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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER
NOTA PRELIMINAR
PRESENTACION
P oblar, congregar, reducir, erigir, fundar, son verbos que adquieren una
precisa significación en el texto que hoy presentamos a los estudiosos
de la historia de nuestros municipios, como lo son igualmente los sujetos
ciudad, pueblo, villa o parroquial Hacen referencia a status distintos, a
etapas diferentes, a propósitos separados. Con fundí ríos es tanto como
reconstruir un cráneo primitivo con piezas equivocadas, verbigracia,
colocar a un individuo la mandíbula perteneciente a otro. El resultado no
permitiría ver con exactitud la especie de que se trata.
Esta clase de meticulosas distinciones nos habla de la calidad y el rigor
del trabajo que entregamos al público. Este, aunque versa exclusivamente
sobre el tema de la institución del resguardo indio, arroja una luz general
sobre el proceso del poblamiento colonial del territorio de los San-
tanderes. Sus autores son enfáticos en la definición de las categorías. Sólo
cuatro-ciudades fueron fundadas aquí durante el siglo de la conquista:
f Vélez, Pamplona, Ocaña y Salazar de las Palmas. Su erección tenía por
objetivo remarcar el derecho de posesión, de dominio sobre el territorio.
En cambio fueron poblados, reducidos o congregados numerosos asen
tamientos indios durante casi un siglo y medio de vida colonial. Su
objetivo era facilitar el reparto y aprovechamiento de la mano de obra,
nativa.
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1. EL PROYECTO DE LA REPUBLICA
DE LOS INDIOS
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los indios como ellos más cómodamente vieren que conviene, con acuer
do de personas de experiencia (9)."
Esta petición de los eclesiásticos de la Nueva España se inscribe en la
controversia indiana fundamental planteada a comienzos déla década de
los años cuarenta del siglo XVI por fray Bartolomé de las Casas: ¿a qué
misión espiritual y temporal, estaba obligado Su Majestad Católica al
recibir y asumir el dominio sobre las Indias?. El lascasianismo fué la
filiación política que sostenía en este debate la posición de que la
evangelización de los indios y el buen orden de sus pueblos era la única
justificación para la presencia de los españoles en América, y todo lo
demás era "codicia pestilencial y miseria de mal mundo". La Real
Conciencia del rey católico estaba cargada cuando no procuraba el
cumplimiento de esa misión apostólica esencial, es decir, cuando no
favorecía a los frailes para que cosechasen el fruto grande de la
evangelización.
El descargue de la Real Conciencia obligaba, en el proyecto lascasiano,
a implantar un orden en el cual las colectividades indígenas serian aisladas
del contacto con los españoles y su mundo de la codicia desordenada y
de los intereses privados mercantiles. La junta de los indios en pueblos y
la restitución de la autoridad étnica en su seno era así el mejor camino
"para fundar cristiandad y policía" entre los naturales, y su separación de
los españoles constituiría dos repúblicas delimitadas y lo más separadas
posibles. El territorio español (ciudades, estancias, minas, etc.) y el
territorio étnico (pueblos con resguardos) estarían regidos por autoridades
propias y una jerarquización natural, y la relación entre las dos sería de
igualdad. La separación de los indios respecto de los españoles serviría
al proyecto religioso, cual era el de entregarlos a Dios y así cosechar en
las Indias el fruto grande de la evangelización.
El triunfo del lascasianismo en la Congregación de México era un tanto
anotado del partido de los indios frente al otro partido, el de quienes
pugnaban por reducir la tributación percibida por los caciques y por
incorporar a las etnias al sistema económico colonial. El visitador Valde-
rrama representó en México este segundo partido al cumplir los dos
objetivos citados durante su visita general de 1565.
Así pues, el proyecto congregador novohispano se convirtió en
legislación indiana a aplicar en el Nuevo Reino de Granada, donde ¡os
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Consideraba fray Santo Filiberto que el vínculo que unía a su Orden con
el rey era la confianza depositada por éste en aquella para "el descargo de
su Real conciencia en lo que acá toca a los naturales de estas partos de las
Indias". Los frailes eran así los peones encargados de trabajar para "coger
y allegar la mies de Jesucristo" en el Nuevo Mundo, realizando el
propósito fundamental de la Corona, cual era
"la obra de Dios mediante lo cual innúmeras ánimas gozan hoy la gloria
con Dios y otras infinitas caminan por el camino de ella, ¡Loado sea Dios
por ello! Y el premio y galardón de tanto fruto habrá Vuestra Majestad
en el cielo, por ser causador de tanto bien como es la ganancia de tantas
ánimas."
Pese a tan santa intención, la mies de Jesucristo estaba siendo derramada
y disipada en el Nuevo Reino por la mala vida y ejemplo que daban los
españoles a los indios, incluidos los propios frailes, de tal modo que
"queda la tierra infeccionada". Tales "pestes en la santa obra" de Dios
había ocasionado que casi todos los frailes se hubiesen marchado a otros
reinos, justamente cuando más se necesitaban en el Nuevo Reino, "quia
regiones jam albe sunt ad messem” (cuyas regiones están listas para la
siega).
La causa principal por la cual los frailes no habían podido recoger el fruto
/ de la evangelización era, en su opinión, el desorden que siempre había
existido en el Nuevo Reino:
"En ninguna parte he residido donde no se opugnase tanto la verdad
como en este Nuevo Reino, porque Vuestra Majestad sea cierto que en
mi vida conversé con gente tan enemiga de lo bueno y que totalmente
menospreciase la salvación de sus ánimas. Y les pesa formalmente que
se multiplique la fe en estos tristes naturales".
La Real Conciencia estaba entonces agraviada en este Reino porque en
él "no hay quien procure por su salvación más que hoy ha quince años
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los indios tendrían que ser "constreñidos a que poblasen por sus barrios,
y que para ello les fuesen señalados sitios y tierra competente para sus
sementeras y labranzas (12)”. La segunda disponía que la Audiencia
debía darle toda la ayuda posible a la Orden Franciscana para su trabajo
de evangelización y permitir que existiesen alguaciles indios, con vara de
justicia, para que éstos compelieran a los indios de servicio a ir a misa los
domingos, sacándolos de las casas de los encomenderos (13). Y la tercera
remitía a la Audiencia el capítulo de la Congregación de México de 1546,
para que obligasen a los encomenderos a restituirlos tributos que hubiesen
cobrado si se les demostraba que no habían cumplido sus obligaciones
con la evangelización (14).
La idea de la Restitución de los tributos mal habidos se fundó en una
argumentación cara a los lascasianos. Esta rezaba que la legitimidad de
la encomendación de los indios en los españoles surgía de la necesidad
de la evangelización de aquellos. Al incumplir esta obligación, los en
comenderos permitían que los indios continuasen en su infidelidad, y así
podría obligárselos a "restituir los frutos que han llevado y llevaren de
sus indios, pues han faltado y faltan del cumplimiento de la condición con
que les fueron encomendados y los tienen". El argumento tenía gran
fuerza en contra de los abusos de los encomenderos, y fué usado a fondo
en toda América para imponerlos proyectos lascasianos.
Pese a que el corpus legislativo necesario para la empresa de las con
gregaciones de los indios del Nuevo Reino quedó listo en 1554 y que la
argumentación legitimizadora estaba también disponible, esta tarea no
fué emprendida en forma inmediata. Los conflictos intemos entre los
oidores de la Real Audiencia, entre el obispo de Popayán y los
encomenderos, entre el arzobispo fray Juan de los Barrios y la Orden de
Predicadores, entre franciscanos y dominicos y el "poco asiento de la
tierra" conspiraba contra el establecimiento de las autoridades necesarias
para el cumplimiento de la real intención. En 1559 el fiscal de la Real
Audiencia denunciaba que, pese a lo mandado, nada se había hecho para
congregar a los indios ni para mejorar el trabajo evangelizados En su
opinión, no habría "diez indios cristianos en todo este reino, fuera de los
ladinos que sirven a los españoles" (15).
Sería con la llegada del oidor Tomás López, un brillante lascasiano
trasladado desde la Real Audiencia de Guatemala, cuando efectivamente
se inició el proyecto de las congregaciones. La visita general que practicó
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pueblos españoles, por calles y barrios, por estar en esta tierra muy
derramados y no se poder cómodamente doctrinar (19)".
Se había obtenido al fin el consenso político necesario para la realización
del programa congregador. La Junta designó a dos personas para que
salieran inmediatamente ”a señalar los sitios y comenzar a dar orden en
la dicha población, conforme a lo dispuesto por cédulas de Su Majestad".
Algunos encomenderos se ofrecieron a poblarlos indios de sus encomien
das en el plazo de tres meses. A Vélez se enviaron las instrucciones
pertinentes, pero solo hasta 1583 es que encontramos una congregación
documentalmente registrada en la provincia de Pamplona. La Audiencia
aseguró al rey que el programa se haría "con toda moderación", pues era
un negocio de tal importancia y calidad que requería "espacio, tiempo y
coyuntura".
La suerte de las congregaciones del Nuevo Reino quedó así definitiva
mente echada. En adelante, visitas sucesivas efectuadas por los oidores a
todas las provincias fueron congregando parcialidades dispersas y asig
nando las tierras de resguardo correspondientes. Cada visita congregaba
los pueblos pequeños en los más grandes, de tal modo que el proceso fué
una verdadera reducción de los asentamientos indígenas originales.
La legitimización de todas las congregaciones realizadas por los oidores
se basó en los argumentos construidos en la década de los años cuarenta
por los lascasianos, expuestos en el Nuevo Reino por fray Santo Filiberto
(1553). Todavía en 1623 el oidor Juan de Villabona Zubiaurre, al con
gregar el pueblo de Chinácota, exponía la vieja lección:
"se provea a los dichos indios de doctrina suficiente, por consistir en
ello el descargo de su Real Conciencia y el cumplimiento de la obligación
que se le puso (al rey) cuando los recibió de la Santa Sede Apostólica y
ser el cargo y condición con que se han hecho, y dado las dichas encomien
das a los que las poseen y las gozan. Y así mismo manda que cuando para
conseguir este intento hubiere dificultad por ser el número de los indios
corto para suplir con sus demoras, tributos y aprovechamientos el estipen
dio de la dicha doctrina, que se agreguen unos indios y repartimientos a
otros, para que juntos y congregados conforme a la Congregación de
México, se doctrinen como es justo y vivan en política cristiana (20)".
Como puede apreciarse, la lección de los lascasianos fué bien aprendida,
y su proyecto de construcción de una república de los indios separada de >
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' la de los blancos había encontrado una vía de realización, venciendo las
resistencias opuestas por los otros proyectos que se formularon. Pero, en
el largo-plazo, ¿pudo mantenerse vivo el proyecto?. La respuesta podemos
encontrarla en la historia de los pueblos de indios que se poblaron
definitivamente en el actual territorio de los Santanderes, por reducción
de otros, en la primera mitad del siglo XVII.
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2.2.1. L Arboledas
El pueblo de Nuestra Señora de los Angeles de Arboledas fué congregado
por Antonio Beltrán de Guevara, el corregidor de Tunja, hacia 1602,
recibiendo sus tierras de resguardo y la traza del pueblo. En junio de 1623
el oidor Juan de Villabona Zubiaurre comisionó al escribano Salvador de
Ojeda para que realizara la descripción de los pueblos de la doctrina del
valle de las Arboledas con el fin de proceder a reducirlos en el de Las
Arboledas y darles los resguardos necesarios. Su descripción arrojó el
siguiente resultado:
-En el pueblo de las Arboledas: 133 indios encomendados en Juan Muñoz
B arriemos,
-En el pueblo del Arcabuzazo: 61 indios encomendados en Juan de
Velasco Montalvo,
-En el de Siravita: 53 indios encomendados en Alonso Pérez de Arroyo,
-En el de las Guayabas Agraz: 56 indios encomendados en el capitán
Pedro de Arévalo,
-En el de Queneroma y Zulia: 40 indios encomendados en Melchor de
Torres,
-En los de Cáchira y Olatena: 46 indios encomendados en Juan Ramírez
de Andrada,
-En Cáchira Baja, Uneroma y otra Cácota: 100 indios.
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2.2.1.2. Bucaramanga
La ranchería de indios lavadores venidos de Guaca, encomienda del
capitán OrLún Velasco, asentada en el sitio de Bucaramanga hacia 1552
es el origen remoto del
pueblo de Bucaramanga. Durante la segunda mitad del siglo XVI otras
cuadrillas venidas de diversos pueblos se asentaron en las vecindades de
los aluviones auríferos de los ríos del Oro, Lebrija y Suratá, así como en
las quebradas tributarias de éstos. Todas las rancherías de lavadores
fueron establecidas en forma dispersa dentro del extenso territorio del
distrito minero, sin que ninguna de ellas prometiera congregación alguna.
Para 1572 solo se habla de Bucaramanga en el sentido de "aposentos" de
los indios encomendados a Velasco, cuyo origen y subordinación se
remiten al pueblo de Guaca (43).
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En 1657 el pueblo fué visitado por don Diego de Baños Sotomayor, quien
debió ordenar una reforma del mismo para asegurarse de que no decayera
la congregación. Según los informes del maestro Francisco Sarmiento
(54), a la sazón cura del pueblo, en éste solo existía una docena de bohíos
porque la mayor parte de los indios estaban asentados junto a las
quebradas auríferas, donde lavaban el oro y sembraban sus sementeras.
Contrariando lo ordenado por Villabona, algunos indios seguían viviendo
en la hacienda del encomendero do Bucarica "y los que tienen casas en la
población están en tan mala disposición que se están cayendo". Existía
aún la iglesia doctrinera de paja y bahareque, aunque en estado de ruina,
y el cura no requería el uso de la lengua indígena (que conocía) porque
todos los indios eran ladinos "y los más de ellos no se precian de hablar
en su lengua". El sitio del asentamiento fué descrito como de temple
caliente y escaso de aguas, de tal manera que el agua de uso doméstico
se extraía de unas barrancas y de algunos pozos, causa de "las enfer
medades tan violentas que hay en esta tierra", a lo cual se sumó la
identificación de las culebras y animales ponzoñosos "de que abunda esta
tierra", una queja frecuente de ios curas del pueblo hasta los tiempos de
Eloy Valenzuela.
Pedro Robayo fué comisionado para realizarla tarca de descripción de
los indios del pueblo y sus informes permiten una observación del estado
social durante el dicho año de 1657. En las tierras del resguardo vivían
los indios de las cinco cuadrillas siguientes:
Indios del pueblo de Bucaramanga en 1657
Bucarica 14 19 15 4 3 41
Cachagua 2 3 4 2 4
Quebejos 1 2 1 2 1 3
Canta 2 3 2 2
Río de 21 13 18 5 2 25
Oro
TOTAL 40 40 40 13 6 75
Fuente: Descripción de las cuadrillas de Bucaramanga por Pedro Robayo,
17-21 julio 1657. Cfr. AGN, Visitas de Santander 5.
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los términos del resguardo. Por la parte del río Suratá y de Chimitá
también encontraron invasores (58).
En el año de 1772 asistimos a una problcmatización de la legitimidad de
la existencia del Real de Minas y de las tierras de resguardo del pueblo.
Don Blas de Valenzuela, un procurador de número de la Real Audiencia
que apoderaba a los mazamorra ros del Real minero, déla una parte y, de
la otra el gobernador de Girón, contendieron en la Real Audiencia sobre
los mejores argumentos para mantener o no la existencia de los dos
derechos institucionalizados desde 1622-1623.
En la opinión de don Blas de Valenzuela (59), el propósito de Villabona
al asignar tierras de resguardo ¿i ios indios era el de eximirlos de la
obligación de pagar terrajes en las haciendas vecinas, pero también
entendía que el Real de Minas sería un territorio habitado por vecinos
blancos, "ya para que el alcalde mayor los pudiera tener casi a la vista, y
por esto poder atajar la extracción del oro sin pagar los reales quintos, ya
también para que estos se aumentasen, como se llegó a experimentar en
los tiempos pasados, pues por el interés de tener tierra donde sembrar, sin
pagar derechos de esto, y tener los ríos y quebradas, que son la mayor
parte de sus linderos, ocurrieron muchos lavadores y se avecindaron, por
lo que fué crecido el real derecho de minería. Los que no so ejercitaban
en la saca del oro cultivaban ti.crras y gozaban de sus frutos, sin necesidad
de ir a solicitarlos a otra jurisdicción".
La existencia del Real de Minas beneficiaba así a la Real Hacienda por
su aporte de los quintos de minería, amen del estímulo que dicha actividad
proporcionaba a las producciones regionales. Sin embargo, durante toda
la existencia del Real y del resguardo los alcaldes mayores de minas
habían tenido que defender su jurisdicción contra los intentos de
usurpación de los gobernadores de Girón, siempre dispuestos ¿i destruir
una jurisdicción ligada por tradición al cabildo de Pamplona. El proyecto
político gironés exigía la extinción del derecho del Real de Minas y la
reducción del resguardo indígena a solo una legua, de tal manera que las
tierras excedentes volviesen a la Corona y esta procediese a venderlas,
con beneficio de la Real Hacienda. Hablaban a su favorlos asentamientos
subrepticios de campesinos en tierras del resguardo, el escaso número de
indios y la poca rentabilidad hacendística de la minería (60).
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Pamplona (65). La invasión de las tierras del resguardo por ios ganaderos
y los cultivadores de trigo continuó en lo sucesivo. En 1773, cuando don
Manuel Mutis Bossío actuaba como corregidor de naturales y alcalde
mayor de minas informó al virrey sobre la situación: aunque los indios
habían recibido (ierras suficientes para su resguardo, solo tenían entonces
"una tira de tierra", ya que otras personas lo tenían ocupado. Aunque
conminó a ios invasores de las vegas del río de Cácota a desalojar lo
ocupado, tres años después todavía no se había ordenado por el virrey la
diligencia de desalojo. La invasión de los cultivadores de trigo fué
facilitada por el traslado que se hizo de los indios en 1748 al pueblo de
Bucaramanga. Aunque retomaron en 1772 al pueblo bajo la protección
del doctor Marcos José Moreno de la Parra, cura del valle de Suratá, ya
era muy tarde para la defensa de sus tierras.
En 1688 ki cuenta de los contribuyentes al estipendio nos muestra la
proporción existente entre las parcialidades congregadas:
-Cácota: 7 indios
-Suratá: 11 indios
-Bochagá: 4 indios
-Pánaga: 3 indios
-Cachiri: 2
-Los Jamcros: 1
-Ucatá: 1
-Tona: 1
El visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón llegó al pueblo el 14
de julio de 1778 y rápidamente trazó un cuadro de la situación: solo
quedaban 20 indios tributarios con sus familias en el pueblo que se había
restablecido, y era el crecido número de los colonos invasores los que
cultivaban ios valles fértiles del resguardo. Resultando así que el pueblo
era mayoritariamente de vecinos blancos, labradores de trigo y produc
tores de harinas, era imposible seguir gobernándolo como si fuese una
jurisdicción indígena (66). Ordenó entonces la extinción del pueblo y el
traslado de los indios al pucblodeTcquia, donde porscr del mismo temple
podrían continuar sembrando el fruto que siempre habían cosechado: el
trigo. Fueron autorizados a llevarse sus imágenes eclesiásticas y a formar
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-Parcialidad de Chitagá:
-3 reservados (el capitán, el alcalde y el cantor)
-17 tributarios de apellidos Parra, Mogollón, Chávez, Araque,
Chilagá, Campos y Camacho
-12 reservados por edad o enfermedad
-82 indios de chusma
-Parcialidad de Icota:
-1 reservado (el capitán Rudccindo Gauta)
-20 tributarios de apellidos Berbesf, Rojas, Icota, Pérez, Eugenio,
Sucscún, Gauta, Caldas y otros
-2 ausentes
-8 reservados por edad o enfermedad
-79 indios de chusma
-Parcialidad de Hontibón:
-3 reservados (el capitán, el fiscal y el cantor)
-5 tributarios de apellidos Serbilio, Parra, Castro y Castañeda
-1 ausente
-3 ausentes por edad o enfermedad
-61 indios de chusma
-Parcialidad de Tañe:
-1 reservado (el cantor)
-4 tributarios de apellidos Pasto y Araque
-2 ausentes
-32 indios de chusma
-Parcialidad de Zulia:
-12 indios de chusma
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2.2.I.5. Carcasí
Don Juan de Villabona Zubiaurre, acompañado en 1623 por fray Alonso
Tello de Meneses, O.P., procedió a reducir a los indios de Carcasí y
Balegrá al pueblo de Servitá (79). Allí, en Servitá, les asignó como tierras
de su resguardo las comprendidas
"desde la quebrada que llaman Eborlía hasta la de Ocacá, y río grande
de Tequia, tierras fértiles; y para criar ganados les señaló arriba de Scrvitá
hasta los páramos de Mogotocoro (80)".
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Ordenó luego a los caciques de Balegrá y Carcas! que las repartiesen entre
sus indios, para que todos tuviesen donde cultivar.
Sin embargo, en 1770 los indios del pueblo de San Juan de Sahagún de
Carcas! declararon que jamás habían sabido que Villabona les hubiese
asignado tierras en el pueblo de Servitá, donde nunca se habían llegado a
reducirse. ¿Porqué no se cumplió la orden de dicho visitador y dónde fué
que se pobló Carcas!?
Basándonos en los padrones de Carcas! podemos decir que la reducción
de estos indios a Servitá no se produjo en 1623 porque se oponía la
diferencia étnica. Los de Carcas! pertenecían a una etnia di ferente a los
del pueblo que se les asignó como sede de reducción, netamente chitarcra
(aunque con una agregación de indios tunebos). El padrón de Carcas! (81)
de 1768 puede aproximamos a la compresión de este pueblo tan especial:
-Las autoridades étnicas del pueblo tenían apellidos de procedencia
muisca (Susa, Ubaté, Zipaquirá, Tibasosa, Santafé, Guamoche). Ya en
1718 el gobernador era de apellido Susa y el alcalde de apellido Zipaquirá.
La mitad de ellos declararon que estaban casados con mujeres libres.
“Existían indios ladinos de apellido tuncbo (Carpintero, Sierra, Támara,
Tuamache), lo que parece indicar su especialidad laboral.
-Los demás tenían apellidos chitareros (Cúcano, Cácota).
Se trataría entonces de una reducción multiétnica gobernada por los
miembros de la etnia más capacitada para ejercer los oficios de
"república". Por ahora solo tenemos la declaración de don Alejandro del
Basto (82), vecino de Pamplona, para resolver el enigma del origen de
esta reducción. Habiendo sido por 16 años mayordomo de la cofradía de
San Juan de Sahagún, patrono del pueblo de Carcas!, había averiguado
que la tierra donde se asentó este pueblo provino de una donación hecha
por el encomendero Esteban Lorenzo de Rojas a siete indios tunebos que
habían sido sus aparceros, como pago por los servicios personales que le
habían prestado en sus haciendas. Esta estancia donada se localizaba entre
la quebrada El Trapiche y la quebrada Seca, que es donde estaba situado
el pueblo. Lorenzo de Rojas donó adicionalmente una cuadra de tierra
para el santo patrón del pueblo. En su parecer, los tunebos que habitaban
Carcas! descendían de los siete que recibieron la donación. En dicha
estancia se habrían reducido los muiscas y algunos chitareros, quienes se
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que allí no tenían casas, sal o maíz, y que los habían condenado a la
miseria. Aunque habían regresado a Carcasí a cuidar sus sementeras, los
vecinos blancos los vituperaban y les impedían que la imagen de San Juan
de Sahagún regresara a su nicho en la iglesia de la parroquia que se había
erigido en Carcasí. El cura les apoyó la pretensión con el argumento de
que en Servitá se habían contaminado del "pernicioso vicio de la bebida",
y que le hacían falta como feligreses de la parroquia, pues eran lo más
cumplidores en los cantos de la misa y reparación de la iglesia y casa
cu ral. El protector de naturales también dió opinión favorable al retomo
de los indios a la estancia de la donación hecha a los siete tunebos
originales, expulsando de ella a José Casimiro Castellanos, el invasor.
Pero tanto el corregidor de naturales como el cura de Scrvitá se opusieron
al retomo y a permitir que la imagen de San Juan de Sahagún saliese de
dicha iglesia. Finalmente los indios triunfaron en su empeño, si bien ya
su condición era la de agregados a una parroquia de blancos y mestizos,
aunque la advocación de ella siguió siendo la de San Juan (87).
Aunque las tierras del resguardo se avaluaron en 1785 para su posterior
remate, al parecer éste no se produjo por la pobreza del vecindario. En
vez de ello, todavía en 1804 los ocupantes seguían pagando arrendamien
tos a las Cajas Reales de Pamplona. Sin embargo, el pueblo de indios
había dejado definitivamente de existir.
2.2.I.6. Chinácota
La congregación de indios en este pueblo es la más antigua de cuantas
pueden documentarse, pues se sabe que fué congregado en 1583 por
Melchor Vásquez Campuzano. Tres años después el visitador Alonso de
Montalvo, en presencia del doctrinero fray Miguel de Victoria, volvió a
darles la traza de las calles y la plaza, pues los bohíos construidos no la
tenían, de tal modo que consideró que el pueblo se "reformó (88)". Contó
la población siguiente, encomendada a Juan Ramírez de Andrada:
-1 cacique (Diego Cayaguema) casado, con una hija
-27 tributarios casados, con sus mujeres
-18 tributarios con sus mujeres y con 25 hijos menores
-9 tributarios solteros
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-3 indias solteras
-2 indias soiteras con 5 hijos menores
Sus instrucciones para la vida congregada fueron simples: que ello era
necesario para que oyesen la doctrina.cristiana y no andasen vagando, so
pena de castigos rigurosos.
A su tumo, don Juan de Villabona Zubiaurre consideró el 14 de junio de
1623, durante la visita practicada en los aposentos y sitio de la iglesia del
valle de Chinácota, la información recolectada sobre el estado social de
los indios de dicho valle:
-Existían seis encomiendas que podían ser reducidas a vivir al pueblo de
Chinácota: la propia de Chinácota, encomendada a Gonzalo Ramírez de
Andrada; la de Cacua, encomendada a Constantino Cairasco; la de.
Cucaraquesa, encomendada al capitán Gonzalo de Orozco; la de
Lauchema, encomendada al capitán Nicolás de Falencia; la de Las
Batatas, encomendada al capitán Alonso Rangel de Cuchar, y la de
Táchira, encomendada a doña Beaíriz de Aguilar.
En todas ellas, los indios no habían tenido más de seis meses de docLrina
en el año.
-Cuatro encomiendas más podían reducirse a Chinácota: la de los indios
de Bochalema, encomendados a Alonso Carrillo de Cuéllar; la de
Chiracoca, encomendada al capitán Gonzalo de Orozco; la de Laverigua,
encomendada a Jerónimo Martínez de Espinosa, y la de Calaluna, de
Francisco de Tolosa.
Recordando los preceptos de la Congregación de México de 1546 y el
interés de que todos los indios enumerados recibieran doctrina completa,
ordenó que las 10 encomiendas se redujeran a vivir al pueblo de
Chinácota, pues todos eran "amigos y los más de una lengua y ladinos, y
que generalmente hablan la lengua española (89)".
La traza urbana se haría alrededor de la iglesia existente, de bahareque y
maderas, con cubierta de paja, y las calles deberían medir 117 varas de
largo por 6 de ancho. Cada encomienda formaría un barrio y recibirían
como resguardos media legua de tierras en contorno, "haciendo una
circunferencia en el llano de Chinácota y sitio de Surieta, con media legua
de radio", entre las quebradas de Iscalá y Jara.
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2.2X7. Chopo
El capitán Melchor Vásquez Campuzano visitó en 1583 todos los indios
de la provincia de Pamplona con el fin de "los poblar en comarcas, donde
pudiesen ser más bien doctrinados”. Fué durante esta visita que ordenó la
congregación de los indios de la encomienda de Guillermo de Vergara en
las tierras de los indios de Chopo, y éstos vivieron desde entonces allí,
"entretejidos con los mismos indios de Chopo (94)”.
En 1591 los caciques de Chopo contradijeron una diligencia de posesión
de una estancia de ganado mayor adjudicada por el cabildo de Pamplona
a Juan Muñoz Barrientos, considerando que se había mercedado en sus
tierras. Muñoz replicó que dichas tierras estaban baldías porque los indios
las habían desocupado y se habían congregado en Chopo, pero los indios
argumentaron que pese a la congregación de los indios de Guillermo de
Vergara en su pueblo, habían conservado sus tierras antiguas.
Durante la visita practicada en 1602 por Beltrán de Guevara quedó claro
que en Chopo se habían reducido a vivir los indios de las encomiendas
de Tompa, Iscalá, Rávicha y Sentimali. El encomendero de los indios de
Chopo era en ese momento Cristóbal de Araque, quien ayudó al cacique
don Andrés a defendar la posesión de tierras en contra de Juan Ibañez de
Iturmendi, el encomendero de los indios de Tegolaguache.
Los resguardos fueron delimitados durante la visita de Villabona
Zubiaurre, en 19 de junio de 1623, quien comisionó como juez poblador
a don Rodrigo de León, los cuales se extendieron hasta la confluencia de
los ríos Tonchalá y de Pamplonaj León y el doctrinero Alonso Maraber
redujeron a Chopo los repartimientos de:
-Chopo, Tescua, Orire e Hitepa, encomienda de don Cristóbal de Araque
y Ponce de León,
-Ulagá, encomienda de don Jerónimo Fernández,
-Tonchalá, encomienda del gobernador Alonso Carrillo,
-Tegualaguache, encomienda de Juan Ibáñez de Iturmendy,
-Matagira, encomienda del capitán Mateo del Rincón,
-Centimali, del mismo anterior,
-Ravicha, del Capitán Lorenzo Fernández de Rojas,
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2.2X8. Cúcuta
Los llanos de Cúcuta fueron el escenario privilegiado de los hatos y
estancias de ganados vacunos del vecindario de Pamplona, tal como
tempranamente lo registró fray Pedro de Aguado. Sin embargo, en ellos
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2.2.I.9. Guaca
Los caciques Guaca y Bicha fueron encomendados en 1553 por la primera
Audiencia al capitán Ortún Velasco, uno de los conquistadores de
Pamplona y quien hizo posible el hallazgo de las minas de oro en los
páramos de dicha ciudad y en el río del Oro (105). Esta circunstancia hizo
que desde ese mismo momento el cacique Guaca quedó obligado a
entregarle como tributo 80 mantas y una cuadrilla de 30 indios mineros
para el lavado de las arenas auríferas, proceso que necesariamente debió
reducir su población. Ya hemos visto cómo los asentamientos tempranos
de Bucaramanga y Bucarica se produjeron con los indios forajidos
originales de Guaca. Según la crónica de fray Alonso de Zamora, estos
indios fueron doctrinados por frailes dominicos y el pueblo siempre fué
"una de las entradas a las riquísimas minas de oro y plata que llaman las
vetas de Pamplona, Páramo Rico y Montuosas alta y baja (106)".
Este pueblo debió de ser uno de los congregados hacia 1575 porel capitán
Melchor Vásquez Campuzano, dada la importancia que tenía para el
abastecimiento a los distritos mineros.
El 20 de mayo de 1602 fué visitado el pueblo por el capitán Antonio
Bellrán de Guevara, corregidor de Tunja, quien encontró que el cacique
era don Diego, casado con una india que era hija de un cacique antiguo
que ya había fallecido y, en opinión de fray Tomás de Ayala OP, "buen
cristiano, ladino, y de mucha razón como un español". Se contaron en esta
encomienda de don Juan de Velasco Montalvo 31 indios tributarios con
69 personas a cargo (mujeres e hijos), 2 reservados del servicio personal
por su condición (el cacique don Diego y su yemo Juan Maldonado, "por
ser indio principal y casado con doña Luisa, hija del cacique principal de
este pueblo") con 3 personas a cargo (mujeres e hijo), 3 reservados por
edad avanzada, 9 solteros, 14 solteras con 7 hijos, 4 matrimonios y dos
solteros ausentes, y solo un indio fugado (107).
Luego procedió el visitador a adjudicar como tierras de resguardo
"desde la quebrada que está junto al pueblo, camino de Cámara, donde
al presente está el molino que llaman en lengua de indios Chilura, linde
con tierras y estancias del capitán Pedro Jurado, corriendo por la dicha
quebrada arriba hasta la loma antes de entrar en el arcabuco que llaman
en lengua de indios Bovata, y cortando porla dicha loma hasta dar encima
de un cerro y singla de piedras que está enfrente de dicho pueblo, que
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2.2.1.10. Labateca
Fundada la ciudad de Pamplona en 1549, se le asignaron al capitán Andrés
de Acevedo en encomienda los indios de Labateca, los cuales habitaban
cerca de 1.800 casas situadas "desde la quebrada de Siscatá hasta el río
de Chitagá (111)".
En 19 de agosto de 1623, durante la visita de Villabona Zubiaurre, se
procedió a la reducción en en el pueblo de Nuestra Señora délas Angustias
de Labateca de los repartimientos siguientes:
-Labateca, de don Juan Fernández de Mora,
-Otra Labateca, de Diego de Mora,
-Bochagá, de Alonso Gago de la Zerbcla,
-Bochagá alta y Chucarima, de don Alonso Carrillo,
-Negrete, de don Pedro García Román,
-Mónaga, de Francisco de Tolosa,
-Chonca y Mariscal, del capitán Alonso Rangel,
-Támara, de Andrés de la Parra,
-Ima y Pisacuta, de Diego Jovel,
-Balsa e Ima, de Jerónimo Fernández,
-Inagavita e Ima, de Juan Pérez Vivas,
-Tecasquima, de Pedro Rodríguez Gordillo.
Don Luis Jurado fué nombrado como juez poblador, quien acompañado
del doctrinero Francisco de Alva y del escribano Salvador de Ojcda
procedió a la delimitación de los resguardos y a la veeduría en la
fabricación de 32 bohíos y reparto de solares a los 300 indios tributarios
de los pueblos de congregados.
Una nueva diligencia de delimitación de los resguardos del pueblo se
produjo en 1641, durante la visita practicada por el doctor Diego Car
rasquilla Maldonado, quien decidió desagregarla parcialidad de los indios
de Gemara, encomienda de Jerónimo Fernández, para trasladarlos al valle
de Suratá. Aunque en ese momento los tributarios se habían reducido a
180, el visitador les aumentó las tierras del resguardo (112).
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2.2.1.11. Servitá
El 16 de mayo de 1602, durante la visita practicada por Antonio Beltrán
de Guevara a la provincia de Pamplona, se congregaron los indios de los
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En diciembre de 1758 fué levantado un padrón del pueblo por don Blas
de Consuegra, cuyo resultado fué el siguiente (117):
-Parcialidad de Scrvitá:
-4 reservados (el gobernador, el fiscal y 2 cantores)
-13 tributarios de apellidos Barrientes, Calú, de la Cruz, Hoyos y otros
-13 reservados por vejez o enfermedad
- 94 indios de chusma
-Parcialidad de Valcgrá:
-6 reservados (el gobernador, 2 capitanes, el alcalde, el fiscal y el
cantor)
-53 tributarios de apellidos Perucho, Largo, Lumpe, Robles, Sucscún,
Cucasí, Eugenio, Calú, Pulga, Piza,Tiga, Borrero y otros
-10 reservados por edad o enfermedad
-33 ausentes
-199 indios de chusma
2.2.1.12. Silos
El 29 de mayo de 1559 el visitador Cristóbal Bueno procedió a la
descripción de los indios del pueblo de Los Silos, encomienda de Luis
Jurado (118). Bajo la autoridad del cacique Concazere y de los capitanes
Chungalaba y Bachitaca se contaron:
-77 tributarios casados en el pueblo
-26 lavadores mineros, casados, ausentes en las minas
-17 viejos y enfermos
-138 mujeres, 50 de ellas casadas y 5 recién paridas, con hijos en brazos
-39 mujeres casadas, ausentes con sus maridos, los mineros
-Otras mujeres enfermas y muchachas
-21 muchachos de 4 a 15 años
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——q
Parcialidad Caciques Tribut. Reser v. Ausentes Chusma
Tutepa 1 27 7 89
Bábega 1 25 1 79
Tapaguá 1 20 8 2 88
Cupagá 1 15 3 47
Otras 4 35 3 1 89
TOTALES 11 221 31 7 678
Fuente: José J. Rico, 1982, p. 611.
José J. Rico ha llamado la atención sobre la parcialidad de Cupagá y
Sopotá, de un total de 66 indios, adviniendo que no eran chitare ros sino
laches. Antiguos habitantes del valle de Valegrá, habrían sido con
gregados en un pueblo predominantemente chitarero, a pesar de que
Villabona reconoció en su auto de poblamiento que "casi todos" hablaban
la misma lengua. De cualquier modo, el presbítero Rodrigo Prieto quedó
encargado de la administración de las once parcialidades reducidas en
Silos, todas ellas compuestas por indios labradores de trigo, cebada, maíz,
papa y legumbres, géneros que comercializaban en las minas de las Vetas
y en la ciudad de Pamplona. Nombró en cada parcialidad un indio con
funciones de fiscal para obligar a los muchachos y a los reservados a
acudir diariamente a la oración y a todos los indios a la misa los días de
fiesta.
El juez poblador procedió a derribar las capillas de Cárava, Bábega,
Tutepa y Queipa, entregando al doctrinero de Silos todas las imágenes,
campanas y ornamentos que halló en ellas.
Desde entonces, el pueblo de Santo Domingo de Silos estuvo ligado
siempre al abastecimiento de las minas de Vetas con carnes, manteca,
maíz, dulces y víveres.
En 1805 todavía existía como pueblo de indios, aunque Jes sobraban
tierras de resguardo. En este año un oficial de la Real Haciendo arrendó
a un hacendado acomodado las tierras de Caraba, para que con sus
arrendamientos los indios pudiesen pagar los tributos rezagados (121).
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2.2.2.2. Charalá
El oidor Lesmes de Espinosa Saravia ordenó en 16171a congregación de
los indios de los pueblos de Chalalá (50 indios encomendados al capitán
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2X23. Chipatá
En 1617, cuando el oidor Lesmes de Espinosa Saravia ordenó lisiar las
encomiendas del vecindario de Vélez, se vió que en Chipatá existían 59
tributarios y un total de 275 indios encomendados a Pedro Calvete,
probablemente todos de la etnia muisca.
El visitador Diego Carrasquilla Maldonado adjudicó en 1642 los resguar
dos a los indios del pueblo de Chipatá
"de la quebrada que baja de los salitres que están por bajo de los
aposentos que fueron de Juan Arias Calvete, saliendo de la dicha quebrada
por una cañada arriba a dar a la loma de la ramada de don Francisco de
Solórzano, la loma arriba a dar al Bermejal, que está encima de la casa de
Roque, indio, y por encima del Bermejal, cortando esta quebrada, a dar a
una loma redonda de un cascajal negro, y de este cascajal loma arriba a
dar al camino que lleva a Vélez, y este camino atravezando el llano por
bajo de la estancia de Agustín Mateos, a dar a la quebrada del Batán por
bajo del salitre, y saliendo de dicha quebrada a dar al Carrizal que está
debajo del volcán grande de Chipatá, y de allí a una mesa alta que está
frente a los aposentos del capitán Juan de Olarte Angulo, alférez real de
Vélez, y ladera abajo a las labranzas que fueron del capitán Francisco de
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ellos pagaba 188 pesos por estipendios al doctrinero, fray Carlos Escobar
OFM.
En agosto de 1778 el pueblo fué visitado porel fiscal Francisco Antonio
Moreno y Escandón. El cabildo le informó que pagaban sus tributos con
el fruto cosechado en sus resguardos, especialmente maíz y frutos de
tierras templadas. Además del sostenimiento de las tres cofradías
celebraban las fiestas de Nuestra Señora de los Dolores, Jesús Nazareno
y Santiago. Eran 50 tributarios, 10 funcionarios de república y un total de
294 almas. En las tierras del resguardo vivían unos 8 mestizos casados
con indias. El cabildo solicitó una ampliación de éste hacia la parte de la
peña del Batán, hasta dar al Picacho, en tierras realengas.
El visitador escogió a este pueblo como sede de la reducción de los
pueblos de Guepsa, Platanal, Guabatá y Chitaraque, los cuales extinguió
para no dejar sino un solo pueblo de indios en la jurisdicción de la ciudad
de Vélez. Porello concedió la ampliación del resguardo solicitada durante
la visita y comisionó al gobernador de Chipatá, don Rafael Arias, para la
fabricación de los nuevos bohíos que albergarían a los transterrados.
2.2.2.4. Chitaraque
En 1617, cuando se produjo la visita de Lesmes de Espinosa Saravia, el
encomendero de Chitaraque y Poima era Juan Pérez Galván. En Poima
se encontraron 14 tributarios y un total de 73 indios.
Aunque se ordenó que los indios de Chitaraque se agregasen al pueblo
viejo de Poasaque, no fué cumplida la orden y en cambio los indios de
Poyma se redujeron al de Chitaraque.
En mayo de 1759 el corregidor de naturales informó que en este pueblo
aún existían 14 tributarios que pagaban una demora anual de 186 pesos,
de los cuales se pagaban 84 pesos por estipendios al doctrinero, el maestro
Baltazar Jurado y Pedrajas.
Cuando el fiscal Moreno y Escandón visitó el pueblo, en agosto de 1778,
encontró 15 tributarios, 6 funcionarios de república y un total de 187
almas. Cultivaban en las tierras del resguardo maíz, yuca, caña de azúcar
y demás frutos de tierra templada, y en él estaban asentados 24 vecinos
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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER
2.2.2.5. Curití
Estos indios fueron encomendados a don Juan de Olarte, vecino de Vélez,
y luego pasaron a su mujer, doria Ana del Castillo.
En 1617, durante la visita practicada por el oidor Lesmes de Espinosa
Saravia, se ordenó a los 129 indios que constituían este pueblo que se
redujesen al pueblo de Moncora. Pero algunos de ellos debieron per
manecer en el asiento original, quizás sonsacados por los estancieros que
se asentaron en el sitio después de la visita.
Según una versión muy tardía, recogida por el visitador Francisco An
tonio Moreno y Escandón en 1778, este pueblo se habría constituido por
unos indios guanes de encomienda ¿pe se casaron con indias yariguíes,
de tal manera que las tierras del resguardo no se habrían originado en una
concesión realenga sino en una donación hecha por'el capitán Alonso
Sarmiento (129). Aunque estos indios habían recibido la orden de
reducirse al pueblo de Moncora en 1617, habrían seguido en posesión de
la estancia que les había sido donada, de tal modo que habrían podido
mantener doctrinero propio. Ello fué posible por la agregación de un buen
número de familias blancas y mestizas a la docLrina, calculadas en 1778
en "más de 200 padres de familia". Todavía en marzo de 1777 pedían
agregación a la iglesia doctrinera algunos feligreses que poseían tierras
cercanas al resguardo y que no querían ser feligreses de los párrocos de
San Gil y Barichara. Con gran claridad jurídica argumentaron que
"no obstante de que por reales disposiciones se prohíbe la agregación
y mixturación de los españoles entre indios naturales y en sus resguardos,
precediendo de que en este Reino y Arzobispado ésto está permitido
libremente por el procomunal beneficio que en algunos pueblos reciben
los tales españoles, especialmente en lo que toca a lo espiritual, sin que
por esto se invierta ci orden político y buen gobierno, pues a unos y a
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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER
2.2.2.6. Guavatá
Este pueblo fué constituido por la congregación de los pueblos de Guavatá
y Popoa, a los cuales se agregaron los de Pabachoque e Iroba. Su cabildo
siempre mantuvo los tres gobernadores de las tres parcialidades
reconocidas, amén de los tres alcaldes, dos fiscales y un sacristán.
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2.2.2,7. Guane
La provincia etno-cultural Guane fué identificada por fray Pedro Simón
con la siguiente localización geográfica: 20 leguas al oriente de la ciudad
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2.2.2.S. Guepsa
En mayo de 1759 existían 39 tributarios en este pueblo, sumados a los del
pueblo del Platanal, doctrina del doctor Manuel Calderón.
En agosto de 1778 el visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón
visitó el pueblo, encontrando en él la crónica separación de los indios en
dos parcialidades. Una de ellas se asentaba junto ala iglesia del pueblo y
la otra en el sitio del Platanal. Don Ambrosio Pisco era el teniente del
pueblo a la sazón, quien declaró que solo quedaban allí siete indios
tributarios. En los resguardos cosechaban caña de azúcar y frutos de tierra
templada, arrendando parte de ellos a unos 20 vecinos para poder recaudar
el dinero de los tributos. Un pedazo de tierra habían asignado al cura,
doctor Manuel Antonio Calderón, como pago de las limosnas a que
estaban obligados. El patrón el pueblo era San Roque.
Examinada la información, el visitador decidió extinguir el pueblo y
ordenó el traslado de los indios al de Chipatá (140).
En los primeros tiempos de la República los indios regresaron al antiguo
asiento del pueblo y recibieron parcelas de su antiguo resguardo. Sin
embargo, se sabe que en 1850 decidieron vendérselas al doctor Roque
Calderón por 340 pesos (141).
22.2.9. Oiba
Durante la visita de reducciones de indios guanes a pueblos que practicó
en 1617 el oidor Lesmes de Espinosa Saravia se ordenó que los indios de
Oiba y Cuyamata (91 tributarios encomendados al capitán Juan Angel de
Angulo) con los de Guayaca (20 tributarios encomendados al capitán Juan
de Mendoza) se debían reducir en el sitio donde se localizaban los
aposentos que habían sido de Sebastián Quintero, el primer encomendero
de Oiba, y en dicho pueblo se debían agregar los indios cercanos que
trabajaban en los ingenios, hatos y estancias, para un total de 407 indios.
Se dispuso que, por otra parte, los indios de Poasaque y Chimaná (48
tributarios encomendados a Francisco Franco de Velasco), Nemeseque y
Poima (14 tributarios y un total de 73 indios encomendados a Juan Pérez
Galván) se debían congregar en el pueblo viejo de Poasaque, donde
también se agregarían los indios de las estancias y trapiches.
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2.2,2.10. El Platanal
El visitador Lesmes de Espinosa Saravia fué quien ordenó en 1617 la
congregación de indios en el pueblo del Platanal, a cargo de los
doctrineros franciscanos. Esta encomienda del Platanal, junto con la de
los indios de Santana, pertenecía a Juan Angel de Angulo y en el momento
de la visita sumaban 78 indios tributarios.
En 1758 aún se contaban 39 tributarios en este pueblo, sumados a los del
pueblo de Guepsa, ambos doctrina del doctor Manuel Calderón.
En agosto de 1778 el visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón
recibió información de Antonio Arroyo, indio teniente de este pueblo que
siempre se había mantenido seprado del de Guepsa, pese a las repetidas
órdenes de su reducción a aquel, y se supo que las tierras de este resguardo
eran superiores a las de Guepsa, y por ello se habían mantenido allí.
Además de ello, es este pueblo existían 41 tributarios, 9 funcionarios de
república y un total de 285 almas, es decir, un número mayor que en
Guepsa. A pesar de ello, el visitador estaba ya decidido a extinguir los
dos pueblos mencionados, y así ordenó su reducción al de Chipatá.
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2.2.4.2. La Loma
En 1769 se le adjudicaron resguardos a este pueblo, al anterior y al
siguiente. Los conflictos por no haberse practicado la delimitación
promovieron la petición del año 1777, en la que los indios solicitaban la
delimitación de tres resguardos distintos, en conformidad con lo que hasta
el momento cada pueblo había poseído. Esta diligencia de deslinde y
asignación de una legua de tierras de resguardos del pueblo de San Juan
Crisóstomo de La Loma fué realizada en febrero del año de 1800 por el
corregidor de Ocaña, don Joaquín José Rizo.
2.2.4.3. Carasica
El 14 de julio de 1769 le fueran asignados los resguardos a este pueblo,
pero solo hasta febrero de 1800 el corregidor de Ocaña, don Joaquín José
Rizo, practicó la diligencia de deslinde de los resguardos del pueblo de
San Antonio Abad de Carasica
"desde la cruz del lecho tomando la loma de la Porquera, que
desciende deTuneba, cogiendo ala izquierda hasta dar a la boca del monte
de la resina, pasando por el chuscal hasta dar a la hoyada del Aguila, y de
aquí volviendo por el cerro del pueblo viejo, pasando por el cerro de
Chamorro hasta dar con las juntas de la quebrada del Río del Oro y
Carpintero, subiendo el cerro de San Jorge hasta el pantano que confina
con los resguardos del pueblo de La Loma, hasta las tres cruces (147)".
En total se les midieron 19.100 varas castellanas de resguardo, y los indios
declararon su conformidad con la medida y su satisfacción porel deslinde,
útil para evitar las peleas con los pueblos contiguos, pues desde que se
les habían adjudicado resguardos a los tres pueblos de la jurisdicción de
Ocaña se habían presentado problemas.
2.2.4.4. Otros
Según el informe presentado en 1776 por Joaquín Fondcvilla (teniente de
corregidor de Pamplona) y Pedro Agustín de Peralta (sargento mayor de
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2,2.5.2. Coromoro
Durante la segunda mitad del siglo XVI los indios de Coromoro fueron
encomendados al bachiller Pedro de Valdclomar, vecino de Tunja. En el
momento de la visita de Luis Enríquez, en 1602, los 124 tributarios y sus
familias ya estaban congregados en pueblo, lo cual no fue obstáculo para
que este visitador ordenara que se redujesen al pueblo dcSumila, también
de la jurisdicción del partido de Ceniza en la ciudad de Tunja.
AI morir Valdclomar la encomienda pasó en 1614 a su nieto Vargas, quien
también heredó de su padre (Francisco de Vargas) la hacienda de
Coromoro. Al parecer, los indios no se redujeron a Surnila sino que
permanecieron junto a la hacienda de su encomendero, quizás protegidos
por éste (152).
De acuerdo a la tasa de tributos impuesta en 1602 por Enríquez, estos
indios se especializaban en el tejido de mantas de algodón (153).
2.2.5.3. Onzaga
Los cronistas tempranos, como fray Pedro de Aguado, siempre
reconocieron que los indios de Onzaga, Susa, Chicamocha y Soalá eran
de la etnia muisca, si bien en la lengua podían diferir en algo (154).
En 1577, cuando la Real Audiencia retasó la demora en 657 mantas
anuales de algodón blancas de la marca y 182 mantas de lana a los 364
indios tributarios que entonces existían, se vió la especializaron laboral
de estos indios, común a toda la etnia muisca.
En 1602, cuando fueron visitados por el licenciado Luis Enríquez, se
encontraron 145 indios tributarios encomendados a Hernando Malcus,
vecino de Tunja, a los cuales se les impusieron 290 mantas de algodón de
demora y 58 más por el requinto. Antes de Mateus había sido en
comendero su padre, Miguel Sánchez, quien había recibido el título de
Miguel Diez Armendárizen 1547.
El padrón que se levantó entonces nos indica que en Onzaga se habían
reducido ya cuatro pueblos antiguos (Onzaga, Mogolcs-Partisbota,
Ubacotc y la capitaneada por don Diego Ganivila), de tal manera que la
jerarquía étnica se centraba en el cacique de Onzaga y tres capitanes
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2.2.54, Susa
El pueblo de Susa estaba encomendado en 1602, cuando el licenciado
Luis Enríquez lo visitó, en Juan de Sandoval. Se contaron en ese entonces
en el pueblo de congregación 122 indios tributarios más sus familias, para
un total de 392 personas. Se tasó su demoni en 480 mantas de lana de la
marca, más 96 por el requinto (159).
La congregación de estos indios en pueblo debió de efectuarse en 1576,
cuando el doctrinero era el bachiller Atienza. En 1688 se contaron 23
indios aportantes a la contribución del estipendio. Por un auto del 20 de
enero de 1697, el oidor Carlos de Alcedo y Sotomayor ordenó su
reducción al pueblo de Onzaga, por lo cual se trasladaron a la iglesia de
éste los ornamentos antiguos de Susa, entre ellos un "Cristo de bulto, de
una vara de alto", que aún se conserva en la iglesia parroquial. Debieron
además de llevar consigo una imagen de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá, índice déla presencia de los doctrineros dominicos en Susa
desde comienzos del XVII.
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otros, mientras que los alcaldes velaban por el orden social y el acceso de
cada familia indígena a las tierras del resguardo; Los demás funcionarios
eran auxiliares del doctrinero (sacristán y cantores) o del corregidor
(teniente) para el mantenimiento del culto y de las devociones, o para el
cumplimiento de las obligaciones tribu tari as ..Aunque al comienzo los
indios usaron su nombre étnico como apellido del nombre de pila que les
aplicaba el doctrinero, pronto se vió la incorporación de los apellidos
españoles, probablemente por los mestizos que se casaban con las indias
y se incorporaban a los pueblos..
Los resultados de la doble incorporación de los indios de los pueblos al
imaginario colonial (los reinos de Dios y del rey), un fruto de la acción
cotidiana de los frailes y del cabildo indígena, pueden medirse a la hora
de la Independencia política del reino respecto de la Metrópoli: ningún
grupo social fué tan leal al rey, a Dios y a los santos patrones, como el de
los indios sobrevivientes de los pueblos.
Pese al proyecto lascasiano de mantener a la república de los indios
separada de la república de los españoles, las realidades sociales de las
provincias nordestes de la Audiencia socavaban continuamente el
propósito. Para empezar, el arzobispo Femando Arias de Ugartc había
autorizado en abril de 1623 -justo cuando el oidor Villabona Zubiaurrc
estaba congregando los pueblos de la provincia de Pamplona- a los
doctrineros de los pueblos de indios a administrar al feligresado blanco
vecino de las iglesias doctrineras y a los trabajadores negros, mulatos y
mestizos de las estancias (162). Esta circunstancia juntaba cada domingo
en la misa a los indios con los blancos, negros y mestizos, con el obligado
intercambio social que ello suponía. Por lo demás, era frecuente que el
hacendado vecino que traía a sus trabajadores a la misa fuese el mismo
encomendero de uno de los grupos étnicos congregado en el pueblo.
Aunque los doctrineros cuidaron la separación de bancas, campanas y
ornamentos de cada uno de los grupos "agregados" a la doctrina, el
mestizaje resultante puede apreciarse en cada padrón que se levantaba en
los pueblos. Los oidores de la Real Audiencia así lo reconocieron en una
reunión del Real Acuerdo:
"...de inmemorial tiempo a esta parte han vivido siempre gentes de
color en los resguardos do casi todos los pueblos del Reino. Esta vecindad
contribuye no poco a la civilidad de los naturales (163)".
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los de las villas del Socorro y San Gil (166). Una vez examinadas todas
las descripciones de los pueblos visitados tomó las resoluciones siguien
tes:
a) Extinción de los pueblos de Curití, Onzaga y Bucaramanga, cuyos
indios se reducirían al pueblo de Guane.
b) Extinción de los pueblos de Silos y Labateca, cuyos indios se reducirían
al de Cácota de Velasco.
c) Extinción de los pueblos de Guaca, Cácota de Suratá, Carcasí y Scrvitá,
cuyos indios se reducirán al de Tequia.
d) Reducción de los pueblos del corregimiento de Scrvitá a solo tres: el
del Cúcuta, el de Cácota de Velasco y el de Tequia. Este último se
desagregaría del corregimiento de Sogamoso, de tal modo que el co
rregimiento de Servitá se reduciría de 10 pueblos "tenues, esparcidos y
extraviados" a solo 3 puestos en línea recta.
e) Extinción de los pueblos de Chopo, Arboledas y Chinácota, cuyos
indios se reducirían al de Cúcuta.
f) Reducción del corregimiento de Vélez a solo un pueblo, el de Chipará,
al cual debían reducirse los indios de los pueblos extinguidos de Guabatá,
Guepsa, El Platanal y Chi (araque. Por su parte, el de Saboyá se pasó a
otro corregimiento.
Aunque en la real cédula que ordenó la visita no se instruía en modo
alguno sobre extinción de pueblos, el virrey apoyó toda legitimidad de la
actuación de Moreno y Escandón sobre el Título quinto del Libro Sexto
de las Municipalidades; De este modo, la actuación del protector fiscal
en 1778 extinguió legalmente 16 pueblos, reduciendo sus indios a vivir
en solo cinco que dejó subsistir: Guane, Cúcuta, Cácota de Vclasco,
Tequia y Chipatá. Como todas las tierras de los resguardos de los pueblos
extinguidos volvían a la Corona en condición de tierras realengas, el
visitador ordenó rematarlas entre el feligresado que ya las ocupaba de
hecho o que estuviera interesado en adquirirlas. Pensaba así que la Real
Hacienda recaudaría un caudal no presupuestado y que el vecindario
adquiriría en propiedad y proporcionalmente las tierras de los ex-resguar-
dos, fomentándose así las erecciones parroquiales que darían origen a
nuevas poblaciones de blancos, con el beneficio que de ello se seguiría
en "el desarrollo de la agricultura y el comercio".
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tierras que efectivamente podían cultivar los indios de. los pueblos de
Cácota de Suratá, Chiscas, Cheva y Yuca, sacando a remate todas aquellas
que no pudiesen beneficiar para que pasaran en propiedad a los parro
quianos.
La primera legislación de la República independiente culminó el proceso
de extinción de las tierras resguardadas, pese a la enconada resistencia de
los indios sobrevivientes. El Congreso de Cúcuta ordenó el reparto
individual, en propiedad, de las tierras comunales que aún subsistiesen en
un plazo máximo de cinco años. La oposición de los indios impidió el
cumplimiento de esta orden, haciendo que el gobierno reconociese "los
privilegios'’ demandados por aquellos, es decir, el derecho a poseer
colectivamente la tierra. Igual resistencia opusiéronla los arrendamientos
de los "sobrantes de resguardos" que fueron ordenados por el gobierno.
Solo hasta la década de los años treinta del siglo XIX la legislación
republicana logró la parcelación y titulación individual de los ex-resguar-
dos, logro que terminaría en la venta que la mayoría de las familias
indígenas hicieron en favor de los hacendados vecinos. La mentalidad
liberal era radicalmente opuesta a la existencia de los pueblos de indios
y de sus resguardos. En este sentido, la reforma de Moreno y'Escandón
fué aplaudida por uno de los más brillantes liberales de la República, don
José Mana Samper. En su balance del régimen colonial de los pueblos de
indios, consideró que la política proteccionista que los había producido
había sido una equivocación, pues "al querer proteger a los indígenas no
hizo más que condenarles al estancamiento y perjudicar los intereses de
las sociedades hispano-colombianas (171)". Esta visión histórica liberal,
pese a sus excesos, solo demuestra que el régimen de los pueblos de indios
había terminado junto con el régimen colonial.
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5» CONCLUSIONES
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6. FUENTES
6.1. MANUSCRITOS:
a) Archivo General de la Nación, Santafé de Bogotá:
Series:
-Resguardos de Santander, rollos 13 a 15
-Poblaciones de Santander, rollos 7 a 9
- Residencias de Santander, rollo 56
-Visitas de Santander, tomos 5, 6, 11
-Tierras de Santander, tomo 42
-Minas de Santander, rollo único
b) Archivo del Convento de Santo Domingo, Santafé de
Bogotá:
Serie Miscelánea, caja 185
c) Archivo de la Notaría Unica de Barichara:
libro del año 1800.
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6.3. BIBLIOGRAFIA:
-BURFORD DE BUCHANAN, Jeanne Mavis. Pueblo, encomienda y
resguardo en Facatativá, 1538-1852, Tesis. Bogotá, Universidad
Javeriana, 1980.
-COLMENARES, Germán. Encomienda y población en la provincia de
Pamplona, 1549-1560. Bogotá : U. de los Andes, 1969.
-CROUCH, Ramón y Alain de JANVRY. Breve historia agraria de la
provincia de García Rovira. Bogotá, 1977. Fotocopiado.
-FALS BORDA, Orlando. Indian Congregation in New Granada. En:
Thc Americas, vol. XIII:4 (1957), pp. 331-351.
-GOMEZ, Tomas. Indicns et ierre en Nouvelle Grenade (1539-1843). Les
Resguardos: structures de protection ou spoliation déguiséc?. En:
Caravelle, No. 28 (1977), pp. 11-31.
-GONZALEZ, Margarita. El resguardo en el Nuevo Reino de Granada.
Bogotá : La Carreta, 1979.
-GONZALEZ, María Dolores. La política reformista en los resguardos
del siglo XVIIL En: III Jomadas americanistas de la Universidad de
Valladolid, 1977. Tomo 3, pp. 201-219.
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(1) Juan Friede: El indio en la lucha por la tierra. Bogotá: Espiral, 1944.
Segunda edición por editorial La Chispa, 1972.
(2) Guillermo Hernández Rodríguez: De los chibchas a la colonia y a la
república (Del clan a la encomienda y al latí fundió en Colombia). Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, 1949. La segunda edición fué
propiciada por Colcultura (Biblioteca básica colombiana, 9) en 1975.
(3) Alvaro Tirado Mejía: Introducción a la historia económica de Colom
bia, Bogotá: Universidad Nacional, 1971, Hasta 1977 se habían difundido
siete ediciones de esta obra.
(4) Margarita González: El resguardo en el Nuevo Reino de Granada,
Bogotá: La Carreta, 1979. Una versión previa fué publicada por la
Universidad Nacional de Colombia.
(5) González, ob. cit., pp. 19-20.
(6) Carlos Sempat Assadourian ha mostrado en detalle la argumentación
de uno de los brillantes partidarios del lascasianismo. Cfr. Memoriales de
fray Gerónimo de Mendieta. En: Historia Mexicana, N9 147 (ene-mar
1988), p. 357-422.
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cacique de Guaca declaró que tenía en su pueblo 169 indios casados, 220
indias casadas, 92 muchachos y 62 muchachas, para un total de 563 indios.
(106) Cfr. Zamora, 1980, lomo II, p. 152. En la iglesia de Guaca se veneró
tempranamente un lienzo de Nuestra Señora del Socorro, donado por Juan
Jaimes. Luego de una epidemia de viruelas se le-pintaron manchas al
rostro de esta imagen, como ex-voto por las mercedes que concedió a sus
devotos.
(107) AGN, Visitas de Boyacá 6, ff. 790ss.
(108) AGN, Visitas de Boyacá, 6, ff. 179ss.
(109) El cabildo de Girón certificó en 27 de octubre de 1778 que los indios
de Guaca se concertaban a trabajar en las estancias de Girón, valle del
Sogamoso, Piedecuesta y Rionegro para ganarlo necesario para pagar sus
demoras, con lo cual beneficiaban a lodos los hacendados de la
jurisdicción por la escasez que había de peones. Cfr. P.M. Jaimes:
Monografía histórica de Guaca, 1986, p. 138.
(110) Los mineros del real de Vetas representaron en octubre dcl778que
la extinción del pueblo de Guaca los perjudicaría, porque osos indios (con
los de Silos) los abastecían de carnes, manteca, maíz y dulces, Por su
parte, el indio José Hernández representó que ellos abastecían también a
la ciudad de Girón de papa, cebollas, quesos, tasajos de carne de cerdo y
vaca, amén de laborar en la limpieza del ejido de dicha ciudad. Cír. P.M.
Jaimes, ob. cit„ pp. 134-138.
(111) Probanza de don Juan Fernández de Mora, nieto del capitán Andrés
de Acevedo, 1645. Cfr. AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 1.
(112) Juan Fernández de Mora hizo una probanza en 1645 para demostrar
que Villabona le había quitado dos estancias y media de ganado mayor
para dárselas a los indios en resguardo. Cfr. AGN, Resguardos de San
tander, rollo 15, ítem 1.
(113) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 35-43.
(114) AGN, Caciques c indios 7, f. 759.
(115) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 14.
(116) Cfr. ACSD. Miscelánea histórica. 185, ff. 505-506. Los ingresos
reportados al cura doctrinero indican que el vecindario tenía capacidad
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