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MATERIAL DE APOYO SIP III

MODULO I

I) ETAPAS Y FASES DEL PROCESO PENAL

El proceso penal consta de las siguientes etapas y fases:

1º. Un procedimiento preliminar eventual a cargo de la Policía Judicial, destinado a reunir los
elementos probatorios necesarios para dar fundamento a la imputación inicial y promover la
acción penal.

2º. En el Código Procesal Penal de la Nación se regula la instrucción común, la cual se define
como la etapa eventual y preparatoria del juicio, que cumple un órgano jurisdiccional en virtud de
excitación oficial (de la Policía o del Ministerio Público) y en forma limitadamente pública,
limitadamente contradictoria y escrita, para investigar la verdad acerca de los extremos de la
imputación penal y asegurar la presencia del imputado, con el fin (específico) de dar base a la
acusación o determinar el sobreseimiento.

Para casos excepcionales se prevé una instrucción sumaria que es la realizada por el Agente
Fiscal con los mismos fines y objetivos que la instrucción común, pero sólo cuando se trata de
casos de aprehensión en flagrancia por las cuales no proceda la prisión preventiva y con un
plazo máximo de 15 días.

El Código Procesal Penal de Córdoba regula la investigación penal preparatoria, la cual es la


etapa eventual del proceso penal realizada por un órgano integrante del poder persecutorio del
Estado (Fiscal de Instrucción y, excepcionalmente, Juez de Instrucción), en forma limitadamente
pública, relativamente contradictoria y escrita, para investigar la verdad acerca de los extremos
de la imputación penal y asegurar la presencia del imputado, con el fin (específico) de dar base a
la acusación, al juicio abreviado inicial o determinar el sobreseimiento.

Teniendo en cuenta el fin específico de esta investigación (dar base al sobreseimiento o a la


acusación), la ley prevé una fase crítica (a veces intermedia, porque se produce después de la
clausura de aquella), destinada a resolver si existe o no fundamento para elevar la causa a
juicio.

3º. El juicio plenario es la fase esencial del proceso que se realiza, a base de una acusación, en
forma contradictoria y prevalentemente oral, pública y continua, que tiene por fin la defensa
material del acusado, la recepción de las pruebas pertinentes y útiles, la plena discusión del
Fiscal y de las partes y la decisión jurisdiccional definitiva sobre el fundamento de las
pretensiones que se han hecho valer mediante las acciones ejercidas.

4º. Fases eventuales y extraordinarias constituyen los juicios de casación (no hay apelación en
contra de la sentencia del Tribunal de juicio), inconstitucionalidad y revisión. Los recursos son
una manifestación de voluntad de quien ataca una resolución jurisdiccional por considerarla
ilegal y agraviante, a fin de que el Tribunal que la dictó u otro de grado superior (alzada),
mediante un nuevo examen la revoque, modifique o anule (Ayán, 40).

5º. Finalmente se lleva a cabo la fase de ejecución, donde el mismo Tribunal de juicio dispone
las medidas necesarias para hacer efectivo su pronunciamiento. La ejecución es el momento
constituido por el conjunto de actos destinados a realizar las providencias penales y civiles
contenidas en una sentencia.

II) LOS PRINCIPIOS POLÍTICOS DEL PROCESO PENAL

La persecución penal. Oficialidad. Estatalidad. Oficiosidad. Crisis: alternativas político-procesales

El principio de oficialidad significa que el Estado, como titular de la potestad de reprimir al


transgresor de la norma penal, debe instituir determinados órganos (persecución y decisión)
para administrar realmente la ley penal.

Este principio tiene los siguientes corolarios: estatalidad, oficiosidad y legalidad.

1. Estatalidad

A fin de cumplir la función penal en lo formal, el Estado instituye distintos organismos:


La Policía Judicial investiga los delitos de acción pública que llegan a su conocimiento y se los
comunica inmediatamente al Fiscal de Instrucción.

El Ministerio Público promueve y ejerce la acción penal, procediendo a realizar la investigación


indispensable para dar base a sus requerimientos (elevación a juicio).

Los Tribunales –dentro de su órbita respectiva– ejercen la jurisdicción (control y decisión) hasta
ejecutar la sentencia.

2. Oficiosidad

Ante la presunta violación de una norma jurídico-penal (un hecho con los caracteres externos de
delito), el Estado reacciona inmediata y espontáneamente para reintegrar el orden jurídico; pero
la iniciativa de la investigación o el origen del proceso penal no está, en nuestro sistema, a cargo
de todos los órganos públicos arriba mencionados, sino tan sólo de la Policía Judicial o del
Ministerio Público.

De la oficiosidad se desprenden dos subprincipios: a) promoción de oficio; b) inevitabilidad.

a) La Policía Judicial y el Ministerio Público tienen el deber de proceder de oficio, por iniciativa
propia, a promover la acción penal pública en las formas establecidas por la ley, sin necesidad
de ninguna excitación extraña (oficial o particular), excepto los casos de acciones dependientes
de instancia privada (CP, arts. 71 y 72).

b) Salvo las excepciones mencionadas, que en verdad enervan la pretensión represiva, la


voluntad de los particulares (aunque sean damnificados por el delito) o de otros funcionarios
públicos (por eminente que sea su situación jerárquica) carece de eficacia para enervar o evitar
la promoción de la acción pública.

Hasta no hace mucho tiempo la investigación era potestad del Juez de Instrucción, quien tenía a
su cargo la protección de los derechos individuales del imputado y la persecución del mismo.
Eso hizo decir a nuestra doctrina que la función que el mismo cumplía era una función
“esquizofrénica” y que quien tenía al Juez como Fiscal “necesitaba a Dios como defensor”. A
partir de estas críticas y del proceso de democratización que se produjo en el país, se empezó a
vislumbrar una clase de proceso en donde la investigación (instrucción) ya no está en manos del
Juez, sino en manos del órgano persecutor que luego va a acusar en paridad de condiciones
con el imputado durante el juicio. Los jueces se limitan a cumplir tareas de control (Juez de
Control o de Garantías) y de decisión (Juez en lo Correccional o Cámara en lo Criminal).
Por otro lado, y en lo que respecta a la inevitabilidad, existen voces que hoy se levantan
procurando que en el ejercicio de las acciones (incluso pública) se le den mayores facultades de
disposición a la víctima (v.gr., retractación).

3. Legalidad (oportunidad)

Según el principio de legalidad, tanto el Ministerio Público como la Policía Judicial tienen el
deber de ejercer la acción pública de acuerdo en todo caso con la ley penal, es decir, siempre
que aparezca cometido un hecho delictuoso, sin que puedan inspirarse en criterios políticos de
conveniencia o de utilidad social: carecen de toda facultad discrecional para juzgar sobre la
conveniencia o la utilidad social de la persecución; son esclavos de las leyes. Lo cierto es que en
la realidad no todos los hechos delictivos se conocen; no todos los hechos conocidos se
persiguen; no todos los hechos perseguidos llegan a una decisión definitiva (cifra negra).
Del principio de legalidad se desprenden los de: a) necesidad de la promoción; b)
irretractabilidad.

a) En el momento inicial, cuando la Policía Judicial o el Ministerio Público llegan a conocer la


existencia de un delito de acción pública promovible de oficio, tienen el deber de investigar el
hecho y, en casos excepcionales (investigación jurisdiccional) promoverla.

b) Una vez realizada la investigación o promovida la acción, no puede suspenderse, ni hacerse


cesar, ni interrumpirse, salvo los casos expresamente establecidos por la ley.
Al principio de legalidad se opone el de oportunidad, el cual se expresa como la atribución que
tienen los órganos encargados de la promoción de la persecución penal, fundada en razones
diversas de política criminal y procesal, de no iniciar la acción pública, o de suspender
provisionalmente la acción iniciada, o de limitarla en su extensión objetiva y subjetiva, o de
hacerla cesar definitivamente antes de la sentencia, aun cuando concurran las condiciones
ordinarias para “perseguir y castigar”.

Lentamente, la legislación empieza a receptar la posibilidad práctica de este principio reservado


especialmente al Congreso de la Nación, quien regula la posible disponibilidad de la acción
(v.gr., suspensión del juicio a prueba).

En la actualidad, se tiende a imponer en la doctrina el apotegma elaborado por Hassemer:


“Tanta legalidad como sea posible, tanta oportunidad como sea necesaria”.

c) Igualdad de posición entre imputado y acusado

La equiparación procesal –en cuanto a poderes otorgados durante la realización del proceso
penal– del imputado al órgano de la acusación se encuentra constitucionalmente garantizada.
Efectivamente, mediante el Pacto internacional de derechos civiles y políticos (art. 14, inc. 3º) y
la Convención americana sobre derechos humanos (art. 8, inc. 2º). Como sabemos, ambas
regulaciones tienen jerarquía constitucional (CN, art. 75, inc. 22).

Esta garantía implica tres consecuencias fundamentales:

1) En primer lugar, que sólo el órgano de la persecución y, eventualmente, el querellante


particular, son los encargados de probar la hipótesis delictiva.
2) En segundo lugar, que el tribunal, cualquiera sea, no puede convertirse en un coacusador,
facilitando o coadyuvando la tarea del Ministerio Público y del órgano adherente (querellante) en
contra del imputado.

3) Que el imputado, en cualquier momento, puede reclamar para sí los poderes otorgados al
órgano de la acusación para cumplir su función, a los efectos de permitir la falsación de la
hipótesis delictiva.

1. Los fines del proceso penal

Se ha dicho tradicionalmente que los fines del proceso penal son: descubrir la verdad real sobre
un supuesto hecho delictuoso y actuar sobre él la ley penal sustantiva (positiva o
negativamente).

a. Descubrimiento de la verdad real

Con asiduidad se hacía la diferencia entre la verdad que se persigue en el proceso civil y en el
proceso penal. Tanto el proceso penal –se afirmaba– como el civil tienden a la averiguación de
la verdad sustancial de los hechos; pero mientras el Juez civil debe limitarse a verificar las
proposiciones de las partes y ha de quedar satisfecho con la verdad aparente, formal o
convencional que surja de sus manifestaciones, el M. Público y el Juez penal tienen, en cambio,
el deber de investigar la verdad real, objetiva, sustancial de los hechos sometidos a
enjuiciamiento, para dar base cierta a la justicia, no obstante la confesión del imputado.
Pronto esta tendencia a pretender asir la “verdad verdadera” se tornó ingenua en tanto la teoría
del conocimiento que le servía de base (adequatio rei intellectus) demostraba aquella
característica.
Asimismo, el hecho de tener un conjunto de límites –que provienen de la inducción fáctica y la
verdad probabilística de la premisa menor del silogismo práctico, de la deducción jurídica y la
verdad opinable de las premisas en lo que respecta a la premisa mayor, en la subjetividad
específica del conocimiento judicial y el método legal de la comprobación procesal proveniente
del sistema judicial y de los derechos individuales– impide hablar de “verdad real”.
Si alguna validez tiene hoy el concepto verdad real es sólo como garantía de que sólo se va a
condenar a una persona por la comisión de un hecho delictuoso cuando la hipótesis, luego de
ser sometida a todas las cribas fácticas y valorativas, se muestre como incontrastable.
Por todas estas condicionantes, en la actualidad sólo se habla de una verdad forense. Sus
límites en el proceso penal son evidentes.

b. Actuación de la ley penal sustantiva

El proceso tiene por finalidad mediata la justa actuación de la ley penal sustantiva, es decir, la
función de hacer concretas y reales las previsiones abstractas de dicha ley.
Con esta fórmula se abarca expresamente no sólo el designio de obtener, mediante la
intervención del órgano jurisdiccional, la verificación positiva o negativa del fundamento
verdadero de la pretensión jurídico-penal emergente del delito, o sea, el designio de obtener un
pronunciamiento condenatorio o absolutorio, sino también el de hacer efectiva o ejecutar la
sanción que en el primer caso se imponga al transgresor de la norma de derecho sustantivo. La
ejecución queda dentro y no fuera del derecho procesal. Es que esto completa la garantía de
todo individuo a saber de antemano cuál es la consecuencia de su conducta, a qué proceso va a
ser sometido y, por último, cuáles son los ribetes de la ejecución de la sanción.

c) Eficiencia y garantía como objetivos políticos del proceso penal


Así como la justicia se encuentra respecto de la seguridad jurídica en una contraposición de
principio, lo mismo ocurre con la formalidad de la justicia y la eficiencia del derecho penal y del
procedimiento penal. Un instrumental enérgico es una típica amenaza de los derechos del
imputado en el proceso penal. Si se reúnen en una sola idea la conformidad al estado de
derecho y la energía, entonces se vota en favor de la eficiencia (quizá sin percibirlo). El estado
de derecho vive de la contraposición entre formalidad de la justicia y eficiencia, y la conformidad
al estado de derecho debe controlar y frenar al Estado fuerte; idealmente, debe poder quebrarlo
en caso de conflicto.

2. El consenso entre los sujetos procesales: concepto y función

Si bien la pena sólo se puede aplicar a quien se le demuestre en forma categórica su


culpabilidad acerca de un hecho delictuoso, en los últimos tiempos han aparecido (reaparecido,
mejor) interesantes propuestas que pueden significar la posibilidad de desplazamiento (parcial)
de la “verdad material” por una verdad “consensual”. Esto se desprende de la idea de considerar
al consenso como una forma alternativa de solución para ciertos casos penales, evitando la
pena, simplificando o acelerando su imposición, o pactando su extensión.

La noción de consenso se suele relacionar con la idoneidad que se puede reconocer a la


expresión unilateral o al acuerdo de voluntades entre órganos públicos, entre estos y particulares
o de particulares entre sí, para evitar la iniciación del proceso penal, para lograr su finalización
de un modo más simple o más corto que el previsto ordinariamente, para convenir la imposición
y la extensión de la sanción penal, o para procurar soluciones diversas a la pena como modo de
resolver el proceso.

La propuesta de darle eficacia jurídica al “consenso” encuentra propulsión en tendencias


modernas que, viendo en el delito más un conflicto intersubjetivo que una infracción legal (o
ambas cosas a la vez), aconsejan priorizar (en ciertos casos) la reparación del daño causado por
el ilícito por sobre su castigo, otorgar a la víctima un protagonismo en la resolución del caso
penal más acorde con su condición de primera y máxima damnificada por la infracción penal, y
receptar criterios de “utilidad” y “oportunidad” frente al reconocido fracaso del principio de
legalidad.
Pero estas ideas chocan con los fundamentos teóricos que inspiran el sistema penal y procesal
argentino, como son el principio de legalidad (todo delito de acción pública que se comete debe
ser investigado, juzgado y penado), y el de verdad real (adecuación entre lo realmente ocurrido y
lo reconstruido conceptualmente en el proceso) como base de una imposición de la pena por
parte de órganos jurisdiccionales del Estado. El impulso del principio de legalidad abarca la
inevitable e irretractable tarea de investigar la verdad real y la inevitable e irretractable
imposición de la pena al verdadero culpable o, mejor aún, a todo verdadero culpable.

Y aquí es donde se evidencia la tensión entre “verdad real” y “verdad consensual”, pues esta
puede prestarse a que se castigue a quien no sea culpable, o a que no se castigue a quien (o a
todo quien) lo es, no sólo por posibles amañamientos de la verdad, sino por su sustitución como
base de resolución del caso por alternativas a la pena que prescinden total o parcialmente de
ella (v.gr., reparación de la víctima, oblación voluntaria de la multa).

III) LA INVESTIGACIÓN PRELIMINAR: CONTENIDO

1. Denuncia: Concepto. Contenido. Facultades y obligados a denunciar. Reglas de


procedimiento en el CPP de Córdoba y Nación.
A. Concepto:
La denuncia es una manifestación de voluntad de una persona, que pone en conocimiento de
una autoridad competente para recibirla la existencia de un delito de acción pública.
Sus caracteres principales son el de ser un acto previo (anterior a la promoción de la acción),
espontáneo (manifestación de voluntad) e irretractable (una vez realizado, ya no existe
posibilidad de volverse atrás sobre la manifestación).
La denuncia puede ser facultativa u obligatoria. La primera, además, puede ser no condicionante
o condicionante.
Por regla la denuncia es facultativa. Toda persona que tenga noticia de un delito perseguible de
oficio puede denunciarlo al Fiscal de Instrucción o a la Policía Judicial (CPP Cba., art. 314,
primer párrafo; CPP Nación, art. 174).
Excepcionalmente, existe la obligación de denunciar. Tienen obligación de denunciar los delitos
perseguibles de oficio: 1º) los funcionarios o empleados públicos que los conozcan en el
ejercicio de sus funciones; 2º) los médicos, parteras, farmacéuticos y demás personas que
ejerzan cualquier ramo del arte de curar, salvo (excepción de la excepción) que el conocimiento
adquirido por ellos esté por la ley bajo el amparo del secreto profesional (CPP Cba., art. 317;
CPP Nación, 177).
La denuncia facultativa puede ser condicionante o no condicionante. Cuando la acción penal
depende de instancia privada, sólo puede denunciar quien tenga facultad para instar (CP, art.
72; CPP Cba., art. 314, segundo párrafo; CPP Nación, art. 174). En los otros casos es no
condicionante.

B. Forma
La denuncia puede presentarse en forma escrita o verbal, personalmente o por medio de
mandatario especial. En este último caso debe acompañarse el poder.
La denuncia escrita debe ser firmada ante el funcionario que la reciba.
Cuando sea verbal, se debe extender un acta, de conformidad a lo que analizamos al ver actos
procesales (CPP Cba., 315; CPP Nación, art. 175).

C. Contenido
La denuncia debe contener, en cuanto fuera posible, la relación circunstanciada del hecho
(tiempo, modo, lugar), con indicación de sus partícipes (autor, coautores, instigadores, cómplices
primarios y secundarios), damnificados (entre ellos, especialmente la víctima), testigos y demás
elementos (de prueba) que puedan conducir a su comprobación y calificación legal.
Cuando la denuncia fuera formulada por el titular de la acción civil, puede contener también la
manifestación acerca de la delegación del ejercicio de la acción en el asesor letrado, por
supuesto, sin constituirse en actor civil (CPP, art. 11) (CPP Cba., art. 316; CPP Nación, art. 176).

D. Reglas de procedimiento
En la provincia de Córdoba, la denuncia puede ser presentada ante el Fiscal de Instrucción o
ante la Policía Judicial. Cuando procede la investigación fiscal preparatoria el Fiscal que recibe
la denuncia actúa de inmediato. Si se trata de un hecho por el que procede investigación
jurisdiccional, el Fiscal formula requerimiento conforme al contenido del art. 341 del CPP, en el
término de tres días, salvo que por la urgencia del caso deba actuarse de inmediato.
Si el Fiscal requiere la desestimación y el juez no estuviera de acuerdo, regirá el art. 359 (CPP,
art. 319).
Cuando la denuncia fuera presentada ante la Policía Judicial, esta actúa con arreglo a sus
atribuciones (CPP, art. 324), comunicando y procediendo (CPP, art. 326) de conformidad a las
exigencias legales (CPP, art. 320).
El denunciante no es parte en el proceso, ni incurre en responsabilidad alguna, excepto los
casos de falsedad o calumnia (CPP, art. 318).
En la Nación, en donde la instrucción es la regla, la denuncia ante el Fiscal o las fuerzas de
seguridad tiene ribetes semejantes a la denuncia realizada ante estos organismos en el ámbito
provincial (CPP Nación, arts. 181 y 182). Pero en esta jurisdicción puede hacerse la denuncia
ante el Juez de Instrucción. El Juez que reciba una denuncia debe transmitirla inmediatamente al
agente fiscal (nemo procedat iudex ex officio) dentro del término de veinticuatro horas, salvo que
por la urgencia del caso aquel fije uno menor. El agente fiscal formula requerimiento conforme al
artículo 188 o pide que la denuncia sea desestimada o remitida a otra jurisdicción.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, el Juez de Instrucción que reciba una
denuncia puede, dentro del término de veinticuatro horas –salvo que por la urgencia del caso fije
uno menor– hacer uso de la facultad de delegar la investigación de los delitos de acción pública
al agente fiscal, en cuyo caso este asume la dirección de la investigación conforme a las reglas
establecidas en el título respectivo del CPP o pedirá que la denuncia sea desestimada o remitida
a otra jurisdicción.
Será desestimada cuando los hechos referidos en ella no constituyan delitos, o cuando no se
pueda proceder. La resolución que disponga la desestimación de la denuncia o su remisión a
otra jurisdicción será apelable, aun por quien pretendía ser tenido por parte querellante (CPP,
art. 180).

2. Actos de la Policía Judicial

A. Función
La Policía Judicial es la encargada, por orden de autoridad competente o –en caso de urgencia–
por denuncia o iniciativa propia, de investigar los delitos de acción pública, impedir que los
cometidos sean llevados a consecuencias ulteriores, individualizar a los culpables y reunir las
pruebas útiles para dar base a la acusación o determinar el sobreseimiento. Si el delito fuera de
acción pública dependiente de instancia privada, sólo debe proceder cuando reciba la denuncia
condicionante de las personas previstas en el art. 72 del CP (CPP Cba., art. 321; CPP Nación,
art. 183).

Son oficiales y auxiliares de la Policía Judicial los funcionarios y empleados a los cuales la ley
acuerde tal carácter. Son considerados también oficiales y auxiliares de Policía Judicial los de la
Policía Administrativa, cuando cumplan las funciones que el CPP establece (CPP Cba., art. 322).
Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial son nombrados y removidos conforme a lo
dispuesto por la Ley Orgánica del Ministerio Público (ley provincial 7.826). Cumplen sus
funciones bajo la superintendencia directa del Ministerio Público y deben ejecutar las órdenes
que les impartan los Jueces, Fiscales y Ayudantes Fiscales.
Los oficiales y agentes de la Policía Administrativa, en cuanto cumplan actos de la Policía
Judicial, están en cada caso bajo la autoridad de los jueces y fiscales, sin perjuicio de la
autoridad general administrativa a que estén sometidas (CPP Cba, art. 323).

Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial que violan disposiciones legales o reglamentarias,
que omiten o retardan la ejecución de un acto propio de sus funciones o lo cumplen
negligentemente son sancionados por los tribunales o el Ministerio Público, previo informe del
interesado, con apercibimiento o multa de hasta 50 jus, sin perjuicio de la suspensión hasta por
treinta días, cesantía o exoneración que pueda disponer el Tribunal Superior de Justicia y de la
responsabilidad penal que corresponda.
Los oficiales y agentes de la Policía Administrativa, pueden ser objeto de las mismas sanciones;
pero la suspensión, cesantía o exoneración de ellos sólo puede ser dispuesta por el Poder
Ejecutivo.

B. Atribuciones

La Policía Judicial tiene las siguientes atribuciones (CPP, art. 324):

1) Recibir denuncias (CPP, art. 320).


2) Cuidar que el cuerpo, instrumentos, efectos y rastros del delito sean conservados, mediante
los resguardos correspondientes, hasta que llegue al lugar el Fiscal de Instrucción.
3) Si hubiera peligro de que cualquier demora comprometa el éxito de la investigación, hacer
constar el estado de las personas, cosas y lugares, mediante inspecciones, planos, fotografías,
exámenes técnicos y demás operaciones que aconseje la policía científica.
4) Proceder a los allanamientos del art. 206, a los requisitos urgentes con arreglo al 209 y a los
secuestros impostergables.
5) Si fuere indispensable, ordenar la clausura del local en que se suponga, por vehementes
indicios, que se ha cometido un delito grave, o proceder conforme al art. 274 (arresto).
6) Interrogar sumariamente a los testigos presumiblemente útiles para descubrir la verdad.
7) Citar y aprehender al presunto culpable en los en los casos y forma que este Código autoriza.
8) Recibir declaración al imputado, sólo si éste lo pidiera, en las formas y con las garantías que
establecen los artículos 258 y ss.
9) Usar de la fuerza pública en la medida de la necesidad.

C. Prohibiciones

Los oficiales y auxiliares de la Policía Judicial no pueden abrir la correspondencia que


resguardan o hubieran secuestrado por orden de autoridad judicial competente, sino que la
remitirán intacta a esta. Sin embargo, en los casos urgentes pueden ocurrir a la más inmediata,
la que autorizará la apertura si lo creyere oportuno.

Tampoco pueden difundir a los medios de prensa los nombres y fotografías de las personas
investigadas como participantes de un hecho, salvo que mediare expresa autorización del
órgano judicial competente (Cprov., art. 19, incs. 2º y 12 y art. 50).

D. Deberes
Los oficiales de la Policía Judicial deben comunicar inmediatamente al Fiscal de Instrucción
todos los delitos que llegaren a su conocimiento, y practicar los actos urgentes que la ley
autoriza y los que aquel les ordenare, observando las normas que el CPP establece.
Sin perjuicio de lo dispuesto por el art. 278, las actuaciones y las cosas secuestradas serán
remitidas al Fiscal de Instrucción o al Juez de Paz (39) dentro del plazo de tres días de iniciada
la investigación; pero dichos funcionarios podrán prorrogarlo por otro tanto cuando aquella sea
compleja o cuando existan obstáculos insalvables (CPP, art. 326).

3. Investigación fiscal e investigación jurisdiccional: la discusión político-procesal

Siguiendo a Cafferata Nores, podemos decir que la investigación preparatoria es la etapa del
procedimiento penal que, a partir de la hipótesis de un delito, procurará reunir pruebas para
establecer si hay suficiente fundamento como para acusar a alguna persona por su comisión.
Desde el punto de vista político-procesal, bajo una óptica técnica o científica, se puede señalar
que el desempeño de tareas de investigación que cumple el Juez en la instrucción no se
corresponde con la imparcialidad que debe presidir el ejercicio de la potestad jurisdiccional. Si
bien históricamente la investigación fue puesta a su cargo buscando mayores garantías para el
sospechoso, los resultados, en este aspecto, no han sido precisamente paradigmáticos. La triple
función asignada al Juez de Instrucción (investigador del imputado, contralor de la observancia
de las garantías de este frente a su propia actividad y evaluador del mérito probatorio de su
propia investigación), es menos una utopía funcional que una hipocresía práctica.
Además, parece artificial que el Fiscal base su acusación en pruebas que no son recibidas por él
y para cuya selección carece, generalmente, de toda iniciativa vinculante, pues sólo puede
proponer diligencias que el Juez cumple si, a su exclusivo criterio, resultan pertinentes y útiles.
También es criticable la inversión de roles, ya que el Fiscal que deberá investigar se limita a
controlar la investigación y el Juez que la debería controlar la realiza personalmente.
Entonces, es más conveniente establecer un procedimiento de investigación a cargo del
Ministerio Fiscal, eficaz, ágil y garantizador, reduciendo la actividad del Juez sólo a algunas
intervenciones de autorización o control, impuestas por requisitos constitucionales (garantías
individuales, fundamento de la acusación). Con él, además de un mayor resguardo de aquellos
aspectos, se procura obtener también ventajas prácticas en orden a la eficacia, al evitar cierta
pomposidad de la instrucción jurisdiccional (exagerada para tan sólo fundar una acusación) y al
aprovechar la actividad policial dirigida por el Fiscal (que en aquel sistema se reproduce ante el
Juez), acordándole al Ministerio Público la estrategia de la investigación.

La agilidad y eficacia de la investigación fiscal preparatoria dependerá fundamentalmente de las


atribuciones que se otorguen al Fiscal, pues mientras mayor sea la autonomía que tenga de los
jueces en orden a los poderes de investigación y coerción, mayores serán las posibilidades de
éxito. Ello sin trasponer los límites infranqueables que imponen las garantías constitucionales.
También tiene influencia en la eficacia el sistema de división del trabajo que se imagine para los
Fiscales (temporal o territorial).
En orden a las atribuciones probatorias, el Fiscal debe ser el dueño de la estrategia de la
investigación y estar facultado para recibir todas las pruebas, aun las definitivas e
irreproductibles, siempre que en este último caso se garantice la intervención de la defensa.
Pero los elementos de convicción que recoja durante la investigación preparatoria sólo tendrán
valor para dar fundamento a la acusación o al sobreseimiento, en su caso.

4. CPP Córdoba y Nación. Investigación fiscal e investigación jurisdiccional. Reglas. Diferencias


entre ambos ordenamientos. Trámite: desafuero y antejuicio. Procedimiento ulterior.

A. CPP Córdoba y Nación: Investigación fiscal e investigación jurisdiccional

En la provincia de Córdoba, la investigación está como regla a cargo del Fiscal de Instrucción
(investigación fiscal), mientras que excepcionalmente, cuando existen obstáculos fundados en
privilegios constitucionales, queda en manos del Juez de Instrucción (investigación
jurisdiccional).
En la Nación, la fórmula se invierte. La instrucción a cargo del Juez es la regla, y la investigación
a cargo del Agente Fiscal sólo procede cuando el Juez de Instrucción decide que la dirección de
la misma quede a cargo de aquel, excluyéndose de las potestades del Agente Fiscal la
declaración del imputado, la mayoría de las medidas de coerción personal, la producción de los
actos definitivos e irreproductibles, el archivo de las actuaciones, la persecución penal o el
sobreseimiento del imputado y todo otro acto que la ley sólo otorgue al Juez de Instrucción
(CPP, arts. 196, 212 y 213).
Volviendo a Córdoba, en la investigación fiscal, el Fiscal de Instrucción procede con arreglo a la
ley para reunir los elementos que puedan servir de base a sus requerimientos. Estos pueden
fundamentarse en los actos practicados por la Policía Judicial dentro de sus facultades legales,
salvo en lo relativo a la declaración del imputado (CPP, art. 328).
El Fiscal de Instrucción practica y hace practicar todos los actos que considere necesarios y
útiles para la investigación, salvo aquellos que la ley atribuya a otro órgano judicial. En este
caso, los requerirá a quien corresponda (CPP, art. 329).
Cuando tiene que practicar actos definitivos e irreproductibles, el Fiscal garantiza el
contradictorio a través de la notificación a la defensa (CPP, art. 330).
También debe proveer a la defensa del imputado (CPP, art. 331).

En el ejercicio de su función, el Fiscal de Instrucción puede citar, privar y acordar la libertad al


imputado, y recibirle la declaración, conforme a lo previsto en las reglas específicas sobre
medidas de coerción personal establecidas en el CPP (CPP, art. 332). En cualquier momento, el
imputado puede solicitar directamente al Juez de Instrucción la aplicación de los artículos
relativos a mantenimiento, recuperación o cese de la prisión preventiva, quien requerirá de
inmediato las actuaciones y resolverá en el término de 24 horas.

La resolución es apelable por el Fiscal de Instrucción o el imputado, sin efecto suspensivo (CPP,
art. 333).
El Fiscal de Instrucción puede disponer, por decreto, el archivo de las actuaciones cuando no se
pueda proceder o cuando el hecho en ellas contenido no encuadre en una figura penal. En este
último caso, si se hubiere recibido declaración como imputado a alguna persona, procederá a
solicitar el sobreseimiento. En todos los casos, las partes podrán oponerse a la decisión del
Fiscal. Cuando mediare discrepancia del Juez de Instrucción regirá el artículo 359.
El archivo dispuesto por el Juez es apelable por el querellante que se hubiere opuesto, salvo el
caso del art. 359.
Regirá el art. 464, y si la decisión del Juez fuese revocada, otro Fiscal de Instrucción proseguirá
con la investigación (CPP, art. 334).
Las partes pueden proponer diligencias, las que serán practicadas salvo que el Fiscal no las
considere pertinentes y útiles; si las rechazara, podrán ocurrir ante el Juez de Instrucción en el
término de tres días. El Juez resolverá en igual plazo. La denegatoria será apelable.
En el término de diez días a contar desde la declaración del imputado, el Fiscal de Instrucción
por decreto fundado y con arreglo a los requisitos del art. 282, dispondrá la prisión preventiva,
cuando concurran las causales del art. 281.
El imputado y su defensor pueden oponerse ante el Juez (art. 338). La resolución de este es
apelable por el Fiscal y el imputado (CPP, art. 336).
La investigación fiscal debe practicarse en el término de tres meses a contar desde la
declaración del imputado. Si resultare insuficiente, el Fiscal podrá solicitar prórroga al Juez de
Instrucción, quien podrá acordarla por otro tanto. Según las causas de la demora y la naturaleza
de la investigación, la prórroga podrá concederse hasta doce meses más (CPP, art. 337).
En los casos que la ley autoriza la oposición a una resolución o requerimiento del Fiscal de
Instrucción, esta se deducirá ante quien la dictó en el término de tres días, salvo que se
establezca otro trámite. Si el Fiscal mantuviera su decisión, elevará la oposición en igual término
ante el Juez de Instrucción, junto con las actuaciones y sin perjuicio del cumplimiento de los
actos urgentes de investigación. El Juez resolverá en el término de tres días (CPP, art. 338).
La investigación jurisdiccional sólo procede cuando existen obstáculos fundados en privilegios
constitucionales (art. 340). Si en estos casos se formulare requisitoria fiscal o querella contra un
legislador, magistrado o funcionario sujeto a juicio político, enjuiciamiento o juicio de destitución,
el Tribunal competente practicará una investigación sumaria que no vulnere la inmunidad del
imputado. Cuando existiere mérito para el juzgamiento, se solicitará el desafuero, antejuicio o
destitución, ante quien corresponda, acompañando copia de las actuaciones y expresando las
razones que lo justifiquen. La investigación sumaria no podrá exceder de dos meses, bajo pena
de caducidad.
Si de acuerdo con el art. 94 de la Constitución Provincial, el legislador hubiere sido aprehendido,
el Tribunal dará cuenta a la Legislatura con la información sumaria del hecho, dentro del término
de 24 horas. Del mismo modo se procederá cuando el aprehendido estuviera sujeto a juicio
político o enjuiciamiento o juicio de destitución, en cuyo caso se comunicará la privación de la
libertad del magistrado o funcionario a la Cámara de Diputados, al Jurado de Enjuiciamiento o al
Tribunal Superior de Justicia, según corresponda (CPP, art. 14).
Si se produce el desafuero o la destitución, el Tribunal dispondrá la investigación jurisdiccional
correspondiente o dará curso a la querella. En caso contrario, declarará por auto que no se
puede proceder y archivará las actuaciones (CPP, art. 15).
Cuando se proceda contra varios imputados y sólo alguno de ellos goce de privilegio
constitucional, el proceso podrá formarse y seguir con respecto a los otros (CPP, art. 16).

El requerimiento de investigación jurisdiccional debe contener (CPP, art. 341):

1) Las condiciones personales del imputado o, si se ignorase, las señas o datos que mejor
puedan darlo a conocer.
2) La relación circunstanciada del hecho, con indicación, si fuere posible, del tiempo y modo de
ejecución y de la norma penal que se considere aplicable.
3) La indicación de las diligencias útiles para la averiguación de la verdad.

En general, las normas sobre la investigación jurisdiccional son semejantes a las normas sobre
investigación fiscal. Las diferencias que se advierten son en primer lugar la posible participación
del Ministerio Público en todos los actos de la investigación, y examinar en cualquier momento
las actuaciones. Si el Fiscal hubiera expresado el propósito de asistir a un acto, será avisado
verbalmente con suficiente tiempo y bajo constancia, pero aquel no se suspende ni retarda por
su ausencia. Cuando asista, tiene los deberes y facultades que se le otorgan a los que participan
en las diligencias de la investigación (CPP, art. 343). Si se rechaza la proposición de las
diligencias probatorias, sólo procede el recurso de apelación (CPP, art. 344). En caso de
insuficiencia del tiempo para la investigación, el Juez puede motu proprio ampliar por otro tanto
(CPP, art. 346).

Cuando el Juez hubiere recibido declaración al imputado y estimare cumplida la investigación,


correrá vista al Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación. Este, en el término de seis días,
requerirá las diligencias probatorias que estime necesarias o procederá con arreglo al art. 355.
Sólo en casos graves y complejos el término podrá prorrogarse hasta por otro tanto (CPP, art.
347).

MODULO II

LOS SUJETOS DEL PROCESO PENAL

En el proceso penal intervienen sujetos esenciales (imputado, Ministerio Público [o querellante


exclusivo en los delitos de acción privada] y Tribunal), eventuales (actor civil, demandado civil y
querellante particular) y particulares autorizados (víctimas, parientes cercanos del privado de la
libertad) u obligados a participar (testigos, peritos, etc).

I. EL IMPUTADO

1) Concepto

El imputado es la persona indicada como partícipe de un hecho delictuoso en cualquier acto de


la persecución penal dirigida en su contra y desde el primer momento de ella (Cafferata, DPP,
71).
Otras denominaciones de este sujeto procesal se muestran insuficientes. Así, no puede
denominárselo procesado, pues este es quien está sometido a un proceso en virtud de un auto
de procesamiento, vale decir, una declaración jurisdiccional de presunta culpabilidad (CPP de la
Nación, art. 306). Tampoco acusado, pues este es el sujeto contra el cual se ha formulado una
acusación, pública (requisitoria, CPPCba., art. 355; Nación, 347) o privada (querella, CPPCba.,
424; Nación, 415).

2) Garantías constitucionales que lo protegen

El imputado tiene los siguientes derechos: juicio previo, inocencia, defensa, prohibición de la
persecución penal múltiple (ne bis in idem), juez natural, independencia e imparcialidad del
tribunal.

A) Juicio previo

Toda persona tiene derecho a que sólo se le imponga una pena luego de un proceso tramitado
por órganos predispuestos de acuerdo a las formas y en los tiempos previstos por la ley. Se trata
de la garantía nulla poena sine iudicio la cual se encuentra prevista en el art. 18 de la
Constitución Nacional: «Ningún habitante de la Nación puede ser penado sin juicio previo
fundado en ley anterior al hecho del proceso...», repetido por el art. 39 de la Constitución
provincial: «Nadie puede ser penado sino en virtud de un proceso tramitado con arreglo a esta
Constitución...» y por los arts. 1os de los Códigos Procesales Penales.

Históricamente, se ha entendido el juicio previo en tres sentidos diferentes:

a) Como el poder de promover el juicio indispensable para actuar concretamente la ley


sustantiva, esto es, el poder de excitar la jurisdicción penal competente para emitir ese juicio.
En la actualidad, el art. 120 de la Constitución Nacional prevé expresamente tal función: «El
Ministerio Público es un órgano independiente con autonomía funcional y autarquía financiera,
que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la legalidad y de los
intereses generales de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades de la
República». Cierto es que las legislaciones provinciales todavía no han adecuado, en su
mayoría, la normativa a la Constitución Nacional en virtud del principio de subordinación,
manteniendo la promiscuidad institucional que significa la pertenencia del órgano persecutorio al
Poder Judicial y, por ende, el germen del sistema inquisitivo, vale decir, la confusión entre
persecución y decisión (véase ley provincial 7826, art. 1º).

b) Desde un punto de vista subjetivo, el juicio previo que impone la Constitución o proceso penal
es una entidad jurídica prefijada o un tipo legal abstractamente definido por el derecho procesal,
el cual establece las formas y los términos de los actos que la integran y el orden
(procedimiento) que debe observarse al cumplirlos.

Como sucesión de actos que están disciplinados individual y colectivamente por el derecho, en
consecuencia, el proceso penal se interpone necesariamente entre el delito inicialmente
presunto, y la pena (o medida de seguridad) amenazada para quien resulte culpable como
partícipe del mismo, siendo así el único medio de descubrir la verdad y de actuar efectivamente
la ley penal.

«En otros términos, la Constitución hace del proceso penal un instrumento esencial de la justicia
represiva, el que sólo tiene eficacia jurídica cuando se observan concretamente las formalidades
prescritas por el derecho que le da vida» (Vélez Mariconde 3, II, 25). Así como el principio de
legalidad es el criterio político criminal fundamental del Derecho penal sustantivo, el principio de
formalidad es el criterio político criminal del Derecho penal procesal.
Hoy en día se reconoce que juicio previo (CN, art. 18) es igual a acusación (CN, art. 120),
defensa (CN, art. 18), prueba (CN, art. 18) , sentencia (CN, art. 18) y recurso (CADDHH, art. 8,
inc. 2º, ap. h; PIDDCP, art. 14, inc. 5º).

c) Desde un punto de vista ideológico, el juicio constituye una operación intelectual que en
definitiva realiza el juzgador cuando relaciona las ideas de delito y penalidad, con aplicación a un
hecho dado y a un determinado individuo, para llegar a afirmar o a negar, como proposición
resultante de un cálculo racional, la culpabilidad del individuo y la necesidad del castigo, es decir
cuando aplica la ley al caso particular, cuando emite un juicio lógico concreto que pone término
al proceso. En este sentido, juicio previo equivale a sentencia previa.

B) Inocencia

Debido a ciertas equivocaciones doctrinarias, hoy se pueden advertir dos principios vinculados al
ítem tratado. Por un lado, el principio de inocencia, de carácter estático, más vinculado al
Derecho penal sustantivo, y cuyo origen se remonta a las legislaciones procesales penales
italianas (especialmente de 1930) por la cual nadie puede ser considerado culpable mientras una
sentencia firme así no lo declare (Constitución Provincial, art. 39, CPPCba., art. 1º). Por otro
lado, un principio de carácter dinámico, estrechamente relacionado a la actividad procesal y de
neta raigambre liberal, por el cual toda persona se presume inocente hasta que se demuestre lo
contrario (CADDHH, art. 8, inc. 2º; PIDDCP, art. 14, inc. 2º).

Toda persona es inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad (principio de inocencia).


Toda persona durante la sustanciación del proceso debe ser considerada inocente hasta que
una sentencia definitiva establezca que es culpable (principio de presunción de inocencia). En
tanto el primero hace mención a una relación lógico-normativa, por la cual hasta que no se den
los presupuestos para afirmar la culpabilidad la persona es no culpable o, lo que es lo mismo,
inocente, el segundo alude fundamentalmente a la forma en que el individuo debe ser tratado,
especialmente por los órganos jurisdiccionales, durante el devenir procesal. El primero es un
estado jurídico del imputado; el segundo es una ficción legal mediante la cual se pretende evitar
todo prejuicio que adelante de algún modo consecuencias vinculadas a la sanción penal (pena o
medida de seguridad).

Del segundo se derivan corolarios que producen efectos en el ámbito probatorio y en el


coercitivo:
a) En el campo de la prueba, esto significa que el imputado no tiene ninguna carga probatoria de
su inocencia; es al Estado a quien le corresponde, mediante la actividad de su órgano
persecutorio (CN, art. 120) destruir la inocencia normativa que el individuo tiene. Por otro,
importa que si el Tribunal no llega a la certeza acerca de la existencia de los extremos objetivos
y subjetivos de la imputación delictiva, no puede condenar al individuo (in dubio pro reo).

b) En el aspecto coercitivo, limita la actividad del legislador procesal, permitiendo sólo


excepcionalísimamente medidas de coerción personal del imputado al solo efecto de garantizar
los fines del proceso: acreditación de la hipótesis delictiva y aplicación de la ley penal sustantiva
(carácter netamente cautelar). En cuanto a los órganos jurísdiccionales, les exige que interpreten
restrictivamente las normas que prevén medidas de coerción personal (CPPCba., art. 3º; Nación,
art. 2º) y que sólo se apliquen cuando se den los requisitos legales, los presupuestos probatorios
(fumus bonis iuris) y no exista otro modo de asegurar la presencia del imputado (periculum in
mora).

C) Defensa

El derecho de defensa está previsto en la Constitución Nacional (art. 18), en los Tratados
Internacionales con Jerarquía Constitucional (CADDHH, art. 8; PIDDCP, art. 14) y en la
Constitución Provincial (art. 39).

La defensa es el derecho subjetivo individual, y cuando no es utilizado por el imputado como


exigencia limitativa de la potestad represiva del Estado, de acreditar la inocencia o cualquier
circunstancia capaz de excluir o atenuar su responsabilidad.

Es una actividad esencial del proceso penal, integrando el triángulo formal de la justicia
represiva, en cuanto nadie puede ser condenado sin ser oído y defendido.
La defensa del imputado tiene dos aspectos diferenciables: la defensa material y la defensa
técnica:

a) La defensa material se realiza mediante manifestaciones que el imputado puede hacer en el


proceso, declarando cuantas veces quiera (tanto en la instrucción como en el juicio) siempre que
sus declaraciones sean pertinentes. Pero también puede abstenerse de declarar, de modo que,
en ese caso, la defensa se efectúa por simple silencio.

b) La defensa técnica, generalmente ejercida por un abogado y excepcionalmente concedida al


propio imputado, se ejerce mediante instancias, argumentaciones, alegatos u observaciones que
se basan en normas de derecho sustantivo o procesal.

Exige, lógicamente, conocimientos jurídicos de que el imputado, en la mayoría de los casos,


carece; sin ellos, él no se podría defender eficazmente, y la defensa, por ende, no respondería a
los fines de su institución.

Como antes dijimos, normalmente la defensa es ejercida por el defensor técnico. El defensor es
al abogado que asiste y representa al imputado durante la sustanciación del proceso,
protegiéndolo e integrando su personalidad jurídica mediante el ejercicio de poderes
independientes de su voluntad, en virtud del interés individual y exigencia del interés público.
En los Tratados Internacionales con Jerarquía Constitucional, en lo que se refiere a la técnica, se
especifica el derecho de defensa. Así se distingue entre defensor de confianza, autodefensa y
defensor oficial.
aa) Defensor de confianza: El imputado tiene derecho a ser asistido por un defensor de su
elección (CADDHH, art. 8, inc. 2º, d; PIDDCP, art. 14, inc. 3º, ap. d).

bb) Autodefensa: Todo inculpado tiene derecho a defenderse personalmente (CADDHH, art. 8,
inc. 2º, ap. d; PIDDCP, art. 14, inc. 3º, ap. d).

cc) Defensor oficial: Todo imputado tiene derecho irrenunciable (?) a ser asistido por un defensor
proporcionado por el Estado si el inculpado no se defendiere por sí mismo ni nombrare un
defensor dentro del plazo establecido por la ley.

D) Prohibición de la persecución penal múltiple (ne bis in idem)

De acuerdo al PIDDCP (art. 14, inc. 7) nadie puede ser juzgado ni sancionado por un delito por
el cual haya sido condenado o absuelto por una sentencia firme de acuerdo con la ley y el
procedimiento penal de cada país.

La Constitución provincial amplía la garantía al establecer que nadie puede ser perseguido
penalmente más de una vez por el mismo hecho (art. 39). Del mismo modo dispone el art. 1º de
los Códigos Procesales Penales (CPP Cba. y Nación).

Se lo define diciéndose que «...ninguna persona puede ser perseguida penalmente (y por cierto,
tampoco juzgada) más de una vez en forma sucesiva, ni tener contemporáneamente pendiente
más de una persecución penal con relación al mismo hecho delictivo..» (Cafferata Nores, DPP,
43).
Para que el principio ne bis in idem sea aplicable, será necesario que la segunda (o posterior)
persecución penal se refiera al mismo hecho que fue objeto de la primera. El concepto de
identidad de hecho implica, a estos efectos, la existencia de una triple identidad: identidad de la
persona (eadem personam), identidad de objeto (eadem re) e identidad de causa de persecución
(eadem causa petendi).

a) eadem personam: La garantía sólo puede invocarla la misma persona física que ya fuera
objeto de una primera persecución, cuando se pretenda perseguirla por el mismo hecho. Quien
no sufrió la primera persecución no podrá invocar el principio a su favor.

b) eadem re: Se refiere a la identidad de contenido fáctico de la primera persecución penal con
el de la nueva (sucesiva o simultánea); o sea, la identidad sustancial de la acción u omisión
humanas hipotéticas atribuidas desde una perspectiva “naturalística”, y no por su diferente
repercusión jurídico-penal. Si esa identidad fáctica esencial existe, rige el principio aun cuando
en la posterior persecución se afirmen nuevas circunstancias o un modo diferente de
participación, o se pretenda una calificación legal distinta.

c) eadem causa petendi: Es sinónimo de identidad de persecución ejercitada. En lo penal,


fundamentalmente, requiere que las pretensiones penales ejercitadas sucesiva o
simultáneamente sean idénticas en sus alcances jurídico-procesales, es decir, iguales en su
capacidad de provocar una consideración del mismo hecho, que les da fundamento a ambas,
bajo todos sus posibles encuadramientos penales por parte de los tribunales que deben
intervenir en ambos casos. Últimamente se entiende que el recurso del acusador contra la
sentencia de un tribunal buscando agravarla implica una violación al principio ne bis in idem.

E) Juez natural
De acuerdo a la Constitución Nacional ningún habitante de la Nación puede ser juzgado por
comisiones especiales o sacado de los jueces designados por la ley antes del hecho de la causa
(CN, art. 18). La Constitución provincial prevé que nadie puede ser juzgado por otros jueces que
los instituidos por la ley antes del hecho de la causa y designados de acuerdo con esta
Constitución (art. 39).

De este principio resulta, en primer término, que la organización judicial debe ser regulada por la
ley (en sentido formal); es decir que ni el Poder Ejecutivo ni el persecutorio pueden crear
tribunales o dictar normas de competencia.

Con una formulación negativa –se observa en segundo lugar– la Constitución Nacional prohíbe
la intervención de los jueces o comisiones especiales designados ex post facto para investigar
un hecho o juzgar a una persona determinada; de modo que, con una formulación positiva, exige
que la función jurisdiccional sea ejercida por los magistrados instituidos previamente por la ley
para juzgar una clase de asuntos o una categoría de personas.

En realidad, no queda vedada la actuación de un juez especial que haya sido instituido en esa
forma por la ley orgánica de los tribunales, sino de la de un juez extraordinario que sea
encargado o tenga la misión de juzgar un caso determinado.

Por lo demás, la garantía no exige –si bien se mira– que el magistrado judicial sea nombrado
con anterioridad al hecho. Puede ocurrir (y acontece con frecuencia) que la designación del juez
se efectúe después de producido el hecho. Esto es legítimo, con tal de que se observen las
normas legales que instituyen y organizan la magistratura.

F) Independencia e imparcialidad del tribunal

De acuerdo a la Constitución Nacional (art. 114, inc. 6º), la CADDHH (art. 8, inc. 1º), el PIDDCP
(art. 14, inc. 1º) y el DUDDHH (art. 10), toda persona tiene derecho a que frente a una acusación
formulada en contra de ella, el juez o tribunal que vaya a resolver sea independiente e imparcial.
«La imparcialidad es la condición de “tercero desinteresado” (independiente: neutral) del
juzgador, es decir, la de no ser parte, ni tener prejuicios a favor o en contra, ni estar involucrado
con los intereses del acusador ni del acusado, ni comprometido con sus posiciones, ni vinculado
personalmente con estos; y la actitud de mantener durante todo el proceso la misma distancia de
la hipótesis acusatoria que de la hipótesis defensiva (sin colaborar con ninguna) hasta el
momento de elaborar la sentencia. No es casual que el triángulo con que se grafica esta
situación siempre sea equilátero; tampoco que la justicia se simbolice con una balanza, cuyos
dos platillos están equilibrados y a la misma distancia del fiel.

«Ello le obliga a asegurar la igualdad de posibilidades entre acusación y defensa para que cada
una pueda procurar –mediante afirmaciones y negaciones, ofrecimiento y control de pruebas de
cargo y de descargo, y alegaciones sobre la eficacia conviccional de todas ellas– desequilibrar
los platillos de la balanza a favor de los intereses que cada una representa o encarna (verdadero
“control de calidad” de la decisión final).

Por cierto que la imparcialidad así entendida supone la independencia del tribunal respecto de
cualquier tipo de poder o presión político o social, que impida o esterilice cualquier influencia que
intente desequilibrar “desde afuera” alguno de aquellos platillos. Debe tener plena libertad para
decidir el caso, estando sometido sólo a la ley y a su conciencia (el adverbio “sólo” es la clave de
la interpretación concreta de la independencia» (Cafferata Nores, DPP, 41).
G) Posible extensión de estas garantías a otros sujetos procesales. El problema según se
trate de personas individuales u órganos estatales.

Un problema que ha preocupado a la doctrina es si las garantías antes mencionadas son


extensibles a otros sujetos del proceso. En primer lugar, se descarta que puedan ser utilizadas
por los órganos estatales en virtud de que obedecen al Derecho penal liberal en que justamente
estas garantías son puestas al servicio del individuo frente al Estado. En cuanto a su aplicación
a otros sujetos del proceso, en lo que respecta al querellante el mismo coadyuva a la actividad
del Ministerio Público; por ende, su participación es accesoria de los poderes de aquel. En lo que
hace a las partes civiles, se aplican los principios propios del Derecho privado: el poder
dispositivo de las partes.

3) Medidas de coerción personal

La coerción procesal es toda restricción al ejercicio de derechos personales o patrimoniales del


imputado o de terceras personas impuesta durante el curso de un proceso penal y tendiente a
garantizar los fines persecutorios: la acreditación de la hipótesis delictiva y la actuación de la ley
penal sustantiva en el caso concreto.

Tradicionalmente se distingue en el seno de las medidas de coerción a las personales y a las


reales. Las primeras son limitaciones a la libertad ambulatoria de la persona; las segundas
importan una restricción a la libre disposición de una parte del patrimonio.

A) El problema constitucional

Ya dijimos con anterioridad que la presunción de inocencia limita la potestad legislativa a lo


estrictamente necesario en este ámbito para asegurar la acreditación de la hipótesis delictiva y la
actuación en concreto de la ley penal sustantiva. En el plano judicial, impide toda interpretación
extensiva o analógica de las medidas de coerción personal.

B) Medidas de coerción personal en particular

Las medidas de coerción personal en particular que existen en los Códigos Procesales Penales
son: citación, arresto, aprehensión, detención, incomunicación y prisión preventiva.

a) La citación es la orden dirigida al imputado para que comparezca ante el órgano judicial
competente, en la oportunidad y lugar prefijados, bajo apercibimiento de ser detenido y obligado
por la fuerza a comparecer (Cba., art. 271; Nación, art. 282).

b) El arresto es una breve privación de la libertad, subsidiaria de la orden de no dispersión,


impuesta con fines de investigación a varias personas que han intervenido en un hecho, cuando
en el primer momento de la investigación no fuere posible individualizar a los responsables y a
los testigos.

c) La aprehensión es el acto de privar de libertad a una persona sospechada de criminalidad, por


autoridad policial (pública) o por particulares (privada), a fin de ponerla inmediatamente a
disposición de la autoridad judicial competente (Cba., arts. 275 a 279; Nación, arts. 284 a 287).

d) La detención es el estado relativamente breve de privación de la libertad que un órgano


judicial competente impone a quien sospecha partícipe de un delito reprimido con pena privativa
de la libertad, cuando no estima que pueda corresponder una condena de ejecución condicional,
a fin de asegurar su comparendo inmediato y evitarle toda acción capaz de impedir o poner
obstáculos a la actuación de la ley penal sustantiva (Cba., art. 272; Nación, 283).

e) La incomunicación es la privación de libertad, limitada en el tiempo por disposición


constitucional, de una persona impidiendo, a su vez, todo contacto, por el medio que sea, con
otras personas (Cba., art. 273; Nación, art. 205).

f) La prisión preventiva es el estado de privación de la libertad que un órgano judicial (Juez de


Instrucción o Fiscal de Instrucción) impone al imputado durante la sustanciación del proceso,
cuando se le atribuye un delito reprimido con pena privativa de la libertad, a fin de asegurar la
actuación efectiva de la ley penal (Cba., 281 y 282; Nación, 312).

g) Existen otras restricciones menores a la libertad: la de prestar caución, fijar y mantener


domicilio, permanecer a disposición del órgano judicial y concurrir a todas las citaciones que se
le formulen, abstenerse de realizar cualquier acto que pueda obstaculizar el descubrimiento de la
verdad y la actuación de la ley. Asimismo, puede imponérsele la obligación de no ausentarse de
la ciudad o población en que reside, no concurrir a determinados sitios, presentarse a la
autoridad los días que fije, o de someterse al cuidado o vigilancia de la persona o institución que
se designe, quien informará periódicamente a la autoridad judicial competente (Cba., art. 268).

C) La libertad durante el proceso penal

La persona sometida a un proceso penal puede mantener su libertad durante la sustanciación de


aquel o puede recuperar la libertad cuando la misma haya sido limitada para asegurar aquel.
El mantenimiento de la libertad es el estado de libertad, sometido a especiales vínculos a los
cuales se encuentra sometido el imputado, cuando se evita la prisión preventiva (Cba., 270). En
el Código Procesal Penal de la Nación se la denomina eximición o exención de prisión (Nación,
316).
La recuperación de la libertad también es el estado de libertad en que se halla el imputado,
sometido a determinados vínculos, pero, a diferencia de aquella, se produce cuando se hace
cesar el arresto, la detención (recuperación sensu stricto, Cba., art. 280) o la prisión preventiva
(cesación, Cba, art. 283). En el Código Procesal Penal de la Nación se la denomina
excarcelación (Nación, arts. 317 y 318).

D) Cauciones

Para mantener (eximición) o recuperar (excarcelación) la libertad, muchas veces el órgano


judicial competente establece cauciones (Cba., 288; Nación, art. 320), vale decir, garantías de
que el individuo cumplirá con las obligaciones que se le impongan. Las cauciones pueden ser
reales, personales o juratorias.

a) Caución real: es la que se constituye depositando dinero, fondos públicos o valores


cotizables, o gravando con hipoteca bienes inmuebles (Cba., 292; Nación, art. 324).

b) Caución personal: consiste en la obligación que asume el imputado junto con fiadores
solidarios, de pagar la suma que el Juez fije en caso de que no comparezca a la citación judicial,
durante el proceso, o se sustraiga a la pena privativa de la libertad que se le impusiere (Cba.,
art. 290; Nación, art. 322).

c) Caución juratoria: consiste en una promesa jurada que hace el imputado de que cumplirá las
obligaciones que se le impongan (Nación, art. 321).
4) Rebeldía. Declaración. Efectos

El imputado se encontrará en estado de rebeldía cuando sin grave y legítimo impedimento no


compareciere a la citación judicial, no cumpliere con las exigencias de la prisión domiciliaria, se
fugare del establecimiento o lugar en que estuviere detenido o se ausentare del lugar designado
para su residencia, sin licencia del Tribunal o del Fiscal de Instrucción (Cba., art. 86; Nación, art.
288).

En los casos que proceda, el Tribunal o el Fiscal de Instrucción, según corresponda, declara la
rebeldía, por resolución motivada, y expide la orden de detención si antes no se hubiere dictado
(Cba., 87; Nación, 289).

La declaración de rebeldía produce efectos en relación al proceso y sobre la prisión preventiva y


las costas. En cuanto al primero, la declaración no suspende el curso de la investigación. Si
fuera declarada durante el juicio, este se suspende con respecto al rebelde y continúa para los
demás imputados presentes.

Declarada la rebeldía, se reservan las actuaciones y los efectos, instrumentos o piezas de


convicción que fuera indispensable conservar. Cuando el rebelde comparezca, la causa continúa
según su estado (Cba., 88; Nación, 290).

En relación a los segundos, la declaración de rebeldía implica la revocatoria del cese de prisión
preventiva y obliga al imputado al pago de las costas causadas por la contumacia (Cba., 89;
Nación, art. 291).

5) El defensor. Clases. Facultades. Deberes. Número. Nombramiento. Defensor Común.


Mandatario
Ver CPP Cba., arts. 118 a 127; CPP Nación, arts. 104 a 113.

Lecturas complementarias: Balcarce, Fabián, La defensa en juicio del imputado según los
tratados internacionales con jerarquía constitucional en Revista de la Facultad de Derecho,
1997, vol. 2º; La duración razonable del proceso en “Cuaderno del Departamento de Derecho
Procesal y Práctica Profesional”, Nueva Serie Nº 1, Advocatus, Córdoba, 1996; Presunción de
inocencia. Crítica a la posición vigente, Lerner, Córdoba, 1996; Cafferata Nores, José, Derecho
Procesal Penal, Congreso de la Nación, 1998; Introducción al Derecho Procesal Penal, Lerner,
Córdoba, 1994; Casal, Eduardo, Los Tratados de Derechos Humanos y su incidencia en el
Derecho Procesal Penal en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal, Año II, Nº 3, Ad-Hoc,
Buenos Aires, 1998; Clariá Olmedo, Jorge, Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediar, Buenos
Aires, 1960; Maier, Julio, Derecho Procesal Penal Argentino, Hammurabi, 1989; Vélez
Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal, 3ª Edición, Lerner, Córdoba, 1986; Vivas, Gustavo,
Manual de Derecho Procesal Penal, Alveroni, Córdoba, 1999

II. EL MINISTERIO PÚBLICO

1) Concepto

Así como en la acción civil al sujeto que demanda se lo denomina actor civil, a quien ejerce la
acción penal se lo denomina actor penal. El actor penal es el sujeto esencial del proceso penal
quien promueve y ejerce la acción penal, sea en los delitos de acción pública, sea en los delitos
de acción privada.
El Ministerio Público es una especie de actor penal. Se trata del actor penal público, sujeto
esencial del proceso penal que, como órgano extrapoder y en defensa de los intereses
generales de la sociedad, promueve y ejerce la acción en todos los delitos de acción de ejercicio
público (promovible de oficio o a instancia de parte).

2) Evolución histórica

A) Antecedentes

El Ministerio público surgió “de las cenizas de la Edad Media”, como un órgano del monarca:
primero defendió sus intereses económicos y después procuró la represión de los delincuentes,
ocupando el lugar del acusador privado.

Al comienzo, como enseña Hélie, el Rey designó procuradores para que defendieran en los
juicios sus intereses o trataran de asegurar la recaudación de las multas que se imponían a los
delincuentes, pues una parte de ellas ingresaba a su patrimonio; y esos procuradores, que
empezaron por ser transitorios, se convirtieron más tarde en funcionarios permanentes.
Mucho tiempo después, cuando el Rey asumió la soberanía y la representación del Estado, de
suerte que debía asegurar la represión de los crímenes que atentaban contra la organización
jurídica de la sociedad (excepto los delitos en que el derecho de acusar siguió perteneciendo al
ofendido), sus procuradores “fueron llevados insensiblemente a asumir, con la defensa de los
intereses privados de aquel, la defensa de los intereses generales del Estado; confundieron en
sus atribuciones objetos que emanaban del mismo principio; salvaguardaban los derechos del
Rey al asegurar la represión de los crímenes; obraban en su interés al obrar en interés general”.
En los países monárquicos o imperiales, el M. Público siguió siendo un representante del Rey o
Emperador, pero defendiendo ya un interés público de justicia; y cuando se implantó la
República, triunfando el principio de soberanía nacional, se transformó en un representante del
Poder Ejecutivo.

La necesidad del Ministerio Público, en cualquiera de estos regímenes políticos, debió advertirse
casi unánimemente cuando se consolidó el principio ne procedat iudex ex officio y prevaleció el
concepto de que la acción penal es pública. El primero exige, para asegurar el derecho de
defensa, la intervención de un acusador independiente del juzgador, es decir, excluye en
absoluto la posibilidad de que, como ocurrió en el proceso inquisitivo, una misma persona asuma
las funciones de ambos; y la naturaleza pública de la acción penal, impuesta por el concepto de
que el delito atenta contra el orden jurídico-social, significó la proscripción del sistema de acción
privada, salvo casos excepcionales, determinando la injerencia del Estado mediante el Ministerio
Público.

B) Evolución en la Argentina y en el Derecho Comparado

Hasta mediados de la década del 80, ofrecía ejemplos de dos soluciones opuestas:

a) En el orden nacional, donde perturbaba la dualidad de funciones que se le acordaban (de


hacienda y de justicia, lo que se conforma a su origen) el M. Público estaba colocado en una
situación ambigua, si así puede calificarse el hecho de que imperen dos criterios: el Procurador
General de la Nación y los Fiscales de Cámara (lo mismo que los jueces) eran nombrados por el
Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado y gozaban de inamovilidad siempre que durara su
buena conducta, mientras que los procuradores o Agentes Fiscales, designados sin aquel
requisito, eran verdaderos representantes de dicho Poder, el cual los nombraba y removía por
simple decreto. Pero todos los miembros del M. Público estaban bajo la superintendencia de la
Corte Suprema Nacional, de modo que esa confluencia de poderes justifica los conflictos
suscitados con relación a los Agentes Fiscales.

b) En Córdoba, los miembros del M. Público que ejercían funciones de justicia (Fiscal de
Tribunal Superior, Fiscales de Cámara y Agentes Fiscales) formaban parte del Poder Judicial:
eran nombrados por el Senado de una terna propuesta por el Poder Ejecutivo, gozaban de
inamovilidad mientras durara su buena conducta y sólo podían ser removidos por el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados.

c) A partir de 1986 se produjo una paulatina modificación de las Constituciones Provinciales, en


donde primó la idea según la cual el Ministerio Público pertenecía al Poder Judicial. La teoría del
mal menor elaborada por Vélez Mariconde, según la cual existiendo tres poderes en el Estado
republicano, el lugar más adecuado para el Ministerio Público es el Poder Judicial, fue ganando
terreno hasta imponerse.

Sin embargo, con la Reforma de la Constitución Nacional de 1994, el problema adquirió una
nueva tonalidad al bosquejarse al organismo en dicha Carta Magna como un cuarto Poder del
Estado, independiente tanto del Poder Ejecutivo como del Poder Judicial (también del
Legislativo).
En virtud del principio de subordinación (CN, art. 5) las provincias deben adecuarse al sistema
republicano existente en la Nación. Sin embargo, hasta la fecha muchas de las provincias
argentinas, entre ellas Córdoba, mantienen al Ministerio Público como parte del Poder Judicial,
violentando lo establecido por la Ley Nacional Fundamental.

d) La legislación francesa, por su parte, ha seguido fielmente la tradición y ha servido de ejemplo


a muchas otras. Según ella, el M. Público representa al Poder Ejecutivo ante la autoridad
judicial; sus miembros son amovibles y están bajo la autoridad directa del Guardasellos, el cual
está armado, a su respecto, de un derecho de superintendencia y de un poder de disciplina, a
los cuales su amovilidad da la más enérgica de todas las sanciones. El Guardasellos,
ciertamente, tiene el derecho de dar instrucciones a los miembros del M. Público, a fin de que
estos ejerzan o se abstengan de ejercer la acción pública, y, en caso de resistencia, provocar su
cambio de residencia o cesantía; pero aquí se detienen sus poderes (cuando se sigue pensando
en los funcionarios, esto parece una ironía. El derecho de acción pública no le pertenece).
De esto se deriva, entre otras, una fórmula muy ingeniosa tendente a explicar por qué se
detienen allí los poderes del Ministro: “Los miembros del M. Público –dice Garraud– están
obligados a dirigir a los tribunales los requerimientos que el Ministro les ha ordenado formular o
dimitir de sus funciones; pero tienen el derecho de concluir en la audiencia según su opinión
personal, aun por el rechazo de sus requerimientos; pues las conclusiones, que no son más que
la opinión del magistrado que las da, deben quedar libres para ser concienzudas. El M. Público –
continúa enfáticamente y con orgullo– tiene el honor de afirmar, hoy como antes, que si la plume
est serve, la parole est livre".

Ante la evidente necesidad de que el M. Público se inspire solamente en la ley y en la verdad,


con esta fórmula se procura una parcial o relativa independencia funcional de sus miembros;
pero el subterfugio implica una confesión de que, estando encargado de una función de justicia,
este organismo no puede depender del Poder Ejecutivo cuando emite sus conclusiones finales
acerca del fundamento de la pretensión represiva. Además, la doctrina es de una dudosa
eficacia real, pues no puede gozar de verdadera independencia un funcionario respecto de otro
que lo nombra, que le da órdenes e instrucciones y que tiene la facultad de trasladarlo o dejarlo
cesante. La solución no puede depender de un principio que contradice la verdadera situación
del M. Público, y cuya eficacia depende, en último término, de la buena voluntad del
representado; la solución debe ser buscada franca y derechamente.
e) Actualmente, en la legislación italiana, el M. Público ejerce, bajo la vigilancia del Ministerio de
Gracia y Justicia, las funciones que la ley le atribuye como órgano propulsor y colaborador de la
justicia, de modo que los magistrados que lo integran pertenecen al Orden Judicial y gozan de
independencia funcional. Están sometidos al Ministro a fin de que cumplan escrupulosa y
eficazmente sus funciones, pero gozan de inamovilidad. En teoría, los poderes del Ministro se
reducen actualmente a la vigilancia sobre la marcha regular de los asuntos y a la disciplina,
excluida toda injerencia o directiva de mérito en los asuntos singulares (Manzini). En la práctica,
según nuestro ilustre testigo, esa dependencia se traduce en una verdadera dirección, tanto que
la acción penal no es promovida siempre que aparece cometido un delito, de acuerdo con el
principio de legalidad, sino que impera el criterio político o de oportunidad.

Este divorcio entre la teoría y la práctica demuestra una deficiencia legal, es decir que si la
legislador quiere asegurar la independencia del M. Público como órgano que esté sometido
exclusivamente a la ley (principio de legalidad), y establece la inamovilidad de sus miembros, no
puede imponer, al mismo tiempo, un vínculo de dependencia con el Poder (Ejecutivo) que
muchas veces actúa naturalmente, con criterio político o discrecional.

3) Ubicación institucional

Como antes hemos afirmado, le cupo a Alfredo Vélez Mariconde elaborar la doctrina por la cual
el Ministerio Público pertenecía al Poder Judicial. Se pretendía de esta forma que el Ministerio
Público no se viera atrapado por los criterios políticos del Poder Ejecutivo o, en su caso, del
Poder Legislativo. Cierto es que en esos tiempos la división tripartita de poderes impedía dar
otra solución que no fuera introducir el organismo en alguno de los tres departamentos del
sistema republicano vigente por aquellos tiempos, so riesgo de violentar el régimen
constitucional.
La respuesta dada al problema por Vélez era plausible dentro del ordenamiento jurídico con el
cual tenía que dogmatizar el autor.

Sin embargo, en la actualidad la Constitución Nacional reformada en 1994, en su art. 120,


establece: “El Ministerio Público es un órgano independiente, con autonomía funcional y
autarquía financiera, que tiene por función promover la actuación de la justicia en defensa de la
legalidad de los intereses generales de la sociedad, en coordinación con las demás autoridades
de la República”.

Hasta la fecha, las provincias que preveían el M. Público como parte del Poder Judicial no han
reformado sus Constituciones en virtud del principio de subordinación (CN, art. 5º), entre ellas
Córdoba (arts. 171 a 173, Ley provincial Nº 7826, art. 1º), fundada tal actitud principalmente en
argumentos culturales y políticos como el de considerar que la mejor ubicación del M. Público se
encuentra en el Poder Judicial. También se han esgrimido argumentos legales basados en un
mal entendido federalismo, de acuerdo a los cuales las provincias tendrían como potestad
reservada (no delegada a la Nación, CN, arts. 75, inc. 12, 121 y 122) la de colocar el M. Público
en el Departamento del Poder que considere conveniente. En la Nación ya se ha reglamentado
el artículo aludido de la Constitución Nacional, previendo al Ministerio Público como órgano
extrapoder.

4) Organización. Principios y funciones


A) El Ministerio Público, en nuestra provincia, se encuentra, en lo que a materia penal se refiere,
organizado de la siguiente manera: por un Fiscal General, dos Fiscales Adjuntos, Fiscales de
Cámara (en lo Criminal y de Acusación), en lo Correccional y de Instrucción (Ley 7826, art. 5º).
El Fiscal General actúa en los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior de Justicia
(CPP, art. 72).

Además de las funciones acordadas por la ley, el Fiscal de Cámara en lo Criminal actúa durante
el juicio ante el Tribunal respectivo. Puede llamar al Fiscal de Instrucción que haya intervenido
en la investigación penal preparatoria, por intermedio del Tribunal, en los siguientes casos: 1º)
Cuando se trata de un asunto complejo, para que le suministre información o coadyuve con él,
incluso durante el debate; 2º) Si estuviera en desacuerdo fundamental con el requerimiento fiscal
o le fuere imposible actuar, para que mantenga oralmente la acusación. Iguales atribuciones
tienen los Fiscales en lo Correccional (CPP, art. 73).
El Fiscal de la Cámara de Acusación, además de las funciones acordadas por la ley, actúa en
los recursos deducidos ante ella en la forma prevista por el CPP (CPP, art. 74).
El Fiscal de Instrucción dirige la investigación fiscal, practicando y haciendo practicar los actos
inherentes a ella y actúa ante el Juez de Instrucción (investigación jurisdiccional) cuando
corresponda (CPP, art. 75).

B) El Ministerio Público está regido por los siguientes principios (Cprov., art. 171):

a) Legalidad: La actividad que realiza el M. Público no es discrecional, sino que se encuentra


vinculada en todo su desarrollo a los designios del legislador.

b) Imparcialidad: El Ministerio Público debe actuar con un criterio objetivo de justicia, sin adherir
a criterios de utilidad o conveniencia política.

c) Unidad de actuación: El Ministerio Público es único y es representado por cada uno de sus
integrantes en los actos y procesos en que actúen (Ley 7826, art. 2).

d) Dependencia jerárquica: El Ministerio Público se organiza jerárquicamente. Cada fiscal


controla el desempeño de quienes lo asisten y es responsable por la gestión que ellos tienen a
su cargo, pudiendo impartir instrucciones a los fiscales inferiores. Los funcionarios que asisten a
un superior jerárquico y los órganos inferiores, deben obediencia a sus instrucciones (CPP, art.
4).

e) Funciones: el M. Público tiene como funciones genéricas, las siguientes: a. Promueve y ejerce
la acción penal; b. dirige la Policía Judicial; c. practica la investigación fiscal preparatoria.

5) El ejercicio de la acción penal pública

A) Noción de acción penal

Las acciones penales –dice Núñez– son las modalidades del derecho-deber del Estado de
aplicarle la pena establecida por la ley al partícipe de un hecho penalmente antijurídico y
culpable.
El art. 71 del Código Penal establece que deben iniciarse de oficio, todas las acciones penales,
con excepción de las siguientes: 1º las que dependieran de instancia privada; 2º las acciones
privadas. Se trata de una clasificación sustancial.
Se dividen las acciones penales, por su disposición, en públicas y privadas; y las públicas, por
su promoción, se subdividen en promovibles de oficio y promovibles a instancia privada. Desde
luego, la regla general está constituida por las acciones públicas promovibles de oficio. Los arts.
72 y 73 del Código Penal enumeran taxativamente los delitos que dan lugar a las categorías de
excepción.
Al establecer acciones privadas y acciones públicas dependientes de instancia privada, la ley
consagra derechos subjetivos individuales que condicionan el ejercicio de la potestad represiva
del Estado, es decir, la actuación de la ley penal. Son derechos sustanciales que la ley procesal
penal no puede negar ni modificar, sino sólo establecer los medios o formas en que pueden ser
ejercidos.

B) Acción penal de ejercicio público y de instancia privada

a) Acción pública: Como antes dijimos, la regla es que la acción penal sea de ejercicio público.
El titular del ejercicio de la acción pública es el órgano del Estado (Ministerio Público Fiscal) el
cual debe iniciar su ejercicio de oficio (principio de oficialidad). El órgano público debe iniciar de
oficio la acción si prima facie resulta que se ha cometido un delito perseguible por acción
pública, salvo que, en razón de la función pública del autor, ese ejercicio esté
constitucionalmente supeditado a la resolución de un antejuicio (principio de legalidad). El
ejercicio de la acción pública debe realizarse en contra de todos los participantes en el delito y
no sólo de algunos; y es irretractable (principio de indivisibilidad).

b) Acción dependiente de instancia privada: En los delitos de acción pública dependientes de


instancia privada, el ofendido no tiene el ejercicio de la acción penal, sino una facultad
preprocesal, anterior al proceso y también sustantiva, que es la facultad de provocar la
promoción. Esta facultad preprocesal se otorga a fin de que en los casos de delitos contra la
integridad sexual (ley 25.087), el strepitus fori no agrave la lesión; mientras que en los demás
casos toma en cuenta fundamentalmente el exclusivo interés del agraviado.
En este caso, reiteramos, la ley concede al ofendido la facultad de instar la promoción de la
acción, no la promoción misma. La facultad del particular es singularísima, pues se agota con su
ejercicio; expresada su voluntad favorable a la iniciación del proceso, su poder dispositivo
perece, se extingue entera y definitivamente.
La instancia es irretractable y no tiene por objeto persona determinada, sino hechos
determinados y comprende, por lo tanto, a todos los partícipes en ellos. La instancia se
subjetivamente indivisible, pero es objetivamente divisible. Desde el punto de vista del Derecho
penal, ella es una condición de punibilidad.

III. LA VÍCTIMA (EL QUERELLANTE)

1) La víctima en el proceso penal. Evolución histórica

Cuando la organización jurídica de la sociedad determina la prohibición de la primitiva


autodefensa o venganza individual, la que ya había sido limitada por la ley del talión y la
composición; cuando el Estado hace suyo el poder de administrar justicia, que es una expresión
de su soberanía, excluyendo la posibilidad de que el ofendido, su familia, o el clan reaccionen a
voluntad contra el delito; cuando la actividad del Estado sustituye a la del individuo, de suerte
que el proceso resulta un medio de aplicar el derecho punitivo, el derecho de venganza se
convierte en el de demandar justicia, de acusar. La acción procesal reemplaza a la acción física,
produciéndose el grandioso fenómeno social que constituye un primer síntoma de civilización.
Confundida con la acción civil que se basa en el delito, la penal nace como una especie de
derecho sustancial (similar al que tiene el ofendido en nuestras acciones privadas), en el sentido
de que el castigo depende de la voluntad del acusador, desde que este condiciona en absoluto
el ejercicio de la potestad jurisdiccional. El acusador es dueño de la acción y de la pena. Es el
sistema de la acusación privada de los primitivos germanos, totalmente abandonado por obra de
la civilización.

En un segundo momento de esta evolución nace la idea de que algunos delitos perjudican a la
colectividad, de suerte que su represión no puede estar supeditada a la voluntad del ofendido; y
entonces se los clasifica en públicos y privados, como ocurre en Grecia y en Roma. La situación
anterior no cambia con respecto a los segundos; pero cuando se trata de un delito público
cualquier ciudadano tiene el derecho de acusar, asumiendo la defensa y representación de la
sociedad de que forma parte. Surge así el sistema de acusación popular para una categoría,
cada vez más dilatada de delitos.

Más tarde, en las postrimerías del Imperio Romano, ese régimen decae a consecuencia de
diversos factores, y como la inactividad de los particulares se traduce en la impunidad de los
delincuentes (algunos de los cuales interesan tanto al Emperador), porque no hay juicio sin
acusación, el Estado siente la necesidad sin previa excitación de los particulares; y entonces se
consagra –lo que es una conquista del interés colectivo– el sistema de persecución de oficio:
primero como excepción para los casos en que falte una acusación particular; después se
convierte prácticamente en la regla general; mucho más tarde revive con fuerza extraordinaria
en el proceso inquisitivo, adquiriendo una significación distinta y objetable: el promotor de la
acción procesal es el mismo juez.

Posteriormente se advierte que este régimen reúne y confunde dos funciones, la de juzgar y la
de acusar, que deben ser y permanecer distintas en interés de la imparcialidad judicial, al mismo
tiempo que, luego de un largo proceso evolutivo, se consolida el concepto de que la acción penal
es pública; y se organiza el Ministerio Público como órgano exclusivo de la misma. Este sistema
de acusación pública fue establecido en Francia y en gran parte de los países de Europa
continental y es el adoptado por la nueva legislación argentina.

Hasta hace algunos años se estimaba que el derecho del ofendido (víctima) era irrelevante para
la vida del proceso, porque no incide sobre el contenido sustancial del mismo, excepto las
contadas “acciones privadas”.

En la actualidad se nota un resurgimiento de la víctima en todas las latitudes. En este sentido,


Cafferata Nores tiene dicho que a la víctima «...debe acordársele el derecho a ser informada de
sus facultades procesales –generalmente constituirse en actor civil y querellante particular–, y
aun cuando no haya hecho uso de las mismas, el de conocer las resoluciones que se dicten
sobre la situación del imputado y opinar sobre ellas.

«Por ser conveniente, también ampliar su protagonismo en el aspecto sustancial, acordándole


alguna posibilidad de condicionar o determinar la solución final del caso penal, lo que, desde otro
punto de vista, importará modificar algunos principios que rigen la persecución penal (v.gr.,
legalidad) y restringir atribuciones de sus responsables oficiales (el M. P. Fiscal).
«Para ello, se piensa en permitir a la víctima de ciertos delitos de acción pública, el ejercicio de
las facultades que incidan sobre la persecución penal (similares a las que se le reconocen en los
delitos de acción privada) acordándole nuevo valor a la libre expresión de su voluntad. Se
propone en tal sentido, que la reparación (que no siempre tendrá un contenido estrictamente
civilista sino que podría ser simbólica –v.gr. disculpa aceptada–) del daño causado en delitos
que afecten bienes jurídicos disponibles, de contenido patrimonial o de naturaleza culposa,
pueda extinguir la acción penal. El mismo efecto se pretende para la retractación de la instancia
privada en los delitos que dependen de ella, y también se proyecta –como alternativa– autorizar
la conversión de la acción pública en acción privada, en aquellos casos y bajo ciertas
condiciones.
«Pero debe quedar claro, que si la víctima quiere, puede procurar la imposición de una pena al
autor, constituyéndose en querellante (con los alcances que se fijen) y conjuntamente puede
reclamar la reparación del daño sufrido, ejercitando en el proceso penal o en otro civil
independiente la acción resarcitoria. Pero si encuentra que la mejor solución para su interés lo
constituye la reparación, puede aceptarla y consentir la extinción de la acción penal emergente
del delito que ha sufrido. No se pretende imponerle solución alguna; se propone dejar libradas
estas opciones a la autonomía de la voluntad.
«Hoy se procura ampliar el concepto de víctima en relación a su sentido tradicional (el ofendido
por el delito), buscando captar los llamados bienes o intereses jurídicos colectivos (v.gr.,
derechos humanos y del consumidor, protección del medio ambiente, etcétera), permitiéndose
que actúen como tales, en coordinación con el M.P. Fiscal, aquellas asociaciones intermedias
cuyo objetivo específico sea la defensa de ese bien o interés» (Cafferata Nores, DPP, 68).

2) El querellante de acción penal pública (o querellante conjunto): querellante autónomo y


querellante adhesivo. Presentación

«Existía una corriente de pensamiento entre los procesalistas locales contraria a cualquier forma
de participación del ofendido por el delito en el ejercicio de la acción penal pública, aun cuando
se admitió que se trataba de una cuestión de pura política, de que las leyes procesales pudieran
resolver libremente dentro de ciertos límites. Esta oposición fue variando hasta lograr un estado
de opinión favorable, por el avance de convicciones teóricas y el sustento de experiencias
concretas que reconocen el derecho de la víctima a intervenir como querellante y recogen su
utilidad como contralor de la actividad judicial y como colaborador de la investigación.
«El debate –en su evolución– cruzó argumentos, incluso de orden constitucional. Por un lado se
dijo que la institución del querellante particular contraría el principio de que la acción penal es
pública, y que el Estado es, en consecuencia, el titular excluyente “del derecho de acusar”. Se
agregó que se podría alterar el principio de igualdad, porque por los mismo delitos en una parte
del país el imputado tendrá un sólo acusador (el fiscal) y en otras partes, dos, según los códigos
procesales (nacional o provinciales) acepten o no al querellante.

«Desde la vereda opuesta se señaló que es un derecho natural o de los no enumerados por la
Constitución el de promover la querella contra el agresor y sostenerla, ante el poder público,
hasta que se obtenga su castigo, derecho que no puede admitir restricciones, pues negar al
individuo la facultad de perseguir, inclusive de manera legal, las ofensas inferidas a su propio
derecho sería tiránico, al despojar a este de la potestad de defenderse.

«La discusión fue zanjada sin entrar en la naturaleza jurídica del derecho a querellar –aunque
habría que hacerlo–, admitiéndose como posible la incorporación del querellante particular en los
procesos que motivan los delitos de acción pública, porque la Constitución Nacional no tiene
ninguna norma que expresamente establezca o prohíba algún tipo especial de acusador. Pero
hoy se discute sobre si la ley suprema otorga tanta libertad a los códigos procesales para la
regulación de la actividad acusatoria como para que estos impidan al damnificado la posibilidad
de intervenir como querellante, o si tal omisión significaría privarlo de algún derecho o potestad
que le acuerde la Constitución o la ley penal. Se coincide en cambio en que podrían autorizar su
intervención en tal carácter, pues la circunstancia de que la potestad de acusar haya sido
conferida al Estado a través del M. P. Fiscal (art. 120, Constitución Nacional) no era argumento
suficiente para afirmar el monopolio excluyente de la acción penal.

«Tal como hoy legisla el Código penal, los códigos procesales no podrán conferir
exclusivamente al ofendido la función acusatoria (fuera de los casos de acción privada) privando
a los órganos oficiales de la titularidad de la acción (persecución) pública, porque lo impide él en
su art. 71. Tampoco podrán aquellos supeditar su ejercicio ni a la previa intervención del
ofendido, ni a cualquier otra condición no prevista por la ley de fondo. Pero ello no descalifica la
posible intervención del damnificado junto con los funcionarios encargados de perseguir, o sólo
frente a la inercia o desinterés de estos. La querella sólo tendería así a facilitar la punición (no a
condicionarla) determinando la intervención del órgano jurisdiccional, que resolverá si ella
corresponde. Y esto también se justificaría por la coincidencia entre el interés de la víctima en
lograr la sanción del ilícito, con el interés estatal en idéntico cometido.

«Sin embargo, hoy se propone hacer desaparecer para ciertos casos esta limitación, permitiendo
que la víctima (constituida o no en querellante) pueda evitar la punición cuando esto sea más
favorable a su interés.

«Hasta tanto esto ocurra, habrá que permitirle al querellante –como mínimo– intervenir en el
proceso, con facultades para acreditar la existencia del delito y la participación punible del
imputado, y recurrir contra las resoluciones jurisdiccionales adversas a su interés o favorables al
imputado (v.gr., sobreseimiento, absolución), incluso si el M.P. Fiscal no las impugna. La
posibilidad recursiva tampoco importará una afectación a la oficialidad del ejercicio de la acción
(persecución) penal, si no se priva a aquella autoridad, del derecho a impugnar, ni se pone
condicionamiento alguno a su actuación. Sólo se tratará de que, frente a la conformidad del
acusador público, el querellante pueda provocar un nuevo examen de la cuestión por parte de un
tribunal de alzada. También deberá permitirse que si el fiscal requiere el sobreseimiento (no
acusando) o la absolución (durante el juicio) del acusado, la acusación del querellante (previo al
control judicial admitido por cualquier acusación) pueda dar base al juicio, y su pedido de pena
permita que el tribunal la imponga en la sentencia».

Existen diferentes formas de querellante en los delitos de acción pública:

A) Querellante conjunto: Se encontraba previsto en el antiguo CPP de la Nación. Presupone la


actuación del Ministerio Público interviniendo como sujeto esencial del proceso penal junto a él.
La actuación de este querellante es autónoma con respecto a la del acusador público, aunque se
presuponga su presencia.

B) Querellante subsidiario: Es típico de la legislación austríaca. Quien se considera ofendido por


un hecho delictuoso contenido en la acusación del M. Público sólo puede actuar cuando el
órgano estatal abandona temporaria o definitivamente el ejercicio de la acción penal. Mientras el
órgano público actúa, el particular no puede intervenir en el proceso.

C) Querellante adhesivo: Está contemplado en el ordenamiento procesal penal alemán. Se da al


ofendido la facultad de adherirse a las conclusiones y acusación del Ministerio Público.
«El CPP de Córdoba sólo permite el querellante “adhesivo”, cuyas atribuciones procesales son
inferiores a la del querellante conjunto del CPPN, por ejemplo en materia requirente y recursiva»
(Vivas Ussher).
En efecto, según el CPP de Córdoba, el querellante particular podrá actuar en el proceso para
acreditar la existencia del hecho delictuoso y la responsabilidad penal del imputado en la forma
que el mismo dispone (CPP, art. 94, primer párrafo).

Lecturas complementarias: Cafferata Nores, Derecho Procesal Penal, Congreso de la Nación,


1998; José de Cafferata, Cristina, El Ministerio Público Fiscal, Alveroni, Córdoba, 1997; Nuñez,
Ricardo, Manual de Derecho Penal. Parte General, Cuarta Edición, Act. Félix González y
Roberto Spinka; Torres Bas, Raúl, Apuntes de Derecho Procesal Penal (Clases Magistrales),
Librería Facultad, Córdoba, 1987, I; Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal Penal, Lerner,
Córdoba, 1986, I; Vivas Ussher, Gustavo, Manual de Derecho Procesal Penal, Alveroni,
Córdoba, 1999.

IV TEMAS COMUNES A LA INVESTIGACIÓN PRELIMINAR

1) Actos procesales. Clasificación. Reglas generales

A) Concepto

Se debe diferenciar el hecho jurídico procesal del acto jurídico procesal. El primero es el
acontecimiento del mundo externo que en virtud del derecho procesal es susceptible de producir
algún efecto jurídico inmediato en el proceso. Los segundos son las manifestaciones de voluntad
o de conocimiento formuladas en el proceso por órganos públicos, o por particulares, y que
influyen en la constitución, desarrollo o extinción del proceso penal.

B) Clasificación

Los actos procesales se clasifican según el sujeto, su finalidad y su forma.

a) Según el sujeto, los actos procesales se clasifican en:

aa) Actos del Juez: Son los llevados a cabo por el titular del órgano jurisdiccional del Estado, el
cual está encargado de actuar concretamente la ley penal.

bb) Actos del Ministerio Público: Son los llevados a cabo por el órgano encargado de la
promoción y el ejercicio de la acción penal. En doctrina no se discute si los actos del M. Público
son procesales o administrativos, posición esta última sostenida por los italianos especialmente.
Para nosotros, los actos del Ministerio Público son procesales, ya que consideramos que para
saber la naturaleza de un acto debemos atender a los efectos jurídicos que el mismo produce.

cc) Actos de los órganos auxiliares: son los realizados por sujetos que cumplen una función
estatal de colaboración con la administración de justicia. Tales son los realizados por el
Secretario del órgano o por la Policía Judicial. El primero es un funcionario encargado de auxiliar
o dar fe de los actos de los órganos jurisdiccionales.

dd) Actos de parte: Son los que emanan de cualquiera de los otros sujetos procesales o de sus
colaboradores, tanto con respecto a la cuestión penal como a la civil.
ee) Actos de terceros: Son los realizados por personas que, sin ser sujetos procesales,
colaboran eventualmente en la administración de justicia. Tales son los actos de los testigos,
peritos, intérpretes, etc. En la actualidad existen terceros que están facultados para intervenir en
el proceso en forma limitada, ejerciendo ciertos poderes otorgados por la ley procesal (v.gr.,
parientes o familiares del imputado en la designación de defensor o en el pedido de libertad del
mismo; la víctima, etc.).

b) Según su finalidad, es decir, por lo que se propone el sujeto del mismo en relación con el
proceso, los actos procesales se clasifican en:

aa) Actos de promoción: Son aquellos que ponen en movimiento la acción penal, dando
comienzo al proceso.

bb) Actos de investigación: Son aquellos que tienen por objeto conocer o esclarecer la verdad de
los hechos, y se cumplen por el Fiscal de Instrucción y el Juez de Instrucción, según el tipo de
investigación de que se trate. Excepcionalmente los pueden llevar a cabo la Cámara en lo
Criminal y el Juez en lo Correccional, en la investigación suplementaria durante los actos
preliminares del juicio.

cc) Actos de coerción: Tienen por objeto asegurar la efectiva actuación de la ley penal, evitando
de esa manera todo daño jurídico. Se pueden dirigir contra las personas, especialmente del
imputado para evitar su fuga y hacer efectivo el cumplimiento de la sentencia que lo condene.
También contra terceros, para evitar la desaparición de material probatorio, como serían los
casos del arresto inmediato cuando existe posibilidad de que el testigo se fugue o la simple
citación para que comparezca.
Coactivamente también, y ya teniendo un carácter real, se puede ordenar el secuestro de cosas
relacionadas con el delito, sea para utilizarlas como prueba o para, eventualmente, confiscarse.

dd) Actos de postulación: Son los que, como simplemente las palabras los definen, concretan un
pedido o pretensión específicamente de las partes, y fundamentalmente cumplen la función de
interpretar situaciones existentes o que ponen en conocimiento del juzgador circunstancias no
advertidas hasta ese momento.

ee) Actos de decisión: Se confunden normalmente con las resoluciones judiciales y constituyen
manifestaciones de voluntad del Tribunal, siempre sujetas a formas estrictas, que sirven para
producir una consecuencia en el proceso.

c) Por la forma, se dividen en:

aa) Orales o escritos: Serán orales o escritos según predomine en ellos la oralidad o la escritura,
ejemplificándose con los cumplidos en el debate o en la instrucción. Sin embargo, la mayoría de
los actos son verbales y actuados, en tanto son prestados en forma oral dejándose constancia
de los mismos en actas.

bb) Originales o derivados: La clasificación tiene en cuenta que se hayan realizado por primera
vez o que constituyan copias, auténticas o no, además de informes o certificados.

cc) Públicos o secretos: Según tengan acceso a su realización particulares o no. En general,
para los actos de la investigación preparatoria existe absoluto secreto en relación a terceros,
mientras que los realizados en el juicio son públicos, salvo raras excepciones.

C) Reglas generales

Según nuestra ley vigente, todos los actos procesales deben cumplirse en idioma nacional, bajo
pena de nulidad (CPP, art. 128). Para fechar un acto deben consignarse el lugar, día, mes y año
en que se cumpliere. La hora debe ser indicada sólo cuando la ley lo exija. Si la fecha es
requerida, bajo pena de nulidad, esta sólo puede ser declarada cuando aquella, en virtud de los
elementos del acto o de otros conexos, no pueda establecerse con certeza (CPP, art. 129).
Todos los actos procesales deben cumplirse en días y horas hábiles, salvo los de la
investigación penal preparatoria. En caso de necesidad, el Tribunal puede habilitar los días y
horas que estime conveniente (CPP, art. 130).

En los actos en que se requiera juramento, el Juez, el Presidente del Tribunal, el Fiscal de
Instrucción o el Ayudante Fiscal lo reciben –bajo pena de nulidad– por las creencias del que jure,
después de instruirlo de las penas que la ley impone a la falsedad. El declarante prometerá decir
la verdad de cuanto supiere y le fuere preguntado, mediante la fórmula: lo juro.
Si el deponente se niega a prestar juramento en virtud de creencias religiosas o ideológicas, se
le exigirá promesa de decir verdad (CPP, art. 131).
Las personas que son interrogadas deben responder de viva voz y sin consultar notas o
documentos, con excepción de los peritos y de quienes sean autorizados para ello en razón de
sus condiciones o de la naturaleza de los hechos.
El declarante es invitado a manifestar cuanto conozca sobre el asunto de que se trate y, si fuere
menester, se lo interrogará.
Las preguntas que se formulen no serán indicativas, capciosas ni sugestivas.
Cuando se proceda por escrito, se consignarán las preguntas y respuestas, usándose las
expresiones del declarante (CPP, art. 132).
Para recibir juramento y examinar a un sordo, se le presentan por escrito las fórmulas y las
preguntas; si se tratare de un mudo, responde por escrito; si fuere un sordomudo, las preguntas
y respuestas son escritas. Cuando dichas personas no supieren leer o escribir, se nombrará
intérprete a un maestro de sordomudos o, en su defecto, a alguien que sepa comunicarse con el
interrogado (CPP, art. 133).

2) Actas

Se debe distinguir entre acto procesal y acta procesal. El primero, como se ha dicho, consiste en
una manifestación de voluntad o de conocimiento de los sujetos procesales, en tanto que el acta
procesal es el documento escrito en donde se hace constar el acto procesal. Así, verbigracia, el
debate es un conjunto de actos procesales, en tanto que el acta de debate es un documento
único en donde constan todos los actos realizados en el mismo.

3) Actos y resoluciones jurisdiccionales y del Ministerio Público

A) Resoluciones jurisdiccionales

a) Concepto
Resolución jurisdiccional es toda manifestación del Juez penal, que tenga eficacia dispositiva en
orden al contenido formal o sustancial del proceso penal en que se emite.
El contenido sustancial está constituido por la pretensión represiva, mientras que el contenido
formal por los poderes de las partes.
b) Elementos constitutivos

Toda resolución jurisdiccional consta de dos elementos:

aa) Elemento lógico: Este elemento se refleja en la motivación (Cprov., art. 155). Aun en los
casos en que la ley no exige motivación (v.gr., decretos) este elemento se encuentra presente,
ya que para disponer, debe el Juez deliberar a tenor de la ley.
Es la valoración legal del estado del asunto, ora en el orden material, ora en el orden procesal.

bb) Elemento dispositivo: Consiste en la determinación de la consecuencia que se pretende


producir dentro del proceso en que se emite.
Este elemento no consiste en una manifestación de voluntad autónoma, sino en una explicación
concreta de la voluntad no derogable de la ley que se manifiesta abstractamente en la norma
jurídica.
El elemento intelectual es presupuesto del elemento volitivo. El elemento lógico constituye un
elemento interno de la persona que emite la resolución, en tanto que el segundo constituye la
exteriorización del primero. De ahí la necesaria correlación que debe existir entre los motivos y la
resolución.

c) Clasificación

Por su forma, las resoluciones jurisdiccionales se distinguen en:

aa) Sentencia: La sentencia, en sentido sustancial, es la declaración de voluntad contenida en


una decisión jurisdiccional que cierra el proceso, que resuelve esencialmente sobre el hecho
debatido, previo examen y alegación de las pruebas aportadas por las partes para fundamentar
en cada caso sus pretensiones.

Sin embargo, existen otros tipos de sentencia que, si bien no resuelven sobre el fondo, ponen fin
definitivamente al proceso. Nos referimos a las sentencias de sobreseimiento y las dictadas en
los juicios abreviados (inicial o final).

bb) Autos: Es la decisión pronunciada a instancia de parte o de oficio en el curso de la


investigación, del juicio o de la ejecución sobre un incidente o artículo del proceso. El auto no
versa sobre el fondo de la cuestión sino sobre la forma, sobre alguna condición o presupuesto
que falta o que se considera que falta.

cc) Decreto: Es la decisión pronunciada en el curso del proceso, fuera de los casos
mencionados en los apartados anteriores, o en aquellos en que esta forma haya sido
especialmente prescripta por la ley.

Por su contenido sustancial, las resoluciones se distinguen en:

aa) Resoluciones definitivas: Son las que constituyen la valla que pone fin al procedimiento, aun
cuando no sean firmes. Así, el auto que clausura el sumario con la declaración de
sobreseimiento, aunque sea recurrible, es definitivo en el estado de autos. También son
definitivas las resoluciones en los casos de recursos y de aplicación de medidas de disciplina.

bb) Resoluciones preparatorias: Son las que constituyen presupuesto de una ulterior situación
procesal. Tal por ejemplo, el auto de clausura del sumario y elevación de la causa a juicio.

cc) Resoluciones interlocutorias: Son los otros tipos de resoluciones. Los autos son
interlocutorios en cuanto proveen a la preparación o integración de la prueba.

B) Actos y resoluciones del Ministerio Público

El Ministerio Público, al reunir múltiples roles en el proceso penal, adquiere ciertas potestades
que se ven plasmadas en requerimientos, conclusiones y resoluciones.

a) Los requerimientos son manifestaciones del Ministerio Público vinculadas a su actividad


estricta de parte encargada del ejercicio de la pretensión represiva en el proceso penal y
dirigidas al órgano jurisdiccional competente.

b) Las conclusiones también se vinculan a su actividad de parte, pero se manifiestan


principalmente en una actividad valorativa tendente a auxiliar al órgano jurisdiccional en la
resolución de cuestiones sustanciales o formales, principales o incidentales, vinculadas a la
causa que se investiga.

Los representantes del M. Público deben formular motivada y específicamente sus


requerimientos y conclusiones, bajo pena de nulidad; nunca deben remitirse a las decisiones del
Juez; proceden oralmente en los debates y en los recursos, cuando corresponda, y por escrito
en los demás casos (CPP, art. 154, primer párrafo).

c) Las resoluciones son manifestaciones del Fiscal de Instrucción dispuestas durante la


investigación preparatoria a su cargo, que tienen eficacia respecto de la actividad persecutoria a
su cargo.

Las resoluciones del Fiscal de Instrucción son dadas por (CPP, art. 154):

aa) Decreto fundado: Esta forma se utiliza cuando está especialmente prescripta por la ley (v.gr.,
prisión preventiva [CPP, art. 336]), bajo pena de nulidad.

bb) Decreto: Este tipo de resolución se dicta, en forma residual, cuando no esté especialmente
previsto el decreto fundado.
La falta de firma produce la nulidad, tanto de los decretos como de las resoluciones (CPP, art.
154 in fine).

4) Comunicaciones, notificaciones, citaciones y vistas

A) Las comunicaciones son las vías procedimentales establecidas por la ley para que un órgano
judicial, cuando un acto procesal se deba ejecutar por otra autoridad, ponga en conocimiento de
este la diligencia requerida.

La ley establece como vía normal el oficio (CPP, art. 157). Los órganos judiciales pueden
dirigirse directamente a cualquier autoridad de la Provincia, la que debe prestar toda su
cooperación y expedir los informes que le soliciten, sin demora alguna (CPP, art. 158).
Se suele distinguir, en el ámbito específicamente jurisdiccional, según la comunicación sea
dirigida a un órgano judicial de mayor, igual o inferior jerarquía, en rogatoria, exhorto o
mandamiento, respectivamente.
Las comunicaciones entre diferentes jurisdicciones provinciales se diligencian de acuerdo a la
ley provincial 6425 que adhiere a la ley nacional 22.117, siempre que se tratare de las provincias
adheridas a tal convenio (CPP, art. 159).
Los exhortos que provengan o se destinen al extranjero deben diligenciarse a través del Tribunal
Superior, de acuerdo a los Tratados o costumbres internacionales (CPP, arts. 160 y 161).
Si el diligenciamiento de un oficio fuera denegado o demorado, el requirente puede dirigirse al
Tribunal Superior o al Fiscal General, según corresponda, quienes ordenarán o gestionarán la
tramitación si procediere, según sea de la provincia el órgano requerido. El Tribunal Superior
resolverá previa vista al Fiscal.

B) Las notificaciones es el modo procesal de dar a conocer a las partes las resoluciones y
requerimientos que dicten los órganos judiciales (Jueces, Tribunal y Ministerio Público) (ver arts.
163 a 173).

C) La citación es la manera que tienen los órganos judiciales respectivos –por sí o por la Policía
Judicial– para hacer comparecer en determinado tiempo y lugar a los imputados que estuvieren
en libertad, testigos, peritos, intérpretes y depositarios, bajo apercibimiento de compelerlos por la
fuerza pública (CPP, art. 175).

D) Las vistas son notificaciones realizadas a las partes, normalmente por tres días, a fin de que
esta puedan hacerse oír en forma previa a una resolución y, de esta forma, lograr la
sustanciación (CPP, arts. 176 y 178).
.

5) Términos procesales

A) Concepto

Alguna doctrina distingue entre término y plazo, entendiendo que el primero es el momento
determinado en que un acto procesal debe verificarse, fijado en una unidad de medida de tiempo
mediante la designación de un acontecimiento futuro y cierto, positivo o negativo. Plazo, por el
contrario, sería el período de tiempo durante el cual puede realizarse el acto, sin determinar el
momento en que debe llevarse a cabo y que queda al arbitrio del sujeto que lo produce.
Gráficamente podríamos representarlos como sigue, aclarando que los puntos A y B serían los
términos –el primero inicial y el segundo final– y el plazo sería el espacio comprendido entre A y
B.

X___________________X
A                               B

Técnicamente y dentro de nuestro vocabulario jurídico no haremos diferencia y los utilizaremos


indistintamente.
Ahora sí estamos en condiciones de brindar un concepto. Término es el plazo o lapso dentro o
fuera del cual debe cumplirse un acto procesal para que pueda ingresar o ser legalmente válido
y eficaz en el proceso penal.

B) Clasificación
Los términos procesales se clasifican según su origen, sus efectos, por su forma de computarlos
y por su determinación en el tiempo.

a) Por su origen, los términos procesales se distinguen en:

aa) Convencionales: Son aquellos fijados de común acuerdo por las partes y difícilmente tienen
cabida en el proceso penal.

bb) Legales: Los términos legales son los expresamente fijados por la ley, lo que sucede en la
mayoría de los casos.

cc) Judiciales: Los términos judiciales son aquellos que pueden ser fijados discrecionalmente por
los órganos judiciales, dentro de los parámetros fijados expresamente por el legislador. Los
términos judiciales dan lugar a cuatro posibilidades diferentes de aparición: 1. fijación del plazo
sin ninguna previa determinación de la ley (ej., CPP, art. 237); 2 fijación del plazo entre el
mínimo y máximo que fija la ley (CPP, art. 367); 3. fijación del término por debajo de un máximo
establecido por la ley (CPP, art. 374); 4. fijación del término por encima de un mínimo
establecido por la ley.

b) Por sus efectos, los términos se distinguen en:

aa) Perentorios: Son aquellos dentro de los cuales deben cumplirse los actos para que puedan
ingresar o tengan eficacia jurídica por su valor, ya que en caso contrario les cae la sanción de
caducidad (CPP, art. 102).

bb) Dilatorios: Son aquellos fuera de los cuales debe efectuarse el acto para que tenga valor
legal (CPP, art. 367).

cc) Ordenatorios: Son los fijados por la ley para cumplir los actos, pero aunque no se respeten
no tienen sanción procesal, sino que la sanción es por vía disciplinaria o de superintendencia en
su caso (CPP, arts. 336 y 345).

El nuevo CPP distingue términos fatales y no fatales. Si el imputado estuviese privado de su


libertad, son fatales los términos de los artículos 337, 346 y 361. En este último supuesto
(citación a juicio), el término se fija en treinta días que se computan a partir de la recepción del
proceso (CPP, art. 182, segundo párrafo).
En caso de acumulación de procesos, por conexión, los términos fatales corren
independientemente para cada causa a partir de la respectiva acumulación.
Dichos términos no se computan, en ningún caso, durante el tiempo de diligenciamiento de
prueba fuera de la circunscripción, incidentes, recursos, o mientras el Tribunal no esté integrado
(CPP, art. 182, tercer y cuarto párrafo).
El vencimiento de un término fatal sin que se haya cumplido el acto para el que está
determinado, importa automáticamente el cese de la intervención en la causa del Juez, Tribunal
o representante del M. Público al que dicho plazo le hubiera sido acordado. El Tribunal Superior
o el Fiscal General, según sea el caso, disponen el modo en que se produce el reemplazo de
aquellos. Las disposiciones de este artículo sólo son aplicables al Juez, Tribunal o representante
del Ministerio Público titular, y no a quienes ejercieran competencia interinamente por
subrogación en caso de vacancia o licencia.
El funcionario judicial sustituido es pasible de la apertura del procedimiento del Jurado de
Enjuiciamiento. Para los sustitutos se computan los plazos íntegros a partir de su avocamiento,
los que son fatales con las mismas consecuencias.
El Fiscal General o los Fiscales Adjuntos deben controlar, bajo su responsabilidad personal, el
cumplimiento de los términos fatales (CPP, art. 183).

c) Por su determinación en el tiempo se clasifican en:

aa) Independientes: Son los que se señalan en la ley con abstracción de los hechos o actos
procesales (CPP, art. 461).

bb) Subordinados: Son aquellos que están establecidos con referencia a otro acto procesal
(CPP, art. 92).

cc) Improrrogables: Son aquellos cuya dirección está fatalmente marcada por la ley, de modo
que vencido el plazo el acto al cual se refieren no se puede realizar, ya que el plazo no puede
ser ampliado. La regla es que en el proceso penal los términos son improrrogables (CPP, art.
182).

dd) Prorrogables: Son aquellos que pueden ser ampliados, generalmente por un lapso igual al
término primitivo (CPP, art. 306).

d) De acuerdo a la forma de computarlos, los términos se diferencian en:

aa) Individuales: Son los términos que se conceden separadamente para cada una de las partes
(CPP, art. 102).

bb) Comunes: Son aquellos que están dados para las partes en su conjunto, de forma que se
cuentan a partir de la última notificación y expiran para todas las partes simultáneamente (CPP,
art. 363).

C) Reglas para computarlos

Los términos en el proceso penal se computan en la forma establecida por el Código Civil (CPP,
art. 180). El momento inicial y también el final varían según la unidad cronológica de la
determinación abstracta del término. En los términos fijados por hora, la hora que sirve de base
para a partir de ella señalar la inicial, es la indicada en el acto que fija el plazo o la de la
verificación del evento; pero no debe contarse la fracción de tiempo transcurrido desde aquel
instante hasta el comienzo de la primera hora completa. Cuando los plazos fijados por horas
sean veinticuatro, cuarenta y ocho, setenta y dos, etc., más que plazos horarios lo que la ley ha
querido establecer son plazos en un día, dos o tres, respectivamente; siendo difícil determinar el
momento a partir del cual hay que empezar a contar las horas, se entiende que el término está
integrado por el día, los dos o tres días siguientes, etc., al que señala la ley como día base.
En los términos fijados por días, estos no se contarán de momento a momento ni por hora, sino
desde la medianoche en que termina el día de su fecha (C.C., art. 24). Esta solución es aplicable
ya que la ley procesal establece que los términos se contarán en la forma prevista por el Código
Civil. Se hace una clara remisión a los arts. 24, 25, 26 y 27 de dicho digesto. En estos términos
fijados por días, que son los más comunes, no se computan entonces el día en que se realiza el
acto a partir del cual hay que contarlo (dies a quo non computatur in termino). Los términos son
continuos y en ellos se computan los días feriados, salvo las excepciones que la ley establece.
Si el término vence un día feriado, se considera prorrogado de derecho al día hábil siguiente; si
el término fijado venciera después de las horas de oficina, el acto que deba cumplirse en ella
podrá ser realizado durante las dos primeras horas del día hábil siguiente (CPP, art. 181,
segundo y tercer párrafo).

En los términos fijados por meses o años, los mismos se cuentan naturalmente. Si el mes en
que ha de principiar un plazo de meses o años, contara de más días que el mes en que ha de
terminar el plazo de meses o años y el plazo corriere desde alguno de los días en que al primero
de dichos meses excede al segundo, el último día del plazo será el último día de este segundo
mes (C.C., art. 26).

6) El régimen de las excepciones

A) Concepto

Resulta necesario aclarar que las excepciones no son más que un tipo o especie de defensa.
Según vimos en las bolillas anteriores, la defensa es el derecho de oponerse a una pretensión
jurídica que se hace valer, al sostenerse que ella carece, total o parcialmente, de base fáctica o
jurídica. Sus caracteres son inconfundibles: 1º. recae sobre el objeto sustancial de la relación
jurídico-procesal constituida, es decir, sobre el hecho imputado; 2º. se traduce en razones de
hecho y de derecho dirigidas a demostrar que el hecho atribuido no existe o no lo ha cometido el
imputado, o que no constituye delito (no encuadra objetivamente en una figura o tipo penal) o
constituye uno más leve que el afirmado por el acusador, o que concurre alguna causal
excluyente de imputabilidad, culpabilidad, antijuridicidad o punibilidad, o simplemente, alguna
circunstancia que atenúe la responsabilidad del imputado, o que la pretensión resarcitoria no
tiene fundamento jurídico; 3º. exige ser considerada en una decisión judicial de fondo.

En cambio, la excepción (defensa de forma) es el derecho de impugnar, provisional o


definitivamente, la constitución o desarrollo del proceso penal, denunciando algún obstáculo o
deficiencia que se base directamente en una norma de derecho (no incide sobre el hecho que
constituye el objeto sustancial de aquel proceso) (Vélez Mariconde 3, II, 385).
En otros términos, con la excepción no se provoca el examen del hecho imputado sino que, en
virtud de otro hecho jurídico (lato sensu) se trata de evitarlo; su objeto (tema o materia) puede
ser una ley (de amnistía), una ley o un decreto (de indulto), un acto jurídico-procesal (sentencia
anterior o acusación no interpuesta debidamente), una instancia privada, un proceso pendiente,
la potestad jurisdiccional que se ejerce, la competencia del Juez, la capacidad para ser parte o la
capacidad procesal del acusador, lo mismo que cualquier causal que extinga la pretensión
represiva; y merece un tratamiento legal específico: puede ser de previo y especial
pronunciamiento.
Hablamos sin duda de las excepciones procesales, que versan sobre el ius procedendi y no
sobre el ius puniendi. Se ha dicho que en el proceso penal no existen realmente excepciones
sustanciales, lo que puede aceptarse en el sentido de que todas ellas tienden a hacer
inadmisible la constitución o el desarrollo de la relación procesal. Todas reposan,
necesariamente, en la falta de una condición de perseguibilidad.

Sin embargo, hay casos en que la ausencia de una condición de perseguibilidad depende de la
inexistencia de otra de punibilidad, como ocurre con una excepción que impugna el desarrollo
del proceso penal en virtud de que, según el proponente, se ha producido una causal extintiva
de la pretensión represiva que se hace valer, es decir, de la potestad o “derecho” de punir que
incumbe al Estado en el caso concreto sometido a juicio.
Aun cuando algunos creen que aquí se trata de instituciones jurídicas de carácter mixto, parece
evidente que la excepción ataca el ejercicio de la potestad jurisdiccional y tiende a evitar la
persecución del supuesto delito que se investiga, de tal modo que es una impugnación a la vida
misma del proceso penal.

Pero más importante es advertir que la excepción penal –a pesar de que esta nomenclatura se
originó en el proceso civil– ofrece rasgos peculiares que nos alejan radicalmente de los
conceptos allí elaborados. En efecto:

1º. Los obstáculos o deficiencias legales en que se basan las excepciones –si se trata de una
acción pública y sin perjuicio del derecho individual de denunciarlos– deben ser puestos de
relieve por el Tribunal sin necesidad de ninguna excitación extraña, o sea, de oficio; con mayor
razón, desde luego, cuando se refieren a un presupuesto procesal (p.ej., incompentencia).

2º. Las excepciones pueden ser opuestas, no sólo por el imputado, sino también por el Ministerio
Público y las partes.

3º. Aquí no rige el principio de la carga probatoria, de manera que el excepcionante no tiene el
deber de probar el fundamento de la excepción so pena de que esta sea rechazada solamente
por su omisión; en cuanto al imputado, esto resulta del principio de inocencia.
Tales rasgos son siempre consecuencia de que el proceso penal tutela intereses eminentemente
públicos, en fuerza de los cuales no se limita al particularmente interesado la posibilidad de
proponer una impugnación que tiende a impedir que se constituya o prosiga la relación procesal.
Esa tutela está siempre a cargo del juzgador y del M. Público, aunque el particular no la
provoque.

B) Clasificación

Las excepciones se clasifican por su dirección y el efecto que producen cuando son admitidas.
Las dilatorias atacan las condiciones formales para la constitución o el desarrollo de la relación
procesal, y cuando se hace lugar a ellas debe archivarse el proceso y ordenarse la libertad del
imputado, si está detenido, pudiendo aquel continuar tan luego se salve el obstáculo al ejercicio
de la acción penal; las perentorias, en cambio, impugnan el contenido sustancial de la relación
procesal (la pretensión punitiva), y cuando se hace lugar a ellas debe sobreseerse en la causa y
ordenarse la libertad del detenido (si no existe otra causal de detención). En un caso, el proceso
se suspende porque no puede continuar válidamente; en el otro termina (CPP, arts. 22 y 23).

C) Enumeración

Existen las siguientes excepciones:

a) Falta de jurisdicción o de competencia (CPP, art. 17, inc. 1º): La falta de jurisdicción es la falta
de potestad para juzgar un hecho que escapa a la soberanía estatal de la cual aquella emana.
La falta de competencia es la falta de capacidad para juzgar un asunto por razón de la materia,
del territorio o de conexión entre causas incoadas ante tribunales de la misma jurisdicción.

b) Falta de acción, porque esta no se pudo promover, no fue iniciada legalmente o no pudiere
proseguir.
aa) La acción no se pudo promover:
aaa) Cuando en los delitos de acción pública dependiente de instancia privada, la promoción de
la acción no fue provocada por denuncia del ofendido o, si este fuere incapaz, de su
representante legal, tutor o guardador (en orden excluyente), entendiéndose que asume la
condición de guardador aquella persona que por cualquier motivo tiene el menor a su cuidado
(CPP, art. 6º).

bbb) Cuando el M. Público no formuló requerimiento de investigación jurisdiccional (CPP, art.


340) o la Policía Judicial no practicó sumario de prevención o no comunicó al Juez de Instrucción
la existencia del delito, sino que dicho magistrado actuó de oficio.

bb) La acción no fue iniciada legalmente:

aaa) En los delitos de acción privada, cuando la querella no fue interpuesta en forma, de
acuerdo al art. 427 del CPP.

bbb) Si el imputado se encuentra sometido a otro proceso por el mismo hecho ( litis pendentia) o
ya ha sido juzgado en virtud de idéntica imputación (cosa juzgada).

cc) La acción no puede proseguir:

aaa) Cuando existe una cuestión prejudicial que debe resolverse en otra jurisdicción (CPP, art.
10), de cuya solución dependa la existencia del delito imputado (cuando se admite la existencia
de aquella cuestión, el ejercicio de la acción se suspende hasta que se pronuncie la otra
jurisdicción).

bbb) Porque se persigue a una persona que goza de privilegio constitucional, y no se ha


producido el desafuero (si es legislador) o la destitución (si es un magistrado sujeto a juicio
político o jurado de enjuiciamiento).

c) Extinción de la pretensión penal:

Esto se da cuando la acción penal se ha extinguido porque el imputado ha muerto, o se ha


producido la prescripción, o existe renuncia del agraviado o se ha dictado una ley de amnistía o
se ha pagado el mínimo de la multa durante la investigación preparatoria o el máximo durante el
juicio, o se ha suspendido el juicio a prueba o ha habido avenimiento entre víctima y victimario
(CP, arts. 59, 64, 76 bis y ss. y 132). Se trata en este caso de excepciones perentorias.

D) INTERPOSICIÓN

a) Durante la investigación

Las excepciones deben deducirse por escrito y, si fuere el caso, deben acompañarse todas las
pruebas que justifiquen el hecho en que se basen, bajo pena de inadmisibilidad.
Si las excepciones se basan en hechos que deban ser probados previamente, se ordena la
recepción de la prueba por un término que no puede exceder de quince días, y se cita a las
partes a una audiencia para que oral y brevemente hagan su defensa. El acta se labra en forma
sucinta. El trámite de la excepción no puede durar más de un mes, no computándose el tiempo
de diligenciamiento de prueba fuera de la provincia, incidentes, recursos o actos que dependan
de la actividad de las partes (CPP, art. 18).

-Investigación jurisdiccional: De las excepciones planteadas se corre vista al Ministerio Público,


al querellante particular y a las partes interesadas. El Tribunal resuelve por auto (CPP, art. 19,
primer párrafo).

-Investigación fiscal: Si la excepción se deduce durante la investigación fiscal, efectuado el


trámite arriba mencionado, el Fiscal elevará el incidente a resolución del Juez de Instrucción, con
opinión fundada, en el término de tres días. Si no hubiera prueba que recibir, elevará
inmediatamente las actuaciones (CPP, art. 19, segundo párrafo).

El incidente se sustancia y se resuelve por separado, sin perjuicio de continuarse la


investigación. La resolución es apelable.

b) Durante los actos preliminares del juicio

Antes de fijarse la audiencia para el debate, el Ministerio Público y las partes pueden deducir las
excepciones que no hubieren planteado con anterioridad (CPP, art. 17), pero el Tribunal puede
rechazar sin trámite las que fueran manifiestamente improcedentes. Rige el plazo previsto para
el trámite durante la investigación preparatoria (CPP, art. 365).

c) Durante el debate

Inmediatamente después de abierto el debate, se pueden deducir, bajo pena de caducidad, las
cuestiones de competencia por razón de territorio, salvo que la posibilidad de proponerlas no
surgiera sino en el curso del proceso (CPP, art. 383).

7) Las llamadas “sanciones procesales”: nulidad, inadmisibilidad, caducidad, preclusión.

A) Concepto

Para algunos autores existe una sola sanción procesal que es la nulidad (De la Rúa y Maier);
para otros, son dos (nulidad e inadmisibilidad) las sanciones (Clariá Olmedo, Creus), y para
otros son tres (nulidad, inadmisibilidad y caducidad) (Núñez). Sin embargo, el pensamiento más
influyente, en el ámbito federal y provincial, es aquel que distingue cuatro sanciones procesales:
inadmisibilidad, nulidad, caducidad y preclusión.

Las sanciones procesales son amenazas que se ciernen sobre los actos cumplidos o a
cumplirse en el proceso para evitar que produzcan los efectos queridos por los órganos públicos
y las partes, sea porque carecen de las formas o requisitos exigidos, o porque no se han
realizado en el tiempo oportuno, o porque son incompatibles con una conducta anterior del
mismo sujeto que pretende cumplir el acto.

B) Clases

Como antes mencionamos, existen cuatro sanciones procesales:

a) Caducidad: Es la amenaza que se cierne sobre los actos jurídicos procesales de parte,
cuando los mismos no se han cumplido dentro del término perentorio taxativamente fijado por la
ley.

b) Preclusión: Es la sanción procesal que impide legalmente el cumplimiento de un acto en el


proceso por ser este incompatible con una situación o conducta anterior, generada por el mismo
sujeto que pretende ahora realizarlo.

c) Inadmisibilidad: Es la amenaza que se cierne sobre un acto de parte, el cual ha ingresado


materialmente, pero no jurídicamente, al proceso, por no haberse observado en su realización
las prescripciones (formas o requisitos) exigidos por la ley para ello.

d) Nulidad: Es la sanción procesal que hace o determina la falta de eficacia legal de un acto
jurídico introducido al proceso, porque el mismo se ha realizado sin observar las formalidades
prescriptas por la ley de manera genérica o específica.

aa) Las nulidades pueden ser de dos tipos:

aaa) Nulidades genéricas: Son las que están establecidas en forma general o en conjunto,
cuando en una o varias normas se fijan taxativamente los requisitos bajo cuya condición deben
cumplirse los actos, en sentido amplio, que ella circunscribe para que no alcance dicha amenaza
procesal (CPP, art. 185).

bbb) Nulidades específicas: Son las que, por el contrario, están determinadas y diseminadas en
distintos artículos de la ley, con indicación precisa para cada acto en particular de las
formalidades que deben reunir bajo la sanción que taxativamente la conmina (CPP, art. 355).

bb) Asimismo, las nulidades son de diferentes especies. Estas son:

aaa) Absolutas: Estas nulidades tienen las siguientes características: 1. pueden ser declaradas
de oficio o a petición de parte, aun de aquella que no tenga interés legítimo o haya concurrido a
causarla; 2. pueden oponerse o peticionarse en cualquier estado y grado del proceso, abarcando
las etapas normales y la eventual de los recursos; 3. son insubsanables (CPP, arts. 185 y 186).

bbb) Relativas: Estas nulidades tienen como rasgos distintivos: 1. pueden oponerse o plantearse
por las partes que tengan interés y no la hayan causado; 2. deben ser opuestas en las
oportunidades y formas prescriptas taxativamente por la ley; 3. pueden ser subsanadas en las
formas expresamente establecidas en la ley (CPP, arts. 187, 188 y 189).

cc) Distintos sistemas de nulidad

En la legislación comparada han existido cuatro tipos de sistemas de conminar las nulidades:

aaa) Formalista: Según este, la falta de cualquier elemento formal, aun el más intrascendente,
producía o daba lugar a la nulidad del acto.

bbb) Privatista: Este sistema dejaba libradas a la plena voluntad de las partes la apreciación y la
definición en cuanto a los actos procesales que deben ser declarados nulos.

ccc) Judicial: Deja en manos del juez la valoración de las formas no observadas, estableciendo
que sólo las sustanciales son causa de nulidad.
ddd) Legal: Este sistema que es el que recepta el CPP Cba. Establece que no hay más
nulidades que las expresa y taxativamente previstas por la ley.
Lecturas complementarias: Clariá Olmedo, Jorge, Tratado de Derecho Procesal Penal, Ediar,
Buenos Aires, 1966, IV; Creus, Carlos, Invalidez de los actos jurídicos procesales, Astrea,
Buenos Aires, 1993; De la Rúa, Fernando, Recurso de Casación en Materia Penal, Depalma,
Buenos Aires, 1994; Núñez, Ricardo, Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba
anotado, Lerner, Córdoba, 1986; Torres Bas, Raúl, Apuntes de Derecho Procesal Penal (Clases
Magistrales), Librería Facultad, Córdoba, 1987; Vivas Ussher, Gustavo, Manual de Derecho
Procesal Penal, Alveroni, Córdoba, 1999.

V. INVESTIGACIÓN JURISDICCIONAL: LA DISCUSIÓN POLÍTICO CRIMINAL

Siguiendo a Cafferata Nores, podemos decir que la investigación preparatoria es la etapa del
procedimiento penal que, a partir de la hipótesis de un delito, procurará reunir pruebas para
establecer si hay suficiente fundamento como para acusar a alguna persona por su comisión.
Desde el punto de vista político-procesal, bajo una óptica técnica o científica, se puede señalar
que el desempeño de tareas de investigación que cumple el Juez en la instrucción no se
corresponde con la imparcialidad que debe presidir el ejercicio de la potestad jurisdiccional. Si
bien históricamente la investigación fue puesta a su cargo buscando mayores garantías para el
sospechoso, los resultados, en este aspecto, no han sido precisamente paradigmáticos. La triple
función asignada al Juez de Instrucción (investigador del imputado, contralor de la observancia
de las garantías de este frente a su propia actividad y evaluador del mérito probatorio de su
propia investigación), es menos una utopía funcional que una hipocresía práctica.
Además, parece artificial que el Fiscal base su acusación en pruebas que no son recibidas por él
y para cuya selección carece, generalmente, de toda iniciativa vinculante, pues sólo puede
proponer diligencias que el Juez cumple si, a su exclusivo criterio, resultan pertinentes y útiles.
También es criticable la inversión de roles, ya que el Fiscal que deberá investigar se limita a
controlar la investigación y el Juez que la debería controlar la realiza personalmente.
Entonces, es más conveniente establecer un procedimiento de investigación a cargo del
Ministerio Fiscal, eficaz, ágil y garantizador, reduciendo la actividad del Juez sólo a algunas
intervenciones de autorización o control, impuestas por requisitos constitucionales (garantías
individuales, fundamento de la acusación). Con él, además de un mayor resguardo de aquellos
aspectos, se procura obtener también ventajas prácticas en orden a la eficacia, al evitar cierta
pomposidad de la instrucción jurisdiccional (exagerada para tan sólo fundar una acusación) y al
aprovechar la actividad policial dirigida por el Fiscal (que en aquel sistema se reproduce ante el
Juez), acordándole al Ministerio Público la estrategia de la investigación.

La agilidad y eficacia de la investigación fiscal preparatoria dependerá fundamentalmente de las


atribuciones que se otorguen al Fiscal, pues mientras mayor sea la autonomía que tenga de los
jueces en orden a los poderes de investigación y coerción, mayores serán las posibilidades de
éxito. Ello sin trasponer los límites infranqueables que imponen las garantías constitucionales.
También tiene influencia en la eficacia el sistema de división del trabajo que se imagine para los
Fiscales (temporal o territorial).

En orden a las atribuciones probatorias, el Fiscal debe ser el dueño de la estrategia de la


investigación y estar facultado para recibir todas las pruebas, aun las definitivas e
irreproductibles, siempre que en este último caso se garantice la intervención de la defensa.
Pero los elementos de convicción que recoja durante la investigación preparatoria sólo tendrán
valor para dar fundamento a la acusación o al sobreseimiento, en su caso.

1) CPP Córdoba y Nación: Investigación fiscal e investigación jurisdiccional

En la provincia de Córdoba, la investigación está como regla a cargo del Fiscal de Instrucción
(investigación fiscal), mientras que excepcionalmente, cuando existen obstáculos fundados en
privilegios constitucionales, queda en manos del Juez de Instrucción (investigación
jurisdiccional).
En la Nación, la fórmula se invierte. La instrucción a cargo del Juez es la regla, y la investigación
a cargo del Agente Fiscal sólo procede cuando el Juez de Instrucción decide que la dirección de
la misma quede a cargo de aquel, excluyéndose de las potestades del Agente Fiscal la
declaración del imputado, la mayoría de las medidas de coerción personal, la producción de los
actos definitivos e irreproductibles, el archivo de las actuaciones, la persecución penal o el
sobreseimiento del imputado y todo otro acto que la ley sólo otorgue al Juez de Instrucción
(CPP, arts. 196, 212 y 213).

Volviendo a Córdoba, en la investigación fiscal, el Fiscal de Instrucción procede con arreglo a la


ley para reunir los elementos que puedan servir de base a sus requerimientos. Estos pueden
fundamentarse en los actos practicados por la Policía Judicial dentro de sus facultades legales,
salvo en lo relativo a la declaración del imputado (CPP, art. 328).

El Fiscal de Instrucción practica y hace practicar todos los actos que considere necesarios y
útiles para la investigación, salvo aquellos que la ley atribuya a otro órgano judicial. En este
caso, los requerirá a quien corresponda (CPP, art. 329).

Cuando tiene que practicar actos definitivos e irreproductibles, el Fiscal garantiza el


contradictorio a través de la notificación a la defensa (CPP, art. 330).

También debe proveer a la defensa del imputado (CPP, art. 331).

En el ejercicio de su función, el Fiscal de Instrucción puede citar, privar y acordar la libertad al


imputado, y recibirle la declaración, conforme a lo previsto en las reglas específicas sobre
medidas de coerción personal establecidas en el CPP (CPP, art. 332). En cualquier momento, el
imputado puede solicitar directamente al Juez de Instrucción la aplicación de los artículos
relativos a mantenimiento, recuperación o cese de la prisión preventiva, quien requerirá de
inmediato las actuaciones y resolverá en el término de 24 horas.
La resolución es apelable por el Fiscal de Instrucción o el imputado, sin efecto suspensivo (CPP,
art. 333).

El Fiscal de Instrucción puede disponer, por decreto, el archivo de las actuaciones cuando no se
pueda proceder o cuando el hecho en ellas contenido no encuadre en una figura penal. En este
último caso, si se hubiere recibido declaración como imputado a alguna persona, procederá a
solicitar el sobreseimiento. En todos los casos, las partes podrán oponerse a la decisión del
Fiscal. Cuando mediare discrepancia del Juez de Instrucción regirá el artículo 359.
El archivo dispuesto por el Juez es apelable por el querellante que se hubiere opuesto, salvo el
caso del art. 359.

Regirá el art. 464, y si la decisión del Juez fuese revocada, otro Fiscal de Instrucción proseguirá
con la investigación (CPP, art. 334).
Las partes pueden proponer diligencias, las que serán practicadas salvo que el Fiscal no las
considere pertinentes y útiles; si las rechazara, podrán ocurrir ante el Juez de Instrucción en el
término de tres días. El Juez resolverá en igual plazo. La denegatoria será apelable.
En el término de diez días a contar desde la declaración del imputado, el Fiscal de Instrucción
por decreto fundado y con arreglo a los requisitos del art. 282, dispondrá la prisión preventiva,
cuando concurran las causales del art. 281.

El imputado y su defensor pueden oponerse ante el Juez (art. 338). La resolución de este es
apelable por el Fiscal y el imputado (CPP, art. 336).

La investigación fiscal debe practicarse en el término de tres meses a contar desde la


declaración del imputado. Si resultare insuficiente, el Fiscal podrá solicitar prórroga al Juez de
Instrucción, quien podrá acordarla por otro tanto. Según las causas de la demora y la naturaleza
de la investigación, la prórroga podrá concederse hasta doce meses más (CPP, art. 337).
En los casos que la ley autoriza la oposición a una resolución o requerimiento del Fiscal de
Instrucción, esta se deducirá ante quien la dictó en el término de tres días, salvo que se
establezca otro trámite. Si el Fiscal mantuviera su decisión, elevará la oposición en igual término
ante el Juez de Instrucción, junto con las actuaciones y sin perjuicio del cumplimiento de los
actos urgentes de investigación. El Juez resolverá en el término de tres días (CPP, art. 338).
La investigación jurisdiccional sólo procede cuando existen obstáculos fundados en privilegios
constitucionales (art. 340). Si en estos casos se formulare requisitoria fiscal o querella contra un
legislador, magistrado o funcionario sujeto a juicio político, enjuiciamiento o juicio de destitución,
el Tribunal competente practicará una investigación sumaria que no vulnere la inmunidad del
imputado. Cuando existiere mérito para el juzgamiento, se solicitará el desafuero, antejuicio o
destitución, ante quien corresponda, acompañando copia de las actuaciones y expresando las
razones que lo justifiquen. La investigación sumaria no podrá exceder de dos meses, bajo pena
de caducidad.

Si de acuerdo con el art. 94 de la Constitución Provincial, el legislador hubiere sido aprehendido,


el Tribunal dará cuenta a la Legislatura con la información sumaria del hecho, dentro del término
de 24 horas. Del mismo modo se procederá cuando el aprehendido estuviera sujeto a juicio
político o enjuiciamiento o juicio de destitución, en cuyo caso se cumnicará la privación de la
libertad del magistrado o funcionario a la Cámara de Diputados, al Jurado de Enjuiciamiento o al
Tribunal Superior de Justicia, según corresponda (CPP, art. 14).

Si se produce el desafuero o la destitución, el Tribunal dispondrá la investigación jurisdiccional


correspondiente o dará curso a la querella. En caso contrario, declarará por auto que no se
puede proceder y archivará las actuaciones (CPP, art. 15).

Cuando se proceda contra varios imputados y sólo alguno de ellos goce de privilegio
constitucional, el proceso podrá formarse y seguir con respecto a los otros (CPP, art. 16).

El requerimiento de investigación jurisdiccional debe contener (CPP, art. 341):

1) Las condiciones personales del imputado o, si se ignorase, las señas o datos que mejor
puedan darlo a conocer.

2) La relación circunstanciada del hecho, con indicación, si fuere posible, del tiempo y modo de
ejecución y de la norma penal que se considere aplicable.
3) La indicación de las diligencias útiles para la averiguación de la verdad.

En general, las normas sobre la investigación jurisdiccional son semejantes a las normas sobre
investigación fiscal. Las diferencias que se advierten son en primer lugar la posible participación
del Ministerio Público en todos los actos de la investigación, y examinar en cualquier momento
las actuaciones. Si el Fiscal hubiera expresado el propósito de asistir a un acto, será avisado
verbalmente con suficiente tiempo y bajo constancia, pero aquel no se suspende ni retarda por
su ausencia. Cuando asista, tiene los deberes y facultades que se le otorgan a los que participan
en las diligencias de la investigación (CPP, art. 343). Si se rechaza la proposición de las
diligencias probatorias, sólo procede el recurso de apelación (CPP, art. 344). En caso de
insuficiencia del tiempo para la investigación, el Juez puede motu proprio ampliar por otro tanto
(CPP, art. 346).

Cuando el Juez hubiere recibido declaración al imputado y estimare cumplida la investigación,


correrá vista al Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación. Este, en el término de seis días,
requerirá las diligencias probatorias que estime necesarias o procederá con arreglo al art. 355.
Sólo en casos graves y complejos el término podrá prorrogarse hasta por otro tanto (CPP, art.
347).

Lecturas complementarias: Cafferata Nores, José, Introducción al Derecho Procesal Penal,


Lerner, Córdoba, 1994; Torres Bas, Raúl, Apuntes de Derecho Procesal Penal (Clases
Magistrales), Librería Facultad, Córdoba, 1987; Vélez Mariconde, Alfredo, Derecho Procesal
Penal, Lerner, Córdoba, 1986.

VI. CLAUSURA DE LA INVESTIGACIÓN PENAL PREPARATORIA

1) Sentido y función del llamado procedimiento intermedio en el proceso penal. El sistema en el


CPP de Córdoba y Nación. Crítica

A) El procedimiento intermedio. Crítica

El procedimiento intermedio es la segunda fase de la investigación penal preparatoria destinada


a la crítica de los sujetos esenciales del proceso penal, respecto a la fase anterior destinada a la
recolección de los elementos de prueba que puedan dar base a la acusación, al juicio abreviado
inicial o determinar el sobreseimiento.

En el Derecho Comparado, explica Vivas Ussher: «Las regulaciones que materializan esta idea
procesal, de efectuar un control de legalidad de lo actuado en la faz investigativa, son por demás
heterogéneas e incluyen la denominada etapa intermedia (Ordenanza Procesal Penal, CPP
Modelo para Iberoamérica), crítica instructoria (modelo italiano), clausura de la instrucción,
control del gran jurado (sistema angloamericano)» [1].

Aunque no se regule expresamente el control de legalidad investigativa, este se lleva a cabo


inexorablemente y es siempre un procedimiento intermedio que se da entre la investigación
propiamente dicha y los actos preliminares del juicio. En Córdoba se encuentra después de la
investigación fiscal (de parte) o, excepcionalmente, de la investigación jurisdiccional (del
supuesto órgano imparcial) y antes de los actos preliminares del juicio (fase del juicio).
Tanto el CPP de Cba. como el CPP de la Nación la denominan clausura. Sin embargo, queda
claro que la fase no se agota en la tramitación del cierre de la investigación. Se trata de un
momento de reflexión y valoración de lo actuado, en donde el Tribunal competente (Juez de
Instrucción [Control]) verifica si se dan las condiciones para elevar la causa a juicio de acuerdo a
la requisitoria realizada por el órgano estatal encargado de la persecución penal (probabilidad
positiva) o si se debe sobreseer (certeza negativa o duda insuperable). Incluso, puede darse en
este momento alternativas de solución del conflicto social, como es el juicio abreviado inicial.

B) Sistemas legislativos

Respecto a la elevación a juicio se dan, tanto en la doctrina como en las legislaciones positivas,
dos sistemas bien diferenciados que se distinguen fundamentalmente en que uno sigue un
régimen de carácter discrecional o facultativo, mientras que el otro resulta obligatorio; también se
diferencian por los órganos que intervienen y por la facultad específica asignada a los mismos,
que delimita el examen sobre la existencia de una participación punible y el mérito de la prueba
que permita fundamentar la remisión del proceso a plenario.
Para una mejor explicación del tema, es necesario hacer una distinción de los dos sistemas,
señaladas en las legislaciones positivas más importantes que los han adoptado.

a) Sistema obligatorio

En este sistema de elevación de la causa a juicio en forma obligatoria, en todos los casos debe
hacerse un examen de los fundamentos, o sea de la viabilidad de las condiciones para que la
causa llegue a plenario, no importando que el imputado se haya opuesto o no a la elevación.

aa) En Inglaterra, al imperar un sistema acusatorio puro, se instituyeron dos Tribunales de


diversa composición y funciones, para juzgar en todos los casos los fundamentos de la
acusación.
En primer lugar, se establecía un cuerpo colegiado popular llamado el Gran Jurado, el cual
estaba encargado de examinar las probanzas recogidas en la instrucción y expedirse sobre los
fundamentos de la elevación de la causa a juicio, dejando completamente de lado la
consideración de la responsabilidad penal del imputado. Según sus sostenedores, la institución
se fundamentaba en la protección de la libertad del imputado, al determinarse si la acusación
tenía bases serias. Si faltaba esa seriedad, era superfluo entrar a considerar la responsabilidad
del imputado, decían.

bb) En Francia, repudiado el sistema inquisitivo con la Revolución Francesa, se adoptó el


sistema inglés al que hemos hecho referencia, pero bien pronto se adujeron inconvenientes, por
lo que el Jurado Popular fue suplantado por un colegio técnico llamado Cámara del Consejo, que
tenía la misión de pronunciarse sobre el mérito del sumario. Pero adolecía este organismo de un
defecto fundamental, ya que uno de sus tres miembros (el presidente) era el Juez que había
llevado a cabo la investigación. Si bien se pretendía así que este Juez, por estar al tanto de los
pormenores de la causa, informara a sus colegas de la misma, era evidente que su voluntad se
tornó preponderante sobre las de los demás.
Al lado de este cuerpo se creó otro que con el tiempo iba a ser el único que iba a perdurar: la
Cámara de Acusación, que en un primer momento sirvió para resolver por vía de acusación y
luego, ampliando sus facultades, examinaba todo el trámite del proceso previo a la remisión del
sumario a juicio. Sus funciones terminaron siendo tan amplias que el propio Código de la materia
reglamentó minuciosamente todo el trámite a seguir, en especial en cuanto a la forma y alcance
de su intervención.
b) Sistema facultativo

La particularidad de este sistema reside en que únicamente no se eleva la causa a plenario en


forma directa habiéndose formulado acusación, cuando la defensa –notificada de las
conclusiones de aquella– se ha opuesto conforme se regula en el ordenamiento ritual. Es decir
que si no media oposición, no cabe un nuevo pronunciamiento (esta vez del Instructor) sobre el
mérito del sumario. Por eso es un sistema facultativo, porque el pronunciamiento no debe
producirse en todos los casos sino que depende de la oposición del imputado.
Este sistema fue adoptado por Austria e influyó en nuestra legislación. Deja al Ministerio Público
el poder de decidir si él debe llevar la acusación delante del Tribunal, y cuál ha de ser el objeto
de esa acusación.
En efecto, dispone esta legislación que el acta de acusación (requisitoria fiscal en nuestro
derecho), debe ser sometida al Juez de Instrucción o al Presidente de la Cámara del Consejo,
según se haya tenido o no información previa.

Concluido el examen por cualquiera de estos dos órganos, si debe hacerse lugar a la acusación,
el Juez comunica la misma al imputado informándole que puede oponerse.
Si el imputado no se opone en el término legal o renuncia expresamente a la oposición, el Juez
somete la acusación a la Corte de Primera Instancia, ante donde se llevará a cabo el juicio.
En caso de oposición, el Juez somete la causa a la Corte de Segunda Instancia la cual, previa
audiencia del Procurador General, se pronuncia sobre la oposición. El mismo procedimiento vale
cuando el imputado, sin haberse opuesto, se manifiesta agraviado por el arresto.
Además, la Corte de Segunda Instancia debe rechazar provisoriamente el acta de acusación
cuando sea necesario para hacer desaparecer un vicio de forma o para aclarar mejor el hecho.
Es un caso similar al que ocurre en nuestro derecho cuando la Cámara devuelve los autos para
que el Fiscal formule nueva requisitoria por contener errores o vicios la primitiva.
Con respecto al coimputado que no ha deducido oposición, se establece que si no se da curso a
aquel trámite se considera como si este la hubiera formulado. Además se legisla sobre las
formas y recursos.

2) El sobreseimiento: facultad de sobreseer. Valor. Procedencia (causales). Forma. Efecto.


Discrepancia entre el Fiscal y el Juez de Instrucción.

A) Sobreseimiento. Concepto

El sobreseimiento es la resolución jurisdiccional que cierra definitiva e irrevocablemente el


proceso con relación al imputado a cuyo favor se dicta por carecer de fundamento o estar
extinguida la pretensión represiva que se hace valer [2].

El sobreseimiento puede ser total o parcial, desde el punto de vista objetivo o subjetivo.
El sobreseimiento, desde el punto de vista objetivo, es total si se dicta en relación a todos los
hechos atribuidos. Será parcial, cuando sólo se refiera a uno o alguno de los hechos que se
investigan en la causa.

El sobreseimiento, desde el punto de vista subjetivo, es total cuando se dicta en relación a todos
los imputados en el proceso penal concreto. Es parcial cuando se refiere a uno o algunos de los
imputados.

B) Facultad de sobreseer
La facultad de sobreseer corresponde al órgano jurisdiccional. Como desarrollaremos más
abajo, pueden hacer uso de esta atribución el Juez de Instrucción, la Cámara en lo Criminal, el
Juez en lo Correccional o el Tribunal Superior de Justicia.
Durante la investigación jurisdiccional puede ser dictado de oficio por el Juez de Instrucción. En
la investigación fiscal, debe ser requerido en forma fundada por el Fiscal de Instrucción. En caso
de desacuerdo, rige el trámite ante el Fiscal de la Cámara de Acusación (CPP, art. 359).

C) Procedencia

El sobreseimiento total o parcial podrá ser dictado de oficio durante la investigación, sin perjuicio
de los casos en que puede dictarse durante los actos preliminares del juicio (CPP Cba., art.
370).
En el supuesto de extinción de la pretensión penal (CPP Cba., art. 350, inc. 4°), el
sobreseimiento procede aún a petición de parte en cualquier estado del proceso (CPP Cba., art.
348).

a) Explicando el artículo, podemos decir que pueden dictar el sobreseimiento:

aa) Durante la investigación penal preparatoria: En esta etapa puede ser dictado por el Juez de
Instrucción, en todos los supuestos previstos por el art. 350.

bb) Durante los actos preliminares del juicio: Durante los actos preliminares del juicio, las
Cámaras en lo Criminal (en pleno o en Salas Unipersonales) o los Jueces en lo Correccional
pueden dictar sobreseimiento por las causales previstas por el art. 370.

cc) Durante la etapa recursiva extraordinaria: El Tribunal Superior de Justicia puede dictar el
sobreseimiento por extinción de la pretensión penal (CPP, art. 348).

b) Los supuestos por los cuales se puede dictar el sobreseimiento durante la investigación penal
preparatoria son (CPP, art. 350):

aa) Que el hecho investigado no se haya cometido o no lo haya sido por el imputado:
En este inciso se hace referencia a los extremos objetivos y subjetivos de la imputación jurídico-
delictiva. Por un lado, la no existencia de la acción o de la omisión que se investiga, que hace a
la representación conceptual del proceso, y por el otro, a la falta de participación de quien se ha
traído como supuesto autor, coautor, instigador, cómplice necesario o no necesario.

bb) Que el hecho no encuadre en una figura penal:


Aquí se valora la falta de tipicidad. Si bien existe la conducta y la intervención del sujeto
imputado, el hecho acreditado no se subsume dentro de los tipos que se desarrollan en el Libro
Segundo del Código Penal y, excepcionalmente, en el Libro Primero (v.gr., art. 51).

cc) Que medie una causa de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad o una excusa
absolutoria:
Las causas de justificación, según la teoría tradicional, excluyen la antijuridicidad del hecho.
Entre ellas se destacan el estado de necesidad, el cumplimiento de un deber, el ejercicio
legítimo de un derecho, autoridad o cargo, algunos casos de obediencia debida y legítima
defensa propia o de un tercero (C.P., art. 34, inc. 3°, 4°, 5°, 6° y 7°).
Son inimputables los menores de 16 años, los que tengan insuficiencia o alteraciones morbosas
de sus facultades, quien se encuentra en estado de inconsciencia y quien no puede comprender
la criminalidad del acto (Ley 22.278, art. 1°, C.P., art. 34, inc. 1°).
Las causas de inculpabilidad, por su parte, son la ignorancia o error de hecho (C.P., art. 34, inc.
1°) y la amenaza de un mal grave e inminente (C.P., art. 34, inc. 2°).

Entre las excusas absolutorias encontramos el desistimiento en la tentativa (CP, art. 43),
tentativa de aborto (CP, art. 88, 2ª disposición), prueba de la imputación (CP, art. 111, inc. 3°),
injurias recíprocas (CP, art. 116), retractación (CP, art. 117), hurto, defraudaciones y daño entre
parientes (CP, art. 185), revelación de la conspiración (CP, art. 217), disolución de tumulto (CP,
art. 232), encubrimiento entre parientes (CP, art. 279).

dd) Que la pretensión penal se haya extinguido:

La pretensión penal se extingue por:

aaa)Causales enumeradas:
i) La muerte del imputado (CP, art. 59, inc. 1°)
ii) Amnistía (CP, art. 59, inc. 2°)
iii) Prescripción (CP, art. 59, inc. 3°)
iv) Renuncia del agraviado (CP, art. 4°)

bbb)Causales no enumeradas:
i) Oblación voluntaria de la multa (CP, art. 64)
ii) Suspensión del juicio a prueba (CP, arts. 76 bis y ss.)
iii) Avenimiento entre víctima y victimario (CP, art. 132)

ee) Que habiendo vencido todos los términos de la investigación penal preparatoria y sus
prórrogas (sea fiscal [CPP Cba., 337] o jurisdiccional [CPP Cba., 346]), no hubiere suficiente
fundamento para elevar la causa a juicio (CPP Cba., 354) y no fuese razonable, objetivamente
prever la incorporación de nuevas pruebas.

La última causal es netamente procesal y se la denomina duda insuperable, por oposición a la


certeza negativa exigida para las demás causales de sobreseimiento (CPP, art. 350, incs. 1° a
4°). Para justificar esta nueva causal se afirma que aquí la evidencia es de que no se van
encontrar los suficientes elementos de prueba indispensables para acreditar el hecho y la
participación punible del imputado en el posterior desarrollo del proceso. Al respecto dice
Cafferata Nores: «Pero la evidencia a la que se puede arribar por el aporte de prueba negativa
sobre aquellos extremos (certeza) debe asimilarse a la falta total de prueba positiva de
responsabilidad penal. La prueba negativa, la demostración de la inculpabilidad no es posible
por lo general; el pretenderla representaría en la mayoría de los casos un absurdo lógico y una
manifiesta iniquidad»[3].

c) Durante los actos preliminares del juicio, existen las siguientes causales de sobreseimiento,
siempre que para acreditarlas no sea necesario el debate (CPP, art. 370):

aa) Que el acusado sea inimputable.


bb) Si se hubiese operado la prescripción de la pretensión penal, según la calificación legal del
hecho admitida por el Tribunal.
cc) Por la producción de cualquier otra causal extintiva de la acción.
dd) Si se verificara que concurre una excusa absolutoria.

d) Durante la etapa eventual de los recursos extraordinarios ante el Tribunal Superior, el


sobreseimiento se puede dictar por extinción de la pretensión penal (CPP, art. 348, segundo
párrafo).

D) Valor

El sobreseimiento cierra irrevocable y definitivamente el proceso con relación al imputado a cuyo


favor se dicta (CPP, art. 349).

a) Acción penal

El sobreseimiento es irrevocable, pues de ningún modo o por ninguna causa el pronunciamiento


que ha quedado firme puede modificarse, o dejarse sin efecto dentro del mismo procedimiento [4].

Cuando la sentencia que dispone el sobreseimiento queda firme por vencimiento de los términos
previstos para recurrir o por agotamiento de la vía impugnativa, favorece al imputado con el ne
bis in idem al igual que una sentencia absolutoria [5]. Esto en virtud de que es definitivo.

b) Acción civil

Si absolver significa liberar a una persona de la imputación que se le ha formulado; si la ley civil
se remite a la procesal en cuanto a las formas que puede adquirir una absolución; si el
sobreseimiento en nuestro sistema positivo se dicta en la instrucción por las mismas causas que
determinan la sentencia absolutoria posterior al juicio plenario y hace cosa juzgada; si la ley civil
no exige que la absolución a que se refiere sea exclusivamente la que puede dictarse después
del juicio contradictorio, parece indudable que el sobreseimiento, en cuanto a la acción
reparatoria, se rige por los mismos principios aplicables a la sentencia absolutoria.

Queda claro que, aun después del sobreseimiento al imputado es posible obtener, accionando
contra este o quien resulte tercero civilmente demandado, la indemnización civil, en la misma
forma que sucedería en el caso de dictarse una sentencia absolutoria. Esto porque el órgano
jurisdiccional puede declarar que una persona debe ser absuelta penalmente de un hecho, y sin
embargo corresponder en este último que se haga efectiva, a pesar de aquella decisión, la
reparación pertinente por el daño causado [6].

E) Forma y fundamento

El sobreseimiento se dispone por sentencia (CPP, art. 351). La sentencia es la resolución


jurisdiccional que pone término al proceso (CPP, art. 141). El Tribunal debe fundamentar, bajo
pena de nulidad, las sentencias (CPP, art. 142). La sentencia debe ser suscripta por el Juez o
todos los integrantes del Tribunal que actuaren y también por el Secretario. La falta de firma
produce la nulidad del acto (CPP, art. 143).

En la sentencia de sobreseimiento se tienen que analizar las causales, siempre que fuere
posible, en el orden previsto en el artículo 350. Esto es importante, pues de no hacerlo puede
dar lugar a la apelación del imputado, su defensor, e incluso del Ministerio Público.
La sentencia de sobreseimiento es apelable, sin efecto suspensivo, por el Ministerio Público y,
salvo el caso previsto por el art. 59 (discrepancia entre Fiscal y Juez de Instrucción), por el
querellante particular. En este último supuesto regirá lo dispuesto en el art. 359.

F) Efecto

Dictado el sobreseimiento, se tiene que ordenar la libertad del imputado que estuviese detenido.
Aquí la palabra detención se encuentra utilizada en un sentido amplio comprensivo de cualquier
medida de coerción personal: arresto, detención, aprehensión, prisión preventiva. Por ley 22.117
se exige la comunicación al Registro Nacional de Reincidencia a fin de dejar constancia de la
resolución respectiva. Si el sobreseimiento es total, objetiva o subjetivamente, se archiva el
expediente y las piezas de convicción que no corresponda restituir (CPP, art. 353).

G) Discrepancia entre el Fiscal de Instrucción y el Juez de Instrucción

En el caso que durante la investigación fiscal, el Fiscal de Instrucción solicitare el sobreseimiento


y el Juez de Instrucción estuviere en desacuerdo, se elevan las actuaciones al Fiscal de Cámara
de Acusación. Si este coincide con lo solicitado por el inferior (Fiscal de Instrucción), el Juez
debe resolver en tal sentido, haciendo lugar al pedido de sobreseimiento. En caso contrario, vale
decir, en caso de que el Fiscal de Cámara de Acusación coincidiera con el Juez de Instrucción,
aquel formulará directamente el requerimiento de citación a juicio, que tramitará con arreglo a lo
previsto en el título de la Clausura (CPP, arts. 354 a 360).

3. Plazos de la investigación

Los plazos para realizar la investigación preparatoria son:

A) Investigación fiscal:

La investigación fiscal debe practicarse en el término de tres meses a contar desde la


declaración del imputado. Si resultare insuficiente, el fiscal podrá solicitar prórroga al Juez de
Instrucción, quien puede acordarla por otro tanto, según las causas de la demora y la naturaleza
de la investigación. Sin embargo, en los casos de suma gravedad y de muy difícil investigación,
la prórroga puede concederse hasta por doce meses más (CPP, art. 337).

B) Investigación jurisdiccional:

La norma del artículo 346, que regula los plazos de la instrucción, es idéntica (incluso remite) a
la norma del artículo 337 del CPP. La investigación jurisdiccional debe practicarse en el término
de tres meses a contar de la declaración del imputado. Si dicho plazo resultare insuficiente, el
Juez puede disponer la prórroga por otros tres meses, teniendo en cuenta la causa de la demora
y la naturaleza de la investigación. Sin embargo, en los casos de suma gravedad y de muy difícil
investigación, la prórroga puede disponerse hasta por doce meses más.

4) Requerimiento fiscal de citación a juicio: procedencia. Forma y contenido. Facultades


defensivas. Elevación por auto o por simple decreto

A. Requerimiento fiscal de citación a juicio: procedencia

a) Investigación fiscal preparatoria:


Para que sea procedente el Requerimiento de Elevación de la Causa a Juicio son necesarios los
siguientes requisitos (CPP, art. 354) durante la investigación fiscal:

aa) Que se le haya recibido declaración al imputado (CPP, art. 306).

bb) Que el Fiscal de Instrucción considere que está cumplida la investigación.

cc) Que existan elementos de convicción suficientes para sostener como probable la
participación punible del imputado en el hecho intimado (CPP, art. 261). Caso contrario
procederá solicitando el sobreseimiento (CPP, art. 348).

b) Investigación jurisdiccional preparatoria:

En el caso de la investigación jurisdiccional, el procedimiento es diferente y requiere actividades


tanto del Juez de Instrucción como del Fiscal de Instrucción (CPP, art. 347):

aa. Juez de Instrucción:

aaa) Es necesario que el Juez haya recibido declaración al imputado.

bbb) Es imprescindible que el Juez de Instrucción considere cumplida la investigación.

ccc) El Juez de Instrucción debe correr vista al Fiscal de Instrucción a los fines de la acusación.

bb) Fiscal de Instrucción:

El Fiscal, en el término de seis días –sólo prorrogable en casos graves y complejos–, a contar de
la notificación de la vista, puede tener dos actitudes diferentes:

aaa) Requerir diligencias probatorias que estime necesarias.


bbb) Formalizar la acusación (CPP, art. 355).

B) Forma y contenido

a) La forma de la solicitud de elevación de la causa a juicio es la de un requerimiento (CPP, art.


355). El Fiscal, pues, asume su esencial función de parte. El requerimiento, por exigencia
derivada de los principios generales del CPP, debe ser escrito, motivado, específico y firmado
por el representante del Ministerio Público Fiscal, bajo pena de nulidad. El Fiscal de Instrucción
nunca puede remitirse a lo decidido por el Juez del Instrucción (fundamentalmente durante la
investigación jurisdiccional) (CPP, art. 154, primer párrafo).

b) El contenido del requerimiento fiscal es el siguiente:

aa) Los datos personales del imputado (identificación nominal) o, si se ignoraren, los que sirvan
para identificarlo (identidad física).

bb) Una relación clara, precisa, circunstanciada y específica del hecho:


La relación es clara cuando se realiza sin giros ampulosos y en lenguaje llano, de tal modo que
puede ser entendido por quien es el imputado.

La relación es precisa cuando está redactada de tal manera que excluye todo tipo de
ambigüedades que puedan hacer dudar acerca de cuál es el hecho sobre el que existe
probabilidad o su calificación legal.
El hecho está circunstanciado cuando se discriminan los cuestiones de tiempo, modo y lugar.
Por último, se encuentra especificado cuando se lo diferencia de otros supuestos hechos que
concurran en la causa.

cc) Los fundamentos de la acusación: Es necesario que se den los motivos de la acusación
basándolos fundamentalmente en los elementos de prueba recolectados y valorados según las
reglas de la sana crítica racional.

dd) La calificación legal: Aun cuando esta no obliga al Tribunal (iura novit curia), es
imprescindible su mención en la pieza acusatoria.

El contenido exigido por la ley es indispensable. A falta de alguno de sus elementos, se impone
la sanción de nulidad, la cual es absoluta, en virtud de que la deficiencia de estos requisitos
impacta directamente en el derecho de defensa en juicio representado en este caso por el
principio del contradictorio (CN, art. 18).

C) Facultades defensivas (instancias)

A pesar de la deficiente redacción del artículo pertinente, cualquiera sea la investigación penal
(fiscal o jurisdiccional), se le otorga a la defensa técnica del imputado ciertas instancias.
En efecto, de acuerdo al artículo 357 del CPP, las conclusiones del requerimiento fiscal deben
ser notificadas al defensor del imputado quien puede, en el término de tres días (a partir de la
notificación), oponerse, instando:

a) el sobreseimiento o;

b) el cambio de calificación legal;

c) falta de mérito
.
En este caso, las actuaciones deben ser remitidas de inmediato al Juez de Instrucción.

D. Elevación por auto o por simple decreto

Según haya planteado oposición, o no, el abogado defensor del imputado, el procedimiento y la
resolución por la cual se eleva la causa es diferente.

a) Elevación por decreto: Cuando el abogado defensor del imputado no deduce oposición y, en
el caso de que sean varios los imputados, ninguno de los abogados defensores lo hiciere, el
expediente es remitido por simple decreto al Tribunal de Juicio (Cámara en lo Criminal o Juez en
lo Correccional) (CPP, art. 358, tercer párrafo).

b) Elevación por auto: Cuando uno de los abogados defensores se hubiere opuesto (solicitando
el sobreseimiento o el cambio de calificación legal), el Juez de Instrucción resuelve la oposición
en el término de cinco días. Si no hiciera lugar a lo solicitado, tiene que disponer por auto la
elevación de la causa a juicio o, en su caso, el auto de falta de mérito. Este auto debe ajustarse
a los requisitos exigidos para el auto de prisión preventiva (CPP, art. 282). De igual modo
procede si acepta el cambio de calificación legal propuesto por la defensa.
Cuando hay varios imputados, la decisión debe dictarse con respecto a todos, aunque el
derecho que acuerda el artículo 357 (derecho a oposición), hubiese sido ejercido sólo por el
defensor de uno.

El auto de elevación de la causa a juicio es apelable por el defensor que dedujo la oposición
(CPP, art. 358, primer, segundo y cuarto párrafo).

E. Clausura y notificación

a) La investigación penal queda clausurada cuando se dicta el decreto de remisión a juicio o


queda firme el auto que lo ordene.

b) Cuando el Tribunal de juicio tiene asiento en otro lugar, aquellas resoluciones tienen que ser
notificadas a las partes y defensores, quienes deben constituir nuevo domicilio.

MODULO III

A) EL JUICIO

1. Concepto e importancia. Antecedentes históricos

A. Concepto

Se ha definido genéricamente al juicio como la etapa esencial del proceso que se cumple a base
de una acusación y que tiene por objeto la recepción de los elementos de prueba, la discusión
plena de las partes y la decisión jurisdiccional sobre el fundamento de las pretensiones que se
han hecho valer.

El juicio, desde un punto de vista objetivo, es la segunda y esencial etapa del proceso penal,
realizada en base a una acusación, que se cumple por el órgano jurisdiccional en forma
prevalecientemente oral, pública, contradictoria y continua, y que tiene por objeto el ofrecimiento
y recepción de la prueba y la discusión plena de las partes, para resolver en definitiva sobre el
fundamento de las pretensiones jurídicas ejercidas [1].

Desde un punto de vista subjetivo, es el momento culminante de la relación procesal, en que el


Tribunal ejerce su plena potestad jurisdiccional, y el Ministerio Público Fiscal y las partes, en
igualdad de derecho y en plena contradicción, dan fundamento a las distintas pretensiones
ejercidas[2].

B. Importancia

El carácter de esencial que se le asigna al juicio parte de la base constitucional, genéricamente


aplicable, de que nadie puede ser condenado sin ser oído, de manera que no podría actuarse la
ley penal sustantiva en una decisión concreta que constituya la sentencia, si con anterioridad,
sobre la base inicial de una acusación, no se realizara el debate con amplio ofrecimiento previo
de la prueba, para que todo ello sirviera de fundamento a aquella decisión jurisdiccional
definitiva.
En la actualidad, existen ciertas excepciones a esta forma de resolver el conflicto social derivado
de la supuesta comisión de un hecho delictuoso. Se trata de la reaparición de ciertas propuestas
de considerar el consenso como una forma alternativa de solución para ciertos casos penales [3].
Las hipótesis de acuerdo han sido receptadas en nuestro CPP, en los arts. 356 (juicio abreviado
inicial) y 415 (juicio abreviado).
Sobre esa base se encuentra estructurado el juicio en nuestras leyes modernas, lo que nos
permite afirmar que su existencia resulta esencial, en una u otra forma analizada, para el
cumplimiento del fin mediato del proceso.

C. Antecedentes históricos

El procedimiento oral reinó en toda la antigüedad. La República romana lo perfeccionó y ni


siquiera el Imperio pudo abatirlo, en cuanto al juicio, a pesar de adoptar la escritura en un
período preliminar; también lo encontramos en la primera mitad de la Edad Media, pues los
germanos no conocieron otro; y sólo murió cuando se implantó el sistema inquisitivo, por la
fuerza de una concepción que percibió en el procedimiento escrito la forma de imponer el
secreto y despreciar la defensa del imputado.

Como era lógico, la Revolución Francesa decretó el triunfo definitivo del juicio oral, público,
contradictorio y continuo, aunque posteriormente se implantara una instrucción escrita. El
sistema mixto se expandió por toda Europa, incluso en España, donde el procedimiento oral,
para la fase decisiva del juicio, fue establecido definitivamente en 1882.

Puesto que el método oral rigió siempre en Inglaterra y Estados Unidos, no es difícil anotar que
el procedimiento escrito constituye en el mundo civilizado actual una excepción que sólo
encontramos en América Latina, donde en los últimos años se ha excluido casi totalmente y
donde regía la antigua legislación española. El ejemplo de los países civilizados, incluso la
Madre Patria, ya no es despreciado como tiempo ha, producto de lo que era una inercia contraria
a la lógica, a los postulados de nuestro régimen político y a las exigencias de la justicia.
El nuevo derecho argentino, por lo tanto, no ha hecho más que obedecer a tales imperativos y a
las enseñanzas de la experiencia ajena.

La oralidad propia del juicio oral, no es más que la mejor forma de asegurar la inmediación, que
es un canón lógico[4].

2. El juicio previo querido por la Constitución Nacional: oral, público, continuo, contradictorio, de
instancia única y decidido por jurados. Significado de cada uno de estos caracteres

A. Caracteres del juicio

Los caracteres esenciales del juicio son: a) oralidad; b) publicidad; c) contradicción y, d)


Continuidad. Aunque hasta el momento no se haya prestado demasiado atención al tema del
juicio por jurados previsto en nuestra Constitución Nacional (arts. 24, 75, inc. 12 y 118), del
mismo no sólo se deriva la necesaria participación ciudadana en la administración de justicia,
ora como derecho individual de los ciudadanos, ora como base organizativa del Estado, sino
también la instancia única en el enjuiciamiento procesal penal.
a) Oralidad:

El sistema de la oralidad es el sistema que requiere que la sentencia se fundamente en la


prueba y en alegaciones recibidas verbalmente de viva voz en juicio público [5].
La oralidad es, en realidad, sólo un procedimiento, un medio para posibilitar la vigencia de los
más notables caracteres del juicio penal moderno, para hacer efectivas las virtudes individuales
y combinadas de la publicidad, la inmediación, la concentración, el contradictorio y la identidad
física del juzgador.

b) Publicidad:

La publicidad de los debates es regulada como la posibilidad de que cualquier persona pueda
presenciar su desarrollo total, y conocer luego los fundamentos de la sentencia.
Esta característica es derivada del principio de la publicidad de los actos de gobierno, propio del
sistema republicano y permite el control popular sobre la administración de justicia.

c) Contradicción:

El principio de contradicción exige igualdad plena entre las partes y, entre otras cosas, la
posibilidad de que las pruebas que vayan a fundar la sentencia sean ofrecidas por el imputado,
las partes, el Ministerio Público Fiscal y los defensores, y recibidas con el control de estos, que
luego deberán tener derecho a argumentar sobre sus resultados.

d) Continuidad:

La continuidad (o concentración) requiere la mayor aproximación temporal posible entre los


momentos en que se recibe la prueba, se argumenta sobre su resultado y se dicta la sentencia.
De allí que los códigos contemporáneos exijan que el debate (núcleo del juicio) se desarrolle
durante todas las audiencias consecutivas que sean necesarias para su terminación.

e) De única instancia y decidido por jurados:

Este principio significa que la decisión sobre si una persona debe ser sometida a una pena o
debe quedar libre de ella no es una decisión que pueden tomar los jueces constitucionales.
Como es una decisión de trascendental importancia –tanto para la persona imputada en
particular, como para el conjunto de la sociedad–, ella debe ser tomada en conjunto entre los
jueces constitucionales y miembros de la misma sociedad [6].

3. Restricciones a la oralidad, a la publicidad y a la continuidad: causas de restricción a la


publicidad; prohibiciones para el acceso a la audiencia de debate; poder de policía y de
disciplina del Tribunal; obligaciones de los asistentes; supuestos de suspensión de la audiencia
del debate.

A. Causas de restricción a la publicidad

El principio general es que el debate (segunda fase del juicio) debe ser público, bajo pena de
nulidad. Todos los que asistan a las audiencias del debate deben permanecer respetuosamente
y en silencio. No pueden llevar armas u otros elementos aptos para molestar u ofender, ni
adoptar una conducta intimidatoria, provocativa o contraria al decoro; ni producir disturbios o
manifestar de cualquier modo opiniones o sentimientos (CPP, art. 378). Amén de lo expresado,
el Tribunal (Cámara en lo Criminal o Juez en lo Correccional), puede resolver, aun de oficio, que
se realice total o parcialmente a puertas cerradas, cuando la publicidad afecte la moral (v.gr.,
delitos contra la integridad sexual) o la seguridad pública. La resolución por la cual se dispone la
restricción debe ser fundada; se hace constar en el acta y es irrecurrible.
Desaparecida la causa de la clausura, se debe permitir el acceso al público.

Cuando se juzga a un menor de 18 años, el debate se debe realizar a puertas cerradas, durante
la presencia de este (CPP, art. 372). Además, no tienen acceso a la sala de audiencia los
menores de 14 años, los dementes y los ebrios.

Por razones de seguridad, orden, higiene, moralidad o decoro, la Cámara puede ordenar
también el alejamiento de toda persona cuya presencia no fuera necesaria o, en su caso, limitar
la admisión a un determinado número (CPP, art. 373).

B. Poder de policía del Tribunal

El Presidente del Tribunal –o el Juez en lo Correccional (el cual tiene las atribuciones propias del
Presidente de la Cámara en lo Criminal [CPP, art. 414])– ejerce el poder de policía y disciplina
de la audiencia, y puede corregir en el acto con multa de hasta 50 jus (Código Arancelario para
Abogados y Procuradores de la Provincia de Córdoba) o arresto de hasta ocho días, las
infracciones a lo dispuesto en el artículo siguiente, sin perjuicio de expulsar al infractor de la sala
de audiencia.

Cuando la medida afecta al Fiscal, a las partes o sus defensores, debe ser dictada por la
Cámara en pleno. Si se expulsare al imputado, su defensor lo representa a todos los efectos
(CPP, art. 377).

C. Restricciones a la oralidad

El principio de oralidad se ve limitado también por las siguientes excepciones:

a) Declaración del imputado: Si durante el debate el imputado se niega a declarar o incurre en


contradicciones, las que se le deben hacer notar, el Presidente debe ordenar la lectura de las
declaraciones prestadas por aquel ante los Jueces de Instrucción, de Menores y de Paz o ante
el Fiscal de Instrucción, siempre que se hubiesen observado las normas de la investigación
(CPP, art. 385, segundo párrafo).

b) Lectura de declaraciones testificales: Las declaraciones testificales recibidas por el Juez, el


Fiscal de Instrucción o el Ayudante Fiscal durante la investigación penal preparatoria, pueden
leerse únicamente en los siguientes casos, bajo pena de nulidad:

aa) Cuando habiéndose tomado todos los recaudos no se hubiese logrado la concurrencia del
testigo cuya citación se ordenó, o hubiese acuerdo entre el Tribunal y las partes.

bb) A pedido del Ministerio Público o de las partes, si hubiere contradicciones entre ellas y las
prestadas en el debate, o fuere necesario para ayudar la memoria del testigo.

cc) Cuando el testigo hubiera fallecido, estuviera ausente del país, se ignorase su residencia o
se hallare imposibilitado por cualquier causa para declarar.
dd) Si el testigo hubiera declarado por medio de exhorto o informe (CPP, art. 397).

c) Lectura de actas y documentos: El Tribunal puede disponer, a pedido del Ministerio Público o
de las partes, la lectura de:
aa) La denuncia.
bb) Los informes técnicos y otros documentos producidos por la Policía Judicial.
cc) Las declaraciones efectuadas por coimputados absueltos, sobreseídos, condenados o
prófugos, si aparecieran como partícipes del delito que se investiga o de otro conexo.
dd) Las actas labradas con arreglo a sus atribuciones por la Policía Judicial, el Fiscal o el Juez
de Instrucción.
ee) Las constancias de otros procesos judiciales de cualquier competencia (CPP, art. 398).

D. Restricciones a la continuidad

El debate continúa durante todas las audiencias consecutivas que sean necesarias hasta su
terminación, pero puede suspenderse por un término máximo de 15 días en los siguientes
casos:

a) Cuando deba resolverse alguna cuestión incidental que por su naturaleza no puede decidirse
inmediatamente.

b) Cuando sea necesario practicar algún acto fuera del lugar de la audiencia y no pueda
cumplirse en el intervalo entre una y otra sesión.

c) Cuando no comparezcan testigos, peritos o intérpretes cuya intervención sea indispensable a


juicio de la Cámara, el Fiscal o las partes, salvo que pueda continuarse con la recepción de otras
pruebas hasta que el ausente sea conducido por la fuerza pública o declare conforme al artículo
365 (investigación suplementaria).

d) Si algún Juez, Jurado, Fiscal o defensor se enfermare hasta el punto de no poder continuar su
actuación en el juicio, a menos que los dos últimos puedan ser reemplazados. En estos
supuestos, el Presidente les informará lo ocurrido en la audiencia.

e) Si el imputado se encontrara en la situación prevista en el apartado anterior, caso en que


debe comprobarse su enfermedad por los médicos forenses, sin perjuicio de que se ordene la
separación de juicios (CPP, art. 368).

f) Si alguna revelación o retractación inesperada produjera alteraciones sustanciales en la causa,


haciendo indispensable una investigación suplementaria, que se debe practicar con arreglo a lo
dispuesto por el artículo 365.

g) Cuando el defensor lo solicite conforme al artículo 388 (ampliación de la acusación o hecho


diverso).

h) Si se produjere la situación prevista en el artículo 126, segundo párrafo (abandono poco antes
o durante el debate de la defensa técnica).

En caso de suspensión, el Presidente anunciará el día y hora de la nueva audiencia, y ello valdrá
como citación para los comparecientes. El debate debe continuar enseguida del último acto
cumplido cuando se dispuso la suspensión.

Si esta excediere el término máximo antes fijado, todo el debate debe realizarse nuevamente,
bajo pena de nulidad, e iniciarse antes de los sesenta días.
Durante el tiempo de suspensión, los Jueces y Fiscales pueden intervenir en otros juicios
(excepción a la inmediación).

Por último, debemos destacar la diferencia que existe entre suspensión, interrupción y
aplazamiento.

a) La interrupción del debate no es más que la breve paralización de la actividad judicial (un
paréntesis que no alcanza a ser suspensión), con el objeto de que las personas que en él
participan gocen del reposo físico y mental que les permitirá renovar energías, lo que es
indispensable a veces para asegurar una intervención eficaz. Durante la interrupción, desde
luego, los jueces no pueden actuar en otros juicios, puesto que ella se justifica como medio de
asegurar el descanso de las personas.

b) El aplazamiento es una especie de suspensión que debe disponerse al comenzar el debate, si


hay algún inconveniente insalvable para realizarlo, o que se da cuando, después de haber
ordenado la suspensión, resulta imposible continuar el debate en el indicado término de quince
días. Ya no puede producirse una continuación, como la indicada anteriormente; el debate debe
realizarse de nuevo completamente, desde el primer acto, lo que significa aplazar o diferir la
vista de la causa.

c) La suspensión, por último, se caracteriza por que se da por los casos expresamente previstos
por la ley (CPP, art. 374); no puede prolongarse por un término que exceda de quince días (si
excede se convierte en aplazamiento); y se caracteriza porque el debate continúa desde el
último acto cumplido durante la audiencia en que se dispuso la suspensión [7].

a) El juicio común (continuación)

1. ACTOS PRELIMINARES DEL JUICIO

El juicio se desarrolla en tres fases. La primera es una fase preparatoria a la cual el Código de
Córdoba denomina actos preliminares. La segunda y la tercera son el debate y la sentencia,
respectivamente.
En la fase preparatoria el Tribunal, mediante una serie de actuaciones, entra en conocimiento
cabal del proceso que se somete a su decisión. En otras palabras, estudia el expediente,
señalando los actos que deberán desarrollarse en el proceso [8].

Esta fase se cumple por escrito y tiene por objeto fundamental –sobre la base de prescripciones
importantes que sintetizan la conformación del Tribunal, el ofrecimiento de prueba, la
investigación suplementaria, la unión o separación de juicios y la posibilidad de poner fin al
proceso en base al sobreseimiento–, preparar la segunda (el juicio) [9].

La fase preparatoria se extiende desde que la causa criminal llega elevada a juicio al Tribunal de
Alzada (Cámara en lo Criminal o Juez en lo Correccional), hasta que comienza el debate con la
lectura de la acusación dispuesta por el Presidente del Tribunal.
a) Control de posibles nulidades producidas durante la investigación preparatoria

De acuerdo al artículo 361, primer párrafo, recibido el proceso por el Tribunal de Juicio (Cámara
en lo Criminal o Juez en lo Correccional), este verifica el cumplimiento, según corresponda, de lo
previsto en los artículo 355 y 358. En este sentido controla que el requerimiento fiscal de citación
a juicio contenga los datos personales del imputado o, si se ignoraren, los que sirvan para
identificarlo; una relación clara, precisa, circunstanciada y específica del hecho; los fundamentos
de la acusación; y la calificación legal (CPP, art. 355). En caso de oposición por parte de uno de
los defensores de los imputados, evalúa si el auto por el cual se eleva la causa a juicio reúne los
requisitos del art. 282 del CPP: los datos personales del imputado o, si se ignoraren, los que
sirvan para identificarlo; una sucinta enunciación de los hechos; los fundamentos de la decisión;
la calificación legal del delito, con cita de las disposiciones aplicables, y la parte resolutiva.
Si no se hubieran observado las formas prescriptas por dichas normas, la Cámara (o el Juez en
lo Correccional) declarará de oficio las nulidades de los actos respectivos y devolverá el
expediente, según proceda, al Fiscal o Juez de Instrucción. Desde el momento que dichas
nulidades pueden ser declaradas de oficio, se entiende que las mismas son de carácter
absoluto. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que tanto la requisitoria como el auto de
elevación, en su caso, son actos cuya finalidad es garantizar el contradictorio y, por ende,
aseguran la intervención del imputado a través del contradictorio especie del derecho de defensa
en juicio (CN, art. 18; Cprov., art. 40).

b) Integración del Tribunal

Luego de comprobar que no existen nulidades, el Tribunal en pleno (o el Juez en lo


Correccional) clasifican la causa a los fines de la asignación del ejercicio de la jurisdicción a las
Salas Unipersonales o a la Cámara en Colegio. Las Salas Unipersonales surgen de la división
de la Cámara en lo Criminal en tres, procediendo cada una de ellas de acuerdo a las normas del
juicio común, asumiendo la jurisdicción, respectivamente cada uno de los vocales, en ejercicio
de las atribuciones propias del Presidente y del Tribunal encargado de aquel (CPP, art. 34 bis).
No obstante, se puede disponer el ejercicio de la jurisdicción en forma colegiada cuando se
tratare de causas complejas, a criterio del Tribunal (CPP, art. 34, inc. 1°).

De inmediato, se notifica la clasificación efectuada al Ministerio Público Fiscal, al querellante


particular y a la defensa del imputado, quienes en el término común de dos días pueden ejercer
el derecho previsto por el artículo 369 –al que provee el Tribunal en el plazo de 24 horas–.

Recordemos que, según el artículo mencionado, si el máximo de la escala penal prevista para el
o los delitos contenidos en la acusación fuera de quince años de pena privativa de la libertad o
superior, el Tribunal –a pedido del Ministerio Público, del querellante o del imputado–, debe
disponer su integración con dos jurados.

Los jurados tienen las mismas atribuciones de los vocales. La intervención de aquellos cesa
luego de dictada la sentencia (CPP, art. 369).

En la misma oportunidad (dos días), la defensa del imputado debe expresar su conformidad u
oposición al ejercicio unipersonal de la jurisdicción, es decir que la defensa del imputado puede
oponerse a tal ejercicio (CPP, art. 34 ter, inc. 2°). También, en caso de que haya optado por la
integración del Tribunal con escabinos, se sobreentiende que se ha negado a la posibilidad de
ejercicio unipersonal de la Jurisdicción (CPP, art. 34 ter, inc. 3°).
Si la investigación se hubiera cumplido en un Tribunal (Juez de Instrucción) con asiento distinto
al Tribunal de Juicio, los términos a los que se refieren los párrafos segundo y tercero de la
presente norma (dos y tres días, respectivamente) se extienden, en ese orden, a cinco días y
quince días (CPP, art. 361, último párrafo).

c) Citación a juicio. Facultades del Ministerio Público, de las partes y los defensores

Decidido lo relativo a la integración del Tribunal, el Vocal actuante o el Presidente del Tribunal –
según corresponda– citará, bajo pena de nulidad, al Fiscal, a las partes y defensores, a fin de
que en el término de tres días comparezcan a juicio, examinen las actuaciones, los documentos
y cosas secuestradas e interpongan las recusaciones que estimen pertinentes (CPP, art. 361,
segundo párrafo).

d) Ofrecimiento de prueba

Vencido el término de citación a juicio (CPP, art. 361), el Presidente notificará a las partes para
que en el término común de diez días ofrezcan prueba.
La acentuación del principio acusatorio determina que sea el Ministerio Público el responsable
de la iniciativa probatoria tendente a descubrir la verdad sobre los extremos de la imputación
delictiva. La inobservancia de este precepto debe ser comunicada por el Presidente del Tribunal
al Fiscal General, a los fines que corresponda (Ley provincial N° 7826, art. 16, inc. 1° y Ley
7956, art. 2°).

El Fiscal General puede impartir las instrucciones que estime pertinentes (Ley provincial 7826,
arts. 11 y 16, inc. 7°) o disponer la sustitución del Fiscal de Cámara (CPP, art. 362).
El Ministerio Público y las partes tienen que presentar la lista de testigos y peritos, con indicación
del nombre, profesión y domicilio. También pueden manifestar que se conforman con que en el
debate se lean las pericias de la investigación.

Sólo puede requerirse la designación de peritos nuevos para que dictaminen sobre puntos que
anteriormente no fueron objeto de examen pericial, salvo los psiquiatras y psicólogos que deben
dictaminar sobre la personalidad psíquica del imputado o de la víctima. Si las pericias ofrecidas
resultan dubitativas, contradictorias o insuficientes, el Tribunal puede ejercer, a requerimiento del
Ministerio Público o de las partes, la atribución conferida en el artículo 241, vale decir, tiene la
facultad de nombrar uno o más peritos nuevos, según la importancia del caso, para que la
examinen y valoren o, si fuera factible y necesario, realicen otra vez la pericia (CPP, art. 241).
Cuando se ofrezcan testigos nuevos debe expresarse, bajo pena de inadmisibilidad, los hechos
sobre los que serán examinados (CPP, art. 363).

e) Reglas de la admisión y rechazo de la prueba ofrecida

El Presidente ordena la recepción de la prueba ofrecida.

La Cámara puede rechazar, por auto, la prueba evidentemente impertinente o superabundante


(CPP, art. 364).

La prueba es impertinente cuando no se vincula al objeto de prueba en concreto.


La prueba es superabundante cuando los elementos de prueba que se pretenden ingresar ya se
encuentran comprobados acabadamente por el mismo o por otros medios de prueba.
La ley exige que sea evidente la impertinencia o la superabundancia. De no ser así, el Tribunal
(Cámara en lo Criminal o Juez en lo Correccional) podría estar prejuzgando.
La regla es la recepción de la prueba. En este caso el encargado de disponerla es el Presidente
del Tribunal. La excepción es el rechazo de la prueba. Aquí quien lo ordena es la Cámara en
pleno (siempre que no esté actuando una Sala Unipersonal o Juez en lo Correccional).

f) Investigación suplementaria

Durante los actos preliminares, el Presidente del Tribunal, a requerimiento del Ministerio Público
o de las partes y siempre con noticia de ellas –bajo pena de nulidad– puede disponer la
realización de los siguientes actos:

1°) Reconocimientos de personas (CPP, art. 249) que se hubiesen practicado durante la
investigación penal preparatoria.

2°) Declaración de testigos que no pudieran comparecer al debate.

3°) Reconocimiento de documentos privados ofrecidos como prueba.

4°) Pericias y demás actos que no pudieran practicarse durante el debate.

Estos actos deben incorporarse al debate por su lectura.

A estos fines puede actuar uno de los Vocales de la Cámara (cuando el Tribunal actúe en
pleno).
La investigación suplementaria no puede durar más de treinta días (CPP, art. 365).

g) Excepciones previas al debate

Antes de fijarse la audiencia para el debate, el Ministerio Público y las partes pueden deducir las
excepciones que no hubieran planteado con anterioridad, las cuales se encuentran enumeradas
en el artículo 17 del CPP. Sin embargo, el Tribunal puede rechazar sin trámite las que fueran
manifiestamente improcedentes. Rige el plazo del artículo 19.

h) Unión y separación de juicios

Si por el mismo delito atribuido a varios imputados su hubieran formulado diversas acusaciones,
la Cámara puede ordenar la acumulación, aun de oficio, siempre que esta no determine un grave
retardo.
Si la acusación tuviera por objeto varios delitos atribuidos a uno o más imputados, el Tribunal
puede disponer que los juicios se realicen separadamente pero, en lo posible, uno después de
otro (CPP, art. 368).

i) Indemnización y anticipo de gastos

Cuando los testigos, peritos e intérpretes citados no residan en la ciudad donde se realizará el
debate, el Presidente debe fijar prudencialmente, a petición del interesado, la indemnización que
corresponde por gastos indispensables de viaje y estadía.

Las partes civiles y el querellante particular deben consignar en Secretaría el importe necesario
para indemnizar a las personas citadas a su pedido, salvo que también lo fueran a propuesta del
Ministerio Público o del imputado, o que acrediten estado de pobreza (CPP, art. 371).

j) Sobreseimiento previo al debate


La Cámara debe dictar de oficio sentencia de sobreseimiento –siempre que para establecer
estas causales no fuera necesario el debate– si nuevas pruebas acreditan que el acusado es
inimputable; si hubiera operado la prescripción de la pretensión penal, según la calificación legal
del hecho admitida por el Tribunal; si se produjere otra causa extintiva de aquella; o si se
verificara que concurre una excusa absolutoria (CPP, art. 370).

k) Designación de la audiencia de debate

Vencido el término de citación a juicio (CPP, art. 361) y cumplida la investigación suplementaria
(CPP, art. 365) o tramitadas las excepciones (CPP, art. 366), el Presidente fija día y hora para el
debate, con intervalo no menor de diez días (término dilatorio) ni mayor de sesenta días, y
ordena la citación del Fiscal, partes y defensores y de los testigos, peritos e intérpretes que
deban intervenir.

Las citaciones se pueden efectuar como lo dispone el artículo 175 del CPP.
Si el imputado no estuviera en su domicilio o en la residencia que se le hubiera fijado se debe
ordenar su detención, revocando incluso la resolución anterior por la que se dispuso su libertad.

2. ANÁLISIS COMPARATIVO, RESPECTO DE LAS REGLAS PRECEDENTES, ENTRE LAS


DISPOSICIONES DEL CPP CÓRDOBA Y CPP NACIÓN

Entre las diferencias fundamentales que se pueden advertir entre el CPP de Córdoba y el CPP
de la Nación, es que en el último el término de citación a juicio y para el ofrecimiento de la
prueba se reúnen en uno solo de diez días, que puede extenderse a quince días cuando los
juzgados intervinientes (de Instrucción y de Juicio) tienen distinta sede (CPP Nación, art. 354).
Aquí no existe la posibilidad de dividir la Cámara en Salas Unipersonales, ni tampoco la
alternativa de la integración del Tribunal con Jurados.

Además, la instrucción suplementaria es concebida fundamentalmente como un poder autónomo


de investigación del Tribunal de Juicio y, secundariamente, como un poder de partes (CPP
Nación, art. 356). Ello se debe a que el sistema que rige en la Nación es el mixto o inquisitivo
reformado.
La designación de audiencia para el debate se realiza con un intervalo no menor de diez días,
que puede ser reducido si existe conformidad del presidente y las partes. No existe término ad-
quem como en Córdoba (CPP Nación, art. 359).

3. DISCUSIÓN SOBRE EL VALOR INTERRUPTOR DE LA PRESCRIPCIÓN DE LA ACCIÓN


PENAL DE CIERTOS ACTOS PRELIMINARES DEL JUICIO. LA JURISPRUDENCIA DE LA
SALA PENAL DEL TSJ CÓRDOBA Y DE LA CÁMARA NACIONAL DE CASACIÓN PENAL

De conformidad al artículo 67, cuarto párrafo, del Código Penal, la prescripción del acción penal
se interrumpe por secuela del juicio (según Ley Nacional N° 25.188).
La doctrina se ha esforzado por determinar el significado de la expresión, sin que hasta la fecha
exista una posición unívoca en el país en relación a la manda penal.
Entre las interpretaciones jurisprudenciales se destacan la tesis amplia –sostenida
fundamentalmente por la Cámara Nacional de Casación Penal– y la tesis procesalista o
restrictiva –defendida por el Tribunal Superior de Córdoba–.

Entre los doctrinarios, en los últimos tiempos, se han esbozado dos nuevas tesis referidas a la
temática: la hiperlimitada –defendida por Pastor– y la de Eugenio R. Zaffaroni, de la que nos
hemos hecho eco.

A. Tesis amplia

La Cámara Nacional de Casación Penal recepta la tesis amplia. Según el Alto Tribunal, la
palabra juicio que contiene la expresión analizada debe entenderse como proceso, abarcando
dicho término la investigación penal preparatoria (o instrucción) más el juicio propiamente dicho.
Es por esto que cualquier acto (esencialmente de carácter jurisdiccional) que se desarrolle a
partir de la imputación, significativo de una actividad en pos de la evolución del proceso hacia la
sentencia definitiva, debe entenderse como interruptivo de la prescripción de la acción penal
(v.gr., auto de procesamiento; elevación de la causa a juicio). Para esta tesis la voz secuela es
propia del argot forense, y mediante ella se hace alusión a actos del procedimiento (véase
Cámara Nacional de Casación Penal in re “Patat”, Sala III, Causa N° 241, Res. 13/2/95).

B. Tesis procesalista o restringida

Nuestro más alto Tribunal Provincial ha dicho [10]: «La prescripción debe interrumpirse frente a la
secuela del juicio considerado este en sentido restrictivo.

«Ello es así porque ese vocablo encuentra su exacto sentido y alcance en la ley procesal que
rige el caso, desde que bien se ha señalado que es un principio aceptado el de que cuando la
ley penal se refiere a conceptos propios de otra rama jurídica, el intérprete debe buscar en esta
lo que ese concepto es.

«El juicio plenario es la base esencial del proceso que se realiza a base de una acusación, en
forma contradictoria y prevalentemente oral, pública y continua, que tiene por fin la defensa
material del acusado, la recepción de las pruebas pertinentes y útiles, la plena discusión del
Fiscal y de las partes y la decisión jurisdiccional definitiva sobre el fundamento de las
pretensiones que se han hecho valer mediante las acciones ejercidas.

«La modificación introducida por el art. 1° de la ley 13.569 al Código Penal obedeció a la
finalidad de poner término a las maniobras y artimañas de leguleyos puestas en juego en los
procesos penales, dilatando hasta varios años su tramitación con el deliberado propósito de
lograr que la acción penal prescribiese antes de que se dictara sentencia; esas maniobras
precisamente eran las más utilizadas en la etapa instructoria. Pero, aceptar por ello que la
noción de secuela de juicio se refiere a este sentido irrestricto implicaría que, subordinando la
decisión a una interpretación teleológica, se dejara de lado una más acabada satisfacción de los
principios de legalidad de la represión y del debido proceso (art. 18 C.N.).

«Es que en orden al primero de esos principios resulta que ampliar la idea del “juicio” en sentido
de proceso total, importaría, de manera clara, extender, en contra de la noción legal que
suministra la ley procesal, su contenido.
«En cuanto al segundo de los principios señalados, ocurre que la interpretación que sostenemos
atiende mejor al derecho del acusado de obtener una resolución definitiva de su situación frente
a la ley y a la sociedad, que ponga término del modo más breve a la incertidumbre y a la
restricción de la libertad que comporta el enjuiciamiento penal.

«Ahora bien, no cualquier acto dentro del juicio es la secuela interruptiva de la prescripción, sino
sólo aquellos que, emanados del órgano jurisdiccional, adoptados por propia iniciativa o a
requisición fiscal o petición de las partes, importen la prosecución activa del procedimiento y se
encaminen a su desenlace normal: la sentencia.

«Más precisamente: debe tratarse de un acto persecutorio que cause impulsión del
procedimiento, el que mueva la maquinaria procesal activando sus consecuencias, de modo que
mantenga su vitalidad y prosiga su desarrollo como efecto dinámico del acto mismo, lo que
requiere la acción efectiva del órgano jurisdiccional dictando sus decisiones impulsivas del
procedimiento del juicio penal.

«Por ello, los actos procesales del Ministerio Fiscal y de las partes no son secuelas del juicio,
desde que no actúan directamente sobre el proceso, ni mueven su máquina funcional; se dirigen
al Tribunal y necesitan ser traducidos por este en actividad procesal para ejercer influencias
sobre el juicio y su desarrollo.

«En tal sentido, y a modo de ejemplo, puede decirse que son actos de secuela del juicio: la
citación a juicio, el decreto que ordena una instrucción suplementaria, la designación de
audiencia del debate, las resoluciones ordenatorias sobre la unión y separación de juicios, la
realización del debate, la sentencia y la lectura de sus fundamentos».

C. La tesis de Daniel Pastor

Para este autor, a partir de la modificación del Código Procesal Penal de la Nación en 1990,
reforma que recepta el sistema inquisitivo reformado, debe estimarse la palabra juicio como
plenario, vale decir, como segunda etapa del proceso penal. Sin embargo, restringe aún más la
tesis vigente en la provincia de Córdoba. Para él los únicos actos constitutivos de secuela de
juicio son la citación a juicio (CPP Nación, art. 354), primer acto del procedimiento principal
dictado por el presidente del Tribunal, y la lectura de la sentencia definitiva condenatoria (CPP
Nación, art. 400), último acto significativo del juicio dictado por el Tribunal [11].

D. La tesis de Eugenio Raúl Zaffaroni

Según este doctrinario, a partir de una interpretación literal de la palabra secuela como sinónimo
de consecuencia y un concepto de juicio semejante al de Francesco Carrara, quien hablaba de
juicio como procedimiento exterior destinado a lograr un juicio subjetivo y lógico (sentencia),
estima que la única secuela de juicio es la sentencia[12]. Nosotros[13] nos hemos hecho eco de tal
interpretación, considerando que secuela de juicio es la sentencia condenatoria no firme.

c) El juicio (continuación)

1. El debate oral: Dirección. Apertura. Cuestiones preliminares. Incidentes. Asistencia y


representación del imputado. Declaración del imputado. Facultades del imputado. Ampliación de
la acusación. Hecho diverso. Reglas para la recepción de la prueba. Reglas para el
interrogatorio. Preguntas inadmisibles. Excepciones a la oralidad: lectura de declaraciones
testificales, actas y documentos. Posibilidad de introducción de nuevas pruebas. Discusión final.

A. El debate oral:

Desde un punto de vista objetivo, el debate es un acto procesal complejo, que se integra con
una serie coordinada de actos procesales singulares, que constituye un todo idealmente
indivisible, ya sea desde el punto de vista de los medios como de sus fines.
Desde el punto de vista subjetivo, el debate se constituye en uno de los momentos principales o
culminantes de la relación jurídica procesal, en el que los sujetos del proceso receptan
potestades y deberes, sin duda de fácil distinción a las atribuidas en otras etapas y fases del
proceso[14].

B. Dirección

El presidente del Tribunal (o el Juez en lo Correccional o integrante de la Sala Unipersonal) es el


encargado de dirigir el debate, hacer las advertencias legales, recibir los juramentos y
declaraciones y moderar la discusión, impidiendo derivaciones impertinentes o que no
conduzcan al esclarecimiento de la verdad, sin coartar por esto el ejercicio de la acusación y la
libertad de la defensa (CPP, art. 381).

C. Apertura

El día y hora fijados para el comienzo del debate, el Tribunal se constituye en la Sala de
Audiencias. Después de verificar la presencia del Fiscal (de Cámara o Correccional), de las
partes y sus defensores, y de los testigos, peritos e intérpretes que deban intervenir, el
Presidente declara abierto el debate (CPP, art. 188, inc. 2°). Advierte al imputado que esté
atento a lo que va a oír y ordena la lectura de la acusación (CPP, art. 355 y 358) (CPP, art. 382).

D. Cuestiones preliminares

Inmediatamente después de abierto por primera vez el debate, se pueden deducir, bajo pena de
caducidad, las nulidades a que se refiere el inciso 2 del artículo 188, vale decir, aquellas
producidas durante los actos preliminares del juicio.

Las cuestiones referentes a la incompetencia por razón de territorio, a la unión o separación de


juicio, a la admisibilidad o incomparecencia de testigos, peritos o intérpretes y a la presentación
o requerimiento de documentos, pueden plantearse en la misma oportunidad, con igual sanción,
salvo que la posibilidad de proponerlas no surja sino en el curso del debate (CPP, art. 383).

E. Trámite de los incidentes

Todas las cuestiones incidentales serán tratadas en un solo acto, a menos que el Tribunal
resuelva hacerlo sucesivamente o diferir alguna, según convenga al orden del proceso.
En la discusión de las cuestiones incidentales, el Fiscal y el defensor de cada parte hablarán
solamente una vez, por el tiempo que establezca el Presidente (CPP, art. 384).

F. Asistencia y representación del imputado


El imputado debe asistir a la audiencia libre en su persona, sin perjuicio de la vigilancia y cautela
necesarias que se dispongan para impedir su fuga o violencia.

Si después del interrogatorio de identificación (260.385) el imputado deseara alejarse de la


audiencia, se procede en lo sucesivo como si estuviera presente, será custodiado en una sala
próxima y para todos los efectos será representado por el defensor. Si su presencia fuera
necesaria para practicar algún acto, puede ser compelido por la fuerza pública.
Cuando el imputado se encuentra en libertad, la Cámara puede ordenar su detención para
asegurar la realización del juicio (CPP, art. 375).

G. Declaraciones del imputado

Después de la apertura del debate o de resueltas las cuestiones incidentales en el sentido de la


prosecución del juicio, el Presidente recibirá declaración al imputado conforme a los artículos
259 y siguientes, bajo pena de nulidad, y le advertirá que el debate continuará aunque no
declare.
Si el imputado se negara a declarar o incurriera en contradicciones, las que se le harán notar, el
Presidente ordena la lectura de las declaraciones prestadas por aquel ante los Jueces de
Instrucción, de Menores y de Paz o ante el Fiscal de Instrucción, siempre que se hubieran
observado las normas de la investigación.

Cuando hubiese declarado sobre el hecho, se le pueden formular posteriormente en el curso del
debate, preguntas destinadas a aclarar sus manifestaciones (CPP, art. 385).

H. Declaración de varios imputados

Si los imputados fueran varios, el Presidente puede alejar de la Sala de Audiencia a los que no
declaren, pero después de todas las declaraciones debe informarles sumariamente de lo
ocurrido durante su ausencia (CPP, art. 386).

I. Facultades del imputado

En el curso del debate, el imputado puede hacer todas las declaraciones que considere
oportunas –incluso si antes se hubiese abstenido– siempre que se refieran a su defensa. El
Presidente debe impedir cualquier divagación y, si persistiere, incluso puede alejarlo de la
audiencia.
El imputado puede hablar también con su defensor sin que por esto la audiencia se suspenda,
pero no puede hacerlo durante su declaración o antes de responder a preguntas que se
formulen.
Nadie le puede hacer sugestión alguna (CPP, art. 387).

J. Ampliación del requerimiento fiscal

El Fiscal debe ampliar la acusación si de la investigación o del debate resultare la continuación


del delito atribuido o una circunstancia agravante no mencionada en el requerimiento fiscal.
En tal caso, con relación a los nuevos hechos o circunstancias atribuidos, el Presidente procede,
bajo pena de nulidad, conforme a lo dispuesto por los artículos 261 y 262, e informa al Fiscal y al
defensor que tienen derecho a pedir la suspensión del debate para ofrecer nuevas pruebas
(CPP, art. 363) o preparar la acusación o la defensa.
Cuando este derecho sea ejercido, el Tribunal suspende el debate por un término que fijará
prudencialmente, según la naturaleza de los hechos y la necesidad de la acusación y la defensa,
sin perjuicio de los términos máximos de suspensión del debate (CPP, art. 374).
Regirá lo dispuesto por el artículo 365 (investigación suplementaria), no obstante con el límite de
los 15 días dispuesto por el art. 374.

El nuevo hecho que integra el delito continuado o la circunstancia agravante sobre la que versa
la ampliación quedan comprendidos en la imputación y el juicio (CPP, art. 388).

K. Hecho diverso

Si del debate resulta que el hecho es diverso del enunciado en la acusación, el Tribunal dispone,
por auto, correr vista al Fiscal de Cámara para que proceda con arreglo a lo dispuesto en el
apartado anterior.

Si el Fiscal discrepa con el Tribunal al respecto, la sentencia decidirá sobre el hecho contenido
en la acusación.

Reiniciado el debate, el trámite continúa conforme a las disposiciones relativas a la apertura del
debate, a las declaraciones del imputado, recepción de las pruebas y discusión final (CPP, arts.
382, 385, 390 y 402) (CPP, art. 389).

L. Reglas para la recepción de la pruebas

Después de la declaración del imputado, el Presidente procede a recibir la prueba en el orden


indicado en el CPP, salvo que considere necesario alterarlo (CPP, art. 390).

a) Normas de la investigación penal preparatoria: En cuanto sean aplicables y no se disponga lo


contrario, se observan las normas de la investigación penal preparatoria relativas a la recepción
de la prueba (CPP, art. 391).

b) Dictamen pericial: El presidente hará leer la parte sustancial del dictamen presentado por los
peritos, y si estos hubiesen sido citados, responderán bajo juramento, salvo los peritos de
control, a las preguntas que se les formularen.
El Tribunal puede disponer que los peritos presencien los actos del debate (CPP, art. 392).

c) Testigos: En seguida, el presidente procede al examen de los testigos en el orden que estime
conveniente, comenzando por el ofendido. Después de la declaración, serán interrogados
conforme a lo previsto en el artículo 396. La parte que los propuso abrirá el interrogatorio. El
artículo mencionado dispone: Con la venia del Presidente, el Fiscal, las partes y los defensores,
pueden formular preguntas a las partes, testigos, peritos o intérpretes. Luego, el Presidente y los
Vocales pueden formular las preguntas que estimen necesarias para la mejor comprensión de la
declaración (CPP, art. 396).

Antes de declarar, los testigos no pueden comunicarse entre sí ni con otras personas, ni ver, oír
o ser informados de lo que ocurra en la Sala de Audiencias. Después de hacerlo, el Presidente
dispone si quedarán incomunicados (CPP, art. 393).

El testigo o el perito que no comparece por legítimo impedimento puede ser examinado en el
lugar en que se hallare, por un Vocal. Pueden asistir, además de los miembros del Tribunal, el
Fiscal, las partes y los defensores. En todo caso, el acta que se labre debe ser leída durante el
debate (CPP, art. 394).

d) Elementos de convicción: Los elementos de convicción secuestrados se presentarán, según


el caso, a las partes y testigos, a quienes se le invita a reconocerlos según lo dispuesto por el
artículo 254 y a declarar lo que fuera pertinente (CPP, art. 395).

LL. Excepciones a la oralidad: lectura de declaraciones testificales, actas y documentos.


Ver unidad N° 4.

M. Posibilidad de introducción de nuevas pruebas

El Tribunal puede ordenar, a requerimiento del Ministerio Público, del querellante o del imputado,
la recepción de nuevos medios de prueba, si en el curso del debate resultaran indispensables o
manifiestamente útiles para esclarecer la verdad sobre los extremos de la imputación delictiva.
También puede citar a los peritos si sus dictámenes resultaran insuficientes o proceder con
arreglo al artículo 241. Las operaciones periciales necesarias se practicarán acto continuo en la
misma audiencia, cuando fuera posible (CPP, art. 400).

N. Discusión final

Terminada la recepción de las pruebas, el Presidente concederá sucesivamente la palabra al


actor civil, al Ministerio Público, al querellante particular, y a los defensores del imputado y del
demandado civil, para que en este orden emitan sus conclusiones. No pueden leerse
memoriales, excepto el presentado por el actor civil que estuviera ausente.
El actor civil concretará su demanda con arreglo a lo previsto en el Código Procesal Penal y
limitará su alegato a los puntos concernientes a la responsabilidad civil, conforme al art. 107 del
CPP.
El demandado civil también observará lo dispuesto para la formulación de la contestación de la
demanda en el Código Procesal Penal de la Provincia de Córdoba.

Si intervinieran dos Fiscales o dos defensores del imputado, todos pueden hablar dividiéndose
sus tareas.

Sólo el Ministerio Público y el defensor del imputado pueden replicar. Corresponde al segundo la
última palabra. La réplica debe limitarse a la refutación de los argumentos adversarios que antes
no hubiesen sido discutidos.

En caso de manifiesto abuso de la palabra, el Presidente debe llamar la atención al orador; si


este persistiera, puede limitar prudencialmente el tiempo del alegato, teniendo en cuenta la
naturaleza de los hechos en examen, las pruebas recibidas y las cuestiones a resolver. Vencido
el término, el orador debe emitir sus conclusiones.

La omisión implica incumplimiento de la función o abandono injustificado de la defensa (CPP,


art. 127).

En último término, el Presidente pregunta al imputado si tiene algo que manifestar y cierra el
debate.
A continuación, se establece el orden en que los miembros del Tribunal emitirán sus votos (CPP,
art. 402).

Ñ. Potestades autónomas de investigación del Tribunal de Juicio

Aun cuando, con la acentuación del principio acusatorio, se han reducido sobremanera las
posibilidades del Tribunal de Juicio de disponer la recepción de prueba de oficio, sin embargo,
quedan todavía ciertas excepciones dignas de destacar:

a) Inspección judicial: Si para investigar la verdad de los hechos fuera indispensable una
inspección, el Tribunal puede disponerla, aun de oficio, y la practica de acuerdo a lo que se
prevé para el examen de testigos en su domicilio (CPP, art. 399 en conc. 394).

b) Reapertura del debate: Si el Tribunal estima, durante la deliberación, absolutamente


necesario ampliar las pruebas incorporadas, puede disponer a ese fin la reapertura del debate.
La discusión queda limitada entonces al examen de los nuevos elementos (CPP, art. 407).

2. Acta del debate: contenido. Causas de prueba compleja: grabación, videograbación o versión
taquigráfica

A. Acta del debate: contenido

El Secretario labrará un acta del debate que debe contener, bajo pena de nulidad:

1°) El lugar y fecha de la audiencia, con mención de la hora en que comenzó y terminó, y de las
suspensiones dispuestas.

2°) El nombre y apellido de los jueces, jurados, fiscales, querellante particular, defensores y
mandatarios.

3°) Las condiciones personales del imputado y el nombre de las otras partes.

4°) El nombre y apellido de los testigos, peritos e intérpretes, con mención del juramento y la
enunciación de los otros elementos probatorios incorporados al debate.

5°) Las instancias y conclusiones del Ministerio Público y de las partes.

6°) Otras menciones prescriptas por la ley o las que el Presidente ordenare hacer y aquellas que
solicitaren el Ministerio Público o las partes.

7°) La firma de los miembros del Tribunal, del Fiscal, defensores, mandatarios y Secretario,
previa lectura.

B. Causas de prueba compleja

En las causas de prueba compleja, a petición de parte o cuando la Cámara lo estimara


conveniente, el Secretario resumirá al final de cada declaración o dictamen la parte sustancial
que debe tenerse en cuenta. También puede ordenarse la grabación, video grabación o la
versión taquigráfica total o parcial del debate (CPP, art. 404).
3. Sentencia: Deliberación. Reapertura del debate. Requisitos de la sentencia. Lectura.
Sentencia y acusación: principio de congruencia. Nulidad de la sentencia

A. Deliberación

Inmediatamente después de terminado el debate, bajo pena de nulidad, los Jueces y Jurados
que intervengan pasarán a deliberar en sesión secreta, a la que sólo puede asistir el Secretario.
El acto no puede suspenderse, bajo la misma sanción, salvo caso de fuerza mayor o que alguno
de los Jueces o Jurados se enfermara hasta el punto de no poder seguir actuando.
La causa de la suspensión se hace constar y se informa al Tribunal Superior. En cuanto al
término de ella, rige el de la suspensión del debate (CPP, arts. 405 en conc. con el 374).

B. Reapertura del debate

Ver punto 1; letra Ñ.

C. Requisitos de la sentencia

La sentencia debe contener:

1°) La mención del Tribunal y fecha en que se dicta; el nombre y apellido de los Jueces, Jurados,
Fiscales, partes y defensores que hubieren intervenido en el debate; las condiciones personales
del imputado, y la enunciación del hecho que haya sido objeto de la acusación.

2°) El voto de los Jueces y Jurados sobre cada una de las cuestiones planteadas en la
deliberación, con exposición concisa de los motivos de hecho y de derecho en que se basen, sin
perjuicio de que adhieran específicamente a las consideraciones y conclusiones formuladas por
el magistrado que votara en primer término.
Los jurados pueden adherir al voto de cualquiera de los Jueces.

3°) La determinación precisa y circunstanciada del hecho que el Tribunal estime acreditado.

4°) La parte resolutiva, con mención de las disposiciones legales aplicadas.

5°) La firma de los Jueces y Jurados. Si uno de los miembros del Tribunal no pudiera suscribir la
sentencia por impedimento ulterior a la deliberación, esto se hará constar y aquella valdrá sin
esa firma.

D. Lectura de la sentencia

Redactada la sentencia, es protocolizada, bajo pena de nulidad, y se agrega copia al expediente.


Acto seguido, el Presidente se constituye en la Sala de Audiencias, previo convocar verbalmente
al Ministerio Público, a las partes y a sus defensores y ordena por Secretaría la lectura del
documento, bajo la misma sanción, ante los que comparezcan.

Si la complejidad del asunto o lo avanzado de la hora hicieran necesario diferir la redacción de la


sentencia, en dicha oportunidad se leerá tan sólo su parte dispositiva, fijándose audiencia para la
lectura integral. Esta se efectuará, bajo pena de nulidad, en las condiciones previstas en el
párrafo anterior y en el plazo máximo de quince días a contar del cierre del debate. La lectura
vale siempre como notificación para los que hubieran intervenido en el debate (CPP, art. 409).

E. Sentencia y acusación

En la sentencia, el Tribunal puede dar al hecho una calificación jurídica distinta, aunque deba
aplicar penas más graves o medidas de seguridad, siempre que el delito no sea de competencia
de un Tribunal Superior (CPP, art. 410).
Según lo tiene dicho la doctrina: «Entre la acusación intimada (originaria o ampliada) y la
sentencia debe mediar una correlación esencial sobre el hecho, la que impide condenar al
acusado por uno diverso del que fuera objeto de la imputación formulada (ne est iudex ultra
petita partium)»[15].

F. Sentencia absolutoria y condenatoria

La sentencia absolutoria debe ordenar, cuando fuera el caso, la libertad del imputado y la
cesación de las restricciones impuestas provisionalmente; la aplicación de medidas de
seguridad; o la restitución, indemnización o reparación demandada (CPP, art. 411 en conc. con
el art. 26).

La sentencia condenatoria debe fijar las penas y medidas de seguridad que correspondan y
resolverá sobre el pago de las costas. Dispone también, cuando la acción civil hubiera sido
ejercida, la restitución del objeto material del delito, la indemnización del daño causado y la
forma en que deben ser atendidas las respectivas obligaciones.

Sin embargo, la restitución puede ordenarse aunque la acción no hubiera sido intentada (CPP,
art. 412).

G. Nulidad

La sentencia es nula:

1°) Si el imputado no estuviera suficientemente individualizado.

2°) Si faltare la enunciación del hecho que fuera objeto de la acusación, o la determinación
circunstanciada del que el Tribunal estime acreditado.

3°) Cuando se base en elementos probatorios no incorporados legalmente al debate, salvo que
carezcan de valor decisivo.

4°) Si faltara o fuera contradictoria la fundamentación de la mayoría del Tribunal, o no se


hubieran observado en ella las reglas de la sana crítica racional, con respecto a elementos
probatorios de valor decisivo.

5°) Cuando faltara o fuera incompleta en sus elementos esenciales la parte dispositiva.

6°) Si faltara la fecha del acto o la firma de los Jueces o Jurados, salvo lo dispuesto en el inciso
5°) del artículo 408 (falta de firma de magistrado por impedimento posterior a la deliberación
[CPP, art. 413]).
4. Nuevas proposiciones políticos procesales

A. La llamada “cesura” del debate

Con esta denominación se hace referencia a la posible diversificación en dos sectores


diferenciados de lo que es la fase del debate. Una de ellas estaría destinada al interdicto de
culpabilidad cuyo objetivo sería verificar la comisión del hecho y la participación punible del
imputado. La otra tendría por finalidad determinar judicialmente la pena. Una vez demostrada la
responsabilidad penal del sujeto, una segunda cuestión sería resolver cuál es la pena a imponer
en el caso concreto. En ambos subsectores regirían los principios básicos del juicio
(contradictorio, oralidad, continuidad y publicidad).

B. ¿Carácter vinculante del pedido de absolución del Ministerio Público?

Durante los últimos años se ha puesto a discusión la cuestión acerca de si el pedido de


absolución del Ministerio Público vincula al Tribunal de Juicio, teniendo este que pronunciarse en
tal sentido en la sentencia. La jurisprudencia de nuestra Corte Suprema de Justicia, a partir del
año 1989, en las causas “Cattonar”, “García”, etc., ha sido de la opinión del carácter vinculante.
Nuestro más alto Tribunal Superior de Provincia se ha opuesto a tal perspectiva.

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