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Historia de las Artes Visuales 1

Trabajo Práctico nº 8
Año 2013
Lauría Ayelén

Bloque II B: La construcción del sentido de la obra de arte como alegoría.


La obra de arte como mediación discursiva del signo alegórico y del dogma.

Iglesia de San Vitale

Esta fue construida en 522 en Ravenna y consagrada en el período de dominación


Bizantina, en 547 aproximadamente. Esta Iglesia fue vista como la cabeza espiritual de
la comunidad cristiana en Ravenna. Cuenta con una planta central cuyo núcleo es un
octógono abovedado delimitado por ocho pilares rodeado por un octógono mayor que
cumple la función de deambulatorio (espacio por donde circulan los creyentes);por
encima, se puede observar una tribuna y adosado a un ángulo que forman dos lados del
octógono se encuentra el nártex (lugar de ingreso para los no fieles), y a ambos lados de
este hay dos torres que sirven de acceso a las tribunas(usadas por las elites) y en el lado
contrario al nártex, está ubicado el presbiterio y el ábside. Debido a su estructura
ortogonal, la iglesia debe ser entendida como un martyrium a San Vitale. Litúrgica y
místicamente, un santuario de mártir es a la vez su tumba y sepulto de Cristo; y la
teología del cristianismo temprano concebía la dignidad del martirio como la
transfiguración mística del mártir dentro de Cristo.
Dentro de la iglesia se pueden observar distintos tipos de mosaicos, cuyo análisis del
programa iconográfico del Coro de la iglesia refiere al dogma de la Eucaristía, la
consagración del templo a la memoria de un santo mártir y la materialización del
concepto denominado Cesaropapismo en un período de esplendor del arte bizantino,
como fue el reinado de Justiniano en la primera mitad del siglo VI.

Pared norte, panel inferior: El emperador Justiniano y la corte

Se muestra al emperador Justiniano con una aureola, coronado, revestido de clámide


(vestimenta-capa) y de púrpura. En su mano izquierda sostiene la bandeja que sostiene
el pan; acompañándolo está la corte quienes llevan los utensillos necesarios para la
celebración de la misa y a su derecha se encuentra un grupo de la guardia real; todos
están de pie, dirigiendo la mirada hacia el espectador mientras que el color del fondo es
verde.
Entre el arzobispo Maximiliano y Justiniano aparece el financiador del Templo Juliano
Argentarius. A la derecha del emperador se representan los cargos políticos y militares
de la corte justiniana.
La vestimenta, los objetos que llevan y la situación, revelan su posición social y
dignidad. Los sacerdotes están vestidos para la celebración de la misa, quienes portan el
misal y el incensario. Los guerreros se caracterizan por su atuendo militar mientras, los
dignatarios llevan su túnica y el emperador, por sus atributos de poder.
La ofrenda realizada por el emperador y su esposa era un gesto frecuente en aquellos
tiempos hacia las Iglesias más importantes del imperio.
La representación de la ofrenda responde a una iconografía jurídica con procedentes en
Roma, llegado el momento de invocar la acción sagrada del emperador como pontífice
máximo. El cortejo imperial perseguía dos objetivos: el reconocimiento de la divinidad
de Cristo como lujo de Dios y la invocación de la relación de Dios y el emperador
dando así una idea de principio moral.

El emperador Justiniano y su corte

La emperatriz Teodora y su corte


Tanto en el mosaico de Justiniano, como en el de Teodora, hay una serie de elementos
comunes, pero también hay notables diferencias entre ellos. Los dos cortejos reflejan el
ceremonial rígido y reglado que debió de existir en la corte bizantina, deducido por la
colocación, vestimenta, atributos y actitudes de los personajes. Son dos comitivas
solemnes y graves, frontales, en donde la jerarquización de los poderes espirituales y
temporales están perfectamente delimitados. Es un reflejo del cesaropapismo de la
corte, donde las escenas religiosas toman el carácter de ceremonias cortesanas, y, a la
vez, la solemnidad imperial se adapta al ritual litúrgico. En cualquier caso, hay una
intención clara de resaltar lo mayestático, lo autoritario y solemne, no sólo del conjunto,
sino en la individualidad de los componentes de ambos grupos. Existen, también,
notables diferencias entre ambos plafones, son tan claras que se ha llegado a suponer
que fueron artistas diferentes los que los realizaron. Efectivamente el color es mucho
más rico y variado en el de Teodora. El sentido descriptivo que se aplica en el
tratamiento de sus vestidos, joyas y brocados, es mucho más preciso que el usado en el
del emperador; en éste los fondos están prácticamente suprimidos creando una
atmósfera áurea que impele a los personajes hacia el primer término, como si no
cupiesen en el espacio, estructurado únicamente por la colocación de los pies y la
ocultación de uno de los laterales de cada personaje por los ropajes del siguiente; en
cambio, en el de Teodora es de mucha mayor profundidad espacial obtenida por el
apoyo visual de las cortinas entreabiertas, la fuente de pie o en la especie de hornacina
abovedada que enmarca a la emperatriz; distinta también es la propia proporción de las
figuras.

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