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MARTES
Hola chicos:
Esta semana hablaremos de los sacramentos. En la Biblia, Jesús tocó, abrazó, dio la
vista, curó enfermos, resucitó muertos, etc. Veamos algunos ejemplos: (Mt. 17:14-21,
Mc. 1:21-28, Lc. 6:6-11, Jn. 9:1-41, Lc. 17:11-19, Mc. 7:31-37)
Los sacramentos son la continuidad de los gestos de Cristo dentro de la Iglesia.
Los sacramentos son signos visibles, dejados por Cristo para salvarnos.
Signos visibles.- se pueden percibir por los sentidos; se pueden oler, tocar, comer,
saborear, etc.
Instituidos por Cristo.- no son invento de ninguna persona sino que el propio Cristo los
dejó a la Iglesia.
Para salvarnos.- por los sacramentos nos podemos salvar y alcanzar la eternidad.
https://www.youtube.com/watch?v=mcN75Y3ehMQQ
Los sacramentos de la Iglesia son 7.- En la Biblia el número 7 es importante; es el
número que corresponde e identifica a Dios: Dios crea el mundo en 7 días, Jesús
manda a perdonar setenta veces siete, el siete es el número de la perfección.
MIERCOLES
1. Bautismo: Nos une a Jesucristo. Nos introduce en su muerte salvífica en la cruz, y
por ello nos libera del poder del pecado original y de todos los pecados personales, y
nos permite resucitar con él a una vida sin fin. En el bautismo nos convertimos en
miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia, en hermanos y hermanas de nuestro
Salvador e Hijo de Dios.
Cuando nacemos, lo hacemos con el primero de los pecados. Se llama pecado original:
el que cometieron nuestros primeros padres: Adán y Eva. Al bautizarnos, nos
limpiamos de ese pecado y de todos los cometidos antes de recibirlo, nos hacemos
hijos de Dios y pasamos a formar parte de la Iglesia. Dios se pone súper contento
cuando el sacerdote, al derramar agua bendita sobre el bautizado, dice: “Yo te bautizo
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
Citas bíblicas: Mt. 28, 19; Mc. 16, 16; Jn. 3, 5; Hch. 2, 38; Hch. 16, 15; Hch. 16, 33; Hch.
22, 16; Rom. 5, 3-4; 1 Cor. 1, 13-16; 1 Cor. 6, 11; Col. 2, 12; Tit. 3, 5; 1 Pe 3, 21.
JUEVES
2. Confirmación: Después del bautismo, aquel que elige libremente por una vida como
hijo de Dios, pide el don del Espíritu Santo que da la fuerza para ser testigo del amor y
del poder de Dios con palabras y obras. Quien se confirma se transforma en un
miembro pleno y responsable de la Iglesia Católica.
Es tan sencillo como que Dios (Su Espíritu Santo), nos aumenta la fe para que
tengamos la seguridad de que Él está con nosotros hasta que lleguemos al Cielo, para
lo que también nos da esperanza. Finalmente, nos aumenta la caridad par que le
amemos más a Él y a los que nos rodean. En este caso, tiene que ser un obispo el que
imponga sus manos sobre el confirmante y unja con aceite (el Santo Crisma), mientras
dice: “Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo”.
Este Sacramento es la unión entre un hombre y una mujer para siempre. Cuando estos
se casan en la iglesia, es Dios quien está uniendo sus cuerpos y sus almas. Los que se
casan no pueden romper ese matrimonio: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre”. (San Marcos 10, 9). El modelo que los hombres y mujeres tienen que seguir
es el de la Sagrada Familia: Jesús, la Virgen María y San José