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Tiempos pos-modernos
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Tomado los términos que introdujo el sociólogo polaco Zigmunt Bauman.
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Caruso y Dussel (1998)2, hablan de la coexistencia de un “mito desalentador”
de la posmodernidad que induce al pesimismo y la desesperanza, e insisten en
la necesidad de visualizar el aspecto liberador que toda crisis despliega, si la
miramos como posibilidad-oportunidad. Frente a la caída de teorías
interpretativas absolutas y certezas, se genera un espacio libre, habilitante para
que surjan otras posibles respuestas alternativas, nuevas, posibilitando así un
“mito transformador”. Se promueve entonces, la generación de una postura
de optimismo “localizada”, contrapuesta a la postura predominante de
pesimismo globalizado.
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En su libro “De Sarmiento a los Simpson´s”, citado por Cecilia Bixio (2006).
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Si acompañamos la idea de que los cambios son una característica del mundo
actual, convengamos también que la forma de “sostenernos“ en medio de ellos,
sin estar “a la deriva”, es estableciendo criterios que nos permitan discernir con
qué de los cambios nos quedamos y qué dejamos pasar, qué tiene valor y qué
no. Para poder generar filtros entre tantas innovaciones, es una necesidad
humana “criteriar” la vida. Aquí la educación juega un papel fundamental, las
nuevas generaciones -y también las viejas-, necesitamos contar con criterios
que nos permitan ordenar la vida, jerarquizar, generar opinión y juicios de valor
sobre lo que acontece.
Vivir es arriesgar
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preguntas y respuestas acerca de para qué y en qué vale la pena “gastar” la
vida comienzan a instalarse en nosotros.
El enfoque resiliente
La resiliencia se define como la capacidad del ser humano para hacer frente a
las circunstancias adversas, superarlas e incluso salir transformado
positivamente, accediendo a una vida significativa y productiva. Se identifican
dos componentes fundamentales: la resistencia frente a la adversidad (la
capacidad de proteger la propia integridad bajo presión), y la capacidad para
construir vitalmente en positivo, pese a las circunstancias difíciles.
La resiliencia plantea una actitud vital positiva frente al riesgo, y demuestra con
ejemplos que es posible salir fortalecidos, aún de situaciones traumáticas
graves. No afirma que salgamos ilesos de ellas, podemos generar cicatrices
que no nos hacen “olvidar” lo vivido sino integrarlo, llevar la/s marca/s de
aquello que nos impulsó a crecer, que nos movió internamente para darnos
mayor valor y fortaleza. No propone mecanismos para esquivar las
adversidades; invita a transitar un camino de desarrollo y plenitud personal,
comunitaria y social, creciendo en capacidades para enfrentar las dificultades
con otra postura, apelando a las fortalezas para transformar activa y
positivamente la realidad. ¿Estamos dispuestos a este proceso?
Es una invitación llena de fuerza, de búsqueda de sentido, que entusiasma y da
esperanza, que moviliza positivamente la energía encapsulada. Reúne
elementos que no abundan en los discursos dominantes. Quizás sea por eso,
precisamente, que la resiliencia tiene cada vez más ecos. Se necesitan más
voces y más personas convencidas, que estén dispuestas a construir una Vida
diferente para generar una cultura resiliente con capacidad de incidencia social.
Comparto con ustedes un cuadro que nos permitirá visualizar más fácilmente
este cambio de concepción que se propone. El mismo fue realizado tomando
como base el que presenta en su reciente libro M. Gabriela Simpson (2008).
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Vulnerabilidad Resiliencia
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2- RESILIENCIA COMUNITARIA- cuando la mirada está puesta en
pequeños grupos. Los estudios sobre el tema posteriormente se
ampliaron al estudio de pequeñas comunidades, identificando familias,
núcleos vecinales, cooperativas e incluso pueblos resilientes.
3- RESILIENCIA SOCIAL- se refiere a grandes sectores de la sociedad.
Estamos convencidos que la difusión, ampliación y consolidación de
actitudes y ambientes resilientes a nivel personal y comunitarios pueden
influir en las estructuras sociales, alcanzando sectores mayores de
población, acompañados por políticas públicas de enfoque resiliente.
Es integradora y solidaria
R Insiste en significar y dar sentido a los acontecimientos de la vida.
E Nos humaniza, pone la aceptación (confianza) y el amor incondicional
como pilar.
S Es multidimensional, incluye la dimensión personal, comunitaria y social.
I Implica un proceso dinámico y multidisciplinario: sumar fuerzas.
L Parte de la comprensión de las diversidades reconociéndonos y
valorándonos en nuestra unicidad e identidad.
I Promueve la autonomía responsable, crea oportunidades de trabajo y
E participación.
Apunta al futuro con optimismo realista y buen humor.
N
C
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I
A
Permite la creación de una nueva actitud frente al sufrimiento, una
lectura en positivo de la vida y los acontecimientos, habilitando una
“nueva realidad”.
Fomenta el protagonismo y alienta la capacitación, para decidir y
resolver situaciones conflictivas.
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En Melillo y Suárez Ojeda ob.cit.
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Klasse y Menoni, (2008) Págs. 131 a 133.
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Cada un@ de nosotr@s tenemos la posibilidad de generar una espiral, a partir
de la decisión de asumir una actitud personal resiliente. Si descubrimos en la
resiliencia, valores con los que acordamos y que se pueden potenciar, está en
nuestras manos impulsarla. En esencia la resiliencia focaliza en el potencial
que cada persona tiene dentro y propone activarlo positivamente.
Una mentalidad resiliente promueve una actitud vital positiva que nos
proporciona la fortaleza emocional necesaria para afrontar los avatares de la
vida cotidiana y las posibles frustraciones y situaciones difíciles que nos toque
vivir.
No se agota nuestra responsabilidad (capacidad de dar respuesta por nuestros
actos) en asumir o no a título individual actitudes resilientes. Podemos generar
ambientes y climas resilientes en nuestro entorno, y promover conductas y
crear espacios sociales de resiliencia. Podemos colaborar con otras personas e
instituciones como “tutores de resiliencia”.
Ampliamos así su alcance, posibilitando procesos de resiliencia comunitaria. El
nivel social, -más amplio aún-, se configura cuando varios resilientes coordinan
esfuerzos y forman redes sociales, que tienen una capacidad de contención y
proyección mucho mayor que la suma de cada uno de sus integrantes. Como
vemos los tres niveles se retroalimentan.
La actitud resiliente no excluye la necesidad de intervenciones políticas que
garanticen mejores condiciones de vida para tod@s. Es un error interpretar que
al fomentar actitudes resilientes estamos planteando que cada persona quede
exclusivamente librada a su “voluntad de ser resiliente”. Las iniciativas
personales no eximen las imprescindibles intervenciones públicas para
subsanar situaciones de inequidad, de injusticia. Por eso hablamos de una
invitación extensiva. Se trata de generar sinergias, ya que todos los esfuerzos
son complementarios e igualmente importantes para transformar positivamente
nuestra vida.
Materiales de referencia:
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Simpson, María Gabriela- “Resiliencia en el aula, un camino posible”
Bonum, Buenos Aires, 2008.
Vanistendael, Stefan- “¿Cómo crecer superando los percances?”
Oficina Internacional Católica de la Infancia (BICE), Ginebra, 1995.