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Lecciones y herencias del siglo XX:

comentarios a la obra de Eric Hobsbawm


(VII)
“La Gran Depresión de 1929”
 
El contexto histórico general:
 
Desde la perspectiva de nuestro historiador, los dos grandes factores macro que propiciaron la Gran
depresión económica de fines de los años 20 fueron; los perniciosos efectos económicos directos
heredados de la Primera Guerra Mundial, y la enorme inestabilidad socio-política que generaron tanto las
consecuencias post-bélicas como la oleada revolucionaria posterior al triunfo de la revolución rusa
(incluida la agitación social concomitante), que azotó múltiples zonas de Europa central, Asia
(particularmente China) y en menor medida, algunos puntos de América Latina (México y Argentina
entre otros) (1).
 
Algunos antecedentes inmediatos del “Crash económico”:
 
Tal y como lo sostiene Hobsbawm, la idea de que las economías atraviesan por ciclos cortos y largos de
bonanza y posterior caída, existía ya desde el siglo XIX, es decir,  mucho antes de que estallara la crisis
del 29 (2).
 
Sin embargo, el hecho mismo de que tanto EEUU e Inglaterra fueran las dos economías dominantes del
capitalismo global de entonces, y que además, ambos países hubieran salido vencedores en la Primera
Guerra Mundial, hacia poco previsible hasta muy poco antes de 1929, que el mundo estuviera a las
puertas de una sacudida económica de alcance planetario.
 
He aquí una primera paradoja, dado que, siendo EEUU la única gran potencia cuya economía lejos de ser
perjudicada salió fortalecida con la Primera Guerra Mundial (3), resultó ser el epicentro del terremoto
económico mundial.
 
¿Qué había sucedido en realidad al centro del corazón del capitalismo global?
 
Algunos factores macro detrás del estallido del “Crash económico”.
 
En términos muy generales, podría decirse (siguiendo siempre a Hobsbawm), que la crisis bursátil y
financiera que estalló en 1929 en la bolsa de valores de Nueva York, fue en gran parte producto de la
abrupta caída de los precios (deflación), debido, entre otras cosas, a que se llegó al punto en el que la
demanda estaba muy por debajo de la capacidad de producción (4).
 
En otras palabras, fue una típica crisis de sobreproducción acompañada con otra crisis (simultánea) de
sub-consumo, fenómeno concomitante a la naturaleza y a la dinámica propia del sistema capitalista y a
sus contradicciones innatas, algo que ya había sido extensamente analizado por diversos economistas
marxistas y liberales desde mediados  del siglo XIX e inicios del XX; el propio Marx, Lenin y
posteriormente, Kondratiev, en los años veinte (5) y Schumpeter, en los años treinta (6).
 
Visto desde otra perspectiva (introduciendo aquí algunos puntos de vista personales adicionales a lo
expuesto por Hobsbawm), la Primera Guerra Mundial proporcionó a los Estados Unidos una
extraordinaria oportunidad de desplegar muy tempranamente, en el siglo XX, una verdadera “economía
de guerra” (unida a la masiva incorporación del “fordismo” en la producción industrial de gran escala),
economía que por su propia naturaleza destructiva, disparó hasta el infinito, por una parte, la capacidad de
EEUU de elevar su producción industrial y exportadora (incluyendo activos financieros y bursátiles), pero
deprimió hasta niveles inconcebibles (en un mundo recién devastado por la Gran Guerra), la capacidad
del mercado mundial de absorción de tales incrementos (la demanda).      
 
Algunos factores puntuales detrás del estallido de la debacle económica.
 
A continuación, una enumeración sumaria de los principales factores, que a criterio de Hobsbawm,
propiciaron el estallido de la Gran depresión (algunos de ellos son tanto causa como efecto).
 
·         El incremento general de los costos de producción, en parte, por el empoderamiento de la clase obrera
(vía presión sindical por aumento de salarios y la disminución de la jornada laboral) (7).
·         Disparo del desempleo, en particular, en Europa central (una consecuencia directa de los efectos post-
Primera Guerra Mundial) y del auge unilateral del “capitalismo estadounidense” en detrimento del resto
de economías del mundo (8).
·         Deflación y abandono del patrón oro (9).
·         Hundimiento generalizado del sistema monetario en extensas zonas afectadas por la oleada
revolucionaria y la desestabilización política post-Primera Guerra Mundial y post-triunfo de la revolución
rusa (10).
·         Desaparición y extinción súbita del ahorro privado y escasez de circulante para las empresas (11).
 
Algunas consecuencias para EEUU y su “periferia económica”.
 
En los Estados Unidos el estallido de la crisis produjo un inmediato desplome de la producción industrial
(12), y con ello, de arrastre, produjo a su vez el desplome de los precios de las materias primas que este
país importaba de su periferia dependiente (13)
 
En América Latina, por ejemplo, el deterioro de los términos del intercambio se agudizó aceleradamente.
Derivado de ello, un conjunto grande de países de diversos continentes sufrieron un impacto desastroso
sobre sus exportaciones de materias primas y productos primarios (agrícolas), cuyos precios cayeron
estrepitosamente (14). 
 
En América Latina, tanto México, Argentina como Brasil (14), enormemente afectados por la caída de los
precios de sus materias primas, tomaron algunas decisiones orientadas hacia cambios importantes en
materia de política económica (15), que posteriormente (una década después), habrían de crear las
condiciones para la puesta en marcha de una nueva etapa desarrollista latinoamericana, centrada en lo que
se conoció ampliamente como “sustitución de importaciones” y/o “crecimiento hacia adentro” (16).   
 
Algunas consecuencias para Rusia y China.
 
Cuando se produjo el estallido de la Gran Depresión económica, al final de los años veinte e inicios de los
treinta, tanto Rusia como China, al igual que el resto del mundo “sub-desarrollado”, se encontraban en los
márgenes o periferia del capitalismo mundial.  Sin embargo, por varias razones especiales, el impacto de
la crisis en esos dos países fue mucho menor que en las naciones mencionadas arriba.
 
En el caso de Rusia, la gran depresión económica la sorprendió concentrada de lleno en la reconstrucción
de su economía y en la creación de condiciones para el desarrollo de su enorme (y atrasado) mercado
interno. El fuerte aislacionismo al que fue sometido por el gran capital global desde el triunfo de la
revolución, le ayudó enormemente para reducir su dependencia del comercio y los flujos monetarios
externos, cosa que jugó a su favor a la hora de la catástrofe mundial (17).
 
En cuanto a China, relativamente “aislada” de los grandes cataclismos políticos y económicos de inicios
del siglo XX (y, a pesar de haber vivido los años treinta desgarrada y territorialmente fragmentada por la
guerra civil, los feudos guerreristas (“wardlords”) y la guerra contra el colonialismo japonés, salió
fortalecida en el desarrollo de su propio comercio e industria, producto del efecto debilitador que la
Primera Guerra Mundial y la gran depresión tuvo sobre Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos,
potencias con una larga tradición colonial y depredadora en ese país asiático (18). 
 
Algunas conclusiones provisionales;
 
En lo referente a la Gran Depresión económica de 1929-1932, podemos encontrar y resaltar al menos 6
consecuencias generales e inmediatas (directas e indirectas) de considerable importancia, siendo las
siguientes:
 
·         Se produjo un estrepitoso derrumbe del viejo liberalismo decimonónico predominante en el siglo XIX,
decayendo la influencia de su ideología de “libre mercado” y el resto de componentes de su ortodoxia
económica.
 
·         Se produjo en todo el mundo occidental un inusitado y creciente prestigio e influencia del modelo de
planificación económica centralizada, incorporado a la gestión estatal por la URSS (el famoso “plan
quinquenal”). La “planificación económica” ingresó así al léxico de todos los estadistas del mundo
occidental y anti-comunista.
 
·          Se propiciaron las condiciones para el surgimiento de  una poderosa corriente teórica (convertida luego
en una política económica de Estado en el mundo desarrollado), acuñada y encabezada por el economista 
J.M. Keynes, que sentaría las bases para la posterior instauración de lo que habría de conocerse varias
décadas después como “Estado de Bienestar” (con sus conocidos componentes de “pleno empleo” y
“seguridad social”).
 
·          Se propiciaron las condiciones para el surgimiento de una serie de políticas proteccionistas de las
economías nacionales, que en el caso de varios países latinoamericanos, cristalizó en un giro hacia
políticas económicas nacionalistas, orientadas hacia el desarrollo y protección del mercado y la industria
interna. Nació así la política y la teoría de la sustitución de importaciones. Se acuño el concepto
“intercambio desigual”, el germen de lo que varias décadas después se conocería como “Teoría de la
dependencia”.
 
·         El desplome abrupto y generalizado de los precios de las materias primas y productos primarios
(agrícolas), y la subsecuente profundización del empobrecimiento de extensas masas de productores,
incidió de manera directa en el resurgimiento de la actividad anti-imperialista (y el sentimiento
nacionalista) en el mundo colonial de Asia, África y el Caribe. Se inició así la tercera “oleada
revolucionaria mundial”.
 
·         Propició de múltiples maneras (directas e indirectas), la creación de las condiciones socio-políticas para
el surgimiento del fascismo y del Tercer Reich en Alemania. De manera asombrosamente paradójica, a
través de la restricción de los flujos financieros y monetarios (préstamos), que EEUU se vio obligado a
ejercer sobre Alemania por la crisis del 29, devolvió a Alemania –sin proponérselo ni imaginarlo- el
poder que le había quitado por la vía de la derrota militar en la Primera Guerra Mundial (los detalles de
esto vendrán en la siguiente entrega).
 
Y es precisamente sobre esta terrible experiencia y etapa de la historia de Europa y de la humanidad, en
que he de centrarme en el próximo capítulo. Sin abordar la oscura etapa del Tercer Reich, no se puede
explicar el origen de la Segunda Mundial.
 

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