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DERECHO DE PROPIEDAD

Es el Derecho humano que tiene toda persona para gozar, disponer y usar un bien que forme
parte de su patrimonio. Se traduce, entonces, en el poder directo sobre una cosa o bien, por la que
se atribuye a su titular la capacidad de disponer del mismo y que no puede ser afectada por un
acto del Estado sino mediante un procedimiento previo, debidamente justificado y mediante
oportuna y justa indemnización. Aunque está sujeto a los límites que establezca la ley, los
mismos no pueden vaciar de contenido este derecho o hacer imposible su ejercicio.
Los bienes, por su parte, pueden ser definidos como todas aquellas cosas materiales o
inmateriales apropiables, así como todo derecho que pueda formar parte del patrimonio de una
persona; esto comprende todos los muebles e inmuebles, los elementos corporales e incorporales
y cualquier otro objeto inmaterial susceptible de valor.
Ejemplo de uso: Cualquier impuesto que haga imposible el mantenimiento de un bien inmueble
es confiscatorio, y por tanto violatorio del derecho de propiedad
Artículo 17 de la Declaración Universal de Derechos Humanos:
Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente.
Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad.”
Artículo 21 de la Convención Interamericana de Derechos Humanos:
Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes. La ley puede subordinar tal uso y goce
al interés social.
Ninguna persona puede ser privada de sus bienes, excepto mediante el pago de indemnización
justa, por razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según las formas
establecidas por la ley.
Tanto la usura como cualquier otra forma de explotación del hombre por el hombre, deben ser
prohibidas por la ley.
Sobre los Procesos Civiles en Panamá
El Código Civil de Panamá fue establecido en la Ley 2 del 22 de agosto de 1916.
El derecho civil es la norma jurídica que regula las relaciones entre los miembros
de una comunidad. El propósito es preservar los intereses del sujeto a nivel
moral y patrimonial.
Hay muchos tipos de procesos civiles, incluyendo demandas o multas. El
Derecho Civil cubre cualquier complicación o desacuerdo sin la intervención del
Estado.
Un ejemplo de un proceso civil es el incumplimiento de un contrato de venta.
Esto puede parecer un simple proceso de cumplimiento y entrega de un producto
o servicio. Pero, la ley civil proporciona espacio para la compensación.
El caso puede resultar en una compensación cuando el producto o servicio no
cumple con los estándares contractuales o las condiciones acordadas. La
indemnización puede depender de las cláusulas establecidas en el contrato.

¿Cuáles son los pasos de un Proceso Civil en Panamá?


Un proceso civil usualmente comienza con una queja en la corte. El demandante
es la parte que inicia el procedimiento y presenta la denuncia. En la demanda, el
demandante debe indicar todas las partes involucradas, los hechos y la base legal
de la demanda.
A continuación, el tribunal emitirá una resolución. Esta, declara la demanda y
notificará a la otra parte, es decir, la parte acusada. Después de que el acusado
responde, el juez citará a las partes a una comparecencia. El demandado y el
demandante serán acompañados por un abogado. Durante esta reunión, intentarán
llegar a un acuerdo.
Si las partes llegan a un acuerdo, el juez lo declara en la sentencia. El
cumplimiento del acuerdo es obligatorio para ambas partes. Si las partes no
llegan a un acuerdo, serán convocadas a un juicio oral para presentar pruebas de
apoyo.
Después de escuchar las pruebas de apoyo, el juez evaluará los hechos y
argumentos alegados por cada parte. Al final, el juez toma una decisión final.
Esta decisión final es legalmente vinculante para ambas partes
El Derecho Romano
es el nombre que damos al conjunto de normas que rigieron la vida de la Antigua Roma durante
los catorce siglos que el Imperio se mantuvo en pie. En este post analizamos en qué consiste
el Derecho Romano, contando brevemente su historia y fundamentos, para entender la
importancia que tiene hoy en día.
En la actualidad, entendemos por Derecho Romano el ordenamiento jurídico que reguló las
actividades de los ciudadanos del Imperio, desde su fundación—en el año 753 a. C.—hasta su
caída en el siglo V d.C., siendo un cuerpo legal vivo que se adaptó para cubrir las necesidades
sociales de cada momento histórico.
El compendio de normas de la Antigua Roma siguió vigente hasta la caída del Imperio bizantino,
en el año 1453, pero sus fundamentos se han mantenido vivos a lo largo de los últimos siglos.
Primero, a través de su inclusión en los textos jurídicos germánicos y, después, como parte
del ius commune y de los diversos derechos nacionales, sirviendo de base no solo para el
desarrollo de la legislación civil de gran parte de Europa y de toda América Latina, sino también
para el desarrollo de múltiples instituciones y principios de derecho público como la separación
de poderes, la regulación de los bienes públicos, crímenes, la organización administrativa, la
materia urbanística o el sistema impositivo, entre otros.
Las bases del Derecho Romano
Los más de mil años de legislación y formas de entender la ley del Imperio romano abarcan
desde el primer código de leyes de la Antigüedad, la Ley de las XII Tablas, hasta la compilación
jurídica que realizó el emperador Justiniano en el siglo VI d.C., conocida como Corpus Iuris
Civilis.
Para construir el ordenamiento jurídico que forma el Derecho Romano se tomó como base la
costumbre, es decir, los actos socialmente aceptados y que a través de la repetición quedaban
validados como una forma de actuar legítima para responder a una necesidad jurídica.
Por tanto, los romanos regulaban tanto la esfera pública del ciudadano—su relación con el
Estado—como la privada—entre los propios ciudadanos—apoyándose en las soluciones
similares que habían resuelto de forma exitosa: conflictos de propiedad, compraventas viciadas,
adquisición por posesión continuada en el tiempo, hurtos, delitos violentos… Situaciones que
hoy en día han quedado reflejadas en nuestro ordenamiento en el Código Civil, Código Penal y
en el Código de Comercio, entre otras normas que constituyen la base del sistema jurídico.
Pero además de la costumbre, el Derecho Romano tenía otras fuentes: las decisiones que tomaba
el Senado —como representante del pueblo— sobre las normas que debían regir a los
ciudadanos; los pronunciamientos de los magistrados romanos; las leyes aprobadas por los
ciudadanos en los comicios; los plebiscitos, que es la denominación de las decisiones que tomaba
la plebe romana en sus asambleas; los iura u opiniones de los jurisconsultos; y, a partir del
Principado, las ‘constituciones imperiales’ o normas que emanaban de los propios emperadores.
Estas decisiones, tomadas por los distintos órganos en que se organizaba la sociedad romana,
sirvieron para dar forma a un cuerpo legal escrito que complementaba las normas no escritas, un
ordenamiento que establecía los derechos y libertades de los ciudadanos y la forma de resolver
los conflictos o de castigar los incumplimientos.
A pesar de ser una legislación tan antigua, su influencia en diferentes factores sociales, políticos
y económicos ha trascendido en el tiempo. Esto se debe a que los romanos supieron elaborar un
cuerpo legislativo sencillo, capaz de dar respuesta a los conflictos que surgían entre los
ciudadanos de la manera más simple, sin buscar grandes formulaciones teóricas, aunque con un
espíritu formalista muy sólido, tanto en la interpretación de su derecho como en su aplicación,
buscando la solución más justa a cada caso concreto y con una enorme capacidad de adaptación a
los cambios y necesidades imperantes en cada momento en la sociedad.
De forma simplificada, el Derecho Romano distinguía entre varias formas de comprender lo que
era justo conforme a derecho:
– Ius: normas creadas por el hombre
– Iniuria: lo contrario a esas normas
– Fas: voluntad divina
– Nefas: lo contrario a la voluntad divina

Su ordenamiento distinguía también entre:

– Derecho público, que era la parte del ordenamiento jurídico que regulaba la acción del Estado
en áreas del interés general y velaba por su relación con el ciudadano u otras comunidades
independientes.
– Derecho privado, que era la esfera jurídica que regulaba las relaciones entre los ciudadanos y
sus intereses particulares.
Según el jurista Celso, el “derecho” era el arte de lo bueno y lo equitativo. Y de acuerdo con
Ulpiano, la justicia era definida como la voluntad constante de dar a cada uno su derecho,
apoyándose el Derecho Romano en tres preceptos:
– Honeste vivere o ‘vivir honestamente’.
– Alterum non laedere o ‘no dañar al otro’, porque quien ocasiona un daño a otra persona lesiona
sus derechos y queda expuesto a sanción.
– Suum cuique tribuere o ‘dar a cada cual lo suyo’, es decir, cumplir con las leyes, los contratos,
pactos y reconocer el derecho ajeno.
Sin embargo, una de las diferencias con la concepción actual del Derecho, es que en el antiguo
ordenamiento romano no todo ser humano era sujeto de derechos y, por tanto, no reconocía
derechos a toda la sociedad, dejando fuera a los esclavos, que eran considerados cosas. Por su
parte, se concedió a los latinos una especie de semiciudadanía, pudiendo algunos de ellos llegar a
convertirse en ciudadanos romanos. En cambio, los derechos del resto de extranjeros o
peregrinos, dependían del tratado que su comunidad hubiera firmado con Roma. Se concedió a
algunos la posibilidad de realizar actos jurídicos válidos regulados por el derecho de gentes. Pero
se podía dar muerte a los que se rendían sin condiciones.
Asimismo, no todos los ciudadanos romanos tuvieron los mismos derechos sufriendo algunas
importantes limitaciones por razón de sexo, condición social, profesión o religión, entre otras
causas. Por ejemplo, las mujeres no pudieron formar parte del ejército o de las asambleas,
careciendo de derechos políticos y para actuar en el tráfico jurídico necesitaron durante muchos
siglos la asistencia de un tutor.
El Derecho Romano en la actualidad
Ni la caída del Imperio romano de Occidente, a finales del siglo V, ni del de Oriente, en el siglo
XV, supuso la pérdida de vigencia del Derecho Romano. Los Estados europeos, a lo largo de los
siglos posteriores, siguieron aplicando sus preceptos y recuperaron su estudio e interpretación
para adaptarlo a sus circunstancias contemporáneas.
No es hasta los siglos XVIII y XIX cuando países como Francia, Alemania o España impulsan el
movimiento codificador de sus propios ordenamientos y dan forma a nuevos cuerpos
legislativos. En el caso de España, el Código de Comercio vigente se promulgó en 1885 y el
Código Civil en 1889. Ambos textos han sido modificados en estos más de 130 años para
adaptarse al cambio social español, pero la base y la simplicidad de algunos preceptos ha
permanecido en el tiempo.
En la actualidad, el plan de estudios del Grado en Derecho cuenta con una asignatura específica
de Derecho Romano que, al estudiarse al principio de la carrera, ayuda al alumno a comprender
mejor instituciones jurídicas que se desarrollaron hace siglos y que siguen plenamente vigentes:
como lo son el concepto de persona física, capacidad jurídica y de obrar, obligación, derecho
real, negocio jurídico, garantía, proceso, sucesión hereditaria o de propiedad privada, por
ejemplo, contribuyendo a una interpretación más precisa de su regulación actual y permitiendo
tanto completar como corregir sus lagunas.
El estudio del Derecho Romano aporta al futuro abogado una visión global de un sistema
jurídico y la lógica que lo estructura, razón por la que ha servido de base a lo largo de siglos para
el desarrollo de los cuerpos jurídicos de muchos de los Estados actuales.

Uno de los legados más importantes de los romanos es el Derecho. Las leyes romanas formaron
la base del desarrollo en las leyes de los estados modernos, del mundo contemporáneo.
En el derecho romano se distingue lo siguiente: Derecho político, que regula las relaciones entre
el Estado y los ciudadanos; Derecho privado, que regula las relaciones entre los ciudadanos;
derecho internacional, que estableció las relaciones entre los diferentes pueblos.

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