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COMPLEJO EDUCATIVO CATÓLICO FE Y ALEGRÍA “SAN JOSÉ”

ASIGNATURA: Educación Religiosa Escolar


Grado: 3° año de Bachillerato A.
UNIDAD 1: Fe y Alegría
DOCENTE: Yaneth Duke de González

Contenido: Cuaresma

Indicaciones: Recuerda que la guía será desarrollada en la clase, por lo tanto,


descargar o imprimir para su desarrollo.

1. Lee la guía sobre La cuaresma.


2. Previo a la clase (pega en tu cuaderno una imagen alusiva a la
cuaresma)
3. Responde en tu cuaderno (en clase de E.R.E.)

Reflexión Bíblica: Lee el evangelio y marca lo más importante, a


continuación, responde a las siguientes preguntas, puede tomar como
referencia las palabras del Papa Francisco.

Papa Francisco Sobre la lectura de reflexión San Mateo 6, 1-6. 16-18


El Papa en el Ángelus: Rezar por quien nos ha tratado mal para transformar el
mal en bien

Rezar por quien nos ha tratado mal, sin ceder al instinto y al odio, pidiendo a
Dios la fuerza de amar, tal como nos lo enseña Jesús, que pone la otra mejilla
para apagar el odio y la injusticia, y pide cuentas con gentileza del mal
recibido. Fueron algunas de las enseñanzas del Papa Francisco a la hora del
Ángelus dominical, al meditar sobre el Evangelio del día.

“Poner la otra mejilla no es el repliegue del perdedor, sino la acción de quien


tiene una fuerza interior más grande”. En la alocución previa a la oración
mariana del Ángelus, el Papa Francisco reflexionó, como cada domingo, sobre
el Evangelio del día, que hoy muestra al Señor Jesús dar “algunas indicaciones
fundamentales de vida” a sus discípulos.
El discípulo está llamado a no ceder al instinto y al odio

El Señor, explicó Francisco, se refiere “a las situaciones más difíciles, las que
constituyen para nosotros el banco de pruebas, las que nos ponen frente a
quien es nuestro enemigo y hostil, a quien busca siempre hacernos mal”. En
estos casos, tal como enseña Jesús, el discípulo está llamado “a no ceder al
instinto y al odio, sino a ir más allá, mucho más allá”.

Jesús dice: «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odien» (Lc
6,27). Y aún más concreto: «Al que te hiera en una mejilla, preséntale también
la otra» (v. 29). El Señor parece pedir lo imposible. Y además ¿por qué amar a
los enemigos? Si no se reacciona a los prepotentes, todo abuso tiene vía libre, y
esto no es justo. ¿Pero es realmente así? ¿Realmente el Señor nos pide cosas
imposibles e injustas?

Poner la otra mejilla no significa sufrir en silencio

El Santo Padre pidió considerar, en primer lugar, el “sentido de injusticia” que


advertimos en el “poner la otra mejilla”, y a pensar en la pasión de Jesús que,
en su injusto proceso delante del sumo sacerdote, a un cierto punto recibe una
bofetada por parte de uno de los guardias.

¿Y Él cómo se comporta? Dice al guardia: «Si he hablado mal, declara lo que


está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?» (Jn 18,23). Pide
cuentas del mal recibido. Poner la otra mejilla no significa sufrir en silencio,
ceder a la injusticia. Jesús con su pregunta denuncia lo que es injusto. Pero lo
hace sin ira ni violencia, es más, con gentileza.

Una fuerza interior más grande

El Maestro, “no quiere desencadenar una discusión, sino calmar el rencor”,


explicó Francisco, que precisó: quiere “apagar juntos el odio y la injusticia,
tratando de recuperar al hermano culpable”.
Esto es poner la otra mejilla: la mansedumbre de Jesús es una respuesta más
fuerte que el golpe que recibió. Poner la otra mejilla no es el repliegue del
perdedor, sino la acción de quien tiene una fuerza interior más grande, que
vence el mal con el bien, que abre una brecha en el corazón del enemigo,
desenmascarando lo absurdo de su odio. No lo dicta el cálculo, sino el amor.

Cuando el Señor pide algo, quiere darlo

El amor “gratuito e inmerecido” que recibimos de Jesús “genera en el corazón


un modo de hacer semejante al suyo, que rechaza toda venganza”, enseñó el
Papa, que planteó a continuación la siguiente objeción: “¿es posible que una
persona llegue a amar a los propios enemigos?”

Si dependiera solo de nosotros, sería imposible. Pero recordemos que, cuando


el Señor pide algo, quiere darlo. Cuando me dice que ame a los enemigos,
quiere darme la capacidad de hacerlo.

Pedirle a Dios la fuerza de amar

Recordando la oración de San Agustín al Señor «da lo que mandas y manda lo


que quieras» (Confesiones, X, 29.40), el Obispo de Roma planteó un
interrogante: “¿Qué pedirle? ¿Qué está Dios feliz de darnos?” Y respondió:

La fuerza de amar, que no es una cosa, sino que es el Espíritu Santo.

San Mateo 6, 1-6. 16-18

¿Qué me dice el evangelio?

¿A qué me invita el evangelio?

¿A qué obras me invita Jesús en el evangelio?

¿Cómo puedo vivir la oración, el ayuno y la limosna?


Cuaresma
Se conoce como Cuaresma al periodo de 40 días que precede la celebración
principal del cristianismo: la Resurrección de Jesucristo, que se festeja el
Domingo de Pascua.
La palabra Cuaresma proviene del latín quadragesĭma, que significa
“cuadragésimo día”, en referencia al periodo que abarca antes de la Pascua.

La Cuaresma dura 40 días y es un tiempo para prepararse para recibir


la Pascua. Comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves
Santo. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto
y penitencia. Para la Iglesia Católica la Cuaresma es un tiempo
de perdón, reflexión y de reconciliación. La Cuaresma es un periodo de
preparación, purificación, reflexión y conversión espiritual. En este tiempo se
llama a los fieles a guardar ayuno y penitencia, tal como lo hizo Jesús en el
desierto, antes de su salida a la vida pública.

La finalidad de la Cuaresma es prepararnos espiritualmente para recibir a Dios


en nuestras vidas, bien por habernos apartado de su camino, o bien para
reflexionar sobre los sacrificios que tuvo que hacer Jesús para librarnos de los
pecados.

Durante la Cuaresma, los ministros de la Iglesia católica se visten con ropas de


color púrpura para simbolizar la tristeza, el dolor, la penitencia, el duelo y el
sacrificio.

El Domingo de Ramos, último domingo antes de la Resurrección, se usa el color


rojo, referido a la Pasión del Señor.

Inicialmente, los cristianos preparaban la fiesta de Pascua guardando tres días


de oración, meditación y ayuno. Pero alrededor del año 350 d. de C., la Iglesia
incrementó el tiempo de preparación a cuarenta días. Así surgió la Cuaresma.

Considérese la importancia del número 40, asociado a la Cuaresma, dentro de


los ritos judeocristianos. En la Biblia, el diluvio dura 40 días, 40 son los años del
pueblo de Dios en el desierto, 40 los días de Moisés y Elías en la montaña, y 40
los de Jesús en el desierto, antes de comenzar su ministerio.

La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta


en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta
años de la marcha del pueblo judío por el desierto y de los cuarenta días que
pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública.
La Cuaresma es celebrada por toda la cristiandad, por los católicos, los
católicos ortodoxos, y algunas ramas del protestantismo, como los anglicanos y
algunas iglesias evangélicas.

Miércoles de Ceniza

El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma. Es un día para recordar


el fin de la propia mortalidad.

El miércoles de Ceniza se caracteriza por la imposición de las cenizas en la


frente de los fieles, mientras el padre pronuncia las siguientes palabras,
contempladas en el libro Génesis: “Recuerda que eres polvo y al polvo has de
volver” (3: 19) también “Conviértete y cree en el evangelio”

La cruz de ceniza en la frente tiene un poderoso simbolismo, ya que representa


el sentimiento de arrepentimiento por los pecados cometidos.

Esto porque “con el Espíritu de Jesús podemos responder al mal con el bien,
podemos amar a quien nos hace mal”.

Así hacen los cristianos. ¡Qué triste es cuando personas y pueblos orgullosos de
ser cristianos ven a los otros como enemigos y piensan en hacer guerra!

Rezar por quien nos ha tratado mal

Antes de dirigir su oración a la Madre de Dios, el Santo Padre pidió pensar en


una persona “que nos ha hecho mal”, y a preguntarnos si tratamos de vivir las
invitaciones de Jesús. Quizá “hay rencor” dentro de nosotros, dijo. Entonces, “a
este rencor”, indicó, “acerquemos la imagen de Jesús, manso, durante su
proceso”, y luego “pidamos al Espíritu Santo que actúe en nuestro corazón”.
Finalmente “recemos por esa persona”:

Rezar por quien nos ha tratado mal (cfr Lc 6,28) es lo primero para transformar
el mal en bien.
“Que la Virgen María nos ayude a ser constructores de paz hacia todos, sobre
todo hacia quien es hostil con nosotros y no nos gusta”, concluyó.

Ilustra tres ejemplos de la vida cotidiana en la escuela, familia y comunidad


¿cómo vivir la cuaresma este 2022? (leer las palabras del papa francisco
sobre cuaresma 2021)

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