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El niño que quería conocer a Dios se encuentra con una viejecita en el parque y comparte su merienda con ella. Ambos pasan una tarde feliz sonriendo y comiendo juntos, aunque sin hablar. Al irse el niño le dice a su madre que ha comido con Dios y que la viejecita tiene la sonrisa más hermosa que ha visto. Más tarde la viejecita le dice a su hijo que ha comido panecillos en el parque con Dios y que es más joven de lo que esperaba.
El niño que quería conocer a Dios se encuentra con una viejecita en el parque y comparte su merienda con ella. Ambos pasan una tarde feliz sonriendo y comiendo juntos, aunque sin hablar. Al irse el niño le dice a su madre que ha comido con Dios y que la viejecita tiene la sonrisa más hermosa que ha visto. Más tarde la viejecita le dice a su hijo que ha comido panecillos en el parque con Dios y que es más joven de lo que esperaba.
El niño que quería conocer a Dios se encuentra con una viejecita en el parque y comparte su merienda con ella. Ambos pasan una tarde feliz sonriendo y comiendo juntos, aunque sin hablar. Al irse el niño le dice a su madre que ha comido con Dios y que la viejecita tiene la sonrisa más hermosa que ha visto. Más tarde la viejecita le dice a su hijo que ha comido panecillos en el parque con Dios y que es más joven de lo que esperaba.
Ambos se quedaron allí toda la tarde comiendo y sonriendo, pero
ninguno de los dos dijo palabra alguna. Aquí estoy, Señor. Con ese espíritu de Cuando empezó a oscurecer, el niño estaba cansado y se levantó para haber resucitado. Contenta. Pero irse a su casa. Antes de haber dado unos pocos pasos, se dio la tampoco todo es perfecto, no te vayas a vuelta, corrió hacia la viejecita y le dio un abrazo. Ella le obsequió con creer. Me ha dado mucha fuerza esta su mayor y más hermosa sonrisa. Pascua compartida con otros. Encontrar Cuando el niño abrió la puerta de su casa, su madre, sorprendida por esa fuerza partiendo de la debilidad, encontrarte cuando parecía que no había la felicidad que mostraba, le preguntó por la causa. Él le contestó: nada. Sentirte mas cerca. Y quiero - He comido con Dios. ¿Y sabes qué? ¡Ella tiene la más hermosa cerrar fuerte los ojos, para poder sonrisa que he visto en mi vida!. acordarme de todo, para no olvidar los Mientras tanto, la viejecita, también muy feliz, regresó a su casa. Su mil detalles que me han acercado a Ti. hijo, asombrado por la paz que irradiaba su rostro, le preguntó: Para que, cuando las cosas vayan mal, - Madre, ¿qué hiciste hoy que te ha hecho tan feliz? pueda volver a cerrarlos… y encontrarte Ella contestó: de nuevo cerca. Pero ahora que me siento con fuerzas, quiero ir un poco -Comí panecillos en el parque con Dios. ¿Y sabes qué? Es más más allá. Quiero hacerme consciente de joven de lo que esperaba… que usas mis manos, mis abrazos, mi sonrisa, mi vida… para dar luz a los demás. Esa luz que me iluminó en la Jesús respondió: Yo quiero ser esa luz noche de Pascua. « ¿No son doce las horas del día? Una hoguera que arda Si uno anda de día, no tropieza, Yo quiero ser esa luz porque ve la luz de este mundo; Esa vida que eres Tú (bis) Manos vacías, eso es lo que espera en mí, pero si uno anda de noche, tropieza, Él me ha mandado dejarlo todo a sus pies porque no está la luz en él.» Ha llegado a nosotros Hasta que no tenga nada en mi poder. Jn 11, 9-10 Un horizonte nuevo. Para que Él pueda llenar mi vida hasta rebosar. Que vino de un hombre Que empezó la obra de Dios. Queremos tu luz. Había una vez un niño pequeño que quería conocer a Dios. Sabía que había Ayúdame, Señor, que hacer un largo viaje hasta donde Dios vivía, por lo que preparó una a ser luz para los demás. A que mis ojos puedan ser los tuyos. Yo quiero ser esa luz… mochila con panecillos y un puñado de zumos de fruta y emprendió ilusionado A que mi abrazo transmita tu fuerza. el camino. El fue instrumento A que mi sonrisa te acerque a los otros. Cuando había recorrido casi tres manzanas, se encontró con una viejecita Testigo y profeta A que mis manos lleven tus caricias. que estaba sentada en el parque observando las palomas. El niño se sentó A que mis pies abran caminos hacia Ti. De aquella palabra junto a ella y abrió su mochila. Estaba a punto de beberse un zumo, cuando A que mi presencia deje entrever, Que un día sintió. se dio cuenta de que la viejecita parecía hambrienta. Entonces le ofreció un aunque sólo sea por un rato, Queremos Tu luz. panecillo. Ella lo aceptó muy agradecida. Su sonrisa era tan bella que el la parte de mi vida que Tú habitas. niño quiso verla otra vez. Le ofreció entonces un zumo. Y de nuevo ella Ayúdame, Señor, Yo quiero ser esa luz… A ser luz para los demás. volvió a mostrar su hermosa sonrisa. El niño estaba encantado.