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Un curso en el discipulado
Nivel 2
Lección 8: El discípulo y sus oraciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
Lección 9: El discípulo y su comunión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
Lección 10: El discípulo y su adoración. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
Lección 11: El discípulo y su amigo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
Lección 12: El discípulo y su Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
Lección 13: El discípulo y su enemigo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
Lección 14: El discípulo y su futuro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Nivel 3
Lección 15: El discípulo y su familia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 53
Lección 16: El discípulo y sus ayunos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Lección 17: El discípulo y su perdón. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Lección 18: El discípulo y sus recompensas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Lección 19: El discípulo y su mayordomía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Lección 20: El discípulo y su fama. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68
Lección 21: El discípulo y su ministerio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
Nivel 4
Lección 22: El discípulo y sus oportunidades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Lección 23: El discípulo y su evangelización. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Lección 24: El discípulo y su testimonio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82
Lección 25: El discípulo y su respuesta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Lección 26: El discípulo y sus herramientas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Lección 27: El discípulo entrenando a un discípulo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
Nivel 1
Lección 1: Llegando a ser discípulo Texto bíblico: Mateo 28:18-20
La iglesia tiene la responsabilidad de hacer discípulos del pueblo de Dios para que alcancen el mundo
para Cristo. El mandato de Jesucristo para las iglesias es que hagan discípulos y Su voluntad para los
creyentes individuales es que seamos discípulos.
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visto caballos, mulas o bueyes con un yugo en los hombros para poder arrastrar una carreta
o un arado. El yugo se coloca en los animales por tres razones:
1. La sumisión: El yugo ayuda a someter al animal bajo el control de la persona que lo
desea manejar. Un yugo hace posible el control. En el discipulado, Cristo busca nuestra
sumisión. Quiere someternos a Su control.
2. El trabajo: El yugo implica la responsabilidad. Cuando uno coloca un yugo en un animal,
lo hace con un propósito; hay algo que desea cumplir. Dios le salvó a usted porque hay
algo que desea cumplir en su vida. Usted sólo cumplirá con su responsabilidad cuando
lleva el yugo de Cristo, cuando está bajo Su control.
3. El compañerismo: Cuando Cristo dice: «Llevad mi yugo sobre vosotros», hace claro
que Él está bajo el yugo, también. Era una cosa común en el mundo antiguo, y todavía
lo es en algunas partes, el entrenar un animal joven poniéndolo bajo el mismo yugo con
otro animal más viejo y con más experiencia. Cuando el agricultor hace esto, usualmente
ajusta el yugo para que la mayor parte su peso caiga sobre el animal de más experiencia,
al menos hasta que el animal joven aprenda. Así que, lo que Jesucristo nos está diciendo
en Mateo 11:28 es: «Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y yo les daré
descanso. Llevaré el yugo con ustedes y soportaré el peso.»
C. Los discípulos necesitan someterse al yugo. No todo creyente es discípulo. Se puede ver la
distinción entre los dos en Mateo 11:28, 29. En el versículo 28, Cristo dice: «…yo os haré des-
cansar». Pero en el versículo 29, Cristo dice: «Llevad mi yugo…y hallaréis descanso para
vuestras almas». ¿Cuál es la diferencia? El versículo 28 es una posición mientras que el ver-
sículo 29 es una experiencia. Necesitamos unirnos con Cristo bajo el mismo yugo para poder
experimentar la paz con Dios, el gozo, el poder y muchas otras bendiciones. Mateo 11:28 es
una invitación a la salvación. Uno necesita recibir la salvación que Cristo le ofrece. Esto lo
colocará en una posición con Cristo como su Salvador. El versículo 29 es una invitación al
compañerismo del discipulado. Después de la salvación, ¡hay que unirse al compañerismo
que Cristo le ofrece!
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la familia de Dios, pero no puede llegar a ser un discípulo maduro de Cristo sin la familia de
Dios. Esta es la razón por la cual todo creyente es esencial al desarrollo de los demás creyen-
tes en la iglesia. Ningún miembro del cuerpo puede decir a otro miembro: «No te necesito».
La Biblia nos dice: «Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el
cuerpo, como él quiso» (1 Corintios 12:18). ¿Por qué? «para que no haya desavenencia en
el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros» (1 Corintios
12:25). Necesitamos el ministerio de la iglesia porque ninguna persona sola puede darle a
otra persona todo lo que ésta necesita para madurarse en Cristo. Necesitamos el cuerpo en-
tero de Cristo, para que lo que una persona carezca pueda suplirse por otra. De esta manera
crece el cuerpo entero.
Conclusión:
El discipulado es un proceso transferible. La meta es que cada miembro del cuerpo de Cristo sea activo
en el desarrollo del resto del cuerpo. Debemos reproducir el proceso del discipulado en las vidas de los
demás.
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Lección 2: El discípulo y su entrenamiento Texto bíblico: 2 Timoteo 2:2
El entrenamiento en el discipulado es un compromiso de por vida. Una vez salvo, uno debe tener un
deseo fuerte de llegar a ser como Cristo. Ser como Cristo significa ser cristiano. Antes de que uno puede
llamarse cristiano, debe haber un tiempo de entrenamiento en el cual el creyente se madura y eventual-
mente ayuda en el desarrollo de otros creyentes, también. El apóstol Pablo entrenó a Timoteo y luego
le animó a hacer lo mismo, según 2 Timoteo 2:2. Leamos este versículo en la Biblia.
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en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra» (2 Timoteo 3:16, 17). Cristo quiere que Sus discípulos sean listos y
aprobados por Dios en el manejo de las Escrituras. Lo que un discípulo aprende es la
Palabra de Dios y cómo Cristo la vivió en Su vida y cómo la compartió con los demás.
4. Sea conmovido por los demás. Mientras el Espíritu Santo guíe su vida, usted llega a pen-
sar más en las necesidades de otros que en sus propias necesidades. Así vivió Jesucristo y
así vivirá el discípulo verdadero. «Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; por-
que estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor» (Mateo
9:36). Un discípulo se conmoverá por la gran necesidad que los demás tienen de conocer
la verdad y al Señor Jesucristo. Sólo cuando un discípulo tiene un buen entendimiento
de la Palabra de Dios podrá ayudar verdaderamente a otros.
B. Los discípulos buscarán la guía de Dios. Como discípulos, hay que considerar que cada
día es una oportunidad para testificar de Jesucristo. Comience su día pidiéndole a Dios que
le provea oportunidades para presentar el evangelio. Entonces, sea dispuesto durante las
actividades cotidianas para testificar de Cristo. Pablo, escribiendo de su ministerio fructífero
en Éfeso, dijo: «porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adver-
sarios» (1 Corintios 16:9).
C. Los discípulos son los que comparten el mensaje de Dios. El testimonio de usted le perte-
nece a Dios. No es asunto de si otros lo acepten a usted o lo rechacen; es asunto de la verdad
de Dios. Esté dispuesto a proclamar el mensaje de Dios con plena confianza en Él. Pablo les
pidió a los efesios que oraran por él, «a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra
para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio» (Efesios 6:19).
Conclusión:
Durante los próximos meses usted aprenderá algunas de las enseñanzas básicas de la Biblia para te-
ner el conocimiento bíblico y la confianza necesarios para guiar a alguien a aceptar a Jesucristo como
Salvador y Señor. Entonces, será la responsabilidad de usted entrenar a estos creyentes nuevos y ense-
ñarles que hagan lo mismo con otros.
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Lección 3: El discípulo y su seguridad Texto bíblico: Romanos 10:11-13
La preocupación, el temor y la duda no son para el hijo de Dios. No fuimos creados para ser cautivos de
estas emociones. Dios quiere que usted entienda la seguridad de su existencia eterna y la confianza de
su relación con Él. Usted puede librarse de las dudas hoy mismo. Lea Romanos 10:11-13. ¡Hay al menos
cuatro áreas mencionadas en la Biblia que nos ayudan a desarrollar la seguridad que necesitamos y que
nos pertenece por derecho a causa de nuestra herencia en Cristo!
1. Escuche algunos de los hechos de las Escrituras en cuanto a la seguridad: «Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano» (Juan 10:27, 28). «Todo lo que el Padre me
da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37). «Mas a todos los
que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios» (Juan 1:12).
2. Hay muchas mas Escrituras que nos dan la seguridad y alivian la duda en cuanto a nues-
tra salvación. Búsquelas al leer la Biblia porque no puede haber seguridad duradera en
su corazón a menos que usted conozca y acepte el testimonio directo de la Palabra de
Dios. La condición de la seguridad cristiana duradera depende de la disponibilidad de
aceptar lo que Dios dice en Su Palabra. La seguridad es un resultado de la fe.
1. «Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para
que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios»
(1 Juan 5:13).
2. En la pequeña carta de 1 Juan, las palabras «conocer» y «saber» ocurren de una forma u
otra más de 50 veces. Esto debe ser suficiente para quitar toda duda en cuanto a la cer-
teza de la salvación. La Biblia declara repetidamente que Jesucristo es el que nos guarda.
Así que, aceptemos estos hechos y permitamos que sea resuelto el asunto en nuestro
corazón y echada para siempre la duda.
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II. La seguridad proviene de la evidencia en la obra de Cristo en el pasado y
en el presente.
A. La obra pasada de Cristo en la cruz nos da la prueba concluyente de que los creyentes
tenemos la seguridad. Mientras colgaba en la cruz, Jesucristo dijo: «Consumado es» (Juan
19:30). Cuando pagó en la cruz nuestra deuda por el pecado, la pagó por completo. Después
de ser salvos, nunca debemos temer volver a ser perdidos porque Jesucristo llevó a cabo Su
obra.
B. En la obra presente del Señor tenemos la seguridad porque Él intercede por nosotros
a la derecha del Padre Celestial. «por lo cual puede también salvar perpetuamente a los
que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Hebreos 7:25).
Al decir que Cristo intercede por nosotros, se quiere decir que Jesús se acerca al Padre y ha-
bla de parte de nosotros. ¡No sólo declaramos nosotros que la sangre de Cristo es el pago
completo por nuestros pecados, sino que Cristo mismo lo declara también! El Padre siempre
acepta la intercesión de Su Hijo. ¡La seguridad cristiana se apoya en la Biblia y en la obra de
nuestro Señor!
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3. Pablo también escribió: «Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él» (1 Corintios
8:3).
4. Es imposible que uno «muerto en delitos y pecados» (Efesios 2:1) conozca un amor pro-
fundo y perdurable para Dios. Pero, inmediatamente al ser salvos, no sólo recibimos la
capacidad de amar a Dios, sino que también experimentamos el gran amor de Él para
con nosotros. ¿Cómo? Porque entendemos que Dios nos ama y que lo demostró al dar-
nos la vida eterna por medio de Su Hijo.
5. Como David escribió: «Amo a Jehová, pues ha oído/ Mi voz y mis súplicas» (Salmo
116:1). «Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero» (1 Juan 4:19). Habrá den-
tro del creyente un amor profundo y perdurable para con Dios que da la seguridad de la
salvación. ¡Hay un anhelo fuerte de complacer a Jesucristo!
B. Habrá la evidencia de un interés sincero para los demás. Nuestra naturaleza pecaminosa
anterior nos aconsejaba mal a hacer bien sólo a los que nos hacían bien a nosotros. Una vez
salvos, sin embargo, nuestra naturaleza nueva en Cristo nos dice que hagamos bien a todos y
que amemos a nuestros enemigos a igual que a nuestros amigos. «Y nosotros tenemos este
mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano» (1 Juan 4:21). Habrá
la evidencia de un interés sincero para los en nuestro derredor, aun para los desconocidos, y
esto nos da la seguridad de nuestra salvación. Hay un deseo fuerte de contar de Cristo a los
demás.
C. Habrá una nueva actitud para con Su iglesia. Puesto que la Biblia enseña que Cristo esta-
bleció la iglesia y que es por la iglesia que el mensaje de la salvación se lleva al mundo entero,
los salvos poseemos una nueva actitud para con ella. Esta nueva actitud y el amor a ella se
evidencian por medio de nuestra asistencia regular a sus cultos, la oración frecuente por ella
y el apoyo económico de ella. «…así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo
por ella» (Efesios 5:25).
Conclusión:
La seguridad proviene de la evidencia de un estilo de vida transformado, del hecho de que la Palabra
de Dios nos dice así, de la obra completada y el ministerio continuo de Jesucristo y del testimonio del
Espíritu Santo dentro de nuestro ser. El ser salvos y el estar seguros de la salvación crea dentro de noso-
tros una «paz…que sobrepasa todo entendimiento» (Filipenses 4:7). La seguridad de que uno es salvo
por la fe en Cristo es esencial para crecer en la gracia y en el conocimiento de Cristo.
El tener la seguridad de la salvación es estar absolutamente llenos de confianza de que al morir iremos
inmediatamente a los cielos. Los que hemos aceptado a Jesucristo como Salvador personal somos los
únicos que podemos tener la seguridad de la salvación eterna. ¡Usted puede ser salvo sin duda!
Desafortunadamente, muchos no cuentan con la seguridad. El contestar las siguientes dos preguntas
puede ser la prueba verdadera: (1) ¿De veras creo que Jesucristo, y sólo Él, murió por todos mis pecados?
(2) ¿He aceptado a Jesucristo como mi Salvador personal? Si usted puede contestar ambas preguntas
con un «¡Sí!» definitivo, entonces, en la base de la Palabra de Dios, ¡usted es salvo y no debe tener más
dudas! Si contestó que no, entonces no es salvo. Sin embargo, es posible ser salvo y no tener dudas,
temores ni preocupaciones en cuanto a su destino eterno. ¡Usted puede ser salvo y seguro!
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Lección 4: El discípulo y su bautismo Texto bíblico: Mateo 3:13-17
Siguiendo su salvación, uno debe querer declarar públicamente su fe en Cristo y unirse con una de las
iglesias del Señor. Esto incluye el ser bautizado como una declaración de su fe en Cristo. El bautismo es
una de las dos ordenanzas de la iglesia, siendo la otra la Cena del Señor. Leamos Mateo 3:13-17.
¿Por qué es tan importante el bautismo? ¿Cuál es el método correcto de administrar el bautismo? ¿Cuál
es el significado verdadero del bautismo? Estas son algunas de las preguntas que se contestarán en esta
lección.
I. El bautismo es importante.
A. El bautismo es una enseñanza bíblica. Se refiere al bautismo como cien veces en el Nuevo
Testamento. Es un término empleado con frecuencia por las iglesias, también.
B. El bautismo era importante al ministerio de Jesucristo. Antes de comenzar Su ministerio,
Jesucristo fue a Juan para bautizarse. Le era tan importante que viajó desde Galilea al río
Jordán. Le era tan importante que Su bautismo era el primer acto de Su ministerio público.
El bautismo era tan importante que Dios el Padre y Dios el Espíritu estuvieron presentes
en el bautismo de Cristo. Inmediatamente después del bautismo de Cristo, el Espíritu Santo
descendió sobre Él y el Padre habló del cielo, diciendo: «Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia» (Lucas 3:22).
C. El bautismo era importante en las iglesias primitivas. Los que aceptaron a Cristo como
Salvador en el día de Pentecostés, después de la predicación de Pedro, fueron todos bautiza-
dos. «Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día
como tres mil personas» (Hechos 2:41).
1. Después del día de Pentecostés, el bautismo siguió siendo el primer paso de obediencia
para los que habían sido salvados. En Samaria, un avivamiento ocurrió y «se bautizaban
hombres y mujeres» (Hechos 8:12).
2. El eunuco etíope al salvarse tuvo el deseo de ser bautizado inmediatamente. Lea Hechos
8:35-39.
3. Cuando Pablo y Silas estaban en Filipos, Lidia y su familia y el carcelero y su familia se
salvaron. Todos ellos se bautizaron. Lea el capítulo 16 de Hechos.
4. Cuando Pablo predicó en Corinto, «muchos de los corintios, oyendo, creían y eran
bautizados» (Hechos 18:8).
Así que podemos ver que cuando alguien aceptaba a Cristo como Salvador en los tiempos neo-
testamentarios, dichas personas pronto se bautizaban porque el bautismo era importante a las
iglesias primitivas.
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A. La respuesta fue clara y completa. Todo lo que uno tiene que hacer para recibir la salvación
es arrepentirse de su pecado, pidiéndole a Dios que le perdone, y aceptar a Jesucristo como
Salvador y Señor de su vida.
B. La salvación ocurre cuando uno acude a Dios y acepta a Jesucristo como su Salvador,
no cuando uno se bautiza. La Biblia contiene varios ejemplos de personas que se salvaron
antes de bautizarse. Cornelio, sus parientes y sus amigos más íntimos se salvaron y después
se bautizaron. Pablo fue salvado y llamado al ministerio de la predicación antes de que fuera
bautizado. El ladrón en la cruz que se arrepintió y confió en Cristo hasta murió sin bautizarse
y fue al paraíso.
✞✞ El pecador no tiene que esperar a un predicador para poder recibir la salvación. Es Jesucristo quien
salva. Su sangre, no las aguas bautismales, nos limpia de todo pecado.
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la ilustra. Todo lo que hace el creyente al bautizarse es mostrar al mundo una señal visible
de lo que ha ocurrido en su vida espiritual. Antes del bautismo, debe haber una muerte al
pecado, una sepultura de la vida anterior y sus costumbres y una resurrección espiritual en
una experiencia completamente nueva que se llama la salvación.
Así que el bautismo bíblico era y todavía es por la inmersión en agua. No sólo debe haber el modo
correcto, sino que…
D. Se debe bautizar el candidato apropiado. ¿Quiénes deben bautizarse? ¿los infantes? ¿los
inconversos de cualquier edad? Otra vez Dios nos ha dado la instrucción por medio de Su
Palabra maravillosa.
1. La Biblia enseña que el bautismo nunca se debe administrar a nadie, bajo ninguna cir-
cunstancia, que no haya dado evidencias del arrepentimiento personal. Véanse Mateo
3:7-9. Hay que arrepentirse.
2. Nadie debe bautizarse sin dar evidencias de una fe activa en el Señor Jesucristo. Cuando
el etíope le preguntó a Felipe si podría bautizarse, «Felipe dijo: Si crees de todo co-
razón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios»
(Hechos 8:37). Hay que creer.
3. La Biblia también enseña que el Espíritu Santo comienza a morar dentro del creyente
antes de que éste se bautice. «Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno im-
pedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo
también como nosotros?» (Hechos 10:47).
Uno tiene que arrepentirse, creer en Jesucristo por la fe y recibir al Espíritu Santo antes de ser un
candidato apropiado para el bautismo. No sólo debe haber el modo correcto y el candidato apro-
piado, sino que también…
E. Debe haber la autoridad correcta. Al salvarse uno, debe buscar su bautismo de alguien que
tiene la autoridad para bautizar.
1. Juan el bautista recibió su autoridad de Dios. «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual
se llamaba Juan» (Juan 1:6). Juan bautizaba bajo la autoridad de los cielos. Entonces,
cuando Jesucristo estuvo listo para comenzar Su ministerio terrenal, fue a Juan para ser
bautizado.
2. Con algunos de los que Juan había bautizado, Cristo comenzó Su iglesia y a esa iglesia le
dio la autoridad de bautizar. «Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me
es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» (Mateo 28:18,
19).
Uno debe buscar el bautismo por una de las iglesias del Señor. El bautismo debe hacerse del modo
correcto: la inmersión. Debe haber el candidato apropiado: una persona salva. Y el bautismo debe
ser hecho con la autoridad apropiada: una iglesia verdadera de Jesucristo.
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Conclusión:
Por favor, no devalúe el bautismo. El que poseía toda potestad en el cielo y en la tierra mandó que Su
iglesia hiciera discípulos, los bautizara y les enseñara a guardar Sus mandatos. Ninguna instrucción de Él
es insignificante o de importancia menor. Sea salvo, bautícese y siga los mandatos del Señor. Anímeles
a los demás a que hagan lo mismo.
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Lección 5: El discípulo y su crecimiento Texto bíblico: Santiago 1:21-25
¿Qué es lo más difícil para el discípulo? Algunos pueden decir que es asistir regularmente a los cultos
de la iglesia, orar o testificar a los perdidos. Otros dirían que es leer la Biblia diariamente o aprender de
memoria versículos de las Escrituras. Esta lista podría seguir creciendo, pero yo no creo que lo más difícil
para el discípulo es una de estas cosas. Lo más difícil es algo que Dios requiere de todos Sus discípulos.
Todos los apóstoles tuvieron que hacerlo. Hasta Pablo tuvo que hacerlo. Creo fuertemente que Dios
espera que el discípulo de hoy lo haga también. Leamos Santiago 1:21-25.
¿Qué es lo más difícil para el discípulo? ¡Cambiar! El diccionario define la palabra «cambiar» así: «Mudar
o alterar una persona o cosa su condición o apariencia física o moral». El autor americano Mark Twain
dijo: «Los vicios no se pueden arrojar por la ventana; hay que halagarlos a que bajen por la escalera,
una grada a la vez». Como discípulos, se nos requiere a todos cambiar para llegar a ser como Cristo. La
pureza y la santidad son requisitos de Dios. «…como aquel que os llamó es santo, sed también voso-
tros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo»
(1 Pedro 1:15, 16).
La cuestión es: ¿Puede la gente cambiarse? ¿Puede cambiarse uno que se concibió en pecado, nació en
pecado, vive en pecado y comete actos pecaminosos? Obviamente, la respuesta bíblica es: ¡claro que sí!
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A. Pablo fue a Arabia y luego regresó a Damasco. Pasaron tres años antes de que fuera a
Jerusalén para consultar con Pedro y los demás apóstoles. Evidentemente Pablo necesitaba
un tiempo para considerar lo que había ocurrido en su vida. El cambiarse no es fácil. Los há-
bitos mueren con dificultad.
B. El estar dispuesto a cambiarse puede ser penoso pero el no estar dispuesto resulta en
la destrucción de uno mismo. La razón principal por la cual no somos todo lo que Cristo
desea es que en realidad preferimos quedarnos donde estamos así como somos. El cambiar-
nos es posible, pero no es fácil.
Conclusión:
¿Cuál es la solución? Pocos programas para rehabilitar la naturaleza humana progresan mucho, a menos
que tengan una base espiritual. Si permitimos que Dios sea parte del proceso de cambiarnos, todo es
posible. Necesitamos que Jesucristo tenga control completo de nuestras vidas. Necesitamos entregarle
todo a Él. Entonces, el cambio puede ocurrir.
La Biblia es otra solución. La Biblia es la herramienta que Dios usa para hacernos más como Cristo.
«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos»
(Santiago 1:22). No se decepcione. Permita que la Palabra de Dios le perfeccione.
Otra solución somos nosotros. Tal vez hay algo que Dios quiere que hagamos para ayudar a los demás.
La gente puede cambiarse, pero no es fácil. De hecho, sólo hay una manera en que ocurre el cambio
verdadero. El cambio verdadero es un regalo de Dios. Si vamos a ayudar a otros a cambiar, hay que
presentarles a Dios, que está ocupado en transformar las vidas. La Biblia nos dice: «Antes bien, creced
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en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta
el día de la eternidad. Amén.» (2 Pedro 3:18). Un discípulo no puede crecer hasta que esté dispuesto a
cambiarse. ¿Qué está pidiendo Dios que usted cambie?
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Lección 6: El discípulo y su iglesia Texto bíblico: Mateo 16:13-20
Una manera segura de fortalecerse espiritualmente es aprender todo lo que pueda acerca de la iglesia.
Es triste cuán poquito la gente conoce en cuanto a la iglesia. Muchos son como el hombre a quien le
preguntaron cuál iglesia prefería y él respondió que una de ladrillo rojo. Sin embargo, la iglesia era y
todavía es la posesión más estimada de Jesucristo. Veamos Mateo 16:13-20.
En este pasaje de las Escrituras descubrimos la primera referencia a la palabra «iglesia». Esta palabra apa-
rece más de 100 veces en el Nuevo Testamento. Una iglesia es una asamblea de creyentes bautizados
que se reúnen para adorar, para animarse y para encargarse de los negocios del Señor en un ambiente
espiritual. Uno puede saber si su iglesia cumple con los requisitos de la Biblia al examinar lo que dice la
Biblia acerca de la iglesia verdadera de Cristo.
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C. La iglesia es visible. La Biblia enseña de una iglesia visible. Ahora bien, todos sabemos que
algo no tiene que ser visible para ser realidad. Nadie puede ver a Dios y vivir (Éxodo 33:20),
pero Dios es real. Sin embargo, la única manera en que Dios puede revelarse al ser humano
es de manera visible. Ha hecho esto por la naturaleza y por los eventos históricos, pero la
manera mejor de todas es por Su Hijo Jesucristo. De la misma manera, Cristo se ha revelado
por medio de la iglesia visible.
D. La iglesia es local. No hay una iglesia universal invisible. Hablar de tal cosa es como refe-
rirse al agua seca, al calor frío o a la oscuridad luminosa. La palabra griega para «iglesia» es
ekklesia. Esta palabra denota una asamblea local visible. Al morir Cristo en la cruz, lo hizo por
una congregación local visible.
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➤➤ Asegúrese de que ella enseñe y crea que Jesucristo es el único Salvador
y que es completamente suficiente, salvándonos hasta el final.
➤➤ Asegúrese de que ella bautice a sus creyentes por la inmersión.
➤➤ Asegúrese de que ella enseñe la Persona y la obra del Espíritu Santo.
➤➤ Asegúrese de que ella crea en y participe en la obra misionera mundial.
➤➤ Asegúrese de que ella enseñe y crea en el regreso físico y personal de Jesucristo
al mundo.
➤➤ Asegúrese de que ella enseñe la realidad de los cielos y del infierno.
➤➤ Asegúrese de que ningún hombre, ni grupo de hombres, ejerza señorío sobre ella.
Conclusión:
Debemos dedicarnos a la iglesia, determinados a apoyar su ministerio con nuestra presencia y nuestros
recursos, activos en su servicio de ganar a otros a Jesucristo. Si uno se dedica así, se acercará más a sus
líderes, los demás miembros y la Cabeza de la iglesia: Jesucristo.
No he visto a nadie separado de la iglesia vivir una vida cristiana constante y llena de éxito como lo
hacen los que son fieles y devotos a la iglesia. La iglesia nos ayuda a crecer y a llegar a ser discípulos
más fuertes cuando cantamos juntos, oramos juntos, estudiamos juntos y testificamos juntos. ¡Que Dios
bendiga a Sus iglesias!
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Lección 7: El discípulo y la Biblia Texto bíblico: 2 Timoteo 3:16, 17
Es imposible expresar completamente el valor de la Palabra inspirada de Dios en la vida del discípulo.
Recibirá muchas bendiciones la persona que toma el tiempo para leer la Biblia, meditar sobre su mensa-
je y orar por la guía del Espíritu Santo en el entendimiento de ella. El apóstol Pablo conocía las ventajas
de la Biblia y el poder de ella cuando escribió al joven Timoteo. Leamos 2 Timoteo 3:16, 17.
Le pareció bien a Dios darnos la Biblia como un instrumento para nuestro bienestar. Sabio es el discípulo
que reconoce la importancia de la Palabra de Dios y la usa todos los días. Sin embargo, si la Biblia es tan
importante a la vida de uno, ¿por qué es que tan pocos la leen? Puede ser que no entiendan verdade-
ramente cuán significante es la Biblia. Para que la Biblia nos llegue a ser importante, hay que entender:
I. El propósito de la Biblia:
Hay tres cosas en cuanto a la Biblia que nos ayudarán a entender su propósito.
A. La Biblia es un libro de inspiración divina. Si vamos a leer y entender las Escrituras, hay que
saber cómo llegaron a estar en la posesión del ser humano. Pablo escribió: «Toda la Escritura
es inspirada por Dios…» (2 Timoteo 3:16).
2. El término «inspiración» significa «soplo divino», indicando que Dios les dijo a los escri-
tores de la Biblia exactamente lo que debían escribir. Alguien puede preguntar: «¿Cómo
les comunicó exactamente lo que debían escribir?» La Biblia misma nos muestra que lo
hizo hablando a su corazón y su mente por medio del Espíritu Santo, dándoles las pala-
bras precisas que escribir.
3. Encontramos en tan solo el Antiguo Testamento más que 2.000 veces: «Dijo Dios»,
«Jehová dijo», «Y vino a él palabra de Jehová, diciendo» y frases parecidas. La Biblia no
contiene la Palabra de Dios, sino que es la Palabra de Dios. «El Señor daba palabra:/
Había grande multitud de las que llevaban buenas nuevas» (Salmo 68:11). La Biblia es
divinamente inspirada.
2. Mentalmente. Dios ha revelado unas cosas en la Biblia que nos pueden ayudar
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mentalmente: Cómo enfrentarnos con las tribulaciones, cómo conseguir la sabiduría y
el conocimiento, cosas acerca de la naturaleza y la ciencia y mucho más.
3. Físicamente. Dios ha revelado algunas cosas para ayudarnos físicamente, tal como dietas
y tratamientos médicos. ¿Qué dice acerca de la risa? Hay muchas cosas más.
4. Económicamente. Dios ha revelado unas cosas que nos pueden ayudar económicamen-
te: Cómo prosperar, cómo tener éxito, ayuda para nuestros trabajos, etc.
Todo esto se encuentra en la Biblia y también consejos prácticos que nos ayudarán en otras
esferas de la vida cotidiana: cómo tratar a nuestra pareja, cómo criar a nuestros hijos, etc.
Dios nos ha dado la Biblia por medio de la inspiración porque deseaba revelarnos ciertas
cosas. Aceptemos el reto de buscar todas estas cosas en las Escrituras.
C. La Biblia es un libro de iluminación divina. «Pero el hombre natural no percibe las cosas
que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se
han de discernir espiritualmente» (1 Corintios 2:14). El Espíritu Santo ilumina lo que Dios nos
ha revelado en Su Palabra. El Espíritu Santo nos ayuda a entender la Biblia y su mensaje.
Así que Dios nos ha provisto Su Palabra para ayudarnos y ha provisto al Espíritu Santo como
nuestro Maestro. Por consiguiente, tenemos unas responsabilidades.
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2. Fijémonos en lo que Dios nos dice: «Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamen-
te oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra
pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su
rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas
el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no sien-
do oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace»
(Santiago 1:22-25).
Así que vemos que es la responsabilidad del discípulo estudiar la Biblia, creerla y actuar de acuer-
do a ella.
A. El beneficio del crecimiento espiritual. «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el
alma…» (Salmo 19:7a). Uno de los beneficios de estudiar las Escrituras es que uno crece. Si
estudiamos la Biblia, crecemos y llegamos a ser más y más como Jesucristo. Si no la estudia-
mos, no crecemos y, por lo tanto, no llegamos a ser como Cristo. «Porque las cosas que se
escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la
consolación de las Escrituras, tengamos esperanza» (Romanos 15:4).
B. El beneficio de ayudar a otros. «…El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al senci-
llo» (Salmo 19:7b). Dios, en Su sabiduría infinita, ha escogido emplear a los seres humanos
en la continuación de Su obra de generación a generación. Cada discípulo debe sentir la
responsabilidad de lograr el conocimiento espiritual necesario para ayudar a los demás, así
como otros le han ayudado a él.
C. El beneficio del gozo. «Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón…»
(Salmo 19:8a). Cuando el hijo es obediente, los padres se regocijan. El hijo obediente siente
gozo a la vez por haber complacido a sus padres. El discípulo experimenta este gozo al leer,
estudiar y meditar en la Palabra de Dios, pues aprende así cómo ser hijo obediente y com-
placer al Padre.
Conclusión:
Honramos a Dios cuando estudiamos, creemos y guardamos Su Palabra. Él nos dio la Biblia por nuestro
beneficio espiritual pero nos es necesario levantarla, abrirla, leerla y luego hacer lo que nos manda.
Entre más leemos la Biblia, más significado tendrá en nuestra vida. «Toda palabra de Dios es limpia;/ El
es escudo a los que en él esperan./ No añadas a sus palabras, para que no te reprenda,/ Y seas hallado
mentiroso» (Proverbios 30:5, 6).
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Nivel 2
Lección 8: El discípulo y sus oraciones Texto bíblico: Hebreos 4:14-16
En tiempos de necesidad seria y en las presiones y las tensiones de la vida cotidiana, el discípulo de
Jesucristo cuenta con una fuente de ayuda que los demás no tienen. Algo que es mejor que las riquezas,
mejor que cualquier amigo, mejor que cualquier doctor o tratamiento médico. Algo que puede calmar
el alma, tranquilizar la mente, fortalecer el cuerpo, quitar los temores y hacer que las situaciones más
difíciles parezcan ser insignificantes. Podemos encontrar dicha fuente en Hebreos 4:14-16.
Nuestra fuente de ayuda es Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, y la única manera en que el discípulo
puede conectarse con esa fuente es por medio de la oración. ¿Qué es la oración? Alguien ha dicho: «La
oración es la conversación del cristiano con Su Padre celestial.» Como discípulos, hay que orar, orar y
orar aun más. Hay que orar en adición a todo lo demás que hagamos. La oración nos hace más fuertes.
La oración fortalece nuestra fe, fomenta nuestro crecimiento espiritual y nos mantiene cerca del Señor.
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con nuestros hermanos en Cristo estorba nuestras oraciones. Un ejemplo de esto se encuen-
tra en 1 Pedro 3:7. Para que el Señor conteste nuestras oraciones, nos es necesario mantener
una actitud constante de perdón hacia los demás.
¿Cómo debe orar el discípulo? Hay que orar creyendo, en el nombre de Jesucristo, sencillamente,
persistentemente, humildemente y con la conciencia limpia.
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Éxodo 14:15.) Cuando tratamos de cambiar Su voluntad a la nuestra, no contestará. Cuando
oramos con un corazón impuro, Dios no contestará. Cuando oramos pidiendo escapar de
un castigo merecido y necesario, Dios no responderá. Cuando oramos por motivos egoístas
o impuros, no contestará. Cuando la oración surge de un corazón lleno de mala voluntad y
odio hacia los demás, Dios no responderá. Cuando la oración simplemente expresa frases
repetidas y sin significado, Dios no contestará. Cuando la oración carece de sinceridad y fe,
Dios no responderá.
Si usted ora y sus oraciones quedan sin respuesta, examine su corazón y haga cualquier cambio
que sea necesario en su vida o en su oración. Si al examinarse no encuentra nada mal en el corazón
ni en la oración, puede ser que Dios ha contestado su oración, diciéndole que no. O puede ser que
está demorando la respuesta para enviar lo pedido en Su propio tiempo y en Su propia manera.
Conclusión:
Para que la oración sea eficaz, es necesario mantener la relación correcta con Dios y con los demás. Al
hacer esto, descubriremos que la oración es uno de los privilegios más maravillosos del discípulo.
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Lección 9: El discípulo y su comunión Texto bíblico: Lucas 22:7-20
Cuando un creyente se une con una de las iglesias del Señor, hereda unos privilegios maravillosos y, a la
vez, asume ciertas responsabilidades. Uno de los privilegios es poder participar en la Cena del Señor y
una de las responsabilidades es mantenerse en tal posición para que pueda participar con una concien-
cia tranquila. Leamos Lucas 22:7-20.
B. La Cena del Señor es una ordenanza simbólica. No es otro sacrificio de nuestro bendito
Señor, como creen algunos. Tampoco es un sacramento por el cual uno obtiene la gracia
salvadora para su alma. La Cena del Señor simboliza tres ideas principales:
1. Simboliza la muerte de Cristo por nosotros. Su sangre fue derramada y Su cuerpo fue
quebrado para proveer la manera por la cual la salvación estaría accesible a todos los
que creen en Él.
3. Simboliza el gozo venidero en el reino de Dios. Así como la Cena mira hacia atrás a
Jesucristo en humildad y amor, también mira hacia delante al reino victorioso con de-
leite y anticipación. Jesucristo dijo que Él no volvería a beber del fruto de la vid hasta
tomarlo en el reino de Dios, según Lucas 22:18.
A. El pan representa el cuerpo inmaculado de Jesucristo. Debe ser pan sin levadura por dos
razones.
1. El pan usado en la Pascua por cierto era sin levadura y, por lo tanto, era lo que Cristo usó
durante la institución de la ordenanza.
2. La levadura es un símbolo del pecado, y el cuerpo de Cristo era sin pecado. «Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justi-
cia de Dios en él» (2 Corintios 5:21).
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B. El pan se debe preparar en una sola pieza para simbolizar la unidad del cuerpo de
Cristo. Las Escrituras dicen: «Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es
mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí» (Lucas 22:19). Su cuerpo
terrenal fue dedicado a un solo propósito: el hacer la voluntad de Dios. Su cuerpo, la iglesia,
debe tener la misma unidad de espíritu y propósito.
1. Mientras el pan de una pieza se quiebra en pedazos más pequeños, debemos recordar
el sufrimiento que nuestro Señor padeció por nuestra salvación.
2. A la misma vez, debemos ver que hay distintas personas con distintos talentos que for-
man el cuerpo de Cristo, Su iglesia, como los varios pedazos del pan partido.
1. El fruto de la vid debe ser el más puro posible porque simboliza la sangre inocente que
se derramó por nosotros. «De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa,
diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama» (Lucas
22:20).
2. Es importante notar que, antes de dar a Sus discípulos la copa durante aquella primera
Cena, Jesucristo dio gracias. Sabiendo que el líquido en la copa representaba la vida que
Él entregaría por nosotros, dio gracias al Padre.
A. Hay que ser salvo. Así como uno no puede bautizarse bíblicamente sin ser salvo, de la mis-
ma manera uno no puede simbolizar recibir a Jesucristo como su Salvador sin que Cristo de
veras sea su Salvador. Ingerir el pan y el fruto de la vid sin haberle recibido a Cristo como
Salvador y Señor de su vida es burlarse del Salvador. Por consiguiente, la persona que parti-
cipa legítimamente en la Cena del Señor tiene que ser salva.
B. Hay que ser bautizado. Sólo un creyente bautizado puede participar de la Cena del Señor.
No hay ningún registro en el Nuevo Testamento de alguien que participara en la Cena del
Señor sin haber profesado ser salvo y bautizado. Aun en la gran comisión, el mandato de
bautizar a los creyentes precede la directiva de enseñarles a guardar las otras instrucciones
divinas, que incluirían la Cena del Señor. Por lo tanto, uno tiene que ser bautizado bíblica-
mente para poder participar en la Cena del Señor.
C. Hay que ser miembro de una iglesia local. La comunión del cuerpo de Cristo debe limi-
tarse a cada congregación local, la cual es un cuerpo de Cristo. Note: «La copa de bendición
que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es la
comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos
un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan» (1 Corintios 10:16, 17). La Cena
del Señor es para los miembros de una iglesia local y sólo cuando los creyentes bautizados
se reúnen como iglesia puede haber la expresión apropiada de la Cena del Señor. «Pues en
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primer lugar, cuando os reunís como iglesia…» (1 Corintios 11:18). Uno no debe participar de
la Cena del Señor con cualquiera en cualquier lugar cuando quiera.
D. Hay que manifestar la buena conducta cristiana. La iglesia corintia fue dirigida por Pablo
quien fue inspirado por Dios a instruirles a que se abstuvieran de comer la Cena del Señor
con un miembro inmoral de la iglesia. Pablo más tarde informó a la iglesia que la congre-
gación en conjunto se había descalificado de llegar apropiadamente a la mesa del Señor a
causa de las disensiones y divisiones internas.
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Conclusión:
Todos los que son salvos y que se unen con una de las iglesias del Señor pueden participar en la Cena
del Señor regularmente con su propia iglesia. Nadie debe ofenderse cuando una iglesia desea para ma-
yor seguridad invitarles solamente a sus propios miembros a participar en la Cena.
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Lección 10: El discípulo y su adoración Texto bíblico: Juan 4:19-24
Por el diseño maravilloso de Dios, fuimos creados para adorar. Es natural que el ser humano adore pero
no es normal que adore cualquier otra persona o cosa que no sea Dios. Leamos Juan 4:19-24.
La adoración es esencial. Si no lo fuera, Dios no habría implantado la necesidad de adorar en el corazón
de la humanidad. Por lo tanto, la adoración fue diseñada para realizar ciertas cosas. ¿Qué ocurre cuando
adoramos? ¿Por qué desea el Padre celestial que le adoremos?
I. Dios es glorificado.
El propósito principal de la adoración es glorificar a Dios. El glorificar a Dios es una de las cosas
principales que nosotros como discípulos debemos hacer.
A. La adoración es la única cosa que tenemos para ofrecer a Dios. Los humanos no posee-
mos nada en realidad, pues todo le pertenece a Dios. «De Jehová es la tierra y su plenitud;/ El
mundo, y los que en él habitan» (Salmo 24:1). Dios mismo declaró: «Si yo tuviese hambre, no
te lo diría a ti;/ Porque mío es el mundo y su plenitud» (Salmo 50:12).
Un agricultor rico proclamó orgullosamente a su pastor un día, señalando la tierra alrede-
dor:
—Todo lo que puedes ver es mío.
Su pastor le respondió, señalando al cielo:
—¿Eso también te pertenece?
Dios es el Dueño de todo. Lo único que poseemos y que le podemos ofrecer es nuestra ado-
ración y nuestra alabanza.
B. El adorarle a Dios es glorificarle. Permítame darle una manera buena de saber que no
ha malgastado su día: Dios dijo: «El que sacrifica alabanza me honrará…» (Salmo 50:23).
Entienda: Como discípulos, tenemos que darle gloria a Dios. «Tributad a Jehová, oh hijos de
los poderosos,/ Dad a Jehová la gloria y el poder./Dad a Jehová la gloria debida a su nom-
bre;/ Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad» (Salmo 29:1, 2).
C. ¡Se nos ha instruido darle gloria a Dios! ¿Qué significa la palabra «gloria»?
1. La gloria intrínseca: Esta es la gloria que Dios tiene en sí mismo y de sí mismo. No pode-
mos añadir a esta gloria, ¡porque Él es Dios!
2. La gloria atribuida: La palabra «atribuir» significa «dar». «Tributad a Jehová, oh familias
de los pueblos,/ Dad a Jehová gloria y poder./ Dad a Jehová la honra debida a su nom-
bre;/ Traed ofrenda, y venid delante de él;/ Postraos delante de Jehová en la hermosura
de la santidad» (1 Crónicas 16:28, 29).
D. ¿Por qué debo glorificar a Dios?
1. ¡Porque Él es Dios!
2. ¡Porque nos hizo!
3. ¡Porque juzga a los que no lo hacen! «Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron
como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su
necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron
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la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos y de reptiles. Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en
las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios
cuerpos,…Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas;…Y como ellos no aproba-
ron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas
que no convienen» (Romanos 1:21-24, 26, 28).
E. ¿Cómo glorificamos a Dios?
1. Confesando a Cristo glorificamos a Dios. Según la Biblia, todos confesarán que Jesucristo
es Señor, pero la cuestión es ¿cuándo? «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre» (Filipenses 2:9-11).
2. Confesando nuestros pecados a Dios le glorificamos. «Si confesamos nuestros pecados,
él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» (1 Juan
1:9). Cuando uno honestamente confiesa sus pecados, esto atribuye gloria a Dios. Josué
le dijo a Acán: «Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, y dale alabanza, y declá-
rame ahora lo que has hecho; no me lo encubras» (Josué 7:19). ¡Al confesar los pecados,
uno reconoce la santidad de Dios! ¡y reconocer Su santidad es darle gloria!
3. Demostrando nuestra fe en Él le glorificamos. La Biblia nos dice que, a causa de la gran
fe de Abraham, Dios recibió la gloria. «Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa
de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios» (Romanos 4:20).
4. Llevando fruto en nuestras vidas le damos gloria a Dios. Jesucristo dijo: «En esto es glori-
ficado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos» (Juan 15:8).
5. Cuando estamos dispuestos a sufrir por Cristo, le damos gloria a Dios. «Si sois vitupera-
dos por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios
reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vo-
sotros es glorificado. así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o
malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se
avergüence, sino glorifique a Dios por ello» (1 Pedro 4:14-16).
6. Glorificamos a Dios al tener un corazón contento. Pablo tuvo un corazón contento al es-
cribir: «Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de
Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios,
pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al
Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.» (Filipenses 4:18-20). El
individuo contento testifica a la sabiduría y la soberanía de Dios: «Si es necesario gloriar-
se, me gloriaré en lo que es de mi debilidad» (2 Corintios 11:30).
7. Al orar con confianza, glorificamos a Dios. Jesucristo dijo: «Y todo lo que pidiereis al Padre
en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo» (Juan 14:13). Si cada
vez usted piensa en pedirle algo a Dios, se pregunta si lo que va a pedir le glorificará a
Él, eliminará muchas peticiones egoístas. Así puede llegar ante Él con plena confianza,
sabiendo que le concederá la petición ¡porque le glorificará!
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Así que para adorar a Dios hay que glorificarle. No sólo es Dios glorificado cuando le adoramos sino
que…
B. La adoración purifica a los discípulos. La adoración nos conduce a más adoración. «Jehová,
¿quién habitará en tu tabernáculo?/ ¿Quién morará en tu monte santo?/ El que anda en in-
tegridad y hace justicia,/ Y habla verdad en su corazón./ El que no calumnia con su lengua,/
Ni hace mal a su prójimo,/ Ni admite reproche alguno contra su vecino./ Aquel a cuyos ojos
el vil es menospreciado,/ Pero honra a los que temen a Jehová./ El que aun jurando en daño
suyo, no por eso cambia;/ Quien su dinero no dio a usura,/ Ni contra el inocente admitió co-
hecho./ El que hace estas cosas, no resbalará jamás» (Salmo 15:1-5).
Así que la adoración glorifica a Dios y purifica a los discípulos. Otro resultado de la adoración es que …
A. «Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque
el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque
por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación,
exhortacion y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que
profetiza, edifica a la iglesia. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero
más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no
ser que las interprete para que la iglesia reciba edificación» (1 Corintios 14:1-5).
B. La adoración debe resultar en la edificación del cuerpo entero. Debemos comenzar con
la esperanza santa, esperando que Dios haga algo grande, y terminar en obediencia santa a
la voluntad de Dios para nuestras vidas.
La adoración debe glorificar al Señor, purificar al hijo de Dios y edificar a la iglesia. Hay una cosa más que
la verdadera adoración debe producir. Por medio de la adoración,…
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IV. Los perdidos oyen el evangelio.
Los discípulos que adoran quieren compartir su fe.
A. «Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoc-
tos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo
o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su corazón se hace
manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios, declarando que verdadera-
mente Dios está entre vosotros» (1 Corintios 14:23-25).
B. Los creyentes debemos tener el deseo de salir al mundo y reportar que nuestra iglesia
es una iglesia verdadera del Señor. Nos entusiasmamos al adorar. ¡Dios usará nuestro re-
porte, nuestro testimonio, para evangelizar a los perdidos aun en el culto de adoración! No
se preocupe por tal vez ofender a los visitantes. ¡La adoración verdadera los evangelizará!
Conclusión:
Tenga presente que la adoración fue diseñada por Dios para realizar ciertas metas como el glorificar a Él,
el purificar a Su pueblo, el edificar a Su iglesia y el evangelizar a los perdidos. ¿Adoró usted el domingo
pasado? ¿Ha glorificado a Dios? ¿Ha purificado su alma por medio del perdón de Dios? ¿Ha sido edifica-
do, inspirado e instruido por Su Palabra? Planee adorarle a Dios el próximo domingo.
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Lección 11: El discípulo y su amigo Texto bíblico: Proverbios 17:17
Una definición de la palabra «amigo» es: «uno ligado a otro por el cariño, uno que alienta a otro». Un
amigo verdadero es uno que nos ama a pesar de todo. La Biblia nos da una definición de un amigo en
Proverbios 17:17.
I. Un amigo da.
«El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo;/ Y amigo hay más unido que un hermano»
(Proverbios 18:24). ¿Cómo puede una persona amar sin dar? Los amigos verdaderos dan cuidado,
amor, aliento, compasión, etc. Un amigo verdadero es uno que da, no uno que quita.
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discípulo su pecado. Nos ha perdonado más allá de lo que podemos entender. «Cuanto está
lejos el oriente del occidente,/ Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Salmo 103:12).
C. ¿Es fiel Jesucristo? Sí. Nos es tan fiel que está dispuesto a ser nuestro Ayudador. Su amistad
prevalecerá aun cuando las amistades humanas nos fallan. Jesucristo estará siempre con no-
sotros. «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él
dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor
es mi ayudador; no temeré/ Lo que me pueda hacer el hombre» (Hebreos 13:5, 6). Analicemos
estos versículos. ¿Qué quería decir Cristo aquí en este pasaje?
✦✦ «No te desampararé» sino que siempre te daré lo que necesitas. Puedes confiar en Mí.
✦✦ Tampoco «te dejaré» sino que siempre te perdonaré. Puede ser que otros te dejan cuan-
do les ofendes, pero yo siempre te perdonaré.
✦✦ «El Señor es mi ayudador; no temeré» porque Él siempre me será fiel.
Conclusión:
Dios nos ha diseñado de tal manera que nos necesitamos los unos a los otros. Los discípulos de Cristo
llevamos ventaja en cuanto a hacer y mantener las amistades porque somos miembros de una familia
grande: la familia de Dios. La mejor manera de tener un amigo es ser amigo, pero esto significa que uno
tiene que estar dispuesto a dar, perdonar y ser fiel. Jesucristo es tal Amigo. Es nuestro Amigo eterno.
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Lección 12: El discípulo y su Dios Texto bíblico: Mateo 28:19
La Biblia afirma el hecho de que Dios existe sin presentar argumentos para establecerlo o probarlo. Así
que nuestra razón principal por creer la realidad de Dios se encuentra en las páginas de la Biblia. ¿Qué
tipo de Dios es Él? ¿Qué creemos en cuanto a Dios? Leamos Mateo 28:19.
I. ¡Sí, Dios existe!
A. El ateo niega la existencia de Dios. Este individuo rechaza la idea de Dios porque no lo pue-
de descubrir en el universo material. Tiene que explorar el universo entero para asegurarse
que no hay Dios allí. El ateo dice: «Dios no existe porque no lo veo».
B. El agnóstico niega la posibilidad de saber si existe Dios o no. Este individuo escoge el
camino de la ignorancia. La palabra «agnosticismo» proviene de una palabra griega que sig-
nifica «no» y el término griego que significa «conocer», así que significa «no conocer». El
agnóstico dice: «No es posible saber si Dios existe o no».
C. El necio rechaza la revelación de Dios y, por consiguiente, el Dios de la revelación. Esta
persona ilógicamente rechaza cualquier posibilidad de una revelación divina. Dice: «Dios
simplemente no existe». La Biblia nos da una descripción del necio: «Dice el necio en su cora-
zón:/ No hay Dios» (Salmo 14:1).
D. El discípulo cree que hay Dios. El discípulo cree por la fe. ¿De dónde viene la fe? «Así que la
fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios» (Romanos 10:17). Por lo tanto, el discípulo cree,
por la fe en la Palabra de Dios, que Dios sí existe. Dios es autosuficiente y siempre lo ha sido.
Su auto existencia es un atributo esencial de Sí mismo. Es Su naturaleza existir. «porque como
el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo» (Juan
5:26). Dios es. Su nombre es para siempre jamás: «Yo soy» (Éxodo 3:14).
E. ¿Hay más que un Dios? No. Los discípulos creemos que Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo son igualmente deidad. «…en el nombre (singular) del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo» (Mateo 28:19).
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C. He aquí más razonamientos humanos:
«¿A dónde me iré de tu Espíritu?/ ¿Y a dónde huiré de tu presencia?/ Si subiere a los cielos, allí
estás tú;/ Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás./ Si tomare las alas del alba/
Y habitare en el extremo del mar,/ Aun allí me guiará tu mano,/ Y me asirá tu diestra» (Salmo
139:7-10). ¡Dios está siempre presente!
IV. Conclusión:
Hay sólo un Dios. Este Dios siempre ha existido y siempre existirá. Este Dios maravilloso conoce todo, es
todopoderoso y está presente en todo lugar en todo tiempo. Es el Dios que salva, crea de nuevo y mora
dentro de los que creen en Él. Dios no es como nosotros, pero ha hecho posible que nosotros llegue-
mos a ser como Él por medio de nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Al contemplar esto debemos ser
conmovidos a adorarle a Él que es tan digno de nuestra adoración.
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Lección 13: El discípulo y su enemigo Texto bíblico: 1 Pedro 5:8, 9
Como discípulos de Jesucristo, tenemos un adversario espiritual. Este enemigo le tentó al Señor en el
desierto y nos tentará a nosotros, también. ¿Cómo podemos resistir a este adversario espiritual? Leamos
1 Pedro 5:8, 9.
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4. Satanás dice: «Eres ignorante e incapaz de compartir tu fe». Pero el discípulo sabe que
eso no es cierto. «El fruto del justo es árbol de vida;/ Y el que gana almas es sabio»
(Proverbios 11:30).
5. Satanás dice: «Eres inmaduro y no eres responsable ante Dios». Pero el discípulo sabe
que eso no es cierto. «Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa
encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:14). Jesucristo dijo: «Mas yo os digo
que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del
juicio» (Mateo 12:36).
6. Satanás dice: «No se toman en cuenta las ocasiones cuando das más importancia a otras
actividades y cosas que a Dios». Pero el discípulo sabe que eso no es cierto. «No tendrás
dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3).
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puede resistir a Satanás. El discípulo no sólo necesita la armadura de Dios, sino también que
otros discípulos le apoyen. Hay fuerza en la unidad con nuestros hermanos.
G. El discípulo no depende de sus propias fuerzas sino del poder de Dios mismo. «Someteos,
pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a voso-
tros…» (Santiago 4:7, 8). Acérquese tanto a Dios que, cuando el diablo intente atacarle, todo
lo que verá es la gloria de Dios alrededor de usted.
Conclusión:
La actitud del discípulo para con Satanás debe ser resistir y no discutir. «Por lo demás, hermanos míos,
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza» (Efesios 6:10). Resista a Satanás y no haga transigen-
cias. Si nos mantenemos firmes contra él, la bendita promesa de la Palabra de Dios es: «huirá de voso-
tros». La victoria será repentina: «huirá». La victoria será completa: «huirá de vosotros».
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Lección 14: El discípulo y su futuro Texto bíblico: Apocalipsis 21:9-27
Al discípulo le aguarda un gran futuro en un lugar que se le está preparando en este mismo momento.
Este lugar se conoce como el cielo o los cielos. Veamos lo que la Biblia nos dice acerca de este hogar
futuro. Leamos Apocalipsis 21:9-27.
II. El hogar futuro del discípulo está repleto con todo lo esencial.
A. El discípulo tendrá toda provisión necesaria. Lea Apocalipsis 21:23; 22:1, 2, 5. En la Nueva
Jerusalén nunca habrá falta de luz, agua ni alimento. El Cordero es la luz; el río de agua de
vida sale del trono; los árboles en las orillas del río producen fruta con cosechas mensuales
mientras las hojas proveen «la sanidad de las naciones».
B. El discípulo nunca jamás estará solo ni sufrirá. Léase Apocalipsis 21:3, 4. Dios morará
personalmente con Su pueblo de una manera íntima y gloriosa. No habrá más lágrimas, ni
muerte ni tristeza. ¡Este es el lugar donde Dios mismo enjugará toda lágrima!
C. El discípulo por fin estará en paz. Lea Apocalipsis 21:27; 22:3. No habrá necesidad de cerrar
las puertas por la protección. El pueblo de Dios tendrá acceso a la ciudad desde cada parte
de Su universo renovado. Todos estos discípulos vinieron del mundo pecaminoso pero la
maldición del pecado ya ha sido quitada.
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y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los
siglos de los siglos» (Apocalipsis 20:10). El lago de fuego es eterno y es la separación eterna
de Dios. No hay nada tan horrible como eso.
C. El discípulo no necesita temer ir al infierno. Los que han aceptado a Cristo como Salvador
tendrán su hogar eterno en los cielos. «Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda» (Apocalipsis 21:8). Pero, ¿es
el infierno un lugar verdadero? ¿Qué dice la Biblia acerca del infierno?
1. El infierno es un lugar de castigo eterno (Mateo 25:46).
2. El infierno es un lugar de fuego eterno (Mateo 18:8; Judas 7).
3. El infierno es un lugar de prisiones eternas (Judas 6).
4. El infierno es un lugar conocido como el abismo (Apocalipsis 9:2, 11).
5. El infierno es un lugar de la ira de Dios (Romanos 2:5).
6. El infierno es el lugar de la muerte segunda (Apocalipsis 21:8).
7. El infierno es un lugar de perdición y exclusión eternas de la presencia del Señor
(2 Tesalonicenses 1:9).
8. El infierno es un lugar donde nunca se apaga el fuego (Marcos 9:46, 48).
9. El infierno es un lugar de tormento sin fin (Apocalipsis 20:10).
Conclusión:
El hogar futuro del discípulo es algo que anhelar. Jesucristo nos dice: «No se turbe vuestro corazón;
creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo
hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14:1-3).
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Nivel 3
Lección 15: El discípulo y su familia Texto bíblico: Colosenses 3:18-21
La familia del discípulo no es como la familia mundanal, pues la familia del discípulo cuenta con un Libro
de reglamento. Las reglas de la Palabra de Dios, aplicadas correctamente, resultarán en una familia más
contenta y un hogar mejor. ¿Qué dice la Biblia respecto a la familia del discípulo? Leamos Colosenses
3:18-21.
El apóstol Pablo ha llevado al hogar el tema de la sumisión, primero con la relación entre el esposo y su
esposa, y después con la relación entre los padres y los hijos. Hay metas que cada familia cristiana debe
esforzarse a alcanzar, metas que se pueden alcanzar sólo con la ayuda del Señor. Por eso son normas
cristianas. Por favor, recite en voz alta: «Estas son las metas para la familia cristiana». ¿Cuáles son las re-
glas para la familia cristiana?
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3. Debe hacer el bien. «sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que pro-
fesan piedad» (1 Timoteo 2:10). «que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado
hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha soco-
rrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra» (1 Timoteo 5:10).
4. Debe tener un espíritu apacible. «Vuestro atavío no sea el externo de peinados osten-
tosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el
incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delan-
te de Dios.» (1 Pedro 3:3, 4).
5. Debe someterse. «Las casadas estén sujetas a sus propios esposos, como al Señor»
(Efesios 5:22). «Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mu-
jeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus esposos» (1 Pedro 3:5).
1. ¿Qué significa amar? La palabra «amar» en este versículo particular significa: «estar bien
complacido o contento con». Si uno es bien complacido o contento con su esposa, dará
muestras de amor al querer hacer cosas por ella. Pablo continuó «…no seáis ásperos
con ellas» (Colosenses 3:19). El esposo no debe irritarse con su esposa ni tratarla con
amargura.
2. ¿Cómo debe el esposo cristiano amar a su esposa? Debe amarla como Cristo ama a la
iglesia. «Esposos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se en-
tregó a sí mismo por ella» (Efesios 5:25). Debe tratar a su esposa con gran cuidado y
ternura.
Debe ser la cabeza. «Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el
varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo» (1 Corintios 11:3). ¿Qué significa
ser la cabeza? Significa ser el siervo principal. Jesucristo dijo: «Porque el Hijo del Hombre no
vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos
10:45).
1. Debe ser fiel a su esposa. «Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas,
de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gus-
to de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y
la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera,
y la mujer de tu pacto. ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu?
¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues,
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en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud»
(Malaquías 2:13-15).
3. Debe vivir con ella. «Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió
repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera
que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera;
y el que se casa con la repudiada, adultera» (Mateo 19:8, 9).
4. Debe proveer para ella. «porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente
para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5:8).
5. Debe amarla. «Esposos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y
se entregó a sí mismo por ella» (Efesios 5:24). «Así también los esposos deben amar a
sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama»
(Efesios 5:28).
B. Los jóvenes casados deben ser independientes. Una vez que salgan del hogar, no deben
regresar a sus padres y someterse a ellos. «por tanto, dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24). Colosenses 3:20 es un
versículo para niños y menores de edad, no para los adultos jóvenes.
C. ¿Qué significa la palabra «obedecer»? Significa: «ser obediente, hacer caso a, escuchar».
Hace pensar en uno que llama a la puerta y otro que llega a la puerta para escuchar y ver
quién es. Significa hacer caso a un mandato. ¿Por qué debe obedecer el hijo a sus padres?
La Biblia dice: «porque esto agrada al Señor». Esta es la meta para el hijo cristiano que vive
en casa. De hecho, Dios quería que los hijos supieran lo que Él esperaba de ellos. El manda-
miento de obedecer u honrar a los padres se encuentra tres veces en la Biblia. Ya hemos visto
uno de estos pasajes. He aquí los otros dos: «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus
días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da» (Éxodo 20:12). «Hijos, obedeced en
el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el
primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la
tierra» (Efesios 6:1-3).
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IV. El papel que desempeñan los padres en el hogar:
A. El entrenamiento es la regla número uno para los padres. «Padres, no exasperéis a
vuestros hijos, para que no se desalienten» (Colosenses 3:21). El papel de los padres en el
entrenamiento de sus hijos es instruirlos. La palabra «padres» también incluye a las madres.
Sin embargo, el disciplinar y el entrenar de los niños es en verdad la responsabilidad del pa-
dre, porque él es la cabeza de la familia.
B. ¿Cuáles son los deberes de los padres cristianos? «Y vosotros, padres, no provoquéis a
ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor» (Efesios 6:4).
1. No se debe exasperar a los hijos. ¿Qué significa esto? Significa que los padres deben ser
justos y no alejarlos. La injusticia habitual año tras año resulta en una acumulación de
enojo que eventualmente amarga a los hijos en contra de sus padres. ¿Cómo amarga
uno a sus hijos? Por medio de la sobreprotección, el favoritismo, el desaliento, el no re-
conocer que el hijo está creciendo y madurando, la negligencia, las palabras ofensivas y
la crueldad física.
2. No se debe provocar a los hijos. El término «criadlos» significa «nutrir, proveer por ellos
con cuidado tierno». Los hijos necesitan padres que se interesen en sus vidas—en sus
libros, en sus deportes, en su música, en sus pasatiempos. Necesitan padres que les es-
cuchen antes de castigarlos. Necesitan padres que les den bastantes abrazos y besos.
Necesitan padres que sean amorosos y cariñosos. ¿Cómo pueden los padres mostrar
estas cualidades?
a. Hay que escuchar a los hijos y respetar sus emociones.
b. Deben admitir sus propios errores como padres y pedirles el
perdón.
c. Los hombres deben tomar en cuenta lo que dicen sus esposas en
cuanto a cada hijo, pues ellas casi siempre están más al tanto de
sus necesidades emocionales.
d. Hay que alentarlos siempre y nunca desalentarlos.
3. Se debe instruir a los hijos en los caminos del Señor. «Y vosotros, padres, no provoquéis
a ira a vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina y amonestación del Señor» (Efesios
6:4). Los padres necesitan criar a sus hijos «en Cristo». Hay que enseñarles a orar, a leer la
Biblia. Hay que enseñarles cómo ser salvos. Hay que enseñarles a compartir su fe con los
demás, a diezmar, a asistir a los cultos de la iglesia, a ser amables. El mejor maestro es el
que enseña con el ejemplo.
4. Se debe disciplinar a los hijos cuando sean desobedientes. Los padres deben instruir y
disciplinar. El propósito es edificar o desarrollar a los hijos. Los hijos necesitan padres
que los aman lo suficiente como para fijar límites razonables y mantenerlos. Los hijos
necesitan padres que tienen el control. Los hijos que simplemente rehúsan obedecer
necesitan ser disciplinados. «El que detiene el castigo, a su hijo aborrece;/ Mas el que
lo ama desde temprano lo corrige» (Proverbios 13:24). «Castiga a tu hijo en tanto que
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hay esperanza;/ Mas no se apresure tu alma para destruirlo» (Proverbios 19:18). «La
necedad está ligada en el corazón del muchacho;/ Mas la vara de la corrección la ale-
jará de él» (Proverbios 22:15). Tiene que existir un balance entre la firmeza y la ternura.
¡Siga adelante y no se dé por vencido!
Conclusión:
Estas son las metas o las normas del discípulo en cuanto al hogar cristiano. Siga tirando al blanco y ten-
drá éxito.
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Lección 16: El discípulo y sus ayunos Texto bíblico: Mateo 6:16-18
La Biblia menciona el ayunar más de 75 veces. El ayunar era muy importante al israelita de antaño.
Era un asunto muy importante en los días de Jesucristo. Es algo importante al discípulo serio de hoy.
Encontramos a nuestro Señor enseñando sobre el asunto en Mateo 6:16-18.
I. Tipos de ayunos:
A. Un ayuno típico es la abstinencia de comida sólida. No incluye la abstinencia del agua.
B. Un ayuno parcial tiene varias aplicaciones
1. Leemos acerca de la abstinencia de ciertos alimentos en Daniel 1.
2. Hay la abstinencia de la comida por un tiempo específico, como la mitad del día.
3. En unos casos el ayuno incluye la abstinencia de las relaciones sexuales entre el esposo
y su mujer. «No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consen-
timiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno,
para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia» (1 Corintios 7:5).
C. ¿Qué significa ayunar? El ayuno ha sido llamado «un encuentro serio con Dios». Es un tiem-
po cuando el pueblo de Dios se reúne ante Él para renovar su compañerismo con Él y recibir
poder de Él. Es un tiempo de humildad en el cual uno busca la voluntad de Dios, orando,
dejando atrás todo lo que pueda entristecer al Espíritu Santo, escuchando la Palabra de Dios,
adorándole en espíritu y en verdad, haciendo un pacto solemne con Dios y convirtiéndose
en el agente de Dios para difundir el evangelio por el mundo entero.
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D. El ayuno de 40 días. Sólo tres personas experimentaron un ayuno de 40 días.
1. Moisés. «Cuando yo subí al monte para recibir las tablas de piedra, las tablas del pac-
to que Jehová hizo con vosotros, estuve entonces en el monte cuarenta días y cua-
renta noches, sin comer pan ni beber agua» (Deuteronomio 9:9).
2. Elías. «Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó
cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios» (1 Reyes 19:8).
3. Jesucristo. «Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo ham-
bre» (Mateo 4:2).
E. Ocasiones especiales en que debe haber ayuno. Los que están en puestos de autoridad
pueden fijar un tiempo específico en que la gente debe ayunar. Por ejemplo, el pastor o los
líderes denominacionales pueden proclamar cierta fecha para una asamblea solemne.
1. El profeta Joel dijo: «Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancia-
nos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad
a Jehová» (Joel 1:14).
2. El escriba Esdras escribió: «Y publiqué ayuno allí junto al río Haba, para afligirnos
delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para
nuestros niños, y para todos nuestros bienes» (Esdras 8:21). Nuestras iglesias se bene-
ficiarían si nuestros pastores proclamaran de vez en cuando un ayuno.
3. El rey de Judá proclamó un ayuno. «Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro
para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá» (2 Crónicas 20:3). Así
que aun el rey podía mandar que la gente ayunara. (Véase también Jonás 3:5-8.)
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que Dios mira al corazón, no el acto. Si nuestro corazón está bien, entonces nuestras
acciones lo demostrarán. No tenemos que recordar a Dios de nuestras hazañas.
V. ¿Debo ayunar?
A. ¿Qué dice la Biblia? En el libro de Joel leemos: «Por eso pues, ahora, dice Jehová, conver-
tíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento» (Joel 2:12). En el Nuevo
Testamento, encontramos que Pablo urgía que la congregación ayunara: «No os neguéis el
uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosega-
damente en la oración…» (1 Corintios 7:5).
B. Recuerde el bendito ejemplo de nuestro Señor. Jesucristo dijo: «Cuando ayunéis…»
(Mateo 6:16). Dijo también: «Pero tú, cuando ayunes…» (Mateo 6:17). Así que nuestro Señor
toma por sentado que los Suyos ayunarán de vez en cuando.
Conclusión
El ayunar beneficia a los discípulos hoy día, pero sólo si se hace privadamente. Debe ser un asunto
personal entre el creyente individual y Dios. Al ayunar, siempre hágalo por las razones correctas y por
el propósito correcto. Ayune secretamente en privado, y, como dijo Jesucristo, «tu Padre que ve en lo
secreto te recompensará en público» (Mateo 6:18).
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Lección 17: El discípulo y su perdón Texto bíblico: Mateo 18:21, 22
Como discípulos, ¿Cuál es nuestro base para perdonar? «Antes sed benignos unos con otros, miseri-
cordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo» (Efesios
4:32). Como Dios nos ha perdonado a nosotros, asimismo nosotros debemos perdonarnos los unos a
los otros. Si Dios nos perdonara de acuerdo con la manera en que la mayoría perdona a los demás, ni
siquiera uno de nosotros sería perdonado. Pero después de llegar a ser hijos de Dios, por haber sido
perdonados, debemos perdonar a los demás. Este es el principio de la conducta cristiana. Miremos lo
que enseñó Jesucristo acerca del perdón en Mateo 18:21, 22.
Pedro pensaba que era muy generoso al decir: «Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que
peque contra mí? ¿Hasta siete?» (Mateo 18:21). Entienda usted: Pedro, a igual que los demás judíos de
aquella época, había aprendido de los rabinos que uno debía perdonar sólo dos o tres veces.
Simón Pedro estuvo dispuesto a perdonar siete veces, pero su generosidad era muy pequeña compa-
rada con la opinión de Jesucristo: «No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete» (Mateo
18:22). ¡Esto sí es mucho perdón! Cristo le estaba enseñando a Pedro que debía llegar al límite y luego
ir más allá del límite. Como el pueblo de Dios, ¡debemos pasar el límite! Algunos pueden decir: «Bueno,
eso es fácil decir, pero ¿cómo lo hacemos en la vida real?» Veamos un ejemplo de cómo hacerlo en el
capítulo 50 de Génesis.
En esta historia, Jacob, el padre de José, ya ha muerto. Ahora, los diez hermanos mayores de José están
preocupados. ¿Por qué? Porque hacía muchos años, cuando José tenía sólo 17 años, le trataron con mu-
cho desprecio. La Biblia dice que «le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente» (Génesis 37:4).
Eventualmente lo vendieron como esclavo y fue llevado a Egipto. Por la misericordia de Dios, José llegó
a ser el segundo de Faraón. Veamos el perdón en acción, pues hay ciertos pasos que hay que tomar.
I. Se recuerda la ofensa.
A. Puede demorarse mucho, pero tarde o temprano llega el día de paga. «Viendo los her-
manos de José que su padre era muerto, dijeron: Quizá nos aborrecerá José, y nos dará
el pago de todo el mal que le hicimos» (Génesis 50:15).
B. Se cosecha lo que se siembra. «No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de
la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no des-
mayamos» (Gálatas 6:7-9). Estos hermanos habían sembrado maldad y sabían que les tocaba
recibir lo mismo. «Y enviaron decir a José: Tu padre mandó antes de su muerte…» (Génesis
50:16). Ellos recordaban su ofensa. Este es el primer paso.
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en su postura física: «Vinieron también sus hermanos y se postraron delante de él, y di-
jeron: Henos aquí por siervos tuyos» (Génesis 50:18). Muchas veces se oye: «Si he hecho
algo,…», lo cual significa que la persona de veras no está arrepentida. Lo que están diciendo
es: «Lo siento si es que tú recuerdas».
B. El ofendido tiene que reconocer que sólo está llevando a cabo el plan de Dios. «Y sa-
bemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28). El perdón verdadero reconoce la
providencia de Dios. Dios permitió la ofensa porque entraba en Su plan para la vida de usted
y la vida de los a su alrededor. ¿Cómo respondió José? «Vosotros pensasteis mal contra
mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a
mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo; yo os sustentaré a vosotros y a vuestros
hijos…» (Génesis 50:20, 21).
C. El perdón no es una emoción sino un acto de la voluntad. Se nos dice que José no sólo les
dijo que les había perdonado, sino que «los consoló, y les habló al corazón» (Génesis 50:21).
Conclusión:
El perdón restaura las relaciones, las relaciones con los demás y con Dios. Después de Su oración mode-
lo, Jesucristo dijo: «Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os
perdonará vuestras ofensas» (Mateo 6:14, 15).
¿Cómo perdonará el Padre celestial? Así como usted perdona. Por lo general, la persona que perdona
es la que fue ofendida. Esto no parece ser justo, pero hay que recordar que el que fue crucificado es el
que nos perdona.
¿Qué tal si los ofensores no nos piden perdón? Bueno, Cristo no esperó que nosotros le pidiéramos
perdón antes de morir por nosotros, ¿verdad? En la cruz Él oró: «Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen» (Lucas 23:34). En esas palabras encontramos que el Salvador nos perdonó hace muchos,
muchos años, ¡antes de que pensáramos en pedirle perdón! Nosotros debemos perdonar como Cristo
perdona. Hay que recordar que «no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados,
contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espiritua-
les de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12).
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Lección 18: El discípulo y sus recompensas Texto bíblico: Salmo 58:11
¿Qué tipo de amor es éste? Dios nos ama tanto que entregó a Su Hijo para que muriera por nosotros.
Además, ¡nos recompensa por cada cosita que hagamos por Él! ¡Oh, la gracia de Dios! Es gracia sobre
gracia. Leamos Salmo 58:11.
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conforme a sus obras» (Mateo 16:27). «He aquí yo vengo pronto, y mi galardón con-
migo, para recompensar a cada uno según sea su obra» (Apocalipsis 22:12).
D. La salvación no se puede perder, pero las recompensas sí. Uno puede fallar en ganar una
recompensa o puede perder las cosas por las cuales ha trabajado, pero la salvación no la
puede perder. «Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque
así como por fuego» (1 Corintios 3:14, 15).
1. Las obras de algunos permanecerán y, por lo tanto, ellos recibirán un galardón. «Si per-
maneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa» (1 Corintios
3:14). «Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo,
sino que recibáis galardón completo» (2 Juan 8).
2. Las obras de otros se quemarán. Éstos no recibirán galardón por sus obras, pero serán
salvos todavía. 1 Corintios 3:14, 15 claramente muestra la diferencia entre la salvación y
las obras: «Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aun-
que así como por fuego».
1. Uno puede perder sus recompensas al no servirle amorosamente al Señor. Hay muchos
hijos en casa que completan sus tareas pero lo hacen de una manera poca amorosa.
«He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona»
(Apocalipsis 3:11).
2. Un final feliz aguarda al discípulo que se ocupa sirviendo al Señor. El día que oiremos
decir a nuestro Maestro: «Bien, buen siervo y fiel» será una recompensa en sí mismo
pero el Señor continúa: «sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el
gozo de tu señor» (Mateo 25:21).
Conclusión:
Los creyentes le seguimos a Jesucristo, no para obtener recompensas, sino porque le amamos. Le ser-
vimos de todo corazón en gratitud por lo que hizo por nosotros. Aunque nunca nos diera otra cosa, la
salvación y la vida eterna con Él serían suficiente recompensa. Pero Su amor para con nosotros es tan
grande que Él nos desea recompensar por nuestros esfuerzos en Su obra. Así que, trabajando fielmente,
algún día tendremos muchos premios que colocar a Sus pies en adoración.
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Lección 19: El discípulo y su mayordomía Texto bíblico: 1 Corintios 4:2
Como discípulo, usted es también mayordomo. Esto significa que ha sido encomendado con posesio-
nes que pertenecen a otro. Estos bienes le han sido encomendado y, tarde o temprano, usted tendrá
que dar cuentas de su fidelidad en cuanto a dichos bienes. Leamos 1 Corintios 4:2.
¿De qué tendrá que dar cuenta el discípulo en cuanto a sus responsabilidades como mayordomo?
B. Un discípulo debe estar contento con sus propios talentos. Todo el mundo ha estado
celoso de vez en cuando. Puede ser que envidiemos la habilidad de otro discípulo. Al hacer
esto, pasamos por alto el hecho de que Dios no estimó conveniente darnos el talento del
otro. Hay que recordar que Dios es también capaz de quitar los talentos de nuestra posesión.
Por lo tanto, debemos estar contentos con los talentos que poseemos. «Sean vuestras cos-
tumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampa-
raré, ni te dejaré» (Hebreos 13:5).
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B. Cada discípulo cuenta con la misma cantidad de tiempo cada día. Dentro de cada minu-
to hay sesenta segundos, ni más ni menos. Ningún hombre tiene más que otro. El tiempo
deja a todos empatados. Hay el mismo número de horas en cada día para cada individuo.
Cada hora es importante y cada mayordomo dará cuenta en cuanto al uso apropiado de
su tiempo. «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5:15, 16).
C. El discípulo debe comenzar su día con un tiempo de oración. Debe pedirle a Dios que le
permita ver las oportunidades de afectar por Cristo las vidas de los demás. «Andad sabia-
mente para con los de afuera, redimiendo el tiempo» (Colosenses 4:5).
B. El discípulo es responsable de usar apropiadamente el dinero del Señor. Hay que ser
fiel en contribuir a la causa del Señor. Hay que entender el plan que Dios ha revelado en
cuanto al dar. ¿Cómo debe usar el discípulo sus posesiones? «Si, pues, coméis o bebéis, o
hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31). «cada uno con
la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado»
(Deuteronomio 16:17).
C. El discípulo debe devolver una porción de sus posesiones a Dios, por medio de Su igle-
sia. ¿Cómo debe dar el discípulo? La Biblia enseña el dar proporcionado. «Cada primer día
de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guar-
dándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas» (1 Corintios 16:2).
Se puede ver en este versículo que cada persona está en una base igual en cuanto al dar al
Señor. «Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene,
no según lo que no tiene. Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para
vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia vuestra
supla la escasez de ellos, para que también la abundancia de ellos supla la necesidad
vuestra, para que haya igualdad, como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más,
y el que poco, no tuvo menos» (2 Corintios 12-15).
D. ¿Cuánto se requiere que el discípulo dé? Hay dos proporciones o porcentajes menciona-
dos en la Biblia en cuanto a la cantidad que cada discípulo debe dar:
1. Diez por ciento (el diezmo). «…dio Abraham los diezmos de todo…» (Hebreos 7:2).
2. Cien por ciento. «Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y
dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme» (Mateo 19:21).
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Conclusión:
Nuestras ofrendas al Señor forzosamente tienen que ser entre el mínimo del diezmo y el máximo de
todas nuestras posesiones. Uno no puede arriesgarse a no ser mayordomo fiel de sus posesiones. Así
como las bendiciones siguen después de la obediencia, el castigo sigue a la desobediencia. «Honra
a Jehová con tus bienes,/ Y con las primicias de todos tus frutos;/ Y serán llenos tus graneros con
abundancia,/ Y tus lagares rebosarán de mosto» (Proverbios 3:9, 10).
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Lección 20: El discípulo y su fama Texto bíblico: Proverbios 22:1
Una de las ventajas mayores del discípulo es su buena fama. Satanás sabe esto y, por consiguiente, está
buscando maneras de destruir la buena fama de todo cristiano. ¿Qué dice la Biblia en cuanto al discípulo
y su fama? Léase Proverbios 22:1.
El rey Salomón, que tenía todo lo que el dinero podía comprar, puso las riquezas materiales en su sitio
correcto. Este proverbio no habla del nombre que se le puso al niño al nacer, sino de la fama que uno
adquiere por la manera en que se porta. Como discípulos, hay que guardar nuestro buen nombre.
Aun en nuestras aflicciones hay que tener cuidado. Job sufrió grandemente pero, a pesar de todo, man-
tuvo su buena fama. «Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y mué-
rete» (Job 2:9). Job no hizo caso a su esposa. «En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropó-
sito alguno» (Job 1:22).
Como discípulos, se nos instruye andar sabiamente en el mundo. «Mirad, pues, con diligencia cómo
andéis, no como necios sino como sabios» (Efesios 5:15). Hay sólo tres lugares en donde podemos an-
dar con la integridad que resultará en la buena fama. Como discípulos, hay que tener:
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II. Buena fama en la iglesia:
A. Un discípulo es un ejemplo a otros en la familia de la iglesia. Alguien siempre está mi-
rando al discípulo. El apóstol Pablo le escribió a Timoteo: «Ninguno tenga en poco tu juven-
tud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza»
(1 Timoteo 4:12). Los niños miran a los jóvenes; los jóvenes miran a los adultos; los adultos
miran a los ancianos. Cada miembro de la iglesia es hermano o hermana mayor de alguien.
Por lo tanto, es de suma importancia mantener la buena fama en la iglesia.
B. Un discípulo debe interesarse por su fama en la iglesia. Otra vez, leamos unas palabras
que Pablo escribió a Timoteo: «Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a
verte, para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia
del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad» (1 Timoteo 3:14, 15). La Palabra de Dios
está repleta de instrucciones sobre la manera en que los cristianos debemos portarnos y
tratarnos con nuestros hermanos en Cristo. Se nos dice amarnos, aceptarnos, ser honestos,
ser humildes, tener compañerismo, confesar nuestros pecados los unos con los otros, perdo-
narnos, animarnos, orar los unos por los otros, etc.
C. Un discípulo debe interesarse por la buena fama de sus hermanos en Cristo. No se enoje
usted si alguien en su iglesia se le acerca para hablarle de su fama porque se interesan por
usted al igual que por la buena fama de la iglesia. Lo que usted hace tiene consecuencias
directas sobre su iglesia. Lo que yo y mi familia hacemos le afecta a usted, y lo que usted y su
familia hacen me afecta a mí. Nos afecta espiritualmente. Afecta nuestra relación con Cristo
y con los demás. La Biblia nos dice: «…que los miembros todos se preocupen los unos por
los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y
si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan» (1 Corintios 12:25, 26).
D. Un discípulo verdadero entiende que no puede agradar a todos todo el tiempo. Aun
Jesucristo no caía bien a todos los líderes religiosos de Su era.
B. Los cielos se mantienen al tanto de la fama del discípulo. Dios está tomando notas y co-
noce todo acerca de nosotros. «El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guar-
da sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra
a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12:13,
14). Los discípulos debemos esforzarnos a ser el pueblo santo de Dios, viviendo una vida de
santidad dentro y fuera de la casa de Dios.
C. ¿Cómo podemos obtener la buena fama? Hay que orar y pedirle a Dios que nos ayude.
«Sustenta mis pasos en tus caminos,/ Para que mis pies no resbalen» (Salmo 17:5). Luego,
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podemos recordar lo dicho por Salomón: «Riquezas, honra y vida/ Son la remuneración de
la humildad y del temor de Jehová» (Proverbios 22:4).
Conclusión:
Un discípulo puede tener una buena fama en el mundo, en la iglesia del Señor y en los cielos arriba.
Guarde bien su buen nombre; vale mucho más de lo que usted podría pensar.
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Lección 21: El discípulo y su ministerio Texto bíblico: Marcos 6:7-12
Un discípulo se prepara para tomar el primer paso al contar a los demás de Cristo. El Señor le ayudará
a usted a crecer en esta experiencia para que se sientan cómodos ambos, usted y la persona que está
intentando alcanzar. Lea Marcos 6:7-12.
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no es una teoría del salón de clase; es un ministerio diario intencional. El declarar nuestra fe
cristiana requiere valentía. El Señor ha capacitado a Su pueblo a testificar de Su gracia en
toda circunstancia de la vida. Le ayudará a usted.
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hundirse. A la vez, no podemos dejar de maravillarnos de las alturas a las cuales Cristo puede
levantar a los caídos.
D. Los discípulos toman mucho cuidado de no condenar a los demás. Supongamos, por
ejemplo, que un incrédulo le invite a usted a tomar una bebida alcohólica con él o a par-
ticipar en otra actividad que usted rechaza en su deseo de agradar a Cristo. En vez de res-
ponderle: «No, yo no tomo» o «Como cristiano, no hago eso», reconozca la amabilidad y la
generosidad de la invitación que le han presentado y sugiera una alternativa: «Gracias. No
quiero una bebida alcohólica, pero sí me gustaría una soda».
E. Los discípulos observan las cortesías comunes. La cortesía cristiana siempre es apropiada.
Aunque estos son asuntos sencillos, pueden ser los factores determinantes en la aceptación
o el rechazo de parte del inconverso.
1. Recuerde el nombre de la otra persona. A todos les gusta el sonido de su propio nombre
cuando se pronuncia correctamente.
2. Pida permiso para hacer preguntas personales.
3. No se arrime demasiado a la otra persona. La mayoría de nosotros conoce la experiencia
incómoda de conversar con alguien que se acercó de más.
4. Evite manipular a otros. Los individuos siempre deben tener la opción de decir que no.
5. Use la Biblia sabiamente. Una Biblia grande fácilmente puede causar que el incrédulo
esté a la defensiva. Use una versión moderna que hace fácil la claridad. Use pasajes cor-
tos y claros sin citas.
6. No critique a otras iglesias, otras personas ni el pastor.
7. Evite darle vergüenza al incrédulo. Ninguno debe padecer la vergüenza innecesaria-
mente. Si vamos a ganar almas, hay que estar muy sensitivos a las emociones de otros.
Unos individuos se sienten muy incómodos al hablar de asuntos espirituales. Por lo tan-
to, es muy importante tratar en privado con la mayoría de las personas.
8. Mantenga la buena voluntad. A veces las decisiones requieren tiempo. Nunca presuma
hacer la obra del Espíritu Santo tratando de forzar una decisión de un individuo que
no está listo. Debe existir la buena voluntad para la próxima persona que le testifique,
quienquiera que sea.
Conclusión:
Usted puede temer fracasar o decir algo que no debe. La madurez espiritual ocurre sólo con el ejercicio.
Al testificar más, se interesará menos por las cosas incidentales y determinará más a depender de la
ayuda del Señor por la sabiduría y la valentía. Tenga presente que está proclamando el mensaje de Dios,
y Él hará eficaz su testimonio.
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Nivel 4
Lección 22: El discípulo y sus oportunidades Texto bíblico: 1 Pedro 3:15
Un discípulo debe estar preparado para testificar de Jesucristo en cualquier momento y en cualquier lu-
gar. El apóstol Pedro nos dijo que debemos buscar los momentos en que podemos testificar a los indivi-
duos que se encuentren con nosotros y esperar que Dios nos dé tales oportunidades. Note 1 Pedro 3:15.
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profesión de fe del otro. Sólo después de conocer mejor a la otra persona debe hacer la
transición a la presentación del evangelio.
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D. Por último, pida una decisión. Pídale al individuo que ore, pidiéndole a Cristo que entre a
su vida. Anímele a tomar su decisión sin demorar. Dígale que usted está suponiendo que ha
recibido a Cristo y que desea mostrarle lo que la Biblia dice acerca de su decisión. Esté seguro
de volver a ponerse en contacto con la persona después de un período breve. Ore persisten-
temente que Dios bendiga este esfuerzo de presentar el evangelio.
Conclusión:
Al testificar a otros, recuerde siempre de hacer lo que dice que va a hacer. Nada arruinará su testimonio
más que no cumplir con las promesas que hace a los demás. Hay muchas maneras de alcanzar a los
perdidos con el evangelio, especialmente como vivimos en esta era de multimedia. No tema tratar algo
nuevo. Permita que el Espíritu Santo le guíe. La clave al éxito es orar y pedirle a Dios que le revele las
oportunidades que le va a enviar. Hay oportunidades todos los días si estamos suficientemente despier-
tos para verlas cuando nos llegan.
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Lección 23: El discípulo y su evangelización Texto bíblico: 2 Corintios 5:20
Como discípulo, usted es responsable de compartir su fe con los demás. Parte del proceso de llegar a
ser discípulo es aprender la Palabra de Dios para poder compartirla con otros individuos para que ellos
puedan ser salvos. Un discípulo debe ser un testigo fiel de Jesucristo. Usted comenzó con su propia
salvación y descubrió cómo madurarse en su vida espiritual. Ya ha llegado la etapa en que debe ver esa
vida reproducida en otra persona. Leamos 2 Corintios 5:20.
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a compartir el evangelio con todos los que puedan oír del Señor Jesucristo, creer en Él y
aceptarlo como su Salvador.
B. Cada discípulo debe ser testigo. Dios ha planeado alcanzar a los seres humanos por medio
de los seres humanos. Cada discípulo debe ser predicador en el sentido de compartir las
buenas nuevas con todos aquellos con los cuales se encuentra. Cuando vino la persecución
sobre la iglesia en Jerusalén, los apóstoles se quedaron en la ciudad pero los miembros de
la iglesia fueron esparcidos a otras regiones. «Pero los que fueron esparcidos iban por todas
partes anunciando el evangelio» (Hechos 8:4).
✞✞ «El que convierte una alma saca agua de una fuente, pero el que entrena un ganador de almas cava
un pozo del cual miles podrán tomar de la vida eterna.» —Charles H. Spurgeon
Conclusión:
Ya que usted, como discípulo, ha aprendido la Palabra de Dios en lecciones anteriores, le toca enfocarse
en ser testigo, pues para esto Dios le salvó. Las próximas lecciones ayudarán a prepararle a salir y ser
dicho testigo. Un discípulo tiene la responsabilidad de testificar mientras trabaja, estudia o relaja. El
discípulo nunca esta libre de esta responsabilidad. Para el discípulo de Cristo, el evangelizar es simple-
mente un modo de vida.
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Lección 24: El discípulo y su testimonio Texto bíblico: Juan 9:1-38
El discípulo tiene una herramienta muy poderosa que puede usar para alcanzar a los demás para la cau-
sa de Jesucristo. Se llama un testimonio. Un testimonio es la declaración personal del discípulo acerca
de lo que Dios ha hecho por él por medio de Jesucristo. Miremos el ejemplo del testimonio de un ciego
en Juan 9:1-18.
El Evangelio de Juan nos cuenta de un ciego que Jesucristo sanó. Las autoridades judías no sabían qué
pensar de esta curación milagrosa. Tuvieron todos los hechos delante de ellos: un hombre que sabían
que nació ciego, la multitud que oyó su conversación con Cristo, la prueba de su identidad provista por
sus padres. Sin embargo, rehusaron creer lo que fue muy claro a muchos. Esencialmente, pusieron en
duda el testimonio del hombre.
Al hacer esto, los líderes religiosos expresaron su incredulidad. Declararon: «…nosotros sabemos que
ese hombre (Jesucristo) es pecador» (Juan 9:24). La suposición era que Jesús no era capaz de realizar
un milagro. La respuesta del que antes era ciego fue perfecta en su franqueza: «Si es pecador, no lo sé;
una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo» (Juan 9:25). A pesar de todo lo demás que se de-
cía, el hombre sabía que los fariseos no podían refutar el hecho básico de que él había sido sanado. La
Biblia muestra que las autoridades perdieron la paciencia porque no podían negar ese hecho con sus
argumentos.
Así es hoy día. Nadie puede refutar la experiencia de usted con Jesucristo. Regocíjese y déle gracias al
Señor por haberle dado una arma tan poderosa en medio de una guerra espiritual tan grande.
C. La samaritana: Después de que la samaritana habló con Jesús, se convenció de que Él era el
Mesías, el Cristo. Inmediatamente comenzó a testificar de su fe nueva a todos los que esta-
ban a su alrededor. «Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la pa-
labra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho» (Juan 4:39).
Así que, por medio de estos ejemplos, vemos que cada discípulo no sólo debe tener un testimo-
nio, sino que también debe estar listo y dispuesto a compartirlo.
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II. Unos elementos comunes en el testimonio de un discípulo:
A. Lo más importante que su testimonio debe incluir es una explicación de cómo uno
puede ser salvo. Por lo tanto, su testimonio debe ser tan claro y conciso como sea posible.
Usted debe preparar su testimonio con oración. El Espíritu Santo le ayudará a presentar a
Cristo sencillamente por medio de una breve (como tres minutos) declaración de su fe. Pídale
a Dios sabiduría.
B. Comparta cómo era su vida antes de que usted llegara a conocer a Cristo como su
Salvador. Cuente de sus temores, metas y motivos como incrédulo. No use palabras que
suenen «beatas»: perdido, convencido, incrédulo, condenado o injusto.
C. Siempre sea honesto en su testimonio y evite exageraciones. Evite los detalles de su vida
pasada que serían inapropiadas relatar.
D. Comparta su experiencia en llegar a Cristo. ¿Cuáles versículos de la Biblia usó Dios para
hablarle personalmente de su necesidad? ¿Cuáles personas empleó Dios para ministrar a us-
ted? Otra vez, esté seguro de usar las palabras que comunicarán fácilmente a los incrédulos
y evite términos bíblicos que los puedan confundir. Asegúrese de compartir cuándo, dónde
y cómo usted llegó a Cristo.
E. Comparta los cambios en su vida desde que llegó a conocer a Cristo como su Salvador.
Si aceptó a Cristo como niño, querrá enfatizar esta parte de su testimonio. Mantenga el enfo-
que en Jesucristo mientras comparte los cambios que Él ha hecho en su vida y el significado
de Su presencia continua con usted.
F. Concluya su testimonio pidiéndoles a los demás que encuentren la vida nueva en
Jesucristo como su Salvador, también. Una vez que la otra persona ora y acepta a Cristo
como su Salvador, siga las sugerencias presentadas en la Lección 26: El discípulo y sus
herramientas.
III. Algunas cosas que hacer y unas que evitar al compartir el testimonio:
A. Algunas cosas que evitar:
1. No use términos religiosos que los incrédulos no entiendan.
2. No critique otras personas, otros grupos religiosos, ni los líderes religiosos. Tales ataques
pueden cerrar la mente del otro a lo que usted le quiere decir.
3. No use las generalidades puesto que se pueden entender de varias maneras.
4. No deje la impresión de que los cristianos no tenemos dificultades ni problemas en la
vida.
5. No hable demasiado ni sea repetitivo.
B. Algunas cosas que hacer:
1. Hable claramente con entusiasmo espiritual. Deje que sea evidente su gozo cristiano.
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2. Prepárese de antemano para que pueda hablar sin vacilación y sin gestos nerviosos que
distraen la atención.
B. Mi testimonio personal:
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Conclusión:
Al prepararse a compartir su testimonio personal, tenga presente que no es su meta convencer al in-
crédulo de nada. Usted simplemente está compartiendo lo que Jesucristo ha hecho por usted y lo que
usted sabe que puede hacer y hará por los demás. Nunca se lo tome por algo personal si otros le recha-
zan o rehúsan escuchar su testimonio. Todo lo que se les pide a los discípulos es que estén disponibles.
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Lección 25: El discípulo y su respuesta Texto bíblico: Lucas 9:59-62
Como discípulo, usted oirá muchas excusas al tratar de testificar a varias personas. Usted no está solo
porque hay muchos ejemplos en la Biblia de personas que tuvieron que tratar con las excusas. El mejor
ejemplo es el que puso nuestro Señor Jesucristo. Leamos Lucas 9:59-62.
Como discípulos, hay que cuidar que nuestras excusas no lleguen a ser racionalizaciones para nuestra
desobediencia a la Palabra de Dios.
I. Los discípulos entienden las razones por las cuales las personas presentan
excusas.
A. Las personas presentan excusas como racionalizaciones para su incredulidad. Las excu-
sas pueden ser lo que les permite justificar su paganismo y disfrutar de su pecado. «Conozco
a un hombre que pretende ser cristiano y, si lo es, yo ciertamente no lo quiero ser» o «La iglesia
a la cual pertenecían mis padres padeció de un pleito tras otro».
C. Algunas personas presentan excusas como una súplica por un respiro. Posiblemente el
discípulo es demasiado agresivo o está presentando todo demasiado rápido. La excusa se
presenta como un esfuerzo, consciente o no, de disminuir la presión. «Creo que debo leer la
Biblia antes de tomar mi decisión» o «Puedo convertirme en cristiano algún día, pero ni puedo
pensarlo hoy».
D. Unas personas presentan excusas como una expresión de la duda. A veces es simple-
mente la duda honesta. «Se me hace que yo nunca podría vivir la vida cristiana» o «No en-
tiendo cómo la muerte de un hombre pudiera pagar por todos los pecados de la raza humana
entera».
E. Otras personas presentan excusas como una súplica por ayuda. Puede ser que alguien
de veras quiere creer pero tiene un problema personal que le estorba. En tal caso, la excusa
puede ser en realidad una pregunta. «Me divorcié y me he vuelto a casar y, por lo tanto, no
creo que Dios me aceptará» o «Si llegara a ser cristiano, probablemente tendría que buscar otro
empleo».
1. El discípulo puede pedir permiso de posponer dar una respuesta a la excusa hasta ter-
minar cierto hilo de la conversación.
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2. Puede ser que el discípulo tendrá que investigar para dar una respuesta apropiada y, por
lo tanto, debe dejar una «puerta abierta» para regresar.
B. La excusa puede señalar que el discípulo debe proceder más despacio y enseñar una
porción de la Biblia. Muchas personas tienen sólo un entendimiento pequeño de la exis-
tencia de Dios, y dicho entendimiento puede ser nublado. En vez de responder rápidamente,
puede ser que usted tenga que pasar tiempo extra explicando una doctrina de la Biblia.
C. Trate de hallar algo con el cual usted puede estar de acuerdo dentro de la excusa. Puede
considerar diciendo algo así como: «Usted tiene razón al decir que hay algunos que pretenden
ser cristianos pero no viven como tal. La Biblia dice esto acerca de tales personas…». Cuando el
discípulo encuentra un punto, aunque pequeño, con el cual puede estar de acuerdo, puede
extender esa verdad directamente de las Escrituras. Siempre trate de usar la Biblia al dar una
respuesta. Así la respuesta no viene de usted, sino de la Palabra de Dios. La Biblia se puede
presentar de una manera indirecta y el que presenta las excusas puede sentir sin nuestra
ayuda que la Biblia contradice la objeción.
D. A veces la excusa es sólo un encubrimiento de la razón verdadera por la cual están
luchando contra el evangelio. «La iglesia sólo quiere mi dinero» puede reflejar la creencia
que la felicidad se encuentra en la posesión de las riquezas materiales. Unos individuos ven
la situación como si la iglesia tratara de robar la felicidad a la gente, aunque los incrédulos
probablemente no lo expresarían así. La respuesta del discípulo depende de lo que revela
la excusa. A veces el discípulo tratará sólo con la excusa y a veces con la excusa y la razón
verdadera por la cual se presenta. En otras ocasiones, si usted está seguro de que de veras
entiende el problema de fondo, puede tratar sólo con ese problema y pasar por alto la excu-
sa. En todo tiempo, dependa de la guía del Espíritu Santo.
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Jesucristo se interesaba muchísimo en los individuos. Se interesaba en la relación de las
personas con las riquezas materiales…».
3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Mateo 6:33;
Lucas 12:15; Mateo 6:24; 1 Timoteo 6:10.
C. Excusa: «Creo que perdería demasiado al ser cristiano». ¿Cómo respondería usted a tal decla-
ración? ¿Cuáles versículos de la Biblia serían indicados para tal excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Usted es muy sabio al hacer una declara-
ción tan audaz. La vida cristiana sí requiere algunos cambios…»
2. Voltee la excusa. «¿Ha considerado también lo que ganaría al ser cristiano?» o «Jesucristo
también hizo unas declaraciones audaces acerca del estilo de vida nuevo del cristiano…».
3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Juan 14:27;
Hechos 10:43; 1 Pedro 3:21; Juan 10:10; Juan 3:16; Colosenses 2:9 ó Lucas 14:26; Lucas
9:23; Lucas 14:33.
D. Excusa: «Mis padres me forzaron a asistir a los cultos de la iglesia cuando era niño». ¿Cómo
respondería usted a tal declaración? ¿Cuáles versículos de la Biblia serían indicados para tal
excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Creo que le entiendo. Los padres sí insis-
ten a veces que sus hijos hagan cosas que no les gustan…»
2. Voltee la excusa (con humor). «Mis padres me forzaron a tomar medicina, limpiar mi
recámara, cortar el césped, lavar los trastes, tirar la basura y hasta bañarme. A veces hasta
que tuvieron que forzarme a asistir a la escuela. Al pensarlo, ya hacemos estas cosas sin que
nadie nos diga nada. A veces tenemos que dejar el pasado en el pasado y darnos cuenta de
que la mayoría de esas cosas eran para nuestro bien …».
3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Filipenses
3:13, 14.
E. Excusa: «No necesito a la iglesia. Puedo ser cristiano sin ella». ¿Cómo respondería usted a tal
declaración? ¿Cuáles versículos de la Biblia serían indicados para tal excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Parece que usted tuvo una experiencia
mala con una iglesia. ¿Me quiere platicar acerca de lo que le pasó?» o «Uno sí puede ir a
los cielos sin asistir a los cultos de una iglesia. Sin embargo, no se madura completamente
como planeaba Jesucristo» o «Hay veces que no quiero que otros sepan de mis asuntos per-
sonales pero siempre me siento mejor al encontrar a otros que entienden y que han pasado
por las mismas luchas que yo. Ese tipo de compañerismo es de mucho valor…»
2. Voltee la excusa. «Jesucristo amó tanto a la iglesia que murió por ella. Como Él la amaba
tanto, la iglesia debe tener más importancia que lo que entendemos» o «Los primeros cris-
tianos estimaban su compañerismo los unos con los otros y a veces era dicho compañeris-
mo lo que les ayudó a sobrevivir sus tribulaciones…».
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3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Efesios 5:15;
Hechos 2:37-47.
F. Excusa: «Soy una persona muy ocupada». ¿Cómo respondería usted a tal declaración? ¿Cuáles
versículos de la Biblia serían indicados para tal excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Entiendo que es difícil hallar tiempo hoy
día con tanto trabajo, las actividades de nuestros hijos y el mantenimiento de nuestros
hogares…»
2. Voltee la excusa. «Por lo tanto, necesito dar prioridades a mi tiempo para incluir otras
cosas además de sólo las necesidades materiales y físicas, porque nuestros seres queridos
tienen necesidades espirituales, también…».
3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Mateo 6:33;
Proverbios 4:7.
G. Excusa: «Hay demasiadas denominaciones». ¿Cómo respondería usted a tal declaración?
¿Cuáles versículos de la Biblia serían indicados para tal excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Usted tiene razón. Sí, hay muchas deno-
minaciones. De hecho, sería muy difícil decidir cuál sería la mejor…»
2. Voltee la excusa. «Por lo tanto, hay que confiar en que Dios nos guíe a la iglesia correcta.
Es mejor tener alternativas que vivir en los tiempos pasados cuando la gente fue forzada a
pertenecer a ciertas religiones si estuvieran de acuerdo con ellas o no…».
3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Lucas 9:49, 50.
H. Excusa: «Creo que Jesucristo fue solamente un buen hombre pero no el Hijo de Dios». ¿Cómo
respondería usted a tal declaración? ¿Cuáles versículos de la Biblia serían indicados para tal
excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Creo que usted tiene razón en decir que
Jesús era una persona buena y un buen ejemplo…»
2. Voltee la excusa. «Sin embargo, yo creo que Jesucristo fue todo lo que pretendía ser o no
fue ni buen hombre ni buen ejemplo moral. Había gente en los días de Jesús que pensaban
de la misma manera…».
3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Mateo 16:16;
Juan 4:25, 26; Juan 5:17, 18; Juan 14:9; Juan 10:30.
I. Excusa: «Es mi intención llegar a ser cristiano algún día pero no ahora». ¿Cómo respondería
usted a tal declaración? ¿Cuáles versículos de la Biblia serían indicados para tal excusa?
1. Póngase de acuerdo con el que hizo la excusa. «Me gusta ver que usted entiende la serie-
dad del asunto y desea ser cristiano…»
2. Voltee la excusa. «He descubierto que Dios es muy paciente y maravillosamente misericor-
dioso, pero aun Dios pone Sus límites…».
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3. Arroje luz espiritual sobre el asunto. «De hecho, la Biblia dice…». Ejemplos: Santiago 4:13,
14; Proverbios 27:1
Conclusión:
Al testificar a los demás, siempre tenga presente que nunca debe tratar de forzar que acepten lo que
dice la Biblia. Jesucristo nunca forzó a nadie a hacer nada que no quería hacer. Trate de dejar abierta la
puerta para poder volver a presentar el evangelio en el futuro. Puede ser que el hecho de darle a la per-
sona la oportunidad de tomar el tiempo para considerar lo que usted le ha impartido, puede ser el acto
amable que le permite a usted regresar. No todos aceptaron a Jesucristo la primera vez que tuvieron
contacto con Él (Juan 9:1-38), y será igual con nosotros.
El discípulo seguirá estudiando la Palabra de Dios para mejorar su habilidad de testificar. Cada situación
de la vida se encuentra en la Biblia junto con su solución. Un discípulo nunca sabe por cierto con qué se
va a enfrentar al testificar, así que debe mantenerse en la Palabra de Dios, preparándose por cualquier
ocasión que ocurra.
90
Lección 26: El discípulo y sus herramientas Texto bíblico: Marcos 6:7-13
Al prepararse el discípulo para salir y testificar a los demás, puede ser que se pregunte qué debe llevar
consigo. Es importante que se prepare, pero no desea intimidar a aquellos a quienes está tratando de
ganar para el Señor Jesucristo. En el Nuevo Testamento, vemos que Jesucristo dio instrucciones a Sus
discípulos antes de enviarlos. Parte de esa instrucción incluyó lo que debían llevar. Léase Marcos 6:7-13.
Jesús mandó a Sus discípulos no llevar nada «sino solamente bordón», tales como llevaban los peregri-
nos. No debían llevarse zapatos, sino «sandalias», las cuales eran solamente suelas de zapatos amarra-
das a las plantas de sus pies. Debían irse en la ropa más sencilla posible y no vestirse de «dos túnicas»,
pues su estancia en su misión sería corta. Debían regresar antes del invierno. Lo que les faltara, aquellos
que aceptaban su predicación de buena gana les proveerían.
¿Cuáles herramientas necesita el discípulo hoy día?
91
lo mismo para los siguientes versículos: Romanos 5:12; Romanos 6:23; Romanos 5:8;
Romanos 10:9; Romanos 10:10 y Romanos 10:13. Al final de Romanos 10:13 escriba la pa-
labra «orar» como un recordatorio de pedirle al incrédulo que ore, invitando a Jesucristo
a entrar en su vida.
2. Después de compartir «El camino romano», pida una respuesta. Pídale al incrédulo si
está dispuesto a recibir a Jesucristo como su Salvador personal. (Si responde que no,
descubra por qué. Tal vez usted necesita volver a hablar de algo que no le fue claro.) Si
contesta que sí, guíelo en una oración, pidiéndole a Dios que le salve…
92
c. Anímele a hacerse miembro de una iglesia local lo más pronto
posible.
B. La presentación «Cómo estar seguro de que los cielos serán su hogar». Busque una pá-
gina en blanco en su Biblia y escriba el título de esta presentación. Haga las siguientes pre-
guntas, reforzando cada una con los versículos que las siguen.
1. «Si usted muriera en este mismo momento y Dios le preguntara por qué debía permi-
tirle entrar a los cielos, ¿cuál sería su respuesta?» (Felicite su respuesta y esté de acuerdo
con la parte que es verdad, pero enséñele en la Biblia que su respuesta no es suficiente.
La única respuesta aceptable es: «Porque he aceptado a Jesucristo como mi Salvador».)
2. «¿Reconoce usted la presencia del pecado en su vida?» Puede usar Romanos 3:10 y
Romanos 3:23.
3. «¿Entiende usted que Jesucristo es el único Camino a los cielos?» Puede usar Juan 14:6 y
Juan 10:9.
1. Dígale al incrédulo: «En un mundo de decepción y desilusión, hay una cosa de la cual
uno puede estar absolutamente cierto: una reservación confirmada en los cielos. Aquí
es como uno puede estar seguro…»
2. Admita que es pecador que reconozca su inhabilidad de salvarse a sí mismo. Puede usar
Romanos 3:23 y Tito 3:5.
3. Crea que Dios le ama y que Cristo murió en lugar de usted. Puede usar Juan 3:16 y 1
Pedro 3:18.
4. Clame al Señor Jesucristo, pidiéndole que le salve, y recíbalo como su Salvador. Puede
usar Romanos 10:13 y Juan 1:12.
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III. El discípulo debe saber usar los folletos bíblicos.
A. Los folletos bíblicos son herramientas buenas para el seguimiento. Un folleto cristiano
puede decir lo que usted quiere decir sin presionar al incrédulo. Uno puede decir simple-
mente: «Por favor, lea esto cuando tenga tiempo. Creo que le puede ayudar». También puede
servir de recordatorio a la persona puesto que lo verán después y lo leerán. Puede reforzar lo
que usted ya ha presentado, como la salvación o el bautismo.
B. La clave del uso bueno de los folletos es saber cuál tipo dejar con la persona. La primera
pregunta que debe hacerse es: «¿Cuál es el resultado que quiero obtener?» Luego, escoja el
folleto según la necesidad del momento.
3. Empleo
B. Desarrolle una lista de impacto. Esta lista serviría como un recordatorio diario de orar
por las personas a quienes usted ha visitado. En esta lista, usted puede mantenerse al tan-
to de los eventos intencionales de su ministerio o reuniones. Tenga un lugar para apuntar
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recordatorios, comentarios y citas de seguimiento. Esfuércese por estar tan preparado como
le sea posible, sabiendo a la vez que no podrá pensar en todo.
Conclusión:
Como discípulo, usted siempre está aprendiendo métodos nuevos que le pueden ayudar al buscar ha-
cer y enseñar a discípulos nuevos. Durante los años, usted desarrollará ideas nuevas que puede añadir a
sus herramientas. Permita que el Espíritu Santo le guíe mientras intenta seguir en los pasos de Jesucristo
por medio del testimonio.
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Lección 27: El discípulo entrenando a un discípulo Texto bíblico: 2 Timoteo 2:1, 2
Ser discípulo significa más que meramente testificar a los inconversos. Es más que llegar a ser miembro
fiel de una iglesia. Significa entrenar a otros creyentes a ser discípulos. Una vez que usted haya comple-
tado este curso de entrenamiento, no habrá terminado su discipulado, sino que apenas estará comen-
zando. Su maestro le animará a buscar a un inconverso, ganarlo para Cristo y comenzar el proceso del
discipulado con él. Debe haber un fuerte deseo en usted de entrenar a uno y a otro y a otro…. Uno no
puede llamarse discípulo de Cristo a menos que tenga la costumbre regular de discipular a nuevos cre-
yentes. Leamos 2 Timoteo 2:1, 2.
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Timoteo que entregara el mensaje a otros discípulos fieles para que ellos en su turno ense-
ñaran a otros.
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Conclusión:
Lo que su maestro le ha enseñado, usted ya puede enseñar a otro para que ese individuo pueda enseñar
a otro más. Por medio de este proceso la verdad de Dios pasa de persona a persona y de generación a
generación. Ha llegado el momento en que su maestro le quita de usted el yugo y le permite levantar
su propio yugo. Durante el curso de este programa del discipulado, usted sin duda ha tomado cariño a
la persona que ha trabajado para discipularle. Nada agradará tanto a su maestro como oír como usted
ha guiado a Cristo a alguna alma perdida y se ha puesto el yugo con ella para continuar el discipulado.
Al hacerlo, usted está siguiendo los pasos del mismísimo Jesucristo.
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