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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

ARMANDO MARTINEZ CARNICA

EL REGIMEN DEL RESGUARDO


EN SANTANDER
Primera Edición
’ Gobernación de Santander -1993

Impreso en la Imprenta Departamental de Santander, Bucaramanga.


LUIS FRANCISCO ILLERA DIAZ - GERENTE

Printed ir Colombia
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

NOTA PRELIMINAR

H a empezado la Universidad Industrial de Santander, a través de su


Departamento de Historia, a entregarnos los frutos de una labor
delieada y sistemática, que estaba en mora de realizarse desde hacía
mucho tiempo.
No cabe duda que duranLe casi cuatro largos siglos de vida colonial y
republicana Santander fue un epicentro vital de episodios históricos de
diverso carácter, los cuales constituyeron el basamento esencial que
condujo a la Colombia de hoy. Dicho de otra manera, resulta imposible
reconstruir el devenir patrio si no se persigue una huella histórica que
indefectiblemente pasa una y otra vez por Santander.
Foresta razón, agenciada por importantes centros de estudio, o llevada a
cabo por el esfuerzo y la iniciativa individual de numerosos coterráneos,
se desarrolla desde hace ya mucho tiempo una notable actividad inves­
tigadora en nuestro Departamento. Esto se ha traducido en el rescate de
valiosísimos archivos y legados, en la fundación de varios muscos y casas
de historia, en la publicación de numerosísimas obras, ensayos y
monografías.
Faltaba, sin embargo, algo esencial, y era una minuciosa laborde barrido
y reconstrucción de todas las fuentes historiales primarias, que sólo podía
ser llevada a cabo por equipos de máximo profesionalismo, dotados y
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

familiarizados con las técnicas más modernas de la investigación


histórica. No es exagerado afirmar que sólo de esa manera podrá verse al
finia Lrama menuda y la urdimbre del tejido histórico nacional, y llenarse
infinidad de vacíos sobre los que hasta ahora no existen otra cosa que
indicios y suposiciones.
Esta, afortunadamente, es la labor de que ha venido a encargarse el
Departamento de Historia de la UIS, y el pequeño volumen que hoy
entregamos al lector bajo el título de "El Régimen del Resguardo en
Santander", una muestra concreta de ello.
Enhorabuena por los resultados, que refrescan y actualizan la inagotable
grandeza de nuestro terruño.
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

PRESENTACION

P oblar, congregar, reducir, erigir, fundar, son verbos que adquieren una
precisa significación en el texto que hoy presentamos a los estudiosos
de la historia de nuestros municipios, como lo son igualmente los sujetos
ciudad, pueblo, villa o parroquial Hacen referencia a status distintos, a
etapas diferentes, a propósitos separados. Con fundí ríos es tanto como
reconstruir un cráneo primitivo con piezas equivocadas, verbigracia,
colocar a un individuo la mandíbula perteneciente a otro. El resultado no
permitiría ver con exactitud la especie de que se trata.
Esta clase de meticulosas distinciones nos habla de la calidad y el rigor
del trabajo que entregamos al público. Este, aunque versa exclusivamente
sobre el tema de la institución del resguardo indio, arroja una luz general
sobre el proceso del poblamiento colonial del territorio de los San-
tanderes. Sus autores son enfáticos en la definición de las categorías. Sólo
cuatro-ciudades fueron fundadas aquí durante el siglo de la conquista:
f Vélez, Pamplona, Ocaña y Salazar de las Palmas. Su erección tenía por
objetivo remarcar el derecho de posesión, de dominio sobre el territorio.
En cambio fueron poblados, reducidos o congregados numerosos asen­
tamientos indios durante casi un siglo y medio de vida colonial. Su
objetivo era facilitar el reparto y aprovechamiento de la mano de obra,
nativa.
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Siguiendo el estricto significado de estas acciones, el estudio nos brinda


una nueva idea del proceso del poblamiento colonial en nuestra región,
que viene a descubrirse como un conjunto de diversos movimientos
político-administrativos, separados en el tiempo y correlativos a grupos
humanos distintos. Surge así una nueva y rica visión del mundo colonial,
tan acentuado, presente y diverso en nuestro territorio. La muy a menudo
confusa urdimbre administrativa ideada por la corona para gobernar un
mundo distante, el papel de los frailes y otros agentes de primer orden,
las confusiones derivadas de interpretaciones erradas y muchas otras
dificultades con las que tropiezan el lector y el investigador, resultarán en
lo fundamenta] absueltas gracias al rigor y a la claridad con que aquí ha
sido abordado el asunto.
Para la Gobernación de Santander y la Secretaría de Cultura, Turismo y
Recreación, es un honor presentar al país este dispendioso trabajo,
producto no sólo de un largo esfuerzo sino antes que nada de una
concepción altamente científica y especializada.

LUIS ALVARO MEJTA ARGUELLO


EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

1. EL PROYECTO DE LA REPUBLICA
DE LOS INDIOS

1.1. Aproximación historiográfica


A las preocupaciones de don Juan Friede (1) por la suene de los resguar­
dos indígenas del departamento del Cauca, acosados en las década de los
años cuarenta de este siglo por las invasiones de los colonos mestizos y
blancos, debemos el interés hisloriográfico por el asunto de la institución
del Resguardo indígena.
Ansioso por proponer una solución al problema de la escasez de tierras y
de la propia disolución de los resguardos, este pionero del tema revisó la
historia agraria del Cauca desde los primeros tiempos coloniales para
tratar de contar una historia del despojo territorial sufrido por las co­
munidades indígenas, con lo cual centró desde entonces la investigación
histórica de la problemática indígena en el eje del aspecto de la propiedad
territorial.
Pero, si bien es cierto que en los tiempos republicanos "el problema
indígena" aparece como un problema del "indio en lucha por la tierra", y
éste como un habitador sobreviviente de las tierras residuales de los
antiguos resguardos, la nueva investigación tiene que revisar esa
reducción que impone al análisis de la sociedad indígena colonial esa

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

perspectiva " territorial i sut”. Después de la reformas introducidas por la


legislación republicana a los pueblos de indios, en la que éstos fueron
eliminados y las tierras de resguardo parceladas en propiedades familiares
enajenables, una voluntad de resistencia campesina reconstituyó como
"resguardo" una fracción de las tierras antiguas que algunas familias
decidieron unir para reproducir las condiciones de la vida comunitaria
tradicional. Es a partir de entonces que la palabra "resguardo" comenzó
a designar no solo la tierra colectiva, sino además la propia comunidad
campesina que la habitaba.
Esta doble connotación de la palabra "resguardo" -no minad ora de las
tierras comunitarias y de sus habitantes, esas comunidades modernas de
campesinos con nítidos ancestros indígenas- tiene el signo de los tiempos
republicanos de nuestra historia, pero por ello mismo es un obstáculo para
aprehender las diferencias y rupturas respecto del pueblo indígena
colonial.
Guillermo Hernández Rodríguez (2) continuó con esa tradición de
privilegiar el estudio del resguardo como asunto de tierras comunitarias
habitadas por parcialidades indígenas y como lucha jurídica de éstas en
defensa de un bien acosado por las invasiones de los hacendados o
colonos. La difusión de esta percepción republicana del tema corrió a
cargo del popularmanual.de historia escrito por Alvaro Tirado Mejía (3),
quien incluyó definitivamente el asunto en el tema de los tipos de
propiedades territoriales que existían en ios tipmpos coloniales.
La versión definitiva de este enfoque fué obra de Margarita González (4),
quien sistematizó la infonnación disponible sobre la asignación do tierras
de resguardo a las comunidades indígenas, los elementos que las disol­
vieron y el traspaso de fuerza laboral indígena a las empresas de los
colonos españoles. Por la naturaleza acabada de esLe trabajo es que
podemos detectar las limitaciones del enfoque "territori alista" en los
estudios sobre la sociedad indígena colonial, pues aunque el lema de la
tierra puede estar suficientemente resuelto, algo falta en el lema de la
comunidad que habita la tierra:
"El objetivo general que se buscaba a través del establecimien­
to de este tipo de comunidades indias, denominadas
‘resguardos’ en el Nuevo Reino de Granada, era el de convertir
en forma definitiva el tributo indio en patrimonio del Estado*

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

por medio de la prohibición de la relación directa entre el


encomendero y los encomendados.... (y) el de dolar a todos sus
miembros de aquellos elementos económicos y jurídicos (la
tierra de resguardo) que les permitieran llevar una vida seden­
taria, pacífica, relativamente independiente de las exigencias
de los encomenderos y auto suficiente (5)."
Este texto podría sugerir que el objetivo central de la política real no fue
el de constituir tierras de resguardo, sino comunidades indígenas or­
ganizadas y separadas de la comunidad de los colonos españoles. La ticiTa
que se les dió a estas comunidades representaba solo una dotación»
indispensable para la realización del propósito central y, en consecuencia,
lo que habría que relatar sería una historia de las comunidades y de los
proyectos políticos que las erigieron, es decir, de los pueblos, en vez do
una historia de las propiedades rurales denominadas resguardos. -
Nuestra insatisfacción con el enfoque "terrilorialisia" del lema del Res­
guardo se funda en las preguntas que no se formulan, pero que por su
importancia requieren ya algunas respuestas aproximad vas. Estas podrían
ser algunas de ellas:
1. Si por "resguardo" se entendía, en los tiempos coloniales, la tierra
comunitaria dada a los campesinos indígenas, ¿cómo so nombraban y
organizaban políticamente esos campesinos?. ¿Por que no se han es­
tudiado los "pueblos" y los "cabildos" que so correspondían con las tierras
resguardadas?.
2. ¿Cuáles fueron las discusiones dadas, en el seno de los cuerpos
gubernamentales, entre los diferentes proyectos de solución para las
etnias conquistadas?. ¿Porqué se impuso este proyecto de separación de
los indios en comunidades "resguardadas", en vez de haber propiciado su
integración en las ciudades de los conquistadores?.
3. ¿Cuál fue la historia de la "congregación" de los indios en "pueblos"
con "resguardos", y que impacto en la sociedad indígena tuvo esa historia
de "reducciones" en pueblos nuevos?.
4. ¿Cómo fué posible que casi todos los pueblos de indios se extinguiesen
antes del momento déla Independencia política déla Metrópoli y porqué
algunas comunidades campesinas decidieron revivir en los tiempos
republicanos la tradición de una tierra de resguardo?.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En nuestro parecer, el tema del Resguardo colonial ha sido abordado hasta


ahora mctonímicamcntc: se ha contado la historia de una parte (la tierra)
creyendo que esa es la historia del todo: la sociedad indígena. Las razones
por las cuales esto pudo haber sucedido quizás provienen de las
preocupaciones del tiempo en que los historiadores se ocuparon del lema.
En tiempos de reclamos campesinos por reforma agraria el asunto de la
tierra y de las expropiaciones llenan la atención de los investigadores. En
el fondo, don Juan Friede y Hernández Rodríguez estaban más atentos a
la argumentación contra el despojo de las tierras de los resguardos
republicanos que al funcionamiento interno de los pueblos indígenas
coloniales y a la política realenga sobre su destino. Esto puede sorprender
en el caso de Friede, un lascas!ano militante, quizás más atento a las luchas
de los indios colombianos por la justicia social que a los vericuetos del
proyecto de fray Bartolomé.
Así pues, este trabajo -que originalmente se planteó como una historia de
los resguardos en el actual territorio de los Santandcres- se referirá mejor
a la historia de las congregaciones de indios en pueblos, y por ello
partimos de las consideraciones iniciales siguientes:
1. Durante la segunda mitad del siglo XVI se impuso, gracias al triunfo
del lascasianismo, el proyecto realengo de congregar a los indios y a los
españoles en territorios claramente distintos y delimitados, separados
entre sí. A cada territorialidad se hizo corresponder sociedades reestruc­
turadas según sus rasgos originales, de acuerdo al paradigma aristotélico
de'un orden social natural. La construcción de una república de los indios
fué proyectada por los lascasianos como un medio de separar a éstos del
desorden y la codicia europea, en cuyo espacio los antiguos señores
recuperarían su antiguo mando sobre los campesinos indígenas, quienes
permanecerían en su status subordinado.
Este proyecto recibió suficiente argumentación de parte de los dominicos
y de los franciscanos (6), al punto que experimentado en la Nueva España
se convirtió en norma obligatoria para los demás virreinatos. La orden de
aplicar esta política en el Nuevo Reino de Granada se remonta a los
tiempos del establecimiento de la primera Audiencia (1550), pero solo un
cuarto de siglo después fué que se comenzó a aplicar efectivamente.
2. En el actual territorio de los Santandcres se aplicó a partir de 1583 la
política de congregación de los indios en pueblos, documentada para

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' EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Chinácota durante la visita de Melchor Vásquez Campuzano. Tres años


después el visitador Alonso de Montalvo perfeccionó la política en la
provincia de Pamplona, actuando como "juez de comisión para las
poblaciones de los naturales". Sucesivas visitas practicadas por los fun­
cionarios reales fueron reduciendo los asentamientos indígenas a cada vez
menos pueblos de congregación: la visitado Juan de VillabonaZubiaurre
(1622-1623) configuró los pueblos definitivos de la provincia de
Pamplona, reduciendo los poblados en 1602 :por Antonio Beltrán de
Guevara, mientras que en la de Veloz esta larca fue completada por la
visita de Lesmes de Espinosa Saravia (1617). El proceso de poblamiento
de los indios en pueblos incluyó la racionalización de las doctrinas, la
erección de un sistema de jefatura cínica que combinaba los cargos
hereditarios (caciques y capitanes) con los elegibles de los cabildos
(gobernadores, alcaldes, alguaciles, etc.) y kt adjudicación de tierras de
resguardo a cada una de las parcialidades étnicas congregadas. El
proceso general fué entendido como un proceso de congregación de
pueblos y de erección de la república de los indios, en el cual el resguardo
fué solo uno de los elementos involucrados al proceso. Pueden, empero,
distinguirse dos movimientos del proceso: el primero congregó los indios
alrededor de capillas doctriñeras, reduciendo el estado originario de
absoluta dispersión en los asentamientos, y el segundo redujo los pueblos
anteriores a menos de dos decenas. De este modo, congregaciones de
indios y reducciones de pueblos son los dos movimientos del mismo
proceso.
3. El proyecto de aislar y reproducir a la sociedad indígena congregada
en pueblos tuvo un estratégico fracaso en las provincias de Vélez y
Pamplona. La disminución acelerada de la población indígena de los
pueblos congregados contrasta con el crecimiento de la población blanca
y mestiza que fué admitida en la jurisdicción de las doctrinas como
"agregada". A la larga, esta población se desagregó de las doctrinas y
constituyó dos nuevas villas (Socorro y San Gil) y numerosas parroquias.
Durante la segunda mitad del siglo XVHlJos pueblos de indios no lo eran
más que de nombre: los resguardos y las tierras aledañas a ellos estaban
ocupados por colonos blancos y mestizos que ni siquiera pagaban los
arrendamientos a los indios. La ficción fué destruida por algunos
visitadores ilustrados, entre los cuales se destaca la figura de Francisco
Antonio Moreno y Escandón, cuya visita (1777-1778) extinguió casi
todos los resguardos y redujo los indios sobrevivientes a solo un puñado
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

de pueblos. Las tierras de resguardo retomaron a la Corona y ésta las


remató entre los particulares para estimular el proceso de erección de
parroquias secularizadas. El estallido del Movimiento Comunero en 178.1
puso en marcha un proceso de resistencia a la disolución de las tierras
t resguardadas, pero cuando los indios retomaron a sus lugares originales
tuvieron que conformarse con la condición de agregados a las nuevas
parroquias de blancos. Solo muy pocos pueblos lograron sobrevivir hasta
el momento de la Independencia política respecto de la Metrópoli. Al ser
eliminados por la legislación republicana tuvieron poco aliento para
reconstituirse como simpl^resguardos, tal como ocurrió en la región del
Tolima, donde los indios tomaron a refugiarse en alguna tierra particular
de una familia indígena después de haber vendido la mayoría de las
parcelas que les adjudicaron. Aunque ello ocurrió en algunos casos, como
el de Guepsa, el resguardo ya era solo la tierra de refugio de una
comunidad indígena marginal, sin correspondencia alguna con ins­
tituciones políticas legales.

1.2. El proyecto congregador en el Nuevo Reino de Granada


En febrero de 1550 los licenciados Góngora y Galarza se dirigían por el
río Magdalena hacia la ciudad de Santa Fé para instalar la primera
Audiencia que en adelante gobernaría el territorio del Nuevo Reino de
Granada. Desde Mompós escribieron al rey acusándole recibo de una real
cédula despachada el año anterior, en la cual se les ordenaba reunirse con
los prelados de las provincias sujetas a la jurisdicción de la Audiencia con
el fin de ordenarlo que conviniera al propósito de hacer "pueblos de indios
de casas juntas”. Como respuesta, los funcionarios se comprometieron a
que "luego que seamos llegados al Nuevo Reino se entenderá en el
cumplimiento de ella por la orden que Vuestra Majestad manda" (7).
Pese a su promesa, tres años después nada habían hecho para dar
cumplimiento al mandato mencionado. Por ello, sus jueces de residencia
les pusieron el cargo de haber incumplido la orden de "que los indios
vivan juntos en pueblos". Como descargo, los oidores enjuiciados replica­
ron que no habían cumplido "por no ser la tierra aparejada para ello":
exceptuando a los pueblos de Chía, Suba, Tuna, Hontibón, Boza y Bogotá,
.en la sabana de Santa Fé, en las demás partes no existía "asiento ni aparejo

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ELREG1MEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

para juntar los pueblos". La explicación de la carencia de condiciones


para el cumplimiento de lo proyectado fué dada en los términos siguien­
tes:
"...mayormente que los dichos indios quieren tener sus casas junto e
dentro de sus labranzas e rozas, e así conviene por ser la tierra fría e de
muchos páramos, y ansí los indios no tienen polecía alguna de vivir e
quieren estar a su voluntad, c que no se sufre que los indios vayan a
„ trabajar lejos de sus casas, y si los dichos pueblos se hiciesen juntos
habrían de tener por fuerzas las labranzas muy apartadas" (8).
La conclusión ala que llegaron fué entonces la de que era imposible juntar
a los indios en pueblos, "por serla tierra de esta calidad", tal como ya lo
habían consultado al Real Consejo de las Indias.
Esta situación nos permite registrar la temprana voluntad realenga de
congregar a los indios del Nuevo Reino en pueblos pero, a la vez, nos
indica que el mandato no se correspondía con la situación que se ck-
perimentaba en este reino indiano. A la Audiencia se le impuso la orden
de aplicar en este reino un proyecto que ya había sido discutido y aprobado
en otro reino, el de la Nueva España. Foresta anomalía, su aplicación real
y efectiva tardaría un poco más de cuarto de siglo, quizás hasta el
momento en que se produjo el acuerdo político de las voluntades que
debían ejecutarlo.
Para entender el proyecto congregador estamos obligados a examinar las
discusiones novohispanas que lo pusieron en marcha en México, las
cuales fueron mencionadas siempre que los oidores neogranadinos
necesitaron legitimar sus campañas congregadoras en el Nuevo Reino.
En 1546 se congregaron en la ciudad de México, por orden del presidente
Tello de Sandoval, todos los obispos, los provinciales de las Ordenes
religiosas y algunos funcionarios reales a examinar el mejor camino para
desagraviar la Real Conciencia, cargada por los retrasos en la evan­
gelización de los indios. Se concluyó allí que
"porque para ser verdaderamente cristianos y políticos, como hombres
razonables que son, es necesario estar congregados y reducidos en
¿ pueblos y no vivan derramados y dispersos por la sierra y montes, por lo
cual son privados de todo beneficio espiritual y temporal, sin poder tener
socorro de ningún bien. Su Majestad debería mandar... que se congreguen

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

los indios como ellos más cómodamente vieren que conviene, con acuer­
do de personas de experiencia (9)."
Esta petición de los eclesiásticos de la Nueva España se inscribe en la
controversia indiana fundamental planteada a comienzos déla década de
los años cuarenta del siglo XVI por fray Bartolomé de las Casas: ¿a qué
misión espiritual y temporal, estaba obligado Su Majestad Católica al
recibir y asumir el dominio sobre las Indias?. El lascasianismo fué la
filiación política que sostenía en este debate la posición de que la
evangelización de los indios y el buen orden de sus pueblos era la única
justificación para la presencia de los españoles en América, y todo lo
demás era "codicia pestilencial y miseria de mal mundo". La Real
Conciencia del rey católico estaba cargada cuando no procuraba el
cumplimiento de esa misión apostólica esencial, es decir, cuando no
favorecía a los frailes para que cosechasen el fruto grande de la
evangelización.
El descargue de la Real Conciencia obligaba, en el proyecto lascasiano,
a implantar un orden en el cual las colectividades indígenas serian aisladas
del contacto con los españoles y su mundo de la codicia desordenada y
de los intereses privados mercantiles. La junta de los indios en pueblos y
la restitución de la autoridad étnica en su seno era así el mejor camino
"para fundar cristiandad y policía" entre los naturales, y su separación de
los españoles constituiría dos repúblicas delimitadas y lo más separadas
posibles. El territorio español (ciudades, estancias, minas, etc.) y el
territorio étnico (pueblos con resguardos) estarían regidos por autoridades
propias y una jerarquización natural, y la relación entre las dos sería de
igualdad. La separación de los indios respecto de los españoles serviría
al proyecto religioso, cual era el de entregarlos a Dios y así cosechar en
las Indias el fruto grande de la evangelización.
El triunfo del lascasianismo en la Congregación de México era un tanto
anotado del partido de los indios frente al otro partido, el de quienes
pugnaban por reducir la tributación percibida por los caciques y por
incorporar a las etnias al sistema económico colonial. El visitador Valde-
rrama representó en México este segundo partido al cumplir los dos
objetivos citados durante su visita general de 1565.
Así pues, el proyecto congregador novohispano se convirtió en
legislación indiana a aplicar en el Nuevo Reino de Granada, donde ¡os

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

frailes no tenían las calidades de sus homólogos de México. Una


excepción de ellos fué fray Juan de Sanio Filiberto Menor, el comisario
de los franciscanos en 1553 y uno de los pocos lascasianos decididos de
cuantos vivieron en este reino. Su carta al rey (10) es la mejor muestra
documental del lascasianismo en el Nuevo Reino y por ello tenemos que
examinarla, x

Consideraba fray Santo Filiberto que el vínculo que unía a su Orden con
el rey era la confianza depositada por éste en aquella para "el descargo de
su Real conciencia en lo que acá toca a los naturales de estas partos de las
Indias". Los frailes eran así los peones encargados de trabajar para "coger
y allegar la mies de Jesucristo" en el Nuevo Mundo, realizando el
propósito fundamental de la Corona, cual era
"la obra de Dios mediante lo cual innúmeras ánimas gozan hoy la gloria
con Dios y otras infinitas caminan por el camino de ella, ¡Loado sea Dios
por ello! Y el premio y galardón de tanto fruto habrá Vuestra Majestad
en el cielo, por ser causador de tanto bien como es la ganancia de tantas
ánimas."
Pese a tan santa intención, la mies de Jesucristo estaba siendo derramada
y disipada en el Nuevo Reino por la mala vida y ejemplo que daban los
españoles a los indios, incluidos los propios frailes, de tal modo que
"queda la tierra infeccionada". Tales "pestes en la santa obra" de Dios
había ocasionado que casi todos los frailes se hubiesen marchado a otros
reinos, justamente cuando más se necesitaban en el Nuevo Reino, "quia
regiones jam albe sunt ad messem” (cuyas regiones están listas para la
siega).
La causa principal por la cual los frailes no habían podido recoger el fruto
/ de la evangelización era, en su opinión, el desorden que siempre había
existido en el Nuevo Reino:
"En ninguna parte he residido donde no se opugnase tanto la verdad
como en este Nuevo Reino, porque Vuestra Majestad sea cierto que en
mi vida conversé con gente tan enemiga de lo bueno y que totalmente
menospreciase la salvación de sus ánimas. Y les pesa formalmente que
se multiplique la fe en estos tristes naturales".
La Real Conciencia estaba entonces agraviada en este Reino porque en
él "no hay quien procure por su salvación más que hoy ha quince años

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

cuando entraron en esta tierra", y todos los encomenderos estaban "en


estado de perdición, porque no hay ninguno que quiera conocer que está
obligado a restituir lo que hasta aquí ha habido de los indios, no embar­
gante que no hayan hecho nada de lo que Dios y Vuestra Majestad
mandan".
Las encomiendas no tenían legitimidad alguna en el Nuevo Reino porque
sus propietarios no habían respetado la real intención "y porque no
tuvieron intención de aumentar la fe de Jesucristo sino de henchir las
bolsas, son dignos de muy graves penas ante sy Rey, y en el juicio de Dios
son dignos del infierno y que no pueden ser absueltos si no restituyen todo
lo que han habido de los indios".
Los remedios propuestos por fray San Filiberto para el descargue de la
conciencia del rey fueron dos:
el primero, que todos los hijos de los caciques fuesen poblados junto a los
conventos, para que los frailes pudieran hacer mejor fruto de ellos. Y el
segundo,que
"para que se puedan los naturales imponer en policía y modo de vivir
y para que se sepa quién nace y quién muere y quién padece y quién no
y cuál está pobre y cuál rico y quién va a la doctrina y quién no, conviene
que sean constreñidos a que pueblen por sus barrios. Y para ello que les
sean señalados sitios y tierras competentes para sus sementeras y labran­
zas."
El proyecto congregad o r quedaba así expuesto como uno de los remedios
para el descargue de la conciencia real.
La carta de fray Juan de Santo Filiberto Menor fué recibida con
beneplácito en el Consejo Real de las Indias. Además de la anotación
"respóndase al fraile graciosamente y animándole lo continúe", la carta
registra acotaciones que unen su proyecto con lo dispuesto por la
Congregación de México (11), de tal manera que podemos atribuir a este
fraile franciscano toda la legislación dictada para el establecimiento del
sistema de las congregaciones en el Nuevo Reino. En efecto, el rey emitió
como respuesta a la carta tres cédulas dirigidas a la Real Audiencia. La
primera ordenaba que, al igual que como se hacía en México y Perú, los
hijos de los caciques deberían de poblarse junto a los conventos para
facilitar que aprendiesen "policía y modo de vivir". Igualmente, que lodos

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

los indios tendrían que ser "constreñidos a que poblasen por sus barrios,
y que para ello les fuesen señalados sitios y tierra competente para sus
sementeras y labranzas (12)”. La segunda disponía que la Audiencia
debía darle toda la ayuda posible a la Orden Franciscana para su trabajo
de evangelización y permitir que existiesen alguaciles indios, con vara de
justicia, para que éstos compelieran a los indios de servicio a ir a misa los
domingos, sacándolos de las casas de los encomenderos (13). Y la tercera
remitía a la Audiencia el capítulo de la Congregación de México de 1546,
para que obligasen a los encomenderos a restituirlos tributos que hubiesen
cobrado si se les demostraba que no habían cumplido sus obligaciones
con la evangelización (14).
La idea de la Restitución de los tributos mal habidos se fundó en una
argumentación cara a los lascasianos. Esta rezaba que la legitimidad de
la encomendación de los indios en los españoles surgía de la necesidad
de la evangelización de aquellos. Al incumplir esta obligación, los en­
comenderos permitían que los indios continuasen en su infidelidad, y así
podría obligárselos a "restituir los frutos que han llevado y llevaren de
sus indios, pues han faltado y faltan del cumplimiento de la condición con
que les fueron encomendados y los tienen". El argumento tenía gran
fuerza en contra de los abusos de los encomenderos, y fué usado a fondo
en toda América para imponerlos proyectos lascasianos.
Pese a que el corpus legislativo necesario para la empresa de las con­
gregaciones de los indios del Nuevo Reino quedó listo en 1554 y que la
argumentación legitimizadora estaba también disponible, esta tarea no
fué emprendida en forma inmediata. Los conflictos intemos entre los
oidores de la Real Audiencia, entre el obispo de Popayán y los
encomenderos, entre el arzobispo fray Juan de los Barrios y la Orden de
Predicadores, entre franciscanos y dominicos y el "poco asiento de la
tierra" conspiraba contra el establecimiento de las autoridades necesarias
para el cumplimiento de la real intención. En 1559 el fiscal de la Real
Audiencia denunciaba que, pese a lo mandado, nada se había hecho para
congregar a los indios ni para mejorar el trabajo evangelizados En su
opinión, no habría "diez indios cristianos en todo este reino, fuera de los
ladinos que sirven a los españoles" (15).
Sería con la llegada del oidor Tomás López, un brillante lascasiano
trasladado desde la Real Audiencia de Guatemala, cuando efectivamente
se inició el proyecto de las congregaciones. La visita general que practicó

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

en los años 1559-1560 para cumplir la tasación general de los tributos


indígenas del Nuevo Reino, otra tarea aplazada por mucho tiempo, fue
también la oportunidad para erigir los primeros pueblos de indios.
En la provincia de Popayán se hizo acompañar del obispo Juan del Valle,
un abanderado de la defensa de las etnias. Sabemos que durante la visita
a la villa de Arma ordenó a los encomenderos juntar a sus indios
"en forma de pueblos de España, como cosa necesaria para que entre
ellos se predique el Santo Evangelio y en ello guarden la instrucción que
acerca de ello está dada. Y en cada pueblo y junta hagan su iglesia y casa
de escuela y pongan su aliar y retablo y campana, conforme a la calidad
de cada pueblo... (16)".
La satisfacción de los frailes por la acción del oidor López quedó
expresada en la carta que fray Martín de Agurlo y Mcndicta escribió a
fray Bartolomé de las Casas. En ella le comunicaba la utilidad de la visita
general para la suerte de los indios y la importancia del visitador:
"digo que ha sido el que en esta tierra empezó a abrir el camino en la
policía y gobierno e instrucción temporal y espiritual de los. indios. Y
tengo creído de él que, si en su tiempo la Audiencia estuviera en la quietud
y orden que hasta aquí, que ahora el presidente que a ella vino (Venero
de Leyva), tuviera poco trabajo en lo gobernar y sustentar...(el) buen celo
del dicho licenciado Tomás López no hizo más de dar un camino y luz
para que se ande con facilidad lo que se anda, y orden, que no fue poco
sino muy mucho (17)".
En Pamplona, el oidor López hizo pregonar antes de su llegada una
Instrucción (18) para la congregación de los indios de dicha provincia, en
la cual podemos leer todos los detalles del proyecto:
En primer lugar, el visitador ordenaba convencer a los indios de la
conveniencia de la congregación "para su policía espiritual y temporal".
Medio para ello era hacer que los encomenderos les devolviesen 1 as tierras
que les hubiesen quitado y prometerles que en el nuevo asiento se les
darían las mismas cantidades de tierra que al momento cultivaban.
En segundo lugar, se elegiría el sitio del poblamiento en paraje "sano y
en lo llano, abundante de aguas, leñas y fértil", consultando el parecer de
los caciques y ancianos. Si la tierra no fuere muy fértil, se poblarían por

-16 -
EL REGIMEN DEL RESG UARDO EN SANTANDER

barrios separados en cada comarca, aunque equidistantes de la iglesia


doctrinera.
En tercer lugar, se procedería a trazar el pueblo con calles y solares,
dejando en medio una plaza. Alrededor de ella se fabricaría en el costado
oriental la iglesia de la doctrina, y en los otros las casas del cacique, el
cabildo indígena y la cárcel. El número de los indios congregados no sería
inferior a 100 ni superior a 800, pues se trataba de facilitar el trabajo del
doctrinero. Para conjurar revueltas, no serían'pobladas juntas par­
cialidades adversas o de "diversos apellidos y bandos". Los congregados
se organizarían por barrios homogéneos, según el grupo étnico de per­
tenencia, aunque estuviesen distribuidos entre encomenderos distintos.
Finalmente, se les ordenaría que plantasen árboles y se ocupasen de las
labores del campo y de granjerias. Recibirían ordenanzas para el "buen
vivir" y "orden de su república". Las casas serían sanas y buenas, y
deberían acostumbrarse a dormir sobre barbacoas. Las antiguas serían ..
quemadas.
El esfuerzo congregador de Tomás López, pese a la nitidez del proyecto
y al impacto de la visita general, apenas tuvo el aliento de su corta estadía
en el Nuevo Reino. No hay referencias documentales de la aplicación de
su paradigma en laprovinciade Pamplona, y si enla provincia de Popayán
alcanzó algunas realizaciones, sin duda ello se debe a la continuidad que
pudo darle el obispo Juan del Valle al proyecto. En síntesis, la campaña
congregadora de 1549-1550 fué tan fugaz como la presencia de López, si
bien hemos de reconocer con fray Martín de Agurto que este funcionario
abrió el camino de la "policía y gobierno e instrucción temporal y
espiritual de los indios".
El hito definitivo del programa congregador en el Nuevo Reino fué la
Junta reunida en 1575 "para encontrar el modo de reducir a los indios a
la fé". Asistieron a ella el arzobispo fray Luis Zapata de Cárdenas, los
canónigos de la catedral, los provinciales de las Ordenes religiosas y
algunos frailes destacados, sacerdotes y algunos encomenderos. También
los nuevos oidores de una Audiencia fortalecida (los licenciados Francis­
co Briccño, Diego de Narvácz y Francisco de Auncibay, "entre los cuales
hay mucha paz y concordia") y el fiscal de La Torre. En esta Junta
"se resolvió por medio, sin el cual no se puede hacer la dicha
predicación y conversión, el juntar los pueblos de los indios en forma de

- //-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

pueblos españoles, por calles y barrios, por estar en esta tierra muy
derramados y no se poder cómodamente doctrinar (19)".
Se había obtenido al fin el consenso político necesario para la realización
del programa congregador. La Junta designó a dos personas para que
salieran inmediatamente ”a señalar los sitios y comenzar a dar orden en
la dicha población, conforme a lo dispuesto por cédulas de Su Majestad".
Algunos encomenderos se ofrecieron a poblarlos indios de sus encomien­
das en el plazo de tres meses. A Vélez se enviaron las instrucciones
pertinentes, pero solo hasta 1583 es que encontramos una congregación
documentalmente registrada en la provincia de Pamplona. La Audiencia
aseguró al rey que el programa se haría "con toda moderación", pues era
un negocio de tal importancia y calidad que requería "espacio, tiempo y
coyuntura".
La suerte de las congregaciones del Nuevo Reino quedó así definitiva­
mente echada. En adelante, visitas sucesivas efectuadas por los oidores a
todas las provincias fueron congregando parcialidades dispersas y asig­
nando las tierras de resguardo correspondientes. Cada visita congregaba
los pueblos pequeños en los más grandes, de tal modo que el proceso fué
una verdadera reducción de los asentamientos indígenas originales.
La legitimización de todas las congregaciones realizadas por los oidores
se basó en los argumentos construidos en la década de los años cuarenta
por los lascasianos, expuestos en el Nuevo Reino por fray Santo Filiberto
(1553). Todavía en 1623 el oidor Juan de Villabona Zubiaurre, al con­
gregar el pueblo de Chinácota, exponía la vieja lección:
"se provea a los dichos indios de doctrina suficiente, por consistir en
ello el descargo de su Real Conciencia y el cumplimiento de la obligación
que se le puso (al rey) cuando los recibió de la Santa Sede Apostólica y
ser el cargo y condición con que se han hecho, y dado las dichas encomien­
das a los que las poseen y las gozan. Y así mismo manda que cuando para
conseguir este intento hubiere dificultad por ser el número de los indios
corto para suplir con sus demoras, tributos y aprovechamientos el estipen­
dio de la dicha doctrina, que se agreguen unos indios y repartimientos a
otros, para que juntos y congregados conforme a la Congregación de
México, se doctrinen como es justo y vivan en política cristiana (20)".
Como puede apreciarse, la lección de los lascasianos fué bien aprendida,
y su proyecto de construcción de una república de los indios separada de >

-18 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

' la de los blancos había encontrado una vía de realización, venciendo las
resistencias opuestas por los otros proyectos que se formularon. Pero, en
el largo-plazo, ¿pudo mantenerse vivo el proyecto?. La respuesta podemos
encontrarla en la historia de los pueblos de indios que se poblaron
definitivamente en el actual territorio de los Santanderes, por reducción
de otros, en la primera mitad del siglo XVII.

- 19-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2. LAS REPUBLICAS DE INDIOS


EN LAS PROVINCIAS
NORDESTES DE LA AUDIENCIA

2.1. La aplicación de la política congregadora


Durante el primer siglo de la conquista española el actual territorio de los
Santanderes era básicamente el territorio puesto bajo la jurisdicción de
los cabildos de las ciudades de Vélez (fundada en 1539), Pamplona
(fundada en 1549), Ocaña (fundada c. 1570) y Salazar de las Palmas
(fundada entre 1579 y 1583). Adicionalmente, una fracción sur del actual
departamento de Santander perteneció a la jurisdicción de la ciudad de
Tunja, cuyos indios fueron administrados alternativamente por los co­
rregidores de naturales de Duitama, Sogamoso o Ceniza.
Desde su respectiva cabecera de gobierno cada cabildo impuso su
jurisdicción sobre el territorio de cada una de las cuatro ciudades y trató
de imponer su autoridad sobre las etnias conquistadas y encomendadas,
así como sobre el vecindario asentado en las múltiples empresas
agropecuarias y mineras que se establecieron para el aprovechamiento de
la energía indígena de trabajo.
La conquista y encomcndación de los indígenas de las diversas etnias que
poblaban este territorio en los tiempos prchispánicos -genéricamente

-20 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

llamados hoy guanos, chitareros, motilones, laches, tunebos y muiscas-


signiflcó una movilización general de los grupos étnicos desde sus
asientos originales hacia los nuevos territorios de la producción colonial.
Desde 1551 se registran los nuevos asentamientos de las rancherías de los '
distritos mineros (los páramos de Pamplona y ríos Suratá y del Oro) y la
"sonsaca" de indios de servicio personal pobló los nuevos cascos urbanos
y las empresas de la producción agropecuaria. El proceso de movilización r
de los indios desde sus asentamientos familiares dispersos hacia el nuevo
territorio apropiado privadamente por los colonos españoles fué muy
rápido, así como la mezcla intcrétnica que podujo el nuevo grupo social
de fusión, los mestizos.
Aunque es difícil cuantiPicar la magnitud de las pérdidas étnicas por un
complejo de causas diversas (epidemias, "castigos" sobre los rebeldes,
misccginización y "sonsacas") todas las fuentes contemporáneas señalan
hacia la caída demográfica de las poblaciones étnicas originales. La
minería y el transporte de cargas fueron las actividades más denunciadas
como circunstancias propiciadoras del despoblamiento de los territorios
étnicos. Aunque Icgalmcntc la encomienda no otorgaba derechos de
propiedad sobre la persona del indio sino sobre su energía de trabajo, en
la práctica muchos indios domésticos de las empresas y casas de los
encomenderos se convirtieron en parte de la "heredad" a legar o realizar
en el mercado de trabajo. Las quejas de los doctrineros por esta anomalía
presionaban a la Real Audiencia a aplicarla política de congregación de
los indios que habían sobrevivido al impacto de la conquista y no habían
transitado al grupo social de los mestizos.
Los cabildos mencionados, controlados por los principales en­
comenderos, eran el centro de la resistencia a la aplicación de las Leyes
Nuevas de Barcelona (1542-1543) y, por supuesto, a la política de la
congregación de los indios en pueblos. Enfrentados a las Ordenes
religiosas, quienes denunciaban permanentemente las interferencias de
las obligaciones laborales de las encomiendas al proyecto de la
evangelización, los cabildos tenían que ser subordinados a la autoridad
de la Real Audiencia para que el proyecto de congregación de los indios
en pueblos pudiese ser aplicado. Pero ese cambio de la voluntad política
de los capitulares requería, además de ello, de una transformación de la
capacidad autonómica de las etnias. En los primeros tiempos de la
conquista se mantuvo en algún nivel el señorío étnico de los caciques para

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

que contribuyese a facilitar el recaudo del tributo de la encomienda y para


que compeliesen a las cuadrillas de trabajadores al cumplimiento de sus
"tandas" de servicio en las empresas de los colonos. Pero cuando los
colonos asumieron directamente la organización de la producción y la
dirección del trabajo el poder étnico fué debilitado por la fuerza o por la
corrupción, de tal modo que los trabajadores étnicos dependieron en todo
de la voluntad de los empresarios. Esta nueva situación propició su
transformación en "indios forajidos" o "ausentes", es decir, en
trabajadores semi-independientes que habitaban permanentemente el te­
rritorio hispánico de producción (las haciendas, minas y casas urbanas) y
tenían la posibilidad de "ladinizarse", una perspectiva que les auguraba
la posibilidad de transitar a formas de trabajo asalariado o "concertado".
El trabajador indígena de la segunda generación nacida después de la
conquista era un jornalero semi-independiente cuyos vínculos de
subordinación a su cacique y a su encomendero tendían a ser cada vez
más condicionados.
Los trabajadores de los distritos mineros ejemplifican mejor este tránsito
a las formas del trabajo por "concierto": originalmente habían llegado a
los distritos mineros como parte de una cuadrilla de servicio personal
temporal, abastecida por los indios agricultores que permanecían en el
territorio étnico junto al cacique. Pero pronto muchos de ellos prefirieron
quedarse como mineros profesionales que regresar a sus asientos origi­
nales: aquí tenían la posibilidad de retener un "relay" (excedente minero
que no hacía parte del tributo) para su uso personal que les permitía usar
ciertas libertades: el nuevo indio "mazamorrero" es la clave del comercio
de vino y de bastimentos de origen agropecuario en los distritos mineros
del Río de Oro y las Vetas de Pamplona y, probablemente, del cambio de
actitud de los capitulares de Pamplona y de Vélez: era mejor retener a los
indios en pueblos, donde los hacendados tenían las mayores ventajas para
acceder al trabajo concertado de sus vecinos "resguardados", que permitir
que los mineros, comerciantes y arrieros siguieran sonsacando a todos los
trabajadores con dádivas, mejor trato y hasta el pago del tributo del rey.
La congregación aparece en este contexto de disputas por la fuerza laboral
en disminución como una forma de resistencia opuesta por los
empresarios agropecuarios al proceso de autonomización del indio que
tendía a convertirlo en un asalariado moderno que podía ser contratado
en un mercado laboral que funcionaría bajo las reglas de la libre oferta y

22 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

demanda. La transhumancia que ya mostraban los indios "ausentes" de


las obligaciones de la encomienda parecía ser la promesa de una quiebra
definitiva de las formas laborales originarias y de que los indios podrían
eventualmente elegir el patrón que más les ofreciese por su trabajo. Pero
antes de llegar a algunas conclusiones sobre el proyecto que se impuso
hemos de examinar el proceso que lo puso en ejecución.
A finales del año 1559 el licenciado Valverde, fiscal de la Real Audiencia .. ,
de Santafé, escribió al rey una carta en la cual le explicaba los beneficios
que resultarían de la aplicación de la política de congregación de los indios
en pueblos. En su opinión, el principal de ellos era el de que así "podrían
ser los indios industriados en el conocimiento de nuestra santa fé
católica... y esto lo quieren los caciques e indios principales y lo han
pedido los encomenderos y yo en cumplimiento de lo que V.M. manda y
hasta ahora no se ha hecho (21)".
Esta petición mostraría un momento político especialmente favorable
para la aplicación de la política de las congregaciones: el fiscal, los frailes,
los caciques y los encomenderos se encontraban de acuerdo respecto del
proyecto. Era el momento en que predominaban en la Audiencia dos
oidores resueltamente partidarios del proyecto lascasiano: Tomás López
y Juan López de Cepeda.
Gracias a ellos fué que se produjo la gran "visita general de la tierra’1 entre
s 1559 y 1562, cuyo objetivo básico era la moderación de los tributos que |
llevaban los encomenderos y el fortalecimiento de la acción de los frailes
para el descargue de la Real Conciencia. Después de terminar su trabajo
en la provincia de Popayán, en la cual se congregaron los indios "en
pueblos como los de España", Tomás López se presentó ante el cabildo
de Pamplona el 4 de mayo de 1560 y presentó sus poderes para _f
"desagraviar a los indios y tasar los tributos, juntándolos en pueblos (22)".
Aunque no se han encontrado registros documentales que permitan
reconstruir la campaña congregadora de López, si es que ésta se realizó
realmente, podemos suponer que con la ayuda de los frailes logró erigir
pueblos de doctrina y fortalecer los asentamientos prehispánicos que
habían sobrevivido. La reorganización del trabajo de los dominicos en la
provincia de Pamplona (23) y la prohibición de que los indios fuesen a
los distritos mineros a sembrar las sementeras de las cuadrillas mineras “ ?
(24) pueden entenderse como parte del esfuerzo de congregación de los

-23 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

indios. La renovación del entusiasmo evangelizador después de la visita


de López es un indicio.de los avances logrados en la realización del
proyecto para los fines eclesiásticos (25). No existen, sin embargo,
indicios de que López hubiese asignado tierras de resguardo a los pueblos
de doctrina.
En 1575 se realizó en la provincia de Vélez una campaña congregadora
por orden de la Real Audiencia. Ella correspondió a las decisiones
emanadas de la Junta reunida en Santafé a comienzos de abril, con
asistencia de todos los funcionarios de la Audiencia, el arzobispo, las
dignidades déla Catedral, los frailes y algunos encomenderos, según las
cuales el medio indispensable para la conversión de los indios era juntar­
los "en forma de pueblos de españoles, por calles y por barrios, por estar
en esta tierra muy derramados y no se poder cómodamente doctrinar
(26)".
El cumplimiento de la orden dada por esta Junta fué encomendada ajaeces
de comisión, quienes fueron despachados a las provincias de Tunja,
Vélez, Santafé y Pamplona. Estos debían señalar los sitios de la iglesia
de doctrina, del cabildo indígena y trazar las calles y cuadras de los
pueblos. Para la provincia de Pamplona solo tenemos referencias
documentales de la visita de Melchor Vásquez Campuzano en 1583. Su
congregación original de Chinácota debió de ser similar a la que repetiría
tres años más tarde Alonso de Montalvo: "que se han de recoger, estar y
asistir en sus pueblos para oír la doctrina evangélica y no han de andar
vagando (27)".
La campaña congregadora de 1586, encomendada a don Alonso de
Montalvo, mostró que los indios conservaban aún sus estructuras étnicas
de poder (caciques y capitanes) y que ya se había afirmado definitiva­
mente el poder de los frailes en los pueblos. Interrogados, los caciques
respondieron que estaban "en su tierra y natural bien poblados", así como
satisfechos "porque el pueblo donde al presente lo tienen es muy cómodo
para su salud y tienen tierras muchas donde labrar y no se quieren mudar
a otra parte ninguna y que ésta es su voluntad". El juez de comisión
reconoció entonces la existencia en Chinácota de bohíos de vivienda
congregados, por lo que procedió a darles "traza para hacerlas calles y
plaza y todo lo demás que fué necesario en el dicho pueblo", el cual quedó
para entonces "reformado". La descripción de los indios del pueblo
evidenció la fortuna alcanzada por fray Miguel de Victoria gracias ala

- 24 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

congregación: todos los indios estaban bautizados y tenían nombre de pila


cristiano, aunque conservasen el nombre indígena como apellido. El
tamaño de la población de Chinácota en 1586 sugiere que las con­
gregaciones pudieron haber servido para reconstituir las familias
indígenas que habían sido desintegradas: fueron contadas 46 parejas de
indios casados que solo tenían un total de 26 hijos, lo que indica que la
mitad de las parejas no habían tenido todavía hijo alguno. Había 9 indios
solteros y 5 indias solteras, de las cuales 2 tenían 2 y 3 hijos. Como no se
contó ningún indio ausente del pueblo podemos creer que en sus comien­
zos el pueblo congregado tuvo como propósito común la reconstrucción
délas familias monogámicas indígenas a partir de jóvenes reclutados para
el propósito congregador. Los padrones del siglo siguiente pueden damos
la razón en esta apreciación, pues casi todas las parejas tenían dos o más
hijos.
;; Las congregaciones tempranas realizadas en la provincia de Pamplona
(1560-1573) debieron parecerse no tanto a la "república de los indios"
como al "pueblo-hospital" diseñado en Michoacán por Vasco de Quiroga.
Reunidos alrededor del fraile doctrinero, los indios jóvenes congregados
debieron aprender primero la "policía cristiana" de la "ciudad de Dios"
que las funciones délos cabildos indígenas. Los cacicazgos reconstituidos
en los pueblos debieron ser más electivos, de acuerdo a las tradiciones de
la "behetría" prehispánica, que el resultado de antiguos linajes conser­
vados en la memoria colectiva. La autoridad del fraile debió de importar
mucho en la selección de estos caciques cristianos, de los capitanes de las
cuadrillas y de los cantores y sacristanes de la iglesia. Bajo la tutela de
los dominicos y los franciscanos, los indios aprendieron una nueva forma
de vida cristiana que incluía una nueva vestimenta, un nuevo corte de polo
y nuevos hábitos de conducta social. La nueva cohesión social de la
comunidad de los pueblos se fundó en las cofradías indígenas, es decir,
en las formas de solidaridad y de ahorro social puestas bajo el común
objetivo del mantenimiento de la devoción a un santo. La nueva comu­
nidad puesta bajo la dirección de los frailes era un pueblo-hospital en el
sentido de que era el escenario seguro para la reconstitución de las
familias étnicas, amparadas por la caridad de los religiosos y por su nueva
condición jurídica de naturales "menores".
La visita general de Tunja, Vélez y Pamplona que fué comisionada al
oidor Luis Enríquez el 6 de agosto de 1599 representa la primera gran

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

campaña dé reducción de los diversos pueblos que paulatinamente se


habían despoblado a unos pocos con capacidad de recepción. A partir de
entonces es que podemos percibir el nuevo proceso vinculado a las
congregaciones, cual es el de las reducciones de pueblos pequeños en
otros grandes, previo cálculo de la cantidad de tierra de resguardo re­
querida por los indios reducidos. Con ello fueron eliminados la mayor
parte de los asentamientos "naturales" y se liberaron tierras para
mercedación o composición en nuevos colonos que estaban levantando
la empresas agropecuarias del siglo XVII.
Los argumentos de la reducción se fundaron en las necesidades
eclesiásticas, es decir, en la pretensión de todos los indios tuviesen
doctrina permanente todo el año. En palabras del propio Enríquez
"era de gran inconveniente la doctrina y sacerdote divididos por meses
en los pueblos y de poco o ningún fruto... En conciencia no puedo decir
que ningún encomendero de cuantos he visitado cumpla con las causas
finales de la encomienda... (28)".
Los resultados de la campaña reduccionista son significativos: en la
provincia de Tunja redujo 104 pueblos pequeños a 41 grandes, és decir,
a 41 doctrinas "enteras". En la provincia de Santafé redujo 83 pueblos
pequeños a 23 grandes, con los cual podemos totalizar diciendo que en
las dos provincias mencionadas redujo 187 pueblos a solo 64: la reducción
de pueblos fué así de las dos terceras partes (29).
En aquel tiempo algunos pueblos de indios del actual territorio san-
tandereano pertenecían a la jurisdicción de la provincia de Tunja: Tequia,
Chicamocha, Onzaga, Guacha, Coromoro y Susa. Esta adscripción a una
provincia distinta a la de Vélez podría confirmar el origen étnico muisca
de los indios que allí fueron congregados. Sin embargo, todas las fuentes
señalan a Tequia como un asentamiento de chitareros que, por el
despoblamiento de la ciudad de Málaga (fundada en 1542 y despoblada
un par de años después) pasó a la jurisdicción de Tunja.
Durante el año 1600 el oidor Enríquez se encontraba realizando la visita
de la provincia de Vélez. Su actuación reduccionista está bien
ejemplificada por el caso de los pueblos de Turca y Gachantivá, reducidos
a los de Saquencipá y Monquirá. Considerando que los primeros deberían
de tener doctrina completa ordenó que se redujeran a los segundos para
que "vivieran todos juntos en un sitio y lugar en política española". En

-26 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Monquirá se trazaría una plaza, al rededor de la cual se le adjudicarían 40


varas en cuadro a cada uno de los caciques reducidos,.30 a cada capitán
y 20 a cada familia indígena, de manera que se edificaran cuatro bohíos
en cada cuadra de 80 varas. Especificó que las calles deberían de medir
5 varas de ancho y que se trazarían callejones de 2 varas de ancho en -Á
medio de las cuadras. Los bohíos de los caciques estarían situados junto
a los de sus propios capitanes. Estos lincamientos urbanísticos para
Monquirá, donde fueron reducidos los otros tres pueblos, se comple­
mentaron con la asignación de resguardos para cada uno de los pueblos
reducidos, ahora convertidos en "parcialidades” del pueblo receptor de la
reducción. A Turca se le dió media legua en redondo, medida desde el
propio sitio antiguo de asentamiento, en el entendido de que esta medida
era resguardo o "tierras de comunidad", y 16 hanegas de sembradura para ;
que los indios cultivaran mancomunadamente trigo y maíz (30).
La visita congregadora y reducidora de Enríquez fué proseguida en 1602
en la provincia de Pamplona por Bcltrán de Guevara, el corregidor de
Tunja, y por el comisionado Juan de Vargas. En conjunto, los tres
funcionarios son responsables de la reducción de muchos pueblos
pequeños a los de Monquirá, Onzaga, Susa, Guacha, Coromoro, Tequia,
Chicamocha, Tescua, Mónaga, Bochagá, Pánaga, Arboledas,
Mogotocoro, Las Batatas, Silos, Bochalema, Tonchalá, Arcabuzazo, Las
Guayabas, Zulia, Cáchira, Bochagá, Hontibón, Chinácota, Scrvitá, Tona,
Suratá, Guaca, Bucarica, etc.
Las congregaciones en la provincia de Vélez parecen haber sido más
tardías, si hemos de creer al presbítero Francisco Vivas de Vera:
"Que las poblaciones de los indios naturales de esta ciudad y reducción
a ellas se hizo poco tiempo ha en la visita pasada que hizo el señor doctor
Lesmcs de Espinosa Saravia (31)".
La visita congregadora del oidor Lesmes de Espinosa se realizó en 1617
y fué también una campaña de reducción de pueblos pequeños a otros
grandes: Oiba (reducción de los indios de Oiba, Cuyamata, Poasaque,
Chimaná, Guayaca, Chitaraque y Poima), Moncora (reducción de Coratá,
Moncora, Macaregua, Butaregua, Guanentá, Lubigará y Choaguctc),
Curití, Chanchón, Chalalá (con Táquisa), Poasaque, Pare, Ubasa,
Cucunubá, Platanal y Chipatá fueron los pueblos de reducción más
conocidos hoy.

- 27 ~
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En los años 1622 y 1623 se produjo en la provincia de Pamplona la


campaña definí ti va para la reducción de pueblos de indi os y al inderamien-
to de sus resguardos. Don Juan de Villabona Zubiaurre, un verdadero
especialista en el asunto (32), fué el encargado de la ejecución a fondo de
la política de congregaciones. Sus instrucciones (33) muestran el grado
de control alcanzado por la Real- Audiencia sobre la política con-
gregadora, pues además de una descripción total de los indios (población,
temple, producciones, oficios, granjerias, tributos) el visitador tenía que
hacer cumplir toda la legislación vigente sobre indígenas:
-Impedir que los indios trabajasen en las haciendas y hatos contra su
voluntad'(de acuerdo a la real cédula de Valladolid, 24 nov. 1601),
"forzados con algún género de servidumbre",
-Eliminar "todo género de servicio personal, naborías y otro cualquier
trabajo" no asalariado, obligando a restituirle a los indios cualquier cosa
que les hubiesen quitado los encomenderos o mayordomos, de tal modo
que en adelante todos los conciertos de trabajo tendrían que hacerse ante
las justicias para asegurar que los indios recibiesen sus jornales,
-Proveerles doctrina entera a los indios, "pues en esto consiste el descargo
de la Real Conciencia", y vigilar que los doctrineros solo cobrasen lo
permitido por la Congregación de México de 1546,
-Sacar a los indios de las minas y enviarlos de regreso a los pueblos de
donde eran naturales, y
-Congregar a los indios en pueblos, como si fuesen españoles,
asentándolos por barrios "para que estén y vivan con la policía que los
fieles están obligados". En dichas congregaciones se trazarían plazas,
calles y escuelas de doctrina, en las cuales serían disciplinados por los
doctrineros. Para garantizar el éxito de las congregaciones se le deberían
adjudicar a los indios "términos y resguardos y comunidades de tierras
competentes para sus labores, propios y pastos".
Durante el desarrollo de su visita Villabona cumplió estrictamente la
Instrucción recibida, dando las razones que legitimaban la política con-
gregadora. Así, al congregar de nuevo el pueblo de Chinácota dijo que
ello era posible por
"las cédulas reales de S.M. enviadas para el gobierno espiritual y
temporal de estos reinos, en que ordena y manda se provea a los dichos

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

indios de doctrina suficiente, por consistir en ello el descargo de su Real


Conciencia y el cumplimiento de la obligación que se le puso cuando los
recibió de la Santa Sede Apostólica y ser el cargo y condición con que se
han hecho y dado las dichas encomiendas a los que las poseen y gozan.
Y así mismo manda que cuando para conseguir este intento hubiese
dificultad por ser el número de los indios corto para suplir con sus
demoras, tributos y aprovechamientos el estipendio de la dicha doctrina,
que se agreguen unos indios y repartimientos a otros, para que juntos y
congregados conforme a la Congregación de México, se doctrinen corno
es justo y vivan en política cristiana (34)".
Estas congregaciones fueron verdaderas reducciones de pueblos
disminuidos, como lo ejemplifica la congregación de Cácota de Velasco,
donde fueron reducidos los indios de los pueblos del mismo Cácota,
Chichira, Zulia, Icota, Chitagá, Tañe, Hontibón y Sequen, por ser "todos
amigos y los más de una lengua y ladinos". Una vez construía la iglesia
(de tapia y cimientos de piedra, con tocho de paja) y el bohío de bahareque
del cura doctrinero, cada grupo de indios se asentaba a su alrededor "por
barrios según su procedencia", teniendo cuidado de que cada familia
indígena tuviese su bohío y solar "cuadrado, por su orden y cuadras, y las
calles derechas, de seis varas de ancho y 117 varas de largo". Los bohíos
de los caciques serían más grandes, para destacar su preeminencia, y todos
estarían prudentemente separados unos de otros "por el riesgo que tienen
de incendio".
Cada grupo de indios reducido traería al pueblo de congregación las
campanas y los ornamentos que habían tenido hasta entonces en las
capillas de sus pueblos antiguos y, finalmente, las tierras de resguardo
' que se les adjudicaría debían de ser suficientes para las sementeras de
trigo, papa, maíz y legumbres, así como para la cría de ganados y
recolección de leñas.
Una vez congregados en la forma descrita, alrededor de una plaza
cuadrada, el juez poblador supervisaría que ningún indio regresara a sus
sitios antiguos, compeliendo a los que se ausentaran a regresar al pueblo.
El cura doctrinero tendría a su servicio un indio "ladino y virtuoso” con
título de fiscal, encargado de controlar la asistencia de todos los indios a
la misa dominical y a las oraciones, llevando como retribución la
excepción de la obligación de pagar tributos o servicios personales al
encomendero y los requintos reales (35).

- 29 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Se había producido así, en toda su profundidad, la alianza política de los


frailes con los indios cristianizados de los pueblos, bajo la aprobación de
la Real Audiencia, con lo cual se afirmaba uno de los elementos
fundamentales del orden social del siglo XVII: desde los pueblos de
doctrina los frailes controlarían estrechamente la conducta de todos los
indios y délos colonos blancos de las estancias cercanas que bajo el título
de "agregados" asistirían a las misas dominicales en la capilla doctrinera.
De este modo, los curas délos pueblos de indios emergieron como agentes
principales del control social en el mundo ruralizado del XVII, en el cual
los campesinos blancos, mestizos e indios estaban demasiado lejos de los
poderes civ-iles de las dos ciudades (Vélez y Pamplona) que languidecían
desde comienzos del siglo, pero demasiado cerca de las capillas de
doctrina. Este "pacto" de obediencia a los curas doctrineros duraría un
poco más de un siglo, hasta que las transformaciones sociales del XVIII
obligaran a adoptar la forma administrativa de las parroquias.
La visita de Villabona dejó pobladas las congregaciones de Bucaramanga,
Cácota de Velasco, Cácota de Suratá, Chinácota, Chopo, Guaca,
Labateca, Arboledas, Silos, Servitá, Bucaramanga, Bochalcma, Carcasí,
Tequia, Chitagá, Botija, Cáchira y Santiago. Un informe tardío indicó el
impacto reducidor de la visita: cerca de 90 pueblos de la provincia de
Pamplona, con un total de 1.751 indios tributarios, habrían sido reducidos
a solo 9 pueblos (36).
Las directivas de sus congregaciones fueron explicadas a los indios por
medio de un "auto de plática (37)", en el cual se detallaba el contenido
del proyecto congregados
a) Finalidad evangélica: "Que sean buenos cristianos, no tengan ídolos
secretos, santuarios o idolatrías, ni crean en el so! o en los mohanes. Que
crean a los doctrineros, en el tránsito del alma a la otra vida (ciclo o
infierno), que confiesen sus pecados, reverencien iglesias y cruces, vayan
a misa y no trabajen los domingos, bauticen los hijos, no coman carne
humana, no maten, no hagan borracheras, no se quiten las mujeres, se
casen con una sola mujer, anden vestidos de la cintura para abajo".
b) Asentamiento congregado en policía cristiana: "vivan juntos y
poblados en un pueblo, como los cristianos, haciendo sus casas para que
sean doctrinados todo el año, porque no se mueran sin confesión y las
criaturas sin bautismo".

-30-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

c) Incorporación a la sociedad colonial: "honren y teman la Justicia, que


hade ser igual para todos...que no hurten, que trabajen y no sean ociosos".
d) Eliminación del servicio personal no retribuido: "castigar a los que les
hubieren ofendido y mal tratado, haciéndoles pagar lo que se les debiere
de su trabajo...para que vivan más descansadamente, quitar el servicio
personal y procurar su alivio".
e) Afirmación de su ciudadanía: "que son vasallos de un rey cristianísimo,
justo y piadoso, y que los quiere mucho... y que no tengan miedo de sus
encomenderos...porque el rey nuestro señores amo y señor de los dichos
encomenderos y la Real Audiencia, en su real nombre, es.superior para
hacer justicia".
Las visitas practicadas posteriormente por otros oidores ya solo tuvieron
que practicar retasas de tributos. Sin embargo, parece ser que el oidor
Carrasquilla fué el responsable de la congregación de los pueblos de
Cúcuta y Yuca en su visita do 1641-1642. El proceso general, sin
embargo, había concluido en los Santandercs con las campañas
reducidoras de Lesmcs de Espinosa Saravia (provincia de Vélez) y Juan
de Villabona Zubiaurre (1622-1623): fué a partir de las tempranas con­
gregaciones de pueblos como estos dos funcionarios terminaron por
reducir aquellos a los que lograron permanecer hasta el siglo XVIII.
Congregaciones y reducciones fueron parte del mismo proyecto, es decir,
de la política de poblamicnto concentrado de los indios bajo la tutela de
los curas doctrineros. Una mirada a cada uno de los pueblos que
* sobrevivieron hasta el tiempo de la secularización délas parroquias puede
precisar mejor la historia de la construcción de esas repúblicas de indios.

2.2. Los pueblos de indios


Aunque algunos visitadores tempranos percibieron la existencia de
"pueblos de repartimiento" -asentamientos nuclearios encabezados por un
cacique y cuyos miembros tributaban a un encomendero-, éstos deben
entenderse en el caso del actual territorio santandercano solo como las
cabeceras políticas de unos contados señores étnicos. Siendo en este
territorio ampliamente disperso el patrón de asentamiento prchispánico,
los soldados españoles solo pudieron encontrar algo parecido a pueblos

-31 ■
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

nucleados en los asentamientos de algunos caciques con alguna mediana


autoridad (Hontibón, Chinácota, Guanentá, Tequia), pues la situación de
"behetría" (grupos étnicos que no reconocían señoríos hereditarios o
exteriores) de provincias "sin señores" no permitía la existenci a de centros
de consumo urbanísticamente ordenados. Los primeros encomenderos no
recibieron pueblos de indios sino caciques y capitanes, y dependieron de
ellos para recaudar los tributos de los grupos étnicos diseminados en el
espacio provincial.
El impacto de las empresas de los colonos concentró parte de los indios
tributarios de las encomiendas junto a ellas, bien en los distritos mineros
(Bucaramanga, La Baja, Pirita y Vetas) o al interior de las haciendas
(Bucarica, Iscalá, Capitanejo, etc.), pero se trataba de rancherías esporádi­
cas y de corta duración. Los pueblos de indios fueron en las provincias
de Pamplona y Guane una creación colonial,.según el proceso relacionado
en el capítulo anterior: se trata de pueblos de congregación, de acuerdo
al proyecto lascas!ano y a la voluntad política realenga.
El número de los pueblos que se congregaron no es posible determinarlo,
porque solo muy pocos informes de visitadores comisionados se han
conservado. Solo podemos saber que el primer esfuerzo trató de con­
gregar a los sobrevivientes de los grupos étnicos prehispánicos, gracias a
una actualización de la autoridad de los caciques que habían podido
conservar su autoridad. Estos procuraron evitarlas fugas de los tributarios
ausentes en las empresas del territorio hispanizado, pero las "sonsacas"
propias de la economía mercantil se oponían a sus deseos. Las con­
gregaciones del último cuarto del siglo XVI trataron, bajo un esmerado
control de los doctrineros, de reconstituir familias indígenas con ios
jóvenes disponibles, tratando de estimular el crecimiento vegetativo de la
población. Ejerciendo la curaduría de las nuevas almas cristianizadas,
estos frailes propiciaron la reconstitución de los pequeños grupos étnicos
"congregados y dirigieron el proceso de incorporación de éstos a la nueva
circunstancia cultural impuesta por la sociedad dominante. Pese al esfuer­
zo, la mayor parte de los pueblos congregados no pudo evitar las fugas
hacia el territorio español de producción, con lo cual el proyecto de
congregación se convirtió en un programa de reducción de pueblos
languidecientes a pueblos con mayor capacidad de sobrevivencia. Las
tierras que les sobraban a los pueblos en extinción fueron pasando a
nuevos colonos blancos por merced de la Real Audiencia. Así, las visitas

-32 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

de Lcsmes de Espinosa y de Villabona Zubiaurre terminaron por reducir


un poco más de un centenar de pueblos originalmente congregados a solo
dos docenas. Estos productos finales del doble proceso de congregación
y reducción son los que a continuación se identifican.
Se presentan a continuación solo los pueblos de reducción que se con­
solidaron definitivamente en el siglo XVII, organizados de acuerdo a la
jurisdicción de la ciudad en la cual fueron inscritos.

2.2.1. LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE PAMPLONA

2.2.1. L Arboledas
El pueblo de Nuestra Señora de los Angeles de Arboledas fué congregado
por Antonio Beltrán de Guevara, el corregidor de Tunja, hacia 1602,
recibiendo sus tierras de resguardo y la traza del pueblo. En junio de 1623
el oidor Juan de Villabona Zubiaurre comisionó al escribano Salvador de
Ojeda para que realizara la descripción de los pueblos de la doctrina del
valle de las Arboledas con el fin de proceder a reducirlos en el de Las
Arboledas y darles los resguardos necesarios. Su descripción arrojó el
siguiente resultado:
-En el pueblo de las Arboledas: 133 indios encomendados en Juan Muñoz
B arriemos,
-En el pueblo del Arcabuzazo: 61 indios encomendados en Juan de
Velasco Montalvo,
-En el de Siravita: 53 indios encomendados en Alonso Pérez de Arroyo,
-En el de las Guayabas Agraz: 56 indios encomendados en el capitán
Pedro de Arévalo,
-En el de Queneroma y Zulia: 40 indios encomendados en Melchor de
Torres,
-En los de Cáchira y Olatena: 46 indios encomendados en Juan Ramírez
de Andrada,
-En Cáchira Baja, Uneroma y otra Cácota: 100 indios.

-33 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En total se contaron 140 indios tributarios, incluidos los 7 caciques, más


30 viejos reservados,, que con los 326 indios de chusma componían los
496 indios que estaban presentes y 107 ausentes.
Vista la anterior descripción, el oidor Villabona Zubiaurre dictó el 5 de
julio de 1623 su auto de congregación de todos los indios mencionados
en el pueblo de Las Arboledas, destruyendo las cuatro capillas que hasta
entonces habían servido para la doctrina dispersa y construyendo una
nueva de tapias con cimientos de piedra, enmaderada y cubierta de teja.
Alrededor de ella se edificarían las casas de los caciques y de sus indios
sujetos, separados por barrios "con distinción de cada repartimiento y
parcialidad", trazando solares de 94 pasos cuadrados y calles de 117 varas
de largo por seis de ancho (38).
La cuenta de los indios que contribuían al estipendio en 1688 confirma la
presencia de las parcialidades que fueron congregadas en este pueblo:
‘Arboledas: 12 indios
-Cáchira: 3 indios
‘Otra parcialidad de Cáchira: 1 indio
-Carcasí: 9 indios
-Servitá y Guayabas: ya no había indios
Para 1699 solo quedaban 7 indios tributarios casados en el pueblo y otros
más que se encontraban ausentes, además de la "chusma". Todos ellos
eran trabajadores de los trapiches y cacaotales de algunos estancieros
avecindados en la ciudad de Salazar de las Palmas. El doctrinero era un
franciscano que estaba solicitando a la sazón la reducción de los indios
del pueblo de Santiago a éste, argumentando que así le sería más fácil
adoctrinarlos en un solo pueblo, amén de que aquí tenían mejores tierras
(39),
En 1771 el pueblo fué visitado por don Pedro José Intriago y Noricga,
corregidor del partido de naturales de Scrvitá. En ese momento seguía
siendo doctrina de los franciscanos (fray Antonio Fernandez de la Parra)
pero su población había aumentado:
-4 indios tributarios casados, apellidados Cácota, Barrientes y De la Cruz,

-34 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

=5 indios tributarios solteros, apellidados Cascarrón, De la Cruz, Barrien­


tes y García,
-31 indios reservados, mujeres y niños, apellidados Barrientes, Cácota,
De la Cruz, Peña y Botín,
-8 indios forajidos y agregados, del pueblo de Capacho, todos apellidados
Barrientes.
Aunque los indios cultivaban en sus resguardos caña de azúcar, yuca,
maíz, cacao y plátanos declararon que no estaban en capacidad de
sustentar la congrua del doctrinero, pese a que tenían 110 cabezas de
ganado vacuno de propiedad de las tres cofradías que mantenían. Ello
significaba su reducción a otro pueblo, y consultados por el corregidor de
naturales expresaron su parecer de hacerlo al de Cúcuta, donde podían
ganar más con las siembras de cacao. Pero finalmente se les ordenó
reducirse al de Chinácota, por tener el mismo clima de éste. Al año
siguiente el fiscal de la Audiencia aprobó su reducción a dicho pueblo,
tal como lo había solicitado el protector de los naturales (40).
Pero los indios resistieron el cumplimiento de la orden argumentando la
disparidad climática del pueblo de reducción respecto del original y
lograron del virrey Manuel Guirior una anulación de la orden, de tal
manera que cuando el visitador Moreno y Escandón ordenó en 1778 su
definitiva reducción debió de permitir que lo hicieran en el de Cúcuta. En
ese momento relataron que las fierras del resguardo estaban invadidas por
arrendatarios blancos y negros, quienes tenían allí asentadas sus casas y
estancias. Contados porel escribano de la visita resultaron ser 165 cabezas
de familia y un total de 872 almas, una cifra que contrastaba claramente
con la de la población indígena: 12 tributarios de apellidos Barrientes,
García y Cruz (incluidos los 2 forajidos de Capacho y 3 ausentes en
Salazar) y 52 individuos déla chusma, para un total de 64 almas. El pueblo
de indios y su resguardo ya no tenían razón de ser con estas cifras, y así
Moreno y Escandón les di ó tres meses para su traslado, dejando extin­
guido el pueblo y la doctrina. Al vecindario blanco y negro que allí
quedaba asentado les recomendó que efectuaran las diligencias para erigir
parroquia, tal como sucedió posteriormente. Les regaló la iglesia doc-
trinera para el efecto y les sugirió que le compraran a Su Majestad las
tierras del resguardo, vueltas realengas tras la extinción del pueblo.

-35 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

El traslado do los indios a Cúcuta se produjo efectivamente en las primeras


semanas de octubre de 1778, bajo la supervisión del corregidor de indios
de Servitá. Este hizo un inventario de los bienes de los indios (ganados
de las cofradías y dinero) para comprobar que la riqueza social del pueblo
extinguido ascendía solo a §00 pesos (41).
Pero no todos los indios se trasladaron a Cúcuta, pues un cura interino
que quedó en el sitio certificó que 5 familias y un soltero (20 indios en
total) se habían quedado como vecinos. Otra información indicó que
durante el año 1781 muchos otros indios regresaron al sido del pueblo
extinguido, con lo cual comienza a configurarse la idea de que todas las
reducciones ordenadas por Moreno y Escandón no tuvieron fruto alguno
como se verá en los pueblos siguientes (42).
En 1788 el cura interino de Arboledas contó solo 15 indios en el pueblo
frente a 629 vecinos blancos y mestizos, con lo cual el vicario de
Pamplona pudo argumentarcon absoluta razón que el curato de Arboledas
tenía "nombre de pueblo pero sustancia de parroquia", recordándonos que
en su tiempo se titulaban pueblos a "los parroquiales de indios tributarios"
mientras que las parroquias eran "las parroquiales de gentes libres de
tributo".

2.2.1.2. Bucaramanga
La ranchería de indios lavadores venidos de Guaca, encomienda del
capitán OrLún Velasco, asentada en el sitio de Bucaramanga hacia 1552
es el origen remoto del
pueblo de Bucaramanga. Durante la segunda mitad del siglo XVI otras
cuadrillas venidas de diversos pueblos se asentaron en las vecindades de
los aluviones auríferos de los ríos del Oro, Lebrija y Suratá, así como en
las quebradas tributarias de éstos. Todas las rancherías de lavadores
fueron establecidas en forma dispersa dentro del extenso territorio del
distrito minero, sin que ninguna de ellas prometiera congregación alguna.
Para 1572 solo se habla de Bucaramanga en el sentido de "aposentos" de
los indios encomendados a Velasco, cuyo origen y subordinación se
remiten al pueblo de Guaca (43).

-36 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Fué Beltrán de Guevara, durante su visita de 1602, quien congregó a los


indios forajidos de encomienda que se encontraban diseminados en el
distrito minero en dos pueblos. Uno de estos fué el de Bucaramanga y el
otro fué el de Bucarica, pero en ambos predominaban los naturales de
Guaca. La comprensión de esta anomalía, causada por la naturaleza del
servicio personal en las minas, obliga a esquematizar el proceso
movilizador de la energía indígena de trabajo inducido porOrtún Vclasco
desde que Alvaro de Villanueva, un experto minero a su servicio, encontró
los aluviones auríferos del Río del Oro en 1551.
Velasco. había obtenido en encomienda los servicios personales de los
indios sujetos a Guaca, Umpalá y Ccpilá, con lo cual pudo exigir al
cacique Guaca que le enviase una cuadrilla de indios para que lavara las
arenas auríferas en busca de las pepitas de oro. Se inció así un sistema en
el cual una parte de los indios se trasladó a la ranchería de Bucaramanga
bajo la autoridad de un capitán de cuadrilla, mientras el cacique
permanecía en el pueblo controlando a los indios de macana que sub­
sidiaban con su trabajo agrícola la explotación minera. Otra cuadrilla de
indios de Guaca fué enviada a la estancia de Bucarica que Vclasco obtuvo
por merced para la cría de ganados y cultivos de caña de azúcar, con el
fin de prestar allí los servicios personales del tributo. Así fué como
Velasco utilizó la renta de la encomienda para levantar sus empresas
mineras y agropecuarias, tal como lo hicieron casi todos los en­
comenderos de Vélez y algunos de Pamplona, sonsacando indios de los
asientos originales.
A finales del siglo XVI, cuando las propiedades de Velasco habían pasado
por herencia a su hijo Juan de Velasco Montalvo y se había producido ya
.la crisis de la producción minera, aquel racionalizó sus actividades para
acomodarse a la crisis: remató sus propiedades en Pamplona y La Grita,
estableciendo su sede en la hacienda de Bucarica, "para tener de qué
comer".
La visita de 1602 congregó a los indios de Velasco en Bucarica,
Bucaramanga y el Arcabuzazo, y Beltrán de Guevara impuso las con­
diciones del concierto laboral: recibirían de su encomendero las he­
rramientas de trabajo agrícola y minero, la ración semanal de maíz, ropa
(camisetas, mantas y sombreros) y una fracción del oro de minas que se
pactaría con el cacique de Guaca. Los indios recibieron resguardos para
que se ayudasen a mantener con sus propias cosechas de maíz. A cambio,

-37-
EL REGIMEN DEL RESG UARDO EN SANTANDER

los indios del Arcabuzazo trabajarían en las plantaciones de tabaco que


Velasco tenía cerca a aquel pueblo, en las minas fluviales y en su hacienda.
Pronto los indios comenzaron a quejarse de los incumplimientos de
Velasco respecto de las cartas de concierto laboral que firmaba con el
cacique de Guaca, al tiempo que los indios del Arcabuzazo fueron
despoblados de su asiento y trasladados a la propia estancia del
encomendero. Los indios originarios de Guaca se concentraron en la
hacienda de Bucarica, donde se había construido la capilla doctrincra, lo
que nos indica el despoblamiento de Bucaramanga. Los lavadores de allí
se ausentaban permanentemente por los largos recorridos que tenían que
hacer en busca de nuevas arenas auríferas.
Desde 1606 era doctrinero de Guaca y Bucarica el presbítero Andrés de
Trujjllo, quien también estaba encargado de los indios lavadores y negros
diseminados en las riberas de los cursos mineros. En el momento de la
visita de Villabona estaba atendiendo a sus feligreses en tres capillas: las
dos en Bucarica y el río del Oro, donde permanecía 8 meses del año
doctrinando y celebrando dominicalmcnte sendas misas en cada una de
ellas, y la del pueblo de Pirita (sirio de Nunguarita, allende la-quebrada
de Tona), donde permanecía los otros cuatro meses del año (44). Todo el
orden social de los indios dependía de él, y por ello Villabona le reprochó
su tolerancia con los abu sos de Velasco y de su yerno, don Juan de Arteaga
(45).
Pero lo que precipitó la extinción del pueblo de Bucarica y su agregación
al de Bucaramanga fueron las quejas dadas en noviembre de 1620 en la
Real Audiencia por tres indios guacas sobre los abusos de Juan de
Arteaga, el yerno de Velasco que a la sazón fungía como administrador
de la hacienda y de las cuadrillas de mineros. EsLos representaron ante el
protector de naturales que por 17 años su cuadrilla de 30 indios había
estado lavando oro, sin que Velasco y Arteaga les diesen la manta anual
ni el salario convenido. Por el contrario, no solo los hacía azotar cuando
no les entregaban un peso y medio de oro scmanalmcntc sino que además
ocupaban a sus mujeres en la fabricación de pan, quesos y tasajos de carne
que eran vendidos en las minas. Para remedí areste abuso pidieron el envío
de un visitador con la comisión de desagraviarlos y hacerles pagar los
salarios caídos. El Pical de la Audiencia revisó lo que había dejado
ordenado Bcltrán de Guevara durante su visita congrcgadora de 1602 y
encontró que a cada indio se le debería de proveer anualmente de 2 mantas

-38 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

de algodón, una camiseta de lana y un sombrero de la tierra, y semanal­


mente de dos almudes de maíz para su sustento. Siendo evidente el
agravio, propuso a los oidores la discusión de dos interrogantes:
-¿Debería permitirse en lo sucesivo que estos indios siguieran extrayendo
oro para su encomendero, dado el provecho que de ello se seguiría para
la economía del Nuevo Reino?.
-¿En caso negativo, debería ordenarse al encomendero que dejase a los
indios trabajaren la actividad que éstos escogiesen, sin obligarlos a sacar
más oro del río?.
En su opinión (46), las quejas de los indios de Bucarica planteaban un
asunto importante para el futuro económico del Nuevo Reino, El
provecho de los propios indios asalariados, de la economía general y de
la Real Hacienda aconsejaban que los indios continuasen extrayendo el
oro, "compelióos por la Real Justicia", siempre y cuando que se les pagase
puntualmente su jornal. Para neutralizarlos abusos de los encomenderos
que ponían en peligro la voluntad de trabajo de los indios, la Audiencia
debía impedirles que "tuviesen mano para sacar a estos indios de sus
encomiendas" y obligarlos a recibir el tributo que Ies correspondía según
la suerte en la extracción minera, sin que fuese una cantidad diaria fija.
En su opinión, la justicia tendría que vigilar el pago puntual de los salarios
de los indios lavadores o éstos terminarían siendo sonsacados por otros
empresarios.
La Real Audiencia ordenó entonces a las justicias de Pamplona que debían
obligar a Juan de Velasco a liquidar lo que debía a sus indios lavadores y
a sufragarles inmediatamente el importe de sus salarios, al tiempo que se
debería levantar una información sobre los agravios que aquel y su yerno
les habían hecho a sus indios de encomienda, liberando de paso a las indias
que se encontraban trabajando gratuitamente en la hacienda de Bucarica
(47).
Pero el protector de los indios recusó la actuación del cabildo de
Pamplona, argumentando que siendo Velasco y Arteaga vecinos impor­
tantes de dicha ciudad y maridos de hijas de los regidores, no podría
proveer el desagravio solicitado. Por este motivo, se encargó el desagravio
a Villabona Zubiaurre, quien ya había sido elegido para practicarla visita
general de toda la provincia de Pamplona (48).

-59 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Así pues, cuando Villabona llegó a visitar el pueblo de Bucarica y las


minas del río del Oro a comienzos del mes de octubre de 1622 ya tenía
instrucciones precisas para sacar a las indias de la hacienda de Bucarica
y para congregarlas en Bucaramanga. La información secreta (49) contra
Velasco y Artcaga fué tomada a las indias desde el 9 de octubre y sus
resultados iluminaron las decisiones que tomaría el visitador:
-Existían cuatro hombres de importancia en el sitio: el capitán Juan de
Vclasco Montalvo, dueño de la hacienda de Bucarica y encomendero de
los indios de Guaca y El Arcabuzazo; sus yernos Juan de Arteaga (casado
con María de Vclasco) y el alférez real de Pamplona don Diego de
Bustamantc Herrera (casado con Magdalena de Vclasco), y el minero
Andrés Páez de Sotomayor (50). En las minas del río pennanecian don
Luis Barbosa, Juan Martínez de Angulo y Juan de Medel (recientemente
fallecido) administrando sus cuadrillas de negros lavadores.
-La cuadrilla de indios lavadores de Guaca se constituía por un capitán,
25 tributarios, 3 ausentes, 4 reservados y 58 mujeres y niños, para un total
de 91 almas apellidadas Guaca, Bucarica, Chingara, Tanegua, Garrapata,
Montana, Guanchana, Bermejo, Chapela, Yugara Chingara, Cuca y
Boachc.
-El cura doctrinero de las capillas de Bucarica y del río del Oro era, desde
1606, el presbítero Miguel de Trujjllo. En la del río del Oro doctrinaba a
los indios que habían venido del pueblo de Jérira y a las cuadrillas de
negros esclavos (64 en total). Realizaba bien su trabajo evangelizado!',
aplicando los sacramentos a todos los indios.
-La administración de la cuadrilla de indios lavadores corría a cargo de
mineros concertados. Vclasco y Artcaga habían tenido por tiempo
definido en este oficio a Alonso Hidalgo, a Andrés Páez de Sotomayor y
a Juan de Monsalvc.
Estos mineros les exigían semanalmentc 3 pesos de oro en polvo a cada
indio lavador, so pena de azotes si no satisfacían la cuota.
-El lavado del oro obligaba a los indios a permanecer lejos de Bucarica,
en los aventaderos del río del Oro, Cañaverales, Palo Gordo, quebrada de
Chocoa, quebrada de la Iglesia, río Suratá y otras partes. Fabricaban
ranchos miserables donde permanecían un tiempo lavando y solo durante
la Semana Santa y la Navidad volvían a Bucarica, donde permanecían sus

-40 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

hijos en la doctrina. Arteaga se servía de las mujeres de los indios en su


casa para que le fabricasen pan, quesos y tasajos que enviaba a vender a
las cuadrillas de negros de las minas, y para que le hilaran algodón.
-La justicia era ejercida en las minas por los tenientes del alcalde mayor
de las minas de Vetas, Montuosa y Suratá (Antonio de Guzmán). Habían
sido sus tenientes en el río del Oro don Juan de Soto Maldonado y Andrés
Páez de Sotomayor, quien lo era al momento de la visita.
-Todas las indias trabajaban en oficios diversos (rozas de maíz y caña de
azúcar, ollas y mucuras de barro, hormas de barro para los panes de
azúcar, hilado y tejido del algodón, etc.) y tenían sus casas en Bucarica o
en "el pueblo de Bucaramanga". Tres indias declararon que ya no querían
seguir trabajando en la hacienda sino "estarse en su pueblo, que es
Bucaramanga".
Terminada la información secreta, Villabona procedió a dictar sus
órdenes. En 11 de octubre de 1622 dispuso que todas las indias quedaban
libres de la obligación de servir gratuitamente a Velasco y su yerno en la
hacienda de Bucarica, y que para ello se le daría a cada una su Carta de
Libertad: las recibieron 21 indias de Guaca, 13 de Bucarica, 3 de
Bucaramanga y 2 de Cácota.
El "sitio y asiento" elegido para la congregación de todos los lavadores
fué el de las rancherías de Bucaramanga, donde se reducirían a vivir en
traza de pueblo las siguientes cuadrillas:
-Guaca, Bucarica y Bucaramanga, de la encomienda de Juan de Velasco
Montalvo,
-Jérira, de la encomienda de Juan Martínez de Angulo, vecino de Vélez
y su alcalde de la Santa Hermandad,
-Cachagua, de la encomienda del capitán Lorenzo Fernandez de Rojas,
hasta entonces asentados en los lavaderos de Pirita, y
-Quebejos (51), de la encomienda de Andrés Páez de 'Sotomayor, a la
sazón teniente de alcalde mayor de minas.
Como el visitador partió del sitio el 13 de octubre con dirección a
Pamplona, para continuar su visita, dispuso que el alcalde mayor de
minas, don Antonio de Guzmán, y todos los acusados de agraviar a los
indios deberían presentarse allí, en su posada, para notificarles sus

-41 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

resoluciones relacionadas con la cdi ficación del pueblo do Bucaramanga.


Esta diligencia se realizó el 4 de noviembre (52) con asistencia del alcalde
de minas, de Juan de Vclasco y su yerno Artcaga, Juan Martínez de
Angulo, Lorenzo Fernández de Rojas y Andrés Páez de Sotomayor.
El oidor Villabona les expuso su orden de que todas las cuadrillas de
indios que había encontrado viviendo en forma dispersa deberían de
"reducirse, juntarse, agregarse y poblarse en el sitio y asiento que llaman
de Bucaramanga", para que pudieran tener doctrina entera todo el año y
así se descargara la Real Conciencia. En dicho sitio se construiría una
iglesia de tapias con techo de paja y se trazaría el pueblo, suministrándole
a los indios las herramientas necesarias para cortar las maderas, cañas,
bejucos y demás malcríales para la edificación de las nuevas casas. Las
casas viejas se quemarían para que los indios no pudiesen regresar a sus
sitios antiguos y se les darían tierras de resguardo a cada una de las
parcialidades congregadas. Les dió 30 días de plazo para ejecutar su
orden, cuyo cumplimiento deberían de certificárselo por escrito. Páez de
Sotomayor se ofreció para supervisar el cumplimiento de la orden, en
virtud de su cargo de teniente del alcalde mayor de minas en el sitio.
La certificación del cumplimiento de los autos de Villabona Zubiaurre
fué dada en el sitio de Bucaramanga el 22 de diciembre siguiente por Páez
de Sotomayor, actuando como juez poblador de la congregación, y porcl
cura Andrés de Trujillo (53). Por ella sabemos que ese día se había
celebrado una misa en la capilla que ya estaba terminada "con su sacristía,
cubierta de paja, con maderas, estantillos y vigas", de 116 pies de largo
por 25 de ancho. Se construyeron nuevos bohíos para cada una de las
parcialidades congregadas y para el cura (16 en total), y a cada una de
ellas se les señalaron sus tierras de resguardo.
La fundación de la ciudad de Girón (1631-1638) en las inmediaciones del
pueblo de Bucaramanga hizo que éste fuese rodeado por nuevas empresas
agropecuarias de los colonos que desde entonces se avecindaron en la
jurisdicción de la nueva ciudad. Además de los hatos y cañaverales de
Bucarica (heredados por doña Elvira de Cuéllar, nuera de don Juan de
Vclasco), las estancias ganaderas de los herederos de Juan de Artcaga y
Pedro de Vclasco en Maíarrcdonday Pie de la Cuesta, las del capitán Juan
de Campos en Zapamanga, los gironeses obtuvieron todas las tierras que
rodeaban el resguardo c incluso invadieron parte de éste, originando
reclamaciones sucesivas por los linderos del costado sur.

-42 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En 1657 el pueblo fué visitado por don Diego de Baños Sotomayor, quien
debió ordenar una reforma del mismo para asegurarse de que no decayera
la congregación. Según los informes del maestro Francisco Sarmiento
(54), a la sazón cura del pueblo, en éste solo existía una docena de bohíos
porque la mayor parte de los indios estaban asentados junto a las
quebradas auríferas, donde lavaban el oro y sembraban sus sementeras.
Contrariando lo ordenado por Villabona, algunos indios seguían viviendo
en la hacienda del encomendero do Bucarica "y los que tienen casas en la
población están en tan mala disposición que se están cayendo". Existía
aún la iglesia doctrinera de paja y bahareque, aunque en estado de ruina,
y el cura no requería el uso de la lengua indígena (que conocía) porque
todos los indios eran ladinos "y los más de ellos no se precian de hablar
en su lengua". El sitio del asentamiento fué descrito como de temple
caliente y escaso de aguas, de tal manera que el agua de uso doméstico
se extraía de unas barrancas y de algunos pozos, causa de "las enfer­
medades tan violentas que hay en esta tierra", a lo cual se sumó la
identificación de las culebras y animales ponzoñosos "de que abunda esta
tierra", una queja frecuente de ios curas del pueblo hasta los tiempos de
Eloy Valenzuela.
Pedro Robayo fué comisionado para realizarla tarca de descripción de
los indios del pueblo y sus informes permiten una observación del estado
social durante el dicho año de 1657. En las tierras del resguardo vivían
los indios de las cinco cuadrillas siguientes:
Indios del pueblo de Bucaramanga en 1657

Cuadrillas Casados Casadas Solteros Solteras Viudas Niños

Bucarica 14 19 15 4 3 41
Cachagua 2 3 4 2 4
Quebejos 1 2 1 2 1 3
Canta 2 3 2 2
Río de 21 13 18 5 2 25
Oro
TOTAL 40 40 40 13 6 75
Fuente: Descripción de las cuadrillas de Bucaramanga por Pedro Robayo,
17-21 julio 1657. Cfr. AGN, Visitas de Santander 5.

-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

La cuadrilla de Bucarica estaba a la sazón encomendada al capitán


Jerónimo Fernández de Vclasco y parle de los indios se ocupaban en el
trapiche de la hacienda de Bucarica. Por su antigua vocación agropecuaria
("indios de macana"), algunos estaban concertados con estancieros
vecinos, como don José de Arteaga y doña Teodora de Falencia. La
disminuida cuadrilla de los indios quebejos había pasado al control de
Andrés Gordillo de Falencia, yerno del fallecido Andrés Paéz do
Sotomayor, y aparece una cuadrilla de lavadores (Canta) que no existía
en el momento del poblamiento de 1622, ahora encomendada al capitán
Juan Franco de Velasco. La cuadrilla de Cachagua había estado hasta
1656 encomendada al capitán Francisco Fernández de Rojas y ahora había
pasado al capitán Amador de Ospino.
Los indios lavadores tenían tasada su demora en 4 pesos y 3 tomines de
oro en polvo, lo que les permitía acumular un excedente que reproducía
el circuito del mercado minero. El cura Sarmiento relató que estos indios
no tenían labranzas suficientes y que lodo lo que consumían entraba a Ios-
reales mineros "de acarreto y lo compran".
La descripción social indica la exogamia de los indios: no solamente se
casaban con los miembros do las otras cuadrillas sino con indios de
pueblos lejanos (Valle de los Locos, Guaca, Chanchón, Chinácota), c
incluso una india cachagua aparece casada con un indio forastero del Perú.
La cuadrilla del Río del Oro registra enlaces matrimoniales con forasteros,
zambos y negros esclavos. Esta movilidad se extiende a los indios que se
ausentaban, algunos para siempre, como uno que se había marchado a
España.
Un resultado de esta visita de Baños Sotomayor fué su orden de volver a
reducirlas cuadrillas a población. El encargado de ejecutar la disposición
fué Diego de Madrigal, el teniente de alcalde mayor de minas, quien debía
supervisar la reparación de la iglesia y la construcción de nuevos bohíos-
junto a ella, "dándoles a entender que en la población han do asistir y
permanecer".
Un episodio de interés para la caracterización social del pueblo de
Bucaramanga es el producido por la pretcnsión del indio Andrés García
respecto al ejercicio del empleo de cacique. Como se ha visto, el
poblamiento se produjo como una congregación do cuadrillas que se
habían ausentado definitivamente de sus pueblos originales y cuya

-44 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

autoridad residía exclusivamente en los capitanes. La función de cacique


no podía existir en dicha congregación de grupos étnicos diferentes y su
legitimidad podía ser controvertida inmediatamente por los indios de (a
cuadrilla de Bucarica, cuya referencia al cacicazgo de Guaca se mantuvo
en lodo el siglo XVII. Sin embargo, el indio Andrés García (55) obtuvo
en 1677 de la Real Audiencia el título de cacique que le autorizaba a exigir
servicios personales de las cuadrillas para sus labranzas y construcción
de su "cercado" y casas. Pero los indios no le quisieron obedecer y el
alcalde mayor de minas no le prestó auxilio para el despropósito. Don
Andrés trató entonces de conseguir un mandato superior para obligar a
los indios a obedecerle, pero en 1685 colmó la paciencia de los cuatro
capitanes de las cuadrillas de lavadores, quienes representaron en la
Audiencia su versión de que ellos jamás podrían reconocer un cacique de
Bucaramanga por varias razones: la primera, porque siendo originarios
del pueblo de Guaca y de otros solo rcnonocían la autoridad legítima de
los caciques y "señores naturales" de dichos pueblos, inhabilitándose así
para obedecer a dos señores. En segundo lugar, porque "los cacicazgos
se ejercen por derecho y por consentimiento de los indios", y don Andrés
nunca podría obtener dichas condiciones. Y, en tercer lugar, porque
siendo mineros estaban reservados de los trabajos agrícolas y de la
obligación de fabricarle casas a sus caciques.
Finalmente, don Andrés debió renunciar a su empeño en 1685, acosado
por los corregidores de naturales que le obligaban a pagarlos tributos de
los indios ausentes. Amargamente reconoció que solo había sido "cacique
de inquietudes" y que el intento de ser cacique lo había perdido.
El episodio de don Andrés García revela con nitidez el hecho original del
poblamicnto de Bucaramanga: éste se constituyó con cuadrillas de indios
forajidos, desmembrados de los pueblos originales de encomienda y
transladados al distrito minero para realizar en oro el servicio personal
tributado. Por ello, la historia de este pueblo es distinta a la de los otros
pueblos congregados en la provincia de Pamplona.
Durante la visita del doctor Diego Carrasquilla Maldonado (1643) se
intentó trasladar el asiento del pueblo desde "el sitio y comedio del Río
del Oro" al sitio de la loma de La Mota. Esta variación fué aceptada por
el propio defensor de los indios, el lie. Gonzalo Suárez de San Martín,
quien argumentó que el sitio original estaba "metido en una hoyada, muy
cálido y lleno de barzales c infructífero, de suerte que tenían sus rozas

-45 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

distantes más de media legua,...padeciendo mucho de mosquitos y falla


de aguas". Por el contrario, el sitio de La Mota se presentó como de mejor
calidad, "más bañado de los vientos y ser de mejor temperamento, y la
tierra a propósito para sus rozas y sementeras... y pasa una quebrada
abundante de agua por junto al mismo sitio (56)".
Pero los indios contradijeron la orden d'cl visitador ante la Real Audiencia
y lograron su propósito de ¡bermanecercn el sitio donde estaban asentados,
gracias al parecer favorable del fiscal.
La defensa del globo del resguardo asignado por orden de Villabona
Zubiaurre en 1622 es un elemento significativo en la historia del pueblo.
En 1688 el comisionado Jerónimo Rcngifo Villarrocl puso a los indios en
posesión del globo territorial, delimitado así:
"Desde la loma de Chichota hasta la quebrada de Ñamóla y desde esta
quebrada a la de Zapamanga, con un pedazo de tierra que cae entre dicha
quebrada de Zapamanga y la de Suraloquc, aguas abajo hasLa donde se
junta con el río Frío, río Frío abajo hasta donde se junta con dicha quebrada
Zapamanga, y prosiguiendo dicho río Frío abajo hasta dar en el río del
Oro, río del Oro abajo hasta las Juntas del dicho río de Suratá, río de Suratá
arriba a dar al primer lindero (57)".
Los problemas en la posesión del globo del resguardo se originaban en el
vecindario de la ciudad de Girón, quien desdo los primeros tiempos de su
fundación ingresaban "por las juntas y entrada que hace la quebrada
Zapamanga, incorporada con el río Frío que entra en el río del Oro". Las
continuas demandas do amparo que presentaban los indios obligó
repetidamente a posesionarlos, sin que los gironeses renunciasen a ver
disminuido el resguardo y destruida la jurisdicción del Real do Minas del
río del Oro. En 1705 se produjo una de las tantas esaramuzas jurídicas en
ese sentido: el cabildo gironés intentó demostrar que los límites trazados
por Rengifo Villarroel habían ampliado ilícitamente el globo original
asignado por Villabona en 1622 y así los indios habían usurpado tierras
del ejido de Girón. La pretensión produjo una nueva diligencia de
posesión del resguardo en la parte de la quebrada de Zapamanga, donde
los gironeses contradijeron la extensión de éste hasta la quebrada Surato-
que, obligando a suspender allí la posesión. Dos años después se intentó
proseguirla posesión en los sitios délas quebradas Suraloque, Zapamanga
y Río Frío, encontrándose muchas casas de vecinos de Girón dentro de

-46-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

los términos del resguardo. Por la parte del río Suratá y de Chimitá
también encontraron invasores (58).
En el año de 1772 asistimos a una problcmatización de la legitimidad de
la existencia del Real de Minas y de las tierras de resguardo del pueblo.
Don Blas de Valenzuela, un procurador de número de la Real Audiencia
que apoderaba a los mazamorra ros del Real minero, déla una parte y, de
la otra el gobernador de Girón, contendieron en la Real Audiencia sobre
los mejores argumentos para mantener o no la existencia de los dos
derechos institucionalizados desde 1622-1623.
En la opinión de don Blas de Valenzuela (59), el propósito de Villabona
al asignar tierras de resguardo ¿i ios indios era el de eximirlos de la
obligación de pagar terrajes en las haciendas vecinas, pero también
entendía que el Real de Minas sería un territorio habitado por vecinos
blancos, "ya para que el alcalde mayor los pudiera tener casi a la vista, y
por esto poder atajar la extracción del oro sin pagar los reales quintos, ya
también para que estos se aumentasen, como se llegó a experimentar en
los tiempos pasados, pues por el interés de tener tierra donde sembrar, sin
pagar derechos de esto, y tener los ríos y quebradas, que son la mayor
parte de sus linderos, ocurrieron muchos lavadores y se avecindaron, por
lo que fué crecido el real derecho de minería. Los que no so ejercitaban
en la saca del oro cultivaban ti.crras y gozaban de sus frutos, sin necesidad
de ir a solicitarlos a otra jurisdicción".
La existencia del Real de Minas beneficiaba así a la Real Hacienda por
su aporte de los quintos de minería, amen del estímulo que dicha actividad
proporcionaba a las producciones regionales. Sin embargo, durante toda
la existencia del Real y del resguardo los alcaldes mayores de minas
habían tenido que defender su jurisdicción contra los intentos de
usurpación de los gobernadores de Girón, siempre dispuestos ¿i destruir
una jurisdicción ligada por tradición al cabildo de Pamplona. El proyecto
político gironés exigía la extinción del derecho del Real de Minas y la
reducción del resguardo indígena a solo una legua, de tal manera que las
tierras excedentes volviesen a la Corona y esta procediese a venderlas,
con beneficio de la Real Hacienda. Hablaban a su favorlos asentamientos
subrepticios de campesinos en tierras del resguardo, el escaso número de
indios y la poca rentabilidad hacendística de la minería (60).

-47 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

La pretensión gironesa se apoyó en el informe (61) de su gobernador,


Cristóbal Antonio de Casal Freiría, decidido partidario de la destrucción
de unas instituciones que consideraba ficticias por las transformaciones
sociales acaecidas después de un siglo de su existencia. El cuadro trazado
por sus informaciones sentaron las bases para la posterior decisión de
eliminación del pueblo:
-La población indígena que ocupaba las tierras resguardadas era
minoritaria respecto del vecindario blanco, mestizo y pardo: solo 178
indios de todas las edades contra más de 400 cabezas de familia del otro
grupo mostraban el cambio demográfico acaecido. Estos últimos habían
establecido cultivos de cacao, tabaco, caña de azúcar y hortalizas, amen
de ganaderías (600 vacunos, fuera de las otras especies). Habían cercado
la tierra que les había apetecido y se beneficiaban de ¡as maderas y
materiales necesarios para edificar sus viviendas "así en el resguardo
como en el pueblo".
-Ninguno de estos pagaba arrendamiento alguno a los indios "ni en lo
presente ni en lo pasado, pues no se hallará que conste que lo hayan
pagado". Han sido los curas doctrineros y los alcaldes mayores de minas
quienes han dado las autorizaciones para estos asentamientos, y los indios
solo eran tenidos en cuenta a la hora de darles posesión en sus asentamien­
tos.
-El vecindario no indígena tenía en el pueblo 116 "casas decentes, patios
de bolas, trucos y otras diversiones", y 23 en el resguardo, lo mismo que
cercas de tapia y piedra, "con sus chorros de agua", mientras que los indios
solo disponían de 22 ranchos miserables y ocho labranzas. Así, para poder
pagarel tributo real tenían que alquilarse como jornaleros con los mismos
que Lenían invadido el resguardo, a una tasa de solo un real diario.
Estas cifras mostraban que Bucaramanga era ya "solo una hermosa
población de españoles que en un ameno y dilatado llano yace por pueblo
de indios".
-Los indios mineros eran solo 13, los cuales extraían mcnsualmentc solo
2 castellanos en promedio. El indio sacristán tenía 9 cabezas de vacunos
y 3 caballos. Los demás indios solo uno que otro cerdo. Así las cosas, el
llamado Real de Minas no era más que una forma de defraudar la Real
Hacienda, pues servía de excusa para que nadie pagase alcabalas de las
ventas, destilase aguardientes y los vendiese por fuera del Real Estanco,
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

y sembrase cacaguales en las tierras realengas sin pagar terrajes. Ningún


ramo hacendístico habí¿t sido establecido en la jurisdicción de
Bucaramanga y nadie se aventuraba a comprar la cobranza de ellos por
el temor de motines que pusiesen su vida en peligro. Ese agravio al Real
Erario era evidente en el caso de las alcabalas, pues el comercio de los
vecinos era abundante y la concurrencia de los forasteros era permanente.
-Aunque se había dado la orden de trasladar a los indios al pueblo de
Cácota de Suratá esta no había tenido efecto por la falta de tierras en aquel,
pero era necesario proceder a hacerlo para eliminar el pueblo y el
resguardo, esas ficciones sociales.
La argumentación del gobernador de Girón produjo efecto en la Audien­
cia, que en noviembre de 1772 ordenó reducir el resguardo a solo una
legua y luego proceder a vender las tierras sobrantes al contado o a censo
redimible con interés del cinco por ciento anual. Los invasores del
resguardo que tuviesen cacaguales deberían de ser obligados a pagarle a
ios indios los arrendamientos de su ocupación. Pero algo significativo fue
el reconocimiento que hizo la Audiencia de impropiedad del título del
Real minero, porque "los pocos indios que sacan oro son solo unos
aventureros mazamorra ros, como los hay en otras parles”, y su voluntad
de extinguirlo para desagraviar a la Real Hacienda permitiendo la cobran­
za de alcabalas y la protección del estanco de aguardientes. La voluntad
de la Audiencia para proceder a la reforma político-administrativa del
pueblo y el real de Bucaramanga quedaba así establecida, y el cabildo de
Girón parecía estar listo para incorporar dicho territorio a su Jurisdicción.
La reforma llegó con la visita general de las provincias de Pamplona,
Vélez, Girón, San Gil y Socorro practicada en 1777-1778 porel fiscal de
la Audiencia, Francisco Antonio Moreno y Escandón. Al pueblo de
Bucaramanga llegó el 11 de julio de 1778 y después de una rápida
inspección dijo que de pueblo indios no tenía más que el nombre, pues
solamente existían 206 comparados con 463 cabezas de familia y 2.000
almas de blancos y mestizos. El orden establecido por la doctrina de indios
no podía mantenerse más y por ello ordenó el traslado de los indios al
pueblo de Guane, con el fin de que el vecindario se organizara en
parroquia. Extinguió así el pueblo para que las tierras del resguardo
retomaran a la Corona. Apoyándose en el auto de la Audiencia del 22 de
diciembre de 1772 comisionó al alcalde mayor de minas para la medición

- 49 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

y fragmentación del globo territorial, con el fin de proceder al remate por


estancias (62).
El día siguiente de la orden ya el alcalde mayor, el doctor Nicolás de
Rojas, informó que había trazado el cuadro de la nueva población de
Bucaramanga y que procedería de inmediato al trazo de las cuadras y
solares del "fundo de la parroquia" que se erigiría en el lugar por petición
del vecindario. Fijó el día 16 de julio para la medición de las cuadras, con
presencia del vecindario que estaba asentado en la circunvecindad del
cuadro trazado. Ese día midió las 32 cuadras originales de la parroquia,
alejadas un máximo de 4 por cada viento de la plaza. El día 21 del mismo
mes inició la medición de las estancias del resguardo, consumando
definitivamente la extinción del pueblo.
Los indios llegaron el 10 de agosto de 1778 al pueblo de Guane,
acompañados de don Manuel Mutis Bossío y don Manuel García Gómez.
Se les dieron los sitios de Córala y Choagucte para sus viviendas y
sementeras, manifestando su satisfacción por ello (63). Pero después del
movimiento comunero de 1781 los indios se regresaron a Bucaramanga,
donde solicitaron tierras para sus ranchos y cultivos. En 1789 se les
adjudicó a los 150 indios que regresaron tres sitios para el efecto, en
cumplimiento de una orden de amparo dado por la Audiencia. Pero para
entonces ya no oran los dueños de Bucaramanga, sino simples agregados
a la parroquia de San Laureano.

2.2.1.3. Cácota de Suratá


El pueblo de Cácota de Suratá fué congregado por Juan de Villabona
Zubiaurre en 1622 como una agregación de los indios de las encomiendas
de Cácota, Suratá, Pánaga, Cachiri, Ucata, Nucubata, Lamata, Sagemaros
y Tona. Su delimitación de los resguardos otorgados al nuevo pueblo de
congregación de indios de repartimiento fué muy precisa:
"De la quebrada honda del arcabuco que llaman Cartagua (o
Chicharagua) y que entra en la quebrada que viene délas minas de Cachiri,
en la parte y sitio que llaman Sisualagua, donde está una angostura de dos
peñascos, uno porcada parte de enfrente el uno el otro, y por este se alarga
y extiende el resguardo desde la quebrada dicha hasta que entra más el

-50-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

valle arriba llamado Cartagua, y por arriba va cortando este resguardo


hasta dar en las faldas de la sierra, hasta subir a la cumbre que llaman
Quegueta, que está sobre los dichos pueblos de Cácota y Pánaga, y toda
la dicha cumbre adelante hasta dar a una quebrada que llaman Chitirí, que
está en las faldas de la dicha sierra, encima de los aposentos del capitán
Pedro Alonso Tensero, y de allí corriendo derecho por la falda abajo que
llaman Sucacho, que va continuando por la sementera de trigo del dicho
Alonso de Parada, hasta llegar y pasar por detrás del trilladera y casa de
trigo del susodicho, a caer y llegar abajo al rio que llaman de Pánaga, que
baja de Suratá, frente de una quebrada montuosa que está de la otra banda
del río grande de Pánaga, que entra el que llaman la quebrada del
Cangarcjo (64)".
Las tierras resguardadas quedaron así demarcadas por el rio de Pánaga
arriba hasta su junta con el rio de Cácota, el que bajaba del páramo de
Cachiri, lindando con el molino y tierras de Alonso de Parada, así como
con la estancia y hato de Antonio Osorio Nieto de Paz.
Antes de su congregación, ios indios eran doctrinados en las capillas de
Cácota, Cachiri, Suratá, La Montuosa y del real de Vetas. Los en­
comenderos Gonzalo de Orozco y Francisco de Polcnlino tenían cuadril­
las de indios de sus repartimientos en las minas de Vetas, la Montuosa y
Suratá, sin que su preocuparan mucho por su evangelización. Recibieron
por ello cargos de Villabona, quien los conminó al cumplimiento de sus
obligaciones y a colaborar en el establecimiento de la congregación.
La vecindad de los hatos de los encomenderos fué causa de permanente
invasión do los ganados en las tierras del resguardo. Don Antonio Osorio
Nieto de Paz trocó el usufructo de unas tierras suyas situadas en Los
Magueyes por unas vegas del resguardo que limitaban con sus estancias,
y este concierto con los indios se mantuvo por 50 años sin problema
alguno. En 1728 sus herederos vendieron esas vegas, con lo que se inició
un pleito por parte de los indios. El cabildo de Pamplona comisionó en
1743 a don Agustín de los Ríos Redondo para la investigación del asunto,
con lo cual los indios pudieron obtener del virrey una orden para la
realización de una diligencia de deslinde de las tierras del resguardo y
devolución de las tierras que les habían usurpado los ganaderos vecinos.
El corrcgidorde naturales de Scrvitá realizó la diligencia a comienzos del
mes de noviembre del mismo año, pero un hacendado del valle de Suratá,
don Salvador Guerrero Rangel, contradijo la diligencia en el cabildo de

- 51 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Pamplona (65). La invasión de las tierras del resguardo por ios ganaderos
y los cultivadores de trigo continuó en lo sucesivo. En 1773, cuando don
Manuel Mutis Bossío actuaba como corregidor de naturales y alcalde
mayor de minas informó al virrey sobre la situación: aunque los indios
habían recibido (ierras suficientes para su resguardo, solo tenían entonces
"una tira de tierra", ya que otras personas lo tenían ocupado. Aunque
conminó a ios invasores de las vegas del río de Cácota a desalojar lo
ocupado, tres años después todavía no se había ordenado por el virrey la
diligencia de desalojo. La invasión de los cultivadores de trigo fué
facilitada por el traslado que se hizo de los indios en 1748 al pueblo de
Bucaramanga. Aunque retomaron en 1772 al pueblo bajo la protección
del doctor Marcos José Moreno de la Parra, cura del valle de Suratá, ya
era muy tarde para la defensa de sus tierras.
En 1688 ki cuenta de los contribuyentes al estipendio nos muestra la
proporción existente entre las parcialidades congregadas:
-Cácota: 7 indios
-Suratá: 11 indios
-Bochagá: 4 indios
-Pánaga: 3 indios
-Cachiri: 2
-Los Jamcros: 1
-Ucatá: 1
-Tona: 1
El visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón llegó al pueblo el 14
de julio de 1778 y rápidamente trazó un cuadro de la situación: solo
quedaban 20 indios tributarios con sus familias en el pueblo que se había
restablecido, y era el crecido número de los colonos invasores los que
cultivaban ios valles fértiles del resguardo. Resultando así que el pueblo
era mayoritariamente de vecinos blancos, labradores de trigo y produc­
tores de harinas, era imposible seguir gobernándolo como si fuese una
jurisdicción indígena (66). Ordenó entonces la extinción del pueblo y el
traslado de los indios al pucblodeTcquia, donde porscr del mismo temple
podrían continuar sembrando el fruto que siempre habían cosechado: el
trigo. Fueron autorizados a llevarse sus imágenes eclesiásticas y a formar

-52 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

una parcialidad de su mismo nombre el el pueblo anlllrión. Don Antonio


Lobo Guerrero y don Javier Serrano fueron comisionados para
acompañara los indios hasta Tequia. Mientras tanto, los vecinos blancos
deberían solicitar la erección de una parroquia en el valle de Suratá,
escogiendo un terreno plano para asiento de ella y trazando los solares,
para que cada uno tuviese en ellos casa poblada. Las tierras del resguardo
extinguido serían medidas y rematadas entre sus ocupantes (67).
El 14 de octubre de 1778 salieron los indios rumbo a Tequia, a donde
llegaron el 21 de octubre. Eran 115 almas que comprendían a los
tributarios, reservados, mujeres y niños, y algunos mestizos casados con
indias. Solo quedaron 5 indias en Cácota: 3 ancianas (una de ellas leprosa)
y 2 en trance de dar a luz.
Pero casi inmediatamente regresaron todos a Suratá. En Santafé, el 14 de
julio de 1779, representaba ante el virrey el capitán de los indios de
Cácota, Pedro Alcántara Patino, que al recibir en Tequia solo unos
peñascos y escasas tierras habían procedido a sembrar sus trigos, pero los
ganados de los indios de allí se les habían comido las sementeras,
condenándolos a pasar hambre. Aunque intentaron emplearse allí como
peones, solo recibieron menos de un real por el jornal y éste en géneros,
con lo cual se reducía aún más a! venderlo en el mercado. Por tantas
privaciones se habían devuelto a su pueblo extinguido, donde no Ies daban
tierra ni trabajo. Solicitó entonces que se les dieran tierras para sembrar
sus trigos, maíz y alverja (68).
El fiscal protector de la Real Audiencia pidió amparo para estos indios
que habían regresado "al suelo de su naturaleza", con lo cual el virrey
ordenó al alcalde mayor de minas de Bucaramanga que procediera a
buscarles acomodo. Don José Antonio Serrano Solano procedió a em­
padronarlos, encontrando que los que habían regresado eran 20
tributarios, 8 reservados, 3 ausentes, 3 percibidos y 95 personas de
chusma, para un total de 131 almas. Luego les adjudicó un pedazo de
tierra de 19por48cabuyasencl sitio de Camagua, con lo cual se formalizó
el rcasentamiento de los indios en su antiguo pueblo, ya convertido en
parroquia (69).
El octubre de 1792 fueron rematadas las tierras del resguardo por don
luán Buenaventura Ortiz, alcalde mayor de minas de Bucaramanga, con
lo cual se legalizó la propiedad de los colonos de la nueva parroquia. En

-55 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

febrero de 1810 todavía se remataron en favor de Ignacio Camacho


algunas tierras sobrantes de los indios, luego de que seles midieron las
que les eran necesarias (70).

2.2.I.4. Cácota de Velasco


El pueblo de Cácota de Vclasco -llamado así para identificar los indios
de Cácota que pertenecían a la encomienda de don Juan de Vclasco- íuc
el resultado de una reducción ordenada en 1602 por don Antonio Bel irán
de Guevara, la cual congregó en él los pueblos de los indios de las
encomiendas de Cácota, Chitagá, Tañe, Hontibón, Icota y Baboga. Los
pueblos reducidos a Cácota habían sido congregados originalmente por
el capitán Melchor Vásquez Campuzano hacia 1575, y luego reformados
por Alonso de Montalvo en 1586. El 8 de mayo de 1602 Bcllrán de
Guevara dictó el auto que delimitó los resguardos del pueblo de reducción
"desde un cerro que está encima del dicho pueblo de Cácota, por cuya
falda pasa el camino real que va de la ciudad de Pamplona a la de Tunja,
que llaman Pilaya, corriendo el cerro que llaman Calaligua, y desde él
corriendo la loma abajo del dicho pueblo hasta dar al río que va por bajo
del que llaman Sicua, y por la otra banda desde la quebrada que baja del
dicho camino real, que llaman Iscola, corriendo la quebrada abajo hasta
dar al dicho río (71)”.
Este resguardo fué confirmado por don Juan de Villabona Zubiaurre
durante la visita (72) que practicó al pueblo en marzo de 1623. En ese
entonces la encomienda de Cácota seguía siendo de don Juan de Vclasco,
la de Hontibón pertenecía a Andrés de la Parra, la de Tañe al capitán Juan
de Campos, la de Icota a Esteban Lorenzo, y la Chitagá a doña Luisa
Morantes (viuda de Bartolomé Sánchez). Este visitador agregó a los
indios anteriores los de Zulia y Chichira (del alférez real Juan Ramírez
de Andrada), y los de Sequerí, "que son amigos y los más de una lengua
y ladinos, y que generalmente hablan la lengua española”. En efecto, los
caciques confirmaron que estaban conformes con esta reducción, porque
todos eran "amigos y de una nación".
A la sazón ya los indios tenían en el resguardo sementeras de trigo, maíz,
papa y alveija, no solo para sí mismos sino para los encomenderos, ya

-54 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

que se supo que los de Cácota le cultivaban a Velasco 26 fanegas de


sembradura de trigo en las tierras del resguardo. Dentro del resguardo
existía también un trilladero del trigo cosechado y una industria de ollas
y mucuras elaboradas con el barro extraído del sitio de Talguala, amén
de hatos de ganados.
Villabona ordenó la demolición de las tapias de la iglesia antigua
(fabricada durante la visita del capitán Vásquez Campuzano), la cual
amenazaba caerse, y la fabricación de una nueva de tapia, con cimientos
de piedra, enmaderada y cubierta de tejas. Delegó en Rodrigo de León la
función de juez poblador, encargado de hacer demoler los pueblos y
bohíos viejos, supervisando la traza de la plaza del pueblo nuevo y el
asentamiento de cada parcialidad en su barrio respectivo. Una casa de
bahareque se le fabricaría al doctrinero -fray Juan Garavito- junto a la
iglesia, y las .campanas y ornamentos de las capillas que se eliminaron en
los pueblos antiguos serían llevadas a ésta. Todos los indios recibirían sus
solares cuadrados y las cuadras se trazarían por calles de 6 varas de ancho
por 117 de largo.
Los indios de Icota y Sequen intentaron retener las tierras antiguas que
habían poseído en Icota antes de su reducción a Cácota, sosteniendo en
la Audiencia que eran resguardos antiguos y mejores tierras que las
asignadas por Villabona. Al parecer tuvieron éxito en su empeño, si bien
ello no significó su desagregación de la doctrina de Cácota.
La cuenta de la contribución del estipendio de 1688 indica la proporción
de las parcialidades congregadas:
-8 indios.de Cácota
-10 indios de Chitagá
-12 indios de Tañe
-3 indios de Hontibón
-8 indios de Subía
-22 indios de Icota
Las mercedes de tierra obtenidas por Esteban Lorenzo, el encomendero
de Icota, son un buen ejemplo del modo como las estancias de los colonos
* blancos conformaban con las tierras del resguardo indígena una única
estructura agraria de producción. En 1735 los alcaldes de Pamplona

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

realizaron un inventario (73) de las estancias que aquel había obtenido


por merced en las inmediaciones de los pueblos indígenas de Cacóla de
Vclasco, Scrvitá y Carcasí, tratando de beneficiarse del servicio de los
indios vecinos. En 1582 su padre había recibido del cabildo de Pamplona
una estancia de ganado mayor en Cirivica, junto al nacimiento de la
quebrada de Vera, donde había existido un asentamiento de indios
tunebos. Cinco años después recibió otra junto al río Chitagá y al camino
real que unía a Pamplona con Tunja. Una vez heredadas estas dos
estancias adjudicadas a su padre, Esteban Lorenzo recibió en 1624 dos
estancias de pan coger y una de ganado menor en Icota, probablemente
en Jas tierras disponibles después de la reducción de sus indios al pueblo
de Cácota de Velasco. Dos años después recibió otra estancia entre el
vado del río de Cácota y los resguardos de Icota, y al siguiente año 3
estancias de ganado mayor, una de ganado menor y una de pan coger
situadas a los dos lados del río de Chitagá. En 1632 recibió en el valle de
Chitagá 3 estancias de ganado mayor. Este proceso de concentración de
tierras en las manos de Esteban Lorenzo, estimulado por la reducción de
los indios a pueblos delimitados, le permitió constituir varias empresas
productoras de ganados, trigos, maíz y legumbres, de tal manera que la
fuerza de trabajo de los pueblos indígenas aparece como su "reserva
natural".
Pero no solo los encomenderos se apresuraban a adquirir las tierras que
liberaban los alinderamionios de los pueblos de reducción. Se sabe que
también don Gaspar, el cacique de Hontibón en 1613, solicitó al cabildo
de Pamplona la merced de las tierras de Langacha con el argumento de
que habían sido de sus abuelos antes de la llegada de los españoles y de
que habían quedado situadas fuera del resguardo, a. media legua. Allí tenía
don Gaspar sus bohíos y labranzas de papa, maíz y legumbres. El cabildo
convino y le adjudicó una estancia de ganado mayor, una de menor y una
de pan coger para él y sus hijos. Como este cacique se había casado con
una mujer blanca, sus descendientes (los Jáuregui y los Quintero) se
reclamaron también blancos, llegando finalmente a vender la tierra a Luis
Martín de Araque, quien en 1763 enfrentó los intentos de los indios de
recuperarla para el resguardo (74).
Los curas del siglo XVIII también compraron tierras vecinas de los
resguardos en los valles de Suratá, Tona y Cácota, dedicándolas a la
producción de trigos y ganaderías. En 1763-1765 los indios del pueblo

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

siguieron un pleito contra el maestro Bartolomé Sánchez de Moheda,


teniente de cura del Santo Eccc Homo de Suratá y propietario de las
haciendas de Bachiga, río de Pescado y Cáchira, porque sus ganados les
comían sus sembrados de trigo, maíz y alverjas. Este cura se había
enriquecido produciendo ganados, cacao, mieles de caña y harinas para
el abasteciendo de las minas de plata de La Baja, Barríenlos y del cerro
de Cucutilla, llegando incluso a financiar las operaciones de los mineros
con suministros de hierro, acero, ropas y azogues que adquiría mediante
compañías con el Marqués de Santa Coa. Los curas de Tequia y Matanza,
hacendados como él, lo apoyaron en su causa no solo contra los indios
sino también contra los mineros del páramo y el cura del pueblo de
Bucaramanga, el maestro Adriano González (75).
En el año de 1728 el cura fray Bartolomé de Monasterios estableció en el
pueblo la devoción a Nuestra Señora de los Dolores, extendida en el
mismo siglo a las parroquias de Málaga, La Robada y Bucaramanga. Las
imágenes de esta advocación maríana le fueron donadas por doña María
del Canal Trujillo y el fraile estableció un hato de 50 roses para el
sostenimiento del culto, así como la Hermandad de los Esclavos de la
virgen. La devoción a "los santísimos dolores de María, con especialidad
al mayor que padeció esta Soberana reino de los ciclos y la tierra, el de
su soledad" es un elemento importante para la comprensión del ima­
ginario social de la provincia de Pamplona en el siglo XVIII (76).
Desde 1766 los curas del valle de Suratá sostenían que el pueblo de San
Jacinto de Cácota de Velasco era ficticio porel escaso número de indios
que allí vivían y por la orden que se estaba dando para que se redujeran
al pueblo de Bucaramanga y así se remataran las tierras del resguardo
entre el vecindario asentado. Sin embargo, la magnitud demográfica
mantenida obstaculizaba la pretensión. Un padrón levantado en sep­
tiembre de 1758 porel alférez mayor de Pamplona, don Gregorio Gaspar
Ruiz de Cote, arrojó el resultado siguiente: (77)
-Parcialidad de Cácota:
-5 reservados (el capitán, el alcalde, el teniente, el sacristán y el cantor)
-21 tributarios de apellidos Parra, Cuchar, Duartc, Araque, Cañas,
Pérez y otros
-6 reservados por edad o enfermedad
-63 indios de chusma

-57 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-Parcialidad de Chitagá:
-3 reservados (el capitán, el alcalde y el cantor)
-17 tributarios de apellidos Parra, Mogollón, Chávez, Araque,
Chilagá, Campos y Camacho
-12 reservados por edad o enfermedad
-82 indios de chusma
-Parcialidad de Icota:
-1 reservado (el capitán Rudccindo Gauta)
-20 tributarios de apellidos Berbesf, Rojas, Icota, Pérez, Eugenio,
Sucscún, Gauta, Caldas y otros
-2 ausentes
-8 reservados por edad o enfermedad
-79 indios de chusma
-Parcialidad de Hontibón:
-3 reservados (el capitán, el fiscal y el cantor)
-5 tributarios de apellidos Serbilio, Parra, Castro y Castañeda
-1 ausente
-3 ausentes por edad o enfermedad
-61 indios de chusma
-Parcialidad de Tañe:
-1 reservado (el cantor)
-4 tributarios de apellidos Pasto y Araque
-2 ausentes
-32 indios de chusma
-Parcialidad de Zulia:
-12 indios de chusma

-58 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En 1778 el visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón se abstuvo


de extinguir el pueblo, no solo por el número de indios que encontró sino
por la capacidad que tenían para producir y comercializar el trigo que le
permitía pagar la demora de 30 reales en cada tercio, así como para
sostener las 487 cabezas de ganado que constituían los hatos de las tres
cofradías. En ese momento se contaron los vecinos blancos agregados a
la doctrina: 44 vecinos cabezas de familia y un total de 143 almas.
Contrastaban ya con los indios: 59 tributarios, 13 empleados de república
y un total de 401 almas.
Moreno y Escandón propuso al virrey la reducción de los indios de
Labateca y de Silos a éste, pues en su parecer era el que tenía las mejores
tierras de resguardo y una posición junto al camino real de Pamplona que
favorecía su desarrollo comercial.
Un nuevo padrón de los indios (78) presentado en 1784 mostró 1a.
capacidad de resistencia demográfica del pueblo;
-En la parcialidad de Cácota, 149 almas
-En la parcialidad de Icota, 97 almas
-En la parcialidad de Chitagá, 75 almas
-En la parcialidad de Hontibón, 137 almas
De este modo, los 458 indios de todas clases que habitaban el pueblo (73
de ellos tributarios) en cuatro parcialidades permitieron que subsistiera
hasta el momento de la Independencia.

2.2.I.5. Carcasí
Don Juan de Villabona Zubiaurre, acompañado en 1623 por fray Alonso
Tello de Meneses, O.P., procedió a reducir a los indios de Carcasí y
Balegrá al pueblo de Servitá (79). Allí, en Servitá, les asignó como tierras
de su resguardo las comprendidas
"desde la quebrada que llaman Eborlía hasta la de Ocacá, y río grande
de Tequia, tierras fértiles; y para criar ganados les señaló arriba de Scrvitá
hasta los páramos de Mogotocoro (80)".

-59-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Ordenó luego a los caciques de Balegrá y Carcas! que las repartiesen entre
sus indios, para que todos tuviesen donde cultivar.
Sin embargo, en 1770 los indios del pueblo de San Juan de Sahagún de
Carcas! declararon que jamás habían sabido que Villabona les hubiese
asignado tierras en el pueblo de Servitá, donde nunca se habían llegado a
reducirse. ¿Porqué no se cumplió la orden de dicho visitador y dónde fué
que se pobló Carcas!?
Basándonos en los padrones de Carcas! podemos decir que la reducción
de estos indios a Servitá no se produjo en 1623 porque se oponía la
diferencia étnica. Los de Carcas! pertenecían a una etnia di ferente a los
del pueblo que se les asignó como sede de reducción, netamente chitarcra
(aunque con una agregación de indios tunebos). El padrón de Carcas! (81)
de 1768 puede aproximamos a la compresión de este pueblo tan especial:
-Las autoridades étnicas del pueblo tenían apellidos de procedencia
muisca (Susa, Ubaté, Zipaquirá, Tibasosa, Santafé, Guamoche). Ya en
1718 el gobernador era de apellido Susa y el alcalde de apellido Zipaquirá.
La mitad de ellos declararon que estaban casados con mujeres libres.
“Existían indios ladinos de apellido tuncbo (Carpintero, Sierra, Támara,
Tuamache), lo que parece indicar su especialidad laboral.
-Los demás tenían apellidos chitareros (Cúcano, Cácota).
Se trataría entonces de una reducción multiétnica gobernada por los
miembros de la etnia más capacitada para ejercer los oficios de
"república". Por ahora solo tenemos la declaración de don Alejandro del
Basto (82), vecino de Pamplona, para resolver el enigma del origen de
esta reducción. Habiendo sido por 16 años mayordomo de la cofradía de
San Juan de Sahagún, patrono del pueblo de Carcas!, había averiguado
que la tierra donde se asentó este pueblo provino de una donación hecha
por el encomendero Esteban Lorenzo de Rojas a siete indios tunebos que
habían sido sus aparceros, como pago por los servicios personales que le
habían prestado en sus haciendas. Esta estancia donada se localizaba entre
la quebrada El Trapiche y la quebrada Seca, que es donde estaba situado
el pueblo. Lorenzo de Rojas donó adicionalmente una cuadra de tierra
para el santo patrón del pueblo. En su parecer, los tunebos que habitaban
Carcas! descendían de los siete que recibieron la donación. En dicha
estancia se habrían reducido los muiscas y algunos chitareros, quienes se

- 60 ~
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

dedicaron a los cultivos de trigo, papa, caña de azúcar, plátanos, maíz y


legumbres.
Los informes suministrados en 1676 por los indios y estancieros
agregados al valle de Carcasí, confirmados por uno dado por el promotor
fiscal del Arzobispado al arzobispo fray Juan de Arguinao, contribuyen
a matizarlo que conocemos de la historia de este pueblo tan especial.
Al parecer, los doctrineros originales del valle de Carcasí fueron los
clérigos encargados de la evangelización de los indios de las Guaravitebas
y las Guacamayas, asentamientos tunebos. En 1642, cuando el visitador
Diego Carrasquilla Maldonado comprobó que los indios no se habían
reducido al pueblo de Carcasí, volvió a dar la orden de dicha reducción y
entregó la doctrina a la Orden de Predicadores, a la sazón con sede en
Servitá. De nuevo los indios resistieron la orden, "por ser el temple
contrario a nuestro natural y no hallamos con la doctrina y gobierno de
los padres (83)".
Los indios regresaron a su asiento antiguo y muchos se retiraron "a
tierradentro". El encomendero Rojas terció para impedir la disgregación
de su fuerza laboral, negociando con los dominicos: pagaría el estipendio
al fraile doctrinero de Scrvitá "de vacío", con tal de que no intervinieran
en Carcasí, y a un cura secular para que se encargara de la evangelización.
Quizás esta decisión explique la "donación" de una estancia a los siete
indios tunebos que le servían como tributarios.
Durante la visita de don Diego de Baños Sotomayor, en 1657, se vió que
"muchos hombres blancos e indios forasteros" se habían agregado a
Carcasí, de tal manera que se podía sostener un cura independiente de
Scrvitá. Este visitador formalizó entonces la congregación de Carcasí y
asignó como cura interino a uno de los frailes dominicos que adminis­
traban el pueblo de Tequia, mientras se realizaban en el Arzobispado las
diligencias de erección parroquial. Aunque fué realmente el cura de
Capitanejo quien administró a los blancos agregados, los dominicos en
concierto con el encomendero José de Rojas Camacho reedificaron la
iglesia doctrinera y fueron congregando alrededor de ella a los indios de
tierradentro, administrando el pueblo por cerca de 19 años. El doble
proceso inducido por los dominicos, al parecer entre los tunebos que iban
reduciendo, y por el cura de Capitanejo fué conformando el pueblo de
indios de Carcasí y la parroquia de blancos de San Miguel en el distrito

- 61 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

del valle. En 1671 el presidente de la Audiencia dictó un auto que puede


ser una indicación del conflicto entre los dominicos y los curas seculares
por la administración del feligresado del valle de Carcas!, En su parecer,
Carcas! debería de ser un curato de los clérigos seculares y no de los
dominicos, cuya administración iba "en contra del patrimonio del Clero”.
Sin embargo, se impuso la administración de los dominicos sobre los
indios, tal como había ordenado Baños Sotomayor, si bien los seculares
actuaron entre el feligresado blanco del valle.
Finalmente, en 1676 el Arzobispo ordenó al provincial dominico y al
provisor general que buscaran en sus archivos la historia de este
feligresado, con el fin de decidir la petición de que se erigiese una
parroquia en el valle.
En 1717 los indios de Carcas!, encabezados por don José Susa (gober­
nador) y don Isidro Zipaquirá (alcalde), lograron que el capitán Mateo
Jerónimo de Rigueiro -juez subdelegado de tierras y composiciones- les
adjudicara un resguardo de 30 cuerdas cuadradas (cada cuerda de 76 varas
de la tierra), trazadas a escuadra y quedando en el medio la iglesia (84).
En ese momento estaban asentados en el pueblo 17 indios tributarios y
80 de chusma.
En julio de 1758 el doctrinero fray Nicolás Matiz y el comisionado Blas
de Consuegra levantaron un padrón de los indios del pueblo de San Juan
de Sahagún de Carcas!, con el resultado siguiente: (85)
-5 Oficiales de república (el capitán, el alcalde, el fiscal y 2 cantores
apellidados Susa, Tibasosa, Santafé y Carpintero)
-21 tribuíanos apellidados Zipaquirá, Susa. Tibasosa, Carpintero, Sierra,
Cácota, Cúcano, Guamoche, etc.
-3 reservados por edad
-94 indios de chusma apellidados Susa, Carrillo, Cúcano, Guamoche,
Santafé, Cácota, Sierra, Carpintero, Candela, Coronado, Manzano, etc.
Los apellidos registrados reafirman la coexistencia de las dos etnias
básicas (muisGas y tunebos) y la presencia de chitareros entre ellos (86).
En 1771 el corregidor de naturales de Servitá, don Pedro Intriago y
Noriega, redujo estos indios al pueblo de Servitá. Don Roque Susa,
capitán de los indios, pidió apoyo del cura para su retomo, argumentando

-62 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

que allí no tenían casas, sal o maíz, y que los habían condenado a la
miseria. Aunque habían regresado a Carcasí a cuidar sus sementeras, los
vecinos blancos los vituperaban y les impedían que la imagen de San Juan
de Sahagún regresara a su nicho en la iglesia de la parroquia que se había
erigido en Carcasí. El cura les apoyó la pretensión con el argumento de
que en Servitá se habían contaminado del "pernicioso vicio de la bebida",
y que le hacían falta como feligreses de la parroquia, pues eran lo más
cumplidores en los cantos de la misa y reparación de la iglesia y casa
cu ral. El protector de naturales también dió opinión favorable al retomo
de los indios a la estancia de la donación hecha a los siete tunebos
originales, expulsando de ella a José Casimiro Castellanos, el invasor.
Pero tanto el corregidor de naturales como el cura de Scrvitá se opusieron
al retomo y a permitir que la imagen de San Juan de Sahagún saliese de
dicha iglesia. Finalmente los indios triunfaron en su empeño, si bien ya
su condición era la de agregados a una parroquia de blancos y mestizos,
aunque la advocación de ella siguió siendo la de San Juan (87).
Aunque las tierras del resguardo se avaluaron en 1785 para su posterior
remate, al parecer éste no se produjo por la pobreza del vecindario. En
vez de ello, todavía en 1804 los ocupantes seguían pagando arrendamien­
tos a las Cajas Reales de Pamplona. Sin embargo, el pueblo de indios
había dejado definitivamente de existir.

2.2.I.6. Chinácota
La congregación de indios en este pueblo es la más antigua de cuantas
pueden documentarse, pues se sabe que fué congregado en 1583 por
Melchor Vásquez Campuzano. Tres años después el visitador Alonso de
Montalvo, en presencia del doctrinero fray Miguel de Victoria, volvió a
darles la traza de las calles y la plaza, pues los bohíos construidos no la
tenían, de tal modo que consideró que el pueblo se "reformó (88)". Contó
la población siguiente, encomendada a Juan Ramírez de Andrada:
-1 cacique (Diego Cayaguema) casado, con una hija
-27 tributarios casados, con sus mujeres
-18 tributarios con sus mujeres y con 25 hijos menores
-9 tributarios solteros

-63-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-3 indias solteras
-2 indias soiteras con 5 hijos menores
Sus instrucciones para la vida congregada fueron simples: que ello era
necesario para que oyesen la doctrina.cristiana y no andasen vagando, so
pena de castigos rigurosos.
A su tumo, don Juan de Villabona Zubiaurre consideró el 14 de junio de
1623, durante la visita practicada en los aposentos y sitio de la iglesia del
valle de Chinácota, la información recolectada sobre el estado social de
los indios de dicho valle:
-Existían seis encomiendas que podían ser reducidas a vivir al pueblo de
Chinácota: la propia de Chinácota, encomendada a Gonzalo Ramírez de
Andrada; la de Cacua, encomendada a Constantino Cairasco; la de.
Cucaraquesa, encomendada al capitán Gonzalo de Orozco; la de
Lauchema, encomendada al capitán Nicolás de Falencia; la de Las
Batatas, encomendada al capitán Alonso Rangel de Cuchar, y la de
Táchira, encomendada a doña Beaíriz de Aguilar.
En todas ellas, los indios no habían tenido más de seis meses de docLrina
en el año.
-Cuatro encomiendas más podían reducirse a Chinácota: la de los indios
de Bochalema, encomendados a Alonso Carrillo de Cuéllar; la de
Chiracoca, encomendada al capitán Gonzalo de Orozco; la de Laverigua,
encomendada a Jerónimo Martínez de Espinosa, y la de Calaluna, de
Francisco de Tolosa.
Recordando los preceptos de la Congregación de México de 1546 y el
interés de que todos los indios enumerados recibieran doctrina completa,
ordenó que las 10 encomiendas se redujeran a vivir al pueblo de
Chinácota, pues todos eran "amigos y los más de una lengua y ladinos, y
que generalmente hablan la lengua española (89)".
La traza urbana se haría alrededor de la iglesia existente, de bahareque y
maderas, con cubierta de paja, y las calles deberían medir 117 varas de
largo por 6 de ancho. Cada encomienda formaría un barrio y recibirían
como resguardos media legua de tierras en contorno, "haciendo una
circunferencia en el llano de Chinácota y sitio de Surieta, con media legua
de radio", entre las quebradas de Iscalá y Jara.

- 64 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

El globo de tierras del resguardo quedó delimitado


"desde la quebrada de Cacua, cogiendo a la aguada de Sintimali, y de
allí a Rufa, de aquí al llano de San Diego, y de éste a la laguna del
Bermejal, y de ésta al hato del Arado, de donde se sigue a volver ¿i
encontrar la junta de la quebrada de Cacua con la de Iscalá (90)''.
Como juez poblador fué nombrado el capitán Alexandre Messurado y el
doctrinero encargado de Chinácota en adelante fué fray Juan de Segura
OP.
En 1688 se contaron los indios obligados a pagar la contribución del
estipendio, con el resultado siguiente:
-8 indios de la parcialidad de Chinácotas
-5 indios de la parcialidad de Cacua
-4 indios de las parcialidades de Lauchema e Iscaligua
-8 indios de la parcialidad de Laverigua
-8 indios de Bochalema
-1 indio de Táchira
-8 indios de la parcialidad de Orope
La relación hecha en 1698 por el doctrinero de estos indios chinatos, fray
Pedro de León, O.P., sobre los ingresos de la doctrina del pueblo, es una
señal de la producción de cacao que se estableció en el resguardo y en las
haciendas circunvecinas. En ese año recibió 200.000 cacaos por concepto
de primicias y 5.000 millares más por la limosna del día de Difuntos. Los
negros esclavos de la hacienda de Salvador de Figucroa le entregaron 9
pesos para la celebración de su fiesta de Santa Rosa (91).
Además de cacaos que cogían en sus tierras sembraban algodón, caña de
azúcar y maíz. En el siglo XVIII se concertaban para trabajar en las
haciendas de cacao de Cúcuta. Su riqueza relativa parece haber sido
mayor que en otros pueblos de la provincia de Pamplona, pues pudieron
llegar a sostener cinco cofradías, algunas de ellas con hatos de ganado del
patrón.

- 65 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

El padrón del pueblo de San Juan Bautista de Chinácola levantado en julio


de 1758 por el alcalde de Pamplona, don Joaquín de Aguilar y Quiróz,
arrojó el resultado siguiente (92):
-5 reservados (el capitán, 2 alcaldes, el fiscal y el cantor, de apellidos
Natural, Rangel, Chona, Rangel e Iscalá)
-25 tributarios de apellidos Iscalá, Colegial, Natural,
Bochalema, Lauchema, Carrillo, Chiracoca y Berbesí
-5 reservados por edad o enfermedad
-6 ausentes
-146 indios de chusma
El 30 de julio de 1778 llegó a visitar el pueblo el fiscal Francisco Amonio
Moreno y Escandón, quien encontrando solo 41 indios tributarios (7 con
empleos de república y 9 ausentes en Cúcuta y Bochalema) y 215 de
chusma, es decir, un total de 256 indios, ordenó la extinción del pueblo y
la agregación de los indios al pueblo de Cúcuta.
Los apellidos de los tributarios eran Chona, Colegial, Iscalá, Berbesí,
Rangel, Chiracoca, Guabita y otros de origen español.
Aunque los indios aceptaron este traslado, por las facilidades para con­
tinuar comerciando en cacao y la tradición de trabajo asalariado en dicho
pueblo, objetaron las dificultades para vivir mientras pasaban los cinco
años necesarios para que sus nuevos sembrados de cacao diesen la
primera cosecha.
Su oposición debió fructificar, pues en 1796 todavía existía el pueblo, si
bien las tierras del resguardo estaban invadidas por algunos colonos. En
este año, cumpliendo una orden del virrey, el alcalde de Pamplona
desalojó a los intrusos y les dió a los indios nueva posesión en sus
resguardos
"desde Mal Paso hasta El Salado, y de allí a la laguna, y de allí a unos
cimientos al pié del llano de don Diego, y de allí al pié de la loma del
Gallinazo, hasta dar a la aguada del monte del Sintimali (93)".

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2X7. Chopo
El capitán Melchor Vásquez Campuzano visitó en 1583 todos los indios
de la provincia de Pamplona con el fin de "los poblar en comarcas, donde
pudiesen ser más bien doctrinados”. Fué durante esta visita que ordenó la
congregación de los indios de la encomienda de Guillermo de Vergara en
las tierras de los indios de Chopo, y éstos vivieron desde entonces allí,
"entretejidos con los mismos indios de Chopo (94)”.
En 1591 los caciques de Chopo contradijeron una diligencia de posesión
de una estancia de ganado mayor adjudicada por el cabildo de Pamplona
a Juan Muñoz Barrientos, considerando que se había mercedado en sus
tierras. Muñoz replicó que dichas tierras estaban baldías porque los indios
las habían desocupado y se habían congregado en Chopo, pero los indios
argumentaron que pese a la congregación de los indios de Guillermo de
Vergara en su pueblo, habían conservado sus tierras antiguas.
Durante la visita practicada en 1602 por Beltrán de Guevara quedó claro
que en Chopo se habían reducido a vivir los indios de las encomiendas
de Tompa, Iscalá, Rávicha y Sentimali. El encomendero de los indios de
Chopo era en ese momento Cristóbal de Araque, quien ayudó al cacique
don Andrés a defendar la posesión de tierras en contra de Juan Ibañez de
Iturmendi, el encomendero de los indios de Tegolaguache.
Los resguardos fueron delimitados durante la visita de Villabona
Zubiaurre, en 19 de junio de 1623, quien comisionó como juez poblador
a don Rodrigo de León, los cuales se extendieron hasta la confluencia de
los ríos Tonchalá y de Pamplonaj León y el doctrinero Alonso Maraber
redujeron a Chopo los repartimientos de:
-Chopo, Tescua, Orire e Hitepa, encomienda de don Cristóbal de Araque
y Ponce de León,
-Ulagá, encomienda de don Jerónimo Fernández,
-Tonchalá, encomienda del gobernador Alonso Carrillo,
-Tegualaguache, encomienda de Juan Ibáñez de Iturmendy,
-Matagira, encomienda del capitán Mateo del Rincón,
-Centimali, del mismo anterior,
-Ravicha, del Capitán Lorenzo Fernández de Rojas,

- 67-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-Las Batatas, de doña Francisca Maraber,


-Iscalá, del capitán Nicolás de Patencia,
-Lucamarí, del mismo anterior,
-Loará, de don Rodrigo Jovel.

La descripción de los reducidos arrojó el número de ellos: 11 caciques,


209 tributarios casados, 34 viejos y reservados, 27 ausentes, 636 indios
de chusma, para un total de 917 almas (95).
El recaudo de los estipendios de 1688 mostró que los indios obligados a
dicha contribución se distribuían del modo siguiente:
-20 indios de Chopo
-4 indios de Tonchalá
-7 indios de Tcgualaguachc
-2 indios de Ulagá
-9 indios de Ravicha y Centimali
-2 indios de Matajira

En junio de 1758 la descripción del pueblo de Nuestra Señora del Rosario


de Chopo hecha por don Joaquín do Aguilar y Quiróz arrojó los resultados
siguientes (96):

-Parcialidad de Chopo, Chinácola y Tonchalá:


-16 tributarios de apellidos Rojas, Chinácola, Sintimalí, Sogamoso,
Vergara, Cuscumo y Soracá
-4 reservados (el capitán, el fiscal, el alcalde y el cantor, de apellidos
Sogamoso, Soracá, Monguí y Cuscumo)
-6 reservados por edad o enfermedad
-1 ausente
-96 indios de chusma de apellidos Tonchalá, Parra, Rojas, Ramírez y
Chinácola

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-Parcialidad de Sintimalí, Teguaraguache y Ulaga:


-19 tributarios de apellidos Sogamoso, Fonlibón, Soalá,. Soracá,
Sintimalí, Parra, Vergara y Silos
-3 reservados (el capitán, el alcalde y el cantor, de apellidos Duitama,
Sintimalí y Sogamoso)
-5 reservados por edad o enfermedad
-1 ausente
-42 indios de chusma
En 1766, durante la visita practicada por don Pedro José Intriago y
Noriega, el corregidor del partido de Servitá, se encontró que existían 114
indios asentados en las tierras de Gambalúa, equidistantes entre los
pueblos de Chopo y Labateca. Las averiguaciones demostraron que estos
indios habían venido originalmente del valle de Labateca, quedando por
fuera de las dos doctrinas mencionadas. El cura de Chopo pidió que fuesen
agregados a su pueblo original de Labateca, pero el corregidor decidió
reducirlos a Chopo, dada la mayor cercanía y a la consideración de que
habían disminuido por una reciente epidemia de viruelas que los había
afectado. Hecha la reducción, solicitó licencia a la Real Audiencia para
venderlas tierras de Gambalúa. Sin embargo, los indios de dicho sitio se
resistieron a la reducción ordenada hasta 1769, cuando el propio virrey
conformó la agregación y la venta de las tierras abandonadas (97),
El 31 de julio de 1778 llegó a visi tar el pueblo el fiscal Francisco Antonio
Moreno y Escandón (98). Un rápido examen de la situación le permitió
saber que estos indios (40 tributarios y un total de 294 almas) se agrupaban
en dos parcialidades: la de Chinácota (25 tributarios y un total de 123
almas apellidados Sogamoso, Monguí, Soracá, Chinácota, Sintimalí,
Tonchalá y Rojas) y la de Toguaraguachi (14 tributarios y 75 almas
apellidados Soracá, Duitama, Cornieles, Boyacá, Sogamoso,
Teguaraguachi y Mansilla). Cultivaban trigos, maíz y verduras de climas
medios, con lo cual se habían convertido en abastecedores obligados del
mercado de Pamplona. Además de cultivarlas tierras del resguardo salían
de su pueblo a concertarse por jornal en las haciendas de Cúcuta, con lo
cual pagaban su real tributo de 30 reales de plata en cada tercio. Existían
62 cabezas de ganado que pertenecían a dos de las cofradías que sostenían
entre todos.

- 69-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Por la pobreza de los indios, el visitador ordenó la extinción del pueblo y


la agregación al pueblo de Cúcuta, donde podrían mejorar su situación
vendiendo cacaos y frutos de clima cálido, o concertándose a jornal como
ya lo tenían por costumbre. En el mes de noviembre siguiente se levantó
el inventario de los bienes de la iglesia, como diligencia preparatoria del
traslado de los indios hacia Cúcuta, y se remataron los ganados de las
cofradías. Quedaba así oficialmente extinguido el pueblo do Chopo. Sin
embargo, los datos siguientes permiten afirmar que los indios regresaron
al pueblo y lograron reconstituir las tierras de resguardo. En ello debió
intervenirla disposición déla Audiencia arrancada por las Capitulaciones
de los Comuneros de 1781, pero también la oposición del cabildo de
Pamplona a la extinción del pueblo, por ser "el que diariamente acarrea
y conduce a esta ciudad las legumbres, leñas, paja, cinchas, cinchones y
fique (99)". En opinión del procurador general de dicha ciudad, el abasto
de dichos géneros se suspendería si los indios se marchaban a Cúcuta,
dado que los estancieros no los producían porque no les reportaba la
utilidad suficiente. Esta declaración sugiere la complcmcntaricdad
productiva de los indios de los pueblos y de los hacendados: mientras que
estos indios declararon que no criaban más ganados porque les era de
mayor provecho la venta de verduras en el mercado urbano, amén de las
artesanías ya declaradas -que les permitían ganar lo necesario para el pago
del tributo-, los estancieros nunca "perdían el tiempo" en la producción
de esos géneros menudos.
En diciembre de 1797 los indios lograron que se les volviese a demarcar
el territorio resguardado y que se expulsara de él a los invasores y a los
ganados cimarrones de los hacendados vecinos. La jerarquía étnica del
cabildo indígena se había restablecido para entonces.
Sin embargo, los asentamientos de mestizos dentro del resguardo se
permitieron en calidad de arrendatarios, de tal modo que para 1805 uan
docena de éstos contribuían con 30 pesos anuales de rentas para la Corona.

2.2X8. Cúcuta
Los llanos de Cúcuta fueron el escenario privilegiado de los hatos y
estancias de ganados vacunos del vecindario de Pamplona, tal como
tempranamente lo registró fray Pedro de Aguado. Sin embargo, en ellos

-70-
EL REGIMEN UEL RESGUARDO EN SANTANDER

se toleró el asentamiento de un pueblo de reducción bajo el dominio de


los doctrineros agustinos del convento de San Cristóbal.
Según los recuerdos de algunos indios (100), desde que se fundó dicha
ciudad se había asignado un fraile agustino para el cuidado de las dos
doctrinas de los indios de Cúcuta y de Capacho, de tal manera que
permanecía medio año en cada una de dichas doctrinas.
Durante la visita practicada por el licenciado Femando de Saavedra a la
villa de San Cristóbal, en 1627, ordenó que los indios de Cúcuta, Tamoco,
Cumaracos, Abacaes y Casaderos, encomendados al capitán Cristóbal de
Araque, se redujeran al pueblo de Capacho, con el fin de proveerles
doctrina completa. Poco tiempo después estos indios se desagregaron y
retomaron de nuevo al valle de Cúcuta, sin que formasen poblado alguno,
pese a que siguó existiendo la vieja capilla de doctrina y una nueva.
El 2 de diciembre de 1641 llegó a visitarlos el doctor Diego Carrasquilla
Maldonado, visitador general de las provincias de Pamplona, San
Cristóbal y La Grita (101). Encontró que no tenían población ni resguar­
dos, aunque si estaban siendo doctrinados por fray Juan de Amaya.
Acompañado por los mismos indios, el visitador recorrió la zona buscan­
do el sitio más adecuado para establecer el pueblo de congregación: vieron
los sitios de los ranchos de los indios, de la capilla antigua y de la nueva,
del Palmar y del Camaraco. Con el consentimiento de los frailes Luis de
Olmos y Juan de Amaya les propuso a los indios cúcutas, (arnacos,
abuicaes, casaderos y camaracos que se asentaran en el sitio de los
Camaracos, donde existía una capilla nueva. Para ello les señaló como
resguardos
"desde las juntas de los ríos de Cúcuta y Pamplona, corriendo el río
que baja de Pamplona arriba por la madre vieja de dicho río, que es la más
arrimada al Casadero, hasta llegar al puesto del Pescadero, y de allí a la
iglesia vieja, cortando derecho hasta dar a las tapias y corral de Cúcuta,
hasta el río de Cúcuta, por el río abajo hasta llegar a las juntas del primer
lindero".
A don Diego, el gobernador de los indios de Cúcuta, le asignó un pedazo
de tierra privada para él y sus hijos, y al indio Baltazar Cordero un pedazo
entre el Palmar y Guasimal de Cúcuta para la cría de sus ovejas. A los
indios camaracos, abacaes y casaderos les dió las tierras de "la capilla

- 71 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

para arriba” y a los de Cúcuta y Tamaca "de la capilla para abajo”, en el


sitio del antiguo corral del encomendero Cristóbal de Ataque. Quedó así
establecido en fírme el pueblo de reducción y sus resguardos.
En 1644, durante la visita del bachiller Bartolomé del Río puede detec­
tarse un conflicto entre los agustinos y un cura secular, el presbítero Pedro
Rodríguez Gordillo, por el control de la doctrina de Cúcuta. Este último
intentó desagregar la doctrina de Cúcuta respecto de la de Capacho,
uniéndola a la de Las Batatas para que quedase netamente en jurisdicción
del cabildo de Pamplona, en vez de la jurisdicción de San Cristóbal. Al
parecer movió el asiento de Cúcuta "al otro lado del río”, para que les
fuese más difícil a los indios la comunicación con Capacho. Es probable
que este visitador corrigió la innovación introducida por el cura secular
y devolvió el pueblo a su puesto y la doctrina a fray Lucas do Valencia.
En 1665 el cura Alonso Orozco Carrillo, hacendado de los valles de
Cúcuta, comisionó al padre Constantino Carrasco, S.J., para que ob­
tuviese en el Arzobispado una licencia para que los negros de su trapiche
y desús cuatro estancias de Jascarena pudiesen agregarse como feligreses
a la doctrina de Cúcuta, distante tres leguas, para que allí recibiesen la
misa y catecismo, en vez de tener que ir hasta la doctrina do Chinácola,
distante una legua más. Su petición prosperó, y así estos negros se ’
convirtieron, como otros más, en feligreses agregados a Cúcuta (102).
En 1688 se contaron 21 indios obligados a pagar estipendios por valor de
90 pesos.
En 1731 los indios de Cúcuta siguieron un pleito en la Audiencia puraque
les fuesen reintegradas tierras de sus resguardos que estaban invadidas.
Los acusados eran el Colegio de los jesuítas de Pamplona y Jacinto de
Colmenares. Durante la información, el procurador de tos jesuítas
confirmó que el resguardo había sido señalado en 1641 por el visitador
Carrasquilla, pero que no era el colegio el invasor de dichas tierras sino
un gran número de españoles, negros y mestizos, que era a quienes
correspondía desalojar (103).
Las invasiones seguramente fueron estimuladas porel auge económico
producido por la siembra y comercio del cacao, un fenómeno que atrajo
buena parte de la mano de obra indígena de los pueblos de tierra caliente
de la provincia de Pamplona y el asentamiento de negros esclavos. La
utilidad del pueblo de Cúcuta para la economía cacaotcra fué reconocida

- 72 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

por el fiscal protector Francisco Antonio Moreno y Escandón, quien desde


1768 actuaba como-apoderado de los indios en la Real Audiencia tratando
de defender los derechos a la posesión de las tierras del resguardo, En
1778, cuando efectuó su visita general a la provincia de Pamplona,
procedió a reorganizar el pueblo, agregándole los indios del extinguido
pueblo de Arboledas. Ordenó que las tierras fuesen cercadas y que se
establecieran pastores para conjurar que los ganados de los vecinos Ies
hicieran daños en los cultivos. Estableció como bienes comunes un
conuco de cacao y una caja de comunidad para el resguardo de los dineros
producidos por la venta de dicho cacao. Mantuvo dos tenientes indígenas
del corregidor (una por la parcialidad de Cúcuta y el otro por la de
Arboledas) y asignó las tierras recuperadas a los indios que llegaron de
Arboledas. El proyecto de Moreno y Escandón partió de la idea de que,
pese a estar tan cerca a las dos parroquias de San José y del Rosario de
Cúcuta, valía la pena dejar existiendo independiente al pueblo de los
indios, "por la riqueza de sus cacaos y de sus cofradías", si bien debían
reducirse a él los pueblos extinguidos de Arboledas, Chopo y Chinácota,
pensando que así se incrementaría la fuerza laboral dedicada a la
producción de cacaos para la exportación.
Durante su visita se supo que existían en tierras del resguardo 100.000
árboles de cacao, lo cual los hacía indios ricos con capacidad de pagar
buenos diezmos y primicias. Las tres cofradías que mantenían disponían
de 224 cabezas de ganado vacuno, y con lo producido por un conuco
comunitario de cacao pagaban la congrua del cura.
Relataron que toleraban dentro del resguardo la presencia de 9 vecinos
blancos, con sus familias, huertas y sembrados, pues no les causaban
perjuicio alguno. En cambio, los ganados de los estancieros vecinos sí les
hacían daños en los cultivos. Los indios eran 260 en total, de los cuales
70 de ellos eran tributarios y 11 empleados de república (104).
La suerte del pueblo de Cúcuta durante la campaña reduccionista de
Moreno y Escandón en 1777-1.778 ejemplifica el contenido de su proyec­
to, cual era el de aumentar "la rentabilidad de la tierra" para incrementar,
indirectamente, los ingresos de la Real Hacienda. La coexistencia de este
pueblo con dos parroquias vecinas lo separa del modelo general de
extinción de los pueblos indígenas santand ere anos durante la segunda
mitad del siglo XVIIL

■ 73 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2.I.9. Guaca
Los caciques Guaca y Bicha fueron encomendados en 1553 por la primera
Audiencia al capitán Ortún Velasco, uno de los conquistadores de
Pamplona y quien hizo posible el hallazgo de las minas de oro en los
páramos de dicha ciudad y en el río del Oro (105). Esta circunstancia hizo
que desde ese mismo momento el cacique Guaca quedó obligado a
entregarle como tributo 80 mantas y una cuadrilla de 30 indios mineros
para el lavado de las arenas auríferas, proceso que necesariamente debió
reducir su población. Ya hemos visto cómo los asentamientos tempranos
de Bucaramanga y Bucarica se produjeron con los indios forajidos
originales de Guaca. Según la crónica de fray Alonso de Zamora, estos
indios fueron doctrinados por frailes dominicos y el pueblo siempre fué
"una de las entradas a las riquísimas minas de oro y plata que llaman las
vetas de Pamplona, Páramo Rico y Montuosas alta y baja (106)".
Este pueblo debió de ser uno de los congregados hacia 1575 porel capitán
Melchor Vásquez Campuzano, dada la importancia que tenía para el
abastecimiento a los distritos mineros.
El 20 de mayo de 1602 fué visitado el pueblo por el capitán Antonio
Bellrán de Guevara, corregidor de Tunja, quien encontró que el cacique
era don Diego, casado con una india que era hija de un cacique antiguo
que ya había fallecido y, en opinión de fray Tomás de Ayala OP, "buen
cristiano, ladino, y de mucha razón como un español". Se contaron en esta
encomienda de don Juan de Velasco Montalvo 31 indios tributarios con
69 personas a cargo (mujeres e hijos), 2 reservados del servicio personal
por su condición (el cacique don Diego y su yemo Juan Maldonado, "por
ser indio principal y casado con doña Luisa, hija del cacique principal de
este pueblo") con 3 personas a cargo (mujeres e hijo), 3 reservados por
edad avanzada, 9 solteros, 14 solteras con 7 hijos, 4 matrimonios y dos
solteros ausentes, y solo un indio fugado (107).
Luego procedió el visitador a adjudicar como tierras de resguardo
"desde la quebrada que está junto al pueblo, camino de Cámara, donde
al presente está el molino que llaman en lengua de indios Chilura, linde
con tierras y estancias del capitán Pedro Jurado, corriendo por la dicha
quebrada arriba hasta la loma antes de entrar en el arcabuco que llaman
en lengua de indios Bovata, y cortando porla dicha loma hasta dar encima
de un cerro y singla de piedras que está enfrente de dicho pueblo, que

- 74 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

llaman Lonsuta, y corriendo la dicha single abajo a dar al río, y luego el


río arriba de esta banda hasta dar en el paso de dicho río, donde está puesta
y ponen cabuya para pasaren invierno, y de allí a la misma quebrada que
entra en el dicho río allí junto que es el primer lindero llamado Chitura y
la del molino, todo en redondo".
Se les agregó, a pedimento del cacique, una estancia para cría de ganados
y puercos en Nupaguta, junto a la quebrada de Carca.
Por la información secreta tomada a don Diego sabemos que los indios
beneficiaban para el encomendero 50 Fanegadas de trigo y otras tantas de
maíz, lo cual les obligaba a destinar 6 gañanes para el arado, siembra y
desyerbe. De otro lado, 2 indios arrieros debían ir al río del Oro seis o
siete veces a llevar la harina y cuatro o cinco veces a las minas de las
Vetas a llevar el maíz para los indios mineros. Le criaban también cerdos
y le hacían quesos de leche de vaca. El tributo se completaba con la
cuadrilla de 14 indios lavadores que asistían en el río del Oro.
A finales de marzo y comienzos de abril de 1623 se produjo la visita de
don Juan de Villabona Zubiaurre, quien procedió a reducir los pueblos de
Mogotocoro (91 tributarios de la encomienda de Juan Jaimes), Listará (5
tributarios de la encomienda de Rodrigo Oiliz) y Cámara (con Varia y
Pirca, 46 tributarios de la encomienda de Pedro Jurado) al pueblo de
Guaca (25 tributarios de la encomienda de Juan de Vclasco Montalvo).
Todos los encomenderos estuvieron de acuerdo con la reducción de los
166 tributarios -sin contar a los caciques y las mujeres y muchachos- al
sitio escogido, por tener Guaca las mejores tierras para sementeras de
trigo, maíz, papa y legumbres, así como para cría de ganados. Se dijo que
como todos estos indios eran vecinos, amigos, de la misma lengua y
ladinos se facilitaría la reducción y poblamiento en cuatro barrios al­
rededor de la iglesia de bahareque que ya existía en dicho pueblo.
Gerónimo de Useche fué designado como juez poblador para la ejecución
de la traza urbana, de las cuadras (92 varas cuadradas) y los 4 solares en
cada una (23 varas cuadradas), así como las calles de 117 varas de largo
por 6 de ancho (108).
Para las tierras de resguardo Villabona confirmó las asignadas por el
visitador anterior en 1602, aunque los amplió para que todos los indios
reducidos tuviesen tierra suficiente.

- 75-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Por su conexión con la producción minera, los indios de este pueblo ya


tenían experiencia en-la producción de maíz, papa y verduras para vender
en las minas de Velas y a otras partes, "y de lo precedido compran mantas
y camisetas para vestirse", según recordó en ese momento fray Cristóbal
Morgado OP, doctrinero de estos pueblos.
Este fraile certificó el 25 de mayo de 1623 que Usechc había cumplido
su comisión bien, de tal modo que ya se había construido la nueva iglesia
de 130 pies de largo por 25 de ancho, de bahareque embarrado y cubierta
de paja, la casa de tapias para vivienda del cura y los 80 bohíos para los
indios alrededor de la plaza (43 para los de Mogotocoro, 17 para los de
Cámara y 20 para los de Guaca), en el sitio donde antes estaban situados
los aposentos y el molino de don Juan de Velasco. Las tres iglesias de los
pueblos congregados fueron demolidas y los antiguos bohíos de los indios
fueron quemados.
En 1688 se contaron los indios que pagaban el estipendio, del modo
siguiente:
-De la parcialidad de Guaca, 13 indios
-De la parcialidad de Cámara, 7 indios
-De la parcialidad de Mogotocoro, 65 indios
-De la parcialidad de Listará, 6 indios
Como pueblo de reducción conservaba todavía en 1762 la existencia de
cuatro parcialidades congregadas por Villabona, cada una de ellas con sus
autoridades étnicas y capitanes de cuadrillas de mineros, ya que la
tasación de sus tributos en plata los compelía a ganarlo en las minas y en
las haciendas de las nuevas parroquias (109). Fué adscrito a la jurisdicción
del corregimiento de naturales de Servitá, aunque hacia 1756 fué ad­
judicado a la del alcalde mayor de minas de Bucaramanga.
La visita de Moreno y Escandón en agosto de 1778 no pudo extinguirlo,
dada la utilidad que tenía para la producción minera que se estaba
reanimando en las Montuosas y Vetas desde los primeros tiempos del
mandato del virrey Messía de la Zerda, y la resistencia opuesta por los
indios a la orden de reducirse al pueblo de Tequia (110). En ese momento
habitaban Guaca 78 indios tributarios, número suficiente para perpetuar
su existencia independiente.

- 76-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2.1.10. Labateca
Fundada la ciudad de Pamplona en 1549, se le asignaron al capitán Andrés
de Acevedo en encomienda los indios de Labateca, los cuales habitaban
cerca de 1.800 casas situadas "desde la quebrada de Siscatá hasta el río
de Chitagá (111)".
En 19 de agosto de 1623, durante la visita de Villabona Zubiaurre, se
procedió a la reducción en en el pueblo de Nuestra Señora délas Angustias
de Labateca de los repartimientos siguientes:
-Labateca, de don Juan Fernández de Mora,
-Otra Labateca, de Diego de Mora,
-Bochagá, de Alonso Gago de la Zerbcla,
-Bochagá alta y Chucarima, de don Alonso Carrillo,
-Negrete, de don Pedro García Román,
-Mónaga, de Francisco de Tolosa,
-Chonca y Mariscal, del capitán Alonso Rangel,
-Támara, de Andrés de la Parra,
-Ima y Pisacuta, de Diego Jovel,
-Balsa e Ima, de Jerónimo Fernández,
-Inagavita e Ima, de Juan Pérez Vivas,
-Tecasquima, de Pedro Rodríguez Gordillo.
Don Luis Jurado fué nombrado como juez poblador, quien acompañado
del doctrinero Francisco de Alva y del escribano Salvador de Ojcda
procedió a la delimitación de los resguardos y a la veeduría en la
fabricación de 32 bohíos y reparto de solares a los 300 indios tributarios
de los pueblos de congregados.
Una nueva diligencia de delimitación de los resguardos del pueblo se
produjo en 1641, durante la visita practicada por el doctor Diego Car­
rasquilla Maldonado, quien decidió desagregarla parcialidad de los indios
de Gemara, encomienda de Jerónimo Fernández, para trasladarlos al valle
de Suratá. Aunque en ese momento los tributarios se habían reducido a
180, el visitador les aumentó las tierras del resguardo (112).

* 77 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En 1688 se contaron los indios que contribuían al estipendio, con lo cual


obtenemos una representación de las parcialidades que se congregaron en
este pueblo:
'17 indios de las dos parcialidades de Labateca
-4 indios de la parcialidad del mariscal Quesada
-7 indios de la parcialidad de Bochagá
'10 indios de Ima y Pisacuta
-3 indios de Támara
-3 indios de Mocogua
“10 indios de Chona
'5 indios de Mónaga
La descripción del pueblo realizada en octubre de 1758 por don Joaquín
de Aguilar y Quiróz, alcalde ordinario de Pamplona, arrojó las cifras de
población siguientes (113):
-Parcialidad de Labateca, Rangel y Balza:
”14 tributarios (10 casados) de apellidos Bateca, Rangel, de León, del
Rey y Camacho
-3 reservados (el capitán, el sacristán y el cantor)
-5 ausentes
-4 reservados por edad o enfermedad
-119 indios de chusma

-Parcialidad de Jobe, Jamacá y Bochagá:


-12 tributarios de apellidos Bochagá, Parra y Barrera
-2 reservados (el capitán y el alcalde)
-6 ausentes
-98 indios de chusma
-9 reservados por edad o enfermedad

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-Parcialidad de Mónoga y Chona:


-27 tributarios de apellidos Monoga y Chona
-9 reservados (el capitán, el fiscal, 2 alcaldes, el teniente, el organista
y 3 cantores)
-13 ausentes
-7 reservados por edad o enfermedad
-169 indios de chusma
El primero de agosto de 1778 llegó a visitar el pueblo el fiscal Francisco
Antonio Moreno y Escandón. Halló en ese momento que la demora de
cada tributario ascendía a 30 reales en dinero cada tercio, lo cual obligaba
a los indios a movilizarse a Cúcuta para concertarse y poder ganarlos,
pues los trigos que vendían en Pamplona no alcanzaban a cubrir la
obligación. Sostenían los hatos de las tres cofradías, con un total de 330
cabezas. Cultivaban una sementera común de maíz para pagar los gastos
de la devoción de Nuestra Señora de las Angustias.
El visitador comprobó también la agregación de vecinos blancos a la
doctrina, sin que viviesen dentro del resguardo: 222 cabezas de familia y
un total de 862 almas. Los indios eran 498 almas, de los cuales solo 70
eran tributarios.
Propuso la reducción de estos indios al pueblo de Cácota de Velasco,
argumentando su distancia excesiva a Pamplona y su aislamiento de las
rutas comerciales, ya que hacia el oriente solo existían las incultas
provincias de los llanos orientales, a las cuales se descendía por el curso
de los ríos Valegrá, Ulagá, Chitagá y Bochagá. Advirtió que la devoción
a la Virgen de las Angustias había propiciado la agregación de vecinos
blancos en el sitio, cuya fiesta era sufragada por su cofradía atraía gentes
de todas partes, de tal modo que en el futuro podría erigirse una parroquia
en el sitio.

2.2.1.11. Servitá
El 16 de mayo de 1602, durante la visita practicada por Antonio Beltrán
de Guevara a la provincia de Pamplona, se congregaron los indios de los

-79-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

pueblos de Servitá, Anagá y Valegrá en el sitio del primero de ellos,


adjudicándoles como tierras de resguardo a cada uno de ellos.
Cuando el oidor Villabona Zubiaurre llegó de visita en agosto de 1622
decidió reducir los pueblos de Valegrá, Carcasí y Tequia, amén de los
tunebos anexos, al de Servitá, aprovechando que todos eran doctrinados
por los frailes dominicos. La población indígena en este momento de la
reducción a Servitá era:
-Pueblo de Servitá y tunebas: 40 tributarios de la encomienda de Andrés
del Basto Avellaneda, congregación de chitareros y tunebos.
-Pueblo de Valegrá, Anagá, Tecurí y tunebas: 78 tributarios de la en­
comienda de Simón del Basto, congregación de laches y tunebos.
-Pueblo de Carcasí: 14 tributarios de la encomienda de Esteban Lorenzo,
de lengua lache.
-Repartimiento de Tequia, encomendado a Andrés Antonio de Enciso: 74
tributarios de lengua chitarera.
Los hermanos del Basto, hijos del capitán Andrés del Basto Garza
(encomendero de Servitá y vecino de Pamplona) estuvieron de acuerdo
con el visitador Villabona Zubiaurre en la reducción de todos estos
pueblos a Servitá, tratando incluso de convencer al administrador de la
encomienda de Tequia (Gabriel Sanabria) de la utilidad del propósito. El
escribano de la visita, Rodrigo Zapata, obtuvo incluso una declaración
del cacique y alcaldes del pueblo de Tequia en favor de su reducción a
Servitá.
Una dificultad grande para la realización de esta voluntad era la
adscripción del pueblo de Tequia en la jurisdicción de la ciudad de Tunja,
donde era vecino el encomendero Antonio de Enciso, mientras que
Servitá pertenecía a la jurisdicción de Pamplona. Por ello el visitador
suspendió su actuación para esperar la llegada de Enciso, con el fin de
proceder legítimamente en esta congregación. En su parecer, convenía
más esta reducción que la de reducir a Tequia en Soatá, pueblo cuatro
veces más distante. El mismo fray Alonso Tello de Metieses OP,
doctrinero de Servitá, Tequia y Valegrá, estaba de acuerdo con el proyecto
del visitador.

. 80 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

El 27 de marzo de 1623 el oidor Villabona Zubiaurre procedió por fin a


dar su auto de poblamiento del pueblo de Servitá y de la reducción de
Tequia y Valegrá a éste, adjudicándoles los mismos resguardos señalados
por Bcltrán de Guevara en 1602 (aumentados hasta el páramo de
Mogotocoro) y comisionando al capitán Mesurado como juez poblador.
Pero don Simón, sucesor en el cacicazgo de Tequia, marchó a Santafé
para contradecir en la Real Audiencia la reducción de su pueblo al de
Servitá. Sus argumentos tenían peso; cambio de temple (de cálido a frío),
empobrecimiento (en su pueblo obtenían dos cosechas anuales de maíz,
beneficiaban miel de abejas y producían hayo, frutas, fique y ají),
reducción a tierras menos fértiles, despojo de sus tierras originarias y
traspaso a la jurisdicción de otra ciudad. En síntesis, el indio pidió que no
se permitiese la innovación introducida por el visitador, y fué apoyado en
su petición por los doctrineros anteriores. Mientras tanto, el encomendero
había regresado y acompañaba al indio en sus gestiones. El proceso fué
fallado por la Audiencia el 30 de agosto de 1624 a favor de don Simón,
ordenándose la desagregación de los indios de Tequia de Scrvitá y al
encomendero la paga de doctrinero propio en su pueblo. Se mandó la
devolución de los resguardos que tenían antes de la agregación y la
edificación de iglesia adecuada en el mismo sitio donde fué quemada la
antigua, servida por un fraile dominico (114).
En consecuencia, el pueblo de Servitá solo se formó con la reducción de
ellos mismos y los de Balegrá,,más los tunebos que se agregaron. Los
resguardos fueron asignados pdr Villabona (115).

En 168 8 se contabilizaron los indios tributarios del estipendio, en la forma


siguiente:
-32 indios de la parcialidad de Scrvitá
-32 indios de la parcialidad de Balegrá \
Según el informe presentado en 1698 por fray Juan Montalvo, OP, la
especialización de estos indios eran los cultivos de trigo y maíz. Existían
a la sazón vecinos blancos agregados a la doctrina, los cuales también
producían harina y ganados en las estancias vecinas al resguardo (116).
El valle del río Servitá fué, durante todo el tiempo colonial, una zona
destacada en la producción de harinas para el mercado de las flotas de
Maracaibo.

- 81 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En diciembre de 1758 fué levantado un padrón del pueblo por don Blas
de Consuegra, cuyo resultado fué el siguiente (117):
-Parcialidad de Scrvitá:
-4 reservados (el gobernador, el fiscal y 2 cantores)
-13 tributarios de apellidos Barrientes, Calú, de la Cruz, Hoyos y otros
-13 reservados por vejez o enfermedad
- 94 indios de chusma
-Parcialidad de Valcgrá:
-6 reservados (el gobernador, 2 capitanes, el alcalde, el fiscal y el
cantor)
-53 tributarios de apellidos Perucho, Largo, Lumpe, Robles, Sucscún,
Cucasí, Eugenio, Calú, Pulga, Piza,Tiga, Borrero y otros
-10 reservados por edad o enfermedad
-33 ausentes
-199 indios de chusma

2.2.1.12. Silos
El 29 de mayo de 1559 el visitador Cristóbal Bueno procedió a la
descripción de los indios del pueblo de Los Silos, encomienda de Luis
Jurado (118). Bajo la autoridad del cacique Concazere y de los capitanes
Chungalaba y Bachitaca se contaron:
-77 tributarios casados en el pueblo
-26 lavadores mineros, casados, ausentes en las minas
-17 viejos y enfermos
-138 mujeres, 50 de ellas casadas y 5 recién paridas, con hijos en brazos
-39 mujeres casadas, ausentes con sus maridos, los mineros
-Otras mujeres enfermas y muchachas
-21 muchachos de 4 a 15 años

-82 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En total, se consideraron los tributarios en 120 y el total de indios en 400.


Además de los mineros que producían el oro del tributo, los indios del
pueblo le hacían labranzas de trigo y maíz. En el pueblo se cosechaba
maíz y papa (para el consumo y comercio de los indios), trigo, cebada y
hortalizas.
El pueblo de Silos había sido entregado originalmente en encomienda al
capitán Francisco Díaz de Arles por Pedro de Ursúa, el capitán de la hueste
que fundó la ciudad de Pamplona. Como éste hizo dejación de ella para
retomar a la vecindad de Santafé, la encomienda pasó entonces al capitán
Luis Jurado. A la muerte de éste, acaecida en 1581, pasó a su hijo Pedro
Jurado, quien para la época de la visita del oidor Juan de Villabona
Zubiaurre ya la había traspasado a su hija Beatriz, bajo la administración
de su marido, el capitán Juan Pacheco de Velasco. En 1602 el visitador
Antonio Beltrán de Guevara les adjudicó resguardos
"desde una loma que llaman Arsaso hasta la quebrada de abajo que
llaman Basique, hasta encontrar con el camino que viene de Bábega, y de
allí subiendo hasta unas lomas que llaman Concacere... más las tierras de
Rucaquequi...".
El 12 junio de 1623 el escribano Rodrigo Zapata, por orden del visitador
Villabona Zubiaurre, inspeccionó el antiguo resguardo para determinar
su suficiencia para la nueva agregación que se había ordenado en Silos
de once pueblos de la doctrina de Los Páramos, a la sazón administrada
por el presbítero Rodrigo Prieto en seis capillas, a saber:
-Los Silos, encomienda de Beatriz Jurado, administrada por su marido,
el capitán Juan Pacheco de Velasco,
-Cárava, encomienda de Luis Buitrago,
-Loatá, encomienda del capitán Juan de Campos,
-Bábega, encomienda de don Antonio Osorio de Paz,
-Tutepa y Chilagaula, de don Cristóbal de Araque y Ponce de León,
-Tapaguá, del capitán Alonso Rangel de Cuéllar,
-Cupagá, de Mateo del Rincón,
-Tompaquela, de don Francisco Gómez de Orozco,
-Queipa, del capitán Nicolás de Falencia,

• 83 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-La Caldera, del cap. Pedro Rodríguez Gordillo y


-Izcaligua o Pesquirá, de Diego Arias Maldonado.
En Pamplona, el 30 de junio de 1623, el oidor Villabona Zubiaurre dició
el auto de la congregación de las parcialidades anteriores en el asiento de
Los Silos, teniendo en cuenta que todas ellas eran "parientes y amigos, y
casi todos do la misma lengua, y que generalmente hablan y entienden la
lengua española (119)”.
Los resguardos ya habían sido asignados por Rodrigo Zapata en 13 de
junio del mismo año
"desde el pueblo viejo de Cherquetá por esta banda del río (Carava)
y de allí corriendo derecho por la falda de la loma que llaman Tunuaqui
(Palaqui) y el sitio de Suralaque, que es una loma por bajo del camino
viejo que va a Pamplona, cortando derecho el sitio de Tczariqui, y de allí
linca recta a dar a una ensillada que llaman Urba, que está sobre el asiento
del pueblo viejo de Loatá; de allí hasta caer a la quebrada de la Chorrera
que llaman Sogamoso, que está por debajo de la estancia del padre
Lorenzo Sánchez de Gálvez que llaman El Salado, y porta dicha quebrada
abajo a dar al río Pescadero y atravezándolo y pasándolo a la otra
orilla.. .subiendo por una quebrada llamada Conagua y por ell a arriba hasta
llegar a la cumbre del páramo por encima de Cárava la vieja, continuando
la dicha cumbre a la quebrada Seca...y por ella abajo a dar y entrar en el
dicho río Cáraba...y por el dicho río abajo hasta llegar a la dicha población
de Cherquetá, primera linde de este resguardo (120)".
Don Alonso Ramírez de Andrada fué designado como juez poblador del
pueblo de reducción de Los Silos. Este contó en el nuevo pueblo de las
11 parcialidades 107 bohíos y un total de 948 almas, distribuidas del modo
siguiente:

Población indígena de la doctrina de Los Páramos, 1623

Parcialidad Caciques Tribuí. Reser v. Ausentes Chusma

Los Si líos 1 34 2 2 102


Loatá 1 28 1 2 70
Carava i 37 6 114

- 84 -
EL REGIMEN DEL RESG ÜARDO EN SANTANDER

——q
Parcialidad Caciques Tribut. Reser v. Ausentes Chusma
Tutepa 1 27 7 89
Bábega 1 25 1 79
Tapaguá 1 20 8 2 88
Cupagá 1 15 3 47
Otras 4 35 3 1 89
TOTALES 11 221 31 7 678
Fuente: José J. Rico, 1982, p. 611.
José J. Rico ha llamado la atención sobre la parcialidad de Cupagá y
Sopotá, de un total de 66 indios, adviniendo que no eran chitare ros sino
laches. Antiguos habitantes del valle de Valegrá, habrían sido con­
gregados en un pueblo predominantemente chitarero, a pesar de que
Villabona reconoció en su auto de poblamiento que "casi todos" hablaban
la misma lengua. De cualquier modo, el presbítero Rodrigo Prieto quedó
encargado de la administración de las once parcialidades reducidas en
Silos, todas ellas compuestas por indios labradores de trigo, cebada, maíz,
papa y legumbres, géneros que comercializaban en las minas de las Vetas
y en la ciudad de Pamplona. Nombró en cada parcialidad un indio con
funciones de fiscal para obligar a los muchachos y a los reservados a
acudir diariamente a la oración y a todos los indios a la misa los días de
fiesta.
El juez poblador procedió a derribar las capillas de Cárava, Bábega,
Tutepa y Queipa, entregando al doctrinero de Silos todas las imágenes,
campanas y ornamentos que halló en ellas.
Desde entonces, el pueblo de Santo Domingo de Silos estuvo ligado
siempre al abastecimiento de las minas de Vetas con carnes, manteca,
maíz, dulces y víveres.
En 1805 todavía existía como pueblo de indios, aunque Jes sobraban
tierras de resguardo. En este año un oficial de la Real Haciendo arrendó
a un hacendado acomodado las tierras de Caraba, para que con sus
arrendamientos los indios pudiesen pagar los tributos rezagados (121).

-85 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En agosto de 1758 el alférez mayor de Pamplona, Gregorio Gaspar Ruiz


de Cote, levantó un padrón del pueblo, en ese momento puesto bajo la
advocación de Nuestra Señora de la Candelaria (122):
-Parcialidad de Silos, Soatá y Tapaguá:
-4 reservados (2 capitanes y 2 cantores)
-34 tributarios de apellidos Huérfano, Capacho, Soatá, Silos, Tapaguá,
Mogotocoro, Chicaragua,etc.
-4 ausentes
-5 reservados por edad
-106 indios de chusma
-Parcialidad de Tutcpa y Bábega:
-3 reservados (el teniente, el alcalde y el cantor)
-11 tributarios de apellidos Tutepa, Bábega y otros
-3 ausentes
-5 reservados por edad
-73 indios de chusma
-Parcialidad de Caraba:
-2 reservados (el capitán y el sacristán)
-14 tributarios de apellidos Caraba, Sequera, Cacua y Angel, etc.
-2 ausentes
-4 reservados por edad
»58 indios de chusma
El 16 de julio de 1778 llegó a visitar el pueblo el fiscal Francisco Antonio
Moreno y Escandón. Los indios le informaron que cosechaban trigo,
cebada, maíz, papa y legumbres de tierra fría, y que criaban algunas ovejas
y cabras. Relataron que acostumbran celebrar la ceremonia de la Cacica
durante las fiestas de Nuestra Señora de la Candelaria, en la cual "se vestía
con adornos a una india y se conducía cargada en silla de manos a la
iglesia, con las ofrendas que ofrecía el pueblo”, pero que ya habían
suspendido esa costumbre y se comprometían a no repetirla "por

-56-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

habérseles instruido de su impropiedad y sospecha que podía inducir un


rito tan irregular (123)".
Se vió entonces que existían en el pueblo 60 vecinos cabezas de familia
y un total de 265 almas agregados a la doctrina. Los indios eran 51
tributarios completos, 12 de media demora, 16 empleados de república
(gobernador, tenientes, 2 alcaldes, 6 capitanes, fiscal, 4 cantores y
sacristán), 4 ausentes, a los que se agregaban los de chusma para com­
pletar un total de 370 almas de indios.
El visitador vió con malos ojos el rito de la cacica, especialmente porque
se obligaba al cura a tributarle incienso dentro de la iglesia, y recordó que
hacía muy poco tiempo que se había seguido juicio a estos indios por
haber ahorcado a tres indias acusadas de hechiceras. Propuso entonces ai
virrey su reducción al de Cácota de Velasco.

2.2.2. LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE VELEZ


2.2.2. L Chanchón
El oidorLesmes de Espinosa Saravia ordenó la congregación de los indios
de Chanchón -encomendados en el capitán Diego Franco de Vclasco,
vecino de Vélez- en 1617 y comisionó a Pedro Ferrcr para que supervisara
el poblamiento de estos indios a orillas de la quebrada de Chirivití,
dándoles los resguardos necesarios para los 88 tributarios y los 251 de
chusma. Ello ocurrió así en el llamado "pueblo viejo de Chanchón", junto
a las tierras del encomendero Franco de Velasco, que se extendían "desde
la quebrada de Chirivití el río abajo de Suárez, hasta el paso de Chocoa,
y cogiendo por la sierra alta del bosque hasta volver a la cabecera de la
dicha quebrada de Chirivití".
En ese momento se supo que los indios que habían sido congregados
anteriormente en el pueblo viejo se habían trasladado al otro lado del río
Suárez, facilitando la apropiación de sus antiguos resguardos por el
encomendero. Esto había ocurrido porque Sebastián Quintero Príncipe,
estanciero del valle de Cuyamata, convenció a estos indios para que
trasladaran el pueblo al otro lado del río Suárez, en el sitio de su estancia,
donde él les donaría el sitio que escogiesen. Trataba así de unir la fuerza
de trabajo del pueblo con su estancia, y comisionó a Rodrigo Zapata,

-57 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

escribano de la visita de 1617, para que le tramitara en la Real Audiencia


la licencia necesaria para legalizar el traslado, pese al mandato en contra
emitido por el visitador. Debió de obtenerla, porque en 1631 el corregidor
de los indios de Vélez declaró que el traslado de Chanchón al valle de
Cuyamata se había realizado con mandato de la Audiencia y sin
contradicción de persona alguna.
Pero algo debió de ocurrir en 1631, cuando Francisco Lorenzo
Matamoros, vecino de Vélez, le compró la estancia a Quintero. Por los
daños que sus ganados le hacían en las sementeras de los indios, éstos le
siguieron pleito en la Audiencia con resultado adverso, pues aquel pudo
probar fácilmente que el valle de Cuyamata había sido un lugar de correría
de los indios yareguíes, y que los de Chanchón era originarios del otro
lado del río Suárez, de tal modo que no tenían resguardos legales en dicho
valle. En el pleito los indios, encabezados por el cacique don Pedro y el
capitán Diego Chiro, perdieron su derecho a la tierra de Cuyamata y
regresaron al sitio del resguardo original "encima de la quebrada Chirivi tí
(124)". Para entonces era cura doctrinero el presbítero Francisco Sánchez,
quien le había comprado al encomendero una estancia de ganado mayor
en el sitio del Batán, del llamado páramo de Chanchón, lindera con otras
estancias de Franco de Velasco (125).
El 20 de junio de 1751 fué extinguido el pueblo y los indios trasladados
al de Guane. Elevada una consulta al arzobispo de Santafé para el traslado
de las alhajas e imágenes de la iglesia de Chanchón al pueblo de reduc­
ción, se conceptuó afirmativamente, dado el despoblamiento de los indios
de Chanchón por una epidemia de viruelas y el traslado de los blancos
agregados a la parroquia del Socorro. Así pues, los indios llegaron a
Guane cargando su imagen de Santa Lucía, la cual llegó a convertirse en
patrona del pueblo anfitrión (126).
Las tierras del resguardo fueron vendidas en ese mismo año a don Juan
A. Maldonado por 1.425 pesos.

2.2.2.2. Charalá
El oidor Lesmes de Espinosa Saravia ordenó en 16171a congregación de
los indios de los pueblos de Chalalá (50 indios encomendados al capitán

~ 88 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Pedro Cálvele) y de Táquiza (144 indios encomendados a Diego Ortiz


Gaicano) en el sitio de Chalalá, donde también debían de agregarse los
indios de las estancias e ingenios cercanos, en un valle muy fértil y Heno
de cañaverales y frutales.
Diego Ortiz fué comisionado como juez poblador para vigilar la traza
urbana y fabricación de la iglesia. Se agregaron al pueblo 16 indios
casados y sus familias que procedían de Coromoro y trabajaban en una
estancia de don Francisco, 9 más y sus familias de la estancia de Juan
Durán de la Parra, y la misma cantidad de la estancia de doña Catalina
Vaca, más 10 familias de las estancias de Juan Mejía y Acacio Durán de
la Parra.
Los linderos del resguardo adjudicado en una vega junto al rio Píenla
fueron dados en 1642 a petición de los dos caciques congregados por el
visitador Diego Maldonado Carrasquilla, quien encontró pani esa fecha
en el pueblo la siguiente población:
-En la parcialidad de Chalalá, encomendada a doña Jerónima de Angulo
y Bustamante (esposa del contador real Francisco de Acuña), el cacique,
4 tributarios, 3 reservados, 10 mujeres y sus familias,
-En la parcialidad de Táquisa, encomendada a Lorenzo Benito/., el caci­
que, 10 tributarios, 3 reservados, 4 forasteros y 121 indios de chusma.
Así pues, Maldonado Carrasquilla les adjudicó por resguardos
"desde una loma que se llama Ulachogual, que es la que divide los
linderos de dicho pueblo de Táquisa y Charalá (respecto) del de Guacha
y Coromoro, cortando la loma abajo por un monte pequeño que está en
ella a dar al río Charalá, y el río abajo hasta la junta del río Píenla y
Charalá, y luego el río arriba de Píenla, hasta dar a un lado de tres brazos
que llaman el vado de don Pedro Sermita, y cogiendo por la orilla del
monte de una vega que hace orilla del río desde el dicho vado volviendo
a dar a un llano que está sobre el vado del río Píenla, por donde pasa el
camino real que viene a la dicha ciudad de Vélez y a Chanchón, el cual
dicho llano se les dá para ejido y potrero, el remate del dicho llano la loma
arriba a topar con la loma que divide los dichos linderos de su resguardo
y los de Coromoro...que es el primer lindero que queda señalado (127)".
A pesar de que durante la visita del licenciado Jacinto de Vargas Cam­
puzano se expulsaron los invasores del resguardo, la presión de los

- 89 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

colonos sobre ellas promovió varios pleitos en defensa de las tierras


indígenas.
La fertilidad del valle de Chara! á y su vocación para ingenios y trapiches
de caña de azúcar, algodones y frutales, concentró desde muy temprano
la colonización del vecindario de Vélez y Tunja, quienes movilizaron
indios de sus encomiendas a las estancias, hatos e ingenios que es­
tablecieron. La movilización de esta energía laboral de los cacicazgos de
Coromoro, Sumita, Guacha, Chalalá y Táquisa hacia las empresas
agropecuarias de dichos colonos ha provocado dificultades para iden­
tificar la etnia del cacique Chalalá, tradicionalmente considerado como
parte de la etnia guane. Sin embargo, su cercanía a los caciques netamente
muiscas (Coromoro, Guacha, Táquisa y Sumita) y la congregación inicial
de sus indios a la doctrina de Guacha producen dudas sobre la versión
tradicional. Una investigación especial podría resolver estas dudas.

2X23. Chipatá
En 1617, cuando el oidor Lesmes de Espinosa Saravia ordenó lisiar las
encomiendas del vecindario de Vélez, se vió que en Chipatá existían 59
tributarios y un total de 275 indios encomendados a Pedro Calvete,
probablemente todos de la etnia muisca.
El visitador Diego Carrasquilla Maldonado adjudicó en 1642 los resguar­
dos a los indios del pueblo de Chipatá
"de la quebrada que baja de los salitres que están por bajo de los
aposentos que fueron de Juan Arias Calvete, saliendo de la dicha quebrada
por una cañada arriba a dar a la loma de la ramada de don Francisco de
Solórzano, la loma arriba a dar al Bermejal, que está encima de la casa de
Roque, indio, y por encima del Bermejal, cortando esta quebrada, a dar a
una loma redonda de un cascajal negro, y de este cascajal loma arriba a
dar al camino que lleva a Vélez, y este camino atravezando el llano por
bajo de la estancia de Agustín Mateos, a dar a la quebrada del Batán por
bajo del salitre, y saliendo de dicha quebrada a dar al Carrizal que está
debajo del volcán grande de Chipatá, y de allí a una mesa alta que está
frente a los aposentos del capitán Juan de Olarte Angulo, alférez real de
Vélez, y ladera abajo a las labranzas que fueron del capitán Francisco de

-90-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Olarte, y cortando el llano hasta los aposentos de Andrés de Acolas, junto


a la lagunera, y de ésta a la quebrada del Batán, y ella abajo a la quebrada
del primer lindero, que se juntan enfrente del volcán grande (128).”
En abril de 1670 los indios del pueblo fueron visitados por Jacinto de
Vargas Campuzano, quien levantó un padrón de las parcialidades que
habían constituido el pueblo con reducción:
Padrón de los indios del pueblo de Chipará, 1670

Parcialidad Enco-mendero Trib. Res. Aus. Chusm Total


a
Chipatá Luisa de Guevara 55 9 25 244 335
Tubabita Luisa de Guevara 17 5 6 67 95
Horta Rodrigo de Forrea Morales 12 3 6 62 86
Yariquíes Pedro Chacón 4 19 24
Marahata y Juan BauLista de Olarte 3 5 8
anexos
TOTALES 91 17 37 397 548
Fuente: AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, item 9.
Visto este padrón, al cual se agregan 6 indios forasteros que aquí vivían,
se averiguó que el doctrinero era fray Marcos Xuarez OFM y que la
parcialidad de los indios del apellido yareguíes habían pasado a Alvaro
Chacón de Luna, hijo de Pedro Chacón Arroyo y alférez real de Vélez.
El visitador ordenó a los indios que hiciesen labranzas de comunidad y
que establecieran una Caja de Comunidad para guardar el producto de la
venta del maíz allí cosechado, el cual se gastaría en objetos eclesiásticos,
cuidado de enfermos y pago del tributo de los indios ausentes.
En 1691 los indios pugnaban por la expulsión de los invasores de las
tierras del resguardo y solicitaban nueva posesión en ellas. Hasta enton­
ces, el cabildo indígena se constituía por un gobernador, un capitán y un
alcalde por cada una de las parcialidades congregadas.
En mayo de 1759 el corregidor de naturales de Vélez informó que en el
pueblo de Chipará cobraba demoras a 32 indios tributarios (solo uno de
ellos pagaba media demora) por un valor anual total de 189 pesos. De

■ 91 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

ellos pagaba 188 pesos por estipendios al doctrinero, fray Carlos Escobar
OFM.
En agosto de 1778 el pueblo fué visitado porel fiscal Francisco Antonio
Moreno y Escandón. El cabildo le informó que pagaban sus tributos con
el fruto cosechado en sus resguardos, especialmente maíz y frutos de
tierras templadas. Además del sostenimiento de las tres cofradías
celebraban las fiestas de Nuestra Señora de los Dolores, Jesús Nazareno
y Santiago. Eran 50 tributarios, 10 funcionarios de república y un total de
294 almas. En las tierras del resguardo vivían unos 8 mestizos casados
con indias. El cabildo solicitó una ampliación de éste hacia la parte de la
peña del Batán, hasta dar al Picacho, en tierras realengas.
El visitador escogió a este pueblo como sede de la reducción de los
pueblos de Guepsa, Platanal, Guabatá y Chitaraque, los cuales extinguió
para no dejar sino un solo pueblo de indios en la jurisdicción de la ciudad
de Vélez. Porello concedió la ampliación del resguardo solicitada durante
la visita y comisionó al gobernador de Chipatá, don Rafael Arias, para la
fabricación de los nuevos bohíos que albergarían a los transterrados.

2.2.2.4. Chitaraque
En 1617, cuando se produjo la visita de Lesmes de Espinosa Saravia, el
encomendero de Chitaraque y Poima era Juan Pérez Galván. En Poima
se encontraron 14 tributarios y un total de 73 indios.
Aunque se ordenó que los indios de Chitaraque se agregasen al pueblo
viejo de Poasaque, no fué cumplida la orden y en cambio los indios de
Poyma se redujeron al de Chitaraque.
En mayo de 1759 el corregidor de naturales informó que en este pueblo
aún existían 14 tributarios que pagaban una demora anual de 186 pesos,
de los cuales se pagaban 84 pesos por estipendios al doctrinero, el maestro
Baltazar Jurado y Pedrajas.
Cuando el fiscal Moreno y Escandón visitó el pueblo, en agosto de 1778,
encontró 15 tributarios, 6 funcionarios de república y un total de 187
almas. Cultivaban en las tierras del resguardo maíz, yuca, caña de azúcar
y demás frutos de tierra templada, y en él estaban asentados 24 vecinos

-92 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

con sus familias, casas y labranzas. Este grupo se consideraba fcligresado


de la capilla de Santa Ana, donde regularmente permanecía el doctrinero.
Vista la posibilidad de que Santa Ana se erigiese en parroquia, el visitador
ordenó la extinción del pueblo y la reducción de sus indios al pueblo de
Chipatá.

2.2.2.5. Curití
Estos indios fueron encomendados a don Juan de Olarte, vecino de Vélez,
y luego pasaron a su mujer, doria Ana del Castillo.
En 1617, durante la visita practicada por el oidor Lesmes de Espinosa
Saravia, se ordenó a los 129 indios que constituían este pueblo que se
redujesen al pueblo de Moncora. Pero algunos de ellos debieron per­
manecer en el asiento original, quizás sonsacados por los estancieros que
se asentaron en el sitio después de la visita.
Según una versión muy tardía, recogida por el visitador Francisco An­
tonio Moreno y Escandón en 1778, este pueblo se habría constituido por
unos indios guanes de encomienda ¿pe se casaron con indias yariguíes,
de tal manera que las tierras del resguardo no se habrían originado en una
concesión realenga sino en una donación hecha por'el capitán Alonso
Sarmiento (129). Aunque estos indios habían recibido la orden de
reducirse al pueblo de Moncora en 1617, habrían seguido en posesión de
la estancia que les había sido donada, de tal modo que habrían podido
mantener doctrinero propio. Ello fué posible por la agregación de un buen
número de familias blancas y mestizas a la docLrina, calculadas en 1778
en "más de 200 padres de familia". Todavía en marzo de 1777 pedían
agregación a la iglesia doctrinera algunos feligreses que poseían tierras
cercanas al resguardo y que no querían ser feligreses de los párrocos de
San Gil y Barichara. Con gran claridad jurídica argumentaron que
"no obstante de que por reales disposiciones se prohíbe la agregación
y mixturación de los españoles entre indios naturales y en sus resguardos,
precediendo de que en este Reino y Arzobispado ésto está permitido
libremente por el procomunal beneficio que en algunos pueblos reciben
los tales españoles, especialmente en lo que toca a lo espiritual, sin que
por esto se invierta ci orden político y buen gobierno, pues a unos y a

- 93 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

otros les queda siempre la correspondiente administración de justicia con


separación de clases, de arreglo a la práctica in concurra que impide y
pone remedio a la dicha mezcla (130)".
Sin embargo, el procedimiento ya no se usó más en Curití, por cuanto el
visitador Moreno y Escandón extinguió en junio de 1778 definitivamente
el resguardo y conminó al vecindario a erigir parroquia en el sitio,
mientras que los indios fueron reducidos a Guane. En este momento
quedaban en Curití 34 tributarios y un total de 231 indios, mientras que
los blancos y mestizos ascendían a 200 cabezas de familia con 719 almas
de comunión.
Pero esta orden no fué cumplida, y el pueblo y su resguardo siguieron en
pié hasta 1786, cuando efectivamente se produjo la erección parroquial
de Cuntí. Solo hasta ese momento, y para los efectos del remato de las
tierras del resguardo extinguido, fué que se hizo una delimitación de ellos.
Lo más probable es que los indios siguieran viviendo en la parroquia corno
feligreses.
El caso del pueblo de Curití es especial, por cuanto se trata de una
convivencia muy estrecha de indios, blancos y mestizos en un sitio desde
época muy temprana. En 1784 los indios argumentaron que
"desde la creación de dicho pueblo siempre ha habido en él mezcla,
libre y franco comercio con los españoles, viviendo y morando ellos en
el dicho resguardo...cuya inveterada mezcla ha sido, es y será siempre del
mayor beneficio para todos los naturales...se reconoce que no solo hemos
morado con los blancos, sino que la mayor parte del pueblo está casado
con los de aquella clase (131)."
Así pues, Curití es el mejor ejemplo de la convivencia estrecha de los
blancos y mestizos en una "república de los indios".

2.2.2.6. Guavatá
Este pueblo fué constituido por la congregación de los pueblos de Guavatá
y Popoa, a los cuales se agregaron los de Pabachoque e Iroba. Su cabildo
siempre mantuvo los tres gobernadores de las tres parcialidades
reconocidas, amén de los tres alcaldes, dos fiscales y un sacristán.

- 94 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Don José Marcos Ramón, corregidor de naturales de la jurisdicción de la


ciudad de Vélez, informó en mayo do 1759 que, de acuerdo a sus listas
de tributarios, requinleros y forajidos, existían en el pueblo de Guavatá
42 tributarios: 34 de ellos pagaban demora completa (6 pesos y 2 reales
anuales), 4 solo media demora y los 4 restantes eran requinteros (4 pesos
y medio anuales). De este modo, la demora anual del pueblo ascendía a
234 pesos. De esta suma el corregidor entregó a fray Pedro Chacón OP,
cura doctrinero, 204 pesos y medio por razón de sus estipendios y el resto
pasaba a las Reales Cajas (132).
La Orden de Predicadores ejerció siempre la administración de esta
doctrina. Durante la visita del oidor Verdugo y Oquendo se redujeron a
este pueblo los indios de Guepsa, pero al parecer no tuvo efecto la orden,
pues Moreno y Escandón decidió el traslado de aquellos indios al de
Chipatá. En agosto de 1778, cuando este último visitador llegó al pueblo
encontró la situación siguiente: ■
-En el pueblo de Guavatá y Popoa existían 60 tributarios, 12 empicados
de república, y un total de 490 almas. Dentro del resguardo solo vivían
agregados 4 vecinos y otros casados con indias, sin perjuicio del derecho
de los indios a él.
-Tenían arrendado por 20 pesos anuales el potrero de la Iglesia a don José
Beltrán Pinzón y seguían un pleito contra don Vicente Vanegas por
invasión de una estancia vecina al sitio de Telechar.
-Cultivaban maíz, caña de azúcar y frutales de tierra templada, con cuya
venta pagaban su demora personal de 6 pesos y 2 reales.
-Además del sostenimiento de las tres cofradías de norma celebraban las
fiestas del señor de Popoa, de Santa Bárbara y de la Candelaria.
Vista la información, Moreno y Escandón expidió un auto en Tunja (8 de
septiembre de 1778) ordenando que se extinguiese este pueblo y que sus
indios se redujeran al de Chipatá.

2.2.2,7. Guane
La provincia etno-cultural Guane fué identificada por fray Pedro Simón
con la siguiente localización geográfica: 20 leguas al oriente de la ciudad

- 95 -
REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

de Vélez, en terrenos pedregosos, secos y de buen temple. Sus 12 leguas


de circunferencia se demarcaban "desde una cordillera que corre norte-sur
hacia la parte del este, la cual corta el río de Sogamoso para pasar al río
Grande de la Magdalena, recibiendo primero cerca de esta tierra de los
guanes el río de Suárez, caudaloso, y otro que llaman Chalalá". De este
modo, los términos de la provincia se iniciaban en el río Oibita a la altura
de Cunacua (hoy Olival) y llegaban al norte hasta el río del Oro, incluyen­
do en su territorio a la Mesa de los Santos, "donde vivía el señor a quien
los demás de la tierra reconocían por tal llamado, llamado Guanentá
(133)".
En 1617, en el transcurso de la visita realizada por el oidor Lesmes do
Espinosa Saravia, se examinaron los pueblos que podían ser reducidos en
la provincia de Guane, siguiendo las agrupaciones ya constituidas por las
doctrinas (134). Los escogidos para reducirse a la doctrina de la provincia
de los indios guanes, de acuerdo a la recomendación de Pedro Ferrcr,
escribano de la visita, fueron los siguientes:
-Coratá y Macaregua, encomienda del capitán Sancho de Angulo, en­
cabezados por el cacique de Coratá, don Pedro,
-Butaregua, del capitán Francisco Forteade Morales, encabezados por el
capitán don Andrés,
-Guanentá, encomienda de dona Ana del Castillo, encabezados por el
cacique don Luis,
-Lubigará, de Juan Bautista de Olarte,
-Moncora, encomienda de Juan de Mayorga, encabezado por el cacique
don Luis,
-Chuagucte, 68 indios del capitán Juan de Ardila, quien los había
heredado de su padre Pedro de Ardila, encabezado por el cacique don
Pedro,
-Chanchón, con 136 indios del capitán Diego Franco de Vclasco, una vez
que se viniesen del otro lado del río Suárez, '
-Curití, con 129 indios y
-Los pobladores de 6 estancias de ganado mayor

-96-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Los indios principales enumerados reconocieron que hasta entonces lodos


vivían "en contorno de 6 leguas" y que escogían reducirse todos en el
pueblo de Moncora, por ser el mejor sitio de la provincia de Guane, donde
existía ya una capilla con la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe,
en donde los doctrinaba fray Alonso Ortiz Galeano OP.
Pero las presiones de los encomenderos obligaron al visitador a reducir a
todos estos indios en tres pueblos, del modo siguiente:
1- En el sitio de Macaregua se reducirían los 175 tributarios y 440 de
chusma que componían las parcialidades de Chuaguete, Coratá,
Macaregua, Guanentá, Lubigará y Butaregua, más los indios que vivían
en los hatos y estancias vecinas,
2- En el sitio de Moncora seguirían poblados los 120 indios de dicha
parcialidad, agregándose los indios que vivían en 12 hatos, 2 ingenios y
2 estancias, y
3- En Chanchón se reducirían los indios de su nombre, en el sitio que se
les había señalado previamente.
Así pues, fray Alonso Ortiz Galeano continuó su labor de doctrinero en
tres capillas distintas, si bien desde entonces se inició el proceso que
reduciría los tres pueblos de congregación a uno solo, que terminaría por
denominarse Guane (135). El libro sacramental más antiguo del archivo
parroquial de Guane pertenece al pueblo de Moncora y fué llevado por
Ortiz Galeano desde julio de 1619, pues el anterior a ese se quemó junto
con la iglesia de Moncora.
El cabildo indígena establecido en el pueblo de Moncora-Guane es quizás
el mejor ejemplo de buen funcionamiento durante el resto del tiempo
colonial santandereano. Durante su visita de 16 de mayo de 1623 al
pueblo, el arzobispo Hernando Arias de Ugarte confirmó en su oficio al
cacique de Coratá ("cacique en la ley de Dios y la de Su Majestad", pues
traspasó el mando al morir en 1641 a su hijo Francisco, "por heredar ahora
los hijos de los padres") y a los otros, pues hasta 1660 todavía pueden
encontrarse ejerciendo sus oficios los caciques de Macaregua, Butaregua,
Lubigará, Moncora y Coratá. Pero la novedad fué la introducción de los
"empleos de república" junto a las funciones heredadas. Así, encuna
representación de 1658 encontramos los oficios de gobernadores de

-97-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Moncora y de Guanentá, alcalde, fiscal de la doctrina, teniente de gober­


nador, sacristán, cantores y trompetero.
El pueblo se organizaba en parcialidades, y cada una de ellas se nombraba
"pueblo” y conservaba su cacique .y su capitán. Para 1730, sin embargo,
ya habían desaparecido los cargos hereditarios del cabildo, y el pueblo se
gobernaba por un gobernador, un alcalde y su teniente, un alcalde de la
Santa Hermandad y los gobernadores y fiscales que obligan a los indios
de cada parcialidad a asistir a las funciones de la iglesia y a la doctrina
infantil. El control del cabildo indígena corría a cargo del corregidor de
naturales del partido de San Gil.
Desde 1622, cuando 22 estancieros vecinos a Moncora le solicitaron al
arzobispo Arias de Ugarte que dicha capilla tuviese la calidad de parro­
quia, para que ellos no tuviesen que ir hasta Vélez a recibir los sacramen­
tos, se le dió facultad al doctrinero de dicho pueblo para administrar los
feligreses blancos y mestizos de su jurisdicción, en calidad de agregados,
llevándoles 2 fanegas de maíz anual a cada estanciero por concepto de
estipendios. Gracias a ello se facilitó la congregación de feligreses en la
capilla del pueblo de indios, hasta el momento en que tuvieron el número
suficiente para desagregarse y constituir parroquia independiente en
algín sitio donado, tal como ocurrió con las erecciones parroquiales de
Zapatona, La Robada y otras de la provincia. Las descripciones que se
hicieron de la capilla de Moncora-Guane siempre mostraban cómo los
bienes, campanas y sillas pertenecían a los dos grupos étnicos que se
reunían los domingos a la hora de la misa. Las cofradías situadas en dicha
capilla fueron uno de los elementos unificadores del feligresado que
terminó por desagregarse, con la anuencia del doctrinero, para levantar
las nuevas parroquias vecinas.
En 1656 fueron visitados los indios por el corregidor de Tunja, quien les
asignó como tributo del rey el trabajo de hilado de 30 arrobas de algodón.
Un año después, "en tiempos de la peste”, les ordenó el tejido de 40 piezas
de lienzo, si bien prometió pagarles-dicho trabajo. El exceso del trabajo
obligó a que los indios que estaban concertados en las estancias vecinas
tuvieran que ayudar con el hilado, de tal manera que el cabildo debió
quejarse en la Audiencia de los abusos del corregidor y de los comisarios
que enviaba el cabildo de Vélez. El incidente nos sirve para identificar la
especialidad laboral de los indios de estos pueblos, cual era el hilado del

-98-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

algodón y el fique para la fabricación de lienzo y alpargates. La tribulación


del siglo XVIII se expresa en cargazones de estos dos productos.
Los linderos de los resguardos de las parcialidades de Guane se señalaron
porel visitador Diego de Carrasquilla en 1635 y se ratificaron por el oidor
Francisco de Vargas Campuzano en 1670
"desde la loma de Lubigará a dar a la quebrada de Guaneóla y a la que
llaman de La Laja, y la dicha quebrada de La Laja abajo a dar a una
barranca bermeja, que está a la vertiente de la quebrada de Guanentá, y
de allí a dar y llegar donde entra al río de Suárez, hasta donde entra en él
la quebrada de Chuaguete, y por ella aniba a dar a la cingle que llaman
La Chorrera (136)".
Un cuadro demográfico de las parcialidades congregadas en el pueblo de
Guane y de su organización política fué suministrado en marzo de 1759
por don Manuel Ruiz de Cote, el corregidor de naturales y forajidos de la
villa de San Gil, tal como se presenta enseguida (137):
-Pueblo y parcialidad de Moncora:
-4 oficiales de república (Gobernador, teniente, capitán y cantor)
-20 tributarios
z- -Pueblo y parcialidad de Choagüete:
-1 oficial de república (Gobernador)
-19 tributarios
-Pueblo y parcialidad de Butaregua:
-5 oficiales de república (gobernador, capitán, alcalde, fiscal y
sacristán)
-57 tributarios
--Pueblo y parcialidad de Güanentá:
-2 oficiales de república (gobernador y capitán)
-9 tributarios
-Pueblo y parcialidades de Coratá y Macaregua:
-3 oficiales de república (gobernador, capitán y cantor)
-39 tributarios

-99-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

c -Pueblo y parcialidad de Lubigará:


-3 oficiales de república (gobernador, alcalde y cantor)
-4 tributarios
7 -Pueblo y parcialidad de Curití:
-6 oficiales de república (gobernador, capitán, alcalde, fiscal, sacristán
y cantor)
-33 tributarios
De este modo, el total de tributarios ascendía a 194, los cuales pagaban
cada uno una demora anual de 6 pesos en alpargates (60 pares) y un real
adicional para el pago de la protecturía de indios.
El visitador Moreno y Escandón visitó el pueblo en junio de 1778 y
aumentó los resguardos hacia la parte ele Chuaguete (linderos con
posesiones de los Gómez), con el fin de acoger a los indios de Curití que
se redujeron a éste y trajeron consigo un hato de 1.000 reses. Registró que
los indios cosechaban maíz, plátano, algodón, tabaco y otros frutos de
clima cálido, amén del fique indispensable para la elaboración de los
alpargates. Sostenían tres cofradías, cada una de ellas con su hato
ganadero, dando las limosnas en alpargates (5 medio pares).
Reconocieron que algunos españoles vivían en tierras del resguardo, pero
con licencia de los indios.
En ese momento se contaron 224 tributarios en las seis parcialidades, más
17 oficiales de república, 184 indias casadas, 468 chinos y chinas de
doctrina, 21 reservados por edad o enfermedad, para un total de 1.021
indios de toda clase en el pueblo más los 37 ausentes. El día 28 de junio
el visitador dictó un auto agregando los indios de Curití y Onzaga a éste.
La distribución de los tributarios en 1786 era como sigue:
-Moncora: 26
-Lubigará: 25
-Butaregua: 71
-Guancntá: 11
-Coratá: 53
-Chuaguete: 38

-joo-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Al total de estos 224 tributarios se agregaban los 17 oficiales de república,


184 indias casadas, 218 chinos de doctrina, 225 chinas de doctrina, 21
reservados y 132 párbulos, para un total de 1.021 indios de las 6 parcia­
lidades, lo que convertía a Guane en "uno de los más numerosos pueblos
del distrito (138)".
Cada gobernador de cada una de las seis parcialidades recaudaba anual­
mente de cada uno de los indios tributarios 60 pares de alpargates (que
valían 6 pesos), 4 pesos de requinto del rey y 20 reales de estipendio para
el cura. Era así, un pueblo de muy alta tributación.
Al ocurrir allí la Independencia, en septiembre de 1810, el cabildo de "la
provincia de Moncora y su matriz Guane" se conformaba por los 6
gobernadores de Moncora, Butarcgua, Guanentá, Lubigará, Coratá y
Chuaguete, por los alcaldes y capitanes de las parcialidades. Repre­
sentando a los 1.824 indios que constituían el pueblo consideraron
mancomunadamente "los asuntos más graves de nuestra excepción,
seguridad y firmeza de libertad civil, política y natural que hemos
recuperado desde la caída del tiránico gobierno que nos oprimía y tenía
esclavizados" y adhirieron a la Carta Constitucional emitida por la villa
del Socorro, en asocio con la villa de Banchara, y eligieron como
apoderado a don Ignacio Javier Carrizosa y Pradilla, para que los repre­
sentara en el Congreso provincial y les defendiera sus tierras de resguardo
en la circunstancia de la conmoción política. Se comprometieron ente
todos a defender el resguardo, oponiéndose a su división, "pues lo quieren
poseer en comunidad y han protestado no perjudicarse unos a otros en sus
propiedades que ahora tienen en las tierra, ni en sus animales", y a emplear
el producto de los arrendamientos de tierras en reparación de la iglesia,
obras pública y pago de maestros que instruyeran a la juventud (139).
Como siempre, estos indios demostraban que poseían el pueblo de indios
de mayor solidez de cuantos se congregaron en el actual Santander.
En el año 1821 su jurisdicción fué elevada a la condición de parroquia de
Barichara y en 1857 se le consideró distrito parroquial de la gobernación
del Socorro. Con la reforma constitucional de 1886 se definió como
municipio, pero ello solo duró dos años, ya que desde entonces se puso
como corregimiento de Barichara.

-101 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2.2.S. Guepsa
En mayo de 1759 existían 39 tributarios en este pueblo, sumados a los del
pueblo del Platanal, doctrina del doctor Manuel Calderón.
En agosto de 1778 el visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón
visitó el pueblo, encontrando en él la crónica separación de los indios en
dos parcialidades. Una de ellas se asentaba junto ala iglesia del pueblo y
la otra en el sitio del Platanal. Don Ambrosio Pisco era el teniente del
pueblo a la sazón, quien declaró que solo quedaban allí siete indios
tributarios. En los resguardos cosechaban caña de azúcar y frutos de tierra
templada, arrendando parte de ellos a unos 20 vecinos para poder recaudar
el dinero de los tributos. Un pedazo de tierra habían asignado al cura,
doctor Manuel Antonio Calderón, como pago de las limosnas a que
estaban obligados. El patrón el pueblo era San Roque.
Examinada la información, el visitador decidió extinguir el pueblo y
ordenó el traslado de los indios al de Chipatá (140).
En los primeros tiempos de la República los indios regresaron al antiguo
asiento del pueblo y recibieron parcelas de su antiguo resguardo. Sin
embargo, se sabe que en 1850 decidieron vendérselas al doctor Roque
Calderón por 340 pesos (141).

22.2.9. Oiba
Durante la visita de reducciones de indios guanes a pueblos que practicó
en 1617 el oidor Lesmes de Espinosa Saravia se ordenó que los indios de
Oiba y Cuyamata (91 tributarios encomendados al capitán Juan Angel de
Angulo) con los de Guayaca (20 tributarios encomendados al capitán Juan
de Mendoza) se debían reducir en el sitio donde se localizaban los
aposentos que habían sido de Sebastián Quintero, el primer encomendero
de Oiba, y en dicho pueblo se debían agregar los indios cercanos que
trabajaban en los ingenios, hatos y estancias, para un total de 407 indios.
Se dispuso que, por otra parte, los indios de Poasaque y Chimaná (48
tributarios encomendados a Francisco Franco de Velasco), Nemeseque y
Poima (14 tributarios y un total de 73 indios encomendados a Juan Pérez
Galván) se debían congregar en el pueblo viejo de Poasaque, donde
también se agregarían los indios de las estancias y trapiches.

-102 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Aunque los dos pueblos fueron edificados en sitios diferentes, por el


hecho de constituir una sola doctrina fueron considerados en los sucesivo
uno solo, es decir, el pueblo de Oiba-Poasaque. Al doctrinero se le
agregaron en 1636 los 20 negros esclavos del ingenio de San Bartolomé,
del capitán Juan de la Peñuela, vecino de Vélez, quien había hecho
construir una capilla junto al trapiche de su estancia (142).
Los resguardos de este pueblo fueron delimitados durante la visita prac­
ticada por Diego Carrasquilla Maldonado al comenzar el mes de agosto
de 1642
"viniendo de Chanchón hacia la quebrada de Guayaca, en el sitio de
la horca, y de allí al sitio del Calvario, single adelanto a tres piedras
grandes en la sabaneta, camino del puente, cortando la quebrada por
donde entra en el río de Oiba, y la quebrada Guayaca arriba hasta el primer
lindero de la horca (143)".
En marzo de 1670 fueron visitados por el licenciado Jacinto de Vargas
Campuzano, quien contó la población siguiente:
-EnlaparcialidaddeOiba,encomiendadelcapitán Juan Angel de Angulo,
54 indios (20 de ellos tributarios),
-En la parcialidad de Guayaca, encomienda del capitán Laurencio de
Laguna, 45 indios (13 tributarios),
-En la parcialidad de Poasaque, encomienda vaca, 48 indios (12
tributarios) y
-En la parcialidad de Chimaná (encomienda vaca), 31 indios (6
tributarios).
En esta ocasión se les ordenó hacer sementera de comunidad (de 2 fanegas
de maíz), cuyo producto ingresaría a la Caja de Comunidad para respaldar
los tributos de los indios enfermos y ausentes.
En 1753 los indios de Oiba fueron trasladados al pueblo de Chitaraque
por orden de la Audiencia, en una diligencia ejecutada por don Juan
Maldonado de la Zerda, teniente del corregidor de Tunja, y la capilla del
pueblo fué convertida en iglesia parroquial. Aunque el vecindario blanco
y mestizo no realizó en el Arzobispado las diligencias correspondientes
de la erección parroquial, el promotor fiscal de dicha Curia dictaminó en
1799 que ya no era necesario que las hiciesen, pues el evento de 1753

-103 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

podía interpretarse como una desagregación de lo? indios de la parroquia


de hecho.

2.2,2.10. El Platanal
El visitador Lesmes de Espinosa Saravia fué quien ordenó en 1617 la
congregación de indios en el pueblo del Platanal, a cargo de los
doctrineros franciscanos. Esta encomienda del Platanal, junto con la de
los indios de Santana, pertenecía a Juan Angel de Angulo y en el momento
de la visita sumaban 78 indios tributarios.
En 1758 aún se contaban 39 tributarios en este pueblo, sumados a los del
pueblo de Guepsa, ambos doctrina del doctor Manuel Calderón.
En agosto de 1778 el visitador Francisco Antonio Moreno y Escandón
recibió información de Antonio Arroyo, indio teniente de este pueblo que
siempre se había mantenido seprado del de Guepsa, pese a las repetidas
órdenes de su reducción a aquel, y se supo que las tierras de este resguardo
eran superiores a las de Guepsa, y por ello se habían mantenido allí.
Además de ello, es este pueblo existían 41 tributarios, 9 funcionarios de
república y un total de 285 almas, es decir, un número mayor que en
Guepsa. A pesar de ello, el visitador estaba ya decidido a extinguir los
dos pueblos mencionados, y así ordenó su reducción al de Chipatá.

223. LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE SALAZAR


DE LAS PALMAS
2.2.3.I. Santiago
El visitador Juan de Villabona Zubiauire redujo el 28 de diciembre de
1623 los pueblos de de Botija, Chañe y Sisoca al de Santiago,
asignándoles los resguardos correspondientes. Poco tiempo después de la
visita, el encomendero de Chañe y Sisoca, el alférez Juan de la Fuente,
invadió con sus ganados los resguardos del pueblo.
Las quejas dadas por don Marcos, el gobernador de Botija, promovieron
el interés del visitador Diego Carrasquilla, quien comisionó al capitán
Cristóbal de Araque Ponce de León, alcalde de Pamplona, para visitar el

-104-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANÍANDER

pueblo de Santiago y repoblarlo, aumentando incluso las tierras de


resguardo. El capitán Araque practicó la visita durante el mes de octubre
de 1642 y describió el estado de la congregación (144);
-Los pueblos de Botija, Chañe, Sisoca, Mocomocos y Yugueríes con­
tinuaban congregados bajo el mando del gobernador de Botija al rededor
de una iglesia de madera,
-Los bohíos de los indios de Botija eran 6, los del cacique de Chano y
Sisoca 5 y los de la encomienda de Juan de Porras solo uno,
-Los indios cultivaban maíz, yucas, batatas, apios, caña dulce, tabacos,
fríjoles, ahuyamas, frutales y legumbres,
Procedió luego a señalar el sitio del pueblo en el sitio de Andrés de Ibarra
y asignó tierras de resguardo a los indios sujetos a los caciques Salomé,
Criscuaraza, Chañe, Sisoca, Botija y a los indios de apellido Mocomoco,
Ordenó también el desalojo del invasor, pero como un indio sobornado
declaró que tenían muchas tierras, los hijos de la Fuente permanecían en
el resguardo todavía al año siguiente.
Para finales del siglo XVII estos indios eran doctrinados conjuntamente
con los del pueblo de Arboledas por un fraile franciscano, y la mayor parte
trabajaba en los trapiches y cacaguales de los vecinos de Salazar de las
Palmas. Cuando se preparaba, en 1776, la visita de Moreno y Escandón,
se le informó que el pueblo de Santiago ya estaba totalmente extinguido.
En su lugar existía una viceparroquia de blancos.

2.23.2. Limoncito de los motilones


Este pueblo fué el fruto de una misión de evángelización de indios
motilones que se estableció en la segunda mitad del siglo XVIII no muy
lejos de la parroquia de San Cayetano. Al comenzar el siglo XIX estos
indios le solicitaron al alcalde ordinario de Salazar de las Palmas una
certificación que les permitiera demostrar que el tejar y un homo de
producción de c^Tera de ellos, para defenderse del robo de leñas con que
alimentaban él homo que les había hecho un vecino de Maracaibo
apellidado Pérez, quien se había asentado en un bohío de su pueblo con
licencia del fundador de la Misión. Después de quemarle el bohío, para

-705-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

que no les robase nada más, obtuvieron del fiscal de la Audiencia un


mandato de castigo contra Pérez (145).

2.2.4. LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE OCAÑA


2.2.4.I. Brotaré
La doctrina de este pueblo fué administrada por la Orden de los Ermitaños
de San Agustín, cuyo convento fué asentado definitivamente en Río de
Oro.
Los indios del pueblo de Nuestra Señora de Chiquinquirá de Brotaré
obtuvieron del virrey Solís una real provisión (fechada el 3 de septiembre
de 1757) que ordenaba ponerlos en posesión de una legua de tierras de su
resguardo, conforme a lo mandado por la Ordenanza octava del cuarto
libro de las leyes municipales españolas relativas a las labranzas y ejidos:
"Los sitios donde se han de formar pueblos y reducciones tengan
comodidad de aguas, tierras y montes, entradas y salidas y labranzas, y
un ejido de una legua de largo donde los indios puedan traer su ganado
sin que se revuelva con otros de españoles."
Una vez amparados en sus resguardos, solicitaron que se deslindaran
respecto de los dos pueblos siguientes, diligencia que fué practicada
durante el mes de febrero de 1800 por orden de la Audiencia. Realizó la
diligencia don Joaquín José Rizo, corregidor do Ocaña, quien se esmeró
en medir la legua de tierras que se les había asignado como resguardos
hasta la boca de la quebrada de Brotaré (146).
En este año los indios matriculados en el pueblo ascendían allí), de los
cuales solo 30 eran tributarios, 12 estaban ausentes, 4 eran reservados y
3 empleados del cabildo indígena.
Luego de sostener un pleito con el vecindario del sitio de Estancia Vieja
que se erigió en la parroquia de El Carmen probablemente durante el año
de 1808, la existencia de este pueblo se pierde documentalmcnte.

-106-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2.4.2. La Loma
En 1769 se le adjudicaron resguardos a este pueblo, al anterior y al
siguiente. Los conflictos por no haberse practicado la delimitación
promovieron la petición del año 1777, en la que los indios solicitaban la
delimitación de tres resguardos distintos, en conformidad con lo que hasta
el momento cada pueblo había poseído. Esta diligencia de deslinde y
asignación de una legua de tierras de resguardos del pueblo de San Juan
Crisóstomo de La Loma fué realizada en febrero del año de 1800 por el
corregidor de Ocaña, don Joaquín José Rizo.

2.2.4.3. Carasica
El 14 de julio de 1769 le fueran asignados los resguardos a este pueblo,
pero solo hasta febrero de 1800 el corregidor de Ocaña, don Joaquín José
Rizo, practicó la diligencia de deslinde de los resguardos del pueblo de
San Antonio Abad de Carasica
"desde la cruz del lecho tomando la loma de la Porquera, que
desciende deTuneba, cogiendo ala izquierda hasta dar a la boca del monte
de la resina, pasando por el chuscal hasta dar a la hoyada del Aguila, y de
aquí volviendo por el cerro del pueblo viejo, pasando por el cerro de
Chamorro hasta dar con las juntas de la quebrada del Río del Oro y
Carpintero, subiendo el cerro de San Jorge hasta el pantano que confina
con los resguardos del pueblo de La Loma, hasta las tres cruces (147)".
En total se les midieron 19.100 varas castellanas de resguardo, y los indios
declararon su conformidad con la medida y su satisfacción porel deslinde,
útil para evitar las peleas con los pueblos contiguos, pues desde que se
les habían adjudicado resguardos a los tres pueblos de la jurisdicción de
Ocaña se habían presentado problemas.

2.2.4.4. Otros
Según el informe presentado en 1776 por Joaquín Fondcvilla (teniente de
corregidor de Pamplona) y Pedro Agustín de Peralta (sargento mayor de

-107 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

milicias en la misma), se habían creado durante el siglo XVIII otros


pueblos de indios reducidos a misión, nombrados:
-Buenavista
-Pueblo Nuevo de Boquiní
-Aspasica, en confines con las montañas de los motilones.
A estos hay que agregar el pueblo de Nuestra Señora de Chiquinquirá de
la Palma (Hacarí), fruto de una reducción de motilones autorizada a Isidro
Garay en 1788. En 1803 este pueblo se componía de 97 indios traídos del
Catatumbo; entre los cuales había 18 matrimonios con 37 hijos.

2.2.5. LOS PUEBLOS DE LA PROVINCIA DE TUNJA


2.2.5.1. Tequia
Los indios de "la provincia de las quebradas do Tequia" -probablemente
de la etnia chitarera- fueron originalmente encomendados al capitán Juan
Rodríguez Parra, y a su muerte pasaron a su viuda doña Catalina López,
junto con la estancia de Valero y las encomiendas de Chicamocha y
Viracusa. Con el tiempo, la administración de todos estos indios pasó a
las manos de su segundo esposo, el también viudo don Antonio de Enciso.
La congregación de los indios de Tequia en pueblo puede remontarse a
los tiempos de la visita del capitán Melchor Vásquez Campuzano, y su
doctrina e iglesia eran tan antiguas como la presencia de los dominicos
en la zona.
Durante la visita del licenciado Luis Enríquez, en 1602, debieron recibir
la delimitación de sus resguardos, pues casi inmediatamente se percibe la
acción de su encomendero, don Antonio de Enciso, vecino de Tunja, para
obtener del cabildo de dicha ciudad una merced de dos estancias de
ganado mayor en las tierras liberadas por la congregación de sus indios
(148). Este visitador contó en aquel momento 90 indios tributarios más
sus familias, y planteó la duda que le producía la deficultad de congregarlo
con otros, dada sus lejanía a otros y su ubicación en los límites déla ciudad
de Tunja con los términos de Pamplona. En ese momento, Tequia con­
formaba con los pueblos de Soalá, Susacón, Onzaga, Chicamocha, Susa,
Guacha, Súmita, Coromoro y otros el partido de Ceniza (149).

-108-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En 1623, cuando se produjo la visita de don Juan de Villabona Zubiaurre,


se contaron 74 indios tributarios en el pueblo, que seguía encomendado
en don Antonio de Enciso. Este ordenó su reducción al pueblo de Scrvitá,
y efectivamente después de quemarles sus bohíos éstos se asentaron en
el pueblo de reducción señalado. Sin embargo, la resistencia opuesta por
don Simón, el cacique sucesor, apoyado porel encomendero, tuvo su éxito
en el auto dado por la Real Audiencia el 30 de agosto de 1624, por el cual
se anulaba la orden del visitador y se restituían los resguardos antiguos,
ordenándose la edificación de una nueva iglesia en el mismo sitio donde
se había ordenado la quema de la antigua y la administración de su
doctrina a los dominicos.
En 1631 don Antonio, gobernador del pueblo, se querelló en la Audiencia
contra Enciso por expropiación de tierras del resguardo y negativa a
pagarles 800 pesos de jornales, amén de otros agravios. Esta comisionó
al corregidor de naturales de Duitama, don Juan de Ayala Maldonado,
para que les posesionara en sus resguardos y los desagraviara. Este les
amojonó un globo de tierras de 1.300 varas cuadradas en los sitios
llamados Chucaboca, Sapalo, Cocleba y Nenculia, considerando que eran
suficientes para los 66 tributarios y 30 reservados que halló en 1632.
Cuando el visitador Juan de Valcárcel llegó a visitar el pueblo en 1635
pudo constatar que en ese momento aún estaban encomendados en Enciso
y que la población del pueblo era de 360 indios, de los cuales 60 eran
tributarios, 17 reservados (incluido el cacique) y 16 estaban ausentes en
otros pueblos. Visto el número de indios, Valcárcel les volvió a señalar
por resguardos
"desde la puerta de la iglesia de tapias hacia el poniente, a un peñasco
alto llamado Palola, hasta el mojón que había puesto Juan de Ayala, para
un total de 13 cabuyas (1.300 pasos), tierra de páramo. Porel otro lado
de la iglesia hasta el camino real que va ai pueblo de Molobobita (sic),
hasta el mojón llamado Chicauota, por todo 16 cabuyas (1.600 pasos),
hasta la quebrada Sccabalía. De la espalda de la iglesia, 15 cabuyas hasta
el mojón Cocaligua, tierra buena para sus labranzas de trigo, maíz y papa.
Porel otro lado, 14 cabuyas hasta el cerrillo junto al río que baja de Scrvitá,
en el sitio Menculia (150)". Para labranzas de Comunidad los agregó un
pedazo de tierra en el sitio de Tupalaque.
En esta ocasión aconsejó a los indios que cercasen las tierras resguardadas
para proteger sus sembrados de los daños de ios ganados (yeguas, burros

-109 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

y vacas) de los estancieros vecinos, don Antonio de Enciso, Jerónimo de


Useche y Cristóbal Jaimes Calderón.
En 1688 la cuenta de los contribuyentes al estipendio mostró que existían
para entonces 78 indios tributarios.
Para entonces, Tequia se inscribía en el corregimiento del partido de
Duitama.
En agosto de 1778 el visitador Moreno y Escandón propuso al virrey que
se mantuviera la existencia del pueblo de Tequia, parte de la jurisdicción
del corregimiento de Sogamoso, y que a él se redujeran ios de Guaca,
Scrvitá y Carcasí, pero pasándolo a la jurisdicción de Pamplona, por
quedar más cerca que a Sogamoso. Argumentó que ello los beneficiaría
a todos porque los resguardos de Tequia eran abundantes y fértiles, amén
de su ventajoso situación para el comercio. Aunque el proyecto no se
realizó por la resistencia que opusieron los pueblos destinados a reducirse
a éste, el visitador logró sin embargo el traslado de los indios del
extinguido pueblo de Cácota de Suratá. Pero cuando estos indios llegaron
a Tequia en este mismo año dijeron que la especialidad de sus 61 indios
tributarios era la fabricación de sombreros y que, como ellos solo sabían
cosechar trigo, preferían regresarse a su pueblo, tal como en efecto
realizaron.
En 1791 los indios de Tequia todavía conservaban las ti erras del resguardo
y pugnaban por recuperar las tierras de Conuco y Tierra Blanca,
hipotecadas en 1700 por el capitán Enciso en favor del convento de las
clarisas de Pamplona, quizás como prenda de algún censo tomado a rédito
(151).
La especialización laboral de los indios de este pueblo en la fabricación
de sombreros de paja fué reconocida por Basilio Vicente de Oviedo en su
informe sobre los curatos de la provincia de Tunja (c. 1761), quien
observó que pese a la calidad de las tierras del resguardólos indios estaban
dedicados por completo a la producción y comercialización de sombreros
a mediados del siglo XVIII.

-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2,2.5.2. Coromoro
Durante la segunda mitad del siglo XVI los indios de Coromoro fueron
encomendados al bachiller Pedro de Valdclomar, vecino de Tunja. En el
momento de la visita de Luis Enríquez, en 1602, los 124 tributarios y sus
familias ya estaban congregados en pueblo, lo cual no fue obstáculo para
que este visitador ordenara que se redujesen al pueblo dcSumila, también
de la jurisdicción del partido de Ceniza en la ciudad de Tunja.
AI morir Valdclomar la encomienda pasó en 1614 a su nieto Vargas, quien
también heredó de su padre (Francisco de Vargas) la hacienda de
Coromoro. Al parecer, los indios no se redujeron a Surnila sino que
permanecieron junto a la hacienda de su encomendero, quizás protegidos
por éste (152).
De acuerdo a la tasa de tributos impuesta en 1602 por Enríquez, estos
indios se especializaban en el tejido de mantas de algodón (153).

2.2.5.3. Onzaga
Los cronistas tempranos, como fray Pedro de Aguado, siempre
reconocieron que los indios de Onzaga, Susa, Chicamocha y Soalá eran
de la etnia muisca, si bien en la lengua podían diferir en algo (154).
En 1577, cuando la Real Audiencia retasó la demora en 657 mantas
anuales de algodón blancas de la marca y 182 mantas de lana a los 364
indios tributarios que entonces existían, se vió la especializaron laboral
de estos indios, común a toda la etnia muisca.
En 1602, cuando fueron visitados por el licenciado Luis Enríquez, se
encontraron 145 indios tributarios encomendados a Hernando Malcus,
vecino de Tunja, a los cuales se les impusieron 290 mantas de algodón de
demora y 58 más por el requinto. Antes de Mateus había sido en­
comendero su padre, Miguel Sánchez, quien había recibido el título de
Miguel Diez Armendárizen 1547.
El padrón que se levantó entonces nos indica que en Onzaga se habían
reducido ya cuatro pueblos antiguos (Onzaga, Mogolcs-Partisbota,
Ubacotc y la capitaneada por don Diego Ganivila), de tal manera que la
jerarquía étnica se centraba en el cacique de Onzaga y tres capitanes

- Mi -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

principales. Resultaron, además de los 145 tributarios, 15 indios ausentes,


12 reservados y 313 mujeres y muchachos, para un total de 489 indios de
todas las clases (155).
En ese momento la doctrina de Onzaga era administrada por fray Pedro
de Quiñones OP, quien tenía hecha una iglesia de bahareque y paja. Le
había precedido en la doctrina fray José de Mérida OP, quien permanecía
seis meses en Onzaga y seis meses en Susa. Fray Quiñones estuvo de
acuerdo con la reducción de los pueblos de Onzaga, Susa y Coromoro a
un solo pueblo, para que todos tuviesen doctrina completa. Informó que
los indios le daban al encomendero las mantas tasadas, le sembraban una
y media hanegas de maíz, una sementera de lino y le cuidaban un hato de
ganado que le producía 4 quesos diarios. Mateos repartía algodón entre
todas las parcialidades de Onzaga para que lo hilasen y tejiesen mantas
en "una ramada que tiene hecha en el pueblo". Los indios eran "muy
buenos tejedores de mantas" de algodón y de lana, amén de mochilas, y
sembraban papa, maíz, yuca, ahuyamas, batatas, frijoles, fique y otras
raíces de tierra caliente. También hacían petacas.
Habiendo visto las visitas de Soatá (120 tributarios, encomienda de la
Real Corona), Chicamocha (40 tributarios), Onzaga (145 tributarios),
Susa (encomienda de Juan de Sandoval) y Susacón (50 tributarios,
encomienda de Antonio Bravo), Enríquez ordenó que iodos destruyeran
sus pueblos y se poblaran en uno solo en el llano de Soalá, en virtud de
las reales cédulas que mandaban que los pueblos pequeños debían de
formar unos pocos grandes. Comisionó a Juan Camacho y a Antonio de
Urrego como jueces de población, dándoles 50 días de plazo para el
cumplimiento de los mandado.
La orden no debió cumplirse, porque sabemos que tanto Onzaga como
Susa continuaron su existencia como pueblos independientes. En el año
de 1628, cuando ya había muerto Mateus y la encomienda había pasado
a doña María de la Peña, se denunció la presencia de mulatos y zambaigos
en el pueblo. Hecha la investigación, se descubrió que efectivamente
existían 8 zambos hijos de mulatos con indias de Onzaga, los cuales
fueron obligados a concertarse preferencialmente en las haciendas de los
encomenderos de Onzaga. Doña María de la Peña era hija de doña Ana
de los Reyes y del capitán Juan de la Peña, quien renunció la encomienda
de Garagoa y los indios teguas que le eran sujetos en favor de su suegro,
el capitán Juan Bautista de los Reyes, para posesionarse de Onzaga.

-112 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

En 1635 fué visitado el pueblo por el licenciado Juan de Valcárccl, quien


encontró a doña María de la Peña aún como encomendera. En presencia
de don Andrés, el gobernador del pueblo, se procedió a deslindar los
resguardos desde la puerta de la iglesia hasta el río Sichisiu, y éste abajo
hasta la junta de la quebrada Tumbita con otra. Por el otro lado se les dió
tierras hasta Cusuacuta (156).
En 1688 ya los indios tributantes del estipendio eran solo 51, pero los
suficientes para recaudarlos 256 pesos asignados.
El empadronamiento realizado en 1727 mostró las transformaciones
sociales acaecidas en el pueblo. Aunque existían 35 indios casados con
sus esposas y familias y 36 indios solteros, aparecen además 25 mestizos
agregados, 9 más en calidad de vecinos y 48 moradores en Mogotes (157).
La visita practicada en junio de 1777 por don José María Campuzano,
corregidor de Tunja, extinguió el pueblo y puso en remate las tierras del
resguardo. En ese momento se vió que el grupo de los indios del pueblo
apenas ascendía a 227 personas, las cuales incluían a los 31 tributarios y
a los mestizos casados con indias, mientras que los autodenominados
blancos ascendían a 813 personas. Duitama era la cabecera del partido de
Onzaga y el vecindario blanco era arrendatario, en su mayoría, de los
hacendados. Las tierras, como puede apreciarse hasta hoy, eran fértiles.
Los indios cosechaban maíz, arracachas, legumbres y algo de caña de
'azúcar. Fabricaban alpargates de suela de fique, y se ausentaban regular­
mente del pueblo para concertarse como gañanes en otras partes.
La idea de Campuzano era la de rematar las tierras del resguardo entre
los campesinos blancos sin tierras, los cuales así pasarían a erigir parro­
quia. Para ello, dictó un auto el 5 de junio de dicho año ordenando a los
indios de Onzaga que se redujesen al pueblo de Socola. Don Agustín de
Cárdenas fué comisionado para la medición y avalúo de las tierras del
resguardo. Este realizó su tarea rápidamente y avaluó las tierras a rematar
en 1.500 pesos (158).
En el mismo mes de junio se pregonó la venta de dichas tierras. Don
Enrique Santisteban ofreció los 1.500 pesos por ellas, a nombre del
vecindario de Onzaga, para impedir que el vecindario de Mogoles llegase
a comprarlas a así se frustrara el intento de dotar de tierras a los arrendata­
rios blancos. Sin embargo, don Domingo Salazar, un vecino de San Gil
que residía en Soatá, mejoró la oferta en 500 pesos. Con el apoyo de don

-113-
EL REGIMEN DEL RESG UA RDO EN SAN!'ANDER

Leonardo de Cárdenas, administrador de aguardientes de Soalá, los


onzagueños elevaron su oferta a 2.025 pesos. La puja, sin embargo, llegó
a tanto que el rcmaLe fué ganado por don José Antonio de la Cadena y
Godoy, un veeino de Vélez, en 3.550 pesos. El procurador del vecindario
de Onzaga no se dió por vencido y suplicó el remate con el argumento de
que su oferta final de 3.150 pesos pretendía dolar de tierras a los fun­
dadores de la nueva parroquia que se había erigido el 15 de julio por
decreto del provisor general del Arzobispado (en la jurisdicción del
partido de Sogamoso), m ¡entras que La Cadena solo pretendía fundar una
hacienda privada. La Cadena contradijo tales razones argumentando la
adjudicación que se le había hecho en remate y dando la noticia que sus
oponentes eran parroquianos de Mogotes y de Socha, en voz de agregados
de Onzaga. Visto en la Real Audiencia el pleito, el fiscal conceptuó que
convenía a la utilidad pública y al amparo de los pobres que se adjudicase
el remate al representante de los onzagueños y no a un solo propietario.
La Audiencia decidió entonces vender las tierras del resguardo a ¡os 21
representantes de los onzagueños por la suma de 3.550 pesos, pagaderos
en 5 años.
Los indios escogieron reducirse al pueblo de Guane porque en Socola no
había tierras de resguardo suficientes, y hacía allá se trasladó parte de
ellos con sus ganados, dejando los ornamentos eclesiásticos en la iglesia
parroquial de Onzaga, cuyo cura era Lorenzo Plata. Sin embargo, en mayo
de 1779 representaron en la Audiencia las penurias que habían ex­
perimentado en Guane, donde habían muerto sus ganados, y solicitaron
ayuda para regresarse.
Pero sería solo hasta la ocurrencia del acontecimiento de la insurrección
de los Comuneros en 1781 que los indios de Onzaga lograron su
propósito, apoyándose en la laegalidad de la séptima capitulación otor­
gada por el arzobispo Caballero y Góngora en Zipaquirá. La solicitud de
reintegro de tierras del extinguido resguardo de Onzaga obligó al fiscal
de la Audiencia a pedir una información sobre el número de indios que
habían regresado de Guane y la disponibilidad de tierras realengas en
Onzaga. En 1785 se informó que aquellos ascendían a 208 personas, de
los cuales 40 eran tributarios y el resto sus familias, solteros y reservados.
La complicación legal provenía de las 81 cabezas de familia y 416
personas blancas y mestizas que ya se habían asentado en el ex-resguardo,
gracias al resultado del remate de 1777 y a la erección parroquial. La

-114 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

solución al embrollo jurídico la propuso don Joaquín de Gaona, juez


comisionado por el corregidor de Sogamoso y Duitama para resolver la
pretensión de los indios, y se centraba alrededor de "la tierra de la
donación". Se trataba de una estancia de tierras que la encomendera doña
María de la Peña habría donado a los indios de Onzaga en pago por sus
servicios personales, la cual no había hecho parte de las tierras que se
remataron. Todo lo que habría que hacer era ampliar dicha estancia con
tierras aledañas, las cuales se descontarían de lo que los onzagueños
todavía le debían a la Corona por el pago del resguardo. El fiscal de la
Audiencia aplaudió la solución, y así en 1787 se les adicionó a los indios
4 estancias de ganado mayor junto a la estancia de la donación, procedien­
do de inmediato el juez Gaona a demarcar el nuevo resguardo. Los indios
reedificaron su pueblo separado de la cabecera parroquial, hacia el lado
de Scrinza, a orillas del río Chaguaca.
Con su tradicional devoción, los indios volvieron a hacerse cargo de los
hatos de ganado de las cofradías de la iglesia parroquial de Onzaga y de
todas las obligaciones del culto. En 1797 su comunidad se había
reconstituido con 50 tributarios y en total, un poco más de 400 indios.
Pero el retomo les enseñó a los indios el significado de la parroquia: los
halos y bienes ya no eran de la comunidad de los indios, sino de la
parroquia. Con perplejidad vieron entonces como el párroco, en colabora­
ción con el gobernador indígena, se apropiaban privadamente de los tres
hatos de ganado de las cofradías, de los ornamentos eclesiásticos y de una
cabrera. Tanto el gobernador como su teniente se habían casado con
mujeres mestizas y solo pensaban ya en tener heredad propia. Solicitaron
entonces los indios comunes en 1791 su agregación a la viceparroquia del
Petaquero (San Joaquín) y el conflicto que por ello tuvieron con el párroco
de Onzaga provocó el encarcelamiento de dos indios capitanes, con lo
cual se produjo "la asonada y levantamiento de los indios, que vinieron
de tumulto, con algaraza y vocería", para liberar a sus capitanes y
amanazar con sacar al párroco del pueblo. El pleito de los indios con el
párroco llegó a la Audiencia en 1792, la cual supo que los ganados de las
tres cofradías ascendían a 209 cabezas. El fiscal propuso el nombramiento
de un administrador diferente al cura, para apaciguar los ánimos.
El 1798 los indios de Onzaga siguieron otro pleito para la recuperación
de la estancia llamada Satova, en cercanías del antiguo pueblo de
Chicamocha. Argumentaron que dichas tierras y las de Galván (en

-115 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

jurisdicción de Soalá) habían pertenecido desde tiempos inmemoriales a


los caciques de Onzaga, y porcllo no eran tierras particulares, sino de los
indios de Onzaga. Es probable que hasta el momento de la Independencia
estos indios estuviesen todavía en pié de lucha en defensa de sus tierras
de resguardo, en lo que puede identificarse como uno de los pueblos de
indios con mayor capacidad de resistencia a su extinción, quizás porque
en los tiempos prchispánicos era un gran señor natural que sujetaba 24
capitanes, y él era a su vez sujeto del Duitama.

2.2.54, Susa
El pueblo de Susa estaba encomendado en 1602, cuando el licenciado
Luis Enríquez lo visitó, en Juan de Sandoval. Se contaron en ese entonces
en el pueblo de congregación 122 indios tributarios más sus familias, para
un total de 392 personas. Se tasó su demoni en 480 mantas de lana de la
marca, más 96 por el requinto (159).
La congregación de estos indios en pueblo debió de efectuarse en 1576,
cuando el doctrinero era el bachiller Atienza. En 1688 se contaron 23
indios aportantes a la contribución del estipendio. Por un auto del 20 de
enero de 1697, el oidor Carlos de Alcedo y Sotomayor ordenó su
reducción al pueblo de Onzaga, por lo cual se trasladaron a la iglesia de
éste los ornamentos antiguos de Susa, entre ellos un "Cristo de bulto, de
una vara de alto", que aún se conserva en la iglesia parroquial. Debieron
además de llevar consigo una imagen de Nuestra Señora del Rosario de
Chiquinquirá, índice déla presencia de los doctrineros dominicos en Susa
desde comienzos del XVII.

2.2.5.5. Guacha y Sumita


El encomendero de Guacha más antiguo de que se tenga noticia es Alonso
de Cogollado (160).
En 1602 el visitador Luis Enríquez encontró en los dos pueblos de Guacha
y Sumita 223 indios tributarios del encomendero Sebastián García de la
Parra, más sus familias. Ambos pueblos eran doctrinados por fray An­
tonio Ruiz OP en una iglesia de bahareque que existía en Guacha. El

-116 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

pueblo de Sumit¿i se localizaba entre Guacha y Coromoro (más o menos


donde hoy está el corregimiento de Cincelada), y el de Guacha cerca de
donde hoy está la cabecera municipal de Encino, pero en aquel entonces
todos éstos pertenecían al partido de Ceniza, en jurisdicción de Tunja.
Para garantizarles doctrina entera este visitador ordenó que se redujeran
en Sumita, sin que los datos confirmen el cumplimiento de esta orden. De
acuerdo a la tasación que les dejó puede deducirse que estos indios se
especializaban en el tejido de mantas de algodón (161).

-H7-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

3. INSERCION DE LOS PUEBLOS


EN LA SOCIEDAD COLONIAL

Conforme a] proyecto original, los indios congregados en pueblo se


insertaron en la sociedad colonial por medio de su incorporación al seno
de la Cristiandad: poniéndose bajo la autoridad del fraile doctrinero
aprendieron a vivir en "policía cristiana", lo cual significaba una
adaptación de su mentalidad a los requerimientos e imágenes de los
rituales del culto católico. Compelióos por los caciques cristianizados,
por los fiscales de doctrina y por los sacristanes y cantores que
acompañaban al fraile, los indios aprendieron a recitar las cuatro
oraciones básicas en latín, a acompañar con cantos la liturgia y a
organizarse en las cofradías que posibilitaban la conccrtación colectiva
para el reemplazo de las antiguas borracheras comunitarias (perseguidas
con saña en la sociedad colonial) por procesiones y entrega de ofrendas
a los patrones celestiales elegidos por su cura. Aunque aún está por
realizarse el examen de las devociones de los pueblos, salta a la vista la
influencia de los dominicos en la adopción masiva de la devoción mariana
y del hábito del rezo del rosario. La devoción a los siete dolores de María,
presente en cuatro pueblos de la provincia de Pamplona y en por lo menos
uno de la de Veloz, quizás promovía los sentimientos de identificación
del sacrificio y resignación propio con los de la "madre del ciclo". Solo
en Silos puede apreciarse un sincretismo entre la fiesta de la Virgen de la

- /18 ■
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Candelaria y el ritual de la cacica, en la que hasta el cura se veía obligado


a ofrendar sus sahumerios a la india engalanada que introducían a la
iglesia en andas. En la capilla del río del Oro, en las cercanías del pueblo
de Bucaramanga, las cuadrillas de negros habían encontrado en la
devoción de San Benito de Palcrmo una fuerza para resistir los excesos
de los mineros, afirmando cierto orgullo étnico que aún deja su huella en
la celebración anual en la iglesia de Girón/Oel mismo modo, los indios
identificaron las virtudes personales de sus santos patronos (Santa Lucía,
San Roque, San Juan de Sahagún, etc.) para construir sus propias iden­
tidades con la moral cristiana y para acoplar las cargas tributarias. Las
cofradías fueron instituciones adecuadas para la reproducción de las
tradiciones solidarias de los indios y del gasto del ahorro social en rituales
colectivos. Sin ellos no habrían existido los halos ganaderos que explican
la adquisición de tantos ornamentos, iconos, vitelas y vestuario
eclesiástico que aparecen en los inventarios de las iglesias doctrincrasj
Ese "pacto histórico" entre las comunidades de los pueblos y las Ordenes
Religiosas produjo el orden social colonial, fuertemente impregnado por
el imaginario religioso, hasta que la campaña secularizados de las
parroquias cambió el panorama en la segunda mitad del XVIIL La Orden
de Predicadores tuvo durante los siglos XVII y XVIII casi lodo el control
de los pueblos de la actual provincia de García Rovira, y su huella aún
puede percibirse en ella. Por su parte, los franciscanos compartieron con
los dominicos la evángelización de la provincia de Vélez, si bien estos
últimos construyeron allí su famoso convento del Santo Eccc Homo.
La autoridad de los frailes en los pueblos solo parcialmente pudo ser
equilibrada por los corregidores de indios. Estos funcionarios, de tanto
impacto en los virreinatos del Perú y México, introdujeron en los cabildos
indígenas a sus propios agentes, los indios tenientes. Gracias a ello, el
pacto de los gobernadores indios y los frailes fué matizado por la
autoridad de los corregidores para la cobranza de los tributos y para la
introducción de nuevos hábitos de consumo entre los indios. Actuando
como agentes comerciales, los corregidores repartían a menudo forzosa­
mente mercancías en los pueblos para obligar a los indios a producir
artesanías que ellos realizaban en los mercados urbanos.
Entre corregidores y frailes, los cabildos indígenas aprendieron a ad­
ministrar su dosis de autoridad sobre las etnias. Los gobernadores man­
tuvieron la identidad étnica de los pueblos que fueron congregados con

-7/9-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

otros, mientras que los alcaldes velaban por el orden social y el acceso de
cada familia indígena a las tierras del resguardo; Los demás funcionarios
eran auxiliares del doctrinero (sacristán y cantores) o del corregidor
(teniente) para el mantenimiento del culto y de las devociones, o para el
cumplimiento de las obligaciones tribu tari as ..Aunque al comienzo los
indios usaron su nombre étnico como apellido del nombre de pila que les
aplicaba el doctrinero, pronto se vió la incorporación de los apellidos
españoles, probablemente por los mestizos que se casaban con las indias
y se incorporaban a los pueblos..
Los resultados de la doble incorporación de los indios de los pueblos al
imaginario colonial (los reinos de Dios y del rey), un fruto de la acción
cotidiana de los frailes y del cabildo indígena, pueden medirse a la hora
de la Independencia política del reino respecto de la Metrópoli: ningún
grupo social fué tan leal al rey, a Dios y a los santos patrones, como el de
los indios sobrevivientes de los pueblos.
Pese al proyecto lascasiano de mantener a la república de los indios
separada de la república de los españoles, las realidades sociales de las
provincias nordestes de la Audiencia socavaban continuamente el
propósito. Para empezar, el arzobispo Femando Arias de Ugartc había
autorizado en abril de 1623 -justo cuando el oidor Villabona Zubiaurrc
estaba congregando los pueblos de la provincia de Pamplona- a los
doctrineros de los pueblos de indios a administrar al feligresado blanco
vecino de las iglesias doctrineras y a los trabajadores negros, mulatos y
mestizos de las estancias (162). Esta circunstancia juntaba cada domingo
en la misa a los indios con los blancos, negros y mestizos, con el obligado
intercambio social que ello suponía. Por lo demás, era frecuente que el
hacendado vecino que traía a sus trabajadores a la misa fuese el mismo
encomendero de uno de los grupos étnicos congregado en el pueblo.
Aunque los doctrineros cuidaron la separación de bancas, campanas y
ornamentos de cada uno de los grupos "agregados" a la doctrina, el
mestizaje resultante puede apreciarse en cada padrón que se levantaba en
los pueblos. Los oidores de la Real Audiencia así lo reconocieron en una
reunión del Real Acuerdo:
"...de inmemorial tiempo a esta parte han vivido siempre gentes de
color en los resguardos do casi todos los pueblos del Reino. Esta vecindad
contribuye no poco a la civilidad de los naturales (163)".

- 120-
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

El intercambio social que se producía entre los blancos y mestizos


tolerados en condición de "agregados" a las doctrinas y los indios era un
elemento de la incorporación de estos indios a la sociedad colonial, si bien
esa situación jurídica sería cambiada en la segunda mitad del siglo XVÍI1
con las erecciones parroquiales, inviniéndola en favor do los grupos no
indígenas, como se verá en el capítulo siguiente.
Los padrones registran permanentemente los matrimonios de las indias
de cada pueblo con gentes "libres", negras esclavas y mestizas. Por ello,
el panorama general es el de una continua mestización de los pueblos,
oculta por el hecho de que los hijos mestizos de las indias eran fre­
cuentemente matriculados como tributarios. Por supuesto, otros pasaban
a la condición de "ausentes" y desaparecían entre las haciendas o en la
arriería.
La inserción del trabajo indígena de los pueblos en el sistema económico
colonial partía do las obligaciones tributarias de la relación de encomien­
da. Bien en las propias tierras del resguardo o en las del encomendero,
los indios producían los géneros que pudiesen ser realizados en los
mercados mineros o urbanos. Durante el tiempo en que el encomendero
podía introducir cuadrillas de indios en las minas, los pueblos subsidiaron
con maíz, ropa y otros productos alas cuadrillas. La organización impues­
ta por Ortún Vclasco y su hijo en los pueblos de Guaca y Cácota de
Velasco ejemplifican la racionalidad de los intercambios de productos
generados por el trabajo de las encomiendas.
Cuando las encomiendas pasaron a la Real Corona y el tributóse conmutó
a reales-de plata, los indios tuvieron que concertarse en las estancias
vecinas o en los cacaguales de Cúcuta y valle del río Sogamoso para cubrir
con sus jornales el valor de la demora. Ello les obligó también a
especializar sus producciones artesanales (alpargates, verduras, cabuyas,
mochilas, frutas, etc.) para los mercados urbanos en crecimiento durante
el XVIII, donde podían realizarlos fácilmente en plata.
La fisonomía productiva de cada pueblo enumerado en el capítulo 2 es el
resultado de la especiad zación laboral de cada uno de ellos para poder
obtener de tan disímiles ccotopos las producciones realizables en el
mercado. La resistencia de los indios a ser reducidos a pueblos de "temple
diferente" indicaría así sus dificultades para reconvertir rápidamente su
especialidad laboral. Distinguimos así pueblos cacaoteros (Cúcuta y

-121 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Chinácola), trigueros (las dos Cácotas, Scrvitá, Guaca, Carcasí y


Labatcca), sombrereros (Tequia), miclcros (Charalá, Oiba, Guabatá,
Chitaraque), mineros (Vetas y Bucaramanga), tejedores de fique y
algodón (Guane, Coromoro, Onzaga, Susa), etc.
Otro procedimiento para recaudar los tributos, cuando las habilidades
específicas eran insuficientes, fué el arrendamiento do porciones del
resguardo. En Carcasí, por ejemplo, los indios recordaban que
"en su pueblo siempre ha sido acostumbrado el que los mismos indios
arrendemos los resguardos de aquel pueblo para pagarlas demoras (164)".
La información disponible atestigua la compulsión de los indios hacia los
mercados de los mismos pueblos o de las ciudades y minas. Los días
señalados para mercado podían verse las romerías de indios de todos los
pueblos vendiendo todas las artesanías y frutos de la tierra de su especiali­
dad: ollas, quesos y mantequillas, verduras y raíces, ganados y hierbas
medicinales, alpargates y mochilas, rejos y enjalmas, en fin, toda la
vistosidad de la producción comcrcializable, o la "granjeria'1 para con­
seguir los "reales de la demora".
Si bien la inserción social, política, religiosa y económica de los pueblos
a la sociedad colonial fué un proceso suficientemente acabado, en­
contramos rivalidades de los pueblos entre sí, frecuentemente rayanos en
las disputas violentas. Luis de Cáccrcs, el procurador de Pamplona en
1778, se opuso a la agregación de los indios do Chopo a Cúcuta con el
argumento de que ningún indio reducido a otro pueblo era bien recibido
en aquel, de tal manera que la causa de los dcspoblam icntos de los pueblos
congregados por Villabona Zubiaurrc había sido las disputas continuas
de los indios entre sí. Aunque seguramente exageraba para impedir que
el mercado pamplonés perdiera uno de sus mayores abastecedores de
artesanías y verduras, sabemos también de las reyertas y muertos que
resultaban durante las fiestas de los pueblos.
Sin embargo, si bien las reducciones de unos pueblos a otros originaron
conílictos, al punto que casi ninguna de las reducciones ordenadas por
Moreno y Escandón se mantuvieron, tampoco hay que olvidar que al­
gunos pueblos donde se congregaron etnias diferentes pudieron con­
solidarse. Tales son los casos de Carcasí, Chopo y Scrvitá, en cuya
composición se aprecian dos o más etnias. En estos casos, los colonos
muiscas que entraron con los soldados españoles o que fueron

• 122 ■
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

movilizados hacia el norte por sus encomenderos fueron congregados con


las etnias originales. Por ello no debe sorprender el hallazgo de indios
muiscas en el pueblo de Chopo, en las cercanías do Pamplona.
Por otra parte, la integración de colonos blancos c indios en algunos
pueblos, como en Cuntí, debe hacernos pensar que el proyecto de
integración social de campesinos españoles e indígenas pudo haberse
presentado en algunas partes. En el pueblo de CíicuLa se percibe una
integración muy estrecha entre negros e indios, todos dedicados al
aprovechamiento de los cacaguales.
-Finalmente, no hay que olvidarque el espacio territorial de los resguardos
de los pueblos es solo un elemento de la estructura rural del espacio
agrario colonial. El elemento complementario es el espacio territorial de
la producción de los colonos españoles (las estancias), cuya mayor
extensión asignó funciones especializadas al territorio indígena:
autoabastecimiento de la fuerza laboral indígena para que autosubsidiara
su valor en el mercado laboral y producción de un pequeño excedente
mercantilizablc para cumplirlas transferencias déla renta de la encomien­
da. En este sentido, las producciones de los resguardos reproducen, en
mínima medida, las producciones del territorio inmediato de los colonos,
más algunas que por su bajo precio no era rentable producirlas en aquellas..

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

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4. EL OCASO DE LOS PUEBLOS

El sorprendente crecimiento demográfico de las provincias nordestes del


Nuevo Reino de Granada durante el siglo XVIII, expresada en la emer­
gencia de las villas del Socorro y San Gil y de un gran número de
parroquias aspirantes al mismo rango, es un fenómeno aún no estudiado
por la historiografía regional. Sin duda ingresó a estas provincias un
grueso flujo de inmigrantes peninsulares, al parecer de las provincias del
norte de España, pero el propio crecimiento interno puede registrarse en
el incremento promedio del número de hijos por familia. El dcsbalancc
de este crecimiento déla población blanca y mestiza con la de los pueblos
de indios era muy notoria, en especial por el hecho de la condición jurídica
de agregados a las doctrinas que tenía buena parte de la primera.
Esta situación promovió algunas discusiones jurídicas sobre el sentido de
las Comunidades formadas por los asentamientos de vecinos en las tierras
cercanas a los pueblos y aún dentro de los mismos resguardos. Don José
Antonio de la Cadena y Godoy, un prestante vecino déla ciudad de Vélez,
presentó al virrey sus ideas sobre la caracterización del "Común" de los
sitios donde se habían asentado los "blancos":
En su parecer, constituían el Común de un lugar todas las personas que
se hubiesen avecindado en él con casa, habiéndola habitado por un
mínimo de diez años. Pese a que las leyes de Indias prohibían el avecin-
damiento de los blancos entre los indios y en sus resguardos, en estas
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

provincias se habían tolerado como "agregados" de las doctrinas a todas


las personas que se habían avecindado en las cercanías de los pueblos de
los indios, pero solamente "en cuanto a lo espiritual1', es decir, para la
administración de los sacramentos. Resultaba así que estos agregados a
las doctrinas de los indios nunca podrían llegar a constituirse en Común
del sitio que habitaban. La solución era que aquellos se desagregasen de
las doctrinas de los indios y erigiesen una parroquia separada, pues en las
leyes indianas se contemplaba la norma de que los feligreses de una
parroquia eran el Común del lugar parroquial (165),
Como él, muchos inmigrantes españoles opinaban lo mismo, escan­
dalizados de tener que resignarse al estatus de agregados a pueblos de
indios. Por ello fueron éstos los líderes de la mayor parte de las erecciones
parroquiales que se produjeron en estas provincias durante el siglo XVIII.
Hasta mediados de ese siglo la mayor parte de los pueblos coexistían con
las parroquias de desagregados erigidas en su vecindad. ¿Por qué habría
que pensar en eliminarlos?.
La respuesta a esta pregunta proviene déla reorganización administrativa
del gobierno de los virreinatos impuesta por la Corte de los monarcas
borbónicos ilustrados. Una real cédula emitida en San Lorenzo el 8 de
noviembre de 1770 parece haber originado el proceso de eliminación de
pueblos en el territorio de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada.
En ella se solicitaba información sobre el estado de los corregimientos de
indios existentes y sobre la posibilidad de reducir unos a otros, con el fin
de reducir funcionarios y mejorar las posibilidades de sostenimiento de
los que se conservaran. El cumplimiento de dicha tarea le fué asignada
a Francisco Antonio Moreno y Escandón, quien por su cargo de protector
fiscal de los indios poseía la mejor información para dar respuesta a lo
solicitado. Este propuso la realización de una visita general de todas las
provincias con el fin de contar los indios existentes, tasar sus tributos y
congregar los corregimientos existentes. La idea fué acogida por el rey
en su cédula dada en San Ildefonso el 3 de agosto de 1774, ordenándole
la realización de la visita citada en compañía de un ingeniero que levantara
los mapas de las provincias visitadas y de un protector de indios.
Moreno y Escandón inició su visita general de todos los partido y
corregimientos de indios en diciembre de 1775, pero solo hasta 1778 llegó
a visitarlos partidos de las ciudades de Vélez, Pamplona y Girón, así como

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

los de las villas del Socorro y San Gil (166). Una vez examinadas todas
las descripciones de los pueblos visitados tomó las resoluciones siguien­
tes:
a) Extinción de los pueblos de Curití, Onzaga y Bucaramanga, cuyos
indios se reducirían al pueblo de Guane.
b) Extinción de los pueblos de Silos y Labateca, cuyos indios se reducirían
al de Cácota de Velasco.
c) Extinción de los pueblos de Guaca, Cácota de Suratá, Carcasí y Scrvitá,
cuyos indios se reducirán al de Tequia.
d) Reducción de los pueblos del corregimiento de Scrvitá a solo tres: el
del Cúcuta, el de Cácota de Velasco y el de Tequia. Este último se
desagregaría del corregimiento de Sogamoso, de tal modo que el co­
rregimiento de Servitá se reduciría de 10 pueblos "tenues, esparcidos y
extraviados" a solo 3 puestos en línea recta.
e) Extinción de los pueblos de Chopo, Arboledas y Chinácota, cuyos
indios se reducirían al de Cúcuta.
f) Reducción del corregimiento de Vélez a solo un pueblo, el de Chipará,
al cual debían reducirse los indios de los pueblos extinguidos de Guabatá,
Guepsa, El Platanal y Chi (araque. Por su parte, el de Saboyá se pasó a
otro corregimiento.
Aunque en la real cédula que ordenó la visita no se instruía en modo
alguno sobre extinción de pueblos, el virrey apoyó toda legitimidad de la
actuación de Moreno y Escandón sobre el Título quinto del Libro Sexto
de las Municipalidades; De este modo, la actuación del protector fiscal
en 1778 extinguió legalmente 16 pueblos, reduciendo sus indios a vivir
en solo cinco que dejó subsistir: Guane, Cúcuta, Cácota de Vclasco,
Tequia y Chipatá. Como todas las tierras de los resguardos de los pueblos
extinguidos volvían a la Corona en condición de tierras realengas, el
visitador ordenó rematarlas entre el feligresado que ya las ocupaba de
hecho o que estuviera interesado en adquirirlas. Pensaba así que la Real
Hacienda recaudaría un caudal no presupuestado y que el vecindario
adquiriría en propiedad y proporcionalmente las tierras de los ex-resguar-
dos, fomentándose así las erecciones parroquiales que darían origen a
nuevas poblaciones de blancos, con el beneficio que de ello se seguiría
en "el desarrollo de la agricultura y el comercio".

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

El impacto de esta visita sobre la suerte de los pueblos fué contundente.


Al ocaso prometido desdemediados del siglo XVIII por la presión de los
crecientes colonos sobre las tierras del resguardo que había convertido a
los pueblos de indios en entidades nominales, pues en la mayoría el
vecindario no indígena sobrepasaba en número a los indios, se sumaron
los autos dictados por un representante de la justicia real que ostentaba
nada menos que el título de "protector de naturales (167)".
La mayor parte de los indios acató la ordenes de traslado a sus nuevos
pueblos de reducción y pronto se iniciaron los remates de los cx-resguar-
dos. La resistencia solo se produjo casi dos años y medio después, con
ocasión del suceso insurreccional de los Comuneros del Socorro.
En Santafé, el 26 de junio de 1781, se reunieron en el Real Acuerdo la
Junta General y los oidores Pey, Vasco, Martínez, Vergara, Zarratca,
Galavís, Sornoza, Groot y Ugarte para considerar el suceso del
amotinamiento "de una crecida multitud de indios de distintos pueblos en
la plaza" de Santafé, motivados por la noticia de la aprobación de la
Séptima Capitulación propuesta por Juan Francisco Berbco al arzobispo
Caballero y Góngora. Su grito unánime contra el "despojo" ordenado por
Moreno y Escandón exigía la restitución de los pueblos y de los res­
guardos (168).
Como medio para conjurar "la sublevación con que amenazaban los
indios" se acordó librar órdenes a lodos los corregidores de naturales para
que, al tenor de la séptima capitulación, pusieran a los indios en posesión
de las tierras de resguardo que aún no se hubiesen vendido y vieran el
modo de restituirles los ornamentos e imágenes délas iglesias que existían
en los pueblos que se habían demolido,
Casi un mes después, cuando ya se había desmovilizado el movimiento
Comunero, el Real Acuerdo volvió a considerar con mayor prudencia los
problemas del cumplimiento de la séptima capitulación, especialmente
álgidos en el pueblo de Onzaga, cuyos indios habían obtenido hasta la
copia del acta anterior para lograr el éxito de su demanda.
El principal problema era el de que la mayor parte de los resguardos ya
habían sido vendidos al contado o a censo redimible. Dado que era
imposible convencer a los indios de "lo desatinado de sus ideas", pues
eran "ciegos e inconsideradamente adictos a su patrio suelo", habría que
negociar de algún modo con los compradores de los ex-resguardos para

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

aquietar a los naturales, pues con el movimiento andaban "prófugos y sin


domicilio, con daño en la Real Hacienda y en su cristianización (169)".
Se acordó entonces rescindir los contratos de venta de los ex-resguardos
que se hubiesen realizado a censo redimible, pues era la única manera de
conjurar una nueva sublevación y la violencia con que amenazaban los
indios a los compradores. El derecho de los compradores debería
respetarse en cuanto a la posesión de las casas que ya habían construido
en los resguardos, dejándoles vivir allí para que contribuyesen a "la
civilidad de los indios".
Como casi la totalidad de los indios regresaron a sus pueblos de origen,
convertidos ya en parroquias de "blancos", lo que realmente ocurrió fué
que se les asignaron algunas pocas tierras para que las ocupasen
colectivamente. En Bucaramanga se les instaló en un par de estancias y
en Onzaga se les amplió una estancia que habían recibido por donación
de un particular. Terminado el proceso de reasentamiento de los indios
en arrabales, sin que en parte alguna se hubiese producido una devolución
efectiva de los antiguos resguardos, lo que se comprueba es la
desaparición definitiva de los pueblos, en tanto entidades político-ad­
ministrativas, y su reemplazo por las parroquias secularizadas. Así,
habían resultado los indios sobrevivientes en el estatus de "agregados" a
las parroquias, despojados de todo mando local. Pese al drama que pueda
sugerir esta conclusión, se trató de una reforma política que adecuó las
entidades administrativas a la realidad del cambio demográfico acaecido
en el siglo X VIII. Con la secularización de los curatos se destruyó el pacto
de los indios con los frailes doctrineros, reemplazado por uno nuevo entre
los parroquianos ricos y los curas diocesanos. La culminación del proceso
fué reconocido en 1809 por el fiscal protector de los indios:
"los indios mandados trasladar a otros pueblos, o no lo verificaron o
se volvieron al suelo de su naturaleza, siendo necesario conciliar la
existencia de esos infelices con la de los vecinos españoles que ocupaban
sus tierras (170)".
En efecto, la conciliación social se impuso históricamente, terminando
definitivamente el proyecto lascasiano de la separación de los indios y los
españoles en dos repúblicas autónomas. Las órdenes de la Real Audiencia
respecto a los resguardos, en vísperas de la Independencia, se basaron en
esa idea conciliadora: los corregidores deberían evaluar la cantidad de

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

tierras que efectivamente podían cultivar los indios de. los pueblos de
Cácota de Suratá, Chiscas, Cheva y Yuca, sacando a remate todas aquellas
que no pudiesen beneficiar para que pasaran en propiedad a los parro­
quianos.
La primera legislación de la República independiente culminó el proceso
de extinción de las tierras resguardadas, pese a la enconada resistencia de
los indios sobrevivientes. El Congreso de Cúcuta ordenó el reparto
individual, en propiedad, de las tierras comunales que aún subsistiesen en
un plazo máximo de cinco años. La oposición de los indios impidió el
cumplimiento de esta orden, haciendo que el gobierno reconociese "los
privilegios'’ demandados por aquellos, es decir, el derecho a poseer
colectivamente la tierra. Igual resistencia opusiéronla los arrendamientos
de los "sobrantes de resguardos" que fueron ordenados por el gobierno.
Solo hasta la década de los años treinta del siglo XIX la legislación
republicana logró la parcelación y titulación individual de los ex-resguar-
dos, logro que terminaría en la venta que la mayoría de las familias
indígenas hicieron en favor de los hacendados vecinos. La mentalidad
liberal era radicalmente opuesta a la existencia de los pueblos de indios
y de sus resguardos. En este sentido, la reforma de Moreno y'Escandón
fué aplaudida por uno de los más brillantes liberales de la República, don
José Mana Samper. En su balance del régimen colonial de los pueblos de
indios, consideró que la política proteccionista que los había producido
había sido una equivocación, pues "al querer proteger a los indígenas no
hizo más que condenarles al estancamiento y perjudicar los intereses de
las sociedades hispano-colombianas (171)". Esta visión histórica liberal,
pese a sus excesos, solo demuestra que el régimen de los pueblos de indios
había terminado junto con el régimen colonial.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

5» CONCLUSIONES

El proyecto de separación de los indios en "repúblicas" separadas de los


asentamientos urbanos fundados por los colonos españoles, poniéndolos
bajo la doble autoridad del fraile doctrinero y del corregidor de naturales,
se remonta a las discusiones promovidas en defensa del indio americano
por fray Bartolomé de las Casas. Las decisiones tomadas por la
Congregación de México (1546) en favor de la reducción de indios a
pueblos devinieron, gracias a la acción de Tello de S ando val, en política
para todas las Indias. Aunque la primera Audiencia del Nuevo Reino de
Granada (1550-1553) recibió instrucciones para aplicarla en su
jurisdicción no pudo hacerlo, y solo hasta la Junta de Santafé de 1575 fué
que se produjo el acuerdo político necesario para ponerla en marcha, si
bien algunas congregaciones habían sido logradas previamente, especial­
mente en la diócesis de Popayán.
La aplicación del proyecto de asentamientos nuclearios de los indios en
pueblos, dotados de tierras comunitarias (resguardos), permite distinguir
una tendencia reduccionista a menor espacio rural. Así, mientras que los
visitadores reducían en cada oportunidad el número de los asentamientos
indígenas, es decir, el territorio indígena de producción, en contrapartida
aumentaba el tamaño del territorio obtenido privadamente por los
colonos. Esta proceso inverso trasladó al espacio hispano de producción
todos los recursos materiales y humanos, de tal modo que las empresas

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

agropecuarias y mineras contaban con los pueblos como una reserva


autosubsidiada de fuerza de trabajo.
Desde el punto de vista cultural, los pueblos fueron el escenario de la
acultu ración délas etnias en la "policía cristiana". Las Ordenes Mendican­
tes reeducaron a los indios en los valores, rituales y formas de conducta
social aceptables para el propósito evangélico del cual derivaba el Estado
Indiano su legitimidad para la posesión del Nuevo Reino. En esa escuela
de fidelidad al rey y a Dios, las etnias reconstruyeron sus autoridades
locales y mantuvieron un orden social ejemplar, frente a las ambiciones
y excesos de la otra república. Dispuestos a cosechar en América "el fruto
grande de la evangelización”, los frailes impusieron su autoridad
espiritual y temporal en las provincias de los indios, defendiéndoles
muchas veces de los abusos de sus encomenderos.
Los pueblos de indios que se consolidaron en los siglos XVII y XVIII
fueron básicamente los poblados por los oidores Juan de Villabona
Zubiaurre (en la provincia de Pamplona) y Lesmcs de Espinosa Saravia
(en la provincia de Vélcz). Dado que el arzobispo Femando Arias de
Ugarte autorizó en 1623 la agregación de blancos, mestizos y negros a
las doctrinas, para efectos de la administración de los sacramentos, los
pueblos experimentaron realmente -y en contra de lo proyectado- una
convivencia social interétnica. Las fugas de indios al territorio hispano,
originado en las obligaciones tributarias que compelían a la venta de la
fuerza laboral, propició la extensión del grupo mestizo y el estancamiento
del crecimiento demográfico de los indios. Durante el siglo XVIII la
población no indígena apareció excesivamente minoritaria en el conjunto
de la sociedad colonial, y los nuevos inmigrantes peninsulares, en buena
medida con suficiente ilustración, promoviéronla reforma administrativa
de los asentamientos hacíala erección de parroquias secularizadas. A los
ojos de los funcionarios ilustrados, como el criollo Francisco Antonio
Moreno y Escandón, la existencia de los pueblos y de los resguardos se
oponían a la racionalidad económica del virreinato. En una extensa visita
redujo los pueblos a solo cinco, traspasando las tierras de los resguardos
a los remates que los pusieron en manos privadas. La mentalidad liberal
de los gobernantes republicanos finalizó el proceso de extinción de
pueblos de indios y de tierras comunitarias que habían iniciado los
funcionarios de la Monarquía de la Ilustración.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

La "edad de oro" de los pueblos y, por supuesto, de la alianza de las etnias


con las Ordenes Regulares, fué el siglo XVII y la primera mitad del siglo
XVIII. Después de ello, los cambios demográficos y sociales conspiraron
contra su existencia. El cambio social despedazó el proyecto original de
la separación de las etnias, de tal modo que en el pensamiento liberal
apareció como una tarea absurda. En realidad, la fuerza del mestizaje y
de las empresas de los colonos habían homogenizado a los neogranadinos,
de tal modo que lo indio ya no era más que una sobrevivencia marginal
en los albores de la Independencia. El Movimiento de los Comuneros
proporcionó un formidable aliento a la resistencia indígena contra la
reforma ilustrada, sin que el retomo de los indios a sus pueblos originales
hubiese logrado resucitarlos. En vez de ello, pasaron a la paradójica
condición de agregados de las parroquias.
En síntesis, el experimento de los pueblos permitió la integración lema
de las etnias sobrevivientes al impacto de la conquista en la sociedad
colonial. Allí especializaron su habilidad laboral para adaptarla a las
exigencias del mercado interno y para realizar en dinero su carga
tributaria. Por otra parte, potenció las fuerzas de la resistencia al cambio
social y económico que trajeron las reformas de la Monarquía Borbónica
y el auge del siglo XVIIL' Al final del proceso, los indios de los pueblos
ya habían sufrido en sí mismos el impacto del mestizaje, si bien desarrol-
laron como reliquia una ideología de pertenencia al "mundo indígena",
quizás como manera de resistir a las fuerzas sociales disolventes de sus
tradiciones étnicas. Con la Independencia política, sin embargo, quedaron
a merced del radicalismo liberal que les borró legalmente su existencia
"indiana".

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

6. FUENTES

6.1. MANUSCRITOS:
a) Archivo General de la Nación, Santafé de Bogotá:
Series:
-Resguardos de Santander, rollos 13 a 15
-Poblaciones de Santander, rollos 7 a 9
- Residencias de Santander, rollo 56
-Visitas de Santander, tomos 5, 6, 11
-Tierras de Santander, tomo 42
-Minas de Santander, rollo único
b) Archivo del Convento de Santo Domingo, Santafé de
Bogotá:
Serie Miscelánea, caja 185
c) Archivo de la Notaría Unica de Barichara:
libro del año 1800.

-135 ~
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

6.2. COLECCIONES DE DOCUMENTOS:


-FRIEDE, Juan. Fuentes documentales para la historia del Nuevo Reino
de Granada desde la instalación de la Real Audiencia en Santafé. Bogotá:
Banco Popular, 1975-1976. 8 tomos.
-MORENO Y ESCANDON, Francisco Antonio. Indios y mestizos de la
Nueva Granada a finales del siglo XVIIL Bogotá : Banco Popular, 1985.
-GUERRERO, Amado Antonio y Jairo GUTIERREZ. Gobierno y
administración en las provincias de Santander. Fuentes coloniales para su
estudio. Bucaramanga : UIS, 1992. Fotocopiado.
-RUIZ RIVERA, Julián Bautista. Fuentes para la demografía histórica
de Nueva Granada. Sevilla : Escuela de Estudios Hispanoamericanos,
1972.

6.3. BIBLIOGRAFIA:
-BURFORD DE BUCHANAN, Jeanne Mavis. Pueblo, encomienda y
resguardo en Facatativá, 1538-1852, Tesis. Bogotá, Universidad
Javeriana, 1980.
-COLMENARES, Germán. Encomienda y población en la provincia de
Pamplona, 1549-1560. Bogotá : U. de los Andes, 1969.
-CROUCH, Ramón y Alain de JANVRY. Breve historia agraria de la
provincia de García Rovira. Bogotá, 1977. Fotocopiado.
-FALS BORDA, Orlando. Indian Congregation in New Granada. En:
Thc Americas, vol. XIII:4 (1957), pp. 331-351.
-GOMEZ, Tomas. Indicns et ierre en Nouvelle Grenade (1539-1843). Les
Resguardos: structures de protection ou spoliation déguiséc?. En:
Caravelle, No. 28 (1977), pp. 11-31.
-GONZALEZ, Margarita. El resguardo en el Nuevo Reino de Granada.
Bogotá : La Carreta, 1979.
-GONZALEZ, María Dolores. La política reformista en los resguardos
del siglo XVIIL En: III Jomadas americanistas de la Universidad de
Valladolid, 1977. Tomo 3, pp. 201-219.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

-GUZMAN, Angela Inés. Poblamiento y urbanismo colonial en San­


tander (Estudio de 10 pueblos de la región central). Bogotá : Universidad
Nacional de Colombia, 1987.
-JAIMES C., Próspero María. Monografía histórica de Guaca.
Bucaramanga : el autor, 1986.
-LOPEZ MENDOZA, Ciro E. Tequia. Bucaramanga : Cámara de Com­
ercio, 1988.
-MARTINEZ REYES, Gabriel. Doctrinas y parroquias en García
Rovira, 1542-1819. En: Revista de la Academia Colombiana de Historia
Eclesiástica. Tomo XIII, No. 37 (1979). Todo el número.
-OVIEDO, Basilio Vicente de. Cualidades y riquezas del Nuevo Reino
de Granada. Bucaramanga : Gobernación de Santander, 1990.
-RICO VILLAMIZAR, José J. América, dolor inédito. Bogotá : el autor,
1992.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

NOTAS PIE DE PAGINA

(1) Juan Friede: El indio en la lucha por la tierra. Bogotá: Espiral, 1944.
Segunda edición por editorial La Chispa, 1972.
(2) Guillermo Hernández Rodríguez: De los chibchas a la colonia y a la
república (Del clan a la encomienda y al latí fundió en Colombia). Bogotá:
Universidad Nacional de Colombia, 1949. La segunda edición fué
propiciada por Colcultura (Biblioteca básica colombiana, 9) en 1975.
(3) Alvaro Tirado Mejía: Introducción a la historia económica de Colom­
bia, Bogotá: Universidad Nacional, 1971, Hasta 1977 se habían difundido
siete ediciones de esta obra.
(4) Margarita González: El resguardo en el Nuevo Reino de Granada,
Bogotá: La Carreta, 1979. Una versión previa fué publicada por la
Universidad Nacional de Colombia.
(5) González, ob. cit., pp. 19-20.
(6) Carlos Sempat Assadourian ha mostrado en detalle la argumentación
de uno de los brillantes partidarios del lascasianismo. Cfr. Memoriales de
fray Gerónimo de Mendieta. En: Historia Mexicana, N9 147 (ene-mar
1988), p. 357-422.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(7) Carta de los oidores Galarza y Góngora al rey. Mompóx, 12 febrero


1550. En: Friede, FdhNRG, I, doc. 1. La real cédula mencionada se
encuentra en Friede, DIHC, X doc. 2236.
(8) Descargos dados por los oidores Góngora y Galarza a la residencia
que les fué tomada por los oidores Mpntaño y Briceño. Santafé, 25 agosto
1553. Cfr. AGI, Justicia 567.
(9) Esta conclusión fué convertida en norma neogranadina por la real
cédula de Madrid, 18 de Julio de 1560, que ordenó a los oidores del Nuevo
Reino consular con los obispos y religiosos el modo de aplicar allí lo
dispuesto, por la Congregación de México. Cfr. Friede, FdhNRG, IV, doc.
533. En su visita congregados de la provincia de Pamplona (1622-1623)
el oidor Villabona Zubiaurre trajo a colación una y otra vez la
Congregación de México como fuente del derecho de sus actuaciones.
(10) Carta de fray Juan de Santo Filiberto Menor al rey, Santa Fé, 3 febrero
1553. En: Friede, FdhNRG, II, doc. 107.
(11) Un consejero de Indias anotó al margen de la carta que como en la
Congregación de la Nueva España se dió un capítulo relativo a la
restitución que deberían entregar los encomenderos que no hubiesen
cumplido con su obligación evangelizadora se enviaría copia del mismo
a fray Santo Filiberto, para que "este sea general para todas las Indias".
Tello de Sandoval, quien había convocado la Congregación de México,
era ahora miembro del Consejo de Indias. Podemos suponer que su
parecer fué definitivo enlaexpedicióndelalegislación congregadorapara
el Nuevo Reino.
(12) Real cédula de Valladolid, 28 de abril de 1554. En: Friede, FdhNRG,
II, doc. 170.
(13) Ibid.doc.172
(14) Ibidem, doc. 181
(15) Carla del licenciado Valverde al rey, 26 octubre de 1559. En: Friede,
FdhNRG, III, doc.506.
(16) Disposiciones de Tomás López en su visita a la villa de Arma, julio
1 de 1559. En: Friede, FdhNRG, III, docs. 486,507. En su carta al rey del
15 de sep. de 1559, López infonnaba que en la provincia de Popayán ya
se habían juntado los indios en pueblos "como los de España".

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EL REGIMEN DEL RESG UARDO EN SANTANDER

(17) Carta de fray Martín de Agüito y de Mendieta a fray Bartolomé de


las Casas. Santafé. 15 abril 1566. En: Friede, FdhNRG, V. doc. 870.
(18) Instrucción que se ha de guardar en el juntar y poblar los indios
naturales de los términos de la ciudad de Pamplona, como S. M. lo manda
para su mejor policía y conversión. Pregonada en la ciudad de Pamplona
el 27 de diciembre de 1559. Cfr. Primer libro capitular de Pamplona, 1950,
pp. 301-309.
(19) Carta de la Audiencia al rey. Santafé, 10 abril 1575. En: Friede,
FdhNRG, VI, doc. 1036.
(20) Juan de Villabona Zubiaurre: Auto de la congregación de Chinácota,
14 de junio de 1623, Cfr. ANO, Resguardos de Santander, rollo 14, item
10, fol. 691v.
(21) Carta citada del lio. Valverde al rey, 26 de octubre de 1559. Ver nota
15.
(22) Primer libro capitular de Pamplona, 1950, p. 301-309. López había
sido nombrado por una real provisión del 13 de nov. de 1559 visitador
general de las provincias de Mariquita, Ibagué, Tocairna y Pamplona. Su
instrucción para la congregación ya fué comentada en el capítulo 1.
(23) Fray Andrés de Santo Tomás, vicario general de la Orden de
Predicadores, determinó con claridad en 1563 las responsabilidades te­
rritoriales de cada uno de los frailes del convento de Pamplona. Los
pueblos de cada valle (Cámara, Los Locos, Capacho, Cordamenda,
Rávicha, Chinácota, Suratá, alto Chicamocha, Servitá y Guaca) fueron
asignados al mismo doctrinero para potenciar su acción evangelizadora.
Cfr. Zamora, 1980, II, p. 144-145 y 151.
(24) El 9 de junio de 1560 López dió un auto prohibiendo a los en­
comenderos enviar sus indios labradores a las minas del río del Oro a
sembrarles maíz a las cuadrillas mineras, argumentando que el cambio de
clima les afectaba gravemente su salud. Cfr. Libro primero del cabildo de
Pamplona, 1950, p. 317
(25) Fray Martín de Agurto le comentó a fray Bartolomé de las Casas que
la visita de López había sido la "que empezó a abrir el camino en la policía
y gobierno e instrucción temporal y espiritual de los indios”. Ver nota 17.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(26) ver nota 19.


(27) Población y descripción de los indios de Chinácola. 1586. Cfr. AGN,
Poblaciones varias, 2 ff. 660-663v.
(28) Carta de Luis Enrique al rey. Santafé. 16 de mayo de 1601. Citada
por Julián B. Ruiz Rivera. 1972, pp. 8-9.
(29) Cfr. Testimonio de las visitas y poblaciones de los pueblos deTunja
y Santafé y otras cosas. 1601. En: J.B. Ruiz Rivera, ob. cit., pp.51 y 69.
(30) Las 16 hanegas de sembradura se formaban por un cuadro de 4 por
A 4 cabuyas (cada cabuya medía 100 varas). Cfr. AGN, Resguardos de
Santander, rollo 14, item 2.
(31) Declaración de Vivas de Vera en la residencia tomada al corregidor
Femando Ramírez de Bcrrío, 17 dic. 1618. Cfr. AGN, Residencias de
Santander, rollo 56, item 2, f. 227v.
(32) Es famosa la visita do Villabona alas provincias de Cartagena, Santa
Marta, Vallcdupar y Antioquia (1610-1611), pues no solo compuso las
encomiendas existentes sino que además adjudicó los primeros resguar­
dos. Las Ordenanzas de indios que redactó en 1611 fueron la
cristalización definitiva de la política congregadora de pueblos y la
asignación de tierras de resguardo. Cfr. E. Gutiérrez de Piñercz
(documentos para la historia del departamento de Bolívar) y AGI,
Escribanía de Cámara 644.
(33) El 12 de agosto de 1621 se decidió en el Real Acuerdo (en el cual
participaba el oidor Lcsmcs de Espinosa, otro especialista en con­
gregaciones de indios) que Villabona sería el encargado de visitar durante
un año las provincias de Pamplona, Tunja, San Cristóbal', La Grita y
Salazar de las Palmas. El 31 de diciembre del mismo año el presidente
Juan de Borja le despachó la real provisión con sus instrucciones. Cfr.
AGN. Resguardos de Santander, rollo 14, item 10.
(34) Auto de la congregación del pueblo de Chinácola, 14 de junio de
1623. Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 14, item 10, f.691v.
(35) Autos de la congregación de Cácota de Vclasco, marzo de 1623, Cfr.
AGN, Resguardos de Santander, rollo 13, item 8.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

4(36) Representación de Luis de Cáceres, procurador de Pamplona, contra


la agregación de Chopo a Cúcuta, 1778. Cfr. AGN, Resguardos de
Santander, rollo 13, itcm 1.
(37) Auto de plática leído por el escribano Salvador de Ojcda a los indios
del pueblo del Arcabuzazo, 1623. Cfr. AGN, Visitas de Santander, 6, ff.
462-463.
(38) Uno de los pueblos reducidos a Arboledas fué el del Arcabuzazo (que
había sido congregado en 1602 por Beltrán de Guevara), en razón de que
éstos eran "amigos y compadres de los de las dichas Arboledas y su lengua
una misma". En el momento de su reducción ya no quedaban sino 71
indios, délos cuales 10estaban ausentes y solo 17 tributaban. Cfr. AGN.
Visitas de Santander 6, ff. 450-570. El auto de Villabona y la descripción
de Ojcda en AGN, Visitas de Boyacá, 9 ff.509-521.
(39) Descripción del pueblo de Arboledas, 1699. ACSD, Miscelánea 185,
f. 476-477.
(40) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 14.
(41) AGN, Autos de la extinción del pueblo de Arboledas, 1778. Cfr.
AGN, Resguardos de Santander, rollo 13, item 1.
(42) Certificación del cura Miguel de la Cruz Acero e Información del
pbro. Eustaquio Díaz de Mayorga, 1788. Cfr. AGN, Resguardos de
Santander, rollo 7, item 1.
(43) Todavía en 1685 los capitanes de las cuadrillas de indios lavadores
de Bucaramanga reconocían que eran "indios originarios así del pueblo
de Guaca como de otros, y tenemos y reconocemos caciques y señores
naturales aquellos de cuyos pueblos somos". El alcalde mayor de minas
en aquel año confirmó la información de que los lavadores do Bucaraman­
ga "no tienen ni reconocen más caciques y señores naturales suyos que
aquellos de los pueblos de donde fueron sacados para la formación de
dichas cuadrillas". Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 14, itcm
18.
(44) Los estipendios se le pagaban en oro en polvo de las minas: 1 tomín
por bautismos o confesiones (sustituible por la misma cantidad en gallinas
o huevos) y 1 peso por entierros cantados. Cfr. AGN. Visitas de Santander
11, f. 618.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(45) Villabona fue informado en Pamplona, a donde había llegado


después de su visita á Bucarica, de que contrariando sus órdenes para la
congregación de todos los indios de allí en el pueblo de Bucaramanga, el
cura Trujillo estaba violentando algunas indias para que regresasen a la
casa de la hacienda, quemando algunos bohíos de indios y hasta había
azotado al indio Martín dentro de la iglesia, después de la misa. Cfr. AGN.
Visitas de Santander 11, f.730.
(46) Vista del fiscal Fernando de Saavedra a lo pedido por Juan Rodríguez
Corchuelo, protector de los indios del Nuevo Reino. Santafé, noviembre
de 1620. Cfr. AGN,. Visitas de Santander 11, ff. 591-595.
(47) Auto de la Real Audiencia ordenando despachar una real provisión
dirigida al cabildo de Pamplona. Santafé, 23 de dic. de 1620. Cfr. AGN.
Visitas de Santander 11, ff. 596-600.
(48) Representación de Juan Rodríguez Corchuelo, protector de los
naturales del Nuevo Reino. Santafé, marzo 16 de 1621. Cfr. Ibid, fol. 600.
(49) AGN. Visitas de Santander 11, ff. 617-684.
(50) Andrés Páez de Sotomayor fué uno de los ocho hijos del capitán
Diego Páez de Sotomayor, un soldado de la hueste de Pedro de Orsúa que
fondó la ciudad de Pamplona y que por sus méritos recibió la encomienda
de Cámara, y de doña Beatriz de Vargas. Recibió por gestión de su padre
la encomienda de los indios quebejos (situados en la jurisdicción de San
Cristóbal) en 1592 y murió en el río del Oro el 25 de mayo de 1633. En
1629 fué hecho capitán de una entrada contra los indios yariguíes por
Francisco Mantilla de.los Ríos, quien en 1631 le dió título de alcalde de
la Santa Hermandad del primer cabildo de la naciente ciudad de Girón.
Su hija Juana de Sotomayor y su yerno Andrés Gordillo de Falencia
heredaron sus bienes y encomienda. Se le conoce otro hijo suyo, llamado
Juan Páez, mestizo que también fué minero en el río del Oro.
(51) En Santafé, 2 de octubre de 1592, el presidente Antonio González
expidió el título de encomienda por dos vidas de los indios quebejos a
favor de Andrés Páez' de Sotomayor. Este tomó posesión de ellos en
Pamplona, el 16 de noviembre del mismo año. En 1602 fueron visitados
por Beltrán de Guevara durante su inspección de la ciudad de San
Cristóbal, quien contó 12 parejas de casados, 7 solteros y 3 ausentes,
apellidados Ayvasi, Somata, Sahimi, Inazuca, Caro, Veca, Yacapaci,

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Sucaro, Morgari, Jaurava, Ladino y Sojoa, para un total de 78 almas. Eran


indios pobres y doctrinados por los frailes agustinos en el pueblo de
Tucape, y solo le cuidaban un hato de ovejas a Páez. Con permiso del
presidente Juan de Borja, éste se llevó una parte de los tributarios al río
de Oro y a los Cañaverales a lavar oro, y por ello fueron congregados en
Bucaramanga por Villabona. En 1629 el gobernador de Mérida estuvo a
punto de quitarle la encomienda por no haberse avecindado en San
Cristóbal, sin éxito. A la muerte de Páez pasaron a su única hija legítima,
doña Juana de Sotomayor. Su marido, Andrés Gordillo de Falencia, tomó
posesión de ellos en Bucaramanga el 7 de mayo de 1635, Cfr. AGN,.
Visitas de Santander 5 y Visitas de Venezuela 13.
(52) Autos dictados por Juan de Villabona en Pamplona para la
congregación de Bucaramanga, noviembre 4 y 24 de 1622. Cfr. AGN,
Poblaciones de Santander, rollo 7, item 10.
(53) Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 13. Equivocada­
mente, don Enrique Otero D’Costa presentó esta certificación del
poblamiento de la congregación de los indios lavadores como un acta de
fundación de la"ciudad" de Bucaramanga. Ver su "Cronicón solariego".
(54) AGN, Visitas de Santander 5, ff. 879-881. Un elemento interesante
de las declaraciones del cura Sarmiento es su queja relativa a la escasez
de leñas en el sitio del pueblo y su indicación de que había sido trasladado
respecto del asiento original; " el sitio donde estaban poblados antes
abundaba de todo lo dicho y que era tan sano y más que este sitio, porque
allá se hallaban muchos indios viejos y aquí en este sitio donde están
poblados no hay hoy ni aún mozos".
(55) Este indio era el capitán de la cuadrilla del Río del Oro y se había
casado en segundas nupcias con una mujer blanca nacida en Bucaraman­
ga. Su primera mujer fué una india de la cuadrilla de Cachagua. Había
nacido hacia 1617, pues en 1657 declaró ante Pedro Robayo que tenía 40
años. Durante el pleito que le pusieron los indios a su pretensión dijeron
que don Andrés era hijo de una india cuadrillera y de un indio de Guaca,
y que doña Felicia, su mujer, no era blanca sino cuarterona de español.
Cfr. AGN,. Resguardos de Santander, rollo 14, item 18.
(56) AGN, Resguardos de Santander, rollo 13, item 13.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(57) Declaración del lie. Antonio Lalana, protector de indios de la


Audiencia. Santafé, 6 sept. 1704. Cfr. AGN. Resguardos de Santander,
rollo 13, item 13.
(58) Diligencias de posesión de los indios de Bucaramanga en el resguar­
do. agosto de 1707. Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item
13.
(59) Representación de Blas de Valenzuela al virrey. Santafé 1772. Cfr.
AGN. Tierras de Santander. 42,
(60) Don Blas de Valenzuela informó en 1772 que en los tres años
inmediatamente anteriores habían ingresado a las Reales Cajas 571
castellanos por concepto de quintos de minería del Río del Oro y que la
tierra ocupada por los indios eran solo "barrancos y zanjones profundos".
Cfr. Ibid.
(61) Informe de Cristóbal Antonio de Casal al virrey. Girón. 17 sept. 1772.
Cfr. AGN. Tierras de Santander 42, ff. 174-178v. Este informe se
complementó con otros dados en 25 de agosto del mismo año por Pedro
Pablo Jurado, alcalde de los indios de Bucaramanga, y por don Felipe de
Navas. Ibid, ff. 157v-158.
(62) La visita de Moreno y Escandón ha sido publicada por Germán
Colmenares bajo el título de "Indios y mestizos del Nuevo Reino de
Granada” (Banco Popular, 1987).
(63) AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 20. A Guane llegaron
158 indios bumangueses y se dijo por parte del cura Cristóbal Joseph
Abreu que no habían llevado los libros de bautismo ni alhaja alguna de
la iglesia que habían abandonado.
(64) AGN. Resguardos de Santander, rollo 14, item 1.
(65) Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 4 y rollo 14, item
1.
(66) Por orden del visitador se listaron en julio de 1778 los ocupantes del
resguardo: 53 cabezas de familia, incluyendo al cura de la Matanza, lodos
ellos supuestos "arrendatarios" de las tierras de los indios.
(67) Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 14, item 1. En el momento
de la extinción del pueblo era cura el doctor Marcos José Moreno. Por su
parte, el doctor Juan Agustín de la Parra era el párroco del Santo Ecce

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

Homo de Matanza y se había hecho propietario de tierras trigueras


colindantes con el resguardo de Cácota de Suratá.
(68) AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, item 1.
(69) AGN. Resguardos de Santander, rollo 14, item 1 y rollo 15, item 16.
(70) AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 11 y rollo 15, item
16.
(71) AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 5.
(72) Autos de la visita de Juan de Villabona a Cácota de Velasco, 20 y 21
de marzo de 1623. Cfr AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 6
y rollo 15, item 12.
(73) Reconocimiento de las tierras mercedadas a Esteban Lorenzo cuyos
títulos posee Esteban Martín, Servitá, 5 de febrero de 1735. Cfr. AGN.
Resguardos de Santander, rollo 13, item 5, fol. 21.
(74) Probanza de Luis Martín de Araque Ponce de León, 1763. Este
demostró que en diciembre del año anterior había comprado las tres
estancias de Langacha a los herederos de don Gaspar, en contra de los
indios del pueblo que aseguraban que tales tierras habían sido original­
mente parte del resguardo. En enero de 1771 se le dió posesión a Araque
y se ordenó a los indios sacar de allí sus ganados. Cfr. AGN. Resguardos
de Santander, rollo 13, item 8.
(75) Probanzas de Bartolomé Sánchez de Molleó a en la causa que le
siguen los indios de Cácota de Velasco, 1763-1765. Cfr. AGN, Resguar­
dos de Santander, rollo 13, item 3.
(76) Fray Bartolomé de Monasterios eligió esta advocación mañana en
razón de que su devoción era hereditaria en su familia. Cfr. Adolfo García
Cadena: Cácota de Velasco. En: La Unidad católica. N-1946 (marzo de
1937), pp. 165-167.
(77) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 62-69.
(78) Representación y padrón de los indios de Cácota de Velasco. 1781-
1784. Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 6 y 7.
(79) Villabona Zubiaurre comprobó en 1623 que los indios de Carcasí,
encomienda de Estebán Lorenzo, eran solo 14 tributarios. Cfr. AGN.
Resguardos de Santander, rollo 15. item 14.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(80) AGN. Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 14.


(81) Padrón de Carcas! levantado el 30 de septiembre de 1768 por don
Pedro Intriago y Noriega, corregidor de Servitá. Cfr. AGN. Resguardos
de Santander, rollo 15, ítem 14, f.416-417.
(82) Declaración de Alejandro del Basto, 1770. Esta opinión fué confir­
mada por un anciano español, don Félix Niño de Rojas, y dos años después
por el propio cura de la parroquia de Carcas!. Cfr. AGN. Resguardos de
Santander, rollo 15, ítem 14.
(83) Representación de los estancieros e indios naturales del valle de
Carcas! al arzobispo de Santafé. Septiembre de 1676. Cfr. ACSD,
Miscelánea 185, ff. 476-479.
(84) La traza y amojonamiento del resguardo se produjo el 10 de
noviembre de 1717, con la presencia del alarife José Gómez, el veedor
Antonio Bona y el doctrinero fray Ignacio de Cárdenas, O.P. El resguardo
quedó delimitado por la quebrada de Vera (llamado también río de los
Tunebos), las quebradas de Juan Cristóbal y El Trapiche, y la quebrada
Seca. Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 13, item 9. El arzobispo
fray Francisco del Rincón, actuando como presidente del Nuevo Reino,
confirmó la adjudicación de este resguardo el 12 de enero de 1718.
(85) Cfr. Guerrero y Gutiérrez. 1992, pp. 76/79.
(86) Aparecen entre los muiscas los apellidos Susa, Santafé, Tibasosa,
Zipaquirá, Cosamoro, Guamoche y Ubaté. Los apellidos tunebos eran
Carpintero y Sierra. Los chita re ros eran Cúcano, Carrillo y Cácota.
(87) Expediente del resguardo de Carcas!. Cfr. AGN. Resguardos de
Santander, rollo 13, item 10 y rollo 15, ítems 12 y 14.
(88) Población y descripción de los indios de Chinácota. 1586. Cfr. AGN.
Poblaciones varias 11, ff. 660-663v.
(89) AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, item 10.
(90) AGN, Resguardos de Santander, rollo 13, item 1.
(91) ACSD, Miscelánea Histórica, caja 185, f, 201-262.
(92) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992. pp. 48-51.
(93) AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, item 10.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(94) AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, Ítems 3 y 6.


(95) Cfr. AGN, Visitas de Boyacá 9, ff.523 y ss.
(96) Cfr. Guerrero y Gutiérrez,. 1992, pp. 44-48.
(97) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 14. Los tributarios de
Gambalúa tenían los apellidos Mancilla, La Cruz, Pcñaloza, Vclasco,
Pulido y Chona.
(98) Autos de la visita de Moreno y Escandón a Chopo, 1778. Cfr. AGN,
Poblaciones de Santander, rollo 7, item 1 y Resguardos de Santander,
rollo 13, item 1.
(99) Representación de Luis de Cáceres, procurador general de la ciudad
de Pamplona, contra el proyecto de extinción del pueblo de Chopo.
Pamplona, 1778. Cfr. AGN, Resguardos de Santander, rollo 13, item 1.
(100) Visita del bachiller Bartolomé del Río al Pueblo de Cúcuta, julio
de 1644. Cfr. ACDS, Miscelánea Histórica, 185, f. 470-474.
(101) Autos de la visita de Carrasquilla Maldonado en los aposentos del
capitán Cristóbal de Araque, 2 dic. 1641. Cfr. AGN, Resguardos de
Santander, rollo 14. item 21.
(102) AGN, Poblaciones de Santander, rollo 8, jtem 5. El arzobispo
Femando Arias de Ugarte había dictado en Pamplona, el 24 de abril de
1624, un auto comisionando a los doctrineros para que administrasen los
sacramentos a los españoles, mestizos y mulatos que residieran en estan­
cias muy alejadas de las ciudades y villas, con lo cual pudo legalizarse el
régimen de los feligreses no indígenas agregados a los pueblos de indios.
(103) Cfr. ACSD, Miscélanea histórica, 185, f. 204 y AGN, Resguardos
de Santander, rollo 14, item 21.
(104) AGN, Resguardos de Santander, rollo 13, item 1.
(105) Real provisión otorgando a Ortún Velasco la encomienda de los
caciques Guaca y Bicha con sus capitanes sujetos llamados Umpalá,
Cepitá, Bureo, Largua, Griticota, Babala, Quitimacua, Arribuca,
Cupocata, Labaja, Bobri, Ruri, Manuere, Cuscuta, Muncucata, Pirita,
Gatocá y el señor Imagara con sus sujetos y 400 casas de indios en la
provincia de Mechica. Cfr. Otero t)’Costa, Cronicón Solariego. Velasco
tomó posesión de estos indios en Pamplona, a 2 de enero de 1554. El

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

cacique de Guaca declaró que tenía en su pueblo 169 indios casados, 220
indias casadas, 92 muchachos y 62 muchachas, para un total de 563 indios.
(106) Cfr. Zamora, 1980, lomo II, p. 152. En la iglesia de Guaca se veneró
tempranamente un lienzo de Nuestra Señora del Socorro, donado por Juan
Jaimes. Luego de una epidemia de viruelas se le-pintaron manchas al
rostro de esta imagen, como ex-voto por las mercedes que concedió a sus
devotos.
(107) AGN, Visitas de Boyacá 6, ff. 790ss.
(108) AGN, Visitas de Boyacá, 6, ff. 179ss.
(109) El cabildo de Girón certificó en 27 de octubre de 1778 que los indios
de Guaca se concertaban a trabajar en las estancias de Girón, valle del
Sogamoso, Piedecuesta y Rionegro para ganarlo necesario para pagar sus
demoras, con lo cual beneficiaban a lodos los hacendados de la
jurisdicción por la escasez que había de peones. Cfr. P.M. Jaimes:
Monografía histórica de Guaca, 1986, p. 138.
(110) Los mineros del real de Vetas representaron en octubre dcl778que
la extinción del pueblo de Guaca los perjudicaría, porque osos indios (con
los de Silos) los abastecían de carnes, manteca, maíz y dulces, Por su
parte, el indio José Hernández representó que ellos abastecían también a
la ciudad de Girón de papa, cebollas, quesos, tasajos de carne de cerdo y
vaca, amén de laborar en la limpieza del ejido de dicha ciudad. Cír. P.M.
Jaimes, ob. cit„ pp. 134-138.
(111) Probanza de don Juan Fernández de Mora, nieto del capitán Andrés
de Acevedo, 1645. Cfr. AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 1.
(112) Juan Fernández de Mora hizo una probanza en 1645 para demostrar
que Villabona le había quitado dos estancias y media de ganado mayor
para dárselas a los indios en resguardo. Cfr. AGN, Resguardos de San­
tander, rollo 15, ítem 1.
(113) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 35-43.
(114) AGN, Caciques c indios 7, f. 759.
(115) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 14.
(116) Cfr. ACSD. Miscelánea histórica. 185, ff. 505-506. Los ingresos
reportados al cura doctrinero indican que el vecindario tenía capacidad

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

para sostener cuatro cofradías y pagarla fiestas de Santa Bárbara y SanLa


Rosa, quienes no eran patronas de las cofradías. La primicia del Trigo en
1698 ascendía a 25 fanegas y la de maíz a 30, mientras que el recaudo
anual en dinero fu ó de 544 pesos.
(117) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 54-61.
(118) AGN, Visitas de Santander 3, ff. 737 y ss. transcrito por José J.
Rico, 1992, pp. 379-380.
(119) AGN, Visitas de Boyacá 9, ff. 303 y ss.
(120) Ibid, ff. 3O7v-3O8. Citados por José J. Rico, 1982, pp.602-606.
(121) AGN, resguardos de Santander, rollo 15, item 15.
(122) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 70-76.
(123) Cfr. Francisco Antonio Moreno y Escandón: Indios y meztizos...
1985, pp. 417-418.
(124) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 21.
(125) El capitán Diego Franco de Vclasco heredó de su padre, el capitán
Benito Franco, 11 estancias de ganado mayor y pancogcr que se había
hecho merendar desde el paso de Chocoa en el río Suárcz hasta la cueva
de los yariguíes y quebrada de Zapatoca, y de allí hasta una quebrada
grande; y una más en el páramo de Chimaná. En las tierras del páramo
Chanchón había agregado Franco de Vclasco 16 estancia de ingenio. De
este modo, el encomendero de Chanchón había logrado acumularen 1631
una gran cantidad de tierras, incluyendo las que habían sido resguardos
del pueblo, las cuales dedicaba a la ganadería y a los cañaduzales que
alimentaban sus trapiches.
(126) El doctrinero uc Guane agregó en 1751 a su padrón de feligreses 2
indias casadas y 7 muchachos que procedían de Chanchón. Al año
siguiente llegaron 3 indios tributarios casados, uno soltero y 6 muchachos.
Cfr. AGN. Poblaciones de Santander, rollo 8, item 20, y APG, Libro 1
del recaudo de tributos de Guane.
(127) AGN, Tierras, tomo 48. Citado por Angela I. Guzmán, 1987, p. 34.
(128) AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, item 9. Estos linderos
fueron reafirmados en 1670 por Jacinto de Vargas Campuzano.

- 151 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(129) Aunque la versión es muy confusa, se sabe que el capitán Alonso


Sarmiento obtuvo en 1626 del presidente Juan de Borja una merced de 3
estancias en el sitio de Curití y 5 más en la llamada banda de Cuntí, quizás
aprovechándose de la orden de reducción de los indios a Moncora. Es
probable que haya convencido a una parte de los indios a seguir viviendo
en su sitio original para aprovecharse de su fuerza laboral, aunque ahora
en un cuarto de estancia "donado" por él. Otras personas obtuvieron
mercedes en el sitio, de tal modo que para 1766 ya nadie recordaba las
adjudicaciones originales, ni menos el origen del resguardo. Cfr. Angela
I. Guzmán, 1987, p. 66-67.
(130) Expediente de erección parroquial de Cuntí, \TH. Cfr. ACDSG,
rollo 1667969, Ítem 12, f. 4v.
(131) AGN, Hospitales y cementerios, 5 Citado por Angela I. Guzmán,
1987, p. 72.
(132) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 89-90.
(133) Estas informaciones de Simón proceden del cronista Juan de
Castellanos, quien identificó 30.000 casas prehispánicas en la provincia
de Guane. Cfr. Simón, 1981, IV, pp.21-22 y 25.
(134) Información procesada por Angela I. Guzmán, 1987. pp. 17-28.
(135) En las actas de los libros de las cofradías de Guane puede seguirse
la Revolución de la cabecera de este pueblo de reducción: En febrero de
1689 se menciona por primera vez el nombre de Guane, quizás porque la
erección de la parroquia de San Gil en dicho año traspasó el pueblo a su
jurisdicción, segregándolo de la de Vélez y dándole el nombre de la
provincia. Hasta 1708 se sigue hablando del pueblo de Moncora, pero
entre 1709 y-1726 se firman las actas en el pueblo de Guane. Entre 1727
y 1731, después de mencionarcierta reforma, vuelven a asentárselas actas
en el pueblo de Moncora. Pero desde finales de 1731 quedará definitiva­
mente establecida la cabecera de la doctrina en el pueblo de Guane. Cfr.
APG, Libros de las cofradías de San Agustín y de las Animas.
(136) Cfr. Colmenares: Indios y mestizos... 1985, p. 397-398.
(137) Cfr. Guerrero y Gutiérrez, 1992, pp. 109-111.
(138) Cfr. AdilaDíaz, 1986, p. 122. El estudio demográfico de los indios
de Guane fué realizado por Manuel Lucena Salmoral en sus "Apuntes

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

para la etnohistoria guane" publicados en la Revista Colombiana de


Antropología, vol. 16 (1974), pp. 87-194.
(139) ANB, Protocolos del libro de 1800.
(140) Moreno y Escandón: Indios y mestizos... 1985, p. 484-486.
(141) Cfr. Protocolos notariales de Vélez, libro del año 1850.
(142) AGN, Poblaciones de Santander, rollo 9, item 10.
(143) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 6.
(144) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 13.
(145) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 2.
(146) AGN, Poblaciones de Santander, rollo 7, item 6.
(147) AGN, Resguardos de Santander, rollo 14, item 19.
(148) Cfr. Resguardos de Santander, rollo 15, item 22. El 6 de agosto de
1608 el corregidor del partido de Tequia puso a Enciso en posesión de las
tierras mercedadas en la puerta de la iglesia de Tequia, en presencia del
cacique y sus capitanes. Don Juan de Borja, presidente del Nuevo Reino
de Granada, confirmó el 19 de agosto de 1610 la merced de las estancias
dadas a Enciso, quien las dedicó a la cría de ganados y a la siembra de
trigo y maíz. Este encomendero planeaba, en tiempos de la visita de
Vi Habón a, traspasar sus estancias a sus hijas María y Francisca de Enciso.
(149) Cfr. J.B. Ruiz Rivera, 1972, p. 66.
(150) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 22.
(151) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, item 22.
(152) ACSD, Miscelánea Histórica, caja 93, ff. 347-352.
(153) Enríquez los tasó en 248 mantas de algodón de demora, más 49 del
requinto. Cfr. J.B. Ruiz Rivera, 1972, p. 100.
(154) "...Onzaga, otro cacique y señor que ahora está en el camino que se
sigue y lleva a la ciudad de Pamplona, que es casi de la propia gente moxca
en trajes y vivienda, aunque en la lengua difiere en parte”. Cfr. Fray Pedro
de Aguado, 1956, tomo 1, p. 298. En 1571 los indios de Onzaga todavía
recordaban que antes de la llegada de los españoles "eran sujetos al
cacique de Duitama, al cual servían y le daban mantas, yuca, batatas y

-153 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

otras cosas." Cfr. Tovar, 1980, p, 65. Los libros de bautismos y


matrimonios de la parroquia de Onzaga (1680-1730) indican el modo
como los indios de este pueblo se relacionaban matrimonialmente o por
compadrazgo con los indios de Sátiva, Susa, tópaga, Tibasosa, Serinza,
Tota, Socotá, Consáy Sesquilé, todos ellos del corregimiento de Duitama.
La excepción era con "gente de los llanos orientales".
(155) AGN, Visitas de Santander, Boyacá y Cundinamarca, 6, ff. 677-
775v. Los nombres délas veredas del actual municipio de Onzaga señalan
hacia las parcialidades que fueron reducidas a este pueblo de
congregación: Susa, Ganivita, Sianoga, Tombita, Tinavita, Chaguacá,
Chacunca, Siachía, Chimbuga, Tabal lía, Caguanoque, Macan al, Mompa,
Siguavita (Padua) Y Yariguíes.
(156) AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 8.
(157) APO, Libro 1 de bautismos.
(158) Durante esta visita Campuzano extinguió también los pueblos de
Cheva, Tasco, Sátiva y Monguí. Cfr. AGN, Resguardos de Santander,
rollo 15, ítem 9.
(159) Cfr. J.B. Ruiz Rivera, 1972, p. 67 y 100.
(160) Báez, OP, Historia de las parroquias de Santander, manuscrito. En
1.602 los indios de Guacha recordaban aún que antes de la llegada de los
españoles reconocían el señorío del cacique de Duitama y le daban oro y
mantas, y que todavía le estaban sembrando una labranza de maíz. Cfr.
Tovar, 1980, p. 63.
(161) Estos indios fueron tasados en 400 mantas de algodón de la marca
de demora (sustiluíbles por 200 mantas y 400 pesos de 13 quilates) más
49 por el requinto. Cfr. J.B. Ruiz Rivera, 1972, p. 100.
(162) El arzobispo tratabade resolver con esta medida, dada en Pamplona,
la situación de los colonos españoles que se habían asentado con sus
familias en sus estancias rurales, muchas ellas distantes varias jomadas
de las iglesias de las ciudades de Pamplona y Vélez. Los doctrineros
aceptaron a estos agregados en sus doctrinas por lo que representaban en
aumento de sus ingresos. Cfr. AGN, Poblaciones de Santander, rollo 8,
ítem 5

-154 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

(163) Argumento expuesto en el Real Acuerdo del 21 de julio de 1781.


Cfr. AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 10, f. 623v.
(164) Representación de los indios de Carcas!. Santafé, 22 marzo de 1805.
Cfr. Resguardos de Santander, rollo 15, ítem 12.
(165) Representación de don José Antonio déla Cadena y Godoy. Santafé,
1777. Cfr. AGN, Resguardos de Santander, rollo 15, itcm 10.
(166) Cfr. Moreno y Escandón, ob. cil., pp. 392 a 527.
(167) Los versos, posiblemente compuestos por un fraile dominico, que
durante el Movimiento Comunero de 1781 sirvieron de programa insu­
rreccional al movimiento no le perdonaron a Moreno y Escandón esta
contradicción: "Lo que hay de tener mayor dolor, /En estos hechos de
tanta tiranía, /Es mirar de los indios el rigor/con que llenó de infame
villanía,/A la socapa de sor su protector,/Los destruye con cruel
alevosía./¿Qué agravios, qué desaires, qué deslices/podría hallar en
aquellos infelices?".
(168) Acta del Real Acuerdo celebrado el 26 de junio de 1781. Cfr. AGN.
Reguardos de Santander, rollo 15, itcm 10, f. 260. La séptima capitulación
rezaba en una de sus partes que "los indios que se hallen ausentes del
pueblo que obtenían, cuyo resguardo no se haya vendido o permutado,
sean devueltos a sus tierras de inmemorial posesión, y todos los resguar­
dos que de presente posean les queden no sólo en el uso, sino en cabal
propiedad para poder usar de ellos como tales dueños"
(169) Acta del Real Acuerdo del 21 de julio de 1781. Cfr. Ibid. f. 260.
(170) Representación del señor Mantilla al virrey, Santafé, 7 de
noviembre de 1809. Cfr. AGN. Resguardos de Santander, rollo 15, itcm
16, f. 630v.
(171) José María Sampcr: Ensayo sobre las revoluciones políticas,
Bogotá: Universidad Nacional, 1969, p. 64.

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

CONTENIDO

PRESENTACION.................................................................................... ...

1. EL PROYECTO DE LA REPUBLICA DE LOS INDIOS

1.1. Aproximación historiográfica............................................................. 5


1.2. El proyecto congregado?'en el Nuevo Reino de Granada .... ]()

2. LAS REPUBLICAS DE INDIOS EN LAS PROVINCIAS


NORDESTES DE LA AUDIENCIA

2.1. La aplicación de la política congrcgadora....................................... 20


2.2. Los pueblos de indios........................................................................ 31
2.2.1. Los pueblos de la provincia de Pamplona:
2.2.1.1. Arboledas.....................................................................................33
2.2.1.2. Bucaramanga.............................................................................. 35
2.2.1.3. Cácota de Suratá........................................................................... 50
2.2.1.4. Cácota de Vclasco....................................................................... 54
2.2.1.5. Carcas!........................................................................................... 59

-157 -
EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2.1.6. Chinácota ..................................................................................... 63


2.2.1.7. Chopo........................................................................................... 67
2.2.1.8. Cúcuta........................................................................................... 70
2.2.1.9. Guaca........................................................................................... 74
2.2.1.10. Labateca . .................................................................................. 77
2.2.1.11. Sonóla........................................................................................ 79
2.2.1.12. Silos . . . ..................................... 82
2.2.2. Los pueblos de la provincia de Vélez:
2.2.2.1. Chanchón..................................................................................... 87
2.2.22. Charalá............................................................. 88
2.22.3. Chipatá........................................................................................... 90
2.2.2.4. Chitaraque . .................................................................................. 92
2.2.2.5. Cuntí ............................................................................................... 93
2.2.2.6. Guavalá........................................................................................ 94
2222. Guane........................................................................................... 95
2.2.2,8. Guepsa.................................................................................... 103
22.2.9. Oiba ........................................................................................ 102
2.2.2.10. El Platanal........................................................................... 104
2.2.3. Los pueblos de la provincia de Salazar de las Palmas:
2.2.3.1. Santiago ......................... 104
2.2.3.2. Limoncito de los motilones................................................. 105

2.2.4. Los pueblos de la provincia de Ocaña:


2.2.4.1. Brotaré .................................... 106
2.2.4.2. LaLoma................................................................................. 107
2.2.4.3. Carasica................................................................................. 107
2.2.4.4. Otros........................................................................................ 107

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EL REGIMEN DEL RESGUARDO EN SANTANDER

2.2.5. Los pueblos de la provincia de Tunja:


2.2.5.1. Tequia..................................................................................... 108
2.2.5.2. Coromoro.............................................................................. 111
2.2.5.3. Onzaga..................................................................................... 111
2.2.5.4. Susa . ..................................................................................... 116
2.2.5.5. Guacha y Sumila ................................................................. 116
3. INSERCION DE LOS PUEBLOS EN LA SOCIEDAD
COLONIAL ......................................................................................... 118
4. EL OCASO DE LOS PUEBLOS................................................. 125
5. CONCLUSIONES ....................................................................... 131
6. FUENTES........................................................................................ 135

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