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“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO”

IET 5048 MARISCAL RAMÓN CASTILLA MARQUESADO

REFLEXIONANDO LA SEMANA SANTA


«No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos» (Jn 15, 13)

1- ¿QUÉ ES LA SEMANA SANTA?


La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin
embargo, para muchos cristianos se ha convertido sólo en una ocasión de
descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar
a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para
aprovechar todas las gracias que esto nos trae.
Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en
toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.
Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el
arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y
resucitar con Cristo el día de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y
resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia
de la nuestra.

2- UN ACTO DE AMOR PARA LOS DÍAS CENTRALES DE LA SEMANA SANTA


San Juan en su primera carta tiene una frase muy tierna, que dice: «Hijitos míos, no
amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad» (1 Jn 3,18)
Una de las características principales de la fe católica es que la fe tiene que traducirse
en obras. Santiago también lo dice en su carta, con un tono tal vez un poco más duro
que San Juan:
«La fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y, al contrario, alguno podrá decir:
«¿Tú tienes fe?; pues yo tengo obras. Pruébame tu fe sin obras y yo te probaré por
las obras mi fe» (St 2, 17-18).
Y en el último capítulo de la Carta de San Juan, lo dice de otro modo:
«Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien
ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también
a su hermano”» (1 Jn 4, 20-21).
¿No sería hermoso poder vivir esta Semana Santa con el corazón, pero también con las obras?

Domingo de Ramos: ¿Cómo recibimos a los demás? ¿Con ramos o con palos? Pongamos alegría en recibir a quienes
llegan a nuestro hogar y hagamos que se sientan como reyes en nuestra casa. Cuando alguien llegue a nuestra casa,
escuela o aula, que sea una fiesta y que en el reencuentro de todos en la mesa se sientan que son bienvenidos y
amados.

Jueves Santo: La cena del Señor, y el lavatorio de los Pies. ¿Amamos como Cristo Amó a la Iglesia? ¿Podremos
devolverle al Señor tanto amor que nos dio? Imitemos hoy el gesto de extremo servicio del Señor lavando los pies de
los demás. No necesariamente igual que Jesús, pero sí podemos “lavar los pies” de alguien de quien hemos oído
habladurías o de alguien que sabemos que necesita unas palabras de consuelo, o
nuestra compañía.

Viernes Santo: Pasión y muerte de Nuestro Señor. ¿Tenemos algún dolor que nos
lacera el corazón? Pongámoslo a los pies de la Cruz. Hoy nuestro Señor hace el
sacrificio supremo que significa nuestra salvación. ¿Qué podemos hacer por otros?
Cualquier sacrificio, por pequeño que sea, si lo ponemos a los pies de la Cruz

ÁREA DE EDUCACIÓN RELIGIOSA: Prof. Jilbert Buelot Chávez CORREO: d25569922g@aprendoencasa.pe


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salvadora, se agiganta. Ofrezcamos el ayuno y la abstinencia de hoy por alguien que nos hizo daño. Busquemos amar
con el Amor de Dios, que da hasta que duele.

Sábado Santo: Nuestro Señor en el sepulcro, y su Madre sola, llorando. Acompañemos a alguien que sufre, en un
hospital, en su casa o donde lo encontremos. Seamos el hombro solidario que está disponible para que los demás
puedan derramar sus lágrimas. Escuchemos con atención a alguien que sufre, eso aliviana el corazón.
Y recordemos durante todo el día a la dolorosa, con su corazón atravesado por siete espadas, y
sepamos que después del dolor inefable, viene la gloria de la Resurrección.

Domingo de Pascua: ¡Verdaderamente ha resucitado! Traduzcamos nuestra alegría en servicio. ¿Por


qué no comprometernos a ayudar a nuestra familia o amigos en cosas específicas? Seamos
generosos en la entrega. Ofrezcamos nuestra ayuda a aquellos que lo necesitan.
Todos los días de la Semana Santa se pueden “traducir” en obras concretas. Pongamos nuestra fe
en obras, para que se vea que no somos cristianos de “palabra” sino de obras.

OREMOS

1. Identifica y explica con los textos bíblicos tres frases que te ayudarían a reflexionar durante la Semana Santa.
(Mt 26, 36-46; Jn 13, 1-15; Lc 23, 33-46)

2. Propone tres acciones concretas para acompañar a Jesús en la Semana Santa. Explícalas.

3. Redacta tu agradecimiento a Jesús por el don de la Salvación, realizada especialmente durante la Semana Santa y
deposítalo en la caja de agradecimiento.

a Jesús por el gran don de la Salvación realizada especialmente durante la Semana Santa

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