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Piensa
Erase una vez una joven vela que vivió feliz su infancia, hasta que
cierto día le entró curiosidad en saber para qué servía ese hilito fino
que sobresalía de su cabeza. Una vela vieja decorativa, le dijo que ese
eravida
Tu su “cabo” y que para
está hecha servía para ser
grandes “encendida”.
cosas. ¿Ser encendida?,
Estás capacitado ¿qué
para conocer la
significaría eso?, se preguntó la vela joven. La vela vieja también le
verdad y amar
dijo que el bien.que nunca lo supiese y que disfrutara su vida tal
era mejor
como era.
De lo que nos cuenta san Lucas, podemos extraer muchas cosas importantes acerca
de ella, y también aprender de su ejemplo y servicio para nuestra vida de fe, veamos:
- Llena de gracia, el Señor está contigo. Este fue el saludo que le dio el mensajero
de Dios a María, y de esta forma le reveló que Dios estaba siempre presente en su vida.
- Alégrate. El ángel invita a María a encontrar en Dios la causa de su alegría.
- Vas a dar a luz un hijo. Ella es la mamá de Jesús, y este mismo texto nos dice que
Jesús es el Hijo de Dios y que también es Dios, por eso decimos que María es Madre
de Dios.
- María pregunta. Al hacerlo, ella nos enseña que a Dios le podemos hablar con confianza
sin faltarle al respeto. Cuando le contamos nuestras dudas, alegrías, tristezas y proyectos
estamos orando.
- He aquí la esclava del Señor. Con esta frase María responde, da su sí a Dios, es
decir, le dice que puede contar con ella. En latín se dice Fiat.
- María se fue con prontitud a la casa de Isabel. María se ha dado cuenta que su
pariente necesita ayuda, y ella no ha dudado en ir a servirle, aún sabiendo que viajar a
casa de Isabel demoraba en ese entonces varios días.
En los Evangelios encontramos otras escenas que nos permiten conocer más de
María, en ellos, se nos dice que ella está siempre junto a Jesús, que está siempre
dispuesta a escuchar y a servir. De alguna manera, la vida de María se asemeja a la
historia de la vela joven, en el caso de María, ella se deja encender por la luz que es el
Espíritu Santo, alumbra creyendo en Dios y sirviendo a los demás; en definitiva, es feliz
teniendo a Dios en su vida.
La Iglesia nos invita a contemplar la fe y el ejemplo de María, viviendo como ella, siendo
hombres vela que, dejándose encender por el Espíritu Santo de la confirmación,
comenzamos a alumbrar la presencia de Dios en el mundo.