ministerio de Tierra y Colonización, de 1935


(Fuente: BCN-Legislación Chilena)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Tras la creación del Parque Nacional de Tolhuaca y los procesos de colonización,


la Reserva Forestal de Malleco redujo su superficie. En enero de 1985 nuevamente
se entrega 2670 hectáreas de la Reserva al Parque de Tolhuaca, mediante el D.S 28.

Fig. 8 D.S. 28 de 1985


(Fuente: CONAF, 1996:115-116)

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Una vida de trabajo

Sólo en 1962 se sanciona la colonización de “Los Guindos, Amargo y Niblinto,


mediante el cual se entregaron terrenos a 116 colonos” (CONAF, 1996:10). Este
evento constituye el epílogo de la historia de las familias que se asentaron en la
Reserva a inicios del siglo XX y que fueron la mano de obra de las faenas forestales.

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

II. La Historia de la Reserva relatada por sus habitantes

3. Mito y odas de la Precordillera

A continuación, ingresaremos al valle de Pemehue mediante: una leyenda, una


oda a sus ríos, una reseña del origen del sector de Menuco y Amargo -Menuco y
tres poemas al insigne Motrulo.
La Leyenda de Pemehue es recogida por María Inés Vega Sanhueza en un texto
aún inédito, trata sobre las termas de Pemehue, que los lugareños del valle llaman
los baños, y su bella flora. El “mito de creación de las Termas de Pemehue” de María
Inés Vega se basa en un testimonio de un anciano llamado “Juancho el Viejo”,
cuyo relato es registrado por ella, hace unos 50 años atrás, y evoca lo siguiente:

Dicen que en los inmensos bosques de los contrafuertes de Pemehue;


coigües, robles, tineos y raulíes pidieron a los dioses tutelares que no
permitieran la llegada de arbustos ni árboles pequeños a su territorio
porque allí solo deberían reinar los grandes titanes de la selva del sur
acompañando al Pehuén, el gran señor de los bosques. Antu no estaba
muy convencido y conversó el tema con su bella esposa Kuyén, y ella le
propuso una solución más justa y más saludable para los bosques; a la
orilla de los esteros podrían reinar los avellanos, los canelos y el guindo
ñirre y así nadie perdería importancia. Antu encontró buena la solución y
habló con los titanes del bosque… pero éstos, orgullosos de su majestuosa
altura y belleza, se opusieron terminantemente a semejante solución.
Kuyén era muy paciente, pero cuando se enojaba… entonces hasta Antu
andaba saltón y eso fue lo que pasó; Kuyén se enfureció e hizo brotar agua
caliente y vapor de la tierra, se posó en las del más alto de los montes y
desde allí creó y contempló su obra.
Creó un hermoso avellano y le regaló unos frutos rojos muy sabrosos
y le prometió que sería un fruto muy apetecido por los hombres de la
tierra; creó después un canelo y lo dotó de la gran belleza y le prometió
que sería el más sagrado de los árboles de los hombres de la tierra y
finalmente creó un bello guindo ñirre a quien le dotó de las más bellas
flores blancas con un corazoncito amarillo y hermosos guerreros con
penacho rojo… Kuyén estaba feliz, este arbolito sería su regalo a las
mujeres de la tierra y entonces se fue a dormir.

- 24 -
Una vida de trabajo

Antú, el señor del día, contempló la obra de su esposa, la señora de la


noche, y se sintió feliz y, para no contrariarla, decidió dejar para siempre
corriendo las aguas calientes de la montaña así como el lugar donde
la bella Kuyén creó el bosque de árboles más pequeños, pero no menos
importantes de los contrafuertes cordilleranos.
(María Inés Vega Sanhueza)

Como buen baquiano, Pablo Urrutia conoce los cerros y ríos que conforman el
valle de Pemehue, nos refiere la interconexión de la cordillera con el mar y cómo
esa comunicación se entorpece por las plantaciones exóticas:

cuando el mar siempre en los risco olea, olea, por debajo el agua, por
debajo de la tierra hay unos arietes, o sea bombea hasta que llega a
los cerros, y yo que soy de los cerros, las aguas se suben a lo más alto,
antes, pero ahora si el mar quiere llegar a sus estanques no llega, por
qué, por la razón de que los eucalipto al pasar en el valle, para irse a la
cordillera el agua la chupa.
(Urrutia, 2014)

Fig. 9 Pablo Urrutia


(Fuente: Archivo Propio)

- 25 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

En referencia al río Renaico, Pablo Urrutia relata que dicho río es el principal
estructurante de la geografía, pues “va deslindando provincias y regiones, hasta
llegar a Renaico” (Urrutia, 2014).
Para llegar al nacimiento del río Renaico refiere hay “que andar a caballo una
parte, y hay que irse por Pemehue [el fundo], conseguir permiso, por el lado del
río se va pa’rriba, es lejos si” (Urrutia, 2014). Y cuando llega ahí se ven:

tres caída [que] hacen una carcajada, tres esteritos, así que yo todavía
no sé cual le pertenece verdadero Renaico, pero donde caen, caen juntos.
(Urrutia, 2014)

Y desde la observación y un análisis etimológico Pablo Urrutia refiere el origen del


nombre de Renaico, pues:

al caer en ese saltillo abajo hay una cueva, quizás de cuantos años de
que los mapuche buscaban el oro, y ellos llamaban Re, un reni, una cueva,
entonces eso fue reformado por los españoles, le buscaron, sin quitarle
a los españoles, pero buscaron, Re, reni, que es pa’ bajo, co agua, y ahí
le pusieron Renaico, así que no es nombre mapuche, es como le dijera,
derivado.
(Urrutia, 2014)

Fig. 10 Puente sobre el río Menuco


(Fuente: Archivo Propio)

- 26 -
Una vida de trabajo

El nombre Menuco, que hace referencia a un amplio sector, también deriva de


algunos secretos de la precordillera. Lorenzo Carrasco refiere que el río Menuco
cuando se une al río Amargo, da origen al sector Amargo-Menuco:

por qué el río le da el nombre, y una parte más arriba, de un valle, de


un prado que se llama, yo he escuchado que la palabra menuco quiere
decir terreno pantanoso, entonces ahí hay muchos pantanos, está a
tres Kilómetros de aquí, casi cuatro Kilómetros. Por aquí hay otro valle
semejante, que es Prado Escondido y también tiene menuco, pantano
igual, si usted sube y tirita pa’ lla, es como terreno que están encima de
agua, entonces, de ahí viene el prado, de esos menucos nace un río, y ese
río le da el nombre al sector, por qué se llamaba Amargo-Menuco, porque
allá en el kilómetro uno y medio, dos kilómetros serán ahí baja otro río
que se llama Amargo, entonces por eso se llamaba Amargo-Menuco,
porque una parte tiene el nombre del río Amargo, y después de ahí pa’ca
es Menuco, por eso se llamaba Amargo-Menuco.
(Carrasco, 2014)

Fig. 11 Sector La Junta, encuentro del río Menuco (izq.)


con el río Prado Escondido (der.).
(Fuente: Archivo Propio)

- 27 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Ahora es el momento preciso para traer el poema de Pablo Urrutia dedicado a la


Reserva Nacional de Malleco, en esta oda podemos recorrer la majestuosa geografía
del valle de Pemehue mediante los ríos que la dibujan, son éstos que nos relatan
sobre sus cerros, pues “son los ríos los que hablan, para que entiendan” (Urrutia,
2014). Pablo Urrutia refiere que están “todos los ríos, los esteros de Comillio me
están quedando atrás, se me iban olvidando, como iba escribiendo, pero le eché
la culpa al río” (2014). Ya que para Pablo Urrutia el río:

es de una belleza, admirable, yo al subir la cordillera, conozco harto,


subiendo con ingenieros, sacando fotos de donde nacen los ríos, hay que
meterse es difícil […] “por qué no hago hablar las aguas?”, y empecé, y
como las conozco bien conocidas la pude hacer, yo soy un provinciano
de verdad, conozco toda la provincia también. Yo conozco el río Renaico
de donde sale, y conozco Vergara, conozco Laja donde entrega Bío Bío,
y conozco Concepción.
(Urrutia, 2014)

Además, no se olvida Pablo Urrutia en su poema de los balseros del río Renaico y
de la tormenta social que acaece tras el fin de las concesiones forestales. Vamos
al poema de Pablo Urrutia:

La Reserva Forestal Malleco


es una zona protegida
un emblema nacional
la primera en Sud-América
la novena mundial
en el año 1907
el presidente de Chile
Don Pedro Montt
la pudo decretar
nombrándola
patrimonio nacional.

La Cordillera del Chilpa


dueña de todas sus aguas
adornada por grandes montañas
de bosque natural
que nosotros llamamos nativos…
los que quedaron a cargo

- 28 -
Una vida de trabajo

no supieron cuidar.
La Cordillera de Chilpa
tiene buena altura
y sus dos lindas cuencas naturales
son dos lindos ojos
grandes lagrimal.
Renaico sacó su voz
y dijo a Malleco
no dejemos de llorar
tenemos mandamiento
de Dios hacer los ríos largos
y una provincia formar.

La Cordillera de Chilpa
dio orden a sus riachuelos
ustedes tienen que ir a ayudar
a esos dos ríos largos
no vayan a fracasar.

Riachuelo Toro, riachuelo Niblinto


abrazaron a Cerro Verde
dispuesto a juntarse
y una vez junto
Río Niblinto lo llamaremos.
Andaremos varios kilómetros
buscando a Malleco
para entregarle nuestras aguas
y sin nombre quedaremos.

En la altura de Comillio
se sintió un ruido
era Riachuelo Prado Escondido
que empezaba a bajar
con alguien me he de juntar
y esa era su esperanza.

Riachuelo Corredor
nacido en medio de Los Motrulos
salió corriendo muy apurado
tenía que juntarse
con Riachuelo Prado Escondido
y se sentía atrasado,
cuando nos juntemos

- 29 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

muchos nos alegraremos


caminaremos como hermanos
con la degradación del terreno
y roquerío formaremos
un gran ruido
parecía un cantar
y nosotros los dos juntos
nadie nos va a atajar.

Riachuelo Menuco
venía muy enojao’
porque no halló con quien juntarse
decía: el que se ponga en mi camino
sus aguas le quitaré
y sin nombre lo dejaré.
Muy contento Menuco
ya soy un río grande
seguiré mi camino
antes de andar un kilómetro
me encontré con un roquerío…
me costó pasar, poco más abajo,
tuve que pegar un salto
más de 50 metros
me di un porrazo…
del porrazo que me di, formé un raudal
muy lindo para pescar
y también para fotografiar
pero muy difícil para bajar.

Cuando llegue el turismo


anunciado de varios años atrás
tendré un camino para bajar de a pies,
una mesa y unos asientos de piedra
para atender a los turistas
si alguien se quiere bañar,
mis aguas son limpias,
tienen que ser buenos para nadar
y si no adentro de mis aguas
pueden quedar.

Dijo río Menuco


seis kilómetros me quedan
para andar encerrado

- 30 -
Una vida de trabajo

dentro de estos acantilados,


son mis propias huellas de tantos años
que he pasado
y ahora que estoy viejo
me encuentro muy encerrao’
los dos riachuelos de Comillio
no me daba cuenta que venían conmigo
los tenía olvidados
porfiaré por andar
porque no sé donde voy a llegar.

Yo soy Río Amargo


que salgo de la cuenca sur del Comillio
cumpliendo lo prometio’
mi salida fue muy fácil…
al bajar me comencé a encerrar
en acantilados de piedra muy encajonado
pasé por debajo de un cerro
pero supe salir
y ver la luz del día
para seguir mi camino
por canoas de piedra, saltillos
pero este fue el camino
que mi Dios me trazó,
un poco más abajo
me encontré con unos hombres
muy cerrados para hablar
eran unos españoles
que me estaban robando el oro.
Con la corriente que llevaba,
los barrí, los llevé a los saltillos,
les saqué la mierda a costalazos
y los eché medios descaderados…
ellos sin ser curas
me bautizaron: Río Amargo
y por ese nombre, soy nombrado.
Por eso vengo enojado
yo soy un río solo
y a nadie le bajo el moño
vengo por un penoso camino
por eso vengo amargado.

- 31 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Necesito muchas aguas


para cumplir mis compromisos
quien las tenga, yo se las quitaré
y parado lo dejaré
parado y sin nombre los dejaré
para que no puedan reclamar.

Yo soy el Río Amargo,


vengo del sur
miré hacia el oriente
vi al Río Menuco
a ti te tocó entregarme tus aguas
entrégalas calladito
son órdenes de nuestro Dios
doscientos metros más abajo
llevaré a Pichi Amargo
de algo me servirá.

Al andar más abajo


me encontré con unos cerros
tuve que dar unas vueltas cortas
parecía mansera de un arado chancho
después de dar esas vueltas cortas
que parecía militar
me pude resignar
son 1300 metros los que tengo que andar
iré con mis brazos abiertos
a Renaico Saludar.

Los sufrimientos quedan atrás


para recuerdo digo
lo bueno fue que supimos
juntar todas las aguas
para ayudar a estos ríos largos
para formar una provincia
no vayan a fracasar.
Río Amargo le hizo entrega
de todas las aguas que juntó
y en nombre de todos los riachuelos
un abrazo le dio
Gracias dijo el Río Renaico
porque me han dado un valor
para cumplir con mi misión

- 32 -
Una vida de trabajo

deslindar dos provincias


y también dos regiones.
La provincia Bío – Bío
ya me ha dado su ayuda
me entregó Río Negro
riachuelo Diablico
Río Diablo y otros dos esteros
los traigo conmigo.

Río Amargo le dijo a Renaico,


algo tenemos que conversar
ya le entregué todo mi aporte
mi nombre aquí tiene que quedar
tengo que hacer un trabajo
tengo que formar una villa
y mi nombre tiene que llevar
todo esto se ha hecho con mucha armonía
y común acuerdo
en obediencia Dios que nos destinó
para hacer estos dos ríos largos
y formar una provincia
y también gracias a la Cordillera Chilpa
que tenía sus recursos
y supo ordenar sus aguas
que las mandó a ayudar.

Renaico dijo harto me han ayudado


para hacer mi trabajo
seguiré mi destino recibiendo ayuda
para hacer este deslinde que Dios
me ha mandado hacer
lo haré bien hecho
para que no sea reparado.
Que quede bien hecho, dijo Renaico
para no andar peleando entre provincianos
Río Cato estaba esperando,
yo soy río provinciano
le vengo a entregar todas mis aguas
es lo que yo puedo aportar.

Riachuelo Agua Blanca


yo soy de provincia Bío – bío
también le entrego mi aporte.

- 33 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Sigue Renaico marcando su deslinde


a tres kilómetros más abajo
salió del lado norte provincia del Bío – bío
yo soy el Río Agrio, vengo avergonzado
con tan pocas aguas que hemos aportado
para este deslinde provincial
y también regional
Yo soy el Río Agrio, el único en entregar,
mis aguas son muy ácidas
no sé si me las recibirá,
dijo entonces Renaico,
dijo entonces Renaico entre sonriéndose
todo es bienvenido
al caballo regalado
no se le mira el colmillo.

Río Renaico siguió gozando tranquilidad


no se escuchaba ningún ruido
sus aguas medio alagunadas
anduvo un kilómetro
resignado y pensando
en lo que iba haciendo.
Son ochenta kilómetros
que me quedan que andar
para llegar a mi pueblo Renaico
300 metros más abajo
donde viene Río Vergara
tengo que juntarme con río Malleco
es mi palabra y mi compromiso.

Dijo Río Renaico,


con todas las aguas que tengo
tendré que alargar el paso
estoy muy atrasado por fin
muy preocupado de este deslinde
provincial y regional
ni de los balsero me había acordado
ellos me usaron como medio de transporte
para trasladar al pueblo Renaico
todas las maderas
que los bancos de las concesiones aserraban,
y en la estación del ferrocarril quedaban
para ser embarcadas.

- 34 -
Una vida de trabajo

Las otras maderas pasaban aguas abajo


por manos de los balseros que sabían
conducirla a Concepción
donde llegaban
y los barcos se la llevaban al extranjero.

Río Renaico le dijo:


ya me acordé de los balseros
de aquellos hombres que tanto sufrieron
para ganarse su pan
y hacer más ricos a los ricos
arriesgando su vida y pobres murieron.

Dijo Río Renaico


es más lo que quiero hablar
ya que solo me di la palabra
tengo que aprovechar de decir
mis sentimientos para poder descansar.

Siendo un río de aguas tan claras


para lo que me vine a prestar
dejar las cordilleras peladas
y tanta gente abandonada
sin casa, sin trabajo
y las autoridades en el año 1952
a la calle pública los querían lanzar.
Yo soy el Río Renaico
ayudado por mis riachuelos
yos un río muy afamado
deslindando provincias y regiones
dar aguas a todos los que deseen tomar
a esto me mandó Dios
pero por intereses mezquinos
fui muy mal usado.
Ya dije lo que quería decir,
mi conciencia descansó
seguiré el camino que mi Dios me trazó
dejando atrás mi huella
que nunca se borrará.

Alargaré mis pasos, voy muy atrasado


le recibiré sus aguas al Río Durán
es provinciano y nuestro compromiso

- 35 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

tomo mucha tranquilidad


dejando muy bien marcada mis huellas
que van quedando atrás.
Dejando muchos raudales, mareas largas
formando vueltas en los cerros
que se ponían por delante
mis aguas chicoteaban en los riscos
en muchas partes formé grandes correntadas
con grandes penachadas
donde me apuraba andar
El raudal más grande que formé
fue el raudal El Parrón,
donde dormían los balseros
envueltos en sus mantas de castilla,
su marquesa era una tabla de 1 x10.
4 balsas, 40 balseros era la capacidad
de la marea del Parrón.

Yo, Río Renaico, ordené mis aguas


formando un raudal con aguas profundas
y tranquilas
para que durmieran esos hombres
que tanto los veía sufrir,
poco más abajo al hablar de sueño
Renaico se quedó dormido,
y en el risco del Chingue
que llaman los balseros
de frentón dio el cabezazo .

Renaico despertó
Estuvo muy bueno despertar
poco más abajo tengo que observar el puente
de la carretera Cinco Sur
que pasa sobre mis aguas
que yo antes, sólo en lanchas dejaba pasar
muchas veces los pasajeros no me respetaban
los castigaba, me los llevaba aguas abajo,
algunos salían, otros al mar iban a parar,
de pasada saludaba a la Villa Esperanza.

Poco más abajo en la vuelta de los Catalanes


me robé unos manzanos,
les robé unas cuantas manzanas,

- 36 -
Una vida de trabajo

me las lleve aguas abajo.


Al paso que di,
me encontré con el Río Mininco.

Minico me dio unas explicación


me ha costado para llegar
Yo salí de arriba del Fundo Santa Clara
me vine por el centros de la Provincia de Malleco
cumpliendo con mi deber
dando de beber a todo ser
que Dios le dio vida
en esta parte del mundo.

Soy un río que cría muchos salmones


el que va a pescar
no vuelve con sus manos vacías
esta es mi explicación, señor Renaico.
Le hago entrega de mis aguas
para que haga sus deslinde regional,
mi nombre no se puedo entregar
está estampado en la Industria Mininco,
no se puede sacar.

Sigue su curso Renaico,


cansado de entregar explicaciones
y quedando muchas atrás,
ya voy pasando por el risco de Los Litres
así lo llaman los balsero
de ahí sale el canal de la comuna
de mi pueblo Renaico,
era mi responsabilidad
darle de beber a mi pueblo.
Ya estoy llegando a mi pueblo
terminando mis deslindes,
separando provincias y regiones.
300 metros más abajo
donde viene Río Vergara,
juntarme con Río Malleco es nuestro compromiso.
Renaico le dijo al Malleco:
Usted se juntó con Río Vergara.
Río Malleco contestó:
no me quedaba otro camino,
Renaico siendo más grande llevaba la iniciativa,

- 37 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Renaico le dijo al Malleco:


este Río Vergara no tiene muy buena cara
nos quiere quitar los nombres
y antes que los quite tenemos que bautizar,
dijo Renaico a Malleco:
la provincia está hecha
y tiene que llevar tu nombre
Provincia de Malleco es nombre
y mientras Chile sea Chile, así se nombrará.
Nos vamos al pueblo de Angol
para observar un poco,
antes de llegar a Angol
pasemos por El Vergel
probamos unas frutal,
dijimos, esto está muy bien
al entrar más adentro,
sentimos unos gritos,
eran los instructores
que instruían a los milicos,
este pueblo está bien resguardado
por su regimiento
Húsar Aguerrido de la Muerte,
nos gustó mucho, fue del gusto de nosotros,
decía Río Renaico y Río Malleco
sintiéndose los formadores de su provincia.

Nos fuimos a la plaza,


encontramos muy lindas casas
con todas sus oficinas
Banco de Estado, Banco de Chile,
este pueblos está muy bien trazado
por toda su belleza es un pueblo ideal,
los ríos muy de acuerdo
Renaico y Malleco al medio de la plaza
lo nombraron capital.
de la provincia de Malleco
que tanto nos costó formar.
¿Tenemos derecho a bautizar?

(Alter Ego, 20123)

3 Se ha podido acceder al poema de Pablo Urrutia dedicado a la Reserva Forestal Malleco gracias al registro que ha
hecho en la redes sociales la Agrupación Cultural “Alter Ego” Collipulli.

- 38 -
Una vida de trabajo

Fig. 12 Panorámica general de Volcanes visible desde Collipulli en un día azul.


(Fuente: creación propia basada en geoportal.cl)

Ahora es tiempo de presentar tres poemas del poeta collipullense Germán Caces
(2014) al insigne cerro Motrulo. Éste cerro está a 1.938 metros sobre el nivel del
mar y se ubica a “4 Km. al S.E. de las termas de Pemehue y a 84 Kilómetros de la
ciudad de Collipulli” (Burgos, 2013: 117), se caracteriza por su “aire cordillerano
[…] exuberante vegetación autóctona como también las antiguas coladas de lavas
en las laderas [provee] una hermosa panorámica […] sobre el valle del río Renaico,
los volcanes Sierra Velluda, Antuco, Copahue, Callaqui, Tolhuaca, Lonquimay,
Llaima [y] la Cordillera de la Costa en Nahuelbuta” (Ibíd.)
Ahora, presentamos los tres poemas de Germán Caces:

1987 Desafié al Motrulo Grande

Al Motrulo de Pemehue
en un colihuacho monté
costó despertar las piernas
el corazón traspiraba.

Sobre ladera empinada


quería vestirme de araña

- 39 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

en imaginaria escalera
al tupido sombrero asir.

Al Motrulo Grande escalé


por el inhóspito oriente
con los pasos tambaleantes
convocados todo un día.

Lágrimas rodaron sueltas


pánicos que abrazan piedras
Un Chico atado con lazos
al techo llevado en vilo.

Jaime y José Luis Burgos


Chicos Pinilla y Quiñones
Felipe Cabeza y Don Germán
vencieron al Gran Motrulo.-

El Rincón del Motrulo

El Motrulo Grande frente a mi


su mirada camina a mis brazos
esa distancia no se encogerá
ojos pardos siguen despiertos.

Con dudas volví a contemplarte


convencer a mi espíritu joven
que en cuerpo liviano estuve allí
besando agreste superficie.

Las alturas sin ondularse


allá el cóndor bebe neblinas
sólo veo piedras peinadas
el desafío sigue vibrando.
Siendo salvajes naturales
tu cabeza en vuelos del viento
abres tus puertas invitando
yo en la alfombra del Renaico.

A mediana edad te acaricie


un ojo dibujé en la roca
manta del miedo me sujeta
escalaré cuando el Río suba.-

- 40 -
Una vida de trabajo

Mirando al Motrulo

Con el cantar de su altura


con dulzores de la piedra
con los ojos al Motrulo
con sabor a Cordillera.

El puelche es su enamorado
silba peinando a las rocas
besando nieves dormidas
y a las aguas soñolientas.

Con su tronar El Motrulo


al yugo ya está guiando
que por coyunda sonriente
jugueteen los chivatos.

Del cerro sudor de luna


caliente con luz de estrella
por vientre de la montaña
bajan las Aguas Termales.

El sol despega lágrimas


al Renaico va su llanto
el hombre cordillerano
goza mirando su paso.-

(Caces, 2014: 15-17)

- 41 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

4. Fundo Jauja

Gran parte de los avecindados en la Reserva Forestal tienen algún tipo de relación
con el Fundo Jauja4, al ser éste un centro de atracción laboral. Recordar que la
Hacienda Jauja le fue asignada al coronel Cornelio Saavedra a fines del siglo XIX
tras la anexión de la Araucanía al Estado Chileno (CONAF, 1996), a modo de
compensación por sus servicios, esta hacienda en la década de los 30 del siglo
pasado estaba escriturada en al menos 14 mil hectáreas (Urrutia, 2014).
El fundo Jauja va delimitando la Reserva forestal, así lo relata Pablo Urrutia

mire mi papá todavía estaba con los Saavedra en el año 1907, trabajaba
con ellos, y ahí […] don Pedro Montt declaro la Reserva Forestal de
Malleco patrimonio nacional, y es la primera reserva de Sudamérica.
Ahí se deslindó la Jauja de la reserva forestal. Y mi papá vino con los
Saavedra a deslindar, se deslindó de aquí, desde el Amargo hacía arriba,
en una parte pusieron estaca uno y tiraron la línea de la reserva aquí, así
que abajo, Amargo era de Jauja, de sur a norte, no muy abajo la línea.
Y ahí mi papa andaba con los Saavedra, y después pasaron los tiempos
y se quedo trabajando en la reserva.
(Urrutia, 2014)

Además, el fundo Jauja está estrechamente relacionado con los habitantes de la


Reserva de Malleco. Así vemos como el padre de Pablo Urrutia, Lorenzo Urrutia
Melgarejo casado con Carmen Villalobos Contreras, es…

es nacido y criado en Jauja [después] un hombre casado, con familia,


y siempre fue capataz, de la confianza de los Saavedra. Después, a él lo
conquistaron para que dirigiera los pequeño trabajos que habían en la
Reserva, y ahí se vino pa’ca [1950].
(Urrutia, 2014)

Los abuelos de Pablo Urrutia, Armando Urrutia Badilla casado con Lorenza
Melgarejo Vallejo, procedían de Traiguén, se vinieron a Jauja a trabajar con el hijo
de Cornelio Saavedra, don Manuel Saavedra, al que aún recuerda Pablo Urrutia,
y lo recuerda así

4 El Fundo Jauja se puede observar en la Fig. 4, en la parte superior izquierda.

- 42 -
Una vida de trabajo

Ese caballero me quería mucho, ya sabe todavía tengo la fisonomía


de él. El general era más grande, más feo, lo conozco por fotos, pero él
[Manuel Saavedra] parecía un muñeco, no era muy alto, pero simpático,
y viejito. Mi papá era como la edad cercana con don José Saavedra, el
Pepe Saavedra, hijo de don Manuel, del viejito bonito que le digo. Mi
papá estaba trabajando con don Manuel Saavedra, el hijo del general. Y
ahí se criaron como juntos así, los patrones, los Saavedra, José Saavedra
y Cornelio Saavedra (otro hijo) con mi papá. Ahí, vivieron toda una
vida, y después de viejo se vino mi papá para acá, como a los 40 años.
(Urrutia, 2014)

El padre de Lorenzo Carrasco, Delfín Carrasco Riquelme, también llego a los


faldeos de Pemehue por el polo de atracción de la hacienda Jauja, ya a mediados
de siglo pasado, pues su…

padre se fue a Jauja, una hacienda vecina más allá, en el sistema de


buscar el trabajo para poder criar a la familia […] en la reserva era
empleado, le llamaban empleado, cuidaba los animales [además]se fue
él después de maderero a trabajar a la montaña, a botar los árboles a
hacha, a cortar los trozos a corvina, y después a traerlo a un lugar con
bueyes, donde estaba el aserreadero, donde se aserreaba la madera,
porque ese era su trabajo en Jauja.
(Carrasco, 2014)

El fundo Jauja se destacaba por su alta productividad recuerda Pablo Urrutia, pues
habían “ocho bancos, se escuchaban ocho bancos aserreando” (Urrutia, 2014),
donde se trabajaba exclusivamente el raulí, así también lo refiere don Pedro Antonio

el coigüe no se madereaba, la concesión no madereaba coigüe puro raulí.


Por eso en la reserva hay coigüe grande, gruesos.

(Sanhueza, 2014)
.
En las faenas de las primeras décadas del siglo XX, trabajaba don Armando Aburto
González, padre de Manuel Aburto. Armando comenzó a trabajar desde a los 12
años, y…

- 43 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

era tranchero, aserrador, el que saca la madera, antes se aserreaba mucho


[mediante] motores, esos motores antiguos grandes a leña, tenían un
tremendo volante, y ahí se ponían unas correas, y allá estaba la sierra
y por ahí pasaban los palos […] trabajaban menos de 15, 20 personas,
porque sacaban mucha madera, sacaban más de 200 pulgadas
(Aburto, 2014)

Las faenas de los Saavedra abarcaban también al sector de Niblinto, ahí trabajó en
su administración Pablo Urrutia junto a su padre, en la cotidianidad del trabajo
Cornelio Saavedra, nieto del Coronel Saavedra, le relataba a don Pablo sobre el
destino del fundo Jauja:

me conversaba la historia don Cornelio nuevo, el nieto del general, me


decía “vamos a tener que vender la gran hacienda Jauja”, “por qué”, le
decía yo, “¿pa’ que la vende?”, “ha crecido la familia”, los herederos de
ese campo, y ya no se puede trabajar, la vendió.
(Urrutia, 2014)

Con el tiempo los Saavedra vendieron su fundo, según Pablo Urrutia, primero a
Moler, y después éste se la vendió a Ottone, así nos relata Pablo Urrutia el traspaso
de la propiedad:

la vendió a otro caballero que conocía yo también, a Juan Moler, los


corraleros de Renaico, los reyes de la corrida chilena, y yo conocía a ese
caballero, y nos alegrábamos porque yo y mi papá éramos conocido de
don Juan, se nos va un patrón bueno de vecino y llega otro bueno, vamos
a tener ayuda y todo eso. Y fue a cortar un pasto [Juan] a san Cornelio,
no usaba auto, a caballo […] mirando una“chuquer”que estaba cortando
pasto o enfardando le salto un palito en el ojo, y perdió el ojo, se fue a
Estados Unidos […] y volvió y vendió altiro la hacienda […] ahí la compró,
no se el nombre, que compraba fundo y los plantaba, y ahí llego Raúl
Ottone a plantar aquí, un gallo criado en Jauja, y ahí fue un desastre.
(Urrutia, 2014)

Pablo Urrutia considera que fue un desastre la administración de Ottone, pues el


objetivo de éste era sacar el raulí que quedaba para luego plantar pino, esto aún
hace palidecer a don Pablo, pues

- 44 -
Una vida de trabajo

la madera asarreable bota’ la quemaron, y plantaron pino, y de ahí sigue


la pobreza el agua […] Echar abajo la madera más noble, montaña,
para plantar pino.
(Urrutia, 2014).

Con el tiempo Ottone vendió el fundo Jauja a Mininco, y en esa transacción don
Pablo considera que hay dudas que resolver, pues en su momento un ingeniero que:

se demoró como tres años en medir Jauja, pero bien medida, escriturada
son 14 mil hectáreas, y le sobraron 5 mil, y ahí quedaron calladitos, las
5 mil pasaron, ¡andan tierras perdidas!, ése hombre hizo el trabajo bien
hecho, bien medido, y sacó las 14 mil de la escritura de los Saavedra, y de
lo que se iba vendiendo, y sobraron 5 mil, pa’ dentro, entonces después
hecha menos tierra, tierras robada de antes.
(Urrutia, 2014)

5. La vida a principios del siglo XX

Los Asentamientos Precordilleranos


Cuando los jornaleros de las faenas forestales se fueron asentando en la precordillera,
se iban instalando en los alrededores de los bancos de procesamiento de los árboles
volteados. Así, cuando llegaba una máquina aserradora se le llamaba al sector
según su orden de llegada o el desplazamiento del banco, así

un aserradero que se llamaba Uno, fue el primero, después llego otro, a


otro lado, así tenemos La Dos, después La Tres, hasta llegar a la Nueve.
(Fuentealba, 2014)

Conformándose así el sector La Uno, La Tres, La Seis, y así consecutivamente,


entonces vemos:

la Nueve se llamaba, ya, porque se llamaba la Nueve, la primera faena


aserradora de madera que llego ahí, empezamos por la primera máquina
que llego aserrear, donde Pablo Urrutia, y se le puso la Uno, porque era
la primera faena que explotaba la madera, no sé los nombres, quiénes

- 45 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

fueron [los concesionarios] después tuvo lugar la segunda, la Dos, la


Tres, la Cuatro, la Cinco, hasta que llegamos a la Nueve, ahí donde esta
el puente grande, al otro ladito, ahí se llamaba la Cinco, después estuvo
más instalada más allá la Ocho, la última fue la Nueve, por aquí detrás
de ese cerro fue otra, era la Siete, allá detrás de otro cerro, era la Seis, y
así como le estaba explicando.
(Carrasco, 2014)

de Pablo Urrutia […] por la orilla del río era donde estaba el banco
instalado, ahí tiraban madera ellos, en la Uno, y después a la Dos eso
había que ir cerca de la Seis. Y se traslado a la Tres de ahí, y le pusieron
a los lugares la Tres. Por haber cambiado los bancos, pero era los mismos
concesionarios.
(Burgos, 2014)

- 46 -
Una vida de trabajo

13. El puente de La Cinco


(Fuente: Archivo Propio)

Para don Lorenzo ir deshilando la historia para nombrar el territorio es un constante


rememorar como fue el desplazamiento de las faenas forestales, así refiere:

es bien larga la historia, pero el nombre de las faenas me suena, una


que seguía el puro coihue, entonces se llamaba la Coihuera esa, porque
puro sacaba la madera de coihue, las primeras buscaban el puro raulí.
(Carrasco, 2014)

Refrendando así lo dicho por Manuel Aburto, que las concesionarias explotaban
preferentemente “raulí, pellín, coihue, también, era mucha madera antes”
(Aburto, 2014).

- 47 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Referir que los concesionarios entregaban al trabajador y a su familia

solamente la casa, la pura casa […] se le entregaba sólo el goce de


la casa, supongamos que se ocupaba una hectárea, entre huerta, sus
hortalizas, sembrado papita, maíz, entre otras cosas, entonces se debe
haber ocupado una hectárea.
(Fuentealba, 2014)

Además, en dichos tiempos en la Reserva se podía divisar mucho movimiento


ganadero, pues

el Fisco solamente tenía más de 700 vacunos, aparte de los que tenían
los que hoy son colonos, porque casi no había un colono que no hubiese
tenido siquiera un par de vaquitas, o su yuntita de bueyes, era muy raro
el que no tuviera nada, todos tenían.
(Fuentealba, 2014).

Así lo confirma don Manuel Aburto, pues “era muy rico el fisco tenía más de 1.500
animales, antes andaban los animales pa’ el campo” (Aburto, 2014).
Entonces, se concluye que el poblamiento de la Reserva está en relación al
crecimiento de la producción maderera, y las personas buscaban estar cerca de
las faenas, aunque algunos se situaban más distantes.

- 48 -
Una vida de trabajo

Nacer en la Precordillera
Fig. 14 Manuel Aburto
(Fuente: Archivo Propio)

Manuel Aburto Navarrete nació en la Reserva Forestal un día de diciembre de 1935,


en Los Guindos, al igual que sus nueve hermanos, su nacimiento fue facilitado
por “unas mujeres que habían antes, en el campo nacía uno, habían señoras que
sacaban los partos” (Aburto, 2014). La esposa de don Manuel Aburto, Lidia Pulgar,
también nació en la Reserva, mediante una partera. De los 12 hijos que tuvieron
Manuel y Lidia, los dos primeros hijos nacieron en la Reserva con partera, pues
“los antiguos nacían con parteras” (Aburto, 2014). Aún los colonos recuerdan el
procedimiento de las parteras:

llegaba la señora y comenzaba a arreglar su cuestioncita, y uno tenia que


ayudarle porque había que apretarle la guata, había que ayudar a mi
señora, los primeros dos […]quedaban bien las guaguas, eran chilenas
[las parteras]de por ahí mismo.
(Aburto, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

nacían así en casas no más. Todos la gente pa’cá los nacían así ayudados
por una señora más vieja que había tenido varios partos, sin permiso,
sin nada ayudaba a la guagua. [Algunas parteras] las señoras Salome
Vejar y la señora Rosario Reyes de Villalobos, en Amargo quedan algunos
descendientes de la señora Villalobos.
(Urrutia, 2014).

Quién también nació en la precordillera fue Ricardo Pérez Asalgado, nacido en


1938, su madre también se mejoro en la casa, “dónde Echeverría [por el puente de
Amargo] por esa calle por ahí” (Pérez, 2014). Don Ricardo refiere que en los partos
muchas “veces las propias mamas atendían a sus hijas” (Pérez, 2014).

Fig. 15 Ricardo Pérez


(Fuente: Archivo Propio)

- 50 -
Una vida de trabajo

Los padres de Ricardo Pérez se llamaban Julio Burgos Sandoval y Carmela Betancurt,
ellos ya venían casados de Caledonia, que “queda del otro lado pa’lla. Mulchén
pa’rriba, para la cordillera” (Pérez, 2014). Su padre, Julio Burgos, se dedicaba en
casa a reparar motores.
Ricardo Pérez relata que fue unos de los primeros que llegó a Amargo, “tenía
como 30 años, venía de Pemehue” (Pérez, 2014).
Pedro Sanhueza Alarcón, de 80 años, nacido en la precordillera allá por 1934,
se casó Elisa del Carmen Chávez Sepúlveda, en 1957. Don Pedro ha “vivido toda
la vida en esta Reserva, aquí nací y me crié, claro he salido a trabajar afuera, he
estado siempre acá” (Sanhueza, 2014).

nací aquí en la Tres, donde Manuel Garrido, o sea, no sé si en el Amargo


o en la Tres, nunca le pregunte a mi padre si había nacido en Amargo
o aquí en la Tres, porque a él después lo trajeron a la Tres, aquí donde
Manuel Garrido, y aquí me crié, hasta hoy estoy aquí.
(Sanhueza, 2014)

Fig. 16 Pedro Antonio Sanhueza


(Fuente: Archivo Propio)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

El padre de Pedro Antonio, Francisco Sanhueza Ormeño, era de Collipulli, cuando


era soltero trabajaba en las balsas “pasaban las balsas de los ríos y la pasaban por los
lagos, por el lago Conguipulli […] Villarica, él la pasaba en vaporcito, en lanchón,
en vapor la tiraba, y ahí lo soltaban en Toltén” (Sanhueza, 2014). Luego Francisco
Sanhueza se trasladó, primeramente a Amargo, luego trabajó en Jauja, donde
conocería a María Jesús Alarcón Villagrán, que se había criado en Jauja. Francisco
y María Jesús contraen matrimonio primero en las misiones, posiblemente, de
los padres franciscanos, y con los años formalizan la unión por el registro civil:

porque antes no pasaban por el civil, por las misiones se casaron. O sea,
se casaron por el civil, en [Fundo] el Carmen, después al mucho tiempo
vino un civil por la provincia del Bío-Bío y ahí se casaron, y ahí venían
tres hijos que estaban reconocidos en Mulchén, yo y dos hermanos.
(Sanhueza, 2014)

Éste matrimonio, al parecer, estuvo un tiempo en el sector de San Andrés para


dirigirse nuevamente a la Reserva en busca de las oportunidades laborales que
daban concesiones madereras:

de San Andrés se vinieron arriba a Amargo, y ahí empezaron a trabajar en


las Concesiones aquí, cuando empezó a trabajar en concesiones el Fisco.
(Sanhueza, 2014)

Lorenzo Carrasco Urrutia, de 66 años, también es “nacido aquí en la Reserva de
Malleco, soy nacido un poco más de Amargo, ahí, por donde vive Pablo Urrutia, al
ladito donde vive don Roberto, donde estaban los bancos, ahí nací yo” (Carrasco,
2014). Su padre, Delfín Carrasco, nacido en 1906, provenía del Fundo Villucura5,
con una infancia muy golpeada, “de una familia demasiado pobre, que salió
toda la familia de Villocura [Villucura], y después se desparramaron, hasta que
desaparecieron” (Carrasco, 2014),

y a los 12 años, quedando huérfano, sin padre, sin madre, salió y se


crío en un fundo que se llama, que está más afuera, San Andrés, por ahí
trabajo, donde Candelario Sandoval.
(Carrasco, 2014)

5 Lorenzo Carrasco refiere que Villucura, pronunciado a veces por los lugareños como Villocura, “queda cerca
de los nacimientos del río Bío Bío, por Mulchén hay que salir camino a Santa Bárbara, y Ralco, y por ahí
se llega, en vehículo por lo menos al [fundo] Lolco, a Villocura, y por Curacautín también. Aquí hay una
entrada por las termas de Pemehue a Villocura, pero hay que ir a pie y a caballo” (Carrasco, 2014).
- 52 -
Una vida de trabajo

Luego Delfín Carrasco vive su juventud en San Andrés trabajando, Lorenzo relata
la vida de su padre en primera persona:

era como un trabajador cualquiera, era como un personero, yo trabajaba


el fundo, y a cada inquilino llamaban al que estaba radicado ahí,
reconocido como viviente, existían los patrones, un trabajador, yo tenía
que trabajar a la hacienda, antes eran hacienda, eran fundos, había que
estar dispuesto lo que el patrón dijera. Mi papa fue siempre agricultor,
trabajó de maderero.
(Carrasco, 2014)

Con los años Delfín Carrasco se traslada a la Reserva de Malleco, donde conoce a
quién sería la madre de Lorenzo, la joven Rosa Ester Urrutia Villalobos, que según
don Lorenzo debe haber nacido en Jauja.

Fig. 17 Lorenzo Carrasco


(Fuente: Archivo Propio)

Delfín Carrasco luego de independizarse, se va a la Reserva, recuerda don Lorenzo,


y es en ese momento que ve los bancos aserraderos de los concesionarios, esos
que estaban “metido para la cordillera [ahora] queda el puro motor, un pedazo
de motor” (Carrasco, 2014), así lo recuerda:

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

hasta los 5 años de la existencia de mi vida, mi papa vivió con sus suegros,
con mi abuelito. Y después a él lo trasladaron del fisco, “te vai a ir a tal
parte”, y tiene que ir, porque no es como cuando uno vive en lo propio,
si quiere se va, si quiere no se va, pero cuando vive en los ajeno, tiene
que someterse a las órdenes. Entonces, yo de cinco años, nos fuimos a
la Reserva de Malleco, donde había un banco que está aserreando, pero
ya eran las últimas maderas que estaba sacando el Fisco.
(Carrasco, 2014)

Fig. 18 Matrimonio Teresa Sanhueza y Carlos Burgos


(Fuente: Archivo Propio)

Quien también nació en la Reserva fue don Carlos del Rosario Burgos Chávez, de
88 años. Su vida la vivió mayoritariamente en la Reserva de Malleco y algunas
pequeñas estadías en Collipulli, en sí “no me he movido más que ahora cuando
ya compramos aquí nos vinimos para acá [Collipulli], es la trayectoria más lejos
que yo he hecho de donde yo nací” (Burgos, 2014). El padre de don Carlos Burgos,
José Segundo Burgos Medina, provenía de Lumaco, y su madre se llamaba Juana
de Dios Villagra Chávez, ellos se conocieron en San Andrés, y se casaron, él con
18 años y ella con 22 años.

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Una vida de trabajo

José Burgos Medina se traslado a Collipulli porque su padre, Sandalio:

le nombré una yegüita a mi papa, y él pensó que ese animalito lo podía


gobernar cómo el quería, prestárselo a quién quería, y resultó que un
hermano de mi mamá lo molestó en bestia para venirse, debe estar arriba
en San Andrés, para venir a Collipulli, y tenía que venir con mi mamá,
esos eran dos hermanos, porque el papá de ellos allá iba a moler y esas
cosas sucedieron, y le parecieron mal a mi abuelito, o sea, bien digo a
mi abuelito. Que mi papa haya prestado la bestia sin orden de él, y él le
alego, le dijo no, si usted me la dio era mía, a quien quería se la prestaba,
pero “no -le dijo- fue de nombre, pero todavía la mando yo”, y se manda
a cambiar de la casa cabrito, de 18 años, y se cambia el nombre, él venia
en esa época con José, el primer nombre, y se puso Sandalio, que era el
nombre de mi abuelito. Y por ahí conoció a mi mamá.
(Burgos, 2014)

Mas, Juana Villagra murió joven, al dar a luz a su noveno hijo en su casa, Carlos
Burgos refiere que la partera no pudo restablecer a su madre y, tras un doloroso
padecimiento, tuvieron que ir a Mulchén:

[la partera] decía con esta hierbita va a correr la placenta, a ella se le


pegaron, y esperaba ocho días y le volvía a dar otro tomo, y fue imposible,
así que se sacó en carreta, un viaje penoso a Mulchén, con esa rueda de
rayo encima de las piedras, llegó al hospital y ahí murió en la misma
noche la mamá […] de la Reserva a Mulchén, al hospital, la recibió una
matrona llamada Lavina, esa era la única matrona que había dentro
del hospital, que ella podía atender, pero había que llevarla allá, a los
campos no salía.
(Burgos, 2014)

Carlos Burgos, en su tierna infancia, recibe de Ricardo Pérez la novedad de la


muerte de su madre, no comprende a qué se refiere:

Ese caballero trajo la novedad que la mamá había muerto, pero tan chico
estaríamos nosotros, que no supimos que era muerto, nunca habíamos
visto que alguien moría, no volvía para la casa, nosotros no lloramos

- 55 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

ni una cosa, si no sabíamos, no entendíamos qué era morir, porque


estábamos todos niños chicos.
(Burgos, 2014)

Ya en la Reserva, el padre de Carlos Burgos se dedica al trabajo maderero en distintos


sectores, en La Uno, en La Dos, con el concesionario Corsine en su momento, y ahí

botaba a hachas los árboles, en esos tiempos no había moto, y comenzó


a trabajar con bueyes para poder cargar esa madera que botaba en el
invierno, tenía que tener bueyes, a pulso no podía hacerlo […] mire él [su
padre] debe haber trabajado no sé hasta cuándo, hasta que entregaron
las hijuelas, después de eso siguió en la madera, pero ya con una parte
del Fisco, ahí cambio de patrón él, que ya fue Reserva Forestal de Malleco,
pero antes eran concesionarios, que entraban por 10 años, pongámosle
así una concesión, trabajaba con la gente, iba aserrear, pagan un tanto
por ciento al Fisco.
(Burgos, 2014)

Fig. 19 Pedro Sanhueza y Blanca Melgarejo, Padres de Teresa Sanhueza6


(Fuente: Archivo de matrimonio Burgos-Sanhueza)

6 Los padres de Teresa Sanhueza son Pedro Nolasco Sanhueza y Blanca Melgarejo, siempre fueron de la
Reserva. Pedro Nolasco, trabajó en las balsas más de 40 años, según doña Teresa, desde los 17 años se
dedicaba al transporte de madera por el río Renaico. Cuando menguaba el agua del río Renaico se iba Pedro
Nolasco a trabajar a otros lugares, como Puerto Saavedra donde los “ríos [son] más grandes pa’llá. Por ahí
trabajaba en la primavera, porque son ríos grandes, entonces, esos tienen suficiente agua en la primavera
(Burgos, 2014).

- 56 -
Una vida de trabajo

Don Carlos Burgos Chávez recuerda que su padre cuando trabajó para Ricardo
Corsine le pagaban por su trabajo mediante fichas para canjear en la pulpería, en
el almacén del concesionario, donde “les daban las cosas para que ellos tuvieran
para sobrevivir” (Burgos, 2014).
Quien también nació en la Reserva fue Pedro Juan Orellana Urrutia, que en la
actualidad tiene 84 años, nació en el sector Las Cabras, “debajo de los baños donde
hay una escuela vieja, en esa escuela, ahí nací yo, allá donde vivían los Sanhuezas,
de Pemehue arriba, cerquita de los baños, más o menos, mil metros de los baños”
(Orellana, 2014). El padre de don Pedro, José Roberto Orellana Sandoval, nació
en Collipulli, y la madre de don Pedro era María Encarnación Urrutia, oriunda de
Santa Julia, del Fundo Las Piedras.

Fig. 20 Pedro Orellana


(Fuente: Archivo Propio)

Antes de irse a Pemehue, José Orellana Sandoval trabajó en el viaducto, removiendo


tierra, y en el molino el Globo. Ya en el valle de Pemehue don José trabajó en la
concesión maderera de Ricardo Corsine y en una concesionaria llamada “Consorcio”,
en ambas concesiones don José se dedicó:

a sacar madera, pura madera de las montañas, buscando madera, y uno


madereando. Volteaba a hacha, y en las montañas semicubiertas, palo
de 200 pulgadas de grueso, y usted para voltearlo el astil del hacha de

- 57 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

vara y medio de largo, no alcanzaba a cruzarlo aquí, tenía que sacarle de


este lado, y después ganarse a este lado pa’ sacar el otro lado, después
buscaba un palo grueso y le ponía aquí en el corte para que la mata no
se cargara ni se partiera, la acuñaba con un palo grueso y después ya
la echaba atrás, y enterrado en la nieve con chala de cuero, hasta aquí,
y habían cuatro, cinco millones, 10 millones de pulgadas encastilladas
en el río, aserreada, y esa había que bajarla.
(Orellana, 2014)

El amor precordillerano
Los padres de Lidia Pulgar, esposa de Manuel Aburto, eran de Curacautín, y se
asentaron en el fundo Carmenes y Maitenes. Cuando Lidia se trasladaba a la
escuela Manuel conoció a quien sería su futura esposa.
Relata Manuel Aburto su historia de amor, de la siguiente forma, la relación
es oculta por las diferencias de edad, así que buscaba las formas de comunicarse
con su cariño:

está viuda mi suegra cuando le hice la busca, como tres años, con un
espejito. Con un espejo en una parte, ya en tal parte, ya la conocía,
para que saliera, tenía que salir de la casa, cualquier cosa, a buscar
leña, a buscar agua, total […] antes que se entrara el sol, después no
había sol, después le decía a tal ahora aquí…ella estaba cerca, como a
dos kilómetros no más, pasaba el río y ya estaba ahí.
(Aburto, 2014)

Tras tres años de relación Lidia se embaraza “y ahí obligado a hacerme cargo de
ella. Fuimos a casarnos a Mulchén” (Aburto, 2014). Se casaron por el Civil en
Mulchén, en ese viaje iba Manuel Aburto, Lidia Pulgar y la madre de Lidia, los
testigos fueron algunos conocidos de la madre de Lidia en Mulchén. El viaje a
Mulchén fue otra odisea, pues tenían que cruzar en…

Los Guindos arriba, cruzábamos para el otro lado, había un puentecito


cimbra7, con unos cables, les ponen tabla, pero lejos unos 100 metros

7 Sanhueza (2014) se refiere al puente cimbra que era usado para “cruzar el río, hacían puente de cimbra,
puente de arco, de vara y pasaban. Botábamos un árbol no más, un puente para la primavera no más, en
invierno se lo llevaba [el río]”.

- 58 -
Una vida de trabajo

de cable, con tractor y van poniendo tabla, y después le ponen unos


agarraderos, como igual hay uno arriba donde Juan Medel hay un puente
cimbra todavía [luego] en carreta, cruzar el río, era un día entero para
llegar a donde llegaba la micro antes, el fundo Cisne llegaba la micro,
hasta ahí llegaba en carreta, alojaba y al otro día se iba a Mulchén,
después había que alojar otra vez, y al otro día irse, eran tres días para
viajar a Mulchén.
(Aburto, 2014)

Fig. 21 Puente colgante que une Collipulli y Mulchén en Los Guindos


(Fuente: Archivo Propio)

Cinco años después, Manuel y Lidia volverían a Mulchén ahora para casarse por la
iglesia, ya serían más de tres lo que partieran a Mulchén a celebrar un matrimonio
austero, de mediados de siglo pasado, en una zona rural, sigue el relato:

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

[eran] varios, 12, 10 [personas] la hicimos en una casa arrendada por


la noche no más, había poco que comer, llevamos una oveja nosotros, y
traguito de vino, porque antes se tomaba vino y se tocaba la guitarra no
más, no como ahora. Habían unos 50 litros, una guitarra […] Orlando
Toledo había una que cantaba, había de Mulchén también, gente que
entraba, payadores, cualquiera podía entrar, siendo conoció de alguno
ya lo llamaban y entraban. Tocaban cueca, tonada, vals, era lo que se
bailaba antes.
(Aburto, 2014)

En relación a la historia de amor Ricardo Pérez, éste tuvo dos idilios, el primero
de ellos fue con Manuela Reyes Cabezas, del sector de Pemehue, fue su primera
esposa. En las cercanías de Pemehue fue el matrimonio, donde el padre de don
Ricardo, invitados

llegaron como 60 [tenían] un animal, una vaquilla, vino también.


Tocaban guitarra, cueca (murieron todos los cantores) un día, toda la
noche, y el otro día, como las 5.
(Pérez, 2104)

El joven matrimonio tuvo dos hijos, ambos dados a luz por una partera del sector,
mas la tristeza no demoró en llegar, la muerte visitó a este novel matrimonio,
pues Manuela Reyes falleció joven, a los 18 años, en el parto de su segundo hijo.
Con el tiempo don Ricardo rehace su vida junto a María Dalma Sandoval, con
quien tiene siete hijos, a María Dalma la conoció cuando trabaja por “Villocura,
queda por allá, al lado de Argentina. Yo fui pa’lla, viajaba por ahí, al fundo El
Lolco, en Villocura, por ahí trabajaba” (Pérez, 2014). Su relación duro pocos años,
pues María Dalma fallece a los 56 años, mas Ricardo Pérez aún recuerda los bellos
momentos pasados juntos con María Dalma.
La historia de amor de Teresa Sanhueza y Carlos Burgos comienza en la década
del 60’, cuando contraen matrimonio, él con 33 años y ella con sus núbiles 20
años, viajaron a Collipulli a sancionar su unión en el civil y en la iglesia el mismo
día. Para llegar a Collipulli, primero bajaron a caballo hasta el 20, y después en
camioneta hasta Collipulli. Fueron tres días de fiestas por la unión. Una celebración
en Mulchén, que fue organizada por las hermanas de Carlos Burgos, la segunda
jornada de celebración fue en Collipulli:

- 60 -
Una vida de trabajo

[en] la casa de mi señora, de los padres de ella, otra trasnocha’ más,


toda la noche, y de ahí al otro día, nos fuimos a la casa de mi papá, todo
el día celebrando el matrimonio, así que fueron tres días que pegamos
(Burgos, 2014)

Del matrimonio Burgos-Sanhueza nacieron seis hijos, tres niñas y tres hombres.
Carlos Burgos siguió trabajando junto a su padre un tiempo más, hasta que emigran
del valle para llevar a sus hijos al colegio, en la década de los 70’

eso fue lo que nos trajo [a Collipulli], por el sacrifico que yo llevé para
estudiar ese poquitito, yo pensé, estaba niño, pero pensé, cuando yo me
case, nunca le voy a dar este sacrificio a mis hijos, yo los voy a llevar al
pueblo, voy a comprar, cuánto tendría, 10 años, cuando estaba pensando
en casarme, y así lo hicimos, nos casamos, comenzaron a haber hijos, y
ya que estaban bueno para la escuela, y no quisimos darle ese sacrificio.
[Así que] traje la madera, esa la aserre’ arriba y la traje en un camión
pa’ca y con eso hicimos la casa, ella fue mi oficial, yo era el maestro, no
había hecho nunca una casa, pero total, para que me sujetaron los palos,
mientras yo los clavaba abajo ahí, me servía […] quedaba facilito para
que fueran los niños al colegio.
(Burgos, 2014)

Ya en Collipulli Carlos Burgos se inserta a trabajar en labores totalmente nuevas, con


jefe directo y con jornadas precisas, al convertirse en jornalero de la construcción, en
principio se le hizo difícil “me retaban que le digo, porque yo no sabía los trabajos,
ni el nombre de las herramientas de ellos, porque aquí vine como oficial para hacer
mezcla” (Burgos, 2014). Hasta que un día, por coincidencia, un maderero que
trabaja en el banco de Infodema ve su carretón maderero y lo invita a trabajar con
él, entregándole los bueyes y el apero:

un caballero que era maderero, me vio que andaba con carretón maderero
[…] y me dijo, “no le gustaría irse conmigo, yo soy maderero”, pero –le
dije- como voy con usted si yo no tengo bueyes, se terminaron esos. Me
dijo, “yo le paso bueyes, paso toda clase de apero, trabaje conmigo”,
cuatro años estaría con él, ahí anduve bien.
(Burgos, 2014)

- 61 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Entonces, Carlos Burgos se dedicaría a la explotación de eucaliptos que se usaban


como cortina para deslindar los sitios en los campos “salí de esas materia, como
le dijera, nativas, y me vine a esas cosas que habían hecho cortina, y ahí estaban
esos inmensos árboles” (Burgos, 2014).

Estudiar en la precordillera en el siglo pasado


En relación a la educación de los niños en la precordillera existía una escuela, ésta
estaba “en la administración de los Guindos, ahora no está la administración,
la cambiaron ahora, claro hay una cuestioncita y ahí, pero…no hay nada ahora,
está todo plantado” (Aburto, 2014). Don Manuel Aburto entro a los siete años
a dicha escuela.
Ricardo Pérez recuerda que en su infancia “andábamos a patita no más,
con una camisetita” (Pérez, 2014). Y aún vive en su memoria la maestra de Los
Guindos, “Mercedes González Barriga, tuvo hartos años ahí. Ahí jubilo” (Ibíd.)
Don Carlos también recuerda a la profesora Mercedes, esposa del contador de la
administración de la Reserva

se llamaba Mercedes Barriga de González, ella llegó como hacer clases ahí,
y él como un contador, el caballero González, llegó como administrar eso
[…] en los Guindos ahí, adónde queda un resto como de administración,
en esas partes estaba el colegio
(Burgos, 2014)

Con la profesora Mercedes Gonzáles varios hijos de los trabajadores del valle de
Pemehue aprendieron a leer y las cuatro operaciones básicas, aunque los niños
tuvieron una educación discontinua, pues “nos mandaban una vez al mes, [el
resto] tirando los bueyes” (Pérez, 2014).
Lorenzo Carrasco también estudió en la escuela de Los Guindos, a los siete
años ingresó al establecimiento:

para poder aprender las cuatro operaciones, y a leer y escribir, en


Amargo, hasta 14 años estuve ahí, después me volví a Jauja otra vez
donde mis padres.
(Carrasco, 2014)

Don Carlos Burgos asistió por muy breve tiempo a la escuela, pues cuando
niño sufrió una mordedura de un perro que lo dejó postrado por mucho tiempo,
y después debió acompañar a su padre en el trabajo:

- 62 -
Una vida de trabajo

me tuvieron dos años [en la escuela] pero dentro de los dos años, resultó
que yo me accidente mucho, estuve tres meses sin poder ir al colegio,
entonces fue muy poca la educación para mí […] me mordió un perro
en la calle, yo vengo así para abajo, y el perro va para arriba, llega ¡y
me pesca esta pierna!, entonces me sacaron al hospital, la pierna se me
estaba rompiendo en diferentes partes, ya hasta que sané en la casa, así
no más, en ese tiempo, ni la profesora, que yo ya estaba en la escuela,
hubiera dicho que me llevaran al hospital, no, nunca dijo nada, ni tampoco
me fue a ver ella, en qué calidad estaba, yo estaba botado por los tres
meses, aquí ya pude andar […] así que por eso yo estuve muy poco, claro
que siempre cursé a segundo, de primero a segundo, y después mi papá
me saco al tiro al trabajo.
(Burgos, 2014)

Varios de los colonos de la Reserva deciden dejar sus campos e irse a la ciudad para
dar educación a sus hijos, y así no reeditar en sus hijos la experiencia de postergar
los estudios por el trabajo:

claro, había que viajar todos los días, salíamos con noche y volvíamos
con noche a la casa, era un verduguismo tremendo pa’ un niño, uno se
cansa, claro cuando ya fui hombre iba y volvía, no había cansancio
porque las fuerzas las tenía, pero cuando niño no tiene las fuerzas, las
resistencia de una persona adulta.
(Burgos, 2014)

por lo menos a ellos [sus siete hijos]yo le di su educación, todos cuarto


medio. Para eso yo me fui a Collipulli, tengo una casa en Collipulli […]
dejé este campo solo, y trabaje en la forestal, 20 años trabajé yo en la
forestal, y dejé el campo botado aquí, y después volví aquí.
(Sanhueza, 2014)

La conectividad en el siglo pasado


Desde 1900 hasta muy entrado el siglo XX, los habitantes de la Reserva de Malleco
se relacionaban más con la ciudad de Mulchén, la mayoría de los trámites civiles
se realizaban en esa ciudad, pues el camino hacía Collipulli no lo permitía:

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

era sumamente malo, no había camino, cuando estaba en la escuela, vine


a buscar la comida, vine a Canadá […] cuatro días echamos en carreta
a buscar la mantención a Canadá, y eso que esta a mitad de camino.
Había un viejito allá que sabía todas las pasa’, está muerto ya, Alberto
Cid se llamaba, él conocía los caminos, no había camino bueno para este
lado, estaba mejor por el fundo el Morro [para Mulchén].
(Aburto, 2014)

De lo anterior da testimonio Ricardo Pérez, quien dice que cuando viajaba a


Collipulli, hacía el trayecto a pie:

de a pie bajábamos. Salíamos en la mañana y llegábamos a las cuatro


a Collipulli. Eso demorábamos, éramos jóvenes para andar. Después al
último llegaba una micro [que] llegaba al 20, al Canadá.
(Pérez, 2104)

Don Lorenzo recuerda que la primera vez que fue al pueblo de Collipulli lo hizo
en carreta, era un largo y extenuante viaje de ida y vuelta, pese a todo, se trataba
de un evento memorable:

demoramos 15 días en llegar. Yo tenía como 10 años, demoramos tanto


dos días de aquí pa’lla, tres días de allá pa’ca, pero los otros 10 días
mis socios estaban tomando en el pueblo. Fuimos a vender este material
para los cajones de abeja, por armar, toda la madera hecha.
(Carrasco, 2014)

El transporte público comienza a llegar al sector de Amargo recién en la década


del 70’, con dificultad, pero llegaba al menos en el tiempo estival, según Lorenzo
Carrasco (2014).

La economía doméstica en la Reserva a principios del siglo XX


Huaso y campesino
Mis ojos viven del campo
con apegos a la tierra
un huaso con vestimenta
guardo ropajes de otra era.
Arado melancólico

- 64 -
Una vida de trabajo

enciende las añoranzas


su puntilla va enterrando
gualeta remueve raíces.
Al yugo los regalones
El Huaso y el Campesino
pensando sembrar con ellos
recuerdos de mi terruño.
Con el apero apropiado
bridas conducen palabras
montura para el escritor
estribos al pensamiento.
Un suave lazo de tientos
para cazar letras lobas
al anca de mi caballo
mi manta para las bellas.-
(Caces, 2014: 12)

Según recuerda Manuel Aburto (2014) en el sector de Los Guindos, a inicios del
siglo pasado, había unas 50 familias. Las familias tras recibir sus pagos se dirigían
al pueblo de Collipulli, para abastecerse de víveres. Pero los insumos necesarios
para la sobrevivencia cotidiana se producían en la precordillera. Manuel Aburto
refiere que se sembraba trigo a medias con el Estado:

el trigo se rozaba, se arreglaba todo y después se araba con buey […] era
tierra fiscal antes, antes era todo fisco. Daba el fisco la semilla, daba los
bueyes, y uno ponía el trabajo, y se repartía, uno ponía todo el trabajo,
y uno quedaba con 50 sacos, y se repartía, ponía la máquina también,
25 sacos para el fisco.
(Aburto, 2014)

Don Pedro Orellana refiere que cuando existía cierto paréntesis en las faenas
forestales los trabajadores se dedicaban a rozar el monte para preparar la tierra para
sembrar trigo, en este aspecto recibían el apoyo del Fisco, los insumos necesarios,
además de recibir de parte del Estado vacas, para suministrar de leche a las familias
numerosas, y bueyes para el trabajo forestal, por lo que hay una buena apreciación
de las gestiones gubernamentales

Usted tenía que seguir rozándole al Fisco, a las concesiones, rozando


las montañas semicubiertas, para quemar esos roces, para hacer potrero

- 65 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

y enseguida sembrarlo de trigo, y sembrarle una cuadra de trigo al


Fisco, hacer el cerco de tranquilla, de cuatro agujero el tranquero, los
tranqueros de 12 pulgadas de ancho, por ocho pulgadas de grueso, de
pellín, ya. Pero el Fisco era bueno siempre, lo hallaba bueno uno, porque
si usted no tenía bueyes, quería sembrar, el Fisco, “si sos capaz rózate
unas dos cuadras pa’ ti, sos libre”, no tenía semilla, el Fisco le pasaba,
le daba la semilla, después cuando trillaba la máquina la cosecha no
se la descontaba, nada, ahora si usted tenía hartos hijos, porque antes
el que tenía menos tenía diez, entonces como no había luz, entonces ya
llegaba y seguía, decía, ya,“llévate cinco vacas si querí, pa’ que le di leche
a tus chiquillos”, allá hay novillos, novillos bravos que se criaban en las
montañas, en las selvas, si quería sacar dos yuntas, las amansaba, lo
amansaba usted, salía buenos bueyes, después yo veía que usted sacaba
buenos novillos mansos pa’ trabajar, yo le decía, los que tiene fulano
démelo a mí pa’ maderear, y seguían amansando, así que el Fisco era
muy bueno, oiga, porque el que no tenía, tenía esa facilidad.
(Orellana, 2014)

Fig. 22 Trilla con Locomovil en Llaima, década de 1950.


(Fuente: Neira, Linker y Romero, 2011: 90)

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Una vida de trabajo

En esos tiempos a todos los trabajadores le asignaban “dos cuadras libres, ponía
todo el trabajo uno, y después de la cosecha pagaba la pura maquila no más. A él
le cobraban la pura maquila, unos 10 kilos por saco […] Las cuadras es más que
una hectárea, pues “una cuadra tiene 120 metros” (Aburto, 2014).
Ricardo Pérez también sembraba en el valle, producía su propia harina, él sembraba
en los terrenos de Pablo Urrutia, y el “fisco le entregaba la maquila. Lo que cobraban,
200 kilos. Quedábamos con más de 30 quintales8 [después] lo llevaba a moler a la
Isla, aquí abajo” (Pérez, 2014). Había un molino en La Isla, quedaba en el cruce de
Niblinto, y otra en Lujan, donde estuvieron estos molinos ahora, según Ricardo
Pérez, sólo hay plantaciones de forestales.
A don Delfín Carrasco, padre de Lorenzo, también le asignaron unas cuadras
para que sembrara y pudiera cosechar el trigo necesario para que la familia pudiera
vivir en la precordillera, pues:

le dejaban siembra, rozaban, cortaban hasta la rastra los nativos, la


montaña nativa, y la quemaban, y sembraban trigo, y esa era la manera
para poder obtener el pan, para él y su familia, y la platita poquita que
ganaba, esa era para las cosas, el vestuario, para el almacén
(Carrasco, 2014)

Pero, lo sustancial en la economía doméstica9 de las familias a principios del


siglo XX en la precordillera era las pulperías que usaban los concesionarios para
compensar el trabajo de los hombres que estaban en las faenas forestales. Esa
relación de comercio, perpetuaba la sujeción económica de las familias, ya que
reproducía una relación de dependencia, que por un lado, permitía mitigar el
hambre, y por otro, sobre todo, reproducía la pobreza a través de la relación de
dependencia patronal “nosotros fuimos pobres, la verdad de las cosas, gente
pobre, no había nada, solo pura comida, el vestido era muy caro, pero hambre no
pasamos mucho, no pasábamos hambre” (Sanhueza, 2014).
El funcionamiento de las pulperías era el siguiente, al menos la de Ricardo
Corsine que recuerda don Pedro Antonio, los trabajadores a través de los vales
que se les entregaban iban a la pulpería a buscar su ración, y si no canjeaban todo
la mercadería que tenían asignado al trabajador se le entregaba lo no canjeado
en dinero

8 Cada quintal es de 100 kilos, según Ricardo Pérez (2014).

9 Además, a mediados del siglo pasado la mayoría de los trabajadores de la Reserva se dedicaban a la
apicultura, pues “había muchísima abeja, mucha apicultura aquí, casi todos tenían abeja” (Carrasco, 2014).

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

en la primavera traían toda la comida pa’ca, lo que gastaba cada


trabajador que tenia, dueño de casa, ellos lo traían en la primavera todo
y la acaparaban acá, y ahí le entregaba la pulpería […] lo que necesitaba
ahí […] triste, y bueno vengo a comprar esto, ahí entregaba la pulpera
[…] Ahí no se daba plata, se daba pura comida, le daban al papá, a toda
la familia, y eso iba quedando hasta fin del año. [Al fin de] año hacían
el control, tanta comida […] ahí le pagaban lo que quedaba, pero una
vez al año. Si necesitaba platita, te daban unos anticipos también.
(Sanhueza, 2014)

Fig. 23 Ficha de Usos Comercial (1895-1910).


Empresa Arturo Manetti Micliotti. Valor de un Peso.
(Fuente: Museo Histórico Collipulli)

Con el tiempo, cuando comienza a regularse el uso del suelo en la Reserva, algunos
denotan cierta discriminación en el trato, así lo refiere el relato de don Lorenzo
quien tiene que sembrar trigo en las cercanías de Collipulli en sistema de mediería
que le permitía la manutención a su familia:

porque aquí era un poco difícil sembrar, porque empezó a llegar la ley
de bosque, para cortar una tala raza, quemar y sembrar trigo costaba
mucho, en cambio los de afuera hacían cosecha de bosque de pino, y los
dueños ya fuera fundo o grande o propietario pequeño daba esas tierras
a medias para irlas a sembrar, con arado de palo, con arado de chancho

- 68 -
Una vida de trabajo

que se llama, entonces la daban a media, ellos daban la semilla y uno


hacía todo el trabajo, después sembraba, después cosechaba, y después
mitijau, la mitad del trigo pa’ uno, era la manera para poder adquirir la
mantención, yo lo hice varias veces, me traía 60 sacos de trigo, pasaba
al molino en el Veinte, y con eso no molía más hasta el otro año, no se
echaba a perder, no le echaban tanta fumigaciones, ahora apenas dura
20 días la harina.
(Carrasco, 2014)

Pasatiempos precordilleranos
Con largas y extenuantes jornadas laborales pocas veces se daban las oportunidades
de entretenciones o celebraciones colectivas, sólo son pequeños destellos en medio
de los perennes pellines y araucarias. Oímos de las celebraciones de matrimonios,
saludar un onomástico, levantar una ramada diciochera, alguna efímera carrera a
la chilena o alguna pantagruélica inauguración, una larga salida al pueblo o una
simple reunión ante el fuego bajo la bóveda celeste que aún se recuerda.
Don Lorenzo evoca las celebraciones del 18 de septiembre que vio en el valle,
en el sector de Amargo:

las primeras juntas que vi para los 18 septiembre era cuando yo estaba
en la escuela, ahí como el 57, porque los profesores pasaban ramadas
para hacer beneficio con los centros de padre, para tener dinero, no sé,
para arreglar la escuela. Era como una tradición sacar una ramada
pública el 18 de septiembre
(Carrasco, 2014)

Pero la entretención por antonomasia para don Lorenzo es el juego de la chueca. Él


en su juventud jugaba chueca, en los partidos que se organizaron en la precordillera
hasta mediados de los setenta. Los partidos podían darse entre personas avecindadas
en la Reserva, así como gente de la Reserva con gente de la precordillera de Mulchén.
Se juntaban a jugar en cualquier llano, que fuera de al menos de unos 80 metros de
largo, sin torneo y con clubs improvisados, sólo por el placer de jugar los domingos
y, a veces, también por las apuestas implicadas en los juegos

jugaba el sector de Pemehue tenía su equipo de chueca, aquí en la vecindad


nosotros formábamos, hacíamos un club con los mejores jugadores, y

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

le jugábamos a los otros [o] se decía van a jugar los de Seis con los de
Pemehue, Jauja también tenia uno, anteriormente cuando yo estaba
más niño me acuerdo que iban de aquí a jugar a Caledonia, cruzaban
la cordillera para el otro lado.
(Carrasco, 2014)

Se jugaban cuatro anotaciones o rayas, el equipo que ganaba, se llevaba el pozo


acumulado del aporte de los jugadores:

cuatro rayas, para el lado que saliera las cuatro rayas ese ganaba. Se
jugaba plata, vamos a jugar, por decir en ese tiempo, 500 pesos. Y todos
los jugadores poníamos plata.
(Carrasco, 2014)

Las jornadas de partido de chueca abarcaban todo el domingo, pues “salían


aclarando aquí los viejos para que jugaran y volverse después en la tarde pa’ca”
(Carrasco, 2014). Y la merienda era un “pedacito de carne, su harinita, no más”
(Ibíd.), los nutrientes era algo sin importancia, pues ese día los corvineros,
fletadores, balseros estaban de fiesta, ya volvían a ser conscientes de su tesón y
se levantaban tal titanes solitarios de la precordillera, rudos como la araucaria,
fuertes como el pellín y belicosos como el Renaico invernal:

Nosotros cuando jugábamos ahí ni comíamos, todo el día dando palo.


Por decir, nos juntábamos varios, como 20, 25, ¡qué se yo!, 18 jugadores,
entonces ya, se amarra un juego, amarraban el juego dos, hacían de
cabecillas, y el que gana a pedir jugadores, nosotros como aquí, ya pido
uno, usted pide el segundo, yo pido el jugador que me gusta, y usted le
va a echar el ojo al que más o menos le va ha hacer el peso para jugar,
después me toca a mí, y así, van uno y uno, pa’ que quede contrapesado,
no un eligiendo a todos sus jugadores primero, van pidiendo uno y uno
[…] elegía en la capacidad que tenía, porque no todos somos iguales, de
ligero pa’ correr, no todos son tan seguros pa’ el palo [y tenía que] ser
con marcón, no podía haber un lado seis, y el otro siete. [Y] se quebraban
todos los domingos las chuecas. En la tarde se le quebraba la chueca,
y al otro día hacía otra. Y al otro domingo la tenía sequita, livianita, y
¡quién llevaba la chueca más bonita!
(Carrasco, 2014)

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Una vida de trabajo

La templada cordillera también era testigo de otras reuniones de los trabajadores,


que no fuera tumbar el bosque, como la fiesta de la cruz, reunirse por un onomástico
o el amanecer de un nuevo año, así lo recuerda don Pedro Antonio:

la fiesta que se hacían era de la cruz no má’, otros hacían una novena
de un santo, esas fiestas hacían, celebrar San Antonio, yo me llamaba
Antonio, todos los años hacían una novena que se llamaba, y ahí yo era
el santo, y ahí hacen una comilona, pero eso una vez al año. Para el 18
de septiembre, mi papi, porque el prestó servicio militar, entonces para
el 18 de septiembre, como trabajan en el río por ahí pillaban un vinante
[sic], prendían dinamita entonces en la noche del año nuevo [sic], a las
12 de la noche, agarraban un garrocha larga, ponían un tiro de dinamita,
lo agarraban curado, y la hacían estallar en el aire, con una garrocha
larga, eso era, para hacer recuerdo.
(Sanhueza, 2014)

También se vio en la Reserva carreras a la chilenas, Carlos Burgos las vio a sus 12
años, allá por 1940, “en el alto, donde se puso la escuela, en los Robles, ahí se
corría a caballo” (Burgos, 2014).
Otro pasatiempo para los habitantes de la precordillera era el viajar al pueblo
de Collipulli, “ahí tenían sus picadas los viejos” (Carrasco, 2014), y los niños que
los acompañaban era los asistentes del esparcimiento:

Yo era el único chico que andaba [le decían] “anda ver los bueyes”,
a la salida de Collipulli, cruzaba la 5 sur, donde están las industrias
grandes, ahí arrendaban un pedacito a los bueyes, entonces yo tenía
que ir todos los días en la mañana a ver los bueyes, y en la tarde a ver
los bueyes, acaso se habían salido, acaso no se habían salido, estaban
ahí, no estaban ahí, y ellos póngale no más, y en la tarde no íbamos,
ellos estaban en una ranchada en la casa de una señora que se llamaba
Rosario Cid, ahí estaban las carretas. Estaba en la entradita no más,
donde está el cerro, cerca de la municipalidad nueva, más a la salida
sur de Saavedra.
(Carrasco, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Fig. 24 Panorámica de la Calle Ancha de Collipulli


(Fuente: Imágenes de Chile del 1900, 2013)

Recordar que en esos tiempos Collipulli era un lugar donde se transaban animales,
y a decir de don Lorenzo:

era un pueblito Collipulli, con decir que entre la Saavedra Sur y la


Saavedra Norte, no había una casa, eso se llamaba la calle Ancha no más,
porque no había nada, nada, era un potrero no más. Cerca de la estación
estaba la feria, ahí había una feria donde se remataba animales, ahí
pastereaban en la calle Ancha que llamaban. Y cuando no le convenían
vender, por bajos precios soltaban a los animales para que se vinieran,
ellos se venían después, los animales se venían pa’rriba.
(Carrasco, 2014)

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Una vida de trabajo

Fig. 25 Una feria campesina de 1905


(Fuente: Salazar, 1989: 119)

6. El trabajo en la Precordillera a mediados del siglo XX

En la precordillera del siglo pasado, la iniciación en el trabajo era a una edad


temprana, si Armando Aburto comenzó a trabajar a los 12 años, su hijo no fue
diferente, ya a los 15 años estaba trabajando en las faenas forestales, aunque ya
de edad más temprana ayudaba a su padre en las labores de casa “porque a los
diez año uno tenía que trabajar, hasta los 14 años en la escuela, y ya [se retiraba]”
(Aburto, 2014). Las jornadas laborales eran extenuantes:

de sol a sol se trabajaba, apenas aclaraba se iba a trabajar, hasta que


oscurecía. Después, empecé a trabajar en lo más pesado. Sacar tablones
de 4 por 10 [pulgadas], gruesos, tablones anchos, esos son pesados.
(Aburto, 2014)

De lo anterior da fe Fuentealba, los trabajadores de las faenas forestales se dirigían


“temprano, con noche, trabajaban las horas que tenían que trabajar, en ese tiempo
se trabajaba 12 horas” (Fuentealba, 2014).

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Los niños a temprana edad acompañaban a sus padres en las faenas forestales,
abandonando la educación formal, entonces los hijos de los trabajadores están
en las faenas con sus padres, a quien se le entregaba todo dinero recibido “toda
mi platita recibida se la entregaba a mi papá. Ahí trabajamos al día, trabajábamos
con trato, pero era harto poco lo que ganábamos” (Sanhueza, 2014). Así era la vida
de los jóvenes en la precordillera hasta el día que se casan, para seguir trabajando,
ahora ya de adultos, para asegurar la sobrevivencia de una nueva familia:

mi trabajo fue trabajar con mi padre, no ma’, hasta que me casé, y


después que me casé me separé de él. Trabajaba aquí en madereo, en
madera, trabajo ha sido con el hacha, herramienta de campo, ese trabajo,
profesión no tengo ninguna, porque lo único que se hacer es agarrar el
hacha y buey, este el trabajo que había hecho hasta ahora, educación
tengo muy poco, segundo básico.
(Sanhueza, 2014)

Fig. 26 Faenas forestales con bueyes en Curacautín primera mitad del siglo XX
(Fuente: memoriachilena.cl)

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Una vida de trabajo

Entonces, era un paso natural que los niños ayudaran a sus padres en la faenas
madereras en la cordillera, para cuando llegara su momento, el niño, ya joven se
hiciera su vida en el mismo oficio, recibiendo ya un sueldo, aunque exiguo, por
su trabajo:

estaba niño chico, trabajábamos, pero siempre junto al papá, porque


antes uno trabajaba y ellos se pagaban, no más, las concesiones eran
así, uno trabajaba con ellos, pero a él le pagaban. Igual yo después
seguí trabajando en el Fisco, donde trabajaba […] como era trabajo de
madera, y en esa época pagaban una vez al año […] cuando empecé a
trabajar, empecé a ganar siete pesos al día.
(Sanhueza, 2014)

Don Pedro Antonio seguramente también haya comenzado a trabajar en el sector


Tres, pues su padre trabajo ahí:

estuvieron las faenas, estuvo el banco, después tiraron las maderas


aquí también, porque iban poniendo banco, y después se fueron allá a
Pemehue, las últimas fueron en Pemehue, la Rinconada que llamaron,
cerca del Renaico […] ahí madereábamos.
(Sanhueza, 2014)

El trabajo se realizaba bajo las inclemencias de la cordillera, con admirable pericia:

todo el trabajo era con bueyes no más, uno botaba la madera como,
ser allá donde le estoy diciendo, en un saltillo adentro, donde nace el
Renaico, la nieve estaba así tan alta nosotros botamos a hacha, encima
de la nieve, para cruzarnos de una mata a otra teníamos que mirar la
otra allá, y tirar de esa, por encima de ella, y llegar a la otra.
(Sanhueza, 2014)

La Reserva en ese entonces era la cornucopia de la madera, pues hace 70 años atrás
se sacaba “más o menos unas 15 mil pulga’ sacaría cada personal, se aserreaba
harto, tenían buenos bancos, y además en esa época se botaba harta madera […]
con corvina, la botadora la hacíamos con hacha” (Sanhueza, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Fig. 27 Corvinero, en las inmediaciones del Llaima, 1950


(Fuente: Neira, Linker y Romero, 2011: 99)

También Ricardo Pérez comenzó joven a trabajar en las labores relacionadas con
la explotación de madera, ya con 17 años era trabajador maduro, en su infancia
estaba dirigiendo los bueyes y en “la roza de los árboles […] trabajando desde hacía
cinco años, desde los 12 años que tenía” (Pérez, 2014). Ya joven le dan trabajo en
el fundo San Antonio, que está en el sector Tres Vientos, en la cordillera hacia
Mulchén, para seguir en la roza10, así lo recuerda:

Empecé cabrito, comencé a trabajar con un gringo de San Antonio, en


los bosques, estábamos chicos, andábamos dos hermanos, entonces el
patrón nos cuidaba, “estos cabritos les voy a dar pega, pero espérenme,
le voy a dar a los grandes primero”, y después nos dio a nosotros.
(Pérez, 2014)

10 El sistema de roza hace referencia a limpiar las tierras de hierbas y matas, pero preferentemente de bosque
nativo, antes de labrarlas, así se recurre principalmente a cortar el monte, secarlo y quemar el ramaje.

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Una vida de trabajo

Fig. 28 Efectos del Roce en Bahía Cayutue, Lago Todos los Santos,
a mediados del siglo XX
(Fuente: memoriachilena.cl)

Luego de trabajar en el roce Ricardo Pérez se dedica a faenas más fatigosas como
es “maderiar en Lentejuela, el sector se llamaba así, quedaba arriba en los baños”
(Pérez, 2014), ahí estuvo bastante tiempo. Cuando trabaja con nieve se ponían
un tipo de “botas, botitas, los zapatitos de plásticos los parchábamos, un alambre
le poníamos” (Pérez, 2014).
Don Lorenzo también comenzó a trabajar de joven, a los 14 años, su primer
trabajo fue plantar pinos en Jauja:

Y después a lo que fuera, a rozar con hacha, bueno, uno cuando toma un
trabajador, el trabajador tiene que estar dispuesto a lo que el patrón
mande, los dueños de fundo […] trabajé cinco años no más, y después
me vine para acá [al valle de Pemehue]. Y empecé a trabajar temporal,
como temporero, con diferentes patrones, en parcelas, hijuelas chicas, y
de repente necesitaban un trabajador, para ganar el pan del día.
(Carrasco, 2014)

Don Lorenzo refiere que en ese tiempo, en el año 1963, recibía por jornal “700
pesos al día, en el mes sacábamos 22 luquitas, era harta plata, era como ganarse
200 lucas ahora” (Carrasco, 2014).
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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Don Carlos Burgos comenzó a trabajar a los 12 años, en las mismas faenas que
su padre:

en la misma materia que trabajaba el papá, como maderero, ya él


trabajaba con tres yuntas de bueyes, entonces yo, ya podía conducir de
esa edad una yunta de bueyes, así que ahí le ayudaba al papá, y no me
dejó nunca más.
(Burgos, 2014)

Entonces José Burgos cargaba el carretón con la madera, mientras su hijo conducía
los bueyes hasta el banco, y ahí don Carlos recibía las instrucciones para dirigir
los bueyes:

[en la carreta trasladaba al menos unas] 40 pulgadas, le echan dos


trocitos de a 20, según si el camino es bueno, y si el camino es malo le
echan menos, porque hay caminos de tanta baja, había que medirle la
fuerza a los bueyes […] me enseñaba el papá como ir con los bueyes,
pero los bueyes más mansitos yo los llevaba al banco, y él me ensartaba
el hacha, como que este fuera el trozo, al lado detrás de las ruedas, eso
va con ruedo de bolo, que nombramos nosotros, rueda de palo, por acá
sentado, tomado con una mano del astil del hacha, y con la otro con la
garrochita para pegarle a los bueyes. Él siempre me venía mirando, que
un buey se tiraba a salir mucho del centro del camino, me decía pégale a
tal buey, nosotros sabíamos hacer, un buey tira al tiro al otro.
(Burgos, 2014)

Los primeros traslados de madera con bueyes que realizó don Carlos no eran tan
extensos, pero sí muy difíciles. Realizaba al menos dos viajes al día:

[de] la administración había que subir a la cordillera, que se llama la


Mona, a buscar madera, y ahí se echaban dos viajes, y había que volver
a la casa […] dos veces, recoger la madera, ir al banco, volver otra vez,
y volver a depositar, y el día se iba, porque si volvíamos otra vez, nos iba
a pillar la cordillera de noche, entonces no.
(Burgos, 2014)

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Una vida de trabajo

En esas largas jornadas, que eran de lunes a sábado, el alimento que se llevaba era
frugal; harina tostada, tortilla y una mantequilla casera:

se lleva harinita tostada, y un pancito, una tortilla hecha en rescoldo,


no había cocinas económicas, ni cocinas a gas, si eso no se conocía,
entonces tortilla, muy rica, a esa tortilla, cuando comenzaban a dar crías
las vacas, se lecheaban, y esa leche la ponían a cocer ellos [su madre] a
la orilla del fuego, y se levanta una nata, y después usted. la saca en un
plato y la bate, y se vuelve una mantequilla […] y a mí me admiraban
esas cosas, cuando a la hora de 12 íbamos a almorzar […] cuando ya
llegábamos a almorzar, una agüita, él me hacía una rebanada de pan
con mantequilla, y la mantequilla iba introducida, aquí, así, aquí y aquí,
le vaciaba adentro, y ahí ponían la mantequilla, entonces ahí no se le
derretía todo el día, aunque anduviera al sol, porque estaba incrustada
en la tortilla. Las tortillas eran altas, y a mí me llamaba la atención
porque se les quedaba esa pelota, yo la llamaba grasa, y bien casi que era
grasa, entonces porque quedaba eso y no se derretía cuando se echaba
al fuego, si eso se hace después que se ha enfriado la tortilla, la calan y
le hacen […] con eso nos alimentábamos hasta llegar a la casa.
(Burgos, 2014)

Ya mayor don Carlos, se dedicó al volteo de árboles, residiendo arriba en la alta


precordillera, esa labor fue su dedicación exclusiva hasta cuando recibe su parcela
como colono, y sigue su trabajo de maderero junto a su padre:

a botar árboles no más […] hacíamos una ranchita, una mediagüita


así, ahí dormíamos, hacíamos la comida nosotros mismos, arriba, en
la Reserva, se trabaja hasta las cuatro más o menos con bueyes, había
que largarlos esos animales, para que salieran a comer, y eso lo hice yo
hasta última hora, porque después nos entregaron las parcelas y yo seguí
trabajando con el papá, en lo mismo, en la madera.
(Burgos, 2014)

Don Pedro Orellana, tras dedicarse, entre los 15 y 30 años al trasporte de madera
en balsa, comienza a trabajar en la explotación maderera en la montaña, aunque
como balsero también tuvo que apoyar las faenas:

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

todos teníamos que ir a la madera que dejó voltea a hacha en la montaña


usted, porque todos los que éramos balseros, éramos madereros de las
concesiones, teníamos que ir hacer esa madera a la montaña, la mata
que daba dos trozos, medirla, despuntar a hacha, botarle todo el corte
del que la volteó a hacha, la que daba tres trozos allá, la que daba dos, y
después si ud. no tenía compañero para convineare, tenía que sacarle la
cacha a un lado a la corvina, y corvinear, y hacer un encatrado, porque no
alcanzaba riequi [sic], así como iba bajando, iba avanzado para abajo,
iba sacando el encatrado más abajo, y enterrado en la nieve, y después
aquí, en la nieve abajo tenía que hincarse aquí, encima de la nieve, ya,
volteaba esta madera, después la corvineaba, después le entregaba los
bueyes las concesiones, dos yuntas de bueyes […] tenía que tirar con dos
yuntas de bueyes 30 mil pulgadas, medidas con la regla, este era el palo,
lo median aquí y aquí, y le descontaban al tiro lo que iba a pasar en la
sierra, que le iban a botar la tapa, que iban a ir pa’ llá pa’ quemarla,
porque la quemaban, tremendo, lo puro colorado del palo era que servía,
ya hasta la primera quincena tenía que quedarse 30 mil, en la quincena
de marzo 15 mil, después ya se iban los bueyes a descanso.
(Orellana, 2014)

Cuando ya se termina el trabajo en las balsas y las concesiones madereras, Pedro


Orellana comienza a trabajar en las Forestales, ahí conoce por primera vez las
vacaciones “después cuando vine a descansar más ya entraron las forestales, pa’
cá, nos daban ocho días de descanso, una semana” (Orellana, 2014). Después,
emigró al norte a trabajar, a lugares como Chillán y Curicó, ya a los 70 años se
jubiló, tras 55 años de trabajo, aunque nunca abandonó totalmente las labores:

trabajé aquí [Collipulli] 15 años por el empleo mínimo, haciendo sillas


aquí, y siendo un campesino, aprendí a trabajar, a hacer mueble. En la
escuela, hice más de 200 sillas, los escritorios que tiene la municipalidad,
las mesas, todo eso es hecho por mis manos, casa en el Mirador, allá en
la Santa Cruz, la Multicancha, casa allá en Curaco, en Canadá fui hacer
casas, de maestro.
(Orellana, 2014)

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Una vida de trabajo

6.1 Los Balseros del Río Renaico

“Por su lomo cruzan lanchas con balseros


que amarran las manos a largos pértigos o a los cables del hilo sin fin:
como en un cuento de hadas,
están eternamente uncidos al esfuerzo de los brazos y
como nadie les ha pedido reemplazarlos en la tarea,
siguen esclavizados al río
desde que el primer rayo de sol calienta las cumbres
hasta su postrer pincelazo pálido en los picachos.
Pero el río no rige el destino de estos hombres:
no tiene en este rincón iluminado por los fuegos
del Llaima y vigilado por el atayala del Mocho,
ni grandes bosques que le llenen el lomo con su troquerío
ni ofrece otra ventaja que desaguar eternamente las cordilleras”

(Lomboy, 2002: 13)

Distintos son los trabajos que se realizan alrededor de las faenas forestales, desde
voltear con hacha, corvinear, trasladar la madera con bueyes, pero la más singular,
es el trasporte en balsa de la madera explotada, pues la madera se trasladaba “por
el Renaico, la única manera de sacarla al comercio” (Urrutia, 2014). Hasta 180
balseros transitaron a mitad del siglo pasado entre el río Renaico y el río Bío Bío
(Orellana, 2014).
La madera, tras ser procesada en los bancos aserraderos, era traslada por un
sistema de canoa hasta el río Renaico donde se encastillan para ser trasportada
en balsa. Entonces, las canoas se

hacen de tres tablas, dos al lado y en el fondo abajo, son de 14 pulgadas y


diez de ancho, ahí le van poniendo […] para que tenga nivel, y ahí echan
la amarra, y ahí un celador que tiene que estar con gotero, entonces le
pegaba golpe muy cerca, la asujetaba, para que la otra avanzara, porque
se hacía un taco [sino] le alcanzaba el otro, y se le encamaraba arriba.
(Sanhueza, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Fig. 29 Aserradores, sobre posible sistema de canoa


(Fuente: Museo Histórico Collipulli)

para fletarla del aserreadero, de así un pedazo los trozos, la sacaban en


canoa, con agua hasta Amargo, donde está hoy día Amargo, una canoa
con agua no más, y ahí iban echando la madera, un palo sobre otro, y
ese era el medio de transporte.
(Carrasco, 2014)

se aserreaba y hacían las canoas, de madera, todas más o menos de dos


pulgadas deben haber tenido las tablas, y ahí iba al agua dentro, pero
con el declive que va, corren rápido las maderas, no crea usted que va ir
lento […] se salía de arriba, en esos tiempos cuando se aserreaba en la
Uno, en la Tres se tiraba por canoa, con agua, agüita así más o menos en
la canoa, y esa se llevaba la madera hasta Villa Amargo, hasta ahí llegaba
la madera y caía, y la estaban sacando, y ahí se armaban castillos, se
secaba esa madera, y después que estaba seca, ya la echaban al río otra
vez, pero ya iba livianita […] se estaba aserreando, y se estaba echando
altiro la madera al agua, en la canoa, y había harta gente trabajando,
porque en parte hacía una curva, y ahí a veces se estancaba la madera.
(Burgos, 2014)

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Una vida de trabajo

Los accidentes no estuvieron ausentes en el sistema de canoas, siendo los niños


que trabajaban los que estaban más expuestos a sufrir un accidente:

se estancaba la madera, los palos que venían pa’cá, se atravesaban,


mandaban el guascazo a los niños, porque los que más trabajaban eran
niños, ya le dije que no habían escuelas. Entonces el chiquillo trabajaba
en un lazo de 100 metros, que le tocaba vigilar, y allá había otra más allá,
como escuela no había entonces, los niños trabajaban […] la novedad
más que cayó de altura, de unos cinco metros de altura la canoa, porque
tenían que buscarle el nivel al agua, para que corriera, entonces de ahí,
cayó uno abajo.
(Burgos, 2014)

Entonces la madera explotada era traslada desde el banco aserradero hasta el río
Renaico por un sistema de canoas, para luego ser trasladada en balsa a su destino
final:

en el banco la sacaban en canoa, una canoa que hacían con agua, la


traían aquí en frente, allá abajo en los Guindos, un poco pa’rriba, ahí
la bajaban y la encastillaban ahí, y de ahí la bajaban por balsa pa’ el
río, a Renaico y Concepción.
(Sanhueza, 2014)

Ahora es el momento de los balseros, esos intrépidos que trasportaban la madera


por el río Renaico. Los primeros balseros fueron traídos desde otras latitudes,
pero después comienza a ser una práctica que se hereda en la Reserva. Cada balsa
era gobernada por una sola persona, pues “cada uno mataba su piojo” (Orellana,
2014). Uno de los itinerarios que más se resalta, es el de Amargo a hasta el pueblo
de Renaico, para luego exportar la madera a Angol o Mulchén (Orellana, 2014),
pero la que más destaca es el de Pemehue hasta la ciudad de Concepción:

de la administración de los Guindos, del Amargo pa’rriba, ahí amarrábamos,


llegábamos aquí a Renaico, Nacimiento, aquí en la Esperanza sino a
Concepción.
(Orellana, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Además, don Pedro Orellana refiere que existían cuatro puntos para levantar y
transportar madera: Los Guindos, Amargo, Jauja y San Andrés.
Entonces, la ruta general era del Valle de Pemehue hasta Concepción:

al llegar al río Bío-Bío se unían cuatro de estas improvisadas embarcaciones


ya que el río lo permitía por su abundante caudal. De aquí seguían
rumbo a Concepción, que era su punto de destino.
(Burgos, 2013: 113)

Amargo para llevarla a Concepción, para llevarla no sé a dónde pa’ fuera,


la llevaban por el río por balsa, esos eran los camiones, y una persona
se llevaba 700 pulgadas, lo que lleva un camión de los grande ahora.
(Carrasco, 2014)

Referir que una ruta en balsa desde el valle de Pemehue hasta Concepción, en
línea recta, serían de unos 188 kilómetros., por lo tanto, las distancias recorridas
debían ser el doble de esta cifra, por la sinuosidad propia de los ríos, en algunos
puntos de la ruta se dinamitaba el río “lo arreglaban como arreglan los caminos”
(Sanhueza, 2014). El trayecto, por lo menos, podía durar una semana.

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Una vida de trabajo

Fig. 30 Ruta de Amargo – Concepción


(Fuente: Creación propia basada en los relatos de los entrevistados)

86 Km. Aprox.

17 Km. Aprox.

85 Km. Aprox.

El sistema de balsas, según Burgos (2013) se utilizó desde inicios del siglo XX hasta
mediados de dicho siglo:

eran construidas con la madera aserreada, que se unía mediante el


empleo de gruesos alambres […] Una vez en el agua, se aseguraba a la
orilla para construir sobre ella dos caballetes que permitían accionar
con mayor flexibilidad las largas varas ubicadas en cada extremo. En
la proa, la parte de atrás se ataba un tronco seco, el cual impedía que
la madera chocase directamente con las rocas y recibía el nombre de
“boyas”. Sobre la cubierta, los balseros, las personas encargadas de
guiar improvisaban una rústica choza que les ofrecía un resguardo
durante la noche, y para el descanso del día, la balsa era amarrada de
algún árbol ribereño.
(Burgos, 2013: 112-113)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Fig. 31 Posible Balsa


(Fuente: Burgos, 2013:96)

Sobre los elementos de una balsa, con los nombres asignados por los antiguos,
son los siguientes: El esteque, que es un “palo largo, como de dos metros, y ese se
ponía debajo de la balsa, [la estequía] se ponía en el hombro, y uno hacía fuerza,
y la levantaba salía de las piedra de debajo de las balsa (Burgos, 2014). Sobre los
otros elementos:

[Los Remos] tenía nueve metros y nueve […] amarradas con alambres,
en vez de este remo pa’lla y este otro pa’ca […] más lindos los remos, así
tan ancho, y de puro raulí […] el cabro, donde van los remos […] van
entremedito aquí, ahí, los remos están más largo ahí […] y el roquinero
atrás […] esta la paleta de los remos ahí […] pa’ comer […] si, pa poner
el roquin arriba, es este alto, aquí va, colgado, este palo está agujereado
aquí, ahí va ensartado ese […] esta este y el otro de esta orilla, claro, los
dos del orillero, los dos Chimbirique […] adelante, el boyante, adelante
aquí, para favorecer la madera [que] son cuatro atados, ahí le pone la
cantidad, para hacer las 1700 pulgadas.

- 86 -
Una vida de trabajo

La producción de la balsa, según lo referido por Orellana (2014) era como sigue:

este era el río, entonces se ponían dos varones aquí, dos palos gruesos
así, entonces estos palos, este palo la agujereaba usted aquí, le ponía
un tarugo ahí, y el otro aquí, y ese estaba metido en el río pa’ llá, y
acá arriba en otro palo, alto así, con pendiente, entonces que hacía
la madera la ponía usted, para hacerlo botado y pa’ echarlo al agua,
entonces cuando ya estaba listo este, llegaba, le sacaba el tarugo este de
aquí, caía al agua pa’ llá, esta 200, 300, 400 pulgadas, amarradas con
alambres, después llegaba y hacía, porque había que hacer tres atados
de 400 o de 500 pulga’, entonces lo primero que había que hacer, el de la
orilla tenía que hacer los quiebrellero allá, para cerrar la madera esta,
había que hacer un chimbirique, esa era dos, porque era de dos largo
de madera de 4 metros 30, ese el reglamentario cada palo, de 4 metros
30, de cuchilla así, y ahí hacía los 60, los 8 metros 60 de larga que era,
entonces, aquí este la amarraba usted, cruzaba ahí, este orillero allá,
amarrado con alambre, y aquí encerraba la madera […] afirmaba la
madera no se le desparramara en ninguna parte, ahí quedaba la madera
encerrada, aquí no más, y ahí la apretaba con unas vetas de alambre,
y enseguida después llegaba, y ponía la otra capa de madera después,
atravesa’ aquí encima, esta de abajo iba toda de punta, de cuchillita
así, y después la otra capa atravesada arriba, después de la capa
atravesa’ aquí al medio iba un tablón, se ponía de 4x5, entonces usted
le sacaba el bordito aquí, y este era pa’ pisar, porque pisaba descalzo
usted, a patita, pa’ no hacer tira el pie, por eso se le sacaba el cántaro
a la orilla, y ahí se apoyaba usted, y tiraba los remos. [El] cabro aquí
adelante que se ponía en la balsa, entonces este era un cabro, un palo
de 4x5, entonces este iba agujereado aquí, ahí, aquí y ahí, y aquí el
remo adentro, y aquí gobernaba el remo usted, y el otro atrás igual,
tiraba este remo adelante y otro atrás […] todas amarradas, no todo
por atado (…) y se encerraba adentro, después con alambre todo, todos
esos atados iban amarrado con alambre, se llamaban brochi, atadero
[…] este era el largo de la madera, y este era el otro ahí, entonces aquí
iba el chimbirique, este chimbirique iba ahí, y aquí lo amarraba ahí, y de
aquí pa’ cá, iba la otra amarra ahí, entonces aquí amarraba con alambre,
todo esto iba amarrado con alambre. Entonces, este era el primero que

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

echaba al agua usted, ya después hacía el otro, hacía este atado aquí,
ahí, entonces después llegaba, quedaba este, después hacía el otro, y
después llegaba y hacía el otro ahí, y aquí hacía el otro chimbirique
aquí, ahí, ahí, y amarraba con alambre ahí, y ahí, entonces todo esto
iba amarrado con alambre […] después la madera hacía ponía el cabro
encimita, entonces llegaba y ponía el cabro aquí, ahí, y después llegaba
y le ponía los toletes, uno y dos, ahí el remo dentro aquí, igual acá atrás,
le ponía el otro cabro aquí, entonces aquí, ahí, y los toletes ahí, entonces
ahí el remo dentro aquí, adentrito iba el remo aquí y allá, ahí esta el
remo, el remo adentrito ahí. El remo es largo, llega allá, ahí, el remo
al medio ahí, a lo largo, los dos remos, el remo iba de mayor a menor
aquí, tenía gualeta el remo, ancha ahí, la gualeta, y la otra acá igual,
esa eran los remos, iban adentro, entonces, todo amarrado con alambre
[…] chimbirique uno, y aquí va el otro chimbirique, a la orilla, ahí, y ahí,
entonces aquí llegaba, iba el palo, aquí va el boyante arriba, este es el
boyante, de todo el largo acá, para que tape toda la balsa para que no
se haga tira, y se va adelante para favorecer la madera cuando pega en
los riscos, esto va amarrado con alambre también, pero ese alambre va
suelto, no tirante, este alambre pa’ llá, el broche ahí, amarrado ahí, va
amarrado con alambre, el alambre llega a la punta de la balsa ahí, así
que llega usted, y contrapesa la balsa, y aquí arriba, aquí a esta orilla
va el roquinero, […] y la manta de castilla […] aquí hay 400 pulgadas, y
400 son 800, son tres atados, así que usted llega aquí le pone la cantidad
de madera no más, hasta que llego a 1700 pulga’ gobernada por estos
brazos, cada hombre, metido por el agua.
(Orellana, 2014)

En relación a la cantidad de madera que se trasladaba, a través del río fluctúa entre
“entre 400 y 500 pulgadas, dependiendo de la pericia de los balseros y del caudal
del río” (Burgos, 2013: 112), lo que es confirmado por Pablo Urrutia que dice que
se traslada “entre 400 y 700 [pulgadas] los gallos bien habilosos, jóvenes llevaban
700, ya los viejitos se llevaban 400” (Urrutia, 2014).
Don Carlos hizo sólo dos veces el viaje entre la Reserva y Concepción, como
acompañante, aún recuerda algunos detalles del sistema de balsas, y como debía
surcar los escollos en el curso del río mediante el apoyo de otras balsas, esto
principalmente cuando ingresaban al cauce del río Bío-Bío “ellos endilgaban entre
dos, y salían de esas partes malas, y después se iba uno en cada balsa, porque pa’llá
el rió se arregla no es como para arriba, oiga” (Burgos, 2014).

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Una vida de trabajo

Así recuerda don Pedro Orellana cuando entraba con la balsa al río Bío Bío:

Entonces cuando usted entraba al Bío-Bío ahí se hacía un planchón, esta


balsa es suya, llegaba y se ponía esta, otra aquí, y se ponían tres adelante,
tres balsas, y tres atrás, así que tirábamos seis el remo, como el río era
ancho se hacía un planchón, pero en el río Renaico aquí cada uno solito.
(Orellana, 2014)

También, don Pedro Orellana recuerda las vicisitudes a que se exponían por el
carácter del río Bío-Bío:

el río Bió-Bío es hondo, pero cómo es tan ancho, agarra un agua aquí
pa’llá, una cabecera de agua, harta agua de aquí pa’llá, otro de aquí
pa’llá, otro pa’llá, entonces a veces se turbaba uno, decía, agarro esta
cabecera de agua, andaba sus 200, 300, 400 metros, y se les desparramaba
el agua, y quedaba emplayado en la pura arena […] varias corrientes,
corría así, otra así, otra pa´llá, entonces ahí tenía usted que agarrar,
en vez era mejor agarrar la poco agua y no la harta, con abundancia,
porque pa’llá se empezaba a desparramar el agua, y quedaba en la pura
arena, y había que desatarla […] como andaba trayendo un esteque de
dos metros, de lingue o de avellano, entonces se estequeaba para sacarla
del ahí del río, de adonde quedaba enredada en las piedras, en los riscos.
(Orellana, 2014)

Don Carlos recuerda que se demoraban dos días en llegar de la Reserva a Renaico
“dos días, desde que salíamos de arriba, una noche se alojaba, y al otro día estaba
en Renaico” (Burgos, 2014).
Las jornadas de descenso se hacían de día, eran extenuantes, sin descanso,
siempre atentos a algún evento que pudiera presentar el río, sólo en las noches se
buscaba un remanso y se alojaba, teniendo como único abrigo la manta de castilla.
Una parada entre la Reserva y Renaico era en San Andrés:

no se puede hacer descanso, se podría cuando hay que atracar por


alguna cosa, porque hay compañeros de los que van tirando el remo,
se descuidan y los llevan a algunas partes que el río está haciendo así,
entonces, ellos se descuidan, los está llevando a quedar en lo seco pa’llá
[La travesía] de día no más, en la madruga, viéndose algo se largaban

- 89 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

[…] la dormía fue la que no me agrado a mí, envuelto en la puro manta


de castilla, unas poncha grande, negra que se ponía uno, con un pedazo
era la cama aquí, y con la otra se tapaba acá, y eso mi cuerpo no […]
donde están las mareas mansas, del centro del río grandes pa’cá, ahí
se atracaba y dormía […] en San Andrés, ahí se atracaba y dormía, se
tomaba de la mañana, entra aclarando, llegaba en la tarde, estando el río
con agüita, si el río esta seco, demora mucha más, porque van varándose
en la piedras, con estequía tienen que levantarla, ahí se demora, pero
yendo bastante agua es rápido el río.
(Burgos, 2014)

Entonces, llegada la noche, las balsas se acercaban a la orilla, y ahí se ponía


nuevamente a prueba la habilidad de los balseros, sólo con luna llena se arriesgaban
a navegar en la noche “cuando había luna en la noche, cuando estaba la luna
harto alumbrosa ahí en la noche” (Orellana, 2014) y a veces cuando entraban al
río Bío-Bío y no había forma de arrimarse a la orilla dormían en las balsas, con
voz melancólica se relata:

nos allegamos donde había marea, usted se bajaba, y ahí tiraba solo yo
para la orilla, se tiraba, con el agua hasta aquí, y yo le tiraba la veta que
se llamaba de alambre torcida, de dos hebras, ese alambre antiguas que
salía, quedaba el alambre como el dedo de grueso, y había que torcelos
de dos hebras, esa era la veta se llamaba, entonces se tiraba usted y
yo le tiraba la veta pa’llá, y usted la agarraba, sino había donde, un
árbol, para enganchar para amarrar, usted el mismo estequie que le
conversaba yo, llegaba y lo ponía en las piedras, abajo ahí, pasaba la
veta aquí debajo, ahí, y seguía poniéndole piedra aquí, piedra allá, y
aquí amarraba el alambre ahí, le seguía poniendo piedra usted, y así
amarraba porque no había ningún árbol en la orilla para amarrar la veta,
esa de alambre, para poder allegarse a la orilla usted, ahí llegaba usted,
hacía fueguito, atracaba a la orilla, hacía fueguito […] Ahora cuando
entraba al Bío-Bío usted, ahí dormía arriba de la balsa, adentro del
agua, y si llovía harto, sacaba madera y hacía un ruquito […] le ponía
tabla para usted, cada tabla la ponía paradita, y hacía su camita aquí,
pero adentro del río, adentro del agua, oiga si era una vida, era muy,
que ha sido duro uno oiga.
(Orellana, 2014)

- 90 -
Una vida de trabajo

Don Pedro Orellana, que trabajó desde los 15 años hasta los 30 años en las balsas,
refiere que los meses propicios para el traslado de la madera volteada por el río
Renaico, eran desde “mayo hasta, en junio, julio, agosto, septiembre y octubre,
cinco meses” (Orellana, 2014). Y en esa temporada, de mayo a octubre don Pedro
Orellana realizaba, al menos, 12 viajes, considerando que el trayecto más extenso,
de Amargo a Concepción, podría demorar ocho días, si el río estaba bueno:

Si a veces tocaba el río harto hondo, en ocho días hacía el viaje, en veces
14 días, 18 días, cuando íbamos Conce a veces 22 días, pa’ llegar allá no
más, porque tocaba malo el Bío-Bío, oiga, ¡u!
(Orellana, 2014)

Y las cuotas que llevaban cada tiempo ascendían más:

Teníamos que bajar la madera en la montaña, voltear en mayo, entonces


agarrábamos el río Renaico, todos los que éramos balseros bajar esa
madera por el río hasta fines de octubre, el río estaba mejor, ya, primeros
teníamos que amarrar 500 pulgadas, después lo subieron a 700 pulgadas,
después a 1000 pulgadas, después a 1400.
(Orellana, 2014)

Ya llegando la balsa a destino se entregaba la madera con su guía, luego se desataba,


el balsero nuevamente en el río, se entrega toda la madera, hasta los remos y el
esteque:

tenía que llegar con la madera aquí, desatarla, amarra’ con alambre,
desatarla aquí, y dejarla arruma’ aquí igual, arrumándola ahí, y
el capataz ese le entregaba al jefe, al patrón allá, contadita cuánta
madera era, porque éramos 180 balseros, de los 180 eran dos capataz
el que mandaba todo el personal de la gente, entonces ese llevaba la
guía suya y la mía, entonces llegaba y entregaba al contador allá todo,
y entregaba la madera arrumadita se la dejaba ahí, adentro del agua
sacando la madera, pilucho ahí arrumándola a la orilla […] los remos,
esos, también quedaban ahí.
(Orellana, 2014)

- 91 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Ya en el destino de entrega de la madera también era el momento de la paga por


el trabajo realizado.

A la ciudad de Renaico ahí mismo llegaban, había donde desataban con


sus balsas, la allegaban bien a la orilla, se comienza a desatar, ya está
envuelta la madera, y le pagan su trabajo a uno.
(Burgos, 2014)

Se cancelaba un Cinco11 por pulgada, y con la paga, un balsero podía comprar


muchas cosas (Orellana, 2014). Don Pedro Orellana sacaba, en promedio, unos
25 centavos por viaje que realizaba. Para hacerse una idea de lo que significaba 25
centavos en la mitad del siglo pasado, la mejor forma es saber qué lograba comprar
con dicho monto en Concepción.

fíjese que yo compraba, me compraba un par de zapatos de cuero, cosido


y entaquillado que salían antes, las taquillas eran de cuero, pero yo no
sé, tan dura igual que un clavo, zapato de cuero, compraba ese zapato,
me compraba un terno, ropa y un sombrero grande, a lo huaso y una
manta a lo huaso y me sobraba plata, compraba, todavía tengo una
colcha amarilla, compre una colcha amarilla, le compré un corte de genero
para mi mamá, para que se hiciera un ternito azul, que salían buenos
antes, ya, y enseguida un pañuelo, que se ponían en la cabeza antes las
viejitas y una blusa, y le traje un par de zapatos, y compré una camisa
a cuadro, de seda y compré otra de colchavino a cuadro también, total
que llegué con plata a la casa.
(Orellana, 2014)

Ya el retorno de los balseros “se hacía mediante ferrocarril hasta la ciudad de


Mulchén que en ese entonces era el centro que abastecía la zona” (Burgos, 2013:
113) o de Renaico en tren hasta Collipulli.

a las 7 de la mañana llegaba el tren aquí, a Collipulli […] en tren de


Concepción, desde Renaico, a las siete estaba aquí el tren, nos bajábamos
del tren, esperábamos que se abriera la Plaza de los Perros que llamaban

11 La medida de dinero “antes tenía que ser 20 Cinco, para hacer un Chaucha […] 10 Chaucha era un Peso. Y 20
Diez para hacer un Cinco” (Orellana, 2014).

- 92 -
Una vida de trabajo

aquí antes, donde hicieron la municipalidad nueva, en la esquina


estaba la panadería […] ahí compraba el pan usted, tenía que esperar,
comprar el pan.
(Orellana, 2014)

Llegando a Collipulli era la hora de la segunda travesía, más dolorosa y extenuante,


con la nostalgia del chispeo que se dieron en el pueblo, pues volver a las faenas
forestales era a pie, 60 a 70 kilómetros de retorno, cargando el alambre con que
amarraron la madera, que pesaba 48 kilos, según Orellana (2014), y con los
suministros que adquirieron en el pueblo, sea en Concepción o en Collipulli,
entonces el balsero caminaba hasta con 78 kilos y medio a cuesta (Ibíd.).

y allá en Concepción compraba las cosas, mercadería, género, zapatos,


cualquier cosa, dos bolsas de a quintal de a 50 kilos […] amarraba aquí
marcona, llegaba y la amarraba aquí y se la ponía, una para adelante y
la otra pa’ tras aquí, y el rollo de alambre, y se iba pa’rriba, y la manta
de castilla, ese era los monos que andaba trayendo, y enterrado en el
barro de aquí pa’rriba, oiga.
(Orellana, 2014)

había que volver a pie, de Renaico se venía en tres hasta Collipulli,


había tren. Y desde aquí se iba a pie arriba […] El apero se lo ponían
aquí terseado, y es puro alambre. El apero es el que amarra las balsas,
la madera. Va una amarra aquí, más acá otra, entonces eso es un apero,
después lo envuelve todo con cuidado, y hacen un rollo, así lo tersean y se
marchan, deben pesar una cosa así de 25 kilos, pero los viejos duro po’ […]
(Burgos, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Fig. 32 Un balsero con manta de castilla en ascenso a la cordillera.


(Fuente: Ilustración de Rebeca Monsálvez basada en los relatos de Pedro Orellana)

Entonces, después de comprar los últimos suministros en Collipulli los balseros


se dirigían a la Reserva, cuánto se demoraban, eso era relativo, algunos refieren
que ya antes del crepúsculo estaban en la Reserva, otros que se tomaban un poco
más de tiempo, recuerdan que subían a pie al menos unos 60 kilómetros., ni a
caballo ni en carreta:

nos íbamos de aquí después que comprábamos el pan, a las siete de la


mañana, a las cinco de la tarde estábamos en la administración de los
Guindos, con toda esa carga […] por la calle San Andrés sino por Curaco
pa’rriba […] a las 5 de la tarde estábamos allá en los Guindos, allá en la
administración de los Guindos. Mirábamos el sol […] decíamos que nos

- 94 -
Una vida de trabajo

vamos a ir para la casa todavía es temprano, llegábamos y dejábamos


la carga ahí, todo el peso que llevábamos, y alcanzábamos a dejar 200,
300 pulgadas en el agua, y después nos íbamos pa’ la casa.
(Orellana, 2014)

llegaban en la tarde, algunos buenos pa’ andar llegaban a las cuatro y


tomaban once, y se iban al tiro al río a amarrar sus balsas.
(Burgos, 2014)

tenían que venirse de allá, de Collipulli de a pie con el rollo del apero
de las balsas, era de alambre la traían de Collipulli la traían al hombro
pa’ca. Ganaban plata, y eran bueno pa’ el vino tardaban más.
(Sanhueza, 2014)

Algunos colonos no se dedicaron a trasladar madera en balsa, cada uno esgrime sus
razones entre las que se encuentran: dormir mal, pasar frío, miedo a ahogarse, etc.:

Yo no fui balsero profesional porque no me gustó, se pasaba harto frío,


así que no fui profesional, yo fui contador de balsas junto a mi papi.
(Urrutia, 2014)

porque no me gustó, yo no pude aprender, pero no era que no haya querido


aprender, es porque yo no sabía nadar, y le tuve miedo al río, así que
no quise aprender ese trabajo, porque me iba a caer al agua, me ahogo.
(Sanhueza, 2014)

si, veía que se armaban, como la armaban pero yo no fui balsero, si fui,
pero no me gustó, por los hielos tremendos […] pero después llega al
trabajo, y ese ejercicio lo hace temperar, trabajando. A mi no me gustó,
por esa dormida tan mala.
(Burgos, 2014)

Además, está la razón no expuesta para no ser balsero: los riesgos y la muerte a
la que se exponían los que surcaban el río. Pues llevar madera en balsa constituía
una “actividad [que] era bastante peligrosa y en muchas oportunidades causó
muertes debido al volcamiento de la improvisada embarcación” (Burgos, 2013:
113). Pedro Orellana refiere que hubo personas que se ahogaron:

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

había un cable, aquí en Maica, por la calle San Andrés aquí, ese cable
pasaba la gente, así, tenía una tabla así, con alambre, y amarrada así
[…] entonces usted llegaba, y se sentaba, y se iba corriendo pa’ llá para
pasar el río Renaico, para el otro lado, entonces el río hondo que hacía el
cable arriba, y cuando veníamos con las balsas nosotros, el río tapaba el
cable arriba, entonces usted tenía que llegar, guardar los remos, guardar
este remo, guardar el otro, y plantar la agachá, y algunos no alcanzaban,
oiga, entonces los pescaba de aquí, sino de aquí, al agua, ahogado,
pescaba el cable, pues el río es hondo, torrentoso, entonces no alcanzaban
a clavar la cabeza abajo, los pescaba el cable de aquí, abajo, ahogado.
(Orellana, 2014)

Don Pedro Orellana recuerda algunas de esas tragedias, cuando falleció “don Juan
Sandoval, el papá de los Carrasco, don Domingo Carrasco, y el papá de Ramón
Altamirano, y un hermano de don Manuel Rubilar, total que hartos se ahogaron
[…] aquí en Maica. Oiga, si el río sumamente hondo, llevaba palo y tanta cuestión,
resaquea de palos” (Orellana, 2014).
Las últimas balsas que surcaron el río Renaico, que divisaron los pobladores
de la Reserva, fueron en 1964:

cuando yo estuve en Jauja por el 64, se sacó madera de allá de Jauja por
el río, las últimas camionadas que se sacaban por el río.
(Carrasco, 2014)

El trabajo en balsa se extinguió cuando ingresaron los camiones para trasladar


la madera a Collipulli, a la estación de trenes, aunque los primeros camiones no
llevaban ni un 25% de lo que trasladaba una balsa, y si no se insertaron antes fue
por lo intransitable de los caminos para los camiones:

se terminó ese trabajo [de las balsas] primero llegaron esos camioncitos
chicos, que le digo yo, cargaba 60, 70 pulgadas, y nosotros lo que llevábamos
[…] después, enseguida le aumentaron a 80 pulgadas, después 100
pulgadas los camioncitos, los primeros, los Ford que llegaron, cargaban
menos que uno, porque uno cuando fletaba en carreta, le ponía 50, 60,
80, 100 pulgadas a la carreta. Y había que venir a descargar aquí en
Collipulli, a la estación allí […] los caminos malos, oiga, y chico no eran
capaz pa’ más […] no era buen negocio, si usted llevaba con las balsas

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Una vida de trabajo

hasta mil […] después esos camioncitos, esos camiones eran de fierro, y
uno que es de carne y hueso, se terminaron todo eso, y uno todavía aquí
trabajando tanto, toda una vida.
(Orellana, 2014)

7. Comité de Colonización

El Comité de Colonización organiza a los trabajadores, principalmente, que quedan


desahuciados de sus labores al cesar las concesiones forestales

se fueron los empresarios, digámoslo así, y quedaron las gentes que


trajeron de distintas partes o de los fundos cercanos que comenzaron a
venir acá, porque había trabajo.
(Fuentealba, 2014)

A mediados del siglo pasado “habíamos 110 familias metidas en la Reserva Forestal
de Malleco” (Urrutia, 2014), y como los terrenos donde vivían los trabajadores
desahuciados eran de la Reserva Forestal no podían expulsarlos. La Reserva era
administrada por un “par de hombres no más [un administrador, un contador], no
podían echarlos pa’ fuera porque era patrimonio nacional, de todos los chilenos”
(Urrutia, 2014).
Tras décadas de permanecer en este sector, las familias descartan partir en
busca de nuevos horizontes, pues la Reserva Forestal más que un lugar de trabajo
es un lugar que guarda su historia y provee identidad. Por lo tanto, tras recibir

la carta de desahucio, el despido de la gente [o vivir en] un retazo de


una cuadra a orilla de calle, cerrado, y todo lo demás se iba a forestar,
a plantar. Entonces, ahí la gente se puso de acuerdo toda, “¿por qué
vamos a aguantar esto?, peleémosla”.
(Fuentealba, 2014)

Sólo hubo un intento de desalojo, cuando le dijeron a los trabajadores “llegan


hasta aquí no más y en seguida ahora todos se van […] cuando quisieron dejarlos
en sitios […] vieron que era como una ofensa el aceptar vivir en un sitio de 10 mil
metros cuadrado, por decirlo, y no en un campo más grande” (Fuentealba, 2014).
Don Pablo Urrutia aun recuerda ese fatídico 1952 cuando llegaron los desahucios:

- 97 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

En el año 1952, había un administrador que era Ramón Andrade Cárcamo,


llegó una cachá de desahucios, a todos, yo era joven, no tenía casa,
vivía con mi papá, así que despedido, todos, y a los 15 días botados a
la calle, ¿y quién fue ése?, el gobierno central de González Videla, y era
toda la Reserva, pero esta como es la madre de todas las reservas del
sur. Llego a todas, pero encabezando esta Reserva, y ahí ¿dónde nos
vamos a ir?, lloraban las abuelas, se atacaban las mujeres, y otros no
hallábamos qué hacer.
(Urrutia, 2014)

Lorenzo Carraco aún recuerda ese tiempo cuando llegan las cartas de desahucio
y cómo comienza la organización de los pobladores de la Reserva:

Ya la reserva había entregado todo, sin trabajo, la carta de desahucio


a todos los pobladores de la Reserva de Malleco, el término de faena.
Muchos se fueron, y la mayoría se quedó, se organizaron hasta que
consiguieron luego de una lucha de 12 años, les entregaron las tierras,
en forma gratuita, pero mi papá ya se había ido.
(Carrasco, 2014)

Pues, Delfín Carrasco tras el desahucio vive en la precariedad y en la angustia, su


hijo don Lorenzo recuerda cómo su padre, al igual que otros hombres, tuvo que
procurar la subsistencia en otras zonas, abandonando la Reserva Forestal, ante la
dilatación de ver cumplidas sus expectativas de tener tierra, así algunos decidieron
partir y otros resistir en la precariedad con ayuda del Fisco:

no aguantó agua fuerte porque, fueron harto sufrido los que lograron salir
al final, imagínese un padre de familia con 11 hijos, y sin tener trabajo,
tenían que salir a los fundos vecinos, al Carmen, a Jauja, a Caledonia,
a fletar por temporada para poder traer, a las tanta hubieron gente
que se cansaron, y dijeron a lo mejor esta cosa no va a salir y se fueron.
(Carrasco, 2014)

mucha gente tuvo que salir a buscar trabajo afuera, y otros tratar que
el mismo Fisco le entregan algún trabajito, pero ya menor […] el Fisco
le otorgaba siembra, en media con la gente
(Fuentealba, 2014)

- 98 -
Una vida de trabajo

el Fisco le daba permiso para vaca, caballo, para ovejas las que tuviera,
chiva, cerdo, todo eso era suyo, cuando necesitaba plata, vendía un par
de animales, y tenía cómo traer sus cosas que necesitaba.
(Burgos, 2014)

Ante la debacle que acechaba a los habitantes de la Reserva, éstos se fueron a


“Collipulli a reclamar, a que nos orientaran, no sabíamos qué camino seguir, yo
estaba joven, no tenía por qué ir, fueron a caballo, otros fueron a pie” (Urrutia,
2014). Ya cuando llegan a Collipulli los pobladores de la Reserva son recibidos
por el Alcalde:

el señor Molina, el alcalde, en ese tiempo el alcalde era uno más del
pueblo, no era autónomo, no halló qué hacer con el grupo de hombres,
entonces nada, nada, no sacamos ni una cosa. Estaba Manuel Antonio
Molina, hermano del otro, un huasito, y ése era metido en la política
[…] ahí nos volvimos a esperar que nos botaran al río, a la basura donde
fuera, y Antonio Molina quedó en Collipulli pensando, “pucha a esta
gente yo los ayudaría, yo sé donde ir a Santiago, pero no tengo ni un
caballo”, en ese tiempo a caballo, a carreta o a pie. Así que por ahí, un
gallo de Quilquihuenco, amigo de mi papá, don Manuel Muñoz [dijo]
“yo tengo dos yeguas”.
(Urrutia, 2014)

Los pobladores de la Reserva se organizan, y entre 1950 a 1962 hay un comité que
se plantea la colonización de la Reserva Forestal de Malleco, y así dar certidumbre
y tierra a los hombres y familias que pueblan la Reserva. El Comité de Colonización
“luchó durante 12 años para conseguir estas tierras, comenzó a funcionar el año
50 […] se luchó por eso para colonizar acá” (Fuentealba, 2014).
Sobre la conformación del Comité, Pablo Urrutia recuerda que tras el desahucio
de los trabajadores de las faenas forestales, hay un apremio por hacer algo frente
dicha situación, está la necesidad de viajar a la capital, con la esperanza de encontrar
un apoyo en las autoridades, la consigna era “vamos a Santiago a pedir recurso
de Amparo” (Urrutia, 2014), y Pablo Urrutia era el mensajero, va entre montes
avisando a la gente sobre la reunión para formar una organización, así relata:

eran las 5 de la tarde, mi papá me dijo “ya, tení que correr toda la Reserva
esta noche”, ensillé un caballo lindo, un potro, que había. Toda la noche

- 99 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

por montañas, partí hasta que llegué al final arriba de la Reserva, al otro
día la gente a las 9 estaba toda junta. A pie, otro a caballo, y se hizo
la mesa directiva, todos con sentimiento, con pena, dijeron, “Genaro
Fuentealba va a ser presidente”, y le achuntamos, porque era inteligente
y luchador, al tiro presidente, Lorenzo Urrutia secretario, escribía bien
mi papá, era educado. Así que mire, Estanislao Sandoval tesorero,
Rumesindo Chávez un dirigente. Y ya, partir al tiro pa’ Collipulli otra
vez. Ellos traían caballos, los demás también tenían caballos, hasta
llegar como pudieron.
(Urrutia, 2014)

Entonces, la directiva del Comité de Colonización estuvo, según Manuel Fuentealba,


“presidida por Genaro Fuentealba, lo seguían don Ricardo Lara Mieres, don Lorenzo
Urrutia y Estanislao Sandoval, aparte de otro que se me escapa en este momento
el nombre (Fuentealba, 2014).
El Comité de Colonización fue integrado por personas de los sectores de

Menuco, del sector Menuco en especial, que incluye […] La Cinco, de


ahí nació […] el colonizador de esta Reserva, don Genaro Fuentealba
[además de] Niblinto, Los Ñirres, donde Pablo Urrutia arriba, en la
cordillera, después venía todo lo que es Menuco, La Seis, Los Guindos y
Pemehue hasta el final […] aparte de gente del otro lado del río Renaico,
que pasaban para acá cuando habían reuniones […] reuniones grandes,
estamos hablando de 300 o más personas.
(Fuentealba, 2014)

El Comité de Colonización, que bogó por las tierras durante doce años, tuvo que
hacer frente a varias adversidades, una de ellas ocurre cuando los ex – trabajadores
se unen en sistema de mediería con el Fisco, pues esto

entorpecía lo que el Comité estaba haciendo por conseguir la tierra, de


hecho le pusieron muchas trabas por el camino, sobre todo al presidente
[además] ningún administrador que tuvo la Reserva Forestal de Malleco
estaba de acuerdo con los colonos, sino en darle trabajo para no entregar,
como quien dice, era una traba que le colocaban
(Fuentealba, 2014)

- 100 -
Una vida de trabajo

Manuel Fuentealba, que es sobrino de Genaro Fuentealba, relata el hostigamiento


que sufrió su tío por el hecho de ser presidente del Comité de Colonización:

lo trataron siempre de eliminar, él se daba cuenta de las trampas que


colocaban y las evitaba, se daba la vuelta, se volvía por otra lado, por
último no llegaba a su casa en la noche, porque había una seña en el
camino, una trampa, que si él pisaba el palito, como se dice, lo iban a
pillar, le ponían árboles en el camino, ramas, cosa que tenía que bajarse
de su caballo, ir a sacar esas ramas, y ahí tres, cuatro o más personas
lo van a pillar de a pie, no va a poder arrancar porque se le van a tirar
todos encimas, pero si él no se baja del caballo, se da la vuelta, y se va a
alojar donde otro amigo, donde un vecino, salvaba su pellejo.
(Fuentealba, 2014)

El hostigamiento que padeciera Genaro Fuentealba sería orquestado supuestamente


por dueños de fundos:

eran gente dueño de fundos, que eran partidarios de más arriba digamos,
para que no se colonizará acá, porque a él le hicieron múltiples ofertas,
que se fuera, por ejemplo, a Osorno o mucho más al sur a administrar
500 hectáreas o le entregaban a él una cantidad grande para que él
dejará este trabajo botado, decía él “si acepto eso va a ser el bienestar
para mi familia o va a ser para sacarme para allá, después van a buscar
un requisito echarme cortado, y voy a quedar afuera, ¿cómo llego acá
después?, dejo acá a toda mi familia, a mi gente botada”. Él nunca acepto.
(Fuentealba, 2014)

Los dueños de fundos que estarían contra la colonización eran:

si hablamos de Niblinto a Victoria hay fundos que yo no conozco, pero


entre esos fundos conocidos, podríamos decir, el fundo Colo, podría
haber sido alguno, acá por la calle Luján, estaba el fundo Luján, fundo
Nicarague, y así, Baltimor, yo no sé realmente cuál de todos esos era el
que el realmente le cerraba, por decir, las puertas. Porque para pasar
por un fundo ahí estaba las puertas con llaves, cuando el camino público
es libre, sin puertas en las calles, pero ahí le ponían puertas con llaves,

- 101 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

como iba a ver animales para poder tener platita para su familia, para
solventar los viajes, tenía que estar trabajando en algo.
(Fuentealba, 2014)

Mientras los dueños de fundo amedrentaban a Genaro Fuentealba, el gobierno


por su parte ofrecía al presidente del Comité “ofertas, a través de la gobernación o
del intendente, no sé, para que él aceptara irse a otro lugar, con buen sueldo y con
una gran extensión de tierra que él pudiera dominarla, con tal que él dejara eso que
estaba haciendo aquí. Si aquí él estaba trabajando por 120 familias” (Fuentealba,
2014). Entonces, Genaro Fuentealba sobrevive precariamente, batiéndose con
pequeñas faenas en “la feria, trabajando en cualquier otra cosita en otro lado [y
como] los fundos que estaban de acuerdo de que no se colonizará, nunca le iban
a dar trabajo” (Fuentealba, 2014).
Por otra parte, el Comité de Colonización se bate con un presupuesto precario,
sólo con el aporte de los socios del Comité se solventan “los viajes a Santiago […] al
Congreso […] a la Moneda a hablar con el presidente, iban al Congreso a las sesiones
ahí para esclarecer y defender lo que ellos estaban planteando. Así, al finalmente
se tomo razón y se resolvió favorable a lo que ellos pedían” (Fuentealba, 2014).
Variadas fueron las iniciativas para dar salida a los trabajadores desahuciados,
“primero crearon una ley, y esa ley no funcionó, no era lo que querían […] la de
la Caja Agrícola, creo. Entonces si esa ley no funcionó, había que crear otra”
(Fuentealba, 2014).
La instancia que finalmente resolvió la situación de los habitantes de la
precordillera, fue el Ministerio de Tierra y Colonización. En 1962 se apersona
el ministro de Tierras y Colonización, Julio Philippi Izquierdo al sector de Los
Guindos, junto a

su equipo de asesores, entre ingenieros, agrónomos, y varios más, estaba


también la gobernadora de Collipulli, y así los parlamentarios, andaba
harta gente [y en] la reunión ampliada que tuvieron […] el ministro
dijo ahí que se Colonizaba, a partir del 3 de enero darían a colonizar.
Llegaron a esa fecha con los ingenieros.
(Fuentealba, 2014)

La colonización de la Reserva de Malleco habría beneficiado, al menos, a unas


124 familias de la precordillera de Collipulli, según los datos recopilados por
Manuel Fuentealba, además se habrían beneficiado más personas con el amparo
legal que facilitaba la colonización en otras zonas como Osorno y San Juan de la
Costa, por lo tanto:

- 102 -
Una vida de trabajo

[las] personas beneficiadas es superior a lo que sucedió aquí en la reserva.


Esa gente nunca supo por qué ellos recibieron la tierra. No supieron
quién había trabajados por ellos, si había sido algún parlamentario, un
político, no supieron, simplemente llegaron a entregarle su tierra donde
vivían como ocupantes, y además los títulos. El colonizador, Genaro
Fuentealba, en uno de sus viajes que hacía, anduvo por San Juan de la
Costa, y estuvo en casa de unos colonos, y ahí conversando, conversando,
ellos le dijeron que no sabían por qué y cómo, ni quién había hecho esto,
él le dice bueno, ustedes tienen su escritura aquí en este momento, sí y
dice que esto es del año ‘62, el decreto 65, algo así es la cosa le dijeron.
Y fueron a buscar los documentos, los trajeron y lo revisaron, eso es. Y
ahí se beneficiaron más de tres mil personas.
(Fuentealba, 2014)

El decreto a que hace referencia Fuentealba, es de suponer, que corresponde al


D.F.L. N° 65, del 22 de febrero de 1960, que “autorizó al Presidente de la Republica
para otorgar títulos gratuitos sobre tierras fiscales rurales en las provincias de
Biobío, Malleco, Cautín, Valdivia, Osorno, Llanquihue y Chiloé Insular” (Guerrero
y Valdés, 1988: 55). El acto jurídico que resuelve la situación de los pobladores que
viven en la Reserva, tiene su antesala en el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo,
doce años antes, como relatan Pablo Urrutia y Carlos Burgos:

Ibáñez vi entregar este terreno, o sea lo vi hacer esta reforma, y no lo


hizo por la oposición. Así que, don Jorge Alessandri, oiga aquí votamos
como unos cuatro, cinco, seríamos los alessandrista, los demás eran
allendistas, y salió don Jorge, y de inmediato tiro al aire […] con Miguel
Huerta que entregaba toda la Reserva, ¡que alegría!
(Urrutia, 2014)

se tiró como candidato el señor Carlos Ibáñez del Campo […] en una
reunión que hizo con la gente, les dijo, “si yo salgo de presidente yo le
entrego la tierra forestal […] parece que fue de Mulchén pa’rriba se
reunieron esa vez, entonces por eso se le hizo fácil a la gente reunirse y
confiaron en la palabra del presidente, porque el salió de presidente, y
después fueron a hablar con él, Quilaco, parece que fueron, y eso queda
de Mulchén pa’rriba. Y le cobraron la promesa, que él había hecho,
si –dijo- si me acuerdo, si lo vamos hacer –dijo. Pero no entregó él las

- 103 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

tierras, las vino a entregar el señor Jorge Alessandri, él dejo firmado ese
decreto, y las entrego Jorge Alessandri.
(Burgos, 2014)

En el decreto N° 65 se perfila el tipo de habitante que se promoverá para la


colonización de las tierras fiscales, así se resalta la “unidad económica a base de
propiedad familiar, estableciendo una superficie máxima a conceder, se otorga
preferencia a los ocupantes de tierras que no posean otras y adoptan medidas para
protege vegetación arbórea” (Guerrero y Valdés, 1988: 223-234):

todos los que estaban recién casado, mi hermano estaba casado, mis
cabros los criamos juntos, fuimos después, hicimos el servicio militar,
muchos cabros, y en seguida todos se casaron, tocaron parcelas, yo no
toqué, porque estaba soltero.
(Orellana, 2014)

A continuación, destacaremos algunos antecedentes que tiene presente el D.F.L.


N° 6512, y los problemas que pretende subsanar:

4° Que por otra parte, si bien la legislación ha arbitrado medidas


tendientes a evitar que se efectúe la ocupación ilegítima de tierras fiscales,
especialmente en zonas de interés forestal, han quedado subsistentes
numerosos problemas, incluso dentro de Reservas Forestales y Parques
Nacionales de Turismo, creados por ocupaciones que tienen ya, a menudo,
largos años;

6° Que la finalidad anteriormente señalada no es incompatible con la


posibilidad de sanear la situación de hecho existente en la actualidad
en materia de ocupación de tierras fiscales por particulares que laboran
en ellas, y cuya legalización ha de permitir hacer efectiva una política
de reforestación y cuidado del suelo, en especial si es unida a una labor
educacional y a la asistencia técnica adecuada.
(BCN-Legislación Chilena)

12 “Decreto con Fuerza de Ley 65. Ministerio de Hacienda”. Disponible en http://www.leychile.


cl/N?i=4397&f=1984-12-27&p=

- 104 -
Una vida de trabajo

En relación al Decreto Fuerza de Ley, presentamos los artículos más relevantes


para los habitantes de la Reserva Forestal Malleco, con el cual se permite regular
la ocupación de terrenos que hacían los trabajadores de las faenas forestales, así
como también de los que trabajaban para el Fisco:

Artículo 1° El otorgamiento por parte del Presidente de la República de


títulos gratuitos sobre tierras fiscales rurales situadas en el territorio de
las actuales provincias de Bío-Bío, Malleco, Cautín, Valdivia, Osorno,
Llanquihue y Chiloé Insular, se hará por intermedio del Ministerio de
Tierras y Colonización y se sujetará a las disposiciones del presente
decreto con fuerza de ley.

Artículo 2° Se autoriza al Presidente de la República para conceder


títulos gratuitos de dominio sobre hijuelas rurales en terrenos fiscales a
personas naturales chilenas que cumplan con los requisitos y obligaciones
establecidas en el presente decreto con fuerza de ley. Estas concesiones
sólo podrán otorgarse hasta dos kilómetros de las fronteras.

Artículo 3° No podrán efectuarse radicaciones ni otorgarse títulos de


dominio en terrenos fiscales declarados Reservas Forestales o Parques
Nacionales de Turismo.

La prohibición referida es sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 78°


de la ley 5.604, Orgánica dela Caja de Colonización Agrícola.

Artículo 17° Las personas que obtengan del Fisco título de dominio en
conformidad a las disposiciones del presente decreto con fuerza de ley,
podrán solicitar del Consejo de la Caja de Colonización Agrícola que se
les considere como colonos de la Institución.

ARTÍCULO 3°.- INCISOS 1° y 2°.- DEROGADOS. Solamente podrán


otorgarse títulos en conformidad a lo establecido en este artículo a
las personas que ocupen y trabajen personalmente y por cuenta propia
terrenos dentro de la respectiva Reserva Forestal desde una fecha anterior
al 1° de enero de 1955.

- 105 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Tómese razón, comuníquese y publíquese.- JORGE ALESSANDRI


RODRÍGUEZ.- Julio Philippi.- Roberto Vergara.- Jorge Saelzer.
(BCN-Legislación Chilena)

Después de la colonización de la Reserva Forestal de Malleco, se produce cierto


descontento en algunos pobladores de sectores vecinos o de personas que quedaron
sin la posibilidad de acceder a un título, pues se priorizó a familias y no a personas
solteras. Entonces, algunas personas al otro lado del río Renaico “frente los Guindos
por decir, hablemos de Carmen y Maitenes, eso es lo mismo que continuar con
el Morro na’ más, es una prolongación del Morro, entonces esa gente después
hablaba en contra de este Comité, sobre todo de su cabeza, porque a ellos no le
habían dado, pero ellos nunca estuvieron con ellos” (Fuentealba, 2014).
El ordenamiento de los sectores a colonizar como son “Niblinto, Menuco, Los
Ñirres, La Seis, los Guindo, y hasta final de Pemehue” (Fuentealba, 2014) después
de la entrega de los terrenos fue así:

fue ordenarse, por decir, dos, tres familias que estaban juntitas, una
casa aquí, otra un poquito más allá, otra más allacito, y la extensión de
terreno había que abrir la línea […] Había que ir abriendo, y eso es lo
que algunos no quisieron hacer, y prefirieron quedar amontonados, por
decir, tocaron 30 hectáreas, 35 hectáreas, cuando podrían haber tocado
perfectamente 80, sin ningún apuro. Y los que aceptaron cambiarse
tocaron más de 90.
(Fuentealba, 2014)

Lorenzo Carrasco quién tuvo que migrar tras el desahucio tuvo la posibilidad de
volver en 1978, mientras algunos que recibieron tierra en los años ‘60 la explotaron,
hicieron un poco de fortuna y emigraron de la Reserva, así lo refiere:

los que se la aguantaron tocaron su tierra aquí, y después pudieron seguir


trabajando independiente, en las maderas, después que explotaron sus
campos, muchos optaron por irse a la ciudad, vender el campo e irse, ahí
en esa suerte nosotros compramos a un parcelero esta hijuela.
(Carrasco, 2014)

Para los que recibieron sus parcelas en 1962, el trabajo fue mejorando, con la seguridad
de estar en los suyo, así don Pedro Antonio siguió en su terruño, aunque siguen

- 106 -
Una vida de trabajo

las tensiones sobre el uso del suelo, siendo la parcela una propiedad particular,
a nivel general tiene que cumplir directrices mayores, en relación al manejo del
bosque y las quemas o incendios que se producían en la Reserva:

las parcelas que nos entregaron, estas montañas nuevas, aquí yo tuve
que rozar, este mismo bosque que tiene más de 90 años, el que está pa’
bajo. En el 73 tenía siembra yo aquí, tres hectáreas de siembra, aquí
empezamos a trabajar, trabajábamos bien, cosechábamos el trigo,
y pasábamos la vida. […] le dije a Espinoza, ellos nos hablaban, “si
portaban bien”, lo ataje, y le dije que no, y me dijo “por qué”, “porque
cuando llegaron ustedes aquí, nos amarraron las manos a nosotros”,
porque no nos dejaron sembrar más, y después me dijo, “ese fue el hoyo
que le dejaron a la Reserva, porque la rozaron y quemaron”, qué, si
las quemas se quemaban solas, y aquí se quemó todo el Amargo hasta
arriba, a la gente tuvieron que sacarla de Amargo, la gente dueña de
casa tuvo que abandonar su casa, entonces después de eso, ahora me
dijo eso, entonces yo le dije que no, “porque aquí siembro, y nunca se me
arranco el fuego”, le dije, “si quiere vaya a ver”, se me paso el fuego, y
quemo, tres, cuatro matitas, nada más. Otros no, no puedo desmentir,
otros agarraban y plantaban fuego al roce, y se iban para la casa, y se
quemaba solo13.
(Sanhueza, 2014)

Entonces se observa que tras la entrega de títulos de dominio hay un intento de


continuar con la economía que realizaban los primeros trabajadores que se asientan
en la cordillera, es decir, sembrar trigo y tener animales, aunque permanece latente
la tensión con la administración de la Reserva.
Las trillas de los campos sembrados se realizaban mediante yegua suelta o
con maquinas, éstas últimas cobraba una mínima parte de la cosecha, después
lo cosechado se llevaba a los molinos para luego volver con la harina:

13 El régimen de incendios en la Reserva, según refiere Iglesias (2011), comienza a aumentar su incidencia
cuando se entregan las concesiones forestales y aún persiste en la memoria “un gran incendio ocurrido el
año 1956 [y] el origen de algunos incendios acontecidos durante la primera mitad del siglo XX [se generan]
en los bosques de Raulí [y] en las zonas aún más bajas de pastizales y matorrales, utilizados para el pastoreo
de ganado y/o para la agricultura. En estos últimos sitios, los incendios se produjeron accidentalmente
debido al desconocimiento de buenas prácticas del uso del fuego y/o a la nula preparación y control de estos
eventos por parte de los administradores o encargados de la unidad. Aún cuando el incendio ocurrido en el
año 1956 se observa como el de mayor relevancia [y] el gran incendio de la temporada 2001-2002” (Iglesias,
2011: 25).

- 107 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

había una máquina trilladora, y esa máquina cobraba una maquila


poca, y después había que llevarlo, a esa donde estaba de planta, y ahí
se trabajaba en el día, llegaba con sus carretas usted, y trillaba y ya tenía
que volverse a su casa, con el trigo ya puesto en grano, no va en paja pa’
la casa. La paja quedaba donde estaba la máquina.
(Burgos, 2014)

aquí la cosechábamos nosotros, de primera sembrábamos nosotros en la


hijuela, arriba, y cuando era más cerca, íbamos nosotros […] cruzábamos
el trigo en carreta emparvadora, emparvábamos y veníamos a criar.
Incluso, hasta en la Uno, donde Pablo Urrutia, la vuelta al Amargo,
veníamos donde Pablo Urrutia, venimos dos veces a trillar ahí, y allá
en el baño arriba, así que sufrió, entonces ahora aquí nos tienen con
las mano amarrá. Ahora mismo, yo estoy limpiando, sacando el radal,
no pude plantar radal, tuve que arrancarla porque no me da ninguna
utilidad, ahí lo tengo todo arrancado, porque si voy y lo rozo en dos
años esta todo, así que lo estoy arrancando con bueyes, ese el trabajo
que estoy haciendo, para tener talaje para mis ovejas, para tener una
ovejita para tomar leche. Ahora, aquí mismo, la primera siembra que
hice de roce con el señor Lara, me dio 33 sacos de trigo la cuadra, ahora
nos tienen con las mano amarrada si queremos sembrar, tiene que estar
descampando, yo aquí mismo, ya estoy viejo, y que no voy a trabajar la
agricultura, pero sé, que si siembro trigo, cosecho […] nosotros trillábamos
en máquinas. Ahí el fisco tenía máquina y con los molinos, el Fisco tenía
molinos […] nosotros comíamos harina integral. Cosechábamos el trigo,
y lo molíamos aquí en los molinos, y había que hacer unos cedazos [sic]
para las señoras hacer el pan […] mi papa mío hizo molino, molía […] y
ahí molía, hizo un molinito, hasta yo trabaje en el molino.
(Sanhueza, 2014)

- 108 -
Una vida de trabajo

Fig. 33 Carreta empavadora en Llaima


(Fuente: Neira, Lirken y Romero, 2011: 106)

claro, había que hacer siembra que permitían cortar los árboles verdes,
y hoy día CONAF no nos permite hacer eso, entonces se botaba eso, se
dejaba que se secara, y ahí se le allegaba fuego, quedaba quemado, ahí
se sembraba, bueno, los trigos muy buenos, había pa’ todo el año, y hoy
día no nos permiten hacer eso por medio de CONAF.
(Burgos, 2014)

La Reserva Forestal estaba manejada por el SAG, antes de la creación de la CONAF


en 1970. Juan Beltrán trabajo 13 años en el SAG, “hasta el ‘79, ahí renuncié yo,
trece años seguidos trabajé en la CONAF, o sea el SAG, después pasó a patrimonio
forestal, corporación de reforestación y después quedó la CONAF” (Beltrán,
2014). En esos tiempos a Juan Beltrán le pagaban el mínimo, y viajaba a pie de
su domicilio al trabajo, en su bolsillo llevaba siempre su cuaderno de nota, donde
escribía todo lo que encontraba, sea un “león, puma, a tales hora, pa’ que lado
iba, si po’, todo ahí, estaba botado o iba andando, con qué, con zorro, zorrino,
cualquier bicho que encontraba uno de fauna” (Beltrán, 2014):

todos los días de Amargo a los Guindos, tempranito en la mañana, me

- 109 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

quedaba medio dormido. En este tiempo de invierno salía oscuro pa’rriba


en la mañana, y volvía de noche otra vez, después me hicieron una casa
allá arriba en los Guindos, después estaba pie en la pega, puta donde
salía el administrador me estaba trayendo, porque yo era bien atento
para cualquier cosa yo andaba ahí siempre, y empecé a ascender, después
ya fui vigilante, me tiraron a una guardería, después ya salieron los
guardaparque, guardabosque, guardaparque que están en los parques
nacionales, nosotros éramos guardabosque. Me tocó otro sector allá,
yo estaba trasladado a Puesco y el administrador me tiro a Prado 18,
ya po’ ahí me quedé.
(Beltrán, 2014)

Fig. 34 Juan Beltrán


(Fuente: Archivo Propio)

Los traslados de Juan Beltrán en la gran extensión de la Reserva Forestal de Malleco


eran algo esperable, así de Prado 18, que está en Niblinto, se trasladó al Baltimore

así que después de ahí me tiraron, me cambiaron por José Díaz, “oye
guacho -me dijo el administrador- hay estado muchos años en la montaña
ya, vamos a llevar a José Díaz ahora que está recién casado, y tú te vai a

- 110 -
Una vida de trabajo

tal parte porque después la escuela va estar cerquita para tus niñitos”,
ya po’, cambiamos, seis meses duré en Baltimore, un predio que había
tomado CONAF en esos años, entregaron el predio, y yo quedo sin sector,
“entonces teni que irte a Niblinto a hacerte cargo de la radio”, no soy de
oficina, soy de terreno, la oficina pu! a mí [después] yo renuncié. Porque
este caballero me dijo de la radio, no po, yo no soy de oficina, después
me entregaron la casa de huésped [Las Nalcas] en lo alto, en Niblinto,
teni que traer mercadería, me dijo, cuando venga el jefe, entonces tú le
das la comida y le cobras, pero yo igual tenía mi sueldo, pero no venía
nadie, oiga. Así que salía con un jefe que hubo remplazando ahí, salía
a la radio por ahí, así que al final hice una carta renuncia voluntario.
(Beltrán, 2014)

Si, mucho le gustaba el trabajo de terreno a don Beltrán, su especialidad era hacer los
planes de manejo de los colonos, ahí se movilizaba a caballo para hacer sus visitas:

mire, yo tenía a cargo […] esos planes de manejo que se hacen ahora,
esos lo hacía yo, venía con mi formulario, iba donde un colono, ya, en
ese tiempo se hacían siembra, yo le preguntaba, ¿cuánta va ha hacer
usted? “tres cuadra”. Una cuadra, hectárea y media viene siendo, así
que ya, ¿adónde va hacer su siembra?, “en tal parte”, ya vamos a ver.
Yo tenía que ver que no tuviera una pendiente muy fuerte, que el tipo de
matorral que había fuera de mala calidad, y si fuera bueno, no podía
autorizarlo, porque siempre los bosques buenos se han protegido, así que
yo veía todo eso, ya, le hacía un croquis y le hacía el documento, sacaba
la hoja y se la entregaba, “ya amigo, siga dando hacha”, antes era con
hacha, no era con moto, y me iba al otro, esa era mi pega que tenía que
hacer. Ahora controlar las quemas, que uno para quemar tiene que ir a
sacar un permiso de quema a Angol, tiene que avisar a carabineros, al
vecino cuando está al lado de la línea, igual para hacer el roce al lado de
la línea tenía que el vecino darle la autorización, no era llegar y ponerse
a rozar, porque en caso de incendio después, puta el vecino le cobra sus
daños, entonces todas esas cosas tenía que irla [viendo]
(Beltrán, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Aún don Beltrán recuerda una supervisión que tuvo que hacer a un roce de 22
hectáreas.

me tocó ir a ver un roce a Lujan, hicieron un roce de 22 hectáreas ahí, pero


dejaron muchos manchones grande que no lo rozaron para después ocupar
la leña para el carbón. Así que me tocó ir un día allá, la dueña era de
Santiago, viuda de Sotomayor, así que fuimos al roce, no lo autoricé que
lo quemaran, porque no estaba terminado, no tenían cortafuego, cosas
así, todo eso tenía que uno ver. Igual a veces personas que quemaban sin
permiso, rozaban sin permiso, se produce muchas infracciones. Si uno
fuera con el cuchillo así, hay hartas cosas, pero bueno. A veces queman
un pedazo de roce y no paso na’, uno puede por ahí disculpar pero no lo
haga nunca más, pero si el fuego se le arrancó, ahí no puede perdonarlo
ahí tiene que hacer el informe, cuánto quemó y toda la cuestión, parte,
esa pega hacíamos nosotros. Yo creo que ahora tendrían que hacerlo
igual, pero parece que se mueven poco los guardabosques.
(Beltrán, 2014)

8. Los sucesos de Pemehue en Octubre de 1973

Ranquil 1934
El fatídico año de 1973 no fue un evento aislado en la historia de la precordillera,
pues tiene su antecedente en el levantamiento y posterior masacre de Ranquil
entre junio y julio de 1934. Mucho se ha escrito sobre este evento, sólo referir que
estos episodios se desarrollaron entre Lonquimay y el Alto Bío- Bío. Pewenche
y campesinos se levantan contra la explotación de empresarios como del
gobierno (El Ciudadano, 2014). Se considera que son múltiples los factores que
desencadenaron la sublevación cordillerana, por una parta el desplazamiento de
la población pewenche tras la anexión de la Araucanía y colonización de ésta; “las
condiciones de semi-esclavitud en las que vivían los campesinos, en su mayoría
Pewenche del sector […] donde los trabajadores se encontraban sujetos a la total
autoridad de su empleador. El pago no se realizaba en dinero sino que en fichas,
que a su vez sólo se podían cobrar en las pulperías de propiedad del empleador”
(El Ciudadano, 2014:1); además, “La Sociedad Puelma Tupper exigió el desalojo
de los “ocupantes” o “usurpadores” de las tierras que les habían sido asignadas
por el gobierno” (Ibíd.), con la consecuente tensión de las fuerzas de orden y las

- 112 -
Una vida de trabajo

comunidades. Entonces, estas variables entraron en movimiento y explotaron,


y para apagar este incendio social que arriesgaba de expandirse más allá de la
cordillera sureña desde la capital envían la orden de reprimir la sublevación lo que
provocó la agudización del levantamiento y la sangre a derramarse, para lo cual
“Arturo Alessandri Palma envió un cuerpo de Carabineros y de fuerzas militares a
la zona, que atacó la rebelión provocando la unión de los obreros, los campesinos y
las comunidades mapuches que asumieron las armas para defenderse, y que tuvo
como respuesta el envió de un regimiento entero de policías y militares atacando
cerca del Fundo Ranquil el día 6 de julio de 1934 asesinando a cerca de quinientas
personas” (Ibíd.).
Cuatro años antes del fatídico julio de 1934 había nacido Pedro Orellana,
recuerda que a su tierna infancia tuvo que abandonar su casa “para que quedaran
los carabineros ahí, los militares, porque hubo una revuelta en Ranquil” (Orellana,
2014).
Don Pedro Orellana recuerda que algunas personas del Valle de Pemehue
fueron a la sublevación de Ranquil, estos serían Ríes Padilla, Toribio Guajardo y
“don Marcelino Cabezas, casado con la señora Rosa Gutiérrez, ese caballero era
antiguo ahí, en el Pemehue” (Orellana, 2014):

lo buscaron, porque era antiguo, conocido, y harto gallo el viejito, entonces


fue también a la pelea él, como estaba por línea del medio, Villocura con
Pemehue, así que fue […] peleaba a favor de los Villocura, de Ranquil, se
me olvida el nombre […] esos que peleaban en contra, del Lolco, Fundo
el Lolco. Entonces, él fue ayudar a pelear con ellos, a defender, a ayudar
[…] a los campesinos. Porque el patrón que había en Lolco, quería pasar
por encima de ellos, entonces, y eran harto choro, entonces los del Lolco,
el cura de la hacienda del Lolco, entonces llegaron y ayudaron a pelear,
y se largaron a pelear ahí, y ahí fue, trabajaban tres mujeres, las conocí
yo después, señoritas grandes, así unos trutro, bien, la Acevedo, las
dos señoritas Acevedo, y trabajan en un banco aserreador, aserreaban
ahí, entonces los militares se le fueron encima, a los pewenche allá po’,
y las mujeres entraron a la pelea y lo agarraron, y estaban aserreando
madera, y entonces fueron y pescaron el mayor, y lo pasaron en la sierra,
y lo partieron medio, medio.
(Orellana, 2014)

Considerar que la solidaridad de personas de la Reserva con lo que pasaba en


Ranquil se debe a qué vivían iguales condiciones, trabajo extenuante y pago con

- 113 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

sistema de fichas. Además de las cercanías de la Reserva con Villucura, en ésta


existían “unas vegas tan lindas oiga, Pemehue queda a este lado, y de aquí pa’ cá
está Villocura, y aquí la Reserva […] pa’ ya nombra toda la gente, pa’llá llaman
pa’bajo, las aguas corren pa’ llá, y dan vuelta y caen al Bío Bío” (Orellana, 2014).
Recordar que los Volcanes que custodian ésta zona son el Tolhuaca y el Lonquimay,
llamado Mocho también. En las cercanías de Ranquil está el río Cristales.

Fig. 35 Panorámica de Volcanes en el área Tolhuaca


(Fuente: creación propia basada en geoportal.cl)

Volvamos al relato. Tanto Ríes Padilla como Toribio Guajardo y Marcelino Cabezas,
según Pedro Orellana (2014) habrían ido a pie desde Pemehue hasta Ranquil, en
un trayecto de nueve horas:

[por la ]selva, cordillera, puras fajas no más, después hicieron una faja
más ancha que yo mismo la hice de metro cincuenta, para que pasaron
de a caballo. Antes era faja así no más […] al lado del Lolco, ahí están
los pewenche, en el fundo Lolco, encima en el alto, en las líneas ahí.
Entonces, eso salen más por el lado de Santa Bárbara, salen pa’ bajo, por
el lado que hicieron la represa de Ralco. Por allá pasan en una balsa, en
una lancha pasan para el otro lado, yo pasé también, me venía y salía

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Una vida de trabajo

aquí a Santa Bárbara, y me iba aquí después a Mulchén, por el lado de


Mulchén pa’ arriba me iba pa’ llá, pa’ la casa.
(Orellana, 2014)

Don Pedro Orellana recuerda que los enfrentamientos en Ranquil fueron “con
todo, con escopeta, cuchillo, machete [y] andaban 150 militares, y carabineros
andaban 40, si andaban poco, si no era grande la pandilla” (Orellana, 2014) y los
sublevados serían alrededor de 200.
El fin de la sublevación se debió a qué llegó más contingente militar para
sofocar la revuelta, además el cambio de bando de algunos ayudó a la fuerza de
gobierno en su misión:

Toribio Guajardo vino a buscar más refuerzos, entonces vino a buscar


refuerzo Toribio Guajardo en la noche, y llevó refuerzo, y por eso que la
ganaron […] era un hombre muy astuto de la hacienda del Morro, y de
la hacienda del Morro se fue pa’ llá, y después estuvo allá y conocía
todo, por donde se podían venir y esconderse, un hombre muy astuto,
don Toribio Guajardo y Ries Padilla, un hombre muy gallo […] claro, lo
ayuda apoyar, después vio que iban a perder, después se dio vuelta al
otro lado […] para salvar el pellejo, y se salvó.
(Orellana, 2014)

Los derrotados en Ranquil fueron trasladados a Chillán, según don Pedro Orellana,
y no hubo mayor represalia para los que apoyaron la sublevación en Pemehue. Tras
la sofocación de la sublevación en la zona de Ranquil, sus habitantes se dirigieron
a los alrededores para buscar el apoyo para sobrevivir, así llegaron a la Reserva
“tranquilamente, pasaban a pedir ahí cosas de comer, porque se le acabó la comida,
pasaban a pedir, y uno les daba” (Orellana, 2014). Otras familias de Ranquil se
radicaron en la Reserva como “Chofore Cáceres, un gringo, casado con la señora
Carmela Alarcón […] de allá vino Heriberto Sandoval, y don Lorenzo Sandoval, eran
hermanos, se vinieron a vivir acá a Pemehue (Ibíd.). Según don Pedro Orellana,
las experiencias que trajeron los que vivieron los sucesos de Ranquil sirvió a los
habitantes de la Reserva “porque ellos le contaba todo como era la cosa, le decía
a todos lo que era, lo que había pasado, entonces por ahí agarró más valor los
pobladores que llegaron a Pemehue” (Orellana, 2014).

- 115 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Los sucesos de 1973 en Pemehue


Los sucesos que ocurren en el valle de Pemehue días después del golpe de Estado
aún están presente en la memoria de los colonos de la Reserva. En Pemehue se
comenten asesinatos selectivos, instaurando el terror en el valle, las ejecuciones
y encubrimiento de los asesinatos fueron llevados principalmente por agentes de
Mulchén y Los Ángeles.
Al igual que en otras zonas rurales de la región del Bío-Bío, en Pemehue se
denuncia la participación de civiles junto con militares en acciones represivas,
esto principalmente por “los conflictos sociales provocados por el proceso de
reforma agraria, situación que habría precipitado la formación de grupos de extrema
derecha y de agricultores quienes, una vez depuesto el régimen de la Unidad Popular,
participaron en hechos de represión” (ICVR14, 1996: 314).
El conflicto por la tierra desencadenado por la reforma agraria trajo como
consecuencia que la dictadura se ensañara en los campos, por lo tanto “la mayor
cantidad de víctimas fueron campesinos u obreros agrícolas, muchos de ellos sin
militancia conocida” (ICVR, 1996: 314). Aunque, gran parte de los trabajadores de
la década de los setenta participaban en los sindicatos de sus respectivos rubros.
Sobre los conflictos de la propiedad de la tierra en la precordillera de Collipulli,
Brevis (2012) nos refiere que en noviembre de 1970 se registran tomas de fundos por
parte de los trabajadores en “El peral” y en la hacienda de Santa Fe continuamente,
lo que produce tensión entre huerteros y parceleros, días después se produce la
toma de los fundos Pemehue y Desagüe (p. 39). En 1972 se expropian varios predios
agrícolas, entre ellos están “El Carmen y Maitenes; Hijuela N° 2 Los Maitenes [y]
Pemehue (Brevis, 2012: 42).
Lorenzo Carrasco recuerda que cuando el fundo Jauja cesó sus faenas forestales,
en 1965, aún había trabajo en el fundo, el cierre de la faena fue para detener el
movimiento de organización al interior del fundo el Jauja, así lo recuerda Lorenzo
Carrasco:

Los vivientes y gente de afuera no sabían que trabajo quedaba muchísimo


por hacer en el fundo, formaron una organización, quisieron formar un
sindicato, y se negaban a hacer las cosas, o sea ilegales, hicieron para
empezar un paro ilegal, día lunes y empezó todo mal, entonces además
apoyado por un señor, Domingo Torres, de Mulchén, era upeliento, era de
izquierda, entonces ahí empezaron mal, y toda la gente firmó un registro

14 Para contextualizar estos trágicos hechos, se recurrirá al Informe de la Comisión Nacional de Verdad
y Reconciliación, conocido popularmente como Informe Rettig, que reeditó La Corporación Nacional de
Reparación y Reconciliación en 1996, y que citaremos en forma abreviada como ICVR.

- 116 -
Una vida de trabajo

ahí, y después los que negaron su firma, que ellos no habían firmado,
que le habían robado la firma, esos se quedaron ahí en el fundo Jauja,
que fueron como 13 familias, y los demás, todos pa’ fuera.
(Carrasco, 2014)

Fig. 36 Domingo Torres como candidato a Regidor por el


Partido Comunista en Mulchén, 1967
(Fuente: issu.com)

Don Lorenzo refiere que en los fundos existía un tipo de organización sindical, que
desconoce en sus pormenores, pero intuye que su padre habría estado relacionado,
razón por la cual lo desahuciaron de las faenas del fundo Jauja, así lo relata:

tenían experiencia, los dirigentes que se les ocurrió acudir a la CUT, no


sé qué significa la sigla, a ellos recurrieron cuando le pusieron el aviso
en Jauja, y ahí le empezaron a inducir para hacer tontera, pero le salió
mal yo pienso que él [su padre] también, perteneció a la organización.
(Carrasco, 2014)

En si la prepotencia de los dueños de fundo no era desconocida para los colonos,


don Ricardo Pérez, allá por 1967 aproximadamente ya había sufrido angustias en
la persona de su hijo, que aún duele en la memoria:

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Yo tenía un niñito, el más grande, el Gabriel lo mandé a la escuela, lo


hicieron que se volviera, porque ellos no lo dejaron ir a la escuela […] Lo
echaron para la casa, lo echaron por ahí, lo atajaron, “devuélvete donde
tu papi” y se devolvió […] tenía como cinco años, qué hicieron con mi
hijo. En Pemehue era la escuela, estaba lejos. Me mandaron a decir con
el chiquillo que “que no tuviera miedo, que no me iba a pasar na’”, y yo
más asustado todavía.
(Pérez, 2014)

Los hechos y acciones represivas en el valle de Pemehue tras el golpe son los
siguientes, y se encuentran extensamente documentados. Desde Regimiento de
los Ángeles, lo que sería posteriormente el Regimiento de Infantería de Montaña
N° 17 (ICVR, 1996), se articula la represión en las zonas cordilleranas. A dicho
regimiento trasladaban a los “detenidos de toda la zona, aprehendidos tanto por
militares como por carabineros. En este recinto fueron frecuentes las ejecuciones
extrajudiciales y el uso de la tortura practicada por personal del SIM, carabineros
y según testimonios verosímiles, por civiles, según los relatos de ex‑presos de ese
recinto” (ICVR, 1996: 339).
Ya en los primeros días de octubre de 1973 se inician las acciones represivas
en el valle de Pemehue

Entre los días 5, 6 y 7 de octubre de l973, en los fundos cordilleranos


llamados El Morro, Carmen y Maitenes y Pemehue, ubicados al oriente
de Mulchén, fueron ultimados 18 campesinos del sector, todos ellos sin
militancia política.

Una patrulla de aproximadamente 30 personas, compuesta por carabineros,


militares y civiles de Mulchén fue hasta los fundos mencionados, portando
una lista previamente confeccionada de las personas que debían ser
detenidas y que fueron posteriormente ultimadas.

La patrulla, que se transportaba en caballos, llegó al Fundo El Morro el


5 de octubre en la tarde. Procedieron a detener a cinco campesinos en
sus domicilios y los condujeron a orillas del Río Renaico:

Juan de Dios LAUBRA BREVIS, 26 años, obrero agrícola.


Domingo Antonio SEPULVEDA CASTILLO, 29 años, mozo de casa patronal.

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Una vida de trabajo

José Edmundo VIDAL AEDO, 20 años, obrero agrícola.


Celsio Nicasio VIVANCO CARRASCO, 26 años, obrero agrícola.
José Florencio YAÑEZ DURAN, 34 años, obrero agrícola.
(ICVR, 1996: 350)

Los detenidos antes de su ejecución sufrieron variados vejámenes, entre los que
se cuentan las peleas que eran obligados a realizar los detenidos entre sí, para el
deleite de los militares, carabineros y civiles15, para luego atarlos con cuerdas
y alambres, sin comida ni abrigo, en esos trágicos días de octubre en que el frío
arreciaba en la cordillera “cayó agua nieve sobre los techos de teja del potrero donde
los habían puesto. El frío era casi insoportable” (Brevis, 2012: 63).
La comitiva de pólvora y sangre continúo su aciago andar hasta llegar al Fundo
Carmen y Maitenes, apresaron a ocho campesinos, los golpearon e hicieron pelear
entre ellos en la casa Patronal, estos campesinos son:

Miguel del Carmen ALBORNOZ ACUÑA, 20 años, obrero agrícola.


Daniel Alfonso ALBORNOZ GONZALEZ, 28 años, obrero agrícola.
Alejandro ALBORNOZ GONZALEZ, 48 años, obrero agrícola.
José Guillermo ALBORNOZ GONZALEZ, 32 años, obrero agrícola.
Luis Alberto GODOY SANDOVAL, 23 años, obrero agrícola.
Manuel Florencio RUBILAR GUTIERREZ, 25 años, obrero agrícola.
José Liborio RUBILAR GUTIERREZ, 28 años, obrero agrícola.
José Lorenzo RUBILAR GUTIERREZ, 33 años, obrero agrícola.
(ICVR, 1996: 351)

Antes de medianoche, refiere ICVR (1996) se oyó una metralleta y a la mañana


siguiente del 7 octubre la comitiva de la muerte sepultó siete cuerpos de los ocho
que habían secuestrado. Después de la inhumación, siguieron destino a Pemehue
llevando a un único sobreviviente, Guillermo Albornoz, quién sería lanzado al río
Renaico posteriormente (190).

15 “En la comitiva había siete civiles, en su mayoría dueños de fundo […] que guiaron con precisión a los
uniformados. Un informe de CODEPU señala a los siguientes civiles como responsables de esta acción:
Romualdo Guzmán Saavedra, Francisco José Urrizola, Elías Samuel Arriagada Domínguez, Alberto Raúl
Tirapegui Silva, Héctor Aquiles Guzmán Fritz, Ramón Alvella, Valerio Rico Rodríguez, Rolf During Pohler,
Carlos Lehman Pérez” (Brevis, 2012: 64-65). Y cinco ex - carabineros son procesados por secuestro calificado,
homicidio calificado e inhumación ilegal estos son: “Jorge Maturana Concha, Jacob del Carmen Ortiz
Palma, Juan de Dios Higueras Álvarez, Osvaldo Enrique Díaz Díaz y Héctor Armando Guzmán Saldaña”
(Vega, 2014), y nueve ex- militares son procesados por encubrimiento y co-autoría, estos son “Julio Reyes
Garrido, José Puga Pascua, José Iturriaga Valenzuela, Jaime Muller Áviles, Julio Fuentes Chavarriga, Luis
Palacios Torres, Juan Cares Molina, Juan Carlos Balboa Ortega y Jaime García Zamorano” (Ibíd.).

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

En el fundo Pemehue la sangrienta comitiva volvió a proceder de igual forma, es


decir, allanar la casa de cinco campesinos y secuestrarlos y, en la noche, ejecutarlos.
Los campesinos ejecutados son:

Alberto ALBORNOZ GONZALEZ, 41 años, obrero agrícola.


Felidor Exequiel ALBORNOZ GONZALEZ, 33 años, obrero agrícola.
José Fernando GUTIERREZ ASCENCIO, 25 años, obrero agrícola.
Jerónimo Humberto SANDOVAL MEDINA, 22 años, obrero agrícola.
Juan de Dios ROA RIQUELME, 35 años, obrero agrícola.
(ICVR, 1996: 351)

Posteriormente, los campesinos ultimados fueron hallados por sus familiares, y


vieron los cuerpos “con las manos atadas, los rostros destrozados y numerosos
impactos de bala. Todos ellos fueron sepultados en los mismos lugares en que
fueron encontrados” (ICVR, 1996: 351).
Los hechos anteriormente descritos, y documentados, se encuentran aún
presente en la memoria de los colonos de la Reserva, y es necesario registrarlos en
este presente texto, pues si son parte de la memoria son dignos de estar consignados
en la historia local de la Reserva.
En 1973 en la precordillera de Collipulli en el sector de Amargo había…

un retén de carabineros, y ese funcionó hasta el 11 de septiembre de 1973,


cuando fue el pronunciamiento militar o golpe militar, llámese como se
llame, todos los retenes o unidades policiales que eran de sectores chicos
o rurales fueron desapareciendo para reforzar a las ciudades grandes.
(Fuentealba, 2014).

Este retén funcionaba porque por Pemehue se podía pasar a Argentina, según
Ricardo Pérez pasaban algunas personas con dirección a la frontera, antes del
1973, “se iban pa’llá porque hacían gallá malas aquí. Mataban a otro y se iban,
así era la cosa” (Pérez, 2014), pero la mayoría no alcanzaban a llegar, a la mayoría
los encontraban muertos antes de llegar, morían de hambre según Pérez (2014).
En 1973 refiere Pablo Urrutia que:

Servando Sánchez que era el mayor de carabineros aquí en Collipulli,


el golpe lo nombró gobernador del Bío-Bío, y era regio el gallo, bien
regio, dijo “yo soy gobernador de Colico [sic] ninguna orden, ningún

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Una vida de trabajo

militar, o como sea va a pasar a trajinar para arriba sin pasar a hablar
conmigo”, y eso ayudo fíjese.
(Urrutia, 2014)

Sobre la presencia de militares se recuerda “comenzaron a venir camionetas verde,


como cuarenta, que pasaban” (Pérez, 2014), pues…

vinieron a la reserva, hablemos de la provincia de Malleco, vinieron de


Lautaro, vinieron a buscar a tres personas, y a un sobrino mío, Pablo
Carrasco Urrutia, estaba haciendo el servicio militar en Lautaro, y el
coronel le dijo “cuál es el que de todos estos conoce la Reserva Forestal
de Malleco?, entonces Pablo dijo “yo, yo soy criado ahí”. Ahí vinieron,
fíjese que vinieron seis furgones con milico pa’rriba, y tuvieron que
pasar, venían a buscar a Segundo Jara y a Marcos Carcamo, y a Segundo
Valederrama, tres, pero para investigarlos, no para matarlos, así que los
llevaron, pero tanto milico para tres personas. Y el Segundo Valderrama
se les escondió, llevaron dos, los investigaron, y en su declaración que
eran “apasionante no más a la gran política unidad popular”, eran
apasionante, así que después volvieron tres furgones, o sea dos furgones
volvieron a la casa, querían ir a dejarlos a la casa como el coronel había
hecho la promesa, señora no siga, no va a pasar nada, es una investigación
no más, y así cumplió, pero los dos, Castro, Marco Cárcamo y a Segundo
Jara, en Amargo dijeron déjennos aquí, nosotros nos vamos a pie. No
murió nadie, nadie, nadie.
(Urrutia, 2014)

Ricardo Pérez relata que salió indemne de la represión estatal “porque no estaba
metido en lo que estaban los otros” (Pérez, 2014), pero si vivió muy asustado,
pues vio a…

todos los que mataron en Pemehue, murieron harta gente, doce, trece
parece que murieron en Pemehue, los demás en el Carmen, ahí al otro
lado [Mulchén]. Eran trabajadores no más, era gente de aquí Albornoz,
Juan Roa.
(Pérez, 2014)

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Pedro Orellana recuerda que algunas de las personas fusiladas en Pemehue estaban
sindicalizadas:

vivían ahí, frente, en el fundo de Pemehue, y entonces, un chicuelo de


ellos hacía sindicato, tenían sindicato […] que tenía su carnet rojo,
entonces esos fueron los pobres que los atrincaron más. Cuando entró
la unidad popular.
(Orellana, 2014)

En Pemehue se involucraron los dueños de fundo en las acciones represivas,


ejecutando a las personas que suponían relacionadas con la reforma agraria, por
esa razón “murieron los chiquillos Rubilar, eran muy buenos, inteligentes, pero
estaban metidos en la toma del fundo” (Urrutia, 2014), sobre los involucrados
en las ejecuciones se narra:

yo los conozco a todos los que andaban de Mulchén, los civiles que
andaban, andaban civiles, los conozco con apellido materno […]dueños
de fundo […] don Pancho Grizola y don Ramón Elías […] se arrancó
Pancho Grizola, se arrancó pa’ otros países, cuando ya lo empezaron a
atrincar, se corrieron, y entonces, el otro don Miguel Bocarei, y el otro
del fundo de Santa Leonor [sic] don Enrique Aránguiz […] de Mulchén.
(Orellana, 2014)

fue una venganza de particulares, no metamos al general Pinochet ahí en


ese pantito, fue don Carlos Lama, el dueño del Carmen, tenía inquilinos,
17 inquilinos. Hizo unos galpones grande para trabajar animales en
el invierno, pero estaba todo mal trabajando el patrón, y ahí las casas
malas, entonces vino un gallo upeliento, de estos revoltosos que echan
a perder todo “hagan tira las casas, y esos galpones de 80 metros por
40 de ancho hágalos tira”, y lo hicieron, y ahí se adueñaron del fundo,
la gente, con los consejos de las personas, que no le hizo na’ Carlos
Lama, nada, nada. Ahí quedaron adueñados, y después con el golpe
militar, ya la mitad salió de sus casas. Carlos Lama tenía un mayor de
carabinero de Mulchén, era suegro Carlos Lama de ese policía. Ahí se
fueron, combinaron con el comandante Morel, que era de Mulchén pa’
dentro, ese lo conocí. Porque fui a Mulchén antes. Era comandante del

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Una vida de trabajo

Andino de Angol, y se unieron. Y metieron gente decente, gente decente


meterse a eso, yo no me hubiese metido. Estaba Mario Guzmán, que había
sido gobernador y había sido alcalde de Mulchén, y así Carlos Elías,
que eran los grandes barraqueros, Morel sacó ropa de milico, y vistió a
algunos, y trajo seis milicos que estaban haciendo el servicio militar, y
vinieron a hacer cosas para acá, y a caballo, y fusilaron personas en el
Morro, 13, en la haciendo el Morro, y en Pemehue 13 más. Esta gente que
le estoy nombrando yo, no eran milico era gente así no más, ayudaron a
vengar a Carlos Lama. Entonces esos sacaron del fusil a varios, gente del
Carmen, Alvarito Quezada lo tenían vuelto para la cocina, llegó Román
Elías “este hombre no, este hombre es muy bueno”, a la cordillera. Fue
un desastre de miserable bruto lo que pasó por el lado de Mulchén pa’llá.
(Urrutia, 2014)

La llegada de los militares a la administración de la Reserva en Los Guindos,


aún es recordada en detalles por Juan Beltrán, en especial cuando encuentran a
Guillermo Albornoz:

yo estaba jugando al naipe en la tarde, estaba lloviendo, estaba Morales,


estaba el Carlos Martínez, ese tenía unas barbas, era de Angol. Cuando
yo estoy vuelto para arriba, y se vienen, con mantas de agua, chuta,
los milicos –dije- yo, y eran los milicos. Yo fui milico también, hice
mi servicio en los Ángeles, hasta ahí quedó el naipe. Ese día andaba
Guillermo buscando un cheque, acá en la oficina, porque ellos tenían un
sindicato, y nosotros teníamos otro sindicato, pero el sindicato de nosotros
era por ley. Estos cabros del otro lado [del río Renaico] empezaron a
trabajar en el Fisco, le descontaron, le reclamaron, porque ellos tenían
su sindicato aparte. Así que don Adolfo, que era el contador, hizo todos
los trámites, y consiguió y llegó el cheque. Entonces, Guillermo, viene a
buscar el cheque, se acerca a la oficina, y va don Adolfo a entregárselo,
y cuando llegaron los milicos. Morales partió, pa’ llá, pa’ a la oficina,
se puso la manta, y partió, que los otros ya los tenían manos en la nuca
ya, así que él también tuvo que ir a la fila, Morales tenía [yeso], tieso,
con un brazo, el otro no podía llegar pa’cá. El viejito de Ocade [sic],
vivía en la administración vieja, salió a mirar, cuando lo vio [un militar)
“a’er viejo tal por cual, manos en la nuca”. Ya empezó la cuestión, don

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Diuca me contaba, “¿cómo te llamas tu?, fulano de tal, ¿tú?, fulano tal,
¿tú?, Guillermo Albornoz. Así que tú eres Guillermo Albornoz –dice- tal
por cual. Él calladito. ¿De qué partido sos?, no me acuerdo, le dijo. Le
mandaban unos culetazos, ¿de qué partido sos po’ hombre” Socialista.
Así que socialista, ¡así!”. Dicen que después ya se lo sacaron pa’rriba. Yo
a esa hora ya estaba en mi casa, ya me había ido, se disolvió el pelotón,
eran más de la cuatro ya.
(Beltrán, 2014)

Después de estar en Los Guindos los militares se trasladan al sector de Pemehue,


Pedro Orellana recuerda en detalle la llegada de los militares:

llegaron días después del golpe de Estado llegaron allá, venía sacando
las ovejas debajo del camino, un potrerillo, cuando veo yo […] a los
milicos ahí, y la chiquilla más grande “mire –dijo- papi ahí viene harta
gente a caballo”, miré yo. Estaba sacando la oveja del potrerillo, la
nieve estaba así tan alta, entonces venía sacando las ovejas yo, después
me puse a cerrar el paso pa’ irme, me pegan el grito, ya venían al pie
ya, párate ahí me dijeron, me paré yo, “oiga -me dijo- y ¿dónde viví
tú?”, aquí en esta casa que está ahí, “¿y esas ovejas de quien son?”,
mías, pues le dije, vengo a buscarla ahora para encerrarla, entonces me
dijo, “desmóntate -le dijo un teniente a un suboficial-, desmóntense y
averígüeselo, entonces, me dijo, “qué se han portado ustedes después del
11 de septiembre pa’cá, como se portan”, aquí la gente es tranquila le dije,
bien, nada. “¿y tus vecinos como se portan?”, bueno, vecinos antiguos
todos aquí, toda una vida, entonces me dijeron “y se unen ustedes, acá
hacen reuniones”, no le dije, cada uno vive en su casa no más, entonces
me dijo, “!ya!, atríncatelo”, se bajó un teniente, me siguió atrincando
“a mi me vai’ a decir la verdad güeon”, con insolencia altiro, entonces le
dije, yo le estoy diciendo la verdad, ahora si quieren saber más, ustedes
pasaron por la administración de los Guindos, no cierto, “si” me dijo, ahí
dimos cuenta que veníamos pa’cá, mire, mis antecedentes están todo
allá, tengo tantos años aquí le dije yo, ahí esta si he disgustado alguna
vez de los años que tengo con los capataces, con los administradores,
con los contadores, jamás, nunca le dije, si quieren saber más de mi
conducta. Entonces, me pegaron unos palmotazos, patá’s, entonces ahí

- 124 -
Una vida de trabajo

le dijo el otro, un capitán, “oye -le dijo- no le peguí más, no le pegui más,
si el viejo güeón no va a largar ni una cosa”. Y qué quiere que le diga,
le dije, si aquí somos tranquilos.
(Orellana, 2014)

Los militares, después obligan a Pedro Orellana a alimentar a la comitiva, que


eran alrededor de cien, entonces bajo la lluvia, el frío y la nieve, don Pedro, su
señora y, a larga, sus vecinos tienen que atender a los militares, mientras éstos
despreocupadamente disparaban al aire y golpeaban si demoraban en serviles:

“Sabí lo que te vamos a pedir –me dijeron- una cosa más, que tení que
cooperarnos, cooperar con nosotros”. ¿En qué quieren que le coopere?,
“en comi’a güeon –me dijeron- porque no andamos trayendo”. Tenía
ahí un granero con 80 sacos de trigo […] muchos sacos de harina tenía,
cuatro bolsas de azúcar de a 20 kilos […] de todo había harto, ve que
uno en la cordillera viene a buscar antes que entre el invierno pa’ el año,
tenía de todo, había un cajón grande […] lleno de papa, harta haba, de
todo había, entonces ya, “en comí’a -me dijo- mátate una oveja”, así que
estamos mal le dije, las ovejas no las puedo matar, ustedes ven que están
todas con corderitos chicos, y cómo voy a criar esos corderitos.“Mátate los
chivos”, tampoco, están todas las chivas paridas. Lo que le puedo matar
es el carnero, y el castrón16 lo maté […] ya lo maté, hizo cazuela, asado, y
la pobre señora mía oiga, todo el día trabajando, haciendo tortilla, oiga,
y los güeones comen, comen, y por la ventana llegaban balas, balas, si
parece que era piño loco, disparaban pa’ al mundo, y como había harta
nieve, entraban mojados, corría el agua en el piso, oiga, de la cocina
de la casa, se sacudían ahí los pelotudos, entonces, ya me dijo “puta
se acabo la carne. Ponte de acuerdo con tus vecinos. ¿Tení vecinos que
tienen?”, tengo animales le dije, las vacas están paridas y están flacas.
Los bueyes no los pudo matar, tengo dos, una yunta de bueyes, y cómo
voy a quedar sin bueyes. Ya ponte de acuerdo con tu vecino, me puse de
acuerdo con Pedro Segura, y el finado Juan Ángel, que vivían al ladito
arribita de la casa mía, en los baños. Ésos tenían harto animales, mis
vecinos muy buenos vecinos, siempre yo todas las noches oro por ellos,

16 El castrón “es el cabro, el chivo de las chivas, el castrón, el chivo, el papá que cruza las chivas, ese es el
castrón” (Orellana, 2014).

- 125 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

por la gente buena, entonces ya, llegué y fui a hablar, oiga vecino, “estuvo
bueno que hubiera venido, nosotros sabimos que todo están cobrando en
usted vecino por Dios, no le van a dejar ninguna cosa que comer”. Qué le
vamos hacer, le dije. Entonces, ya, le dije, quieren carne. La hermana era
solterona, y don Pedro Segura solteron también. Y el fianado Juan Ángel
era casado, tenía cinco niñas, entonces “ya –dijo- qué decí Mercedes, nos
ponimos, claro tenimo que ayudar al vecino aquí, le dijo”. Fuimos pa’ el
alto a buscar una vaquilla de cinco años, y nevando, lo que nevaba, oiga,
mojado. La pillamos la vaquilla, la trajimos la vaquilla y la matamos
[…] matamos la vaquilla, y ellos mirando, descuerándola, oiga, pero
mojados, nos corría el agua, porque nevando, y ellos debajo de una
mediagua pa’llá, y nosotros a todo imperio descuerando, entonces el hijo
del finado Juan Ángel, Temisto Segura, el hijo, y el otro se llamaba, Juan
Bautista también, entonces llegan, el chicuelo se entumió, tenía 25 años
el chicuelo, se entumío, “puta no te rinde na’-le dijo- te rinde harto poco
-le dijo, paseándose así- oye pos güeón está sacando la vuelta ahí no
más -le dijo”-. Entonces llega, levanta el pie y le planta una patada en
la boca del estomago, al pobre chicuellelo entonces, “puta -le dijo- y este
el pago que nos están dando”, le dije yo, malazo lo que están haciendo,
porque estamos haciendo el bien, le dije yo, y enseguida ustedes, no se
están portando como personas civilizadas. “¡Ah! también hablaste vo’
–me dijo- me planta el teniente una patada en los compañones, oiga, me
costó seis meses botado en Temuco, pudriéndome vivo […] me reventaron
uno, y así aguante el dolor, y descueramos la vaquilla, después tuve que
hacerle un asado […] entonces fíjese, matábamos esa vaquilla, a mi me
patearon, al otro no duró nada el finado Temisto, ya está debajo tierra el
pobre cabro […] le dieron en la boca del estomago la pata, entonces se
le puso una apostema aquí y pasó a cáncer, que no aguantó na’, quedo
con dos niños chicos.
(Orellana, 2014)

En su momento, Pedro Orellana fue junto a sus vecinos a solicitar el reembolso de


lo que habían consumido los militares, pues el jefe del escuadrón le había dicho
que se acercara a Los Ángeles a zanjar cuenta, don Pedro en su inocencia fue:

- 126 -
Una vida de trabajo

lo más curioso que tuvo, po’ oiga, que después llegan, andaban trayendo
un libro grande, con tapas verdes, cuando llegan, “bueno, estas cosas
no crea que van a ser dada, estas cosas se las vamos a devolver a usted
–dijo- todo lo que han, la comida que puso usted”, entonces, bueno
dije yo, “van a firmar el libro aquí, porque después van a tenir que ir a
la gobernación, a Los Ángeles, y allá le vamos a devolver estas cosas o
plata, o las cosas”. Yo le decía, no vamos na’ don Juan Ángel, fui yo con
Juan Ángel, y la señora de don Heriberto Sandoval […] entonces, ya, nos
anotaron a nosotros en el libro, yo le decía no vamos, no nos falta que
comer, vamos, si nos van a devolver estas cosas, fuimos pa’ llá, oiga, ¡allá
arriba ir a tontear¡, sacar pasajes, ir a la gobernación de Los Ángeles, allá
entrábamos, había un guardia, “ya –dijo- que gente fulana de tal -habló
pa’ dentro- vienen”, “ya, dile que pasen pa’ cá”, escuchamos nosotros,
pasamos pa’ dentro, ya, estaba un comandante sería, no sé, un capitán,
entonces dijo, “!ah¡ -nos conoció- ustedes son los que vienen –dijo- y
tienen cara de venir”. Oiga, altiro con insolencia. “Hüeones de mierda”.
Así mismo. Bueno, pero si, pa’ qué nos dijo que viniéramos, le dije yo.
El finado Juan Ángel “¿para qué nos hicieron venir entonces?”. “Tiene
cara de venir, salgan pa’ fuera antes que los mate aquí mismo”, oiga,
así mismo. La mensa andá de allá, ir a tontear y gastar esa plata, ir a
tontear allá, nada, oiga, no sacamos nada, no le decía yo.
(Orellana, 2014)

Antes de ser ejecutados los campesinos de Pemehue eran sometidos a vejámenes, se


recuerda que cuando eran trasladados iban “amarrados en los tractores [desde] los
Guindos” (Pérez, 2014), y algunos morían en el camino. Ya en el lugar de detención
a los prisioneros que llegaban…

esos cabros pasaron la tentación, vendían cigarro, y allá habían unas


chiquillas bien bonitas los Rubilar, vamos pa’lla a mirar a las chiquillas,
y se fueron a meter al regimiento, los hicieron pelear, los hicieron payar,
cantar, al otro día en la mañana, con los cinturones amarraron bien
sus cositas, y en pelotas váyanse, estos se metieron en una isla todo
rasguñados, pero no los mataron, porque eran de acá.

[…] Y a los otros, al otro día los hicieron hacer el hoyo y los mataron,
ahí Carlos Beltrán, el otro murió el Villalobos.
(Urrutia, 2014)
- 127 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

[a] algunos les pegaban, los hacían pelear. A los más flaquito los echaban
a pelear con los más grande’.
(Pérez, 2014)

Ah! yo tenía dos pensionista en mi casa, tenía a Moroco Villalobos y


a Carloncho, mi hermano, esos fueron para el otro lado, donde estaba
Chacha […] vendían chicha, vendían cigarros, estos iban pa’ llá a
comprar cigarro, ahí iban, cuando le dijeron que se pararan, cuando
ya estaban encima, y los trajeron, juntaron a cinco, esos lo encerraron
en una casa aparte, y en la otra tenían, ellos sentían a los otros que
estaban a parte, a esos que mataron, los tuvieron toda la noche ahí, los
hacían cantar, decía Carloncho, los hacían pelear, los hacían bailar,
a ellos, a él lo hicieron pelear con Nano Romero, a Moroco lo hicieron
pelear con Cachicho, Moroco no quería, Cachicho era un viejito, “peleen”
[decían], Moroco es tremendo hombre, no quería, ya Moroco hizo así,
paró las patas Cachicho, “pa’ que le pegaí al viejo”, era pa’ palmetear
a Moroco que lo hacían lesear, y lo pesca de la manga a Moroco, quedó
todo moreteado, era como las doce de la noche, cuando sentí yo un ráfaga
de fusil, se aprovecharon los cabros, como estaba todo esto en Estado de
Sitio, venían pasando el puente, le dije yo, ahí seguramente. ¡No! fue a
los otros la ráfaga. Ahí la señora de Queto, dice, “ya cabros váyanse no
más, si los pacos no están aquí, están todos pa’llá pa’rriba”, estaban
todos boca a bajo con las manos en la nuca, sin moverse. Así que en la
mañana ya dejaron que se vinieran. Dice Carloncho que le preguntaron,
“y vo dónde viví, vivo al otro lado ahí, con un hermano. La otra casa que
está en el puente pa’llá”. “Si, ¿y qué se robo tu hermano que tiene tanta
carne?”[…] En la noche anduvieron todos por ahí, yo no sentí ningún
milico, “ya ándate para la casa”, Carloncho dice que “se me quedó el
casco”, “¡qué! ¿preferí, tu vida o el casco?, ándate se está diciendo!, sin
mirar pa’ tras”, dice Carloncho que el perdió los sentidos, es más, dice
que pasó el puente cimbre, no sabía si pisaba o no pisaba, pensaba que
atrás le iban a dar, y Moroco a la colita. Puta, cuando llegaron acá a la
casa, toda la noche torturado ahí.
(Beltrán, 2014)

- 128 -
Una vida de trabajo

los pobre todos adentro de unas bodegas que tenía [en] Pemehue ahí,
al otro lado de la casa mía, ahí los tenían en pelota, oiga, encerrado, sin
comer, los sacaban de ahí, y los llevaban al río ahí, los echaban al agua,
y después para que se calentaran lo hacían pelear con unos milicos que
andaban, ¡qué! los milicos nos les figuraban na’ po’, oiga […] la otra
gente que mataron, los otros treinta que mataron ahí, oiga lo hacían
pelear, lo hacían echar al agua, y los otros hambreaos los pobres cabros,
preso ahí dentro de las bodegas, sin camisa, los hacían pelear después
con los milicos, que los chicuelos allá, los Albornoces oiga, les sacaban
la murienta a los milicos, no figuraban na’, entonces después, “¡ah! son
buenos pa’ pelear”, sacaron hebras de alambre, de fardo, y le amarraron
el brazo, la mano aquí en la pierna, con una mano igual se los arreglaba
a los milicos, después fueron, ¡sos bueno pa’ pelear le dijeron al finado
Alejo Albornoz¡, y va le amarraron esta otra mano, las dos manos, con la
pura cabeza se los acomodaba, y hacía ocho días que estaban encerrado
ahí y con hambre, sin darle ni una cosa […] después va un teniente,
“!ah, sos bueno pa’ pelear¡”, oiga, toma la cuchilla, y le pega aquí en la
paleta, igual que sacársela a un cordero o un animal, oiga […] “¡ay ay!
chucha!”, dijo el pobre don Alejo Albornoz. Una herejía estos perros,
¿¡yo no sé qué sería la idea?!”.
(Orellana, 2014)

Es de suponer que se cometieron otros vejámenes en el valle de Pemehue por parte


de militares y civiles, pues don Pedro Orellana hace referencia a las violaciones
que cometieron los militares:

ahí hicieron una maricona’, iban [militares] a buscar al finado Jerónimo,


el hermano, tenía tres hijas, oiga, llegaron y sacaron al pobre viejo, igual
que sentarlo en esa silla, con la pura pijama, y ellos fueron a encamar
con las cabras, con las chiquillas, bonitas las chicuelas, hicieron lo que
hicieron, y los viejitos amarrados, pero no han hecho na’ ellos.
(Orellana, 2014)

Sobre las ejecuciones en Pemehue se relata que fueron llevadas a cabo por civiles
en vendetta, Ricardo Pérez fue testigo ocular:

- 129 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

[vio llegar] unos a caballo, dicen que eran militares, pero después dicen
que no eran na’ militares. De Mulchén eran los ricos que andaban, de
los fundos.
(Pérez, 2014)

Ahí estaba en mi casa, con mi señora, cuando pasaron con el hombre


pa’rriba [Guillermo Albornoz], lo hacían zapatear en las posas de
agua, lo llevaron para la Isla pa’llá, y después volvieron con el pa’ bajo,
pa’ bajo venía sin pantalones, guacho, con manta de castilla y botas.
Lo amarraron acá en la leñera que tenía don Fernando Ortega, en la
administración, don Miguel Rubilar estaba en ese tiempo ahí po, el vio
toda esa cuestión. Y después lo llevaron pa’rriba, pa’llá a entrevistarlo
con los de Pemehue, Luchin lo llevó pa’llá, en el tractore, Luchin Alfaro
[…] había un puente cimbre allá en los baños pa’rriba que cruzaba, se
les tiró, y amarrado con las manos por detrás, se tiró al río no más, y ahí
no lo vieron más, a dónde fue a quedar muerto. Eso fue pa’ el 73, oiga.
(Beltrán, 2014)

Ricardo Pérez refiere que los prisioneros fueron ejecutados en el sector de Pemehue,
en las cercanías de las termas:

de los baños pa’rriba pasando el puente, el cruce pa’ [fundo] Pemehue.


De los baños pa’rriba a 500 metros, en una tepa17, le corrían bala.
(Pérez, 2014)

17 Ricardo Pérez refiere que la tepa es una arbolito, “después del laurel viene la tepa” (Pérez, 2014).

- 130 -
Una vida de trabajo

Fig. 37 Un llano a 500 metros de las termas de Pemehue


(Fuente: Archivo Propio)

A Pedro Orellana aún le conmueve recordar a las personas ejecutadas y los hijos
de éstos que quedaron solos con sus madres, aún más cuando vio cómo fueron
fusilados uno a uno los trabajadores de los fundos: “todos conocidos, nos criamos
juntos, toda una vida, de que tenía conocimiento conocía a los cabros yo” (Orellana,
2014). El lugar donde se llevaron a cabo las ejecuciones sería en el sector Bajo la
Leona, en Pemehue, donde hay un pellín y un manzano. Don Pedro vio los sucesos
al salir sigilosamente de su casa:

me dijeron “tení que lavar los platos” después que comieron, pero yo
pensé que cuando le dijeron, se pararon de la mesa, estaban en la mesa
así, un teniente se mete la mano al bolsillo, y le tira la llave a los otros
militares, le dijo anda sacarlos, le dijo, yo dije entre mi corazón, estaba
lavando la loza, yo pensé menos mal, que los van a largar a estos pobres,
y que po’ los sacaron pa’ el alto, dieron vuelta y lo llevaron pa’ al Bajo
la Leona ahí, entonces yo lavé la loza rápido, y pase el río pa’ este lado,
y ellos se fueron por la orilla, ese lado, yo pase pa’ este lado del río, y
fui al bajo las Mesas que llaman, ahí donde los ricos de las concesiones,

- 131 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

se llamaba las Mesas porque pusieron unos mesones grandes ahí, y se


daban sus banquetes, en año nuevo, la pascua, había una tepa ganchuda
así, entonces yo me fui, pase el río pa’ este lado, y me subí arriba de la
tepa, y ellos como de aquí, a 30 metros de lejos quede de ellos, cuando
los tienen ahí, escarbando a lo orilla del río, sacando las piedras con las
manos, sacando las piedras, ellos mismo los pobres finados hicieron un
lado las piedras, ya, y yo arriba en la tepa, me hubieran visto me disparan
ahí mismo y matan, pero estos como estaban afanado ahí, el río hacía
una vuelta, un codo ahí, volvía así el río, y volvía pa’ bajo, Renaico, y
las tepas cerquita, y yo arriba de las tepas como son ganchua, yo me fui
arriba y ahí les sacaba todo el rollo, entonces ya está, llegaban, usted
llegaba, me vendaban la vista a mí, y lo iban a poner al manzano o en el
pellín, y le disparan, oiga, y los otros mirándolo, los otros pobres finados,
entonces llegaban, pero no le tiraban uno, oiga, todos dándole ahí, por
eso los árboles se secaron tanta bala […]al primero que fusilaron fue
a este al finado Alberto Albornoz, Jerónimo Sandoval, y el otro Felidor
Albornoz, el otro, este cabro, Juan Roa Sepúlveda, y el otro don Alejandro
Albornoz […] Juan Godoy Sandoval, y el otro, este otro chicuelo, que
también le metieron bala ahí, este, el otro Roa, este, Javier Roa. El otro,
este Esidoro Albornoz, y el otro, este Enrique Albornoz […] este otro
chicuelo que mataron ahí también, este Guillermo Albornoz.
(Orellana, 2014)

Al tiempo Pablo Urrutia encontró la evidencia de los delitos que se cometieron


en el valle de Pemehue:

[tras un] viaje al Morro encontré una camioneta, un camión de ¾, y a


la vuelta, siempre usaba caballos buenos, mi caballos empezó a olfatear,
vinieron a sacar a los finados, quizás a dónde los enterraron, después
cuando hubo la comisión justo pillaron unas botas no más, no pillaron
ninguna osamenta. Pero los vinieron a sacar los mismos malditos. Y
esa gente que se metía, no debería meterse, como Guzmán, los Elías,
Pancho de Sola, y así otros, se escondieron, después los vinieron a coger.
(Urrutia, 2014)

- 132 -
Una vida de trabajo

Fig. 38 Memorial a los campesinos ejecutados en el Valle de Pemehue18

9. Junta de Vecinos Rural Colonos Reserva Nacional Malleco



Finalizando la línea de tiempo que ha guiado el presente texto, es el momento
de relatar en nacimiento de la Junta de Vecinos Rural Colonos Reserva Nacional
de Malleco.
Manuel Fuentealba refiere que la junta de vecinos nace un día tres de junio de
1990, en el sector Los Guindos. La junta de vecinos originaria incluye los sectores
de Niblinto, Santa Julia, Amargo, Amargo-Menuco, La Seis, Los Guindos, Pemehue,
y final de Pemehue

18 Memorial que recuerda a los campesinos ejecutados en las localidades de Mulchén, El Morro, El Carmen,
Maitenes y Pemehue, iniciativa de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Mulchén.
Disponible en http://190.98.219.232/~interac/memoriales/?p=640

- 133 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

y el día cinco de junio ya estábamos en la pelea, estábamos ya en


Angol peleando, aún todavía no recibíamos ni siquiera certificado de
personalidad jurídica […]seguimos peleando, peleando.
(Fuentealba, 2014)

La principal motivación para fundar la junta de vecinos está en la posibilidad de


dar respuesta a las múltiples necesidades e inconvenientes que afectan al colectivo
precordillerano, pues hasta 1990 no había ninguna organización funcionando en
el sector, sólo existían gestiones individuales a problemas particulares. El único
tipo de organización que existía en 1990 era uno de carácter deportivo, era “un club
deportivo que se llamaba Amargo Unido, en río Amargo, y ese era integrado por
gente de los Guindos, de Amargo, de Menuco, de todos lados” (Fuentealba, 2014).
Entonces, la nueva Junta de Vecinos se abocaría a solucionar problemas que
afectan a la comunidad, entre los que se puede mencionar la mejora de la ruta
R- 49, pues, ésta carretera que nace desde el cruce de Collipulli con la Ruta-5

era solamente ripio. Hasta las termas [el camino] era malo, malo. Primero
se pavimentó, se asfaltó un tramo hasta Curaco, eso después del 90’ […]
porque los hoyos eran tan grandes, no había como poder avanzar, nadie
decía hagámoslo aquí, hagámoslo acá, ninguna autoridad competente
de la comuna ni de la provincia se pronunciaba
(Fuentealba, 2014)

Además, los vecinos de la Reserva solicitaban que

el servicio de locomoción colectiva fuera mejor, que por lo menos saliera


en la mañana de acá, fuera a Collipulli y volviera, y no fuera un día y
medio para allá y un día y medio para acá, y en otras ocasiones no
llegaba en tres meses.
(Fuentealba, 2914)

- 134 -
Una vida de trabajo

Fig. 39 Manuel Fuentealba


(Fuente: Archivo Propio)

Frente a estos variados problemas, un vecino de Amargo, que retornó del norte,
don Heriberto del Carmen Fica Jara

empezó a conversar con los vecinos, se pusieron de acuerdo, llegaron


donde Mariano Rubilar para sostener una reunión aquí del sector, para
después hacer una grande en Los Guindos, reunión ampliada, para poder
formar esta junta de vecinos.
(Fuentealba, 2014)

Así don Heriberto Fica Jara fue el primer presidente de la JJVV Reserva Forestal
Malleco, secretario Manuel Fuentealba, como tesorero Javier Vera San Martín,
y directores Rubén Villalobos Sanhueza y Miguel Orellana Mella, esta directiva
duró ocho años.

- 135 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

En los primeros años la unidad vecinal constituía una macrozona, “comenzaba


allá en el 14, el 14 es Canadá, y de ahí Niblinto, Pemehue, hasta bajada las Chilpas
(más allá de Pemehue, dirección este), era un territorio tremendamente grande”
(Fuentealba, 2014). De acuerdo a las percepción de Manuel Fuentealba, la población
de aquellos tiempos es similar a la del presente “se habla que son mil y tanto los
habitantes que comprenden la Reserva Forestal de Malleco, y yo creo que un poco
superior todavía” (Ibíd.).
En sus primeros años la junta de vecinos promovió el trabajo mancomunado
para arreglar los caminos, una gestión que involucró tanto a los vecinos como a

los empresarios de microbuses, en ese tiempo era los hermanos Sáez, ellos
todas las veces cooperando con sus máquinas para trasladar a la gente,
para ir a tapar hoyos, carretillas, lo que fuera, y comida, y todo lo que
se necesita en el día de una jornada de trabajo, que era comunitaria,
voluntaria. Se iba a Angol, a la Gobernación, se iba a vialidad, se
difundió mucho esta necesidad a través de radio Los Confines de Angol,
justamente nació en esos tiempos radio Voz de la Tierra, a la cual después
se nos otorgo una corresponsalía a nosotros, trabajamos codo a codo
con ella y, de ahí, difundíamos todo lo que sucedía acá, en Temuco lo
mismo, entonces ahí se consiguieron grandes bacheos, una flota de 14,
16 camiones de vialidad, cargadores […] bueno, hoy día podemos ver
de que en pleno invierno que el camino es bueno, a pesar de los hoyitos
que se ven, pero son cositas chiquititas.
(Fuentealba, 2014)

Además, esta directiva gestionó varias propuestas, como la regularización de la


Villa en Río Amargo; la realización de trabajos para el retén de carabineros en
Curaco; mejoramiento en la posta, en la escuela; además, de siempre orientar a
los vecinos en su problemas individuales (Fuentealba, 2014).
Aunque, se considera que la necesidad primaria aun no se satisface, es decir, el
camino, pues aún “faltan 15 kilómetros de asfalto para Río Amargo, esos kilómetros
no avanzan hasta la Villa Amargo. Hay un tramite de por medio, una participación
de las autoridades de la comuna, es que se tiene que estarse luchando para poder
que esto funcione” (Fuentealba, 2014)
La junta de vecinos en su macrounidad territorial comienza a fragmentarse
ya por los años 1996-1998

- 136 -
Una vida de trabajo

por recomendaciones de las mismas autoridades, como era un territorio


muy grande, tomamos el acuerdo que Canadá formara su junta de vecinos
[…] que Niblinto también formara su propio grupo [aunque] ellos
querían tener un delegado para acá [y] Pemehue por lo consiguiente,
ellos “no nosotros estamos bien acá con Los Guindos, no nos formamos”,
pero después fueron viendo que era tan necesario formar su junta de
vecinos, y hoy día está funcionando.
(Fuentealba, 2014)

Al presente, la Junta de Vecinos Rural Colonos Reserva Forestal Malleco abarca


los sectores “Los Guindos, Menuco, La Seis y parte de Río Amargo, porque hay
varios vecinos de Río Amargo inscritos acá” (Ibíd.).

- 137 -
La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

Epílogo

Reseña de la vida en la Reserva en el presente


De los llamados colonos, que recibieron sus títulos de dominios tras décadas
de estar viviendo en la Reserva, van quedando pocos, y los que han heredado la
tierra, más de una tensión tienen con CONAF, así refiere Lorenzo Carrasco este
conflicto latente:

recibieron sus terrenos por título gratuito quedan algunos, pero la


mayoría son sucesiones, porque se murieron los propietarios, dueños, y
quedaron los hijos, y esas familias no han logrado toda, como le dijera
yo, a legalizar sus papeles, porque tienen harto problema para plantar, la
CONAF no los acepta, hasta que no se ponga toda la familia de acuerdo,
darle una carta poder a uno, porque eso le permite los trabajos.
(Carrasco, 2014)

En la actualidad de la precordillera continúan las faenas forestales, así “ahora último


en la CONAF, por ejemplo, en Niblinto, se ha entregado varias veces concesiones
o trabajo a la gente, que le entregan sus Cantones que llaman, le dan el 80% al
que hace el trabajo. La CONAF estaría recibiendo un 20%” (Fuentealba, 2014).
También persisten faenas menores alrededor de la explotación
maderera:

[el] Comité Desechos Forestales y Agrícolas, ese comité es como, voy a


pedir leña a Jauja en forma individual, a lo mejor me dan una carretada,
pero si voy por el comité, con una carta a la empresa a lo mejor no van a
darle una carretada, le van a dar camionadas durante el invierno, durante
el verano, todo en aromo o habrán explotado bosque que quedan siempre
con harta cantidad de madera botada, árboles quebrados, entonces, la
empresa que están haciendo lo trabajos ahí, ellos trabajan lo que está
bueno, lo puro pulsado, eso es lo que se exporta o se va a la celulosa.
(Fuentealba, 2014)

Lorenzo Carrasco, se considera un colono de la Reserva, y su tierra la protege para
que, llegado el momento, heredarla a sus hijos, pues considera “yo como padre
tengo la responsabilidad de dejarle algo donde vivir” (Carrasco, 2014). Además,

- 138 -
Una vida de trabajo

refiere que se ha diversificado, pues al ser declarado como forestal, su principal


rubro, también se dedica a la apicultura, aunque ha visto como actualmente “las
abejas se han ido muriendo, día tras días se están muriendo, estamos en período
crítico que cualquier día podemos quedar sin abejas” (Carrasco, 2014), además de la:

parte agrícola, lo que sembramos no es mucho, pero criamos ganadito, de


todo se cría. Estoy reconocido en Collipulli como apicultor. Aquí nosotros
compramos una parcela explotada, pela’. Entonces estamos arreglando
el bosque, criando los animales, nosotros tenimos madera ya nueva, que
podríamos echar mano en caso de apuro, se hace leña, hacemos carbón,
y como le digo, en la parte agrícola, la crianza de vacuno.
(Carrasco, 2014)

Los Ríos en el presente:


Sobre las aguas del valle de Pemehue Pablo Urrutia considera que las plantaciones
de pino y eucalipto son las responsables de la escasez del elemento vital:

terminan las aguas, y aquí mismo en la hacienda Jauja yendo por el


camino, al lado la Bruja, tienen nombres los caminos, había manantiales,
en los Bajos, en el Canelo, Temo, y habían bicho del agua, qué pajarito
no había, pero ahora llegó esta gente y plantó […] y echó abajo eso, y
un par de palilla con maquinas grande y plantó, y ahí fueron tapando
las vertientes, los nacimientos de agua, porque esa agüita se junta
con otra agüita y con otra agüita y se junta un riachuelo, y eso se está
terminando, estamos secos.

En todas las alturas unas vertientes preciosas, en marzo que eran poquitas,
en el invierno eran antes, ahí contemplaba, y me alegraba en mi juventud,
porque todos los bichos, las lagartijas, allegándose a tomar agüita ahí,
las culebras también, y todo bichito, y ahora no hay ninguna cosa.
(Urrutia, 2014)

Post Scriptum
Como últimas palabras, de la historia de los colonos de la Reserva Forestal de Malleco
reconstruida en el presente texto, referir que la historia no es monolítica, es un
hilo sin fin y que hay tantas historias posibles como narradores y desdoblamientos

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La historia local de los colonos de la Reserva Nacional de Malleco

temporales de hechos, lugares y personas. Aquí se ha intentado plasmar la


historia local de la precordillera desde trazos de la memoria de diversas personas,
principalmente los t  rabajadores que en condiciones adversas forjaron su destino.
El recuerdo y olvido nos constituye en nuestro devenir identitario, dinámico,
donde la multivocalidad pugna por superar esa imagen de realidad objetiva. De las
diversas narrativas emergen mundos no dichos, hay espacios borrosos o silencios
que, por lo mismo, es necesario resaltar porque evocan una presencia.  En este
punto hay que dar la excusa por la ausencia de las mujeres, que aparecen como
sombras, desdibujadas, es necesario indagar en el futuro sobre la presencia de
la mujer, su rol, su trabajo, ahora nos preguntamos ¿cómo las mujeres narran
esa época?, ¿cuáles eran sus trabajos?, ¿cuál era el lugar que ocupaban en una
sociedad también jerarquizada?, de los relatos nos llega una imagen leve, vaga, no
intencionada, pero que viene a refrendar la forma en que se escriben las historias,
lo que se resalta y lo que se calla, asumimos la deuda. Ocurre lo   mismo con   el
espacio de contacto entre estos trabajadores con el pueblo mapuche de la época,
si bien no es el foco de esta historia, es necesario mencionar que el uso de algunos
artefactos, juegos y ciertas prácticas nos comunican lo no dicho, estos trabajadores
jugaban chueca o palín, llevaban un roquín, construían rucos, así el intercambio
de usos y palabras contiene una relación, seguramente velada y probablemente
en tensión, ¿cómo era?. Otra dimensión a indagar es lo referido a la niñez y la
vejez ¿cómo era?, al parecer el trabajo duro y el esfuerzo físico extenuante era
una labor continua que condicionaba toda edad y sexo, pero quedan evocaciones
lejanas de esas voces ausentes. Lo anterior no eclipsa el valor de lo dicho, la voz
de la subalternidad masculina en tiempos recientes de la historia, que recién nos
empezamos a contar, y que es necesario seguir investigando, es urgente registrar
la voz de los antiguos y las antiguas, es un desafío por delante, este texto sólo se
presenta como una invitación a seguir recuperando y reconstruyendo la historia
y la memoria de los ausentes de la historia oficial.
Gracias.
Alexis Rojas Leiva

- 140 -
Una vida de trabajo

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