Bloque II B: La construcción del sentido de la obra de arte como alegoría.
La obra de arte como mediación discursiva del signo alegórico y del dogma.
Iglesia de San Vitale
Esta fue construida en 522 en Ravenna y consagrada en el período de dominación
Bizantina, en 547 aproximadamente. Esta Iglesia fue vista como la cabeza espiritual de la comunidad cristiana en Ravenna. Cuenta con una planta central cuyo núcleo es un octógono abovedado delimitado por ocho pilares rodeado por un octógono mayor que cumple la función de deambulatorio (espacio por donde circulan los creyentes);por encima, se puede observar una tribuna y adosado a un ángulo que forman dos lados del octógono se encuentra el nártex (lugar de ingreso para los no fieles), y a ambos lados de este hay dos torres que sirven de acceso a las tribunas(usadas por las elites) y en el lado contrario al nártex, está ubicado el presbiterio y el ábside. Debido a su estructura ortogonal, la iglesia debe ser entendida como un martyrium a San Vitale. Litúrgica y místicamente, un santuario de mártir es a la vez su tumba y sepulto de Cristo; y la teología del cristianismo temprano concebía la dignidad del martirio como la transfiguración mística del mártir dentro de Cristo. Dentro de la iglesia se pueden observar distintos tipos de mosaicos, cuyo análisis del programa iconográfico del Coro de la iglesia refiere al dogma de la Eucaristía, la consagración del templo a la memoria de un santo mártir y la materialización del concepto denominado Cesaropapismo en un período de esplendor del arte bizantino, como fue el reinado de Justiniano en la primera mitad del siglo VI.
Pared norte, panel inferior: El emperador Justiniano y la corte
Se muestra al emperador Justiniano con una aureola, coronado, revestido de clámide
(vestimenta-capa) y de púrpura. En su mano izquierda sostiene la bandeja que sostiene el pan; acompañándolo está la corte quienes llevan los utensillos necesarios para la celebración de la misa y a su derecha se encuentra un grupo de la guardia real; todos están de pie, dirigiendo la mirada hacia el espectador mientras que el color del fondo es verde. Entre el arzobispo Maximiliano y Justiniano aparece el financiador del Templo Juliano Argentarius. A la derecha del emperador se representan los cargos políticos y militares de la corte justiniana. La vestimenta, los objetos que llevan y la situación, revelan su posición social y dignidad. Los sacerdotes están vestidos para la celebración de la misa, quienes portan el misal y el incensario. Los guerreros se caracterizan por su atuendo militar mientras, los dignatarios llevan su túnica y el emperador, por sus atributos de poder. La ofrenda realizada por el emperador y su esposa era un gesto frecuente en aquellos tiempos hacia las Iglesias más importantes del imperio. La representación de la ofrenda responde a una iconografía jurídica con procedentes en Roma, llegado el momento de invocar la acción sagrada del emperador como pontífice máximo. El cortejo imperial perseguía dos objetivos: el reconocimiento de la divinidad de Cristo como lujo de Dios y la invocación de la relación de Dios y el emperador dando así una idea de principio moral.
El emperador Justiniano y su corte
La emperatriz Teodora y su corte
Tanto en el mosaico de Justiniano, como en el de Teodora, hay una serie de elementos comunes, pero también hay notables diferencias entre ellos. Los dos cortejos reflejan el ceremonial rígido y reglado que debió de existir en la corte bizantina, deducido por la colocación, vestimenta, atributos y actitudes de los personajes. Son dos comitivas solemnes y graves, frontales, en donde la jerarquización de los poderes espirituales y temporales están perfectamente delimitados. Es un reflejo del cesaropapismo de la corte, donde las escenas religiosas toman el carácter de ceremonias cortesanas, y, a la vez, la solemnidad imperial se adapta al ritual litúrgico. En cualquier caso, hay una intención clara de resaltar lo mayestático, lo autoritario y solemne, no sólo del conjunto, sino en la individualidad de los componentes de ambos grupos. Existen, también, notables diferencias entre ambos plafones, son tan claras que se ha llegado a suponer que fueron artistas diferentes los que los realizaron. Efectivamente el color es mucho más rico y variado en el de Teodora. El sentido descriptivo que se aplica en el tratamiento de sus vestidos, joyas y brocados, es mucho más preciso que el usado en el del emperador; en éste los fondos están prácticamente suprimidos creando una atmósfera áurea que impele a los personajes hacia el primer término, como si no cupiesen en el espacio, estructurado únicamente por la colocación de los pies y la ocultación de uno de los laterales de cada personaje por los ropajes del siguiente; en cambio, en el de Teodora es de mucha mayor profundidad espacial obtenida por el apoyo visual de las cortinas entreabiertas, la fuente de pie o en la especie de hornacina abovedada que enmarca a la emperatriz; distinta también es la propia proporción de las figuras.